"Nosotros, los niños de la estación" — CAPITULO SUBIDO 02/02/2016

Naruto de 14 años se enamora de Sasuke, un muchacho que se droga y prostituye. Así, poco a poco él también se engancha a la droga, hasta el extremo de prostituirse para pagar su adicción.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. garde_kurai_uchija
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Haber, comprendo que la vida es un asco y que no es lo mismo para todo,
    puedo entender los motivos por el cual sasuke se acercó a las drogas pero... Naruto??
    Por que?? Realmente no tiene un motivo de peso.
    Pasar a esa situación solo demuestra que no tiene dos gramos de neuronas en el cerebro
    Realmente no me gusta, no se si es por como avanza la historia o por los protagonistas parecen ser unos descerebrados
     
    Top
    .
  2. Coni~chan
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    nyaaaa buen capi aunke triste a la vez :=NOIP: ojala las cosas mejoren para Naruto <3 y con respecto a la historia al menos yoo la entendi de la manera ke naruto tenia problemas con sus amigos de clase y bueno., al final ellos lo aceptan y asi comienza a salir por las nochess y como ya saben hizo cosas tontas como caer en la jodida DROGA y cuando conoce a sasuke se enamora de el y no lo kiere dejar solo y ademas ya esta metido en el vicio como dijo aki en este capi el no puede dejarlo aunke kiera y ya lo intento
    pero yo lo entiendo asii no se kien comento mas arriba igual es la opiniom de cada uno :=nuse:
    enfin espero la conti!! y lastima por sasori no aguantaria ke naruto o sasuke terminaran asi.... :=SHOROO:
     
    Top
    .
  3. 691396
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Bien, justo en este momento, tengo síndrome de abstinencia por tu historia, me vas a matar.
    Me ha gustado mucho, sobre todo por que relatas las partes oscuras de la adolescencia, lo que puede pasar si, por el deseo de ser aceptado haces cualquier cosa.
    Por favor continua pronto.
     
    Top
    .
  4.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Todo lo puedo en el SasuNaru que me fortalece
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    429

    Status
    Offline
    *-* amo tanto tu fic
    Pobre Sasuke, cuando se entere de la vid de Itachi, se vendrá abajo
    En esta historia eh odiado a Naruto, el no tiene ningún motivo para llegar a esos extremos y para colmo se cree genial...

    CONTIIIIIII :=duouou: :=arribarriba:
     
    Top
    .
  5. Mg Ca
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Hasta ahora me aparezco, siento mucho la demora, la verdad es que he estado pérdida entre Muchas lecturas y la escuela así que no puedo estar al pendiente de todas ellas, lo siento realmente. El capitulo me encantó aunque pienso que esos dos terminarán muertos o algo así, ya se me había hecho raro que nadie muriera después de tantas dosis, ya me lo esperaba CX
     
    Top
    .
  6. Celes†ica
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    *****CAPÍTULO ESPECIAL Y ACLARACIONES (FLASHBACKS, HISTORIAS DE INFANCIA, ETC)*****


    Hola nuevamente, lo siento por retrasarme tanto en subir un nuevo capítulo, pero la verdad, me desmotivé un poco con la historia (y eso que era mi favorita) Y me he sentido con la necesidad de hablar un poco sobre la vida de mi protagonista ficticio (propiedad de kishimoto-sensei xD) nuestro querido Naruto. Puede que aún no entiendan sus razones de entrar en este mundo de la droga y sentirse “bien” con eso, pero créanme que existe una razón de mucho peso para esto, y lo de sentirse bien con ser un drogadicto… Pues es una felicidad totalmente falsa, pronto verán por qué :o
    Gracias por sus comentarios con buenas intenciones, les agradezco mucho y daré mi máximo esfuerzo por plasmar la historia tal y como es >< No lo hice correctamente al comienzo, pues solo era una novata en este cuento de los fanfics, así que mis disculpas mis queridos lectores :=SHOROO: … Sin más que decir, me despido y espero tengan una gran noche o día (depende del momento en que lean mis palabras jeje) ¡Espero lo disfruten!
    _________________________________________________________________


    CAPÍTULO ESPECIAL:

    “Padre”











    “Estoy tan feliz… Te he esperado, y añorado por nueve largos meses… Deseo entregarte toda la felicidad que siento en estos momentos para el resto de tu vida, quiero que tengas una hermosa y feliz existencia…”









    Lo cierto fue que la felicidad de la madre de Naruto jamás pudo alcanzarlo…












    ****

    Lo normal en esta desafortunada situación era que el pariente más cercano del niño recientemente huérfano fuera quien se hiciera cargo de él. En este caso, aquella persona fue su abuelo, un hombre de cuarenta y ocho años llamado Jiraiya.
    Jiraiya, cuando vio que el pequeño cumplió los cinco años de edad, decidió que su vida debería dar un giro en 180º grados.
    “Nos iremos a Tokio”

    Iruka aceptó todo esto de muy buena gana, y se dedicó a contarle a Naruto historias maravillosas sobre su nueva vida en la gran ciudad. El pequeño rubio no tenía muchas ganas de viajar, de irse de su pueblo natal, en el que había vivido toda su vida, en donde podía jugar sin preocupaciones, en donde tenía muchos amiguitos y también primos, en donde se dedicaba a pasear por el bosque, a bañarse en los muchos ríos cercanos, a jugar con sus animales. Naruto amaba a sus animales. No quería dejar todo aquello atrás; pero naturalmente, al escuchar sobre su nueva gran casa, sobre los juguetes que le comprarían y sobre su primer viaje en avión ¡No pudo decir que no!

    Cuando finalmente llegaron a vivir a Tokio, Naruto quedó pasmado al ver aquel gigantesco apartamento. Le inspiró un sentimiento de horror, sin duda. Aquel lugar era tan grande, y tan vacío que tuvo temor de perderse dentro de él. Cuando hablaba fuerte, los muros resonaban.
    Solo tres de los cuartos estaban ligeramente amoblados: dos camas y un armario viejo de la cocina en la que Iruka guardaba los juguetes de Naruto. En la otra pieza, estaba la cama de Iruka y Jiraiya. En la tercera, la más amplia, tenía instalado un diván viejo y cuatro sillas. Ese era, en síntesis, el apartamento de la familia Uzumaki en Tokio-Distrito 3, Shinjuku.

    Al cabo de algunos días de su llegada, Naruto agarró su bicicleta y se aventuró solo por las calles. Vio jugar a unos niños un poco mayores que él. En su casa en el campo, los niños mayores jugaban con los más pequeños y los cuidaban también. Pero los niños de Tokio al verlo, exclamaron de inmediato:


    — ¿Qué está haciendo ese mocoso por aquí?


    Luego, se apoderaron de su bicicleta. Cuando el rubio la recuperó, ellos le habían desinflado un neumático y abollaron su guardabarros.
    Su abuelo Jiraiya le dio una paliza a Naruto por haber destrozado su bicicleta. Aquella bici ya no le servía más que para pasearse entre los seis cuartos del apartamento. Tres de estos estaban previstos para ser usados como oficinas. Jiraiya e Iruka querían instalar una agencia, pero los escritorios y muebles para aquello no llegaron jamás.

    Un día, el diván, las camas y el armario fueron trasladados por un enorme camión a un lugar ubicado en el distrito 21 de Tokio-Shinagawa, un conjunto habitacional llamado Roppongi. La familia se instaló en un apartamento de dos piezas y media, pequeñitas, en un onceavo piso. Finalmente, todas las cosas hermosas de las que le había hablado Iruka, al final, Naruto jamás las conoció.

    El Conjunto Roppongi albergaba a 50.000 personas, entre edificios para viviendas, el césped y los centros comerciales. Desde lejos, todo se veía "bien" y "cuidado", pero cuando se encontraba en el interior, es decir, dentro de las torres habitacionales, todo apestaba a orina y excrementos. Esto se debía a todos los perros y niños que vivían ahí. Y en la baja escala, el olor era mucho más penetrante.
    Jiraiya e Iruka estaban furiosos y culpaban a los hijos de los obreros porque decían que ellos eran quienes se hacían en las escalas. Pero la culpa no era de los hijos de los obreros…

    Dentro de los primeros días de su llegada Naruto sintió por primera vez necesidad urgente de correr al baño mientras jugaba afuera. Mientras el ascensor bajaba y luego tardó en subir al onceavo piso, ya no se pudo aguantar... Su abuelo Jiraiya lo golpeó por lo que hizo. Luego de tres o cuatro experiencias similares y de recibir palizas por parte de él, Naruto empezó a hacer como los demás: buscaba un rincón discreto, se ponía en cuclillas y cagaba en el lugar más seguro que descubrió, el cual terminó siendo la baja escala.

    Los niños del sector consideraban a Naruto un pequeño retrasado mental porque no tenía juguetes como los suyos ni pistola de agua. Se vestía diferente a ellos, hablaba diferente y desconocía sus juegos. ¡Los detestó desde un comienzo!

    En su pueblo los niños pescaban sus bicis y partían con frecuencia al bosque. Llegaban a un arroyo que era atravesado por un puente. Allí construían diques y castillos en medio del agua y los repartían equitativamente. Nadie peleaba. Nadie dictaba normas. Cada uno podía proponer un juego. En ocasiones, los mayores cedían ante los pequeños y a nadie le molestaba.

    En Roppongi existía un jefe. Él era el más poderoso y poseía la mejor pistola de agua. La regla principal de los juegos era que todos los niños debían obedecerlo ciegamente.

    A menudo los niños jugaban por bandos, los unos contra los otros. Estos juegos consistían en su mayoría en quitarle el juguete nuevo al del otro bando para después destrozárselo. Se trataba de fastidiar al otro y alardear de eso. Los más frágiles eran los grandes receptores de golpes. Naruto, era muy delgadito y también temeroso. Él fue víctima de sus flaquezas y no podía hacer nada por remediarlo o defenderse…
    Cuando terminaron las vacaciones Naruto estaba con muchas ganas de entrar al colegio. Iruka le dijo que debía portarse bien y por sobretodo, ser muy obediente con la profesora. Para el rubio, eso era algo natural. En el pueblo los niños respetaban a los adultos... Pero en Tokio era todo lo contrario. Al cabo de los primeros días, los alumnos conversaban, deambulaban y se peleaban en la misma sala de clases. La profesora se sentía impotente. No dejaba de gritar: "¡Ya siéntense!" sin más resultado que provocar la risa de algunos y más alboroto por parte de otros.

    Naruto amaba a los animales. En su familia, todos morían por ellos también. Era algo mágico.
    Los dos cuartos de la casa empezaron poco a poco a convertirse en un verdadero zoológico. Naruto tenía cuatro ratitas, dos gatos, dos conejos, un canario, además de Hachiko, el perro de la familia que había viajado con ellos desde el campo.
    En Roppongi, Naruto conoció a otros niños que tenían perros en sus casas. ¡Con ellos lo pasaba genial! Descubrió luego que no muy lejos de su vecindad, había un pequeño espacio en donde había naturaleza real y viva. De tanto en tanto, Naruto y aquellos niños iban allí con sus perros. Usaban como territorios de juegos unos viejos vertederos colmados de tierra. A sus otros animales, Naruto los llevaba a zambullirse a una pila de arena y otras veces los llevaba a la escuela. La profesora los usaba como material de muestra en las clases de biología.
    Gracias a sus animales el rubio se sentía feliz porque las cosas en su casa andaban de mal en peor. En particular con su abuelo. Iruka trabajaba. Él se quedaba en casa. El proyecto de la Agencia se fue a pique. Su abuelo Jiraiya esperaba que le propusieran un trabajo que le agradase. Y sus explosiones de rabia comenzaron a ser cada vez más frecuentes.

    En las tardes, cuando Iruka regresaba, ayudaba a Naruto a hacer sus deberes escolares. Durante un tiempo el niño tuvo dificultades para distinguir algunos Kanjis, como el Kanji de "Amor" con el Kanji de "Sol". Iruka le explicaba con paciencia angelical pero Naruto apenas lo escuchaba. Tenía pánico de que se enojara su abuelo. Luego ocurrió lo siguiente: Jiraiya se iba a la cocina en busca de un escobillón y lo golpeaba. Después, Naruto tenía que decir cuál era la diferencia entre el Kanji de "Amor" y el Kanji de "Sol". Por supuesto, se enredaba mucho con lo que se aseguraba una paliza extra y luego lo mandaba a su cuarto sin cenar.

    Esa era su forma de ayudarlo a hacer sus deberes. Él quería que Naruto fuese un buen alumno y que fuese ''alguien'' en el futuro. Al final de cuentas, el padre de Naruto y su único hijo, Minato, había muerto en un accidente junto con la madre del chico y él, por obligación, debió criarlo. Además de eso, antes de la muerte de Minato, Jiraiya había sido muy rico: tenía una imprenta y un diario, entre otras cosas. Después de la muerte de su hijo, su negocio cada vez fue de mal en peor, hasta perderlo todo. Era por eso que se ponía furioso cuando pensaba que a Naruto le iba mal en la escuela.

    En cierta ocasión, a Naruto le pidieron en la escuela que diseñara casas en el cuaderno de matemáticas: seis cuadrados de largo y cuatro de ancho. De repente, su abuelo se sentó a su lado. Le dijo:


    – Dime desde dónde y hasta dónde queda la casa.


    En un tono muy frío. Naruto se asustó tanto que no contó más los cuadrados y se puso a contestar al azahar. Cada vez que se equivocaba recibía un golpe. Y después, lleno de lágrimas, era incapaz de contestar a ninguna otra pregunta. Entonces su abuelo se levantó y se dirigió a la cocina. De allí sacó una huincha de goma. Se la añadió a una vara de bambú y lo golpeó en el trasero hasta que sus nalgas sangraban en carne viva. Naruto comenzó a temblar por lo que pudiese ocurrir encima de la mesa... Si hacía cualquier movimiento resultaría trágico y si intentaba proseguir con sus deberes, lo golpearían de nuevo.

    Naruto apenas se atrevía a tocar su vaso de leche al cenar. Tenía miedo de que su abuelo se encontrara de malas antes o después de la cena. Todas las noches, se aseguraba de preguntarle a su abuelo, muy gentilmente si iba a salir. Él lo hacía a menudo e Iruka y Naruto respiraban profundo.

    La mayor parte del tiempo Jiraiya estaba borracho y ante el menor pretexto se enfurecía. Su forma de vida se basaba en el orden. Si llegaba a medianoche y descubría que las cosas de su nieto estaban desordenadas, lo sacaba de su cama y le daba una paliza. Después, tiraba todas las cosas al piso y le daba cinco minutos para que dejara su cuarto impecable. Por lo general, Naruto no alcanzaba a ordenar todo eso en ese lapso de tiempo y lo golpeaba de nuevo.

    La mayoría de las veces Iruka observaba estas escenas de pie desde el umbral de la puerta, lamentándose en silencio. No se atrevía jamás a intervenir en la defensa de Naruto porque después Jiraiya lo golpeaba a él también. Desde que los padres de Naruto fallecieron Iruka y Jiraiya lo criaron. Ellos, desde el comienzo estaban juntos. Extrañamente, y sin tener la misma sangre, Iruka le entregaba al rubio mucho más que su propio abuelo.

    Luego de las escenas de violencia por parte de Jiraiya, solo el perro de la familia Hachiko, se interponía en defensa de Naruto: se ponía a gemir de una manera muy triste. Eso era lo único que hacía entrar en razón Jiraiya, porque él amaba a los perros. Muchas veces llegó a enojarse y a ser muy brusco con Hachiko pero jamás lo golpeó.

    A pesar de todo, Naruto quería y respetaba a su abuelo. Lo consideraba lejos, muy superior a los demás. Le tenía mucho miedo pero su conducta para él era totalmente normal.

    Jiraiya adoraba a su automóvil, un Porsche, más que a nada en el mundo. Lo limpiaba hasta dejarlo brillante cada día. Seguro que ese era el único Porsche en Roppongi. Y seguramente era el único cesante que circulaba en Porsche por Tokio.

    Jiraiya le reprochaba constantemente a Iruka que no supiera administrar el dinero del hogar. Aunque de todos modos, era Iruka quien los mantenía. En ocasiones, Iruka reclamaba porque Jiraiya se gastaba la plata en juergas, y que el combustible del coche se comía la mayor parte de las entradas. Entonces se agarraban a golpes.

    En esa época Naruto no comprendía qué era lo que le sucedía a su abuelo ni cuál era el motivo de sus reiteradas crisis. Más tarde, intuyó cuál era la explicación: Él no se encontraba a sus anchas, era así de simple. Lo devoraba la ambición y fracasaba en todo… Si sus hijos no hubieran muerto en aquel accidente, él seguramente seguiría teniendo su imprenta y su diario. Pero como ellos fallecieron, lo perdió absolutamente todo. Por lo tanto, él debía tener metido en la cabeza que Naruto era el responsable de su fracaso. De todas sus ambiciones solo le quedaban el Porsche y sus amigos fanfarrones. El no solo detestaba a su familia sino que pura y simplemente, los rechazaba. Esto llegaba al punto de que ninguno de sus amigos podía saber que él tenía una familia.

    Cuando Iruka y Naruto se encontraban con Jiraiya en algún lugar, por ejemplo: de camino a la escuela o la casa, Naruto debía decirle "tío Jiraiya". Y el rubio tenía que aprender con mucho esfuerzo estas simulaciones (también con golpes) para poder repetir a la perfección las frases en presencia de extraños. Y su abuelo quien tenía el rol de "padre", pasaba a convertirse en el tío lejano del rubio.
    Algo similar ocurría con Iruka. Él tenía la prohibición de decir que era su pareja en presencia de sus amigos y sobretodo, de comportarse como tal. Jiraiya lo hacía pasar por un primo.

    Los amigos de Jiraiya eran menores que él. Tenían todo el futuro por delante. Claramente él quería ser como ellos y no un hombre de 48 años de edad, que tenía que cargar con una familia que no era suya y que era incapaz de cubrir sus necesidades.

    Naturalmente, entre los seis y ocho años de edad todo esto le resbalaba completamente a Naruto. El comportamiento de su abuelo solo confirmaba a sus ojos las reglas de la vida que aprendió en la escuela y en la calle: golpear o ser golpeado. Iruka, quien ya había recibido su dosis de golpes en la vida, había llegado a la misma conclusión. No cesaba de repetirle: "Naruto, no empieces una pelea pero si te pegan, pega de vuelta. Y hazlo con mucha energía". Él nunca pudo devolver los golpes que recibió.

    Luego Naruto cumplió los ocho años. Su deseo más ferviente era el de crecer pronto, y convertirse en un adulto, adulto como su abuelo; para poder ejercer poder realmente sobre los demás. En el inter tanto, se medía con los que podía.

    En Roppongi casi todo estaba prohibido. Los niños podían desplazarse tan sólo desde la escala hasta el acceso de la entrada del edificio en punta de pies. Estaba prohibido jugar, correr, andar en bicicleta o en patines de ruedas. Por todas partes se podía ver algo de hierba y también los siguientes carteles: ''No caminar encima del césped''. Una miserable mata de flores adornaba la siguiente expresión: ''Espacio verde protegido'' acompañado de todo tipo de amenazas si algún niño intentaba aproximarse a las flores. Por consiguiente, los niños de Roppongi fueron relegados al llamado ''terreno de los juegos''. Había uno por cada conjunto de torres. Se componían de un montón de arena hedionda a orina, unos cuantos aparatos rotos y, evidentemente contaban con un enorme cartel salvaguardado por sólidos grilletes de fierro para impedir que los pequeños acabaran con él. ''Reglamento del terreno de juego''. Debajo se podía leer que estaba ''a disposición de los niños para su alegría y descanso''. Sin haber revisado si estaba correctamente dispuesto, informaba en trazos gruesos: ''El acceso está autorizado de 8:00 a 13:00 horas y de 15:00 a 19:00 horas. En otras palabras, no se contemplaba ningún recreo a la hora de la salida de la escuela que ocurría a las 13:00 horas.

    Naruto no podía acudir porque siempre, conforme al cartel, no podía hacer uso del ''terreno para juegos'' más que ''con el consentimiento y bajo la vigilancia de una persona encargada de su educación”. Además, sólo tenían acceso los que además participaran ''con la condición de no hacer ruido''. Se rogaba ''respetar la necesidad de dormir de los copropietarios''. Naruto tenía todo el derecho y las ganas de tirar una pelota: los niños suelen hacerlo. Pero ''los juegos de pelota de carácter deportivo están prohibidos''. Descartados el voleibol y el fútbol.
    Los guardias del edificio estaban encargados de velar por las prohibiciones. Naruto no le agradó al responsable de su edificio durante mucho tiempo. Ya que no le gustó para nada el "terreno para juegos" desde que había llegado a Roppongi, Naruto se dedicaba a jugar en los desagües de las alcantarillas y a meter toda clase de objetos en los agujeros que los cubrían. En una ocasión lo descubrió el guardia y lo arrastró a la oficina de la Gerencia donde le hicieron identificarse. Aunque el niño tenía cinco o seis años de edad, fue considerado culpable. Se lo comunicaron a su abuelo y así, él tuvo una buena razón para darle una paliza. Naruto no podía entender muy bien por qué era tan grave haber tapado ese desagüe.

    El próximo encuentro de Naruto con el guardia fue bastante peor. Y lo pasó muy mal. Ocurrió lo siguiente: el rubio salió a pasear con su perro Hachiko y andaba con la idea de cortar algunas flores para Iruka. Antes, cuando vivía en el pueblo, Naruto solía llevarle un ramo de rosas blancas cada vez que salía de paseo. Entre medio de las torres sólo florecían unas rosas enclenques. Naruto cortó tres o cuatro y se clavó todos los dedos. No pudo leer el cartel que lo prohibía porque aún no sabía leer. Lo que si comprendió de inmediato es que vio al guardia correr hacia él gritos y agitando los brazos cuando cruzaba el prohibido césped. Preso del pánico, Naruto exclamaba una y otra vez: ¡Cuidado, Hachiko!

    Hachiko levantó las orejas en punta, se puso rígido, se asomaron los pelos de su nuca: aguardaba al malvado con un aspecto muy retador. El guardia se batió en retirada a toda prisa y pisoteó una vez más el malogrado césped. No emitió un solo sonido hasta que alcanzó la entrada del edificio. Allí se largó a gritar. Naruto estaba satisfecho pero disimuló las flores porque presintió, que una vez más, había hecho algo prohibido.

    Cuando Naruto llegó a casa, la Gerencia ya se había hecho escuchar. Por teléfono, al parecer: Naruto había amenazado al guardia con hacerlo morder por un perro. En vez de recibir un abrazo de Iruka que daba todo por descontado a cambio de las flores, el rubio recibió una paliza por parte de su abuelo.

    Luego de un tiempo se inauguró una nueva escuela junto a los edificios que componían “Roppongi”. En el patio de este, se construyó un terreno de juegos bastante pintoresco. Todos los niños del centro habitacional fueron a parar allí. Jugaban en los toboganes, columpios y también saltaban la cuerda sin que nadie los molestara. Luego de un tiempo, el ''terreno'' que les quedó para jugar pasó a convertirse en el lugar de encuentro de una pandilla de personas que los niños del lugar apodaron ''Los Rockers''. Por lo habitual, llegaban después del mediodía y ya embriagados, atemorizaban a los niños y se dedicaban a destrozar lo que pillaban. El vandalismo era su única ocupación.
    Luego de aquello, Naruto descubrió junto a los niños de su vecindario un pequeño paraje, a unos doscientos metros de Roppongi. Se trataba de una franja de tierra de apenas veinte metros de ancho pero de unos quinientos metros de largo. Una maraña de altos arbustos -tan altos como Naruto- de árboles, matorrales, orificios con agua por doquier cubiertos por tablas viejas.

    Los niños se encaramaban en los árboles, jugaban a las escondidas, después se convertían en exploradores que cada día necesitan encontrar algo nuevo, hasta ahora desconocido. También podían hacer fogatas, enviar señales de humo y dorar manzanas sobre las brasas. Eso ocurrió hasta que se percataron que los niños de Roppongi habían descubierto ese sitio y se divertían. ¡Había que restablecer el orden! Su rincón especial se plagó de carteles. Los niños no tenían derecho a hacer nada. Había prohibición de andar en bicicleta, de subirse a los árboles, de que anduviesen perros por allí... Los policías estaban siempre allí y vigilaban el comportamiento de los niños. Algún tiempo más tarde aquel lugar se transformó en un vertedero público y a todos los niños se les acabaron los lugares para jugar.

    Naruto tenía más suerte que los otros niños porque contaba con sus mascotas. En ocasiones, llevaba a sus tres ratas al "terreno de juegos" para que se revolcaran en la arena. Al menos el reglamento no prohibía a las ratas. Naruto y otros niños construían pasillos de arena y las hacían correr.

    Una tarde, una de las ratas se introdujo en el prohibido césped. Naruto no la volvió a encontrar. El rubio se puso un poco triste pero se consoló pensando que seguramente sería más feliz allí que dentro de una jaula.


    Justo esa misma noche, Jiraiya vino al cuarto de Naruto, miró la jaula de las ratas y exclamó:


    — Pero aquí no hay más que dos... ¿Dónde está la otra?


    Naruto no sintió temor porque la pregunta de su abuelo le pareció imbécil. A Jiraiya jamás le gustaron las ratas y le decía en forma permanente que se deshiciera de ellas. El rubio contestó:


    — La rata ahora está a salvo en el terreno de juegos.


    Jiraiya miró a Naruto con un aspecto absolutamente demente. De inmediato el niño entendió que dentro de los próximos treinta minutos su abuelo se descontrolaría. Se puso a golpear y a gritar. Naruto estaba en su cama. Inmóvil. Era imposible salvarse. Y Jiraiya lo golpeó. Él nunca lo había golpeado tan fuerte y Naruto llegó a pensar que lo mataría.

    Cuando su abuelo se alejó para respirar hondo por el cansancio de la paliza, Naruto saltó instintivamente hacia la ventana. Creyó que estaría a salvo. Desde un onceavo piso...

    Pero Jiraiya lo atrapó y lo golpeó sobre la cama. Iruka, para variar, estaba de pie, apoyado en el umbral de la puerta. Naruto no alcanzaba a verlo. Sólo pudo ver cuando él se arrojó encima de Jiraiya que estaba encima de él para defenderlo. Iruka empezó a darle puñetazos desde abajo.

    Jiraiya perdió totalmente el control y arrastró a Iruka al pasillo sin dejar de golpearlo en el rostro. Bruscamente, el pequeño rubio comenzó a sentir más compasión por Iruka que por él. Como todas las noches, la ropa se estaba remojando en la bañera. Aún no había el suficiente dinero para comprar una máquina para lavar. Jiraiya, descontrolado, hundió la cabeza de Iruka en la bañera que estaba llena de agua. Luego de unos momentos, Iruka logró zafarse.

    Jiraiya, pálido, huyó hacia la sala de estar. Iruka abrió el closet, cogió su abrigo y se fue. Sin pronunciar una sola palabra.
    Entonces ocurrió uno de los momentos más terribles en la existencia de Naruto: ese minuto en que vio partir a Iruka, sin decir una palabra y en el que lo dejó completamente solo con Jiraiya. Naruto en ese momento pensó que quizás, y con todo el derecho del mundo, Iruka lo abandonaría.

    Al cabo de unos instantes en la cabeza del rubio sólo había una idea: su abuelo volvería arremeter en contra de él y los golpes proseguirían. Pero desde la sala no se percibía ningún movimiento. Lo único que se escuchaba era el ruido de la televisión. Naruto se metió en su cama y abrazó a un peluche. Y no se despegó de él. De pronto, el rubio sintió deseos de ir al baño. Pensó en aguantarse las ganas pero tenía pánico de mojar la cama porque eso le significaría otra golpiza. Naruto se levantó con su peluche en los brazos y se dirigió en silencio al baño. Cuando estaba caminando y cruzando la casa para alcanzar el cuarto de baño, sintió la voz de su abuelo desde la sala de estar. Le dijo: ''Buenas noches''.


    **


    Al día siguiente por la mañana nadie vino a despertar a Naruto para ir a la escuela. Al final de la mañana Iruka regresó. Sin decir palabra, o casi nada, recogió algunas cosas, metió al gato en un bolso, luego le dijo al rubio que atara a Hachiko a una cuerda ambos se dirigieron a tomar el metro. Pasaron los días siguientes en la casa de un compañero de trabajo de Iruka. Y este le explicó finalmente a Naruto que se separaría de su abuelo.

    El apartamento del compañero de trabajo de Iruka era bastante pequeño. Demasiado pequeño para acoger a dos personas extra y hasta animales. Así que al cabo de unos días, él los echó. Iruka rearmó los bultos, cogió a los animales y regresó con Naruto a Roppongi. Jiraiya regresó justo cuando Naruto se estaba tomando un baño en la tina. Se acercó a él y con una voz completamente normal le dijo:


    — ¿Pero por qué te tuviste que ir? Tú no necesitas ir a alojar a casas de extraños. Nosotros podemos vivir muy bien aquí los dos.


    Naruto lo observó, mudo... Esa noche Jiraiya se comportó como si Iruka no existiese. Después hizo lo mismo con Naruto. No le habló más ni volvió a mirarlo. ¡Eso fue peor que los golpes!

    El abuelo de Naruto jamás volvió a golpearlo. Pero su manera de comportarse, como si no tuviese nada que ver con él, le provocó al niño un efecto terrible. Fue solamente, a partir de entonces, que Naruto sintió que su abuelo era realmente como su padre. En el fondo, nunca lo odió. Y siempre estuvo orgulloso de él: porque amaba a los animales y porque tenía ese auto potente, su Porsche.

    Y de pronto, Jiraiya dejó de ser la figura paterna y representativa de Naruto; aunque vivían todos bajo el mismo techo, en aquel minúsculo departamento. En el ínter tanto el rubio pasó otro tremendo mal rato: Hachiko, su perro, tuvo una perforación abdominal y se murió. Nadie pudo consolar a Naruto. Iruka sólo pensaba en la separación y en sus problemas. Se lamentaba a menudo y no se relajaba jamás. Naruto se sentía muy solo...Una noche tocaron a la puerta. Era Hayate Gekko, un amigo de Jiraiya que fue a buscarlo para ir a beber al bar. Pero Jiraiya ya se había ido.

    Iruka invitó al fulano a entrar. Él era bastante menor que Jiraiya. Debía tener entre veinticuatro y veinticinco años. Y de pronto, aquel hombre invitó a Iruka a cenar con él. Iruka respondió en seguida ''Sí, ¿por qué no?'' Y se fue con el tipo y dejó a Naruto solo en aquel apartamento en un onceavo piso.

    Tal vez otros niños habrían intentado hacer una maldad para destruir el momento o bien haberse puesto a gritar. Naruto lo pensó por un momento pero se arrepintió rápidamente ya que pensó por sobre todas las cosas desagradables, que estaba feliz por Iruka. Él tenía un aspecto verdaderamente feliz al salir, aunque no lo demostró mucho.

    Desde entonces, Hayate venía a menudo cuando Jiraiya estaba ausente de casa. Un domingo, Iruka envió a Naruto a vaciar el bote de la basura. Al regresar, el niño no hizo ningún ruido intencionalmente. Y cuando echó una mirada en la sala, pudo ver que Hayate estaba a punto de besar a Iruka.

    Aquello inquietó mucho a Naruto. Entró a su cuarto. Ellos no lo vieron y tampoco le contó a nadie lo que vio.
    Luego de dos semanas, Iruka y Naruto se trasladaron finalmente a otro apartamento dentro del mismo distrito. El rubio estaba próximo a cumplir los nueve años y desde ese entonces, jamás volvió a ver a su abuelo…






    -Fin del capítulo especial-

    _____________________________________________________________

    Bueno chicos/as, esto explica el por qué Naruto vive con Iruka, con quien no tiene ningún lazo de sangre aparente; también espero explicar un poco las circunstancias de infancia de Naruto, que calaron fuertemente en él en el futuro (el querer sentirse “superior” o “fuerte”, el admirar a ciertas personas, etc) y que en cierta forma e inconscientemente lo llevaron a su estado de vida actual… (Que no es tan terrible como lo de Sasuke, pero que es de igual modo difícil para un niño)
    Espero sus comentarios :3 Me despido ^_^

    Edited by Celes†ica - 28/11/2015, 03:38
     
    Top
    .
  7. 691396
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    La verdad, esas circunstancias no son tan graves, Naruto parece de mente débil, aunque se es un niño de mente débil creciendo en un ambiente violento, ya grande debía de enfrentar sus demonios, no dejarse hundir por ellos.
     
    Top
    .
  8. Celes†ica
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 15:

    “Llorando en silencio”









    Iruka vino a despertar a Naruto al alba. Lo miró con insistencia y le dijo en un tono compasivo:

    "Se nota en tus ojos, mi niño. Totalmente sin expresión. Llenos de desesperación y dolor".

    Cuando Iruka se fue al trabajo Naruto partió de inmediato y se plantó frente al espejo del baño. Era la primera vez que se miraba al espejo con una crisis de abstinencia en el cuerpo. Sus ojos eran un par de pupilas negras y sombrías. Nada quedaba del azul vivaz de su mirada. Efectivamente, aquellos ojos cansados no tenían ninguna expresión. Naruto tenía calor, necesitaba refrescarse la cara. Tenía frío. Se sumergió en un abrasador baño de tina. No se atrevía a salirse porque afuera hacía demasiado frío. Volvió a añadir agua caliente en forma constante. Tenía que hacer tiempo hasta el mediodía. Por las mañanas, la estación del metro estaba vacía. Era imposible enganchar un cliente o que alguien le soltara una dosis de heroína. Además, nadie tenía droga por las mañanas. De todos modos, cada vez le resultaba más y más difícil que alguien le convidara heroína. Suigetsu e Izumi se hacían un montón de rollos. Decían estar de mal en peor para conseguir droga para ellos mismos. Lo mismo pasaba con Sasuke, se había convertido en un gran avaro. En cuanto a los demás, preferían arrojársela a los caníbales antes que dársela a él.

    Y las crisis de abstinencia lo hacían sufrir cada vez un poco más. Naruto se forzó a salir de la bañera para registrar el apartamento. Tenía que encontrar dinero y pronto. La sala estaba cerrada con llave: aquello fue idea de Kurenai, la actual novia de Iruka, quien temía que el rubio le robase. Pero Naruto ya había aprendido a trampear la cerradura. De todas formas, eso no le sirvió de nada. No había ni una moneda en esa ridícula sala. De repente, se acordó de que Iruka había comenzado a coleccionar monedas. Las amontonaba en una lata la cual estaba sobre el mueble de la cocina. Naruto se abalanzó sobre el estúpido mueble y cogió la lata, la cual pesaba un poco. Estaba temblando. En parte porque estaba en crisis de abstinencia y también porque volvería a robarle a Iruka y esta vez era aún peor, ya que este vivía en casa y podría descubrirlo en cualquier momento.
    Pero Naruto estaba ahora en la misma situación de otros drogadictos que conocía. Sai, por ejemplo, había vaciado el apartamento de su madre y el novio de esta. Vendió la televisión, la cafetera eléctrica, el cuchillo eléctrico, unos cuadros, en fin. Todo aquello que pudiera ser vendible.

    Las monedas rodaron de la lata. Al menos Naruto estaba de suerte: el precio de la heroína había bajado. Ahora costaba tres mil yenes. Naruto hizo el cálculo. Sólo necesitaría doce monedas y como cobraba tres mil quinientos yenes por cliente, hasta le sobraría un poco de dinero. También hizo un plan. Todos los días repondría dos monedas. En una semana ya estaría todo el dinero repuesto y con un poco de suerte, Iruka no se daría ni cuenta. Al igual que con su tocadiscos. En ese entonces Naruto no estaba tan enviciado y le costó mucho menos comprarle uno idéntico, es verdad. Pero ahora se las arreglaría para reponer aquellas monedas fuese como fuese.

    Naruto partió de inmediato con sus doce monedas al casino de la Universidad Técnica de Tokio. Allí se podía encontrar droga por las mañanas. Como Iruka le inspeccionaba los brazos todas las noches, Naruto decidió inyectarse en la mano. Y lo hizo así por tres días consecutivos. Luego en aquel sector de su mano se le formó una gran costra. La noche del tercer día Iruka inspeccionó, como de costumbre los brazos del rubio, y se fijó en su mano. De inmediato le preguntó que “qué mierda era eso”.
    Naruto le contestó muy calmado:

    – Es una herida que no quiere cerrar.

    Sin embargo, Iruka terminó por visualizar otra marca en su mano, la cual estaba recién hecha. Naruto no tuvo más que reconocer los hechos:

    – Ah. Ese fue un pinchazo aislado... Me hago uno muy de vez en cuando... Eso de veras que no me puede dañar.

    Iruka se puso furioso. Se puso a gritar:

    – ¡Tus pupilas parecen unas cabezas de alfiler! Ya no soporto tu falsedad. Te has convertido en alguien asqueroso y vulgar... ¡Me das asco!

    Naruto por su parte ni se conmovió al escucharlo. Ahora le daba lo mismo y de todas formas, Iruka nunca perdía la ocasión para tratarlo como un saco de mierda y discursear acerca de la moral y las buenas costumbres.
    **

    Luego de unos días Iruka encontró una nueva esperanza para sacar a Naruto del mundo de la droga. Quería enviarlo a pasar un mes de vacaciones donde su abuela y sus primos. Volvería al campo, a su pueblo de niñez, Inkadate, en la ciudad de “Hirosaki”. Naruto se sintió dividido por la alegría y la angustia. ¿Cómo podría soportar la separación con Sasuke y la abstinencia? Pero finalmente no tuvo más remedio que aceptar la petición de Iruka. Además, consiguió permiso para pasar su última noche con Sasuke.

    Aquella última noche Sasuke lo reconfortó un poco. Luego de que hicieron el amor, Naruto se sintió algo nostálgico, y mirando al techo, oyendo simplemente la respiración de Sasuke dentro de la habitación que se hacía tan inmensa, Naruto comenzó a murmurar:

    – Nosotros dos hemos hecho siempre todo juntos... Ahora, quiero aprovechar estas cuatro semanas para desintoxicarme de una vez por todas. Es una oportunidad que nunca más tendré... Y quisiera que tú hicieras lo mismo, Sasuke... Cuando regrese, los dos estaremos "limpios" y comenzaremos una nueva vida juntos.

    Por cierto, Naruto se sintió bastante optimista por la resolución, y por otro lado Sasuke estuvo en total acuerdo:

    – Ya lo había pensado y quería hablarte sobre eso. Ya sé cómo conseguirme Valeron para desintoxicarme... Tengo un cliente que tiene un amigo doctor. Mañana mismo dejaré de prostituirme y me pondré a buscar un trabajo decente.

    A la mañana siguiente, Naruto se mandó un súper pinchazo antes de partir a su nueva vida con su abuela. Aquel pinchazo sería el último. Eso estaba decidido.

    Cuando Naruto llegó al campo, todavía no estaba con crisis de abstinencia. Pero se sentía encerrado dentro de un cuerpo extraño cuando estaba en la idílica cocina de su abuela, como si no fuera él mismo. Todo lo exasperaba, su pequeño primito que quería saltar sobre sus rodillas, los rústicos baños de la granja, cada pequeño detalle de ese lugar...
    A la mañana siguiente Naruto ya estaba en plena crisis de abstinencia. Se deslizó sin ser descubierto de casa y se largó a buscar refugio en el bosque. El canto de los pájaros lo sacaba de quicio, la visión de un conejo corriendo junto a él lo atemorizó, el ruido de un riachuelo cercano lo exasperó. Naruto decidió fumar un cigarrillo. Se sentó sobre el palo de un gallinero. No pudo terminarlo. Sentía que iba a morir ahí mismo. Al cabo de un rato, logró arrastrarse hacia la casa y se metió en la cama.

    Naruto le contó a su abuela que estaba con gripe. Esta lo había escuchado quejarse, pero no se inquietó mayormente al verlo en ese lamentable estado. Encima de la cama había un poster: una mano de esqueleto atravesada por una jeringa y debajo de la imagen, la siguiente frase:


    "Miren cómo se termina. Aquello comenzó como una simple curiosidad".

    El primo de Naruto aseguraba que le habían dado ese afiche en la escuela. Pero Naruto no le creía. De seguro Iruka ya había soltado la lengua.
    Cuando Naruto se sentaba a mirar hipnotizado aquel poster, veía solamente la jeringa, no así la frase ni la mano en ella. Se imaginaba aquella jeringa llena de heroína extra. La jeringa se alejaba del papel y avanzaba hasta incrustarse en su piel. El ojiazul pasaba horas mirando fijamente aquella porquería, sentía que se estaba volviendo loco a causa de eso...

    Su primo iba a visitarlo a su cuarto constantemente. Él aparentaba no reparar en el estado de Naruto. Quería que escucharan juntos canciones de moda, él creía que eso lo distraería un poco.

    Aquel primer día de abstinencia fue interminable. Naruto se adormeció finalmente. De inmediato comenzó a soñar. Soñó con un tipo que había visto en Tokio. A causa de drogarse tenía todo su cuerpo en carne viva. Una pudrición humana. Sus pies estaban totalmente ennegrecidos, casi paralizados. Apenas podía caminar. Ese tipo apestaba de tal forma que el rubio no podía aproximarse a él a menos de dos metros. Cuando le decían que se fuera a atender a un hospital, sonreía y era como hablar con una calavera. De hecho, él esperaba la muerte. Ese tipo lo obsesionaba, Naruto tenía su imagen delante de sus ojos todo el tiempo, salvo cuando estaba perturbado por la jeringa en el poster o medio desvanecido de dolor.

    Todo recomenzó tal y como la vez anterior. Naruto transpiraba, olía mal y vomitaba. Al día siguiente por la mañana no se podía sostener en pie. Se arrastró como pudo hacia la cabina telefónica del pueblo y llamó a Iruka. Este contestó. Naruto se puso a llorar como un loco y sollozando le dijo:

    – I-Iruka... ¡Te suplico que m-me dejes regresar a Tokio! ¡Neces-sito volver! ¡¡Te im-imploro tengas piedad!!

    Iruka se mostró muy frío:

    – Ah... ¿Así que la granja ya no te gusta? ¿Pero no dijiste que sólo probabas un poco de droga una vez a las perdidas? Entonces creo que no debería ser tan grave estar sin heroína...

    Naruto le suplicó que al menos le hiciera el favor de mandarle somníferos por expreso. Iruka no terminó de oír la frase y cortó el teléfono.

    De todas formas Naruto sabía que podía encontrar un poco de heroína en el pueblo vecino, pero no tenía la fuerza de ir hasta allí. Además, no conocía a nadie en ese lugar.

    Los dolores de la abstinencia no duraron, afortunadamente, más de cuatro días. Después de la fecha señalada, Naruto se sintió completamente vacío, incapaz de apreciar la sensación física de estar liberado del veneno. Tokio lo asqueaba profundamente pero en aquel pueblito tampoco se sentía en casa. Naruto tuvo la impresión de que jamás encontraría un lugar en donde se sintiera cómodo. Para evadirse un poco de la realidad, el ojiazul tenía finalmente los somníferos (Iruka se los había enviado, pero demasiado tarde para la abstinencia).

    El rubio se embarcó en otra aventura, una nueva adicción que le ayudaba a evadir su vida. Se devoraba cuatro o cinco panecillos al desayuno. A la hora de almuerzo una buena docena de rebanadas de lomo de chancho con puré de manzanas. A eso de las seis se comía algunos platillos de Ramen y en la noche se aperaba con un buen stock de frutas en almíbar: ciruelas, melocotones y fresas, con crema Chantilly encima.
    Con ese régimen alimenticio subió diez kilos. En la familia estaban todos radiantes de alegría al ver como el vientre de Naruto desbordaba desde la cintura de sus pantalones. Aunque su vientre aumentó, sus brazos y piernas permanecieron tan obstinadamente delgados como antes. De todas formas, aquello le importaba al rubio un soberano bledo. Se puso bulímico. Ya no entraba en los jeans. Finalmente su primo le prestó unos pantalones azules a cuadros que había dejado en el campo hacía dos años.

    Poco a poco el ojiazul se fue integrando a la comunidad juvenil del pueblo. Ahí jamás habló de la droga y por otra parte, dejó de pensar en aquello. Luego de unos días Naruto le escribió a Sasuke para que por favor le mandara heroína. Le puso tres mil yenes dentro del sobre: él estaba haciendo todo eso después de decirle a Sasuke que se desenganchara definitivamente de la droga. Cuando tuvo terminada su petición, se arrepintió de despachar la carta porque pensó que Sasuke no le iba a mandar la heroína y se quedaría con su dinero.

    Naruto comenzó a andar a caballo nuevamente y junto con su primo visitaron los santuarios budistas de los alrededores. También fueron con otros muchachos de su edad a divertirse a una antigua cantera ubicada a unos kilómetros del pueblito.
    El primo de Naruto tenía su misma edad y ambos comenzaron a llevarse muy bien entre ellos. Naruto le habló de Sasuke, tal como un adolescente normal habla de su enamorado. Le confió que se acostaba con Sasuke y contó con su total aprobación.

    Su primo le contó que un muchacho de Tokio venía todos los veranos para acampar en los alrededores. A él le gustaba bastante aquel chico pero este quería que hicieran el amor y el primo de Naruto no lo permitió.

    – ¿Me comporté como un estúpido?

    Naruto le dijo que no:

    – Creo que tienes toda la razón. Es mejor que te guardes para el verdadero amor, jeje...

    Su primo y todos sus amigos comenzaron a contarle sus problemas al rubio quien pasó a convertirse en "Naruto el Consejero". Impartía líneas de conducta y les recalcaba a los muchachitos que no había que tomarse las cosas de forma tan trágica. Sin embargo los problemas de ellos le parecían muy simplones, aunque de todas formas los escuchaba y siempre los aconsejaba. Naruto era fantástico cuando se trataba de los problemas de los demás, sólo que nunca supo resolver los suyos.

    Una noche Naruto recibió un llamado de Sasuke. Se volvió muy feliz al escuchar nuevamente aquella voz…

    – Estoy llamando desde casa de Kakashi. Podemos hablar todo el tiempo que queramos, a él no le importa...

    – Ah... está bien. —contestó el rubio.

    – ¿Y cómo te ha ido en el campo?

    Naruto de inmediato le contó lo de su abstinencia:

    – Ya estoy limpio y por poco me vuelvo loco jeje... Y... ¿qué hay de ti Sasuke?

    Sasuke contestó sin darle mayor importancia:

    – Todavía no me desengancho, creo que todo eso es una buena mierda.

    Luego de un rato hablando Naruto le dijo que estaba feliz de volver a verlo pronto. Y como Sasuke le había prometido escribir, Naruto quiso saber si lo había hecho:

    – He estado sin ganas —dijo él—. Pero prometo volver a llamar cuando vuelva a casa de Kakashi.

    Después de esa conversación Naruto volvió a tener la convicción de que Sasuke y él eran como una pareja de casados. Estaban unidos para lo mejor y para lo peor. Después, en la noche acostado en su cama Naruto pasó largos minutos pensando en Sasuke. Solamente en Sasuke. En aquel muchachito de ojos tristes, pero a la vez profundos y bellos. Y Naruto contaba los días que faltaban para volverlos a ver.

    La abuela del rubio le daba regularmente dinero para el bolsillo. Naruto hizo unas economías grandiosas. Luego de tres semanas logró reunir tres mil yenes. Estaba muy orgulloso de sí mismo y tenía el dinero celosamente guardado. Porque tres mil era su número mágico. Era el precio de una dosis de heroína y era la suma que cobraba a sus clientes. Pero entonces se dijo:

    "¡No es posible! ¿Acaso estás guardando ese dinero para tu primera dosis?"

    Naruto partió corriendo a comprarse una camiseta de quinientos yenes, sólo para librarse del maleficio del número tres mil. Después de todo, había ido al campo para desengancharse definitivamente de la droga.

    Finalmente se terminó el mes de vacaciones. Iruka llamó por teléfono:

    – ¿Deseas quedarte un poco más?

    Impulsivamente Naruto le contestó que no. Si Iruka le hubiese preguntado:

    "¿Deseas quedarte para siempre?"

    Seguramente habría reflexionado la respuesta…

    Desde el comienzo aquellas vacaciones comenzaron con horror y terminaron con belleza y dulzura. Pero no podían durar más de un mes, y Naruto lo sabía muy bien. Ya estaba preparado. Ahora era el momento de regresar junto a su Sasuke. Ellos eran como un matrimonio. El día de la partida, su abuela y primo insistieron en que Naruto se llevara puestos de regreso los pantalones a cuadros que ahora le quedaban justos en su talla. El rubio se retorció para que le cupieran los jeans. Luego las costuras se reventaron y le resultó imposible subir la cremallera.
    Naruto regresaría a Tokio con la bragueta abierta.

    **

    A la mañana siguiente de su regreso a Tokio, Naruto se dirigió a la estación Yotsuya. Sasuke e Izumi estaban ahí. Suigetsu no estaba. Los dos chicos le hicieron un recibimiento grandioso a Naruto. En especial Sasuke. Evidentemente, era el más alegre de todos. Estaba realmente feliz de volver a ver a su rubio.
    Luego de unos momentos, Naruto le preguntó a Sasuke:

    – ¿Te fue bien con la abstinencia? ¿Encontraste trabajo?

    Los tres rompieron a reír a juntos. Luego, Naruto preguntó por Suigetsu. Los muchachos lo miraron de un modo extraño. Al cabo de un momento, Sasuke murmuró:

    – ¿No sabías que Suigetsu está muerto?

    ¡Qué golpe! A Naruto se le cortó la respiración. Les dijo sonriendo:

    – Ahhh… Esas son bromas.
    Pero Naruto sabía que era verdad.

    Todos se quedaron en silencio y eso fue todo. Naruto se puso a reflexionar por unos momentos.

    “Y ahora Suigetsu. Suigetsu, quien todas las semanas me hacía una cama con sábanas limpias en su cuartucho de drogadicto. Suigetsu, a quien le llevaba siempre atún en lata y él me regalaba yogures Dannon. Suigetsu, al único que le podía confiar mis peleas con Sasuke. Mi único refugio cuando tenía ganas de morir. Porque al menos él… él jamás fue agresivo ni hiriente, al menos conmigo…”

    ¿Pero qué había ocurrido? Sasuke le explicó a Naruto: él e Izumi habían encontrado a Suigetsu tirado en el piso del apartamento, con la aguja aún clavada en el brazo. Luego la policía tomó dominio de ese lugar. Era imposible ya entrar ahí… Los muchachos recordaban la muerte de Suigetsu como si fuese un suceso acontecido hace mucho tiempo. Ambos parecían no tener ganas de hablar más sobre el tema.

    Naruto no podía dejar de pensar en esas latas de atún en conserva. Se prometió jamás volver a comprarlas. De pronto pensó en Sasuke. Algo le preocupaba: ¿Dónde viviría el azabache ahora? La policía había tomado dominio del apartamento que todos compartían. Sasuke le informó a Naruto:

    – Estoy viviendo en casa de mi cliente Kakashi.

    – ¡¿E-En casa de ese infeliz?!

    Sasuke le contestó a gritos:

    – ¡¿Y qué si lo hago?!

    Luego ambos callaron. Lo de Kakashi trastornó a Naruto profundamente. Luego pensó para sus adentros: "Ahora perderé a Sasuke definitivamente".

    Y Sasuke prosiguió:

    –Kakashi es un tipo decente y aún es joven, tiene como veinticinco y no se hace problemas. De seguro también podrás ir a quedarte a su casa si así lo quieres.

    Luego de un rato charlando Sasuke quiso comprar heroína o le vendría una crisis de abstinencia. Los tres muchachos se dirigieron al encuentro de Deidara quien se encontraba con otras personas. Naruto no dejaba de repetir la misma frase:

    "Lo que le sucedió a Suigetsu es terrible"

    Después, Sasuke y Naruto se fueron a los baños públicos. El azabache deseaba inyectarse de inmediato y Naruto fue con él para acompañarlo. El rubio esperó a que Sasuke le ofreciera un poco de droga, quizá para poder decirle "No" y demostrar su fortaleza. Pero este no le convidó. Naruto aún se sentía destrozado por el cuento ese de Suigetsu. Le dio una gran envidia ver cómo se inyectaba Sasuke. En ese momento Naruto pensó para sí mismo:

    "Bueno Naruto... Un pinchazo pequeño no te podría hacer mucho daño y además eso te ayudará a no pensar más en Suigetsu ni en que Sasuke está viviendo en casa de Kakashi"

    Entonces le dijo a Sasuke que le convidara un poco. Sasuke lo miró desconcertado y le dijo:

    – ¿Ahora? Creí que lo habías dejado.

    Naruto le contestó:

    – Por cierto, viejito. Estoy desenganchado. Tú sabes de sobra lo fácil que es, porque tú también lo hiciste ¿verdad? Mientras yo andaba en el campo... Ahora te aseguro, amigo mío, que después de toda la mierda de la que me he enterado, extrañamente necesito un poco de droga.

    El azabache de inmediato se inyectó su dosis y le dejó una dosis pequeña a Naruto en la jeringa. Pero eso era suficiente para que el rubio se evadiera un poco. Naruto no consumía heroína hace tanto tiempo que casi logró olvidarse por completo de Suigetsu…

    **
    Naruto recayó mucho más rápido en la droga que la primera vez. Iruka no dudaba nada. Estaba contento de verlo tan robusto. De hecho, Naruto se mantuvo durante un tiempo con aquellos inservibles kilos encima.

    El ojiazul iba a menudo a casa de Kakashi, el afamado cliente de Sasuke. El azabache y Naruto tenían que aceptarlo de buena gana ya que no tenían otro sitio en donde estar juntos en la misma cama.
    A Naruto le desagradó Kakashi desde el primer día. Estaba enamorado de Sasuke y por supuesto, celoso de él. Se le iluminaban los ojos cuando Naruto reñía con Sasuke y siempre se ponía de parte de este. Eso enrabiaba tremendamente a Naruto. Y además Sasuke se comportaba con ese Kakashi como si éste fuese su amo y señor: a menudo Kakashi lo despertaba por las noches para que se la chupara o le hiciera una paja, y este sólo debía callarse y acatar sus exigencias. También lo mandaba a hacer las compras, le pedía que cocinara y que mantuviera ordenada la casa.
    Además de mantenerlo viviendo ahí, Kakashi le daba heroína a Sasuke permanentemente siempre y cuando él hiciera todo lo que le pidiera.

    Una noche, Naruto dormía junto a Sasuke cuando llegó Kakashi totalmente desnudo a pedirle al azabache que lo acompañara. Sasuke de inmediato se levantó y el rubio lo tomó del brazo. En ese momento Naruto le explicó que era imposible continuar de esa manera.

    – No tengo otro lugar donde ir —dijo Sasuke.

    – ¡Pero no vayas con él Sasuke! Te lo ruego… Ese tipo solo te está manipulando… Quédate aquí conmigo… Solucionaremos todo esto, ya verás…

    – ¡¡No hay nada que podamos solucionar!! Tengo un pie en la tumba Naruto… ¿Acaso no lo ves?

    Sasuke no dijo nada más y se fue con Kakashi, quien estaba en la cama de al lado ya que todos dormían en el mismo cuarto. Cuando Naruto y Sasuke hacían el amor, Kakashi miraba la tele o bien, simplemente les daba la espalda. Era un pederasta con todas las de la ley y no soportaba que Sasuke se acostara con Naruto… Los tres habían caído muy bajo.

    Otra noche Kakashi volvió a llamar a Sasuke y como a este no le quedaba ni cobre, aceptó y se fue a la cama de Kakashi. Naruto estaba en la otra cama. Sasuke apagó la luz, como solía hacerlo en aquellas ocasiones. Después de un rato Naruto encontró que tardaban mucho tiempo. Luego le pareció oír que Sasuke gemía y cada vez lo hacía más notoriamente. Suspiraba y gemía una y otra vez. Entonces se levantó sigilosamente y encendió una ampolleta. Se encontró con la escena de Sasuke y Kakashi sobre el cubrecama, ambos estaban de costado, Kakashi se la estaba metiendo a Sasuke y también manoseándolo. Eso era un atentado a lo que Sasuke había esclarecido anteriormente. Él no debía dejar que lo tocaran. Y peor aún: él había asegurado que Kakashi jamás lo había tocado. Naruto estaba furioso. Sasuke y Kakashi lo miraban sorprendidos. Naruto quiso decirle a Sasuke que dejara a Kakashi y se viniera con él pero no fue capaz. Les gritó:

    – ¡Lo deben estar pasando bomba!

    Sasuke no respondió. Naruto prosiguió. Esta vez gritando aún más fuerte:

    – ¡¿Así que no te producía nada?! ¡Es sólo un trabajo! ¿No?

    En ese momento Kakashi, loco de rabia, se levantó y apagó la ampolleta. Sasuke pasó toda la noche con Kakashi. Con sus lágrimas, Naruto humedeció la almohada, pero en silencio. No quería que los otros se percataran de su dolor.









    CONTINUARÁ.
     
    Top
    .
  9.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    ▷La vida ya es demasiado dura como para que nos digan como devemos ser◁
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    168
    Location
    mieres~

    Status
    Offline
    Dios, adoro este fic. La verdad es que estoy tan enganchada que por no esperar una semana me voy a comprar el libro de "Los niños de la estación del Zoo". Muchas gracias por adaptar el libro, enserio. Aunque me has hecho odiar a Kakashi (y mira que me gusta xD)
    Espero la conty ansiosa
    Matta ne~
     
    Top
    .
  10. 691396
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Jo jo jo
    El corazón se parte en pedazos Naruto, así de simple, así de fácil.
    Por favor continúa pronto.
     
    Top
    .
  11.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Todo lo puedo en el SasuNaru que me fortalece
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    429

    Status
    Offline
    Como adoro tu fic xD
    Me encanta el KakaSasu y la forma en la que Kakashi marca territorio *-*
    Me dio mucha pena la muerte de Suigetsu :'( yo voy a extrañarlo, el era uno de los más buenos
    CONTIIII :=duouou:
     
    Top
    .
  12. Anto Masamune
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Pobre Naruto , ahora Sasuke lo abandona por Kakashi!! yo me pregunto si sasuke ama a kakashi o siente algo por el(?
    Es entendible la situacion , Naruto siendo maltratado de niño y llegando a admirar eso de Jiraya , aunque deberia preocuparse por salir adelante!! a la mierda Sasuke okno :v
    Porfavor conti pronto :=DANCING:
     
    Top
    .
  13. garde_kurai_uchija
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Ehh Hola?!
    No se porqué, se que es totalmente posible, pero no por eso deja de sonarme irreal.
    Dependiendo de ti, de lo débil que seas las cosas pueden afectarte de un modo u otro pero, hasta el grado de recaer tantas veces, de ser capaz de compartir a la persona que amas. Ya no tanto el querer probar p experimentar, sino soportar algo como eso. Dormir en la cama de al lado escuchando a la persona que amas disfrutar al estar con otro. Lo siento no termina de cuadrar en mi cabeza.
    Me disguta la actitud de los personajes, tiene sueños y aspiraciones pero no luchan por ellos. No te lo voy a negar lo que me mantiene leyendo es la curiosidad. Solo veo una salida o despiertan o mueren sin haber vivido realmente.
     
    Top
    .
  14. Syo-chan-kun
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Conty quiero narusasu porque Naruto no ha disfrutado el culo de Sasuke. se merece poseer el culo de Sasuke!!!"" aunque no se si se pueda ya que es una adaptacion
    Bueno pasando a lo malo debo suerte sincero no queria leer el fic y hasta cierto punto me arrepiento me hubiera gustado que Naruto se hubiera acostado con otro primero y que antes de que fuera el uke por lo menos una vez hubiera sido el seme de Sasuke. No reclamó porque se de antemano que lo advertiste y lo comprendo . sin embargo me muro de curosidad que pueda pasar de este caso en adelante y eso de que Sasuke daba las nalgad ya lo venía suponiendo desde hace tiempo aunque no fue mucho
    Ya que apenas ayer lo leí pero estoy frustrado por que Sasuke ni una vez dejo que Naruto le metiera su p.n. en su c.lo. también creó que lagino de los dos va a morir o si no es que los dos. O quedaran muy pero muy transtornados como ahora yo lo estoy. Ya es tarde para arrpentirme ya casi me imaginaba que no era color rosa así que ya estaba un poco preparado para leer esto
    Sin mas matta

    Edited by Syo-chan-kun - 13/12/2015, 01:36
     
    Top
    .
  15. Celes†ica
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Hola ^o^ Primero que todo... Muchas gracias por sus comentarios. Y emer-sama: ¡Yo también adoro a Kakashi!, aunque es una relación de amor/odio hehe, bueno más adelante notarás por qué xD
    Otra cosa, ya aclaré al comienzo que esta historia es de drama y casi no contiene lemon, solo las escenas necesarias ;)

    Bueno, espero les guste lo que leerán a continuación :3 ¡Nos vemos!
    _______________________________________________________________



    Capítulo 16:

    "Promesa"







    Al día siguiente por la mañana, Naruto se sentía tan triste, tan disgustado, que consideró seriamente la idea de terminar con Sasuke. La droga estaba destruyendo día a día su amor. Naruto finalmente comprendió que mientras ambos siguieran consumiendo heroína no podría tener a Sasuke exclusivamente para él. Tendría que compartirlo con sus clientes y muy en particular... Con Kakashi.

    Sasuke por su parte, no dio mayores explicaciones sobre el asunto. Pero lo cierto era que al azabache no le importó en lo absoluto que Naruto y él fuesen como una pareja de casados. Sinceramente, Naruto sentía que tenía el corazón hecho pedazos.

    Al final, Naruto dejó de acudir en forma asidua a la casa de Kakashi. El rubio ya se sentía ya lo suficientemente humillado como para volver a ese lugar. Además, Kakashi le advirtió muy diplomáticamente que no volviera a poner los pies en su casa, y en general, que se alejara de Sasuke y lo dejara en paz de una buena vez.

    Pero Naruto no dejó de ir a ese lugar porque Kakashi se lo pidió ni mucho menos. Lo cierto era que el rubio sospechaba que Sasuke tenía sentimientos por Kakashi.

    El ojiazul reanudó sus relaciones con los otros del grupo, sobre todo con Hanabi y Sai. Pero ya no se llevaban tan bien como antes. Cada cual estaba sólo interesado en hablar de sí mismo (y durante horas) sin escuchar siquiera dos minutos al compañero de al lado. Por ejemplo: Hanabi solía hablar largo y tendido sobre el significado del tratado de unión sobre la dirección de tránsito. Entonces Sai y Naruto se consumían esperando para poder relatar su tragicómica historia sobre el revendedor que les pasó harina en vez de heroína. A fuerza de gritarle a Hanabi:


    "¡Hey! ¡Se te acabó el tiempo!”


    Lograban acallarla. Pero después, Naruto y Sai discutían para poder relatar su versión individual de la historia y se disputaban el turno para hablar. La mayoría de sus tentativas de conversación terminaban muy rápido, cuando alguien largaba la consigna:


    "¡Se te acabó el tiempo!"


    Cada uno de ellos tenía la inmensa necesidad de ser escuchados pero eso era lo que precisamente ya no pasaba en el grupo. Anteriormente se comprendían. Ahora eso se había acabado. La única forma de ser escuchados era contando sus aventuras con los policías. Todos estaban en contra de ellos, en contra de esos malditos. Y Naruto era quien tenía mayor experiencia en la materia.

    A comienzos de mes fue arrestado por tercera vez. Eso ocurrió en la estación de Kyobashi.
    Naruto había retornado a la prostitución para pagar la heroína que consumía y regresaba de casa de un cliente. Estaba muy feliz, había obtenido diez mil yenes por muy poca cosa: sólo una pequeña exhibición.

    En eso, mientras caminaba, Naruto de la nada, se encontró con Sasuke.

    Sasuke venía de casa de un cliente. Le explicó a Naruto que el dinero de Kakashi no era suficiente como para pagar tres dosis de heroína diarias, así que no tenía más remedio que hacerse de algunos clientes. Por supuesto, eso enrabiaba a más no poder a Kakashi; pero a Sasuke parecían resbalarle completamente los celos del peliblanco.

    Naruto hizo como si no le importara en lo absoluto la situación de Sasuke. Eso lo molestó. El ojinegro le explicó a Naruto que el asunto de Kakashi no era más que un trabajo, que él debería comprender su situación y finalmente que no tenía ganas de hablar más sobre el asunto, así que lo dejara de molestar con sus estupideces.

    Por supuesto toda esa mierda que salía de la boca de Sasuke enervó totalmente a Naruto. Ahora el azabache creía que no le debía explicaciones a nadie. Naruto se largó a gritar:


    – Escucha, mi viejo. Primero que nada, que le prestes el culo a Kakashi me importa bien poco. Pero al menos siento que me debías una explicación. Segundo: las cosas van a cambiar de ahora en adel-


    Mientras gritaba, Naruto notó la afluencia de policías en el andén de metro, pudo divisar a un policía justo tras de Sasuke y varios más alrededor. Y lo supo de inmediato: era una redada. Un tren llegó a la estación. Aterrado y sin dudarlo, Naruto dejó de gritarle a Sasuke y se largó a correr a todo dar -Sasuke estaba atónito tras él- y se precipitó dentro del tren para perder a los policías. Pero al pasar atropelló sin querer a un anciano que se puso a gritar:


    – ¿Qué te pasa estúpido? ¡Eres un inmundo drogadicto!


    Dos policías de civil entraron detrás de Naruto y de Sasuke quien había corrido tras él. Evidentemente, su comportamiento les había llamado la atención. Pero se habrían fijado igual en ellos porque las personas que se encontraban allí se precipitaron encima de ambos, tenían sus manos sobre sus ropas y gritaban como locos:


    – ¡Señores agentes, los tenemos aquí!


    Esa gente se dio cuenta de inmediato que se trataba de una redada. Sasuke estrechó sus brazos sobre Naruto para protegerlo y ambos se abrazaron. Uno de los policías dijo:


    – No vale la pena que simulen ser Romeo y Julieta. ¡Vamos, vamos ya!


    Los metieron dentro de un mini-bus y los llevaron a la estación de policía. Los policías fueron muy desagradables con Naruto pero al menos no le hicieron preguntas. Se conformaron con decirle que ya era la tercera vez que lo atrapaban, que ya tenían su expediente. Tampoco se molestaron en avisarle a Iruka. Al cabo de una hora los soltaron a ambos.

    La policía de civil de la estación Yotsuya al contrario de la de Kyobashi, había terminado por conocer a Naruto y no lo molestaban mucho. También eran bastante amables, al menos había uno joven que tenía un acento sureño y era muy gentil. Un día, caminó sigilosamente a las espaldas del rubio y después plantificó su insignia delante de los azules ojos de Naruto. Después, el tipo rompió a reír y le preguntó si se dedicaba a patinar (prostitución). Naruto le contestó con su frase habitual:


    – No. ¿Acaso lo parezco?


    Aquel hombre no era idiota pero tampoco intentó echarle una ojeada al bolso plástico de Naruto. Le dijo simplemente:


    – No vengas a merodear por aquí durante algunos días. De lo contrario, me veré obligado a arrestarte.


    Pero quizás no lo hacía por amabilidad. Quizás sólo lo hacía por negligencia. Lo más probable era que en la estación de policía ya estaban cansados de escribir cincuenta veces el mismo nombre de un chico medio muerto.

    Después del arresto en la estación Kyobashi, Naruto y Sasuke partieron a comprar heroína donde otro revendedor, ya que Deidara -su proveedor habitual- estaba inubicable. Ambos decidieron inyectarse en los baños de la estación Yotsuya. Aquellos baños estaban en un estado lamentable. Ningún grifo funcionaba. Entonces Naruto limpió su jeringa con el agua del retrete, en la palangana de una caseta vomitada. Pero eso le ocurría a menudo, cuando había mucho público y no podía limpiarla en el lavamanos. La heroína del revendedor desconocido lo apaleó. El rubio se derrumbó, cayó cuán largo sobre el embaldosado sucio de vómito. Luego de dos horas Naruto despertó y salió de su aturdimiento. Sasuke estaba junto a él.


    **

    Por primera vez, después de mucho tiempo, Naruto y Sasuke fueron a darse una vuelta por "Sonne", la discoteca a la que asistían asiduamente hace un buen tiempo. Sasuke, de inmediato se dirigió a la pista de baile y Naruto se sentó al costado de la máquina que fabricaba el jugo de naranja. Había un agujero en ella. Naruto se apoyó junto a la máquina y hundió dos pajillas para beber dentro del agujero. Después se atestó de jugo de naranja hasta que le dieron ganas de vomitar. Así que se dirigió al baño. A su regreso, cuando iba caminando por el oscuro pasillo, uno de los gerentes se le dejó caer encima. Lo trató de "drogadicto inmundo" y le ordenó seguirlo. Naruto tuvo mucho miedo. El hombre lo agarró por el brazo, lo arrastró por el pasillo y luego abrió una puerta que daba a una habitación en donde depositaban las cajas de bebidas. También había un taburete del bar y unas cuantas cajas vacías. El gerente lo arrojó brutalmente hacia las cajas vacías y Naruto cayó tal y como un saco de papas. El rubio sabía lo que ocurriría después. Ya le habían contado esa historia: A los drogadictos y a otros indeseables, los desnudaban y los amarraban al taburete del bar. Después de eso, los golpeaban, a veces con latigazos y luego los violaban. Naruto había ya escuchado hablar sobre unos chicos que habían pasado por el depósito de la "Sonne", habían ido a parar al hospital después, por un periodo mínimo de un mes, con fracturas de cráneo. Los desgraciados quedaban tan aterrados que tampoco se atrevían a denunciarlos. Esos asquerosos de la Gerencia hacían todo aquello por puro sadismo, pero también para alejar a los viciosos de su negocio. La policía amenazaba en forma permanente con clausurar la "Sonne". Por supuesto, a los drogadictos que se acostaban por gusto con los de la Gerencia, los dejaban tranquilos. Pero Naruto no permitiría aquello. De todas formas, la "Sonne" era un sitio de perversión.

    Cuando Naruto vio a ese tipo a punto de ponerle las manos encima, el pánico se apoderó de él. Reunió fuerzas, se arrancó de las manos del hombre y arremetió hacia la salida. Pero el Gerente corrió tras él y lo alcanzó muy fácilmente. Lo cogió de su chaqueta y lo tiró en contra de la pared. Naruto no sintió el impacto. Estaba demasiado atemorizado para aquello. Luego el tipo lo tomó de los cabellos y lo arrojó nuevamente al depósito. Intentó desnudarlo, pero el rubio se defendió. Así que aquel hombre se conformó solo con rasgarle su camiseta y quitarle su chaqueta. Finalmente lo amarró al taburete del bar, se sacó su cinturón y comenzó a golpearlo en la espalda. No dejaba de repetir:


    – ¡¡A ver si aprendes con esto!!


    Naruto aguantó los golpes inmóvil en su sitio. Aquello no era nada comparado a lo que vendría después. Estaba asustado y temblaba mucho. Finalmente el tipo se detuvo. Bajó sus pantalones y su ropa interior. Le quitó a Naruto sus amarres y de la nada, comenzó a patearlo. Quizás para asegurarse de que estuviera aturdido, y se quedara quieto mientras lo violaba. Luego de la paliza, aquel tipo, muy calmado, sacó de su chaqueta un cigarrillo y comenzó a fumarlo.

    A pesar del dolor y de lo que le esperaba, Naruto sólo pensaba en Sasuke. Sentía mucho temor por él. Seguramente ahí sabían que habían llegado juntos y no había visto a Sasuke después de que se lanzó totalmente volado, a la pista de baile. Lo más probable era que Sasuke estuviera en una situación similar, o quizá en una peor.

    Aprovechando que el tipo estaba distraído con el cigarrillo Naruto se levantó del piso y corrió lo más rápido que pudo. No tenía ni el más ligero deseo de morir en un lugar como ese. Mientras corría por el pasillo a toda velocidad se puso a gritar:


    – ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude por favor!


    Pero la música del local estaba demasiado alta y nadie podría escucharlo. Además, Naruto solo quería salir de ese lugar y nada más. Cuando finalmente alcanzó la salida a la calle, el rubio no aguantó más y vomitó frente a la "Sonne". Después de eso, buscó por los alrededores a Sasuke y no lo pudo hallar.

    Desesperado, Naruto corrió a una cabina telefónica cercana. De inmediato llamó a la policía. Les explicó que en la "Sonne" lo habían maltratado y que su novio posiblemente se encontraba en la misma situación. Los policías estaban embelesados con la noticia. ¡Por fin podrían clausurar la “Sonne”!

    Los policías llegaron unos minutos después, en un vehículo repleto de guardias. Recorrieron la "Sonne" de principio a fin y no dieron con Sasuke. Luego Naruto les explicó que un Gerente lo había maltratado. Les mostró los golpes en su espalda. Consternados, los policías llamaron a los gerentes. Uno de ellos alzó la voz:


    – Tan solo mírelo, Oficial. Es un drogadicto. Es obvio que está mintiendo. Usted pudo comprobar que su novio, posiblemente otro drogadicto no estaba aquí.


    Mientras los policías discutían con los gerentes sobre lo sucedido, el rubio tuvo una idea: llamó a Kakashi. Este le dijo que Sasuke ya estaba acostado. Los policías le aconsejaron a Naruto que no volviera a realizar ese tipo de bromas.
    Después de sus numerosos arrestos, citaron a Naruto a la Brigada Criminal de Kanto, oficina 314.


    **


    A la salida de la escuela el rubio se fue a casa. Quería inyectarse antes de ir a la policía. Si estaba volado, no le impresionaría. Pero no tenía limón y la droga no parecía estar muy limpia. Por otra parte, los revendedores estaban vendiendo la heroína bastante adulterada: la mercadería pasaba de mano en mano, de mayoristas a intermediarios, de intermediarios a pequeños revendedores y cada uno le añadía algo, con el propósito de incrementar sus ganancias.

    ¿Cómo Naruto podría disolver esa porquería de droga? Cogió vinagre, así de simple. Eso contenía ácido ¿no era así? Lo vertió directamente de la botella sobre la cuchara con polvo. Sin querer le colocó una dosis excesiva. Pero como no quería arrojar la dosis completa de heroína, se inyecto la solución en el brazo. El efecto fue fulminante. Naruto sintió como si su cabeza estallara y su pecho se reventara. Cayó al piso del baño y no despertó hasta una hora después. Con la aguja aún enterrada en el brazo. Le dolía la cabeza de un modo terrible. Le resultaba imposible levantarse. Así como estaba, Naruto sólo deseaba morir. Se puso a llorar tirado a lo largo del suelo. Tenía miedo. No quería morir de esa forma, totalmente solo. Se arrastró a cuatro pies hasta el teléfono de la sala. Le tomó al menos, diez minutos discar para la oficina de Iruka. No le pudo decir otra cosa que:


    – Ven Iruka. Te lo ruego... Voy a morir.


    Iruka llegó luego de un rato. Ayudó a Naruto a levantarse y lo sentó sobre el sofá. El rubio todavía tenía la sensación de que su cabeza iba a estallar, pero apretó los dientes. Le dijo a Iruka:


    – Lo que pasa es que todavía tengo problemas de circulación.


    Iruka comprendió perfectamente que Naruto se había inyectado. Su rostro denotaba una tremenda desesperación. No dijo absolutamente nada, sólo lo miraba. Naruto no soportaba ver más esos ojos tristes, desesperados. Eso le reventaba aún más la cabeza. Al cabo de unos minutos Iruka le preguntó si deseaba alguna cosa.


    – Sí, fresas.


    Iruka salió y le trajo una cesta repleta de ellas. Naruto creyó verdaderamente que había llegado su fin. Pero no había sido una sobredosis, sólo el vinagre. El cuerpo de Naruto había perdido toda capacidad de resistencia, ya no podía más. De esa forma les había ocurrido a aquellos que habían muerto. Muchas veces, después del pinchazo, perdían el conocimiento. Y un día no despertaron más. Naruto no entendía por qué tenía tanto miedo de morir. De morir solo. Los drogadictos mueren solos. Pero a pesar del miedo, tenía verdaderas ganas de morir. En el fondo no esperaba nada de nadie. No sabía por qué estaba en este mundo. Un adicto, ¿para qué vivía? Sólo para destruirse y para destruir a los demás. Esa tarde, Naruto llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era morir, al menos morir por amor a Iruka. Aunque de todas maneras, ya no era consciente de si existía.

    A la mañana siguiente, las cosas anduvieron mejor. Después de todo, quizás Naruto podía detener toda la mierda a tiempo. Tenía que ir a ver a los policías o de lo contrario, ellos vendrían por él. Pero no tenía fuerzas para ir solo. Telefoneó a todos lados para dar con Sai. Tuvo la suerte de encontrarlo en casa de uno de sus clientes comunes. Sai aceptó acompañar a Naruto. Su madre había ido más de una vez a la policía para informar sobre su desaparición. Pero Sai no le temía a nada, se sentaba encima del mundo.

    Sentados sobre un banco de madera, en un largo corredor, ambos esperaron prudentemente a que llamaran a Naruto a la oficina 314. Cuando finalmente lo hicieron el rubio hizo su entrada como niño modelo -con reverencia incluida-. Una señora apellidada "Yamada" le tendió la mano, fuerte, amablemente, mientras le contaba que tenía un hijo de su misma edad, pero que no se drogaba. La mujer policía se mandó su numerito maternal. Se informó acerca de la salud de Naruto, le ofreció una taza de chocolate, pasteles y frutas.

    La señora Yamada prosiguió la conversación con sus aires maternales y le habló de otros drogadictos y a la vez le trataba de sonsacar información. Le mostró a Naruto fotografías de drogadictos y revendedores y el rubio no le dijo nada más que:


    – Sí, los conozco, pero sólo de vista.


    En ese momento ella señaló que algunas personas del mundo de la droga habían hablado muy mal acerca de él. De repente, Naruto se pilló hablando de más. Se dio cuenta de que no tenía que hacer esa mierda, pero habló. Y mucho. Después de eso, firmó una declaración -llena de cosas que en cierta forma, ella le ayudó a decir-.

    Después, otro policía vino a interrogarlo acerca de la "Sonne". En esa ocasión Naruto contó todo lo que sabía. Habló de todas las personas que conocía y que habían sido arrastradas al mundo de la droga y también acerca de las brutalidades de la Gerencia... A petición de Naruto, hicieron entrar a Sai. Él confirmó todo lo que el rubio había contado y declaró estar dispuesto a testimoniar bajo juramento delante de cualquier tribunal. La señora Yamada, quien no había cesado de husmear en sus papeles, identificó rápidamente a Sai y le dio un sermón. Sai la mandó a la mierda con tal insolencia que Naruto pensó:


    "Dios mío... Va a lograr hacer que me encierren"


    Pero la jornada de la señora Yamada ya había finalizado. Citó a Sai para el día siguiente. Por supuesto, Sai no iría. Al despedirse, la señora Yamada le dijo a Naruto:


    – Y bien, pequeño. Estoy segura de que nos volveremos a ver muy pronto.


    Tuvo el descaro de decírselo con el mismo tono dulzón que había utilizado anteriormente. Después le anunció a Naruto, de golpe, que él figuraba entre los casos desesperados.

    Naruto, ingenuamente se había dejado manipular por aquella policía, por su chocolate, sus pasteles y sus sonrisas. Tenía unas ganas tremendas de llorar de rabia... Se hizo dos clientes, compró droga y regresó a casa. Su gato estaba tirado en la cocina, incapaz de pararse en sus patas. Hacía varios días que estaba enfermo. Tenía un aspecto miserable y lanzaba unos maullidos tan quejumbrosos, que Naruto pensó que también su gato se iba a morir.

    El rubio se preocupaba más por su gato que por su persona. El veterinario le dio un extracto con sangre de vacuno pero el pobre minino no quiso comer más: el platillo con su alimento permaneció intacto. Naruto decidió inyectarse de inmediato. Preparó sus utensilios y entonces se le ocurrió una idea genial: Puso un poco de sangre de vacuno en la jeringa y la vació directamente en el hocico del gato. El pobre se quedó un buen rato sin reaccionar. Luego al ojiazul le tocó un buen rato limpiar la jeringa.

    Naruto se inyectó pensando que el resultado no había sido muy positivo. Tenía ganas de morir, pero sentía un temor enorme antes de cada pinchazo. Quizás sólo estaba impresionado por lo del gato. Es terrible morir cuando aún no se ha empezado a vivir. Por su parte, Naruto no veía salida por ningún lado. Iruka y él no intercambiaban más de una palabra después del día en que se había enterado de que había reincidido en la droga. Naruto vociferaba y él lo miraba con cara de desesperado. La policía lo vigilaba. La declaración firmada por él que describía ampliamente sus delitos podía hacerlo comparecer ante el Tribunal de Menores: lo podían condenar en cualquier momento.

    Y después Naruto pensó que no sería tan malo que lo condenaran. Iruka estaría contento de que por fin se largara. La verdad era que ya se había dado cuenta de que ya no podía hacer nada más por él. Se mataba llamando a todas partes: al Servicio Social por un lado, al Centro Anti-Drogas por el otro y cada vez parecía estar más desesperado porque se daba cuenta de que nadie podía ayudarlos, ni a él ni a Naruto. Todo lo que Iruka pudo hacer para mantenerlo amenazado fue decirle al rubio que lo enviaría a vivir con su familia, lejos de Tokio.

    Un buen día de Julio, el pobre cerebro de Naruto terminó por concluir que no le quedaban más que dos soluciones: la sobredosis (a breve plazo) o una seria desintoxicación. Tenía que decidirlo por sí mismo. Ya no podía contar con Sasuke y sobre todo, no quería hacerlo responsable de su decisión.

    Finalmente Naruto se dirigió al Centro Anti-Drogas, ahí le dijeron que estaban copados y que sólo aquellos que vivían en los alrededores podían ser ayudados. También le hicieron saber que lo único que lo podía ayudar sería una buena terapia. Le dieron las direcciones de Info-Droga y de Okinawa porque eran los centros que habían logrado los mayores aciertos.

    Pero Naruto no quedó muy convencido. Por lo que le habían contado, esas terapias eran increíblemente estrictas: los primeros meses eran peores que la cárcel. En Okinawa acostumbraban a rasurarles la cabeza a los recién llegados. Era como el símbolo del inicio de una vida nueva. Pasearse con el cráneo, al estilo de Ten Shin Han, era algo que Naruto no podría resistir. Lo que más cuidaba de sí mismo eran, precisamente sus cabellos, que ahora habían crecido de un modo grandioso. Detrás de ellos Naruto disimulaba su rostro. Si se lo cortaban, era como si lo auto-suprimieran desde el comienzo.

    La Consejera estimó que Naruto tenía pocas oportunidades de entrar a Info-Drogas o a Okinawa porque no tenían vacantes. Además, las condiciones para entrar eran inexorables: había que estar con un buen estado físico y se debía demostrar, a través de una eficaz autodisciplina que se tenía verdaderas fuerzas para desengancharse de la droga. La Consejera dijo también que a su corta edad Naruto tenía mucho en su contra para enviar su solicitud a las instituciones. Dijo que todavía no tenían terapias para niños. Naruto finalmente le propuso "Narconon". Era el centro terapéutico de la Iglesia de la Cienciología, una secta. Naruto había conocido a algunos drogadictos que habían estado allí y le habían dicho que no era malo. Si se pagaba por adelantado, no ponían condiciones en la admisión. Había derecho a libertad en el vestuario, se podía escuchar su propia música, e incluso aceptaban animales.

    La Consejera le dijo a Naruto que se lo pensara bien, que se preguntara a sí mismo por qué tantos adictos contaban que en Narconon la terapia era increíblemente relajada y por qué continuaban inyectándose felices de la vida. Ella, al menos, dijo que no conocía ningún resultado positivo que hubiera emergido de Narconon.

    Cuando Naruto regresó a casa, volvió a inyectarle sangre de vacuno al gato con su jeringa. Cuando Iruka regresó de la oficina, Naruto le anunció:


    – Voy a desintoxicarme definitivamente. En Narconon. Tomará algunos meses… tal vez un año. Pero después quedaré limpio para siempre.


    Iruka parecía no creer una palabra de lo que Naruto contaba. Tampoco se colgó al teléfono para averiguar información acerca de Narconon. El rubio se puso de cabeza a intentar dar lo mejor de él para todo ese asunto de la terapia. Tuvo la seguridad de que iba a renacer. Esa tarde no se hizo ningún cliente y tampoco se inyectó ni consumió nada. Tenía que abstenerse antes de entrar a Narconon. No quería por nada del mundo empezar por la Cámara de Abstinencia. Debía llegar limpio para conseguir la primera ventaja sobre los demás postulantes. Quería probarles a la brevedad que estaba muy dispuesto a desengancharse de la droga.

    Naruto se fue a acostar a una hora prudente. Su pobre gato seguía de mal en peor. El ojiazul tomó al minino y lo instaló a su lado, sobre su almohada. Naruto estaba bastante orgulloso de su persona. Hizo su abstinencia completamente solo, por su propia voluntad. ¿Qué otro drogadicto podría decir lo mismo? Cuando el rubio le anunció su decisión a Iruka, este reaccionó con una tenue sonrisa, incrédulo. No tomó ninguna licencia. Para él, la abstinencia de Naruto era una parte casi de lo cotidiano. Y él ya no creía en nada. Estaba totalmente solo.

    Al día siguiente, por la mañana, Naruto comenzó a sufrir la abstinencia. Quizás la sintió mucho peor que las veces anteriores. Pero el rubio estaba seguro de que esta vez iba a resultar. Cuando se sentía realmente mal y estaba a punto de estallar, Naruto se decía:


    "Es sólo el veneno que supura por tu cuerpo. Vas a vivir y nunca más volverás a envenenarte"


    Cuando Naruto finalmente se adormeció no se le repitieron aquellas pesadillas horribles. Sólo soñaba sobre su vida después de la terapia. Al tercer día el dolor fue más soportable y las imágenes del futuro más y más concretas: Naruto preparaba su bachillerato, tenía un apartamento propio y un automóvil descapotable que lo manejaba descubierto.

    Su apartamento quedaba en un barrio donde abundaba la vegetación. Era un edificio antiguo, estaba en una de esas antiguas casas habitadas por obreros. Tenía dos o tres cuartos, no muy grandes, techos bajos, iluminados por pequeñas ventanas. La escalera, con escalones de madera desprendería olor a limpieza.

    Los vecinos vendrían a desearle los "Buenos días" y a preguntarle: "¿Cómo está usted?". Todo el mundo trabajaría mucho pero estarán contentos: no sentirán envidia los unos de los otros, por el contrario, se ayudarían mutuamente.

    En resumen, no sería ni al estilo de los ricos ni de los pobres. El hogar de Naruto sería apacible. En su apartamento, la habitación principal sería el dormitorio. Su cama sería muy ancha y la mantendría recubierta con un tapiz oscuro. A los costados de ella, la acompañarán dos veladores -el segundo es de Sasuke-. El espacio restante del dormitorio estaría cubierto con plantas y flores. A la izquierda de la alcoba estaría el rincón de Naruto. Lo decorará al estilo árabe o indio: rodeado de cojines que rodearán la mesa de centro, la que es baja y circular. Naruto pasará allí sus noches en completa calma. Lejos de la agitación de la ciudad. Sin deseos. Sin problemas.

    La sala de principal sería semejante a la alcoba. Tendrá alfombras y plantas. En el centro habrá una gran mesa de madera. Naruto cocinará para los amigos. En los muros habrá estanterías repletas de libros antiguos.
    Naruto tendrá un perro y dos gatos. Va a sacar el asiento posterior de su auto para que el perro se sienta a sus anchas.

    En la noche, Naruto preparará la cena. Tranquilamente, se tomará su tiempo… Y de repente, se escucha un ruido de llaves en la cerradura... Es Sasuke quien regresa de su trabajo. El perro salta y se le arroja al cuello. Los gatos, con sus lomos se frotan contra sus piernas. Sasuke besa a Naruto y se sienta a la mesa para cenar…

    Naruto despertó pero tenía la sensación de no estar despierto. Para él, su presente actual era la realidad del pasado. Ahora, vendría rápidamente su futuro después de la terapia. Estaba tan convencido de que al tercer día de su abstinencia le anunciaría a Iruka que su proceso de rehabilitación había terminado perfectamente y que se mudaba y se iría a su propio apartamento...


    **

    Al cuarto día Naruto se sintió bastante mejor y decidió levantarse. Todavía le quedaban mil quinientos yenes en el bolsillo de su jean: mil quinientos era la mitad de tres mil y si conseguía otros mil quinientos, se podría solventar un pinchazo. Aquel sería el último antes de ingresar a Narconon.

    Naruto lo conversó con su gato. Le explicó que lo dejaría sólo por un par de horas, que aquello no era nada terrible. Lo hizo tragar -siempre con su jeringa- un poco de azúcar de uva y una infusión de camomila. Luego le aseguró:


    – Quédate tranquilo. No vas a morir.


    Naruto tuvo ganas de irrumpir por Kyobashi para luego pasearse por ahí. Sabía muy bien que una vez que estuviera en Narconon no iba a tener libertad para salir como a él le gustaba, ni menos aún solo. Y quería inyectarse la última dosis... Así que tenía, por tanto, que resolver el problema de los mil quinientos yenes. Necesitaba un cliente. Pero no tenía deseos de ir a la estación Yotsuya. Tampoco se vio diciéndole a Sasuke:


    "¿Sabes que me fue genial con lo de la abstinencia? Fue increíblemente agradable. Vine en busca de un cliente porque necesito mil quinientos yenes para inyectarme".


    Sasuke no lo comprendería. Seguramente se mofaría de él y le respondería:


    "Y bien, veo que sigues siendo un drogadicto".


    La idea se le ocurrió en el metro: la solución estaba en un automovilista. Naruto pensó que por mil quinientos lo encontraría con facilidad. Sai y Hanabi lo hacían a menudo pero Naruto sentía horror de sólo pensarlo. A fin de cuentas, no debía mirar al conductor: sólo debía subirse al auto de cualquiera. Lo peor que le podía ocurrir era caer en manos de un proxeneta. Fingían ser clientes. Y una vez dentro del auto no había salvación... No era porque le quisieran quitar el dinero a los drogadictos, eso no les interesaba. Les gustaba engancharlos en el barrio Kyobashi para que el que cayera en la trampa trabajara gratis para quedar en libertad.

    Hanabi había subido en una ocasión en el vehículo de un cabrón. La secuestró durante cinco días. La torturó y luego la obligó a realizar numerosas porquerías con una montonera de hombres, homosexuales, borrachos, extranjeros, con cualquiera. Y durante todos esos días, Hanabi estuvo sufriendo una crisis de abstinencia. Vivió un verdadero infierno durante aquellos días. Pero cuando regresó a Kyobashi ella era la misma de siempre. Siempre fue la reina de ese lugar, con su cara de ángel y su figura plana, sin senos ni nalgas.

    Los putos profesionales eran tan peligrosos como los cabrones. El cuartel general de los callejeros de la peor calaña no estaba más allá de una cuadra del barrio Kyobashi. De vez en cuando aquellos personajes realizaban una verdadera cacería de drogadictos. Si atrapaban a uno de ellos, se les arrojaban encima, los arañaban y les desfiguraban el rostro.

    Naruto se bajó en la estación "Kyobashi 1". Estaba aterrado. Sólo pensaba en las múltiples advertencias de Hanabi y Sai. Debía evitar a los tipos jóvenes con automóviles deportivos y a los que andaban vestidos con ropas deportivas: solían ser cabrones. Los viejos con traje y corbata y medio torpes eran bastante pasables, sobre todo si andaban con sombrero. Sin embargo, los mejores eran aquellos hombres que llevaban un asiento para niños en la parte trasera de su auto: eran valientes padres de familia, sólo andaban probando suerte y estaban más asustados que los propios prostitutos.

    El ojiazul tomó la calle en dirección a la "Sonne", no por el lado de la acera sino por donde había una hilera de casas. No quería dar la impresión de andar cazando a un cliente. De repente un tipo le hizo una seña. Naruto lo encontró extraño, tenía un aspecto agresivo. Al final lo mandó de paseo y continuó su camino. Aún no era medio día así que no había más chicos disponibles, eso era favorable ya que aquellos tipos se volvían locos cuando se las arreglaban para coger media hora libre y no encontraban a un chico disponible.

    Se detuvieron muchos otros autos. Naruto aparentó no verlos. Caminó por la calle y se puso a contemplar la vitrina de una tienda de muebles. Como de costumbre, se puso a soñar de nuevo. Pero se dijo:


    "Naruto, domínate. Tienes que hallar pronto esos yenes. Concéntrate"


    Y siguió su camino. De pronto, un Comodoro blanco se detuvo. No tenía asiento para niños en el asiento trasero pero el hombre tenía un aspecto decente. Naruto se subió al auto sin pensarlo mucho. El tipo le sonrió y le dijo:


    – ¿Cuánto necesitas?


    – Dejémoslo en tres mil monedas.


    El tipo aceptó de inmediato.


    Ambos se fueron a la plaza Yagura en donde antiguamente había una estación de trenes. Naruto le bajó los pantalones y comenzó a hacerle sexo oral. Luego de pocos minutos el hombre se vino. Le ofreció a Naruto cinco mil yenes más por hacer el amor. Al ver que el rubio no aceptó no se hizo mayores problemas. Era un tipo muy gentil. Naruto hasta olvidó que se trataba de un cliente. Luego de eso, el hombre muy sonriente le dijo:


    – Me gustaría mucho volver a verte, pero dentro de tres días partiré a Noruega de vacaciones con mi esposa y mis dos niños.


    Al rubio no le importó mucho su acotación y le preguntó si le importaba llevarlo a la Universidad Técnica de Tokio-era allí donde se encontraba droga por las mañanas-. El hombre aceptó de inmediato.

    El día estaba soleado. Naruto bajó del auto. Caminó, conversó con algunos muchachos, luego acarició a un gatito. ¡Qué felicidad! Aquella sensación era formidable. No estaba presionado, podía inyectarse en el momento en que quisiera. Ya no se sentía condicionado por la heroína.

    Al cabo de unos pocos minutos, pasó un tipo que le preguntó si quería comprar droga.


    – Sí, dame tres mil yenes.


    Naruto bajó a inyectarse en el baño para varones de la plaza Yoshigura. Ahí era bastante limpio. No vertió más de la mitad de la dosis en la cuchara porque después de la abstinencia tenía que actuar con moderación. Se dio el pinchazo con cierta solemnidad. Se dijo:



    "Este será el último. Lo juro. Luego estaré limpio por siempre".








    Continuará.

    Edited by Celes†ica - 14/12/2015, 03:19
     
    Top
    .
93 replies since 20/1/2015, 06:08   3579 views
  Share  
.