No eres mi mascota, eres mi gran amor (NaruSasu-Fic de pocos capítulos) ¡Capítulo 4 subido!

Naruto y Kiba entran a una subasta donde se ofrecen mascotas, personas con orejas y cola. Cuando ve al pequeño neko llamado Sasuke, no puede evitar el deceo de protegerlo. Así que compra al minino.

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  1. pri_sasukelove20
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    ¿Por qué no dos?




    Había transcurrido una hora y las subastas continuaban. Naruto y Kiba querían irse, pero antes debían pasar a recoger al pequeño. Justo cuando eso rondaba por su cabeza, una mujer de blusa y falda corta se paró delante de su mesa.

    —Joven, debe acompañarme para recibir su mercancía-frunció el ceño ante lo último, como le hervía la sangre de furia.

    —Kiba, espérame aquí.-se puso de pie.

    —De acuerdo.

    Siguió a la muchacha por detrás esquivando las mesas y llegando al costado del escenario. La chica abrió la puerta y le invitó a pasar, apenas entró a la habitación, la chica cerró y el bullicio disminuyó. Se encontró de frente con otra mujer que vestía como secretaria, chaqueta y falda hasta las rodillas. Tenía al pequeño azabache sujeto de una correa que descansaba en su cuello. Este tan solo se dedicaba a mirarlo en silencio con las orejas bajitas, estaba nervioso. Naruto lo percibió.

    —Buenas noches, joven-sonrió tendiéndole la mano.

    Naruto correspondió no muy a gusto.

    —Su mascota está lista para irse con usted. Le hemos suministrado un calzado, solo necesito el dinero.

    —Bien-metió la mano en el bolsillo de su pantalón sacando una pequeña libreta.-Le haré un cheque.

    —Perfecto-sonrió.

    Se sacó el bolígrafo que adornaba el bolsillo del pecho en el traje y comenzó a escribir la enorme cifra y la respectiva firma. Le tendió el pedazo de papel y lo recibió gustosa mirando el número.

    —Es todo suyo-respondió dándole la correa.-Si me disculpa, debo regresar con los demás clientes.-los dejó a ambos solos en la habitación.

    Sasuke se puso de pie de la silla y permaneció quieto mirándole callado.

    —No me gusta esto de la cuerda, je, je-se rascó la mejilla-Quiero ser honesto contigo, Sasuke-le sonrió con cariño.

    Dejó caer la correa al suelo y se acercó al menor, este quedó quieto en el sitio y bajó la mirada. Su colita se enroscó a una de sus piernas y podía notarse que temblaba. El blondo se inclinó y posó sus manos en el cuello del azabache.

    —No temas, no te haré daño. Solo quiero verte más libre-susurró.

    El collar de cuero negro que rodeaba su cuello fue quitado dejando a la vista un marca rojiza a su alrededor por la presión con la que lo mantenía el objeto. Cayó al suelo, e inesperadamente Sasuke se vio entre los brazos del mayor levantado en el aire como una pluma.

    —Estás muy delgado-habló preocupado-¿Sujétate, si? Te llevaré en mis brazos.

    Sasuke no podía expresar la sorpresa que manifestaba en su interior. La secuencia había pasado tan rápido, tenía miedo, pero por otro lado, su forma de actuar y esa sonrisa parecían desprender confianza y humildad. Pensar que ahora tendría un hogar y un dueño, un hombre que saciaría sus deseos con su pequeño cuerpo. Estaba asustado. Ya sabía con antelación lo que ocurriría. Le habían enseñado estrictamente a comportarse cuando fuera comprado. Debía obedecer en todo, ser un esclavo. Sus manos se aferraron al cuello de su dueño con mirada triste y su cuerpo todavía tiritando.

    —Sasuke… confía en mí. No soy como el resto y voy a demostrártelo-le dio palmaditas en la espalda para intentar tranquilizarlo-Te llevaré a casa y te educaré como a mi hijo, ¿Qué te parece? Solo quiero ayudarte. Estoy en contra de lo que les hacen, mi rabia es enorme, pero lamentablemente no puedo hacer nada.

    ¿Cómo su hijo? ¿No se acotaría con él?

    —Tendrás todo lo que desees, solo pídemelo.-el menor seguía guardando silencio-Supongo que con el tiempo podré ganarme tu confianza, por ahora larguémonos de este desagradable sitio.

    Salió de la habitación y volvió el bullicio y las incontables mascotas pasándose en el escenario siendo subastadas. Sasuke miró hacia allí a la siguiente mascota que temblaba y lloraba silenciosamente. Una de sus pequeñas manos se alzó en el aire ansiando llegar hasta donde estaba su único amigo con el que habían compartido tantas cosas. Naruto llegó a la mesa donde Kiba le esperaba ya levantado de la silla.

    —¿Nos vamos?

    —Sí-sintió como se removía el pequeño en sus hombros-¿Qué pasa, Sasuke?

    —Naruto, está señalando-añadió el castaño-Mira el escenario.

    —Gaara-su voz escapó en un lastimero susurro que el blondo pudo captar a la perfección. Inmediatamente bajó al azabache al suelo y observó la siguiente subasta.

    —Este pequeño tiene diez años. Se llama Gaara, y el afortunado podrá tenerle en su cama esta noche. ¿Cuánto están dispuestos a ofrecer por este lindo gatito carmesí?

    Kiba quedó boquiabierto al ver lo que hacían por dinero. Miró a su amigo a su lado y bajó más hasta su mano, la cual apretaba con fuerza conteniendo la ira que iba en aumento. Suspiró. Ya conocía a su amigo.

    —Malditos enfermos-murmuró colérico.

    —Concuerdo contigo, solo tiene diez años, no quiero imaginar quien va a ser el bastardo que le hará daño-respondió serio.

    —Gaara…

    La voz de Sasuke obtuvo su atención. El oji-azul contempló la intensa e impotente mirada del menor sobre el escenario y las lágrimas que salían de él sin detenerse. Era posible que su padre le reclamara más tarde y quisiera golpearlo hasta deformar su atractivo rostro, pero ver a Sasuke así le partía el corazón. Si era su amigo, también tenía que…

    —¡Un billón!-exclamó en voz alta dejando con los ojos blancos a Kiba y al resto de los postores.

    El silencio fue épico. Incluso para el subastador que cayó en la cuenta de que se trataba del mismo sujeto que había obtenido al gatito negro.

    —¡No es justo!-se oyó molesto otro hombre.

    —¡Otra vez él!

    —Se queda con los mejores.

    —¡Guárdanos algo a nosotros!-reía uno mirando a Naruto, el otro no tenía cara de chiste, estaba que explotaba por masacrar gente.

    —¡Ve-vendido al joven nuevamente de la mesa del centro!-gritó emocionado y saliendo de la estupefacción. Dos billones en una noche era inimaginable.

    —¡¿Naruto, estás loco?! Tu padre, va…

    —¡Lo sé!-gritó irritado-¿Y qué?-frunció el ceño-Me hace trabajar como un asno y merezco algunos caprichos, ¿no lo crees?

    —Unos caprichos muy caros-río.

    Naruto se agachó a la altura de Sasuke y su mano se posó sobre una de sus mejillas otorgándole una suave caricia. El pequeño se estremeció pero no opuso resistencia, después de todo era su dueño.

    —Voy a ganarme tu confianza de alguna u otra forma, estoy seguro. Quiero que me aceptes, Sasuke-le sonrió gentilmente-Por lo pronto, solo quiero verte feliz. Gaara se irá con nosotros.

    —Gaara…-sollozó.

    —Sasuke-limpió las lágrimas que salían con su dedo pulgar-Tú y él no se separaran, te lo prometo-terminó por decir y levantarse.

    La mujer que lo había escoltado a la habitación volvió a aparecer frente a su mesa con una media sonrisa.

    —Acompáñeme, señor.

    —Sí, Kiba, te encargo a Sasuke-siguió a la muchacha.

    —Bien-suspiró-Ven aquí-le tomó de la mano y lo condujo hasta la silla-Siéntate y quédate quieto.

    El pequeño seguía como estatua frente a la silla, el castaño se pasó la mano por sus cabellos. No tenía paciencia con los niños, una de las causas por las que no había embarazado a Hinata, a la cual amaba con fervor. De repente acudió a él una de las razones importantes por la cual el niño no obedecía, él no era su dueño.

    Sasuke estaba haciendo bien entonces.

    —¿Escuchaste a Naruto?-preguntó tranquilo-Él quiere que le esperes sentado en la silla, vendrá con tu amigo.

    Inmediatamente al término de esas palabras, Kiba observó sorprendido como el moreno se sentaba sobre la silla en perfecto silencio. Sonrió triunfal, era tal como decía.

    No pasó mucho para que su dueño regresara, sus ojos carbón miraron fijos al pequeño que se encontraba caminando hacia su dirección. El pequeño felino de cabellos rojos y piel blanca como la suya. Sus orejas y cola eran del color de su cabello y era portador de unos hermosos ojos color esmeralda, vestía un pantalón corto marrón oscuro y una playera negra un tanto maltratada.

    —¡Sasuke!-Gaara de tan solo diez años no pudo soportar más el incómodo silencio y corrió hasta donde estaba Sasuke.

    Por parte del ojinegro, hubo el mismo acto. Saltó de la silla ignorando el grito de Kiba de que se quedara quieto y corrió a abrazar a su amigo pelirrojo. Los dos menores se abrazaron hasta el punto de casi asfixiarse de la emoción de estar una vez más juntos y comenzaron a sollozar sin controlarse con las orejitas levantadas y las colitas moviéndose en el aire una y otra vez. En otras palabras, estaban felices.

    —Gaara parece más expresivo-comentó el blondo llegando al lado de Kiba-Me sorprendió su grito, al menos pude oír la voz de Sasuke gracias a Gaara. Pensé que no hablaría nunca conmigo, tengo esperanzas.

    —La esperanza es lo último que se pierde-sonrió echándole la mano sobre el hombro-En hora buena, amigo, eres padre de dos pequeños nekos-se burló.

    —Y estoy orgulloso de ello-le siguió la corriente largando una carcajada-Ya en serio, idiota, estoy seguro de que a partir de ahora mi vida solitaria ha llegado a su fin.

    —Y la tranquilidad como la conocías.

    —¡Niños!

    Se apartaron mirando a su dueño que les llamaba, corrieron a él a toda prisa. Kiba miró pasmado como cada minino se ponía a cada lado de Naruto tomando su mano, el mismo rubio quedó estupefacto con la acción. Miró a los pequeñines y estos tan solo lo veían con sus ojitos llenos de inocencia y ninguna otra expresión que eso.

    —¿Lo has visto, Kiba? Parece que les caigo bien-sonrió.

    —Yo creo que es porque eres su dueño, los crían para ser fieles a sus deseos.

    —No me bajes las ilusiones-respondió deprimido-En fin, Sasuke, Gaara, vamos a casa.

    —Ya era hora, no quiero estar más aquí. Quiero ver a mi Hinata. Y que no se te ocurra comprar más mascotas.

    El dúo salió de ese lugar horrible donde les tenían a pan y agua para no engordar y maltratos verbales y psicológicos. Y en el corazón de cada uno se imploraba un único deseo, el ser felices en el futuro.

    (Continuará)
     
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81 replies since 1/9/2013, 06:51   9675 views
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