[Shaman King] The Only One To Who I Can Love... Are You

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    imgboxAll The Voices Can Be Heardimgbox

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    Esta idea fue inspirada gracias a mi nuevo avatar y también a la hermosa canción de Holding On To Heaven de Nickelback, mi grupo musical favorito. Quisiera compartir esto con todos los lectores y espero que sea del agrado de todos. Los personajes de Shaman King no me pertenecen a mí si no a su respectivo autor, cuyo nombre acabo de olvidar C: (thanks memory, I love you too ._.). Cabe decir que siempre he visto que Hao es el seme pero, desde como yo lo veo, es uke, muy uke C:, me gusta más de uke porque es to'sesy (?) -why not? C:-.

    YoHao_love



    THE ONLY ONE TO WHO I CAN LOVE YOU... ARE YOU



    Desde que empezó el Torneo Shaman, ya de por sí la situación se volvió muy tensa entre unos y otros. Cada uno peleaba por conseguir el título de King, para poder realizar su sueño. A pesar de que sus amigos estaban enfadados por lo sucedido con Hao, Yoh mismo sabía que todo saldría bien de una manera u otra, no lo aseguraba del todo pero… Su instinto se lo decía y le haría caso. Más cuando el tiempo fue transcurriendo nadie fue capaz de predecir que la cosa fuera a descontrolarse tanto. Ya de por sí, los Soldados X lo empeoraron todo sólo para lograr asesinar al dueño del Espíritu del Fuego. Él: Yoh, de alguna forma intentaba hacerles ver su propio error… Aunque la marcha de Lyserg le dolió. Sí, eso no iba a negarlo. Lyserg era un buen amigo suyo, era consciente que sufrió mucho a causa de las acciones de Hao… Pero aún cuando aquél suceso en la vida del muchacho fuera tan traumático, muy en el fondo, a Yoh no le afectaba.

    Ahora mismo sólo buscaba solucionar las cosas, y la única vía que llevaba directamente al núcleo de todo conflicto… Era Hao. Su gemelo parecía no percatarse que las fechas navideñas se acercaban o tal vez… Es que como era una persona con aproximadamente dos mil quinientos años de antigüedad… No conocía lo que era la Navidad. Hao no pertenecía a una época tan moderna como la suya, él ni siquiera conocía lo que era un móvil, una nevera, una simple bombilla, un bloque de pisos, coches, patines… Lo que alguien como él sí conocería. Más, para ser más sincero consigo mismo… Es que deseaba hablar con su hermano. Muchos creían que era una persona llena de maldad pero su corazón y su alma le decían lo contrario: <<dale una oportunidad, no te arrepentirás>>. Sabía que Hao escondía algo, y ese algo era lo que ocultaba delante de todo el mundo… Pero a su persona no podía. Hao no era capaz de mentirle y lo sabía, les unía un lazo místico y muy fuerte… Y ése jamás lo podrían cortar.

    Pensaba en todo esto y más en lo que caminaba por el bosque. Iba muy abrigado, incluso con un par de bufandas. Una roja y otra verde. Hacía el frío suficiente para calarle hasta los huesos. Su cuerpo temblaba en un intento por mantener el calor. Si encontrar a Hao fuera más fácil quizá no tendría que pasar por esto… Era tan frustrante… Tan problemático. Más la preocupación le impedía quedarse quieto. Hacía unas semanas que empezó el rumor con que hubo un enfrentamiento entre su gemelo y los Soldados X… Y el final del mismo no le gustó. La mayoría de los chamanes mencionaban que Hao fue derrotado, otros, que salió muy malherido y el resto que simplemente logró salir del enfrentamiento. No creía en los chismes de la gente, pero algo así… Que pudiera ser cierto…

    Se detuvo para respirar en lo que un sofoco invadió su ser. Abrazándose a sí mismo para evitar que los temblores llegaran a ser mayores, escuchó que un gran estruendo se sintió desde el alto firmamento. Dirigió hacia arriba sus ojos oscuros, tan negros como el carbón, que brillaban ante los cálidos rayos del sol de una hermosa tarde. Suponía que por la posición de la estrella que alimentaba su planeta, serían aproximadamente las cinco. Suspiró. A pesar de eso, las temperaturas eran bajas. Se sobresaltó al oír de nuevo aquella especie de explosión. Quedaba a unos metros más hacia adelante. De ese modo, decidió darse prisa y averiguar qué era lo que estaba ocurriendo. Tropezó varias veces, comiéndose el suelo húmedo, escupiendo la tierra que entraba a su boca. Y en lo que se ponía de pie, pasaba el dorso de su mano derecha por encima de sus labios. Necesitaba saber lo que pasaba… Su instinto le avisaba que era algo muy malo.

    Y cuando llegó, no se equivocó.

    Ante él una batalla tenía lugar entre Hao y sus aliados contra los Soldados X. Vio que Lyserg también estaba presente y eso no podía entristecerlo más. No obstante, se preguntaba por qué se enfrentaban ahora… ¿Y desde cuándo? Paseó sus ojos por todas partes, intentando analizar la situación para comprenderla. Se dio cuenta, a pesar de la distancia, que Hao estaba bastante herido aún cuando todavía permanecía sobre la mano del Espíritu del Fuego. Corrió, siendo visto rápidamente. Los Soldados X no podían dar crédito y menos, aquél dueño cuya mirada era del color de la esmeralda. Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera el propio Hao… Se hubiera esperado la aparición del heredero de los Asakura. Más para el gemelo mayor resultó ser entre una molestia y desventaja a un suceso inesperado y tal vez interesante. Yoh llamó a Amidamaru, dispuesto a presentar su frustración contra Marco y sus compañeros, entre ellos Lyserg. No le parecía justo que volvieran a recurrir a la violencia, no los soportaba y ni siquiera le gustaba la idea de que cada vez que se cruzaban, terminaran en un conflicto que bien podía afectar a terceros.

    Metiéndose de lleno en el asunto, fue enfrentándose a los ángeles, siendo alcanzado varias veces. Más continuaba levantándose, dispuesto a no tirar la toalla. Afortunadamente y por alguna razón que no terminaba de entender, los aliados de su hermano le apoyaban… Quizá porque creían que estaba del lado de ellos… Al menos eso pensó antes de caer estrepitosamente al suelo, torciéndose el tobillo izquierdo. El dolor fue agudo y se expandía por su pierna; Hao supo sentirlo por la unión que los mantenía entrelazados y se preocupó. Por voluntad, el Espíritu del Fuego cogió al muchacho de los auriculares naranjas para que estuviera cerca de su dueño, que poniendo sus manos en los hombros del chico, le revisaba con la mirada.

    - ¿Qué estás haciendo aquí? – Fue lo primero que cuestionó. Ahora que estaban cara a cara, era una pequeña ocasión en la que podían hablarse. - ¿Sabes que es peligroso?
    - Digamos que no me parece bien que los Soldados X quieran hacer lo que se les plazca. – Rió ligeramente. – Además, estaba angustiado por ti y te buscaba.
    - ¿Eh? – Alzó sus cejas, bastante desconcertado ante aquellas palabras. - ¿Buscarme? – Repitió. - ¿A mí?
    - Sí. – Asintió. – Decían los rumores que tras una de tus batallas contra los ángeles de Jeanne, quedaste derrotado, o bien malherido e incluso muerto.
    - Por favor… - Bufó. – Esas sabandijas jamás podrían acabar conmigo. – Dijo.
    - Las heridas que tienes no parecen apoyar mucho tu teoría. – Se burló pero cogió a Hao de las manos. – Me alegro tanto de que sólo fueran simples rumores…
    - ¿Se puede saber qué te pasa? – Se apartó rápidamente, empujándole. - ¿No te das cuenta en qué situación te has entrometido, verdad? – Su tono de voz parecía decir que estaba un tanto molesto. – No tenías por qué venir.
    - ¡Te equivocas! – Exclamó. - ¡Si vine a parar aquí es porque quería verte! – Le echó en cara. - ¡¿Qué te cuesta entenderlo?!
    - ¡Deja de decir tonterías! – Discutía. - ¡Estás en el lugar equivocado! ¡Hubiera sido mejor que no hubieses movido tu culo hacia aquí! ¡Mira lo que te ha pasado! – Tenía sus manos apretadas. – Aún cuando te duele el tobillo izquierdo, estás tan tranquilo.
    - Porque después de todo, permanezco aquí contigo. – Sonreía. – Es sólo una lesión, Hao. – Se levantó, apoyándose con la espada Harusame. – Se curará.
    - Imbécil. – Le dio la espalda, ordenándole a su espíritu acompañante que atacara. – Vete. – Le dijo. – Aún estás a tiempo de marcharte y salir vivo de aquí.
    - ¡¿Qué dices?! – Se irritó. Odiaba esa actitud… Siempre restándole importancia a lo que deseaba, a lo que hacía… Sin darle el valor que merecía.
    - Esta no es tu batalla. – Respondió con frialdad. – Además, preocuparás a tus amigos y a tu futura esposa. No es plan que por tu culpa, me gane problemas de más.
    - Hm. – Apretó sus manos. - ¿Sólo te importa eso, Hao? – Le preguntó. - ¿Sólo te interesa no tener disputas con mis seres queridos?
    - Lo que no quiero es matarlos. – Contestó. – Que esté metido en conflictos cada dos por tres, no significa que me guste tenerlos, ¿Sabías? – Su enojo se notaba a millas. – No quiero que me echen a mí la responsabilidad por tu incompetencia.
    - Eres un egoísta. – Soltó. – Yo preocupándome por ti y tú sólo…
    - ¡¿Se puede saber quién te ha dicho que yo no estoy angustiado por ti?! – Casi le chillaba. No era plan de dejarse llevar por los sentimientos de esta manera pero con Yoh… Era otra historia. - ¡Encima que intento protegerte el trasero me lo agradeces así! ¡Debería matarte en lugar de dejar que estuvieras aquí, arriesgándote el pellejo!
    - Hao… - Susurró. – Lo siento. – Bajó ligeramente la mirada. – Es cierto que no te comprendo muy bien pero yo…
    - De todas las personas que tienen algo que ver conmigo, tú eres el que más cerca está de mí y el que más puede entenderme. – Le interrumpió, volviendo a sorprenderle. – No por algo nuestra relación es muy diferente a todas las restantes. – Suspiró.
    - Hao, tú… - Tragó saliva.
    - ¡Lárgate ya! – Extendió su brazo derecho. - ¡No tengo tiempo para gastarlo contigo!
    - No pienso irme. – Yoh mostró determinación. – Voy a quedarme contigo.
    - ¡¿Qué no me escuchas?! – Le miró de reojo, muy molesto. - ¡Si no te vas, me obligarás a que yo lo haga por ti!
    - ¡CÁLLATE YA! – Le gritó. - ¡Siempre exigiendo cosas! ¡Siempre intentando llevar la razón! – Miraba muy fijamente al contrario. - ¡¿Alguna vez entenderás lo que intento decirte?! – Llevó una de sus manos al pecho. - ¡¿Por qué no aceptas que deseo ayudarte?! ¡¿Tanto te cuesta admitir que al igual que yo, tú también quisieras pasar más tiempo conmigo?!
    - No es momento de discutir esto. – Fue lo único que respondió. – Cuando esta batalla termine, quizá en otra ocasión hallemos un lugar para nosotros y tener esa clase de conversaciones.
    - Otra vez estás con lo mismo… - Bufó irritadísimo. - ¡¿Entonces tampoco te vale nada si te digo que al único a quien yo puedo amar… Eres tú?!
    - ¿Hm? – Sus ojos oscuros pronto parecieron más un par de platos al recibir esa información. Se quedó perplejo y al girarse, su mirada se cruzó con la de su gemelo. Sabía que parecía hablarlo enserio… Nada le decía que mentía. Ni siquiera su propio corazón. - ¿Qué acabas de decir…? – Habló más bajo. Aquello simplemente no podía creerlo. Era demasiado… Chocante.
    - No has oído mal y no alucino. – Respondió, acercándose. – Tú eres el único a quien yo puedo amar.
    - ¿Y qué hay de…? – Intentó preguntar.
    - Olvídate de ella. – Yoh se adelantó. – Sólo somos tú y yo… Hao.
    - Oh… - No podía apartar la mirada de él, tan siquiera notaba cuando su gemelo cortaba las distancias. - ¡Ah…! – Reaccionó cuando un ataque les llegó de lleno, haciéndoles caer a los dos de la mano del Espíritu del Fuego.
    - ¡Hao…! – Yoh extendió su mano hacia el aludido, aún cuando caía en picado, trataba de alcanzarle. De reojo vio que volvían a atacarlos, pero, gracias a un ataque de Amidamaru, llegaron a salvarse, más aquello le ayudó a Yoh en poder llegar hasta Hao, rodeando su cuello con sus brazos.
    - Supongo que era inevitable que llegaras a sentir algo así por mí. – Habló el dueño del Espíritu del Fuego mientras se dejaba caer. – Después de todo no podemos estar separados. – Sus ojos se cruzaron con los de su hermano. – Dos mitades de un todo no pueden permanecer alejadas la una de la otra. – Sonrió. – Somos gemelos idénticos… A fin de cuentas.
    - Seamos lo que seamos… Yo te seguiré amando. – Le respondió. – Sin importar lo que pienses… Eres lo más importante para mí.
    - Claro… - Entrecerró su mirada. – Ahora comprendo por qué existes, por qué te formaste a partir de la mitad de mi alma, por qué a pesar de dejarme a mí incompleto, tú te convertiste algo tan vital en mi vida. – Decía. – Ahora encaja todo…
    - ¿Eh? – Se extrañó.
    - En mis dos mil quinientos años de experiencia… Mi ser sólo te esperaba a ti. – Sonreía. – Tú eras la respuesta a todo. Tú eres lo que yo necesito. Arrebatarte el alma para devolverte a mí no sería más que una barbaridad imperdonable. – Le contaba. – Yo estuve aquí para ti… Tú eras el absoluto por qué, que yo intentaba hallar.
    - Oh… - No podía dejar de mirarlo. A pesar de estar cayendo de una altura muy importante, no sentía miedo. Lo único que albergaba era esa unión especial con Hao. No podía centrarse en nada más que eso. – Hao…
    - Yo nunca te lo dije y tal vez mis acciones no fueran las apropiadas para demostrártelo. – Suspiró y sonrió. – Aún cuando no me gustó quedarme incompleto, realmente supe qué era lo que se sentía estar acompañado en el útero materno. – Decía. – Yo te he amado desde un inicio. – Confesó. – Sólo por ti ha valido la pena haber sufrido durante tanto tiempo.

    No hubo necesidad de decir nada más. Yoh cortó las distancias y le besó, notando una cálida mano posarse en su cabeza, sabiendo que aquello era sólo una aceptación por parte de Hao que correspondió al gesto. Ante aquello, la relación entre ambos, sus almas entrelazadas terminaron de estrecharse más que nunca. El vacío de cada uno, se llenó gracias al otro. Todos los que vieron eso, se quedaron mudos. Lyserg, no podía estar más sorprendido al ver que los sentimientos de Yoh nunca fueron para Anna, si no para Hao, a quien él despreciaba con todo su ser. No lo comprendía. No podía comprenderlo… ¿Por qué? Si tenía una prometida… ¿Por qué escogió a su gemelo? Tal vez es lo que leyó en muchos libros, lo que decían muchas personas y lo que se sabía desde hacía siglos… El lazo entre idénticos… Era demasiado fuerte para que cualquiera lo rompiera. Era una relación donde los sentimientos sobrepasaban el nivel normal y adquirían una categoría mística. Supuso que el caso de Yoh y Hao no era distinto de eso.

    Justo antes de tocar el suelo, Hao con sus poderes, logró evitar el impacto de la caída. El aire los había protegido y para él no suponía ningún esfuerzo. Yoh permanecía agarrado a su persona y al ver que no ocurría nada, abrió los ojos, dándose cuenta que sólo estaban a unos centímetros. Piso suelo firme siendo imitado por su hermano. Ambos miraron a los Soldados X que dudosos, se observaban entre sí. Era visible la confusión de todos los presentes por lo que habían hecho. Lyserg opinó que era mejor marcharse porque la batalla había perdido sentido. Marco suspiró y sin decir nada, empezó a irse, así que sus compañeros hicieron lo mismo. Los aliados de Hao se aproximaron a este, todos un poco mudos. El dueño del Espíritu del Fuego les ordenó que buscaran un lugar para descansar, por lo que pronto se quedó a solas con Yoh. Hizo que su idéntico se sentara en el suelo en lo que rompía parte de su poncho para usarlo como vendaje en su tobillo lesionado. El otro le replicó pero supuso que con quejarse no sacaría ningún provecho. Lo que más le sorprendió es que Hao le cargara a pesar de que él también estaba herido. Más eso le hizo sonreír y darse cuenta que su hermano no gastaba tanta maldad como uno bien podría pensar. Se aferró a su persona, apoyando su cabeza en el hombro izquierdo del contrario mientras salían del bosque.

    - Oye Hao. – Le llamó. - ¿Cómo es que no estás celebrando la Navidad?
    - ¿Eh? – Se extrañó. - ¿La Navidad? – Respondió muy desconcertado. - ¿Qué es eso?
    - ¿Realmente no lo sabes? – Alzó sus cejas muy sorprendido. – Es una fiesta que se celebra por tradición en muchos lugares del mundo y mayormente es para estar con tus seres queridos.
    - No conozco algo así. – Contestó. – Nunca he celebrado eso.
    - ¿Y no te gustaría? – Sonrió de nuevo. – Podrías venir conmigo y así lo celebramos juntos y con los demás.
    - Soy experto en amargarle la ocasión a cualquiera, no creo que sea lo más apropiado. – Suspiró. Eso de imaginarse en compañía con los amigos de su gemelo… Uf no, ¡Qué horror!
    - Pienso que te lo pasarías muy bien. – Dijo Yoh. – Estar solo no siempre es bueno.
    - Yo nunca estoy solo, Yoh. – Le contradijo. – La naturaleza me acompaña a donde quiera que vaya.
    - Pero no es lo mismo. – Opinó. – En Navidad mucha gente se conoce, aprende a comprender a otras personas… Te vendría bien.
    - Lo siento pero no me podrás convencer. – Cerró sus ojos. – Que tú me aceptes no significa que también lo hagan los tuyos, ¿Eres consciente de eso, no?
    - Sí, lo soy. – Rió. – Pero igual sigo creyendo que tarde o temprano irán acostumbrándose a tu presencia y te irán conociendo lentamente.
    - Mi lugar no está entre los seres humanos u otros chamanes. – Respondió. – Yo no pertenezco a esta época y lo sabes.
    - Mmm… - Pensaba en voz alta. - ¿Qué tal entonces si lo haces por mí?
    - ¿Eh? – Le miró de reojo. Eso le pilló desprevenido.
    - Si no quieres estar con mis amigos sólo para no estropear el ambiente, pues… ¡Hazlo por mí! – Exclamó. - ¡Déjame enseñarte la Navidad, Hao!
    - Empiezas a comportarte como un niño. – Sonrió con ternura. – Agradezco tu gesto pero alguien como yo no puede estar rodeado de gente.
    - Sí que puedes, sólo que tienes miedo. – Soltó, dejando mudo a su gemelo. – No es malo dejarte conocer y abrirte un poco. No te pasará nada.
    - ¿Qué hay de Anna? – Cambió de tema. – Ella lo vería muy extraño.
    - Eres mi gemelo, deberá entenderlo quiera o no. – Sonrió. – Ya veré qué hacer con la familia acerca de ese asunto.
    - ¿Qué tienes pensado hacer? – Preguntó, con curiosidad.
    - ¡Pedirles que me comprometan contigo! – Exclamó tan feliz en lo que se reía.
    - ¡¿Estás de broma verdad?! – Hao se sonrojó muchísimo. - ¡¿Por qué te querrías casar conmigo?!
    - Porque eres el único a quien yo puedo amar. – Dijo antes de besarle en la mejilla. – Y porque tú también sientes lo mismo, tú también me amas.
    - Hm… - Giró su rostro, avergonzado.
    - Mmm, no lo he escuchado. – Comentó. - ¿Me amas? – Le preguntó de manera intencionada para provocarle. No recibió respuesta. – Por tu silencio supongo que no… - Hizo drama. – Si es que nadie puede quererme, soy demasiado idiota… ¡Qué cruel mundo!
    - ¡¡Cállate ya!! – Alzó la voz. - ¡Por supuesto que te amo! ¡Eso no deberías dudarlo nunca! – Decía de manera inconsciente. - ¡Te amo más que a mi vida! ¡¿Te queda claro?!
    - Muy claro. – Rió. - ¿Ves que no era tan difícil?
    - Yoh… - Lo llamó. – Esta me la vas a pagar. – Dijo, con claras intenciones asesinas. – Y con creces.
    - ¡No, no, no…! – Movía las manos. - ¡No vayas a exterminarme! ¡Soy tu gemelo! ¡Sin mí no te puedes llenar…! – Soltó y se sonrojó. - ¡Digo! ¡Completar! – Se corrigió, sabiendo lo mal que había sonado eso.
    - ¡Cómo no cierres el pico reconsideraré la idea y te haré a trocitos! – Le amenazó.

    THE END



    Edited by Sly D. Cooper - 16/5/2017, 02:13
     
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