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  1. •Shena
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    Voy a morir… no quiero morir ahora…–Susurraba, en puro pánico, ni siquiera veía a Ramsay acercarse, solo veía una oscura sombra difuminada de la que traté de huir en un primer momento, pensando que trataba de atraparme con lo que me había echado por encima, sin embargo luego me abrazó con suavidad y me tranquilicé, aferrándome a él como un gato a las cortinas mientras me llevaba en brazos hasta el sofá. Una vez sentado se acuclilló frente a mí mientras yo temblaba y me cubría mejor con la manta, sintiéndome así más protegido, y no la solté hasta que él tomó mis manos entre las suyas, besando mis nudillos uno a uno y entrelazando nuestros dedos. Entonces y solo entonces le miré a los ojos, escuchando lo que me decía. –N-no puede ser… Yo lo oí– Sin embargo cuando me enseñó el móvil me di cuenta de que ahí no había nada. A continuación abrió puerta y ventana. – ¡Quieto! ¡Si lo haces entrará, no dejes que entre!– Le grité en susurros, como si aquel hombre estuviese escuchándome. –No puedo hacerlo… No pude contigo, no pude con Joe, no valgo para nada, no me sirve de nada estar en la policía… La policía debió detenerle entonces, pero no lo hicieron… Es inútil que intenten hacerlo ahora– Negaba con la cabeza, sin dejar en ningún momento de vigilar la puerta de reojo. –La probabilidad era la misma o menos de cruzarme contigo, y eras mi vecino… ¿Y si me encuentra? ¿Y si está resentido por no haberme matado en aquel entonces? Lui mi troverà e lui ha intenzione di uccidermi Musitaba, haciendo caso omiso a sus palabras de apoyo. Mi cerebro había entrado en aquel círculo vicioso que era el miedo y se negaba a salir. Sin embargo después poco a poco fui controlando mi respiración y a darme cuenta de cómo me estaba comportando y de lo que estaba haciendo. –L-lo siento… ya sé que estás conmigo, no sé qué narices me pasa… No hace falta, solo me he asustado… Ya se me ha pasado, no es nada–

    Sin embargo fui ignorado olímpicamente y fuimos igual a la ciudad directos al médico, donde a pesar de la hora me atendieron amablemente y el médico me recibió enseguida, sin embargo el médico de guardia se interpuso cuando Ramsay iba entrar, preguntándole que quién era y que el paso solo estaba autorizado a familiares. Yo le miré con desesperación, no quería entrar sin él, aún estaba asustado y yo no sabría cómo explicárselo al médico, ni siquiera me atrevería a pronunciar una palabra sin tenerle a él conmigo tranquilizándome… de hecho estaba por salir corriendo en cualquier momento. Cruzamos miradas y, a pesar de que yo estaba con los nervios de punta, intenté tranquilizarle con la mirada para que no se descontrolase e hiciese alguna locura… Finalmente y tras mirarme una última vez con duda, acabó hablando, dando los nombres con los que nos habíamos presentado en el primer encuentro y diciendo que éramos novios, pero… ¿Realmente podíamos considerarnos algo como eso? Es obvio que sentíamos algo el uno por el otro, puede que incluso pudiésemos llegar a amarnos, pero de ahí a ser novios formalmente… ¿Él realmente me veía así? ¿Podía querer ser mi novio a pesar de la situación en la que estábamos? El médico dudó durante un momento pero, finalmente, le dejó pasar y pude tranquilizarme. Nos sentamos en unos sillones de cuero y él contó la historia a su manera mientras yo me quedaba callado, mirando por la ventana y tapándome disimuladamente el oído derecho con la mano aprovechando que tenía el codo apoyado en el brazo del sofá y es que sus voces se difuminaban en la cabeza y comenzaban a atacarme pequeñas migrañas. Espabilé únicamente cuando el médico se dirigió a mí, explicándome mi situación y lo que me pasaba además de recomendarme unas dos semanas de reposo, en casa y sin alteraciones de ningún tipo.

    Esa noche Ramsay no pudo ser más atento conmigo. Me preparó un baño con velas aromatizadas y música clásica que, aunque crispaba mis nervios, le agradecí y no me quejé. Después me dio un masaje con aceite de coco en la espalda y justo después inclusive me arropó en la cama y él se abrazó a mi espalda, quedándose conmigo por si necesitaba algo. Me costó lo mío, ya que yo continuaba viendo cosas sin sentido y oyendo ruidos donde no los había, pero al final caí dormido como un tronco hasta bien entrada la mañana siguiente cuando una visita que no me esperaba para nada me hizo despertar. No era nada más ni nada menos que Jack, que invadió todo espacio personal sentándose al borde de la cama tras haberme dado un beso en la frente, acortando distancias y atreviéndose a acariciar mi mejilla mientras que con el otro brazo se apoyaba en la almohada, evitando cualquier escapatoria posible. Yo aún estaba adormilado y no entendía bien a lo que venía, por lo que únicamente me oculté un poco más bajo las mantas, imponiendo así cierta distancia mientras era metido en una incómoda e indeseada conversación. Yo no pronuncié palabra alguna, miraba la almohada para evitar así mirarle a él y esperé a que se fuera, intentando que comprendiese mi silenciosa negativa a su propuesta. Yo no tenía nada en contra de Jack, era un buen hombre y no sería yo quien dijese que era un mal partido o que era feo, todo lo contrario, pero por una razón o por otra mis ojos habían ido a fijarse en mi vecino, quizás fuese cosa del destino o no, pero lo que sí sabía era que aunque lo intentase nunca conseguiría sentir nada que no fuese amistad por Jack. Justo entonces y para empeorar las cosas la puerta de la habitación se abrió dejando ver a un molesto Ramsay que venía cargando con una gran caja adornada con un lazo rosa y que cruzó una mirada venenosa con Jack, que entonces y solo entonces se apartó de mi cama, devolviéndome mi espacio personal y dejándome un marrón para con el pelirrojo, que al parecer había escuchado la proposición del moreno. Le miré con cansancio, rogando porque allí no se iniciase una pelea innecesaria y sin sentido. En fin, después de unos segundos llenos de tensión Jack se fue por donde había venido y Ramsay me dio la caja, de la que salió un pequeño cachorro de labrador que saltó a mis brazos y no tardó en empezar a darme lametazos antes de que Ramsay me tirase una indirecta muy directa antes de irse, enfadado conmigo. – ¡Ramsay!... Joder– Suspiré, cansado, ¿De verdad creyó por un solo momento que lo aceptaría? ¿Acaso lo que le había dicho el día anterior no significaba absolutamente nada para él? ¿Cómo se le ocurría? Para mi sorpresa volvió corriendo, abrazándose a mí y llorando desconsoladamente. Yo posé al cachorro en la cama para poder corresponderle con la misma fuerza, acariciando su cabello, quería que supiese que estaba ahí para él –Ramsay, tranquilo–Sonreí levemente, tomando su rostro para que me mirase a los ojos –No entiendo por qué te disgustas, ayer te dije que te quiero y lo sigo manteniendo… Nunca te he exigido nada, para mí no es necesaria tener una gran casa ni cinco niños para ser feliz… Me haces falta tú y ahora también tengo a Mr. Wilson… Aquí nadie va a dejar a nadie. Yo no quiero a Jack, te quiero a ti, así que puedes estar muy tranquilo–

    Por la tarde y aunque me mostré reticente por miedo a lo que pudiese pasar o por miedo a montar un espectáculo como la noche anterior en media calle a pesar de que por allí probablemente no habría nadie más, acabé por aceptar el ir a dar un paseo con Mr. Wilson. Yo iba absorto en mis pensamientos, pensando de qué manera iba a decirle a aquel hombre que ni le quería ni nunca lo haría, cuando nos encontramos con un coche parado a la orilla de la acera cosa que me resultó extraña teniendo en cuenta donde estábamos. No me fijé mucho en lo que ocurría (o más bien no me quise fijar en un primer momento) pero al final alcé la mirada al ver que incluso Ramsay se acercaba al coche donde un crío se peleaba con un hombre mucho mayor que él que le estaba manoseando y que salió del coche inmediatamente para correr a abrazarse a Ramsay en cuanto pudo. Yo lo miré horrorizado, viéndome a mí mismo en aquel niño, la única diferencia es que a mí nadie me salvó. Estaba concentrado en el chico pero noté una mirada clavada sobre mí que me hizo estremecer, entonces crucé miradas con el viejo del coche, que me miraba descaradamente… Sin embargo su cara se me hizo tan conocida que incluso retrocedí, aterrado; el cachorro debió notar mi miedo porque empezó a ladrarle como loco. Me quedé paralizado observando el coche alejarse “No puede ser, no puede ser él, estoy alucinando de nuevo, si, debe ser eso” Pensaba, sacudiendo la cabeza mientras me acercaba a mi acompañante y al chico, que le recriminaba que le había espantado un cliente de muy malos modos, enfadado y percatándose de mi presencia en aquel momento, preguntando que quiénes éramos, confundido, y después dedujo por su cuenta y riesgo que éramos del centro de menores, utilizando cierto vocabulario obsceno que me hizo ver que aquel chico y yo en realidad no teníamos nada que ver, y no solo por su forma maleducada y parlanchina de hablar y de ser, sino porque yo nunca habría querido tener que ser violado por aquel viejo y si me tuve que prostituir fue para buscarme un futuro y no por huir del centro de menores. Desvié la mirada, incómodo en aquella situación y controlándome para no gritarle a aquel mocoso insolente e inmaduro. Ramsay le respondió con la mismísima verdad, sin embargo algo así era demasiado difícil de creer y el chaval se lo tomó como una broma, sin embargo un coche de policía acercándose cambió la situación a una desesperada para el chico que comenzó a rogar para que lo adoptásemos, abrazándose esta vez a mí. Yo suspiré, tomándole por los hombros y mirándole fijamente –Solo si juras no volver a ganarte el dinero vendiéndote a esos cerdos–Él me miró, sin comprender del todo por qué le hablaba como si comprendiese lo que se sentí. Tomé al cachorro en brazos y me acerqué a Ramsay, aprovechando a hablarle al oído mientras le entregaba Mr. Wilson –No sé cómo acabará esto, pero tengo que intentar ayudarle– Le susurré mientras el perro lloriqueaba un poco al ser separado de mí y el coche se detenía frente a nosotros.

    Llamé al policía que había acompañado a Ramsay aquella mañana hasta la tienda de animales para que se quedase con él ya que tenía prohibido quedarse solo mientras que yo acompañé al chico hasta comisaría. El proceso llevó bastante tiempo y fue bastante problemático debido a la situación en la que estaba de cuidador de Ramsay, pero finalmente conseguí que se me estableciese como tutor legal del chico, que me lo agradeció infinitamente. Una vez todos los papeles en orden le llevé de compras para que se comprase ropa decente y lo básico para que conviviese con nosotros, ya que una de las excusas que había utilizado es que teniendo al chico ayudaría a la adecuación de Ramsay a las personas y también podría ayudar al caso, a pesar de que yo estaba ‘excluido’ de este. También estuvimos comiendo un helado en la terraza de una heladería, sin embargo no estuvimos mucho tiempo porque yo hacía rato que me sentía observado, y ya no solo por el niño, que no paraba de mirarme, sino por alguien más… Quizás estuviera en otra de mis paranoias, pero el sudor frío de mi espalda me decía que tenía que salir de ahí. Así que en cuanto pillamos un taxi y acabamos el helado fuimos de vuelta al piso donde ya debería estar esperando Ramsay, sin embargo cuando bajamos del taxi y estábamos subiendo las escaleras el chico me hizo parar, mirándome fijamente y con cara seria. – ¿Tú eras como yo, verdad? Por eso no me tratas bruscamente y por eso me miras con esa amabilidad aunque seas poli…– Suspiré con pesadez, realmente el enano hablaba demasiado. –Deberías controlar lo que dices un poco más, ¿No crees que es un poco pronto para preguntar por mi vida si ni siquiera sé cómo te llamas?– El chico puso cara de circunstancias, disculpándose rápidamente puede que por miedo a que lo llevase de vuelta o porque realmente vio que aquel tema no era tan fácil de abordar para mí como para él –Me llamo John…–Yo sonreí un poco, divertido por ese comportamiento –Como ya te dijo Ramsay, yo me llamo Iago– Y maldita la hora en que hablé, porque el chico no paró de preguntar cosas en todo el trayecto hasta la puerta, pero he de reconocer que me resultaba bastante divertido. –Ya hemos vuelto–Anuncié al abrir la puerta, sintiéndome como si en realidad fuésemos una familia y yo viniese de recoger al niño del colegio... Menuda familia, un psicópata en reinserción social, un policía psicótico e incompetente y un niño recién recogido de las calles.
     
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67 replies since 19/6/2014, 18:06   1048 views
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