Mi pequeño amante (Akihiko X Misaki). CERRADO

Takahashi Takahiro ha vuelto a Japón luego de 16 años de ausencia, pero no llegó solo: trajo consigo a la persona que -de alguna manera- le arruinó la vida. ¿De qué forma cambiará esto su vida?

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  1. Aleshka
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    nueva lectora!!
    tu fic de verdad me ah encantado!! es tan asombroso *w*
    maldito sumi lo matare !!!! :=MUAHAHA:
    etto espero la conty
    bye bye
     
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    Tarde (otra vez) pero no pienso faltar

    woow!!1 vaya situación tan peculiar se encontraron los chics en la escuela jejeje muchos profesores con líos amorosos con sus alumnos


    ese Sumi, no comprendo el porque de su necedad para que Misaki deje a Usagi

    espero que no le haga caso


    Me dejaste encanta, hubo aunque sea algo pequeño de todas las parejas y algo MUY interresante con Misaki y su relacion



    quiero conti!!! y disculpa la demora


    ok



    bye,bye

     
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  3. »Hitch 74 no Danna«
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    Hola, hola! He aquí la décima entrega de este proyecto.


    Disclaymer: Usagi, Misaki y demás personajes de Junjou Romantica pertenecen a su autora, Shungiku Nakamura-sensei.



    XVI.-


    Martes del mismo día, en el apartamento de Usami Akihiko. Se encontraba en el sofá, como siempre con un cigarrillo en la boca, mientras abrazaba a Suzuki-san como si éste fuera su pequeño ojiverde. El miércoles de la semana pasada no había podido darle clases a su corazoncito, pues el inoportuno de Isaka-san lo había llamado de último momento para una de esas estúpidas reuniones. En fin, en esos pensamientos estaba cuando escuchó su teléfono sonar: era Takahiro que quería un pequeño favor.


    –¿Puedes?

    –Por supuesto.


    Ni lento ni perezoso, se duchó y arregló con esmero. Luego de eso bajó hasta el estacionamiento y entró a su Ferrari rojo. Saliendo de ahí pisó el acelerador y condujo tan rápido que de puro milagro se pasó cuatro altos sin ser detectado. La razón de ello era simple: Takahiro le había pedido de favor que recogiera a Misaki de la escuela, pues él seguía trabajando y Manami había llevado a Mahiro al pediatra. Suspiró sin borrar la sonrisa en su cara, al fin tendría al castañito para él solo. Frenó de golpe, llamando la atención de la mayoría de los estudiantes que iban saliendo. En fin, salió del auto dispuesto a abordar a su corazoncito, pero fue tal su desazón cuando vio que este le había pasado de largo y además no iba solo: un peligris de unos 17 años le rodeaba por los hombros y ambos hablaban alegremente.


    –…sin la presencia de un hombre en la casa te puedes volver afeminado en un segundo... –decía el pequeño, y luego agregó con tono afeminado– ¡ay! esta grasa no se quita (1) –luego ambos se soltaron a reír.

    –Sí, debiste verme la primera vez que lo oí, casi se me sale la soda por la nariz –decía el mayor.

    –¿En serio? Debió haber sido cómico de ver…

    –Emm… Misaki-kun… ¿te gustaría venir mañana a mi casa? –le preguntó el peligris– Mis padres estarán fuera y creí que sería bueno aprovechar para ver una película ¿Qué dices?

    –Etto… bueno…


    "A pesar de lo que dijo hace un rato, sempai me cae bien… se ve que es buena persona"


    –Temo que no podrá. Ya tiene planes para mañana –tan solo esas palabras de cierto peliplata bastaron para originar un ambiente tenso.

    –¡Sensei! –exclamó el niño, apartándose por inercia de su sempai.

    –¿Cuánto tiempo sin verle, Usami-san? –dijo el ojinegro con tono mordaz– ¿Medio año, tal vez?

    –Misaki, vamos, te llevaré a casa –Akihiko ignoró olímpicamente al chico.

    –H-hai… etto… sempai…

    –No te preocupes, será en otra ocasión.

    –Okay… nos vemos mañana.


    Sin rechistar, Misaki siguió al ojivioleta, pero Sumi lo detuvo.


    –Misaki-kun…

    –¿Sí, sempai?

    –Por favor considera bien lo que hablamos.


    Dicho esto y en las narices del escritor, tomó la mano del ojiesmeralda y la besó, no sin esbozar una sonrisa de satisfacción y mirar más a Usami que al pequeño. Por obvias razones el escritor ardió en celos y se llevó a su pequeño, sin darle tiempo de responder.


    El trayecto fue silencioso y sumamente incómodo para el pequeño. No se necesitaba ser un genio para notar que el mayor estaba molesto, aunque todavía no entendía por qué.



    XVII.-


    Tic-tac, tic-tac… el reloj de péndulo de la sala llevaba exactamente sesenta oscilaciones, un minuto de oscilaciones que ninguno de los dos presentes se atrevía a romper. Misaki sentía un nudo en su garganta: por alguna razón no podía mirar a la cara a Akihiko.


    –Etto… Akihiko-san…


    Más rápido que alma que lleva el diablo, Akihiko acortó las distancias en un desesperado y demandante beso. Asimismo y con premura, sus manos frías se deslizaban sobre la cálida piel del pequeño, como si su vida dependiera de ello. Sin embargo aún estaban frescas en la mente del castañito las palabras de su sempai, así como los acontecimientos recientes. Por instinto colocó las manos sobre el pecho del mayor para quitárselo de encima.


    "Te lo pido, por favor aléjate de él… él podrá jurar que te ama, pero sólo lo dice para llevarte a su cama… en cuanto le aburras dejará de verte"


    No pudo evitar relacionar eso último con el hecho de no haber visto a Akihiko-san desde el partido de soccer.


    "¿Y si ya se aburrió de mí?"


    Tres, dos, uno… el novelista lo tumbaba sobre el sofá rojo mientras desabotonaba su camisa.


    "Pero se tomó la molestia de ir hasta la escuela por mi aun cuando su vida es muy ocupada…"


    Akihiko mordía la blanca piel de su cuello, inconsciente de que dejaría marcas.


    "Todo mundo sabe que el hombre que quiere eso a la semana de novios es porque solo busca bajar la calentura y no quiere nada formal…"


    Esas habían sido palabras de Kisa, cuando discutían el caso de Shiro-kun y Mako-sensei. Ahora que lo pensaba bien, justamente transcurrió una semana desde que Akihiko se le declaró, el miércoles de tormenta, hasta el miércoles en que tuvo su primera clase privada de matemáticas y que terminó en una noche apasionada.


    "¿Y si Akihiko-san sólo me quiere para saciar sus instintos? ¡Pero qué estoy diciendo! ¡Ni siquiera le he preguntado sobre esto!... Aun así ¿Estaría bien permitir ser utilizado por alguien para tener sexo con tal de estar con la persona que tú quieres aunque ella no te quiera? Sin duda estaría eso mal… pero ¿Si solo fuera la única forma de que Akihiko-san me quisiera?"


    –Misaki… Misaki… –tan ensimismado estaba en sus pensamientos que apenas si se percató de que Usami había dejado de besarlo desde hace un buen rato.

    –¿Eh?

    –Definitivamente algo te preocupa –dijo más para sí mismo que para el chico.

    –¡Está bien, no es nada! –respondió con premura.

    –Misaki no sabes mentir… dime ¿Qué sucede? –inquirió el peliplata en un intento por saber qué le pasaba a su pequeño para que estuviera tan nervioso y distante con él.

    –Etto… de hecho… –se estaba poniendo rojo hasta las orejas por lo que estaba a punto de decir: –Yo iba a preguntarle lo mismo.

    –¿Ah? –eso sí que tomó por sorpresa al ojivioleta.

    –Bueno… etto… yo… lo noté muy raro desde que me encontró con sempai… ¿pasó algo con él?


    Akihiko soltó un suspiro cansado, y luego de eso atrapó al muchacho entre sus brazos y recargó la cabeza sobre su hombro.


    –Me molesta –dijo así sin más– Me molesta el hecho de que él o alguien más te toque con tanta confianza… no tienes idea de cuánto.

    –Pero Sumi-sempai es solo un… ¡espere un momento! ¿Está diciéndome que está…?

    –Sí, Misaki… estoy celoso.

    –Eso quiere decir que no soy un juego para usted –se preguntó en voz baja, pero Usami lo escuchó.

    –¿Así que era eso lo que te tenía inquieto, eh?

    –¡Ah…!


    Algunos minutos más tarde Misaki, a duras penas, terminaba de exponer todas las dudas que tenía. Conforme escuchaba, Akihiko se sentía como un completo idiota por hacer que el menor cargara con todo eso él solo ¿Dónde había quedado su madurez y responsabilidad? Por otra parte también quería matar al inoportuno de Isaka-san por haberle privado de aquel miércoles en compañía de su niño. Al término de la explicación, abrazó con más fuerza a su pequeño amante y le dio un besito en la frente.


    –Misaki, por favor no pienses más en eso… yo no te quiero solo por eso, yo estoy muy enamorado de ti.

    –¿De verdad?

    –Sí, mi pequeño –juntó sus labios con los de su amante en un beso tierno.


    En ese momento para Misaki todo perdió importancia: el caso de Mako-sensei, el posible pasado de Akihiko con Sumi-sempai, la abismal diferencia de edades, e incluso el qué dirán… ahora solo importaba saber que Akihiko correspondía sus sentimientos.


    –Misaki… ¿te gustaría que tuviéramos otra cita?

    –¡Por supuesto!



    CONTINUARÁ…





    Notas finales:

    1.- Homero dice esta frase en el episodio 22 de la quinta temporada: Secretos de un buen matrimonio (español latino), cuando se va a vivir a la casita del árbol. Ajajajaja, fue tan gracioso.


    Bien, esto es todo por ahora. Chaito.
     
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    Hola!

    El capi fue cortito :(
    pero lindo aunque sentí cierto aire misterioso tal vez solo son cosas mias


    Misaki es demasiado inocente pero supongo que sus razones ha de tener
    jiji Akihiko estaba celoso, pero también molesto por algo, no?

    Espero el prox. capi :)
    cuídate!

    ok


    bye,bye
     
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  5. »Hitch 74 no Danna«
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    Hehehey!!! Seguro quieren asesinarme por dejar este fic sin actualizar por tanto tiempo, pero me pasa que en vacaciones tengo menos inspiración que cuando estoy a mitad de una clase. En fin, aquí les traigo el cap. En esta ocasión está dividido en tres, aunque neta no me gustó mucho cómo quedó. A ver si para cuando regrese a clases ya se me ocurre algo mucho mejor.


    Disclaymer: Junjou Romantica es de su autora Shungiku Nakamura-sensei.



    XVIII.-


    Un mes. Transcurrió un mes desde la primera vez que poseyó a su corazoncito. Si bien era cierto que las citas y los encuentros pasionales con el ojiverde eran limitados, al menos hacía que cada uno de ellos valiera tanto como una vida entera.


    Como cada miércoles desde hace un mes, se encontraba en su departamento dándole clases de Matemáticas a su amorcito. Aunque su mejoría ya era considerable no dejaba de enseñarle, pues amaba ver ese infantil puchero que hacía cuando se le dificultaba algo: daba unos cuatro o cinco golpecillos con el lápiz contra el papel, luego se ponía la gomita sobre el labio inferior de una forma inocentemente sexy, escribía lo que le venía en mente, borraba, inflaba los mofletes y resoplaba hacia arriba, haciendo que los rebeldes cabellitos castaños se levantaran y volvieran a caer sobre su frente. Sí, simplemente adorable.


    Suspiró. Los últimos dieciséis años los había pasado entre fiestas, alcohol y juegos pasionales de una noche, todo por olvidar aunque fuera una noche ese amor silencioso no correspondido que día a día le carcomía el alma; aunque sus novelas y su extraña afición por coleccionar toda clase de juguetes y otras curiosidades le ayudaban un poco, no alejaban esa soledad perpetua que se instaló en su casa y su vida desde que podía recordar… tanto así que se volvió una persona fría, amargada, frívola y demasiado hermética. De hecho nunca llevaba a sus amantes al apartamento, pues tenía la firme teoría de que si no entraban ahí, no lo harían en su vida y mucho menos en su corazón.


    Y sin embargo ahí estaba frente a él el único que logró entrar directo al corazón, el único que le hacía sentir como adolescente enamorado a pesar de sus 36 años. Si hace cuatro meses le hubieran planteado que terminaría enamorado del causante –no culpable– de que Takahiro Takahashi se hubiera marchado a Estados Unidos por dieciséis años, se lo habría tomado como una broma de muy mal gusto… lástima que su situación actual distaba mucho de ser eso.


    –Etto… sensei… –la vocecilla de su pequeño amante lo sacó de sus pensamientos–… ya he terminado.


    Revisó los ejercicios y un rato más tarde le daba el ya habitual premio por su buen trabajo: un profundo beso de amor acompañado de un chocolate relleno de jalea de fresa.



    XIX.-


    Fin de semana. Un conjunto de niños, ninguno por arriba de los 10 años, se encontraba en el patio trasero de la casa Takahashi jugueteando entre risas; dentro de la casa se encontraba una pareja de edad ya avanzada, otras dos que tocaban los 32 o tal vez 33 años, y otra más que andaba por los 36, hablando en la sala; en tanto en una de las habitaciones un grupo de adolescentes entre 14 y 17 años, en su mayoría hombres, veían uno de tantos episodios de Los Simpson.


    »–…señor ¿Por qué esperó hasta última hora para pagar sus impuestos?

    –¿Impuestos? ¿Qué no es la cola para el concierto de Metallica?«
    (1)


    Eventualmente todos se echaron a reír al término de esa línea. Sí, la mayoría de ellos eran nada más ni nada menos que la familia Kajiwara, quienes habían ido de visita al enterarse que Manami Kajiwara volvía a Japón después de dieciséis años, casada y con dos hijos.


    –Y dime, Takahashi-san –decía el patriarca Kajiwara, un hombre bastante bien conservado a pesar de sus ya 65 años de edad– ¿Qué los hizo volver a Japón si ya tenían la vida prácticamente resuelta allá en Seattle?

    –Bueno, como usted dijo, el trabajo era bueno, la paga era buena, la educación de los niños prácticamente se pagaría sola, pero no quise exponer a mi familia ante la ola de violencia que se ha desatado en los últimos años… simplemente no lo valía.


    Un breve pero incómodo silencio se hacía presente: Takahiro Takahashi tenía semblante serio, pero por dentro estaba hecho un mar de nervios y el movimiento de sus dedos contra la tacita de té que sostenía lo delataba; Manami miraba fijamente a sus progenitores y a sus hermanos, en tanto que sus dedos se entrelazaban con los de su marido.


    –Takahashi-san –el hombre hizo una seña y al instante todo mundo se puso de pie. Luego le indicó a él que se acercara, quedando ambos de frente. La tacita de té fue puesta sobre la mesita, Manami no soltó su mano en ningún momento– Debería hundirte por embarazar a mi hija cuando ella ya tenía la vida asegurada con un hombre adinerado con el que yo mismo la comprometí –Takahiro se tensó y tragó saliva al sentir el peso de las miradas de sus cuñados– pero… has cuidado de ella mucho mejor de lo que hubiera hecho ese inútil, además que se ve feliz –soltó un suspiro cansado– así que no me queda de otra más que decir… bienvenido a la familia.


    Un abrazo fraternal de toda la familia Kajiwara fue suficiente para devolverle a Takahiro Takahashi el alma al cuerpo.



    XX.-


    –Nee, Misaki –le decía uno de sus primos, un pelinegro de ojos café claro de unos 16 años, que tenía algo en sus manos– Hagamos un intercambio.

    –¿Qué clase de intercambio, Sai-san?

    –Emm… yo soy Sai –espetó otro muchacho idéntico al primero– Él es Kai.

    –Etto… yo… emm… lo siento… –Misaki sonaba apenado.

    –Déjalo así –dijo una chica de unos 15 años, rubia, cabello rizado y largo, del mismo color de ojos que los varones, y unos anteojos de armazón rojo. Ella se llamaba Sayuri– Todo mundo los confunde, menos nosotros ni los abuelos.

    –En fin –dijo Kai– ¿Qué te parece el último volumen de The Kan por dos de tus CD’s de My Chemical Romance?

    –¡¿De verdad?! –el ojiverde pintaba cara de fan enamorada. Kai asintió– ¡Okay, escoge los dos que más te gusten!

    –Nee, Misaki –ahora era Sai– ¿no estás algo grande para peluches?


    En una pequeña repisa junto a aquella donde conservaba los primeros trabajos de su sensei y amante, había varios peluches de todos colores y formas, todos ellos menos grandes que un manga.


    –Etto… son regalos de un amigo de mi padre –farfulló, rojo de vergüenza.


    En efecto Akihiko Usami le había obsequiado todos esos peluches una vez que fueron al parque de diversiones. Sonrió como bobo enamorado y eso no pasó desapercibido para su primo mayor Minoru, un joven de unos 17 años, cabello rubio y corto, ojos gris oscuro –a diferencia de los otros–, piel clara y de aspecto serio.


    –Traté de decirle que no me gustan mucho, pero no quise herir sus sentimientos, así que…

    –Bueno, bueno, ya entendimos.


    “¡Vaya, se la creyeron!”


    –¡OMFG! –exclamó una pelirroja del mismo aspecto que la rubia, excepto por el color de ojos, que era igual al de Minoru. Ella tenía 14 y se llamaba Mika– ¡Tienes los primeros trabajos de Usami Akihiko!

    –¡¿De dónde los sacaste?!

    –¡Son imposibles de conseguir incluso aquí en Japón!

    –¡Yo creía que ya estaban extintos!

    –…


    El pequeño suspiró con cansancio. No era que le molestara que sus primos hurgaran entre sus cosas como niños en una dulcería, era más bien el hecho de no poder decir abiertamente que todas esas cosas eran regalos o recuerdos de su sensei y amante, y mucho menos que se trataba del afamado escritor Usami Akihiko, ganador de varios premios, entre ellos el Naomori a la más corta edad. No, definitivamente no podría… aunque lo hiciera, nadie creería que un simple estudiante promedio de clase media tendría rendido a sus pies a nadie de tal magnitud como el escritor.


    El tema Jesus of Suburbia, de Green Day, lo sacó de sus pensamientos pesimistas.


    –Moshi moshi –hizo señas a sus primos de que enseguida volvería.

    –Hola, mi niño ¿Cómo estás? –apenas reconoció esa profunda y seductora voz, salió como alma que lleva el diablo directo al desván de la casa.

    –Etto… bien, creo…

    –Te oyes nervioso ¿ocurre algo?

    –Emm… bueno… mis primos y abuelos están de visita… –hablaron de cosas triviales por unos minutos, hasta que vino algo importante– etto… Akihiko-san… el próximo miércoles no podré ir a su casa… tengo algunas tareas pendientes…

    –Puedo ayudarte con eso, por favor…

    –De verdad no puedo… Hattori-sensei nos atrapó a Kisa y a mí enviándonos notas en clase, y ahora estoy castigado hasta el viernes que viene… además no quiero causarle molestias.

    –¡Nee, Misaki! –la voz de Minoru interrumpió la conversación– ¡Kai y Sai acaban de descomponer tu consola!

    –¡Rayos! …etto… Akihiko-san, debo cortar…

    –¡Espera, Misaki…!

    –Hasta la otra semana, Akihiko-san.


    “Odio mentirle así, Akihiko-san, pero es necesario”





    CONTINUARÁ…






    Notas finales:


    1. Del capítulo 20 de la novena temporada: Misión deducible (latino)


    Bien, de momento es todo. Chaito.

    Edited by »Hitch 74 no Danna« - 30/12/2014, 13:12
     
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    No entendí (?)

    Hola que tal? jeje vengo a revisar y me encuentro con tu actu y pues obvio, entré.

    Como dije, no entendí el capítulo, me revolví, fue raro, no se explicarme
    El inicio fue romantica con ellos en sus tutorías pero después me confundí con la aparición de la familia y el último pensamiento de Misaki, pero por algo será.
    Espero que tu inspiración regrese y suerte!
    Cuídate

    ok


    bye,bye
     
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  7. BlackLady713
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    no bueno! un brindis por los primos entrometidos-rompe-descompone-cosas, solo pido que no le vayan a hacer nada a los regalos de Usagi

    espero que con la aparicion de la familia de manami se le vaya a complicar las cosas ala pareja

    spero con ansias la continuacion

    LB :=wozardd:
     
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  8. »Hitch 74 no Danna«
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    Etto… Hola? *escondida tras la silla del computador* Seguramente más de la mitad de lectores quiere matarme por haberme tardado una eternidad con la actualización de este fic. Aunque en mi fic 'El Cuartel del Metal' ya había explicado que las vacaciones y los puentes de mayo me cortaron mucho la inspiración, también me encontraba terminando mi otro fic 'Fresas con chocolate para Cupido'. De verdad lamento hacerles esperar tanto, odio hacerlo, pero a veces es inevitable.


    Bueno, dejando de lado mi aburrido choro mareador, aquí les traigo la siguiente entrega. Igual que el anterior, está dividido en tres partes. De verdad mis más sinceras disculpas.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica no son míos, de lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, lel.



    XXI.-


    Miércoles por la tarde. Como siempre en los últimos días, el afamado escritor mataba el tiempo en el sofá, fumando su séptimo cigarrillo del día y mirando al techo como si fuera lo más interesante, preguntándose por qué Misaki se portaba evasivo últimamente: el fin de semana le había llamado para proponerle otra cita, pero el menor le había cortado la conversación abruptamente, además que dijo que hoy no podría tomar sus lecciones; los días consecutivos volvió a llamarle, pero por alguna razón el chico sonaba más nervioso o intentaba que la llamada no se prolongara demasiado, como si estuviera ocultando algo.


    Pensó que sería bueno darle una sorpresa, así que se alistó y unos minutos más tarde ya estaba conduciendo su Ferrari rojo rumbo a instituto. Una vez que quedó frente a la escuela bajó del auto y después divisó al grupo de amigos de Misaki.


    –No sé tú, pero neta me cae mal ese tipo con el que Misaki se junta–decía Ritsu.

    –A mí también, no me da buena espina –espetó Hiroki– pero Misaki sabe lo que hace.

    –¿No creen que deberíamos hablar con él? –ahora era Shinobu.

    –Yukina y yo ya lo intentamos, pero el tipo no deja que nos acerquemos –habló Shouta– Para mí que andan de novios y el susodicho es tan celoso que le prohíbe hablarnos siquiera.

    –¿Tú crees? –ahora era Nowaki, que venía con ellos.

    –Eso explicaría por qué Misaki lo trae pegado como chicle.

    –Con razón ya casi ni nos pela (1) –suspiró Chiaki.


    El escritor alcanzó a oír la conversación. Aunque tenía idea de quién era ese tipo que acaparaba la atención de su corazoncito, se negaba a creer que fuera ese molesto mocoso llamado Sumi Keiichi. Pretendía acercarse, pero obviamente Misaki no venía con ellos y, por lo que oyó, seguramente debía estar con él.


    –¡…no llevaba ni cinco minutos al teléfono y esos dos ya habían descompuesto mi XBOX-360!

    –Que mal plan.


    Y no estaba equivocado, pues unos minutos más tarde aparecía su adoración con ese tipo tan molesto pegado a él como una garrapata. Grande fue su sorpresa cuando éstos se detuvieron en seco y se dieron la media vuelta para irse al otro lado de la escuela.



    XXII.-


    –Misaki-kun ¿está todo bien? –inquirió el ojinegro– Pareciera que viste a un fantasma.

    –Etto… no es nada, recordé que debo ir a la biblioteca por algunas cosas –balbuceó el ojiverde, evidentemente nervioso.

    –¿No será por que viste a Usami-san en la entrada?


    Efectivamente así se habían vuelto los días desde que Sumi Keiichi se le declarara. Lo recordaba bien.


    FLASHBACK


    –Por favor, te ruego que te alejes de él… –Sumi ponía una expresión suplicante muy convincente– No me gustaría que te utilizara y luego te botara, y mucho menos que estés en boca de todos como Shiro-kun…

    –Sempai… –Misaki no pudo evitar ponerse nervioso en cuanto Sumi le tomó la mano y la estrechó– ¿Por qué…?


    El peligris llevó la mano de Misaki hasta sus labios y la besó suavemente. Luego de eso sus ojos negros se fijaron en los esmeraldas del pequeño.


    –Te quiero… y no permitiré que nadie, ni siquiera él, te lastime.


    El ojiverde estaba en shock. De todas las posibilidades por las que Sumi se interesara en su relación con Akihiko-san, esta era la menos pensada. Obviamente sabía qué respuesta dar, pero el hecho de que su sempai era la primera persona más cercana en edad a él que se le declaraba, y la convicción con la que salieron esas palabras lo hacían difícil, además no quería herirlo.


    –Sempai… yo…

    –Está bien, entiendo que no puedas corresponderme ahora, considerando que estás con Usami-san –dijo el mayor con una sonrisa triste– demo… por lo menos déjame ser tu amigo y confidente…


    "Sus palabras son tan sinceras y se ve que se preocupa por mí como lo haría un amigo y un confidente… ¿de verdad él me…?"


    –Está bien –respondió el chico unos segundos más tarde– pero sólo amigos.


    FIN DEL FLASHBACK


    Aunque no le gustaba que de vez en cuando tratara de persuadirlo de alejarse de Akihiko-san, al menos hablar de eso le daba cierta libertad, la cual no tenía con Kisa y los demás. Con el tiempo se había vuelto un poco más apegado a él, pero de lo que no se daba cuenta era que se reducía el tiempo que pasaba con los otros.


    –¡No es eso! –contestó presurosamente el chico, pero el otro le miró con una ceja enarcada.

    –Podrás engañarme, pero no puedes engañarte a ti mismo… pasó algo con él ¿cierto? Por eso lo evitas.

    –Emm… no exactamente… es solo que… –luego susurró algo al oído del mayor, quien asintió con la cabeza.

    –Entiendo… ¿y qué tal vas, entonces?

    –Le dije que Hattori-sensei nos castigó a Kisa y a mí, pero creo que está empezando a sospechar.



    XXIII.-


    Akihiko no podía estar más frustrado en estos momentos. De no ser por esos entrometidos del equipo de baloncesto que salieron como estampida de ñus, ya hubiera encontrado a su amorcito y lo hubiera alejado de las garras de ese odioso ojinegro. Pero eso no era todo, también había sido interceptado por dos de sus amigos de antaño: Miyagi Yö y Hattori Yoshiyuki. Al principio aceptó tomar algo en la cafetería con ellos, así podría preguntarle a Hattori sobre Misaki, ya que él lo había castigado, pero ni los saludos ni la perorata de Miyagi sobre sus pato-aventuras de antaño le daban oportunidad. Sin embargo hubo un momento en que su impaciencia pudo más.


    –…entonces le dije…

    –Takahashi Misaki –interrumpió con tono serio.

    –¿Ah?

    –Hattori… tengo entendido que castigaste a Takahashi Misaki hasta el viernes por pasarse notas en clase con otro chico…

    –¿De qué estás hablando?

    –Takahashi Misaki, de noveno, clase C, de Química I.

    –Oh… sí, ya lo recuerdo, un buen estudiante, aunque algo atolondrado y flojo para leer… ¿Por qué el interés? –Hattori estaba un poco intrigado.

    –Su padre me pidió que hablara contigo en su lugar –mintió sin inmutarse.

    –Oh… pero eso fue la semana pasada, y a quienes castigué fueron Kisa y Onodera.

    –¿Qué?


    Eso sí que no se lo esperaba. Sabía que normalmente los adolescentes ocultaban los citatorios para evitar los regaños de sus padres, pero el que Misaki inventara un castigo era muestra clara de que definitivamente ocurría algo más grave.


    –Ah, estos chicos de ahora son más difíciles de entender –suspiró Miyagi.

    –Ese chico… –Hattori hizo lo mismo– no sé qué pretende con esto, pero temo que ahora sí amerita un castigo por usar mi nombre de esa manera.

    –No es necesario –espetó Usami– Yo mismo me encargaré de eso por hacerme venir de a balde –obviamente eso era una vil mentira, pero prefería darles a ambos el beneficio de la duda.

    –Como siempre las cosas tienen que hacerse a tu manera ¿verdad? En fin, ya que estás aquí…

    –Me tengo que ir. Nos vemos luego.


    Y sin importarle haber dejado a Hattori con la palabra en la boca, fue tras su pequeño esperando poder alcanzarlo, y luego de unos minutos de conducir lo logró; grande fue su desazón y sorpresa cuando lo vio ahí bajo la copa de un árbol de cerezo en el parque, recargado contra el tronco, siendo besado por su odioso ex–amante llamado Sumi Keiichi.



    CONTINUARÁ…





    Notas de la autora:


    1.- Es una expresión popular que se usa mucho en mi país para decir que alguien deja de prestarte atención o ya no te hace caso.


    ¿Qué les pareció? A que no se esperaban lo último ¿verdad? Bueno, la verdad no sé si pronto podré actualizar, ya que falta poco para que yo salga de vacaciones, y ya saben cómo es esto. En fin, nos leemos en la próxima entrega. Chaito.
     
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    Hey! Como estás?

    Mmm pues si tardaste pero no te asesinaré porque luego me quedo sin conti hehe~

    Que pasó? porqué hace eso Misaki, no entiendo mmm...

    Akihiko le extraña, jaja me dio risa lo de pato-aventuras, pobre Miyagi

    Sumi, seguro que solo esta dolido porque Usagi lo dejo y ahora quiere desquitarse

    Mujer no puedes tardar con la conti, quiero saber porque ese beso y que hace Usagi!

    Espero tu inspiración no se vaya que me dejas de nervios
    Cuídate
    ok

    bye,bye
     
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  10. BlackLady713
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    Condenada!!!! :=angrys: :=angrys:

    Crei q ya ni t acordabas de este fic!!! que bueno q lo retomast :=FOXXIN:

    diria q stoy molesta kntigo, pero despues de leer este nuevo avance es tu hermosa historia stas siendo perdonada... parcialmente y no sera completa hasta q nos digas q paso con Sumi y Misaki

    pobre usagi!!! spero q le rompa la cara a sumi x malpasarse kn Misaki :=MUAHAHA: :=MUAHAHA:

    LB :=wozardd:
     
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  11. Cammy~!
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    Hay, me leí todo el fic! Dios está genial *----* sube continuación.
     
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  12. »Hitch 74 no Danna«
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    Quiúbole, fanseses! He aquí otra entrega de Mi pequeño amante. Qué bueno que les siga gustando esta historia, aunque siento que los últimos capítulos que he lanzado han quedado un poco forzados, pero como en mis demás fics, no tengo algo concreto y escribo conforme se me ocurren las cosas. Por ejemplo hoy estaba en clase cuando me vino la inspiración, y justo cuando acabó me vine corriendo a las compus de la escuela a terminarlo. Por fortuna teníamos clase de dos horas libre y por eso aproveché. En fin, basta de mis quejas de señorita.

    Este capítulo consta de dos partes que ocurren en diferentes tiempos, como lo he venido manejando desde el principio. Se llevarán sorpresas con la segunda. Espero sea de su agrado.


    Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen.



    XXIV.-


    No lo podía creer. Con los ojos abiertos de sobremanera, con los labios levemente separados y una rabia latente circulando por sus venas, el escritor contemplaba la escena propia de una pesadilla, como si fuera en cámara lenta, mientras varias preguntas se agolpaban en su mente como abejas molestas, todas con un cómo, cuándo o por qué… por supuesto estaba consciente de que su pequeño Misaki estaba en la plena primavera de sus 15 años, edad en que la mayoría de los adolescentes no poseen un concepto claro de lo que significa el amor, pero le dolía de sobremanera aquello que sus ojos estaban contemplando. Asimismo se sentía molesto consigo mismo porque a sus 36 años se estaba comportando como colegiala acosadora al seguirlo hasta ahí, y por ese otro asunto que creyó haber resuelto ya hace tiempo.


    –¡¿Por qué hiciste eso?! –el reclamo del más pequeño hacia su superior lo trajo de vuelta a la realidad.

    –Ya te lo dije, Misaki-kun, te quiero –el odioso ojinegro envolvía posesivamente al pequeño.

    –¡Y yo te dije que solo como amigos!


    El ojiverde se deshacía del agarre del mayor y le daba la espalda dispuesto a irse, pero en cuanto verde y violeta chocaron, el castañito paró en seco y empalideció. Por su parte Sumi observaba la escena con ¿satisfacción?


    –A-Aki-hiko-san –farfulló su adoración aun en estado de shock.


    Akihiko avanzó, pasando de largo al menor, hasta quedar de frente al odioso sempai de Misaki.


    –Ven conmigo –dicho esto le tomó por la muñeca y lo haló sin que el otro se opusiera. Después de esto el ojivioleta murmuró al oído de su pequeño amante– Misaki, por favor ve a casa –el menor solo atinó a asentir, sin entender absolutamente nada de lo que sucedía.


    Una vez que Sumi y Akihiko estuvieron dentro del auto, este arrancó dejando ahí parado al pequeño Takahashi, lento para reaccionar y con el corazón colgando de un hilo.


    –¿A dónde vamos, Usami-san? –inquirió con falsa inocencia el muchacho ojinegro.

    –Eso no importa –murmuró el mayor con rabia contenida.


    El camino transcurrió en un silencio tan asfixiante para el escritor, pero no quería romperlo, no aún. Condujo cerca de unos veinte minutos hasta llegar prácticamente a las afueras de la ciudad, donde comenzaba la zona boscosa. Frenó de golpe una vez que se encontraron lo suficientemente lejos de personas que oyeran cualquier conversación.


    –Basta –espetó así sin más, con voz autoritaria.

    –¿Ah?

    –No te hagas el inocente conmigo… sé lo que pretendes, así que sólo lo diré una vez: aléjate de Misaki.

    –Lo siento, Usami-san, pero no puedo hacer eso –respondió Sumi sin amedrentarse ni un poco– Quiero mucho a Misaki y no voy a…

    –Podrás engañar a todos, incluso a él, pero a mí no me engañas. Te conozco lo suficiente y sé tus verdaderas intenciones.

    –Y, según usted ¿Cuáles son mis intenciones?


    El novelista apenas si pudo reaccionar cuando el chico se posicionó sobre él, con las rodillas puestas al lado de sus caderas y las manos tras su cuello, mientras sus caras estaban a escasos centímetros de distancia y los ojos de ambos se fijaban los unos sobre los otros. Le tomó las muñecas con fuerza y deshizo el agarre.


    –Es cierto, Usami-san, me atrapaste… –se acercó al oído del peliplata– a quien quiero en realidad es a ti.



    XXV.-


    Aproximadamente ocho meses atrás. Recién había terminado otra de sus novelas, por lo que tenía tiempo para malgastarlo en cualquier cosa que le hiciera olvidar aquel amor no correspondido que día a día y por casi 16 años le carcomía el alma. Había decidido irse a un antro que frecuentaba cada vez que terminaba una novela, para seguir al pie de la letra la rutina: tomarse unos cuantos tragos, encontrar a algún hombre o mujer joven que tuviera buenos atributos –por decirlo de alguna manera–, invitarle una copa, hacerle conversación –aunque no le prestara atención realmente–, tomarse otras cuantas copas, lanzarle insinuaciones cada vez menos sutiles y luego de otras copas más irse al mismo hotel de siempre, pasar la noche entre juegos pasionales, sin sentimentalismos de por medio, y desaparecer por completo de su vida al día siguiente.


    Como siempre el barman le servía un mojito cuando un jovencito de entre 16 y 17 años se apareció por ahí, con un grupo de amigos de su misma edad. Estos se divertían entre chistes –demasiado subidos de tono para su edad– y sus carcajadas se alcanzaban a oír a pesar que la música estaba al máximo volumen y el lugar a reventar. Se preguntaba cómo los habían dejado entrar. En fin, un rato más tarde la música electrónica, relativamente tranquila hasta entonces, cambió a una más sugerente. Todos los que estaban sentados, entre ellos el chico y sus amigos, se levantaron de sus lugares y comenzaron a moverse, sacando a flote la sensualidad que no mostraban en otro lugar que no fuera de la naturaleza de donde se encontraban ahora mismo. Como el lugar estaba a reventar, era inevitable que hubiera roces insinuantes entre hombres y mujeres. Él permanecía en la barra, pues no le gustaba mucho estar en medio de toda esa gente… tan solo pensar en eso le provocaba cierto sentimiento de asfixia. Sin embargo aquella perspectiva cambió cuando vio que el chico y dos de sus amigos eran subidos por otros seis, cada uno a una mesa de billar, desde donde podían ser apreciados por todos ¡Y no era para menos! Las casi imperceptibles líneas que se dibujaban sobre el torneado abdomen de cada muchacho se asomaban bajo las camisas entalladas, que estaban desabrochadas casi en su totalidad, y sobre estas corrían algunas gotas de agua, cuyo origen era una botella de agua que uno de los tres destapó y echó sobre los otros dos y algunos de los clientes del antro; los tres llevaban unos jeans dolorosamente ajustados y además rotos de los muslos. Dentro de las reglas de sus juegos –por decirlo de alguna forma– estaba el no involucrarse con chicos o chicas menores de 21 años, pero ya había transcurrido un buen rato y no encontraba a nadie que llenara sus criterios, así que probaría suerte con ese chico. Esperó a que este bajara de la mesa de billar para abordarlo y llevar a cabo su plan.


    Algunos tragos y unas horas más tarde, se encontraba en la misma cama de hotel, completamente desnudo, con el chico a un lado suyo, cubierto únicamente por una sábana. A decir verdad no le había representado gran reto, pues el chico resultó ser un fan suyo llamado Sumi Keiichi: casi diecisiete años, estudiante de instituto, décimo grado (1), hijo único… en fin, nada relevante para él. Quizá lo único que había hecho la diferencia respecto a sus otras tantas aventuras de una noche era el hecho de que el chico conservaba un poco de la inocencia propia de la adolescencia, y que él se había encargado de arrancar –por decirlo de alguna manera–. Se levantó con cuidado para evitar despertarlo, y luego de darse una ducha rápida y arreglarse, ordenó un desayuno para el chico.


    –Bueno, fue divertido mientras duró –susurró, robándole al jovencito un beso, sin medir las consecuencias de ese acto.


    Estaba a punto de irse cuando sintió que aprisionaban su muñeca. Por inercia volteó a ver, encontrándose con unos ojos negros que le miraban con cierta incertidumbre.


    –Sensei… por favor quédate conmigo.



    CONTINUARÁ…




    Notas de la autora:

    1. Décimo grado es el equivalente a primero de preparatoria.


    De momento es todo. Gracias por leer, chaito.

    Edited by »Hitch 74 no Danna« - 30/12/2014, 13:14
     
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    Que pasó?
    Estuvo... ¿raro?

    El cap se sintió extraño. No me malentiendas, me gustó pero... ¿tienes problemas con el fic?

    No sé, tal vez solo sean cosas mías.

    Si ya decía yo que Sumi solo estaba dolido.

    Uff~ haber que hace Usagi, jjejeje y pobre Misaki

    Espero el próx capi, cuídate. Suerte y si necesitas ayuda cuentas conmigo.
    ok

    bye,bye
     
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    :=NEWWWA: Woo....me confundii un poquito...entonces usagi desvirgino a sumi??...esta bueno...pero hay que aclararlo....espero conti...matta ne!!!

    :=violins: :=PENSDF:
     
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  15. hino_chan
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    contyyyyyyyyyy muy lindo tu fic espero la continuacion pronto :=DANCIND: :=SOCEREF: :=starss:

     
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79 replies since 19/11/2013, 23:27   5480 views
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