Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. »Hitch 74 no Danna«
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Hola, hola! He aquí la décima entrega de este proyecto.


    Disclaymer: Usagi, Misaki y demás personajes de Junjou Romantica pertenecen a su autora, Shungiku Nakamura-sensei.



    XVI.-


    Martes del mismo día, en el apartamento de Usami Akihiko. Se encontraba en el sofá, como siempre con un cigarrillo en la boca, mientras abrazaba a Suzuki-san como si éste fuera su pequeño ojiverde. El miércoles de la semana pasada no había podido darle clases a su corazoncito, pues el inoportuno de Isaka-san lo había llamado de último momento para una de esas estúpidas reuniones. En fin, en esos pensamientos estaba cuando escuchó su teléfono sonar: era Takahiro que quería un pequeño favor.


    –¿Puedes?

    –Por supuesto.


    Ni lento ni perezoso, se duchó y arregló con esmero. Luego de eso bajó hasta el estacionamiento y entró a su Ferrari rojo. Saliendo de ahí pisó el acelerador y condujo tan rápido que de puro milagro se pasó cuatro altos sin ser detectado. La razón de ello era simple: Takahiro le había pedido de favor que recogiera a Misaki de la escuela, pues él seguía trabajando y Manami había llevado a Mahiro al pediatra. Suspiró sin borrar la sonrisa en su cara, al fin tendría al castañito para él solo. Frenó de golpe, llamando la atención de la mayoría de los estudiantes que iban saliendo. En fin, salió del auto dispuesto a abordar a su corazoncito, pero fue tal su desazón cuando vio que este le había pasado de largo y además no iba solo: un peligris de unos 17 años le rodeaba por los hombros y ambos hablaban alegremente.


    –…sin la presencia de un hombre en la casa te puedes volver afeminado en un segundo... –decía el pequeño, y luego agregó con tono afeminado– ¡ay! esta grasa no se quita (1) –luego ambos se soltaron a reír.

    –Sí, debiste verme la primera vez que lo oí, casi se me sale la soda por la nariz –decía el mayor.

    –¿En serio? Debió haber sido cómico de ver…

    –Emm… Misaki-kun… ¿te gustaría venir mañana a mi casa? –le preguntó el peligris– Mis padres estarán fuera y creí que sería bueno aprovechar para ver una película ¿Qué dices?

    –Etto… bueno…


    "A pesar de lo que dijo hace un rato, sempai me cae bien… se ve que es buena persona"


    –Temo que no podrá. Ya tiene planes para mañana –tan solo esas palabras de cierto peliplata bastaron para originar un ambiente tenso.

    –¡Sensei! –exclamó el niño, apartándose por inercia de su sempai.

    –¿Cuánto tiempo sin verle, Usami-san? –dijo el ojinegro con tono mordaz– ¿Medio año, tal vez?

    –Misaki, vamos, te llevaré a casa –Akihiko ignoró olímpicamente al chico.

    –H-hai… etto… sempai…

    –No te preocupes, será en otra ocasión.

    –Okay… nos vemos mañana.


    Sin rechistar, Misaki siguió al ojivioleta, pero Sumi lo detuvo.


    –Misaki-kun…

    –¿Sí, sempai?

    –Por favor considera bien lo que hablamos.


    Dicho esto y en las narices del escritor, tomó la mano del ojiesmeralda y la besó, no sin esbozar una sonrisa de satisfacción y mirar más a Usami que al pequeño. Por obvias razones el escritor ardió en celos y se llevó a su pequeño, sin darle tiempo de responder.


    El trayecto fue silencioso y sumamente incómodo para el pequeño. No se necesitaba ser un genio para notar que el mayor estaba molesto, aunque todavía no entendía por qué.



    XVII.-


    Tic-tac, tic-tac… el reloj de péndulo de la sala llevaba exactamente sesenta oscilaciones, un minuto de oscilaciones que ninguno de los dos presentes se atrevía a romper. Misaki sentía un nudo en su garganta: por alguna razón no podía mirar a la cara a Akihiko.


    –Etto… Akihiko-san…


    Más rápido que alma que lleva el diablo, Akihiko acortó las distancias en un desesperado y demandante beso. Asimismo y con premura, sus manos frías se deslizaban sobre la cálida piel del pequeño, como si su vida dependiera de ello. Sin embargo aún estaban frescas en la mente del castañito las palabras de su sempai, así como los acontecimientos recientes. Por instinto colocó las manos sobre el pecho del mayor para quitárselo de encima.


    "Te lo pido, por favor aléjate de él… él podrá jurar que te ama, pero sólo lo dice para llevarte a su cama… en cuanto le aburras dejará de verte"


    No pudo evitar relacionar eso último con el hecho de no haber visto a Akihiko-san desde el partido de soccer.


    "¿Y si ya se aburrió de mí?"


    Tres, dos, uno… el novelista lo tumbaba sobre el sofá rojo mientras desabotonaba su camisa.


    "Pero se tomó la molestia de ir hasta la escuela por mi aun cuando su vida es muy ocupada…"


    Akihiko mordía la blanca piel de su cuello, inconsciente de que dejaría marcas.


    "Todo mundo sabe que el hombre que quiere eso a la semana de novios es porque solo busca bajar la calentura y no quiere nada formal…"


    Esas habían sido palabras de Kisa, cuando discutían el caso de Shiro-kun y Mako-sensei. Ahora que lo pensaba bien, justamente transcurrió una semana desde que Akihiko se le declaró, el miércoles de tormenta, hasta el miércoles en que tuvo su primera clase privada de matemáticas y que terminó en una noche apasionada.


    "¿Y si Akihiko-san sólo me quiere para saciar sus instintos? ¡Pero qué estoy diciendo! ¡Ni siquiera le he preguntado sobre esto!... Aun así ¿Estaría bien permitir ser utilizado por alguien para tener sexo con tal de estar con la persona que tú quieres aunque ella no te quiera? Sin duda estaría eso mal… pero ¿Si solo fuera la única forma de que Akihiko-san me quisiera?"


    –Misaki… Misaki… –tan ensimismado estaba en sus pensamientos que apenas si se percató de que Usami había dejado de besarlo desde hace un buen rato.

    –¿Eh?

    –Definitivamente algo te preocupa –dijo más para sí mismo que para el chico.

    –¡Está bien, no es nada! –respondió con premura.

    –Misaki no sabes mentir… dime ¿Qué sucede? –inquirió el peliplata en un intento por saber qué le pasaba a su pequeño para que estuviera tan nervioso y distante con él.

    –Etto… de hecho… –se estaba poniendo rojo hasta las orejas por lo que estaba a punto de decir: –Yo iba a preguntarle lo mismo.

    –¿Ah? –eso sí que tomó por sorpresa al ojivioleta.

    –Bueno… etto… yo… lo noté muy raro desde que me encontró con sempai… ¿pasó algo con él?


    Akihiko soltó un suspiro cansado, y luego de eso atrapó al muchacho entre sus brazos y recargó la cabeza sobre su hombro.


    –Me molesta –dijo así sin más– Me molesta el hecho de que él o alguien más te toque con tanta confianza… no tienes idea de cuánto.

    –Pero Sumi-sempai es solo un… ¡espere un momento! ¿Está diciéndome que está…?

    –Sí, Misaki… estoy celoso.

    –Eso quiere decir que no soy un juego para usted –se preguntó en voz baja, pero Usami lo escuchó.

    –¿Así que era eso lo que te tenía inquieto, eh?

    –¡Ah…!


    Algunos minutos más tarde Misaki, a duras penas, terminaba de exponer todas las dudas que tenía. Conforme escuchaba, Akihiko se sentía como un completo idiota por hacer que el menor cargara con todo eso él solo ¿Dónde había quedado su madurez y responsabilidad? Por otra parte también quería matar al inoportuno de Isaka-san por haberle privado de aquel miércoles en compañía de su niño. Al término de la explicación, abrazó con más fuerza a su pequeño amante y le dio un besito en la frente.


    –Misaki, por favor no pienses más en eso… yo no te quiero solo por eso, yo estoy muy enamorado de ti.

    –¿De verdad?

    –Sí, mi pequeño –juntó sus labios con los de su amante en un beso tierno.


    En ese momento para Misaki todo perdió importancia: el caso de Mako-sensei, el posible pasado de Akihiko con Sumi-sempai, la abismal diferencia de edades, e incluso el qué dirán… ahora solo importaba saber que Akihiko correspondía sus sentimientos.


    –Misaki… ¿te gustaría que tuviéramos otra cita?

    –¡Por supuesto!



    CONTINUARÁ…





    Notas finales:

    1.- Homero dice esta frase en el episodio 22 de la quinta temporada: Secretos de un buen matrimonio (español latino), cuando se va a vivir a la casita del árbol. Ajajajaja, fue tan gracioso.


    Bien, esto es todo por ahora. Chaito.
     
    Top
    .
79 replies since 19/11/2013, 23:27   5480 views
  Share  
.