El Gato Blanco De La Mala Suerte [OCxYuu] "14avo capitulo 29/8/15"

¿Cuantas veces un corazón puede romperse antes de darse cuenta de que ya no puede mas? ¿Por que sigues luchando por algo que ya has perdido Yuu-san? "Yo no soy tu juguete, Souji." Yuu Yanase

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  1. noquichinda
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    *w* quiero maaas aahahahah sisi sou chan ta mas llevado del amor que cualquiera.. pero el pendejo aun no se ha dado cuenta... ahaha quiero saber mas de la hermanita y demas animooo rose chan
     
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  2. SekaiichiHatsukoii
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    Holaaaaaaaaaa, por fin has vueltooo!
    me tenias muy preocupada, espera con muchas ansias la continuacion, debo decir que el capitulo fue muy hermoso, verlo con su hermana, ver ese lado de tierno de el me gusto mucho, y lo descubrio a Yukina y a Kisa, mori de risa y de amor, me encanta la idea de que el lo sepa, de que su relacion se esta haciendo un poco mas publica!

    y sobre Yuu, mi amor, esta celoso, no le gusto para nada verlo de la mano con una chica, aunque tuvo muy poca participacion, espero que en el proximo aparesca mucho masss!

    y que onda con su amigo, mmm, espero seguir viendolo, aunque no me tira buena espina!

    ame tu historia y amo como escribess!
    gracias por actualizar!
    que andes bien!!
     
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  3. RoseThane
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    QUOTE (noquichinda @ 27/9/2013, 15:17) 
    *w* quiero maaas aahahahah sisi sou chan ta mas llevado del amor que cualquiera.. pero el pendejo aun no se ha dado cuenta... ahaha quiero saber mas de la hermanita y demas animooo rose chan

    Lamento por no contestar antes este mensaje estaba oculto para mi ><
    WAA verdad que si? *w* Haruhi aparecera mas no t preocupes y bla bla deberia seguir escribiendo ahora mismo xD
     
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  4. RoseThane
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    Disclaimer: Sekai-ichi Hatsukoi y sus personajes les pertenece a sus respectivos autores, este fic es sin fines de lucro, lo hago solo por diversión. Nakami Souji y otros personajes que NO salen en el anime ni en el manga si son de mi propiedad.

    -.El gato blanco de la mala suerte.-

    Cap. 6: “EL AMOR ES COMPLICADO.”



    Unos pocos días después…

    Yanase ya había terminado. Se levantó de su asiento dolorido por estar sentado por varias horas en la misma posición; comenzó por estirar los brazos, luego el cuello y flexionó los dedos. Sentía el cuerpo pesado por el cansancio, como cada fastidiosa vez que terminaba una larga jornada de trabajo. Tomó un largo trago de aire por la nariz mirando alrededor. Allí no había nadie, excepto por cierta persona que en esos momentos le daba la espalda, parecía concentrado.

    Parecía…

    Porque sinceramente, más bien lo evitaba. No de la forma fastidiosa, sino de una forma madura: como si Yanase Yuu fuera otra persona más, o nunca se hubiesen conocido. Era una situación realmente incomoda, había sido estúpido pensar que alguien como él le dirigiera la
    palabra después de las cosas horribles que le había gritado en el baño. Se lo merecía, pero el asunto se le salió de las manos y le soltó cosas que nunca debieron escapar de sus labios. ¿Qué podría hacer para suavizar el problema?

    ¿Disculparse? ¡Já! Ni en sueños... Además él le debía una disculpa por lo sucedido en la tienda ¡Andaba con una mujer!

    Tomó un profundo respiro y se decidió a por lo menos acercársele para saludar. Su corazón estaba en su garganta, apretujándose contra el nudo que tenía. Tenía que confirmar si verdaderamente estaba enojado, le odiaba o que pasaba por su cabeza, porque desde que le había dado la espalda con ese rostro tan frio, Yuu pasaba los días torturándose con una pizca de arrepentimiento en su demacrado corazón.

    —Umm… Hola. —susurró a su lado. Pretendiendo acomodar las plumas, lápices y tinteros casi perfectamente organizados sobre el espacio del editor. Se le quedó viendo apenas unos segundos a la espera de su respuesta, y desvió la mirada avergonzado por la posición sumisa que presentaba ante alguien como Souji, se sentía patético y rebajado.

    No es que realmente estuviese ocupado. Souji analizaba por quinta vez cada detalle de los personajes de apoyo del número que sería publicado para el próximo mes, pero al verse prácticamente solo, no había algo más productivo que hacer, pues las chicas ya se habían ido y Toriumi había salido a comprar algo en un combini cercano.

    Gruño a causa de la tensa atmosfera.

    Escuchó un tímido “hola” acompañado de la presencia de alguien a su lado, pero no levantó la vista.

    Al no recibir respuesta, alzó la mirada directamente a esas aburridas joyas verdes. No había hablado tan bajo para no ser escuchado, ¿ese tarado lo estaba ignorando?

    —¿Se te ofrece algo? —dijo en tono frio sin siquiera voltearse para responder. Sus irises esmeralda volaron directamente a los caoba cuando no recibió una respuesta inmediata. No estaba siendo hipócrita ni mucho menos desconsiderado… Más bien, estaba siendo cruel. Quería deshacerse de ese fastidioso sentimiento enfrentándolo cara a cara, porque, lo que le había dicho Jun, estaba seguro que era totalmente equivocado. Era algo que siempre le había dicho a su amigo en repetidas ocasiones desde pequeños: “Soy cruel porque he aprendido a llevarme menos del corazón. Y así, nadie me lastima”

    En el rostro del dibujante había una mezcla de asombro y molestia. Indignación, si era eso. Esa respuesta tan ruda no se la esperaba de alguien como él. Yanase se tuvo que tragar su orgullo:

    —Quiero… que me disculpes por lo que pasó.

    El otro alzó una ceja. Giró su cuerpo con la silla giratoria en su dirección. —¿Y eso?

    —Yo te dije cosas… y bueno, este… Nunca debí decirte eso en primer lugar. —murmuró avergonzado y a la vez sorprendido de sí mismo, al menos comenzó con el pie derecho. —Y bueno… Lo siento. —gruñó forzosamente.

    —¿Qué?

    —¡¿Acaso no me estas escuchando?!

    —Lo hice, solo que estoy algo sorprendido. No me lo esperaba de ti.

    Yuu se ruborizó. —También por las estupideces que te dije cuando estaba borracho aquella vez, sino fuera por eso, no hubiésemos tenido esa pelea.

    ‘Y no me hubiese acostado contigo’ pensó el dibujante apartando la mirada.

    Souji dejó las hojas sobre el escritorio antes de darle el visto bueno. —No. De eso no me arrepiento. —el asistente abrió grande los ojos.
    ¿Qué? Debía estar jugando.

    —¿Y? N-no vas a perdonarme, ¿cierto?

    —Te perdono. Pero sigo molesto. —sonrió por primera vez.

    Yuu chasqueó la lengua, impaciente. Esta vez no se tragó la ira. —Al parecer estas muy feliz. ¡Yo ya me largo!

    Yanase se apresuró a ir a su lugar y metió todo desesperadamente dentro de su bolso. Cuando quiso salir por la puerta, el esbelto cuerpo del editor lo bloqueó.

    —Te digo que aún sigo molesto, ¿y esa es tu respuesta?

    El tipo no se movía ni un centímetro, más bien parecía muy cómodo recargando su peso hacia su última salida. No quería estar más tiempo ahí, lo irritaba de sobremanera ese tema.

    —¡El que debería estar molesto soy yo! —el otro se cruzó de brazos, como afirmando que no le dejaría pasar. —Me retiro, no quiero quitarte más tiempo. No vaya a ser que tu novia se enoje.

    ¿Por qué se molestaba? Es como si realmente le importaba lo que sucedía entre la romántica pareja que se agarran de manos.

    —¿Novia? Espera, espera, espera… ¿De qué mierdas estás hablando?

    —¡¿C-como que de qué?! ¡Me andas molestando y… y aparte de lo que pasó en… tu c-casa tienes novia! ¿Haruhi-chan? ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¡Eres un cínico! —se ruborizó sin saber por qué.

    —Pfff…

    Una sonora carcajada inundó el lugar de pronto. Nakami se llevó una mano al rostro, intentando controlarse, pero era imposible, parecía que estaba a punto de llorar por el ataque de risa. Yuu estaba paralizado por la reacción del más alto. ¿Qué carajos?

    —¿Acaso dije algo gracioso? ¡¿De qué te ríes?!

    —¿Esa es tu conclusión?

    El menor posó una mano sobre la cabeza de Yanase y le revolvió el cabello. Un brillo honesto se asomó por sus ojos, lo veía, podía leerlo en sus irises felinas, en su sonrisa despreocupada, en esa mirada. Sus ojos ya no eran fríos ni apagados. Eran luminosos, juguetones, confiables. Era el Souji de antes.

    —Haruhi es mi hermana menor.

    —¿Qué?

    —¿No te diste cuenta?

    En verdad había un pequeño parecido entre ambos: el cabello, si te fijabas bien tenían las mismas orejas y aquellos labios… ¿los labios? El asistente ascendió hasta sus ojos, sonrojado de habérsele quedado viendo la boca.

    —¡¿Eh?!... Me estas tomando el pelo.

    —Para nada. —Souji sacó del bolsillo trasero de sus jeans su celular, y con habilidad buscó en la bandeja de entrada el nombre de su hermana, volteó la pantalla mostrándole el contenido del mensaje. —¿Qué dice ahí? Vamos, no seas tímido: Léelo en voz alta.

    —Nakami Haruhi… —con la boca entreabierta y muerto de la vergüenza por su acusación, buscó los ojos del editor.

    —Sigue leyendo, no te detengas. —sonrió.
    Obedeció más por la curiosidad que por otra cosa, pero cuanto hubiese deseado que no siguiera leyendo el mensaje. Lo hacía quedar como un completo idiota. —O-onii-chan… se acabó la leche y el jugo de naranja… ¿do-donde queda el combini más cercano?

    —¿Ves? No te mentí. Aunque debo admitir que te ves realmente adorable cuando estas celoso y toda la cosa.

    Otro rubor. —Y… ¿Qué hay de los anillos? —murmuró con la mirada desviada. No quería sonar realmente interesado.

    El más joven abrió un poco los ojos. Sorprendido de aquella pregunta que en sus labios sonaba tan inocente pero a la vez tan turbada. Sus orbes se suavizaron a los pocos segundos, rejuveneciendo unos años —Fue un regalo de mi tutor cuando éramos niños, desde entonces no nos hemos desecho de ellos. —dijo acariciando la prenda que colgaba de su cuello.


    ¿Tutor? ¿Qué quería decir con eso?

    Aquello solo provocó que las mejillas se le tiñeran de rojo. Yuu frunció el ceño. —¡N-no quiero escuchar más! Tengo muchas cosas que hacer, con permiso.

    Pero el asistente del editor en jefe no le hizo caso, por el contrario se acomodó más recargando su espalda en la puerta y flexionando una pierna componiendo sus brazos cruzados. Sonrió peligrosamente. —¿Cómo podría dejarte ir después de haber montado tal espectáculo? Que dulce eres. Anda, admite que estabas celoso. —sus irises esmeralda relampaguearon de gusto.

    La sangre se le subió al rostro. Intentó disimularlo con una risilla fanfarrona lo cual no resultó porque la voz le flaqueó en el nerviosismo.

    Buscó componerse: —No se dé que demonios me estás hablando. D-déjate estupideces y déjame pasar.

    —¿Qué harás si no quiero?

    Yanase apretó los dientes.

    ¡Este tipo era increíble! Una disculpa y se componía más rápido que un rompecabezas. Debería aprender a manejar las situaciones, porque Nakami Souji llevaba la delantera por más que odiaba admitirlo, siempre estaba uno, dos, ¡cinco lugares por delante de él!
    El castaño dio un paso amenazador hacia él, sus rostros estaban a centímetros de rozarse.

    ¡¿Q-que estaba i-intentando ha-hacer?! ¿Acaso él? ¡No podía! Yanase cerró los ojos con fuerza, a la espera de algo, cualquier cosa, pero que por favor fuera rápido.

    Solo sintió el cálido aliento golpearle la cara acompañado de una disimulada risa.

    —Estas temblando.

    Claro, Souji estaba bromeando y él era su juguete.

    Entonces abrió los ojos de golpe, escondiendo su rostro tras el flequillo deseando solo que se lo tragase la tierra. El editor comprendió que era suficiente y le ofreció el paso libre con una sonrisa pegada al rostro. ¿Es que este tipo no iba a cambiar su actitud tan…? ¡Irritante! El oji-caoba salió con prisa y la puerta se cerró con un fuerte azote.

    Al menos ya se había disculpado.


    ...




    A Takano-san se le estaba haciendo un hábito eso de hacerme perder el tiempo con ridículas peticiones.

    —Quiero saber quién fue el gracioso que me dijo que Isaka-san estaba en su oficina. —gruñí antes de entrar al departamento Esmeralda después de haber salido de casa de sensei.

    —¡Feliz cumpleaños! — corearon los chicos recibiéndome con un pequeño pero generoso pastel blanco adornado con enormes fresas y revestido de perlas de chocolate sobre mi escritorio. A su lado había platos y cubiertos desechables.

    Mino y Kisa fueron los primeros en abalanzarse sobre mí dándome sus buenos deseos y palmadas en la espalda. Hatori me tomó una foto de la mueca extraña que tenía pegada al rostro desde su celular con un gesto taimado y Takano, estaba en su silla con una sonrisa presuntuosa y los pies sobre el escritorio, orgulloso del resultado de su mentira piadosa. En ese instante Onodera-kun apareció tras de mi con una bolsa de lo que según escuchaban mis oídos eran latas, quizás de refresco y me felicitó procediendo a repartirlas e irse a partir el pastel.

    —¿Es… mi cumpleaños?

    Entonces todas las miradas volaron a mi rostro confundido y como si una bomba detonara, todos se echaron a reír de la forma más escandalosa e irritante.

    —¿Olvidaste tu propio cu-cumpleaños? ¡Pero que idiota! —rió mi jefe a mas no poder.
    Los otros ocultaron sus rostros con revistas y hojas, pero no las risas fastidiosas que aun retumbaban en mis oídos. Ahora si estaba cabreado. Takano-san se quitó los lentes secando una lágrima de su ojo derecho, me encolericé y le saqué el dedo medio con mi cara en una mueca de hastío, lo que provocó que se carcajeara aún más.

    Revisé disimuladamente el calendario más cercano a no ser que me estuvieran gastando una broma: 21 de marzo.

    Realmente si era un idiota.

    —¡Sí, si, muy gracioso! ¡Búrlense! — los tarados estos se compadecieron de mí como si fuera un mocoso: tuve más manos encima de mi
    antes de abrir los ojos de nuevo, pellizcándome las mejillas, revolviéndome el cabello y embarrándome el rostro con crema para pastel.

    Entonces, Hatori me colocó en las manos una menuda caja de madera envuelta en una sencilla y colorida servilleta de tela—Aquí tienes.

    —¿Qué es? —dije analizándola desde todos los ángulos posibles sin abrirla.

    —Hace varios meses te empeñaste en molestarme exigiéndome un bento hecho por mí y ahí lo tienes. Espero que estés satisfecho, feliz cumpleaños. —se llevó un trozo de pastel a la boca y se concentró en masticarlo.

    Yo sonreí sin darme cuenta. No puedo creer que se haya acordado.

    —¡Jee! No sé si tienes buena memoria o un gran corazón enterrado en lo más profundo de tu ser. —Hatori rodó los ojos. —Kisa-san, ¡mira! Mi esposa me preparó el almuerzo. —canturrié abriéndolo sobre la superficie y Kisa refunfuñó tras de mí, ya que en esos tiempos los dos creamos la alianza de insistirle a Hatori un almuerzo hecho por él –personalmente creo tiene manos bendecidas por los dioses y tocadas por Zeus para la cocina- pero se rindió antes que yo cada vez que el oji-azul decía “Estoy muy ocupado para eso”.

    Sí que el sub-jefe de Esmeralda se lució: Arroz, tamagoyaki, pulpo, salchichas, verduras, mariscos, legumbres y carne.

    Todo se veía tan jodidamente delicioso. Lo tapé para comerlo más tarde cuando los ojos curiosos se arremolinaron detrás de mí. Incluido el envidioso Kisa.

    —Aun no nos han dicho como les fue en Libros Marimo. —Mino apareció detrás de mí. Mi sonrisa peligrosa se dibujó en mi rostro a lo que

    Kisa casi se atragantó con el pastel algo sonrojado.

    —¡Sou-kun se tomaba el trabajo muy enserio! ¡Buscaba todas las maneras posibles de atraer clientes! —se adelantó para evitar que yo abriera la boca. Aquello sonaba más como una acusación que como una afirmación.

    —Si no me lo tomo en serio, no creo que valga la pena el empleo. —contraataque saboreando el primer trozo de pastel. Delicioso.

    —Exagerabas.

    —¿En qué división los colocaron? —preguntó Onodera.

    —¡Manga Shoujo! —festejé levantando un brazo. Sé que dije que no lo iba a molestar, pero solo por esta vez no pude resistirme:—Tenían muchos artículos interesantes. Nos llegamos a conocer mejor, ¿verdad Kisa-san? —reí pasándole un brazo por el hombro, nadie entendió la indirecta. Su mirada solo decía “muérete.”

    —No es novedad que ustedes tengan algo entre manos. —agregó Hatori suspirando.

    —¿Hicieron amigos? —comentó Takano como quien no quiere la cosa.

    —Había un joven en especial que en realidad… —entonces fui acallado por un trozo de pastel que se precipito en mi boca de parte del azabache.

    —¡Come y calla!





    En serio ya no quería oír otro “¡Feliz cumpleaños!” hasta el año entrante. La gente de la editorial se empeñan en recordarte que eres un año más viejo, pero debía ser fuerte y aguantarlo por el resto de la noche. —¡Feliz cumpleaños! — escuché antes de asomarme a la sala.

    Llegué al Dojo gracias al, nada más y nada menos que por el chofer de Jun, por más que le dijera que dejara los servicios de autos y les insistiera sus choferes que pararan con eso, siempre decían: “El joven amo lo ha ordenado especialmente para usted, no le podemos fallar”... no me hacían caso, debería golpearlo solo por esto.

    Sonreí sin esforzarme. Frente a mi estaban Isami-san, Sakura-san, Satou-san, Haruhi y Jun ofreciéndome una cálida bienvenida con confetti. —Gracias chicos, me sorprendí al no recibir llamadas de ninguno de ustedes. —refunfuñé entrando a la habitación y sentándome donde había un lugar vacío junto al rubio.

    —Esto lo planeó tu hermana, nos amenazó a todos para que no dijéramos nada, ni siquiera una felicitación. —se carcajeó Isami-san mientras servía sake y su mujer colocaba los últimos platos de comida.

    Miré a la aludida divertido con una ceja enarcada a lo que ella dirigió su mirada hacia otro lado como si no tuviese nada que ver con aquel complot.

    Satou-san me dio varias palmaditas en el hombro con una sonrisa y procedió a darme el ochoko*. Era un hombre de entrada edad pero lucia joven y es sano como un roble ya que es maestro. Solo las canas y las arrugas delataban su verdadera edad. Y así mismo le dio un vaso a
    Jun que lo bebió con aire estoico. Cuando le pasó uno a Haruhi, se lo quité de inmediato bebiéndolo de un gran trago.

    —¡Hey! —protestó boquiabierta.

    Coloqué el ochoko vacío donde antes estaba. —Eres una niña. —El calor del líquido deslizándose por mi garganta me relajo por unos segundos, aflojando músculos y calentándome el estómago.

    —¡Eso no se vale, yo quiero probar!... ¡Dame el tuyo!

    —¡No lo haré! —ronroneé alejando el vasito en dirección a Jun, este estaba observando la escena totalmente indiferente, como si fuera lo más usual de mundo. Haruhi se me lanzó encima intentando alcanzar con sus brazos el sake. Su otro brazo asió el mío por detrás y cuando por fin pudo acercar la taza, estiró la cabeza ansiosa de probar el alcohol.

    Mis labios tomaron primero el borde y lo bebí con rapidez. Me fije, que los ojos de Jun no se despegaban de cada movimiento que yo hacia.

    —¡Onii-chan!

    —¿Qué?





    Yuu sabía que algo quería Chiaki cuando le citó al estudio del pent-house donde acostumbraban trabajar, ya había caído la noche.

    —Buenas noches. —musitó con su habitual expresión aburrida.

    —¡Hola…! ¿Yuu? —que su mejor amigo le llamara por su nombre colaboraba en romperle el corazón. El mangaka, ajeno a todo lo que ocurría en la cabeza del otro, miraba desconcertado desde el umbral por su reacción.

    —¿No me vas a dejar pasar? ¿O es que Hatori está aquí? —bufó. Las palabras que escupía estaban cargadas de veneno, indirectas crueles era lo que necesitaba el oji-azul a ver si dejaba de ser tan despistado.

    —¡Lo siento! —reaccionó automáticamente rascándose la nuca. —Tori no está aquí. —empezó, haciéndose a un lado a lo que Yanase pasó mirando disimuladamente el lugar, confirmando que no había señales del editor.

    —Qué raro.

    —La verdad es que no ha venido en todo el día. —continuó, rebuscando algo entre su descuidado escritorio. —Dijo que uno de sus compañeros cumple años y que no llegaría hasta más tarde. —¿cumpleaños? Ese dato se le hizo vagamente familiar, había una fecha en especial que recordaba, pero no se podría tratar de una coincidencia, ¿cierto? Algo resonó en su cabeza:

    El 21 de marzo cumplo los veinticinco.

    —Chiaki. —el aludido levantó la vista. —¿Qué día es hoy?

    —Jueves, ¿sucede al...?

    —Sé que es jueves. —lo cortó de pronto. —Me refiero a que día exactamente.

    —Esto… creo que hoy es 21 de marzo.

    El castaño se sorprendió al recordar ese pequeño fragmento a pesar de que la cabeza le daba vueltas. ¿Ese tipo de cosas surgieron aquella noche? ¿Hubo conversación antes de pasar a la intimación? El colmo era que se había portado gruñón aquella mañana. Si lo hubiese sabido antes, tal vez, solo tal vez, Yuu se comportaría más suave con el editor. Tal vez… no. Nunca dejaría de presentar pelea, y eso se debía a que

    Souji siempre sabía cómo sacarle la delantera.

    —¿Estas bien?

    —Lo siento. ¿Para qué me llamaste?

    Las cejas del mangaka se acercaron, perplejo de su actitud para con él.

    —Quería entregarte el horario personalmente. —dijo ofreciéndole un papel que el asistente miró de reojo, un horario apretado, nada cómodo algo que ya no era raro en las jornadas que compartía con Yoshino. Levantó la vista hacia su amigo a la espera de alguna otra cosa. —T-también quería disculparme… por lo de Tori

    —Estoy acostumbrado… a que Hatori me trate así. Pero, no estoy acostumbrado a que tú me trates así. —dio un paso, murmurando decaído y a la vez cegado por tantos sentimientos confusos dentro de aquel magullado corazón.

    ‘¿Cuánto más Chiaki?’ pensó.

    —Este, yo… —el oji-caoba alzó una mano buscando la de Yoshino, pero se detuvo. Se detuvo antes de apenas rozarla sin saber por qué.

    El oji-azul continúo. —Lo siento, es que los manuscritos, retrasos… Tori. —era increíble como alguien podía romper su corazón, y sin embargo, seguía amándole con cada uno de los pedacitos extendidos en el suelo. —¿Me perdonas? —retiró su mano sonriendo débilmente a duras penas. —¿Estamos bien? —Sonrió sensei, juntando sus cejas; una perfecta cara de cachorro. Por fin empezaba a superar su separación, esa brecha profunda que se hacía cada vez más extensa, comenzaba a aceptar que Chiaki nunca sería suyo, que tenía a Hatori: Pero le sonrió, estropeándolo todo.

    ¿Enserio debía consolarse a sí mismo porque eran solo amigos?

    —Estamos bien. —puso todo su esfuerzo en corresponderle en una sonrisa convincente, y con lo despistado que era Yoshino, no se dio cuenta de lo gris que era su corazón en aquel momento.

    Y todo por su maldita culpa.





    Ni siquiera puse mucho esfuerzo en secarme el cuerpo luego de salir de la ducha, simplemente me vestí lanzándome hacia el sillón. Había sido un día realmente largo, lleno de sorpresas, risas y buenos momentos. Lo que menos quería era pensar.

    Miré la puerta que conducía hacia mi habitación, Haruhi ya se había ido a dormir mucho antes que yo.

    Bostecé.

    Ya le había mandado un mensaje a Hatori dándole las gracias por el bento. Y, fui lo suficientemente condescendiente para compartirlo con los demás en el Dojo, Ah, y hablando de ellos, Satou-san terminó ebrio, como siempre; fue gracioso ver a su yerna reganándolo mientras él le hacía muecas infantiles e imitando sus quejas con una voz aguda.

    Me regalaron un pastel de cumpleaños de parte de Isami-san y su familia, Haruhi me dio un álbum de fotos blanco de apariencia delicada revestido de hojas otoñales grabadas en plateado. En la portada había una foto de hace unos doce años atrás. Los mayores tres estaban de pie con Isami-san en medio, Haruhi miraba a la cámara no muy convencida sosteniendo mi mano y mi izquierda estaba Jun, mostrando todos los dientes con alegría con uno de sus brazos sobre mi hombro.

    Yo tenía una sonrisa apenas visible, pero no miraba a la cámara, mis ojos iluminados por la inocencia miraban el rostro de felicidad de Jun y recuerdo que me pregunté en ese momento como podía mostrar toda esa alegría sin despecho alguno.

    Hablando de ese tarado, que siempre buscaba destacar en todo lo que hacía, no encontró, según sus propias palabras algo “adecuado” para darme y que el regalo que me dio era lo más sencillo que había podido comprar en todo Tokio. Y para colmo de males no me dejo devolverle el dichoso reloj de plata… ¡de plata! ¿Cuándo carajos yo tendría dinero para pagar un reloj de marca?... ¡Y de plata! Me lo colocó a la fuerza en la muñeca y me amenazó diciéndome que si me lo quitaba o lo perdía me ahorcaría.

    Demonios, estaba jodido…

    Como acostumbraba coloqué mi celular lo más cerca posible de mí; en la mesita. No sabía qué hora era, si estaba amaneciendo ya, pero lo único que me importaba en ese instante era dormir, los parpados me pesaban kilos.

    Un sonido molesto me sacó de mi ensoñación, era un mensaje. Con flojera abrí el aparato mascullando una sarta de maldiciones entre dientes, 11:56 pm. Vaya maldita hora de hablar, busqué la bandeja de entrada. Mi corazón dio un vuelco cuando leí el nombre en el display:

    “Yanase Yuu te ha enviado un mensaje:

    Feliz cumpleaños.”


    Eran tan solo dos palabras. Quince letras, tan sencillas, tan monótonas. Pero fueron lo suficientemente valiosas como para hacerme sentir realmente feliz. Las curvaturas de mis labios formaron una sonrisa, después de releerlo como unas diez veces, lo guardé en favoritos y me dormí con el celular entre las manos.

    ¿Cómo fue que acabe así?





    —Entonces, ¿estos son los folletos que daremos para la promoción del especial? —preguntó Hatori echándole un vistazo al impreso.

    —Así es. —respondí. —Coloca dos diferentes por cada asiento. A ver, solo queda… La presentación. ¿El proyector está listo? — cuestioné revisando el horario de la reunión de planificación. Faltaba una hora antes de que todos se presentaran.

    —Sí. Solo falta colocarle la memoria al ordenador y… Souji.

    —¿Qué hice ahora?

    —¿Dónde está la memoria?

    Tomé un hondo suspiro.

    —La dejé encima de la fotocopiadora junto a la ventana. ¿Sabes que el que tiene el colgante de Twinkle a un extremo, verdad?

    —No est… ¡Maldición!

    —¿Pero qué…?

    Ambos nos quedamos inmóviles ante su exclamación y cuidando de no asustar al gato negro que jugueteaba con el peluche del conejito mágico. Cundo se percató del silencio tomó el colgante entre sus fauces con la memoria y encorvó el lomo con las orejas hacia atrás fijando su mirada dorada por varios segundos en nosotros. Un seco siseo ahogado por el adorno en su boca se escuchó por toda la sala.

    ¿Por dónde había entrado? ¿Y cuando había entrado?

    ‘Oh, la ventana. ’ Estaba completamente abierta.

    Y estaba de más decir que nos ubicábamos en el primer piso así que no sería un problema para él o ella haber ingresado a la empresa.

    —Ve por la izquierda, yo intentaré espantarlo para que vaya hacia a ti. —susurró mi compañero a lo que asentí dando ligeros pasos rodeando el gran escritorio.

    El animal al sentirse acorralado, se levantó mirando apurado sus opciones de huida y en menos de un segundo echo a correr por la habitación seguido de nosotros.

    —¡Hatori cierra las ventanas! — el oji-azul corrió antes que el animal llegase obstaculizando su única salida de escape. El felino saltó hacía el escritorio provocando un desastre, los folletos estaban tirados en el suelo, las hojas de la reunión estaban todas arrugadas y algunas sillas yacían en el suelo.

    —¡Souji atrápalo está detrás de ti!

    —¡Ya lo vi!

    —¡Demonios!

    —¿Que está pasando? ¿Por qué tanto ruido? —tenía que ser justo en ese momento que mi queridísimo compañero de trabajo, Onodera Ritsu abriese la puerta de par en par. El aludido levantó una pierna apretando contra su pecho unos folletos que llevaba consigo cuando el manchón de bolas de pelo negro paso veloz por su lado. —¡¿Qué fue eso?! ¡Hey! ¡Chicos!

    Fue ignorado por ambos, corrimos siguiéndole el paso que a la vez se dirigía hacia las puertas principales, no queríamos darle la oportunidad
    de irse con nuestra memoria. Si perdimos esa memoria todos estaríamos muertos.

    —¡Mino no te muevas!

    A pesar de que mi grito desesperado lo detuvo, no fue lo suficiente para evitar que el sensor detectara el cuerpo del sonriente editor y se abrieran ambas puertas.

    —¿Dónde está?

    —¡Allí arriba! —señalé enojado. El gato al parecer había trepado por los pequeños arbolitos que adornaban a cada lado la entrada al edificio.
    Y allí estaba recostado sobre su panza en la cornisa del segundo piso, mordisqueando el adorno con tranquilidad mientras meneaba la punta de su cola de un lado a otro. —¡Gato! —gruñí, los dos pozos amarillos se posaron en mí. —¡Devuélveme eso antes de que pase algo de lo
    que te arrepientas!

    El animal bufó.

    —Te ha mostrado los dientes. —dijo Hatori a mi lado con las manos en las caderas.

    —¿Alguien puede decirme que pasó? ¡La sala de conferencia está hecha un desastre!— acalorado, Onodera-kun tomó un hondo respiro intentando calmarse pues había hablado atropelladamente.

    Mino, extrañado, no sonrió esta vez. —¿Qué paso? ¿Por qué me gritaron como si fuera el fin del mundo?

    —¡Eso ocurre! —indiqué con la cabeza —La maldición de Twinkle* esta sobre nosotros por esa bola de pelos… Mino-san, en serio estoy en contra del abuso animal, pero solo por esta vez dame tu zapato.

    —No le vas a lanzar el zapato de Mino. —rugió el sub-jefe antes de chasquear la lengua. —Tiene la memoria USB de Esmeralda.

    —¡¿Eh?! ¿Y qué piensan hacer?

    Alce una ceja. —Querrás decir: haremos. Ese pendrive contiene 64 gigabytes de información de nuestro departamento de los últimos seis meses. Estamos jodidos si no lo recuperamos antes de la junta. —comenté mientras revisaba la hora de mi nuevo reloj: teníamos cuarenta minutos para aquella importante misión.

    Todas las cabezas se dirigieron al felino que dio un estirón y con el conejito en la boca, exploró su alrededor para al final optar por entrar por la ventana más cercana. —Mino, Souji. Ustedes dos vayan a quitarle esa memoria al gato, no dejen que nadie se dé cuenta de que hay un animal en la empresa. Yo iré a arreglar el desastre en la sala. Onodera. Retrasa a Takano-san, Isaka-san y Yokozawa-san. No tardaran en llegar.

    —¿Qué? ¡¿Yo?! ¡¿Pero qué…?! No.

    —En primer lugar, fue tu culpa que acabásemos en esta situación. Sé un buen chico y distrae a las bestias, ¿sí? —Le palmeé el hombro esbozando una sonrisa. Me fui a paso apresurado detrás de Mino que se había adelantado, dejando al editor novato con la respuesta en la boca.

    —Yo iré por las escaleras de emergencia, tu ve por el elevador.

    Asentí.

    Fui lo suficientemente distraído al entrar en el metálico compartimiento que no le había dado los buenos días a las personas que entraron conmigo —Buenos días Kirishima-san. Shi-chan, buenos días a ti también. —presioné el segundo nivel.

    —Buenos días.

    —Ya le he dicho que no me llame así las suficientes veces como para que lo tenga en cuenta. Y mucho menos le agregue el “chan”, gracias.
    Rodeé los ojos divertido por su actitud. No le vendría mal al azabache juntarse con Yokozawa-san de vez en cuando.

    El editor en jefe de Japun sonrió.

    —Tan simpático como siempre… Bueno aquí me bajo.

    El rubio murmuró al verme salir. —¿Tu departamento no está en el cuarto piso?

    —Mi novia esta en este piso. —curveé los labios, alzando las manos como un inocente. Kirishima-san frunció el ceño confundido. El ascensor se cerró.

    —A ver, si yo fuera un gato… ¿en dónde me escondería?… Mino-san, ¿lo viste?

    —¡Ay!

    Era el grito de una mujer. Lo encontramos: Se estaba paseando con bastante libertad por debajo de los escritorios. Costara lo que costara, recuperaríamos esa memoria. Si se hundía uno, todos nos iríamos con el desdichado.





    Cuando sentí su pequeña cabeza empujando contra mi pecho en busca de algo de atención, no me resistí a acariciarlo en silencio.

    —Buenos días, Sou-kun.

    La impresión me hizo cerrar mi bolso con prisa.

    —Souji. Sí que llegaste realmente temprano. —me saludo el editor castaño

    —Oh, son ustedes. Mino-san, Kisa-san… Deberían ser más ruidosos antes de entrar.

    —Souji… ¿Qué escondes ahí? ¿Es algún postre? —su sonrisa pareció ensancharse más de lo que ya era posible cuando se acercó a mí.

    Un agudo maullido me interrumpió, su pequeña cabeza se asomó harto de estar ahí adentro.

    —Es ese gato problemático del que Mino me contó, ¿te lo llevaste a casa luego de…?

    ‘¡…!’

    No esperé a que acabara, puse un dedo sobre mis labios silenciándolo. —¡Shhh! Bajen la voz… Intenté buscarle un hogar pero nadie de la oficina ni de mi edificio puede ocuparse de él.

    El enigmático Mino habló primero. —Es mejor que se lo encuentres antes de que se den cuenta. Ya sabes que la entrada de animales al edificio está prohibida, además luego te encariñarás de él… ¿Es macho verdad?

    Le dije que si con la cabeza.

    —¿Le has puesto nombre?

    —Algo así. —desvié la mirada.

    —¿Y cuál es? Bueno, ya que es negro…

    —Masamune.

    Quise haber creído que la sonrisa que Mino tenia era de diversión, pero creo que más bien era una de nerviosismo.

    —¡Oi! ¡¿P-pero que nombre es ese?! —se alteró Kisa.

    —¡Yo creo que es perfecto! Es problemático, tiene una actitud demoniaca y sin mencionar que tiene mucho orgullo, es realmente egoísta. Por supuesto que, es mucho más lindo que Takano-san.

    —Buenos días. —saludó Hatori con malhumor sin percatarse del gato sobre mi regazo.

    —Oh, Hatori-kun llegó.

    Con un gruñido seco se dejó caer en su asiento. —Souji, si tienes tiempo para hablar, ¿por qué no mejor…? ¿Qué-es-eso?

    —El gato de ayer, es obvio

    Hatori dio un suspiro antes de decir:

    —Sé que es un gato, a lo que me refiero, ¿qué hace un gato aquí?... No me digas que te lo llevaste a tu casa.

    —Sip. Quería ver si alguien en la oficina lo adoptaría, así que lo traje a escondidas. —las curvaturas de mis labios se elevaron al escuchar su ronroneo frotándose contra mí. A pesar de que dio bastantes problemas y nos arañó a todos los involucrados en su captura, se había amansado después de bastantes problemas en mi casa.

    Como respuesta, Masamune dio un agudo maullido y saltó hasta llegar al regazo de Hatori recostándose sobre sus piernas.

    Kanade se llevó una mano a la barbilla. —Mmm, el gato te ama Hatori-kun.

    —¡Tengo muchas cosas que hacer! ¡Souji!, quítamelo de encima.

    —Llámalo por su nombre y se bajará. —dije apoyando los codos sobre el escritorio con cada mano en mis pómulos.

    —Deja los jue… Dios, ¿cuál es? —bufó resignado.

    —Masamune.

    Boquiabierto, el oji-azul tomo un hondo respiro. —Por favor dime que esta es otra de tus retorcidas bromas…

    —¡Es enserio! ¿Verdad? ¿Masamune?

    Masamune emitió un corto maullido en respuesta.

    —¿Ves? Responde a su nombre correctamente…

    —¡Souji! ¡Mino! ¡Hatori! ¡¿Que estupideces le han estado diciendo a Isaka-san?! —entró Takano-san hecho una furia con pesados pasos señalándonos a los tres con un grueso fajo de papeles, parecía que se estaba conteniendo para no explotar

    —El horripilante Masamune está aquí. —refunfuñé haciendo un puchero con los labios.

    —¡Discúlpame por no ser la princesa que soñaste anoche! ¡Y no recuerdo haberte dado permiso para llamarme por mi nombre! —me apuntó al cuello con el fajo de hojas chirriando los dientes. —Dejando eso de lado, ¿qué es lo que está ocurriendo? Ustedes tres han estado regando que robo material de oficina, ¡y que me escabullo por debajo de los escritorios! ¡¿Qué carajos les pasa?!

    Algunas chicas de asuntos generales se dieron cuenta de que traía a Masamune conmigo, no les di muchos detalles, pero eso explica cómo se propagaron este tipo de rumores. Me prometieron que no le contarían a nadie lo del gato, cumplieron la promesa, pero ahora hay dos
    Masamunes.

    —Culpable~ —canturrié con las manos entrelazadas detrás de mí nuca.

    —¿Isaka-san dijo algo?

    —Querrás decir que fue lo que no me dijo. ¡Me reprocho! : "Puedo hacer la vista gorda con el material de oficina, pero no escabullirte debajo de los escritorios de otros. ¡Eso es acoso, Takano! Vete a disculparte de inmediato…" ¡¿Saben cuánto me costó aclarar este malentendido?!


    Rompí a reír:

    —¿Intentaste explicarte y él no te creyó?

    —¡Cierra la boca! Ustedes tres… ¿Cómo pudieron difundir estos rumores? No me sorprendería de Souji… —¿acaba de hacer énfasis en mí? —
    Pero Hatori y Mino… ¿Es que acaso no pueden distinguir lo que está bien de lo que está mal? —sí, yo soy la oveja negra. — ¡¿Qué demonios les pasa?!

    —Bueno, eso… —comenzó Yoshiyuki.

    Pero un maullido lo detuvo.

    —¿…? ¿Me pueden explicar esto? —reparó por primera vez en la presencia del animalito.

    —Cómo puedes ver, es un gato. ¿Qué? —repliqué por su mirada de reproche que me dirigía.

    —¡Sé que es un gato!… Espera... ¿Masamune se escabulle por debajo de los escritorios? —se dijo para sí mismo. —¿No me digas que…?

    —¡Por supuesto! Se trata de este gato. ¿Quién más creíste que era?

    —¡Desgraciado! —gritó —¿Te divierte ponerle mi nombre a un gato? ¡Me hiciste ver como un idiota!

    —Buenos días. —en el momento en que Onodera-kun ingresó en el apartamento, el gato erizó por completo su pelaje, con su cabeza en dirección al oji-verde encorvó la cola y emitió un ronco gruñido.

    Los gatos y animales en general odiaban a mi compañero.

    —Buenos días. —repitieron el grupo de editores.

    Por la mirada de advertencia que le dirigía Masamune desde su lugar, el novato se protegió detrás de Mino. —¿Es el gato endemoniado de ayer?

    —¡Sip! Souji lo atrapó cuando hizo de las suyas después de que los chicos te echaran y lo nombró Masamune. Como podrás ver, Takano-san lo descubrió y ahora está realmente furioso. —aclaró Kisa-san.

    El castaño torció una de las comisuras de sus labios.—Ya veo…

    —¡No te estoy haciendo ver como un idiota!, eso sería imposible, realmente imposible. —rezongué con sarcasmo.

    —Hiciste esto a propósito…

    —¿Cómo podría tener tales motivos? No puedo predecir cómo te sentirás, no soy adivino.

    El felino maulló.

    —¿Qué ocurre, Masamune? ¿Tienes sed?

    —¡Tori! ¡Deja de llamar a ese gato como yo!

    —Hatori-san… se ha encariñado con el gato… —confirmó Onodera-kun.

    —Creo que deberías ser menos gritón, así los animales te amarían más.

    —Bastardo... Además, ¡no debiste nombrar a un gato con mi nombre! ¿Cómo te sentirías tú si tuviera un perro o un loro llamado "Souji"?

    —¿Eh? ¿Takano-san ha nombrado a un animal como yo? Eso es tan desagradable. Por favor detente. —arrugué la nariz. Molestar a Takano-san nunca había sido tan divertido, estaba en un punto donde la rabia lo llevaba por argumentos sin sentido. Mi semblante se volvió curioso
    de pronto. —Cuando vas a casa, ¿le hablas al perro como, "Souji, Souji… Hice esto el día de hoy"?

    —O quizás: “Souji… Hoy me dijeron mujeriego.” —se unió Kisa-san.

    —Podría ser: “Souji…Vamos a dar un paseo.” —agregó Kanade Mino.

    —¡Yo no le hablo a los animales! ¡Dije si… SI! Y si no te gusta, ¿cómo carajos crees que me siento?

    —No cambiaré de parecer, Masamune es el perfecto nombre para él.

    Acariciando el pelaje azabache, Hatori murmuró —Como se esperaba, terminaron discutiendo.

    —No entiendo cómo pueden trabajar juntos.

    —Bueno, al final, Takano-san se rebajó al nivel de Souji. —rió Kisa entre dientes.

    —Tal vez en realidad nombremos a un animal Souji algún día.

    —¡Ni de coña! Que no me gusta… —refunfuñé mordisqueando un pocky que tenía guardado.

    El editor en jefe me golpeó en la cabeza con un fajo de papeles antes de dejarlos sobre mi espacio. —¡Mocoso! Levanta tu perezoso trasero y llévale estos documentos a Isaka-san. Los que están en blanco y negro entrégaselos a la encargada de recursos humanos.

    —Cuanto molestas. —gruñí sobándome el área afectada, levantándome de mi sitio.

    —Lo bueno es que discuten y se arreglan a los pocos segundos, como si nada hubiese sucedido.

    Mis compañeros asintieron dos veces.

    —Hatori. —llamó el verdadero Masamune— Búscale hogar a ese gato. Esta es una oficina, no un albergue de animales.

    Asomé la cabeza al escuchar sus palabras. —Sabía que al menos tenías corazón para no echarlo. Que orgu…

    Creo que fue una regla lo que me lanzó antes de vociferar: —¡Que le lleves los documentos! Y tráeme algo de beber. —sentenció.





    —¡Por favor!

    —No.

    —¿Por favor?

    —No.

    —¡Vamos, no seas malo! ¡Será la última vez que te lo pida!

    —¿Cuántas veces he oído eso antes?... Ya lo recuerdo ¡Muchas! —suspiré. —Cada vez que me ves de “buen humor”, lo cual no estoy ahora mismo, me pides un postre nuevo. —me giré mirándolo a los ojos, dejándole unas fotocopias en el espacio de Onodera que me había pedido momentos antes. —Kisa-san te vas a poner como una vaca. Los jóvenes últimamente prefieren a las personas de vientres planos.

    —Yo emm… ¡Ja, ja, ja! ¿P-pero q-que dices?

    El tema de la repostería llego a más oídos y en menos de dos minutos, tenía a todos los chicos del departamento encima de mí pidiéndome algo diferente.

    —Las galletas de la última vez estaban deliciosas, ¿puedes hacer más? —pidió Mino-san rellenando una propuesta desde su escritorio.

    Onodera entró cargando varios pesados folletos y los dejó caer ruidosamente sobre su espacio, fue cuando se dio cuenta de las fotocopias.

    —Oh, gracias. Nakami-kun, ¿sabes cocinar?

    —¡Así es! Sou-kun hace los mejores postres que te puedas imaginar. De todos los tipos, tamaños y formas… Muchachos, ¿recuerdan los dangos del año pasado?

    —Dios, esos dangos… —ronroneó Hatori escribiendo veloz en su portátil.

    —¿Cuándo volverás a hacer dangos? — preguntó Takano-san antes de colgar el teléfono.

    —¿Enserio? ¿Cómo es que…?

    —Trabajé en una repostería en una parte de la preparatoria y cuando iba a la universidad. —mi teléfono en mi espacio comenzó sonar, así que dejé los papeles que estaba organizando para responder, vi los ojos de Onodera bailar antes de contestar. —Grupo de editores Esmeralda, Nakami habla… Si… si, es correcto. No, no tengo ningún problema… —los murmuros de mis compañeros hablando entre ellos se detuvieron y se me quedaron viendo con una expresión aburrida. ¿Ahora qué demonios querían? —¿Y no están disponibles los mensajeros? Recuerde que estamos a mitad de ciclo... Ya veo… Bien. Lo esperaré. Gracias por su esfuerzo.

    Coloqué el teléfono en su respectivo lugar dando por finalizada la llamada.

    —Quiero dango de té verde.

    —Galletas de mantequilla.

    —Tarta de chocolate.

    —¡Mochis!

    —Pastelitos de calabaza

    —Pero si serán…

    —¡Buenos días muchachos! Onii-chan, deja de ser grosero con ellos. —no fue hasta que hizo mención en mí, que me di cuenta de que Haruhi, estaba detrás de mí, con un puchero en los labios y reprimiéndome con su fruncimiento de ceño. Estaba vestida con un kimono azul oscuro de hermosos detalles; flores de cerezo de color rosa pálido parecían bailotear con cada movimiento que ella hacía, su figura estaba sujeta por un impecable obi* blanco, su cabello estaba recocido en un moño artesanal, aunque varios mechones, se colaban de su lugar.

    Cargaba una bolsa de papel, la dejó suavemente saludando a todos los presentes con una sonrisa, todos les correspondieron pero sintieron más curiosidad por el dulzón aroma que despedía la bolsa.

    —Oye Haru-chan, ¿eso es para nosotros? ¿Qué es? ¿Quién lo hizo? —inquirió Kisa-san sorprendido.

    Finalmente reveló su contenido. Yo bufé dejándome caer en mi silla.

    —¡Anpan! —chillaron Kisa y Mino.
    Los chicos fueron recibiendo su dichoso anpan mientras lo engullían a grandes bocados—¿Por qué no les dijiste que los habías hecho, onii-chan?

    —Si ¿Por qué? —quiso saber el editor en jefe mientras me daba molestos toquecitos con una pluma en el hombro. —Oh, gracias. Eres muy amable en venir hasta aquí solo a darnos de comer cuando tu hermano no lo hace.

    —Por qué primero que nada, son unos golosos. Y segundo, no soy su maid para estar horneando cada vez que quieran llenarse la panza de azúcar.

    Los chicos me clavaron sus miradas —Eres un horrible persona.

    —¡Si fuera por ustedes estuviera en un prostíbulo para pagar el alquiler!

    Mino-san tragó su bocado, ignorándome por completo—Oi, Haru-chan. Estas muy bonita, ¿Cuál es la ocasión?

    —Ah, esto… ¡gracias! —murmuró antes de sonrojarse.— Hoy habrá un festival en el templo de Kiyoku, ¿ustedes no irán?

    Mierda, lo había olvidado por completo.





    Mi mano se movía a mayor velocidad, intimidado por las agujas de gran reloj en la pared. Habría pasado lo que creo una semana desde la partida de Haruhi hacia Kioto. Hubiese querido que se quedara por más tiempo, pero si ella pasaba un corto tiempo más, sus clases se retrasarían.

    Suspiré.

    Estábamos retrasados en la entrega del manuscrito y todo por culpa del imbécil de Jun que me sacó a patadas de mi casa con sus insistentes apuñaladas a mi pobre timbre muy temprano por la mañana -el muy descarado sabe que odio ser despertado por la mañanas de los fines de semana- nada más y nada menos a “dar una vuelta por ahí” llámese recorrer todo Shibuya, visitas a museos, acuarios, parques, lugares que solíamos visitar de jóvenes y, ¡Y! a restaurantes que solo con vender todos mis órganos podría pagar un platillo de entrada. Yo, lánguido, sin energías, fatigado y con humor de perros, moría por darme un baño y abrazar mi cama. Y eso no fue posible, porque en mi fax residía una carta de auxilio da sensei enviada a las 8:34 pm y en ese momento eran las 9:17 pm.

    Le voy a dar una patada en el trasero solo por esto. Y por el hecho de que me mensajeaba a cada rato para salir con él de nuevo.

    —Esta es la última. — respondió Yuu-san, cuando le pregunté sobre la situación.

    —Gracias a Dios... Revisa si todas las hojas tienen la foto-tipografías. —ordené sin mirarle a los ojos con voz segura. Solo un poco más…

    —¡Acabe! Ya le he revisado varias veces, ¿alguien puede echarle un ojo? — preguntó una de las asistentes.

    —Eh, ahora mismo no puedo… —murmuró Toriumi dibujando con velocidad. —Nakami-kun…

    —Negativo. —canturrié aplicando pegamento cuidadosamente sobre un guion.

    —Yanase-san, cuando acabe de eso ayude a Makoto, ¿sí? Confío en usted.

    —Bien… Déjame ver… Arg, ¿de quién es el celular que no para de sonar? —gruñó el castaño, buscando con los ojos el dichoso aparato.

    —Es el mío. ¿Me haces un favor?... Tómalo y quítale la batería… Exacto, eso es. Ahora el chip, quítaselo. —tenía que hacer algo, Hirose estaba llegando a un punto en el que interrumpía mi trabajo y el de los demás, se iba a tener que acostumbrar a que le cortara los planes.

    Al menos pude respirar tranquilo por un rato. Espere esa mirada de extrañeza de parte de Yuu ante mi petición tan extraña.

    No había acabado con mi parte de trabajo cuando me quedé viendo las manos del asistente. Se veían tan delicadas, perfectas como porcelana. No reparé en lo que estaba haciendo cuando antes de que él se marchase a lo suyo, tomé una de sus manos entre las mías ensimismado en mi mundo.

    No quería soltarle.

    ‘¿Qué era lo que me pasaba?’



    XxxX

    Aclaraciones:


    *Ochoko: pequeña tacita donde se sirve usualmente el sake.

    *La maldición de Twinkle: según el Glosario de Marukawa que sale al final de cada episodio, Twinkle es un conejito que puede concederte 3 deseos con su varita mágica, si lo tratas bien pasan cosas buenas, si no, pasan cosas malas.

    *Obi: cinturón de tela que sujeta el kimono.

    A pasado mucho tiempo, ¿verdad? La computadora tuvo un montón de problemas y la falta de ideas me ataco. Sé que es casi un capitulo relleno y que casi no apareció Yuu, pero debe hacerse así porque el próximo capi estará cargado de acción ¡BOOM! ^^… No, niñas no ese tipo de acción xD pero eso no tardará en llegar tampoco así que cálmense xd ¡Y! no pueden quejarse lo hice 3 páginas más largo según Word.

    Al menos ya Yuu-chan se disculpó, supo una parte de la verdad y descubrieron que Souji hace repostería *0* y cumplió sus 25 años ¡wiii! Un estúpido y sensual Kirishima a aparecido junto con un Shizuku Ishi salvaje ¿Qué opinan de Jun? ¿Verdad que un lambiscón? Entonces ustedes se preguntaran ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUE?! Me imagino, supongo y entiendo que algunas de ustedes lo sabrán ya……. Al menos espero sacarle unas risas con la escena del gato, 7w7

    Este capi va para: Misaki23, Sekaiichi Hatsukoii, Marcela G. Herrera, Laurie (pony salvaje), Marii Jesu Maro (Mao-chan), Van Phantomhive, noquichinda, Sakuyachan17 ¡y a aquellas que me siguen leyendo desde las tinieblas! >< Gracias por siempre comentarme y brindarme su apoyo, significa bastante! OuO

    Espero sus comentarios, y si lo hacen Sou-kun les horneara deliciosos pastelitos usando SOLO un delantal…

     
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    tras leerlo cuesta creer todo lo que paso XDDD apenas si hubo aparicion de Yuuchan pero fue divertido lo de Masamune, tuviste tu venganza porq al llamar al adorno de neko blanco souji XDD en fin esta dentro de todo linda y divertida la historia, se entiende la trama si tenes las luces suficientes y no andas dormida a mitad de la noche XD ojala continues pronto

    matta neee
     
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  6. noquichinda
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    sjsjsjjsjs ahahahhaha ... lindo capi.. aunque por ahi habian fallitas chiquitas de redaccion.. me encanto.. quiero mas postres de souji.. y la parte porno de yuu y souji- porfis necesito inspiracion para mis fics
     
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  7. SekaiichiHatsukoii
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    SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!
    por fin has actualizado, ya comenzaba a sentir miedo de que ya no subas capítulos y nos dejes abandonada, pero se ve que eso no va a pasar y me pone muy contenta jaja!
    Primero que nada déjame decirte gracias por hacerme reír y sacarme un sonrisa, me divertí mucho con el capitulo, no puedo creer que un gato les allá robado su memoria, y mi pobre Onodera debía distraer a Takano, jajajajaja, fue tan tierno que hallan celebrado el cumpleaños de Souji, ame sus indirectas hacia Kisa, jajaja, y pobre Onodera los gatos no lo quieren, jajaja
    Aunque las mejores partes fueron en las cuales Yuu apareció, su intento de disculpas fue tan tierno, amo todo de el, me alegra mucho de que el mal entendido se allá solucionado, fue muy tierno de su parte que allá felicitado a Souji por su cumpleaños, y que decirte de el, ya esta todo mas que claro, por que mas de que intente hacerse el tonto esta enamorado de Yuu, nose puede contener ni siquiera a el mismo.
    Ame el capitulo y espero con muchas ansias el siguiente!
    quiero masssssssss de ellos !!! jaja
     
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  8. RoseThane
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    Disclaimer: Sekai-ichi Hatsukoi y sus personajes les pertenece a sus respectivos autores, este fic es sin fines de lucro, lo hago solo por diversión. Nakami Souji y otros personajes que NO salen en el anime ni en el manga si son de mi propiedad.

    -.El Gato Blanco De La Mala Suerte.-

    Cap. 7: “NUNCA JUZGES A UN LIBRO POR SU PORTADA”



    —Souji.

    —Lárgate.

    —Souji…

    —Vete. Me estas interrumpiendo.

    —¡Souji!

    —Con un demonio. ¡Jun te dije que…!

    —No solo me lo prometiste a mí, sino a Isami-san. ¿Ahora eres del tipo que rompe promesas?—refunfuñó el rubio alzando la voz cortándome de pronto y la vez obteniendo la atención de las asistentes y de sensei que estaban absortas en sus fantasías eróticas con Jun.

    Para ellas no es fácil procesar cuando un hombre –considerado por la sociedad-, como apuesto, entra de la nada a tu casa y con la más deslumbrante sonrisa te dice: “¿Me pueden prestar a Nakami-san por un par de horas? Si no es molestia, para las señoritas.” Y claro, no había nadie para defenderme cuando se dirigen de esa forma tan amable hacia ellas. Las chicas estaban totalmente hechizadas con Hirose, por suerte yo no tenía ese problema. Ahora que lo pienso, seguro Jun las sobornaría con dinero o algo así para que me dejaran “un par de horas libres” que en el idioma de Jun de seguro significa el resto de la tarde.

    —Dije tal vez, ¿acaso sabes lo que significa tal vez? Y deja de seguirme a todos lados; algunos de nosotros tenemos un trabajo, cosa que tú, al parecer, no tienes.

    Abrió la boca para hablar.

    —Y sí, mi intención fue ofenderte. Ahora, adiós. —di media vuelta junto con mi silla dando toquecitos con mi pluma en mi espacio. Ignoré su mirada de cachorro lastimado concentrándome en el trabajo lo cual era bastante difícil cuando tienes una irritante mirada clavándote la espalda.

    —Ya volví —la voz de Yuu-san entró con un suspiro ajeno a todo. Al parecer, no queriendo llamar mucho la atención. —, ¿hay algo más que necesiten antes de reti…?

    Todas las miradas volaron hacia el castaño. Su cara de confusión era como la de un niño ante un complicado problema de matemáticas. Los ojos caoba se posaron en las chicas que al fin parecieron hacer contacto con el planeta Tierra, luego en Jun –analizando al tipo de arriba abajo, justo como lo hizo con mi hermana-, y finalmente en mí.

    Buscaba una respuesta con los ojos.

    —Casi terminamos, Yuu-san. —le guiñé un ojo esbozando una sonrisa juguetona. Su reacción no se hizo esperar; chasqueo la lengua desviando la mirada. ¿Era eso un sonrojo lo que vi en su rostro?

    Pero, Jun no se inmutó, no mostraba ningún interés en presentarse ante el dibujante. Lo miré, y lo conozco lo suficiente como para saber que esa mirada era de desagrado. ¿Qué estaría pensando?

    Una de las comisuras de sus labios se torció y me pregunté si se atreverían alguno de los dos de dar el primer paso, pero ni el rubio o el castaño parecían estar realmente interesados y hablando de Yanase, mostraba una expresión cautelosa mezclada con recelo; como si de un momento a otro, Jun le llegara a hacer algún daño físico.

    ‘Vamos Jun, no es tan difícil: Buenas tardes mi nombre es Hirose Jun y soy un idiota amigo de Souji, hoy vine a joderle la paciencia con mis ridículas peticiones.’

    Generalmente, cuando alguien no le interesaba al ambarino, mostraba un sentimiento de empatía disfrazado con pizcas de amabilidad, pero, no me gustó para nada la mueca que hizo con los labios.

    No era algo normal en él.






    Si describiera la casa de Jun en pocas palabras, sería lo condenada y ridículamente enorme que era comparada con el concepto de mansión en todo el sentido de la palabra. Su padre, Hirose Hayato un competidor fuerte en el mercado importador y bastante ocupado, era el cabecilla del grupo Hirose. Cuando su padre se jubilara, mi amigo tomaría el mando de ese negocio. Jun era hijo único.

    A decir verdad, no sé mucho sobre la madre de Jun, cuando éramos niños, solo la pude ver en pocas ocasiones, ni siquiera recuerdo bien su aspecto. Siempre estaba en la biblioteca de la mansión; sentada en una mecedora, la veía desde la puerta, sumida en los libros de su alrededor, ella nunca despegaba la vista de aquellos libros extranjeros. Un día, tuve el valor de acercármele más de lo normal, pero nunca delaté mi presencia y aun así, supo que alguien estaba ahí… La escuché. La escuché, diciendo: “¿Junichi?... Jun, querido, ¿eres tú…?” La impresión me hizo salir corriendo de allí, y no supe que sucedió luego.

    Semanas después, una de la cientos de sirvientas de la casa, me encontró asomándome de nuevo en la biblioteca y al descubrir que la señora no estaba allí me confesó: “Akira-sama perdió un bebe hace tiempo… se sintió tan triste que descuido su salud y se empezó a quedar ciega. Ya ni siquiera el pequeño joven amo demuestra interés en su madre que estos momentos es tan inútil” “¿Jun… ya no quiere a su mamá?” La mujer se encogió de hombros “¿Dónde se la han llevado?” Y entonces ella negó con la cabeza y pensé lo peor.
    Nunca volví a preguntar sobre la madre del rubio y a su padre yo casi nunca lo veía…

    Un gusano.

    Eso era lo que yo me sentía al entrar a la lujosa bañera luego de un día de asaltos en el Dojo. Debería practicar Jiu-Jitsu con más frecuencia… Jun me había puesto en ridículo cuando me ganó por un encuentro. Claro que, era más fácil decirlo que hacerlo, el trabajo no me lo permitía entrenar como dictaba la ley, por así decirlo.

    Terminé de vestirme con ropa que me había prestado él: me enfundé los vaqueros grises que me quedaban a la perfección y sin mucho preámbulo me coloqué la camiseta blanca de rayas gruesas y azules con mangas que estaban holgadas al ser el rubio más corpulento que yo.
    Frotando la toalla contra mi pelo mojado, salí del baño que era más grande que mi propia habitación. Y la habitación era del tamaño de mi apartamento.

    Jun estaba recargado contra la pared con el cabello mojado, revisando algo en su celular.

    Levanté la vista al escuchar mi nombre en un susurro. —¿Qué te pasa?

    Fue entonces que despegó la vista del móvil haciendo caso omiso de mi pregunta. —Oh, te quedan bien… ¿Por qué estabas tosiendo como loco cuando te derribe?

    ¿Por qué carajos me tiene que echar en cara que me ganó? —La gripe esta en todos lados. No es nada, ya se me está quitando.

    Tardó unos segundos en responder, segundos que a mí me parecieron minutos.

    —Dime Souji, ¿Quién era aquel tipo?

    Alcé la cejas apenas unos instantes. Él siguió con su móvil.

    —¿De quién me hablas? —pretendí no entender, sabía que algo ocurría desde el momento en que se encontraron.

    —Ya sabes. Cabello castaño, así de alto, —hizo un movimiento con su mano señalando su hombro —el único hombre entre las asistentes… Lo llamaste por su nombre, ¿recuerdas?

    —Ah, se de quien hablas… ¿Y? —el rubio se paseó alrededor de mí sin hacer ruido con aire extraño.

    Sentía su mirada afilada sobre mi nuca, así que agache la cabeza, pretendiendo secarme el pelo con la toalla.

    Nunca lo vi venir.

    Jamás me di cuenta cuando se había puesto delante de mí. Solo supe que algo punzante me sostuvo del codo, enterrándose en mi piel, –probablemente sus uñas-,y con una fuerza que parecía casi sobrehumana, me tumbó boca arriba. Nada más solté un quejido cuando mi espalda impactó contra el suelo, creo que mi cuerpo llegó a rebotar en la madera con la fuerza con la que fui lanzado.

    Y pensando en el dolor, quise gritarle, exigirle y preguntarle qué demonios sucedía con él... Pero Jun nunca me dio tiempo para hacerlo.

    Esas no fueron sus intenciones.

    Antes de poder abrir los ojos, una de sus manos, tan fuertes y toscas como grilletes, me apresaron ambas muñecas por encima de mi cabeza. Traté de retorcerme pero todo fue en vano, todo el peso de su cuerpo hizo presión en mis piernas evitando que le alejara a patadas o me removiera lo suficiente.

    —¡Jun! ¡Suéltame! ¡¿Qué carajos está pasando conti…?! — pero antes de siquiera terminar, su rostro, que me miraba desde arriba inexpresivo y vacío, mostró una mueca extraña de confidencia en una sonrisa retorcida que nunca había visto y se acercó al mío más de lo debido. Apreté los dientes.

    Acortó las distancias antes de que yo pudiese volver a gritar y me besó sin previo aviso.

    —Me gustas.

    Mi cuerpo se congeló.

    —Siempre lo has hecho, desde el día en que nos conocimos. —continuó. Esta vez su mano libre viajó hasta mi cadera, la yema de sus fríos
    dedos trazaron líneas en mi abdomen por debajo de la tela. Pero estaba demasiado atónito para prestarle demasiada atención a sus caricias.

    Cientos de preguntas repetidas una y otra vez con persistencia me asaltaron la mente en ese instante y me hicieron comprender prontamente en la peligrosa situación en la que estaba.

    “… He vuelto a Japón, porque te extrañaba.”

    ‘No.’

    Intenté retorcerme con más fuerza, solo logrando lastimarme más pues él había cerrado su mano con más firmeza; ya no sentía el pulso en las muñecas de tanto luchar. Me sentí de pronto abrumado por la situación, incapaz de reaccionar a tiempo vencido de antemano por su descomunal apretón. Había olvidado lo fuerte que era.

    —¡Déjate de bromas! ¡Te dije que me sueltes, mierda!

    —¿Broma? Aquí nadie está jugando, Souji.

    Su rodilla libre se clavó en mi pelvis sacándome un horrible escalofrió cuando apenas podía moverme, inicio con movimientos circulares contra mi hombría, yo me sacudí con violencia.

    Lo peor de todo fue cuando mi estúpido cuerpo le respondía a sus atenciones cuando ni siquiera era mi voluntad. Lo supe cuando sentí un estirón y el calor más abajo de la boca del estomago.

    Me irritaba, porque se trataba de mi mejor amigo, Tenía que hacer algo y rápido, y si esto terminaba mal, acabaría con la satisfacción de que al menos presenté pelea.

    Cerré la boca rápidamente antes de que la suya se acercara de nuevo en un intento desesperado para que su insistente lengua no rozara la mía, todavía tuve tiempo de cerrar un momento los ojos y desear que esto fuese una pesadilla. Al ver que evitaba a toda costa cualquier contacto con él, me obligó a abrirla apretándome la mandíbula contra los dientes, fue ahí cuando sentí algo cálido entrar sin permiso a mi cavidad y recorrerme con desesperación hasta el último rincón. Fue algo totalmente desagradable.

    Estaba paralizado. Yo estaba paralizado.

    —¿Acaso no estas disfrutando? —preguntó al ver que no cesaba de retorcerme debajo de él. —¿Sabes? Que no te dejes pisotear por nadie es algo que siempre he envidiado de ti. Pero, mírame a los ojos Souji, yo no te quiero hacer daño, así que por favor...

    A pesar de la firmeza de su agarre y la presión de su cuerpo aplastante, encontré una fuerza que me impulsaba a resistir. —¿Qué no quieres hacerme daño? —reí con sorna. —¡No me jodas! ¡Eres un maldito hipócrita! Pretendiendo ser alguien inocente cuando lo que realmente quieres es esto… —bramé endureciendo la voz.

    Mi pierna ya estaba entumecida por el peso de la suya y ya no sentía la sangre en mis muñecas. Intenté moverla, no pude lograr nada, moví los brazos para apartarlo, ningún resultado: ¡nada!

    Como cuando éramos niños mis comentarios nunca lo sacaron de sus casillas, al igual que ahora. E ignorando mi reclamación continuó subiendo la camiseta. Mi posición no me permitía hacer mucho... Su rodilla se enterró con insistencia en el mismo lugar.

    Un estúpido gemido se me escapó sin querer.

    Lo escuché bufar, gustoso —Sigues negándote, pero eso no es lo que tu cuerpo me demuestra.

    —¡Cierra la maldita boca! —como si eso ya no lo supiera.

    A través del pánico y el vértigo alcance a oír algo que me dio una última esperanza, pero tenía que hacerlo rápido; Los ojos de Jun, que antes mostraban lujuria, ahora ardía en el fuego incontrolable de la necesidad. Tenía que salir de allí a cualquier costo y la ocasión de enfrentarme brutalmente a esa alternativa estaba próxima.

    —Joven amo. ¿Sucede algo? —se escuchó de nuevo del otro lado de la puerta. La interrupción me impulsó a mirar la puerta cerrada deseando con todas mi fuerzas que se abriera de una maldita vez.

    Deslizando los dedos por mi vientre, delineó el contorno de mis músculos.

    —¡Para! ¡No me toques!... ¡Te he dicho que…!

    Pero no lo hizo.

    —¡HIROSE!

    Fue ahí cuando detuvo el movimiento. Nunca lo había llamado por su apellido, entonces fue eso lo que activó de nuevo su mente.

    —Sé que me prefieres a mí. —comentó acalorado aun encima mío.

    —¡¿Preferir?! ¡¿De qué coños hablas?!

    —Dime algo… ¿Cuándo te darás cuenta de que te amo? Esto de hacerte el desentendido, ¿lo haces a propósito? ¿Por qué?

    Entonces todo el pánico, el miedo y la confusión se mezclaron en un solo lugar, y por alguna extraña razón, aun inentendible para mí, me enfadé. Tenía tanta cólera que llegué al punto de querer gritarle, golpearle e incluso decirle que le odiaba... Pero me lo tragueé y apreté los dientes con tanta fuerza que los escuché chirriar.

    Mi cuerpo se calmó tanto que sentí mis muñecas, paré de resistirme. Me relajé cuando debía quitármelo de encima. Y casi al mismo tiempo el también aflojó el agarre, no solo sus manos, también sus piernas; Su rodilla no estaba sobre mi pierna. Escondí el rostro tras mi pelo.

    —¿Joven amo? ¿Qué sucede? Escuche un escan…

    Y esa era la oportunidad que buscaba.

    Mi rodilla se hundió veloz en su estómago, no con mucha fuerza pero si con vigor. Cuando su mano voló hasta mi cuello –mientras la otra se ocupaba por cubrir el área del golpe-, mis dientes le atraparon en medio acto y lo mordí con la suficiente fuerza como para hacer que retrocediera un poco. Fue ahí cuando me lo quité de encima y si pensar en nada más, salí corriendo de allí a toda prisa, como aquella vez que fui descubierto espiando a su madre en la biblioteca de la casa.

    —¡Souji!

    Correr era todo lo que podía hacer en ese momento.

    —¡Nakami-san!

    —¡Maldita sea! —gruñí ya lejos.







    Me detuve, tomando grandes bocanadas de oxígeno. Necesitaba recuperar fuerzas. La sensación de vértigo volvió a mí revolviéndome el estómago y alterándome el corazón más de lo que ya estaba. Recostándome con desgano en la barandilla que me separaba del rio iluminado por las luces de la ciudad. Levanté la vista, acordándome del lugar enseguida: “Circus” el parque de diversiones que terminó en bancarrota el año pasado. Estaba abandonado, pues para pagarle al estado dejaron aquí todos los juegos mecánicos y es prácticamente una atracción turística, aunque era muy raro que encendieran las luces del lugar.

    Giré intentando controlar mi respiración, estaba lo bastante alejado para que me encontrara, aunque dudaba que lo hiciera con lo incomodo que sería si nos viéramos. Sacudí la cabeza intentando suprimir en vano aquellos desagradables recuerdos.

    ‘Maldita sea.’

    Piensa en el rio: una, dos, tres, cuatro embarcaciones en el agua.

    —¿Souji? —Mi primer impulso fue el de un horrible escalofrió y fui totalmente consciente de que estaba temblando y no por el frio. —¿Estás
    bien? —por Dios… no era él.

    Me giré para contestarle con la sonrisa más natural:

    —Todo está bien.

    ‘Esta todo fatal.’

    —Estas pálido. —confirmó Yokozawa-san.

    —¿Qué le trae por aquí? —le corté. Lo que menos quería era que me recordaran porque lucia así.

    —Lo mismo pregunto yo… Estoy de paso —suspiró al ver que no le respondí—Solo voy a… casa de… mis padres.

    Totalmente falso. Lo pensó demasiado, pero eso no me era de incumbencia.

    —Ya veo… —recargué el mentón en el tubo de metal. Él se acercó apoyando su cuerpo del frio tubo a mi lado.

    Se produjo un silencio incomodo que finamente fue roto por él:

    —Si tienes algo que decir, escúpelo.

    —¿Disculpa? —mi ojos volaron hasta su rostro, vi como encendía un cigarrillo y expulsaba el humo con aire cansino.

    —¿Cuál es el problema? Dudo que esa cara larga sea por alguna estupidez.

    ‘Yokozawa-san… ¿está tratando de ayudarme?’

    —Francamente no creo que te importe.

    Carraspeó, claramente molesto —Esta no es la empresa. Vamos, tienes diez minutos.

    ¿Lo decía enserio?

    Levanté el rostro, pensando bien como decirle. No desconfiaba de él pero tampoco lo hacía totalmente. Suspiré intentado controlar el gran nudo que tenía en la garganta y en el estómago.

    —¿Qué tal si… una persona importante para ti te haya traicionado? —Observé su reacción: Cerró los ojos haciendo una mueca con los labios y aspiró el cigarrillo hasta el final. Medito unos segundos.

    —Mmm… —alzó el rostro hacia el cielo estrellado buscando una respuesta adecuada: —No sé qué tan cercana sea esa persona.
    Normalmente cuando te hacen ese tipo de cosas, queda un vacío en el pecho bastante desagradable —aspiró con fuerza otra vez antes de continuar —. Es difícil recuperarse de algo así, pero se debe recordar que no todos los que nos rodean son esa clase de personas. Siempre habrá alguien en quien podamos apoyarnos. —el azabache dobló la colilla y la apagó aplastándola con su zapato. —Enfrenta esa persona cuando sepas que decir.

    Sonreí sin querer. Más tranquilo.

    —Eso no suena a algo que diría el oso salvaje de Marukawa.

    —¿Muy cursi?

    Reí un poco antes de admitir. —Si… gracias, Yokozawa-san.

    —Ah… se me está haciendo tarde, buenas noches —se despidió —. Souji. Cambia esa actitud, no se parece en nada a ti. —gruñó señalándome con su usual cara feroz que usaba en la editorial.

    Bajé la cabeza meditando unos segundos acerca de su respuesta —Umm… s-sí.

    Miré el reloj plateado en mi muñeca que parecía en ese momento burlarse de mí con el movimiento de la más delgada aguja. No me podía deshacer de el y mucho menos tirarlo en un cajón y olvidarme de todo, creo que aunque no pasamos mucho tiempo juntos, era hora de devolvérselo.

    Y tan pronto como el jefe de ventas se fue, comenzó a llover a cantaros. Ya no sabía qué hacer.

    Esa noche no pude dormir.







    —¡Buen trabajo!

    —Eh, sí. Buen trabajo. —susurré distraído a Kisa que salió apresurado con un paraguas en mano.

    No había parado de llover desde anoche. Que fastidio. La lluvia es algo de disfrutar para mí, pero este aguacero ya me estaba irritando. La lluvia me recordaba a la conversación con Yokozawa-san de ayer y la maldita conversación a la pesadilla vivida en casa de Jun. Negué con mi cabeza, en forma de aclararme la mente. Como había dicho mi superior, tendré que enfrentarlo cuando sepa exactamente que decir y lo digo porque… hace un par de horas recibí un mensaje de él: “Tenemos que hablar.” Pero, por ahora, era mejor no recordar esas cosas.

    Recargué todo mi peso suspirante bajo el techado fuera de la empresa, esperando que la lluvia diera tregua aunque sea por unos instantes, refugiándome entre la esquina de concreto y vidrio hasta que divisé en la distorsionada calle –por efecto del agua-, algo que me llamó bastante la atención para ser desapercibido y dejarlo pasar así por así. Y con el mismo nivel de emoción que me causó, me provocó algo extraño… ¿Furia? ¿Envidia? ¿Celos…? Lo vi reírse de algún comentario que había hecho el mangaka, entonces ese fue la gota que derramo el vaso haciéndome rabiar como un perro.

    Me importaba poco si me empapaba, era una oportunidad que no iba a echar a perder así que me apresuré a alcanzarles al otro lado del asfalto. Ninguno de los dos se los espero cuando, más que a propósito, mi hombro impactó contra el de Yuu y este contra el cuerpo de Yoshino-sensei, solo para que el efecto dominó provocara que el oji-azul se empampara. La mirada reprochadora en el rostro del asistente no tenía precio y más con su camiseta de cuadros, chaqueta negra y vaqueros grises que lo hacían ver más juvenil, así que le ofrecí una sonrisa juguetona para molestarlo un poco.







    Le sorprendió la repentina llegada del editor, comenzaba a pensar que lo que hacía era acoso. Al principio seguía sin creerlo, y continuaba mirándole con su rostro de asesino pidiéndole mudamente que se largara de allí. Había quedado con Chiaki para comprar algunos mangas de edición limitada en un combini cercano, pero jamás pensó que pasando por la empresa se encontraría con ese molesto castaño.

    Cuando por fin reaccionó a su sonrisa de playboy perfecta, le tocó aceptar la realidad de que ese chico estaba ahí con ellos, miró a Chiaki como disculpándose por el atrevimiento de otro, que estaba más afuera que dentro del radio que cubría la sombrilla. Por alguna razón ahí también tardó algo en reaccionar, nadie nunca dejo de caminar, estaba bastante cabreado con Souji…

    —Buenas noches. Sensei, Yuu-san…

    ¡Ronroneó su nombre a propósito!

    Miró con algo de desprecio al más alto de todos y atrajo más a Chiaki hacia él por el brazo y quitando parte del paraguas que cubría al más joven. Y como Yuu estaba en el medio…

    —Estás mojándote, Chiaki —confirmó en un susurro.

    —¿Eh? ¿Y me dejaras empaparme? ¡Eso es de muy mala educación! ¿Verdad sensei?

    —Yo... E-etto...

    —¡A ti nadie te llamó!

    Cerró los ojos apenas unos segundos para mantener su compostura frente a su amigo, pero era difícil cuando Souji lo sacaba tanto de quicio, y para cuando los abrió tenía su rostro intencionalmente a centímetros de él.

    Intento mantener su faceta ruda. —¿Q-que quieres? —balbuceó debido a la cercanía. Y al ver que solo le mostraba su sonrisa rompe corazones, desvió la mirada con las mejillas teñidas en carmesí y con el corazón desbocado.

    Tsk...

    Y Chiaki, ajeno a todo como usualmente sucedía, no entendía bien la relación de los dos hombres. Así que solo se limitó a observar en silencio sin meter mucho las narices y más con el comportamiento tan extraño de Yuu desde que el asistente de Takano-san hizo acto de presencia.

    —Si no compartes sombrilla me resfriaré. — dijo en tono exigente pero juguetón. Tomando el armazón de la sombrilla y acercándolo hacia él dejando que sensei se mojase casi por completo, no dispuesto por nada del mundo a compartirla con el mangaka.

    Ese derecho solo le pertenecía a él y nadie más.

    —¡Oi! ¡Basta! — le reclamaba halando un poco la sombrilla, sin obtener ningún resultado a su favor, su mano parecía estar soldada al paraguas. —¿Qué pretendes? — preguntó ceñudo mirando al oji-verde y al tiempo que halaba al incomodo mangaka de la ropa en un vano intento de cubrir solo sus dos cabezas.

    —¡No me mires así! Necesito tomar este mismo camino para llegar a casa. Y ya que no tengo un paraguas…

    —Lo estás haciendo a propósito… —gruñó amenazante el de los ojos caoba que ahora parecían bailotear en el rojo de la furia que sentía.

    —Yoshikawa-san, —cortó Nakami de pronto, con el ceño fruncido como si le estuviera dando una reprimenda a un adolescente: —creí que usted y Hatori-kun tenían una reunión hoy, ¿no debería estar allá? —recalcó acordándose de la llamada que espió sin querer aquella tarde en el departamento Esmeralda.

    —Qué casualidad. —murmuró el dibujante con sarcasmo. El nombrar a Hatori le sacó un poco de quicio, y le hizo mirar a Chiaki, esperando una respuesta a eso. Aunque su rabia la proyectaría más tarde en el editor por haberle acordado eso a su amigo.

    —¡¿EHHH?! ¡Lo olvidé por completo! —su nerviosismo estaba a flor de piel. Provocando que los otros dos detuvieran su marcha y con la piel totalmente de gallina, Yoshino revisó su celular confirmando varias llamadas perdidas y mensajes poco amables de parte de su editor y amante. Se enfadaría con el editor de antemano porque conocía lo suficientemente a Chiaki para asegurar que elegiría a Hatori por encima de él. —Tori me va a matar... Perdóname Yuu yo... n-no me acordaba, necesito... si no voy...

    Justamente como lo predijo.

    Nakami tuvo que girar el rostro para que no lo viesen reírse entre dientes del descuido del mangaka. Las risitas se detuvieron cuando vislumbró por el rabillo del ojo la extraña expresión alicaída de Yuu, tenía un aspecto nadie amigable como quien se traga su propio desahogo.

    Yanase permaneció unos instantes en silencio. Dio un profundo respiro y relajó su expresión lo suficiente como para disimular su enfado.

    Souji se le quedo viendo a Yuu con indiferencia, ¿si tanto le molestaba porque no era directo con sensei y se lo decía ahí mismo? ¿No se supone que Yanase le gustaba el mangaka? ¿Entonces por qué era tan cruel con sí mismo? Idiota masoquista.
    Aunque tenía que admitir que si eso sucedía el que estaría enojado seria él.

    Al ver que nadie dijo nada el oji-azul prosiguió. —Perdóname, será para la próxima.—Y con una rápida reverencia, sin mirar a su amigo directamente a la cara, se perdió entre la lluvia.

    El más alto siguió con la mirada despreciativa a Yoshino-san cuando se percató que el dibujante lo dejaba atrás sin reparo alguno. —Así que solo quedamos tú y yo. — por más que intentara descifrar su humor, no pudo; Yanase cubría su ojos con sus mechones de pelo y tenía una extraña mueca en los labios. Para levantarle el ánimo solo se le ocurrió en ese momento acercarse más hasta que sus hombros se rozaran. Estaba preparado para que le gritara, le dijera cosas horribles o cualquier forma de desahogo hacia su persona.

    Eso nunca sucedió.

    —Tsk… —bufó el que sostenía el paraguas desviando la mirada. Ya habían pasado de largo por la tienda de comics a la que se suponían que irían él y Yoshino. Ya ni sabía con seguridad a donde se dirigía, solo quería caminar un poco más para calmarse.—¿Por qué ?

    Yanase suspiró y siguió su marcha al lado del otro sin mucha gana, con un remolino de extraños pensamientos en su cabeza: Estaba enojado porque Chiaki le había dejado por Hatori una vez más, pero se encontraba extrañamente alterado y nervioso por la presencia de Souji ahí, solo Dios sabía que tramaba el editor. Y por sobre todas las cosas: molesto. Molesto por su estúpido comentario que había provocado la huida del castaño.

    —¿Por qué nos interrumpiste? ¡Está lloviendo, trae tu propio paraguas!

    —Lo olvidé en casa. ¡En serio no me mires así, no fue a propósito!

    El mayor no dijo nada, solo torció los labios.

    —¿Qué te pasa? —trato de sacarle en vano unas palabras, aunque fueran pocas. —¿No me vas a decir nada? ¿Ni un vete?, ¿largo?, ¿me molestas?

    —Vete al diablo. — gruño mostrando los dientes como un perro enrabiado. “Adorable” fue la palabra que utilizó el de ojos esmeralda para describirlo; terriblemente se podría tomar a Yuu enserio con ese rostro.

    —Dicen que si evitas a alguien es porque en realidad te gusta esa persona. —bromeó con su sonrisa felina sin pensar en cómo lo tomaría el castaño.

    Aquel comentario lo hizo estremecerse. Enmarañando más el mar de sentimientos en su pecho, alterando su corazón una vez mas y finalmente le hicieron perder la cordura. —¡Cierra la boca! —gritó deteniéndose en medio del asfalto, las escazas personas que estaban por ahí se quedaron mirando la escena y comenzaron a cuchichear cuando Yanase lo tomó por el cuello de la camisa. —¡Me tienes harto! ¡¿Qué quieres de mí?! —rugió desahogando toda su furia en Souji.

    El asistente de Takano no se inmutó; su rostro era frio e indiferente. La gotitas de agua que se resbalaban por su rostro y hacían que se pegara el cabello, le daban un toque salvaje a esas crueles joyas verdes que por un segundo parecieron resplandecer. Souji iba a pronunciar palabra cuando el molesto timbre de un mensaje llegó a oídos de los dos. Con vergüenza de ser el centro de atención de los peatones Yuu le soltó no sin antes mirar al suelo en busca de algo interesante para clavarle la mirada.

    ‘Qué situación más incómoda.’ pensó Yanase.

    Nakami se congeló cuando al llegar a su bandeja de entrada, vio que se trataba de Hirose:

    “¿Dónde estás?, fui a la editorial para la cual trabajas. No me voy a dar por vencido con lo nuestro.”

    Lo que escuchó Yuu fue un gruñido gutural de parte de Souji y sin darle tiempo de decir palabra, lo tomó de la mano con una fuerza casi aplastante y lo arrastró caminando de prisa. Se veía tenso, muy tenso y molesto. No se atrevió a decir mucho… intimidado claro, por aquella actitud dominante.

    Miró extrañadísimo lo que el otro hacía. Por alguna razón no quería que le soltara, sin embargo, una pequeña parte en él decía que debía hacerlo. Iba a reclamar, entonces recordó cerrar la boca a no ser que si decía algo inapropiado haría explotar al editor. Se encontró con una expresión nada agradable en la cara del otro, incluso así, quiso intentarlo. —Oye… ¿Q-qué estás... qué estás haciendo? —preguntó, refiriéndose a su mano tomando la suya y la carrera que parecían llevar.

    No tenía la más mínima intención de soltarle. —Es mejor que vayamos a otro lugar, no quiero que me vea contigo... —frunció más el ceño. No se lo dijo de una manera ofensiva, sino, protectora, como si temiera por algo. Jun era peligroso cuando le entraban las ganas, y no quería inmiscuir a Yuu en sus asuntos porque el que saldría herido no sería él.

    —¿A qué te refieres? —murmuró no muy seguro de nada sin desacelerar el paso.

    —Es mejor que no lo sepas... —después de haber visto la actitud de Jun para con Yuu y lo que le había mencionado el día anterior, ni por asomo quería encontrárselo: él no estaba muy lejos de la editorial, de eso estaba seguro… Pero tampoco quería dejar de compartir el poco tiempo que disponía con el dibujante. —Es… algo de lo que no debes preocuparte.

    No muy convencido, el castaño siguió en silencio caminando a su lado. Doblaron en la esquina. Por ahora, no quería saberlo, tenía suficientes cosas en su cabeza como para tener que tolerar más.

    —¿Shiro? ¡Oh por Dios! ¿Eres tu Shiro?

    Fue cuando su acompañante se detuvo de golpe y el agarre de su mano se volvió más fuerte.

    ¿Shiro? Ese no era su nombre. ¿Por qué le llamaba así?

    Souji tomó un profundo respiro antes de poner una buena sonrisa que no convencía del todo a Yanase y se giró, enfrentando al muy relajado interlocutor. La lluvia ceso poco a poco de pronto, hasta detenerse totalmente así que no vio la necesidad de utilizar la sombrilla. La cerró con algo de torpeza pues su mano estaba siendo sostenida por el otro.

    —¿Ryouta, cierto? Disculpa, pero ha sido bastante desde que había visto ese espantoso rostro que hasta se me olvido tu nombre.

    ‘Ouch.’ Murmuró en su mente el más bajo pasando los ojos nerviosamente de su acompañante a los del otro hombre.

    Era un tipo fornido, azabache, y de ojos castaños claros. Lucia demacrado. Se veía casi en los treinta pero aparentaba más edad porque de seguro tenía una adicción al tabaco o a la bebida.

    —Esa maldita lengua tuya… ¡Gato insolente! ¿No sabes respetar a tus mayores?

    La risa macabra del castaño hizo temblar a Yuu hasta los huesos.—Sinceramente me importa un comino. Hoy en días las ratas están en todos lados, es mejor cuidarse de no toparse con ellas, ¿verdad, Ryouta? —otra sonrisa. Una que realmente daba miedo.

    El asistente se espantó con el comentario venenoso del castaño; era como ver a dos animales intentando arremeter contra el otro. ¿Qué estaba haciendo? ¡Ese idiota solo buscara que le dieran una paliza!

    —¡Pequeño bastardo…!

    Souji se mostraba impasible ante los gritos de aquel hombre.

    Oh no, aquí empezaba el espectáculo frente al café y todos estaban mirando justo en ese momento.

    —Déjense de estupideces ustedes dos.

    Notó que el menor dio un paso hacia atrás.

    El elegante joven que se había presentado en casa de Toriumi-sensei tomaba al ebrio por la camisa del abrigo. Ryouta intentó zafarse, el rubio al ver que resistía, se acercó al oído del azabache y dijo algo inentendible para los otros dos. Al retirarse, Yanase se sorprendió al ver al hombre más calmado hasta temeroso y con un chasquido de lengua le dirigió una mirada furtiva al editor volviendo al café de donde supuso que había salido.

    Jun dio unos cuando pasos hacia delante.

    —Souji, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

    —No hay nada que discutir. —contestó dándole un tirón de insistencia al dibujante que parecía querer escapar.

    Ambiente realmente tenso. El rubio fruncía el ceño y Nakami con cautela apretaba la mandíbula. —Yo… mejor me voy.

    —Eso sería…

    Yuu ocultó su sonrojo mirando al suelo cuando el más joven lo tomó de la cadera y lo pegó a su lado con recelo. ¡¿Lo hacía a propósito?! —Él se queda conmigo.

    Como hubiese querido gritarle un par de cosas poco amables.

    —Deja de ser tan terco y vayamos a otra parte.

    —Creo haber sido lo suficientemente claro: No iré a ningún lado contigo. Y si eres tan amable, deja de acosarme, Yuu-san y yo tenemos cosas que hacer. —Su primer impulso fue el de abrir los ojos como platos ¿Cosas que hacer? ¿De qué estaba hablando? ¡¿Por qué su mente maquinaba solo suciedades de esa clase?! Y al parecer su amigo ricachón también se lo había tomado de otra manera. Souji relajó su expresión antes de agregar: —No quiero tener nada que ver con alguien que no entiende a la primera.

    Y eso fue como un puñal en el corazón de Yuu, recordándole como había sido todo ese tiempo con Chiaki ¿Así se sentía? ¿Tan molesto era? ¿Un estorbo?

    —¿Tú me odias?

    —No te odio. Odio lo que me hiciste.

    Hirose quiso decir alguna indirecta desafiante al asistente de mangaka antes de marcharse por educación a los comensales del lugar, pero las pupilas retadoras de su amigo acallaron cualquier intento de comunicación. Lleno de envidia, apretó la mandíbula y se dispuso a caminar hacia donde lo esperaba su chofer con un auto ya en marcha.

    —Vámonos de aquí. —murmuró Yuu decaído.

    Souji clavó la orbes en el joven ¿Acaso él había dicho algo malo?







    Así como había cesado la lluvia, habían cesado las palabras entre los dos.

    No había pasado mucho tiempo para que su silencio comenzara a preocuparme, ya habíamos dejado atrás el café hace unos buenos minutos y no mostraba interés alguno en comentar algo. Realmente no me importaba a donde nos dirigiésemos, mi jornada de trabajo ya había acabado y me imagino que él no tenía nada que hacer por un buen rato. Sin darle pista alguna lo guíe hasta un pequeño bar que conocía.

    Me imagino que tanto como a mí, le sentaría bien un poco de alcohol.

    No se dio cuenta de donde estábamos sino hasta que una joven nos ofreció la bienvenida y nos buscó una mesa, lo supe porque se sobresaltó cuando nos detuvimos frente al establecimiento y la señorita nos esperaba sonriente. No había muchas personas, eso me gustaba.
    El lugar no era muy grade, pero era bastante cómodo; una larga barra, un par de televisores en las paredes, lámparas de poca iluminación, una que otra planta, aire acondicionado y lo mejor; el escaparate estaba lo suficientemente oscuro para que las personas no miraran desde afuera. No fue mucho problema hacer que aceptara sentarse conmigo a beber un poco, al parecer lo necesitaba.

    Después de ordenar un par de cervezas, comencé la conversación.

    —¿Tanto te molesto que me deshiciera de sensei? —inquirí.

    Se puso a observar a otros comensales con esa expresión de disgusto en su rostro para no contestarme.

    —Lo siento. —comencé. —Pero no me gusta que te pases tanto tiempo con él.

    Yanase bufó en gracia.

    —¿Qué sabes tú?

    ‘Ah, al fin.’

    Entonces sonreí con sinceridad, y eso fue solo porque le había logrado sacar unas cuantas palabras.

    —Puede que menos que tú. Pero estoy seguro que el sentimiento es mutuo.

    La señorita nos dio a cada uno una jarra hasta el tope.

    Alzó una ceja antes de atreverse a hablar de nuevo. —¿Yo? ¿Contigo? ¡Já! —Yuu le dio un trago desesperado a su bebida como quien no quiere la cosa.

    Recargué mi barbilla en una mano y saboreando la fría cerveza con calma. —Sip. Tu expresión cuando le dije “aquello” fue bastante dulce. ¿No te da buena espina, cierto?

    —Y-yo nunca dije eso.

    —Es fácil darse cuenta, no es necesario que lo digas para saberlo.

    —Bien… Ah, ¿qué es eso en tus manos?, ¿tienes mascotas? — preguntó señalando con el dedo índice las finas y largas rayas rojas dibujadas a lo largo de ambas manos que se perdían debajo de mi jersey púrpura. Las siguió con los ojos apretándolos un poco. ¿Qué estaba pensando?

    —¿Esto? No tengo. Fue un gato curioso que se coló a la editorial hace poco. —dije con cierta añoranza en la voz poniendo el dorso de la mano frente a mi rostro contemplando las múltiples heridas como si hubiese sido hace siglos. —Hatori-kun me comentó que lo adoptó una pequeña familia de su edificio.

    Yanase bajo la cabeza cerrando el puño sobre el asa de su jarra. —¿Quieres por favor no mencionar a Hatori de nuevo?

    Yo apenas le vi de reojo.

    —Yo digo que te aferras tanto a él por qué temes perderlo. Tienes esperanza en el corazón cuando la razón ya descarto aquella posibilidad con Yoshino-san.—intentó protestar y logré frenarlo cuando lo miré directamente a los ojos. —Si realmente quieres a alguien, lo único que quieres para esa persona es su felicidad, incluso si tú no se la puedes dar. ¿Verdad, Yuu-san?

    Sus grandes ojos caobas me miraban desconcertados.

    —Te sabes mi nombre no mi historia. No tengo porque estar escuchando tus sermones.

    Di un trago a la cerveza que ya comenzaba a calentarse. El solo esperaba atento a mi respuesta, dispuesto a presentar pelea. —Cuando era pequeño otros niños más grades que yo me golpeaban, entonces conocí a Jun. Él me salvo.

    —¿Q-que tiene que ver eso con lo que estamos discutiendo?

    —Tiene mucho que ver, porque por miedo al rechazo rechacé a todos primero y por miedo a ser herido, fingí que me gustaba estar solo. Entonces, eso no nos hace muy diferentes, ¿no es eso lo que estás haciendo justo ahora? Rechazas a las personas por miedo a que te vuelvan a lastimar. Justo como hizo Yoshino-san, ¿o acaso me equivoco? —revelé mirándolo de soslayo sin despegar la jarra de mis labios.

    —No te atrevas a jugar con los sentimientos de las personas, y mucho menos con los míos.

    —Yo nunca intenté jugar contigo. — mi voz era fría y mi semblante era inexpresivamente sombrío, ¿no era más que obvio que lo decía con total seriedad? Sus labios, ligeramente entreabiertos y la sorpresa en sus ojos me confirmaron que me creyó. —Deberías aprender. Haz lo mismo que yo.

    —¿Y qué haces? —susurró con fingida curiosidad en la voz.

    —No espero mucho. A veces tienes que aceptar el hecho de que ciertas cosas nunca van a volver a ser como eran antes.

    Una ligera risa escapó de la boca de Yanase Yuu:

    —Cuando se está roto es muy difícil volver a confiar en alguien. —¿lo decía por mí? Mis labios se entreabrieron al ver como sus ojos eran cubiertos por un líquido cristalino. Él quería llorar. Y apenas darse cuenta de que lo observaba con inquietud se secó con el dorso de la mano distrayéndose bebiendo a largos y lentos tragos. —¿Por qué me dices todo esto?

    Yo sonreí con ternura: —Porque se lo que se siente no tener a nadie.

    Deje el recipiente a la mitad sobre la mesa, un suspiro por su parte me hizo reaccionar y analizar por todo lo que Yuu-san ha atravesado. Es verdad que no se mucho acerca de él, y que me estaba involucrando demasiado, y a pesar de los malos ratos y las discusiones matrimoniales entre los dos sé que existía algo que no me dejaba separarme totalmente de él. Lo miré directamente a los ojos. Por más que lo evadiera, por más que lo hería –las cuales no eran mis intenciones-, y por más que le recordara que Yoshino-san no sería nunca suyo. Algo me ataba.

    —Tengo miedo de verte con alguien más. —Y sin darme cuenta, me confesé.




    XxxX

    Aclaraciones:


    Pinches sentimientos :’(…. Bueno, primero que nada Feliz año y fiestas, primer capi del 2014 wiii!! *confetti* Emm, no me maten estaba en exámenes y en vacaciones usaba muy poco la pc, pero bueno aquí estamos con el capi 7 y quiero dejar en claro que por más que me tarde en actualizar NO voy a abandonar este fic (Al menos que me suicide con una cuchara, claro está XD)
    Al fin descubrieron la otra cara de la moneda con Jun, ¡Bum! Les había dicho que este tenía más acción, es uno de los capis más cortos pero es el que más contenido disfrutable para el paladar tiene: Celos, celos, casi violaciones, Yokozawa es todo un amor, más celos y posesividad. No falta mucho para que Souji se dé cuenta de que esta de cabeza por Yuu-chan. Pero ustedes dirán “¡¿Que carajos?! ¿Qué pasara con Jun y Sou? Y bla bla bla” bueno en el próximo capi les prometo más acción e intriga ewe . Souji es todo una bola de furia cuando ve a Chiaki y a Yuu juntos >< es una de las cosas que más disfruté escribir. Bueno no se queden ahí y cuéntenme que les pareció. Y no se olviden de agregarme en FB como Rose Thane FF net… (Pobre Sou, casi me lo violan u.u..)

    *Les entrega a las que comentaron sus respectivos Nakamis usando solo delantal*

    ¡Hasta la próxima y comenten bitchis!

     
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  9. SekaiichiHatsukoii
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    Holaaaaaaaa, eh estado esperando esta actualización con muchas ansias!! no puedo creer todas las cosas que han pasado en este capitulo, ese maldito Jun, lo odio cada ves mas, como se atreve a hacerle eso, quien se cree que es? encima se nota que no le agrada para Yuu, esta decidido, lo odio!

    me muero por Chiaki, siempre tan despistado, aunque aveces me molesta que sea asi, por mas de que no sea su intención el lastima a Yuu, y yo solo quiero que Yuu sea feliz, lo noto tan miserable!

    La escena en donde se encontraron Souji, Yuu y Jun fue simplemente magnifica, me encanto, amo ver esa faceta de Souji, tan serio y protector con Yuu, y ame ver como Yuu a pesar de querer matarlo se dejaba manejar por el en ese momento, solo espero que a Jun no se le ocurra lastimar a Yuu de ninguna forma de posible!

    y Souji por fin se ah declarado, fue de una forma hermosa!!, me hace tan feliz saber que Yuu lo sepa, ahora mi duda es en como el va a reaccionar!!
    espero con muchas, muchas ansias toda la continuación de la historia, siento que cualquier cosa puede pasar!
    me has cautivado demasiado con tu fic, por favor, no lo abandones !!!

    muchas gracias :DDD
     
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  10. RoseThane
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    Disclaimer: Sekai-ichi Hatsukoi y sus personajes les pertenece a sus respectivos autores, este fic es sin fines de lucro, lo hago solo por diversión. Nakami Souji y otros personajes que NO salen en el anime ni en el manga si son de mi propiedad.

    -.El gato blanco de la mala suerte.-

    Cap 8: “HEAD VS. HEART”



    ¿Cuántos días habrán pasado después de aquello? ¿Dos, tres? Porque yo no tengo ni la más mínima idea. Solo sé que desde ese día las cosas han estado tensas entre nosotros. No lo culpo. Solo a mí se me ocurre saltarle con tal disparate en ese momento, fue algo sin sentido. No estaba mintiendo en ese momento cuando dije aquello, aunque pensándolo bien, no me arrepiento de nada; pensé en voz alta. Y para colmo de males, no era el momento indicado y su reacción no fue la más… apropiada, podría decirse.

    Suspiré con pesadez. Escuché que alguien me llamaba pero le resté importancia.

    Él no dijo nada al instante, sus ojos estaban tan abiertos como platos y me miraban como si fuera la reencarnación de un muerto. Recuerdo muy bien que ofreció una torpe disculpa y se esfumó como alma que lleva el diablo dejándome con la palabra en la boca.

    Con esta situación, se puede algunas veces entender el amor.

    No pasó mucho tiempo para que volviera a escuchar mi nombre, cada vez con más irritante insistencia.

    Me veo a mi mismo caminando bajo la lluvia y me doy cuenta de que mi camino no se termina y podría estar caminando por siempre, las voces de mi cabeza solo logran confundirme mucho más... Por siempre, a menos que le diera un fin definitivo. La verdadera pregunta sería ¿Cómo darle fin?

    —¡Souji, presta atención!

    —Qué. ¿Qué? ¡¿Qué?! —gruñí. Estaba más que claro que rabiaba por haber cortado el hilo de mis pensamientos. Le dediqué una mirada desafiante a Takano por varios segundos.

    —Tu otra mangaka tiene un buen rato esperándote en la línea. ¡Vuelve a la tierra, mocoso!

    Mascullando una sarta de maldiciones entre dientes y con más de una mirada clavándome en el rostro por mi reacción agresiva levanté el teléfono sin mucho interés.

    —¿Si?

    —¡Ah! Etto… ¿Nakami-san? Yamamoto-sensei le habla… Le telefoneé para saber si es correcto que…

    Tamborileé los dedos sobre mi laptop que descansaba cerrada sobre el amplio escritorio. Ni siquiera presté la suficiente atención a la charla de sensei, que al ser mucho mayor que yo y ser editada por mí, -alguien de la edad de sensei me consideraría como un “niño”-, me hablaba con inseguridades y nerviosismo.

    Y de nuevo me perdí en su áspera voz.



    ...





    —¿Yanase Yuu? — su cuerpo se congeló al ser nombrado tan repentinamente. Estaba seguro que hace pocos segundos estaba totalmente solo, cruzando la calle para llegar donde Chiaki a enfrentarse con la presión de su manga en la fecha límite de entrega.

    —Soy yo, ¿pasa algo? —refunfuñó sin voltearse.

    El hombre tardó segundos en retomar la conversación por lo que se giró sobre sus pasos y levantó la vista.

    La interrupción de su jornada laboral se vió interrumpida y la voz vagamente familiar lo hizo mirar con detenimiento al hombre que con aires de elegancia y grandeza lo observaba con el rictus serio y un ligero arrugamiento de la nariz. Sufrió un sobresalto al reconocerlo como aquel “amigo” de Nakami Souji, porque, la verdad no estaba seguro de la relación que guardaba con el chico del grupo Esmeralda.

    Su lengua se pegó del paladar, impidiéndole hablar; realmente no quería pasar ni un segundo con ese rubio odioso, lo hacía sentir bastante inseguro.

    —Quiero hablar con usted. Venga conmigo. — ordenó con voz segura sin esperarlo.

    Por un momento sus pies se pegaron al suelo negándose a obedecer lo que mandaba su cerebro. Le daba curiosidad lo que tenía para decirle, y si quería saber quién era Nakami Souji, más valía buscar respuestas… Además, Chiaki podía esperar un poco. Jun volteó unos instantes con una ceja enarcada a la espera de que el dibujante estuviese pisándole los talones, solo necesitó un gesto con los ojos y Yanase estaba detrás de él.

    Con cautela y guardando distancia le hizo caso. No había mucha gente en las calles, lo cual les facilitó la caminata hasta llegar a un café cercano, el trayecto fue lo más estrictamente silencioso en todo el sentido de la palabra –ni siquiera escuchaba los lustrosos zapatos del hombre haciendo algún sonido contra el asfalto,- no es que tuviera muchas ganas de romper el hielo, sino era mejor esperar y escuchar lo que tenía el otro para decirle.

    No había casi nadie dentro así que era perfecto.

    —¿Bebe café? ¿Sí? Dos cafés, por favor. —la maid asintió y se fue con la orden.

    Ni si quiera le dio tiempo para responder.

    El ambarino bajo el menú y se acomodó acercándose a la mesa con los dedos entrelazados como si le fuese a contar sobre el secreto más
    preciado de la tierra.

    —No me gusta andar con rodeos así que seré directo: quiero que se aleje de Souji.

    Dos cafés, tan oscuros como la conversación, fueron colocados al frente de cada uno. El tipo le dio una sonrisa a forma de agradecimiento a la chica, todo para que se fuera.

    —¿Huh?

    Jun levantó una ceja, mostrando un poco los dientes. —¿Acaso no fui lo suficientemente claro? Corte cualquier tipo de comunicación con él, para siempre. —“Hirose Jun. Grupo Hirose” eso decía en la elegante tarjeta de presentación que le ofreció al pasarla por la fría superficie. Estaba su número telefónico y todos esos contactos requeridos.

    El rostro de Yuu se comprimió en una mueca de disgusto mientras el otro le daba un sorbo a su café.

    El oji-caoba bajo la cabeza. —Creo que se está equivocando.

    —El que está equivocado aquí es usted. — Yanase levantó la vista de golpe con los ojos realmente abiertos. —¿Quién es para que Souji se fijara de inmediato en usted? Él nunca había sido así con nadie. ¿Qué le hizo? Yanase Yuu, estas en mi camino. Deje de revolotear alrededor de él como alma sin culpa. Detenga los juegos, porque no voy a aceptar que le haga daño cuando le venga en gana y menos alguien como… un simple asistente de mangaka. Cuando considero algo como un tumor, lo extirpo desde la raíz… Y usted, Yanase Yuu es un tumor muy grande.

    —¡Yo nunca…!

    ¿Un simple asistente de mangaka? ¿Quién carajos era este tipo?

    —No hay nadie, mejor para él que no sea yo. — interrumpió de golpe alzando la voz. —Así que, le agradecería que se hiciese a un lado. Y le
    pido que deje de creer que nada ocurre, porque él seguirá sonriendo sin importar lo herido que este.

    ¿Qué tenía Yanase Yuu que desconectaba a su mejor amigo del mundo real? Nakami siempre había sido frio, indiferente y sarcástico, pero cuando estaba con el dibujante, su actitud cambiaba totalmente y podía percibir un brillo en sus ojos que le era difícil de adivinar. Recordaba cuando aún iban a la escuela. Cada uno llegó a tener varias novias, aunque por respeto al oji-verde, Jun terminaba con ellas al poco tiempo de aceptar. Ni siquiera con las chicas que Souji había salido por todos los años que llevaba conociéndolo lo veía tan… “a gusto” con alguien.

    —Esta conversación se terminó, Yanase Yuu. Creo que dejé todo en claro. —murmuró dando largos tragos a su taza aún humeante. Él ni siquiera le había puesto un dedo a la asa.

    —Yo... —las palabras no le salían adecuadamente, su cabeza estaba hecha un embrollo y el corazón se le apretujó contra el pecho en una horrible sensación de vacío. ¿Por qué? ¿Porque de pronto se sentía tan sofocado?

    Tenía miedo.

    —Renuncie. — Yuu abrió los ojos como platos por un momento. —No será problema encontrarle trabajo con otra mangaka... Pero si no es eso lo que le preocupa, le aseguro que tendrá mejores condiciones de trabajo y un aumento. —murmuró con el envase de porcelana entre sus labios. Jun lo observaba por el rabillo del ojo, ante cualquier reacción que delatara la tentación sobre aquella propuesta. En cambio Yanase evitaba penetrarlo con su mirada asesina casi rojiza, apretaba los puños debajo de la mesa, tenía una extraña mueca en los labios y su ceño decía que le dedicaba más atención a sus pensamientos que al propio anfitrión. —Puedo pagar la cantidad que desee.

    Sus nudillos los comenzaba a sentir blancos de la rabia, la sola imagen de lo que le presentaba como un gran chance le daba nauseas. ¿Quién demonios se creía ese maldito niñato?

    No tuvo ni la más mínima intención de contenerse:

    El castaño estampó ambas manos con furia sobre la mesa, levantándose de golpe haciendo temblar la taza y su contenido. La furia que bullía en su cabeza no le permitía hablar con calma.

    —¡Usted está malentendiendo todo! ¿Yo? ¿Interesado en alguien como él? ¡No me jodas! ¡La verdad es que no lo soporto...! —Algo en él se removió con dolor. ¿Que no lo soportaba? Era cierto que Souji era fastidioso y bastante latoso, ¿pero de verdad le desagradaba tanto? —Y por sobre todo, no soy del estereotipo que se vende de esa manera... —gruñó arrastrando cada palabra con resentimiento y desagrado. Toda la maldita situación le provocaba nauseas. No podía permanecer ni un segundo más con aquel tipo.

    Con brusquedad se abrió paso hacia la puerta. Su única salida. No tuvo compasión ni aminoró la marcha hasta la puerta de vidrio que lo despedía con el letrero de "cerrado" y más panfletos coloridos. Sus músculos estaban totalmente tensados y se mordía la lengua para no soltar una palabrota poco amable.

    Respiró contando hasta diez para calmar su furia.

    "Considere la oferta" fue lo único que oyó antes de desaparecer de la vista del rico.

    Lo único capaz de apaciguar su estado físico fue la caminata de regreso a casa. El viento gélido le dio de lleno en el rostro recordándole como mantenerse firme, pero en su cabeza todo era totalmente diferente. Ya le había mandado un mensaje a Chiaki a modo de disculpa, nunca le había fallado excepto en ese momento, muchas veces tarde pero siempre ahí para él. Sabía por adelantado que si asistía solo los retrasaría por no poder concentrarse y todo por culpa del joven de joyas esmeraldas.

    Yuu dejó que el agua tibia se deslizara por su cuerpo, aflojando músculos, calmando esa ansiedad que lo agobiaba, como si quisiera recordarle lo que había sucedido momentos antes.

    'Vamos, tranquilízate'.

    ¿Por qué no conseguía aplacar ese sentimiento?

    Sus orbes ambarinas eran crueles y avariciosas. Aun sentía ese escalofrió en el pecho cuando recordaba el tono autoritario de su voz exigiendo respuestas y declarando su amor por el editor con tal indiferencia y seguridad. Ese hombre iba en serio y él estaba justamente en el medio.

    Como si fuese la cosa más natural del mundo.

    Era como tener la voz de su conciencia en carne y hueso torturándole: no debía ceder ante los encantos de Nakami Souji.



    ...





    Atrapado. Atrapado, acorralado, sin salida... igual que un ratón. Analicé bien mis posibilidades: ¿derecha o izquierda, adelante o atrás? En cualquiera de los casos estaría perdido. Fruncí el ceño, desesperado y alcé la vista encontrándome con la impecable sonrisa de Kanade Mino que parecía burlarse de mi posición. Dolía. Y mucho. El movimiento que hizo con la ayuda de su mano me dejaba en clara desventaja. Solté un corto suspiro buscando ayuda con los ojos, pero no la encontré. Seguía observándome el arriba y yo abajo. Era la primera vez que lo veía despedir tanta confianza en sí mismo y en lo que hacía, todo un puto experto. No parecía que se fuera a detener, y eso fue lo peor...

    Mino era bastante bueno en esto.

    —Mino-san... —rogué en un quejido.

    —¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? Y eso que... me estoy conteniendo. — lo escuché reírse.

    Como odiaba... perder.

    —Vete al diablo, ganaste. —confirmé al mover mi último peón en pie hacia delante.

    —Jaque Mate. —dijo arrastrando las palabras como restregándome en la cara su victoria y derribó mi pieza.

    Hatori que estaba de pie observando mi derrota con cara de póker, se pasó el dedo índice por el cuello con una expresión lúgubre de muerte. Suerte que Takano no estaba cerca, estaba en el departamento de ventas junto a Onodera, que en muchas ocasiones se ponía de agua fiestas. Y Hatori, bueno, Hatori estaba a cargo claro, pero al estar de buen humor nos dejaba hacer lo que queríamos y participaba paulatinamente en nuestros ociosos momentos.

    —Ya se, ya se. No sirvo en el ajedrez y Mino el rey... ¿Alguien más osa desafiar al gran as de ajedrez?

    —¡Yo quiero jugar! —dijo Kisa entusiasmado. A lo que yo me levanté del asiento de Hatori.

    —Dile a Mino que se contenga, no tendrá misericordia sobre tu pobre alma si no lo haces. —le aconsejé al azabache en el oído colocando una mano de por medio para que Kanade no oyera. Pero a pesar de mis advertencias Kisa solo me lanzó una sonrisa cómplice y su infantil alma deseaba comenzar con ansias.

    El asunto de sensei ya lo resolví, me tocaba ir a su casa mañana. Y los demás, ya habían entregado los manuscritos, con excepción de Tori, que a mi parecer se lo tomaba con calma. Encontramos espacio para poner el tablero que Mino escondía en uno de los casilleros del departamento, todo en medio del horrible desastre.

    No habían pasado ni cinco minutos y Kisa Shouta ya se lamentaba de haber perdido.

    Creo que no existe alma en la tierra que pueda ganarle a Mino Kanade en el ajedrez.

    El teléfono de Hatori timbró con insistentica. Estiré el brazo y se lo pasé.

    —Departamento de... —alguien lo interrumpió detrás de la línea. —¡¿Qué?! ¡¿Yanase nunca llegó?! La verdad es que no le he visto por aquí... Intentare comu... ¿Tampoco contesta? Si, ya voy para allá. —declaró estampando el aparato contra la base. Todos lo miramos con
    extrañeza. Hatori tomó su saco y maletín. Se fue con prisa antes de decir:

    —Souji. Dile a Takano-san que ocurrió una emergencia de último momento. Es importante que nos compre más tiempo y estas a cargo.

    —Si... —susurré confundido.

    ¿Qué habría pasado? ¿Que Yuu-san nunca había llegado?

    Fruncí el ceño.

    Esto no me gustaba para nada.



    ...





    Ya era de noche cuando decidí volver a casa después de calmar la bramante furia de mi jefe por el descuido de Hatori y su mangaka. Lidiar con ese tipo de personas no era fácil, pero ya estaba más que acostumbrado así que me daba igual. Había decidido no tomar el tren por si en el camino me encontraba con Yuu-san, si no asistió a Yoshikawa era porque algo había ocurrido, y no creo que haya sido algo bueno. Desistí de llamarlo al quinto timbrazo de la primera llamada, si no le contestaba a los demás dudaba que me contestara por simplemente tratarse de mí.

    Guardé el móvil sin muchas ganas en uno de los bolsillos del maletín y solo me dediqué a caminar por un rato entre la oscuridad, mirando sin disimulo alguno a todas partes, buscando encontrarme con las irises casi rojizas por las calles poco iluminadas. Tengo que admitir que me desvié unas cuantas veces con la esperanza de hallarlo. Tampoco iba a ser lo suficientemente exagerado para empezar a llamarle a gritos o como si de un perrito se tratase; "Yuu-chan, Yuu-chan... Ven aquí muchacho"

    Sonreí inconscientemente. No. Para nada.

    Los arboles cercanos mecieron sus hojas tiernas con gracia por culpa del viento, y al mismo tiempo la suave brisa trajo consigo la lluvia. Y para mi hermosa mala suerte no tenía ni paraguas ni de donde resguardarme de la repentina lluvia, aunque eso no era lo que me intrigaba en ese momento. Forcé la vista un poco, deteniéndome cuando creí ver la silueta de una persona adulta recargada del muro de un gran edificio color ladrillo que separaba lo privado del asfalto, creo que se trataba de un instituto o algo por el estilo.

    Volví a enfocar la vista a no ser que la noche me estuviera haciendo una jugarreta.

    —¿Soy tan fácil de olvidar?

    Reconocí la voz de inmediato y caminó hacia a mí con aire amargo.

    —¿Qué quieres? —solté con cierto recelo.

    Se detuvo bajo la luz del farol. Se dio cuenta de que quería guardar distancias y no avanzó más.

    —¿Que qué quiero? No contestas mis llamadas, ignoras mis mensajes, y nunca atiendes a la puerta. ¿Acaso me odias?

    Su pelo comenzaba a pegársele a rostro al igual que su ropa a causa del aguacero, apuesto que a mí me pasaba lo mismo pues sentía un molesto cosquilleo en la cara pero no le di mucha importancia, estaba más concentrado en lo apartarle la mirada de sus penetrantes ojos. A medida que hablaba, más cauteloso estaba yo.

    —Esa sería una muy buena solución.

    Lo juré ver boquiabierto aunque fuese por un segundo. El endureció la mirada. Me di la vuelta acomodándome el bolso -que por suerte era algo resistente al agua,- dispuesto a irme. No me dejó ni dar el primer paso cuando gritó con bramante furia:

    —¡¿Lo dices por él, cierto?! ¡Era demasiado evidente que estuvieras tan raro todo este tiempo! ¡¿Dónde está el maldito egoísta, y sarcástico Nakami Souji que conozco?! —la desesperación se le notaba a leguas en el tinte de su voz, no parecía él mismo, ni siquiera parecía un adulto. —¡Oi, te estoy hablando idiota!

    Cerré los ojos tomando un hondo respiro.

    —Cuando dijiste aquella vez, "sé que me prefieres a mi"... ¿de qué exactamente estabas hablando? —dije sin girarme.

    —Te estás haciendo el desentendido de nuevo... —murmuró burlonamente.

    —Contesta.

    Tardó unos segundos, como si no se terminara de creer lo que le exigía —¿Crees que no me he dado cuenta? ¡Andas como perro faldero detrás de ese tipo! ¿Por qué no puedo ser suficiente para ti?

    —Jun. —siseé a forma de reproche. Pero el rubio no se detuvo.

    La lluvia se hacía cada vez más fuerte, parecía que la naturaleza lo hacía a propósito solo para opacar nuestras voces. —¿Un asistente de mangaka? ¡Por Dios! ¿No te das cuenta de que solo es un maldito hipócrita? Te aseguro que es el tipo de persona que estaría con cualquiera.

    —¡Cállate! —controlado totalmente por la cólera, me abalancé sobre él, mi portafolio salió despedido por el brusco movimiento. Poco me importaba ya que se tratara de mi amigo. Cerré un puño sobre su mandíbula. —¡Nunca te atrevas a hablar tan a la ligera! ¿Que podrías saber tú? ¡Ni siquiera lo conoces! —lo oí quejarse. Retrocediendo un poco, alzó la vista. —¡Di algo maldición! —grité al tiempo que alzaba un puño por sobre mi cabeza, casi temblando por la oleada de rabia y furia, y, de un fuerte puñetazo, lo tiré al suelo, vi sangre en su comisura bajar a su barbilla antes de continuar golpeándolo. —¡Tienes las suficientes agallas para decir que te gusto, pero ni siquiera piensas como me voy a sentir al respecto! —estaba encima de él, agarrando el cuello de su camisa para que me mirara a los ojos, lo golpee dos, tres. Tres veces más.

    Detuvo con una mano mi puño a centímetros de su rostro. —¡¿Desde cuándo te importa tanto?!

    —¡...! —paré instintivamente ante aquella confesión, estupefacto. Sinceramente no sabía si lo que decía era una realidad... ¿Que desde
    cuando me importaba tanto? Un gancho derecho se atinó en mi pómulo haciéndome caer sentado, y, antes de que pudiese abrir los ojos por completo, tenía a Jun sobre mí.

    —¡"Aléjate de mí, no te involucres conmigo, yo no soy tu amigo..."! ¿¡Sabes lo que me costó sacarte esas palabras... lo jodidamente herido que estabas!? —apenas pude ver que sus ojos estaban brillando y voz estaba entrecortada. Antes de que las gotas de lluvia me cayeran en los ojos, sentí otro punzante dolor en la mandíbula— ¿¡Por qué un completo extraño puede hacerte cambiar en un segundo y yo no!? ¡No sabes ni que mierdas estás haciendo! —otra vez su puño se cernió en mi rostro.

    Jun era realmente fuerte. La parte donde me golpeo se me acalambro, a pesar del horrible dolor de los golpes, no me detuve. Él tampoco lo hizo.

    —¡Hirose...! —esta vez fui yo quien reaccionó antes de que el próximo golpe llegara a su destino. Uno de mis puños le dio certero en el estómago, haciéndolo retroceder varios pasos fuera de la luz del farol que era el testigo de nuestras acciones. Cayó de rodillas, demasiado aturdido como para ponerse en pie de inmediato. Lo vi apretar la mandíbula sangrante, frunció el ceño y aflojó la expresión extrañado.

    Me levanté jadeante, con la bilis en la garganta de tanta rabia y tensión acumulada por nuestra situación en todos estos días, estaba totalmente consciente de que estaba fuera de mi mismo. Pero antes de que diese siquiera un paso, algo me tomó de la cintura evitándome moverme. Me estaba arrastrando hacia atrás, obligándome a retirarme. Quise avanzar, pero la persona que me sujetaba apretó el agarre con más fuerza, enredando sus brazos alrededor de mí como una soga y tiró una vez hacia atrás.

    Si no me soltaba de inmediato, iba a ser también víctima de mi enfado.

    Sin importar que el ruido que provocaba la pesada lluvia ahogara los sonidos, escuché algo inentendible mezclados con varios "¡detenta ya!".

    Me giré, relajando los músculos y suavizando mi cuerpo tenso, la sorpresa me la llevé al ver a Yuu sostenerme con tanta determinación a pesar de que fácilmente podía derribarlo en cualquier momento.

    Sus ojos relampaguearon en una súplica muda, pero a la misma vez una mirada regañadora.

    —¡Tú...! —siseó Jun con la respiración entrecortada poniéndose de pie. Por impulso retomé mi posición, dispuesto a atacarlo de nuevo ante cualquier movimiento. Y realmente lo iba a moler a golpes si se atrevía a siquiera tocarle un solo cabello a Yuu-san. Él pareció notar que el jaleo continuaría así que me arrastró unos cuantos pasos hacia atrás.
    Hirose quiso avanzar. Fue detenido a medio camino. —¡Ustedes dos! ¡Hey, hey! ¡Tranquilo muchacho! —un hombre fornido de pelo negro y ojos oscuros tomó sus brazos por detrás.

    Jun forcejeó un poco. Pero a pesar de tener la capacidad de poder zafarse con facilidad, no lo hizo, porque sabía que tenía un perfil que mantener y ya había metido la pata una vez. Nunca en mi vida lo había visto así —¡Te volviste así porque nunca me diste la oportunidad! —agregó alzando la voz.

    —¡Kamijou! —gritó el hombre que había aparecido del interior del recinto, cuando me vio todas las intenciones de volver a lanzarme contra mi amigo. Otro hombre, posiblemente menos corpulento que el primero corrió hacia mí y me sujetó los hombros, por un segundo escudriñé con la mirada al joven sujeto; su pelo era castaño y sus ojos chocolate.

    Palidecí de rabia. —No... ¡Nada de esto hubiese sucedido...! —arrastrado por la furia de mis propias palabras, perdí toda compostura restante y grité a todo pulmón: —¡SI DESDE UN MALDITO PRINCIPIO ME HUBIERAS LLAMADO SHIRO!

    Esta última declaración impulsó a Jun a abrir los ojos para volver a contemplarme por una última vez. Después de ver sus labios entre abiertos, observándome mientras yo me recuperaba tomando bocanadas de aire. Se relajó totalmente, deshaciéndose del agarre del hombre -y puedo suponer que era un profesor por su vestimenta de camisa y corbata- sin ningún motivo agresivo hacia él o de volver a arremeter contra mí.

    —Entiendo.

    Susurró una disculpa a los señores y sin mirarme se perdió bajo la lluvia de primavera. Confirmé que eran profesores luego de buscar con los ojos la placa en los muros "Universidad Mitsuhashi."

    Kamijou me soltó no sin antes darme una advertencia, algo así como que no me fuera tras él a matarnos de nuevo. Sin embargo, Yuu no me soltó, solo varios minutos después de que Jun se fuera.



    ...





    La puerta cedió a la primera cuando inserté la llave. Me hice a un lado haciendo ademan con la mano, el dibujante miró tímido el interior antes de musitar un "con permiso" y dejar los zapatos en el genkan. Aún estaba alterado, Yuu lo sabía y evitaba cruzar palabra conmigo.

    Cerré la puerta masajeándome las sienes, ahogando un quejido por la paliza recibida.

    —Te traeré una toalla enseguida. —murmuré sacando a prisa la portátil, el celular y los fajos de hojas que por poco y se arruinaban. Dejé todo sobre la mesita de la sala y me apresuré por las toallas.

    No me había dado cuenta de que tenía la cabeza gacha todo este tiempo hasta que le coloqué el lienzo sobre la cabeza y al ver que tardó unos pocos segundos en reaccionar, la froté contra su cabeza en un torpe intento de secarle el cabello con una sola mano.

    —¡Yo puedo solo...! G-gracias —dijo arrebatándome la toalla. Se me quedó mirando unos segundos antes de apartar la mirada.

    —¿Qué tanto escuchaste?

    Volvió a levantar la vista con semblante apenado. —Casi todo, solo actué como si no lo hice.

    Hice una mueca con los labios, como desearía que no hubiera presenciado esa escena.

    —Por cierto, —comencé, invitándole a pasar. —¿cómo me encontraste?

    —No lo hice. Estaba dirigiéndome a comprar materiales de dibujo cuando me refugié por la lluvia y... b-bueno, escuché tu voz y te vi. ¿Q-que estabas tú haciendo que terminaron en todo ese caos?

    —Buscándote. —sus mejillas se tiñeron de un suave rosado. —Escuché en la editorial que no fuiste a trabajar donde Yoshino-sensei así que me desvié esperando encontrarte. Aunque la verdad no me esperaba ver a Jun esta noche... Ni muchas otras. —pensé en voz alta.

    —¡Ah! Es cierto, debo irme. Los demás deben de estar trabajando duro sin mí. —no evité dejar de fruncir el ceño, notó que me molestaba.

    —Es casi media noche, estas todo mojado, no llegarás a tiempo para tomar un tren y no permitiré que tomes un taxi.

    —¡Debo irme, es trabajo!

    El aire fresco que entraba por el balcón hizo tiritar su cuerpo.

    —¿Por qué te pusiste nervioso cuando mencioné a Jun? ¿Ves? No paras de sobresaltarte.

    —No me sobresalto. Agradezco tus atenciones, pero ya debería irme.

    —No. —lo tomé de la muñeca, dirigiéndome al baño. Le di varios empujoncitos para hacerlo entrar. —Ahí están las toallas limpias. Iré a buscar algo de ropa para ti.

    —¡Oye...! ¿Es realmente necesario? —bloqueé la puerta con mi cuerpo alzando una ceja con aire de superioridad cuando intentó escapar.

    Como otras tantas veces durante nuestras discusiones, mis razonamientos vencieron la resistencia de Yuu. Sin embargo, asumió otra refutación a modo de defensa hacia su posición como última alternativa:

    —¿Acaso pretendes que pase la noche aquí? —preguntó, con deje de nerviosismo.

    Esperaba una negativa de parte mía para no tener una razón por la cual quedarse. —Sí. Es posible —sonreí sin pensar la respuesta dos veces.

    —Tengo cosas que hace... —fue interrumpido por un estornudo repentino.

    —Ah, ¿ves? Ya te vas a resfriar. —sin darle tiempo a quejarse le di varios empujoncitos tomándolo por los hombros para que retrocediera, permaneció un rato inmóvil en silencio como analizando sus opciones, con la vista pegada al suelo; resignadamente aceptó y cerré la puerta. Dejé mi mano asida en el manubrio para asegurarme de que no intentara escapar y después de varios segundos, alcé la voz: —La izquierda es la del agua caliente... —lo escuché soltar un pesado suspiro y me fui de ahí para darle espacio.

    Arrastrando los pies, sin reparar mucho en el desastre de agua que dejaba tras de mí, fui al balcón sin cerrar la puerta de vidrio tras de mí.
    Cerré los ojos unos segundos aspirando el inconfundible olor a lluvia y a ciudad, escuchando como aminoraba de poco a poco aquel aguacero. Hacia frio, pero gracias al tejado que tenía sobre mi cabeza no era posible mojarme, aun así, enfoqué la vista admirando las luces de la vecindad.

    Me quedé solo, entregado a mis pensamientos, no muy seguro de interpretar lo que me sucedía pero oscuramente consciente de que "algo" muy importante me pasaba. ¿Era algo que podía dejar pasar? ¿Ignorar esto que sentía y continuar como si nada?

    'Maldita ironía.'

    Me pasé los dedos entre mi cabello mojado hacia atrás, reí un poco sintiendo mis mejillas calentarse.

    Era un estúpido, un idiota... Por simplemente, no haberme dado cuenta antes. Yuu era importante para mí, ya no tenía ningún sentido seguir negándolo. La idea de perderlo por alguien más me torturaba. Hasta Jun lo había dicho; algo en mi había cambiado. Pero, incluso en cuestiones del amor, estar con las chicas la primera vez no es totalmente disfrutable... entonces, ¿cómo sería con un hombre? ¿Más placentero? ¿Doloroso? ¿Cómo se sentiría?

    Negué varias veces con la cabeza para alejar esos pensamientos, me estaba yendo un poco lejos.

    Yo era un caso diferente... Desde un principio heterosexual. Desconocedor de la anatomía de otro ser masculino. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué podía hacer con esto que sentía en el pecho?

    El sabor amargo de la inseguridad hizo acto de presencia en un instante.

    Me quemaba. Me quemaba vivo y ya no quería, no, más bien, no podía resistirme. Tomé una decisión, me importaba poco si me iba al infierno por esto, ya no quería ignorar lo que me estaba ocurriendo. Una sensación de vértigo me revolvió el estómago y alteró los latidos de mi corazón.

    Alcé la vista cuando escuché el manubrio del baño abrirse sin darme cuenta hasta ese punto, de que estaba temblando a causa de la baja temperatura. ¿Cuánto tiempo había estado divagando en mis pensamientos?

    Finalmente, lo reconocí por mí mismo: estaba enamorado de él.



    ...





    ¿Por dónde carajos empezar? ¿Debía primero darle las gracias por poder darme un techo donde pasar la noche, o simplemente inventar cualquier estúpido pretexto para irme? La primera opción ni siquiera estaba lo mínimamente cerca de lo que yo planeaba hacer -tengo mis razones,- y la segunda era bastante tentadora, pero habían dos pequeños inconvenientes; prácticamente me había amenazado muy a su manera para que me quedase y... bueno, a parte del molesto silencio entre nosotros, era, la verdad, agradable estar ahí por más extraño que sonase viniendo de alguien como yo.

    Me dio un cambio de ropa; se trataba de una vieja camiseta azul claro con el rostro de un pequeño panda con bigote a un lado y unos pantalones negros de algodón, aparte del par de calcetines que me había proporcionado para asegurarse de que yo no cayera enfermo. Cabe decir que el cambio de ropa me quedaba grande al ser Nakami más alto y un poco más esbelto que yo.

    Lo oí soltar un corto suspiro y regresé al pie del sillón donde mi esperaba aseado, con un cambio de pijamas limpias y una mirada de curiosa malcriadeza. Era un imbécil, eso había que aclararlo desde un principio, pero no podía negar que el hecho que era una persona atenta. Hizo una extraña mueca cuando coloqué el pequeño botiquín de primeros auxilios frente a él. Me dio bastante trabajo encontrarlo, el mocoso se negaba a decirme donde estaba solo para evitar curarle las heridas que ya comenzaban a convertirse en moretones bastante visibles. Su pijama era un pantalón verde apagado y un suéter crema de tela fina.

    Recogió las piernas extendidas para hacerme espacio para poder comenzar. Me senté comenzando por su herida en la comisura de su labio; era una cortada pequeña, pero se podía infectar fácilmente. Gruñí al ver que no me daba la cara. Tomé su mentón para obligarlo a mirarme en un arrebato de brusquedad, la pequeña toalla en su cabello mojado dio un brinco, lo escuché quejarse.

    —Perdón.

    Él no dijo nada.

    Tomé la solución antiséptica, y confirmando la fecha de vencimiento, mojé un algodón colocándolo sobre la herida.

    —Arde.

    —Sopórtalo un momento.

    Se removió. Esperé que hiciera un comentario irritante o algo para molestarme. Nunca lo hizo y asumí que no estaba de ánimos luego de la pelea entre... su amigo o lo que sea que sea y él. Dejé el algodón sobre un plato que traje para desechar las cosas y continúe examinando las heridas restantes. Escarbé en el botiquín, tomando una pomada, revisé que era para los golpes.

    —Gracias por permitirme quedarme y... perdona si ocasiono molestias. — me recriminé interiormente por haber dicho aquello, me puse todo un manojo de nervios cuando levantó la vista a mitad de mi corto dialogo; me perdí un momento en su mirada cuando se dignó a mirarme directamente a los ojos, Las irises esmeralda tenían un brillo peculiar cuando se encontraron con la mías, no era aquel brillo de siempre: el juguetón y seductor, no. Este era algo totalmente diferente, podía percibirlo cuando sus ojos pasaban de una mirada de asombro a una de que expresaban aburrimiento. Apreté la mandíbula concentrándome en mi tarea, cerré la pomada, buscando torpemente la gasa adhesiva.

    Y yo que en la mañana había dicho que no lo soportaba. Que mentiroso.

    Me estaba mirando. Podía sentir sus ojos clavándome el rostro analizando cada movimiento que hacía. Intenté evitar el contacto visual lo más que podía, era como ser asechado por un animal que está apunto de devorarte. Sin mucho preámbulo, quité el adhesivo cubriendo los moretones de su cara; en total eran dos moretones y un corte en la comisura izquierda de sus labios. Me recriminé mentalmente por quedármele viendo los labios un segundo, espero que no lo haya notado. Guardando los utensilios y poniéndome de pie para devolver el botiquín, lo descubrí tosiendo.

    —No debiste tomarte la molestia. Gracias. —dijo con la cabeza gacha al volver y recogí las piernas sobre el sillón, el me daba la espalda y eso lograba tranquilizarme un poco. Quise preguntarle muchas cosas. Cosas distintas, obtener respuestas. Saber más de él. Por curiosidad, claro. No éramos tan cercanos para tener una confianza establecida, ¿pero de verdad estaría mal saber un poco más? Pero tenía que hallar la manera de iniciar una conversación normal y persuadirlo para que respondiera a todas mis preguntas.

    Si iba a pasar la noche en su apartamento en contra de mi voluntad, era mejor aprovechar la oportunidad.

    Se me ocurrió una manera de entablarla, algo que jamás me había atrevido a hacer. Justo como hizo él en el momento en que llegamos, coloqué mis manos en su cabeza y froté con timidez la tela contra su cabello castaño rojizo. Ante la sorpresa que se llevó, solo atinó a mirarme de reojo por el hombro cuando vio que estaba más que avergonzado de hacer ese tipo de estupideces, volvió la vista hacia el frente soltando una risita.

    —¿Qué haces?

    —¿Por qué se pelearon? Parecían muy unidos.

    La sonrisa de su rostro se borró. Metí la pata. Bien hecho Yuu.

    —Estaba celoso. Y yo no estaba de acuerdo. —había que darle un aplauso, fue directo al grano y me asombré de que fuera tan sincero.

    —¿Celoso?, ¿de qué podía estar celoso una persona que al parecer lo tiene todo? Tch.

    Hizo una extraña mueca con los labios; una sonrisa de hastío y se perdió en algún punto entre la cocina y el pasillo de la residencia.

    —Tanto tú como yo vimos por primera vez al verdadero Jun. Déjame contarte una historia, es posible que no la conozcas. ‘Hace mucho tiempo, un pequeño gato perdió a su familia. Solo tenía a su hermanita. Un perro muy amable, los acogió y los trató como si fueran sus propios hijos. El perro era dueño de un Dojo. Pero al pequeño gato lo maltrataban los alumnos y le decían cosas horribles. Varias cosas sucedieron y no volvieron a molestarlo. Fue ahí cuando conoció a la serpiente, con el tiempo, la serpiente y el gato se volvieron inseparables. Pero después de varios años de amistad, la serpiente desapareció. Y el gato se quedó solo otra vez. —hizo una corta pausa, en lo que yo estaba ensimismado en aquella historia infantil. —Un día, después de muchísimo tiempo, la serpiente regresó de la nada y le hizo cosas al gato que le resultaron desagradables, exigiéndole al gato escoger.' ¿De quién crees que es la culpa?

    Pero yo ya conocía esa historia: la situación tenía sus similitudes con lo que estaba pasando entre Chiaki y yo.

    Su relato no daba muchas pistas de cómo se conocieron ni que sucedió, aunque no me animaba indagar en ese tema. No quería saber nada que tuviera que ver con Hirose Jun. Mi perspectiva de aquel hombre fue de mal en peor.

    —De la serpiente. ¿Por qué un gato? ¿Y que hay con los demás personajes?

    —Es solo una figura retórica... Más bien, una ironía. Con los otros personajes he improvisado.

    —¿Una ironía? —indagué. Una corazonada me indicó que tenía que ver mucho con lo que yo intentaba descubrir.

    Levantó la vista. —Shiro.

    Mientras decía estas palabras, tenía la vaga sensación de haberlas escuchado en otra ocasión.

    —Blanco.

    —Cuando era niño, me metía en problemas. Los que me molestaban me apodaron de ese modo y me comparaban con un gato. Entonces me preguntaba... ¿Por qué me llaman de esa manera? ¿Por qué me dicen Shiro? Ahora caigo en cuenta de que todo fue mi culpa. Yo mismo me lo busqué. Mierda. —lo vi sonreír sin resentimientos con cierta nostalgia.

    La voz del empresario llegó a mi cabeza: "él seguirá sonriendo sin importar lo herido que este."

    Y así era, su sonrisa hacia las personas que no eran cercanas, era, a primera vista, una amistosa actitud, pero en realidad era una máscara: Souji guardaba un fuerte sentimiento de indiferencia hacia los que lo rodeaban. Difícilmente se notaba, pero estaba ahí, lo podía ver en esos hipnotizantes ojos esmeralda, casi felinos. Todo este tiempo llevaba una máscara. Una máscara que en ese segundo tan lejano y a la vez tan infinito caía a pedazos frente a mí.

    Detuve el movimiento de mis manos.

    Me preguntaba si era la primera vez que contaba este tipo de cosas tan abiertamente a alguien. Sentí pena y culpa a la vez. Yo mismo trazo mis planes, construyo mis metas y escribo mi vida. Pero todo se me derrumba frente a mis ojos, se desmorona. El único que estaba ahí para tenderme una mano era él, se preocupaba en serio y justo en ese momento fue que lo noté. Y lo peor de todo es...

    Que no me desagrada.

    Apreté los ojos, retomando la conversación y mi labor como una persona normal que intenta reflejar sus nervios en una toalla.

    —Espera un segundo, ¿celoso de quién?

    Me miró, parpadeando un par de veces como si esperaba que yo ya supiese la respuesta.

    —De ti, por supuesto.

    —¿Qué? ¡¿Como que "por supuesto"?! —exclamé confuso. Estiré el cuello para ver la expresión en su rostro. Por sobre su hombro vi su semblante cambiar en un segundo. Se cubrió la boca con una mano para no reírse.

    —Creí que ya te habías dado cuenta.

    Enarqué una ceja, con fervientes deseos de ahorcarlo. El chico apenas se giró para verme. Detuve lo que estaba haciendo después de retomar la toalla inconscientemente, sintiéndome como un estúpido, hacía rato que no caía ni una solo gota de su cabellera. Pero la verdad es que estaba orgulloso de mi mismo por no acabar con el pie equivocado y por fin tener una conversación normal.

    ¿Por eso Hirose Jun se había empeñado en hacerme cambiar de parecer queriéndome renunciar de mangaka mas reciente? ¿Por celos? La verdad es que cualquiera que oyera eso le sonaría un poco ridículo.

    La sala se sumió en un total silencio que reinó por varios segundos.

    Apoyó la cabeza en el mueble mirando hacia arriba, su cabello rozaba mis rodillas. —¿Y qué me dices de ti? ¿Algo ha pasado ente Yoshino-san y tú?

    ¿Acaso esperaba que fuera tan abierto como él? Bueno… se lo merecía, más bien, se lo debía. Pero no me era cómodo, ni fácil hablar de mi vida personal con alguien, nunca lo fue. “Ojo por ojo, diente por diente” dicen por ahí… Lo pensé varios instantes. A lo que yo creí que se había aburrido de esperar, me encontré con su rostro expectante observándome con sus parches y la mancha rojiza de la medicina desde la misma posición.

    Como otras de la cientos de veces, alguien habló en mi lugar cuando ni siquiera tenía deseos de expresarme delante del chico. Y no pude detener mi lengua.

    —No mucho. Tengo una situación desesperanzada con alguien el cual no tengo una oportunidad.

    Suspiré sin analizar bien lo que había escapado de mis labios. Me distraje por un momento con la luz de la luna que se colaba por entre las cortinas descorridas del balcón.






    —Yuu-san… yo nunca te haría daño —murmuré pensando en voz alta, lo sentí distante.

    —¿Eh? ¿Perdona, dijiste algo?

    —No es nada. —contesté levantándome del tatami y estirando los brazos a la vez sin darle la espalda.

    Lo vi hacer un puchero, frunciendo la frente en signo de desaprobación.

    —Si vas a decir algo dilo, sino, mejor quédate callado. —quería reír; su rostro y esas pijamas le quitaban bastantes años de encima. Parecía un niño que perdió el argumento contra su padre.

    El chocolate caliente se había enfriado hace bastante tiempo por culpa la búsqueda del estúpido botiquín.

    —Te ves tan lindo.

    —C-cállate. Soy un hombre y los hombres no son lindos.

    Puse los ojos en blanco para no reírme. Lo vi durante un largo rato, pensando que había sido lo que me había atraído de él. Estaba tan perdido en mi propio mundo que lo vi retomar la conversación, sus labios se movían pero yo ya no escuchaba nada; mi cuerpo no respondía a lo que mi cabeza gritaba, actué por puro instinto.

    Apoyé una rodilla en el otro extremo del sillón, me acerque más de lo que una persona consideraría cómodo y tomándolo por un hombro lo tumbé sin brusquedad pero con la suficiente fuerza para que no pusiera resistencia, de manera que yo quedé encima de Yuu-san. Mi mano aun la tenía aferrada en su hombro para asegurarme que no intentara escapar y la otra estaba aprisionando su muñeca restante por delante de nuestras cabezas. Me miró perplejo y tardó milésimas de segundo para reaccionar. Ya no pensaba con claridad, solo quería una cosa y no iba a hacer lo que hizo mi mejor amigo conmigo; me sentiría como un desgraciado si Yuu-san pasara por ese tipo de experiencias conmigo o cualquiera en contra de su voluntad.

    —¡O-oi! ¿Q-que estás haciendo? —su rostro estaba totalmente rojo y solo me provocó hacerle una jugarreta.

    —¿Alguna vez lo has hecho con un hombre? —susurré estando a pocos centímetro de su cara. Yanase apretó la mandíbula frunciendo el ceño. Me acordé de lo que nos había metido en tanto en embrollo, eso de que se había acostado conmigo cuando estaba ebrio, así que dije: —
    Estando consciente, claro.

    —¡¿Q-que estás diciendo?! ¡Déjame ir! —su tono de enfado me dijo que ya era suficiente, más si continuaba solo acabaríamos discutiendo.

    Me alejé un poco y solté su muñeca, mi mano aún estaba firme sobre su hombro, era ahora o nunca. Tenía un amargo rictus entre la confusión y la cólera, pero se esfumó al instante al ver que no me movía, escuché por unos segundos su respiración y abrí la boca para hablar:

    —Yuu-san, hay algo que tengo que decirte y quiero que por favor me escuches… La verdad es que…

    Un estrepitoso sonido me frenó y maldije el día en que inventaron los malditos celulares. Recuerdo haber perforado con la mirada el celular de Yuu deseando hacerlo explotar por su insolencia hacia el único momento que pedía paz. Yanase se revolvió debajo de mí, estiró un brazo y dándole a un botón se pegó el aparato al oído, contestó.

    —¿Qué quieres Hat…? ¿Cómo dices? ¡Lo sé, lo sé! Estaba buscando los materia… ¡Cierra la boca, ya entendí! —del otro lado solo se escuchaban zumbidos de una voz grave que a lo mejor estaría gritando. Las muecas de los labios del dibujante pasaron de desagrado hasta el coraje, volvió a decir unos comentarios poco amables antes de decir “voy para allá” y colgar. Me senté a su lado totalmente cabreado, no quería reflejar mi malhumor en él, pero ese “voy para allá” me había tumbado todos los ánimos.

    —Lo siento, pero se ha presentado una emergencia con el manuscrito y debo irme. Gracias por tus atenciones. —balbuceó con prisa, recogiendo sus cosas.

    Se había dado cuenta de que estaba enterado que se dirigía a donde Yoshino-san, lo supe porque no me miraba directamente a los ojos. Yo no dije nada, no intenté detenerlo aunque quisiera: nuestros lazos no nos ataban tanto como para tener el derecho de hacerlo. El sonido de la puerta abrirse y cerrarse llegó a mis oídos. Me quedé solo, con el zumbido del silencio reinando en la sala. Había tomado dos decisiones esa noche:

    La primera, haría lo que fuese necesario para tener a Yuu-san a mi lado. Y la segunda, me vengaría de Hatori y era una venganza que saborearía de por vida.




    XxxX

    Bitches i’m here, ¿me extrañaron? Espero que sí, porque yo si extrañaba publicar. Debo confesar que este fue uno de los capítulos que más trabajo me dio por todos los pensamientos, los sentimientos y todo ese tipo de cosas fluffly (actualizo hoy bajo amenaza de alguien)… Bueno no se me pueden quejar, no quedo exageradamente largo, pero cumple y Souji ya se dió cuenta de sus sentimientos >///< Yuu está interesado en el editor pero no le ha pasado por la cabeza que sea un interés romántico U.U, pobre Tori, Sou lo va a acribillar… Y, y, cuéntenme, ¿Qué les pareció la aparición de Miyagi y Hiroki en este capítulo como defensores de la paz pública XD? Ya conocieron al verdadero Jun y sus planes malévolos de cortar relaciones JA JA JAAA (supuesta risa malvada) ¿Y la escena del ajedrez, eh? ¡Mentes pervertidas, im so ashamed of you! ¿Verdad que los engañé? ¿Eh, eh,eh ehhh?
    Chicas/os (creo que hay por ahí e3e7) espero sus comentarios y nos vemos cuando la inspiración me ataque, no me tardare, espero. Gracias por apoyarme y el que me comente tiene un premio sorpresa (BOB) fuck, que sucia XDD, bye-bye!! ;*

     
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  11. noquichinda
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    creo que lo de las ropas de shiro era porque él es mas alto y robusto que yuu. si fuese mas esbelto seria mas delgado. y no le hubiesen quedado flojas.. XD.. un errorsillo na mas.. espero pronto tu ficsi
     
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  12. RoseThane
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    QUOTE (noquichinda @ 22/3/2014, 04:54) 
    creo que lo de las ropas de shiro era porque él es mas alto y robusto que yuu. si fuese mas esbelto seria mas delgado. y no le hubiesen quedado flojas.. XD.. un errorsillo na mas.. espero pronto tu ficsi

    De Shiro lol, cuanta influencia el apodo ese XD bueno lo de esbelto lo puse asi pq el personaje se describe como algo mas corpulento que Yuu, pero esbelto no quiere decir que sea mas delgado; esbelto es que tiene una figura alta y sea bien proporcinado, algo asi com el cuerpo de Yukina su fuera robusto tendria el cuerpo de Hatori, so no es error so dont worry. ADEMAS COMENTA ALGO SEXY NO COSAS QUE ENCUENTRES, me deprimes chica QwQ
     
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  13. noquichinda
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    :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=camra: :=camra: :=camra: :=camra: :=dgdgdf: :=dgdgdf: buu si no te gusta mi opinión pa que .. hablo. cosas sexys las que debes escribir. por ejemplo que yuu ya sea violado por Souji y que le parta el biscocho y le chupe la crema después de soplar la vela de cumpleaños.. muajajajja
    :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=PAMDAXX: :=MAULS: :=MAULS: :=MAULS: :=MAULS: :=MAULS: :=MAULS: :=MAULS: :=singins: :=singins: :=singins: :=singins: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple: :=cumple:
     
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  14. Rosalya Elizabethe
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    Aquiii !•-•! Nueva lectora lamento mucho haber leido hasta ahora Tu fic pero me encanta simplemente me encanta todo que hayas elejido a yuu por que es muy usual TakanoXonodera y bueno no es que no me guste pero me encanta yuu y no me gusta que se quede sholito, me fascino que hayas creado Tu propio personaje que por cierto me encanta tanto su fisico como su personalidad y la historia ni se diga junto con la trama son simplemente increíbles, también me encanta cuando especificas y escribes el significado de algunos datos para entender mejor el fic como los platillo japoneses simplemete me encanta todo espero que sigas escribiendo así de bien. Espero contyyyy (y posible Lemon jeje). /•-•/



    Edited by Rosalya Elizabethe - 29/3/2014, 22:09
     
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    :=NEWWWA: :=NEWWWA: :=NEWWWA: :=NEWWWA: :=NEWWWA:
    llego aqui para comentar este hermoso fic :D
    me ha gustado bastante y ademas me gusta
    bastante la actitud de cada personaje, ademas escribes muy
    bien, asi q estare esperando la conty pronto
    :=duouou: :=KITTIYN: :=duouou: :=KITTIYN: :=duouou: :=KITTIYN:
    :=KITTIYN: :=duouou: :=KITTIYN: :=duouou: :=KITTIYN: :=duouou:
     
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