Quinto para mi calaverita [Junjou Romantica] Cap. VI - FINALIZADO

Otro especial de Día de Muertos -atrasado, XD- con mi pareja favorita. Romance, misterio, muerte de un personaje, drama...

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  1. »Hitch 74 no Danna«
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    Buenas! Lo prometido es deuda, así que aquí traigo la última entrega de este fanfic. Chance y a lo mejor esperaban lemon en el episodio anterior, pero como han visto en mis fanfics de este tipo (tanto de Naruto como Junjou Romantica), no suelo manejarlo debido a que las tramas son clásicas, con escenas un tanto tiernas y hasta dulces… al menos yo no lo veo tan indispensable en la trama.

    En fin, gracias a quienes siguieron y comentaron esta historia hasta el final. Igual que el año pasado, me he divertido mucho haciendo esta mezcla entre el contexto japonés y la cultura mexicana, aun con los contratiempos que se me han presentado.

    Sin más qué decir, les dejo el cap.


    Disclaymer: Junjou Romantica y las tradiciones de Halloween y Día de Muertos no me pertenecen.




    VI.-


    Nueve de la mañana del treinta y uno de octubre. Como cada año desde hace cuatro, subía a la terraza y cortaba casi todas las flores de cempasúchil que sembró en el jardín, excepto una, aquella de la que nacería la siguiente generación. Más tarde se le podía ver yendo de un lado a otro, montando un pedestal de tres niveles, decorándolo con telas de blanca seda y —a falta del papel picado con los colores y diseños propios de México— unas pocas hojas de papel china que él mismo recortó. En su tiempo había investigado lo que significaba cada elemento de la ofrenda, y por ello procuraba que no faltara ninguno: las velas, las flores, el pan de muerto y las calaveritas de azúcar y chocolate que compró en una tienda de repostería internacional, el agua, la sal, la comida —comprada, debido a sus casi nulas habilidades en la cocina—, incienso —a falta del copal y el sahumerio, también propios de México e imposible conseguir en Japón— y en este caso algunos juguetes que con mucho cariño tomó de su colección para esta ocasión tan especial. El tiempo transcurría rápidamente en esa labor, tanto que olvidó que tenía que entregarle a su editora un manuscrito que dejó atrasado.


    —¡Sensei! —y su irritante grito no le dejó escapatoria— ¡Quiero ese manuscrito ahora!

    —¡Rayos, Aikawa! ¿No ves que estoy ocupado?

    —¿Ah, sí? —ella esbozó una sonrisa ladina que no le gustó nada al escritor— Pues… —buscó algo en su bolso y lo sacó— es una lástima, ya que quería darte ¡Esto!


    Alzó triunfalmente lo que tenía en la mano, dejando algo pasmado al ojivioleta: era una fotografía de nadie más ni nadie menos que su amado niño, Misaki.


    —¿De dónde la sacaste?

    —Tengo mis contactos —Aikawa le guiñó el ojo, y luego metió la fotografía en su bolso— Pero bueno, dices que estás muy ocupado como para…

    —Está bien —gruñó de mala gana— ya voy, ya voy.


    Tan rápido como alma que lleva el diablo, fue a su estudio y se puso a teclear en su computadora. Varios minutos después le entregaba el manuscrito a la mujer, quien se había quedado a esperarlo.


    —Hmm… —ambos se encontraban en la sala, Aikawa revisaba el impreso y luego de unos minutos le entregaba la fotografía— Muy bien, lo prometido es deuda.

    —Bien, ya lárgate.

    —No tienes por qué ser grosero.

    —Mira si me importa.

    —Bueno, ya me voy, ya me fui —su editora se dirigía a la puerta— Por cierto, a quien debes agradecer es a Takatsuki-kun… él me facilitó la foto.


    La mujer se fue, dejando un poco intrigado al escritor, y unos breves segundos después, éste se dirigía a su cuarto y buscaba entre los cajones un portarretrato y un espejo. Cuando los encontró, puso la fotografía de su querido Misaki en el portarretrato y lo acomodó en conjunto con el espejo en el nivel más alto del altar, de tal forma que se viera únicamente el reflejo de la fotografía original (1). Ciertamente había intentado conseguirla hace cuatro años, y le inquietaba el que Aikawa la hubiera obtenido de alguien tan reservado como Shinobu sin mayores complicaciones. Por otro lado, en años anteriores nunca volvió a tocar el tema con alguna persona, pues la última vez que lo intentó con Shinobu —de quién se había vuelto amigo— éste apenas si lo recordaba. Era como si hubiera confundido los sueños con la realidad. Por esta razón ya no hablaba con nadie del tema, más bien en un intento de inmortalizarlo en su memoria, algunas de sus novelas siempre tenían algún personaje de cabello castaño y ojos verdes como su adoración… Entonces ¿De verdad Aikawa era tan inteligente como para deducir que esa personita realmente existió? De ser así, definitivamente debía cuidarse más de ella.


    Las doce llamadas del reloj de péndulo de la sala, le indicaron que ya era momento en que las ánimas infantiles llegaban del Mundo de los Muertos al Mundo de los Vivos como cada año. Encendió una varita de incienso y pronunció una oración por el alma de su amado.


    —Bienvenido, Misaki —murmuró suavemente.


    Sabía de antemano que este sería otro año sin verlo, pero al menos seguía vivo en su corazón y su memoria. Como cada año desde hace cuatro, recordaba con añoranza la última vez que estuvo con él. Incluso aún conservaba la última nota que le dejó ese año, antes de partir.


    »Querido Akihiko-san:

    Muchas gracias por todo, en especial por ser tan amable conmigo. Gracias por intentar comprenderme, y por abrirme un lugar en su corazón. Perdón por no quedarme más, pero mi tiempo en el Mundo de los Vivos ha terminado y debo volver a donde pertenezco… no esté triste ni intente alcanzarme ahora, algún día nos volveremos a ver. Con que me recuerde es suficiente para mí. Por favor no deje de sembrar las flores y cuídelas mucho… ellas alumbran el camino de muchas ánimas del Mundo de los Muertos, entre ellas la mía. De nuevo gracias por todo.

    Cariños, Misaki«



    El tiempo transcurría lento a su gusto. Cuando dieron las siete de la noche, se oían unas voces infantiles replicando un me daría mi quinto para mi calaverita frente a un apartamento vecino. Posteriormente llegaron al suyo, que ya no tenía pintadas en la puerta las letras ensangrentadas de toca la puerta y serás el siguiente. Igual que cada año, los infantes lucían sus disfraces de entes como momias, diablos, brujas, fantasmas, calacas… alguno de los personajes de caricaturas como Monster High, o de creepypastas como Jeff the Killer, Slenderman, etc. En cuanto abrió, vio entre ellos a una niña maquillada de Catrina (2), a quien reconoció como Kasumi, la ahijada de Nowaki y Hiroki, quienes se habían casado en Inglaterra hace dos años.


    —¿Me daría mi quinto para mi calaverita? —coreó el grupo entero. Casualmente todos tenían un chilacayote con cara en lugar de calabaza.


    A su gusto eso sonaba más educado que el seco y directo dulce o truco al que se había habituado desde hace años. Sin dudarlo, depositó varios dulces que, como cada año desde hace cuatro, tenía preparados en una gran bandeja. Todos le dieron las gracias en coro, y más tarde se retiraron. Como ya había ido a dejarle unas cuantas flores a la tumba de su Misaki, ya no tenía más qué hacer…


    —¡Hey, Akihiko! ¿Qué dice la vida? —…o al menos eso creía. Era Isaka, quien como siempre entraba a su apartamento sin su permiso.

    —¿Ahora qué quieres? —respondió de mala gana.

    —Lo de cada año…

    —Olvídalo. No iré.

    —¿Por qué siempre haces lo mismo? Ni que estuvieras esperando al presidente o yo qué sé…

    —Isaka-san, no estoy de humor para aguantarte, así que sal de mi casa de una… —en ese momento sonó el timbre— ¿Y ahora qué?

    —Yo qué sé, ve a atender.


    De mala gana el escritor fue a abrir, pero solo se encontró con una hoja de papel. La levantó del piso y grande fue su sorpresa al reconocer la caligrafía.


    »Querido Akihiko-san:

    Vaya, diviértase un rato. No tiene que esperarme, le dije que con que me recuerde es suficiente para mí. Además no puede quedarse encerrado para siempre. Nos veremos en la eternidad.

    Misaki«



    —Iré —musitó, sin despegar la vista del papel.

    —¿Ah?

    —Pero nada de sorpresas ni fans obsesivas.


    El resto del día se fue en esa fiesta de disfraces a su gusto aburrida, aunque había valido la pena en cuanto que Isaka se puso tan borracho pasada la medianoche, que hizo el ridículo y lo grabó con su celular. Al finalizar volvió a casa, tan cansado que lo único que deseaba era dormir. Por alguna razón, desde hace poco más de un año se cansaba con facilidad y dormía más de la cuenta. En principio lo había atribuido a la estresante rutina que él mismo se autoimponía cuando se atrasaba con sus manuscritos, o bien a que su cuerpo apenas se estaba acostumbrando a las dosis cada vez más bajas de nicotina, pues se había propuesto bajarle al cigarro. En fin, de tan cansado que se sentía se recostó en el sofá, donde su fiel compañero Suzuki-san le esperaba. Mientras conciliaba el sueño, recordaba de nuevo los breves pero significativos momentos que compartió con Misaki. Si bien era cierto que no había sucedido nada más allá de besos y caricias inocentes, era precisamente eso lo que lo volvía especial, pues no había lujuria ni simple deseo carnal de por medio, sino simplemente amor. Cerró lentamente los ojos, dejándose llevar por el sueño, ignorando la sensación de una opresión no dolorosa de su corazón e inclusive su dificultad para respirar.


    No supo si pasaron horas o incluso días, pero al fin podía abrir los ojos luego de un merecido descanso. Sin embargo casi se le va el alma del susto en cuanto se vio en un tipo de barca, navegando por las tranquilas aguas de un gran río. A su alrededor podían apreciarse otras más, así como un paisaje formado por afilados peñascos y desfiladeros. Asimismo podían observarse un millar de estrellas brillando sobre un celestial firmamento negro, y en las aguas flotaban algunos pétalos de la veinte flor, que brillaban cual pequeñas flamas (3).


    —¿No había despertado ya? —se preguntó en voz baja— Tal vez sigo soñando… pero…

    —Hemos llegado —habló un ente con capucha gris que remaba el bote, y cuya presencia no había notado hasta que habló. En ese momento se detuvo la barca.

    —¿Dónde estamos?


    Aquel ente lo instó a bajar de la barca y así lo hizo sin entender del todo lo que sucedía. Echó un rápido vistazo a su alrededor, topándose con el mismo paisaje. Sin tener idea de lo que hacía, se adentró más, topándose con todo un campo lleno de flores blancas, rojas, púrpuras y anaranjadas, como las que se colocaban en las ofrendas de Día de Muertos (4), y el mismo cielo estrellado.


    —¡Akihiko-san!


    No lo podía creer, ahí en medio se encontraba su pequeño Misaki, tan pequeño y lindo como la última vez. Rápidamente se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos. El menor se dejó hacer sin decir nada, no era necesario.


    —Bienvenido, Akihiko-san —musitó más tarde.


    Eso bastó para que Akihiko Usami comprendiera que dejaba el Mundo de los Vivos para reunirse con su Misaki, esta vez para siempre. Besó a su amor de forma lenta, tierna y sin prisas…


    —Te amo, mi pequeño.

    —Yo… t-también te amo, Akihiko-san.


    …después de todo se amarían por toda la eternidad.



    FIN






    Notas de la autora:

    1. Según la creencia, colocar la imagen del finado de tal manera que solo se vea en el espejo nos dice que a la persona querida se le puede ver pero ya no existe.

    2. Algo así vendría siendo la ahijada de Nowaki y Hiroki:

    http://th01.deviantart.net/fs70/PRE/i/2013...han-d6pjkz2.jpg

    3. Esta descripción del inframundo o el Mundo de los Muertos obviamente es inventada, pero me basé un poco en la mitología mexica, en la cual el inframundo está compuesto de nueve estratos, cada uno con una prueba que los muertos deben pasar antes de llegar al noveno, llamado Mictlán, que es a donde las ánimas por fin ya pueden conseguir el eterno descanso. En el octavo estrato hay un valle con nueve ríos que se denomina Chiconahuapan, pero para finalidades del fanfic –igual que el del año pasado— hice que fuera únicamente un río que atravesara todos los estratos. Asimismo los muertos llegaban al inframundo en un tiempo de cuatro años, pero en el fic del año pasado tardaban únicamente dos días. Debido a que Akihiko muere el primero de noviembre, para cuando llega al último estrato, Misaki ya volvió del Mundo de los Vivos, por eso al final logran encontrarse.

    4. Las flores a las que aludo, además de la ya conocida cempasúchil (Tagetes erecta), vendrían siendo la celosía, mano de león o cresta de gallo (Celosía cristata), y la flor de nube (Gypsophila paniculata). Se ocupan otros tipos más, pero estos son los principales.


    De nuevo muchísimas gracias por seguir esta historia. Ya nos estaremos leyendo, ya sea en mi especial de Navidad o mis otros fics. Chaito.
     
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16 replies since 11/11/2014, 00:06   497 views
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