▶🔯◀p s λ c h • t i ⊂▶🔯◀

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Volkov.
        +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    Nada más Iago abrió la puerta hice una carrera a contra reloj con Mr.Willson para ver quien se hacía antes con la atención de mi vecino, el perro saltó del sofá a toda prisa y yo esquivé aquella rata que ahora se colaba entre mis piernas para tomarme ventaja, maldito fuera. Al final ganó el perro y empezó a dar saltitos alrededor de su amo mientras movía la cola muy deprisa de un lado a otro, sin embargo yo aparté de un empujón al crío que había venido con él e hice lo mismo con el animal que pasó a mordisquear los bajos de mi pantalón para que me hiciera a un lado – ¿Por qué has tardado tanto? me tenías preocupado y ¿por qué… por qué has traído a ese crío contigo? no lo entiendo – le pregunté dándole un abrazo asfixiante de esos que te quitaban el aliento, mientras Mr.Willson iba a por una pelotita de goma para ponerla a los pies de Iago, sí, al parecer allí todos y cada uno de nosotros necesitábamos a mi vecino para continuar rectos y no desviarnos en el camino. Y aquel mocoso no tardó en hacérmelo entender cuando se abrazó a su espalda como una lapa, despertando mi rabia y mi envidia, mientras lo fulminaba con la mirada – Déjame explicártelo mejor para que lo entiendas, papá; de ahora en adelante voy a ser vuestro hijo – me dijo con recochineo. Yo solté a Iago y me hice a un lado mientras lo miraba fijamente a los ojos asustado, nervioso e incapaz de creer las palabras de aquel enano insolente, descarado y malhablado. Tuve que tomarme un par de pastillas para amenizar el estado de ansiedad; tenía la respiración agitada y el corazón me latía con fuerza, de hecho tuve que sentarme el sofá para recuperar la compostura antes de que perdiera los papeles y cometiera alguna locura – Compartir a Iago, compartir a Iago, tengo que compartir a Iago… ¿por qué? – le pregunté sin comprender, así que lo tomé por la muñeca y lo llevé hasta la cocina para que no nos escuchara hablar. Mis dedos repicaban rápidamente la encimera de mármol, tenía un tic en el ojo izquierdo y me empecé a morder las uñas de las manos – Cuando dijiste que tenías que ayudarle de algún modo, ¿te referías a… adoptarlo? ¿No crees que… deberías haberme comentado esta decisión primero? – miré un segundo al niño a través del cristal y volví a fijar mi vista en mi vecino, tengo que admitir que se parecía bastante a él con ese pelo oscuro, piel blanca y ojos oscuros. Me pasé una mano por detrás de la nuca y volví a mirar a Iago a los ojos, ¿es que acaso quería ser padre? ¿acaso… quería formar esa familia conmigo? –Mírame, Iago, y dime la verdad ¿crees que puedo ser padre? yo nunca he tenido una familia y no sé lo que es dar o recibir más cariño del que me procesas, he matado a muchas personas y tengo que tomar pastillas para ser una persona emocionalmente estable… – volví a mirar al chico a través del cristal y durante un momento tuve ese maldito sentido de culpabilidad, así que me acerqué a mi vecino y lo estreché entre mis brazos con fuerza –…pero, por ti estoy dispuesto a cambiar y si quieres ser padre yo intentaré cuidaros cómo mejor pueda, Iago, la verdad es que tengo miedo, tengo miedo a perderte…yo…

    Más no pude seguir hablando y lo único que pude hacer fue tomar su cara entre mis manos y darle un beso apasionado en el que pensaba mostrarle mi compromiso para con él hasta que…– Eh, parejita, ¿vais a tardar mucho o qué? hay un pintamonas en el recibidor que quiere veros – yo di un gruñido en respuesta y lo fulminé con la mirada, mientras lo miraba de reojo y por encima del hombro claramente molesto con su inoportuna injerencia – ¿Puedo matarlo ya, por favor? Te prometo que no le haré sufrir… demasiado – en realidad el pintamonas en cuestión se trataba de mi psiquiatra y concretamente quería hablar con Iago a solas, por lo que yo me quedé en el comedor con John, mientras ellos hablaban con la puerta entornada en el recibidor – Señor Zaneti me alegro de verle, por desgracia no tengo buenas noticias para usted, mire…– dijo sacando un informe con números, letras y estadísticas de mi actividad cerebral –…probablemente se esté preguntando qué es esto, bien, se lo explicaré; esta lectura de aquí es el cerebro de Ramsay cuando lo conocimos por primera vez, como ve no muestra signos de actividad cerebral por lo que su cerebro es completamente azul, y ahora mire este de hace una semana, en el puede apreciar que se ha desarrollado una actividad emocional gracias a estos puntos de color rojo, y se preguntará, ¿qué es lo que está mal…? – el psiquiatra sacó del maletín de cuero la medicación que me estaba recetando y se la dio a mi vecino, mientras miraba receloso el umbral, por si aparecía en cualquier momento –…creemos que ha llegado a desarrollar esa actividad cerebral gracias a un potente componente de su medicación, pero esas emociones que tiene y demuestra no son reales, en otras palabras, sus sentimientos están condicionados de por vida a unas pastillas o volverá a matar indiscriminadamente a cualquiera que se le cruce en su camino, incluido usted. Pero, lo peor de todo, es que si sigue con el tratamiento podría darle un derrame cerebral por lo que me temo que deberemos disminuir poco a poco su dosis diaria o morir…– más el doctor guardó silencio y se puso tenso como una vara cuando me vio aparecer por la puerta, de hecho se le cayeron los informes de la mano y yo me agaché para recogerlos y devolvérselos.

    -Hola doc, ¿cómo está? me alegro de verle por aquí, ¿por qué no pasa y se toma un café con nosotros? estoy seguro que tendrá “muchas historias” que contarle a Iago – el médico intentó negarse en un principio alegando que tenía mucho trabajo, sin embargo le aseguré que tan sólo sería un momento y se quedó con la promesa de probar mi delicioso café colombiano, que previamente había comprado en la ciudad cuando fui a comprar a Mr.Willson – Ramsay, hay algo que quiero contarte…– empezó, titubeante, guardando una distancia prudencial entre ambos, probablemente se estaría preguntando si habría escuchado su conversación, más, ¿por qué estaba tan nervioso? – Si, si, deme un segundo, voy por mis pastillas – de pronto la alarma de mi reloj se puso en marcha y eso me indicaba que debía volver a tomarlas, sin embargo doc me dijo que no lo hiciera y me invitó a sentarme en el sofá –…de eso precisamente quería hablarte, de ahora en adelante y cómo vemos que estás progresando adecuadamente, tan sólo hace falta que te tomes dos pastillas cada seis horas, ¿de acuerdo…? – yo miré a Iago un segundo y después desvié la mirada por mi médico quien me sonreía con nerviosismo y, inconscientemente, me indicaba que me estaba mintiendo – Claro, doc, haré lo que usted me diga que haga, pero, dígame, ¿por qué está tan asustado? le sudan las manos, ¿le pongo nervioso? si continua moviendo su pierna así va a hacer un agujero en el suelo – el médico dejó de sonreír al ver que lo estaba analizando y yo me dirigí a la cocina para preparar café tal y como le había prometido –…ah, no, no tiene nada ver contigo – se defendió, a lo que yo sonreí desde la cocina con sarcasmo, antes de volver al comedor con su café prometido y otro para mi vecino – Vamos, beba, no está envenenado… ¿o tal vez si? – bromeé, pero al médico no le hizo ninguna gracia, de hecho el primer sorbo que dio lo escupió fuera temeroso de que así fuera, a lo que yo me eché a reír con malicia, mientras le acercaba una servilleta – Vamos, vamos, sólo era una broma, sería muy fácil matarle de esa forma, ¿no cree? – más el doctor no aguantó más mis impertinencias y se puso de pie de un salto, mirándome acusatoriamente por encima del hombro y volviendo a dejar una distancia prudencial entre ambos – Basta de juegos, monstruo, si por mi fuera ahora mismo estarías sentado en la silla eléctrica – yo me levanté de mi asiento y me acerqué hasta él lentamente con la mirada sombría y semblante impasible – “Si por mi fuera ahora mismo te sacaría las entrañas una a una y se las daría de comer a mi perro…” – susurré en su oído para que no nos escuchara John desde la habitación – Pero ambos sabemos que eso no es posible, así que, ¿por qué no intentamos llevarnos bien, de acuerdo?

    La respuesta fue un portazo estrepitoso que reverberó por todo el apartamento.

    Yo miré a Iago, borrando todo rastro de sonrisa prepotente, cínica o borde, quería explicaciones y las quería ya, ahora – ¿Le crees…? – le pregunté sin rodeos, por supuesto que había escuchado su conversación, pero lejos de preocuparme por mi bienestar tanto físico como mental, a mí lo que realmente me preocupaba era la opinión que tenía mi vecino al respecto –…Mírame, por favor, sabes que yo nunca te haría daño, ¿verdad…? – le aseguré acercándome lentamente hacia él, cuidando de no asustarle con movimientos bruscos y, una vez lo tuve en frente, no pude evitar darle un abrazo y atraerlo hacia mi cuerpo de forma gentil –…te quiero, Iago – susurré sobre sus labios antes de capturarlos bajo los míos, entrelazando nuestras lenguas en una sola, mientras mis manos se deslizaban traviesamente por debajo de su camisa… hasta que, de repente, una voz en mi cabeza muy conocida me hizo separarme de él a toda prisa – ¡¡¡NO!!! no, no, no, no… – grité, sujetándome mi cabeza entre las manos, y empecé a rebuscar rápidamente por los bolsillos de mi chaqueta en busca de mis pastillas, más sabía perfectamente que aquel maldito doctor se las había dado a Iago para que controlara mi dosis – Da-dame las pastillas, Iago, por favor, dámelas… ¡TE HE DICHO QUE ME DES LAS JODIDAS PASTILLAS AHORA! – en un ataque de ira rompí sin querer la mesa de cristal y caí de rodillas al suelo haciéndome un pequeño corte en la rodilla, Mr.Willson empezó a ladrar y John incluso salió de la habitación para ver que pasaba allí fuera – ¿Qué-qué pasa…? – preguntó, realmente asustado, yo quité las manos de mi cara y me quedé mirándolo sin verlo, había muchos cristales por el suelo y sería tan divertido apuñalarle con uno de ellos…– I-Iago, ¿dónde estás? te necesito…
     
    Top
    .
67 replies since 19/6/2014, 18:06   1048 views
  Share  
.