Tu indiferencia Actualizado FINAL

¿Será infidelidad, si ya en tu corazón no hay más amor para esa persona que crees traicionar?

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  1. ayumi~
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    me dejaste en shock

    Lo sabia .... pobre misaki , muy hijo de su madre podrá ser ,pero no se merece lo que le esta haciendo nowaki , ojala su bebe no muera .

    Lo que mas me encanto fue la actitud de akihiko :=arribarriba: , se nota que hay onda :=EEEE: . El tonto de kusama debería aprender mas de el

    y bueno aquí hay drama hasta por los poros . Sigue así .

    bye bye ~
     
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  2. BlackLady713
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    tantas cosas!!!! estupido Kusama mil veces estupido, cobarde, desgraciado egoista...!!!! tengo muchos insultos mas y el unico culpable es el, (y la zorra de Misaki)
    y ahora q pasara con Hiroki? espero q encuentre mucha paz con Akihiko, ninguno de ellos merece lo que ese par de viboras estan haciendo.
    su venganza se convirtio en algo hermoso... que bonito pero sigue siendo una zorra arrastrada (hablo de Misaki)

    espero la continuacion sensei

    LB :=wozardd:
     
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    Pobre hiroki al final sera el a sufrir. Nowaki sigue sin cambiar. Espero que a ningun bebè le pase nada. Cada vez esta mas intrigante. Esperare con ansias la conti.
     
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  4. widget
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    Hiroki, por mas que duela, debes entender que todo eso paso cuando estuvieron separados, tienes que ser empatico con Nowaki, porque aunque cometió horrores, el te ama. Y eso es lo que han distorcionado terceras personas. Pero el amor es puro y el amor es de por vida. Esto no se trata de ser ciego, sino en que están los dos en medio de una tormenta y necesitan estar juntos y enfrentarlos juntos por mas doloroso que sea, por mas injusto que sea porque si superan esto, su amor será irrompible.

    y Nowaki, no pretendas que todo sea como antes, pero siempre ten presente que si Hiroki te persona es por el gran amor que te tiene. Y tanbien tienes que ser comprensivo ni exigirle nada porque el no es como tu.
     
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  5. kimmi Chan
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    Traz, ay Misaki necesita valorarse y no andar recibiendo maltratos y migajas TnT WHY? Se va aponer feo... Muy feo :c Espero que no le pase nada a Misaki ni a su bebé. Ah, Hiroki tendrá que ser fuerte >< AH, quiero golpear a Nowaki y casi a Misaki cuanod pensó en usar a Akihiko xDD Ni él estaría sufriendo si hubiera esperado castamente por Hiro :c

    Jajaj me encantaron los esposos-san xD tan lindo akihiko, me enamora con esa actitud, de seguro a Hiroki también~ <3 ¿Qué pasó con Ijuuin y con Ishi? D: Ya se separaron, no? :'c

    Ryu, ryu, ryu... Ah, siento feo por él pero su terquedad lo llevo a donde está u.u ¿Quien es el esposo de Kaoru? ¿Saldrá más adelante?
    Muero por saber. Muy genialoso el capitulo, espero el próximo! :33

    Nos leemos~
     
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  6. Fransela_r
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    Hola, por aqui volvi con nuevo capi, espero les guste. Besitos y gracias por leer.




    Tu verdad o más mentiras.




    —Ishi, has el favor de comerte todo el desayuno.

    A veces, lidiar con una persona deprimida no era fácil. Eso lo estaba descubriendo Asahina aquella mañana, en la que su hermano se empeñaba en amargarle el día.

    —No tengo hambre, Kaoru. —Murmuró Ishi con un adorable mohín.

    Asahina suspiró sonriendo, adoraba a su pequeño y mimado hermanito, pero no por eso lo iba a dejar hacer lo que le viniera en gana y mucho menos en su estado.

    —Te comes las frutas por lo menos o no te dejo ir a ningún lado. Ya bastante molesto me tiene el que vayas a verte con ese chico.

    Ishi comenzó a comerse las frutas que había en su plato, con un mohín de disgusto. Sabía que su hermano cumpliría su promesa de no dejarlo salir y de cierta forma entendía sus razones, pero el necesitaba salir, despejar un poco su mente.

    —Él no tiene toda la culpa. —Murmuró molesto, mientras engullía contra su voluntad, los trozos de frutas.

    Kaoru ignoró el tono de molestia, pues aunque era cierto que el chico no era el único culpable, tenía mucha culpa por haber metido ideas locas en la cabeza de su hermano.

    —Ishi. — Le habló su hermano, sentándose frente a él y mirándolo con seriedad. —Sé que Takahashi kun es tu amigo desde primaria, también sé que le tienes cariño y confianza, pero no puedes negar que lo que te aconsejó estaba mal. Mira donde estas por eso.

    Kaoru se puso de pie y caminó hasta la estufa, para servirse una taza de té.

    —Te metió en este lio y ni una vez te llamó para saber cómo estabas o como ibas a resolver el problema que él en parte causó.

    —Misaki tiene sus propios problemas. —Lo defendió Ishi, aunque sabía que su hermano tenía razón.

    —Sí, liarse con un tipo casado que además tiene un hijo. — Kaoru estaba inflexible, la verdad es que no le gustaba aquella amistad para su hermanito.

    —No debí contarte nada. — Murmuró Ishi contrariado. Siempre había tenido la costumbre de contarle todo a su hermano, pero en aquella ocasión, parecía no haber sido buena idea.

    — ¿Qué? ¿Qué tú amiguito está ahora esperando un hijo de ese hombre? ¿O que el tipo no tiene intenciones de hacerse responsable? Vamos Ishi, lo que le está pasando a Takahashi kun es consecuencia de su comportamiento ¿Es que acaso no se había dado cuenta de que ese hombre no quería nada en serio con él? El tipo estaba separado de su esposo, se acostó con él por despecho, por idiota, por quien sabe qué, pero no por amor. Ahora está ese niño inocente en el medio de toda esa irresponsabilidad y ni siquiera se sabe si sobrevivirá. Quizás tu amigo no se merezca tanto dolor, pero la verdad es que él mismo se lo buscó.

    Ishi suspiró y apartó el plato de comida, para ocultar el rostro entre sus manos.

    Kaoru lo miró con tristeza, su hermano también se había ganado el dolor que estaba viviendo. Se acercó y lo abrazó tiernamente, besando sus suaves cabellos.

    —Yo también me busqué el desprecio de Kyo. Me merezco que él me odie. — Murmuró Ishi, recostado del pecho de su hermano.

    — Ijuuin san, no te odia. — Lo tranquilizó Kaoru. —Él está furioso ahora, le mentiste y fallaste a su confianza y tu sabias, sabias las cosas que le dolían en su pasado, el por qué no deseaba tener hijos. Se siente herido y traicionado, pero tarde o temprano esa rabia pasará y el entenderá que ese bebé es de los dos y extenderá hacia él, el amor enorme que yo sé que te tiene.

    Kaoru evitó mencionar que Kyo lo llamaba cada día, para saber cómo estaba Ishi. Por pedido expreso de Ijuuin, Kaoru no podía revelarle aquello a su hermano, pero eso le daba esperanza de que en algún momento, las cosas se arreglarían entre ellos. Eso y que Ijuuin había parado el proceso de divorcio. Después de que Ishi hubiese tenido un episodio nervioso en una de las audiencias. Ijuuin había paralizado cualquier proceso, hasta que naciera el bebé.

    Kaoru estaba confiado de que aquello era una oportunidad para Ishi e Ijuuin de superar los baches que se les habían presentado en el camino.

    — ¿Que sentiste cuando Ryu te llamó, Kaoru? ¿Aún tienes esperanzas con él?

    Ishi sabía que su hermano también llevaba un dolor grande en el pecho, una nostalgia que parecía eterna y un amor tan fiel que Ishi lo admiraba y rogaba para que Kyo de alguna forma, también lo amara así.

    —Nostalgia, amor, también un poco de tristeza. — Respondió Kaoru con una suave expresión. —Ryu ha sufrido mucho, más de lo que yo puedo imaginar, él se llevó la peor parte de todo y nunca me permitió aliviar el peso que lleva en su alma. Está decidido a sufrir él solo, se culpa por lo que le pasó a nuestra hija y se niega a amarme. Aun así, se estaciona cada vez que puede en frente de la clínica y allí se queda un rato, esperando que yo salga. Yo quiero creer que lo hace cuando necesita verme, cuando quiere oír mi voz, en esos momentos en el que el muro que levantó entorno a él se tambalea y se permite sentir.

    Kaoru sonrió, con una sonrisa triste y desolada.

    — Yo también lo observo. Él cree que no notó su presencia, que no sé qué está allí, escondido en aquel auto, pero lo que él no sabe, es que puedo hallarlo en medio de una concurrida avenida, con los ojos cerrados. Lo que Ryu no quiere entender, es que el punto en el que yo lo amo es tal, que mi alma busca la suya, que no lo he dejado solo ni un minuto en todo el camino que él decidió vivir y que cuando le digo que siempre estaré para él, es porque es así. Jamás me cansaré de esperarlo. Así él nunca consiga el camino para regresar a mí.

    Ishi suspiró y se separó del pecho de su hermano, para mirarlo con tristeza. Kaoru acarició sus pálidas mejillas.

    — Tienes que darle tiempo a Ijuuin san, tiempo para pensar, lejos de la rabia y el dolor. Mientras tanto, yo cuidaré de ti y de mi sobrino y así tenga que obligarte te comerás todas tus frutas. Mi sobrino necesita que tú estés sano y fuerte.

    Ishi sonrió cuando sintió la mano de su hermano acariciando su redondo vientre de seis meses. Asintió y comenzó a comer despacio, las frutas que había colocado Kaoru de nuevo frente a él.

    Muy en contra de su voluntad, Kaoru dejó esa mañana a Ishi en frente de la casa de Misaki.

    —Llama a un taxi cuando estés listo para regresar a casa. No se te ocurra irte en el metro. Y por favor, no te quedes mucho rato, sabes que necesitas descansar.

    Ishi asintió sonriente. Kaoru era un hermano mayor muy sobreprotector, pero sabía que lo hacía por su bien.

    Misaki abrió después del segundo timbre. Se veía que había llorado y también estaba bastante pálido.

    — Gracias por venir Ishi, no tenía nadie más con quien hablar. Shinobu sigue de luna de miel y mi hermano está molesto porque no quiero decirle quien es el papá de mi bebé.

    Misaki le había abrazado con cariño. Ahora estaban sentados en la sala, tomándose un jugo, mientras conversaban. Ishi tomó la mano de Misaki y la apretó con cariño.

    — ¿Que dijo el… el papá del bebé?

    Misaki negó con la cabeza. Con una expresión contrariada en su demacrado rostro. Después de que habló con Nowaki en el hospital, estaba tan molesto que había pasado la noche en un hotel, no sabía si Nowaki iría a su casa de verdad y tampoco quería saberlo. Estaba exhausto y lo menos que había querido era alterarse más. Aun así, tampoco había descansado en la pequeña habitación del hotel. Había llorado casi toda la noche, pensando en los cambios que había dado su vida.

    —Él dijo que resolveríamos este problema. Me trató con tanta frialdad, que no puede…no pude quedarme en casa anoche a esperar que él viniera y…habláramos.

    Misaki puso una mano en su frente, se sentía derrotado, cansado, enfermo. Buscó la mirada de Ishi, mirándolo con un sentido arrepentimiento.

    — Lo siento Ishi, lo siento tanto. Me comporté como un tonto contigo. Te metí en un lio y ni siquiera me preocupé por las consecuencias que eso te trajo. Estaba tan inmerso en mi falsa felicidad, que no quería que nada lo estropeara. Me porté como un mal amigo y aquí estas tú, a pesar de todo eso.

    —No seas tonto Misaki. — Le dijo Ishi con una dulce sonrisa. — Tú no eres culpable de nada. Yo quería un bebé con Kyo y no tenía el valor para pedírselo. Tú solo te comportaste como mi amigo, poniéndote de mi lado y ayudándome a conseguir el valor que me faltaba para hacer lo que deseaba hacer. Me equivoqué, sí, también lo perdí a él, pero si finalmente no lo recupero, por lo menos me quedará mi bebé y eso te lo debo a ti. Supongo que a veces la felicidad no es tenerlo todo, yo por lo menos tendré siempre una parte de él.

    Misaki le sonrió, quizás la lógica de su amigo era lo que él necesitaba pensar. A lo mejor al final, solo le quedaría eso del amor que sentía por Nowaki, un bebé. Eso si el destino no se ocupaba de acabar también con aquel sueño.

    Después de un largo rato conversando y desahogándose mutuamente. Misaki se sentía más relajado y con más fuerza para afrontar lo que le venía.

    — Kaoru podría atenderte, tú sabes que él es el mejor y yo podría conseguir…

    — No Ishi, tu hermano no me soporta y con sobradadas razones. Prefiero buscar un medico yo mismo. Quizás allí mismo en el hospital donde hago las practicas. A estas alturas ya no me importa que hablen, solo me importa que mi bebé este bien y por lo menos allí tengo el seguro médico. No puedo darme el lujo de malgastar el dinero. Además no creo que las habladurías perjudiquen a Nowaki san, él está muy bien con su esposo y ya todo el mundo lo sabe. Lo más que pueden creer es que Akihiko me dejó embarazado y me abandonó.

    Ishi recordó entonces, al novio que había tenido Misaki en sus vacaciones en Inglaterra.

    — ¿Has vuelto a hablar con él? — Le preguntó con interés.

    Misaki negó con la cabeza.

    —Después de que encontró a Nowaki san en mi cama no he vuelto a hablar con él. No contesta mis llamadas ni responde mis mensajes. No quería que las cosas terminaran así, él es un buen hombre. En otras circunstancias habría sido el padre perfecto para este bebé.

    Misaki se había quedado mirando las luces de la tarde que entraban por la ventana de su sala. Acariciaba despacio su vientre, con nostalgia, con tristeza, pensando en lo que nunca tendría.

    —Es irónico como siempre tienes que enamorarte de la persona incorrecta. Akihiko hasta había comprado una casa para nosotros. Dejó todo en Londres por venir tras de mí y yo…yo no pude amarlo como él quería. Quizás si hubiese aceptado ese amor, mi vida ahora sería otra.

    Ishi se paró a su lado, abrazándolo con ternura.

    —No podemos arrepentirnos de nuestras decisiones, Misaki, solo podemos seguir adelante. Yo sé que todo va a ir bien para ti y si no, pues aún podemos rentar un lugar y vivir juntos, muy lejos de aquí. Criaremos a nuestros bebés y al diablo los demás.

    Misaki rio, Ishi era verdaderamente un buen amigo, pero no era ese su futuro. Misaki sabía que Kaoru lo cuidaba con especial cuidado y muy pronto también lograría que Kyo le diera otra oportunidad a Ishi, pues a diferencia de Nowaki y él, el amor de Ijuuin e Ishi era muy real.

    — Tú quieres que Asahina san me mate por sacar a su hermanito de la casa. — Le dijo Misaki con una mueca, acariciándole dulcemente el vientre. — Ijuuin san y tú se van a arreglar, te apuesto que tu hermano trabaja duramente en eso y aunque no fuera así, tu esposo no va a tardar mucho en darse cuenta que te ama con locura y que no puede vivir sin ti.

    Ishi se fue a mitad de tarde. Su visita había sido un bálsamo para Misaki, pero aun así, cuando el chico se fue, volvió a sentirse solo en las paredes de aquella enorme casa. En cambio Ishi iba con sus esperanzas renovadas, pues creía en las palabras de Misaki, que no estaban muy lejos de ser ciertas, porque Kaoru estaba trabajando arduamente en lograr que Ijuuin e Ishi, volvieran a ser felices.

    Ijuuin estaba preparando las clases de la tarde, cuando una visita inesperada entró a su oficina.

    — Ijuuin sensei, este señor dice que necesita hablar con usted.

    Ijuuin miró de Kaoru a Hiroki con una cargada molestia. Hiroki sintió de pronto que había hecho algo malo al dejar entrar a aquel hombre, pero él era el asistente de Ijuuin, no su secretaria. Así que ignoró la mirada de molestia que le dio el profesor y fue a sentarse en su escritorio, dejando a su jefe, frente a frente con su visita.

    —Asahina san. — Saludó Ijuuin entre dientes. — Toma asiento por favor.

    Ijuuin caminó hasta el escritorio de Hiroki, diciéndole con desdén.

    —Tendrás que dar las clases hoy por mí.

    Hiroki, sin chistar, tomó el material que Ijuuin le ofreció y salió silencioso de la oficina.

    — ¿A que debo tu visita?

    Kaoru se sintió enojado ante el evidente desdén en el tono de Ijuuin. En algún momento se habían llevado bien. Kaoru apreciaba la amistad con su cuñado y ahora trataría de reencontrar aquella amistad por el bien de su hermano.

    —Vine a traerte esto.

    Kaoru puso una carpeta en el escritorio de Ijuuin. Cuando este la tomó y la abrió, la cerró inmediatamente con una expresión furiosa en el rostro.

    — ¿Qué significa eso? — Preguntó furioso. Tirándole la carpeta a Asahina.

    Kaoru abrió la carpeta y sacó las ecografías que le había realizado a Ishi cada mes, durante los seis meses que tenia de embarazo.

    —Eso es tu hijo o hija, el travieso no se deja ver. Esta perfecto y saludable, pesa setecientos gramos, mide casi treinta y dos centímetros. — Kaoru tomó la más reciente ecografía y la puso frente a Ijuuin, que lo miraba con frustración. —Se chupa el dedo, como puedes ver en esta ecografía. La otra noche, Ishi no me dejó dormir porque al bebé le dio hipo y se movía mucho en su vientre. Lloró toda la noche, estaba asustado, nervioso, triste porque tú no estabas allí. Otras veces me llama para que mire como se ondula su vientre o los piecitos del bebé, que se marcan en su piel.

    Kaoru se paró y caminó hasta donde estaba Kyo, sintiendo tantas cosas que ya no sabía que sentir.

    —Te lo estás perdiendo Ijuuin, te estás perdiendo lo más maravilloso que hay en la vida. El milagro de ser padre.

    Kyo desvió la mirada y caminó con brusquedad, guardando las ecografías en la carpeta y devolviéndoselas a Kaoru.

    — Yo no pedí vivir esa experiencia, Asahina san. Así como no pedí que mis padres murieran y me dejaran en la calle sin nadie que viera por mí. Tampoco pedí crecer en un maldito orfanato, donde no era sino un huérfano más. No pedí vivir los horrores que viví. Es muy bonito lo que tú pintas, pero en mi corazón no hay espacio para ese amor. Ahora… por favor vete y llévate todo eso. Esta será la última vez que hablemos, no volveré a llamarte para saber de él. Malentendiste mi preocupación por Ishi, él siempre fue importante para mí, solo que ya no puedo amarlo como antes.

    Kaoru caminó hasta Ijuuin y puso una mano en su hombro.

    —Te niegas a ser feliz, Ijuuin. Te niegas a perdonarte y a seguir adelante. Vas a perder a la única persona que te ama de verdad y tarde o temprano te darás cuenta de tu error. Ojalá no sea demasiado tarde.

    Kaoru se fue, sí, pero dejó las carpetas con las fotos del bebé. El médico esperaba que Ijuuin encontrara allí, el amor que sabía, aún tenía en su corazón.

    ******



    —¿Buscando dulces, esposo san?

    Hiroki soltó una carcajada, cuando fue sorprendido en la máquina que dispensaba dulces, por su esposo de mentiras.

    —Tenia antojo de…

    — ¿Chocolate? —Le interrumpió Akihiko, poniendo una barra de delicioso chocolate en sus manos.

    Hiroki sonrió, pues era eso exactamente lo que quería.

    — ¿Cómo sabias?

    Akihiko movió sus cejas con un gesto de adorable suficiencia.

    —Soy tu esposo san, hice bien mi tarea. Averigüe todo lo que pudiera antojársete. Leí que el chocolate es bueno y el té sin cafeína. No puedes comer muy condimentado y…

    Hiroki rio alegremente, lo que interrumpió la perorata de Akihiko. Este se rascó la cabeza sintiéndose un poco avergonzado. Parados en medio de aquel largo y solitario pasillo, parecían dos furtivos enamorados.

    —¿Estoy exagerando verdad?

    Lo estaba haciendo, pero a Hiroki no le importaba. Se sentía mimado, seguro, feliz, en un momento en el que su vida estaba hecha un caos. Eran bienvenidas aquellas atenciones y más aun con el entusiasmo que Akihiko le ponía a todo.

    —Gracias Akihiko san. No estás exagerando, estás siendo muy amable. El bebé y yo te lo agradecemos.

    Akihiko sonrió complacido y a punto estuvo de darle un abrazo a Hiroki, afortunadamente se contuvo pues un grupo de estudiantes pasó por allí en ese momento.

    —Debo ir a la oficina.

    Dijo Hiroki sonrojado, pues había advertido la intención de Akihiko y se sentía peor pues él habría deseado que Akihiko lo abrazara.

    El profesor asintió y se despidió con una sonrisa.

    — Te buscaré más tarde para acompañarte al auto.

    Le gritó a pleno pulmón, cuando ya Hiroki estaba a mitad de pasillo. Varios alumnos voltearon a verlos. Hiroki, sonrojado, negó con la cabeza mientras sonreía. Akihiko, con una carcajada, caminó de prisa hasta su aula, sintiendo que la alegría no le cabía en el pecho.

    ******



    Nowaki intentó por quinta vez aquella tarde, ponerse en contacto con Misaki. El chico no contestaba el celular, ni tampoco respondía el teléfono de su casa. Había tomado todo de si, no hablar con la verdad la noche anterior con su esposo. Después de regresar de casa de Misaki, donde no había conseguido hablar con él, estaba desesperado. Quería decir lo que lo estaba atormentando, quería apelar a la compresión de Hiroki, estaba harto de mentiras.

    Hiroki se lo hacía más difícil, con su amor, con sus atenciones. La felicidad que se veía reflejada en el rostro de su esposo, lo hacía sentirse más miserable. Nowaki estaba en el punto en el que, o hablaba con la verdad, o iba a volverse loco. Sabía que aquello iba a traer consecuencias, sabía que Hiroki iba a sufrir, pero también rogaba porque su matrimonio fuera lo suficientemente fuerte, como para soportar aquella tormenta y salir airoso.

    Trató de llamar una vez más a Misaki. Al salir de nuevo su contestadora, decidió dejarle un mensaje.

    —Necesitamos hablar. Comprendo que ayer no reaccioné de la mejor forma, pero entiende que me diste una noticia que va a alterar muchas cosas en mi vida. Envíame un mensaje cuando estés en tu casa, yo iré en cuanto pueda.

    Misaki sintió su teléfono timbrar con un mensaje y suspiró. Estaba recostado en su cama, mirando el techo. Tomó el teléfono y escuchó el mensaje. En su rostro se formó una mueca de disgusto.

    —Va a alterar tu vida. —Murmuró con molestia. —No solo tu vida Nowaki…no solo tu vida.

    Misaki apagó el teléfono y lo puso sobre la cama. Siguió mirando el techo mientras acariciaba su vientre. Nowaki se estaba comportando egoístamente y eso le dolía. Aunque sabía que él se lo merecía, le dolía aquella actitud del médico. Entonces se preguntó ¿Qué esperaba? ¿Amor? ¿Una celebración? Nowaki estaba casado, él se había aprovechado de un momento de debilidad del joven médico y este había aceptado de buena gana seguirle el juego, pero a la final solo fue eso, un juego.

    Misaki se sentó en la cama y suspiró con cansancio. Allí estaba él, esperando que Nowaki hiciera una fiesta porque iban a tener un bebé. Nowaki ya tenía una vida y él no había querido reconocerlo.

    “El más perjudicado vas a ser tu”

    ¿Cuántas veces no le habían dicho eso? Ahora era tarde para arrepentirse, ahora le tocaba enfrentar sus consecuencia y lo peor era que no tenía fuerzas para hacerlo. Lo peor era que estaba solo y tenía miedo, miedo de perder a su hijo, miedo de no poder con todo aquello. Misaki se puso de pie, se vistió y salió de la casa, necesitaba dejar de sentir temor.

    Akihiko iba sonriendo mientras conducía, se había quedado con Hiroki unos minutos conversando. Entre ellos nunca se acababan los temas de conversación, podían pasar horas hablando de mil cosas y les costaba despedirse. Akihiko sentía que nadie lo entendía como Hiroki. Eran como adolecentes, pues cuando uno empezaba una oración el otro la terminaba y reían ruidosamente cuando se daban cuenta.

    Akihiko sentía que Hiroki estaba más hermoso cada día. Quizás era el saber que estaba esperando un hijo, lo que lo hacía verlo de forma diferente. Eso era quizás, la nueva negra en aquella amistad, que Akihiko no veía a Hiroki como un amigo. Sentía cosas muy intensas por él, cosas en las que evitaba pensar. Como cuando sus miradas se encontraban, o cuando Hiroki le sonreía y él se quedaba perdido en aquellos labios húmedos y apetecibles.

    Muchas veces se había sorprendido pensando en cómo sería besarlo, en cómo se sentiría hacerle el amor. Estaba caminando sobre un camino espinoso, lo sabía. Hiroki jamás seria suyo. Enamorarse de él sería trazarse una meta imposible, caminar directo al fracaso. Pero a veces, solo a veces, se permitía creer que había esperanza. Alguna sonrisa coqueta, alguna mirada brillante, era algo que a veces podía notar en el comportamiento de Hiroki, lo que le hacía tener una lejana esperanza.

    —Estás loco, Usami. —Murmuró sonriendo, mientras entraba a la calle donde estaba su casa.

    La sonrisa pronto se borró de su rostro, cuando al encaminarse al estacionamiento de su casa, miró la silueta de alguien que no esperaba volver a ver, sentado en los escalones de su entrada principal.

    Se dijo que tenía que ser franco consigo mismo, había deseado aquella conversación. Solo que no esperaba que sucediera tan pronto y menos con los sentimientos revueltos como los tenia.

    —Hola. —Lo saludó con una sutil cortesía, cuando llegó hasta él.

    Misaki se puso de pie y lo miró con nostalgia, con necesidad. Necesitaba la serenidad que le daba Akihiko, necesitaba sentirse seguro, en paz.

    —Sé… sé que no debería estar aquí. — Murmuró bajando la mirada. Suspirando, entrelazó las manos para continuar. —Quería verte, yo…necesitaba… Lo siento Akihiko, siento lo que te hice.

    Misaki se sorprendió, cuando sintió una tibia mano tomando las suyas.

    —Ven, vamos adentro. Prepararé un té, está muy frio aquí afuera.

    Misaki le sonrió y sintió su corazón cálido, aquella voz suave, aquella mirada serena, se sentía bien. Él también estaba siendo egoísta, lo sabía, pero lo necesitaba, necesitaba el amor de Akihiko en aquel momento.

    ******



    Hiroki llegó a su casa y se encontró una inesperada sorpresa. Nowaki, que nunca llegaba primero que él, estaba sentado en la sala, esperándolo.

    —Hola. — Lo saludó emocionado. Y se acercó a él, besándolo dulcemente.

    Hiroki había hablado mucho con Akihiko aquella tarde. Estaba decidido a revelarle a Nowaki que esperaban un hijo. Akihiko le había aconsejado que no esperara más tiempo y ya Hiroki estaba cansado de llevar aquel secreto en su corazón. Su bebé se merecía ser esperado con amor, con ilusión.

    Se extrañó de no escuchar a Iseei, que en aquellas horas estaba más activo que nunca, jugueteando en la casa.

    — ¿Y dónde anda mi bebé? — Le preguntó a su esposo. Sin esperar respuesta, llamó a la niñera que cuidaba a Iseei. —Megumi, ya estoy en casa.

    —La niñera no está. Ella e Iseei deben estar llegando a casa de Keiichi. Himeko los está esperando, quedó en avisarme cuando llegaran.

    Nowaki agradeció que Keiichi se hubiese tomado aquello de buena forma. El hermano de Hiroki pensaba que ellos iban a pasarse unos días románticos y estaba encantado de cuidar a su sobrino.

    — ¿Por…por qué hiciste eso? —Preguntó Hiroki, sintiendo un escalofrió que le heló la piel.

    —Necesito hablar contigo.

    Aquellas palabras le confirmaron a Hiroki, que algo muy malo iba a pasar.

    Como pudo, caminó hasta uno de los muebles y se sentó en la orilla de este, mirando a Nowaki con temor.

    Nowaki se sentó frente a él y tomó su mano. Hiroki la sintió fría y temblorosa. Lo que acrecentó más su temor ¿Se habría enterado Nowaki de su embarazo? ¿Estaría molesto por eso? ¿Se había pensado mejor lo de tener una oportunidad nueva en su matrimonio? ¿Iría a pedirle el divorcio?

    Nada de lo que pensaba Hiroki iba a compararse con lo que Nowaki iba a decirle.

    —Pensé mucho para decirte esto. — Comenzó Nowaki, que sentía la boca seca y las palabras que no quería decir, salían forzadas de su boca. —No quería hacerte daño. Te juro que no quería.

    Nowaki se puso de pie, incapaz de soportar la mirada de miedo de su esposo, el temblor de sus manos.

    —Nowaki…

    —Me acosté con un residente. Cuando nos separamos… en el tiempo que estuvimos separados…Yo…estuve con otra persona.

    Hiroki se quedó helado, lo miraba sin verlo. Su respiración se hizo pausada, casi imperceptible. Casi podía decir que no sentía los latidos de su corazón. Permaneció inmóvil por unos largos minutos, frio, impávido, perplejo.

    — Por favor, Hiroki, di algo. — Le rogó Nowaki, al ver que su esposo no reaccionaba.

    Lo sorprendió una histérica carcajada. Hiroki tenía la mirada desorbitada, los ojos llenos de lágrimas, pero reía. Rió hasta que el aliento no le llegó a los pulmones. Nowaki se acercó, sabía que su esposo estaba en medio de una crisis nerviosa. Intentó tocarlo, pero este retrocedió, mientras con una mano en su corazón, trataba de contener las risas y el llanto que sabía, vendría después.

    —No quería hacerte daño, Hiroki.

    — ¿Daño? —Murmuró Hiroki, cuando la risa se hubo calmado. Miró a Nowaki con ira, con asco. Pensó en las veces que habían hecho el amor en aquellos días, en los que creyó que su vida había vuelto a ser idílica. Quiso arrancarse la piel, restregarse los labios hasta que borrara el último de los besos que le había dado Nowaki.

    Hiroki cerró los ojos, conteniendo el llanto, porque en aquel momento lo que quería sentir era odio, no dolor.

    —Yo iba a decirte hoy que estoy esperando un bebé, Nowaki. —Le dijo unos segundos después, sonriendo con ironía. —Pero creo que eso ya no es importante.

    Nowaki se quedó de piedra. Se sentía en el infierno, cada vez se ponía peor su vida. De pronto deseó no haber abierto la boca. Deseó jamás haber estado con Misaki. Deseó no haber causado que su esposo lo mirara con aquel odio, cuando en aquel momento, con aquella noticia, todo debió haber sido amor.

    — ¿Estás?...¿Tú estás…?

    — ¡Sí, maldito infeliz! ¡Sí! Yo estoy esperando otro hijo tuyo. Ojala te haya valido perder todo lo que tenías, por unos días de diversión. —Le gritó Hiroki indignado.

    Caminó hasta su bolso y lo tomó con furiosa determinación. Estaba harto de sentirse una víctima. Estaba harto de Nowaki. Estaba harto de su matrimonio.

    Cuando Nowaki se acercó a él y lo tomó por el brazo para impedir que se marchara, Hiroki sintió la ira estallar en su cuerpo, llevándolo a su punto limite. Con una fuerza que no sabía que tenía, se soltó y con aquella misma fuerza, lanzó un golpe, que fue a dar directo al rostro de Nowaki.

    El médico estaba perplejo, el golpe lo lanzó al suelo y su nariz sangraba.

    —¡Nunca más! — Le gritó Hiroki con ira. —Nunca más me pondrás un dedo encima. Para mi estás muerto Nowaki. ¿Me escuchaste? Estás muerto. Vete con el imbécil que utilizaste en esos días. Ve y destrózale la vida como hiciste conmigo.

    Nowaki se puso de pie y sintió un ligero mareo. Tratando de contener la sangre de su nariz, corrió tras Hiroki, llamándolo con desesperación, pero ya era tarde. Hiroki se había subido a su auto y se alejaba a toda velocidad, por la empinada calle donde estaba enclavada, la casa que alguna vez había sido un hogar feliz.
     
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  7. noquichinda
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    ahahh mierda mierda mierda.. que pasara esto esta terriblee kyaaaa no es justo pero se lo merece por puto nowaki desgraciado. ojala ijuuin e ishi se junten lo mismo asahina e izaka te amoo
     
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  8. kimmi Chan
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    AHHHHH ahora si me hiciste llorar pero sabroso TTwTT
    Me encantó, dios, que climax, y seguro falta mucho más.

    Akihiko es el hombre de oro aquí. Que corazón tan grande, ¿Por qué lo haces tan perfecto? ¡Rayos!
    Me permito sentir lastima por Misaki, de verdad, pobre criatura nada le ha salido bien xD y no s´porque siento que la criatura tampoco :c ¡¡Cuídame a mi Hiroki!! no vaya a chocar por ir como alma que lleva el diablo, creo que hasta aquí llegó su relación u.u mis amados egoistas, sé que hasta del lodo sale uno pero... Nowaki se pasó ¬¬ en fin, mi esperanza morirá hasta la última palabra de este fic xD

    Kaoru ya se las sabe xD Creí que estaba casado, me sorprendió que Ishi fuera su hermano <3 con esos sentimientos por Ryuu, valgame el cielo, todos son unos afortunados en este fic ;33

    Esperaré el próximo capitulo con ansias c:
    Nos leemos!
     
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  9. haruhi.mokita
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    Kyaaa simpre me atrapas con tus historias y esta no e la excepción *-* estoy súper picada y esta la he seguido desde que empezó y la espero con ancias Siempre kyaaa continua adoro como escribes y esta historia me tiene en un hilo
    Nowaki es un idiot! Jump! Se lo gano!

    Espero contii *-*
     
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    Idiota nowaki. Espero que a hiroki no le pase nada. Cada vez esta mas emocionante e intrigante. Esperare la conti con ansias.
     
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  11. BlackLady713
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    Oh Dios, oh Dios!!!! Ya sabe de lo de Misaki!!!! (Bueno sabe de un residente, pero ya lo sabe!!!) Que buen derechazo le acomodo Hiroki, se lo tenia merecido.

    Akihiko, mi vido!!! Ya sta tu chance para star kn l demonio. Spero q la zorra (no aun no lo perdono, apesar de lo q sta sufriendo) de Misaki te alborote la hormona.
    Yo se q Kyo aun ama a Ishi, spero lo mejor pa ellos.
    Ese Asahina sabe, y s tan hermoso lo q siente por Ryu!!!!
    Y ahora q pasara?
    Ya kiero saber!!!

    LB :=wozardd:
     
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    You're born this way baby You are beautiful in your way cause god makes no mistakes ♥♪Lady Gaga♪♥

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    Acá le voy:


    Misaki: pobresito. Ya está pagando por sus errores, espero que en medio de ese camino pueda encontrar su salvación (y espero que sea Akihiko)

    Akihiko: NO!!! NO TE ENAMORES DE HIROKI!!! Admito que así estarían interesantes las cosas, pero por favor, no, que no lleguen a nada... bueno, ya veremos.

    Ishi: mi amor, divino ♥ (debo admitir que me parece extraña la personalidad que le diste)

    Ijuin: HIJO DE TU P*** MADRE!!! VETE AL INFIERNO!!! TE ODIO EN ESTE MUNDO PARALELO, y no, el haber sufrido, no te da derecho a hacer sufrir al hombre que te ama y espera a tu hijo ¬¬

    Nowaki: MUÉRETE :)

    Hiroki: ya era hora mi hijo!!! hasta que al fin abres los ojos. Eres bien bruto, pero te perdono y te amo ♥ pero no seas imprudente y cuídate

    Ryu: Sos adorable, perfecto y sexy. A vos te perdono todo ♥

    Kaoru: ¿Qué haces allí sentado? Ve con Ryu y VIOLALO!!! Ok, no... pero acósalo (?) has algo!!! aish, ya sé que Ryu "no quiere", pero él te ama y te necesita... lucha por ese testarudo.



    Solo quería decir (en cuanto a uno de los comentarios) me pareció muy absurdo (con respeto lo digo) lo de "Hiroki, comprende que Nowaki hizo eso cuando estaban separados" y yo con cara de O.O WTF???!!! No son noviecitos que pueden solo ir y venir, ESTÁN CASADOS!!! Y tienen a Iseei, hay cosas en esta vida que se respetan.

    Y solo por gusto, lo repito: NOWAKI, MUÉRETE :)



    En fin. Creo que no me olvido de nada.


    Mi Caro, te amo.

    Espero ansiosa lo que sigue.
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    un mensaje un poco rápido mi querida Fransela_r
    sabes que me encantó cada capi
    aunque me crean cruel yo si quiero que misaki sufra la perdida de su baby para que aprenda
    que nowaki también aprenda a no se un desgraciado
    que ishi vuelva con ijuin asi como kaoru con ryu
    espero la conty con ansias
    nos vemos :=PENSDF:
     
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  14. Fransela_r
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    Hola, por aqui dejando el siguiente capitulo, besitos y gracias por leer.




    Si yo lloro, tú…





    Ya era tarde para estar en la oficina, más cuando se es el jefe. Un vaso de whisky descansaba sobre el escritorio y el que debería estar saboreándolo, estaba parado frente al ventanal. La vida se movía afuera con frenesí, mientras, él estaba recordando las palabras que le habían dicho sus padres esa mañana.

    “Es hora de que sientes cabeza, hijo. Tienes treinta años ¿Qué vas a esperar para tener una familia?... Yo quiero un nieto antes de morirme… Busca una buena muchacha o un muchacho que pueda darte descendencia… ¿No estás cansado de vivir solo?...Tener aventuras de una noche no te va a conseguir la felicidad.”

    —Aventuras de una noche. — Murmuró molesto, citando las palabras de su padre. —Conseguir la felicidad, conocer el amor…Bah. —Se quejó, riendo con sarcasmo.

    Tomó su celular y buscó entre la innumerable cantidad de contactos que tenía. Se le antojaba una noche placentera, de esas que no dejaban compromisos, tal y como a él le gustaba.

    Quizás podría ser el sexy bartender del bar que frecuentaba, o el dulce médico que había conocido hacía tiempo en una de sus noches de juerga. También podía llamar al muy joven y dispuesto secretario de la oficina del piso de abajo.

    Shinoda sonrió con aquella idea, aquel chico era dinamita pura entre las sabanas. Entonces pensó en las palabras de sus padres. Finalmente lo que obtendría esa noche solo sería sexo, nada más. No le gustaba quedarse en las camas ajenas, por eso escapaba en plena madrugada dejando a sus amantes dormidos. Nunca había llevado a ninguno de sus amantes a su hogar. Le gustaba su privacidad, no veía a nadie inmiscuyéndose entre sus cosas.

    Tenía muchas opciones para pasar un buen rato, pero quizás la conversación con sus padres había causado que ya no estuviera de humor y es que pensar en el futuro no era agradable. Tenía todo lo que cualquier hombre pudiera desear. Un pent-house enorme y exquisitamente amoblado, con todo lo que un hombre de su estatus debería tener. Conducía un auto deportivo último modelo, que despertaba la admiración y la envidia en muchos. Poseía una cuenta bancaria con una obscena cantidad de dinero y todo lo que tenía era fruto de su trabajo. No le debía nada al poder o el estatus de su familia, él solo se había hecho un nombre.

    ¿Entonces por qué su padre le exigía cambiar su vida, como si tuviera algún derecho sobre él?

    Caminó hasta el vaso de whisky y lo bebió de un trago, tosiendo con algo de brusquedad, ante el escozor que causó la bebida en su garganta.

    “Yo solo quiero verte feliz. Lo tienes todo, si, pero ¿y el amor hijo? El amor también es importante. No todo es dinero y poder.”

    Las palabras de su madre le molestaban más que las imposiciones de su padre, pues para ella no tenía excusa. Ella lo amaba, siempre había sido su debilidad, su madre era también su amiga y con ella no podía discutir.

    Pensó entonces en complacerla, pero el problema era conseguir alguien que llenara sus expectativas. Debía ser alguien inteligente, dulce, y sí, también debía ser hermoso. Sonrió con picardía, cuando la imagen de alguien que llenaba aquellos requisitos invadió su mente.

    Oh si, él tenía todo lo que Shinoda alguna vez buscaría en la pareja ideal. Solo había un pequeño problema, estaba casado y tenía un hijo. Quizás lo del niño no sería tanto problema, el asunto importante era el papelito firmado que lo acreditaba como propiedad exclusiva de otro hombre. Shinoda pensó que aquel hombre era un imbécil, había descuidado estúpidamente a tan perfecta criatura, habiendo tantos tiburones como él, al acecho.

    Hiroki Kusama había causado una gran impresión en él. Algo que nadie había logrado jamás. Sí, era verdad que se había acostado con modelos y con personas muy hermosas, pero con Hiroki iba más allá del sexo. Era una fiera necesidad de protegerlo, de mimarlo, de comprar una nave espacial y subir al firmamento para regalarle una estrella.

    Shinoda rio con ganas ante el sentimental pensamiento. Hiroki lograba incluso volverlo un cursi enamorado. No era que no quisiera meterlo entre sus sabanas de seda y ver como contrastaba aquella blanca y tersa piel con la negra tela. No era que no quisiera oír sus gemidos, sentir sus labios o hundirse en su culo repetidas veces hasta llenarlo con su semen toda la noche. Era que hasta aquel primitivo y elemental acto, se volvía una romántica fantasía con aquel joven, que parecía enloquecer sus sentidos.

    El problema era que no podía llegar y decirle a su madre “Hey si, encontré al tipo ideal, pero hay un pequeño problema, está casado” No, no podía decirle eso a su madre, ni a nadie. Solo le quedaba conformarse con que Hiroki era un imposible y seguir adelante con su vida casi perfecta. Quizás algún día el señor ideal aparecería y no tendría los ojos color miel, el cabello castaño y unos labios que invitaban a ser besados con lujuriosa pasión. No, trataría de que fuera un rubio sexy o un erótico pelinegro.

    Con ese pensamiento en mente, recordó un chico que había conocido una noche que se fue de juerga con los socios de la firma. El muy coqueto puto, les había dado una tarjeta de presentación a todos ellos. Chistó con molestia al recordar que él la había desechado. Se encaminó a la oficina de Ryu, quizás él no la había perdido. En eso, Ryu y él eran muy parecidos, siempre tenían una base de datos con las buenas presas. Aunque dudaba que a Ryu le hubiese interesado el chico, se veía muy pasivo y Ryu no jugaba en esas ligas. A su amigo le gustaba ser el de abajo, siempre.

    Como era tarde ya todo el mundo se había ido, pero él era el dueño del bufete, podía entrar en la oficina de quien quisiera. Encendió la luz y revisó el tarjetero de Ryu. Estaba entretenido buscando entre las pequeñas tarjetas, cuando sonó el teléfono privado del despacho de Ryu. Al principio lo dejó sonar, pero luego, por la insistencia, pensó que podría ser algo importante. A los clientes nunca se les hace esperar, esa era su filosofía.

    —Despacho de Isaka Ryuichiro. — Contestó divertido, ya le haría pagar a su amigo, ponerlo de secretario.

    — ¿E…está Ryu? —Preguntó una voz trémula, que Shinoda reconoció al instante.

    — ¿Hiroki san? Soy Shinoda ¿Pasa algo?

    Shinoda se puso en alerta al escuchar un sollozo apagado.

    —Qui…quiero hablar con Ryu. Por…favor, puede decirle…decirle que…

    —Ryu no está aquí Hiroki san, pero confíe en mí. Le prometo que puedo ayudarle en lo que necesite.

    Shinoda sabía que Hiroki tenía un problema y a juzgar por su voz entrecortada y por su evidente llanto, era un problema grave. Quería evitar por todos los medios que Hiroki le cortara la llamada, necesitaba saber que pasaba para poder ayudarlo.


    —Hiroki san, por favor déjeme ayudarlo, confíe en mí. — Shinoda escuchó otro sollozo y luego silencio.

    —…E…estoy en la autopista…Me…Metropolitana…Yo…yo…

    — ¿A qué altura de la autopista?

    Shinoda, tomó un taxi y le pagó al chofer para que se diera prisa. Había logrado que Hiroki le diera su exacta localización, prometiéndole que estaría allí en poco tiempo. No había logrado que Hiroki le diera detalles de lo que había ocurrido, pero por lo menos ya sabía dónde estaba.

    Una hora después, se paseaba por la sala de espera de la lujosa clínica donde había llevado a Hiroki. Finalmente, si había llamado al dulce médico, pero no para la situación que se había planteado en un principio. El joven muy profesionalmente lo había recibido en la emergencia y ahora atendía a Hiroki mientras él esperaba.

    — ¿Te metiste en problemas, Shinoda? — Le preguntó una suave voz. Shinoda se giró mirándolo con una pequeña sonrisa.

    —¿Cómo está él? — Preguntó preocupado.

    —Durmiendo. Según lo que poco que pudimos hablar, a veces sufre episodios asmáticos. Lo controlamos y todo está bien, pero, y no sé si debería decirte esto, es mi deber como médico advertirte que esto no debe volver a pasar, mucho menos en su estado. Él estaba muy angustiado por el bebé, pero le hicimos una ecografía y todo está bien.

    Shinoda estaba confundido, pero atando los cabos sueltos entendió la situación. Y, aunque no lo hubiese entendido, él joven médico le dio el golpe final.

    —Entonces te atraparon finalmente, Shinoda san. Lo que menos esperé es que fueras a ser papá. Felicitaciones.

    En la voz del chico no había reproche, ni ironía, si quizás una ligera tristeza.

    —Gracias Shinnosuke y gracias también por ayudarme.

    El médico asintió sonriendo y Shinoda pensó que era un joven muy dulce y amable, pero en aquel momento no tenía tiempo para coquetear, tenía algo importante entre sus manos.

    — ¿Puedo verlo? —Preguntó, sabiendo que se estaba metiendo en un lio, pues ahora ya no era un hijo, eran dos.

    Shinoda siguió al joven médico, pensando que en aquel momento no veía un problema en eso. Había estado tan angustiado cuando encontró a Hiroki en el interior del auto, que supo que debía ayudarlo. Comprendiendo también con aquello, que Hiroki significaba más para él, de lo que creía.

    —Déjalo descansar un rato y cuando despierte te lo puedes llevar a casa. Estaré en recepción por si necesitan algo.

    Shinoda asintió y se sentó al lado de la cama de Hiroki, mirándolo dormir mientras hacía planes.

    “Me acosté con un residente… Estuve con otra persona…No quería hacerte daño”

    Hiroki abrió los ojos, su mirada turbia por las lágrimas. No reconoció a la persona que limpiaba sus lágrimas y le hablaba con una suave y apaciguadora voz.

    —Shhhh, no llores. Todo está bien, todo va a salir bien.

    ¿Iba a estar todo bien, de verdad?

    Cuando salió de su casa no tenía rumbo fijo. Había perdido en una noche todo el mundo que conocía, el piso que lo sostenía. Manejó sin rumbo fijo por largos minutos, hasta que supo que no podría avanzar más. Pensó en sus hijos y por ellos intentó no ceder a la desesperación, pero era tarde, las lágrimas salían sin parar y el aire comenzó a faltarle.

    Llamó a Ryu al celular, pero el abogado lo tenía apagado. Llamó a su casa y nadie le respondía. Llamó entonces a Akihiko y el profesor tampoco le respondió, cuando intentó una segunda vez, el celular salió apagado. Estaba desesperado cuando llamó a la oficina de Ryu, rogando por localizarlo allí. Entonces, ahora recordaba quien estaba con él, hablándole con aquella suave voz.

    Estaba apenado de que el apuesto abogado fuera testigo de su miseria, pero en aquel momento en el que la vergüenza con aquel hombre era lo de menos, se dejó llevar por la tranquilidad de aquella voz y por la certeza de que su bebé estaba bien, como le había asegurado el joven médico que lo atendió.

    — Respira despacio, poco a poco. Todo está bien.

    —Qui…quiero a mí…a mí bebé. —Murmuró cerrando los ojos y pensado en que lo que más deseaba era tener a Iseei entre sus brazos.

    Sintió la mano tibia de Shinoda posarse en su vientre y su masculina voz susurrarle con dulzura.

    —Él está bien aquí adentro, sano y protegido. No dejaremos que le pase nada malo.

    Hiroki abrió los ojos, mirando al hombre que apenas conocía y que algunas veces lo hacia sentir incomodo de tan apuesto y viril que era. Se estaba comportando de una increíblemente amable manera, era reconfortante. Hiroki pensó que la vida tenia extraños pasajes, mira que en el peor día de su vida, llevarlo directo al cobijo de aquel misterioso hombre.

    Casi una hora después le dieron de alta. Hiroki, sin protestar, se dejó llevar por Shinoda. No tenía fuerzas para decidir nada en aquel momento y lo que más deseaba era tener a su hijo con él y quedarse dormido sin soñar.

    El apartamento de Shinoda era majestuoso. Si lo había asombrado el de Ryu, el de Shinoda lo dejó impávido. Quizás si no se hubiese sentido tan mal, habría podido admirarlo con mayor detalle, pero estaba cansado y débil, apenas podía sostenerse en pie. Afortunadamente Shinoda lo había dejado conservar su orgullo y solo lo había sostenido por la cintura, caminando a su lado lentamente, en el tiempo que les tomó llegar del estacionamiento hasta el pent-house.

    En menos tiempo del que esperó, estaba acostado en una enorme y cómoda cama, que tenía unas inquietantes sabanas negras. La seda era tan suave que parecía una caricia en la piel. Hiroki podía percibir el aroma incitante del abogado en aquellas sabanas. Su presencia en todo lo que adornaba aquella suntuosa habitación.

    ¿Por qué Shinoda lo habida acomodado en su cuarto? Eso era algo que no iba preguntar. El abogado no había sido más que amable y cuidadoso. No había hecho ninguna avance romántico o sexual, así que Hiroki decidió no preocuparse, mucho menos cuando tenía asuntos más importantes en que pensar.

    Shinoda entraba con un té a la habitación, cuando lo vio intentado pararse de la cama.

    —Hey, ¿Qué haces? ¿A dónde crees que vas?

    —Tengo que llamar a mi hermano, necesito ir a buscar a mi hijo. — Le respondió Hiroki, mientras el abogado lo acomodaba de nuevo en la cama.

    Shinoda le tendió una pastilla y puso en sus manos la taza de té. Hiroki miró la pastilla con recelo.

    —Tómatela, Shinnosuke dice que te hará bien y además necesitas descansar. Recuerda lo que él te dijo que necesitas reposo por unos días.

    Shinoda sonaba muy convincente. Hiroki se tomó la pastilla, pero no podría descansar mientras estuviera alejado de su hijo.

    — Son las tres de la mañana. Si llamas a tu hermano a esta hora va a asustarse. — Le dijo Shinoda, como si hubiese sido capaz de leerle la mente.

    Hiroki suspiró asintiendo. Shinoda tenía razón, no quería causarle angustias a Keiichi. Cerró los ojos con cansancio, deseando con todo el corazón que aquella noche no hubiese existido jamás. Quería a su hijo con él y quería borrar toda aquella pesadilla de su mente.

    La mañana llegó serena. Hiroki se despertó sintiéndose como si un automóvil lo hubiese atropellado, aun así, tuvo las fuerzas suficientes para hacer una llamada. Explicó lo mejor que pudo a su hermano, parte de lo que había pasado. Aun no estaba muy convencido de que Shinoda fuera a buscar a su bebé, pero sintiéndose sin fuerzas, decidió confiar en el abogado y le pidió a Keiichi que le entregara al niño. Luego de colgar y antes de quedarse dormido nuevamente, rogó porque su hermano entendiera, a pesar de sus escuetas explicaciones.

    Dos horas después. Un muy circunspecto y preocupado abogado, acomodaba a un serio bebé en la parte trasera de su lujoso auto. El asiento para bebés ajustó perfecto sobre los asientos de fino cuero de su deportivo. Iseei, llevaba un carrito entre sus manos y miraba al hombre con un decidido interés, como preguntándose quien era y por qué lo sacaba de su casa.

    Keiichi, al principio renuente y angustiado, no había querido entregarle al bebé. Shinoda hizo gala de su poder de convencimiento, ese que le servía en sus luchas legales y que le daba siempre la victoria. No solo había tranquilizado a Keiichi metiéndoselo en un bolsillo, sino que había logrado que no llamara a Hiroki sino hasta que este estuviera listo para hablar. Su improvisado huésped necesitaba descansar y el lograría que lo hiciera a toda costa.

    —Vamos a hacer un trato tú y yo. —Le dijo con suavidad, pero con firmeza, al bebé que lo miraba seriamente. —Tú te portas como un ángel, sin vomitar en el asiento de cuero de mi auto, ni hacerte de esas cosas que solo se hacen en tu pañal y sin llorar en todo el camino y yo como recompensa te compro un auto, mejor que ese que sostienes con tanta emoción en tus pequeñas manos.

    Shinoda movió las cejas con una cómica expresión y sonrió con aquella sonrisa triunfadora que le ganaba tantos admiradores.

    Iseei soltó una sonora carcajada.

    —Auto… — Pronunció con emoción, batiendo el pequeño juguete con sus manos, mientras imitaba el sonido del motor, llenado toda su pequeña boca de saliva.

    Shinoda suspiró y sacó su exquisito pañuelo de fino lino. Limpiando así la boca del bebé.

    —Este va a ser un largo viaje.

    Himeko le entregó una pañalera con todas las cosas de Iseei y antes de que la mujer o Keiichi, que estaba junto a ella, pudieran preguntarle algo más, Shinoda se despidió poniendo el bolso en el asiento delantero del auto.

    El viaje no fue tan largo e Iseei se portó de maravilla y salvo una rápida ida a una estación de servicio para que el niño hiciera pipi, todo fue placentero. Shinoda se había reído mucho cuando lo escuchó decir “Pipi” pero no le había causado tanta gracia el tener que cambiar con toda su inexperiencia, un pañal empapado.

    Se detuvo a unas cuadras de su edificio y entró con el niño en brazos a una juguetería. Las dependientas se volvieron locas con el improvisado y apuesto papá e Iseei se volvió loco con el arsenal de juguetes que había en lugar. Finalmente, cuando ya subían en el ascensor hasta su apartamento, iba en compañía del conserje del edificio, que le ayudaba a llevar el montón de cosas que había comprado.

    Una hora más tarde, la lujosa alfombra persa de su sala, estaba llena de aviones, trenes, camiones, autos y otros juguetes más. Shinoda se había asomado en su habitación encontrando a Hiroki aun dormido. Escuchó que algo se quebraba y apretó los dientes. Cuando corrió a la sala, uno de sus valiosos jarrones estaba hecho añicos en el suelo e Iseei lo miraba a punto de llorar.

    —Shhhh no llores, eso no importa, son solo cinco mil dólares. Eso lo gano yo cada diez segundos.

    Le susurró al bebé, tomándolo en sus brazos y meciéndolo como había visto en las películas, para evitar que armara un berrinche y despertara a Hiroki.

    — Menos mal que tengo dinero en mi cuenta. —Demasiado tarde. Hiroki se había despertado con el ruido del jarrón rompiéndose. Extendió sus brazos y Shinoda se acercó a él, entregándole al travieso bebé.

    —Mamá. —Balbuceó Iseei, llenando la mejilla de Hiroki de húmedos besitos. —Hola mi amor, te extrañaba. Te extrañaba mucho.

    Hiroki abrazó a su hijo muy apretado, llenándose de su aroma, de su amor, de su suavidad. Recuperando parte de la felicidad que había perdido.

    —Lo lograste, gracias por traerlo. — Le dijo Hiroki a Shinoda con una dulce expresión.

    —Te apuesto que pensaste que no lo haría. — Shinoda sonrió con picardía. — Pero ya ves, soy muy capaz, además tu hijo es un ángel.

    — Un ángel que te acaba de romper un jarrón de cinco mil dólares. — Hiroki miró entonces la alfombra llena de juguetes. —Y a juzgar por todos esos juguetes te ha costado mucho más.

    —Ve a recostarte. — Le dijo Shinoda con una suave sonrisa, desestimando sus preocupaciones y guiándolo suavemente hasta su habitación. —Les llevaré algo de comer.

    —Lamento lo del jarrón… yo, te lo pagaré en lo que pueda. — Murmuró Hiroki cuando Shinoda puso una bandeja llena de comida frente a él. —Me iré en un rato, imagino que tienes que trabajar y bueno, esta es tu habitación y nosotros estamos aquí…

    Shinoda tomó su mano mirándolo dulcemente, interrumpiendo su perorata.

    —Quédate, descansa, recupérate y luego entonces decides que hacer. Yo…a mí no me importa que te quedes aquí, ni me importa que ocupes mi habitación y no me importa el estúpido jarrón. Quiero ayudarte, déjame ayudarte.

    Hiroki asintió, más que porque confiara en aquel hombre, era porque no tenía fuerzas para negarse. Estaba verdaderamente cansado y realmente necesitaba recuperar fuerzas para seguir adelante. Compartiría aquel tardío desayuno con aquel para él aún desconocido y luego llamaría a Ijuuin para excusarse por no poder ir. Afortunadamente era viernes y le quedaba todo un fin de semana por delante para buscar dentro de sí, las fuerzas que necesitaba para tomar las decisiones que definirían su vida.

    ******



    Un tardío desayuno también se compartía en otra casa, donde las decisiones a tomar eran también el orden del día.

    Misaki había dormido en casa de Akihiko, pero no en las circunstancias en las que en el pasado lo habría hecho. Había tenido una larga conversación con su ex novio, donde le había relatado parte de su problema, omitiendo que había estado saliendo con un hombre casado. Akihiko en un principio se había mostrado sorprendido y hasta enojado al saber de su embarazo, pero aquel enojo le duró poco. Las circunstancias de aquel embarazo hicieron que el profesor bajara la guardia con Misaki.

    —Te haré un poco de avena, leí que es bueno para el bebé.

    Gritó Akihiko desde la cocina, Misaki sonrió con emoción. Se habían acostado muy tarde, conversando y habían despertado bien avanzada la mañana. Ahora, él esperaba en la sala, mientras Akihiko preparaba el desayuno. Se sentía descansado y más tranquilo de lo que se había sentido en días. Ese era el efecto que lograba Akihiko en él, esa paz, esa serenidad. Misaki sabía que había tomado la mejor decisión cuando fue a buscarle.

    Akihiko preparaba la avena sobre la estufa, pensado en su improvisado huésped ¿Qué quería Misaki con él? era algo que no sabía. Tampoco iba a preguntar nada en aquel momento. Misaki estaba pasando por una dura situación y él no tenía corazón para no ayudarle, aunque solo fuera para escucharle. De pronto pensó en Hiroki y sonrió, anticipaba cada tarde, pues era el momento en que pasaba aunque fuera minutos con él. Había dejado de luchar contra aquel sentimiento. Hiroki era un amor imposible, sí, pero en las tardes, en los pocos momentos que pasaban juntos, era suyo. Suyo para mimarlo, para conversar con él, para verlo sonreír.

    Sintió el deseo de escucharlo y apartó la avena de la estufa, para buscar su celular y llamarlo aunque fuera unos minutos.

    — ¿Misaki, no has visto mi celular?

    Misaki estaba sentado en el sofá. Negando con la cabeza apretó las manos sobre su regazo. Akihiko siguió buscando y mientras Misaki lo miraba perderse por el pasillo, tomó el celular que estaba escondiendo y borró las llamadas perdidas.

    Había sido por un descuido de Akihiko, que él había descubierto que el hombre ya tenía alguien que llenaba sus pensamientos. El celular había sonado la noche anterior, mientras Akihiko estaba en la habitación buscando mantas para Misaki.

    “Esposo san”

    Decía la pantalla. Misaki colgó la llamada y apagó el teléfono, escondiéndolo bajo los cojines del sofá, donde había insistido en dormir.

    “Esta noche eres mío”

    Había dicho con cierto sentimiento de culpa y cuando regresó Akihiko con las almohadas y las sabanas, él había apartado aquel sentimiento. Necesitaba a Akihiko, necesitaba su amor, su paz y no iba a permitir que nadie se interpusiera entre ellos. Una vez más, Misaki se atravesaba en el destino de Hiroki, sin saberlo.

    —Bueno, perdí el teléfono, seguro lo dejé en la universidad. — Le dijo Akihiko resignado, luego le sonrió y le extendió la mano. — Vamos al comedor, ya está listo el desayuno.

    Lo que Misaki no sabía, era que el corazón de Akihiko ya no le pertenecía. Era un corazón noble, sí, que le había perdonado, estaba claro, pero Akihiko había comprendido que lo que había sentido por Misaki era un anhelo. Espejismo de un recuerdo bonito, de un amor que había durado un verano. Akihiko había encontrado en Hiroki el amor verdadero, su corazón lo sabía, aunque en su mente, aún eso no estaba claro.

    Cuando Akihiko lo dejó en su casa, tomó su mano con cariño.

    —Cuídate mucho, llámame si necesitas cualquier cosa.

    Misaki no quería que aquella despedida fuera tan definitiva. Apretó la mano de Akihiko, diciéndole con tristeza.

    —Sé… sé que no debería pedirte esto, pero ¿podría…podría ser como antes? Sé que está el bebé y…De verdad siento todo lo que ha pasado, me arrepiento de no haber aceptado lo que tan hermosamente me ofrecías. — Misaki derramó finas lágrimas, que Akihiko limpió con sus dedos suaves. —Si…si el… el bebé no sobrevive…yo…

    —Shhhh, no digas eso, no lo pienses. El bebé va a estar bien. Todo va a salir bien.

    Akihiko lo abrazaba con ternura, su noble corazón no le permitía abandonar a aquel joven que en ese momento lo necesitaba.

    — Soy un egoísta, Akihiko, lo sé. No debería hacerte esto. Perdóname.

    Akihiko besó con amor su frente.

    — ¿Por qué no hacemos algo? Prepara una maleta y te vendré a buscar en la noche. Pasaras unos días conmigo, por lo menos hasta que sepamos que el bebé está bien.

    Misaki vio en aquella propuesta, una oportunidad, pues si bien sabía que Akihiko lo hacía por pura amistad, Misaki estaba dispuesto a ganarse de nuevo aquel corazón.

    — Gracias. — Murmuró con una tenue sonrisa.

    Cuando Akihiko conducía con rumbo a la universidad, pensaba en el rumbo que habían tomado las cosas. Misaki le había contado que se había enamorado de aquel hombre desde hacía mucho tiempo, no había hablado mucho de la relación con aquel tipo, pero si parecía estar muy seguro de que el hombre no quería tener nada que ver con el hijo que esperaba Misaki.

    ¿Cómo puede ser alguien tan cretino y tan vil?

    Se preguntó con desdén, mientras caminaba con el bolsillo lleno de chocolates, hasta la oficina de Hiroki.

    Estaba en el salón de clases unos minutos después, con el corazón oprimido. Ijuuin le había informado que Hiroki había llamado para decir que estaba indispuesto. Maldijo entre dientes por no encontrar su celular y decidió que pasaría por casa de Hiroki al anochecer. Estaba preocupado de que al bebé de Hiroki le hubiese pasado algo. Después de todo, él lo había convencido para que le contara la verdad a Nowaki y ahora temía que aquello le hubiese acarreado problemas.

    ******



    Nowaki se estacionó en frente de la casa de Misaki, agradeciendo ver las luces encendidas. No había pegado un ojo desde la noche anterior y esa mañana había tenido que soportar los insultos y las amenazas de su cuñado, que afortunadamente no sabía todo lo que realmente había pasado.

    Había llamado a todos lados buscando a Hiroki, pero su esposo parecía haberse escondido muy bien. Solo sabía que había enviado a buscar a Iseei con un abogado y supuso que Ryu lo tendría alojado en alguna parte, pues había ido a casa de Isaka y no había encontrado a nadie.

    Estaba en casa de Misaki porque necesitaba arreglar todos los problemas, antes de decidirse a buscar a Hiroki. Tenía que recuperar a su esposo, pero primero tenía que arreglar el embrollo que había armado.

    Misaki abrió la puerta pensando que era Akihiko y la sonrisa se borró de su rostro, cuando fue el rostro de Nowaki el que encontraron sus ojos.

    —Tu…¿Qué haces?...

    —Tenemos que hablar. — Le dijo Nowaki con cansancio.

    Misaki lo miró indignado, dolido. Hubiese deseado que estuviera allí con otra actitud, pero todo en la postura de Nowaki indicaba que para él, aquello seguía siendo un problema.

    — ¿De qué quieres hablar, del problema? — Le escupió Misaki con ira. — Mi hijo no es ningún problema y no te voy a permitir que le vuelvas a llamar así. Anda, regresa con tu esposo, olvídate que existimos. Total, yo siempre fui una diversión para ti.

    Nowaki suspiró con cansancio, estaba siendo vapuleado sin misericordia y ya estaba cansado. Había cometido un error y vaya que lo estaba pagando con creces.

    — No puedo volver con mi esposo… se fue de la casa. Ayer le dije… le dije casi toda la verdad.

    Misaki lo miró perplejo. Nowaki dio un paso más hacia Misaki.

    —Déjame entrar, por favor, vamos a hablar.

    — ¿Por qué? ¿Sera por qué ahora que tu esposo te dejó, esto ya no es un problema? —Le espetó Misaki con molestia, no estaba dispuesto a ceder.

    Nowaki se hartó de la actitud del chico y él no estaba para estar rogándole a nadie. Su único fin era resolver los problemas con Hiroki y recuperar su felicidad. Se dio la vuelta y caminó hasta su auto.

    — Mira, haz lo que te dé la gana. Cuando entres en razón búscame y hablaremos.

    Misaki sintió un nudo en su estómago cuando lo vio alejarse. Había ido hasta allí, estaba dispuesto a hablar y se veía verdaderamente agotado. Su mente le gritaba que no lo hiciera, pero su corazón tomó la decisión.

    — ¡Nowaki espera! —Le pidió, alcanzándolo cuando ya este abría la puerta de su auto.

    Nowaki se dio la vuelta y lo miró con atención. Misaki no se veía mejor que él. Tenía unas marcadas ojeras y se veía muy pálido, también había perdido peso.

    — Adelgazaste. —Le dijo, después de unos segundos en silencio.

    —He…vomitado mucho estos días. —Misaki se veía apenado.

    — ¿Está bien? …El bebé… ¿Está bien? —Por algún lado debían empezar y el bebé era la conversación primordial.

    —Tengo la presión arterial descontrolada, no saben si puedo desarrollar preeclampsia. Me mandaron a hacer unos estudios y a esperar. El… el médico me dijo que corría el riesgo de tener un aborto espontaneo antes de las primeras doce semanas. Tengo que guardar reposo y tomar unos medicamentos.

    De un médico a otro no fue difícil la explicación, ambos sabían los riesgos que se corrían y que las probabilidades de que Misaki perdiera al bebé eran muy altas.

    Eso era lo que quizás tenía a Misaki mas alterado, la certeza de que la vida de su hijo pendía de un hilo. Nowaki lo abrazó cuando Misaki comenzó a llorar, aquel peso debían llevarlo los dos. Nowaki había sido un buen padre para Iseei y para este bebé no sería menos. A pesar de que se había portado mal con Misaki, también le dolía lo que pudiera pasar con el hijo que ambos habían creado.

    Misaki se recostó en su pecho, sintiendo que estaba en el lugar en el que siempre había deseado estar. Nowaki le hablaba con cariño, prometiendo que el bebé estaría bien y Misaki se permitió imaginar una historia dulce, con aquel hombre que tanto amaba a su lado.

    Hasta que el hechizo fue roto por la voz de alguien que no podía creer lo que veían sus ojos.

    —Kusama. — Murmuró Akihiko perplejo, con un incendio desatándose en su corazón.
     
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  15. noquichinda
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