Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. »Hitch 74 no Danna«
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    He aquí la siguiente entrega. Chance y les puede parecer un poco aburrido, pero mi cabeza no daba para más. Por cierto, a partir de ahora y para todos mis fics, he decidido cambiar el color de texto, sólo por diversión y para ver cuál me gusta más, XD.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su creadora Shungiku Nakamura.



    VIII.-


    Pisaba el acelerador con fuerza. No sabía cómo una tranquila cita con su corazoncito se salió de control en un santiamén, pero no iba a quedarse a preguntar. Después de comer en el restaurante decidieron seguir con su recorrido en varias tiendas, comprándole a su pequeño cada cosa que le gustara, aunque éste se rehusara a aceptarlas. Posteriormente habían ido a una tienda de cosplay, en la que pasó más de una hora escogiendo y probando los que consideraba adecuados para el castañito. Más tarde fueron a parar a la zona de yaoi y shönen-ai, donde su acompañante le había preguntado a qué se refería. Él prefirió darle una respuesta más palpable en lugar de soltarle todo un discurso: un beso profundo en los labios, mientras lo tomaba por la cintura y el mentón. Con lo que no contaba era que decenas de fujoshis presenciaron la escena e inmediatamente gritaron como desquiciadas, algunas de ellas incluso sufrían una hemorragia nasal. No conformes con eso, se aglomeraban a su alrededor sacando fotografías, asustando al castaño. Por seguridad prefirieron salir de ahí, no sin antes ser perseguidos por aquellas chicas.


    –¡Uff, qué cerca! –suspiró su pequeño amor, una vez que estuvieron lejos de ahí.

    –Lamento que hayas presenciado eso –se disculpó el escritor.

    –Etto… no fue su culpa… bueno, en realidad sí, pero…

    –Dado que ya no podemos volver ahí –suspiró el mayor– ¿A dónde más te gustaría ir?

    –Etto… –Misaki bajó la mirada y sus mejillas se tiñeron de rosa– Si no le molesta, me gustaría volver a casa… ya son más de las siete y mis padres ya están por volver.

    –Está bien.


    El resto del camino transcurrió tranquilo hasta llegar a la casa Takahashi. Akihiko acompañó a Misaki hasta la puerta de su hogar.


    –Me dio gusto salir contigo… ¿podríamos hacerlo otra vez?

    –M-me g-gus-gustaría mucho –farfulló despacito– d-demo, sensei ¿no tiene que entregar un manuscrito? No quisiera quitarle su tiempo.

    –No lo haces para nada.


    Sonrió para sí. A decir verdad le conmovió bastante que Misaki se preocupara así por él. Dejó en el suelo las bolsas con todo lo que compraron, y tomó su barbilla con delicadeza y le plantó otro beso, más lento y más profundo. El menor se dejó llevar por ese cálido sentimiento que el escritor le transmitía a través de ese contacto tan íntimo. Una vez que se separaron, vino la parte quizá más triste: la despedida.


    –Bueno creo que eso es todo… hasta pronto –Akihiko acercó una de sus manos para acariciar la mejilla de su pequeño

    –Hasta pronto, sensei




    IX.-


    Jueves. Terminaba el entrenamiento de los nuevos reclutas del equipo de soccer. Ya se le había hecho costumbre reunirse con sus nuevos amigos en una mesa junto a la entrada de la cafetería.


    –Bueno, ya que nadie se dignó en ir el sábado a mi casa como acordamos –decía Hiroki– tendremos que empezar hoy, sin excusas ni pretextos.

    –¿A qué hora? –preguntó Chiaki

    –A las cuatro

    –¡De ninguna manera vuelvo a ir a tu casa! –Shinobu fue el primero en protestar

    –¡¿Pero qué…?!

    –¡La última vez que fuimos tu estúpido perro se comió mis apuntes!

    –¡No es mi culpa que le caigas mal!

    –Nee, Misaki… ¿Por qué mejor no vamos a tu casa? –preguntó Kisa

    –¿Eh?

    –Es que, bueno, eres el chico nuevo y la verdad no sabemos dónde vives y…

    –Buen punto –apoyó Onodera

    –Etto… okay

    –¡Ya está! –dijo Hiroki– Todos en casa de Takahashi en punto de las cuatro, sin excusas ni pretextos.

    –Okay.


    Un rato más tarde los cinco muchachos se encontraban en la casa Takahashi. Mientras tanto cierto escritor conducía como piloto de Fórmula 1 hacia la casa de los Takahashi. Takahiro le había invitado, además que quería evitar a su molesta editora, quien de buenas a primeras le pedía el manuscrito que dejó pendiente hace más de dos semanas. Sin embargo su principal razón era que quería ver a su niño de ojos verdes.


    –¡Usagi! –Takahiro le recibió, una vez que hubo llegado– ¿Qué dice la vida, hombre?

    –Ya sabes, lo de siempre


    Y empezaron una charla amena. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo Akihiko quería que su amigo terminara de hablar de una buena vez. Además, le extrañaba que sólo Mahiro se encontrara frente al televisor. Iba a preguntar por Misaki, cuando vio que este bajaba las escaleras.


    –Mamá ¿Me prestarías otro tubo de pegamento? Se terminó el… mío –bajó la voz en cuanto se percató de la presencia del escritor– B-buenas t-tardes, sen-sei –farfulló, un poco cohibido por encontrarse delante del escritor solamente con un short negro, una playera azul de Linkin Park y sus calcetines grises.

    –Buenas tardes –saludó Usami, disimulando perfectamente las ganas que tenía de besarlo ahora mismo.

    –Aquí tienes –Manami le entregaba un tubo de pegamento– ¿Qué tal van tus amigos y tú con el trabajo?

    –Ya casi terminamos la primera parte

    –Qué bueno… ¿Por qué no se toman un descanso y bajan a comer algo?

    –Emm… claro, yo les aviso. Con su permiso, sensei.


    No sabía si eran horas o tan solo minutos, pero por primera vez estar en casa de su amigo se le hacía una tortura, ya que por obvias razones no podía acercarse a su Misaki, besarlo, ni entrelazar sus manos como en su primera cita, ni perderse en ese par de esmeraldas que destilaban tanta inocencia. Además la presencia de los amigos de Misaki no le ayudaba en nada.


    Ya casi terminaba la tarde. Kisa y compañía ya se habían ido y también era hora de que él lo hiciera. Con pesar se despidió de la pareja Takahashi y de los dos menores, no sin antes dedicarle una sonrisa al castañito de ojos verdes que sólo él notó.


    "Misaki… sé que llevamos poco tiempo de conocernos… pero el simple hecho de tenerte tan cerca y no poder siquiera besarte me vuelve loco"


    –Hasta luego, sensei


    La puerta se cerró. Pisó el acelerador hasta llegar a su apartamento, y por alguna razón este se le hizo excesivamente grande y silencioso, tanto que por primera vez se sintió asfixiado por tanta tranquilidad. De repente le llegó un mensaje de texto que hizo que ese sentimiento desapareciera.


    »Yo también lo echo de menos, sensei…«



    CONTINUARÁ...
     
    Top
    .
79 replies since 19/11/2013, 23:27   5480 views
  Share  
.