Aquellos días en los que te conocí (UsagixMisaki)

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  1. Jess-chan
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    Yaoizando al mundo

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    Buenas noches mis queridos lectores, esperen creo que ya son buenos días ^^U me he ausentado por un breve lapso de tiempo (que se alargo más de lo que esperaba) pero bueno aquí traigo el cuarto capitulo, espero que lo disfruten, quiero agradecerles por cada uno de sus comentarios y más aun por leer esta historia... seguiré dando lo mejor...

    PD: mi querida Alexx, como te lo prometí (aunque fui restringida de manera sádica y cruel -_- por ti) :) conseguí terminar este capitulo, trate de cumplir tus peticiones (después de todo esta historia esta dedicada a ti)

    Sin más que decir :D enserio espero que disfruten este capitulo...


    Capítulo 4
    Mariposas Violáceas





    “Nunca pensé que me enamoraría de una persona como él… tan frágil que podría derrumbarse en cualquier momento.”

    Abrí los ojos con cansancio, el cuerpo me dolía—suspire—ladee el rostro para observar al hermoso hombre que yacía profundamente dormido a mi lado.

    Sonreí.

    Acaricie suavemente su mejilla, sintiendo la embriagadora calidez que emanaba su cuerpo, apreté los labios, las ganas de llorar se apoderaron de mí.

    Se había vuelto una costumbre, el necesitarlo, el verlo sonreír, el amarlo… dolía, dolía tanto que no podía pensar con claridad, mientras una parte de mi gritaba por decírselo, mi corazón rogaba porque lo callara.

    “Si se lo dijera… ¿Cómo reaccionaría?”

    Suspire.

    El decírselo sería la peor decisión, aún si la idea solo quedaba en mis pensamientos podía ver aquellos hermosos ojos violáceos corromperse por la tristeza y la desolación.

    Sabía que no había esperanza, lo tenía completamente claro pero mis ganas de vivir aún seguían ardiendo con ferocidad, me había sentido tentado muchas veces de pedirle a Misaki, aquel hermoso ángel—que hace poco había conocido—que me salvara.

    Pero… incluso él me había dicho lo inevitable de mi muerte, me preguntaba en medio de lágrimas y desesperación si Dios me odiaba lo suficiente como para querer arrebatarme la poca felicidad que había logrado obtener.

    ¿Acaso yo no podía quedarme por siempre junto a Akihiko?

    ***



    Hoy planeaba pasarme por la casa de Misaki para ver si mi lindo hermanastro Shinobu no le estaba causando muchos problemas, estaba preparando mi desayuno y el de mi hermoso bello durmiente, por alguna extraña razón a pesar de ser un hombre bastante independiente cuando estaba conmigo se volvía un completo malcriado y torpe.

    Estaba terminando de servir el café cuando unos cálidos brazos rodearon mi cintura, sin poder evitarlo una sonrisa se dibujó en mis labios, podía sentir el aliento me mi pareja acariciando suavemente mi cuello.

    — Buenos Días mi bello Ángel—susurró, su varonil voz recorrió mi cuerpo con una leve onda que me hizo estremecer de placer y ternura, sus labios se posaron en mi cuello mientras sus traviesas manos se paseaban por mi vientre.

    Apreté mis labios con fuerza tratando de mantener mi voz acallada antes de que mi garganta se escapara algún vergonzoso sonido, recostándome contra su pecho pude sentir los calmados latidos de su corazón que poco a poco se sincronizaban con los míos.

    —A…Akihiko—dije en un suspiro mientras mi hermoso amante se reía suavemente en mi oído.

    —Eres un chico muy travieso… Takahiro—mi nombre retumbo con dulzura, mis piernas flaquearon y para evitar caerme me sujete a sus brazos que me sostenían con firmeza.

    Lo deseaba y amaba por completo, mi cuerpo, mi alma, todo mi ser adoraban a este hermoso y perfecto adonis que se había cruzado en el camino de mi solitaria vida.

    —Detente—susurré, podía sentir mis mejillas y orejas arder por el feroz sonrojo que se apoderaba de mi— ¿Acaso se te olvido que en menos de 20 minutos tienes una reunión? —le pregunte tratando de escapar de esta vergonzosa situación. Akihiko suspiro con cansancio para luego darme un beso en la mejilla y sonriendo de nuevo se sentó a desayunar.

    ***



    La noticias sobre mi enfermedad de nuevo eran devastadoras, el medico frente a mi tenía una expresión de seriedad y preocupación, dolía, no es como si quisiera aceptar esta terrible realidad, mi corazón punzaba, quería aliviar mi ardiente dolor en los labios de mi amado, quería que le hiciera recordar a mi cuerpo una y otra vez lo mucho que lo necesitaba.

    — ¿No hay alguna forma de detener el avance del tumor? —pregunté levemente esperanzado, aun cuando sabía que no había nada a lo que pudiera aferrarme.

    —Aun si lo intentáramos, es una situación muy riesgosa, el porcentaje de éxito es muy bajo no puedo operar bajo esas condiciones, además al parecer el tumor ha empezado a extenderse más rápido de lo que supusimos, comenzara a experimentar con más frecuencia dolores de cabeza e incluso puede que su percepción empiece a estropearse mucho más. Aumentaremos las sesiones de “terapias” y el medicamento tal vez así podamos controlarlo un poco más—me explico conservando su tono de serenidad, lo sabía…

    Todo había empezado hace unos meses atrás, había comenzado con unas cuantas caídas, mareos y dolores de cabeza pero las justifique por mi falta de atención y mi descuido al controlar mí alimentación e incluso por el estrés del trabajo, no es como si realmente hubiera algo de qué preocuparse… ¿Verdad?

    Pero tristemente no era así, poco a poco yo había comenzado a volverme torpe e incluso había dejado de hacer mucho trabajo físico porque en cuestión de segundos me cansaba y mi presión empezaba a subir estrepitosamente o porque me llevaba a vomitar sin siquiera sentirme mal, el correr se había vuelto imposible y las caídas eran cada vez más frecuentes una tras otra, y de vez en cuando me demoraba un tiempo en ponerme en pie como si fuera un pequeño niño que apenas está aprendiendo a dar pasos, de vez en cuando mi visión se tornaba borrosa pero lo justifique a un cambio necesario de lentes… como desearía que hubiera sido simplemente eso.

    Fue en ese entonces que mi pequeño hermano Shinobu me había obligado ir al médico con la excusa de que me veía muy pálido, en el fondo sabía muy bien que yo lo había estado evitando… no quería escucharlo… ¡Tenía miedo!

    ¿Qué pasaría si me volvía una carga para Akihiko? ¿Si moría? ¿Si él se fuera de mi lado por esa razón? Mis pensamientos se había vuelto un caos, el médico me había dicho que mi enfermedad no era para nada grabe… tal vez solo era producto del estrés que si yo tomaba las cosas con calma todo volvería a la normalidad… eso era lo que creíamos hasta hace unas semanas…

    Akihiko ese día se había tenido que ir a la mansión Usami, a hablar con sus padres, estaba preparando algo para comer, fue entonces cuando un insoportable dolor de cabeza acudió a mí y sin nadie alrededor que pudiera ayudarme me desmaye.

    Las cosas se habían complicado, un nuevo médico me fue asignado, después de varios exámenes el veredicto final llego… tengo algo llamado: “Gliobastoma Multiforme” o en términos más generales un tumor en el cerebro… una enfermedad de tipo IV, una de las peores, una enfermedad que avanzaba rápidamente y de forma fulminante, las probabilidades de sobrevivir no superan los 15 meses, las probabilidades de recuperación se encuentran por un porcentaje menor al uno por ciento, existían tratamientos e incluso droga que lograría con mucha suerte retrasar el avance del tumor y alargar mi vida por un poco más.

    “¿Qué debería hacer?”

    Me senté en una banca del parque mientras enterraba mi rostro entre mis manos con desesperación, me sentía cansado, abatido, poco a poco mis fuerzas se desvanecían sin dejar rastro.

    — ¿Entonces seguirás ocultándoselo? —las frías palabras que Misaki me había dicho hace unos días atrás retumbaron en mi mente una y otra vez.

    Pero… ¿Cómo podría decírselo? ¿Cuál era la mejor forma? —suspire—No había una mejor manera ni una manera indicada, fuera cual fuera la forma en que se lo dijera… su reacción, su tristeza, su desolación seria la misma.

    Solo tenía que armarme de valor, tenía que ser fuerte, no podía derrumbarme…

    Akihiko llegaría por la noche así que tenía que mantener mi mente ocupada antes de que colapsara, aunque solo había estado una sola vez en la casa de Misaki podía recordar perfectamente el camino, trate de sonreír mientras me paraba y me encaminaba en busca de compañía.

    ***



    No sabía cómo reaccionar ante lo que miraba, el pequeño apartamento estaba echo un lio completo la ropa estaba regada por todas partes al igual que los platos.

    —Mi…. Misaki—llame desde la entrada con la voz un poco trémula y sorprendida, no hubo respuesta… ¿Estaría bien que siguiera? Bueno no me haría daño hacerlo, quitándome los zapatos me ingrese a ese laberinto de mugre.

    Parecía que no había nadie en casa, iba a girarme sobre los talones para irme y salir de aquí pero una silueta tirada en el suelo me hizo estremecer, presuroso corrí a ayudar a mi amigo castaño.

    —Oye… Misaki—dije preocupado mientras lo movía un poco su piel estaba de un blanco enfermizo casi pasando a verde, su cuerpo estaba ardiendo en fiebre ¿Cómo era posible? Misaki era un ángel, los ángeles no enfermaban ¿O sí? ¿Qué habría pasado? —busque por todas partes y no encontré a Shinobu por ningún lado… ¿Acaso se había extraviado? —pensé con más desesperación, entre jadeos de cansancio y con la mirada un poco borrosa por el esfuerzo que hacia al cargarlo logre prácticamente arrastrarlo hasta el cuarto al final del pasillo.

    —Taka… hiro—susurró abriendo levemente esos hermosos ojos color verde, tan puros y cansados que me observaron fijamente— ¿Qué haces aquí? —preguntó con una expresión de somnolencia, suspire aliviado mientras le regalaba una sonrisa, lo acomode sobre la cama y lo arrope mientras paseaba mis manos por su suave cabello castaño.

    —No te preocupes, solo duerme—podía observar la inseguridad reluciendo en sus ojos, y el leve ceño fruncido que me regalaba, por un momento mi mente se vio invadida de nostalgia, este pequeño siempre trataba de apartarme, me sentía un poco culpable por forzarlo a ser mi amigo, cuando probablemente el solo quería tranquilidad y no inmiscuirse con nadie pero aun cuando yo sabía eso, no podría evitar querer mostrarle que nosotros los humanos de vez en cuando éramos buenos… lastimosamente, yo era un simple mortal, a diferencia de él yo no poseía poderes pero desde lo más hondo de mi corazón deseaba e imploraba porque una gentil sonrisa surcara los labios de Misaki.

    Dolía… este pequeño chico era un completo desconocido para mí, quería ayudarlo, desde la primera vez que mi mirada se posó en esas esmeraldas, un sentimiento de calidez y ternura se apodero de mi de una forma incontrolable y extraña, Misaki probablemente ya estaba acostumbrado a ver el paso del tiempo, estaba acostumbrado a la muerte… sin evitarlo siempre me veo sumergido en ese tipo de pensamientos, con horror imagino que pronto esa aura de soledad lo consumirá por completo.

    ***



    — ¿Dónde estabas? —pregunte con seriedad, mi lindo hermano desvió la mirada evitando verme a toda costa como si se sintiera avergonzado—Shinobu responde— aunque no quería regañarlo me había tenido con el corazón en la mano, encontrar a Misaki pálido y con fiebre tirado en el suelo y encontrar ese antes pulcro lugar convertido en un basurero completo.

    —Tsk… yo solo fui a dar un paseo—mintió con una sonrisa bastante forzada.

    — ¿Por qué dejaste a Misaki solo? —pregunte con más insistencia, mi corazón golpeaba fuertemente contra mis costillas, me sentía sofocado, antes que pudiera seguir reclamándole al pequeño rubio tuve que sostenerme de la mesa de la cocina—cerré los ojos con fuerza—tenía que tranquilizarme, mi corazón se había acelerado y la sangre parecía que se acumulaba en mi cabeza con rapidez, lleve una de mis manos a mi sien, tratando de que el terrible dolor pasara con rapidez no quería tener una recaída en frente de Shinobu.

    Todo parecía dar vueltas antes de que yo perdiera el conocimiento la pequeña silueta de Misaki se posó frente a mí, confundido y agitado trate de regañarlo pero por un instante no recordaba ni cómo moverme, respirar o incluso hablar…

    —Shinobu… debes salir cuanto antes—dijo el castaño con seriedad, mi cuerpo comenzó a temblar, mis rodillas no aguantarían por más tiempo mi peso, entre destellos de visión logre ver como mi hermano menor se daba la vuelta acatando la orden de Misaki, no podía procesar lo que pasaba… ¿Por qué Shinobu se iba? ¿Qué pasaba?

    Sentí el impacto del suelo en mis rodillas, aquel dolor taladrante se volvió incluso más intento, un grito desgarró mi garganta pero se vio acallado con el gentil abrazo que Misaki me dedico, mi cuerpo poco a poco se relajó, mi cabeza cayo hacia adelante provocando que mi frente reposara en aquel hombro que parecía temblar por él sobre esfuerzo que hacia al mantenerme medio erguido.

    —Lo siento… Takahiro… pero no podrás regresar aquí… en tu estado actual no es bueno que te acerques a Shinobu o a mí, nuestras energías probablemente influyan en ti más de lo esperado…—susurró Misaki, pero sus palabras se estaban volviendo distantes—cerré los ojos—todo se tornó negro y caí en la inconciencia.

    ***



    ¿Por qué todo lo que yo amaba, todo lo que yo quería mantener cerca debía desaparecer? Si tan solo fuera más fuerte, si pudiera arreglarlo por mí mismo sin involucrar a los demás… si tan solo yo… yo fuera… más decidido…

    La oscuridad me estaba rodeando, por un momento quise dejarme envolver por ella, dejar de luchar y ser arrastrado a ese apacible letargo del olvido pero la voz de Akihiko llamándome resonó con fuerza en mi interior haciendo que cada fibra de mi alma ardiera con amor y decisión… no aún no podía irme, no me dejaría vencer, aun habían muchas cosas que quería decirle a mi bello ángel, aun había muchos besos que quería regalarle, muchos “Te amo” que quería dedicarle.

    “Takahiro”

    Poco a poco extendí mi mano para alcanzar ese rayo de luz que acudía a mí en medio de esa fría oscuridad—abrí los ojos con lentitud, poco a poco mi visión se fue enfocando hasta que observe a mi hermoso hombre acariciando mis cabellos con ternura.

    —Te resfriaras si duermes en un lugar así—dijo con una sonrisa ladeada, confundido observe donde me encontraba, me di cuenta que estaba recostado en el sillón de la sala de nuestro apartamento, parpadee varias veces—un suspiro de alivio se escapó de mis labios.

    —Tienes razón—sonreí mientras alzaba mi mano para acariciar con suavidad la mejilla de Akihiko, deslice mis dedos hasta posarlos en su nuca y atraerlo a mí, uní nuestros labios en un suave beso, un beso que quería dedicarle con todo mi ser.

    Pero era inevitable no sentir todo este dolor aglomerándose en mi pecho, no podía ocultar del todo esta tristeza… yo, yo le abandonaría… lo destrozaría—lo atraje con un poco de fuerza—una solitaria lágrima se escapó deslizándose dolorosamente por mi mejilla hasta perderse en mi cuello solo dejando un rastro salino en mí piel, Akihiko correspondió mi inédito beso con ternura como si con eso quisiera apaciguar el dolor que me asechaba en esos momentos, deslizo su lengua con tranquilidad y sin apuro dentro de mi boca.

    Mi cuerpo se estremeció inevitablemente, mientras un sinfín de emociones se aglomeraban en mi interior, la tonada de ese beso era perfecta, mi corazón se estaba acelerando hasta tal punto que estaba completamente seguro de que mi Akihiko podía escucharlo, un leve suspiro se escapó de mi boca, abrí levemente mis ojos observando las facciones de mi pareja, sus cálidas manos empezaron a recorrer mi pecho con un deje travieso, me encantaba todo de esta persona, quería darle todo de mí… quería que mi nombre y todos nuestros momentos juntos quedaran escritos a fuego en su alma.

    Nuestro beso fue interrumpido por la falta de aire, sus intensos ojos violetas me atravesaron con fuerza, como si pudieran leer mi ser entero.

    —Takahiro… Te amo…—ronroneo con aquella voz sexymente ronca, poco a poco apoyo su peso en el sillón, mientras sus manos se deshacían de mi camisa, depositando cortos y estimulantes besos en mi cuello, me retorcí bajo su cuerpo.

    —A-Akihiko—gemí, sentí su suave risa en mi piel, con su rodilla separo gentilmente mis piernas, alejándose un poco para que nuestras miradas se conectaran el sonrió con ese aire de galantería.

    —No creo que me pueda contener esta noche…

    Sonreí y como respuesta a su comentario, desanude la corbata de color purpura que estaba utilizando ese día.

    —Qué esperas amor… ven por mí—me apoye en mis manos para erguirme levemente y deslizar mi lengua por el lóbulo de su oreja—Akihiko… hazme el amor—susurré, aquel hermoso rubio cenizo me abrazo posesivamente.

    —Mi pequeño ángel, definitivamente harás que devore hasta tus huesos—mis manos se aferraron a su espalda con firmeza.

    —Entonces no dejes ni un rastro de mí…—respondí en un murmulló.

    Me preguntó si Akihiko podía sentirlo, en mi tono de voz, en mi respiración, en mis latidos, en mi piel… en mi ser completo cuanto le necesitaba, hoy más que nunca, quería que le recordara a mi mente y a este mundano deseo de amor lo mucho que él me amaba, quería que nuestros lazos se reforzaran antes del inevitable final… antes de la cruel despedida.

    Poco a poco el calor de nuestros cuerpos fue marcando el ritmo mientras el danzar de nuestros caprichosos besos se formaba y se reinventaba de una y mil formas, la ropa comenzó a sobrar mientras nuestras almas rogaban por ser una sola…

    Su boca recorría excitantemente cada parte de mí, pronto definitivamente seria cegado por el incontrolable deseo de sentirme enteramente suyo, mi cuerpo reaccionaba a cada caricia, a cada mordida a cada beso, sus manos se deslizaron por mis muslos al momento que con una mirada entre traviesa y seductora, se abrió paso con sus dedos en mi entrada, arqueándome presa de aquella sensación gemí su nombre con necesidad, implorando porque dejara de jugar caprichosamente con mi resistencia, implorando porque me hiciera atravesar el cielo entre sus brazos. Sus labios acallaron mis suplicas con un beso pasional que me estremeció.

    —Takahiro—su voz inundo mis oídos, invadiendo todo por completo, Akihiko retiro sus dedos al momento que elevaba mis caderas—te amo…
    Me vi invadido de repente, mis manos se aferraron con fuerza a su espalda.

    —Ngh! A-akihiko… —murmure mordiendo su hombro, sus ojos violáceos me observaban con fascinación, podía sentir nuestras pieles uniéndose, mientras sentía como el fuego recorría mi cuerpo, aquel vaivén travieso me hacía estremecer. Entrelace mis piernas a su cadera, enrede mis dedos en aquel cabello rubio cenizo mientras me apoderaba de sus labios.

    Definitivamente deseaba marcarlo como mío eternamente, grabar en lo más profundo de su ser este intenso amor que parecía envolvernos, jadee podía sentir como el calor de nuestros cuerpos se elevaba mientras poco a poco el clímax se acercaba.

    —Eres hermoso—ronroneo con esa voz tan erótica, las estocadas se volvieron más profundas, más precisas—Takahiro… puedes escucharlo, esos atrevidos sonidos… más, dame más amor…—gimió en mi oído, me sonroje sin poder evitarlo, ese hombre tan atrevido, tan juguetón, tan endemoniadamente caprichoso me estaba llevando al punto máximo de la locura, a ese punto exacto en el cual volver es imposible.

    Una corriente me recorrió con fuerza, entre jadeos que se escapaban sin parar de mis labios, sentí aquellas grandes manos aferrarse a mi cadera, mientras mi cuerpo era invadido por los espasmos culminantes del orgasmo, gemí con fuerza al momento que me corría sobre nuestros vientres, segundos después sentí como su semilla era liberada dentro de mí, le abrace con fuerza podía sentir los alocados latidos de su corazón respire hondo inundándome de esa fragancia tan exquisita.

    Nuestras respiraciones agitadas se combinaban, saliendo de mi interior acaricio mi mejilla con ternura, entrelace nuestras manos mientras él sonreía solo para mí.

    —Ne, Akihiko—murmure mientras él se recostaba sobre mi pecho—S.-si yo… si yo muriera… tú…—mi voz se quebró antes de que pudiera finalizar mi pregunta, las lágrimas acudieron a mí, cerré los ojos con fuerza—si llegara el momento en que… yo desapareciera…—para mi sorpresa mi hermoso rubio deposito un dulce beso en mi pecho.

    —De que hablas amor… no importa lo que pase, definitivamente no te dejare ir…—Akihiko se apoyó para quedar sobre mí sus ojos relucían con amor y determinación—eres mío y yo… mi pequeño ángel soy enteramente tuyo, aun si desaparecieras yo iría a buscarte para traerte de vuelta y envolverte en mis brazos…

    “Que gentiles palabras… palabras que ansiaba fueran sin lugar a dudas verdaderas, Akihiko me preguntó si seguirá siendo ese tu deseo cuando descubras que mi fin es eminente… cuando te enteres de que rompí nuestra promesa”

    ***En otra parte***



    En medio de la oscuridad un hombre de ojos dorados observaba con una sonrisa, unos documentos que reposaban sobre su escritorio.

    —Mi señor… como me lo pidió—un chico de cabezos rojizos ingreso a la habitación y haciendo una leve inclinación a la persona que yacía oculta en medio de la oscuridad le extendió unas fotografías.

    —Buen trabajo Shin…—comentó al momento que una sonrisa maliciosa se extendía en sus labios—Bien… me preguntó que harás… Misaki Takahashi…—murmuró con un tono lleno de crueldad—por fin… aceptaras rendirte por voluntad propia o debo ser yo quien personalmente destruya lo que aprecias…


    Continuara…


     
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