Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

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  1. Kari Tatsumi
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    Hola nuevamente con todas/os ^^

    Como mencione en un fic que ando publicando, empezare a subir esta hermosa saga que consta de 5 fics que no se publicaran en simultaneo porque seria confuso. Es un hermoso AU sin magia con algunas parejas poco comunes, creación de la grandiosa Crazyfantasia, quien buenamente me permitió subir su saga aquí y poder compartirla con todos Uds. Bueno, sin mas que decir les dejo el primer capitulo, esperando que sea de su total agrado y nuevamente agradecimientos totales a Crazyfantasia por haber creado esta bella historia y permitir compartirla.


    OJOS GRISES




    Capítulo I. Comienza la saga



    El sudor corría por su rostro haciendo que el largo flequillo se le pegara la frente. Trató de secárselo con una sucia mano para evitar que penetrara en sus ojos, pero fue inútil, algunas gotas entraron haciéndolos arder. Tuvo que incorporarse para quitarse los pesados lentes y secarse con el maltrecho trapo que sostenía en su mano derecha. Su ya de por si sucio rostro quedó aún peor, pues acababa de quitar con él el polvo de la puerta que daba acceso al baño de hombres, pero realmente no le importaba, sólo quería parar el ardor que le escocía los ojos.

    -Deberías hacer algo con tu ropa y tu aspecto, Harry –le decía su jefe no menos de dos veces a la semana, pero él se encogía de hombros y seguía haciendo sus deberes sin responderle.

    El hombre entonces se marchaba refunfuñando. Odiaba el aspecto de mendigo que ofrecía el muchacho, pero era buen trabajador y eso era lo que le interesaba. Nunca faltaba, no bebía y tampoco se metía en problemas. Aunque sospechaba que eso se debía a que su inseparable amiga, ‘su hermana’, como Harry la llamaba, siempre estaba ahí para ayudarlo en todo. Los dos tenían 18 años, o al menos eso era lo creían ellos, pero mientras Harry era alto, delgado y con un porte desgarbado, Hermione era menuda, activa y con una expresión de eterno enojo en sus ojos marrones. Los dos habían estado en el mismo orfanato y siempre andaban juntos.

    ¿Qué como habían llegado al orfanato? Era algo muy curioso de explicar. Según el personal, los dos habían entrado tomados de la mano sosteniéndose el uno al otro pues apenas podían caminar. Cuando quisieron separarlos para averiguar como habían llegado ahí, armaron tal escándalo que decidieron dejarlos juntos. Entre las ropas de Hermione encontraron la carta de un desesperado padre que explicaba que no podía atender a la niña ya que su esposa lo había abandonado y él estaba moribundo.

    ‘Se llama Hermione Granger, y díganle que la quiero con toda mi alma pero no puedo hacer otra cosa más que dejarla en manos de ustedes’, terminaba la carta.

    En cambio, en el niño no había nada que explicara el por qué había sido abandonado o cómo se llamaba al menos. Cuando le preguntaron su nombre, dijo en su media lengua ‘Hagui’ y lo registraron como Harry Smith. Aún cuando las reglas del orfanato era que niños y niñas durmieran en diferentes salas, decidieron dejarlos juntos pues cada vez que los separaban, los dos enfermaban de melancolía. Al cumplir los 17 años, el director del orfanato los mandó al lejano Londres y les consiguió un empleo en una empresa que se dedicaba al servicio de limpieza y ya llevaban ahí poco más de un año.

    -Necesitas agua –le dijo Hermione a Harry con brusquedad al tiempo que le arrebataba el trapo–. Y nuevos lentes. No sé como puedes ver con esos.

    -Los lentes pueden esperar, estoy pensando en comprar otra cosa –le contestó el chico dejándose llevar dócilmente hasta un lavabo.

    -¿Qué cosa? –le preguntó mientras lo obligaba a inclinarse y le lavaba la cara con una ternura que desmentía la forma brusca que tenía de hablarle.

    El hecho de que el agua fría corriera por sus mejillas evitó que la chica pudiera sentir el ardor que había subido al sonrojarse Harry violentamente.

    -Flores. Muchas flores… para… él –dijo en un murmullo y esperó el arranque de furia que no tardó en aparecer.

    -¿¡Sigues con esa tontería!? ¡Por Dios, Harry! –dijo ella malhumorada–. ¡Es un imposible! ¡Compréndelo de una maldita vez!

    -Déjame soñar –sollozó patéticamente–. Es lo único que puedo hacer.

    Hermione abrió la boca para seguir discutiendo pero luego la cerró apretando los labios con fuerza. No tenía caso tratar de hacerlo entrar en razón, ya había gastado muchas palabras y no había logrado absolutamente nada. Su amigo se había enamorado perdidamente de ese imbécil desde la primera vez que lo vio. Ella podía ver con claridad lo que él era, ¿pero cómo hacérselo comprender a un corazón enamorado?

    El timbre sonó indicándoles que las clases habían llegado a su fin y que tenían que salir del baño de hombres para dejarles espacio a esos niños ricos que los miraban como si fueran peor que basura.

    -Ten, sécate la cara y vámonos a los salones.

    Hermione le tendió un trapo limpio. Harry lo tomó y se secó deprisa sin molestarse en mirarse al espejo. No tenía caso pues su miopía lo tenía casi ciego sin sus gruesos lentes. Hermione recogió las cosas de los dos y se encaminó a la puerta con Harry trastabillando tras ella. La chica se hizo a un lado cuando dos muchachos entraron hablando y riendo fuerte.

    -¡Quítate de mi camino, estúpido mugroso! –le gritó un muchacho rubio a Harry con el asco vibrando en su voz.

    -¡No lo toques, Draco! –dijo su compañero con el mismo tono de voz–. Seguro tiene lepra.

    -¡Pero me está estorbando! –rugió enfadado y le dio un fuerte empujón a Harry haciéndolo chocar contra un lavabo y el espejo que estaba encima de él–. ¡Puaj! ¡Qué asco! –se restregó la mano con fuerza en su pantalón.

    -¡Vámonos! –dijo su compañero asustado al ver como el espejo se hacía añicos y grandes trozos de cristal se clavaban en la espalda de Harry.

    -¡Oh, Dios! –gritó Hermione y aventó al suelo lo que llevaba en las manos.

    Los dos muchachos salieron corriendo del baño asustados y no hicieron el menor caso a los gritos de Hermione pidiendo ayuda.

    -¡Harry! ¡Harry! ¡Ayúdenme, por favor!

    Se clavó las uñas en el rostro con desesperación al ver que un gran trozo de cristal se le había clavado en el cuello a Harry y una gran cantidad de sangre salía de la herida.

    -Estoy… bien… él… no tuvo… la culpa… yo… yo… lo… estaba estorbando –alcanzó a decir antes de desmayarse.

    -¡¡¡Harry!!! ¡¡¡¡Que alguien me ayude!!!

    Los gritos de la chica llamaron la atención de sus compañeros de trabajo quienes avisaron de la emergencia y muy pronto una ambulancia llegó a la exclusiva escuela privada. El traslado al hospital fue agónico para Hermione que insistió en irse con él. La palidez de Harry se acentuaba a cada momento y los enfermeros no podían parar la hemorragia. Debido a su baja condición económica, el chofer decidió llevarlos a un hospital de beneficencia, no tenía caso parar en los privados pues se negarían a admitirlo. Lo malo es que tomó mucho tiempo llegar al más cercano.

    -Ha perdido mucha sangre y ya casi no tiene pulso –le dijo el enfermero al médico que los recibió.

    Hermione corrió tras ellos por los pasillos hasta que llegaron al área de quirófanos y no hubo poder humano que la hiciera salir.

    * * * * * * * * * *



    -Doctora Potter… Doctora Potter… se le necesita con urgencia en el quirófano dos… Doctora Potter –dijo una voz femenina por el altavoz del hospital.

    Una mujer pelirroja suspiró profundamente y tomó una bata blanca del perchero.

    'Siempre es lo mismo' –pensó con cansancio–. 'Estoy a punto de salir y me llaman. James se va a enojar mucho porque no llegaré a tiempo a comer'

    Salió de su despacho y llamó a un chico para que la acompañara. El joven, que también era pelirrojo, dejó los papeles que estaba revisando y corrió para alcanzarla.

    -Llegará tarde a su cita –le dijo él con voz acongojada.

    -Lo sé, Ron –hizo un gesto de resignación–. Es la tercera vez que dejo plantado a James esta semana. No me extrañaría que tuviera listos los papeles del divorcio cuando llegue a casa esta noche.

    -Eso nunca pasará –le dijo él risueño–. Su esposo la adora –hizo una pausa para después preguntar con curiosidad–. ¿Por qué dice que llegará a su casa hasta la noche? Apenas son las dos.

    -Intuición femenina –le guiñó un ojo con picardía–. No es cierto –rió de buena gana al ver el escepticismo de su ayudante–. Siempre pasa, cuando lo único que quieres es ir a descansar, más te entretienes.

    -En verdad esta semana ha sido muy pesada para usted –concedió el chico–. Debería dejar de trabajar aquí, después de todo… no le pagan lo suficiente.

    -Sabes que no es por el dinero –su rostro se ensombreció al recordar porque estaba ahí.

    -La hice entristecerse, lo lamento –se disculpó de inmediato.

    -No te preocupes –le sonrió de nuevo de buen humor... ya habían llegado al quirófano–. ¿Qué tenemos? –le preguntó a la enfermera en jefe que estaba atendiendo a Harry.

    -Joven de 18 años de edad con múltiples heridas en la espalda y el cuello… ha perdido mucha sangre y su presión cae rápidamente.

    -Ron... –Lily llamó a su ayudante–. Dame su tipo de sangre. Necesitamos hacerle una transfusión –se acercó a Harry y le revisó la herida del cuello–. Necesito que esterilices toda esta área lo mejor que puedas, voy a suturarla –le dijo a la enfermera para después desaparecer por una puerta para cambiarse de ropa.

    Ron clavó una aguja en el brazo de Harry para extraer una muestra de sangre y un grito ahogado llamó su atención. Levantó la vista y vio a una desgreñada chica que lo miraba llorosa desde una esquina.

    -No puedes estar aquí –le dijo Ron amablemente mientras le sonreía.

    -No me iré –Hermione levantó la barbilla testarudamente–. Soy lo único que tiene y él… es lo único que tengo –se le quebró la voz al decir lo último.

    El pelirrojo sacó la aguja y se acercó a Hermione sin dejar de sonreír.

    -Si en verdad lo quieres, debes salir para que la doctora pueda atenderlo correctamente –la tomó de la mano con amabilidad–. Ven, acompáñame a analizar la muestra de sangre.

    -¿Harry se pondrá bien? –preguntó ella llorando abiertamente.

    -La doctora Potter es la mejor cirujana de Inglaterra. No podría estar en mejores manos, te lo aseguro. Tu novio se recuperará.

    -¡No es mi novio! –dijo muy enfadada–. ¡Es mi hermano!

    Ron la miró asombrado y después miró al joven tendido en la camilla. No podían ser más diferentes, sólo el color de sus cabellos desmentía tal parentesco. El de ella era castaño claro y el de él era negro azabache, aunque eso podría deberse a la falta de limpieza, según pudo observar por el estado de su ropa.

    -Si ella es la mejor cirujana del país, ¿qué hace trabajando en este hospital? –preguntó con suspicacia Hermione.

    -Muy buena pregunta –la miró admirado por su observación–. Te lo contaré mientras analizamos la muestra –y la condujo con delicadeza hasta la puerta.

    Hermione volteó a ver a Harry antes de salir del quirófano.

    -Te recuperarás, hermano –dijo en voz baja antes de que Ron cerrara la puerta con firmeza.

    * * * * * * * * * *



    Lily trabajaba sobre el cuello de Harry con sumo cuidado. La herida era muy profunda y había hecho mucho daño a una arteria, por eso había perdido tanta sangre. Había sido un milagro que no la cortara del todo, porque si lo hubiera hecho, ya estaría muerto. Tenía que trabajar muy lentamente y el medicamento que estaban utilizando para evitar que sangrara mientras suturaba, se acababa de manera alarmante y no había más en el hospital.

    -Tiene que darse prisa, doctora –le recordó por tercera vez la enfermera en jefe.

    -Lo sé –le respondió Lily sin mirarla–. Ya casi termino.

    Ron entró al quirófano con la ropa apropiada y se puso junto a Lily.

    -Ya tengo el resultado del análisis –le informó el chico.

    -¿Y?

    -Malas noticias, doctora. No tenemos su tipo de sangre aquí.

    -¡No me digas eso! –lo miró asustada–. ¡Es urgente! Comunícate con el doctor Black, dile que hablas de mi parte y…

    -Ya lo hice, pero tampoco tienen –confesó algo cohibido.

    -¿Qué tipo de sangre es?

    -AB negativo.

    Lily levantó las cejas con incredulidad, pero luego sonrió maliciosamente bajo el cubre bocas.

    -Comunícate con mi esposo y dile que necesito que venga con urgencia al hospital.

    -No me lo va a creer, pero el señor Potter está aquí –dijo Ron también sonriendo–. Llegó hace escasamente 5 minutos.

    -Pues sácale la sangre a él –rió bajito.

    Sabía que a James le daban terror las agujas, pero su tipo de sangre era igual a la del joven que estaba atendiendo y en verdad la necesitaban con urgencia.

    -Si se oyen los gritos hasta acá, ¡no es mi culpa! –dijo Ron riendo mientras salía del quirófano.

    * * * * * * * * * *



    -Sabía que no debía venir… nunca lo hago. ¿Por qué tuve que venir? –se quejaba James amargamente mientras cerraba los ojos con fuerza.

    -No es tan malo, señor Potter –le dijo Ron mientras lo preparaba para extraerle la sangre–. En verdad no entiendo porque le tiene tanto miedo a las agujas y no a esas bestias que tiene en su casa.

    -Perros. Son perros, no bestias –apretó más fuerte los ojos cuando sintió el pinchazo.

    -Igual son unas bestias horrorosas –siguió diciendo para distraerlo.

    Hermione no se había separado de Ron desde que salieron del quirófano y miraba el rostro del hombre con perplejidad. Cuando lo vio entrar al hospital y saludar al ayudante de su esposa, estuvo a punto de irse de espaldas. El parecido entre él y Harry era sorprendente. Automáticamente se había fijado en sus ojos, pero pudo ver que los de él eran de un azul profundo a diferencia de los verde esmeralda de su amigo.

    -Muchas gracias por ayudar a mi hermano, señor Potter –dijo Hermione y el hombre abrió los ojos.

    -No es nada, niña –le sonrió y ella pudo ver que hasta sonreían de la misma forma.

    -Disculpe la pregunta, pero… –titubeó–. ¿Tiene… hijos?

    Ron levantó la vista rápidamente y le dirigió una mirada de advertencia a Hermione que se sonrojó mucho al ver que había metido la pata.

    -No –respondió James con tristeza–. Bueno... sí, pero…

    -No necesita responderme –lo interrumpió ella–. Disculpe mi atrevimiento.

    James volvió a cerrar los ojos y quedó silencioso. Hermione miró a Ron para pedirle perdón con la mirada y él le sonrió para darle a entender que no pasaba nada.

    'Ella no podía saber que ése es un tema delicado para los Potter' –se dijo Ron y terminó de extraer la sangre–. Listo. Ya puede abrir los ojos, señor.

    James los abrió y miró asombrado la enorme cantidad de sangre que le había quitado ese pequeño vampiro pelirrojo.

    -¿¡Acaso quieres matarme!? –le preguntó James indignado–. ¿¡Cuántos litros me sacaste!?

    -No exagere, señor Potter –los dos jóvenes rieron–. Tomé sólo lo indispensable, pero tal vez necesitaré más dentro de… déjeme ver… unas dos horas.

    -¿¡Estás loco!? ¡De mí no obtendrás más que obscenidades si te me vuelves a acercar!

    -Regreso enseguida –le dijo Ron a Hermione aún riendo.

    -¿Cómo se llama tu hermano? –le preguntó James a la despeinada chica cuando estuvieron solos.

    -Harry –le contestó y no dejó de observar el pequeño sobresalto que tuvo el hombre al escuchar el nombre–. Realmente no somos hermanos pero en mi corazón sí lo somos –sonrió ante la expresión de azoro de James–. Somos huérfanos, nos criamos juntos y jamás nos hemos separado. Hasta dormimos en la misma cama.

    -¡Oh! Que triste –la miró con pena.

    -No pasa nada –le dijo sin dejar de sonreír–. En realidad la pasamos muy bien en el orfanato, nos alimentaron correctamente y nos enseñaron a leer y a escribir.

    -¿Te gusta leer? –le preguntó interesado.

    Esa joven le caía bien. Le agradaba la inteligencia y vivacidad que brillaba en sus ojos marrones.

    -¡Oh, sí! Todo el dinero que gano lo gasto en libros. La casa de huéspedes en la que vivimos es muy económica y nos sobra algo después de comprar la comida. Todos los sábados me voy a una librería que vende libros de segunda mano que son muy baratos y ya tengo una gran colección –dijo muy animada.

    -¿Y a… Harry… también le gusta leer? –le costó mucho trabajo decir el nombre del chico.

    -¡No, que va! Es un flojo de primera clase. Le gusta que le lea porque lo arrullo.

    Sonrió al recordar que el chico sólo necesitaba escuchar dos líneas para dormir de un tirón toda la noche.

    -¿En donde trabajan? –le preguntó, pero ya sabía la respuesta pues el uniforme que llevaba era muy conocido.

    -En una empresa de limpieza. El señor Watson nos consiguió el empleo aquí en Londres y desde hace cuatro meses hemos estado trabajando en una preparatoria.

    -¿Y quién es el señor Watson?

    -El director del orfanato de Abeerdeen… está en Escocia –le explicó ella al ver su expresión de incredulidad.

    -Lo sé, pero eso está muy lejos. ¿Que hacen en Londres?

    -El señor Watson dijo que un cambio de aire nos haría bien –rió de buena gana–. Nos quiere mucho a Harry y a mí –declaró sin jactancia.

    -Y tú quieres mucho a tu hermano, ¿verdad?

    -Muchísimo… y... y él también me quiere –agachó la cabeza–. Me moriría si le pasa algo.

    -¿Qué fue lo que ocurrió?

    James la tomó de la mano para reconfortarla y se sobresaltó al notar que estaban ásperas y rojas por el trabajo.

    -¡Todo fue culpa de ese estúpido! –le contestó ella enojada–. Lo empujó contra el espejo y se rompió. Muchos pedazos le cayeron en la espalda, pero uno se le clavó en el cuello y sangró mucho –empezó a llorar–. No sé como puede haber gente tan desagradable como él y lo peor de todo es que Harry… ¡lo disculpó! Dijo que había sido su culpa porque no se había movido para dejarlo pasar. Ya le había dicho muchas veces la clase de persona que era ese cretino, pero aún así sigue enamorado de él.

    -¿Harry está enamorado de… del chico que lo agredió? –preguntó James tratando de que su voz no denotara su sorpresa.

    -Sí y no entiende razones –siguió diciendo Hermione como si declarar que Harry sentía inclinación hacia los de su propio sexo fuera lo más natural del mundo–. Sé que ese desgraciado es hermoso como un ángel, que tiene los ojos grises más increíbles que haya visto, pero también es el ser más vil, ególatra y desagradable que haya pisado este mundo. ¡Lo odio! Por su culpa Harry casi… muere.

    James se movió y la abrazó para consolarla.

    -¿Sabe que me dijo Harry antes de que todo esto pasara? –le preguntó Hermione cuando se tranquilizó un poco.

    -¿Qué? –le acarició el cabello con ternura.

    -Que le iba a comprar a ‘ése’ muchas flores –rió con amargura–. Harry necesita otros lentes con urgencia porque los que tiene ya no le sirven, pero no… él quería comprarle flores a… ese tipo –y volvió a llorar con fuerza.

    James sacó un pañuelo de su pantalón y le secó las lágrimas con delicadeza. Sentía un nudo en la garganta por lo que la chica le había contado y decidió ayudarlos en todo lo que pudiera. Se daba cuenta perfectamente de que su situación económica era muy precaria y que si no trabajan no tendrían para comer, pero era obvio que Harry no podría hacerlo por mucho tiempo si su herida era tan grave como parecía.

    Ron regresó al cubículo y sonrió al ver a la despeinada chica en los brazos de James Potter… parecía un padre consolando a su hija. Hermione escuchó sus pasos y levantó el rostro con rapidez.

    -¿¡Cómo está mi hermano!?

    -¡Muy bien! –le dijo Ron contento–. La doctora ya terminó con la cirugía y ahora le están haciendo la transfusión. En cuánto terminen con sus otras heridas lo pasarán a recuperación –le guiñó un ojo–. Te dije que iba a salir bien.

    -¡Gracias! ¡Gracias, Dios mío! – la chica suspiró aliviada–. ¿A qué hora podré verlo?

    -Hmmm… no sé –la miró dudoso–. Un par de horas, tal vez más.

    -¿Qué te parece si para pasar el tiempo vamos a comer? –le dijo James a Hermione haciendo que la chica lo mirara sorprendida–. Te confieso que me estoy muriendo de hambre y mi esposa no se separará de tu hermano hasta comprobar que está estable.

    -¡Es una excelente idea! –dijo Ron animado–. Usted necesita comer y tomar muchos líquidos para recuperar la sangre que donó.

    -¿Vamos? –le insistió James a Hermione.

    -Pero… pero… –miró acongojada su sucia ropa.

    -Estás vestida correctamente –no la dejó continuar y se levantó sin dejar de abrazarla – Además necesito compañía por si me desmayo porque ‘alguien’... –miró a Ron de forma acusadora–. ... casi me deja sin sangre.

    -Les avisaré de algún cambio –el pelirrojo rió ante las palabras del hombre.

    -Iremos a la cafetería de la esquina –le informó James cuando ya iban saliendo.

    -De acuerdo, le diré a la doctora donde se encuentra.

    Ron los despidió con la mano para luego dirigirse de nuevo al quirófano.

    --------------------------------

    Continuará...


    Edited by Kari Tatsumi - 12/3/2014, 19:20
     
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  2. Akari-chan
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    waaaaa ke emocionante y triste historia, me gusto muxo!!
    me atrajo muxo la idea de una pareja diferente a las usuales xD
    espero ke haya continuación pronto onegai :=DANCING: :=DANCING:

    Conti Conti Conti XD... xau :=KITTIYN:
     
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  3. Kari Tatsumi
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    Hola Akari-chan, las publicaciones de los capitulos serán semanales, como dije arriba, son 5 fics que componen esta saga escrita por Crazyfantasia y los ire subiendo semanal.

    Asi que atenta en la siguiente semana que el capi va a estar interesante ^^
     
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  4. Naruko-12
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    Esta supeerr genial, ademas es una pareja diferente y me gusta n.n
    Espero la contyy :=MUSEEN: bye bye
     
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  5. Kari Tatsumi
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    Capítulo II
    De nuevo una familia



    -¡Excelente cirugía, doctora Potter! –le dijeron con admiración las dos enfermeras que la habían ayudado en la operación.

    Para todo el personal del hospital era un total misterio el porque ella trabajaba ahí cuando podía hacerlo en cualquier otro y cobrar lo que quisiera por sus servicios. Había sido declarada como la mejor cirujana del país desde hacía años y muchos hospitales le habían pedido que se fuera a trabajar con ellos, pero Lily se había negado. Su tiempo lo dividía entre el hospital, las clases que impartía en la universidad, los cursos de actualización y atender a su maravilloso esposo.

    James era un exitoso hombre de negocios que tenía la mayor compañía de construcción del país y se había casado con Lily profundamente enamorado. Se habían conocido por casualidad en la calle y fue amor a primera vista. Su felicidad fue completa cuando nació su hijo Harry, que era un hermoso bebé regordete y risueño. Pero la envidia de las personas lo alejó de su lado.

    Un día gris y lluvioso, Harry fue arrebatado de sus brazos y casi caen en la locura por el inmenso dolor que los embargó. Una carta les llegó después de tres días de la desaparición de su hijo. Además de pedir una exorbitante cantidad de dinero, querían que la ‘gran doctora’ trabajara en un hospital de beneficencia durante un año para que supiera como vivían las personas que no eran tan afortunadas como ellos y que pasado ese tiempo, su hijo les sería devuelto. Pagaron el dinero y Lily se fue a trabajar al hospital tal y como se lo habían exigido, pero pasaron los años y Harry jamás volvió a ellos.

    Cuando ya toda esperanza se había desvanecido del corazón de James de recuperar a su hijo, trató de convencer a Lily de que abandonara el hospital pero ella se negó. Estaba segura de que su hijo estaba en manos de gente muy pobre y la esperanza de que algún día lo encontraría ahí, le daba fuerzas para seguir trabajando en ese hospital. Siguieron pasando los años y la esperanza de volver a tener a su hijo en sus brazos también murió en ella, pero ya no fue capaz de abandonar a esas personas que la necesitaban tanto.

    Nadie sabía la verdadera razón de que trabajara en el hospital de beneficencia, solamente Ron, un muchacho que provenía de una de las familias más pobres del vecindario y que la idolatraba. Él se había enterado de la verdad por casualidad y juró no decirle nada a nadie y había cumplido. Lily lo ayudaba en sus estudios y él se lo agradecía con su lealtad. El pelirrojo estudiaba en las noches la universidad abierta pues quería llegar a ser tan buen médico como Lily Potter.

    -¿Quiere que nosotras curemos las otras heridas? –le preguntó la enfermera en jefe a Lily–. No son graves.

    -No. Lo haré yo –dijo Lily moviendo con cuidado al sedado muchacho para llegar a su lastimada espalda.

    Se sentía satisfecha consigo misma. Fue una de las operaciones más difíciles que había realizado debido a que no tuvo la ayuda de otro cirujano. Entre las tres quitaron los pequeños pedazos de vidrio que seguían incrustados y desinfectaron a conciencia antes de cubrir toda la zona con gasas.

    -Hay que trasladarlo a recuperación –dijo Lily mientras se secaba el sudor de la frente con una pequeña toalla.

    -Les ayudo –dijo Ron entrando al quirófano.

    El pelirrojo movió la camilla hasta un cuarto con dos camas que estaban vacías en ese momento y lograron pasarlo a una de ellas sin hacerle daño. Las enfermeras salieron de la habitación hablando muy animadamente sobre la operación y Lily se quedó viendo a Harry que respiraba normalmente. Una de sus manos acarició el despeinado cabello negro y pensó distraídamente que se parecía a James.

    'Este chico debe tener más o menos la misma edad que mi hijo' –pensó con tristeza y suspiró profundamente captando la atención de Ron.

    Lily sonrió con melancolía al ver que ese rostro casi infantil estaba sucio y mojó un algodón para limpiarlo. Retiró el largo flequillo y su mano quedó congelada en el aire al ver una cicatriz en forma de rayo en su frente. Su respiración se hizo entrecortada y el color huyó de su rostro.

    -¿Doctora Potter? ¿Qué le pasa? –preguntó Ron mientras corría a su lado y apenas llegó a tiempo para tomarla en sus brazos… se había desmayado.

    * * * * * * * * * *



    Harry abrió los ojos poco a poco y se esforzó para ver donde se encontraba.

    -No te muevas –le reconvino Hermione rápidamente–. Te puedes lastimar el cuello.

    -¿Qué pasó? –preguntó Harry desorientado.

    -Te operaron de urgencia… estuviste a punto de… morir –le dijo llorosa–. Pero ya estás bien –le tomó una mano y se la llevó a su mejilla–. Si algo te hubiera pasado, no sé que habría hecho.

    -¿Sabes algo de…?

    -¡No! –lo cortó con brusquedad–. ¡Por Dios, Harry! Al idiota ése no le importa lo que te pasó… huyó cobardemente cuando te hirió y hasta dejó la escuela para evitar que lo culparan. ¡Olvídate de él de una buena vez!

    -¿Ya no va a la escuela? –preguntó asombrado–. ¿Y cómo lo sabes?

    -El señor Holt me lo dijo cuando vino a verte ayer –lo miró fijamente–. Debemos demandarlo Harry.

    -Por supuesto que no –negó con fuerza–. Él no quería hacerme daño… yo… lo…

    -Estabas estorbando –terminó Hermione furiosa y respiró profundamente para no ponerse a gritar de impotencia.

    En ese momento la puerta se abrió y la chica contuvo el aliento. James y Lily Potter entraron a la habitación y caminaron lentamente hasta la cama de Harry. Hermione salió para dejarlos solos y se sentó en una silla a esperar. Para ella había sido un gran impacto confirmar que James era el padre de Harry y que la Dra. Potter era su madre. Cerró los ojos para recordar lo que había pasado dos días atrás.

    * * *Flash back* * *



    Ron entró corriendo a la cafetería para informarle a James que su esposa se había desmayado y volvieron al hospital enseguida.

    -¿Qué pasó? –le preguntó preocupado James a Ron.

    -No sé –se pasó la mano por su cabello rojo despeinándolo–. Acabábamos de llevar a Harry a recuperación y de repente… se desmayó.

    -Lily… Lily –la llamó su esposo en cuánto llegó a su lado–. ¿Qué tienes?

    La pelirroja abrió los ojos y se aferró a su saco.

    -H-Harry… es… H-Harry –dijo tartamudeante.

    -¿¡Que le pasó a mi hermano!? –gritó asustada Hermione que los había seguido y salió corriendo en busca del chico.

    -¡Espera! –Ron la alcanzó y la abrazó por la espalda–. Él está bien… no te preocupes… está bien –siguió diciéndole mientras le acariciaba el cabello.

    -¡No te creo! –se revolvió en sus brazos–. ¡Quiero verlo!

    -De acuerdo, acompáñame –aceptó Ron y tomándola de la mano la llevó donde estaba Harry.

    Hermione se acercó al chico de cabellos negros y comprobó que dormía plácidamente, ya su rostro tenía un poco de color. Cuando estaban a punto de salir, James entró como un huracán en el cuarto y se lanzó prácticamente sobre Harry sobresaltando a Ron que pensó que iba a atacarlo, pero el hombre solamente le hizo a un lado el fleco para ver la herida de su frente y se puso mortalmente pálido.

    -Harry –dijo en un murmullo y luego se deshizo en llanto mientras abrazaba al chico–. ¡Harry! ¡Hijo!

    Ron y Hermione comprendieron al instante lo que estaba pasando. Ron tuvo que sacar a James por la fuerza pues no quería separarse de Harry.

    -Esto es un milagro –dijo James feliz y abrazó a los dos jóvenes sin dejar de llorar–. Después de tantos años, él ha vuelto a nosotros.

    Hermione le sonrió a los dos hombres con inmensa tristeza.

    -Pues… –se movió inquieta–.... creo que me marcho –luchó porque las lágrimas no escaparan de sus ojos.

    -¿Te vas? –preguntó Ron con incredulidad–. ¿Por qué?

    -Ya no hago falta aquí. Harry encontró a… su familia.

    -Quédate con Harry... con nosotros –James la tomó de las manos–. Él nunca sería feliz si te marchas.

    -Pero…

    -¿No me dijiste que lo querías mucho? –le preguntó con una sonrisa.

    -Sí, pero…

    -Me gustaría mucho tener una hija también –la miró esperanzado y ella se aventó a los brazos que la esperaban abiertos.

    * * *Fin del Flash back* * *



    Hermione se secó las lágrimas y sonrió cuando escuchó el grito de incredulidad de Harry. Sin poder aguantar más la curiosidad, volvió a entrar al cuarto para disfrutar del espectáculo que sabía sería la cara de su amigo. El cuadro que se ofreció ante sus ojos era realmente enternecedor, los tres estaban llorando y riendo al mismo tiempo.

    -¡Hermione! ¿¡Ya lo sabes!? –le preguntó Harry con voz estrangulada–. ¡Son mis padres!

    -Lo sé –le contestó ella con una radiante sonrisa–. Pero me temo que vas a tener que compartirlos conmigo.

    -Claro que sí, pequeña –James se acercó a ella y la abrazó–. Mione aceptó ser nuestra hija –le dijo a Harry que sonrió complacido.

    -Gracias por aceptarme –la chica miró a Lily que le guiñó un ojo.

    -Sin ti, Harry nunca sería feliz. ¿Verdad, hijo? –la mujer acarició su cabello negro con inmenso amor.

    -Jamás –dijo Harry con sinceridad y recibió dos sonoros besos en las mejillas en señal de agradecimiento por parte de Hermione.

    Harry salió del hospital una semana después de su operación y fue cuando realmente se dio cuenta de lo mucho que había cambiado su vida… y la de Hermione. Los dos se asombraron al ver lo inmensamente ricos que eran los Potter. La mansión a la que llegaron en los suburbios de Londres era muy bella además de impresionante. Tres enormes perros negros les dieron la bienvenida después de una minuciosa inspección y James suspiró satisfecho cuando movieron la cola en señal de aceptación. Los animales no eran nada sociables y no soportaban a los extraños, le hubiera dolido tener que deshacerse de ellos.

    Cuando estaban recorriendo la casa, James sonrió ante la cara de sorpresa de su esposa cuando Harry y Hermione declararon que iban a dormir en la misma habitación y acalló sus protestas sin dudar. Los chicos escogieron una especialmente bella que daba hacia el jardín posterior y se sintieron encantados con la enorme cama que estaba junto a un gran ventanal. Ni James ni Lily fueron a trabajar durante dos semanas para disfrutar la presencia de los dos jóvenes y platicaron mucho. Harry se enteró del porque había crecido en el orfanato y lloró con sus padres. A su vez, los Potter escucharon con atención todo lo que habían hecho en su niñez y rieron mucho con las anécdotas.

    El tema de la agresión a Harry no volvió a tocarse debido a que el joven se ponía triste ante su sola mención y James no pudo convencerlo para que levantara una demanda. Cuando Lily se enteró de que su hijo estaba enamorado del muchacho que lo había lastimado, lo tomó con calma.

    -Harry tiene derecho de amar a quién desee –le dijo a James que la abrazó sonriente pues había temido que despreciara a Harry por sus inclinaciones sexuales.

    Cuando esas dos semanas terminaron, Harry ya se apellidaba Potter y estaba mucho mejor de salud. Hermione había decidido conservar su apellido ante la comprensión de James y Lily. La noche anterior a que los Potter volvieran al trabajo, insistieron en que debían continuar sus estudios y la única que se emocionó fue Hermione.

    -¿No quieres estudiar, Harry? –le preguntó su padre con curiosidad–. ¿Te da flojera?

    -No, no es eso –le contestó él sonrojándose–. Lo que pasa es que… después de leer un rato, los ojos me arden mucho.

    -Déjame revisártelos –dijo Lily acercándose a él con una pequeña lámpara.

    Harry levantó la cara obedientemente hacia su madre.

    -Hmmm… –murmuró Lily después de un momento.

    -¿Hmmm qué? –preguntó James.

    -Pienso que con una operación podríamos corregir tu problema de miopía y evitar el cansancio de tus ojos, Harry.

    -¿Otra operación? –preguntó él triste.

    -Esta es muy sencilla –lo tranquilizó–. Sólo necesitaremos anestesia local y dos horas en el quirófano por lo mucho.

    -De acuerdo –aceptó Harry con docilidad.

    Lily sonrió y le acarició la mejilla, era tan dulce y hermoso… desde bebé lo había sido.

    * * * * * * * * * *



    Habían transcurrido ya tres años desde que la familia Potter se había vuelto a encontrar y su vida se desarrollaba en armonía y felicidad. Hermione no desilusionó a James y demostró que era muy inteligente. Como eran demasiados mayores para asistir a una escuela, entraron a un sistema abierto para hacer sus estudios medios y ahora ya estaban en la universidad.

    Harry sabía que lo había logrado gracias a que Hermione no lo había dejado haraganear ni un solo momento, pero no le importó el ritmo frenético con que lo obligaba a estudiar, pues estar tan ocupado no le daba un minuto de respiro para que sus pensamientos volaran hacia cierto chico rubio.

    -Ojos grises –murmuraba como una oración todas las noches antes de acomodarse junto a Hermione para dormir.

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  6. Naruko-12
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    Esta genial me gusta mucho, sin duda va a ser genial :=KITTIYN:
    Espero ansiosa la continuacion :=duouou: bye bye
     
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  7. Akari-chan
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    me encanta este fic!!! :=DFSDFSD: :=DFSDFSD:
    xfa espero la continuacion...

    Conti Conti Onegai!!! :=DANCING: :=DANCING: :=DANCING:
     
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  8. Kari Tatsumi
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    Capítulo III
    Un dios rubio



    Harry estaba en la biblioteca y se jalaba el cabello negro con fuerza mientras trataba de entender lo que estaba leyendo.

    -¿Sufriendo como siempre? –le preguntó Hermione con voz burlona mientras se sentaba a su lado.

    -No entiendo ni media palabra. ¡Porque tenías que escoger Psicología! –la miró dolido–. ¡Ya no puedes ayudarme a estudiar!

    -¿Y por qué tenías tú que escoger Economía? –le contestó ella haciendo un gesto de desagrado–. ¡Es espantosa!

    -¿Crees que aún pueda cambiar de carrera? –la miró esperanzado–. Al fin y al cabo sólo llevamos cuatro semestres en la universidad.

    -No seas flojo –rió de buena gana–. Sé que vas a ser un gran economista.

    -¡Sí, claro! –volvió la vista al libro.

    -Te espero en el auditorio –la chica se levantó de la silla–. Voy a apartar lugar.

    -¿Vas a ir? –la miró asombrado–. ¡Pero no es sobre tu carrera!

    -Alguien tiene que explicarte después sobre de lo que trató –le guiñó un ojo y se fue.

    Harry suspiró profundo y guardó con lentitud sus libros en un elegante portafolio.

    'Mejor me voy. De todas maneras no voy a entender nada y la conferencia está a punto de comenzar' –se dijo derrotado.

    Justo cuando salía de la biblioteca un chico se le emparejó.

    -Hola, Harry –lo saludó el muchacho muy sonriente.

    -Hola, Neville –le correspondió también con una sonrisa.

    Ese chico le agradaba muchísimo. Era tímido y no muy sociable, pero tenía un gran y noble corazón y… estaba perdidamente enamorado de él. Neville nunca se lo había dicho, pero Harry se daba cuenta de como sus ojos se iluminaban cuando estaba cerca de él y por eso lo trataba con delicadeza. Sabía lo que era amar a alguien que nunca le correspondería y no quería causarle ningún dolor, aunque tampoco había ninguna esperanza de que llegaran a ser algo más que amigos.

    -¿Vas al auditorio? –le preguntó Neville mirándolo con embeleso.

    -Sí, ¿también vas a ir?

    -No puedo –declaró con pena–. Mi abuela quiere que la acompañe al doctor.

    -Qué lástima –le palmeó la espalda–. ¿Nos vemos mañana?

    -Por supuesto –dijo muy animado por el interés de Harry y se puso un poco colorado–. Hasta mañana.

    Neville le dio un rápido beso en la mejilla y se alejó corriendo. Harry todavía sonreía por ese inusitado beso cuando llegó al auditorio. Un grupo de personas iban caminando hacia él y se quedó parado para dejarlos entrar primero. Reconoció al rector de la universidad y a varios profesores. Uno de ellos lo saludó con una inclinación de cabeza y Harry le sonrió, pero un segundo después se quedó petrificado.

    Su mirada verde se perdió en una profundidad gris y se le olvidó respirar. Eran los mismos maravillosos ojos grises con los que soñaba cada noche, pero sólo hasta que su dueño pasó frente a él, se dio cuenta que no era el chico rubio por el que suspiraba cada noche. ¡Éste era un verdadero dios! Un traje caro envolvía el alto y esbelto cuerpo resaltando su perfección… el cabello rubio caía como una cascada de oro hasta la mitad de la espalda y su rostro tenía la más hermosa belleza madura que hubiera visto jamás. El hombre le sonrió con coquetería, pero él no acertó hacer nada más que jadear y mirarlo embobado mientras se dirigía al podium con los demás. Estaba a punto de entrar al auditorio cuando fue bruscamente tomado del cuello y azotado con fuerza contra la puerta.

    -¿Algún interés especial por el señor Malfoy? –le preguntó un hombre alto y fuerte mientras apretaba peligrosamente su cuello.

    -No… sé… de… que… habla –preguntó apenas respirando.

    -Yo creo que sí sabes –un rostro desagradable se acercó al suyo–. Pero nadie puede acercarse a él… ni siquiera mirarlo como acabas de hacerlo. ¿Me entendiste, mocoso?

    Harry sólo asintió con la cabeza luchando porque las lágrimas no brotaran. Quería llorar con desesperación, pero no era por el daño que le hacían esas manos, si no porque nuevamente lo habían hecho sentirse miserable y poca cosa. Primero Hermione, diciéndole una y otra vez que aquel joven era un imposible, y ahora ese desconocido, que lo destriparía si pudiera, porque se atrevió a mirar a un hombre prohibido. Fue liberado con la misma rapidez con que fue atacado y entró al auditorio con las piernas temblorosas sin atreverse a mirar al podium que ya estaba ocupado por los hombres. Vio como Hermione le hacía señas con la mano y fue rápidamente hasta ella.

    -¿Qué tienes? –le preguntó la chica al verlo tan pálido.

    -Después te cuento –le contestó Harry con la cabeza gacha.

    Hermione ya no insistió, pero lo observó minuciosamente. Cuando sus ojos bajaron hasta su cuello, apretó los labios con ira.

    '¡El que le haya hecho eso, lo va a pagar… y muy caro!' –se dijo furiosa y desvió la mirada hacia el podium buscando al culpable y… pronto lo encontró.

    * * * * * * * * * *



    Lucius Malfoy bajó de la limousine con la elegancia que lo caracterizaba y su guardaespaldas se puso a su lado de inmediato. Fue recibido por el asistente personal del rector con gran lisonjería y lo único que consiguió fue arrancar una mirada despectiva del rubio. Si había algo que desagradaba sobremanera a Lucius era el exceso de servilismo. Ser un prominente miembro del Parlamento y el consejero oficial del gobierno de Inglaterra sobre cuestiones de economía, lo hacían un hombre con grandes influencias y alguien que debía ser tratado con deferencia, pero muchos llevaban al extremo esa cortesía.

    Su vida privada y pública era llevada con suma discreción y no aparecía con frecuencia en eventos públicos. Sólo debido a que el rector era un buen amigo suyo, había accedido a dar una plática sobre la actual economía del país. Estuvo sólo unos minutos en la oficina de su amigo antes de que se dirigieran al auditorio. Todos estaban conscientes de que Lucius era un hombre muy ocupado y que su tiempo valía oro, así que todo estaba preparado para que la conferencia comenzara puntualmente.

    Lucius se rezagó a propósito para estar un momento solo y repasar mentalmente los puntos que iba a tocar en la conferencia y fue cuando lo vio. Era el muchacho más atractivo que sus ojos hubieran contemplado jamás. Tenía unos enormes y bellos ojos verdes que brillaban como piedras preciosas y en ellos vio la admiración a la que estaba acostumbrado.

    Un escalofrío lo recorrió al verlo de cerca. Cabello negro rebelde, una cicatriz en forma de rayo en la frente que en lugar de restarle belleza lo hacía enigmático y misterioso… cuerpo esbelto y deseable. Le sonrió con coquetería esperando una sonrisa como respuesta, pero no la hubo. Se alejó hacia el podium sonriendo aún más… haber dejado esos rojos labios entreabiertos y jadeantes, fue la mejor contestación.

    Lo vio entrar al auditorio un minuto después y esperó con ansiedad que esa mirada verde se cruzara nuevamente con la suya. Quería volver a ahogarse en ellos... comprobar que eran tan hermosos como había pensado, pero el joven no volvió a mirarlo y una frustración nunca antes sentida se apoderó de él. La conferencia llegó a su fin y ni siquiera pudo volver a contemplar ese bello rostro a plenitud, pues el joven no levantó el rostro ni una sola vez. Fue entonces que se preguntó qué era lo que había sucedido. Estaba seguro que lo había atraído y ahora esa inusitada renuencia a mirarlo le resultaba extraña.

    -Démosle un gran aplauso al señor Lucius Malfoy por habernos hecho el honor de venir a esta universidad y brindarnos un poco de su experiencia –dijo el rector hablando por el altavoz.

    Los aplausos no se hicieron esperar y Lucius inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. Entonces, otra persona llamó su atención. Una atractiva chica miraba con ferocidad a su guardaespaldas y se preguntó la razón del odio que veía en esos ojos marrones.



    Harry se mordió los labios todo el tiempo que duró la conferencia y no se enteró de que había tratado. Estuvo tan concentrado en no levantar la vista y controlar sus lágrimas que tampoco se dio cuenta de la forma en que lo miraba Hermione. Cuando todo el mundo aplaudió, él lo hizo de forma breve y se levantó para marcharse. Le extrañó que Hermione no lo esperara y suspirando, se fue tras ella.

    Hermione casi corrió a la entrada del auditorio para esperar al hombre que había lastimado a Harry y se le fue encima en cuanto lo tuvo a la mano. El hombre fue sorprendido y no fue lo suficientemente rápido para detener las afiladas uñas que se le clavaron en el rostro como cuchillos.

    -¡Eres un desgraciado! –gritó Hermione furiosa– ¿¡Quién diablos te crees para atacar a un estudiante!? –y empezó a patearlo.

    Todo el mundo se quedó paralizado ante la escena y Lucius no fue la excepción. Si alguien debía ser atacado, era él y no su guardia personal. Uno de los profesores fue el primero en reaccionar y separó a Hermione del hombre que ya buscaba su arma. Lucius intervino y tomó del brazo al sangrante guardia advirtiéndole con la mirada que no hiciera nada estúpido.

    -¡Señorita Granger! –dijo el rector muy enojado–. ¿¡Qué le sucede!? ¡Esta es una actitud que no estoy dispuesto a tolerar!

    -¿¡Y si va a tolerar que este ‘cerdo’ casi estrangule a un alumno en sus propias narices!?

    -¿De que está hablando, jovencita? –preguntó Lucius impactado y miró a su guardaespaldas con el ceño fruncido.

    -¡Lo que escuchó! ¡Ese tipo atacó a Harry! –lo señaló con un dedo acusador.

    -¿Puede demostrarlo? –preguntó Lucius con voz serena, pero en su pecho una rabia muy intensa empezaba a surgir.

    -¡Claro que puedo demostrarlo!

    Al fin pudo librarse de los brazos que la detenían y dio unos pasos hacia la multitud que los miraba con la boca abierta. De entre la gente jaló a un impactado Harry y lo plantó frente a Lucius.

    -¡Mire su cuello! –lo retó Hermione–. Puedo asegurarle que Harry no quiso estrangularse a si mismo.

    Harry cerró los ojos sumamente avergonzado. Sentía las miradas de todos sobre él y deseó que la tierra se abriera en ese momento y se lo tragara. Una corriente eléctrica lo recorrió cuando unos suaves dedos tocaron su cuello y un cálido aliento junto a su mejilla hizo que la piel se le erizara.

    Lucius recorrió ese cuello casi con reverencia y se le formó un nudo en la garganta al ver los verdugones que ya estaban pasando de rojo oscuro a morado.

    -Mírame, Harry –pidió Lucius con suavidad y el chico lo obedeció.

    Un estremecimiento involuntario recorrió el cuerpo de Lucius cuando volvió a contemplar esas profundidades verdes. Sólo que esta vez, en lugar de admiración, vio temor en ellos y eso aumentó aún más su rabia… una rabia ciega contra el hombre que se había atrevido a hacerle daño.

    -¿Mi guardaespaldas… Goyle… te hizo esto? –su voz seguía siendo suave.

    Harry sólo pudo asentir débilmente con la cabeza y volvió a cerrar los ojos con fuerza. No podía… no debía mirar a ese hombre nunca más.

    Lucius se volvió furioso a Goyle y le asestó un fuerte puñetazo en pleno rostro que lo mandó al suelo. Esa acción provocó una exclamación de sorpresa por parte de todos.

    -Yo… yo… sólo cumplía… órdenes –tartamudeó Goyle desde el suelo con la nariz rota y sangrante.

    Lucius que se puso aún más furioso por las palabras de su guardaespaldas. Se acercó a él y tomándolo del saco lo levantó con facilidad.

    -¿¡Órdenes!? ¿¡Qué órdenes!? ¿¡De quién!? –preguntó exigente.

    -Del señor Remus Lupin –dijo Goyle en voz tan baja que sólo Lucius pudo escucharlo–. Él me ordenó que mantuviera alejados a todos los que estuvieran interesados en usted y yo... me di cuenta de cómo lo miró ese chico, ¡pero le juro que mi intención no era lastimarlo!

    A Lucius se le fue el color del rostro al oír la confesión del hombre y volvió a golpearlo aún con más fuerza. Sacó su teléfono celular y habló brevemente durante unos segundos antes de volver su atención al joven que seguía con los ojos cerrados.

    -Te ruego que aceptes mis disculpas, Harry –se acercó a él y le puso una mano sobre el hombro–. Te juro que este hombre no volverá a acercarse a ti.

    No recibió ninguna respuesta… ni siquiera una mirada verde.

    -Todo esto es… tan… inusual –dijo el rector que por fin había recuperado el habla–. Les pido que vayamos a mi oficina… para… para… arreglar las cosas.

    -Voy a hablarle a papá –dijo Hermione con firmeza y sacó su teléfono celular.

    Harry pareció volver a la vida en ese momento y volteó a ver a Hermione visiblemente alarmado. La chica le sostuvo la mirada unos segundos antes de guardar el teléfono hecha una furia. Varios hombres aparecieron de la nada y hablaron brevemente con Lucius. Dos de ellos levantaron a Goyle que seguía tendido en el suelo y se lo llevaron casi en vilo.

    -¿Nos vamos? –preguntó el rector visiblemente nervioso y se adelantó.

    Harry y Hermione caminaron detrás de Lucius y el rector con las miradas de todos clavadas en sus espaldas.

    -¿Por qué armaste ese escándalo? –le preguntó Harry a Hermione todavía avergonzado–. No era necesario. No me lastimó y…

    -Mira, Harry –le contestó ella tratando de controlar su enojo–. Se acabaron los tiempos en que todo el mundo nos pisoteaba. Para mí fue más que suficiente aquella vez en que casi mueres. De ahora en adelante nadie va a quedarse sin castigo… ¡nadie! Y escúchame bien, ¡te juro que mataré al que se atreva a hacerte daño!

    Harry contuvo el aliento ante su encolerizada declaración y la abrazó para tranquilizarla y también para agradecerle su preocupación por él.

    Lucius escuchó cada palabra de Hermione y el interés por el joven creció. ¿Por qué la chica dijo que ya nadie los pisotearía? ¿Qué significaba eso? Harry estuvo a punto de morir… ¿Cuándo? ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Qué relación había entre ellos? Estas y otras muchas preguntas se alojaron en la mente del rubio y se prometió que las averiguaría. Pero también se prometió otra cosa… Harry iba ser suyo. El haber estado tan cerca de él y oler su delicioso aroma… sentirlo temblar bajo su toque… hizo que lo deseara con gran intensidad. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para sólo poner una mano sobre su hombro cuando lo que más quería era abrazarlo y llenar de besos su bello rostro. Ni siquiera con Remus había sentido tal deseo.

    -Remus –murmuró por lo bajo y sus ojos grises se convirtieron en acero por el enojo–. 'No acaba de entender que lo nuestro ya se acabó. En cuanto salga de aquí iré a verlo para ponerlo en su lugar' –decidió de pronto.

    La junta en el despacho del director fue breve, pero dejó conforme a Hermione. Lucius le aseguró que Goyle iba a ser procesado por atacar a Harry y que les informaría los avances, pero les pedía su discreción sobre el asunto y los dos chicos accedieron.

    * * * * * * * * * *



    Lucius subió a la limousine y le dio una dirección al chofer. Mientras recorrían las calles hacia la casa de Remus, el rubio respiraba profundamente tratando de tranquilizarse. En general era un hombre tranquilo, pero a veces su temperamento salía a flote y cuando eso pasaba, le era imposible controlarse. La puerta del coche se abrió y Lucius se apeó rápidamente. Se encontró frente a una bella residencia y la puerta se abrió antes de que llegara a ella. Un elegante mayordomo se inclinó en señal de bienvenida.

    -No lo esperábamos, señor Malfoy –le dijo el hombre con voz educada.

    -¿Está Remus? –le entregó su abrigo.

    -Se encuentra en el salón de té –le informó retirándose.

    Sus pasos resonaron en el piso de mármol mientras cruzaba frente a una imponente escalera doble y pronto llegó al mencionado salón. Entró sin tocar y un hombre, que estaba sentado en un sofá contemplado el jardín, se levantó sonriente.

    -¡Lucius! ¡Mi amor! ¡Qué agradable sorpresa!

    Nadie podía negar que Remus Lupín era muy atractivo. Poseía unos increíbles ojos dorados y se movía con gracia felina. Su rostro tenía una dulzura que era irresistible, pero que también era engañosa pues escondía un alma despiadada… era un ser ególatra y caprichoso. Su único interés en la vida era obtener lo que deseaba y generalmente lo obtenía. Y lo que él deseaba más que otra cosa, era volver a sentir las manos ardientes del rubio sobre su cuerpo. Habían sido amantes hasta que Lucius decidió terminar con él porque se estaba volviendo muy indiscreto con respecto a su relación y eso era algo que el rubio no estaba dispuesto a tolerar. Tenía una familia establecida, aunque fuera sólo en apariencia, y una imagen pública que debía conservar intacta. Remus le rogó que no lo dejara, pero Lucius fue implacable y no accedió a sus ruegos, pero él se prometió que el rubio volvería a su lado… tarde o temprano, volvería a ser suyo.

    -¿Y a qué debo el honor de tu visita? –preguntó Remus con voz melosa y le pasó los brazos por el cuello.

    -Quiero que me dejes en paz de una vez por todas –le dijo Lucius con voz de hielo.

    -No sé de que me estás hablando –le contestó con indiferencia mientras empezaba a besar su cuello–. Hmmm… sigues oliendo riquísimo.

    -Sabes perfectamente de lo que hablo –se quitó los brazos del cuello con brusquedad–. Sobornaste a Goyle para que amenazara a cualquiera que quisiera acercarse a mí.

    -¿Yo sobornar a tu guardaespaldas? –rió de buena gana–. ¿En serio crees que me rebajaría a hacer eso? Tú me conoces, sabes perfectamente que nunca haría algo así… es tan… vulgar –hizo un puchero de desagrado.

    -Porque te conozco sé que lo hiciste –dio un paso hacia él–. Y te lo advierto sólo una vez más, Remus… déjame en paz.

    -No –fue la simple respuesta y los ojos dorados brillaron peligrosamente–. Tú eres mío, Lucius. Mío y de nadie más.

    Una dulce sonrisa jugueteó en los delgados labios desmintiendo el brillo de sus ojos.

    -Estás demente –lo miró con desagrado.

    -Lo sé –fue a sentarse en el sofá y cruzó una pierna–. Estoy loco… pero por ti.

    -Estás advertido, Remus –se dio la vuelta para salir del salón–. No permitiré que vuelvas a meterte en mi vida –azotó la puerta al salir.

    -Tú también estás advertido, mi querido Lucius –dijo Remus y la dulzura abandonó por completo su rostro–. Jamás te dejaré en paz y mataré a cualquiera que se atreva a tocarte.

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  9. Naruko-12
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    Esta supeeerrrr me encanto :=KITTIYN:
    Remus es todo un psicopata xD
    Espero la contyy saludos :=PAMDAXX:
     
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  10. Akari-chan
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    Remus el malo!!!! :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf:
    lo repito me encanta este fic diferente XD
    ya kiero saber lo ke va a pasar ahora con Harry n_n
    Espero muy ansiosa el proximo cap... xau xau :=NEKKIN:
     
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  11. Kari Tatsumi
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    Capítulo IV
    Seducción



    La siguiente semana fue la más increíble para Harry. Todas las mañanas, un impresionante arreglo floral era entregado en su casa ante la mirada de desaprobación de Hermione y la incredulidad de sus padres. Harry se sentía en las nubes, jamás imaginó que recibiría flores y mucho menos de un hombre tan importante y atractivo como Lucius Malfoy. Los arreglos iban acompañados de tarjetas en las estaban escritos versos muy románticos que lo hacían suspirar y las guardó como tesoros.

    El viernes por la tarde, ya estando a punto de salir de la universidad, un hombre se le acercó.

    -¿El señor Harry Potter? –preguntó con educación.

    -Sí, soy yo –le contestó él sorprendido.

    -El señor Malfoy pregunta si podría concederle unas palabras.

    Harry se quedó mudo un momento y un leve sonrojo cubrió sus mejillas.

    -C-l-a-r-o… claro –pudo decir al fin–. ¿Dónde está él?

    -Sígame, por favor.

    Se encaminaron hacia el estacionamiento de la universidad y se acercaron a una elegante limousine negra. Otro hombre le abrió la puerta a Harry y le indicó que subiera. El joven entró al automóvil y se encontró con el sonriente rostro de Lucius.

    -Gracias por aceptar mi invitación, Harry –le dijo el rubio con voz sedosa.

    -Por nada –acertó a decir pero su mente estaba en otro lado.

    Se estaba preguntando como era posible que Lucius estuviera aún más guapo de lo que recordaba.

    -¿Te han gustado las flores? –preguntó después de una larga contemplación al joven rostro de su acompañante.

    -¡Oh, sí! Son hermosas. Muchas gracias –agradeció totalmente rojo–. Pero no debería tomarse la molestia.

    -No es ninguna molestia –tomó una de sus manos y entrelazó sus dedos con los de él haciendo que Harry temblara–. Es mi manera de pedirte perdón.

    -No… tiene… porque. Usted no tuvo… la culpa –tartamudeó bajando la mirada totalmente cohibido.

    -De manera indirecta si soy culpable –lo contradijo y suspiró imperceptiblemente al recordar a Remus–. ¿Te gustaría cenar conmigo?

    -¿¡Cenar… con usted!? –levantó la mirada sorprendido.

    -Me encantaría que aceptaras –le sonrió derritiendo el interior del joven.

    Harry estaba que no se lo creía. Ahí estaba él, sentado al lado del hombre más guapo del universo, ¡y lo estaba invitando a cenar!

    -Pero… mi… auto… –objetó para no parecer demasiado ansioso por aceptar la invitación.

    -Uno de mis ayudantes lo llevará –dijo Lucius encogiéndose de hombros–. Dame las llaves.

    Harry se las entregó y Lucius golpeó la ventanilla. El vidrio se deslizó y dio las instrucciones necesarias. La charla que propicio el rubio camino hacia un caro restaurante que estaba en las afueras de la ciudad, lograron aplacar un poco los nervios de Harry. Lucius demostró ser buen oyente y muy pronto se enfrascaron en una amena plática sobre los estudios del joven. Les asignaron una mesa para dos que estaba apartada del resto y la cena pasó plácidamente.

    -¡Oh! Es muy tarde –exclamó Harry después de consultar su reloj–. No le avisé a mis padres y Hermione ha de estar colgada de una lámpara –le dijo riendo–. ¿Le molesta? –le preguntó al tiempo que sacaba su celular.

    -Adelante –le dijo Lucius y se dedicó a contemplarlo a sus anchas mientras hablaba por teléfono.

    Él también pensaba que Harry estaba más guapo de lo que recordaba. Durante toda la cena estuvo propiciando pequeños roces con el joven y los deseos de besarlo aumentaban a cada minuto.

    -Debo irme –declaró Harry con pesar–. Gracias por la invitación. Es la mejor cena que haya disfrutado jamás.

    -Entonces debemos repetirla –dijo con rapidez Lucius–. ¿Te parece bien el próximo martes?

    Habría querido decirle que el día siguiente sería perfecto para él, pero no debía apresurar las cosas con Harry. Aún cuando estaba decidido a tenerlo entre sus brazos y poseer ese cuerpo virginal, tenía que ser cuidadoso. El joven era demasiado ingenuo e inocente y no quería asustarlo. Harry era totalmente diferente a cualquiera que hubiera conocido y debía tratarlo con delicadeza.

    -Me parece bien –dijo Harry con el entusiasmo brillando en sus ojos verdes.

    Lucius lo acompañó hasta el auto deportivo que estaba estacionado junto a la limousine y no pudiendo resistir más, se acercó a Harry y lo besó brevemente en los labios.

    -Hasta el martes –dijo Lucius complacido al ver el rostro embelesado del chico.

    -Hasta el martes –dijo Harry con voz ronca cuando regresó a la realidad.

    Harry se metió a su auto y se despidió agitando la mano. Lucius se sobresaltó cuando el chico salió hecho un bólido del estacionamiento del restaurante y tomó temerariamente la carretera de vuelta a Londres.

    '¡Ese chico se transforma al volante!' –pensó preocupado y subió a su propio vehículo–. 'Espero que no tenga un accidente'

    * * * * * * * * * *



    Ese fue el comienzo de una tenaz y despiadada seducción por parte de Lucius Malfoy, pero también fue lo suficientemente sutil para no asustar a Harry. Los besos y caricias pronto aparecieron en sus discretas, pero frecuentes salidas a cenar, y Lucius decidió que ya era tiempo de pasar a otro plano de su relación.

    Separó al joven que estaba prácticamente encima de él devorándolo a besos y le acarició la mejilla con ternura.

    -Esta noche iremos a otro lugar, ¿te parece? –le preguntó Lucius con voz seductora.

    -Con tal de estar contigo… iría hasta la luna –le dijo Harry con los párpados entrecerrados.

    Lucius ya no dijo más y atacó los carnosos y jugos labios de Harry con ferocidad. Realmente no sabía como había podido contenerse durante tanto tiempo, pero al fin iba a poseer a Harry por completo. Cuando bajaron del auto, Harry se encontró con que estaban en un reducido estacionamiento techado y se dejó conducir hasta un elevador.

    -¿Adónde vamos? –preguntó Harry con curiosidad.

    -A un departamento que no uso con frecuencia, pero que es bastante acogedor.

    Lucius lo empujó hacia una esquina del elevador para seguir besándolo. Lo tomó de las caderas y lo acercó a su cuerpo para que pudiera sentir su dureza. Harry jadeó y echó la cabeza hacia atrás para ofrecerle su cuello que el rubio no desprecio. Las puertas se abrieron y Lucius lo condujo fuera sin dejar de besarlo. Harry dio un rápido vistazo al lugar y alcanzó a ver una elegante sala en cuero negro antes de que Lucius reclamara de nuevo sus labios.

    -Harry –dijo Lucius contra sus labios–. Te deseo.

    -Yo también te deseo –le contestó él jadeante.

    -Quiero hacerte el amor –lo obligó a verlo a los ojos.

    Harry se perdió en las profundidades grises que ahora parecían un mar tormentoso debido al deseo y asintió con la cabeza. Lucius lo levantó con facilidad en sus brazos y lo llevó hasta la recámara. Una vez ahí, lo dejó en el suelo y volvió a besarlo con frenesí. El corazón de Harry latía desenfrenadamente debido a la anticipación de lo que sabía era la culminación de su amor por Lucius, pero también de temor. No sabía lo que sucedía cuando dos hombres hacían el amor y rogaba desesperadamente porque Lucius no se desilusionara de él por su ignorancia.

    Se empezaron a desnudar mutuamente. Lucius con maestría y Harry con dedos temblorosos y torpes. Las camisas de los dos quedaron en el suelo y Lucius se dedicó a consentir el pecho de Harry entreteniéndose en sus pezones hasta que se pusieron duros por la excitación. Harry deslizaba sus manos temblorosas por la espalda del rubio extasiándose al tocar sus músculos bien definidos. El joven lanzó una exclamación de sorpresa cuando Lucius volvió a cargarlo y lo depositó con suavidad en la cama. Harry cerró los ojos avergonzado cuando el rubio se despojó por completo de su ropa.

    -No, Harry. Abre los ojos –le pidió Lucius cuando se puso sobre él–. Quiero ver tus hermosos ojos verdes llenos de deseo por mí. Por qué me deseas, ¿verdad?

    -Con locura, Lucius –le contestó Harry mirándolo a los ojos–. Pero es mi primera vez y realmente no sé que debo hacer.

    -No te preocupes –empezó a besar su cuello con lentitud–. Será maravilloso –su voz era casi hipnótica.

    Sus labios bajaron por el pecho de Harry haciéndolo jadear, y siguió su camino hacia el estómago plano del joven que enredó sus dedos en el largo cabello rubio. Lucius desabrochó los pantalones de Harry y los deslizó fuera de sus piernas junto con sus boxers y entonces quedó ante sus ojos la perfecta desnudez de ese cuerpo joven y fuerte.

    -Eres hermoso, Harry –musitó Lucius probando sus muslos con verdadera gula–. Demasiado hermoso para ser real.

    Harry no le contestó pues no podía. Su mente había dejado de funcionar, pero su cuerpo ya respondía a las caricias de su amante. Su miembro se irguió orgulloso y fue tomado de inmediato.

    -¡Ahh! –jadeó Harry de placer–. Eso... se siente… muy bien –gimió mientras se mordía los labios.

    -Y lo que viene es mejor –le prometió Lucius mientras saboreaba toda la extensión de la dureza de Harry–. Date la vuelta.

    Harry obedeció y sintió como era jalado para que su trasero se elevara. Lucius se inclinó sobre él y besó su espalda repartiendo mordiscos por aquí y por allá. Harry volteó a verlo y unos labios ardientes se pusieron sobre los suyos. Cuando un dedo se introdujo en su cuerpo, se sobresaltó.

    -Tranquilo, cielo –dijo Lucius sin dejar de besarlo–. No te lastimaré.

    Lucius movía su dedo en la estrecha abertura provocando sensaciones nunca antes conocidas. Harry empezó a mover sus caderas pidiendo algo más… no sabía que… pero necesitaba más. El rubio supo lo que el joven pedía e introdujo dos dedos más sin dejar de besarlo. Harry gruñó cuando Lucius se separó de él y entonces sintió que algo frío era colocado en su abertura pero no preguntó. El rubio untaba lubricante en la abertura de Harry además de una generosa cantidad sobre su propio miembro.

    -Esto dolerá un poco –colocó su miembro en la estrecha abertura.

    El dolor que atravesó a Harry cuando Lucius se introdujo en él de un fuerte empujón, hizo que las lágrimas brotaran de sus ojos.

    -Shhhh… Shhhh…

    Lucius le acarició el cabello con ternura mientras esperaba que el dolor pasara.

    -D-u-e-l-e –gimió Harry ocultando el rostro en la almohada.

    -Es normal, pero pronto pasará –lo consoló.

    Empezó a moverse con cuidado dentro de Harry hasta que sintió que se relajaba. Se incorporó y colocó las manos en las estrechas caderas y sacó su miembro con lentitud. Volvió a introducirlo con el mismo cuidado mientras sentía temblar ese delicioso cuerpo bajo sus manos. Sólo bastaron dos movimientos más para escuchar a Harry gemir de placer. Entonces aceleró el ritmo y muy pronto, su miembro entraba y salía con facilidad. Lucius volvió a inclinarse sobre Harry y envolvió su miembro con una de sus manos para proporcionarle el mismo placer que el joven le estaba dando.

    -¡Lucius! –gritó Harry cuando llegó al clímax y sintió como el rubio lo conseguía dentro de él.

    -¡Ahh, Harry! –Lucius se desplomó a su lado–. Fue maravilloso –lo tomó del rostro y lo beso con pasión.

    -¿En serio? –lo miró avergonzado.

    -Tan maravilloso como tú – acarició la cicatriz en forma rayo que surcaba la frente del chico–. Me encanta, ¿lo sabías?

    -Siempre pensé que era espantosa –le confesó el chico acurrucándose en el amplio pecho del rubio.

    -Al contrario… es hermosa.

    Se quedaron acostados sin decir nada hasta que el deseo por estar de nuevo dentro de Harry, hizo que Lucius comenzara a besarlo esperando despertar una respuesta en el joven que no se hizo esperar. Esta vez Lucius lo tomó con más fuerza, pero le proporcionó el mismo placer a Harry.

    * * * * * * * * * *



    Harry se despertó sobresaltado y consultó su reloj. ¡Eran las dos de la madrugada!

    -Lucius… Lucius –movió con cuidado al rubio que dormía plácidamente a su lado–. Debemos irnos, mis padres han de estar preocupados.

    -¿Qué hora es? –preguntó el rubio mirando a su nuevo amante.

    -Son las dos –se levantó de la cama y buscó su ropa en el suelo.

    -Es tarde –aceptó Lucius y se sentó en la cama–. Eres hermoso, Harry –le sonrió seductoramente.

    -No tanto como tú –le correspondió la sonrisa mientras se ponía la camisa.

    -Ven acá, pequeño –palmeó el colchón–. Necesito hablar contigo.

    Harry lo obedeció y saltó a la cama.

    -Soy todo oídos –le dijo mientras se abotonaba la camisa.

    -Mírame –le pidió Lucius en voz baja y Harry levantó la vista alarmado, no le había gustado su tono de voz–. Soy casado, Harry.

    -Lo sé –sus ojos se humedecieron sin que pudiera evitarlo.

    -Aún cuando Narcisa y yo hemos vivido separados desde hace años, siempre hemos dado la impresión de que nuestro matrimonio es estable y… respetable –le acarició la mejilla–. No pueden vernos juntos, cariño. Soy una figura pública y mi imagen no debe mancharse con ningún escándalo.

    -¿Qué estás tratando de decirme? –le preguntó con voz estrangulada.

    -Que ya no voy a verte en ningún lugar público. Todas nuestras citas serán aquí –Harry abrió los ojos asombrado–. No, no me malinterpretes. No quiero tener solamente sexo contigo. No voy a negar que era algo que deseaba desde hacía mucho tiempo, pero también disfruto mucho nuestras pláticas y sería muy agradable sentarnos simplemente para conversar o contemplar el atardecer.

    -¿Te avergüenzas de mí? –apenas pudo hacer la pregunta.

    -¿Cómo podría avergonzarme de un ángel? – rió bajito–. No Harry, no eres tú. Soy yo el que debe esconderse de los demás. Por eso te pido que ocultemos nuestra relación. ¿Lo harás? No me gustaría perderte.

    -Lo haré –aceptó sin titubear, pero no sabía si sentirse alegre o triste.

    Por un lado, podría permanecer al lado del hombre que amaba, pero por otro lado, esconder ese amor, lo hacía sentirse sucio y bajo.

    -Una última cosa –enmarcó con sus manos el rostro del joven–. No consentiré que salgas con alguien más. Tú eres mío, Harry. Soy un hombre muy celoso y te juro que sabré si me engañas con otro… y pagarás las consecuencias.

    Harry contuvo el aliento al oír la amenaza y un escalofrío le recorrió la espalda. Algo en el tono de su voz lo hizo comprender que cumpliría lo que le estaba diciendo.

    -Soy tuyo, Lucius –y se acercó a él para besarlo en los labios.

    -Es hora de marcharnos –dijo evitando los labios del joven y se levantó de la cama.

    El final de esa noche de amor no fue lo que Harry esperaba. Lucius lo dejó frente a su casa sin siquiera darle un pequeño beso de despedida y sólo con un ‘te llamaré después’ como única promesa de que volverían a verse.

    Por su parte, Lucius se recostó en el mullido asiento del automóvil y cerró los ojos mientras pensaba que si Harry se comportaba como debía, su relación iba a durar mucho tiempo.

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  12. Naruko-12
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    Estuvo genial, aunque en la ultima parte Lucius fue muy malo
    Espero la contii Saludos :=MUSEEN:
     
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  13. Akari-chan
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    Al parecer a Harry le tocara seguir sufriendo por amor :=SHOROO:
    aunke es mejor ke sepa de antemano en lo ke se esta metiendo u.u
    Bueno como sea espero impaciente el próximo Cap...
    Xau :=DANCIND:
     
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  14. Kari Tatsumi
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    Capítulo V
    Traición



    -¡Luces horrible! –exclamó Hermione mientras le acomodaba la toga a Harry–. ¿Tenías que estar desvelado precisamente hoy? Te vas a quedar dormido a mitad de la ceremonia.

    -Es que Lucius llegó muy tarde –le contestó Harry bostezando–. Su vuelo se retrasó y…

    -Y tú lo esperaste despierto –terminó la chica casi rugiendo.

    Ella sabía de su relación con Lucius Malfoy desde el principio y se había abstenido de reclamarle. Sabía que nada bueno iba a resultar de ella, pero verlo tan entusiasmado y enamorado, la obligó a callar su opinión. Lo único que podía hacer era rogar que Harry no se derrumbara cuando ese hombre decidiera que ya no le interesara. No podía comprender como Harry no se daba cuenta de que estaba siendo utilizado de la forma más vil que hubiera visto. Cuando su amigo le contó lo que le había pedido Lucius la noche que se había entregado a él, estuvo a punto de salir a buscarlo y abofetearlo hasta el cansancio. Había pensado que nadie sería más desagradable que el chico que había lastimado a Harry, pero se había equivocado… su padre era peor. Al menos ese muchacho no ocultaba su vileza bajo palabras dulces y una falsa máscara de respetabilidad.

    ¡Oh, sí! Sabía que Draco era hijo de Lucius Malfoy, pero no le había dicho nada a Harry porque esperaba que él se diera cuenta por si mismo y comprendiera que ese hombre estaba tan podrido como su hijo. El parecido entre ellos era tan obvio como el de Harry con James Potter, pero su amigo estaba ciego… ciego de amor por el rubio y ya después de tres años de ‘noviazgo’, lo que le dijera ahora, iba a ser totalmente inútil.

    -¿Una foto para la revista? –les preguntó un jovencito rubio llamando su atención.

    -¡Quiero salir! –gritó Neville que también traía toga.

    Los tres se abrazaron y sonrieron a la cámara. El chico corrió hacia otros estudiantes y ellos siguieron acomodándose la ropa.

    -Harry, ¿puedo hablar contigo un momento? –le pidió Neville nervioso.

    -Enseguida regreso –dijo Hermione para dejarlos solos.

    -Dime –Harry lo miró sonriente.

    -Pues… yo… quería decirte que… –Neville se puso muy rojo–. ¡Te quiero mucho Harry! –y lo abrazó sorpresivamente.

    -Yo también te quiero, Neville –le dijo riendo y le dio un beso en la mejilla.

    -Mi abuela va a llevarme a Monte Carlo este verano como premio por haber terminado la universidad –siguió diciendo el chico sin dejar de abrazarlo–. ¿Quieres venir con nosotros?

    -Lo siento mucho, pero ya tengo planes –lo miró con pena.

    -Era sólo una idea, pero si cambias de opinión siempre serás bienvenido.

    -Muchas gracias.

    Se acercaron a Hermione todavía abrazados mientras una gélida mirada gris se clavaba en sus espaldas.

    Harry se quedó mudo cuando vio a Lucius sentado junto al rector en la ceremonia de entrega de diplomas. La noche anterior había estado entre sus brazos y no le había comentado que iba a ir a la universidad. Subió al podium sumamente emocionado, pero bajó sintiéndose muy desdichado por la actitud del rubio. No lo había mirado y ni siquiera le había estrechado la mano como a todos los demás. Pero Hermione lo vengó a su manera, al dejar ella a Lucius con la mano extendida.

    Una decepción más se llevó Harry cuando su amante se marchó casi de inmediato ignorándolo por completo. El tiempo se le hizo eterno para poder acudir a su cita con Lucius en el departamento. Habían quedado para celebrar su salida de la universidad y llegó con anticipación para arreglar una cena romántica para dos. Las horas transcurrieron y cuando por fin comprendió que Lucius no iba a presentarse, salió del departamento con el corazón destrozado. Se subió a su automóvil y desapareció por la desierta calle a toda velocidad sin darse cuenta que era seguido.

    * * * * * * * * * *



    -Ni siquiera es guapo –dijo Remus despectivamente.

    -Pues yo creo que sí es atractivo –le contestó Draco aferrándose de donde podía.

    -Tu mal gusto es legendario, mi querido muchacho –le dijo con sorna y dio una vuelta rechinando llantas–. ¡Esa sabandija maneja peor que un ebrio! Ojalá y se matara, así nos ahorraría muchas molestias.

    -¡Nosotros somos lo que nos vamos a matar si no bajas la velocidad! –dijo con temor el rubio al ver que pasaban rozando los automóviles aparcados.

    -¡No puedo! ¡Ese desgraciado cree que está en una pista de carreras!

    Habían estado gran parte de la noche vigilando el departamento en que Lucius mantenía oculto a su amante y la espera había cobrado sus frutos… ahora Remus conocía a su rival. No había dejado de insistir en regresar con Lucius durante esos tres años, pero parecía que el rubio ya era inmune a sus encantos y fue cuando estuvo seguro de que ya tenía un nuevo juguete sexual. Le había costado mucho trabajo averiguar la dirección del nuevo ‘nidito de amor’ pues Lucius cubría muy bien sus pasos.

    -Baja la velocidad –le dijo Draco a Remus–. Parece que va a entrar ahí.

    El automóvil deportivo de Harry cruzó unas rejas automáticas y los cuartos traseros desaparecieron en el sendero que llevaba a la casa oculta entre los árboles. Remus y Draco bajaron de su auto para tratar de ver la casa de cerca, pero tres enormes perros negros salieron de la nada y les ladraron amenazadoramente.

    -Mejor volvamos al auto –dijo Draco con temor–. Si esas bestias logran salir, nos destrozarán en un dos por tres.

    -¡Ajá! –dijo Remus con satisfacción–. Residencia Potter –y volvieron al auto.

    -¿Cómo lo sabes? No vi ningún letrero.

    -Conozco todas las casa de esta zona. Sólo quería asegurarme que era la de James Potter –le explicó mientras manejaba hacia su casa.

    -¿Quién es él? –preguntó con curiosidad.

    -Estar tanto tiempo en el extranjero no te sentó bien, Draquito –se mofó Remus abiertamente–. James es uno de los hombres más ricos del país. Guapo como pocos y estúpidamente fiel a su esposa.

    -¿Acaso hay un toque de indignación en tu voz? –lo miró sonriente–. Te despreció, ¿no?

    -No es de tu incumbencia –levantó la nariz con petulancia–. Pero estaba seguro de que su único hijo había muerto hacía años –dijo pensativo–. Ha de ser un sobrino o un recogido –rió desagradablemente–. Con eso de que Lily se cree más santa que la Virgen María, no lo dudo ni un instante.

    -¿Y ahora que hacemos?

    -Yo voy a averigüar el nombre de ese chiquillo insignificante mientras tú te encargas de que tu padre lo ignore durante los siguientes dos días. Te avisaré cuando tenga todo listo.

    -¿Podrías darme un adelanto? –preguntó Draco con voz infantil–. Necesito algo de dinero.

    -Las apuestas te van a matar, precioso –le dijo Remus con desprecio en la voz–. Y cuando Lucius se entere… ¡adiós mesada!

    -No me sermonees –le dijo enojado–. Ya suficiente tengo con lo que me dicen mis padres.

    Llegaron a la casa de Remus y él sacó su chequera. Llenó un cheque con rapidez y se lo ofreció a Draco que silbó al ver la cantidad.

    -¿Cuánto más me darás al terminar todo esto?

    -La misma cantidad si todo sale bien y… –le acarició la mejilla–. ... absolutamente nada si no cumples con tu parte.

    -No te fallaré –le guiñó un ojo y salió del auto.

    Remus vio como el auto de Draco se perdía en la oscuridad y entró a su casa con los celos carcomiéndole el alma. En cuánto vio a Harry supo porque Lucius lo había elegido… era muy guapo, mucho más guapo que Draco y eso ya era mucho decir, pues el chico rubio se parecía mucho a su padre, y según su opinión, nadie era más guapo y sexy que Lucius Malfoy. Tenía ganas de gritar y romper cualquier cosa que se atravesara en su camino, pero lo único que hizo fue tomar el teléfono y hacer unas cuantas llamadas.

    * * * * * * * * * *



    -Anda, abre la boca, Harry –le insistía Hermione–. No has comido nada en estos dos días.

    -No tengo hambre –le dijo el chico recostándose en la cama.

    -Deja que le hable –le dijo desesperada y dejó el plato de sopa en la mesita de noche–. No puede ignorarte de esta manera… ni siquiera sabes por qué está enojado contigo.

    -Me dijo que nunca tratara de comunicarme con él –negó con la cabeza.

    Unos suaves toques en la puerta los interrumpió y Lily entró.

    -Te llegó esto, Harry –le dijo su madre sonriente y dejó un elegante arreglo floral en la mesa de centro.

    Harry se levantó de un salto y buscó con desesperación la tarjeta que sabía estaba entre las flores. La encontró y corrió al baño para leerla a solas.

    -¿Ya probó algo? –preguntó Lily preocupada.

    -No, pero seguro que después de leer la tarjeta, va a comer –le dijo Hermione sonriendo, pero por dentro sentía una profunda ira que apenas la dejaba respirar.

    -Me alegro –sonrió aliviada y salió del cuarto.

    Hermione no esperó a que Harry saliera del baño y entró para averigüar que le decía Lucius en la tarjeta.

    -¿Y bien? –preguntó cruzándose de brazos frente a Harry.

    -Me pide disculpas por no haberse comunicado conmigo y… quiere verme esta noche –dijo con los ojos brillantes por la emoción.

    -¿Vas a ir? –no pudo evitar formular la innecesaria pregunta.

    -¡Claro! –consultó su reloj–. ¡Y ya no tengo mucho tiempo!

    -¡Ah, no! Primero vas a comer algo –lo jaló para sacarlo del baño.

    -¡Pero se me va a hacer tarde! –se quejó mientras era obligado a tomar asiento en una silla.

    -¡Pues que te espere! –declaró en un tono que no admitía réplica y Harry no tuvo más remedio que tomar el plato que le ofrecía.

    * * * * * * * * * *



    Harry dio la vuelta en la calle tan rápido como acostumbraba y frenó bruscamente. Bajó del auto con una enorme sonrisa en el rostro y entró al edificio con la mirada de Remus clavada en sus espaldas. Los ojos dorados brillaron de satisfacción y… odio.

    El elevador subió hasta el penthouse y Harry se sorprendió al ver que el departamento estaba sumido en la oscuridad. Su ánimo se fue por los suelos y se recargó en la pared consultando su reloj.

    '¡Pero estoy a tiempo!' –pensó desesperado–. '¿Ya se habrá ido?'

    Busco el interruptor de luz y se sorprendió de que no funcionara. Lo subió y bajó varias veces y pensó en buscar una lámpara o velas para iluminar el lugar. Una suave música se escuchó y Harry caminó hacia la recámara con curiosidad. Abrió la puerta con cuidado y comprobó que de ahí provenía la música. Era muy romántica y su pulso se aceleró. ¡Después de todo Lucius sí estaba!

    -¿Lucius? –lo llamó con suavidad mientras entraba a la habitación.

    La recámara estaba sumida en la penumbra y se sobresaltó cuando lo abrazaron por la espalda.

    -¡Me asustaste! –le reclamó y trató de darse vuelta, pero no se lo permitieron.

    Unos ardientes labios empezaron a besar su cuello y Harry no lucho más. Se abandonó a esos besos suspirando de placer.

    -Hueles diferente, pero igual es riquísimo –comentó sin pensar.

    Su amante no le contestó y siguió besándolo mientras empezaba a quitarle la ropa con desesperante calma. Muy pronto, Harry estaba totalmente desnudo y su cuerpo era acariciado con inigualable pasión. Fue conducido a la cama y la sombra de su amante se dibujó por las luces que venían del exterior. Harry esperó pacientemente a que terminara de quitarse la ropa y lo recibió con los brazos abiertos. El hombre enterró su rostro en su cuello y lo escuchó aspirar con fuerza su aroma antes de que siguiera besándolo.

    -Te extrañe, Lucius –dijo Harry con la voz velada de deseo–. Te amo… te amo… te amo…

    Sus palabras fueron ahogadas por unos posesivos labios y Harry enredó los dedos en el largo cabello rubio. Un breve segundo pudo ver esos ojos grises que adoraba antes de que desaparecieran en busca de sus muslos.

    -¡Ahh! –exclamó Harry cuando su miembro fue tomado por una cavidad húmeda–. Basta Lucius… para ya –le suplicó jadeante–. Quiero que me tomes… te deseo con desesperación dentro de mí –y se dio la vuelta para ofrecerle su trasero.

    Esperaba que Lucius lo poseyera como últimamente lo había hecho… sin preparación y de un fuerte empujón, así que lo sorprendió sentir una lengua hurgando en su interior.

    -Hmmm… eso… es… delicioso –jadeó y comenzó a mover la cadera pidiendo más placer.

    Su amante no lo hizo esperar mucho. Lo sintió penetrar en él y se acopló a su frenético ritmo. Una experta mano envolvió su miembro como siempre lo hacía, y se vinieron al mismo tiempo.

    -Lucius… Lucius… –jadeó Harry mientras su amante se retiraba de él con suavidad–. Te amo –y cerró los ojos para descansar.

    El cansancio lo venció y no supo cuánto tiempo se quedó dormido, pero la puerta de la habitación azotándose con fuerza lo hizo incorporarse sobresaltado. Frente a él estaba Lucius, pero con la expresión más fiera que le hubiera visto jamás y se encogió instintivamente en la cama.

    -¿Qué te pasa? –le preguntó asustado y por toda contestación recibió una fuerte bofetada que lo tiró de la cama.

    -¡¡¡Eres un cualquiera!!! –le gritó fuera de sí el rubio–. ¡¡¡No sólo te revuelcas con otro sino que además lo haces en mi propia cama!!!

    Se acercó a Harry y lo tomó del cabello haciéndole daño.

    -¡No sé de qué me estás hablando! –y trató de quitarse el siguiente golpe, pero no lo consiguió–. ¡Ya no me pegues! ¡Te lo suplico! No he hecho nada malo –sollozó y volvió a recibir otro golpe.

    -¿¡¡¡Ahora vas negar que acabas de tener sexo!!!? –le dijo furioso–. ¡¡¡Estás desnudo y con semen en el trasero!!!! ¿¡¡¡O vas a decirme que te masturbaste y lo pusiste ahí a propósito!!!?

    -¡Lucius, por Dios! ¡No entiendo nada! –se aferró a una de sus piernas muy confundido–. ¡Me acabas de hacer el amor!

    -¡¡¡Yo no te he tocado en tres malditos días!!! –lo pateó para apartarlo de él.

    -¡Eras tú! –gritó desesperado Harry y se encogió cuando una patada se alojó en sus costillas–. ¡Eran tus ojos! ¡Tu cabello! ¡Ayyy! –otra patada lo dejó sin aire.

    -¡¡¡Te advertí que jamás te atrevieras a engañarme!!! –lo tomó del cuello y lo levantó del suelo mientras lo miraba con los ojos centelleantes de furia y celos–. ¡Ruega porque te deje con vida, Harry Potter!

    * * * * * * * * * *



    Harry sentía que todo su cuerpo estaba quebrado y hasta respirar le dolía. Con mucho esfuerzo se incorporó y prácticamente se arrastró hasta donde su ropa aún seguía tirada. Con manos temblorosas buscó su teléfono celular y marcó un número.

    -¿Hola? –respondió un voz somnolienta–. ¿Hola? –volvió a repetir cuando no recibió contestación–. A ver… veamos quién eres porque no es nada gracioso que me despiertes a las cuatro de la mañana, ¿eh?

    Harry quería hablar, pero ningún sonido salía de su lastimada garganta.

    -¿Harry? –preguntó Neville sorprendido al comprobar el número en el identificador de llamadas–. ¿Eres tú, Harry?

    -Sí –alcanzó a decir con voz gutural.

    -¿Qué tienes? ¿Te pasó algo? –le preguntó alarmado.

    -Ven… por… mí… por… favor –dijo a duras penas.

    -¿Dónde estás?

    Harry le dio la dirección tartamudeante y Neville le aseguró que llegaría ahí en menos de 10 minutos. Harry se vistió muy lentamente pues su cuerpo protestaba por cada movimiento que hacía. En realidad no le importaba el gran dolor que sentía, lo que realmente le hacía daño era su corazón confundido y sangrante. Sus ojos se perdieron en el vacío al recordar la tremenda paliza que le había propinado Lucius y sus palabras finales antes de escupirle en la cara.

    -No quiero volverte a ver, sucio traidor –le había dicho con la voz jadeante por el esfuerzo de golpearlo–. Cuídate de no volver a cruzarte en mi camino, porque si lo haces… ¡te mataré!

    Se movió hasta el elevador y se metió en él apretando el botón de la planta baja. Justo cuando iba saliendo vio a Neville en la puerta del edificio mirando hacia adentro con desesperación.

    -¡Por Dios, Harry! ¿¡Qué te pasó!? –le preguntó Neville alarmado al verlo tan golpeado y lo abrazó tratando de no lastimarlo aún más de lo que estaba.

    -Llévame a un hospital, pero no de Londres –le pidió Harry con la poca fuerza que le quedaba–. Todos conocen a mamá y no quiero que nadie se entere… sobre todo Hermione.

    Neville lo subió a su propio automóvil con mucho cuidado y salió disparado con un ya casi inconciente Harry a su lado.

    -¿Quién te hizo esto, Harry? –le preguntó llorando mientras acariciaba su cabello con amor.

    -No le vayas a decir nada a Hermione, por favor –le suplicó antes de desvanecerse.

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  15. Naruko-12
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    Estaa geniaal, me gusto mucho xD
    Espero la contyy saludos n.n
     
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27 replies since 7/1/2014, 04:01   1167 views
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