Mi suerte (Tai-T.K) FINALIZADO

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    Yaoizando
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    Hola a todos!! Volví!! Y no en forma de fichas! (humor Simpson) jaja. Hace varios meses que no entraba a esta página. En primer lugar quería agradecer todo el apoyo que recibí en mi primera historia, en serio. Empecé publicando pensando que recibiría como máximo 5 comentarios y con suerte, así que todo lo que vino después no hace falta decir que fue sorprendente. Los comentarios explayando sus opiniones, ideas y deseos, fue genial, al igual que recibir críticas o consejos para mejorar. Bastante, bastante agradecido. En esta ocasión les traigo otra historia, fiel a mi estilo de capítulos algo (bastante) largos. Perdón es que no me salen de otra manera je. Esta vez traigo una pareja diferente a lo que escribí antes. Varias personas me pidieron más de esta pareja "no oficial" en mi primera historia, pero no pude darles el gusto en aquella ocasión. Espero que este relato sea de su agrado. Reconozco que esta primera parte es algo más larga de lo que pensé y quise al principio, pero no pude recortarla más, hice lo posible. Les pido perdón por eso, les recomiendo leerlo con tiempo por ser tan largo. Es extenso ya que es principalmente para armar el escenario donde se llevará a cabo el resto de la historia y explico varias cosas que en otros capítulos ya no será necesario. Las demás partes no serán tan largas, se los prometo jaja.

    Mi suerte



    Primera parte

    Culpas

    -Uf, que calor- se quejó entre dientes un muchacho de cabello rubio, limpiándose el sudor de la frente con su antebrazo.

    Hacer eso no le libraba del calor, pero era mejor que tener su pelo empapado en transpiración sobre su frente y sus ojos celestes. De vez en cuando, se acomodaba su deshilachada gorra asegurándose que la visera le cubriese bien la nuca, para evitar que el sol la queme como era quemada una hormiga por un niño con una lupa en los dibujos animados que solía ver de pequeño. Al recordar esa imagen de él mismo viendo los dibujos animados, recordó lo bueno que era esa época donde era un niño y no lo obligaban a trabajar, como hacen ahora. Antes, si alguno de sus padres necesitaba un par de brazos extra para hacer algún tipo trabajo o esfuerzo físico, él estaba completamente fuera de las opciones, solo era un niño pequeño. Antes de hacerlo sufrir a él, llamaban a un vecino, algún hijo mayor de un vecino, o alguien que quisiera ganar un dinero extra por una tarde de trabajo.

    En un momento, su propio hermano mayor pasó a ser tenido en cuenta para esos trabajos domésticos: ayudar a barrer el jardín, llevar las pesadas macetas de mamá de un lugar a otro, ayudar a papá con alguna reparación en su casa, cargar los ladrillos para que su padre y un amigo se encarguen de levantar una pared. De todo eso él estaba a salvo, solo era un niño pequeño. Pero hace no más de dos años, había perdido ese privilegio de la lástima. Al igual que su hermano en su momento, tuvo que pasar de la comodidad de no ser tenido en cuenta para los trabajos domésticos, a ser un empleado de sus padres por ningún tipo de salario. Ya había crecido. Al parecer, ese mínimo cambio de estatura, esa ligera tonificación de los músculos de su cuerpo y ese minúsculo cambio en su voz, les habían indicado a sus padres que su infancia ya había quedado atrás y ya no necesitaba ser cuidada.

    “Una de las consecuencias de crecer” pensó con cierta resignación, mientras volvía a pasarse su brazo por su frente, sacándose el exceso de transpiración. El sol mañanero no le daba tregua a su piel.

    -¿Take? ¿Ya terminaste? No te escucho martillar- escuchó la voz de su padre que lo llamaba desde abajo, desde el muy seguro y suave césped- ¿pasó algo? ¿Otra avispa?- agregó con cierta preocupación.

    -No papá, está todo bien- le contestó el chico de 14 años a su padre, mirando hacia abajo desde lo alto de la escalera- solo estaba tomando un descanso.

    Solo sus padres lo llamaban Take, una abreviación de Takeru que habían usado para con él desde que tenía memoria. Era una de las pocas cosas que sus divorciados padres compartían. Para sus amigos era T.K ¿Por qué le decían así? Ya no lo recordaba. Suponía que ya era algo que estaba naturalizado en él. El cielo era azul, en verano hace calor, el fuego te quema, y a él le decían T.K, todo natural y sin objeciones. Sus amigos le decían así, pero ellos estaban muy lejos en ese momento. Nadie le decía de esa manera donde se encontraba con su padre en esa calurosa mañana de verano.

    -Vamos hijo, no te demores, recuerda que debemos terminar antes que vengan los inquilinos al medio día- le dijo el hombre de unos cuarenta y tantos años a su hijo, mientras seguía arreglando el interruptor de luz que controla la iluminación del jardín trasero de la cabaña.

    Al terminar de hablar, Hiroaki volvió a escuchar los inseguros golpes del martillo sobre las maderas que su hijo menor arreglaba, subido a una escalera. La cara trasera de la cabaña, la cual él era dueño, tenía muchas maderas flojas, incluso algunas podridas que necesitaban ser cambiadas. Arreglarlas era un trabajo más simple y menos arriesgado que manejar los cables con corriente eléctrica, así que por eso se lo encargó a Take. Se guardaba lo más peligroso y complicado para él.

    -Si quisieras terminar rápido, lo hubieras traído a Matt así también ayude- sonó la voz de su hijo en un pequeño instante donde no hubo martillazos, como si hubiese sido un paréntesis en un texto.

    -Ay Take, ya te dije por qué no lo traje, decidí que se quedara con tu madre así pueda estudiar y rendir esas materias que desaprobó, está en peligro de quedar de curso. Prefiero que le vaya bien en la escuela que traerlo a trabajar aquí- fue la respuesta que escuchó el transpirado y pegajoso rubio mientras calculaba el martillazo que iba a darle al clavo, con miedo de martillarse la mano como ya había pasado antes en el transcurso de la mañana.

    Al ojiazul le hacía calentar un poco la sangre, aquel razonamiento que tanto su padre como su madre tenían, a pesar de que siempre fue un chico tranquilo. Le parecía injusto que a él, que había estudiado durante el año lectivo, le hicieran trabajar y reparar esta pequeña cabaña que tiene su padre en esta villa turística. Mientras su hermano se quedaba en casa, con internet, sus amigos, pero sobre todo…con aire acondicionado. Eso último era lo que el chico de 14 años más extrañaba mientras pesadas gotas de sudor recorrían su rostro. Al final, en vez de recibir un castigo, su hermano recibió un premio. De seguro, en vez de estar estudiando, como su padre creía, estaría durmiendo plácidamente. Después comería, perdería el tiempo con sus amigos, se sentaría a estudiar 1 hora como máximo, y luego seguiría disfrutando de su verano.

    Él, en cambio, había tenido que levantarse a las 7 A.M, estaba arriba de una escalera, expuesto al sol que a pesar de ser las 9 A.M quemaba y bastante, cambiando las maderas del exterior a la cabaña de su padre, con riesgo de molerse la mano por culpa de su inexperiencia con el martillo. Todo porque él había tenido buenas notas y estaba libre durante todo el verano. No es que le deseara el mal a su hermano. Él lo quería mucho. Solo le parecía injusto, los lugares estaban al revés. Matt era el que debía estar sufriendo y transpirando a lo loco por desaprobar sus exámenes durante el año, mientras que él, por haber sido aplicado, debería estar disfrutando de su verano en total calma. Era lo lógico ¿No? Un premio por el esfuerzo, un castigo por no cumplir con las obligaciones que tiene un chico de 16 años como su hermano, estudiar.

    -No sé porque le pones tanto empeño en dejarla presentable a esta cabaña, si nunca la usamos- soltó T.K con enfado en su voz.

    Hiroaki, al oír esas palabras que salían de la boca de su hijo menor y que descendían desde lo alto de la escalera hacia sus oídos, entre los martillazos enclenques, soltó un suspiro con cierto dolor. Dejó de medir los voltios que le llegaban a la llave del interruptor con su tester, para quedarse viendo con cierta nostalgia el gran árbol que adornaba su jardín trasero. Siempre tuvo la idea de que a ese árbol le ataría un columpio en su rama más fuerte, para que sus hijos se columpiasen hasta el agotamiento y se desvanezcan en risas mientras él leía felizmente la sección deportiva del periódico. Pero nunca lo pudo hacer, ya que siempre le pareció que el árbol era muy joven y débil para por llevar a cabo su plan. Le resultaba tristemente gracioso, porque ahora que el árbol ha crecido y fortalecido lo suficiente, sus hijos ya estaban grandes para columpiarse risueños como en su imaginación. Supuso que a esa imagen familiar tendría que guardársela en un archivero mental y sacarla nuevamente a la luz recién cuando tenga nietos, aunque sabía que tendría que esperar bastante para eso.

    Lo que acababa de decir Take, ya lo había escuchado antes, y con el mismo tono de fastidio. Él sabía el porqué, y eso, a pesar de haber sido conversado varias veces con sus dos hijos, le producía dolor en su ser.

    -Takeru, sé que están enojados conmigo y no los culpo- empezó a decir Hiroaki lo suficientemente fuerte para llegar a los oídos de su hijo, por sobre el ruido del martillo - sé que dije que este verano usaríamos la cabaña para disfrutarla nosotros, y sé que dije lo mismo el año pasado, pero entiende hijo que necesitamos el dinero. Yo quiero usar la casa para descansar y estar juntos tanto como ustedes, pero lamentablemente hay que hacer algunos sacrificios en estos tiempos duros.

    Padre e hijo se encontraban hace 3 días trabajando arduamente para pode dejar la cabaña presentable para empezar a alquilarla durante la temporada de verano. Hiroaki no podía darse el lujo de no hacerlo y usarla para estar con sus hijos varones en esa tranquila villa turística. No podía ya que su situación económica era crítica. En la compañía televisora en la que trabajaba las cosas iban realmente mal. No lo habían despedido de milagro, ya que hubo mucha reducción de personal, pero hace algunos meses que no le pagaban ni siquiera una quinta parte de su sueldo. Le habían prometido que en marzo le estarían pagando todo lo que le debían, pero apenas era enero, tenía que arreglárselas como pudiese. Alquilar la cabaña durante el verano sería como un salvavidas para su desesperada situación, aunque eso privase a él y sus hijos de usar su propia vivienda de veraneo.

    Arriba, en la escalera, T.K seguía sacando las maderas viejas y clavando las nuevas, bajo el poderoso sol mañanero. De repente, el sonido que hizo el martillo al impactar cambió drásticamente. Esta vez, no sonó el choque metálico entre martillo y clavo, tampoco el de martillo y madera, como había sonado durante el transcurso de la mañana. El sonido que se escuchó fue el de martillo y carne. Los ojos del blondo se humedecieron, mientras su boca se fruncía ahogando un gemido de dolor con esfuerzo. Lentamente, separó la cabeza del martillo de su dedo pulgar, completamente morado como una uva madura. Podía sentir como si tuviese un segundo corazón, que latía con fuerza en su dedo de la mano izquierda. Para intentar apaciguar un poco el dolor, respiraba profundamente, como si el aire que ingresaba por su nariz tuviese algún tipo de analgésico para detener el dolor que se había auto-infligido, de manera accidental.

    “Hay cosas peores, hay cosas peores” Se repitió mentalmente mientras veía fijamente su dedo, con los ojos bien abiertos. Esperaba algún tipo de reacción extraña en su dedo, como un cambio repentino de color, o algún rastro de sangre que saliera de su uña. Pero nada pasó. Se dijo a si mismo que solo era un golpe y que debía seguir. Un golpe bastante fuerte a decir verdad.

    -¿Take? ¿Todo bien?- La voz de preocupación de Hiroaki volvió a llegar a los oídos del blondo, como cada vez que los martillazos cesaban.

    -¡Si, todo bien!- contestó el muchacho, tratando de aparentar normalidad en su voz lo más que pudo. Al parecer fue convincente.

    Sabía que debía continuar, no tenía todo el día, los inquilinos llegarían a las 12 aproximadamente. En un acto de hombría, que lo sorprendía hasta a él mismo, T.K se frotó los ojos para deshacerse del exceso de humedad que le había generado ese golpe y se obligó a seguir martillando los clavos para fijar bien las maderas. “Una de la consecuencias de crecer” murmuró entre dientes por debajo del sonido de los golpes de su martillo.

    Listos

    La cara de sorpresa de T.K no pudo ser más grande al darse que cuenta que no tenía más maderas por clavar. Lo único que lo acompañaba allí, arriba de la escalera, era “su” martillo. Se quedó casi catatónico por un minuto. Había terminado ¡Por fin había terminado! Sonrió como un chiquilín, mientras hacia un gesto de victoria con su brazo derecho, cerrando el puño. Empezó a bajar uno por uno los niveles de la vieja y no muy segura escalera de madera de su padre.

    T.K se preguntó dónde estaba su papá, ya que no lo veía en el jardín trasero. Todo permanecía en un silencio atípico, atípico ya que ninguno de los dos dejó de trabajar y hacer ruido ni un segundo durante toda la mañana. La puerta trasera de la cabaña estaba cerrada con llave, así que descartó ingresar a la vivienda por allí. Con pasos pesados y lentos, producto del cansancio, bordeó la estructura para llegar a la galería del frente. Allí estaba la persona que buscaba, con una mueca de felicidad, atornillando lo que era la llave de luz que controlaba las luces exteriores del frente de la cabaña.

    Hiroaki le dio las últimas vueltas al último tornillo que le quedaba por ceñir, para después ver a su hijo que lo observaba curioso. El castaño sonrió al ver el aspecto de Take. Estaba con toda su ropa mugrienta y agujereada. Su rostro estaba igual de sucio que sus prendas, haciendo que resalten con fuerza sus ojos azules. Su cabello, empapado por el sudor, caía sobre su frente hasta casi llegar a sus ojos. Le daba gracia la vieja y deshilachada gorra que cubría sus mechones rubios. Su hijo parecía de esos muchachos que aparecen en los calendarios con imágenes del campo, que a pesar de su desaliñado y baqueteado aspecto, la pureza de su mirada hacia que sigan siendo fotogénicos y agradables a la vista.

    -Ya terminé de cambiar las maderas de la parte de atrás- dijo el rubio sentándose en un balde dado vuelta que estaba en medio de las herramientas de su padre, desparramadas por el piso de la galería.

    Hiroaki se sorprendió al darse cuenta lo transpirado que estaba Take. Parecía que su hijo se hubiese metido con ropa y todo a una piscina antes de venir a verlo en la galería del frente. Rápidamente le ofreció una botella de agua fría que había traído para él de la cocina. No vaya a ser que el menor empezase a sentir mal por deshidratación. El blondo casi se terminó toda la botella de un solo intento, si no fuera por la necesidad de respirar que lo detuvo.

    -Cuando escuchaba que dejabas de martillar allá arriba, me preocupaba que te hayas encontrado con otro panal de avispas jaja- rio el hombre mayor mientras su hijo se terminaba toda el agua.

    El muchacho hizo una risa serena, mientras separaba sus labios de la botella. En realidad fue una de las risas mas falsas de su vida. T.K recordó con terror lo que había pasado hace un par de horas atrás. Jamás se olvidaría de cuando retiró una de las maderas podridas con una de sus manos y se encontró con un enjambre de avispas esperándolo. Todavía no podía entender como no se había caído de espaldas de la escalera ante ese muy aterrorizante descubrimiento. Increíblemente solo recibió dos picaduras, una en su pantorrilla izquierda y otra en su hombro derecho. Al parecer las avispas estaban más dormidas que él durante la mañana. Quizás, fue su horrible olor a transpiración y mugre lo que lo salvó de un ataque masivo. El ojiazul buscaba una explicación a la pasividad con la tomaron los insectos al notar que un gigante destruía parte de su casa.

    T.K odiaba todo lo que zumbe, pero aun más todo lo que picaba. Así que una avispa o una abeja era su peor pesadilla. Afortunadamente no era alérgico al veneno de ninguno de los dos insectos así que los dos aguijonazos que recibió no provocaron más que un dolor incomodo y molesto. Esa ingrata experiencia solo había avivado su desprecio por la familia que “usurparía” su casa de verano. Como si hubiese sido culpa de los que alquilarían la cabaña que él haya sido picado por las avispas. Sentía cierto odio hacia ese grupo de personas, que ni siquiera conocía. “Los Yagami” hasta su apellido le disgustaba.

    -Bueno, basta de descanso- escuchó T.K a su padre decir desde adentro de la cabaña para luego verlo salir con dos tachos de pintura y dos brochas- tenemos que pintar la pared que arreglaste, para evitar que se vea que hay maderas viejas y nuevas.

    El muchacho solo le quedó viendo con su corazón destrozado, por un momento pensó que el trabajo había terminado. Se quedó sentado, mirando a su padre con sus ojos azules bien abiertos, con una mirada de tristeza, con la muy leve esperanza de que el castaño sintiera compasión de su hijo menor y dejara la pintura para otra ocasión. Mejor si era una ocasión donde el esclavo de turno fuera Matt.

    -Nada de ojos de cachorro, vamos, arriba, no tenemos mucho tiempo. Si lo hacemos juntos terminaros rápido. Es mi turno de subir en la escalera, tu pintaras la parte de abajo de la pared- le dijo su padre bajándole la visera de su gorra sobre los ojos, mientras pasaba a su lado para dirigirse con la pintura hacia la parte trasera de la casa.

    T.K se volvió a acomodar la gorra sobre su cabello, suspirando. Por lo menos lo había intentando.

    ...




    Afortunadamente, pintar la pared que se había acabado de arreglar fue relativamente fácil para el padre e hijo de apellidos diferentes. Trabajando juntos, tardaron aproximadamente 40 minutos en pintar esa desdichada cara de la cabaña. Anteriormente, ya se habían encargado de la parte de adelante como la de los costados. Para sorpresa de T.K, el color que había elegido su padre le daba una muy buena apariencia a la casa. Hace años que el ojiazul no la veía tan pintoresca. La habían pintado de un simple color caoba, pero que le daba una apariencia clásica a su simple cabaña de madera.
    Padre e hijo se pararon sobre la calle de tierra, observando con cansancio compartido el resultado de 3 días de continuo trabajo. Por fin habían terminado de dejar presentable la vivienda.

    El brazo de Hiroaki pasó por sobre los hombros del muchacho. El rubio observó cada detalle con sus ojos azules. El pasto perfectamente cortado, las ventanas de las habitaciones de arriba restauradas, el camino de cemento (que unía la puerta de entrada con la calle de tierra) arreglado, el nuevo color que adornaba las paredes. A pesar de que le dolía todo el cuerpo por el trabajo de albañilería que tuvo que hacer junto a su padre las últimas 72 horas, el rubio observaba el producto final con cierta… ¿alegría? tal vez ¿orgullo? Quizás. No estaba seguro. Lo único que estaba seguro era que habían terminado y eso era lo que importaba. Habían dejado la cabaña más linda que nunca.

    El castaño, por su parte, pudo respirar tranquilo después de varios días. Por fin le había hecho el mantenimiento que tanto necesitaba su cabaña, hace años que lo venía postergando. Se había sacado un peso de encima. Si tenía suerte, recién volvería a preocuparse por el mantenimiento de la vivienda en un par de años, sin contar los trabajos menores, como cortar el césped o cambiar una bombilla que se haya quemado. “Necesito un trago” Era el pensamiento que latía muy dentro de su conciencia, pero su bolsillo le impedía darse ese pequeño lujo. Tenía el dinero de su billetera calculado para cada gasto, con el objetivo de llegar a fin de mes. Hiroaki alzó su mirada por sobre la cabaña.

    -Bueno Take, solo queda una cosa por hacer…- dijo el mayor sin dejar de ver al frente y con un tono muy serio en su voz.

    El anunciado giró su cabeza rápidamente mirando a su padre con una cara de total sorpresa "¡El trabajo se había terminado! ¿¡Hasta cuando hay que seguir!? ¿¡Que mas queda por hacer?!" Eran los gritos que sus iris azules reflejaron.

    -…hay que bañarse y tratar de parecer personas de nuevo ¡Mírate! Pareces un chico de la calle. Hay que estar más o menos presentables para cuando lleguen los huéspedes- una sonrisa se le dibujó en el rostro mientras agachaba la mirada encontrase con los ojos azules de su hijo, llenos de desesperación, pero que rápidamente se tranquilizaron.

    El alma le volvió al cuerpo al rubio al darse cuenta que se había alarmado en vano. Asintió sonriendo y bajando la cabeza. Lo que dijo su padre era verdad, parecía un evacuado de la guerra. Un baño refrescante le caería como anillo al dedo, o mejor incluso.

    Primero se higienizó T.K. Esa ducha fue una de las más sabrosas de su corta vida, el agua fría le quitaba la suciedad y el calor de su cuerpo. Además marcaba el final de 3 días de esfuerzo y trabajo, sin recibir ningún tipo de paga para colmo. Luego fue el turno de su padre, que después de bañarse se encargó de refregar y limpiar la ducha. Toda la tierra, pintura y demás elementos que él y su hijo habían dejado allí se vería algo feo a los ojos de los inquilinos.

    Después de limpiarse a sí mismo y al baño, el señor Ishida salió a la galería del frente a dejarse ser acariciado por la leve brisa que corría. Sentía una muy relajante paz en su interior. Mientras esperaba a que su hijo terminase de bañarse, sospechando que el rubio estaba haciendo algo más que solo lavarse el cuerpo, como todo adolecente, había recibido una muy esperada llamada.

    Una familia acababa de pedirle reservar la cabaña para la última semana de febrero. Se había asegurado por completo de reservar la vivienda por toda la temporada de verano, comenzando por los Yagami. Ya tenía enero y febrero cubiertos, como así sus necesidades económicas por esos dos meses, y después ¡Bang! La compañía le pagaría lo que le debía, terminando así una época muy complicada para él. Pensaba en silencio que lo primero que iba a hacer cuando cobre el dinero que le debía la empresa, era llevar a sus dos hijos a un restaurante ridículamente caro y elegante para compensar todas esas noches en las que les servía unos míseros hot dogs en su casa. De repente, las ganas de sonreír se esfumaron.

    En frente de su modesta cabaña, había una casa mucho más grande y vistosa, que pertenecía a un matrimonio mayor. Don Osvaldo y su mujer. Se había establecido una especie de rivalidad entre Don Osvaldo y él. Aunque siempre se trataron con respeto, Hiroaki podía sentir como detrás de esa amabilidad fingida, ese sujeto alardeaba y presumía de sus posesiones: “de que su casa era más bonita que la suya”, “de que él si puede usar su casa de verano porque no necesita alquilarla pues no tiene problemas financieros”, “de que él si necesita hacer algún arreglo contrataba a alguien, no se ponía él a trabajar como esclavo”, “que lleva 35 años de casado y no piensa divorciarse”.

    De algún modo, ese viejo le había hecho entender todos esos puntos, pero siempre con una charla amistosa pero al mismo tiempo odiosa para el castaño, que no le quedaba más que soportar a su vecino.

    Pudo ver como el viejo iba sentado en esas cortadoras de césped que uno maneja como si fuese un cuatriciclo, paseando por su amplio jardín, rebajando la yerba sin transpirar ni una gota de sudor. Sostenía un trago con una mano, mientras que con la otra manejaba el manubrio del vehículo. El anciano lo miró a los ojos a la distancia, y levantó el trago en señal de saludo. Hiroaki levantó su mano, con una sonrisa falsa en sus labios. ¡Maldito viejo! Pensó mientras lo saludaba. Ayer, T.K se pasó toda la tarde cortando el césped del jardín delantero empujando forzosamente la enclenque podadora sobre la maleza con sus flacas piernas. Él con un machete se encargaba de cortar las malas hierbas por separado, al mejor estilo de la edad media. Ahora ese viejo le estaba demostrando como lo hacia la gente civilizada. Como lo detestaba, como le odiaba.

    Incluso, el muy desgraciado los había invitado a comer a él y a su hijo la noche anterior, seguramente para presumirle todos los lujos del interior de su vivienda. Preferiría comer veneno para ratas que soportar una cena con Don Osvaldo y tener que escuchar todas las fanfarronerías de ese sujeto. Hiroaki inventó una excusa para no ir, pero mandó a Take a cenar con el anciano y su esposa, para que se alimente bien. En su heladera solo había media pizza fría que había sobrado del almuerzo. Durante esa noche, al castaño le rugió el estomago con fuerza de una manera atroz, todo por culpa de haber comido esa pizza, ya en penoso estado. Pero su orgullo estaba intacto, por lo menos.

    Lo que sí tuvo que soportar con paciencia sobrenatural cuando su hijo llegó después de la cena y le contó todas las maravillas que tiene ese sujeto adentro de su casa. Además de los deliciosos platos que había preparado la esposa de Don Osvaldo. Esa señora era completamente diferente a su esposo, Hiroaki se llevaba muy bien con ella. Era una mujer amable y bondadosa, que al igual que su odioso esposo, ya había superado los 60 años. Siempre dispuesta a ayudar y a preocuparse de manera maternal por sus vecinos, aunque solo interactúen durante el verano mientras están en esa villa. Es más, las pocas flores que el castaño tenía en su jardín delantero, eran producto de los cuidados de esa señora, que le había pedido permiso para cuidarlas. Pero su esposo...como lo odiaba.

    Hiroaki empezó a cantar entre dientes esa canción que había escuchado por la radio hace unos días, que inmediatamente le había recordado a su vecino del frente:



    “Yo no soy quien para hablar mal de nadie,
    Pero Osvaldo era un irrespetuoso
    Un tremendo hijo de p…., un ignorante mentiroso”




    “Necesito un trago” fueron las palabras que otra vez se presentaron en su mente, mientras bajaba el brazo con el que tuvo que saludar a su vecino.

    -¡Take!- llamó a su hijo mientras se desperezaba, acariciado por una leve brisa que soplaba lenta y casi imperceptible.

    -¿si papá?- fue la respuesta del rubio que salía del interior de la cabaña hacia la galería del frente, secándose con una toalla sus cabellos dorados.

    El castaño sonrió nuevamente al ver el aspecto de su hijo menor. El ojiazul tenía la parte superior de sus mejillas y el tabique de su nariz con un ligero color rosado, producto de su exposición al sol durante estos últimos tres días. Eso le hizo recordar a unas vacaciones en la playa que hizo con su ahora ex esposa, hace muchos años, antes de que naciera Matt. A la rubia se le había formado el mismo detalle producto de la exposición al sol, exactamente en la misa zona que ahora se le marcaba a su hijo menor. Lo que son los genes, pensó.

    -Prepara tus cosas y guárdalas en tu mochila, nos iremos ni bien le mostremos la casa a los inquilinos y yo les entregue la llave, comeremos un sándwich en la estación de servicio que hay en la salida de la villa.

    Los Yagami

    Sentados en unas sillas que habían sacado del comedor y llevado a la galería del frente, padre e hijo esperaban. En el mayor se veían signos de nerviosismo e impaciencia, tanto que no podía quedarse quieto ni un segundo sobre su asiento.

    -¿Qué pasará que no llegan? ¿Les habrá pasado algo?- preguntó Hiroaki a su hijo mirando fijamente la calle de tierra. Eran las 12.45 del mediodía, la familia Yagami llevaba 45 minutos de retraso- ¿se habrán perdido? Pero si el señor Yagami me había dicho que si había entendido las instrucciones que le dije para llegar, igual no es muy difícil encontrar la casa ¡Por favor!

    No los llamaba por celular por la misma razón por la cual necesitaba alquilar la cabaña, no tenía dinero ni tampoco saldo en el móvil.
    En cambio el rubio se veía mucho más tranquilo que Hiroaki, incluso se le dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, mientras esperaba sentado junto a su padre. Que los Yagami no aparecieran, significaba que la casa le quedaría para él durante una semana. ¡Por fin un poco de suerte! Quizás, podría pedirles a sus amigos que se tomaran un colectivo en la terminal de ómnibus de la ciudad y fuesen con él. Solo eran 150 KM de distancia entre la villa y la ciudad, 1 hora y media de viaje en colectivo. La esperanza de pasar unas vacaciones decentes habían resucitado de repente

    No es que le deseara el mal a esa familia Yagami. A pesar que hace 45 minutos los detestaba, que no aparecieran los había transformado en personas más gratas para él. Sino que pensaba que pudo haber pasado cualquier cosa con ellos. Por ejemplo, puede ser que justo les había coincidido la semana de vacaciones con el casamiento de la tía Pepa, que vive a 2000 KM de distancia, y tuvieron que cancelar el viaje a esta villa turística para tomarse el avión ¿Cómo le iban a fallar a la tía Pepa? Quizás, en ese momento, el avión estaba despegando con los Yagami dentro, mientras él y su padre esperaban en vano a esa familia que nunca iba a venir.

    Sin embargo, toda esa fantasía mental que había formulado en su cabeza se desmoronó cuando escuchó dos bocinazos que lo sacó de sus pensamientos. Observó con una desilusionada tristeza como un auto se acercaba por la calle de tierra y se estacionaba al frente de su cabaña. Ya habían llegado. El ojiazul no disimuló su suspiro de tristeza mientras su padre se levantaba rápidamente de su silla.

    -Ya llegaron- dijo sobresaltado mientras se acomodaba su cabello con sus manos.

    El castaño caminó hacia el encuentro de la familia que había llegado. A T.K no le quedó otra que seguirlo por detrás con desgano. Ambos se acercaron al auto de gamma media que se había posicionado al frente de su cabaña. Del interior del modesto vehículo, salieron al mismo tiempo lo que parecía el matrimonio de la familia. El hombre que salió del auto era un sujeto de estatura media, piel morena, ojos marrones y pelo castaño oscuro. La mujer que se bajó del asiento del copiloto también tenía ojos y cabello marrones, pero la tez de su piel era un poco más clara que la de su esposo, en sus labios tenia dibujada una sonrisa gentil. T.K pensó que esa señora debía tener la misma edad de su mamá.

    "¿Eh? ¿Solo eran 2? Si eran solos 2, pudieron alquilar una casa un poco más chica, la cabaña tenía capacidad como hasta para 6 personas" pensó el blondo.

    -¡Buen día! Perdone la tardanza por favor- saludó de forma alegre el señor Yagami a su padre, estrechándole su mano. Después de saludarlo a su padre, lo saludó a él.

    -No hay problema. Ya me estaba preocupando, pensaba que se habían perdido o les hubiera pasado algo en el camino- le contestó Hiroaki con una sonrisa.

    -¡Nada de eso! En realidad, llegamos a la villa a eso de las 9 de la mañana, pero nos encontramos con algunos ex compañeros de la secundaria allí en la plaza del pueblo ¿Qué chico que es el mundo, no? Así que nos quedamos a conversar con ellos y no nos dimos cuenta de lo rápido que se nos pasó el tiempo.- el señor Yagami agarró a su esposa por la cintura y la acercó junto a él, mientras la señora se reía con un poquito de pudor- le quiero presentar a mi esposa yuuko, y él es mi hijo Ta…- el moreno dejó de hablar al observar a su alrededor y ver que no había nadie más allí- ¡Tai! ¡Baja ya del auto!- gritó con rabia dándose media vuelta hacía su vehículo.

    Takeru observó como una de las puertas de atrás del auto de los Yagami se abrió lentamente. Pudo ver que del interior del vehículo salía un muchacho que debía tener más o menos la misma edad que Matt, de pelo castaño, ojos marrones y la piel del mismo tono que el de su padre. El moreno, al salir del auto, observó con cierta cara de desprecio la cabaña que estaba al frente suyo, mientras se sacaba unos auriculares blancos de sus oídos.

    -Papá, dijiste que la casa donde nos quedaríamos era grande y vistosa, no esto- dijo ese muchacho sin ningún descaro mientras se acercaba a sus padres.

    Desconocía que pudo haber despertado ese comentario en su padre, pero a T.K no le gustó nada. Ya había aceptado que no le iban a decir gracias por haber trabajado como esclavo para dejar la casa presentable, mucho más bonita de lo que estuvo en muchos años. Pero nunca pensó que se la degradarían de esa forma tan poco sutil y despreocupada. Un sentimiento de rabia se enervó dentro del blondo, pero conservó la calma y la compostura. No valía la pena enojarse. Una vez que su padre le mostrara la casa y les diera las llaves, ellos se irían de nuevo a su ciudad y nunca más los tendría que ver de nuevo. Ni siquiera sabía el nombre de ese chico, pero ya no le agradaba en lo más mínimo.

    -¡Pero qué estupideces dices!- exclamó de forma alborotada el padre del moreno, haciendo el amague de darle un golpe a su hijo, el cual este se cubrió su cabeza con sus brazos rápidamente- Discúlpelo por favor señor Ishida, está en la edad del pavo, a veces dice cosas tan idiotas.
    Hiroaki solo entró a reír.

    -No se preocupe, yo también tengo lo mío- respondió, mientras desordenaba el cabello rubio de su hijo que lo tenía al lado. Este se apartó un poco para que su padre dejara de hacer eso, detestaba aquello- este es el menor, Takeru, tiene 14 años, recién está entrando en esa etapa. Mi otro hijo mayor se quedó con mi ex esposa, tiene 16, ya está de lleno en la idiotez- terminó de decir riendo.
    Sabía que si Matt lo escuchara decir eso, le miraría con una mirada de sicario que solo él sabía hacer.

    -Así que 14, la misma edad que nuestra hija Hikari, como ella SI estudia- esas dos últimas palabras el señor Ishida las dijo con mucho énfasis y mirando a ese muchacho de pelo castaño y desordenado- la enviamos a un viaje a la costa con sus amigas.

    Ahora T.K entendía que sucedía. Esa familia si aplicaba la lógica normal. Premiaban al hijo aplicado y estudioso y castigaban al vago e irresponsable. Suspirando, deseó que su familia tuviese el mismo criterio.

    -bueno en fin, él es mi hijo Taichi, tiene 16 años. Saluda al señor Ishida y su hijo como se debe- le pidió algo amenazante el moreno mayor a su hijo.

    -Mucho gusto señor- dijo de manera calmada el muchacho de los ojos marrones, estrechando la mano de Hiroaki con firmeza.

    Después miró a T.K e hizo el típico gesto que hacen los jóvenes con sus amigos cuando se encuentran. Levantó un poco el rostro de manera rápida mientras levantaba un poco las cejas, mirándolo a los ojos. El blondo le devolvió el gesto de manera natural. El también saludaba así cuando se encontraba con sus amigos.

    -¡Pero saluda bien!- exclamó el señor Yagami dándole un fuerte golpe seco con la palma de su mano abierta atrás de la cabeza de su hijo.

    “Qué raro, no sonó hueco” pensó para sí mismo el rubio, mordiéndose la lengua para no reírse.

    -Hola, soy Tai, un gusto- dijo el castaño estrechando la mano del ojiazul.

    -Hola, me dicen T.K- le respondió este con tranquilidad correspondiendo el saludo.

    El rubio pudo notar la falsedad del saludo del castaño, se notaba que ese chico no quería saber nada con él. Igual, a T.K no le importó.

    -Bueno ¿qué les parece si les muestro la cabaña antes que nos marchemos?- preguntó Hiroaki con entusiasmo, mirando a la feliz pareja.

    -Seria todo un honor- contestó sonriente el señor Yagami poniéndole la mano en el hombro al dueño de la cabaña.

    Así, empezaron a caminar los tres adultos por delante, mientras los dos jóvenes los seguían por detrás, en silencio.

    -La cabaña está completamente hecha de madera- explicaba Hiroaki, mientras los 5 caminaban bordeando la estructura de madera lentamente, dirigiéndose al patio trasero- no se preocupen, mi hijo y yo nos encargamos que no haya ningún bicho que los pueda sorprender viviendo con ustedes ¿no es así Take? Jajaja- preguntó el castaño lo suficientemente fuerte para que su hijo que lo seguía desde atrás lo escuche.

    -así es, jeje- contestó el rubio disimulando alegría, mientras se sobaba el hombro en el cual había recibido el veneno de la avispa.

    -Vaya ¿Acaso contrataron a alguien ciego para que les pinte la casa? Jaja- le dijo Tai al rubio lo suficientemente bajo para evitar que los adultos lo oigan.

    T.K cerró los ojos y respiró muy profundamente, tratando canalizar la ira. Ya odiaba a los Yagami antes de conocerlos, por obligarlo a renunciar a su derecho de disfrutar esa cabaña en verano, pero ahora los detestaba con todo su ser. Sobre todo a ese estúpido de Tai, apenas lo conocía hace 5 minutos, pero ya sentía que lo odiaba como a nadie en este mundo. “Tranquilo, tranquilo, ya en unos minutos partirás hacía la ciudad y nunca más lo veras de nuevo” se repetió mentalmente con entusiasmo. Se sentía como si fuese una especie de caldera con un medidor de presión incorporado, el cual indicaba niveles peligrosos de presión, pero por la capacidad de auto controlarse esa presión bajaba lentamente.

    Cuando el rubio abrió nuevamente los ojos, se dio cuenta que todos los demás ya estaban en el patio trasero.

    -Aquí tienen la parte de atrás, si desean pueden sacar la mesa de adentro de la cocina y ponerla debajo del árbol para comer bajo su sombra. Esa casita de madera, que está allá atrás, es el cobertizo donde guardo todas las herramientas que pueden estorbar dentro de la casa. Les dejaré la llave pero dudo que necesiten algo de ahí dentro. Esos lingotes de madera…- a Hiroaki se le anudó la lengua de la vergüenza al ver esos grandes y pesados lingotes de madera sobre el césped, a un costado del terreno.

    El castaño había comprado esos grandes trozos de madera para hacer unos arreglos en las habitaciones de arriba. Esos maderos que reposaban sobre el césped, no eran producto de un mal cálculo del castaño al momento de precisar cuántos lingotes necesitaba para las reparaciones. Hiroaki quiso adelantársele a la inflación y compró en exceso, para ya tener en el futuro por si la cabaña necesitase otros retoques embellecedores. Con T.K, habían guardado gran parte adentro del cobertizo pero, por algún motivo que no pudo recordar cual, habían dejado aquellos sin guardar, dándole “mala apariencia” al jardín de atrás. Vagancia quizás, fue la única palabra que se le vino a la mente a Hiroaki al recordar lo pesados que eran esos maderos.

    -emm perdonen por favor, por algún motivo se nos pasó guardarlos en el cobertizo- se disculpó viendo a esos malditos lingotes con vergüenza.

    - No hay ningún problema Señor Ishida, no estorban en lo más mínimo, no se preocupe. Es más, quizás entre Tai y yo terminemos de guardarlos en el cobertizo un día de estos, no hay drama- El moreno mayor esbozó una sonrisa muy natural, como si le excitase la idea de trabajar durante sus vacaciones. Hiroaki les sonrió apenado y los invitó a pasar por la puerta trasera hacia el interior.

    Para sorpresa de Hiroaki, el matrimonio se maravilló al ver el interior de lo que era la habitación en la que estaban, que era la cocina. Todo el interior era de madera, obviamente a excepción de la heladera, la hornalla, el ventilador y otras obviedades. El padre del rubio rápidamente les indicó donde estaban guardados los cubiertos, platos, tazas y otras cosas que son necesarias en la cocina. Después les guió a la sala de estar, que estaba separaba de la cocina por unas puertas vaivén, aunque en realidad siempre se las conoció como “puertas de vaqueros”. Así las llamaban sus hijos antes de crecer y empezar a pensar que decirles así era tonto. Al igual que con la cocina, los padres de la familia Yagami quedaron encantados por el toque campestre que provocaba que todo el interior de la cabaña fuese de madera.

    T.K, a pesar de conocerse de memoria el interior de la cabaña, lo veía con cierta sorpresa al igual que el señor y señora Yagami. Antes de ayer, él y su padre habían barnizado las maderas del interior. El rubio nunca las había visto tan brillantes y de ese color marrón que hacía lucir las maderas como nuevas. Admitía, por dentro, que habían hecho un buen trabajo con su papá. En cambio, el hijo del matrimonio solo observaba con indiferencia y desinterés cada detalle que Hiroaki señalaba y explicaba.

    Y así, el castaño dueño del lugar les mostró la cabaña a sus inquilinos. Igual no había demasiado que mostrar. La cocina, la sala de estar, en donde se encontraba la puerta del único baño de la vivienda. También estaba la puerta que unía la sala de estar con una habitación que poseía una cama matrimonial, que era donde Hiroaki dormía, que ahora sería la cama del matrimonio. Al frente de dicha habitación había una escalera de madera, como no podía ser de otra cosa, que llevaba a las habitaciones de arriba. Al subir las escaleras, uno se encontraba con solo dos puertas. Ambas eran habitaciones con dos camas cada una. Una tenía una ventana que daba al patio trasero, que era la habitación en donde dormía Matt cuando venía. Y el otro cuarto tenía una ventana que daba al patio delantero y la calle, que era la de T.K.

    En el cuarto de Matt solo una de las camas tenía colchón. Hiroaki tuvo que tirar el colchón faltante por culpa de una filtración que hizo que le cayera agua y se pudriese. Igual, eso no presentaría una molestia para los Yagami. Su hijo podría dormir en cualquiera de las 3 camas que estaban arriba, asumiendo que sus padres dormirían abajo en la cama matrimonial.

    Mala suerte

    -Bueno, eso sería todo, ya saben, cualquier cosa que necesiten o quieran decirme me llaman al celular- le dijo Hiroaki sonriendo y dándole la mano al Señor Yagami- espero que disfruten su estadía aquí.

    -Muchas gracias por todo señor Ishida, quédese tranquilo, estoy seguro que estaremos a gusto aquí- le contestó mientras abrazaba a su esposa con su brazo izquierdo.

    Ambos hijos miraban a sus padres hablar, uno a la par del otro. A pesar de que habían caminado juntos mientras el padre del ojiazul les mostraba la casa, no habían establecido contacto visual alguno, mucho menos dirigirse la palabra. Ambos sentían que no era necesario congeniar, total, el rubio ya se iba y nunca más se volverían a ver.

    -Take, guarda tu bolso en el baúl del auto y súbete, comeremos un sándwich en la gasolinera que está pasando el puente- le ordenó el castaño a su hijo mientras buscaba las llaves del auto en su bolsillo.

    T.K no dudó y agarró su bolso, que ya lo había dejado preparado en el suelo de la galería para ese momento. Caminó hacía el auto de su padre.

    -¿La gasolinera del puente? Eemm ¿señor Ishida? Disculpe pero… ¿No se enteró de lo que pasó esta mañana?- le preguntó el moreno mayor a Hiroaki, que lo miró extrañado al escuchar esa pregunta

    -Sinceramente no, estuvimos trabajando toda la mañana- contestó este de forma sería- ¿Qué pasó?

    - Ni bien pasamos el puente que está en la entrada del pueblo, la policía lo cerró, impidiendo tanto entrar como salir del pueblo- agregó la señora Yagami, que había hablado poco y nada desde que llegaron.
    T.K no pudo evitar detener su marcha hacia su auto al escuchar lo que acababa de decir esa mujer. El pueblo estaba en medio de dos ríos, uno al lado Este y otro al Oeste, que era el que estaba a menos de 5 cuadras de la cabaña de madera. Del otro lado del rio del Oeste, solo había monte y arboles. Pero del lado Este estaban todas las carreteras que conectaban al pueblo con el resto del país. Ese puente era la única salida y entrada de la villa.

    -¿EH? ¿Y por qué hicieron eso?- preguntó su padre con cierta desesperación. Se notaba que la noticia le había impactado de sobremanera.

    -Lo que pasa es que el rio del lado Este creció tanto que llegó a agrietar el asfalto del puente, es peligroso pasar por allí. Se debe a las fuertes tormentas que azotaron los cerros y también a las provincias vecinas. La verdad que fuimos muy afortunados, por poco no pasamos- se sonrió el señor Yagami con su esposa, olvidándose que en frente tenia a un sujeto con una cara de total sorpresa.

    ¿Qué iban a hacer si no podían volver a la ciudad? ¿Dónde se quedarían su hijo y él? ¿Con que dinero se hospedarían en algún lugar hasta que la fuerza del rio baje y la policía habilite de nuevo el puente? ¿Cuánto tiempo tendrían que esperar hasta que eso pase? ¿Horas, días, semanas? Hiroaki quedó destruido por dentro. Se había quedado atrapado en la villa. Eso no sería problema si tuviese su cabaña para él y Take, pero ya no era así, le pertenecía a los Yagami, por lo menos por una semana. Tenía otra alternativa, pensó. Había otro puente, que cruzaba el mismo rio y que era imposible que estuviese cortado ya que era una arteria principal en la red económica de esa parte del país. El problema era que para llegar hasta ese puente, tendría que conducir 600 kilómetros y después otros 600 para llegar a su ciudad.

    Ir de la villa hasta la ciudad, lo que normalmente tardaba 1 hora y 30 minutos, le costaría como 12 horas de viaje. Además de los descansos que tendría que ir haciendo en el trayecto, ya que Take no sabía conducir. Y si supiera, lo mismo no estaba seguro si era una buena idea dejar al rubio de 14 años al volante. El problema no era el tiempo que le tomaría ir por la ruta alternativa, ya que estaba de vacaciones, sino que los autos no funcionan gratis, necesitan gasolina, y para cargar gasolina se necesita dinero, y para tener dinero no hay que ser Hiroaki, pensó este con tristeza. Lo que le quedaba de gasolina en el tanque, era lo justo y necesario para llegar a la ciudad por el camino corto y estacionarlo hasta que la tarjeta de crédito volviese a tener fondos para cargar gasolina de nuevo. Así que rápidamente descartó esa opción en su cabeza.

    -Oiga ¿Por qué no se queda con nosotros hasta que habiliten el camino de nuevo?- preguntó la mujer en los brazos de su esposo con una sonrisa.

    -¡Sí! Excelente idea, háganos compañía, después de todo es su cabaña- agregó el moreno mayor con entusiasmo al escuchar la propuesta de su mujer.

    -no, no por favor, no queremos ser un estorbo, no se preocupen por nosotros- contestó el castaño por pura educación, pero por dentro no tenía ni la más pálida idea sobre qué hacer- Take, guarda tu bolso en el auto, nos vamos- le ordenó al blondo, que empezó a caminar nuevamente hacia el carro con su bolso sobre su hombro.

    -¡Quédate donde estas muchacho!- le gritó el señor Yagami con un tono autoritario, haciendo que este se detenga con cierto miedo- Vamos, no sería una molestia- le dice al dueño de la cabaña tratando de convencerlo.

    -Se lo agradezco mucho, pero no me parece correcto que nos quedemos, estaríamos interfiriendo en sus vacaciones- le contestó con amabilidad- Takeru, guarda tu bolso en el auto- le ordenó nuevamente a su hijo, que empezó a caminar otra vez.

    -¡Ni un paso más rubito- le volvió a gritar el moreno mayor, haciendo que este se detenga de nuevo y se quede mirando a los adultos con sus ojos bien abiertos, con una expresión de confusión por no saber a quién hacer caso. La señora Yagami no pudo evitar soltar una ligera risa tapándose la boca al ver la expresión del ojiazul- vamos, insisto, tómelo como un agradecimiento por alquilarnos la cabaña a nosotros en vez de otra familia- le dijo a Hiroaki poniéndole el brazo sobre el hombro- Takeru, guarda ese bolso de nuevo en tu habitación, tú y tu padre no se irán a ningún lado por ahora- le dijo ese hombre al rubio con una sonrisa triunfante.

    T.K antes de hacer eso, se quedó mirando a su padre como esperando una confirmación. El castaño le observó de manera seria por un rato, para luego mirar los ojos a ese sujeto que parecía imposible de convencer. Rendido, le hizo un gesto de aprobación a su hijo con la cabeza.

    -necesito un trago- esta vez no lo pensó, sino que Hiroaki lo dijo, muy para su sorpresa y vergüenza.

    -¡Ahora si estamos hablando el mismo idioma!- sonrió el señor Yagami tomándolo del hombro e ingresando al interior de la cabaña, dejando a los dos jóvenes solos en el jardín de adelante.

    T.K se quedó con su bolso sobre el hombro, sin poder creer la mala suerte que tenía. Era verdad que quería poder usar su casa este verano, pero deseaba hacerlo junto a su familia o sus amigos. Sinceramente, prefería estar en la abrazadora ciudad que tener que quedarse junto a esta familia de desconocidos, como huéspedes en su propia cabaña. Pero sobre todo, lo último que quería era tener que pasar tiempo junto a ese castaño, que tan mala impresión le había dado en tan solo media hora de conocerlo.

    Por su parte, Tai tampoco estaba feliz con lo que acababa de pasar. Además de ser arrastrado a la fuerza a esta villa turística con sus padres, lejos de sus amigos, ahora tendría que soportar la compañía de ese chico rubio. Prefería desperdiciar una semana de sus vacaciones en soledad que tener que estar fingiendo empatía con aquel muchacho.
    Ambos suspiraron de forma pesada mientras pensaban al mismo tiempo que habían tenido muy mala suerte en este verano.


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    Bueno hasta aquí la primera parte. De nuevo disculpas por dejarlo tan extenso, los próximos no serán así, se los prometo. Se darán cuenta (si leyeron mi otra historia) que cambié la forma de narración, que ya no es en primera persona sino en tercera. Es algo nuevo que quería probar, espero poder mejorar en el futuro esta nueva forma de narrar. Desde ya gracias por leer, y bueno lo mismo que antes, si tienen alguna idea, sugerencia, critica, opinión, consejo o cualquier cosa que quieran decirme o recriminarme, les invito a dejar un comentario. Quiero aprovechar la ocasión para decir que esperaba que cuando vuelva mis fics favoritos ya estén acabados, o por lo menos algo avanzados, y me di con la sorpresa que desde hace casi 3 o 4 meses que no publican nada. Espero que solo sea un descanso que se esten tomando :O, saben bien a quienes les estoy hablando jaja. Bueno por ultimo les dejo el tema que Hiroaki le canta a Don Osvaldo, por si desean dedicársela a algún "Osvaldo" que conozcan y crean que se merece esa canción jajaja. Bueno nada, saludos, intentaré actualizar cada fin de semana, veré si me sale esta vez jaja, chau!

    www.youtube.com/watch?v=KBnKHgtqpvo

    Edited by exerodri - 27/7/2017, 13:55
     
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    Hola! Buenos dias a todos y todas. La segunda parte de la historia ya está aqui. Ojala sea de su agrado. Afortunadamente me salió menos extensa que la primera parte.


    ---------------*---------------




    Segunda Parte

    Incomodo

    Padre e hijo esperaban a que la señora Yagami les sirviera un plato con pastas que acababa de cocinar, juntos a Tai y su padre. No podían evitar sentirse incómodos sentados en aquella mesa de la cocina. Esa mesa, que en realidad era de ellos pero que al mismo tiempo que no les pertenecía, ya que aquella familia había pagado su derecho a usar la cabaña. Intrusos en su propia casa.

    La amable mujer les sirvió a T.K y Hiroaki primero, profundizando aun más ese extraño sentimiento de estar en un lugar que no deberían.

    -Sean sinceros con la comida, nosotros dos somos un jurado bastante exigente cuando de comer se trata- dijo sonriendo el moreno mayor, refiriéndose a él y a su hijo.

    La señora solo rió, a la vez que servía dos platos más de pasta sobre la mesa.

    -Estoy seguro que está delicioso- dijo el dueño de la cabaña sonriéndole a la cocinera, para después probar la comida.

    Era un manjar. Hiroaki se esforzó en no soltar una lágrima al saborear la comida con sus papilas gustativas. Hacía mucho que no probaba algo con sabor casero y que estuviese tan delicioso. Matt era el que se encargaba de cocinar en su casa, y hacia lo que podía para un joven de 16 años, pero lo que el rubio pudiese preparar empalidecía ante lo que probaba en ese momento.

    Su hijo, por su parte, comía en silencio, mientras él y el matrimonio conversaban de diferentes cosas. Notó que el ojiazul evitaba entablar contacto visual con el muchacho castaño que tenia sentado al frente. Se preguntó si los menores se habían caído mal. Lo lógico era que congeniaran por ser los únicos no-adultos de la cabaña. "De seguro después se amigaran, así son los chicos", pensó.

    Después de almorzar, Hiroaki se ofreció a lavar los platos. De algún modo quería devolverle algo a esa familia por haberle dado de comer a él y a su hijo y por “hospedarlos” al no tener adonde ir. Después de resistirse un poco, el matrimonio aceptó. El señor y la señora Yagami dijeron que se irían a dormir una siesta, ya que estaban despiertos desde muy temprano.

    -Papá ¿quieres que te ayude en algo?- Hiroaki escuchó la voz de su hijo mientras este agarraba el detergente y se le posicionaba al lado, dispuesto a lavar los platos con él.

    -No gracias Take, ve a jugar con el otro chico- contestó con amabilidad, empujando al menor suavemente para que le dejara lugar así pueda empezar a refregar.

    “Ve a jugar” resopló mentalmente el rubio ¿tenía 7 años acaso? A veces no entendía a su padre. A veces le decía “has esto, ya eres un hombre” y otras veces salía con frases como las que acababa de decir. ¿Al final que era para su padre y los demás? ¿Un niño o un hombre? Además, no tenía intenciones de “jugar” con el otro chico, que después de comer se levantó de la mesa y desapareció de la vista. Mejor así, que se mantenga lejos, pensó T.K con una sonrisa mientras sacaba un libro de su bolso y salía por la puerta de la cocina hacia el patio trasero.



    Hiroaki dejó el último plato en el estante y se secó las manos con un repasador. Había terminado de lavar. Se sorprendió al notar el silencio que lo rodeaba. El matrimonio Yagami dormía plácidamente en la habitación donde él solía dormir, y los dos muchachos habían desaparecido de su vista hace tiempo. Asomó curioso su cabeza por la ventana de la cocina, que daba al patio trasero, y pudo observar a su hijo sentado en la base del árbol, leyendo ese libro de suspenso-terror que había traído para leer en sus ratos libres. Se sorprendió, ya que pensó que estaría con el hijo de los Yagami. Ese moreno tenía la edad de Matt, podría perfectamente llevarse bien con el rubio. Era verdad que Take no era un aluvión de carisma, pero no era un chico antisocial tampoco.

    Hiroaki pensó que era la oportunidad perfecta para ir a averiguar qué novedades había en el pueblo. Quería despejarse un poco, ya que desde que llegó hace 3 días no había hecho otra cosa que trabajar y trabajar. No había ido ni una sola vez a la plaza del pueblo siquiera.

    Pasó por las “puertas de vaquero” hacía la sala de estar, con mucho cuidado de no hacer ruido. Se calzó su gorra blanca que colgaba de un perchero al lado de la puerta y salió por la entrada principal de la cabaña.

    En el patio delantero, pudo ver al hijo de los Yagami muy concentrado pateando un balón de futbol en el aire, evitando que este tocara el suelo. Pudo divisar que el balón era de color azul y amarillo, y además tenía el escudo del equipo del cual Hiroaki era fanático. Ese muchacho parecía tener una gran habilidad con el balón. Sonrió al ver lo mucho que disfrutaba ese joven al jugar con la pelota. Ninguno de sus hijos les gustaba el futbol, a pesar de sus esfuerzos.

    -Hola Taichi, si tus padres preguntan diles que me fui al pueblo, por favor.

    -Está bien Hiroaki, que le vaya bien- le contestó el joven sin sacar su mirada del balón, que era golpeado por su pie derecho, luego el izquierdo y sus rodillas de manera alternada.

    A Hiroaki le sorprendió un poco lo confiado que era ese chico para llamar a un adulto por su primer nombre al poco tiempo de conocerlo, pero solo siguió caminando por la calle en dirección a la plaza del pueblo.

    En el puente

    Hiroaki caminaba tranquilamente por la plaza del pueblo, mientras muchos niños jugaban a su alrededor, despreocupados como todo infante. La villa rebozaba de turistas. Algo lógico, ya que era pleno enero, el punto más alto de la temporada de verano.

    Aparte de querer despejarse y ver que había de nuevo en el pueblo, el castaño tenía la intención de ver con sus propios ojos que pasaba con ese puente que impedía que él volviera a su casa en la ciudad. A unas pocas calles de la plaza se encontraba la única entrada/salida del pueblo, así que no le tomó mucho tiempo llegar allí. No era que desconfiara de sus inquilinos ¿Para qué le mentirían que no podía irse de la villa y le insistirían en quedarse con ellos?

    No tenía lógica, al menos que fueran asesinos y planeasen matarlo tanto a él como a su hijo. Rió al darse las estupideces que su mente era capaz de pensar.

    Esa risa se convirtió en asombro al ver la cantidad de autos estacionados en las inmediaciones del puente, cerrado y vigilado por lo que parecía todos los policías del pueblo. Lentamente se acercó a los oficiales, zigzagueando entre los autos y sus malhumorados dueños. Una atmosfera de frustración saturaba el aire. Al acercase más al puente en sí, pudo ver al rio. Los Yagami no les había mentido, el rio estaba irreconocible. La cantidad de agua que llevaba era brutal, y solo 5 centímetros separaban el agua de la carretera del puente. Normalmente, había unos 4 o 5 metros entre el agua y la estructura, así que Hiroaki se dijo a si mismo que eso era muy serio. Pudo observar una grieta que cruzaba a lo ancho el asfalto del puente. La estructura no estaba hecha para soportar la fuerza de un caudal así.

    -Buenos días- saludó a un policía elevando la voz, el ruido de la corriente del rio era ensordecedora.

    -Buenas... no se puede pasar por el puente señor, ni por auto ni caminando, es muy peligroso- le dijo el uniformado con un tono monótono, como si este lo hubiese hecho toda la mañana sin parar y ya lo tuviera automatizado.

    -Se nota que lo es- dijo el castaño mientras asentía con la cabeza mirando el rio- ¿hasta cuándo cerraran el paso?

    -Y... todo depende si el agua baja, las lluvias que azotaron a los alrededores hizo crecer demasiado el rio, como puede usted ver-le contestó el policía sacándose su gorra y limpiándose el sudor de su frente- ni bien baje el agua los obreros se pondrán a trabajar.

    -¿Tiene idea de cuánto tiempo les tomará reparar el puente?

    -Ni idea señor, puede tomar días, para colmo allá sigue lloviendo, dificultando que el agua baje- el uniformado señaló los montes y las sierras al Oeste de la villa, donde el cielo se mostraba cubierto y negro. Aquello contrastaba con el hermoso cielo azul que gozaba el pueblo entero y todo lo que se encontrase al Este de esas montañas.

    -Ya veo, ¿Pero seguro que ni un auto puede pasar? Yo tengo un auto chiquito y liviano. Mire, tengo un hijo enfermo y la verdad que tengo algo de prisa por lle…-

    -...como todos estos señores que están detrás suyo- le interrumpió de manera seca el policía, señalando a la hilera de autos que se había formado en la carretera- una opción señor, es cruzar el rio por la carretera nacional, ese puente no se cerró- Hiroaki lo miró atentamente pensando “¿Tu me pagaras la gasolina acaso?"- y si su hijo está muy enfermo, llévelo al centro médico de la villa y allí los médicos lo examinarán, y si lo creen conveniente, lo llevaran a la ciudad por helicóptero.

    Con eso último, el policía sin saberlo había asesinado a sangre fría la mentira de Hiroaki. Take podría fingir estar enfermo ante esos policías tontos si se lo pidiese, pero a los médicos ya no podría engañarlos.

    -Ah cierto, la carretera nacional, me había olvidado, gracias- fingió acordarse para luego saludar con un gesto cordial al policía y darse media vuelta, caminando entre los vehículos estacionados y sus dueños que hervían de la rabia por no poder pasar hacia el otro lado del rio.

    Hiroaki comprendió que estaba a merced de la velocidad de los trabajadores que arreglarían el puente. Sin dinero y ningún lugar hacia dónde ir, no sabría qué hacer si los Yagami lo “echasen” de la cabaña.

    La ayuda

    T.K iba por las últimas y más emocionantes páginas de su libro, hipnotizado, con sus ojos fijos sobre el papel y la tinta. El rubio no era de leer libros en su tiempo libre, pero su madre se lo había regalado (antes se lo habían regalado a ella) y encontró la trama bastante interesante. Era la primera vez que agarraba el libro durante esos días, ya que no había tenido ni un solo tiempo de ocio por culpa de todo el trabajo que tuvo que hacer.

    De repente, un ruido entre las ramas del árbol, justo encima de su cabeza, distrajo su atención. Al levantar su mirada, a su rostro y su libro cayeron pequeñas ramitas y hojas, además de tierra. Después de refregarse los ojos y maldecir al aire, volvió a levantar la mirada. Pudo observar un balón de futbol azul y amarillo, atascado entre las ramas a bastante altura. Justo cuando se preguntaba a sí mismo de quien sería esa pelota, Tai apareció por uno de los costados de la casa, con sus manos en la cintura y viendo al balón con el seño fruncido. T.K no pudo evitar sonreír al ver el problema en que se encontraba el castaño. Se imaginó al moreno subiéndose al árbol como un mono y luego cayéndose de cara al suelo, con el balón aun atascado allá arriba.

    Pensó que podría filmarlo con su celular y subir el video a internet, convirtiéndose en viral y ganando cierta fama pasajera por ser el que filmó el video. El rubio se reprochó a si mismo esos pensamiento maliciosos que pasaban por su mente y se tapó el sonriente rostro con su libro, haciendo de cuenta que no había visto nada, ni la pelota ni a Tai. Sabía muy dentro de sí que esos pensamientos no eran correctos, pero en el fondo quería que se cumplieran.

    Luego de un rato de silencio, dejó de fingir leer el libro y asomó sus ojos por encima de este. Fue ahí cuando se le borró la sonrisa maliciosa de su cara. Tai, con una piedra en la mano, observaba la pelota con un ojo cerrado y sacando la lengua hacia un costado. Parecía estar calculando la fuerza que usaría para tirar la piedra.

    “No será tan estúpido de tirar la piedra estando yo aquí ¿o sí?” pensó con nerviosismo el rubio. La velocidad con la que el castaño tiró la piedra no le dio tiempo ni de levantarse. Esta atravesó con fuerza la densidad de las hojas y las ramas, para dar de lleno en la pelota, aflojándola de su prisión. En un rápido reflejo, el ojiazul se cubrió la cabeza con el libro, mientras varias ramas y hojas caían sobre él. Una vez la lluvia de vegetación cesó, fijó la mirada con enfado en el castaño.

    Pudo ver como Tai sonreía mientras la pelota rebotaba tranquilamente hacia él. El moreno la levantó sobre su cabeza con un solo golpe de su talón y se dio media vuelta, caminando hacia el frente de la casa, controlando felizmente el balón como si nada hubiese pasado.

    -Idiota- murmuró entre dientes el rubio mientras se sacudía las ramas de su cabeza y del libro.



    “y así los amigos se miraron entre sí, sonrientes, con la ilusión que el futuro que venía sería mejor” fue la última oración del libro, antes de un “Fin” con un tamaño de letra más grande. Estaba satisfecho con el final de la trama, en la forma como se desenlazó todo.
    Lentamente se reincorporó y antes de empezar a caminar, se estiró acompañado de un gran bostezo. Cuando estuvo a punto de entrar a la cabaña por la puerta de atrás, se encontró de frente con su padre. No traía una cara muy alegre.

    -Hola hijo ¿Qué hacías?- le preguntó Hiroaki con un tono de voz desganado.

    -Nada, acabo de terminar de leer el libro que me regaló mamá- contestó sonriendo, mostrándole la tapa del libro, que era de color roja y negra.

    -Me parece bien, eso significa que estas descansado ¿cierto?

    -Eemm depende ¿para qué?- dijo el blondo al mismo tiempo que se le borraba la sonrisa de la cara y tomaba una expresión de sospecha. Sabía que esa pregunta por parte de su padre no venía así de la nada. Algo tramaba.

    -Me alegra que preguntes- le dijo Hiroaki con una sonrisa, como si hubiera recobrado las fuerzas- resulta que fui al pueblo y ¿sabes algo? Parece que reparar el puente puede tomar días, pero no nos lo pasaremos sin hacer nada. Aprovecharemos para finalizar los arreglos que nos quedaron pendientes en la casa- mientras hablaba, el castaño puso sus manos en los hombros de su hijo y, con un impulso justo de fuerza lo hizo girar sobre sus pies unos 180 grados- lo primero que quiero que hagas es guardar esos lingotes de madera en el cobertizo- le pidió mientras señalaba los maderos que reposaban sobre el césped.

    T.K observó con la mirada perdida a esos trozos de madera sin poder creer lo que había escuchado. El blondo no podía creer su mala suerte. Primero le quitaban la posibilidad de poder disfrutar el verano en la cabaña, después le quitaban la posibilidad volver a la ciudad para por lo menos estar con sus amigos (los pocos que no se habían ido de vacaciones), sino que se tendría que quedar y soportar a esa familia de extraños como compañía. Se había quedado sin el pan y sin la torta. Para colmo, tendría que seguir trabajando mientras continuara quedándose allí.

    T.K se preguntó si ese era el peor verano de su vida.

    -Bueno, si no me queda otra- dijo el ojiazul resignado, dejando el libro que tanto había disfrutado en una mesita de madera que adornaba el patio trasero- pero primero déjame que me ate los cordones si no quieres que me caiga y me quiebre un brazo por culpa de esas maderas que compraste.

    T.K apoyó su rodilla derecha en el césped, mientras se ataba los cordones de su pie izquierdo. Por un segundo pensó que no sería mala idea fingir algún golpe fuerte en alguna parte de su cuerpo. Quizás así su padre le dejaría de pedir hacer cosas.

    Se deshizo rápidamente de esa idea: seria cruel para con su padre, preocupándolo innecesariamente.

    -¿Quiere que le ayude a guardar esas maderas en el cobertizo, Hiroaki?- Intervino la voz del hijo de los Yagami, apareciendo por el costado de la cabaña.

    -Eh bueno si deseas…- le contestó Hiroaki, asombrado de que el muchacho se ofreciera voluntariamente sin que se lo pidiera- …pueden llevar los lingotes entre los dos, así les resultará más faci…- el hombre no pudo terminar de decir su idea, ya que vio como el moreno, ni lento ni perezoso, cargó uno de los maderos sobre su hombro y empezó a caminar sin mucho problema hacía el cobertizo.

    Hiroaki esbozó una sonrisa al ver la facilidad con la que Taichi llevaba el lingote de madera hacia su destino final. Con la misma sonrisa, miró a T.K, que todavía se ataba los cordones arrodillado en el césped.

    Al rubio no le gustó para nada esa sonrisa con la que lo miraba su padre. Sentía que le decía “¿ves? Así es como se hace” con ese gesto. A él, a diferencia de Taichi, le costaba mucho cargar con esos maderos. Necesitaba detenerse a cada momento y descansar apoyando el trozo de madera en el suelo, ya que el peso le era demasiado. Sintió que su padre lo comparaba con ese chico de pelo castaño. No le agradaba. Ahora tenía menos ganas de trabajar que antes. Igualmente, sabía que tenía que hacerlo, no importaba si tuviese ganas o no.

    El rubio se acercó hacía el conjunto de maderas que lo esperaban pacientemente en el césped. Al mismo tiempo, Tai volvía del cobertizo para tomar otro lingote y cargarlo sobre su hombro.

    T.K lo miró de forma seria con el rabillo del ojo. Aunque significase tener menos trabajo, no le agradaba trabajar en equipo con aquel sujeto. Tomó aire de manera disimulada y agarró uno de los lingotes, que medían el doble que él. Estaban tan pesados como siempre. Intentó ponérselo sobre el hombro como había hecho el castaño, pero le resultó imposible por el peso. Supuso que debía llevarlo como los había llevado los días anteriores, agarrándolo con ambas manos, apoyando el madero sobre un costado de su cintura.

    El blondo caminó con dificultad hacía el cobertizo. En medio del trayecto sintió la necesidad de parar y descansar. El peso del lingote le provocaba la sensación de que se le caerían los brazos, pero por orgullo no se detuvo. No entendía él porqué, pero no quería demostrar debilidad ante ese muchacho que tan mal le había caído. Llegó al interior del cobertizo donde, con un suspiro de alivio, tiró el madero con sus pares en el rincón donde él y su padre habían empezado a guardarlos anteriormente. Después se fue de nuevo al exterior para buscar otro trozo de madera y repetir el proceso.
    Ya en la mitad del segundo viaje, por más que intentó, no pudo evitar detenerse y apoyar el lingote sobre el césped para tomar un descanso. Sus hombros le pedían algo de clemencia.

    Mientras movía sus hombros lentamente para disipar un poco el dolor, Tai pasó a su lado cargando otra madera sobre su hombro como si no pesara nada, silbando muy alegremente. A pesar de que no le dijo nada, el rubio percibió como si se estuviese mofando de él. ¡Sabía que lo estaba haciendo! Ese era su verdadero motivo, demostrar o presumir lo fuerte que era, no ayudar, pensó el blondo. T.K no soportaba a la gente arrogante. Otro motivo más para odiar a ese chico.

    Luego de otro suspiro reparador, tomó la madera del suelo y siguió caminando hacía el cobertizo. Una vez al frente de la casilla de madera, el rubio se dispuso a subir los 3 escalones de cemento de la entrada de la casilla de madera. Al levantar su pie para ponerlo sobre el tercer escalón, una horrible sensación le hizo abrir los ojos de par en par.

    ¡¿En qué momento se le desataron los cordones?! ¡Él los había atado con firmeza antes de empezar a mover las maderas! Igual, ya era demasiado tarde para preguntar el porqué se habían desatado. Pisarse los cordones de las zapatillas mientras uno sube por unos escalones de forma despreocupada no es algo placentero para nadie. Como toda persona con reflejos sanos, T.K se movió frenéticamente para evitar perder el equilibrio, pero fue en vano. El peso del lingote de madera que cargaba hizo que le fuera imposible mantener la vertical, e inevitablemente el rubio caería al suelo de espaldas. Soltó automáticamente el madero, para evitar golpearse con este al caer.

    Todo se ralentizó mientras caía hacia atrás. Completamente entregado a que la gravedad hiciera su trabajo, en esos microsegundos que para él pasaban muy lentos, se preparó mentalmente para cuando chocase con el suelo. “Otro golpe más ¿Qué diferencia hace un golpe más o un golpe menos? Estos tres días me la pasé golpeándome. Por lo menos el césped es suave” pensó el blondo mientras su cuerpo perdía la vertical.
    Pero su silenciosa y lenta caída fue interrumpida. Unos brazos lo rodearon y lo abrazaron desde atrás con firmeza. El rubio se quedó en silencio, con sus ojos bien abiertos por la sorpresa.

    No reaccionó de ninguna forma, continuó en silencio y con la mirada hacia delante, con un gesto de sorpresa. Esa persona detrás suyo lo oprimía sobre su pecho en un fuerte abrazo. Pero luego, con la misma velocidad con la que antes habían rodeado al rubio, esos brazos deshicieron su abrazo y empujaron con fuerza a T.K hacía delante, haciendo que el ojiazul entrara trastabillando al interior del cobertizo.

    -Ten más cuidado- dijo Taichi, agachándose para recoger el madero que había soltado para poder atrapar al blondo que caía-“Take”- agregó con un tono burlisto.

    -Gra-gracias – dijo con cierta dificultad el rubio.

    Le costó pronunciar esa palabra, no solo porque era agradecerle a ese chico que le caía mal, sino porque todavía no podía librarse de esa extraña sensación que sintió al estar envuelto en los brazos del castaño

    - Y no me digas así, dime solo T.K- mencionó mientras se aseguraba de atarse bien fuerte las trenzas de las zapatillas, para evitar volver a tropezarse de manera tan tonta.

    -Como digas- contestó con indiferencia el moreno mientras guardaba la madera con las demás adentro de la casilla - vamos, guardemos este ultimo lingote entre los dos- propuso refiriéndose al madero que T.K cargaba antes de que sus agujetas le jugasen una mala pasada.

    El rubio sin decir nada se acercó y entre los dos levantaron lo que era el último trozo de madera que faltaba guardar. T.K se sorprendió de lo fácil que fue mover esa pesada madera con la cooperación de Tai, era como si el lingote pesara 4 veces menos. Entre los dos depositaron el madero junto a los otros en un rincón del cobertizo. Una vez hecho el trabajo, Tai salió de la casilla de madera sin mencionar palabra, para seguir jugando con su balón de futbol, dirigiéndose al patio delantero.

    T.K solo miró como este se alejó en silencio. Una amarga sensación vino a él al darse cuenta que ahora le “debía una” al castaño por salvarle de caer.

    Cerró la puerta del cobertizo para evitar que algún perro del vecindario u otro animal entrase e hiciera de este su nuevo hogar y se acercó a su padre, quien muy entretenido reparaba un ventilador de pie que se había descompuesto hace unos meses y que nunca tuvo la oportunidad de intentar reparar.

    -Ya están las maderas en el cobertizo ¿Qué más hay que hacer, amo?

    -Por ahora nada, puede retirarse- le contestó Hiroaki siguiéndole el juego- ya es algo tarde para hacer algo más, ya mañana seguiremos. Ese matrimonio parece que sigue durmiendo ¡vaya que estaban cansados! Ya termino con esto y les haré la merienda para que tomen tú y aquel chico, hay que agradecerle que te ayudó con las maderas.


    …..



    -Pero igual creo que es mejor que forme con línea de 4, es más estable- opinó Hiroaki, mientras le daba unos sorbos a su café.

    -sí, pero ten en cuenta que le sacas un jugador al mediocampo, restando juego- defendió su postura Taichi, dejando la taza en la mesa y mirando al mayor a los ojos.

    T.K, por su lado, solo tomaba su café con leche en silencio mientras observaba a su padre y a ese chico hablar de futbol, debatiendo como hacían los periodistas deportivos en la televisión. Justo dio la casualidad que eran fanáticos del mismo equipo de futbol, así que no les faltaban palabras al momento de hablar de tácticas, jugadores y detalles del equipo que amaban. Muy pocas veces había conversado de forma tan energética con su padre como lo hacía Tai en ese momento. A T.K no le interesaba el futbol como a su padre; entendía lo justo y necesario, así que no podía hablar mucho con él sobre ese tema.

    -Pero igual, por cómo está jugando la delantera, seguro que le ganamos el domingo ¿No Hiroaki?- preguntó Tai sonriendo, cerrando su puño y tendiéndolo hacia delante.

    -Claro que si- contestó el castaño, chocando su puño con el del moreno.

    T.K miró incrédulo a su padre hacer ese gesto de “compañerismo” con Tai. Estaba seguro que jamás había hecho eso con él. No se imaginaba al mayor haciendo eso. Además, otra cosa que le chocaba al rubio era ver como Tai le llamaba por su nombre a su papá. Eso no tenía nada de malo, aunque al blondo le hacía algo de ruido. A él siempre le enseñaron ser respetuoso con los adultos y jamás llamaría a uno por su nombre. Siempre sentía la necesidad de tratar de “usted” al momento de hablar con alguien mayor que él. Evidentemente no era así para ese muchacho de piel morena y ojos marrones, que tan bien se llevaba con Hiroaki.

    Mientras el debate de futbol seguía en la mesa, el matrimonio Yagami apareció por la puerta vaivén de madera, con una mueca de felicidad y descanso.

    -Hace mucho que no dormíamos una siesta así- exclamó el moreno mayor estirando sus brazos- aquí es tan tranquilo y pacifico, nada que ver con la ciudad.

    -Me parece que nos sobrepasamos un poco- dijo algo avergonzada la señora mirando la hora en el reloj del comedor- espero que nuestro hijo no le haya causado problemas señor Ishida- comentó la castaña revolviendo el pelo marrón de Tai, a la vez que este adoptaba una mirada seria, como si la alegría de hace unos instantes por hablar de futbol se hubiera esfumado instantáneamente cuando aparecieron sus padres.

    Eso le llamó la atención a T.K.

    -Nada de eso, además, le ayudó a mi hijo a guardar las maderas en el cobertizo, fue muy amable de su parte- contestó Hiroaki con una sonrisa.

    -Que bien, igual no se piense que hemos venido a dormir nomas jaja- dijo con un tono alegre el señor Yagami- Tai, cámbiate de ropa, nos iremos a cenar al pueblo, la noche esta fantástica ¿Nos acompañarás Hiroaki?

    -Eh, eh no, no gracias…-contestó algo nervioso y dubitativo el castaño.

    En realidad, Hiroaki no tendría para pagar una cena en ningún de los restaurantes alrededor de la plaza del pueblo, y si llegaba a alcanzarle el dinero para pagar por él y por Take, se quedaría sin un solo centavo

    -… Nos quedaremos aquí a cenar con Take, ustedes disfruten de las comidas del pueblo.

    -Bueno, igual ya saben, si quieren unírsenos estaremos en el pueblo, no es muy grande así que nos encontraremos fácilmente- mencionó el señor Yagami mirando a padre e hijo.

    -Gracias igualmente, quizás vayamos un rato- dijo sonriente Hiroaki, sabiendo que eso no iba a pasar.

    Tai

    El clima de la noche era perfecto. En la ciudad, uno podía sentir la humedad y el calor agobiante a pesar de que el sol se hubiera ocultado hace horas. En ese pueblo, en cambio, una vez caída la noche, refrescaba de una manera tan aliviadora que hacía uno se olvidara del calor que había azotado en la tarde.

    Sin embargo, el agradable clima de la villa no animaba de ninguna forma a Tai. El castaño caminaba con sus manos en los bolsillos, mirando el suelo. Por delante iban sus padres tomados de la mano, despreocupados como hace mucho no lo habían estado. En el rostro de Tai se veía frustración, enojo, fastidio, impotencia. Todas esas emociones negativas rodeaban al moreno de 16 años, y todo era precisamente porque el último lugar en el que él querría estar, era en ese pueblo.

    La familia caminó las 5 cuadras que separaban la cabaña con el centro del pueblo. Estaba a la distancia justa: cerca para ir caminando y no cansarse, evitando usar el auto, y lo suficientemente lejos para que el bullicio de la gente no interrumpiera con la paz del lugar. A pesar de que las calles estaban escasamente iluminadas, se podían ver las coquetas casas de veraneo a ambos lados de la calle. Todas con varios árboles alrededor, que parecían ser pinos; una característica propia de la villa. Se podría decir que el pueblo tenía más casas de descanso que casas con familias viviendo dentro.

    Al llegar, los 3 se sorprendieron de la cantidad de gente en la plaza. Era tal, que la policía bloqueaba el paso de los autos para que, tanto la plaza como las cuatros calles que la rodeaban, sean del dominio de solo los peatones. Todo tipo de personas disfrutaban de la noche, niños jugueteando entre la multitud, adolecentes charlando en grupos, adultos sentados en las sillas de los restaurantes y ancianos sentados en los bancos de la plaza. Todo llamativamente iluminado y plagado de carteles municipales que indicaban las actividades que se podían hacer en la villa durante la temporada de verano.

    Después de un leve paseo recorriendo la plaza como para familiarizarse con el lugar, los Yagami se sentaron en uno de los restaurantes que adornaban las cuatro intercepciones a cada esquina de la plaza. Todos y cada uno de ellos atestados de gente.
    Para aprovechar la noche tan agradable, la pareja decidió sentarse en las sillas de afuera, y a Tai no le quedó otra que acompañarlos. Una vez el mesero les trajo la comida, los tres empezaron a comer. Durante toda la cena el muchacho se encerró en un silencio incorruptible, mientras sus
    padres conversaban entre sí de diferentes cosas.

    Después de cenar, el castaño se quedó sentado en su silla, mirando sin ningún gesto a la plaza y a la gente que pasaba por la calle. Pudo ver grupos de jóvenes, de más o menos su misma edad, pasándola bien, sin preocupaciones. Tai pensó que así debería estar él, rodeado con sus amigos, llenos del júbilo de todo joven en vacaciones de verano. Venir a ese pueblo entre amigos le parecía una estupenda idea, pero no con sus padres, eso ya era algo muy diferente.

    El moreno desvió la mirada hacía dos chicas que caminaban juntas por la calle. Notó que ambas lo miraban mientras caminaban, sonrientes, coquetas. Sus sonrisas y sus gestos le demostraban al castaño que había llamado la atención de esas chicas, que seguramente rondaban los 15 o 16 años. Sin embargo, este solo las siguió con su mirada, con su rostro serio, muy serio, como si estuviese viendo una película aburrida. Sin demostrar gesto alguno. Las chicas se incomodaron y desviaron la mirada del joven, preguntándose una a otra que le pasaba a ese chico. Tai normalmente no dejaría escapar una chance así con dos lindas chicas. En otras circunstancias, seguramente le hubiera sonreído, guiñado un ojo o incluso acercárseles para iniciar una conversación. Pero el enojo que sentía por estar en esa villa le drenaba la energía para esas cosas.

    -Ah, la comida estuvo exquisita- dijo alegremente el padre de la familia echándose sobre el respaldar de su silla- si quieres puedes irte a dar una vuelta, Tai. Nosotros te esperamos aquí si quieres.

    -Mejor no, ¿Qué voy a hacer solo en la plaza? Prefiero quedarme aquí- contestó el menor con un tono que claramente demostraba desprecio hacia la idea de su padre.

    -¿Por qué no te vas y te haces amigos de esos chicos que están en la plaza?-preguntó su madre, observando fijamente a un grupo de jóvenes que reían en uno de los bancos de la plaza.

    Tai solo la miró con una cara que decía “¿me lo dices en serio?”. Seguramente su madre seguía pensando que las cosas eran como cuando uno es un niño pequeño y se podía acercar a otro niño desconocido y decirle: “Hola ¿puedo ser tu amigo? ¿Puedo jugar contigo?””Bueno, yo seré el Power Ranger rojo” “¡Ok! Yo seré el azul” y así jugar hasta que sus padres tuvieran que irse de la plaza. Su madre no entendía que las cosas a los 16 ya no eran así de fácil al momento de “hacer amigos” de la nada.

    -Bueno yo solo decía, no tienes porque mirarme así- dijo su madre sonriendo, levantó las manos como si Tai le apuntara con un arma.

    -Si no quieres estar solo, mañana puedes venir con el hijo del dueño de la casa, tiene casi tu misma edad- agregó el castaño mayor al ver que a su hijo no le había gustado la idea de su madre.

    -No tiene mi edad, es un mocoso de 14- contestó Tai rápidamente y con fastidio, sin sacar la mirada de la plaza.

    -¡Ah disculpe! ¡Señor adulto! Perdone, no me di cuenta, usted ya es todo un hombre ¡Pero qué tonto soy! - se burló el señor Yagami, haciendo ademanes con sus manos, a la vez que su esposa se reía tímidamente tapándose la boca.

    Tai lo miró con ira, haciendo sonar sus dientes entre sí con fuerza. Para colmo, las burlas de su padre estaban atrayendo la atención de las demás personas sentadas en la acera del restaurant, haciendo que el joven castaño se ruborizara por ser el centro de la atención del lugar.

    -jaja como me hiciste reír hijo…-dijo el moreno mayor mientras se sacaba las lagrimas de sus ojos con sus dedos-…hace 3 semanas tenias 15, y ahora alguien de 14 es un “mocoso” para ti…ay Dios.

    -¿Por qué estas tan gruñón hijo? Tú no eres así- le dijo su madre mirándolo a los ojos.

    -Ustedes saben que yo no quería venir, me trajeron a la fuerza- vociferó el castaño dejando salir todo su bronca acumulada, aunque trataba de controlarse para evitar que la gente que los rodeaban volvieran a posar sus ojos en ellos.

    -oye, tú sabías como era el trato- intervino su padre ahora de manera sería, apoyando sus codos sobre la mesa y apoyando su peso en ellos- notas buenas, podías irte de vacaciones a donde quieras con tus amigos, notas malas, bueno ya sabes, no necesito decírtelo. Y no solo tuviste notas malas
    ¡Te llevaste 3 materias a febrero! ¿Cómo te da la cara para quejarte? Kari en cambio, cumplió con el trato, trayéndonos notas sobresalientes, por eso la mandamos con sus amigas a la playa. Deberías aprender de ella.

    -¡No estoy diciendo que merezco un premio! Me hubieran dejado solo en la casa, yo no quería venir- respondió Tai cruzando los brazos, mirando hacía un costado.

    -oh sí, ya quisieras eso…- sonrió su padre observándolo fijamente-…dejarte solo para que hagas fiestas en la casa y quien sabe que otras cosas. Eso te gustaría ¿no?

    Tai solo lo miró fijamente con sus ojos marrones, que denotaban enojo

    -Te conozco hijo, más que de lo que crees.

    -Como digas- contestó de manera cortante el muchacho, demostrando que no deseaba hablar más del tema.

    - oye, me está empezando a cansar tu actitud y tu cara de cu….-en ese momento, el padre de la familia recordó que estaba en la mesa y no debía decir malas palabras-…y tu cara de pocos amigos. Tu mismo te pusiste en esta situación. Quizás, si te hubiera ido bien durante el año escolar, hubiéramos pensado en dejarte solo mientras nosotros la pasábamos aquí. Sé que no quieres estar aquí, y aunque te diéramos dinero para que te vayas en colectivo a la ciudad, el camino está cerrado, así que no te queda otra que tratar de llevar esta semana lo mejor posible. ¿De qué te sirve comportarte de esta manera tan infantil? En nada. Hazte amigo de ese chico rubio, o busca a alguien más, no sé, pero si estarás con esa actitud, por favor mantente lejos de nosotros que la queremos pasar bien- sentenció el señor Yagami de forma sería y concisa ante la mirada de su hijo.

    Luego de pagar la cuenta del restaurant, la familia dio otro paseo por la plaza sin detenerse a mirar con detalle las cosas que había. Apenas era la
    primera noche, no había porque apresurarse. Además, esa pequeña caminata serviría para asentar la comida. Después, tomaron la calle para volver a la cabaña. Mientras la pareja caminaba muy tranquila por la calle, bajo el despejado cielo estrellado, su hijo los seguía por detrás, con las manos en el bolsillo y mirando el suelo. Pero esta vez, su cabeza estaba llena de pensamientos que iban y venían.

    ¿Su padre tenía razón? ¿Se estaba haciendo mala sangre en vano? Es decir, ya estaba allí, era verdad que enojarse con todos no lo mandaría de nuevo a la ciudad. Quizás, lo mejor sería tratar de pasarla bien, a pesar de que ese viaje pareciera un castigo en primera instancia.

    ¿Quién sabe? ¿Quizás no todo era tan malo? Tai empezaba a mirar de otra manera la situación en la que estaba. Tal vez podría hacerse de nuevos amigos, como para no estar solo durante la semana, para variar. Pensó que posiblemente se encontraría con algún partido de futbol en la plaza donde faltase un jugador y ¡Listo! Ya no estaría ni solo ni aburrido. El moreno entendió que todo dependía de la actitud con la que él tomase las cosas ¡Lamentarse y reprochar sobre todo no le serviría a sentirse mejor!

    Con ese nuevo pensamiento, ya no tan negativo, hasta pensó que podría pasar el tiempo con el hijo de Hiroaki. No lo conocía, y tampoco le llamaba la atención conocerlo, pero algo era algo. Todo sea por aligerar esa semana y que pasase lo más rápido posible.


    ---------------------------*-----------------------------



    No lo indiqué la semana pasada pero esta historia será más corta que la otra, ya la tengo terminada en mi cabeza. Igual, cualquier sugerencia o idea es bien recibida. Eso nomas, hasta la semana que viene. Chau!

    Edited by exerodri - 27/7/2017, 13:48
     
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  3. Rikeru-chan :3
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    Exerodii genial otra historia tuya espero la conti
     
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    Hola gente beia, como les va? a pesar de estar recontra ocupado tratando de aprobar las materias en este mes para por fin sacarme la secundaria de encima, puedo cumplir con eso de actualizar todos los findes, (es lunes a la madrugada...pero supongamos que sigue siendo fin de semana) Espero poder seguir así a este ritmo. En este capitulo nuestros protagonistas empiezan a conocerse un poco más y empieza a cambiar la situación, solo diré eso je.



    *Rikeru-chan :3 : muchas gracias por el comentario!! espero que te guste la conti, saludos!



    ------------------*--------------------




    Tercera Parte

    Primera noche

    Hiroaki levantaba la mesa ayudado por su hijo después de su modesta cena: polenta con salsa para los dos. Algo barato, accesible para el bolsillo de Hiroaki, y al mismo tiempo rendidor. Además, sabía que al blondo le gustaba ese plato, por más simple que sea, así que este no tuvo nada por qué quejarse…por lo menos en esta ocasión.

    Hiroaki sabía que tendría que recurrir a ese tipo de comidas “económicas” para él y para su hijo mientras se quedaran allí, imposibilitados de volver a la ciudad. No le parecía correcto que la señora Yagami cocinara para ellos también. De última, permitiría que lo hiciera solo para T.K, pero nada más. No había que abusarse de la bondad de esa señora, que había ido allí para descansar, no para estar siendo chef de dos “intrusos”.

    Mientras terminaban de limpiar la cocina, padre e hijo escucharon como la familia volvía de su paseo nocturno, abriendo la puerta del frente de la cabaña, entrando al living.

    -¿Cómo la pasaron? ¿Bien?- le preguntó Hiroaki sonriente a la familia desde la cocina, mientras secaba un plato con el repasador.

    -Espectacular, no podríamos estar más a gusto, conocimos un poco mejor el pueblo, comimos bien y rico. El hecho que la cabaña este tan cerca de centro y a la vez apartado de todo el ruido nos encanta.

    -Me alegro que les guste- agregó el castaño mayor con sinceridad, a la vez que dejaba el plato ya limpio con los demás.

    -Hiroaki, nosotros nos iremos a dormir ya- dijo el señor Yagami entrando a la cocina, seguido por su esposa y su hijo- Ud. Disponga como nos ubicaremos con respecto a las camas y las habitaciones- pidió sereno y con una sonrisa en su rostro.

    -¿Yo?- preguntó Hiroaki sorprendido- bueno…lógicamente ustedes dormirán en la habitación de abajo, en la cama matrimonial, eh… yo dormiré en la habitación que siempre usa mi hijo mayor, ya que solo tiene una cama en este momento, y bueno… en la habitación de T.K hay dos camas individuales, así que creo que los jóvenes no tendrán problemas en dormir allí…¡Obviamente si ustedes quieren! si no Take y yo nos las arreglamos para dormir en el auto, no queremos molestar…

    -¡No diga eso! No son molestia- le interrumpió el moreno mayor - me parece perfecto. Nosotros ya nos acostaremos- dijo pasando su brazo por los hombros de su esposa- Tai, ya sabes cuál es tu cuarto entonces, lo compartirás con el muchacho.

    En ese momento, los dos jóvenes se miraron mutuamente de forma automática. No fue necesario que se dijesen nada para que ambos entendieran que a ninguno de los dos le emocionaba la idea de compartir el cuarto. T.K fijó su mirada lentamente al suelo, comprendiendo que era otra cosa que debería soportar sin chistar, ya que no le quedaba otra.



    Después de cepillarse los dientes, T.K se quedó observando su reflejo en el espejo del baño por unos momentos. Se sorprendió al notar unos indicios de ojeras en su juvenil rostro. El cansancio le pesaba, ese día había trabajado desde muy temprano y no había dormido casi nada durante la noche anterior. Además, el estar trabajando casi sin parar durante 3 días seguidos, junto a su padre, se estaba haciendo notar. De igual manera, T.K sonrió al pensar que el trabajo pesado había quedado en el pasado. Creía que su padre, seguramente, ya no le pediría martillar o hacer cualquier actividad que hiciera mucho ruido, para no molestar a los Yagami que vinieron en busca de paz y tranquilidad.

    El rubio salió del baño y, lentamente y sin hacer ruido, subió las por escaleras de madera. En el piso de arriba, cuando estuvo a punto de abrir la puerta de su cuarto, la puerta de la habitación donde solía dormir Matt se abrió rápidamente, dejando ver a su padre con su típica ropa para dormir.

    -Take, recuerda de no hacer mucho ruido ¿sí? las pisadas que hacen en el piso de madera hacen eco abajo, no queremos despertar al señor y la señora Yagami- le pidió el castaño al blondo susurrando, acto que a T.K le pareció algo exagerado- muéstrale a Taichi donde están las sabanas y las frazadas por si las necesita.

    -Está bien papá, no te preocupes- contestó el menor entre bostezos, abriendo la puerta de su habitación.

    Al entrar, T.K se encontró con que Tai ya estaba allí, sacando la ropa de su bolso y guardándola en el pequeño armario del cuarto. El castaño giró su cabeza sobre el hombro, como para percatarse quien había entrado a la habitación, para luego volver a lo suyo. Como si la presencia del rubio no le importara en lo más mínimo.

    T.K solo suspiró y observó las camas.

    -¿En cuál cama dormirás tu?- preguntó el ojiazul.

    -en cualquiera, me da igual- le contestó Tai de forma desinteresada, guardando las ultimas prendas.

    Se puede decir que T.K esperaba un trato así de indiferente por parte del castaño. Sin decir nada, el rubio se asomó por la ventana de la habitación, que daba hacia el frente de la cabaña. Pudo ver el jardín delantero, la calle, y en frente la gran casa de Don Osvaldo, todo gracias a la brillante luz de los faroles situados en la acera. Después de observar el exterior unos segundos, se acercó al interruptor, dispuesto a apagar la luz para acostarse.

    Antes de presionar el botón, se quedó observando al castaño con el que ahora compartiría su habitación. Sin remera, este ordenaba las sabanas de la cama. T.K no pudo evitar notar el físico trabajado del cual Tai era dueño. Parecía que el moreno no tenía ni un gramo de grasa en su abdomen, haciendo notar los tonificado músculos.

    Después, se bajó el pantalón, ante la sorpresa del ojiazul, quedando solo vestido por un calzoncillo de color blanco, bastante ajustado. Como si no le preocupara nada, se tiró de un salto a la cama, acostado boca arriba colocando sus manos detrás de su cabeza.

    Después de unos segundo mirando el techo, Tai fijó sus ojos en el rubio parado a un lado de la puerta del cuarto, con su dedo en el interruptor de la luz, inmóvil, observándolo fijamente.

    -¿No piensas apagar la luz?- le preguntó, al ver que el blondo no reaccionaba.

    Esa pregunta hizo T.K se sobresaltara. Sin darse cuenta se había quedado observando el cuerpo de Tai, sin una razón que él pudiera encontrar rápidamente. Su rostro tomó temperatura. Ya conocía bien ese sentimiento de vergüenza como para no darse cuenta.

    -Eh…si…-contestó de forma torpe el ojiazul volviendo en sí- ¿tú dormirás así?- preguntó antes de apagar la luz.

    -Si ¿algún problema?- fue la respuesta de Tai, con un tono algo desafiante.

    -No, no, para nada- contestó el blondo rápidamente apagando la luz.

    Al hacerlo, la habitación quedó iluminada por la luz que entraba por la ventana proveniente de los faroles de la calle. A pesar de estar lejos de la ventana en sí, los faroles iluminaban con su luz blanca la habitación, lo suficiente como para ver el interior de esta, pero al mismo tiempo sin ser molesto para poder conciliar el sueño.

    -Será mejor que te tapes con una sabana siquiera- comentó el rubio mientras se acostaba en la cama- a la noche suele refrescar bastante.

    -¿Eres mi mamá acaso?- el castaño volvió a usar ese tono agresivo sin cambiar su posición despreocupada.

    El blondo hizo girar sus ojos tapándose con una sabana delgada. ¿Para qué gastar saliva con aquel tonto? Que haga lo que quiera, se dijo a sí mismo, cerrando los ojos y dando la espalda a su indeseado acompañante de cuarto.



    T.K abrió los ojos muy lentamente, preguntándose qué hora eran . Todavía era de noche; pudo observar el cielo negro y estrellado por la ventana desde su cama. Inmediatamente fijó su mirada en el reloj que colgaba en la pared. Gracias a la azulada luz que entraba por la ventana, no le fue dificultoso ver qué hora era: las 2:30AM. No pudo evitar fruncir el seño al ver el reloj. ¿Por qué se despertó, si estaba durmiendo tan plácidamente? ¿Con que necesidad? Su cuerpo estaba cansado, lo podía sentir, necesitaba dormir. T.K odiaba cuando se despertaba en medio de la noche sin razón aparente, casi siempre le costaba mucho volver a dormirse. El rubio cerró los ojos algunos minutos, intentando conciliar el sueño nuevamente, pero fue inútil. Dio un suspiro bastante profundo al darse cuenta que sería otra noche de insomnio, de esas que tanto odiaba.

    Al ojiazul se le ocurrió que podría escuchar música con su celular para pasar el tiempo, por lo menos hasta que el sueño volviera a él. Eso sería mejor que mirar el techo en silencio, pensó.

    Al voltearse para tomar su celular y los auriculares de la mesa de luz al lado de la cama, T.K no pudo evitar quedarse inmóvil al darse cuenta de algo. Tai dormía profundamente… pero una parte de él no estaba descansando, sino todo lo contrario. El rubio se quedó observando sorprendido el miembro erecto del castaño, atrapado adentro de su calzoncillo blanco. Después de unos cuantos segundos, el blondo apartó su mirada sorprendido sí mismo.
    T.K se avergonzó de haberse quedado viendo la erección de Tai por tanto tiempo. Sabía que era común que alguien tuviera una erección nocturna. Él mismo se despertaba algunas noches en esa misma situación ¿Pero por qué se quedó viéndolo?

    T.K fijó su mirada en la pantalla de su celular, intentado olvidar lo que acababa de ver. Pero para su sorpresa, su mente no podía concentrarse del todo en la luminosa pantalla que tenía al frente, algo se lo impedía.

    Lentamente, el blondo movió sus ojos nuevamente hacía el muchacho que dormía en la cama de al lado. Primero vio su rostro, el cual demostraba que el castaño dormía plácidamente, con una respiración muy lenta, propia de alguien en un sueño muy profundo. Sus ojos, como si estuviesen en modo automático, se desplazaron lentamente del rostro de Tai, a su pecho, luego su abdomen para fijarse por ultimo de nuevo en la parte baja del moreno, que seguía en ese “estado”. El blondo apartó su mirada al darse cuenta que se había quedado observando la virilidad del castaño otra vez. Se reprochó mentalmente el porqué no podía dejar de mirar la erección de Tai. ¡Nunca le había pasado algo así! T.K se sorprendió al sentir que su propio pene se despertaba dentro de sus pantalones.

    ¿Por qué se estaba excitando? se preguntó consternado. No era normal que un hombre viera a otro, muchos menos que se excitase como él estaba haciendo. Se suponía que un hombre no debería sentir nada al ver las partes intimas de otro ¿Por qué él estaba sintiendo esas sensaciones tan raras entonces? Se preguntó con cierta indignación al darse cuenta que su respiración se estaba tornando de forma irregular y el pulso se le aceleraba. Sin mencionar que su erección no cesaba, al igual que la de Tai. Muchas veces el rubio había estado en presencia de otros hombres con poca o nada de ropa, como en vestuarios o duchas de piscinas, y nunca tuvo la necesidad de querer ver las partes íntimas de nadie, ni mucho menos. T.K sentía como si el haber visto el miembro de Tai erecto lo hubiese alterado totalmente y no pudiera volver al estado mental normal.

    El blondo apoyó violentamente su cabeza sobre la almohada, con su mirada en el techo, obligándose de esa forma a dejar de observar y pensar en aquello. Así pasaron varios minutos, minutos que transcurrían de una manera anormalmente lenta, con el rubio cerrando sus ojos en un intento de caer dormido nuevamente, respirando de manera profunda para poder auto-inducirse sueño. Pero fue inútil, muy para el pesar del ojiazul. No podía sacar de su cabeza la imagen del pene del castaño, completamente erecto, preso dentro esa tela blanca y delgada. Era como si esa imagen volviera a su mente a pesar de intentar pensar en otra cosa. Deseaba, añoraba pensar en otra cosa, pero no podía. Rendido a esa extraña y anormal situación, T.K giró su rostro a hacía su derecha, observando al moreno dormido, que no se percataba lo que su involuntario acto estaba provocando a la subjetividad del blondo.

    Los ojos azules de T.K se fijaron nuevamente en la parte baja de Tai, donde la virilidad del de los ojos marrones seguía igual desde que el rubio se fijó por primera vez accidentalmente. Para colmo, por lo apretada que era la ropa interior del castaño, perecía que el miembro de Tai se escaparía en cualquier momento de su prisión, dejándose ver al descubierto. Al ojiazul se le pasó ese pensamiento por la cabeza varias veces, al mismo tiempo que se presionaba su glande con una de sus manos. A pesar de sentirse muy consternado y confundido por tocarse viendo a otro hombre, no podía dejar de hacerlo. Se sentía tan bien. Llegó un momento en el que el rubio dejó de cuestionarse o pensar lo que sucedía para dejarse llevar por la excitación.

    La agitación de su cuerpo aumentaba, al mismo tiempo que su mano le propiciaba placer mientras sus ojos azules contemplaban el cuerpo semidesnudo de Tai. T.K empezó a sentir otro tipo de deseo, el cual hizo que se sorprendiera aun más. El ojiazul sintió el deseo de tocar, de sentir con su tacto ese acontecimiento que sucedía dentro del ajustado calzoncillo de Tai. Al principio el blondo rechazó por completo esa idea que se le había cruzado por la cabeza ¡Eso si sería el colmo! Él no era de esos, se repetía mentalmente tratando apaciguar esos pensamientos intrusos. Simplemente era una locura, y se reprochaba a sí mismo el haber siquiera imaginado eso. Pero… muy para su sorpresa y confusión, ese deseo se adueñaba lentamente de su mente.

    Cada vez ese deseo era más y más fuerte, colocando al muchacho de 14 años en una situación completamente desconocida para él. No entendía que le pasaba ¿De dónde salían esas ganas de hacer esas cosas? Jamás había experimentado algo así ¿Por qué ahora, en esa noche? ¿Por qué con este idiota? ¿Sería algo pasajero? Todas esas preguntas aparecían en la cabeza de T.K, intentando encontrar una explicación. Sin embargo, por más que se opusiera, el blondo no se liberaba de esas ganas de hacer ese algo prohibido socialmente, algo indigno, inmoral. Como si estuviese en forma automática, se liberó de la sabana para sentarse en la cama, observando fijamente dormir a su compañero de cuarto.

    ¿En serio lo iba a hacer? Se preguntó a sí mismo, sin poder creer que se lo estuviese planteando siquiera. Su cuerpo temblaba de manera absurda. Sentía miedo, mucho miedo de hacer lo que ese impulso loco y desconocido le pedía, le ordenaba. Al estar destapado, pudo percibir lo mucho que había bajado la temperatura en el transcurso de la noche, pero eso pasó a ser una cosa completamente nimia.

    Antes de que se levantase de la cama, una secuencia de imágenes cruzó por su cabeza.

    Se observó a si mismo tocando con las yemas de sus dedos por encima de la tela que cubría el miembro erecto de Tai, sintiendo la dureza de este, para después descubrir que el moreno lo observaba con los ojos abiertos, haciendo que su corazón se detuviera en seco. Lo siguiente que vio fue un puño dirigiéndose directamente a su rostro que lo tumbaba sobre el suelo, sangrando por la nariz. Luego vio a los adultos entrando rápidamente a la habitación alertados por el ruido, enterándose por boca del oji-café el porqué lo había golpeado. Lo último que visualizó fuea los padres de Tai discutiendo con el suyo, para luego irse lejos de él y su hijo pervertido.

    Esa secuencia de imágenes inmovilizaron al rubio, asustándolo de sobremanera. Aun así, ese impulso era demasiado fuerte.

    T.K pensaba que no podría dormir hasta liberarse de ese deseo, que ese impulso de tocar al castaño le taladraría la cabeza toda la noche. En lo que el blondo se encontraba sentado en su cama, luchando consigo mismo, Tai en dormido empezó a moverse. El ojiazul, inmediatamente se hizo el dormido, tapándose con la sabana para evitar el que el moreno lo viese observándolo. Entrecerrando los ojos, T.K pudo ver como el castaño, sin despertarse, se daba media vuelta, mientras con una mano agarraba su sabana y se tapaba hasta el cuello.

    El rubio abrió los ojos bien grandes. Ese impulso pervertido cesó tan repentinamente como había llegado. Se veía libre de nuevo. Al no poder ver el cuerpo de Tai, era como si la cabeza de T.K hubiese vuelto a la normalidad de un minuto a otro. Como si la más fuerte tormenta, con rayos y truenos, hubiese parado y se hubiese despejado el cielo en solo 3 segundos.

    T.K le agradeció al universo el hecho que al moreno le hubiese hecho frio y le obligó a taparse con la sabana. No sabía hasta donde hubiera llegado si no pasaba eso. El ojiazul prefirió no seguir pensando y se recostó nuevamente, mientras daba un gran bostezo. Para su alegría, empezaba a sentir sueño, mucho sueño nuevamente. Eso era lo que necesitaba: dormir, se dijo a sí mismo, mientras cerraba los ojos con gusto. Su cuerpo y su mente, hace tres días que prácticamente no descansaban. Ese era seguramente el motivo por el cual acaba de tener esos deseos y sentimientos tan raros hace un momento, pensó. Su mente estaba muy cansada. El rubio se fue quedando dormido poco a poco, teniendo la esperanza que una buena noche de sueño pueda ayudarle a volver a la normalidad.

    Conociéndose

    T.K abrió lentamente sus ojos, molestado por la luz del sol que entraba por la ventana directamente a su rostro. Con mucha pereza se sentó en su cama, estirando los brazos mientras bostezaba. Le costaba mucho mantener sus ojos abiertos, cada parpado le pesaba mucho más de lo normal. El rubio giró su cuello hacía la derecha para ver a su acompañante de cuarto, pero se sorprendió al ver la cama vacía, desordenada. "¿Qué hora es?" Se preguntó T.K a sí mismo. Agarró su celular de la mesa de luz y lo encendió, viendo en su pantalla que eran las 10.50 AM. En los tres días que llevaba allí con su padre, siempre este lo había obligado a levantarse a las 7 AM para empezar a trabajar. Dormir hasta casi las 11 AM significaba un gran cambio.

    T.K se levantó y buscó ropa para cambiarse. Mientras lo hacía, fijó su vista hacía fuera, mirando por la ventana. Como todos los días anteriores, el sol brillaba con toda su fuerza en el cielo completamente despejado. Como la calle donde se encontraba su cabaña era una de las calles principales del pequeño pueblo, era común ver algunas familias o varias personas caminar en grupos para dirigirse a la plaza principal. El ojiazul, una vez vestido, salió de su cuarto, cerrando tras de sí la puerta.

    Bajó uno por uno los escalones de la escalera de madera. En el living no había nadie. Pasó al frente de un pequeño espejo colgado en una de las paredes, donde aprovechó para mirarse y aplastarse algunos mechones desordenados. Con mucha lentitud, abrió las hojas de la puerta vaivén sin saber con quién se encontraría en la cocina, ya que no escuchaba a nadie conversar, solo la radio que pasaba una canción de principio de los años 90’. Al entrar a la cocina, solo se encontró con la señora Yagami, cocinando mientras tarareaba muy alegremente el ritmo de la canción.

    -Ah Takeru, te levantaste- le sonrió la señora de pelo marrón al darse vuelta.

    -Buenos días señora- le contestó el rubio con una media sonrisa-¿Lo vio a mi papá?

    -Está arriba, en el techo con Susumu, reparando unas goteras que tiene la casa según tu padre. Solo espero que esos dos se cuiden y no se caigan, ya no son tan jóvenes como para andar haciendo eso- le contestó la castaña con un rostro de preocupación, mirando hacia arriba.

    El blondo se sorprendió al oír eso. ¿Por qué su padre no lo despertó para que lo ayudara? ¿Acaso su papá había encontrado un nuevo ayudante? ¿Se vería libre de los trabajos forzados en lo que durase su estancia con los Yagami? T.K no pudo evitar sonreír al pensar en la posibilidad de no volver a tener que trabajar en los arreglos de la casa.

    -Siéntate ¿Qué quieres para desayunar? ¿Café, té, leche chocolatada?-le preguntó la madre de Tai sonriendo.

    -No gracias, señora. Estoy bien, le agradezco- dijo rápidamente el ojiazul, moviendo sus manos.

    Al igual que Hiroaki, el blondo sentía algo de pavor que alguien le esté haciendo favores como alimentarlo o cuidarlo cuando en realidad no le correspondía.

    -No seas así, desayuna algo. Un joven de tu edad tiene que estar alimentándose a toda hora- insistió la castaña amablemente. Su instinto materno no soportaba que un muchachito esté pasando hambre en su presencia.

    -jeje en serio, estoy bien, gracias de todos modos.

    En ese momento, el hijo del matrimonio apareció por la puerta vaivén, cargando bolsas de víveres.

    -¿Compraste todo lo de la lista, Tai?- le preguntó la señora.

    -Sí, todo, no me sobró nada de dinero- le respondió el castaño, dejando las compras en la mesa del comedor.

    Al hacerlo, algunas de las cosas dentro de la bolsa rodaron fuera, incluidos unos chocolates pequeños con forma esférica. T.K reconoció al instante los colores brillantes de las envolturas de aquellas golosinas que quedaron inmóviles sobre la mesa. Le encantaban esas esferas de chocolate, eran sus golosinas favoritas. En un reflejo involuntario, el ojiazul se lamió los labios, sin sacar la mirada de esos chocolates.

    -¿Quieres comerte esos chocolates?- interrumpió la señora Yagami el trance del blondo- por lo menos para que no tengas el estomago vacio.

    A T.K le costaba rechazar tan fácilmente esos chocolates como lo había hecho con el desayuno. Hace mucho que no probaba esas golosinas que tanto le encantaban.

    -Puedes comerlos si quieres- T.K se sorprendió al escuchar la voz de Tai que le hablaba- me los dieron como cambio, ya que el negocio no tenía monedas, a mi no me gustan.

    El rubio se quedó unos instantes viendo el rostro del moreno. Ese era el primer gesto de amabilidad que ese muchacho demostraba hacía él, claro, sin contar que el día anterior lo había atrapado antes de caer al suelo. Era la primera vez que no lo trataba de manera agresiva.

    "¿Será que es así solo porque está al frente de su madre?" Se preguntó el ojiazul internamente, algo curioso por el cambio de actitud del castaño.

    -Bueno…creo que tomaré 2, si no les molesta- dijo mientras agarraba 2 de las esferas de chocolate. El blondo quedó observando los chocolates que
    quedaban en la mesa, sintiendo pena de que nadie se encargara de ellos- eh…bueno creo que tomaré otros 2, para después de almorzar- dijo tomando 2 chocolates más y guardándolos en su bolsillo.

    -Me parece bien- dijo sonriendo la castaña-¿Por qué no se van afuera chicos? El día está hermoso, yo los llamaré cuando esté la comida.

    De nuevo, T.K posó sus ojos azules en la cara de Tai, como queriendo adivinar que pensaba el moreno acerca de la idea de su madre. Este solo le miró fijo por unos segundos, para caminar cruzando la puerta vaivén, haciéndole un gesto con la mano para que le acompañara. T.K no reaccionó inmediatamente, pero después de entender que significaba esa seña, siguió al moreno.

    Ambos caminaron por el living, hasta al frente de la cabaña. Se sentaron en el fresco piso de la galería, uno a cada lado de la puerta de entrada. Los dos jóvenes se quedaron mirando la calle, en completo silencio. De vez en cuando, por el frente de la vivienda, pasaba gente montando a caballo, o sino algunos jóvenes en sus cuatriciclos o motos de montaña.

    T.K, con cada segundo que pasaba, se sentía más y más incomodo. No encontraba ningún tema de conversación como para romper ese silencio que reinaba. No conocía nada de ese castaño llamado Taichi, solo que le gustaba el futbol, pero de eso no podía conversarle ¿Acaso se quedarían sentados allí todo el día, sin hablar de nada? El rubio a veces miraba de reojo al moreno. Podía observar que este solo estaba allí sentado, observando su celular con cara de aburrimiento.

    -Oye- rompió el silencio el oji-café, sin dejar de mirar la pantalla de su celular- ¿Acaso no funciona el internet móvil aquí en tu casa? En la plaza si me funcionaba.

    -Ah, sí. Parece que en esta parte del pueblo no funciona bien, solo en la plaza- contestó el rubio, mientras empezaba a degustar los chocolates que había levantado de la mesa.

    -pero si solo estamos a 5 cuadras de la plaza- le recriminó el castaño, como si no entendiese como una distancia tan corta pudiera inferir en el funcionamiento de la señal de internet de su celular.

    El blondo solo se encogió de hombros y abrió exageradamente sus ojos, como diciendo: “¿Qué quieres que haga? No manejo las tecnologías satelitales, lo siento”. Tai volvió a apoyar su espalda sobre la pared de madera, suspirando con fastidio.

    Así transcurrieron algunos minutos más, con los dos muchachos sentados en la galería del frente de la casa, sin intercambiar palabra alguna. Mientras T.K comía los chocolates con forma de esfera, el castaño sacó de su bolsillo unos auriculares blancos y se dispuso a escuchar música con su celular.
    Por un desperfecto de los auriculares del moreno, a veces la ficha que se introducía en el celular hacía falso contacto, haciendo que la música que debería sonar por los auriculares sonara por el parlante del celular. Pasó de nuevo. Los acordes y solos de las guitarras eléctricas y la singular voz del cantante sonaron por el parlante.

    T.K automáticamente giró su cabeza, fijando sus ojos azules hacía Tai, que fastidiado solo intentaba hacer que funcionasen bien los auriculares. Al rubio le encantaba la música del artista que sonaba por el celular de Tai. Era uno de sus cantantes favoritos.

    -¿Te gusta ese cantante?- preguntó el blondo al mayor, con curiosidad, mientras seguía sonando la canción.

    El moreno le observó sorprendido, como si no creyese que el rubio conociese esa clase de música.

    -Eh sí, es mi cantante favorito, tengo casi todas sus canciones, tanto como solista como cuando estaba en su banda.

    -A mí también me gusta mucho- le dijo T.K sonriendo, al menor le gustaba mucho hablar de sobre la música que le gustaba. Era un tema que le apasionaba mucho- pero nunca lo fui a ver en vivo-mencionó con cierto desgano.

    El nunca haber ido a uno de los recitales de su cantante favorito era una espina clavada para el ojiazul. Para colmo, ese cantante solo realizaba 2…1 o ningún concierto al año, siempre en ciudades lejanas, provocando que en cada recital, mas de 150 mil se aglomeren para el espectáculo. Ni su madre ni su padre dejaron que él asistiera a tan gigantesco amontonamiento de gente solo, ni aunque fuese acompañado de su hermano, pues todavía eran menores de edad.

    -Yo si fui- le contestó Tai sonriente. T.K por primera vez pudo ver a ese chico sonreír, se veía muy diferente al Tai que había conocido menos de 24 horas antes- fue hace 5 años atrás, cuando tenía 11. Mi tío me llevó, sin que mis padres se enteren ¡Tuviste que haberlo visto! Aproximadamente 170 mil personas en aquel hipódromo, me sentía como una hormiga en un hormiguero. Mi tío me cargó sobre sus hombros, para evitar que me pierda o que las personas me aplastasen cuando saltaban... además el barro nos llegaba hasta las rodillas- Tai hablaba con mucho entusiasmo, como si recordar esa noche le trajera bellos recuerdos.

    T.K escuchaba atentamente, entusiasta, como si se tratase de un niño pequeño oyendo las anécdotas y hazañas de un hombre sabio y anciano.

    -A pesar de que estábamos algo lejos del escenario, se escuchaba espectacular y las pantallas gigantes me mostraban todo lo que pasaba adelante.
    No te imaginas lo que fue. Cuando tocaron la última canción, donde todo el mundo empezó a saltar, fue…- el castaño se tiró de espaldas sobre el piso, haciendo una expresión como si esa hubiese sido la mejor experiencia de su vida.

    El asombro adornaba la cara de T.K; se imaginó cada detalle que el moreno le narraba. El rubio se había prometido a si mismo ir a algún concierto de ese cantante que tanto le gustaba y saltar al ritmo del rock como un salvaje sin preocupaciones ¡Sabía que algún día lo haría! Así le guste a sus padres o no.

    Los dos jóvenes se quedaron conversando sobre todo lo que tenía que ver con ese cantante por el que compartían fascinación. Sus últimos discos, los discos antiguos, el significado de sus letras, los estilos de las diferentes canciones. Ambos eran entendidos del tema, así que no les faltó material del cual conversar. Sin darse cuenta, habían transcurrido aproximadamente 40 minutos desde que habían empezado a hablar.

    -¡Vamos, sigamos platicando mientras practicamos unos tiros con mi pelota!- dijo Tai sonriendo, levantándose exaltado del suelo, como si de repente se hubiera llenado de energía que necesitaba descargar.

    -Eh... en realidad no me gusta mucho el futbol- contestó el rubio desde el suelo, mirando los ojos del castaño.

    -¿No te gusta el futbol?- le preguntó desorientado el moreno.

    La idea de que a alguien no le gustara ese deporte, no podía ser procesada por el cerebro del mayor. Se quedó observando al blondo intentando entender lo que este acababa de decir.

    -No jeje, soy más alguien del básquet.

    -Ya veo… ¿y tienes una pelota de básquet?

    -Eh… si ¿sabes jugar?- le preguntó el ojiazul, mientras se levantaba del piso.

    -No, ¿pero qué tan difícil puede ser? Anda, tráela.

    T.K asintió y fue a buscar su balón de básquet que estaba debajo de las escaleras.

    Tai en realidad creía que no existía ningún deporte en el cual fuese malo. Era el capitán del equipo de futbol de la escuela, además de uno de los preferidos por los profesores de educación física por su buen rendimiento en esa asignatura. Solo había jugado básquet dos veces en su vida, y prácticamente no se acordaba nada de las reglas, pero el moreno estaba seguro que sería algo que pudiera dominar con facilidad. “Será como jugar al futbol con las manos ¿Quién no puede hacer eso?” Se dijo mentalmente con una sonrisa mientas el ojiazul salía nuevamente con el balón. Tai hizo seña para que le pasara el balón. T.K se la aventó.

    -Veamos si me puedes sacar el balón- dijo confiado mientras hacía rebotar la pelota en las baldosas de la pequeña galería.

    -Bueno- le contestó el blondo, para después con un rápido movimiento de pies y brazos, quitarle el balón al castaño, sin darle tiempo de siquiera reaccionar.

    Tai se quedó estático, con sus ojos bien abiertos, haciendo la mímica de estar haciendo rebotar una pelota invisible, pelota que ahora estaba en las manos del rubio.

    -¡No estaba listo!- protestó el oji-café a T.K, quien hacía rebotar la pelota, sonriente.

    -está bien, ten- le dijo el ojiazul de forma tranquila, devolviéndole el esférico.

    El moreno volvió a hacer rebotar el balón, flexionando sus rodillas para poder moverse con más facilidad. Pero a pesar de eso, volvió a pasar lo mismo. Con un rápido movimiento que dejó a Tai sin reacción, el blondo volvió quitarle fácilmente la pelota. La expresión de sorpresa otra vez se hizo presente en el rostro del oji-café, no entendía como aquel chico podía ser tan rápido para quitarle el balón sin poder hacer nada.

    -Tai ¿Por qué no intentas quitarme tú el balón?- le preguntó el rubio con una sonrisa, haciendo rebotar la pelota con suma facilidad.

    A Tai no le gustó para nada el tono confiado del ojiazul. Sentía como si se estuviese burlando de alguna forma de él. ¿Quién se cree? Se preguntó enojado, viendo la sonrisa burlona de aquel muchacho.

    El castaño se abalanzó sobre el rubio, intentando quitarle la pelota. El menor lo esquivó fácilmente, sin perder el control sobre el esférico. Tai no podía dejar que aquello se quedara así, por lo tanto volvió a arremeter. T.K le volvió a esquivar el intento de quitarle la pelota, sin despeinarse. Es más, cuando lo esquivó, el blondo hizo revotar el balón por medio sus piernas, para volver a agarrarlo sus espaldas. El oji-café no pudo creer lo que acababa de pasar. Le acababan de hacer un “túnel”, algo que a él le encantaba hacer a sus contrincantes en los partidos de futbol.

    Decidido a que eso no se quedaría así, intentó quitarle la pelota al blondo con desesperación, tirando manotazos frenéticos. Cada manotazo que el moreno hacía para quitarle la pelota, el ojiazul lo eludía con bastante facilidad, sin siquiera entorpecer el rebote del esférico contra el suelo. El cansancio se empezaba a notar en el rostro del castaño. Llegó un momento, donde T.K le hizo rebotarle el balón en la frente, aprovechando que él había quedado des-balanceado y sin la oportunidad de reaccionar.

    -¡Ah! ¡Esto está aburridísimo!- exclamó el moreno con enojo, dando unos pasos hacia atrás, intentando recuperar el aire.

    -jaja, no seas mal perdedor- rió el blondo haciendo girar el balón de básquet sobre su dedo.

    -jaja Tai siempre fue mal perdedor- agregó la madre de Tai riendo, tapándose la boca con su mano. Había visto todo apoyada en el marco de la puerta de entrada, sin que los menores se dieran cuenta.

    -¡No es verdad!- se defendió el castaño, ante la risa de su madre y de aquel chico.

    -ya esta lista la comida chicos, lávense las manos y vengan a la mesa- continuó la mayor, sin dejar de sonreír.

    Tai se metió refunfuñando al interior de la cabaña, con una cara de pocos amigos, la cual siempre ponía cuando las cosas no salían como él quería.

    La señora y el rubio se sonrieron mutuamente de manera divertida, tentados por la actitud infantil del oji-café.



    Los 5 ocupantes de la cabaña se sentaron en la mesa y comieron lo que la señora Yagami había preparado. Hiroaki y el padre de Tai ya habían reparado gran parte del techo, y solo conversaban con entusiasmo de cuál sería la mejor forma continuar la tarea. Mientras tanto los dos jóvenes continuaban hablando de lo que les había dado pie de conversación: sus gustos musicales. Ese tema de conversación, que salió a la luz por la falla técnica de los auriculares del moreno, parecía haber liberado el paso a la charla entre aquellos dos. Además de los gustos musicales, entre conversación y conversación, también tocaron tópicos como películas y series que les gustaban a ambos, y otros temas triviales. Hiroaki no pudo evitar notar lo entretenido que estaba Take conversando con aquel chico. El día anterior, ni siquiera se miraban a los ojos y ahora hablaban de diferentes cosas hasta por los codos.

    Después de comer, la pareja decidió dar un paseo por las inmediaciones de la villa turística, mientras que Hiroaki se prestó a dormir una siesta. El dueño de la cabaña ya se había acercado a la zona del puente por la mañana para verificar si ya lo habían arreglado, o por lo menos si había algún avance, pero todo seguía igual.

    -Take ¿Por qué no llevas a Taichi a conocer la plaza?- le dijo Hiroaki a su hijo, mientras daba un gran bostezo, antes de subir las escaleras para dormir en la habitación de Matt.

    Los dos jóvenes se miraron entre sí.


    ...




    Al llegar al centro del pueblo, lo primero que le mostró T.K al castaño fue el lugar donde generalmente se juntaba toda la juventud: la tienda de videojuegos.

    El lugar era un gran salón donde había muchísimas maquinas de videojuegos viejos, de los años 80, 90. Los más nuevos databan de principios del
    2000. Todos los años T.K veía los mismos juegos. Siempre los mismos, pero por algún motivo los jóvenes siempre se juntaban ahí o en las afueras de la tienda. Ya era, por culto, el lugar de encuentro de la juventud.

    Los dos chicos entraron y compraron algunas fichas para matar el tiempo. Probaron algunos juegos de árcade que los entretuvo un buen rato. No podían evitar reír y gritar como locos al ver que estaban a punto de perder o morir en el juego. No se veían raros: todos los que jugaban a otros juegos a su alrededor hacían lo mismo.

    -¡T.K presiona el botón verde! ¡Que nos mata!

    -¡No! ¡Tú tienes que presionar el botón amarillo!

    Perdían constantemente, pero aquello no importaba. El reto por ganar los diferentes juegos los impulsaba a seguir intentándolo.
    Mientras jugaban, ambos chicos se dieron cuenta de algo que les llamó la atención. Algo callaron adentro de su ser, sin exteriorizarlo en forma de palabra o gesto. Disfrutaban de la compañía del otro. Algo que hace 24 horas parecía totalmente imposible, estaba sucediendo.

    Luego de perder algunas veces más, el mayor se vio cautivado al ver que en el salón había una consola de videojuegos moderna, donde algunos chicos jugaban un juego de futbol de a dos jugadores. Sin pensarlo dos veces, el oji-café se acercó.

    El chico que perdía el partido, tenía que levantarse y ceder el lugar al próximo que tocaba en la fila. Llegó el turno de Tai, mientras T.K solo hacía de espectador a su lado. Al moreno le gustaba jugar con los equipos clásicos, ya que se podía elegir jugadores de la selección de años anteriores. Generalmente tenían los nombres cambiados, ya que el juego no tenía las licencias pagadas. T.K no era un adepto del futbol ni mucho menos, pero reconocía a los jugadores del equipo de Tai, a pesar de que sus nombres estaban alterados. Había un rubio alto que se llamaba Batistreta, otro que era Caniggiar, y un jugador bajito de rulos llamado Marandronna, que llevaba la 10 en la espalda.

    El muchacho contra quien jugaría Tai se veía confiado. Venía ganando 4 partidos seguidos y dudaba mucho que aquel castaño despeinado le hiciera retirarse de la consola.

    El partido empezó y Tai rápidamente se puso en ventaja, para sorpresa de su contrincante. El encuentro duró poco y Tai fue el ganador, para felicidad de él y del blondo. El muchacho perdedor tuvo que levantarse y se sentó otro, que también fue derrotado por el oji-café. Así fueron pasando los contrincantes, ninguno podía contra Tai.

    A pesar de alegrarse porque el castaño ganaba, T.K empezó a aburrirse, así que le dijo al moreno que lo esperaría afuera. Este solo asintió con un “ajam”, concentradísimo en el partido. El ojiazul salió de la tienda y sentó en las escalinatas, viendo a la gente pasear por la plaza y sus alrededores. El pueblo estaba atestado de turistas.

    Los grandes árboles de la plaza proveían de sombra, refugiando a las personas de los rayos del sol. La piel de T.K fue acariciada por una suave brisa.
    Cerró sus ojos para poder apreciar esa caricia con más detenimiento. Despreocupado, el blondo miró la hora en la pantalla de su celular. Además de la hora, también se quedó viendo la imagen que tenía como fondo de pantalla. Eran él y su mejor amigo, Davis, pasando sus brazos por el cuello del otro, embarrados hasta la cabeza, de frente a la cámara y mostrando con orgullo unos pescados que habían atrapado aquel día que fueron a pescar. Ambos embozaban una gran sonrisa.

    T.K no pudo evitar preguntarse qué estaría haciendo su amigo en ese momento, así como el resto de sus amigos en la ciudad. La mayoría habría salido de vacaciones a diferentes lugares, huyendo de la abrazadora metrópolis.

    Después de unos minutos, volvió a ingresar a la tienda para ver cómo iba Tai con sus partidos, pero se sorprendió al encontrarse con este de frente, saliendo del local.

    -¿Qué pasó? ¿Acaso perdiste?

    -Vayamos a otro lugar- le contestó el mayor de manera seca.

    T.K pudo notar que traía la misma cara de cuando fue humillado en el básquet. Algo había pasado. El ojiazul no pudo evitar sonreír ante esa cara.

    -Pero ¿Qué pasó? quiero ver por cuánto perdiste- dijo sonriendo el blondo, acercándose a la pantalla del televisor, donde ya se alistaban dos chicos para seguir usando la consola de juegos.

    -No T.K ¡Ven aquí!- le dijo enojado el moreno, intentado agarrar al menor pero no pudo detenerlo.

    T.K fijó sus ojos azules en la pantalla, donde se veía un 5-0. El rubio no conocía mucho de futbol, pero sabía que perder por esa cantidad de goles ya era una goleada humillante.

    -¡Vaya! Veo que te aplastaron- empezó a reír T.K, mientras Tai lo tomaba del brazo y lo arrastraba hacía fuera.

    -Me hicieron trampa- se excusó en voz baja el mayor, mientras salía de la tienda, tomando del brazo al rubio que no paraba de reír.



    Ambos disfrutaban de la aliviadora brisa que hacía más soportable el calor agobiante, sentados en un banco de la plaza. Tai se había comprado un helado en unos de los quioscos al lado del local de juegos, mientras que el menor se había comprado una pequeña bolsa de esos chocolates esféricos que tanto le gustaban.

    -¿Quién es el de la foto? ¿Tu novio?- le preguntó Tai de manera burlista, al ver el fondo de pantalla de su celular cuando lo sacó del bolsillo para contestar un mensaje.

    -¡Claro que no! es mi mejor amigo, aquel día fuimos a pescar.

    -Mm tener una foto así como fondo de pantalla es lo más maricón que he visto- dijo el castaño mientras desviaba la mirada y seguía degustando felizmente su helado.

    -No es de maricón-dijo el menor en voz baja, viendo detenidamente la foto.

    Mientras más la veía, más dudaba. ¿El moreno tenía razón? Es decir, en la foto Davis y él estaban muy juntos, sin remera, completamente cubiertos de barro. Podría llegar a malinterpretarse, pensó. Después de meditarlo unos momentos, decidió que no era necesario cambiar esa imagen. Le gustaba su fondo de pantalla, más que nada por lo felices que se veían él y su amigo en esa foto.

    -No es de maricón- repitió esta vez en un tono más audible- ¿Qué imagen tienes tu como fondo de pantalla? Seguramente algo que tiene que ver con el futbol o chicas desnudas- dijo el blondo viendo su foto con Davis, esperando una respuesta. Respuesta que nunca llegó.

    -¿Tai?- preguntó al no obtener respuesta alguna del mayor-¿Tai?- T.K fijó sus ojos en Tai y pudo observar este paralizado, con sus ojos bien abiertos viendo un punto fijo- ¿Tai? ¿Estás bien?

    El castaño estaba inmóvil, con una expresión de sorpresa y horror en su cara, como si hubiera visto al mismísimo demonio caminando por la plaza. T.K observó hacia donde Tai tenía la mirada clavada, pero no pudo ver nada fuera de lo común.

    -T.K, debemos irnos.

    -¿Cómo?

    -Debemos irnos, rápido- contestó el moreno, levantándose del asiento, tirando al piso lo que quedaba de su helado, que no era poco.

    -Pero… ¿Por qué?- volvió a preguntar T.K, confundido por el cambio brusco en la actitud del mayor.

    Otra vez, su pregunta no tuvo respuesta. Tai le agarró del brazo y empezó a caminar rápidamente entre la multitud que había en la plaza, en forma de zigzag, como si se estuviese ocultando. El rubio solo se limitó a seguirle el paso, que era muy rápido. La presión de la mano del castaño alrededor de su brazo le empezaba a lastimar, pero no dijo nada. El moreno miraba hacía todos lados con rapidez, como si estuviese huyendo de algo, o alguien. T.K se preguntó que podría ser la causa para que Tai se comportara así ¿Qué había visto? ¿Será para preocuparse? Fuese lo que fuese, T.K pensó que no debía ser bueno para asustar a Tai de esa manera.







    -------------------------*------------------------





    Bueno hasta ahi nomas por ahora, nos leemos dentro de una semana (eso espero) un saludo a todos, chau!

    Edited by exerodri - 27/7/2017, 14:04
     
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    Buenas gente! Como les va? Yo aquí ya de vacaciones, aunque me llevé una materia a febrero, pero bueno, solo es una así que se va mejorando jaja, aunque en realidad seguramente no les importe XD Aquí les traigo la cuarta parte de la historia, supongo que la historia tendrá como 12 o 13 partes, así que vamos por el 30% ya casi. Bueno espero que les guste, cualquier cosilla que quieran decirme me lo dejan en los comentarios.






    --------------------------*-------------------------








    Cuarta parte


    Dejándose llevar


    -¿Así que por eso estas aquí?- preguntó T.K al castaño, mirando el suelo mientras caminaban de vuelta a la cabaña- ¿Cómo un castigo de tus padres?

    -Así es- contestó Tai, con sus manos en los bolsillos- me fue mal en la escuela el año pasado, así que prefieren traerme aquí con ellos en vez de dejarme solo en la casa... piensan que haré fiestas y otras cosas mientras ellos no estén. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí con tu padre?

    -Mi papá me trajo para ayudarle a dejar la cabaña presentable para ustedes y los próximos inquilinos de la temporada- mencionó el rubio de forma quejosa, sin despegar su mirada del camino.

    -¿Así que te trajeron para trabajar? Que fastidio ¿no?- preguntó Tai levantando su mirada del suelo. El blondo solo respondió con su cabeza de forma afirmativa, con pesadez – con razón la casa está tan fea.

    T.K apartó sus ojos del camino miró furioso a Tai, pero no pudo evitar sonreír al ver que el moreno le observaba de reojo, con una sonrisa jovial en los labios.

    - Cállate, tarado- dijo el blondo riendo, dándole un golpe con su puño al brazo de Tai, golpe que fue devuelto al instante por parte del oji-café.

    Los dos jóvenes rieron, mientras seguían caminando de forma pesada por la calle que los llevaba de nuevo a la vivienda de madera, debajo del sol de la tarde.

    T.K no sabía cómo preguntarle al mayor que había sido lo que vio en la plaza para que se asustara y se comportara de la forma en que lo hizo, algunos minutos atrás. Después de huir del banco de la plaza, los dos jóvenes hicieron un rodeo por calles aledañas a la plaza para desembocar en la calle donde caminaban ahora, sin que el castaño diera explicación alguna. Después de varios minutos en silencio, comenzaron a conversar de cualquier trivialidad que los llevó hacía la conversación que estaban teniendo ahora.

    El blondo se percató que el moreno deseaba evitar hablar de lo que le sucedió en la plaza a toda costa, así que se reservó de indagar en el tema. De igual manera, en la cabeza del ojiazul la duda ya estaba plantada. Quería saber de qué se trataba, pero pensó que ese no era el momento para preguntarle al mayor. Decidió esperar hasta otro momento más oportuno.

    -Y dime… si tus padres no quieren dejarte solo por miedo a que hagas alguna fiesta… deben tener sus razones ¿O me equivoco?- preguntó mirando de reojo al oji-café.

    -Je, admito que me conocen demasiado bien- el mayor esbozó una media sonrisa mirando al frente- ahora en estos momentos estaría organizando todo, sería una gran fiesta. La casa llena de gente, todas las chicas hermosas de mi escuela asistirían ya que irán todos los chicos del equipo de futbol, también invitaría a los del equipo de rugby para que traigan a sus conocidas. Música al tope toda la noche, ya me lo estoy imaginando. Además…

    Mientras T.K observaba sonriente como el castaño fantaseaba sobre la fiesta que podría estar planificando, un ruido que no le gustó nada le zumbó en el oído derecho . Un zumbido bastante potente. El rubio giró su cabeza, para encontrarse con una gran abeja sobrevolando cerca de su oído. Los ojos azules del menor se abrieron de par en par. Su reacción fue espontanea, automática, como si la conciencia y el control sobre el cuerpo hubieran desaparecido y el instinto hubiera tomado todo el control. Como un rayo, se pegó al cuerpo de Tai, con una mano tomándole del brazo mientras que con la otra le sujetaba de la camiseta.

    Tai, que venía muy adentrado en su fantasía de la fiesta perfecta, llena de chicas hermosas, enmudeció. Sintió como el menor le sujetaba fuertemente del bíceps, mientras con la otra mano le agarraba la camiseta. Quedó catatónico un momento, tardó unos segundos en responder. Dentro de él se manifestó una sensación muy extraña que no podía describir. Al darse cuenta de la abeja que volaba cerca de ellos, la ahuyentó con sus manos de manera tranquila. El insecto, sin oponer nada de resistencia, se alejó zumbando tranquilamente, hasta desaparecer de la vista.

    El rubio, al ver que la abeja se alejaba, soltó rápidamente al moreno, apartándose, sorprendido de haber reaccionado así. Los dos siguieron caminando en un silencio muy incomodo para ambos.

    T.K no podía estar más avergonzado. Su rostro elevó temperatura rápidamente. No sabía dónde esconderse. Llevaba su mirada clavada en el suelo, ya que la pena no le permitía levantarla, mucho menos mirar a Tai a la cara. Hace aproximadamente 24 horas que se conocían y ya había perdido por completo la dignidad ¡Un nuevo record T.K! se dijo a si mismo mentalmente mientras continuaba caminando. Se maldecía a sí mismo por haber reaccionado así. Si tan solo se hubiera podido controlar un poco ¡Solo un poco! hubiera evitado haber hecho el ridículo. Se preguntaba a si mismo que estaría pensando el mayor de él, de seguro nada bueno.

    -Veo que no te gustan las abejas- Tai rompió el incomodo silencio, con una voz algo insegura, la voz de alguien que no sabe que decir para romper un incomodo silencio.

    -Eh… no, para nada- contestó el blondo sin dejar de mirar el piso, tartamudeando de la vergüenza- odio todo lo que vuele y zumbe… y pique- agregó tocándose el hombro derecho, recordando su encuentro con las avispas el día anterior.

    -Bzz- fue lo que escuchó T.K, antes de sentir un pellizco en su cuello.

    -¿Qué haces?- preguntó extrañado el ojiazul al ver que Tai había hecho ese zumbido con su boca, mientras lo pellizcaba con su mano, en forma de pinza.

    -No soy yo, es la abeja que te va a picar- contestó el castaño, caricaturizando la voz, mientras con su mano en forma de pinza simulaba ser una abeja que sobrevolaba los mechones rubios del menor-Bzzzz- otra vez simuló el zumbar de una abeja con su boca.

    El ojiazul se agachó. Inmediatamente se dio cuenta de lo estúpido que fue hacer eso ¿Por qué se agachaba? No era una abeja, estaba viendo que no era una abeja sino Tai. Se sintió bastante idiota.

    -Ya, basta- exigió el blondo serio, reincorporándose y retomando el paso, estaban tan solo a unas casas de la suya.

    -Bzz… bzz- continuó el castaño con su simulación de abeja, pellizcando al rubio.

    -para, ja, en serio... jaja ¡detente!- T.K intentó sonar enojado, pero se contradecía a sí mismo con risas que no podía evitar, ya que el moreno le pellizcaba zonas como el cuello y las costillas repetidas veces.

    Al ver que el mayor no tenía intenciones de parar con su ataque, el ojiazul corrió hacía la cabaña, riendo.

    -Bzz, ¡la abeja te picará T.K!- dijo Tai, con su voz de caricatura, mientras perseguía al menor.

    Al llegar al jardín delantero de la cabaña, el moreno se abalanzó sobre el rubio, tumbándolo en el césped y “picándolo”, haciendo que este se ría sin control. T.K, en un intento desesperado de no estar a merced del oji-café, le agarró de la camiseta, haciendo que ambos rodaran sobre el césped, forcejeando y riendo. Luego de unas cuantas vueltas y forcejeos, se desplomaron sobre el césped de espaldas, mirando el cielo, jadeantes. La mano de T.K accidentalmente cayó sobre la del castaño.

    Tal fue su sorpresa al sentir el tacto de la mano del mayor, que sus ojos se abrieron como platos. El impulso automático de separar su mano de la de Tai y pedir perdón le abrumó… pero por algún motivo no lo hizo. Se dio cuenta que Tai tampoco había reaccionado ¿Será que no lo siente? Toda su atención se volcó hacía el tacto de su mano izquierda con la del moreno. Se sentía extraño, se sentía… ¿bien? ¿Cómodo? ¿A gusto? El rubio no encontraba un adjetivo.

    El menor aguardó unos segundos para ver si el más alto reaccionaba de alguna forma al contacto de su mano con la suya. Este solo miraba el cielo, respirando agitadamente producto de la corrida que acababan de hacer. T.K solo se dejó llevar y dejó de pensar. Llegó un momento, en el que él blondo acarició lentamente con sus dedos los dedos del castaño, viendo de reojo el rostro de este para ver si había alguna reacción. No sabía por qué lo estaba haciendo, solo se dejaba llevar por el momento y la sensación. Tai solo seguía observando fijamente el cielo azul, con una leve sonrisa en su boca, como si no estuviera sucediendo nada fuera de lo común. T.K sonrió y observó con una sonrisa el cielo. Podía sentir la suavidad de los dedos del mayor con todo detenimiento, podría estar un buen rato de esa manera.

    -Es extraño ¿No?- Tai rompió el silencio, sin sacar su mirada del cielo.

    Al blondo se le heló el cuerpo y dejó de acariciar la mano de Tai. Pensó que había ido demasiado lejos, lo había estropeado todo ¿En que estaba pensando? Sintió mucho miedo, ya que era consciente de lo que estaba haciendo no era común. Ni él sabía porque lo hacía, pero estaba seguro que Tai no se lo creería . A pesar de asustarse mucho, no quitó su mano de la del moreno. Pensó que podría hacerse el tonto y mentir que no se había dado cuenta que su mano estaba encima de la del moreno, por si este le pedía una explicación.

    -Las nubes… son extrañas- continuó el castaño, sin cambiar su posición y sin dejar de mirar el cielo.

    T.K se dio cuenta a que se refería Tai y sintió un gran alivio. Si uno observaba fijamente el cielo, podía notar el desplazamiento de las nubes, que se movían a una gran velocidad. A medida que se desplazaban por el azul vacio, se desarmaban en pequeñas partes y desaparecían lentamente. Los muchachos no entendían mucho de cómo funcionaban las corrientes de aire, las presiones atmosféricas ni ningún otro factor que provocasen ese fenómeno. Solo sabían que ese era el motivo por el cual casi nunca llovía sobre aquella villa, mucho menos en esa época del año.

    -Hola Takeru ¿Cómo está el vecino más guapo de toda la villa?

    De repente, una voz femenina interrumpió el silencio que reinaba, mientras que el rostro de la esposa del señor Osvaldo, el vecino del frente, se interponía entre los ojos de T.K y el cielo azul. Los muchachos rápidamente sacaron sus manos de donde la tenían.

    -Hola señora ¿Cómo está usted?- saludó el blondo que se reincorporó rápidamente, avergonzado por lo que la mujer mayor acababa de decir. Siempre le decía cosas así al saludarlo.

    -Todo bien, gracias al cielo ¿y este chico tan apuesto quién es?- preguntó la mujer viendo a Tai, que también se levantó rápidamente del suelo.

    -Ah, él es Tai, el hijo de los inquilinos.

    -Hola, mucho gusto- saludó el moreno algo sonrojado, sacudiéndose el césped de su ropa.

    -Hola querido- le devolvió el saludo con una sonrisa- ¿Y tu papá? ¿Está en casa? Les traje esta tarta que preparé- dijo viendo a los ojos al menor, mostrándole el postre, que a simple vista parecía ser delicioso.

    -Vaya, muchas gracias- le agradeció el blondo a su vecina, con sus ojos fijos en la tarta. No pudo evitar hacerse agua en la boca al imaginarse comiendo ese manjar- creería que sí está, la verdad que no se, puede entrar y fijarse si desea.

    -Bueno, cualquier cosa la dejo en la heladera para que la prueben después- dijo la señora de pelo blanco, grandes gafas y ojos verdes, ingresando a la cabaña.

    Una vez la esposa de don Osvaldo entró a la casa, los dos muchachos se miraron mutuamente a los ojos.

    -"Ay, el vecinito más guapo de toda la villa"- dijo Tai con un tono burlisto, mientras tomaba al rubio de las mejillas y lo sacudía.

    T.K se liberó rápidamente del agarre del mayor.

    -Mucho gusto señora, mucho gusto- imitó el tono de voz del castaño, que era más grave que el de él, pero de una forma que lo hacía sonar como un tonto, a la vez que se rascaba la cabeza y el estomago, como si fuese un mono.

    -¡Eh, yo no hablo así!

    -Mucho gusto señora, mucho gusto- continuó burlándose el rubio con una sonrisa.

    -¡Ya verás!- exclamó el castaño, que empezó a perseguir al menor, que había salido corriendo hacía el patio trasero.

    Fantasías

    T.K abrió sus ojos con mucha pereza. Se sentó en la cama, algo desorientado, viendo a su alrededor. Estaba en la habitación de la cabaña donde dormía Matt cuando iba. Después de pensar unos minutos, recordó porque estaba allí.

    Había subido para guardar unas sabanas que su padre había lavado, aprovechando que la familia Yagami se había ido a un zoológico situado a un par de kilómetros de la villa. Lo último que recordaba era que, después de guardar las sabanas en el gran mueble del cuarto de su hermano mayor, vio con buenos ojos la cama. Primero se sentó en esta y luego apoyó su cabeza en la almohada, cayendo dormido casi al instante. El blondo se preguntó cuánto tiempo había dormido. Seguramente un par de horas, se contestó, ya que vio por la ventana del cuarto que ya oscurecía.

    Una vez que se levantó de la cama de su hermano, el ojiazul se estiró con pereza y se acercó a la ventana para ver el atardecer. El sol lentamente se escondió entre las lejanas montañas, no sin antes pintar el horizonte de un naranja hipnótico, todo acompañado con una serenidad propia de los lugares alejados de las grandes metrópolis. Con un sentimiento de mucha tranquilidad, el rubio vio a su alrededor desde la ventana. Sus ojos claros bajaron del horizonte lejano, y se llevó una pequeña sorpresa. Por observar el espectáculo natural del sol ocultándose, no se había dado cuenta de Tai en el patio trasero.

    Se sorprendió al ver que el moreno había hecho una especie de pista de obstáculos sobre el césped, con diferentes tipos de cosas. Unos ladrillos (que seguramente había sacado del cobertizo), una pala, una escoba y otros objetos. Notó que Tai vestía la camiseta de su equipo favorito y se había posicionado al principio de la improvisada pista de obstáculos con su balón de futbol en los pies.

    T.K apoyó sus brazos sobre el margen de la ventana y luego su cabeza sobre estos, observando curioso al castaño, que no se había percatado que le observaba.

    Tai empezó a recorrer el camino de obstáculos que él mismo había hecho, dominando la pelota con habilidad.

    -Y va Yagami, esquiva a uno… pasa a otro, no lo pueden parar ¡Genio!- decía el castaño con entusiasmo, imitando la voz de un relator de partidos muy famoso de la TV que T.K pudo reconocer, a la vez que esquivaba los obstáculos con el balón-¡Se acerca al arco!

    El blondo no pudo evitar reír al ver al moreno relatarse a sí mismo en su propia fantasía con esas ganas y esa energía.

    -Lo vienen agarrando de la ropa- T.K se sorprendió al ver los movimientos del oji-café, ya que simulaba bien que un defensor invisible lo empujaba y estorbaba- ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Gol! ¡Gooooooool!- gritó después de empujar la pelota con gran “esfuerzo” por dos ladrillos que simulaban ser un arco de futbol imaginario.

    Saltando, se sacó la camiseta y empezó a revolearla por sobre su cabeza

    - ¡Goooooool! La gente del estadio se vuelve loca, La Bombonera se viene abajo. ¡Taichi! ¡Taichi!-el moreno simulaba el cantico de la gente gritando su nombre, mientras saludaba con sus dos manos a unas tribunas imaginarias que lo rodeaban, con una sonrisa que no cabía en su rostro- ¡Taichi! ¡Ta…

    El castaño enmudeció y abrió los ojos de par en par al darse cuenta que el rubio lo observaba sonriente desde la ventana de arriba.

    -¡Taichi! ¡Taichi!- alentó el rubio desde la ventana agitando sus brazos, siguiéndole el juego al oji-café.

    El rostro de Tai se puso rojo en unos pocos segundos.

    -¿No te enseñaron que es de mala educación espiar a los demás? ¿Take?- le preguntó con enojo, mientras se volvía a poner su camiseta.

    -¿De qué hablas? Yo pagué por este palco, tengo derecho a ver el partido- contestó el blondo tratando de contener la risa.

    -Así que eres muy gracioso ¿no?- le dijo Tai con una sonrisa maliciosa, para después entrar corriendo a la cabaña por la puerta trasera, ante la mirada del ojiazul.

    El rubio se quedó estático unos segundos en la ventana, sin entender porqué Tai le había dicho eso con esa cara. Escuchó como alguien subía las escaleras de madera rápidamente a los saltos. En ese momento, T.K entendió lo que se avecinaba. Corrió hacía la puerta de la habitación para intentar cerrarla, pero ya fue demasiado tarde. El castaño entró al cuarto antes de que el blondo pudiera trabarla con llave y se abalanzó sobre él. Ambos chicos cayeron sobre la cama de la habitación, forcejeando entre risas. Por tener más fuerza, era el moreno el que dominaba mayormente la lucha y trataba de dominarlo. T.K solo intentaba no quedar a total merced el mayor, con movimientos más desesperados que efectivos.

    -Si el árbitro te ve, te expulsará por agresión- exclamó T.K con una sonrisa burlona, mientras intentaba zafar de los brazos de Tai.

    El rostro del moreno volvió sonrojarse. El oji-café intentó doblarle el brazo por la espalda, pero por un movimiento rápido, que sorprendió al castaño y al propio rubio, T.K logró zafarse y posicionarse encima de Tai. Ambos muchachos quedaron frente a frente, sobre la cama. T.K logró sujetarle las manos al castaño, inmovilizando casi por completo, ayudado por sus piernas, que inmovilizaban a su vez a las del mayor. Habían quedado frente a frente, con el menor encima del cuerpo del oji-café. Unos escasos 15 centímetros separaban sus cansados y agitados rostros. T.K se sobresaltó mentalmente al sentir que su pelvis se apoyaba sobre la del moreno, pudiendo sentir como sus hombrías se chocaban entre sí.

    Observó fijamente los ojos marrones de Tai, mientras que este miraba los suyos. Ninguno de los dos reaccionaba de ninguna forma, es más, era como si uno esperase la reacción del otro antes de hacer o decir algo. El rubio era consientes de la sensación que le provocaba tener su pelvis sobre la del moreno de esa manera. Eso, y los ojos marrones de Tai, le habían quitado el habla.

    Sus respiraciones agitadas era lo único que se podía oír en la habitación, mientras los últimos rayos del sol entraban por la ventana.

    -¿Qué pasa?- Tai rompió el silencio, sin desviar su mirada de los ojos claros del menor y sin ningún gesto en su rostro.

    El blondo no supo que decir o qué hacer. Ambos continuaron en la misma posición, sin dejar de mirarse en silencio por varios segundos.

    -Chicos ¿Qué están haciendo?- se escuchó la voz de Hiroaki desde el piso de abajo, en la base de la escalera- ¿Qué fue todo ese ruido? ¿Están bien?

    Al oír la voz del adulto, los dos muchachos se sobresaltaron, como si se hubieran despertado de una especie de transe.

    Luego del susto inicial, el castaño se sacó de encima al rubio de un solo empujón, haciendo que este cayera al suelo. El blondo observó como el castaño se levantó de la cama y salió de la habitación, para luego bajar y encontrarse con su padre, inventando una explicación sobre los ruidos que hicieron.

    T.K se levantó del suelo y después de sacudirse, tendió la cama, que había quedado bastante desordenada por su pequeña “lucha”. Después, el ojiazul se fijó por la ventana del cuarto nuevamente. Pudo ver a Tai en el patio trasero, recogiendo todos los ladrillos, palas y demás objetos que le habían servido para crear esa pista de obstáculos que le ayudó a recrear su fantasía de ser un jugador de futbol profesional.





    La cena y el resto de la noche transcurrieron de manera normal. Aunque el sentimiento de incomodidad seguía presente, T.K e Hiroaki poco a poco se acostumbraban a ser atendidos por la señora Yagami, que parecía no disgustarle tener que cocinar para dos bocas más. Cada integrante de la cabaña se preparó para dormir después de cenar.

    T.K, acostado en su cama con sus ojos fijos en el techo de la habitación, giró su rostro hacía la derecha, observando al castaño con el que compartía el cuarto. La luz de los faroles de la calle que entraba por la ventana le permitió ver que Tai ya estaba durmiendo, dándole la espalda. Esta vez, el moreno se había acostado con un pijama viejo, además de taparse con las sabanas.

    El rubio agradeció que Tai haya tomado esa decisión, no quería verse de nuevo expuesto a esos impulsos y sensaciones extrañas de la noche anterior.
    T.K no pudo evitar ponerse a pensar sobre lo que le había sucedido durante el día. Tocarle la mano a Tai cuando se acostaron sobre el césped a la tarde. ¿Qué demonios fue eso? ¿Por qué lo había hecho? Se había dejado llevar por lo que sentía en ese momento ¿acaso le había gustado la sensación? El blondo se cuestionó severamente sobre lo que había hecho, el porqué lo había hecho. Sabía que eso no era algo, por así decirlo, “normal” para hacer con un chico. Tuvo suerte que el moreno no le haya propiciado un golpe en ese momento, pensó. Mientras recordaba eso, T.K se dio cuenta de algo… Tai no había reaccionado al sentir la mano del menor sobre la suya.

    Unas últimas preguntas le vinieron a la mente al blondo antes de caer rendido ante al sueño: ¿Qué fue lo que hizo que Tai se comportase de esa forma tan rara en la plaza? ¿Qué fue lo que vio? El ojiazul no se olvidó que se había decidido a preguntarle a Tai sobre eso cuando tuviera la oportunidad.




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    Bueno hasta ahi nomas por ahora, admito que salió cortito, la mitad de los otros capitulos je. Hasta la semana que viene!!

    Edited by exerodri - 27/7/2017, 14:08
     
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  6. Taiyama
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    Tanto tiempo me perdí?! Debo empezar a leer de una vez! XD tanto tiempo que te pedí otro fic y yo perdiendomelo! :=omgdf: ya comentare cuando los termine :=EEEE: te mando un abrazo ^^
     
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    En este mundo te encuentras con muchas personas, y a veces de varias personas te tienes que despedir.... Por eso disfruta cada momento que puedas con cada una de esas personas,,,, porque nada dura para siempre......
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    Oh siii !!! volviste con tus fics geniales ! =D espero la conti,,, saluditos !!! =D
     
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  8. Taiyama
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    Wow!!!! esta excelente como siempre :3 pero vayamos desglosando :=BIENODOE:

    En primera me esta encantando la narración en tercera persona, realmente eres muy buen escritor (no se cuantas veces ya lo he dicho pero lo seguiré diciendo no me importa xD) después me parece genial la forma en que se desarrolla la historia tengo que decir que al principio se me hizo raro que Tai y Take no se conocieran y no niego que me gustaría ver a Dai y a Matt en esto pero me parece que va muy bien el desarrollo, lo que me gustó es que introdujiste a los padres en este fic y tienen papeles importantes.

    Después hubieron varias partes geniales con los que me identifiqué como cuando los papás de Tai lo obligan a saludar a los demás (odiaba que a mi me hicieran eso xD) y luego la parte de los power rangers morí jajajaja después lo de la foto con Dai que era lo más maricón que había visto fue de uuuuuhhh jajaja ya sé es cruel pero me divirtió y cuando estaba pasando Take el mal rato de noche yo sólo gritaba ¡¡no lo hagas, no lo hagas!! :=ahjahajhaja: .
    Creo que ya me extendí bastante espero la continuación con ansias para ver a que le tuvo miedo Tai, como siempre te mando un abrazo y espero que tu materia no sea tan pesada y que salga en febrero :=yeahyie:

    PD. Si la indirecta de los ff no terminados iba en parte para el mio cof cof lo siento :=ummse: pero ya regresé de la muerte y espero terminarlo muy pronto, hasta el fin de semana ^-^
     
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  9. Rikeru-chan :3
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    Eres un excelente escritor la verdad que si deberias hacer un libro :=arribarriba: okno espero con muchas ansias la continuacion me muero por saber que vio tai para que reaccionara asi :=nuse: bueno cdt saludos :=WIJIS:
     
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  10. shingiikari01
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    increible historia y me dejast con ganas de leer muchisimo mas XD
     
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    Yaoizando
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    Que tal gente? como va todo? yo aquí derritiendome lentamente ya que hace un calor que ni les cuento, mi ventilador de pie ya no da más jaja. Les traigo la quinta parte del fic espero que les guste. Espero que hayan pasado una feliz navidad y noche buena, y seguramente este será la ultima actualizacion que haga en el año así que de paso quiero desearles feliz año nuevo!! que las promesas del 31 a las 12 no se queden solo en promesas jaja, hay que hacer el esfuerzo para cumplirlas.

    *Taiyama: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=omgdf: :=WTFf: :=WTFf: :=WTFf: :=WTFf: :=WTFf: :=WTFf: :=WTFf: RESUSITASTE!!!!! SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII ADGAGBR YTRSFDFS :=NOIP: :=NOIP: :=NOIP: :=NOIP: :=NOIP: :=NOIP: :=NOIP: :=arribarriba: :=arribarriba: :=arribarriba: :=arribarriba: :=arribarriba: :=WIJIS: :=WIJIS: :=WIJIS: :=WIJIS: :=WIJIS: :=WIJIS: :=dgdgdf: JAJAJAJA que bueno verte o mejor dicho leerte de nuevo, cuando ví que no te contectabas desde julio me repreocupé, ya pensaba que no volverías :=SHOROO: :=SHOROO: Más que alegrarme por que me comentas me alegro porque seguiras con tu fic, sería un crimen que no lo terminases, es demasiadisimo bueno como para dejarlo a la deriva!. Gracias por lo de buen escritor jaja es raro que te cataloguen así. que bueno que la narracion te gustara, sinceramente me sentía muy inseguro al principio, pensando que no quedaría bien, pero me quise arriesgar. Si, es de esos fics donde las relaciones de los personajes no son igual a los del programa, no se como se dice jajaja osea que no son amigos en mi fic. MM sinceramente no hay espacio para Davis y Matt en esta ocacion :unsure: Ya en este capitulo se descubre a que le tuvo miedo Tai.
    Matematicas siempre fue un clavo para mi jaja pero afortunadamente es solo una. En febrero espero sacarmela y ya terminar la secundaria :=RINRUM: La indirecta no tan indirecta era para vos jajajaja vos y otro usuario más que tambien dejó su fic abandonado, siento tan bueno.
    Bueno, muchas gracias por volver!! que alegria siento. un abrazo!

    *Sasarai-san: Hola!!! Gracias por comentar! espero que te guste este nuevo fic, saludos!!

    *Rikeru-chan :3: jajaja un libro? estamos lejos de eso todavia je... a menos que... naa jajaja Gracias igual por el elogio! Suerte!!

    *shingiikari01: Hola!! muchas gracias por escribir pero más por leer la historia! que bueno que te guste, un saludo!!


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    Quinta parte

    Adrenalina

    Los dos muchachos se despertaron prácticamente al mismo tiempo. Los rayos del sol que entraban por la ventana demostraban que sería otro día a pleno sol, sin ninguna nube en el cielo.

    Mientras Tai se desperezaba de forma lenta, todavía acostado, T.K se puso a tender su cama. Luego de un profundo bostezo, el moreno se levantó y se quitó la camiseta vieja que usó como pijama. De forma lenta y tambaleante se dirigió hacía la ventana del cuarto y se sentó en el marco, observando el exterior. Por la calle, al frente de la cabaña, pasaban dos chicas montando tranquilamente a caballo. Estas, a su vez, se percataron de la presencia del castaño descamisado que sentado en la ventana de la vivienda de madera.

    Ambas chicas se sonrojaron al darse cuenta que eran observadas por ese chico, que les pareció bastante apuesto.

    Por su parte, el oji-café les sonrió y las saludó con una de sus manos de forma confiada. Las chicas le devolvieron el saludo de manera tímida, a la vez que se reían y se miraban entre sí.

    -T.K…T.K, ven aquí, saluda a estas chicas…- dijo el castaño, haciendo seña con su mano para el rubio se acercara la ventana, sin dejar de mirar a las muchachas sobre los caballos- ...son dos, te puedes quedar con la castaña si deseas, la de rulos me gusta más.

    El rubio por su parte solo rió, ladeando su cabeza de lado a lado, mientras seguía ordenando su cama.

    -¡Tai, Takeru! ¡Levantensen ambos, necesitamos pedirles algo!- se escuchó la voz del señor Yagami desde el piso de abajo.

    -Vamos Romeo…- le dijo T.K, tirándole su pijama en la cabeza - bajemos a ver que quiere tu papá.

    Ambos chicos se vistieron y descendieron por las escaleras para ir al jardín trasero donde Hiroaki y el padre de Tai, vestidos con ropas de trabajo, arreglaban un sillón de la sala de estar.

    -Vayan a la ferretería del pueblo y compren estas cosas que necesitamos para reparar el sillón- dijo el señor Yagami dándole un papel a su hijo.

    El padre de Tai, que al igual que Hiroaki era un adicto al trabajo, se había puesto la meta de ayudar al dueño de la cabaña a reparar todo lo que fuese posible, sin importarle que estuviese en sus vacaciones.

    -Ya que estarán por el centro, acérquense al puente y vean si ya se reparó- agregó Hiroaki - Podrían usar la bicicleta que está en el cobertizo, Take.

    Tai al escuchar eso, sonrió y giró su rostro para mirar al rubio. Usar una bicicleta le pareció una muy buena idea, mucho mejor que caminar.

    -Es que…tiene las ruedas desinfladas y no tengo inflador- mencionó el ojiazul algo alicaído.

    -No hay problema, el inflador que traje para mi balón de futbol también sirve para inflar ruedas de bicicleta ¡Ya vuelvo!- dijo Tai de manera energética, para luego salir corriendo hacia el interior de la cabaña.

    Cuando el moreno trajo el inflador, T.K sacó la bicicleta del cobertizo. No era de las más modernas, pero tampoco era muy vieja. Luego de inflarle las ruedas, ambos muchachos la llevaron a la calle, al frente de la cabaña.

    -¿Quién será el que maneje la bici?- preguntó el blondo.

    -Tengo pensado algo mejor, yo me siento aquí…- le dijo el castaño sentándose en la silleta y colocando uno de sus pies en los pedales-…tú te sientas aquí…-mencionó tocando el cuadro de la bicicleta-…tú te encargaras de manejar la dirección y yo de pedalear.

    T.K dudó un momento, pero le hizo caso al mayor. Se sentó en el caño que une la silleta con el manubrio. No era lo más cómodo, pero era soportable.

    -¿Yo me encargaré de la dirección?- preguntó dubitativo el ojiazul, girando su cabeza y mirando a Tai a los ojos.

    -Si…y yo de pedalear ¿Qué nunca anduviste en bicicleta así?- le preguntó el moreno con una sonrisa.

    -La verdad que no- contestó T.K demostrando algo de miedo, mientras volvía su mirada hacía el frente.

    -Vamos… no es la gran cosa- le dijo el mayor empezando a pedalear.

    T.K sujetó el manubrio con fuerza, no estaba acostumbrado a andar así en una bici. Al principio, le costó mantener el equilibrio y la bicicleta se ladeó de un lado al otro. Parecía que en cualquier momento se caerían al suelo, pero luego de unos segundos pudo sostener el manubrio con firmeza, a la vez que Tai aceleraba usando la fuerza de sus piernas.

    -Ves, no es tan difícil- le dijo el castaño, a la vez que sentía que este ponía sus manos sobre sus hombros.

    El ojiazul solo sonrió, mirando hacia el frente concentrado. Poco a poco, fue agarrando confianza y se acostumbró a manejar la dirección de la bicicleta sentado en el cuadro de la bici.

    Esquivando personas y autos, los dos muchachos compraron lo que sus padres le habían pedido en la ferretería y luego fueron hasta el puente que conectaba el pueblo con el resto del mundo. Rubio y castaño observaron como el corto puente seguía clausurado. A ambos lados del mismo, ya había maquinas trabajando para reparar la estructura, aprovechando que el nivel del agua había bajado bastante en las últimas horas. Después de contemplar la escena unos minutos, dieron media vuelta y volvieron por donde habían venido, dispuestos a volver a la cabaña.

    Mientras regresaban a la vivienda, T.K dio un giro brusco, desviándose de la calle que los llevaba a la vivienda, sorprendiendo a Tai.

    -Oye, tu casa es por allá- le dijo Tai al oído, sin dejar de pedalear.

    -ya sé- contestó T.K sonriente, a la vez que daba otro giro brusco en una esquina cerrada, haciendo que el castaño se sujetara con fuerza de sus hombros- quiero que vayamos a un lugar antes de volver a la cabaña.

    Luego de andar un par de calles más, los jóvenes llegaron a un barrio residencial de la villa, donde las calles eran muy irregulares y tenían importantes subientes y pendientes. La sencilla bicicleta empezó a deslizarse rápidamente por las inclinadas bajadas que presentaba la irregular zona del pueblo, para diversión de los muchachos. Los dos disfrutaban una fuerte sensación en el estomago al descender por las calles a gran velocidad. En Tai esa sensación mucho más fuerte, ya que no tenía control sobre la bici. Si algo se interponía en su camino… quedaba a merced de los reflejos y habilidad del blondo para manejar la dirección de la bicicleta.

    En un momento, T.K clavó los frenos abruptamente, deteniendo la bicicleta en seco. El castaño abrió los ojos de par en par al ver se habían posicionado en el inicio de la pendiente más larga y empinada del pueblo. Si bien esa zona de la villa era muy poco transitada, la aparición de un auto o una persona una vez la bicicleta empezara a bajar por esa calle, significaría una colisión inminente. No habría frenos ni reflejos que los salvara.

    -¿Qué dices? ¿Te animas?- le preguntó el ojiazul al moreno, girando su cabeza para ver la expresión del mayor- ¿o te da miedo? – finalizó con una sonrisa y una mirada burlista

    -pff, ¿Qué esperamos?- le contestó el castaño a la vez que empezaba a pedalear nuevamente.

    La bicicleta se deslizó por la empinada pendiente, tomando velocidad rápidamente. T.K sostenía el manubrio lo más fuerte que podía, ya que la gran velocidad hacía que este vibrara mucho. Una gran dosis de adrenalina recorrió el cuerpo de los jóvenes, a la vez que bajaban la calle a una velocidad endiablada. De repente, la sonrisa se esfumó de sus labios. Los corazones de ambos se paralizaron al ver que, en el próximo cruce con otra calle, apareció un anciano en una moto conduciendo muy tranquilamente. El rubio clavó los frenos con desesperación, pero estos disminuyeron poco y nada la velocidad. En un movimiento que le nació de manera casi involuntaria, T.K giró el manubrio haciendo que la bicicleta derrapase, esquivando al anciano en la moto. Este solo observó estático como esos dos locos lo esquivaban por centímetros.

    Sin saber cómo, lograron retomar el equilibrio para alejarse rápidamente de la escena, mientras el viejo los insultaba de pies a cabeza. Los chicos doblaron por una calle que ya era horizontal nuevamente, mientras se reían a carcajadas, dejando las blasfemias del enojado anciano atrás.

    El entusiasmo y la alegría invadían al blondo; nunca había hecho algo parecido a lo que acababa de suceder, no era de hacer esas cosas peligrosas. Podía sentir a su corazón latir a lo loco. Por algún motivo que desconocía, el ojiazul se percató que se sentía seguro estando con Tai, como si nada malo podía pasar estando con él. Un sentimiento extraño, admitió el rubio en su cabeza, pero que disfrutaba.

    Mientras la bicicleta avanzaba por esa calle en dirección a la cabaña, un fuerte viento refrescante empezó a soplar, moviendo los arboles que adornaban las veredas. T.K sacó sus ojos del camino por unos instantes y giró su cabeza, inclinándola hacia arriba para ver el rostro de Tai. Este le observó sonriente por unos segundos, para después fijar su mirada al frente y cerrar los ojos, con el refrescante viento en su cara. El ojiazul hizo lo mismo, sonriente, de manera despreocupada, mientras la bicicleta seguía su ahora suave andar.

    Confrontación

    Una vez que llegaron a la cabaña, Tai y T.K le entregaron los materiales a los adultos y se sentaron a almorzar la comida que la madre del castaño había preparado.

    El rubio pensó que se podía a acostumbrar a comer la comida de esa señora, los platos que hacía no estaban para nada mal. Pasó una hora, y los jóvenes dejaban que la comida se asentara en sus estómagos, acostados en el piso de la galería del frente, sin hacer nada.

    -oye, vayamos a la plaza a pasar el rato- propuso T.K, levantándose del suelo, sacudiéndose la ropa.

    El ojiazul pudo notar que el rostro despreocupado y tranquilo de Tai cambió bruscamente al escuchar su idea. No tardó en notar que al moreno no le había gustado mucho su sugerencia, o por lo menos así le demostró la cara de preocupación del oji-café.

    Entonces T.K lo recordó. El día anterior, Tai se había comportado muy extraño después de ver algo o alguien entre los turistas que atestaban la plaza. El blondo se había quedado con la intriga del porqué el moreno castaño se comportó así, pero no había tenido oportunidad de hablar con él al respecto, hasta ahora.

    -Tai… por lo que pasó ayer en la plaza… cuando me dijiste que nos debíamos ir ¿Qué pasó? ¿Qué viste?- preguntó pero Tai solo le esquivó su mirada, sin emitir palabra alguna- no vayamos si no quieres, yo solo lo decía como una opción…

    -No pasa nada, vayamos- le interrumpió el moreno, levantándose del suelo.

    T.K pudo percibir que al mayor algo le incomodaba, sentía como si Tai se estuviera forzando a sí mismo a ir a la plaza nuevamente.

    -¿estás seguro? Porque si no quieres no es necesa…

    -...te estoy diciendo que no pasa nada- le interrumpió el moreno levantando la voz- no es asunto tuyo, vayamos. Iremos en la bicicleta- culminó decidido, acercándose a la bicicleta que habían dejado tirada en el césped del patio delantero.

    El blondo solo le siguió en silencio. Pensó que se había equivocado en pensar que sería un buen momento hablar de ese tema. En su interior sabía que tendría otra oportunidad para descubrir la verdad.





    Los dos jóvenes viajaron en la bicicleta las pocas cuadras que separaban la cabaña con el centro del pueblo, y se sentaron en un banco de la plaza principal. El centro de la villa estaba como siempre en esa época: repleto de gente despreocupada y sonriente, de todas las edades, disfrutando de la tarde de verano. De vez en cuando, una pequeña brisa se hacía presente para refrescar la piel.

    T.K no tardó mucho en darse cuenta que, a pesar de intentar disimular lo más que podía, Tai observaba a todas direcciones de manera rápida, vigilando a todo momento, nervioso, inquieto. Era obvio que el moreno no estaba cómodo en ese lugar. ¿Por qué el mayor no se lo quería decir? ¿Cuál era el motivo? Se preguntó el ojiazul.

    -Oye, entremos a la tienda de videojuegos ¿quieres?- le dijo Tai, levantándose rápidamente del asiento y dirigiéndose con la bicicleta hacia el local
    cruzando la calle.

    El blondo solo asintió y le siguió, ya que otra cosa no pudo hacer ante el comportamiento nervioso y acelerado del castaño. ¿Será que Tai no quiere estar en un lugar abierto donde estaba más expuesto? ¿Se sentirá mejor en un lugar cerrado, donde es más fácil pasar desapercibido? Eran las preguntas que se le venían a la mente al menor, mientras entraba junto a Tai al salón de videojuegos.

    T.K caminó observando los diferentes juegos mientras con sus manos dentro de sus bolsillos contaba las fichas que le habían quedado del día anterior. De repente, por estar concentrado decidiendo en que juego usar sus últimas fichas, chocó contra la espalda del castaño, que se había detenido en seco.

    -¿Tai? ¿Qué eres tarado o qué?- enfureció el rubio sobándose la nariz por el golpe- ¿Por qué te detuviste así…- T.K se sorprendió y enmudeció al ver la cara del mayor.

    Inmóvil, Tai tenía los ojos bien abiertos y la misma expresión de sorpresa y miedo que había adoptado el día anterior en la plaza, antes de la inesperada huida. El blondo dirigió rápidamente su vista hacía el frente y vio a un grupo chicos que se aproximaban hacía ellos, aproximadamente 7 individuos. Todos parecían rondar los 17 o 18 años. Un muchacho alto, de pelo negro corto y ojos verdes iba en el medio, como si fuese el líder de esa pequeña banda. El blondo no necesitó preguntárselo más: lo que Tai había visto el día anterior fue a esos tipos. ¿Quiénes eran?

    -Yagami, que sorpresa verte aquí, que pequeño es el mundo ¡Qué suerte!- dijo el chico alto mientras se acercaba hacía ellos.

    A T.K no le gustó nada como ese sujeto observaba a Tai. Llevaba una sonrisa maliciosa. Al igual que su líder, los demás muchachos también sonreían, con miradas llenas de odio hacía el moreno. Al ojiazul le dio la impresión de estar rodeado por hienas que habían encontrado a su próxima presa. Por su parte, Tai seguía en un estado catatónico, sin señales de poder reaccionar.

    -¿Acaso no te da gusto vernos, Yagami?- preguntó el jefe de esa banda, sin sacar su expresión de sínico.

    -Vámonos Erick, no busques problemas… por favor- le pidió uno de los chicos que formaba parte del grupo.

    T.K buscó con la vista a quien había dicho eso. Aquel muchacho parecía ser el más joven de la banda, no superaba los 15 años. Aquel chico, con pecas, pelo castaño tapado por una gorra blanca, parecía ser el único que no disfrutaba de la situación, como si supiese que algo malo estaba por venir.

    -¡Cállate, estoy hablando con nuestro amigo Yagami!- gritó aquel joven alto de pelo negro. Luego de hacer callar a su subordinado, el líder del grupo fijó sus ojos en T.K- veo que tienes un nuevo amiguito- dijo esbozando una media sonrisa, que le dio al menor muy mala espina.

    Al oír eso, Tai reaccionó y se dio media vuelta rápidamente, poniéndose frente a frente al ojiazul.

    -T.K, tienes que irte, agarra la bicicleta y vete a la casa, yo iré después- le dijo de forma sería mirándolo a los ojos.

    T.K no supo que contestar ante esa repentina petición del moreno ¿Acaso le estaba pidiendo que huya?

    -Tenemos muchas ganas de hablar contigo Yagami, pero no aquí ¿Por qué no mejor vamos a jugar al pool? Es más privado- mencionó el denominado
    Erick, señalando una puerta de color azul.

    Aquella puerta conectaba el salón con un cuarto más pequeño, donde había mesas de pool, separadas de todo el alboroto y el ruido del salón de videojuegos.

    -¿No puedo ir contigo? o puedo esperarte afuera, no tengo problema- dijo T.K al castaño tomándolo del brazo, antes de que este se fuera con aquellos tipos que le inspiraban mucha desconfianza.

    -Tu amiguito nos puede acompañar si quiere, no hay problema- agregó el sujeto alto de ojos verdes, mirando al blondo, sonriendo.

    -¡No!- exclamó Tai. Giró y tomó a T.K de la playera de forma brusca, para sorpresa del menor- ¡Te estoy diciendo que te vayas!¡Hazme caso!- le gritó mirándolo a los ojos, para después empujarlo con fuerza.

    Fue tal la potencia de ese empujón, que el blondo trastabilló varios metros, tratando de no perder la vertical. No cayó al suelo gracias a que se pudo sostener de una maquina de videojuegos. T.K observó como aquel joven alto rodeó con su brazo los hombros de Tai y se fueron juntos a al cuarto con las mesas de pool, rodeados por los demás miembros del grupo. El rubio frunció el seño y salió del local de videojuegos. Se subió a la bicicleta pedaleó en dirección a la cabaña.

    “Estúpido Tai ¿Quién demonios se cree para darme ordenes y zamarrearme de esa manera? Si quiere pasársela con aquellos chicos ¡Bien! Me da igual” Fueron los pensamientos que pasearon por la mente del ojiazul mientras pedaleaba de camino a casa.

    Su interior se llenó de rabia, no le había gustado que el mayor le tratase de esa forma tan prepotente. Le indignaba la velocidad con la que Tai lo había remplazado por aquellos chicos. Al final, solo le había usado hasta encontrar otra compañía para pasar el tiempo, pensó para sí mismo.

    Tiró la bicicleta con furia en el césped del jardín delantero de la cabaña, para luego sentarse en el piso de la galería. Después de masticar bronca por algunos minutos, insultando a Tai mentalmente, cerró los ojos y respiró profundamente de manera lenta y pausada. Cuando se enojaba por algo, esa era su táctica para retomar la calma. Por lo general funcionaba y esa vez no fue la excepción. Lentamente, fue calmándose, retomando la tranquilidad con la que le conocían los demás.

    Ya con la mente algo más fría, recordó varios detalles que su enojo le había hecho olvidar. El rostro de Tai al momento de encontrarse con aquellos tipos no fue el de alguien que se encuentra con un amigo, sino todo lo contrario. Además… si antes estuvo evitándolos, seguramente es por algo. Los sentimientos de odio de T.K se fueron transformando poco a poco a sentimientos de preocupación. ¿Por qué se quedó con ellos si antes les estaba evitando? Las miradas de esos tipos hacía Tai daban muy mala espina, como si le deseasen hacer daño

    "¿Estará en peligro?"

    T.K lentamente tomó conciencia de la situación en la cual dejó a Tai. El rubio empezó a observar la calle, en dirección a la plaza, para ver si el castaño aparecía. Una marcada ansiedad se hacía presente.

    Pasaron los minutos y sus nervios crecieron. Dudaba entre seguir esperando a que el moreno volviera, o ir a la plaza a buscarlo

    ¿Y si necesitaba ayuda? Quizás fuera su imaginación, pero… ¿si no era así? Se preguntó el menor. Caminó de un extremo a otro del jardín delantero, sin dejar de observar si Tai aparecía por el horizonte, cosa que no pasaba. Pasaron unos 15 minutos en los que el ojiazul se subía y se bajaba de la bicicleta, indeciso sobre qué hacer, si ir a buscar al moreno o hacerle caso y esperarlo allí. Finalmente, se decidió: Iría a buscar a Tai, no importaba que este se enojase por desobedecerle. El rubio se subió a su bicicleta, pero justo antes de que empezara a moverse, pudo observar al moreno acercándose rápidamente por la calle.

    Sintió un gran alivio ver al castaño, pero más temprano que tarde pudo notar algo extraño en el mayor.

    -Tai, ¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto?- preguntó cuando lo tuvo cerca, desde arriba de la bicicleta.

    Pero no recibió respuesta alguna. Tai pasó a su lado en silencio, con su cabeza gacha, ignorándolo.

    -¡Tai!- le volvió a llamar el menor, pero solo fue ignorado nuevamente. El moreno se dirigió al jardín trasero, bordeando la cabaña.

    T.K dejó la bicicleta en el césped y corrió para alcanzar al castaño.

    -Tai, ¿Qué pasa?- insistió el blondo, tomando del brazo a Tai para llamarle la atención.

    -¡Suéltame!- le gritó el oji-café de manera seca, zafando de su agarre. T.K se sorprendió.

    Tai caminó hacía el árbol en el medio del jardín trasero, para darle una patada llena de ira en el sólido tronco y después sentarse en su base, abrazando sus rodillas. T.K se acercó con cautela y preocupación. Pudo escuchar la respiración de Tai muy claramente: era profunda pero a la vez muy rápida. Al acercase un poco más, el blondo pudo ver los ojos de Tai, a pesar de que este miraba hacía un costado evitando el contacto visual. Estaban rojizos y acuosos, como si las lágrimas estuvieran a punto de salir y rodar por las mejillas del moreno, a pesar de los tremendos esfuerzos del castaño para contenerlas. El rubio pudo notar algo más que le preocupó mucho más que los ojos rojizos de Tai.

    Al costado del ojo izquierdo del castaño, una hinchazón lentamente tomaba un color morado. También se sorprendió al ver sangre en su codo derecho. T.K se quedó estático unos segundos ¿Esto le habían hecho esos tipos? ¿Por qué? Se arrodilló para estar poder ver a Tai a los ojos.

    -Tai, ve al cobertizo y espérame allí, iré enseguida- pidió, casi susurrando, intentando transmitirle tranquilidad al mayor.

    Tai solo giró sus ojos, clavando su mirada en sus ojos azules, con un aura de mucho enojo mesclado con desconfianza, aun con la respiración agitada.

    -Vamos, por favor.

    El castaño le quedó viendo con la misma mirada unos segundos más, para después levantarse y caminar hacía el cobertizo, sin decir palabra alguna.
    T.K también se levantó y se dirigió corriendo hacia la puerta trasera de la cabaña. Entró a la cocina y preparó una bolsa con hielo que sacó del congelador. Antes de salir, también tomó unas tijeras. Al parecer, ninguno de los tres adultos se encontraban en la casa. Corrió hacía el cobertizo, donde encontró al oji-café sentado arriba de los maderos que habían ordenado juntos hace dos días.

    -¿Qué es lo que quieres?- le preguntó el moreno con cierta agresividad, viendo a través de la ventana de la casilla de madera.

    -Toma, ponte esto sobre el ojo- contestó, arrojándole la bolsa con el hielo.

    Tai atrapó la bolsa, y luego de mirarla con cierto desprecio, se la colocó sobre el golpe en la cara. Luego de buscar unos minutos entra toda la cantidad de cosas que había desparramadas por el cobertizo, T.K tomó una pequeña caja blanca, con una cruz roja mal dibujada en su tapa.

    -¿Qué haces? ¿Para qué es eso?- le preguntó el castaño curioso, sin dejar de apoyarse el hielo en el ojo izquierdo.

    -Hay que limpiar esa herida que tienes en el codo- contestó el rubio, abriendo la pequeña caja y sacando gazas y algodones.

    -Déjalo, no lo necesito- le dijo rápidamente el mayor, poniéndose de pie y dispuesto a salir del cobertizo.

    -Vamos, por favor- pidió el menor mirándolo con sus ojos bien abiertos, con una mirada de tristeza.

    El moreno se quedó observando esos ojos celestes y, para sorpresa de sí mismo, sintió que sus deseos de irse del cobertizo mermaban. ¿Qué era lo que le pasaba? Se preguntó internamente. Quería irse del cobertizo, pero no podía dejar de ver esos ojos de cachorro del blondo; algo le impedía decirle que no.

    -Bueno, pero hazlo rápido- dijo el castaño sentándose nuevamente, y extendiendo el brazo en frente del ojiazul, completamente resignado.

    El rubio asintió y mojó un algodón con un líquido que había en una pequeña botella de cristal de color marrón.

    -¿Qué es eso?- le preguntó Tai algo curioso.

    -Es un antiséptico bastante fuerte, te arderá un poco…bueno... quizás más que un poco- contestó T.K, viendo a los ojos marrones de Tai, con el algodón en su mano.

    -Bah, me lastimé en tantas ocasiones jugando al futbol que estoy seguro que nada me pued…¡AHH HIJO DE…!- Tai ahogó su insulto cerrando fuerte sus dientes entre sí.

    Era como si ese líquido que el ojiazul le apoyó en la herida le quemara hasta lo más profundo de su alma. Jamás había sentido algo así.

    -Te dije que te ardería- le dijo el rubio, concentrado en limpiar su herida.

    -No-no es nada…- dijo Tai, con un hilo de voz mirando hacía un costado, juntando todas las fuerzas posibles para soportar el dolor.

    Después de desinfectar, T.K vendó su codo con la gaza, tapando por completo la herida.

    -¿Dónde aprendiste a hacer esto?- preguntó sorprendido el mayor, moviendo su brazo y su codo, admirando el buen trabajo el blondo había hecho con ese vendaje.

    -En un campamento de la escuela nos enseñaron lo básico- le contestó T.K, guardando las cosas nuevamente en la caja blanca- Tai, sé que no es de mi incumbencia, pero… ¿Por qué pasó esto? ¿Por qué esos tipos te golpearon así?- le preguntó con voz apagada.

    -No es algo que te importe…no es nada…-respondió Tai de manera seria y esquivando la mirada del menor, levantándose de la madera que le servía de asiento.

    -Por favor, esa marca en tu cara y ese codo ensangrentado me hacen entender que si es algo…- le dijo rápidamente el ojiazul, tonándolo del brazo-… por favor, no es por chismoso, es solo que me preocupa.

    Otra vez, Tai sintió algo extraño en su interior al ver esos ojos claros. Era como si se le nublara la mente y perdiera la voluntad. Dio un suspiro bastante largo y volvió a sentarse.

    -Está bien… te contaré…




    ----------------------------*-----------------------------







    Bueno hasta ahi el quinto. De nuevo felices fiestas a todos!! voy a ver si alguien me invita a una pileta para evitar morir calcinado jaja chau!

    Edited by exerodri - 27/7/2017, 14:15
     
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  12. shingiikari01
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    otro genial cap pero lo reitero ere malo y paras cimpre en la mejor parteXD
     
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  13. daikeru-san
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    Que bien fic fic fic dale a la conty
     
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    En este mundo te encuentras con muchas personas, y a veces de varias personas te tienes que despedir.... Por eso disfruta cada momento que puedas con cada una de esas personas,,,, porque nada dura para siempre......
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    Oh si !! vuelve mi precioso alimento!! jajajajaja Siiii yo igual me estoy calcinando vivo !! encima no corre ningún aire jajajaja
     
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    Hola como les va? Feliz 2016 a todos y todas! No pude actualizar mas temprano porque una tormenta dejó a gran parte de mi ciudad sin internet pero ahora el domingo a la noche volvió, así que aprovecho para actualizar! Sexta parte, espero que les guste.

    *shingiikari01: Hola! gracias por leer y por decir que el cap fue genial! sep, soy malo :=MUAHAHA: :=MUAHAHA: jaja

    *daikeru-san: Hola! me alegra que te guste el fic fic fic! jaja saludos! gracias por el comentario.

    *Sasarai-san: precioso alimento jajaja espero que el proximo plato te guste tambien! jaja



    ---------------------------------*------------------------------







    Sexta parte

    Tai, el héroe


    Tai se apoyaba sobre la pared del patio interno de la escuela, al frente de una chica bastante hermosa, de pelo negro y ojos claros. Él la miraba a los ojos y sonreía de forma coqueta, seductora, a la vez que la escuchaba hablar. Después de conversar bastante pegados uno al otro durante prácticamente todo el recreo, el castaño se despidió con un beso en la mejilla de la chica que sería su novia por unos fugases 2 meses. El timbre de finalización del recreo ya había sonado. Eran los últimos días de septiembre, los primeros calores primaverales se estaban haciendo sentir. Mientras el moreno caminaba de nuevo al curso, sonriente, totalmente inmerso en los pensamientos que le producía un posible nuevo amor, algo le llamó la atención. La sonrisa lentamente fue desapareciendo.

    Debajo de la escalera que llevaba al segundo piso de la escuela, había bastante movimiento. Aquel sitio era uno de esos donde se podía pasar inadvertido, un lugar apartado de la vista de los preceptores o profesores que por lo general vigilaban el patio escolar. Al fijarse mejor, pudo notar que eran 7 estudiantes haciendo un circulo, los cuales empujaban violentamente a un chico mucho menor y más bajo que ellos. Este volaba de aquí para allá dentro de la ronda. Tai caminó hacía la escena, sin siquiera pensar lo que estaba haciendo. Identificó a uno de los abusones al instante. Era un chico alto, de pelo negro y ojos claros, llamado Erick. Como la escuela era una pequeña, todos sabían la reputación de cada uno, a pesar de nunca haberse tratado personalmente.

    Tai sabía que la reputación de ese Erick no era la mejor, era conocido como uno de los más problemáticos de la escuela. También pudo reconocer a los otros 6 que lo acompañaban, eran otros buscapleitos de otros cursos diferentes. No pudo distinguir quién era la victima por la velocidad en los que los abusivos lo zarandeaban dentro de la ronda. La victima voló a los brazos de Erick. Este lo agarró por la espalda, rodeando su cuello con su brazo, sosteniéndolo con fuerza. Al tenerlo de frente, Tai pudo reconocer a ese muchacho al cual estaban maltratando. Era un chico de estatura un poco más baja de la normal para alguien de su edad, tendría 12 o 13 años.

    El oji-café no sabía su nombre, pero le conocía. Ese chico siempre se unía a los partidos de futbol que se organizaban después de las clases de educación física los viernes, donde armaban equipos con integrantes de todos los cursos, solo por diversión. Varias veces había jugado junto a él en el mismo equipo.

    -¡Ah! hola Yagami ¿todo bien?- le dijo Erick sonriendo al darse cuenta de su presencia- ¿Qué le podemos hacer a este enano?- preguntó el pelinegro a sus secuaces que le rodeaban, mientras veía con una sonrisa maliciosa a su presa que tenía agarrada del cuello.

    -Cortémosle esa cabellera que tiene- propuso uno de los jóvenes que formaba parte del grupo.

    -Desnudémoslo y tiremos la ropa a la basura- fue otra idea que dio otro rufián.

    Tai miró fijamente el rostro de aquel pobre chico que estaba siendo víctima de los abusivos. Este lo veía fijamente, se notaba que le costaba mucho respirar por el agarre de Erick. Con sus manos agarraba el brazo del mayor, tratando de alguna forma librarse del pelinegro, pero se notaba que no tenía las fuerzas ni las energías para poder hacerlo. El castaño vio como los ojos de aquel chico se ponían rojos poco a poco, producto de las lágrimas que empezaban a hacerse presentes. Pudo sentir como este le pedía ayuda con su mirada, llena de dolor y miedo.

    -Suéltenlo- dijo Tai de manera seria y concisa al grupo de abusivos, pero más precisamente a su líder, Erick.

    -Sí, ya en un momento Yagami, tenemos planeado divertirnos un rato con esta larva - le contestó el pelinegro entre risas, quitándole importancia y seriedad a la advertencia del castaño.

    -No, suéltenlo ahora- dijo Tai, con el mismo tono serio que antes.

    Esta vez, la sonrisa maliciosa de Erick cambió a un rostro de seriedad y enfado. Clavó sus ojos verdes en el que ahora le parecía un entrometido moreno. Los demás secuaces también observaron a Tai con cierto odio. El líder del grupo estudió el rostro del oji-café, se dio cuenta que este estaba hablando en serio. Con una cara llena de odio, soltó al menor y lo empujo con violencia hacía donde estaba Tai. Este trastabilló por la fuerza del empujón y cayó ante el moreno, intentando recuperar el aliento.

    -¿Estás bien?- le preguntó el castaño al muchachito, arrodillándose y poniendo sus manos en sus hombros. Este solo respondió con su cabeza de forma afirmativa, mientras intentaba recuperar el aire con dificultad- bien, ahora vete hacía tu curso, todo está bien- pidió sonriendo.

    El menor le observó fijamente a los ojos, sin entender el porqué le había ayudado, no eran amigos.

    -Vamos, vete…- le pidió Tai viéndolo a los ojos-… espero que estés en mi equipo el viernes, después de educación física- le dijo con una sonrisa.

    El menor solo afirmó con su cabeza, para después levantarse y salir corriendo en dirección a su salón.
    Tai observó sonriente como el bajito se alejaba, pero después su sonrisa se esfumó al darse cuenta que esos brabucones ahora lo rodeaban a él. El oji-café se paró y observó seriamente uno por uno a los rostros de los que lo rodeaban. Todos demostraban enojo, sobre todo el oji-verde jefe del grupo.

    Aquellos abusivos nunca habían tenido problemas con Tai. El castaño era alguien bastante popular en la escuela por ser el capitán del equipo de futbol. No era el tipo de persona que los brabucones molestaban, por lo general siempre quedaba al margen de sus fechorías, pero ahora había cruzado la línea. No les había gustado nada la intromisión del oji-café y estaban dispuestos hacérselo saber.

    -Yagami…- murmuró Erick entre dientes, mirando fijamente al moreno-… ¿acaso sabes porque le estábamos dando una lección al enano aquel? El muy imbécil se puso de novio con mi hermana que va a su curso, solo le estaba haciendo entender como son las cosas… tú tienes una hermana menor ¿acaso te gustaría…

    -No me interesa porque le estaban haciendo eso- interrumpió el oji-café de manera seca, sorprendiendo al pelinegro- es la vida de tu hermana y la de él, no tienes porque meterte, además cualquiera sea la razón, atacar 7 contra 1 es de poco hombre.

    -¿A quién le dices poco hombre? ¡¿Buscas problemas?!- le empujó el líder del grupo con fuerza.

    Tai le devolvió el empujón, pero el resto de la banda le cayó encima como un grupo de hienas ataca a su presa. A pesar de intentar defenderse como pudo, fue poco lo que el moreno pudo hacer. Gracias a la superioridad numérica, los abusivos le dominaron y lograron tirarlo al piso entre todos. Los 7 brabucones golpearon al indefenso castaño en el suelo, con golpes de puño y patadas. Tai hubiese seguido recibiendo lo que era la paliza de su vida si no fuera porque un profesor que deambulaba por ahí se acercó corriendo al darse cuenta de lo que estaba pasando. Los agresores al notar eso, pararon y se dispersaron rápidamente.

    -¡Eso te pasa por hacerte el héroe, Yagami!- escuchó desde el piso el muy golpeado Tai, antes de recibir una última patada en el estomago y oír como todos a su alrededor salían corriendo

    Después de aquel incidente, cada uno de los agresores fueron castigados y amonestados por las autoridades de la escuela. Como varios de los abusivos ya estaban al límite de amonestaciones, muchos fueron expulsados, incluido Erick.

    Increíblemente, el castaño no tenía ningún hueso fracturado, solo varios moretones y hematomas bastante grandes pero nada que comprometiese su salud. Si bien Tai nunca delató ni acusó a sus agresores, los abusivos le tomaron un odio inamovible, como si él hubiese sido el causante de que les hayan expulsado y de sus problemas posteriores.



    -Eso fue lo que pasó…- culminó Tai, después de haberle contado toda su historia con los abusivos- es por eso que siempre quise evitar a esos imbéciles, porque me siguen teniendo rencor, como si hubiese sido mi culpa que hayan sido expulsados de la escuela.

    -vaya…que idiotas…- dijo T.K, procesando todavía la historia que el mayor le acababa de contar-…justo tenían que venir a la villa al mismo tiempo que tu.

    -sí pero qué más da… esa es mi suerte- le dijo el castaño encogiéndose de hombros mientras se quitaba el hielo de la cara, restándole importancia al asunto.

    -Estaba a punto de ir a buscarte, si me hubiese dado prisa te hubiera podido ayudar contra esos imbéciles - dijo el blondo con ira, culpándose a sí mismo de no haber hecho nada para ayudar.

    -Es mejor así- rio Tai mirando hacía un costado- de seguro te hubieran machacado, no te ofendas- el moreno sonrió volviendo su mirada hacía el ojiazul.

    T.K rió con el castaño por lo bajo, reconociendo la verdad que acaba de escuchar. No era alguien de pelear, y las pocas veces que lo había hecho… por lo general perdió.

    -¿Les dirás a tus padres?- preguntó el menor mirándolo a los ojos.

    -No ¿para qué? Solo les fastidiaría las vacaciones.

    -¿Y cuando vean tus golpes?- cuestionó el rubio nuevamente, dudaba que aquel golpe en la cara y su herida en el brazo pasaran desapercibidos.

    -No pasa nada, cualquier cosa les diré que me caí de la bicicleta, se puede decir que esperarían algo así de mi. Tú me secundaras- le contestó confiado el castaño, con una sonrisa.

    T.K se sorprendió de la liviandad con la que el mayor se tomaba el asunto.

    -Está bien…oye, si deseas no es necesario que volvamos a la plaza de nuevo, sería lo mejor, mientras más lejos nos mantengamos de aquellos tipos, más…-

    -...no digas eso- le interrumpió Tai con firmeza- es verdad que el pueblo no es muy grande, pero les podemos evitar, solo hay que estar atentos- continuó el moreno mirándole a los ojos- este verano parecía que sería el peor de mi vida, y ahora que empezaba a mejorar, no voy a dejar que lo arruinen- agregó Tai con decisión, poniéndose de pie- no hay que darles el gusto de arruinarnos la estadía en este lugar.

    El rubio no pudo evitar sentirse bien por las palabras del castaño, ya que significaba que al castaño le gustaba estar en su compañía. Si no… ¿Qué otro motivo tendría para decir que su verano estaba mejorando? T.K le miró fijamente a los ojos por unos segundos y asintió con energía. Se sintió confiado al escuchar las palabras de Tai, no dejaría que le arruinen las vacaciones tan fácilmente.

    -Ahora salgamos de aquí antes de que nuestros padres nos vean, podrían pensar raro- dijo el castaño levantándose y saliendo del cobertizo.

    El ojiazul se quedó estático unos segundos, procesando lo que acababa de decir el moreno, para luego quitarle importancia al asunto y salir del cuarto de madera.

    Mimí

    El resto de la tarde transcurrió normalmente. La madre de Tai al llegar y ver los golpes de su hijo, se escandalizó bastante. Este le mintió que se había caído de la bici como había planeado, pero no pudo escapar a los reproches. Mientras agachaba la cabeza y recibía los sermones por ser tan “descuidado” e “irresponsable”, el oji-café miraba de reojo con complicidad al rubio. No pudo evitar sonreírle, para enojo de su madre. El blondo rió por lo bajo, asegurándose que la madre de Tai no le viera. Mientras Tai era retado, Hiroaki le pidió a T.K ir a comprar pan para merendar. El blondo tomó el dinero, que era muy poco, y salió para hacer el mandado. El ojiazul caminó las 2 calles que separaba su casa de la panadería y compró lo pedido. Mientras volvía, muy concentrado pateaba una piedrita por la calle de tierra, debajo del cielo anaranjado del atardecer.

    Sintió que alguien le tocó el hombro izquierdo. Giró su cabeza para ver quién era, pero no vio a nadie. Al volver su mirada al frente, extrañado, alguien le tomó de los cachetes y le besó la mejilla con mucha fuerza.

    -¡Mimí!- dijo riendo el ojiazul, liberándose de los besuqueos de una chica un poco más alta que él, de pelo y ojos marrones, bastante bonita.

    -¿Cómo está el rubio más bonito que existe?- le preguntó la chica con alegría, revolviendo el pelo.

    -Basta, no digas eso- pidió sonrojado, mirándola a los ojos con una sonrisa.

    -Que milagro encontrarte por aquí, pequeño ¿hasta cuándo te quedas?- le preguntó Mimí, caminando a su lado.

    -Y supongo que hasta que reparen el puente, en realidad solo vine a ayudar a mi papá a reparar la cabaña, nos tuvimos que haber ido hace dos días- respondió T.K con su mirada en el frente.

    -Oye, ¿y está Matt con ustedes?- le preguntó la castaña curiosa, viéndolo de reojo.

    -No, solo vinimos mi papá y yo- fue la respuesta del rubio, golpeando la bolsa de pan con sus rodillas a la vez que caminaba.

    -ya veo…

    Mimí era una amiga de hace varios años de T.K. Había sido novia de Matt, ya hace mucho tiempo atrás. A pesar de que haber terminado su relación con el mayor, seguía llevándose bien con el más pequeño de los hermanos de apellidos diferentes. Lo tomaba como su propio hermano menor. Frecuentemente se veían después de la escuela, donde ella y sus compañeras siempre se encargaban de llenar de mimos, besos y abrazos al rubio menor. Como si para ellas, T.K fuese un muñeco de felpa de tamaño natural o un cachorro pequeño al que ellas podían acurrucar todo lo que quisieran. Mimí tenía una casa de veraneo en aquella villa, muy cerca de la cabaña de T.K.

    -¿Hasta cuándo te quedas tu?- preguntó el rubio a la castaña, continuando su caminata de vuelta a la cabaña.

    -Solo hasta mañana a la tarde, nos iremos por el puente de la carretera nacional, ya que no volvemos de nuevo a la ciudad, sino que tomaremos la ruta opuesta para ir a la costa de vacaciones- le contestó la chica, acomodándose el cabello.

    Al acercarse a la casa de T.K, los dos pudieron ver a Tai bastante concentrado jugando con su balón de futbol en el jardín delantero de la propiedad.

    -¿Quién es él? ¿Un amigo tuyo?- le preguntó curiosa Mimí, mirando fijamente al castaño, que parecía no haberse percatado que lo observaban.

    -sí, es un amigo…- contestó rápidamente el blondo, pero luego le vino la duda ¿Tai era un amigo? ¿Le podía considerar un amigo? -…bah, en realidad es el hijo de los inquilinos, su nombre es Tai.

    -ya veo, es bastante guapo- agregó la castaña sonriendo, sin sacar sus ojos del oji-café.

    -si…- el rubio abrió los ojos de par en par ¡¿Por qué había dicho eso?! -…si-si-si tu lo dices…-agregó alterado.

    -Jaja no te pongas celoso tontín, tú sigues siendo mi preferido- le dijo la castaña, agarrándolo de la mejilla y sacudiéndolo suavemente- bueno, me a la plaza- mencionó Mimí, soltándolo y empezando a caminar- oye, si mañana sigue este calor ¿Qué te parece si vamos juntos al rio?

    -Sería genial- respondió de manera alegre el ojiazul.

    -Perfecto, vendré por ti mañana a la tarde, avísale a Oliver Atom- agregó señalando a Tai, para después seguir caminando por la calle que la llevaría hacía la plaza del pueblo.

    -Oye, ¿Quién era ella?- le preguntó Tai al rubio una vez que este entró a la propiedad y se dirigía a la cocina a depositar el pan recién comprado.

    -Una amiga de hace muchos años- respondió el menor dejando la bolsa en la mesa del comedor.

    -Muchas gracias Takeru por comprar el pan- le dijo sonriente la señora Yagami - chicos después de merendar vayan a bañarse, esta noche iremos a cenar todos juntos al centro del pueblo.

    Los dos jóvenes se miraron a los ojos, compartiendo una expresión de preocupación ¿sería bueno volver al centro del pueblo, con Erick y su pandilla merodeando por allí?

    En el pueblo

    Los 5 integrantes de la cabaña se vistieron con lo mejor que tenían y se fueron al centro del pueblo, más específicamente a unos de los restaurantes ubicados alrededor de la plaza. A los dos menores les sorprendía lo bien que se llevaban sus padres entre si, al parecer al matrimonio Yagami les cayó muy bien Hiroaki. Se comportaban como si fuesen amigos desde hace tiempo. T.K sabía muy bien que su padre estaba muy corto de dinero, prácticamente seco. Por ende, estaba seguro que el matrimonio se había ofrecido a pagar la cena, o por lo menos la mayoría del importe.

    Ni bien se sentaron, los padres de Tai se encontraron con dos matrimonios amigos, y formaron una gran mesa multitudinaria en el interior del restaurante. La cena transcurrió con total normalidad, con el padre de Tai haciendo reír a todos en la mesa, contando anécdotas graciosas.

    A pesar del buen ambiente que había en el lugar, T.K no estaba tranquilo. A cada momento se fijaba a los alrededores, por si aparecía alguno de los abusivos que habían golpeado a Tai. No se sentía del todo seguro allí, sobre todo por el castaño.

    -T.K…tranquilo, no hay porque estar preocupados, mientras estemos con los adultos no se nos acercaran si nos ven…- le susurró el moreno, que estaba sentado a su lado-…además, al que golpearan será a mí, no a ti, así que tranquilo.

    Tai untó su dedo en la salsa de las pastas que estaba comiendo y le manchó la nariz al rubio, para enojo de este.

    -¡Tai! No hagas eso ¡compórtate! No nos hagas pasar vergüenza- le rabió su madre por lo bajo, tratando de que el resto de la mesa no se enterara de lo que había hecho su hijo ni que le estaba retando- ya eres grande para esas cosas-culminó, a la vez T.K se limpiaba la nariz rápidamente con una servilleta.

    -uh… bueno… que aburrida- contestó Tai sentándose derecho de nuevo, simulando seriedad, ante la enojada mirada de su madre.

    Ni bien la castaña mayor le sacó sus ojos de encima, para continuar la conversación con el resto de los adultos, el moreno volvió a mancharle el rostro al blondo con su dedo. Después disimuló seriedad nuevamente. T.K se limpió con la servilleta nuevamente, no sin soltar insultos al aire en voz baja.




    Luego de cenar, los adultos se quedaron haciendo sobremesa, conversando entre si. A los dos únicos menores que había en la mesa se les hizo muy aburrido el momento.

    -Oye Tai- el padre del oji-café le llamó desde su asiento- ahí vi que hay una feria con varias cosas para hacer a una calle de aquí ¿Por qué no vas con Takeru a dar una vuelta?

    -Bueno iremos... dame dinero.

    -ay… ¿para qué abrí la boca?- suspiró el moreno mayor sonriendo sacando de su billetera, haciendo que los demás adultos se rieran.

    Tai tomó el dinero y le hizo seña a T.K para que le siguiera, caminando hacia la puerta del restaurante.

    -¡Take espera!- el rubio escuchó a su padre llamarlo desde su asiento -Toma antes que te vayas- le dijo, sacando del bolsillo un billete de $50.

    -No gracias, deja... estoy bien así, yo tengo dinero- dijo el blondo mirando a su padre a los ojos.

    T.K sabía que su padre estaba en una situación crítica, económicamente hablando. No entendió por qué le estaba ofreciendo ese dinero, si venía ahorrando lo más que podía todos esos días. De seguro el castaño necesitaba esos $50 como alguien necesita un vaso de agua en el desierto. El rubio pudo ver en la mirada de su padre que le dolía deshacerse de ese billete ¿Por qué lo hacía entonces? ¿Para quedar bien ante los demás padres?

    -Anda, tómalo- le insistió su padre de nuevo, sin cambiar su expresión del rostro.

    El blondo miró el billete y a su padre por unos segundos, para luego aceptarlo con mucha pena. Lo hizo más que nada para no hacer quedar mal al castaño ante los demás adultos, que veían la escena en silencio. Caminando hacía donde estaba esperándolo Tai, se guardó el billete en su bolsillo trasero del pantalón.

    Tai abrió la puerta del restaurante para salir.

    -Tai…- le dijo el ojiazul tomándolo del brazo, antes caminar al exterior-… ¿estás seguro que quieres salir?- le preguntó con temor, clavando sus ojos claros en los suyos.

    -No te preocupes- contestó Tai con una sonrisa, sabiendo a que se refería el menor- si llegamos a ver a esos idiotas cerca, simplemente nos alejamos. Solo hay que estar atentos- culminó de manera confiada, invitando a T.K a salir del restaurante.

    El clima de la noche era perfecto. Siempre refrescaba bastante cuando se escondía el sol, dando un gran alivio de los calores veraniegos. Los dos menores caminaron entre la gente, dirigiéndose hacia la feria que había mencionado el padre de Tai. Como siempre en esa época del año, las calles de la villa estaban atestadas de gente, disfrutando de la temporada de verano en ese lugar. Luego de caminar un poco, moreno y rubio llegaron al predio de la feria. El lugar estaba lleno de puestos de artesanos y diferentes juegos. A ambos jóvenes les llamó la atención que todos los puesteros eran gente africana. A pesar de no ser racistas ni nada parecido, les llamó mucho la atención su color de piel tan oscuro. No estaban acostumbrados a tratar con ese tipo de gente con aspecto tan diferente.

    Había una grandísima variedad de cosas en aquella feria, a pesar de ser bastante humilde. Los dos iban puesto por puesto, viendo curiosos las artesanías que ofrecían los puesteros. Sin embargo, nunca bajaban la guardia, a cada momento observaban a los alrededores para ver si se acercaban Erick y su pandilla. Luego de caminar un rato, llegaron hasta un juego que le llamó la atención a Tai.

    El juego consistía en meter un balón de futbol en un canasto, solo usando el pie, sin voltear los pinos que se encontraban al frente del canasto. Al moreno le tentó demasiado poner sus habilidades de futbolista en el simple juego, y no dudó en pagarle al sujeto encargado del puestito por sus tres oportunidades. El castaño se posicionó al frente del balón, primero testeó su peso pasándoselo de un pie al otro. Luego usó la punta de su pie para levantar el esférico de un solo envión por sobre los pinos, ante la mirada de T.K y algunos curiosos que se detuvieron para observar el juego.

    En el primer intento, Tai no hizo pasar la pelota ni cerca del canasto, se había propasado con la fuerza. El encargado de tez oscura le acercó de nuevo el balón para el segundo intento. El rostro del oji-café demostraba una gran seriedad y concentración. Deseaba ganar aquel reto. Usó la misma técnica que en el primer intento, usando solo la punta de su pie para levantar la pelota e intentar introducirla adentro del pequeño canasto. Esta vez lo logró, pero no sin poder evitar voltear algunos pinos. Otra vez el encargado del puesto le acercó el balón, para el tercer y último intento. Tai se posicionó como antes, pero esta vez analizó su jugada varios segundos. Calculó en base a los intentos anteriores la fuerza justa para encestar la pelota en el cesto, sin sobrepasarse tirándola lejos como en el primer tiro, ni siendo muy débil para evitar voltear los pinos como había pasado en el segundo intento.

    -¡Vamos Tai! ¡Tú puedes!- le alentó T.K , junto a una pequeña multitud que se había juntado para ver al castaño intentar ganar el juego.

    El moreno miró asombrado la mini-multitud que se había formado alrededor del pequeño puesto para ver el último tiro. No pudo evitar sonreír al cruzar la mirada con los ojos azules del menor, que lo observaban a unos cuantos metros de distancia. Tai no se dio cuenta, pero se había quedado varios segundos sonriéndole. Para cuando volvió en sí, se extrañó bastante, de nuevo sintió una extraña sensación que no supo describir. Giró su cabeza y se concentró de nuevo en tratar de hacer el tiro perfecto. Respiró profundo, mientras se posicionaba para tener el máximo control para levantar la pelota con su pie. Midió nuevamente la fuerza que usaría para levantar el esférico en su cabeza, para luego, con un movimiento seco, propulsar el balón hacía la canasta. Aguantó la respiración al ver que la pelota, como si estuviese en cámara lenta, rozaba la punta de los pinos hasta llegar a la cesta.

    El silencio que se había formado se rompió por los festejos de la gente alrededor del puesto. La pelota había entrado perfectamente en la canasta . El oji-café se giró automáticamente hacía donde estaba el rubio. Se sorprendió al sentir como este se abalanzó sobre él y le abrazaba con fuerza. El castaño no reaccionó al principio, pero luego rodeó al blondo con sus brazos, cerrando sus ojos y con una sonrisa. Se concentró sin saber porqué en sentir el cuerpo del rubio junto al suyo, rodeado por sus brazos. Sintió como si todo a su alrededor se esfumara y quedaran ellos dos solos, solamente ellos dos.

    Pasado un rato, Tai abrió los ojos, y por lo que vio, inmediatamente se le borró la sonrisa de su rostro...




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    Hasta ahi nomas!! je, bueno hasta la semana que viene! Saludos a todos y gracias por leer!!!

    Edited by exerodri - 21/10/2017, 09:43
     
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