Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 18



    Cuando enrumbaron a Francia ya era la tercera semana de diciembre, y el invierno estaba llegando con toda su fuerza. Antes de partir, Draco había cambiado su auto deportivo por una camioneta todo terreno: Terios color acero, de segunda mano, pero bastante bien cuidada y que además le parecía más cómoda para el grupo, para poder moverse por lo que les quedaba de viaje y también para heredársela a Harry, pues era menos llamativa como para que la usara en Inglaterra, aunque claro, eso no se lo mencionó.

    Dejaron a Marshall, Edgard y Elías en Marsella, donde tomarían un vuelo para volver a casa, intercambiaron direcciones, teléfonos y correos electrónicos; Draco se maravilló al descubrir que Edgard era un experto en el tema informático y la última noche, antes de separarse, pasó varias horas conversando con él respecto a ese rubro que se le hacía tan desconocido.

    Harry se dedicaba a vigilar a Draco, a observar cada una de sus reacciones, en parte porque quería comprender todos esos síntomas que se le hacían extraños, y por otro lado porque quería memorizar su imagen, cada uno de sus gestos y costumbres, sin atreverse a pensar que en poco tiempo no lo vería más. No había podido aún hacerse del libro de medicina que estaba buscando, pero no perdía las esperanzas de conseguirlo pronto.

    Ambos trataban de aprovechar el tiempo al máximo, ninguno admitía que la razón era que pronto las cosas acabarían, pero era un tema que los dos tenían presente siempre. En las noches, mientras se amaban con fiereza y pasión, o en los paseos que daban, relatándose su vida, sus gustos y sus experiencias, cada minuto era valioso y ambos lo entendían.

    Aquella noche, en el hotel de Mónaco, Harry no podía dormir, estaba a un lado de la habitación, sentado sobre la alfombra, observando a Draco dormir apaciblemente, mientras fumaba un cigarro y revisaba su cuaderno nuevamente; anotaba rigurosamente cada vez que Draco se sentía mal, los síntomas que éste le dejaba saber y sus propias ideas, y sabía que ese tipo de enfermedad era algo que no había estudiado a profundidad, pero aún así había algo que lo hacía dudar, aunque no sabía en realidad qué.

    Suspiró profundamente y movió el cuello de un lado al otro, Draco se movió un poco en la cama y los cobertores cayeron, revelando su pálido y desnudo cuerpo; Harry rememoró la forma en que, unas horas antes, ambos habían saltado a la cama, llenos de deseo y entusiasmo y acarició con lentitud la parte interna de su codo, donde tenía una mordida algo notoria, la sensación de pequeño dolor lo hizo sonreír, era un recordatorio de Draco, de que habían hecho el amor poco antes. Apagó el cigarro con un poco de fuerza, recordando ya no lo bueno de todo eso, sino lo malo, lo cruel y lo desagradable, mientras se ponía en pie y se apresuraba a abrigarlo, se repitió una vez más que no debía mostrarse triste, Draco sufriría si es que viera ese dolor en él, no era justo plagar sus últimas semanas de vida con eso.

    —Oye… —Draco bostezó y sujetó un poco más el cobertor, empezando a tener frío, parpadeó extrañado al encontrar a Harry junto a la cama.

    —Despertaste —murmuró Harry, dándole la vuelta a la cama para meterse en ella.

    —Traes mucha ropa —señaló Draco, haciendo una gesto hacia los pantalones de pijama de Harry.

    —¿Qué acaso nunca te cansas? —bromeó Harry, desprendiéndose de los pantalones de todas maneras y metiéndose en la cama.

    De ti, nunca, pensó Draco, aunque no lo dijo en voz alta, simplemente lo jaló un poco y lo besó, queriendo expresar de esa manera sus ideas.

    Cuando se separaron, Harry sonreía, y se enroscaron rápidamente, abrigándose todo lo posible con los cobertores y el calor de sus cuerpos. Fuera ya había empezado a caer la primera nevada.

    —Navidad está a la vuelta de la esquina —suspiró Draco, con los ojos cerrados.

    —Lo sé, no puedo creer que todo pase tan rápido —asintió Harry, hablando en voz baja también.

    —Quiero que lleguemos a Italia antes de Navidad.

    —Estamos muy cerca de Italia, ¿qué parte exactamente?

    —No lo sé… ¿Has escuchado hablar de Verona?

    —Ajá… En algún lado.

    Draco soltó una pequeña carcajada.

    —Te compraré otro libro, quizá podamos ir mañana a la librería antes de partir.

    —Genial, tengo ganas de buscar algún libro también.

    —Claro… el libro que quieras —Draco sentía su cuerpo cada vez más ligero, y el calor que emanaba el cuerpo de Harry lo reconfortaba, hasta que se quedó dormido.

    Harry estaba últimamente desarrollando un serio caso de insomnio, aunque no sentía la necesidad de tomar ninguna poción para dormir, simplemente llenaba sus madrugadas observando a Draco, como si se tratara de su más valioso tesoro y tuviera miedo de que alguien se lo quitara.

    *O*O*O*



    A la mañana siguiente fueron, junto a Tobby, hasta La Condamina, paseando sobre las terrazas que daban al mar, y tomando algunas fotografías, entraron a varias librerías, hasta que Draco pudo conseguir una donde habían libros en inglés, le compró a Harry Romeo y Julieta y se lo regaló, para que se entretuviera leyendo aquellas noches en que no podía dormir. Entonces descubrió que Harry quería comprar algo más.

    —No necesitas ese libro —reprochó Draco rápidamente, quitándoselo de las manos, era un libro enorme de medicina, dedicado a los diferentes tipos de cáncer.

    —Por supuesto que sí —rebatió Harry, arrebatándoselo para pagarlo con el poco de dinero que tenía en el bolsillo.

    —Potter —siseó Draco.

    —No —negó Harry rápidamente —, necesito saber, entender cosas, el que tú te niegues a ir a un medimago para que te examine no quiere decir que yo no pueda investigar.

    El encargado de la tienda, un anciano con el cabello completamente blanco y unos lentes muy gruesos los miraba con el ceño fruncido.

    Draco quiso seguir protestando, pero desistió, reconociendo en Harry una terquedad que no había visto en mucho tiempo, y finalmente pagó el libro con su dinero, advirtiéndole que si quería dar por zanjada la discusión lo dejara pagar a él.

    Ahora el que conducía era Harry, otro de los síntomas que había notado en Draco era la excesiva cantidad de sueño y debilidad que le seguían a esas siestas, recordaba que ya antes de estar juntos había notado eso, pero ahora que observaba todo desde otra perspectiva, no dejaba de darle vueltas a cada cosa que anotaba en su cuaderno.

    Salieron de Mónaco casi al anochecer, luego de pasear por el boulevard costero Alberto I, donde visitaron el Museo Oceanográfico, en el cual pasaron casi toda la tarde, maravillados por las raras especies de flora y fauna marina; y no se detuvieron hasta que llegaron a Milán, estaban a tres días de navidad y las calles estaban rebosantes de adornos y decoraciones alegóricas, la mayoría de hoteles estaban llenos y finalmente, contrario a la costumbre que tenían últimamente, tuvieron que hospedarse en uno muy fino: El Hotel Spadari al Duomo, tuvieron suerte, pues alguien había cancelado una reservación y por una suma que a Harry le pareció excesiva, alquilaron el penthouse.

    Llegaron cuando era bastante tarde, así que luego de registrarse, partieron en busca de un lugar donde comer, todas las calles y restaurantes estaban llenos, así que decidieron volver al hotel y pagar por comida en la habitación. Aquello fue divertido, ambos se sentaron delante del enorme televisor a ver una película: Mouling Rouge, comentando cuando habían ido a ver el espectáculo unas semanas antes, mientras comían, Tobby estaba acomodado en una de las esquinas y se quedó rápidamente dormido.

    Cuando la película terminó ambos decidieron que era mejor darse un baño y se metieron a la enorme tina, relajándose con el agua caliente y el agradable olor del jabón, Draco estaba apoyado contra uno de los lados, mientras Harry estaba de espaldas a él, entre sus piernas, Draco aprovechaba para acariciar sus hombros y sus brazos.

    —¿Qué haces normalmente en navidad? —preguntó Harry, con los ojos cerrados y apoyado completamente contra Draco, cavilando en la posibilidad de quedarse allí por muchas horas.

    —Oh, la navidad nunca es agradable, está llena de fiestas, listas interminables de regalos y luego notas de agradecimiento… —Draco suspiró —, escribo notas de agradecimiento desde que tengo uso de razón… casi siempre dicen lo mismo.

    —Debe ser divertido, tantas fiestas, digo.

    —No tanto… —Draco arrugó la nariz un poco —. ¿Te acuerdas de Blaise?

    —¿Zabini?

    —Ese mismo, nunca ha seguido el protocolo, le gusta darle la contra a la sociedad… en fin, hace tres años, cuando todavía estaba en New York, me acompañó durante la navidad, logré engañar a mis padres, aduciendo que tenía aún mucho que estudiar y que hacer ese viaje sólo me quitaría tiempo, y ellos aceptaron. Ese año la pasé muy bien, pues ambos compramos una gran cena y bebimos, conversando tranquilamente hasta el amanecer… A veces quisiera haberle hecho caso, ¿sabes?

    —¿Caso en qué?

    —Él fue la noche antes de mi boda, a pedirme que no me casara, que no me ciñera a lo que todos esperaban de mí, que en su lugar hiciera lo que a mí se me diera la gana…

    —Es un buen consejo, creo… ¿Te gustaba él, cierto? —preguntó queriendo parecer desinteresado.

    —¿Blaise? —Draco se encogió de hombros, dudando entre confesarle a Harry lo que había pasado con su amigo.

    —Oh… Te acostaste con él —afirmó Harry, la languidez por el baño desapareció, dejando en su lugar una sensación de celos.

    —¿Cómo…?

    Harry se giró rápidamente y arqueó una ceja, de tal manera que Draco sabía que no podría mentir.

    —¿Por qué importa eso ahora?

    —No importa —negó Harry rápidamente, dándole un beso en los labios —, solo preguntaba, es curiosidad… supongo que se gustaban un poco, para pasar la navidad solos y por lo que te dijo antes de tu boda, casi imaginé que te pedía que no te casaras para que no te apartaras de él.

    Draco abrió la boca para replicar, pero no supo qué decir, ¿acaso su amigo de verdad había tenido esa intención?

    —Vamos, no me dirás que no lo pensaste nunca —continuó Harry, observándolo con detenimiento.

    —No, yo no… ¿en verdad lo crees?

    —No lo sé —se encogió de hombros Harry —, no me sé la historia completa ni nada de eso…

    —Oh… —Draco se sintió incómodo de pronto, dándole vueltas a lo que Harry le había dicho.

    —Creo que debemos ir a la cama —dijo entonces Harry, sacando a Draco de sus pensamientos y poniéndose en pie delante de él, su cuerpo aún tenía un poco de espuma y sonrió maliciosamente al notar la mirada de Draco en él.

    —Pues, sí, ya es hora —afirmó Draco, sin dejar de apreciar el cuerpo de Harry.

    —¿Me sigues? —preguntó Harry, saliendo de la bañera y sin buscar alguna toalla o nada con que cubrirse, caminó lentamente, contoneándose un poco y sabiéndose observado, hasta la habitación.

    Draco jadeó ligeramente, ante la imagen del cuerpo de Harry y se puso en pie con tanta rapidez que salpicó agua en el piso, pero eso no le importó, sólo el seguir a Harry y besarlo, morderlo y hacerlo suyo una vez más.

    *O*O*O*



    El día siguiente no fue muy agradable, pues Draco despertó sintiéndose enfermo y, según Harry, que pese a los reproches de Draco, lo examinó, con algo de fiebre. Harry se hizo con algunas medicinas muggles que aseguró funcionarían, y ambos pasaron todo el día en el hotel, Harry leyendo y vigilando a Draco y éste último, durmiendo, hasta el anochecer, cuando declaró sentirse ya completamente recuperado.

    —Quizá sea mejor partir mañana —comentó Harry, ambos estaban sentados delante de la chimenea, usando una mesa ratona para comer mientras Tobby comía a uno de los lados, las ventanas estaban cerradas pero habían dejado las cortinas abiertas, para poder ver la nieve caer, según los encargados del hotel cada vez eran menos las veces que nevaba.

    —Con este clima es mejor no salir —aceptó Draco, mientras daba cuenta ya del postre.

    —Terminé con el libro —dijo Harry, sacando de uno de los lados el libro de Romeo y Julieta y entregándoselo a Draco.

    —Oh… ¿Tan rápido?

    Harry se encogió de hombros.

    —Bueno, te diré que es muy trágico.

    —Lo sé, lo leí hace muchos años.

    —Me gustó, pero le tengo bronca al Fray Lorenzo

    Draco soltó una carcajada, mientras hojeaba el libro.

    —Yo también le tengo rabia, mira que pienso que por su culpa todo acabó mal al final.

    Harry negó con la cabeza y, mientras Draco seguía pasando las hojas del libro, se mordió el labio, cavilando sobre el siguiente comentario.

    —¿Qué? —preguntó Draco, dejando el libro a un lado.

    —También leí el libro de medicina.

    — Ah… —Draco frunció el ceño y de pronto pareció mucho más interesado en su pastel de hojaldre.

    —Y hay cosas que no entiendo…

    —Ajá…

    —Necesito ver un libro mágico, porque hay síntomas que no me cuadran mucho..., como la pérdida de dominio de magia y todo eso.

    —Estamos lejos de algún punto mágico, y como sea —suspiró Draco —, si te pido que dejes el tema, ¿lo harás?

    —Pero, Draco…

    —No, escucha, es suficiente con saber que voy a… que moriré, que estoy enfermo, no quiero pensar más de lo necesario en eso; hoy hemos perdido todo un día por sentirme mal, tendremos suerte si mañana encontramos un lugar dónde quedarnos en Verona, y realmente, pero realmente, estoy harto de pensar en el cáncer y lo que sucede o no en mi cuerpo.

    —No hemos perdido un día —masculló Harry, sintiendo sus mejillas arder por el reproche de Draco.

    —Y hay algo más; quiero terminar con el enlace —continuó Draco, pasando por alto el comentario de Harry.

    —¿Qué?

    —Tú mismo lo has dicho, mi magia está descontrolada, últimamente me es difícil crear algunos hechizos y creo que… —Draco suspiró y se movió hasta estar completamente cara a cara con Harry —. El objetivo del hechizo era vigilarte, una vez, hace mucho, te dije que terminaría con el hechizo cuando estuviera seguro de que no caerías nuevamente, cuando pudiera confiar en ti, y ahora es así, creo firmemente en ti, y no necesitamos más este hechizo.

    —¿Y lo harás ahora?

    —Es lo mejor.

    —Yo…

    —No lo necesitamos, en serio.

    —De acuerdo —asintió Harry, tomando la mano de Draco y sabiendo que no lo convencería de lo contrario.

    Draco le sonrió y atrajo su varita, cerró los ojos un instante, recordando las palabras del medimago Marton, últimamente le costaba mucho trabajo recordar algunas cosas, y cuando estuvo completamente seguro de cómo realizar el hechizo, comenzó.

    *O*O*O*



    Draco abrió los ojos, sabiéndose solo en la cama, se sentó con lentitud y escuchó un sonido a la izquierda, no fue difícil ubicar a Harry, sentado sobre la alfombra y junto a la ventana, con la varita siendo usada de linterna y leyendo aquel libro de medicina.

    —¿Te sientes mal?

    —No, más bien solo —respondió Draco, apartando los cobertores.

    —No quise despertarte… no podía dormir.

    —Sí, he notado eso en ti últimamente, ¿por qué no puedes dormir? Pensé que habrías quedado suficientemente cansado después de lo de hace un rato.

    Harry no le quiso decir que no podía dormir porque temía por él, y en su lugar sonrió un poco y se puso en pie, apagando la varita y dejando la habitación a oscuras.

    —Me meteré ahora a la cama —aceptó, caminando hasta la mesa de noche y encendiendo una de las lámparas.

    —Eso me agrada más —murmuró Draco, jalándolo de una mano para llevarlo a la cama.

    Harry se dejó llevar y recostar sobre la cama, antes de que pudiera jalar los cobertores, Draco estaba sobre él, besándolo con lentitud; como siempre ocurría, se apoderó de él el deseo y la ansiedad, la necesidad de amarlo antes de que todo terminara, y rodeó con sus brazos el cuello de Draco, para pegarlo más a su cuerpo, mientras su lengua trataba de obtener el control.

    Draco jadeó, sorprendido, al sentir completamente el cuerpo de Harry en contacto con el suyo, y luego de un instante se apartó, apoyando las manos en el colchón para poder verlo a la cara, sus mejillas estaban sonrojadas y respiraba agitadamente. Con lentitud estiró una mano y le quitó las gafas, había descubierto que le gustaba más ver sus ojos de esa manera, mucho más brillantes que escondidos tras los anteojos.

    —Draco —suspiró Harry, levantando el rostro lo suficiente para insinuarle que quería seguir siendo besado, pero no recibió un beso en los labios, sino en la frente.

    —Despacio —susurró Draco, dejando un camino de besos desde la frente hasta la mejilla y terminando con un muy insuficiente beso en los labios, antes de abrir las piernas y acomodarse a horcajadas sobre Harry.

    —¿Qué?

    —Hoy lo haremos despacio —repitió Draco, inclinándose para besar lentamente el cuello de Harry, sintiendo su piel estremecerse y la fuerza de sus manos apretándole los brazos.

    —¿Despacio? —masculló Harry, sin entenderlo aún.

    —Tenemos toda la noche, no tenemos que correr, siempre estamos corriendo, hoy quiero hacerlo diferente —continuó explicando Draco, metiendo sus manos dentro de la sudadera de Harry y acariciando la piel caliente.

    —Oh… —Harry se arqueó un poco por la sensación de aquellos dedos sobre sus tetillas —¿es acaso una queja?

    Draco soltó una pequeña risita y levantó la sudadera un poco más, instando a Harry a sentarse un poco para quitársela.

    —Por supuesto que no, tonto.

    —Me sonó a… —Harry se interrumpió cuando la cálida lengua de Draco comenzó a bajar por su pecho, con lentitud, lamiendo cada porción de piel, hasta detenerse sobre una de las tetillas.

    —Déjame hacerlo a mí manera esta vez —susurró Draco, soplando sobre la piel húmeda y siendo recompensado con otro gemido más. No que se quejara de sus faenas amorosas con Harry, pero ciertamente ambos siempre estaban ansiosos y de alguna manera desesperados, y entendía perfectamente la razón: los síntomas iban cada vez peor y el tiempo se les estaba agotando, pero eso no quería decir que no se tomaran su tiempo para conocerse más a fondo; tenía deseos de recorrer el cuerpo de Harry por completo, de llevarse con él el sabor, el aroma y la textura de su piel, de memorizar cada rincón de su cuerpo.

    Harry se dejó hacer, sintiendo los labios de Draco succionar una de sus tetillas, para luego morderla ligeramente y cambiarse al otro lado, imitando el tratamiento. La lengua de Draco recorrió su abdomen y se presionó contra su ombligo, lo mordisqueó y jugueteó un poco más, antes de descender, dejando una fila de besos hasta la cinturilla de su pantalón, contrario a lo esperado, no avanzó más, en cambio subió nuevamente, besando sus hombros y sus brazos, mordisqueando sus muñecas y acariciándolo con un cariño que casi se sentía como veneración. Le bajó los pantalones con inusitada calma, recorriendo con sus labios sus piernas y sus caderas, acariciándolo apenas un par de veces sobre su necesitada erección, antes de bajar hasta los pies, donde besó y mordisqueó cada uno de sus dedos, mientras con sus uñas arañaba suavemente sus piernas.

    —Voltea —pidió Draco con voz ronca, cuando terminó de besar el último de los dedos del pie de Harry, haciéndose a un lado para darle espacio.

    Harry, envuelto en una sensación absoluta de placer y deseo, era incapaz de decir nada, cada vez que abría la boca solo gemidos y lloriqueos escapaban de su garganta. Se giró con lentitud, dejó que Draco le acomodara una almohada bajo el abdomen, de tal manera que su erección, ansiosa y caliente, no fuera aplastada, y separó un poco más las piernas. Sintió a Draco gatear hacia él y luego esa lengua y esos labios, que estaban despertando en él sensaciones que ni siquiera conocía, empezaron recorriendo su nuca, provocándole más estremecimientos de placer. Apretó las sábanas con las manos y pidió ansioso que Draco lo tomara de una vez, que estaba mucho más que listo; pero Draco no le hizo caso, y continuó besando y mordiendo su espalda, recorriendo con la punta de su lengua la cicatriz que cruzaba toda su espalda, descubriendo sitios que hacían soltar carcajadas a Harry y otros que lo hacían retorcerse y jadear, mordió con más fuerza el final de la espalda, sintiendo su propia erección apretarse dolorosamente dentro de los pantalones, pero no se apresuró y siguió bajando, lamiendo y besando cada una de las nalgas y bajando más aún, por las piernas y la parte interna de las rodillas. Sus uñas recorrieron las pantorrillas y Harry se arqueó de una manera que le pareció deliciosa y encantadora, y no soportándolo más, separó sus nalgas con ambas manos, mientras sus labios subían por la parte interna de sus muslos, instándolo a abrir más aún las piernas.

    Harry levantó más las caderas y gimió, completamente perdido entre las sensaciones de placer que Draco le brindaba, mientras esa lengua iba humedeciendo su entrada, empujando y besando. No supo cuanto tiempo pasó así, en el limbo del placer, empujando sus caderas de arriba hacia abajo, para darle el encuentro a esa pecaminosa boca y a la almohada, que frotaba su erección de manera aliviadora, hasta que sintió a Draco moverse a sus espaldas y un instante después era penetrado con lentitud.

    —Mmm… Draco… —jadeó, acomodando sus caderas un poco más arriba y girando el rostro para intentar verlo.

    —Harry… mi Harry —suspiró Draco, inclinándose hacia delante y empezando a besarle la espalda, antes de comenzar a entrar y salir lentamente, sentía el interior de Harry apretándolo y soltándolo mientras una sarta de palabras entrecortadas escapaban de los labios de su amante.

    De pronto la necesidad de mayor velocidad, de mayor fuerza, se apoderó de Harry, que empujó más las caderas hacia arriba, Draco entendiendo su necesidad, lo tomó con ambas manos y lo jaló hasta tenerlo de rodillas, empezando a moverse con mayor ímpetu, pero Draco quería más, quería verlo, seguir besándolo y acariciándolo, y se apartó de él con rapidez.

    —No… no te pares —pidió Harry con un gemido ahogado, pero no pudo replicar más, pues antes de darse cuenta, era girado contra la cama, quedando de espaldas.

    —Me gusta verte —explicó Draco, acalorado, mientras le separaba las piernas y se introducía en él nuevamente.

    Harry se arqueó y levantó las piernas un poco más, hasta rodearle las caderas y poder jalarlo hasta él. Se fundieron en un beso descuidado, mientras sus cuerpos se agitaban el uno contra el otro en la búsqueda desesperada de la culminación.

    Draco estaba apoyado con una mano en el colchón mientras que con la otra acariciaba a Harry con rapidez, percibiendo su húmeda polla endurecerse más a cada instante, hasta que sintió una mordida particularmente fuerte en su labio inferior, las uñas de Harry se clavaron sobre su espalda y como si eso fuera un detonante, se corrió ruidosamente, consciente de que Harry también estaba corriéndose en su mano y arqueándose de manera increíble.

    Se dejó caer sobre él, mientras Harry dejaba caer sus piernas y continuaron besándose por un rato más, agitados por el orgasmo y la increíble sensación de placer, hasta que se apartaron a la vez, mirándose a los ojos y sonriéndose.

    —Te amo, Harry —dijo entonces Draco, dejando ir por fin las palabras que había estado guardando por tanto tiempo.

    Harry lo miró con asombro por un instante, antes de tomar su rostro entre las manos y besarlo con lentitud.

    —Yo también te amo —respondió con una sonrisa apretada, en cuanto se separaron.

    *O*O*O*



    Efectivamente, Harry no se despertó por el resto de la noche y cuando por fin abrió los ojos, ya era muy entrada la mañana.

    Draco se sentía de mejor ánimo, así que salieron a tomar desayuno al centro, junto a Tobby, y luego de recorrer la ciudad un poco más, partieron hacia Verona.

    Harry tenía sobre las piernas el mapa que había trazado con la ruta que tomaría, y había puesto una música suave, de una emisora italiana, a la que no le entendía nada, mientras avanzaban por la carretera, estaba cayendo aguanieve, por lo que iba a una velocidad relativamente lenta, con los limpiaparabrisas funcionando. Tobby se había acomodado en el asiento trasero, demostrando que disfrutaba más el espacio que había en la camioneta, y miraba por la ventana con las orejas caídas; Draco estaba dormitando en el asiento del copiloto.

    Cuando recién partieron, Draco pareció querer permanecer despierto y hacerle la conversación a Harry, pero luego de media hora el cansancio pudo con él. Harry se detuvo a un lado de la carretera por un instante y de la parte de atrás, donde tenían un maletín de mano, sacó una manta, para cubrir a Draco, que pese a usar el abrigo y usar la calefacción de la camioneta, parecía tener frío. Harry le tocó la frente y las mejillas, depositó un beso en sus labios y lo cubrió hasta el cuello, preocupado por la falta de respuesta de Draco. Pidiendo que realmente sólo se tratara de otra de esas siestas interminables que el chico estaba acostumbrándose a tomar, continuó con el camino, tarareando algunas de las canciones del radio, hasta que perdió la señal y pudo ver el peaje que le indicaba que habían llegado a Verona.

    Se sorprendió de sí mismo al poder hacer todo el trámite solo, pese al rudimentario inglés del encargado, que sólo le puso trabas preguntándole porque Draco parecía inconsciente; Harry le explicó que había pescado un terrible resfriado y finalmente el hombre los dejó pasar.

    El aguanieve seguía cayendo, los autos en la carretera iban y venían con las luces encendidas y a velocidad extremadamente lenta, encontró otra emisora con música más alegre, aunque seguía sin comprender absolutamente nada. Miraba de reojo a Draco y a Tobby por el espejo retrovisor, tratando de mantenerse concentrado en el camino y en el mapa, sería demasiado vergonzoso perderse; Draco, que había conducido casi todo el viaje, no lo había hecho y seguramente que se burlaría mucho de él si lo hacía.

    En un inicio no se dio cuenta, mientras miraba de reojo a Draco, percibió algo rojo a uno de los lados, pero entonces dio una segunda mirada y lo vio: el rostro de Draco estaba ensangrentado. Se asustó e hizo lo único que se le ocurrió, giró el volante rápidamente, con la mala suerte de que las llantas patinaron, mientras el coche que iba detrás le tocó la bocina, lo que hizo que Draco finalmente abriera los ojos, asustado.

    —¡Qué! —gritó Draco, sentándose de golpe, un mareo lo hizo entrecerrar los ojos, pero todo giraba demasiado rápido a su alrededor para poder obtener una respuesta.

    Por su lado Harry giraba el volante y trataba de detener el vehículo, sin mirar ya a Draco, hasta que por fin, a varios metros de la carretera y en sentido contrario, se detuvieron, Tobby aullaba y él sentía que su corazón se le saldría por la boca de lo rápido que latía.

    —Dios —jadeó finalmente, mirando hacia Draco.

    —¿Dios? Potter, ¿Qué…? —pero entonces se detuvo, sintiéndose algo extraño, llevó una mano hacia sus labios y sintió algo tibio y húmedo; levantó la mano a la altura de sus ojos y pudo ver la roja sangre en ellos.

    —Perdón, estás sangrando y… —Harry negó con la cabeza y movió el auto hasta un lado de la carretera, presionó el botón para que las luces de emergencia parpadearan y se inclinó hacia Draco moviéndole el asiento para que quedara casi echado, cosa por la que Draco protestó.

    —No… ¿qué haces?

    —Échate, estás sangrando —indicó Harry, sacando de la misma maleta de mano una toalla de color claro y acercándola al rostro de Draco.

    —Pero…

    —Por una vez, ¿me puedes hacer caso, Malfoy? —interrumpió Harry, empujando a Draco hacia atrás y presionando la toalla sobre la nariz de mala manera.

    —No es para que te enojes —masculló Draco, pero se abstuvo de comentar más nada, pues su voz sonaba nasal, y era desagradable sentir la sangre deslizándose por su garganta.

    —Bien… Tranquilo —Harry sacó la varita de Draco y ejecutó un simple hechizo de cicatrización, luego retiró la toalla y ejecutó un hechizo más, absorbiendo toda la sangre que se estaba secando ya sobre el rostro.

    —Gracias —murmuró Draco, no animándose a levantarse aún, su cabeza daba vueltas y temía ponerse a vomitar. Sintió a Tobby, metiendo la cabeza entre los asientos, muy cerca de él.

    —Tobby, para atrás —ordenó Harry, acariciándole la cabeza al animal, que soltó un pequeño aullido pero aún así hizo caso.

    —Ahora siéntate despacio, sólo para ver si es que ya está curado —pidió hacia Draco, mirándolo con atención.

    —Eres un mandón cuando estás en el papel de medimago —reclamó Draco, sentándose lentamente, contuvo el aliento un instante, pero el sangrado no volvió.

    —Bien, bien —Harry asintió y le acarició la mejilla, antes de darle un casto beso en los labios —, parece que ya está curado, ahora recuéstate de nuevo.

    —Pero…

    —Debes estar mareado, es normal, y lo mejor es que estés cómodo.

    Draco no respondió, se volvió a recostar y dejó que Harry le cubriera nuevamente con la manta, la cual estaba también manchada, Harry ejecutó otro hechizo de limpieza sobre ella y suspiró, mirando hacia el exterior.

    —Lamento lo de antes, me asusté y no pensé claramente —se justificó Harry, poniendo en marcha el motor nuevamente.

    —No es para tanto, no pasó nada…

    —¿Es la primera vez que te pasa? —preguntó Harry, sin animarse a avanzar.

    —¿Qué me asusto? —replicó Draco, con una sonrisa.

    Harry arqueó una ceja y le dio una mirada de impaciencia.

    —Ya, ya, qué carácter… —bufó Draco —. Odio cuando te pones así. Y sí, es la primera vez.

    —Tal vez sólo haya sido el viaje…

    —Sí, tal vez —suspiró Draco, volteando a mirar hacia la ventana, mientras Harry maniobraba para incorporarse al tránsito una vez más, en la radio sonaba una balada en italiano, una muy triste al parecer de Draco, pero estaba seguro de que Harry no la entendía, y no lo quería importunar más, así que se quedó quieto y en silencio mientras continuaban avanzando hacia Verona.

    *O*O*O*



    Draco usó todas las influencias que el dinero muggle podía comprar y un par de hechizos, para conseguir un lugar privilegiado la noche de navidad, y así, a las once de la noche obligó a Harry a usar un traje muggle de diseñador, de color oscuro, con corbata verde botella que hacía juego con sus ojos y ambos disfrutaron de una elegante cena en uno de los restaurantes más caros de Verona.

    Durante la tarde habían paseado por el centro, donde Draco había obligado a Harry, so pena de abandonarlo, a comprar aquellas costosas ropas, habían recorrido la Piazza delle Erbe, el ayuntamiento de Verona, el Palazzo del Comune y la Torre dei Lamberti, desde donde observaron la ciudad y tomaron muchas fotografías.

    Habían dejado a Tobby en la habitación de la pequeña pensión que habían conseguido, un edificio antiguo de cuatro pisos que tenía en el último un pequeño apartamento, el cual tomaron gustosos.

    —Es un lugar muy caro —murmuró Harry, en cuanto el mesero se retiró, luego de servirles un poco de vino a cada uno.

    —No lo es tanto, ¿no te gusta acaso?

    —Sí, claro que sí, es sólo que creí que habías dicho que te gustaría pasar la navidad de una manera más tranquila…

    —Y claro que lo haré —aseguró Draco, elevando su copa —, pero hoy me apetecía comer en un buen sitio y brindar contigo.

    Harry aceptó y levantó su copa, chocándola con la de Draco, le dio una pequeña probada al vino y la dejó a un lado, mientras los primeros platos llegaban ya.

    —Además, he decidido otra cosa —continuó Draco, agradeciendo que la mesa que compartían fuera lo suficientemente pequeña para poder estar bastante cerca.

    —¿Sí? ¿Debo asustarme?

    —No todo lo que decido es para asustarse —rebatió Draco.

    Harry puso los ojos en blanco, pero no comentó nada, esperando que Draco siguiera con su conversación.

    —Este no es el momento ni la ocasión, pero temo… —Draco suspiró y luego dejó los cubiertos a un lado, acercándose más a Harry y tomándolo de una mano —, tú estás al tanto de lo mal que estoy últimamente, sobre todo con eso de recordar cosas, así que prefiero hacerlo ahora que estoy lúcido…

    —No digas eso, por favor —le pidió Harry, entrelazando sus dedos con los de Draco, incapaz de verlo a la cara.

    —Lo he puesto por escrito también —continuó Draco —, porque sé que se te olvidan las cosas o que probablemente harás como si no las supieras, pero es algo que quiero que cumplas, ¿de acuerdo?

    —Draco…

    —¿De acuerdo?

    —No puedes obligarme a aceptar algo que no sé de qué trata.

    —Te gustará —Draco tomó con la mano libre la barbilla de Harry y le obligó a levantar la mirada, sus ojos verdes estaban brillosos bajo los lentes.

    —Claro —aceptó Harry, cerrando los ojos un instante y tomando una profunda bocanada de aire.

    —Después de año nuevo, a la media noche exactamente, la cuenta muggle que tengo, así como la camioneta y mi edificio en York, pasarán a tu nombre.

    —¡Draco!

    —No me lo puedo llevar a ningún lado, y es algo que obtuve con mi propio trabajo, y quiero que sea tuyo, quiero estar tranquilo sabiendo que te quedarás protegido.

    —Tienes razón —rebatió Harry, soltándose de sus manos y lanzándose hacia atrás —, no es el momento ni el lugar, ni algo de lo que quiera hablar.

    —Harry…

    —No —Harry levantó una mano, pidiendo silencio —. No lo hagas, no me arruines la noche así, no quiero pensarlo ni escucharlo.

    —Pero…

    —¡No!

    Draco parpadeó, confuso por la creciente rabia en Harry, pero antes de decir algo más, el mesero se les acercó, preguntando si es que necesitaban alguna cosa o si todo estaba bien. Draco, obedeciendo a Harry, ordenó los postres y por un buen rato ambos se quedaron en silencio. Draco pateándose mentalmente por haber arruinado tan bella cena y Harry tratando de apartar su mente de lo inminente: Draco estaba cada vez peor y, según había leído en el libro de medicina, faltaba ya muy poco para que las funciones básicas de su organismo comenzaran a fallar.

    —Lo siento —murmuró Draco finalmente, cuando ambos tenían sus platos de postres, adornados y elegantes, delante.

    Harry apretó los labios un instante, antes de sonreírle.

    —Yo también lo lamento… pero no quiero que hablemos de esto.

    —En algún momento lo tendremos que hacer —suspiró Draco, extendiendo la mano un poco, Harry puso su mano sobre ella y la apretó un poco.

    —Ven prueba este… Está muy bueno —dijo entonces, cambiando completamente la conversación.

    —Claro —aceptó Draco, dejando de lado la conversación previa y permitiendo que la velada continuara tranquilamente.

    La media noche los sorprendió al final de sus postres, mucha de la gente alrededor comenzó a abrazarse y felicitarse, Draco jaló un poco a Harry y le dio un beso en los labios, antes de abrazarlo muy fuerte, queriendo retenerlo a su lado para siempre, aunque sabía que aquello era imposible.

    — Buon Natale, amore mio —masculló Draco.

    Harry se apartó de él, no entendiendo en realidad lo que le decía y le sonrió.

    —Feliz navidad —dijo, pensando que eso era lo que Draco le había dicho.

    *O*O*O*



    Pasaron todo el día veinticinco dentro del apartamento que habían alquilado, haciendo el amor, comiendo, viendo películas y volviendo a hacer el amor, Draco declaró que en toda su vida nunca había pasado una mejor navidad que esa, y Harry estuvo de acuerdo con él, declarando que él tampoco había sido más feliz en su vida.

    De mutuo acuerdo habían decidido no comprarse ningún obsequio, aunque Draco había faltado a su promesa y tenía algo para Harry, pero pensaba que, dada su discusión la noche anterior, lo mejor era dárselo en otra ocasión.

    Al anochecer, en medio de bromas y risas, Draco consiguió un gorro navideño y luego de luchar mucho, logró ponérselo a Tobby, los dos, con el animal en el medio, se sentaron en el enorme sofá oscuro de la sala y se tomaron un par de fotografías, para que Harry las agregara a su cuaderno, aquel que había empezado como un itinerario de viaje y que ahora tenía fotografías, entradas y muchos recuerdos más de las ciudades que estaban visitando juntos.

    *O*O*O*



    —Tranquilo —susurró Harry, mientras le acariciaba la espalda con lentitud, tratando de confortarlo, mientras Draco seguía vomitando en el baño.

    —¡Mierda! —gritó Draco entonces, levantando una temblorosa mano para hacer correr el agua.

    Era de noche y ambos habían pasado un muy buen día, levantándose temprano y yendo con Tobby hasta la Piazza dei Signori, entreteniéndose en la Loggia del Consiglio y en las famosas Tumba de los Scaliger, donde Draco le había relatado a Harry la historia de aquella familia, que había gobernado la ciudad. Además habían ido finalmente a la casa de Julieta, donde habían visto el famoso balcón y entrado al número 21 de Vía Capello, recorriendo el túnel lleno de inscripciones de parejas. Habían reído de lo cursi que era poner allí sus nombres y luego habían terminado el paseo en la Basílica San Zeno Maggiore; antes de ir a cenar, cuando Draco había empezado a sentirse enfermo, teniendo que regresar mucho antes de lo planeado.

    —Draco… —suspiró Harry, alcanzándole una de las toallas húmedas y mirándolo con cautela, no se le había pasado por alto lo irritable que era cuando se sentía enfermo.

    —Déjame solo —ordenó Draco, de mal talante, sin mirar a Harry y poniéndose en pie.

    —Te puedo ayudar…

    —No quiero un enfermero, Potter, si lo quisiera hubiera contratado uno.

    —Vamos, te ayudaré con las pociones.

    —¡Largo!

    Harry le dio una mirada más y, apretando los labios, salió, arrastrando los pies y sintiéndose triste.

    En la habitación estaba Tobby, recostado sobre sus patas delanteras, en cuanto lo vio se puso en pie y caminó hasta él, siguiéndolo hasta uno de los mullidos sofás, donde se dejó caer, sintiéndose triste y vencido. Acarició con cariño al perro, mientras permanecía mirando fijamente la puerta, cavilando en qué podía hacer ahora, Draco cada vez estaba peor y ni siquiera lo dejaba ayudarlo con las pociones.

    Draco bebió el contenido de uno de los frascos de poción y se metió a la ducha, el vapor y el agua caliente lo relajaron bastante, cuando cerró la llave de agua y se envolvió con las toallas, se sintió demasiado culpable por la forma en que le había hablado a Harry.

    Miró su reflejo en el espejo, su cabello estaba creciendo y su piel estaba cada vez más pálida, no necesitaba ver como sus costillas se marcaban para saber que estaba adelgazando demasiado; se encontró feo, moribundo y desagradable, sin darse cuenta el espejo se rompió, estallando en mil pedazos.

    —¡Draco! —gritó Harry, empujando la puerta con fuerza, mirando hacia el espejo y luego hacia un agitado Draco, que permanecía de pie, envuelto sólo en una toalla y mirando todo asombrado.

    —Yo no…

    —No puedes ir destruyendo las cosas así porque sí, ni gritándome ni… —Harry negó con la cabeza y jaló a Draco de un brazo, para pegarlo a su cuerpo y apartarlo de los vidrios —. ¿Te has hecho daño?

    —No —susurró Draco, apretándose contra Harry y escondiendo su cabeza en el cuello de éste —, lo siento.

    —No importa, sólo es un espejo… lo puedo reparar.

    —Me refiero a lo otro, no debí gritarte.

    —Ya, no pasa nada, vamos a la habitación —instó Harry, jalándolo un poco para hacerlo caminar.

    Pese al frío que había fuera, la habitación estaba a una temperatura agradable, y Draco se dejó recostar en la cama y cubrir con algunas mantas, para luego observar en silencio a Harry ir hacia el baño con la varita y reparar el espejo.

    —Yo no lo he querido romper —aclaró, en cuanto Harry volvió con él.

    —¿Qué?

    —El espejo, yo no lo he querido romper, me estaba mirando en el y de pronto estalló —explicó mientras levantaba las mantas para que Harry se metiera en la cama también.

    —Oh… —Harry abrazó a Draco y agitó la varita para que las luces se apagaran, dejando todo a oscuras y por un rato más en silencio.

    —Ya no puedo controlar mi magia, ni mi cuerpo, y… —dijo entonces Draco, amparándose por la oscuridad y escondiendo la cabeza en el pecho de Harry, le costaba tanto admitir eso.

    —Lo sé, lo sé —asintió Harry, pasando una mano por su cabello suave —, es… —se detuvo, no sabiendo qué decir: ¿es normal?; que un chico de veintidós años esté a punto de morir, definitivamente no era algo normal.

    Draco tragó duro y se apretó más fuerte contra Harry.

    —Tengo miedo —susurró finalmente.

    —Yo también —admitió Harry, mordiéndose los labios para no comenzar a llorar, recordándose su promesa de no mostrarse triste delante de él, de no hacerlo sufrir con su propio dolor y no queriendo pensar en lo que haría cuando lo dejara solo.

    *O*O*O*

     
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  2. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 19



    Aunque hubieran querido recorrer el resto de Italia, ambos tenían en claro que debían volver a Inglaterra; Harry quería recoger su varita y Draco lo comprendía perfectamente, además, su ánimo y su salud estaban deteriorándose rápidamente, y a cada instante sentía que estaba corriendo contra el tiempo en una carrera que sabía que perderían de todas formas.

    Partieron hacia Alemania casi al amanecer, despidiéndose silenciosamente de Verona y llegaron a Innsbruck unas horas después, estaban ya veintisiete de diciembre y les fue difícil conseguir alojamiento, en las calles se podía sentir la emoción y la alegría por la celebración de un nuevo año, pero ninguno de ellos era capaz de contagiarse de ella, ambos conscientes de la realidad.

    Gracias al teléfono del hotel en Innsbruck, Harry pudo hacerse de una reservación en Múnich, donde Draco había declarado querer pasar año nuevo. Pasaron un día más en Innsbruck, recorriendo la ciudad en periodos cortos, pues la nieve y el frío no eran adecuados para Draco ni para Tobby, compartiendo largas conversaciones frente a la chimenea al anochecer y durmiendo abrazados.

    Draco había accedido finalmente a dejar a la vista de Harry las pociones, para que se las pudiera dar en caso de que a él le fuera imposible tomarlas, su magia estaba cada vez más descontrolada, sobre todo cuando dormía y provocaba que las cosas se movieran de lugar o las luces se encendieran y apagaran rápidamente.

    Por recomendación de Harry, Draco había empezado a tomar las pociones más veces al día, pero en menor cantidad y eso evitaba que los dolores de cabeza y los mareos se hicieran más presentes, sin embargo no podía dejar de ponerle mala cara e incluso algunas veces gritarle cuando Harry le recordaba que era hora de que tomara alguna poción o se mostraba demasiado preocupado por las náuseas o los mareos.

    Los sangrados de nariz continuaron apareciendo diariamente, seguidos de un estado de semiinconsciencia, que hacía sentir a Harry cada vez más preocupado.

    Antes de llegar a Múnich dieron una vuelta por varios castillos antiguos, donde vieron, a diferencia de los muggles, a muchos fantasmas, que, encantados de ver dos magos, les contaban las historias de cada lugar, historias que hablaban de amor, traición y guerra.

    Cuando por fin llegaron a Múnich era treinta de diciembre, y la ciudad estaba rebosante de gente, sobre todo de jóvenes, las publicidades para diferentes fiestas y eventos aparecían por todos lados y, pese a que Harry había declarado que estaría contento con pasar la noche en la habitación, sin hacer nada especial, Draco consiguió, encantando al encargado de las reservaciones, dos invitaciones para la fiesta en el restaurante de la Torre Olímpica, que estaba casi a doscientos metros de altura, desde donde se podría apreciar toda la ciudad.

    —Si te sientes mal en algún momento… —comentó Harry, mientras guardaba en el bolsillo de su saco unas cuantas botellas de pociones para Draco.

    —Vamos, Potter, no seas aguafiestas —interrumpió Draco, mirándolo de mala manera a través del espejo, mientras terminaba de acomodarse la corbata de color gris.

    —Soy realista, no aguafiestas —rebatió Harry, tomando la varita de Draco y poniéndola en otro de sus bolsillos, habían descubierto que los descontroles de magia eran menores cuando la varita no estaba en contacto con Draco.

    —¡Sí que lo eres! —gritó Draco, dando un golpe al espejo con el puño cerrado, odiaba como lucía, su aspecto le parecía desagradable y hasta miserable.

    —Draco —suspiró Harry, acercándose vacilantemente hacia él.

    —¡No! Estoy harto de esto, siempre rondándome con tus tontas recomendaciones —recriminó Draco, girándose hacia él y entrecerrando los ojos —, ¿te cuento algo? El que se va morir seré yo, no tú, así que deja de actuar de esa manera.

    —Eso lo tengo claro —contestó Harry, con los puños apretados —No sabes lo que daría porque no fuera así, porque el que estuviera muriendo fuera yo y no tú; creo que sería más justo.

    —¿Justo?

    Harry negó con la cabeza y se sentó sobre la cama, con la cabeza gacha y los hombros caídos. Draco lo observó un instante, antes de suspirar, tratando de calmarse, bien era cierto que nunca había tenido buen carácter, pero últimamente los ataques de rabia se le escapaban constantemente y sabía que estaba siendo injusto con Harry.

    —Lo siento, dije una estupidez, perdóname —pidió, sentándose a su lado y poniendo una mano sobre su espalda.

    —No, es cierto, siempre te estoy acosando, pero es que yo… en verdad intercambiaría tu lugar por el mío, con tal de no verte…

    —Shh… —Draco se acercó más a él y le levantó el rostro con una mano, le dio un beso en los labios y se apartó de él, sonriéndole un poco —; es año nuevo, vamos a divertirnos y a disfrutar.

    —Te amo —aseguró Harry, antes de lanzarse a sus brazos y estrujarlo con fuerza, sintiendo, aún bajo el traje, lo delgado que estaba.

    —Y yo, y justamente por eso no nos vamos a poner tristes ahora, ¿de acuerdo?

    —De acuerdo —asintió Harry, poniéndose en pie y haciendo un esfuerzo por lucir contento y tranquilo.

    *O*O*O*



    El restaurante tenía una decoración especial, todo el techo estaba lleno de globos dorados y había varios juegos de luces que decían “Feliz Año Nuevo” en diversos idiomas, Draco se encargó de especificarle a Harry cada uno de ellos, mientras un estirado mozo los llevaba hasta el centro del salón, donde su mesa se encontraba reservada. Harry se quedó observando alrededor, a la gran cantidad de personas que hablaban y bebían encantadas, esperando la media noche y el nuevo año.

    No muy lejos de ellos, sobre una gran tarima, había una orquesta, preparándose para empezar a tocar. Harry observó, como siempre, maravillado, como Draco cambiaba del inglés al alemán para ordenar la comida y una gran botella de champagne.

    —¿Siempre usas la magia para entrar a estos sitios?

    —Aprendí a hacer esto en New York, con Jasón y los otros chicos nos colábamos a muchos sitios que estaban de moda y que requerían una reservación anticipada, sin contar a todos los clubes a los que no nos dejaban entrar por ser menores de edad.

    —¿Jasón? —preguntó Harry, no había escuchado hablar de él antes —¿también era un mago?

    —Claro, él estudiaba conmigo negocios, anduvimos un tiempo juntos, teníamos un grupo de amigos que le encantaba andar de fiestas y divertirse… era más fácil porque si bien es cierto en New York hay una alta sociedad de magos, no es tan estricta como aquí, ellos son mucho más liberales…

    —Nosotros también somos liberales —refutó Harry.

    —Debo corregirte, de lo contrario no habría tanto protocolo que seguir, ni obligaciones ni…

    —Ni matrimonios arreglados —continuó Harry.

    —Exacto —apuntó Draco. Su charla se detuvo cuando el mozo trajo una botella de champagne, dos copas y una canasta de pan.

    —Entonces, Jasón…

    —Jasón —suspiró Draco, levantando su copa para brindar con Harry; que sonrió gustoso y dio un pequeño sorbo antes de dejarla de lado.

    —¿Andaban juntos?

    —Sí, más o menos. No sé qué fue de su vida, supongo que está manejando las empresas de su familia y que ha encontrado un lindo chico que le haga compañía, tenía ideas acerca de unirse a un gran chico y vivir viajando y festejando todo el tiempo… cosa difícil una vez que te haces cargo de las responsabilidades familiares… pero en fin, no tenía tantas presiones, su familia sabía que era gay, y tenía unos cuantos hermanos que seguramente continuarían con el apellido.

    —Dichoso de él —negó Harry.

    —Sí… —Draco dio una probada más a su copa y observó alrededor, rememorando los buenos momentos que había pasado con Jasón.

    —¿Lo querías mucho?

    —Ajá —Draco asintió y miró hacia Harry —estuve un buen tiempo con él, éramos casi como novios, aunque no exclusivos… él sabía que debía casarme, le parecía ridículo, pero nunca lo engañé.

    —¿Terminaron peleando?

    —Más o menos… —Draco negó con la cabeza y la orquesta comenzó a tocar, una música lenta y agradable.

    —Lo lamento.

    —No, no lo hagas, está bien, yo no podía ofrecerle lo que quería, nuestra última pelea fue una semana antes de que tuviera que volver a Inglaterra, él dijo que… que me quería demasiado como para dejarme ir así de fácil, que no le molestaría que no tuviera fortuna o fuera un repudiado si es que me quedaba a su lado.

    —Vaya…

    —Le dije cosas muy duras, recuerdo que fui hasta cruel con él… pero al final, antes de irme, vino a verme y dijo que lamentaba que no lo quisiera tanto como para renunciar a todo por él, que él lo haría gustoso por mí.

    —No puedo creer que no lo hayas aceptado —criticó Harry.

    —No concebía la idea de no ser un Malfoy, de dejar todo, de ser la vergüenza de mi familia y ser pobre por alguien más…

    Harry sonrió un poco, pensando que sí es que la situación fuera diferente y Draco quisiera fugarse con él hasta el fin del mundo, iría con los ojos cerrados; aunque probablemente Draco no.

    Draco extendió una mano para tomar la de Harry y murmuró:

    —No lo había conocido hasta ahora.

    —Draco…

    —Por ti lo haría, te pediría que nos casáramos, si es que no lo estuviera ya, no dudes en que te lo pediría; sin importarme que mi familia me repudiara o me quitaran el oro y todo… Nada más que estar juntos me importaría.

    —Y yo aceptaría —contestó Harry, jalándolo un poco para darle un beso en los labios, en cuanto se apartaron, se miraron sonriendo, un instante después el mozo comenzó a traer la comida.

    *O*O*O*



    La orquesta se había puesto mucho más animada, muchas de las mesas y sillas habían sido movidas, y la gran mayoría bailaba al centro del salón, Draco, con una larga copa de Champagne, observaba todo desde un lado del salón, junto a Harry, mientras continuaban conversando animadamente, Harry hablándole de su vida, de las cosas que había disfrutado estudiando medimagia y de lo mucho que se esforzaría cuando retomara la carrera; para Draco era evidente que Harry estaba evitando el forzado tema de su separación, y admiraba su voluntad.

    El animador de la fiesta comenzó a hablar en rápido alemán, y Draco jaló de un brazo a Harry, hasta una de las enormes ventanas que les permitían ver la ciudad completa, llena de luces y nieve.

    —Dice que en poco tiempo será año nuevo —susurró Draco, inclinándose sobre su oído, mientras señalaba a la ciudad.

    —Oh… —asintió Harry, turbado por la cercanía de Draco, no le pareció intimidante comportarse de esa manera, pues habían visto muchas parejas gays entre los asistentes.

    —Empezará en un minuto con la cuenta regresiva —continuó traduciendo Draco, mientras dejaba un beso en su cuello, sintió a Harry estremecerse y sonrió —, lo que me has enseñado y me has hecho sentir durante este tiempo…

    —Draco —negó Harry, detestaba cuando Draco hablaba de esa forma.

    —Pese a todo ha sido el mejor año de mi vida.

    —Y el mío —aceptó Harry, girándose un poco para verlo, Draco le acarició una mejilla y le dio un beso en los labios.

    —Está empezando a contar —dijo entonces apartándose un poco de él, alrededor la gente comenzó a moverse, a buscar a sus seres queridos, mientras ellos permanecían quietos, mirando la ciudad muy pegados el uno al otro.

    —No entiendo nada de alemán —bromeó Harry, mirando un instante hacia el animador y luego hacia la ciudad.

    —Te amo —murmuró Draco —, te amo lo suficiente para dejar todo lo que alguna vez conocí; te amo tanto que lo que más me asusta de todo esto no es no saber qué vendrá, sino saber que sea lo que sea, no estarás a mi lado.

    —Por favor… —pidió Harry, tomándolo de una mano y escondiendo la cabeza en su cuello, percibiendo su aroma y su calor.

    —Me encanta cuando sonríes, también cuando te enojas y tus ojos brillan de esa manera, cuando estabas en la escuela luchabas con tanta pasión y energía… amo eso de ti, amo tu entrega, tu forma de ser… la forma como hablas con Tobby, todo, todo lo que eres y en lo que te has convertido.

    Harry apretó un poco más fuerte su mano y miró hacia la ciudad, los primeros fuegos artificiales que anunciaban la llegada del año nuevo se dejaron ver, mientras apretaba los labios para no gritar y llorar de rabia y frustración.

    —Cinco… cuatro… tres… dos… uno —contó Draco, a la vez que el animador —, Feliz año nuevo, mi amor —susurró, girándose para darle un beso en los labios, sus calientes labios se unieron, temblorosos y anhelantes, sus lenguas se encontraron a medio camino mientras se envolvían con sus brazos, pegándose lo más cerca posible, eran conscientes del alboroto a su alrededor, de la gran cantidad de confeti que caía sobre ellos, de los globos flotando y la música de celebración, pero aún así continuaron abrazados y besándose un instante más; cuando se apartaron ambos tenían los ojos brillosos y un inmenso sentimiento de tristeza, aún así giraron hacia la ventana nuevamente, observando el gran despliegue de fuegos artificiales.

    —¿Bailarás conmigo? —pidió Draco, luego de un largo momento más, alrededor la gente se había tranquilizado, aunque fuera los fuegos artificiales continuaban.

    —¿Aquí?

    —Pues claro, ¿dónde más?

    —No sé… yo no bailo.

    —Vamos, mi primer baile del año.

    —Draco… —Harry sonrió un poco cuando Draco hizo una pequeña reverencia y lo jaló de una mano.

    —Es que yo no sé bailar esto.

    —Es fácil, yo te llevo.

    —Y tampoco me gusta que me lleven —continuó protestando, pese a estar ya abrazado a él en uno de los lados de la pista.

    —Lo estás haciendo bien… relájate un poco, la pasarás mejor así —insistió Draco, sus manos, sobre las caderas de Harry, lo jalaron un poco más, hasta tenerlo completamente pegado a su cuerpo. Harry dejó caer la cabeza sobre su hombro y lo sintió suspirar lentamente.

    —Me gusta estar abrazado a ti —dijo Harry, apretándose más contra el cuerpo de Draco y dejándose llevar.

    —A mí también me gusta —afirmó Draco, mientas se seguían moviendo al compás de la lenta música.

    *O*O*O*



    Harry calificó Alemania como agradable, mientras pegaba la fotografía que les habían tomado en la pista de baile en su cuaderno de notas; antes de cerrarlo y observar nuevamente a Draco, que permanecía durmiendo sobre la cama, Tobby, hecho un ovillo, se había colocado a un lado y también dormía, ya era bastante tarde, pero no podía dormir, habían demasiadas cosas dándole vuelta en la cabeza, al día siguiente, al amanecer partirían hacia Inglaterra, habían encontrado una ruta para llegar a un Ferry, que los transportaría de regreso, finalmente culminarían con ese viaje de la misma manera que habían iniciado, pese a que ahora las cosas eran completamente diferentes.

    Tal como Draco había mencionado antes, la cuenta muggle que tenía había pasado a su nombre, y Harry hizo un gran esfuerzo por no protestar, sobre todo por evitar una pelea con Draco. Estaban ya tres de enero y el clima estaba cada vez más frío, suponía que en casa sería peor. Draco había declarado querer volver a Andorra, y Harry había aceptado encantado, aunque ésta vez tomarían un avión; suponía que no sería tan difícil hacer que Tobby volara con ellos. Realmente Harry no quería saber mucho acerca de qué haría cuando tuviera que volver a Andorra, pues sabía que ese era el final del viaje.

    En lugar de eso se preocupaba de lo inminente: la vuelta a casa. La idea de volver lo hacía sentir demasiado ansioso, tendría que enfrentar muchas cosas, disculpas que pedir, errores que enmendar… ni siquiera sabía por dónde empezar y lo peor de todo era que, por cómo iban las cosas, probablemente tendría que enfrentar todo eso solo, cuando Draco se hubiera marchado…

    Algunas veces, como esa noche, sentía que todo era demasiado duro, demasiado difícil; no sabía de dónde sacaría las fuerzas para no caer nuevamente en aquella horrible vida que había llevado antes, pero entonces miraba a Draco, observaba como la vida se le iba en cada respiración y se sentía sobrecogido; Draco, que había aceptado pasar los últimos meses de su vida cuidándolo y rehabilitándolo, amándolo, no se merecía algo así… Sabía que las cosas serían duras, que lo embargaría el dolor y la rabia, pero había hecho la silenciosa promesa de no caer más en eso, por Draco, por su recuerdo y por el amor que sentía por él.

    —Potter —masculló Draco, girándose hacia un lado y abriendo los ojos.

    —¿Te sientes…?

    —Vuelve a la cama —ordenó Draco, con voz ronca, y apartando los cobertores un poco —, aún falta para el amanecer y debes descansar.

    —Sí —asintió Harry, caminando hasta la cama y metiéndose en ella, Draco se abrazó a él y se durmió rápidamente, pero Harry no pudo imitarlo y por mucho rato más se quedó despierto, acariciándole lentamente el cabello y velando su sueño.

    *O*O*O*



    Abordaron el ferry al atardecer, no había tantos pasajeros como en la ocasión anterior, pero la nevada que cayó los obligó a quedarse en su habitación; aunque de todas maneras no habrían estado en condiciones de salir:

    Desde que abordaron, Tobby estuvo inquieto todo el tiempo, dando vueltas y ladrando, sin quedarse quieto o durmiendo como normalmente hacía de noche.

    Mientras tanto Draco, que había tenido un mal día, tuvo una noche peor, pues lucía pálido y las pociones para el dolor de cabeza no le hacían ya efecto, pese a que Harry suministró varias dosis, dudaba que fuera adecuado darle más aún, y en su lugar, usando la varita de Draco, falsificó una receta médica muggle y consiguió un par de sedantes, los cuales administró con engaños a Draco.

    Harry vio que eran cerca de las tres de la mañana cuando por fin, primero Draco, y luego Tobby, cayeron dormidos. Pasó la noche, como estaba tomando costumbre, escribiendo en su cuaderno, revisando que la temperatura de Draco no subiera y que durmiera bien; a diferencia de otras noches, Draco no despertó para pedirle que se acostara a su lado, y cerca de las cinco de la mañana, cuando los ojos se le cerraban, fue que se acurrucó a su lado, durmiéndose al fin.

    Llegaron a NewCasttle cerca de las nueve de la mañana, la señorita que hablaba por los parlantes les indicó que el clima estaba bastante frío, que en caso desearan pasear por la cubierta tuvieran cuidado con no resbalarse y se abrigaran bastante. Draco despertó bastante grogui por las pastillas que le había dado la noche anterior, y Tobby se mostraba nuevamente ansioso, así que Harry optó por pasarse del desayuno y ponerse primero en la fila para poder abandonar el ferry.

    Los trámites no le fueron muy complicados y pronto se encontró ayudando a Draco a subir a la camioneta y acomodando a Tobby en el asiento trasero; aprovechó que no había nadie en el estacionamiento para, según le había enseñado Draco, cambiar el volante de un lado al otro y sin perder más tiempo se puso en marcha.

    Draco, que sentía que se perdía de muchas cosas últimamente, abrió los ojos asombrado, estaba en la camioneta, avanzando por una calle que le parecía medianamente conocida:

    —No creo que haya problema en subir a Tobby al Ferry, ¿no crees? —preguntó de pronto hacia Harry, haciéndolo sobresaltar.

    —¿Qué dices?

    —A Tobby, al ferry… Acordamos ir en ferry… —Draco se detuvo, viendo alrededor, claramente recordaba ese sitio, sintió que sus mejillas comenzaban a arder de la vergüenza, había estado divagando nuevamente.

    —No, no nos hicieron problemas con Tobby, aunque definitivamente la vía marítima, pese a ser un perro nadador, no es lo suyo —bromeó Harry, poniendo una mano sobre la pierna de Draco y dándole un pequeño golpe, como diciendo que no era gran cosa que no se acordara.

    Sin embargo Draco, orgulloso como siempre, no estuvo de acuerdo y la apartó con brusquedad, mirando hacia la calle.

    —No seas condescendiente, Potter, es obvio que mi mente está cada vez peor.

    —Yo no soy condescendiente —se quejó Harry, mirando hacia la carretera y apretando un poco los labios.

    —Dudo mucho que sepas siquiera qué es ser condescendiente— masculló Draco, cruzándose de brazos y acurrucándose un poco más en el asiento.

    Tobby, que había permanecido con la cabeza baja hasta ese momento, soltó un ladrido, Harry le dio una mirada por el espejo retrovisor, ignorando completamente a Draco, verificando que el perro estuviera bien.

    —Y dile a tu perro que se calle, me duele la cabeza —gruñó Draco, sin abrir los ojos.

    —No te la pagues con él —protestó Harry –; si quieres desquitarte conmigo, de acuerdo, pero él no te ha hecho nada.

    Draco no contestó, frunció el ceño y trató de dormir nuevamente.

    Harry siguió conduciendo en silencio, concentrándose únicamente en el camino y no en pensar en la forma en que Draco se ponía algunas veces, cada vez era peor, su humor estaba directamente relacionado a su salud, y aunque no lo entendía por completo, suponía lo duro que sería estar en su lugar y estaba dispuesto a no darle la guerra.

    Tobby, al parecer entendedor de la situación, permaneció en silencio durante todo el trayecto, le tomó cerca de un par de horas entrar a York, pero entonces se dio cuenta de que en realidad no sabía exactamente dónde quedaba el departamento de Draco. Dio unas cuantas vueltas por la ciudad, buscando sobre todo en las zonas más exclusivas, pero por más que lo intentó no pudo recordar ninguna calle. Sintiéndose frustrado y poco útil, detuvo la camioneta frente a un parque, sin saber qué más hacer, no quería despertar a Draco, pero si no lo hacía no les quedaría más opción que quedarse allí hasta que despertara solo.

    Draco abrió los ojos al sentir un cambio en el movimiento. Parpadeó confuso y miró primero hacia la calle y luego hacia Harry, que lo miraba con cautela.

    —¿Qué pasó? —preguntó, mirando hacia el asiento trasero, Tobby estaba completamente recostado y mirando hacia la ventana.

    —Lo siento, no sé la dirección… —explicó Harry.

    —El auto sabe llegar hasta casa —contestó, encogiéndose de hombros.

    —Draco… —suspiró Harry, no sabiendo ya cómo actuar con él.

    —Potter, el auto sabe… —se detuvo al notar que aquel no era el interior de su auto, cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire, mientras trataba de enfocarse en la realidad nuevamente, estaban en otro auto, ¿Por qué estaban en otro auto?

    —Cambiamos de auto en Andorra, dijiste que este era mejor para viajar… ciertamente lo es, es más grande y cómodo —aclaró Harry, jugueteando con las llaves del auto.

    —Lo siento, yo…—Draco negó con la cabeza, no recordaba haber hecho eso, pero si Harry se lo decía, probablemente debía ser verdad.

    —No pasa nada, simplemente podemos quedarnos aquí por un rato más… tal vez darle una vuelta a Tobby…

    —Esa es buena idea, es decir, sí recuerdo dónde está el departamento, pero es obvio que Tobby no da una vuelta desde ayer —aceptó Draco estirándose un poco sobre el asiento.

    —Genial —aceptó Harry, abriendo la puerta.

    Ambos caminaron en silencio por un buen tramo, Tobby iba delante de ellos, sujeto por la correa color rojo, y había nieve por todo el pasto, el cielo era blanco y completamente cerrado, seguramente las nevadas continuarían al anochecer.

    —Lo siento —dijo de pronto Draco, sobresaltando a Harry.

    —No tienes nada que sentir.

    —Esto es una mierda, estoy confundido la mayor parte del tiempo, pero sé que no me comporto de la manera adecuada… no mereces cargar con esto, ¿sabes?, podrías quedarte y rehacer tu vida y dejar que yo…

    —Eso no es negociable, así te tenga que obligar, no me apartaré de ti —interrumpió Harry, deteniendo a Draco por el brazo y pegándolo a su cuerpo.

    —No es justo.

    —Te amo, fin de la discusión —concluyó Harry, y sin darle opción a respuesta, le dio un beso en los labios.

    Draco sonrió un poco y asintió, era en momentos como esos cuando menos quería que Harry se apartara de él.

    —Vamos, déjame conducir —pidió entonces, haciendo un gesto hacia la camioneta.

    —Por supuesto —asintió Harry, aunque no pensaba que fuera tan buena idea no se negaría.

    Draco avanzó por las calles nevadas de York, rememorando lo genial que, pese a todo, había sido el viaje, habían partido con un Harry deprimido y él huyendo y ahora regresaban siendo dos personas diferentes, aunque su estadía no se prolongaría por más de un par de días, y sus días estaban contados, no cambiaría nada de ese tiempo que habían pasado juntos.

    *O*O*O*



    —Realmente no recordaba el apartamento —comentó Harry cuando entraron, dejando las maletas cerca de la entrada, Tobby pareció un poco dudoso pero finalmente, por instancia de ambos, encontró una esquina en la cual acomodarse.

    —Podrías alquilar los tres pisos por separado y obtener una buena ganancia —le dijo Draco, mientras abría las cortinas un poco.

    —No hables de eso, por favor —pidió Harry, alcanzando a Draco y abrazándolo por la espalda —, en serio… no lo hagas.

    —De acuerdo —suspiró Draco.

    —Y, ¿qué quieres hacer ahora? —preguntó Harry, sin soltarlo.

    —Mmm… ¿un baño? —propuso Draco, algo juguetón.

    —Hecho —asintió Harry, dejándose arrastrar hasta el baño.

    *O*O*O*



    Draco suspiró satisfecho, mientras sentía los dedos de Harry recorrer su cintura, estaba recostado de costado, desnudo sobre la cama y delante de Harry, acababan de hacer el amor una vez más, y se sentía adormilado y gloriosamente relajado.

    —Draco… —masculló Harry, pegándose un poco más a él, estaba orgulloso de, pese a no tener mucho tiempo juntos, saber cómo exactamente estremecerlo.

    —Mmm… —Draco soltó una risita —veo que alguien tiene bastante energía hoy…

    —Yo siempre tengo energía —se ufanó Harry, sin dejar de acariciarlo.

    —Claro... —Draco soltó una carcajada y extendió una mano para acariciar el brazo de Harry.

    —Draco… —insistió Harry —, tengo que hacerte una pregunta…

    —Ajá…

    —Cuando el medimago te dijo que estabas enfermo…

    —¡Potter! —interrumpió Draco, apartándose de él.

    —No, escúchame…

    —No me gusta hablar de esto. ¿Es tan difícil de entender?

    Harry soltó un suspiro y se masajeó el puente de la nariz, extrañando sus gafas, sintió como Draco se movía hasta el otro lado de la cama.

    —¿Por qué tienes que hacer esto? Dime, ¿qué ganas con esto?

    —Necesito saber, yo sólo… —Harry se sentó y alcanzó a Draco hasta el otro lado de la cama, envolviéndolo con sus brazos —, lo siento, quiero comprender y entender y…

    —Aceptarlo —negó Draco, soltándose de él.

    —Vamos, Draco…

    —Tú arruinas esto —criticó Draco, caminando hacia uno de los aparadores de la habitación.

    —No quiero arruinarlo, yo… ¿Qué haces? —preguntó mientras veía a Draco agitar la varita y sacar una pequeña caja.

    —Te doy lo que quieres, con la condición de que me dejes en paz con este tema.

    Harry se mordió los labios para no replicar, nuevamente no queriendo discutir con él.

    Draco apretó un poco la cajita entre sus manos y tomó una bocanada de aire antes de lanzársela a Harry.

    —Te la puedes quedar, no pasa nada —dijo Draco, queriendo sonar desinteresado y tomando del suelo el pantalón de pijama y vistiéndose.

    —Gracias —suspiró Harry, saliendo de la cama y caminando hasta el lado de la ventana, observando la nieve caer antes de mirar seriamente la cajita que Draco le había dado, en la inscripción detallaba que contenía la imagen tomada del cerebro de Draco.

    —Necesitarás tu varita para verlo —dijo de pronto Draco, recordando recién que Harry no se la había mencionado desde que habían llegado.

    —Cierto… no lo había pensado.

    —Pues me encanta tener la ventaja en algo al menos —masculló Draco, sentándose y atrayendo su varita nuevamente.

    —No tienes que…

    —Lo haré de una vez, es lo mejor —interrumpió Draco, agitando la varita; desde uno de los lados de la habitación se levantó un madero del piso y la varita de Harry apareció y voló por el aire hasta sus manos.

    En cuanto la varita cayó en su mano, sintió un golpe de magia, una sensación de fuerza y poder, de seguridad que no había experimentado en mucho tiempo.

    —Wow… —susurró, un rayo rojo salió de ella, era como si lo escogiera nuevamente.

    —Bien, es obvio que es tu varita —aceptó Draco, mirando reverencialmente a Harry, realmente se veía mucho más imponente.

    —Gracias, por haberla guardado y…

    —Anda, estoy cansado, no te enredes en cursilerías —interrumpió Draco, con un nudo en su pecho, antes de meterse nuevamente en la cama y esconderse bajo los cobertores. Luego de un momento más sintió a Harry metiéndose a su lado y abrazándolo con algo de cautela. Tomó su mano con fuerza y lo dejó apretarse más a él.

    —Te amo —susurró Harry, dándole unos besos en el cuello.

    —Y yo, y mucho —aseguró Draco.

    —Si no quieres que vea esta imagen, que haga nada más…

    —No quiero —aseguró Draco —, pero eres libre de hacerlo, sólo no me lo digas.

    —Mejor vamos a dormir —propuso entonces Harry, con su varita recientemente recuperada apagó la luz y todo se quedó en silencio, sintió el cuerpo de Draco relajándose poco a poco, hasta que se quedó completamente dormido.

    Sólo entonces se apartó de él, con mucho cuidado de no molestarlo, y tomó su cuaderno de notas, se sentó a un lado de la ventana y observó la cajita por mucho rato, dudando entre verla o no, cuestionándose acerca de las reales razones que tenía para verla: en el fondo aún tenía la esperanza de que ese examen estuviera mal, Draco no había sido muy claro en la forma cómo se había enterado, sólo en que una vez que lo supo no quiso saber más al respecto, y algo en sus síntomas lo hacían pensar que tal vez todo se trataba de un terrible error… En el fondo, concluyó, quería creer que podía ayudar a Draco y evitarle la muerte. Dejó la cajita a un lado, sobre una mesa pequeña, junto al cuaderno y el lapicero que usaba, y se volvió a meter en la cama, abrazando a Draco y tratando de memorizar la sensación de dormir así.

    *O*O*O*



    Draco abrió los ojos sintiéndose ligeramente mareado, un cuerpo caliente y fuerte lo sujetaba con fuerza, era casi como si lo estuviera abrazando… cosa muy rara. Se quedó quieto por un largo rato, esperando que su acompañante se moviera, pero como eso no ocurrió, comenzó a desesperarse, y finalmente se apartó, provocando que el otro chico se sentara de golpe.

    Harry miró hacia Draco con cautela, esperando que hablara primero, no era la primera vez que no lo reconocía y no quería arriesgarse.

    —Hola —dijo Draco, sonriendo un poco y observando al chico, sus ojos verdes y brillantes fueron lo primero que llamó su atención.

    —Hola —respondió Harry, hablando lentamente.

    —Esto es algo embarazoso, pero, ¿qué haces aquí? —preguntó Draco.

    —Dijiste que me quedara —respondió Harry, no sabiendo qué más decir.

    —Oh, ¿en serio?, qué raro…

    —Bueno, ya era tarde anoche y…

    —¿Salí de fiesta anoche?... No lo recuerdo…—Draco inclinó la cabeza hacia un lado y miró hacia el chico, tenía una camiseta puesta, ambos estaban con pijamas, cosa rara si es que se tratara de un amante ocasional. Más raro aún por la forma en que habían estado durmiendo.

    —Es difícil de explicar… —Harry se apartó un poco más de él —¿recuerdas mi nombre?

    —¿Debo hacerlo? —preguntó Draco, cada vez más confundido.

    —No… supongo que no, ¿cuál es tu nombre? —cuestionó, tanteando el terreno.

    —Daniel, ¿tú eres…?

    —Harry... ¿seguro que Daniel? Pensé que habías dicho otro nombre.

    —Sí, estoy seguro de llamarme Daniel —respondió Draco, no pudiendo evitar soltar una pequeña carcajada por aquella pregunta, mientras se ponía en pie, observando alrededor.

    —Ah… entonces me pareció —suspiró Harry, observando con atención a Draco, y cada vez más extrañado de la pérdida selectiva de recuerdos, dudaba que Draco recordara que era un mago, quizá por eso había usado el nombre muggle, sin embargo, cuando creó ese nombre muggle estaba consciente de que era un mago.

    —Iré a tomar un baño —informó Draco, caminando con lentitud hacia el baño, había algo que no encajaba en la situación, además de la forma en que ambos vestían o habían dormido, ese lugar no se parecía a su departamento, pero sabía exactamente dónde estaba el baño y el armario de ropa.

    —Claro… ¿quieres que…?

    —No, no, no te ofendas, pero no me gusta compartir la ducha.

    —No me ofendo —masculló Harry, mientras Draco se encerraba en el baño.

    Se puso en pie de un salto y jaló su cuaderno de notas, buscando las veces anteriores en que Draco había actuado de esa manera, en todas ellas había olvidado su nombre, el lugar, y lo que hacían juntos… pero sobre todo, ser un mago.

    —¿Qué es lo que está pasando contigo? —, preguntó en voz alta, mirando hacia la cajita de la imagen del cerebro de Draco, ahora estaba más seguro de que debía revisarla, no necesitaba muchos estudios para intuir que algo extraño estaba pasando allí.

    Abrió la cajita, y por un instante dudó, si Draco salía en ese momento, se asustaría, y no entendería lo que estaba pasando… Pero no tuvo tiempo de pensar qué hacer, pues el sonido de alguien, mejor dicho de Draco, cayendo en el baño lo hizo saltar y correr hacia ese lugar.

    Empujó la puerta con fuerza, agradeciendo que el chico no le hubiera puesto seguro, y lo encontró tirado sobre el piso, enredado en las cortinas de baño, y desnudo.

    —¡Draco! —gritó alertado, mientras lo revisaba, respiraba con rapidez, su pecho subía y bajaba arrítmicamente y tenía un corte en la frente, seguramente por la caída. —Draco —repitió, sabiendo que era inútil. Con su varita lo hizo levitar hasta la habitación, Tobby, que aparentemente también había oído el alboroto, estaba ya allí y aullaba lastimeramente.

    —Ahora no, Tobby, siéntate a un lado —ordenó Harry, mientras depositaba a Draco sobre la cama y lo cubría con una manta, lo primero que hizo fue curar el corte de la frente, luego tomó sus signos vitales, nuevamente la presión y los latidos de su corazón habían subido mucho y parecía estar empezando a hacer fiebres altas.

    Con manos temblorosas sacó las pociones que Draco le había dado y fue leyendo los nombres, ninguna de esas era para reanimarlo, solo para los dolores, nauseas y mareos.

    Frunció el ceño y se sintió incapaz de hacer nada, tal vez podría buscar al medimago Marton, sólo que no sabía cómo ubicarlo, Draco nunca le había dado esa información. Tobby empezó a moverse a su alrededor, con impaciencia, y Harry lo hizo apartarse nuevamente de la cama.

    —Siéntate, por favor, Tobby, déjame pensar —pidió, antes de recordar un par de hechizos, hizo los movimientos al aire, asegurándose de recordarlos completamente, antes de lanzarlos sobre Draco, apareció una imagen de sus signos vitales y luego con otro hechizo más, las pulsaciones y la presión comenzaron a nivelarse, pero la fiebre seguía en aumento.

    Tomó el frasco que era para los mareos y lo observó con cuidado, leyendo sus ingredientes, nada allí servía para nivelar la temperatura. Los labios de Draco estaban rosados y resecos y se estaba poniendo cada vez más pálido. Tomó el frasco para dolores de cabeza y lo observó, al igual que al anterior, no encontrando tampoco nada que lo ayudara, iba a continuar con el de las náuseas cuando, sin querer, empujó el frasco de poción para los mareos hacia un lado, por más que quiso, no pudo detener la caída y el embase de vidrio se estrelló contra el suelo, dejando su contenido anaranjado ensuciando todo el piso.

    —Ni se te ocurra —atajó Harry rápidamente a Tobby, temiendo que el animal lamiera lo que había caído, levantó la varita y estaba a punto de lanzar un fregoteo cuando algo hizo conexión en su cabeza…¿Anaranjado? Las pociones para los mareos no eran anaranjadas…

    Sacó de la maleta otro frasco más de poción para los mareos y leyó su contenido, lo conocía a la perfección, era una de las recetas más usadas y definitivamente esa poción no era anaranjada… Miró a contra luz el envase, parecía celeste, tal como debía ser la poción. Dio una mirada más a Draco y luego caminó hacia el baño, sacó un vaso y vació todo el contenido en el, era anaranjado.

    —¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó en voz alta, mientras tomaba el frasco con la poción para el dolor de cabeza, su contenido debería ser casi transparente, pero era rojo fuego, cuando reveló el color del contenido del tercer frasco, el de la poción para las nauseas, obtuvo un verde brillante, nada comparado con el rosado que debería ser.

    Volvió a la habitación, más asustado que un minuto antes, Draco había empezado a sudar copiosamente, pese a eso no lo desabrigó, acarició su frente un instante y luego se apartó, tomando la cajita que le había dado la noche anterior.

    —Ahora sí estoy seguro de que necesito ver esto —explicó en voz alta, como si Draco lo pudiera escuchar, y abrió el envase, vio la imagen de un cerebro, con la parte derecha de un color diferente, resaltando un cáncer bastante agresivo y en estado terminal.

    —De acuerdo… de acuerdo… —suspiró, sintiendo por un momento que se le acababa el aire, pero no debía dejarse llevar por las emociones, sabía que eso era lo que encontraría allí, así que no tenía sentido alterarse. Draco le había dicho que había llevado la imagen a otro medimago y que le había confirmado el diagnóstico, que había usado la misma imagen porque el examen le parecía desagradable y no quería volver a pasarlo, pero ahora era necesario, debía estar seguro, no sólo tener las pociones como prueba de que algo extraño estaba pasando allí.

    —No va doler mucho, es probable que ni lo sientas —comentó con voz calmada, una vez que hizo que Tobby abandonara la habitación, y mirando a Draco con cariño.

    Se inclinó sobre él y le dio un beso en la frente, aún demasiado caliente, antes de apuntarlo con su varita, completamente concentrado comenzó a susurrar unas cuantas palabras, mientras una imagen iba tomando forma en medio de la habitación, le tomó unos cuantos minutos obtener una imagen completa y tridimensional, susurró unas palabras más para retener la imagen y luego la observó con detenimiento, no comprendiendo lo que mostraba. La zona afectada en la imagen anterior ahora lucía completamente normal. No queriendo creerlo aún, sacó la primera imagen y la puso en contraste con la nueva, definitivamente la enfermedad mostrada en la que Draco tenía de su diagnóstico no aparecía en la nueva imagen que había obtenido.

    —Draco… —murmuró, mirando hacia el chico, ni siquiera se atrevía a decirlo en voz alta, o a alegrarse, pues era evidente que si Draco había estado tomando pociones y sintiéndose enfermo luego de un diagnostico como ese, era porque estaba siendo sistemáticamente envenenado, pero… ¿con qué objeto?

    Dio una última mirada a las imágenes y luego las guardó en envases diferentes, a la carrera se vistió con unos viejos pantalones vaqueros, zapatillas y una sudadera oscura, tomó el abrigo e hizo que Tobby volviera a la habitación.

    —Escucha, debes cuidar de Draco, no debo tardar casi nada… cuídalo —pidió, jalando al perro hasta el costado de la cama de Draco, el animal miró alrededor y luego trepó a la cama, recostándose a su lado.

    Harry verificó nuevamente sus signos vitales, no eran normales aún, pero no habían cambiado en la última media hora, lo que lo hizo creer que no variarían por un rato más, el suficiente para ir por ayuda. Lo más sensato sería llevarlo a San Mugo, sin embargo, dada la situación, no sabía si era o no seguro hacerlo, así que buscaría a alguien de confianza, al menos esperaba que aún lo fuera…

    Tomó su cuaderno, los frascos de pociones y revisó que tuviera las imágenes del cerebro de Draco, antes de agitar la varita y desaparecerse, lo último que vio fue la imagen de un pálido Draco, inconsciente, y a Tobby a su lado, cuidándolo.

    *O*O*O*



    En la acera de enfrente, luciendo un abrigo oscuro y guantes negros, un hombre sonrió, sintiendo los despliegues de magia, luego de eso caminó hasta un pequeño bar y entró con pasos decididos, sin mirar siquiera al dueño, se metió al baño y convocó un portal.

    Una voz cansada le contestó desde el otro lado:

    —¿Tienes alguna novedad? Porque si te comunicas sólo para decirme que aún no le encuentras la pista…

    —He vuelto esta mañana, estoy en York, y como le dije —interrumpió el hombre, con su acento marcado —, ha sucedido lo que pensé, ha vuelto a casa, y ahora está allí, parece que su magia se ha descontrolado y ha estado haciendo algo de alboroto… casi ni se puede reconocer ya.

    —¿Estás seguro de que se trata de él?

    —Completamente –asintió el hombre —; su departamento tiene hechizos de seguridad que nadie más puede haber desactivado.

    —De acuerdo —respondió la voz, con más entusiasmo esta vez —, no hay que perder más tiempo, ve por él, ¿necesitarás ayuda para traerlo?

    —No lo creo, yo lo llevo en un momento más —aseguró, cortando la transmisión.

    *O*O*O*

     
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  3. Kari Tatsumi
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    CAPITULO 20



    Harry se apareció en medio de un gran salón de techo alto y amplios ventanales, al fondo había una mujer, sentada tras una enorme mesa de madera brillante y clara, llena de pergaminos y escribiendo rápidamente.

    —Buen día —dijo la mujer sin levantar el rostro y casi de memoria —, es una hora inapropiada para llegar; tanto si es que eres alumno nuevo, para que te enteres y si eres antiguo, peor aún, pues sabrás que sólo damos atención administrativa hasta las nueve.

    —Buen día, Madame Wailers —saludó Harry, asombrado de cómo la mujer, en esos dos últimos años, no había cambiado absolutamente nada.

    —¿Potter? —preguntó, elevando el rostro y dejándose ver sobre la ruma de pergaminos, sus ojos oscuros, tras unas gruesas gafas, brillaron un poco —¿Harry Potter? —repitió, luciendo asombrada.

    —Hola— respondió Harry, sonrojándose un poco, recordaba claramente a Madame Emma Wailers de su primer día de clases, en que había llegado tarde, ella primero lo había mirado con admiración, pero un instante después le había dado un largo discurso acerca de la puntualidad y lo necesaria que era en su carrera. Lo que más le gustó a Harry de ella fue que no lo trató como los demás solían tratarlo, sino como a alguien normal.

    —¡Deja que te vea! —exclamó, poniéndose en pie y caminando hasta él —; has engordado… y francamente, no que antes no lucieras apuesto, pero ahora luces mucho mejor, es un gran gusto saber que las vacaciones y el año sabático que te tomaste te sentaron tan bien —lo tomó de los hombros y le dio un beso en cada mejilla, antes de abrazarlo con tal fuerza que le hizo recordar a la señora Weasley.

    —Bueno, sí —Harry sonrió apretadamente —… ¿año sabático?

    —Eso dijo la señorita que vino, tu amiga Hermione Granger, ella siempre tan amable, hizo todo el papeleo para que guardaran tu vacante, argumentando que tenías que ausentarte por un tiempo, los del consejo de profesores también lo comprendieron, dijeron que te darían el tiempo necesario para que te recuperaras… aunque no pensé que tardarías tanto, pero lo entendí, lucías enfermo…—la mujer suspiró nuevamente y se apartó un par de pasos, observándolo con cariño.

    —Oh, bueno, sí, ella es muy amable —comentó Harry —. Verá, estoy buscando al profesor Kaufingerstrasse —explicó, no queriendo parecer ansioso.

    —Muy buena elección para tutor —asintió ella, caminando de vuelta al escritorio y rebuscando entre los papeles —, déjame ver… sí, éste es —levantó un pergamino con varias anotaciones y lo observó atentamente —Claro, claro… puedes buscarlo a las cuatro de la tarde, a esa hora viene los miércoles, no tiene clases hasta las cinco, pero le gusta almorzar tarde, estoy segura que pueden hablar mientras comen algo.

    —No, es que yo… ¿estará en casa?

    —No, cariño, está de servicio, hoy le toca San Mungo, hasta las tres y media.

    —Gracias por la información, debo irme a buscarlo, pero vendré pronto para ver lo de los papeles.

    —Pero, Harry, a él no le gusta que los alumnos lo interrumpan en su horario de trabajo, se toma muy en serio eso.

    —Esto es de vida o muerte, pero volveré… ¿Aún está activa la chimenea?

    —Claro que sí, pero…

    —No se preocupe, Madame Wailers —tranquilizó Harry, caminando hasta la zona de chimeneas, al otro lado de la habitación —, no le diré que usted me dijo dónde estaba.

    —Me ha dado mucho gusto verte, en serio te espero pronto para que veas tus papeles, el nuevo curso empieza en solo tres meses y tendrás que prepararte.

    —Por supuesto, hasta luego —asintió Harry, antes de tomar un puñado de polvos flú y arrojarlo a la chimenea –. Área de estudiantes, número treinta y cinco, San Mungo.

    *O*O*O*



    Todo era tal como lo recordaba: la enorme sala llena de literas, al centro una mesa redonda y gigante, con algunos libros, tazas de café frío y los resto de alguna merienda y galletas, a un lado una enorme biblioteca con un letrero en amarillo y negro donde recomendaban cuidar y devolver los libros en el tiempo establecido. Un par de chicos dormían al fondo, ajenos a todo el movimiento y una chica delgada y pequeña, con el cabello color paja sujeto hacia atrás, leía un tomo enorme de anatomía, mientras caminaba de un lado al otro. La chica le dio una mirada distraída y volvió a su lectura, aunque sólo por un instante, mientras Harry ya atravesaba el lugar para llegar a la puerta.

    —Hey, ¿tú no eres Harry Potter? —escuchó que la chica preguntaba, pero Harry no respondió y abrió la puerta con fuerza para salir.

    Un enorme pasillo con paredes blancas e iluminado con antorchas lo recibió, caminó con pasos firmes, recordando exactamente el camino que debía seguir, y llegó hasta la puerta del final, en cuanto la abrió se vio envuelto por el sonido del hospital: niños llorando; pacientes quejándose; la voz de una mujer llamando a una enfermera al quinto piso y al fondo, una gran fila delante del módulo de recepción, donde dos mujeres gruñonas trataban de darse abasto, era la época más fría del año y los resfriados estaban a la orden del día.

    Siguió de largo hasta las escaleras y subió al tercer piso, a la entrada de emergencias, y buscó con la mirada, encontró a una atareada enfermera que levitaba una gran fila de pergaminos mientras rellenaba otro más y caminaba lentamente hasta uno de los consultorios.

    —Hola, ¿el medimago Kurt Kaufingerstrasse? —preguntó con suavidad, para no sobresaltarla.

    —¿Y tú eres? –preguntó la mujer sin mirarlo.

    —Su alumno.

    —¿Y no sabes dónde está?

    —Me lo dijo ayer y lo anoté, pero he perdido el pergamino y… y ya sabe cómo es él, me matará si es que no lo encuentro, tengo una práctica con él y no tiene buen carácter cuando lo dejan plantado.

    —Por eso debiste prestar más atención —criticó la mujer, mirándolo finalmente, arqueó una ceja, seguramente tratando de ubicar su rostro —. Los medimagos necesitan tener buena memoria.

    —Lo sé… es que estaba muy cansado…Por favor…—pidió Harry, poniendo su mejor cara de inocencia.

    —Enfermera Diddley, presentarse a laboratorio —llamó la voz del parlante y ella dio un respingo.

    —Oh, ya voy tarde, muy tarde; de acuerdo, está en este piso, le toca el consultorio veintisiete, ¡apresúrate!, no queremos verlo de mal humor —informó la mujer, antes de darse la vuelta para alejarse por uno de los pasillos.

    —¡Gracias! —gritó Harry antes de volver a las escaleras.

    *O*O*O*



    Hermione tenía una rutina determinada cada mañana: a la hora de receso de su universidad tomaba una chimenea y llegaba a San Mungo, cada día a la misma hora y con el mismo propósito, aunque algunas veces Ron alegaba que estaba perdiendo el tiempo, y ella lo sentía también, no dejaría de hacerlo porque simplemente no podía.

    —Hola Dora —saludó con una sonrisa apretada.

    —Hermione… ¿cómo estás esta mañana?

    —Casi hecha adoquín.

    —Lo sé, qué horrible que está el clima, no pierdo las esperanzas de jubilarme y mudarme a un lugar mucho más cálido, el otro día estuve leyendo en una revista sobre América del Sur, hay lugares bellos, y sobre todo sin nieve.

    Hermione soltó una carcajada y negó con la cabeza.

    —Te morirías de calor y querrías regresar.

    —Probablemente —suspiró la mujer, riendo también. —¿Entonces?, ¿lo mismo de siempre? —preguntó, con voz más seria luego de un momento más.

    —Por favor —suspiró Hermione, esa era la parte que más la aterraba de cada día.

    —Bien, hay una familia en este momento dentro de la morgue, tendrás que esperar para entrar, esta madrugada han ingresado un par de chicos sin identificación, lamentablemente no tenemos ninguno vivo.

    —Claro, yo espero —asintió Hermione, cambiando el peso de un lado al otro del pie y mirando hacia el fondo, donde una puerta oscura daba entrada a la morgue, no recordaba ya la cantidad de veces que había entrado por esa puerta buscándolo, siempre rezando por no encontrarlo allí. Otras tantas lo había buscado también entre los pacientes internos sin familia y sin documentos, y había visto cada caso, que realmente agradecía tampoco haberlo hallado… era un sentimiento ambiguo, pues realmente quería encontrarlo, pero tenía miedo de hacerlo.

    —Esta temporada es muy dura, hay gente sin hogar que no soporta las heladas… —comentó Dora, mirando hacia sus papeles, acostumbrada a la presencia de la chica cada día.

    —Me lo imagino… los albergues no se dan abasto y no hay muchos para magos, que tienen que refugiarse en los muggles.

    —Escuché que el Ministro está planteando seriamente la creación de más albergues, está buscando financiamiento… ya sabes cómo es esto, todo es política y convencer a las familias ricas de lo bien que quedarán ante la sociedad si es que donan un poco de su oro para una noble causa.

    —Mientras ayuden a…—se detuvo en cuanto lo escuchó, después de más de un año, casi dos, su voz sonaba exactamente igual. Se dio la vuelta con lentitud, asustada de haberse equivocado, pero no era así, al fondo, cerca de las escaleras lo vio, no podía equivocarse, se trataba de él, y hablaba aceleradamente con un hombre que lucía la túnica de medimago…

    Sin dar ninguna explicación hacia Dora, que continuaba hablando, corrió hasta el fondo del pasillo.

    —¡Harry!

    —…y las pociones estaban alteradas, no creo que en el poco tiempo que haya dejado de estudiar les hayan cambiado el color a todas, y si no han podido disfrazarles el color es porque son pociones muy… —Harry dejó de hablar y giró rápidamente, asombrado por escuchar esa voz, no tuvo tiempo de sorprenderse siquiera, pues fue prácticamente empujado por la fuerza con que Hermione se lanzó a sus brazos, sujetándolo y apretándose contra él.

    —¡Harry! –dijo ella de nuevo, incrédula de encontrarse con su amigo finalmente y más aún, en ese sitio.

    —Hermione —suspiró Harry, abrazándola también y sintiéndose reconfortado por esa muestra de cariño.

    —Merlín bendito, Harry —masculló Hermione, Harry la conocía tanto que sabía que estaba conteniendo las lágrimas.

    —Ya… no pasa nada, Hermione —suspiró Harry.

    Un carraspeo los hizo apartarse, ambos algo sonrojados.

    —Lo siento, profesor Kaufingerstrasse —se excusó Harry, observando al hombre, que los miraba con algo de diversión.

    —Extraño —murmuró el hombre, mirando a Hermione.

    —Ella es… —empezó Harry con las presentaciones, pero fue interrumpido por su amiga.

    —¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —la expresión de Hermione se había tornado dura, Harry reconoció en ella el tono de antes, cuando lo miraba con desconfianza, tratando de olfatear la droga y sus mentiras.

    —Es una historia algo larga y… —intentó explicar Harry, consciente de que no tenía tiempo que perder, era una suerte haber encontrado al medimago Kaufingerstrasse, quien había sido su mentor durante el tiempo que estudió para medimago, y más aún que, luego de cómo había abandonado la carrera, aún lo quisiera ayudar.

    —No le puede dar ninguna medicina, ninguna poción, ni nada de nada —reprochó Hermione hacia el medimago Kaufingerstrasse con bastante rudeza, interrumpiendo nuevamente a Harry, que sintió sus mejillas arder de la vergüenza.

    —Bueno, no es exactamente de lo que planeaba hacer —explicó el medimago Kaufingerstrasse.

    —¿Y qué planeaba hacer entonces? —inquirió Hermione, arqueando una ceja y con mirada fiera.

    —No es lo que te imaginas —se trató de explicar Harry, ganándole la palabra a su profesor.

    —No me digas, ¿y qué más? —reprochó Hermione.

    —En serio yo ya no…

    —¿Sabes cuántas veces te he escuchado decir eso?

    —Pero esta vez es diferente y…

    —Eso también —interrumpió Hermione.

    —Hermione… Esto es vergonzoso —Harry agachó un poco la cabeza, una cosa era que ella supiera de sus problemas anteriores, pero no podía ir por allí ventilándolos delante de otros, ya que pese a todo lo que había pasado estaba casi seguro que el medimago Kaufingerstrasse no estaba al tanto de sus adicciones anteriores.

    —¿Vergonzoso? —preguntó Hermione, observando al medimago Kaufingerstrasse —, vergonzoso es que estés aquí, tratando de conseguir pociones.

    —¡No estoy tratando de conseguir pociones! —gritó Harry, cansado de que ella no lo escuchará.

    Hermione entrecerró los ojos, y estaba a punto de protestar, cuando el medimago Kaufingerstrasse habló:

    —Eso es cierto, sin embargo Harry estaba a punto de explicarme algo aparentemente muy importante, y sólo tengo unos cuantos minutos más de descanso antes de tener que retornar al trabajo, así que, si me hace el favor, Hermione —pronunció su nombre con retintín, mientras señalaba una puerta de color claro, sobre esta decía: "sala de descanso, solo personal autorizado" —, tal vez ambos encontremos al fin la respuesta de porqué Harry nos ha dado la grata sorpresa de aparecer.

    —Por favor —pidió Harry, haciéndole un gesto hacia la puerta y rogando para que ella no pusiera más objeciones, pues no permitiría que lo retrasara más tiempo.

    Hermione observó al hombre, luego hacia Harry y finalmente hacia la puerta y asintió cansinamente, algo le decía que esa mañana se perdería la clase de derecho civil avanzado.

    *O*O*O*



    —A ver si entiendo —dijo Hermione, media hora después aún no salían de esa sala, el medimago Kaufingerstrasse había hecho que lo justificaran del trabajo argumentando que tenía una emergencia y en ese momento observaba las imágenes que Harry había traído, tenía el ceño fruncido, normalmente parecería molesto, pero Harry lo conocía bastante bien y sabía que en realidad estaba confundido y tratando de buscar una explicación —, ¿alguien engañó a tu amigo diciéndole que tenía un cáncer al cerebro y le dio una gran cantidad de pociones falsas, provocándole aparentemente, síntomas bastante dañinos?

    —Básicamente es eso —aceptó Harry, antes de sacarse los lentes y limpiarlos con la sudadera, se sentía agotado.

    —Es un caso muy delicado, Harry, no creo que sea conveniente que siga en casa, lo mejor es traerlo inmediatamente —concluyó el medimago Kaufingerstrasse, negando con la cabeza —, debemos evaluar lo que estas pociones hacen realmente y los efectos que han conseguido en tu amigo, verificar que los daños no sean permanentes e irreversibles.

    —¿Irreversibles? —jadeó Harry —; no, no pueden serlo… es decir, hemos llegado hasta acá, no quiero pensar que cuando por fin se descubre todo, ya no haya solución.

    —Harry… —susurró Hermione, dándole una mirada de pena, Harry apretó un poco los labios, recordando esa mirada, la misma que le había dado ella cuando había despertado tras la última batalla, cuando lo había puesto al tanto de las muertes de sus amigos.

    —Estoy bien —dijo Harry, levantando un poco el rostro y tomando nuevamente consciencia del corto tiempo que tenían —, estaré bien, ahora hay cosas más importantes.

    —Exacto —asintió el medimago Kaufingerstrasse, guardando las imágenes que Harry había traído consigo y caminando hacia la mesa, donde tres frasquitos de pociones descansaban —, iré a hacer que examinen esto, tú puedes ir por tu amigo, transpórtalo a emergencias y en cuanto llegues dile a la enfermera que te estoy esperando, la pondré en sobre aviso sobre tu llegada.

    —De acuerdo —asintió Harry, poniéndose en pie.

    —Te veré en un momento, no pierdas más tiempo —apuró el medimago Kaufingerstrasse, mientras abría la puerta para salir.

    —Iré contigo —dijo inmediatamente Hermione, poniéndose en pie para alcanzar a Harry, que ya comenzaba a moverse hacia la salida también.

    —¿Conmigo? —preguntó Harry extrañado.

    —Ya sabes, por tu amigo —explicó ella, mirándolo de manera dudosa.

    —Oh… —Harry bajó la mirada —, ¿no crees que ese amigo existe, cierto?

    —Yo no he dicho eso —negó Hermione.

    —Bien, bien, creo que me lo merezco… No, estoy seguro de merecérmelo, y créeme, no pretendía que cuando nos encontráramos estuviéramos en esta situación, esperaba poder sentarnos a conversar tranquilamente, para que te pudiera explicar, a ti y a Ron, sobre todo lo que ha pasado, sin embargo en este momento la vida de alguien más está en juego, y no tengo tiempo para esto.

    —¿De dónde has sacado esas pociones? —continuó interrogando Hermione, aparentemente obviando su comentario anterior y cruzándose de brazos.

    —Ya lo expliqué.

    —Es una historia muy rocambolesca, ¿no lo crees?

    —Claro, claro… —Harry suspiró profundamente, pensando en Draco —, lo es, pero no tengo tiempo, así que espera aquí y prometo volver en cuanto el medimago garantice que…

    —Iré contigo entonces —interrumpió Hermione, poniendo una expresión de terquedad.

    —Cómo quieras —se encogió de hombros Harry, pensando en que tendría que ir hasta el otro lado del pasillo para llegar a la sala de apariciones autorizada.

    —Hay algo que no has mencionado durante todo este tiempo —dijo entonces Hermione, mientras ambos caminaban por el pasillo.

    —¿Sí? —preguntó Harry distraídamente, mientras empujaba la puerta de la sala de apariciones, se alegró de encontrarla vacía.

    —El nombre de tu amigo… siempre has dicho, mi amigo esto y mi amigo aquello, es como si no tuviera un nombre…

    —Oh… —Harry caminó hasta el centro de la habitación e inmediatamente Hermione estuvo a su lado, sujetándolo de uno de sus brazos —, es que es algo complicado —comentó, cerrando los ojos y concentrándose para la aparición, la segunda del día tras mucho tiempo de haber dejado de hacerlas.

    —Es un nombre, Harry, no hay nada de complicado en ello —refutó Hermione.

    Harry apretó un poco más los ojos.

    —Draco Malfoy —dijo, antes de desaparecerse, con Hermione colgada de su brazo.

    *O*O*O*



    —¿Draco Malfoy? —chilló Hermione en cuanto sus pies tocaron el suelo.

    —¿Qué demonios? —preguntó Harry, observando alrededor y jalando a su amiga hacia una de las paredes, el lugar estaba completamente desordenado, la televisión estaba tirada sobre el piso y los sofás volteados.

    —¿Te refieres al mismo Malfoy de la escuela?

    —Sí, y ahora no, Hermione —le recriminó Harry, señalando con una mano la sala, solo entonces Hermione notó el gran desorden.

    —¿Aquí vives? —susurró Hermione, sacando su varita, al igual que Harry.

    —No… no entiendo, ¿qué puede haber pasado? —preguntó en voz baja, frunciendo el ceño.

    —Tal vez sea el descontrol de magia del que hablabas…

    —No, no lo creo. ¡Tobby! — llamó con fuerza, empezando a sentir cierto pánico, pero no sucedió nada.

    —¿Tobby?

    —Es nuestro perro —masculló Harry.

    —¿Su perro? ¿De los dos? —preguntó Hermione, mirando con una ceja arqueada hacia Harry.

    —Ponte detrás de mí —indicó Harry ignorando sus preguntas y tomándola de una mano, mientras ambos se ponían en marcha hacia la habitación; la mesa que estaba en el pasillo estaba rota también, su corazón se aceleraba a cada instante, asustado por Draco.

    Abrió la puerta de la habitación lentamente, empujándola con una mano mientras que con la otra levantaba la varita, en posición de ataque. Pero no había nadie allí, la cama estaba revuelta y las cortinas en el piso, Draco había desaparecido.

    —¡Draco! —gritó inútilmente, mientras avanzaba hasta el baño, nada había cambiado de lugar allí.

    —Harry, aquí está Tobby, creo —informó Hermione, que se había quedado en la habitación.

    Harry corrió hasta ella y encontró a Tobby, tendido en un rincón y rodeado por algunas mantas.

    —Oh, Tobby… —susurró con pena, acariciando al perro.

    —Entonces Malfoy no está aquí —comentó Hermione, mirando alrededor y de manera escéptica.

    —Ya sé lo que estás pensando, y sí, Draco estaba aquí y todo lo que dije es verdad y en serio que no tengo tiempo ni paciencia para tratar de demostrártelo, él ha desaparecido, y probablemente se lo llevaron quienes le dieron las pociones en primer lugar, así que comprenderás que mi prioridad no es tratar de hacer las paces contigo —reprochó Harry con voz acelerada y empezando a sentir cierta rabia hacia su amiga.

    Hermione le dio una mirada asombrada, y por un instante no supo qué decir, hasta que pareció recobrar el don del habla:

    —Lo siento —susurró, inclinándose para mirar al perro también —, Tobby parece sólo estar inconsciente, debemos llevarlo a… —Hermione negó con la cabeza —¿No pudo Malfoy simplemente haberse desaparecido?, digo… su magia era inestable y eso..

    —No… él estaba inconsciente, además, ¿por qué habría de aturdir a Tobby?

    —Eres tú el que lo conoce —suspiró Hermione, mirándolo con atención.

    Harry negó con la cabeza y tomó una profunda bocanada de aire, repitiéndose nuevamente que no debía dejar que sus impulsos o temores le ganaran.

    —Algo terrible está pasando… iré a ver al profesor Kaufingerstrasse, para ver si ha sacado algo más de las pociones y para avisarle que Draco no está, luego volveré y empezaré a investigar —. Afirmó, poniéndose en pie.

    —De acuerdo, esa es una buena idea —apoyó Hermione mientras sacaba de uno de los bolsillos un móvil.

    —¿Qué haces? —preguntó Harry, frunciendo el ceño, por un instante temiendo que su amiga finalmente no le creyese y planeara mandar que lo internaran.

    —Aparentemente necesitamos ayuda, Tobby está inconsciente y Malfoy ha desaparecido, así que…

    —Espera, ¿a quién vas a llamar?

    —¿Aún te resistes a comprender que somos tus amigos en las buenas y en las malas?

    —Yo…

    —Vamos, espabila, ve a San Mungo y explícale a Kaufingerstrasse lo que ha pasado, y luego vuelve aquí, debemos empezar a actuar —ordenó Hermione, con el móvil ya pegado a la oreja.

    —Hermione…—pero Harry se detuvo cuando la chica se dio la vuelta, haciéndole un gesto con la mano para que se apurara y comenzando a hablar.

    —Hola, soy yo, te tengo noticias…

    Harry suspiró y le dio una palmada más a Tobby, antes de desaparecerse.

    *O*O*O*



    Kaufingerstrasse se sorprendió mucho de la ausencia de Draco, y luego de que Harry le contara lo que había pasado, insistió en que era mejor acompañarlo, para poder ayudarlo de manera más rápida, y Harry, sabiendo que aquello era mejor, no puso ninguna objeción y los apareció a ambos al departamento.

    Se quedó completamente quieto, cerca a la puerta, mientras observaba al gran grupo que se había reunido, sintiendo cierto temor al recordar lo mal que se había portado con todos ellos; cuando Hermione había dicho que traería ayuda pensó que hablaba solo de Ron y ver a tantos juntos le sorprendió bastante.

    En cuanto notaron su presencia todos dejaron de hablar, dándole miradas curiosas, mientras el profesor Kaufingerstrasse parecía algo incómodo.

    —Hola… —susurró Harry, en voz baja y cauta, inmediatamente Tobby apareció de atrás del sofá que seguramente Hermione había acomodado en su sitio, el perro caminaba lentamente y tenía la cabeza baja mientras avanzaba hacia él, al parecer con culpabilidad. —¡Tobby! —exclamó con algo de alegría, arrodillándose para acariciar la cabeza del perro y tratar de demostrarle que no estaba enfadado con él.

    —Aquí están —suspiró Hermione, poniéndose de pie y terminando con el tenso silencio que se había creado entre sus amigos —chicos, este es el medimago Kaufingerstrasse, es amigo de Harry, del que les hablé.

    —Hola chicos —saludó el hombre, caminando hasta donde los demás se encontraban y dándoles la mano, pareciendo más relajado.

    El primero en acercarse a él, luego de tenderle la mano al medimago Kaufingerstrasse fue Ron, con el ceño fruncido y aparentemente evaluando su apariencia.

    —Compañero —dijo secamente, mientras le extendía la mano.

    Harry se puso en pie lentamente, notando como su amigo aparentemente había ganado algo de músculos y además se había dejado el cabello más largo, con algo de temor extendió una mano hacia él, sintiendo algo pesado en el pecho por la frialdad con que lo había recibido, todo lo opuesto a Hermione.

    En cuanto tocó su mano sintió el efecto de un hechizo, casi había olvidado cómo se sentía aquello.

    —¿Qué…? —preguntó Harry, sobresaltado.

    —Vaya, es cierto —dijo Ron, sonriendo un poco más.

    —Sí, lo es —asintió Harry, sabiendo que se merecía también aquello, después de haberlos engañado tantas veces era normal que desconfiaran de él.

    —Lo siento, tenía que estar seguro —se justificó el chico, encogiéndose de hombros y mirando a Harry, —lo entiendes, ¿verdad?

    —Lamentablemente…

    —Tonto —dijo entonces Ron, sonriendo, y en sólo dos pasos estuvo a su lado, jalándolo y dándole un tosco abrazo.

    —Ron —suspiró Harry.

    —No sabes lo que te hemos buscado, grandísimo idiota… —dijo en voz baja, aún abrazado a él.

    —Lo siento tanto… yo, creo que no estaba listo para volver —respondió Harry, antes de apartarse de él.

    —Bien, bien, ahora deja de acapararlo, supongo que no tenemos tanto tiempo para los saludos —protestó Ginny, que permanecía alejada, su cabello estaba sujeto en una coleta alta y vestía una túnica deportiva, Harry entonces recordó que la última vez que había sabido de ella había sido fichada para un equipo de Quidditch, aunque recordaba haber estado en la celebración no recordaba cuál era su equipo.

    —Hola —sonrió Harry, mientras ella le daba un beso en la mejilla y le alborotaba el cabello.

    —Sabía que volverías algún día —dijo entonces Luna, acercándose a darle un pequeño abrazo —Tobby es un lindo perro —comentó —le dieron con un hechizo aturdidor, al no ser un animal mágico y pequeño en comparación con el adulto promedio, quedó algo más afectado, pero ya está recuperándose.

    —Oh… gracias —respondió Harry, frunciendo el ceño.

    —Luna aún continúa con sus estudios de cuidado de criaturas mágicas y no mágicas —explicó Ginny, que al parecer notando su extrañeza.

    —Ah, sí —asintió entonces Harry, recordando —. Me alegra que lo hayas podido curar —sonrió hacia ella.

    Luna le dio un abrazo pequeño y se inclinó para jugar con Tobby, pareciendo completamente contenta.

    —Ya era hora que te mostraras —continuó entonces George, golpeándolo en el hombro.

    —Sí… creo que sí —suspiró Harry, no podía dejar de pensar en Fred cada vez que veía a George.

    —Entonces… ¿Nos ponemos a esto? —llamó Hermione, que estaba al fondo, en una mesa junto al medimago y viendo algunos documentos.

    —Sí, el profesor Kaufingerstrasse ha dicho que podemos seguir el rastro del medimago que hizo el examen de Draco, es poco probable que alguien se preste a hacer algo así, pues arriesga su carrera y en teoría pudo haberlo hecho también un estudiante, como yo lo hice, pero es nuestra única opción. —comentó Harry rápidamente, mientras los alcanzaba.

    —¿En verdad eres amigo de Malfoy? —preguntó entonces George, mirando hacia los papeles que Hermione había extendido sobre la mesa.

    —Pues, sí, algo así…

    —¿Y no han intentado matarse ni nada por el estilo? —cuestionó Ron, caminando hasta Hermione.

    —No, en verdad ahora todo es diferente —aclaró Harry.

    —Oh, Merlín nos ampare —chilló Ginny.

    —¿Qué? —preguntó Luna, que había quedado relegada por estar entretenida acariciando a Tobby.

    —Harry está enredado con Malfoy —negó Ginny.

    —¡Pero está casado! —exclamó Luna.

    —Es algo complicado, y sinceramente…

    —¿Estás en… algo con Malfoy? —preguntó Hermione, levantando la vista de los pergaminos, Ron también le dio una mirada curiosa.

    —Creo que eso no es lo importante ahora —negó Harry, sabiendo que no era el momento de hablar de eso.

    —Cierto, pero de todas maneras debes tener cuidado —comentó Ginny, pasando a su lado y acariciándole un brazo con cariño.

    —Ella tiene razón, Harry —interrumpió Hermione —entiendo que es quien… que las cosas son diferentes ahora, pero Malfoy está casado y su esposa esperando un hijo, creo que deberás pensártelo mejor, no ahora, pero cuando soluciones todo deberás recapacitar…

    —Su esposa no está embarazada —negó Harry, incapaz de decir nada más.

    —Sí que lo está, la fiesta para su bebé será en unos días, es uno de los eventos más finos y famosos de los que se habla por estos días, ¿no has leído los diarios? —preguntó George burlonamente.

    —Malfoy la está organizando, declaró el otro día diciendo que estaba muy feliz de su futura paternidad —continuó Ginny, negando con la cabeza.

    —Bien, ya tenemos un nombre —dijo el medimago Kaufingerstrasse, interrumpiendo la pregunta que Harry ya tenía en la punta de la lengua: ¿Cómo era posible que Draco hubiera hecho cualquier declaración si había estado fuera del país con él hasta el día anterior?

    —¿Quién es? —preguntó Ron, mirando con atención al pequeño pergamino que el medimago Kaufingerstrasse tenía en una mano.

    —Hertford, Vanced Hertford —respondió el hombre, arrugando la frente —me suena algo conocido, aunque no estoy realmente seguro de dónde.
    —Bien, entonces en marcha —dijo Ron, anotando el nombre en un trozo de pergamino y haciéndole una seña a George.

    —¿Qué harán? —preguntó Harry, mirándolos con atención.

    —Preguntar, por supuesto, tenemos algunos contactos en el Ministerio y en otros lugares, veremos qué se puede hacer.

    —Bien.

    —Nosotras iremos a preparar algo de comer, estoy segura que no has desayunado nada y casi es hora de almorzar —dijo Ginny, jalando a Luna con ella hacia la cocina.

    —Pues, no tengo hambre realmente, pero…

    —Yo iré a ver si ya están los resultados de las pociones y a revisar algunas cosas en la escuela, sigo creyendo que de algún lugar conozco ese nombre —informó Kaufingerstrasse, tomando su abrigo y el papel que había obtenido gracias al hechizo de rastreo.

    —Necesitamos un mapa, y algunas cosas más, por si acaso tengamos que planear una misión de rescate —intervino Hermione, comenzando a revolver entre los libros que tenía sobre la mesa y que Harry no sabía de dónde habían salido.

    —Hermione… —llamó Harry en un susurro para que sus amigas en la cocina no lo escucharan.

    —No te preocupes, lo encontraremos, ya luego podremos hablar, tenemos tantas cosas que contarnos.

    —Gracias, pero justo ahora tengo unas cuantas preguntas.

    —¿Preguntas?

    —Draco y yo no hemos estado aquí hasta ayer, antes de eso estuvimos en el continente, recorriéndolo en auto, junto a Tobby, no entiendo qué declaraciones dicen que dio y…

    —Malfoy ha aparecido bastante últimamente, de la mano de su esposa, eso es lo que he escuchado, no sigo mucho sus pasos, pero como ella está embarazada y se acerca el nacimiento de un nuevo heredero es uno de los temas de moda.

    —No tiene sentido, es decir, ¿cómo pudo haber estado saliendo con ella en los diarios si es que estaba de viaje conmigo?

    Hermione, que había convocado un mapa, se dio la vuelta para mirarlo, frunciendo el ceño.

    —¿En serio? ¿Han estado juntos todo el tiempo?

    —Sí, y no se puede aparecer desde otro país, así que definitivamente el que apareció con ella no pudo ser Draco.

    —Luna —llamó Hermione, sobresaltando a Harry.

    —Aún no hay nada listo —contestó la chica, asomando la cabeza por la puerta de la cocina.

    —No, no es eso, tú tienes muchas revistas, esas donde salen los de la alta sociedad y los famosos…

    —No las tengo porque quiera, mi padre se ha vuelto fanático de eso, ¿sabes que ahora su diario cubre también ese tipo de cosas? —preguntó hacia Harry.

    —No, no estaba enterado…

    —¿Podrías traernos unas cuantas revistas? Esas donde salen Malfoy y su esposa.

    —¡Claro!, será bueno darles al fin un uso —asintió la chica, tomando su abrigo y desapareciéndose.

    —Es raro, acabo de darme cuenta… —masculló Harry, mirando alrededor.

    —¿De qué? —preguntó Hermione, mirando también alrededor.

    —Tenía la idea de que Draco tenía las protecciones activadas, sin embargo nos hemos aparecido y desaparecido como si nada.

    —Cierto, es raro que no las tenga activadas, no parece alguien descuidado por su seguridad.

    —Haré un estudio del lugar —anunció Harry, aliviado ante la perspectiva de poder hacer algo más que simplemente observar o pensar en Draco y en lo que le podía estar pasando en ese momento.

    Llevaba mucho tiempo sin hacer ese tipo de cosas, no lo hacía desde la guerra, Tobby caminó con él a lo largo de todo el departamento, mientras buscaba rastros de magia, encontró una gran cantidad de magia que podía reconocer como la de Draco, y un poco de algún extraño, seguramente de la persona que se había llevado a Draco, pero al parecer no había tenido que hacer mucho esfuerzo, casi podía estar seguro que lo que había destruido los muebles era Draco, aunque no podía estar seguro de porqué.

    En el armario, que aún permanecía con las puertas abiertas y la ropa tirada, algo brillante llamó su atención. Lo tomó con manos temblorosas, era el libro de la vida de Draco, lo había visto un par de veces antes, pero sabía que no lo podía leer si es que no era el Malfoy asignado, por eso soltó un jadeo asustado, cuando lo abrió y descubrió que podía leer perfectamente la primera página:

    “Cuaderno de la vida de Draco Malfoy”

    Pasó otra página más, donde Draco había escrito con una letra mucho más infantil de la que tenía ahora, que su padre le había dado ese cuaderno y que estaba enfadado porque no lo habían dejado ir a la Torre Eiffel con otros niños, pero no se atrevió a leer mucho más que un par de líneas, mientras las ideas terminaban de encajar en su mente.

    Con el cuaderno en la mano, llegó hasta la sala, Tobby lo seguía de cerca, agitado.

    —Hermione, creo que ya sé lo que pasa.

    —¿En serio? Eso es bueno porque…

    En ese momento el medimago Kaufingerstrasse apareció, parecía bastante contrariado y habló aceleradamente, interrumpiendo a Hermione.

    —Me han dado los resultados de las pociones, es terrible, realmente terrible…

    —¿Qué quiere decir terrible? —preguntó Hermione.

    —Desestabilizan la magia para arrancarla del cuerpo del mago o bruja que las consuma, son peligrosas y clasificadas de prohibidas y letales.

    —Por eso Draco no recordaba que era un mago, debe formar parte de un hechizo para robarle su magia y dársela a alguien más —completó Harry.

    —La magia no se puede robar, eso es imposible —negó Hermione.

    —Sí que se puede, cuando un mago muere, su magia dura un instante en el aire, por eso es que generalmente su varita se quiebra, porque la magia suelta ya no puede ser canalizada, es como un corto circuito —explicó Ginny, apareciendo en ese momento con una bandeja de emparedados.

    —¿Qué? —Hermione negó con la cabeza —un muggle no puede soportar la cantidad de magia que hay en un mago, y un mago no tiene necesidad de robar magia.

    —Pero no se queda con la magia, ésta simplemente lo impregnaría… —empezó Kaufingerstrasse.

    —Como para permitirle dejar una firma mágica… —susurró Harry.

    —Sería demasiada magia para…

    —Es que estás pensándolo mal —interrumpió a Hermione el medimago Kaufingerstrasse.

    —O acceder a una herencia… —continuó Harry, razonando.

    —¿A una herencia? —preguntó Hermione.

    —Estamos hablando de un no nato, de alguien que no ha nacido pero que está listo para nacer —completó Harry.

    —¿Te refieres a…? —preguntó Ginny.

    —A la esposa de Draco, que está realmente embarazada, pero no de Draco. —concluyó Harry, recordando lo que Draco le había contado un tiempo antes sobre los matrimonios arreglados y entendiendo al fin todo.

    *O*O*O*

     
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  4. Kari Tatsumi
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    CAPITULO 21



    —¿Te costó mucho traerlo? —preguntó Katrina, caminando con lentitud, debido a todo el peso que había ganado, a través de la habitación, para llegar hasta la camilla donde Draco estaba recostado.

    —Su magia está demasiado descontrolada —gruñó Hieb, mientras apuntaba con la varita a su pierna ensangrentada —, destrozó medio departamento antes de poder acercarme a él, además ese estúpido perro me ha mordido.

    —¿Perro dices?

    —Sí Madame, un perro negro y grande, parecía estarlo cuidando, saltó sobre mí en cuanto entré al departamento.

    —Draco no parece de los que gustan de los perros —Katrina arrugó un poco el ceño —, es más, no le gustan siquiera los pavos albinos de su padre.

    Hieb verificó su pierna curada, notando que seguramente le quedaría una cicatriz.

    —Maldito perro —masculló Hieb —debí haberlo matado, pero parecía tener un hechizo sobre él y no quería dejar ninguna pista.

    —Mmm… —Katrina miró sus uñas, desinteresada completamente de las quejas de aquel hombre, se alegraba de que hubiera traído finalmente a Draco, pues apenas y lo podía soportar ya.

    —Bien, bien —dijo en ese momento un hombre mayor y con el cabello cano, sus ojos castaños recorrieron la habitación, deteniéndose un momento en la figura inmóvil sobre la camilla. —Espero que no sea muy tarde, y que no le hayas hecho nada —recriminó hacia Hieb.

    —No es mi culpa que ustedes no lo hayan podido mantener quieto en Inglaterra, he recorrido mucho camino, pero finalmente lo he encontrado, tal como acordamos —respondió el hombre, poniéndose en pie y mirándolos duramente.

    —Vamos, vamos, no es momento para esto —suspiró Katrina, mirando hacia ambos hombres —, Draco está aquí, y por lo que sé, tenemos un largo proceso que iniciar —comentó acariciando su muy abultado vientre.

    El medimago Hertford le dio una mirada a Katrina y asintió lentamente.

    —Es hora de que me marche entonces —dijo Hieb, tomando su abrigo y una mochila de tela del piso.

    —Cierto, cierto, no tienes deseos de ver esto, lo dejaste en claro —suspiró Katrina, sonriendo un poco —, tu trabajo ha sido grandioso, y por supuesto que serás recompensado.

    —Sabe perfectamente lo que necesito —gruñó el hombre, mientras arqueaba una ceja.

    —Perfectamente —asintió Katrina, caminó con lentitud hasta un largo escritorio y de uno de los cajones sacó una bolsa de tela oscura y se la pasó al hombre.

    —Entonces, no se ofenda, Madame, pero espero no verla más —dijo el hombre, abriendo la bolsa y metiendo la mano para contar las monedas gruesas y de oro.

    —No me ofendo, yo tampoco quiero verte más —sonrió Katrina, su mirada se tornó maléfica y Hieb sintió un pequeño estremecimiento, cerró la bolsa y se apresuró hacia la salida, pero no llegó a tocar la puerta, un cansancio extremo se apoderó de sus extremidades y cayó de rodillas contra el piso, un instante después el resto de su cuerpo se desplomaba, la oscuridad le nubló la vista, y no supo más.

    —No sé qué les enseñan en las escuelas ahora, nadie parece saber nada de pociones —negó Katrina, con aire aburrido en cuanto el hombre cerró los ojos.

    —Es una pena, era un buen ayudante —negó con la cabeza el medimago Hertford, que se había acercado al hombre y revisado sus signos vitales.

    —No lo era tanto, la verdad, me desesperaba su forma tan parca de hablar —desestimó Katrina, caminando hasta la camilla, fijó su mirada en Draco, siempre le había gustado Draco, era bastante guapo y todo un caballero la mayoría del tiempo, era una pena que las cosas no pudieran terminar de otra manera.

    —Bien, creo que nada nos impide empezar —suspiró el medimago, tomó la bolsa de oro y la regresó a su lugar en el escritorio, agitó la varita un poco, una manta blanca cubrió el cuerpo de Hieb.

    —Creo que debemos empezar pronto —susurró Katrina, apartando la mirada de Draco y acariciando su vientre.

    —¿Hace cuanto que los dolores han empezado? —preguntó el hombre, caminando hacia ella.

    —Poco más de tres horas, padrino.

    El hombre asintió complacido.

    —Estamos en el tiempo justo.

    *O*O*O*



    —Vanced Hertford —comenzó Kaufingerstrasse, sentándose sobre uno de los sofás y sacando unos pergaminos del bolsillo de su túnica —sabía que el nombre me sonaba de algún lugar, he tenido que revisar los archivos de la universidad para encontrarlo.

    —¿Estudió en la universidad de Inglaterra? —preguntó Hermione, una vuela pluma y un pergamino flotaban alrededor de ella.

    —No, pero fue un caso muy sonado hace unos años… es Ruso, en realidad no está registrado en la Escuela de Medimagia de Reino Unido.

    —¿Cómo pudo entonces sacar su nombre si es que no está registrado? —preguntó Ginny, frunciendo el ceño al notar que nadie había comido de los emparedados que había preparado.

    —Porque cuando un mago acepta ser medimago, luego de todos los estudios, claro, hace una promesa sobre su magia, es imposible disfrazar esa firma mágica, aquí y en la China, Hertford dejará su huella para quién la sabe buscar —explicó el medimago Kaufingerstrasse.

    —¡Aquí están! –dijo Luna, apareciendo en ese momento y hablando en voz tan alta que Tobby gruñó por un instante, antes de reconocerla.

    —Genial, también tenemos que revisar esto —aceptó Harry, tomando la gran ruma de revistas que la chica traía consigo.

    —Entonces… nos decía sobre Hertford —carraspeó Hermione.

    —Cierto —asintió el hombre, dándole una mirada curiosa a las revistas —: hubo un gran escándalo en Rusia hace ocho años, un medimago había estado haciendo prácticas indebidas: sembraba enfermedades en magos sanos, algunos lo contrataban para vengarse de sus socios de negocios, otros porque eran amantes despechados, los motivos eran diversos… el escándalo estalló cuando un niño fue el que murió, además del padre, al parecer había tenido tanto éxito que se descuidó un poco y no previó que la madre, que lo había contratado para matar al esposo, lo denunciaría por matar a su hijo también; por supuesto que la mujer fue encarcelada, pero él logró escapar, se dice que tuvo ayuda de un pariente suyo que en ese momento ocupaba un cargo muy importante en el consejo de magia… —Kaufingerstrasse buscó entre los pergaminos que tenía y levantó uno —, aquí está: Woburn, Petria Woburn, un primo lejano que al parecer era muy unido a Hertford. Por supuesto que Hertford tuvo que abandonar el país, no se supo mucho más de él y Woburn tuvo una gran censura por ese proceder, finalmente lo sacaron del consejo, pero nadie pudo encontrar a Hertford, por lo que ya no se le pudo juzgar, está actualmente con orden de captura internacional, lo más probable es que haya entrado al país con documentos falsos.

    —Entró por la zona muggle —informó George, apareciéndose de pronto, un instante después apareció Ron. Harry se preguntó, mientras acariciaba a Tobby para tranquilizarlo por las repentinas apariciones, si es que todos disfrutaban con eso de andarse apareciendo de pronto.

    —¿Muggle? —cuestionó Ginny, mirando a sus hermanos.

    —Sí, así es, en el lado muggle no se le busca, ni tiene orden de captura, así que simplemente entró con su nombre real, algo demasiado estúpido, según me parece —negó Ron, caminando hasta sentarse junto a Hermione.

    —¡Ya sé de dónde me suena el nombre! —exclamó de pronto Luna, que había permanecido en silencio, hojeando las revistas que Harry había dejado a un lado.

    Todos giraron a verla con asombro, mientras ella levantaba una revista a color, se podía ver en ella la fotografía en movimiento de Katrina, junto a Draco y unas cuantas personas más, estaban en un día de verano y Harry se recordó que era incorrecto sentir celos en ese momento, mientras apreciaba a la mujer tomada de la mano de Draco, parecían realmente una pareja feliz.

    —"Para el cumpleaños de Katrina Malfoy se celebró una gran fiesta en las propiedades de la familia en Francia, donde compartieron una elegante cena antes de que la orquesta tocara hasta casi el amanecer, se dice que Draco y Katrina bailaron muy acaramelados durante toda la noche, en la fotografía podemos ver a Draco Malfoy, junto a Katrina Malfoy; a Eloy Bündnis y Natalia Bündnis, padres de Katrina; Petria Woburn, amigo de la familia y Vanced Hertford, padrino de Katrina…" —leyó Luna.

    —Creo que eso comprueba nuestra teoría de que Katrina está detrás de todo esto —señaló Harry, cada vez más asombrado.

    —¿De qué nos perdimos? —preguntó George, empujando a Ginny para sentarse en el sofá, la chica le respondió al golpe y finalmente se acomodaron juntos.

    —Malfoy ha sido envenenado para ser despojado de su magia, de tal forma que al momento de morir su magia se transfiera al hijo no nato…

    —Y a punto de nacer —se apresuró a aclarar el medimago Kaufingerstrasse.

    —Sí, y a punto de nacer, de Katrina, su esposa, un hijo que por supuesto no es suyo —explicó Hermione rápidamente.

    George silbó y negó con la cabeza, mirando a Harry.

    —Insisto en que deberás pensártelo muy bien.

    —No molestes —reprochó Harry, recobrando un poco la confianza para hablar con ellos, su mente estaba llena de preguntas —. Por lo que veo aquí Katrina debe ir por el octavo mes… eso quiere decir que si se han llevado a Draco es porque necesitan su magia con rapidez.

    —O tal vez pensaban secuestrarlo desde antes, dijiste que no habían estado en Inglaterra… quizá los estaban siguiendo…

    —Draco lo mencionó un par de veces, pero luego… nunca supe si era cierto o no.

    —¿Tenía delirios de persecución? —preguntó Kaufingerstrasse, adelantándose un poco en su asiento.

    —No lo creo… se confundía muchas veces, pero esa parte de los síntomas no empezaron hasta hace unas semanas, estoy casi seguro de que cuando me lo dijo no tenía cuadros de amnesia, es muy probable que simplemente haya sido una mentira, me mantuvo oculta su enfermedad hasta hace solo unas semanas.

    —¿En serio? –preguntó Hermione, con un tono de voz incrédulo.

    —Sí, en serio –respondió fríamente Harry.

    —Interesante –dijo entonces, agitando su cabello un poco.

    —Entonces, ¿qué haremos ahora? —preguntó Ginny, parecía ansiosa por empezar a moverse y por evitar lo que podría ser una inminente discusión entre Harry y Hermione.

    —Yo iré a investigar más acerca de este tal Vanced Hertford, y de Petria Woburn también, estoy seguro de que deben estar aún ligados —dijo Ron, poniéndose en pie.

    —Iré contigo, ¿vamos, Ginny? —preguntó George, poniéndose en pie también.

    —Nosotros iremos a investigar los inmuebles, dudo mucho de que hayan comprado algo a su nombre, pero podemos empezar rastreando la dirección donde este hechizo se realizó —dijo Hermione, señalando hacia la cajita que guardaba la imagen falsa del cerebro de Draco.

    —¿También podemos ver eso? —preguntó Harry sorprendido.

    —Sí, los Ministerios de magia tienen muy vigilados a los medimagos, como puedes ver, somos capaces de hacer realmente daño cuando nos cambiamos al lado oscuro —medio bromeó Kaufingerstrasse.

    —Pues parece que no lo hacen del todo bien, eso de tenerlos vigilados —aclaró George —pues este ya se les va escapando desde hace tiempo, y al parecer sigue haciendo de las suyas.

    —Yo me quedaré con Tobby, no podemos dejarlo solo, se asustará —propuso Luna.

    —Es buena idea, serás nuestro nexo, permanece aquí, todos debemos volver a reportarnos cada media hora, para saber cómo van las cosas —ordenó Harry, tomando su varita y el abrigo.

    —¿No extrañaban al Harry mandón? —bufó Ginny, poniéndose su abrigo también.

    —Pues ahora que se ha puesto mandón, ya no tanto —respondió George, negando con la cabeza, Ron frunció el ceño y luego soltó una risita.

    —No creo que siga siendo tan mandón.

    —Ya… qué graciosos —negó Harry, sin poder evitar sonreír.

    —Huy, sí, no hay quién los aguante —masculló Hermione, tomando sus cosas para salir también.

    —No lo entiendo… —suspiró Harry, luego de un momento más —¿Por qué hacer algo así y no tener cuidado con todos los cabos sueltos que han dejado?

    —Supongo —contestó Hermione —que se debe a que ya lo ha hecho muchas veces, como le pasó en Rusia, que ya no teme ser descubierto.

    —O que están desesperados —agregó Kaufingerstrasse.

    —Cierto, embarazada de alguien más que no es su esposo… la magia que pende sobre la herencia es muy fuerte como para intentar engañarla —asintió Ron.

    —Pudo haberse ido del país, empezado de cero… hacer cualquier otra cosa.

    —No lo sabemos, hay muchos problemas de concepción en las familias de sangre pura —suspiró el medimago Kaufingerstrasse, he visto casos de parejas que tratan de embarazarse por años, algunos sólo lo pueden hacer una vez… Probablemente ella temía eso y no se le ocurrió mejor idea que aprovechar la ayuda de su padrino.

    —Definitivamente debe ser una mujer desesperada —negó Luna, con mirada triste —mira que arriesgar su vida y la de un niño indefenso…

    —Bueno, tenemos eso a favor entonces, si están desesperados deben haber cometido errores —dijo Harry, tratando de convencerse de que todo saldría bien y podrían recuperar a Draco antes de que algo malo le pasara.

    *O*O*O*



    —¡Duele como el demonio! —gritó Katrina, mientras sujetaba su vientre con fuerza, tratando de contener el dolor, su bello rostro se mostraba con el ceño fruncido y las mejillas sonrojadas.

    —Aún faltan unas cuantas horas —negó Hertford mientras revisaba a su ahijada —, aún no has dilatado lo suficiente.

    —Me sigo preguntando —jadeó Katrina —¿por qué no podemos usar una cesárea?

    —Por que no es necesario, además no debemos apurarnos, Malfoy aún no está del todo listo —explicó el hombre, quitándose los guantes y caminando un par de pasos hacia la camilla elevada donde Draco permanecía inconsciente, había un grupo de hechizos indicadores flotando alrededor, su rostro lucía cada vez más pálido y sus mejillas estaban perladas de sudor.

    —Maldito Ivanovich —jadeó Katrina, mirando un instante a Draco, antes de volver su mirada hacia el techo, tratando de convencerse de que pronto el dolor terminaría.

    —Te advertí que no era alguien de confiar —negó Hertford mientras empezaba a remover algunos frascos en busca de más pociones en uno de los estantes del lado —, que era un interesado y que en cuanto encontrara algo mejor huiría.

    —¡Maldito Malfoy, entonces! —gritó Katrina, apretando con los puños las sábanas blancas, los dolores eran terribles y una horrible sensación de pánico se estaba apoderando de ella —, esto es su culpa —dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia Draco —, y de su maldita familia y sus miedos a los escándalos.

    Hertford sacó una poción y se la tendió a Katrina.

    —Bebe, estás a punto de entrar en una crisis de histeria y no podemos permitírnoslo, necesitamos que estés completamente estable al momento de la transferencia de magia.

    Katrina asintió y bebió el contenido de un solo trago, una sensación de tranquilidad se fue apoderando de ella, mientras su padrino le acariciaba la frente con algo de cariño.

    —Ya no importa pensar en lo que pasó o no pasó, si Ivanovich se fue, es su problema, ahora el tuyo es concentrarte en que todo salga bien y puedas tener a un heredero Malfoy para satisfacer a los estirados de tus suegros y conservar tu estatus y el de la familia.

    Katrina sonrió un poco, mirando hacia Draco.

    —Ya falta poco, sólo un poco más —se dijo Katrina, tratando de encontrar fuerzas y convencerse de que así sería.

    *O*O*O*



    Media hora de papeleos y gritos en el Ministerio, al cual Harry se abstuvo de entrar, los llevó hasta Londres, un edificio moderno de tres pisos en West Smithfield long lane, sus paredes eran de color claro y tenía ventanales inmensos, sin embargo ellos imaginaban que no estaba habitado.

    —Antes de entrar deberíamos ir a casa de Draco; Ron y George pueden tener algún dato más que nos pueda servir —propuso Hermione.

    —No tenemos tiempo para eso, ¿qué tal si es que está dentro? —preguntó Harry, mirando hacia el edificio y tratando de encontrar la forma de colarse en él.

    —Hechizo para revelar humanos —suspiró Hermione —haré un Homenum Revelio y veremos si es que hay alguien.

    —¡Oh, cierto! —asintió Harry, algo abochornado.

    —¿Hace cuanto que no haces magia? —le preguntó ella, el medimago Kaufingerstrasse se apartó un par de pasos, dándoles privacidad mientras estudiaba también el edificio.

    —He hecho magia todo el día, me has visto —explicó Harry.

    —Sabes a lo que me refiero, ¿seguro que estás bien?

    —Desde que me fui de tu casa, desde entonces no he hecho gran cosa, apariciones y hechizos básicos, muchas veces casi hasta había olvidado que era un mago —contó Harry, sus mejillas se sonrojaron nuevamente —, sé que este no es el momento, y esta no era la forma en que quería aparecer delante de ustedes, pero realmente lamento todo lo que…

    —¡Vamos, Harry! —interrumpió Hermione, apretándole un poco el brazo —, lo dijiste, este no es el momento, me alegra tanto que estés bien, te ves tan recuperado, creo que no recordaba… —Hermione apretó los labios y negó con la cabeza —. Estoy feliz de verte, ahora vamos a rescatar a Malfoy y luego… —se encogió de hombros —ya veremos.

    —Sí —asintió Harry, antes de mirar nuevamente hacia el edificio.

    Tal como pensaron, el Homenum Revelio demostró que no había nadie en el edificio, sin embargo un par de hechizos más les demostraron que había cierta concentración de magia en el segundo piso.

    —Debemos ir por Ron y los demás, ellos nos ayudaran —opinó Hermione.

    —¿Ron sigue como rompedor de maldiciones?

    —Sí, y es uno de los mejores, aunque algunas veces regresa a casa lastimado por los efectos… —Hermione sonrió un poco —, pero es algo que disfruta.

    Cuando aparecieron de vuelta en el departamento de Draco; Ron, George y Ginny ya estaban allí. Tobby estaba a los pies de las chicas, disfrutando de sus atenciones, pero en cuanto Harry apareció se lanzó sobre él.

    —Te quiere mucho —sonrió Luna —, es un buen perro.

    —Sí, gracias.

    —De acuerdo, tenemos una mala noticia, descubrimos en los registros internacionales que Petria Woburn está muerto —explicó Ron rápidamente.

    —Fue encontrado en Brasil, donde vivía desde hacía un año, al parecer se exilió allí luego del escándalo —continuó George —, lo encontraron en su departamento, en Río, llevaba días muerto.

    —Que desagradable —negó Ginny.

    —¿Creen que haya sido una muerte natural?

    —Los muggles lo calificaron como un paro cardiaco, pero el Ministerio de Magia pudo hallar rastros de magia, aunque no la suficiente para sacar mucho en claro, tenía más de una semana cuando el caso les llegó finalmente —se encogió de hombros Ron.

    —Entonces solo tenemos el edificio en West Smithfield long lane —suspiró Harry.

    *O*O*O*



    Se aparecieron Harry, Hermione, George, Ron, Luna y Ginny en las afueras de West Smithfield long lane, el medimago Kaufingerstrasse se había ido a San Mungo a coordinar una habitación para Draco, por el tiempo de embarazo de Katrina y los datos que Harry había tomado en su cuaderno estaba seguro que estaban a punto de realizar el hechizo y sabía que en cuanto Harry pudiera aparecer con Draco, tendrían que atenderlo con la mayor prontitud posible.

    —Wow —dijo Ginny, mirando al edificio.

    —Sí, está lleno de maldiciones —negó Ron.

    —Me recuerda a la guerra —afirmó George, levantando la varita y mirando de un lado al otro, la calle estaba llena de nieve y parecía que nadie estaba dispuesto a salir en un día tan frío.

    —En marcha —indicó Harry, empujando un poco la puerta de vidrio, estaba atorada por el frío y tuvo que lanzar un hechizo para hacerla saltar.

    El edificio por dentro distaba de lo moderno que se veía por fuera. Sus paredes eran color marrón claro y el piso de madera estaba lleno de polvo, al fondo había un pequeño mostrador para recepción, pero era evidente que nadie había estado allí por un largo tiempo. El ascensor estaba operativo, sin embargo decidieron subir por las escaleras hasta el segundo piso, el lugar donde se encontraba la mayor concentración de magia.

    —¡Está lleno de portales! —exclamó Harry en cuanto abrieron la puerta de metal que daba al segundo piso, contrario a lo que habían esperado aquello era una sala enorme y redonda, con un escritorio al centro y sin ninguna silla alrededor.

    —Este sitio es muy raro —suspiró Luna, mirando todo de manera ensoñadora —, seguramente está lleno de Blibbering Humdinger y Wrackspurt.

    Harry observó de reojo como Hermione ponía los ojos en blanco mientras Ginny soltaba una risita.

    —No creo que sea seguro tocar ese escritorio —advirtió George, aún así avanzando hasta el escritorio.

    —Podría contener algo de información… —meditó Harry.

    —¿Quién dejaría información en un lugar como este? Es fácil de hallar.

    —Sólo si sabes que te están buscando —canturreó Ron, contradiciendo a Hermione.

    —Es estúpido de todas formas —continuó Hermione.

    Ron la ignoró y en lugar de eso tronó sus dedos y movió el cuello de un lado al otro, antes de hacerle un gesto a los demás para que se apartaran. Durante la siguiente media hora pudieron verlo desactivando maldición sobre maldición, sus ojos azules brillaban cada vez más y sus mejillas se iban tornando rojas, cuando acabó soltó un audible suspiro.

    —Todo suyo, niños.

    —Mira qué presumido —bufó Ginny, negando con la cabeza —, aún así te puedo meter un par de anotaciones delante de un arco de Quidditch.

    —Pero no estamos en un campo de Quidditch —replicó Ron.

    —Y nos dice niños —negó Hermione, mientras se unía a Harry, que indiferente a toda la discusión ya habría los cajones del escritorio.

    Encontraron recortes de diarios mágicos en diversos idiomas, Harry estaba seguro de que Draco los hubiera podido traducir. En algunos de ellos había fotos de Woburn y de Hertford, en todas lucían bien, así que supusieron que no eran fotografías de la época en que habían caído en desgracia. En el cajón del centro encontraron más información: la fotografía de un chico rubio y de ojos azules intensos, que sonreía coquetamente a la cámara, mientras jalaba la mano de una chica cuyo rostro no alcanzaba a verse en la imagen; un anillo que al parecer era de una familia antigua y que ninguno quiso tocar demasiado; unas fotografías que parecían tomadas a la distancia, pese al tiempo que había pasado, Harry pudo identificar a Lucius Malfoy en una de ellas, hablaba con el chico rubio de la fotografía anterior, el chico lucía bastante tenso mientras que Malfoy parecía imponente.

    —No hay nada que nos sirva aquí. —Decidió Harry, dejando de lado un cuaderno escrito, aparentemente, en ruso.

    —Sigamos con los portales —asintió George, mirando alrededor.

    —Hay que llevar el anillo —propuso entonces Ron —, si esta gente sabe hacer magia antigua no me sorprendería que este anillo fuera la llave para algo.

    —Pero si es la llave, ¿Por qué no la cargan con ellos?

    —Porque así no funciona este tipo de hechizos —explicó Ron hacia Luna, que era la que había preguntado —, si el anillo activa el pase a determinado lugar, una vez haya cumplido su función entonces retornará a su lugar de origen, en este caso, el escritorio.

    —Cuatro portales —comentó Harry, que nuevamente se había mantenido alejado de la conversación mientras trataba de descubrir todos los portales que habían allí. —¿Con cuál debemos comenzar?

    —Con el que tiene menor tiempo en haber sido usado —declaró Ron, agitando su varita, junto a la ventana una luz azul brilló —¿vamos?

    Todos se miraron con seriedad y asintieron, tomándose de las manos mientras atravesaban el portal. Ron, que era el que tenía el anillo en la mano, fue el primero en entrar, en cuanto Hermione, la última en entrar, lo hizo, una luz blanca llenó la habitación, por un pequeño instante parecía que no se hubieran movido, pero de pronto todo cambió, y el ruido de las olas, rompiendo contra un acantilado llamó su atención.

    —El anillo no ha desaparecido —mencionó Harry, mientras señalaba la mano de Ron.
    Ron frunció el ceño y miró hacia el anillo y luego alrededor, los demás habían formado ya un círculo, espalda con espalda, esperando un ataque.

    —Puede ser una trampa.

    —No… —Ron agitó la varita una vez más y ésta vez sólo un portal apareció.

    —¿Más portales? —bufó Ginny.

    —Mmm… interesante —masculló Ron, levantando un poco el anillo, la habitación, pese a ser las tres de la tarde, estaba lo suficientemente iluminada para dejarlos ver —Multiplus portus… llevaba mucho tiempo sin ver uno de estos…

    —¿Qué haremos ahora? —preguntó Harry, cada vez más asustado, él estaba allí, con sus amigos en medio de un laberinto de portales mientras Merlín sabe qué le estaría pasando a Draco.

    —Continuar —animó Ron, dándole una palmada en el hombro antes de señalar al siguiente portal.

    Recorrieron cuatro portales más, antes de que el anillo desapareciera, no podían decir en dónde se encontraban, sólo sabían que estaban en un edificio similar al primero.
    Había antorchas iluminando una sala cuadrada y blanca; dos ventanales a un lado cubiertos por cortinas pesadas y rojas; una puerta de madera gruesa a cada lado y un silencio sepulcral.

    —Creo que aquí es —afirmó George, mirando todo el lugar con detenimiento.

    —Oigan, esto es muy raro —comentó Luna, que se había acercado hasta la ventana —estoy segura de que teníamos esta vista desde West Smithfield long lane.

    Todos se acercaron rápidamente hacia la ventana, y efectivamente, estaban en el mismo lugar en que habían empezado, sólo que en el tercer piso.

    —¡Era una trampa! —gruñó Harry, presionándose con una mano la frente, tratando de hallarle la lógica a todo el asunto.

    —No puede ser, si lo fuera, esto tendría un objetivo, un lugar lleno de hechizos, algo nos tendría que estar esperando —razonó Hermione.

    —O tal vez… —iba a decir George, cuando el grito de una mujer lo interrumpió. Todos se giraron, alertados por ello, pero no había nada en la habitación.

    —Están aquí —murmuró Ginny, entrecerrando los ojos un poco, como tratando de ubicar alguna salida.

    —Por las puertas —señaló Ron, hacia ambos lados de la habitación.

    —Espera, espera —detuvo Harry, cuando Ron ya se lanzaba sobre una de las puertas.

    —¿Qué?

    —Creo que Hermione podría ir por ayuda, buscar al medimago Kaufingerstrasse o tal vez a los aurores… si nadie sabe que estamos aquí y algo nos pasa, ellos escaparan y no podemos permitirlo.

    —¿Por qué debo ir yo? —se quejó Hermione, mientras Ron asentía.

    —Vamos…

    —No, lo pondremos a sorteo, pero no es justo que…

    —De acuerdo, de acuerdo —interrumpió Luna con algo de impaciencia, nada normal en ella, según pensó Harry —, Harry tiene razón, yo puedo ir y traer a los aurores y al medimago Kaufingerstrasse, si es cierto que Malfoy está allí dentro, necesitará ayuda… —el grito de la mujer resonó nuevamente, era aterrador, parecía que estaba sufriendo mucho —, incluso ella podría necesitarlo.

    —Gracias —dijo Harry, apretando un poco su hombro.

    —Bien…supongo que la aparición no debería funcionar —dijo ella mirando hacia la ventana.

    —No pensarás saltar —advirtió Harry, realmente espantado.

    —Mmm… no, la verdad que no, pero… —Luna se sonrojó un poco y les hizo un gesto con la cabeza a los chicos —tal vez quieran darse la vuelta.

    —¿Eh? —preguntó Harry, inclinando el rostro un poco.

    —¡Cierto! —George soltó una risita y se dio la vuelta con los brazos cruzados —siempre he dicho que eres un genio.

    —Y yo que no hagas trampa o te caerá algo encima —recriminó Ginny, mientras bajaba la varita de George, que seguramente pensaba crear algún hechizo para ver.

    —Esperen, ¿Qué…?

    —Ella es animaga, Harry, lo estudió tras la guerra, siempre hablaba de eso —le dijo Hermione mientras lo hacía girar, Ron, que había girado desde hacía mucho rato le sonrió un poco.

    —Es un águila, cosa rara dado que su patronus es una liebre, y ninguno de los expertos encuentra una explicación para eso, pero en fin, en este punto nos sirve mucho.

    Harry sintió la corriente de magia y los gritos de la mujer se volvieron a escuchar, cada vez más altos y seguidos.

    —Estamos perdiendo tiempo —negó, cuando giró un águila les devolvía la mirada, George empujó la ventana y una corriente de aire helado les llegó, mientras Hermione movía su varita de un lado al otro, encogiendo la ropa que Luna había dejado en el piso hasta convertirla en el tamaño de una cajita de fósforos y la ataba a su pata.

    —Ve por los aurores y por el medimago, pero no te aparezcas directamente.

    —No, cuando tengamos todo bajo control alguien bajará a esperarte.

    El águila pareció asentir antes de estirar sus alas y salir por la ventana.

    —Espero que no sea peligroso volar con este tiempo.

    —No lo es, Harry, ella tiene mucha práctica, le encanta hacerlo —explicó Ginny, mientras el grito de la mujer se hacía más intenso aún.

    —Creo que está dando a luz —advirtió Hermione —, eso quiere decir que no deben estar muy alertas.

    —Imaginando que solo sean dos —negó George.

    —¡Vamos! —apuró Harry, abriendo la puerta por la que el sonido era más alto y encontrándose con un pasillo oscuro y hasta cierto punto tenebroso, al fondo había una sola puerta de color negro, estaba entreabierta y en el interior se podía ver una gran luz, la magia vibraba tanto que sentían por momentos que las paredes temblaban.

    —¡Rayos! —gritó Ron, pero Harry no necesitaba escuchar su explicación, entendía perfectamente. —Están haciendo el hechizo ahora.

    *O*O*O*



    —¡Duele! —gritó Katrina, mientras doblaba su cuerpo hacia delante —¡Duele demasiado!

    —Vamos, cariño, un poco más, estamos cerca, muy cerca —dijo el medimago Hertford levantando el rostro lo suficiente para verla sobre la tela que había colgado entre ellos.

    —No, ya no puedo más —negó Katrina, buscando de qué sujetarse.

    El medimago Hertford, que había asistido a cientos de partos no le hizo caso alguno y caminó hasta la camilla de Draco.

    —Muy bien, ahora tú —dijo mientras agitaba su varita, tres frascos de pociones con colores encendidos revolotearon sobre el cuerpo inconsciente del chico mientras una nube rosada de magia comenzaba a envolver a Katrina y a Draco, la chica seguía gimoteando pero el medimago estaba concentrado solo en el hechizo, si se distraía sólo por un momento las cosas podrían resultar fatales.

    —Ya no —repitió Katrina, luchando por no cerrar los ojos y abandonarse, sentía la magia entrando en su cuerpo y su parte baja extendiéndose, algo luchando por salir de ella y todo era demasiado espantoso —¡Padrino, por favor! —gritó aterrorizada.

    Hertford continuó ignorándola, mientras la nube se hacía más densa, casi podía palpar la magia de Draco comenzando a desprenderse de su cuerpo, y entonces, un fuerte golpe en la espalda lo hizo volar por los aires.

    —¡Aléjate de él, maldito! —gritó Harry con todas sus fuerzas, lanzando un Expelliarmus que consiguió hacer volar al hombre hasta el otro lado de la habitación, dio contra una pared y cayó inconsciente hacia el piso, mientras la densa nube de vapor rosado iba disminuyendo poco a poco y concentrándose únicamente en Draco.

    Katrina comenzó a gritar furiosamente, el dolor se había incrementado y ya no era sólo en el abdomen, sentía como si mil cuchillos la cortaran en pedazos una y otra vez.

    —¡Demonios! —gritó Ginny, lanzándose sobre ella y tratando de encontrar la forma de ayudarla, una gran mancha de sangre iba llenando la cama mientras ella se tornaba cada vez más pálida.

    —Ve por el medimago —gritó Ron a George, mientras corría junto a Hermione tratando de auxiliar a la mujer, que había cesado de gritar y permanecía mirando el techo, mientras más sangre salía, al parecer, de cada poro de su cuerpo, provocando que la piel se pegara a sus huesos.

    Harry, ajeno a todo ello trataba de acercarse a Draco, pero la magia que flotaba en el ambiente no se lo permitía.

    —¡Draco, despierta, vamos! —gritaba, mientras empujaba para tratar de colarse hacia el interior de la nube, cada vez más clara.

    —Es el pago de la maldición —negó Ron, mientras la mujer cerraba los ojos; Harry le dio una mirada y pese a su estado y al niño tratando de salir de ella, a la forma de momia que estaba tomando, y a lo horrendo que debía ser morir de esa manera, no pudo sentir lástima por ella, solo una gran rabia por todo lo que había ocasionado.

    —Chicos —gritó entonces Luna, seguida por Kaufingerstrasse y un par de hombres altos y con túnicas azules.

    —Creo que ya es tarde —comentó Kaufingerstrasse, mirando el cuadro por un instante.

    —¡No! —negó Harry, empujando con tanta fuerza que finalmente pudo penetrar la nube de magia y llegó hasta Draco, estaba frío, buscó con desesperación su muñeca y encontró un muy lento pulso —¡Está vivo! Necesitamos trasladarlo y…

    —Harry —suspiró Hermione con pena, la nube de magia desapareció al fin y ella caminó hasta él, mientras el medimago Kaufingerstrasse se colocaba entre las piernas de Katrina y observaba —, se refiere a ellos —señaló. Harry giró en el momento en que el medimago negaba con la cabeza e invocaba una manta para cubrirla.

    —Draco está vivo —dijo entonces, tratando de llamar su atención.

    —Vamos, hay que trasladarlo a San Mungo —indicó Kaufingerstrasse, apartándose de Katrina —los aurores han desactivado los hechizos y podemos hacerlo.

    —Nosotros te alcanzamos allá —le dijo Ron, observando todo con la cara pálida.

    Harry apenas asintió, sujetando con fuerza la mano de Draco y sintiendo los primeros signos de la aparición.

    *O*O*O*



    —Su magia abandonó su cuerpo por un instante —explicó Kaufingerstrasse varias horas después, en la antesala a la habitación de Draco, en cuanto habían aparecido, pese a todo lo que Harry había rogado, lo habían sacado del lugar donde atenderían a Draco y se había tenido que conformar con esperar fuera junto a sus amigos, todos habían permanecido en silencio, aún impresionados por la escena antes vivida —, eso ha traído complicaciones, no podemos asegurar que no hayan daños a largo plazo, pero por lo menos está estable, aunque inconsciente, y permanecerá así por varios días más… es probable que también haya algún tipo de daño cerebral… —Kaufingerstrasse suspiró profundamente —, creo que dentro de todo, es un diagnóstico alentador.

    —¿Puedo entrar a verlo? —preguntó Harry en voz baja, mirando la puerta cerrada.

    —Sí, he dado órdenes para que te quedes con él por esta noche… Te aconsejo que trates de comer algo y descansar, hay una cama extra que puedes usar.

    —Gracias… —Harry giró hacia sus amigos, que asintieron comprensivamente.

    —Te traeré algo en un momento, iré a la cafetería —dijo Ginny, dándole un apretón en el brazo, Luna le sonrió también y ambas se alejaron por el pasillo.

    —Yo estaré dentro y… —Harry negó con la cabeza, había pasado las últimas horas pensando tanto en Draco, en cuanto lo quería y necesitaba, y el miedo de no verlo más había calado hondo en su alma.

    —Ve, nosotros vendremos al amanecer —animó Ron, empujándolo un poco hacia la puerta.

    —En un par de horas vendrán las primeras dosis de poción, el historial médico está en la habitación, sé que querrás leerlo —asintió Kaufingerstrasse.

    —Gracias por todo, Kurt —dijo entonces Harry, dándole la mano.

    —No tienes de qué, siempre encantado de ayudar a uno de mis alumnos favoritos —le sonrió el hombre, antes de alejarse también por el pasillo.

    En cuanto entró a la habitación su corazón se apretó un poco más, Draco estaba rodeado de pociones y hechizos, sus mejillas aún lucían pálidas, aunque sus labios estaban más rosados que antes, caminó con lentitud hasta el pie de la cama y tomó el historial, miró la cama vacía a un lado y la descartó, jalando una silla se acomodó a su lado y empezó a leer: Draco había sufrido más de tres paros cardiacos mientras trataban de estabilizarlo, su sistema nervioso había respondido favorablemente a las pruebas que le hicieron, al igual que su magia, sin embargo, era muy pronto para decir que no habrían consecuencias por la gran cantidad de pociones que había tomado.

    —Bien… —dijo Harry en la oscuridad, dejando de lado el historial y tomando una de sus manos con delicadeza, aún lo podía sentir frío —, aquí estamos, y no te dejaré morir, ¿me oyes? No te dejaré.

    No fue hasta el medio día, luego de que sus amigos se fueran en busca de información sobre los Malfoy, que Harry sintió algo presionándole la mano con la que sujetaba a Draco, levantó la vista y por un instante le pareció que Draco parpadeaba.

    —¿Draco?

    Los ojos grises de Draco se abrieron al fin, parecía confundido:

    —¿Ya es hora, Harry? —preguntó con voz ronca, Harry sintió un nudo en la garganta.

    —No, mi amor, no es hora, debes recuperarte —contestó, inclinándose para rozarle con los dedos la fría mejilla.

    Draco asintió lentamente y cerró los ojos, Harry no tuvo tiempo de alegrarse porque Draco hubiera reaccionado, pues inmediatamente un sonido agudo en uno de los hechizos de monitoreo lo hizo saltar, un instante después tres enfermeras y una medibruja aparecieron en la habitación, lo apartaron bruscamente, mientras se daban instrucciones:

    —Es una inestabilidad de magia —informó una de las enfermeras, la medibruja ordenó una gran cantidad de pociones y otra de las enfermeras salió corriendo, reapareciendo casi inmediatamente, mientras la otra movía su varita de un lado al otro.

    En los breves minutos que duró todo, Harry sintió que el alma se le escapaba del cuerpo, tenía los brazos cruzados y sus dedos presionaban tan fuerte la piel que sentía que se estaba haciendo daño, sin embargo, no se detuvo hasta que los sonidos volvieron a la normalidad.

    —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó la medibruja, mirándolo de mala manera. Harry le explicó que Draco había despertado y preguntado si ya era hora y que él le había dicho que no.

    —Interesante, eso quiere decir que probablemente no haya daño cerebral, pero falta mucho aún para estar seguros… —la mujer asintió y le dio una mirada más —, debería descansar, es obvio que está a punto de caer de cansancio.

    —Yo… lo haré pronto —admitió Harry, sentía sus piernas temblorosas y algo de frío, pero no había nada que pudiera moverlo del lado de Draco, nada excepto los señores Malfoy, atravesando la puerta con ímpetu, seguidos de un grupo de magos que lucían túnicas finas y oscuras.

    —¡Exijo saber qué está pasando! —gritó Lucius hacia la medibruja, Narcissa fijó la mirada en su hijo y corrió a su lado, empujando a Harry en el proceso.

    —Estoy segura que el señor Potter… —comenzó la medibruja, señalando a Harry, que se sentía cada vez más incómodo.

    —¿Potter? —interrogó Lucius, fijando su mirada en Harry por un instante, negó con la cabeza y miró hacia uno de los hombres que lo acompañaban.

    El hombre carraspeó un poco y se adelantó un paso, mientras Narcissa comenzaba a llorar, acariciando la frente de un inconsciente Draco.

    —Ejem… Soy Dianthus Achlys, abogado de la familia Malfoy y exijo, en nombre de mis representados, que nos den la historia médica del joven Draco Malfoy, así como una explicación por no habernos avisado de su internamiento, y por supuesto la tramitación inmediata de los documentos para poderlo trasladar a la clínica donde el medimago de la familia lo atenderá.

    —Me temo, señor Achlys —respondió la medibruja, mirándolo de mala manera —, que el traslado es imposible, el paciente está en una condición crítica y es atentar contra su salud el intentar siquiera moverlo.

    —¿Quién le hizo esto? ¿Fuiste tú, Potter? —increpó Lucius, que se había colocado al otro lado de la cama, levantando la mirada hacia él.

    —Por supuesto que no, fue la grandiosa esposa que le consiguieron ustedes —acusó Harry, furioso por todo el alboroto.

    —¿Katrina? —preguntó Narcissa, levantando la mirada también hacia ellos —, ¿ella está aquí?, nuestro nieto…

    —No era su nieto, era el hijo de alguien más y…

    —Señores —interrumpió la medibruja —, me temo que este no es el lugar para discutir, si desean hacerlo pueden usar el pasillo, pero en esta habitación debemos permanecer quietos por respeto a nuestro paciente.

    —¡Pamplinas! —negó Lucius —¿Dónde está Katrina?

    —Muerta —contestó Harry fríamente.

    Narcissa soltó una exclamación mientras Lucius negaba con la cabeza.

    —Eso es absurdo, Achlys, por favor, pon algo de orden —exigió Lucius, haciendo un gesto con la mano hacia su abogado.

    —El señor Lucius Malfoy —dijo entonces el abogado con voz aburrida —es el apoderado del joven Draco Malfoy en caso de emergencias médicas como esta, no debieron haber tomado decisiones que pudieran afectar su vida sin tomar en cuenta sus deseos.

    —Si no lo hubieran hecho entonces estaría muerto —se adelantó a contestar Harry, ganándole la palabra a la medibruja.

    —¿Qué es lo que haces aquí exactamente? —increpó Lucius, mirándolo cada vez más furioso.

    —Se lo dije, esa mujer, Katrina, quiso matar a Draco y…

    —¡Silencio! —gritó Lucius, levantando una mano, luego giró hacia sus abogados —busquen a Katrina e investiguen qué está pasando aquí.

    Los abogados hicieron un asentimiento y salieron en fila, con pasos rápidos.

    —Ahora, Potter…

    —Ahora nada, señor Malfoy —interrumpió la medibruja —, ustedes se quedarán en silencio mientras busco al medimago Kaufingerstrasse, que es el tratante del paciente.

    Narcissa le dio una mirada implorante a Lucius y éste asintió cansadamente, mirando nuevamente a su hijo. La medibruja pareció complacida por ello y le dio una mirada más de advertencia a Harry antes de salir, dejando la puerta completamente abierta.

    —Ahora, tú, Potter, vete de aquí —dijo entonces Lucius, levitando dos sillas, una para Narcissa y otra para él.

    —¿Qué?

    —Lo que has oído, mi hijo no necesita tenerte cerca, gracias por tus servicios, cualesquiera que hayan sido serán gratificados, por supuesto, pero no es necesario que permanezcas aquí.

    —¿No es necesario que…? —Harry apretó los ojos, se sentía extremadamente cansado, y además furioso.

    —Estoy segura que Draco te agradecerá personalmente, pero por lo pronto necesita estar solamente con su familia —dijo entonces Narcissa, con voz más educada.

    —No me iré —respondió Harry —, Draco no querría que me fuera, él es… es…

    —Vamos, Potter, no necesito una declaración amorosa en este momento —interrumpió Lucius —, mi hijo no necesita que tu presencia afecte más su imagen.

    —¿Su imagen? Katrina lo iba a matar… ¿dónde estaban ustedes, por cierto? ¿Por qué no la detuvieron? ¿Por qué no notaron que Draco no estaba más en casa y que había desaparecido dejando a su esposa embarazada?

    —Te crees mucho al pedir explicaciones que no mereces —siseó Lucius poniéndose en pie, Harry sacó la varita y el hombre lo imitó, pero en ese momento Kaufingerstrasse apareció, lucía agotado.

    —Señores, la medibruja Morgan les advirtió que nada de peleas —dijo a modo de saludo, antes de presentarse y estrechar su mano con la de Lucius.

    Durante la siguiente media hora el medimago Kaufingerstrasse se dedicó a relatar con mucho detalle todo lo ocurrido, desde el origen del hechizo, que ya había investigado, al igual que las pociones y la penosa situación en que habían encontrado a Draco, Harry colaboró con algunos detalles, sintiendo siempre la mirada de reproche de Lucius sobre él, mientras Narcissa sólo tenía ojos para su hijo.

    —Lamentablemente ellos son sus padres y efectivamente sus tutores en este tipo de situaciones —le dijo Kaufingerstrasse cuando ambos estaban ya en el pasillo, luego que Lucius exigiera nuevamente que Harry saliera de la habitación.

    —Pero él y yo estamos juntos y… —Harry negó con la cabeza y se dejó caer en una de las sillas plásticas.

    —Debes descansar, Draco estará aquí aún mañana, y tal vez entonces la actitud de ese tipo cambie — Kaufingerstrasse se sentó a su lado y suspiró —, es una familia complicada.

    —¿Pueden trasladarlo, como dice?

    —No, su magia está muy descontrolada… ¿de verdad Draco te habló hace un rato?

    —Sí —asintió Harry, con un poco más de esperanza —, eso quiere decir que estará bien, ¿cierto?

    —Cierto —animó el medimago Kaufingerstrasse.

    Ambos permanecieron en silencio un instante más, pero inmediatamente llegaron Ron y George, agitados y corriendo por el pasillo.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó Ron extrañado.

    —Pues, yo…

    —Como sea —le cortó George —, la noticia se ha filtrado, los Malfoy deben estar en camino y…

    —Ya están aquí —informó Kaufingerstrasse, negando con la cabeza —qué gente más extraña —dijo poniéndose en pie. —Encárguense de que tome una siesta y que coma algo; por más que quieran, no pueden trasladar a Draco a ningún lado hasta que esté completamente estable, y no sabemos cuándo será eso.

    —No necesito nada, en serio —respondió Harry.

    —No se preocupe —intervino Ron —, nosotros nos encargaremos.

    —Chicos, de verdad…

    —No es negociable, Harry —interrumpió Ron, con mirada empecinada.

    *O*O*O*

     
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  5. Jeevas
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    ¡No puede ser, ¿dónde está el siguiente capítulo?!
    He leído toda la historia desde mi celular en una sola tarde, es por mucho de los mejores fics que he leído sobre estos dos, me ha dado tanta impresión y ansiedad, fue muy difícil resistir a hacer trampa y leerme el final, tengo emociones mal contenidas por tantas cosas que quisiera comentar pero me conformo diciendote que amo la forma en la que narras, bueno, supongo que quedo claro que me enamore del fic y espero muy pronto leer la actualización.
     
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  6. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 22



    Harry abrió los ojos sintiéndose confundido, estaba sobre una cama blanda y cómoda, la habitación estaba a oscuras; se sentó lentamente, se sentía algo mareado y adormecido, buscó a tientas sus gafas, hasta que por fin las encontró en una mesa de noche al lado de la cama. Apartó los cobertores y se encontró usando un pijama que no le pertenecía y que le quedaba algo grande, entonces recordó: estaba en el apartamento de Ron y Hermione, en Londres, y había aceptado dormir un poco tras tanta insistencia, luego de dejar a Draco en San Mungo, al cuidado de sus padres.

    Se puso en pie rápidamente, el departamento seguía casi igual a la última vez que había estado allí, casi dos años atrás; el pasillo lo llevó hasta el baño y luego fue en busca de sus amigos, tal como había creído, los encontró en la cocina.

    —Pensamos que no despertarías hasta mañana —negó Hermione, mientras se ponía en pie —, te prepararé algo de comer.

    —Pero ya comí antes de dormir —protestó Harry, mientras se sentaba en la silla que Ron le señalaba.

    —No te rehúses, se pone peor que mi madre algunas veces —dijo Ron, parecía agotado.

    —Ronald, te estoy escuchando.

    —Si lo dije para que me escucharás —asintió el chico, Hermione le dio una mirada furiosa, antes de darse la vuelta y continuar preparando un par de emparedados.

    —Ahora debes alimentarte, sólo si quieres que te contemos sobre lo que hemos averiguado de los Malfoy.

    —¿Se han llevado a Draco a otro sitio? —preguntó rápidamente, poniéndose en pie.

    —Nada de eso —negó Hermione, mientras Ron lo tomaba de un brazo para hacerlo sentar nuevamente —, no han podido hacerlo, sin embargo, sí han traído a su medimago personal y sus propias enfermeras…

    —Si hubieran podido, hubieran tomado todo el piso, realmente ellos son desagradables —frunció el ceño Ron.

    —Por eso Draco escapaba de ellos, de ellos y de Katrina —suspiró Harry, antes de darle una mordida al emparedado de pavo que Hermione le había servido.

    —Bueno, pues aunque negaré que dije esto, entiendo a Malfoy, a Draco quiero decir, sus padres son realmente estresantes —comentó Ron.

    —¿Qué han averiguado entonces?

    —Un montón de cosas —dijo Hermione con entusiasmo —: legalmente la unión de Malfoy con Katrina se ha disuelto, pues ella… murió y el matrimonio nunca se consumó, es una de las primeras cosas que ha ordenado Lucius Malfoy, y sus abogados son realmente buenos, pues han conseguido eso en sólo dos horas, tengo un amigo en el área de uniones del Ministerio y él me lo contó. Malfoy ahora vuelve a su estatus de soltero. Y eso no es todo, además el padre de Katrina ha llegado de Rusia, creo que quiere demandar a Malfoy, a Draco, por haber matado a su esposa, aunque tenemos suficientes pruebas para desmentir eso, se convertirá en un asunto engorroso…

    —¡Está loco! Malfoy, quiero decir Lucius, no permitirá que pase eso, ¿verdad? No pueden culpar a Draco por eso…

    —Y no lo harán, no pueden hacerlo. Hay algo más, Hertford aún está vivo, y los aurores lo sometieron a Veritaserum para que hable, pues decía que se encontraba en un gran shock por lo ocurrido y que no recordaba nada —continuó Ron, negando con la cabeza —, el Ministro, por instancia de los abogados de Malfoy, firmó la autorización casi inmediatamente.

    —Mañana habrá un gran titular al respecto… —Hermione pareció algo incómoda —, quisimos hacer lo posible porque… pero es que esos estúpidos del Ministerio y los periodistas…

    —¿Ha pasado algo más?

    —Al parecer los periodistas están al tanto de que fuiste tú el que rescató a Malfoy, no sabemos si la noticia se filtró de San Mungo o de los aurores, pero todos están como locos tratando de encontrarte, es más, te recomendaría no salir como tú mismo de aquí, no me sorprendería que estén merodeando las calles en busca de una foto exclusiva del re aparecido Harry Potter.

    —Oh —Harry dio una mordida más a su emparedado y masticó lentamente, mientras meditaba —, supongo que debemos encontrar algo de poción multijugos… y unos muggles de los cuales tomar algunos cabellos.

    —Eso ya está casi resuelto, Ginny vendrá mañana para darnos algunos, ha ido esta noche a conseguir algo.

    —¿Mañana? Yo quería ir ahora mismo —protestó Harry.

    —Hay más información —canturreó Hermione, llamando su atención.

    —¿Más?

    —Respuestas.

    —¿Cuáles? —preguntó Harry, ansioso.

    —Los Malfoy estaban en Francia, por eso es demoraron tanto en enterarse; todo es tan espeluznante… —suspiró Hermione, antes de dejarse caer en la silla.

    —¿Qué quieres decir con espeluznante?

    —Katrina y su padrino habían creado un fuerte maleficio sobre los Malfoy, ellos estaban en Francia, y creían que estaban con Draco y ella, pero en realidad eran imágenes creadas por magia negra…

    —¿Cómo puede haberlos engañado tanto? Pensé que los Malfoy eran más paranoicos…

    —Y deben serlo, Harry, pero su propiedad en Francia no tiene tanta seguridad como la Mansión y Katrina, luego de que Draco desapareciera, consiguió que Hieb, un guardaespaldas que por cierto apareció muerto en el mismo lugar que encontramos a Draco, se hiciera pasar por él unos días, luego lo hizo convencer a sus padres de que partiría junto a su esposa a Francia, para tomarse unas vacaciones y tratar de tener un bebé.

    —Oh… Pero para entonces Katrina ya estaría embarazada.

    —Sí, por lo que vimos lo estaba —asintió Ron.

    —Katrina nunca llegó a Francia, se quedó en Inglaterra, en el edificio donde la encontramos, mientras Hieb buscaba a Draco, al parecer, por lo que el mismo Hertford ha confesado, Hieb sí los siguió por Francia, pero les perdió el rastro, los estuvo buscando y volvió a Inglaterra un día después que ustedes.

    —Entonces Draco no fantaseaba cuando decía que lo buscaban.

    —Probablemente sí, si Hieb hubiera encontrado realmente a Draco, no lo hubiera dejado ir, probablemente imaginó que estaría en Francia debido a las raíces de Draco, lo que sí es seguro es que ni por un momento sospechó que estabas con él … En fin, mientras tanto los Malfoy se impacientaban por la negativa de Draco de volver de Francia, entonces fue que crearon el maleficio, el falso Draco volvió a Inglaterra y les dijo que Katrina estaba embarazada y que quería que fueran a Francia con él para esperar el nacimiento del siguiente heredero, usó el imperius para eso… Así fue como los Malfoy llegaron a Francia y estuvieron durante meses allí, imaginando que estaban con su hijo y su nuera, cuando en realidad estaban solos… cuando Katrina murió el hechizo se rompió, tardaron un poco en unir cabos, por eso volvieron a Inglaterra, en busca de saber qué sucedía. Cuando lo hicieron ya la noticia de que Draco estaba en San Mungo se había filtrado, así que se aparecieron allí.

    —Junto a todo su séquito de abogados —masculló Harry.

    —En el fondo ellos tienen razón —negó Hermione —Draco es su hijo, y si está enfermo, y su esposa muerta, son ellos los que deben cuidarlo y decidir por su salud, es lo que la ley estipula.

    —¡Oh, por favor! —bufó Harry —Es lo que me faltaba, que te pusieras de su parte.

    —No me pongo de parte de nadie, pero Harry, piénsalo, Draco probablemente tarde un poco en recuperarse, pero estoy segura que lo hará, y entonces decidirá qué hacer, sólo tienes que dejar que las cosas pasen.

    —No, no es así de simple, Draco me dijo que sus padres tienen toda una norma de vida, en cuanto se recupere le buscarán una nueva esposa, antes de que el escándalo sea mayor.

    —Malfoy ya está grandecito como para que le escojan una esposa —comentó Ron —y si cuando despierta, después de todo lo que ha pasado, aún le hace caso a sus padres, pues es su problema y seguramente estarás mejor sin él.

    —Yo no puedo estar mejor sin él —negó Harry —, yo simplemente… yo…

    —¿Te has enamorado de él?

    Harry miró hacia Hermione, que era la que había preguntado, y luego hacia Ron, que tenía el ceño fruncido.

    —Sí, y sé que él también se ha enamorado de mí —declaró bastante incómodo.

    —Harry —suspiró Hermione.

    —Creo que es muy pronto para hablar de esas cosas —comentó Ron —recién te estás recuperando y estoy seguro que, de alguna manera que no alcanzo a comprender, el hurón te…

    —¡Hey! —protestó Harry.

    —…ya, ya, Malfoy, te ayudó a sanar y mejorar, pero tal vez sólo estás confundiendo agradecimiento con algo más, es decir tú y él no…

    —No creo que quiera hablar de eso —negó Harry.

    —Vaya —suspiró Ron —, no pensé que Malfoy fuera…

    —¿Y recién te lo cuestionas? —criticó Harry, al que le parecía imposible que, después de todo lo que había pasado y contado, su amigo no se hubiera dado cuenta de lo evidente.

    —No… es decir Malfoy estaba casado y…

    —No consumó el matrimonio —intervino Hermione —, es común entre las clases altas, ¿sabes? Tengo todo un curso de cómo efectuar contratos pre-matrimoniales gracias a eso, les da miedo no poder tener más hijos o que los apellidos mueran…

    —Pues sí, y los padres de Draco temen eso y lo presionarán para que se case de nuevo.

    —Ron tiene razón —asintió Hermione seriamente —, si Malfoy, después de todo, decide acatar lo que sus padres le ordenan, entonces estarás mejor sin él, no eres alguien para que te tengan de amante ni a escondidas, vales mucho como para eso.

    —Hermione… —respondió Harry, viendo los ojos llorosos de su amiga.

    —¡Es cierto! —continuó ella —, eres una gran persona, un chico muy noble, y sí, has tenido tus tropiezos y has andado extraviado, pero estás de vuelta y eso es lo importante, no queremos que caigas nuevamente en eso por un tipo que no te sabe valorar.

    —No lo haré, lo prometo, y sé que lo has escuchado muchas veces, pero esta vez es diferente, lo que Draco y yo pasamos juntos… —Harry negó con la cabeza —, yo casi muero, estoy seguro de que si Draco no me hubiera encontrado, ahora mismo estaría muerto… Eso hace que vea todo desde otra perspectiva.

    —Quisiera que fuera así —dijo Ron, con voz cansada —, te hemos escuchado tantas veces decir que vas a cambiar, que ya no caerás más, y luego…

    —Lo sé —Harry apoyó los codos sobre la mesa y hundió la cabeza entre sus manos.

    —Pero aún así nunca dejamos de creer en ti, es decir… no queremos perderte —susurró Hermione —, durante todo este tiempo no nos resignamos a perderte y ahora que has vuelto…

    —No me van a perder de vuelta —replicó Harry, levantando el rostro —, no les hago ninguna promesa, simplemente se los demostraré; el Harry que se marchó de su casa hace casi dos años ya no existe más, ténganlo por seguro.

    Ron y Hermione estuvieron de acuerdo en que aquella determinación en su voz era algo que no habían visto en muchos años y por dentro se sintieron aliviados de haber recuperado a su amigo, de tenerlo nuevamente entre ellos, sano y salvo.

    *O*O*O*



    Harry había encontrado en la rutina la tranquilidad y la paciencia para esperar que Draco se recuperara y que todo volviera a su cauce: todas las mañanas se levantaba temprano, daba una vuelta con Tobby en un parque cercano al departamento de York y luego desayunaba; tomaba un par de frascos de pociones multijugos, los libros que Hermione le había conseguido acerca de medimagia, preparándose para el curso que empezaría pronto y el cual confiaba que cursaría, porque quería creer que para ese momento Draco ya estaría bien; y se encaminaba hasta San Mungo, para sentarse en el pasillo fuera de la habitación de Draco, a esperar noticias; se cruzaba siempre con los señores Malfoy, que apenas y lo miraban mientras entraban o salían de la habitación, molestos porque hubiera conseguido que le permitieran estar allí, donde casi nadie más podía llegar, debido a la gran cantidad de revuelo que la noticia del casi asesinato de Draco en manos de su esposa, embarazada de otro hombre, había suscitado.

    Los medios no dejaban un día de hablar de eso, de cómo Katrina había engañado a los Malfoy, o de cómo Harry había rescatado a Draco, cuestionando las razones para tal acto de heroísmo, creando mil y una teorías al respecto.

    Finalmente el padre de Katrina no había presentado ninguna demanda, se había llevado de vuelta a Rusia el cuerpo de su hija y su nieto, el hijo de Ivanovich Korsakov, un empleado de la familia Bündnis, un vividor que había mantenido un largo romance con la chica y al que Lucius Malfoy había pagado para que se apartara de su nuera luego de descubrir la infidelidad, lamentablemente Lucius no había estado al tanto de que cuando le pidió a Ivanovich que se largara, ya su nuera estaba embarazada, sino su solución al problema hubiera sido completamente diferente.

    También había hecho amistad con un par de enfermeras que le daban los reportes del día acerca del estado de Draco cuando Lucius Malfoy no estaba cerca, pues le temían al hombre. Lamentablemente no había podido colarse a la habitación del chico, pues Ron, durante el primer día y luego de hacer unos cuantos pases de varita discretos, había declarado que el lugar estaba lleno de protecciones contra intrusos y curiosos.

    Kaufingerstrasse, que pese a ya no estar más en el caso siempre se mantenía al tanto, le había comentado cada vez que se lo encontraba que Draco estaba mucho mejor y que esperaba que se despertara muy pronto.

    Habían pasado ya diez días, y aquella tarde Harry estaba sentado como siempre en el pasillo, comiendo un emparedado mientras leía un gran libro de anatomía, cuando los ruidos de hechizos de emergencia resonaron en la habitación de Draco, se puso en pie de un salto, pero fue empujado por un grupo de enfermeras y medimagos que llegaban corriendo. Ellos, por el apuro, dejaron la puerta de la habitación abierta, y él no dudó en asomarse, vio el cuerpo de Draco, pálido y delgado, moviéndose de un lado al otro, mientras un medimago, que no conocía, anunciaba que Draco estaba al fin despertando y que era normal que reaccionara de esa manera por todo el trauma sufrido.

    Harry sonrió y, olvidando todas las advertencias de los Malfoy, quiso entrar, pero entonces algo se lo impidió, una barrera de magia detuvo su avance; Lucius Malfoy, que permanecía a un lado y parecía francamente angustiado, giró sobresaltado para verlo, su expresión cambió a una mueca de fastidio y con un pase de varita cerró las puertas en sus narices, dejándolo apartado de todo lo que ocurría.

    Se dejó caer nuevamente en la silla de plástico y apoyó los codos sobre las rodillas, sosteniendo la cabeza entre sus manos soltó una pequeña carcajada, una risa de alivio y tranquilidad, Draco estaba despertando, eso había dicho el medimago, pronto, muy pronto podría verlo de nuevo, y aunque se había pasado noches enteras cavilando en la posibilidad de que Draco no lo quisiera más de vuelta, en ese momento su mente no podía admitir tal posibilidad, solamente que Draco había despertado y que pronto lo tendría entre sus brazos.

    *O*O*O*



    Aquella noche no se fue a casa como todos los días, se quedó allí esperando que Draco finalmente exigiera verlo; así qué, cuando Ron y Hermione fueron a buscarlo, él se negó a moverse.

    —Ha despertado, pronto pedirá que me dejen entrar, y quiero estar aquí cuando eso pase, no quiero hacerlo esperar —les dijo con resolución, mientras se cruzaba de brazos.

    —Harry… sí, ha despertado, nos lo ha confirmado Kaufingerstrasse, pero aún está muy confundido, y probablemente esté durmiendo… deberías descansar —explicó Hermione, sentándose a su lado.

    —No me moveré de aquí —reafirmó Harry, con mirada terca.

    Ron suspiró audiblemente y se sentó junto a Hermione.

    —Bien, esperaremos contigo, no me da buena espina dejarte solo con el hurón.

    —¡Ron! —protestó Harry.

    —¿Qué? Es una costumbre que no se me quita así de fácil…

    Hermione negó con la cabeza y los tres permanecieron allí por varias horas, esperando mientras varios medimagos y brujas entraban y salían, no fue hasta casi el amanecer que de la habitación salió Narcissa, tenía los ojos rojos y sus mejillas sonrojadas, parecía, pese a todo, bastante serena.

    —Señor Potter —dijo con voz suave mientras hacía una inclinación de cabeza —, mi hijo ha decidido verlo… le pido que espere un momento para que salgan todos y luego entre.

    —¿En serio? Claro, esperaré, esperaré —afirmó Harry, poniéndose en pie y alisando un poco el abrigo que tenía puesto, Hermione y Ron lo observaron detenidamente, pero nada podía distraerlo en ese momento de la idea de ver a Draco en pocos minutos.

    Un instante después un gran grupo de magos y brujas, salieron sin siquiera reparar en él. El último en salir fue Lucius Malfoy, que le dio una mirada de fastidio:

    —Tienes cinco minutos, Potter, luego lo trasladaremos a un lugar más adecuado —dijo mirando alrededor con asco.

    Harry no contestó, cuando empujó la puerta sintió a Ron y Hermione ponerse a su lado.

    —Chicos…

    —Nada, entraremos contigo —masculló Ron mirando de mala manera a Lucius y Narcissa Malfoy, que permanecían a un lado del pasillo, conversando en murmullos con uno de sus medimagos personales.

    —Esto es vergonzoso —negó Harry —, quédense atrás, en todo caso.

    —De acuerdo, pero dentro de la misma habitación —advirtió Hermione, también en un susurro.

    Empujo la puerta y entró en la habitación, estaba iluminada por un par de antorchas, y al fondo, sentado sobre la cama con sábanas blancas, estaba Draco, se veía delgado y aún algo pálido, pero con los ojos abiertos y observándolo detenidamente.

    —Draco… ¿cómo te sientes?

    —Bien, ahora creo que bien, veo que has venido con tus amigos —señaló con la cabeza, mientras alisaba las sábanas con sus manos, pareciendo un poco aburrido.

    —No se quieren ir… Ya sabes cómo son…

    —Ajá —Draco asintió y su rostro hizo una mueca de desagrado —, quisiera que tuviéramos esta conversación en privado.

    —Ni lo creas —respondió Ron, adelantándose a Harry —, no creo que lo que digas no nos lo cuente luego Harry.

    —Ron, basta… tal vez deban…

    —Está bien, Potter, después de todo estoy seguro que se los contarás… y cuanto antes aclaremos esto será mejor.

    —¿Potter? —preguntó Harry, extrañado por el tono y la forma de hablar de Draco, mientras se aproximaba más a la cama —¿qué es lo que tienes que decirme?

    —Creo que lo sabes —Draco tomó una profunda bocanada de aire, cuando empezó a hablar, la mueca de fastidio volvió: —, te agradezco, infinitamente, lo que has hecho por mí, tengo una deuda de vida contigo y…

    —No tienes que agradecerme nada, ya sabes que tú también me has salvado y… —Harry se detuvo a unos pasos de la cama de Draco, estudiándolo seriamente, no se le pasó por alto la mirada de sorpresa que Draco puso ante su declaración.

    —Como sea —desestimó Draco —, como mi padre te ha dicho, serás recompensado por esto, pero comprenderás que no hay nada más que hablar entre nosotros.

    —¿Qué? Pero tú y yo… tú dijiste…

    —Pensé que iba a morir —Draco suspiró y miró hacia otro lado de la habitación —, soy un Malfoy, y tengo deberes que cumplir para con mi familia, sé que muchas cosas pasaron entre nosotros, pero la situación ahora ha cambiado… —Draco volvió a mirarlo, sus ojos se veían diferentes, no era el color, era la forma en que lo veía, sin una pizca del amor que antes había percibido en ellos —, eres un buen chico, y estoy seguro que encontrarás a alguien que se ajuste a ti, yo, por otro lado, tengo que recuperarme y hacer lo correcto, y eso es alejarme de ti y continuar con el plan de casarme y tener un hijo.

    Harry entrecerró los ojos, escuchó a Ron bufar “Maldito”, pero él no se movió ni un poco, intentando entender.

    —Cuando estuvimos en España —comenzó a decir lentamente —, dijiste que me amabas, y que dejarías todo por mí, que no te importaba tu familia en lo más mínimo.

    —Como te dije, simplemente divagaba, no puedo negar que pasamos buen tiempo, y claro, debo tenerte algo de cariño, es decir, el viaje fue toda una locura…, pero España… y el resto del viaje, debes dejarlo como un buen recuerdo y continuar. Todos debemos hacerlo. Los abogados se encargaran de hacerte llegar una buena cantidad de oro, no he pensado ni por un momento no pagar mi deuda para contigo.

    —Harry no necesita de tu oro —protestó Hermione. Harry levantó una mano hacia ella, implorándole silencio.

    —Eres muy amable, sobre todo sabiendo que no tengo nada de dinero ni oro, después de todo, siempre dijiste que te hubiera gustado dejarme algo de oro para que yo estuviera cómodo, pero que era imposible porque ese oro era de tu familia y no podías disponer de él sin que tu padre se diera cuenta.

    —Efectivamente, así era, pero ahora es diferente, mi padre entiende la deuda que tengo contigo, y no quiero dejarte desamparado después de lo que has hecho por mí. —Afirmó Draco con frialdad —. Ahora debo pedirte que te marches, estoy agotado y en un momento más harán el traslado.

    —Ajá —Harry asintió y dio una mirada más alrededor, antes de dirigirse a sus amigos. —Creo que hemos terminado aquí, vamos a casa.

    —Te dije que no valía la pena salvarlo —dijo Ron en voz alta, Draco le dio una mirada de suficiencia, pero no contestó nada, mientras Harry lo jalaba de un brazo para hacerlo salir.

    —Vamos, en serio —susurró, sus piernas temblaban un poco y su corazón estaba agitado.

    Cuando llegaron al pasillo aún los señores Malfoy conversaban con un par de personas, pero detuvieron su charla la verlos salir; en silencio absoluto tomó sus libros y les hizo una seña a sus amigos para que lo siguieran hacia la salida.

    —Es un maldito, ¿cómo puede decirte que te pagará por lo que has hecho? —comentó Hermione, con la respiración agitada y caminando junto a él con pasos rápidos.

    —Nunca debí creer que pasaría algo más —dijo Harry con voz aparentemente calmada, notó como los Malfoy giraban a verlos con curiosidad y trató de mantener el paso, mientras Ron y Hermione lo miraban con asombro, pero no hicieron ningún comentario más.

    Se aparecieron en el departamento de Draco, donde Harry se estaba quedando, y Tobby salió a su encuentro, moviendo la cola y saltando de un lado al otro.

    —¿Seguro que estás bien? —preguntó Hermione con cautela, mientras Harry caminaba hacia la cocina para sacar un poco de comida para perros.

    —Sí, bien.

    —Nos quedaremos aquí hoy, no es recomendable que te estés solo —decidió Ron.

    —No me importa quedarme solo, tengo a Tobby.

    —Harry, ¿qué está pasando? —preguntó Hermione, en cuanto él volvió a la sala, con un tazón de comida para perros, Harry no contestó, mientras jalaba a Tobby a una de las esquinas y ponía el plato en el piso.

    —¡Harry Potter —llamó nuevamente Ron en voz alta —, contesta porque nos estás asustando!

    —Nada está pasando.

    —Malfoy dijo cosas muy desagradables, y tú habías estado esperando que despierte por tanto tiempo, para que cuando lo haga te bote de su lado como si…

    —Él explicó que lo que me dijo en España no era cierto —sonrió Harry, dejándose caer en el sofá, Ron y Hermione le dieron miradas preocupadas —¿no lo entienden, verdad?

    —No —negaron ambos.

    —Nadie lo sabe, el viaje que hicimos, los lugares que recorrimos…

    —Harry… —dijo Hermione, cada vez más pálida.

    —Él y yo nunca estuvimos en España —sonrió más ampliamente Harry.

    —Pudo haberse confundido… —objetó Ron.

    —No, él claramente mencionó España, y ¿acaso también se confundió diciendo que quería darme oro para pagarme y no dejarme sin nada?

    —Pues…

    —Me ha dejado mucho dinero, desde el año nuevo que puso a mi nombre su cuenta muggle, una de la cual su padre no tiene conocimiento, sin contar este departamento y la camioneta, pese a que le dije que no era necesario, temía dejarme desamparado cuando muriera.

    —¿Entonces dices que…?

    —Exacto —afirmó Harry —, ese de allí no era Draco, pudo ser cualquiera con multijugos, lo más probable es que Draco esté ahora ya en una clínica, que hayan hecho el traslado sin levantar sospechas.

    —Pudo haber sufrido de amnesia, es decir, Kaufingerstrasse dijo que era posible que hubieran algunos daños por las pociones que había tomado y por el hechizo al que había sido sometido —explicó Hermione, Harry notaba que trataba de ser paciente con él.

    —No lo creo, si fuera así no recordaría nada de lo que había pasado, no hubiera aceptado que estuvimos en España… él no tiene amnesia, ese de allí no era Draco, es muy fácil que Lucius hubiera obligado a cualquiera de las enfermeras, e incluso abogados a hacerse pasar por él.

    —Oh… —exhaló Hermione.

    —¿Y qué haremos ahora? —preguntó Ron.

    —Otro plan de rescate —afirmó Harry, con resolución.

    *O*O*O*

     
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  7. Kari Tatsumi
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    Holas a todos, bueno, les dejo el ultimo capitulo de este maravilloso fic de Zafy, espero que haya sido de su agrado, despues viene el epilogo y se termina esta historia. Gracias a todos aquellos que han pasado a leer este fic, estoy segura que Zafy estara muy contenta de que les haya gustado. Sin mas les dejo leer.

    CAPÍTULO 23

    UN VIAJE HACIA LA VIDA



    Casi estaba preparado para morir, no significaba que lo hubiera aceptado o asimilado, tampoco se resignaba pensando que era un designio del destino, le seguía pareciendo una injusticia enorme y si existiera un responsable, antes de morir lo buscaría y lo mataría con sus propias manos, por lo tanto, cuando abrió los ojos y se encontró en la habitación de un hospital, con sus padres en lugar de Harry, se sintió estafado y engañado.

    Las primeras horas habían sido una total confusión, su cuerpo se agitaba sin control y él no podía siquiera hablar para protestar, simplemente se preguntaba por qué Harry lo había llevado con ellos cuando expresamente le pidió que no lo hiciera. Entonces fue que la idea de que algo malo le hubiera ocurrido a Harry apareció en su mente, lo que consiguió desesperarlo más, no mostrándose colaborador con lo que sea que esos medimagos y enfermeras le estuvieran haciendo; hasta que finalmente los espasmos fueron desapareciendo poco a poco.

    —Es un alivio que por fin haya despertado —dijo el medimago Norman, Draco sabía que era el medimago de la familia y él que normalmente se encargaba de la salud de ellos.

    —¿Entonces por fin podremos llevárnoslo a un lugar más adecuado? —preguntó Lucius, mirando con alivio a Draco.

    —¿No ha quedado algún tipo de daño? Los otros medimagos dijeron que podía quedar alguna secuela…

    —Eso, señora Malfoy, es algo que tendremos que esperar para comprobar, por lo pronto es un gran paso que haya despertado y que parezca atento a lo que ocurre alrededor —dijo el medimago Norman, mirando a Draco con detenimiento antes de pasarle un vial con una poción azul a una de las enfermeras y haciéndole un ademán con la cabeza para que se lo suministrara a Draco.

    Draco sentía su garganta arder, boqueó un par de veces, intentando que algún sonido saliera de ella, pero no le fue posible, sintió las manos suaves de una de las enfermeras sobre su nuca y por fin colaboró, sentándose para que le dieran la poción. La tragó con dificultad pero la sensación de alivio que dejó en su cuerpo valió el mal sabor.

    —¿Harry? ¿Dónde está? —preguntó tras varios intentos de hacer que su voz saliera, sus padres que, pese a no despegar la mirada de él, seguían conversando con el medimago Norman, dejaron de hablar, observándolo como si le hubiera salido una cabeza extra.

    —Harry Potter, ¿Dónde está? —volvió a preguntar, mientras movía sus pies lentamente, calculando cuánta fuerza tenía, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que… bueno, no sabía siquiera qué era lo que había pasado o cuánto tiempo llevaba inconsciente, y lo más probable era que tuviera que escapar con prisas de aquel lugar, y lo mejor era tener en claro cuáles eran sus opciones.

    —Potter —siseó Lucius, caminando hasta él. Narcissa lo siguió y se colocó al lado de Draco, sujetando su mano con fuerza.

    —No sabes lo terrible que ha sido esto, verte inconsciente sin saber si es que despertarías pronto… todo lo que hemos sufrido por este terrible ataque… —empezó a decir Narcissa, llamando su atención y con los ojos húmedos.

    —¿Ataque? ¿Acaso lo saben ya, lo de la enfermedad?

    —No existe tal enfermedad —respondió Lucius, mirándolo severamente, Draco supo instantáneamente, con solo darle una mirada a su padre, dos cosas: primero: que estaba en serios, pero muy serios problemas; y segundo: que probablemente se había perdido algo muy importante, pues la negación de Lucius a la enfermedad era demasiado segura y decidida como para tomarla por equivocación o ignorancia.

    —Oh, es un alivio que esa mujer esté muerta… un alivio, y por fin has despertado —Draco dejó que su madre lo jalara, lo abrazara y besara, mientras las lágrimas que ella derramaba resbalaban por su cuello.

    —Madre… No entiendo nada, ¿dónde está Harry?

    —Harry —siseó Lucius, entrecerrando los ojos. Draco tragó duro, allí estaba lo que había hecho enojar tanto a su padre, claro, ¡cómo había podido olvidar ese detalle!

    —Sí, Harry —dijo, a pesar de todo, con voz firme y sin querer mostrar una pizca de miedo, después de todo, ya no le tenía tanto miedo como antes. —Harry estaba conmigo, y debe haberme traído, o contactado con ustedes… Lo cierto es que no recuerdo mucho, pero él podría explicármelo.

    —Muy buenas las amistades que haces, Draco —negó Lucius, haciendo un gesto hacia los medimagos y enfermeras que aún permanecían en la habitación, para que se retiraran, durante los últimos días había conseguido hacer un pasaje hacia la habitación contigua, la cual su personal usaba ahora como sala de descanso para no tener que compartir el espacio con el resto del personal del hospital; en cuanto el medimago Norman cruzó la puerta, Lucius la selló, con el ceño fruncido y mirada amenazante, se volvió hacia Draco.

    —No me importa lo que pienses de mis amistades —respondió rápidamente Draco, antes de dejar a su padre hablar.

    —Tú queridísima ex esposa Katrina, ha muerto —anunció Lucius, en voz baja y lenta, Draco sabía que esa forma de hablar significaba que la furia iba en aumento.

    —¿De qué estás hablando? ¿Ex esposa? ¿Muerta? —preguntó Draco, mirando a Narcissa con interrogación y luego hacia Lucius.

    Lucius entonces le narró, de manera bastante detallada, la forma en que Katrina los había engañado y hechizado para que se fueran a Francia; también le explicó que había descubierto el affaire de Katrina con aquel otro hombre: Ivanovich Korsakov, un muchacho demasiado ambicioso que no dudó en aceptar una gran cantidad de oro a cambio de irse a América y apartarse de ella. Por supuesto que no comentó aquel encuentro con nadie, menos aún con Draco, pero por eso insistía en que tuvieran pronto un hijo.

    —Al parecer Hieb, junto con el padrino de esa mujer, lograron llevarte del lugar en el que te estabas quedando y trataron de ejecutar el hechizo para intercambiar la magia, estoy seguro que pronto podrás leer todos los historiales médicos, sé que tuviste algunos problemas cuando ingresaste a este sitio, pero te estabilizaron y eso es lo importante —concluyó Lucius, mientras caminaba de un lado al otro de la habitación.

    —Espera… —Draco se presionó la frente con un par de dedos y cerró los ojos, tratando de entender, su mente aún se sentía demasiado confundida —¿entonces no…?

    —Por supuesto que no, hijo, claro que no —respondió Narcissa.

    —Oh…—Draco entrecerró los ojos —¡Maldita perra!

    —¡Draco! —regañó su madre.

    —No me lo puedes negar, madre, lo es —insistió Draco.

    —De acuerdo, puede que tengas razón — asintió Narcissa.

    —Pero, aún no me has dicho, padre, ¿cómo es que me sacaron de ese sitio? —preguntó Draco, luego de un momento más, su padre definitivamente seguía ansioso.

    —Claro, claro —Lucius se detuvo en medio de la habitación y lo miró con frialdad —, este es el punto delicado: Harry Potter te rescató, porque al parecer tú y él estaban viviendo juntos, o quedándose juntos, luego de haber estado fuera del país, ¡juntos! —gritó la última palabra, Draco arqueó una ceja y Narcissa negó con la cabeza.

    —Las cosas que Draco haya hecho durante este tiempo no tienen importancia, Lucius —defendió Narcissa —, pensaba que iba a morir, no puedes criticarlo por eso.

    —¿Dónde está Harry? —preguntó más bien Draco, obviando la defensa de su madre y preocupado —; dime que no le dio ningún hechizo y que no cayó herido.

    —No, no ha caído herido, ni le ha dado ningún hechizo, es más, está muy bien, según tengo entendido, mucho mejor que antes… —Lucius arqueó una ceja y Draco frunció el ceño.

    —¿Qué es lo que quieres decir?

    —Vamos, Draco, yo te eduqué, sabes muy bien lo que quiero decir, ¿acaso pensaste que no lo investigaría? ¿Qué no buscaría información acerca del sujeto que ha estado viajando durante los últimos siete meses con mi hijo?

    —Tu información está errada, Harry no tiene ni ha tenido ningún problema, y justamente ahora lo que quiero es hablar con él.

    —Eso va estar difícil, y sólo para que quede claro, mi información no es incorrecta, tengo pruebas, documentos, fotografías… tú pide el tipo de información y yo te la entregaré.

    —¿Por qué va estar difícil verlo? —preguntó Draco en lugar de responder a las provocaciones de su padre.

    —Se ha marchado. En cuanto nosotros llegamos nos contó lo que había pasado, y no podrás negar que su servicio de rescate merecía un buen pago, pues si no hubiera llegado a tiempo en este momento tendríamos un nieto ilegítimo y tú estarías muerto, en fin, le dimos las gracias respectivas y luego se fue, dijo que ya no volvería.

    —Harry no puede haberse marchado —negó Draco rápidamente —, ¿qué le has hecho, padre?

    —¿Realmente crees que soy tan estúpido como para hacerle algo al famoso Harry Potter? Pasa que todo el Reino Unido se ha enterado ya de que él te rescató, la prensa lo agobiaba —Lucius negó con la cabeza y suspiró —, le he dado mucho oro y él me ha dejado una carta para ti —Lucius sacó del bolsillo de su túnica un sobre oscuro y sellado, que, con lentitud extrema, colocó sobre la cama de Draco —me dijo que lo habías ayudado y que de alguna manera ahora estaban a mano, pero que no estaba preparado para estar aquí, que ahora que sabía que no morirías se podía ir tranquilo.

    —Eso no es cierto —siseó Draco, incrédulo aún.

    —Los titulares no hacen más que especular acerca de ustedes y las razones que Potter pudo haber tenido para reaparecer luego de casi cuatro años, para rescatarte, sin contar que empiezan a cuestionar las razones por dicho alejamiento del mundo mágico.

    —No me interesan los titulares. No me creo que Harry se haya marchado, él no haría eso.

    —Bueno, he comprobado que Potter ha hecho muchas cosas que nadie esperaría que hiciera —contraatacó Lucius.

    Draco entrecerró los ojos, su cabeza empezaba a sentirse adormecida y no quería caer en las provocaciones de su padre.

    —Querido —dijo entonces Narcissa, de manera más cariñosa —, has pasado por mucho, no es el momento para discutir nada, debes tratar de recuperarte, eso es lo que debe importarte ahora.

    —Quiero estar solo —murmuró Draco, sin mirar a sus padres y tomando con manos temblorosas el sobre de color oscuro, como ellos no hicieron ningún gesto de abandonar la habitación, repitió de manera más enérgica: —¡Quiero estar solo!

    —Eso no es posible —negó Lucius.

    —Estás débil y confundido, lo mejor es que duermas un poco, cuando despiertes estarás en un lugar mucho más cómodo y tranquilo —continuó calmadamente Narcissa, acariciándole con cariño el cabello e instándolo a que se recostara.

    —No… yo quiero leer esto y luego…

    —No irás tras ese muchacho, Draco —atajó rápidamente Lucius, acercándose más a él y mirándolo de manera impetuosa, Draco tuvo un recuerdo de cuando era niño y su padre le prohibía hacer determinadas cosas y el pánico que esa mirada ocasionaba en él, sólo que esta vez no consiguió asustarlo tanto como en el pasado.

    —Lo que yo haga o no haga, padre…

    —Todos especulan acerca de ti, de Katrina y su hijo ilegitimo y de tu intimidad con Potter, y francamente hay que ser demasiado estúpido para no saber qué es cierto, pero sea lo que sea que hayas tenido con él, termina aquí mismo, no tengo deseos de ver a la familia en más escándalos de los que ya se encuentra.

    —No tiene por qué ser un escándalo, es mi vida, después de todo, y tengo derecho a hacer con ella lo que quiera.

    —Eres un Malfoy y punto. Al parecer el creer que ibas a morir ha sembrado en ti ideas extrañas, sin embargo estoy seguro de que en cuanto te recuperes te sentirás avergonzado por la escena que estás protagonizando. Ahora lee tu estúpida carta y luego recuéstate a dormir, tenemos un horario que cumplir —ordenó Lucius, Draco sintió las manos de Narcissa acariciarlo con cariño en la mejilla, pero se sentía tan enojado que se apartó con brusquedad.

    —¡Draco!

    —Déjenme leer en paz —negó Draco, abriendo el sobre y desdoblando las hojas, aparentemente arrancadas de un cuaderno, Draco entonces se preguntó si es que eran del cuaderno de viaje que Harry había estado escribiendo. Le dio una mirada más a sus padres, ambos ahora al fondo de la habitación, hablando en murmullos y mirándolo de reojo, suspiró profundamente y comenzó a leer:

    Hola Draco:

    Sabes que me da mucha alegría que todo esto no hay sido más que un vil engaño, que realmente no estés muriendo y que tengas una vida por delante.

    También sabes muy bien cuán agradecido estoy por todo lo que hiciste por mí, lo mucho que te aprecio por eso, y que el poder salvarte de tan terrible destino no ha significado ningún sacrificio para mí, todo lo contrario, es una manera de demostrarte mi gratitud. Podría decir que estamos a mano.

    Tus padres te darán esta carta, lamento no poder dártela en persona, pero desde que te llevé a San Mungo (no sabía a dónde más llevarte) no he podido encontrar un minuto de paz, los periodistas están aquí todo el día, y los aurores han revelado demasiada información respecto a nosotros, temo que encuentren también la razón por la cual me aparté de aquí en el pasado… me entiendes, ¿verdad?, sabes que necesito paz y tranquilidad, que este tipo de situaciones me ahogan y que no podré soportarlo, y no quiero… verdaderamente no quiero estar aquí porque sé la tentación que significa para mí.

    Gracias por todos los buenos momentos que hemos pasado, me has hecho muy feliz y espero que yo también te haya hecho feliz a ti. Ahora debo irme, buscar mi propio camino y espero que tú también consigas encontrar el tuyo.

    Harry.


    *O*O*O*



    No iba a llorar, no iba a gritar ni tirar cosas, no iba a demostrar sus sentimientos… Draco se repetía lo mismo una y otra vez, cubierto con sus mantas hasta la cabeza y los ojos cerrados, suponía que la poción que le habían dado unos momentos antes era para relajarlo, y estaba surtiendo efecto, pues se sentía adormecido y sin fuerzas para moverse, incluso su mente parecía ir más lento; según había escuchado lo trasladarían a la Mansión, para que descansara en un ambiente mucho más adecuado que, según sus padres, esa reducida y menesterosa habitación. Por lo pronto no se interesaba mucho de lo que pasaba alrededor, había dejado de tener sentido, todo había dejado de importar porque tenía entre las manos una carta donde Harry se despedía de él, no le decía que se encontrarían pronto, no le decía que se reunirían en determinado lugar, no, simplemente le decía adiós. Draco, que por lo general le daba bastante vueltas a las cosas antes de tomar alguna decisión, se encontraba demasiado agobiado como para meditarlo siquiera.

    —Dentro de unos segundos te sentirás relajado —dijo la voz del medimago Norman, mientras le levantaba las mantas para descubrir su rostro. Draco parpadeó y no contestó.

    —Duro trago el que has tenido que pasar —murmuró entonces el hombre, Draco sabía que estaba tratando de evitar que sus padres lo escucharan —, la próxima vez podrías acudir a mí, ¿sabes? En verdad sí mantengo los diagnósticos de mis pacientes en privado.

    —Claro —farfulló Draco, girándose completamente para darle la espalda al hombre, que soltó un audible suspiro.

    Efectivamente, un instante después Draco sintió como su cuerpo se iba relajando mucho más y los sonidos de derredor desapareciendo, en cuestión de minutos estaba completamente dormido.

    *O*O*O*



    Cuando volvió a abrir los ojos ya era de día, estaba en su habitación, en la Mansión, las cortinas estaban abiertas y podía ver el frondoso bosque, ahora blanco por el invierno, podía sentir los ruidos de dos personas conversando a su lado, sin embargo no se movió aún, no recordaba haber apreciado la vista que tenía desde su dormitorio en mucho tiempo, ni siquiera cuando había regresado a Inglaterra luego de su exilio en New York, aquella vez había mirado su habitación con cariño y aprecio y luego se había detenido en la ventana tal vez unos segundos, antes de quitar la decoración que había dejado de estudiante, para cambiarla a algo más acorde con su edad. Sin embargo ahora todo era diferente, la vida le era diferente y disfrutar de esa vista y de estar en casa, vivo, era algo que debía valorar.

    La carta de Harry aún estaba entre sus manos, suspiró un poco e inmediatamente las voces cesaron y fueron reemplazadas por pisadas, una mujer de cabello cano y mirada amable apareció en su campo visual.

    —Veo que al fin ha despertado —dijo, haciendo un asentimiento con la cabeza.

    —Así parece… —Draco intentó sentarse, pero un pequeño mareo lo detuvo.

    —Lo mejor es que no se apure, aún está algo sedado, es normal que se sienta mareado, e incluso algo lento… Es necesario seguir dándole algunas pociones de este tipo hasta que se recupere por completo, su cuerpo aún está sanando, y esas pociones son necesarias para evitarle el dolor.

    —Odio las pociones —farfulló, tomando una profunda bocanada de aire y cerrando los ojos.

    —No me extraña —respondió la mujer.

    En ese momento sintió la puerta de su habitación abrirse, sus padres habían llegado nuevamente en compañía de una mujer más, al parecer otra enfermera.

    —Querido, que bueno que ya despertaste —dijo Narcissa, acariciándole el cabello.

    —Te presento a Madame Helena —presentó Lucius a la mujer de mirada amable que había estado hablando con él —, y a Madame June —la segunda mujer, de cabello oscuro y mucho más joven le dio una tímida sonrisa —, serán tus enfermeras por los próximos días, hasta que te encuentres completamente estable.

    —No necesito una enfermera, padre, sin ofenderlas —aclaró Draco, hacia las mujeres, se sintió enfadado por sentir su lengua trabándose.

    —El medimago especificó claramente que necesitas cuidados, no hemos querido llevarte a ninguna clínica, no hay lugar más seguro que este, no queremos que la prensa se cuele y consiga más información aún.

    —Padre, sinceramente, ya estoy grandecito como para tomar mis propias decisiones.

    —Obviamente no, y tu proceder es la mejor prueba de ello —Lucius, con su mirada furiosa, hizo un gesto a las dos mujeres para que se retiraran, ambas lo miraron con algo de miedo y salieron rápidamente.

    —Sigues tratándome como a un niño, llamándome la atención delante de extrañas —protestó Draco, tratando de sentarse mejor en la cama, aunque aún se sentía demasiado mareado e inestable.

    —Draco, quiero dejar de discutir contigo sobre este asunto, así que aclaremos algunas cosas: te enteras que padeces de una enfermedad mortal, gracias a un medimago que nunca antes habías visto, y en lugar de buscar a un medimago de confianza, como Norman, o comentar el problema con nosotros, te das a la fuga porque crees que es lo mejor para alguien que está a punto de morir, y no sólo eso, sino que de la mano de un ex drogadicto héroe caído. Es más que seguro que tu comportamiento inadecuado se debe a tu juventud e inexperiencia, no podemos permitir que te descuides más. Por lo pronto te quedarás aquí, hasta que seas capaz de levantarte, y luego te trasladaremos a Francia, mientras que nosotros vemos qué hacer para limpiar un poco el nombre de nuestra familia, que está por los suelos porque mi hijo, alguien a quién yo consideraba inteligente, se dejó engañar por una estúpida bruja desesperada y se largó de fiesta por el continente con Harry Potter.

    —Lucius, acordamos discutir esto luego, cuando Draco estuviera mejor —objetó Narcissa.

    —No hay problema, madre, de todas maneras no me interesa discutir esto ahora, ni nunca —replicó Draco, volviendo a acostarse en la cama y cubriéndose con las mantas hasta la cabeza.

    —¡Claro! —exclamó Lucius —, ese es el comportamiento que espero de nuestro heredero, actúas como un niño engreído.

    —¡Lucius! —reprochó Narcissa.

    —De acuerdo —suspiró Lucius, Draco podía sentir, por el timbre de su voz, que su paciencia se estaba agotando —, vamos a dejarlo descansar, hablaremos luego.

    —No… no hablaremos luego —respondió Draco en voz muy baja, cuando sus padres salieron de la habitación, aún cubierto por las sábanas y notando recién que el anillo de la familia había vuelto a su dedo, el peso se sentía extraño ahora, casi como si no lo hubiera llevado durante toda su vida.

    *O*O*O*



    —No está en ninguna de las clínicas donde el medimago Norman trabaja regularmente —contó Ron, mientras comía junto a Hermione, Harry, George y Luna, una gran pizza en la sala del departamento de Draco, que Harry seguía ocupando porque tenía la esperanza de que si Draco lo buscaba, el primer lugar que miraría sería allí.

    —Tampoco ha abandonado el país, ni por la vía muggle o mágica —continuó Hermione.

    Harry se rascó la cabeza y observó a Tobby por un momento, el perro había empezado a llorar por las noches y Harry suponía que se debía a la prolongada ausencia de Draco.

    —Tal vez si hubiera algún hechizo de ubicación… —suspiró Luna.

    —No, ya no hay tal, y de todas maneras yo nunca pude ubicarlo, era él quien me podía ubicar a mí —contestó Harry, que ya les había contado casi todos los pormenores del viaje y su convivencia con Draco, evitando algunos detalles vergonzosos. Sus amigos habían decidido seguir ayudándolo, sobre todo porque, aunque no lo decían en voz alta, Harry sabía que su concepto acerca de Draco había cambiado en los últimos días.

    —Seguramente se hubiera podido invertir para encontrarlo —opinó Hermione.

    —Creo que no nos queda más que ver en la Mansión, seguramente lo han llevado allí, al fin y al cabo ese sitio está lejos de la prensa, el medimago Kaufingerstrasse ha dicho que no lo pueden haber trasladado muy lejos porque aún necesita recuperarse —pensó Harry, en voz alta.

    —Creo que tengo un amigo que podría conseguir algo de información de la Mansión de los Malfoy, aunque probablemente quiera que le demos algo de oro por eso.

    —Eso no importa, yo puedo darle oro —contestó Harry rápidamente.

    —Pero eso sería allanamiento de morada, no podemos simplemente colarnos a la Mansión para buscarlo —negó Hermione.

    —No, no lo haremos todos, lo haré yo solo. Necesito verlo, estoy seguro que lo han engañado o que no sabe que sigo aquí… —Harry llamó a Tobby, que ya había terminado su comida y el perro se recostó sobre sus pies —, él no me dejaría, estoy convencido de eso.

    —Bien, bien —George negó con la cabeza y tomó otra tajada de pizza —, déjame ver si mañana lo puedo encontrar, es algo escurridizo.

    —Genial. Gracias. —agradeció Harry con una sonrisa, aunque por dentro se sentía demasiado preocupado, habían pasado ya tres días desde que Lucius lo había querido engañar y la ausencia de Draco lo hacía sentirse cada vez más triste.

    *O*O*O*



    Draco no comprendió el alcance de aquellas pociones que le estaban administrando hasta el cuarto día, cuando suspendieron su uso, durmió toda la mañana, como ya tenía por costumbre, pero cuando abrió los ojos, para la hora del almuerzo, su mente parecía haber despertado completamente, tenía aún en la cama la carta de Harry, no la soltaba nunca, como si de esa manera pudiera seguir unido a él pese a todo. Su padre no había vuelto a hablar con él, sabía, por su madre, que todas las noches, cuando llegaba, entraba a su habitación a verificar que realmente se encontrara bien, pero que también se abstenía de hablarle por el momento.

    Esa tarde, mientras almorzaba con desanimo la comida que le habían llevado, su mente comenzó a agilizarse, había leído la carta de Harry tantas veces que ya se la sabía de memoria. Y entonces se dio cuenta.

    —¿Podría llevarse esto, Madame Helena? —preguntó con educación hacia la mujer que lo cuidaba por las tardes, ella era muy amable y Draco sabía que no se merecía ningún desplante, después de todo ella no tenía la culpa de nada de lo que pasaba allí.

    —Pero aún no ha terminado, ha comido mucho menos de lo que normalmente come.

    —Lo siento, hoy no tengo ganas de comer —suspiró Draco.

    —Tal vez aún necesita más pociones… —dijo ella, mientras hacía levitar la bandeja.

    —No, no, nada de eso… quisiera caminar hasta el sillón de allá —pidió, mientras retiraba las sábanas.

    —Eso sí es bueno —dijo la mujer, convencida de que el ánimo del paciente iba mejorando.

    Draco se puso en pie, la alfombra se sentía cálida bajo sus pies desnudos, usaba una pijama abrigadora y rechazó ponerse la bata, caminó lentamente hasta el sillón que estaba orientado a la ventana, y apreció el paisaje por un instante, antes de sacar la carta de Harry y releerla con cuidado, poniendo atención a los detalles y a las palabras, imaginando a Harry decir esas palabras, como si lo tuviera delante. Media hora después, mientras Madame Helena salía de la habitación para darle un poco de tranquilidad, se convencía de que aquella carta era falsa, que Harry no era capaz de hacer algo así.

    —¿Dónde te has metido? —preguntó en un susurro, mirando el cielo blanco, empezaba una nueva nevada.

    *O*O*O*



    Se comportó bien durante el resto de la tarde y el día siguiente, calibrando cuál sería su próximo movimiento, podía intentar escapar de allí, pero eso no resolvería nada, no era cuestión de escapar como unos meses atrás, sino era hora de poner en claro las cosas, de tomar una decisión, podía quedarse allí y dejarse llevar por la corriente, aceptar sus obligaciones, como en el pasado, o darle la espalda a todo y empezar una nueva vida, buscar a Harry y a Tobby y regresar a aquella época en que había sido tan feliz.

    Trató de sonsacarle a su madre si es que sabía algo del paradero de Harry, pero fue imposible, y casi se estaba dando por vencido en cuanto a conseguir algo de información cuando, en la noche alguien más vino de visita a su casa.

    Por un instante Draco no sabía qué pensar, Lucius había llegado bastante contento, en compañía de Vincent Crabbe, ambos hablando animadamente sobre las acciones de una empresa que pronto se tendría que vender porque estaba a punto de quebrar y la idea de asociarse para sacarla a flote.

    Draco, sentado nuevamente en el sillón, con una revista de Quidditch sobre las piernas, los observó llegar.

    —Hola, hijo, me alegra verte levantado, me he tomado la libertad de permitirle a tu amigo Vincent subir, después de todo ha estado preguntando por ti desde que se supo de tu terrible accidente…

    —¿Accidente?

    —Hola, Draco —dijo el chico mirándolo de manera extraña.

    —Bueno, ¿preferirías que lo llamáramos ataque? —preguntó Lucius, con poco menos paciencia.

    —Es así como se llama —contestó Draco, luego le dio una mirada a Crabbe y se sonrojó un poco, recordando la última vez que lo había visto.

    —Creo que aún está algo afectado por todo esto —negó Lucius, dándole una mirada de disculpa a Crabbe.

    —No se preocupe, cualquiera lo estaría. —asintió Crabbe con educación.

    —En todo caso tu amigo ha venido a visitarte y creo que la compañía te hará bien, yo los dejaré solos, para que puedan conversar… no olvides que debes dormirte temprano, no se entretengan mucho —recomendó Lucius, dándole la mano a Crabbe.

    —No se preocupe, señor Malfoy, no lo entretendré demasiado.

    —Mira, Crabbe… —empezó Draco, en cuanto su padre cerró la puerta.

    —¿Cómo te sientes? —preguntó el chico, mirando hacia todos lados, parecía realmente preocupado.

    —Mejor, cada día con más fuerzas —respondió Draco —, y no te ofendas, pero lo último que deseo en este momento es tener compañía, han pasado algunas cosas y…

    —Te refieres a Potter, ¿verdad? —preguntó, Draco se sorprendió al ver algo de reproche en su mirada.

    —Como dije, no tengo ganas de hablar y… ¿mi padre te ha dicho que me digas algo?

    Crabbe suspiró y se dejó caer en otro de los sofás, algo en su comportamiento parecía completamente extraño y ajeno a él, Draco se preguntó si es que no se trataba de una trampa.

    —Draco, Draco —suspiró el chico, mirando su reloj —cuando me enteré de lo que había pasado no podía creerlo, eres el tema central de conversación en casi cualquier reunión: Draco Malfoy, el que fue engañado por su esposa, haciéndole creer que tenía una enfermedad mortal y que, en lugar de quedarse en Inglaterra a arreglar sus asuntos y pasar sus últimos días junto a su familia, decidió largarse en un crucero por todo Europa nada más y nada menos que con Harry Potter, muchos creen que eran amantes desde hace mucho tiempo….

    —Vaya, han hecho toda una novela de esto —replicó Draco con los dientes apretados.

    —Y lo peor de todo es que uno pensaría que has aprendido tu lección, que has entendido que la vida es una y es tuya y que debes hacer lo que se te plazca y no lo que todos te dicen que hagas.

    —Sobre eso…

    —¿Y qué es lo siguiente que pasa? —preguntó Crabbe, con voz más alta y enojada —, ¡Me entero que el niño ahora está buscando otra esposa!, pero dime, ¿qué tienes en la cabeza? Realmente no te comprendo, te quiero mucho, eres un gran amigo, pero realmente no te comprendo.

    —¿Otra esposa? ¿De qué demonios estás hablando?

    —Todos lo saben, te quieres casar pronto porque Katrina, quien nunca me simpatizó, tal como te había dicho antes, te engañó y casi te mata; y también para demostrar que no eres ningún homosexual, sino un hombre determinado a seguir con la tradición de la gloriosa familia Malfoy.

    —¿Qué…? —Draco negó con la cabeza, había demasiada información allí, además de muchas cosas que no encajaban. Miró detenidamente a su amigo —. Tú no eres Crabbe… —susurró.

    —¿No lo habías notado? ¡Por Merlín! Pensé que yo era único y reconocible, aunque estuviera en el cuerpo de alguien más, por cierto, debo decirle a Crabbe que deje de comer tantas pastas —dijo arrugando la nariz un poco y tocándose la barriga.

    —¿Blaise? —preguntó en voz baja, inclinándose hacia delante.

    —¿A quién más esperabas? ¿A Potter?

    Draco entrecerró los ojos y luego se acercó más a él.

    —¿Cómo sé que eres quien dices ser? Por mí y podrías ser hasta un periodista con mucha suerte para engañar a mi padre.

    Blaise, aún luciendo como Crabbe, se mojó los labios y se aproximó a él, para susurrarle al oído:

    —Tú y yo tuvimos sexo en mi habitación, en mi departamento en Poole, mientras Theo dormía la borrachera en la sala.

    —¡Blaise! —exclamó Draco, tirándose hacia atrás, mientras sentía sus mejillas arder.

    —Por cierto, aún estoy enfadado por lo que pasó ese día, mira que largarte sin más, como si yo fuera…

    —Lo lamento —Draco agachó la mirada, pese a que su amigo lucía como Crabbe, ahora que estaba seguro de su identidad se sentía demasiado apenado por todo lo que había pasado —, pensé que estabas en África.

    —Volví hace dos semanas, y me encontré con que te habían atacado —Blaise negó con la cabeza —, en un momento me transformaré, pero no puedo permitirlo, no quiero tener problemas —explicó mientras sacaba una botellita transparente y daba un largo trago —Crabbe no sabe tan bien, pero pese a eso no merece quedar en la mira de tu padre —hizo una mueca y luego suspiró. —Intenté verte en el hospital, no dejaban entrar a nadie, los medios estaban como locos, decían que eras el amante de Potter…

    —Escucha, Blaise, sobre lo que paso antes…

    —Oh, ¿entonces sí eres el amante de Potter?

    —No sé dónde está Harry ahora, han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos, pero hasta dónde sé, sí, estamos juntos.

    —Ya me lo imagino —Blaise suspiró profundamente y luego sonrió —, Hey, no te deprimas, vamos, no he venido para eso. Crabbe me contó lo que pasó en su oficina, lo hizo hace poco, luego de que los medios fueran más insistentes con el tema de que tú y Potter eran amantes, estaba muy avergonzado, pero dijo que tú le habías dicho que sí eras gay, entonces tu padre esparció el rumor de que estabas buscando una nueva esposa y pensamos que: o no habías aprendido nada con lo que había pasado, o que estabas probablemente encerrado, yo sólo he venido a comprobar cuál de las teorías es la correcta.

    —Vaya… no pensé que Crabbe hablara sobre eso…

    —Bueno, tuvo un poco de ayuda, ya sabes, un par de botellas de whisky siempre convencen hasta al más conservador —dijo, giñándole un ojo. Draco, por primera vez en días, soltó una pequeña risita.

    —Así que mi padre pretende encontrarme una esposa pronto… ¿no es algo descabellado?

    —Su hijo ha sido acusado de maricón y de cornudo, ¿qué esperabas que hiciera? No quiere que la gente lo señale ni se burle de él.

    —Bueno, es una lástima, porque así será.

    Blaise arqueó una ceja, mientras Draco se ponía en pie y caminaba hacia uno de los armarios con lentitud, era una lástima sentirse aún algo débil, pero sinceramente confiaba en que pronto todos los dolores desaparecerían.

    —¿Qué planeas?

    —Ya que estás aquí, ¿podrías hacerme un favor?

    —¿Un favor? ¿Qué favor?

    —Casi estoy seguro que Harry está en York, yo sé donde, no tengo mi auto aquí, sólo podría volar, pero no quiero caerme en medio de la nieve y terminar está vez de verdad muerto.

    —¿Qué quieres decir?

    —Vamos, ¿recuerdas la noche anterior a la boda con Katrina? Dijiste que podrías incluso ayudarme a escapar.

    —Ah… ¿En serio vas a escapar?

    —Más o menos, voy a aclarar algunas cosas con mi padre, luego me largaré de aquí, si me esperas podrías…

    —¡Por supuesto! —dijo Blaise, poniéndose de pie de un salto.

    *O*O*O*



    —No creo que sea buena idea, Lucius, es muy pronto —opinó Narcissa, mientras observaban los archivos de las posibles futuras esposas de Draco.

    —Pamplinas, ya ha pasado tres semanas, y para cuando la boda se realice habrán pasado algunos meses, lo más importante aquí es dejar en claro que Draco es un buen muchacho y que no hay nada defectuoso con él —explicó Lucius.

    —Exacto, padre —dijo en ese momento Draco, entrando al estudio, lucía un abrigo oscuro y tenía su varita en una mano, el anillo de la familia Malfoy, ese que había encontrado puesto en su dedo cuando despertó en la Mansión, había sido abandonado en la habitación, tal como la primera vez que había escapado —, no hay nada defectuoso conmigo, simplemente me gustan los chicos más que las chicas y prefiero pasar el tiempo con ellos.

    —Draco, ¿qué haces fuera de tu habitación? —preguntó Narcissa, levantándose.

    —Vengo a anunciarles que parto esta noche.

    —¿Partes? ¿De qué estás hablando? No puedes simplemente marcharte…

    —Sí, padre, si puedo, soy mayor de edad y estoy completamente recuperado, lo suficiente al menos para poder trasladarme, tengo cosas que hacer y no creo que sea buena idea que siga aquí, sobre todo si ustedes ya están planeando un nuevo matrimonio.

    —No sabes lo que dices —negó Lucius —, aún estás alterado por lo ocurrido, regresa a tu habitación y duerme, pronto tendrás todo más claro y te darás cuenta de lo insensato que suenas.

    —No, no lo haré, insensato fui al dejar que me engañaran, haciéndome creer que Harry se había ido, y dejando que me convencieran de que les hiciera caso. No me quiero casar, y definitivamente no soy simplemente un banco de esperma para fecundar a su nieto y tener a quién dejarle la herencia de los Malfoy. Me importa un bledo la herencia Malfoy, el buen nombre y todo eso… No me importa nada más que hacer lo que a mí me plazca, y eso, en este momento, es largarme y buscar a Harry.

    —No te puedes ir —dijo entonces Narcissa, mirándolo con pánico.

    —Ya lo estoy haciendo —respondió Draco, dándose la vuelta para salir —, en este momento estoy muy enfadado, pero no quiero que nos dejemos de hablar o algo así, simplemente quiero que acepten lo que soy y que no haré sólo lo que a ustedes se les dé la gana.

    —Si cruzas esa puerta, si te largas de esta casa, como tan valientemente pregonas, te quitaré el apellido, te quitaré todo el acceso a la fortuna, ya no serás un privilegiado, renunciarás a todo el estilo de vida al que estás acostumbrado, y veremos entonces si es que todo esto de ir haciendo por el mundo lo que se te da la gana suena tan buena idea, siendo un pobre sin un knut partido por la mitad —amenazó Lucius en voz baja.

    Draco se detuvo y giró hacia sus padres, dio una mirada a la elegante biblioteca y sonrió.

    —Hay cosas mucho más importantes que el oro, y yo he encontrado algo que vale la pena lo suficiente como para dejar todo esto.

    —Eso es tan trillado —replicó Lucius.

    —Tal vez lo sea, pero es cierto… Por mí y no me llamen Malfoy nunca más, si es que eso conlleva cargar todas esas obligaciones que me quieren imponer. Creo que sería más fácil que intentaran tener otro hijo que convencerme a mí de volver.

    —Te estás pasando de la raya, insultando tu apellido y a tus ancestros…

    —No lo hago, simplemente paso de sus tradiciones para vivir mi vida, padre —respondió Draco con voz firme.

    —Draco —lloriqueó Narcissa.

    —Les enviaré una carta —aseguró Draco hacia ella, antes de salir y dar un portazo.

    Antes de que Lucius, o Narcissa, pudieran detenerlo, corrió hacia la ventana más cercana, donde Blaise, que había conseguido un par de escobas de la Mansión, ya lo esperaba listo para partir.

    —¿Estás seguro que puedes volar? —preguntó hacia Draco, mientras lo veía montar.

    —Debo poder, vámonos antes de que activen algún hechizo de seguridad adicional o me quiten los derechos a retirarlos. —apuró Draco, mientras daba una patada en su escoba y se elevaba, junto a Blaise, en medio de la tormenta de nieve; se sentía agotado por sólo haber corrido esa corta distancia y su costado le dolía, pero nada le quitaría la determinación de salir de allí en ese momento.

    *O*O*O*



    —Tenemos cuatro planos diferentes, este lugar tiene tantas protecciones como el Ministerio —negó Ron, mientras observaba los planos elevados y tridimensionales que habían conseguido de la mansión Malfoy.

    —Es una locura, una completa locura —suspiró Hermione, observando las marcas rojas de los posibles hechizos de seguridad.

    —Tal vez debas esperar a que Malfoy decida aparecer, no creo que lo tengan encerrado durante toda la vida —opinó Luna, que lanzaba una pequeña pelota de goma a Tobby, para que corriera a alcanzarla.

    —No, no quiero esperar, ya han pasado demasiados días —dijo Harry, algo enfadado, mientras se dedicaba a estudiar su viejo libro de protección contra hechizos de magia oscura.

    —Estaba muy delicado, probablemente le está tomando más tiempo del esperado recuperarse —animó Ginny —, una vez que lo haga, podrá vendrá a buscarte, ya verás que todo esto es innecesario.

    —No es innecesario.

    —Harry, el allanamiento significa una condena en Azkaban —reiteró Hermione, como había venido diciendo desde que a Harry se le había ocurrido aquella idea.

    —Pues bien que valdría los seis años de condena con tal de… —se detuvo al escuchar el sonido del timbre en la puerta.

    —¿Eso ha sido…? —preguntó George, poniéndose en pie y frunciendo el ceño. Todos lo demás lo imitaron, mientas el timbre sonaba una vez más.

    —¿Un timbre? No sabía que esto tenía un timbre… —meditó Harry, tomando su varita y haciéndole gestos a los demás para que se quedarán detrás.

    El timbre sonó una tercera vez y Harry notó que no había mirilla en la puerta, tomó una fuerte bocanada de aire y abrió de un solo tirón la puerta.

    —¿Qué es lo que…? —su pregunta quedó a la mitad, mientras veía delante de él a Draco, lucía aún pálido y delgado, usaba un abrigo oscuro y traía la varita en la mano, detrás de él estaban, si la memoria no le fallaba, Vincent Crabbe y Blaise Zabini, luciendo cautelosos.

    —¡Harry! —exclamó Draco, con gran alivio, intentando acercarse a él, pero Harry retrocedió un par de pasos, levantando un poco la varita, detrás de él pudo ver a la comadreja y la sabelotodo apareciendo, ambos tenían las varitas en alto.

    —Alto allí —dijo lentamente Harry, mirando un instante a Draco y luego a Blaise y a Crabbe.

    —¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Draco sintió que el alma se le iba a los pies, no por la vergüenza que implicaría aquel desplante frente a sus amigos, sino porque empezaba a imaginar que tal vez esa carta era cierta.

    —¿Cómo puedo estar seguro que eres realmente tú y no otro disfrazado, como en el hospital?

    —¿Qué? ¿Qué pasó en el hospital? —preguntó Draco, cada vez más alterado.

    —Ya lo has escuchado, primero pruébame que… —pero Harry no pudo terminar de hablar, fue interrumpido por un unos brazos jalándolo y unos labios chocando con los suyos, se vio envuelto en medio de un beso desesperado y ansioso, tardó un instante en reaccionar, en que sus brazos envolvieran a Draco y que sus labios correspondieran de manera adecuada. No le importó para nada el ruido de sus amigos, que seguramente estaban observando la escena, ni los amigos de Draco, o Tobby, tratando de meterse entre ellos, nada importaba excepto que Draco estaba allí, tal como había esperado y soñado durante los últimos días, entre sus brazos, al fin.

    *O*O*O*



    La tormenta de nieve se había detenido al fin, la calle estaba iluminada y algunos autos pasaban con lentitud delante del edificio, realmente parecía una noche muy calmada, pero pese a todo, él no podía dormir. Sus amigos y los de Draco se había marchado varias horas antes, luego de que ellos comprobaran, más de una vez en realidad, que sí eran quienes decían ser y que todos compartieran una tardía cena.

    Tanto los amigos de Draco, como los de él se habían mostrado muy tolerantes entre ellos, e incluso parecían realmente animados de verlos al fin juntos, incluso Blaise, a quien Harry se había dedicado a observar durante buen rato, para tratar de adivinar si se había equivocado cuando había insinuado que estaba enamorado de Draco, parecía contento por el reencuentro. Draco y Harry se encontraron preguntándose si es que en el futuro todos ellos incluso podrían llegar a llevarse bien.

    En cuanto se quedaron solos ambos pudieron por fin dar rienda suelta a todos los deseos que tenían contenidos después de tanto tiempo de separación, y no podía negar que había disfrutado de cada segundo de aquello, la forma en que Draco lo estremecía, la forma en que lo acariciaba, y también se había deleitado recorriendo el cuerpo de él, amándolo poco a poco, sabiendo que ahora sí tenían todo el tiempo del mundo para hacerlo, pero…

    —Realmente voy a empezar a creer que no hago un buen trabajo contigo si es que no puedes dormir después de lo que hemos estado haciendo —reprochó Draco, que se había despertado unos minutos antes y había notado la ausencia de Harry, lo había visto desnudo, de pie frente a la ventana, completamente concentrado en la calle.

    —Lo siento, no quise despertarte —negó Harry, girando hacia él y sonriendo un poco —, y por supuesto que sí disfruté eso.

    —Entonces, ¿qué haces allí? —preguntó Draco, poniéndose en pie y caminando desnudo hacia él, la habitación tenía varios hechizos de calefacción por lo que no sintió tanto frío pese a que aún era invierno.

    —Nada —suspiró Harry, sintiendo a Draco abrazarlo por la espalda y recargando su peso contra él —, ¿no te estarás sintiendo mal, cierto?

    —No, no me estoy sintiendo mal —masculló Draco, dejando un par de besos en el cuello de Harry.

    —Volvamos a la cama entonces —propuso Harry, pero el abrazo de Draco se tornó un poco más fuerte, impidiéndole el movimiento.

    —Primero dime qué te pasa —susurró Draco, sintiendo en la forma de hablar y comportarse de Harry, que algo no iba del todo bien. Durante la cena y después de hacer el amor la primera vez ambos habían relatado lo que había ocurrido durante su separación, Harry parecía complacido por la determinación de Draco en dejar a su familia y no casarse más con ninguna chica, en tratar de vivir su propia vida, sin importarle el poco dinero que tenía ahora, además Harry había insistido en devolverle no sólo lo que le había dado en año nuevo, sino incluso los préstamos que le había hecho durante el viaje. Draco, siendo honesto con él mismo, había aceptado, sabiendo que eso era lo único en metálico que tenía y que debería aprovecharlo para salir adelante, ahora que no pensaba tocar la fortuna Malfoy, pues aunque efectivamente se trataba de vivir su vida, sabía que necesitaría oro para ello.

    —¿Por qué crees que algo malo me pasa? —preguntó Harry, también en voz baja.

    —No dije que malo —Draco suspiró profundamente y soltó a Harry, para encararlo —, pero es obvio que no estás contento… entendía que antes tuvieras problemas para dormir, cuando pensábamos que… bueno, que moriría, pero ahora…

    —No es que sea algo malo… —Harry miró a Draco con detenimiento y sonrió, antes de suspirar y observar nuevamente hacia la calle —, lo siento.

    —¿Lo sientes? —preguntó Draco, cada vez más confundido.

    —Es que… todo está pasando demasiado rápido —le dijo entonces Harry, Draco intuía, por su forma de hablar, que estaba hecho todo un lío y que necesitaría mucha paciencia con él.

    —¿Rápido? ¿Piensas acaso que esto es mala idea? —preguntó lentamente, obligándose a creer que no, que se estaba equivocando en su análisis, que Harry no pensaba dejarlo después de todo.

    —No sé qué pasará ahora… si quieres que… —Harry negó con la cabeza y ansió tener un cigarro a mano, sintió la mano de Draco sobre su hombro, acariciándolo con cariño y agachó la cabeza, demasiado avergonzado por no saber siquiera hacerse entender.

    —Suéltalo, Harry —insistió Draco, apretando un poco los labios.

    —¿Qué haremos ahora? Hemos estado prácticamente viviendo juntos durante los últimos siete meses, pero era distinto, estábamos fuera, lejos de casa y de la mayoría de problemas y responsabilidades, pero ahora has dejado de lado todo, tu familia, tu fortuna, todo y… —suspiró profundamente —. Tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno para haber dejado todo de lado de esa manera y que en algún momento…

    —Harry —interrumpió Draco con voz firme —, yo no dejé todo por ti, es cierto que tú tienes algo que ver, es decir… te amo, y me has enseñado tantas cosas…, pero lo cierto es que más que por ti, lo he hecho por mí, porque es mi vida y hoy la aprecio mucho más que antes, porque el tiempo que he pasado contigo ha sido lo mejor que he vivido, y no quiero que termine.

    —Draco, ya sabes que yo también aprecio mi vida mucho más ahora, y que es gracias a ti —asintió Harry, sintiéndose en el fondo algo aliviado por la declaración de Draco.

    —Aún te preocupa el futuro, ¿no es así? —preguntó Draco, sin dejar de verlo a los ojos.

    —Me preocupa no saber qué pasará, tus padres no se quedaran de brazos cruzados mientras su único heredero abandona todo; tú mismo no estás acostumbrado a vivir con restricciones en cuanto al oro, yo no soy más que alguien que aún no termina una carrera, alguien que no podrá darte todo lo que estás acostumbrado a recibir.

    —Mira que eres hipócrita —reprochó Draco —, no me interesa el oro, y sí, es cierto, no sé vivir sin cierta cantidad de comodidades, pero esas comodidades me importan un bledo comparadas a lo que es vivir al fin mi vida, y es lo que planeo hacer, y nada en el mundo me haría más feliz que tenerte a mi lado para hacerlo, pero si tienes tus dudas…

    —¡Yo no tengo dudas! —interrumpió rápidamente Harry, mirándolo con algo de pánico.

    —¿Entonces?

    —Tengo miedo —confesó finalmente Harry, reconociendo al fin lo que le preocupaba: miedo de muchas cosas, de no hacer feliz a Draco, de hacerlo arrepentirse de dejar todo de lado, miedo de no ser lo suficientemente fuerte.

    —Yo también lo tengo —susurró Draco —, de muchas cosas, menos de querer continuar contigo, creo que es lo único que no me da temor, porque estoy seguro que es algo que funcionará, que es algo que vale la pena.

    —Draco… —Harry se sintió sobrecogido por aquella confesión, sin saber exactamente qué contestar.

    —Te amo —continuó Draco, jalando a Harry para abrazarlo con fuerza —, ¿tú aún me amas?, como cuando estábamos en Andorra, en ese bosque, esa madrugada… ¿aún me amas de esa manera?

    —Más que eso —murmuró Harry, apretándose contra Draco y sintiendo su cuerpo caliente y reconfortante.

    —Allí lo tienes, no tengas miedo, seguramente no siempre será fácil, no te prometo que lo sea, no soy una persona simple… pero créeme que te amo y que haré todo lo que pueda por hacerte feliz —Draco se apartó de él y le dio un beso en los labios.

    —Yo también soy complicado —reconoció Harry —, y desordenado, y quiero estudiar y probablemente pase días sin poder verte y…

    —Yo nunca he tenido una relación real con nadie, ni siquiera con Katrina, y me gusta tener el control y te aseguro que discutiremos mucho, pero ¿sabes qué?, quiero intentarlo, en serio Harry… No te pases más tiempo pensándolo, lo haremos funcionar, lo verás.

    Harry sonrió más ampliamente, aún entre los brazos de Draco, observándolo con cariño, había pasado tantos días soñando con tenerlo así, para él, y ahora que por fin lo conseguía arruinaba todo con dudas que no tenían siquiera razón de ser.

    —Lo siento, soy un poco tonto…

    —Bueno, eso es algo que ya sabía, Potter —se burló Draco, sabiendo que el momento de tensión había pasado y acariciando con lentitud la espalda de Harry.

    —Pues gracias por lo que me toca —respondió Harry, haciendo un mohín de descontento.

    —Oh… ¿te has ofendido? —preguntó Draco, acercándose para besarlo, pero Harry apartó el rostro.

    —Eres un tonto.

    —No, no crees que soy tonto —continuó Draco, acercándose nuevamente a él y consiguiendo besarlo, sus manos acariciaron con más fuerza la espalda, pegándolo a su cuerpo desnudo.

    —Mmm… —Harry suspiró complacido y se apartó de los labios de Draco para bajar por la mandíbula y seguir por el cuello, tomándolo por las caderas —, ya que tú no estás dormido, y yo tampoco… —insinuó, frotando sus caderas con las de Draco.

    —Pensé que ya estarías agotado —jadeó Draco, complacido por la forma en que Harry lo estaba besando en el cuello e inclinando la cabeza un poco para darle más espacio.

    —Parece que ya no lo estoy tanto —sonrió Harry, volviendo a sus labios.

    Draco se dejó besar por un largo rato, mientras sus manos recorrían los hombros de Harry, acariciándolo con lentitud y sintiendo su deseo renacer, cuando se apartaron un poco ambos jadeaban y estaban visiblemente más excitados.

    —Oh… —Draco sonrió un poco —ya veo —susurró, su mano voló hasta la erección de Harry y lo observó cerrar los ojos y jadear mientras comenzaba a acariciarlo con lentitud.

    —Draco…

    —Ven —instó Draco, empujándolo un poco hasta llevarlo a un sillón que había al lado de la ventana, haciéndolo sentarse en el antes de dejarse caer de rodillas entre sus piernas abiertas.

    —Oh… —Harry jadeó mucho más fuerte y con una mano acarició el cabello largo de Draco, mientras que con la otra se sujetaba de uno de los brazos del sillón, conforme esa lengua comenzaba a recorrer su miembro con extremada lentitud —Draco, por favor…

    —Un poco de paciencia, Potter —se burló Draco, antes de abrir la boca y dejarse caer sobre el miembro de Harry, se complació al escuchar su gemido y lo miró a los ojos un instante, mientras empezaba a subir y bajar, lentamente al inicio, para después hacerlo a más velocidad, apretando los labios y presionando la lengua contra el glande, los dedos de Harry jalaban su cabello con fuerza, mientras jadeaba cada vez más fuerte.

    —Para… no quiero que… ¡Draco! —gimió Harry, arqueándose y sintiendo su orgasmo trepar por sus huevos, pero fue detenido por la mano de Draco, presionando la base.

    —Aún no —jadeó Draco, trepando sobre él hasta sentarse en su regazo y comenzando a besarlo. Sintió la mano de Harry sobre su miembro, acariciándolo con fuerza y rapidez, mientras el beso se salía de control.

    —Dios, no sabes cómo me pones —gimoteó Harry, apartándose de sus labios e invocando silenciosamente a su varita.

    —Harry… —Draco se arqueó un poco más contra él, de tal manera que ambos miembros entraron en contacto, sintió claramente los dedos de Harry, embadurnados de lubricante, tratando de colarse entre sus nalgas y abrió un poco más las piernas, dándole acceso. —Apresúrate —instó, levantando las caderas y tratando de alinearse con el miembro de Harry, brillante por el lubricante.

    —Ahora eres tú el impaciente —reprochó Harry con una media sonrisa y lo tomó de las caderas, permitiéndole a Draco tomar el control.

    Draco pasó una mano hacia atrás y tomó con firmeza el miembro de Harry y, ansioso como estaba, se empaló sobre él con fuerza, sintió su interior estremecerse por la dolorosa y a la vez deliciosa invasión, y se dejó caer hacia delante, sobre el pecho de Harry, de tal manera que su propio miembro era presionado entre ambos cuerpos.

    —Harry… —jadeó, sintiendo sus hombros ser besados y lamidos con lentitud.

    —Te amo —dijo entonces Harry, acariciándole la mejilla con cariño, Draco asintió y lo besó en los labios, mientras levantaba las caderas y se dejaba caer nuevamente sobre él, sintió el gemido de Harry sobre sus labios y deleitándose con eso, continuó con el mismo movimiento, una y otra vez.

    Harry lo tomó de las caderas y sin dejar de besarlo en los labios, el cuello y cualquier parte de piel a su disposición, comenzó a darle el encuentro a las lentas y deliciosas embestidas de Draco, sintiéndose apretado y caliente.

    Draco sentía sus piernas cansadas, sabía que probablemente debería descansar un poco más antes de empezar con aquellas faenas de largas horas de sexo salvaje, pero no se podía detener, no ahora que estaba tan cerca… empezó a moverse con más rapidez aún, sujetándose de los hombros de Harry y sintiéndolo arquearse y gemir de placer.

    —Draco… —Harry soltó sus caderas y lo abrazó con fuerza y en un loco impulso, y haciendo fuerza con las piernas, lo levantó.

    —¡Harry! —gritó Draco, sorprendido por el movimiento repentino, pero no se quejó más, mientras se sentía transportado en el aire y su espalda daba contra la fría pared, apretó sus piernas en torno a las caderas de Harry y se aferró a sus hombros con fuerza, para evitar caerse, y entonces Harry comenzó a moverse, haciéndolo sentir mucho más invadido y a la vez caliente, su próstata era rozada en cada movimiento y una corriente eléctrica le recorría la espalda.

    —Dios… eres tan hermoso y tan caliente —jadeó Harry, empujándose con más fuerza en el interior de Draco, estaban tan pegados el uno al otro que sentía la forma en que el miembro de Draco se endurecía cada vez más entre el abdomen de ambos.

    —Oh… Sí… Así… no te pares —pidió Draco, en medio de gemidos, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza hacia atrás, mientras llegaba a la cúspide del placer.

    Harry empujó con mucha más fuerza, hasta que sus piernas temblaron y el orgasmo estalló con fuerza, su abdomen y parte de sus hombros y brazos salpicándose con la corrida de Draco, que gemía también sin control.

    —Harry… —jadeó Draco finalmente, mientras se sentía resbalar por la fría pared, aún con las piernas y brazos alrededor de Harry, formando un enredo de miembros.

    —Es… es una suerte que de verdad no tengamos vecinos —declaró Harry un instante después, saliendo lentamente de Draco y jalándolo para abrazarlo.

    —¿Te refieres a todos los gritos que sueltas? —preguntó Draco, dejándose envolver nuevamente por los brazos de Harry y considerando seriamente no levantarse al día siguiente por lo agotado que se sentía.

    —Mira quién habla —se burló Harry, dejando un beso en su mejilla, antes de soltar una risita.

    —Presumido —masculló Draco, sonriendo un poco.

    —Sabes… —suspiró Harry —, definitivamente creo que esto sí va funcionar —, declaró con voz seria, apartándose un poco para verlo a la cara.

    —Lo hará, ya lo verás —afirmó Draco.

    *O*O*O*

    FIN

     
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  8. sakura87
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    ME ENCANTO ESTA HISTORIA ES HERMOSA :=yeahyie: :=amors:
     
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  9. Kari Tatsumi
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    UN VIAJE HACIA LA VIDA

    EPILOGO




    Cinco años después…

    Draco tomó una profunda bocanada de aire, tratando de recobrarse un poco, escuchó la carcajada de Harry y levantó la mirada, un poco ofendido.

    —Oh… ¿Demasiado para ti? —preguntó Harry con burla, aunque también se sentía cansado.

    —Mas quisieras, Potter —replicó Draco, irguiéndose finalmente, sus piernas aún temblaban un poco, pero ya sabía que no era nada más que un poco de cansancio, que todavía podía dar más —, te hago una carrera a la casa.

    —Por mí, encantado, pero siempre eres tú el que no sabe perder y no quiero que después… —pero Harry no pudo terminar de hablar, pues Draco había empezado ya a correr hacia la casa, Tobby, contento y meneando la cola, como siempre, iba detrás de él, Harry rugió de frustración por haber sido engañado, y comenzó a correr, tratando de alcanzar a su competidor, y no fue hasta varios metros delante, que por fin lo alcanzó, Draco soltó una risita, pero no bajó el ritmo, y no pararon hasta la reja de madera que separaba su propiedad del camino y del bosque.

    Entraron a la casa empujándose un poco con los hombros, ambos ansiosos de llegar a las botellas de agua que habían dejado preparadas sobre la mesa de la cocina, Harry llegó primero y destapó con rapidez una botella y se la pasó a Draco, antes de tomar la suya, en silencio los dos dieron largos tragos, hasta que se sintieron lo suficientemente repuestos para hablar.

    —Le daré un poco de agua a Tobby —dijo entonces Draco, abriendo el grifo de agua y dejando caer una buena cantidad sobre el tazón.

    —Estoy agotado —comentó entonces Harry, quitándose la sudadera y mostrando su cuerpo brillante por el sudor.

    —Y sucio además —hizo notar Draco, dándole una palmada en la cabeza a Tobby, que ya había empezado a beber también, seguro tan agotado como ellos.

    —Mmm… —Harry deshizo el nudo de sus pantalones deportivos y le dio una mirada traviesa a Draco —, dentro de poco me tengo que ir, pero…

    —Deberás tomar una ducha primero —apuntó Draco, mientras se ponía en pie y se quitaba la sudadera también.

    —Efectivamente —sonrió Harry abiertamente, antes de que Draco lo alcanzara en sólo dos pasos y le diera un profundo beso, esos que Harry ya había aprendido a identificar como prometedores.

    No se dijeron más y en silencio, y con pasos veloces, ambos subieron de dos en dos los escalones que daban al segundo piso, donde estaban las habitaciones; habían comprado esa casa hacía casi cuatro años, aunque Harry no había entendido para qué necesitaban tantas habitaciones, no se había negado, pues el lugar estaba alejado del bullicio de la ciudad, aunque no muy lejos de ella y tenía un enorme jardín, ideal para que Tobby pudiera correr a sus anchas, cosa que no podía hacer en el departamento que habían compartido el primer año desde su vuelta a Inglaterra.

    Se desnudaron con prisas y se metieron bajo el chorro de agua fresca, Harry tomó el jabón y comenzó a pasearlo por el cuerpo de Draco, buscando, más que limpiarlo, excitarlo, y por la forma en que Draco gemía, sabía que lo estaba consiguiendo.

    Draco no se quedó atrás y pronto también tuvo sus manos paseando por la piel de Harry, recorriendo sus ahora marcados músculos en los brazos y el abdomen, ambos habían encontrado en el ejercicio un nuevo tipo de catarsis para combatir el estrés de las clases de Harry y el deseo de Draco de salir adelante sin ayuda de sus padres, y era algo que además, según les decía el medimago Marton, los mantendría sanos y con la mente alejada de otras tentaciones. Aunque durante ese tiempo Harry no había tenido ninguna crisis de abstinencia, siempre era mejor prevenir que lamentar.

    Los besos y las mordidas no se hicieron esperar y ambos, completamente empapados y llenando todo el piso de agua, caminaron hasta la gran cama que había en la habitación, donde se enredaron y tocaron de manera ansiosa, sabiendo que en realidad no tenían mucho tiempo.

    Media hora después Harry estaba echado boca abajo sobre la cama, con una almohada levantándole las caderas y disfrutando de las lentas, pero certeras, embestidas de Draco, mientras su miembro se frotaba al mismo ritmo contra la almohada.

    Draco recorrió con sus manos la espalda de Harry, inclinándose para morderlo en la nuca y obteniendo el tan ansiado gemido de satisfacción que sabía que conseguiría.

    —Dios, Draco… más… más rápido —jadeó Harry, elevando sus caderas más y sintiendo como Draco empujaba con un poco más de fuerza dentro de él.

    —Harry… —Draco no podía decir mucho más, estaba a punto de culminar, y sabía que de su boca no saldrían más que incoherencias, tomó las caderas de Harry y las elevó mucho más, hasta que lo tuvo de rodillas sobre la cama, pegó su pecho a su espalda caliente y húmeda y con una mano alcanzó el hinchado y duro miembro.

    —Ah… sí, justo así —gimoteó Harry, dejando caer su cabeza hacia abajo y sintiendo los pinchazos del orgasmo empezar a recorrer su espalda y sus huevos.

    —Juntos… —avisó Draco, embistiendo más duramente, la respuesta de parte de Harry fue otro gemido, seguido por un líquido caliente sobre su mano, mientras sentía el interior de su amante apretarlo hasta lo imposible, no pudo más que dejarse llevar, hasta colapsar sobre Harry, ambos agitados y sudorosos.

    —Creo que necesitamos otra ducha —dijo Harry un instante después, hablando entrecortadamente.

    Draco soltó una risita y se movió de sobre Harry, rodando hacia un lado y suspirando satisfecho.

    —Pero una de verdad esta vez, mira que ya es tarde y a este paso no llegarás a clases.

    Harry arqueó una ceja, de manera acusadora.

    —Ya sé que te es imposible vivir sin mi cuerpo, pero tendrás que contenerte esta vez, tienes que ir a clases —continuó Draco, mientras acariciaba con la punta de los dedos la espalda de Harry.

    —¡Qué presumido! —recriminó Harry, girándose un poco para verlo mejor, sonrió un poco más ante la mirada ofendida de Draco y luego se inclinó y le dio un beso en los labios. —Debo irme.

    —Lo sé… yo también tengo que ir a la oficina —suspiró Draco, sentándose lentamente, ambos deberían tomar una ducha, una de verdad, claro.

    —Vamos entonces —asintió Harry, poniéndose en pie y extendiendo una mano, la cual Draco tomó encantado.

    Media hora después Harry y Draco estaban en el lobby de la casa, vestidos y, en el caso de Harry, con una enorme mochila colgada en la espalda.

    —Volveré de la oficina como a las cuatro —informó Draco, terminando de arreglar su túnica elegante, Harry, pese a decir que a veces Draco era muy estirado, no podía negar lo guapo que se veía luciéndolas.

    —Yo creo que tendré un descanso como a las seis, me comunicaré por la red flú si es que puedo.

    —De acuerdo, te veo en dos días —asintió Draco, inclinándose para darle un beso más en los labios.

    Harry le apretó la mano un poco y luego fue a despedirse de Tobby, que ahora se había hecho un ovillo y dormitaba en la cocina. Luego de eso salió hacia el jardín trasero y se montó en su motocicleta, después de todo había podido arreglarla y había disfrutado mucho enseñándole a Draco a usarla.

    Avanzó por el pequeño camino y se detuvo un instante, giró hacia la casa y vio, como siempre a Draco en la ventana, le hizo una señal de despedida y emprendió el camino hacia Londres, ese día tenía clases durante toda la tarde y parte de la noche, y con solo un par de horas de descanso, luego debía aparecer en San Mungo para cumplir con sus prácticas, y al día siguiente tenía clases en la mañana, iba ya en el final de su sexto año y los horarios se ponían cada vez más exigentes, sin embargo Draco nunca le ponía una mueca de desagrado ni lo criticaba, incluso cuando llamaba a decir que se tendría que quedar más horas de lo planeado.

    Dejó que el viento le diera en la cara mientras avanzaba a gran velocidad, disfrutando de la sensación de libertad que siempre experimentaba, empezando ya a pensar en las clases que tendría y los casos que esperaba ver.

    *O*O*O*



    Draco observó en silencio a Harry alejarse y luego fue hasta la cocina, Tobby ya se había quedado completamente dormido, así que no tenía caso despedirse de él, juntó los papeles que había dejado en la mesa de madera y luego revisó que no olvidara nada, antes de caminar hacia la chimenea y tomar un poco de polvos flú; pensó en que Harry ahorraría algo de tiempo si usara ese medio de trasporte, pero sabía que solo lo hacía en invierno, cuando ir en moto era demasiado arriesgado, porque disfrutaba bastante de esos viajes largos, sintiendo el viento y el sol sobre su piel.

    Se apareció en su oficina, situada en uno de los centros empresariales alrededor del callejón Diagon, su secretaria, una muchacha de ojos y cabellos oscuros, piel pálida y que amaba vestirse de negro, tocó la puerta en cuanto él se sentó tras el escritorio.

    —Buenas tardes, señor Malfoy.

    —Buenas tardes, Susan, ¿qué tal ha ido todo?

    —Muy bien —contestó la mujer, detrás de ella levitaba una bandeja con el café de la tarde, justo lo que necesitaba en ese momento —Charles le quiere hablar de un nuevo destino que ha encontrado y que piensa que puede ser de utilidad —comentó, mientras dejaba la taza sobre el escritorio —, también ha llamado el señor Hosking, del Ministerio, desea tener el presupuesto para llevar a la selección de quidditch al mundial de Italia.

    Draco asintió, Hosking era el encargado de deportes del Ministerio Inglés, no era la primera vez que contrataba sus servicios, ya sea para llevar a la selección inglesa a uno de los viajes para la clasificación del mundial o para traer otras selecciones al país, era un buen contrato que sobre todo hacía lucir el nombre de su empresa.

    —Veré eso esta noche —comentó, comenzando ya a planificar lo que podría ofrecer en Italia, tenía un par de buenos contactos allí.

    —Y además han llamado los de "El Profeta"— continuó informando Susan —, desean hacer una nueva reseña sobre los sitios más visitados esta última temporada, quieren saber si es posible tener una entrevista con usted.

    —¿Te han dejado el nombre del reportero?

    —Reportera, justo tengo todos los datos aquí —explicó, haciendo aparecer una gruesa carpeta.

    —Déjala allí y dile a Charles que suba en veinte minutos con ese nuevo destino que tiene.

    —De acuerdo, ¿desea algo más?

    —No, eso es todo, gracias —asintió Draco, mientras tomaba una de las carpetas que había traído consigo, eran los balances del último semestre, en cuanto la puerta se cerró, levantó la mirada hacia el gran mapamundi que tenía sobre la pared opuesta, donde figuraban los destinos y las rutas que la agencia de viaje que había fundado casi cuatro años atrás cubría, preguntándose qué nuevo destino podría traer Charles, su jefe de ventas, un hombre mayor y con ideas brillantes, observó Latinoamérica y Australia, los lugares que menos habían intentado vender, pero es que sabía que debían ir poco a poco, no era inteligente querer abarcar todo de golpe. Volvió a mirar hacia los balances que tenía y pensó que tal vez sí había llegado el momento de expandirse un poco más.

    *O*O*O*



    Draco colgó el teléfono, despidiéndose cortésmente del señor Jones, con quien había hecho el primer contacto para el nuevo destino que había propuesto Charles, el señor Jones era el administrador de un hotel llamado Poseidon(1), en una de las islas paradisiacas de Fuji, poco antes había hablado también con el señor Sekifu, en la isla de Suva, dueño de otro hotel más, también bastante llamativo. Aquel nuevo destino era algo que tendría que estudiar más a fondo, además de estudiar más sobre aquel lugar, le llamaba la atención sobre todo el hotel bajo el agua, el de Poseidon, aunque el precio era demasiado alto, tal vez necesitaba negociar un poco más.

    Suspiró sintiéndose agotado, había despertado un par de horas antes, a las tres de la mañana, para lograr la conexión, y ahora, siendo más de las cinco, el sueño se le había espantado, sobre todo porque no había nadie en su cama para hacerle compañía. Pensó en sacarle provecho a la mala noche y subió hasta la habitación principal, ésta tenía un gran balcón con dos puertas de vidrio, las abrió y se aproximó a la barandilla, observando el cielo cambiar de color lentamente. Los amaneceres siempre serían su momento favorito durante el día, el inicio de algo nuevo, un nuevo día lleno de esperanzas, lleno de cosas por hacer y descubrir.

    Escuchó el rugido de la motocicleta de Harry y se inclinó un poco más, lo vio atravesar el camino con lentitud y dar la vuelta a la casa; el cielo seguía haciéndose mucho más claro, y se quedó allí de pie, hasta que sintió los pasos apresurados de Harry en la habitación, para luego ser rodeado por unos brazos firmes.

    —Hola —saludó Harry, apoyando su cabeza en el hombro de Draco y dejándole un beso en el cuello.

    —Hola… ¿Estás cansado?

    —No lo suficiente —respondió Harry, observando el amanecer junto a Draco, sabía de lo mucho que su novio disfrutaba de verlos, aunque no lo había dicho en voz alta nunca, sabía que aquella fascinación tenía que ver con haber creído que moriría tanto tiempo atrás.

    —Genial —susurró Draco, el cielo estaba ahora completamente claro, y un sol tibio alumbraba el bosque. Solo entonces se giró para encarar a Harry y darle un beso en los labios.

    —Te extrañé —comentó Harry, mientras lo tomaba de las manos y lo jalaba hacia la cama.

    —Y yo, no tienes idea de cuánto —susurró Draco, dejándose caer en la cama, un instante después Harry estaba sobre él, besándolo con ansiedad, demostrando que en verdad sí lo había extrañado mucho.

    *O*O*O*



    Unas semanas después, Draco se removía incómodo en la cama por enésima vez, Harry llevaba varias horas de retraso, y no es que fuera la primera vez que eso pasaba, sabía que algunas veces los estudios o las prácticas en San Mungo se ponían más pesadas de lo esperado, y que no había tiempo siquiera de mandar una lechuza, pero no podía dejar de preocuparse, sobre todo porque Harry había decidido ir en motocicleta y a Draco no le gustaba que condujera de madrugada.

    Dio una vuelta más en la cama, mirando fijamente hacia las cortinas entreabiertas del balcón y vio, antes de escuchar, las luces de la motocicleta de Harry, algo en su pecho se aflojó y suspiró aliviado.

    Pasaron algunos minutos, demasiados según el pensamiento de Draco, hasta que sintió los pasos de Harry subir la escalera y luego abrir la puerta de la habitación. Cerró los ojos, pues Harry siempre le reprochaba que se quedara despierto esperándolo cuando llegaba de madrugada, y se acomodó un poco más en la cama, escuchó como Harry dejaba el maletín sobre el piso y luego se dirigía al baño, la ducha permaneció abierta por más de cinco minutos, antes de sentir el olor a jabón y shampoo que emanaba Harry, saliendo únicamente con sus bóxer oscuros.

    —¿Draco? —susurró Harry, sin animarse a encender ninguna de las luces, mientras apartaba un poco las sábanas de su lado y se colaba en la cama, tratando de no hacer ningún alboroto.

    En cuanto Draco sintió el contacto de la piel fresca de Harry contra la suya, se abrazó a él por la espalda, dejando unos cuantos besos en el cuello y la nuca, apretando su brazo sobre el estómago de Harry.

    —Me tenías preocupado —susurró, mientras continuaba con sus besos, y pegando más sus caderas al trasero de Harry.

    —Lo sé… lo siento —Harry tomó una bocanada de aire y acarició con cariño el brazo de Draco.

    —No hay problema, lo sabes, pero te he extrañado —continuó Draco, su mano descendiendo un poco hacia el elástico de la ropa interior, pero la presión de la mano de Harry sobre la suya lo detuvo.

    —Draco… —dijo con algo de cuidado, mientras sentía claramente el inicio de una erección en su compañero, frotándose contra su culo.

    —Oh… —para Draco eso era extraño, algo que sólo había pasado en contadas ocasiones, la última vez un año atrás, justo antes de que Harry pescara un terrible resfriado, y fue terrible sobre todo porque se negó a tomar ninguna poción que lo aliviara mientras el proceso transcurría, y pasó el resfriado, los cinco días, sintiéndose realmente enfermo.

    —Es que ha sido un día tan largo y…

    —¿Te sientes enfermo? —preguntó Draco, jalando su varita mágica de la mesa de noche y haciendo que las luces se encendieran, Harry lucía algo pálido, tal vez si estaba a punto de tener un resfriado.

    —No, no, nada de eso —aseguró Harry, sentándose en la cama y sonriendo un poco hacia Draco —, sólo estoy cansado, lo lamento, pero de verdad que estoy muerto y…

    —Ah… —Draco le dio una mirada más a Harry y luego consideró que tendría que ver a la mañana siguiente que no estuviera enfermo ni nada, pero por lo pronto lo mejor sería ir a dormir —, ven aquí —dijo con cariño, dándole un beso en los labios y acariciándole la mejilla, antes de apagar las luces y recostarse nuevamente en la cama, abrazando a Harry por la espalda, tratando de no pegar tanto sus caderas a él hasta que estuviera completamente calmado.

    —Gracias… y yo también te extrañé, mucho —comentó Harry, con voz apagada, un instante después, dejándose vencer por el sueño.

    Draco sonrió un poco y acarició su cabello un par de veces, pensando en que también lo había extrañado, y un instante después, se quedó dormido.

    *O*O*O*



    A la mañana siguiente Harry despertó por el sonido de los ladridos de Tobby, abrió los ojos algo asustado, notando que el sol estaba ya en todo lo alto y que Draco no estaba a su lado. Se puso en pie de un salto, y luego trastabilló un poco, por lo rápido que se había levantado, hasta que se sintió estable y comenzó a bajar las escaleras de dos en dos, llegando a la sala de estar, donde encontró a Draco, vestido con un traje muggle esta vez, y un portafolio en la mano.

    —Oh… pensé que no te alcanzaría —dijo hacia Draco, justo en el momento en que éste buscaba en la repisa las llaves de su camioneta.

    —Hola… ¿estás bien? Traté de despertarte hace un rato pero parecías hecho polvo.

    —Oh, y lo estaba… lo estoy —se corrigió Harry, suspirando —, Tengo que ir hoy a San Mungo en la tarde, y luego iré donde Ron, he quedado en que iría a ayudarlo con algunas cosas para la habitación del bebé —comentó Harry, hablando rápidamente y no mirándolo directamente, sino hacia una de las ventanas que también permanecía abierta, con las cortinas blancas balanceándose de un lado al otro.

    —Bueno, yo tengo una junta en media hora… —Draco consultó su reloj, tendría que correr a velocidades ilegales para llegar —,¿tienes libre el almuerzo? —preguntó, verificando el contenido de su portafolio una vez más, tenía una junta con un cliente muggle y no quería que sospechara de él, ya antes le había pasado que había olvidado algo en casa y se había desaparecido y vuelto tan rápido que el muggle se mostró escéptico por su rapidez, pese a que le había asegurado que sólo había ido hasta su auto.

    —Dos de la tarde —asintió Harry, sonriendo un poco y mirándolo finalmente, Draco observó algo preocupado las ojeras de Harry, cosa rara cuando había dormido cerca de ocho horas seguidas.

    —De acuerdo… ¿quieres pasar por mi oficina? Así no esperas en ningún lado.

    —Claro, no hay problema.

    —Bien, te veo a las dos.

    —Sí, iré a cambiarme y dar unas vueltas con Tobby —comentó Harry, antes de darle un beso en los labios, Draco asintió de vuelta y se marchó hacia el jardín, donde tenían los vehículos, Harry observó por la ventana abierta la camioneta de Draco alejarse y luego suspiró cansado, antes de dejarse caer sobre el amplio y cómodo sofá.

    Tobby caminó alrededor de él, como si hubiera escuchado que Harry había dicho que lo sacaría a pasear, pero Harry no tenía esas intenciones.

    Harry pasó una mano sobre la cabeza de Tobby y cerró los ojos, aquel lugar era ideal, la brisa que se colaba por la ventana era perfecta para el verano y el sofá era bastante mullido como para dejarlo descansar.

    —Lo siento, amigo, sé que dije que saldríamos, pero estoy agotado —murmuró antes de cerrar los ojos.

    *O*O*O*



    Draco no tendía a desconfiar de Harry, pues algo que había aprendido a hacer mucho tiempo atrás era a confiar en él ciegamente, a separar lo que fue el inicio de esa relación, con Harry siendo desintoxicado, de lo que era ahora, que estaba completamente sano; cada uno tenía trabajos y ocupaciones, vivían atareados todo el tiempo y ambos sabían lo importante que era aprovechar cada cosa que la vida les daba, como el estar juntos, así que cuando Harry decía que tenía que demorar más en la escuela o el hospital, él no decía nada, porque sabía que era cierto. O eso había creído hasta esa tarde.

    Había estado trabajando hasta tarde, ultimando los detalles del nuevo destino que ofrecería la agencia de viaje: "Fiji, islas paradisiacas y lugar de ensueño", cuando le había llegado una lechuza de Harry, contándole que iría con Ron al callejón Diagon a buscar algunas cosas más para el bebé, el primer hijo de Ron y Hermione, y del cual Harry sería padrino.

    No le había extrañado en absoluto aquello, Draco sabía que, pese a todo el trabajo y estudio que Harry tenía, trataba de no descuidar a sus amigos, menos ahora que estaban a punto de ser padres.

    Sin embargo lo que sí le extraño fue la llegada de Ron a su casa, cerca de las ocho de la noche, preguntando por Harry; por un instante pensó que se trataba de alguna broma tonta, aunque descartó la idea casi inmediatamente, sobre todo porque, pese a llevarse mejor con Ron, no se tenían tanta confianza. Le inventó una excusa a Ron sobre la ausencia de Harry y lo despidió rápidamente, mientras empezaba a sentirse algo traicionado.

    Se quedó en la sala, pese a que ya no fumaban nunca, ni él ni Harry, consiguió cigarros y se quedó allí parte de la madrugada, esperando en silencio a que su novio llegara, maquinando la mejor forma de pedir una explicación.

    Harry apareció cerca de las cuatro de la mañana, ésta vez usando la red flú, y abrió los ojos bastante cuando lo vio en el sillón, sentado rígidamente y con el cenicero a un costado.

    —¿Estás fumando? —le recriminó Harry, en cuanto se repuso de la sorpresa de encontrarlo allí despierto y esperándolo.

    —Me sentía algo ansioso —reconoció Draco, mirándolo con más atención de la normal.

    —Bueno, si cuando salgamos a correr te quejas de que te falta el aire, te lo recordaré —comentó Harry, arrugando un poco la nariz por el olor a humo.

    —Eso es algo que no hacemos hace semanas —reprochó Draco.

    —Cierto —Harry frunció un poco el ceño y se encogió de hombros —, lo siento, sé que he estado muy ocupado estas últimas semanas.

    —Así parece…

    —Pero pronto terminaré el curso y tendremos más tiempo, ya verás —aseguró Harry, caminando con lentitud hacia las escaleras.

    —¿Ya te vas a dormir? —preguntó Draco, desvaneciendo el cenicero y los cigarros.

    —Son más de las cuatro, y estoy realmente cansado, así que sí —asintió Harry, observando a Draco y percibiendo algo extraño en su mirada.

    —¿Qué tal están Ron y Hermione? —preguntó, esperanzado en que hubiera entendido mal, o hubiera surgido algo de último momento y no le pudiera avisar sus cambios de planes.

    —Bien, vimos muchas cosas en la tienda y… nos quedamos conversando hasta tarde, fue George y abrieron una botella de vino, aunque no bebí nada… la pasé bien, lamento no haberme dado cuenta de la hora —relató Harry, desviando la mirada hacia las ventanas ya cerradas.

    —Oh… —y allí murieron sus esperanzas de que Harry no estuviera ocultando nada realmente, podía verlo claramente ahora, le estaba mintiendo, y además ni siquiera se esforzaba, eran muy malas mentiras; Ron no podía trasnochar tanto en medio de la semana, pues tenía trabajo, y Hermione no permitiría que se quedaran en su casa bebiendo hasta tan tarde, menos ahora con el embarazo, seguramente Harry pensaba que era tan estúpido como para no darse cuenta de ello.

    —¿Vamos a la cama? —preguntó Harry, aun detenido en el primer peldaño de las escaleras.

    —Ve tú, te alcanzo luego —dijo a regañadientes y dándose la vuelta, apretando los puños y tratando de comportarse de manera adecuada.

    —¿Estás bien? ¿Has tenido problemas con tus padres de nuevo?

    —No…digo, sí, estoy bien, quedé en ir a desayunar mañana con mi madre. Ve a descansar, se te ve agotado.

    —De acuerdo —Harry asintió y subió las escaleras lentamente, pensando que tal vez había llegado el momento de decir la verdad, pero no podía estar seguro de cuál sería la reacción de Draco ante eso, ni siquiera estaba seguro de lo que haría… En cuanto se recostó sobre la cama, se quedó dormido, estaba demasiado agotado.

    *O*O*O*



    Draco, por primera vez en años, se sintió enfermo y cansado, pero no era algo físico, lo sabía, era temor, había pasado el resto de la madrugada en la cama, junto a Harry, sintiéndose incapaz de tocarlo y tratando de adivinar qué era lo que estaba pasando, cómo era que de pronto las cosas habían cambiado de tener una feliz y plena relación, a sentirse inseguro y engañado.

    Cuando despertó ya era muy tarde, Harry le había dejado una nota explicándole que tendría clases todo el día y que en la noche tenía turno en San Mungo, que no volvería hasta el día siguiente.

    Maldiciendo que Harry se le hubiera escapado, y que además se le había hecho tarde para el desayuno con su madre, se puso en pie y se duchó con rapidez.

    Pese a que su madre había dejado en claro que lo apoyaba, aunque que no lo comprendía, Draco prefería no ir a la Mansión por lo pronto, su padre y él habían tenido contados encuentros durante esos casi cinco años pasados, y todos habían terminado en gritos y portazos, y no que le siguieran afectando esas discusiones, pero sabía que su madre sufría con ellas, y prefería evitarlas.

    Su madre lo esperaba en un fino restaurante de Londres mágico, vestida con una túnica celeste que realzaba el color de sus ojos y con su cabello rubio perfectamente peinado en un moño alto. Draco sonrió un poco al verla, recordando una de las discusiones con su padre, cuando ella le dijo a Lucius que Draco tenía derecho a hacer de su vida lo que quisiera y que si lo seguía presionando lo perdería, en ese momento se sintió, por primera vez en mucho tiempo, realmente un hijo querido.

    —Cariño, llegas tarde —reprochó su madre a modo de saludo, mientras Draco le daba un beso en la frente.

    —Lo lamento, me quedé dormido —respondió Draco, sentándose delante de ella y tomando la servilleta de tela, que formaba una pequeña ave sobre un plato vacío.

    —¿Estás seguro que sólo te quedaste dormido? —preguntó Narcissa, mirándolo fijamente, Draco no había olvidado la forma de esconder sus emociones, así que hizo lo posible por no parecer preocupado y afectado, y sonrió ampliamente.

    —Trabajo con medio mundo, sus horarios no son siempre los mismos que los míos, a veces tengo que despertar en medio de la madrugada para negociar con algunos dueños de hoteles.

    —No me gusta que te mates trabajando de esa manera, si aceptaras volver a administrar…

    —Vamos, madre, no empieces con eso, ¿de acuerdo?, yo prefiero seguir haciendo algo que me gusta, por mí mismo —interrumpió Draco, habían tenido esas conversaciones tantas veces, que ya hasta había perdido la cuenta; hasta donde sabía su padre estaba dispuesto a dejarlo tocar la fortuna Malfoy y a dejar que volviera a su empleo en las industrias Malfoy, aparentemente, si había gente que le daba la razón en su reacción ante su relación con Harry, habían muchos otros, partidarios de Harry, "el héroe", que pensaban que Lucius estaba sobre actuando. Draco estaba seguro que si se tratara de otro chico y no de Harry, muchas más puertas se le hubieran cerrado.

    —De acuerdo, de acuerdo —Narcissa sonrió un poco —, no sabes lo que me ha contado Thelema Crabbe…

    Y Draco sí que lo sabía, Crabbe había vuelto a ser su amigo, aquel que le confiaba cosas, como que había decidido dejar de fingir delante de todos y que planeaba divorciarse de su esposa, sobre todo porque sabía que Lucke, su novio desde hacía muchos años, el que había descubierto en la oficina de Crabbe cuando había ido en busca de un medimago mucho tiempo atrás, no lo esperaría mucho tiempo más.

    Pero para no arruinarle la noticia a su madre, se encogió de hombros, queriendo parecer interesado.

    —Pues que Vincent se divorciará, ya ha hecho todo el papeleo, su esposa no está nada contenta, pero él le ha ofrecido mucho oro y comodidades, tiene qué, pues su pequeño apenas tiene un año y medio, el pobre…

    —Estoy seguro que Vincent no piensa dejar de lado las atenciones como padre, él quiere mucho a su hijo, pero seguramente la situación era ya insostenible…

    —Al menos él tiene un hijo… —Narcissa apretó un poco más los labios y se inclinó hacia delante —si tú decidieras enlazarte con Potter y…

    —Harry, madre, Harry.

    —Con Harry —corrigió, Narcissa había coincidido con Harry unas cuantas veces, y pese a que ambos se habían tratado con frialdad, Draco se sentía aliviado de que no se agarraran a maldiciones, después de todo Harry aún resentía que lo hubieran tratado de engañar, y sus padres que Harry lo hubiera convencido de dejar todo de lado por él. —Si te enlazaras con él y ambos decidieran… adoptar, tu padre no tendría ningún problema con eso…

    Draco suspiró lentamente, el enlace, por supuesto que había pensado en ello, se lo había insinuado a Harry, y sabía que él preferiría esperar a terminar de estudiar, ya le faltaba poco tiempo para hacerlo, quizá entonces podría proponérselo formalmente, algunas veces había fantaseado con llevarlo de vuelta a Andorra y pedírselo, sin embargo ahora…

    —Si es que lo hacemos no será por complacerlos a ustedes —contestó finalmente, mientras le daba un sorbo a su jugo de naranja —, será cuando queramos y porqué queramos.

    —Tienen tanto tiempo juntos… tal vez no debieron irse a vivir juntos inmediatamente —continuó Narcissa, Draco dejó de escucharla, se sabía ese discurso de memoria también, su mente ahora estaba en Harry, y en qué estaría haciendo en ese momento…

    *O*O*O*



    Harry observó la aguja sobre su brazo, introduciéndose en su piel, había un pequeño escozor que sabía que desaparecía pronto, siempre desaparecía pronto, suspiró profundamente, sintiendo como el líquido entraba a su cuerpo y lo hacía sentir mejor, giró el rostro un poco y observó a la mujer que estaba cerca de él, acostada en la cama de al lado, su cabello, antes rubio y brilloso, ahora estaba bastante corto y pajoso, Harry tenía la idea de que se partiría en pequeños trocitos si es que lo tocaba. Su mirada siguió en la mujer, sus labios apretados, sus pómulos marcados, su cuello demasiado delgado, las venas se le marcaban, ya no era ni siquiera una sombra de lo que había sido antes. Había visto su fotografía anteriormente, con una sonrisa sincera y una mirada inocente… Reprimió el dolor que le causaba aquello y cerró los ojos, mejor era no mirar, no pensar en eso, en lo que antes fue, sino en lo que conseguiría ahora.

    La imagen de Draco apareció en su mente, la mirada que le había dado la noche anterior, tal vez era momento de hablar, se repitió una vez más, antes de dejarse llevar por la sensación de cansancio que lo embargaba en ese momento.

    *O*O*O*



    Draco había ido algunas veces a San Mungo, generalmente cuando quedaba con Harry en hacer alguna cosa en Londres, entonces iba a buscarlo en su camioneta, algunas veces se había animado a entrar e incluso había podido ingresar a la sección permitida sólo para estudiantes; esta vez, mientras avanzaba por el pasillo blanco, no tenía idea de qué excusa le daría a Harry por su presencia, tan solo tenía en mente verificar la versión de su novio y constatar que realmente estaba allí, tal como había dicho.

    Buscó en la sala de estudiantes, una chica de cabello oscuro y con cara de no haber dormido en días, le señaló un pequeño horario adherido a una de las paredes, tenía una gran cantidad de nombres, escritos en diferentes colores, los cuales cambiaban ocasionalmente, según creía Draco, cada vez que un turno era completado.

    Leyó con atención todos los nombres y soltó un pequeño jadeo cuando vio que el de Harry aparecía por última vez tres días atrás, apenas había tenido que estar allí un par de horas, y no tendría que presentarse de nuevo hasta dentro de dos días más, tenía una semana prácticamente libre, y él no se lo había comentado, es más, seguía asegurando que estaba allí siempre hasta muy entrada la madrugada.

    Apretando los puños salió de allí, dispuesto a encarar esta vez sí a su novio, a que le confesara de una vez por todas qué era lo que estaba haciendo y sobre todo, por qué se lo ocultaba.

    Casi choca con un hombre en la vuelta del último pasillo, su maldición murió en cuanto se dio cuenta que se trataba del medimago Kaufingerstrasse, quien había ayudado a Harry y sus amigos cuando lo habían rescatado de Katrina.

    —Draco… —el hombre sonrió sinceramente, y le extendió la mano para saludarlo.

    —Hola Kurt —saludó Draco, había conversado con él cientos de veces, era muy amigo de Harry, además de ser su tutor.

    —No me digas que Harry se ha puesto malo —comentó, mirándolo ahora un poco preocupado.

    —¿Malo?

    —No debes preocuparte, el desgaste es algo normal en situaciones como estas, le dije que lo mejor era no hacerlo él solo, pero ya ves que es tan terco… —el medimago Kaufingerstrasse soltó una risita —, si quieres que te recete un par de pociones revitalizantes…

    —No, Harry no toma pociones, ya sabes… —comentó Draco, bastante confundido.

    —Cierto, cierto, pero el desgaste mágico es muy serio, entiendo su desagrado por las pociones, pero hay ocasiones en que se deben tomar, estoy seguro que tú lo cuidarás lo suficiente para que no se exceda.

    —Claro, yo… —Draco inclinó un poco más la cabeza, luchando entre la necesidad de no quedar como un tonto delante del hombre y de saber qué era lo que estaba pasando.

    —No lo sabes —susurró entonces el medimago Kaufingerstrasse, luciendo algo culpable.

    —No —admitió Draco —, pero he notado cosas y… ¿Harry está en problemas?

    El medimago Kaufingerstrasse le dio una mirada más y negó con la cabeza.

    —Esta charla la debió tener contigo, se lo advertí…

    —¿Qué charla?

    —Vamos, te invito un café —dijo, mientras le indicaba un pasillo, para que lo siguiera.

    *O*O*O*



    —¿Crees poder aguantar un poco más? —preguntó la mujer, mirándolo con atención; Harry entreabrió los ojos y miró primero hacia la mujer y luego hacia la camilla de al lado y asintió.

    —Alguien debería venir por ti —le dijo entonces, agitando la varita y llenando nuevamente la bolsa que contenía el suero.

    —No he traído la motocicleta —tranquilizó Harry, la última vez había estado tan agotado, que apenas había podido llegar a casa.

    —De acuerdo… —la mujer se movió hacia el lado, para observar en la otra camilla, había varios hechizos que oscilaban de acuerdo al estado de la paciente. —Aún se necesita más —volteó a mirar a Harry y negó con la cabeza —, no quiero que te pongas en peligro, cuando no puedas más, nos debes avisar.

    —Ajá —asintió Harry, cerrando los ojos nuevamente y dejándose llevar por el sueño una vez más, esperaba no terminar tan tarde esa noche, necesitaba poder hablar con Draco, y estar en condiciones de hacerlo.

    *O*O*O*



    Draco condujo con velocidad excesiva hasta las afueras de Londres, el medimago Kaufingerstrasse le había dado el mapa para poder llegar al centro Lodge, un lugar mágico creado para la rehabilitación de drogas y alcohol, había sido inaugurado algunos años atrás y Harry había encontrado a algunos conocidos allí, hasta donde tenía entendido.

    Se detuvo en la entrada de lo que parecía una precaria casucha, que se agitaba con el viento de la noche y que amenazaba con caerse en cualquier momento. Dejó la camioneta de cualquier manera sobre el jardín y corrió hacia la entrada, el interior, tal como lo imaginaba, era completamente diferente, era un edificio moderno, con paredes amarillas claras y pisos brillantes, en la recepción una mujer mayor, pero de mirada amable, le sonrió.

    —Buenas noches, señor, ¿qué le trae por aquí?

    —Yo estoy buscando… —Draco apretó un poco los labios.

    —¿Quieres ayuda? Estás en el lugar ideal, no debes preocuparte por la seguridad o por la confidencialidad, nadie revelará que estás aquí —tranquilizó la mujer, con una mirada atenta, a Draco no se le pasó por alto el movimiento de su mano, seguramente lista para presionar un botón que llamaría a los enfermeros.

    —No, no, no soy… adicto, estoy buscando a mi novio, él… me han dicho que está aquí…

    —No podemos brindar información de los internos… es parte de nuestras medidas de confidencialidad —aclaró la mujer, mirándolo un poco más fríamente.

    —No está internado, me ha dicho el medimago Kaufingerstrasse que está aquí para ayudar y…

    —¿Kurt? —preguntó la mujer, inclinando un poco más el rostro.

    —Ajá, Harry está aquí y quiero verlo…

    —Oh, el señor Potter… —la mujer se inclinó hacia el frente, mirándolo con más detenimiento —, usted es el señor Malfoy, vi su fotografía en el diario… —sonrió con cariño —, hacen una pareja perfecta.

    —Gracias —Draco arrugó el ceño —, ¿podría…?

    —Claro, claro, pero él aún está en tratamiento ahora, tal vez deba llamar a la medibruja Sawford, que es la que está encargándose de todo.

    —Sería genial, gracias —asintió Draco, observando alrededor mientras la mujer usaba un hechizo de voz para llamarla.

    La medibruja Sawford era una mujer mayor, de cerca de cincuenta años, con el cabello castaño y mirada sincera, llegó sonriente y le extendió la mano en cuanto lo vio, saludándolo con mucho entusiasmo.

    Luego de que Draco le explicara que necesitaba ver a Harry, ella accedió llevarlo hasta la habitación de transfusiones, advirtiéndole que aún no podía hablar con él, pero sí acompañarlo durante el tiempo que le quedaba. Draco se dejó guiar, aún demasiado alucinado por todo lo que estaba pasando, hasta una puerta blanca, a un lado tenía un hechizo ventana y observó a Harry, recostado sobre una camilla, con una bolsa de suero flotando a un lado, mientras un aura rosa lo envolvía a él y la mujer que estaba sobre la camilla de al lado.

    —¿Cuánto tiempo más le queda?

    —Honestamente, yo lo mandaría a casa ahora mismo, pero él se rehúsa a irse, podría estar una hora más al menos allí.

    —¿Es normal que esté tan débil? —preguntó Draco, observando a Harry, pálido y con los ojos cerrados.

    —Con la cantidad de magia que está transfiriendo, sí… —la mujer le dio una mirada de cautela, antes de continuar —, le he sugerido que tal vez sería buena idea que alguien más lo ayudara, ya sabe… para no cansarse tanto ni nada, sobre todo considerando que no es uno sino dos niños… pero mencionó que aquello no era posible.

    —¿Alguien más, dice?

    Draco dejó que la mujer le explicara todo el procedimiento, aún sin apartar la vista de Harry, y luego, sin pensarlo mucho, decidió que él podría ayudar, es más, antes de darse cuenta, ya estaba siendo guiado hacia uno de los tópicos a que le hicieran unas cuantas pruebas, para luego llevarlo a la habitación donde Harry y aquella mujer estaban siendo tratados, sintió con fastidio el pinchazo de la aguja sobre su brazo y un instante después un sopor lo invadió, cerrando los ojos y dejándose llevar por la inconsciencia.

    *O*O*O*



    Harry se movió en la silla una vez más, durante todo ese tiempo no había dejado de apretar la mano de Draco, cavilando una y otra vez en lo sorprendido que se había encontrado cuando, al despertar un poco, lo había visto en la cama de al lado, también con un suero y envuelto en el hechizo de transfusión mágica.

    Draco abrió los ojos con lentitud, sintiéndose agotado y somnoliento, por instinto apretó un poco más la mano que lo sostenía, y giró lentamente, para encontrarse con la mirada culpable de Harry.

    —Hola —saludó Harry con cautela, viendo a Draco y tratando de adivinar cuán enfadado estaría.

    —Hola —Draco intentó sentarse, pero Harry le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.

    —Es mejor que esperes un poco, sino te marearas y podrías hasta vomitar.

    —Ah…—Draco arrugó un poco los ojos, odiaba vomitar o sentirse siquiera un poco enfermo. —¿Qué hora es?

    —Casi amanece —informó Harry, alejándose de la cama —¿Cómo me encontraste?

    Draco suspiró un poco y negó con la cabeza.

    —¿Cuándo pensabas decírmelo?

    —No estaba seguro… —Harry se encogió de hombros y volvió a su lado —¿Estás muy enfadado?

    —No —mintió Draco —, sólo decepcionado.

    —Yo… yo quería decírtelo, pero sabía que no estarías de acuerdo, que tendríamos una gran pelea y no quería que…

    —¿Una pelea? —Draco se sentó lentamente —, yo nunca te he dicho que no hagas algo que quieras hacer… no tenemos ese tipo de relación, sino del tipo en el que nos contamos las cosas, no nos mentimos ni ocultamos nada.

    —Lo sé, entiendo que estés… que te sientas defraudado, pero esto era muy complicado y…

    —¿Qué planeabas hacer? —Draco miró alrededor, ambos estaban en una habitación vacía, ni siquiera recordaba haber sido trasladado de la sala de transfusiones.

    —No lo sé… lo normal en estos casos es… quedarse con el niño, en este caso dos, pero yo quería buscar a alguna familia que los quisiera…

    —No te entiendo… ¿Por qué has hecho esto?

    Harry apretó los labios y jaló la silla más cerca de la cama, sentándose en ella y mirando hacia el piso.

    —¿Harry?

    —Louise Hastings, de veintitrés años —comenzó a relatar con voz pausada, a Draco no dejó de recordarle a la época en que habían viajado juntos, cuando Harry confesaría alguna cosa muy grave —, cuando la encontraron tenía ya unos meses de embarazo, dijo que no sabía quién era el padre de los niños, ni siquiera sabía que estaba embarazada… ingresó a San Mungo, luego de unos días de conversar con ella aceptó venir a tratarse aquí, pero pese a decir en un inicio que estaba dispuesta a rehabilitarse, al cabo de unos días se escapó. Le perdí el rastro por unas semanas, pero al parecer encontró al que normalmente le daba las drogas y tuvo una sobredosis, la encontraron en un callejón cercano a San Mungo, nunca supimos si es que ella había querido llegar hasta el hospital o si es que alguien la dejó allí, cuando ingresó estaba muy mal, al cabo de unas horas se diagnosticó que no podría sobrevivir, en cambio sus niños estaban en mejores condiciones, pero sin ella, los niños no sobrevivirían, la desahuciaron a ella y a sus hijos, entonces averigüé un poco más del asunto porque cuando veo a una persona enredada en drogas yo simplemente no puedo dejar de preocuparme y…

    —¿Tú la trajiste aquí de vuelta?

    —Sí, Kurt me comentó de métodos que se estaban empleando para salvar a la gente aquí, pero ya era tarde para ella… entonces la medibruja Sawford me comentó de la posibilidad de buscar un donante de magia, que la ayudara a terminar el embarazo… ella ya está…

    —¿Ella no tiene su magia? —preguntó Draco, cada vez más espantado.

    —No, la magia desaparece cuando tu cuerpo muere, está viva por medio de hechizos y pociones, pero sus niños necesitan más para mantenerse con vida, por lo menos hasta dentro de unas semanas en que…

    —La están manteniendo viva para que ellos tengan una oportunidad —susurró Draco, comenzando a sentirse un poco horrorizado, recordando a Katrina.

    —Pudimos haber intentado salvar al hijo de Katrina —dijo Harry, como si hubiera adivinado sus pensamientos.

    —Ella estaba en medio de una terrible maldición y…

    —Lo sé, pero esta vez sí se podía salvar a los niños y pensé…

    —¿No tiene familia?

    —Sí, fui a verlos en cuanto la trajimos aquí, pensé que ayudarían, pero me echaron de su casa, sus padres están muertos y sólo tiene dos hermanos mayores, ambos casados y con hijos, no fue muy agradable verlos, la verdad… —Harry negó con la cabeza, rememorando aquella visita.

    —¿Te lastimaron?

    —Por supuesto que no, sabían quién era, pero se negaron a hacerse cargo de ella o de los niños, dijeron que era culpa de ella y que no querían saber más al respecto, que llevaban años pensándola muerta.

    —Oh…

    —Yo… no conseguí nadie que quisiera donar su magia para mantener el embarazo y entonces pensé que…

    —Harry —Draco suspiró un poco —, al hacer esto estás enlazando a esos niños contigo, con tu magia y…

    —Lo sé.

    —Te será difícil separarte de ellos cuando…

    Harry agachó la mirada y Draco entonces comprendió:

    —No te ibas a separar de ellos —susurró.

    —En un inicio pensé que sí, no había meditado mucho al respecto, solamente quería salvarlos, pero conforme pasó el tiempo yo…

    —Te ligaste a ellos íntimamente… ¿Viste sus rostros, verdad? Yo también los vi… son gemelos, idénticos.

    —Lo lamento… no sabía qué hacer, es decir, no quería imponerte nada, y recordaba cuando dijiste que no eras del tipo paternal y…

    —¿Insinúas que no me decías nada por qué…?

    —Pensé que terminaríamos si te decía que en verdad quería llevarlos a casa… que tuvieran mi apellido y…

    —Oh… —Draco se apretó la frente con una mano y se dejó caer nuevamente sobre la cama, demasiado mareado por aquella conversación.

    —Te amo —susurró Harry entonces, acercándose a él —, lo siento, lo siento mucho, todo se me fue de las manos y temo que…

    —No te dejaré —gruñó Draco, con voz cansada.

    —Pero yo quiero… yo creo que puedo, que podemos —aclaró —, es decir que si intentamos…

    —Tonto —interrumpió Draco, con voz más firme —, me refiero a que no te dejaría a ti, no por esto, ni por nada del mundo, también te amo, lo sabes, he tratado de demostrártelo muchas veces. Pensé que lo tenías claro.

    —¡Y lo tengo! —se apresuró a aclarar Harry —, nunca lo he dudado.

    —Bien…

    —¿Y qué haremos entonces?

    Draco negó con la cabeza y cerró los ojos.

    —Ahora estoy cansado, Harry, de verdad que lo estoy, y dentro de poco tendremos que ponernos en marcha a casa… tengo cosas que arreglar en la oficina…

    —Draco…

    —Yo también los vi —interrumpió Draco —son bellos, e inocentes, no tienen la culpa de que su madre…

    —Lo sé… me hace sentir tan mal pensar que…

    —Y ahora tienen parte de mi magia también, y la seguirán teniendo, no tengo planeado dejar de ayudarte.

    —¿Qué quieres decir?

    —Ven, tiéndete a mi lado —pidió Draco, apartando un poco las sábanas para hacerle sitio a Harry, que rápidamente estuvo junto a él, abrazándolo.

    —¿Qué haremos?

    —Quieres llevarlos a casa —contestó Draco.

    —No quiero imponerlos en casa.

    —No lo haces. Yo creo que… que esos niños no tienen la culpa de nada y… —Draco suspiró un poco, meditando en la posibilidad de tener un heredero, en este caso dos, no porque fuera lo que la tradición indicaba, o porque era socialmente aceptable, sino porque Harry lo quería, porque sentía que sí podían hacerlo, que si era posible que pudieran educarlos y llamarlos hijos, darles un hogar y un futuro mejor al que les podría esperar de dejarlos abandonados —. Estoy seguro que Hermione nos dará algunos datos de cómo proceder ahora… Será algo complicado y trataremos de mantener la historia de su madre en estricto privado, no tienen que saber qué pasó con ella.

    —¿Estás aceptando que…?

    —Sí, yo quiero llevarlos a casa.

    —Draco, ¿estás seguro?, no quiero que tomes una decisión a la ligera y…

    —Yo no tomo decisiones a la ligera.

    —Draco, no sé qué… —susurró Harry, sin saber cómo reaccionar a la aceptación de Draco, no había pensado que aceptaría tan fácilmente.

    —Pero tendrás que enlazarte conmigo —interrumpió Draco, apretando un poco más su mano.

    —¿Enlazarnos?

    —Por supuesto, será más fácil para la adopción de nuestros niños si es que lo estamos…

    —¿Enlazarnos como para siempre?

    —Bueno, ese es el principio del enlace, quedarse con alguien para siempre.

    —Pero… ¿no te estás precipitando? —preguntó Harry, no había estado preparado para que Draco le propusiera eso.

    —Vivimos juntos desde hace más de cinco años, no me estoy precipitando.

    —Eso es cierto, pero…

    —Y no te preocupes, no planeo nada grande, sólo tú y yo —continuó Draco.

    —Qué romántica proposición —bufó Harry.

    —Te quería llevara a Andorra, al bosque, para proponértelo, pero las cosas han cambiado, te has adelantado un paso.

    —¿Seguro que quieres hacer esto? Puedo buscar una familia que…

    —Los quiero —negó Draco —el lazo de magia que se ha creado en pocas horas hace que no quiera dejarlos, tal como tú, y no me estás obligando… No empieces a crear fantasmas en esa cabecita tuya.

    —Hey —protestó Harry, por la ofensa.

    —Vamos a dormir, tenemos mucho que hacer, además en unas horas tenemos que volver con lo de las transfusiones…

    —Te amo… no tienes idea de cuánto —susurró Harry, dejando un par de besos sobre su cuello.

    —Y yo…

    *O*O*O*



    Draco recordaba claramente la tarde en que se había enlazado a Katrina, tantos años atrás: era primavera y habían decorado uno de los jardines de la Mansión con flores blancas, que combinaban perfectamente con el fino vestido blanco de Katrina, sus padres habían sonreído mucho ese día y Draco estaba seguro de no conocer ni a la mitad de las personas que habían asistido a la gran ceremonia.

    Antes de avanzar por el jardín había dudado un momento, apenas un instante, recordando a Blaise y sus advertencias, pero luego la responsabilidad para con su familia lo habían hecho avanzar entre las dos columnas de invitados, saludar cortésmente a muchos de ellos y sonreír hacia sus padres, antes de ponerse delante del pequeño altar, donde un mago viejo y vestido de celeste ya lo esperaba.

    No había sentido nada grandioso durante la ceremonia, menos cuando le dio un beso en los labios a Katrina, el segundo que se daban en su vida, el primero había sido durante la fiesta de compromiso, y aquella vez tampoco sintió nada, sin embargo esa tarde de verano, en una pequeña oficina del Ministerio, tomando la mano de Harry mientras un mago mayor susurraba algunos hechizos y relataba las responsabilidades del uno para con el otro, no podía dejar de estar nervioso, y no de la mala manera, sino de la manera en que su corazón latía con fuerza y su respiración se sentía acelerada, imaginando que Harry había aceptado pasar el resto de su vida con él, lo había escogido a él. Pese a la manera inusual en que hizo la proposición, lo había aceptado, y Draco entonces reconoció que todo aquello que sentía era alegría y felicidad.

    Harry no dejaba de mirar a Draco de reojo, mientras el anciano culminaba con la ceremonia, indicando que la unión se había realizado y que ahora eran una pareja ante la ley mágica, solo cuando culminó volteó a ver a Draco, que sonreía de una manera distinta, se acercó un poco y le dio un beso en los labios, uno torpe y nervioso, sintió la mano de Draco apretarse más fuerte sobre la suya y sonrió sobre sus labios, antes de besarse una vez más.

    —Dejen que les tome una fotografía al menos —pidió Hermione, que pese a haber dado a luz a un niño sano y fuerte solo una semana atrás, ya se había puesto en pie, declarando que no se perdería esa ceremonia, aunque la tuvieran que realizar en su habitación.

    —Vamos, Hermione… —protestó Harry, el anciano que había oficiado la ceremonia se alejó por uno de los lados, luego de sonreírles con simpatía.

    —Sólo una… ¿Por favor?

    Draco suspiró y jaló un poco más a Harry.

    —Una más para el álbum —asintió Draco, mientras sonreía un poco y el flash de la cámara lo cegaba.

    —Vaya… pues, los felicito entonces —intervino entonces Ron, que había permanecido junto a Hermione y en silencio durante toda la ceremonia. Draco apretó su mano, y luego de un instante lo soltó, Hermione le dio un beso en la mejilla, antes de unirse al abrazo que Ron ya le daba a Harry.

    —Esta vez no intenté detenerte —dijo entonces Blaise, delante de él, Draco sonrió, Blaise, pese a la teoría de Harry, de que estuviera enamorado de él, no parecía estarlo, o tal vez lo había estado en un tiempo y aquello había pasado, y ahora era su mejor amigo, Draco disfrutaba mucho de sus locuras y sus largas conversaciones, y sobre todo del apoyo que le brindaba.

    —Y yo no dudé ni por un instante —reconoció Draco, abrazándose a él.

    —Y así debe ser, amigo, así debe ser —Blaise lo apretó un poco más fuerte y luego lo soltó —, serás muy feliz. Ambos lo serán —dijo hacia Harry, al cual también se abrazó. Draco soltó una pequeña carcajada por la cara de Harry, aunque no entendía la razón, después de todo Blaise siempre era así con ellos.

    —Déjenme tomarles otra fotografía —pidió Hermione —, sólo una.

    Draco negó con la cabeza y jaló a Harry a su lado nuevamente, mientras Hermione apuntaba con la cámara, luego de eso fue el mismo Harry el que pidió que se tomaran una fotografía más juntos, conscientes de que el tiempo en que podrían usar la oficina se estaba acabando.

    Draco, luego de la última fotografía, miró alrededor, la pequeña oficina no contaba con mucha decoración, ni siquiera tenía ventanas, sin embargo reconoció que no importaba el lugar, pudo haber sido ese bosque en Andorra, o el jardín de la Mansión, pero mientras Harry estuviera a su lado, no podría ser más feliz.

    —¿Estás contento? —preguntó Harry, acercándosele nuevamente, luego de apartarse de Hermione y Ron.

    —Mucho —sonrió Draco —, me pregunto cómo reaccionarán mis padres.

    —Ouch… —Harry y él habían hablado al respecto, y Draco había preferido no informarles hasta que todo estuviera hecho, ninguno quería que eso se hiciera una gran noticia, y sabía que si los señores Malfoy se enteraban, no descansarían hasta obtener una gran celebración, y como Draco no estaba dispuesto a discutir con ellos, se había abstenido de decírselos.

    —Será interesante —murmuró Draco, mirando un instante a Hermione, Ron y Blaise, antes de girar hacia Harry —. Tengo miles de planes para lo que se llama una noche de luna de miel, ¿sabes?

    Harry soltó una risita y negó con la cabeza.

    —Pero lo dejaremos para más tarde, debemos volver al centro…

    —Lo sé.

    Harry y Draco se despidieron de Ron, Hermione y Blaise, antes de caminar, tomados de la mano, a la chimenea más próxima, para trasladarse al centro de rehabilitación, sabían que en un día más los niños nacerían y que era necesario que ambos pudieran dar un poco más de magia para ellos.

    *O*O*O*



    —Toda esta situación es interesante —dijo una voz a sus espaldas, Draco se tensó y se giró con lentitud, Harry había levantado la vista también, aunque en realidad ninguno necesitaba mirar para saber de quién se trataba.

    —Padre —jadeó Draco.

    Lucius miró alrededor: a la habitación de paredes blancas y desnudas, a la cama del centro, con sus mantas azules mal acomodadas, a la cuna de madera que reposaba al fondo, donde Harry y Draco habían esparcido las ropitas que habían comprado para los niños un par de días atrás, antes de fijar su mirada en la pareja; no era la primera vez que los veía juntos, aunque nunca los había sorprendido con la guardia baja. Arrugó un poco la nariz, como dando a entender que definitivamente aquel no era el lugar apropiado para estar y buscó con la mirada hasta que encontró una silla, caminó con lentitud hasta ella, se sentó con la espalda completamente recta, con una mano apretaba el bastón y lo apoyaba en el piso, enfocando la mirada en la pareja una vez más.

    —Desearía poder hablar contigo, Draco —explicó, ante el silencio de la pareja —, a solas —recalcó.

    —Este es un sitio de reposo, padre, no podemos ponernos a los gritos aquí —aclaró Draco.

    —Eso es algo que se puede evitar —replicó el hombre rápidamente, mirando hacia Harry un instante y luego hacia Draco de vuelta.

    —Sería buena idea… —susurró Harry, pegándose un poco a Draco.

    —Hazle caso al muchacho, ya que siempre lo haces… —aconsejó Lucius, mirando de mala manera a Harry.

    —En este lugar mucha gente está tratando de curarse, señor Malfoy —dijo entonces Harry, ganándole la palabra a Draco y con voz firme —, por lo que le ruego que controle sus exabruptos, pues por más “Malfoy” que sea, si interfiere con la tranquilidad del sitio, no tendrán ningún reparo en sacarlo de la manera en que se merece.

    Lucius entrecerró los ojos un poco, y a Harry no dejó recordarle de alguna manera a Draco, cuando se enfadaba, se preguntó si es que en unos treinta o cuarenta años Draco luciría de esa manera.

    —Iré a ver a la medibruja Stewart, Draco —continuó Harry, apretando la mano de Draco por un instante, antes de apartarse, miró una vez más a Lucius y luego salió, cuidando de dejar la puerta un poco abierta. No era la primera vez que Draco y Lucius terminaban a los gritos, y el tener abierta la puerta le daría oportunidad de intervenir antes de que las cosas se fueran a mayores.

    —Te escucho, padre —dijo Draco, inmediatamente estuvieron solos.

    Lucius suspiró un poco y negó con la cabeza.

    —Honestamente, no sé por dónde empezar contigo, Draco…

    —El inicio es un buen punto de partida —ironizó Draco, cruzándose de brazos y arqueando una ceja.

    —No es necesario dejar de lado los modales, Draco.

    —Bien, empezaremos hablando de mis modales entonces…

    —Es muy interesante que te digas maduro e independiente, y sin embargo lo primero que haces cuando trato de tener una conversación seria contigo es lanzar ironías y desvíos…

    —Yo no hago eso —negó Draco rápidamente.

    —Sí que lo haces, siempre estás a la defensiva —Lucius aún mantenía su voz calmada, cosa que Draco no había visto en mucho tiempo.

    —Tu presencia me altera —reconoció Draco, caminando hacia la cuna y mirando las pequeñas prendas, cuando las compraron, tanto Harry como Draco pensaron que debía haber un error, que un niño no podía ser así de pequeño, eso habían pensado hasta que los habían visto y sostenido… Apretó un poco los labios y giró hacia su padre, las cosas con él estaban pendientes desde hacía mucho tiempo y ahora él también era padre, se había convertido intencionalmente en uno, tal vez era el momento de terminar con eso de una vez por todas —; me altera porque sé que eres capaz de mucho por conseguir tus objetivos… porque no tuviste reparos en mentirme y crear toda una farsa para Harry y para mí con tal de vernos separados, pese a que él me había salvado la vida, sin importarte en lo más mínimo mis sentimientos… nunca te han interesado, simplemente me has visto como uno más de tus proyectos de inversión… Me alteras porque siempre temo que planees algo nuevo, tu presencia solo me genera escepticismo y sospecha.

    Una vez que lo hubo soltado todo, apartó la mirada, algo avergonzado de haber declarado todo aquello, sabía que era cierto, pero nunca hubiera pensado que se lo diría a su padre a la cara.

    Lucius lo miró fijamente un instante, antes de ponerse en pie y mirar alrededor nuevamente.

    —Este no es el mejor lugar para que los herederos Malfoy estén…

    —Ellos no son los herederos Malfoy —gruñó Draco, apretando los labios y sintiéndose ofendido por no obtener réplicas a su confesión —, son mis hijos, míos y de Harry, nada más.

    —Draco… —Lucius suspiró y miró hacia la puerta, con un movimiento de su bastón, ésta se cerró de golpe, Draco frunció el ceño.

    —No hay mucho que puedas hacer aquí, padre —aclaró Draco, tratando de no mostrarse herido —, aunque no lo creas, aún existen lugares donde el oro no es tan importante.

    —No planeaba hacer nada… No he hecho nada durante este tiempo —aclaró Lucius, jalando una silla del rincón e indicándole con la mirada a Draco que se sentara en ella.

    —Antes sí lo hiciste —rebatió Draco —, no tuviste reparos en tratar de…

    —Ya, ya —Lucius agitó la mano, de manera cansada —, ya lo has dicho, crees que todos mis movimientos están ligados a querer separarte de Potter.

    —¿Y no es así acaso? —preguntó Draco, sentándose finalmente en la silla que su padre le había indicado y observando a Lucius sentarse delante de él.

    —Tu madre me ha dicho que son dos niños, gemelos… —comentó Lucius —, pensé que estarían en la habitación con ustedes…

    —Están en la sala de neo natos, aunque están sanos y nacieron muy bien, los medimagos prefirieron dejarlos allí para observarlos, hoy los podremos traer aquí —informó Draco con frialdad.

    Ambos se quedaron en silencio por un momento más, Draco no recordaba la última vez que había estado con su padre sentado en una habitación y sin pelear.

    —También sé lo del enlace —comentó entonces Lucius, Draco no dejó de notar como sus nudillos se ponían algo blancos por la forma en que apretaba el bastón.

    —Fue hace una semana… necesitábamos eso para poder adoptarlos.

    —Nuestros abogados pudieron ayudar… no tenías que enlazarte de esa manera tan desesperada para conseguir…

    —Sus abogados —corrigió Draco, interrumpiéndolo —, y no, seguramente tienes razón, pude haber recurrido a ustedes, pero no quise hacerlo —Draco se masajeó el puente de la nariz y suspiró profundamente —, lo que quiero decir es que hace cinco años que no tengo necesidad de usar sus recursos, esta vez no iba a ser diferente.

    —Tienes razón en eso —asintió Lucius, Draco por un instante pensó que su padre lucía nervioso, aunque sólo fue un instante, antes de que pareciera completamente cansado.

    —Madre y tú podrán verlos, por supuesto —consintió Draco, sospechando que tal vez eso era lo que había alterado a su padre tanto que había ido a buscarlo a ese lugar —, pero no se ofendan si preferimos que vayan de visita a casa, no creo que a Harry le guste estar en la Mansión y…

    —Será agradable verlos… Leí algo sobre esos hechizos —Draco supuso que Lucius había pagado a un grupo de medimagos para que le explicaran perfectamente cada paso de aquel procedimiento —, es algo complicado… es el mismo principio que Katrina…

    —Nunca será de la misma manera —interrumpió Draco.

    —No, no lo será —reconoció Lucius —, ¿cuándo dices que los llevaran a casa?

    —Pronto.

    —Me gustaría… es decir, a tu madre y a mí nos gustaría… —Lucius negó con la cabeza —, me hubiera gustado que tuvieras un hijo… legitimo.

    —Padre… —empezó Draco a replicar, listo para darle todas las razones por las cuales había aceptado aquello.

    —No debes interrumpir, Draco, eso es de mala educación, ¿es así como educarás a tus hijos?

    —Los educaré a mí manera, y a la de Harry —advirtió Draco.

    —Me hubiera gustado que tuvieras un hijo —repitió Lucius, arqueando una ceja para advertirle a Draco que lo dejara continuar —, uno legitimo, sin embargo pienso que es una buena noticia que al fin hayas decidido adoptarlos… si es que te negabas a cumplir con las responsabilidades de la familia…

    —Yo sólo me negué a aceptar porque esas responsabilidades interfirieran en mi vida. La mía, padre. Si algo aprendí hace mucho tiempo fue que mi vida y mis decisiones deben ser movidas por lo que me haga feliz, no por lo que los demás digan.

    —Lo sé, lo has demostrado, de manera muy astuta —convino Lucius, asintiendo un poco.

    Draco no sabía si alegrarse o no por aquella declaración, había pasado mucho tiempo cavilando acerca de su padre, y no podía negar que pese a todo lo que había pasado antes, lo quería, y había luchado mucho con la idea de estar haciendo cosas que lo hicieran sentir avergonzado.

    Lucius apretó un poco los labios y luego pareció enderezarse más en la silla, como cuando se disponía a impartir sus órdenes.

    —Cuando estaba en la escuela —comenzó a relatar —, había un chico… Clam Stocks, era de Slytherin, siempre era objeto de nuestras burlas… todos lo molestaban, era demasiado afeminado y pequeño, sabíamos lo que era, y nunca tuvimos compasión con él —Lucius suspiró suavemente —, hoy día no puedo decir que estoy orgulloso de eso, pero en esa época… —negó con la cabeza —, este chico cometió un terrible error, a mí parecer, se enamoró de un chico de Ravenclaw, no recuerdo su nombre… Pero este Ravenclaw no era como él… no era…

    —No digas anormal, padre —atajó rápidamente Draco.

    —No era gay —dijo Lucius, luego de un instante de silencio, mirando a los ojos a su hijo —, y los Ravenclaw tampoco eran un grupo muy amable, este Ravenclaw lo engañó y lo hizo ir al límite con el bosque prohibido, haciéndole creer que tendrían algún tipo de cita… Stocks sufrió una humillación tremenda, aquel Ravenclaw no tuvo compasión con él, hizo que muchos nos enteráramos que estarían allí, le hizo creer que también quería estar con él… —Lucius volvió a negar con la cabeza —. No, no puedo estar orgulloso de aquello… Stocks fue avergonzado delante de toda la escuela, todos nos burlamos de él y sus… costumbres, el pobre no salió de las mazmorras en dos días, y cuando lo hizo fue en una camilla…

    —¿Él…?

    —Se suicidó —completó Lucius, agachando un poco la mirada, Draco nunca lo había visto actuar de esa manera.

    —Padre…

    —Cuando eras chico… cuando entraste a la escuela, tuve algunas sospechas, no me preguntes porqué, tal vez sólo era el temor a que algo así te pasara, no he dejado de recordar al pobre chico… medio desnudo en medio del campo, con nosotros rodeándolo y burlándonos… Cuando salí de Azkaban y huí con tu madre pensaba constantemente en ti, en si estarías bien y cuando fuimos finalmente a New York supe que no me había equivocado, que eras…

    —Gay —susurró Draco.

    —Pensé que estarías bien, que te había educado correctamente, pero siempre temí por ti, siempre que pensaba en eso pensaba en Stocks y en la humillación que sufrió, en cómo no se pudo recuperar nunca… Él tal vez era más débil que tú, es cierto, pero no sabemos qué es lo que puede pasar con una persona cuando lo llevan a ese límite…

    —Nadie me ha humillado, padre, jamás —Draco pensó que era necesario aclarárselo a su padre, aclararle que aquellos tiempos ya no eran los mismos que ahora.

    —Lo sé, pero no puedes reprocharme el haber temido que algo así pasara… Tú dices que siempre te he visto como una inversión, como algo que me producirá ganancias y nada más, pues estás equivocado, siempre te he presionado porque sé de lo que eres capaz, sé lo listo e inteligente que eres y tal vez me extralimité…

    —¿Tal vez? Padre, cuando pienso en mi infancia, no recuerdo casi ningún momento feliz, siempre estabas detrás de mí, presionando, exigiendo… nunca pude complacerte por completo, siempre me daba la sensación de que no daba la talla, que nunca la daría.

    Lucius suspiró nuevamente y elevó los ojos hacia el techo por un largo momento, tanto que Draco empezó a preocuparse.

    —Siempre diste la talla, siempre estuve orgulloso de ti —asintió Lucius, su mirada se fijó en la de Draco una vez más. —Yo amo a mi familia, Draco, aunque nunca te haya dejado esa impresión, amo a tu madre y por supuesto que te amo a ti.

    —Padre…

    —Y si es que te empujé a casarte con Katrina fue porque, además de querer que la familia creciera y cumplieras con las tradiciones familiares, quería de alguna manera protegerte, temía que… —Draco nunca lo había escuchado hablar de esa manera, ni dudar tanto —. Podrás decirme anticuado, pero lo cierto es que no fui educado para aceptar que un hijo mío decidiera dejar de lado todo para escaparse con otro chico, y me ha costado mucho aceptarlo…

    —Eso no es algo por lo que yo tenga que pedir perdón, padre —atajó Draco, poniéndose en pie y dándole la espalda.

    —No he dicho tal cosa —negó Lucius —, sólo te pido que entiendas que me ha costado aceptarlo.

    —Oh, ¿entonces ahora lo has aceptado?

    Draco escuchó como Lucius se ponía en pie, y por un instante pensó que se marcharía, pero no fue así, Lucius se acercó a él y puso una mano sobre su hombro, Draco giró el rostro un poco para ver a su padre, lucía realmente agotado.

    —Siempre me he sentido orgulloso de ti, Draco, y cuando te fuiste con… Harry, reconozco que no actué de la mejor manera, pero temía que te hubieras equivocado, que hubieras tirado todo por la borda por algo que no valía la pena, que hubieras hecho algo que luego no se pudiera reparar… Y luego, con el tiempo me di cuenta que tal vez no era así, cuando vi como iban las cosas con él… cuando vi lo felices que se les veía juntos, como Potter continuaba estudiando, como tú avanzabas, poniendo una empresa distinta y teniendo éxito… Empecé a darme cuenta que estaba equivocado, muy equivocado…

    Draco apretó un poco los labios y desvió la mirada hacia la cuna pequeña de madera, tratando de no quebrarse ante las declaraciones de su padre.

    —No soy bueno con esto… demostrar emociones, reconozco que tampoco he hecho un buen trabajo tratando de acercarme a ti.

    —Supongo que yo tampoco he dejado que te acerques mucho.

    Lucius asintió y apretó su mano sobre el hombro de Draco un poco, antes de apartarse.

    —Tu madre dice que no quieren hacer ninguna fiesta por la llegada de los niños a casa… menos aún del enlace, pero supongo que al menos nos dejarás enviarles un regalo y poder llamarlos nuestros nietos.

    Draco asintió un poco, algo anonadado por aquella conversación.

    —Por supuesto…

    —Bien, entonces supongo que ahora mismo tanto Harry como tú están muy atareados, así que…

    —Sí, estamos terminando algunas coordinaciones para llevarlos a casa, espero que sea pronto.

    —¿Les han escogido ya nombres?

    Draco sonrió un poco, no podía dejar de sonreír cuando mencionaban a los niños.

    —Altair (2) y Arcturus (3) —respondió rápidamente.

    —Nombres de estrellas —susurró Lucius.

    —Harry también tiene algo de Black, ¿sabes?

    —Sí… claro que lo sé —asintió Lucius.

    Draco estaba seguro que su padre había investigado no sólo la vida de Harry, sino incluso sus ancestros, porque él era así.

    —Lo mejor será que me marche, espero que… que nos veamos pronto.

    —Lo haremos, padre —aceptó Draco, mirándolo nuevamente a la cara.

    Lucius hizo una pequeña reverencia y salió con pasos rápidos y firmes por la puerta.

    No le sorprendió para nada encontrar a Harry junto a la puerta, ambos se miraron un instante y entonces Lucius hizo una pequeña reverencia también hacia él, antes de perderse por el pasillo.

    *O*O*O*



    Altair y Arcturus eran gemelos idénticos, ambos tenían el cabello castaño y los ojos color miel, su piel era pálida y pese a que los primeros meses no los dejaban dormir más de cuatro horas seguidas, eran niños tranquilos y no les causaban tantos problemas.

    Con el tiempo Draco había consentido en llevar a sus hijos a la Mansión Malfoy, con Harry, por supuesto, donde sus padres habían demostrado una nueva faceta: la de abuelos consentidores, llenándolos de regalos y muestras de cariño. Las cosas nunca fueron perfectas entre él y Lucius, pero ambos hacían su mejor esfuerzo, reconociendo que debían aceptar los procederes del otro, aunque no siempre estuvieran de acuerdo.

    Los señores Weasley no dudaron en aceptarlos como parte de la gran cantidad de nietos que sus hijos estaban dándoles, y Draco se sintió contento de que sus hijos tuvieran primos, políticos, no importaba, con los cuales jugar y ser amigos, algo que él no había gozado de pequeño.

    Harry había terminado la carrera de medimagia con mucho esfuerzo y apoyo sobre todo de Draco, quien siempre trataba de acomodar sus horarios para cuidar a los niños y dejar que él estudiara.

    Y un par de años después finalmente Draco pudo volver, esta vez con su familia completa: Harry, Altair, Arcturus y Tobby, a aquel bosque de Andorra, donde había dejado de resistirse y se había rendido a Harry, pensando en disfrutar al máximo el poco tiempo de vida que le quedaba y sin saber todas las sorpresas que la vida le deparaba.

    —Creo que nunca veré nada tan hermoso como esto —susurró Harry, sentado a su lado, cada uno tenía a uno de los niños sobre sus piernas, pese a recién estar amaneciendo ambos parecían bastante despiertos, Tobby, que con el tiempo se estaba poniendo más viejo y lento, estaba hecho un ovillo al lado de Harry, con la cabeza entre las patas y observando el paisaje.

    —Yo tampoco —aseguró Draco, pegándose un poco más a él y mirando hacia el cielo, conforme la oscuridad iba pasando y los colores empezaban a llenar el cielo.

    Altair entonces soltó una pequeña carcajada, seguida por la de Arcturus, ambos agitando sus pequeños bracitos hacia el cielo.

    —Sí, pequeños, es el amanecer, un nuevo día empieza, lleno de muchas cosas por descubrir y aprender… —les susurró Draco con cariño, mientras el cielo se volvía completamente claro.

    Harry le sonrió y se acercó lo suficiente para darle un beso, antes de apoyar su cabeza en el hombro de Draco, observando fascinado el inicio de un nuevo día, un día en familia…

    *O*O*O*




    "Carpe Diem (aprovecha el día presente). Palabras que nos recuerdan que la vida es corta y debemos apresurarnos a gozar de ella."

    Quinto Horacio Flaco (65 AC-8 AC) Poeta latino.



    *O*O*O*




    Notas del autor:

    1-Poseidon: www.poseidonresorts.com/poseidon_main.html Este hotel realmente existe, y lo encontré cuando buscaba información sobre Fiji, no lo conocía cuando escribí sobre el mundo subterráneo de Ámsterdam, pero me fascinó que de verdad hubieran lugares así… aunque es bastante caro, en la dirección de arriba pueden ver en su web un tour pequeño.

    2.Altair (Alfa Aquilae / α Aql / 53 Aql) es la estrella más brillante de la constelación de Aquila («El Águila»). Los árabes, que también veían en esta constelación una gran águila volando, la llamaron elnars-el-tair, de donde derivó el nombre de Altair

    3-Arcturus o Arturo El nombre de esta estrella deriva del griego antiguo Αρκτοq66;ρος (Arcturus), «el guardián del oso» y está relacionado con su proximidad a las constelaciones de la Osa Mayor (Ursa Major) y la Osa Menor (Ursa Minor). En el antiguo Egipto parece que era conocida como Smat, «el que reina» o «el que gobierna», así como Bau, «el que viene».

    *O*O*O*

     
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  10. ~~Hye Mi~~
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    waaa TT-TT que hermoso final!! me encanto toda la historia, desde el principio hasta el final, lo ame, me encanto el fic...
    odie con toda mi alma a katrina grr..es una saumesh ¬¬...en fin....muy pero muy lindo el final :3
     
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  11. luna1034
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    Hola! hace apenas unos tres dias me encontre tu historia y como me gusto mucho la forma en que redactaste decidi leerla, waaaa felicitaciones ha sido realmente buena, me encanto por la manera en que se fueron desarrollando las cosas y que todo tenia sentido, fue muy bello ademas el poder conocer tambien un poco los distintos sitios que fueron visitando Draco y Harry.
    Las vidas de los chicos despues de la guerra y en general la estructura de cada uno de ellos fue muy interesante, espero leer aun mas historias tuyas pues de verdad considero que ha sido excelente, muchas gracias por compartirla permitiendonos asi leerla, muchas muchas gracias :=starss:
     
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40 replies since 16/6/2013, 05:06   3223 views
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