Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    Heeyy! He aquí otra entrega de mi más reciente fic. Espero que sea de su agrado.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de Shungiku Nakamura-sensei


    X.-

    Martes al medio día. Habían transcurrido algunos días desde la última vez que vio a su corazoncito. Ese jueves había sido una tortura, ya que por obvias razones no podía acercarse a su Misaki, besarlo, ni entrelazar sus manos como en su primera cita, ni perderse en ese par de esmeraldas que destilaban tanta inocencia. Además los amigos de Misaki no dejaron de parlotear sobre esto y aquello robando la atención de su niño, a la hora de la comida, en especial ese tal Kisa Shouta. Aunado a eso, ahora estaba trabajando en otro volumen para la novela BL que recién publicó. Según Aikawa, las fans de Akikawa Yayoi esperaron tanto por su regreso que no sería justo ilusionarlas y después decepcionarlas. Suspiró frustrado tras el quinto cigarrillo del día, pensando en que debía idear una forma de pasar más tiempo a solas con su querido Misaki.



    Siete de la tarde. Cierto jovencito se encontraba en casa viendo la TV con su hermanito.


    »–Ahh, estas notas calmarán mis tensos nervios.
    –¡Quiero decir que esta fiesta es un bodrio!
    –Sí, vayan al demonio Springfield.
    –¡Uno, dos, tres, cuatro!

    Happy birthday to you (Happy birthday!)
    Happy birthday to you! (Happy birthday!)
    Happy birthday, Burnsey.
    Happy birthday to you!


    –Y que pronto te vayas al infierno carcamán.
    –Creo que les gustamos mucho.
    –Mande matar a los Rolling Stones.
    –Señor, ellos no son...
    –¡Obedezca!« (1)



    Eventualmente soltaron una carcajada que se alcanzó a escuchar hasta la puerta, que era golpeada por cierto escritor. En cuanto se abrió la puerta su corazón latió aceleradamente, pues su pequeño amor le estaba recibiendo.


    –B-buenas t-t-tar-des, sen-sei –balbuceó el de pelo castaño, con ese lindo sonrojo. Akihiko iba a besarlo, pero se percató de la presencia de Mahiro.

    –Buenas tardes, chicos –volvió a su cortesía habitual– ¿Tiene mucho que salieron de clases?

    –No mucho, hace como una hora… etto… ¿quiere pasar? Mis padres aun no llegan, pero…

    –¿Están ustedes solos?

    –Sí –respondió Mahiro

    –¿Y qué ven en la TV? –inquirió el escritor, que entraba a la casa

    –Los Simpsons


    Una tacita de té de sakura hecho por el castaño y una pequeña charla más tarde, Akihiko instó a Mahiro a que fuera a seguir viendo la TV, pues tenía algo importante qué hablar con Misaki.


    –Perdón, sensei, pero Mahi-chan no puede ver la TV más de media hora –le increpó el adolescente

    –Bueno, pero una vez en la vida no tiene nada de malo… además… no te gustaría verlo triste porque se perdió el maratón ¿verdad?

    –Etto… supongo que no –contestó el menor, un poco dudoso–… emm… ¡está bien! Pero sólo hoy

    –¡Sí! –el Takahashi más pequeño gritó con emoción y fue corriendo a la sala a seguir viendo la TV

    –¿De qué quería hablar conmigo, sensei?

    –Me gustaría que habláramos en tu habitación

    –Uhh… está bien


    Subieron las escaleras en completo silencio hasta llegar a la pieza. Akihiko iba a abrir la boca para decir algo, pero grande fue su sorpresa cuando sintió que los bracitos de su pequeño se ceñían alrededor de su cuello, y éste se levantaba de puntitas, al tiempo que cerraba sus hermosos ojos verdes y juntaba sus labios con los suyos. Antes de que pudiera corresponder el beso apropiadamente, el muchachito se separó lentamente volviendo a su postura anterior.


    –Yo… yo… lo he echado de menos, sensei.



    XI.

    Miércoles. Contaba los segundos que faltaban para que dieran las cuatro en punto. Sus ojos verdes se fijaban sobre las manecillas del reloj de pared, como si tuviera el poder de hacerlas avanzar más rápido. En cuanto sonó la alarma que indicaba la salida, metió sus cosas en su mochila sin ningún cuidado y salió corriendo como alma que lleva el diablo.


    –¡Takahashi! Aún no he dicho que salgan –le regañó Hatori-sensei– Vuelva a su lugar.

    –H-hai.


    Resignado, y entre las risitas burlonas de sus compañeros, volvió a su pupitre y luego de cinco largos y tortuosos minutos en los que su profesor les indicaba lo que vendría en su examen, salió junto con sus amigos.


    –Yoshino-kun… –la voz de Hatori los detuvo– Lo veo en mi oficina en media hora.


    Chiaki asintió con la cabeza, mientras un tenue color rosa coloreaba sus mejillas. Con excepción de Shinobu, esto pasó desapercibido para el resto.


    –Juraría que Hatori-sensei te estaba sonriendo –le dijo el rubio en voz baja.

    –Pero qué cosas dices –rio nerviosamente el castaño de ojos azules.

    –A mí no me engañas… te gusta Hatori-sensei.

    –¡¿Ah, sí?! Pues a ti te gusta Miyagi-sensei –Chiaki contraatacó– ¿O por qué otra razón irías a asesorías, teniendo calificaciones casi perfectas? –agregó con tono pícaro haciendo que Shinobu se pusiera rojo hasta las orejas.

    –¡Hey, ustedes dos! ¡O dejan de secretear como niñas o nos dicen de qué tanto hablan! –regañó Hiroki.

    –Bueno, bueno, no te enojes.

    –Ya cásate con Kusama –le dijo Shinobu

    –¡¿Qué?!

    –¡Vamos, no te hagas el tonto! ¡Te gusta y lo sabes!

    –¡Retráctate por eso!

    –¡Oblígame!


    Entre discusiones y otras cosas, seis de los veintidós reclutas del equipo de soccer salían de la escuela, a excepción de Shinobu y Chiaki, que por razones no tan obvias tendrían que quedarse. Misaki se dirigía a su casa cuando divisó un Ferrari rojo.



    Cierto escritor conducía tan rápido como podía para llegar a su pent-house, en compañía del chiquillo de ojos verdes. El día anterior se quebraba la cabeza en idear algo que le permitiera pasar más tiempo con su adoración, pero no se le había ocurrido que el niño le pidiera algo tan sencillo como clases particulares de matemáticas. Previamente había hablado el asunto con sus padres y ellos aceptaron. Aquello le vino como anillo al dedo y la sonrisa de satisfacción que se dibujaba en su cara lo demostraba.


    –Qué lugar tan enorme –murmuró el pequeño, un poco cohibido por lo lujoso y espacioso del lugar.

    –Vamos, pasa.


    Una tacita de té y algunas galletas más tarde, comenzaron con la primera clase. Aunque al chico le costaba trabajo entender algunas cosas, daba su mayor esfuerzo y eso lo hacía ver aún más lindo. Hubo un momento en que los rostros de ambos se encontraron demasiado cerca, leyendo el mismo libro. No pudiendo resistir más, el escritor acortó la distancia en un cálido y tierno beso, al tiempo que sostenía el delicado cuerpo del muchacho para recargarlo contra el suyo. El beso fue aumentado de tonalidad y fuerza, tanto que terminaron perdiendo el equilibrio y ambos cayeron al suelo, Misaki de espaldas y Akihiko arriba de él. Cuando fue necesario respirar, se separaron lentamente, y cuando verde y violeta se encontraron, entonces lo entendió. Akihiko ya no soportaba tener a su pequeño de esa forma y no hacerle nada. Fue acercándose a uno de los oídos del menor para empezarlo a morder suavemente al compás que sus manos empezaban a deslizarse sobre la tela de la playera gris de The Strokes de Misaki.


    –¿Qué-que hace sensei?

    –Misaki, estoy en mi límite… yo, no sabes, no tienes idea de cuánto te deseo en éste momento… Si quieres que me aleje dilo ahora, porque probablemente después no sea capaz de razonar correctamente…


    Las manos del muchachito ciertamente temblaban, la tensión en su cuerpo era tal que incluso él podía sentirla, el calor en sus mejillas era tan abrasador… pretendía detenerse al ver que no respondía, pero las palabras que le dedicó su corazoncito fueron suficiente para lanzar su cordura por la borda.


    –Yo… sen-sei… por favor, sea gentil…



    CONTINUARÁ…




    Notas de la autora:

    1.- Aparece en el cuarto episodio de la quinta temporada de Los Simpsons, llamado "El oso de Burns" (Español Latino). En este cap The Ramones son invitados a tocar en la fiesta de cumpleaños del señor Burns… ajajajaja, fue tan graciosa esa parte… LOL.


    Bueno, esto es todo por ahora. Chaito.

    Edited by »Hitch 74 no Danna« - 30/12/2014, 13:10
     
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