Pásame el hielo (Tai-Matt)

Matt es obligado a ir a la fiesta que organiza Mimí, sin saber que vivirá una de las noches más peculiares de su vida.

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    Yaoizando
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    Hola a todos!! cuanto tiempo :=NEWWWA: . Aprovecho que fui plantado por mis amigos este sábado a la noche para traerles algo que surgió de la nada en mi cabeza hace poco. Resulta que esto en realidad iba a ser un One-Shot, pero (como ya sospechaba al momento de empezar a escribir) me quedó muy largo, demasiado para mi gusto para ser un sola entrega. Nunca puedo hacer caps o historias cortas :=SHOROO: No tengo remedio. Así que lo separé en dos partes para que no sea tan largo. Lo escribí en un par de horas hace como una semana un dia que tuve mucho tiempo libre (cosa que me escasea últimamente), simplemente me nació jaja. Bueno, no los distraigo más, espero que por lo menos los pueda entretener un rato.
    Tengo que decir que estoy algo triste de que hace meses que nadie sube nada nuevo al foro, está bastante apagado. Espero que esta categoria no quede tan tristonga durante mucho tiempo





    Pásame el hielo





    -No me dejarás de molestar hasta que te diga que sí ¿verdad?- pregunté a mi amiga luego de soltar un largo suspiro.

    -Sabes que no, Matt- me contestó con una risita infantil, yo moví el celular de mi oído derecho al izquierdo- vamos, tienes 17 años, un poco de vida social extra no te matará, además tengo una amiga para presentarte, está muy emocionada y ansiosa de conocerte.

    -Mimí, ya te dije que así sea la chica más hermosa del mundo no estoy interesado- dije blanqueando mis ojos mientras dirigía mi rostro al techo de mi habitación, donde el ventilador giraba a todo lo que podía.

    -Bueno, eso ya lo veremos, entonces te veo a la noche en mi departamento ¿Sí?

    Yo sostenía el celular contra mi oído, mirando por la ventana de mi cuarto hacia el exterior, observando de manera perdida el paisaje urbano que me rodeaba. Por un momento dudé en dar la confirmación, pero luego me di cuenta que no me quedaba otra. Conocía como era Mimí, y supe que no pararía hasta conseguir lo que quería… o volverme loco, lo que sucediera primero.

    -Sí, ahí estaré- dije resignado.

    -Perfecto, te veo a la noche entonces- vitoreó sabiendo que ya no podía echarme atrás- ponte guapo, aunque para ti no es difícil- dijo para después finalizar la llamada antes de que pudiera contestarle algo, aunque en realidad no se me había ocurrido ninguna contestación.

    Me quedé mirando al celular mientras movía mi cabeza de lado a lado. No había pasado ni 1 minuto y ya me estaba arrepintiendo. De forma pesada me tiré sobre mi cama, mirando el destartalado ventilador del techo girar y girar. La ciudad pasaba por una fuerte ola de calor que, a pesar de ser octubre, hacía que la temperatura estuviera endiabladamente alta.

    Solté un suspiro, preguntándome a mí mismo ¿Quién me mandó a tener a Mimí de amiga? Si no fuese que la conocía desde hace como 8 años y no estuviera acostumbrado, me sacaría de quicio todos los días. Ahora tenía que ir a la fiesta que ella organizaba en su departamento, aprovechándose de que sus padres habían salido de viaje.

    No me desagradaban las fiestas, no era así de amargo, era solo que no tenía muchas ganas de salir. La verdad, la idea de pasar el sábado a la noche en casa y ver una película mientras comía una hamburguesa pedida al delivery me atraía más. Pero bueno… ya había dicho que iría.

    Lo peor, era que Mimí quería presentarme una chica. Era como si ella no entendiese que uno podía ser feliz estando solo. Hacía meses que estaba soltero y me gustaba estar así.
    La verdad, la idea de ir a la fiesta me desagradaba más cada minuto que pasaba. Pero bueno…no valía la pena lamentarse, tenía que verle el lado bueno. Estaría con mis amigos y eso era bueno, ya que hace mucho que no nos veíamos en otro lugar que no fuese la escuela, por lo duro que habían sido las últimas semanas por culpa de los exámenes.

    Mi celular vibró en mi mano, sacándome de mis pensamientos. Tai me enviaba mensajes por medio de una aplicación.

    -Mimí ya te habló?

    -lamentablemente si

    -Y? que onda?

    -Y…ya sabes cómo es ella.

    -jajaja ya veo, vamos Matt te gustará, hace mucho que no salimos de fiesta, anímate.

    -no me queda otra ja.

    -t ará bien, ya berás.

    Después de leer eso, con esas faltas de ortografía que solo Tai podía cometer, me quedé viendo la pantalla en silencio, indeciso de escribir lo que mi mente le quería decir al moreno. Luego de un momento más, mis dedos empezaron a teclear el teclado virtual del celular nuevamente.

    - Oye, sabes que irá Sora ¿no?

    El mensaje le llegó y fue leído por el castaño, la aplicación te señalaba esos detalles. Tal como imaginé, la contestación no fue inmediata. Luego de un rato, la aplicación señaló que Tai estaba escribiendo una respuesta.

    -SI lo sé, está todo bien.

    A pesar de esa respuesta y de no poder verle a la cara, supe que no era toda la verdad.

    -Seguro?

    -Si, ns bemos a la noche.

    El oji-café dejó de estar en línea en la aplicación. Suspiré viendo la pantalla por unos segundos más, para luego guardar el celular en el bolsillo de mi pantalón y seguir viendo el ventilador girar en el techo, con mis manos por detrás de mi cabeza.

    El motivo de mi preocupación era que, a pesar de negarlo, las cosas no estaban bien entre el moreno y mi amiga. ¿En qué momento pasó? Todo había sido tan rápido como sorpresivo.

    Aquellos dos acababan de terminar una fugaz relación amorosa. Su separación había sido tan sorpresiva como el inicio de su noviazgo. Su relación no duró ni dos meses, y la verdad, yo no estaba seguro de que pasó exactamente.

    Ninguno me quiso decir la explicación de porque habían terminado. Por lo general no me interesaba ahondar en la vida privada de los demás, pero ahora era diferente.
    Era extraño. Tenía la sensación que ambos ocultaban algo, y al mismo tiempo, deseaban decírmelo, pero que por algún motivo no lo hacían. Y ese presentimiento se presentaba más fuerte cuando hablaba con Sora sobre el tema. Sus ojos decían una cosa mientras su boca decía otra. Era como si ella misma se obligara a guardar silencio.
    A pesar de querer saber la verdad, ya que eran mis mejores amigos, decidí dejar de preguntar y solo limitarme a apoyarlos, cualquiera que fuese la verdadera causa de su separación. Admitía que dolía un poco que tus amigos no te dijeran la verdad, pero al fin y al cabo era algo privado de sus vidas.

    Tai... últimamente pensaba mucho en aquel idiota. Llegué a sorprenderme a mí mismo pensando en el castaño en mitad de las clases o mientras practicaba con el bajo. ¡Pero todo era culpa de aquel imbécil! Estaba más despistado y torpe que lo normal, y eso ya era mucho decir. Últimamente sentía como si el moreno estuviese nervioso por algún motivo, aun cuando solo estábamos nosotros dos solos. Es más, cuando estaba solo con él era cuando se comportaba más extraño aún.
    Una gota de transpiración viajó pacíficamente desde mi sien hasta mi mejilla, sacándome de mis pensamientos.

    "Maldito calor, para colmo no corre ni una pobre brisa" pensé.

    Me levanté y me dirigí a la cocina para servirme un vaso de jugo frio. Al llegar a la cocina, vi a mi hermano echado sobre el sillón de la sala de estar, hablando por el teléfono inalámbrico de la casa. Casi me había olvidado que, ya que era fin de semana, él estaba allí. Su cabeza colgaba hacía abajo y sus pies descalzos se apoyaban en la pared. Hacía eso aprovechando que nuestro padre no estaba en casa y que volvía recién el lunes, él odiaba que T.K hiciera eso, temiendo que pudiera manchar la pared con sus pies. Por la sonrisa boba que tenía mi hermano y lo adentrado que estaba en la conversación, yo estaba seguro que hablaba con Kari.

    Mientras abría la heladera para sacar el jugo, me pregunté desde hace cuanto tiempo T.K estaría hablando por teléfono. ¿Minutos? ¿Horas? Conociéndolo, todo era posible. Desde que se volvieron pareja, no hacía otra cosa que hablar con ella cuando estaba en casa. Si el teléfono no fuera inalámbrico, de seguro él enrollaría su dedo en el cable, como todo colegiado enamorado.

    No pude evitar quedarme observándolo con una sonrisa, mientras tomaba el jugo . Estaba muy feliz por ellos, de alguna forma siempre había supuesto que terminarían juntos (y Tai siempre lo temió)

    -Sí, yo también…ajam…jaja no, tu lo eres más- dijo mi enamorado hermano menor, con una sonrisa en sus labios-… espera un momento…- en ese instante, él apoyó el teléfono en su pecho y que por primera vez me miró desde que estaba allí observándolo, viéndome con sus ojos claros de manera seria y en silencio.

    No hizo falta que me dijera nada, con esa mirada me lo había dicho todo. Quería que me fuera y lo dejara solo.

    -Está bien, está bien, me voy- dije girando mis ojos y dirigiéndome de nuevo a mi habitación.

    Al alejarme, T.K renovó la conversación a mis espaldas.

    "No sé de qué hablan tanto ahora, si a la noche Kari vendrá a pasar la noche aquí" pensé llegando a mi habitación.

    Obviamente, T.K me había pedido que no le contara a Tai que su hermana pasaría la noche allí, con mi hermano a solas. Él sabía que el moreno haría lo imposible para impedir aquello, incluso faltar a la fiesta de Mimí. Tai siempre había sido muy sobre protector de Kari, aun sabiendo T.K era un buen chico.

    Entrando a mi habitación empecé a sospechar si T.K había hablado con Mimí, pidiéndole que me convenciera de ir a la fiesta, para así poder tener la casa completamente sola para esa noche. Tuve que admitir que, de llegar ser así, mi hermano había hecho muy bien su movida.

    Me puse a tocar el bajo para dejar de pensar en el calor.

    ………………….……..*…………………………




    Allí estaba, al frente del edificio donde vive Mimí. Un edifico muy coqueto en la mejor parte de la ciudad. “La zona para ricos” como decía Tai. Él de seguro ya estaba en la fiesta, me había dicho que iría temprano para ayudar a Mimí con los preparativos.

    Al acércame a la entrada del edificio, el portero me abrió sin que yo se lo pidiese. Me conocía desde niño por ser amigo de Mimí. Aproveché el largo viaje en el elevador, ya que mi amiga vivía en el piso más alto, para arreglarme el cuello de mi camisa en el gran espejo. No vestía lo que consideraba mi mejor ropa, o por lo menos ropa para salir de fiesta. Una camisa blanca mangas cortas, bastante liviana y fresca (ideal para el calor que no cesaba, aun siendo de noche) y un pantalón de jean color negro era suficiente para hacer presencia.

    Al abrirme la puerta, la anfitriona de la fiesta se me colgó del cuello en un abrazo que casi me tumbó de espaldas.

    -¡Matt! Sabía que vendrías- me dijo hundiendo su rostro en mi pecho- pasa, pasa, algunos de los chicos ya están aquí- me pidió tomándome de la mano y adentrándome en la vivienda a tirones, dándome apenas tiempo de cerrar con un manotazo la puerta tras de mí.

    Así caminé por el interior del departamento de la mano de mi amiga, saludando a la gente que ya estaba ahí. Algunas personas las conocía, otras no. Todas eran de los diferentes círculos sociales de Mimí, gente que ella había invitado personalmente para así evitar que “cualquiera” viniera a su casa, solo gente que ella apreciaba. Y a decir verdad, era bastante gente, aunque eso no era sorpresa ya que Mimí era una chica muy sociable. La música sonaba bastante fuerte, pero a un volumen apto para que la gente pudiera conversar sin tener que forzar la voz. Aquello hacía que hubiera grupos tanto conversando como bailando.

    -La chica de la cual te hablé todavía no vino, pero no te preocupes, me mandó un mensaje diciendo que vendrá más tarde- me dijo soltándome de la mano – Así que relájate, sírvete lo que quieras, estás en tu casa, yo voy a atender a los otros invitados- dijo y acomodó mi cabello para luego dejarme solo.

    “Estás en tu casa” me repetí mentalmente mientras sonreía viendo a mi alrededor "¡Ya quisiera que mi casa fuese así!" pensé.

    El departamento de Mimí era digno de aparecer en los catálogos de inmuebles, con muebles estilizados y finos, y adornos costosos que realzaban la belleza propia del lugar.
    Ademas de ser bastante, bastante grande.

    Vi a mi alrededor, asombrado del buen trabajo que había hecho la castaña. La iluminación estaba a medias, dejando el extenso departamento con un aspecto peculiar, cómodo, acogedor, como si de un pub nocturno se tratara. Además, había mesas pequeñas por todo el lugar, repletas de botellas de diferentes marcas y tipos, esperando a ser vaciadas. A su alrededor y entre las botellas había vasos, algunos vacios, algunos llenos y otros a medio tomar, ademas de cubetas de hielo. Todo era un desastre, pero el desorden era, lejos de ser feo a la vista, algo cautivador, indicador necesario que esa era una fiesta de jóvenes. No había que preocuparse de algo tan banal como la limpieza y el orden.
    Agarré un vaso que al parecer no tenía dueño y me armé un trago con la bebida que me gusta, ademas de ponerle bastante hielo para que estuviera fresco.

    Mientras le daba los primeros sorbos al vaso, sentí que alguien me tocó el hombro derecho. Moví mi cabeza para mirar quien era pero no había nadie allí, sin embargo a mi izquierda escuché:

    -Así que el gran Matt se decidió en venir- reconocí esa voz al instante.

    Al voltear a mi izquierda vi a Tai a mi lado, apoyándose en la pared, sosteniendo un vaso a medio tomar. Vestía una musculosa negra con detalles blancos y una bermuda de jean que le llegaba hasta las rodillas. Sabía que está vestido así, no solo para escaparle al sofocado, sino también porque siempre le gustó presumir de su cuerpo y no perdía oportunidad en hacerle ver a los demás que tenía brazos atléticos. Idiota.

    -Dije que iba a venir… aunque prácticamente fui obligado por la insistencia de Mimí- le contesté con una media sonrisa mientras observaba a lo lejos a una chica desconocida, ya en un estado algo desastroso, servirse otro vaso de alcohol a la distancia.

    -Jaja, me imagino, de igual manera hiciste bien en venir, hace mucho que no salíamos de fiesta ¿No crees?- me preguntó Tai con una sonrisa, para luego darle un sorbo a su bebida.

    -Creo que sí- le contesté imitándolo, la frescura que le daba el hielo a la bebida era bastante confortante- ¿Quiénes de los chicos ya están aquí?

    -Joe no vendrá, dice que tiene un examen el lunes- dijo el moreno haciendo memoria. Esa respuesta no me sorprendió en lo más mínimo- Izzy dijo que vendrá más tarde pero ya sabes cómo es, no le gusta mucho las fiestas, de seguro saldrá con alguna excusa por no haber venido dijo entre risas, tomando de su vaso nuevamente.

    "Mm a este ritmo Tai terminará como aquella chica que vi recién, no sería la primera vez" pensé al ver la velocidad con la que el moreno terminó su vaso.

    -Ya veo… ¿y Sora?- pregunté por lo bajo, mirándolo de reojo.

    La sonrisa del castaño se borró lentamente, aunque hizo un esfuerzo para no eliminarla por completo, en un intento de parecer indiferente.

    -Ya está aquí, creo que anda por allá, conversando con otra gente- dijo bajando su mirada y guardando su mano libre en el bolsillo.

    -Ya veo…- repetí dejando que el silencio entre nosotros se hiciera presente, envuelto por la música que sonaba constantemente del equipo de audio de Mimí.

    Nos dirigimos a una de las mesitas con muchas botellas para recargar nuestros vasos. Así yo me hice con mi segundo vaso de alcohol de la noche, Tai… no supe con exactitud cuántos vasos iba tomando, pero seguramente más de dos. Después de un minuto observando a la gente pasar por el frente nuestro, apoyados en la pared, Tai rompió el silencio.

    -Espero que tu papá no les cocine a Kari y a T.K esta noche- mencionó entre risas- recuerdo cuando teníamos 12 años y fui a dormir a tu casa e Hiroaki cocinó aquello que parecía un estofado de carne. Me dolió el estomago una semana.

    -Si lo recuerdo- contesté con una sonrisa evocando el pasado en mi cabeza- recuerdo que me echaste la culpa un mes por eso, pero no te preocupes, mi padre no está en casa ahora, volverá recién el lu…

    En ese momento sentí el impulso de morderme la lengua por mi estupidez, aunque ya era demasiado tarde. Tai me quedó observando con su boca entre abierta. Yo lo miré a los ojos sin saber qué hacer, que decir y tengo que admitirlo…con algo de miedo. Para disimular el desconcierto y la sorpresa conmigo mismo por haber metido la pata, bebí de mi vaso viendo hacía un costado.

    “Perdóname T.K, fue sin querer” pensé mientras el refrescante liquido viajaba por mi garganta.

    -¡¿Estás diciendo que Kari y T.K están solos en tu departamento?! ¡¿Sin nadie más?!- me preguntó Tai furioso, mirándome con sus ojos marrones ardiendo.

    Me contuve para no hacerme para atrás y pegarme a la pared, como si de un león hambriento y enojado se tratase. No pude decir nada más que balbuceos mientras sentía una pesada gota de sudor recorrer mi mejilla.

    Luego de escucharme balbucear por unos segundos, Tai giró sobre sí en dirección a la puerta del de entrada del departamento. Una idea fugas aterrizó en mi mente mientras veía al oji-café encaminarse a la salida: Iría a mi casa a ver que todo estuviera en “orden”. A pesar de ser todo muy repentino, pude reaccionar a tiempo y tomarle del brazo antes de que se alejara más de mí.

    -¡Tai! ¿Qué haces?- le dije rápidamente obligándolo a mirarme a los ojos- relájate, todo está bien. Recuerda que es mi hermano el que está con Kari, lo conoces desde que se mojaba en la cama- sonreí con naturalidad para darle tranquilidad a Tai, que no hacía otra cosa que respirar profundamente enojado, mirando hacía un costado y frunciendo los labios con fuerza- ademas tu hermana es una chica inteligente y responsable, al igual que T.K, todo estará bien.

    Luego de mirarme a los ojos, aun denotando furia, finalmente dijo con resignación:

    -Bien…supongo que tienes razón- mencionó el moreno para mi alivio, para después tomarse más de la mitad de su vaso de un solo trago.

    De esa manera, nos volvimos a posicionar como estábamos antes, apoyados sobre la pared mientras veíamos a las demás personas hacer diferentes cosas, cosas que se harían en una fiesta privada, pequeña pero intensa, en una noche calurosa.

    Ninguno decía nada, solamente guardábamos silencio. Le estaba dando tiempo a mi amigo para que se calmara. A pesar de seguir serio, pude notar que la respiración del castaño se calmaba.

    Después de varios minutos en un estado de meditación interna, marcada y guiada por la rabia, Tai volvió a sonreír y me comentó una anécdota divertida que le había pasado en la práctica de futbol, cortando con aquel necesario silencio. Sonreí al escuchar la anécdota del moreno, no porque me pareciera divertida, sino que me alegraba ver que el castaño dejaba de lado su enojo.

    El tiempo transcurrió de manera rápida, conversando y riendo con el castaño. Entre conversación y conversación, nos encargábamos de recargar nuestros vasos ni bien se vaciaban. Cada vez la cantidad de botellas vacías que paseaban por el departamento era mayor, pero otras botellas nuevas y llenas ocupaban su lugar. Ademas, los recipientes con hielos eran continuamente reabastecidos con hielo duro, seco y obviamente muy congelado que la gente sacaba del congelador de Mimí.

    "¿Cuántos vasos voy tomando? ¿4? ¿5?"

    Había perdido la cuenta. Por primera vez en la noche sentí el efecto del alcohol en mí. No mucho, solo un muy pequeño mareo. Me había tomado por sorpresa, ya que no prestaba atención a la cantidad de alcohol que iba tomando por estar hablando con Tai y los demás chicos y chicas que se nos unían esporádicamente a la charla.

    De repente, se nos acercó una figura que me alegró ver, pero que al mismo tiempo me ponía atento al comportamiento de mi amigo, todo bajo una estela de incomodidad.

    -Hola chicos ¿Cómo están?- nos saludó Sora.

    -Vaya Sora, estas muy bonita- le dije a modo de saludo con una sonrisa.

    Efectivamente estaba esplendida, hermosa. No porque no lo fuese habitualmente, sino que cuando se producía para un evento en particular, realzaba su belleza de una manera asombrosa.

    -Muchas gracias, Matt- dijo con algo de vergüenza, bajando la mirada

    -Hola Sora ¿Todo bien?-saludó Tai con un tono amable, pero al mismo distante, incomodo.

    -Hola Tai, que bueno verte aquí- le dijo Sora, con una media sonrisa y viéndolo a los ojos.

    ¡Dios! Vaya que las cosas costaban y se ponían cuesta arriba entre ellos dos. Nunca había pensado que podría pasar algo así. No entre ellos.
    Ver los esfuerzos de ambos para tratar de hablar entre ellos con naturalidad era como ver a un pez nadar contra la más fuerte corriente. Todavía se apreciaban, pero había algo que los envolvía y no los dejaba ser como eran antes. Algo había cambiado entre ellos.

    Había algo que solo ellos dos sabían, algo invisible, provocando ese trato tan torpe y extraño entre ellos.

    De repente, la peli naranja estiró su brazo, posicionando su mano en la nuca del moreno, sorprendiéndome tanto a mí como a él.

    -Tienes la etiqueta de la musculosa por afuera… ya está- dijo en voz baja nuestra amiga, sacando su mano de allí, sonriendo débilmente ante la sorprendida mirada del oji-café.

    -Gra-gra-gracias- tartamudeó el castaño evitando la mirada de Sora.

    -De nada, bueno los dejo chicos, estaré con unas amigas del club de tenis, pórtense bien, no tomen mucho ¿sí? – culminó con una sonrisa, girando sobre sí para alejarse.

    Antes de que Sora se fuera, nuestras miradas se cruzaron por lo que en realidad fue un segundo, pero para mí pasó en cámara lenta. Viendo fijamente esos ojos, que repentinamente se volvieron tristes ante mí, sentí aquello que venía sintiendo desde que Tai y Sora terminaron. Me pareció ver un mensaje en sus ojos, un mensaje que ella tenía ganas de decirme, pero solo podía hacerlo por medio de la mirada. Un mensaje que solo yo podía ver.

    “Oh Matt, tengo tantas ganas de decirte algo, necesito decirte esto. Para así liberar tanto a Tai como a mí de esto que guardamos juntos, de esto que nos está haciendo tanto mal mantenerlo en secreto. Tu eres el primero que tiene que oír lo que tengo para decir, no se lo puedo decir a nadie antes que a ti… pero no puedo, no puedo hacerle esto a Tai… lo siento”

    Es lo que leí en aquellos ojos tristes antes de que el efecto en cámara lenta se acabara y mi amiga se alejara de nosotros. Me quedé estático.

    "Quizás, solo esté alucinando producto del alcohol que ya está en mi cerebro" pensé " Tal vez no hay nada que Sora quiera decirme y yo esté inventando todo esto, impulsado por el deseo de ver mejor a mis amigos"

    Una voz femenina me sacó de mis pensamientos, y entonces me di cuenta de las personas que tenía en frente. Se trataba de un chico y una chica de nuestro salón, bastante simpáticos. Siempre andaban juntos, y la razón era obvia: se gustaban mutuamente, y mucho. Sin embargo, nunca habían concretado el noviazgo a pesar de lo obvio que era su enamoramiento mutuo. El muchacho se había ganado el adjetivo de “lento” entre los chicos del curso, ademas de las típicas burlas que nos hacíamos entre los varones.
    Y allí estaban, juntos como siempre sin ser “nada” (pero perdidamente enamorados), conversando con nosotros, obligando a Tai a levantar su ánimo luego de la aparición de Sora. No me di cuenta en ese momento, pero estaba agradecido por eso.

    La “pareja” habló con nosotros de diferentes cosas en una amena y divertida charla entre los 4. Después de un rato, nos ofrecieron ir juntos donde estaban los pocos chicos de nuestro curso que habían venido a la fiesta (ya que si Mimí invitaba a todo el curso, ya no habría espacio para sus demás círculos sociales: los de la clase de canto, el club campestre, los amigos que vivían en la misma “zona para ricos”) al otro lado del departamento. Sin ningún motivo para no hacerlo, con Tai accedimos y empezamos a seguirlos.
    Mientras caminaba por detrás de la “parejita”, sentí como el cuello de mi camisa era estirado por detrás y un frio quemador viajó por mi espalda.

    -Esto por ocultarme lo de T.K y Kari esta noche- rió triunfal Tai, esquivando el manotazo que lancé instintivamente.

    Seguramente viéndome ridículo, me moví frenéticamente tratando de que el cubo de hielo cayera por debajo de mi camisa.

    -Idiota- murmuré por dentro a la vez que llegábamos donde estaban los demás chicos de nuestro curso. Mimí también estaba con ellos.

    Formando un cirulo, hablamos y reír entre todos. Obviamente el tema el cual nos vinculaba a todos allí, la escuela, no tardó en aparecer. Uno de los muchachos imitó a un profesor bastante cascarrabias, haciendo que todos explotáramos de la risa. Seguramente en circunstancias normales no nos hubiésemos reído tanto, pero cuando hay alcohol de por medio todo es más gracioso.

    En un momento, la chica que nos condujo hacia el grupo le pidió a su “NO-novio” un cubo de hielo para ponerlo en su trago. El muchacho se volvió hacía una mesita con botellas a medio tomar, donde había uno de los infaltables recipientes con hielo. Entonces pasó una de esas situaciones de las cuales uno no se espera, que suceden sin previo aviso. No pudimos evitar sorprendernos (todos mis compañeros y yo) al ver que cuando se volvió hacía nosotros, sujetaba un cubo de hielo entre sus dientes. El chico miró de manera picara y con una sonrisa a su “NO-novia”.

    ¿Podría ser? ¿Finalmente aquel chico al que los muchachos del curso nos reíamos de él por ser “lento”, hizo su movida?

    Todos miramos expectantes a los dos involucrados, incluso Tai. Es más, noté que Tai los miraba más atento que nadie, como sorprendido de aquella acción del “lento”.

    La chica que pidió el hielo lo miró sorprendida, con su rostro rojo a más no poder. Frunciendo sus labios, ahogando una sonrisa nerviosa, estiró su mano para tomar el hielo, pero el muchacho movió su cabeza hacia atrás, sin dejar de verla con esos ojos coquetos.

    -No, no, no… -dijo Mimí sonriente moviendo su dedo de un lado a otro- …sin manos.- culminó sonriente, siendo sin dudas cómplice de aquel muchacho, que por fin dejaría de ser “lento”.

    La muchacha se sonrojó más todavía, viendo con una sonrisa más natural y sincera a su todavía “NO-novio”. Ante la mirada de todos, se acercó a él y le giró amorosamente la visera de su gorra para que no estorbase. Cerrando los ojos, acercó su boca y tomó con sus dientes el cubo de hielo de la boca del chico, no sin antes aprovechar la situación para unir sus labios con los de él. El muchacho, menos “lento” que nunca, hizo lo mismo, a la vez que cerraba sus ojos. Se podía notar las ganas que por fin eran liberadas, después de tanto tiempo. El hielo solo había sido una escusa, ellos lo sabían, Mimí lo sabía, nosotros lo sabíamos, todos lo sabían. Luego de unos segundos, la ahora pareja se separó. La chica llevaba ahora el hielo entre sus dientes, con su cara aun adornada por el sonrojo. Todos vitoreamos, para vergüenza de los dos enamorados.

    ¡Anotación para la fiesta de Mimí!

    Se había consolidado una pareja, o por lo menos se le había dibujado el camino para llegar a ser por fin “algo” y dejar de ser “nada”. De igual manera, era una anotación para la fiesta, la nueva pareja lo sabía, Mimí lo sabía, nosotros lo sabíamos, todos lo sabíamos.

    Sin embargo, noté que el único que seguía serio era Tai. Este seguía viendo la pareja, pensante, como si todavía estuviera analizando lo que acababa de ver. Al darse cuenta que lo observaba, desvió su mirada mientras le daba un importante sorbo a su trago. Aquello me llamó la atención, pero decidí no darle importancia.

    -Chicos, escuchen ¡se me acaba de ocurrir un juego!- gritó Mimí emocionada, llamándonos la atención de todos- vengan, síganme- pidió, aunque más que un pedido fue una orden.

    Tai, mis demás compañeros y yo seguimos a la castaña, algo confundidos y a decir verdad… curiosos, hasta una pequeña sala de estar de su muy grande departamento. Una sala de estar también a medio iluminar, en una muy cómoda penumbra, acogedora, embriagadora penumbra.

    La anfitriona de la fiesta nos hizo sentarnos a todos en una ronda, en el alfombrado suelo. La formación que quedó una vez hecho el círculo fue así: Mimí, chico, chica, chico, chica, chico, chica, Yo y Tai, con Mimí a su izquierda cerrando el círculo. La nueva parejita se había distanciado de nosotros, y era obvio el porqué, tenían mucho tiempo que recuperar. Una vez todos sentados, Mimí tomó un recipiente con hielo en sus manos y dijo:

    -El objetivo del juego será pasarse el hielo de boca a boca y completar el circulo, obviamente sin usar las manos y dejar que el hielo se caiga al suelo.

    No era un juego que me emocionaba mucho, pero a la mayoría le agradó la idea. Mimí tan picara como siempre, se había encargado de tener al chico que le gustaba a su izquierda. Para ese tipo de cosas nuestra amiga si tenía ingenio. Justo cuando la castaña iba a ponerse un cubo de hielo en la boca y empezar el juego, una de las chicas señaló que sobraba un muchacho, pues Tai y yo estábamos uno a la par del otro. Ese gran detalle no se me había pasado por la mente y no me había dado cuenta hasta que aquella chica lo mencionó. Evidentemente estaba más atontado por el alcohol de lo que creía.

    "Tendré que bajar la frecuencia con la me estoy llevando el vaso a la boca" pensé.

    También me sorprendió que Tai no se hubiera dado cuenta tampoco, aunque posiblemente estaba igual o más borracho que yo.

    Ya al tanto de la situación, intenté levantarme declinando mi lugar en el improvisado juego para que el número de participantes de igual sexo estuviera parejo, pero Mimí en conjunto con mis demás compañeros y compañeras me insistieron en que me quedara, casi obligándome a sentarme de nuevo. Inmediatamente fue Tai quien intentó levantarse pero pasó exactamente lo mismo. Es más…Mimí (que lo tenía a su derecha) le tiró de su brazo izquierdo para que volviera a apoyar su trasero en el suelo.

    Mimí, impaciente, murmuró y movió sus dedos en el aire, como si nos estuviera acomodando en su mente buscando alguna solución para evitar que Tai y yo “chocáramos”. Sin embargo supe que era inútil, y la razón era muy simple. Sobraba un hombre, éramos 5 hombres y 4 mujeres. Moviera como nos moviera Mimí en el círculo, siempre quedaría un chico a la par de otro. Si querían que jugáramos los 5 hombres presentes en la ronda, la única solución era traer a una chica más, para que así la cosa estuviera simétrica.

    Giré mi cuello hacía la gente que disfrutaba de la fiesta en los alrededores, pero no reconocí a nadie para invitar a que se sentara entre Tai y yo. Además, me pareció observar que nadie, absolutamente nadie apuntaba la vista hacía donde estábamos. Era como si nosotros estando sentados allí, en el suelo de esa sala de estar, fuéramos invisibles para el resto de las personas de la fiesta. Como si de alguna manera el juego estuviera destinado a llevarse a cabo sin interrupciones externas.

    Cuando volví mi mirada hacía el frente, mis ojos se abrieron de par en par. Mimí ya había empezado el juego y el hielo ya pasaba de su boca a la boca del muchacho a su izquierda. Eso me sorprendió de sobremanera

    "¿Acaso a nadie le importaba que Tai y yo estábamos contiguos uno al otro? ¿Acaso da igual?" Pensé

    Aquel chico se lo pasó a la chica que tenía a la izquierda, en una maniobra con la boca que era mitad traspaso, mitad beso. Luego la chica con el cubo de hielo entre los dientes se giró hacia su izquierda y le pasa el “paquete” al próximo muchacho. Luego, el tipo de turno giró hacia la izquierda y continuó el juego.

    La respiración se me agitó. Me estaba poniendo nervioso, intranquilo, cada vez el hielo estaba más cerca.

    "¿Por qué me pongo nervioso? Simplemente, al llegar mi turno me levantaré y me iré, o tal vez solo me niegue a pasárselo a Tai ¡Ni muerto hago eso!" Pensé mientras el hielo se acercaba a mí "Se lo pasaré directamente a Mimí, salteando al moreno".

    Sin embargo, a pesar de mis pensamientos, no lograba tranquilizarme

    "¿Qué me pasa?"

    La chica sentada a mi derecha recibía el hielo, yo sería el próximo. Antes que llegara mi turno, vi de reojo a Tai, había estado muy callado en los últimos minutos. Me sorprendí nuevamente al verlo con la misma mirada seria de hacía unos minutos atrás. Aquella mirada distante, ausente, pero al mismo tiempo pensativa, atenta y analizadora

    "¿Qué le estará pasando por la cabeza? ¿Por qué estará tan callado?" pensé al ver esa actitud impropia de él "¿estará pensando lo mismo que yo? ¿Estará pensando en cómo negarse a recibir el hielo de mi parte?" Seguramente.

    De repente sentí mucho calor, una pesada gota de traspiración bajó por mi nuca. Me agité el cuello de mi camisa para ventilarme, a la vez que tomaba lo último que me quedaba de mi vaso de alcohol.

    De forma idiota, seguramente por culpa de las toxinas que viajan por mi torrente sanguíneo ahora, me quedé observando la única lámpara de pie que iluminaba aquella parte de la casa, casi hipnotizado. Tenía un velador rojo intenso, y alumbraba con su rojiza luz la sala de estar. Todo en penumbras, todo tan excitante pero a la vez somnoliento. Esa mezcla tan perfecta de oscura relajación y exaltación festiva.

    Finalmente, fue mi turno de recibir el cubo de hielo de la chica a mi derecha. Al posicionarme de frente a ella, me di con la sorpresa que lo que era un cubo de tamaño normal al empezar el juego, ahora era un muy pequeño trocito de hielo en la boca sonriente de la muchacha. Del tamaño de una chapita de botella. La chica (de la cual sospeché que estaba en peor estado de ebriedad que yo, y por mucho) se acercó deliberadamente a mí y no me quedó otra que abrir mi boca, calculando para poder agarrar con mis dientes el hielo aprisionado en sus labios. Al ser tan pequeño, me vi obligado a acércame mucho a la chica, sintiendo como mis labios rozaban los suyos de manera involuntaria. Aunque al parecer eso a ella no le molestaba, es más, por un momento pensé que estaba dificultando las cosas a propósito para que no me separara de ella.

    Quizás ella pensaba que yo también lo disfrutaba, pero no era así. No sentí nada que no fuese la obligación de terminar con ese estúpido “juego” al cual me vi obligado a participar. Tampoco me excitaba ni mucho menos. Finalmente, logré “quitarle” el hielo, ante su cara de sorpresa.

    Ya con el hielo entre mis dientes, sentí como el cubo se derretía rápidamente. Era como si cada segundo que pasara, el hielo se achicaba más y más a un ritmo frenético. Me tocaba pasarle el hielo a la persona a mi izquierda, ósea a Tai… pero decidí no lo haría. Estaba seguro que todos entenderían y que Tai así lo querría, obligándome a pasar el hielo directamente a Mimí. Lo normal, lo obvio, lo lógico.

    -Pásamelo- escuché su voz, sin embargo no me pareció real.




    Bueno, si leíste hasta aquí muchas gracias je, decidí cortarlo aquí para que no sea tan largo y puedan tener un punto para detenerse, descansar de la lectura y continuar leyendo en otro momento si quieren.


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    La segunda parte........



    Estaba seguro que lo había escuchado, esa palabra había salido de la boca de Tai, pero mi mente no lo podía creer. Era como si aquella palabra hubiese venido de otro lugar bastante distante, y poco a poco se alejaba de nuevo, haciendo ecos cada vez más débiles en mis oídos.

    Un sentimiento de irrealidad se hizo presente súbitamente, dejándome atontado. Lo único que me mantenía unido a la realidad, era el frio del hielo entre mis dientes.

    Oh Matt, tengo tantas ganas de decirte algo, necesito decirte esto

    Todo se volvió de alguna forma irreal a mí alrededor, como si nada estuviera allí. Todos me parecieron ilusiones, ilusiones difusas y coloridas en la penumbra. Oía la música del otro lado de la sala con nitidez, pero no la escuchaba. Por un momento me olvidé que estaba en una fiesta. Hasta me olvidé con quienes estaba.

    Para así liberar tanto a Tai como a mí de esto que guardamos juntos, de esto que nos está haciendo tanto mal mantenerlo en secreto

    Mis ojos viajaron hacía la lámpara que iluminaba a medias la sala, su luz ondulaba, bailaba al ritmo de la música de manera hipnótica.
    Sentí otra cosa que me conectó con el plano físico y me demostraba que aquello no era una clase de sueño. Mi corazón, mi corazón latía fuerte y constante

    "¿Por qué será? ¿Estaré mal de la salud? ¿Estaré borracho?" Me pregunté.

    No. Había estado borracho antes, y eso era muy diferente. Sí, tenía bastante alcohol encima, pero no era la bebida lo que me estaba produciendo aquello.

    "¿Estaré drogado?" Probablemente alguien había puesto alguna clase de pastilla en mi vaso cuando no estaba viendo. Si fue así ¡Vaya viaje me estaba dando! Era la explicación más lógica, aunque en realidad…una parte de mí me decía que no era eso. No era una droga lo que me hacía sentir así. No señor.

    De repente, ese extraño estado se desvaneció tan rápido como apareció. Las formas tomaron nitidez otra vez, y volví a tener noción del tiempo y el espacio en el que estaba.
    Al caer de nuevo a la realidad me sorprendí al escuchar a todos a mí alrededor gritar que me apresurara, que pasara el hielo cuanto antes, antes que se derritiese y pierda. Mimí gritaba que me apresurara, con sus manos en la cabeza, en un tono tan agudo que me hizo doler los tímpanos. Al parecer, nadie se había dado cuenta de mi fugaz pero intensa y muy extraña experiencia que acababa de tener. Todo estaba nuevamente en su lugar, o mejor dicho, mi mente estaba de nuevo en su lugar.

    Nuevamente giré mi cabeza hacía la izquierda, observando a Tai de frente. Este no se había movido, seguía arrodillado en mi dirección, viéndome fijamente.

    -Pásame el hielo antes que se derrita, idiota- me pidió nuevamente con una sonrisa.

    Se lo veía tranquilo, aquella mirada extraña, distante y pensativa había desaparecido de sus ojos. Hacer eso no era una cuestión de vida o muerte, y nadie nos obligaba, pero allí estábamos: sentados en la sala de estar de Mimí, apunto de continuar con este tonto juego inventado. Su sonrisa de alguna forma me dio tranquilidad.

    Me acerco lentamente, él hace lo mismo. El hielo entre mis dientes ahora tiene el tamaño de una moneda. Me estremezco de sobremanera al sentir el contacto de sus labios intentado sujetar el hielo de entre mis dientes. Falla. El hielo está muy resbaladizo. Tai intenta nuevamente pero sus movimientos son torpes, al igual que los míos. El hielo evita toda costa pasar de mi boca a la del castaño, pero este no se da por vencido. Intenta nuevamente, sus labios se rosan con los míos con lentitud. Doy una pequeña sacudida involuntaria por la sorpresa. Cierro los ojos.

    Con la conciencia alborotada, inclino mi cabeza más hacía delante para facilitar la transacción. El contacto de sus labios se intensifica. Siento su mano alrededor de mi brazo derecho, sujetándome con fuerza. De manera instintiva, me sujeto con mi mano izquierda de su ropa, todavía tratando de pasarle el hielo. Sus labios se mueven con fuerza pero a la vez lentamente, intentando dominar el escurridizo cubo (o ex cubo) de hielo. Su lengua toma más y más protagonismo.

    No tengo noción de donde está el hielo. Ya no está entre mis dientes. Está en algún lugar, lo puedo sentir, pero más que nada siento la lengua del moreno buscándolo en mi boca. No sé qué pasa allí, que son esos movimientos que hago con mi boca, no entiendo que sucede, pero no me detengo, ni él tampoco.

    Llegó un momento en el que sentí que el oji-café se retiraba lentamente, así que yo hice lo mismo, mientras abría los ojos y soltaba mi mano de su musculosa negra. Su mano se aflojó de alrededor de mi brazo. Vi como él sostenía una delgada lamina de hielo, ya casi transparente, en entre sus dientes. Abrió sus ojos lentamente, topándose con los míos. Jamás había visto tanta sorpresa en una mirada. Aunque no me podía ver a mi mismo, supuse que yo estaba de la misma manera, con la misma mirada.

    De repente, Mimí le llamó su atención chasqueando los dedos.

    -Rápido Tai, pásamelo- le pidió posicionándose sobre sus rodillas, dispuesta a recibir el hielo y cerrar la ronda.

    Aquel pedido hizo estremecer al moreno sacándolo de su trance. De manera torpe giró su rostro hacía su izquierda, pero al hacerlo la pequeña lamina de hielo entre sus dientes terminó de morir, quebrándose en dos y cayendo de los labios de Tai al suelo.

    -¡Ah! por poco lo logramos- dijo Mimí echándose para atrás, riendo, desatando el carcajeo de todos los demás.

    Nadie decía nada sobre lo que sucedió entre Tai y yo. No se estaban burlando de nosotros, que fue lo primero que pensé. Era como si no hubieran visto nada, como si nada extraño hubiese pasado al frente de sus ojos. Eso, muy lejos de sosegarme, me provocó una sensación de intranquilidad

    "¿Acaso no nos vieron?" Pensé, todavía consternado "¿O les da igual?"

    Tai se levantó rápidamente del círculo y sin decir nada se alejó veloz.

    -¡Tai!- grité mientras me levantaba torpemente.

    Sin embargo no lo pude alcanzar. El castaño se escabulló entre la gente con agilidad, sin mirar atrás, perdiéndose de mi vista. A pesar de que hubiese podido alcanzarlo si apuraba el paso (y empezaba a empujar de manera poco amigable a la gente que está bailando y conversando), era obvio que el oij-café no quería compañía. Y la verdad no podía culparlo.

    "Lo mejor sería calmarme y recomponerme de todo esto, fuese lo que fuese" Pensé.

    Me dirigí hacía el baño. Al entrar, me aseguré de trabar la puerta para que nadie me molestara. Solo, y por primera vez en la noche con el ruido y jolgorio de la fiesta ausentes y lejos de mí, me lavé la cara, en un intento de despabilarme. El impacto del agua fresca en mi rostro fue muy agradable, mi mente se despertó un poco de su somnoliento hechizo, por decirlo de alguna forma. Al levantar mi mirada, mis ojos se fijaron en mi reflejo en el espejo.

    Me miré a los ojos, pensando, intentando comprender que había pasado. Recordé esa extraña experiencia cuando tuve el hielo en la boca y Tai me dijo “pásamelo”. Esa extraña sensación de irrealidad, tan rara.

    Bajando mi vista hacía el grifo, mi mente dirigió su atención hacía otro recuerdo: Tai y yo pasándonos el hielo. El sentir de sus labios contra los míos aun estaba muy vivido, todavía podía sentirlos si me esforzaba en recordarlo. Su lengua buscando el hielo contra la mía, la presión de su mano sobre mi brazo derecho.

    "¿Qué estás pensando Matt?" me grité mentalmente mientras sacudía la cabeza para liberarme de esos pensamientos "No es algo que debas recordar, solo fue un juego estúpido el cual se nos complicó culpa de nuestros movimientos torpes y el alcohol que nos atontó todavía más. Solo eso"

    Al levantar de nuevo mi mirada hacía el espejo, el recuerdo de Sora me invadió súbitamente. El recuerdo de sus ojos tristes (que parecían volverse tristes solo cuando me veían a mí) al despedirse de nosotros al principio de la fiesta.

    “Tú eres el primero que tiene que oír lo que tengo para decir, no se lo puedo decir a nadie antes que a ti…pero no puedo, no puedo hacerle esto a Tai…lo siento” El mensaje que había creído ver seguía allí en esa mirada, inalterable. Sin embargo, además del recuerdo de ese momento, vi algo más, algo más que en aquel momento no estaba allí “...pero no puedo, no puedo hacerle esto a Tai…lo siento. No puedo…ya que… es Tai quien tiene que decírtelo primero, no yo. Perdona.”

    -Oye amigo ¿tardarás mucho?- oí que golpeaban la puerta, devolviéndome a la realidad- entiendo que necesites tu tiempo, pero la naturaleza llama.

    Al oír la voz de aquel muchacho, volví a sacudir mi cabeza. Me sequé el rostro y abrí la puerta, topándome con el chico que había llamado. Detrás de él, se había formado una fila de jóvenes aguantándose las ganas. Otra cosa típica de las fiestas: muchas vejigas llenas y alteradas, pocos baños.

    Al volver hacía el centro de la fiesta, lo primero que hice fue intentar encontrar a Tai, pero a simple vista parecía que ya se había ido. Me sentí decepcionado, por alguna razón quería hablar con él de nuevo. Sin ganas, me serví un vaso de alcohol con mucho hielo de una de las mesas.

    "Quizás, esté unos 15 minutos más y luego me vaya" Pensé mientras tomaba del vaso. No sentía deseos de seguir allí, por lo menos había cumplido con Mimí en asistir.

    Me volví a reencontrar con mis compañeros de curso, las únicas personas que conocía de toda la gente de la fiesta. Se estableció una intensa conversación entre ellos, en la cual yo solo era un testigo mudo. Una de las chicas decía que el calor insoportable por el cual estaba pasando la ciudad era culpa del calentamiento global. Uno de nuestros compañeros le discutió que solo era una onda de calor proveniente del oeste, y que era normal que de vez en cuando suceda algo así. Al preguntarme por mi opinión yo solo les daba la razón a uno y a otro bando. No tenía muchas intenciones de aportar algo. En realidad, no tenía intenciones de hablar de nada.

    De repente, mis ojos se fijaron en alguien al otro lado de la sala. Pude ver a esa persona ya que la gente que bailaba en el medio de la fiesta se había dispersado un poco. Era Tai. Estaba apoyado sobre la misma pared en la que habíamos estado conversando al principio de la fiesta. Sin decir nada, me separé del grupo de compañeros y caminé por medio de la gente que bailaba, en dirección al castaño. Este miraba fijamente un punto en el suelo, pensativo, con un vaso lleno de un trago azulado en su mano izquierda. Solo tomó conciencia de mi presencia cuando me apoyé en la pared a su lado, sin embargo no lo había sorprendido.

    -¿Tu solo en una fiesta? Es difícil de creer- dije rompiendo el silencio con un tono jovial, mientras le daba un sorbo a mi vaso.

    Y eso en parte era una gran verdad. Tai jamás andaba solo en una fiesta, era impensado. De alguna forma siempre se las arreglaba para estar con una chica a su lado, o por lo menos lo intentaba con avidez siempre.

    -Con este calor se me van las ganas de vivir incluso- se quejó mientras se pasaba la mano por la frente de manera perezosa, a la vez que tomaba de ese liquido azul que me había llamado la atención.

    Estaba seguro que lo que había pasado hace menos de 10 minutos estaba tan fresco en la mente de Tai como lo estaba en la mía

    "¿Tendríamos que hablar sobre eso?" Me pregunté mentalmente "¿Es necesario hablar de eso?" Por más raro que suene, creí que no, que no era necesario.

    Es decir, cuando uno está en lugar muy apretado con mucha gente y lo empujan, haciendo que uno se apoye sobre otra persona involuntariamente (que a su vez esa persona se apoya en otra), uno no anda pidiendo disculpas y dando explicaciones. Es obvio que uno no tiene la culpa, es culpa de la situación y de las circunstancias. Y creí que algo así fue lo que pasó en el juego del hielo: estábamos atontados por el alcohol, el hielo era muy pequeño y escurridizo para poder manejarlo con facilidad.

    Estaba seguro que Tai pensaba igual que yo, no era necesario que me lo dijera. Tan solo dejaríamos que ese recuerde se borrara con el tiempo

    - ¿Qué es ese trago que estás tomando? El color me llama la atención- le pregunté.

    -No sé, me lo preparó Mimí mientras yo me servía una cerveza. Dijo que esto era algo más fino y delicado- contestó levantando el vaso al frente de su rostro, viéndolo con algo de rechazo- un trago para ricos.

    -Te quiere emborrachar- bromeé.

    -Llegó algo tarde la advertencia, Matt- dijo tomando un sorbo- y… ¿ya te presentó Mimí a su amiga?

    No puedo hacerle esto a Tai…lo siento.

    -No, supongo que se habrá olvidado, qué más da- respondí levantando los hombros.

    -Vamos, no te hagas el que no le importaba- el moreno susurró divertido, dándome suaves codazos con su brazo derecho.

    -En serio, no me interesa.

    -Por lo menos dime como te la imaginabas- continuó Tai con su tono burlón- como querías que fuera.

    -La verdad no lo pensé- repuse arrugando mi entrecejo, pensativo. No se me había pasado nunca por la cabeza ese detalle.

    -Bueno, haz un ejercicio, imagínate como querías que fuera - dijo el oji-café entrecerrando los ojos y haciendo dibujos con su mano derecha en el aire. Al parecer el trago para ricos estaba haciendo efecto- descríbela parte por parte.

    -A ver…déjame pensar- dije para después vaciar mi vaso.

    Mientras me imaginaba a la chica que pude haber conocido, miré de reojo a mi amigo. Este estaba apoyando su cabeza en la pared, inclinada ligeramente hacia arriba, con los ojos cerrado. Decidí seguirle el juego, aunque quizás de una forma que él no esperaba.

    Cerré los ojos y dije:

    - Cabello castaño…

    -Ajam, bien…- dijo Tai, como si él también se la estuviese imaginando.

    -…ojos marrones, como el chocolate, haciendo juego con su pelo…

    -Me gusta, me gusta…

    -…piel morena…

    -Piel morena, sexy…

    Giré mi cabeza, mirándolo fijamente sin que se diera cuenta, ya que él seguía con los ojos cerrados. Las palabras habían salido solas, sorprendiéndome hasta a mí mismo.

    -¿Qué más?- me preguntó sin abrir los ojos.

    -Cuerpo delgado y atlético.

    -Casi puedo imaginármela, si que tienes buen gusto Matt- sonrió.

    Sin embargo, aquella sonrisa se borró de su rostro lentamente, mientras abría sus ojos. Cuando giró su rostro hacía mí, me sorprendí. Jamás había visto esa mirada en Tai. Era una mirada por así decirlo… pura, en la cual se mesclaba la tristeza y la curiosidad. La tristeza y la curiosidad mescladas en una sola mirada, con un velo de dulzura y pena el cual me dejó sin habla.

    -Y dime… ¿Qué le dirías…si la tuvieras en frente…ahora?- preguntó en voz baja, apagada, viéndome a los ojos con esa mirada tan particular.

    Yo me quedé mirando esos ojos. Esos ojos eran tan conmovedores que me costaba creer que se trataba de Tai. El impulso de hundirme en esa mirada fue más fuerte que yo. La penumbra en la que estamos era tan embriagadora, tan reconfortantemente cómoda.

    Viéndolo a los ojos, me apoyé sobre mi hombro izquierdo en la pared.

    -Le preguntaría… ¿Cómo hizo?

    -¿Co-como hizo qué?

    -Como hizo para dar vuelta mi mente de esta forma.

    Nos sostuvimos la mirada mutuamente, apoyados en aquella pared, mientras la fiesta transcurría a nuestro alrededor pero sin interrumpirnos.

    -Matt- me llamó Mimí, apareciendo en la escena, lo cual hizo que tanto el castaño como yo desviemos la mirada- ya está aquí la chica de la cual te hablé, ven conmigo- me dijo con entusiasmo y tomándome de la mano, jalándome con ella.

    Sin embargo, me resistí y no me moví, sorprendiéndola. Miré de nuevo a Tai. No sé porque lo hice, solo me salió como un instinto.

    -Ve Matt, diviértete- dijo el moreno con una sonrisa algo rara al ver mi reacción, desviando su vista hacía un costado. Llevó su vaso a la boca solo para sorprenderse y darse cuenta de que estaba vacío.

    Al escuchar esas palabras me sentí muy extraño. Mis resistencias cedieron de golpe y dejé que la dueña de la casa me llevara. Como un muñeco me dejé guiar por la anfitriona de la fiesta por entre la gente que disfrutaba de la música. Recién tuve conciencia de donde estaba parado cuando Mimí me dijo:

    -Bueno…Evelyn, él es Matt- escuché la voz de Mimí, pero la oí muy distante.

    Aunque mi cuerpo estaba allí, mi mente todavía estaba en otro lugar.

    -Hola ¿Cómo estás?

    Entonces fue recién en ese momento cuando me di cuenta que tenía alguien al frente. Allí estaba la chica con la que Mimí me había molestado tanto, insistiendo e insistiendo a que la conociera, creyendo que sería una buena pareja para mí.

    Y decir que mi sorpresa fue mayúscula quedaba bastante corto. Aquella chica era igual a la descripción que le había dicho a Tai hace 2 minutos. El pelo castaño cayendo sobre sus hombros de manera lacia y delicada. Sus ojos marrones tenían la misma tonalidad que su cabello, haciendo juego de manera esplendida. Su piel morena y bronceada parecía tan perfecta y suave, y su cuerpo… su cuerpo. Era delgado y perfectamente simétrico. Para resumirlo, su cuerpo parecía un reloj de arena delicadamente torneado, la envidia de muchas modelos. Su ropa ajustada pero a la vez elegante dejaba ver perfectamente dicha figura. Todo eso acompañado con un rostro angelical, que irradiaba una sonrisa encantadora.

    -Matt, ella es Evelyn- agregó Mimí.

    - Hola, mucho gusto- fue lo único que pude decir, seguía en estado de shock.

    -Los dejo solos para que se conozcan- dijo la anfitriona de la fiesta dando un paso atrás, pero luego se acercó a mí de nuevo- Matt, toma- me ordenó sacándome el vaso vacio demi mano y dándome uno lleno con ese trago azul que antes había visto tomar a Tai. Me di cuenta que aquella chica Evelyn ya tenía uno igual- bueno, ahora si me voy, diviértanse- dijo Mimí con una sonrisa para luego alejarse.

    Así quedamos aquella chica y yo, solos en aquel sector de la gran sala de estar. Estábamos algo apartados del núcleo de la fiesta, donde sonaba música electrónica y la gente saltaba y bailaba sin parar. La única fuente de iluminación en donde estábamos era una luz ultravioleta que pendía del techo, haciendo que todo se viese azulado. Mi camisa blanca brillaba de manera alocada bajo aquel chiche, como así algunos detalles blancos de la ropa de mi acompañante.

    Con la castaña nos quedamos mirándonos a los ojos por un rato, yo seguía en aquel estado casi catatónico. Estaba así, no por la belleza de la chica (que era bastante hermosa) sino porque no podía creer había acertado en la descripción de su apariencia. Lo que le había dicho a Tai, se terminó haciendo realidad.

    -Soy fanática de tu banda, Matt- rompió el silencio Evelyn, con una sonrisa- no me pierdo ningún concierto, son geniales. Cuando Mimí me dijo que te conocía y que eran amigos desde la infancia no lo pude creer.

    -Vaya… gracias- contesté como pude, obligándome a mí mismo a salir de mi sorpresa- y... ¿De dónde la conoces a Mimí?- pregunté en un gran esfuerzo por seguir la conversación.

    -Pues veras, es una larga historia, resulta que…- y así empezó la bronceada chica a explicar y a narrar lo que le había preguntado. Sin embargo volví mi atención al interior de mi mente, como una tortuga que vuelve a meter su cabeza en su caparazón. Recordaba todos los momentos extraños que habían transcurrido a lo largo de la noche.

    Estaba al frente de una chica muy hermosa, y al parecer muy simpática. Pero a pesar de que aquella chica cumplía con todas las características que le había nombrado a Tai, sentí que no era lo mismo.

    "Pero… ¿Qué le falta?" Me pregunté.

    No, no era lo mismo a lo que yo había descrito hace un momento atrás.

    De vez en cuando, veía de reojo a Evelyn. Ella seguía muy entusiasta hablando de sus cosas y de diversos temas. A pesar de que mi mente estaba en otro lado, de alguna forma le seguía el hilo de la conversación. Cuando ella me preguntaba algo, yo respondía, e incluso daba respuestas elaboradas para agregar algo más a lo que ella estaba diciendo, pero solo era una pequeña parte de mi conciencia la que le prestaba atención a la chica. Yo era la mejor forma de ilustrar el término “piloto automático”
    Otra vez mi vaso se vaciaba, pero antes de que me diera cuenta ya lo tenía lleno de nuevo

    "¿Estaré tomando demasiado?" Me pregunté.

    Pero no estaba ebrio. Estaba torpe y algo atontado, pero eso no reflejaba todo lo que había ingerido en la noche.
    Volví mi mirada hacía ella y escuché con atención lo que estaba diciendo. Mi “piloto automático” había fallado y le había perdido el rastro de la conversación. Ahora hablaba algo de caballos o algo así.

    "¿Será que le gusta andar a caballo? ¿Los odia? ¿Les gusta apostar en las carreras de caballos?" No sabía.

    De repente, mientras intentaba entender lo que la chica decía, mis ojos creyeron ver a alguien en el balcón del departamento, del otro lado de la sala. Fijé mi vista allí. Y sí, era Tai, solo en el balcón del departamento viendo el paisaje nocturno.

    -Matt ¿estás bien? ¿Te estoy aburriendo?- preguntó Evelyn al notar que había desviado la mirada de ella y había quedado viendo sin disimulo fijamente un punto a la distancia, por encima de su cabeza.

    Lentamente moví mi vista hacía los ojos marrones de la muchacha. Su mirada no demostraba enfado por mi desinterés hacía ella, lo cual me sorprendió, sino más bien preocupación. Estuve a punto de mentirle que estaba todo bien y pedirle que continuara con lo que estaba diciendo, pero después me retracté

    "¿A quién quiero engañar? No estoy bien, por lo menos esta noche no soy capaz o no estoy en condiciones de conocer a nadie nuevo y dar una buena impresión" Pensé con sinceridad.

    Tenía que sincerarme con esta chica, le debía una disculpa.

    -Perdona, es que esta noche no sé qué me pasa, tengo muchas cosas en mi cabeza ahora- le contesté viéndola a los ojos, intentando ser lo más sincero posible- lamento estar así de atolondrado, no fue mi intención hacerte sentir mal. Lo siento.

    -¿Ah sí?- preguntó ladeando su cabeza, sin sacar sus ojos de los míos- quizás esto te despeje un poco…

    Lo que sucedió pasó tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Sentí como unió sus labios con los míos de manera intensa. Aunque me tomó por sorpresa, de forma instintiva cerré los ojos a la vez que sentía ese beso con mis demás sentidos. Sin embargo, por primera vez en la noche sentí que tenía algo realmente en claro…ese beso no me despertaba nada. Solo estaba uniendo mis labios con los de otra persona, nada más. No tuve otro tipo de sensación ni nada parecido.

    Evelyn prolongó el beso unos segundos más, para luego separarse de mí con un rostro que demostraba lo sorprendida y desilusionada que estaba por mi falta de interés.

    -Perdona, es solo que…- empecé a decir esquivando su mirada.

    -No te preocupes Matt, lo entiendo- mencionó con una sonrisa triste, interrumpiéndome- le dije a Mimí que alguien como tú de seguro ya tenía a alguien más en su vida, pero no me quiso escuchar.

    Al oír eso, mi primer pensamiento fue decirle que se estaba equivocando y que no había otra persona en mis pensamientos…pero de nuevo, una parte de mí me hizo retractarme antes de mencionar palabra alguna.

    “¿Pero por qué no se lo dices Matt? Dile que no hay nadie ¿O será que si lo hay?” Fueron los pensamientos que se me vinieron a la mente, sorprendiéndome de los mismos.

    -Le diré a Mimí que simplemente no tuvimos química y que ambos decidimos solo ser amigos- dijo levantando su vista, ahora con una sonrisa más sincera en sus labios.

    -Muchas gracias, aunque me hará la vida imposible por haber dejado pasar la oportunidad contigo- le dije con una media sonrisa.

    -A mí también me reprochará lo mismo con respecto a ti.

    Ambos reímos mientras nuestros ojos se volvían a encontrar. Era la primera vez que nos sonreíamos uno al otro y reíamos con sinceridad, con verdadera ganas. Como si fuera que sin la obligación del coqueteo podíamos disfrutar mejor de la compañía mutua.

    -Adiós Matt, de igual manera fue lindo conocerte- me saludó dándose medía vuelta lentamente.

    -Nos vemos Evelyn, también fue un gusto- le dije sonriéndole, lo cual ella respondió con un guiño de ojo y una sonrisa antes de darse media vuelta por completo y alejarse, perdiéndose entre la gente que disfrutaba de la fiesta en su máximo apogeo.

    Así quedé nuevamente solo, bajo aquella luz ultravioleta que hacía que mi camisa blanca brillara como si tuviera luz propia. La fiesta me envolvió de nuevo, como si hubiera adquirido fuerza de repente. El equipo de música (el cual no creí que fuera capaz de sonar tan fuerte) sonaba a todo lo que daba, haciendo que sintiera la música al 100%, no solo por mis oídos, sino también en mi piel, en mi ropa. A unos metros, un sillón era bien aprovechado por una pareja, muy concentrada en un beso salido de una escena de una película.

    Anotación para la fiesta de Mimí. Una nueva pareja se había formado.

    Las risas y el algarabío de las personas que bailaban y charlaban me rodeó, alejando esa sensación de estar aislado en aquel sector de la sala. Sin embargo, a pesar de todas esas cosas que aparecieron y me rodearon de repente, solo tenía una cosa en mente.

    Lentamente me fui abriendo paso entre la gente, hasta llegar al balcón del departamento. Allí estaba Tai, solo, apoyado sobre sus codos en la baranda del balcón, con su mirada en los grandes e iluminado edificios que nos rodeaban. No hacía falta aclarar que llevaba un vaso en la mano, aunque ya estaba vacío. Su rostro reflejaba seriedad, algo anormal en el castaño, pero bastante frecuente en el último tiempo.

    A su derecha, había una mesa, llenas de botellas y una cubetera con hielo

    Al salir, deslicé detrás de mí el panel de vidrio que separaba el balcón del resto del departamento. Para mi sorpresa, al cerrar esa puerta, todo el ruido de la fiesta quedó apagado, hasta ser casi inaudible. Ese repentino silencio al parecer llamó la atención del moreno. Giró su cabeza sobre su hombro, sorprendiéndose con mi presencia.

    -¿Cuantos vasos vas tomando, Tai?- le pregunté a modo de broma mientras me acercaba y me apoyaba en el barandal.

    -No lo sé, pero no los suficientes- dijo levantando su vaso al frente de su rostro, observándolo con desinterés.

    Luego lo soltó. El insignificante vaso de plástico planeó lentamente hacia el vacio, hasta perderse de nuestra vista por la gran altura en la que estábamos.

    -Estas pensando en Kari y T.K ¿No?- intuí, viendo a mi amigo de reojo.

    El castaño se quedó observando hacía el frente, inmerso en el hermoso paisaje nocturno que nos rodeaba. Uno allí arriba se siente tan pequeño e insignificante, rodeado de aquellas imponentes y modernas torres. Sus luces nos hipnotizaban.

    A pesar de que estábamos muy alto, el calor era igual de insoportable que en la calle. Para colmo hace días que no había viento, ni siquiera una brisa como para ayudar apaciguar el calor. Era como si la ciudad estuviera encerrada en una especie de cúpula invisible que no permitiese que el viento entrara y nos refrescara.

    -Sé que para ti puede ser duro, ya que quieres mucho a Kari, pero hay que entender que nuestros hermanos ya no son niños y que hay que dejarles hacer cosas propias de su edad- le dije moviendo mis ojos hacia abajo, contemplando la muy lejana calle.

    -En realidad, agradezco que se haya puesto de novia con T.K y no con otro, ya que sé que la cuidará bien- dijo Tai, sin cambiar de posición.

    -¿Te sorprendió?

    -En realidad no. No sé cómo, pero de alguna forma siempre supe que terminarían juntos, desde que eran niños pequeños. ¿Y sabes una cosa? Dentro de todo, me alegro mucho por ellos.

    Me sorprendió que Tai empezara a hablar más del tema sin que se lo preguntase, solo me quedé en silencio escuchándolo

    - Me alegra que hayan pasado de ser amigos a ser novios, creo que su amor es bastante real, que en realidad el amor que nace de una amistad es la mejor forma de enamorarse de alguien, que esa transición de amistad a amor es tan…tan…- al parecer, el moreno empezó a buscar en su mente la palabra para completar aquella frase, pero no le salía.

    -¿Tan pura?- le dije lo primero que se me vino a la mente, girando mi cabeza hacía él.

    -… tan natural- concluyó, moviendo su mirada hacía mis ojos.

    Otra vez esa mirada tan peculiar. Simplemente, y sin saber porque, no pude soportarla y volví mis ojos hacía el frente. Con el rabillo de mi ojo pude ver que el también volvió su vista hacia adelante, de manera lenta.

    -Y dime ¿Cómo te fue con la chica esa?- preguntó con un tono desganado.

    -Ah, nada. Simplemente no se dio- dije con una sonrisa levantando los hombros- Mimí debe tener más cuidado al momento de elegirme pretendientes en el futuro- Bromeé.

    -¿En serio?- preguntó asombrado, irguiéndose y mirándome confundido- ¿Le dijiste aquello que planeabas decirle? Eso de como había hecho para darte vuelta la mente y esas... patrañas

    -No, no se lo dije, no estaba convencido- le contesté, viendo como una las muchas luces de uno de los edificios del frente se apagaban, a la vez que otra se prendía en otro piso.

    -Ya veo… - dio un pequeño resoplo-…cuando me lo dijiste a mi sonaste bastante convencido- dijo, con desgano nuevamente, mientras volvía a apoyarse sobre el barandal.

    -Lo sé- mencioné con voz apagada mirando al frente, pero lo suficientemente fuerte para que me escuchara.

    Nos quedamos en silencio, apoyados sobre el barandal mientras la fiesta transcurría a nuestras espaldas, aislados de ella por el vidrio de la puerta que separaba el balcón del resto del departamento. Arriba, en el oscuro cielo, pude ver las luces rojas de un avión surcando el firmamento. Lo seguí con la vista hasta que desapareció en la oscuridad.
    Ya con el avión fuera de mi vista, volví a observar a mi amigo de reojo, de manera disimulada. Era como si no pudiera evitarlo. Algo en mi necesitaba estar pendiente de ese tonto. Al pensar en eso, me di cuenta que había estado así prácticamente toda la noche.

    Al observar a Tai, varias cosas pasaron por mi cabeza.

    “¿Qué pasó Tai? ¿Qué pasó amigo? ¿Por qué terminaron tú y Sora? ¿Cuál es la verdad? Aquella verdad que ni tú ni ella me pueden decir, pero no porque no quieran, sino porque no saben cómo. Yo los puedo ayudar ¡Los quiero ayudar! Haría cualquier cosa por ustedes. Pero no puedo hacerlo si no me dicen la verdad. Una parte de ti cambió desde entonces, lo puedo sentir. Solo quiero ayudarlos y ayudarte a ti, Tai. Por favor, dímelo.”

    -¿Sabes Tai? creo que tienes razón sobre aquello que dijiste sobre acerca de la transformación de amistad en amor- hablé rompiendo el silencio, con la idea en mi mente de poder acercarme un poco más a la verdad de su recurrente tristeza.

    -¿Ah sí?- preguntó levantándose del barandal y viéndome con cara de asombro.

    -Si… es decir, si uno se pone a pensar… qué mejor persona para amar que una a la cual conoces mejor que a nadie, alguien con la que te encanta pasar el tiempo sin darte cuenta, de alguien a quien tienes toda la confianza, que te permite comportarte como realmente eres, sin temor.

    -Sería lo mejor ¿No?- Contestó el castaño.

    Vi como se le dibujó una sonrisa con una expresión tímida en su rostro, al parecer estaba de acuerdo con lo que le estaba diciendo.

    -Aunque no es tan fácil, siempre está el miedo de arriesgar la amistad con esa persona por intentar ir más allá.

    -Ni que lo digas- comentó el moreno viendo el piso, moviendo con el pie un vaso de plástico todo rotoso.

    -Por eso creo que hay que ser muy valiente en esos casos, y no conozco a nadie más valiente que tu, Tai- vi como su rostro lentamente se ponía serio- por haberte animado a estar con Sora a pesar de todo.

    El castaño se apoyó de nuevo sobre el barandal del balcón, con su mirada fija en la nada.

    -No es lo mismo ser valiente a ser un estúpido- musitó en voz baja, sorprendiéndome.

    -No eres un estú...

    -...si lo soy...lo soy porque no supe ver la verdad y me precipité con Sora a causa de mis dudas y mi estupidez.

    "¿A qué se refiere con eso?" me pregunté "¿A qué se refiere con que se precipitó con Sora? ¿De qué verdad está hablando?" A pesar de que aquello que dijo plantó más dudas que respuestas, era un gran avance.

    Por más breve y confuso que fuera, era mucho más de lo que le había podido extraer en todo ese tiempo desde que terminó su relación con la peli naranja. Debía seguir con esa charla, Tai por fin había podido abrirse un poco.

    "Dios, soy tan malo en esto" Me dije a mí mismo "Extraño esos tiempos donde yo era el cretino cerrado y Tai era el que me molestaba hasta el hartazgo para que charle con él. Pero tengo que seguir, por él y por Sora"

    -¿Te arrepientes de haberlo intentado con Sora?- pregunté viéndolo con curiosidad.

    -Por una parte sí, lo de Sora fue una mala idea loca, aunque más me arrepiento de haber sido tan ciego, de haberla involucrado en mis enredos de forma innecesaria- empezó a hablar para mi sorpresa.

    En realidad yo esperaba que esquivara mi pregunta o que simplemente se llamara al silencio, como había pasado en ocasiones anteriores

    -Pero tengo que decir-continuó- que me ayudó a entender la realidad como es- otra no vez entendí de que estaba hablando- de igual manera, no hay que arrepentirse de lo hecho en una relación, no vale la pena, solo sirve para valorar debidamente a la próxima persona que entre en tu vida y evitar cometer los mismos errores.

    Aquello me dejó totalmente pasmado ¿Tai diciendo algo así? A pesar de estar sorprendido, me alegré que el moreno tuviese esa clase de pensamiento. Su sonrisa me dejó en claro que estaba mucho mejor. Ese era el Tai que conocía.

    -Vaya ¿de dónde salió ese lado filosófico tuyo?- bromeé, no pude dejar pasar esta tan única situación- creo que ese trago azul que te dio Mimí tenía algo raro.

    -Vete al diablo, Matt- contestó riendo.

    -Y dime… ¿hay alguna persona que entró en tu vida que tengas que valorar?- pregunté viéndolo de reojo.

    El castaño se quedó inmóvil. Con nerviosismo desvió su mirada hacía los edificios que nos rodeaban, frunciendo los labios. Evidentemente mi pregunta le tomó por sorpresa, aunque no entendí porque se puso tan nervioso.

    -En realidad…si- dijo bajando su mirada con una expresión triste- en realidad, me gusta hace algún tiempo. Me gusta muchísimo a decir verdad.

    Aquello me sorprendió mucho, sin embargo traté de actuar tranquilo para no incomodar a Tai. Así que de eso se trataba, una tercera persona en discordia.

    -¿Ah sí? ¿Quién es?

    -No puedo decírtelo- respondió con su mirada puesta al frente.

    Su respuesta me llamó la atención. Tai no era de guardarme secretos

    "¿Por qué no me querrá decir?"

    -Vamos dímelo ¿por qué no puedes?- insistí, quería saber.

    Aquella revelación provocó un gran revuelo en mi interior. Sentí el impulso, la necesidad de saber de quién se trataba, aunque no sabía él porque.

    -Porque no- sentenció de manera concisa y seria el oji-café, sin cambiar de posición.

    -Está bien ¿Puedes decirme por lo menos cómo es?- necesitaba sacar algún dato de alguna forma, aquel loco impulso así me lo demandaba.

    -Tampoco puedo decirte eso, adivinarías muy rápido- contestó con una media sonrisa en su rostro.

    Se notaba que Tai quería mantener la identidad de esta persona en secreto y que no era una broma. ¿Por qué? Necesitaba más información.

    -Por lo menos dime si es alguien que yo conozco.

    El castaño puso un rostro pensativo y luego solo respondió:

    -Mm, se podría decir que sí.

    -Ya veo- aunque eso no me daba muchas pistas, por lo menos era un comienzo- y dime… ¿Cuándo te le declararas a esa persona?

    -Y…posiblemente nunca- respondió de manera triste viendo hacía abajo, al vacio.

    -¿Qué? Pero ¿Por qué?- le pregunté con asombro viéndolo de frente.

    -Porque no hay manera de que esta persona me corresponda.

    -¿Por qué dices eso? ¿Acaso esa persona está en una relación actualmente?- pregunté, a lo cual recibí una respuesta negativa del moreno con su cabeza- ¿y entonces? ¿Por qué tanta negatividad Tai?

    -Simplemente sé que es imposible, tengo todo en mi contra y mucho que perder, mejor solo lo dejemos así- dijo con resignación, apoyando sus codos en la baranda y su cabeza sobre sus manos, con aquella mirada triste que tanto había lucido en la noche.

    Me sorprendía ver a mi amigo con esa actitud tan impropia de él. Tan desganado, triste. Tan derrotado y sin ánimos de siquiera intentar algo con respecto a esa persona que le gustaba. Ahora comprendía que la actitud extraña de Tai en el último tiempo, era producto de su desesperanzada situación con su amor imposible, no por haber roto con Sora.

    -No puedo creer que tu, Taichi Yagami, se dé por vencido así de fácil, ese no eres tú- mi amigo me miró directamente a los ojos, con una mirada de desesperanza, como si estuviera de acuerdo con lo que estaba diciendo pero de igual manera eso no le servía de nada- Creo que si no quieres arriesgarte por esa persona, es que en realidad no vale tanto la pena y no estás tan enamorado como dices.

    -¡No es eso!- levantó la voz, sorprendido- por supuesto que vale la pena, es una persona maravillosa, y es lo que más aprecio a decir verdad.

    "Vaya… ¿lo que más aprecia?"

    Debo admitir que eso me había dejado… con un sentimiento extraño. Tuve que concentrarme. Tai no estaba bromeando, pude ver sinceridad en sus ojos cafés.

    -Entonces tienes que por lo menos intentarlo Tai, sino después te odiaras a ti mismo por dejar pasar la oportunidad. Después verás que aquella persona tiene una relación y ya será muy tarde- el moreno escuchaba atentamente lo que le decía- tienes que hacer algo, sino serás considerado como el nuevo “lento”, ya que el puesto está vacante.

    -¡Eso nunca!- bramó sonriendo, pude observar aquella chispa que de alguna manera Tai siempre llevó en sus ojos.

    -Entonces ¿quieres estar con esa persona si, o no?- le pregunté desafiante.

    -Sí, más que nunca- por su semblante, parecía haber tomado algo más de confianza en sí mismo, ya no se veía tan pesimista.

    -¿Quieres besar a esa persona?- levanté más la voz, clavando mis ojos en los de él.

    -Quisiera hacerlo ahora mismo…

    -¿Quieres amarla?

    -¡Con locura!

    -¿Quieres que esa persona solo tenga ojos para ti?

    -Nada me haría más feliz…

    -Entonces ¿Le dirás a esa persona lo que sientes?

    Tai tomó aire, como si estuviese a punto de contestarme con un entusiasmo desmedido, pero se volvió a apoyar sobre la baranda lentamente, viendo el paisaje nocturno, como obligándose a sí mismo a bajar los decibeles que habían subido repentinamente.

    -Creo…que sí, que podría intentarlo- mencionó con una sonrisa.

    Aquella respuesta me dejó más tranquilo. Quería que él fuese feliz, que estuviera con la persona que amaba, se lo merecía. De seguro, la persona que había flechado el corazón del oji-café se trataba de una chica muy hermosa.

    A pesar de estar feliz por haber animado a Tai con su “amor secreto”, todavía sentía una sensación extraña, como displacentera.

    -Sabes, quizás solo necesites la oportunidad perfecta para decirle a esa persona lo que sientes, Tai- le dije apoyándome sobre la baranda del balcón, contemplando la belleza que nos rodeaba- solo tienes que estar atento.

    -Supongo… quizás se me presente una oportunidad, solo debo tener el valor de aprovecharla- meditó el castaño, con un tono de voz más familiar para mí. La tristeza se había ido.

    Y así nos quedamos los dos en silencio, apoyados sobre el barandal del balcón, con la “zona para ricos” rodeándonos con sus luces y su hipnotizante quietud. Estaba mucho más tranquilo, ya que por fin había podido hablar con Tai sobre que le pasaba. Aunque todavía había algo allí en mi interior que no estaba en paz, que no estaba resuelto. Pero bueno… supuse que habría tiempo para eso. Solo me quedaba disfrutar del avance que había hecho con mi amigo. Quizás, ahora pudiera volver a la normalidad.

    Un fuerte y refrescante viento se hizo presente, acariciando nuestra piel. Aquello me sorprendió, ya que hace días que el clima caliente no daba tregua. Cerré mis ojos y disfruté de ese pequeño descanso que la naturaleza nos estaba dando del insoportable calor.

    Sumergido en ese estado de goce, propiciado por aquel insignificante y simple viento, me llevé el vaso que tenía a mi boca. Casi me había olvidado que sostenía un vaso con alcohol. Sin embargo, cuando introduje el líquido en mi paladar, solo pude arrugar mi rostro en señal de asco. Estaba caliente. Había dejado pasar tanto tiempo sin prestarle atención al vaso, que no me había dado cuenta que el hielo ya se había derretido por completo, dejando una sustancia agria y tibia. Pero nada que un par de cubos de hielo no pudieran arreglar.

    -Puag, esto está un asco- exclamé llamando la atención del castaño- Tai, pásame el hielo ¿quieres?

    El moreno giró hacia su derecha, para tomar el hielo que había en aquella mesita que tenía a su lado. Pero extrañamente, se quedó allí parado un rato largo, dándome la espalda.

    "¿Qué le ocurre? Solo tiene que tomar algo de hielo y pasármelo, no es tan difícil" Pensé resoplando.

    -Tai...¿Qué…

    El oji-café se dio media vuelta. Al verlo me sorprendí. Sentí de nuevo como mi corazón daba un salto en mi pecho. Pero lejos de asustarme, sentí que una sensación anormalmente agradable y cálida. El castaño mostraba una sonrisa picara adornando sus labios, además de llevar una mirada traviesa, juguetona… sugerente. Pero lo más llamativo y lo que provocó mi sorpresa… era que llevaba un cubo de hielo entre sus dientes.
    Yo solo sonreí y me acerqué…




    Anotación para la fiesta de Mimí.






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    Bueno, eso es todo. Espero que hayan disfrutado de esta abominación jajaja intento de One-shot. Los invito a comentar para que me cuenten que les causó, si les gustó, si no les gustó, o cualquier idea que se les venga a la mente, me lo dicen sin dudar ^_^
    Aprovecho la situación para decirles a los que les interese, que está en via de formación la continuación de "Mi suerte" Todavía no hay nada escrito, pero ya está tomando forma en mi cabeza. No me meto de lleno en el proyecto todavia ya que aun no estoy del todo desocupado de la universidad durante este cuatrimestre, todavía la estoy luchando ajajaja sigo vivo por ahora. Quizas en un par de meses más pueda publicarla, hay que ver que pasa hasta eso. Hay que se pacientes je. Estoy dispuesto a recibir ideas, así que si tienen alguna no duden en decírmela.
    Bueno, eso nomas, me muero de frio quiero ir a la cama ya jaja, así que nada, los saludo, les mando un abrazo y gracias por leer. Hasta la próxima!!

    Edited by exerodri - 19/11/2016, 13:11
     
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  2. koukou Yaoi
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    Jajaja genial que bueno que se dio cuenta Matt :=uuhuhuhus: :=hurrahrr: ahora si se va a ir de paseo a hacer sus "cosas" a un lugar privado XD :=yeahyie: bue ta muy bueno el one-shot me gusta mucho sigue asi bye. :=deeaaah:
     
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    :=NEWWWA: me encanto tu one-shot me ha dejaso ibnotizada :=DFSDFSD: uuuuh que cosa travirsa piensa hacer Tai con el Hielo :=ahjahajhaja: :=uuum: no lo soportare mucho tiempo.... sigue asi bay :=deeaaah: :=uuhuhuhus:
     
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  4. Killer_Cookie
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    Raios ero que suculentoso *u* aunque el final sea abierto pero bueno, fueron felices. Deberías escribir más :) te quedó genial.
     
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    Muchas gracias por comentar a tod@s! :) :)


    *Killer_Cookie: Me mató el "suculentoso" jaja gracias por comentar, pronto volveré a escribir ya que entro en vacaciones.
     
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  6. Killer_Cookie
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    JEJEJE 3:) OH ZHY entonces ya vienen más fics :3 los espero jejeje suerte en tu escuela/trabajo lo que sea :P :=DANCIND:
     
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5 replies since 5/6/2016, 06:31   547 views
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