Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo VI
    Confesión



    Draco estaba en el banco cambiando el segundo cheque que le había dado Remus y de pronto sintió que el dinero le quemaba las manos. Cada vez que cerraba los ojos, podía ver a Harry debajo de él, entregándose con verdadero amor… y un segundo después veía su rostro ensangrentado. Y cuando los tenía abiertos, veía a su padre, tan elegante como siempre, pero con una gran tristeza en los ojos que le partía el corazón.

    Él era un bueno para nada y siempre lo había sido, pero realmente amaba a su padre. Recordó como Lucius lo había apoyado cuando, lloroso y asustado, le había confesado que había atacado y lastimado seriamente a un chico muy humilde y sin pedir más explicaciones lo mandó al extranjero asegurándole que no permitiría que nada le pasara… y no le había fallado. Siempre le había cumplido hasta su más mínimo capricho y ahora él se lo pagaba de esta forma.

    Ya habían pasado dos semanas desde que le había hecho el amor a Harry y fue hasta ese día que Remus le entregó lo que le había prometido. Le dio largas diciéndole que tenía que asegurarse que todo había salido bien y cuando le entregó el cheque, murmuró:

    -Siempre es bueno tener una serpiente en la familia, ¿no, Draco?

    Miró la cuantiosa cantidad que había obtenido por traicionar a su padre y se dio cuenta que era tal vil y despreciable como Remus Lupin. Guardó el dinero en su chaqueta de piel y salió del banco. El auto y los acompañantes de su padre lo aguardaban.

    -Al Parlamento –ordenó y subió al coche.

    El trayecto al edificio fue muy breve y Draco entró con pasos seguros, pero por dentro estaba temblando.

    -¿Está mi padre? –le preguntó a la secretaria.

    -Si, señor. Está solo en este momento –le contestó ella sonriendo con coquetería.

    Draco no le correspondió la sonrisa y entró al despacho sin tocar.

    -¡Ah, hijo! –exclamó Lucius cuando lo vio entrar–. ¿Terminaste con tus asuntos?

    -Sí, padre –y aventó el dinero que llevaba sobre el escritorio.

    -¿Y esto? –preguntó el rubio alzando una elegante ceja.

    -Es parte del dinero que Remus Lupin me dio por hacerle el amor a… Harry –confesó temblando visiblemente.

    Lucius abrió la boca sorprendido y el color huyó de su rostro dejándolo mortalmente pálido.

    -No te entiendo –pudo por fin decir Lucius–. Explícate.

    Draco se sentó en una silla frente al escritorio pues sentía que sus piernas no lo sostendrían.

    -He estado jugando desde hace tiempo y… debo mucho dinero –empezó a decir en voz baja y sin atreverse a mirar a los ojos a su padre–. No sé como Remus lo averigüó, pero me ofreció un trato... pagaría mis deudas si a cambio lo ayudaba a alejar a Harry de tu lado.

    -Sigue –lo apuró cuando su hijo guardó silencio.

    -Se enteró del lugar en que tenías tus citas con él y una noche seguimos a Harry hasta su casa –tragó saliva con dificultad–. Me pidió que te entretuviera durante dos días para darle tiempo de prepararlo todo. Le envió un arreglo floral a Harry de tu parte citándolo en el departamento. Un eléctrico cambió las conexiones y cuando Harry llegó encontró todo oscuro. Puse música romántica en la recámara y él entró pensando que tú estabas ahí. Lo abracé y comencé a besarlo tratando de que no pudiera distinguir mi rostro. Él no sospechó nada y… y… le hice el amor.

    Una exclamación ahogada salió del pecho de Lucius y recordó la voz desesperada de Harry que le decía que ‘él’ le había hecho el amor.

    ‘¡Eras tú! ¡Eran tus ojos! ¡Tu cabello!’

    Cerró los ojos con fuerza… el dolor era demasiado. Había golpeado a Harry lleno de furia… su corazón atenazado por los más terribles celos. Había descargado sobre ese cuerpo frágil y suave toda la ira de saberse engañado… queriendo borrar a golpes los besos que sabía habían sido depositados en esa piel que era sólo suya… había deseado matarlo para que nadie más pudiera disfrutar de sus caricias… para que nadie más escuchara sus gemidos de placer al ser poseído, pero no pudo hacerlo. El gran amor que sentía por él logró detenerlo antes de que sus manos envolvieran ese frágil cuello y terminara con su vida. Había salido presuroso del departamento jurando que lo olvidaría… que no merecía su amor porque era una sucia rata traicionera, pero no había podido olvidarlo. Su vida estaba vacía sin Harry. Necesita tenerlo de nuevo entre sus brazos para sentirse completo y muchas veces tomó el teléfono para hablar con él, pero después lo azotaba sin dejar que se completara la conexión.

    Abrió los ojos cuando Draco siguió con su confesión.

    -No sé como consiguió Remus que fueras al departamento, pero apenas me dio tiempo de salir antes de que tú llegaras. Cuando te vimos salir, Remus rió con satisfacción y dijo que estaba hecho. Me pidió las llaves, me hizo bajar del auto y se marchó. Yo ya no podía volver al departamento y decidí esperar a que Harry saliera. Como había llevado mi propio automóvil, me metí en él y esperé por horas. Cerca de las cuatro de la mañana, un auto se estacionó frente al edificio y un joven empezó a tocar la puerta con desesperación. Fue cuando lo vi –ahora fue él quién cerró los ojos con fuerza–. Harry tenía la cara llena de sangre y caminaba con mucha dificultad. Entonces comprendí porque Remus me había quitado las llaves de departamento. Sabía que habías golpeado a Harry y no quería que recibiera ninguna ayuda… esperando a que muriera. Me sentí aterrorizado por lo que había hecho y huí en cuanto el otro auto desapareció por la calle.

    Lucius no podía creer todo lo que su hijo le estaba diciendo y quedó silencioso durante mucho tiempo.

    -¿Por qué me estás diciendo todo esto? –le preguntó Lucius a Draco mirándolo fijamente–. Seguro que Remus no te pagó todo lo que te prometió y ahora quieres vengarte de él, ¿no?

    -No, padre –Draco lo miró con el remordimiento brillando en sus ojos grises–. Lo estoy haciendo porque no puedo soportar verte triste. Pensé que Harry sólo era un juguete sexual para ti… que lo olvidarías como a los otros, pero me equivoqué. Estás enamorado de él y… el de ti –se levantó de la silla–. Sé que no merezco más que tu desprecio y te ahorraré el disgusto de mi presencia.

    Draco salió del despacho sabiendo que su vida fácil había terminado, pero su conciencia estaba tranquila. Ahora su padre podía buscar a Harry y lograr su perdón.

    Lucius no pudo ni quiso detener a su hijo, le había causado un gran dolor saber que lo había traicionado por un puñado de libras. Habría dado su vida por él sin dudar y Draco se había vendido a Remus.

    '¡Pero me las vas a pagar Remus Lupin!' –juró rabioso–. '¡Te juro que me la vas a pagar! ¡Pusiste a mi hijo en mi contra… casi me conviertes en asesino… y perdí a Harry por tu culpa! ¡Te vas a arrepentir hasta de haber nacido! ¡Lo juro!'

    Se levantó del escritorio y se sirvió un trago… lo necesitaba con urgencia.

    'Pero primero debo arreglar las cosas con Harry' –su mano tembló cuando marcaba su número telefónico–. 'Sé que no va a ser fácil hacer que me perdone, pero así me cueste lo que me resta de vida, lograré que vuelva a mi lado'

    Una grabación le informó que ese número celular había sido dado de baja y jurando por lo bajo, marcó a su casa.

    -¿Hola? –contestó una voz femenina.

    -Buenos días. Quisiera hablar con Harry Potter, por favor.

    -No está –le informó la mujer.

    -¿A que hora podré localizarlo?

    -Hoy no.

    -¿Entonces podré hablar con él mañana?

    -No lo creo.

    -¿Por qué?

    -Salió del país.

    -¿¡Qué!? –exclamó asombrado pero de inmediato se sobrepuso–. ¿Y cuando

    regresará?

    -¡Huy! Pues no sé.

    -¿Por qué?

    -A mí no me dijeron nada.

    -¿Cuál es tu nombre? –preguntó desesperado... sus nervios no soportarían más esas contestaciones.

    -Bella.

    -Okay, Bella. Comunícame entonces con la señorita Hermione.

    -No.

    -¿¡Por qué no!?

    -Tampoco está.

    -¿El señor Potter?

    -Tampoco.

    -¿La doctora Potter?

    -Menos.

    -¿¡Quién diablos está entonces ahí!?

    -Pues yo –dijo con descaro la mujer.

    -¿Y quién eres tú?

    -La mujer de Tom.

    -¿Y quién es Tom?

    -El jardinero.

    Lucius tapó la bocina del teléfono y gritó desesperado para después seguir hablando con la mujer lo más tranquilamente posible.

    -¿Entonces no sabes adónde se fue Harry?

    -Pues ya le dije… fuera del país.

    -¡Pero adónde!

    -Pues no se acuerda que le dije que no me dijeron adonde se iban… ¡ah! pero eso

    sí, cada quién jaló por su lado.

    -¿Cómo que cada quién jaló por su lado?

    -Primero se fue el joven…

    -Ajá…

    -Luego la señora…

    -¿Y luego?

    -El señor…

    -En diferentes días me supongo, ¿no?

    -¡Pues claro! –le contestó como si fuera lo más obvio del mundo.

    -¿Y al último la señorita Hermione?

    -Hoy en la mañana –confirmó.

    -Muchas gracias.

    -¡Oiga! ¡Oiga! ¿Quién es usted?

    Lucius colgó el teléfono desesperado. Había perdido mucho tiempo en esa estúpida conversación y no había averigüado adonde se había ido Harry.

    * * * * * * * * * *



    Hermione azotó el teléfono doblándose de risa mientras que Ron la miraba confundido.

    -¿Y eso qué fue? ¿Por qué dijiste que eras Bella? ¿Con quién hablaste?

    -Con el imbécil de Lucius Malfoy –le dijo mientras se secaba las lágrimas de risa–. El muy cretino no había dado señales de vida desde hace casi tres semanas y está mal de la cabeza si pensaba que iba comunicarlo así de fácil con Harry. ¡Que sufra lo que está sufriendo mi hermano!

    -¡Sí, claro! Harry está sufriendo mucho en Monte Carlo –rió Ron de buena gana.

    -No es feliz –la chica se puso seria de repente–. Lo conozco lo suficiente para saberlo. Su voz se oye apagada y cuando quiere reír, siempre hay un sollozo escondido en su garganta.

    -Me estás espantando, preciosa –la abrazó y la besó con ternura–. Voy a creer que eres bruja.

    -Y de las mejores –le correspondió el beso–. Si de casualidad contestas el teléfono, vas a decirle a ese imbécil que eres Tom, ¿de acuerdo?

    -¿Crees que vuelva a llamar?

    -Me corto la cabeza si no llama todos los días.

    Y tal como había previsto Hermione, Lucius llamaba todas las mañanas a la casa de los Potter para saber si Harry ya había vuelto de su viaje.

    -¿Entonces Harry no se ha comunicado? –le preguntaba ese día a ‘Tom’

    -No, señor. Ninguno ha hablado. ¡Ni siquiera para saber como está el gato!

    -Santo Dios.

    Lucius se masajeaba las sienes para tratar de borrar el dolor que ya era permanente en su cabeza. Las contestaciones de ese matrimonio lo sacaban de quicio, pero no tenía ninguna otra forma de averiguar algo sobre Harry. Debido a que ya había terminado la universidad, sabía bien que el joven podía quedarse fuera del país por tiempo indefinido si así lo deseaba, pero sabía que no soportaría mucho tiempo más sin saber de él.

    -Llamaré mañana –se despidió Lucius.

    -Hasta mañana, señor –le contestó Ron y colgó el teléfono–. Lo que estamos haciendo está mal –miró a Hermione que alzó una ceja retadoramente–. Harry debe saber que Lucius lo está buscando. Llevamos dándole la vuelta más de una semana.

    -¡Pues que se aguante otra más! –dijo ella inflexiblemente–. Ya cuando Harry regrese se lo comunicaremos, ahora sólo quiero que esté tranquilo. Ayer en la noche lo oí más animado.

    -¿Crees que ya es novio de Neville?

    -No. Mi hermano jamás lo aceptara –dijo con pena–. Y es una lástima pues sé que ese chico lo trataría como se merece.

    -Es una buena persona –aceptó Ron antes de acercársele y tomarla de la cintura–. Entonces señora Weasley… ¿qué quiere hacer en su luna de miel?

    -El amor, doctor Weasley –le contestó ella pasándole los brazos alrededor del cuello.

    -¡Me refería que a donde quieres ir! –rió fuerte.

    -Adónde podamos hacer el amor todo el tiempo.

    -Ninfómana –le dijo Ron mientras bajaba la cabeza para besarla.

    -Pervertido –le contestó ella riendo.

    -Impúdica.

    -Degenerado.

    -Cuánto amor, ¿eh? –dijo una divertida voz varonil a sus espaldas.

    Los dos chicos voltearon sonrientes a ver al doctor Black que bajaba las escaleras en ese momento.

    -¿Cómo está? –preguntó Hermione.

    -¡Oh, muy bien! –se encogió de hombros–. Pero creo que no se enfermaría tan seguido si otro doctor viniera a verla –se acercó a ellos y bajó la voz–. Cuando ya estaba guardando mis cosas… ¡me pellizcó una nalga!

    -¿¡Eso hizo la señora Petunia!? –preguntó Ron asombrado–. ¡Pero si se ve tan seria y estirada!

    -Pues una buena estirada tuvo que darse para poder alcanzarme.

    -¡Ay, doctor Black! –rió Hermione con ganas.

    -Sirius, niña… Sirius –le puso una mano sobre el hombro–. Dile a tu tía Petunia que voy a salir de la ciudad y que volveré hasta el día de tu boda, ¿de acuerdo?

    -Lo haré –le dio un beso en la mejilla y Sirius Black salió de la casa.

    * * * * * * * * * *



    -Pásame ese suéter Harry –le pidió Neville.

    -Toma –Harry se lo aventó.

    -Gracias –y lo metió dentro de la maleta–. Pues creo que ya es todo –miró la habitación en busca de objetos olvidados.

    Harry se acercó a él y lo abrazó por la espalda.

    -No… falta algo –le dio un beso en la mejilla–. Muchas gracias, Neville.

    -¿Pero por qué? –preguntó riendo.

    -Por ser tan lindo conmigo… por quererme tanto y… por salvarme la vida –volvió a besarlo.

    -Vas a hacer que me ponga rojo –se dio la vuelta y también lo abrazó.

    -Es en serio –trató de besarlo en los labios, pero Neville lo rechazó.

    -No es necesario que lo hagas, Harry –lo abrazó con fuerza–. Me conformo con seguir siendo tu amigo.

    -Siempre seré tu amigo –le dijo llorando sobre su hombro.

    -¡Oh! No vuelvas a llorar… sabes que no lo soporto –le acarició el suave cabello negro.

    -Ya no lloraré –se limpió las lágrimas tratando de sonreír–. Vámonos porque tu abuela va a despellejarnos vivos si llegamos tarde para tomar el vuelo.

    El viaje de vuelta a Inglaterra pasó sin ningún incidente y Hermione los estaba esperando en el aeropuerto.

    -¡Te ves muy bien, Harry! –lo abrazó con ternura–. Las vacaciones te sentaron muy bien.

    -Tú también estás preciosa –la besó en la mejilla–. ¿Y dónde está Ron?

    -Lo mandé a buscar un carrito para las maletas.

    -Tan mandona como siempre, ¿eh? –la bromeó Neville.

    -A él le gusta –se encogió de hombros.

    -Entonces es masoquista –dijo Harry y recibió un leve golpe en la espalda.

    -¿Quién es masoquista? –preguntó Ron con el ceño fruncido.

    -Tú, ¿pues quién más? –le contestó riendo y los dos muchachos se abrazaron con fuerza–. ¿Ya llegaron mis papás?

    -Ajá –contestó Hermione mientras abandonaban el aeropuerto–. Llegaron anoche.

    -Nos vemos mañana –se despidió Neville mientras ayudaba a su abuela a entrar a un taxi.

    -¡No vayas a faltar! –le gritó Harry y recibió un guiño como respuesta.

    * * * * * * * * * *



    En la casa de los Potter todos corrían de un lado a otro haciendo los últimos preparativos para la boda de Hermione y Ron, así que nadie acudió a contestar el teléfono cuando éste empezó a sonar. Harry bajaba las escaleras bostezando y rascándose la cabeza cuando lo escuchó.

    -¿Hola? –dijo cuando levantó el teléfono– ¿Hola? –volvió a repetir cuando nadie le contestó–. Chistositos –murmuró enfadado y colgó.

    Lucius se quedó congelado cuando reconoció la voz de Harry al otro lado del teléfono y no pudo articular palabra. Abrió la boca, pero ningún sonido salió.

    -¿H-a-r-r-y? –pudo decir al fin, pero el joven ya había colgado–. '¡Regresó! ¡Ya está en Londres!' –se levantó de un salto de la silla, tomó su abrigo al vuelo y casi salió corriendo de su despacho.

    -¡Señor Malfoy! ¡Señor Malfoy! –su secretaria lo alcanzó a mitad de pasillo.

    -¡Ahora no, Lucy! –le dijo enfadado–. ¡Tengo prisa!

    -Pero, señor… –lo miró angustiada–. Su hijo me pidió que le diera…

    -¿Draco estuvo aquí? –la miró sorprendido–. ¿Por qué no me avisó?

    -Usted estaba en sesión, pero me pidió que le diera esto el día de hoy –le explicó–. Dijo que no debía faltar.

    Lucius tomó el sobre que le extendía su secretaria y lo leyó con los ojos muy abiertos. Era la invitación a la boda de Hermione y Ron.

    ‘Invitación indispensable’, rezaba al final.

    Sus ojos grises se suavizaron por el gesto de su hijo. Sabía que seguramente le había costado mucho trabajo conseguir la invitación para que él pudiera acercarse a Harry.

    'Gracias, hijo' –pensó conmovido y verificó la hora de la boda–. 'Es en tres horas' –consultó su reloj–. 'Me da tiempo de ir a cambiarme' –luego se dirigió a su secretaria–. No volveré el día de hoy.

    -Hasta mañana, señor Malfoy –le dijo ella con educación.

    'Y si consigo que Harry me perdone… no creo que venga en por lo menos una semana' –pensó contento.

    En ese momento, la tristeza, el dolor y la soledad que lo habían acompañado desde ese fatal día en que había golpeado a Harry, se desvanecieron para que la esperanza ocupara su lugar.

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