Lo que implica ser un Taisho [KogaxInuyasha]

Inuyasha debe aceptar lo implica llevar el apellido Taisho. Koga está más decidido por conquistar a su "amada" Kagome. ¿Entonces cómo es que Inu y Koga se besaron?

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  1. Nekozawa el portavoz
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    Chapter 3: Aparece Seshomaru.

    — Es un lindo nombre — dijo Shippo, mientras movía levemente la cola al sonreírle a “la” aparente joven.

    — Gracias… “supongo…” — pensó lo último, mientras una fina gota de sudor le bajaba desde la sien en señal de nerviosismo.

    Todos me sonreían, intentando ser amables conmigo. Tuve dos reacciones, la primera fue alivio al ver tanta amabilidad por su parte, y la segunda fue enojo ¿Por qué eran tan despreocupados? Con razón era tan fácil robarles los fragmentos. Suspiré mentalmente, si seguían así iba a ser relativamente sencillo engañarlos. Casi.

    — ¿Qué te pasa…? “lobo sarnoso...” — nuevamente pensó lo último, se tragó el enojo y reformuló aquella pregunta — ¿Qué ocurre joven Koga?

    Lo dije sonriendo amablemente, aunque esa linda y tierna mueca se me formó cuando apreté los dientes evitando insultarlo y delatarme a mí mismo. ¡Ese lobo sarnoso llevaba viéndome fijamente unos minutos, unos largos e incomodos minutos!

    — No, no es nada preciosa — respondió dándole una sonrisilla de lado — Sólo que…por unos instantes me recordaste a “alguien” — enfatizó la última palabra.

    No necesité que siguiera hablando, estaba seguro de que era yo ese “alguien” de quien se refería. No era ningún secreto que él y yo no simpatizamos. Koga no me soporta ni yo a él, por lo que me importaba un soberano pepino si me ignoraba. Mejor para mí, así no me molestaría.

    — ¿A quién? — preguntó por cortesía. Sí, hasta él conocía esa palabra.

    — A un perro pulgoso — respondió despectivamente.

    — ¿Vas a empezar a insultar a Inuyasha? — le reprochó Kaede — No entiendo por qué se llevan tan mal, uno es un lobo y el otro un perro demonio.

    — Es insufrible — contestó Koga.

    Insufrible lo serás tú. ¡Siempre Koga es el que empieza todas las peleas! ¡Él es insufrible!

    — Es muy arrogante.

    ¡Eso lo eres tú, maldito lobo narcisista con sarna!

    — No tiene ni un gramo de modales.

    ¡Lo dice quien siempre me pasa encima cada que viene a molestar!

    — Es una bestia.

    ¡Bestia lo serás tú, maldito lobo apestoso!

    — No podía esperar menos de un maldito Taisho — acotó, poniendo las manos en la cintura al terminar su pequeña “descripción”.

    ¡Ahora si lo mato! Ya no me importaba si se burlaban de mí, ni que se pasaran semanas recordándome que intenté fingir ser una chica al estar maldecido por aquel estúpido estanque. ¡Nadie insultaba el apellido de mi familia!

    Destrozaría a Koga ahí mismo con colmillo de acero. Me valía acabar sellado nuevamente por 50 años en un árbol, o si Kagome y los demás lograban detenerme. O si me obligaran a disculparme con Koga, o si me obligaban a usar ropa de chicas, o si con la disculpa me obligaran a b…besar a K-Koga…

    ¡AGH! ¿A qué maldita hora se habían puesto a hablar de cosas estúpidas de mujeres? Apenas Koga terminó de criticarme, Sango, Kagome y Kaede se pusieron a hablar de idioteces como que ropa usar para el festival de las animas. No me atreví a moverme de donde estaba, el que se pusieran a hablar de cosas tan…empalagosamente agobiantes me hizo formarme en la cabeza horrorosos castigos si me llegasen a atrapar. No, mejor dicho, cuando me atraparan al intentar matar a Koga.

    — Atrévete a insultar una vez más el apellido de mi familia y no dudaré en hacerte trizas. “Lobo” — le insultó un peliblanco descendiendo de los cielos, se notaba que aquello lo decía muy en serio.

    — ¿Quién eres? — preguntó Kaede, mientras que los demás se ponían en pose defensiva pues ninguno conocía a la persona que acababa de llegar.

    Esa voz…la conozco de alguna parte. Se me hace muy conocida, podría decir que tenía el nombre en la punta de la lengua. Fruncí las cejas un poco, intentando refrescar mi memoria. Harto de no poder recordar me di la vuelta para encarar al recién llegado. Vaya sorpresa me llevé…

    — Mi nombre es Taisho…

    — ¡SESHOMARU!

    ¡Nunca me había dado tanto gusto verlo! De hecho, jamás me había dado gusto verlo. Sin pensármelo lo abracé, aunque mi orgullo me gritara que sería un golpe bajo le dejaría a él la tarea de descuartizar a Koga. Sí, me entró el miedo cuando Kagome mencionó algo de que unas sombras aguamarinas se me verían bien por mi tono de piel, ¿De qué rayos hablaba? Ah, seguramente de ese polvo raro que llamaba maquillaje.

    — ... ¿Quién eres? — preguntó el peliblanco, al ver a una “chica” abrazarse a él, en un murmullo leve brindándole una despectiva mirada para abrir los ojos asombrado — No es verdad… ¡Abuela!

    — ¡No me digas abuela! — se quejó el chico, blandió los puños y los frotó vigorosamente por encima de las orejas de Seshomaru sin moverlos de su sitio.

    — ¡Eso duele, maldita sea! — se quejó dando un paso hacia atrás.

    A excepción de Seshomaru, el cual me lleva una diferencia de 60 años, él si conoció en persona a mi difunta abuela Nekohana Taisho. Quien crió sola a mi padre, enseñándole a ser independiente apenas fue capaz de blandir una espada correctamente. Yo en cambió, la vi en un par de antiguas fotos. Debo admitir que, bajo esta forma, parezco su vivo retrato.

    Entrecerré los ojos hastiado, jalé a mi hermano por la estola blanca que siempre llevaba y de un saltó trepamos a una rama alta de uno de los árboles ante la vista curiosa de los demás.

    — ¿Quién eres tú? — preguntó con molestia ¡Se había osado a jalarlo!

    — ¿Ni siquiera puedes reconocer a tu propio hermanito? — le preguntó suspirando pesadamente, empezando a exasperarse.

    — ¡Inu-! ¡MHH!

    — ¡Shhh! Guarda silencio — le callé al cubrirle la boca antes de que lo escucharan mencionar mi nombre en aquel grito que iba a dar.

    — ¿Qué carajos haces vestido así? — preguntó, quitando de un manotazo aquella mano que cubría su boca — ¿Acaso eres travestí, maldito hibrido?

    — ¿Acaso quieres que te corte las bolas? — pregunté con el mismo tono.

    Mi hermano se quedó callado, y se cubrió sus zonas intimas en reflejo. Más de una vez en una de los tantos miles de peleas que hemos tenido, he estado a punto de castrarlo y evitarle tener hijos a los cuales seguramente dejaría a su suerte para que aprendieran de inmediato a sobrevivir por su cuenta.

    — ¿Y bien?

    — ¿Vas a ayudarme?

    — Hmp, ¿Qué ganaría a cambio?

    — Que no te meta por el culo a colmillo de acero.

    — ¿¡Has ido por la espada legendaria que dejó papá como herencia!?

    — ¡Que bajes la voz!

    De nuevo le cubrí la boca, y lo acorralé contra él árbol. Después de dejarle en claro que si volvía a gritar no dudaría en atacarlo con mi espada hasta cortarlo en pedacitos, me alejé un poco de él, devolviéndole su espacio personal.

    — Tengo un grave problema.

    — Sí, dímelo. Adelante, le haré de tu maldito terapeuta — gruñó sentándose elegantemente en posición de flor de loto.

    Ignoré aquello. Necesitaba que me ayudara, el tener 60 años más que yo significaba que tenía 60 años más de experiencia que yo. Por lo tanto, eso quería decir que sabía más que yo.

    — Hace un rato, mientras saltaba de árbol en árbol por el bosque me caí a un la…no, a un estanque a unos 3 kilómetros de aquí. Cuando salí de él estaba así — gruñí molesto, abriendo un poco el haori mostrándole que ya no era un chico. Sino una chica.

    — Ten más decencia — bufó irritado al cerrarle de inmediato el haori — ¿Dónde está ese maldito estanque?

    Vi que viró hacia un lado la cabeza algo enojado, pero con la mirada fija en el suelo. Sólo sonreí levemente, de niños siempre que me metía en problemas hacia esa mueca y a pesar de todo me ayudaba. Pero desde que alcanzó los 130 años, volviéndose un adulto ya, empezó a evitarme. Posteriormente, cada que me veía, intentaba matarme.

    Sin importarme las miraditas curiosas, chismosas, que me dirigían los demás me interné al bosque. Detrás de mí venía Seshomaru. No tardé más que unos minutos al llegar a ese lugar. Cuando aterrizamos suavemente en el suelo, vi como mi hermano abrió los ojos desmesuradamente dando un paso hacia atrás al divisar el estanque. Parecía un poco asustado, ja ¿Seshomaru asustado de algo? Primero Koga dejaría de ser tan odioso antes que eso pasase.

    — Inuyasha…

    — ¿Qué? — pregunté, mientras revisaba que mi escondite funcionara para ocultar mi ropa, acto seguida me la coloqué de nuevo y me desaté el cabello. Era molesto andar así.

    — ¡TE CAÍSTE EN UN PUTO ESTANQUE DE YUSENKO, ANIMAL!

    Me gritó en la cara, lo suficientemente fuerte como para hacerme bajar las orejas por aquel chillido. ¿Un estanque de Yusenko?

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    Quienes hayan visto kyokai no rinne entenderán la broma. ¡FELIZ AÑO NUEVO Y PERDON POR TARDAR TANTO EN ACTUALIZAR!
    Les dejo doble cap por la demora, intentaré actualizar en dos semanas.

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    Chapter 4: Estanque maldito.

    — ¿Yusenko? — pregunté con curiosidad.

    Ahora que me daba cuenta, había más estanques después de aquel en el cual me caí. De hecho, eran decenas y decenas de estanques, los más cercanos al que me di un chapuzón al igual que este tenían unos árboles de bambú y el resto carecía de ellos.

    — Maldita ignorancia — susurró mientras se sentaba en el suelo, viéndome mal cuando tardé en imitarlo — Sólo lo diré una vez así que escucha con atención y no, repito, no me interrumpas.

    Yo sólo asentí. Ya era demasiado bueno que Seshomaru decidiese ayudarme. Tendría que escucharlo lo mejor posible, pues al parecer podía resolverme mi duda.

    — Yusenko, ese es el nombre de este lugar, también conocido como el sitio de los estanques malditos — habló tranquilamente, pero con toda su seriedad usual — Recibe este nombre pues este lugar está minado de un sinfín de estanques, de los cuales la mayoría están malditos por alguna razón.

    Le miré atentamente y él hizo lo mismo. Cuando comprobó que yo le estaba prestando atención, continuó con el relato.

    — Cada estanque tiene su historia, y cuando queda maldito crece en él árboles de bambú. Tú caíste en uno que estaba maldito, estúpido. — gruñó arrugando levemente la nariz — Y con tu suerte, caíste en uno de los más problemáticos.

    — ¿En cuál?

    — En el estanque maldito de la niña ahogada — respondió con simpleza — hace unos mil años, según me contó la abuela, una joven despechada por el rechazo cayó en este estanque y al no saber nadar se ahogó en él. Desde entonces todo aquel que tenga la mala suerte de caer en él, se convertirá en una chica.

    Me callé por un momento, y parpadeé un par de veces antes de reaccionar. No tardé mucho en procesar esa información.

    — ¿¡DICES QUE ME QUEDARÉ ASÍ PARA SIEMPRE!?

    — ¡No me grites, pulgoso! — gruñó empujándolo cuando Inuyasha lo agarró por el cuello del haori — ¡Aprende a escuchar! Dije que se convertiría, no que se quedaría así por siempre.

    Me relajé un poco, y volví a sentarme. Vaya suerte la mía al tocarme pasar por esto apenas a dos meses de haberme despertado de estar 50 años sellado en un jodido árbol.

    — La abuela me contó que hay una manera de regresarte a la normalidad por ahora. Sin embargo, el cómo curarte es otra cosa.

    Se levantó repentinamente, y tras indicarme con un además de mano que no me moviera, saltó a un árbol y desapareció en la lejanía. No tardó en regresar con una olla en las manos.

    Me intrigó un poco el que él llevase aquel objeto consigo. Antes de que lograra preguntarle, dejó caer parte del agua que esta tenía dentro. Agua caliente, demasiado caliente.

    — ¡Eso quema! — y con aquello, le propiné un buen zape.

    Vi como Seshomaru quedó en cuclillas, sobándose la cabeza en donde pronto tendría un chichón. Se levantó de golpe, y con molestia me tomó del rostro y me arrastró al estanque mientras que yo replicaba. Cuando vi mi reflejo, callé al instante.

    — Soy yo de nuevo… ¡Soy yo de nuevo! — alegremente sacudí a mi pobre e irritado hermano, de pronto le dije algo que nunca creí volver a decirle — ¡Te quiero nii-san!

    — Y yo te odio, ototou — gruñó con el cabello despeinado por tanta sacudida — Te advierto que es temporal, cuando toques agua fría serás una chica, con agua caliente regresaras a ser un chico… ¿¡ME ESTÁS OYENDO PERRO IDIOTA!?

    — Sí, sí. — asentí tontamente, pero reparé en algo — Espera, ¿Temporal?

    — Vez como no me estabas oyendo — le reprochó el mayor.

    — ¿Y cómo me curo?

    — Con la perla de las cuatro almas.

    — …

    — ¡Es la perla de shikon, pequeño ignorante!

    — Ah… ¡No usaré la perla de shikon para un deseo así! ¡Yo quiero ser un youkai de sangre pura como tú!

    — ¡Eres un hanyou! Aunque te vuelvas un youkai de sangre pura, seguirás pensando en parte como un humano — le reprochó dándole un leve golpe en la frente con dos dedos.

    — ¡Deja de hacer eso! — gruñí sobándome la frente — ¡Yo…!

    — Cuando te conviertas en un youkai completo vas a matar a ese grupo de humanos que estaban contigo y no te importará destrozar una aldea o dos.

    Y logró callarme. Mi madre siempre fue muy buena conmigo, me hizo prometerle que no mataría a menos de que fuese necesario y fuese en defensa propia. Que jamás sería un asesino, ya que un asesino es aquel que mata por diversión.

    Sería incapaz de deshonrar la memoria de mi querida madre al romper mi promesa. Ya fuese un hanyou, un humano o un youkai en su totalidad, siempre cumpliría mi palabra.

    — Oye, perro estúpido…

    — ¿Qué…? — respondió sin verlo a la cara.

    — Nunca dije que necesitaras pedirle eso a la perla como un deseo. Por eso te dije que aprendieras a escuchar, perro sordo — le insultó
    encogiéndose de hombros, ganándose la atenta mirada de su hermano — Me da igual si te conviertes en un youkai de sangre pura que piense
    como un humano, de hecho, el simple suceso de que tuvieses sangre pura me evitaría pasar vergüenza. Ya no tendría que cargar socialmente con que mi hermanito, el único que tengo, fuese un hanyou.

    — Habla claro.

    — Maldito maleducado — gruñó, arrugando la nariz — Necesitas tener un tiempo la perla completa contigo. La perla es una perla sagrada, y tú tienes una maldición, ¿Qué crees que significa?

    — ¿Necesito que me purifiquen?

    — Vaya, al parecer sí tienes cerebro — se burló arreglándose el cabello y la estola — No pueden purificarte por un método normal, con los humanos ese método es muy sencillo de llevar acabo y por ello los que quedan malditos sólo pasan por esa desgracia uno o dos días. En cambio, tú, eres mitad youkai. A menos que quieras morir, pídele a esa anciana que estaba contigo que te purifique.

    Me le quedé viendo. Entendía su punto, los youkai que quedaban malditos sólo tenían la perla como salvación. ¡Con razón algunos youkai que obtenían un fragmento alegaban que lo necesitaban más que nosotros! Seshomaru no tardó en generalizarme los estanques que tenían una maldición, existían 3 tipos de maldiciones: Las animales, las humanas y las demoniacas.

    Las que estaban malditas por animales, su maldición era dada por alguna criatura que se haya ahogado, son problemáticas pues muchos han terminado como el almuerzo de alguien. Las que estaban malditas por un youkai, en ellas un desdichado demonio se ahogó y todo aquel que caiga en ellos se convertiría en aquel tipo de youkai y asumiría sus poderes, lo cual era una verdadera maldición para las personas.

    Y finalmente las humanas. En ellas, algún humano se ahogó y desde entonces asumirá el género y la edad de aquel que se ahogó, incluso características como color de cabello o hasta la estatura. En ellos, se habían ahogado samuráis heridos, sacerdotisas perseguidas, monjes desafortunados, ancianos, bebés, etc. Al parecer, tuve un poco de suerte, mi maldición era de la segunda clase.

    Quien se ahogó hace mil años, fue una joven mitad youkai. Por ese tiempo, los demonios que no encontraban pareja en tiempo de celo empezaron a mezclarse con humanos, dando así a los hanyou. Claro, si a estos les permitían nacer. Esa joven era una humana mitad gato demonio que se parecía un poco a mí. Genial, algo que es completamente opuesto a mi tipo de youkai.

    — ¡Un gato! ¡Hahaha, un gato! — de un segundo a otro, Seshomaru estaba en el suelo partiéndose de risa — ¡Eres un gato! ¡Hahaha, en serio! ¿Señorita, desea un estambre con el cual jugar? ¡Hahaha!

    — ¡Esto es serio, cabrón!

    Durante la explicación, me había mojado tres veces. Primero con agua fría, para demostrarme que realmente se activaba la maldición. La segunda fue con agua caliente, para mostrarme que con ella volvía a la normalidad. Y la tercera para asegurarse que le presté atención.

    Mi colmo fue que el muy imbécil se gastó toda el agua caliente. Quise vengarme por dejarme de nuevo así, sería demasiado difícil conseguir agua caliente sin que me pregunten el por qué la quería. Fruncí el ceño, decidí hacerle una pequeña jugarreta.

    — ¡Hahaha! ¡En serio que tienes muy mala suerte…! ¡Desgraciado animal!

    — Te lo mereces, por burlarme.

    Mientras mi hermano reía, me acerqué poco a poco a él. Lo jalé de los pies y lo aventé a uno de los estanques cercanos que tenía tiernos árboles de bambú. Lo siguiente que pasó fue que un joven de cabellos albinos cortos de grandes ojos ambarinos, aparentaba unos 21 años, saliera del estanque y caminara hasta mí fulminándome con la mirada.

    Seshomaru no sólo estaba empapado, estaba maldito. Normalmente sus ojos parecían pequeños por los sesgados que estaban, además de esa mirada fría común en él. Ahora, podrían apreciarse mejor sus ojos. Los cuales eran igual de grandes que los míos, pues no me miraba con frialdad sino por furia. Al parecer, el joven que se ahogó tenía una mirada inocente y compartía características físicas con mi hermano.

    — ¿De todos los estanques que hay tenías que tirarme en el estanque del exterminador ahogado?

    — ¿Acaso te sabes el nombre de todos los estanques?

    — Dos cosas, la primera, al contrario de ti yo sí soy culto — levantó un dedo, luego levantó otro al enumerar — Y segundo, este estanque fue maldito hace apenas un año.

    Seshomaru se retiró la especie de armadura que llevaba y la parte superior de su haori blanco hecho del pelaje de las ratas de fuego albinas, lo sé ya que el haori blanco que tengo es similar al suyo, que poseía y seguido lo exprimió quitándole el exceso de agua. Hizo lo mismo con su estola.

    — Dame un nombre.

    — ¿Eh?

    — Que me des un nombre, perro sordo — dijo irritado, vistiéndose de nuevo — Necesitamos conseguir agua caliente.

    — Por cierto ¿De dónde la habías sacado? — preguntó mientras cachaba algo que su hermano le arrojó.

    — Jaken la puso a calentar ya que iba a preparar algo de comer para él y Rin, le dije que viniese a buscarla apenas me quité de ahí — respondió mientras caminaba en dirección en la cual se hallaban los compañeros de su ototou.

    — ¿Quién es Rin? ¿Podría ser que al fin encontraste novia? — preguntó dándole un codazo.

    — No seas idiota, animal. Es una niña que salvé el día que obtuve a colmillo sagrado, s-sólo fue para probar que realmente podía eludir a los mensajeros del infierno — se excusó desviando la mirada.

    — Así que no fui el único en reclamar la herencia — se burló riéndose enseñando los blancos dientes — ¿Qué es esta cosa?

    Y finalmente le pregunté por aquella cosa que me arrojó, parecía un caramelo. Me gané de su parte una mirada incrédula, desconocía muchas cosas para mi gusto.

    Ese era un caramelo especial, que le es dado a aquellos youkai que pasan por la zona por si llegaran a ser malditos por alguno de los estanques. Era para guardar apariencias si tenían el infortunio de acabar cayendo en un estanque que los volviera humanos, o los cambiara de género, lo cual era igual de problemático.

    — De nada servirá que te lo explique. Así que mira con atención, Inuyasha.

    Seshomaru retiró todo aquello que le estorbara en su forma humana, se sacó la estola, la armadura y sus zapatos, estos últimos al ser notoriamente de un youkai, se llevó el caramelo a la boca mientras con la otra mano sujetaba aquello que se quitó.

    De pronto, lo cubrió un leve brillo, el cual me obligó a cerrar los ojos. Cuando los abrí, el ya no cargaba con aquellas prendas. Parecía un simple chico descalzo, vestido con un haori y armado con una espada atada a la cintura.

    — Oculta lo que no quieres mostrar — me respondió — Cuando regreses a tu forma natural las tendrás de nuevo, cuando te transformes estas se ocultaran. Te servirá para evitar delatarte ocultando tu haori rojo y ese collar raro que traes al cuello.
    Con ese comentario miré el collar, palidecí. ¡Había olvidado que lo traía! Por suerte, Kagome no mencionó la palabra “abajo” o “agáchate”. La mirada de Seshomaru me hizo entender que además de ocultarlo, lo haría no seguir el hechizo que el collar tenía.

    Asentí, y sujeté con una mano el collar y mi haori rojo que me retiré con anterioridad, y comí aquel caramelo. Cerré los ojos, ¡Era demasiado amargo! Al igual que a mi hermano, una luz me cubrió. Cuando los volví a abrir, solo traía el haori blanco y el collar desapareció. Claro que aún conservaba mi espada.

    — ¿Qué nombre usaré? — me preguntó apoyando la espalda en un árbol.

    — ¿Qué tal…?

    — Tiene que ser un nombre…humano — murmuró al final con una expresión graciosa, asimilar que tendría que actuar como tal le parecía un poco vomitivo.

    — ¿Qué tal…? — volví a repetir, pensativo — ¿Sora?

    — Muy simple.

    — ¿Yukki?

    — Muy trillado.

    — ¿Kuro?

    — Muy común.

    — ¿Tori?

    — Le tengo fobia a los pájaros.

    — ¿Makino?

    — Es nombre de chica.

    Le vi mal. Se me acababan las ideas. Los únicos nombres humanos que he escuchado son los de mis amigos, el de Kykyou y uno que otro que Kagome ha mencionado al hablar de sus compañeros de clase.

    — ¿Chizuru?

    — No.

    — ¿Naruto?

    — Odio el ramen.

    — ¿Sasuke?

    — ¿Acaso me ves cara de estreñido? No me contestes. — agregó al ver que iban a responderle seguramente con algún comentario burlón.

    — ¿Kizuna?

    — No.

    — ¿Inuyasha?

    — ¡Ese es tu nombre!

    — ¿Ranma?

    — ¡Ya ponte serio!

    Gruñí hastiado. Ningún nombre le gustaba, ahora entiendo el por qué a uno le ponen nombre al nacer. Sino puede hablar, no puede quejarse.

    — El único que me queda en mente es Izuna.

    — Perfecto. — respondió poniéndose caminar.

    Le mandé una matadora mirada y no tardé en alcanzarlo y caminar junto a él. Ahora que era humano perdió algunas habilidades físicas que posee como youkai, y otras tendría que desarrollarlas de nuevo según la resistencia de su transformación.

    Lo único que tenía en claro ahora era que ambos necesitábamos agua caliente.


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    ¡Espero que les guste! Y dejen comentarios para saber como quedaron los capitulos. Gracias por su paciencia!!!!
     
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13 replies since 26/10/2014, 02:14   1343 views
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