Ojos Grises - Capitulo 7: Vuelve a mi lado [Harry/Lucius]

En este universo alterno, Harry suspira por unos hermosos ojos grises. Fic de Crazyfantasia.

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  1. Kari Tatsumi
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    Disculpen la demora, pero por motivos de trabajo no pude subir el epilogo de este fic y aprovechando el feriado largo lo estoy colgando, espero que les guste.

    Agradecimientos a Crazyfantasia por crear esta maravillosa historia.


    Capítulo VIII.
    Epílogo



    El rubio se paseaba impaciente por la sala consultando a cada momento su fino reloj mientras esperaba que Harry terminara de arreglarse.

    -¡Harry! ¡Apúrate que vamos a llegar tarde! –le gritó por décima vez esta vez sin ocultar su irritación–. ¿¡Acaso es tan difícil ponerse un traje!?

    -¡Ya voy! –le contestó el joven desde la recámara para luego salir corriendo y pararse frente a él–. ¡Pero qué desesperado eres! ¿Cómo me veo?

    Los ojos grises lo recorrieron desde el rebelde cabello hasta los lustrosos zapatos negros. Su mirada se había detenido un momento en esos labios que quería besar más que nada en el mundo pero se contuvo y sólo sonrió.

    -Bien –le contestó mientras le pasaba una mano por el cabello negro tratando de arreglárselo aún cuando sabía que era misión imposible–. ¿De verdad no puedes hacer nada con ese nido de arañas? –le dijo en broma–. Tal vez un buen corte ayudaría.

    -Nada funciona –le contestó Harry riendo–. ¿En serio me veo bien? –volvió a preguntar nervioso.

    -Sí, niño vanidoso –y no pudiendo resistirse, deslizó suavemente un dedo por su tersa mejilla–. 'Te ves más que bien, Harry. Adorable sería más adecuado' –pensó embelesado y se alejó renuente–. Esta vez yo manejaré –declaró al tiempo que le arrebataba juguetonamente las llaves del auto.

    -¡Sobre mi cadáver! –le dijo riendo el moreno y enseguida estaban forcejando como niños.

    -¡Ay! ¡Me las pagarás, Harry! –se quejó el rubio cuando recibió un pequeño mordisco en la mano que lo obligó a soltar las llaves.

    -Ya Draco… ni aguantas nada –se burló Harry y salió de la casa con el rubio tras de él.

    -Me duele mucho mi mano –se seguía quejando Draco mientras recorrían a toda velocidad la estrecha carretera que conducía a Londres–. Seguramente tienes veneno en los dientes… o tal vez rabia.

    -Eres un exagerado –rió de buena gana–. Para la otra te voy a arrancar un pedazo.

    -Si lo hicieras, mi papá tendría que comprarte una dentadura postiza porque no te dejaría un solo diente en su lugar –lo bromeó tratando de que no se notara su tensión.

    Había viajado ya tantas veces con Harry que debería estar acostumbrado a su manera de conducir, pero siempre lograba ponerlo nervioso.

    -A ver, empieza a soltar la sopa –le dijo Harry mirándolo cuando se vio obligado a bajar la velocidad–. ¿Por qué es tan importante que asista a esta fiesta? Lucius me dijo que iba a ser tremendamente aburrida y que por eso no era necesario que fuera.

    Draco no le contestó de inmediato. Sacó un fino cigarrillo y lo prendió. Su amistad con Harry todavía no era estable y no quería perder su confianza por parecer entrometido. Hacía no mucho había logrado que lo perdonara por lo que le hizo cuando eran adolescentes y por lo sucedido después. Sus ruegos y la insistencia de Lucius lograron que Harry le diera una oportunidad para demostrar que su arrepentimiento era genuino.

    Lucius había buscado a su hijo para reconciliarse con él tratando de que Harry no se diera cuenta, pero el moreno se enteró casi de inmediato y lo enterneció una vez más con su gran corazón cuando le dijo que comprendía que necesitaba a Draco a su lado y que haría todo lo posible para no saltarle al cuello en cuanto lo viera… y lo había cumplido. Al principio, los dos jóvenes sólo se dirigían frases corteses y tensas, pero la perseverancia de Draco cobró frutos y ahora Harry lo trataba como a un amigo. Aún cuando el rubio se derretía cada vez que lo veía, lograba ocultar muy bien sus sentimientos y ya se había resignado a no volver a tenerlo como aquella noche inolvidable para él. Sabía que su padre y Harry se amaban de verdad y juró que jamás volvería a interferir en su relación, pero en esta ocasión iba a romper su juramento.

    -¡Ya dime, Draco! –lo apuró Harry–. Me estás poniendo nervioso otra vez.

    -Está bien –dijo en tono resignado el rubio–. Pero prométeme que no te enojarás conmigo si todo resulta una falsa alarma –por toda contestación, Harry sólo alzó una ceja–. Ya sabes que hubo elecciones hace poco y hay nuevos integrantes en la Cámara Común…

    -¿Podrías ir al grano? –le dijo perdiendo la paciencia.

    -De acuerdo –aspiró profundo–. Hay un tipo… –vio de reojo como el color huía del rostro de Harry–. …se llama Blaise Zabini, es el asistente personal de uno de los nuevos miembros de la Cámara y…

    -¿Lucius está saliendo con él? –preguntó Harry en un hilo de voz.

    -¡No! –negó con fuerza–. Pero es muy guapo y anda detrás de mi papá. Hasta el momento se ha topado con la pared, pero puedo asegurarte que puede convertirse en un verdadero fastidio si no haces algo.

    Harry se derrumbó en el asiento respirando nuevamente con libertad. Su corazón se había saltado un latido de sólo pensar que Lucius podría abandonarlo.

    -Me pareció que era tiempo de que marcaras tu propiedad –le dijo Draco guiñándole un ojo–. Casi no te apareces en el Parlamento y le estás dejando el campo libre a muchos como ése.

    -¡No es mi culpa! –se defendió Harry de inmediato–. Mi trabajo apenas me deja tiempo para…

    -No te estoy echando bronca –lo interrumpió–. Sólo te estoy diciendo como están las cosas. Ese tipo es un cualquiera y sabe aprovechar todas las oportunidades que se le presentan… y esta noche es una de ellas. Mi papá está muy contento porque la enmienda que propuso se aprobó y en ese estado de ánimo, no estará muy dispuesto a romperle la cara a Zabini si se atreve a pegársele como sanguijuela.

    -¡¡¡El que va a romperle la cara soy yo si se atreve a tocarlo!!! –explotó Harry celoso.

    -¡Así me gusta!

    Draco le palmeó el hombro contento y guardaron silencio hasta que llegaron al edificio alto donde se daba la fiesta. Un servicial botones los llevó hasta el elevador y una vez dentro, Draco abrazó brevemente a Harry tratando de infundirle tranquilidad… la tensión del moreno era evidente. Al llegar al penthouse, una atractiva muchacha los recibió con una sonrisa y los guió por un pasillo hasta que llegaron a la reunión. El lugar era amplio, pero debido a la gran cantidad de gente, la mayoría hombres, se veía bastante reducido. La misma chica les ofreció una bebida que ambos declinaron y desapareció para atender a otros invitados.

    -¿Quién es? –le preguntó Harry a Draco con voz gruesa.

    -No lo veo –le contestó Draco mientras recorría el salón con la mirada–. Pero mira… ahí está mi papá… ¡Ah! Te lo dije… ese resbaloso no iba a perder esta oportunidad.

    Harry localizó a Lucius cerca de los enormes ventanales. Su alta figura y sus anchos hombros eran inconfundibles así como su larga cabellera rubia. Estaba platicando animadamente con un hombre muy atractivo. Harry calculó que era más o menos de su misma edad. Tenía el cabello castaño oscuro y supo que sus elegantes movimientos habían sido ensayados muchas veces frente al espejo. Su estómago se encogió de celos al verlo inclinarse hacia adelante y murmurarle algo al oído a Lucius que rió divertido.

    -Tranquilo, Harry –murmuró Draco mientras caminaba detrás de él–. No te conviene hacer un escándalo. Sé más inteligente.

    Harry estaba que echaba chispas por los ojos, quería romperle la cara al impertinente en cuanto lo tuviera al alcance, pero las palabras de Draco lo hicieron comprender que debía comportarse de otra manera si no quería disgustar a Lucius. Aminoró el paso tratando de serenarse y ya llevaba una enorme sonrisa cuando llegó al lado de su pareja.

    -¡Hola, mi amor! –Harry saludó muy alegre a Lucius que volteó a verlo primero con asombro pero después cambió su expresión a completo embeleso.

    -¡Harry! –Lucius lo tomó de la cintura y lo acercó a él para depositar un tierno beso en sus labios–. ¿Qué haces aquí?

    -Llegué temprano y convencí a Draco para que me acompañara a darte la sorpresa –ahora fue él quién lo besó, pero de manera apasionada–. Te extrañaba demasiado –le dijo en voz baja cuando terminó el beso.

    -Y yo a ti, cariño –le contestó el rubio apretando más el abrazo–. Me alegra que estés aquí.

    -Y yo más –miró a Blaise sin perder la sonrisa aún cuando las ganas de romperle la cara volvieron con fuerza cuando el otro lo vio con altanería–. ¿No me presentas?

    Lucius no lo soltó mientras presentaba a su acompañante.

    -Blaise, te presento a mi pareja, Harry Potter –los dos jóvenes inclinaron la cabeza mientras se asesinaban con la mirada–. Ya conoces a Draco.

    -Mucho gusto, Harry –dijo Blaise sin ocultar su resentimiento por la interrupción–. Hola Draco.

    -Hola Zabini –le contestó Draco feliz al verlo tan enojado–. Espero que no hayamos llegado muy tarde.

    -Esto apenas empieza, pero ya estaba a punto de irme –dijo Lucius con fastidio.

    -¿Ya te vas a ir? –preguntó Blaise haciendo un puchero que trataba ser encantador, pero sólo resultó una grotesca mueca debido a la ira que sentía–. ¡Pero si acabas de llegar!

    Esa noche había estado más cerca que nunca del rubio y había estado seguro que unos toques más en la parte correcta e iba lograr que el escurridizo rubio cayera en sus redes, pero la llegada de Harry y Draco, lo había estropeado todo. Miró fijamente al moreno y recordó haber escuchado que la actual pareja de Lucius era muy atractivo, pero nunca pensó que tanto. Esos ojos verdes eran en verdad impresionantes y la cicatriz en forma de rayo que cruzaba su frente no hacía que su rostro perdiera belleza.

    -Creo que sí –le contestó Lucius con indiferencia–. Tengo cosas más importantes que hacer – miró a Harry con inmenso amor–. ¿Te molestaría si nos marchamos, cielo?

    -Por supuesto que no –le contestó Harry sonriente y miró triunfante a Blaise que apretó los labios furioso.

    -Voy a despedirme de algunas personas, no tardo –dijo Lucius y besó de nuevo a Harry antes de dejar solos a los tres jóvenes.

    -Así que tú eres la nueva pareja de Lucius –dijo Blaise a Harry recorriéndolo con la mirada majaderamente.

    -No. No soy la nueva pareja de Lucius. Soy su única pareja –le dijo Harry acentuando las últimas palabras y se adelantó con cuchillos en los ojos pero sin levantar la voz–. Y te recomiendo que te mantengas alejado de él si sabes lo que te conviene.

    -¿Y qué tal si no quiero? –desafió Blaise de inmediato, pero sin mucho convencimiento.

    -Tengo métodos para obligarte a hacerlo –declaró al tiempo que sus ojos verdes brillaban peligrosamente–. Ésta es la única advertencia que vas a tener.

    -Tus amenazas no me afectan –trató de que su voz no temblara, pero fue un rotundo fracaso… su temor era evidente.

    -¿Y una nariz rota sí te afectaría? –apretó los puños amenazadoramente.

    -No te atreverías –miró a su alrededor buscando ayuda pero nadie les prestaba atención–. A Lucius no le gustan los escándalos y…

    -Pero a mí sí y más cuando puedo romperles la cara a imbéciles como tú.

    -Buenas noches –dijo Blaise con brusquedad y huyó deprisa.

    Él era un buscador de placeres y fortunas fáciles, pero no era estúpido y sabía retirarse cuando las cosas se complicaban. No tenía la menor intención de meterse en graves problemas por culpa de un hombre que no estaba interesado en él. Había conquistado a muchos y a muchas con su encanto y exquisitos modales, pero comprendía que no tenía la menor oportunidad con Lucius mientras Harry estuviera a su lado.

    Draco y Harry lo miraron alejarse con una sonrisa de satisfacción y cruzaron una mirada de triunfo.

    -¡Lo pusiste en su lugar magistralmente, Harry! –lo alabó Draco con sinceridad–. Como todos los de su clase, en el fondo no es más que un cobarde.

    -Muchas gracias por avisarme –le dijo con sinceridad el moreno–. Y tienes razón… tengo que cuidar lo que es mío –miró hacia donde Lucius estrechaba la mano de un anciano.

    Draco sintió una pequeña punzada de celos al ver la mirada posesiva pero llena de amor hacia su padre y pensó que sería muy bello si Harry lo mirara así algún día. Suspiró imperceptiblemente cuando supo que su sueño era una quimera solamente… el chico moreno no tenía y jamás tendría ojos más que para Lucius Malfoy.

    -Las llaves del auto –pidió Draco en tono juguetón mientras volvía a hundir en lo más profundo del corazón sus sentimientos.

    -¿Las llaves? –lo retó Harry alzando las cejas–. ¿Y porque piensas que voy a dejarte conducir mi auto?

    -Jojojo, Harry –se burló abiertamente–. No me hagas reír. ¿Crees que mi padre te va a dejar conducir cuando puede abusar de ti en el interior de su auto después de venir a su honrado rescate?

    -No digas eso –se quejó el moreno poniéndose rojo, pero su cuerpo hormigueó de anticipación… la palabra ‘abusar’ hizo que la boca se le hiciera agua.

    -No soy adivino, pero te apuesto una libra a que eso es exactamente lo que va a hacer.

    Harry se salvó de contestar porque ya Lucius caminaba hacia ellos y tomándolo de la mano, lo guió hasta la salida con Draco a su lado. No les fue sencillo salir pues se detenían a cada momento para despedirse de alguien y cuando por fin llegaron al elevador, Draco extendió la mano con una gran sonrisa burlona. Harry puso los ojos en blanco y le entregó las llaves de su auto.

    -Mañana… no… algún día de estos te lo regresaré –le dijo Draco riendo mientras las puertas del elevador se cerraban dejándolo a él afuera.

    -¡Te retorceré el cuello si mañana no lo tengo antes de las 8! –le gritó Harry, pero sus últimas palabras las recibieron las puertas.

    Lucius reía a su lado y tomándolo de la cintura lo pegó a su cuerpo.

    -Me alegro que tú y mi hijo ya sean amigos –le dijo Lucius mientras lo miraba con adoración–. Gracias, Harry.

    Realmente se sentía aliviado porque las dos personas que más amaba en la vida, se llevaban bien

    -No digas eso, mi amor –le acarició la mejilla–. No podía vivir eternamente con ese rencor y Draco en verdad me convenció de que está arrepentido –hizo una pequeña pausa–. Además, gracias a él me di cuenta de que te he descuidado mucho –le pasó los brazos por el cuello–. ¿Te puedo hacer una pregunta?

    -Todas las que quieras –le dijo el rubio agachando la cabeza y comenzó a repartir besos en su cuello.

    -¿Por qué no me habías dicho que… ese tipo se te había estado insinuando? –se separó para verlo a los ojos.

    -Porque él, como el resto del mundo, no existe para mi –lo besó en los labios–. Tú eres el único que hacer latir más rápido mi corazón y me hace subir a la gloria o arrastrarme al más terrible infierno cuando me apartas de tus maravillosos ojos verdes y de tu suave cuerpo –le acarició la espalda con posesividad–. Además, Blaise ya no estará en el Parlamento la próxima semana.

    -¿Y eso? –preguntó Harry ya sin interés… las manos de Lucius en su cuerpo era lo único que le importaba.

    -Es un completo inútil y ya su jefe se hartó de él –volvió a atacar su cuello–. ¿Pero por qué estamos hablando de él cuando podemos hacer mejores cosas con nuestras bocas?

    -Tienes razón –concedió Harry feliz y sus labios se unieron en un apasionado beso.

    El fresco de la noche les dio en el rostro en cuanto salieron del edificio y eso hizo que el calor que llevaban dentro se desvaneciera un poco, pero no así el deseo que ya brillaba en el fondo de sus ojos. Lucius no sabía que era lo que le sucedía cuando estaba junto a Harry, pero le bastaba un simple roce con su piel para querer estar dentro de su cuerpo y amarlo por horas. El auto de Lucius apareció de inmediato y entraron a él.

    -¿Quieres que vayamos a cenar? –le preguntó Lucius.

    -Me muero de hambre. Esto de venir y rescatarte de las garras de ‘ése’ me abrió el apetito –dijo Harry en tono alegre.

    El moreno esperaba que Lucius riera ante su comentario pero en lugar de eso, el rubio lo tomó de los hombros y lo hizo mirarlo a los ojos.

    -Te amo, Harry… con todo mi ser –le dijo Lucius con tanta sinceridad que hizo latir más rápido su corazón–. Jamás dudes de mi amor.

    -No lo haré… nunca –le contestó emocionado y se aventó sobre de él para devorarlo a besos.

    Lucius lo recibió gustoso y devolvió cada beso con pasión. Se había sorprendido mucho cuando vio a Harry en la fiesta, pero pronto comprendió la razón. Supo que Draco lo había puesto sobre aviso de la actitud de Blaise y no pudo menos que agradecerle a su hijo ese gesto, pero era completamente innecesario. Por más esfuerzos que hacía el atrevido joven por llamar su atención nunca despertó en él ni siquiera una leve atracción. Su vida estaba completa siempre que tuviera a Harry a su lado, mientras pudiera acariciar esa suave piel en toda su extensión y pudiera poseerlo como lo hacía todas las noches desde que vivían juntos.

    -He… cambiado… de… opinión –jadeó Harry haciendo que la piel de Lucius se erizara–. Quiero volver a casa para meterte en la cama –mordisqueó sensualmente los labios del rubio enrojeciéndolos–. Me parece que han pasado siglos desde la última vez que me hiciste el amor.

    -Empiezo a creer que eres un adicto al sexo –rió Lucius y le dijo al chofer su destino antes de recostar a su pareja en el amplio asiento–. Han pasado exactamente 13 horas, 15 minutos y 30 segundos desde que tuve que arrastrarme fuera de la cama porque no me dejabas ir a trabajar.

    -En verdad me ha parecido más tiempo –gimió de placer cuando Lucius se tendió sobre él.

    Harry abrió las piernas para después envolver con ellas la cintura de su amante y ensayó un pequeño movimiento circular con sus caderas.

    -No te sigas moviendo de esa manera –pidió Lucius jadeante–. A menos que quieras darle todo un espectáculo a mi chofer.

    -¿De qué manera? –fingió inocencia y siguió moviéndose sugestivamente.

    -¡De esa manera! –casi rugió Lucius mientras lo besaba apasionadamente.

    Harry no se detuvo y Lucius tampoco quería que lo hiciera. Lo enloquecía sentir a Harry bajó de él y ahogarse en sus ojos verdes llenos de deseo. La camisa del moreno pronto fue abierta y unos labios ansiosos recorrieron esa piel con lujuria.

    -¡Ahh! –gimió Harry cuando uno de sus pezones fue atrapado–. Me encanta que hagas eso.

    -¿En serio? –lo lamió y mordisqueó con gula antes de pasarse al otro pezón que ya estaba pidiendo atención–. Pensé que te gustaba más… ‘esto’

    -T-a-m-b-i-é-n… e-s-o – jadeó Harry cuando una mano se metió en su pantalón y envolvió su miembro.

    -Pronto llegaremos a casa –Lucius retiró su mano–. ¿Podrás esperar? –lo miró con fingida burla.

    -Esperaré –le dijo con pesar.

    Las caricias atrevidas pararon, pero no así los besos y se sorprendieron cuando el chofer abrió la puerta. Harry se arregló la camisa lo mejor que pudo antes de seguir a Lucius fuera del auto que ya le daba instrucciones a su empleado.

    -Hasta mañana –se despidió el chofer tocándose la gorra y se subió al auto.

    Harry y Lucius entraron a la casa tomados de la mano. Todo estaba a oscuras y Lucius impidió que Harry encendiera la luz y lo acorraló contra la pared. Fue entonces su turno para moverse sensualmente contra el cuerpo del moreno.

    -¿No iremos a la cama? –preguntó con picardía Harry.

    -Está muy lejos –le contestó Lucius mientras abría nuevamente la camisa de su amante.

    -¿Me tomarás aquí? ¿A mitad del pasillo? –sus manos ya buscaban con desesperación la forma de desnudarlo.

    -Aquí… en el comedor… en la piscina… en el estudio. ¿Nos falta algún lugar?

    -Creo que el armario de la cocina, pero también está muy lejos –ya sus camisas estaban en el suelo.

    -Lo está –dijo Lucius recostándolo en el piso alfombrado–. Y yo ya no aguanto más.

    Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y podía ver con claridad el torso desnudo de Harry. Se recostó sobre el muchacho saboreando su cuello mientras le desabrochaba los pantalones con ansiedad… los besos y caricias compartidas en el auto lo habían excitado demasiado y necesitaba estar dentro de Harry lo más pronto posible. El moreno lo ayudó a deshacerse de su ropa y se auto excitó cuando Lucius se separó de él para desnudarse. Muy pocas veces el rubio lo había visto hacer eso y no sabía porqué lograba encender su pasión aún más.

    -Me vuelves loco, Harry –le dijo Lucius arrodillado frente a él mientras acariciaba sus muslos y se lamía los labios–. No pares –le pidió sin dejar de ver como la mano de su amante subía y bajaba por su miembro erecto

    -Tómame ya –le pidió el moreno sin dejar de acariciarse.

    Lucius no lo pensó dos veces y le levantó la cadera separando al mismo tiempo las fuertes piernas. Harry gritó el nombre de su amante cuando éste lo penetró con una fuerza y abandonó su miembro para sujetarse de los amplios hombros del rubio.

    -Te amo, Lucius… te amo –susurró a su oído sintiéndose desfallecer de placer

    -Y yo a ti, ojos verdes –clavó sus dedos en las firmes nalgas para hundirse aún más en ese delicioso cuerpo que era sólo suyo.

    -¿Siempre estarás conmigo?

    -Siempre… siempre…

    Ya no hubo necesidad de más palabras. Los dos sabían lo que sentían sus corazones. Ninguno podría vivir sin la presencia del otro y nada más importaba en el mundo mientras estuvieran juntos.

    Harry siempre disfrutaba tener a Lucius dentro de él, pero en esta ocasión sintió la promesa de amor eterno a través del cuerpo de su amante y también se entregó en cuerpo y alma. El clímax llegó a ellos con fuerza, dejándolos temblorosos y sudorosos, pero tan dichosos que rieron felices antes de descansar en la alfombra.

    -Por cierto, mi amor. Gracias por ir a mi rescate –le dijo Lucius cuando se respiración se normalizó.

    -Cuando quieras –lo bromeó Harry y se movió para quedar sentado sobre su estómago–. ¿Te habrías molestado si le hubiera roto la nariz al imbécil ése en la fiesta?

    -Por supuesto que no –lo jaló para besarlo en los labios–. Pero hacer eso te hubiera despeinado.

    -¡No te burles de mi cabello! –le mordió juguetonamente el labio inferior.

    -No me burlo –Lucius rió bajito–. Sabes que lo adoro –enredó sus dedos en los sedosos cabellos negros–. Adoro todo lo tuyo.

    -Lo sé –lo miró con inmenso amor y se quedaron ahí mucho tiempo abrazados hasta que el frío de la noche los obligó a buscar refugio en su cama.

    * * * * * * * * * *



    Draco llegó por la mañana como había prometido y sonrió al ver la ropa regada por el piso del recibidor. Suspirando profundamente, dejó las llaves del auto de Harry sobre el bar y salió de la casa. Había alcanzado a escuchar los ruidos provenientes de la recámara principal y no quería interrumpir la demostración de amor entre su padre y Harry. Mientras caminaba hacia donde un auto lo esperaba, rogó con todo su ser que algún día la vida le permitiera conocer a alguien tan fantástico como Harry Potter.



    FIN

     
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27 replies since 7/1/2014, 04:01   1168 views
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