Padre e Hijo (Sasuke x Naruto) ¡AHORA ES UN ThreeShot más dos extras! ACTUALIZADO Capítulo 4 sub

Ino deja a su esposo e hijo solos en casa por unos días, ¿que harán ellos sin su presencia? Desde luego amarse con todo su ser.

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  1. pri_sasukelove20
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    Hola lectores. Advierto que puse “Muerte de personaje” y este capítulo me resultó muy emotivo y triste. Aunque quiero saber cómo lo ven ustedes. Otra cosa, por falta de tiempo, y porque amo dejarl@s en suspenso habrá un extra.

    Espero que les guste, me he esforzado mucho y me voy a acostar ahora muy tarde por escribir XD





    Capi 3:


    Han transcurrido ocho meses desde su huida de casa, la vida independiente le resultaba agradable. Ya estaba acostumbrado y manejaba el dinero a su antojo, dinero que él mismo se ganaba con el sudor de su frente. Con la beca ganaba una buena suma por estudiar tan lejos de su país natal, compró libros que le solicitaban y pagaba su boleta de ida y vuelta. Alquilaba un departamento pero no le era algo difícil de llevar, ya que, Gaara también ponía la mitad de sus ganancias. Su pelirrojo amigo también contaba con un empleo de medio tiempo e iba a la misma institución que él, aunque diferente salón. Igual podían verse durante los recreos de diez minutos y conversar de las nuevas amistades que habían conseguido el primer día.

    En cuanto al idioma, era todo variado y en poco tiempo con un maestro y un diccionario a la mano, él y Gaara manejaban un nivel aceptable del inglés, italiano y alemán. El francés todavía le costaba la pronunciación y su mente no podía almacenar tantas palabras raras. Pero más que todo estaba a gusto con su nueva vida y contento de tener a alguien en quien apoyarse, si Gaara se hubiera negado en ese momento, la soledad y un mundo desconocido por delante hubiera sido un tanto aterrador.

    El tiempo pasa muy rápido, y no pudo evitar pensar en su familia como siempre era cada día. ¿Cómo estarían? ¿Su padre le echaría de menos? ¿Se habría olvidado de él? ¿Querría más al bebé que él? Su madre ya estaba a un mes de parir esa criatura que arruinó su felicidad, sí, los dos debían de estar muy felices, mimándose uno al otro por ese pequeño ser humano a punto de ver la luz del exterior. Para Sasuke no debía de significar nada, y por más que ansiara verle, él había decidido borrarse de la vida de ellos, de él. Su antiguo móvil ya no existía. Tenía un nuevo móvil y ningún contacto excepto el de Gaara y unos amigos que habían pedido su número.

    —Naruto-habló su amigo del otro extremo de la habitación. Sus camas estaban a poca distancia de la otra.

    —¿Hm?-le miró, saliendo de sus profundos pensamientos.

    —Sé con solo ver tu rostro que no estabas estudiando ese libro que están en tus manos, ¿En qué piensas?-preguntó comprensivo, dejó su cuaderno con ejercicios sobre una mesada de luz a su lado de la cama y se acomodó mejor sobre esta para encararle.

    —¿Tan obvio soy?-rió por lo bajo, suspiró-Mamá pronto dará a luz, solo pensaba en que… se deben haber olvidado de mí.

    —Un padre jamás dejara de amar a un hijo, no importa cuántas locuras o estupideces haga, el amor de un padre a su niño es para siempre-respondió firme en sus palabras.

    —Si, tal vez… pero el amor que le tengo a Sasuke no es paternal. Le amo como un hombre ama a una mujer, un amor enfermo como dirían algunas personas.

    —Naruto-le miró triste-Debes dejar eso de lado, tú mismo lo habías dicho. Empieza otra vez, busca distraerte con alguien más. Los chicos de aquí son muy atractivos-sonrió.

    —Ja, ja, ya lo creo. Especialmente el de la cafetería, ¿Verdad, Gaara?-le guiñó el ojo divertido.

    —Tonto-gruñó sonrojado-Somos solo amigos para que lo sepas.

    —Pues Sai te ve como algo más que un amigo. Te digo algo, Gaara, no dejes pasar esta oportunidad. Ese chino está loquito por ti, dale una oportunidad aunque sea.

    —No es chino-frunció el ceño-Es coreano, aunque el nombre es japonés porque le resultó bonito a sus padres-suspiró.

    —Ja, ja, ja, ¿ya ves? Sabes mucho de él.

    —Cállate-le aventó el cuaderno por el aire, el blondo logró esquivarlo antes que se estrellara en pleno rostro-Tal vez… tal vez lo haga-murmuró con las mejillas ruborizadas-Solo que soy…

    —¿Sí?-rió, recogiendo el cuaderno del suelo.

    —Muy tímido.

    —Ja, ja, eso tiene cura.





    —Llegué-anunció entrando a casa con su respectivo traje de trabajo y su maletín. Cerró la puerta y depositó su maletín a un lado de la entrada.

    —Bienvenido-saludó su esposa mostrando su abultado vientre, emocionada por conocer a su pequeña niña.-Has venido temprano.-le dio un corto beso en los labios.

    —Estoy muy cansado, Itachi me dejó retirarme antes. Me daré una ducha y dormiré un rato-pasó de ella y se puso en marcha de subir las escaleras.

    —Entiendo-susurró, mirándole deprimida.

    Las cosas en casa habían cambiado para mal. Desde la ausencia de su hijo, Sasuke ya no era el mismo. Su gélida mirada y su brusca forma de expresarse habían logrando una gran brecha en su relación, ni el embarazo era capaz de contentar al Uchiha. El día en que fue con él al hospital para averiguar el sexo del bebé, su alegría se esparció en ese cuarto junto a la sonrisa de su doctor que había llevado hasta ahora su cuidado. Sin embargo, la cara de su esposo era inexpresiva, sus ojos estaban vacios y una línea recta se posaba en sus gruesos labios rosa. Tan solo murmuró: “Bien por ti”.

    ¿Bien por ella?

    La niña era de ambos, ¿Por qué se refería así, si era hija de ambos? No era una extraña. Incluso el doctor quedó en silencio en ese momento incomodo. Se retiraron y durante el recorrido en el vehículo ella intentó romper el hielo, y no funcionó.

    Su relación de tantos años de amor y cariño se desvanecían continuamente. Sasuke de besos no pasaba. Después de que Naruto se fue, nunca más volvió a tocarla en la cama, sumado a los meses anteriores. Y ella estaba cansada de llevar el peso sola, francamente estaba harta, ella también sufrió cuando les abandonó Naruto; pero no había más que hacer. La tierra se lo había tragado sin dejar pistas. Y sabía con certeza que aún así, su hijo estaba bien donde estuviese, él siempre fue un magnifico luchador. Después de todo, el rubio había nacido prematuro con pocos kilos y los doctores no le daban muchas expectativas de vida. Su hijo había luchado solo para dejar boquiabierto a los doctores, definitivamente él debía de estar bien.

    Su preocupación por él siempre estaba en su mente, pero debía seguir adelante, en cambio, Sasuke siempre se quedaba muy atrás de ella. Y la decisión más importante en su vida estaba tomada. Cuando diera a luz, le pediría el divorcio a Sasuke. Era definitivo y creía firmemente que eso era lo mejor para ambos.





    Sasuke luego de aquella refrescante lluvia sobre su cuerpo se dejó caer con una muda ligera de ropa sobre la cama matrimonial. Se acostó de lado y vio en la mesita a su lado aquella nostálgica fotografía. Los tres sonriendo a la cámara, Ino a su lado y el tomando entre sus brazos a su pequeño niño de ocho años de edad. Ese imperativo rubito que le había robado el corazón, la persona que ahora mismo se había llevado su alma.

    —¿Dónde estás? ¿Qué estarás haciendo? ¿Tendrás pareja? Solo pido que estés bien, con una salud de hierro-sus ojos comenzaron a escocer-Mientras estés bien no pido más, mi querido rubito, mi gran amor-sollozó, ocultando la cara en la almohada.

    Pese a la pequeña que pronto tendría en sus brazos, la felicidad no era completa. Jamás lo sería si no volvía a ver a Naruto a su lado, con Ino no era feliz en absoluto. Hace tiempo que la chispa entre ellos se había extinguido, mas era notoria ahora con la ausencia de su pequeño. Aunque fuera difícil debía hacerlo por el bien de los dos, por el bien de la pequeña, él la amaría como todo buen padre, pero el convivir bajo el mismo techo con su esposa sería algo incómodo. La pequeña tendría todo lo que necesitara durante su crecimiento, pero esto debía acabar de una vez, así que cuando Ino tuviera a la niña hallaría la forma de decírselo sin titubear. Hallaría la manera de finalizar esa relación e ir por su rubio amor para estar juntos como lo merecían.

    —Solo espera Naru, prometo… prometo que iré por ti. Tan solo un mes más e iré por ti, mi niño.





    Un mes después.

    Aquella mañana de sábado ocurrió algo alarmante. Algo que no podría olvidar Naruto. Eran las cinco de la mañana cuando una llamada telefónica irrumpió el armonioso silencio dentro de la habitación. Gaara comenzó a removerse ante el insistente sonido, irritado se irguió destapándose y acercándose al teléfono que habían instalado con el rubio.

    —¿Quién molesta a estas horas?

    Luego de haber trascurrido unos segundos su cara fue de sorpresa para luego pasar a una de completa melancolía. Se despidió y cortó la llamada. Observó a su amigo durmiendo plácidamente desparramado en la cama, debía decírselo cuanto antes, y buscando la manera de contarle lo sucedido con respecto a su familia. Se acercó a su cama y le sacudió el hombro descubierto.

    —Naruto-murmuró-Naruto, despierta.

    —Hm… déjame.-habló con los ojos cerrados.

    —Vamos, Naruto, es importante. Una llamada de Japón.-comentó desanimado-Hay algo que debes saber.

    ¿Japón?

    Sus ojos azules quedaron al descubierto y miró al pelirrojo entre la claridad frente a él, se refregó los ojos e irguió su espalda quedando sentado en la cama.

    —¿Qué pasó en Japón?-preguntó adormilado.

    —Mi hermana me llamó, yo… mierda, es difícil decirte esto.-¿Por qué tenía que ser él?

    —Dilo, Gaara o volveré a dormirme.

    —Se trata… se trata de tu mamá, Naruto. Ella… ella murió al dar a luz…





    Sasuke Uchiha se hallaba estupefacto aún en la silla del hospital. Asimilarlo le resultaba difícil de creer. Hace tan solo unos instantes, ella había entrado a urgencias y se disponían a hacer el trabajo en medio del parto. Ino se había visto bien, no parecía tener problemas en un inicio, antes de que entrara a la sala él pudo sostenerle la mano aún con vida y con esa calidez que todo ser humano posee desde su nacimiento. Sus miradas se cruzaron, la suya reveló seguridad, valor, que todo estaría bien, que no debía temer. La de Ino, era de puros nervios e inseguridad, todo lo contrario a él. Sasuke por primera vez en mucho tiempo le había dedicado una sonrisa, una sonrisa dulce y esperanzadora. Ella presionó su mano entre la suya, para luego ser llevada a través de esas puertas.

    “Lo siento mucho”

    “Hicimos lo que pudimos, señor Uchiha”

    “Realmente hicimos lo que estuvo a nuestro alcance, ella no pudo resistir más, pero yo creo que podrá descansar en paz, se lo aseguro.”

    “Ella… dio su último aliento para que la pequeña llegara con vida a nosotros, fue una gran luchadora. Debe estar orgulloso”

    “Antes de morir, susurró un nombre, el nombre de su pequeña.”

    —¿Cuál fue su nombre?

    —Naruko, ella susurró Naruko.


    La niña, su niña se llamaba Naruko Uchiha. Ocultó su rostro entre sus temblorosas manos dejando escapar un mar salado de sus ojos ónix. Él no amaba a Ino, ya no, pero eso no significaba que no le tuviera un gran cariño. Ella había sido su mujer, su primer amor, la que le había dado a su rubito. Su gran alegría. Dolor en su pecho y culpa en su mente, por qué había sido un pésimo esposo en los últimos meses, un pésimo apoyo en cuanto a su embarazo y un pésimo amigo. Ino solo quería ser mamá una vez más, aunque fue a costas de su espalda, ella deseaba fervientemente ser madre una vez más. La vida le había jugado mal, su vida a cambio de la bebé, si bien ella había obrado mal; en esos instantes era lo que menos interesaba.

    Tan solo quería, quería cuidar de la niña a su manera. Que Ino tuviera una oportunidad de buscar un mejor hombre de lo que él alguna vez fue en su juventud, pero no pudo lograrse. Ahora estaba solo, y la niña con él, la pequeña a su lado sin su madre. Naruko, de pelusita rubia en su cabecita y ojos azules como su niño, la cual tuvo que ser llevada a una incubadora y corroborar más claramente su estado. Ni si quiera le habían permitido verla, salieron con ella en una manta a paso veloz y la preocupación en esos momentos era enorme.

    —Ino… te prometo que ella será feliz, la protegeré de todo… y de todos, Naruko será definidamente feliz conmigo. No te preocupes de nada-murmuró entre lágrimas-Le daré todo mi amor, Ino, te lo juro-susurró empapado en gotas saladas.





    El blondo no tuvo el suficiente valor de ir a su funeral. Gaara decidió no entrometerse aunque estaba molesto con su decisión tachándolo de cobarde. Y Naruto no lo negó, culpa, ese remordimiento lastimando su conciencia una y otra vez, dolor, dolor de no poder haber visto a su madre por última vez con vida. De no poder despedirse, de pedirle perdón, de que a pesar de lo que había sucedido entre ambos, él le amaba. Amaba a la mujer que le había dado la vida, y esa maldita amargura llenándole el corazón, el alma por haber mantenido una relación prohibida con su padre sin que ella se enterase.

    Pasó una semana, Gaara le ignoraba y él hacía lo mismo pese a que compartían la misma habitación, cada uno permanecía en lo suyo. Pero esa noche antes de conciliar el sueño, en ese instante en que la luz tenía que apagarse, él sollozó. Pequeños hipidos que fueron haciéndose más sonoros.

    —Gaara… por favor… abrázame.

    Y el muro entre ellos finalmente fue destruido. Su amigo se levantó rápidamente de su cama y le abrazó con fuerza dejando que el agua mojara su camiseta larga, el llanto fuerte del oji-azul finalmente salió a la luz y Gaara, lloró con él toda la noche hasta el cansancio.





    Un año después.

    Tarde o temprano uno debe enfrentar sus demonios, los demonios del pasado. Naruto estaba de camino en avión a casa, a su país oriental. Sin Gaara para apoyarle en esta difícil etapa, debía ser fuerte y enfrentar sus miedos y sufrimientos. Cosas buenas debía de salir después de tanto dolor, ¿verdad? Pues hasta ahora lo único bueno era la relación de Gaara con Sai Shimura, el dueño de aquella cafetería a la cual acudían a menudo luego de clases. Tal vez su amigo pelirrojo tenía pensado quedarse a vivir allí, pero no quería pensarlo ahora, aún faltaba para ello.

    Su beca. Sí, terminar en un año era dificultoso. Pediatría. Había escogido ser pediatra, nunca supo el porqué, solo fue un impulso y ya. Esto solo significaba una visita, todavía le restaban tres años para terminar. Había visto poco de la medicina, y pronto empezarían los cursos para estar al tanto de más cuidados, sí, su carrera era muy larga. Tenía que volver pronto, tan solo una razón le motivó para llegar a Japón.

    Despedirse de su madre correctamente.





    —Itachi, necesito un favor-acomodó unos papeles dentro de una carpeta.

    —Dime.

    —¿Podrías cuidar de Naruko? Quiero ir al cementerio.

    El mayor observó al lado del escritorio a la pequeña dormilona en el cochecito que su hermano le había comprando con su ropita color rosa y un gorrito cubriendo su ya abundante cabello.

    —Desde luego-sonrió-Ve tranquilo, hermano. El tío Itachi se queda con la reinita.

    —Gracias-sonrió de medio lado ante sus últimas palabras. Itachi amaba a su sobrina y la mimaba demasiado, no quería saber lo que haría cuando tuviera quince años.

    Siempre tenía un tiempito. Desde la muerte de su esposa, él visitaba su tumba y hablaba de cómo estaba Naruko. La ropita que le compraba, las morisquetas que hacían, las veces que lloraba y no pegaba ojo en toda la noche. Cada detalle por muy pequeño que fuese, él iba y le contaba a Ino. De alguna forma, era como si estuviera viva y le escuchará silenciosamente de todas las travesuras de su pequeña. Se despidió de su hermano y besó la frente de la beba, para luego salir en su auto a su destino.





    Tomando un taxi partió al cementerio más cercano a donde solía vivir. Una corazonada le decía que su madre estaba enterrada allí, “El camino al cielo” como se llamaba. Al llegar, pagó al taxista y antes de entrar se detuvo en un pequeño negocio que vendía flores. Compró un ramo de lilas, su madre amaba ese color, se la dieron envuelta en un papel muy bonito plateado y con listón rojo. Suspiró y entró pasando las puertas grandes de rejas negras, vio a lo largo cientos de lapidas y flores adornando su frente. Se detuvo en una casilla a preguntar.

    —Disculpe-tocó la ventanilla que lo separaba.

    —¿Sí?

    —Necesito buscar a alguien y es la primera vez que vengo-explicó.

    —Dígame su nombre y veré la planilla.

    —Yamanaka Ino-respondió con un pequeño brillo en sus ojos.

    —Seguro está ubicado en la “y” ahora la busco-sacó de una fila de papeles varias planillas y fue buscando la letra Y que figurara en la tapa-Aquí, veamos-la abrió y comenzó a leer los nombres, aquello tardó como diez minutos.-La encontré.

    El corazón del rubio se apretó de dolor.

    —Yamanaka Ino, ah, le llevaré con ella. Siendo la primera vez en este lugar tan grande, se perderá-la puerta a un lado se abrió y le invitó a que le siguiera.

    Se sorprendió en saber que estaba bastante alejado el sitio, bien al fondo, caminaron por varios minutos. Estar rodeado de gente muerta no era gusto de nadie, más bien, allí se respiraba una tristeza inmensa. El hombre finalmente se detuvo frente a una tumba.

    —Aquí está.

    Naruto leyó el nombre en la lapida y sintió una punzada en su pecho. “Amada esposa y madre…”

    —Le dejo a solas. ¿Podrá volver solo?

    —Sí, creo que sí. Muchas gracias.

    El hombre se retiró y el dolor se reflejó en sus irises azules. Se dejó arrodillar y depositó el ramo junto a otro de rosas blancas que aún permanecían en buen estado.

    De seguro las dejó, papá.

    —Mamá… perdóname. He sido… un pésimo hijo. Te he hecho sufrir y te escondido el amor que siento por mi padre, mamá… soy un monstruo. Soy un maldito monstruo…-las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas sin piedad y mojar las flores-Perdón, perdón por tardar en venir a verte. Hubiera querido… verte con vida una vez más… de verdad que sí, Madre. Lo que hice… lo hice por todos, lo hice por ti. Aunque también… lo hice por mí. Tu y papá tenían que estar juntos por ese bebé, para no sufrir yo… decidí irme lejos. Por más odio que sintiese por esa nueva vida, debía tener un papá a su lado, una familia. Yo no podía encajar en ello, papá, papá es y será el amor de mi vida, escucha mamá. ¡Yo amo a Sasuke con todo mi corazón, le amo con todo mi ser, como hombre! ¡Por eso, perdóname, perdóname por decepcionarte, por haberlo desviado del camino! Mamá-siguió llorando-Perdóname por no poder dejar de sentir esto por él, si el infierno me espera por este prohibido amor, yo… lo aceptaré con gusto. Mientras tanto, permíteme sentir esto hasta el final de mis días. Quiero que sepas, que te amo y te amaré siempre, fuiste una mujer grandiosa y hubiera querido decírtelo antes. Te amo, mamá-se abrazó a la lapida color negra con los escritos dejando recargar la cabeza sobre ella.

    —¿Naruto?

    Escuchó perfectamente la voz pasmada y rasposa de ese hombre tan familiar y que tanto echaba de menos. Su corazón dio un brinco tal como él con su propio cuerpo apartándose de la piedra labrada, parados cara a cara y a centímetros uno del otro.

    —¿Naruto… eres tú?-las lágrimas por parte de Sasuke no se hicieron esperar, quien con una mano tapó su boca no creyendo lo que sus ojos veían.

    —Hola… papá…




    Díganme, ¿Qué tal el capi? ¿Qué Creen que pase ahora? ¿Les gustó que Ino muriera? XD
     
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83 replies since 17/6/2013, 07:13   13108 views
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