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VivaEspaña!
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Perdón. Aquí traigo la actualización.
Dudley se quedó estático, contemplando con mal contenida incomodidad como su madre se marchaba enfurecida. Rápidamente corrió hacia la alacena de su primo, sin reparar en que su madre lo seguía con la mirada, muy alterada, pero en seguida, altiva, se dio la vuelta y continuó su camino. Dudley ni siquiera llamó a la puerta, entró y su primo le lanzó una mirada desconcertada, pero también llena de desprecio; eso era lo último que podía soportar. Comenzó a llorar, a arreciar el llanto y a repetirse una y otra vez por qué se había sacrificado tanto por una persona que lo odiaba, Al ver esto, Harry se asustó, pero también le entró un cierto remordimiento; no sabía qué hacer; esbozó una débil y sincera sonrisa, y abrió los brazos, invitándole a sentarse sobre él.
Se acercó lentamente pero, en vez de aceptar la invitación, se lanzó a aquellos labios y, con desesperación, acarició su estómagos, los miles de pelos que lo entretejían. Sus manos estaban frías, mientras que su barriga se mantenía cálida, reconfortable; Harry se arqueó en un estremecimiento, pues Dudley ni siquiera se había cuida de adentrar sus manos progresivamente, para que él se acostumbrara a la intrusión. Dudley, entonces, apresó al chico entre su cuerpo y, frustrado, besó con fiereza su rostro marchito; su nariz respingona, sus ojos duros, hondos, resquebrajados, y la comisura de sus labios, que muy pronto tornó hinchada, de un rojo encendido.
Harry se dejaba hacer, desorientado. ¿Tanto daño le había hecho a Dudley, rechazándolo, que hasta había llorado? ¿O es que le había dolido que no hubiese cruzado con él palabra alguna?
-Harry, esto se acabó.
-¿Por qué? Duddy, sabes que...
-Porque no te quiero, no te quise y, evidentemente, no te querré. Esperé a que me permitiese el goce de follar contigo pero, si no lo voy a conseguir, creo que no hace falta continuar fingiendo.
Se quedó helado, pero luchó por liberarse del agarre.
-¿Por qué llorabas, entonces? -preguntó. Los ojos de Harry brillaban, mientras de ellos pendían lágrimas.
-Por disfrutar un poco de ese cuerpo de usar y tirar que tienes. Si he aprendido de algo en tu compañía, es cuán sensiblero eres.
Harry, ya llorando, contestó embistiéndolo con un golpe estridente y rudo:
-Te odio.
El golpe no le dolió demasiado, pero sí esas dos palabras. Había hecho lo correcto; al fin y al cabo, era un cobarde.
Petunia contempló como su sobrino lloraba, y le señaló fría dónde podía limpiarse.
-¡Qué asco! -casi gritó-. ¡Mocoso estúpido, sórvete los mocos!
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Este remordimiento (Harry/Dudley) |
