Consecuencias

Misaki, involucrado en una obra de teatro de su universidad. Akihiko, siempre poniendo las cosas a su favor ¿Qué saldrá de todo esto? / Terminado / Advertencia: Lemon y Mpreg

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  1. Aulu
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    "Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo." (J.S)
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    Capítulo 12


    La amabilidad de un demonio



    Sumi, ¿no me besarás en la boca no? –preguntó sin vergüenza.

    ¿Te acuerdas que te mencioné que hay alguien especial para mi? Solo le daría esa clase de beso a la persona que me gusta. –respondió Sumi.

    Entonces continúa. –dijo Misaki cerrando los ojos. Estaba ahora seguro que Sumi no haría nada extraño.

    Sumi se acercó quedando encima de Misaki. El rostro del ojiverde estaba sonrojado debido al alcohol. Los labios de Sumi tocaron los de Misaki. Sumi presionó su boca contra la de Misaki llegando a probar el sabor de la cerveza de su boca. El sabor era exquisito.

    Sumi dejó de saborear los labios de Misaki y levantó la mirada. Misaki se había quedado dormido.

    Se quedó observando al castaño. Las mejillas de Misaki torneadas de color carmín, la boca entreabierta y el pecho que subía y bajaba al compás de su respiración. La tentación era grande para Sumi. Levantó el polo de Misaki dejando a la vista la blanca piel del castaño. Sus manos empezaron a delinear con la yema de sus dedos aquel cuerpo ocasionando que Misaki se moviera un poco.

    Usagi-san...-susurró Misaki entre sueños.

    Sumi volvió a colocarse encima del castaño. Se acercó al rostro del menor hasta sentir su respiración. Sus labios, que rozaban la piel de Misaki, fueron bajando hasta llegar al ombligo del menor. Aprovechó para dejar una pequeña marca debajo de este. Misaki se volvió a mover, esta vez de manera más inquieta.

    Esto ocasionó que Sumi se detuviera. Si continuaba, Misaki terminaría por despertar y darse cuenta de lo que había estado pasando. No quería darle un motivo para que se aleje de él. Sumi se levantó, fue por una manta y la colocó encima de Misaki para abrigarlo. Había decidido esperar a que despierte mientras tanto fue a tomar una ducha.

    Misaki despertó con un fuerte dolor de cabeza. La cerveza había estado deliciosa pero le había caído fatal. Buscó a Sumi con la mirada, no lo encontró. Cuando estaba por buscar su celular lo vio aparecer vestido con una yukata.

    Misaki, hasta que al fin despertaste. Fui a tomar una ducha mientras dormías. -le comentó Sumi y le dedicó una sonrisa.

    ¡¿Por cuánto tiempo me quedé dormido?! ¡¿Qué hora es?! -preguntó alarmado Misaki.

    No te preocupes, recién van a ser las 7. ¿Cómo estás?-

    Mi cabeza duele. -dijo Misaki y llevó una de sus manos a la cabeza con un gesto de dolor.

    Si gustas puedes ir a tomar una ducha, eso te despejará. Mientras tanto puedo lavar tu ropa, tiene manchas de cerveza. -

    No lo sé...-

    Y te vendría bien una taza de café cargado. Entre el baño y café no creo que pase mucho tiempo, antes de las 8 ya estarás rumbo a casa. Es eso o que te acompañe. No puedo dejar que andes por ahí con la cabeza dándote vueltas. -

    En ese caso...aceptaré la ducha y el café, sería mucha molestia el que me tengas que acompañar. -

    Está bien. Deja tu ropa en la canasta pasaré por ella luego. –dijo Sumi señalándole el cuarto de baño.

    Mientras Misaki se duchaba Sumi entró a recoger la ropa del castaño. Pudo ver, a través del vapor del agua, la silueta de Misaki.

    Al tener limpia la ropa del castaño, Sumi se dirigió al cuarto de baño pero antes de llegar escuchó que un celular vibraba, era el celular de Misaki. Estaba recibiendo una llamada de Akihiko.

    ¿Aló? -contestó Sumi.

    ¿Qué haces con el celular de Misaki? ¿Dónde está él? -preguntó furioso Akihiko al reconocer la voz de Sumi.

    Estamos en mi casa, él...está tomando una ducha... -

    ¿Qué? Ni se te ocurra intentar nada. -advirtió Akihiko.

    No te preocupes yo no haría nada que él no quisiera. Nunca lo forzaría. -

    ¿A qué te refieres con eso? -

    A nada...pero ¿sabes? me he dado cuenta que Misaki es muy especial, yo podría cuidar muy bien de él. -

    Sumi colgó la llamada, sabía que el inicio de la relación de Misaki y Usagi había sido iniciativa del mayor. Si bien Misaki nunca había hablado mucho del tema conocía muy bien al castaño y al escritor como para llegar a confirmar sus sospechas.

    ¿Forzar a Misaki? -pensó Akihiko. Esa era una vieja herida que pensó ya había curado.

    Akihiko, quien iba de salida de la editorial, se dirigió hacia donde estaba Misaki. Presionó fuerte el acelerador del auto deportivo rojo. No se dejaría confundir por las palabras de alguien que no sabía la verdad de las cosas. Misaki y él se amaban, eso era todo.

    En la casa de Sumi, Misaki salía del cuarto de baño vestido con una yukata. Sus cabellos castaños estaban aun mojados.

    Sumi ¿dónde está mi ropa? -

    Aquí está. Pero toma antes el café, ya está listo. -

    Misaki y Sumi charlaron un poco mientras tomaban el café. Misaki se sintió recuperado así que fue a cambiarse inmediatamente luego de terminar su taza.

    Misaki iba a una habitación a cambiarse cuando el timbre sonó.

    ¿Esperas visita? -preguntó Misaki.

    No, seguro es alguna entrega o algo así. Ve a cambiarte, iré a atender. -

    El castaño fue a cambiarse, quería ir pronto a casa. Además, Akihiko no tardaría en llamarlo.

    ¿Dónde está? -preguntó Akihiko mientras ingresaba a la casa apenas Sumi abrió la puerta. Lo desconcertó un poco encontrar a ese sujeto vestido con una yukata.

    Está en una de las habitaciones, cambiándose. -

    Llévame hacia donde está. -

    Sumi lo llevó hasta la puerta de la habitación. Akihiko la abrió y vio a Misaki en bóxers con la yukata abierta.

    ¡Usagi-san! ¿Qué haces aquí? -dijo el castaño sorprendido.

    Eso tendría que preguntarte yo a ti. -

    Solo vino a practicar la obra de teatro. -comentó Sumi.

    Tú, cállate.-rugió Akihiko.

    Misaki, vámonos...-el escritor se acercó hacia donde estaba Misaki y vio que tenía una marca roja bajo el ombligo.

    ¿Qué significa eso? -preguntó Akihiko mirando fijamente la piel de Misaki.

    Quizá fue cuando me quedé dormido en el piso...seguro es una picadura o algo así...-dijo el castaño bajando la mirada para observar la mancha.

    Es muy probable que haya sido eso... -dijo Sumi mirando a Akihiko con una sonrisa.

    Eso fue el detonante.

    Akihiko se acercó a Sumi, lo tomó de la yukata y le dio un golpe en el rostro. Iba a darle otro pero el castaño se interpuso.

    Usagi-san, basta. ¡Déjalo! -rogó Misaki. Si dejaba que Akihiko continuase podía llegar a herirlo seriamente.

    Misaki, sal de en medio. -Akihiko logró empujar a Misaki, lo suficiente para que se apartara pero sin hacerle daño, y arremetió de nuevo contra Sumi, de sus labios salió un hilo rojo de sangre.

    Usagi, si no te detienes no te lo perdonaré nunca. -dijo Misaki con determinación.

    ¿Cómo puedes defenderlo? -

    Él no tuvo la culpa. Recuerda que fue Ichiro quien pidió que practique la obra con él. -dijo Misaki quien no comprendía del todo la gravedad del asunto y no se imaginaba los pensamientos del escritor.

    Tendrás que retirarte, ese taller solo causa problemas. -

    No puedo. Sabes que necesito completarlo. -

    No me importa. No te quiero cerca de este sujeto. Harás lo que yo diga. -

    ¿Cómo puedes decir tal cosa? Eso es muy egoísta de tu parte -Misaki explotó- Todo esto es tu culpa. Si no me forzaras a hacer cosas que no quiero no estaría sucediendo todo esto. Al menos asume las consecuencias de todo lo que haces, de todo lo que has ocasionado. -gritó Misaki molesto.

    El castaño esperó que el escritor continuara la discusión pero no dijo ni una palabra.

    Te espero en el auto. -susurró Akihiko después de un largo momento mientras salía de la habitación.

    El escritor estaba dolido.

    ¿Realmente estoy forzando a Misaki? ¿Lo he forzado todo este tiempo? -era la pregunta que iba y venía de su mente.

    Misaki terminó de cambiarse y atendió a Sumi. Le dio hielo y lo acomodó en la habitación para que descanse. Luego, salió de la casa y entró en el auto. Akihiko mantenía la vista al frente.

    ¿Qué pasó ahí dentro? -preguntó Akihiko mientras encendía el auto y arrancaba.

    Nada, no paso nada. -respondió Misaki.

    El viaje de regreso fue incómodo para los dos. Akihiko iba pensando acerca de todo lo que había pasado. Estaba más que molesto por la situación que acababa de tener lugar pero también dolido.

    ¿Misaki realmente piensa que lo fuerzo? ¿Así es cómo se siente?-eran las preguntas sin respuesta que estallaban en su cabeza.

    Misaki miraba por la ventanilla del carro. Sabía que había hecho mal al no contarle todo desde un principio a Akihiko pero estaba molesto. El que él estuviera en la obra había sido ocasionado por el mismo escritor. Si aquella mañana no lo hubiera atacado...si no hubiera cambiado el guión...

    15 minutos después estaban en el departamento.

    ¿Quieres que prepare algo para cenar? -preguntó Misaki sin mirarlo.

    No, gracias. No tengo hambre. -Akihiko se dirigió a su cuarto.

    Misaki se quedó sentado un largo rato en la sala hasta que finalmente también se dirigió a su habitación.

    Los días siguientes Misaki y Akihiko apenas hablaban. Solo intercambiaban palabras para lo que era estrictamente necesario.

    Misaki sentía una opresión en el pecho. No sabía qué hacer. Akihiko no había hecho ni siquiera el intento de atacarlo.

    No es que extrañe que me ataque...¿o quizá si?...pero, antes que nada...quisiera que todo estuviera como antes. –pensaba el castaño.

    El día viernes llegó. Misaki fue a cocinar el desayuno "vestido" como Mizuki. Llamó al escritor anunciando que el desayuno estaba listo. Si eso no daba resultado no sabría que más hacer.

    Akihiko bajó las escaleras y se sentó en la mesa. Misaki le sirvió entonces el desayuno asegurándose que Akihiko lo vea bien.

    No tienes que vestirte así. No quiero que hagas algo que no quieres. -comentó el mayor mirando su plato.

    Misaki se quedó helado, caminó de regresó a la cocina. Se sintió avergonzado.

    Con furia se quitó el delantal y el lazo. Los tiró al piso y se dirigió a su habitación pero antes volteó hacia donde estaba el escritor.

    Podrías haberme dicho eso antes, gracias por hacerme quedar en ridículo. -

    Misaki terminó de subir las escaleras y la puerta de su habitación se cerró de golpe. El escritor se quedó mirando la taza de té.

    El castaño no salió de su habitación hasta que fue hora de ir al taller de teatro. Lo que menos quería en ese momento era ir pero no tenía más opción. Se alistó y salió. No había rastros de Akihiko.

    Quizá fue a la editorial. –pensó.

    Llegó al teatro de la universidad y no había nadie. Vio su reloj y eran las 3 en punto. O todos se habían retrasado o él llegaba tarde y todos habían ido a alguna parte.

    Estaba a punto de irse cuando vio a Hiroki caminando hacia él.

    Ichiro mandó decir que hoy no habrá taller. El que hacía del personaje principal está indispuesto y, como no contestaste el correo para confirmar si venías, pues, decidieron cancelar la sesión de hoy. –explicó Hiroki con el tono severo que lo caracterizaba.

    ¿Mandaron un correo? Lo siento, no tuve tiempo de revisar…-trató de excusarse Misaki.

    No era necesario ser un gran observador para darse cuenta que algo andaba mal en Misaki. Se veía triste y estaba pálido. El interior de Hiroki se debatía entre preguntarle o no si estaba bien. Sabía que algo había pasado entre Misaki y Akihiko. Había notado que el escritor estaba distante de todo cuanto le rodeaba.

    ¿Habrán peleado? Bueno, sea como sea eso no es de mi incumbencia…-trataba de convencerse a si mismo.

    Sin embargo, decidió hacer aunque sea algo pequeño por Misaki. Pensó que, después de todo, era su alumno y debía velar por su seguridad. Por más que quisiera no podía dejarlo andando solo en ese estado.

    Ven, te llevaré en mi auto hasta tu casa. –ordenó.

    No, muchas gracias. Prefiero caminar un rato.-respondió Misaki.

    No te he preguntado, he dado una orden. –dijo Hiroki seriamente empezando a andar hacia el estacionamiento.

    Está bien. –Misaki no tuvo más remedio que seguirlo.

    Hiroki conducía rumbo al departamento del escritor. Una vez que lo dejara cerca su conciencia estaría tranquila y daría fin al asunto. Pero no contó con encontrarse con Nowaki en un semáforo.

    ¡Hiro-san! –gritó Nowaki al reconocer aquel carro y al conductor. Empezó a hacer señas para que Hiroki lo viera.

    Demonios, demonios, demonios. –Hiroki no podía creer su mala suerte –no puede ser que mi alumno me vea con Nowaki..

    Nowaki abrió la puerta del carro y subió, cuando la puerta se cerró Hiroki salió de sus pensamientos.

    ¿Qué haces aquí? –preguntó molesto Hiroki.

    Salí temprano, te extrañaba Hiro-san. –dijo Nowaki mirando tiernamente a Hiroki. Fue acercando su rostro para darle un beso antes de que el semáforo cambiara.

    Idiota, no hagas eso. Hay alguien más aquí. –dijo con el rostro rojo de vergüenza y aferrando sus manos al volante.

    Nowaki volteó y encontró a Misaki. Había estado sentado detrás del asiento del copiloto, por su estatura no lo había visto.

    Hola, mi nombre es Nowaki ¿tú eres…? –preguntó Nowaki un poco confundido con ese descubrimiento.

    Hola. Mi nombre es Misaki, soy alumno de Hiroki. Él se ofreció a llevarme a casa. –respondió Misaki. Notaba que Hiroki estaba incómodo y no sabía muy bien qué hacer en la situación en la que se encontraba.

    El carro empezó a avanzar. Hiroki miraba el camino atento a la conversación listo para callar cualquier cosa que Nowaki dijera demás. Misaki y Nowaki estrecharon sus manos.

    Estás muy frío parece que tienes la presión baja –comentó Nowaki -¿has estado comiendo bien?

    Yo…si, seguro es algo pasajero. -

    Misaki, ¿estás bien? –preguntó Nowaki. La mirada de Misaki se parecía mucho a la de Hiroki la primera vez que lo vio.

    Si, no se preocupe por favor. Estoy bien. –respondió el castaño con el mejor ánimo que pudo.

    Hagamos una cosa, deja que te revise y después de eso podrás ir a donde tú quieras. Tengo todo lo necesario en casa. ¡Hiro-san conduce hacia nuestro departamento! –dijo un alegre Nowaki.
     
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