Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    Hola! *escondida bajo la mesa del computador, con una cacerola en la cabeza, la tapa de una olla como escudo y un cucharón* Sé que he tardado una eternidad, seguramente hasta pensaron que botaría el fic…

    Uno de los motivos de mi tardanza es que tuve un bloqueo mental, sobre todo para hacer la primera parte de esta entrega. Me quedé estancada en esa parte e incluso pretendía editar la última escena del capítulo anterior, pero un día se me ocurrió dejar el fic por unos días y mientras tanto trabajar en mi otro proyecto El Cuartel del Metal (¡increíble que ya vaya por el capítulo 45!).

    El otro es que en estos momentos mi escuela se encuentra en paro de labores desde hace dos semanas (que probablemente ya se levante en ésta semana. Gente de México, seguro sabrán a lo que me refiero), además que fui a las primeras asambleas, pero mis papás se enojaron y ya no me dejaron ir a las siguientes. Por otro lado me pusieron a trabajar en un fotomontaje para una boda (es más laborioso y tedioso de lo que parece) y casi no tuve tiempo.

    En fin. De verdad siento haberles hecho esperar. Por otro lado, el capítulo en sí será concluyente para la parte anterior, y una pequeña sorpresa. Ojalá sea de su gusto.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su creadora Shungiku Nakamura-sensei.




    XXXVIII.-


    —¡¿Entonces por qué no me besas como a Usagi-san?!

    —¡¿Qué?!


    No sabía qué era peor, la naturaleza de la pregunta o el posible motivo por el que Mahiro la formulaba. De ser la segunda, estaba metido en serios problemas.


    —¡Ya dije! —replicó el menor, molesto.

    —¿Podrías explicarte, por favor? —pidió trémulamente el adolescente.

    —El vecino dice que no puedes besar a cualquiera, sólo a la persona que quieres más…

    —¡¿Le preguntaste a…?!... err… bueno, puede que tenga razón —rio nerviosamente.

    —¡Lo sabía! ¡Ya no me quieres! —la adrenalina empezó a correr en cuanto los primeros rastros de lágrimas aparecieron en los ojitos de Mahiro— ¡Por eso pasas más tiempo con él que conmigo!

    —¡No digas eso!, yo te quiero mucho… es solo que… etto…

    —¡Mentiroso!

    —¡No, no…! Es solo que… uh… Akihiko-san… err… etto… los quiero a los dos, pero…—esto ya se le estaba saliendo de las manos. Debía hacer algo y pronto— tú eres mi hermanito y él mi novio ¡esa es la diferencia!


    Los ojos del chiquitín abriéndose de sobremanera y su boquita desencajada, así como su semblante pálido, hicieron ver al ojiverde la gran metida de pata que había cometido. En ese momento Misaki quería que alguna fuerza superior lo borrara de la faz de la Tierra por su ineptitud. Aunque no habían transcurrido ni treinta segundos, el silencio se sentía tan pesado y eterno que le desesperaba.


    —¡Espera… yo…!

    —¿Entonces sólo los novios pueden besarse así? —inquirió inocentemente.

    —Síp —Misaki estaba rojito, pero pronto se le prendió el foco— Emm… etto… ¡como mamá y papá! Ellos se besan porque se quieren mucho, pero no nos dejan de querer ni a ti ni a mí… ellos nos cuidan, nos regañan de vez en cuando para que pensemos con cuidado, van a las juntas de la escuela, em… pegan tus dibujos en el refrigerador…

    —Nos compran pastel en nuestros cumpleaños… —agregó el pequeñín.

    —El punto es que así nos demuestran su amor.

    —Oh… —el niño parecía entender— Entonces ¿tú me quieres?

    —¡Hasta la pregunta ofende! —dijo el ojiverde en son de broma— ¡Claro que te quiero, tonto! —al decir esto revolvía los cabellitos de su hermanito— Tanto como para cancelar mi clase con Akihiko-san para jugar contigo un rato.

    —¡Wii! —Mahiro se lanzaba a los brazos del mayor. Más tarde se separó de él, pues aún tenía otra duda— Nii-chan…

    —¿Sí?

    —¿Por qué está mal que dos hombres se besen si se quieren mucho?


    Esa pregunta era un poco difícil, no por la obvia respuesta que la gran mayoría daría, sino por el hecho de tener que dársela a un pequeño que poco entendía de prejuicios.


    —Emm… es algo difícil de explicar… —hacía un gesto pensativo— Hmmm… ¿te gustan las Matemáticas?

    —¿Qué tiene que ver eso? —bramó el niño en un puchero.

    —Sólo contesta ¿te gustan o no?

    —No —respondió rotundamente.

    —¿Y por qué no?

    —Porque no les entiendo nada.

    —Ah, pues algo así pasa con ese tipo de cosas… a algunas personas no les gusta lo que no entienden y por eso lo rechazan. Por eso… ¿te puedo pedir un favor?

    —Síp.

    —No le digas nada de esto a nadie —suplicó el ojiverde con cara de corderito a medio morir— menos a mamá y papá…

    —¿Por qué no?

    —Porque… uh… puede que no lo entiendan ahora, tal vez más tarde, pero no ahora…

    —¿Como las Matemáticas?

    —A-algo así… ¿harías eso por mí?

    —Oh… bueno, está bien —respondió finalmente.

    —¡Gracias! ¡Gracias!


    Ahora Misaki era quien abrazaba efusivamente a su hermanito, sin saber que esta parte de la conversación fue escuchada por cierto novelista oculto tras la puerta, quien dibujaba una tierna sonrisa.



    XXXIX.-


    Martes. Cierto rubio miraba nostálgicamente por la ventana del comedor donde siempre se reunía con sus amigos. Su mirada gris estaba opaca y su ceño y labios no se curvaban en ninguna expresión. Echado sobre la mesa, jugueteaba con el cable de sus audífonos mientras oía una canción de Simple Plan de su móvil. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que apenas si reaccionó cuando sus amigos llegaron a acompañarle.


    —¡…le pegó tan fuerte en la cara que casi le…! —venía hablando Yoshino— ¡Hey, Shinobu! ¿Qué dice la vida?

    —Hola —murmuró con tono ausente mientras guardaba sus audífonos.

    —¿Por qué tan desanimado? —ahora era Kisa— ¿Quién se murió, tu tía?

    —Ya quisiera que fuera eso.

    —¿Tan grave es? —preguntó Misaki con preocupación.


    Un grupito de amigas reían y cuchicheaban mientras se sentaban en la mesa de al lado.


    —¿Ya supieron del nuevo chisme? —decía una.

    —¿De qué me perdí? —inquirió otra.

    —Miyagi-sensei se comprometió.

    —¡Wow! ¿Quién es la afortunada?

    —Me parece que la hermana mayor de Shinobu… Risako, si no mal recuerdo.

    —¡Ay, pero bien enterada que estás!

    —Chinatsu me lo dijo. Dice que lo oyó platicándoselo a Hatori-sensei.

    —¿Y por qué los espiaba? —preguntó la que parecía ser la menor del grupo.

    —Creo que le gusta Hatori-sensei.

    —¡No juegues, ¿en serio?!

    —Sí, hasta…


    No hizo falta agregar más, pues ellos entendían que Shinobu debía estar devastado por la noticia. Ninguno armó alboroto ni dijo siquiera una palabra, tan sólo se limitaron a acompañarlo en su dolor.


    —Lo perdí para siempre —farfulló tristemente después de un rato.

    —No te lo tomes a mal, pero… —espetó Shouta— no se puede perder lo que no se tiene…

    —¡Kisa! —replicó Onodera.

    —Tiene razón… nunca fue mío.


    El resto del día transcurrió sin novedad, pues ninguno quería arruinarle más el día a su amigo con las buenas nuevas que cada uno le tenía: por ejemplo Onodera, que hizo un amigo por Internet llamado Saga Masamune; o Kisa, que tuvo una cita de lo más romántica con Yukina; o Hiroki, quien ganó el campeonato de kendo y recibió un bonito regalo de Nowaki —aunque no lo admitiera—; o lo emocionado que estaba Misaki por su próxima cita con Akihiko; incluso a Chiaki le había ido bien, pues recibió un manga de un anónimo como regalo en la semana que estuvo enfermo.


    —El karma es una p*rra —gruñía el rubio por lo bajo, de camino a casa.


    Recordaba que hace casi dos meses se le había confesado a Miyagi-sensei, pero este lo había rechazado… por tercera vez. Las primeras dos veces el mayor no las tomó en serio y lo dejó pasar, por ello seguía dándole asesorías. Sin embargo, y como decían por ahí, la tercera era la vencida: la tercera confesión recibió una rotunda negativa y eso terminó por hacer que desatara su ira sobre el pobre parabrisas. Después de una severa regañiza del director, de sus padres y algunas otras represalias, las cosas ya no fueron las mismas entre él y su sensei. No conforme con eso, el mayor conoció a su odiosa hermana el día que fuera enviado a detención, simpatizaron, una cosa llevó a la otra y ahí los tenía… anunciando su compromiso en la cena del día anterior.


    Al ingresar a su casa simplemente pasó de largo a la servidumbre y fue rumbo a su habitación. En otras ocasiones, cuando algo le afectaba realmente, sus cosas terminaban destrozadas. No obstante ahora ya no se sentía con las energías para descargar su ira, así que hizo la única cosa que alguna vez se prometió que no haría: abrazar su almohada y llorar en silencio. Lo que sea que hubiera hecho en su vida anterior lo terminaría de pagar en esta otra. Sí, definitivamente el karma era una p*rra.




    CONTINUARÁ…






    Notas de la autora:


    Sí, lo sé, no tengo perdón de Jashin-sama por tardarme tanto. En fin, la verdad tengo algunas ideas para el fic, pero no sé si pueda seguir actualizando o de plano tendría que dejarlo, pues después del paro seguramente estaré reponiendo clases y laboratorios en horarios extra clase o hasta en sábados o domingos. Ya veré qué hago.

    En fin, gracias por su comprensión y espero que nos sigamos leyendo. Chaito.

    Edited by »Hitch 74 no Danna« - 30/12/2014, 13:18
     
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