A la temperatura ideal

B.A.P * OneShot* BangDae

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  1. Neko_Chiaki
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    A la temperatura ideal



    Si quieres visitar Seúl te recomendaría una hermosa pastelería en una zona sencilla de la ciudad. Un pro de ella es que cuenta con cafetería para degustar lo que ahí preparen. Goza de un ambiente hogareño, el trato que te dan es muy amable y la repostería es toda una obra de arte. Su especialidad son los cheesecakes.



    Pero si eres de esos que se inclinan más por los sabores salados, no debes de perderte del restaurante de ramen que sitúa justo enfrente de la pastelería de las que les hablo. De veras, no hay un ramen más delicioso que el que preparan en este lugar.



    Y aunque ambas tiendas de alimentos parezcan perfectas, no lo son. Los jefes de cocina de ambas se odian a muerte.



    Y aunque suene cliché, si tiene razones para hacerlo. Cuando se conocieron en el jardín de niños, se dio una especie de clic invertido, algo así como “odio a primera vista”. Y ambos niños regresaron a casa de su primer día de escuela con un citatorio firmado de la maestra para sus padres. ¿La razón? Agarrarse a “golpes” a la mitad del receso. Claro que en esa época no se tomó tan en serio el problema ante la vista de los adultos. Después de todo, era “cosa de niños”.



    A pesar de aquellas suposiciones, en realidad ellos nunca dejaron de pelear. Aunque conforme iba aumentado su edad sus riñas dejaban de ser tan violentas y se limitaban a insultar por insultar, rayando a lo patético, pues más parecía que peleaban por diversión que por odio.



    Es que estando tanto tiempo juntos se tenían que acostumbrar ¿no? Porque aunque ellos hacían lo posible por alejarse el uno del otro, siempre quedaban en la misma escuela, en el mismo grupo, en el mismo taller, en el mismo club… Si, el destino era cruel con ellos y hacia lo posible por joderlos. Por tenerlos juntos. A grado de que eligieron dedicarse a lo mismo y ahora su trabajo está en frente uno del otro. Por suerte no viven en el mismo edificio.



    Ahora aquí los tenemos, tan juntos que hasta les duele, pero no pueden hacer nada, igual saben que se van a encontrar en cualquier lugar al que vayan.



    Y a todo esto, ¿Quiénes son ellos? El pastelero se conoce como Jung DaeHyun, y el chico del ramen como Bang YongGuk. Y en realidad no son muy diferentes el uno del otro. Tal vez esa es la razón de sus peleas. O tal vez no, ni siquiera ellos lo saben. ¿Qué gracioso, no?



    Y hoy mírenlos, parece que este día las cosas no van muy bien. En la pastelería DaeHyun se parte el culo tratando de cocinar un maldito pastel que se niega a estar listo a tiempo, es la tercera vez que lo arregla y debe estar listo en un par de horas para que el mismo lo vaya a entregar. Porque este día él está solo en el establecimiento. Para rematar, en ese momento llega un grupito de adolescentes que ordena los postres más elaborados del menú. Y DaeHyun no tiene preparado ninguno aun…



    Por su parte, las ventas para Bang hoy son todo lo contrario. No hay ni un alma en su tienda. El ambiente es similar a las calles desiertas de los pueblos fantasmas en películas de vaqueros. Para verle el lado positivo a esto él mismo comienza a silbar igual que en las bandas sonoras de estas. Qué envidia, en el restaurante de enfrente parece haber mucha gente. Como quisiera tener tan solo un clientes, esta tan aburrido que comienza a hacer dibujos con el dedo sobre el polvo de las mesas. Aunque a lo mejor debería limpiarlas. Tal vez, solo tal vez, si el lugar estuviera más limpio llamaría la atención de algún cliente. Pero hoy no, ya mañana que venga su ayudante limpiaran juntos; él es muy flojo como para hacerlo todo solo.



    Con DaeHyun las cosas no mejoran. Tiene que detener la producción de importantísimo pastel ara poder atender a los chicos exigentes de la cafetería. Hace todo el pedido a lo loco y lo envuelve para llevar. Dirá que tiene que cerrar y solo fingirá hacerlo para sacar a esos chicos de ahí. No desea ver sus caras de alegría o de asco al ver la presentación de los postres. Y no es que estén tan malos, solo que el simplemente cree que cuando hace las cosas apurado inevitablemente le salen mal.



    YongGuk mientras ha decidido tomar las cosas con calma, ya vendrán los clientes más adelante. Se desparrama sobre una silla y sube sus pies a la mesa. Genial, le está echando más polvo. Se levanta y tira un vaso de agua para limpiar a mesa, pero de alguna u otra manera ambas cosas juntas se terminan fundiendo en una especie de barro. Cuando mañana JongUp llegue y le pregunte qué diablos estuvo haciendo para dejar una mesa llena de lodo, le dirá que dejo las puertas abiertas y el polvo se coló, después se desató una lluvia torrencial que salpico todo desde afuera y así se hizo el lodo. Al menos eso no se oye como un acto infantil de su parte. Ojala llueva para que su compañero le crea, aunque afuera hace tan buen clima que sería imposible que una sola gota callera.



    Tras casi correr a sus clientes, DaeHyun cree que ahora todo ira mejor, sin embargo, al entrar a la cocina e intentar precalentar el horno, este no aumenta su temperatura ni un grado. Claro, estaba averiado. ¿Qué podía hacer? ¿No se lo imaginan? Porque la respuesta es muy simple: puede cruzar la calle y pedirle ayuda a una persona que sabe mucho de estas máquinas. Sí, estamos hablando de YongGuk.



    Bueno, este es el momento en que el joven pastelero se traga su orgullo y camina decidido hasta la tienda de ramen. Al abrir la puerta lo ojos de le iluminan al mayor.



    − ¡Un cliente…! Ah, solo eres tu− tras su arranque de euforia, Bang se baja de la nube y se vuelve a sentar al lado de su mesa enlodada−. ¿Qué es lo que quieres?



    −Yo… ¿sabes? Mi horno esta averiado o algo así y necesito usarlo urgentemente…−comienza DaeHyun.



    − ¿Y?



    −Quería saber si podrías arreglarlo− se encoje de hombros.



    − ¿Y por qué no lo arreglas tú?



    −Podría quemarme− en realidad no quería aceptar que no tenía idea a de cómo hacerlo.



    − ¿Y acaso yo soy inmune al fuego?



    −Pero al menos así yo no saldría lastimado.



    − ¿Así quieres que te ayude? –suspira− Vete por favor, estas malgastando mi tiempo



    −No creo que le estés sacando provecho a tu tiempo, no has tenido ni un solo cliente en todo el día.



    −Lo que pasa es que no los viste− miente Bang.



    −Me da igual, tu solo ayúdame.



    −Pídemelo bien.



    −Uff… ¿El señor sería tan amable de ayudarme a arreglar mi horno?



    − ¿Y yo que ganaría con eso?



    −Puedo hacerte algo de comer.



    −Sabes que yo también soy chef, ¿verdad DaeHyun?



    Al menor le entraron unas ganas de matar a la persona que tenía enfrente, eran tan inmensas que tuvo que poner todo su empeño en controlarlas.



    −Hare lo que quieras− se resignó.



    − ¿Cualquier cosas?



    −Sí, cualquier cosa.



    −Está bien, vamos.



    YongGuk se va a la parte de atrás de su establecimiento y regresa con una caja de herramientas.



    −Uno nunca sabe cuándo las va a necesitar− le dice al pastelero con una sonrisa orgullosa.



    Había tenido éxito convenciendo al YongGuk ¡Victoria! Sin embargo, aun o sabía que cosa le pediría a cambio… ojala no fuera muy humillante. Sin embargo eso era muy probable, púes al parecer DaeHyun ya le debía varias.



    −Vaya que hace calor adentro, ¿Qué no decías que no aumentaba la temperatura?—exclama YongGuk al entrar a la cocina.



    −No funcionaba cuando salí por ti…



    −Tal vez el horno te odie y solo quiso jugar contigo. No me sorprendería.



    −Es una máquina, YongGuk, no tiene sentimientos.



    -Quien sabe – se encoje de hombros−, dicen que las cosas se recienten por el mal trato que se les da.



    −En cualquier caso no sería por eso, cuido mucho el horno y lo mantengo limpio.



    −Seguro, déjame revisarlo.



    Mientras YongGuk checa que todo del horno estuviera en su lugar, ambos chicos sienten como la temperatura de la habitación aumentaba a causa de este mismo.



    −Debe de haber algún problema con el medidor de temperatura, ¿a cuántos grados se supone que esta?



    −180°, pero no creo que con eso se pueda aumentar la temperatura de toda a habitación.



    −A este paso me voy a terminar cocinando…− Bang lleva solo una sudadera gruesa, a diferencia de DaeHyun quien llevaba ropa muy fresca.



    Cuando el otro no lo veía, YongGuk se deshizo de su sudadera, dejando su torso desnudo, para después continuar revisando los cables.



    −Tal vez si lo apago, pero tardaría en enfriar… ¿¡Que hiciste!?− Las mejillas del menor se tornaron de un carmesí bastante pintoresco, cosa que le arranco una risotada a Bang.



    − ¿Qué tiene de malo? Ambos somos hombres.



    −No sé, bueno, tampoco te pediré que te vuelvas a poner esa sudadera con este calor, pero mientras, apágalo.



    −Claro. ¡Aquí es! Encontré el problema, ¿podrías pasarme la caja de herramientas?



    −Oh, ya voy− trata de que el nerviosismo de tener a Bang semidesnudo no se le note en la voz, pero si hace efecto en sus manos al tomar torpemente la caja que estaba sobre la mesa, regándose un tazón de chocolate liquido encima− ¡Diablos!



    − ¿Qué pasa? –voltea hacia él− ¡Mírate! Vaya que ere idiota



    El mayor estalla en carcajadas mientras lo señala, haciendo que DaeHyun se sienta realmente ofendido. Es que en esta ocasión no le estaba haciendo nada malo al otro. Enojado, le lanza la caja de herramientas, pasándole a rozar la cabeza.



    − ¡Hey! ¿Quieres pelea? –le grita Bang molesto, limpiándose la sangre del raspón en la sien.



    − ¡No tienes por qué burlarte! –y tras defenderse, se quita la playera que lleva y se la avienta YongGuk.



    − ¿Y ahora a que juegas? No creas que lanzándome tu ropa me vas a provocar.



    −¡¡No lo hice para provocarte!!



    −Pues ese sonrojo demuestra lo contrario− se acerca a paso lento, al llegar a su lado limpia con un dedo el chocolate que alcanzó su clavícula y se lo lleva a la boca en un gesto lascivo.



    − ¡No hagas eso!− le da un fuerte empujón para apartarlo de él haciéndolo trastabillar. YongGuk sonríe burlón, toma la playera de DaeHyun y comienza a agitarla y jugar con ella−. ¡Dámela, idiota!



    − ¿Ahora quieres que te la devuelva? –señala en tono burlón− ¿Después de que tú mismo me la aventaste? Ni siquiera tú te entiendes.



    Lo está molestando demasiado. Y este no es precisamente el día en que va a soportar todas las payasadas de Bang. Tal vez traiga consecuencias graves, pero ahora no es quien para para pensar. Toma un pesado tazón de metal y se lo lanza, en esta ocasión dando justo en el blanco. El mayor cae inconsciente al suelo, con una herida en la cabeza aún más grande que la anterior.



    − ¡Bang! ¡¡Bang!! – reacciona asustado y se arrodilla al costado del otro, sacudiéndolo con fuerza− Reacciona, por favor… Vamos, ¿si no con quien me peleare?



    Pero nada. Tiene miedo de moverlo, y cada vez más sangre sale aquella herida. ¿Será posible que lo haya matado? Es lo que más teme. No, no, no. Todos menos él. No con sus propias manos, no por su culpa. A él no lo podía perder.



    −Gukkie…− era la primera vez que pronunciaba su nombre de manera tal cariñosa, mientras un par de gruesas lagrimas recorren sus mejillas hasta resbalarse en el rostro de YongGuk− Perdóname…



    −Vaya, nunca pensé que fueras a llorar− le suelta el mayor de sorpresa, asustándolo y dejándole el rostro congelado.



    − ¡¿Pero…?! ¡Estabas fingiendo! – la tristeza de su rostro se convierte en puro odio, pero las lágrimas no se detienen. – ¡Eres un imbécil!



    Y la bofetada que recibe YongGuk en el rostro no es el último golpe. DaeHyun continúa lanzándole puñetazos, rasguños y manotazos como si no hubiera mañana, gimiendo y dejando que un rio de llanto nazca en su rostro.



    − ¡Tranquilo DaeHyun! No era para tanto− sostiene sus muñecas con fuerza, a lo que el otro comienza a patalear.



    − ¿Qué no era para tanto? ¡Creí que estabas muerto! ¡Que Yo te había matado! ¿Y dices que no es para tanto?



    Nada. No hay manera de detener sus lágrimas. Ahora si Bang, estas en un apuro. Pero él elige la opción que servirá para matar a dos pájaros de un tiro: para detener sus golpes y su llanto. Es entonces que lo abraza contra su pecho.



    Y por un momento el menor deja de gemir. Su llanto se vuelve silencioso, pero ahora una sensación extraña recorre su cuerpo. Bueno, YongGuk lo está abrazando, no es tan malo. Pero ambos llevan el torso desnudo, las carnes de ambos se rozan y el sudor que cae a gorritas por su piel gracias a la temperatura intensifica el contacto. Siente un miedo diferente, el miedo de que el otro se aparte y deshaga el mágico momento.



    −Bang− susurra y esconde su rostro en el pecho del otro, temblando.



    −Ya, ya, tranquilo− lo mese suavemente y acaricia su cabello.



    −No soy un bebé.



    −Para mí lo eres.



    − ¿Soy tu bebé? – la pregunta se sale sola, sin siquiera tener tiempo para cerrar la boca y evitar terminarla. DaeHyun se estremece, pero no dice nada, decide esperar la respuesta (y posible burla e insulto) del otro.



    −Si− le dice, respirando al lado de su oído−, solo mío.



    Señoras y señoras, tal vez este sea el momento correcto para pegarse un tiro o lanzarse por la ventana. Los eternos enemigos resultan estar enamorados. ¿No es lo más extraño y estúpido que han escuchado…? Un momento, tal vez muy extraño no sea. Pero de que es algo estúpido, eso si nadie me lo va a negar.



    − ¿Me lo demuestras…? – su voz sale en un timbre tal débil, ese timbre que tanto adora YongGuk.



    Y lo besa. Un beso profundo, apasionado, con lengua y todo. ¿Sonó gracioso la manera en que lo dije? Bueno, sé que para ellos no. Para ellos estoy describiendo su momento perfecto.



    −Más…− le murmulla.



    −Estamos en tu cocina.



    −No importa, más tarde la limpiare. O le pediré a HimChan que lo haga.



    − ¿Sabes? Quiero que sea de esta manera que me pagues por lo de componerte el horno… Es perfecta.



    Si, esa es la palabra correcta para describir esta situación. Perfecta. Bang sonríe de lado y lo vuelve a besar. Puede sentir parte de su piel desnuda sin problemas, ya que ninguno lleva nada puesto arriba. Lo recuesta sobre el piso y se coloca encima de él, lo besa, lo acaricia con pasión. No necesita pensarle demasiado como para saber qué es lo que debe hacer para encender al otro. Ambos ya están más encendidos que la temperatura de la habitación. Y es así como comienza todo.



    Oo0+0oO



    − ¡¿Qué cojones le paso a mi cocina?! –apenas entrar al trabajo la mañana siguiente, HimChan pega el grito en el cielo.



    −NUESTRA cocina, querrás decir− lo corrige Dae.



    − ¿Eso significa que me ayudaras a limpiar?



    −Tienes razón, es tu cocina− el menor asiente y se encamina a la puerta de la cafetería.



    −No seas cabr… ¡Espera! Dime que eso blanco que esta sobre la mesa no es lo que yo creo…



    −Depende que es lo que creas tú que es.



    −Maldito enfermo, para eso existen los hoteles. ¿Y con quien fue, eh? Con tu adorado YongGuk, seguro.



    −Oh, me sorprende tu habilidad para adivinar cosas. Deberías dedicarte a estafar personas diciendo que eres clarividente.



    −Mira que gracioso me saliste… ¡Espera! ¿QUÉ?



    −Lo siento Channie, ya no podre seguir con los detalles. Tengo algo muy importante que hacer.



    Y dicho esto, el muchacho corrió hasta el establecimiento que estaba enfrente. Porque el amor siempre estuvo ahí. Siempre estuvo frente a sus ojos y él se negaba a aceptarlo. Pero una vez que te das cuenta de tus verdaderos sentimientos, ¿realmente vale la pena negarlos? Algunos dirán que sí, pero para DaeHyun no, no vale la pena el orgullo si el hecho de deshacerse de este le permite estar al lado de la persona que ama.



    Estar al lado de Bang YongGuk.
     
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