Una noche (original) - Romance/ Adver: Lemon. 18+

One shot sobre una de las parejas de mi Fic ‘Destino’ (Julián y Agustín)

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    Soy la magia, soy la luz, un instante de eternidad, la puerta abierta al más allá, si duermes me verás...

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    Bueno, este es un one shot sobre una de las parejas de mi Fic ‘Destino’ (Julián y Agustín) lo hice porque algunas personas se sintieron conmovidos por esa pareja, así que, espero les guste. No espero mucho, pero la verdad, disfruté mucho escribiéndolo.

    Pareja: Julián y Agustín

    Género: Romance.

    Clasificación: Fiction Rated MA 18+ (Eso creo)

    Advertencia: Lemon

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    Próximamente, subiré una versión editada de este escrito en mi pagina personal (http://ojousama.weebly.com)
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    * * *

    Los fuegos artificiales alumbraron el cielo nocturno, dejando ligeras estelas de luz por el firmamento; los invitados festejaron ese preciso instante, brindando una vez más por la felicidad del cumpleañero y después volvieron al interior del gran pabellón dispuesto para la fiesta en el terreno del jardín de la mansión. La fiesta era grandiosa, imposible de comparar, especialmente por el lugar y las personas que habían asistido. A pesar del frío que se sentía en el jardín, a nadie parecía importarle, pues todo estaba dispuesto para que la velada fuera de lo más agradable. Cuando todos regresaron al interior, la música volvió a sonar y las parejas entraron a la pista de baile a disfrutar de la música romántica, con la cual, podían disfrutar de la velada.

    Un hombre de cabello negro, que estaba en una orilla de la pista, no parecía prestar atención en la majestuosidad de la fiesta; estaba ahí, con su mirada fija, sin perder de vista a aquel que debía cuidar aún a costa de su vida, una persona que significaba mucho para él, Erick Salazar, ahora De León, pues se había convertido en un gran amigo desde que empezó a trabajar directamente bajo sus órdenes. Ese hombre de cabellos negros y hermosos ojos azules que ahora bailaba con su esposo y por el cual, durante días se había desvivido para que esa fiesta quedara perfecta, desde los invitados, hasta los detalles que se mostraban en el lugar, luces, adornos, recuerdos, comida y bebida, todo había sido preparado para satisfacer al cumpleañero y su selecto grupo de familiares y amigos.

    Pero, él también apreciaba al esposo de su jefe y amigo, porque era quien le había dado oportunidad de llegar hasta ahí, justo en donde se encontraba en ese momento. De no haber sido por Alejandro de León, el seguiría de trabajo en trabajo o, quizá, estaría metido en cosas peores, cosas que ni siquiera podía o quería imaginar.

    Un escalofrío recorrió su columna vertebral, sintió que alguien lo observaba, desvió la mirada de Erick para mirar hacia los lados. Casi frente a él, del otro lado de la pista de baile, pudo reconocer la silueta de aquel que le robaba el aliento, alto, de cabello castaño, igual los ojos con los que siempre lo miraba fríamente, y con su característica seriedad que nunca le permitía sonreír, esa misma seriedad que lo hipnotizaba y lo ponía extremadamente nervioso. En ese preciso momento, se sentía así, pues el otro no le quitaba la vista de encima; ambos quedaron viéndose directamente y Agustín sintió que el rojo cubría sus mejillas.

    Julián desvió la mirada, se dio media vuelta y caminó hasta Carlos hablándole al oído. Agustín respiró profundamente, tratando de recuperar el aliento y respirar normal; aunque ese día se habían vuelto a ver, no pudo hablar con él, pues Erick se quedó todo el día ocupado con su esposo y, él mismo tuvo que encargarse de los últimos detalles de la fiesta y de unos pequeños imprevistos que surgieron. Tenía casi dos meses intentando acercarse a Julián para iniciar una relación, después de salir del hospital, aunque seguía convaleciente; pero no podía, por muchas razones, así que, esa relación que ansiaba, no se dio como esperaba, pues el tiempo que pasaban cerca, se limitaba a cuando estaban trabajando. Sentía que se había hecho ilusiones y quizá, en realidad, nunca llegarían a ser absolutamente nada.

    En ese momento, su celular vibró en el bolsillo de su pantalón, sacándolo de sus pensamientos. Lo tomó con rapidez, alejándose un poco de la pista para poder responder.

    -¿Si?

    -“En el centro del laberinto…” – la voz del otro lado del auricular lo hizo estremecer – “…no tardes, a menos que quieras que vaya por ti…”

    -Pero… – no lo dejó hablar, pues colgó con rapidez.

    Agustín tembló, era la primera vez que le hablaba de esa manera. Miró a todos lados, caminó a un costado y entre los trabajadores más cercanos, buscando a alguien de confianza y a quien su jefe también acudía, sea en su día de descanso o cuando estaba enfermo; con rapidez encontró a quien dejarle su trabajo encargado. Llegó hasta Marcos para hablarle al oído.

    -Tengo algo que hacer – susurró – cuida del señor Erick y si necesita algo, atiéndelo…

    -Pero, ¿si me pregunta por ti? – Marcos levanto una ceja.

    -Dile que fui a arreglar el asunto del que hablamos en la mañana – respondió y se alejó sin decir más, ni permitir que Marcos indagara.

    Apresuró el paso, recorriendo los caminos adoquinados de los jardines, hasta llegar al área del intrincado laberinto de setos, el cual, era de los favoritos de Erick, por ello, el pelinegro se tuvo que aprender con rapidez la manera de moverse por el mismo. La entrada estaba cerrada, pues, para evitar que los invitados tuvieran la intensión de entrar a ese lugar, exclusivo para el señor de la casa, habían mandado poner una puerta de madera con un gran cerrojo metálico. Agustín agradecía ser el hombre de confianza de Erick, así que, tenía la llave del mismo, e imaginaba que Julián también, por ser el hombre que atendía a Alejandro de León.

    El pelinegro entró con rapidez y cerró tras él; recorrió el camino ya conocido hasta llegar al centro del laberinto, dónde se encontraba un pequeño kiosco estilo griego, el cual, había sido adecuado para la época, colocándole alrededor una estructura especial de vidrió, para que el frío no fuera problema, pues era dónde su jefe pasaba horas escribiendo o pintando y él, en su afán de acompañarlo, a veces se quedaba jugando, a su lado, con su consola portátil y, otras más, dormido sobre alguna de las bancas. Las luces de las pequeñas lámparas que lo rodeaban permitían que el kiosco estuviera alumbrado con delicados ases tenues, en colores azules, que se reflejaban en el agua del estanque que lo rodeaba.

    Llegó, pero no había nadie. Miró a todos lados, y caminó hasta el kiosco, entró y cerró la puerta de cristal tras él, se sentó en una de las bancas de granito, el ruido de la fiesta apenas llegaba y podía relajar su cuerpo sin problema; observó el cielo nocturno y sonrió, recordando cuando conoció a Julián, cuando, por obra del destino se encontró justo en medio de un tiroteo en plena calle, antes de ir a una entrevista de trabajo, y trató de ayudar, ilusamente, a un hombre, pensando que estaba en peligro, sin imaginarse que tenía todo un sequito de guaruras tras de él. Desde el momento que Alejandro de León notó la decisión de ese chico en protegerlo, sin saber quién era o la situación real en la que se encontraban, decidió darle la oportunidad de trabajar con él; al platicar con el después de lo sucedido, para explicarle algunas cosas, le presentó a sus acompañantes. Ahí fue cuando lo vio; ese hombre serio, imponente, con mirada fría que, no supo por qué, pero logró ser el primero en robarle el aliento de esa manera, ponerlo nervioso y además, convertirse en el protagonista de todos sus sueños; ese hombre que lo ponía nervioso y arrancaba suspiros de sus labios cada que le dirigía una mirada, una palabra, aunque fuera una simple orden; negó, se sentía estúpido pensando en eso, suspiró cerrando los ojos, tratando de no pensar en ese momento, disfrutando de la calma que se respiraba en ese lugar, esperando pacientemente a quien lo había citado.

    Tan ensimismado estaba en disfrutar esa paz, que no advirtió la presencia del hombre castaño que llegó sigilosamente, hasta que lo tuvo frente a sí.

    -Veo que no quisiste que fuera por ti.

    El semblante serio de Julián provocó que Agustín se pusiera nervioso cómo siempre.

    -Sí, bueno – se alzó de hombros – aún estamos trabajando… La fiesta no termina.

    -No creo que la fiesta termine pronto – el castaño entrecerró los ojos – está planeada para amanecer ¿o no?

    -Sí, es cierto… – Agustín asintió.

    Ambos se quedaron en silencio, un momento que parecía eterno e incómodo; Agustín observó a los ojos a Julián, buscando algo más de lo que mostraba. Desde aquella vez, cuando estaba hospitalizado, cuando el otro le había dicho que se aprovecharía de él, jamás había vuelto a insinuarle nada. Ciertamente llevaban una mejor relación, pero, el único beso que habían tenido había sido en aquella ocasión. A veces, Agustín se preguntaba si el castaño lo había hecho sólo porque pensó que iba a morir, pero, debía admitir que todo había cambiado desde ahí; cuando tenían la oportunidad de pasar más tiempo juntos, se portaba más paciente y tolerante; nunca le había vuelto a decir niño y, aún y cuando el pelinegro pensó que, después de volver al trabajo, iba a aclarar las cosas, Julián no parecía querer tocar el tema.

    -¿Por qué…? – Agustín desvió la mirada, los ojos castaños de Julián lo ponían nervioso – ¿por qué me trajiste aquí?

    -Quería que habláramos – respondió secamente.

    -Me imagino – Agustín sonrió, era obvio que quería que hablaran – pero, ¿por qué aquí?

    -Porque si nos quedamos en la fiesta – Julián suspiró – ninguno de los dos estaría al cien por ciento en la plática… Tú debes cuidar al señor Erick y yo, tengo que proteger al señor De León, así que, era mejor alejarnos un poco.

    -Entiendo – Agustín asintió – y ¿de qué quieres hablar?

    -Quiero dejar en claro lo que sucedió en el hospital aquella vez…

    Agustín sintió que la sangre se le helaba; tres meses habían pasado desde ese día y, casi dos meses en los que, al regresar al trabajo, intentó preguntar, pero el otro siempre evadía la pregunta de alguna manera, así que, llegó a pensar que incluso estaba bien, porque era probable que sólo hubiese sido algo de un momento y ya.

    -Y ¿qué quieres aclarar…? – la voz del pelinegro fue bajando de intensidad, imaginándose lo peor.

    Julián lo observó, parecía no tener ninguna intensión que no fuera la de un simple trato de compañeros y eso precisamente era lo que tenía nervioso a Agustín.

    -Quiero que sepas el por qué te besé y por qué no te he dicho nada más después de eso.

    Su seriedad era implacable, Agustín tenía miedo de que sus más grandes temores fueran ciertos, simplemente había sido por lástima, al pensar que podía morir; ahora tendría que comportarse y poner una sonrisa, fingir que no ocurría nada y que no esperaba nada, cuando en el fondo, se estuviera muriendo por ello.

    -Y… – sonrió nervioso – ¿por qué fue?

    -Porque me gustas – Julián lo miró fijamente – me gustas desde que entraste a trabajar con el señor De León, en los últimos meses me he enamorado de ti como un imbécil y deseo poseerte, logrando con ello atarte a mí para siempre, por eso fue que te besé.

    Agustín se quedó con la boca abierta, sentía su rostro arder, a pesar de que las palabras de Julián eran completamente increíbles para él, no entendía cómo podía decirlo de una forma tan natural y tranquila, incluso no demostraba ninguna emoción en su semblante, eso era lo más difícil de creer.

    -¿De…? – Agustín carraspeo para poder hablar – ¿De verdad?

    -Si – el castaño levantó una ceja – no tengo por qué mentirte.

    -Y… – rió nerviosamente – ¿por qué no dijiste nada después de eso? Ni siquiera supe nada de ti en mi cumpleaños… – finalizó en un susurro.

    El día de su cumpleaños lo esperó ilusamente en el hospital, pues aún no salía del mismo, pero, el único que fue a verlo había sido Erick, quien le mencionó que su esposo estaba ocupado con unos asuntos y Julián con él.

    -Porque aún estabas y estás convaleciente.

    -Y eso ¿qué? – parpadeó confundido,

    Julián sonrió, era la primera vez que lo miraba sonreír, su semblante era distinto, incluso se miraba más joven y para Agustín, mucho más sexy.

    -Qué, si te lo decía, o siquiera lo insinuaba, no me iba a contener más – se movió lentamente, inclinándose, acercando su cuerpo al pelinegro, quien, instintivamente se hizo hacia atrás – ¿qué sucede? – Julián movió su mano hasta tomar al otro por la corbata – pareces un niño asustado que acaba de ver a un fantasma.

    -N… No… – Agustín tembló – es que… me tomas… despreve…

    Julián no lo dejó hablar y lo jaló hacia él dándole un beso en la boca, mucho más largo y demandante que aquel que recordaba en el hospital. Agustín no supo cómo reaccionar, primero se quedó sin moverse, después entrecerró los ojos y abrió un poco la boca, permitiendo que la lengua del otro entrara a reconocer la tibia y húmeda cavidad; al final, la mano de Agustín tembló, antes de acariciar el cabello castaño del otro mientras correspondía el beso con emoción.

    Cuando Julián se alejó relamiendo sus labios, Agustín respiraba agitado y seguía con los ojos cerrados, temeroso de abrirlos y darse cuenta que era otra de sus tontas fantasías.

    -Y ahora que ya te lo he dicho – Agustín abrió los ojos para ver a Julián, quien en ese momento, desabrochaba su gabardina, su saco y aflojaba su corbata – creo que es momento de cumplir mi palabra y, aprovecharme de ti.

    -¡Espera! – el pelinegro se puso de pie de un salto, moviéndose hasta dejar la banca entre ambos.

    -¿Esperar? – Julián levantó una ceja y sonrió – Creo que ya espere lo suficiente por tu herida – caminó rodeando la banca, tratando de acercarse, pero Agustín caminó hacia el lado contrario alejándose con paso nervioso.

    -Es que… – titubeó – no creo que sea correcto aquí… Es decir… Es el jardín del señor Erick y… Hace frío…

    -¿Y? – el castaño se alzó de hombros – no creo que le importe si lo ensuciamos un poco, además, nos mantendremos calientes mutuamente…

    Agustín se sorprendió, jamás se imaginó que Julián dijera esas palabras, sabía bien que si algo le gustaba de ese hombre, era su seriedad, pero esa nueva faceta tan desinhibida, no sabía si le gustaba, lo excitaba o simplemente le daba miedo.

    Julián puso un pie sobre la banca y el pelinegro pasó saliva con dificultad, imaginando lo que pensaba hacer, así que dio un par de pasos hacia atrás con rapidez, antes de que el otro saltara la banca y llegara hasta él. Agustín quiso llegar a la puerta de cristal para tomar el camino y alejarse del kiosco, pero los brazos de Julián no se lo permitieron.

    -¿Por qué huyes? – el susurro en el oído logró que Agustín se estremeciera y soltara un gemido.

    -N… No – negó rápidamente moviendo la cabeza – es que, no creo que sea un buen… lu…

    Soltó un grito al sentir la mordida en su oreja, las piernas le temblaron y sintió que iba a perder las fuerzas, por lo que instintivamente se aferró al brazo que lo apresaba. Julián pasó su lengua por la oreja, humedeciéndola en su totalidad.

    -Parece que me tienes miedo – el tono seductor de Julián provocó que la piel del otro se erizara – creí que eras más atrevido, más audaz, e incluso, más juguetón…

    -Yo… Yo… – Agustín pasó saliva. ¿Cómo pensaba que podía comportarse de otra manera cuando estaba sorprendido por la forma de actuar de quien, en ese preciso instante, lo tenía atrapado?

    Julián pasó sus manos por la espalda de Agustín, después colocó su pierna tras el otro y lo empujó para que perdiera el equilibrio. El pelinegro se mordió el labio para no gritar y se sostuvo de la camisa de Julián con fuerza, temiendo que terminaría contra el piso después de un buen golpe, pero no fue así.

    El castaño se acuclilló llevándolo con él y dejándolo en frío piso, se estaba aprovechando del desconcierto del más joven para hacer lo que quería. Agustín aún tenía los ojos cerrados, pero los abrió temeroso al sentir el peso del cuerpo de Julián sobre él.

    -¿Qué…? Espera… – intentó empujarlo – necesitamos aclarar…

    -¿Qué debemos aclarar? – Julián apresó las manos que intentaron empujarlo y las presionó contra el piso para poder acercar su rostro hasta el otro.

    -¿Que…? ¿Quién…? – el pelinegro tembló – ¿Quién va a…? ¿Quién va a…? ¡Me estás poniendo nervioso! – se excusó al sentir la respiración del otro cerca de sus labios.

    -¿Quién va a ser el que lleve las riendas en esto? – el castaño besó una vez más a su presa, buscando con su lengua la del otro para entretenerse hasta que quedó satisfecho por los constantes gemidos ahogados – obviamente – relamió sus labios – yo…

    Agustín se quedó sin palabras, ciertamente le gustaba Julián, pero nunca pensó en lo que sucedería si ellos estaban juntos, además, jamás imagino quien sería el que debería tomar el papel de una mujer; pero, en ese momento que lo pensaba, estando en esa situación, debía admitir que no era un rol que le quedaría al otro.

    Julián se aprovechó del desconcierto de su compañero, desabrochó la gabardina y el saco, aflojó la corbata, desabrochó los primeros botones de la camisa y bajó a besar el cuello del pelinegro, pasando su lengua y dejando una marca rojiza justo en el centro del mismo, una marca que, aún y con el cuello de la camisa, bien acomodado, se notaría; cuando realizo esa acción, el otro gimió con más intensidad. El castaño bajó una mano entre ambos cuerpos y acarició por encima del pantalón el miembro que estaba despertando, disfrutando las reacciones de ese ‘niño’ que tenía bajo su cuerpo.

    Agustín se aferró a las mangas de Julián, apretó los parpados y soltó un gemido, logrando que el otro sonriera complacido.

    Julián estaba a punto de desabrochar el pantalón, cuando su celular timbró con un sonido particular; se alejó rápidamente de su compañero sacándolo de la bolsa de su saco y después contestó, con una seriedad que desconcertó al pelinegro, pues él no podría contestar de esa manera en ese momento, debido a su respiración agitada.

    -Si señor… Si… No se preocupe… Entiendo… Claro… Ya veo… Sí, yo le digo… Gracias…

    El castaño se puso de pié después de colgar y guardar el celular en el saco, le tendió la mano a Agustín – el señor Erick te necesita en la fiesta, no quería interrumpirte pero, el señor De León lo vio necesario, al parecer, eres el único que puede ayudarle en este momento.

    Agustín estaba rojo, pero asintió aceptando la mano del otro para ponerse de pie, se acomodó la ropa, mirando de soslayo al castaño, quien no parecía prestarle atención; el pelinegro caminó con paso rápido a la salida del laberinto, pues no quería hacer esperar a su jefe; el mayor iba tras él, casi pisándole los talones. Cuando llegaron a la puerta, Agustín iba a abrir pero el otro lo detuvo del brazo, lo hizo girar y lo besó – Aún no he acabado – sentenció – terminando tu asunto, te veo en mi casa – indicó – el señor ya dio el permiso.

    -Pero… Pero… No puedo dejar al señor Erick y…

    -No te estoy pidiendo tu opinión – negó – el permiso es para ambos, así que, decide: vas a mi casa solo, después de que termines, o, yo mismo te llevo hasta allá; no tienes más opciones, de todos modos, cualquiera que sea tu elección, esta noche serás mío.

    “…esta noche serás mío…” la frase retumbó en el cerebro de Agustín cómo si fuera un eco, jamás había pensado escuchar esas palabras del otro y no sabía que hacer o decir – Voy… – el pelinegro pasó saliva para poder hablar – voy solo – aseguró.

    -Te espero allá.

    Ambos salieron del laberinto, pero a medio camino, Julián se desvió, yendo a la casa donde vivía solo mientras estaba en esa mansión; uno de los privilegios de Julián era su propia casa, los demás trabajadores se quedaban en otra vivienda que tenía varias habitaciones, excepto Agustín, quien se quedaba en una habitación de la mansión por indicaciones del señor Erick.

    El pelinegro llegó con rapidez a la fiesta y se presentó ante su jefe.

    -Señor…

    -Agustín – Erick negó – discúlpame, le dije a Alex que no te molestara, pero la verdad, sí te necesito.

    -No se preocupe – sonrió con nerviosismo – ¿en qué puedo servirle?

    -Me están diciendo los del servicio de bebidas que ya no hay y, apenas estamos a mitad de la fiesta, creí que habíamos pedido suficientes.

    -Lo hicimos.

    -Entonces ¿Qué pasó?

    -Lo que sucede es que, el segundo y el tercer envío, se guardó en las cavas privadas del señor De León, en vez de las cavas de la cocina, porque ya no había espacio y, cómo el señor no estaba usando las suyas en esta ocasión, pensé que sería lo más conveniente.

    El ojiazul miró a los otros hombres que estaban rodeándolos – ¿acaso ninguno pudo decirme eso antes? – suspiró molesto.

    -Discúlpenos señor, pero no sabíamos – se excusó Marcos – Agustín no mencionó nada.

    -Gracias Agustín – Erick sonrió – espero no haber interrumpido algo importante.

    -Pues…

    -Mi amor – Alejandro llegó abrazando a Erick por la cintura – ¿ya se arregló la situación?

    -Sí – asintió el ojiazul – Marcos, encárgate de las bebidas, por favor – ordenó – Agustín ya terminó su turno por hoy – se giró y le guiño el ojo.

    -Agustín – Alejandro lo miró de soslayo – creo que Julián tiene asuntos que tratar contigo, no lo dejes esperando, aunque no lo aparente, es poco paciente.

    -Está bien señor – el rojo cubrió el rostro del pelinegro y se despidió dando una ligera reverencia.

    -¿Crees que le vaya bien? – Erick acarició la mano de su esposo.

    -Si – sonrió el rubio – después de todo, por lo que he notado, Julián está más ansioso que él… Pero, eso no debe preocuparte conejo, ven, vamos a perdernos un momento, mientras los demás siguen bebiendo…

    -Pero, es tu fiesta…

    -Sí pero, quiero recordar, vívidamente, lo que leí hoy en el regalo que me diste…

    -¿Qué cosa?

    -Lo que hicimos el primer día que volviste a ser mío…


    * * *

    Agustín recorrió los jardines con nerviosismo, no sabía que podía pasar con exactitud, aunque se daba una idea. Llegó a la casa de Julián pero las luces estaban apagadas, así que, titubeó un momento antes de tocar. Timbró un par de veces y después, dio un par de golpes a la puerta; no había ningún sonido en el interior.

    Se giró, dando la espalda a la puerta, frotó sus manos con insistencia, mirando a todos lados, esperando ver al otro llegar, tal vez el mayor se había entretenido en algo, aunque eso le daba tiempo para pensar las cosas, no sabía cómo explicarle lo que sucedía con él; en ese momento, escuchó el sonido de la puerta, giró el rostro encontrándose con el castaño en el umbral, con su brazo sobre el marco de la puerta, traía su camisa blanca, desfajada y desabrochada completamente, bajo la misma podía notar la camiseta sin mangas, del mismo color, que se pegaba a su cuerpo, el pantalón era lo único que parecía estar bien acomodado, aún con su cinto, pues el castaño portaba sus pies cómodamente desnudos; era la primera vez que Agustín lo miraba así, un poco desaliñado, pero era una imagen que guardaría para toda la vida en sus recuerdos, pues para el pelinegro, el castaño se miraba perfecto.

    -Pasa…

    -Gra… Gracias… – Agustín sonrió nerviosamente y dio un par de pasos, se limpió los zapatos en el tapete de la entrada y después entró a la vivienda, pero sólo dio un par de pasos y se quedó inmóvil.

    Las luces eran tenues, por lo que no podía distinguir con claridad el interior, pero era obvio que la calefacción estaba encendida, pues la temperatura era completamente agradable, ahora entendía por qué el otro estaba tan cómodo con tan poca ropa. Las manos de Julián lo sacaron de sus pensamientos, lo abrazó desde atrás y éstas, acariciaron el pecho del pelinegro mientras desabrochaban la gabardina y el saco, una vez más; Agustín sintió un escalofrío al sentir los labios del otro cerca de su oído.

    -¿En que nos quedamos? – preguntó seductor.

    -Julián… – su voz apenas fue un murmullo – Antes de… Antes de seguir, quiero, sincerarme…

    -Adelante – el castaño no lo soltó, al contrario, lo guió hacia las escaleras, obligándolo a subir los escalones – ¿qué quieres decirme?

    -Es que… – Agustín temblaba – yo, es decir, nunca pensé que… Bueno, en que tu… Es decir…

    -¿Querías ser quien dominara? – preguntó con un dejo de diversión en la voz.

    -No… Es que… La verdad, yo… Nunca lo pensé…

    -Entonces, si nunca lo pensaste – ambos llegaron al segundo piso y Julián abrió una puerta – no tienes de que preocuparte…

    La recamara era grande, quizá no tanto como las habitaciones de la mansión pero si se notaba la diferencia con lo que el mismo pelinegro estaba acostumbrado, antes de trabajar directamente con Erick; sabía que Julián gozaba de muchos privilegios y libertades, más que cualquier otro de los trabajadores del señor De León, con los únicos que se podía comparar, era con Miguel y Marisela; pero, ahora, se daba cuenta de que también disfrutaba de muchos lujos, pues la decoración de la habitación era ostentosa, además, igual que la mansión, contaba con una chimenea en su habitación. El castaño lo llevó hasta la orilla de la cama y lo hizo girar para que quedara frente a él; sus manos se movieron para quitar la ropa de Agustín que le estorbaba.

    El pelinegro cerró los ojos, mordió su labio y sintió que su barbilla temblaba, tenía algo de miedo; su gabardina y saco fueron los primero en caer, pues ya estaban abiertos desde que empezaron a subir las escaleras; la corbata y la camisa le siguieron; el pantalón cayó por la gravedad después de ser desabrochado y Julián aprovechó para quitar la camiseta sin mangas en ese momento. El castaño notaba cómo la piel de su compañero estaba erizada, y eso le producía un extraño placer, así que, se acercó hasta posar sus labios en un hombro; Agustín suspiró.

    Julián se movió dejando una estela de besos, desde el hombro, pasando por el cuello y llegando a la mejilla del pelinegro – relájate – indicó – te aseguro que lo disfrutarás mucho más que en cualquier otra ocasión anterior…

    -Es que… Nunca he…

    Julián levantó una ceja, se alejó un poco y negó, era imposible – tienes miedo porque nunca has estado con un hombre, ¿es eso?

    -Ni con un hombre, ni… – dudó, mordió su labio – ni con una mujer... – confesó bajando el rostro.

    -¿Qué? – Julián se quedó boquiabierto.

    -Lo sé, es raro – aseguró – pero no lo hice porque… Porque nunca me gustó ninguna chica… Y, cuando me di cuenta que me atraían los hombres, bueno, nunca me atreví a intentar nada por… Por miedo…

    -¿Miedo a qué? – el castaño aún no salía de su asombro.

    -Bueno, ya sabes, sobre las enfermedades y eso… – movió las manos nerviosamente.

    Julián sonrió, después soltó una ligera risa y pasó la mano por su cabello – me estás diciendo que tienes treinta años y ¿nunca has tenido relaciones?

    Agustín lo miró con molestia – sí, te estoy diciendo eso – espetó con enojo – soy un idiota ¿y?

    -No eres un idiota, sólo eres… Un niño… – rio con algo de diversión.

    Agustín apretó la mandíbula, empujó a su compañero y se inclinó a buscar su pantalón subiéndolo con rapidez, no dijo nada, solo tomó su camiseta ante la mirada atónita de Julián y se encaminó a la salida.

    -Espera – el castaño lo tomó de la mano – ¿a dónde vas?

    El pelinegro alejó su mano y lo miró con ira, pero en sus ojos se mostraban algunas lágrimas que amenazaban con escapar – me voy – aseguró – no necesito que te burles de mi…

    -No me estoy burlando – negó – es solo que… Bueno, no me lo esperaba.

    -¿Por qué? – preguntó con un poco de rencor – ¿porque a mi edad ya debí haber tenido suficiente experiencia? Pues perdóname por no saber nada al respecto – espetó con amargura – pero lo que menos quería era andar arruinando mi maldita vida, suficiente tenía con lo difícil que era antes de trabajar con el señor De León, cómo para meterme con cualquiera sólo para experimentar, aunque no sintiera nada… Y gracias he de dar que no se me considera alguien atractivo, porque hubiera terminado muy mal, igual o peor de lo que le pasó al señor Erick – terminó con algo de dolor en su voz, eso era una espina clavada en su pecho, sintiéndose culpable, desde que se enteró, por no haber podido ayudar a su amigo cuando lo necesitó.

    Julián bajó la vista – perdón – sonrió conciliador – es extraño sí, pero cada quien tiene derecho a pensar y hacer lo que quiera – caminó hasta Agustín y lo tomó de la mano con algo de delicadeza – ahora entiendo algunas de tus actitudes, de tus costumbres – lo volvió a guiar a la cama, aunque el pelinegro puso un poco más de resistencia – el por qué, en los días de descanso, preferías quedarte jugando en tu habitación en vez de salir a divertirte con los demás…

    -¿Vas a insistir con los videojuegos? – Agustín estaba a la defensiva – eso no tiene nada que ver…

    -Está bien, lo lamento – el castaño sonrió y lo sentó en la orilla de la cama – en realidad, es una de las cosas que me gustan de ti…

    -Eso es… – Agustín parpadeó – difícil de creer… Siempre me dijiste niño y bueno… Nunca pensé en que tú…

    -No digas más – el castaño negó – volvamos a lo importante – sonrió de lado – cómo rompimos el momento, tendremos que hacerlo de otra manera – levantó una ceja – si te has masturbado ¿verdad? – Agustín desvió el rostro nerviosamente y apretó los parpados – responde – insistió Julián al momento que se acuclillaba frente a él acariciando con las manos las piernas del otro.

    -Si… siempre… – suspiró.

    -Y, ¿en qué piensas mientras lo haces?

    -En… En… – su labio tembló, el color rojo cubrió sus mejillas y evito ver el rostro del otro – ti… – susurró.

    -¿En mí? – Julián levantó una ceja – y, ¿Qué imaginas con exactitud?

    -Pues – Agustín tembló – no lo sé… Sólo, pienso en ti… Tu rostro, tu cuerpo… pero… Pero no imagino nada más…

    -Eso me halaga – el castaño sonrió – entonces, empecemos a hacer algo que ya conoces…

    Julián movió sus manos hasta descubrir por completo el sexo de Agustín, retirando de su cuerpo lo último que quedaba de su ropa, cuando sus manos acariciaron la piel suave del sexo del pelinegro, este cerró las piernas y trató de cubrirse.

    -No… – Julián negó – así no vamos a llegar a ningún lado – se puso de pie y, con sus manos, empujó a Agustín contra el colchón.

    -Pero…

    -No digas nada – el castaño sonrió y, ante esa sonrisa que robaba el aliento, Agustín se rindió.

    Julián se recostó sobre su pareja y besó con delicadeza sus labios, diferente a los besos que le había dado con anterioridad, disfrutando de esos labios suaves que se ofrecían con algo de miedo, pero que lo volvían loco desde aquella ocasión en el hospital, cuando por primera vez los probó.

    El castaño bajó por el cuello y los hombros del otro, su mano acarició insistente el miembro de Agustín que ya estaba despierto y sonrió contra esa tibia piel que estaba bajo su propio cuerpo; cuando sus labios llegaron al pecho, se detuvo, observando la cicatriz en el pecho de Agustín.

    El pelinegro entreabrió los ojos al notar que Julián se detuvo, incluso, su mano había detenido los movimientos y la alejó del lugar donde realizaba su tarea.

    -¿Qué…?

    -Cuanto te vi tendido contra el asfalto… – Julián rozó con sus dedos la cicatriz – con tu sangre mezclada con la lluvia, entendí que era un idiota… – susurró.

    -¿Por qué…?

    -Pensé que habías muerto… – los castaños ojos de Julián se posaron directamente en el rostro de Agustín, pero siguió acariciando la piel con insistencia – me dio miedo, me dolió… – aseguró – pude haberte perdido antes de siquiera tenerte…

    La emoción inundó a Agustín y sonrió nerviosamente, era algo que no esperaba escuchar, sus palabras le habían gustado, más de lo que pudiera expresar.

    -Pero ahora… – Julián prosiguió, su semblante sereno cambió, un brillo de lujuria se presentó en su mirada mientras relamía sus labios – serás completamente mío… – acercó su rostro al oído de su amante – sólo mío…

    El castaño no permitió que Agustín hablara, volvió a moverse sobre el cuerpo que estaba bajo el suyo, besando, lamiendo, mordiendo, acariciando con desespero, el reflejo de ese deseo reprimido durante tanto tiempo, pero, no parecía darse abasto con ello. El pelinegro empezó a soltar ligeros gemidos y cerró los ojos; sentía cosquillas cuando lo besaba o lamía, le dolía ligeramente cuando lo mordía, pero, debía admitir que lo llenaba de un inmenso placer que no podía describir.

    Julián bajó con lentitud hasta acariciar con sus labios el sexo de Agustín; el pelinegro trató de incorporarse, pero el otro no lo permitió, al contrario, lo detuvo albergando en su boca todo el sexo de su amante y Agustín gimió, cediendo ante las atenciones, relajando su cuerpo contra el colchón. La sonrisa no abandono el rostro del pelinegro ante el trabajo del otro, las lamidas, los besos y las caricias no le dieron oportunidad de quejarse o actuar; jamás en su vida había experimentado algo tan fuerte, tan distinto, tan único y, debía admitir, especial.

    El pelinegro movió las manos apretando las sabanas, buscando a qué aferrarse, pues, aunque estaba contra el colchón, sentía que se hundía; sus piernas se removieron inquietas, pero Julián lo apresó para evitar que siguiera revolviéndose y haciendo su trabajo más difícil. Cuando el castaño acarició los testículos del pelinegro, éste estrujó con más fuerza la tela bajo su cuerpo, arqueó la espalda y sintió que estaba a punto de llegar al orgasmo y Julián no lo impidió.

    Agustín liberó su semilla en la boca del otro, para él, fue la sensación más maravillosa de toda su vida, distinta completamente a lo que sentía al estimularse en la soledad de su cama, lo disfrutó cómo si eso fuera un aprueba de que el paraíso existía.

    Aún estaba envuelto en esos pensamientos cuando Julián se acercó a él, besándolo con desespero al momento que sus manos recorrían los costados del pelinegro, ejerciendo presión contra la piel, suave y tibia que se ofrecía para él.

    -¿Cómo se sintió? – preguntó en un susurro.

    -Bien… – respondió el pelinegro a media voz y con una sonrisa en sus labios..

    -Es solo el principio… – aseguró el castaño.

    Julián se incorporó dejando a Agustín contra el colchón; empezó a quitarse lo que quedaba de su ropa frente a su amante, lentamente, disfrutando del rostro del pelinegro, mientras lo observaba con asombro y miedo. Estaba saboreando esa sensación, desde que había pensado en tener a Agustín entre sus brazos, imaginando cómo sería poseerlo, el deseo y la lujuria lo carcomían por dentro, pero se obligó a controlar sus instintos, igual que lo había hecho en el laberinto de setos; pero, ahora, en el momento en que se enteró que el pelinegro no había tenido pareja sexual, ni mujer, ni hombre, ahora que estaba enterado que ningún otro cuerpo había tenido oportunidad de disfrutarlo, de dejar huella sobre él, había sido el detonante para que perdiera casi en su totalidad su autocontrol.

    Agustín se incorporó ligeramente, recargando su peso en sus codos, pasando saliva y respirando con dificultad, cuando el otro se inclinó hacia él, se imaginó lo que vendría, así que, haciendo acopio de su fuerza, se movió hacia atrás, alejándose con un intento infantil de retrasar lo inevitable. Julián sonrió, ahora, el pelinegro estaba en donde lo quería, en el centro de su cama, a su merced y debía admitir que disfrutaba verlo así, sonrojado, nervioso, con ese brillo en sus ojos, mezcla de miedo y deseo, que lo hacía ver tierno.

    Julián se acercó, sus brazos y piernas quedaron a los lados del cuerpo del pelinegro y se inclinó, buscando alcanzar con sus labios los del otro, pero sólo los alcanzó hasta que Agustín quedó completamente contra el colchón y ya no pudo huir más. Degustó los labios y unió su cuerpo con el otro, permitiendo que las pieles compartieran el calor.

    -Me gustas… – el castaño mordisqueo el labio inferior de Agustín.

    -Julián… – ante esa frase, el pelinegro se rindió completamente, susurró contra los labios de su amante, movió sus manos y las pasó por los costados para después acariciar la espalda del otro.

    El castaño sonrió al escuchar su nombre con ese timbre de voz, con la dulzura del otro, la inocencia que en ese momento le iba a robar y, aunque temiera que con ello cambiaría, sabía que para él, siempre sería un niño.

    Julián se alejó, dejando a su amante contra el colchón, con los ojos entrecerrados y estremeciéndose. Se movió hasta el buró, abriendo la gaveta y sacando un pequeño botecito que ya había preparado con antelación; regresó al centro de la cama, acomodándose entre las piernas del pelinegro, levantando ligeramente la cadera del otro y, después de untar un par de dedos con el líquido espeso, recubrió con el mismo, la entrada de Agustín, presionando para introducir un dedo y empapar el interior lo suficiente.

    -No… – el pelinegro se estremeció y una vez más, apresó las sabanas con sus manos, sin saber que más hacer.

    -Agustín – la voz ronca del castaño hizo que el otro entreabriera los ojos para verlo – si te tensas, te va a doler…

    -Pero… – su labio tembló y sus ojos se humedecieron.

    Julián sonrió, se inclinó acercando su rostro al del otro y lo miró con ternura – ¿no quieres? – interrogó – porque, si no quieres, detendré la preparación y – sonrió de lado de forma lasciva – tendré que violarte – anunció – porque ya no puedo dejar que te alejes…

    -¿Qué…? – Agustín se estremeció y negó – no, espera… No estoy listo y…

    -Demasiado tarde… – sentenció el castaño con una amplia sonrisa.

    Julián alejó su mano de la entrada del otro, se aferró de la cadera del pelinegro y colocó la punta de su pene en la entrada, ejerció presión, tratando de entrar, pero notó que era difícil abrirse paso en esa estrecha y virgen cavidad. Agustín apretó los parpados y mordió su labio ahogando el grito de dolor que amenazó con escapar de su garganta y su cuerpo se tensó.

    El castaño soltó la cadera de su amante, colocó los codos a los costados del otro, pasando sus manos por los hombros suaves de Agustín y lo besó antes de hablar – relájate – pidió mientras seguía presionando para entrar a lo más profundo – relájate para que lo disfrutes…

    -Duele… – se estremeció – Por favor… Duele…. – repitió el pelinegro con un hilo de voz.

    Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, Julián se detuvo; empezó a besar, lamer y acariciar la piel suave del pelinegro, el cual, empezó a responder cómo esperaba, relajando su cuerpo, buscando con sus manos el cuerpo del otro. Agustín quería disfrutar, porque, a pesar de que sentía el dolor en su interior, el saber que el dueño de sus pensamientos, en ese preciso instante, lo estaba poseyendo, lo hacía sentir extasiado; se incorporó lo suficiente para morder el hombro de Julián y pasó lengua por su piel mientras un par de lágrimas escapaban de sus ojos.

    El castaño sintió cómo Agustín se relajaba, aunque fuera sólo un poco, y empezó a moverse con lentitud, hundió su rostro contra el cuello del pelinegro, mordiéndolo, tratando de aguantar ese deseo de aumentar la fuerza de sus embestidas, lo que menos quería era lastimarlo, pero, a pesar de todo, era algo que no podía evitar.

    Julián empezó a mover su cadera con más rapidez, cada movimiento lograba arrancar un gemido del pelinegro, que se ahogaba contra la piel del castaño, logrando que a éste lo invadiera un sentimiento delicioso, lleno de placer y autosuficiencia, sintiéndose amo y señor de ese cuerpo que, en ese instante, se aferraba, a él con desespero, y sentía en su abdomen el suave miembro del otro empezando a despertar una vez más.

    Julián se incorporó sin salir del interior de Agustín, dejándolo contra el colchón, apreciando el cuerpo del pelinegro mientras seguía penetrándolo, aferrado a esas piernas que, apenas un momento antes, lo mantenían unido al otro, apresándolo por la cintura. Agustín cubrió su rostro con sus brazos, pero dejó libre su boca, permitiendo que los gemidos inundaran la habitación de su amante; sentía su cuerpo caliente, sudoroso y, por sobretodo, excitado.

    La mano de Julián acarició el sexo de Agustín, masajeándolo con maestría, estimulando y logrando que el otro aumentara el volumen de sus gritos y gemidos, satisfaciendo la vanidad del castaño; si ya se sentía su dueño, con ello se aseguraba que no habría nadie más que pudiera quitárselo.

    Julián quitó las manos del pelinegro de su rostro, quería ver su semblante, su mirada, ese brillo de excitación, que trataba de ocultar tan infantilmente, y le gustaba esa expresión, sabiéndose el único con el derecho de verla, el único que, hasta ese momento y por el resto de lo que le quedara de vida a ambos, la conocería en su totalidad.

    Ambos llegaron al orgasmo; Agustín, libero una cantidad ínfima de semilla en la mano de su amante, mientras sus lágrimas escapaban de sus ojos con total libertad y una amplia sonrisa se adueñó de sus labios; el castaño eyaculó completa y plenamente en el interior del otro, disfrutando de las contracciones de la cavidad que había mancillado y, debía admitir, que lo había disfrutado, más que cualquier otra cosa en el mundo.

    Julián se inclinó para besar el rostro del pelinegro, lamió las lágrimas y mordisqueó sus labios.

    -¿Cómo te sientes? – preguntó en un susurró.

    -Yo… – Agustín mantenía sus ojos entrecerrados y respiraba agitadamente – cansado… – pasó saliva y disfrutó de las caricias del castaño – ¿tú?

    -Feliz… – sonrió – extasiado contigo…

    -Eso… – el pelinegro suspiró – ¿es bueno?

    -No tienes idea… – Julián siguió repartiendo besos en el rostro del otro – ¿quieres que me salga?

    -No… No sé… – negó con debilidad – tú ¿quieres?

    Julián se movió y mordió el cuello de Agustín – no quiero – aseguró – pero, te dejaré descansar un momento…

    El castaño salió del interior del otro con extrema lentitud, en el movimiento para recostarse a su lado, se encontró con el botecillo que había usado con anterioridad, así que lo colocó sobre el buró y sacó de la gaveta una pequeña caja, la abrió, sacó del interior una esferilla, envuelta en papel brillante, la desenvolvió y se acercó al pelinegro, pasó su brazo bajo la cabeza de su amante para después, colocar la esferita oscura a la boca.

    -Come…

    -¿Qué…? ¿Qué es…? – Agustín trató de enfocar la vista para reconocer lo que le acercaba a los labios.

    -Chocolate – sonrió – come.

    -¿Chocolate? – Agustín se removió confundido.

    -Te servirá para recuperar energías – explicó – ahora, abre la boca – ordenó.

    Agustín entreabrió los labios y Julián colocó el chocolate entre esos labios que ahora consideraba suyos. El pelinegro lo recibió, disfrutó por un momento cómo la primer capa de chocolate se derretía, liberando los pequeños trozos de avellana, luego mastico, perdiéndose en el sabor de la galleta, el relleno suave y la avellana; relamió sus labios, limpiando las migajas de chocolate que habían quedado.

    -¿Mejor? – Julián rozó con su nariz la mejilla del otro y después lo besó.

    -Si – Agustín sonrió.

    -Es tu favorito, ¿no es así? – preguntó el castaño.

    -Si…

    -¿Quieres otro?

    -¿Me…? ¿Me llenaras de chocolate? – Agustín sonrió más ampliamente para luego asentir – sí, sí quiero…

    -No – Julián negó y se movió para tomar otro chocolate de la caja y acercárselo a su amante – sólo quiero que te recuperes para volver a disfrutarnos…

    Agustín se movió, soltó un gemido de dolor, pero no se detuvo, colocó a Julián contra el colchón, y se colocó sobre él, le arrebató el chocolate y lo llevó a su boca – y – masticó con lentitud – entonces, ¿Cómo quedamos después de esto?

    -Bueno – Julián lo observó con seriedad – ahora eres mío…

    -El hecho de que me hayas hecho esto, no implica que sea tuyo… – negó buscando con sus ojos la caja dónde tenía los chocolates su compañero.

    -Entonces ¿no te gustó?

    Agustín rió, un sonido divertido que inundó la habitación, mientras se movía para alcanzar la caja sobre el buró, desenvolviendo otro chocolate y comiéndolo con rapidez – Si – respondió escuetamente – me gustó mucho, fue algo, que no me esperaba – suspiró – pero, he escuchado que algunas personas, aunque tienen… Ah…

    -¿Sexo? – Julián levantó una ceja.

    -Sí, sexo… Bueno, aunque tienen sexo, no son nada… Y es algo que no me gustaría.

    Julián entrecerró los ojos y tomó al pelinegro del rostro, acercándolo hasta él, besándolo con fuerza – no es sólo sexo – aseguró – me gustas, te quiero, estoy enamorado de ti… Te amo… – aseguró.

    Cada palabra fue sorprendiendo a Agustín hasta dejarlo atónito, sintiendo que el rostro le ardía entre las manos del otro.

    -Quiero que seas mío – el castaño prosiguió – mi pareja, mi amante, mi novio… Mi todo… – finalizó.

    El pelinegro parpadeo confundido, pasó saliva y sonrió nerviosamente – eso, eso me deja sin palabras…

    -¿No quieres? – indagó – después de que tú me coqueteabas, ¿ahora me dices que no te interesa?

    -¿Yo? – Agustín pasó saliva y negó – no, yo no…

    -No ¿qué?

    -Jamás te coquetee – el pelinegro frunció el ceño – ni siquiera sé cómo hacerlo y…

    Julián rió – lo sé, no lo hacías conscientemente, pero tus acciones, tus miradas, tu forma de moverte frente a mí, eso lo nota cualquiera, a pesar de que no lo demostraba, me atraías y no podía alejar mi vista de ti, por eso lo percibía y Miguel también – aseguró – mil veces me dijo que estabas interesado en mí y a mí no me eras indiferente, mil veces que yo traté de negarlo, porque no quería aceptarlo.

    -¿De verdad? – Agustín mordió su labio – y entonces ¿por qué ahora si lo aceptas?

    -Ya te lo dije, cuando pensé que estabas muerto, temí que no iba a poder tenerte jamás y, me prometí a mí mismo, que si salías bien librado de eso, serías mío.

    -Si acepto ser tu pareja… – el pelinegro lo miró a los ojos – ¿me harás esto todas las noches?

    -Si – Julián sonrió – las noches, las tardes, las madrugadas, e incluso los días que no tengamos trabajo y, aún si lo tenemos, encontraré la manera de hacértelo…

    Agustín sonrió ampliamente – bien, entonces, espero que lo cumplas – se movió hasta besar los labios del castaño con suavidad – porque, me ha gustado cómo no tienes idea.

    Julián pasó sus manos por la espalda del pelinegro y lo apretó contra su pecho – y eso que sólo fue el principio.

    Agustín se dejó guiar, disfrutando de lo que su amante le hacía sentir, las nuevas experiencias y de la pasión desbordándose, impregnando cada poro de su piel; Julián lo poseyó nuevamente, en forma distinta, exigiendo que el pelinegro le diera una serenata de gemidos y gritos debido al placer que lo embriagaba mientras se retorcía en esa cama ante las caricias de su amante.

    El castaño nunca se imaginó que podría disfrutar del sexo de esa manera, convirtiéndose en maestro y llevando a su compañero de lecho a conocer las fronteras de la lujuria, logrando que, en una sola noche, se desinhibiere completamente y le exigiera más, a pesar de estar exhausto.

    Agustín quería experimentar todo, pero iba a ser imposible en una sola noche, así que, quizá, tendrían que pedir, ambos, unos días de vacaciones, para que el castaño le enseñara mil y un formas de disfrutar del sexo a su lado.


    * * *


    El teléfono sonó, el pelinegro se removió entre las sabanas, sintiendo cómo el calor que lo envolvía parecía alejarse.

    -¿Si?

    La voz seria de Julián lo hizo entreabrir los ojos, tratando de recordar que había sucedido la noche anterior y saber dónde se encontraba en ese momento.

    -Sí señor, si, entiendo, no se preocupe… Entonces le diré… Igualmente señor…

    Agustín se incorporó con rapidez, sentándose en el colchón, los recuerdos habían llegado de golpe; pasó la mano por su cabello y tembló. Su mirada se cruzó con el castaño mirar de Julián.

    -Era el señor De León – Julián se recostó nuevamente – dice que hoy no saldrá de la mansión, ni él ni su esposo, – explicó – así que, ni tu ni yo tenemos trabajo, por lo tanto, podemos disfrutar de este día.

    Agustín lo miraba sorprendido, ahora, con la luz tenue entrando por la ventana, podía observar el cuerpo del otro en todo su esplendor, logrando que se sonrojara.

    -¿Tienes hambre? – el castaño parecía estar a gusto con la situación – puedo pedir algo de desayunar, apenas son las diez.

    -Yo… Si –asintió – tengo hambre…

    Julián se incorporó, pasó su mano por el pecho de Agustín y lo llevó consigo al colchón – no, no es un sueño – dijo con calma – fuiste mío toda la noche y lo seguirás siendo, no sólo por este día – aseguró divertido – pero, dime, ¿quieres desayunar primero? O ¿prefieres asearte? Aunque, si fuera yo, preferiría volver a tener relaciones contigo – el castaño hundió su rostro en el cuello del otro – aún falta probar algunas otras cosas…

    -Yo… Yo… – Agustín gimió al sentir la mordida en su cuello – desayuno… creo…

    -¿Qué deseas desayunar? – el castaño mordió la oreja del otro, divertido ante los estremecimientos de su amante.

    -Lo que sea…

    -Pediré a la cocina que nos traigan algo – Julián se incorporó y besó los labios de Agustín – relájate – sonrió de lado, logrando que el otro se sonrojara – creí que se habían acabado las inhibiciones anoche…

    El castaño volvió a tomar el teléfono, marcó un número y empezó a pedir algo para comer. Agustín observó la espalda del otro, mordió su labio inferior y, aún con miedo, se incorporó, pegando su pecho en la piel de Julián y abrazándolo, mientras hundía su rostro en el cuello del otro – en serio… No es un sueño – susurró, sintiendo cómo su respiración se agitaba al sentirse feliz, no sabía si quería llorar o reír, pero ese extraño sentimiento le gustaba.

    Julián movió su mano acariciando el cabello del pelinegro – sí, también mándeme algo de fruta – prosiguió en el auricular – y que sean dos porciones de todo, tengo compañero hoy…

    El castaño colgó y se movió hasta quedar frente a Agustín, lo tomó del rostro y lo besó en los labios – no, no es un sueño – aseguró – y de ahora en adelante, tendrás que compartir esta habitación conmigo.

    -Pero – el pelinegro se relamió los labios – el señor Erick…

    -El señor Erick ya está enterado – se alzó de hombros – ¿crees que el señor De León no se lo dijo ya? – sonrió y levantó una ceja – desde que te fuiste de la fiesta anoche se lo imaginaron.

    -¡La fiesta! – Agustín intentó incorporarse – debo encargarme de que se quite todo del jardín, de entregar las estructuras, de finiquitar a los encargados de las bebidas, el buffet, de verificar a los invitados que se quedaron en la mansión…

    Julián lo tomó de la mano antes de que se aleara de la cama y lo tumbó contra la misma con fuerza, colocándose sobre él – no tienes, tu trabajo de hoy, ya lo están haciendo Carlos, Marcos y los demás… – el castaño pasó su lengua por el cuello del otro – tu única obligación el día de hoy, es complacerme a mí.

    -Pero… – Agustín soltó un gemido.

    -No hay pero – aseguró – no permitiré que abandones esta casa, ni siquiera dejarás esta habitación en todo este día – la mano de Julián se movió entre ambos – y menos ahora que me doy cuenta que tú también quieres…

    -Julián – el pelinegro tembló – me duele un poco… Atrás… – se excusó – no crees que podríamos intentar… Tú sabes… que yo…

    El castaño se alejó y soltó una carcajada – no – negó divertido – eso no te lo voy a complacer – aseguró – yo, voy a ser el único que lo haga y tú, serás un buen niño y te dejarás…

    -¿Por qué? – Agustín frunció el ceño – ¿qué tiene de malo?

    -Que yo no tengo madera de ser el pasivo – afirmó – además – sacó del buró la caja de chocolates – cada que te portes bien, tendrás uno de estos…

    -¿Me vas a premiar cómo un perrito por hacer un truco?

    -Algo así – el castaño sonrió – es lo que se denomina, refuerzo positivo.

    -Creo que, esto ya no me gustó – Agustín lo miró con molestia

    -¿Seguro? – Julián sacó un chocolate, desenvolviéndolo para colocarlo frente al pelinegro – entonces ¿no quieres uno?

    Agustín iba a negar, pero, mordió su labio, desvió la vista y suspiro, cerró sus ojos y abrió la boca, sacando su lengua, para que el castaño depositara el chocolate en ella, después relajó su cuerpo mientras el otro lo recostaba en la cama, dándole luz verde le hiciera lo que quisiera, no se opondría. Aunque no quería admitirlo, era excitante sentirse dominado por Julián y, mucho mejor si cediendo, tendría lo que más le gustaba; el castaño, chocolate y, después de esa noche, el sexo.


    * * *


    N. de Autor: Me tardé porque tengo muchos pendientes, pero, aquí está, supongo que no es lo que newfictioner y los demás esperaban (la verdad no sé qué es exactamente un spin off XD) pero, supongo que con esto puedo decir que cumplí un propósito, de darles un poquito más sobre esta pareja que, a algunas personas les gustó.

    Es como un regalo de día de reyes (ajaja ya que, cómo pasó navidad y año nuevo, no tengo otra fecha XD) Así que, a aquellas personas que lo lean, espero que lo disfruten. Aún tengo pendiente la precuela de destino (es decir, cómo se conocieron Alex y Erick) pero, aunque ya tengo más o menos el esqueleto de la historia, no sé cuándo pueda hacerla. Tengo un proyecto pendiente de mi esposo que probablemente me va a llevar algunos meses XD Pero, espérenme, espero antes de que termine el año subirles esa historia que me emociona pensar siquiera.

    En fin, que pasen felices fiestas y gracias a aquellos que me felicitaron en mi cumpleaños.

    Nos leemos después.


    ---------


    Declaración: Acepto cualquier responsabilidad en cuestión de error con respecto a clasificación, advertencia y género, en caso de equivocación de mi parte. De igual manera, acepto las consecuencias en caso de que mi Fic sea eliminado por incumplir alguna regla con respecto a título y demás.

    Edited by Ojou_Sama - 25/7/2015, 07:11
     
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    Estuvo magnifico,me encanto la manera de plasmar la personalidades de Agustin y julian. De verdad eres muy buena escribiendo. No te preocupes esperare lo que haga falta para leer tus proyectos, lo importante que no dejes de escribir. Estare esperando la historia de Erick y Alex (la de la preescuela y si se te ocurre alguna mas).
     
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    Muchas gracias Anne onodera takano, que bueno que te gustó, la verdad este pequeño one shot me dio algo de trabajo, me gusta más escribir en primera persona, pero bueno, no quedó tan mal ^..^ Espero no quedar mal con la precuela de destino, que, obviamente no tendrá el mismo impacto, pues todos sabemos que Ercik y Alex estarán separados al final ToT pero bueno, hare mi mejor esfuerzo, lo prometo
     
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  4. Mssm1995
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    Yeiiii estuvo genial me gusto, ya lo había leído pero no tuve oportunidad de comentarte es que andaba apurado y no pude mas que leer y cerrar, pero ya puedo y tengo que decirte que me gusto no eso es poco, me encanto, espero la precuela y ps como dice mi compañero de mas arriba también otra historia que se llegue a dar :) saludos BYE
     
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    Gracias Mssm1995 me alegra que lo hayas disfrutado ^..^ y yo también espero escribir más XD
     
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    Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala desde lejos invitándonos a entrar: se alquila paraíso en ruinas.
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    Ojou_Sama


    ¡Que lindo! De verdad es un muy buen detalle, me ha encantado. Cuando sucedió, allá en Destino, lo que suceder tuvo, cuando nuestro querido Agustín me partió el corazón al creerlo yo muerto, supe entonces que él se merecía algo mejor. Y al final sobrevivió y el corazón mío volvió a sentir alivio.

    Es un amor extraño, en realidad nunca pensé que ellos acabarían juntos, no lo vi, y eso es algo que ya me está asustando. Pero en realidad se lee tan dulce, tan apasionado.

    Sabes ya que me encanta como escribes, pero yo te lo repito con insistencia: ¡Me fascina! Eres talentosa y muy maravillosamente buena escribiendo. De verdad que yo te admiro y mucho.

    Agustín es tan enternecedor, por favor era virgen, un inexperimentado «niño», a la merced de los deseos carnales de un hombre experimentado. Esto me sonó a cliché, y yo los amo. De verdad que te quedo sublime.

    Me encanta como creas una historia, como desenvuelves al personaje, lo haces más… No me llagan palabras. Tal vez verosímil, es que sin duda lo vuelves más real, pero es otra cosa. No lo sé. Lo pensaré. Pero haces algo increíble, me sorprendes mucho y me encantaría saber cómo creas a un personaje, me inunda la duda, pero entenderé si no me lo dices.

    Gracias por tomarte la molestia de hacer este ¿Spin off? Sí. Yo soy un neófito de este asunto, y cuando lo comentaste me surgió la duda de que era, y mi madre me dijo que era un término comercial para determinar la creación de una nueva empresa a partir de otra mediante separación de una… ¿división? Subsidiaria. Pero investigué bien, y ahora sé que es, y debo decirlo, lo hiciste bien, qué digo bien, lo hiciste genial. Digno de ti.

    Bueno es todo lo que quiero decir. Esperaré ansioso, tal vez demasiado, tu próximo proyecto, ¿una precuela? Si no mal estoy, que interesante. Y sí, ya sabemos, o eso es lo malo de las precuelas, a qué punto vamos a llegar, pero no es el qué sino el cómo, y tú eres buena en eso del cómo.

    Nos leemos pronto… Cuídate. Suerte.
     
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    Buen día Alexander, muchas gracias por tu comentario, pero cómo me extendí en la respuesta, te la dejo oculta…

    SPOILER (click to view)
    Cuando hablas tan bonito de Agustín, me hace quererlo más, ciertamente, era un personaje secundario, casi incidental, pero mientras lo fui mezclando, metiendo más y más en la vida de Erick, me agradó su concepto, pues era cómo Erick en cierto sentido, un poco más infantil y despreocupado con sus cosas, pero a la vez, cuando se lo proponía, era más maduro y serio, más que nada por su empleo; casi todas sus acciones fueron marcadas por su trabajo, pero, por el cariño que le tomó a Erick, quedó estipulado que lo hacía más que nada por deber moral, que por uno laboral.

    Lamento que te encontraras algo “cliché”, lo siento, pero es algo que no me pude contener, aún y que lo dudé, pero, ese día, le pregunté a mi pareja y a un amigo de él (y mio pero más de él) la posibilidad de que un chico, fuera virgen a cierta edad… si, poco complicado, difícil de creer, un tanto extraño, pero ambos me dijeron ‘si, es posible, ¿por qué no? Pero depende de cómo es, si es retraído, temeroso, o que tenga problemas con su sexualidad, o incluso con su familia’ y, cuando escribí el capítulo ‘regalos’ en “Destino” puse que Agustín, se había ido de casa por cuestiones familiares, y tuvo muchas broncas, así que, ahí había un punto que no especifiqué y del cual, podía simplemente sacar provecho.

    Cuando pensé en hacer algo con esta pareja (Julián y Agustín) porque una lectora me lo pidió (si lo admito, lo hice más que nada por ella porque fue la primer persona que me dejó un comentario en ese fic al que le tengo mucho cariño), tenia algunos problemas con el concepto, a mí también medio me explicaron que era un “spin off”, pues fue la palabra que ella usó al pedirlo; pero, no quise revolver más este asunto, es decir, las cosas entre ellos no debían tardar más, se me hacía un poco duro de mi parte ponerlo en más aprietos al pobre de Agustín, así que, decidí que un “one shot” era más que suficiente para arreglar ese asunto.

    Ahora ¿cómo creo un personaje? O..O Ok, pregunta difícil XD ajajaja no lo sé. No es que no quiera decírtelo, simplemente que no lo sé. Por ejemplo, con Erick y Alex, pensé en cómo me gustaba a mí que fueran.

    Tal vez no se notó mucho, pero, Erick denotó un ligero cambio, de su vida normal o mejor dicho, la vida que llevaba como chico heterosexual, su trabajo, sus amigos, sus compañeras sexuales pasajeras, todo dio un giro para convertirse en el amante y pareja de Alejandro, más que nada por las emociones, sentimientos y recuerdos que lo llevaron a actuar de otra manera, quizá, un poco más ‘femenino’ pero, lamentablemente para Erick, me basé mucho en mi personalidad para hacerlo.

    Y Alejandro, bueno, ya lo he dicho muchas veces, tomé algunas cosas de mi esposo, e incluso con apoyo de recuerdos de algunas personas que conocí en el pasado, de conocidos que también significaron mucho para mí y no cómo pareja exactamente. Pero, cómo dije antes, quizá porque me basé en personas reales, fue que los personajes quedaron más creíbles.

    Aun así, creo sinceramente que el personaje, sea principal o secundario, inclusive uno incidente, no se hace simplemente con escribir una ficha de personaje, o un resumen de sus cualidades y defectos; el personaje crece y se desenvuelve según el contexto donde se está desarrollando, quizá, por eso, escribo en ocasiones más de lo que debo; sobre cómo visten, lo que comen, pequeños detalles que los definen, con los que aprendes cosas que, aunque parezcan datos insignificantes, también te especifican su psique, o así lo veo yo. Es como cuando tienes una pareja, al principio, te gusta, te atrae por cosas que saltan a la vista, su físico principalmente, pero luego te das cuenta que tienen afinidad en gustos, y comparten situaciones agradables, pero, mientras pasa el tiempo, cuando lo conoces, lo que vas descubriendo, con pequeños detalles, que dices ‘a no sabía que… -tal cosa-’ y esas nuevas cualidades que descubres, puedes disfrutarlas o simplemente se te harán desagradables, pero son pormenores que te hacen conocer a alguien a fondo, y que sólo con el vivir cotidiano, puedes saberlo… Pero repito, no estoy segura, eso es lo que siento y, la gran mayoría de las veces, lo aplico de esa manera.

    Cuando escribo, me gusta pensar, imaginar, buscar el lugar adecuado, el momento adecuado, escribo lo primero que se me viene a la mente y después, lo reviso, lo analizo y digo ‘no, esto no va con él, porque él es distinto’ o a veces digo ‘si, está bien, pero le falta algo, así que, pongamos algo que complemente esa situación’, incluso pienso ‘no, no me gusta, así no me agrada’ y lo modifico sin pensarlo nuevamente para no dudarlo, tiendo a veces a reescribir capítulos completos por que, simplemente no me llenan en su totalidad; escribir para mí no es nada fácil, especialmente porque yo soy la primer lectora y me gusta darme gusto a mí misma, pero siento que conlleva mucho tiempo, esfuerzo y no solo en plasmar algo en palabras que no suenen sosas o repetitivas, sino en la revisión, tratar de que toda esa maraña de palabras, y sucesos, tengan un sentido y una continuidad; aun así, puedo tener errores, me faltan letras y demás… Pero como dije en otro comentario hace tiempo, de tantas veces que lo leo y releo, me sé de memoria lo que quiero decir y algunas letras se me pasan, pero, supongo que eso es porque no soy editora XD

    Ahora, volviendo a tu comentario, hay algo que me asombra y, aunque no lo creas, me extraña, dices, (en una parte textualmente) ‘no lo vi, y eso es algo que ya me está asustando’; no entiendo por qué el susto o cual es el motivo por el cual asustarse. Obviamente en “destino” especifiqué que a Agustín le gustaba Julián, que, el no demostrara nada, no significa que le fuera indiferente, pero bueno, ahí sería entrar más a la cuestión de por qué Julián no quería aceptarlo, sus parejas sexuales (que han sido muchas) sus decepciones y por sobre todo, el no mezclar, ni inmiscuir su trabajo con sus asuntos personales (al menos no de pareja). Pero, era un par que, terminarían juntos, a mi parecer, a menos que Agustín muriera (que estuve a punto de matarlo, es cierto, pero no quise, porque Erick le iba a llorar mucho y era demasiado sufrimiento para él, después de todo lo que pasó, decidí darle un regalito XD)

    Y, sobre la precuela ¡OMG! *nervios* ahorita, el proyecto de mi esposo está en ‘stand by’, porque me acabe algo de los materiales, y, hasta que le paguen (viernes) lo volveremos a comprar, así que, estoy trabajando en eso; sinceramente, quería capítulos cortos, pero, no voy a poder XD, yo no sé qué tengo, pero, quizá, como mencioné en líneas más arriba, me desplayo mucho explicando, y dando pequeños detallitos, que quizá ni deberían importar, pero bueno, así como lo veo, es probable que quede casi tan largo cómo “Destino”, entonces, por eso no sé, cuando voy a empezar a publicarlo o siquiera, cuando lo vaya a terminar… La proyección es, para antes de que acabe el año, mi predicción favorable, si escribo todos los días, aunque sea un poquito en la noche, porque no voy a abandonar el proyecto de mi esposo, es que quizá, para mediados de año ya lo habré publicado, con mucha suerte en menos, pero no quiero prometer nada, así que lo mejor sería esperarlo para finales de año, más tardar… Es decir, con “Destino” escribí como enferma desde octubre del año pasado (excepto las dos semanas que me fui de vacaciones), fueron 430 hojas en formato Word, arial (11), interlineado sencillo XD, y, en la precuela, (que aún no tengo el nombre) no creo que pueda trabajar de esa manera y, no me gustaría escribir un capitulo, subirlo y dos tres meses después subir el otro, no me agrada, porque, cuando son cosas que me gustan, a mí, en lo personal, no me gusta quedarme con la incertidumbre por mucho tiempo, así que, prefiero no hacer lo mismo, por lo cual, espero que, cuando lo suba, puedas leerlo.

    Además, tengo aplazado un proyecto personal, sobre una página para subir mis fics, no solo yaoi, pues escribo de muchas cosas, también quiero escribir una historia larga, de fantasía, pero sería heterosexual, eso también me va a quitar algo de tiempo, pues mi proyección había sido para empezar este año, pero no pude, entonces, espero terminar eso, para febrero… Por lo tanto, mí tiempo está limitado XD

    Bueno, creo que ya me extendí en la respuesta, así que, de nuevo, te agradezco tus palabras y me agrada que, te guste cómo escribo, aunque siempre he dicho que, no es la gran cosa a mi parecer; pero, aunque ya lo dije un par de veces en algunos comentarios que dejé en tus historias, aprovecho para repetirlo, a mí me encanta cómo escribes tu… Mucho ^..^



    Buen día y nos leemos después.
     
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    lo ame!
    Me encanto.
    Muy buena redaccion ademas deque me parecio muy tierna las reacciones de agustin.
    Byeeee!
     
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    Muchas gracias, espero que hayas leido el escrito original antes XD porque si no, este no tendría tanto impacto ^..^ Pero bueno, muchas gracias de verdad

    Saludos
     
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8 replies since 3/1/2015, 05:01   234 views
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