El demonio que devoró sus propias alas

B.A.P * BangLo * Angustia, AU, Drama, Horror, Romántico

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  1. Neko_Chiaki
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    Gracias por comentar. Precisamente acabo de hacer un cap extra ya que aparte lo subi a otra pagina y varios lo pedian.
    Aqui se los dejo ^^

    El abrazo de la rosa y la nieve

    Choi JunHong está sentado impasible frente de un rosal lleno de espinas. Las ramas hacen jirones las mangas de su suéter y el alza los bazos para desatorarse. Solo consigue deshilachar más el estambre. Suspira y deja sobre el pasto la taza de café humeante, tan caliente contrastando el frio invernal que se cierne sobre él. Cierra los ojos, su aliento se puede ver, tibio, saliendo de su cuerpo al aire helado. Extiende sus manos y toquetea la nada con sus dedos, jugando con un piano invisible.



    No deja que las espinas rasguen su piel, y sin embargo, por dentro desea que se entierren profundamente en su carne, para probar tan solo un poco de su dolor, un dolor que le fue ajeno a pesar de que lo merecía.



    Él ya no es seminarista, y sin embargo sigue ayudando en el orfanato. Ya nadie lo mira con buenos ojos, solo los niños huérfanos con los que juega. Al salir a la calle, la gente voltea en otra dirección, evadiendo el contacto visual con el chico que le entrego su cuerpo al diablo. Porque más que el cuerpo fueron su alma y corazón las ofrendas que dio. Quién lo diría, que aquel niño que amaba fervorosamente a Dios terminaría cayendo en las garras del deseo del mismo demonio. Y que no se arrepentiría de ello.



    De sus oscuros orbes caen lágrimas que desaparecen al pie del rosal, urgidas de una tumba donde llorar. Y que Dios lo perdone, pero sigue amando a YongGuk. Para él la vida ya no tiene sentido si él no está. Y le duele recordar todas esas veces en que lo rechazo y lo maltrato, cegado por las palabras de la iglesia. No todos los demonios son malos. Algunos tienen corazón, y pueden amar. Llora bajo el resguardo de este rosal porque aquí fue donde se besaron por primera vez. Más bien, cuando YongGuk lo obligo a que lo besase por primera vez.



    Acaricia el pasto, y aprieta el capullo de una rosa dentro de su mano, hasta que este se deshoja y una lluvia roja cae sobre su rostro al abrir la palma. Debe de aguantar la soledad, aún tiene cosas que hacer. Si Dios escribió que no habría de morir en la hoguera aquel día, es porque todavía le queda una razón para vivir. Solo, sin amor, pero todavía tiene un largo sendero por delante.



    Roza los pétalos marchitos con sus labios, recordándole el tacto muerto pero deseable de los labios de aquel demonio. YongGuk era como un rosal en invierno. Frio, sin vida, pero que en unos meses florecería de vuelta y mostraría su verdadero esplendor. Solo pudo encontrar su primavera en medio de las lenguas del fuego, dando su vida por la de Zelo.



    Le duelen las heridas que el mismo se causa al abrazar el rosal. Las ramas hieren su rostro y hacen pequeños cortes en su mejilla. La sangre forma un camino desde su pómulo hasta el pasto, como si fuera una lagrima más. Alza sus rostros al sentir el tacto el aire aún más heleado. Esta nevando, Dios llora con fría tristeza. La nieve va cubriendo con su blancura la sangre y los pétalos rojos sobre el suelo.



    El blanco significa pureza, el rojo significa pecado. Los niños demuestran pureza, los adultos pecados. Él está justo en medio. Entre sangre y nieve, entre niño y hombre. Él es un demonio en medio del limbo. Y ante los demás no es nada, no merecer ser nada.



    El frio se cuela entre las fisuras de su suéter. Sus pantalones, manchados de sabia vieja de las plantas antes de marchitar, se pegan a sus piernas al absorber la nieve. Después de todo, es agua congelada de hermosa manera.



    YongGuk murió por el para que pudiera regresar a ser la nieve bella y pura que vuela sobre su cabeza en estos instantes. Se vuelve una caricia helada sobre su piel tibia. Como las caricias de aquel demonio disfrazado de hombre que lo amo. Suelta el rosal, ya no es necesario seguir abrazándolo ahora que ha sido correspondido. Los brazos de YongGuk son la nieve. Toda su esencia está ahí. Se tira al suelo y comienza a reír. Y a llorar. No se siente solo, la nieve lo acompaña. Rueda de un lado a otro, empapándose del amor de su demonio.



    La felicidad se hizo para compartirla. Eufórico, toma la mano de YongGuk, que se ha vuelto un alma más y ha dejado de ser un demonio. Corren juntos hasta las puestas del orfanato y Zelo les grita la llegada de la primera nevada del invierno. Los niños se meten en abrigos pesados y viejas botas para salir a jugar. Se le enciman al enorme chico de sonrisa pura y lo tiran a la nieve gritando y riendo.



    −JunHong-oppa, ¿has dejado de llorar? –pregunta una niña bajita, de trenzas y enormes ojos, un angelito disfrazado de desdicha.



    −Sí, y nunca más lo volveré a hacer. Ya nada puede volver a desmoronarme.



    Porque YongGuk no murió para verlo caer.

     
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3 replies since 12/8/2013, 23:39   124 views
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