Revolución del Amor en la Revolución Industrial (cap 25) (FIC FINALIZADO)

parejas: YxC y GxS, IxY, KxH, MxK, NxM, TxK, HxS, IxA...

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  1. Tem-chan
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    Diosa del amor yaoi!
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    Bueno, aquí viene otro capi, no sé si estará bien como pondré los nuevos personajes pero… haré mi mejor esfuerzo, aunque muchos de ellos no aparecerán mucho, solo son momentáneos por las fiestas, xd o eso creo… ya se verá.

    Meyer-chan muchas gracias por el comentario, se agradece!
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    Capítulo 11
    Estaban aún los “gigantes” dando la vuelta por las calles de la ciudad, con mucha gente a su alrededor. Había gente delante de ellos que les abría paso, había gente a los lados viéndolos y siguiéndolos y había gente detrás, justo al lado de los tambores que hacían la música para estos. La gente disfrutaba viendo esos muñecos de madera enormes dando vueltas y bailando por las calles, aunque también había otros que solo querían escuchar la música de los tambores de la batucada que iba junto a los gigantes, ese era el caso de una chica que estaba emocionada escuchándolos, cuando de repente vio una aura rosa encima de 4 chicos. Sus ojos brillaban, ¿qué más podía desear? Tenía dos de las cosas que más amaba justo enfrente. Iba con sus padres pero eso no le impidió ver a los chicos todo el tiempo, dos de ellos de seguro que eran hermanos, ambos con el pelo-azul y con un cierto parecido, e iban con dos chicos uno peli-naranja y otro castaño. Eran muy obvias las dos parejas, cogió su mente y empezó a grabas las imágenes sin perderlos de vista, cuando llegase a casa escribiría todo lo que había visto, no podía olvidar ningún detalle.
    ―Kawaii ―susurró para sí misma con una sonrisa.
    ―¿Decías algo? ―preguntó su madre que no la dejaba ni respirar, pero la chica estaba tan embobada que solo negó con la cabeza y siguió observando a esos cuatro.
    Así siguieron un poco más hasta que se escuchó un pequeño barullo por allí cerca y ella dejó de ver al cuarteto al menos por unos segundos. Y allí vio como un niño había levantado las faldillas del vestido a uno de los gigantes haciendo que un policía con el cabello verde y parecido a un conejo se acercara a él.
    ―No puedes hacer eso ―le dijo este al niño peli-lila quien se reía del policía.
    ―Yo hago lo que quiero ―dijo muy descarado sacando la lengua antes de irse como si nada hubiera pasado.
    El chico se quedó sorprendido pero luego siguió con su trabajo intentando evitar que nada más pasara en esa fiesta. La chica había observado eso y después de que todo pasara siguió viendo al grupo que también se había quedado viendo la escena. La chica tenía la mirada fija en el hermano menor, de verdad que le había gustado esa pose rebelde que tenía, pero ese comportamiento serio y calmado que se le veía. A parte de que cuando miraba al castaño se le notaba una pequeña sonrisa en la mirada. Estaba segura ese par eran o serian pareja. Genial, ya tenía material de estudio.
    ―No entiendo porque ese niño hizo eso… ―decía el peli-verde mientras vigilaba― con lo lindo que es ver la fiesta ―se le veía feliz y emocionado viendo la fiesta.
    ―Fey ―le llamó un rubio con porte de caballero― estamos aquí para evitar que le pase nada a nadie no para admirar la belleza de la fiesta ―le avisó.
    ―Lo sé, pero no lo puedo evitar ―dijo riéndose nervioso― pero Sarjes… ese niño, aún me está viniendo a la cabeza, no lo había visto nunca por aquí…
    ―Tal vez sea hijo de un comerciante.
    Ese niño en ese momento se encontraba con otro peli-lila de mayor edad que estaba serio mirando unos papeles que contenían lo que se haría en la fiesta en esos días. El menor había insistido en que quería seguir viendo a los gigantes y por eso se habían ido a verlos des de atrás. Donde esa chica lo observó un momento. Pero no fue la única, al acercarse un poco más donde estaba la gente, el peli-verde se giró y los vio a ambos.
    ―Eh, tu… ―llamó al niño yendo hacia él― ¿Por qué te fuiste de repente?
    ―Tú no eres nadie para decirme que hacer y que no ―dijo girando la mirada hacía otro bajo la atenta mirada de ambos mayores.
    ―Lo siento ―le dijo el mayor al policía― es un niño consentido.
    ―No, está bien ―le dijo Fey con una sonrisa― pero no puede ir haciendo ese tipo de cosas…
    ―¿Qué hizo? ―dijo sin ningún tipo de expresión y voz monótona.
    ―Bueno… ―se rió un poco nervioso y miró al menor sin saber que responder, pero como policía tenía el deber de avisar del comportamiento incívico― le levantó las faldas a uno de los gigantes en plena fiesta.
    ―Eso no se hace, si no te portas bien regresaremos a casa ―le dijo en una voz un poco más seria― perdón, nuevamente ―se disculpó sin más con el policía mirándolo fijamente.
    ―Bien ―dijo Fey un poco incomodo por esa mirada y con un leve sonrojo― debo volver al trabajo
    Dicho esto se fue del lugar para regresar a su puesto, todo esto pasó obviamente ante la atenta mirada de la joven chica, quien también escribiría sobre eso. Ya recordaba otras escenas que había escrito, unas en el mercado, en la carnicería, en la zapatería… Y eso lo escribía en unas hojas que guardaba en un pequeño baúl del que solo ella tenía la llave. Tus padres la encerrarían en un monasterio de clausura si supieran que escribía de algo tan satánico.

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    Y por otro lado de la ciudad iban 4 chicos juntos charlando un poco algunos de ellos y otros en silencio. Hablando sobre temas que para ellos eran interesantes y parecían muy distraídos. Habían estado observando un poco los gigantes, pero su plan inicial era ir de visita de un amigo, así que se dirigían hacia allí. No eran de esa ciudad, eran de un pueblo cercano que se dedicaba a la ganadería y eran los proveedores de carne de la ciudad, aunque también estaba la familia que Chet, que se dedicaba tanto al cultivo como a la ganadería. Hablaban sobre sus animales y fardaban de ellos o se quejaban de si uno se había puesto enfermo o si un animal se le había comido alguno de los suyos… Hasta que llegaron a su destino. Al ver que estaba abierto arrugaron la frente y entraron dentro de la tienda.
    ―¿Yukimura? ―le llamó uno de ellos― Hemos venido a verte… Vamos juntos a la fiesta.
    Cuando escuchó esa voz el peli-azul salió de la trastienda sorprendido y sonrió. Qué raro era que lo fueran a ver pero agradecía siempre que vinieran. Aunque en esa ocasión tendría que negarse a salir porque tenía que cumplir el pedido de Miyabino. Igualmente se acercó a ellos contento de verlos, al fin y al cabo eran sus amigos.
    ―Hola chicos, no les esperaba ―les dijo tranquilamente.
    ―Queríamos darte una sorpresa ―dijo un chico de pelo oscuro con el flequillo grisáceo.
    ―Y me la habéis dado Koori, puedes estar seguro de ello ―dijo feliz.
    ―Nos enteramos que eran las fiestas aquí y pensamos que nos iría bien estar unos días de fiesta... ―añadió un peli-gris orgulloso de su plan.
    ―Oh, lo siento, pero es que tengo un pedido para mañana ―dijo disculpándose con los chicos― pero podéis ir vosotros cuatro.
    ―No jodas, ¿vinimos para estar contigo y ahora nos dices esto? ―le reclamó el peli-gris.
    ―Touma ―le llamó un peli-negro que estaba a su lado― él no sabía que vendríamos, no podemos reclamarle nada, cálmate.
    ―Pero…
    ―Está bien, será importante el pedido que tiene que hacer ―dijo viendo como el peli-azul se sonrojaba mínimamente mientras asentía― lo suponía.
    ―Entonces nos iremos por ahora, pero esta noche sí que vamos a ir juntos al baile y después nos quedaremos a dormir en tu casa ―le avisó Itetsu Touma.
    ―Está bien ―dijo Yukimura― ¿También tenéis algo planeado para la cena?
    ―Koori y yo la prepararemos ―dijo el peli-negro.
    ―Pero, Kaku… ―iba a quejarse el peli-gris.
    ―Me parece bien ―aceptó el chico de flequillo gris― Entonces Oujika y yo haremos la cena en la cocina de Yukimura.
    ―Entonces vayamos a ver que tiene y que le falta para preparar algo… ―dijo un peli-blanco de ojos rojizos.
    ―Tsuneo, ¿nos ayudaras? ―le preguntó Koori.
    ―Solo un poco, pero podríais cocinar la carne que trajimos para él, ¿no? ―dijo dando una idea.
    ―Me parece una buena idea, entonces vamos a ver que tiene.
    Después de ver como sus amigos se movían por su casa como si fuera suya sonrió y se fue a la trastienda para acabar con el trabajo, no podía defraudar al peli-gris y esos zapatos eran urgentes según el chico. Tenía que ir a una fiesta y quería ir impecable, eso le hacía pensar que tal vez el chico quería seducir a alguna chica y eso ya no le gustaba pero no tenía más remedio que hacer el trabajo que le habían dicho. Suspiró y se concentró en esta.

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    Estaba un peli-rosa en su mansión sentado en la cama. Había visto la carta de Ichiban, ya no recordaba que ese año le tocaba a este organizar la fiesta. Bueno tampoco importaba mucho la casa en la que se hiciera la fiesta, serían los de siempre más o menos. Aunque en esta fiesta también irían otras personas que no habían ido a la casa del rubio. ¿Qué se podía poner para ir a esa fiesta? Aun le quedaba un día para decidirse, ya que la fiesta era el día siguiente, pero la verdad es que en esos momentos no se sentía mucho de humor. Su sirviente des del día de esa fiesta en la casa de Yoichi se había mantenido más distante, eso no quería decir que no se le acercara sino que veía una amplia barrera entre ambos, como si este no se sintiera a gusto a su lado. Eso le deprimía mucho, no entendía porque había hecho ese cambio de repente.
    ―¿Qué le debe de pasar? ―se dijo mientras suspiraba― ¿Hice algo mal? ―se preguntó tumbándose en la cama― No recuerdo haber hecho nada… y él nunca se había comportado así conmigo.
    De repente unos toques en la puerta le hicieron sentarse de golpe y olvidar sus pensamientos. Se levantó y se miró, iba bien vestido así que podía abrir la puerta sin preocupaciones. Así que se fue a ella y allí vio a Shindo.
    ―Dime.
    ―Señorito Kirino ―le habló formalmente haciendo que a este le doliera el pecho― su padre le llama.
    ―Bien, ahora voy.
    Dicho esto salió de la habitación para ir donde su padre solía estar, en su despacho. Y allí estaba él, de pie. Lo miró y luego se le acercó lentamente antes de poner su mano en uno de sus hombros, lo que hizo que el menor se estremeciera eso no era normal, algo debía haber pasado.
    ―Tengo que salir de la ciudad ―le avisó― así que te quedarás en la casa solo.
    ―¿Dónde vas?
    ―Debo ir al pueblo de al lado a hablar con una persona.
    Kirino asintió, eso era extraño pero si su padre lo decía lo aceptaría. Tendría cuidado, ya que se quedaría solo con los sirvientes, lo cual le daba un poco de incomodidad. Siempre había estado su padre en casa poniendo orden o en el trabajo, pero nunca se había ido por varios días.
    ―¿Cuánto tiempo estarás fuera?
    ―Creo que será cerca de una semana, pero intentaré que sea menos.
    ―Está bien, estaré esperando tu regreso.
    Su padre le acarició la cabeza y este le sonrió antes de salir y dar un suspiro. Sería una dura semana. Y más en estos momentos que se sentía mal por cómo estaba su relación con Shindo. Tendría que solucionar sus problemas de algún modo, ya no era un niño.

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    ―Al final llegamos ―exclamó un pequeño que estaba todo emocionado mirando fijamente hacia todos lados― ¿Dónde están las fiestas?
    ―Cállate Hikaru ―le dijo un peli-azul que estaba a su lado con cara de amargado― me pones nervioso ―se quejó el chico mirando hacia otro lado.
    ―Pero eso es normal en ti Nori-chan ―dijo un peli-lila divertido antes de recibir un golpe por parte de este.
    ―No me llames Nori-chan y yo no soy un enojón ―le gritó antes de separarse un poco del grupo seguido por Minamisawa.
    Los otros los vieron irse y se miraron entre ellos preguntándose qué hacer. Si ir con ellos o no. En principio debían ir juntos todos pero eran muchos y eso sería algo agobiante. Así que después de quedar en verse en la tarde-noche a la plaza del baile para bailar un poco antes de volver a casa Hayami y Hamano siguieron al par, para ir los 4 juntos y para decirles los planes que había para regresar a casa. Ellos no podían quedarse en la fiesta de la noche porque tenían que regresar a la fábrica, pero al menos podrían ir a bailar en la tarde.
    ―¡Quiero verlo todo! ―gritó el peli-azul que estaba más animado por la salida.
    Dicho esto miró a sus compañeros y después de sonreír empezó a correr hacia las calles adornadas que había cerca, mientras lo veía todo con la mirada iluminada. Un oji-caqui lo empezó a seguir rápidamente, asustado de que el menor se fuera solo por esas calles que no eran precisamente seguras.
    ―Espera mocoso ―le gritó mientras corría detrás de él.
    Los demás lo miraron igual de extraño que habían visto a Kurama y Minamisawa al irse. Pero tampoco dijeron nada al respeto y los dejaron irse, al fin y al cabo ya habían acordado donde y cuando verse.
    ―Bueno, yo no hago nada con vosotros ―dijo un peli-blanco algo malhumorado― Sousuke, vámonos ―le dijo llamándolo por el nombre cosa que molesto a un peli-azul que estaba al lado del castaño.
    ―¿Donde quieres ir?
    ―No lo sé, no me gustan las fiestas, vayamos por un balón o algo.
    ―Si no te gustan ¿Por qué viniste? ―preguntó el peli-azul “amablemente”.
    ―Para pasar tiempo con Sousuke, me cae bien ―respondió antes de empezar a irse de allí esperando que el castaño le siguiera.
    ―¿Vamos, Taiga? ―le preguntó al peli-azul pensando en seguirlo, cuando vio como el hijo del cura empezaba a seguirlo, se encogió de hombros.
    ―¿Quieres ir? ―preguntó el peli-azul un poco triste viendo como este se encogía de hombros nuevamente sin darle mucha importancia al asunto― yo prefiero ir a ver las fiestas.
    ―Entonces vamos a las fiestas ―dijo andando en dirección contraria al peli-blanco alegrando así al chico que estaba a su lado quien asintió antes de seguirlo.
    Y con esto ya se habían dispersado todos los que habían ido juntos des de la fábrica hasta la ciudad. Unos más felices que otros por sus acompañantes y otros más emocionados.

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    Por otra puerta de la ciudad estaban entrando dos personas, una morena y otra de pelo-blanco. En la puerta se encontraron dos personas que les observaron y les dejaron entrar sin decir nada. El moreno estaba sonriendo porque el otro había decidido acompañarlo a la fiesta que había en la ciudad, aunque en principio no quería ir. Pero le preocupaba que hubiera cerrado la posada justo estos días solo para estar con él. Aunque el mayor le dijo que no importaba porque en esos días la gente solía estar en la ciudad hasta la noche y que mientras abriese en la tarde no importaba.
    ―Haku-san ―le llamó al ver como los gigantes pasaban por una calle cercana― ¿podemos ir? ―le preguntó algo feliz, pensando en que el año siguiente traería a su hermana que este año se había quedado en casa.
    El peli-blanco asintió pensando que había mucha gente y que no se vería mucho, pero si el otro chico quería ir no había nada más que decir al respeto, así que ambos se acercaron para verlo mejor. Ninguno de los dos lo había visto y se sorprendieron un poco al ver lo grandes que eran de cerca, era normal medían unos 3 metros de alto. Shuu se asustó un poco y se acercó un poco al peli-blanco.
    ―Son muy grandes… ―dijo en un susurró― no esperaba que lo fueran tanto.
    ―Pero no son reales ―le explicó Hakuryuu que lo había escuchado en la posada― lo mueven unos hombres que hay dentro.
    ―Oh… ―exclamó el otro tranquilizándose un poco y separándose del mayor― aunque asustan un poco son lindos, están bailando ―dijo riéndose un poco por eso.
    El mayor asintió sin decir nada más. Le parecía algo un poco extraño el que la gente se divirtiera viendo unos muñecos grandes de madera bailando por la calle al son de unos tambores, pero estar con Shuu no era tan malo así que podría soportarlo si así este estaba feliz.
    ―En la tarde hay baile ―dijo Shuu recordando que lo había escuchado en algún lugar― ¿Crees que tendremos tiempo de ir?
    ―Yo lo veremos ―dijo preocupado por si tenía que bailar, ya que no sabía nada acerca del tema, nunca había bailado― pero yo no sé bailar.
    ―No importa está bien, solo iremos a divertirnos, si se puede ―dijo recibiendo otro asentimiento por parte de su acompañante.

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    Por las calles de la ciudad estaba andando un rubio junto con dos acompañantes que estaban con él para vigilarlo a él y para que no le pasara nada. Suspiró. ¿Qué podía hacer? Él aún no había recibido ninguna carta de Ichiban para invitarlo a su fiesta, ¿Quién se creía para no querer invitarlo? Estaba más que enojado por ello.
    ―Y encima, después de no votarme en el concurso que se hacía en mi casa… perdí por su culpa seguro ―decía enojado, aunque más bien se sentía triste.
    No, él no podía sentirse triste por ello, tenía su orgullo. Así que en vez de eso, decía las cosas enojado como si quisiera matar a alguien, pero todo era fachada para no mostrar su tristeza. Pero, en verdad no lo entendía. ¿Qué se suponía que había hecho mal? Él solo había dicho sus sentimientos por el peli-naranja y estaba seguro que este le correspondía, pero entonces… ¿Por qué se portaba así con él? Eso no estaba bien. Pateó una piedra que encontró por el camino y acertó justo en un agujero que había en el asfalto de piedras de la calle.
    ―Al menos no pierdo la puntería ―dijo con un poco de chulería mientras regresaba a su casa aburrido de pasear por la ciudad solo y sin ánimos para ir de fiesta.

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    En una plaza de la ciudad estaba un chico de pelo-naranja en una caseta junto con sus padres preparando las cosas para hacer la carne asada para la gente que fuera a la fiesta y quisiera comer allí, era uno de los mejores días para vender, ya que había gente que venía de fuera y comía en este tipo de lugares. Estaba esperando que llegara el mediodía para que llegara cierto rubio, que ya anhelaba ver. Lo que le sorprendió fue que el rubio vino antes de la hora prevista y le saludó.
    —Hola Kinsuke —le dijo muy feliz de verlo tan pronto en el día— ¿Qué te trae por aquí?
    —Bueno… vine a ver como estaba… —dijo algo tímido— tu puesto.
    —“Ooow” —fue la respuesta interior de Taiyo al verlo tan tierno— está bien, preparado para cuando vengas a comer —dijo sonriendo— te haré la mejor comida de todas.
    —Gra-gracias —dijo como respuesta bajando un poco la mirada— siempre cocinas bien —añadió con una sonrisa mirándolo.
    —Me alegro que lo pienses, siempre hago mi mayor esfuerzo para ti.
    El rubio le sonrió un poco más mientras se sonrojaba y después miró una bolsa que tenía en las manos. El mayor siempre le preparaba sus pedidos con mucho esmero y él nunca hacía nada por él, por eso había preparado algo para el mayor, pero le daba un poco de vergüenza dárselo. Al final se dio un poco de valor y después de dar un suspiro y lo miró un poco más intensamente lo que sorprendió al mayor.
    —E-en verdad… —empezó a decir— vine a tra-traerte e-esto —tartamudeó nervioso antes de darle la bolsa al mayor.
    Taiyo lo miró un poco más extrañado aún que antes pero luego sonrió y cogió la bolsa pensando en si sería un regalo de parte del menor para él, si era así ya podía morir feliz… o bueno, eso tal vez era exagerado, aun tenía pensado hacer muchas cosas más con el menor.
    —¿Es un regalo? —le preguntó recibiendo un asentimiento por parte del rubio.
    —Es que… tu siempre me cuidas mucho y quería agradecértelo… —dijo con una sonrisa— no es una gran cosa, pero le puse mucho esmero en ello… lo hice yo…
    El mayor sacó el regalo de la bolsa, era un delantal de color blanco con los bordes naranjas y su nombre escrito también en naranja en el bolsillo que tenía en el pecho para que pudiera guardar las listas sin que las perdiera. El mayor sonrió, pensando que ese regalo venía de su querido rubio y enseguida se lo puso. Le iba perfecto, lo que le hizo pensar que el menor lo había observado mucho para cogerle las medidas sin que él se diera cuenta.
    —Muchas gracias, Kinsuke —le dijo saliendo de la caseta para abrazarlo mientras sonreía.
    —De nada… —dijo correspondiendo el abrazo con un gran sonrojo antes de separarse un poco— nos vemos más tarde, mi padre me espera —le dijo antes de sonreírle e irse a paso un poco rápido intentando calmar su pobre corazón.

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    Los gigantes estaban a punto de acabar, ya casi llegaban a la plaza, pero como era lento, pues no era seguro que se acabara pronto. I en esa plaza estaba un chico peli-lila con porte de príncipe esperando a que llegaran junto con su padre, ya que este quería ver cómo iban las cosas por la fiesta. Des de allí observó como de repente un chico de castaño salía de la nada saltando por los lugares como si nada y robaba algo de fruta de una tienda. Frunció el ceño mientras veía como este se iba y se acercaba a un chico peli-naranja. Estaba a punto de salir corriendo hacía allí para darles una charla sobre lo que se tenía que hacer y lo que no, cuando dejó de verlos como si hubieran desaparecido del mapa. Tendría que hablar con su padre para que vigilara más con la seguridad. Eso le dejó un mal sabor de boca para toda la fiesta, ya que estaba pensando en ese robo que había visto y que no había podido hacer nada para evitarlo.
    Mientras pensaba se dio cuenta de que esos dos chicos vestían realmente mal, ¿serían de esos pobres que vivían en barracas en las afueras de la ciudad? Si era así, se sentiría mal al denunciarlos, porque ya tenían suficiente pena, pero tampoco podían ir robando a la gente. Esto ahora le estaba dando vueltas en la cabeza. Tenía que pensar en una solución, pero con la aparición de las fábricas mucha gente había venido a las ciudades y no había trabajo para todos. Suspiró y dejó de pensar en eso al ver como llegaban los gigantes y también cierto chico rubio que siempre atraía su mirada sobre él. Lo miró des de lejos, viendo como este se giraba a mirarlo y le sonreía. Se sonrojó y dejó de mirarlo.

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    Por otro lado ese chico de pelo naranja y ese castaño se fueron a una taberna que estaba por allí cerca y se sentaron en una mesa apartada esperando a que llegara el hijo del propietario del lugar. Ambos miraron lo que había recogido el castaño de esa frutería mientras que el peli-naranja había robado un pescado.
    ―Bueno, creo que con esto al menos podremos comer hoy ―dijo el peli-naranja pensativo.
    ―Es que no piensa venir nunca ―dijo un poco nervioso el otro, debía admitir que estaba muerto de hambre, solo podían comer las sobras de las tabernas o lo que robaban, lo que implicaba una comida diaria.
    Al rato, cuando el peli-lila dueño del lugar estuvo libre fue a ver a los dos chicos y miró lo que había en la mesa. Ese día habían traído un pescado y fruta. Suspiró. No le gustaba que robaran pero no podía mantenerles todo el tiempo y sus padres no querían a nadie más trabajando en la taberna, ya tenían a un trabajador de más y no podían tener a nadie más.
    ―¿Esto es lo de hoy? ―preguntó analizando.
    ―Sí, ¿pero porque te tardaste tanto en venir? Tengo hambre ―le dijo enojado el castaño.
    ―Tenía trabajo ―respondió el otro― y para preparar vuestra comida tengo que esperar que mis padres no estén.
    ―Pero deberías tener más consideración con los amigos ―siguió quejándose mientras al peli-lila suspiraba.
    ―Voy a ver qué preparo.
    Dicho esto cogió la comida de la mesa y se la llevó a la cocina para preparar alguna cosa añadiendo él lo que necesitaba para preparar la comida y que no habían traído. Cuando acabó de cocinar eso básico lo llevó a la mesa y les dio los dos platos con la comida preparada.
    ―Espero que este bueno ―le dijo el castaño empezando a comer― la cocina no es tu fuerte.
    ―Pues cocínalo tú, encima que vienes a que lo haga yo ―dijo el peli-lila molesto girándose hasta otro lado.
    ―No te enfades Manabe, el pescado te quedó bien ―le dijo el peli-naranja disfrutando del pequeño sonrojo que apareció en las mejillas del menor― en la otra taberna cocina peor.
    ―Sí, eso es verdad ―dijo pensando en cierto peli-blanco que no tenía ni idea de cocinar.

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    Estaba un chico peli-blanco entrando en la ciudad no sabía muy bien que lo había traído hasta ella en fiestas, ya que en su caso no tenía mucho que hacer, pero su madre, le había insistido diciendo que tenía que ir para conocer gente, alguna chica que le hiciera tilín para poder casarse en un futuro… pero a él no le interesaban las chicas, como decirle eso a su madre no sería algo fácil de hacer. Estaba metido en esos pensamientos cuando un chico rubio que iba con su padre le llamó.
    ―El chico de la manzana ―dijo corriendo hacia él― hola chico de la manzana perfecta.
    Se giró para verlo y suspiró unos momentos antes de sonreír. Ahora se había convertido en el chico de la manzana perfecta, pero aquello era una manzana normal y corriente. Ese chico era muy extraño. Pero era algo lindo siendo tan alocadamente extraño. Le saludó un poco tímido, no sabía que decir ya que no esperaba verlo en ese lugar.
    ―¿Vas a la fiesta? Creo que después de comer será el baile.
    ―Sí, tenía pensado ir a comer ahora.
    ―Genial, vayamos juntos, le pediré dinero a mi padre y vamos, después vamos a bailar.
    ―Está bien.
    Dicho esto el rubio de pelo largo se fue con su padre para pedir el dinero y esas cosas y volver junto al peli-blanco que lo estaba esperando allí mientras le observaba. Debía admitir que también era guapo, más que cualquiera de las chicas que podría haber conocido en el baile. Sonrió por ese pensamiento.

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    Por la tarde después de la comida la gente empezaba a reunirse cerca de la plaza donde se haría el baile. Era lo normal, ya que tenían que llegar antes de que empezara la música para encontrar una pareja antes de eso. Así que la plaza poco a poco empezaba a llenarse con la gente que estaba llegando y se iban encontrando con amigos o conocidos con los que estaban hablando y quedando para hacer pareja o para buscar alguna juntos y escoger entre la gente.

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    Bueno, creo que hasta aquí está bien el capítulo, es mucho más largo que los otros, así que por eso tardé más en escribirlo de lo que tenía pensado.

    Misu-chan, no es que me hubiese olvidado de escribir o que quisiera faltar a lo que te dije en la amenaza, es que estaba escribiendo más porque me había perdido y quería poner en orden donde estaban los personajes en ese momento.

    Sé que no han salido todos, pero los tengo controlados, así que en el siguiente capítulo ya aparecerán los que faltaron.
    Y bueno, espero reviews que es muy triste ver que tus capis están colgados uno detrás del otro sin ningún review de por medio… jeje

    Hasta pronto!!
     
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57 replies since 7/8/2013, 15:55   2379 views
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