Revolución del Amor en la Revolución Industrial (cap 25) (FIC FINALIZADO)

parejas: YxC y GxS, IxY, KxH, MxK, NxM, TxK, HxS, IxA...

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  1. Tem-chan
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    Diosa del amor yaoi!
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    Bueno, aquí vengo a escribir un nuevo capítulo de este fic que parece que será eterno siendo que no hay manera de que me aclare con el argumento pero bueno, algún día se que conseguiré acabar de escribir mis fics, y me jubilaré, ¿Por qué motivo? Porque ya seré abuela y no veré la pantalla del pc, xd Pero de momento intentaré escribir la conti de este fic, jiji
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    Capítulo 13
    Al día siguiente, todo el mundo estaba en su casa, los chicos de la fábrica habían vuelto a ella esa misma noche, saliendo de la ciudad justo antes de que cerraran las murallas y al llegar a casa estaba oscureciendo un poco, así que habían ido rápidos al regresar aunque estaban felices después de todo y ese día tenían fiesta así que se levantaron lo más tarde que pudieron para descansar. Hicieron sus tareas en casa, si tenían, y estuvieron jugueteando por las calles con sus amigos.
    Por otro lado los campesinos habían vuelto también a sus hogares después de ese baile, todos menos Haku-san y Shuu que se habían ido antes e Ichino que se había quedado hasta tarde para hablar con Aoyama. Habían tenido que separarse y despedirse, aunque muchos de ellos no querían, sobretodo un rubio que estaba obsesionado con irse a casa de un peli-blanco y secuestrar manzanas.

    Flashback
    Había llegado el momento de despedirse, el último baile había finalizado y con ello era hora de que cada uno se fuera a su casa. Era cierto que la fiesta seguía pero era para personas mayores y muchas veces acababa con algunos hombres borrachos por el efecto de las cervezas y otras bebidas que se tomaban. En fin, la cuestión era que tenían que separarse, Yuchi estaba decidido a irse a su casa esa misma noche, mientras que Chet iba a quedarse a una taberna a dormir, en las habitaciones que había en el piso de arriba, junto con su padre para regresar al día siguiente a su casa, tirando a mansión.
    ―¡¡Quiero irme con Yuchi!! ―gritaba un rubio cogiendo el brazo de el chico que lo miraba nervioso― quiero una manzana ―susurró casi llorando por eso.
    ―Chet, compórtate ―le dijo su padre intentando que se separara del peli-blanco― no puedes ir a casa de un desconocido porque si.
    ―Pero no es un desconocido, se llama Yuchi ―le contradijo con un puchero el menor.
    ―Pero igualmente no puedes ir.
    ―¡¡Pero yo quiero!! ¡¡QUIERO!! ―siguió diciendo, aunque más bien parecían suplicas.
    ―Esto… Chet… ―intervino el peli-blanco― hoy no se puede, aparte de que es tarde y el camino puede ser peligroso, pero puedes venir otro día, seguro que nos veremos para el siguiente mercado ―le sonrió un poco mientras se lo decía con su voz suave y este dejó su puchero por unos momentos sonrojándose.
    ―¿Me traerás unas manzanas de las tuyas este viernes? ―le preguntó aún con lagrimitas en los ojos.
    ―Claro, te traeré las mejores ―le aclaró el mayor con un sonrojo― pero ahora haz caso a tu padre.
    Este asintió aún un poco reticente y le miró con carita de perro abandonado haciendo sentir un poco mal al peli-blanco. Pero tenía que irse, así que se despidió de su uke y se fue pensando en que las mejores manzanas del día de mercado serían para el rubio y así le compensaría por lo de este momento.
    Fin Flashback

    Esta fue la despedida más dramática de todas y también la más rara de toda la noche. A parte de eso, todo había sido muy tranquilo y feliz por parte de las diferentes parejas, que habían bailado juntos, y que aunque no eran parejas, lo serian en algún momento del futuro, o quizás no. Quién sabe, el futuro es muy incierto. Pero en estos momentos había llegado la mañana y la gente empezaba a despertar cada cual con sus propios quehaceres. Sobre todo había ajetreo en las casas de los nobles de la ciudad, ya que al ser domingo mucha gente estaba descansando, aprovechando el único día que no trabajaban.

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    La gente se había levantado tarde, así que esa mañana nadie había hecho nada y las calles estaban muy vacías, aunque había una zapatería donde si había actividad. De los cinco habitantes que había ese fin de semana en la casa había uno que estaba trabajando en unos zapatos que tenía que entregar, era domingo pero qué más daba, era un pedido especial del peli-gris que le gustaba. Esta tarde tendría la oportunidad de verlo nuevamente, no pasaba a menudo que pudiese ver al chico dos días seguidos, aunque tenía la impresión de que el chico iba más a menudo a la tienda que otras personas. En esos momentos mientras trabajaba en esos zapatos le pareció que algo extraño pero después pensó que tal vez era un amante de los zapatos y le gustaba tener muchos. Había gente que quería tener muchos trajes, o muchas chaquetas, u otros objetos. Le restó importancia y volvió a trabajar en ese pedido. Ya deseaba el momento en el que llegaría ese chico que con solo verlo una vez había ganado su amor.
    No lo entendía mucho, podía ser eso que se decía amor a primera vista, pero des de que había ido a su tienda por primera vez que algo había cambiado, ocupaba su mente casi todo el tiempo y cuando lo tenía delante siempre se sonrojaba un poco y su corazón se aceleraba. También debía admitir que el chico parecía hacerlo intencionadamente, aunque descartó esa idea rápidamente ese chico parecía muy inocente para hacer tales cosas, seguramente era su imaginación, aparte de que el peli-gris era un noble y el solo un simple zapatero.
    ―La vida es tan injusta ―se dijo en un suspiro acabando de preparar los últimos retoques de esos zapatos.
    ―¿Estás enamorado? ―le preguntó una voz amable detrás de él, haciendo que Yukimura se girara para encontrarse con uno de sus amigos.
    ―¿No dormías? ―le preguntó como respuesta.
    ―Sí, pero me desperté ―le respondió tranquilamente sentándose a su lado― ¿y bien?
    ―Creo que sí ―dijo un poco derrotado por ello.
    ―¿Y es de alguien que no te corresponde?
    ―No lo sé, Kitatki, pero es un amor imposible.
    ―¿Por qué?
    ―Él es un noble que viene a comprar aquí a menudo.
    ―¿Es el propietario de estos zapatos? ―preguntó consiguiendo que Yukimura sonriera un poco y afirmara.
    ―Supongo que es lógico pensar eso si trabajo un domingo ¿no?
    ―Sí, pero lo dije más porque se nota que le pones tus sentimientos en este trabajo.
    ―Supongo que tienes razón.
    ―¿Y qué piensas hacer? ―le preguntó Kitatki a su amigo― ¿Te rendirás sin más?
    ―¿Qué más puedo hacer?
    ―Romper las murallas que os separan, dicen que el amor no tiene fronteras.
    Eso dejó a Yukimura pensativo, no sabía cómo podía hacer eso, ni si tenía que hacerlo. No sabía muy bien si tendría algún resultado hacer algo como eso, pero suponía que retirarse sin intentarlo siquiera no iba a ser una posibilidad. Realmente todo se complicaría con lo que iba a pasar pero algo tenía que hacer. Y con estos pensamientos declaró su intento de acercarse más al chico aunque fuese a obtener un rechazo.

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    Estaba a punto de llegar la hora y cierto peli-naranja estaba muy estresado, esa noche se hacía la fiesta en su casa y eso en verdad le parecía molesto, Aoyama lo había dejado todo bien hecho, todo bastante bien y estaba casi todo preparado para ello, todo menos él. No sabía que podría ponerse, la carta que le había mandado a su prometido estaba seguro que haría su efecto y ahora tenía que verse bien. Aunque no entendía porque se preocupaba tanto por eso. ¿Cómo podía ser que ese rubio consiguiera ponerle de ese modo? Esa relación no era nada más que un negoció más por parte de sus padres, así que no tenía mucha importancia pero por algún motivo, a pesar de que el rubio lo veía solo como un instrumento con un fin reproductor, él no podía evitar sentir algo cada vez que lo abrazaba o le sonreía de esa manera zorruna.
    ―Estoy perdido ―susurró para él mientras veía la ropa― esto es irracional.
    Estaba algo decepcionado con él mismo, aunque se indignaba por el comportamiento del rubio y por como lo trataba algunas veces pero de todos modos no podía ignorar ciertos sentimientos que inundaban su ser cuando esas cosas pasaban. Y eso realmente le molestaba, tantos esfuerzos que había hecho para escribir esa carta para el rubio para que fuera especial, a pesar de que se había dicho a si mismo que eso no era necesario. No podía entenderse, nada de lo que hacía cuando el rubio estaba en su mente era racional o su estilo, por el contrario parecía que su mente de repente no pensaba con claridad y solo le causaba problemas intentando contentar a ese uke tan provocativo y manipulador. Suspiró como tantas veces había hecho esa tarde y pensó que necesitaba prepararse rápido ya que pronto llegarían los primeros invitados de esa noche para esa gran fiesta.

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    Miyabino, ¿qué se puede decir de él? Pues que se había pasado todo el día viendo su traje des de todos lados y probándoselo una vez tras de otra de un modo y de otro, para asegurarse de que le quedaba perfecto y que iría de perlas con esos zapatos que había encargado. Tenía varios que encajarían bien con ese traje pero le gustaba ir a esa tienda porque así tenía una excusa para ver el peli-azul que trabajaba allí, aunque siempre se había preguntado cómo era que no había nadie más en esa pequeña tienda, algún que otro cliente pero nunca había visto a los padres del chico. Bueno, no importaba él solo iba allí para ver al chico, le gustaba ver esos sonrojos y escuchar como tartamudeaba ante su presencia. Y ese día estaba deseoso de que llegase el momento de verlo, las horas se le pasaban lentamente, o más exactamente se le hacían eternas, por eso a primera hora de la tarde ya estaba avisando que preparasen las cosas para ir en busca de esos zapatos, se vistió nuevamente con ese traje asegurándose de quedar perfecto para ir a ver al peli-azul.
    Sin esperar más fue hacía la zapatería cerrada, y llamó a la puerta esperando que el propietario del lugar lo abriera, aunque en vez de verle a él, salió un chico de cabello oscuro y recogido con unos mechones sueltos y unos ojos azul claro que lo miraban algo fríos. Se quedó sin habla ante eso, ¿Quién era ese chico que estaba en la tienda un domingo? No podía ser que tuviera algún tipo de relación con el peli-azul ¿o sí? Quizás eran familia aunque no se parecían en nada.
    ―¿Quién eres? ―le preguntó Oujika tranquilamente.
    ―Esto… Mi-Miyabino, vine a buscar un encargo…
    ―Miyabino, hola ―le saludó el peli-azul que deseaba ver― pasa, ya los tengo acabados ―dijo a la vez que el otro chico se apartaba dejándole entrar siguiéndolo con la mirada, el peli-azul al verlo vestir de ese modo se quedó con la boca un poco abierta y se sonrojó un poco― e-estas he-hermoso ―le dijo tartamudeando un poco.
    Eso ya estaba mejor, aunque seguía sin gustarle que estuviera ese chico en dicho lugar, eso no implicaba que hubiera dejado de provocar esa reacción en el mayor, y eso le alegraba. Se acercó un poco mientras sonreía feliz de la vida y sus mejillas se teñían de rojo, por ese cumplido, lo había deseado pero no tenía muy claro si realmente lo iba a conseguir, no esperaba que lo hiciera de ese modo.
    ―Mu-muchas gracias ―respondió intentando tranquilizarse.
    ―Bien ―el chico para calmarse buscó el modo de salvarse de esa situación y fue a buscar los zapatos para dárselos al chico― Aquí tienes.
    En este tiempo Oujika se había ido de allí, no tenía nada que hacer en ese lugar, solo había ido a abrir la puerta porque llaman y no había nadie más cerca del lugar. Al fijarse en eso, Yukimura pensó que debía empezar con su plan de conquista del peli-gris, aunque sinceramente no sabía muy bien cómo hacerlo, era la primera vez que se proponía hacer algo como eso, y lo acababa de pensar esa misma mañana pero las cosas tenían que hacerse en el momento en que se daba la oportunidad ¿no?
    ―Espero que te gusten, los hice con todo mi corazón especialmente para ti ―le dijo directamente como si fuera un Don Juan de primera consiguiendo un pequeño sonrojo en las mejillas del otro.
    ―Y-yo te los encargué… e-es lo normal ―dijo intentando parecer que no le daba mucha importancia mientras se sentaba en un banco para ponérselos.
    Una vez puestos se levantó y se miró en un espejo que había en el lugar, le quedaban perfectos de tamaño y de todo, porque eran justo lo que necesitaba para que ese traje mostrara toda su belleza que no era poca a su parecer. Realmente se notaba que Yukimura las había hecho pensando en él y lo había hecho muy bien, se merecía un premio por eso así que lo miró con una sonrisa y se acercó para darle un beso en la mejilla viendo como el peli-azul se sonrojaba y miraba hacia otro lado.
    ―Muchas gracias, era justo lo que necesitaba, ¿Cómo me veo? ―le preguntó mientras el otro tragaba saliva observándolo de pies a cabeza.
    ―T-te ves ge-genial.
    El otro asintió con una sonrisa y después de dar el pago por los zapatos y el extra por ser domingo y haberlos pedido con poco tiempo se fue del lugar muy feliz. Nada podría amargarle ese día, de eso estaba seguro.

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    Era un poco antes de la hora a la que se había convocado la fiesta pero ya habían llegado algunos de los invitados, entre ellos un feliz Miyabino, que por la impaciencia de ver a Yukimura había salido muy temprano de casa y había llegado antes que nadie, en esos momentos estaba sentado esperando que llegara su sempai para poder explicarle lo que le había pasado con Yukimura. Mientras tanto no podía parar de sonreír al recordar esa escena que habían protagonizado aunque sinceramente estaba preocupado por ese chico que le había abierto la puerta, no sabía quién era ni qué relación podía tener con Yukimura aunque no parecían muy cercanos y eso lo tranquilizaba mínimamente.
    Llegó un peli-rosa junto a un castaño, los cuales entraron en la sala aunque ninguno de los dos parecía muy felices y no sabía muy bien porque ni tampoco si tenía que acercarse a ellos o no. Ichiban fue a recibirlos y habló un poco con el castaño, antes de alejarse de allí e ir a ver a los otros invitados. Recordó que en la última fiesta había tenido una conversación con el peli-rosa al respeto de su amor imposible y pensó que podía ser por eso, pero entonces ¿por qué Shindo también estaba extraño? ¿Podía ser que fuera él el amor imposible? Bueno, no le parecía raro en verdad ya lo había intuido pero no pensaba que eso les llevaría a estar así, quizás tendría que hablar con su sempai sobre más de un tema, porque no podía ser normal eso. Aunque primero de todo tenía que contarle lo de Yukimura sin importar que.
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    Y hasta aquí por hoy, porque ya se hace tarde y quiero actualizar de una vez por todas, xd espero que les gustara y que me manden algún review, gracias por leer.

    Hasta pronto!
     
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