Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    UN VIAJE HACIA LA VIDA

    EPILOGO




    Cinco años después…

    Draco tomó una profunda bocanada de aire, tratando de recobrarse un poco, escuchó la carcajada de Harry y levantó la mirada, un poco ofendido.

    —Oh… ¿Demasiado para ti? —preguntó Harry con burla, aunque también se sentía cansado.

    —Mas quisieras, Potter —replicó Draco, irguiéndose finalmente, sus piernas aún temblaban un poco, pero ya sabía que no era nada más que un poco de cansancio, que todavía podía dar más —, te hago una carrera a la casa.

    —Por mí, encantado, pero siempre eres tú el que no sabe perder y no quiero que después… —pero Harry no pudo terminar de hablar, pues Draco había empezado ya a correr hacia la casa, Tobby, contento y meneando la cola, como siempre, iba detrás de él, Harry rugió de frustración por haber sido engañado, y comenzó a correr, tratando de alcanzar a su competidor, y no fue hasta varios metros delante, que por fin lo alcanzó, Draco soltó una risita, pero no bajó el ritmo, y no pararon hasta la reja de madera que separaba su propiedad del camino y del bosque.

    Entraron a la casa empujándose un poco con los hombros, ambos ansiosos de llegar a las botellas de agua que habían dejado preparadas sobre la mesa de la cocina, Harry llegó primero y destapó con rapidez una botella y se la pasó a Draco, antes de tomar la suya, en silencio los dos dieron largos tragos, hasta que se sintieron lo suficientemente repuestos para hablar.

    —Le daré un poco de agua a Tobby —dijo entonces Draco, abriendo el grifo de agua y dejando caer una buena cantidad sobre el tazón.

    —Estoy agotado —comentó entonces Harry, quitándose la sudadera y mostrando su cuerpo brillante por el sudor.

    —Y sucio además —hizo notar Draco, dándole una palmada en la cabeza a Tobby, que ya había empezado a beber también, seguro tan agotado como ellos.

    —Mmm… —Harry deshizo el nudo de sus pantalones deportivos y le dio una mirada traviesa a Draco —, dentro de poco me tengo que ir, pero…

    —Deberás tomar una ducha primero —apuntó Draco, mientras se ponía en pie y se quitaba la sudadera también.

    —Efectivamente —sonrió Harry abiertamente, antes de que Draco lo alcanzara en sólo dos pasos y le diera un profundo beso, esos que Harry ya había aprendido a identificar como prometedores.

    No se dijeron más y en silencio, y con pasos veloces, ambos subieron de dos en dos los escalones que daban al segundo piso, donde estaban las habitaciones; habían comprado esa casa hacía casi cuatro años, aunque Harry no había entendido para qué necesitaban tantas habitaciones, no se había negado, pues el lugar estaba alejado del bullicio de la ciudad, aunque no muy lejos de ella y tenía un enorme jardín, ideal para que Tobby pudiera correr a sus anchas, cosa que no podía hacer en el departamento que habían compartido el primer año desde su vuelta a Inglaterra.

    Se desnudaron con prisas y se metieron bajo el chorro de agua fresca, Harry tomó el jabón y comenzó a pasearlo por el cuerpo de Draco, buscando, más que limpiarlo, excitarlo, y por la forma en que Draco gemía, sabía que lo estaba consiguiendo.

    Draco no se quedó atrás y pronto también tuvo sus manos paseando por la piel de Harry, recorriendo sus ahora marcados músculos en los brazos y el abdomen, ambos habían encontrado en el ejercicio un nuevo tipo de catarsis para combatir el estrés de las clases de Harry y el deseo de Draco de salir adelante sin ayuda de sus padres, y era algo que además, según les decía el medimago Marton, los mantendría sanos y con la mente alejada de otras tentaciones. Aunque durante ese tiempo Harry no había tenido ninguna crisis de abstinencia, siempre era mejor prevenir que lamentar.

    Los besos y las mordidas no se hicieron esperar y ambos, completamente empapados y llenando todo el piso de agua, caminaron hasta la gran cama que había en la habitación, donde se enredaron y tocaron de manera ansiosa, sabiendo que en realidad no tenían mucho tiempo.

    Media hora después Harry estaba echado boca abajo sobre la cama, con una almohada levantándole las caderas y disfrutando de las lentas, pero certeras, embestidas de Draco, mientras su miembro se frotaba al mismo ritmo contra la almohada.

    Draco recorrió con sus manos la espalda de Harry, inclinándose para morderlo en la nuca y obteniendo el tan ansiado gemido de satisfacción que sabía que conseguiría.

    —Dios, Draco… más… más rápido —jadeó Harry, elevando sus caderas más y sintiendo como Draco empujaba con un poco más de fuerza dentro de él.

    —Harry… —Draco no podía decir mucho más, estaba a punto de culminar, y sabía que de su boca no saldrían más que incoherencias, tomó las caderas de Harry y las elevó mucho más, hasta que lo tuvo de rodillas sobre la cama, pegó su pecho a su espalda caliente y húmeda y con una mano alcanzó el hinchado y duro miembro.

    —Ah… sí, justo así —gimoteó Harry, dejando caer su cabeza hacia abajo y sintiendo los pinchazos del orgasmo empezar a recorrer su espalda y sus huevos.

    —Juntos… —avisó Draco, embistiendo más duramente, la respuesta de parte de Harry fue otro gemido, seguido por un líquido caliente sobre su mano, mientras sentía el interior de su amante apretarlo hasta lo imposible, no pudo más que dejarse llevar, hasta colapsar sobre Harry, ambos agitados y sudorosos.

    —Creo que necesitamos otra ducha —dijo Harry un instante después, hablando entrecortadamente.

    Draco soltó una risita y se movió de sobre Harry, rodando hacia un lado y suspirando satisfecho.

    —Pero una de verdad esta vez, mira que ya es tarde y a este paso no llegarás a clases.

    Harry arqueó una ceja, de manera acusadora.

    —Ya sé que te es imposible vivir sin mi cuerpo, pero tendrás que contenerte esta vez, tienes que ir a clases —continuó Draco, mientras acariciaba con la punta de los dedos la espalda de Harry.

    —¡Qué presumido! —recriminó Harry, girándose un poco para verlo mejor, sonrió un poco más ante la mirada ofendida de Draco y luego se inclinó y le dio un beso en los labios. —Debo irme.

    —Lo sé… yo también tengo que ir a la oficina —suspiró Draco, sentándose lentamente, ambos deberían tomar una ducha, una de verdad, claro.

    —Vamos entonces —asintió Harry, poniéndose en pie y extendiendo una mano, la cual Draco tomó encantado.

    Media hora después Harry y Draco estaban en el lobby de la casa, vestidos y, en el caso de Harry, con una enorme mochila colgada en la espalda.

    —Volveré de la oficina como a las cuatro —informó Draco, terminando de arreglar su túnica elegante, Harry, pese a decir que a veces Draco era muy estirado, no podía negar lo guapo que se veía luciéndolas.

    —Yo creo que tendré un descanso como a las seis, me comunicaré por la red flú si es que puedo.

    —De acuerdo, te veo en dos días —asintió Draco, inclinándose para darle un beso más en los labios.

    Harry le apretó la mano un poco y luego fue a despedirse de Tobby, que ahora se había hecho un ovillo y dormitaba en la cocina. Luego de eso salió hacia el jardín trasero y se montó en su motocicleta, después de todo había podido arreglarla y había disfrutado mucho enseñándole a Draco a usarla.

    Avanzó por el pequeño camino y se detuvo un instante, giró hacia la casa y vio, como siempre a Draco en la ventana, le hizo una señal de despedida y emprendió el camino hacia Londres, ese día tenía clases durante toda la tarde y parte de la noche, y con solo un par de horas de descanso, luego debía aparecer en San Mungo para cumplir con sus prácticas, y al día siguiente tenía clases en la mañana, iba ya en el final de su sexto año y los horarios se ponían cada vez más exigentes, sin embargo Draco nunca le ponía una mueca de desagrado ni lo criticaba, incluso cuando llamaba a decir que se tendría que quedar más horas de lo planeado.

    Dejó que el viento le diera en la cara mientras avanzaba a gran velocidad, disfrutando de la sensación de libertad que siempre experimentaba, empezando ya a pensar en las clases que tendría y los casos que esperaba ver.

    *O*O*O*



    Draco observó en silencio a Harry alejarse y luego fue hasta la cocina, Tobby ya se había quedado completamente dormido, así que no tenía caso despedirse de él, juntó los papeles que había dejado en la mesa de madera y luego revisó que no olvidara nada, antes de caminar hacia la chimenea y tomar un poco de polvos flú; pensó en que Harry ahorraría algo de tiempo si usara ese medio de trasporte, pero sabía que solo lo hacía en invierno, cuando ir en moto era demasiado arriesgado, porque disfrutaba bastante de esos viajes largos, sintiendo el viento y el sol sobre su piel.

    Se apareció en su oficina, situada en uno de los centros empresariales alrededor del callejón Diagon, su secretaria, una muchacha de ojos y cabellos oscuros, piel pálida y que amaba vestirse de negro, tocó la puerta en cuanto él se sentó tras el escritorio.

    —Buenas tardes, señor Malfoy.

    —Buenas tardes, Susan, ¿qué tal ha ido todo?

    —Muy bien —contestó la mujer, detrás de ella levitaba una bandeja con el café de la tarde, justo lo que necesitaba en ese momento —Charles le quiere hablar de un nuevo destino que ha encontrado y que piensa que puede ser de utilidad —comentó, mientras dejaba la taza sobre el escritorio —, también ha llamado el señor Hosking, del Ministerio, desea tener el presupuesto para llevar a la selección de quidditch al mundial de Italia.

    Draco asintió, Hosking era el encargado de deportes del Ministerio Inglés, no era la primera vez que contrataba sus servicios, ya sea para llevar a la selección inglesa a uno de los viajes para la clasificación del mundial o para traer otras selecciones al país, era un buen contrato que sobre todo hacía lucir el nombre de su empresa.

    —Veré eso esta noche —comentó, comenzando ya a planificar lo que podría ofrecer en Italia, tenía un par de buenos contactos allí.

    —Y además han llamado los de "El Profeta"— continuó informando Susan —, desean hacer una nueva reseña sobre los sitios más visitados esta última temporada, quieren saber si es posible tener una entrevista con usted.

    —¿Te han dejado el nombre del reportero?

    —Reportera, justo tengo todos los datos aquí —explicó, haciendo aparecer una gruesa carpeta.

    —Déjala allí y dile a Charles que suba en veinte minutos con ese nuevo destino que tiene.

    —De acuerdo, ¿desea algo más?

    —No, eso es todo, gracias —asintió Draco, mientras tomaba una de las carpetas que había traído consigo, eran los balances del último semestre, en cuanto la puerta se cerró, levantó la mirada hacia el gran mapamundi que tenía sobre la pared opuesta, donde figuraban los destinos y las rutas que la agencia de viaje que había fundado casi cuatro años atrás cubría, preguntándose qué nuevo destino podría traer Charles, su jefe de ventas, un hombre mayor y con ideas brillantes, observó Latinoamérica y Australia, los lugares que menos habían intentado vender, pero es que sabía que debían ir poco a poco, no era inteligente querer abarcar todo de golpe. Volvió a mirar hacia los balances que tenía y pensó que tal vez sí había llegado el momento de expandirse un poco más.

    *O*O*O*



    Draco colgó el teléfono, despidiéndose cortésmente del señor Jones, con quien había hecho el primer contacto para el nuevo destino que había propuesto Charles, el señor Jones era el administrador de un hotel llamado Poseidon(1), en una de las islas paradisiacas de Fuji, poco antes había hablado también con el señor Sekifu, en la isla de Suva, dueño de otro hotel más, también bastante llamativo. Aquel nuevo destino era algo que tendría que estudiar más a fondo, además de estudiar más sobre aquel lugar, le llamaba la atención sobre todo el hotel bajo el agua, el de Poseidon, aunque el precio era demasiado alto, tal vez necesitaba negociar un poco más.

    Suspiró sintiéndose agotado, había despertado un par de horas antes, a las tres de la mañana, para lograr la conexión, y ahora, siendo más de las cinco, el sueño se le había espantado, sobre todo porque no había nadie en su cama para hacerle compañía. Pensó en sacarle provecho a la mala noche y subió hasta la habitación principal, ésta tenía un gran balcón con dos puertas de vidrio, las abrió y se aproximó a la barandilla, observando el cielo cambiar de color lentamente. Los amaneceres siempre serían su momento favorito durante el día, el inicio de algo nuevo, un nuevo día lleno de esperanzas, lleno de cosas por hacer y descubrir.

    Escuchó el rugido de la motocicleta de Harry y se inclinó un poco más, lo vio atravesar el camino con lentitud y dar la vuelta a la casa; el cielo seguía haciéndose mucho más claro, y se quedó allí de pie, hasta que sintió los pasos apresurados de Harry en la habitación, para luego ser rodeado por unos brazos firmes.

    —Hola —saludó Harry, apoyando su cabeza en el hombro de Draco y dejándole un beso en el cuello.

    —Hola… ¿Estás cansado?

    —No lo suficiente —respondió Harry, observando el amanecer junto a Draco, sabía de lo mucho que su novio disfrutaba de verlos, aunque no lo había dicho en voz alta nunca, sabía que aquella fascinación tenía que ver con haber creído que moriría tanto tiempo atrás.

    —Genial —susurró Draco, el cielo estaba ahora completamente claro, y un sol tibio alumbraba el bosque. Solo entonces se giró para encarar a Harry y darle un beso en los labios.

    —Te extrañé —comentó Harry, mientras lo tomaba de las manos y lo jalaba hacia la cama.

    —Y yo, no tienes idea de cuánto —susurró Draco, dejándose caer en la cama, un instante después Harry estaba sobre él, besándolo con ansiedad, demostrando que en verdad sí lo había extrañado mucho.

    *O*O*O*



    Unas semanas después, Draco se removía incómodo en la cama por enésima vez, Harry llevaba varias horas de retraso, y no es que fuera la primera vez que eso pasaba, sabía que algunas veces los estudios o las prácticas en San Mungo se ponían más pesadas de lo esperado, y que no había tiempo siquiera de mandar una lechuza, pero no podía dejar de preocuparse, sobre todo porque Harry había decidido ir en motocicleta y a Draco no le gustaba que condujera de madrugada.

    Dio una vuelta más en la cama, mirando fijamente hacia las cortinas entreabiertas del balcón y vio, antes de escuchar, las luces de la motocicleta de Harry, algo en su pecho se aflojó y suspiró aliviado.

    Pasaron algunos minutos, demasiados según el pensamiento de Draco, hasta que sintió los pasos de Harry subir la escalera y luego abrir la puerta de la habitación. Cerró los ojos, pues Harry siempre le reprochaba que se quedara despierto esperándolo cuando llegaba de madrugada, y se acomodó un poco más en la cama, escuchó como Harry dejaba el maletín sobre el piso y luego se dirigía al baño, la ducha permaneció abierta por más de cinco minutos, antes de sentir el olor a jabón y shampoo que emanaba Harry, saliendo únicamente con sus bóxer oscuros.

    —¿Draco? —susurró Harry, sin animarse a encender ninguna de las luces, mientras apartaba un poco las sábanas de su lado y se colaba en la cama, tratando de no hacer ningún alboroto.

    En cuanto Draco sintió el contacto de la piel fresca de Harry contra la suya, se abrazó a él por la espalda, dejando unos cuantos besos en el cuello y la nuca, apretando su brazo sobre el estómago de Harry.

    —Me tenías preocupado —susurró, mientras continuaba con sus besos, y pegando más sus caderas al trasero de Harry.

    —Lo sé… lo siento —Harry tomó una bocanada de aire y acarició con cariño el brazo de Draco.

    —No hay problema, lo sabes, pero te he extrañado —continuó Draco, su mano descendiendo un poco hacia el elástico de la ropa interior, pero la presión de la mano de Harry sobre la suya lo detuvo.

    —Draco… —dijo con algo de cuidado, mientras sentía claramente el inicio de una erección en su compañero, frotándose contra su culo.

    —Oh… —para Draco eso era extraño, algo que sólo había pasado en contadas ocasiones, la última vez un año atrás, justo antes de que Harry pescara un terrible resfriado, y fue terrible sobre todo porque se negó a tomar ninguna poción que lo aliviara mientras el proceso transcurría, y pasó el resfriado, los cinco días, sintiéndose realmente enfermo.

    —Es que ha sido un día tan largo y…

    —¿Te sientes enfermo? —preguntó Draco, jalando su varita mágica de la mesa de noche y haciendo que las luces se encendieran, Harry lucía algo pálido, tal vez si estaba a punto de tener un resfriado.

    —No, no, nada de eso —aseguró Harry, sentándose en la cama y sonriendo un poco hacia Draco —, sólo estoy cansado, lo lamento, pero de verdad que estoy muerto y…

    —Ah… —Draco le dio una mirada más a Harry y luego consideró que tendría que ver a la mañana siguiente que no estuviera enfermo ni nada, pero por lo pronto lo mejor sería ir a dormir —, ven aquí —dijo con cariño, dándole un beso en los labios y acariciándole la mejilla, antes de apagar las luces y recostarse nuevamente en la cama, abrazando a Harry por la espalda, tratando de no pegar tanto sus caderas a él hasta que estuviera completamente calmado.

    —Gracias… y yo también te extrañé, mucho —comentó Harry, con voz apagada, un instante después, dejándose vencer por el sueño.

    Draco sonrió un poco y acarició su cabello un par de veces, pensando en que también lo había extrañado, y un instante después, se quedó dormido.

    *O*O*O*



    A la mañana siguiente Harry despertó por el sonido de los ladridos de Tobby, abrió los ojos algo asustado, notando que el sol estaba ya en todo lo alto y que Draco no estaba a su lado. Se puso en pie de un salto, y luego trastabilló un poco, por lo rápido que se había levantado, hasta que se sintió estable y comenzó a bajar las escaleras de dos en dos, llegando a la sala de estar, donde encontró a Draco, vestido con un traje muggle esta vez, y un portafolio en la mano.

    —Oh… pensé que no te alcanzaría —dijo hacia Draco, justo en el momento en que éste buscaba en la repisa las llaves de su camioneta.

    —Hola… ¿estás bien? Traté de despertarte hace un rato pero parecías hecho polvo.

    —Oh, y lo estaba… lo estoy —se corrigió Harry, suspirando —, Tengo que ir hoy a San Mungo en la tarde, y luego iré donde Ron, he quedado en que iría a ayudarlo con algunas cosas para la habitación del bebé —comentó Harry, hablando rápidamente y no mirándolo directamente, sino hacia una de las ventanas que también permanecía abierta, con las cortinas blancas balanceándose de un lado al otro.

    —Bueno, yo tengo una junta en media hora… —Draco consultó su reloj, tendría que correr a velocidades ilegales para llegar —,¿tienes libre el almuerzo? —preguntó, verificando el contenido de su portafolio una vez más, tenía una junta con un cliente muggle y no quería que sospechara de él, ya antes le había pasado que había olvidado algo en casa y se había desaparecido y vuelto tan rápido que el muggle se mostró escéptico por su rapidez, pese a que le había asegurado que sólo había ido hasta su auto.

    —Dos de la tarde —asintió Harry, sonriendo un poco y mirándolo finalmente, Draco observó algo preocupado las ojeras de Harry, cosa rara cuando había dormido cerca de ocho horas seguidas.

    —De acuerdo… ¿quieres pasar por mi oficina? Así no esperas en ningún lado.

    —Claro, no hay problema.

    —Bien, te veo a las dos.

    —Sí, iré a cambiarme y dar unas vueltas con Tobby —comentó Harry, antes de darle un beso en los labios, Draco asintió de vuelta y se marchó hacia el jardín, donde tenían los vehículos, Harry observó por la ventana abierta la camioneta de Draco alejarse y luego suspiró cansado, antes de dejarse caer sobre el amplio y cómodo sofá.

    Tobby caminó alrededor de él, como si hubiera escuchado que Harry había dicho que lo sacaría a pasear, pero Harry no tenía esas intenciones.

    Harry pasó una mano sobre la cabeza de Tobby y cerró los ojos, aquel lugar era ideal, la brisa que se colaba por la ventana era perfecta para el verano y el sofá era bastante mullido como para dejarlo descansar.

    —Lo siento, amigo, sé que dije que saldríamos, pero estoy agotado —murmuró antes de cerrar los ojos.

    *O*O*O*



    Draco no tendía a desconfiar de Harry, pues algo que había aprendido a hacer mucho tiempo atrás era a confiar en él ciegamente, a separar lo que fue el inicio de esa relación, con Harry siendo desintoxicado, de lo que era ahora, que estaba completamente sano; cada uno tenía trabajos y ocupaciones, vivían atareados todo el tiempo y ambos sabían lo importante que era aprovechar cada cosa que la vida les daba, como el estar juntos, así que cuando Harry decía que tenía que demorar más en la escuela o el hospital, él no decía nada, porque sabía que era cierto. O eso había creído hasta esa tarde.

    Había estado trabajando hasta tarde, ultimando los detalles del nuevo destino que ofrecería la agencia de viaje: "Fiji, islas paradisiacas y lugar de ensueño", cuando le había llegado una lechuza de Harry, contándole que iría con Ron al callejón Diagon a buscar algunas cosas más para el bebé, el primer hijo de Ron y Hermione, y del cual Harry sería padrino.

    No le había extrañado en absoluto aquello, Draco sabía que, pese a todo el trabajo y estudio que Harry tenía, trataba de no descuidar a sus amigos, menos ahora que estaban a punto de ser padres.

    Sin embargo lo que sí le extraño fue la llegada de Ron a su casa, cerca de las ocho de la noche, preguntando por Harry; por un instante pensó que se trataba de alguna broma tonta, aunque descartó la idea casi inmediatamente, sobre todo porque, pese a llevarse mejor con Ron, no se tenían tanta confianza. Le inventó una excusa a Ron sobre la ausencia de Harry y lo despidió rápidamente, mientras empezaba a sentirse algo traicionado.

    Se quedó en la sala, pese a que ya no fumaban nunca, ni él ni Harry, consiguió cigarros y se quedó allí parte de la madrugada, esperando en silencio a que su novio llegara, maquinando la mejor forma de pedir una explicación.

    Harry apareció cerca de las cuatro de la mañana, ésta vez usando la red flú, y abrió los ojos bastante cuando lo vio en el sillón, sentado rígidamente y con el cenicero a un costado.

    —¿Estás fumando? —le recriminó Harry, en cuanto se repuso de la sorpresa de encontrarlo allí despierto y esperándolo.

    —Me sentía algo ansioso —reconoció Draco, mirándolo con más atención de la normal.

    —Bueno, si cuando salgamos a correr te quejas de que te falta el aire, te lo recordaré —comentó Harry, arrugando un poco la nariz por el olor a humo.

    —Eso es algo que no hacemos hace semanas —reprochó Draco.

    —Cierto —Harry frunció un poco el ceño y se encogió de hombros —, lo siento, sé que he estado muy ocupado estas últimas semanas.

    —Así parece…

    —Pero pronto terminaré el curso y tendremos más tiempo, ya verás —aseguró Harry, caminando con lentitud hacia las escaleras.

    —¿Ya te vas a dormir? —preguntó Draco, desvaneciendo el cenicero y los cigarros.

    —Son más de las cuatro, y estoy realmente cansado, así que sí —asintió Harry, observando a Draco y percibiendo algo extraño en su mirada.

    —¿Qué tal están Ron y Hermione? —preguntó, esperanzado en que hubiera entendido mal, o hubiera surgido algo de último momento y no le pudiera avisar sus cambios de planes.

    —Bien, vimos muchas cosas en la tienda y… nos quedamos conversando hasta tarde, fue George y abrieron una botella de vino, aunque no bebí nada… la pasé bien, lamento no haberme dado cuenta de la hora —relató Harry, desviando la mirada hacia las ventanas ya cerradas.

    —Oh… —y allí murieron sus esperanzas de que Harry no estuviera ocultando nada realmente, podía verlo claramente ahora, le estaba mintiendo, y además ni siquiera se esforzaba, eran muy malas mentiras; Ron no podía trasnochar tanto en medio de la semana, pues tenía trabajo, y Hermione no permitiría que se quedaran en su casa bebiendo hasta tan tarde, menos ahora con el embarazo, seguramente Harry pensaba que era tan estúpido como para no darse cuenta de ello.

    —¿Vamos a la cama? —preguntó Harry, aun detenido en el primer peldaño de las escaleras.

    —Ve tú, te alcanzo luego —dijo a regañadientes y dándose la vuelta, apretando los puños y tratando de comportarse de manera adecuada.

    —¿Estás bien? ¿Has tenido problemas con tus padres de nuevo?

    —No…digo, sí, estoy bien, quedé en ir a desayunar mañana con mi madre. Ve a descansar, se te ve agotado.

    —De acuerdo —Harry asintió y subió las escaleras lentamente, pensando que tal vez había llegado el momento de decir la verdad, pero no podía estar seguro de cuál sería la reacción de Draco ante eso, ni siquiera estaba seguro de lo que haría… En cuanto se recostó sobre la cama, se quedó dormido, estaba demasiado agotado.

    *O*O*O*



    Draco, por primera vez en años, se sintió enfermo y cansado, pero no era algo físico, lo sabía, era temor, había pasado el resto de la madrugada en la cama, junto a Harry, sintiéndose incapaz de tocarlo y tratando de adivinar qué era lo que estaba pasando, cómo era que de pronto las cosas habían cambiado de tener una feliz y plena relación, a sentirse inseguro y engañado.

    Cuando despertó ya era muy tarde, Harry le había dejado una nota explicándole que tendría clases todo el día y que en la noche tenía turno en San Mungo, que no volvería hasta el día siguiente.

    Maldiciendo que Harry se le hubiera escapado, y que además se le había hecho tarde para el desayuno con su madre, se puso en pie y se duchó con rapidez.

    Pese a que su madre había dejado en claro que lo apoyaba, aunque que no lo comprendía, Draco prefería no ir a la Mansión por lo pronto, su padre y él habían tenido contados encuentros durante esos casi cinco años pasados, y todos habían terminado en gritos y portazos, y no que le siguieran afectando esas discusiones, pero sabía que su madre sufría con ellas, y prefería evitarlas.

    Su madre lo esperaba en un fino restaurante de Londres mágico, vestida con una túnica celeste que realzaba el color de sus ojos y con su cabello rubio perfectamente peinado en un moño alto. Draco sonrió un poco al verla, recordando una de las discusiones con su padre, cuando ella le dijo a Lucius que Draco tenía derecho a hacer de su vida lo que quisiera y que si lo seguía presionando lo perdería, en ese momento se sintió, por primera vez en mucho tiempo, realmente un hijo querido.

    —Cariño, llegas tarde —reprochó su madre a modo de saludo, mientras Draco le daba un beso en la frente.

    —Lo lamento, me quedé dormido —respondió Draco, sentándose delante de ella y tomando la servilleta de tela, que formaba una pequeña ave sobre un plato vacío.

    —¿Estás seguro que sólo te quedaste dormido? —preguntó Narcissa, mirándolo fijamente, Draco no había olvidado la forma de esconder sus emociones, así que hizo lo posible por no parecer preocupado y afectado, y sonrió ampliamente.

    —Trabajo con medio mundo, sus horarios no son siempre los mismos que los míos, a veces tengo que despertar en medio de la madrugada para negociar con algunos dueños de hoteles.

    —No me gusta que te mates trabajando de esa manera, si aceptaras volver a administrar…

    —Vamos, madre, no empieces con eso, ¿de acuerdo?, yo prefiero seguir haciendo algo que me gusta, por mí mismo —interrumpió Draco, habían tenido esas conversaciones tantas veces, que ya hasta había perdido la cuenta; hasta donde sabía su padre estaba dispuesto a dejarlo tocar la fortuna Malfoy y a dejar que volviera a su empleo en las industrias Malfoy, aparentemente, si había gente que le daba la razón en su reacción ante su relación con Harry, habían muchos otros, partidarios de Harry, "el héroe", que pensaban que Lucius estaba sobre actuando. Draco estaba seguro que si se tratara de otro chico y no de Harry, muchas más puertas se le hubieran cerrado.

    —De acuerdo, de acuerdo —Narcissa sonrió un poco —, no sabes lo que me ha contado Thelema Crabbe…

    Y Draco sí que lo sabía, Crabbe había vuelto a ser su amigo, aquel que le confiaba cosas, como que había decidido dejar de fingir delante de todos y que planeaba divorciarse de su esposa, sobre todo porque sabía que Lucke, su novio desde hacía muchos años, el que había descubierto en la oficina de Crabbe cuando había ido en busca de un medimago mucho tiempo atrás, no lo esperaría mucho tiempo más.

    Pero para no arruinarle la noticia a su madre, se encogió de hombros, queriendo parecer interesado.

    —Pues que Vincent se divorciará, ya ha hecho todo el papeleo, su esposa no está nada contenta, pero él le ha ofrecido mucho oro y comodidades, tiene qué, pues su pequeño apenas tiene un año y medio, el pobre…

    —Estoy seguro que Vincent no piensa dejar de lado las atenciones como padre, él quiere mucho a su hijo, pero seguramente la situación era ya insostenible…

    —Al menos él tiene un hijo… —Narcissa apretó un poco más los labios y se inclinó hacia delante —si tú decidieras enlazarte con Potter y…

    —Harry, madre, Harry.

    —Con Harry —corrigió, Narcissa había coincidido con Harry unas cuantas veces, y pese a que ambos se habían tratado con frialdad, Draco se sentía aliviado de que no se agarraran a maldiciones, después de todo Harry aún resentía que lo hubieran tratado de engañar, y sus padres que Harry lo hubiera convencido de dejar todo de lado por él. —Si te enlazaras con él y ambos decidieran… adoptar, tu padre no tendría ningún problema con eso…

    Draco suspiró lentamente, el enlace, por supuesto que había pensado en ello, se lo había insinuado a Harry, y sabía que él preferiría esperar a terminar de estudiar, ya le faltaba poco tiempo para hacerlo, quizá entonces podría proponérselo formalmente, algunas veces había fantaseado con llevarlo de vuelta a Andorra y pedírselo, sin embargo ahora…

    —Si es que lo hacemos no será por complacerlos a ustedes —contestó finalmente, mientras le daba un sorbo a su jugo de naranja —, será cuando queramos y porqué queramos.

    —Tienen tanto tiempo juntos… tal vez no debieron irse a vivir juntos inmediatamente —continuó Narcissa, Draco dejó de escucharla, se sabía ese discurso de memoria también, su mente ahora estaba en Harry, y en qué estaría haciendo en ese momento…

    *O*O*O*



    Harry observó la aguja sobre su brazo, introduciéndose en su piel, había un pequeño escozor que sabía que desaparecía pronto, siempre desaparecía pronto, suspiró profundamente, sintiendo como el líquido entraba a su cuerpo y lo hacía sentir mejor, giró el rostro un poco y observó a la mujer que estaba cerca de él, acostada en la cama de al lado, su cabello, antes rubio y brilloso, ahora estaba bastante corto y pajoso, Harry tenía la idea de que se partiría en pequeños trocitos si es que lo tocaba. Su mirada siguió en la mujer, sus labios apretados, sus pómulos marcados, su cuello demasiado delgado, las venas se le marcaban, ya no era ni siquiera una sombra de lo que había sido antes. Había visto su fotografía anteriormente, con una sonrisa sincera y una mirada inocente… Reprimió el dolor que le causaba aquello y cerró los ojos, mejor era no mirar, no pensar en eso, en lo que antes fue, sino en lo que conseguiría ahora.

    La imagen de Draco apareció en su mente, la mirada que le había dado la noche anterior, tal vez era momento de hablar, se repitió una vez más, antes de dejarse llevar por la sensación de cansancio que lo embargaba en ese momento.

    *O*O*O*



    Draco había ido algunas veces a San Mungo, generalmente cuando quedaba con Harry en hacer alguna cosa en Londres, entonces iba a buscarlo en su camioneta, algunas veces se había animado a entrar e incluso había podido ingresar a la sección permitida sólo para estudiantes; esta vez, mientras avanzaba por el pasillo blanco, no tenía idea de qué excusa le daría a Harry por su presencia, tan solo tenía en mente verificar la versión de su novio y constatar que realmente estaba allí, tal como había dicho.

    Buscó en la sala de estudiantes, una chica de cabello oscuro y con cara de no haber dormido en días, le señaló un pequeño horario adherido a una de las paredes, tenía una gran cantidad de nombres, escritos en diferentes colores, los cuales cambiaban ocasionalmente, según creía Draco, cada vez que un turno era completado.

    Leyó con atención todos los nombres y soltó un pequeño jadeo cuando vio que el de Harry aparecía por última vez tres días atrás, apenas había tenido que estar allí un par de horas, y no tendría que presentarse de nuevo hasta dentro de dos días más, tenía una semana prácticamente libre, y él no se lo había comentado, es más, seguía asegurando que estaba allí siempre hasta muy entrada la madrugada.

    Apretando los puños salió de allí, dispuesto a encarar esta vez sí a su novio, a que le confesara de una vez por todas qué era lo que estaba haciendo y sobre todo, por qué se lo ocultaba.

    Casi choca con un hombre en la vuelta del último pasillo, su maldición murió en cuanto se dio cuenta que se trataba del medimago Kaufingerstrasse, quien había ayudado a Harry y sus amigos cuando lo habían rescatado de Katrina.

    —Draco… —el hombre sonrió sinceramente, y le extendió la mano para saludarlo.

    —Hola Kurt —saludó Draco, había conversado con él cientos de veces, era muy amigo de Harry, además de ser su tutor.

    —No me digas que Harry se ha puesto malo —comentó, mirándolo ahora un poco preocupado.

    —¿Malo?

    —No debes preocuparte, el desgaste es algo normal en situaciones como estas, le dije que lo mejor era no hacerlo él solo, pero ya ves que es tan terco… —el medimago Kaufingerstrasse soltó una risita —, si quieres que te recete un par de pociones revitalizantes…

    —No, Harry no toma pociones, ya sabes… —comentó Draco, bastante confundido.

    —Cierto, cierto, pero el desgaste mágico es muy serio, entiendo su desagrado por las pociones, pero hay ocasiones en que se deben tomar, estoy seguro que tú lo cuidarás lo suficiente para que no se exceda.

    —Claro, yo… —Draco inclinó un poco más la cabeza, luchando entre la necesidad de no quedar como un tonto delante del hombre y de saber qué era lo que estaba pasando.

    —No lo sabes —susurró entonces el medimago Kaufingerstrasse, luciendo algo culpable.

    —No —admitió Draco —, pero he notado cosas y… ¿Harry está en problemas?

    El medimago Kaufingerstrasse le dio una mirada más y negó con la cabeza.

    —Esta charla la debió tener contigo, se lo advertí…

    —¿Qué charla?

    —Vamos, te invito un café —dijo, mientras le indicaba un pasillo, para que lo siguiera.

    *O*O*O*



    —¿Crees poder aguantar un poco más? —preguntó la mujer, mirándolo con atención; Harry entreabrió los ojos y miró primero hacia la mujer y luego hacia la camilla de al lado y asintió.

    —Alguien debería venir por ti —le dijo entonces, agitando la varita y llenando nuevamente la bolsa que contenía el suero.

    —No he traído la motocicleta —tranquilizó Harry, la última vez había estado tan agotado, que apenas había podido llegar a casa.

    —De acuerdo… —la mujer se movió hacia el lado, para observar en la otra camilla, había varios hechizos que oscilaban de acuerdo al estado de la paciente. —Aún se necesita más —volteó a mirar a Harry y negó con la cabeza —, no quiero que te pongas en peligro, cuando no puedas más, nos debes avisar.

    —Ajá —asintió Harry, cerrando los ojos nuevamente y dejándose llevar por el sueño una vez más, esperaba no terminar tan tarde esa noche, necesitaba poder hablar con Draco, y estar en condiciones de hacerlo.

    *O*O*O*



    Draco condujo con velocidad excesiva hasta las afueras de Londres, el medimago Kaufingerstrasse le había dado el mapa para poder llegar al centro Lodge, un lugar mágico creado para la rehabilitación de drogas y alcohol, había sido inaugurado algunos años atrás y Harry había encontrado a algunos conocidos allí, hasta donde tenía entendido.

    Se detuvo en la entrada de lo que parecía una precaria casucha, que se agitaba con el viento de la noche y que amenazaba con caerse en cualquier momento. Dejó la camioneta de cualquier manera sobre el jardín y corrió hacia la entrada, el interior, tal como lo imaginaba, era completamente diferente, era un edificio moderno, con paredes amarillas claras y pisos brillantes, en la recepción una mujer mayor, pero de mirada amable, le sonrió.

    —Buenas noches, señor, ¿qué le trae por aquí?

    —Yo estoy buscando… —Draco apretó un poco los labios.

    —¿Quieres ayuda? Estás en el lugar ideal, no debes preocuparte por la seguridad o por la confidencialidad, nadie revelará que estás aquí —tranquilizó la mujer, con una mirada atenta, a Draco no se le pasó por alto el movimiento de su mano, seguramente lista para presionar un botón que llamaría a los enfermeros.

    —No, no, no soy… adicto, estoy buscando a mi novio, él… me han dicho que está aquí…

    —No podemos brindar información de los internos… es parte de nuestras medidas de confidencialidad —aclaró la mujer, mirándolo un poco más fríamente.

    —No está internado, me ha dicho el medimago Kaufingerstrasse que está aquí para ayudar y…

    —¿Kurt? —preguntó la mujer, inclinando un poco más el rostro.

    —Ajá, Harry está aquí y quiero verlo…

    —Oh, el señor Potter… —la mujer se inclinó hacia el frente, mirándolo con más detenimiento —, usted es el señor Malfoy, vi su fotografía en el diario… —sonrió con cariño —, hacen una pareja perfecta.

    —Gracias —Draco arrugó el ceño —, ¿podría…?

    —Claro, claro, pero él aún está en tratamiento ahora, tal vez deba llamar a la medibruja Sawford, que es la que está encargándose de todo.

    —Sería genial, gracias —asintió Draco, observando alrededor mientras la mujer usaba un hechizo de voz para llamarla.

    La medibruja Sawford era una mujer mayor, de cerca de cincuenta años, con el cabello castaño y mirada sincera, llegó sonriente y le extendió la mano en cuanto lo vio, saludándolo con mucho entusiasmo.

    Luego de que Draco le explicara que necesitaba ver a Harry, ella accedió llevarlo hasta la habitación de transfusiones, advirtiéndole que aún no podía hablar con él, pero sí acompañarlo durante el tiempo que le quedaba. Draco se dejó guiar, aún demasiado alucinado por todo lo que estaba pasando, hasta una puerta blanca, a un lado tenía un hechizo ventana y observó a Harry, recostado sobre una camilla, con una bolsa de suero flotando a un lado, mientras un aura rosa lo envolvía a él y la mujer que estaba sobre la camilla de al lado.

    —¿Cuánto tiempo más le queda?

    —Honestamente, yo lo mandaría a casa ahora mismo, pero él se rehúsa a irse, podría estar una hora más al menos allí.

    —¿Es normal que esté tan débil? —preguntó Draco, observando a Harry, pálido y con los ojos cerrados.

    —Con la cantidad de magia que está transfiriendo, sí… —la mujer le dio una mirada de cautela, antes de continuar —, le he sugerido que tal vez sería buena idea que alguien más lo ayudara, ya sabe… para no cansarse tanto ni nada, sobre todo considerando que no es uno sino dos niños… pero mencionó que aquello no era posible.

    —¿Alguien más, dice?

    Draco dejó que la mujer le explicara todo el procedimiento, aún sin apartar la vista de Harry, y luego, sin pensarlo mucho, decidió que él podría ayudar, es más, antes de darse cuenta, ya estaba siendo guiado hacia uno de los tópicos a que le hicieran unas cuantas pruebas, para luego llevarlo a la habitación donde Harry y aquella mujer estaban siendo tratados, sintió con fastidio el pinchazo de la aguja sobre su brazo y un instante después un sopor lo invadió, cerrando los ojos y dejándose llevar por la inconsciencia.

    *O*O*O*



    Harry se movió en la silla una vez más, durante todo ese tiempo no había dejado de apretar la mano de Draco, cavilando una y otra vez en lo sorprendido que se había encontrado cuando, al despertar un poco, lo había visto en la cama de al lado, también con un suero y envuelto en el hechizo de transfusión mágica.

    Draco abrió los ojos con lentitud, sintiéndose agotado y somnoliento, por instinto apretó un poco más la mano que lo sostenía, y giró lentamente, para encontrarse con la mirada culpable de Harry.

    —Hola —saludó Harry con cautela, viendo a Draco y tratando de adivinar cuán enfadado estaría.

    —Hola —Draco intentó sentarse, pero Harry le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.

    —Es mejor que esperes un poco, sino te marearas y podrías hasta vomitar.

    —Ah…—Draco arrugó un poco los ojos, odiaba vomitar o sentirse siquiera un poco enfermo. —¿Qué hora es?

    —Casi amanece —informó Harry, alejándose de la cama —¿Cómo me encontraste?

    Draco suspiró un poco y negó con la cabeza.

    —¿Cuándo pensabas decírmelo?

    —No estaba seguro… —Harry se encogió de hombros y volvió a su lado —¿Estás muy enfadado?

    —No —mintió Draco —, sólo decepcionado.

    —Yo… yo quería decírtelo, pero sabía que no estarías de acuerdo, que tendríamos una gran pelea y no quería que…

    —¿Una pelea? —Draco se sentó lentamente —, yo nunca te he dicho que no hagas algo que quieras hacer… no tenemos ese tipo de relación, sino del tipo en el que nos contamos las cosas, no nos mentimos ni ocultamos nada.

    —Lo sé, entiendo que estés… que te sientas defraudado, pero esto era muy complicado y…

    —¿Qué planeabas hacer? —Draco miró alrededor, ambos estaban en una habitación vacía, ni siquiera recordaba haber sido trasladado de la sala de transfusiones.

    —No lo sé… lo normal en estos casos es… quedarse con el niño, en este caso dos, pero yo quería buscar a alguna familia que los quisiera…

    —No te entiendo… ¿Por qué has hecho esto?

    Harry apretó los labios y jaló la silla más cerca de la cama, sentándose en ella y mirando hacia el piso.

    —¿Harry?

    —Louise Hastings, de veintitrés años —comenzó a relatar con voz pausada, a Draco no dejó de recordarle a la época en que habían viajado juntos, cuando Harry confesaría alguna cosa muy grave —, cuando la encontraron tenía ya unos meses de embarazo, dijo que no sabía quién era el padre de los niños, ni siquiera sabía que estaba embarazada… ingresó a San Mungo, luego de unos días de conversar con ella aceptó venir a tratarse aquí, pero pese a decir en un inicio que estaba dispuesta a rehabilitarse, al cabo de unos días se escapó. Le perdí el rastro por unas semanas, pero al parecer encontró al que normalmente le daba las drogas y tuvo una sobredosis, la encontraron en un callejón cercano a San Mungo, nunca supimos si es que ella había querido llegar hasta el hospital o si es que alguien la dejó allí, cuando ingresó estaba muy mal, al cabo de unas horas se diagnosticó que no podría sobrevivir, en cambio sus niños estaban en mejores condiciones, pero sin ella, los niños no sobrevivirían, la desahuciaron a ella y a sus hijos, entonces averigüé un poco más del asunto porque cuando veo a una persona enredada en drogas yo simplemente no puedo dejar de preocuparme y…

    —¿Tú la trajiste aquí de vuelta?

    —Sí, Kurt me comentó de métodos que se estaban empleando para salvar a la gente aquí, pero ya era tarde para ella… entonces la medibruja Sawford me comentó de la posibilidad de buscar un donante de magia, que la ayudara a terminar el embarazo… ella ya está…

    —¿Ella no tiene su magia? —preguntó Draco, cada vez más espantado.

    —No, la magia desaparece cuando tu cuerpo muere, está viva por medio de hechizos y pociones, pero sus niños necesitan más para mantenerse con vida, por lo menos hasta dentro de unas semanas en que…

    —La están manteniendo viva para que ellos tengan una oportunidad —susurró Draco, comenzando a sentirse un poco horrorizado, recordando a Katrina.

    —Pudimos haber intentado salvar al hijo de Katrina —dijo Harry, como si hubiera adivinado sus pensamientos.

    —Ella estaba en medio de una terrible maldición y…

    —Lo sé, pero esta vez sí se podía salvar a los niños y pensé…

    —¿No tiene familia?

    —Sí, fui a verlos en cuanto la trajimos aquí, pensé que ayudarían, pero me echaron de su casa, sus padres están muertos y sólo tiene dos hermanos mayores, ambos casados y con hijos, no fue muy agradable verlos, la verdad… —Harry negó con la cabeza, rememorando aquella visita.

    —¿Te lastimaron?

    —Por supuesto que no, sabían quién era, pero se negaron a hacerse cargo de ella o de los niños, dijeron que era culpa de ella y que no querían saber más al respecto, que llevaban años pensándola muerta.

    —Oh…

    —Yo… no conseguí nadie que quisiera donar su magia para mantener el embarazo y entonces pensé que…

    —Harry —Draco suspiró un poco —, al hacer esto estás enlazando a esos niños contigo, con tu magia y…

    —Lo sé.

    —Te será difícil separarte de ellos cuando…

    Harry agachó la mirada y Draco entonces comprendió:

    —No te ibas a separar de ellos —susurró.

    —En un inicio pensé que sí, no había meditado mucho al respecto, solamente quería salvarlos, pero conforme pasó el tiempo yo…

    —Te ligaste a ellos íntimamente… ¿Viste sus rostros, verdad? Yo también los vi… son gemelos, idénticos.

    —Lo lamento… no sabía qué hacer, es decir, no quería imponerte nada, y recordaba cuando dijiste que no eras del tipo paternal y…

    —¿Insinúas que no me decías nada por qué…?

    —Pensé que terminaríamos si te decía que en verdad quería llevarlos a casa… que tuvieran mi apellido y…

    —Oh… —Draco se apretó la frente con una mano y se dejó caer nuevamente sobre la cama, demasiado mareado por aquella conversación.

    —Te amo —susurró Harry entonces, acercándose a él —, lo siento, lo siento mucho, todo se me fue de las manos y temo que…

    —No te dejaré —gruñó Draco, con voz cansada.

    —Pero yo quiero… yo creo que puedo, que podemos —aclaró —, es decir que si intentamos…

    —Tonto —interrumpió Draco, con voz más firme —, me refiero a que no te dejaría a ti, no por esto, ni por nada del mundo, también te amo, lo sabes, he tratado de demostrártelo muchas veces. Pensé que lo tenías claro.

    —¡Y lo tengo! —se apresuró a aclarar Harry —, nunca lo he dudado.

    —Bien…

    —¿Y qué haremos entonces?

    Draco negó con la cabeza y cerró los ojos.

    —Ahora estoy cansado, Harry, de verdad que lo estoy, y dentro de poco tendremos que ponernos en marcha a casa… tengo cosas que arreglar en la oficina…

    —Draco…

    —Yo también los vi —interrumpió Draco —son bellos, e inocentes, no tienen la culpa de que su madre…

    —Lo sé… me hace sentir tan mal pensar que…

    —Y ahora tienen parte de mi magia también, y la seguirán teniendo, no tengo planeado dejar de ayudarte.

    —¿Qué quieres decir?

    —Ven, tiéndete a mi lado —pidió Draco, apartando un poco las sábanas para hacerle sitio a Harry, que rápidamente estuvo junto a él, abrazándolo.

    —¿Qué haremos?

    —Quieres llevarlos a casa —contestó Draco.

    —No quiero imponerlos en casa.

    —No lo haces. Yo creo que… que esos niños no tienen la culpa de nada y… —Draco suspiró un poco, meditando en la posibilidad de tener un heredero, en este caso dos, no porque fuera lo que la tradición indicaba, o porque era socialmente aceptable, sino porque Harry lo quería, porque sentía que sí podían hacerlo, que si era posible que pudieran educarlos y llamarlos hijos, darles un hogar y un futuro mejor al que les podría esperar de dejarlos abandonados —. Estoy seguro que Hermione nos dará algunos datos de cómo proceder ahora… Será algo complicado y trataremos de mantener la historia de su madre en estricto privado, no tienen que saber qué pasó con ella.

    —¿Estás aceptando que…?

    —Sí, yo quiero llevarlos a casa.

    —Draco, ¿estás seguro?, no quiero que tomes una decisión a la ligera y…

    —Yo no tomo decisiones a la ligera.

    —Draco, no sé qué… —susurró Harry, sin saber cómo reaccionar a la aceptación de Draco, no había pensado que aceptaría tan fácilmente.

    —Pero tendrás que enlazarte conmigo —interrumpió Draco, apretando un poco más su mano.

    —¿Enlazarnos?

    —Por supuesto, será más fácil para la adopción de nuestros niños si es que lo estamos…

    —¿Enlazarnos como para siempre?

    —Bueno, ese es el principio del enlace, quedarse con alguien para siempre.

    —Pero… ¿no te estás precipitando? —preguntó Harry, no había estado preparado para que Draco le propusiera eso.

    —Vivimos juntos desde hace más de cinco años, no me estoy precipitando.

    —Eso es cierto, pero…

    —Y no te preocupes, no planeo nada grande, sólo tú y yo —continuó Draco.

    —Qué romántica proposición —bufó Harry.

    —Te quería llevara a Andorra, al bosque, para proponértelo, pero las cosas han cambiado, te has adelantado un paso.

    —¿Seguro que quieres hacer esto? Puedo buscar una familia que…

    —Los quiero —negó Draco —el lazo de magia que se ha creado en pocas horas hace que no quiera dejarlos, tal como tú, y no me estás obligando… No empieces a crear fantasmas en esa cabecita tuya.

    —Hey —protestó Harry, por la ofensa.

    —Vamos a dormir, tenemos mucho que hacer, además en unas horas tenemos que volver con lo de las transfusiones…

    —Te amo… no tienes idea de cuánto —susurró Harry, dejando un par de besos sobre su cuello.

    —Y yo…

    *O*O*O*



    Draco recordaba claramente la tarde en que se había enlazado a Katrina, tantos años atrás: era primavera y habían decorado uno de los jardines de la Mansión con flores blancas, que combinaban perfectamente con el fino vestido blanco de Katrina, sus padres habían sonreído mucho ese día y Draco estaba seguro de no conocer ni a la mitad de las personas que habían asistido a la gran ceremonia.

    Antes de avanzar por el jardín había dudado un momento, apenas un instante, recordando a Blaise y sus advertencias, pero luego la responsabilidad para con su familia lo habían hecho avanzar entre las dos columnas de invitados, saludar cortésmente a muchos de ellos y sonreír hacia sus padres, antes de ponerse delante del pequeño altar, donde un mago viejo y vestido de celeste ya lo esperaba.

    No había sentido nada grandioso durante la ceremonia, menos cuando le dio un beso en los labios a Katrina, el segundo que se daban en su vida, el primero había sido durante la fiesta de compromiso, y aquella vez tampoco sintió nada, sin embargo esa tarde de verano, en una pequeña oficina del Ministerio, tomando la mano de Harry mientras un mago mayor susurraba algunos hechizos y relataba las responsabilidades del uno para con el otro, no podía dejar de estar nervioso, y no de la mala manera, sino de la manera en que su corazón latía con fuerza y su respiración se sentía acelerada, imaginando que Harry había aceptado pasar el resto de su vida con él, lo había escogido a él. Pese a la manera inusual en que hizo la proposición, lo había aceptado, y Draco entonces reconoció que todo aquello que sentía era alegría y felicidad.

    Harry no dejaba de mirar a Draco de reojo, mientras el anciano culminaba con la ceremonia, indicando que la unión se había realizado y que ahora eran una pareja ante la ley mágica, solo cuando culminó volteó a ver a Draco, que sonreía de una manera distinta, se acercó un poco y le dio un beso en los labios, uno torpe y nervioso, sintió la mano de Draco apretarse más fuerte sobre la suya y sonrió sobre sus labios, antes de besarse una vez más.

    —Dejen que les tome una fotografía al menos —pidió Hermione, que pese a haber dado a luz a un niño sano y fuerte solo una semana atrás, ya se había puesto en pie, declarando que no se perdería esa ceremonia, aunque la tuvieran que realizar en su habitación.

    —Vamos, Hermione… —protestó Harry, el anciano que había oficiado la ceremonia se alejó por uno de los lados, luego de sonreírles con simpatía.

    —Sólo una… ¿Por favor?

    Draco suspiró y jaló un poco más a Harry.

    —Una más para el álbum —asintió Draco, mientras sonreía un poco y el flash de la cámara lo cegaba.

    —Vaya… pues, los felicito entonces —intervino entonces Ron, que había permanecido junto a Hermione y en silencio durante toda la ceremonia. Draco apretó su mano, y luego de un instante lo soltó, Hermione le dio un beso en la mejilla, antes de unirse al abrazo que Ron ya le daba a Harry.

    —Esta vez no intenté detenerte —dijo entonces Blaise, delante de él, Draco sonrió, Blaise, pese a la teoría de Harry, de que estuviera enamorado de él, no parecía estarlo, o tal vez lo había estado en un tiempo y aquello había pasado, y ahora era su mejor amigo, Draco disfrutaba mucho de sus locuras y sus largas conversaciones, y sobre todo del apoyo que le brindaba.

    —Y yo no dudé ni por un instante —reconoció Draco, abrazándose a él.

    —Y así debe ser, amigo, así debe ser —Blaise lo apretó un poco más fuerte y luego lo soltó —, serás muy feliz. Ambos lo serán —dijo hacia Harry, al cual también se abrazó. Draco soltó una pequeña carcajada por la cara de Harry, aunque no entendía la razón, después de todo Blaise siempre era así con ellos.

    —Déjenme tomarles otra fotografía —pidió Hermione —, sólo una.

    Draco negó con la cabeza y jaló a Harry a su lado nuevamente, mientras Hermione apuntaba con la cámara, luego de eso fue el mismo Harry el que pidió que se tomaran una fotografía más juntos, conscientes de que el tiempo en que podrían usar la oficina se estaba acabando.

    Draco, luego de la última fotografía, miró alrededor, la pequeña oficina no contaba con mucha decoración, ni siquiera tenía ventanas, sin embargo reconoció que no importaba el lugar, pudo haber sido ese bosque en Andorra, o el jardín de la Mansión, pero mientras Harry estuviera a su lado, no podría ser más feliz.

    —¿Estás contento? —preguntó Harry, acercándosele nuevamente, luego de apartarse de Hermione y Ron.

    —Mucho —sonrió Draco —, me pregunto cómo reaccionarán mis padres.

    —Ouch… —Harry y él habían hablado al respecto, y Draco había preferido no informarles hasta que todo estuviera hecho, ninguno quería que eso se hiciera una gran noticia, y sabía que si los señores Malfoy se enteraban, no descansarían hasta obtener una gran celebración, y como Draco no estaba dispuesto a discutir con ellos, se había abstenido de decírselos.

    —Será interesante —murmuró Draco, mirando un instante a Hermione, Ron y Blaise, antes de girar hacia Harry —. Tengo miles de planes para lo que se llama una noche de luna de miel, ¿sabes?

    Harry soltó una risita y negó con la cabeza.

    —Pero lo dejaremos para más tarde, debemos volver al centro…

    —Lo sé.

    Harry y Draco se despidieron de Ron, Hermione y Blaise, antes de caminar, tomados de la mano, a la chimenea más próxima, para trasladarse al centro de rehabilitación, sabían que en un día más los niños nacerían y que era necesario que ambos pudieran dar un poco más de magia para ellos.

    *O*O*O*



    —Toda esta situación es interesante —dijo una voz a sus espaldas, Draco se tensó y se giró con lentitud, Harry había levantado la vista también, aunque en realidad ninguno necesitaba mirar para saber de quién se trataba.

    —Padre —jadeó Draco.

    Lucius miró alrededor: a la habitación de paredes blancas y desnudas, a la cama del centro, con sus mantas azules mal acomodadas, a la cuna de madera que reposaba al fondo, donde Harry y Draco habían esparcido las ropitas que habían comprado para los niños un par de días atrás, antes de fijar su mirada en la pareja; no era la primera vez que los veía juntos, aunque nunca los había sorprendido con la guardia baja. Arrugó un poco la nariz, como dando a entender que definitivamente aquel no era el lugar apropiado para estar y buscó con la mirada hasta que encontró una silla, caminó con lentitud hasta ella, se sentó con la espalda completamente recta, con una mano apretaba el bastón y lo apoyaba en el piso, enfocando la mirada en la pareja una vez más.

    —Desearía poder hablar contigo, Draco —explicó, ante el silencio de la pareja —, a solas —recalcó.

    —Este es un sitio de reposo, padre, no podemos ponernos a los gritos aquí —aclaró Draco.

    —Eso es algo que se puede evitar —replicó el hombre rápidamente, mirando hacia Harry un instante y luego hacia Draco de vuelta.

    —Sería buena idea… —susurró Harry, pegándose un poco a Draco.

    —Hazle caso al muchacho, ya que siempre lo haces… —aconsejó Lucius, mirando de mala manera a Harry.

    —En este lugar mucha gente está tratando de curarse, señor Malfoy —dijo entonces Harry, ganándole la palabra a Draco y con voz firme —, por lo que le ruego que controle sus exabruptos, pues por más “Malfoy” que sea, si interfiere con la tranquilidad del sitio, no tendrán ningún reparo en sacarlo de la manera en que se merece.

    Lucius entrecerró los ojos un poco, y a Harry no dejó recordarle de alguna manera a Draco, cuando se enfadaba, se preguntó si es que en unos treinta o cuarenta años Draco luciría de esa manera.

    —Iré a ver a la medibruja Stewart, Draco —continuó Harry, apretando la mano de Draco por un instante, antes de apartarse, miró una vez más a Lucius y luego salió, cuidando de dejar la puerta un poco abierta. No era la primera vez que Draco y Lucius terminaban a los gritos, y el tener abierta la puerta le daría oportunidad de intervenir antes de que las cosas se fueran a mayores.

    —Te escucho, padre —dijo Draco, inmediatamente estuvieron solos.

    Lucius suspiró un poco y negó con la cabeza.

    —Honestamente, no sé por dónde empezar contigo, Draco…

    —El inicio es un buen punto de partida —ironizó Draco, cruzándose de brazos y arqueando una ceja.

    —No es necesario dejar de lado los modales, Draco.

    —Bien, empezaremos hablando de mis modales entonces…

    —Es muy interesante que te digas maduro e independiente, y sin embargo lo primero que haces cuando trato de tener una conversación seria contigo es lanzar ironías y desvíos…

    —Yo no hago eso —negó Draco rápidamente.

    —Sí que lo haces, siempre estás a la defensiva —Lucius aún mantenía su voz calmada, cosa que Draco no había visto en mucho tiempo.

    —Tu presencia me altera —reconoció Draco, caminando hacia la cuna y mirando las pequeñas prendas, cuando las compraron, tanto Harry como Draco pensaron que debía haber un error, que un niño no podía ser así de pequeño, eso habían pensado hasta que los habían visto y sostenido… Apretó un poco los labios y giró hacia su padre, las cosas con él estaban pendientes desde hacía mucho tiempo y ahora él también era padre, se había convertido intencionalmente en uno, tal vez era el momento de terminar con eso de una vez por todas —; me altera porque sé que eres capaz de mucho por conseguir tus objetivos… porque no tuviste reparos en mentirme y crear toda una farsa para Harry y para mí con tal de vernos separados, pese a que él me había salvado la vida, sin importarte en lo más mínimo mis sentimientos… nunca te han interesado, simplemente me has visto como uno más de tus proyectos de inversión… Me alteras porque siempre temo que planees algo nuevo, tu presencia solo me genera escepticismo y sospecha.

    Una vez que lo hubo soltado todo, apartó la mirada, algo avergonzado de haber declarado todo aquello, sabía que era cierto, pero nunca hubiera pensado que se lo diría a su padre a la cara.

    Lucius lo miró fijamente un instante, antes de ponerse en pie y mirar alrededor nuevamente.

    —Este no es el mejor lugar para que los herederos Malfoy estén…

    —Ellos no son los herederos Malfoy —gruñó Draco, apretando los labios y sintiéndose ofendido por no obtener réplicas a su confesión —, son mis hijos, míos y de Harry, nada más.

    —Draco… —Lucius suspiró y miró hacia la puerta, con un movimiento de su bastón, ésta se cerró de golpe, Draco frunció el ceño.

    —No hay mucho que puedas hacer aquí, padre —aclaró Draco, tratando de no mostrarse herido —, aunque no lo creas, aún existen lugares donde el oro no es tan importante.

    —No planeaba hacer nada… No he hecho nada durante este tiempo —aclaró Lucius, jalando una silla del rincón e indicándole con la mirada a Draco que se sentara en ella.

    —Antes sí lo hiciste —rebatió Draco —, no tuviste reparos en tratar de…

    —Ya, ya —Lucius agitó la mano, de manera cansada —, ya lo has dicho, crees que todos mis movimientos están ligados a querer separarte de Potter.

    —¿Y no es así acaso? —preguntó Draco, sentándose finalmente en la silla que su padre le había indicado y observando a Lucius sentarse delante de él.

    —Tu madre me ha dicho que son dos niños, gemelos… —comentó Lucius —, pensé que estarían en la habitación con ustedes…

    —Están en la sala de neo natos, aunque están sanos y nacieron muy bien, los medimagos prefirieron dejarlos allí para observarlos, hoy los podremos traer aquí —informó Draco con frialdad.

    Ambos se quedaron en silencio por un momento más, Draco no recordaba la última vez que había estado con su padre sentado en una habitación y sin pelear.

    —También sé lo del enlace —comentó entonces Lucius, Draco no dejó de notar como sus nudillos se ponían algo blancos por la forma en que apretaba el bastón.

    —Fue hace una semana… necesitábamos eso para poder adoptarlos.

    —Nuestros abogados pudieron ayudar… no tenías que enlazarte de esa manera tan desesperada para conseguir…

    —Sus abogados —corrigió Draco, interrumpiéndolo —, y no, seguramente tienes razón, pude haber recurrido a ustedes, pero no quise hacerlo —Draco se masajeó el puente de la nariz y suspiró profundamente —, lo que quiero decir es que hace cinco años que no tengo necesidad de usar sus recursos, esta vez no iba a ser diferente.

    —Tienes razón en eso —asintió Lucius, Draco por un instante pensó que su padre lucía nervioso, aunque sólo fue un instante, antes de que pareciera completamente cansado.

    —Madre y tú podrán verlos, por supuesto —consintió Draco, sospechando que tal vez eso era lo que había alterado a su padre tanto que había ido a buscarlo a ese lugar —, pero no se ofendan si preferimos que vayan de visita a casa, no creo que a Harry le guste estar en la Mansión y…

    —Será agradable verlos… Leí algo sobre esos hechizos —Draco supuso que Lucius había pagado a un grupo de medimagos para que le explicaran perfectamente cada paso de aquel procedimiento —, es algo complicado… es el mismo principio que Katrina…

    —Nunca será de la misma manera —interrumpió Draco.

    —No, no lo será —reconoció Lucius —, ¿cuándo dices que los llevaran a casa?

    —Pronto.

    —Me gustaría… es decir, a tu madre y a mí nos gustaría… —Lucius negó con la cabeza —, me hubiera gustado que tuvieras un hijo… legitimo.

    —Padre… —empezó Draco a replicar, listo para darle todas las razones por las cuales había aceptado aquello.

    —No debes interrumpir, Draco, eso es de mala educación, ¿es así como educarás a tus hijos?

    —Los educaré a mí manera, y a la de Harry —advirtió Draco.

    —Me hubiera gustado que tuvieras un hijo —repitió Lucius, arqueando una ceja para advertirle a Draco que lo dejara continuar —, uno legitimo, sin embargo pienso que es una buena noticia que al fin hayas decidido adoptarlos… si es que te negabas a cumplir con las responsabilidades de la familia…

    —Yo sólo me negué a aceptar porque esas responsabilidades interfirieran en mi vida. La mía, padre. Si algo aprendí hace mucho tiempo fue que mi vida y mis decisiones deben ser movidas por lo que me haga feliz, no por lo que los demás digan.

    —Lo sé, lo has demostrado, de manera muy astuta —convino Lucius, asintiendo un poco.

    Draco no sabía si alegrarse o no por aquella declaración, había pasado mucho tiempo cavilando acerca de su padre, y no podía negar que pese a todo lo que había pasado antes, lo quería, y había luchado mucho con la idea de estar haciendo cosas que lo hicieran sentir avergonzado.

    Lucius apretó un poco los labios y luego pareció enderezarse más en la silla, como cuando se disponía a impartir sus órdenes.

    —Cuando estaba en la escuela —comenzó a relatar —, había un chico… Clam Stocks, era de Slytherin, siempre era objeto de nuestras burlas… todos lo molestaban, era demasiado afeminado y pequeño, sabíamos lo que era, y nunca tuvimos compasión con él —Lucius suspiró suavemente —, hoy día no puedo decir que estoy orgulloso de eso, pero en esa época… —negó con la cabeza —, este chico cometió un terrible error, a mí parecer, se enamoró de un chico de Ravenclaw, no recuerdo su nombre… Pero este Ravenclaw no era como él… no era…

    —No digas anormal, padre —atajó rápidamente Draco.

    —No era gay —dijo Lucius, luego de un instante de silencio, mirando a los ojos a su hijo —, y los Ravenclaw tampoco eran un grupo muy amable, este Ravenclaw lo engañó y lo hizo ir al límite con el bosque prohibido, haciéndole creer que tendrían algún tipo de cita… Stocks sufrió una humillación tremenda, aquel Ravenclaw no tuvo compasión con él, hizo que muchos nos enteráramos que estarían allí, le hizo creer que también quería estar con él… —Lucius volvió a negar con la cabeza —. No, no puedo estar orgulloso de aquello… Stocks fue avergonzado delante de toda la escuela, todos nos burlamos de él y sus… costumbres, el pobre no salió de las mazmorras en dos días, y cuando lo hizo fue en una camilla…

    —¿Él…?

    —Se suicidó —completó Lucius, agachando un poco la mirada, Draco nunca lo había visto actuar de esa manera.

    —Padre…

    —Cuando eras chico… cuando entraste a la escuela, tuve algunas sospechas, no me preguntes porqué, tal vez sólo era el temor a que algo así te pasara, no he dejado de recordar al pobre chico… medio desnudo en medio del campo, con nosotros rodeándolo y burlándonos… Cuando salí de Azkaban y huí con tu madre pensaba constantemente en ti, en si estarías bien y cuando fuimos finalmente a New York supe que no me había equivocado, que eras…

    —Gay —susurró Draco.

    —Pensé que estarías bien, que te había educado correctamente, pero siempre temí por ti, siempre que pensaba en eso pensaba en Stocks y en la humillación que sufrió, en cómo no se pudo recuperar nunca… Él tal vez era más débil que tú, es cierto, pero no sabemos qué es lo que puede pasar con una persona cuando lo llevan a ese límite…

    —Nadie me ha humillado, padre, jamás —Draco pensó que era necesario aclarárselo a su padre, aclararle que aquellos tiempos ya no eran los mismos que ahora.

    —Lo sé, pero no puedes reprocharme el haber temido que algo así pasara… Tú dices que siempre te he visto como una inversión, como algo que me producirá ganancias y nada más, pues estás equivocado, siempre te he presionado porque sé de lo que eres capaz, sé lo listo e inteligente que eres y tal vez me extralimité…

    —¿Tal vez? Padre, cuando pienso en mi infancia, no recuerdo casi ningún momento feliz, siempre estabas detrás de mí, presionando, exigiendo… nunca pude complacerte por completo, siempre me daba la sensación de que no daba la talla, que nunca la daría.

    Lucius suspiró nuevamente y elevó los ojos hacia el techo por un largo momento, tanto que Draco empezó a preocuparse.

    —Siempre diste la talla, siempre estuve orgulloso de ti —asintió Lucius, su mirada se fijó en la de Draco una vez más. —Yo amo a mi familia, Draco, aunque nunca te haya dejado esa impresión, amo a tu madre y por supuesto que te amo a ti.

    —Padre…

    —Y si es que te empujé a casarte con Katrina fue porque, además de querer que la familia creciera y cumplieras con las tradiciones familiares, quería de alguna manera protegerte, temía que… —Draco nunca lo había escuchado hablar de esa manera, ni dudar tanto —. Podrás decirme anticuado, pero lo cierto es que no fui educado para aceptar que un hijo mío decidiera dejar de lado todo para escaparse con otro chico, y me ha costado mucho aceptarlo…

    —Eso no es algo por lo que yo tenga que pedir perdón, padre —atajó Draco, poniéndose en pie y dándole la espalda.

    —No he dicho tal cosa —negó Lucius —, sólo te pido que entiendas que me ha costado aceptarlo.

    —Oh, ¿entonces ahora lo has aceptado?

    Draco escuchó como Lucius se ponía en pie, y por un instante pensó que se marcharía, pero no fue así, Lucius se acercó a él y puso una mano sobre su hombro, Draco giró el rostro un poco para ver a su padre, lucía realmente agotado.

    —Siempre me he sentido orgulloso de ti, Draco, y cuando te fuiste con… Harry, reconozco que no actué de la mejor manera, pero temía que te hubieras equivocado, que hubieras tirado todo por la borda por algo que no valía la pena, que hubieras hecho algo que luego no se pudiera reparar… Y luego, con el tiempo me di cuenta que tal vez no era así, cuando vi como iban las cosas con él… cuando vi lo felices que se les veía juntos, como Potter continuaba estudiando, como tú avanzabas, poniendo una empresa distinta y teniendo éxito… Empecé a darme cuenta que estaba equivocado, muy equivocado…

    Draco apretó un poco los labios y desvió la mirada hacia la cuna pequeña de madera, tratando de no quebrarse ante las declaraciones de su padre.

    —No soy bueno con esto… demostrar emociones, reconozco que tampoco he hecho un buen trabajo tratando de acercarme a ti.

    —Supongo que yo tampoco he dejado que te acerques mucho.

    Lucius asintió y apretó su mano sobre el hombro de Draco un poco, antes de apartarse.

    —Tu madre dice que no quieren hacer ninguna fiesta por la llegada de los niños a casa… menos aún del enlace, pero supongo que al menos nos dejarás enviarles un regalo y poder llamarlos nuestros nietos.

    Draco asintió un poco, algo anonadado por aquella conversación.

    —Por supuesto…

    —Bien, entonces supongo que ahora mismo tanto Harry como tú están muy atareados, así que…

    —Sí, estamos terminando algunas coordinaciones para llevarlos a casa, espero que sea pronto.

    —¿Les han escogido ya nombres?

    Draco sonrió un poco, no podía dejar de sonreír cuando mencionaban a los niños.

    —Altair (2) y Arcturus (3) —respondió rápidamente.

    —Nombres de estrellas —susurró Lucius.

    —Harry también tiene algo de Black, ¿sabes?

    —Sí… claro que lo sé —asintió Lucius.

    Draco estaba seguro que su padre había investigado no sólo la vida de Harry, sino incluso sus ancestros, porque él era así.

    —Lo mejor será que me marche, espero que… que nos veamos pronto.

    —Lo haremos, padre —aceptó Draco, mirándolo nuevamente a la cara.

    Lucius hizo una pequeña reverencia y salió con pasos rápidos y firmes por la puerta.

    No le sorprendió para nada encontrar a Harry junto a la puerta, ambos se miraron un instante y entonces Lucius hizo una pequeña reverencia también hacia él, antes de perderse por el pasillo.

    *O*O*O*



    Altair y Arcturus eran gemelos idénticos, ambos tenían el cabello castaño y los ojos color miel, su piel era pálida y pese a que los primeros meses no los dejaban dormir más de cuatro horas seguidas, eran niños tranquilos y no les causaban tantos problemas.

    Con el tiempo Draco había consentido en llevar a sus hijos a la Mansión Malfoy, con Harry, por supuesto, donde sus padres habían demostrado una nueva faceta: la de abuelos consentidores, llenándolos de regalos y muestras de cariño. Las cosas nunca fueron perfectas entre él y Lucius, pero ambos hacían su mejor esfuerzo, reconociendo que debían aceptar los procederes del otro, aunque no siempre estuvieran de acuerdo.

    Los señores Weasley no dudaron en aceptarlos como parte de la gran cantidad de nietos que sus hijos estaban dándoles, y Draco se sintió contento de que sus hijos tuvieran primos, políticos, no importaba, con los cuales jugar y ser amigos, algo que él no había gozado de pequeño.

    Harry había terminado la carrera de medimagia con mucho esfuerzo y apoyo sobre todo de Draco, quien siempre trataba de acomodar sus horarios para cuidar a los niños y dejar que él estudiara.

    Y un par de años después finalmente Draco pudo volver, esta vez con su familia completa: Harry, Altair, Arcturus y Tobby, a aquel bosque de Andorra, donde había dejado de resistirse y se había rendido a Harry, pensando en disfrutar al máximo el poco tiempo de vida que le quedaba y sin saber todas las sorpresas que la vida le deparaba.

    —Creo que nunca veré nada tan hermoso como esto —susurró Harry, sentado a su lado, cada uno tenía a uno de los niños sobre sus piernas, pese a recién estar amaneciendo ambos parecían bastante despiertos, Tobby, que con el tiempo se estaba poniendo más viejo y lento, estaba hecho un ovillo al lado de Harry, con la cabeza entre las patas y observando el paisaje.

    —Yo tampoco —aseguró Draco, pegándose un poco más a él y mirando hacia el cielo, conforme la oscuridad iba pasando y los colores empezaban a llenar el cielo.

    Altair entonces soltó una pequeña carcajada, seguida por la de Arcturus, ambos agitando sus pequeños bracitos hacia el cielo.

    —Sí, pequeños, es el amanecer, un nuevo día empieza, lleno de muchas cosas por descubrir y aprender… —les susurró Draco con cariño, mientras el cielo se volvía completamente claro.

    Harry le sonrió y se acercó lo suficiente para darle un beso, antes de apoyar su cabeza en el hombro de Draco, observando fascinado el inicio de un nuevo día, un día en familia…

    *O*O*O*




    "Carpe Diem (aprovecha el día presente). Palabras que nos recuerdan que la vida es corta y debemos apresurarnos a gozar de ella."

    Quinto Horacio Flaco (65 AC-8 AC) Poeta latino.



    *O*O*O*




    Notas del autor:

    1-Poseidon: www.poseidonresorts.com/poseidon_main.html Este hotel realmente existe, y lo encontré cuando buscaba información sobre Fiji, no lo conocía cuando escribí sobre el mundo subterráneo de Ámsterdam, pero me fascinó que de verdad hubieran lugares así… aunque es bastante caro, en la dirección de arriba pueden ver en su web un tour pequeño.

    2.Altair (Alfa Aquilae / α Aql / 53 Aql) es la estrella más brillante de la constelación de Aquila («El Águila»). Los árabes, que también veían en esta constelación una gran águila volando, la llamaron elnars-el-tair, de donde derivó el nombre de Altair

    3-Arcturus o Arturo El nombre de esta estrella deriva del griego antiguo Αρκτοq66;ρος (Arcturus), «el guardián del oso» y está relacionado con su proximidad a las constelaciones de la Osa Mayor (Ursa Major) y la Osa Menor (Ursa Minor). En el antiguo Egipto parece que era conocida como Smat, «el que reina» o «el que gobierna», así como Bau, «el que viene».

    *O*O*O*

     
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