•{αtrαpαme, si puedes}•

Private with: † Miss Skull †

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    •My ficha•


    SPOILER (click to view)
    Nombre: Nikolay Ivanova.

    Nombre falso: Gilbert Schneider.

    Edad: 26 años.

    Nacionalidad: Ruso.

    Seme/Suke/Uke: Uke.

    Orientación: Heterosexual(?).

    Rango: Espía al mando de la Unión Soviética.

    Arma: Ametralladora AK-47.

    Misión: Recopilar información infiltrado en la base enemiga, espionaje básicamente.

    Historia:
    Un niño de una familia pobre pero bastante extraña, su madre era una mujer alemana de buena familia que consiguió huir de su país por amor a su padre, un ruso de familia aun más pobre de la que él mismo construyó que se dedicaba a la venta ambulante de objetos variados cuyo corazón era más grande que su país. Ambos rubios y de ojos azules, la apariencia de su único hijo no cambió demasiado, heredados los rasgos alemanes de la madre y los brillantes ojos azules del padre, al igual que los radiantes cabellos rubios casi blancos... el niño perfecto. Según crecía el pequeño se diferenciaba cada vez de los demás niños, tanto en apariencia como en sus resultados en la pequeña escuela que tenían montada en el barrio para poder enseñárles lo básico a los más jóvenes o, por lo menos, lo que se pudiese.A pesar de no tener facilidades económicas, siempre fue un niño feliz y extrovertido del que todas las niñas de su edad se enamoraban. Toda esta felicidad se acabó al ir creciendo y ser llamado a filas por el ejército del país en pleno apogeo de la guerra, siendo reclutado junto a muchos más en un frío invierno ruso a la edad de quince años.
    Tras unos meses alejado de su familia y acostumbrarse a la lejanía y la falta de cariño de sus familiares y amigos, no tardó en sobresalir respecto a los demás con sus buenas estrategias y su alta capacidad de aprendizaje y observación, al llegar a la mayoría de edad fue delegado al cuerpo de espionaje realizando varios trabajos 'fáciles' como entrenamiento o, más bien, como 'prueba'. Con su actitud decidida y segura consiguió ir ascendiendo puestos, convirtiéndose en el favorito de sus superiores, pero siempre mantenido en secreto... sería un 'as en la manga' si realmente era de utilidad. Poco a poco con su sueldo fue capaz de ir enviándole algo de dinero a su familia sin siquiera decir de parte de quién era enviado, consiguiendo sacarlos de la pobreza extrema.

    Siempre se acuerda de ellos pero, aunque no esté de servicio, nunca ha tenido el valor para ir a ver a su familia, ni siquiera sabe si sus padres han tenido algún hijo más, y aun con su personalidad y las ganas de saber, nunca ha sido capaz de ir a visitarlos y comprobarlo con sus propios ojos, por miedo a no ser recordado o preconocido.

    Se podría decir que, a parte de su familia, su punto débil son las mujeres. Él es un chico atractivo, y es consciente de ello, así que no dudará en utilizarlo a su favor para conquistara cualquier fémina que se le ponga por delante sin importar que sea: fea, guapa, gorda, delgada, tímida, extrovertida o rubia o morena; a él le encanta coquetear y bromear, y más si está un poco pasado de copas, que eso ya es otro mundo a parte porque... ¿dónde se ha visto a un chico de su edad que se emborracha al segundo trago de alcohol? Pues ahí le tienes a él para innovar, farda de lo gran bebedor que és, pero se pone 'contento' rápidamente, y entonces si que no distingue, no solo entre los tipos de mujeres, no, ni siquiera en si es mujer u hombre.

    Ahora ha sido enviado a una de las misiones más importantes de su vida: infiltrarse entre los nazis y ponerse bajo el mando de uno para, básicamente, atraparse a sí mismo tras un engaño a los altos mandos tras ser 'recomendado' para el puesto por un alto mando alemán.

    Personalidad:

    Es un hombre de mente muy abierta para la época en la que ha nacido, audaz y con una inteligencia que podría ser envidia de muchos. Sabe bien como debe comportarse en cada momento, aunque nunca sabrás por donde va a salir. Es alguien extrovertido y bastante alegre, aunque algo vago, será listo, pero le gusta bastante dormir. Parecerá confiado, pero realmente no se fía ni de su sombra, solo es parte del 'papel' que muchas veces utiliza, incluso cuando no está en una misión, es bastante difícil de engañar. Es alguien hablador y descarado, dependiendo de con quien se encuentre, con autoconfianza de sobra como para ponerse delante de un tren para tratar de pararlo. Y, aunque le sea tan fácil emborracharse y te salga con las historias más disparatadas que puedas imaginar, nadie es capaz de sacarle ni una pizca de información, ni la más bella mujer.
    A la hora de pelear tampoco será tan fácil vencerle, aprecia bastante su vida, aunque no es de los que se echan para atrás, su honor ante todo.

    Gustos y Disgustos:

    + Mujeres.
    + Beber.
    + Lograr sus objetivos.
    + Gente 'interesante', según sus criterios.
    + El ajedrez.

    - El nazismo.
    - Personas que ni siquiera tienen cerebro para responder a un insulto sin tener que golpear o 'no interesantes'.
    - Humillaciones y crueldad innecesarias.
    - Hombres brutos.
    - Que le den órdenes personas que no merecen que las cumpla.


    Apariencia:
    Minato-Namikaze-Q-minato-namikaze-31494241-494-700
    tumblr_lzjenjqSFl1qdfdg1o1_500
    (IMG:http://media-cache-ec0.pinimg.com/736x/9d/...15864cd389d.jpg)
    (IMG:http://26.media.tumblr.com/tumblr_m0r5xu8B...n82elo1_500.jpg)
    (IMG:http://25.media.tumblr.com/tumblr_m30vxkmH...dd0yao1_500.jpg)
    (IMG:http://images5.fanpop.com/image/photos/307...319-480-612.jpg)

    •Ficha de † Miss Skull † •


    SPOILER (click to view)
    Nombre: Hermann Müller.

    Edad: 26 años.

    Nacionalidad: Alemán.

    Seme/Suke/Uke: Seme.

    Orientación: Se cree heterosexual.

    Rango: Miembro de la unidad especial de contraespionaje.

    Arma: Francotirador.

    Misión: Capturar, interrogar y matar al topo que se esconde entre sus filas.

    Historia:

    Hermann Müller nació en el seno de una familia militar. Su abuelo participó como soldado de infantería en la primera guerra mundial y, después de realizar grandes proezas, fue ascendido a general y galardonado con la Cruz de Hierro por el mismísimo Führer. Su padre, siguiendo con la tradición, también fue soldado y se convirtió en un excelente piloto de la Lufthansa, por lo que rápidamente fue condecorado y ascendido a capitán, gracias al ministro de aviación Göring. El futuro de Hermann dentro del servicio militar estaba decidido y pronto demostró tener una habilidad innata con el francotirador, batiendo a sus enemigos, y dando caza a judíos, gitanos y homosexuales por igual y localizando a espías enemigos con falsas identidades que residían dentro del país. Sin embargo, todavía no se le ha reconocido ningún merito y tampoco se le ha condecorado por sus hazañas como a sus progenitores. Su mayor temor es decepcionarlos, así que se exige a sí mismo mucho más que a los demás y se esfuerza duramente para destacar entre la multitud.

    Siendo un adolescente perdió el ojo izquierdo en una explosión, cuando unos partisanos pusieron una bomba en el ayuntamiento y lo hicieron volar por los aires. Desde entonces, siempre cubre la cavidad con un parche de cuero negro del que sobresale una cicatriz que va desde la ceja hasta el pómulo. Murieron más de un centenar de personas; políticos, militares y civiles, aunque los guerrilleros consiguieron escapar con vida. Pero su ojo no fue sólo lo que perdió aquella tarde. El odio y la rabia estallaron dentro de Müller, como aquella bomba, y se juró a sí mismo encontrar, capturar y torturar a aquellos que le habían arrebatado lo más quería; su madre, antes de acabar con ellos.

    Hermann tiene un perro, un pastor alemán, del que no se separa nunca y siempre suele acompañarlo a todas partes, incluso cuando está en su despacho trabajando o acompañado de familiares o amigos. También tiene una hermana melliza con la que se muestra excesivamente protector en todo momento, ya que la ama por encima de todo, hecho que suele molestar bastante a su prometida, y guarda un gran parecido con su madre. Inga es una mujer bella, coqueta y extrovertida, por lo que hombres no faltan a su alrededor y eso crea en su hermano más de un dolor de cabeza. Aunque ninguno se atreve a dar el primer paso, ya que temen ser deportados al sur de Alaska. En cambio, su futura esposa es una mujer normal, reservada y tan tímida que no llama la atención. No suelen pasar mucho tiempo junto, y las veces que lo están es un compromiso, ya que en su vida sólo hay espacio para la venganza y su melliza.

    Recientemente la Gestapo ha descubierto que hay un topo escondido tras las filas alemanas, después de capturar a uno de los dos espías y torturarlo hasta la muerte con el fin de sonsacarle una confesión. La misión de Hermann es capturar, interrogar y matar al otro susodicho, antes de que pueda robar información, descifre algún código secreto o acabe con la vida de alguno de los suyos. Para ello, contará con la ayuda del recientemente nombrado ayudante –el espía encubierto–, que vendrá recomendado por el alto mando alemán.

    Hermann es un hombre con los ideales políticos de la época bien arraigados, que no duda en desvivirse por su trabajo y por su melliza. No habla mucho, es reservado y tiende a ser desconfiado. Sólo con su hermana, pasados un tiempo o con alguna que otra copa de Schnappss demás es capaz de bajar la guardia un momento y mostrarse vulnerable.

    Gustos y Disgustos:

    + Fumar.
    + El alcohol.
    + Los perros.
    + Su hermana.
    + Dar órdenes.

    - El comunismo.
    - La homosexualidad.
    - Defraudar a su padre.
    - Ver llorar a su hermana.
    - No saber resolver un caso.


    Apariencia:


    •••



    Irónico, ¿Verdad? Para poder servirle a tu país en plena guerra tener que meterte en un nido de vívoras y actuar como una de ellas... Ese era el trabajo de un espía, ese era mi trabajo.

    •••



    Tras unas últimas indicaciones de mi superior y unas últimas palabras de ánimo subí al coche que me llevaría a aquella fiesta plagada de nazis, donde me presentarían con el que se suponía que iba actuar como 'ayudante' para poder obtener información desde adentro, aunque puede que pareciese el trabajo más sencillo del mundo, no lo era para nada... Los alemanes no eran tontos y, para mi mala suerte, encima tenían fama de desconfiados, aquello sin contar con su sangre fría. "Solo espero que haya alguna buena mujer con la que entretenerme"Reí para mí mismo, tratando así de relajarme, cosa difícil. Después del viaje desde Rusia hasta aquí la tensión iba acumulándose hora tras hora, el contar con la 'recomendación' de alguien de arriba no servía para nada si me descubrían, no hacía falta decir que estaría muerto, pero aunque me descubriesen no pensaba soltar ni una palabra de toda la información con la que contaba, antes muerto que darles lo que quieren a esos jodidos cerdos.

    Eso si, había que decir que incluso me había vestido elegantemente para la ocasión, un impoluto traje completamente blanco, incluida corbata y zapatos, solo me había faltado el típico sombrero de chistera para llamar aun más la atención, pero habría sido demasiado ridículo. ¿Que por qué iba de blanco en vez de blanco y negro? Simplemente por no querer ir igual que aquellos jodidos nazis, o simplemente por atraer más las miradas de las féminas, si es que estaban presentes.

    Tras unos tres cuartos de hora llegué a la ratonera. Al bajar del coche pude percatarme como la gente iba entrando aunque, a deducir por la gran cantidad de vehículos estacionados, ya estaban casi todos lresentes... Resoplé y alcé la cabeza con una radiante sonrisa entre los labios y, tras darle 'mi nombre' al encargado de la lista, pasé... Al parecer había tenido suerte, había unas cuantas mujeres bellas y las otras... bueno, también podrían valer. Pero había una que sobresalía entre las demás, una bella mujer rubia y de piel tan blanca que pareciera de porcelana... desde luego al contrario de sus hombres las alemanas eran muy hermosas. Se percató de mi mirada por lo que se giró, sonriéndome, al igual que yo a ella... Al final aquel día no sería tan horrible como esperaba.

    Me acerqué a ella sin dudarlo dos veces, no iba a perder una oportunidad como aquella... -Buenos días, bella señorita-Hablé con la gracia y picardía que aiempre me definía, haciendo una pequeña reverencia ante ella y besando su mano... Ella rió coquetamente, respondiendo con el mismo tono a mi saludo... Y si por mi fuera hubiera continuado hablando con la rubia, pero sentí una mano sobre mi hombro... Era un hombre avanzado en edad según sus arrugas que me miraba con seriedad. "Solo espero que no sea el marido"Pensé, notando de reojo como la joven se apartaba con una sonrisa divertida... -Le estaba esperando, señor Schneider-Le observé ciertamente contrariado, él rio al percatarse.

    -Permítame presentarme, soy el anfitrión de esta fiesta...-El señor Müller, ya me habían inflrmado previamente de quien era, pero no me esperaba que fuese tan... así. Es decir, siendo alguien tan importante y con esa edad... me parecía ciertamente extraño, pero bueno.

    -Acompáñame, voy a presentarte al hombre del cual serás ayudante-Me tensé por completo, siguiendo al nazi para llegar hasta el susodicho. Era un hombre alto y fuerte, no hacía falta fijarse mucho para darse cuenta, que cumpliría perfectamente con los rasgos de la raza aria, aunque lo que más me llamó la atención fue el parche que llevaba en un ojo... Posiblemente una herida de guerra "Que se joda"Eso fue lo que pensé, antes de ofrecerle mi mano -Mi nombre es Gilbert Schneider, yo seré tu ayudante...-Hablé con el perfecto acento alemán que llevaba practicando desde hace meses antes de comenzar con la operación, lo más serio que pude, aunque sin molestarme en hacer que la sonrisa aun presente entre mis labios se esfumase.
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    -Hermann, Hermann, ven aquí, rápido, quiero presentarte a alguien – Mi padre me hace señas con la mano para que me acerque hasta él y yo obedezco fielmente, como siempre. A su lado hay un hombre; no sé quién es, juraría que nunca lo he visto antes, pero puedo deducir que no es ningún oficial por su uniforme ni tampoco ningún viejo amigo de la familia que yo recuerde. De hecho me quedó sorprendido por su vestimenta, pues es el único en toda la fiesta que lleva ese atuendo tan llamativamente blanco en vez de ir de etiqueta o con el uniforme militar, como llevamos el resto de la mayoría. Eso dice mucho de su personalidad; egocéntrico, sobresaliente y con un exceso de confianza en sí mismo. Por regla general la gente desconoce que su apariencia o lenguaje corporal revela más cosas de las que ellos desearían en realidad. Un rápido análisis del recién llegado me dice que sólo es un soldado raso, pero si hay algo que he aprendido, a lo largo de todos estos años, es que a veces las apariencias engañan. No puedo evitar preguntarme; ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Por qué mi padre tiene tanto interés en conocerle?

    -¿Cómo dice? – Pregunto, confundido, mientras le estrecho la mano a ese tal Schneider con fuerza, antes de que mi padre se eche a reír a carcajadas – Oh, Hermann, tengo el placer de presentarte al señor Gilbert Schneider. Tú aún no lo sabes y siento de todo corazón no habértelo dicho antes, pero el señor Schneider será tu nuevo ayudante de ahora en adelante. Si, si, ya sé que dejaste bien claro tu postura acerca de tener un nuevo ayudante después de despachar a los más de cien postulantes, pero a este chico no puedas rehusarle como a todos los demás porque viene recomendado por puño y letra del mismísimo Himmler ¿Te lo puedes creer? – Cuando mi padre me cuenta la noticia, esta cae dentro de mí como una bomba de relojería; estoy bebiendo una copa de Schnappss y casi vomito el trago de alcohol en la cara del recién llegado. Siento como la rabia y la impotencia me carcomen por dentro, pero logro mantener la calma y le devuelvo una sonrisa a ese tal Schneider por pura cortesía. ¿Hipócrita? No. Al fin y al cabo es lo que nos enseñan en la academia militar, a mentir, o como nosotros preferíamos llamarlo; actuar. No me gustan las caras nuevas, las caras nuevas implican problemas, y los problemas generan una lista sin fin de sospechosos con nombre y apellido que, como miembro del servicio de contraespionaje, debo estudiar y memorizar. Tampoco me gustan las sonrisas, pues casi siempre disfrazan alguna que otra mentira – No, la verdad es que no me lo creo –. No estoy bromeando.

    -Señor Schneider, tengo el placer de presentarle a mi hijo, Hermann Müller, espero que os llevéis bien y forméis un gran equipo; juntos daréis caza al topo que se esconde entre nuestras filas. Sí, sí, ya lo veréis. Pero, por favor, no hablemos ahora de trabajo. Divertiros todo lo que podáis, muchachos, porque mañana a las 6:00 en punto os espera una larga jornada de trabajo – Cuando digo que no te puedes fiar ni de tu propia sombra, eso también implica a tu familia; mi padre me la ha jugado y lo peor de todo es que no puedo negarme al respecto. Despliego mi mejor sonrisa para mi progenitor, pero cuando este se despide de nosotros y se aleja para seguir saludando a los otros invitados, mi sonrisa desaparece para dejar paso a la hostilidad. No me gusta trabajar en equipo, quiero que lo sepa, y mucho menos con un desconocido, no me fio de él. ¿Quién es? ¿Por qué Himmler se ha tomado la molestia de escribir una carta de recomendación con el fin de postularlo para este trabajo? Las preguntas se acumulan en mi cabeza, necesito respuestas, ahora. No las que me cuente por su boca, si no las que me confiese, sin querer, con lo que no diga.

    -Quiero que le quede una cosa bien clara, señor Schneider; no me gusta y nunca me gustará. Cada vez que se dirija a mí lo hará por el nombre de señor Müller y no se tome ninguna confianza conmigo: no somos amigos y ni tengo intención de serlo. Si quiere mi confianza, va a tener que ganársela a la fuerza… Y ahora, ¿Por qué no nos conocemos un poco mejor? – No es una pregunta amable, es una exigencia encubierta. No quiero conocerle, pero necesito saber todo de él cuanto antes. Le señalo un sofá de cuero marrón que hay frente a nosotros y le invito a sentarse voluntariamente obligado... o obligadamente voluntario, como prefiera llamarlo.

    -¡Hermann! – Me giro de forma instantánea cuando reconozco a Inga, mi melliza, quien está especialmente bella esta noche. Lleva un vestido largo de color rojo que deja al descubierto su espalda, mientras que los zapatos de tacón negro estilizan su esbelta figura. Tiene el pelo largo y claro recogido en una trenza en forma de diadema. Sí, mi hermana, mi todo, luce como una reina. Todos los hombres de la fiesta la miran y, eso, me enfurece. Ella se acerca hasta mí y me da un beso fugaz en los labios, mientras me coge por el brazo y reposa la cabeza en mi hombro, antes de sentarse sobre mi regazo en el sillón – Bienvenido a casa, ¿Por qué no has venido antes…? Oh, es usted otra vez – dice mirando a mi nuevo ayudante con una sonrisa en los labios.

    Edited by † Miss Skull † - 26/6/2014, 20:37
     
    Top
    .
  3. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    El hombre mayor llamó al rubio, que ahora sabía que se llamaba Hermann, y que al instante vino cual dócil perro que es llamado por su dueño... típico. En cuanto se acercó me examinó de arriba abajo, como si fuese alguna especie de mercancía con probabilidades de ser defectuosa o como un ladrón encubierto que hubiese llegado a robar en su casa, aunque, irónicamente, eso era más o menos lo que era... "Al menos podría disimular un poco..."No quedándome atrás hice lo mismo y comencé a fijarme en como iba vestido... Los cabellos rubios perfectamente peinados hacia atrás: era ordenado y perfeccionista; unas prominentes patillas: quería dar la impresión de ser fuerte; el traje que llevaba no tenía gran diferencia con los del resto de los presentes, seguía las normas de etiqueta: serio, no le gustaban los cambios y, por deducción, creo que yo le gustaría aun menos. Posiblemente no nos llevaríamos demasiado bien, es decir, encima de nazi, aquel hombre era todo lo contrario a mi... Ni siquiera hacía falta que me fijase en su forma de vestir, con la mala cara que me ponía era suficiente para darse cuenta de la actitud que iba a tener. Todo se evidenció al momento en que me estrechó la mano, juraría que pude escuchar alguna que otra falanje mía crujir mientras el mayor reía para después presentarme correctamente y explicarle la situación, ¡y es que para colmo no sabía ni que iba a tener un ayudante! Yo pensaba que al menos los alemanes eran más serios con este tipo de cosas, estaba claro que no.

    Al menos la satisfacción de ver la cara que se le quedó cuando el otro acabó de hablar valió la pena "Que pena que no se atragantara" Pensé al escuchar la mala contestación que dio, con su tono había dejado muy clarito que no estaba de broma, pero yo mantuve mi sonrisa como si nada. Luego me lo presentó a mí, me sorprendí un poco, para ser padre e hijo eran muy diferentes, estaba claro que el padre era mucho más agradable a la hora de hablar, pero eso no quería decir que me cayese bien, oh no, claro que no. Todos ellos eran unas jodidas ratas inmundas sin sentimientos que no sabían hacer otra cosa que causar conflictos y muerte, todos ellos eran nazis, y a todos ellos los odiaba por igual, sin excepciones. -Si señor-Reí, aunque en cuanto el hombre se fue el tal Hermann opacó todo intento de mostrar ni una pizca de amabilidad. Y como no, no tardó en decirlo, aun así continué sin dar muestras de molestia, mucho menos de inquietud o de respeto.

    -Perdone, señor Müller, creo que está malinterpretando algo... Yo no he venido aquí a ser su sirviente, solo he venido a trabajar, y si es preferible ahórrese ese tipo de aclaraciones, porque en ningún momento lo he mencionado-Mi sonrisa se amplió y, simplemente, fui a sentarme al sofá sin ninguna queja por delante, no quería causar problemas desde el primer momento.

    Poco después de estar sentados pude ver a la preciosa mujer del vestido rojo acercarse, aunque en vez de a mí al déspota nazi "No me jodas..."Mi cara debió quedarse hecha un cuadro al ver como se besaban, aunque, mas puede que solo fuese mi imaginación, creí ver cierto parecido entre ellos, y no solo por el tono del cabello... Sentí una terrible envidia apoderarse de mí, no solo por el beso, sino porque la fémina se sentó en su regazo... ¿Qué vería en aquel grandullón sin encantos? Las rusas eran más listas que las alemanas al parecer. La única esperanza que me quedaba era que sabía que no estaban casados pues ninguno de los dos llevaba anillo de compromiso... Sonreí satisfecho al momento en que se dio cuenta de mi presencia... -Así es, un placer verla de nuevo señorita-Dándole una sonrisa tan encandiladora que desharía a cualquier mujer y dirigirle una brillante mirada ensoñadora antes de tomar delicadamente una de sus manos y besarla de nuevo con suavidad, cualquier rusa en aquel punto ya estaría a mis pies.

    -Espero que se esté divirtiendo, y, si no es así, aquí me tiene-Bromeé riendo junto a ella, y mirando de reojo con curiosidad al nazi, que posiblemente no tendría muy buena reacción "Solo espero que no sea machista y posesivo también"Pensaba, ciertamente no se si ella se divertía, pero yo si, y bastante.
     
    Top
    .
  4.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    -Oh, esta clase de fiestas son muy aburridas para una dama; los hombres sólo saben hablar de política y guerra con una copa de Whiskey en la mano y un puro de la Habana en los labios – mi hermana le dirigió una mirada provocativa a mi recién nombrado ayudante, mientras le sonreía de forma coqueta; su risa era una melodía dulce y embriagadora para los oídos. En cambio, yo le miré fijamente a los ojos con el más absoluto desprecio, entretanto que apretaba los dientes con fuerza; mis labios parecían una cicatriz fea y delgada en mi cara. Estaba dispuesto a romperle la cara allí mismo, pero mi melliza debió de sentir como me tensaba poco a poco a su lado porque retiró del tirón la mano y se apresuró a rodearme con ella cuello y hombros. Lástima que las armas de fuego no estuvieran permitidas en la fiesta, porque sino ya lo habría acribillado a balazos como a mis enemigo o fusilado como a cualquier judío – Aunque la compañía de mi querido hermano siempre las hace más amenas –. De pronto, sentí como mi melliza me acariciaba la cicatriz que me cruzaba la parte inferior del ojo hasta el pómulo con el reverso de la palma de su mano, y yo aparté la cara sin la intención de hacerle ningún desprecio porque; no me gustaba que nadie me tocara aquella herida, ni si quiera ella y, además, mi padre nos estaba observando con cara de desaprobación, desde la otra punta del salón-comedor. Ya habíamos tenido aquella conversación en más de una ocasión; a mi padre no le gustaba vernos a Inga y a mí tan juntos, hasta el punto de acaparar la atención el uno del otro. Casi podía oír cómo volvía a reprocharme la misma reprimenda, una y otra vez – “Hermann, te recuerdo que tu hermana necesita buscar un marido y tú estás prometido. No quiero que paséis tanto tiempo juntos y mucho menos que os mostréis en público tan afectuoso el uno con el otro. ¿Me he explicado con claridad?” – Si, alto y claro.

    Así que no tuve más remedio que apartarla a un lado; de forma que yo quedé entre medio de ese tal Schneider y ella. Mi hermana me miró de forma acusatoria y sorprendida, ella no estaba acostumbrada a que nadie la rechazara y mucho menos yo que la consentía en todo lo que pedía por esa boca. De modo que cuando me aseguré que mi padre no estaba mirando, le cogí de la mano y le acaricié los dedos con el pulgar en silencio, sin dirigirnos la palabra y sin mirarnos a los ojos. Mi melliza encontraría un marido tarde o temprano, pero por encima de mi cadáver iba a entregársela a ese tal Schneider. Pretendientes no le faltaban y eso me estresaba en más de una ocasión; debía buscar un hombre que estuviese seguro que la trataría como es debido, alguien como yo… – Hermann, ¿dónde has estado? ¿qué me has traído, esta vez? – preguntó, recuperando la sonrisa en los labios. Siempre que estaba de servicio, le traía un regalo de las diferentes ciudades y países a los que estaba destinado. Metí la mano en bolsillo de la chaqueta y saqué una caja pequeña de terciopelo rojo, adornada con un lazo negro de satén. Ella hizo intención de cogerla, pero yo se la quité hasta dos veces de las manos, antes de dársela. Deshizo el lado sin mucho miramiento, con lo que me había costado atarlo al milímetro, y abrió la caja; era un anillo de oro con la forma de un águila bicéfala sobre un campo de gules. En otras palabras; un anillo ruso, concretamente se lo tomé prestado a un Iván, antes de matarlo – Oh, Hermann, ¡es precioso! – Y volvió a abrazarme y a darme un beso – Mire, ¿le gusta? – Preguntó dirigiéndose a mi ayudante, mientras le mostraba su mano y movía sus finos dedos – ¿A qué es precioso? Es una lástima que no podamos decir lo mismo del país y sus cerdos comunistas Oh, pero que maleducada soy, déjeme presentarme; mi nombre es Inga Müller, señor…

    -Schneider, Gilbert – me apresuré a cortarle, antes de que pudieran volver a entablar otra molesta conversación –. El señor Schneider va a ser mi ayudante, de ahora en adelante – Le expliqué con calma. A lo que ella respondió con otra mirada y sonrisa provocativa, yo sabía muy bien lo que pensaba y por supuesto no tardó en manifestarlo en voz alta – Pues tienes un ayudante muy guapo – ¿¡Qué!? Durante un segundo me quedé mirando a mi hermana y luego a ese tal Schneider; era un hombre como el que más, aunque tenía que admitir que todas las mujeres de la fiesta había girado la cabeza en más de una ocasión para dirigirle una mirada acompañada de una sonrisa. Seguro que sus respectivos maridos, estaban tan celosos o más que yo – Hermann – De pronto una voz débil me llamó por mi nombre, era mi futura esposa; a diferencia de mi hermana, ella era bajita, tenía el pelo marrón y los ojos castaños. A decir verdad, todo en ella era lineal; no era guapa, pero tampoco fea… sino normal, como el resto de la mayoría si las comparaba con mi melliza – Sabía que te encontraría con Inga… – Su voz era apenas un susurro, aunque en realidad era un reproche. Miró en dirección al anillo de mi hermana y se cubrió con una mano el anillo de compromiso que le había regalado; más pequeño y por supuesto no tan llamativo. Con todo el follón de mi nuevo ayudante y mi hermana, se me había olvidado por completo ir a saludar a mi futura esposa – ¿Vas a bailar conmigo…? – A lo que mi melliza no tardó en contestar por mí – Me prometió a mí el primer baile. Oh, Minna, estás tan guapa como siempre. Mira, ¿Te gusta el anillo que tu hermano me ha regalado? – Mi melliza le enseñó el anillo en sus narices, por supuesto con toda la ironía y la mala intención del mundo, no le gustaba mi prometida, aunque no tuviera ningún motivo aparente – Ya veo… – Comentó secamente mi futura esposa. Yo hice ademán de levantarme e ir con ella, me sentía culpable por no prestarle la atención que se merecía, cuando sentí como mi hermana tiraba de mi mano para que volviera al sofá. Deshice el agarre y me acerqué hasta Minna, después le di un beso fugaz en la mejilla. Ella sabía que yo no la amaba, que sólo estábamos juntos por mí deber para con mi país y los intereses de mi padre, pero, aún así, intentaba ser el buen futuro marido que ella tanto deseaba que fuera –. Claro, bailemos – La música empezó a sonar, era un baile típico y regional; hombres a un lado, mujeres a otro y después baile en pareja con los movimientos lineales de un vals; con un brazo sujetaba su mano y con el otro le rodeaba su cintura. Pero, como era tan bajita y yo demasiado alto, había ocasiones que tenía que agacharme para que pudiera alcanzar mi hombro.

    En el sofá, mi melliza echaba fuego y chispas por los ojos, mientras nos veía bailar juntos – ¿Le apetece bailar, señor Schneider? – No esperó respuesta, lo tomó por el brazo con seña y lo sacó ella misma a bailar, aunque en vez de mirarlo a la cara y sonreír, giraba la cabeza a un lado y posaba su mirada sobre nosotros. ¿Celosa? No, posesiva. Pero yo sí que estaba celoso. Dejé de mirar a Minna y me quedé mirándolos descaradamente; cualquier día de estos acabaría con una úlcera de estómago o ese tal Schneider muerto. Cuando mi hermana comprobó que había conseguido su objetivo, sonrió victoriosa, acostumbrada a ganar. Y yo dejé de bailar, me disculpé con mi futura esposa y me dirigía la mesa de entremeses de donde cogí una botella de Schnappss y un vaso, antes de dirigirme al balcón – Señor Schneider, ¿Puedo pedirle un favor? – No sé si se sentiría culpable, pero puso su mejor cara de pena y arrepentimiento, mientras lo miraba directamente a los ojos –. ¿Puede ir a ver cómo está mi hermano? La noche es fría y no me gustaría que cogiera un constipado allá fuera. Al fin y al cabo su trabajo consiste en ayudar y cuidar de él, ¿No? – Preguntó antes de separarse de mi ayudante y subir las escaleras arriba en dirección hacia su habitación.
     
    Top
    .
  5. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Escuché con interés la respuesta de la muchacha, riendo -Bueno, por mi parte le prometo ni hablar de política ni fumar puros-Comenté, divertido, nunca me había gustado fumar... aunque beber era otra cosa. Le devolví la mirada que ella me dirigía, si no fuese por ese jodido nazi ya me hubiese ido con ella a otro lugar 'más divertido'. Reí con sutileza y disimulo ante la cara que me ponía el rubio, casi que podía escuchar sus dientes chirriar... Quizás si estuviese un poco más loco de lo que ya estaba le hubiese jalado las mejillas como le hacían las mujeres mayores a los niños; pero aun me quedaba algo de cordura. Suspiré al momento en que aquella delgada y delicada mano se separó de la mía para tocar de nuevo a aquel jodido alemán... No había pasado ni media hora y ya lo odiaba. "¿Hermanos? Si yo pensaba que eran..."Pensaba, perplejo, pero es que... ¿Qué clase de hermanos se besaban en los labios y se comportaban de forma tan celosa con el contrario? Creo que o yo estaba muy atrasado en los tiempos, o ellos eran los extraños aquí.

    Me fijé en la cicatriz que sobresalía por debajo del parche al momento en que la chica la acarició "Si yo hubiese sido quien te lo arrebató tampoco te habría dejado el otro..."Pensaba, entretenido con la forma de actuar de ambos, aunque preferiría mil veces que Hermann no estuviese presente. También me percaté de como el padre los miraba con cara de 'separaos ya', al parecer no le gustaba que sus hijos se comportasen tan cariñosos entre ellos... Bueno, supongo que era comprensible, yo mismo al no conocerlos había malinterpretado la situación, pensando que eran pareja, cualquiera que los viese podía hacerlo... pues, a mi parecer y puede que al del señor Müller también: esa forma de tratarse era bastante extraña; por favor, parecían dos enamorados... Excluyendo los coqueteos de la fémina para conmigo, claro.

    Por un momento pensé que sería mi oportunidad al ver que la apartaba -Tss...-Oh no, claro que no, el señorito no hizo otra cosa que ponerse en medio de ambos, estaba claro que no pensaba dejar que me acercase a ella... Miré hacia otro lado, nunca había estado tan incómodo, y menos estando una mujer de por medio... El silencio incómodo fue roto por la joven, fue entonces cuando atendí, observando con curiosidad de qué se trataba el 'regalo', ni que fuese para mí... Casi me congelo al ver el anillo, aunque eso se pasó rápidamente, pues al segundo mi sangre estaba hirviendo de rabia "Este hijo de perra... ¿No solo asesino, sino que también ladrón?"Lo peor de todo es que aquel anillo me resultaba conocido... aunque no podría decir exactamente a quien pertenecía, ese emblema era común en el país por lo tanto habría miles de anillos parecidos a aquel, aunque no tan hermoso. Aunque tuve que relajarme cuando la chica se dirigió a mi de nuevo, no podía dejar que se notara, pero al escucharla decir aquello todo el encanto que tenía para mí se esfumó, se me olvidaba que ella también era tan nazi como todos los que estaban allí. -Así es, pero no es tan hermoso como usted... Por favor no ensucie su boca hablando de esos putos comunistas-¿Hipócrita? ¿Mentiroso? Si, bastante. Iba a darle mi nombre, pero de nuevo el imbécil del hermano intervino.

    -Así es-Le guiñé un ojo, encantado con la sonrisa y mirada que me ofrecía, yo no era ningún pervertido que se calentase con algo así, no, a mí solo me gustaba jugar... Su comentario sobre mí me tomó un poco por sorpresa, incluso mis mejillas se acaloraron un poco, usualmente coqueteaba con mujeres tan introvertidas que ni por asomo dirían algo así, claro que ella de introvertida no tenía nada -Por favor, comparado con usted soy un adefesio-Bromeé, ni siquiera yo me lo creía... Ella era hermosa, si, pero yo no me quedaba atrás, y no era por ser narcisista o egocéntrico... Pero muchos quisieran tener mi cara, bueno, mi cuerpo quizás no sería tan fuerte o grande como me gustaría, pues era un palillo al lado del nazi... pero la ropa lo arreglaba, y, además, aunque no tuviese una comolexión impresionante tenía porte, que para mí era importante. Y si no lo era, pues las miradas que llevaban sobre mí desde que había salido del coche no se a que se debían. Una débil voz me hizo apartar los ojos de la llamativa rubia, sorprendiéndome un poco al ver a la castaña... Era igual que una pequeña muñeca de porcelana, no era tan hermosa como Inga, pero tenía su encanto, o al menos así era para mí. Le sonreí con amabilidad, notando al instante en que volvió a hablar la mala relación que tenía con la mencionada, y también los celos al ver el anillo que le había regaladl a su hermana, también pude fijarme en como cubría el propio disimuladamente "Así que esta si que es su prometida..."Pensé con cierta curiosidad... Casi me echo a reír ante la pequeña 'pelea' entre ellas, siempre había adorado las indirectas que se lanzaban las mujeres cuando no se caían bien, eran juegos inteligentes no como los de los hombres, que al segundo lo arreglaban todo a golpes... y lo digo así porque yo no me incluyo, digamos que en ese sentido soy más como una mujer, aunque si hay que arreglarlo peleando físicamente al fin y al cabo, aunque trate de evitarlo en ocasiones, tampoco me molesta mucho. Al final el alemán me hizo un favor y se fue con su prometida, dejándome a solas con la rubia, que tampoco tenía intención de hacerme demasiado caso, estaba más concentrada en matarlos con la mirada.

    -Por supuesto-Respondí, encantado con la situación, mientras era arrastrado hasta la pista de baile... Si era para darle celos a aquel imbécil no me importaba ser utilizado para nada. Tomé con cuidado a la rubia y comenzamos a bailar, pero sin mirarnos el uno al otro, pues incluso yo miraba hacia la otra pareja solo para ver como el hombre se retorcía de rabia al ver a su hermana en mis brazos... La única que me daba pena en todo esto era la pobre castaña, que era terriblemente ignorada. Reí sin disimularlo al ver a Hermann irse como alma que se lleva el diablo, hecho una furia. Volteé hacia Inga tras escucharla hablar -Haa... mujeres-Resoplé mientras ella se alejaba.. dejándome plantado... Aunque, solo por molestar, lo haría. Pero antes me acerqué a la chica de los cabellos castaños -No se preocupe, cuando tenga más seguridad en sí misma ella no tendrá nada que hacer a su lado-Le regalé una de mis sonrisas bajo las miradas celosas del resto de mujeres de alrededor... Ya que a la pobre nadie le hacía caso, al menos yo quería hacer que se sintiese algo valorada, aunque ni siquera me conociese, después de todo, probablemente nunca más nos volveríamos a ver.

    Después me acerqué a la mesa de entremeses al igual que había hecho el otro, llenándome un vaso antes de dirigirme al balcón junto a él, tal y como me había pedido la rubia -No vengo a molestar-Mentira, pero no quería que me matase allí mismo... -Me ha enviado su hermana, está preocupada..-Me recargué en la barandilla del balcón, dándole un par de tragos a la bebida de paso, observando el cielo... tenía un sabor muy fuerte, pero no era tan malo -Es comprensible que se le moleste conmigo... si yo tuviese una hermana como ella también actuaría así, señor Müller...-Le observé de reojo, dándole un nuevo trago a la bebida. Tres jodidos tragos y ya empezaba a sentir mi rostro acalorarse -Pero tenga claro que yo no pienso hacerle nada, aunque no le guste, he venido a trabajar y después no tendrá que volver a aguantarme-Reí, claro que con no hacerle nada me refería a nada que ella no quisiera, pero eso no lo podía decir... Además, tenía que aprovechar a tratar de caerle un poco mejor, sino sería un problema para mi misión... Una de dos, o le caía al menos un poco mejor, o me odiaba todavía más.
     
    Top
    .
  6.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    Estaba yo tan tranquilo o mejor dicho intentando tranquilizarme a mí mismo, mientras me llevaba una copa de Schnappss a los labios y sentía el crudo invierno de Hamburgo sobre mi piel cuando, de pronto, mi ayudante se colocó a mi lado sin previo aviso, perturbando mi paz interior, y molestándome sin ni si quiera haberlo invitado a beber conmigo, llevaba una copa de Schnappss en su mano – Su sola presencia me molesta – le aclaré, por si todavía le quedaba alguna duda al respecto y con la intención de que se marchara bien lejos. Al no ser así giré la cabeza a un lado y lo miré por encima del hombro con desprecio y claramente enojado, mientras lo escuchaba hablar con atención; o me estaba ignorando o no se daba cuenta de ello. Y no sabía decir cuál de las dos opciones era peor. Con la primera me decía que no tenía ninguna clase de respeto por su superior, por lo que nunca podría ser un buen ayudante, y la segunda hablaba de su cualificación en el trabajo, al no poder captar una indirecta tan directa como aquella – Por mí como si le envía el mismísimo Hitler en persona; no quiero volver a verle la cara otra vez excepto en lo estrictamente necesario, es decir cuando estemos de servicio, ¿le ha quedado claro? – apuré la copa de Schnapps y me serví un segundo vaso – No estoy molesto con usted, estoy más que eso; se ha entrometido en mi vida laboral y privada; no necesito a ningún ayudante para hacer bien mi trabajo y tampoco quiero que vuelva a hablar con mi hermana de eso modo si no quiere tener problemas conmigo. Usted no me conoce, así que por su bien no se tome tantas confianzas para creer que sabe lo que siento – pero, cuando lo escuché hablar de mi melliza se me torció el norte y me acerqué a él más de lo estrictamente necesario hasta que nuestro rostros quedaron a escasos centímetros de distancia, cara a cara – Por supuesto que no va a hacerle nada porque, sino, me encargaré personalmente de convertir su vida en un infierno, antes de deportarlo al sur de Alaska. ¿Me he explicado con claridad, señor Schneider?

    -¡Hermann! – me llamó mi padre acercándose en dirección a nosotros con una sonrisa en la cara, mientras yo me apartaba disimuladamente de mi nuevo ayudante para devolverle su espacio vital – Oh, ¿Ya os habéis hecho amigos? Veo que cada vez os lleváis mejor, si, cualquier día de estos hasta podemos invitarlo a cenar con nosotros o incluso podría ser tu futuro nuero – mi progenitor se echó a reír a carcajadas y yo me quedé en estado de shock durante un segundo que me pareció eterno, aunque supe reaccionar a tiempo y devolverle mi mejor sonrisa mientras pensaba para mis adentros – “Antes me lo cargo y cuelgo su cabeza en la pared de mi despacho” – después miré a mi nuevo ayudante, sin dejar de sonreír – Sí, podría ser… cuando el sol salga por el oeste y se ponga por el este, cuando los comunistas ganen la guerra y el Tercer Reich caiga en manos invasoras – no estaba bromeando, pero mi padre lo interpretó como tal y siguió riendo, mientras yo me unía a él y nos reíamos cada uno de su propio chiste – Seños Schneider, espero que esté disfrutando de la fiesta tanto como nosotros, si me permite tengo que robarle a Hermann sólo serán unos minutos – y mientras nos alejábamos – Hermann, el topo… – vi a mi hermana melliza acercándose en dirección a mi nuevo ayudante.

    -Buenas noches otra vez, señor Schneider – mi hermana se enrolló en torno a su brazo y reposó la cabeza en su hombro – ¿Tendría el placer de hacerle compañía a una dama? – preguntó con doble intención, mientras le miraba directamente a los ojos y sonreía de forma provocativa, dejando al descubierto una perfecta sonrisa blanca enmarcada de carmín – O… ¿tiene otras cosas mejores que hacer? – ahora le rodeaba el cuello con ambos brazos y se acercó muy despacio hasta su rostro, para después darle un beso en la mejilla y deslizarse hasta su oído – Me gustan los hombres con poder, señor Schneider, y usted no sólo lo tiene, sino que además es atractivo; rubio, con ojos azules y piel blanca, tal y como… – mi hermano –…a mí me gustan. Venga conmigo esta noche – le susurró, tomándolo de la mano.

    La fiesta ya estaba tocando a su fin y los pocos invitados que quedaban ya se estaban dirigiendo hacia el aparcamiento para regresar a sus respectivas casas. Momento que mi hermana aprovechó para subir rápidamente por las escaleras con mi ayudante de la mano, a escondidas, y conducirlo hasta una habitación. Al parecer era un dormitorio; el suelo era de mármol blanco y las paredes estaban pintadas de azul claro. En el medio había una cama de madera de ébano, bastante grande por cierto. Un armario ropero doble, que llegaba de un extremo a otro. Y un escritorio rodeado de estanterías llenas de libros. Una vez dentro, mi hermana empujó a mi ayudante a la cama y se apartó de él mientras sonreía – Espéreme aquí, ahora mismo vuelvo – le dijo, mientras se dirigía en dirección al cuarto de baño. Entretanto yo subía por las escaleras en dirección a mi cuarto, giré el pomo y abrí la puerta cuando, de pronto, mi futura esposa me llamó y me di la vuelta, de espaldas al dormitorio, para esperarla – “¿Y ahora qué?” – pensé, cansado.
     
    Top
    .
  7. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Aun con sus 'agradables' respuestas mantuve mi sonrisa mientras por dentro lo insultaba todo lo que podía y más, simplemente me dediqué a ignorar sus desprecios y sus malas caras, estaba claro que llevarme bien con un descerebrado como aquel iba a ser imposible. Arrugué la nariz sin poder disimularlo, le detestaba. -Si señor-Lo dije serio, pero realmente me estaba burlando con todl mi, descaro. Resoplé teniendo que aguantarle las tonterías "Parece una mujer con la regla"Pensaba, entretenido, mirándole de mala manera al momento en que se acercó tanto, una cosa era que me amenazara y otra que invadiese mi espacio personal, y eso si que no pensaba permitírselo -Déjeme aclararle algo... Si me he metido en sus 'importantes asuntos' no es por gusto, y si hablé así era por tratar de ser amable, claro que usted al parecer no conoce ese término. Y ya que usted se da la libertad de amenazarme y darme órdenes innecesarias yo le daré una advertencia: vuelva usted a acercarse tanto y no controlaré mis actos-Hablé con seriedad, solo me faltó soltarle el 'nazi de mierda', claro que me controlé lo suficiente como para callarme la boca.

    De un momento a otro el viejo volvió a interrumpir, por lo que se apartó como si nada según el hombre se iba acercando... Reí junto al hombre, si, muy buena broma... antes muerto que emparentar con aquella mala bestia, quien no tardó en contestar con otra 'broma' que no me hizo ni la más mínima gracia, aunque continué riendo "Cuando menos te lo esperes"Fue lo único que pensé al respecto, escuchando con atención al nazi -Oh, por supuesto-"Por mí como si se lo lleva al centro de la Tierra y lo deja ahí..."Mas justo cuando iban una conversación que me interesaba, la rubia irrumpió, impidiendo que pudiese escuchar nada "¡Joder! Que oportuna"Pensaba, irritado, mientras la escuchaba hablar.

    -Buenas noches, señorita Müler-Mi tono era cortés, aunque en aquel momento lo único que quería era quitármela de encima para poder ir a escuchar lo que aquellos dos decían... La observé con curiosidad tras aquella pregunta, para luego sonreír "A tu hermano le encantará la idea" -Si la dama me lo permite...-Respondí de forma igual de provocativa que ella, que me miraba a los ojos y me sonreía... -Nada mejor que estar en su compañía, señorita..-Le susurré al igual que ella a mí, tomando con delicadeza su cintura, sonriendo divertido ante aquel beso que acabó por caer en mi mejilla.. escuchando sus palabras "Si tu hermano te viese así... "Al final esa noche acabaría mereciendo la pena. -Como guste-Me dejé llevar por ella, subiendo las escaleras casi a la carrera mientras los invitados se iban a sus respectivas casas, y yo debería estar en ese grup, pero no, ahí estaba yo.. Subiendo a escondidas con una alemana, hermana de mi ahora nuevo peor enemigo, hasta su habitación... Si esta operación no salía bien, al menos tendría esto como consuelo.

    Entramos a un enorme dormitorio, con una sosa decoración al menos a mi gusto y bastante impropia de los gustos de una dama como ella lo que me hizo dudar, ¿Sería esa realmente su habitación? Según entramos acabé directamente tirado en la cama, pero antes de poder atraparla escapó, diciéndome que la esperase mientras entraba a lo que suponía era el baño... Me estiré en la cama, no pudiendo evitar el dejar salir una risa silenciosa "Por Dios.. que mujer..."Pensaba, observando la puerta por la que se había metido... hasta que escuché pasos acercarse -¡Joder!-Me quejé en un susurro, mirando a todos lados y acabando por abalanzarme al suelo, escondiéndome debajo de la cama justo cuando la puerta se abría... Entonces escuché aquella voz "¿E-esta es... la habitación del hermano?"Pensaba, erizándome... ¡Esa mujer estaba loca! ¡¿Cómo se le ocurría llevarme allí?! Esti tenía que ser una broma.
     
    Top
    .
  8.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    -Hermann, me preguntaba si querías... si querías… que me quedase a dormir con-contigo esta noche – mi futura esposa tenía la cara roja de vergüenza, mientras miraba en dirección hacia el suelo y entrelazaba sus manos con nerviosismo – Como quieras – en realidad me daba exactamente igual. Yo estaba muy cansado y después de una dura jornada de trabajo, lo único que me apetecía era irme a dormir pronto. Ambos entramos en el dormitorio cuando, de repente, mi hermana salió del cuarto de baño; llevaba sólo puesto la ropa interior, de modo que cuando nos vio se sobresaltó tanto que dio un grito y volvió corriendo al baño… donde se escondió y de donde minutos después salió vestida con un albornoz mío para cubrir su pudor – ¿Qué haces aquí, Inga? – fruncí el ceño, confundido; mi melliza y yo siempre habíamos dormido juntos, pero desde que crecimos nuestro padre nos prohibió volver a hacerlo, además yo tenía que viajar constantemente cuando estaba de servicio de modo que nos fuimos distanciando, poco a poco. Minna a mi lado abría la boca, sorprendida; ella sentía envidia de Inga por ser hermosa y creía que esa era la razón fundamental por la que yo nunca podría amarla, y en cierta forma así era pues en mi vida no había más espacio para otra mujer que mi querida hermana y para la venganza – Esto… yo… pensé que hoy podríamos dormir juntos, hace tanto tiempo que no lo hacemos – me estaba mintiendo, lo supe por dos razones evidentes; ella nunca dormía en lencería y la silueta de la cama no pertenecía a mi melliza. Mi futura esposa estaba roja, pero esta vez de envidia; casi podía escuchar como sus dientes chirriaban, mientras apretaba los puños con tanta fuerza que pensé que se estaría clavando las uñas – ¿Pensabas dormir con tu hermano en ropa interior? – Inga se echó a reír a carcajadas, ambos compartíamos esa risa cínica – No, mujer, yo siempre duermo desnuda. Por cierto, hermanito, esta noche se queda a dormir el señor Schneider en casa. Buenas noches, que descanses – y dicho esto, pasó por nuestro lado y se detuvo a mi altura para darme un beso en la mejilla y salir fuera del dormitorio.

    -“¿¡Qué!?” – pensé, agitado y enfurecido al mismo tiempo; antes muerto que se quedara ese tal Schneider a dormir en mi casa y mucho menos con mi hermana. Hice ademán de salir de la habitación, pero entonces Minna me detuvo por el brazo – ¡Hermann! – gritó Minna a pleno pulmón, un poco más y me deja sordo – Es mentira, Minna, por el amor de Dios. Se trata de mi hermana – mi futura esposa me miró con rabia e impotencia; tenía las aletas de la nariz dilatadas y los labios fruncidos con tanta fuerza que apenas se distinguían – Lo sé, y eso es precisamente lo que me preocupa – después, se dirigió al cuarto de baño y dio un portazo. Yo di un largo suspiro y no tuve más remedio que ir detrás de ella como siempre, cuanto antes solucionara este problema, antes podría librarme de ella. El tiempo era crucial y estaba dispuesto a hacer lo que fuera, antes que mi nuevo ayudante campara a sus anchas por mi casa y haciendo a saber que con mi melliza. La sola idea me carcomía por dentro, como el veneno – Minna, abre la puerta – toqué tres veces a la puerta, mientras ella lloraba desconsoladamente – ¡No quiero! ¡Márchate con tu hermana! ¡Y déjame en paz! – gritó, dolida – Por favor, abre la puerta – pedí, apoyando una mano sobre esta. No hubo respuesta y al cabo de unos minutos Minna salió fuera; tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar, la nariz congestionada y los labios entreabiertos. No pude evitar sentirme nuevamente culpable, así que la atraje hacia a mí y la abracé – ¿Me amas? – ¿y qué se supone que debía contestar? Yo no la amaba y ella lo sabía, ¿por qué me hacia esa pregunta? – Si es así, quédate conmigo esta noche, Hermann, no vayas detrás de tu hermana.

    Dicho esto, ella me deshizo de la gorra de oficial y desabrochó mi cinturón de cuero marrón donde guardaba la pistola, desabrochó los botones de la guerrera y repitió el mismo procedimiento con la camisa blanca; ahora estaba desnudo de cintura para arriba. Después acortó las distancias entre nosotros y me dio un beso en los labios, mientras apoyaba sus manos contra mi pecho. Pero cuando sintió que no le correspondía a aquel beso, se apartó para mirarme a los ojos – No me amas, y nunca lo harás – estaba dispuesta a marcharse por la puerta; pero yo tenía una obligación para con mi país tanto en la batalla como para darle hijos al Tercer Reich. Y quizás por ese motivo la cogí de la muñeca y la empujé contra la cama – “Cuanto antes acabemos con todo esto, mejor” – pensé para mis adentros. El sexo fue intenso entre nosotros; cargado de rabia y rencor por su parte, e indiferencia y obligación por la mía. Hubo besos vacios, mordiscos de pasión y arañazos cargados de resentimiento. Por supuesto, no nos conformamos con la cama y acabamos en la mesa del escritorio entre informes y papeleo y rodando por el suelo. Al final del todo; acabé con la espalda destrozada de arañazos y una pila de papeles por ordenar que con suerte terminaría para año nuevo. En otras palabras; el sexo había estado bien, pero no lo compensaba.

    Recogí mi ropa para después tirarla al cesto de la ropa sucia y tomé del armario una muda limpia, antes de dirigirme al cuarto de baño desnudo. Me di una ducha lo más rápido que pude y me vestí con un pantalón de pijama verde y una camiseta blanca. Por supuesto el parche permaneció conmigo en todo momento, no me lo quitaba por nada ni nadie en el mundo. Tenía el pelo húmedo y despeinado, y algunos mechones rebeldes caían por mi frente, pero por más que los tirara hacia atrás volvían al mismo sitio otra vez. Y sólo cuando me aseguré que mi futura esposa estaba dormida, salí del dormitorio para dirigirme al cuarto de mi hermana a escondidas. Una vez dentro cerré la puerta y me metí bajo las sábanas; ella sabía quién era yo, así que volteó hacia mi lado y se enredó en torno a mi cintura con piernas y brazos, mientras reposaba su cabeza en mi pecho. Me alivié de verla dormir a solas y no con ese tal Schneider. De modo que yo también la abracé rodeándola entre mis brazos y reposé la cabeza sobre su pelo – ¿Hmmm… señor Schneider?

    SPOILER (click to view)
    a) va a buscarte y tienes problemas xD pero acabas convenciéndolo no sé como y acaban los dos borrachos.
    b) día siguiente, desayunan, se van al campo de tiro, luego al campamento militar, hacen un descanso para comer... y puedes intentar emepzar con tu verdadera misión.
     
    Top
    .
  9. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    SPOILER (click to view)
    A xD
    Perdona me ha quedado muy corto pero no pude sacar nada más:'3


    Escuché la conversación sin poder evitarlo, pues estaba claro que me interesaba y mucho, en especial cuando intervino Inga, casi se me escapa la risa, lo que no me hizo tanta gracia fue que dijese que yo me quedaría "Su hermano me va a buscar y como no me encuentre mañana estaré muerto"Pensaba, quieto y tenso como una estatua, y más que nervioso... Resoplé, estaba metido en un buen lío... Pero eso no fue lo peor de todo, no, lo peor de todo fue tener que aguantar las peleas de pareja de aquellos dos "Menudo insensible"Pensaba, escuchando los gritos de la chica, a mi me daría vergüenza que una mujer estuviese en ese estado por mi culpa, claro que aquel bruto no sabía lo que era la vergüenza ni mucho menos... Pero aquella situación fue aun a peor, al menos para mí, porque acabaron en la cama... y al estar debajo los rebotes no eran nada agradables, y mucho menos los 'sonidos'... Sentía mi rostro arder, después de aquello ya no podeía ver a ninguno de los dos de la misma forma, y ella me daba un poco igual, pero él era al que tendría que aguantarlo cada día hasta que comoletase mi misión "Maldición, Inga... ¡tendrías que estar ayudándome a salir de aquí!"Pensaba, desesperado, si continuaba así incluso yo tendría un problema por allá abajo... Pero no solo estuvieron desahogándose en la cama, sino que también probaron el resto de la habitación, incluso el suelo, y si no estuviesen tan 'concentrados' habría jurado que me habían visto. Gracias a Dios acabaron rápido... según lo que podía escuchar la mujer se había quedado en la cama y Müller estaba en el baño donde se pasó un buen rato... "A saber qué hará"Pensaba, divertido.

    Suspiré con un gran alivio al escuchar la puerta abriéndose y él saliendo, posiblemente iba a comprobar que no estuviese con su hermana "Esta es mi oportunidad"Pensaba, ya que no escuchaba ningún ruido poco a poco salí de debajo de la cama... Para mi mala suerte la castaña seguía allí, con cara de cansancio y malas pulgas y con los ojos bien abiertos después de que su prometido saliese por la puerta... Al verme se puso roja como un tomate, comprendiendo lo sucedido y poniéndose completamente roja. Yo le regalé una sonrisita nerviosa y puse mi dedo índice sobre mis labios, en petición de que no dijese nada, ella asintió "Menos mal que se me ocurrió decirle algo en la fiesta"Pensaba, saliendo rápidamente de allí, sintiendo mi corazón latir con fuerza por la adrenalina de ser atrapado, no podía arriesgarme a buscar una habitación vacía así que acabé abajo de nuevo, no había nadie... Pero por suerte tenía el licor que había quedado para entretenerme.

    Me senté al pie de la escalera, observando el techo "Esto va a ser complicado..."Pensaba, tenso, esperando el momento en que el alemán bajase a cortarme la cabeza y lo peor, sin haber conseguido hacer nada... Porque no había hecho nada, es decir, ¡Ni siquiera la había podido besar en los labios! Lo más parecido que tuve a ese tipo de contacto fue un simple beso en la mejilla. Menudo desastre de día, pero la culpa no era mía y es que: ¿Cómo se le ocurría llevarme a la habitación de su hermano si él iba a dormir allí? No se si lo había hecho a propósito o no, pero vamos... Abrí la botella, dándole un largo trago y pensando en posibles excusas para cuando el hombre bajase, aunque posiblemente no se creería ninguna, pero al menos debía intentarlo... Aunque la idea de que viniese enfadado después de haberle visto hacer 'aquello' se me hacía bastante graciosa.

    "Y yo que pensaba que aquella muchacha era de las que permanecían vírgenes hasta el matrimonio... ¡Menuda sorpresa Y encima no lo hacían tranquilito, menudo par de bestias"Ahogué una risita mientras daba un segundo trago, comenzando a desatar la chaqueta y parte de la camisa, era una especie de manía que tenía cuando el alcohol comenzaba a hacerme efecto pues, según yo, tenía mucho calor... "Ahora mismo tendría que estar con esa rubia... o durmiendo... Pero no, estoy sentado en las escaleras de la casa del enemigo con una botella de alcohol después de haberme escondido debajo de una cama, que por cierto debería haberme escondido en el armario por razones obvias, y esperando a que un transtornado obsesionado con su hermana venga a pegarme una paliza"Pensaba, resoplando mientras me acomodaba en el escalón, bebiendo de nuevo de la botella.
     
    Top
    .
  10.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    SPOILER (click to view)
    No te preocupes, ya te dejo arsenal para un rato :P

    -¿¡Qué has querido decir con señor Schneider, Inga!? – pregunté, enojado, para luego apartarme de ella, levantarme de la cama y encender la lámpara de la mesita. Tenía el ceño fruncido y las aletas de la nariz dilatadas, mientras apretaba los dientes con fuerza y los puños hasta el punto de clavarme las uñas. Estaba muy enfadado y lo peor de todo es que me sentía traicionado por mi propia hermana, mi sangre, mi todo – Hermann, eras tú… – susurró ella, sorprendida, apartando las mantas a un lado y cubriéndose con un albornoz blanco, ahora la cama era lo único que se interponía entre nosotros dos. Y, por supuesto, su engaño – ¡Pues claro que soy yo! ¿¡Quién iba a ser sino!? ¿¡El señor Schneider, por ejemplo!? – respondí, fuera de mí, desde la rabia y la impotencia, ahora mi voz había adoptado un matiz irónico – Hermann, no es lo que parece, te lo puedo explicar… – mi melliza bordeó la cama en dirección mía, pero yo retrocedí un paso atrás; no quería tenerla cerca y mucho menos que me tocara. No, porque si no sabía que el cabreo no me duraría ni un segundo más y acabaría por perdonarla, como siempre hacía. Al ver mi reacción mi hermana se detuvo y se quedó mirándome fijamente a los ojos, herida, en cualquier momento rompería en llanto y empezarían los lamentos – ¿Qué vas a explicarme? Eres mi melliza, mi otra mitad; sé lo que sientes, sé lo que piensas… además, te recuerdo que mi trabajo, como miembro activo del servicio de contraespionaje, consiste en buscar mentiras y descubrir la verdad entre otras cosas – fue entonces Inga se cubrió la cara con las manos y se puso a llorar desconsoladamente. Siempre jugaba sucio conmigo porque sabía muy bien que yo no podía verla así, se me partía el corazón en dos, por no hablar del sentido de culpabilidad; de manera que fui yo quien cedió como siempre y me acerqué hasta ella para darle un abrazo reconfortante. Mi melliza me correspondió de buen agrado y rodeó mi cintura con sus brazos, mientras escondía la cara en mi pecho – Lo siento – murmuré a regañadientes, rodeándole sus hombros con los brazos y apoyando mi mejilla contra su pelo – Hermann, el señor Schneider me gusta mucho – segunda puñalada – ¿Podrías… podrías intentar llevarte bien con él? Al fin y al cabo va a ser tu ayudante, ¿no? sólo dale una oportunidad – tercera puñalada – Y, de ser así, ¿podrías conseguirme una… cita? ¡Por favor, por favor, por favor! ¡Hermann! ¡Di que sí! – Yo me quedé muy quieto y en silencio, durante el par de minutos más largos de toda mi vida – Claro, hermanita… ya sabes que por ti hago lo que sea.

    -“¡Y UNA PUTA MIERDA!” – pensé después de abandonar la habitación de Inga, hecho todo una furia. El primero en pagar mi malhumor fue el sillón de cuero negro que había en el pasillo; lo cogí con ambas manos y lo estampé violentamente contra la pared, antes de patearlo repetidas veces y volver a arrojarlo contra el suelo de nuevo. Después le tocó el turno a una estantería, seguido de un cuadro y hasta finalmente un espejo; todos acabaron rotos y hechos pedazos. Di un grito, enojado, suerte que tanto puertas, paredes y ventanales eran herméticos y estaban insonorizados para evitar que los disparos penetraran dentro o que las bombas nos dejaran completamente sordos, porque sino creo que hubiera despertado a todo el mundo. Unos veinte minutos después, cuando me hube calmado; inspiré profundamente para mis adentros y solté el aire poco a poco, y los mechones rebeldes empapados en el sudor de mi frente volví a ponerlos en su sitio, mientras los peinaba hacia atrás con las manos. Me quedé mirando mi dormitorio; ni quería casarme con aquella mujer, ni tenía ganas de dormir, mucho menos quería ser amable con mi ayudante, y pedirle una cita para con mi querida hermana a la mañana siguiente. De modo que, ante las situaciones adversas y los problemas que no dejaban de acumularse, decidí dirigirme escaleras abajo y emborracharme durante toda la noche – “A la mierda” – pensé cuando, de pronto, mi melliza volví a interrumpirme otra vez, asomando la nariz por la puerta – Hermann, ¿podrías buscar al señor Schneider y mostrarle su habitación, por favor? – juraría que tenía un tic nervioso en el ojo, pero aún conseguí sonreír… sólo esperaba que no se percatara del desorden que tenía detrás de mí – Si, claro, no te preocupes por nada – Inga me devolvió la sonrisa y volvió a cerrar la puerta, mientras mi sonrisa se deshacía en mi boca.

    -“Me lo cargo, ya verás” – pensé, bajando las escaleras de madera cuando, de pronto, me encontré nada más ni nada menos que con el susodicho de mi nuevo ayudante; estaba sentado en un escalón con una botella de alcohol en la mano. En aquel momento no supe si quería estrangularlo con mis propias manos para asfixiarlo o invitarlo a beber conmigo hasta que ambos acabáramos borrachos perdidos. Gustosamente me hubiera decantado por la primera opción, lástima que no supiera negarle nada a mi querida hermana – Buenas noches, señor Schneider, le estaba buscando. Por favor, disculpe mi mal comportamiento de antes para con usted, creo que le he juzgado mal desde un principio; últimamente ando algo susceptible con todo el mundo y me enojo con mucha facilidad por estúpidas minucias sin importancia. Pero usted ya me entiende, nuestro trabajo nos hace desconfiados por naturaleza, ¿verdad? – mis palabras eran cordiales, a diferencia de las miradas asesinas que le dirigía. Era importante ver qué clase de reacciones tenía, porque eso me diría mucho de su personalidad – En fin, como sea, MI hermana me ha dicho que se queda a dormir esta noche en MI casa. Pero, como no hemos empezado con buen pie, me gustaría ofrecerle una buena cerveza para… celebrar nuestro comienzo. Sígame, si es tan amable – Lo dirigía al comedor del ala oeste; había un sofá de cuero marrón y dos sillones del mismo material entorno a una chimenea de leña. Los suelos estaban recubiertos con moquetas de piel de animal y las paredes con cuadros y espejos, pero si hay uno que llamaba la atención era el que estábamos la familia reunidos; mi madre estaba sentada sobre una silla y mi padre colocaba una mano en su hombro, mientras mi hermana se situaba entre mi progenitor y yo. A penas era perceptible el detalle, pero nosotros nos cogíamos también de la mano.

    -Siéntese, señor Schneider… por favor – casi se me olvidaba decirlo. Me dirigí a una armariada y saqué una caja de puros y dos jarras de cerveza que previamente rellené, antes de servirle una – Prost, por nuestra futura… amistad – dije chocando la una con la otra. Le di un buen trago y casi la había terminado, pero como buen alemán aguantaba el alcohol y hacían faltan más de cinco para que cayese rendido – Espero que sea de su agrado. Oh, vamos, no sea tímido, beba; cerveza tenemos de sobra – bromeé, sonriente. Si había aceptado a toda aquella pantomima no era únicamente porque mi hermana me lo hubiera pedido, sino por descubrir la verdadera identidad e intenciones de mi nuevo amigo, el señor Schneider; si no tenía nada que esconder mi padre ya estaría organizando planes de boda, si mentía y descubría algo sospechoso juro por Dios que acabaría por suplicarme que le pegara un tiro a la cabeza. Era difícil de explicar, pero creo que con mi sonrisa le había transmitido todo lo que pensaba. De modo que tomé todo esto como una misión; la más importante de todas, porque se trataba de mi melliza y no pensaba entregársela a cualquiera. De hecho no pensaba si quiera en entregársela a alguien – Conozcámonos un poco mejor, su ficha técnica ya me la sé de memoria; ¿está casado? ¿con hijos? ¿prometido? O… ¿es uno de esos mujeriegos? – nótese el desprecio que puse en mi última pregunta – Oh, espere, ahora voy a por más cerveza, todavía no estoy lo suficientemente borracho – yo ya la había terminado, y por cortesía le dejé una al lado por si se quedaba con más ganas - beba, beba, tenemos toda la noche por delante y muchos barriles de cerveza.
     
    Top
    .
  11. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    SPOILER (click to view)
    Por fin, ánimos venid a mí(? Con las parrafadas que había escrito y ahora se me queda solo en esto :'3


    De un momento a otro comenzó a armarse estruendo, escuchándlse golpes, ruidos e incluso cosas romperse además de gritos. "¿Quién es el animal?"Pensaba, tensándome al caer en cuenta de que el único que se podría comportar así se trataba del hermano de la hermosa rubia, lástima que estuviese lo suficientemente borracho como para no tratar de ocultarme. Pero aquello no se quedó allí, porque la bestia, en vez de irse a dormir con su mujer, bajó a hacerme una visita; claro que él no sabía que yo estaba por allí. No supe si salir corriendo o aguantarme allí a ver que acababa pasando, finalmente opté por arriesgarme con la segunda, temiendo por mi vída... No me apetecía demasiado un enfrentamiento físico con aquel grandullón. -Buenas noches, señor Müller-Saludé, con un tono más amable del esperado al momento de abrir la boca, escuchando sus 'disculpas'; estaba claro que me estaba buscando, eso no hacía falta que me lo jurase -Oh, no se preocupe, todo el mundo tiene sus altibajos-Me hice el tonto, por ahora el alcohol no me arectaba a tal punto como para creer en mis palabras, y mucho menos con esas miradas viperinas... Continuando escuchándole "Es muy posesivo, eso o tiene un problema con el MI"Pensaba, entretenido, jugando con la botella que ya estaba en las últimas.-Se lo agradezco-Le regalé una de mis snrisas mientras me ponía en pie y le seguía como mejor podía, el alcohol ya comenzaba a afectar.

    Me llevó hasta lo que al parecer era el comedor, un sofá de cuero con dos sillones a juego alrededor de una cálida chimenea; suelos recubiertos con moquetas de pieles de animales y las paredes repletas de cuadros y espejos, aunqje el que más llamó mi atención fue uno en el que aparecía toda la familia. "Típica imagen de familia perfecta" Pensaba, percatándome de como los hermanos se tomaban de la mano... todo ese asunto ya se me hacía demasiado extraño. También me fijé en la otra mujer, que debía ser la madre, Inga podría decir con orgullo que había heredado su hermosura, porque aquella mujer de joven debió ser la perfección humanificada, aunque los románticos dijesen que algo como la perfección no existía, para mí si. Aunque hablaba solo del físico, porque por supuesto psicológicamente solo eran unas nazis más que seguían al pie de la letra el idealismo y nacionalismo de los tiempos en aquel país.

    Asentí tras sus palabras, yendo a sentarme a uno de los sillones, observando lo que sacaba... al parecer los alemanes eran unos grandes bebedores.-Gracias-Tomé la jarra que me ofrecía sin dudarlo, aunque los puros ni los miré. -Prost, señor Müller-Sonreí con toda mi hipocresía mientras chocábamos suavemente los recipientes. Aun con mi actitud serena y feliz era muy consciente del peligro en el que me encontraba, como se me fuese la lengua estaría en un problema; aunque nunca me pasaba incluso de pequeño me daba miedo. Reí con su 'broma', dándole un largo trago a la jarra, incluso siendo solo cerveza era bastante fuerte; ni era tímido, ni mucho menos él esperana que me agradase... no me fiaba de él.

    No sabía qué era lo que pretendía con tanta amabilidad de por enmedio, era imposible que sospechase de mis verdaderos planes porque no había tenido ni un mínimo fallo a la hora de hablar pues a penas había pronunciado palabra sobre aquellos temas, así que descartando esa opció posiblemente trataría de averiguar asuntos personales con los que descalificarme ante su hermana o su progenitor... Sonreí al igual que él, definitivamente como fallara al responder me metería un tiro... Finalmente cayó la pregunta, sumado su desprecio con la última palabra "Pues ahí me has pillado"Pensaba, divertido, pero , y, cuando iba a responder, él me interrumpió, diciendo que iba a por más bebida, así que tuve que apurar lo que me quedaba en la jarra -Si, la noche es muy larga-Sonreí, pensándome lo que iba a decir mientras me servía de nuevo y daba un trago -Ni estoy casado, ni tengo hijos... Tampoco estoy prometido ni soy de ese tipo de hombre, yo soy hombre de una sola mujer-Una sonrisa radiante e incluso ensoñadora apareció entre mis labios "Hombre de una sola mujer en el momento en que encuentre la correcta"Así que al final no le había mentido del todo. -Por lo que he visto.. ¿Usted está prometido, no?-Pregunté con la intención de que hablase de ello, tratando de desviar la atención de mí mismo.

    Simplemente quería ver qué era lo que decía sobre su prometida, o lo que pensaba sobre tener que casarse; posiblemente diría que 'lo hacía por amor' o por 'honrar a su patria', creo que lo segundo era lo más posible, ya no solo por sus ideas nazis, sino porque todo el mundo había visto los diferentes comportamientos que tenía a la hora de tratar con su hermana y con su prometida... Aun así era difícil que se sincerase conmigo, ya no solo por ser su asistente de imprevisto, sino por los momentos de tensión al acercarme más de la cuenta a su hermana... pero no me arrepentía, es más, me lo había pasado de lujo consiguiendo que aquel asqueroso alemán se saliese de sus casillas por mi culpa.
     
    Top
    .
  12.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    -Una sola – repetí sin mirarle a la cara, como si no me importara el tema, mientras le daba un trago a la cerveza; me estaba mintiendo, su sonrisa era forzada y sentí que estaba sobreactuando con muy poca naturalidad. Sabía que no tenía hijos o al menos no reconocidos; según el perfil psicológico que le hice en un momento y siguiendo el patrón de conducta de cualquier padre me habría enseñado las fotos de sus hijos ipso facto o los hubiera mencionado desde un principio, mucho menos estaba prometido o casado; no había mencionado a su prometida o a su mujer, ni llevaba alianza de compromiso o de boda… por no mencionar el flirteo que se llevaba con mi querida hermana en la fiesta. Eso sólo dejaba lugar a una opción; aquel hombre era mujeriego. Un hombre nunca decía lo que era o no con palabras; un hombre de verdad lo demostraba con hechos. No necesitaba ningún tipo de justificación, no necesitaba decírmelo para que yo me percatara de ello – Ya veo… – siseé con cara de escepticismo, mientras enarcaba una ceja; no me creía ni una sola palabra y mucho menos aquellas sonrisa suya. La verdad se puede interpretar de muchas formas distintas; yo sabía que la estaba tergiversando o no me la estaba contando todo. Y eso no hacía sino enfurecerme más de lo que ya estaba por dentro, hasta el punto de que a la siguiente mentira que descubriese acabaría cogiéndolo por el cuello – “Y una mierda te voy a entregar a mi hermana en matrimonio, acércate a ella de nuevo y te pego un tiro, capullo” – pensé para mis adentros, mientras le devolvía otra sonrisa hipócrita para que creyese que me había creído aquella mentira y que todo iba como la seda – Pues debería ir pensando en hacerlo, ¿no? Es su obligación para con el Führer y el Tercer Reich, aunque otros se toman esta misión muy en serio… Discúlpeme, señor Schneider, pero no lo entiendo. ¿Cómo un hombre apuesto con un buen trabajo y sin ningún tipo de compromiso no ha pensado ya en casarse y tener hijos? Por lo que he visto… mujeres no le faltan a su alrededor.

    Pero, entonces, mi ayudante me hizo una pregunta que me hizo desviar el tema de conversación; no sabía si lo había hecho a propósito para cambiar de tema, hecho que reforzaría mi teoría, o lo había hecho sin darse cuenta, ¿demasiada cerveza? – Si… es correcto; Minna y yo estamos prometidos. Si todo sale según lo planeado, nos casaremos a final de año – admití sin ningún tipo de pasión o júbilo en mi voz, mientras me recostaba en el sillón de cuero y cruzaba las piernas sin dejar de mirar el poso de la cerveza claramente amargado con aquella situación; estaba incómodo hablando de ese tema en particular con un desconocido, de hecho nunca, antes, lo había hablado con nadie que no fuera con mi padre. Nunca, antes, había dado mi opinión al respecto y nunca, antes, me lo había cuestionado; mi parecer sobre todo aquello importaba bien poco y a mi progenitor lo único que le interesaba eran las alianzas políticas con hombres poderosos. Hecho por el que yo tenía que casarme con Minna y, de paso, también cumplía con la obligación moral de darle al Führer y al Tercer Reich un hijo. Ese… era el plan, al igual que mi padre también tenía uno para mi hermana para mi desgracia. Pues pensé que si accedía a casarme con aquella mujer; a la que ni amaba ni conocía, dejaría en paz a mi melliza y sería libre para casarse con quien ella quisiera. Que ingenuo, que estúpido… y pensar que conmigo se habría conformado.

    -Pero no quiero hacerlo; aunque una cosa es querer y otra muy distinta es poder hacerlo o no – acabé el poso de la cerveza; no estaba borracho, pero a la mañana siguiente cuando me arrepintiera de contarle todo aquello le echaría las culpas al alcohol. Me levanté del asiento y nos serví otras dos copas más, antes de incorporarme hacia delante, cerveza en mano, mientras le miraba fijamente a los ojos – Minna es la mujer con la que todo hombre sueña; es guapa, inteligente, con una carrera brillante y proviene de una buena familia… pero yo no la amo y por eso mismo no la merezco. Ella merece a un hombre que le de todo lo que yo no puedo darle; amor, hijos, un futuro, envejecer juntos… pero, si ni quiera sé si me meterán una bala mientras duermo en la trinchera, ¿cómo puedo atreverme a fantasear con un mañana? Esto es la guerra, pero hay quienes se aprovechan de esta circunstancia para formar alianzas poderosas entre las casas más influyentes y así labrarse una reputación entre los hombres más allegados a Hitler. ¿Entiende lo que quiero decirle, señor Schneider? – le di un trago a la cerveza – En resumidas cuentas; lo nuestro es un matrimonio concertado, la diferencia es que ella lo desea tanto como el resto y yo no.

    -Y se preguntará; ¿por qué? – yo sonreí con sorna, como si me estuviese riendo de un chiste que sólo yo entendía, mientras deshacía el nudo del parche que cubría mi ojo derecho hasta deshacerlo por completo y así mostrarle lo que había debajo; tenía el ojo cerrado y una cicatriz de arriba abajo cubría todo el párpado desde la ceja hasta el pómulo. A la gente le desagradaba esa visión y no esperaba que con mi nuevo ayudante fuera distinto – Porque yo, señor Schneider, no tengo tiempo para esta clase de juegos absurdos; ¿amor? ¿matrimonio? ¿hijos? no. Mi padre y el alto mando alemán parecen haber olvidado lo que realmente es importante; la guerra. Ellos prefieren conspirar y parlotear como cacatúas seguros en sus salas, mientras otros nos dejamos la piel allí fuera. ¿Sabe? Yo aprendí esta lección muy joven; sólo tenía ocho años de edad cuando mi madre y yo nos dirigíamos al ayuntamiento a empadronarnos, cuando esos cerdos partisanos pusieron una bomba en el ayuntamiento y explotó con nosotros dentro. Yo fui afortunado, sólo perdí mi ojo derecho y por suerte aún tengo otro, pero mi madre perdió la vida y no tiene otra. Murieron más de cien civiles aquella tarde; mujeres y niños incluidos. ¿Qué culpa tenían? Eran inocentes, señor Schneider, no tenían… no teníamos nada que ver. Así que por eso detesto ¡odio! desde lo más profundo de mí ser a esos hijos de puta de los aliados; se creen mejor que nosotros, pero ellos hacen lo mismo. La diferencia es que no somos tan hipócritas de llamarlo daños colaterales, no, nosotros lo llamamos por su nombre; asesinato. Mi madre no merecía morir, al igual que toda esa pobre gente – y otro trago más – Por eso mismo no puedo tener el culo pegado a un asiento, mientras sé que esos cerdos siguen con vida, ¿me entiende ahora? Aquella tarde me hice una promesa a mi mismo: no descansaré en paz hasta dar con esos cabrones… y créame que cuando lo haga me suplicaran que les pegue un tiro en la cabeza. Por eso, señor Schneider, no tengo tiempo para nada más que mi venganza… y… y… mi hermana. Ella es todo lo que me queda. Cada vez que la miro… – di otro trago a la cerveza –…la veo a ella. Y me jode de sobre manera – dije dirigiéndole una mirada de advertencia, mi voz había cobrado un matiz amenazador – que cualquier otro se atreva a volver a quitármela. No pude proteger a mi madre, pero le retorceré el pescuezo a cualquiera que se atreva a hacerle daño a mi hermana, aunque me cueste la vida en ello... ya no soy ningún niño.– no, ya no lo era; toda la inocencia la había perdido, y ahora sólo había espacio para el odio y el rencor. Me habían arrebatado todo lo que yo más quería en el mundo y, ahora, yo pensaba hacer lo mismo con ellos multiplicando por diez su dolor.
     
    Top
    .
  13. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Le observé fijamente al escucharle repetir parte de lo que yo había dicho, su gesto y el arqueamiento de una de sus cejas me confirmaron la sospecha de que realmente no se había creído ni una sola palabra... "Nunca fui bueno mintiendo sobre temas personales"Pensaba, suspirando con cierta pesadez... No creía que fuese tan estúpido como para pensar que estaba casado, ni siquiera tenía marcas de haber llevado anillo alguno, así que solo le quedaba pensar en las dos restantes: prometido era difícil, porque en ese caso ya se me habría escapado decir algo al respecto; así que solo quedaba lo de mujeriego "Tampoco es tan grave, ¿No?"Pensaba, suspirando, rogando porque ese pequeño detalle no afectase a mi misión... Supongo que a lo que más afectaría sería a la hora de acercarme a su adorada hermana, porque, sabiendo ahora que soy un mujeriego y, con el 'cariño' que ya me tenía anteriormente, como me acerque a menos de diez metros me metería un tiro entre ceja y ceja. Le observé fijamente mientras hablaba, alzando una ceja al escuchar lo de 'atractivo', que inesperado; teniendo en cuenta que más de una vez me miraba como si fuese una especie de insecto gigante que se había metido en su casa.-Y lo he pensado varias veces, pero es mi propio trabajo el que me detiene. Se perfectamente que la obligación de todo hombre es casarse y darle hijos a su patria, sin embargo mi prioridad es ganar esta guerra para el Tercer Reich y, cuando acabe, si consigo salir vivo, me casaré y formaré una familia-Hablé con total sinceridad, exceptuando el detalle de lo de Tercer Reich, siendo serio por una vez. -Además, por muy buen trabajo que tenga y aunque fuese perfecto físicamente no gozo de una posición social exageradamente elevada y las mujeres siempre prefieren hombres con más... facilidades; como usted-Sonreí, molesto en parte, pues más de una amante me había dejado por hombres más poderosos, definitivamente no era algo agradable de recordar.

    Di un nuevo trago a la bebida, escuchando su respuesta con un tono no demasiado alegre, más que eso, impasible... Se recostó en el sillón, cruzándose de piernas; no, definitivamente no le hacía mada de gracia tener que casarse con ella... ¿Entonces qué era toda esa charla del puto Führer y el Tercer Reich? ¿Era su obligaciön, no? Como buen nacionalista alemán debería estar encantado con poder cumplir lo que su amado país le exigía. Para mi sorpresa comenzó a decir lo que realmente pensaba al respecto, ¿Sería cosa de la bebida? Se levantó, quedando frente a mí mientras me explicaba su situación y lo que pensaba sobre ello mientras nos servía de nuevo, mirándome fijamente mientras yo escuchaba con atención, realmente me importaban muy poco sus sentimientos, pero toda información era valiosa y podría ser utilizada... Además, en parte podía comprenderle... recargué la cabeza en el respaldo del sofá -Perfectamente...-Murmuré, dirigiendo mis ojos a él de nuevo al notar que se quitaba el parche, pudiendo observar a la perfección la cicatriz en toda su extensión... No me asustó, tampoco me dio asco ni nada parecido; había visto cosas mucho peores que esa y, algunas, bastante traumatizantes. Sonreí con cierta ironía con su siguiente comentario, al menos ese pensamiento lo teníamos en común. La historia del por qué su ojo estaba en aquellas condiciones fue lo único que me llamó la atención; sabía que mi país no era santo, que ocurrían muchos accidentes como aquel y que moría gente inocente... pero es que no eramos los únicos, su Tercer Reich cometía los mismos errores e incluso peores y, sino, que se lo preguntaran a los pobres judíos, o a los que morían acusados de ser judíos sin serlo. Y entonces por fin descubrió el por qué de su apegamiento a su hermana "Así que no soy el único loco que piensa que se parecen, ¿Eh?"Pensaba, dándole un nuevo trago a la cerveza, ya se me iba la onda.

    -¿Sabe? Al final, me va a caer bien..-Comenté, sonriéndome, era alemán, pero su propósito... debia reconocer que llegaba a ser merecedor de cierto respeto por mi parte porque si yo fuese él haría exactamente lo mismo. -Y, si me lo permite, ayudaré todo lo que pueda en ese cometido, después de todo para eso he venido, y, para mí, esa es la mejor forma en la que le puedo servir al Führer y al Tercer Reich... pero basta de eso por hoy... quiero aprovechar el tiempo que tenga libre y no me apetece hablar sobre trabajo-Añadí, cerrando los ojos unos segundos, el alcohol ya me tenía bastante ido -No estoy muy seguro de por qué me cuenta todo esto, supongo que será el alcohol, aun así gracias... Y aunque se que por muchas veces que lo repita mi palabra no valdrá nada para usted, yo respeto a su hermana...-Había notado la cara que me había puesto antes, por eso lo decía, pero bueno... mi palabra cada vez que abría la boca no parecía valer nada, así que supongo que no importaba. -Por cierto y cambiando de tema, gracias por el cumplido de antes... que sepa que es usted muy atractivo también-Le guiñé el ojo y reí, comenzaba a estar un poco 'alegre' de más.
     
    Top
    .
  14.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Alles ist erlaubt

    Group
    Clan Asesino
    Posts
    372

    Status
    Anonymous
    -Pero señor Schneider creo que está usted equivocado, precisamente esa es la cuestión por la que debemos darle hijos al Führer y al Tercer Reich; para que Alemania no se quede huérfana de niños, en caso de que pierdan a sus padres en combate ¿Lo entiende? – le pregunté, mientras volvía a ponerme el parche negro en el ojo derecho y anudármelo por detrás de la cabeza escondiendo el nudo entre el pelo – ¿Facilidades? – le pregunté, sorprendido – Los aliados son un enemigo poderoso, pero la guerra contra las mujeres son las que siempre acabamos perdiendo – bromeé, sin reírme de mi propio chiste – Le explico; una mujer alemana con una buena posición social, encontrará a un marido de la misma condición o parecida. Una mujer alemana bella y de clase media, encontrará al marido que ella elija. ¿Puede usted ver la diferencia? Da igual su posición social; las mujeres son quienes elijen y nosotros aceptamos lo que nos exigen. Mire a mi hermana, por ejemplo; ella le prefiere a usted, antes que a mí… por lo visto. Y, por cierto, hablando de ella; tenemos que hablar – volví a rellenar su jarra con más cerveza, al igual que hice con la mía – Señor Schneider usted es un mujeriego con un trabajo como ayudante, y mi melliza es una mujer con ganas de casarse que goza de una buena condición social. ¿Qué quiero decir con esto? Bien, en circunstancias normales ya lo hubiera destinado al Sur de Alaska, pero mi hermana me insistió en tener una cita con usted. Y yo estoy dispuesto a darle todo lo que pida por esa boca, porque no puedo negarle nada como ya ha podido comprobar. Por eso mismo queda usted invitado oficialmente a desayunar mañana por la mañana con mi familia, si quiere seguir adelante con esta locura. Porque créame cuando le digo que no me daría mayor satisfacción personal que se negara y así tener una excusa para; quitarlo de en medio como ayudante y deshacerme de usted para volver a recuperar a mi hermana. Aunque supongo que no me dará por las buenas esa alegría, en fin, que se le va a hacer – acabé la cerveza de un trago – Quiero que le quede algo muy claro; si quiere follarse a mi hermana, antes va a tener que pasar por el altar. Y yo trataré de hacer todo lo que esté en mi mano para impedirlo ¿me ha entendido?

    -A diferencia de usted, señor Schneider, nunca me caerá bien; se ha inmiscuido tanto en mi vida laboral como un ayudante que nunca pedí ni quise, como en mi vida personal tratando de quitarme a mi querida hermana
    – chasqueé la lengua y moví la cabeza a un lado claramente disgustado y resignado al mismo tiempo por no poder evitar aquella situación; debía ser amable con él, cuando lo único que me salía era ser desagradable. Algunos mechones rebeldes cayeron por encima de mi frente, cubriendo el parche negro con el que tapaba mi ojo derecho, yo los volví a poner en el sitio, pero ellos insistían en quedarse allí… de modo que desistí. Irónicamente hablando parecía una paradoja bastante acertada de la situación en la que me encontraba; yo siempre había sido un hombre correcto, pero por más que me esforzara que todo siguiera en su sitio el destino no pensaba lo mismo que yo. Eso me ponía de malhumor, de manera que di un suspiro y dejé aquellos mechones por el momento – No necesito su ayuda, esto es mi venganza personal; usted está aquí para acabar con los aliados, no con mis fantasmas del pasado. Lo cierto es que yo tampoco sé porque le he contado todo esto; no le conozco y ni si quiera estoy borracho, supongo que sólo buscaba desahogarme con alguien o buscar una excusa para que me traicione y lo deporten – lo decía muy en serio, pero al final acabé riéndome cual idiota resignado.

    -Pero tiene razón en algo; yo tampoco quiero seguir hablar de trabajo – me levanté dispuesto a irme a la cama; si seguía de pie a aquellas alturas significaba que no había bebido suficiente cerveza para perder la consciencia. Cuando, de pronto, su último comentario me hizo voltear la cabeza sorprendido y mirarlo con cara de desconcierto ¿Cuándo había yo dicho eso? Pero lo peor de todo fue verlo guiñarme un ojo, como si yo fuera una mujer. ¿A qué venía todo esto? Se estaba comportando de forma muy extraña – Gracias… supongo – respondí, sin notar como mis mejillas cobraban un color rosado. Después me acerqué hacia él y le quité la cerveza que todavía le quedaba. En aquel momento pensé que quizás había bebido demasiado y que quizás estaba borracho – Señor Schneider, puesto que conoce mi situación personal me gustaría pedirle un pequeño favor; no quiero volver a mi habitación, ¿podría pasar la noche en su dormitorio? Si no le… – callé, de repente, no sabía si me estaba escuchando, cuando lo vi cerrar los ojos durante unos segundos. Y ya cuando lo escuché reír, me quedé descolocado por completo – Señor Schneider, ¿se encuentra bien? O ¿necesita que le lleve a la cama?
     
    Top
    .
  15. •Shena Uchiha•
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    -Y lo entiendo perfectamente, señor Müller, pero por muy fiel que le sea al Führer y al Tercer Reich... La idea de dejar a mis hijos huérfanos de padre y a mi esposa viuda continúa siendo muy difícil para mí...-Respondí "¿Acaso este hombre cree que soy tan extremadamente descerebrado?"Pensaba, alzando una ceja, mientras observaba como volvía a ponerse el parche... Hice algo parecido a un puchero por ello, y es que le prefería sin eso puesto... Observé el techo, escuchando su comentario y acabando por reír -Que gran razón tiene...-Murmuré con una sonrisita entre los labios... aunque al escuchar la parte de su hermana se esfumó por completo "Al parecer se acabó lo bueno"Pensaba, llevando de nuevo mi mirada hacia él, para que viese que atendía...

    -Eso hasta que encuentre a un hombre con una mayor posición y más guapo que yo... Entonces no seré yo al que tengas que destinar al Sur de Alaska-Bromeé, bebiendo sin demasiada intención de detenerme. Aunque con lo que me contó después casi me atraganto, ¿Tanto se había encaprichado aquella chica conmigo? ¿O quizás era solo que quería darle celos? -Creo que tendremos el placer de vernos mañana en el desayuno, no suelo rechazar invitaciones que tengan que ver con comida-Sonreí con toda mi picardía, sin intención alguna de esforzarme en que se lo creyese; mirando hacia otro lado tras su nuevo 'aviso', su hermana me gustaba, si, pero no tenía ninguna intención de casarme con una alemana... yo no sería como mi padre -Que directo...-Comenté sintiendo mis mejillas enrojecer; aunque no estaba seguro de si era por el alcohol o por la idea ded follarme a su hermana, bastante irónico teniendo en cuenta de que eso habría hecho si no llega a ser porque él había llegado.

    Y, de nuevo, vinieron los desprecios hacia mí, desde luego no podía decir nada sin que me lo reprochase; aunque esta vez lo ignoré por completo... no me apetecía revolverle aun más. Vi con curiosidad como sus rubios mechones caían hacia delante mientras él trataba de echarlos hacia atrás de nuevo, aunque acabó cansándose -Estás mejor así-Espeté -Corresponde más a tu edad-Me expliqué, acomodándome en el sofá, mientras de nuevo despreciaba mis intentos de ser 'amable'... mas al final acabé riendo con él, aun sabiendo que no era ninguna broma.

    Tras aquello se levantó, al parcer se iba ya a la cama aunque, tras mi comentario, se dio la vuelta de nuevo, sorprendido... reí sin poder evitarlo al ver sus mejillas sonrosarse -De nada- "Que mono"Pensaba, entretenido con sus reacciones -¡Oiga!-Me quejé al momento en que me arrebató la cerveza, arrugando la nariz mientras intentaba recuperarla... riendo de nuevo con sus últimas preguntas. Me incorporé un poco y pasé mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí para caer ambos al sofá... Me entró la risa floja y, mientras tanto, tomé su rostro, observándolo bien -Si no fuese tan desagradable las mujeres se pelearían por usted...-Al estar tan cerca podía notar su respiración chocar contra la mía, al punto en que nuestros labios se rozaron por un segundo, hasta que rodé para apartarme... riéndome solo, como un niño que había hecho una travesura; estaba un poco mal... bueno, un poco bastante. -Si, si... lléveme a la cama-Reía ante lo mal que se podía interpretar aquello mientras trataba de agarrarme a algún lado para no caerme del sofá.
     
    Top
    .
43 replies since 26/6/2014, 14:27   4446 views
  Share  
.