Revolución del Amor en la Revolución Industrial (cap 25) (FIC FINALIZADO)

parejas: YxC y GxS, IxY, KxH, MxK, NxM, TxK, HxS, IxA...

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  1. Tem-chan
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    Diosa del amor yaoi!
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    En un mundo perfecto con mucho yaoi y gente buena :) <3

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    Bueeeno, al final tal vez podáis leer la continuación de este fic que hace tanto que esperan… lo siento por el retraso estoy muy ocupada últimamente… perdón…
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    Capítulo 9
    Era tiempo de preparativos de la fiesta mayor del pueblo. En la plaza central del pueblo se reunirían todas las personas del pueblo y de las afueras. Era un momento importante donde se reunían las personas y donde nacían muchos amores. Siempre era la fiesta más esperada de todas. Aparte de que por esas datas siempre había algo más de ventas como parte de los preparativos. En eso cierto peli-naranja estaba preparándose para esos días, escogiendo la carne que usaría para su puesto de carne a la barbacoa que ponía cada año y donde iría Kinsuke con su familia, así que debía de escoger bien, al menos para él.
    Revisaba las terneras que tenía y la mercancía que llegaría en esos días, su padre ya había separado algunas de ellas, las cuales matarían y cortarían de la mejor manera para poder venderla ese esperado día donde había más venta por ser fiesta. La gente ese día no se preocupaba tanto por el dinero, ahorraban para ese día. Después se puso a revisar las herramientas para poder preparar la carne y se dio cuenta de que necesitaba ir a la herrería a comprar algunas cosas. Así que se lo dijo a su madre y cuando esta llegó a la tienda salió a comprar lo que necesitaba. Por el camino vio a su amado rubio que iba en dirección a la carnicería y le llamó.
    ―Kinsuke ―gritó por la calle felizmente, el menor al verlo se acercó a él.
    ―Hola Taiyo ―Le saludó también feliz― ¿Dónde vas?
    ―A la herrería a comprar unos útiles que necesito para la fiesta.
    ―Yo iba a la tienda a comprar.
    ―Lo sé, ahora está mi madre ―le dijo cogiéndole de la mano― ¿Me acompañas a la tienda y luego te atiendo yo? ―le preguntó tranquilamente a lo que el rubio asintió.

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    En otra parte de la ciudad, más concretamente en la mansión Ichiban estaba el peli-naranja con su sirviente Aoyama, el cual había dejado la casa de campo a manos de otra persona para reunir-se con su amo. Siempre por esas fechas le hacía ir a la mansión de la ciudad para que se encargara de los preparativos y lo acompañara a la fiesta en la plaza mayor. Aunque normalmente pasaban poco tiempo allí y acababan la fiesta en la mansión donde iban los otros nobles de la ciudad; cada año era a una casa distinta pero ese año tocaba en la suya por eso había llamado a Aoyama antes del día de la fiesta había mucha cosa para organizar.
    —¿Cómo quiere que lo decoremos? — le preguntó un servicial Aoyama al peli-naranja.
    —Mientras quedé elegante y festivo, no me importa como esté —dijo mientras escribía las cartas para los invitados de ese año.
    —Muy bien, señor —respondió antes de irse a preparar la mansión como le habían ordenado.
    Se puso a pensar y a dar órdenes a los otros sirvientes de la casa para que empezaran a decorarlo todo para el día siguiente. A medida que iban decorando la cosa iba siendo más fácil, porque veía detalles que antes no y la decoración iba por buen camino. De repente en su cabeza vino el chico que había pasado por la casa de campo de su amo, ese pelo-gris con mechas rojas y ojos azules. ¿Iría también a la fiesta? No lo había visto hasta ese momento, pero esperaba volver a verle. Dejó esos pensamientos de lado y se centró en la mansión de su amo mientras este aun en su despacho se debatía con una carta en especial. Sabía que esa carta tenía que ser diferente si no quería que el rubio se enfadara con él. Suspiró. ¿Qué podía poner en ella? No quería ser muy frío pero tampoco muy cálido, lo normal para que el chico no se enfadara pero que tampoco se emocionara. Él no había aceptado ser su banco de espermatozoides, él era más que eso y tenía que hacerse valer. Hasta que el rubio no reconociera que él valía más no iba a aceptar ningún compromiso por parte de su familia.
    Se puso a hacer pruebas diversas para entregarle una carta más o menos potable al rubio, pero nada le gustaba. Con un suspiro más, dejó la carta a un lado y cerró los ojos intentando encontrar una frase para la carta aunque sin demasiado éxito. Al final se levantó y salió a dar una vuelta por la mansión.

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    En cierta colonia se encontraba un peli-azul que estaba impaciente por la llegada de cierta fiesta. Al fin podría salir de la fábrica. Hasta el momento no había podido salir de esta porque era pequeño, o eso le decía su tío, pero ese año, habían decidido salir todos fuera para la fiesta. Sus padres al parecer ya lo veían grandes y les habían dado permiso, ya que ellos también irían. Por alguna razón, los años anteriores no habían querido ir, supuestamente por las fiestas eran peligrosas. Cierto era que ese día había más secuestros, atracos y peleas por culpa de que la gente bebía de más, pero los niños no entendían el porqué no habían ido antes. Le habían restado importancia pero habían recibido la noticia de que ese año irían todos juntos a la ciudad para celebrar la fiesta, los padres también estaban emocionados. El señor Kariya les había dado permiso, para salir y para hacer fiesta el día siguiente, y el otro ya que era domingo, y la fábrica siempre cerraba en ese día.
    O al menos así era des de que una leí obligaba a hacer fiesta un día a la semana, pero eso era malo para el hilo, ya que al estar sin actividad durante las primeras 4 horas del lunes el hilo se rompía muchas veces y tenían que anudarlo, lo que hacía que el hilo de esas horas no fuera tan bueno y las prendas de ropa no quedaban tan perfectas. Pero la ley obligaba a que las máquinas pararan al menos durante un día a la semana.
    Por las noches si se trabajaba pero los sábados se cerraba a las 13:30 que era cuando acababa el turno de mañana. Y no se volvía a trabajar hasta las 5 am del lunes. Pero esta vez el señor Kariya les había dejado también sábado de fiesta, así que todo el mundo en cuanto plegaran a las 10 de la noche, todos empezarían a prepararse para ir. Madrugarían para llegar en la mañana en el pueblo y poder disfrutar del festival.
    Era viernes por la tarde y al día siguiente en la mañana irían todos a la ciudad por lo cual cierto peli-azul estaba muy emocionado y no dejaba de moverse.
    —Hikaru —le llamó la atención el profesor— aún no ha acabado la clase, podría dejar de moverse y de hablar por favor.
    Este se sonrojó un poco pero sonrió y asintió con la cabeza sin dejar de moverse por la silla. No podía contener la emoción ni la impaciencia. Deseaba que llegara el día siguiente. Notó como otro peli-azul le miraba des de otro asiento de la sala y al ver sus ojos, se quedó quieto de repente y sonrojó un poco más. Aunque luego le sonrió de modo más amplio consiguiendo que el chico de ojos caqui mirara hacia el profesor con expresión aburrida. Al lado de Hikaru, Saru miró todo de forma que entendió enseguida lo que había entre esos dos. Aunque no entendía que podía gustarles el uno del otro, realmente no entendía mucho esto del amor. Para él era un sentimiento que no servía para nada, solo para complicar la vida y hacerla más dolorosa de lo que ya era de por sí.
    Cuando se giró para ver a la pizarra se dio cuenta de que Gillis seguía viéndolo ¿porque ese idiota lo miraba de ese modo como si esperara algo de él que no iba a recibir? Realmente podía ser que en esa fábrica al igual que en la otra tuviera problemas de ese tipo, suspiró resignado. Si eso pasaba tendría que aguantar, porque sus padres no querían volver a cambiar de casa de nuevo. Por culpa del peli-blanco no habían podido establecerse en ningún lugar de manera definitiva y no pensaban irse de nuevo ya que esta fábrica les había gustado y tenían un mejor trato que en las otras.
    —“No permitiré que me arruines la vida en esta colonia” —se dijo más convencido a no hacer caso a ese hijo de cura.

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    Era de noche, la noche del sábado y en la posada de Hakuryuu habían estaban un peli-negro ya conocido para él y un rubio de pelo largo. Ambos tenían un camino muy largo que recorrer des de su casa a la ciudad y habían tenían parada obligatoria en esa posada. Hakuryuu los conocía a ambos al menos de vista, aunque uno de ellos le llamaba más la atención que el otro.
    —Hola Shuu —le saludó al peli-negro con mechones.
    —Hola Haku-san —le respondió este feliz.
    —¿Vienes por la fiesta? —le preguntó el peli-blanco.
    —Sí.
    —Dicen que es divertida con música y espectáculo. También hay un hombre que cuenta cuentos en la tarde.
    —Tengo ganas de que llegué la verdad.
    —Durante todo el día habrán actividades divertidas o eso me han dicho.
    —¿No has ido nunca? —le preguntó Shuu mirándolo algo confundido.
    —No, porque no puedo dejar la posada.
    —Pero ¿no hay nadie más que se pueda ocupar? —le preguntó ahora algo triste de que el peli-blanco nunca hubiera ido.
    —No es eso, es que me gusta estar aquí.
    —Pero allí también nos divertiremos.
    —Hay demasiada gente —respondió viendo la cara triste del peli-negro.
    —Pero es muy triste quedarte aquí solo ¿No te gustaría venir conmigo?
    El chico miró a su cliente, el cual se sonrojó y bajó la mirada, la verdad es que no era muy normal invitar a una persona, casi desconocida, a pasar el día los dos juntos en la ciudad. Se dio cuenta y negó un poco con la cabeza a la vez que posaba la mirada en el suelo.
    —O-olvida lo que dije… —susurró por miedo a incomodar al posadero— No debí haber dicho esto.
    —No te preocupes —le respondió pensando que no le disgustaría pasar el tiempo con ese chico y así conocerlo mejor— por mí está bien —le menor levantó la mirada en la cual se reflejaba un poco de esperanza.
    —¿De verdad? ¿Vendrías conmigo? —le preguntó deseando que el mayor dijera que sí, este asintió y él sonrió— Gracias, no me sentiré tan solo si vienes conmigo.
    Un rubio miraba la escena des de otra mesa de ese comedor, había gente pero no demasiada. En eso pensó en ese peli-blanco que le había vendido esa manzana tan hermosa y deliciosa. ¿Iría ese chico a la fiesta o tendría que esperar a que llegara el viernes siguiente para volver a verlo? Lo había visto algunos viernes pero sabía que no iba todas las semanas al mercado, sino que se turnaba con otra persona y justamente ese día no lo había visto. Había ido a comprarle más manzanas pero nunca tenían una conversación mayor porque su padre siempre estaba con él. Pero ese día iba sin él, su padre estaba ocupado por un problema con el notario y gracias a ello había podido irse sin él y esperaba poder ver al peli-blanco ese día para poder hablar sin que su padre estuviera por el medio.

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    Hasta aquí este capítulo, espero que les haya gustado. Sé que tardo mucho en actualizar, y os doy mis más sinceras disculpas pero en verdad escribir no se me hace tan difícil como antes, entre que tengo muchos fics abiertos, la uni y que tengo 20 novelas para leer en casa y me vicio con ellas el tiempo de escribir se me va… Lo siento. Pero al fin actualicé, jaja

    Hasta pronto
     
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