Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Kari Tatsumi
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo VII.
    Vuelve a mi lado




    La boda terminó y Lily se secó las lágrimas de emoción mientras que su esposo aplaudía junto con los demás invitados. Hermione lucía radiante en su traje de novia y Ron veía con ojos de enamorado a su flamante esposa. Harry estaba hasta el frente y junto a él estaba Neville. Unos ojos grises no se habían apartado de él y lo habían devorado durante toda la ceremonia. Lucius pensó que estaba más guapo que nunca y no veía el momento para poder acercarse a él y hablarle.

    La boda se realizó en el jardín de la casa de los Potter y muchas mesas se habían repartido por el pasto. Harry abrazó a Hermione y después a Ron y se hizo a un lado para permitir a los demás felicitar a la feliz pareja. Lucius decidió que el momento de enfrentarlo había llegado y se movió hacia él, pero entonces vio como un hombre alto, de cabello negro y muy atractivo, abrazaba a Harry y se lo llevaba a un lado del improvisado altar.

    -Creo que ya se consiguió un nuevo amante –dijo una dulce voz a su lado.

    Lucius se sobresaltó al reconocer la voz de Remus y volteó a verlo con verdadero odio.

    -¿Qué haces aquí? –le preguntó aguantándose las ganas de estrangularlo en ese mismo momento.

    -Tengo invitación aunque no robada como la tuya, por si te interesa saber –le contestó con una sonrisa angelical y miró hacia donde Harry hablaba con Sirius Black–. Es muy diferente a ti, pero también es guapo –dijo refiriéndose a Sirius.

    -Tus palabras venenosas ya no me afectan, Remus –le dijo con voz de hielo.

    -Entonces cree lo que ven tus ojos, mi querido Lucius –siguió diciendo sin dejar su tono dulzón.

    Lucius se giró y vio como Sirius enredaba sus dedos en el cabello negro de Harry mientras el muchacho cerraba los ojos, aparentemente disfrutando la caricia. No soportó más y caminó hacia ellos con decisión. Remus tomó una copa que le ofrecía un mesero y esperó con ansiedad la explosión de Lucius.

    -¿A qué hora le dirás a tus padres que te marchas? –le preguntaba Sirius a Harry mientras le acariciaba el cabello.

    -Cuando acabe la fiesta –y cerró los ojos para que su padrino no pudiera ver su dolor.

    -Siempre contarás conmigo –lo abrazó y besó su mejilla.

    -Harry –lo llamó una voz conocida y el joven abrió los ojos sobresaltado–. ¿Puedo hablar contigo?

    -¡Lucius! –exclamó con voz ahogada y miró hacia todos lados como si quisiera salir corriendo.

    -¿Nos conocemos? –le preguntó Sirius a Lucius con educación, pero sin dejar de notar el temblor incontrolable de Harry que se había aferrado a su cuerpo con fuerza.

    -No, no lo creo –Lucius lo miró con puñales en los ojos.

    -Sirius Black –le extendió la mano–. ¿Y usted es…?

    -Lucius Malfoy –le dio la mano de mala gana.

    -¡Ah! Ya lo recuerdo –le sonrió alegre–. Es uno de nuestros legisladores.

    -Así es –y un cuchillo se le clavó en el pecho cuando vio el terror en esos amados ojos verdes–. ¿Podría hablar con Harry a solas?

    -Harry estaba a punto de traerme una bebida –miró al chico significativamente antes de volver su atención al rubio–. ¿Por qué no platicamos usted y yo mientras esperamos a que mi ahijado regrese?

    -¿Su… ahijado? –preguntó Lucius impactado.

    -Sí –lo tomó del brazo para alejarlo de Harry que desapareció de su vista en un segundo–. Sus padres me hicieron el honor de que fuera su padrino, pero desgraciadamente no pude hacer mi papel correctamente –dijo con verdadera pena.

    -¿Por qué? –preguntó interesado.

    Después de que sus celos se aplacaron al saber que ese atractivo hombre era familiar de Harry y que no estaba interesado en él sentimentalmente, pudo comprobar que era bastante simpático. Le agradaban esos honestos ojos azules.

    -Después de que Harry nació tuve que irme a América y no pude regresar cuando fue secuestrado. De hecho regresé a Inglaterra hace poco tiempo –siguió explicando Sirius.

    -¿¡Secuestraron a Harry!? –preguntó Lucius incrédulo.

    Por más que interrogaba a Harry sobre su pasado, él se negaba a contestarle nada y lo único que pudo averigüar fue que Hermione había sido adoptada por sus padres y por eso llevaba un apellido diferente, pero nada más.

    -Sí, cuando era un bebé –le dijo Sirius tomando dos copas que le ofrecía un mesero y le dio una a Lucius–. Durante años Lily y James lo buscaron con desesperación, pero no lograron dar con él. Todos creímos que estaba muerto –luego sonrió–. Pero un día apareció. Llegó muy malherido al hospital donde trabajaba Lily y ella lo reconoció.

    -¿Cómo? –preguntó sumamente interesado.

    -Aparte de que es el vivo retrato de James –señaló a su amigo que brindaba en ese momento con Ron–. Por la cicatriz de su frente. Se habrá dado cuenta que es muy particular.

    -Hermosa –musitó Lucius con ensoñación y arrancó una sonrisa a Sirius.

    -Se la hizo Tom –ahora señaló hacia un hombre mayor que estaba alejado de todos–. No a propósito, por supuesto –añadió con rapidez–. Un día, Harry gateaba por el jardín y Tom pasó con algunas varas que acababa de cortar de los árboles y lo hirió. Lily decidió esperar a que fuera mayor para operarlo, pero ya no pudo hacerlo.

    -¿Y donde estuvo Harry todo el tiempo que estuvo desaparecido? –volvió su atención a Sirius.

    -En un orfanato en Abeerdeen –el rubio lo vio con incredulidad–. Nadie sabe cómo diablos llegó hasta allá –le dijo contestando su muda pregunta–. Ahí conoció a nuestra bella novia –fue el turno de Hermione de ser señalada–. Son muy unidos y se quieren mucho.

    -Sí, lo sé –una sonrisa se dibujó en sus labios.

    Todavía recordaba a la perfección como la chica se había convertido en una verdadera leona cuando Goyle lastimó a Harry.

    -¡No lo puedo creer! –dijo Sirius de pronto con incredulidad–. ¿¡Qué diablos hace él aquí!? Hacía años que no lo veía.

    -¿Quién? –Lucius miró hacia donde lo hacía su acompañante.

    -Remus McGregor.

    -No –negó con voz de hielo–. Se apellida Lupin.

    -¡Es Remus McGregor! –insistió Sirius con firmeza y caminó hacia el hombre que no les despegaba la vista de encima.

    Lucius lo siguió desconcertado.

    -¿Qué haces aquí, McGregor? –le preguntó Sirius al hombre con dureza–. ¡Oh! Veo que ya mejoró tu situación económica, ¿eh? –miró su traje de diseñador con una ceja levantada.

    -Está equivocado –dijo el aludido con desprecio, pero Lucius se dio cuenta que se había puesto mortalmente pálido–. Mi apellido es Lupin.

    -¡Claro que no estoy equivocado! Tus ojos son inconfundibles, McGregor –acercó su rostro al del hombre que dio un paso atrás–. Jamás he visto unos ojos como los tuyos, aunque veo que te operaste la nariz y la barbilla –lo tomó de la mandíbula con fuerza y el otro no pudo zafarse por más esfuerzos que hacía–. Una excelente cirugía plástica por cierto… no se te notan las cicatrices.

    -¡Suélteme! –su voz denotaba francamente terror–. ¡Le digo que me está confundiendo!

    -¿Quién es McGregor? –preguntó Lucius con los ojos entrecerrados dándole a entender a Remus que toda esa información no iba a caer en saco roto.

    -¡Oh! Aquí nuestro amigo era un vago sin oficio ni beneficio. Una persona muy violenta y sin escrúpulos. Trabajaba ocasionalmente en los muelles y todo lo gastaba en alcohol. Estuvo en la cárcel acusado de robo con violencia, pero parece que consiguió suficiente dinero para comprarse una nueva identidad –Sirius soltó a Remus que ya temblaba visiblemente–. ¿Lupin? ¡Já! ¡Cómo no! –volvió su atención a Remus–. ¿Te está persiguiendo la policía, McGregor? ¿Por eso te cambiaste de apellido y te hiciste cirugía plástica?

    -No lo dudo –siseó Lucius pensando que si lo que decía Sirius era cierto, podría vengarse de Remus refundiéndolo en la cárcel por mucho tiempo.

    -Hiciste un buen negocio sucio por ahí, ¿verdad? ¿Te ayudaron tus parientes de Escocia? –siguió diciendo Sirius pero no bien había pronunciado esas palabras cuando una idea se le vino a la mente y tomando bruscamente del saco a Remus lo acercó a él–. Esa noche que te atendí cuando casi mueres de una congestión alcohólica, murmuraste sin parar que ibas a vengarte del hombre guapo que te había despreciado… que la bruja roja que tenía a su lado le había sorbido el cerebro y por eso no se daba cuenta de la clase de prostituta que era –lo miró con fiereza–. ¿¡Te referías a James Potter, verdad!? ¡Tú te llevaste a Harry a Escocia! –le dio un fuerte puñetazo en el rostro que lo mandó al suelo.

    -Yo... yo… no tuve nada que ver –murmuró Remus aterrorizado mientras se levantaba tambaleante

    -Lo llevaré con Albus Dumbledore –dijo Lucius mirando todavía con más odio a Remus–. Es un miembro importante de la Cámara de los Lores, él sabrá llegar a la verdad.

    Remus salió corriendo despavorido, pero no había llegado muy lejos cuando dos hombres, obedeciendo las señas que Sirius les hacía, le cerraron el paso y lo sometieron con facilidad. Sirius les indicó a los guardias de seguridad que se lo llevaran y Lucius los siguió. Todos los invitados miraron asombrados la captura de Remus pues él armó un verdadero escándalo al tratar de liberarse.

    -¿¡Qué sucede!? –preguntó Lily confundida.

    -No sé –le contestó James y vio como Sirius se iba con sus guardias–. Voy a investigar –le dijo a su esposa y echó a correr tras su amigo.

    James los alcanzó cuando ya subían a un auto a un lloroso y tembloroso Remus.

    -¿Qué pasa? –le preguntó a Sirius.

    -Después te explico, pero creéme... son buenas noticias –le contestó él sonriente.

    -¿Buenas noticias? –preguntó James sin entender nada.

    -No tardaré –le guiñó un ojo antes de que los dos autos arrancaran.

    * * * * * * * * * *



    A Hermione le extrañó no ver a Harry en la fiesta y entró en la casa para buscarlo. Lo encontró en su habitación, ya estaba vestido con jeans y una sudadera.

    -¿Ya te vas? –le preguntó la chica triste mientras se sentaba en la cama.

    -Sí –le contestó Harry sin mirarla.

    -Al menos espera a que termine la fiesta –le pidió llorosa.

    -No puedo –cerró los ojos con fuerza–. Lucius está aquí.

    -Entonces habla con él y arregla las cosas –se acercó a él y le acarició la mejilla–. Lo amas.

    -Eso ya no tiene importancia.

    -¡Vamos, Harry! ¡Pelea por lo que deseas aunque sea sólo una vez en tu vida! –lo miró medio enojada, medio sonriente–. Aunque tú no me has dicho nada, y estoy muy enojada contigo por eso, sé que ese hombre te hizo daño.

    -Neville –murmuró Harry decepcionado.

    -No. Neville no me dijo nada –su sonrisa se ensanchó–. No he pasado toda mi vida junto a ti para no saber cuando te escondes. No querías que te viera y por eso te fuiste a Monte Carlo con él –se alejó un poco–. No sabes el trabajo que me cuesta decirte eso. Lucius no me agrada y nunca me agradará, pero es el único que puede hacerte feliz y eso es lo que quiero… que seas feliz.

    Harry quedó silencioso por largos minutos, pero cuando miró a Hermione un nuevo brillo jugueteaba en sus ojos verdes.

    -Tienes razón. Debo luchar.

    -¡Ese es mi Harry Smith! –lo bromeó Hermione y él la abrazó con fuerza.

    * * * * * * * * * *



    Ya caía la noche cuando Lucius y Sirius pudieron abandonar la Cámara de los Lores, habían dejado ahí a Remus en calidad de detenido. Los dos habían declarado lo que sabían sobre él y Albus Dumbledore, un lord bastante anciano pero de gran personalidad, les aseguró que iba a descubrir toda la verdad.

    Lucius estaba desesperado por llegar a la casa de los Potter para ver a Harry antes de que se marchara quién sabe adonde, según le había dicho Sirius.

    -¿Todavía estará en la fiesta? ¿No se habrá ido ya? –le preguntó Lucius por milésima vez a Sirius.

    -No, no lo creo. Tranquilízate –lo animó Sirius.

    Cuando ya estaban a unos metros de la entrada de la casa, un coche deportivo descapotable salió disparado por el sendero y se alejó de ellos a gran velocidad.

    -¡Es Harry! –gritó Lucius y se dirigió al chofer–. ¡Síguelo y no lo pierdas de vista! –luego miró a Sirius– Será mejor que te sujetes. Harry cree que es un piloto de carreras profesional.

    -James dice que maneja muy bien –lo defendió Sirius de inmediato.

    -No pensarás lo mismo cuando seas su copiloto –lo miró risueño.

    Sirius comprobó que Harry volaba en su auto y pensó que debía hablar seriamente con James para convencerlo y cambiarle el auto a su ahijado por uno de cuatro cilindros. Al chofer de Lucius le era muy difícil seguirlo y cuando salieron de la ciudad, lo perdieron de vista.

    -¡Maldita sea! –dijo frustrado Lucius–. ¿Cómo podré encontrarlo ahora?

    -¡Frena! ¡Frena! –le gritó Sirius al chofer–. Acabo de ver el coche de Harry.

    -¿¡En donde!? –preguntó Lucius emocionado.

    -Estaba estacionado atrás… en ese restaurante.

    Dieron la vuelta y Lucius se sorprendió al reconocer el lugar. Era el mismo restaurante al que había llevado a Harry en su primera cita. Lucius no esperó a que le abrieran la puerta y salió corriendo del auto. Entró como un huracán al lugar y miró hacia todos lados buscándolo, pero el joven no estaba ahí. El rugido del motor del coche de Harry se escuchó y salió corriendo gritándole, pero el auto ya estaba tomando la carretera de vuelta a Londres.

    -¡Vámonos! –ordenó Lucius en cuanto se subió a su coche–. ¿¡Y Sirius!? –preguntó sorprendido al ver que estaba solo.

    -El señor Potter salió por detrás del restaurante y subió a su auto –le explicó el guardia que estaba sentado junto al chofer–. El señor Sirius bajó y habló con él. Cuando el señor Potter encendió el auto, el señor Sirius saltó dentro y se fueron.

    '¡Ahora vas a saber lo que es bueno, Sirius!' –pensó Lucius con malicia–. Trata de alcanzarlos –ordenó enseguida.



    -¡Por Dios, Harry! –decía Sirius aferrándose al asiento–. ¡Baja la velocidad!

    -¿No te gusta? –lo miró sonriente.

    -¡No despegues la vista del camino, muchacho del demonio! –lo regañó y su estómago se encogió cuando tomaron una cerrada curva a una velocidad suicida–. ¡Quiero llegar a mi próximo cumpleaños! –gimió cuando llegaron a otra curva.

    -Llegarás, no te preocupes –rió alegre–. ¿Tú crees que Lucius todavía nos sigue?

    -¿¡Seguirte!? –lo miró malhumorado–. ¿¡Cómo diablos quieres que te siga si ni siquiera te dejas ver!?

    -De acuerdo –dijo en tono de niño regañado y bajó considerablemente la velocidad–. ¿Adónde sugieres que vaya ahora?

    -¿Qué pretendes? –le preguntó Sirius ya más tranquilo.

    -Volver con él –dijo simplemente–. Pero no como antes. No quiero volver a esconderme.

    -Entonces ve a un lugar público –le guiñó un ojo con malicia–. Oblígalo a aceptarte a la vista de todos.

    -Hecho –aceptó Harry y volvió a apretar el acelerador cuando distinguió el auto de Lucius por el retrovisor.

    Lucius supo que Harry se había dejado alcanzar y una pequeña sonrisa se dibujó en sus finos labios.

    'Ese niño. Está jugando conmigo al gato y al ratón, pero no importa' –se relajó en su asiento.

    Al dar la vuelta en una esquina vieron el auto de Harry estacionado frente a un centro comercial. Lucius se apeó y cruzó las enormes puertas de cristal buscándolo con la mirada. Alcanzó a distinguir su cabellera negra entrando a una fuente de sodas y caminó con calma hacia allá sorteando a la gente que hacía sus compras. Sabía que Harry no se escondería más.

    -La mía de limón –escuchó decir a Harry.

    -Yo la quiero de fresa –pidió Sirius.

    -También quiero una de limón –terció Lucius poniéndose a su lado con naturalidad.

    Aún cuando Harry esperaba a Lucius no pudo evitar temblar al escuchar su voz y se acercó a Sirius como buscando protección.

    -Ahí hay lugar –dijo Sirius cuando les entregaron las sodas.

    Se sentaron en silencio unos minutos hasta que Lucius miró significativamente a Sirius.

    -Enseguida regreso –dijo Sirius levantándose e hizo caso omiso de la mirada de terror que le lanzó su ahijado.

    -Harry… –dijo Lucius y trató de tocar la mano del chico pero él la escondió con rapidez–. Yo… no sé como empezar… sólo…

    -¿Por qué estás aquí, Lucius? –le preguntó Harry interrumpiéndolo–. Dijiste que no querías volver a verme. Que si me cruzaba de nuevo en tu camino… me… matarías –sus ojos se llenaron de lágrimas–. Y… y… no me he cruzado en tu camino.

    -No sabes cuánto me he arrepentido de lo que te dije y… de lo que te hice –su voz se ahogó en su garganta–. No sabes cuánto me odio por haberte hecho daño. Sé que jamás me lo perdonaré, pero en verdad espero tú sí me perdones. No tengo excusa por haberme comportado como lo hice. Sólo puedo decirte que me estaba muriendo de celos desde antes de encontrarte en el departamento –Harry lo miró asombrado, pero no dijo nada–. El día de la entrega de diplomas en la universidad te vi abrazando y besando a… tu amigo –lo miró con los ojos brillantes por las lágrimas que pugnaban por salir–. No te dije que iba a estar ahí porque quería darte la sorpresa, pero me sentí tan enfermo de celos al verte con él que quise castigarte y por eso no acudí a nuestra cita esa noche –apretó sus manos con fuerza sobre la mesa–. Los siguientes dos días me fue imposible comunicarme contigo y yo… estaba desesperado por tenerte entre mis brazos y hacerte el amor. Por eso… por eso… cuando entré al departamento y te vi desnudo en la cama, con una sonrisa de felicidad en los labios... tu hermosa piel brillante por el sudor… me volví loco. No pude soportar ver que alguien más había gozado tu cuerpo… que otros oídos habían recogido tus gritos ahogados de placer…

    -¿Quién era? ¿Quién estuvo conmigo esa noche? –preguntó Harry consternado.

    Hasta ese momento creía firmemente que Lucius había estado con él y que por alguna loca razón lo negaba. Que tal vez estaba jugando un juego cruel con él. Lucius abrió la boca varias veces, pero ningún sonido salió de ella.

    -Dímelo, Lucius.

    -Mi hijo… Draco –dijo en voz baja y Harry lo miró sorprendido–. Se parece mucho a mí y… se dejó convencer por un maldito para hacerme enloquecer de celos y hacerte daño.

    -¡No puede ser! –lo miró con los ojos muy abiertos–. ¡Es tu hijo! ¿¡Cómo pudo hacerte eso!?

    -Tenía problemas económicos, pero en lugar de acudir conmigo se vendió a ese cerdo –confesó con tristeza.

    -Puedo perdonarte a ti, Lucius… porque fuiste engañado como yo, pero jamás lo perdonaré a él –su mirada verde se endureció–. ¡Jamás!

    -Harry… vuelve a mi lado. Te juro por todo lo sagrado que ‘nunca’… nunca volveré a tocarte más que para amarte y venerarte –lo miró suplicante–. No puedo vivir sin ti… simplemente no puedo. Me enamoré de ti desde el mismo instante en que contemplé por primera vez tus preciosos ojos verdes, pero no me di cuenta –aceptó con aire derrotado–. El día que te entregaste a mí te dije que no soportaría que fueras de alguien más porque ya te amaba con locura, pero traté de convencerme a mí mismo de que lo te lo había dicho porque era un hombre posesivo, pero no era verdad. Te amo, Harry… te amo –confesó con el corazón en la mano.

    -Lucius… si vuelvo contigo todo será diferente.

    Harry sentía el corazón desenfrenado por esa confesión tanto tiempo esperada, pero también de temor porque el momento de definir su relación había llegado… era todo o nada.

    -Lo sé –el rubio lo miró con tristeza–. Sé que ya no puedes quererme como antes, pero…

    -No, Lucius. No me refiero a eso –le sonrió a medias–. Te amo, siempre te he amado y jamás dejaré de hacerlo, pero lo que no aceptaré es volver a esconder nuestro amor. Ya no seré más el amante al que se le ve una vez por semana y se le mantiene oculto para guardar las apariencias –le sostuvo la mirada–. Si quieres que esté a tu lado será a la vista de todos y… tendrás que divorciarte.

    Lucius se quedó con la boca abierta y sin saber que decir. Harry vio con inmensa tristeza como negaba imperceptiblemente con la cabeza y se levantó de la silla.

    -Adiós, Lucius. No vuelvas a buscarme –y se fue llorando abiertamente.

    Harry vio a Sirius esperándolo en las puertas de cristal y corrió hacia él cegado por las lágrimas.

    En cuanto Harry salió del local, Lucius supo que no podía dejarlo ir. ¡¡¡No!!! No, no iba a perderlo de nuevo. Él era lo único que le importaba en esta vida. ¡Al diablo con las apariencias! Lo amaba con todo su ser y lo que más deseaba era volver a tenerlo entre sus brazos y devorarlo a besos. En sus prisas por alcanzarlo, volcó la mesa con las sodas sin tocar y salió tras él. Lo vio correr hacia Sirius que le lanzó una mirada llena de odio y decepción entremezclados.

    -¡¡¡HARRY POTTER!!! ¡¡¡TE AMO!!! –gritó con todas sus fuerzas.

    La voz de Lucius hizo detenerse a Harry y volteó a verlo sorprendido. El rubio estaba lejos, pero alcanzó a distinguir que una enorme sonrisa iluminaba su atractivo rostro.

    -¡¡¡TE AMO, HARRY POTTER!!! –repitió Lucius a todo pulmón–. ¡HEY! ¡ESCUCHEN TODOS! –gritó a la gente que lo veía con los ojos muy abiertos–. ¡¡¡QUIERO QUE TODO EL MUNDO SE ENTERE QUE LUCIUS MALFOY ESTA PERDIDAMENTE ENAMORADO DE HARRY POTTER!!!

    Harry regresó corriendo con Lucius y se aventó a sus brazos.

    -¡Cállate! –le dijo Harry totalmente rojo pero muy, muy feliz–. ¡Todo el mundo nos está mirando!

    -¿No era eso lo que querías, mi amor? –le dijo Lucius mientras le llenaba el rostro de besos apasionados–. ¿Qué todo el mundo supiera que estoy loco por ti?

    -¿Y también me harás el amor aquí? –le preguntó con picardía.

    -No seré yo quién aliente tu exhibicionismo, cariño –lo besó en la boca–. Para eso está nuestra casa.

    -¿El departamento? –una sombra de tristeza cruzó por sus ojos verdes.

    -No. NUESTRA CASA –dijo enfatizando las palabras–. En la que viviremos cuando me haya divorciado.

    -¡¡¡Lucius!!! –ahora fue Harry quién atacó sus labios con fiereza.

    -No quisiera interrumpir, pero ya la seguridad se acerca por armar tal escándalo –les dijo Sirius riendo–. Así que… ¡a correr!

    Los tres salieron corriendo y riendo del centro comercial mientras dos policías uniformados les gritaban que se detuvieran.

    --------------------------------

     
    Top
    .
27 replies since 7/1/2014, 04:01   1168 views
  Share  
.