Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    Quiúbole! Apuesto a que más de la mitad de lectores quiere asesinarme por haber dejado el capítulo anterior así, pero tenía que dejar algo de suspenso. En fin, he aquí traigo lo que tanto esperaban. En esta ocasión sólo será una parte, pero con la misma extensión de dos. Lamento la tardanza, pero ya salí de vacaciones y como pasa con algunos, mis papás no me dejarán usar la computadora tan seguido so razón de que ya no tengo que hacer tareas... en fin, basta de mi perorata... ¡Enhorabuena, a leer se ha dicho!


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su autora Shungiku Nakamura.



    –Misaki, estoy en mi límite… yo, no sabes, no tienes idea de cuánto te deseo en éste momento… Si quieres que me aleje dilo ahora, porque probablemente después no sea capaz de razonar correctamente…

    –Yo… sen-sei… por favor, sea gentil…


    XII.-

    Tres, dos, uno… inició el juego. El escritor tomó al menor cual princesa sin dejar de besarlo, y luego subió las escaleras hasta llegar a su habitación. Una vez dentro, Akihiko dejo a Misaki en la gran cama, se acercó y lo beso nuevamente siendo correspondido por el castaño. Los labios del novelista empezaron a bajar hasta el cuello del menor dejando unas pequeñas mordidas, hasta que se detuvo por la camisa gris de The Strokes; Misaki no tardó en entender el mensaje silencioso y levantó sus bracitos para que esta pudiera ser sacada. Una vez que la prenda fuera a parar a alguna parte, el mayor aflojó su corbata y comenzó a trazar un camino de besos húmedos sobre la suave y blanca piel de su amor, desde la parte de atrás de la oreja hasta el ombligo. El chico sentía los acelerados latidos de su corazón oprimiendo su pecho. Justo cuando Akihiko volvía a besarlo, Misaki puso ambos manos en los hombros de su amo. Las manos del mayor se deslizaban libre pero delicadamente sobre su caliente torso, deteniéndose una sobre uno de los botoncitos rosados, que fue deliciosamente estimulado, logrando que Misaki gimiera más alto, que se moviera, y que en el acto hiciera contacto con el ansioso miembro del escritor. Ambos lanzaron un pequeño grito.


    –Mi Misaki...


    Akihiko sin poderlo evitar besó desesperadamente los pezones de Misaki, dejándolo sentir la humedad de su boca, las pequeñas succiones, los leves y provocadores mordiscos. Misaki no podía hacer más que solo disfrutar, demostrándolo en su apasionada voz, en el fuerte agarre en los hombros del escritor, y en como aprisionaba con sus piernas las de Akihiko.


    –¿Se siente bien, Misaki?

    –No lo sé...

    –Misaki, yo… –eso descolocó un poco al escritor, pensando en que quizá iba muy rápido.

    –¡N-no es que me disguste! –se apresuró a decir el muchachito, notablemente abochornado– Es solo que… es mi primera vez y…

    –Misaki, eres tan tierno... –sonriendo, lo abrazo fuertemente, queriendo tenerlo para siempre a su lado.


    Después de separarse del abrazo de su ahora sensei, le rodeo con los brazos en el cuello, esperando fuera Akihiko el que lo besara. El escritor no se opuso, y más feliz y nervioso que nunca, le beso apasionadamente.


    –Misaki –Usami tomaba una de las manecitas del chico, sin dejar de degustar su suave y dulce piel, y la condujo hacia su corazón– Siente mi corazón… late de esa forma por ti, Misaki…


    Misaki se sorprendió al sentir los fuertes latidos del corazón del mayor, al igual que el suyo. El ojivioleta comenzó a bajar hasta llegar abajo, desabrocho los pantalones y quito el bóxer y se quedó admirando aquel bello angelito.


    –Sensei… por favor no me mire –dijo Misaki sonrojado.

    –Pero si eres lo más hermoso –dijo el escritor besando al ojiverde nuevamente.


    Las manos del mayor se dirigieron al miembro del pequeño mientras sus labios se unían, al principio Misaki deseaba separarse al sentir las manos de su acompañante, pero dejó de hacerlo al sentir aquel sentimiento que lo hacía sentir completo, seguro y con deseos de más. La boca del escritor se separó, y comenzó a besar su cuello, mientras que con una mano acariciaba uno de los pezones del menor y con la otra su miembro, las caricias eran excitantes pero al mismo tiempo tiernas y cuidadosas.


    –Aaah… sen-sensei…


    La vocecita entrecortada del chico sólo lograba excitar más al peliplata, que de nueva cuenta descendió por todo el torso de su pequeño hasta llegar a su miembro. Empezó a lamer la punta haciendo estremecer a su pequeño amor.


    –Aaahh... aaahh... aaah... –los gemidos del ojiverde subían de volumen a cada acción del adulto––Ngh... mmm... aaah...


    Sus caderas se movían inconscientemente y una de sus manos se deslizaba por la cabellera plateada, empujando un poco. El mayor pareció entender el mensaje, pues devoró el duro miembro del castaño. El calor era sofocante y a la vez placentero.


    –Ngh... aaah... ngh... –Misaki intentaba reprimirse, pero ciertamente las acciones del mayor le causaban toda una mezcla de emociones y sensaciones nunca antes experimentada– ¡Aaah! –sintió un fuerte espasmo en su vientre– Sensei... voy a... me voy a...


    En lugar de apartarse Akihiko intensificó el vaivén y poco después el menor derramó su semilla en la boca del mayor. Éste tomó lo que cayó por la comisura de sus labios y la lamió toda.


    –Sen-sei… yo… lo siento… –farfulló el chiquillo, sumamente avergonzado.


    Eso solo hizo calentarse más al mayor, viéndolo con su cabello despeinado, su mirada inocente con lágrimas de placer, sus mejillas sonrojadas, los labios húmedos con un ligero rastro de saliva que iba desde sus labios hasta difuminarse por su ombligo, sus botones rosados, jadeante y con una nueva erección. Pretendía sacarse la ropa de una buena vez, pero una vez más su pequeño amor lo sorprendía al estirarse e intentar desatarle la corbata. Entre pausas y temblando fuertemente, logró quitársela e hizo lo mismo con la camisa. Tres, dos, uno… ahí iba el último botón. Una vez que esta se deslizara por los hombros del escritor, las finas manecitas de Misaki tocaban la fría y a la vez cálida piel del escritor, grabando en su memoria su textura.


    –Misaki… –suspiraba el escritor, dejando a su adoración recorrer su torso con tan delicadas manos, al tiempo que respiraba la esencia que emanaba su suave piel– tu aroma es delicioso…

    –A… a… a mí t-tam-bién me… me gusta e-el suyo –balbuceó el chiquillo al sentir el aliento del mayor sobre su cuello.


    De nueva cuenta Akihiko se posicionó sobre el cuerpo del menor y pasó una mano por su cintura, acortando las distancias mientras una nueva batalla se libraba entre las lenguas de ambos. Cuando se hizo necesario respirar, se separaron y el peliplata deslizó tres de sus dedos, uno a uno, sobre los sonrosados labios del chico.


    –Misaki…

    –H-hai.


    El pequeño lo entendió perfectamente y los comenzó a lamer con una excitación que dejaba al escritor sin palabras. Usami saco sus dedos e introdujo el primero en el pequeño agujero del menor.


    –¡Aaahh! –Misaki no pudo evitar soltar un quejido por la intromisión. Usami introdujo el segundo, mientras masajeaba el miembro de su adoración– Aaahh... ngh... –el dolor desaparecía de a poco– aah... –Akihiko introdujo el tercero e hizo movimientos en tijera y en círculos, dilatando la rosada entrada, mientras el jovencito arqueaba la espalda.

    –Misaki… ya no puedo más –el escritor mostraba una muy notable erección que incluso dolía– yo… necesito estar dentro de ti.

    –Etto… hai.


    El escritor con un suave agarre le indico que se volteara, pero el muchacho le sorprendió, pues con temblor, el pequeño lo despojaba de su pantalón, liberando su erección. Akihiko, con el sonrojo del Misaki quedo encantado, se dejó hacer, y solo vio al pequeño tomarlo levemente y llevarse a la boca su miembro.


    –M-Misaki... mmmm…


    El escritor, al sentir la pequeña boca, no pudo evitar expresar cuanto le gustaba, más cuando Misaki se centró en la punta, y mientras esta estaba dentro del chico y succionaba, la húmeda lengua lo probaba.


    –Mi... Misaki, ya, basta...

    –¿Sensei?

    –Por favor… llámame por mi nombre... –sonrió levemente el hombre, mientras sudaba y respiraba agitado.

    –A-Aki-Akihiko-san... ¿lo… lo hacía mal?

    –No es eso... es solo que… ya quiero estar dentro de ti.

    –Oh… en-tiendo… –y luego agregó, con los ojos fuertemente cerrados y la carita roja a más no poder: –¡Hágalo, Akihiko-san!


    El mayor quedo más que sorprendido, Misaki por fin ya no le hablaba con tanta formalidad, terminando de lanzar la poca cordura que le quedaba por la borda. Con el chico sentado encima de sus piernas, levemente puso su ansioso miembro en el chico, que escondiendo su rostro en el cuello de su sensei, mordía sus labios, intentando acostumbrarse a la nueva sensación, que acompañaba al dolor.


    –Misaki... –Akihiko no pudo evitar suspirar al sentir el caliente y estrecho interior de su adoración.

    –Akihiko-san... está muy caliente...

    –Tú también lo estas... mi Misaki...


    Sin más preámbulos, empezó con las embestidas, lentas al principio, aumentando el ritmo a petición del agitado Misaki, que apoyado en los hombros del escritor, aumentaba levemente el movimiento, besando a su ahora amante y sintiéndose como nunca antes en su vida.


    –Misaki…

    –Yo… yo… –los ojillos verdes del chico dejaban caer dos traviesas gotas de mar, y una vez que se encontraron con los orbes violetas del escritor, pronunció despacito: –…yo lo quiero mucho, Akihiko-san… quiero estar con usted siempre…


    Definitivamente su niño era toda una caja de sorpresas, una que no pretendía soltar pese a todos, incluido su amigo y padre de su amor. Aumentó el ritmo de las embestidas sin dejar de masajear el miembro de su adoración, dando en el punto exacto en que Misaki también perdió la cordura.


    –¡¡¡Akihiko-san!!!

    –Yo también te amo, mi Misaki.


    Unos momentos más tarde un fuerte espasmo provocó en Misaki un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, y sin poder evitarlo liberó por segunda vez su semilla. Eventualmente Akihiko sintió las entrañas del menor contraerse súbitamente, por lo que tampoco resistió más y al fin llenó el interior de su adoración de su caliente esencia.


    –A-Aki-Akihiko-san…

    –Mi-Misaki…


    Usami se separó lentamente y se dejó caer a lado del muchacho, no sin antes besarlo, sintiendo aun sus leves espasmos.


    –Te amo.

    –Yo también, Akihiko-san.



    CONTINUARÁ…



    Comentarios finales:

    Lo sé, seguramente deben preguntarse por qué puse a Misaki tan dócil, pero tiene una explicación que daré después. Bueno, de momento es todo lo que tengo que decir, y de verdad lamento la tardanza. Chaito.
     
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79 replies since 19/11/2013, 23:27   5480 views
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