Inocencia

B.A.P * OneShot* BangLo

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Neko_Chiaki
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Un parrafo lo narra Zelo y otro Bang, y asi sucesivamente.

    Inocencia




    Comienzo a desprenderme de la ropa, tus ojos se clavan en mi cuerpo semidesnudo y esa mirada de deseo en tus ojos me carcome la cordura. Tarde o temprano esto no iba a volver locos. Yo quería que fuera hermoso, yo quería que fuera perfecto. Y en cierto modo lo es, pero ahora mi primera vez estará manchada totalmente por el pecado.



    Observo detenidamente como las prendas van cayendo una a una a tus pies. El deseo de tenerte comienza a quemarme por dentro. Aunque no hubieras querido, de alguna u otra manera te habría tenido. No me importa lo que creas, yo hare que me quieras más que ningún otro de tus hyungs, y después de esto ya podrás mirar a nadie que no sea yo.



    −Bang− susurro para mí al quedar solo en ropa interior. Tú te acercas con una mirada pícara hacia mí. –Sedúceme− me dices al oído, provocándome un gran escalofrió. Te miro a los ojos y sonrió como un niño. Sé que eso no te seducirá en lo más mínimo, pero quiero que sepas lo feliz que me hace que llegue este momento. Me acerco más a ti y comienzo a acariciar tu torso de la manera más erótica que conozco.



    Te obligo a que me seduzcas, a que hagas que te desee. Esto no será tan fácil como creías, mi hermoso principito. Quieras o no, esta noche tu inocencia quedara entre mis sabanas. Quiero escucharte gritar y pedir más. Deseo que me ruegues y me digas que me amas. Tus manos bajan un ritmo excitante y se dirigen a mi entrepierna, me terminas de desnudar y acercas lentamente tu boca a mi erecto miembro. Te pones tan rojo como los tomates que tanto te gustan apenas rozar mi hombría con tu lengua.



    Hice lo posible por provocarte. Sabía que no era bueno en eso, pero tú reaccionaste como un animal salvaje apenas con unos toques y ahora te abalanzas sobre mí. Me comienzas a tocar de manera obscena y me arqueo de placer. Me gusta, me excita, me encanta. Te estas llevando mi inocencia a cada movimiento, me conviertes en un monstruo deseoso de placer y sexo. Quiero más, quiero que no te resistas, que me desgarres sin piedad, que me ames como un loco.



    Me las arreglo para que caigas rendido a mis pies y termines gimiendo de placer. Tomo tu miembro entre mis manos y lo masajeo lentamente, provocándote, provocándome. Miro esos ojos de niño que tanto me excitan, acaricio tu piel de bebé y respiro tu esencia única. De ese cuerpo que me enloquece, que me destroza la cordura de la manera más salvaje existente, tu eres el único dueño, el único que me puede llevar a los más profundos abismos de la lujuria. ¿Cómo te las arreglas, siendo un inocente jovencito, para provocar en los demás tanto deseo? Y lo peor, es que de entre todos yo caí primero. ¡Al diablo con ello! Solo te quiero para mí.



    Tu lengua recorriendo mis muslos, tus manos jugueteando con mis caderas, el roce de nuestros cuerpos. A cada uno de tus actos la razón se me va escapando poco a poco. Me hace sentir debil, frágil; sin embargo, el saber que estoy a tu lado me ofrece protección y felicidad. Trato de tocarte igual, de no quedarme atrás y darte placer, pero me detienes al notar mis nervios. –No te fuerces, lo estás haciendo perfectamente− susurras en mi oído y me besas la frente. Pero no sabes que este gesto me hace sentir incompetente y me arma de valor.



    Me tocas nervioso, solo por compromiso, para que no te quedes como un inútil que solo recibe, pero te consuelo. Así te amo, dulce, frágil, inocente. Me abrazas y acercas tu rostro al mío. Lo que en un principio fue un beso dulce se termina tornando obsceno y lascivo y es cuando te enciendes de verdad. Forcejeas con mi cuerpo y te colocas encima de mí. Rozas mi miembro contra el tuyo, chupas mi nuez y rasguñas ligeramente los huesos sobresalientes de mi columna. Mi boca comienza a emitir sonoros gemidos sin mi permiso y eso te excita aún más. Te sientas sobre mis caderas y restriegas mi erecto miembro contra tu entrada. Esos actos tuyos me volverán loco, pequeño pervertido.



    Suelto un alarido cuando bruscamente me pones en cuatro patas y sin siquiera prepararme me penetras de golpe. Tu aliento choca contra mi nuca y eriza toco el vello de mi piel. Sonríes lujurioso y te empiezas a mover sin al menos haber intentado consolarme o compensar el dolor que me invade por tu culpa. Tus estocadas son rápidas, profundas, precisas; tocan sin compasión aquel punto dulce y sensible que me enloquece. Tan rápido como se va el dolor, el placer comienza a recorres cada parte de mi ser.



    Tus gritos y gemidos de placer son música para mis oídos. Lo lamento bebé, pero me excitaste al grado de que ahora ya no me importa el daño que haga en tu menudo cuerpo mientras te hago el amor. Da igual, después habrá tiempo para arrepentirme. Por el momento solo me dedico a sentir tus estrechas paredes, que se estremecen a cada golpe que doy en ese punto que tanto te hace gozar y vibran en cuanto tus piernas pierden la fuerza y comienzas a temblar. Me gustaría no acabar nunca, esta deliciosa sensación quisiera sentirla a cada momento que estoy a tu lado. Ya sé, es demasiado enfermo mi pensamiento, pero es lo que desatas en mí.



    A cada embestida penetras más en mi interior, es demasiado doloroso y gruesas lagrimas recorren mis mejillas. Pero tú me has torcido, has logrado que por el simple hecho de ser tu quien lo provoca este sufrimiento resulte tan placentero y provocativo que no puedo evitar pedirte más de él a gritos. Empujo mis caderas al lado contrario de las estocadas con toda la energía que me queda. Arqueas tu espalda y te esfuerzas por aumentar el ritmo. Das de lleno en mi próstata que siento cada vez más cerca mi limite. Con una última y profunda embestida te vacías de golpe en mi interior, haciendo estallar aquel orgasmo que tanto ansiaba.



    Tu cuerpo tiembla debajo mío, apenas si puedes aguantar esa posición tan incómoda en la que terminaste. En cuanto salgo de ti te derrumbas jadeante cobre la cama. Te ves tan precioso que podría hacerte mío mil veces más. –Quiero más pero… ya no aguantaría. – acaricio tu sedoso pelo y beso tu mandíbula. Eres tan fingido, siempre aparentando ser inocente y ahora solo sabes rogar por más placer.



    Pareces bastante divertido ante mi reacción, lo cual me molesta un poco. Inflo las mejillas y tu apartas el cabello que cubre mi frente sudorosa. –No te preocupes, igual mañana podemos volver a hacerlo− me dices. − ¿Mañana? ¿No es muy pronto? Bueno, me refiero a que tal vez yo… tú sabes… “ahí” me duela…− la pena quiebra mi voz. –Cuando tú quieras será, entonces− suspiras y me abrazas contra tu pecho. Creo que ninguno de los dos se arrepentirá jamás de haber matado mi inocencia juntos.
     
    Top
    .
0 replies since 4/9/2013, 01:57   97 views
  Share  
.