Revolución del Amor en la Revolución Industrial (cap 25) (FIC FINALIZADO)

—Shi-Shindo… N-no te-te vi lle-llegar —dijo mientras el otro desviaba la mirada.
—Pe-perdona —se disculpó mientras se fijaba que no se había vestido bien.
Se acercó y le desabrochó el pantalón para meterle bien la camisa dentro de este. Fue un acto sin ninguna intención oculta, solamente quería servir bien a su señorito para que fuera perfecto. Sabía la competencia que tenía con Yoichi por el puesto de rey de la noche, y quería que ganara ese año, el año pasado había perdido aunque el anterior había ganado. Ese año, según decía le tocaba ganar. Una vez bien puesta la camisa, abrochó de nuevo el pantalón y fue a buscar la chaqueta del traje para ponérsela. El peli-rosa sonrojado a más no poder se dejó vestir y después de que Shindo abotonara la chaqueta, lo miró aun sonrojado.
—Gra-gracias —tartamudeó mientras le regalaba una hermosa sonrisa.
—De nada —respondió a la sonrisa mientras le daba una pequeña reverencia apartándose para que se pudiera ver al espejo con más tranquilidad.
Kirino dio unas vueltas mientras se veía y sonrió, ese traje azul cielo a conjunto con sus ojos y camisa rosa le quedaba mucho mejor que el otro. Feliz se giró para ver a Shindo el cual estaba observándolo embobado pero sin que se notara como sirviente que era.
—Me queda mejor ¿cierto? —preguntó sacando al peli-gris de su ensoñación.
—S-sí. Estás hermoso —contestó admirando esa belleza— completamente hermoso —repitió haciendo que el peli-rosa se sonrojara más, pero también que sonriera.

—Vamos Kurama-kun, no seas así. No lo dije con segundas, solo me preocupo por ti —dijo galantemente haciendo que un mini sonrojo apareciera en las mejillas del peli-azul.
—Pues no hace falta —dijo volteando a ver hacía la pared.
—Eres muy malo conmigo y yo lo único que quiero es ser tu amigo.

—Muchas gracias, pero la próxima vez con que lo detengas es suficiente —dijo con una media sonrisa.
—Porque tu lo digas… —dijo suspirando, pero notando que el enojo del castaño crecía cedió— Esta bien.
—Me alegro —dijo sonriendo más— como agradecimiento ten esto —sacó un melocotón de agua de la bolsa y se lo entregó. Antes de irse de nuevo a su tienda.
El peli-azul siguió su paseo de compras. Encontró el castaño vendiendo a la gente, aunque en ese momento había menos cola. Fue hacía allí y cogió lo que ponía en la lista. Y espero a que el castaño estuviera libre para que le atendiera. Entonces se acercó a él con las bolsas.
—Hola de nuevo —le dijo este mientras pesaba y tomaba nota de los precios diciéndole el total— 5 pesetas por favor.
—¿Cómo te llamas? — dijo mientras buscaba el dinero y le miró un poco curioso, antes de entregarlo a cambio de la bolsa.
—Tenma Matsuzake ¿Y tú? —respondió feliz.
—Kyosuke Tsurugi.
—Encanto Tsurugi.
—Llámame Kyosuke.
—Está bien. Encantado Kyosuke.

Un chico castaño de moñitos corría por las calles de la colonia industrial. Estaba todo agitado y sus lentes habían estado a punto de caerle unas cuantas veces por la velocidad a la que corría. Al final consiguió llegar al lugar y entró rápidamente. Aun estaba abierto, suspiró mientras jadeaba un poco. En ese momento en el mostrador estaba un moreno con unas google en la cabeza quien sonrió ante esa hermosa visión. Un Hayami con la ropa un poco descolocada y un poco sudoroso por haber corrido ese trozo, su carita sonrojada y la boca entreabierta por los jadeos. Se le quedó viendo mientras pensaba en cosas… no muy inocentes precisamente. Apartó esos pensamientos de su cabeza y sonrió un poco más..

—¿Hola? —preguntó con un poco de miedo.
—Hola —respondió un chico de su misma edad, de pelo blanco y un poco largo.
—Quisiera pasar aquí la noche…
—Está bien, pasa.
—Ne-necesitaría… un lugar para el carro…
—Claro, ahora iremos al establo.
—¿Pu-puedo pa-pagarte en e-especies?
—Está bien. Normalmente no aceptamos pero está bien.
—Gra-gracias —respondió bajando la cabeza un poco incomodo por el trato “especial”.

El otro se dio cuenta de eso y sonrió al ver lo tierno que se veía. Lo cogió de la mano y lo llevó a la mesa que luego sirvió para los dos. Ese día no había nadie más así que no tenía que preocuparse por sus deseos ni cosas por el estilo.
—E-esto… ¿co-cómo te llamas? —preguntó el moreno mientras miraba ese plato de estofado que tenía delante.
—Hakuryuu ¿y tú?
—Shuu.
—Es un lindo nombre para un lindo chico.
—Gra-gracias —contestó sonrojándose— ¿pu-puedo lla-llamarte Ha-Haku-san?
—Claro, pero mañana te irás, así que no tiene mucha lógica —sonrió divertido por ese chico.

—Genial porque quería explicarte sobre un lindo zapatero, al que fui el otro día. Nunca le había visto pero es realmente guapo… —empezó a contar sin parar mientras el rubio solo esperaba que llegara su príncipe naranja.
En eso oyó de nuevo el timbre y si allí lo vio. El peli-gris solo suspiró, él no había acabado pero si Ichiban estaba allí no valía la pena molestar a su amigo. No le iba a escuchar igualmente. El rubio se acercó a su presa para nada sigilosamente. Había dejado de banda el protocolo, digamos que había durado mucho comportándose como tocaba. Saltó encima de él gritando.

No le molestaba el hecho de que el rubio estuviera obsesionado con él y tampoco que los prometieran pero si le molestaba que lo trataran como un banco de espermatozoides.

—“Claro es su deber… solo lo hizo por eso…” —pensó tristemente mientras bebía un sorbo de agua.

El peli-gris de cabello ondulado se le quedó viendo con una gran interrogación en la cabeza y el ceño un poco fruncido. No sabía nada de eso y no le gustaba pensar que alguien tuviera el corazón del peli-rosa, pero si era un amor prohibido… igual tenía su corazón y eso no iba a cambiar. Apretó un poco los puños pero luego recordó donde estaba y quién era y se calmó, tampoco podía hacer otra cosa, solo era un sirviente y ya sabía que eso pasaría tarde o temprano. Kirino debía tener una pareja a su altura y no era él. Solo lo miró un poco triste mientras intentaba saber quién podía ser ese amor platónico del peli-rosa.