Tu indiferencia Actualizado FINAL

¿Será infidelidad, si ya en tu corazón no hay más amor para esa persona que crees traicionar?

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Fransela_r
        +9   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Hola mis niñas hermosas, estoy feliz de pasar por aqui a dejar esta nueva historia. Tiene Mpreg, y los personajes estan fuera de canon, si nos les gustan estan categorias no lean.

    Aclarado esto, a los que sigan conmigo, gracias por leer y por la compañia.
    Los personajes principales son Hiroki y Nowaki, pero estaran casi todos los de Junjou y no aseguro que la pareja principal termine siendo la misma.

    Saludos de corazon a todos los que me acompañen y desde ya mi agradecimiento a los que me honren con sus mensajes.

    Ah y aclaro los personajes de junjou romantica no me pertenecen son de Nakamura san.

    Saludos a todas y un millon de gracias por la compañia.




    Al principio todo es felicidad, amor, pasión. Luego pasa el tiempo y los sentimientos comienzan a desaparecer, o por lo menos así les ocurrió a ellos. Un momento todo había sido magia y alegría, para convertirse tiempo después en costumbre y apatía. Tal vez si pusieran de su parte lograrían salvar su relación, pero quizás el destino tenía otros planes y su matrimonio estaba a punto de romperse.
    ¿Será infidelidad, si ya en tu corazón no hay más amor para esa persona que crees traicionar?



    1- Tu indiferencia


    Los rayos del sol iluminaron las calles del lujoso distrito de Meguro. Desde muy temprano muchas personas salían de sus hogares para comenzar el día. En una de las hermosas casa enclavadas en el distinguido distrito, una familia comenzaba su mañana. La casa estaba localizada en una pequeña colina, era grande, espaciosa. Combinaba lo tradicional con lo moderno, teniendo en su interior, lindos jardines de estilo japonés, donde un enorme árbol de cerezos reinaba, dándole al lugar un aspecto mágico.

    En la cocina, ya la señora Himeko trajinaba preparando el desayuno. Trabajaba para la joven pareja desde hacía cinco años, los cinco años que llevaban los jóvenes casados. Pero Himeko era aún más antigua en la vida de uno de ellos, pues lo había criado desde pequeño.

    —Hime-san…Hime san, me quedé dormido.

    La mujer vio a su niño con ternura, a pesar de que ya era un hombre casado y con un hijo, para ella siempre sería un niño, el pequeño niño que crió y que amó como una madre.

    —Deja el agite Hiro-chan, Nowaki-san está aún en la regadera y yo ya tengo el desayuno listo.

    Hiroki sonrió con alivio, apenas había tenido tiempo de calzarse las pantuflas y ponerse un albornoz sobre la pijama. Se había asomado en el cuarto donde su pequeño Issei dormia plácidamente y corriendo hacia la cocina había rogado porque su nana tuviera el desayuno listo para su esposo. Aquel día era especial, cumplían cinco años de casados y le tenía una sorpresa a su marido.

    —Megumi vendrá esta noche para ayudarte. —Le dijo sonriente, mientras la ayudaba a poner la mesa. — Yo voy a buscar a Nowaki a las ocho al hospital y luego iremos al restaurant en Ginza.

    Hiroki se sonrojó al pensar en los demás planes que tenía. Su nana entendió la vergüenza, ya se imaginaba cual era la sorpresa. Mientras ella, silenciosamente, siguió poniendo la mesa. Hiroki pensaba en la reservación que había hecho en un lujoso hotel. Champaña, fresas, un hermoso regalo y toda una noche para ellos, era su sorpresa de aniversario para su marido esa noche. Había hecho un gran esfuerzo, superando su vergüenza y timidez. Después que Issei había nacido hacía ya casi dos años, Hiroki sentía que su matrimonio se había enfriado.

    Criar a un niño, mantener un hogar, llevar la vida agitada que Nowaki como médico llevaba, ser una familia, no era fácil. A veces recordaba los primeros meses donde todo le había parecido mágico y tan sencillo, pero con el tiempo y con las constantes ausencias de Nowaki, el entusiasmo se había apaciguado, convirtiéndose en una rutina que a veces hacia que Hiroki se sintiera solo y decaído.

    Por eso había planeado todo aquello con especial dedicación, quería que aquella noche fuera especial, fuera perfecta. Quería que él y Nowaki fueran los de antes, los adolescentes que se enamoraron siendo estudiantes, los jóvenes felices que se casaron enamorados.

    —Buenos días Himeko-san.

    La voz de su esposo lo sacó de sus pensamientos.

    —Hiroki, Issei está llorando en la cuna.

    Le dijo Nowaki con aquella frialdad que últimamente usaba con él ¿Dónde estaba el “buenos días amor”? ¿O el beso que debía darle cada mañana?

    —Sí, ya voy a verlo. — Musitó Hiroki algo nervioso. Himeko se interpuso en su camino. —Siéntate a comer con Nowaki-san, cariño, yo iré a ver al pequeño príncipe.

    Hiroki le sonrió a la mujer y mientras esta salía de la cocina, le sirvió un café a su esposo, que revisaba impaciente su teléfono.

    —Hime-san preparó arroz, sopa de miso y unos vegetales.

    Le dijo mientras le servía el desayuno en un plato.

    —No tengo tiempo para comer. —Nowaki se tomó el café mientras enviaba un texto desde su teléfono. —Tengo una emergencia en el hospital y el maldito de Tsumori no contesta la llamada. Se supone que él está de guardia, vaya a saber dentro de los pantalones de que enfermero estará metido a esta hora.

    Hiroki apretó los dientes con molestia. Tsumori había sido objeto de las pocas peleas que habían tenido ellos en su matrimonio. Con el tiempo, había superado la inseguridad que aquel rubio odioso le causaba, pero en ocasiones como esa, no podía dejar de sentir cierto recelo por la cercanía de aquellos dos.

    —Iré a buscarte a las ocho.

    Le dijo a Nowaki, casi corriendo tras él, cuando este salió de la cocina, para alcanzarlo antes de que se marchara.

    —Sí, sí. Hasta luego.

    Hiroki vio a su esposo salir en carrera sin apenas dedicarle una mirada. Con aquella escueta despedida, abrió un poco más la brecha que los estaba separando. Su mano se introdujo en el bolsillo del mullido albornoz, donde una caja descansaba. Dentro de esta había un reloj, una copia de uno que le había regalado siendo apenas unos adolescentes y que Nowaki había tenido hasta hace poco. Esta vez era un reloj de marca y en su correa estaba grabado “Quien siempre te amará, Hiro-san”

    De repente a Hiroki se le llenaron los ojos de lágrimas y la palabra siempre, le pareció mucho tiempo.

    La risa musical de su hijo lo hizo respirar profundo. Tragándose su dolor, limpió sus lágrimas y dibujo en su rostro una dulce sonrisa, para voltearse y mirar al angelito que venía feliz en los brazos de su nana.

    —Sequito y cambiadito viene a desayunar con sus papis. —Le dijo Himeko entregándole al bebé.

    Hiroki besó las mejillas de su hijo. Sin mirar a su nana, caminó a la cocina.

    —Nowaki se tuvo que ir, tenía una emergencia en el hospital.

    Himeko no dijo nada, le sirvió el desayuno a su niño y lo miró con tristeza. Algo estaba ocurriendo entre aquellos dos seres y eso la tenía angustiada, pues cada día veía más y más tenso a Hiroki


    ******



    Cuando llegó al hospital y aun sin siquiera comenzar el día, ya se sentía exhausto. Tal parecía que el ritmo de vida adoptado por él mismo, estaba causando estragos en su salud física. Dejó sus cosas sobre el escritorio y se sentó solo un segundo, antes de comenzar sus labores.

    —Ni siquiera le di un beso.

    Se dijo, sintiéndose molesto consigo mismo. Pero no se le ocurrió pensar que llevaba días, meses e incluso casi dos años sin hacer las cosas que solía hacer, para demostrarle a Hiroki cuanto lo amaba. Tomó el teléfono impulsivamente y justo cuando se disponía a marcar, alguien tocó a su puerta.

    —Doctor Kusama, que bueno que ya llegó. Lo esperan en terapia intensiva, el paciente que ingresó anoche sigue empeorando y el Doctor Mikumo le está buscando, me pidió que el informara que en cuanto tuviera un tiempo libre le buscara en su oficina. Me recalcó que es urgente.

    La enfermera, con la misma velocidad que entró diciéndole aquellas cosas, se marchó.

    —Tiempo libre. —Rezongó Nowaki con un resoplido de frustración.

    — ¿Y qué demonios querrá el director del hospital conmigo? —Se preguntó mientras se ponía su bata y salía con prisa de su consultorio, olvidando como últimamente hacía, lo que una vez había sido prioridad para él.

    El día era diferente para Hiroki. Luego de darle de comer a su pequeño ángel. Se encerró con él en su habitación y pasó parte del día jugando. Issei era un niño muy vivaz y además era la luz de sus ojos. Su vida después de casarse con Nowaki era cómoda y tranquila, sin mayores obligaciones que las de atender su hogar y a su esposo e hijo. No le hacía falta trabajar, pues Nowaki proveía todo. Si debía ser honesto a Nowaki tampoco le hacía falta trabajar, tenía el dinero que le habían heredado sus padres al morir y él también provenía de una familia acomodada.

    Aun así, Nowaki amaba lo que hacía y Hiroki jamás le pediría que renunciara a su profesión. Él, sin embargo, había dejado poco a poco sus sueños a un lado. No era que estar casado con Nowaki y tener a Issei no fuera uno de sus sueños más preciados, pero a veces, solo a veces, se sentía como si algo le faltara.

    Desde muy joven aprendió que la sociedad segregaba a las personas, por clases, por estatus social, por raza, por credo, en fin, todas las personas parecían estar catalogadas. En su caso pertenecía a una pequeña minoría de seres que habían nacido con una rara mutación genética. No era algo nuevo, al contrario, llevaba ya casi un siglo desde que se presentara el primer caso, tampoco era algo que el mundo tachara de extraño o antinatural, después de tanto tiempo se había vuelto normal, pero si era algo que lo había colocado a él y a los otros miles, en uno de los catálogos de la sociedad.

    Afortunadamente tenía buenos amigos, que como él, poseían aquel don, pues para él, el dar vida, el poder haber tenido un hijo del hombre que amaba, era una bendición, aunque no todo el mundo lo creyera así. Pensando en uno de aquellos amigos, aprovechó que su angelito había caído rendido e hizo una llamada. Sabía que recurrir a él, sería lo mejor en ese momento en el que se sentía tan confundido.

    —Hola, abnegado amo de casa ¿qué te hace llamar a tus ignorados amigos? ¿Será que ya te decidiste a dejar al aburrido de tu marido e incorporarte a la vida real?

    —Por comentarios como esos ya no te llamo Ryu. —Le reprochó Hiroki con un mohín de disgusto, al que con diversión lo molestaba.

    —Ya…Ya, discúlpame. A veces olvido lo delicado que eres cuando se trata de tu marido. —Rezongó Isaka con molestia, luego, esbozando una brillante sonrisa, siguió la plática con su amigo. Sabia porque lo llamaba, siempre era lo mismo. —Dime ¿problemas con don perfecto?

    Hiroki resopló molesto, Ryu tenía la tendencia a irritarlo, pero era de sus amigos el más centrado. Tenía una carrera exitosa como abogado de uno de los mejores bufetes del país. Conocía medio mundo de tanto que viajaba. Era sofisticado, cosmopolita, inteligente y muy, muy soltero. Tenía una larga lista de aspirantes a doblegar aquella rebeldía y convertirlo en un feliz esposo, pero Ryu le huía al matrimonio como el que le huye a la mayor de las pestes.

    —Algún día conocerás a tu don perfecto y seré yo el que me burle de ti. —Rezongó Hiroki con descontento.

    Ryu soltó una alegre carcajada.

    —Ay querido que chistoso eres. El día que eso pase lloverán sapos. Primero, porque yo sé decir que no y segundo, porque mientras existan los condones y los otros miles de métodos anticonceptivos, yo seguiré disfrutando del sexo sin compromiso y de mi tan bien amada libertad. Ahora dime por qué me llamaste, tengo una reunión en una hora y si se trata de tu maridito, me imagino que no será una conversación corta.

    Hiroki lo pensó un segundo, antes de decir con un dejo de tristeza.

    —Es lo de siempre Ryu, es que de pronto ya no sé qué hacer para que volvamos a ser como éramos antes.

    Ryu suspiró, era hora de dejar a un lado los sarcasmos, Hiroki lo necesitaba.

    —Olvidó el aniversario ¿verdad?

    El silencio de Hiroki le dio la respuesta.

    —Supongo que están pasando por una pequeña crisis. A todos los matrimonios les pasa. He visto muchas parejas en mi oficina que alegan divorciarse por no haber podido sobrepasar esas crisis. Se acusan de falta de atención, de ausencia en el hogar…

    Ryu se detuvo cuando escuchó a Hiroki respirar con fuerza.

    —A ti no va a pasarte eso Hiroki.

    — ¿Cómo lo sabes? Tú mismo lo has dicho, son muchos los que se divorcian por no poder superar los problemas. Y… ¿Si eso es lo que está pasando en mi matrimonio?

    —Mira. —Le interrumpió Ryu para evitar que Hiroki se angustiara más, con conjeturas hechas antes de tiempo. —Puede que yo no tolere mucho a Nowaki, pero eso no quiere decir que no lo crea una buena persona y sé que él te ama. Lo mejor que puedes hacer ahora es hablar de esto con él. Siempre te he dicho que la comunicación es importante. Dile cómo te sientes, háblale de tus temores y por todos los cielos Hiroki, también te lo he dicho, comienza a salir de esa casa. Eres un profesional, ejerce tu profesión. Ahora mismo podrías estar dando clases en cualquier universidad. Yo no digo que tu vida ahora sea mala, pero hay más Hiroki, hay más que cuidar un niño, un marido y una casa.

    Hiroki terminaba de arreglarse esa noche, mientras reflexionaba sobre las palabras de su amigo. Quizás Ryu tenía razón, quizás eso era parte de los problemas de su matrimonio. Nowaki era un profesional reconocido y ¿qué era él? Un esposo, un padre y…nada más.

    Se propuso hablar con su marido esa noche, durante la cena. Quizás era hora de ejercer su profesión. Issei estaba grandecito, podría llevarlo con él y dejarlo en la guardería de la universidad donde consiguiera una plaza para enseñar. También podría contratar a una niñera para que lo ayudara en casa y así poder preparar sus clases sin sobrecargar a su nana de trabajo. Era una idea que de pronto se le hacía incitante.

    —Que guapo estas mi niño.

    Le halagó Himeko al entrar a la habitación. Hiroki vestía un fino traje negro. Al mirarse al espejo se encontró con que si se veía muy bien, pero no era la ropa, era algo en la expresión de su rostro, algo había cambiado dentro de él. Quizás la emoción y la esperanza de estar haciendo lo correcto. Besó a su hijito dormido en la cuna y le dio un abrazo dulce a su nana.

    —Te quiero mucho Hime-san, nos vemos mañana. La niñera debe estar por llegar, cualquier cosa no dejes de llamarme.

    Cuando iba camino al hospital, miraba por la ventana del taxi, el esplendor de la ciudad de Tokio. Sus luces tan brillantes, su constante movimiento. La ciudad bullía, viva, vibrante, así como se sentía él en aquel momento.

    ******



    Nowaki estaba en los límites del agotamiento. Después de casi perder un paciente en la mesa de operaciones y de pasarse parte de la mañana cuidando otro en la unidad de terapia intensiva, le tocó una larga y tediosa reunión con el Director del hospital, que solo quería decirle algo que ya sabía. Ahora ostentaba el cargo de jefe de cirugía. No era que le molestara la distinción que se le había hecho, al contrario, era un orgullo para él, ser uno de los más jóvenes médicos en lograr aquel honor solo con sus méritos.

    Era la responsabilidad que todo aquello traía, más trabajo por así decirlo. Eso era algo que perturbaba a Nowaki, pues si ya de por si estaba ocupado, como jefe de cirugía seria dos veces peor.

    Firmaba unos récipes que le había entregado una enfermera, cuando escuchó una voz en su espalda.

    —Felicidades Kusama sensei.

    Nowaki sonrió complacido y se giró para ver al dueño de aquella dulce voz.

    —Doctor Takahashi, muchas gracias.

    El aludido sonrió contento. Le faltaba mucho para ser llamado con aquel apelativo, pues aún era un interno, un estudiante en busca de lograr lo que Nowaki había logrado.

    —Aún no me llame así, Kusama sensei, muy pronto me mereceré esa distinción. Pero usted, usted merece ese puesto y sé que lo hará muy bien.

    Nowaki puso su mano sobre el hombro del chico. Le gustaba aquel joven, era diligente, inteligente, muy aplicado y tenía un carácter tan amable, tan dulce, que todo el mundo lo quería en el hospital. Misaki le recordaba a su esposo. Hiroki era así cuando lo conoció, era esa sensibilidad lo que lo había enamorado de su ahora esposo.

    —Gracias Misaki-kun, espero contar con tu apoyo en mi nuevo cargo.

    Misaki sonrió con emoción y tomó la mano de Nowaki mirándolo con fervor.

    —Claro que si Kusama sensei, cuente conmigo para lo que necesite.

    Hiroki había llegado al hospital con diez minutos de antelación. Se paró en el puesto de información y preguntó por su esposo, cuando una odiosa voz llamó su atención.

    —Caramba, pero mira a quien me encuentro, al esposo modelo ¿Cómo estas Hiroki?

    —Tsumori-san…como…está. —Saludó Hiroki con acritud, al rubio que lo miraba sonriente.

    —Deja, yo escolto a Kusama-san hasta donde está su esposo.

    Le dijo Tsumori a la chica que iba a llamar a Nowaki y ante la mirada resignada de Hiroki, le condujo hacia el área de cirugía.

    —Cada vez que te veo estas más guapo. —Le dijo con galantería, cosa que Hiroki ignoró, deseando llegar con Nowaki rápidamente.

    Afortunadamente el ascensor estaba lleno y Tsumori no pudo molestarlo, mas. Al salir de este en el quinto piso, Tsumori lo guio por un pasillo largo, por donde enfermeras y médicos caminaban si detenerse. Hiroki a lo lejos vio a su esposo, pero la sonrisa se borró de su rostro al verlo tomado de la mano con un jovencito que vestía una bata médica.

    —Ese es Takahashi Misaki. —Le dijo al oído Tsumori, maliciosamente. —Es un interno a cargo de tu marido, el pequeño lo sigue como perrito faldero. Yo que tu tendría cuidado, la sangre nueva siempre es más dulce…

    Tsumori se fue, dejando a Hiroki pálido y descompuesto. Nowaki estaba sonriéndole a aquel joven como hacía mucho que no le sonreía a él. De pronto quiso salir de aquel lugar, pero las piernas no le respondían. Cuando pudo moverse ya era tarde. Nowaki lo había visto y el fruncimiento de ceño que hizo al mirarlo, destrozó más el corazón de Hiroki.

    —Hiroki ¿Qué haces aquí?. —Le dijo acercándose a él y mirándolo con aprensión. — ¿Le pasó algo a Issei?

    ¿Pasarle algo a su hijo? ¿Es que acaso no notaba como iba vestido? Peor aún ¿Es que había olvidado el compromiso que tenían?

    —Yo…no…no…Issei está bien.

    Nowaki lo miró más confundido aun.

    — ¿Entonces porque vienes a esta hora al hospital? Deberías estar en casa, es muy tarde.

    Hiroki iba a replicar, quizás a gritarle que ese día era especial, que cumplían cinco años de casados, pero la llamada por los alta voces, cortó cualquier discusión.

    —Doctor Kusama se le solicita en emergencia… Doctor Kusama favor dirigirse al área de emergencia.

    Nowaki chistó con molestia, quería tomarse un descanso, pero estaba visto que no podría. Miró a su esposo aun extrañado por su presencia en el lugar. Sin dejarlo siquiera hablar, le dijo con rapidez.

    —Vete a casa Hiroki, llama a un taxi y ve a casa. Tengo que irme, es una emergencia, te llamaré más tarde.

    Hiroki se quedó parado en medio del pasillo, sintiéndose más vacío que nunca. Sin comprender cuando era que su matrimonio había comenzado a desboronarse. Salió como un autómata del hospital y tomó el primer taxi que pudo detener. Lloró todo el camino y al llegar a su casa, en vez de entrar, se coló por el jardín, para sentarse bajo el viejo cerezo y pensar, entre lágrimas, en la vida que ya no tenía.

    Muy tarde esa noche, cuando ya Nowaki se disponía a irse a casa. Tsumori lo interceptó en el vestuario de médicos.

    —Oye ¿Tu no deberías estar celebrando?

    Nowaki se encogió de hombros con molestia, su ascenso no era algo que celebrar, había sido algo que desde siempre supo que sucedería.

    —No se celebra algo que ya se sabe, además, es más trabajo para mí, no es nada divertido.

    Tsumori lo miró sin entender. Sentándose en uno de los sillones, lo miró fijamente mientras este se cambiaba.

    —Yo no hablaba del ascenso. —Le dijo con sorna. — ¿No te encontraste con Hiroki?

    Nowaki lo miró confundido. —Si… pero lo envié a casa, ni siquiera sé que estaba haciendo aquí.

    Tsumori suspiró, comprendiendo ahora la razón de que su amigo estuviese allí. Le gustaba Nowaki, pero no con razones románticas, era un buen amigo y amaba hacer rabiar a Hiroki, siempre le había gustado molestar al castaño, pero aquella noche, aquella noche pensó que Nowaki había ido muy lejos. Había estado diciéndoselo durante meses. Estaba trabajando mucho, estaba descuidando lo importante. Tsumori siempre había sido una persona muy solitaria, por eso le gustaba lo que había entre Nowaki y Hiroki y aunque le gustara molestar al joven, también lo admiraba por ese amor incondicional que le demostraba a Nowaki.

    —Eres un imbécil Kusama. —Le dijo sonriéndole con ironía.

    — ¿A qué viene eso?— Preguntó Nowaki mirándolo con molestia.

    Tsumori se puso de pie y se dispuso a salir de la habitación. No sin antes decirle con desdén.

    —Feliz aniversario, imbécil ¿Te dice algo eso?

    La puerta hizo un ruido fuerte al cerrarse, retumbó en los oídos de Nowaki, pero su corazón se había detenido al pensar en lo idiota que había sido. Ahora tenía mucho que enmendar, sabía que eso no sería algo que Hiroki perdonaría fácilmente.

    Edited by Fransela_r - 25/1/2015, 20:06
     
    Top
    .
  2. kimmi Chan
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Ah, ¿escuchas eso? es mi corazón, partiéndose ;n;

    Es un buen tema, me gusta :33
    Nowaki estresado y Hiroki el esposo guardado en casa. Me gusta la actitud de Ryu xDD Jojo pero ya le tocara que le tiemblen las piernitas por alguien <3

    Me gustó mucho este capi, espero el siguiente! c:

    Hasta la próxima!~ ;33
     
    Top
    .
  3.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

    Group
    Clan Angel
    Posts
    507
    Location
    mi cuarto

    Status
    Offline
    Mi querida Fransela_r es emocionante volver a leer tus historias
    para no extrañarte tanto me puse a leer de nuevo tus otras historias que me encantan, en fin
    dejame decirte que me gustó la trama
    me encanta que ya estén juntos
    pero si yo fuera hiroki en verdad no perdonaría fácilmente a nowaki
    como puede ser que se olvide de algo tan importante
    la comunicación es esencial en la vida de pareja
    pero no tiene que ser un loco por el trabajo
    la participación de tsumori es genial así como la de ryou
    pero misaki aunque admire a nowaki se que conocerá a su pareja ideal
    espero con emoción y ansias la conty
    nos vemos :=PENSDF:
     
    Top
    .
  4. march1
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Kyaaa que.. y mi especial de.los otros que paso?.
    Ahh caro quiero mi especial. Pobre hiroki lo de siempre. Malos maridos que.se.olvidan de.susu espositos... lindo y triste comienzo. :=¬¬:
     
    Top
    .
  5.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    "El Yaoi no es solo un gusto,ni mi pasión...¡Es mi vida!"
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    4,999

    Status
    Offline
    :=FOXXIN: Kyaaaaa Sensei!!! te adoro, te amo!!! en serio, me encanta leerte de nuevo por este sector, me haces muy, pero muy feliz, no sabes cuanto he esperado tu regreso por JUnjou (siento no porder leerte por otros sectores u_u , me odio por eso porque adoro leer tus magníficas historias)

    Cuando vi que habías iniciado un nuevo fic en este sector grité de alegría, :=uuhuhuhus: en serio, así de feliz me hacer poder leer una nueva historia hecha por ti y más cuando mi amada pareja egoísta es la protagonista (y más Hiroki que Nowaki n_n) :=EEEE:

    Me fascina todo el drama que escribes en tus fics, eso es lo que lo hace brillar de perfecto, y empezaste como con fuegos artificiales otra ves, tan maravillosamente como tú siempre lo haces, amé el primer cap y sé que terminaré enamorada de tu nuevo fic como de tus anteriores *w*

    Ryu es tan kawaii, sabes sensei, Ryu me comenzó a gustar con tus bellos fics, ya que antes no me pasaba de indiferente, ahora es un personaje el cual no tiene que faltar nunca en tus historias

    No lo sé pero Misaki me pareció muy adulador, parecía estar lanzándose a los brazos de Nowaki y el baka hasta le sonríe cariñosamente :=angrys: y cuando ve a Hiroki se pone serio? pero que rayos!, bueno haber si esto no le cuesta en el futuro

    Nowaki es un baka, debería en serio priorizas a su esposo, me encantó que Tsumori lo reprendiera XD fue divertido, me imagine la cara que Nowaki puso cuando supo lo mal que se habia portado con Hiroki

    Pobre de mi adorado Hiroki, será que Nowaki lo compensa de la manera más romántica o que de nuevo lo hecha a perder u_u kyaaaa no puedo esperar para la conti, estoy muy ansiosa :=SOCEREF:

    Me gustaría mucho que haya un flash back de como se conocieron (amo los comienzos de una relación *0*) hasta que tuvieron a su baby n_n

    Bueno como siempre aquí solo te daré la bienvenida de vuelta como siempre, pero te leeré y dejaré mis comentarios en el otro foro :)

    Muchas gracias sensei, de verdad estoy muy agradesida, no sabes cuanto pedía leerte de nuevo por aquí n_n te quiero un montón, cuídate mucho y hasta pronto!!! :=WIJIS: :=SOCEREF: :=WIJIS:
     
    Top
    .
  6. Alexx Jackson
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Aleluuuuya mi Caroo!!! nuevo fic!! :D :D

    como decia, este Nowaki se hizo odiar mas rapido en este fic! primer capitulo y ya daban ganas de pegarle!!! sobrepasas los records Caro hahhaha!

    Me encanta Ryu !!! he dicho.

    y Misaki..... no esta detras de Nowaki no? ... *me dejas pensando*


    Felicidades por este nuevo baby! como siempre, perfecto, nunca dejo de admirarme... y ahora si... CONTI PLS!!!!
     
    Top
    .
  7. Fransela_r
        +5   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Awww, es tan bonito contar con la compañia de todas ustedes. Gracias por sus mensajes, gracias por siempre leer mis loqueras, gracias por su motivacion. Amo escribir y mas lo amo porque se que ustedes me leeran. Las quiero un monton.

    Aqui les dejo el capitulo nuevo, motivada enormemente por el apoyo. Mil besos y Gracias por leer.






    Tu ambivalencia



    No supo cómo condujo hasta su casa esa madrugada. Enfrentarse a Hiroki era algo que no deseaba hacer en ese momento. Le había fallado de una terrible forma. Si lo pensaba bien, en el rostro de su esposo se había dibujado esa noche una profunda decepción y eso le dolía, le dolía haberlo lastimado.

    Se estacionó fuera de la casa por largo rato. Recostado del asiento del auto, por fin pensó en lo que había sido su vida los últimos meses. Cuando finalmente cayó en cuenta, entendió que no habían sido meses, que había sido más de un año, en el que su comportamiento hacia su esposo había cambiado radicalmente.

    ¿Por qué? ¿Acaso ya no lo amaba?

    Preguntarse eso le causó pesar. Hiroki había sido su único amor. No era que no hubiese tenido otras conquistas. Era que Hiroki llenaba todo en su mundo. Eran novios desde que estaban en secundaria. Ya en la universidad y a pesar de que estudiaban distintas carreras, eran inseparables. Nowaki siempre tuvo claro que Hiroki sería su esposo, su mundo, el que le daría hijos, el que le daría el hogar que deseaba.

    ¿Qué pasaba entonces? ¿Dónde había quedado toda aquella pasión, aquel amor?

    Decidido a no atormentarse más, con aquellas preguntas sin respuestas, metió el carro al estacionamiento y se dispuso a entrar en su hogar. Se tomó un vaso de agua en su espaciosa cocina. Aquella casa era la representación de todos sus sueños hechos realidad. Grande, espaciosa, lujosa. Enclavada en una de las mejores zonas de la ciudad. Nowaki sabía, que si sus padres estuvieran vivos, estarían orgullosos de él y de todo lo que había logrado.

    Hiroki la tenía perfectamente decorada, con un exquisito gusto. No derrochaba riqueza, más bien elegancia, sutileza. Tal y como era él, todo fino, exquisitamente educado, inteligente. El esposo perfecto para elevar aún más su estatus en el círculo social donde se movían. Todo el mundo halagaba el matrimonio perfecto que tenían y eran invitados frecuentes en las reuniones que hacían los amigos de ambas familias.

    No había nada fuera de lugar en su vida. Tenía la profesión que amaba, donde había escalado hasta lugares envidiables y tenía a Hiroki en casa, como el esposo perfecto y el padre ideal de su pequeño tesoro. Nowaki suspiró con enfado, le había fallado a sus dos amores, tanto Hiroki como Iseei, merecían que él les dedicara más de su atención. Después de todo, el trabajo no podía significar todo en su vida.

    ¿O sí?

    Subió a su cuarto silenciosamente, esperando como siempre, encontrar a su dulce esposo envuelto entre las sabanas. Pero lo que encontró fue una habitación vacía y una cama perfectamente hecha, que esperaba cobijar a unos apasionados amantes que hacía tiempo no disfrutaban de un fogoso encuentro, entre aquellas finas sabanas.

    Dejó su maletín sobre uno de los muebles de la habitación y salió casi en carrera hacia el cuarto de su hijo. Respiró con alivio al encontrar a Hiroki allí. Era una visión hermosa y muy dulce. Sobre la camita que habían comprado para cuando Iseei dejara la cuna, estaban dormidos sus dos amores. Hiroki sostenía tiernamente entre sus brazos a su pequeño hijo, que estaba dormido con sus manitas aferradas al pijama de su papi.

    Mirarlos fue un placer. Issei era físicamente una copia de él, con sus cabellos como el ébano y sus ojos tan azules como los suyos, pero era igual a Hiroki en todo lo demás, en sus gestos, su carácter, hasta su sonrisa era como la de Hiroki. La combinación perfecta de los dos, una muestra hecha un ser del amor que se tenían. Frunció el ceño al ver las mejillas húmedas de Hiroki, su gesto apesadumbrado, como si sus sueños no fueran placenteros.

    No quiso despertarlo, lo dejaría recobrar la tranquilidad en los brazos de su hijo y cuando la mañana llegara, le pediría disculpas así fuera de rodillas.

    —Buenas noches mis amores. —Susurró antes de volver a su cuarto.

    En su habitación, se desvistió, se dio un largo baño y se dispuso a acostarse. Algo en la cómoda llamó su atención, una cajita reluciente. Nowaki sintió su corazón oprimirse cuando la tomó para abrirla. El reloj era idéntico, solo que más caro y la inscripción que había en él, lo hizo evocar buenos recuerdos.

    Así firmaba él sus cartas, el año que había tenido que marcharse para hacer una especialización en Estados Unidos. No quería que Hiroki lo olvidara, deseaba fervientemente que lo esperara. Por eso cada carta que le enviaba la firmaba así “Quien siempre te amará, Nowaki” No quería que Hiroki olvidara que nunca dejaría de amarlo. Pero no era necesario aquel temor, Hiroki también lo amaba con la misma intensidad y no solo lo esperó, sino que se casaron apenas Nowaki regresó.

    Nowaki no pudo dormir bien, las pocas horas que antecedieron al amanecer, tenía culpa y otro sentimiento que no sabía reconocer ¿Cansancio quizás? ¿O era la terrible sensación de que ya nada era como antes?


    ******



    El cielo apenas comenzaba a colorearse, cuando Hiroki despertó. Agradeció que Issei durmiera con pesadez pues no se despertó cuando cuidadosamente lo puso en la cuna. Lo besó y lo miró con ternura por unos segundos, antes de tomar la ropa que la noche anterior había sacado de su habitación y darse una ducha rápida, en el pequeño baño que había en el cuarto de su bebé.

    Al mirarse en el espejo suspiró derrotado, estaba pálido y demacrado. Las ojeras eran enormes y sus ojos aún estaban hinchados de todo lo que había llorado. Casi dos horas había estado bajo el cerezo de su jardín, llorando, lamentándose, recordando la vida hermosa que había tenido hasta hace poco tiempo. Sintió que la culpa de que su matrimonio se estuviera rompiendo era suya. Se sentía confundido, furioso y hasta celoso, pues Nowaki ya no le sonreía como lo había hecho con aquel joven en el hospital.

    ¿Acaso estaba perdiendo atractivo? ¿Ya no lo deseaba Nowaki? Quizás sentía más afinidad con aquel joven que se movía en su mundo, con el que de seguro compartía intereses ¿Qué podía saber él, de cirugía cardiotoraxica? Ya Nowaki no hablaba con él, ya no lo miraba y hacía meses que no le hacia el amor. Cuando no llegaba muy tarde, llegaba muy cansado o sino en el medio de los besos apurados y ansiosos, sonaba su celular y tenía que irse, dejándolo a él deseoso y frustrado.

    Si hubiese seguido haciendo un recuento de los últimos meses de su vida y de todas las frustraciones que tenía, habría amanecido bajo el cerezo y ya no quedaría sino un despojo de él. No quiso dormir en su habitación. Allí habían demasiados recuerdos, demasiadas promesas. En esa habitación siempre se había respirado amor, deseo, respeto, comprensión. Ahora, todos aquellos sentimientos parecían estarse extinguiendo y él no soportaba pensar en eso, sentir ese vacío que poco a poco se iba extendiendo en su interior.

    Tomó lo primero que encontró en su closet y se fue a la habitación de su hijo. Lo cargó y se acostó con él en la pequeña camita, disfrutando de su dulce aroma, de su delicioso calorcito. Del amor tan grande que le tenía y que quizás sería lo único que lo salvaría de volverse loco de tristeza, si su matrimonio finalmente fracasara.

    Bajó a la cocina y se encontró a su nana, que ya comenzaba a preparar el desayuno. La mujer lo había visto llegar desecho en lágrimas la noche anterior. Le pagó a la niñera y le llamó un taxi para enviarla a casa. No perturbó el desahogo de Hiroki. Con el corazón dolido lo dejó llorar y cuando finalmente este, entró a la casa, ella lo había abrazado dulcemente sin decir palabras. Se retiró a su habitación silenciosamente, pues sabía que Hiroki en aquel momento lo menos que necesitaba era hablar con alguien, ya tendrían tiempo de conversar y también supo que ya era momento de intervenir.

    Hiroki llevaba las llaves de su auto, un pequeño bolso y a Issei cambiado y dormido en una sillita para el auto. Ella besó su sien con cariño y le dio una taza de té.

    Hiroki negó con la cabeza. —No tengo tiempo para té, Hime-san, quiero irme antes de que él despierte.

    Ella asintió y lo acompañó hasta la puerta. Lo ayudó a acomodar la sillita de Issei en el auto y lo despidió con un abrazo.

    —Saluda a tu hermano de mi parte, dile que iré a verlo en unos días, antes de que dé a luz.

    Hiroki sonrió y la abrazó con fuerza. Se sentía feliz de que Himeko hubiese decidido irse a vivir con él y no con Keiichi. Aunque eso le había traído algunos problemas con su hermano. La decisión había sido enteramente de Himeko y no porque no los amara a los dos por igual, sino porque ella sabía que Keiichi ya tenía toda la ayuda que necesitaba y Hiroki la necesitaba a ella. Himeko los amaba a los dos, pero Hiroki era su muy preciada debilidad.

    Hiroki condujo con rumbo a la ciudad de Yokohama. La segunda ciudad más grande de Japón y con uno de los puertos comerciales más grandes del país. Yokohama era una ciudad cosmopolita y movida, que no quedaba a mucho de la capital. Así que Hiroki solo tendría que conducir treinta kilómetros o un poco más para llegar a su destino, que era el área residencial de Yamate, donde lujosas casas de estilo occidental, estaban enclavadas en colinas, con vista al majestuoso puerto.

    En una de aquellas magnificas mansiones, vivía Keiichi de Usami, su hermano menor. Keiichi estaba casado con un prominente financiero. Usami Haruhiko era el dueño de muchas empresas, pero la mayor de ellas era un emporio de exportaciones e importaciones, que movía las redes de todo lo que se comerciaba en los puertos de Japon. Como Keiichi adoraba el mar, Haruhiko le había regalado aquella hermosa casa, donde vivían hacía ya dos años, como regalo por el nacimiento de su primera hija.

    Mizuki había nacido un poco antes que Issei y Keiichi ya esperaba su segundo bebé, un varoncito que nacería en unas pocas semanas. Hiroki no habría querido ir con su tristeza a casa de su hermano, donde todo parecía ser siempre felicidad, pero no tenía donde ir y quedarse en su casa no era una opción para él, en aquel momento en el que se sentía tan dolido.

    Keiichi y él eran muy cercanos, se querían mucho y compartían muchas afinidades, pero la vida de casados, ambos con hombres muy prominentes y ocupados, a veces tendía a alejarlos un poco. Por eso tampoco le venía mal visitarlo y quizás hasta quedarse unos días con él. Necesitaba despejar su mente y con los ideas claras, pensar que hacer con su matrimonio.

    Luego de casi dos horas llegó a su destino. El mayordomo de Keiichi y Haruhiko, un hombre serio y formal, le recibió en la entrada, puesto que ya todos esperaban su llegada.

    —Kusama-san, bienvenido. Le estábamos esperando. Ya su habitación está preparada. Keiichi-san está en el estudio, atendiendo una llamada de Haruhiko-sama, pero me pidió que lo llevara a su habitación, para que se refresque y descanse un poco del viaje.

    Hiroki sonrió, asintiendo ante el amable recibimiento. Keiichi, vivía consentido como un príncipe. Con una casa hermosa y llena de sirvientes, para complacer cualquier necesidad que este tuviera. Haruhiko no escatimaba en cuidados y mimos para su esposo, al que Hiroki sabía, amaba con fervor.

    Hiroki entró al baño para refrescarse un poco, le gustaba mucho la habitación que Keiichi siempre le preparaba, cuando iba a visitarle. Era iluminada, fresca y con una preciosa vista al mar. La magnífica decoración era digna del buen gusto de su hermano y la hermosa cuna que descansaba cerca de su cama, era encantadora. Estaba recostado en la cama, mimando a su hijo que había despertado, cuando entró Keiichi sonriente, seguido de una asistenta, que llevaba una bandeja con el desayuno de él y de su hijo.

    —Estoy tan feliz de verte. —Le dijo Keiichi conmovido y abrazándolo tan apretado como su vientre prominente le permitió.

    Hiroki devolvió el abrazo con fervor y tuvo que contenerse para no echarse a llorar. Keiichi notó el estremecimiento de su hermano, besó su mejilla y le sonrió con ternura. Luego se dirigió a la chica que esperaba instrucciones.

    —Hana, por favor dile a Yuki que suba, para que se lleve a este hermoso príncipe y le dé el desayuno junto con Mizuki.

    Se sentaron en la cama mientras la chica salía y mimaron un rato al pequeño travieso, sin hablar de nada en particular. Cuando la niñera llegó para llevarse a su hijo, Hiroki no protestó. Hana era una mujer encantadora, recomendada por Himeko y Hiroki le tenía plena confianza. Le dio un beso a su hijo y lo vio marchar sonriente, en brazos de la amable mujer, sintiendo un dejo de tristeza en su corazón.

    Keiichi tomó sus manos, hablándole con amor.

    —Estoy feliz de que hayas venido, pero esta visita estaba programada para dentro de dos semanas, cuando yo saliera de cuentas. Así que, o tenías unas ganas enormes de verme o a juzgar por tu rostro demacrado…tuviste problemas con Nowaki.

    Hiroki lo miró y suspiró con una enorme tristeza.

    —Creo que Nowaki quiere dejarme Kei. —Su voz sonaba rota y sus ojos hermosos estaban llenos de lágrimas. —Hace casi tres meses que no me hace el amor y… anoche… anoche olvidó nuestro aniversario.

    Hiroki se recostó en el pecho de su hermano y este lo abrazó con ternura. Incapaz de creer lo que oía.

    —Ah de ser el trabajo Hiroki, la vida de un médico es muy complicada y…

    —No Kei, él ha cambiado. Las cosas han cambiado. —Murmuró Hiroki aún recostado en su pecho. —Desde que nació Iseei, él ya no es el mismo y anoche…anoche lo vi sonreírle a un joven médico, como tiene meses que no hace conmigo. Ni siquiera se acordaba que yo iba a ir a buscarle al hospital. Me preguntó qué hacia allí ¿te imaginas lo humillado que me sentí? Me mandó a volver en taxi para la casa y me dejó en medio de un pasillo, porque lo llamaron con una emergencia.

    Hiroki se separó del pecho de su hermano. Mirándolo con tristeza se disculpó.

    —No quería venir a importunarte con esto, menos ahora que ya estas por dar a luz, pero…

    —No seas tonto Hiroki. —Lo interrumpió Keiichi visiblemente enojado. —Yo soy tu hermano y esta es tu casa. Me disgustaría mucho contigo sino recurrieras a mí en momentos como este. Yo te amo, somos hermanos Hiroki, somos más que eso, somos los mejores amigos y confidentes.

    Hiroki sonrió enternecido.

    —Ayer… antes de ir al hospital, llamé a Ryu. Quería un consejo de alguien que no estuviera casado, que viera la situación desde fuera. Él cree que debo hablarlo con Nowaki, decirle como me siento. Pero después de lo de anoche, no quiero verlo Kei. Por lo menos por unos días.

    Keiichi arrugó el ceño. Ryu no era una de sus más gratas personas, pero era amigo de Hiroki y este lo apreciaba mucho.

    —Ryu es muy…liberal…

    —No querrás decir promiscuo ¿verdad? —Le preguntó Hiroki sonriendo.

    —No me interrumpas. —Lo regañó Keiichi, chistando con molestia. —Lo que quiero decir, es que por muy abogado y hombre de mundo que sea Ryu, no sabe cómo es la vida en pareja. Aunque el consejo que te dio es bueno, no creo que debas recurrir a él con esta clase de problemas.

    Hiroki se limpió las lágrimas y se paró de la cama para caminar por la habitación.

    — Yo pienso lo contrario Kei. Ryu es la otra cara de nuestra moneda. Es abierto con lo que desea, es liberal, sí, pero es porque también es libre. Nosotros decidimos adoptar el otro lado de nuestra etiqueta, de la etiqueta que nos dio la vida en su catálogo. Somos los hombres que pueden dar vida y por lo tanto asumimos una actitud pasiva, somos hombres, sí, pero también somos en parte como una mujer. A veces pienso que no tenemos una identidad propia. Ryu se decidió por su parte masculina, vive la vida sin complicaciones, tiene una carrera de éxito y su parte de la etiqueta femenina la explota con el sexo. Es el pasivo, sí, pero al final es él quien dice como, cuando y cuanto durará la aventura.

    Keiichi se levantó la cama y se plantó molesto, frente a su hermano.

    —Creo que no tengo que recordarte que hace mucho tiempo que las mujeres tienen un rol en la sociedad, tan prominente como cualquier hombre. Y ¿qué es eso de etiquetas Hiroki? Somos hombres fértiles y que, la naturaleza nos dotó con ese don. No hay etiquetas, ni falta de identidad. Somos hombres y punto, no porque nos gusten otros hombres o seamos pasivos o decidamos asumir el papel del cuidado del hogar, somos inferiores. Creo que eso de las etiquetas lo tienes tú en tu cabeza y es por tanto oírle tonterías a Ryu. El mundo es como es, hombres, mujeres, perros, gatos, judíos, católicos, negros, blancos. En fin, la variedad es normal. Hay hombres con nuestro don que están casados con mujeres y eso no es anormal. Deja de pensar en etiquetas, pues cada quien es como es y punto.

    Hiroki miró a su hermano y se abrazó a sí mismo, como si no deseara volverse pedazos, allí frente a él.

    — ¿Y si Ryu tiene razón, Kei? Me encerré en la casa, me convertí en la perfecta ama de casa, en el esposo modelo. No salgo sino es con Nowaki, salvo las contadas veces que salgo con Ryu. Tengo la casa perfecta para cuando él regresa del trabajo. Estoy allí, dispuesto y deseoso, esperando que me haga el amor cada noche. Me dedico a mi hijo todo el día. Pero no hago nada más. Nowaki cada día asciende más en su carrera y yo ni siquiera ejerzo la mía ¿Cuánto más puede crecer la brecha que nos separa? ¿Si es eso lo que lo ha hecho alejarse de mí?

    Keiichi suspiró y llevó a su hermano de la mano, para sentarse de nuevo en la cama. Besó sus manos temblorosas y le habló con ternura.

    —Estas asustado, Hiroki y es normal. Tu matrimonio está pasando por un mal momento, pero no significa que vaya a acabarse. Entiendo tu punto, pero no es del todo valido. Mírame a mí. Yo también tengo un título, soy un arquitecto, pero no cambiaría por nada del mundo la vida que llevo y no por el dinero de mi esposo o los lujos que este me da. Amo lo que soy, Hiroki. Amo poder leer un buen libro cuando me plazca, sin estar sujeto a un horario de ocho horas de trabajo. Puedo ver a mi hija a cada momento y disfrutar de todos sus cambios. Amo esperar a mi esposo, arreglado, perfumado y feliz. Amo tener esta, nuestra casa, de punta en blanco. Disfruto reunirme con mis amigos y también disfruto de nuestras conversaciones triviales. Haruhiko llega a casa y deja su culo de empresario prominente en la puerta de entrada. Cuando viene a mí, es solo él, un esposo, un padre, un hombre. Eso no quiere decir que no me hable de sus negocios y que no intente explicarme de una manera sencilla lo que hace. Eso no quiere decir que no comparta conmigo su día a día en la oficina o se refugie en mis brazos cuando ha tenido un mal día. Yo soy su refugio Hiroki, la otra parte de su vida, el que lo llena, el que lo hace feliz. Eso eres tú para Nowaki y con todo esto lo has olvidado y él también. Solo deben volver a encontrar el rumbo.

    Hiroki le sonrió, sintiendo un poco de alivio, las palabras de su hermano era certeras y le daban esperanza.

    Keiichi también le sonrió, antes de continuar su apasionada defensa.

    —Mira, si quieres ejercer tu carrera, que sea porque tú así lo deseas, no por probarle algo a Nowaki. Tampoco está mal que quieras explorar otras facetas de ti mismo, siempre que sea por la razón adecuada y no me veas con esa cara de “Oh que sabio y maduro se ha vuelto mi hermano” estas son tus palabras, Hiroki. Tú siempre fuiste mi apoyo y me enseñaste mucho. Tú estuviste para mí, cuando me enamoré de Haru y mis padres se opusieron porque era mucho mayor que yo. Solo estoy siguiendo tus consejos. Ahora tú los has olvidado, porque estas asustado, pero sé que en tu corazón, está la fortaleza para superar todo esto y seguir siendo feliz.

    Hiroki lo abrazó, riendo emocionado y antes de que se dijeran nada, tocaron la puerta.

    —Kusama-sama está al teléfono, desea hablar con Hiroki-san. —Anunció Tanaka.

    Keiichi miró a su hermano y este asintió sin pensarlo mucho, pues si lo hacía, quizás se negaría a hablar con él y de alguna forma sentía que se debían aquella conversación.

    Tanaka transfirió la llamada al teléfono de la habitación y Keiichi salió tras el mayordomo.

    —Estaré en mi habitación, cuando termines, te espero allí.

    Hiroki asintió, sonriéndole dulcemente y levantó el auricular.

    —Hola. —Saludó trémulo.

    —Lo siento…no sabes cuánto lo siento ¿Podrías perdonarme?

    Las palabras se oían tan sinceras, pero una disculpa no era suficiente, para el daño causado.

    —Me siento tan triste Nowaki, tan…solo. Has cambiado tanto, he pensado muchas veces que ya no me amas…

    —No digas eso mi amor—Nowaki se sentía desesperado ante la nota de dolor que escuchaba en la voz de su esposo. —Te amo Hiroki, te amo como siempre, te amo para siempre. Es…solo que el trabajo…Mira, sé que no es excusa, pero el trabajo me ha absorbido mucho estos meses. Te prometo que voy a bajar el ritmo, que enmendaré todos los errores que he cometido.

    Hiroki estaba en silencio, escuchando promesas que de alguna forma ya había escuchado, sin embargo, quería, deseaba con todo su corazón, tener esperanza, creer aunque fuera una vez más, que las cosas cambiarían.

    —¿Por qué no regresas a casa? Te diré que haremos. Yo tengo que ir al hospital por unas horas, pero cuando regrese, podemos ir a cenar o al cine. No podemos quedarnos toda la noche, porque mañana tengo guardia, pero te prometo que pasaremos toda la tarde juntos y…

    El suspiro de Hiroki lo hizo detener sus palabras. Mientras Hiroki sentía la necesidad de tenerlo en frente para abofetearlo ¿No acababa de prometer bajar el ritmo? ¿Cómo era que iba a ir ese día al hospital, cuando su matrimonio estaba en crisis?

    Hiroki decidió serenarse, de nada valía alterarse más de lo que ya había estado alterado por meses. Estaba en casa de su hermano y tenía a su hijo con él. Tenía todo el amor que necesitaba en ese momento a su alrededor. Nowaki podía irse al diablo y quedarse con su hospital, que era lo único que parecía darle satisfacciones.

    —No voy a…volver a casa. —Le dijo con pesar, sintiendo que las palabras dolían en lo profundo de su alma. —Me quedaré en casa de Keiichi un tiempo. Tu puedes ir al hospital todas las veces que quieras, incluso puedes quedarte a vivir allí. Tal parece que ese es tu verdadero hogar y…que nuestra casa solo la usas para dormir de vez en cuando.

    —Hiroki por favor…

    — ¡No! —Gritó Hiroki, hastiado de lo voluble que era su esposo. —Te estas disculpando, pero de nada sirve Nowaki. No tienes intención de ponerle fin a esto. El maldito hospital te importa más que resolver nuestros problemas.

    —No puedes estar hablando en serio. Maldita sea Hiroki, tú sabias como iban a ser las cosas cuando nos casamos. Ser médico es lo que escogí, es lo que amo hacer. No puedes pedirme ahora, que deje lo que amo hacer, porque tú te sientes solo o aburrido en la casa…

    Al momento supo, que en el calor de la discusión, había vuelto a meter la pata.

    —No…no era eso lo que quise decir. Lo siento. Mira…

    Pero el mal estaba hecho y Hiroki ya no soportaba más dolor.

    —No voy a volver Nowaki, no por ahora y quizás…quizás no regrese. A lo mejor debo buscar la forma de no molestarte más con mi soledad y mi aburrimiento.

    Nowaki escuchó el teléfono ser colgado, sin el haber podido decir cuanto lo sentía.

    Hiroki por su parte, se recostó en la cama, pero extrañamente no podía llorar. Sentía una insana calma, como si estuviese desconectado de sí mismo. Como si todo lo que estaba ocurriendo, no le estuviera pasando a él. Se dijo que no era para menos, estar en estado de shock. En pocas horas había perdido toda la estabilidad que había tenido por años. Su mundo perfecto se venía abajo y nada podía hacer para evitarlo. De pronto sintió el peso de las decisiones que debía tomar y se sintió más solo y desvalido que nunca.

    ¿Cómo ponerle fin a tu mundo? Era como decidir cómo morir a sabiendas que sería lo último que harías en tu vida. No tenía la fortaleza para comenzar de nuevo. Nowaki era su amor, su todo ¿Qué haría sin él en su vida? ¿Sería eso vida? Tenía a Issei, era cierto, pero no sabía si tenía la fortaleza para salir adelante solo con su hijo. Enfrentarse a una ruptura era desconcertante, abrumador. Después de tantos años ya no era un él, era un nosotros. Las decisiones se tomaban en conjunto, la vida se vivía entre dos mitades ¿Qué pasa cuando una de esas mitades desaparece?

    Tenía tanto que pensar y lo único que tenía claro es que no quería volver a su casa. No había fuerza dentro de sí, que lo ayudara a enfrentar aquel problema valientemente. Quizás unos días fuera de casa les servirían a ambos para recobrar el equilibrio, para tratar de luchar por lo que querían. Salvar un matrimonio era cosa de dos y Hiroki temía que ni él, ni Nowaki, estaban preparados aún para esa lucha.

    Pasó el resto del día disfrutando de su familia. Bajaron a las piscina y mientras los niños jugaban en el agua con la niñera. Keiichi y él se ponían al día con sus vidas.

    En la noche, cuando se preparaba para la cena. Keiichi entró en su habitación.

    —Me acaba de llamar Haru. Viene directo del aeropuerto. Resulta que su hermano, llegó hoy de sorpresa.

    Hiroki sonrió ante el entusiasmo de su hermano. Sabía que Keiichi y su cuñado se llevaban muy bien. El solo lo había visto una vez en la boda de Keiichi y le pareció un hombre apuesto, sí, pero bastante serio y reservado.

    —Akihiko-san vive en Londres ¿No?

    Keiichi se sentó en la cama, respondiéndole con emoción.

    —Sí, tiene un pent-house increíble en el centro de la ciudad. Cada vez que lo vamos a visitar me lleva a unos lugares hermosos, mientras Haru trabaja. Estoy feliz de que venga, ya teníamos casi un año sin verlo ¿Sabes que él es profesor de literatura? Haru siempre lo regaña por no ayudarlo con las empresas que les dejó su padre, pero Akihiko es un espíritu libre y lo único que conserva de lo que le dejaron sus padres, es ese pent-house.

    —Lo aprecias mucho ¿verdad?

    —Sí, Hiroki, él, como tú, fue un gran apoyo para mí, cuando Haru y yo nos enamoramos. Además es el mejor cuñado del mundo y un tío encantador. Mizuki lo adora. Estoy seguro que vino para estar aquí cuando nazca el bebé. Voy a tener a las personas más importantes de mi vida a mi lado en ese feliz día y no puedo sentirme más dichoso.

    Keiichi irradiaba una felicidad contagiosa. Tanto, que Hiroki se sentía relajado y de cierta forma feliz, por la emoción de su hermano.

    Cuando bajaban las escaleras, escucharon a los niños reír en la sala. La niñera era una mujer maravillosa y Hiroki estaba tranquilo de que su hijo estaba feliz, muy lejos de su tristeza e intranquilidad. La puerta de la entrada se abrió, cuando se dirigían a la sala y Hiroki pudo ver a su cuñado, que entraba con ese porte elegante y sobrio que lo caracterizaba, pero con una sonrisa enorme en su rostro al ver a Keiichi.

    —¿Cómo están los amores de mi vida?

    Le susurró entre besos, abrazándolo con un fervor absoluto, con una mirada llena de adoración, de reverencia. Hiroki entendió entonces, porque Keiichi estaba tan satisfecho con el papel que desempeñaba en su vida. No le hacía falta nada más. Haruhiko lo amaba con absoluta adoración y tenía puesto el mundo a sus pies. Estaba seguro que si Keiichi le pidiera que abandonara todo por él, lo haría sin pestañear. Pero Keiichi jamás haría eso, pues el amor era respeto, por uno mismo y por los deseos y las necesidades del otro.

    Pero Hiroki se preguntó, hasta qué punto ese respeto te llevaba a poner las necesidades del ser amado sobre las propias ¿No era ese momento, cuando la brecha comenzaba a abrirse? ¿Cómo evitar llegar a ese punto?

    —Hiroki, que alegría tenerte en casa. Keiichi y yo estamos muy felices de que estés aquí. Confieso que me siento aliviado de tenerte conmigo estos días. Sabes lo aprensivo que me pongo cuando Keiichi está cerca de dar a luz. Creo que he estado a punto de dormir una o dos veces en el sofá.

    El saludo de Haruhiko siempre era afectuoso, el hombre le mostraba un genuino aprecio siempre.

    —Ya lo sé Haruhiko. Keiichi me dijo que no lo dejas hacer nada, pero ya estoy aquí, no hay nada de qué preocuparse. Yo me ocuparé de cuidar a nuestros tesoros, cuando no estés.

    Keiichi dejó salir una sonora carcajada.

    —Ahora sí que no podré ni pararme de la cama.

    Todos rieron y de pronto otra voz resonó en la sala.

    —Pues tendrás tres cuidadores, mi pequeño hermano.

    Keiichi casi corrió a los brazos de Akihiko.

    —Hoy es el día más feliz de mi vida, con tanta gente querida a mi lado.

    A Akihiko le encantaba el amor fraternal que le brindaba Keiichi. Sabía que Haruhiko era muy afortunado, pues Keiichi, para él, era un joven maravilloso.

    —Pues serás más feliz, cuando te diga que he venido a quedarme. Dos razones poderosas me hicieron regresar. Una eres tú y mi sobrino que está por venir y la otra es el amor Keiichi, conocí al futuro señor de Usami.

    —Por fin va a sentar cabeza.

    Gruño Haruhiko, para luego esbozar una radiante sonrisa. Al ver la cara emocionada de su esposo. Keiichi parecía que iba a llorar de alegría, las hormonas lo tenían todo sentimental.

    —Akihiko ¿te acuerdas de Hiroki?

    Intervino Haruhiko, antes de que Keiichi se echara a llorar. Akihiko se acercó y extendió una mano hacia Hiroki.

    —Claro. Hola Hiroki-san, ha pasado mucho tiempo.

    Hiroki le sonrió y apretó su mano con educación.

    —Akihiko-san, es bueno verlo de nuevo.

    Keiichi se robó a su cuñado y lo llevaba del brazo a la sala. Haciéndole mil preguntas.

    —¿Cómo se llama, Akihiko? ¿Dónde lo conociste? ¿Cuándo no los presentaras?

    Akihiko reía con alegría. Tratando de responder lo mejor que podía, mientras Hiroki y Haruhiko los seguían, sonriendo ante la emoción de Keiichi.

    —Lo conocí en Londres. Él estaba de vacaciones, fue amor a primera vista. Es hermoso Keiichi, se llama Misaki, Misaki Takahashi.

    Hiroki hizo un respingo al oír ese nombre, algo en su mente le dijo que ya lo había oído antes. Pero al llegar a la sala, los niños se pusieron a gritar de emoción al verlos y el caos fue tal, que olvidó lo que había pensado.

    ******



    —Te digo que estás jugando con fuego Misaki.

    En el interior de un gran hospital, más específicamente, dentro del vestuario de residentes, dos amigos discutían.

    —Yo no soy el que está saliendo con el ex de la hija del director del Hospital.

    Misaki usaba artillería pesada, no le gustaba que su mejor amigo se metiera en sus asuntos.

    —Ex, tú mismo lo acabas de decir. Miyagi sensei está soltero y sin compromiso. Muy al contrario de Nowaki sensei, que es casado y tiene un hijo.

    —Shinobu, deja de meterte en lo que no te importa. —Le espetó Misaki con molestia. Se puso su bata médica y se dispuso a salir de la habitación. Shinobu lo tomó del brazo, deteniéndolo.

    —No quiero que arruines tu vida Misaki, eres mi mejor amigo, casi mi hermano.

    La mirada triste y suplicante de Shinobu, lo hizo perder su mal humor.

    —No estoy haciendo nada malo, Shinobu. —Le dijo con paciencia. —Kusama sensei es un gran médico y lo admiro por eso. Quiero aprender todo lo que pueda de él. No es nada más.

    Shinobu lo soltó, mirándolo preocupado.

    —Te engañas a ti mismo Misaki ¿Crees que en el hospital no lo comentan? El favoritismo que tiene Kusama sensei contigo, el que siempre estés tras él. Porque todo el mundo te aprecia, es por lo que no se han generado rumores, pero solo falta un paso en falso y todo esto se saldrá de control. A él no le van a hacer nada, es el favorito del Director del hospital, la soga reventará por lo más delgado y ese serás tú. Él está casado, Misaki y tú serás tildado de rompe hogares ¿quieres perder todo lo que has logrado?

    Misaki suspiró con cansancio. Sabía que Shinobu en cierta forma tenía razón, pero no quería dar su brazo a torcer. No podía, la fascinación que sentía por Nowaki era mucha.

    —Una vez más Shinobu, yo sé lo que hago.

    Pero Shinobu decidió insistir.

    — ¿Qué paso con ese hombre?... Akihiko ¿No? El que conociste en Londres ¿no te llamó para avisarte que venía a Japón?

    Misaki lo miró con fastidio.

    —Akihiko es… él fue una aventura de vacaciones, Shinobu. Mi carrera es lo más importante ahora.

    —Querrás decir, Kusama sensei es lo más importante.

    Misaki dejó pasar el sarcasmo de su amigo.

    —Si Akihiko viene, que bien, pero que no espere que yo reanude la relación con él. No tengo tiempo para eso.

    Misaki, con esas palabras, se marchó. Shinobu lo miró alejarse, sintiéndose molesto y también preocupado. Misaki iba directo a un precipicio y lo peor es que no estaba dispuesto a escuchar razones.

    Nowaki entró al hospital, cinco horas antes de que le tocara su turno. Las paredes de su solitaria casa lo estaban asfixiando y tampoco ayudaba que Himeko apenas le dirigiera la palabra. Él sabía que había metido la pata, pero ¿No había intentado disculparse? ¿Qué quería Hiroki, que se arrodillara a sus pies?

    No podía dejar de la noche a la mañana sus ocupaciones. Había olvidado el aniversario, está bien, pero ese no era motivo para que Hiroki decidiera, así como así, irse de la casa llevándose a su hijo con él.

    Nowaki suspiró con cansancio, quizás estaba siendo intransigente, pero la actitud de Hiroki lo había sacado de quicio. También le dolía no tenerlo en casa, lo extrañaba. Nunca habían peleado de esa forma y ciertamente, Hiroki jamás se había ido de casa. Todo en aquel lugar lo evocaba, Hiroki era parte de esa casa y eso la había hecho asfixiante para Nowaki. Hiroki no estaba y Nowaki sentía que le faltaba el aire.

    Se metió en su consultorio y se dispuso a trabajar un rato, para olvidar. Pensó en pedir unos días e ir a buscar a su familia. Si era por Hiroki, quizás no estaba mal arrodillarse y pedir perdón. Aunque aún pensaba que Hiroki estaba siendo intransigente.

    Tocaron la puerta y entró Misaki sonriente, haciéndolo olvidar momentáneamente su malestar.

    —Me dijeron que había venido temprano ¿Tiene algún paciente con problemas?

    Nowaki negó con la cabeza, señalándole a Misaki una silla para que este se sentara.

    —No Misaki-kun, solo… solo quería poner al día unos papeles ¿quieres ayudarme?

    —Por supuesto, podemos pedir comida y almorzamos aquí, antes de que comience el turno. — Respondió Misaki sonriéndole con emoción.

    —Es una excelente idea.

    Nowaki respondió con el mismo entusiasmo. Pero lo que no era una excelente idea, era lo que estaba sucediendo allí. Nowaki no veía, que estaba al igual que Misaki, caminando hacia un precipicio y aquella situación parecía no tener regreso.
     
    Top
    .
  8.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

    Group
    Clan Angel
    Posts
    507
    Location
    mi cuarto

    Status
    Offline
    Mi querida Fransela_r me encantó el capi
    bueno quisiera dar de golpes a nowaki es un idiota
    casi se me sale el corazón al leer keiichi de USAMI
    pero cuando vi que era haruhiko fue un alivio y un gusto
    di brincos de felicidad al saber que akihiko ya conoció a misaki
    que por cierto es otro al que quiero golpear
    que hace metiéndose entre otra pareja
    por lo menos shinobu ya le advirtió
    espero la conty con ansias
    gracias por todas y cada una de las hermosas palabras que escribes
    y que alegran nuestros corazones
    nos vemos :=PENSDF:
     
    Top
    .
  9. noquichinda
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    ahahhahahaha misaki promiscuo ejjeje me eencanta.. y quiero darle la patadita de la buena suerte a wachan.. pendejo.. lo matare.. :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=grrrrs: :=@.@: :=@.@: :=enfermo: :=enfermo:
     
    Top
    .
  10. kimmi Chan
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    TnT Misaki malvado, Akihiko esta muy enamorado de él, mientras que anda atrás de Nowaki.

    Pobrecito Hiroki, que bueno que cuenta con Keiichi :33 Y Haru que es un cuñado muy lindo! Nowaki tiene que ponerse las pilas!! Se le están yendo las cabras :c
    Ah, de verdad me encanta sufrir con tus historias, te quedó precioso el capi <3 Espero le siguiente!
    Gracias por actualizar tan pronto~ Nos leemos!
     
    Top
    .
  11. Kajika Sama
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Fransela Sensei
    En verdad es un honor volver a tener de nuevo por estos lares, se la extrañaba muchísimo.
    El fick esta super bueno, pobre de hiroki en verdad si que es toda una ama de casa, pero nowaki esta equivocando el rumbo en verdad, espero se de cuenta, ya que cada vez que quiere arreglar su error alguien lo interrumpe.
    En verdad si que se paso de la raya al no recordar la fecha de su aniversario y después empeoro la situación con la actitud que tomo, espero que recapacite y que vuelva a lo que tenia antes con hiroki.
    hiroki esta con todo su dolor algo me dice que las cosas va a empeorar y encima que esta con su hermano sumi, que lo ayuda, pero creo que akihiko, va hacer una tentación para el pobre de hiroki.
    Misaki como es posible que este de ofrecido en verdad no me gusta su actitud. Y sobre todo que haya tomado la estancia con akihiko como un simple romance de verano que su olvida y punto.
    Espero que sus intenciones no se lleven a acabo y que al final termine en los brazos de akihiko como debe de ser.
    isaka en verdad es todo un loquillo, vive la vida loca, claro que con mucha responsabilidad, espero que pronto aparezca kaoru para que veo lo que es bueno y se deje ser el gran conquistar y pase a ser conquistado.
    Espero con ansias el próximo capitulo.
    Nos leemos :=BIENODOE:
     
    Top
    .
  12. Fransela_r
        +5   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Yo por aqui, con nuevo capitulo, espero les guste. Gracias por leer, se les quiere un monton.

    Besitos

    Franselar





    Tú conciencia



    Llegó a su casa pasada la media noche. Tenía una sonrisa enorme que parecía no querer borrársele del rostro. La alegría que reflejaba su rostro contrastaba enormemente con las marcas de cansancio que también adornaban el mismo, pero por mas agotado que estuviera, no podía evitar sentir que aquel día había sido muy especial para él.

    No era para menos, no se había separado de Nowaki en todo el día. Después de arreglar todo el papeleo del médico, habían almorzado en la cafetería del hospital. Nowaki hizo gala de su buen humor y Misaki no paró de reír durante toda la hora que estuvieron comiendo. Cuando llegó la hora de hacer rondas, Nowaki lo pidió de ayudante y en el momento que una ambulancia con un accidente múltiple llegó, Nowaki atendió junto con él, a varios de los heridos y Misaki le asistió en una cirugía de emergencia que tuvo que realizar el eficiente médico.

    La casa estaba a oscuras cuando llegó. Vivía en un área modesta de la ciudad, con la única ventaja de tener la estación de metro muy cerca. El otro habitante de la casa era su hermano, Takahiro, pero muy pronto esa situación cambiaría, pues su hermano estaba próximo a casarse. No le molestaba la idea de quedarse solo en esa casa, ni siquiera el hecho de que su hermano se marcharía a otra ciudad. Takahiro se había sacrificado mucho para darle una vida estable. Luego del divorcio de sus padres, a las peleas que siguieron a este hecho se había sumado la incapacidad de ambos padres de mantenerlos a ellos fuera de sus problemas.

    Takahiro temía por la estabilidad emocional de Misaki, debido a las constantes peleas que una madre alcohólica y un padre promiscuo armaban frente al vulnerable niño que era Misaki en esa época. Takahiro había tenido el tiempo suficiente para terminar la secundaria y al logar su cometido, se mudó a Tokio con su pequeño hermano. Lastimosamente había sido demasiado tarde para Misaki, que creció con una visión muy errónea de las relaciones entre una pareja. El resultado, era la visión cínica que tenía Misaki de la vida, el único momento donde Misaki había sentido algo cercano al amor, había sido cuando le enviaron al hospital para hacer su residencia y conoció a Nowaki.

    Compartía con el médico su entusiasmo por el trabajo que hacían. Le gustaba de Nowaki, su aura radiante, su vibrante energía, aun en los días más agotadores, Nowaki no perdía su brillo, su entereza. Era sacrificado, inteligente, culto. Todos los atributos que Misaki admiraba en una persona, sin mencionar que era atractivo hasta límites indecibles, con su aventajada estatura, brillante sonrisa y unos ojos azules que hacían evocar días eternos de un verano feliz. Para él había sido amor a primera vista y en los casi tres años que llevaba allí, se había mantenido fiel a ese sentimiento.

    Supo que Nowaki estaba casado desde el principio. Tanto enfermeras, como residentes, cuchicheaban acerca de él, en los pasillos del hospital. Que si era el consentido del director, decían los envidiosos. Que si era el mejor cirujano del hospital, decían los que lo admiraban. Que estaba casado con un hermoso joven, decían los que de alguna forma se hacían ideas románticas con él. Misaki no tomó aquello como un obstáculo, en aquel momento no tenía definido lo que sentía por el médico y su opinión del matrimonio y su durabilidad, era cínica y oscura. Ahora, tres años después, su opinión sobre el matrimonio no había cambiado ni un ápice, pero si tenía bien claro sus sentimientos hacia el joven médico.

    Se sentó en la cocina oscura a tomarse un vaso de agua, cuando de pronto alguien encendió la luz.

    —Es la una de la mañana Misaki ¿Cuándo tendrás un horario decente en ese hospital?

    El rostro de Takahiro estaba lleno de enfado. Caminó hasta la pequeña cocina y rápidamente preparó una pequeña cena, poniéndola frente a Misaki.

    —Soy un residente aun, Takahiro. Mi horario lo deciden las emergencias que existan en el día y el médico al que me toque asistir. Cuando sea un médico, entonces seré yo, quien me imponga un horario.

    Takahiro lo miró con suspicacia. Mientras Misaki lentamente se comía el bocadillo que le había preparado. Entonces recordó que tenía algo que decirle.

    —Dejaste tu celular en la habitación y no ha parado de sonar. La última vez que lo escuché sonar eran las diez de la noche. Me voy a dormir, mañana tengo que trabajar.

    Misaki le sonrió y siguió comiendo cuando este se marchó a su cuarto. No tenía ningún apuro en ir a su habitación. Sabía quien le había estado llamando, era esa, una de las razones por las que había dejado su celular en casa, solo que había olvidado apagarlo.

    Akihiko Usami había sido para Misaki, un desahogo. En los meses que precedieron al nacimiento del primer hijo de Nowaki, el médico se había distanciado un poco de él. Acortó sus horas en el hospital y siempre parecía estar disperso, distante. Además de que el agotamiento se le notaba a leguas. Todos murmuraban que era normal, pues al ser padres primerizos, era difícil acostumbrarse a la rutina. Pero Misaki había notado algo más en el rostro de médico, era como tensión, molestia, frustración. Así pasó un año y a Misaki se le dio la oportunidad de obtener sus vacaciones. Tenía dos meses enteros para hacer lo que quisiera y dado el cambio de actitud de Nowaki, utilizó todos los ahorros que tenía y un dinero que le había regalado Takahiro y se fue para Londres.

    Se sentía frustrado y resentido por la actitud del médico, pero la fría y nublada Londres lo llenó de calma. Se alojó en una pequeña pensión y se dedicó a pasear. Su ingles no era muy bueno, pero en la mayoría de los casos se hacía entender. Así lo conoció. Estaba en La plaza Piccadilly Circus, un sitio icónico de Londres donde turistas y lugareños se reunían para pasar un buen rato. Era de noche y él tenía ganas de divertirse, le tomaba fotos a la enorme estatua de Eros situada en medio de la plaza, cuando una voz profundamente ronca y sensual llamó su atención.

    —Eros, el dios del amor y del sexo ¿sabías que su equivalente romano es cupido?

    Misaki giró su rostro para encontrarse con los más enigmáticos ojos que había visto. Como unas brillantes amatistas, estos le miraban con curiosa sensualidad. Aquella mirada penetrante fue su perdición y después de una tímida conversación, se encontró siendo arrastrado por aquel hombre a un caudal de primitivas y eróticas emociones. No hicieron el amor el primer día, ni siquiera la primera semana. Akihiko se había tomado su tiempo para envolverlo en un fino y muy premeditado cortejo.

    Le había confesado sin vergüenza alguna que lo había deseado nada más verlo. Sus palabras eran desinhibidas y cargadas de una pura energía erótica. Akihiko lo había visto cuando sentando en uno de los cafés de la zona degustaba el té de la tarde. Lo siguió en todo el recorrido, disfrutando de la curiosidad de Misaki ante todo lo que veía. Cuando Misaki observaba fascinado la estatua de Eros, Akihiko había aprovechado la oportunidad. Después de todo, Eros era principalmente el patrón del amor entre hombres, que mejor escenario podía tener.

    La primera vez que le hizo el amor, lo llevó a su lujoso pent-house en el centro de Londres. Allí, en la oscuridad de las majestuosas paredes de aquel maravilloso lugar, lo poseyó con una embriagante lujuria. Akihiko hizo que descubriera en él, pasajes de su propio erotismo que ni siquiera conocía. Pasaron muchos días encerrados en aquellas paredes, llenando las sábanas blancas, de las huellas de su deseo. Se dormían entrada la madrugada, exhaustos, satisfechos, saciados. Akihiko era un amante exigente y apasionado, lo llevaba a límites casi insoportables, poniéndole en el punto de rogar porque terminara de torturar sus sentidos.

    No volvió a la pequeña pensión y el resto de sus vacaciones las pasó en aquel lugar, colmado de besos, de abrazos, de lujuria y de pasión. No notó Misaki el lado romántico del cortejo de Akihiko. No quería, no podía hacerlo. Su corazón estaba comprometido, añoraba el dulce azul de los ojos de un hombre que era prohibido para él. Así que se decidió a ignorar los avances románticos de Akihiko y explotó todo lo que pudo el lado sexual. Se entregaba sin reservas, dándole a Akihiko todo de su cuerpo, pero nada de su alma.

    Unos días antes de irse. Akihiko se sinceró con él. Le habló de un amor bonito, dulce, fuerte. Le dibujó una vida llena de sueños, sueños que se hacían realidad. Akihiko le describió un mundo bonito para él. Por primera vez, Misaki sintió que el hombre era sincero y no quiso lastimar aquellos tan puros sentimientos. Se despidió con la promesa de volver. Debía pensarlo, le dijo para no romper sus esperanzas. Le habló de su residencia en el hospital, le pidió tiempo. Pero la verdad es que Misaki no pensaba volver y de todo corazón, esperaba que Akihiko encontrara alguien a quien darle aquel amor bonito.

    Lo que Misaki no esperaba, es que Akihiko viniera tras él. Se mantenían en contacto con mensajes, con correos, pero a casi un año de haber regresado de Londres, Misaki jamás había pensado que Akihiko vendría a Japón y mucho menos a quedarse como le decía en su correo.

    Se fue a su habitación y luego de un baño se recostó en su cama, revisando finalmente su teléfono.

    —Imagino que estas muy ocupado con tu trabajo. Ya estoy en Japón, me quedaré unos días en casa de mi hermano y luego comenzaré a buscar un lugar donde vivir. Llámame, me gustaría verte y que vinieras conmigo a ver casas, quiero que escojas la que más te guste. Después de todo, ese es el motivo de mi regreso. Te quiero en mi vida Misaki, no dejé ni un segundo de soñar con volver a estar contigo. Espero tu respuesta.

    Misaki suspiró y borró el mensaje. Tarde o temprano tendría que llamarle, pero lo haría cuando supiera lo que debía decirle para cortar sus ilusiones de una vez.

    ******



    Hiroki estaba en una de las terrazas de la casa, viendo a su hijo jugar con su prima sobre la grama, bajo la mirada vigilante de la niñera. Dio un respingo cuando Akihiko se paró a su lado, ofreciéndole una copa de vino.

    —Crecen muy rápido.

    Dijo Akihiko, observado a los niños con una sincera emoción. Hiroki bebió despacio el vino, mirando a los niños con una dulce expresión.

    —A veces me gustaría que se quedaran así, chiquititos, ajenos a todos los problemas, el dolor, las penas.

    —Que sería la vida sino tiene todos esos baches. Lo divertido de vivir es sortear los obstáculos y salir airoso de ellos. — Le dijo Akihiko sonriéndole y Hiroki sintió que sus mejillas se encendían.

    Hiroki pensó en la diferencia entre aquellos dos hermanos. Haruhiko era un hombre guapo, con un aire de mundo, serio, circunspecto. Akihiko era todo lo opuesto, tenía una sonrisa perenne en el rostro, era guapo y también muy sensual, bohemio, alegre. Hiroki pensaba en que el joven que tuviera el corazón de aquel hombre, debía ser muy afortunado, pues Akihiko irradiaba un aura atrayente, fulgurante. Un rostro masculino y unos ojos hechizantes. Además de una personalidad arrolladora, era como si aquel hombre fuera capaz de hacer cualquier cosa, como si fuera invencible.

    Hiroki no notó que se había quedado mirando a Akihiko como embobado, sino hasta que este le habló con una pícara sonrisa.

    —No había notado que tú y Keiichi son muy diferentes.

    Hiroki bajó el rostro avergonzado.

    —Yo…yo soy más…más bajo. —Murmuró por salir del paso y por alivianar su vergüenza.

    —Tú eres más…etéreo. Tu belleza es más suave, como si pertenecieras a la época de los príncipes a caballo y tú fueras una de las princesas que esperan en una torre, ser rescatadas.

    Hiroki levantó la vista, mirándose a través de esa observación. Algo habían movido en él, aquellas palabras. Nowaki siempre le decía que era muy frágil y vulnerable. Akihiko lo miraba como una princesa que espera y pensó en la imagen que había estado reflejando. Por eso no salía sino con su esposo, por eso vivía encerrado en su casa, en su…torre. Era eso lo que se esperaba de él, era eso lo que pensaban de él. Un ser frágil e inocente, inexperto y vulnerable, que debía ser protegido, encerrado en algodones.

    Durante toda su vida había vivido bajo el cuidado de otros, primero sus padres y luego Nowaki. Se había casado siendo muy joven y Nowaki siempre parecía llevar la voz cantante en la relación ¿Qué tan patético podría ser eso?

    Sus ojos de pronto se llenaron de lágrimas, de tristeza, de frustración, de miedo ¿Era el así? ¿Era por eso que Nowaki lo había alejado? ¿Se habría cansado de cuidar de él?

    Puso la copa en la baranda y ante un anonadado Akihiko, corrió al refugio de su habitación. Pensando en el camino, que por eso Nowaki ya no lo amaba, se había transformado en una carga para su esposo, se había vuelto una parte decorativa de su hogar.

    Cerró la puerta de su habitación con fuerza y se sentó en el piso recostado a ella. El aire apenas alcanzaba a llegar a sus pulmones, al verse en cada uno de sus recuerdos. Sintió que no era nadie y que nada tenía que dar y entendió a su esposo, entendió sus silencios, sus ausencias. El llanto se volvió agudo y el sonido de la puerta fue lo último que escuchó.

    —Hacía muchos años que no tenía un episodio de asma. Mucho menos tan fuerte como para provocarle un desmayo ¿Qué le dijiste Akihiko?

    Apenas escuchaba la voz de su hermano, se oía angustiado, tenso. Había otras personas en la habitación y cuando abrió los ojos, se encontró la mirada preocupada de todos ellos.

    —Hiroki. —Gritó Keiichi, corriendo como pudo a sentarse a su lado en la cama.

    —Lo siento, Kei. —Se disculpó Hiroki entre lágrimas. —No debí…no debí venir a tu casa. Tú eres tan feliz y yo… yo vine con este dolor en mi corazón…

    Keiichi miró a su esposo, al médico y a su cuñado, con un significativo gesto. Estos, salieron silenciosos, dejándolos solos en la habitación. Keiichi limpió sus lágrimas amorosamente y le habló con un profundo amor.

    —Nunca, nunca lamentes recurrir a mí. Tu dolor es mi dolor y tu felicidad también es parte de mí. Estás deprimido, tenso, cansado y lleno de temor. Hiroki, nada de eso se supera en un día, pero si se supera y yo voy a ayudarte, solo que tú también tienes que poner de tu parte. Tienes que dejar de verte a través de la derrota. Tienes que sobreponerte a tus temores. No te mires con los ojos del pasado, mírate con los ojos del futuro. No le temas a las decisiones. Traza nuevos planes, proponte nuevas metas, perdónate los errores que cometiste y sigue adelante.

    Esa noche, cuando ya todos dormían, después de haber superado el susto. Hiroki miraba a su hijo que dormía pacíficamente en la cunita. Acarició sus cabellos y le dio un beso suave, luego, caminó hasta una mesa donde sus cosas estaban esparcidas y tomó su celular. Se sentó frente a la ventana, donde la noche fresca invitaba a soñar y prendió el teléfono. Había varias llamadas perdidas de Nowaki y con el pecho oprimido, llamó.

    Nowaki estaba en la sala de descanso, tirado en una de las camitas, mirando al techo. Su teléfono sonó y no se esperaba la sorpresa al ver quien era.

    —Hola... ¿no es un poco tarde para que estés despierto? — Le dijo con una suave dulzura.

    Hiroki habría querido estar allí, a su lado, para meterse en sus brazos y volverse a sentir seguro, como antes.

    —Nowaki…yo… ¿es mi culpa? ¿Puedo hacer algo para que vuelvas a amarme como antes? Dímelo mi amor, dímelo y yo haré lo que sea. Te suplico que me perdones lo que haya hecho, solo…solo vuelve a amarme. Por favor… Yo…te extraño tanto…

    Nowaki sintió que su corazón se rompía, el dolor de Hiroki lo atravesó sin piedad. Era tan palpable, tan desolador. Él jamás, jamás habría querido causarle tal dolor.

    —Yo te amo mi amor, te amo con locura. Nunca dejaré de amarte y te lo voy a demostrar. Duerme tranquilo esta noche y ya verás que mañana todo se solucionará.

    Nowaki colgó la llamada, lleno de una intensa energía. Salió de la sala y buscó como loco a Tsumori. Lo encontró coqueteando con uno de los residentes.

    —Necesito que me hagas un favor.

    —Ya era hora. —Se burló Tsumori, intuyendo lo que Nowaki quería. —Vete…vete. Agárrate quince días, es más, tómate un mes entero. Deja que del Director me encargo yo.

    Nowaki le sonrió con emoción y cuando se fue en carrera no escuchó el susurro de Tsumori.

    —No lo pierdas, idiota. No lo dejes ir.

    Hiroki despertó con el toque de su puerta. Keiichi entró sonriendo a la habitación. Sin decir nada lo tomó de la mano, lo llevó al baño y lo ayudó a refrescarse. Hiroki estaba letárgico, cansado, triste. Apenas había logrado dormir unas horas. Se dejó hacer, más por complacer a su hermano, que por querer levantarse de la cama. Keiichi peinó sus cabellos y lo ayudó a ponerse una ropa fresca, después de haber cambiado también a Issei. Keiichi lo tomó de la mano para llevarlo a la sala.

    —Kei… no…no quiero bajar. Déjame desayunar en la habitación por hoy.

    Keiichi le sonrió, negando con la cabeza.

    —Baja conmigo. —Le dijo enigmáticamente.

    Hiroki aferró a su hijo a su pecho y siguió a su hermano a regañadientes. Pero su apatía se volvió emoción y su dolor se transformó en alegría, cuando al llegar al final de la escalera, se encontró a Nowaki, esperándolo en medio del recibidor.

    Corrió como loco a sus brazos y Nowaki los recibió con emoción, llenándolos a ambos de besos.

    —Los extrañaba tanto. — Murmuró Nowaki entre sus labios. Hiroki sonrió con una exuberante alegría. —Y nosotros a ti.

    Iseei, que también había resentido la ausencia de su papá. Lo saludaba con risotadas.

    —Pa…pá, Papá. —Lo llamaba con alegría.

    Y así de pronto, estaban juntos de nuevo. Solo que ¿Por cuánto tiempo?

    Pasaron el dia charlando y riendo. Hiroki sonreía reluciente y Keiichi no podía estar más feliz. Le había dado un gran regaño a Nowaki cuando este llegara casi al amanecer. Le había contado con profunda molestia el estado depresivo en el que estaba su hermano, haciendo que Nowaki se sintiera más culpable de lo que ya se sentía.

    De repente las cosas parecían volver a su ritmo normal y la familia celebraba la reconciliación. En la noche, Hiroki entró a su habitación, Nowaki conversaba con su cuñado y con Akihiko, disfrutando de un buen vino. Hiroki había subido a acostar a su hijo y se encontró con que la cuna no estaba en la habitación.

    —La pusimos en el cuarto de Mizuki. Hoy ustedes deben estar solos.

    Le dijo Keiichi al entrar a la habitación, mientras le dedicaba una sonrisa cómplice.

    Hiroki fue con su hermano hasta el cuarto de su sobrina, acostó a su hijo, dándole un dulce beso y deseándole buenas noches. Se asomó en la cunita de su sobrina y también la besó. Sonriéndole a su hermano que le dio un vistazo a los niños antes de salir, se despidió de él con un abrazo en el medio del pasillo.

    Estaba sentado en un mueble, en medio de la habitación en penumbra, cuando Nowaki entró. El médico se quitó la corbata y desabotonó su camisa, para sentarse al lado de su esposo, que lo miraba con aquellos enormes ojos, tan expresivos y hermosos.

    —Fui a darle a Iseei su beso de buenas noches.

    Le dijo con un dulce beso. Luego comenzó a desabotonar la camisa de Hiroki, diciéndole entre besos.

    —Ahora le voy a dar su beso de buenas noches a su mami.

    Hiroki le rodeó el cuello con los brazos y abrió sus labios recibiendo extasiado los apasionados besos que tenía tiempo sin recibir. Nowaki le quitó la camisa y lo tumbó sobre el mullido sofá, para poder recorrer con besos la fina piel de su esposo.

    —Te extrañaba tanto. Lo siento mi amor… lo siento mucho… siento…

    Hiroki cubrió sus labios con los dedos.

    —Hazme el amor Nowaki.

    Le susurró con éxtasis, con deseo, pero también con miedo en su corazón. Deseaba que aquello fuera el fin de todos sus problemas, quería que aquella noche significara un nuevo comienzo para ellos.

    Cerró los ojos cuando Nowaki lo volvió a besar. Sus manos y su boca parecían tener una mente propia. Agarró ciegamente a Nowaki, capturándolo en un abrazo cálido cuando sus labios se juntaron. Con entusiasmo, casi desesperadamente, Nowaki exploró la boca de Hiroki. Su esposo le acariciaba la espalda y los hombros, mientras sus lenguas se movían juntas.

    Nowaki acarició el suave cabello de Hiroki. Hundiendo sus dedos en él y acercándolo más a su cuerpo. Hiroki sentía su corazón golpeando contra su pecho. “Dios, has que resulte, haz que resulte, por favor.” Nowaki se echó hacia atrás, quebrando el beso. Hiroki abrió sus ojos, sus labios húmedos y ligeramente inflamados, brillando bajo la suave luz, lo hacían ver más hermoso, más sensual que nunca.

    Nowaki extendió la mano, rozando la entrepierna de Hiroki. Sonrió al notar que estaba dolorosamente duro, la ligera caricia provocó un estremecimiento de lujuria en el cuerpo de Hiroki, que gimió sintiéndose desamparado en medio de tanto placer.

    —Vamos a la cama.

    Le susurró Nowaki con sensualidad.

    Sobre las sabanas, se besaron. Sus labios chocando juntos, en una exploración ansiosa de algo que creían haber perdido, algo especial que los unía. Hiroki sentía como si toda su vida hubiese esperado por ese momento.

    “Te amo… te amo tanto”

    Gritaba en su mente, incapaz de ponerlo en palabras, por temor a arruinar el momento.

    Tiró de la camisa de Nowaki, mientras este tiraba de los pantalones de su pijama, desnudándolo. Nowaki se deshizo de sus pantalones y ropa interior. La piel de Nowaki estaba cálida y húmeda, Hiroki lo tocaba con urgencia. Nowaki bajó la cabeza, lamiendo a lo largo del cuello de Hiroki, mordiéndolo ligeramente, gruñendo con lujuria.

    Hiroki respondió con el mismo ardiente deseo, con sus manos errando por la perfección del cuerpo de Nowaki.

    —Hiroki, te amo. Siempre te he amado. A nadie más que a ti.

    Hiroki sonrió entre lágrimas, ante las palabras murmuradas con tanto amor.


    —Yo también te amo — Susurró Hiroki con fervor. Abandonando el miedo que había llenado su corazón.

    Nowaki tomó el erecto pene con una mano. Con la otra, acarició con un dedo sobre la punta, capturando una gota de transparente líquido. Nowaki se llevó el dedo a sus labios y lo lamió, mientras miraba fijamente a los ojos de Hiroki.

    —Sabes muy bien.

    El pene de Hiroki estuvo a punto de estallar en éxtasis, ante ese sexy comentario. Nowaki estaba duro, desnudo, sudoroso, excitado, metido entre sus piernas mirándolo como si fuera a comérselo con besos. Sus ojos estaban turbios, cargados de deseo. Nowaki bajó la cabeza, causando que una explosión de intenso placer atravesase a Hiroki, anticipando lo que vendría. Un gemido largo y ansioso salió de los labios de Hiroki cuando la boca húmeda y caliente se cerró sobre su pene.

    Suspiró con placer. No podía decidirse en si llorar de alegría o reír por la emoción que el deseo sexual estaba explotando en él. ¿Estaba eso pasando realmente? ¿O era simplemente un sueño? Nowaki succionó su pene con más fuerza y Hiroki arqueó su cuerpo, gimiendo descontrolado y olvidando sus aprensiones.

    Nowaki imprimió más fuerza, hasta que el pene palpitante estaba a punto de estallar. — ¡Nowaki! —se quejó Hiroki entre gemidos.

    Nowaki bajó la cabeza hasta que el miembro de Hiroki estuvo por completo en el interior de su boca, circulando con su lengua toda la longitud enterrada en su boca. Hiroki se estremeció, agarrándose de las sabanas cuando su cuerpo se contrajo en un espasmo y su semen brotó a chorros.

    Se quedó flácido sobre las sabanas, intentando recobrar el aliento. Su corazón latía con fuerza. Nowaki se puso de rodillas entre sus piernas, con una satisfecha sonrisa en el rostro. Su pene estaba totalmente erecto, esperando poder hundirse en el caliente agujero que lo esperaba palpitando de deseo.


    Hiroki abrió los ojos con pesadez. Nowaki le sonreía y él no podía sentirse más satisfecho y feliz. Le tendió la mano, invitándolo a tenderse sobre él. Un sentimiento de paz que no había experimentado en meses invadió a Hiroki, cuando Nowaki comenzó a besarlo suavemente, mientras frotaba su pene duro y caliente sobre la tibia humedad entre sus piernas. El pene flácido de Hiroki, pareció volver a querer cobrar vida, ante el suave vaivén de las caderas de Nowaki.

    Hiroki yacía sobre las sabanas, Nowaki alzó sus caderas. Hiroki podía sentir el pene de sus esposo, duro y caliente, circulando en la grieta entre sus nalgas. El miembro de Nowaki estaba tenso con la necesidad.

    —Te deseo —dijo en voz baja

    Hiroki sonrió tímidamente, él también lo deseaba.

    Nowaki metió la mano entre las nalgas redondas, deslizando un dedo lubricado en su trasero. Se sentía bien, a pesar del tiempo que tenían sin hacerlo. Hiroki movió su cadera contra el dedo, diciéndole así a Nowaki que estaba listo para más. Nowaki añadió un segundo dedo, expandiendo fácilmente la entrada, preparándolo para su invasión.


    Nowaki cuidadosamente, cambió los dedos por su miembro, introduciéndolo despacio, alerta a cualquier signo de malestar que hiciera su esposo. Las caderas de Hiroki comenzaron a moverse a un ritmo lento, buscando ahondar la penetración y aliviar un poco el dolor del inicio. Nowaki también se movía despacio, con cuidado. Hiroki literalmente temblaba de deseo, cuando Nowaki se empujó dentro de su culo profundamente, llenándolo por completo.

    Hiroki tenía una erección de nuevo, golpeando contra su plano vientre. Nowaki apretó los dedos alrededor del pene, acariciándolo, a la vez que empezó a mover sus caderas, en un empuje lento y sensual. Los ojos de Hiroki se cerraron, suspirando con placer ante el doble asalto.

    Nowaki movió una mano hasta el cuello de Hiroki, afianzándolo sobre la cama, mientras sus movimientos se hacían más violentos. Se empujaba profundamente dentro de él, arrastrándolo en su frenesí. Una tormenta de gemidos de placer brotó de los labios de Hiroki. Comenzó a calentarse la sangre de sus cuerpos, hasta que ardía en el interior de ellos. Hiroki se sacudió en su interior. Sus dedos se clavaban en la maltratada sabana. Nowaki lo masturbaba con ímpetu, mientras se movía con furia dentro de él, la fricción era perfecta.

    Hiroki oyó sus propios gritos y se dio cuenta de los espasmos de su cuerpo. Pudo sentir su clímax en aumento, devastándolo, tomando posesión de él. No había poder para detenerlo, aun cuando hubiese querido.

    —Abre los ojos, mi amor. Déjame verte mientras te corres para mí —susurró Nowaki roncamente.

    Hiroki se obligó a obedecerlo, pues sentía que no tenía control sobre su cuerpo.

    Posó sus ojos cristalinos en el amor de su vida, superado por el empuje de su miembro en lo más profundo de él, y por la mano de Nowaki masturbándolo con certera habilidad.

    — ¡Nowaki…Nowaki…Nowaki…! —Gritó desvalido, sintiendo las corrientes de chorros de semen a través de su pene en una serie de erupciones sísmicas. Al mismo tiempo, Nowaki se estremeció, jadeando cuando llegó a su clímax en el interior de Hiroki. Lo miraba con lujuriosa pasión, mientras lo llenaba con su caliente semen.


    Hiroki abrió los brazos, su cuerpo húmedo y dolorido se sintió feliz al tener el calor del pesado cuerpo de su esposo, cubriéndolo por completo. Nowaki lo beso suavemente y se acomodó en la cama, acurrucándolo entre sus brazos. Ambos respiraban con agitación, sus corazones aún no se calmaban, estaban exhaustos, pero tan felices, como si los días tristes jamás hubiesen ocurrido.

    Hiroki se durmió con un sentimiento de paz en su corazón, tan reluciente como la aurora. Ahora estaba donde debía estar. Nowaki también se durmió, saciado, sereno, feliz, como si aquellos sentimientos lo hubiesen abandonado en algún momento sin que él lo notara. Dejó que la sensación lo llenase, dejó que calentase su cansado cuerpo y se prometió no volver a dejar que las sombras oscurecieran su matrimonio, nunca más.

    Pero las sombras estaban allí, esperando solo la oportunidad para oscurecer sus vidas…para siempre.
     
    Top
    .
  13.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

    Group
    Clan Angel
    Posts
    507
    Location
    mi cuarto

    Status
    Offline
    Mi querida Fransela_r el capi te quedó bellísimo
    misaki entiende que te estás metiendo en problemas
    y nowaki aunque se tome un año entero se que no va a cambiar
    pero el futuro brillante aunque lejano llegará a nuestros protagonistas
    espero la conty con ansias
    nos vemos :=PENSDF:
     
    Top
    .
  14. haruhi.mokita
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    *-* fransela sama! Tus historias me encantan y aunque muchas veces sufro en el transcurso de ellas no puedo dejar de leerlas, otra excelente historia que me tiene atrapada espero la conti! Suerte!
     
    Top
    .
  15. noquichinda
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    oooo chingaos.. que lindoo matri,, condenado nowaki .. a ver si se porta bn.. pero el guarro de misaki no lo dejara.. jajajja, con tal que no lo embrazace de nuevo y se acabe otra vez la relacion? quiero que trabaje - hirochan trabajador wii
     
    Top
    .
142 replies since 20/11/2014, 02:08   4098 views
  Share  
.