Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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    CAPITULO 10



    Partieron hacia Paris dos días después, con mucho más equipaje, Draco tuvo que empezar a usar el maletero del auto, ya que el asiento de atrás era ahora ocupado por un muy contento Tobby, que lucía un nuevo collar, antipulgas, según le había ofrecido en la veterinaria, y de color rojo, el mismo medallón con que le habían encontrado seguía colgando de su cuello, sólo que ahora además tenía un hechizo de protección y de ubicación, que había conjurado Draco la noche anterior, temiendo que el perro, en medio de ciudades que no conocía, se despistase y perdiese.

    Harry parecía de mejor humor, había momentos en que parecía abatido y cansado, pero Tobby aparentemente era una buena cura, pues se acercaba a él y lo empujaba o lamía y eso lo hacía sonreír. Draco no estaba del todo cómodo con el perro aún, pero reconocía en él a un aliado y miraba todo con interés y fascinación, no creyendo todavía todo el cambio positivo que ese cuadrúpedo había conseguido en tan poco tiempo.

    —¿A qué hora crees que llegaremos a Paris?

    —Aún para el atardecer —respondió Draco, que iba manejando por la carretera que los llevaba hacia Wevelgem —, pararemos para almorzar y para que el… Tobby —se corrigió —, pueda hacer las cosas que debe hacer, además de comer.

    —Genial —aceptó Harry, llevaba consigo un libro que habían comprado la tarde en que adoptaron a Tobby, lo había anotado en la lista de cosas que le devolvería al volver a Inglaterra, por un momento Draco había olvidado esa dichosa lista, y se sorprendió de lo larga que era ya, pero no intentó persuadir a Potter de tirarla a la basura, ¿para qué fastidiar el ambiente, después de todo?

    Draco miró por el espejo retrovisor hacia el perro, iba sentado cómodamente sobre sus patas traseras y jadeaba un poco, mirando hacia la ventanilla del lado de Harry, parecía como si entendiera qué debía comportarse y que el viaje sería largo. Harry le había dicho, luego de leer en el libro que habían comprado, que su raza era terranova o landseer, que crecería aún un poco más y que eran animales bastante juguetones, fieles y cariñosos, y que además eran nadadores. Aunque se negó en redondo en dejarlo entrar al mar antes de salir del hotel. Draco se había reído bastante de Potter tratando de jalar al animal para que lo obedeciera y no continuara hacia la orilla, hasta que finalmente se apiadó de él y lo ayudó. En momentos como esos Tobby le caía mucho mejor aún.

    Tenía en el bolsillo de su pantalón una muy abultada carta que el medimago Marton le había enviado, había llegado por medio de un águila esa misma mañana, cuando estaban preparando todo para marcharse, sabía que Potter había notado la entrega del correo, pero no había preguntado de qué se trataba, y él no había podido leerla aún, esperaba poder hacerlo a la hora del almuerzo.

    Pasaron el peaje que les daba acceso a Francia al medio día, el hombre que cobraba le dio una mirada curiosa a Tobby, y les pidió los papeles del animal antes de dejarlos pasar.

    —Y esto es Francia —comentó Draco, estacionándose en un pequeño restaurante de carretera que no tenía ningún letrero que prohibía animales, de todas maneras bajó y fue a preguntar, mientras Potter y Tobby lo esperaban fuera, junto al auto y estirándose, parecían algo cansados.

    —¿Qué te dijeron? —preguntó Harry, ansioso, realmente sí tenía hambre.

    —Que el… Tobby —se corrigió nuevamente —no puede entrar.

    —Oh…

    —Vamos, busquemos otro sitio.

    —Gracias —asintió Harry, mientras se metía al auto, Draco sonrío, dejando entrar a Tobby y luego metiéndose él.

    Al final terminaron comiendo en un McDonalds con mesas afuera, con Tobby sujeto por la correa a una de las puertas y comiendo en su plato, el cual también habían comprado, la comida alta en proteínas que les habían dicho que debía comer, mientras ellos devoraban sus hamburguesas y patatas fritas, observándolo atentamente, como si temieran que le pasara algo o simplemente desapareciera.

    —Nunca imaginé que te vería comiendo una hamburguesa con tanta naturalidad —comentó Harry, apartando la bandeja y sorbiendo de su refresco.

    —¿Con tanta naturalidad? —preguntó Draco, mientras limpiaba sus manos con la servilleta.

    —Como si supieras cómo se hace.

    —Todos saben comer una hamburguesa —río Draco —, el que me tengas en tan bajo concepto ofende, ¿sabes?

    —Sabes que no te tengo en bajo concepto —negó Harry, mirando como Tobby casi terminaba su comida.

    —¿Querrá más?

    —Probablemente, pero no le daremos, sólo lo que se supone que debe comer, sino se pondrá gordo.

    —Oh…

    —Ellos pueden comer toda la cantidad que les des, son algo golosos —río Harry —, pero no significa que sea bueno para ellos.

    —De acuerdo, lección aprendida —asintió Draco, recordando de pronto la carta del medimago.

    —Y entonces… ¿comes muchas hamburguesas por Inglaterra? Honestamente sólo te imagino en restaurantes de muy alta categoría.

    —No, en Inglaterra no —negó Draco —, no he tenido muchas oportunidades a decir verdad, pero en New York lo hacía todo el tiempo, los chicos de la universidad y yo salíamos constantemente a comer.

    —¿New York?

    —¡Claro! —asintió Draco —¿No supiste dónde me refugié durante la guerra?

    —No, honestamente, no pregunté, pensé que habrías ido con tus padres a Francia.

    —Ellos hubieran querido eso, pero las cosas no salieron bien, para cuando le entregué la información a Dumbledore ya no era posible ir a Francia, había algunos mortífagos allí y sabían que era el lugar que escogería, porque había vivido allí ya antes, entonces se me ocurrió América, me gustó la idea de New York, la ciudad que nunca duerme y todo eso… —Draco soltó una risita, negando con la cabeza. —Mi padre estuvo algo enojado por eso, porque cuando salió de Azkaban ya todo estaba hecho y su hijo estaba en New York y su esposa en Suiza.

    —Vaya… —suspiró Harry, lo cierto es que no había pensado en Malfoy mucho durante esa época, se había dedicado, al igual que sus amigos, a rebatir la información que el chico le había dado a Dumbledore, hasta que éste demostró que era cierta y luego pasado a otra cosa, a tratar de ganar la guerra. —¿Por qué no te fuiste con tu madre?

    —Por tiempo —Draco le dio un sorbo más a su refresco y se dejó caer hacia atrás —, todo ocurrió en sólo un par de días, en un inicio la idea era que mi madre me siguiera, y luego mi padre, pero después que salí de Inglaterra, al día siguiente, las conexiones a New York estaban ya plagadas de mortífagos, creo que no fueron por mí porque la distancia era muy grande y tenían cosas más importantes que hacer que perseguirme por medio continente; mi madre, al igual que mi padre, tuvo que hacer un gran recorrido por Europa antes de poder llegar a Suiza, y se refugiaron en una casa que nadie conocía, oculta; pensaron que lo mejor era no revelar el punto exacto en el que me encontraba, cierto que había partido a New York, pero nada les aseguraba que me había quedado allí. Estuve carteándome con ellos, y con algunos amigos, durante el tiempo que la guerra duró, luego entré a la universidad, sabiendo que si esperaba a que las cosas se calmasen en Europa demoraría demasiado en ponerme a estudiar lo que se necesitaba para administrar las empresas, fue un tema práctico. Cuando mis padres pudieron ir a New York coincidieron conmigo en que lo mejor era que me quedara y culminara la carrera allí y que luego los alcanzara en Inglaterra, ellos se encargarían de despejar el camino y limpiar nuestra reputación, para el regreso triunfal del heredero.

    —Todo un plan de vida, ¿te lo dictó tu cuaderno de la vida? —preguntó irónico.

    —Sí, Potter —refunfuñó Draco —, y fue correcto y adecuado, ya ves, todo salió bien… —pensó en que el tema de que luego le dijeran que se iba a morir era algo que no podía ser previsto por nadie o nada, por más mágico que ese objeto fuera.

    —Parece que sí —Harry giró a ver a Tobby, mientras un niño de unos siete años salía corriendo del local, hacia el animal, con claras intenciones de tocarlo.
    El perro, que ya había terminado su comida, empezó a mover la cola y correr, enredándose con su correa, alrededor del niño, que reía divertido, al tiempo que una mujer salía con prisas y hablaba en rápido francés.

    Draco se puso en pie y saludó a la mujer, explicándole que Tobby era un perro muy amable y cariñoso, y que no tenía que temer por él, entonces el niño se arrodilló y comenzó a acariciarle la cabeza, mientras hablaba enredosamente hacia la mujer, que aparentemente era su madre.

    Harry permaneció quieto, observando todo el intercambio de palabras, sin entender absolutamente nada, pero sonriendo por la forma como Draco hablaba hacia el niño y pensando que tal vez el francés si era un idioma que le podía gustar, porque sonaba distinto y de alguna manera… sexy en Malfoy. Negó con la cabeza, alejando aquellas conclusiones tan tontas, mientras la mujer tomaba al niño y ambos, aparentemente, se despedían de Draco.

    —No entendí nada —admitió Harry, cuando Draco se sentó nuevamente y sacó la carta del medimago.

    —Sólo les gustaba el perro, pero la madre pensaba que podía ser peligroso —se encogió de hombros Draco, rompiendo el sello del sobre.

    —Ah…

    —¿Quieres algo más? —preguntó Draco, dejando la carta de lado y mirando a Potter —¿un postre?

    —No… ¿quieres que te deje solo mientras lees tu carta?

    —No, claro que no, es de Marton, sólo preguntaba…

    —Ya… ¿Y qué dice?

    —Que aún no cree que no nos hayamos matado el uno al otro —bromeó Draco, Harry entrecerró los ojos y negó.

    —Eso es porque no me has dejado aún.

    —Claro, claro…

    —Te dejaré leer, iré a darle una vuelta a Tobby, debe estar aburrido de estar sentado en el auto.

    —Es buena idea… no quiero que haga… ya sabes qué en el asiento de atrás.

    —Ni yo —arrugó la nariz Harry, mientras jalaba la correa de Tobby para hacerlo caminar, el perro avanzó unos cuantos metros y le dio una mirada a Draco, Harry sonrió y le acarició la cabeza. —Vamos, amigo, sólo daremos una vuelta y volveremos, él nos estará esperando.

    Draco sonrió.

    —Anda, Tobby, sé un buen perro y ve con Potter —dijo Draco, hacia el perro, no creyendo que actuara de esa manera, tal vez tanto andar con Potter le estaba pegando lo ñoñesco de Gryffindor.

    Observó a Potter hablar con el perro mientras se alejaban con lentitud por la vereda iluminada por el sol de la tarde y pensó que en el fondo sí era agradable pasar los días así, sin peleas, sin gritos o sentimientos de frustración.

    Estimado señor, Malfoy:

    No sabe lo que me alegra saber que, a pesar de todo, ustedes están bien. Me quedé algo preocupado al no tener más noticias suyas, ya sabe que me siento en algo responsable por la salud de su amigo.

    He leído detenidamente su carta, le agradezco la confianza al contarme todo eso, y alabo su inteligencia al poner el juramento de silencio, pero debo decirle que es una preocupación inútil, pues en mi profesión, como debe saber, mantenemos en estricto privado la historia clínica de nuestros pacientes.


    En ese punto Draco bufó, recordando como el otro medimago no se había reservado el diagnóstico y se lo había contado a Katrina.

    Como le comenté, en la recuperación de una persona con la adicción de su amigo, las cosas no siempre son fáciles, la confrontación es un paso muy importante, es un método muy recurrente, hacer que el paciente se encare con las consecuencias de su adicción, que vea el daño y dolor que ha ocasionado en sus seres queridos, y en él mismo, por supuesto. Por lo que me cuenta, aunque sólo ha encarado el daño que se ha hecho a sí mismo, el método ha surtido un buen efecto, pese a que al inicio se haya visto envuelto en una depresión, la forma en que usted logró manejarlo, y obligarlo a salir de donde estaba, ha sido otro gran paso, estoy seguro que el cambio de ambiente y el viaje en sí logrará distraerlo y, aparentemente, ha logrado pasar la etapa de la depresión con bastante éxito.

    En cuanto al ataque de pánico que dice que sintió luego de que usted lo hiciera encarar con sus miedos, es lógico que estos miedos permanezcan en él por un tiempo más, en sí es parte de la misma depresión, ocasionada porque aún no logra perdonarse el haberse lastimado de esa manera, el repudio a su propio cuerpo y aspecto va ligado directamente a las imágenes que le hizo presenciar, es como se dice, una cura dolorosa, pero necesaria.

    Sobre la crisis que me comentó, es probable que aquella no sea la última ocasión en que él sienta deseos de consumir nuevamente, sin embargo, el que haya combatido a esos deseos y haya vuelto a usted demuestra su deseo de curarse. Los cambios de humor se irán espaciando con el tiempo, por ejemplo momentos de ira, de rabia, de tristeza y de desesperanza, que posiblemente ni él mismo entienda. Al parecer hasta ahora usted ha sabido manejar muy bien la situación, y es obvio que está surtiendo un muy buen efecto en él. Debo agregar que el que le haya ofrecido la libertad y él se haya negado, habla de la necesidad que tiene de compañía, de no quedarse solo porque sabe que de hacerlo es fácil que caiga en lo mismo nuevamente, además que es probable que también lo considere ya un amigo cercano, que la relación entre ustedes esté mejorando, y eso me hace sentir muy aliviado.

    Le recomiendo que continúe con el viaje tal como tiene previsto, y que además encuentre actividades, además de la lectura, que puedan realizar, el ejercicio es siempre recomendable, los largos paseos por paisajes naturales, y, de ser posible, alguna responsabilidad que lo haga sentir útil.

    Le repito que va muy bien, y que está demostrando lo mucho que se preocupa por su amigo, es una gran labor la que está realizando, y es realmente admirable.

    Estaré en Inglaterra desde la semana que viene, regreso al consultorio y a la rutina de antes, tiene ya usted mi dirección flú y a donde enviar la correspondencia, por supuesto que puede escribir cuantas veces crea necesarias, para cualquier duda o problema que surja.

    También agradezco su interés por mi familia, tanto mi hija como mi nieto están muy bien, por suerte, pese a que el parto fue antes de tiempo y complicado, todo salió muy bien y ahora ambos están en casa.

    Le he enviado junto con esto una pequeña nota para nuestro amigo, espero que se la pueda entregar y que ambos sigan disfrutando de sus vacaciones.

    Marton.


    Draco dejó la nota sobre la mesa y suspiró, de alguna manera se sentía aliviado de que el medimago no haya reprochado nada de lo que había pasado, pese a que él pensaba que había sido demasiado duro con Potter en algunos momentos. Levantó el pequeño sobre cerrado con las iníciales de Potter, que venía junto con la carta y se preguntó qué le podía decir el medimago. Suponía, y realmente esperaba, que no le mencionara nada que delatara lo mucho que le había contado acerca de todo lo ocurrido en las semanas de ausencia.

    Harry regresó, con Tobby jadeando y caminando contento a su lado, habían paseado por mucho rato, dejando que Malfoy pudiera estar tranquilo revisando lo que fuera que Marton le hubiera enviado, esperaba que no fueran malas noticias o problemas. Cuando se acercaron al restaurante lo vio, sentado en la misma silla en que se había quedado mucho rato atrás, tenía un sobre cerrado en la mano y parecía meditar seriamente acerca de algo.

    Por un momento más dudó entre acercarse o darle más tiempo, pero Malfoy levantó la vista hacia él y sonrió, agitando la mano para pedirle que se acercara.

    —¿Y ya hizo todo lo que tenía que hacer? —preguntó Draco, mientras se ponía en pie y recogía la carta que el medimago le había enviado, junto con la de Potter.

    —Eso espero —asintió Harry.

    —Bien, vamos entonces, debemos llegar a Paris y buscar un lugar donde poder quedarnos y que admita perros —apuró Draco, mientras caminaba hacia el auto.

    No fue hasta que estuvieron ya acomodados que, en completo silencio, le pasó el sobre cerrado a Potter.

    —¿Para mí?

    —Tiene tus iníciales afuera.

    —¿Por qué me ha escrito?

    —No lo sé, tal vez para decirte que le agrada saber que aún no me has asesinado —bromeó Draco, mientras encendía el auto, Tobby, tras él, ladró y se movió en su asiento, algo intranquilo.

    —Hey —llamó Harry, girando hacia Tobby y acariciándole la cabeza —, vamos, sé que te gusta pasear en el auto.

    Finalmente Tobby pareció más relajado y mientras Malfoy se encaminaba hacia la autopista, Harry abrió el sobre, era una nota bastante pequeña, sólo una página:

    Estimado señor Potter:

    Gracias a su amigo sé de todos los avances que está haciendo en cuanto a su tratamiento, y me alegra mucho saberlo, tanto él como yo tenemos mucha fe en que todo saldrá bien y que al regresar a Inglaterra se podrá incorporar a la sociedad, tal como usted mismo dijo que quería hacer hace un tiempo, cuando conversamos.

    De más está repetirle la suerte que tiene de tener un amigo tan preocupado como él, que no escatima en esfuerzos por tratar de hacerlo sentir cómodo y protegido, y aunque usted alega que lastima a los que se le acercan y que de esa manera ha perdido a todos los que se consideraron sus amigos en el pasado, confío en que esta vez las cosas serán diferentes y éste viaje será un muy buen recuerdo, una especie de renacimiento.

    Como le comentaba a su amigo, es recomendable que continúen de la manera en que lo están haciendo, que sigan con los paseos y los recorridos turísticos, que se relaje y la pase bien, y ya sabe, si es que en algún momento se siente sobrepasado por algo, rabioso o triste, no piense que está solo, tiene al lado a un buen amigo que lo escuchará, y, aunque parezca mentira, estará dispuesto a todo con tal de ayudarlo, tal como ha demostrado hasta ahora.

    Cuídese mucho, señor Potter, espero que a su regreso nos podamos reunir para conversar.

    Marton.


    Harry terminó de leer la nota y no pudo evitar desviar la mirada hacia Malfoy, que conducía con toda la atención puesta en el camino, la tarde estaba llegando ya a su fin y se notaba que el verano también, pues unas cuantas nubes grises ya se podían apreciar en el cielo. Tobby se removió detrás de él, aparentemente cansado y dejándose caer completamente sobre el asiento, y entonces recordó cuando habían firmado los papeles de adopción del perro, lo habían puesto a nombre de los dos, con los nombres muggles que Malfoy les había conseguido, pero al fin y al cabo a nombre de ambos, aunque él había dicho que al volver a casa se lo podía quedar. Marton tenía razón, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, Malfoy parecía bastante comprometido con él, sabía que no le negaría nada, que una de sus prioridades era hacerlo sentir cómodo, que disfrutara del viaje… que se recuperara. Suspiró lentamente, lo que hizo que Malfoy lo mirara un instante, antes de regresar la mirada al camino.

    —¿Todo bien?

    —Sí —asintió Harry, guardando la carta en el bolsillo delantero de sus pantalones y extendiendo luego los brazos para verlos hacia la escasa luz que quedaba, ya no podía ver allí los golpes, marcas o señas de droga y sangre, hacía días que no lo hacía, casi desde que Malfoy lo había abrazado y demostrado que en verdad no tenía nada. A veces se asustaba por lo que su mente era capaz de crear, creía que tantas drogas y desmanes lo habían conseguido volver loco, pero Malfoy siempre estaba cerca, anclándolo a la realidad y demostrándole que no, que no estaba loco, sí enfermo, en vías de recuperación, o eso esperaba, pero no loco.

    —Llegaremos a Paris en sólo unos minutos —comentó Draco, mirando de reojo a Potter y su extraña actitud.

    —Será genial conocer ese mundo mágico del que tanto hablas, el que está oculto en la torre Eiffel —respondió Harry, sonriendo hacia él.

    Draco parpadeó confuso y luego asintió.

    —Sí, ya lo creo.

    *O*O*O*



    Pese a que Draco conocía una buena cantidad de nombres de hoteles de primera clase en los que probablemente no pondrían pegas porque se quedara con el perro en la habitación, decidió buscar un lugar más apartado y menos llamativo, pues muchos de sus familiares lejanos y amigos eran de Francia, al menos de parte de su padre, y no quería tener la mala suerte de que alguno los viera y esparciera el rumor de que se encontraban allí.

    Finalmente encontró una casa bastante grande y antigua, a veinte minutos del Place de L´toile, de nombre Montparnasse, que contaba con suites amplias e iluminadas, divididas en dos ambientes, y que le permitían tener al perro y que incluso les recomendaron una guardería de animales para poder dejarlo cuando sus paseos no le permitieran llevarlo con ellos.

    Potter, que desde que habían entrado a la ciudad no había dejado de mirar todo maravillado, iba silencioso a su lado, mientras el encargado les enseñaba el lugar y les comentaba que estarían muy cómodos allí.

    —¿Te parece bien aquí? —preguntó Draco, cuando el encargado los dejó al fin solos. Harry, que había estado mirando por la ventana hacia la imponente torre Eiffel, lo miró asombrado.

    —¿Yo?

    —No, Potter, le preguntaba a Tobby —se burló Draco, mientras se sentaba en la cama y observaba hacia el perro, el cual ya parecía haber escogido un rincón en la habitación para dormir.

    Harry miró hacia Tobby y luego hacia Draco y negó con la cabeza, caminando hasta su propia cama.

    —Me gusta aquí —afirmó —, me parece que esta ciudad es enorme… tiene muchas cosas y luces y…

    —La Ville de Lumière —canturreó Draco en francés, no le pasó inadvertida la mirada que Potter le dio, y aclaró en inglés —: La ciudad de la luz.

    —Ah… es que no entiendo nada de francés.

    —Pues es fácil, lo que debes decir es Je ne parle pas français.

    Harry repitió en un susurro lo que Draco le dijo y luego, dada la ensanchada sonrisa que Draco le daba, preguntó:

    —¿Qué significa?

    —Yo no hablo francés —admitió Draco —, es lo que debes decir para que te hablen en inglés.

    —Oh… supongo que servirá.

    —Ya lo creo. ¿Quieres ducharte primero?

    —No, está bien, ve tú, después de todo debes estar agotado, has conducido casi todo el día.

    —Pues sí, pero Paris no es un lugar en el que nos pasaremos durmiendo, luego de ducharnos podremos descansar un rato y después ir a ver aquel lugar que nos recomendaron para Tobby, luego tenemos que cenar y planificar qué vamos a hacer.

    —Pensé que conocer el mundo mágico de la torre Eiffel.

    —Claro, pero hay mucho más que ver, siempre quise, por ejemplo, ir al Mouling Rouge, sé que ofrece funciones completas y…

    —¿Mouling qué?

    —Ay, Potter —negó Draco, poniéndose en pie y jalando el maletín de viaje —, también compraremos un libro de turismo, se nota que lo necesitas.

    —No te burles —reprochó Harry.

    —Y tú no te enfades, que no aguantas bromas —continuó Draco, acariciando un momento a Tobby, antes de caminar hacia el baño —, confía en mí, esta ciudad te encantará, Paris tiene más de ciento cincuenta museos, operas, exposiciones al aire libre, los campos Elíseos, la catedral de Norte Dame…

    —Espero que no pienses recorrer los ciento cincuenta museos —interrumpió Harry, pensando que tal vez cuatro meses no serían suficientes para todo lo que Malfoy tenía planeado.

    —No, claro que no… pero sí un par.

    —Pensé que tu familia era de aquí —comentó Harry, pese a que Draco estaba ya en la puerta del baño, no parecía apurado por concluir la conversación.

    —Lo son, hay muchos de la familia de mi padre en Francia.

    —¿Y cómo es que no has recorrido todos estos lugares?

    Draco le dio una mirada a Potter y luego hacia la ventana, donde la torre Eiffel iluminaba la ciudad y negó con la cabeza, volviendo hacia su cama y dejando el maletín en el suelo.

    —Mi padre siempre consideró que era más importante que me dedicara a estudiar o a los negocios que a pasear, siempre decía que luego tendría tiempo para hacerlo, que entre mis prioridades no estaba el perder el tiempo.

    —¿Perder el tiempo?

    —Sí… —Draco se encogió de hombros —cosas de familia, tu deber es velar por la fortuna familiar, hacerla crecer, mantener el buen nombre en la sociedad, comportamiento adecuado y una serie más de idioteces que ya ni quiero recordar.

    —Debe ser muy estresante vivir así —reconoció Harry, empezando a creer que, aunque Malfoy se viera tan seguro de sí mismo todo el tiempo y pareciera haber, pese a la guerra, tenido una buena vida, no había sido tan feliz como imaginaba.

    —Lo es —admitió Draco, pese a que sabía que debía dejar de fumar tanto, buscó entre sus ropas un cigarro y lo encendió —, la otra vez me preguntaste por qué estaba escapando, dijiste que era mi etapa de rebeldía.

    —Lo recuerdo, me pareció gracioso —asintió Harry, sintiéndose ya agotado y dejándose caer de espaldas sobre su cama.

    Draco soltó una carcajada triste y se recostó de lado, para continuar observando a Potter.

    —Mi etapa de rebeldía, estabas en lo cierto. Simplemente me cansé de hacer lo que todos esperan que haga y decidí que quería disfrutar de…—titubeó, a punto de decir de la poca vida que me queda —, de la vida, antes de que se acabe.

    —No seas derrotista, que no es el tipo de compañía que necesito —replicó Harry, girándose un poco para encarar a Draco, al ver su mirada sombría, sonrió —, sólo bromeaba… es que parece que el tema te afecta tanto que… —intentó excusarse.

    —Oh, mira Tobby, ahora Potter bromea —respondió a la broma Draco, sonriendo también.

    —Payaso.

    —Tú eres el bromista —continuó Draco, poniéndose en pie, de camino acarició el hombro de Harry y sonrió —. Sí, a veces me afecta —admitió —, gracias por tratar de evitar que pase —y dicho eso se metió al baño, no se había sentido del todo bien durante la tarde y sabía que no debía jugar con el horario de las pociones.

    Harry se quedó sentado, mirando por un largo rato la puerta cerrada y pensando en qué otras cosas estarían pasando con Malfoy, porque sabía que no podía ser sólo la presión familiar lo que lo impulsara a escapar de ellos y atravesar Europa al modo muggle, tal vez estaba algo paranoico, pero casi podía apostar que Malfoy escondía algo más, algo mucho más grande.

    *O*O*O*



    Madame Pauline, una mujer mayor, que vestía un traje deportivo que parecía bastante cómodo, los recibió con una sonrisa, y les dio las tarifas para cuidar a Tobby, incluso por días enteros, Tobby pareció congeniar bastante bien con ella, lo que les dio cierta tranquilidad.

    —Mira que eres un vendido —se burló Draco, que iba sujetando a Tobby de la correa mientras caminaban por la iluminada calle, luego de decirle a Madame Pauline que llevarían al perro al día siguiente, Harry, a su lado, soltó una carcajada.

    —No estés celoso, Malfoy, estoy seguro que Tobby también te quiere.

    —Jo, jo, Potter —replicó Draco, mientras Tobby avanzaba mirándolos de manera interesada, muchas veces Draco se preguntaba si es que el animal los podía entender perfectamente.

    —Entonces… ¿el lugar te pareció bien? —preguntó Harry, mientras miraba a todos lados, tratando de ubicarse.

    —Sí, bastante bien, es agradable, y podemos dejar a Tobby con un hechizo de seguridad, para asegurarnos de que se encuentra bien.

    —Es decir, tú lo podrás dejar con un hechizo de seguridad —rebatió Harry, en cuanto ya entraban nuevamente al hotel. Draco le dio una mirada preocupada, pero no le dijo nada, saludó al encargado y subieron las escaleras en silencio.

    Harry se encargó inmediatamente de poner algo de comida en el plato de Tobby, mientras observaba de reojo a Draco agitar la varita sobre el animal y podía sentir la magia vibrando.

    —Ya está —anunció Draco, en cuanto el perro se acercó a su plato.

    —Genial —masculló Harry.

    —Vamos a cenar —animó Draco, Harry, manteniéndose en silencio nuevamente, lo siguió de vuelta al pasillo y ambos salieron a la calle, anduvieron un rato más, hasta que encontraron un restaurante que parecía agradable y entraron.

    —Ordena tú, yo no entiendo nada de lo que dice aquí —suspiró Harry, dejando de lado el menú y mirando alrededor.

    —De acuerdo —Draco llamó al mesero y ordenó la comida hablando en rápido y fluido francés.

    Harry, pese al fastidio que sentía, se quedó mirándolo nuevamente, empezando a preguntarse si es que se sentiría así por cualquiera que hablara francés, o sólo por Malfoy.

    —Ahora, Potter, ¿qué es lo que te pasa? —preguntó Draco, mirándolo con el ceño fruncido, estaba seguro que el medimago se había referido a periodos más largos entre cambios de humor.

    Harry parpadeó y por un instante no supo de qué hablaba Draco, hasta que su mente hizo conexión y dejó de mirar sus labios de una manera, que estaba seguro, era inapropiada.

    —Lo siento —suspiró —, yo sólo quería preguntar hace tiempo y… ahora al hablar de los hechizos lo he recordado y…

    —¿Qué es?

    —¿Dónde está mi varita?

    —Oh… —Draco se mordió el labio, ya había pensado en eso antes, y lo cierto era que sabía que Potter se enfadaría por la respuesta que le tenía preparada.

    —Ya sé que seguramente piensas que aún no estoy listo para tenerla, o hacer magia, pero sería reconfortante saber que por lo menos algún día la recuperaré, porque…la recuperaré, ¿no es así?

    —Pues sí, la recuperarás, pero… Potter, lo lamento, todo pasó tan rápido y yo…—Draco tomó una bocanada de aire, antes de admitir: —la dejé en York.

    —¿La dejaste? ¿Cómo que la dejaste?

    —Lo lamento —masculló, pese al elevado tono de voz que Potter estaba usando.

    Harry lo miró enfadado y suspiró, cubriéndose el rostro con las manos, por un momento más le pareció que el mundo enmudecía, hasta que unas cálidas manos se posaron sobre las suyas, haciéndolo sobresaltar.

    —No lo hice apropósito —se justificó Draco, apartando las manos del rostro de Potter y colocándolas sobre la mesa, sin soltarlas.

    —Lo sé.

    —Mira, si quieres te puedo prestar mi varita, esta noche la podrás usar para hacer un par de encantamientos, si es eso lo que quieres, y te la puedo dejar cuando quieras… siempre que prometas que no…

    —Que no te atacaré ni haré nada estúpido.

    —O cómico —agregó Draco, queriendo hacer que la tensión entre ambos desapareciera —, como alguna broma que tú consideres graciosa y que implique humillarme o mortificarme.

    —Yo no… —Harry se detuvo ante la ceja arqueada de Draco y sonrió un poco más —, de acuerdo, prometo no hacer nada de eso.

    —Genial.

    —¿Es en serio?

    —¿Qué?

    —¿Me dejarás tu varita por un rato?

    —Claro, ¿por qué no?

    —Porque es tuya y es algo…

    El carraspeo del mesero les hizo levantar la mirada, sólo entonces ambos notaron que sus manos permanecían unidas y, algo avergonzados, se apartaron, para permitir que los platos de comida fueran dejados en la mesa.

    Harry escuchó el intercambio de palabras en francés entre el mesero y Malfoy por un momento, hasta que el hombre se alejó.

    —¿Qué te dijo?

    —Qué si deseábamos vino… seguro que pensó que estamos en una cita o algo así —comentó Draco, encogiéndose de hombros.

    —Oh…

    —Y sobre la varita, sí, lo decía en serio, es mi culpa que no la tengas, no lo hice adrede, aunque seguramente podríamos comprarte otra en el lado mágico…

    —No, eso no será necesario, no quiero otra varita, sólo la mía, pero… ¿me dejarás usar la tuya un rato?

    —Por supuesto, ya te dije que sí.

    —Vaya… de verdad, gracias, extraño hacer magia, no que te vea haciéndolo mucho, quizá por eso no te lo había dicho antes, pero en verdad me gustaría hacer un par de cosas, solo para estar seguro de…

    —Aún tienes tu magia, Potter —interrumpió Draco, antes de darle un bocado a su plato —, la he sentido y debo agregar que está mucho más estable ahora.

    —¿La has sentido?

    —Cuando te enojas, es una sensación rara, por el encantamiento, supongo, pero ahora está mucho más estable, incluso cuando te molestas, como hace un rato, ya no está fuera de control.

    —Genial. Que ya no te moleste, digo.

    —Es genial que esté en control —corrigió Draco —, a mí no me molesta, viene con el hechizo, pero sentirla estable es un síntoma de que estás mejorando.

    Harry sonrió y empezó a comer, apreciando a Draco y la forma como cortaba la carne, dándole vueltas nuevamente a la carta de Marton, dándole la razón, tenía suerte de que él estuviera allí ahora, de que no lo hubiera dejado abandonado a su suerte, ni en la carretera, cuando chocaron, ni después, cuando supo que tendría que cargar con él para hacer que se recuperara.

    *O*O*O*



    Su primera noche en Paris la culminaron paseando lentamente por los alrededores del hotel, mientras Draco le explicaba a Harry algunas de las cosas que, además del mundo mágico dentro de la Torre Eiffel, deseaba ver.

    Harry tenía que reconocer que Malfoy no se había visto así de entusiasmado antes, y que la forma en que sonreía y agitaba las manos mientras explicaba los lugares que visitarían, era realmente agradable.

    Draco, por su lado, disfrutaba con la atención que Potter le brindaba, como lo escuchaba atentamente y hacía preguntas sobre lo que le decía, por primera vez parecía estar colaborando completamente, no como si estuviera en una de sus fases de “ser amable”, sino como si realmente estuviera divirtiéndose con el paseo.

    Cuando volvieron al hotel ya era más de media noche, y Harry se sentía algo confundido respecto a Malfoy, estaba seguro que el mirar fijamente los labios de alguien cuando hablaba francés no era normal, más aún sentir ese deseo extraño que no acababa de comprender.

    Caminaron en silencio por el pasillo del hotel, Draco hizo girar la llave y abrió la puerta, habían dejado una lámpara encendida, para que Tobby no sintiera miedo, y antes de poder ver claramente la habitación, se dio cuenta que el perro se había levantado de su rincón y corría hacia él. Por instinto intentó retroceder, chocó contra el cuerpo de Potter, que se había quedado de pie detrás de él, y sintió las manos del chico sobre sus caderas, seguramente deteniéndolo, al tiempo que Tobby, entusiasmado, se lanzaba sobre él y lo empujaba con sus patas delanteras, haciendo que finalmente tanto él como Potter cayeran al piso, con el perro sobre él, tratando de lamerle la cara.

    —Hey —jadeó Harry, siendo apresado entre el piso y el cuerpo de Draco, apretando la cintura de Malfoy para tratar de quitárselo de encima, mientras Tobby se movía de tal manera que hacía que Malfoy se retorciera, seguramente tratando de apartarlo también.

    —Tobby —gruñó Draco, apoyando los pies en el piso y buscando un punto de apoyo para liberarse del animal y del cuerpo de Potter —Tobby —llamó de nuevo, girando la cara para evitar un lengüetazo más.

    —Malfoy… —gimoteó Harry, sintiéndose extraño bajo ese cuerpo y también empujando para acomodarse y poder liberarse, sin embargo el cabello largo de Malfoy le cubrió el rostro, dejándolo sentir su aroma y su suavidad, mientras podía sentir el calor de la piel de su cuello muy cerca de él.

    —Basta —ordenó Draco, no sabiendo qué más hacer para que Tobby, que parecía complacido con la situación, se recostaba más sobre él.

    —¡Tobby! —reprochó Harry, en ese momento Tobby se movió hacia un lado, lo que hizo que Malfoy se moviera también, rotando sus caderas, y por ende, frotando su culo, contra su entrepierna, y entonces lo sintió, algo que no había sentido, ni extrañado, en mucho tiempo.

    —Perro malo —regañó Draco, frotándose un poco más y tratando de sentarse, con tal mala suerte que Tobby, al parecer nada amedrentado por las llamadas de atención, lo empujó de vuelta, haciendo que su cuerpo se restregara contra… soltó un pequeño jadeo al notar que “algo” más, que estaba seguro no había estado allí un instante antes, abultaba el cuerpo de Potter.

    Harry encontró fuerzas en lo avergonzado que se sentía, y logró empujar a Malfoy de manera poco cortés, y al perro con él, hacia un lado y se puso en pie, jadeando y con las mejillas ardiendo, evitó la mirada de Malfoy y corrió hacia la puerta que daba a la habitación, entró en ella y no se detuvo hasta el baño, donde se encerró con un sonoro portazo.

    Draco miró hacia la espalda de Potter, desapareciendo tras la puerta del baño y luego hacia Tobby, que se había sentado en el piso y lo miraba con la cabeza ladeada.

    —Si te vas a portar así cada vez que volvamos, terminarás enojándonos —protestó Draco, poniéndose en pie y haciéndole una seña al animal para que entrara a la habitación, miró hacia el pasillo, aparentemente nadie se había despertado por el alboroto y eso lo hizo sentir tranquilo, lo último que necesitaba era que los echaran de ese lugar.

    Se metió a la habitación y se quedó sentado sobre la cama, mirando hacia la puerta del baño con atención, no podía percibir ningún sentimiento de Potter en ese momento, cosa que era extraña, al final decidió que tal vez no había pasado nada y que el chico simplemente había querido ir al baño, fastidiado por el comportamiento de su mascota.
    Y sobre el bulto en los pantalones de Potter… pudo ser cualquier cosa, por supuesto, era imposible que algo más hubiera pasado con una situación de ese tipo.

    En el baño, Harry miraba su reflejo en el espejo, se había echado agua fría a la cara y respiraba irregularmente, sus manos sosteniéndose del lavabo para evitar, como fuera, el bajar hasta el cierre de su pantalón y abrirlo, y sobre todo, desfogar su excitación.

    —Vamos… —se reprochó Harry delante del espejo, pensando en lo incorrecto de toda la situación, no podía sentirse excitado, no por un roce casual de parte de Malfoy, no por Malfoy.

    Se mordió el labio inferior y cerró los ojos, tomando una profunda bocanada de aire, no recordaba la última vez que se había sentido excitado, realmente excitado, sin ayuda de drogas, a veces ya ni recordaba cuando había sido la última vez que había estado con alguien en esa forma y completamente limpio. Negó con la cabeza, mientras su mano soltaba el lavabo y bajaba hasta su pantalón, acariciando el botón, ese día todo había sido muy extraño, él y Malfoy se habían llevado bien, pese a la pequeña discusión por la varita, habían conversado, y reído y… y había descubierto que Malfoy era más entretenido de lo que creía, y que le gustaba la forma en que su voz soltaba palabra tras palabra en francés…

    Sabiendo que no había nada más que pudiera hacer, abrió el botón y bajó el cierre, colando su mano dentro del pantalón y tomando su dura erección, mientras su mente empezaba a recrear el cuerpo de algún desconocido, apretó los labios, recordando que Malfoy estaba muy cerca y tratando de no hacer ningún ruido. Misteriosamente la idea de que Malfoy estuviera a pocos metros de él, logró hacer que la velocidad de su mano creciera, mientras que con la otra se sujetaba con más fuerza del lavabo y su mente le ponía un rostro a aquel cuerpo desconocido.

    Se corrió rápidamente y con un siseo, apretando más fuerte los ojos y los labios, rogando para que realmente Malfoy no lo escuchara, jadeando. Una sonrisa se instaló en sus labios, una sonrisa boba que le recordaba tiempos mejores, mientras sus piernas temblaban y su cuerpo entero se sentía completamente relajado.

    Draco, que se había dejado caer en uno de los sofás de la habitación anterior a la habitación, levantó la mirada cuando escuchó la ducha abrirse, frunció el ceño, extrañado, y cuando Potter finalmente salió, envuelto en una toalla y con el cabello aún goteando, se puso en pie.

    —¿Todo está bien?

    —Muy bien —asintió Harry, sin mirarlo, era vergonzoso que la última imagen que había visto antes de culminar fuera la de él.

    —¿En serio?

    —En serio —Harry tomó su pijama y se dirigió al baño nuevamente, pero se detuvo en la puerta y giró hacia él, tratando de no parecer en absoluto culpable —, aunque ahora que lo dices… ¿recuerdas que dijiste que sí me podrías prestar tu varita?

    —Claro… ¿la quieres en este momento?

    —Si no es molestia…

    —No lo es —asintió Draco, acercándose a él —¿para qué la usarás?

    —Preferiría… ¿privacidad?

    Draco frunció el ceño y trató de encontrar algún sentimiento de culpa en él, pero no lo pudo encontrar, decidió al fin que le daría algo de confianza y privacidad y se la tendió, pese a que ya le había dicho que se la daría, se sorprendió de la mirada de asombro que Potter dio, mientras la tomaba.

    —Gracias —murmuró Harry, mirando hacia la varita y sintiendo la magia brotar de ella, sabía que probablemente no sería compatible con él, después de todo es la varita la que escoge al mago y ya había visto casos en que las varitas no funcionaban para nada bien con magos ajenos a ellas, pero esperó que la varita de Malfoy no se opusiera a hacer un simple encantamiento de limpieza sobre sus ropas.

    —No hagas nada complicado, ¿de acuerdo?

    —Sí —prometió Harry, antes de darse la vuelta y cerrar la puerta.

    —Qué extraño —masculló Draco, mirando hacia Tobby, que ahora que ellos habían vuelto, parecía mucho más tranquilo y ya dormía en la esquina de la sala.

    *O*O*O*

     
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    me encanto, que pervertido que eres harry
    la verdad ya venia esperando desde hace mucho la con tinuacion y cuando la vi la verdad me senti emocionada que la sonrisa se dibujaba sola en mi rostro de tansolo pensarlo jajajaja jaja
    muchas gracias y esperare con ancias la continuacion.
     
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    wuu al fin la continuacion y que gran capitulo
    me ha fascinado por que por lo menos ya se estan asercando un poco mas el uno al otro
    ^^ asi que por fa no me hagas esperar mucho ^^
     
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  4. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 11




    Se despertó incómodamente caliente y ansioso, se giró hacia un lado y sintió su erección matutina frotarse contra las sábanas, lo que lo hizo emitir un gemido, que cayó rápidamente, recordando que no se encontraba solo en esa habitación, abrió los ojos con lentitud, las cortinas ya estaban abiertas, pero la cama de Malfoy estaba vacía, suspirando de alivio, se dejó caer completamente de espaldas sobre la cama y respiró profundamente, reprochándose su cambio total desde la noche anterior, cuando de pronto se había sentido muy excitado.

    —Buenos días, dormilón —saludó Malfoy, entrando a la habitación en ese momento y haciéndolo pegar un bote en la cama.

    —Hola —saludó Harry, apartándose el cabello de la cara, no le sorprendió que Malfoy ya estuviera listo.

    —Podemos desayunar en el comedor, y luego llevar a Tobby a la guardería, pero debemos darnos prisa, nos espera un realmente largo día —continuó hablando Draco, mientras se acercaba al armario y sacaba un paraguas.

    —¿No crees que un paraguas es demasiado? —preguntó Harry, sintiéndose cómodo para ponerse en pie y mirando hacia la ventana, el cielo estaba algo gris, nada que ver con los días de sol que habían tenido días antes.

    —No, nunca se sabe si va a llover, o qué puede pasar, además lo reduciré y lo meteré en el bolsillo… o en tu mochila, creo que mejor es cargar con tu mochila.

    —Claro… —Harry se estiró y bostezó, sin ningún tipo de pudor, antes de meterse al baño, haciéndole caso a Malfoy.

    Decidieron que mejor era llevar a Tobby primero a la guardería, así se evitarían el tener que dejarlo solo en la habitación, caminaron con lentitud por las pocas calles que los separaban de la guardería, con Tobby caminando entre ellos y cruzándose con mucha gente vestida, aparentemente, para trabajar.

    Madame Paulette los saludó con una sonrisa, y Harry nuevamente quedó algo anonadado escuchando a Malfoy hablar con ella, Tobby no puso muchas pegas en quedarse con ella, y ambos lo siguieron con la mirada hasta que uno de los ayudantes lo llevó tras unas puertas.

    —Espero que realmente esté bien —comentó Harry cuando ambos retornaron al comedor del hotel, era un comedor bastante acogedor, con varias mesas de diferentes tamaños en el que se veía desde familias enteras con niños ruidosos hasta personas solas.

    —Lo estará, no te preocupes, además tiene los hechizos de seguridad —reconfortó Draco mientras el mozo les traía el desayuno.

    Terminaron de desayunar y salieron a las calles de Paris, Draco declaró que por una vez no se le apetecía conducir, además la ciudad parecía mucho más llena de vehículos y gente que los lugares que habían visitado antes. Tomaron un taxi que los llevó hasta las afueras de la enorme Torre Eiffel, cuando habían llegado a la ciudad habían pasado cerca y les había parecido grande e imponente, sin embargo, ahora que estaban de pie delante de ella, ninguno de los dos podía dejar de mirarla con asombro.

    —Vaya —masculló Draco, luego de un momento más, sin despegar la mirada de la Torre.

    —Es… gigante.

    Draco soltó una risita por el comentario de Harry, y Harry, luego de mirarlo con el ceño fruncido por un instante, también río.

    —Pues sí, es gigante —ratificó Draco —tendremos que subir a ella de todas maneras.

    Harry le dio una mirada, confundido con el comentario.

    —¿No subiremos?

    —Acabo de decir que sí, ¿qué tal mañana? Podemos venir temprano y…

    —Espera —interrumpió Harry —pensé que habíamos venido para subir a ella y entrar al mundo mágico que hay dentro —explicó en un susurro, temeroso de que alguien más, que hablara inglés, los escuchara.

    —Oh, ¿pensaste que se entraba por la misma torre? —Draco negó con la cabeza, apreciando la gran fila de personas que había para subir—. No, tenemos otra entrada… ¿te imaginas a los magos haciendo fila con los muggles? Ya hubieran llamado la atención hace mucho.
    Harry tuvo que darle la razón, de haber magos queriendo entrar seguramente muchos de ellos llamarían la atención con el mal tino que tenían para disfrazarse de muggles.

    —¿Entonces?

    —Entonces… vamos por aquí —señaló Draco, avanzando en el sentido contrario de la fila que había para ingresar, sorprendido de que, aún después de tantos años, recordara exactamente como esos niños le habían relatado la forma de entrar al mundo mágico de Paris, además de las referencias de los libros que había estudiado de niño.

    Se encaminaron por Quai Branly, y encontraron un grupo de árboles que, aún sin usar sus varitas, pudieron descubrir mágicos, Draco miró con atención a ambos lados, mientras se encaminaban entre los árboles, nadie parecía prestarles atención, mientras Harry observaba los troncos, con grabados en runas antiguas que no conocía.

    —Aquí es —susurró Draco, mirando con atención las runas.

    —Así parece —asintió Harry.

    —¿Listo?

    —Ajá —aceptó Harry, tomando el brazo que Malfoy le ofrecía, mientras él ponía la varita sobre uno de los troncos, la sensación de magia que los sobrecogió los dejó a ambos sin aire, mientras veían como todo el rededor cambiaba de color poco a poco, hasta ponerse completamente blanco, antes de cambiar de aspecto.

    Ambos jadearon a la vez, maravillados por el interior, Draco, que había leído y visto antes imágenes sobre ese lugar, no se imaginaba lo grande e imponente que se veía, una réplica de la Torre Eiffel estaba delante de ellos, en una abarrotada calle, iluminada por el escaso sol de la mañana.

    —¿Es un… mundo paralelo? —preguntó Harry, sin dejar de mirar la enorme torre y las varias entradas, muchas más que las que había visto en el mundo muggle.

    —Algo así —asintió Draco, mirando también hacia la enorme torre —, según leí alguna vez, es como una ciudad escondida de los muggles, la mantiene la magia, por supuesto, y es completamente segura, no se cruza con ellos en ningún momento.

    —No lo entiendo —negó Harry, mirando hacia Draco una vez más, sus ojos brillaban con ilusión y el escaso sol había por fin logrado que su rostro se sonrojara un poco.

    —Yo creo que no lo sé explicar muy bien… es como el callejón Diagon, está allí, en Londres, pero no figura en los mapas de los muggles, aunque sí usa su espacio.

    —Pensé que era espacio que ellos consideraban abandonado, como San Mungo.

    —Pero aún así figura en sus mapas, como un edificio. Esto es diferente a un edificio, es una ciudad, como el callejón Diagon, que no aparece por ningún lado, pero mucho más grande, es como una burbuja creada en torno a la Torre Eiffel.

    —No me dirás que ésa torre muggle también la hizo un mago.

    —No —negó rápidamente Draco, mirando hacia Harry y sonriendo —, pero creo que los magos se sintieron muy celosos de ella y crearon esto.

    —¿Y por dónde empezaremos?

    —No tengo ni idea —negó Draco, mirando hacia la calle, llena de tiendas, cafés y luego hacia la torre y todas las entradas, que, con letreros en movimiento y de colores llamativos, invitaban a pasar a los magos a ver museos y las mejores vistas de Paris mágico y muggle.

    —Genial —asintió Harry, Draco le dio una mirada confusa —, por lo general sabes qué hacer y a dónde ir, es maravilloso que por una vez te encuentres igual de perdido que yo.

    —Jo, sí, claro, mira tú que gracioso.

    —En el fondo sé que te agrado —se burló Harry, pasando, con una confianza que no se conocía, un brazo sobre el hombro de Draco.
    Draco abrió la boca para replicar, pero el gesto lo sorprendió, giró un poco más el rostro, hacia Potter, y se encontró con su sonrisa franca y sus ojos, aún bajo los lentes, iluminados e ilusionados, y por un instante no supo qué decir.

    —No era para que respondieras… —suspiró Harry, apartándose de él.

    —Tonto —negó Draco, jalándolo un poco más —, claro que me agradas, pero muy en el fondo, y no lo admitiré a nadie ni bajo tortura.
    Harry sonrió un poco más tranquilo e hizo un gesto hacia la calle abarrotada.

    —No creo que terminemos en un solo día.

    —Yo tampoco, así que… ¿qué esperamos? —preguntó Draco, empezando a caminar, Harry lo observó un instante, alejándose, y sonrió, pensando en lo tonto que había sido antes en no notar lo fácil que era divertirse con Malfoy.

    —Espérame —pidió, alcanzándolo antes de que se metiera a la primera tienda turística que había en la calle.

    Luego de entrar a una de las tiendas más grandes de libros y turismo, Harry salió con un chistoso diccionario entre las manos y Malfoy con un gran mapa mágico que le decía en cinco idiomas diferentes, a ser escogidos por el mago que lo usaba, la forma más rápida de llegar a determinado lugar.

    —Por lo menos aprenderás algo de francés —sonrió Draco, observando de reojo el libro de color oscuro que Harry tenía abierto entre las manos.

    Harry asintió y miró hacia las páginas en blanco, no muy seguro aún de cómo funcionaba eso, abrió los ojos un poco más cuando las palabras se formaron con tinta verde:

    —“Je l'espère”(1)

    Repitió lo que el diccionario le dijo, en voz baja y algo avergonzado; Draco soltó una risita, mientras él descubría que se trataba de un diccionario parlante.

    —Así no —rechistó el diccionario, con una voz parecida a la de Hermione cuando estaba enfadada —Je l'espère—se escuchó en voz alta y lenta.

    —Oh… ¿no había uno que no fuera parlante? —protestó Harry, cerrando el libro y metiéndolo en la mochila de mala manera, estuvo seguro de escuchar al diccionario replicar pero no le prestó atención.

    —Así no aprenderás —le reprochó Draco, mientras observaba el mapa.

    —No quiero aprender, te tengo a ti de traductor.

    —Ya decía yo que mi padre tenía razón y para algo útil me serviría aprender tantos idiomas —bufó Draco, negando con la cabeza.

    —¿Cuántos idiomas sabes? —preguntó Harry, curioso, mientras seguía a Draco nuevamente hacia una de las entradas de la Torre Eiffel, allí también había fila para entrar, pero no tan larga como en la de la calle muggle.

    —Varios —Draco se encogió de hombros y levantó una mano para contar: —Inglés…

    —Ese también lo sé yo —interrumpió Harry, sonriendo de manera algo engreída.

    —Y con las justas —se burló Draco, disfrutando la manera en que Potter entrecerraba los ojos, debía admitir que meterse con él sí que era divertido, sobre todo ahora que tenía cada vez más confianza en que no se ofendería —, decía —continuó, aclarándose la garganta y levantando un dedo más: —francés, italiano, español, alemán y algo de ruso… —suspiró mientras avanzaban un poco más en la fila —, el ruso no me gusta tanto… no sé porqué, quizá porque fue el último que intenté aprender.

    —Tal vez porque tu cabeza ya estaba llena de demasiados idiomas —masculló Harry, por qué negarlo, maravillado de la capacidad de Malfoy para hablar varios idiomas.

    Draco soltó una carcajada.

    —Eso no tiene nada que ver, planeaba empezar el año siguiente con el chino y el japonés, ya sabes, negocios por Asia, está de moda.

    —¿Ya no lo estudiarás? —preguntó Harry, mirando hacia una gran familia que estaba a unos metros de ellos, los padres trataban de controlar a los cuatro niños que saltaban de un lado al otro mientras pagaban la entrada.

    —No lo creo —negó Draco, mirando hacia el mapa y luego sacando de su bolsillo la cantidad de dinero que se requería para entrar, era una suerte que aceptaran tanto dinero muggle como mágico, pues no había tenido tiempo de hacer cambios de monedas y sólo tenía dinero muggle.

    —¿Por qué?

    —Ya no tengo tiempo —respondió Draco desinteresadamente, cavilando otra vez en la sentencia de muerte que pesaba sobre él, se sintió enfadado con Potter por recordárselo.

    —¿Eso qué quiere decir? —preguntó Harry, mirando con atención el precio de las entradas para luego anotarlo en la lista que llevaba con la cuenta de lo que le pagaría a Malfoy al volver a Inglaterra.

    Draco le dio una mirada confusa.

    —Qué ya no habrá tiempo —aclaró Harry.

    —Ah… me refiero a que no tengo tiempo, muchas cosas que hacer… cosas de familia —arguyó Draco, no se había dado cuenta de que había soltado ese comentario en voz alta.

    —Si lo quieres estudiar deberías darte tiempo, y si no lo quieres intentar, no lo hagas, seguro que puedes buscar traductores, o que con los que hagas negocios hablen cuanto menos inglés, pero no creo que te sea tan difícil aprenderlo, con tantos idiomas en tu cabeza no debe ser un problema, después de todo.

    Draco sonrió un poco, por lo inocente que le sonaba ese comentario, pero no le respondió nada, pues ya habían llegado a la boletería y tenía que pagar las entradas.

    *O*O*O*



    Subieron por un gran elevador hasta el quinto nivel de la Torre Eiffel mágica, donde había un museo que retrataba la historia de Francia, tanto mágica como muggle, la forma como sus guerras se habían entrecruzado e incluso la manera en qué habían creado la ciudadela mágica.

    Lo que más les gustó a ambos fue la vista de la ciudad, hacia un lado de lo alto de la torre podían ver la ciudadela mágica, un entramado de varias calles con letreros en movimientos y magos y brujas caminando por todos lados, mientras que al otro podían ver la ciudad muggle de Paris, con los campos Elisios, los teatros y museos, era una vista superior a la que podrían haber obtenido de la zona muggle.

    —De todas maneras iremos al lado muggle, no puedes venir a Paris y no subirte allí —anunció Draco, ambos estaban en lo más alto del observatorio, sentados en una banca de madera clara y aparentemente antigua, Harry sonreía y asentía mientras Draco le señalaba los lugares más conocidos de la cuidad muggle.

    —¿Tú ya has venido antes? —preguntó Harry, observando el Mouling Rouge, lugar al que Draco había proclamado en más de una ocasión, estar ansioso por visitar.

    —Claro... unas cuantas veces.

    —Pero no subiste a la torre Eiffel, ni entraste a la ciudadela mágica —rebatió Harry, inclinando el rostro un poco para observar la ciudad.
    Draco hizo un mohín de descontento y negó con la cabeza.

    —No, no lo hice.

    —Pero acabas de decir que...

    —No tenía tiempo para eso, cuando vine fue para acompañar a mi padre a hacer negocios, no de paseo.

    —Ah... —Harry arrugó un poco el ceño y luego giró para encarar a Draco, su sonrisa había desaparecido y parecía algo enfadado, extrañamente empezó a sentirse mal por haber provocado eso, deseó que no dejara de sonreír, se veía muy bien cuando lo hacía.

    —Mi padre... mi familia, mejor dicho, tienen la idea de que los negocios son primero, el tiempo desperdiciado en un viaje de este tipo es oro desperdiciado, y no se refieren al oro que se gasta en esto, sino al oro que se deja de ganar al no usar el tiempo en algo productivo —Draco se encogió de hombros y miró un instante hacia Potter, que lucía francamente sorprendido —, creo que por eso ando en mi etapa de rebeldía, ya te lo había explicado antes...

    —No tiene sentido —Harry suspiró —, lo que hace tu familia —aclaró —, no eres una máquina de generar oro, sino una persona que tiene derecho a hacer lo que se le dé en gana, no son tus dueños.

    Draco soltó una triste carcajada.

    —Lamentablemente, Potter, sí lo son, soy su heredero, el que preservará el apellido, el linaje, la pureza de sangre, la fortuna y no sé cuantas estupideces más.

    —No lo eres —rebatió Harry, dejando de mirar hacia Draco y mirando nuevamente hacia la ciudad muggle —, eres Draco, un tipo algo odioso, pomposo, creído y estresante, pero con el derecho de hacer lo que se le dé en gana, y si eso es recorrer el mundo en auto, acompañado de un perro y secuestrándome... —se encogió de hombros y sonrió un poco al escuchar la carcajada de Draco —, pues qué se le hace, así eres, y si no te aceptan como tal, que se jodan.

    Draco rió mucho más fuerte, incapaz de contestar algo hacia la declaración de Potter.

    —Gracias —dijo finalmente, cuando pudo hablar correctamente, mientras Potter seguía mirando la ciudad —usaré ese argumento la próxima vez que mi padre me moleste con eso.

    Harry soltó una carcajada.

    —Claro, no olvides la parte de odioso, pomposo y estresante.

    —Y creído —agregó Draco, no creyendo que se estaba burlando de sí mismo.

    —¡Cierto!, eso también.

    Almorzaron en un restaurante de la planta alta de la Torre mágica, descubrieron además que en realidad podían pasar desde allí al lado muggle, dentro de la torre, por medio de un pasaje, pero decidieron dejar eso para el día siguiente. Por la tarde se entretuvieron en las tiendas de deportes y los cafés que había en la calle, cuando oscureció abandonaron la zona mágica, sabiendo que debían volver por Tobby.

    Pese a que ya estaba todo oscuro, ambos estuvieron de acuerdo en regresar caminando, la ciudad los invitaba a recorrerla lentamente, apreciando los parques y la construcción de las calles.

    —¡Te lo dije! —gritó Draco, victorioso, mientras abría el paraguas, cuando las primeras gotas de una fina lluvia comenzaron a caer.

    —Eso es porque seguramente leíste el reporte del tiempo —bufó Harry, mirándolo enfadado, mientras sentía como su camiseta comenzaba a empaparse.

    —Vamos, no seas mal perdedor —continuó Draco, pegándose un poco a él para que el paraguas los cubriera a ambos.

    Harry le dio una mirada sorprendida, había pensado que tal vez Malfoy duplicara el paraguas, no que se ofreciera a compartirlo de esa manera tan natural, la confianza entre ellos estaba creciendo a pasos agigantados, ahora era más fácil hablar con él, compartir cosas, y no sólo materiales, sino también confesiones, como cuando Malfoy le había hablado de su familia, algo que Harry jamás había imaginado.

    —Debemos apresurarnos a llegar por Tobby... aunque no hay forma de que lo protejamos de la lluvia —suspiró Harry, imaginando al perro empapado.

    —Oh... pero podemos aparecernos —razonó Draco, mirando hacia la calle y sonriendo —o hacerle un hechizo de secado... ya se nos ocurrirá algo.

    Tobby los recibió con un par de ladridos y su típica meneada de cola, lanzándose sobre ambos, solo que esta vez ellos ya estaban preparados para eso y lo sujetaron con fuerza. Madame Paulette les dijo que Tobby se había portado muy bien y que ya había cenado, tal como ellos le habían pedido, además de haber sido sacado a pasear, junto con otros perros, durante la tarde.

    Cuando salieron de la guardería la lluvia ya había cesado, caminaron con lentitud, hablando de los planes para el día siguiente, hasta su hotel, donde un bus bastante grande estaba estacionado delante, y un gran grupo de chicos y chicas, usando camisetas de mangas cortas y shorts bajaban, haciendo gran alboroto.

    Hubo un par de chicos que se les quedaron mirando con atención, mientras ellos se detenían en la puerta para dejarlos pasar, Draco sonrió con la coquetería que tenía costumbre, mientras Harry se sintió algo incómodo.

    —Y allí va otro admirador tuyo —se burló Draco, en cuanto los chicos pasaron la puerta.

    —Creo que tuyo —negó Harry, jalando un poco más de la correa a Tobby para que se quedara quieto.

    —En verdad esos lentes deben estar dañados, no eres capaz de reconocer un coqueteo ni aunque aparezca con letras luminosas delante tuyo.

    —No es cierto.

    —Vaya que sí lo es, como el chico del restaurante aquel, él que quería que fueras de fiesta con él.

    —En mi defensa diré que no prestaba realmente atención —se defendió Harry.

    —Ya... iré a averiguar lo de los teatros a recepción —dijo Draco, terminando con la conversación.

    —Yo espero aquí —suspiró Harry, acomodándose en uno de los cómodos sillones del vestíbulo y jalando a Tobby para que se sentara junto a él.

    —Luego iremos a cenar —prometió Draco, se moría de hambre, pero debía subir a la habitación a tomar las pociones de la noche, aquella tarde la cabeza le había estado doliendo un poco y no quería enfermarse delante de Potter nuevamente.

    Harry se quedó mirando hacia el grupo de chicos, que iban con un guía turístico que trataba de hacerse escuchar sobre el sonido de sus risas y burlas, mientras entregaba las llaves para acceder a las habitaciones.

    Cuando uno de los chicos que se les había quedando mirando en la entrada pasó por su lado, le sonrió ampliamente.

    —Bonjour —le dijo el chico, Harry sintió sus mejillas enrojecer, pero aún así sonrió un poco y respondió en inglés.

    —Hola.

    En ese momento Tobby se puso en pie y ladró, distrayendo a Harry, que trató de evitar que el perro saltara sobre el turista, cuando miró nuevamente el chico se alejaba ya, mirándolo sobre el hombro y sin dejar de sonreír, Harry tuvo una vista amplia de su perfecta espalda, su trasero apretado en los pantalones cortos y su piel bronceada, su cabello era castaño claro y corto y sus ojos color miel, que contrastaban perfectamente con el tono de su piel.

    —¿Reconsiderando? —preguntó Draco, demasiado cerca de él, lo que hizo que Harry se sobresaltara, lanzándose hacia atrás, Tobby se removió incómodo y el chico, que aún permanecía mirándolo, hizo un pequeño mohín mientras se perdía por las escaleras. Entonces Draco soltó una carcajada.

    —Me asustaste.

    —Lo noté —aceptó Draco, dando la vuelta al sillón —, me preguntó: ¿en qué habrás estado pensando?, que saltaste de esa manera.

    —En nada.

    —Oh, él se decepcionará si lo has estado mirando de esa manera y no has estado pensando en nada.

    —Tonto —bufó Harry, poniéndose en pie y jalando a Tobby, se preguntó si el sonrojo en sus mejillas desparecería algún día.

    —Son neozelandeses, están haciendo un tour por toda Europa en bus y se quedarán aquí por cuatro días —informó Draco, sonriendo hacia Harry y algo divertido por su incomodidad.

    —Vaya... ¿hablaste con el guía turístico? —preguntó Harry, sarcásticamente, mientras entraban al pasillo donde se encontraba su habitación.

    —No, con el de recepción.

    —Pensé que te ponían más los guías turísticos —continuó Harry, soltando a Tobby de la correa y caminando hacia la ventana abierta, las calles se veían aún algo húmedas, pero parecía que la lluvia no volvería.

    —Qué celoso —canturreó Draco, antes de encerrarse en el baño, no alcanzó a ver la mirada interrogante de Potter, mientras cerraba la puerta.

    —No estoy celoso —contestó Harry en voz baja, mientras miraba a Tobby, que se había acurrucado en la esquina en la que había decidido dormir, el perro inclinó la cabeza hacia un lado y Harry casi estuvo seguro que había reproche en esa mirada —No lo estoy —afirmó nuevamente, con más fuerza.

    —¿No estás qué? —preguntó Draco, saliendo en ese momento, Harry giró a mirarlo, parecía mucho más fresco y relajado que antes.

    —Nada, hablaba con Tobby —respondió Harry.

    —Oh, pensé que hablabas pársel, no perruno —comentó Draco.

    Harry inclinó la cabeza hacia un lado, y tardó un poco en darse cuenta de que Malfoy seguía tomándole el pelo, antes de soltar una carcajada.

    —Ya no puedo hablar pársel —dijo cuando se calmó.

    —¿Qué?

    —Ya no lo puedo hablar —contestó Harry —, cuando Voldemort...

    —No tienes que decir su nombre.

    —O tú que temerle —regañó Harry, no creyendo que en verdad Malfoy le temiera al nombre.

    —No le temo, es sólo que es desagradable escucharlo.

    —Como sea, cuando el murió, al parecer perdí el don... es una historia larga y complicada —se encogió de hombros Harry, esperando que en verdad Malfoy no quisiera continuar con sus preguntas.

    —De acuerdo —asintió Draco, percibiendo la incomodidad en Potter —, vayamos a cenar, hoy se me antoja pizza, ¿qué dices?

    —¿Pizza en Paris? ¿Qué acaso eso no es en Italia?

    *O*O*O*



    Draco abrió los ojos, alertado por algún sonido a su derecha, se giró rápidamente, para ver la silueta de Potter, iluminada por la luna, al pie de la ventana, parecía completamente concentrado en la calle. Se puso en pie con lentitud, tratando de no hacerlo sobresaltar y caminó hasta estar a su lado.

    —Lo siento —se excusó Harry, mirando hacia Malfoy un instante, antes de regresar su mirada a la aún iluminada Paris —, no te quise despertar.

    —No importa —bostezó Draco, mirando también hacia la calle, tenían una buena vista desde allí —¿qué hora es?

    —Como media noche, creo...

    —¿Y qué estás haciendo aquí? ¿No podías dormir?

    —Sólo miraba y pensaba un poco —se encogió de hombros Harry —, nunca había pensado que estaría en Paris, la ciudad se ve muy bonita a esta hora.

    —Vaya que sí —asintió Draco, mirando hacia las calles y apoyándose contra la pared.

    —No tienes que acompañarme... si quieres me hecho a dormir de una vez —suspiró Harry, realmente no había querido despertarlo, simplemente apreciar el lugar y pensar un poco, últimamente habían demasiadas cosas dentro de su cabeza, ya no solo la guerra y todas las consecuencias, o su vida después de eso, sino que también cuál sería su futuro, y qué es lo que pasaría cuando al fin regresaran a Inglaterra.

    —No me molesta hacerlo, a menos que quieras... estar solo, si es así no me importaría dejarte y...

    —No, claro que no, sólo pensaba en algunas cosas...

    —¿Te gusta cómo se ve la ciudad? —preguntó Draco, luego de un momento más de silencio.

    —Sí, me hace pensar en todo lo que hay por ver... en todas las cosas que no he hecho aún y que pude no haber hecho si es que... —Harry se encogió de hombros, algo incómodo, la mano de Malfoy sobre su brazo no lo hizo asustarse, sino sentirse reconfortado.

    —Vamos, podemos dar una vuelta —resolvió Draco, apretando un poco más el brazo de Harry antes de soltarlo.

    —¿No crees que es muy tarde?

    —No, además, no quiero caminar —Draco se apartó y caminó hacia el armario, sacando las dos escobas que no habían vuelto a probar desde su pelea, varias semanas atrás, le parecía que aquello había pasado hacía demasiado tiempo, como si se tratase de una vida y realidad diferente.

    —¿Volaremos? —preguntó Harry, recibiendo la escoba de manos de Malfoy.

    —Sí, pero juntos esta vez, ¿qué dices, te apetece?

    Harry miró hacia la escoba y luego hacia el cielo iluminado de Paris y asintió con entusiasmo.

    Ambos se pusieron sus abrigos oscuros y dieron una mirada más a Tobby, el perro permanecía completamente dormido en el lado más alejado de la primera habitación, luego de eso abrieron la ventana y se lanzaron hacia la noche.

    Harry rió a carcajadas, jugando con Draco y haciendo carreras, mientras se elevaban más y más, hasta que tuvieron la ciudad completamente a sus pies, apreciarla de esa manera fue maravilloso, ambos quedaron impresionados de lo imponente e iluminado que era todo. Sobrevolaron por los campos Elisios, sin hablar entre ellos debido al viento que hacía, entonces a Draco se le ocurrió una idea y le hizo señas a Potter para que lo siguiera.

    Harry entrecerró los ojos, algo cegado por las luces de la torre Eiffel, pero aún así no se detuvo, volando detrás de Malfoy y tratando de repetirse que el que el cuerpo de Malfoy se viera de esa manera tan sexy y apetitosa sobre una escoba sólo era una mezcla del efecto de las luces y la abstinencia a la que estaba sometido.

    Draco dio una vuelta completa a la torre, antes de encontrar un lugar dónde poder descender, debajo de las antenas de televisión muggle.

    —¿Seguro que podemos estar aquí? —preguntó Harry, bajando a su lado y desmontando de la escoba, se sujetó con fuerza a él, movido por el viento y temiendo caer.

    Draco no respondió, hizo un hechizo de bloqueo, que apartara el viento de ellos para que estuvieran más cómodos, y se sentó en el piso, con las piernas cruzadas, dejando la escoba a un lado, jaló un poco a Potter para que se sentara junto a él.

    —No creo que esté permitido que dos magos estén aquí a esta hora —aceptó Draco —y seguramente la magia hará que las señales de las antenas se distorsionen un poco, pero a quién le importa, me apetece estar aquí ahora.

    —Claro, el rebelde sin causa —suspiró Harry, mirando hacia el paisaje, si había estado impresionado antes, ahora estaba simplemente anonadado.

    Ambos permanecieron en silencio por mucho rato más, hasta que Harry sacó del bolsillo del abrigo un paquete de cigarros, encendiendo uno y ofreciéndole a Malfoy, que asintió y encendió el suyo.

    —Gracias —dijo entonces Harry, hablando con la voz más calmada que Draco le había escuchado alguna vez —, ya te lo he dicho antes, pero no de la manera adecuada —agregó, sonriendo tímidamente hacia Malfoy, que lo miraba de manera extrañada. Y Harry lo decía sinceramente pues, sentado allí, apreciando Paris de noche y teniendo una nueva perspectiva del mundo, se dio cuenta de cuánto le debía a Draco, de que no le bastaría la vida para agradecerle por lo que había hecho por él.

    —Ya te dije que no es nada —negó Draco, mirando hacia Potter y sintiendo algo cálido en el pecho, apreciándolo: el sonrojo en sus mejillas, el brillo en sus ojos, ahora parecía una persona llena de vida, era un cambio que había notado desde antes de partir de Ostende y que le complacía apreciar, era una señal de que al final no lo había hecho tan mal, que al final sí podría estar tranquilo por él cuando llegara el momento.

    —Sí que lo es —replicó Harry —, salvaste mi vida, Malfoy, más de una vez, y nunca terminaré de agradecértelo.

    Draco sonrió un poco y le dio una calada más al cigarro, apreciando las luces que se perdían hasta el horizonte.

    —Ya sabes qué es lo que quiero a cambio, Potter —le dijo Draco, luego de un momento más —, simplemente que aprecies lo que tienes, que no dejes que las cosas malas se sobrepongan a las buenas —agregó, recordando una de las frases que Potter le había dado un tiempo atrás, cuando había tenido una crisis.

    —Sobre eso... —Harry se removió algo incómodo y finalmente estiró las piernas, adelantándose un poco —yo quisiera contarte...

    —No tienes que hacerlo, es decir, prometí que no tenías que abrir tu alma y todo eso... —interrumpió Draco.

    —No, no tengo que hacerlo, efectivamente, pero quiero hacerlo. —Admitió Harry, volteando a mirarlo un instante, antes de volver a mirar la ciudad —Yo creo que nunca he hablado con nadie sobre la guerra, sobre lo que me pasó a mí o a mis amigos durante ese tiempo, ni siquiera toqué el tema alguna vez con ellos, los rehuía cuando querían hablarlo… Duró casi un año... sé que debes estar más o menos al tanto de todo, pero nadie sabe todo lo que fue eso...

    Draco se mordió el labio inferior y asintió, posando una mano sobre el hombro de Potter y apretándolo con suavidad, dándole ánimos para continuar.

    —Aunque una vez que la guerra se desató, eso duró más o menos un año, nosotros ya peleábamos desde antes, desde que estaba en cuarto año y él volvió, planeando cómo detenerlo... la profecía de la que tanto se habló durante ese tiempo era cierta, uno de los dos tenía que morir a manos del otro, y hasta que eso no pasara, ninguno podría vivir —empezó a narrar Harry, con voz baja y calmada, apoyándose en una de las columnas, sin mirar a Malfoy —, así que por mucho tiempo pensé que una sentencia de muerte pesaba sobre mí. Luego de que Sirius, mi padrino, muriera en el Ministerio, las cosas se pusieron peores, yo sabía que en el fondo era mi culpa, que pude haber actuado de manera más prudente... pero la desesperación me llevó a buscarlo y tratar de salvarlo, para darme cuenta de que todo era una trampa.

    —Cuando Sirius murió, la culpa no me dejó vivir por mucho tiempo, pero luego, en el sexto año, cuando Voldemort te tenía amenazado y las cosas se pusieron peores, relegué esa culpa lejos, tratando de concentrarme en lo que verdaderamente importaba, en destruirlo antes de que él alcanzara su máximo poder. Dumbledore murió poco después de que tú te marcharás, debes haber escuchado la historia de Snape poniendo punto final a su vida, aunque en realidad al final me enteré de que él no nos había traicionado, sino seguido instrucciones claras del director. —Harry suspiró y Draco le apretó un poco más el hombro, dándole confianza para que continuara

    —Pasamos mucho tiempo escapando de los cazadores de hijos de muggles y de los mortífagos, temiendo por nuestras vidas y por nuestra seguridad, Voldemort había hecho algo... prometí no contar mucho sobre esto, simplemente diré que había encontrado la forma de repartir su alma, de tal manera que no muriera, aunque el precio era regresar en ese espectro en el que se convirtió —Harry negó con la cabeza y sonrió al recibir el cigarro encendido de manos de Draco.

    —En fin... cuando logramos destruir todo lo que hacía que él no pudiera morir, la guerra se hizo mucho más agresiva... Nos refugiamos en Hogwarts, donde estaba la última de esas cosas que lo hacían inmortal. Tras un día entero de batalla los mortífagos hicieron un fuerte delante de la escuela, y nosotros quedamos sitiados en Hogwarts, junto a todos los que nos querían ayudar, los miembros de la orden, los alumnos que estaban de nuestro lado... había mucha gente, pero también había mucha gente de parte de los mortífagos fuera, esperando para acabar con nosotros…

    —Escuché sobre eso, fue el final de la guerra, pero duró bastante... —intervino Draco, recordando las cartas en las que sus amigos le relataban como todos vivían a sobresaltos, esperando que finalmente las cosas se decidieran.

    —Doce días exactamente —masculló Harry —, para ese entonces yo ya había tenido ciertas dudas, ¿sabes?, y no me refiero a sobre la guerra, sino a sobre mi sexualidad, había estado tonteando con Cho en quinto año, pero en sexto año todo se volvió complicado y no lo pensé mucho, durante el tiempo que vivimos escapando tampoco tuve tiempo de cuestionármelo, pero una vez encerrados en Hogwarts, con la perspectiva de morir en cualquier momento, empecé a cuestionarme sobre todo lo que no podría hacer... tener una familia, una novia, o novio, o sexo... —Harry soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza —, parece ridículo que alguien piense en esas cosas cuando está a punto de morir.

    —No lo creo —negó Draco, comprendiendo a Potter perfectamente.

    —Habían largos periodos en los que nada pasaba, en que el silencio y la quietud eran demasiado tensos, pensaba que me podría volver loco en cualquier momento, tenía tantas cosas enredadas... entonces Seamus, ¿te acuerdas de él?

    —Sí, claro, Gryffindor, ¿qué pasó con él? No he sabido nada de él en mucho tiempo.

    —Murió. —Draco no supo qué responder a eso; Harry cerró los ojos un instante, recordando al fin su rostro, por mucho tiempo no había podido hacerlo y se sentía muy culpable por ello —. Fue durante la batalla, él y Dean al parecer tenían algo juntos... aunque no lo supe hasta que fue tarde, él había estado siempre cerca de nosotros y durante la estancia en Hogwarts no fue la excepción, yo sabía que él era gay, y dos noches antes de que todo terminara, tomé el valor que requería y le insinué lo que quería, sin darme cuenta de pronto estábamos encerrados en uno de los dormitorios vacíos, los de primer año se habían ido ya a casa y había mucho espacio... Te imaginas ya lo que pasó.

    —Oh... ¿entonces tú y él...?

    Harry sonrió un poco.

    —Sí... fue muy amable conmigo —comentó, sonrojándose un poco ante el recuerdo de esa primera vez, lleno de nervios y ansiedad, la forma como habían estado juntos por horas, como había explorado su cuerpo, como lo había tocado y se había dejado tocar ... —, Dean se enteró al día siguiente, yo no sabía que tenían algo, Seamus dijo que habían estado peleados por días y que lo quería, pero que también le gustaba yo, y mucho, que no me preocupara, que luego de que todo terminara las cosas se arreglarían... Dean nunca se perdonó todo lo que le dijo esa mañana, cuando se enteró de lo que había pasado... aún no me habla, y no creo que lo haga nunca más, y no lo puedo culpar.

    —Esa mañana la batalla final estalló, y aunque fueron más de veinticuatro horas de lucha, todo pasó muy rápido, los perdí de vista y no los volví a ver ni a saber nada de ellos... ni siquiera me preocupé por Seamus hasta que todo terminó... —Harry suspiró, negando con la cabeza —, me estoy enredando, lo siento... Fue así: Voldemort dijo que la forma en que todo terminaría sería si es que yo me entregaba, luego de tantas horas... de ver a uno de los gemelos Weasley, y a otros chicos cuyos nombres ni siquiera conocía, morir, de ver a mis amigos: Ron y Hermione, batallando y cerca de la muerte en más de una ocasión, no pude más y salí del Castillo a escondidas, dispuesto a entregarme, claro que se necesita mucho para engañar a mis amigos... —Harry negó con la cabeza y sin darse cuenta se apoyó un poco en el cuerpo de Malfoy, que lo envolvió con su brazo, haciéndolo sentirse reconfortado.

    —…cuando llegué hasta él, quiso matarme, pero no pudo... es algo extraño y enredado, y al igual que antes, no hay mucho que pueda decir al respecto, sólo que luego de lanzarme un AvadaKedabra, ambos caímos al piso, los mortífagos se preocuparon mucho por él, lo que los hizo descuidar la vigilancia, cuando se puso en pie yo también lo hice, sentía que me moría de dolor, y por su expresión, él tampoco se sentía muy bien, luego fue todo confuso, él levantó la varita, y quiso repetir la maldición asesina, pero Neville, Ron y Hermione se habían colado cerca de mí y lanzaron mi varita, la que había dejado antes de salir del Castillo, entonces simplemente reaccioné por instinto: él lanzó un AvadaKedabra y yo un protego. Quisiera decir que recuerdo algo más, la forma como su cuerpo cayó o como es que finalmente murió, pero no es así, cuando desperté estaba en la enfermería, habían pasado tres días y la paz se estaba al fin instaurado.

    —Nadie sabe realmente qué pasó durante esa batalla —relató Draco, recordando hechos que no había meditado desde hacía muchos años —, sólo que el Lord perdió y que los mortífagos crearon un gran alboroto tratando de escapar.

    —Mentiría si dijera que recuerdo exactamente cómo es que la guerra terminó…

    —Hay cosas que son mejor no recordar…

    —Si… es cierto. —aceptó Harry, suspirando cansadamente —. Durante el tiempo que estuve inconsciente vi muchas cosas, soñé con el director y con mis padres, con Sirius y con Remus, cuando desperté estaba seguro de que Remus había muerto porque lo soñé junto a todos los que ya habían partido... Fue muy difícil para mis amigos contarme las cosas que habían pasado por esos días, darme la lista de los que habían muerto, sabían lo que había pasado entre Seamus y yo porque Dean hizo un gran alboroto, y temían por mí al enterarme de la muerte de quien fuera mi amante... Sé que ellos quisieron entenderme, consolarme, pero no encontraron la forma… o tal vez yo no dejé que se acercaran a mí lo suficiente para hacerlo. Murieron sesenta y dos personas: cuarenta eran alumnos de Hogwarts, tres eran profesores, cuatro eran padres de alumnos que se habían quedado en Hogwarts y que no pertenecían a la orden pero querían ayudar, y quince eran miembros de la orden del Fénix —Harry encendió un cigarro más, varias de las luces de la ciudad se fueron apagando, pero aún así todo se veía bastante hermoso.

    —Lo lamento mucho, sé que no estuve allí, y no hay forma de que entienda, pero, realmente lamento que hayas tenido que pasar por eso —dijo Draco, sin saber qué más decir.

    —Hermione había hecho una lista —continuó Harry, sin mirar a Draco —, yo la leí tantas veces, ubicando los rostros de los que conocía, intentando recordarlos... hasta ahora me sé la relación de nombres completa, tal como Hermione la hizo...

    Draco negó con la cabeza lentamente, aunque sabía que Harry probablemente no lo vería; luego de un instante más, Harry continuó:

    —Desde cuarto año, cuando él volvió, empecé a tomar esporádicamente las pociones para dormir sin sueños, sólo algunas veces, nunca pensé que fuera un gran problema, la verdad, y nunca había sentido la necesidad real de tener que tomarlas, pero, cuando la guerra terminó, luego de despertar tras estar inconsciente, me habitué más a ellas, sin embargo, en las mañanas despertaba cada vez más adormecido, y tampoco era muy recomendable porque los demás se podrían dar cuenta, así que descubrí pociones estimulantes, que me ayudaban a despertar por completo... durante semanas nadie se preocupó por mí o lo que me pasara, todos estaban ocupados enterrando a los caídos, atrapando mortífagos y tratando de recomponer el mundo... Cuando los Weasley descubrieron mi adicción tuvieron una dura conversación conmigo... Bill y Fleur me dieron a Layca, ya te conté sobre ella —Draco asintió, comprensivamente —al principio fue duro y difícil, pero intentaba mejorar, aunque en las noches, cuando trataba de dormir, podía ver los rostros de los que habían muerto, de Seamus, recordar la pelea entre él y Dean... sus palabras... lo último que Remus me había dicho, o la última broma que Fred le gastó a Ron…. pero lo seguí intentando, aunque a veces no me contenía y tomaba una poción para dormir.

    —Me mudé a la casa de mi padrino, pese a que todos decían que no estaba preparado para vivir solo, tenía mi vida ahora y quería hacer lo que se me diera en gana con ella; comencé a salir en las noches, y quisiera decir que simplemente conocí a la gente equivocada, pero lo cierto es que yo estaba buscando eso... no me podía sentir libre o feliz sabiendo que había sobrevivido en una batalla que era enteramente mía, cuando en realidad muchos que no debían siquiera haber estado allí, habían muerto. Mis amigos y los Weasley pensaron que estaba mejorando, pero no era así... no del todo, había días en que no salía de la cama, no tenía fuerzas para hacerlo, y otros en que me perdía con chicos que apenas conocía, probando drogas y cosas extrañas... pese a eso logré ponerme a estudiar... y verdaderamente mejoré mucho, los estudios eran exigentes y abarcaban mucho de mi tiempo —Harry se removió un poco, y Draco lo abrazó con más fuerza, quiso preguntarle qué había estado estudiando, pero se contuvo, por no interrumpirlo, no ahora que parecía estar limpiando su alma de esa manera —, por un tiempo logré tener controladas las adicciones, tanto a las sustancias mágicas como a las muggles, ya sabes, sólo los fines de semana, o cuando no tenía clases, pero luego... simplemente los recuerdos lograron ganarle a la parte cuerda de mí, y cada vez era más difícil apartarlos, hasta que Layca murió. Entonces Ron y Hermione me internaron en esa clínica muggle, lo que ellos nunca supieron fue que allí era bastante fácil conseguir drogas, estuve unos meses internado, hasta que los convencí de que estaba bien, cuando salí las cosas fueron más peliagudas, intenté, ¡en verdad que sí!, pero ya estaba enganchado con las drogas muggles y traté de aparentar una sanidad que no existía, hasta que las cosas se salieron completamente de control...

    —Entonces ellos empezaron a tomar medidas mucho más fuertes, me quitaron una de las cámaras de Gringotts, me vigilaban y discutían conmigo todo el tiempo... eso solo logró hacer que mis deseos de hacer lo que se me viniera en gana crecieran... Estaba enfermo, mucho, hice cosas que no quiero siquiera recordar... me porté tan mal con ellos que habían estado todo el tiempo a mi lado, sin obligación alguna, ayudándome... pese a que muchas veces su vida había estado en juego... después de más de un año logré escapar; les robé, huí, vacié una de mis cámaras y no los volví a ver... Mentiría si te dijera que sé qué fue lo que pasó en ese tiempo, hasta que nos encontramos tú y yo, hay muchas cosas que no recuerdo, mi memoria está en blanco, y pienso que es mejor no recordarlo, que sólo me haría daño... Tampoco sé qué es lo que haré al volver a casa, tal vez retomar los estudios, o simplemente buscar un trabajo... —Harry agachó la cabeza, el cielo iba aclarándose ya un poco y se dio cuenta recién de que había estado hablando durante casi toda la noche.

    —Puedes hacer lo que quieras al volver a casa, eso es lo bueno, que estás a salvo ahora, que por fin has retomado tu vida, la tienes, es toda tuya, para hacer lo que quieras, estudiar, trabajar, vivir de tu fama... es tu decisión, por lo que peleaste durante la guerra, por esta oportunidad que ahora no rechazarás ni mal utilizarás —le dijo Draco con voz suave, con una mano le levantó el rostro, entonces se dio cuenta de que sus ojos estaban rojos, y sus mejillas húmedas, Potter seguramente había estado derramando lágrimas durante partes de su relato.

    —Esta oportunidad te la debo a ti —aceptó Harry, mirando hacia Draco y extrañamente, no sintiéndose avergonzado por mostrarse así de débil delante de él, el toque de sus dedos sobre su rostro era reconfortante y cariñoso, todo se sentía de una manera adecuada y correcta con él, y antes de meditar en lo que hacía, se inclinó hacia delante, buscando sus labios, pero estos le fueron negados.

    Draco abrió un poco más los ojos, sorprendido por la acción de Potter, y antes de que algo más pasara, se adelantó y presionó más su rostro, deteniéndolo, y dejó un beso sobre su frente. Entendía a Potter, seguramente se sentía vulnerable, pero no podía permitir que las cosas se enredaran de esa manera, Potter ya había perdido un amante, y muchos amigos en el camino, lo peor que le podía pasar ahora sería que se encariñara y que luego supiera que no tenían ya mucho tiempo para estar juntos. Mientras presionaba sus labios sobre la frente de Potter lo sintió estremecerse, y se sintió mucho más triste, porque el tiempo era tirano y no le daría tregua, en unos meses más, en muy pocos, él ya no estaría allí para abrazarlo y reconfortarlo, para acompañarlo a pasear a Tobby, ni siquiera para compartir una pizza en un restaurante perdido de Paris.

    Harry cerró los ojos y se sujetó de Malfoy, suspirando quedamente, maldiciéndose por casi haber arruinado todo, por supuesto que Malfoy no pensaba en él de esa manera, simplemente era su obra de caridad, quizá su amigo, pero nada más, y lo debía tener claro. Lo que sentía por él no era más que una respuesta lógica al tiempo de abstinencia y al cariño que se siente por alguien que te ha salvado... Malfoy era guapo, por supuesto, pero eso no implicaba que estuviera disponible, no para él al menos.

    —Gracias, Harry —masculló Draco, su corazón latía con fuerza y tenía un nudo en la garganta, hubiera querido estrechar a Harry entre sus brazos, corresponder al beso y acariciarlo, hacerle sentirse amado y querido, reconfortado, pero no podía, y se odiaba mucho por ello —, por la confianza —agregó, mirando a los ojos a Harry.

    Harry sonrió hacia él y luego se giró hacia un lado, sin apartarse de él, ambos apoyados el uno en el otro, vieron como el sol salía y el cielo terminaba de clarearse, dando paso a la mañana.

    *O*O*O*




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    Notas de la autora:

    1: Je l'espère: Eso espero en francés.
     
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    ooo por glob, este capitulo me ha fascinado no esperaba el cambio en la guerra mágica
    y sinduda lo de harry y seamus me sorprendió pero supongo que esparte de la historia
    asi que como siempre espero ansiosamente los próximos capitulo bye bye
     
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  6. Kari Tatsumi
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    Holas, queria pedirles mil disculpas por la demora en subir los capitulos pero con la sobrecarga laboral de fin de año casi no me doy tiempo de subirlos, asi que como me quiero hacer perdonar hoy subo 2 capis de este fic y anunciarles que el proximo año empiezo a subir una de las sagas mas conocidas del HP slash en español, hablo de la saga de "Ojos Grises" de Crazyfantasia, quien lindamente me dio el permiso de subirlo, es una saga AU sin magia muy bella, estoy segura que les gustara. Asi que ya no les fastidio más y les dejo los capis 12 y 13 de "Un viaje hacia la vida" de la grandiosa Zafy.




    CAPÍTULO 12



    Durmieron toda la mañana, habían llevado a Tobby a la guardería al volver de su paseo y habían regresado al hotel a descansar, ambos se sentían agotados y un extraño silencio se había instalado entre ellos. Draco se sentía demasiado abrumado por la confesión de Potter, no había esperado que su relación llegara a ese punto, además estaba el otro asunto: Potter le gustaba, no lo había notado hasta esa madrugada, en que él se había mostrado tan abierto, cuando había querido retribuir al beso, cuando había querido abrazarlo y amarlo... Se dio una vuelta más en la cama, sabía que era cerca del medio día, pero no se animaba a ponerse en pie, y menos en hacer algo que despertara a su compañero de cuarto, había sido una noche muy intensa y lo correcto era dejarlo descansar.

    Por su lado, Harry permanecía con las sábanas cubriéndole la cabeza, con los ojos cerrados y obligándose a seguir durmiendo, a no pensar en Draco, a sólo unos metros de él, vistiendo sólo su delgado pijama. Sabía que sus deseos eran inapropiados, Malfoy se había portado muy bien con él, lo había rescatado, ayudado y cuidado, pese a todo no había tratado de librarse de él, al contrario, incluso había aceptado agregar a Tobby a su viaje, y el querer acostarse con él no era la forma correcta de pagar aquello. Tal vez el chico tenía razón y debía tratar de salir un poco más, ese chico, aquel turista que lo había saludado en el lobby, se veía bastante interesado, y era guapo, seguramente que Malfoy lo animaría a que le hablara e incluso le daría dinero para que salieran.

    —Ya son las dos de la tarde —dijo Draco, mucho rato después, cuando notó que Potter estaba despierto, le causó gracia que ambos hayan estado tratando de respetar el sueño del otro.

    —¿Las dos ya? —preguntó Harry, sentándose y mirando hacia Malfoy, que estaba sobre la cama, algo despeinado y luciendo más descansado.

    —Tengo hambre, no desayunamos, creo que sería buena idea almorzar algo...

    —Primero una ducha —pidió Harry, poniéndose en pie.

    —Claro, primero una ducha. ¿A dónde te apetece ir?

    —¿Al baño? —preguntó Harry, jalando la ropa que usaría ese día.

    —Bobo —replicó Draco, negando con la cabeza —, me refiero a almorzar.

    —No es mi culpa que no preguntes adecuadamente.

    Draco entrecerró los ojos y Harry sonrió ampliamente, antes de cerrar la puerta del baño.

    *O*O*O*



    No fue hasta que se sentaron en el comedor del hotel que ambos notaron lo hambrientos que estaban, devoraron todo lo que les sirvieron en silencio, apenas haciendo algún asentimiento o comentario acerca de lo rica que estaba la comida. Para el postre Draco pidió una tartaleta y Harry un pastel de chocolate, y no les pareció extraño intercambiar platos a la mitad.

    En cuanto salieron del hotel pudieron ver nuevamente el autobús de turistas de la noche anterior, el chico que había saludado a Harry antes pasó al lado de ellos y le sonrió ampliamente; Harry, algo sonrojado, retribuyó a la sonrisa, antes de alejarse junto a Draco por la avenida.

    —Tal vez deberías quedar con ese chico alguna noche —comentó Draco, una vez estuvieron ambos en el taxi que los llevaría a los campos Elíseos, habían decidido dejar el resto del tour por Paris mágico para el día siguiente, cuando dispusieran del día completo.

    —Quizá lo haga —se encogió de hombros Harry, algo dolido de que Draco le hiciera esa recomendación.

    —¿En serio? —preguntó Draco, francamente sorprendido, una cosa era imaginar que Potter ligara con alguien más y otra era escucharlo decir que estaba dispuesto a hacerlo; pese a eso se obligó a sonreír y a tratar de animarlo.

    —No lo sé —suspiró Harry, mirando hacia la calle, poco interesado en el tema.

    —Si lo que necesitas es dinero...

    —No necesito tu dinero —interrumpió Harry, bruscamente, girándose para ver a Draco, que tenía una expresión sorprendida.

    Draco, no queriendo volver a las discusiones de antes, se encogió de hombros, quitándole importancia al asunto.

    —Me lo podrás devolver luego, cuando regresemos a Inglaterra, después de todo, no es tu culpa que te haya sacado de allí sin pensar en que tal vez necesitarías algo de dinero.

    —Lo siento —masculló Harry, mirando hacia la ventanilla nuevamente —, no es tu culpa cruzarte conmigo cuando andaba medio... loco.

    —Ya.

    —Además, había pensado que tal vez lo podría invitar a la habitación, digo, si es que no te molesta. No sé si es que su habitación será adecuada y no me animo a salir a ningún lado, ya sabes que los bares y eso no son para mí y...

    —Pero podrías tomar una cerveza sin alcohol —animó Draco —, no saben mal y después de todo... no tienes que estar pegado a mí para siempre, puedes salir por tu lado de vez en cuando —agregó, recordando las palabras del medimago Marton.

    —Ah… claro —aceptó Harry, algo dolido, no imaginaba qué haría al volver a casa, o cuándo sería eso, pero se le hacía extraño imaginar una realidad en la que él y Malfoy no estuvieran juntos, como ahora. Tal vez era eso, se había acostumbrado a estar con él y por eso sentía todas esas cosas extrañas.

    —Vamos, ¿por qué no le hablas?, tal vez él te proponga ir a su habitación.

    —Cierto —Harry se encogió de hombros, y a pesar de que ambos sonreían, se encontraban perdidos en sus pensamientos y sentimientos.

    Llegaron hasta la entrada de los Campos Elíseos y el taxista intercambió un par de palabras en francés con Draco, mientras éste le pagaba la tarifa.

    —Deberíamos tomar fotos —sugirió entonces Draco, mirando hacia los grupos de turistas que sonreían para las cámaras.

    —¿Fotos?

    —¡Claro! —Draco sonrió un poco más —Allí hay una tienda, seguro que tienen alguna cámara.

    —Pero no será una mágica.

    —Oh, es cierto, pero no importa, es decir, qué más da si es o no mágica, estoy seguro que nos permitirá tomar fotografías de todas maneras.

    Harry torció el gesto, pero aún así lo siguió hacia la tienda, en el interior había un montón de televisores, reproductores de DVD y equipos de sonido. Se quedó a un lado, mientras escuchaba a Draco hablar en francés con uno de los encargados, hasta que escogió una cámara de fotos, parpadeó sorprendido cuando una luz lo cegó por un instante, mientras Draco soltaba una carcajada divertida.

    —Me dejarás ciego.

    —Más ciego querrás decir —se burló Draco, mientras manipulaba la cámara y le enseñaba en la pantalla la imagen que había capturado, Harry no pudo evitar soltar también una carcajada al ver su expresión sorprendida.

    —Tendrás que entregarme esa fotografía —regañó Harry, mientras ambos regresaban a la calle, rumbo a los campos Elíseos.

    —Por supuesto, te daré todas las fotografías, así recordarás esto.

    —No me gustan mucho las fotografías, ¿sabes?

    —Ya lo sé... pero esto es diferente, yo pienso que la estamos pasando bien —explicó Draco, mientras Harry le quitaba la cámara de las manos.

    —Sí, eso es cierto, tal vez tengas razón, estas fotografías serán diferentes —asintió Harry, antes de disparar la cámara hacia Draco.

    —Esa luz podría cegar a alguien —refunfuñó Draco, frotándose los ojos y empezando a sentir un pequeño dolor de cabeza en la sien. Se maldijo por su debilidad, pero no la demostró, arrebatándole la cámara a Harry.

    —¡Qué engreído!

    Draco rió nuevamente, y ambos entraron al fin a los Campos Elíseos. Se pasaron el resto de la tarde tomando fotografías y riendo, conversando de cosas triviales y simplemente disfrutando de la tarde, consiguieron que una pareja de ancianos les tomara una fotografía juntos, a cambio de que ellos también le tomaran una a la pareja.

    Cuando volvieron al hotel ya estaba oscureciendo y sabían que estaban con el tiempo justo para llegar a la función de Mouling Rouge, cuyas entradas Draco había conseguido antes de salir de hotel.

    —¿Qué tal si bajas y le pides al recepcionista que nos consiga un taxi? Ya estamos realmente tarde —pidió Draco, cuando Harry estuvo ya vestido para salir.

    —Claro —Harry asintió y luego de despedirse de Tobby, salió hacia el lobby. Draco lo observó marcharse y entonces dejó de sonreír, apretándose la frente con fuerza y sentándose sobre la cama, lo sobresaltó el sentir sobre las piernas un empujón, pero se dio cuenta que se trataba de Tobby, que había llegado hasta su lado y había recostado la cabeza sobre sus rodillas.

    —Hey —saludó, palmeándole la cabeza y empezando a sentirse un poco mejor, aunque la sensación de tristeza que se había instalado en su pecho desde la noche anterior no se iba.

    Se obligó a tomar las pociones para la noche y para evitar los dolores de cabeza, cada día las cantidades que tomaba iban en aumento, y aún así había momentos en que no podía dejar de sentirse enfermo, al menos Potter no lo notaba y eso era bueno.

    Bajó por el ascensor, arreglando su chaqueta oscura en el camino, y cuando las puertas se abrieron en el primer piso, algo se apretó en su pecho, mientras observaba a Potter junto a ese chico en uno de los sofás del lobby y conversando animadamente. Se quedó quieto, recordándose que era lo correcto, dejar que Potter se recuperara por completo, que interactuara por iniciativa propia con otras personas, que riera de la manera en que reía con ese chico...

    Harry observó a Draco desde el otro lado de la sala y levantó una mano, llamando su atención, mientras el turista, se ponía en pie.

    —Aquí estás —saludó Draco, ensayando una de sus mejores sonrisas y alcanzándolos.

    —Sí, Draco, este es Jack —presentó Harry rápidamente.

    —¿Draco? Qué curioso nombre.

    —Lo sé —saludó Draco, apretando su mano y mirándolo a los ojos, si hubiera tenido un poco más de tiempo hubiera practicado con él legeremancia, para ver qué clase de persona era.

    —Justo Jack me estaba contando que ayer estuvieron en el Mouling Rouge, y que es un show fantástico —continuó Harry, mirando hacia Draco.

    —Y lo es, se divertirán un montón —animó Jack.

    —Eso espero, pero debemos irnos ahora mismo si es que queremos llegar a tiempo.

    —Claro, un gusto, Draco, nos vemos mañana, Harry —se despidió Jack, dándole un apretón de manos a cada uno.

    —He pedido el taxi, está en la puerta esperándonos —se apresuró a explicar Harry en cuanto el chico, sonriendo y mirándolo sobre el hombro, se alejó.

    —Genial.

    Ambos se metieron en el taxi y estuvieron callados por un momento, mientras avanzaban por las abarrotadas calles de Paris, hasta que Harry se animó a hablar:

    —He quedado con él mañana.

    —Lo he notado. ¿A qué hora?

    —A las ocho, me comentó que debe levantarse temprano, pues recorrerán algunos museos mañana en la mañana, y al día siguiente partirá a un tour que se llama la Ruta de los castillos de Francia; empezarán con el Palacio de Versalles, seguirán con "Francia en Miniatura", allí se quedaran a dormir y luego irán al Castillo de Malmaison, parece agradable...

    —Claro... conozco la historia, esos castillos están llenos de fantasmas —explicó Draco, poco interesado en realidad en el plan turístico de Jack.

    —Me ha dicho que su grupo saldrá de fiesta mañana en la noche, pero que a él no se le antoja, que podemos tomar algo en el bar del hotel y luego... —Harry se mordió el labio, interrumpiéndose.

    —¿Es decir que directo al punto?

    —Más o menos, no tan practico como lo haces sonar, pero sí, es lo que ha insinuado: que quiere pasar la noche conmigo… o parte de la noche al menos.

    —Pero eso está bien, es decir, eres consciente de que parten en un par de días y nosotros también, no creo que hacia el mismo sitio.

    —Por supuesto, pero me ha dicho que podemos ir en su Tour, tú y yo — aclaró ante la mirada escéptica de Draco —, que hay sitio de sobra y que si pagamos la tarifa, el guía no tendrá problemas en agregarnos, por lo menos para ese paseo, ya en Madrid unas chicas subieron a unos chicos.

    —Ah...

    —Pero no le he dicho que sí, le he comentado que tenemos a Tobby, el cual le parece amenazador, dicho sea de paso, y que estamos en auto...

    —¿Tú quieres hacer el tour? —preguntó Draco, sin mirarlo a la cara y fingiendo que el paisaje se le hacía interesante.

    —No lo sé... He hablado un poco con él y parece interesante, pero no quiero obligarte a...

    —Podrías ir solo —le interrumpió Draco, no creyendo lo que decía —, es decir, si tú quieres, yo me quedo cuidando a Tobby y tú puedes ir y volver al día siguiente...

    —Pero...

    —Deja de preocuparte por el dinero, ya te he dicho que está hecho para gastarse, ¿y qué mejor que de esta manera?, además, lo puedes agregar a tu lista de préstamos, cuando regresemos a casa me lo podrás devolver.

    —¿De verdad dejarás que te pague?

    —¿Por qué no?

    —No lo sé... ya me has dicho que sí, pero te conozco y... —Harry se interrumpió, ¿realmente conocía a Malfoy?

    —Si me conoces tanto, sabrás que no dejo de cumplir mis promesas, y te prometo que te dejaré pagarme cuando volvamos a casa.

    Harry asintió lentamente, mientras el vehículo se detenía delante de lo que definitivamente era el Mouling Rouge.

    —Vaya... —exclamó Draco, mirando hacia el enorme teatro, habían pasado de día por allí, pero nunca de noche, con la gente entrando y las luces encendidas.

    —Se ve muy interesante.

    —Ya lo creo… vamos, tenemos el tiempo justo para entrar —lo apuró Draco, jalándolo de un brazo, por un instante pensó en que Potter protestaría, como había hecho antes, pero eso no ocurrió, el chico se dejaba llevar de su brazo sin ningún problema.

    Draco había comprado las entradas que incluían cena y una botella de champagne, un acomodador los llevó hasta su mesa, bastante cerca del escenario y les dijo que la cena se serviría en unos minutos, antes de que el show iniciara. Harry se pidió una botella de agua mineral, ya que no era recomendable que tomara champagne, pero animó a Draco a que bebiera, después de todo él había pagado las entradas.

    La cena era bastante reducida y Draco, algo nervioso por los sentimientos hacia Potter, bebió un par de copas de champagne antes de que el telón se levantara. Luego de que una voz en off les advirtiera que apagaran los teléfonos móviles y que no podían tomar fotos, el espectáculo inició.

    Draco continuó bebiendo lentamente, mientras junto a Potter disfrutaba del espectáculo, fascinado y maravillado por la cantidad de luces, por las canciones y la música.

    Estaban sentados uno junto al otro y Harry podía percibir, en esa oscuridad, la presencia de Malfoy perfectamente, sus brazos se rozaban ocasionalmente y en algunos momentos ambos volteaban a mirarse, sonrientes y contentos por lo que estaban viendo. Aquello sólo logró confundir más a Harry, que no dejaba de darle vueltas a los sentimientos que tenía hacia Malfoy. Era guapo, no podía negarlo, aún bajo las tenues luces podía ver su perfil aristocrático y la forma como su cabello largo le caía de manera desordenada sobre los hombros, había crecido un buen tanto desde que se cruzaron en la carretera y Harry se preguntaba si es que acaso se lo pensaba cortar, si Malfoy le preguntaba, le pediría que no lo hiciera, pues le daba un aspecto desenfadado y relajado que iba muy bien con él.

    Draco empezó a sentirse algo mareado a mitad del segundo acto, pese a eso no se quiso mover de su sitio para buscar ningún baño donde beber su poción, pues la idea de seguir junto a Potter, en medio de esa oscuridad, se sentía bastante bien. Culpó al exceso de alcohol, a la oscuridad y a las semanas de abstinencia que tenía, por la forma en que su cuerpo reaccionaba a la cercanía de él, sin embargo, algo muy diferente al deseo se agitaba en su pecho cuando lo veía sonreír y aplaudir de esa manera, cuando lo miraba y sus ojos brillaban, maravillados y, estaba casi seguro, agradecido, por el show que estaban viendo.

    Un par de horas después, todos se pusieron en pie, aplaudiendo al elenco, mientras éstos saludaban y hacían caravanas al público. La misma voz en off les dio las gracias por su asistencia en inglés y en francés, antes de indicarles las rutas de salida y pidiéndoles que se animaran a volver.

    —Sería fantástico verlo de nuevo, ¿no crees? —preguntó Harry, poniéndose en pie.
    Draco, cuyos mareos habían vuelto unos minutos antes, asintió lentamente, mientras se apoyaba en la mesa y se levantaba lentamente.

    —¿Estás bien? —preguntó Harry, frunciendo el ceño.

    —Me bebí casi toda la champagne —mintió Draco, mientras, con una mano temblorosa, levantaba la botella, cierto que se la había bebido toda, pero sabía que esos mareos nada tenían que ver con el exceso de alcohol y que pronto pasarían, como un rato antes.

    —Te la bebiste toda —reprochó Harry, quitándole la botella de la mano —, no lo puedo creer, pensé que sabrías beber.

    —Sé beber, sólo que últimamente... —Draco apretó los labios y negó con la cabeza, imaginando que una persona que hubiera bebido de más no sería completamente coherente.

    —¿Puedes andar? —preguntó Harry, luego de esperar inútilmente a que Malfoy terminara con su frase.

    —¡Claro que puedo! —afirmó Draco, pensando que eso de hacerse pasar por alguien bebido ya no era tan buena idea delante de Potter. Tomó una bocanada de aire y empezó a caminar de manera firme hacia la salida.

    Harry levantó las cejas, sorprendido porque efectivamente Malfoy no parecía ni siquiera un poco bebido, y lo siguió rápidamente, se unieron a la fila de personas que trataban de salir de manera apresurada y, sólo por precaución, pasó una mano por la cintura de Malfoy y se pegó a su cuerpo, para sostenerlo en caso tropezara.

    —Potter —gimió Draco, sorprendido por aquel movimiento, pero no queriendo alejarse de la cercanía del cuerpo de Potter.

    —Malfoy, yo...

    —No me caeré —respondió Draco, apartándose de él y notando lo mal que se estaban portando, un par de chicas, delante de ellos, los miraron con interés.

    —Ya...

    Draco se mordió el labio un instante y luego posó una mano sobre la de Potter, que aún lo sostenía por la cintura, su piel se sentía caliente y agradable, se preguntó si es que Potter sería ese tipo de personas con las que te provoca meterte en la cama y abrigarte sólo con el calor de su cuerpo en invierno.

    —Vamos —pidió Harry, empujándolo un poco más, pero sin desear que el roce de ambos se detuviera. Sabía que tal vez Malfoy estaba algo ebrio, pero no lo suficiente para hacer algo insensato. Porque tenía que admitirse que lo que pensaba era insensato.

    Salieron a la húmeda noche de Paris, muchos taxis esperaban en la puerta del teatro, al tanto ya de la hora en que el espectáculo terminaba seguramente, y muchos de los espectadores se peleaban por conseguir movilidad.

    —Se me apetece caminar —propuso Draco, el viento de la noche estaba haciéndolo sentir extrañamente más fresco y tranquilo, apartando el malestar que antes había sentido.

    —¿Es seguro hacerlo? —preguntó Harry, mirando alrededor, varios grupos también optaban por caminar.

    —Vamos, no seas tan remilgado —se burló Draco, apretando un poco más su mano sobre la de Harry, que asintió, pero se apartó un poco, apoyando únicamente la mano que Draco tenía sujeta sobre su cintura.

    —Siempre me dices remilgado —suspiró Harry, caminando junto a él lentamente, mirando hacia las construcciones y las calles.

    —Tal vez antes de irnos deberíamos volver a la torre Eiffel, me refiero a de noche —sugirió Draco, deteniéndose en una esquina para apreciar la torre y no prestando atención al comentario de Potter.

    —Creo que lo que más me ha gustado de esta ciudad ha sido ese paseo que dimos —afirmó Harry.

    —Eso es porque aún no has tenido tu cita con ese tal Jack —reprochó Draco, frunciendo el ceño y tratando de no crear imágenes de Potter y ese otro chico en situaciones calientes y comprometedoras.

    Harry soltó una carcajada, mientras negaba con la cabeza.

    —Alucinas demasiado. Él y yo sólo hemos quedado para tomar una copa, nada garantiza que algo realmente vaya a pasar... por momentos creo que me estoy precipitando.

    —¿Precipitando?

    —Él no me gusta ni nada... bueno, es guapo y gracioso, pero... —Harry se encogió de hombros, no sabiendo cómo explicar que con quién realmente le gustaría acostarse era con Malfoy y no ningún otro.

    —Vamos, Potter —regañó Draco, dándole un golpe en el hombro y sintiéndose enfadado por la idea de Potter y ese turista juntos —el sexo es simple, un culo, una polla, ambos se satisfacen mutuamente y todos contentos.

    —¿Sólo eso es el sexo para ti?

    —No me dirás que nunca has salido a ligar con extraños, o que no has pasado sólo una noche con alguien —encaró Draco, mirando seriamente a Potter, era obvio que él había llevado ese tipo de vida, por todo lo que le había contado la noche anterior.

    —¿Lo que insinúas es que ya que me he comportado como un puto en el pasado, es así como me portaré ahora? —reclamó Harry, apartándose de Malfoy y caminando por la ancha calle, dolido por aquella alusión.

    —¡Potter! —protestó Draco, incapaz de creer que él se fuera a enojar en un momento así y por un comentario que por supuesto no había tenido intención de insultarlo.

    —¡Vamos, no te pongas así, no quise decir eso! —continuó gritando, mientras lo alcanzaba.

    Harry se detuvo a medio camino y giró a mirarlo, cruzándose de brazos y con el ceño fruncido.

    —¿Y qué es lo que quisiste decir entonces?

    —Que algunas veces el sexo es una experiencia relajante, y sin compromisos, sobre todo entre lo gais, que es algo común en nosotros.

    —Común entre los gais, pero no en mí, no ahora al menos —respondió Harry, no creyendo que Malfoy no lo entendiera.

    —Pero... ¿Qué demonios pasa?, ¿de qué me perdí?, porque realmente no te entiendo —dijo Draco, negando con la cabeza.

    Harry se masajeó la frente y suspiró.

    —Lo siento, no tienes que entenderme, a veces olvido que no eres mi psicoanalista.

    —Potter...

    —En serio, lo siento, olvida lo que dije.

    —No, no soy tu psicoanalista —aceptó Draco, terminando la distancia que había entre ambos y poniendo los brazos sobre los hombros de Potter, lo sintió tensarse un poco, pero no se apartó, disfrutaba sentir ese calor, ese cuerpo... esa cercanía —; soy tu amigo, o creo serlo, me puedes contar todo lo que quieras, te escucharé y no te juzgaré ni nada.

    Harry se mordió un labio y asintió lentamente.

    —Y si dices no estar seguro o preparado para... ya sabes, puedo solucionarlo por ti, podemos irnos antes... lo que quieras para ayudarte.

    —Es que yo... —Harry sintió sus mejillas arder un poco más, y rogó para que la noche cubriera esos detalles a los ojos de Malfoy —, no recuerdo cuándo fue la última vez que... —negó con la cabeza y cerró los ojos —, es decir, sí, claro que he estado con algunos chicos y todo... pero no desde que me sacaste de ese sitio... eso ni siquiera lo recordaba, y aún sólo tengo las imágenes que me mostraste, no sé si...

    Draco asintió, comprensivamente y se acercó un poco más a él, sintió el aliento caliente de Harry sobre sus labios y cerró los ojos, pero no lo besó en los labios, nuevamente se levantó un poco y depositó un beso en la frente, demorándose un poco en sentir su caliente piel, en reconocer su aroma.

    —Malfoy... —susurró Harry, pasando sus manos sobre las caderas de Malfoy, para acercarlo más.

    —Estarás bien, eres un luchador, y siempre lo has demostrado, si no estás listo ahora lo estarás luego, mañana lo pensarás mejor —le interrumpió Draco, apartándose de él y sonriendo un poco, aunque con pena, hubiera querido ser él quien borrase todas las cicatrices y malas experiencias del pasado, quien le terminara de devolver la confianza que necesitaba. Ser él y no que fuera un extraño cualquiera, pero sabía que no podía, que estaba fuera de su alcance.

    Harry asintió y trató de no demostrar su descontento, había estado dispuesto a decirle que a quien quería era a él, no sólo en su cama, sino en todos lados, que cuando volvieran a casa querría poder verlo siempre, salir y seguir contándose sus cosas, ser confidentes y mucho más... amantes, ser todo.

    —Mejor será volver —sugirió Draco, no queriendo tensar más la situación.

    —Claro...

    *O*O*O*



    A la mañana siguiente Draco podía sentir que Potter se sentía frustrado y molesto, pero no trató de encararlo ni buscar una explicación al respecto, suponía que se debía a lo ocurrido la noche anterior y no quería tensar más la situación entre ellos. Además tenía otros problemas, las dosis de pociones que debía tomar cada vez eran mayores, y no que no tuviera abastecimiento suficiente, el problema era que sabía que su estado de salud se estaba deteriorando cada vez más. No había pensado seriamente qué hacer cuando ya no pudiera seguir viajando, cuando se encontrara tan débil como para siquiera cuidarse solo.

    Cuando había planeado el viaje había imaginado ir solo y morir de esa manera, en algún hotel alejado de Inglaterra, dejando a la vista instrucciones claras para que contactaran a su familia, sin embargo ahora cargaba con Potter y Tobby, y no sería justo para el chico tener que cuidarlo o dedicarse a buscar a Lucius para decirle que su hijo agonizaba en alguna ciudad de Europa.

    Pese al mal ánimo, se encaminaron hasta la guardería y se despidieron de Tobby, para luego tomar un taxi hasta la torre Eiffel, donde rápidamente se internaron en el mundo mágico de Paris; decidieron ir primero a la tienda de turismo que habían visitado un par de días antes, donde compraron un par de guías de visitas, y luego se metieron a una cafetería, llena de cuadros en movimiento con las distintas etapas de la ciudad y mesas de madera vieja, a Draco le gustó estar allí debido a la magia que se respiraba en el lugar; las bandejas volaban solas por los aires y los platos aparecían delante de ellos con tan solo pedir lo que deseaban; estaba ya acostumbrado al mundo muggle, pero siempre le parecía que le faltaba algo más de movimiento, algo de magia.

    Comieron en medio del extraño mutismo que se había instalado entre ambos, Harry se terminó su emparedado de carne en unas cuantas mordidas y pidió una taza más de café, mientras observaba de reojo a Draco beber de su jugo de naranja. Sabía que Draco había estado sintiéndose mal durante la mañana, pues había escuchado como vomitaba en el baño por un momento, luego el silencio se había instalado en la habitación y supuso que el chico simplemente había lanzado un hechizo para no despertarlo o molestarlo. Se sentía confuso respecto a sus sentimientos, pero también respecto a Malfoy y sus verdaderas razones para hacer ese viaje, no era la primera vez que se lo cuestionaba, y cuando había preguntado había recibido como respuestas excusas acerca de lo agobiante que era su familia. Cada día esa respuesta le parecía más falsa. Además estaba preocupado por su cita de la noche, Malfoy había vuelto a ofrecerle dinero, y él, no queriendo más discusiones, había aceptado el préstamo, prometiendo anotarlo en las cosas que le devolvería al volver a casa.

    Se internaron por las calles del mundo mágico de Paris, visitaron el museo Louvre, conectado mágicamente con el museo muggle del mismo nombre, había, al igual que en la torre Eiffel, una conexión entre ambos, pero pensaron que tenían suficiente que ver de ese lado y no se animaron a entrar.

    Pasaron la mañana caminando entre cuadros de los más importantes pintores mágicos de los últimos quinientos años, poco a poco el ambiente entre ambos se fue relajando, mientras Draco usaba sus conocimientos acerca del arte y las diversas técnicas, explicando todo lo que veían. Una sección del museo estaba dedicada a la historia del mundo mágico, pasaron desde la época de los egipcios, que llenaban las pirámides de maldiciones, hasta eventos que parecían más triviales, como la primera carrera anual en escobas, en Suecia, de Kopparberg a Arjeplog. Había una sección entera dedicada a Albus Dumbledore y otra a Grindelwald, hablando sobre su reinado de terror que terminó en mil novecientos cuarenta y cinco.

    Sin darse cuenta entraron en una sección que hablaba de Voldemort y de Harry, que hizo que ambos se sintieran incómodos. Draco sólo necesitó mirar una vez a Potter para saber que ese lugar no era agradable para él, de manera tímida pasó un brazo sobre su hombro y lo sacó de ese salón, mencionándole que había un salón mucho más grande sobre la historia del Quidditch a un lado.

    —Gracias —masculló Harry, dejándose arrastrar por Malfoy y sin poder quitar la mirada de una fotografía que no recordaba cuando se la habían sacado, en donde aparecía él junto a los demás miembros de la orden del fénix y el ejército de Dumbledore, sabía que se trataba de una tomada luego de la guerra por la ausencia de varias personas. —No me gusta recordar eso, me sé la historia completa, pero si tú quieres...

    —Nah... —negó Draco, sin soltarlo y avanzando hacia un salón con un par de Snitch talladas en el marco —, yo tampoco tengo ganas de recordar eso.

    Pasaron mucho rato más recorriendo las galerías que hablaban de Quidditch, desde sus inicios en el año mil después de Cristo hasta los equipos más importantes de la actualidad. Tras pasear entre decenas de modelos a escala de escobas y campos de Quidditch decidieron que definitivamente tendrían que ir a volar un par de días después, antes de abandonar Paris. Sólo entonces Draco se cuestionó hacia donde seguir, sabía que debía ir a casa ya, que el tiempo se le estaba agotando, pero no quería terminar su viaje con Potter.

    Almorzaron en una de las cafeterías del museo y continuaron con su recorrido por la tarde, cuando salieron del Museo ya el sol se estaba ocultando. Caminaron por las calles de Paris Mágico, entrando a algunas tiendas de souvenir, Draco obligó a Harry a comprar un par de camisetas con logos alegóricos a Paris mágico e incluso a escoger un par de cosas que podría llevarle a sus amigos al volver a casa. Nunca había imaginado que alguna vez obligaría a Potter a comprarle cosas a la comadreja o la sangresucia, pero su vida no parecía normal desde hacía muchos meses, así que no se detuvo mucho pensando en ello.

    Se entretuvieron mucho más tiempo en una de las tiendas internacionales, donde podían no sólo encontrar revistas y diarios de todo el mundo, sino también mandar lechuzas; Draco aprovechó para sentarse a escribirle una breve nota al medimago Marton, comentándole que ambos se encontraban bien, que aún estaban de viaje y que las cosas entre ellos parecían estar mejorando bastante, hizo una larga lista de los progresos de Potter, hablándole también de Tobby y la forma como el chico se esmeraba por cuidarlo y encargarse de él.

    Mientras tanto Harry, tratando de darle privacidad a Malfoy para que escribiera sus cartas, se entretuvo en los escaparates donde revistas en todos los idiomas eran ofrecidas, se detuvo mirando la revista mensual de Quidditch y las copias de “El Profeta” de las dos últimas semanas. Aburrido de que Malfoy demorara tanto comenzó a hojear las revistas y encontró una que se llamaba Admurmur, en la cual se mencionaba a varios miembros de la sociedad del Reino Unido mágico, se entretuvo leyendo acerca de la vida de algunos músicos y jugadores de Quidditch, hasta que un artículo, denominado “Las vacaciones de los Malfoy” llamó su atención, pues que el supiera el único Malfoy que estaba de vacaciones era Draco y según le había dicho el mismo chico, nadie sabía dónde estaba o qué estaba haciendo.


    En una edición anterior comentamos que gracias a Narcissa Malfoy supimos que Draco y Katrina habían emprendido un viaje de vacaciones, incluso nos comentó los deseos de ellos por engendrar pronto familia, pues esta vez, y en exclusiva, podemos asegurarles a ustedes que ese deseo se está por hacer realidad.

    Mantuvimos una conversación vía flú con la misma Katrina Malfoy, que nos cuenta lo felices que Draco y ella se encuentran ahora, al haber podido al fin quedar embarazados.

    “En realidad tengo ya seis meses de embarazo, pero queríamos mantener en privado la noticia por un tiempo, mientras planeamos dónde nacerá nuestro pequeño y los arreglos que debemos hacer”, afirmó la encantadora Katrina, desde una de las propiedades de la familia en el exterior. Draco Malfoy, quien se encontraba en ese momento haciendo algunos arreglos en sus oficinas, no estuvo presente, sin embargo sabemos, gracias a sus padres y amigos, que está encantado con la noticia y espera con impaciencia el momento en que su pequeño hijo llegue al mundo. “Aún no hemos pensado qué nombre ponerle, estamos viendo los libros de nombres de la familia para poder decidir” nos cuenta Katrina.

    Recordemos que Draco Malfoy, heredero de una de las fortunas más grandes del mundo mágico, lleva con éxito varias de las empresas de la corporación y hace dos años, luego de regresar de New York, donde siguió algunos estudios, se casó con Katrina, en una ceremonia bastante elegante y recordada.



    Harry sintió que algo pesado se instalaba en su estómago, mientras releía la noticia, ¿Katrina? ¿Malfoy tenía una esposa? ¿Era por eso que no quería enredarse con él? No, aquello no podía ser cierto, Malfoy no había mencionado en ningún momento una esposa, y menos que la haya dejado embarazada para recorrer el mundo solo. Recordó al chico de Ámsterdam, con el cual Malfoy había pasado la noche, no parecía tener muchos reparos en cuanto a la fidelidad en ese entonces.

    Atontado y aún sin asimilar la noticia, compró la revista, pagando con uno de los billetes que Malfoy le había dado para la salida de la noche y guardó la revista en su mochila, dispuesto a leerla con más calma cuando regresaran al hotel, imaginando que seguramente habría algún mal entendido. Aprovechando que el vendedor hablaba perfectamente el inglés, le preguntó si tenía más publicaciones que hablaran de los Malfoy, el hombre pareció dudar un momento, para luego asentir y sacar unas cuantas revistas más.

    —Son de lotes pasados, te los puedo dejar a menor precio —le explicó, mientras Harry las hojeaba, viendo en varias de ellas las imágenes de esa mujer: Katrina, y algunas donde ambos aparecían juntos. Sintiendo mucha más curiosidad, compró algunas de ellas y también las escondió en la mochila.

    Un momento después de que el encargado guardara las revistas apareció Malfoy, con una sonrisa tranquila y anunciándole que debían volver pronto si es que no quería llegar tarde a su cita de la noche.

    Draco observó preocupado el semblante de Potter durante todo el camino al hotel, pensó que se trataban de sólo nervios por la inminente cita y trató de calmarlo, aduciendo que no debía preocuparse y que si quería podía estar cerca de ellos y que a una sola señal suya lo rescataría de las garras de aquel neozelandés, la broma no tuvo el efecto deseado y Potter continuó mostrándose osco y callado hasta que regresaron por Tobby y subieron a la habitación.

    Harry aprovechó la excusa de la cita y se metió al baño, con todas las revistas que había conseguido, dispuesto a leer todo lo que en ellas se decía de Malfoy y su esposa.

    Permaneció encerrado por más de media hora allí, leyendo detenidamente cada noticia y apreciando cada fotografía; según los diarios, ellos se habían casado no bien Draco había vuelto de New York; ella era hija de un magnate ruso y la alianza con los Malfoy había sido provechosa para ambas familias. También vio que varios meses atrás supuestamente el matrimonio había salido de viaje, de vacaciones, dejando de aparecer en público por un largo tiempo, al igual que Lucius y Narcissa Malfoy, y que ahora, unas semanas antes, habían dado la noticia de que estaban esperando un bebé, y que el mutismo anterior se debía a que querían pasar esos primeros meses de gestación, tan difíciles, solo con los señores Malfoy y los padres de ella. Que eran una de las parejas más guapas de la sociedad y que ya todos esperaban a que el nuevo heredero del gran imperio naciera.

    Sintió que algo se quebraba en su pecho, y no por la idea de que Malfoy en realidad tuviera una esposa, sino por la idea de que la había abandonado cuando ella estaba embarazada, importándole poco su situación, para pasarla bien recorriendo Europa en su auto y no importándole encontrar algunos chicos con los cuales follar. Sabía que sólo había estado con aquel guía turístico, pero atribuyó eso no a la falta de ganas sino de oportunidad, seguramente su brusca aparición había cambiado los planes.

    Harto de sentirse confundido y además engañado y burlado, salió hecho una furia del baño, azotando la puerta con demasiada fuerza, lo que provocó que Malfoy, que estaba tendido sobre la cama, aparentemente durmiendo, se levantara de un salto, mientras Tobby, reconociendo seguramente sus sentimientos, escondiera la cabeza entre las patas.

    —¿Qué es lo que te pasa? —increpó Draco, frunciendo el ceño y sentándose sobre la cama —Has estado metido allí por un largo rato y ni siquiera estás listo.

    —¿Cómo puedes ser tan ruin y mentiroso? —preguntó Harry, caminando hacia él y con las revistas en la mano, Draco arqueó una ceja y se puso en pie.

    —¿De qué demonios...?

    —¡De tu esposa, a la que abandonaste luego de embarazar! —gritó Harry, lanzándole las revistas encima.

    —¿Qué? —preguntó Draco, horrorizado por las palabras de Harry y agachándose a recoger las revistas que le habían caído encima.

    —Mira en Admurmur, allí mencionan lo emocionados que están por el nuevo bebé, es obvio que la pobre solo trata de cubrir tus ausencias, mencionando que estás trabajando mucho para tener tiempo libre cuando el niño nazca.

    —No... —Draco removió las revistas hasta que encontró la que Potter le mencionaba y halló rápidamente el artículo de la entrevista que le habían hecho a Katrina, la cual aseguraba estar planeando junto a él todo para la llegada del heredero.

    —No sé porque creí, siquiera por un momento, que eras una buena persona, cuando no tienes escrúpulos en dejar a tu esposa y tu futuro hijo abandonados por pasarla bien.

    —Espera, no... —Draco negó con la cabeza y dejó caer la revista al piso, avanzando hacia Harry, podía sentir su magia descontrolada y su rabia, era incómodo y por qué negarlo, doloroso.

    —¿Que espere? ¿Qué quieres que espere?

    —Ella no está embarazada, es imposible que...

    —¡Oh, por Merlín! —interrumpió Harry, mirando alrededor y pensando en la mejor forma de salir de allí.

    —Ella no puede estar embarazada y...

    —¿Estás o no casado?

    —Potter, no es como imaginas, además, yo no te debo explicaciones respecto a eso —increpó Draco, pensando que el ataque era su mejor arma en ese momento.

    Harry abrió la boca, y luego la cerró, incapaz de contestar a ello. Era cierto, Malfoy no tenía que darle ninguna explicación, pero aún así no podía dejar de sentirse engañado.

    —Nunca la mencionaste.

    —Porque no valía la pena...

    —Esa mujer se casó contigo, ¡por supuesto que valía la pena!, cuando dijiste que estabas escapando de lo agobiantes que eran tus padres pudiste mencionarla. Dijiste que éramos amigos, los amigos saben cuando sus amigos están casados.

    —De acuerdo, tienes razón, pero...

    —No quiero oírte, de tu boca solo salen mentiras —interrumpió Harry, tomando su abrigo de la cama y caminando hacia la salida.

    —No es como piensas, las cosas no son...

    —¿Estás o no casado con ella? —preguntó Harry, girándose para verlo a la cara, a un par de pasos de la puerta.

    —Sí —suspiró Draco, vencido, no había ninguna otra respuesta a esa pregunta.

    Harry negó con la cabeza y se marchó, dando un portazo.

    Draco se quedó en pie, observando la puerta durante un largo rato, hasta que se decidió a seguirlo, y no porque quisiera seguir con la discusión, sino porque sentía la forma en que su magia se estaba descontrolando y cómo la rabia y frustración estaba creciendo, eso no podía ser bueno, no para alguien que tenía que alejar todos los malos sentimientos para evitar caer nuevamente en las drogas.

    *O*O*O*



    Harry bajó hasta el primer piso, usando las escaleras, necesitaba mantenerse en movimiento, no quedarse quieto, pues sentía demasiada rabia, demasiada amargura. Se sentía como un completo estúpido, enamorándose de Malfoy cuando este ya tenía una esposa en casa, embarazada y lista para darle una familia. La familia ideal y requerida para la gente de su estatus.

    Llegó agitado hasta el bar del hotel, sentía calor y deseos de tomar un trago que lo calmara, pero no lo haría, no llegaría tan lejos para luego arruinarlo todo por culpa de Malfoy y su falta de honestidad.

    Se detuvo en la puerta, el bar estaba en semioscuridad, en la barra había unas luces de color azul y en las mesas pequeñas lámparas que alumbraban el lugar lo suficiente para caminar sin tropezar. Rápidamente encontró a Jack, sentado a unas cuantas mesas de distancia, agitando la cabeza lentamente mientras seguía el ritmo de la música, con una copa de vino blanco en frente y un cigarro sobre el cenicero. El chico era guapo, y bajo esa luz se veía mucho más guapo y apetecible.

    Avanzó con largos pasos hasta donde él se encontraba, sin mediar palabra alguna, ante la mirada asombrada del chico, lo jaló de un brazo y lo puso en pie, para luego estamparle un beso en los labios. Por un instante pudo sentir la perplejidad en su compañero, pero ésta fue reemplazada rápidamente por animosidad, retribuyendo el beso con entusiasmo, mientras sus manos lo sostenían de la cintura. Sus labios sabían a vino, y se sentían bien, el contacto con cualquier otra persona, aunque deseara que, pese a todo lo que estaba pasando, ese contacto fuera con Malfoy, era justo lo que necesitaba en ese momento. Se apartaron sonrojados y jadeantes, deseosos de más aún.

    —Vamos a tu habitación —propuso Harry, metiendo la mano en el bolsillo de su vaquero y sacando un billete muggle.

    —Sí, vamos —respondió Jack, prendiéndose de su brazo y jalándolo hacia la salida.

    Ambos avanzaron con pasos apresurados por el lobby y se metieron en el ascensor, fue una suerte que estuviera vacío, pues antes de que las puertas se cerraran, Harry ya estaba sobre él nuevamente, apresándolo contra la pared y devorando sus labios con ansiedad. El timbre de la puerta los hizo apartarse, Harry se dejó tomar de una mano y ser jalado hasta el fondo del pasillo, donde el chico luchó por un instante tratando de sacar la llave de su bolsillo; en cuanto lo consiguió las puertas de la habitación se abrieron y Harry dio una pequeña mirada alrededor: era una habitación simple, nada que ver con la que él tenía con Malfoy, aquí sólo había una cama y un velador, un enorme televisor a un lado y una puerta que seguramente era el baño.

    —Entonces... ¿te quedas a pasar la noche? —preguntó Jack, con una sonrisa juguetona, mientras se desprendía de los zapatos y comenzaba a abrirse la camisa.

    —Sí —asintió Harry, apresurándose en ayudarlo con la camisa.

    *O*O*O*



    Draco bajó por las escaleras, había intentado con el elevador por un instante pero este permanecía en el primer piso, seguramente recogiendo huéspedes.

    Saltó los escalones de dos en dos, se sintió agitado y algo mareado, pero aún así no se detuvo, hasta llegar al bar, pero no encontró a Harry ni al otro chico por ningún lado, le preguntó al Barman, que permanecía limpiando copas en la barra, y luego de darle un par de descripciones y un billete, recordó que ambos habían salido de allí minutos antes, aunque por supuesto no sabía hacia dónde.

    Se concentró en Potter, en su rabia y su furia, y supo que estaba aún en el hotel, sabía que no podía aparecerse delante de él porque estaría con el muggle, así que tendría que buscarlo. Salió hacia el lobby una vez más, sentía su corazón acelerado y una sensación de pánico en el estómago, estaba seguro que ésta vez los síntomas no tenían nada que ver con su enfermedad, se trataba de algo diferente. Potter estaba enojado con él, decepcionado porque no le había dicho la verdad, porque pese a que Potter sí había sido completamente sincero con él, Draco no había tenido el valor de confiar en él.

    No le costó esfuerzo practicar un pequeño encantamiento a fin de que el encargado de recepción le dejara ver el número de habitación en que Jack se alojaba, estaba a dos pisos de la que él y Potter compartían. Subió por las escaleras de nuevo, con pasos lentos, tratando de adivinar las sensaciones de Potter, de entender si es que la rabia estaba menguando, pero parecía que no.

    Se quedó en pie, delante de la habitación del chico por mucho rato más, mirando la puerta cerrada, tratando de escuchar algún sonido que le revelara qué era lo que estaba pasando dentro. En verdad no necesitaba ser ningún adivino para saber que probablemente Potter y ese otro chico estaban teniendo sexo, pero la forma como la magia de Potter ondulaba, los sentimientos que le transmitía, algo superior a su voluntad no le permitía moverse de allí.

    Espero algunos minutos, que le parecieron una eternidad, y entonces se decidió a actuar, sólo necesitaba estar seguro, revisar además la habitación, saber que ese chico no era peligroso para Potter.

    Miró hacia el pasillo, parecía que nadie tenía intenciones de asomarse, pero pese a eso lanzó un hechizo de bloqueo de muggles, y luego usó un hechizo que había aprendido unos meses atrás, uno que no pensó necesitaría usar nuevamente. Rápidamente la pared que estaba junto a la puerta se convirtió en cristal líquido, dejando ver el interior de la habitación.

    En cuanto tuvo una vista clara del interior, soltó un jadeo, y pese a eso, avanzó un paso más, mientras sus ojos enfocaban la imagen de Potter, ya completamente desnudo, pegando a la pared opuesta a Jack, que también parecía estar desnudo, y que se agitaba impúdicamente contra el cuerpo de Potter. Su mirada se perdió en la vista de la espalda y el trasero de Potter, en los músculos de sus nalgas contrayéndose y soltándose, en los gemidos que escapaban de sus labios...

    *O*O*O*



    Harry percibió la magia de Malfoy, pese a todo la podía sentir, sabía que estaba cerca, y eso sólo lo enfureció más aún, pegó, con algo de brusquedad, el cuerpo de Jack contra la pared y se dedicó a morder sus hombros y su nuca, mientras se empujaba contra él, que gimoteaba, aparentemente conforme por lo que le estaba haciendo. Por un instante estuvo seguro de ser observado, y apartó sus labios del cuello de Jack, para girar el rostro un poco, la pared lucía como siempre, pero casi podía apostar a que Malfoy había creado un hechizo ventana. La idea de que Malfoy lo estuviera observando, mientras él se cogía a Jack, lo puso más caliente aún, se empujó con más fuerza en él, sin dejar de mirar hacia esa pared, haciéndole ver a Malfoy lo que no tendría, lo que no sería suyo, lo que había perdido.

    *O*O*O*



    Draco se mordió un labio y sintió rabia y pena, mientras Potter lo observaba, sabía que había sido descubierto, luego de un instante más, hizo lo único coherente que se le ocurrió, agitó la varita y desapareció el hechizo, tomó una bocanada de aire y echó a correr por el pasillo, a medio camino recordó el hechizo antimuggle y lo desactivó, para luego meterse en el elevador y subir a su habitación.

    En cuanto abrió la puerta, Tobby estuvo a su lado, pero él no le hizo mucho caso, siguió de largo hasta la habitación y se tendió en la cama. Quería gritar, destrozar todo, llorar, de rabia, de despecho, de amargura, porque la vida era muy injusta, porque le dolía más de lo que había creído, ver a Potter... a Harry, a su Harry, con otro tipo, porque entendía que él nunca estaría a su lado... Las lágrimas, por primera vez en mucho tiempo, comenzaron a caer por sus mejillas. No se había sentido así de desmoralizado ni triste ni siquiera cuando tomó conciencia de que no viviría más que unos meses, el dolor que Potter le provocaba era mayor a eso, era el más grande dolor que había sentido en su vida. Abrió los ojos sorprendido cuando sintió el cuerpo de Tobby, que había trepado sobre la cama, a su lado, y sin meditarlo siquiera, pasó una mano sobre su espalda, mientras el animal dejaba caer la cabeza en su pecho, consolándolo de manera silenciosa, mientras las lágrimas seguían cayendo sin tregua, hasta que el cansancio le ganó y se quedó profundamente dormido.

    *O*O*O*

     
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  7. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 13



    Draco abrió los ojos lentamente, parpadeando por la luz que se colaba en el interior de la habitación, sentía el peso reconfortante de Tobby en su pecho, y bajó un poco la cabeza para encontrarse con el rostro del animal, mirándolo fijamente.

    —Hola —dijo en un murmullo, acariciándole la cabeza y dejándose caer sobre las almohadas nuevamente, su cabeza dolía tanto que sentía que podía estallar en cualquier momento, y lo peor de todo era que eso no le hubiera desagradado en absoluto. Que el dolor terminara, que los síntomas, las pociones, las perspectivas de morir solo en una habitación de hotel, sin poder controlar su magia y su cuerpo... que todo acabara de una vez por todas.

    Luego de un momento más, apretando los ojos mientras inconscientemente seguía acariciando la cabeza de Tobby, se puso en pie, el dolor era demasiado como para seguir aguantándolo. Se metió en el baño y tomó la gran cantidad de pociones, mirándolas con desprecio y odio. Los resultados fueron casi inmediatos, y la claridad llegó a su mente.

    Potter no estaba, había amanecido y Potter no estaba cerca. Se concentró un poco más y descubrió que Potter ni siquiera estaba ya en la ciudad.

    Con pasos tambaleantes volvió a la habitación, abrió el armario, la mochila de Potter, así como varias de sus cosas, habían desaparecido. Potter lo había dejado solo.

    Una nota sobre la cama arreglada de Potter llamó su curiosidad, era un sobre con el logo del hotel, y dentro tenía una hoja, también con el membrete del hotel, sólo habían unas cuantas líneas escritas:

    Malfoy,

    Dijiste que podía tomar el tour si quería, que no tenía que estar pegado a ti todo el tiempo, y en este momento nada me apetece más que mantenerme lejos de ti. He llegado y estabas dormido, no he querido despertarte, sin embargo confesaré que he revisado tus cosas y he sacado doscientos euros de tu billetera, sé que no representan mucho dinero para ti, pero por lo pronto me ayudarán a salir de aquí. Están anotados en la lista de todo lo que te debo y te pagaré al volver a Inglaterra, no quiero que creas que estoy volviendo a robar ni nada de eso, además no lo usaré para nada malo. Sé también que aún tienes el hechizo de rastreo sobre mí, ¿sería mucho pedir que lo quites? Como sea, no estoy seguro de volver aún, tal vez no nos veamos hasta que regreses a Inglaterra... Es lo más probable.

    Cuida a Tobby.

    Harry Potter.


    Draco leyó dos veces la carta, antes de entender que Harry no volvería, que se había ido y lo había dejado solo. Entonces Tobby ladró, como para recordarle que aún lo tenía a él, esa era una buena compañía, tenía que reconocerlo, después de todo no estaba tan solo. Sin embargo, Potter se había ido y no era justo que siguiera enfadado con él, ni siquiera le había dejado explicarle... dejarle saber que...

    Negó con la cabeza y se sentó en su cama, Tobby, al parecer conocedor de sus sentimientos, se acostó a sus pies, con la cabeza entre las patas y lo miró fijamente.

    —Tienes muy mala suerte escogiendo amos, ¿sabes? —le dijo Draco con cansancio, mientras se metía en la cama nuevamente, las perspectivas de moverse de allí no lo atraían para nada.

    El perro le dio una mirada más y trepó a la cama, retomando su posición inicial.

    —Potter ha dicho que te recogerá cuando nos encontremos, probablemente en Inglaterra, te gustará allí, no hace tanto calor como en tu antigua casa, y Potter parece bueno contigo, ésta vez no te quedarás solo, no debes preocuparte por eso —continuó hablando con voz ronca, encontrando en consolar al perro la mejor forma de evitar pensar en el dolor que sentía en ese momento. Uno que no tenía nada que ver con su enfermedad.

    *O*O*O*



    Harry iba en el asiento del fondo, junto a Jack, que parecía encantado ante la perspectiva de un par de noches juntos, no sabía qué haría luego de eso, ni siquiera estaba seguro de querer estar allí realmente, solo de no estar junto a Malfoy.

    Mientras Jack reía con un par de amigos más que le había presentado esa misma mañana, Harry recordó como al amanecer se había colado a su habitación, se había sorprendido de encontrar a Tobby en la cama de Malfoy, apoyado sobre él y despierto, siguiendo sus movimientos en silencio.

    Se había encargado de sacar la mochila y meter todo lo que pensaba podía necesitar durante ese par de días, luego había buscado la billetera de Malfoy y se había sorprendido al encontrar tanto dinero; descubrió entonces cómo era que Malfoy siempre tenía dinero sin necesidad de ir a un banco, tenía un hechizo, que le permitía reemplazar el dinero una vez fuera extraído, era un hechizo que requería cierta práctica y además una cuenta de donde extraer el dinero. Por los billetes que aparecían allí supo que se trataba de un banco muggle. No le sorprendió tanto eso, seguramente Malfoy no quería dejar rastros de sus movimientos por el mundo, para que su esposa no lo siguiera.

    Luego de eso se había inclinado hacia Tobby y le había palmeado la cabeza.

    —Nos veremos pronto, cuando vuelva tal vez podamos ir a casa, estarás cómodo allí.

    En ese momento Malfoy se había movido un poco, y no pudo apartar la mirada de él, sus labios estaban rojos y parecía sereno, su cabello rubio y largo caía a los lados de las almohadas y una de sus pálidas manos estaba sobre el lomo de Tobby, casi como si lo estuviera abrazando. La tentación era mucha, y antes de procesar qué era lo que estaba haciendo, su mano se elevó hasta la caliente mejilla, disfrutando de su suavidad. Su palma bajó hasta la barbilla, donde una incipiente barba rubia que parecía esconderse en la palidez de su piel, ya estaba presente. Se mordió el labio y se inclinó un poco más, dejando un beso sobre su frente y aspirando de su olor, deseándolo más que nunca.

    Pero Malfoy no estaba permitido. Ese era el fin de la historia. Había prometido ser cuidadoso con quien se enredaba, no quería provocar dolor y sufrimiento, nunca más; no quería repetir lo que había ocurrido con Dean.

    Antes de que las ganas le ganaran, se apartó de él y caminó lo más rápido y silencioso que pudo hasta la puerta, para alcanzar a Jack, que lo esperaba en su habitación.

    —En un año más haré un viaje por América —dijo Jack, llamando su atención —, me han dicho que es espléndida, y bastante económica.

    —Nosotros estuvimos en Brasil hace dos años, en febrero, realmente la pasamos muy bien, aunque no fue nada barato —comentó Rob, uno de los chicos con los que estaban sentados al final del bus.

    —Pero el viaje valió la pena —admitió Edward, el otro chico.

    —¿Es muy bonito? —preguntó Harry, sólo por preguntar algo y tratando de no mostrarse maleducado delante de ellos, que después de todo habían sido muy amables con él.

    —¡Por supuesto! —Exclamó Rob y entrelazó la mano con Edward, que asintió complacido.

    —Éramos amigos hasta ese momento —comentó Edward, inclinándose hacia ellos, como si les confesara un gran secreto —, no podía negar que Rob me gustaba, pero no tanto como para dejar que las cosas pasaran a otro plano, después de todo uno no debe tener sexo con sus amigos… En fin, supuestamente íbamos a ir con dos amigos más, en plan de pasarla bien y festejar mucho, ya saben —Harry y Jack asintieron comprensivamente —pero uno de ellos se lastimó la espalda antes de salir de viaje y no pudo ir y el otro encontró un maravilloso brasilero casi desde que llegamos, y no se le quería despegar para nada...

    —¡Jordano! —interrumpió Rob, con una carcajada.

    —¡Cierto!, Jordano —asintió Edward —, así que quedamos sólo los dos... al principio fue raro, porque nos gustábamos un poco, y nos sentíamos incómodos sin nadie a nuestro alrededor, pero finalmente nos dejamos llevar...

    —Total, si no arriesgas no ganas —declaró Rob, sonriendo hacia Edward.

    —Y al final fue bueno eso de dejarnos llevar para ver qué pasaba. Valió la pena.

    —Que genial —sonrió Jack, mirando hacia Harry, y luego hacia la pareja.

    —A veces supongo que las cosas se dan fáciles —masculló Harry, lo último que quería oír era una historia romántica y perfecta.

    —¿Fáciles? No en este mundo, cariño —negó Rob —; todo fue muy complicado cuando volvimos a casa... Ya sabes cómo es el tema de la familia —parecía un poco abochornado y le dio una mirada a Edward, que negó con la cabeza.

    —La familia... los padres te traen al mundo y se sienten tus dueños, diciéndote todo lo que debes hacer, pero lo cierto es que cuando llegue el momento de dar cuentas, estarás solo —Edward suspiro —, no me importa mucho hablar de mis padres —se encogió de hombros —, son buenas personas, y sé que trataron de hacer lo que ellos consideraron mejor para mí, aunque se hayan equivocado, sé que no había malicia en sus actos.

    —Lo lamento mucho —dijo Jack, parecía realmente preocupado.

    —No, no pasa nada, ellos están aún adaptándose, es que cuando Rob y yo empezamos a estar juntos, dejé de avergonzarme de lo que hacía, les dije la verdad, que no me casaría con ninguna de las preciosas hijas de los amigos de la familia que invitaban cada que tenían oportunidad —Edward soltó una carcajada —, estuvieron en shock por mucho tiempo, pero ahora hablamos de vez en cuando, aún les está costando, pero se están adaptando...

    —¿Ellos querían que te cases? —preguntó Harry, cada vez más interesado.

    —¡Por supuesto! ¿Qué padre no quiere que sus hijos se casen y le den nietos? Siempre me decían que me estaba tardando, yo no les había dicho nada acerca de mis gustos, e incluso muchas veces pensé en casarme sólo para cerrarles la boca, pero luego Rob y yo empezamos a estar juntos y... simplemente era el momento de admitir quién era si es que quería ser enteramente feliz.

    —Y lo somos, de verdad —asintió Rob, apretando un poco más la mano contra la de Edward.

    Harry se encontró sin saber qué decir, pero en ese momento el guía turístico les informó que habían llegado ya a Versalles y tuvieron que dar por finalizada su conversación, mientras todos los ocupantes del bus se ponían en pie, estirándose y sacando sus equipajes.

    *O*O*O*



    Despertó por la terrible sensación de nauseas, se puso en pie de un salto, espantando a Tobby mientras corría al baño. Pero no tenía nada en el estómago, simplemente arcadas que lo hacían sentir terrible. Como pudo se puso en pie y abrió el estante del armario, sacó una poción para los vómitos y bebió rápidamente. Al instante los síntomas desaparecieron.

    Se obligó a bajar y tomar algo de desayuno, aunque en realidad ya era hora del almuerzo; comió con desgana, mirando alrededor a las otras mesas, nadie comía solo, todos estaban allí con alguien más, con sus parejas, con sus familias. Pero él no, él estaba solo.

    Regresó a su habitación, luchando con las ganas de tomar alguna poción para dormir, Potter había dicho que tal vez volvería en dos días, cuando el tour terminara, lo más inteligente sería esperarlo, después de todo existía la posibilidad, remota claro está, de que volviera. Además con doscientos euros, Potter no llegaría muy lejos.

    Preocupado por él, y no porque sintiera algún tipo de sentimiento egoísta, decidió que podía ir a verlo un instante, asegurarse de que realmente estaba bien. Sabía que se estaba mintiendo, que no había razón para preocuparse por él, simplemente era su deseo de verlo, aunque sea a la distancia...

    Caviló por mucho rato más, sabía a lo que se arriesgaba, pero eso ya no lo detuvo, sacó la varita mágica y se concentró en Potter, era mucho más difícil si es que la persona enlazada a él no emitía ningún sentimiento negativo, pero al fin pudo sentir los principios de la aparición.

    Apareció en un antiguo y oscuro pasillo, con los ojos muy abiertos y con la varita en alto, atento a no sorprender a ningún muggle con su repentina visión, pero el sorprendido fue él. Delante de él había una mujer, su cuerpo era etéreo, casi transparente, sus ropas eran antiguas, tal vez del siglo XVII, no podía estar seguro, su cabello era largo, peinado en bucles muy bellos, y más oscuro que el resto de su cuerpo, y lo miraba con el rostro inclinado hacia un lado. Draco estaba seguro que en su época aquella había sido una mujer muy hermosa y ahora no era más que una sombra de lo que fue.

    Abrió la boca, tratando de articular alguna palabra, pero no pudo decir nada, pues ella se aproximó a él, volando por el aire, y le puso un par de dedos en los labios, no sintió la presión de ellos, sin embargo el gesto lo hizo callar. Ella sonrió complacida y lo atravesó, dejando en su cuerpo la desagradable sensación helada que dejan los fantasmas cuando lo traspasan a uno. En cuanto giró ella había desaparecido. Suspiró, aturdido aún por su reciente encuentro, y se obligó a calmarse, antes de empezar a avanzar, no estaba seguro en cuál de los Castillos estaría, pero sí sabía que seguramente estarían plagados de fantasmas; supuso que Potter también los podría ver, después de todo, pese a no tener la varita, seguía siendo un mago.

    La razón de sus preocupaciones apareció al fondo de uno de los pasillos, Draco se escondió tras una columna, no queriendo ser descubierto, mientras observaba al grupo de turistas: el guía iba delante, explicándoles las obras de arte y todo lo que veían, mientras Potter, junto a Jack y dos chicos más, se habían quedado relegados al final, señalando algunos cuadros y comentando cosas entusiasmados. Apretó los labios con fuerza cuando lo vio reír y darle un golpe en el brazo a Jack; pese a la oscuridad podía ver su expresión y sus ojos, y se veía tan feliz, tan contento... Y eso era justamente lo que él quería, que Potter fuera así, lo había pensado ya antes, muchas veces, casi desde que lo había encontrado en esa carretera, esa sería la última cosa que haría en vida, salvar a Potter, y al parecer lo había hecho, sin embargo, su egoísmo y sus celos le ganaban la partida y no lo dejaban disfrutar de esa victoria.

    —Cuando morí, no quise cruzar al otro lado porque amaba a un hombre —dijo la voz fría de una mujer a sus espaldas, Draco jadeó y se giró rápidamente, para encontrarse nuevamente con el fantasma que había visto al llegar.

    —Lo... lo lamento —respondió, no sabiendo qué más decir, sobre su hombro vio como el grupo se alejaba por un pasaje a mitad del pasillo en que ellos estaban, al menos no se cruzarían con ellos, no quería que Potter lo viera.

    —La muerte no es cosa de juego —continuó ella, mirándolo a los ojos, Draco apartó la mirada, incómodo. No había pensado seriamente en lo que sería cuando muriera, y no se refería a lo que pasaría en este mundo, sino a lo que pasaría con él, ¿estaba realmente preparado para pasar al otro lado? No, no quería saber qué había más allá, pero tampoco quería convertirse en alguien como el Barón Sanguinario, que pululaba por el Castillo, lleno de sangre y sufriendo eternamente por haber matado al amor de su vida.

    —Lo sé, nunca he pensado que lo sea.

    —Veo muerte a tu alrededor, pero no necesariamente debe ser así —masculló ella, acercándose más a él. Draco arqueó una ceja y esperó que no quisiera atravesarlo nuevamente, se preguntó: ¿cuál sería la razón por la cual los fantasmas hacían eso?

    —No hay mucho que se pueda hacer cuando la sentencia de muerte está dictada —declaró él —. ¿Acaso eres una adivina?

    —Lo era... en mi época, ahora he perdido el don, no por completo, puedo ver algunas cosas, y lo que veo en ti es desconcertante.

    Draco bufó, casi quiso preguntarle si es que no era pariente de Trelawey, quien había sido su profesora de adivinación, y que no era capaz de predecir una lluvia aunque el cielo estuviera nublado y oscuro.

    —No tiene que ver nada en mí, de todas maneras ya me voy.

    —Aún no está claro —prosiguió ella, ignorando las palabras de Draco y acercándose más aún, Draco lamentó tener una columna a sus espaldas, no quería atravesarla de nuevo, y era la única forma de apartarse de ella —. Tú futuro aún puede cambiar... pero no está completamente en tus manos... hay algunos más involucrados —la fantasma arqueó una ceja y asintió —unos cuantos más, y no todos quieren tu bien.

    —Estaré atento —respondió Draco, arrastrando las palabras, entonces notó que hablaba con ella en inglés, no en francés, lo cual era extraño estando en un Castillo francés. Pero no tuvo tiempo de preguntar, la mujer se elevó, con su amplio vestido flotando, y se perdió por el techo. Draco miró hacia arriba, donde la mujer había atravesado el techo y negó con la cabeza, casi le hizo recordar a la anciana que gritaba que él iba a morir, tantos meses atrás, en el parque.

    Una mirada más en el pasillo le hizo confirmar que ya había perdido de vista a Potter, pero eso no era importante ya, sabía que estaba bien, se había hecho de un par de amigos más y parecía contento y cómodo, ahora a él simplemente le quedaba volver a la habitación. Solo.

    *O*O*O*



    Harry en realidad nunca había tenido un novio, y no que pensara que Jack fuera su novio, habían hablado durante la madrugada, cuando habían quedado agotados y satisfechos al fin; sabía que el chico seguiría su viaje hacia el Este, y por como Draco había avanzado durante ese tiempo, lo más probable es que ellos siguieran hacia el Oeste, sin embargo el compartir la habitación con él, salir a caminar juntos al atardecer, acompañarlo a beber unas copas en el bar y luego volver, calientes y ansiosos para dar rienda suelta a sus deseos, era lo más cercano a una relación normal que había tenido en su vida, y se sentía raro, sobre todo porque, quitando el sexo, era más o menos lo que hacía con Malfoy usualmente y no podía negar que con Malfoy lo disfrutaba más.

    Suspiró profundamente y apartó las sábanas con lentitud, ambos permanecían desnudos, a pesar de que la noche ya había empezado a enfriar, se colocó los holgados pantalones del pijama y salió al pequeño balcón, frente a él había una gran extensión de campo, aunque el invierno estaba empezando, aún se veían muchas zonas verdes. Imaginó que a Malfoy le hubiera gustado estar allí, seguramente ambos hubieran podido usar las escobas y volar mucho rato, tal vez volver a la Torre Eiffel, como habían acordado antes de su pelea.

    Encendió un cigarro, mal hábito que estaba retomando gracias a Malfoy, y se quedó de pie allí, sintiendo frío pero sin animarse a cubrirse o volver a la cama, pensando en él y en todo lo que había pasado.

    Harry se conocía lo suficiente como para saber que las mayorías de cosas que hacía, las hacía por impulso, y que muchas veces, o casi todas, terminaba arrepentido, sin embargo ahora no podía decidir si se arrepentía o no de haberle gritado a Malfoy y dejado solo con Tobby en el hotel, con solo una nota que decía que no sabía si volvería o no; y el tiempo para decidir se le estaba agotando.

    Malfoy tenía muchos defectos, los conocía desde la escuela, y seguramente muchos de ellos habían desaparecido, pero otros habían aumentado, y no debía olvidar que era Malfoy, después de todo, un interesado y estirado muchacho obsesionado por las buenas maneras y la pureza de la sangre. Ahora podía agregarle que además de mentiroso, cosa que siempre había sido; era infiel, engañando a su mujer, la cual aparentemente esperaba un bebé. Tomando eso como antecedente no debería volver con él, ni siquiera extrañarlo o perder el tiempo pensando en él, pero no podía dejar de hacerlo…

    Recordó la historia que le había contado Edward en la mañana, sobre que sus padres siempre estaban tratando de hacer que saliera con algunas chicas, ¿no serían los Malfoy igual? ¿Había sido Draco tan débil que no había podido negarse a ello?

    Encendió un cigarro más, y lamentó no tener su varita para conjurar un hechizo de calentamiento, o a Malfoy para que lo hiciera por él, pero no se movió, aun no podía hacerlo. Debía concentrarse, pensar fríamente, no actuar por despecho:

    Si Malfoy hubiera querido, hubiera podido acostarse con él casi desde el inicio, hubiera podido convertir ese viaje en noche tras noche de sexo, Harry estaba dispuesto y Malfoy lo sabía, no era tan tonto como para no verlo, había dejado bastantes pistas. Y el que no lo hubiera hecho, el que no se hubiera aprovechado de la situación solamente lograba herir su ego, pero ese era otro tema, uno en el cual no quería pensar ahora; Malfoy se había mostrado muy prudente en las cosas que había revelado, Harry había sido el que más había hablado, pero, en lo poco que había podido ver de Malfoy, había descubierto la forma como su familia lo dominaba, por ejemplo, había dicho estar en Ámsterdam, pero no haber podido hacer turismo porque había ido con sus padres en viaje de negocios. La mayoría de la familia de su padre era francesa, sin embargo él no había podido visitar Paris mágico ni el Mouling Rouge, nuevamente porque, según su familia, habían cosas más importantes: “el tiempo que pierdes en un viaje de placer es oro que dejas de producir”, eso había dicho, entonces, no sería tan descabellado que Malfoy, así como había aceptado todo lo demás, hubiera aceptado casarse con alguna chica que sus padres le hubieran impuesto, pese a su homosexualidad. Y probablemente había llegado al punto en que estaba harto de todo y simplemente se había largado.

    —Hey... te vas a enfermar —dijo la ronca voz de Jack, desde la cama, Harry giró, algo sobresaltado por la interrupción y sonrió a pesar de todo, mientras el chico palmeaba un lugar vacío junto a él —, ven debes estar helado, deja que te caliente.

    Harry apagó el cigarro y avanzó hasta la cama con lentitud, por la sonrisa lasciva que le dio Jack, supo que no necesitaría los pantalones, y se los quitó con rapidez, antes de dejarse caer a su lado, mientras Jack comenzaba a besarle el cuello y los hombros, meditó que en realidad no podía sacar ninguna conclusión acerca de Malfoy, simplemente porque él no le había dado oportunidad a explicarse; cuando le había reclamado a Malfoy que había pensado que eran amigos, no había mentido, pero debía ser realista también, él había ocultado cosas a sus amigos por muchas razones y ellos lo habían escuchado en su momento, y si Harry realmente se consideraba su amigo debería darle esa oportunidad. Además, cuando Harry había hablado y contado todas esas cosas, lo había hecho porque lo deseaba, porque necesitaba de alguna manera liberarse, Malfoy nunca le exigió que hablara.

    Jack comenzó a morderlo con más fuerza y se arqueó un poco, sintiendo el placer trepar por su espalda. Había reaccionado de esa manera con Malfoy porque, siendo honestos, estaba celoso, se sentía engañado porque en el fondo aún pensaba que algo más podría pasar entre ellos y esa noticia era como un baldazo de agua fría; sin embargo, si era consecuente con sus palabras y Malfoy y él eran amigos, lo menos que podía hacer era escucharlo y admitir que se había sobre pasado con sus reclamos, reclamos llevados sólo por el despecho, concluyó, antes de dejarse llevar por completo por las caricias de Jack.

    *O*O*O*



    Para la noche Draco recordó que no había sacado a Tobby a caminar, generalmente ese trabajo lo hacían en la guardería, pero ese día no habían ido, y Potter había dicho que lo haría encantado cuando no tuvieran a mano una guardería, pero claro, él tampoco estaba allí.

    Le puso la correa y caminaron por varias calles, hasta que llegaron a un parque, donde estuvo dando vueltas, mirando a las demás personas que tenían perros, unos andaban contentos, en parejas o familias, otros, como él, parecían solitarios y demasiado agotados.

    Le dio cerca de media hora en el parque, antes de jalarlo de vuelta al hotel, se tuvo que detener en una de las esquinas, para dejar que los autos pasasen, y, divagando con la mirada, vio una peluquería, parecía demasiado luminosa para esa calle, dentro habían un par de chicos, con los cabellos de colores y peinados muy modernos, sentados en un par de sillones blancos, hablando animadamente. Draco acarició las puntas de sus cabellos, estaba bastante largo, llevaba mucho tiempo que no dejaba crecérselo tanto como ahora, y, aburrido como estaba, pensó que lo más práctico sería cortarlo. Jaló a Tobby hasta la peluquería y ambos chicos sonrieron encantados por él y el perro, mientras lo dejaban pasar y lo sentaban en uno de los sillones.

    —Tienes un cabello muy bello —le dijo el chico de cabello rojo fuego, mientras se apoyaba sobre sus hombros y le hablaba a través del espejo.

    —Ya... sólo córtalo —pidió Draco, incómodo ante el escrutinio que le daban los dos chicos.

    —¿Y cómo lo quieres? —casi ronroneó el chico. Draco sonrió un poco, pese a todo, por el coqueteo y negó con la cabeza.

    —Lo quiero muy corto... —se pasó una mano por el cabello y acarició las puntas una vez más, a su padre no le gustaba que lo llevara suelto, decía que no se veía correcto, que si lo quería dejar crecer usara una coleta, como los magos normales, pero a Draco no le gustaban mucho las coletas, su madre decía que tenía un cabello bello y detestaba que lo cortara, así que para darle el gusto a ambos, lo mantenía en tamaño medio, pero sus padres ya no estaban allí y no le importaba mucho el darles el gusto. —Córtalo muy corto —repitió con más decisión —, lo más corto que puedas.

    —Oh... el cliente manda, pero es un cabello hermoso —masculló el chico, parecía que se echaría a llorar mientras empezaba a peinarlo con una mano y con la otra tomaba las tijeras de metal. Tobby soltó un pequeño gruñido, permaneciendo sentado a su lado y observando como el cabello rubio iba cayendo hacia el suelo.

    *O*O*O*



    Harry se felicitó por haber sido provisorio y no haber gastado todo el dinero; así que pudo pagarse un taxi al salir de la estación, no tenía ánimos de caminar y además las mariposas que revoloteaban en su pecho ante la perspectiva de ver a Malfoy de nuevo lo hacían sentir demasiado ansioso como para demorar más su llegada.

    El taxi se detuvo en la entrada del hotel y un hombre muy amable, saludándolo en inglés, lo dejó pasar. Por un instante se quedó de pie en el lobby, temeroso de que el recepcionista le dijera que su habitación ya no estaba disponible. Sin embargo no tenía otra cosa que hacer más que acercarse a él, preguntó en inglés, lentamente, por la llave de su habitación y el recepcionista sonrió.

    — Oui, monsieur —asintió el hombre, entregándole una llave —, pero el señor Walkinshaw está allí, no ha bajado a cenar aún.

    —Gracias —aceptó Harry, su corazón golpeando con más fuerza contra su pecho, mientras subía por el elevador y caminaba por el pasillo hasta la puerta del fondo. Tomó una profunda bocanada de aire, obligándose a pensar que existía la posibilidad de que
    Malfoy estuviera furioso con él, que las cosas no fueran tan simples.

    Draco encendió un cigarro más y miró la primera parte de su carta, todo era demasiado enredado y confuso en su mente como para explicarlo de otra manera, había pasado mucho rato meditando en la mejor forma de exponerlo ante Potter, dio una calada más al cigarro y le llamó la atención el movimiento de Tobby, que permanecía en un rincón, se había puesto en pie y agitaba la cola mientras miraba atentamente hacia la puerta.

    Draco siguió su mirada en el momento en que Potter entraba, con una mirada cautelosa y se encontró incapaz de moverse o decir nada, mientras veía al perro saltar hacia su amo, con alegría.

    —¡Hey! —saludó Harry a Tobby, palmeándole la cabeza y sonriéndole, no sintiéndose capaz de mirar a Malfoy aún —, yo también te he extrañado, espero que te hayas portado bien... que no hayas dado muchos problemas.

    —Por supuesto que no dio ningún problema —defendió Draco, encontrando por fin la reacción de su cuerpo y poniéndose en pie, reprimió las ganas de abrazarse a él también y apretó los puños.

    —Malfoy, ¿qué...? —Harry jadeó y avanzó un poco más, cerrando finalmente la puerta y encarando al chico, se había cortado el cabello y lucía realmente cansado. —¿Te cortaste el cabello? —se obligó a no decir que él realmente amaba su cabello, que siempre había tenido la intensión de acariciarlo y comprobar si era tan suave como lucía.

    Draco arqueó una ceja y avanzó unos pasos más hacia él, mientras Tobby retrocedía un poco, al parecer queriendo darles espacio.

    —¿Eso es lo que dirás?

    —Lo siento, me ha tomado por sorpresa —admitió Harry, dejando caer la pesada mochila en el suelo y ruborizándose.

    —Ya...

    Ambos permanecieron mirándose por un instante más, antes de apartar a la vez la vista, Draco pensó que tal vez sería buena idea esconder la carta, ahora no la necesitaría, aunque sí que quería contarle algunas cosas a Potter.

    —Yo... —Harry se mordió el labio inferior y se agachó a abrir la mochila —, les traje unas cosas —dijo bajito, caminando hasta Draco y entregándole una bolsa plástica.

    —¿Nos trajiste?

    —A ti y a Tobby.

    —Oh... ¿Entro en la categoría de tu mascota? —preguntó Draco mientras metía la mano en la bolsa y sacaba una camiseta negra con la imagen de uno de los Castillos que seguramente Potter había visitado.

    —Por supuesto que no, pero... tú dijiste que era bueno comprar souvenirs... —Harry reprimió el decirle que era porque había pensado en él, y bueno, en Tobby también, pero más que nada en él.

    —Lo siento, no fue un comentario agradable —admitió Draco, mientras sacaba una manta con el mismo logo, supuso que para Tobby. —Gracias.

    —Para abrigarlo, el invierno está llegando y tal vez tenga frío.

    —Ah... es una buena idea —admitió Draco, dejando ambas prendas sobre la silla y sintiéndose extraño. Había esperado con ansias a Potter, poder hablar con él, escucharlo y decirle toda la verdad, y ahora no era capaz de decir nada más que tonterías y monosílabos.

    —¿Por qué te cortaste el cabello? —preguntó entonces Harry, cambiando su peso de un pie al otro y no muy seguro de aún seguir siendo invitado a compartir esa habitación.

    —Honestamente no lo sé, nunca lo he llevado tan corto y se siente raro... supongo que fue un impulso.

    —No te queda mal —se encogió de hombros Harry.

    —¿Cómo has llegado?

    —En bus, y luego en taxi.

    —¿Cenaste?

    —A decir verdad, no —admitió Harry.

    Draco se sintió contento de poder mantener esa conversación trivial, mientras asentía.

    —Tampoco yo, ¿Por qué no te das una ducha y luego salimos a la calle? Planeaba irme mañana temprano, y me gustaría recorrer las calles un poco antes de partir.

    —¿Te vas? —preguntó Harry, en voz baja y temerosa, quiso agregar ¿Sin mí?, pero se contuvo a tiempo.

    —Sí. —Draco miró hacia el piso y luego suspiró —. Nos vamos, si es que aún quieres continuar viajando con nosotros... aunque si quieres volver a casa podría primero llevarte al Aeropuerto, a ti y a Tobby, si es lo que deseas...

    —Yo... ¿Es lo que tú deseas? —preguntó Harry, desalentado.

    Draco lo miró una vez más, y no, eso no era lo que deseaba.

    —Deseo hacer lo que te haga sentir más cómodo, antes de irte dijiste que no querías estar cerca de mí y...

    —Lo sé, lo siento, me porté de manera injusta —interrumpió Harry, retomando un poco el valor —, no tenía derecho a pedirte explicaciones, menos a entrar a hurtadillas y llevarme el dinero e irme como si...

    —Eso no importa —interrumpió Draco, su pecho se sentía más ligero y hasta empezaba a sonreír.

    —Sí, sí que importa, he pensado en esto y...

    —Yo también lo he pensado... —sonrió un poco y se giró hacia la mesa, levantando la carta a medio terminar —incluso lo he escrito, para ti, por si no volvías.

    —Oh... —Harry lo miró inseguro, no sabiendo si debía tomarla o no.

    —Es para ti, pero no la terminé, aunque dice lo mismo que te quiero explicar —Draco apretó un poco más el papel entre sus manos y finalmente se lo entregó.

    —Gracias.

    —No hay nada que tengas que agradecerme, no he hecho nada —negó Draco, sacando otro cigarro y dejándose caer en uno de los sillones, Potter lo siguió, quitándole un cigarro y dejándose caer en otro sillón, empezando a leer la carta.

    Potter:

    Si estás leyendo esto es porque finalmente decidiste no volver, o lo hiciste muy tarde... como sea, no te culpo por estar enojado, creo que tienes razón, después de todo confiaste en mí, hablaste de tus recuerdos y tus experiencias y, sin embargo yo no fui igual de honesto. Quisiera decirte que mi vida es fácil en este momento, pero no lo es, así que no sé cómo empezar a explicarla, seguramente dirás que debo empezar por el principio, eso intentaré, tengo algunas cosas que aclararte, y lo haré por orden:

    Mi esposa. Sí, existe, Katrina, ya has visto su fotografía, es una dama muy guapa y, creo que, inteligente, y digo creo porque no la conozco lo suficiente como para afirmarlo plenamente.

    Cuando terminé de estudiar en New York, sabía que debía volver a casa, casarme y empezar a tomar acciones reales en los negocios de la familia, es lo que la tradición ordena, y yo no me sentí capaz de rechazar esos mandatos. Sabes que soy gay, en New York tuve unas cuantas aventuras, nada serio, o nada lo suficientemente serio como para querer darle la espalda a la familia. Para nosotros la familia es lo primero, siempre.

    Regresé a Inglaterra, hice una selección, (sí, así tan frío como suena, Potter, ¿qué esperabas?, ¿qué saliera con todas las posibles futuras esposas para saber cuál me gustaba más?); escogí a Katrina, no porque fuera bella, inteligente, simpática, o porque se viera bien a mi lado, todo fue un tema comercial, nos convenía asociarnos con su familia, pues tenían oro y un buen nombre que no había sido ensuciado por la guerra. Dices conocerme, entonces sabrás que dejé las cosas claras desde el inicio, por lo menos con ella, le dije que era gay, que lo mío no eran las mujeres y que podíamos casarnos, dormir en habitaciones separadas y aparentar ser una pareja ante el mundo, pero que eso no implicaba que tendríamos que tener contacto íntimo, que no la quería reclamar como mi mujer. Ambos sabíamos que la razón por la cual nos uníamos era porque debíamos tener un heredero, es difícil para los magos sangre pura, los de la alta sociedad al menos, no olvidemos a los Weasley, tener más de un hijo, debido a que nuestros genes están todos mezclados, en fin... la idea de tener un hijo fue algo que se quiso posponer durante mucho tiempo, honestamente no estoy ni estuve interesado en tener niños, puedes catalogarme como quieras, pero siento que no soy del tipo paternal.

    Mis prioridades eran los negocios, escaparme de vez en cuando a York, al apartamento que ya conoces, y no levantar sospechas ante los demás.

    Sin embargo, hace poco mi padre empezó a empecinarse con el tema del heredero, y seguramente a sospechar por el hecho de que no compartiéramos habitaciones. A eso debo acotar que llegó un problema mayor, algo que no tenía previsto, y la situación me sobrepasó, no quería permanecer allí, dejando pasar mi vida tratando de complacer a todos, engendrando un hijo que no quería...

    Sobre este tema debo asegurarte que, pese a no ser alguien paternal, no se me ocurriría dejar a una mujer, sea mi esposa o no, abandonada esperando un hijo mío, y no porque esté mal visto por la sociedad, sino porque no me parece moral hacerlo (Sí, Potter, aunque no lo creas, tengo algunos principios). Ella no puede estar embarazada porque no ha existido contacto entre nosotros, de ningún tipo, nunca. Ella quería darle gusto a mi padre y apresurar las cosas, es cierto, pero yo no. Huí de casa sin darles explicaciones y supongo que aquella noticia de que estamos de vacaciones, planeando tener un heredero es una tapadera para cubrir mi ausencia, que seguramente ya debe haber sido notado por todos.

    El otro problema, el más grave...


    La carta terminaba allí, Harry miró hacia Draco, que permanecía sumido en sus pensamientos, sin prestarle atención, y luego volvió hacia la carta, sobre todo a la última línea, la que decía que había un problema más grave.

    —¿Malfoy?

    —Lo sé, no está completa, no esperaba que volvieras, así que la estaba haciendo cuando llegaste.

    —¿Cuál es el problema más grave? —preguntó mientras doblaba la carta, con intensiones de guardarla.

    Draco negó con la cabeza, sintiéndose incapaz de decirlo en voz alta.

    —Malfoy...

    —Simplemente que no sé qué hacer ahora, no sé por qué ella dice que está embarazada cuando sabe que esa mentira se podría descubrir pronto, no sé qué planea mi padre y eso me tiene preocupado —. Y Draco sabía que estaba mintiendo, que eso no era lo que seguía a continuación en esa carta, pero ahora, con la idea de que Harry quisiera seguir viajando con él, se encontraba incapaz de decir toda la verdad.

    —¿Ellos pueden haberte seguido? —preguntó Harry, sintiendo que Malfoy no estaba siendo completamente honesto con él, aunque no podía encontrar qué era lo que se le escapaba.

    —No... no lo creo, los Malfoy tenemos un anillo, se nos da cuando nacemos, con eso podemos ser ubicados casi todo el tiempo, a menos que hayan maldiciones oscuras de por medio, bueno... —Draco se encogió de hombros —maldiciones demasiado oscuras —admitió —, previniendo eso, dejé el anillo en casa, en la Mansión, pero la tarde que partimos de Inglaterra vi a uno de los hombres de mi padre cerca, rondando el lugar, de alguna manera debió saber qué estaba en el perímetro, y ésta noticia me hace creer que es probable que estén cerca de nuevo, por eso no quería esperar más para partir. —Y no era del todo falso, pues también había pensado en la posibilidad de haber sido descubierto, o por lo menos detectado y que por ello sus padres se estaban adelantando a anunciar la posible llegada de un heredero que aún no existía, porque sabían que lo harían volver y cumplir con sus obligaciones.

    —Yo... Si quieres nos podemos ir ahora mismo, podemos comprar un par de emparedados, subirnos al auto y partir, hacia donde quieras.

    Draco sonrió.

    —¿Entonces quieres seguir viajando conmigo?

    —Sí —asintió Harry seriamente.

    —Puedo quitarte el hechizo de ubicación y...

    —No... Aún no, yo... mejor es que lo mantengas —Harry no quiso decir que le hacía sentir de alguna manera especial que Malfoy estuviera pendiente de él a través de su magia.

    —Sé que no lo necesitas, que no has estado sintiéndote mal ni ansioso estos días.

    —No, no lo he estado, no mucho, y lo he podido manejar, pero no quiero que quites el hechizo.

    —De acuerdo.

    —¿Entonces?

    —Entonces, ¿qué?

    —Hay que hacer las maletas y salir de aquí —explicó Harry, poniéndose en pie.

    Draco lo miró un instante y asintió, sin embargo no quería irse aún.

    —No, espera, si supieran donde estoy, ya hubieran venido por mí, sobre todo cuando he estado solo. Toma una ducha, vamos a cenar y luego nos despediremos de la ciudad correctamente, saldremos en la madrugada.

    —¿Cómo nos despediremos de la ciudad correctamente?

    —Volando, por supuesto, y viéndola desde la Torre Eiffel, como dijimos que haríamos, ¿aún quieres?

    Harry sonrió, encantado ante la perspectiva de volar nuevamente y más aún de ser recompensado con la vista de la ciudad, junto a Draco.

    —¡Por supuesto que quiero!

    *O*O*O*



    —¿No has pensado en simplemente divorciarte? Si no has consumado el matrimonio, pueden anular la unión —dijo Harry, ambos estaban sentados en lo alto de la Torre Eiffel, mirando hacia la iluminada ciudad.

    —Un divorcio no es socialmente aceptado. Mis padres no tolerarán la idea de que abandone a mi esposa y no les dé un heredero —explicó Draco, lo cierto era que sabía que dentro de poco podría dejar de preocuparse por eso.

    —No lo entiendo... puedes hacer lo que quieras, lo estás haciendo ahora... ¿Qué importa lo que tus padres quieran?

    —Me desheredarían, probablemente, si digo que soy gay, sería una afrenta muy grave.

    —El mundo mágico no discrimina a los gay —rebatió Harry.

    —No, para nada se trata de eso. Conozco varios magos gay en mi entorno social, casados y con hijos que simplemente llevan una doble vida, pues cumplen con lo establecido, tienen hijos, cuidan el nombre de su familia y todo eso, pero se divierten por su lado.

    —Eso es incorrecto.

    —Yo le he dejado las cosas claras a Katrina desde antes del matrimonio, si ella hubiera puesto reparos la hubiera obliviateado y pasado a la siguiente candidata.

    —A veces me asusta lo frío que eres.

    —Soy práctico —aclaró Draco.

    —¿Qué pasaría si te enamoraras? De un chico, digo, si realmente te enamoraras de alguien, ¿sacrificarías eso por lo que los demás dijeran?

    Draco se mordió un labio y suspiró profundamente. ¿Qué pasaría si se enamorara? Cuando había estado con Jasón no había pensado siquiera por un momento en dejarlo todo, pero no había estado enamorado de él realmente, le tenía cariño y lo quería un poco, pero definitivamente no estaba enamorado de él. Se giró un poco para ver a Potter, se sentía demasiado atraído por él, sentía demasiadas cosas por él, y si la situación fuera distinta, si no estuviera a punto de morir y Potter, pese a sus avances, no le pareciera tan débil, no dudaría en estar con él, sin embargo...

    —¿Qué tal si te enamoras y ese chico te pide que dejes a tu esposa, y tu fortuna incluso, si eso da como recompensa que puedan estar juntos? ¿Lo dejarías todo de lado o aún así buscarías ser práctico? —continuó preguntando Harry, cada vez más interesado en la respuesta.

    —No lo sé —admitió Draco, poniéndose en pie —, no me he enamorado de nadie así como para planteármelo.

    Harry le dio una mirada herida y asintió, poniéndose en pie y tomando la escoba. Se obligó a sonreír, no podía enfadarse, Malfoy estaba siendo honesto, era lo que él quería, no podía obligarlo a enamorarse de él y dejarlo todo de lado, enfrentar a sus padres y la sociedad, perder su herencia y su nombre en la estirada elite a la que pertenecía.

    —Vamos, te hago una carrera al hotel —dijo, fingiendo estar animado, mientras montaba en la escoba, y sin esperar respuesta, se alejó volando.

    —¡Eres un tramposo! —gritó Draco, supo que Potter lo había escuchado porque volteó a mirarlo y le sonrió ampliamente. Se montó en su escoba y lo siguió.

    —No me he enamorado de nadie así, hasta ahora —dijo suavemente, sabiendo que nadie escucharía sus palabras.

    *O*O*O*

     
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  8. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 14



    El tiempo es muy tirano. Sobre todo cuando te queda tan poco. En eso pensaba Draco mientras, junto a Harry y Tobby, se encaminaba hacia el Oeste, hacia ese país que había visto en una de las guías turísticas del hotel: Andorra.

    Partieron antes del amanecer, en el inicio de una fina llovizna que seguramente se convertiría en una gran lluvia; silenciosos y algo agotados, mirando con atención la oscura carretera y dejándose llevar por el camino.

    Se detuvieron en una gasolinera, donde tuvieron que llenar el tanque una vez más, en la pequeña tienda que tenía esta gasolinera compraron algunas botellas de agua, cigarros y, por antojo de Potter, una linterna. Draco descubrió a Potter comprando además un cuaderno pequeño. “Para llevar la cuenta de nuestro viaje”, había comentado el chico, algo sonrojado, mientras pagaba con el dinero que aún cargaba y que él no había querido recibir de vuelta.

    Cuando amaneció se encontraron en Orléans, una pequeña ciudad bastante agradable, ambos coincidieron en que necesitaban descansar y en que el lugar no se veía nada mal para pasear un poco.

    A diferencia de Paris, esta vez se hospedaron en una pequeña pensión, a la salida de la ciudad, donde podían desayunar y darse una ducha antes de tirarse a la cama a descansar. Draco había estado algo inseguro respecto a qué tipo de habitación tomar, pero Potter había dejado en claro que aún estaba dispuesto a compartir habitación con él.

    La mujer de recepción, una anciana bastante amable, no les hizo ningún comentario respecto al perro y les dijo que no había problema con que lo tuvieran en la habitación, siempre y cuando se hicieran responsables en caso Tobby rompiera o ensuciara algo.

    Tobby se durmió entre las camas de ambos, despreciando la cama que le habían comprado, la cual tenía las mantas que Harry le había traído.

    Se despertaron al atardecer, agotados y algo desubicados, habían decidido intentar mantener un perfil bajo, optando por no alojarse en hoteles caros, sino en pequeñas pensiones o habitaciones económicas. Draco no podía negar que Potter parecía sentirse mucho más cómodo así y sólo eso lo convenció de hacerle caso.

    Por la tarde se dedicaron a conocer la ciudad, Draco, disfrutando de su cámara fotográfica, tomó un montón de fotografías del lugar, y le pidió a algunas personas que les tomaran fotos a ellos también; a diferencia de en Paris, allí sí llevaron a Tobby a todos lados, y Harry no podía negar de que seguramente se veían muy graciosos, con Draco con el cabello cortado casi a rape, y un perro enorme y negro que parecía bastante agresivo, aunque en realidad era muy dulce, sobre todo en la noche, cuando ellos estaban sentados y ponía su cabeza sobre las piernas de Harry, esperando que le hiciera algún cariño mientras conversaban animadamente.

    Harry había decidido evitar el tema de la esposa de Malfoy, de su familia y de lo equivocado que estaba al querer mantener las apariencias pese a que eso lo hacía sentir miserable o triste. Una vez dejado de lado ese tema, las cosas fueron casi como cuando recién empezaban a tolerarse, conversando de cosas insignificantes, de cosas que les había pasado en la escuela o en su niñez y su juventud. Solo que las cosas ahora eran diferentes, varias veces, durante los dos días que permanecieron allí, Harry se encontró perdido, apreciando a Draco, observando sus rasgos y su porte, la forma como fruncía el ceño para explicar algo complicado, o la sonrisa traviesa que asomaba a sus labios cuando se burlaba de él.

    Por su lado Draco sentía que a cada momento que pasaba le pesaba mucho más su secreto, sabía que no le era indiferente a Potter, le había dejado cientos de pistas al respecto, pero el no poder responder a esos sentimientos era algo que lo hacía sentir frustrado y con más ganas aún, mientras veía como cuidaba de Tobby y hablaba con el animal, o escuchaba pequeñas historias de la escuela, de lo que había pasado después de la guerra, cuando no había estado tan drogado como para olvidarlo.

    Durante su estadía en Orléans, Draco había tenido que disimular bastante respecto a los síntomas, cada día se sentía más agotado y enfermo, pero la perspectiva de salir con Harry y Tobby a pasear, de ver la sonrisa de él y la forma como sus ojos se iluminaban era algo que lo obligaba cada mañana a levantarse y seguir, embutiéndose cada vez de más y más pociones; pociones para los mareos, las nauseas, los dolores, para dormir bien, para despertarse... su vida se había reducido a la cantidad de pociones que debía tomar cada día y a la sonrisa y las conversaciones con Harry.

    —¿No te gustaría manejar a ti? —preguntó Draco la mañana en que partían de Orleáns, mientras le lanzaba las llaves a un muy sorprendido Harry.

    —¿Yo?

    —¿Si sabes manejar, no?

    —Claro... sí qué sé, pero es extraño... ¿Estás seguro?

    —Mientras prometas no chocarlo —se burló Draco, no dándole opción a reclamo y metiéndose en el interior del auto, en el asiento del copiloto, nunca se había sentado allí antes, no en su propio auto al menos, y se acomodó lo mejor que pudo, inclinando un poco el asiento y tratando de no incomodar a Tobby, que había intentado darle un lengüetazo de cariño.

    —¿Hacia dónde se supone que debo ir? —preguntó Harry, una vez se hubo instalado tras el volante y encendió el auto, disfrutando del ronroneo del vehículo, llevaba mucho tiempo sin conducir y cierto que se había sentido tentado a pedirle a Malfoy que le dejara dar una vuelta, aunque que él lo ofreciera le parecía bastante extraño.

    —Por la autopista, veamos que hay, mientras no te alejes del camino a Andorra —se encogió de hombros Draco, mientras sacaba el mapa que habían estado utilizando y le señalaba la carretera que debería seguir.

    Harry asintió y aceleró un poco, sintiendo la fuerza del vehículo, mientras cruzaba la ciudad, mirando con atención los letreros, agradeció haberse ya habituado al sentido del tránsito, aunque no podía dejar de estar alerta, repitiéndose que debía ver las cosas en sentido invertido, para no chocar o doblar mal en alguna calle.

    Draco se acomodó mejor en el asiento y miró hacia la ventanilla, mientras los ojos le pesaban más y más, apenas había podido dormir la noche anterior, cavilando entre su inexistente futuro y la perturbadora figura de Potter, a sólo unos metros de él, durmiendo plácidamente. Se quedó dormido apenas se internaron en la carretera, arrullado por la música de la radio y la suavidad del desplazamiento, cuando abrió los ojos lo hizo porque Potter lo estaba agitando suavemente.

    —Hey... ¿te sientes mal? —preguntó Harry, bastante preocupado, se había detenido frente a un parque en Vierzon, la primera ciudad a la que habían entrado.

    —No... Anoche no dormí bien —se justificó Draco, apartándose un poco de lo perturbador que resultaba el toque de Potter.

    —Oh... Hemos llegado a Vierzon, podemos seguir, pero creo que primero deberías tomar algo, ya casi es hora de almorzar, después de todo.

    —Sí, claro que sí, ¿tienes hambre?

    —Un poco —admitió Harry, sin dejar de mirarlo, y no como normalmente hacía, imaginando estar con él, sino analíticamente: Draco se veía algo pálido y ojeroso, pese a haber dormido un buen rato.

    —Podríamos dejar el auto aquí y estirar las piernas, estoy seguro que Tobby lo agradecería.

    —También yo... este auto es bastante pequeño, ¿sabes?

    —Sí, lo sé. Había pensado, hace unos días, cambiarlo... aunque aún no estoy muy seguro, ya lo veremos.

    —¿Cambiarlo?

    —Ya sabes, comprar algo más práctico, he visto unas camionetas interesantes, aunque no muchas —explicó Draco, contento de poder distraer a Potter, mientras salían del auto. Se estiró, tratando de enfocar su mirada en los árboles del parque para no sentirse tan mareado, y agradeció que Tobby hiciera suficiente escándalo para salir cómo para llamar la atención de Potter y que no se fijara en él.

    —¿Qué se te apetece comer? —preguntó Harry una vez hubiera sujetado a Tobby, que parecía dispuesto a soltarse para lanzarse al parque.

    —¿Por qué no damos primero una vuelta con Tobby?, se ve ansioso por pasear —propuso Draco, no sentía muchas ganas de comer realmente.

    —De acuerdo.

    Caminaron por el parque, mirando las calles y a la gente pasar, conversando acerca de la posibilidad de quedarse en ese sitio al menos un día, y en buscar un hotel o una pensión no muy ostentosa, para evitar llamar la atención, bajo la consigna de que probablemente los estaban siguiendo. Harry no entendía mucho el comportamiento de Malfoy, que parecía siempre tan decidido y firme, y que no podía ser capaz de enfrentar a su familia, pero no quería cuestionarlo más, pues sabía que ese tema le enfadaba.

    Terminaron almorzando en un pequeño restaurante con grandes vitrales, lo que les permitió dejar a Tobby en la entrada, aunque no comieron tranquilos, demasiado preocupados por el perro y dejarlo solo en medio de la calle.

    Encontraron una pequeña pensión a tres calles del parque, la regentaba una mujer mayor, de cabellos muy oscuros y ojos azules, que les sonrió todo el tiempo y les recomendó unos cuantos sitios que visitar durante su pequeña estadía.

    Durante la tarde ambos se la pasaron durmiendo, y cuando despertaron el cielo estaba oscuro y con grandes nubes.

    —¿Sabes que pronto será invierno? —preguntó más tarde, luego de que ambos se prepararan para la cena.

    —Lo supongo, pronto empezará a llover.

    —Estamos en noviembre, no sé dónde se ha pasado tanto tiempo.

    —Hemos visto muchos sitios —afirmó Draco, mientras le entregaba un abrigo y tomaba un paraguas.

    —Sí... quiero escribirlos todos, pero no sé... —Harry se mordió el labio inferior, mientras observaba a Draco palmear la cabeza de Tobby, que ya había hecho su cama en uno de los rincones cercanos a la chimenea.

    —¿No te acuerdas de los nombres?

    —Sí, de eso sí, pero no de la fecha ¿cuándo fue que salimos de Inglaterra?

    —En agosto, el treinta —explicó Draco abriendo la puerta y haciéndole un gesto para salir.

    —Oh... vaya, ¿en serio?

    —Sí, en serio, llevo bien la cuenta de los días —afirmó Draco, lo cual era cierto, ya que llevaba aún el libro de la vida con él y era consciente de cuántos días de vida, aproximadamente, le quedaban.

    —Mmm... —Harry asintió y siguió a Draco por las escaleras, meditando en que su cumpleaños había pasado, cosa que él ya sabía, mientras permanecía encerrado en el departamento de Draco, ni siquiera se había dado cuenta de eso.

    —¿Qué pasa? —preguntó Draco, luego de hacerle un gesto de despedida a la señora de recepción y abrir la puerta de salida del hotel.

    —Nada, ¿por qué crees que algo pasa?

    —Por tu cara —afirmó Draco, mirando de un lado al otro de la calle —¿Izquierda o derecha? —preguntó hacia Harry.

    —Derecha.

    —Genial —dijo, caminando hacia la izquierda.

    —¡Hey! —protestó Harry, que había empezado a caminar hacia la derecha, pensando que irían en esa dirección —. ¿Para qué me preguntas si harás exactamente lo contrario?

    Draco soltó una carcajada y alcanzó a Harry.

    —En realidad la pregunta no fue clara, pude haber querido decir en cuál dirección no quieres ir.

    —Tramposo.

    —Oh, vamos, no te ofendas —rió Draco, pasando un brazo sobre los hombros de Harry.

    Harry sonrió un poco y rogó para que Draco no se apartara de él, mientras seguían avanzando en busca de algún lugar en el cual comer.

    —Y entonces —dijo Draco, luego de un gran tramo de camino —¿qué era lo que tenías?

    —Ah... Me di cuenta de que pasé mi cumpleaños en tu departamento, probablemente inconsciente, o destrozando algunas cosas.

    —¿En serio? ¿Cuándo fue tu cumpleaños? —preguntó Draco, no había pensado que llevaban desde julio juntos, lo que implicaba que el cumpleaños de Potter hubiera podido pasar de ser percibido.

    —Treinta y uno de julio —informó Harry, mientras se detenían frente a un restaurante que parecía bastante elegante.

    —¡Pero fue hace meses! —exclamó Draco, sorprendido.

    —Lo sé... ni siquiera me había dado cuenta... ¿Tu cumpleaños ya pasó?

    —¿Qué te parece aquí? —preguntó Draco, obviando por el momento la pregunta de Harry y mirando con interés el fino restaurante.

    —¿No será muy caro?

    —Ese no es problema, y esa no fue la pregunta —negó Draco, apartándose de Harry para entrar, un hombre uniformado los saludó en francés y les abrió la puerta.

    Harry escuchó, como siempre le ocurría, embelesado a Malfoy intercambiar unas cuantas palabras con el Maitre y luego fueron acomodados en una íntima mesa para dos, con una vela encendida en el medio, lejos de los otros pocos comensales que había.

    —Mi cumpleaños fue en junio —comentó Draco, contestando a la pregunta de Potter —, el cinco.

    —Oh... también ya pasó.

    —Sí.

    —¿Lo celebraste?

    —Más o menos —Draco se encogió de hombros —, me organizaron una cena muy elegante, llena de lo más alto de la sociedad y los funcionarios del Ministerio y de Gringotts, hubo una orquesta tocando casi toda la noche.

    —No pareces haberte entretenido tanto.

    —¿Honestamente? —preguntó Draco, Harry asintió y entonces continuó —. Me la pasé tratando de convencer al Jefe de exportaciones del Ministerio para que aceleraran la resolución de una ley que nos dejaría ganar una buena cantidad de oro, baile con Katrina y con mi Madre mucho más de lo que hubiera querido, y para cuando la noche terminó no pude estar más contento de que los cumpleaños fueran solamente una vez al año.

    —Vaya... ¿no hiciste nada con tus amigos?

    —No —Draco arrugó la nariz un poco y suspiró —hay cosas que debes aprender, cuando estás en el círculo social que yo, no puedes tener amigos, no puedes confiarle a nadie tus secretos, es muy peligroso, los pueden usar en tu contra en algún momento decisivo. Ni siquiera puedes confiar en que tus hijos no revelen alguna cosa importante... Es muy complicado.

    —Es un porquería —resolvió Harry, negando con la cabeza —, no me gustaría nunca estar en un círculo de esos, es decir, ¿qué gracia tiene tener tanto oro y poder si no puedes disfrutarlo?

    —Lo disfrutas, paga las cuentas y los más caros caprichos.

    —Eso no es disfrutar, hay cosas más importantes que el oro y los caprichos.

    Draco lo miró seriamente y asintió.

    —Es cierto, los hay, lo sé; pero no puedes elegir ir contra las normas, es lo que me toca vivir.

    —Sí que puedes, no tienes que vivir así, es tu vida, tu decisión.

    Si tan solo le hubiera hecho caso a ese consejo antes, cuando Blaise se lo había dado antes de casarse, cuando Jasón, el chico de New York, se lo había gritado, pero ya era tarde, ahora solo le quedaba disfrutar de lo poco que tenía, y no podía negar que con Potter lo estaba haciendo.

    —Pues ahora la estoy pasando bien aquí —se encogió de hombros, no queriendo admitir que con él y que dudaba que si hubiera hecho el viaje solo la estaría pasando tan bien como ahora.

    —Yo también —afirmó Harry, en voz baja, mientras el mesero traía ya los primeros platos.

    *O*O*O*



    Aunque la siguiente meta era Tolouse, se detuvieron en Cahors para almorzar, allí conocieron a un grupo de campistas que comentaban emocionados de los maravillosos días que habían pasado acampando en el bosque, en contacto con la naturaleza y aprovechando los últimos días antes de que las primeras nevadas cayeran.

    —¿Acampar? —preguntó Harry, mientras caminaban con Tobby hacia el parque más cercano que pudieran encontrar.

    —Tenemos la carpa. Yo nunca acampé; aunque teníamos varias carpas, usamos una para el mundial de quidditch —explicó Draco, señalando con la cabeza hacia una de las esquinas, para cruzar la avenida.

    —Yo también estuve allí, nos vimos, ¿recuerdas?

    —Ah... claro, el ataque —masculló Draco, aquel no había sido un buen recuerdo.

    —¿Y cuál fue tu carpa? —preguntó Harry un momento después, cuando ya caminaban por el parque, con Tobby saltando contento de un lado al otro.

    —¿Qué?

    —La del mundial de quidditch.

    —Era una tienda de seda a rayas, de varios pisos de alto… mi padre insistió en traer a los pavos reales y tuvimos que atarlos a la entrada para que no escaparan —explicó Draco, recordando esa noche, no se había divertido del todo en realidad, temía que alguien los descubriera y supuso que su padre andaría borracho por haber participado en algo de ese tipo, exponiéndose de esa manera.

    —¡Yo la vi! —exclamó Harry sorprendido, preguntándose por qué no se había dado cuenta que una carpa de ese tipo era de Malfoy.

    —¿En serio? Yo no vi su carpa.

    —Era bastante pequeña... en comparación a la tuya, claro.

    —¿Además de eso, tú has acampado en otra ocasión?

    —Más o menos, durante la guerra Hermione, Ron y yo pasamos mucho tiempo en la carpa, en la misma que llevamos al mundial, escapando.

    —Entiendo. Si es que te trae malos recuerdos acampar y...

    —No, no es eso, es decir, no creo que tenga sentido ligar ese tiempo a la experiencia de acampar... —Harry frunció el ceño y miró hacia Tobby por un instante, antes de asentir —en realidad sería otro tipo de campamento, además Tobby la pasaría muy bien...

    —Si no se lo come un oso —se burló Draco.

    —No hay osos en esta parte de Europa —negó Harry, Draco arqueó una ceja y eso lo hizo dudar —¿verdad? —preguntó con desconfianza.

    Draco soltó una carcajada y negó con la cabeza.

    —No, no creo que los haya.

    —Genial, no quiero que se lo coma un oso.

    —No dramatices — se burló Draco, dándole un golpe en el brazo y soltando otra carcajada, mientras Harry lo miraba fingiendo estar enfadado, hasta que no pudo más y se contagió de la carcajada de Malfoy.

    Se quedaron en Cahors dos días, paseando y descansando, mientras contactaban con una agencia de turismo que les dio todas las indicaciones para llegar a un bosque donde podrían acampar, denegaron gentilmente la oferta de llevar un guía con ellos, pues su carpa era mágica y además no se sentían cómodos con un extraño junto a ellos.

    Llevaron el automóvil, ésta vez fue Draco quien condujo, exigiéndole lo máximo a su vehículo y repitiendo con más insistencia en que quería cambiarlo por una camioneta.

    Gracias a los hechizos de ubicación que tenía el auto, pudieron encontrar un lugar agradable, cerca de un pequeño arroyo y rodeado de árboles y algunas montañas.

    Rieron un buen rato, tratando de entender la forma exacta en que la carpa se debía armar, mientras Tobby los observaba, con la cabeza entre las patas y recostado a la sombra de un árbol.

    Al atardecer tenían ya armada la carpa, que lucía como una carpa común y corriente, aunque en su interior era una casa de dos pisos, con escaleras blancas, cortinas pesadas y oscuras, muebles estilo victoriano y tres habitaciones. Tomaron la habitación del centro, convirtiendo la enorme cama King Size en dos camas más pequeñas, ninguno hizo un comentario acerca de la necesidad de seguir compartiendo habitación, pese a que Harry ya podía dormir solo y sin vigilancia.

    Harry insistió en que si quería sentir en serio lo que era un campamento, deberían intentar hacerlo todo al estilo muggle, o al menos lo mayor cantidad de cosas, por lo que antes de adentrarse en el bosque se detuvieron en un supermercado y llevaron muchas latas de comida, botellas de agua, leña y algunas cosas más que Draco no entendía bien para qué podían servir.

    Al anochecer observó, divertido, a Harry tratando de frotar los maderos para conseguir, según había dicho él, una chispa que convirtiera esa ruma en una hoguera, luego de mucho rato de reír disimuladamente, mientras jugueteaba con Tobby, se compadeció de él y lanzó un hechizo que hizo que los maderos ardieran rápidamente. Harry, sonrojado y sudoroso por el esfuerzo, le dio una mirada de reproche.

    —Malfoy, eso es trampa.

    —Vamos, Potter no te enojes, reconoce que podríamos pasar toda la noche esperando a que por fin saliera la dichosa chispa.

    —Sigue siendo trampa.

    —No, se llama ser práctico.

    Harry entrecerró los ojos, sintiéndose algo ofendido y avergonzado por no haber podido encender siquiera la hoguera, y empezó a colocar las latas de comida en el fuego, con lo que se ganó otra mirada curiosa de parte de Malfoy.

    Cuando empezó a anochecer y el bosque se oscureció por completo, se sentaron alrededor de la fogata, con Tobby al lado de Harry, mientras comían los frejoles y sopas que había en las latas y observaban el cielo.

    —Nunca había visto el cielo de esta manera —admitió Harry, dejándose caer de espaldas sobre la hierba, luego de deshacerse de su lata vacía de comida. Sintió a Draco hacer lo mismo y volteó a verlo un instante, el chico también miraba hacia el cielo atentamente.

    —Dicen que en los bosques el cielo se ve mejor —asintió Draco, sabiéndose observado pero luchando con sus ganas de voltear —, aunque parece que pronto empezará a llover —continuó, mientras señalaba unas nubes oscuras que ya se aproximaban.

    Harry, resignado, giró hacia el cielo, y observó las nubes negras que Malfoy le señalaba, todavía estaban algo lejos y de todas maneras aún podían apreciar el cielo.

    Se pasaron mucho rato hablando sobre las constelaciones que se podían divisar en ese sitio, sobre las historias que Draco se sabía al respecto, todas aprendidas en casa y no en clase de Astronomía, y Tobby revoloteó alrededor por bastante tiempo, hasta que las nubes negras cubrieron todo y el primer indicio de una lluvia comenzó a caer.

    Se refugiaron al interior de la cabaña, pero no en la habitación sino en la sala, continuando con su conversación, Harry estaba maravillado de la cantidad de cosas que Malfoy sabía y lo fácil que las explicaba, recordó que él había dicho que los niños no eran lo suyo, pero sabía que definitivamente sería un buen padre, aparentemente tenía mucha paciencia, y ese viaje era la mejor muestra de ello.

    Pasaron tres días en el bosque, explorando los alrededores, tomando fotografías y descubriendo paisajes muy hermosos; el clima ya estaba cambiando y cada vez hacía más frío, pero pese a eso no se desanimaron de sus paseos diarios. Draco había decidido que definitivamente le encantaban los amaneceres, que era, según su opinión, la mejor parte del día y se levantó temprano a poder verlos. Tobby parecía muy contento, corriendo por todos lados sin correa, aunque previamente Draco le había puesto un hechizo de ubicación, en caso se terminara despistando.

    Al cuarto día llovió durante toda la mañana y parte de la tarde, lo que les dio la señal de partir, después de todo aún querían llegar a Andorra y lo mejor era ponerse en movimiento.

    Cargaron todo en el auto al atardecer, cuando el sol se estaba ocultando, y tomaron algunas fotografías más, Draco había encontrado la forma de hacer que la cámara se disparara sola, lo que logró que se tomaran muchas fotografías juntos.

    Enrumbaron por la carretera y esta vez ya no se detuvieron hasta el peaje que les informaba que ya estaban en Andorra. Se detuvieron en Canillo, maravillados por el paisaje natural que los rodeaba, la gente en las calles, pese a que ya estaba empezando el invierno, sonreía contenta, habían varios parques donde notaron shows y teatros callejeros, en definitiva era un buen lugar.

    Por primera vez Harry pudo sonreír un poco al notar que Draco no entendía nada de los letreros, y tampoco a la mujer que los saludó en la recepción del hotel Vall Esquí, donde se detuvieron en busca de una habitación.
    Aunque rápidamente la mujer mencionó, ya que ambos pusieron caras de no comprender, que también hablaba francés, Harry lo estuvo molestando por un buen rato con eso.

    —Este lugar se ve muy interesante —aceptó Draco, una vez subieron a su habitación, en el tercer piso y con un gran balcón que dejaba ver las montañas, verdes por el pasto y los bosques.

    —Pues sí, es lo más hermoso que he visto en mucho tiempo, sin ofender a ninguna de las otras ciudades, pero es que aquí se ve todo tan tranquilo —admitió Harry, alcanzándolo en el balcón y observando también.

    Ambos se quedaron allí por un rato más, Draco cavilando en que al fin había encontrado su respuesta, ya sabía donde quería morir, seguramente que tendría que llevar de vuelta a Potter a Inglaterra, para devolverle la varita, pero luego de eso volvería, solo, a ese lugar, donde todo se veía tan lleno de vida a esperar que la naturaleza hiciera lo propio con él y terminara con su suplicio.

    —¿Estás bien? —preguntó Harry, tocándole el hombro para llamar su atención, la expresión de Draco se había tornado completamente triste.

    —Claro que sí, ¿por qué no habría de estarlo? Este lugar es maravilloso, me apetece quedarme mucho tiempo por aquí.

    —¿Seguro que es solo eso? Pareces... raro.

    —No alucines, Potter —cortó Draco, de manera más ruda de la que deseaba, mientras se metía de nuevo a la habitación, dispuesto a ordenar todo.

    Harry frunció el ceño y negó con la cabeza, mirando a Draco moverse por todos lados, sacando la ropa del maletín y a Tobby a un lado, dormitando.

    —A ti te pasa algo —dedujo, aunque no lo dijo en voz muy alta, no queriendo que Draco lo escuchara realmente.

    *O*O*O*



    Pasaron la tarde siguiente en el "Museu de les 2 Rodes": el museo de las motocicletas, Harry recorrió, seguido de Draco, cada uno de los rincones de ese lugar, viendo desde los primeros diseños hasta la actuales, y preguntándose una vez más qué tan mala habría quedado su motocicleta o si es que no le habría pasado algo, después de tanto tiempo escondida.

    —¿Cuándo aprendiste a manejar una moto? —preguntó Draco aquella noche, mientras ambos cenaban en un pequeño restaurante en las cercanías del hotel, habían dejado a Tobby en la habitación y ellos planeaban pasear un rato más.

    —A los dieciocho, creo... la guerra ya había terminado, estaba tratando de hacer cosas nuevas; mi padrino tenía una moto... una muy antigua, de allí saqué la idea.

    —¿Aprendiste en esa?

    —No, esa fue destruida durante la guerra... —Harry negó con la cabeza y Draco le dio una mirada evaluativa.

    —Si es algo que te incomode...

    —No, no, claro que no —se apuró en aclarar Harry—, estaba pensando en mi padrino, tú lo conoces, creo...

    —¿Yo?

    —Sirius Black.

    —Oh... ya, claro que lo recuerdo, aunque nunca lo conocí. Es primo de mi madre, una vergüenza de la familia, hasta donde escuché.

    —Por supuesto que no fue ninguna vergüenza —rebatió rápidamente Harry, enfadándose un poco.

    —Yo no he dicho eso —protestó Draco en tono calmado —; sólo digo lo que me han dicho, que era eso, un tipo que no aceptó las reglas de la casa.

    —Eso es cierto. Se escapó de casa a los dieciséis años, porque no quería seguir lo que sus padres le indicaban.

    —Eso también lo sé —aceptó Draco, aliviado de que al parecer Potter se había calmado.

    —Fue a vivir con mi papá. Eran muy amigos, él y mis padres... hasta que Voldemort los mató.

    —Entonces... —Draco suspiró un poco y le ofreció la mitad de su postre a Potter, buscando tal vez cambiar el tema, aunque éste parecía demasiado reacio a hacerlo.

    —Lo conocí cuando tenía trece años, por un momento pensé que podría vivir con él y librarme de los muggles con los que vivía, pero todo se torció y nunca pude pasar demasiado tiempo con él; pese a que algunas veces me parecía demasiado amargado, le tenía mucho cariño y cuando murió... —negó con la cabeza y jaló el plato de Malfoy, dejándole en su lugar su propio postre.

    —Gracias —masculló Draco, algo cauteloso por la situación.

    —Como sea, salí, compré una moto y empecé a conducirla, me caí muchas veces, hasta que aprendí... la que dejamos en Inglaterra es mi primera moto, nunca choque tanto como para malograrla.

    —Cuando regresemos te ayudaré a repararla si es que tiene algo malo.

    —¿En serio?

    —Claro, será divertido, es más, hasta me podrás enseñar a montarla —sugirió Draco, dándole una probada más al postre de Harry.

    —Genial —asintió Harry, pensando en que esa era una promesa que implicaba que se seguirían viendo cuando volvieran a Inglaterra —, esto está muy rico —comentó, luego de darle una probada al postre de Malfoy.

    —Y esto también —convino Draco, sonriendo.

    Ambos se quedaron en silencio por un rato más, terminando de comer, pensando cada uno en qué harían al volver a casa.

    *O*O*O*



    Harry aún seguía queriendo averiguar qué le pasaba a Malfoy, por eso al día siguiente se levantó mucho más temprano que de costumbre; en Paris, cuando había revisado las cosas de Malfoy, no había encontrado nada inusual, pero sí algunos hechizos de seguridad extraños, le parecía excesiva seguridad para un simple equipaje. Estuvo husmeando en la habitación y en el baño, donde se sorprendió de encontrar otro hechizo más de seguridad, ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento Malfoy había hecho eso.

    —¿Qué es lo que estás escondiendo? —preguntó en voz baja al aire, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por los pasos veloces de Malfoy, corriendo hacia el baño, se apartó justo a tiempo, mientras lo veía caer de rodillas frente al WC y vomitar.

    Al igual que la vez anterior en que lo había visto en esa situación, se inclinó a su lado y lo sujetó un poco, hasta que las náuseas terminaron, luego le puso una toalla húmeda en la cabeza y lo miró de manera acusadora.

    —Gracias... no sabía que te habías despertado ya —farfullo Draco, apretando un poco más la toalla húmeda contra su frente.

    —¿Qué es lo que tienes? No es la primera vez que te veo enfermo.

    —Nada, los viajes nunca me sientan bien, los cambios de comida y eso...

    —¿Quieres que te consiga un antiácido? —preguntó Harry, de manera solicita, maldiciendo no tener su varita a mano para poder llegar al fondo del asunto.

    —Esa es buena idea, estoy seguro que en el hotel deben tener, ¿podrías pedirlo en recepción, por favor?

    —¿Seguro que no tienes nada más? Entiendo que esto de los viajes te haga daño, pero ya hemos estado viajando por mucho tiempo y...

    —Tal vez la altura, ya ves que dicen que algunas veces hace daño —se excusó Draco, poniéndose en pie y sosteniéndose del lavamanos, sus piernas temblaban y temía caerse delante de él.

    —Te hubieras sentido mal ayer, o anteayer, cuando llegamos, no hoy.

    —Vamos, no eres un médico, no lo puedes saber —negó con la cabeza Draco, agitando una mano para quitarle importancia al asunto.

    Harry abrió la boca para replicar y luego la cerró, negando también.

    —Iré por el antiácido —resolvió, mientras salía del baño.

    Draco lo observó a través del espejo, preguntándose por qué se había visto tan ofendido, en cuanto la puerta de la habitación se cerró, con manos temblorosas, invocó a su varita y levantó el hechizo de seguridad, la hilera de pociones brilló un poco y sin demorarse más empezó a tomarlas en orden, conforme pasaban los minutos se empezó a sentir mejor, aunque aún algo cansado.

    Luego de darse una ducha y cerrar el hechizo de seguridad, se dejó caer en la cama, aún envuelto con una toalla alrededor de la cintura y esperando a Potter y el antiácido que había prometido, no le gustaba tomar cosas como esas, pero no quería darle más motivo de discusión a su compañero, sin embargo el cansancio pudo más y antes de que volviera, se quedó dormido.

    Harry volvió muchos minutos después, había tenido ciertos problemas, ya que la mujer de recepción hablaba francés, español y catalán, pero no inglés, y había tardado un poco en hacerse entender, lo peor fue que allí no había nada que le pudiera servir así que tuvo que ir a la farmacia, a una calle de distancia, a comprar el antiácido, por suerte la mujer se había compadecido de él y le había escrito en un papel lo que necesitaba, para que se lo pudiera dar a la persona que atendía en la farmacia.

    Consiguió también una botella de agua, recordándose que tendría que decirle a Malfoy que deberían comprar más de esas botellas para tener a mano, y finalmente, cuando volvió, cargando una pequeña bolsa con varios tipos de antiácidos y la botella de agua, lo encontró sobre la cama, cubierto sólo por una toalla y completamente dormido.

    —¿Malfoy? —llamó en un susurro, Tobby se había dejado caer junto a su cama, como si lo estuviera custodiando.

    Con cuidado de no hacer ruido dejó la botella de agua en la mesa de noche y se sentó en su propia cama, observándolo: su cabello aún seguía corto, pero ya no tanto como cuando había vuelto luego de su escapada en Paris; su expresión era bastante relajada y respiraba lenta y pausadamente; la piel de su pecho y sus piernas era bastante pálida, más pálida que cuando habían estado en aquella playa, donde habían encontrado a Tobby; y sus piernas tenían un muy ralo vello, tan claro que se confundía con el color de la piel.

    Por mucho rato se debatió entre dejar de mirar y extender la mano para sentir su piel, finalmente ganó la última opción y se puso en pie con lentitud, ante la atenta mirada de Tobby, y se acercó a él, pasó la mano con delicadeza por la mejilla, sintiéndola caliente y suave, pese a la escasa barba que ya estaba creciendo, y luego siguió un poco más abajo, hacia el delgado y largo cuello, sintiendo su pulso, se extrañó de sentirlo tan acelerado, pese a que estaba en completa calma... un gruñido de parte del chico fue suficiente advertencia para hacer que se apartara, lo cual fue muy acertado, pues en ese momento Malfoy abrió los ojos, parecía algo extraviado, mirando hacia un lado y al otro, antes de enfocar su vista en él.

    —¿Ya te sientes mejor? —preguntó Harry, y sabía que estaba sonrojado.

    Draco lo miró un instante más, algo andaba terriblemente mal, no sabía dónde estaba ni qué estaba haciendo ese chico allí, aunque le parecía ligeramente familiar. Frunció el ceño y se sentó con lentitud, calibrando todos sus movimientos y tratando de recordar, ¿qué hacía en esa habitación, apenas vestido y...? Tobby saltó a la cama y acomodó su cabeza sobre una de sus piernas, gimoteando ligeramente, por instinto llevó una mano hacia la cabeza del animal y la acarició.

    —¿Malfoy?

    —Yo... —Draco miró nuevamente hacia el chico, y como si se tratara de una cortina abriéndose lentamente, todo volvió a su sitio: ¡Era Potter!, estaba con Potter en Andorra, pero, ¿qué demonios le había pasado un instante antes?

    —Lamento haber tardado tanto, pero es que nadie, o casi nadie, habla inglés, y tuve que ir a la farmacia a conseguir el antiácido, por suerte la señorita de recepción me lo escribió en un papel, también he comprado algo para los mareos y los males de altura —se esmeró en explicar rápidamente, mientras levantaba la pequeña bolsa de papel y dejaba ver su contenido a Malfoy.

    —Ah... no tenías que haberte preocupado tanto, Potter, ya me siento bien —dijo entonces Draco, apartando un poco a Tobby y poniéndose en pie, las manchas que aparecieron en las paredes eran ya conocidas para él, las había visto antes, se preguntó si es que tendría que tomar más poción para los mareos; sujetó con algo más de fuerza la toalla en torno a su cintura, lo último que necesitaba era que se cayera delante de Potter, mostrándolo completamente desnudo.

    —Pareces aún un poco enfermo.

    —Qué halagador —negó Draco, mientras se movía con lentitud por la habitación, sacando la ropa que debía usar para ese día.

    —Lo siento, no quise ofenderte, sólo que...

    —Olvídalo, me siento bien, suele sucederme, madre siempre decía que era muy delicado en los viajes —mintió.

    —Bien... —Harry dudó un instante, observándolo y luego negó con la cabeza, sabía que él no le diría nada, tendría que encontrar la forma de averiguarlo solo —; iré a darme una ducha.

    —Buena idea, se me apetece tomar ese tour que vimos ayer.

    —Pero, hay que caminar para eso.

    —¿Te sientes cansado? Estoy seguro que es un tramo sencillo, no creo que requiera de mucho esfuerzo.

    —No lo digo por mí, sino por ti —rebatió Harry, algo ofendido por la insinuación de Malfoy.

    —Estoy perfectamente bien —declaró Draco, sonriendo tensamente —, ahora ve a ducharte, que tenemos que ver la forma de dejar a Tobby encargado en algún sitio.

    A regañadientes Harry asintió y se metió en el baño, Draco, una vez escuchó el agua caer, se sentó nuevamente sobre la cama, respirando agitadamente.

    —¿Por qué me estoy sintiendo peor de pronto? —se preguntó en un murmullo, presionándose la frente, como hacía últimamente, queriendo encontrar la forma de aplasta el cáncer, de sacarlo de su organismo, aunque sabía que eso era imposible.

    Tobby gimoteó un poco y se acostó a sus pies, consolándolo con ese pequeño gesto.

    *O*O*O*



    Luego de pagarle a uno de los botones del hotel para que se quedara con Tobby durante todo el día, salieron caminando hacia la calle Sant Joan de Caselles, dónde se encontraba la oficina de turismo de Canillo, y compraron los boletos para el tour: “Doce huellas en el camino de Canillo”.

    Harry se mantuvo observando a Draco todo el tiempo, atento a sus reacciones y a su forma de andar y de moverse, cada vez más seguro de que algo realmente estaba pasando allí, no podía ser que siempre estuviera enfermo.

    Draco se entretuvo tomando fotografías por todo el camino, iban bastante lento, debido a que unas cuantas familias con niños iban con ellos y debían tener consideración por ellos y el ritmo que podían llevar. La mayoría de los turistas que formaban el tour eran americanos, por lo que el idioma no fue un gran problema, lo cual le permitió no estar tan pendiente de Potter como siempre ocurría, sin embargo, no pudo resistir la tentación de disparar su cámara una y otra vez sobre él.

    Harry llevaba su cuaderno, y cada vez que se detenían en algún lugar a descansar, se dedicaba a tomar notas de los lugares que habían visto; se trataba de una caminata a través del valle, deteniéndose en doce esculturas religiosas: Sant Joan de Caselles; Oratorio de Sant Bernat de Menthon; Cruz de Hierro Forjado; Iglesia de Sant Serni; Escultura a Carlomagno; Iglesia de Santa Creu; Cruz de los Siete Brazos; Sant Miquel de Prats; Cruz de Carlomagno; Oratorios de Meritxell y Santuario de Meritxell; Malfoy, que había hecho buenas migas con un par de turistas italianos que hablaban un muy precario inglés y una de las familias que cargaba con cuatro niños pequeños, se la pasó disparando su cámara por todos lados, sonriendo y bromeando con él y con sus nuevos amigos.

    Lo divertido para Harry fue cuando casi al final del recorrido uno de los niños pequeños, un enano de apenas tres años, hizo un terrible berrinche porque dijo que tenía hambre, mientras su madre trataba de ubicar al padre entre la multitud de turistas, argumentando que era él quien cargaba la mochila con la merienda, lo dejó de la mano de Draco, que pareció perder el color, mientras observaba al pequeño llorar y llorar, tratando de ver a sus padres.

    —Hey... ya, no llores, ¿no ves que están yendo por tu comida? —pidió Draco, poniéndose de rodillas delante del niño, ni aún así lograba estar a su altura, pasándolo por una cabeza.

    —Claro... intenta tu razonamiento práctico y lógico con él —bromeó Harry, quitándole la cámara del cuello y alejándose unos pasos.

    —¡No te quiero! —gritó el niño, dándole un golpe en el pecho con su manita pequeña y llena de tierra.

    Draco frunció el ceño, dispuesto a responder que por supuesto que no lo quería, que no había razón para que lo quisiera, pues apenas se conocían, pero el sonido de la cámara de fotos llamó su atención, cuando giró, Potter estaba cerca de ellos, enfocándolos y tomando más fotos aún.

    —¡Potter!

    —¡Potter! —repitió el niño, tratando de escapar hacia Harry.

    —Estás asustando al niño, Malfoy —le recriminó Harry, aún con una sonrisa burlona.

    —No es gracioso.

    —Y tienes la camiseta llena de tierra —continuó Harry, riendo un poco más.

    —Eso es porque... Joshua me ha golpeado.

    —Oh... te ha golpeado un niño pequeño, ¿te quejarás con su madre?

    —Qué cómico —replicó Draco, el niño se había quedado quieto, observándolos atentamente.

    —Gracias, Daniel —dijo la mujer, llegando en ese momento con una pequeña lonchera —, han sido muy amables —continuó, mientras se inclinaba para levantar al pequeño.

    —El no Daniel, el Malfoy —corrigió el niño, dejándose levantar.

    —Ay, qué cosas dices —se rió la mujer —, gracias chicos, son muy amables.

    —No hay de qué —asintió Harry, mientras observaba a Draco ponerse en pie y sacudirse la tierra de los pantalones y la camiseta.

    —Por supuesto, cuando quieras, Diana —retribuyó amablemente Draco, la mujer les hizo un gesto de saludo y se alejó con el niño hacia el centro, donde algunas mujeres más habían tendido unos manteles y daban de comer a los niños.

    —No sé por qué dices que no te gustan los niños, te ves bien con ellos —comentó Harry, acercándose a él y enseñándole las fotos que había sacado.

    —No me gustan y punto, además, para tener uno tendría que acostarme con una mujer, y eso es algo que no me apetece en lo más mínimo.

    —¿Nunca lo has hecho con una mujer? —preguntó Harry, sinceramente extrañado.

    —¡Merlín, no! —negó Draco rápidamente, mientras le señalaba un lugar más o menos limpio donde se podrían sentar.

    —Vaya...

    —¿Tú sí?

    Harry sonrió un poco.

    —No, tampoco, que recuerde, claro.

    —¿Y entonces por qué te extrañas?

    Harry se encogió de hombros y se dejó caer sobre la hierba, Draco, a su lado, hizo lo mismo, ambos mirando al despejado cielo azul.

    —Supuse que ya que tendrías que tener un niño alguna vez y que hasta te has casado...

    —Pero no consumado el matrimonio —se apuró a aclarar Draco.

    —Ya. El punto es, ¿cómo piensas hacer un niño si no quieres...? ya sabes...

    —¿Ya sabes? —rió Draco —Bueno... es algo que quise postergar hasta que el momento llegara, luego ya vería qué hacer.

    —Dirás: que quieres postergar hasta que el momento llegue y que luego ya verás qué hacer —corrigió Harry.

    —¿Qué?

    —Si aún sigues casado, y quieres cumplir con la norma —dijo con retintín —tendrás que hacerlo.

    —Oh... sí, claro.

    —Aunque existe la adopción.

    —No en este caso, la fortuna de los Malfoy, al igual que muchas otras fortunas de los magos de sangre pura, solo funcionan o responden a la sangre legítima de la familia... es un tipo de hechizo que se hizo hace mucho tiempo, hubieron muchos casos de herederos ilegítimos... ya sabes, muchos que nacieron como consecuencia de algún affaire.

    —Oh... eso es... vergonzoso, ¿qué pasaba si una mujer decía estar esperando un hijo y ese hijo no resultaba ser hijo del esposo?

    —Pues cuando nacía el niño, o la niña, la fortuna... no, la casa, en este caso puede ser la Mansión Malfoy, dónde está concentrado nuestro poder, no lo dejaría entrar... entonces el matrimonio se anulaba y la mujer caía en desgracia, pues por lo general su familia la rechazaba por haber deshonrado al apellido.

    —Eso es grave.

    —Ni lo digas, hubo una época en que incluso se desterraba a la mujer y al niño.

    —¡Dios! Eso es espantoso, ¿qué pasaba si es que el esposo, pese a todo quería conservar al niño? No sé... para guardar las apariencias o algo así.

    —Hay unos cuantos hechizos... pero son muy peligrosos, aunque siempre existe la vía legal, entonces no es tan difícil, pero existe la posibilidad de que alguien abra la boca y el secreto deje de serlo.

    —Oh... eso tampoco es agradable.

    —Nada en ese mundo lo es —negó Draco —, tal es el miedo a caer en la desgracia que se dice que en mil seiscientos veintisiete una mujer... —Draco arrugó la frente, por lo general no tenía tan mala memoria —, no recuerdo su nombre, lo siento... en fin, ella creó un hechizo para lograr transferir la magia del esposo al niño, de tal forma que la magia de la fortuna y el apellido lo reconociera como heredero.

    —¿Y funciona?

    —Sí, aparentemente, pero generalmente el esposo muere en el proceso... es un método que está catalogado de magia negra, ni siquiera existen registros, o no conocidos al menos, de la forma cómo efectuar el ritual.

    —Eso es estar desesperada.

    —Sí, lo es, pero cuando te casas, en este tipo de relación, debes ser consciente de lo que te juegas, con Katrina dejamos las cosas claras desde el inicio, ella podía estar con quien quisiera, al igual que yo, pero debe ser cuidadosa, no sólo para que no la vean, sino para no quedar embarazada, eso es algo que la llevaría a la ruina —explicó Draco con voz seria.

    —Ah... —Harry negó con la cabeza —, nunca lo comprenderé.

    —Por suerte tú no tienes que vivir bajo esas reglas... puedes casarte con algún chico si quieres, e incluso adoptar niños, ¿eso te gustaría?

    —¿Casarme o adoptar niños?

    —Las dos cosas, supongo.

    —No lo sé, nunca lo pensé, el futuro, en ese aspecto al menos, no es algo que me haya desvelado mucho.

    —Bueno, tienes la vida entera para decidirlo —asintió Draco, dándole un golpe en el brazo.

    Harry iba a decir que él también podía cambiar de opinión, que aún le podía dar la espalda a toda esa absurda sociedad, pero en ese momento el guía, un hombre mayor, pero que se veía musculoso y lleno de vida, los llamó para que se juntaran y empezaran a hacer el recorrido de vuelta a la ciudad.

    *O*O*O*



    El regreso había sido muy entretenido, Harry había estado jugando con los niños de Diana, el pequeño Joshua y dos niños mayores, haciéndolos reír y entreteniéndolos mientras Draco conversaba con la pareja de esposos, ellos eran de New York y se pasaron recordando algunos sitios que al parecer eran muy entrañables para Draco. Al llegar de vuelta a Canillo, Diana y su esposo, Jeffrey, habían comentado que al día siguiente partirían hacia Francia, y se habían despedido con mucho cariño de ambos; mientras que los amigos italianos que Draco había hecho le comentaban que ellos partirían al día siguiente con un grupo similar a explorar todos los pueblos hasta Andorra la Valle y les habían preguntado cuál sería el siguiente tour que ellos tomarían.

    —No sería mala idea, después de todo —opinó Harry más tarde, luego de que Malfoy le preguntara si le atraía la idea, mientras paseaban a Tobby, pese a que ambos estaban agotados, pensaron que no sería correcto no hacerle compañía a Tobby por un rato.

    —Tampoco creo que lo sea, hasta ahora hemos andado más o menos solos, y no que no me la pase bien, pero sería divertido, si tú quieres...

    —Es algo precipitado, salen mañana casi al amanecer —asintió Harry, que era el que llevaba de la correa a Tobby.

    —Nunca he hecho algo como eso, siempre he ido a hoteles buenos y... —Draco negó con la cabeza y soltó una risita.

    —¿Qué?

    —Es sólo que, tampoco he hecho algo como esto, viajar al estilo muggle y eso...

    —Oh... Pues, es genial que hagas cosas diferentes.

    —Sí. Entonces, ¿quieres o no? —preguntó Draco, un poco más serio.

    —Si Tobby tiene cabida en un tour de ese tipo, ¿por qué no? ¿Qué tenemos que perder?

    —Nada en realidad.

    —Bien, entonces... Vamos.

    —Llevaremos la carpa —asintió Draco, sin esperar para hacer planes.

    —Pero es una mágica, no podemos llevar una carpa mágica, ¿Qué tal si alguno de ellos quiere entrar?

    —¿Qué se supone que haremos entonces? No quiero dormir en una carpa muggle.

    —Bueno, si quieres un viaje de mochilero al puro estilo muggle, tendrás que llevar una carpa muggle — canturreó Harry, algo divertido.

    Draco arrugó la nariz y se tensó un poco al sentir el brazo de Harry sobre su hombro, pese a eso no se apartó.

    —Si es que te incomoda este tema... o hay algún problema... —dijo Harry luego de un instante y ver el rostro de Malfoy.

    —Ningún problema. Sólo estoy pensando cómo conseguir una carpa muggle.

    Harry sonrió.

    —Estoy seguro que podremos conseguir una...

    —Entonces... ¿Mochileros muggles?

    —Creo que con que digas mochileros basta —recomendó Harry, sin dejar de sonreír.

    —Ya, lo que sea, si queremos despertar al amanecer deberemos dormirnos de una vez.

    —¿Qué haremos con el auto?

    —Ya veremos... volvamos al hotel, tenemos muchas cosas que hacer.

    *O*O*O*

     
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  9. Naruko-12
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    Esta genial, espero la contyy :=MUSEEN:
     
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  10. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 15



    —¿Recuerdas haber jugado con este tiempo? —preguntó Draco, tiritando un poco de frío y pegándose a Potter, iban caminando detrás de Julie y Lissa, en el grupo que encabezaba Cyprian, bordeando una montaña a varios metros de donde el campamento estaba, el piso era resbaloso y sus botas y pantalones estaban ya llenos de lodo, al igual que sus manos e impermeables, pues habían tenido que sujetarse de algunas rocas para no perder el equilibrio.

    —Sí, pero eso era en el cielo, esto es diferente.

    —No se supone que lloviera hasta dentro de unas tres semanas, entonces no hacemos este tipo de tours —explicó Cyprian, mientras iluminaba el camino.

    —No se supone que se alejara del campamento—opinó Julie.

    —Es un gran estúpido, imagínate que perderse así —agregó Lissa.

    —Probablemente estaba borracho —dijo Harry, aunque sólo hacia Draco, que negó con la cabeza.

    —Descenderemos un poco —anunció Cyprian, girando e iluminándolos con la potente linterna, cada uno tenía una de esas colgada al cuello, e iluminaba el camino conforme avanzaban.

    —¿Hacia dónde? —preguntó Julie, mirando hacia todos lados.

    —Hay un pequeño barranco varios metros delante, lo mejor será que no bajemos todos, tal vez Harry y Daniel...

    —¿Por qué no podemos bajar nosotras? No somos débiles, ¿saben? —se quejó Lissa, cruzándose de brazos y haciendo titilar la luz de su linterna.

    —Nadie ha dicho que lo sean, pero si bajamos todos, entonces, ¿quién avisará si algo pasa? —explicó Cyprian, parecía buscar paciencia.

    —Pueden bajar ellas —se encogió de hombros Draco, no deseoso de ensuciarse más aún ni de iniciar una discusión acerca de que las mujeres eran o no más débiles que los hombres.

    —Sí, pero...

    —Potter, pueden bajar ellas —rumió Draco, Harry lo miró de reojo y asintió, mientras Cyprian ponía los ojos en blanco.

    —De acuerdo, ustedes dos quédense aquí y estén atentos, si es que lo encontramos entonces les llamaré a la radio —explicó Cyprian, mientras le entregaba a Harry un gran radio de color negro —mételo en el bolsillo, que no se moje, con este tiempo a veces las comunicaciones fallan.

    —¿Por qué no podría subir el solo? —preguntó Julie, mientras se sujetaba el arnés que Cyprian le entregaba.

    —Porque si está abajo probablemente está herido —explicó Harry.

    —Oh... ¿tú crees que...?

    —Vamos, hay que bajar —interrumpió Cyprian, se veía bastante concentrado mientras dirigía el camino hacia el barranco.

    —Así nunca lo encontrarán —comentó Draco, parado junto a Harry y mirando hacia las luces de las linternas de sus compañeros que iban descendiendo cada vez más por el barranco.

    —¿No es peligroso que bajen así? —preguntó Harry, con el ceño fruncido.

    —Nah, todos firmamos un documento que testificaba que éramos campistas con experiencia.

    —¿Todos? Yo no firmé.

    —Sí, lo hiciste.

    —Claramente recuerdo no haber firmado nada.

    —Bueno, tú firma es bastante simple.

    —Nunca has visto mi firma.

    —Justamente por eso.

    —¡Malfoy!

    —¿Qué? No me dirás que este tipo de paseo es un problema para ti, después de todo tienes experiencia en el campo.

    —Ya, puede que sí, pero ¿y tú?

    —Yo me adapto con facilidad —declaró Draco, con una gran sonrisa.

    Harry negó con la cabeza y por un rato más ambos permanecieron en silencio, la lluvia parecía no querer dar tregua y sus compañeros seguían descendiendo con lentitud.

    Era extraño, debía reconocer Harry, poder estar juntos y hablando casi como antes, como si no se hubieran peleado a golpes unos días antes.

    —Escucha, Potter, sobre lo que pasó el otro día… —tanteó Draco, que había estado meditando también al respecto.

    —Lo lamento, tenías razón, no fue correcto que me entrometiera así —se apuró a interrumpir Harry.

    —Yo no debí haberte golpeado.

    —Yo tampoco, espero no haberte hecho daño.

    —Sólo me dejaste un poco adolorido —reconoció Draco, con una media sonrisa.

    —Lo lamento.

    —Yo también, yo fui el que te atacó en primer lugar.

    —Pero yo te golpeé.

    —No fue para tanto, no es la primera vez que nos agarramos a golpes.

    —Ya no es tan satisfactorio como en la escuela, ¿sabes?

    —Cierto —asintió Draco —, supongo que ahora las cosas son diferentes.

    —Sí que lo son... —se encogió de hombros Harry, dándole una mirada de reojo a Draco, que permanecía atento al grupo que descendía.

    —No creo que esté abajo —comentó Draco, cambiando el tema, no quería que esa conversación los llevara a un camino más difícil de afrontar.

    —Y eso, ¿por qué?

    —En realidad, si hubiera caído desde aquí, no hubiera sobrevivido...

    —Eso no es alentador para el pobre Elías.

    —No, no lo es, pero es su culpa, no debió alejarse del campamento, o no solo al menos —aceptó Draco.

    —Hay un hechizo... —Harry inclinó un poco la cabeza —¿Traes tu varita, verdad?

    —Por supuesto.

    —Hay un hechizo para revelar personas... no lo he probado nunca en el aire libre, sólo en casas, supongo que si lo lanzas hacia abajo podría funcionar...

    —¿El homenum revelio?

    —¿Lo conoces?

    —Sí, pero no lo he practicado en mucho tiempo.

    —Podrías intentarlo, sí está abajo podríamos llamar por ayuda y sacarlo, y si no, podríamos buscarlo en otro lado.

    —Primero tendríamos que explicarle a los muggles como es que descubrimos que no está abajo.

    —Bueno... un paso a la vez —se encogió de hombros Harry.

    Draco miró alrededor y luego hacia abajo, asegurándose que nadie los miraba, antes de sacar la varita, Harry hizo un asentimiento y entonces la agitó hacia el barranco, murmurando el hechizo, tres luces azules iluminaron el lugar, lo que provocó un jadeo de parte de sus compañeros.

    —¡Rayos! —gruñó Harry, apartándose inconscientemente del barranco.

    —¿Cómo pudimos olvidar que ellos podrían ver las marcas?

    —Nunca lo había practicado con muggles —se excusó Harry.

    —Al menos sabemos que no está allí.

    —¡Harry! —gritó una voz, Harry tardó un poco en darse cuenta de que se trataba del radio que Cyprian le había dado unos momentos antes, y la sacó con manos temblorosas.

    —Te escucho —respondió Harry tratando de parecer calmado.

    —¿Vieron algo raro? —preguntó Cyprian, su voz sonaba alterada.

    —No, nada —contestó Harry rápidamente, mientras Draco negaba con la cabeza y se alejaba unos pasos.

    —Hubo unas luces... fue algo raro.

    —No vimos nada, Cyprian —repitió Harry, tratando de sonar convincente.

    —Qué extraño — suspiró el guía —; seguiremos descendiendo, no nos queda mucho y aparentemente no está aquí, pero nos aseguraremos.

    —Está bien, aquí esperamos —respondió Harry un poco más tranquilo y esperando haber engañado realmente al guía.

    —Hey, Potter, mira —dijo Draco, llamando su atención.

    Harry giró para ver a Draco, estaba a varios metros lejos de él, la lluvia no lo dejaba distinguir más que su silueta, y aún así, lo vio con la varita levantada.

    —¿Qué haces?

    —Allí —señaló Draco, hacia un punto azul en lo alto de unas rocas.

    —¿Tú crees que...?

    —Ninguno de nosotros puede andar solo, todos estamos en grupo, sin embargo allí hay alguien solo.

    Harry miró hacia el barranco y luego hacia Draco, antes de asentir.

    —Asegura la cuerda con un hechizo, no creo que tardemos más de lo que ellos tarden en subir.

    —De acuerdo —dijo Draco.

    Draco lanzó un hechizo para fijar la cuerda y luego se alejó con Potter, trepando por algunas rocas, manteniéndose juntos y caminando lento, para evitar caerse, hasta que lo pudieron distinguir, gracias al impermeable anaranjado que usaba, aunque estaba tan escondido que, de no haber lanzado el hechizo Draco, seguramente no lo hubieran podido encontrar.

    —¿Elías? —preguntó Draco en cuanto estuvieron cerca, casi resbaló en la húmeda roca, pero Potter lo sujetó de un brazo.

    —Cuidado.

    —Gracias.

    —¿Elías? —llamó ésta vez Harry, acercándose al chico, que permanecía inmóvil. Draco y él intercambiaron una mirada de pánico mientras se arrodillaban a su lado.

    —¿Está...? —preguntó Draco en un susurro, mientras apartaba su cabello oscuro, estaba completamente empapado y pálido.

    Harry se inclinó un poco más y tocó su cuello, luego le giró un poco el rostro y, cubriéndolo con su cuerpo, le abrió los párpados para ver sus pupilas.

    —¿Qué haces?

    —Verifico sus señales de vida —explicó Harry con tono serio.

    —¿Sabes hacer eso?

    —Claro que sé —negó Harry —. Creo que está politraumatizado, al parecer se lastimó mucho —continuó, mientras con las manos le examinaba las costillas y los brazos —Costillas cinco y seis... Golpe abdominal... tal vez hemorragia interna... —Harry suspiró y miró hacia Draco, no esperaba encontrarse con aquella expresión de sorpresa.

    —¿Qué has dicho?

    —¿De verdad quieres que lo repita? —preguntó Harry, extrañado, mientras empezaba a tocarle las piernas. —Ajá, un tobillo doblado —miró hacia arriba —, no sería raro que hubiera subido un poco más —dijo, señalando hacia las rocas altas que los rodeaban —, seguramente se perdió y trató de ubicarse, pero por la humedad del piso resbaló y cayó... Necesitamos ver si es que tiene una hemorragia interna, no sabemos cuánto tiempo lleva aquí.

    —¿Cómo sabremos...? es decir, ¿cómo sabrás...?

    —Préstame tu varita... no estoy acostumbrado a usar la varita de otro para algo así, pero no nos queda de otra.

    —¿Estás seguro que sabes lo que haces? —preguntó Draco, demasiado asombrado por todo, pero aún así extendiendo la varita hacia Harry.

    —Ha pasado algo de tiempo, pero sí, esto no se olvida —aseguró Harry, mientras tomaba la varita con una mano y la agitaba un poco, pero no dirigió el primer hechizo hacia el chico, sino hacia un grupo de hierbas, cambiándoles el color.

    —¿Qué...?

    —Verifico, no vaya a ser que no funcione correctamente y luego todo sea peor...

    —Ah...

    —Mira —señaló Harry, mientras se inclinaba un poco y, frunciendo el ceño, comenzaba a susurrar hechizos que llevaba demasiado tiempo sin practicar.

    —Vaya —Draco se inclinó hacia delante, viendo la estela de luces verdes que su varita emanaba sobre el cuerpo del chico, a la altura del abdomen el fluido se detuvo, comenzando a pintarse de rojo.

    —Allí está, se lastimó internamente —Harry negó con la cabeza —, este tipo de hemorragias son letales, tendría que recibir ayuda médica inmediatamente.

    —El punto de llegada aún está a un día de camino —razonó Draco, mirando cada vez más preocupado a Elías.

    —Lo sé... De acuerdo, esto lo puedo detener, pero necesito concentrarme un poco más, es diferente curar muggles que curar magos.

    —¿Cómo con las medicinas?

    —Así es —asintió Harry, y sonrió un instante a Malfoy, antes de concentrarse en Elías y pasar la varita sobre su abdomen, en el punto exacto en que la mancha roja aparecía, debía dominar la cantidad de magia, pues un exceso lo podría matar.

    Draco se quedó muy quieto, apreciando la concentración de Potter y la forma como dirigía la varita y movía una mano sobre el abdomen del chico, reduciendo lentamente la mancha roja, nunca lo había visto así de concentrado y serio. No podía negarse que esa faceta de Potter también le gustaba, y bastante.

    Harry apenas y respiró, hasta que finalmente sintió que la hemorragia se había detenido, sólo entonces se dejó caer hacia atrás, respirando entrecortadamente, mientras el fluido verde marcaba que ahora todo estaba curado.

    —¡Harry! ¡Daniel! —gritó la voz desde el radio, lo que hizo que Harry saltara, y Draco diera un respingo.

    —Mierda, los había olvidado —jadeó Harry.

    —Yo voy por ellos, tú quédate aquí —se apresuró a decir Draco, Harry asintió y extendió la varita hacia Draco, pero éste negó con la cabeza, tomando en su lugar la radio, que sobresalía de uno de sus bolsillos.

    —Mejor quédatela hasta que volvamos, así no tardemos más de diez minutos, no sabemos si es que hay algún peligro.

    —De acuerdo.

    —Esperen allí, ya vamos —contestó Draco hacia la radio, empezando a alejarse, pero en el último instante volteó, observando a Potter, que se había inclinado nuevamente hacia delante y observaba a Elías con detenimiento.

    —¿Tú estás bien, verdad?

    —Sí, de maravilla —asintió Harry, sin apartar la vista del chico y recordando lo genial que se sentía aquello, llevaba más de dos años sin intentarlo, ahora comprendía que no debería haberlo dejado nunca.

    *O*O*O*



    Se convirtieron en los héroes del campamento, claro que en realidad ninguno sabía qué era lo que habían hecho además de encontrar a Elías, que permanecía en una camilla que los guías cargaban por el camino rumbo al punto de llegada: Granvalira, un grupo vacacional en la entrada de Andorra la Velle. Todos estuvieron de acuerdo, al día siguiente luego de que las lluvias por fin se detuvieran, que lo mejor era retomar el viaje por el camino más corto, al parecer el tiempo se había puesto raro y no querían tomar más riesgos. Elías recibió, pese a todo, una reprimenda por su comportamiento tan inapropiado y el chico permaneció en silencio, dopado por las medicinas para el dolor, hasta que una camioneta del grupo turístico lo recogió en el lugar más accesible.

    Los demás continuaron el camino a pie, disfrutando del final del paseo, tomando las últimas fotografías, hasta que por fin llegaron a Granvalira. Un grupo de chicas muy atentas los recibió, dándoles botellas de agua e instándolos a tomarse una gran fotografía grupal, asegurándoles que les darían una copia a cada uno dos días después, cuando partieran a casa.

    El problema vino cuando repartieron las habitaciones, estaban ubicados dentro de un bungaló de cuatro dormitorios, que compartirían con los dos chicos italianos y un chico irlandés con el que no habían hablado mucho; y de acuerdo al pedido de Draco les habían dado sólo una habitación para los dos, pero con una cama, en lugar de dos.

    —No lo entiendo... no pedí una sola cama —protestó Draco en recepción, luego de que les mostraran las habitaciones, Harry estaba a unos pasos de él, escuchándolo hablar mientras la señorita que atendía el counter tecleaba rápidamente.

    —Lo lamento, señor, supusimos que usted y su... novio no tendrían problemas en...

    —No es mi novio.

    —Es que usted pidió una sola habitación y supusimos que...

    —¿Qué se supone que haremos ahora?

    —No tenemos otra habitación ni cama disponible, estamos llenos y... lo lamento tanto señor, no sé qué podemos hacer para enmendar este error.

    —Malfoy... ya, déjala, no es su culpa.

    —¿Qué se supone que haremos ahora? —repitió la pregunta Draco hacia Harry, sintiéndose de pronto medio tonto por hacerla.

    Harry sonrió forzadamente hacia la señorita, que estaba bastante sonrojada y apartó a Draco un poco.

    —Podríamos dividir la cama con un hechizo, transfigurarla...

    —Pero para eso tendría que quedarme despierto, no podría mantener el hechizo mientras duermo —gruñó Draco, lo cierto era que su magia andaba algo descontrolada, producto de las pociones y el cáncer, por eso que no hacía tantos hechizos como estaba acostumbrado.

    —Claro que puedes, aunque tienes razón en que dormirías poco... tal vez yo pueda hacerlo por ti, tu varita parece hacerme caso...

    —No quiero que te esfuerces, me parece que ya has hecho mucho con curar a Elías.

    —No es para tanto... vamos, no hay nada que podamos hacer, no lo han hecho apropósito.

    Draco bufó, pero finalmente asintió, Potter tenía razón, no era como si hubiera sido un error del hotel, quizá él debió ser más específico al respecto.

    *O*O*O*



    Luego de almorzar, pasaron la tarde junto a sus demás compañeros de campamento, en una sala de juegos y televisión; Draco jugando con Pedro y Giuseppe al billar, llevaba demasiado tiempo sin hacerlo, y aunque en un inicio había perdido, parecía estar entrando en forma nuevamente. Harry conversaba con Julie, Lissa, Norman, Marshall y Edgar, mientras veían un programa musical en la televisión, todos excepto Harry bebían cervezas heladas y compartían sus aventuras durante esos días de campamento.

    —¿Y vas ganando? —preguntó Harry, acercándose a Draco y mirando hacia la mesa de billas, luego de mucho rato.

    —Sí, pero aún no estoy seguro de ganar la partida.

    —Ah... parece entretenido —observó Harry, mientras Pedro hacía entrar dos bolas, una detrás de otra, dentro de uno de los agujeros.

    —Es cuestión de maña —aseguró Draco, jalando de un brazo a Potter para hacerlo moverse un poco, pues Pedro usaría ese lado de la mesa.

    —Y se la pasan todo el tiempo caminando —suspiró Harry.

    —¿Quieres intentarlo? —preguntó Draco, mientras Pedro empezaba a refunfuñar en italiano por haber perdido su turno.

    —¿Yo?, pero, te haré perder...

    —Nah..., no es la gran cosa, es bastante fácil, ven —le animó Draco.
    Harry asintió y escuchó como Draco hablaba en rápido italiano con los dos chicos.

    —Les he dicho que te sedo mi turno.

    —Gracias —Harry arrugó un poco la nariz, mientras tomaba el taco y lo apuntaba a la mesa.

    —No, no —Draco soltó una risita y se acomodó detrás de él —, debes inclinarte un poco y sostenerlo de ésta manera —explicó con paciencia, posicionando a Harry mejor. —Le debes dar a la bola blanca, ¿de acuerdo?

    —Sí —asintió Harry, sintiendo todos sus músculos tensarse por la cercanía de Draco.

    —Si le das con el efecto correcto podrás hacer entrar esa bola roja en el agujero...

    —Ajá...

    —Puedes darle a los lados de la mesa para conseguir golpearla…

    —Ajá…

    —¿Me estás prestando atención?

    —Claro... golpear la bola blanca, efecto correcto, bola roja en el agujero —explicó Harry, tomando una corta bocanada de aire y tratando de no demostrar su incomodidad cuando Malfoy se apartó de él unos pasos.

    Escuchó a Giuseppe decir algo en italiano y reír, mientras Draco enrojecía un poco y negaba con la cabeza, para contestar también en italiano, al parecer la conversación no terminó allí, pues Giuseppe continuó, a lo que Draco respondió, según creyó él, de manera cortante.

    —¿Qué?

    —Tú concéntrate en la bola —refunfuñó Draco, mientras señalaba la mesa; Giuseppe le había dicho que su coqueteo era demasiado descarado, a lo que Draco había respondido que no estaba coqueteando, pero Giuseppe entones había dicho que estaba ciego, pues evidentemente Harry si estaba dispuesto a dejarlo coquetear. Draco había respondido a eso con una terrible grosería que no pensaba traducirle a Potter.

    —Ya. —Harry se inclinó hacia delante e intentó darle a la bola blanca, pero sólo consiguió golpearla tan fuerte que ésta se elevó un poco y rodó fuera de la mesa.

    —¡Potter!

    Giuseppe y Pedro rieron, mientras Harry, abochornado se alejaba para buscar la bola.

    —Lo lamento —farfulló, dejándola en el mismo lugar y entregándole el taco a Malfoy.

    —Vamos, inténtalo de nuevo.

    —No quiero que pierdas tu turno.

    —No importa, trata de darle más suave ésta vez, no es cuestión de fuerza, sino de...

    —Ya, de maña —negó Harry, no le gustaba verse tan incompetente delante de Malfoy.

    —No seas mal perdedor.

    —Si te escucharas —sonrió Harry, recordando que peor perdedor era Malfoy, pero concentrándose en el juego nuevamente. Ésta vez no hizo la bola saltar, pero apenas consiguió darle a la bola roja.

    —No está mal —aseguró Draco, mientras Giuseppe se acomodaba para lanzar.

    —Has perdido tu turno.

    —¡Oh, sí —se burló Draco —, qué gran tragedia!

    Harry sonrió y por un par de horas más permaneció, compartiendo turnos con Draco, la primera vez que embocó una bola, ambos sonrieron y Draco le dio un golpe en el brazo, felicitándolo, luego de eso todo fue más fácil, hasta que llegó la hora de cenar y decidieron que se sentían lo suficientemente hambrientos como para dejar de lado la partida. Pedro y Giuseppe decidieron quedarse un rato más, así que se fueron solos.

    El comedor quedaba en otro edificio, alejado a unos metros, tenían que atravesar unas calles empedradas, iluminadas por farolas blancas, el lugar, Draco y Harry reconocieron, se veía muy bello, rodeado por las montañas, con sus pequeñas casas amarillas y de techos a dos aguas.

    Se acomodaron en una de las últimas mesas, solos, y en cuanto les trajeron la comida, ambos empezaron a comer con velocidad.

    —Hay algo que te he querido preguntar, pero no he podido porque no hemos estado solos… —comenzó Draco, cuando casi habían terminado la cena, Harry dejó de cortar su carne y lo miró seriamente.

    —¿Qué cosa?

    —Ese hechizo... o mejor dicho, todo lo que hiciste allí, ¿cómo es que lo sabes?, ¿lo aprendiste en la guerra? —preguntó en un murmullo, no queriendo que nadie más los escuchara.

    —¿Qué? No, claro que no, eso lo estudié.

    —¿Lo estudiaste?

    —Bueno, tuve mis primeras prácticas durante la guerra, es cierto, pero luego... cuando todo acabó, empecé a estudiar, te lo conté.

    —No lo hiciste —negó rápidamente Draco, mientras apartaba el plato.

    —¿En serio? Estaba seguro que sí lo había hecho... —Harry se encogió de hombros, no podía asegurar habérselo contado, después de todo, recordaba cuando le había hablado de la guerra, había sido un gran torrente de verdades saliendo de él, posiblemente había omitido algunas cosas.

    —¿Entonces...?

    Harry suspiró y masticó rápidamente el último trozo de carne, antes de apartar el plato también.

    —¿Podemos hablar fuera?

    —Claro, una caminata sería genial, aprovechando que no está lloviendo.

    Se pusieron en pie y de salida Julie y Lissa los detuvieron, y no los dejaron salir hasta que prometieron que volverían para la fiesta que harían luego de la cena, la fiesta de despedida del campamento, y se alejaron por el camino de piedras, hasta que encontraron un banco que parecía hecho del mismo tipo de piedras que había en la montaña, ambos se sentaron allí y Draco sacó un cigarro, ésta vez Harry declinó el ofrecimiento y miró hacia el cielo.

    —Deberíamos sacar a Tobby más tarde.

    —Alonso dijo que lo sacaría él durante la tarde —explicó Draco, refiriéndose a uno de los ayudantes, que se había hecho cargo del perro, pues no podían tenerlo en los bungalós y no era recomendable que durmiera fuera por la evidente amenaza de lluvia.

    —Ah...

    —Si este tema no es de tu agrado...

    —Durante la guerra —comenzó Harry, obviando ese último comentario —aprendí, como todos, creo, a hacer hechizos curativos, era una obligación hacerlo, más de una vez resultamos heridos, algunas veces yo, otras mis amigos... Era insensato no saber cómo curar.

    —¿Es así como te hiciste esa cicatriz en la espalda? ¿Durante la guerra?

    —Sí, durante una de las batallas cuando estuvimos en Hogwarts, fue la hermana Carrow, me dio con una espada durante la batalla final... ni siquiera me di cuenta del corte hasta que Hermione gritó espantada por la sangre y luego me curó —Harry negó con la cabeza, recordaba no haberse preocupado en lo más mínimo por esa cicatriz, pensando que moriría esa misma noche.

    —Oh... Existen pociones...

    —No, fue con una espada maldita, es magia negra, no hay cura para las cicatrices de ese tipo, creo que muchos conservan ese tipo de cicatrices.

    —No me parece que sea una cicatriz fea —sonrió Draco, no sabiendo si el tema afectaba o no a Potter.

    —Sólo es una huella más de la guerra, realmente nunca me he preocupado mucho por ella…

    —Qué bueno —admitió Draco.

    —En fin… Durante la guerra, ya sabes, no me planteé un futuro a largo plazo, era vivir el día a día, yo creía que no saldría vivo de esa, así que no le di mucha importancia al hecho de que me gustaba curar, y puedes reírte de esto... sé que lo harás.

    —¿Por qué dices eso? No me estoy riendo.

    —Porque siempre decías que me gustaba hacerme el héroe.

    —Eso fue cuando éramos chicos... Supongo que me gustaba molestarte.

    Harry sonrió un poco.

    —A mí también me gustaba molestarte. Como sea... luego de la guerra, cuando no sabía qué hacer con mi vida, recordé que no era tan malo haciéndolo, busqué información y no fue tan difícil entrar a la escuela de medimagos... tienen un curso muy estricto de siete años, no todos se estudian, son cuatro años de estudio, y tres de prácticas, pero desde el segundo año comienzas a hacer turnos de dos horas en San Mungo, es una carrera que exige una gran cantidad de dedicación, pero sabía que lo que me sobraba era tiempo... Sin embargo, sabes que no estaba bien, fingía estarlo, pero las pesadillas, pese a Laica y todas las horas que pasaba estudiando, no se apartaban, vivía durmiendo mal, tomando pociones para dormir, para despertar... drogándome... —Harry negó con la cabeza.

    —Todo se desbordó cuando tres meses después de iniciar con las prácticas me enviaron a emergencias, era una noche tranquila y estaba a punto de volver a casa, pero se dio la alerta de que algo muy grave había pasado y todos fuimos allí, se trataba de un hechizo mal ejecutado, al parecer un hombre, demasiado borracho, había tratado de encender la chimenea de su casa, vivía en las afueras de un condado muggle, en una urbanización de varias casas de magos, y el incendio se había propagado hacia ambos lados, no era fuego común...

    —Los aurores trataron de sacar a todos los que pudieron, a mí me enviaron junto a una medibruja que trataba de salvar a una niña pequeña: Rosalyn, tenía siete años, y era muy bella, nunca la vi abrir los ojos ni decir nada, apenas estuvo unos minutos en la sala, mientras la medibruja trataba de sacar todo el humo de sus pulmones, pero hay situaciones en las que simplemente es imposible hacer algo... Ese día lo aprendí, como estudiante no hice nada más que mirar, observar sin poder hacer nada, mientras los signos vitales caían hasta convertirse en nada... y me quedé allí, de pie, mirando cuando la medibruja declaraba la hora del deceso y una de sus tías, una mujer mayor que había salido con sólo unas quemaduras, lloraba, observando como la cubrían con una sábana...

    —Lo lamento —susurró Draco, no sabiendo que más decir.

    Harry negó con la cabeza y apoyó los codos en las rodillas, escondiendo la cabeza entre las manos un instante, antes de mirar a Draco nuevamente.

    —Desde allí todo fue peor... no estaba preparado para eso, pensé que podría ayudar y curar, me gustaba hacerlo, pero fui tan estúpido que no pensé que no siempre podríamos curar, que algunas veces la muerte estaría presente, que el que la guerra hubiera terminado no implicaba que no volvería a toparme con situaciones como esas...

    —No sé qué decirte —susurró Draco, apoyando una mano en la espalda de Potter y acariciándolo lentamente —, sabes que hay cosas contra las que no puedes luchar, sin embargo si es algo que te gusta hacer... al parecer tienes un don, y nadie te garantiza que salvarás a todos, pero sí que podrás sentirte útil usando lo que sabes hacer para salvar a cuantos puedas.

    Harry suspiró lentamente y asintió.

    —En la madrugada, mientras curaba a Elías, me di cuenta de que aún me gusta hacer eso... el curar a la gente, y tomé una decisión.

    —¿En serio?

    —Sí —Harry sonrió y se enderezó completamente. —Varias veces dije que no sabía qué hacer con mi vida una vez volviéramos, pero ahora lo sé, volveré a la escuela y seguiré intentando... conseguiré el título, sé que será difícil, pero estoy seguro de que ahora ya estoy más preparado...

    Draco le sonrió en respuesta.

    —Definitivamente lo estás, ten por seguro que esta vez será diferente.

    —Todo esto que ha pasado... el tiempo que anduve perdido... no quiero volver a sentirme así, no quiero sentirme de esa manera nunca más... Tú lo dijiste, es mi vida, y tengo la oportunidad aquí, y la tomaré.

    —Serás un gran medimago, tienes todo lo necesario, en verdad, Potter. Allá, con Elías, estuviste asombroso, sabías qué hacer, y no perdías la calma...

    —Llevaba tiempo sin sentirme así de útil y seguro.

    Draco asintió, mirándolo a los ojos y sintiéndose contento por esas palabras, por esa declaración y esa muestra de recuperación, ahora estaba completamente seguro de que Potter podría seguir adelante, que cuando muriera no tendría que preocuparse por su futuro. Y también comprendía esos detalles, la forma en que lo trataba de examinar cuando se sentía enfermo. Es más, tal vez el chico habría comenzado ya a sospechar... y siendo un estudiante para medimago, y más aún, habiendo sido tan honesto con él durante todo ese tiempo, ¿no sería justo que él lo fuera también? ¿Qué le dijera lo que pasaba de una vez por todas?

    —Potter, yo...

    —¡Allí están! —gritó Lissa, interrumpiéndolo, ambos giraron, sobresaltados, para encontrarse con un gran grupo: Marshall, Edgard, Giuseppe, Pedro, Lissa y Julie, que venían a su encuentro.

    —Hola —saludó Harry, apartándose un poco de Draco.

    —Vamos, nos espera la fiesta —animó Pedro, mientras señalaba una de las pequeñas casas.

    Harry y Draco se dieron una mirada y asintieron, Draco sintiéndose frustrado, pero pese a eso sonrió, tratando de parecer animado, mientras se unían al grupo y caminaban hacia la casa que les habían señalado.

    *O*O*O*



    La fiesta se realizaba en una pequeña discoteca, con las luces bajas y una pista de baile al centro, bastante concurrida pese a que la fiesta se había iniciado poco antes, las luces se movían al ritmo de la música, acelerada y desconocida para Harry y Draco, a un lado había una gran mesa con botellas de agua, de licores y algunos bocaditos, y a los lados, rodeando casi toda la pista de baile, había pequeñas mesas altas, con lámparas azules que iluminaban precariamente.

    Se acomodaron rápidamente con sus amigos en una de esas mesas pequeñas, y la conversación derivó rápidamente en Elías, se pusieron de acuerdo para ir al día siguiente en la mañana a visitarlo, ya que el chico había tenido que quedarse internado por un par de días más; Edgard y Marshall, que viajaban con él, dijeron que se tendrían que quedar allí hasta que el médico le diera el alta a Elías y pudiera volver a casa, pues tenía un brazo roto y varias contusiones y lo mejor era regresar y guardar reposo. Pronto Pedro y Giuseppe argumentaron tener deseos de bailar y se alejaron de la mesa, buscando a quien invitar.

    —Nosotros seguiremos subiendo, iremos a Francia —admitió Edgard, con una gran sonrisa.

    —Nosotros venimos de allí —comentó Harry, mientras observaba a Draco.

    —Nosotras también venimos de allí —dijo Julia —, ahora nos toca España, luego regresaremos a casa... Aún nos queda una semana más.

    —¿Ustedes hacia donde van? —preguntó Marshall, mientras servía más cerveza en cada uno de los vasos, Draco, para evitar incomodar a Harry, había dicho que ninguno de los dos bebía, y cada uno tenía una botella de agua mineral, le alegró que al menos ellos no se portaran pesados con el alcohol.

    Harry miró hacia Draco, que se encogió de hombros.

    —Creo que seguiremos aquí por un tiempo más —Draco dio un sorbo a su botella de agua antes de continuar —, no tenemos en realidad un itinerario, pero no creo que podamos llegar a España...

    —Tal vez para la próxima —opinó Edgard —, nosotros estuvimos allí, tiene ciudades muy interesantes.

    —Eso esperamos —rieron Lissa y Julia.

    —¿En verdad no sabes a dónde iremos después de aquí? —preguntó Harry, en un susurro, aprovechando que Edgard y Marshall comenzaban a relatarles a Julia y Lissa los lugares más apropiados para hospedarse.

    Draco suspiró lentamente, había intentado contarle la verdad a Harry unos momentos antes, ahora difícilmente aquel lugar podría ser adecuado para hacerlo.

    —Creo que volveremos a casa, tenemos que recuperar tu varita.

    —Ah... —Harry se sintió desalentado por la perspectiva de poner fin al viaje.

    —Y además, prometiste enseñarme a andar en moto, ¿recuerdas? —continuó Draco, tratando de animarlo.

    —Cierto —Harry asintió, aunque no tan contento, tal vez su amistad sólo se prolongaría hasta eso y luego... Draco tendría que volver con su esposa y su vida y él... él tenía ya planeado qué hacer, pero le hubiera gustado incluir a Malfoy en sus planes.

    —¿Qué? —preguntó Draco.

    —Pensaba en Tobby...

    —¿En Tobby? —Draco se sintió francamente sorprendido.

    —En que está acostumbrado a verte y... —Yo también, pero se guardó la última parte de su comentario para sí mismo.

    —Potter, escucha, creo que tú y yo ya hemos admitido que somos amigos, no te preocupes por qué pasará al llegar a casa, nos seguiremos viendo —mintió Draco, pues planeaba dejar a Harry y Tobby instalados y luego regresar a Andorra, a esperar que todo terminara de la manera más digna posible.

    Harry sonrió y asintió.

    —Yo también creo que somos amigos —dijo, aunque quería que fueran algo más.

    —Ustedes también deben bailar —exclamó entonces Lissa, llamando la atención de ambos, habían estado tan metidos en su conversación, que no habían notado que sus compañeros se habían puesto en pie y estaban dispuestos a salir a la pista de baile.

    —¿Con quién se supone que bailaremos? Marshall y Edgard las tienen ya comprometidas —respondió Draco, con una sonrisa amable.

    —Pues entre ustedes, por supuesto —opinó Julia, jalando de un brazo a Harry para que se pusiera en pie.

    —No, de ninguna manera —dijo Harry, negando con la cabeza.

    —¡Oh, vamos! —protestó Edgard —, no sean aguafiestas, miren, la pista está llena, podemos bailar todos juntos en el centro... al fin terminaremos bailando entre todos.

    —No creo que sea apropiado que... —opinó Draco.

    —Sí, además dudo mucho que a Daniel le guste bailar —sonrió Harry.

    —Yo sé bailar, Potter, el que no sabe hacerlo eres tú —contraatacó Draco, algo ofendido por el tono condescendiente que había usado Potter.

    —En verdad deberías empezar a llamarme Harry, Daniel.

    —De acuerdo, Harry, no creo que tú sepas bailar —dijo Draco arqueando una ceja y con tono engreído.

    Harry sonrió un poco más.

    —¿En serio, eso crees?

    Draco abrió la boca para contestar, pero Lissa los interrumpió, soltando una carcajada, seguida por los otros chicos.

    —¿Qué? —preguntó Harry, mirándolos enfadado también.

    —Es que es chistosa la forma en que pelean, me recuerdan a mis abuelos —explicó Julia entre carcajadas.

    —¿Tus abuelos? Vaya, qué alentador —negó Draco.

    —Están juntos por más de cincuenta años —rebatió ella rápidamente.

    —¿Más de cincuenta años? Wow, eso sí que es mucho tiempo —razonó Harry.

    —Sí, creo que son el ideal que tengo de una buena relación —suspiró la chica.

    —Ya, pero no tienes que compararnos con ellos —negó Draco.

    —¡Miren! —exclamó Edgard, interrumpiendo su conversación y señalando al centro de la pista, donde Pedro y Giuseppe bailaban animadamente con un par de chicos que seguramente eran de otro de los campamentos.

    —¿Ven? Nadie pone pegas — animó Marshall.

    —¿Pegas? —preguntó Draco.

    —Reparos —explicó Harry.

    —Entendí eso.

    —No se hagan de rogar y muévanse —apuró Edgard, jalando a Julia hacia el centro, Harry y Draco se miraron incómodos antes de suspirar y dejarse llevar por Marshall y Lissa hacia la pista de baile, donde se unieron a Pedro, Giuseppe y sus parejas, que los recibieron con exclamaciones de alegría.

    Harry no recordaba haber bailado sobriamente con nadie en mucho tiempo, es más, ni siquiera estaba seguro de ser capaz de llevar el ritmo correctamente, pero la mirada inquieta de Draco lo alentaba a relajarse y demostrarle que no tenía por qué preocuparse.

    Ayudó que la sala estuviera medio iluminada, y también el juego de luces que se combinaba con la acelerada melodía que estaba sonando, fue cuestión de unos segundos antes de que le encontrara el ritmo a la música y se comenzaran a mover cómodamente, además sus compañeros, que reían e intercambiaban parejas, hacían que todo fuera mucho más simple.

    Pronto se encontraron formando un gran grupo, con los amigos de Pedro y Giuseppe, e intercambiaron parejas por mucho rato, de tal manera que, para cuando Malfoy volvió a estar delante suyo, había pasado mucho rato y se sentía realmente acalorado, pero divertido por las cosas que los demás estaban haciendo, siguiendo a voz en cuello las canciones y saltando y dando vueltas.

    Sin pensarlo mucho, Draco jaló de las caderas un poco a Harry, para tenerlo más cerca, mientras la melodía comenzaba a acelerar más aún y su grupo comenzaba a saltar con las manos en alto, lo que provocó que alguno de ellos, Draco no supo cual, empujara a Harry contra él y lo tuviera que sujetar con fuerza, para evitar que diera contra el piso, el resultado fue que ambos terminaron completamente pegados, atrapados entre la masa de cuerpos que sus amigos formaban, mirándose a la cara y bastante acalorados.

    Harry no se apartó de él, al contrario, con una seguridad que realmente no sentía, colocó sus manos en los brazos de Draco, presionándolo con fuerza para evitar que se alejara.

    —Potter —susurró Draco, aunque sabía que no lo oiría, por la gran bulla que había alrededor.

    Pero Harry si vio la forma como sus labios se movieron, como exhalaba lentamente, y aquello lo provocó más aún, y no conteniéndose, se inclinó hacia delante, tratando de capturar sus labios, pero el beso le fue negado una vez más, cuando Malfoy giró el rostro y soltó sus caderas. Aquel movimiento lo dejó sorprendido, tristemente sorprendido.

    Draco, espantado por lo que casi había pasado, retrocedió un paso lentamente, y luego otro más, haciendo que Potter soltara por fin sus brazos, apartándose de él con pesar y dolor.

    —Draco —susurró Harry, tratando de tomarlo nuevamente de los brazos, de cualquier parte que permitiera que estuvieran cerca nuevamente, alrededor sus amigos seguían saltando y bailando, ajenos a todo lo que pasaba entre ellos.

    Draco observó a Harry con detenimiento; observó su mirada herida y resentida y negó con la cabeza, no pudiendo resistir mucho más estar en su presencia, se dio la vuelta, tratando de apartarse de él y de todos los demás, no supo si Harry lo seguía mirando o no, mientras sorteaba a todos los de la pista de baile y llegaba hasta la salida; y aún allí no se detuvo, sus piernas le temblaban y su respiración se sentía agitada, mientras atravesaba el camino que llevaba hasta su bungaló, tal como esperaba, no había nadie dentro, siguió de largo hasta su habitación y se dejó caer sobre la cama, respirando mucho más agitadamente por la carrera que había pegado, mientras su mente no dejaba de recrear la mirada herida que Harry le había dado, sintiéndose frustrado por tener a mano lo que deseaba con tantas ansias y sabiendo que no era apropiado tomarlo.

    No había pasado más que un par de minutos desde que había llegado cuando sintió la puerta de la habitación abrirse con fuerza, dio un respingo y se encontró con Harry, lucía furioso, el hechizo que los unía le decía que estaba mucho más que enfadado. Inconscientemente tragó grueso, mientras se sentaba lentamente.

    —¡Tú! —gritó Harry, también agitado por la forma en que había corrido para alcanzarlo.

    —Potter —reaccionó Draco, poniéndose en pie; aún demasiado asombrado por la rabia que emanaba Harry.

    Harry cerró la puerta con la misma fuerza con que la había abierto y avanzó hasta el centro de la habitación para alcanzarlo.

    —Es descortés marcharse de esa manera —recriminó Harry, molesto por haber sido despreciado una vez más.

    —Mira, sabes muy bien que... —Draco cerró los ojos un momento, tratando de calmarse, un mareo lo hizo apoyarse contra el borde de la cama.

    —¿Qué? ¿Qué es lo que sé muy bien?

    —Potter...

    —Y deja de decir Potter cada dos por tres, mi nombre es Harry, no sé por qué es tan difícil para ti decirlo.

    —Harry —suspiró Draco, paladeando lo bien que se sentía decir ese nombre, no lo había hecho más que en contadas ocasiones, y en ninguna se había sentido así de bien —, creo que mejor será que me vaya, buscaré a Alonso para ver si está cuidando bien a Tobby y...

    Harry entrecerró los ojos un poco, mientras apretaba los puños.

    —¡Tobby y un cuerno! —gritó, lo que hizo que Draco se interrumpiera —, tú y yo vamos a hablar.

    —Hablamos todo el tiempo —se justificó Draco, retrocediendo instintivamente ante el enojo de Harry, el hechizo lo hacía sentir sus vibraciones, pero eran diferentes a las que había sentido antes, cuando se trataba de ansiedad por las drogas, ahora era distinto, es más, nunca, en todo ese tiempo había visto a Harry emanar tal cantidad de energía, casi era como estar junto a su compañero de escuela en una de las peleas en el pasillo de Hogwarts, y no al desconocido que se había encontrado en la carretera.

    —Me refiero a hablar de esto —explicó Harry, haciendo un gesto con las manos que abarcaba a ambos.

    —No hay ningún esto.

    —Sí que lo hay.

    —No, no lo hay ni lo puede haber, ¿acaso no lo entiendes?, ¿no te lo he dejado en claro ya?

    —Pues sí, el dejarme en medio de la pista de baile, delante de todos, me lo dejó claro —admitió Harry, avanzando más hasta él, lo suficiente para tomarlo de los brazos y sujetarlo.

    —Po... Harry, déjame.

    —No.

    —Basta, no está bien.

    —¿Por qué? —Harry dejó de gritar, y ésta vez habló en un susurro, pegándose más a Draco y buscando sus labios una vez más.

    —Porque no... —evadió Draco, apartando un poco el rostro, aunque debía admitir que con pesar.

    —¡Esa no es una razón! —rebatió Harry empujándolo y apartándose de él.

    —¡Hey!

    —Dime porqué —exigió Harry, volviendo a acercarse a él, pero sin tocarlo ésta vez —¿es por tu esposa?; Draco, en verdad que me decepcionas —negó con la cabeza —, no puedes dejar que te digan qué hacer con tu vida, si quisieras la podrías dejar y hacer lo que se te venga en gana, pareces tan independiente y, sin embargo no eres capaz de plantarle cara a tus padres y decirles que no quieres seguir casado con ella... Si quisieras podrías anular el matrimonio, dijiste que no habían hecho nada, después de todo.

    —No es eso —negó Draco, apartándose de él y caminando hasta el otro lado de la habitación, sabía que mientras más lejos estuviera de él sería mejor, pues habría menos tentación.

    —Mira, yo tengo oro, y sé que no es la gran cantidad de fortuna que los Malfoy tienen, que probablemente no llega ni a la centésima parte, pero seguramente podremos hacer algo con eso… no necesito ponerme a estudiar inmediatamente, puedo producir más oro, y tú dices que eres bueno en los negocios, no te será difícil salir a flote y…

    —Harry…

    —Tú mismo has dicho todo este tiempo que el oro no es importante.

    —¡Que no es eso! —negó Draco, cada vez más alterado.

    —¿Entonces qué es? Tú ocultas algo más, ¿verdad? —increpó Harry.

    —No oculto nada —replicó Draco rápidamente. —Simplemente esto no puede ser y punto, no debes hacerme más cuestionamientos, no tienes ningún derecho.

    —¿Entonces es por mí? —preguntó con voz dolida Harry —, aún te doy asco, como dijiste en tu departamento. Pese a todo lo que ha pasado... a que siempre dices que me estoy recuperado y que soy una persona con muchas oportunidades, te doy asco por lo que fui antes... por haber sido un drogadicto a punto de morir que te encontraste en una carretera y...

    —¡No! —desmintió Draco rápidamente, volviendo a acercarse a él, Harry había agachado la cabeza y su tristeza era tan palpable que ni siquiera necesitaba del hechizo para percibirla. Lo tomó de los hombros, para obligarlo a mirarlo, pero recibió un empujón en respuesta.

    —¡No me toques! —gritó Harry, más herido aún —, no te me acerques, no quiero que te vayas a contaminar conmigo.

    —No digas tonterías —Draco intentó tomarlo de los hombros de nuevo, pero Harry no se lo permitió —, ¿cómo se te ocurre decir eso? Jamás he pensado que...

    —¡Claro! No lo has pensado, pero no soy lo suficientemente bueno para ti, ni siquiera para dejarte besar.

    —Harry, no es...

    —¿Entonces qué? ¡Dímelo, por todos los demonios, porque no te entiendo! —interrumpió Harry, alejándose de él, nunca pensó que esa habitación fuera tan pequeña como en ese momento, en que quería poner cielo, mar y tierra de distancia entre ambos, apartarse de él para no verlo a la cara, para no sentirse así de dolido.

    —Yo... no puedo tener nada contigo porque te aprecio demasiado y...

    —Y yo estoy enamorado de ti, pero no soy tan imbécil como crees; tuviste algo con ese guía turístico en Ámsterdam, y casi con Elías, pero yo, que estoy aquí, prácticamente regalándome a ti, no soy digno de ser tocado por tus manos... ¡Claro! ¿Quién querría al pobre ex drogadicto al que salvaste de una muerte casi segura? No soy más que tu obra de caridad de vacaciones, cuando regresemos a Inglaterra seguramente te jactarás de esto delante de todos tus falsos amigos, contándoles como no sólo conseguiste salvarme, sino incluso hacer que me enamorara de ti, para luego...

    —¡Idiota! —interrumpió Draco, dándole un empujón para hacer que se callara —¡Todo siempre tiene que ser acerca de ti! Pues vamos a ver si te enteras, Harry, que no todo gira en torno a ti —Draco sentía su corazón latir con violencia, y no estaba seguro de si es que eran los síntomas de su enfermedad o la rabia que los comentarios de Potter le provocaban, ¿acaso no le había demostrado en todo ese tiempo que él no era la clase de persona que imaginaba?

    —¿Así? ¿Entonces con qué grandiosa justificación me saldrás ahora? ¿Algún otro secreto no revelado, como el de tu esposa?

    —Tú y yo no podemos estar juntos, eso es todo, si es que confías en mí deberás...

    —No debo nada —interrumpió Harry —, ni siquiera eres capaz de decir algo que tenga coherencia, crees que con decir no debemos y ya, todo está resuelto, pero no es así, porque...

    —¡Me voy a morir! —gritó Draco, no conteniéndose más —Por eso no podemos estar juntos, porque me voy a morir, en dos o tres meses, quizá menos, me moriré, y no hay nada que pueda hacer al respecto, así que no hay un maravilloso futuro que te pueda ofrecer, por más que lo quiera, no lo hay.

    Harry se quedó con la boca abierta, a media frase, mientras las palabras de Draco se colaban en su interior y tomaban forma, se iba a morir... eso había dicho, pero...

    —¿Cómo?

    —¡Mierda! —bramó Draco, pateando el pie de la cama, la expresión de Potter era de asombro, y no se quiso quedar más tiempo, no para ver su mirada de pena o de compasión, sin pensarlo mucho, simplemente metió la mano en el bolsillo, donde tenía la varita, y se desapareció.

    *O*O*O*

     
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  11. Naruko-12
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    Esta genial, en el ultimo momento fue tan triste :=SHOROO: estuvo genial este cap
    Espero la conty muchos saludos :=KITTIYN:
     
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  12. sakura87
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    ME PROMETI NO LLORAR :=SHOROO: PERO LA HISTORIA ESTA INCREIBLE :=uuum: :=uuum: :=DFSDFSD:
     
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  13. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 16



    Harry se quedó en pie en medio de la habitación, mirando hacia el lugar vacío en donde Draco había estado hasta unos segundos antes, incapaz de entender o asimilar lo que él había dicho:

    “Me voy a morir”

    De pronto algunas cosas comenzaron a tener más sentido, las veces que Draco había estado enfermo, las veces en que parecía alejado y molesto, la necesidad de escapar de Inglaterra y de sus padres, incluso de su esposa, de hacer todo aquello que no le habían permitido hacer antes por tenerlo ocupado en su educación y sus deberes como miembro de aquella ilustre familia...

    —Mierda... no —jadeó, dejándose caer de rodillas, aquello no era justo, Draco, una persona llena de vida, de conocimientos, alguien que realmente era una buena persona, no merecía morir.

    Su cabeza daba vueltas, todo parecía demasiado irreal, allí estaba él, montando una gran escena por la falta de atención de Draco, cuando él simplemente lo quería proteger, no queriendo que las cosas llegaran a más para no hacerlo sufrir. Pero era tarde para eso, estaba enamorado de Draco, y él tener o no algo con él no aligeraría su dolor, nada podría evitar que no sintiera dolor por su ausencia.

    Se dejó caer completamente sobre la alfombra, haciéndose un ovillo y recordando, por primera vez en mucho tiempo, la sensación de pérdida que le había acompañado tras la guerra, la necesidad de tomar algo para dormir y no sentir más, al menos por unas horas, por olvidar el dolor que lo hacía estremecerse, que no lo dejaba respirar... pero no, no podía pensar en eso ahora, no podía hacerlo porque Draco no querría aquello, Draco había sacrificado sus últimos meses de vida con él, intentando hacerlo recuperarse, tratando de curarlo sin esperar nada más a cambio, ahora más que nunca estaba seguro de ello.

    Tomó una profunda bocanada de aire y se levantó, con el dorso de la mano se limpió las lágrimas que habían caído por sus mejillas y tomó una decisión: debía encontrar a Draco, y demostrarle cuánto lo quería, si sólo les quedaba un día más juntos, o tres semanas, o dos meses, durante ese tiempo lo haría feliz, como un amigo fiel, como un amante, o como Draco quisiera, pero no lo dejaría solo.

    Del armario sacó un par de abrigos, recordando que Draco no llevaba ninguno al momento de desaparecerse, y salió de la habitación.

    Descartó la sala donde la fiesta se estaba efectuando, sabía que Draco no volvería allí, así que fue a buscar a Alfonso, quien cuidaba a Tobby y que tenía una pequeña casa en las afueras del centro vacacional, sólo entonces se dio cuenta de lo avanzada de la hora, cuando el hombre lo recibió en bata y con cara somnolienta. Se disculpó rápidamente con él, preguntándole por Draco, pero el hombre respondió que no lo había visto.

    Recorrió nuevamente el centro vacacional, entrando a la sala de televisión y al comedor, pero todo estaba vacío, en el jardín se topó con Marshall y Julia, que regresaban tan pegados el uno al otro, en medio de besuqueos, que ni siquiera notaron su presencia.

    Tres cuartos de hora después volvió a su habitación, vencido y preocupado. Se sentó en la enorme cama y observó alrededor, tratando de adivinar dónde se podría haber metido, sabía que si no lo encontraba, Draco no volvería por cuenta propia, no después de todo lo que había pasado.

    En una de las esquinas de la habitación estaban las enormes mochilas que habían cargado durante el campamento, entonces recordó las escobas, Draco las había empacado, pensando en que tal vez las podrían usar alguna de las noches. Se apresuró a abrir una de las mochilas y en cuanto metió la mano las encontró, tomó una y la sacó, sonrió aliviado al percatarse que era la mochila la que tenía el hechizo para guardar cualquier cosa en ella y no la escoba la que había encogido, pues no tenía varita para revertir un hechizo de ese tipo.

    Se puso el abrigo y luego miró hacia el abrigo de Draco, pensando que en donde quiera que fuera, seguramente pasaría frío, tomó la mochila pequeña que Draco le había regalado y guardó en ella el abrigo y un par de botellas de agua, se la puso en la espalda y abrió la ventana, el búngalo era de un solo piso así que no sería apropiado salir por la ventana, y resignado tuvo que volver al jardín, caminando con cautela para no ser visto, hasta que llegó a la parte más alejada, solo entonces se montó en la escoba y se elevó, esperando no perderse, tenía cierta idea de dónde podía estar Draco, era un lugar alejado que habían visto unos cuantos días atrás. Esperaba que su corazonada no fallara.

    *O*O*O*



    Draco se abrazó un poco más, mientras el frío calaba sus huesos, se maldecía por no haber previsto que el frío de la madrugada en la montaña era así de intenso y no haber cargado con un abrigo, pero había desaparecido tan rápido que ni siquiera lo había sopesado.

    Estaba apoyado contra un árbol, en lo alto de una montaña, una semana antes habían acampado allí y se habían levantado al amanecer, desde allí todo se veía majestuoso, las montañas, los árboles, el cielo, incluso algunos arroyos, varios metros abajo.

    Seguramente en el Reno Unido había paisajes como esos, pero había estado tan ocupado siguiendo las órdenes de sus padres y los dictámenes de la sociedad como para detenerse a mirar a su alrededor, era una pena que todo eso hubiera tenido que pasar para hacerlo, que el aviso de que su vida terminaría pronto lo hubiera hecho recién detenerse a apreciar que habían cosas más importantes que su imagen ante el mundo o el oro.

    Se mordió el labio y se obligó a no llorar, no era correcto hacerlo, de nada servía, tenía en su lugar que agradecer, agradecer haber podido disfrutar todo lo que había disfrutado hasta ese momento, incluso haberse enamorado de Potter porque, pese a que era un amor no consumado, había tenido la oportunidad de sentirlo, de saber qué era querer a alguien más que a uno mismo, tanto como para sacrificarse, para dejar de lado tus propios deseos con tal de verlo feliz. Aunque ahora todo se había echado a perder, ahora nada sería igual, las cosas habían llegado a su tope y nada sería como antes. Lo mejor era no volver. Tenía formas de hacerle llegar dinero, el suficiente para que llegara a casa, aunque no habría forma de que recuperara su varita, el hechizo que había aplicado le haría caso únicamente a él. Pero seguramente Potter podría comprar otra varita, y continuar con su vida...

    —¿Por qué debo esperar a que todo llegue a su fin? Yo le puedo poner fin ahora mismo, o mañana, cuando lo decida, antes de no tener la capacidad siquiera de respirar por mí mismo. —pensó en voz alta, viendo hacia el cielo, las nubes eran oscuras y seguramente pronto empezaría a llover.

    Entrecerró los ojos cuando notó que algo que no debería estar en el cielo se acercaba con rapidez. Se enderezó un poco más cuando estuvo seguro que no era otro más que Potter, sobre una escoba, quiso desaparecer nuevamente, apartarse una vez más de él, pero no tuvo fuerzas para hacerlo, y simplemente se quedó quieto, mientras Harry finalmente aterrizaba torpemente delante de él.

    —Draco —suspiró Harry, aliviado, mientras desmontaba y dejaba la escoba sobre el suelo de manera descuidada.

    —¿Cómo me encontraste?

    Harry se encogió de hombros, sacándose la mochila y extrayendo el abrigo de ella, pensó que decir que lo conocía lo suficiente para saber donde se encontraba sería algo muy trillado.

    —Ten, te resfriarás.

    —Eso no es algo que me preocupe mucho, realmente —masculló Draco, aún así tomó el abrigo que Potter le daba y se lo puso encima, suspirando aliviado por no tener ya tanto frío.

    Harry le dio una mirada más, y caminando lentamente se acercó a él, para luego sentarse a su lado, mirando también hacia el paisaje.

    —Cuando acampamos aquí pasaste bastante rato en este sitio, solo, incluso te despertaste temprano para ver el amanecer...

    —Es un amanecer que vale la pena.

    —Lo es —asintió Harry.

    Ambos se quedaron en silencio mucho rato más, acompañándose, y aquello se sentía tan correcto y normal, que se sintieron demasiado dolidos por lo cruel que la vida era con ellos, alejándolos irremediablemente.

    —¿Estás seguro de...? —empezó a preguntar Harry, arrancando las hierbas con las manos, sintiéndose nervioso y preocupado.

    —Completamente —admitió Draco, interrumpiéndolo, pero sin mirarlo a la cara. —Y no quiero que sientas pena por mí.

    —No siento pena por ti —se apresuró a aclarar Harry.

    —Bien, porque no me gusta que la sientan.

    —A nadie le gusta eso —suspiró Harry —. Draco... ¿Qué es exactamente...?

    —No me gusta pensar en eso.

    —Vamos... por favor, necesito saberlo —pidió Harry, girando un poco el rostro, podía observar, aún en medio de la oscuridad del bosque, el perfil de Draco, su espalda recta, sus manos crispadas...

    —Es un cáncer —contestó Draco, mirándolo por un instante, antes de sacar la varita y jalar unas cuantas hojas y ramas secas, para luego encenderlas, creando una precaria fogata; se sentía mejor estando un poco iluminados.

    —¿Cáncer?

    —Está aquí —explicó Draco, presionando con un par de dedos el lado derecho de su cabeza —, es un globlis... no sé qué multiforme.

    —Glioblastoma multiforme —corrigió Harry automáticamente, Draco lo miró un instante y asintió.

    —Tú debes saber al respecto.

    —Estudié algo sobre eso... no tanto, aún no llegaba tan lejos.

    —Sabes entonces que no hay cura, me dieron unos cuantos meses de vida... —Draco suspiró y se encogió de hombros —ni siquiera sé cuánto tiempo me queda ya.

    —¿Cuándo fue la última vez que fuiste a hacer que te examinen?

    —¿Para qué haría eso? Fui cuando me sentí mal, y el medimago dijo que tenía eso... luego no fui más, no había razón para ello.

    —Pero, Draco, no es correcto que andes así no más, tendrías que hacer que te vieran, que te controlaran y...

    —¿Acaso me curaría así? —interrumpió Draco.

    —No —contestó Harry en voz muy baja.

    —No pensaba pasarme los últimos días de mi vida en una habitación siendo examinado y monitoreado, no tengo tiempo para eso...

    —¿Por eso te fuiste de casa? ¿Para qué tus padres no te obligaran a ir a una clínica?

    —Me fui porque no quería pasar lo que me quedaba de vida bajo su escudriño, ¿sabes que quieren un heredero? —Harry se encogió de hombros, algo sobre pasado por la amargura con la que Draco hablaba ahora —; pues esa es la principal preocupación de mi esposa, que le dé un niño antes de morir, porque ella sabe que moriré, y no quiere que la deje en desgracia, con un niño tiene su futuro asegurado, al igual que la fortuna Malfoy.

    —¡Eso es espantoso! —exclamó Harry —, estoy seguro que tus padres se sentirán muy tristes cuando se enteren, que lo último en qué pensarán será en si hay o no un heredero. Tú eres su hijo, ellos te quieren.

    —Probablemente —Draco suspiró, sabiendo que estaba siendo un poco injusto con sus padres —, no, yo sé que me quieren, pero no quería... He hecho toda la vida lo que ellos han querido, siempre, nunca les he fallado, ahora quería ser un poco más egoísta, quería pensar sólo en mí... que todos los demás se vayan al demonio, es mi vida, lo que queda de ella, y haré lo que me plazca.

    —No es justo —masculló Harry.

    Draco giró nuevamente a verlo y bufó.

    —¿No es justo? —mirando hacia el cielo nuevamente, y con cierto nerviosismo, extendió una mano y la colocó sobre la de Harry, que estaba arrancando el pasto, lo sintió tensarse un poco por el contacto, pero no se detuvo, era agradable sentir su mano tibia; no recordaba haber tenido la misma sensación con nadie, ni siquiera a Jasón, en New York, pese a que habían estado tan íntimamente relacionados —; durante este tiempo he entendido que por más que piense en que no es justo y proteste, no hay nada que pueda hacer, y lo he aceptado; no lo comprendo ni lo quiero, por supuesto, pero lo tengo asimilado. Moriré, punto.

    —Draco... —Harry movió un poco su mano, hasta entrelazar sus dedos con los de él y se sintió furioso por toda la situación en la que se encontraban.

    —No debes enfadarte, no lo hagas, por favor —suspiró Draco, girando a mirarlo una vez más —. Yo he pasado un muy buen tiempo contigo, y sí, al inicio fue difícil, y muchas veces pensé que era una reverenda tontería andar juntos por Europa, pero no cambiaría este tiempo por nada del mundo.

    —Yo tampoco cambiaría este tiempo contigo por nada en el mundo —concordó Harry.

    Draco asintió, apretando un poco los labios, y ambos volvieron a mirar hacia el paisaje, dejando que el tiempo pasase y los relajase, que apartara los rastros de aquella conversación, que Harry podría catalogar como la peor que había tenido en su vida.

    —¿Qué haremos ahora? —preguntó entonces Harry, suspirando un poco, al fin la rabia alejándose, pero dejando una estela de tristeza sobre él.

    —Ahora... —Draco se mordió el labio inferior y soltó la mano de Harry para ponerse en pie, mientras Harry lo observaba atentamente —. Ahora volveremos a Canillo, y tengo ya todo pensado para transferir mi cuenta entera, me refiero a la muggle, la que está lejos del alcance de mi familia, a ti, para que puedas regresar a Inglaterra... Lamento no poder cumplir con eso de devolverte la varita, pero estoy seguro que podrás comprar una nueva, o que cuando yo... —se encogió de hombros y apartó la mirada de Harry —, bueno, cuando pase lo que tenga que pasar, el hechizo de seguridad desaparecerá, la varita está en el departamento de York, te daré todo lo necesario para que puedas entrar... es más, para que puedas quedártelo, no lo necesito, tú le puedes dar un buen uso, incluso alquilar los departamentos de los pisos de abajo para tener un ingreso fijo, seguramente que los estudiantes de medimagia no ganan mucho al inicio...

    —¿Me mandarás de regreso? —preguntó Harry, poniéndose en pie para encararlo —¿Eso es lo que pretendes? ¿Que me vaya?

    —¿No lo entiendes?, no me queda mucho tiempo de vida, cada vez tengo que tomar más pociones y los síntomas son más fuertes, y si hay algo que no toleraré será que me tengas lástima, no quiero que nadie me la tenga, tenía planeado dejarte en Inglaterra y luego salir de viaje nuevamente, buscar un buen sitio para...

    —Ni lo digas.

    —Potter, es mi vida y...

    —Lo que sea, no lo permitiré.

    —No hay nada que puedas hacer.

    —Estaré contigo. De la manera que tú quieras, pero no te dejaré solo, no puedo hacerlo... Tengo conocimientos en cuanto a pociones y cuidados, puedo ayudarte y...

    —No quiero que seas mi enfermero.

    —Soy tu amigo. Soy más que eso —se animó a aclarar Harry, acercándose a él —, y no tendré lástima de ti, pero déjame acompañarte, cuidarte y... cuando sea la hora, ayudarte a...

    —¿Ayudarme? —preguntó Draco, realmente sorprendido.

    Harry agachó la cabeza y se apartó unos cuantos pasos, dándole la espalda y mirando hacia el otro lado del bosque, recordando cuando todos habían acampado allí, la habían pasado muy bien porque uno de los guías había sacado una guitarra y todos habían cantado por mucho rato.

    —Harry... —llamó Draco, alcanzándolo y poniéndole una mano en el hombro para hacerlo girar, lucía culpable. —¿Qué quiere decir ayudarme?

    —Cuando una persona está muy enferma puede firmar una forma de “no resucitación”, lo que quiere decir que si su organismo deja de funcionar, simplemente lo dejan ir, no intentan recuperarlo con hechizos o pociones... También he visto algunas veces, cuando la persona está ya inconsciente y necesita grandes cantidades de pociones para el dolor, que la dosis puede excederse y empujarlo a...

    —Morir —completó Draco, había estado sopesando la idea de terminar con todo él mismo, antes de que las cosas se pusieran peores, pero ahora él le daba otra opción. Pero no, no podía condenar a Harry a eso, a ayudarlo a morir, que cargara con el peso de...

    —Sería como tomar una siesta de la cual nunca despertarías… Algunos dicen que es lo más… —Harry apartó la mirada un poco —lo más humano cuando alguien sufre, y puedes aliviar ese dolor…

    —Entiendo, pero Harry, no puedo dejar que tú… —murmuró entonces Draco, decidiendo que no dejaría que Harry tomara tremenda responsabilidad.

    —Por favor —pidió Harry en un susurro —, no me apartes de ti, te cuidaré... déjame hacer eso por ti, no por lástima o compasión, sino porque te quiero, estoy enamorado de ti, Draco, te lo he dicho, y no importa si correspondes o no a eso, pero no me apartes de ti, no ahora que sé que el tiempo que nos queda es mucho más corto.

    Draco agachó la cabeza y se apartó de él, pero Harry, seguramente temiendo que se desapareciera de nuevo, avanzó hasta él y lo tomó por los hombros.

    —Por favor —repitió.

    Y entonces Draco sintió como ese muro que contenía sus emociones tan bien, se rompía y dejaba libres todos aquellos sentimientos que había reprimido durante tanto tiempo, sus ojos se humedecieron y agachó la cabeza, fue el hombro de Harry el que lo recibió, apoyó en él la frente y suspiró hondamente, pero las lágrimas no se querían detener, las manos de Harry bajaron por sus hombros, hasta su cintura, y lo apresaron, y él estuvo complacido por ello, elevó sus propias manos y lo sujetó de las mangas del abrigo, mientras levantaba más el rostro y apoyaba su mejilla contra la mejilla caliente de Harry, reconfortándose con su olor, con su sola presencia.

    Harry se contuvo, nunca había visto a Draco en ese estado, y le destrozaba el alma que tuvieran que vivirlo, pero Draco no necesitaba a alguien triste junto a él, sino todo lo contrario. La sensación de la mejilla de Draco contra la de él lo hizo soltar un pequeño gemido, lo había ansiado tanto que, ese simple roce, bastaba para hacerlo sentirse satisfecho.

    Draco apretó más fuerte aún la tela del abrigo de Harry entre sus manos, mientras el último vestigio de su voluntad caía, y se apartaba lo suficiente para encararlo.

    —Nunca me había enamorado de nadie —admitió, susurrando —, nunca había sentido esto que siento por ti, por nadie.

    —Yo tampoco he sentido esto por nadie —aceptó Harry, hablando muy despacio, con temor a que el momento se rompiera.

    —No quiero lastimarte… no soportaría la idea de hacerte sufrir… —confesó Draco, sus ojos perdidos en los labios rojos de Harry y sabiendo que era inútil seguir luchando, sin embargo quería estar seguro, por Harry, por su bienestar.

    —No lo harás, no me puedes lastimar —Harry no quiso mover ni un músculo, no quería forzar más las cosas, pese a que moría de ganas de terminar la corta distancia que los separaba.

    —¿Seguro?

    —Sí, completamente, yo... —pero sus palabras fueron interrumpidas, gloriosamente interrumpidas, por unos labios posándose suavemente sobre los suyos. Suspiró un poco y apenas disfrutó del beso, cuando éste se terminó.

    Draco se apartó un instante, mirándolo a los ojos, temeroso de aquella sensación, de aquella maravillosa e indescriptible sensación que había llegado a él sólo con el roce de sus labios, ¿qué se sentiría si es que las cosas iban a más?, ¿las sensaciones se incrementarían? Pronto tuvo que dejar de imaginarlo, pues Harry, no perdiendo el tiempo, se inclinó hacia él y lo volvió a besar, las manos que sujetaban sus caderas lo jalaron más aún, mientras una lengua caliente presionaba sobre su labio superior.

    Harry sintió el gemido de Draco chocar contra su piel y, no conteniéndose, mordió su labio inferior, otro gemido más se escuchó, pero ésta vez fue de él mismo, mientras esa boca se separaba y le daba acceso a su interior.

    Draco dejó que Harry recorriera su boca por completo, que esa lengua causara estragos en él, mientras sus manos seguían jalándolo, pese a que no podían estar más pegados el uno al otro. Su lengua comenzó a darle batalla a la de Harry, y se adentró en la boca de éste, recorriéndolo también, disfrutando de su sabor y su calidez. Sus piernas se movieron solas, siendo empujado por Harry, hasta que sintió como su espalda golpeaba contra uno de los árboles, su quejido se convirtió en un gemido cuando esos labios descendieron por su mandíbula y una mano apartó un poco el cuello del abrigo, para tener más acceso a su piel.

    —Harry... —jadeó, inclinando el rostro un poco, para que esos dientes continuaran con su recorrido.

    —Dios... Draco... —Harry gimoteó, sintiéndose en éxtasis, mientras sus manos intentaban abrir más el abrigo, los botones grandes significaron un problema, pero finalmente los pudo sacar, uno a uno, mientras sus manos empezaban a acariciar el pecho de Draco y sus labios seguían recorriendo el cuello y llegando hasta la clavícula.

    —Mmm... Deja que... que te quite esto —pidió Draco, entre gemidos, maravillado por la forma en que Harry podía manejar su cuerpo con unas cuantas caricias. Sus manos fueron hacia el frente, chocando con las de él y tratando de desabotonarle también el abrigo.

    —Tonto abrigo —protestó Harry, encargándose de abrir su propio abrigo por completo, antes de volver a atacar su cuello, sintiendo las manos de Draco colarse en el interior y acariciándole, aún bajo la tela del abrigo, la espalda.

    Se besaron con más ímpetu que antes, mordisqueándose y tratando de obtener el control, mientras que sus manos acariciaban todo lo que podían, la primera vez que la mano de Draco rozó las nalgas de Harry, éste gimoteó y se lanzó hacia delante, clavándolo más contra el árbol y, pese a la tela de los vaqueros, haciéndolo sentir su excitación.

    —Sí... ¡Oh, Merlín! —gimió Draco, dejando caer la cabeza hacia un lado y frotando sus caderas contra las de Harry.

    —Draco... Draco —jadeó Harry, lamiéndole el cuello expuesto y no conteniéndose más, fue hacia el frente y desabotonó el pantalón, tratando de colar las manos en el interior.

    En algún lugar de la mente de Draco, algo gritaba que deberían detenerse, que con un solo pase de varita podrían aparecerse dentro de la habitación del centro vacacional y encontrar más comodidad en la enorme cama, sin embargo el deseo lo había invadido y no había nada que lo pudiera detener, mientras colaba sus manos bajo la camiseta y acariciaba la columna vertebral de Harry, o intentaba meter la mano dentro de sus pantalones.

    —Deberíamos… —empezó a decir Harry, entrecortadamente, mientras bajaba la cremallera y su mano se adentraba más aún, rozando la cabeza del miembro erecto.

    —Sí... —Draco levantó un poco más las caderas, tratando de darle el encuentro a la mano de Harry, se sentía fría contra su piel caliente, pero eso no le importaba ni un poco, mientras recorría la cintura y llegaba nuevamente al frente, luchando contra los botones del pantalón de él.

    Harry, cada vez menos controlado, usó ambas manos para bajar los pantalones y la ropa interior de Draco, lo suficiente para tener acceso a su erección, la tomó con una mano, presionándola un poco mientras lo sentía retorcerse, y empezó a acariciarla con rudeza mientras mordisqueaba su cuello y subía hasta la oreja.

    —Oh... Sí... así... —pidió Draco, sus manos temblaron un poco, pero finalmente pudo deshacerse de los últimos botones del pantalón de Harry y meter la mano en el interior también, aún bajo los bóxer, acariciando de arriba hacia abajo la erección húmeda y pulsante, antes de bajar hasta los testículos, sintiendo que el espacio era muy pequeño para dejarlo maniobrar adecuadamente.

    —Draco... —Harry resopló y se retorció un poco cuando sintió que sus pantalones eran empujados hacia el piso también, cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás cuando esa mano se apoderó al fin de su miembro, masajeándolo con rapidez.

    Draco soltó otro gemido más, mientras Harry aceleraba sus caricias y se pegaba más a su cuerpo, presionándolo contra el duro tronco del árbol, pero ninguna incomodidad era mucha como para pedirle a Harry que se detuviera, o como para que él mismo, que acariciaba a Harry, quisiera parar.

    De allí en adelante ambos perdieron las nociones, se mordieron y besaron con fuerza, marcándose los cuellos y presionándose los labios tan fuerte que faltó poco para lograr hacerse sangrar, mientras sus manos seguían subiendo y bajando, chocando algunas veces, y sus pollas rozándose. Seguramente sus gemidos resonaban en todo el bosque, pero eso no les importaba, mientras se acercaban más y más hasta el punto de no retorno.

    Draco, que tenia sujeto a Harry por la cintura, movió su mano hacia atrás, hasta poder tocar sus nalgas, y las recorrió un par de veces, antes de apresar una de ellas y presionarla con fuerza, Harry gimió mucho más fuerte contra su cuello, empujando sus caderas contra su mano y aumentando más aún el ritmo, mientras sentía la mano de Harry presionarlo más aún contra el tronco del árbol.

    Un cosquilleo partió desde sus testículos, recorriendo toda su espalda, mientras se arqueaba y apretaba más fuerte a Draco, fue consciente de los gemidos de éste, de la forma como su cuerpo se arqueó también, pegándose más a él, mientras un líquido caliente le empapaba la mano y la camiseta.

    Draco apoyó la cabeza en el hombro de Harry, respirando con dificultad y con una sonrisa en los labios, mientras sentía que sus oídos aún zumbaban por la violencia del orgasmo.

    Ninguno tuvo tiempo de decir mucho, ni siquiera sus respiraciones habían regresado a la normalidad cuando pasó lo que Draco había previsto mucho rato antes, cuando había estado mirando al cielo, en un inicio no fueron más que un par de gotas, pero de pronto una fuerte lluvia empezó, empapándolos a ambos y haciendo que sus cuerpos se enfriaran.

    El primero en reaccionar fue Harry, que soltó una pequeña carcajada, demasiado relajado como para enojarse con eso, aún presionado contra Draco y sintiendo su cuerpo caliente y su respiración agitada.

    —Nos estamos empapando —protestó Draco, aunque sin enfadarse, mientras apretaba más a Harry contra él para evitar el frío.

    —Y probablemente nos congelaremos también —asintió Harry, levantando el rostro lo suficiente para ver a Draco a la cara, sus mejillas estaban sonrojadas y su cabello estaba completamente mojado; estuvo a punto de decirle lo hermoso que era, lo bello que se veía así, pero Draco lo interrumpió:

    —Merlín bendito —jadeó Draco, cuando la pequeña fogata que había encendido se apagó, dejándolos en completa oscuridad.

    —Deberíamos volver... —suspiró Harry, con pesar, apartándose de él.

    Draco asintió y se subió los pantalones y la ropa interior, algo incómodo por la situación y sintiéndose húmedo y pegajoso, pero la sensación que el orgasmo le había dejado no se apartaba aún.

    Harry también se subió los pantalones, mirando cautamente a Draco, antes de agacharse a recoger la escoba y la mochila.

    —Supongo que nos puedes aparecer.

    —No creo que sea buena idea volar en este momento. Además, estoy agotado.

    —Y yo —sonrió Harry, mucho más aliviado, ya que recordaba que pese a todo lo que había pasado, Draco no le había dicho que se quedaría con él.

    —Vamos. —Draco extendió una mano, y en cuanto Harry la tomó, se concentró en la habitación del centro vacacional, para luego desaparecerse.

    Aparecieron en medio de la habitación, donde horas antes habían estado discutiendo, y aunque Harry quiso seguir hablando con Draco, no pudo, pues en cuanto sus pies tocaron el piso, Draco cayó hacia delante.

    —¡Mierda! —Draco puso sus manos, evitando apenas darse en el rostro, mientras la habitación seguía girando sin parar.

    —¿Draco?, ¿qué ocurre? —preguntó Harry, dejando caer al suelo la escoba y la mochila y arrodillándose delante de él.

    —Nada —Draco apretó los dientes y tomó una bocanada de aire. —Nada —repitió, tratando de enderezarse.

    —¿Te duele o…?

    —¡Potter! —protestó Draco, dándole tal mirada de enojo, que hizo que Harry detuviera sus indagaciones —, sólo necesito ir al baño un momento —continuó un instante después, sintiéndose algo culpable por la forma en que le había hablado a Harry.

    —Claro, claro, yo supongo que… —Harry se apartó, sin saber realmente qué hacer, o siquiera qué había pasado.

    —Sólo dame un minuto, tal vez podamos darnos una ducha juntos, ¿qué dices? —preguntó Draco, aunque sintiéndose aún un poco mareado, mientras se encaminaba al baño.

    —Sí, lo que quieras —asintió Harry rápidamente, observando como la puerta del baño finalmente se cerraba, sólo entonces soltó el aire lentamente y se quitó el abrigo y la camiseta, notando con la luz de la habitación, las manchas en ella, se sintió avergonzado del poco dominio que había tenido en el bosque, probablemente no era adecuado para la salud de Draco el andar haciendo esas cosas con tanto frío y en la intemperie.

    Se quitó los pantalones y el resto de la ropa, mientras escuchaba como el agua de la ducha caía, entonces se animó a tocar la puerta y luego entrar, Draco estaba desnudo ya, de pie, dentro del agua caliente, aunque se veía demasiado gris y enfermo.

    —Hey —saludó Harry, mirándolo cautelosamente.

    Draco abrió los ojos algo sorprendido, sintiendo como el agua caliente le relajaba los músculos y esperando sentirse mejor de esa manera, por lo general las pociones para los mareos, al igual que para las nauseas, funcionaban casi inmediatamente, aunque cierto que no había tenido un mareo así de violento e intenso nunca, y quería creer que sólo eso era lo que hacía que la poción tardara más tiempo en hacer efecto. Sintió a Harry acerarse a él en la ducha y suspiró profundamente, pegándose un poco a su cuerpo.

    —Hey —dijo entonces Draco, apoyando la cabeza en el hombro de Harry y esperando a sentirse mejor, sintió las manos de Harry, sujetando la barrita de jabón, recorrer su pecho y su espalda y sonrió un poco, sintiéndose contento por ese contacto tan íntimos.

    —¿Te sientes muy mal? —preguntó Harry con voz cauta, mientras dejaba que el agua se llevara los restos de jabón, tanto de él como de Draco.

    —Sólo me siento agotado —mintió Draco, sin despegarse del cuerpo de Harry y preguntándose cuánto tiempo más se sentiría así.

    —También yo lo estoy —aceptó Harry, sabiendo que Draco mentía. Cuando habían aparecido en la habitación había esperado poder continuar con lo del bosque, o al menos mantener una charla sobre todo lo que Draco le había ocultado, sin embargos sabía que probablemente Draco no se sentía del todo bien aún y no quiso forzarlo a nada. —Anda, vamos a la cama.

    Draco soltó una risita nerviosa, y asintió, cerrando el flujo de agua.

    —Potter, de verdad estoy agotado —comentó, quiso pensar que el que sus mejillas se calentaran y sonrojaran se debía al agua caliente y no a la vergüenza de admitir que estaba agotado como para continuar con lo que seguro Harry deseaba.

    —Y yo también, ya te lo dije —replicó Harry, pasando una toalla por los hombros de Draco y frunciendo los ojos. —Y mi nombre es Harry, no Potter.

    —Suena raro sino te digo Potter de vez en cuando —replicó Draco, apretando un poco más fuerte la tolla que tenía sobre sus hombros y obligándose a no moverse, un nuevo mareo estaba llegando y esta vez estaba empezando a asustarse.

    —Lo que digas, Malfoy —respondió Harry, bostezando un poco y jalando a Draco hacia la habitación, el que el chico se dejara llevar casi como un peso muerto le dio las luces de que aún no se sentía bien.

    Harry se encargó de apartar las mantas de la cama, y luego de cerrar la ventana que había dejado abierta antes de partir, mientras observaba a Draco, completamente desnudo, meterse entre las sábanas.

    —Vaya —Harry apagó las luces y se deshizo de su toalla también, para meterse en la cama —, son casi las cinco de la mañana —comentó, mientras se recostaba completamente en la cama y observaba a Draco, ambos parecían ahora estar nerviosos.

    —Eso explica lo agotados que estamos —admitió Draco, elevando una mano con lentitud hasta el pecho de Harry y tocándolo con cariño.

    —Sí, lo estamos —suspiró Harry, mientras atrapaba esa mano que recorría su pecho y la elevaba lo suficiente para darle un beso en la palma, antes de seguir con la muñeca y el antebrazo, acercándose cada vez más a Draco, que lo miraba como hipnotizado.

    —De verdad que no quiero lastimarte, Harry —dijo entonces Draco, observando la casi devoción con que Harry lo besaba y acariciaba —, no quiero que cuando…

    —Sh… —Harry detuvo sus besos sobre el brazo y lo encaró, sonrió un poco y le dio un beso en los labios, antes de abrazarse a él —, no pienses en eso, lo mejor será dormir, es muy tarde.

    Draco asintió lentamente, sintiendo la tibieza del cuerpo de Harry pegarse a su piel, rápidamente ambos encontraron una posición cómoda, en la que sus cuerpos al completo estaban en contacto, y mientras el cielo comenzaba a clarear, se fueron quedando dormidos.

    *O*O*O*



    Ambos estaban somnolientos y cansados cuando, sólo unas horas después, más temprano de lo aceptable, según Draco, Edgard y Marshall tocaron su puerta, para avisarles que partirían en un rato más hacia el Hospital, a visitar a Elías.

    Ya la noche anterior habían prometido que irían, así que no les quedó otra que ponerse en pie y decir que bajarían en un momento más, mientras se estiraban en la cama, sabiendo que apenas habían dormido unas cuantas horas, insuficientes para sentirse siquiera medianamente descansados.

    Ambos se miraron algo azorados cuando Edgard y Marshall se marcharon por fin, pero el momento de incomodidad pasó cuando Draco sonrió y se acercó a Harry para darle un beso en los labios, diciendo "buenos días".

    Draco se puso en pie primero, disfrutando que ahora se sentía ya completamente bien, y maldiciendo que hubieran quedado con sus amigos en ir al hospital, pues eso les daba menos tiempo juntos y a solas.

    —Debemos apresurarnos —dijo entonces Harry, despegando la mirada del cuerpo desnudo de Draco y poniéndose en movimiento , —¿qué tal si tomamos una ducha juntos?, ahorraríamos más tiempo —sugirió.

    Draco elevó una ceja y sonrió, mientras extendía una mano hacia Harry.

    —Claro… ahorraríamos tiempo —secundó.

    Las caricias iniciaron en cuanto el agua caliente empezó a caer, y rápidamente se esmeraron el uno en el otro. Para cuando Harry culminó, Draco le estaba haciendo una mamada que, según las palabras del propio Harry, era una de las mejores de su vida; un instante después, Draco se dejó acariciar por Harry hasta terminar, mientras mordía sus hombros y su cuello de una manera, que le pareció bastante exitante; y aunque ambos tenían ganas de llegar más lejos aún, eran consientes de que no tenían demasiado tiempo, así que, resignados a que tendrían que esperar al menos hasta la noche para continuar, se apartaron, con pesar.

    Pese a todo lo que había ocurrido, Draco le pidió a Harry que lo dejara solo en el baño un momento, para que pudiera tomar sus pociones de la mañana, aunque Harry frunció el ceño, no hizo ninguna protesta, y por fin lo dejó a solas. Se sintió aliviado de no tener ningún síntoma en realidad, pero tras lo que había pasado la noche anterior no quería arriesgarse.

    Finalmente media hora después, ambos estaban, con cara de desvelados, en la entrada del centro vacacional. Marshall y Edgard habían conseguido que una de las camionetas del lugar los llevara, e incluso tenían un termo con café para ellos, que aceptaron mucho más que encantados, aunque se sorprendieron un poco al encontrar también a Lissa y Julie esperando.

    —Parece que la fiesta fue buena para todos —comentó Lissa, ahogando un bostezo y mirando de reojo a Harry y Draco, recordando que la noche anterior habían salido prácticamente corriendo de la pista de baile.

    —Fue una buena noche —aceptó Draco, dándole una mirada a Harry, que se había sonrojado un poco, lo cual le pareció, de alguna manera, hasta adorable.

    El hospital se encontraba a solo unos quince minutos de camino. En la entrada Julie compró un ramo de flores inmenso, y todos se dirigieron al cuarto piso, luego de que en recepción les indicaran la habitación de su amigo.

    Era un cuarto grande, para cuatro personas, aunque sólo tres la ocupaban por el momento, encontraron a Elías, con una pierna en alto y con el ceño fruncido, mientras leía unos papeles.

    —No entiendo nada —dijo el chico, luego de agradecer una vez más a Harry y Draco por haberlo encontrado.

    —¿Qué es lo que lees? —le preguntó Julie, sentándose a su lado en la cama.

    —No lo entiendo... nada de lo que dice aquí, está en chino.

    —No, está en Catalán—rebatió Draco rápidamente, también acercándose a él, no se le pasó por alto la mirada que Harry le dio mientras lo hacía.

    —Será eso, pero igual no lo entiendo.

    —¿Cuál es el problema? —preguntó entonces Edgard.

    —Dicen que el seguro de viajes que contratamos no puede cubrir esto... o al menos eso creo que le entendí a la asistenta social que vino hace un rato.

    —¿Por qué no lo cubre? Pagamos para que nos cubriera en caso de accidentes —protestó molesto Marshall.

    —Algo sobre arriesgar más de la cuenta mi vida —suspiró Elías, sobándose el vendaje del pecho.

    —Eso es imposible —rebatió Draco, tomando los papeles, aunque tampoco entendía lo que decía en ellos.

    —Tal vez no cubre campamentos —se animó a opinar Harry, alejado aún del grupo.

    —No, claramente especificamos que haríamos deportes de aventura —respondió Elías —, pero no sé qué es lo que dice allí, y la asistenta social dice que debo pagar por quedarme aquí... No me alcanzará el dinero.

    —A ver, esa mujer seguro que habla español, o francés, ya que no habla inglés —dijo Draco.

    —¿Cómo sabes que no habla inglés? —preguntó Edgard.

    —Porque Elías no la ha entendido. —contestó Draco.

    —Esa no es una razón —opinó Harry, en voz baja, Draco le dio una mirada y sonrió.

    —Vamos, hablaremos con ella.

    —¿Ustedes? —preguntó Elías.

    —Claro, Daniel habla francés, y también español —aclaró Harry, con una sonrisa satisfecha.

    —Ah...— Julie sonrió y murmuró algo en francés hacia Draco, que se mostró incómodo, mientras respondía, también en francés.

    Julie y Lissa soltaron una carcajada, mientras Draco tomaba de un brazo a Harry y lo apuraba para salir de la habitación.

    —¿Qué es lo que ha dicho? —preguntó Harry, una vez estuvieron en el pasillo.

    —Si tú y yo finalmente habíamos cerrado el trato anoche —respondió Draco, negando con la cabeza.

    —¿Eh?

    —Vamos, no te hagas el remilgado.

    Harry enrojeció un poco más.

    —No me hago el remilgado, me toma por sorpresa su pregunta.

    —Y a mí —Draco se encogió de hombros.

    —¿Y qué le has dicho?

    Draco soltó una carcajada.

    —Que el ser chismosa es un feo defecto en dos damas tan hermosas, pero que sí.

    —Oh...

    —¿Hoy te has quedado sin palabras acaso? —se burló Draco, deteniéndose en el pasillo; Harry tenía una expresión muy chistosa en el rostro.

    —No, no es eso…

    —Mmm… o tal vez lo de esta mañana… —ronroneó Draco, no estaba acostumbrado a demostraciones públicas de afecto, menos con un chico, sin embargo en ese punto de su vida, todo le parecía carecer de importancia, total, ¿quién lo juzgaría por no mantener las formas y las maneras correctas de actuar en medio de un hospital muggle? —te ha dejado tan extasiado que hasta se te ha olvidado la forma correcta de hablar.

    —¡Qué presumido! —bufó Harry, dándole un golpe en el brazo —, creo que si me das una oportunidad esta noche, yo te puedo dejar sin palabras.

    Draco soltó una carcajada y se acercó un poco a él, dándole un beso en los labios y arqueando una ceja.

    —Ya lo veremos —respondió, sin dejar de sonreír —por lo pronto vamos a ver a la asistenta —propuso, señalando uno de los pasillos.

    La oficina de Lourdes Roig estaba en el sexto piso, así que subieron por las escaleras, Draco notó que se cansaba con más facilidad, pero ante la mirada inquisidora de Harry, no hizo ningún comentario. Esperaron por cerca de veinte minutos, hasta que los pudieron recibir.

    Lourdes Roig era una mujer alta y mayor, de cabello cano, sujeto en un moño bastante ajustado, con lentes gruesos y ropa oscura, sobre su escritorio tenía una portátil y sólo tres fólderes de color marrón. Las paredes de su oficina eran blancas y no había más que un diploma colgado en una de ellas. Con sólo eso Draco supo que aquella mujer era estricta a más no poder y que sería una reunión complicada.

    Harry estaba sentado sobre una de las sillas plásticas, con la espalda rígida y las manos sobre las rodillas, apretándolas, mientras escuchaba a Draco y la mujer hablar en francés, por los gestos que ambos hacían pudo deducir que no iban muy bien.

    —Dice que Elías había consumido alcohol esa madrugada y que por ende actuó de manera imprudente, que según el tipo de póliza que contrató, no puede cubrir ese accidente —explicó Draco en un murmullo hacia Harry.

    —Pero el que haya tomado alcohol no significa que estuviera ebrio —protestó Harry.

    —Se lo he dicho... —Draco negó con la cabeza —, no quiere ceder, sólo necesitamos su firma en este ridículo papel para que el seguro cubra todo.

    —Tal vez lo pueda pagar con una tarjeta de crédito... —suspiró Harry, observando a la mujer, que tenía las cejas arqueadas, claramente enfadada por que hablaran en rápido inglés.

    —Nah... —Draco entrecerró los ojos mientras la mujer le explicaba, en francés, que no era correcto que hablaran sin que ella entendiera lo que dijeran.

    —¿Qué dice?

    —Mejor espera afuera —respondió Draco, primero en inglés y luego en francés, mirando a la mujer con fastidio.

    —Pero...

    —Ve, que no le haré nada.

    —Draco...

    —Anda, solucionaré esto —insistió Draco.

    Harry asintió y miró hacia la mujer, despidiéndose en el precario francés que había aprendido poco antes, y salió con pasos lentos, en cuanto cerró la puerta decidió que no había sido buena idea dejarlos solos, sin embargo la puerta no se podía abrir más, inmediatamente supo que Draco estaba haciendo magia.

    Tres minutos después Draco salía, luciendo pálido y algo sudado, pero con los papeles firmados.

    —¿Qué has hecho? ¿Estás bien? ¿Quieres sentarte? —se apuró a preguntar Harry, mientras se acercaba a él para tomarlo de un brazo.

    —Son muchas preguntas, Potter —masculló Draco, dejándose sujetar a pesar de todo, por Harry —. Necesito ir al baño, creo que hay uno al final del pasillo —explicó en voz baja.

    —¿Qué has hecho? —preguntó nuevamente Harry, mientras, abrazándolo un poco, lo llevaba hasta el baño.

    —Lo siento —gimoteó Draco, con voz ahogada, antes de correr hacia el primer cubículo vacío, se sujetó como pudo del WC y vomitó, aunque como no había desayunado más que café, solo sintió un sabor ácido subiendo por su garganta.

    —Draco... —suspiró Harry, acariciándole la espalda y mirando alrededor, allí no habían toallas húmedas que pudiera poner sobre su frente para reconfortarlo.

    —¡Dios, cómo odio esto! —se quejó Draco, sentándose y haciendo pasar el agua.

    —Está bien... cálmate.

    —Por supuesto que no está bien, no debería sentirme así.

    —Hiciste magia, tu estado no permite que hagas muchos hechizos ya que la enfermedad te está deteriorando en todos los sentidos, aunque... —Harry inclinó un poco la cabeza, observando el pálido rostro de Draco, no quería pensar que estaba más cerca de lo que había creído del final.

    —¿Aunque?

    —¿Qué hechizo hiciste?

    —Un simple confundus, para que pudiera firmar los papeles —explicó Draco, miró enojado hacia la mano que Harry le tendía para ayudarlo a levantarse, pero la forma en que Harry arqueó la ceja le hizo entender que no era optativo no aceptarla. —¿Por qué lo preguntas?

    —Es sólo que pensé que el deterioro de la magia no llegaba hasta la etapa terminal.

    —Estoy en la etapa terminal —replicó Draco, caminando hacia los lavabos.

    Harry lo observó en silencio, mientras se echaba agua helada al rostro e iba recuperándose.

    —¿Has intentado hacer otros hechizos?

    —No..., bueno, creo que el aparecernos a ambos anoche me hizo daño, después, los accio algunas veces, los de agrandamiento y encogimiento... cosas simples —Draco se encogió de hombros, aún observándose en el espejo, estaba algo ojeroso, pero ya no lucía tan enfermo.

    —¿Qué pasó cuándo hiciste el homenum revelio el otro día?

    —Oh… no fue agradable, me sentí muy mareado todo el resto de la noche… —negó Draco, sin dejarse de mirar al espejo.

    —Y aparte de eso, y de los hechizos comunes, ¿no has intentado nada más grande?

    —No. Y Potter —agregó, girándose para verlo a la cara y acercarlo un poco, pero luego cambió de opinión. —Espérame aquí —propuso, metiéndose nuevamente hacia uno de los cubículos.

    —¿Tienes nauseas de nuevo? —preguntó Harry, extrañado por el comportamiento de Draco.

    —No —Draco se aplicó un hechizo de limpieza y suspiró aliviado al sentirse más fresco. Cuando abrió la puerta chocó cara a cara con Harry.

    —¿Te sientes mal de nuevo? —preguntó Harry.

    Draco, con una mirada un poco más agresiva, lo tomó por las caderas y en solo dos pasos, lo empotró contra los lavabos.

    Harry parpadeó, sorprendido por la fuerza de Draco y se sujetó de sus hombros, mirando por un instante hacia la puerta de entrada.

    —Potter, no quiero un enfermero, ¿estamos? Si es que quieres que esto... —Draco se pegó un poco más a Harry —, como sea que se llame, que hay entre tú y yo, funcione, deberás dejar de actuar como un enfermero... o un medimago.

    —Sólo me preocupo por ti —susurró Harry.

    —No lo hagas. Por favor... —Draco se detuvo en el momento en que Harry lo jaló un poco más por los hombros, hasta que sus labios estuvieron a sólo centímetros. Ambos se miraron a los ojos, había tantos sentimientos mezclados allí...

    —Bésame —susurró Harry —, no analices nada ahora, sólo bésame.

    —Fuiste tú el que empezó con... —intentó protestar Draco, pero una de las manos de Harry dejó su hombro y voló hasta su nuca, mientras sus labios se unían con fiereza.

    Draco parpadeó confundido por un instante, antes de responder al beso, sus labios se entreabrieron para dejar que la lengua de Harry se colara en su interior y sus dientes chocaron, mientras sus cuerpos se pegaron más aún. Apretó más fuerte las caderas de Harry, y un escalofrío le recorrió la espalda, debido a la forma en que los dedos de Harry estaban acariciando su nuca.

    Cuando se apartaron ambos estaban acalorados y ansiosos, pero sabían que aquel tampoco era el lugar ni el momento para continuar.

    —Creo que debemos ir con los demás —suspiró Draco, abrazándose a Harry y dejando algunos besos en el cuello.

    —Sí, antes de que nos busquen... —aceptó Harry, con pesar.

    —En algún momento tú y yo tendremos que terminar esto —sonrió Draco, jalando a Harry para hacer que empezara a caminar.

    —Se me ocurre que esta noche nadie nos debe interrumpir —propuso Harry, acomodando sus ropas y su cabello, mientras ambos ya caminaban por el pasillo.

    —Esta noche estaremos en Colmillo —suspiró Draco, abriendo la puerta que llevaba a las escaleras, por donde habían subido.

    —Lo sé.

    —Y Tobby comparte habitación con nosotros —aclaró Draco, al parecer Harry no había reparado en ese pequeño detalle.

    —Oh...

    —No pensarás deshacerte de él ahora que...

    —¡Claro que no! —interrumpió Harry, bajando tan lentamente como Draco, supuso que aún no se sentía del todo bien por lo lento que caminaba, pero, recordando lo que Draco le había dicho minutos antes, no preguntó si se sentía cansado o enfermo nuevamente y le siguió el paso hasta el pasillo del cuarto piso.

    —Ya se nos ocurrirá algo —susurró Draco, cuando estaban por entrar a la habitación de Elías, pasando su mano por la cintura de Harry y apretándolo un poco, haciéndolo sonrojar, antes de soltarlo.

    Harry no alcanzó a responder, pues Draco no lo esperó y se metió a la habitación, con una gran sonrisa, mientras él se quedó relegado a un lado, empezando a imaginar lo que Draco y él podrían hacer cuando estuvieran solos.

    *O*O*O*



    Harry estaba enfadado. Draco no necesitaba más que mirarlo para saberlo, mientras permanecía rígido sobre su asiento y con un libro entre las manos, en el autobús que los llevaría de vuelta a Colmillo. Detrás de ellos iban Pedro y Giuseppe y delante Edgard y Marshall. Se habían despedido de Lissa y Julia, y de algunos más con los que habían trabado amistad, poco antes de partir, tras un tardío desayuno, pues ellos irían hacia España. Tobby se había colado en el espacio que había entre los asientos y dormitaba a sus pies, haciendo que el lugar se sintiera mucho más estrecho.

    Harry iba leyendo las anotaciones que había hecho sobre las ciudades que habían visitado, reconociendo que aún le faltaba poner muchos más datos, mientras trataba de alejar de su mente la idea de cuán enfadado se encontraba con Draco en ese momento, pues les había propuesto a Edgard y Marshall volver con ellos al día siguiente nuevamente a Andorra La Velle, para acompañar a Elías el par de días que aún le quedaba en el hospital, antes de que lo pudieran embarcar a casa. Y no sólo eso, sino que además les había ofrecido llevarlos hasta Francia, por donde cruzarían de todas maneras para seguir el camino de regreso. Y no, no quería ser egoísta, pero imaginaba que ahora que las cosas estaban más claras entre ellos, querría pasar un tiempo a solas con él, y no agregar justamente un par de acompañantes a su viaje.

    El autobús se detuvo en el Centro de Turismo de Colmillo, de donde más de una semana antes, todos habían partido, vieron a varios grupos más de turistas, llegando y partiendo, y la pequeña oficina se volvió una locura, entre despedidas y recuperación del equipaje, hasta que finalmente ellos, junto a Edgard, Marshall y Tobby, se pusieron en marcha hacia el hotel.

    Tal como habían solicitado, su habitación permanecía intacta, pues Draco había pagado por los días que no estarían presentes. Luego de darle una mirada a su auto, el cual Marshall y Edgard admiraron bastante, quedaron de acuerdo para ir a descansar un poco y encontrarse a la hora de la comida.

    En cuanto entraron a la habitación, Tobby se acomodó en la esquina en la que le gustaba dormir, mientras Draco se quedaba de pie, junto a la ventana, y Harry se dejaba caer sobre una de las camas.

    —¿Seguirás enfadado toda la tarde? —preguntó Draco, sin voltear a mirar a Harry, observando el paisaje, ahora el cielo estaba gris y había llovido por la mañana, por las nubes parecía que las lluvias continuarían al atardecer.

    —No estoy enfadado —negó Harry, sentándose sobre la cama y mirando alrededor —, tal vez sea mejor que tome una ducha.

    —¿Quieres qué...?

    —No, realmente estoy cansado —suspiró Harry, jalando un pantalón de algodón y una sudadera, cerrando la puerta del baño con más fuerza de la necesaria.

    En cuanto Harry se metió al baño, Draco dejó escapar el aire lentamente, y se recostó en una de las camas, sintiéndose agotado y desanimado. Cerró los ojos, con la intensión de esperar a Harry y hablar con él, pero el cansancio le ganó y rápidamente se quedó dormido.

    Harry salió del baño mucho rato después, había intentado descubrir el escondite de Draco para las pociones, pero había sido inútil. Tal vez esos hechizos de protección lo ponían débil también, pensó, mientras salía a la habitación. Sonrió un poco, viendo a Draco dormir, y en silencio, sacó el cuaderno de anotaciones y una lapicera, y se sentó junto a la ventana, comenzando a escribir, no sobre sus viajes, sino sobre los síntomas de Draco.

    No pensaba molestar a Draco, tratando de cuidarlo a cada instante, pero eso no garantizaba que se quedara quieto y no quisiera averiguar más:

    1. Náuseas en las mañanas.
    2. Náuseas y/o mareos cuando hace algún hechizo o se aparece. Síntoma cada vez más constante.
    3. Descontrol de magia. Cada vez mayor pese a no estar aún imposibilitado de movimiento o razonamiento.
    4. Cansancio. Cada vez mayor.

    Arrugó un poco la frente, algo en los síntomas le decía que todo estaba pasando demasiado rápido, sobre todo en el tema de perder el control de su magia, tal vez se debía al enlace que tenían, y la forma obsesa en que Draco escondía las cosas con hechizos de seguridad. Esperaba que pudieran entrar a una librería donde comprar un par de libros de medicina al día siguiente, sólo para repasar un poco más acerca de ese tipo de cáncer y entender mejor los síntomas.

    *O*O*O*

     
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  14. Arthur Dumbledore
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    Waaaaa :=BUABUA: . Que historia mas hermosa... Me muero por la continuación...
    Pronto por favor...
     
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  15. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 17



    Draco se despertó al anochecer, se sorprendió de encontrar a Harry a su lado, durmiendo también. Con lentitud se levantó un poco, apoyando una mano sobre la cama, mientras con la otra acariciaba lentamente a Harry. Empezó por su rostro, apartando el flequillo de la frente y delineando la cicatriz, bajó por los pómulos y llegó hasta los labios, donde apenas rozó un poco el labio inferior, antes de continuar por la barbilla y el cuello. Harry se removió un poco, pero no se despertó, lo que le permitió seguir bajando por uno de los brazos, y luego por sus caderas, imaginándolo desnudo, agitado y sonrojado...

    —Hey... —masculló Harry, abriendo los ojos y parpadeando, tratando de enfocarlo.

    —Hey —replicó Draco, inclinándose hacia él para darle un beso en los labios.

    Harry aceptó el beso, complacido, mientras elevaba una mano para sujetar a Draco, sus cuerpos se fueron acoplando poco a poco, hasta que estuvo tendido completamente de espaldas sobre la cama y con Draco sobre él, pero entonces el ladrido de Tobby los hizo saltar, recordándoles que no se encontraban solos.

    —Casi lo había olvidado —suspiró Harry, sintiéndose frustrado.

    —Y yo. —Draco le dio un beso más en los labios y se apartó con fastidio del cuerpo de Harry, aunque no tuvieron más tiempo de hablar, pues en ese momento alguien llamó a su puerta.

    Se trataba de Marshall, que de acuerdo a lo acordado, venía por ellos para poder cenar.

    *O*O*O*



    Pese a que en un inicio había estado enfadado, no pudo negar que se divirtió mucho con Marshall y Edgard, que, agradecidos porque Draco y él los llevarían hasta Francia, los habían invitado a cenar y estuvieron por horas conversando acerca de los lugares que cada uno había conocido.

    Cuando el momento de volver al hotel llegó, Draco se entretuvo un poco más, junto a Marshall, cuchicheando, Harry trató de no mostrarse celoso ante ello, pero en su mente empezaban a encumbrarse razones por las cuales Draco había sido tan amable con los chicos, ofreciéndoles viajar un tramo juntos, sin embargo todas esas dudas, que estuvo seguro Draco pudo ver por la forma en que lo miraba, desaparecieron, cuando Draco anunció que ellos habían accedido a cuidar a Tobby.

    —Quiero estar contigo a solas —afirmó Draco, en un susurro cuando llevaron a Tobby hasta la habitación de los chicos. El perro les dio una mirada desconfiada, pero no hizo ningún problema en quedarse, Draco le había llevado también las mantas sobre las cuales dormía, y rápidamente el animal se recostó sobre ellas.

    —Yo también quiero estar a solas contigo —respondió Harry, cuando cerraron la puerta de la habitación que compartían Marshall y Edgard.

    Draco le sonrió y se acercó a él, dándole un pequeño beso en los labios.

    —Vamos —le apuró Draco, jalándolo de una mano y haciéndolo avanzar por el pasillo.

    Subieron las escaleras de dos en dos, corriendo apurados hasta su habitación, y una vez en ella ambos se besaron con pasión y ansiedad, presionándose el uno contra el otro y caminando hasta la cama.

    Harry fue empujado sobre ella, pero no tuvo mucho tiempo de protestar, pues Draco se sentó a horcajadas sobre él y le sujetó las manos, llevándolas hacia arriba, antes de retomar sus besos.

    Draco disfrutó de sentir el cuerpo de Harry arqueándose y buscando más contacto con el suyo, mientras sus labios hacían un camino de besos por la mandíbula y el cuello, ansioso de poder por fin disfrutar de aquello que había deseado tanto.

    —Draco… —gimió Harry, cuando sus muñecas fueron liberadas, Draco había colado las manos dentro de su camiseta y le acariciaba el pecho lentamente, mientras sus dientes causaban estragos en su cuello.

    —Te deseo tanto… no sabes cuánto, pero cuánto… —Draco se enderezó para levantarle la camiseta. Harry se sentó y se dejó despojar de aquella prenda, y aprovechó para quitarle a Draco también la suya. Extendió una mano y acarició lentamente su cuerpo, su piel, tan pálida como siempre, se veía apetecible, y no resistiendo la tentación, se inclinó hacia delante, para lamer el pecho, entreteniéndose en jugar un instante con una de las tetillas, las manos de Draco se posaron en sus hombros, presionándolo con fuerza, mientras lo escuchaba jadear.

    Draco se arqueó, maravillado de la manera en que Harry lo podía manejar, y cuando éste lo empujó un poco sobre la cama, invirtiendo las posiciones, no puso ningún reparo en colaborar. Harry se arrodilló entre sus piernas, con sus dedos recorría sus costados con cariño, mientras su boca seguía bajando por su abdomen, cuando su lengua se hundió en el ombligo, gimió mucho más fuerte, con una mano se cubrió los ojos, mientras que con la otra acarició el cabello largo de Harry.

    —Yo también te deseo, Draco —murmuró Harry, levantándose un poco y dándole un beso a la palma de la mano de Draco, antes de apartarse un poco más y empezar a abrir los pantalones.

    Draco soltó el aire lentamente, mientras observaba, apoyado sobre sus codos, la forma en que Harry abría sus pantalones y acariciaba su erección sobre la tela de la ropa interior.

    Harry volvió a besar su abdomen, bajando un poco más ésta vez, hasta tocar con su lengua la cinturilla de la ropa interior de Draco, éste levantó un poco más las caderas y Harry sonrió, jalando con ambas manos los pantalones y la ropa interior, hasta la altura de las rodillas, lo suficiente para poder maniobrar mejor. La erección de Draco, rosada y algo húmeda ya, se erguía orgullosa en medio de aquella mata de vello tan rubio que era casi blanco. Hundió su nariz allí, deleitándose de su olor, sintiéndolo estremecerse, mientras tomaba con una mano el miembro y lo acariciaba desde abajo hacia arriba un par de veces, su boca mordiendo y lamiendo la zona antes de bajar un poco más, hasta que llegó a la base, dio un par de besos, y bajó hasta los testículos.

    —¡Potter! —protestó Draco, levantándose nuevamente, sentía sus mejillas sonrojadas, y le parecía inaceptable sentirse así de caliente cuando Harry ni siquiera había empezado.

    Harry sonrió burlón y lamió uno de sus testículos, sintiendo el vello casi inexistente contra su barbilla, Draco se dejó caer nuevamente sobre la cama, jadeando más sonoramente, y conforme con su reacción, subió un poco más, ésta vez lamiendo completamente el miembro de Draco.

    —Oh… sí, eso está bien —suspiró Draco, enterrando los dedos en el cabello oscuro de Harry, lo apretó con más fuerza cuando finalmente esa cálida boca aprisionó su miembro casi por completo. —¡Harry!

    Harry jugueteó con su lengua, mientras subía y bajaba con deliberada lentitud, disfrutando de su sabor, de conocer sus reacciones, la manera en que esa mano jaloneaba su cabello, o que sus piernas temblaban, tratando de separarse más, pese al impedimento de sus pantalones.

    —¡Morgana bendita! —jadeó Draco, levantando nuevamente la cabeza, para ver a Potter entre sus piernas, moviéndose de arriba hacia abajo, presionando su lengua contra su miembro —Harry…

    Harry apretó un poco más sus labios entorno a la erección, y succionó con fuerza, consiguiendo que Draco se arqueara y gimiera mucho más fuerte. Sólo entonces se apartó un poco, observando la forma en que Draco jadeaba, su pecho subiendo y bajando con rapidez, sus mejillas sonrojadas y su frente perlada de sudor.

    —No tienes idea de lo caliente que te ves así —declaró Harry, acercándose nuevamente a sus labios y besándolo con fiereza, mientras una de sus manos volvía al miembro erecto y lo acariciaba con lentitud.

    —Para… quiero… —Draco intentaba hablar, pero era imposible por la forma en que Harry lo estaba besando, hasta que finalmente se apartaron, Harry apoyado de una mano sobre el colchón lo miró tan fijamente que sintió que sus mejillas se sonrojaban aún más, cosa que le parecía imposible.

    —¿Qué quieres, Draco? —susurró Harry con voz ronca, antes de inclinarse nuevamente a besarlo, cuando se apartaron las mejillas de Draco estaban rojas y su respiración era entrecortada.

    —Quiero que me hagas el amor… que me tomes tú —contestó Draco, Harry se quedó completamente quieto, deteniendo sus besos sobre el cuello.

    —¿Estás…? —Harry se elevó un poco más, para verlo a los ojos, aquella petición era algo inesperada.

    —Sí —afirmó Draco, asintiendo para darle mayor énfasis a su respuesta, mientras trataba de deshacerse de los pantalones y la ropa interior, que aún tenía a mitad de las piernas.

    —Oh… —por un instante Harry no supo qué responder, pero casi inmediatamente su cerebro hizo conexión y se movió hacia atrás, ayudando a Draco a deshacerse de la ropa que aún le quedaba, dejándolo completamente desnudo sobre la cama, exhaló profundamente apreciándolo, mientras se ponía en pie y se desprendía de lo que le quedaba de ropa, quedando también desnudo.

    Draco sonrió, sintiéndose tímido por primera vez en años, en una situación como esa, antes de girarse lentamente sobre la cama, recostando la cabeza sobre los brazos y dándole una mirada insinuante.

    —Draco… —suspiró Harry, acercándose a él y acariciando su espalda con cariño.

    —Mmm… —Draco tomó una bocanada más de aire, sintiéndose nervioso y ansioso.

    —Estás temblando —susurró Harry, dejando un beso sobre su hombro.

    —No es cierto —mintió Draco, hundiendo más la cabeza entre sus brazos, y sí, no quería negarlo, tenía cierto temor a lo que pasaría a continuación, nunca le había entregado el control a nadie, y eso lo hacía sentir vulnerable y nervioso.

    —Pararé cuando me lo pidas —prometió Harry, sentándose a horcajadas sobre él, su erección, dura y húmeda sobre las nalgas de Draco lo hizo estremecerse un poco más, pero no tenía intensiones de ir así de rápido. Con ambas manos comenzó a acariciar los hombros de Draco, haciendo pequeños círculos y tratando de calmarlo, no imaginaba las razones por las cuales Draco, quien había dicho que no era pasivo nunca, quería ser tomado, pero no era el momento de discutir nada. Pronto se inclinó hacia el frente, dio unos cuantos besos en la nuca, sintiendo el cuerpo de Draco relajarse poco a poco, lamió y mordió los hombros, y siguió bajando por la columna, arrastrándose hacia abajo, su erección frotándose ahora contra las sábanas, mientras Draco empezaba a gimotear cada vez más alto, conforme su lengua seguía bajando por la columna.

    —Harry… —Draco se retorció un poco más, sus caderas fueron apresadas por las manos de Harry, mientras esa lengua llegaba hasta el final de su columna, cuando esos dientes se clavaron allí no pudo evitar gemir mucho más fuerte, levantando un poco más las caderas y sintiendo cierto alivio en su erección al frotarse contra las sábanas.

    —Levanta un poco más —pidió Harry, usando sus manos para levantar las caderas de Draco, que obedeció con prontitud. Harry continuó con sus besos y sus mordidas sobre las nalgas de Draco, disfrutando de lo poderoso que se sentía al tener a Draco de esa manera, retorciéndose y gimiendo incoherentemente. Apretó con más de fuerza las nalgas, separándolas, y sintió el cuerpo de Draco tensarse —. Tranquilo… —lo calmó, antes de arrastrar su lengua entre las nalgas, Draco gritó mucho más fuerte, pero no trató de apartarse, lo que le dio la pauta para continuar.

    Draco sintió esa humedad y no pudo más que gemir y retorcerse, asombrado por aquella acción y empezando a desear más, conforme esa lengua seguía rondando su entrada, tentándola y presionándola, haciéndolo sentirse cada vez más ansioso y desesperado.

    Harry se esmeró mucho más, con sus manos separando las nalgas de Draco, mientras su lengua se presionaba y sus labios se apretaban en torno a la entrada de Draco, hasta que lo sintió mucho más que relajado, sólo entonces se animó, tanteando un poco, a intercalar su lengua con un dedo, entrando con lentitud, tratando de notar cualquier reacción de fastidio por parte de su amante, pero ninguna reacción negativa llegó, pronto Draco estaba con la cabeza hundida entre las almohadas, levantando más el culo para darle el encuentro, gritando por más y más rápido.

    Draco sintió como una sensación de ardor invadía su interior, apretó un poco los dientes y pronto ese fastidio fue pasando, convirtiéndose en placer, hasta que todo ese placer terminó, con la lengua y los labios de Harry apartándose de su culo y subiendo por su espalda, dejando esta vez ya no solo besos, sino también mordidas y lamidas, hasta que sintió la respiración de Harry sobre su hombro.

    —Draco…

    —Sigue… por favor —pidió Draco, frotando su culo contra la erección de Harry, sintiéndola caliente, húmeda y dura.

    Harry asintió, aunque sabía que Draco no lo veía, y se levantó un poco más, su erección entre las nalgas de Draco, tratando de refrenar las ganas de hundirse en él de una sola vez.

    —Necesito tu varita —dijo entonces, mientras su mano acariciaba el corto cabello rubio, y se inclinaba para besar la mejilla y los labios de Draco, que giró el rostro y retribuyó el beso.

    Draco se apartó solo un poco y convocó a su varita, al tiempo que Harry lo hacía girar.

    —Quiero verte —susurró Harry, jalando una almohada y, con ayuda del propio Draco, colocándola bajo sus caderas.

    —Harry… —Draco observó como Harry tomaba la varita y sintió la presión entre sus nalgas, jadeó conforme sintió el hechizo lubricante, un instante después la varita fue dejada de lado y reemplazada por un par de dedos, mientras Harry se inclinaba hacia delante y comenzaba a besarlo con renovada pasión, su lengua recorriendo su boca de manera demandante.

    —Draco… ¿Estás listo? —preguntó Harry, jadeando, mientras se apartaba un poco de él.

    —Oh, sí —respondió Draco, también agitado, y sin dejar de mirarlo a los ojos.

    —Pararé cuando me lo pidas —prometió nuevamente, mientras se acomodaba entre sus piernas y posicionando su miembro contra la fruncida entrada.

    —Lo sé… está bien —asintió Draco, acariciando sus brazos, tomó una bocanada de aire y contuvo el aliento mientras sentía a Harry empezar a empujar contra él.

    Estaba tan estrecho que le costó un poco poder empujar, lo sintió tensarse y las manos que hasta hace poco lo habían estado acariciando, lo apretaron con fuerza.

    Draco se mordió los labios y cerró los ojos, tratando de relajarse y repetirse que el dolor pasaría, que tenía que calmarse para que fuera más simple.

    —¿Paro? —preguntó Harry, deteniéndose con esfuerzo.

    Draco no respondió, simplemente negó con la cabeza, abriendo los ojos para verlo, Harry le acarició una pierna de manera consoladora, subió lentamente hasta su erección, ya no tan excitada como momentos antes, y la acarició con rapidez, usando toda su fuerza de voluntad en no empujar, hasta que lo sintió relajarse nuevamente, entonces aprovechó y empujó un poco más.

    —¡Oh… Dios! —jadeó Draco, no pudiendo reprimirse, mientras sentía su interior ardiendo —, no te detengas —ordenó, viendo en Harry la intensión de detenerse una vez más.

    —Draco… no te quiero lastimar —explicó Harry con voz ahogada.

    —No lo haces —respondió Draco, apretando un poco los dientes cuando Harry se empujó una vez más, esta vez quedando completamente dentro de él. No podía decir que estaba cómodo o a gusto, pero sabía que el dolor pasaría, sólo tenía que relajarse y trató de concentrarse en eso. Jaló a Harry de los brazos, hasta que sus labios estuvieron a su alcance, y lo besó con fuerza, mordiendo su labio inferior y haciéndolo gimotear más fuerte aún, mientras el dolor y la incomodidad se desplazaban un poco.

    —Necesito… —pidió Harry, con voz ahogada, apartándose de Draco.

    —Hazlo.

    Harry se apoyó con ambas manos contra el colchón, y salió un poco para volver a entrar, atento a los gestos de Draco, animado porque se notaba más relajado, volvió a hacerlo, sintió las piernas de Draco envolverle la cadera y aquello lo hizo intentar una vez más, viendo el cuerpo de Draco, pálido y bañado en sudor, arquearse un poco.

    —Harry… —Draco apretó los hombros de Harry, y se arqueó una vez más, entonces sintió una corriente de placer recorrerle la espalda —¡Oh, sí!

    —¿Está bien? —preguntó Harry, entrecortadamente, embistiendo una vez más, Draco asintió, soltando otro gemido más y esa confirmación fue suficiente para Harry, que se empujó con más fuerza, saliendo casi por completo de él para volver a entrar.

    —Sigue… más… más rápido —jadeó Draco, soltándolo de un hombro y pasando una mano entre ambos cuerpos, sus piernas le dolían por la tensión y su garganta comenzaba a arderle por estar gritando tanto, pero aquello no le importó, mientras llegaba hasta su miembro y comenzaba a acariciarlo con rudeza, sintiéndose demasiado caliente y ansioso.

    —Draco… —Harry se irguió completamente, jalando las piernas de Draco hasta tenerlas sobre su pecho, y empezó a embestir mucho más duro.

    —Sí, Harry, así… —gimió Draco, dejando caer su cabeza hacia un lado y concentrándose en el placer que irradiaba su interior hasta sus huevos y su polla, sin importarle que estuviera medio doblado sobre la cama.

    —Tan caliente y apretado —masculló Harry, incapaz de controlar más su cuerpo, empujándose contra él con fuerza, mientras su orgasmo trepaba por su cuerpo y estallaba en su erección, empujó contra él un par de veces más, dejándose ir, hasta que se vació completamente.

    —Ah… sí… —Draco se mordía el labio inferior, la sensación de aquel líquido caliente derramándose en su interior, la forma como Harry apretaba sus caderas, lo hicieron arquearse, mientras su miembro se endurecía de manera imposible, listo para lanzar su semilla, pero no estaba preparado para lo que Harry hizo a continuación:

    Harry lo soltó y salió de él con rapidez, mientras se lanzaba hacia delante y tomaba el miembro de Draco con su boca, lamiéndolo y succionándolo, saboreando aquel líquido caliente y amargo.

    —¡Harry! ¡Merlín… Harry! —gritó Draco, incapaz ya de controlarse, la boca caliente de Harry siguió succionando hasta que ya no hubo nada más que tomar, y sólo entonces lo abandonó, subiendo con su caliente lengua por su abdomen, lamiendo los rastros de su semen que no había podido tomar en su boca, hasta su pecho, en donde finalmente se detuvo, dejando descansar su cabeza allí.

    —Salazar bendito —exhaló Draco, apretando a Harry contra él.

    —¿Eso quiere decir que sí te gustó?

    —¡Tonto! —Draco soltó una carcajada y negó con la cabeza —. Ha estado genial…

    —Gracias —masculló Harry, dando un beso más en el pecho, no queriendo moverse.

    Draco soltó otra pequeña carcajada, y acarició con sus dedos el cabello de Harry.

    —Creo que el agradecimiento es mutuo.

    —¿Estás bien? —preguntó Harry, levantando la cabeza y mirando hacia Draco, luego de reír por su comentario.

    —Sí… —Draco sonrió tímidamente empezando a sentirse un poco más húmedo allí abajo.

    Harry se levantó un poco más y le dio un beso en los labios, Draco sintió su propio sabor y le mordió el labio inferior, antes de dejarlo ir.

    En cuanto se acomodaron uno junto al otro, Draco hizo un hechizo de limpieza sobre ambos, le temblaban tanto las piernas que sabía que no sería capaz de levantarse hasta el baño a tomar una ducha, y tampoco pensó en las pociones que debía tomar, simplemente suspiró satisfecho y se acurrucó contra el cuerpo de Harry, disfrutando de su calor y lo bien que se sentía.

    —¿Por qué me dejaste hacerlo? —preguntó en un susurro Harry, acariciando el corto cabello de Draco.

    —¿Eh…?

    —Dijiste que no habías dejado que nadie…

    —Y tú dijiste que debería intentarlo…

    —¿No lo hiciste por…?

    —No empieces a llenar tu cabeza de fantasmas, Potter —atajó Draco, moviéndose lo suficiente para verlo a la cara —, espera a que me recupere y verás lo que yo te puedo hacer —agregó, empujando un poco sus caderas contra las de Harry.

    —Oh… —gimió Harry —¿En serio?

    —En serio —afirmó Draco.

    Harry sonrió y le dio un beso más en los labios, antes de que ambos se dejaran caer nuevamente.

    —No sabes cuánto te amo —susurró Harry, cuando vio que Draco ya estaba completamente dormido, y contento y relajado, cerró los ojos, tratando de dormir también.

    *O*O*O*



    Se despertó en la madrugada, por un movimiento a su alrededor, instintivamente movió un brazo para tocar a Draco y se sorprendió de no encontrarlo allí, abrió los ojos asustado y tomó de la mesa de noche sus gafas, se las puso mientras buscaba con la mirada en la oscuridad, hasta que lo encontró, estaba de pie, al otro extremo de la habitación, con una mirada extraña, observándolo.

    —¿Te sientes mal? —preguntó Harry, poniéndose en pie.

    —No te muevas —dijo Draco rápidamente, levantando las manos.

    —¿Qué? ¿Qué es lo que pasa? —Harry se quedó de pie al costado de la cama, mirando alrededor, por si es que había algo que no hubiera notado.

    —¿Quién eres? —cuestionó Draco, arrugando un poco el ceño, se había despertado un momento antes, desnudo junto a ese extraño y el dolor en su culo le podía revelar qué era lo que había pasado antes, aunque no tenía idea de cómo había llegado allí.

    —De que… —Harry negó con la cabeza y trató de avanzar hasta él, pero el grito de Draco lo detuvo:

    —¡No te muevas! —gritó Draco, cada vez más preocupado, no entendía absolutamente nada de lo que pasaba.

    —Draco, esto no es gracioso…

    —¿Draco? —qué extraño nombre, pensó Draco.

    —Ese es tu nombre —explicó Harry, con lentitud, Draco se había puesto sus pantalones y parecía tener frío por la forma como temblaba, aunque su voz sonaba amenazante.

    —No, no lo es.

    Harry inclinó el rostro hacia un lado, no sabiendo qué decir ante eso.

    —¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Draco, cruzándose de brazos y lamentando no haber encontrado una camiseta con la cual abrigarse.

    —¿Cuál es tu nombre entonces?

    Draco boqueó un par de veces, descubriéndose incapaz de responder a esa simple pregunta.

    —¿Por qué no te sientas? Ven —llamó Harry —métete en la cama y abrígate.

    —Oh, no, claro que no —negó Draco rápidamente, mirando hacia la cama y luego hacia Harry —Dime primero quién eres y qué haces aquí.

    —¿De verdad crees que no te llamas Draco?

    —No sé quién es Draco o quién eres tú o qué… —Draco se detuvo, un dolor agudo en su sien derecha lo hizo apretar los ojos, mientras ponía una mano sobre la cabeza.

    —¿Te duele? —preguntó Harry rápidamente, obviando las amenazas de Draco, se acercó a él, pero el chico, en cuanto notó el movimiento, se apartó un par de pasos, hasta dar contra la pared.

    —No. —Draco apretó más fuerte su mano contra la cabeza, rogando para que el dolor terminara de una vez por todas.

    —Tranquilo… está bien, sólo es un dolor de cabeza —consoló Harry, sin acercarse más a él.

    —¡Mierda! —gruñó Draco, dejando caer la cabeza contra la fría pared —. ¿Qué me está pasando?

    —Pasará pronto —prometió Harry, aunque no estaba muy seguro de ello.

    Draco quiso volver a preguntar quién era ese chico, y también preguntar qué estaba pasando allí, pero el dolor era tan intenso que hacía sus oídos zumbar y sus piernas temblar, hasta que no pudo contenerse más y se dejó caer de rodillas hacia el piso, rápidamente sintió las manos de ese chico sobre sus hombros, sujetándolo.

    —Draco —llamó Harry, tratando de verlo a los ojos.

    —No me llamo… —Draco parpadeó un par de veces, las paredes parecían hechas de gelatina moviéndose y temblando a su alrededor —. Carajo… ¿Qué está pasando? ¿Por qué…? —su lengua parecía de caucho y estaba seguro de que no se le entendía nada.

    —Ven, vamos, trata de ponerte en pie —pidió Harry jalándolo un poco.

    —Oh… —Draco exhaló profundamente, las paredes parecían acercarse más y más, llenar todo de blancura y entonces… entonces simplemente todo el sonido y el movimiento cesó, las luces se apagaron y no supo más.

    —¡Draco! —gritó Harry, en cuanto se dio cuenta que Draco había quedado inconsciente, como pudo lo jaló hasta la cama y lo dejó allí, buscando por todos lados la varita de Draco, se sorprendió al haberla encontrado en la mesa de noche, del lado en que Draco dormía. ¿Por qué no la habrá tomado?, se preguntó por un instante, antes de dedicarse a examinar a Draco: primero puso su mano en la frente, estaba ligeramente caliente, quizá estaba haciendo algo de fiebre, bajo hacia el cuello, sus latidos eran acelerados, y su respiración también. Suspiró profundamente y agitó la varita sobre su cuerpo, pronunciando un ennervate, pero nada sucedió.

    —Draco… —volvió a llamar, antes de agitar la varita una vez más, está vez usando un hechizo diferente, nada pasó. Se frotó el rostro con las manos y trató de aclarar su mente, debía actuar de manera racional, no dejarse llevar por el pánico. Hizo un par de giros con la varita y entonces apareció sobre el cuerpo de Draco un gran grupo de números, indicándole la temperatura, las pulsaciones y la presión, tal como había pensado, Draco tenía fiebre y aparentemente ésta iba en aumento.

    Corrió al baño y trajo algunas toallas húmedas, puso una sobre la frente de Draco y se sentó a su lado en la cama, revisando los datos que el hechizo le daba. Lamentaba no tener a mano ninguna poción para la fiebre ni nada que lo hiciera reaccionar.

    —Vamos, Draco, aún no, por favor… no ahora, no me dejes ahora —jadeó, sintiéndose incapaz de hacer nada más que velar su sueño y tratar de bajarle la temperatura con aquellas compresas.

    *O*O*O*



    Cuando Draco abrió los ojos ya había amanecido, una débil luz entraba por la ventana, dándole directamente al rostro. Se giró un poco, notando que tenía sobre él un grupo de números y luces, y que tenía puesto un pantalón vaquero, a su lado, con los brazos cruzados y la cabeza sobre el pecho, estaba Harry, abrigado por un suéter oscuro y unos pantalones de pijama, tenía su varita en una de las manos y los lentes ladeados.

    Se sentó con lentitud, sintiéndose algo débil, aunque agradeció no tener náuseas, mientras meditaba sobre lo que estaba pasando. ¿Se habría puesto enfermo durante la madrugada?

    Harry se despertó por el movimiento en el colchón y se acomodó las gafas, mientras miraba cautelosamente hacia Draco, que parecía aún confundido.

    —¿Harry? ¿Qué pasa? —preguntó Draco en un susurro, acomodándose un poco más hacia atrás, sintió unas punzadas de dolor, que le hicieron recordar lo que había pasado la noche anterior.

    —¿Sabes mi nombre? —Harry se puso en pie, mirando hacia los indicadores, la temperatura, así como la presión y el pulso parecían normales.

    —Por supuesto que sé tu nombre, ¿qué clase de pregunta es esa? ¿Qué es lo que ha pasado?

    —¿No lo recuerdas? —Harry agitó la varita y los hechizos desaparecieron, suspiró profundamente y luego dejó la varita en un lado de la cama, mientras se acercaba a Draco, que parecía contrariado.

    —¿Qué tendría que recordar?

    Y entonces Harry le relató lo que había pasado en la madrugada, cuando se había despertado y lo había encontrado despierto, sin saber quién era o qué hacía allí.

    —Ah… tuve un ataque de amnesia —razonó Draco, haciéndose a un lado para dejar que Harry se acomodara a su lado.

    —¿Los has tenido antes?

    —Sólo una vez, creo… aunque duró muy poco, recordé todo rápidamente, ahora al parecer no recuerdo nada… —Draco frunció el ceño un poco —. Lamento haberte asustado.

    —Es extraño… que tengas ataques de amnesia, creo que ni siquiera recordabas que eras un mago, porque no tomaste la varita de la mesa de noche.

    Draco se mordió el labio inferior y se dejó abrazar por Harry, que apoyó su cabeza sobre su hombro.

    —Supongo que debe ser un síntoma de… ya sabes.

    —Es extraño —repitió Harry, ahogando un bostezo.

    —No quise que estuvieras durmiendo mal toda la noche —suspiró Draco, indicándole a Harry que se tendiera en la cama.

    —Eso no es un problema, sí lo es que tengas cuadros de amnesia.

    —Vamos, no lo pienses tanto, duerme un poco, te hará bien, luces fatal —masculló Draco, acomodándose a su lado y quitándole las gafas.

    —Eso no fue un halago.

    Draco se acercó a él y le dio un beso en los labios.

    —Gracias por cuidarme —murmuró, antes de cerrar los ojos, se sentía algo cansado y pese a que no le gustaba que la gente tuviera pena de él, no se sintió ofendido de que Harry hubiera estado al pendiente de él, sino todo lo contrario.

    Harry no contestó, simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, tranquilo al saber que Draco estaba nuevamente con él, que el cuadro de amnesia y fiebres había terminado, al menos por el momento.

    *O*O*O*



    Lamentablemente no pudieron dormir cuanto hubieran deseado, pues una hora después Marshall los fue a buscar, para que pudieran desayunar y partir nuevamente.

    Luego de pedirle a Marshall que los esperara en el vestíbulo, ambos se pusieron de pie, bostezando cansados, y se metieron a la ducha, donde compartieron una rápida paja, en medio de besos y mordidas ansiosas, para luego recoger todas sus cosas.

    Se encontraron con sus amigos en el vestíbulo, Tobby corrió hasta ellos contento, agitando la cola y ladrando un poco.

    —Hey, amigo —saludó Harry, poniéndose de rodillas para acariciar a Tobby, que trató de darle de lengüetazos mientras Draco y Marshall pagaban sus cuentas.

    —¿Querrías manejar tú? —preguntó Draco, cargando su maletín de viaje.

    —¿Te sientes mal otra vez?

    —No, sólo agotado —mintió Draco, que sentía ya los inicios de una jaqueca, sin contar que aún se sentía algo adolorido por la actividad anterior.

    —¿Seguro que no…?

    —Potter —siseó Draco, en tono de advertencia.

    —Ya, lo siento, no me molesta conducir.

    —Genial.

    Marshall y Edgard parecieron algo incómodos al inicio, cuando se sentaron a cada lado de Tobby, Harry puso una emisora de música de rock, a bajo volumen y arrancó, observando de reojo a Draco, que se había acomodado sobre el asiento del copiloto, acurrucándose un poco.

    El viaje no tardó más de una hora, primero buscaron un hospedaje que admitiera perros, encontraron un refugio: Refugi de Perafita.

    Marshall y Edgard fueron inmediatamente a visitar a Elías, mientras ellos aprovechaban para planificar qué hacer ahora con el par de días que tenían que permanecer allí.

    Harry y Draco pasearon por la ciudad, conversando tranquilamente, junto a Tobby, que parecía contento, pese a que ya estaba haciendo mucho más frío. Marshall y Edgard se les unieron en la tarde, comentándoles que el estado de Elías era mejor ahora y que al día siguiente podrían partir hacia Francia, para tomar un vuelo.

    Tomaron el tour del Museo abierto de geología. Roques al carrer (Rocas en la calle), y se pasaron la tarde entera contemplando el jardín de rocas por el parque central, tomaron muchas fotografías, y acordaron al día siguiente visitar La Anilla verde, cuando volvieron a su habitación ya era bastante tarde, pero Harry, que se había dedicado a observar a Draco todo el tiempo, se sintió aliviado de no encontrar mayores daños en él.

    Habían conseguido alquilar dos habitaciones continuas, que se comunicaban por una puerta, la mujer de recepción les explicó que era el tipo de habitación para una familia, y aunque le extrañó un poco que Draco escogiera esa habitación, no puso mayores reparos en alquilárselas. Marshall y Edgard dormían en el piso de abajo, habían alquilado una habitación doble, y luego de la cena, declararon que se irían en busca de bares y fiesta. Draco y Harry rechazaron amablemente el ofrecimiento, alegando que estaban agotados. Los chicos los miraron divertidos, pero no los fastidiaron respecto a ello.

    Draco, que había estado sintiéndose mejor durante la tarde, miraba de reojo a Harry a cada instante, mientras subían los cuatro pisos hacia su habitación, con Tobby siguiéndolos silenciosamente, deseando ya estar allí para poder besarlo y abrazarlo de la manera que tanto ansiaba.

    Acomodaron las mantas sobre las cuales Tobby disfrutaba dormir, a un lado de la primera habitación, dejaron la televisión encendida a bajo volumen para que el perro no se sintiera solo, y se metieron a la segunda habitación, donde una cama de dos plazas los esperaba.

    —Debo ir al baño —explicó Draco, recordando las pociones y que mejor era tomarlas ahora, no sabía si el cuadro de amnesia de la noche anterior se debía a haberlas dejado de lado, pero no quería arriesgarse.

    —Ajá —asintió Harry, mientras se desprendía de su abrigo, luego siguió con la sudadera y los pantalones, cuando Draco volvió a la habitación, Harry se había deshecho de toda su ropa.

    Draco se quedó quieto por un instante, observando el cuerpo de Harry, su garganta se secó y su deseo, aquel que había estado conteniendo durante toda la tarde se hizo más patente.

    —Entonces… ya que te sientes mejor, ¿cumplirás con tu promesa de anoche? —preguntó Harry con voz ronca, mientras extendía los brazos y se daba una vuelta completa. Se extrañaba de su propio comportamiento, no que fuera un mojigato, pero aquella ansiedad por estar con Draco, por pertenécele y que le perteneciera, lo empujaba a ese tipo de insinuaciones.

    —Oh… sí, claro que sí —respondió Draco, sacándose el suéter que usaba y caminando hacia él —, ya verás que sí —continuó, antes de tomarlo de las caderas para pegarlo a su cuerpo y darle un profundo beso.

    *O*O*O*

     
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