DOCE DIAS ASAHINA X ISAKA FINALIZADO

DESCRIPCION EN EL FIC

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  1. Fransela_r
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    Hola mis queridas y queridos amigos, he venido para traerles el ultimo trabajo de la serie SECUESTRADOS. La pareja es Asahina e Isaka, ellos eran los que me faltaban. Tiene de todo un poco pero toca principalmente el tema del control con un toque de Bondage, dominacion y sadomasoquismo, jejejejeje queria hacer algo diferente y como el tema esta en el ambiente bueno, queria aplicarlo desde mi percepcion. En fin las advertencias, las de siempre.

    CONTIENE MPREG, LOS PERSONAJES NO ESTAN EN CANON, VA A HABER MUCHO LEMON Y LENGUAJE FUERTE.

    Una vez aclarado esto, no quiero quejas ni comentarios al respecto, si lo advierto es para que las personas a las que no les gusten estan cosas no entren a leer.

    A los que me acompañen BIENVENIDOS DE CORAZON. Los vere por aqui en estos doce capitulos que espero que les gusten.

    COMO SIEMPRE LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN SON DE NAKAMURA SAN Y ESTE TRABAJO ES SIN FINES DE LUCRO SOLO POR DIVERSION.



    Doce días.


    El control es una ilusión. La ilusión de que todo lo que nos rodea está a merced de nuestro poder. El capricho de nuestro interior acerca de nuestra visión de cómo debe ser el mundo, de cómo debemos ser nosotros según nos inculcaron. A Ryu, la ilusión de control lo ha llevado a convertir su vida en un absoluto caos. Con un reciente divorcio, un hijo y una enorme compañía bajo su poder, él cree que puede seguir manejando la vida a su antojo, sin importarle por encima de quien o que, tenga que pasar y sin tomar en cuenta cuánto daño pueda causar el camino.
    Hay personas interesadas en que Ryu deje ir el control que domina su vida. Su familia, sus amigos, pero alguien más importante que todos ellos, será el que lo lleve a un viaje de autodescubrimiento, donde se arriesgará a perder o a ganar de nuevo su corazón.
    Kaoru tiene doce días para lograr lo que no logró en seis años, ha tenido diez meses para planearlo todo, no ha pensado en nada más desde que firmara el maldito papel del divorcio. Las horas están contadas para Ryu y muy pronto descubrirá que el control es de aquel que pueda llegar a dominarlo.



    Prólogo.





    Despierta mecánicamente. Como cada mañana, incluso antes de abrir los ojos, se coloca la máscara que presenta ante el mundo. Todo está bien, parece gritar el rostro impasible y sereno que deja que la gente admire, pero por dentro, en el fondo de su corazón, él lo sabe, nada está bien.
    Se baña, se viste, se mira al espejo, todo con absoluta tranquilidad. Las cosas han ido perdiendo el sentido. Lo cotidiano se ha vuelto común, la vida ha perdido los colores. Hoy, vive inmerso en un mundo gris, apático, carente de emoción. Escucha el sonido de una risa y una ligera sonrisa se pinta en sus labios. Lo único que tiene sentido en su vida, ha despertado.
    Cuando sale de su habitación pulcramente vestido, camina hacia la habitación de su hijo. Es una lástima que a pesar de haberlo intentado por largos años, Shunsei llegara justo cuando su matrimonio no tenía regreso.
    —Hola mi pequeño. Despertaste muy enérgico hoy.
    Él bebé lo saluda con emocionados grititos, extendiéndole los brazos para que lo cargue. Tiene diez meses, es un niño saludable, hermoso y hasta cierto punto feliz. Llegó al mundo unos días después que firmaran la sentencia de divorcio, pero eso no ha impedido que sus padres lo amen con locura. Cuando Ryu lo carga y lo mima con besos y caricias, recuerda su renuencia cuando le informaron hacía ya muchos años que era uno de los muchos hombres que podía dar vida.
    Aquella época de su vida fue caótica, pero Kaoru había sido un gran apoyo en aquellos momentos. Apenas eran novios y estaban en la universidad. Un chequeo de rutina les dio la inesperada noticia. Su padre enloqueció, su madre no sabía que decir. Solo su hermano le había servido de apoyo en la familia. Era gracioso que ahora, aquellos que en aquel momento rechazaron la idea, eran unos abuelos muy consentidores y felices.
    —Oh Ryu, te vas a manchar todo. Deja que yo cambio a Shu chan.
    Ryu sonríe cuando su hermano entra a la habitación con un rostro de recién despertado y le quita a su pequeño amor de los brazos.
    —Despertaste tarde, Hiroki. Recuerda que hoy tienes una entrevista en la editorial.
    Su hermano sonríe y asiente. Al momento alguien toca la puerta. Ryu sabe quién es, nadie entra a la habitación de su hijo sin su permiso, sólo Hiroki y él tienen total acceso al pequeño bebé. Por eso el ama de llaves siempre toca antes de entrar a cualquier habitación de aquella casa.
    —Se… Señor, el desayuno está listo y Momoki san quiere saber si puede subir.
    Ryu gira su rostro hacia su hijo sin responderle a la chica, lo besa, le susurra algo al oído y luego le da un beso a su hermano en la frente.
    —No llegues tarde. —murmura con ternura.
    Hiroki asiente. Ryu pasa por un lado de la chica girando órdenes.
    —No voy a desayunar. Dile a Momoki que espere que Hiroki termine con mi hijo y luego suba. Se quedará con él hoy, pues Hiroki va a salir. Regresaré para la cena tengan todo preparado.
    Hiroki está en la puerta escuchándolo. Shunsei se revuelve en sus brazos traviesamente. Pero Hiroki no le está prestando atención. Escucha el seco tono de voz de su hermano, su postura indolente, fría, llena de amargura. Mira más allá de la máscara que Ryu lleva usando por meses. Siente su dolor, su cansancio. Puede escuchar los gritos de auxilio de Ryu, aunque su propio hermano no pueda escucharlos.
    —Hoy no vamos a comer con mami, Shu chan. Él va a estar unos días fuera.
    Le dice Hiroki, cariñosamente a su sobrino, mientras le prepara para darle un baño. Ya está todo listo. Hay una pequeña maleta en su habitación. Sus padres ya le esperan. En aquellas horas de la mañana la expectativa es mucha. Todos rezan para que las cosas salgan bien, quieren que el objetivo de aquel descabellado plan se cumpla. Tienen temor por la reacción del más perjudicado en todo aquello, esperan que les perdone lo que por amor están dispuestos a hacer. Unas horas más y ya no habrá vuelta atrás, muchos corazones están palpitando al unísono y ansiosamente en aquel instante.
    —El avión estará a las nueve de la noche en el hangar oeste. Tienes una hora para salir. Todos los documentos están en regla. Irá una enfermera contigo para mantenerlo sedado, pero solo será hasta que lleguen a su destino. Luego estás solo Kaoru. Ya todo lo que necesitas está en la casa.
    Kaoru asiente, ya no siente nervios o temor o arrepentimiento. Está a horas de tener lo que es suyo, de vuelta en su lugar. Hay sí, una excitación tremenda en su corazón. Ha planeado aquello por meses. Cada mínimo detalle. Se ha preparado física y mentalmente para lo que va a hacer. Las horas de lectura, de estudio, de preparación, le han dejado una disciplina absoluta que lo ayuda a estar relajado. Lo que le viene no es fácil ni tampoco será fácil hacerlo, pero él espera con ansias cada obstáculo que se le presente, pues lo sorteará con creces.
    —Misaki te manda todo su cariño, dice que es lo más romántico que podría hacer alguien por amor.
    Kaoru sonríe ante la sorna en la voz de su hermano.
    —Eso es porque tu pequeño esposo es un romántico sin remedio. Dile que gracias por su apoyo. —Kaoru reposa la mano en el hombro de su hermano. —Y gracias a ti, sin ti y tu enorme fortuna no habría podido hacer nada de esto. Te prometo que te pa…
    —No me pagarás nada Kaoru, es nuestro dinero, el dinero que nos dejó nuestra madre. — Akihiko suspira ante la negación de su hermano. —Algún día Kaoru, algún día tendrás que aceptarlo. Mientras tanto yo lo cuidaré por ti.
    Kaoru le sonríe y aprieta su mano despidiéndose.
    —Tú lo cuidas mejor que yo.
    Cuando Kaoru se queda a solas, mira a su alrededor. El departamento es de Akihiko, lo ocupaba antes de casarse con Misaki. Es espacioso y ostentoso como le gusta a su hermano. El único lugar que le gusta de aquel departamento es la habitación de su hijo, que decoró Misaki con mucho amor. Su pequeño cuñado no puede tener hijos, pero eso no le ha impedido ser feliz. Él y Akihiko llevan una vida placentera, viajan mucho por el trabajo de Akihiko. Kaoru está seguro que en algún momento se decidirán a adoptar un bebé, al que también está seguro harán muy feliz.
    Le queda una cosa por hacer y sacando su celular, la hace.
    —Dime que voy a poder lograrlo. —murmura con inquietud a la persona que le responde.
    Una risa suave recibe sus palabras, aquellas que reflejan temores de último minuto.
    —Enséñale a desconfiar de la razón, de los preceptos establecidos, de la opinión ajena. Muéstrale entonces como seguir su propio ritmo, como escuchar a su inspiración, haz que piense con el corazón, que se guie por el clima, por las señales de lo extraordinario, por lo que le cause empatía, por las casualidades, hazlo creer que a veces estar un poco loco no está tan mal.
    La voz suave le da esperanza, aun así siente temor. Lo que está en juego es muy valioso.
    — ¿si no quiere ver? Shinobu, ¿si él quiere seguir viviendo como escogió vivir?
    Shinobu suspira, han sido amigos por muchos años, le duele su dolor. Un brazo tibio lo rodea. Es un calor conocido, un calor que le recuerda que lo imposible no es tal, si tienes un corazón valiente que se arriesga a todo por ganar.
    —Lo harás ver Kaoru. Harás que descienda hasta lo más bajo, le quitarás la dignidad, el orgullo. Eso se llevará también el odio, la ira, el miedo, el dolor, porque le enfrentarás al monstruo que tanto teme, lo harás verse cara a cara con su mayor miedo. Quemarás esas alas falsas que le dan una libertad que no existe y entonces lo ayudarás a renacer. Muéstrale ese amor incondicional Kaoru, dale tu corazón por completo. Eres tu quien tendrá el control esta vez y al final, cuando lo hayas traído de nuevo a ti, volverán a ser uno, iguales en todo sentido, no uno detrás del otro, juntos uno al lado del otro, caminando hacia adelante.

    —Gracias. —Le dice a su querido amigo con emoción. Todos han sufrido aquella separación y por eso todos han contribuido a que aquello pase.
    Minutos después recoge sus maletas y sale del departamento, aún le queda la parte más difícil por hacer. Afortunadamente tiene muchos cómplices dispuestos a ayudarlo.

    ******



    La mañana se ha ido en firmar papeles y más papeles. Desde que ha tomado la dirección de la editorial no ha habido espacio para el descanso, pero aquel día parece estar siendo más frenético que de costumbre. Su padre lo ha llamado, la conversación ha sido larga y sorprendente. El hombre le ha pedido detalles de todo lo que ha hecho en la editorial los últimos meses. Lo que ha parecido más una reunión de negocios que una conversación padre e hijo ha durado dos horas.
    Almuerza un sándwich en la intimidad de su oficina. Todo el mundo está haciendo sus labores, nadie se sale de su horario o se retrasa en el trabajo, él es muy severo con semejantes faltas. Su horario esta cronometrado con la precisión de un reloj suizo. Le extraña no haber visto reuniones pautadas para ese día, pero no pregunta, aún tiene un montón de trabajo que hacer.
    Podría delegar, podría dejar el peso de tanto trabajo en los hombros capaces de su vicepresidente. Kirishima Zen es un hombre muy capaz y competente, pero a Ryu no le gusta delegar. No le gusta dejar en los hombros de alguien más, lo que considera son sus responsabilidades. Él quiere demostrar que puede solo y se ha cargado con el peso de la compañía y ha destrozado su vida y su matrimonio por conseguir sus metas personales ¿pero son metas? ¿O es solo su orgullo? ¿Qué es lo que ha querido demostrar?
    Finalmente después de todo el día y una montaña de papeles, el trabajo termina. No queda casi nadie en la editorial, solo los pocos que como él, viven para trabajar. Desciende en el ascensor, piensa en un placentero baño. En recostarse en la cama con su bebé y leerle un cuento. En mirarlo dormir por un largo rato, en pensar en Kaoru como cada noche. Cuando llega al sótano, está pensando en que al día siguiente será sábado. Es el turno de Kaoru con el bebé. Separarse de su hijo es desgarradoramente doloroso y lo es más cuando tiene que ver al hombre que aún ama. Cada vez le es más difícil sostenerse de toda la fortaleza que tiene para mantenerse frio y desinteresado frente a él. La máscara que lo protege muchas veces amenaza con caer.
    Se detiene un momento y suspira. Mañana le dirá a Hiroki que entregue al bebé por él. No puede seguir arriesgándose a caer ante Kaoru, piensa que su ex esposo ya le ha robado mucho. Siente que Kaoru lo ha convertido en un manojo de emociones tormentosas que no sabe cómo controlar y eso lo asusta. Él tiene el poder en su vida y así debe seguir siendo.
    Cuando se sube en el auto no alcanza a meter la llave, un pañuelo húmedo cubre su rostro. Lucha salvajemente contra la oscuridad que lo amenaza, pero su captor es más fuerte, más decidido, más… ¿Por qué de pronto ha dejado de sentir miedo? ¿Por qué aquel olor y aquellas manos le parecen tan conocidos?
    —Hoy es el primer día de nuestra vida y de ahora en adelante, yo tengo el control.
    Con aquellas palabras murmuradas en su oído con una absoluta convicción, Ryu se duerme profundamente. Sabe de quién es aquella voz, lo sabe…

    Día 1



    ¿Cómo fue que el dedicado y exitoso economista se enamoró del desenfadado y liberal artista?
    Ryu fue educado dentro del seno de una acaudalada familia. Recta y sobria fue su educación. Al ser el mayor tenía la responsabilidad de liderar el imperio de su padre. La más prestigiosa editorial de todo Japón. Tenía unos modales exquisitos, dominaba el arte de la conversación. Tocaba el piano como el mejor concertista. Podía conversar fácilmente en cuatro idiomas y era un destacado y brillante estudiante.
    Estaba preparado para pararse en la cima del mundo. Con un temperamento de hielo y unos planes bien definidos, se podría decir que su vida estaba completamente estructurada hasta el más mínimo detalle. Para Ryu no existía la palabra imposible, se exigía al máximo de su capacidad y siempre lograba conseguir lo que se proponía. No admitía la palabra derrota, que parecía haber eliminado caprichosamente de su vocabulario. Pero en la vida hay que caer muchas veces, pues de eso se trata el aprender a vivir.
    La primera y más significativa caída de Ryu se llamó Asahina Kaoru. Bohemio, de libre pensamiento, de actitud desenfadada, con un credo de vida que lo llevaba siempre a vivir cada día como si fuera el último. Kaoru era la antítesis de Ryu y eso fue quizás lo que desde el principio los unió.
    La universidad era un escalón más para el perfecto joven. La manera de probarse que merecía el poder que le esperaba. El entorno universitario albergaba muchos jóvenes sueños, pero Ryu no disfrutaba de la emoción de los estudiantes de primeros años. Sus intereses estaban en la biblioteca y rara vez se inmiscuía en actividades sociales.
    Todo comenzó con una broma, los alumnos de tercer año de la carrera de artes, todos unos truhanes que vivían para divertirse, planearon secuestrar a los estirados alumnos de primer año de la facultad de economía. Cuando entraron en formación de ataque a los dormitorios en una madrugada, Ryu no se esperó nunca que en su captor conocería al hombre que siempre amaría.
    Kaoru no estaba muy de acuerdo con el absurdo juego, pero tampoco quería quedarse en el dormitorio aburrido. Entró a la habitación donde se suponía que su joven victima debía estar durmiendo y lo que se encontró lo dejó perplejo. Ryu terminaba de hacer un trabajo que era para entregar dentro de una semana, pero obsesivo como era, había aprovechado que era viernes y su compañero de habitación no estaba para quedarse hasta tarde y adelantarlo.
    Se estaba cambiando de ropa cuando alguien irrumpió a su habitación con violencia. No se sabía cuál de los dos estaba más sorprendido, si Ryu al estar desnudo ante un completo extraño o Kaoru al ver tanta piel expuesta en una deliciosa criatura que robó su corazón de inmediato.
    Kaoru cerró la puerta con seguro y corrió en cuestión de segundos a cubrir la boca de su víctima. No quería que sus amigos vieran lo que él estaba viendo. No, esa visión perfecta y deliciosa era solo para sus ojos.
    —No grites o vendrán más, conmigo estarás seguro. No te haré nada, lo prometo.
    Ryu no hallaba que hacer con su cuerpo. Jamás había sentido aquel calor dentro de sí. Tenía miedo sí, y sorpresa, y molestia, pero lo que más sentía era una extraña excitación que recorría su piel como una corriente eléctrica.

    — ¿Si te destapo la boca no gritarás? —consiguió asentir ante aquella pregunta. Aunque no deseaba que aquellas manos se separaran de su boca, ni dejar de sentir el calor que emanaba el cuerpo de su extraño atacante.
    — ¿Quién eres? —preguntó cuándo este separó su mano de los cálidos labios.
    Kaoru sonrió con picardía.
    —Tu salvador. —respondió Kaoru y aunque lo que menos quería era cubrir aquel delicioso cuerpo, caminó a la cama del joven y tomó las prendas que allí descansaban lanzándoselas mientras le decía en voz baja. —Vístete rápido, tenemos que salir de aquí.
    Ryu estaba hipnotizado, cualquier pensamiento racional se había ido de su mente. Obedeció rápidamente aun sin entender siquiera lo que ocurría. Sus movimientos eran lentos y torpes debido al calor y la excitación que aun llenaban su cuerpo. Kaoru se asomó por la puerta y pudo escuchar el ruido que hacían sus amigos al registrar las otras habitaciones. La broma consistía en sacar a los chicos de primer año, secuestrarlos y llevarlos al gimnasio para amarrarlos allí y mojarlos con agua helada. Estaban en mitad del invierno, más de un chico terminaría enfermo.
    Kaoru agradeció no ver a ninguno de sus cómplices, no dejaría que a su pequeña víctima le hicieran eso. Cuando se giró resopló con descontento al ver que aún no se había puesto los zapatos. Cerró la puerta con cerrojo, pues las voces de sus amigos estaban muy cerca. No tardarían en llegar allí.
    —Vamos, no tenemos tiempo. —Le dijo jalándolo por el brazo hacia la ventana.
    —Pero son dos pisos. —protestó Ryu, al sentirse llevado casi a rastras y con sus pies desnudos.
    —Hey, no seas tonto ¿Nunca has subido a un árbol? —Le dijo Kaoru con una brillante sonrisa, mientras lo sacaba por la ventaba y lo ayudaba a subir a las gruesas ramas de un enorme árbol.
    Escondidos entre el follaje, escucharon como los vándalos penetraban a la habitación que acababan de abandonar.
    —Shhhh. No hagas ruido.
    Ryu escuchó el murmullo en su oído y se estremeció cuando Kaoru lo apretó a su cuerpo. Era mucho más alto que él y tenía un cuerpo duro y fibroso, construido atléticamente. También olía muy bien y su voz era tan masculina, tan… sensual. Aquel hombre lo había hecho olvidar que estaba a varios metros de tierra subido en un árbol. No recordaba haberse subido a un árbol jamás, ni aun siendo un niño. Y aunque todo aquello podía parecer una locura, en su cerebro desconectado momentáneamente de la realidad, era la más maravillosa de las aventuras.
    Unos minutos después dejaron de escuchar ruido.
    —Ya se fueron. —murmuró Ryu. Kaoru lo miró y sonrió cómplice. —Sí, es hora de bajar, para escapar antes de que nos vean.
    En menos de lo que pensó estaban sobre la grama. Kaoru lo sostuvo de la mano y corrieron como locos. Cuando ya estaban lejos y el aliento les faltaba, se detuvieron detrás de uno de los oscuros edificios del campus.
    — ¿Qué haremos ahora? —preguntó Ryu con la voz entrecortada por la falta de aire.
    Kaoru lo miró detenidamente. Sus planes no habían llegado hasta allí. Ahora que tenía a su preciosa presa ¿Qué haría con él?
    —Primero ponte mis zapatos, te enfermaras si andas por allí descalzo con este frio.
    Ryu lo miró sacarse los deportivos y colocarlos en sus pequeños pies, era gracioso parecía llevar unos pequeños esquíes.
    —Me quedan grandes. —Le dijo con sorna y le sonrió. —Te quedaras sin zapatos, podrías enfermarte.
    —Soy más fuerte que el clima mi pequeño nudista.
    Ryu se sonrojó ante la mención de su primer encuentro, pero no se sentía en peligro con aquel joven. No se habría tomado tantas molestias para sacarlo de allí, si fuera a hacerle algún daño. Aunque tenía claro que ese había sido el primer objetivo del que ahora se había convertido en su salvador.
    — ¿Tienes hambre? —preguntó Kaoru de pronto.
    Ryu se había comido un sándwich en la biblioteca, pero no había comido nada más.
    —Sí, pero la cafetería del campus debe estar cerrada.
    — ¿Y quién te dijo que comeríamos aquí?
    Jamás había visto las calles de Tokio en la madrugada. Nadie reparaba en ellos. Ryu miraba fascinado la multitud de personas que caminaban sin parar como si fueran las primeras horas de la mañana.
    Kaoru lo llevó por un laberinto de callejuelas hasta que pararon en una zona, a la que un chico con el estatus de Ryu no iría jamás. Había pequeños restaurantes atestados de gente escandalosa. Finalmente se detuvieron en un kiosco callejero que servía la comida en una destartalada barra. Un hombre gordo con un delantal sucio y raído, atendía a los trasnochadores clientes. Muchos de ellos de dudosa reputación.
    —Asahina kun ¿qué haces por aquí? Te escapaste del campus otra vez ¿no? y ¿Quién es tu adorable acompañante?
    Ryu se medió escondió tras la espalda de Kaoru intimidado por el enorme hombre, con un rostro que no auguraba nada bueno. Estaba casando, pues caminar con aquellos enormes zapatos no había sido sencillo y también estaba asustado pues nunca había estado tan tarde en la calle. Todo aquello era nuevo para él, como una aterradora y también divertida aventura.
    —No lo asustes Riuchi san. Mi amigo es tímido. Más bien sírvenos algo, tenemos hambre.
    El hombre se rio con una escandalosa carcajada y los instó a sentarse. Kaoru le señaló a Ryu el banco y este se sentó obedientemente. Cuando le sirvieron la comida, Ryu buscó por todos lados una servilleta. No estaba acostumbrado a aquel poco convencional y desorganizado modo de cenar.
    —Bueno provecho niño nudista. —Le dijo Kaoru con burla. Ya se había dado cuenta que su improvisada presa era un pequeño snob. —Si te ensucias puedes limpiarte de mí camisa, yo no soy tan remilgado.
    Ryu lo miró con enojo y sorpresa. Por primera vez dejó salir un poco de su carácter.
    —Mi nombre es Ryuichiro y no soy remilgado.
    Kaoru se rio con gracia, cada vez le gustaba más aquella pequeña aventura.
    —No…no eres remilgado, eres perfecto. —Le dijo con una suave sensualidad, que hizo que Ryu se derritiera en un pozo sin esperanza lleno de emociones desconocidas para él.
    Con el estómago lleno. Caminaron y caminaron hasta que llegaron a las orillas del tranquilo mar. El frio era intenso, pero la arena se sentía bien en los pies desnudos. Kaoru llevaba los zapatos en una mano y en la otra llevaba sostenido a Ryu.
    —Me gusta el mar de noche, es misterioso y muy sereno. Lo he pintado muchas veces. Pero no logro desentrañar su secreto o mezclar los colores correctamente.
    — ¿Estudias arte? —Le preguntó Ryu, fascinado con la dulce expresión en el rostro de Kaoru mientras miraba las aguas oscuras del mar. Habían hablado muy poco y sin embargo se sentía tan cómodo a su lado
    —Tercer año. Ven, voy a mostrarte mi lugar favorito.
    Kaoru era un entusiasta y Ryu se dejó llevar por aquella emoción. De alguna forma pensaba que estaba soñando, pues aquella locura no podía ser más que un sueño.
    El lugar favorito resultó ser un pequeño mirador rodeado de árboles. Kaoru hurgó entre el hueco en uno de los árboles y sacó un bolso que contenía unas mantas.
    —Vengo aquí muy seguido. —Le contó mientras extendía las mantas en el suelo. —Como de noche hace frio traje estas mantas para dejarlas aquí. No viene nadie más que yo, por eso las guardo en el árbol. Ven, siéntate aquí, vamos a calentarte, estas helado.
    Kaoru estaba sentado sobre las mantas y abrió los brazos para recibir a Ryu, este por un momento titubeó, aquello, todo había sido tan extraño. Pero la sonrisa amable y hermosa de Kaoru lo convenció de que estaba en el lugar correcto, en el momento justo. Como si aquello hubiese sido escrito por una mano invisible y nada se pudiera hacer para cambiarlo.
    El calor fue reconfortante y envuelto en aquellos brazos olvidó todas sus aprensiones.
    — ¿Por…por qué me salvaste? Entraste en mi habitación con un propósito ¿Qué te hizo cambiar de idea?
    No pudo evitar preguntar, así como no pudo evitar que Kaoru lo sostuviera entre sus brazos y lo besara con deliciosa suavidad. La emoción llegó al máximo y aquel beso lo despertó, como si hubiese estado dormido toda su vida y recién en ese momento despertara, recién en ese instante comenzara a vivir.
    —Por esto. Me gustaste desde el primer segundo. Sé que también te gusto y hoy es el primer día de nuestra vida. —Le susurró Kaoru entre besos, pues esa madrugada con el amanecer en franca carrera para ganarle a la oscuridad. Iba a reclamar a aquel joven como suyo.
    Acarició su rostro con la mano, trazando cada una de sus adorables líneas. Tenía la cara húmeda, por el rocío de la madrugada, el fino cabello se pegaba a la piel de su rostro. Parecía muy joven e inocente. Kaoru inclinó la cabeza y reclamó sus labios con suaves besos, mientras lo desnudaba suavemente. Su piel era como cálida miel, tan dulce y suave que consiguió volverle loco.
    Probó con la lengua la tersa línea de su cuello y su cuerpo se tensó dolorosamente por la necesidad de poseerlo. Ryu emitió un suave gemido, sumido entre la desesperación y la aceptación. Arqueó su cuerpo contra el de Kaoru, buscado más de su calidez, esa calidez que lo hacía olvidar sus miedos, que lo hacía confiar en él, aunque no lo conociera. El deseo iba creciendo poco a poco hasta hacer desaparecer el resto de los pensamientos.
    —Estás a salvo conmigo, lo sabes ¿verdad? —
    Ryu asintió, estaba a salvo, estaba excitado, estaba loco. Su mundo perfecto y bien planeado se estaba arrodillando ante aquel desconocido. Ante las sensaciones que este le producía. No había lógica ni razón ni sentido en nada de aquello y sin embargo Ryu lo sentía tan correcto, tan real.

    Kaoru estaba extasiado por lo que sucedía, había tenido otros amantes, sí, pero no como Ryu, nunca como aquel joven que le había robado el aliento y el corazón en un segundo. Una mezcla entre calidez y paz, lo llenaba mientras lo besaba suavemente. Estaba dispuesto a utilizar todas las armas de su arsenal, para atarlo a él—. Te necesito...Mira como me tienes —Apretó el cuerpo contra el de Ryu, agresivamente. Mientras su boca lo devoraba con pericia su mano se deslizo desde el pecho hacia abajo, tomando la mano de Ryu para posarla sobre su desnudo pene y así hacer que su hermoso amante sintiera la dureza de su necesidad. —Déjate llevar...
    Las llamas del deseo crecían a la vez que la excitación, el paraje idílico y la pareja perfecta, era como estar soñando. Kaoru hizo esfuerzos por controlar sus descabellados anhelos de poseerlo en una forma acalorada y frenética.
    Ryu estaba envuelto en una espesa bruma llena de lágrimas y temor, de fuego y humo, junto a un profundo deseo. —Yo… no sé... no sé tu nombre –pronunció en un susurro que hizo eco en el silencio que los envolvía. Colocó sus pequeñas manos sobre el pecho de Kaoru, intentando alejarlo un poco, tratando de que lo dejara pensar.
    Kaoru lo besó profundamente, posesivo y erótico, provocándolo deliberadamente, contagiándole los abrasadores deseos de su propia mente.
    —Kaoru… me llamo Kaoru. —Le dijo entre besos, esas serían las últimas palabras que se dirían hasta que el amanecer los sorprendiera.

    La intensidad de sus emociones abrumaron a Ryu, tenía miedo, pero aquel nombre le dio paz y no pudo más que rendirse ante algo sobre lo que no tendría control por más que lo intentara. Cerró los ojos y elevó los brazos para colocarlos alrededor del cuello de Kaoru, sabiendo que no podría rechazar la terrible necesidad que le envolvía. Podría rechazar a cualquier otro, pero no a Kaoru, a él jamás podría rechazarlo y más adelante el tiempo le demostraría que eso sería así siempre.
    Kaoru bajó la boca hasta sus pequeños pezones, maravillándose ante su suavidad y perfección. Sentía sus músculos firmes y su cuerpo delgado entre sus manos y estaba fascinado con su piel de seda.
    Ryu temblaba, estremecido por el deseo. Una brillante capa de fino sudor bañaba su cuerpo. Las emociones estallaban en su mente en una mezcla de colores y excitación. El olor de Kaoru, la calidez de su piel, la gentileza de su toque.
    Kaoru lo recostó de las sabanas y se colocó encima de él, aprisionándolo, mientras con la rodilla entre sus piernas separaba sus mulos. Ryu se estremeció de deseo cuando el erecto pene rozo la piel de su vientre. Estaba caliente, demandante, húmedo, duro y decidido a abrirse paso en aquel delicioso interior.
    Una parte del corazón de Ryu se negaba a seguir adelante con aquella locura, pero entonces la boca de Kaoru se situó sobre su pene, tragándolo en un solo y sugestivo movimiento, eliminando cualquier pensamiento cuerdo o cualquier objeción en Ryu. Con cada ardiente tirón de su boca, la excitación aumentaba en el interior de Ryu, hasta el punto de que le permitió penetrarle con sus dedos para prepararlo para su invasión. Kaoru se encontró con la pequeña resistencia que declaraba una inocencia que ya conocía, una intimidad que no había sido profanada y que él tendría el honor de poseer.
    Tomó con las manos las pequeñas caderas cuando lo sintió listo para recibirle y las sujetó con fuerza. Moría de impaciencia y su cuerpo latía con un hambre voraz.
    Lo besó profundamente, a la vez que sumergía su pene dentro de él, ahogando con besos, sus gritos ante la intempestiva invasión. Un agudo dolor explotó dentro de Ryu, quemándolo por dentro y dejándole desesperado por el miedo y el deseo.
    Cuando Ryu entrelazó los brazos alrededor de Kaoru, este le acunó contra su pecho, sabiendo que esa era su señal para moverse sin lastimarlo. Se unieron en mente, corazón y cuerpo, mientras Kaoru se movía lentamente en el interior de Ryu. Lo notaba tan caliente y apretado... aquella deliciosa fricción amenazaba con volverlo loco.
    Kaoru se movió con mucho cuidado, con ternura, en una erótica danza diseñada para seducir a su dulce cautivo. El resto del mundo dejó de tener importancia para Ryu, sólo percibía el sonido de su respiración, el latido de su corazón, la calidez de la piel de su amante. No había oscuridad, ni sombras, ni planes, ni futuro, ni miedos, ni preguntas. Solo sus cuerpos y la pasión que les abrasaba, sólo color y amor.
    Los pequeños jadeos de Ryu apenas eran audibles, pero resonaban en la mente de Kaoru como una dulce melodía. Ryu estaba volviéndolo loco. Lo penetró una y otra vez, más fuerte, más deprisa, más profundamente...
    Empujó en su interior tratando de alcanzar las estrellas y el propio universo, tratando de lograr la comunión de sus almas. Jamás en su vida había estado con alguien tan delicioso y erótico, nadie tan perfecto... se dejó llevar, entregándose a las oleadas de lujuria que le atravesaban llenándole de un placer insoportable.
    Kaoru se aferró a su cuerpo con fuerza, estremecido, sabiéndose cerca del final. Con la última embestida, la tierra pareció temblar bajo ellos. El calor recorría el interior de Ryu, como la lava de un volcán, y no pudo contener un grito mientras se derramaba entre ellos alcanzado él también la cima con Kaoru, entregados a un unísono y placentero orgasmo.

    Así robó el corazón de Ryu el liberal y extrovertido artista, en una noche. Su historia aún no termina y esta noche Kaoru ha vuelto a llevarse a Ryu pero esta vez su vida y su amor dependen de lo que él pueda lograr, en doce días.



    ******



    La oscuridad poco a poco se desvanece. El primer intento para abrir los ojos le causa un terrible dolor. Su cabeza pulsa como si alguien estuviera dando martillazos en su cráneo. Respira profundo, sabe que debe despertar, lo necesita. El segundo intento para abrir los ojos es un poco más sencillo, parpadea incesantemente intentando acostumbrarse a la luz.
    Lo logra, pero no le gusta lo que ve. Está sentado en un sillón, sus pies y manos están atados. Trata de moverse pero entonces nota que su cuerpo también está sujeto al mueble. Forcejea un poco pero no logra moverse.

    —No lo intentes más. Son nudos karada, te inmovilizaran sin hacerte daño y de todas formas no los he hecho completos, solo lo necesario para mantenerte quieto.
    La voz que escuchó antes de ser reclamado por la oscuridad resuena tras él. La odia, odia esa voz y todo lo que implica, odia sentirse tan vulnerable ante el desamparo que esa voz le genera.
    —Si no me desatas inmediatamente…
    Sus palabras no terminan de resonar y de todas maneras su voz no sale ni remotamente tan decidida y segura como la que ahora resuena en su oído. Mientras unos dedos tan duros como el acero se meten en su cabello y lo halan de tal manera que tiene que morderse los labios para no gemir del dolor.
    —¡¿Tu no das ordenes aquí, entendido?!
    Se niega a responder, se niega a gritar, se niega a dejarse someter.
    — ¿Pregunté si entendiste?
    El dolor en su cuero cabelludo se hace casi insoportable.
    — ¡Si maldita sea!... ¡Sí!
    Suelta el aire que ha estado conteniendo para soportar el dolor, cuando los dedos de acero salen de su cabello. Sus ojos se encuentran entonces con un rostro que no había esperado ver más. Un rostro que había renunciado a volver a ver.
    Aparta la mirada y observa la habitación donde se encuentra, solo tiene lo básico, una cama una cómoda, hasta donde alcanza a ver. La brisa entra por la ventana y trae olor a mar y supone que está en alguna playa.
    —Mírame. —Le ordena Kaoru, que ahora está muy metido en el papel que se le ha encomendado. Ha dejado de ser Kaoru el esposo, el padre, ahora mismo es un luchador y lo que tiene frente a él, es su recompensa. Una recompensa por la que tendrá que luchar mucho.
    —Dije que me mires Ryu. No lo voy a repetir de nuevo. —Su voz suena esta vez un poco más agresiva, como prometiendo un castigo y Ryu no tiene más remedio que obedecer.
    —Muy bien. —asiente Kaoru al tener ahora la atención de Ryu. —Me vas a escuchar en silencio y luego tendrás diez minutos para decir todo lo que quieras decir, después de esos diez minutos no hablaras a menos que yo lo diga ¿está claro?
    — ¡Púdrete en el infierno maldito miserable!...
    La andana de insultos se ve interrumpida por un intempestivo gesto. Ante la mirada aterrada de Ryu, Kaoru se ha movido con rápida presteza y acallo sus palabras con un beso. No fue en ningún momento un beso suave o romántico. Era un beso castigador y lleno de ira. Aun así, el corazón de rio palpitó con violencia, la tensión en su pecho se fue liberando. Era como si el dolor, el miedo, la ira con la que había vivido por meses hubiesen desaparecido. Como siempre le pasaba perdió el dominio de sus emociones, ya no tenía ni voz ni voto pues era Kaoru quien mandaba, era el a quien su cuerpo y corazón obedecían. Eso que había sido su más grande problema, eso que lo había llevado hasta casi la locura, eso que había sido el causante de su divorcio, de aquellos meses de dolor y sufrimiento. Ahora le estaba pasando de nuevo, pero aun sabiéndolo, aun en aquella situación, no podía negarse, no podía.
    El beso terminó y Kaoru se retiró con frialdad. Ryu abrió los ojos y lo miró desvalido, confundido. Ryu podía probar el sabor de su sangre que emanaba de sus labios lastimados ante la brutalidad de aquel beso. Kaoru se sentó en una silla frente a él.
    —Ahora me vas a escuchar sin hablar, solo asiente. —ordenó fríamente.
    Ryu asintió con la cabeza.
    Satisfecho Kaoru continúo.
    —No estamos en Japón y no pienso decirte donde estamos. Tendrás derechos cuando te los ganes. Esta será tu habitación y permanecerás amarrado mientras yo considere que necesitas esa clase de disciplina. Cuando yo confié en que te comportarás de forma sensata, eliminaré los amarres y te dejaré caminar por la casa. Salir de ella depende una vez más de tu comportamiento. Mientras tanto dependerás de mí, yo te alimentare, te bañaré y me encargaré de tus necesidades básicas. Gánate la libertad de hacer eso por ti mismo y no tendrás más problemas.
    Kaoru se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación, siempre dentro del rango de visión de Ryu, así continuó con sus reglas.
    — En este lugar no soy maldito, ni bastardo, ni mierda, ni ninguno de los cariñosos apelativos que se te ocurran. Aquí soy Señor y responderás a cada una de mis demandas cuando te las pida. Hice que te inyectaran un anticonceptivo en el viaje hasta acá. Lo que pasó hace un mes en las escaleras de mi edificio no volverá a suceder.
    Kaoru sonrió con amargura cuando el rostro de Ryu palideció. Tenía que terminar de establecer las normas con las que vivirían esos días, pero esa parte era muy difícil.
    — Tendremos sexo sí, porque yo lo quiero y porque dios me ayude, sé que tú también lo deseas tanto como yo, pero se terminaron tus exigencias e inhibiciones. Esta vez será bajo mis reglas. Aclarado esto comienzan tus diez minutos, escoge sabiamente tus palabras porque será la última vez que tengas control sobre lo que dices.
    Ryu tiembla y desea poder culpar al miedo por el estremecimiento en su cuerpo. El terror que siente por las palabras de Kaoru lo ha hecho temblar, sí, pero una vez mas no tiene fuerzas para negarse. Por eso ha querido alejarse de aquel hombre, por eso ha destruido su mundo, porque le tiene terror a aquella emociones que lo hacen tan humano, tan vulnerable, tan expuesto a que Kaoru haga lo que quiere con él.
    Lo extrañó, por meses lo extrañó y se ha odiado por eso. Pero el horror de lo que ese hombre le ha hecho no ha disminuido la aguda necesidad que tiene de él, de su protección, de su deseo, de su…amor. Ha soñado con él en los diez meses que tienen separados, a veces ha pensado que se ha vuelto loco. Nada tiene sentido, nada lo complace, nada lo hace feliz. Ni siquiera su hijo lo llena por completo y ha pensado en Kaoru interminablemente, en sus noches solitarias en una cama demasiado grande, en una vida que le queda grande sin él. Recuerda esa noche hace un mes, solo fue con la excusa de buscar a su hijo. Kaoru le habla dulcemente, lo envuelve en esa bruma que lo hace olvidar sus inhibiciones y no puede resistirse y aunque su lógica le grita que no, hacen el amor como dos salvajes en las escaleras del edificio, luego se siente tan culpable, tan sucio, que le grita, lo culpa de todo lo que le pasa y se va dejándolo con una expresión de dolor tal, que por un momento quiere regresar, pero no lo hace, nunca regresa, tiene miedo, miedo de sí mismo y se encierra de nuevo en su coraza y sigue destruyéndose lentamente.
    — ¿Por qué? —pregunta ansioso
    —Te diré mis razones al final, te quedan nueva minutos.
    Kaoru parece inflexible y eso asusta más a Ryu.
    — ¿Qué pasara con Shunsei? ¿Cuán…cuánto tiempo durará esto?
    Kaoru suavizo la expresión, siempre lo hacía al pensar en su pequeño tesoro. Su hijo era una de las razones por las que luchaba.
    —Shu está con sus abuelos y tú sabes que Hiroki no se separará de él. En cuanto a cuánto durará esto…serán doce días para empezar, de ti depende una vez más que ese tiempo no se alargue.
    “Doce días”
    Ryu pensó en aquel significativo número, doce días pare hacerse novios formales, doce para comprometerse y doce más para casarse en una romántica escapada. Kaoru sabía cómo destrozarlo.
    —Te odio. —murmuró sin fuerzas, resignado a lo que tuviera que pasar. Levanto la mirada preguntando algo que ya intuía. —Mis padres…Hiroki, ellos…
    Kaoru asintió, pues Ryu no pudo terminar la pregunta.
    —Todos, incluido mi hermano y Misaki, también Shinobu y Miyagi. De alguna u otra forma todos me han ayudado, están preocupados por ti…
    —¡¿Preocupados?! —gritó Ryu con ira. —¡¿Por qué están preocupados?! Vivo mi maldita vida… ¡Mi vida! …¡¿por qué no me dejan vivir en paz?!
    Kaoru se acerca y Ryu teme que vuelva a besarlo, no lo soportaría, no podría soportarlo más. Pero Kaoru solo se arrodilla delante de él y lo mira con tristeza.
    —Porque eso que estás viviendo no es vida Ryu. Encerrado en ti mismo, consumiéndote en tus miedos, en tu dolor. Porque están preocupados pues cada día estás más delgado, tomas pastillas para dormir, trabajas como si no existiera vida fuera de la editorial y hasta Shu se ha visto afectado por tus ausencias. Al punto de que ve más a Hiroki que a ti.
    Cuando Ryu quiere protestar, Kaoru niega con la cabeza.
    —Se acabó el tiempo. Doce días Ryu, pon de tu parte y solo será ese tiempo.
    —Pierdes tu tiempo con esto Kaoru, solo vas a hacer que te odie más de lo que ya ahora te odio.
    Kaoru se pone de pie y lo mira indolente.
    —Te traeré el desayuno y vas a comer.
    Ryu lo mira con odio, pero no logra doblegar su voluntad.
    — ¿Comerás Ryu? Quiero escuchar la respuesta correcta.
    Ryu se muerde los labios, su furia crece hasta los límites, pero no puede hacer nada.
    —Si…señor, comeré.
    Y aunque es a regañadientes, aunque sabe que Ryu está odiándolo y está furioso, Kaoru sale con una pequeña sonrisa en el rostro. Ahora lo tiene con él, las reglas ya han sido expuestas y todo acaba de empezar, solo espera que el amor y la paciencia lo ayuden.
    Las lágrimas arden en los ojos de Ryu, que los cierra con fuerza esperando poder abrirlos y despertar de su pesadilla, pero no pasa y se encuentra solo, atado y vulnerable a merced del hombre que ama.
    —Maldita sea… maldita sea…—murmura una y otra vez, conteniendo el llanto y el miedo, pues sabe que su coraza no podrá resistir aquello. Sabe que al final de esos doce días, Kaoru habrá vuelto a ganar y él volverá a estar a su merced, enamorado, vulnerable, amándolo más allá de los limites. Volverá a perder el control de sí mismo y el infierno volverá abrirse para él.

    Entonces llora con desamparo, porque ya una vez sobrevivió , pero sabe que no volverá a lograrlo.



    Edited by Fransela_r - 3/8/2015, 22:22
     
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  2. kimmi Chan
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    No tienes idea de como me latió el corazón cuando vi que publicaste el link de un nuevo fic.

    Dios, esto es nuevo. Esto es genial. Me encanta >w< Dios, Kaoru, remasterizado y sexy, no me lo aguanto. Este concepto se ve muy interesante y estoy muerta de ansias por saber como vas a desarrollar esto. Confío en que harás un magnifico trabajo :'DD

    Me ha encantado, aunque estoy segura que es solo una provadita de lo que vendrá después.

    Adiós a mis uñas de nuevo xD jajaja
    Espero la conty muy ansiosa, como siempre, gracias por compartir tus maravillosas ideas!
    Nos leemos! c:
     
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    Otro fanfic tuyo, es genial. Me encanto el capitulo. Esta historia se ve muy interesante. Esperare la conti con ansias.
     
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  4. Alexx Jackson
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    Como es posible tanta sensualidad? ... y lo que creo que se viene waaaa!!!!

    eres consciente de que desde hoy comienza el acoso por conti, verdad? xDD

    No se ya de donde sacas esas tramas Caro, cada vez son mas maravillosas e interesantes, lo haces a la perfeccion, gracias ala vida que te leo y satisfago mis gustos literarios, y por supuesto gracias a tu amistad completamente preciosa.

    A Ryu le queda ese papel completamente, un obsesionado con el control, que supongo es obsesivo compulsivo tambien, y que para terminarla tiene un hijo!!! ahora si que Kaoru debe lucharla grande, y ya me estoy imaginando como ajdl;kfjasdl;f..... imagino que de aqui en adelante esperare once contis mas...a por ellas entonces.

    Gracias por compartir esas ideas locas y sorpprendetes de tu imaginacion fujoshi! ya hacia falta leer de los mistakes! perfecto.

    te adoro tanto.

    y contiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ya!
     
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  5. Fransela_r
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    Hola mis queridas amigas, estoy muy agradecida por el apoyo y espero verlas por aqui en toda la historia. Aqui les dejo el nuevo capitulo un beso y Gracias por leer.






    Día dos



    — ¿Qué demonios pasó por mi cabeza? —Ryu se reprochaba con molestia mientras caminaba descalzo por las calles de la ciudad. Apenas comenzaba a amanecer y para fortuna de Ryu, la gente no reparaba en su estado desarreglado.

    —Estoy loco. —susurró para sí mismo, acariciando sus labios hinchados de tanto besar, de tanto…Se sonrojó al pensar en que otras cosas había estado haciendo con sus labios la pasada noche.

    Al despertar se había encontrado envuelto en los fuertes brazos de aquel con quien había hecho cosas que jamás habría imaginado hacer. Se sintió un poco desubicado y confundido, mientras imágenes de la noche anterior llegaron a su mente. Vergüenza, ira, confusión, sentía mil cosas en aquel momento. Se separó cuidadosamente del culpable de aquellas emociones y se puso de pie vistiéndose con rapidez.

    Antes de marcharse de allí como alma que lleva el diablo, se detuvo un segundo a mirarlo. Se veía espléndidamente magnifico, allí dormido con tanta libertad. El paisaje que los rodeaba era perfecto, con los árboles mecidos por la brisa del amanecer, con el cielo pintándose de los azules y naranjas que le daban la bienvenida al sol, con el mar más azul que nunca, ondeando sus aguas con pacificas olas.

    Ryu se sintió sobrecogido con tanta perfección. Nunca había visto tanta maravilla, nunca se había sentido tan libre.

    Se detuvo en una calle y se recostó de una pared. Su aliento estaba entrecortado, su mente llena de los recientes recuerdos, tan preciados, como irreales.

    —Kaoru… —murmuró sobrecogido. Ese era el nombre de aquel que le había quitado el piso, dejándolo colgado precariamente de una cordura de la que empezaba a dudar.

    —¿Ocurrió? ¿Todo esto ocurrió? — Se preguntó, poniendo la mano en su pecho, intentado hacer que su corazón dejara de latir con aquel ritmo tan frenético.

    Aquella fue la primera vez que Ryu sintió que perdía el control de su vida y no sería la última.

    Cuando llegó finalmente a la universidad, después de casi dos horas caminando, se encontró con el escándalo de un desastre. El desastre del que su “salvador” lo había librado la noche anterior.

    ¿Habría sido mejor que lo dejara sufrir todo aquello?

    — ¡Isaka! —Lo llamó alguien que reconoció como uno de los tantos compañeros de clases a los que apenas les dirigía la palabra.

    Trató de esconder sus pies descalzos en la grama para evitar preguntas incomodas, pero el chico estaba tan conmocionado que ni siquiera notó el estado desaliñado de Ryu.

    — ¿Escuchaste lo que pasó anoche? Unos vándalos se metieron en los dormitorios y secuestraron a varios chicos. Algunos están en enfermería porque los dejaron desnudos en el gimnasio y los bañaron con agua helada.

    “Así que eso era lo que tenía planeado hacer aquel que se llamó su salvador”

    —Yo…yo no oí nada. Estaba en la…biblioteca.— mintió Ryu, tratando de tener una coartada creíble, mientras pensaba sino hubiese sido mejor estar en la enfermería con fiebre y resfriado, que allí, descalzo, avergonzado y dolorido en lugares en los que ni quería pensar.

    —Pues te salvaste Isaka san, algunos chicos van a pasar días en enfermería. Se está hablando de una investigación policial, estos días van a ser frenéticos.

    “Lo que me faltaba, la policía husmeando en el campus. Ahora mi padre se va a poner insoportable”
    Ryu, se despidió del chico con una ligera inclinación de cabeza, mientras caminaba rápidamente a los dormitorios, pensado en todas las consecuencias que le traería la estúpida broma de aquellos idiotas.

    —Debería denunciarlos. —Se dijo cuando entraba por la puerta de su dormitorio. Pero la sola idea lo aterraba. Si hacia eso, tendría que revelar lo que había estado haciendo toda la noche al lograr salir ileso de aquel lio, precisamente con uno de los causantes del mismo.

    —Maldito Kaoru. —gritó colérico, mientras se desnudaba y lanzaba la ropa al suelo con furia.

    Se sentó en la cama y abrazó su cuerpo. Podía sentir cada huella de Kaoru en su piel, incluso su aroma estaba adherido a él, como un recordatorio.

    Ryu sintió que de muchas formas había cambiado aquella noche. Sintió que nunca más seria el que había sido hasta ahora.

    Cuando Kaoru despertó, se sobresaltó un momento. El que debía estar durmiendo acurrucado a su lado, no estaba. Eso lo hizo sonreír, aparte de nudista, su pequeño amante era un escapista, pues había huido sin que él lo notara.

    Se recostó de las sábanas mirando las ramas de los árboles moverse al son de la brisa. Los rayos del sol comenzaban a calentar el día y el aroma a mar era embriagador.

    —Ryuichiro. —pronunció lentamente. —Ryu kun. —dijo sonriendo abiertamente.

    Kaoru sabía que había encontrado el complemento que le faltaba a su vida. El color perfecto para su paleta. Con él, plasmaría los mejores escenarios de su futuro. Su alma de artista ya dibujaba en su mente los trazos perfectos que definían la silueta de su pequeño amor.

    —Podrás huir pequeño conejito, pero no vas a poder esconderte. —murmuró satisfecho mientras suspiraba, pensando en que hacer para cazar al escurridizo conejito.

    No pasó mucho tiempo, para que Ryu supiera que no le sería fácil escapar. Como su compañero de habitación estaba en enfermería, pues había sido uno de los primeros que atraparan los compañeros de Kaoru. Ryu se encontraba solo en la habitación. Había atravesado a duras penas las largas horas de clases. Si su sentido del deber no fuera tan férreo, se habría quedado en la habitación durmiendo y rumiando su vergüenza.

    En lugar de eso, había tenido que soportar las clases y ahora estaba soportando algo aún peor, la llamada de su padre.

    —Solo fue una broma estúpida. No me voy a ir del campus sólo por eso. —discutía con su padre acaloradamente, siempre había sido un problema para el patriarca de la familia Isaka, que su hijo compartiera vivienda con otros jóvenes, pero Ryu había insistido en tener la experiencia universitaria completa.

    —Ya te dije que no me voy a ir a la casa. No pienso permitir que me envíes con el chofer cada mañana hasta aquí, eso…

    Un ruido lo sacó de su discusión y sus ojos se abrieron cuan grandes eran, al ver quien estaba entrando por su ventana.

    —Te…te llamo después, padre… — colgó sin darle tiempo al hombre de protestar y se quedó mirando a la visión perfecta que caminaba hacia él como un felino acechando a su presa.

    —Que…que haces…tu…

    Indefenso vio como el joven se cernió sobre él y envolviéndolo en un suave abrazo lo besó con una deliciosa suavidad.

    —¿Yo no te dije que anoche era el inicio de nuestra vida? —Le recordó entre besos.

    Y Ryu no tuvo fuerzas para negarse, era demasiado el poder de aquellos labios, de aquella voz, de aquella mirada fija, violenta, dominante, pero tan sensual, tan cautivadora, que lo adormecía, que lo transportaba a otro mundo.

    —Estás loco. —murmuró derrotado, cuando consiguió un vestigio de fuerzas en su interior.

    Kaoru rio con alegre desparpajo y besó su nariz con picara ternura.

    —Estamos locos pequeño conejito, pero eso es lo mejor.

    Kaoru lo llevó de la mano hasta la ventana.

    —Ven, déjame mostrarte que tan locos estamos.

    Ryu lo siguió ¿Qué otra cosas podía hacer? No podía, ni quería negarse.

    Por doce días intentó resistir los encantos de Kaoru. En el día era sencillo, con clases diferentes era fácil mantenerse alejado, pero en las noches, en las noches era otra cosa. Inevitablemente se vio arrastrado a través de aquella ventana a aventuras que ni soñaba vivir.

    Kaoru no le volvió a hacer el amor sino hasta la última noche. Ese día la escapada los llevó a un colorido festival en un poblado no muy lejos de Tokio. Ryu adoraba tomar el tren y recorrer los lugares que Kaoru le mostraba. Cada vez que regresaba casi al alba a su habitación en el dormitorio, lamentaba profundamente tener que alejarse de Kaoru y más aún cuando este lo besaba con tanta pasión al despedirse. Ya ni siquiera le molestaba que lo llamara conejito y había llegado hasta a extrañar aquel apelativo en su dulce voz.

    — ¿A dónde vamos? —preguntó Ryu entusiasmado, mirando las lucecitas que pasaban con rapidez a través de los cristales del tren.

    —No seas ansioso conejito, ya pronto llegaremos.

    Kaoru lo abrazó tiernamente besando su cabello alborotado.

    —Kaoru ¿hoy si llegaremos temprano? Siento que tengo días sin saber lo que es dormir y eso está afectado mis clases.

    Ryu lo miraba suplicante. Kaoru besó la punta de su nariz, como adoraba hacer siempre.

    —Eso no pasaría si no te negaras a ser mi novio y durmieras conmigo en mi habitación. Mi compañero ya se fue y tengo la habitación para mí solo.

    Ryu arrugó el ceño, siempre que hablaban de aquello se cohibía. Ser novios era un paso muy importante y él todavía no tenía claro lo que sentía por Kaoru o que quería con él. Si bien era cierto que había dejado de negarse a las exigencias de Kaoru y se dejaba arrastrar a cuanta aventura este inventaba. También era cierto que tenía reticencia a los sentimientos que Kaoru despertaba en él, le temía a entregarse completamente a aquel amor.

    —No puedo dormir en tu habitación, eso… no sería correcto. —murmuró, mirando fijamente a través de la ventana. Evitando la mirada de Kaoru que lo convencía inmediatamente de cualquier cosa.

    Kaoru besó de nuevo su cabello y rio bajito.

    —Tarde o temprano vendrás conejito, es solo cuestión de tiempo.

    A Ryu le molestaba aquella seguridad, pero en el fondo sabía que Kaoru tenía razón, muy pronto cedería, seguirse negando le estaba costando un enorme esfuerzo.

    Cuando llegaron al poblado. Ryu se quedó maravillado del colorido y la algarabía. La gente caminaba sonriendo y charlando y tarantines se esparcían por doquier. Kaoru le compró unos dulces y caminó con él de la mano por las pequeñas y atiborradas calles. Ryu disfrutó como nunca el paseo y cuando llegaron finalmente a su destino, se quedó de pie frente a una pequeña casa.

    —Aquí viví hasta los quince años. Vivía con mi abuela, todos los años preparábamos un puesto de dulces y nos íbamos al centro a venderlos a los que venían al festival.

    Kaoru se veía soñador cuando admiraba la destartalada estructura de la pequeña casa.
    — ¿No tienes padres? —preguntó Ryu dolido, pensando en lo difícil que pudo haber sido crecer sin padres.

    Kaoru le sonrió, acariciando su mejilla enrojecida por el frio.

    —Mi mamá aún vive conejito, quita esa cara de tristeza. —Su sonrisa se perdió cuando volvió su mirada a la casita. —El problema es que ella no sabe cómo ser mamá. Después que murió mi padre se casó con un hombre que ya tenía un hijo. Mi hermano Akihiko es lo único bueno que tuvo esa relación, yo le rogué a mi abuela que me dejara vivir con ella y cuando ella aceptó, me vine para acá.

    Kaoru besó los labios de Ryu cariñosamente.

    —Aquí fui muy feliz, por eso quería traerte hoy.

    Cuando lo llevó de nuevo a donde el bullicio resonaba, Ryu sentía que no cabía en sí de emoción.

    Llegaron a las orillas de un tranquilo rio. Mucha gente ya se apostaba en los mejores lugares.

    —Hoy haremos La Tōrō nagashi, es un ceremonia donde la gente pone a flotar farolillos de papel o chōchin, en el rio. Son como linternas y la tradición sirve para que estás luces guíen con bien a los espíritus de los fallecidos, al otro mundo.

    Kaoru puso en las manos de Ryu un lindo farolito igual al que él sostenía. Tomados de las manos, pusieron los farolitos en las tranquilas y oscuras aguas.

    Kaoru besó las manos de Ryu amorosamente y miró los faroles alejarse con la corriente, uniéndose al coro de luces que se perdían poco a poco en el horizonte.

    —Te amé abuelita. —murmuró conmovido. — Espero que donde estés seas feliz.

    Kaoru miró a Ryu con una dulce sonrisa.

    —Él es Ryu, lo amo y por eso lo traje hoy aquí. Quería presentártelo y que nos dieras tu bendición.

    Ryu lo miró decir aquellas palabras. Su rostro hermoso enfocado solo en él, su mirada intensa fija en sus ojos. Todo en él gritaba verdad.

    —Claro, eso si él acepta que seamos novios. —agregó Kaoru con una incitante sonrisa.

    Ryu también sonrió ¿cómo iba a negarse? Suspiró profundamente y se dejó llevar como si fuera un farolito por la corriente que emanaba Kaoru.

    —Acepto ser tu novio, Kaoru.


    ******



    Kaoru se despierta agitado y sudoroso. Tiene ganas de gritar y en su interior grita y grita y grita con ira, con dolor, con miedo.

    “Acepto ser tu novio Kaoru”


    Esas palabras de su sueño, se repiten en su mente. Le duele aquella felicidad, el amor, la devoción, el entusiasmo que sintió en aquel momento. Hoy no tiene nada, solos horas oscuras y solitarias. Se asoma por la ventana y mira el amanecer que se acerca. Es el segundo día, espera que sea mejor que el anterior.

    Como ya no puede dormir se da un baño y camina a la cocina, dejará todo listo para cuando Ryu despierte. El día anterior no comió mucho, la comunicación fue escasa a pesar de las reglas impuestas. Ryu se negó a mirarlo y contestaba escuetamente a sus preguntas. Solo las palabras de Shinobu le dan ánimos.

    “No va a ser fácil, déjale pasar algunas faltas. Déjalo que se acostumbre un poco a la situación, se paciente. Para el segundo día él tendrá que estar un poco más resignado, es entonces cuando tú impondrás las normas. Respira cuando sientas que no puedes más, recuerda por qué lo haces cuando te falten las fuerzas.”

    Shinobu ha hecho un amuleto para él, en una bolsita de terciopelo atada a una cadena en su pecho, descansan una pequeña foto de Shu y su aro de matrimonio.

    —Estas son mis razones. —pronuncia con emoción, tocando el amuleto que descansa sobre donde late vigorosamente su corazón.

    Cuando entra a la habitación despuntando la mañana, Ryu aún duerme. Bañarlo fue todo un suplicio, aun ama aquella piel y aquel cuerpo desnudo, pero verlo tan delgado y tan frágil, lo mata.

    Ryu está atado a la cama de manera que puede moverse en ella pero no salir de ella. Kaoru levanta la sabana y comprueba que las restricciones no le han dañado la piel.

    — ¿Vienes a ver a tu prisionero? —Pregunta Ryu con amargura, abriendo los ojos y mirándolo venenosamente.

    La cuerda que está revisando Kaoru con cuidado, se ajusta con fuerza a las manos de Ryu, haciéndolo gemir de dolor.

    —Se dice “Buenos días, señor” ¿se te olvidaron los modales? ¿Tengo que recordártelos?

    Ryu lo escupe, bloqueando el dolor de sus manos y batiéndose en fiera lucha para soltarse.

    Kaoru ve la piel de las muñecas enrojecerse, sabe que eso debe doler, pero no puede hacer nada y aunque por dentro está desesperado, lo suelta y se pone de pie. Ryu lo ve salir de la habitación y le grita, le grita con odio.

    —Si…vete maldito cobarde. No me importa, no me importan tus castigos. Estás perdiendo el maldito tiempo. Te odio… Te odio.

    Kaoru regresa con lo que parece ser una raqueta de pin pon, solo que más alargada y estrecha. Ryu lo mira con terror, cuando este acomoda una extraña silla frente a la cama.

    —No te atrevas a tocarme, maldito… Aléjate de mí… Aléjate de mí…

    Pero por más que grita y se retuerce, la fuerza de Kaoru es mayor y su determinación es absoluta. En unos segundos está sobre las piernas de Kaoru, con su estómago pegado a estas y su cabeza y piernas colgando de lado y lado. Kaoru sentado en la extraña silla, le amarra como puede, las manos a unos estribos que hay en las patas de la misma y luego repite el procedimiento con sus tobillos. Las nalgas de Ryu están expuestas, levantadas y prestas a recibir el castigo.

    La primera palmada es con la mano abierta y resuena potente sobre los gritos de indignación de Ryu.

    — ¡Silencio! —grita Kaoru tras la palmada.

    Ryu pierde el aliento, la sangre se ha subido a su cabeza y la poca que le queda se ha acumulado en su nalga adolorida, dejándola de un subido tono rojo.

    —¿Tengo tu atención? —pregunta Kaoru con efervescente ira.

    Ryu no puede responder, está entre la indignación, el asombro, la vergüenza y el dolor. Se niega a ser humillado de aquella forma, pero al caer la segunda mano sobre su otra nalga, la resolución comienza a desfallecer.

    —Hice una pregunta. —Ya no es un grito, es apenas un susurro, pero suena como un latigazo.

    —…Si…señor.

    Ryu se muerde los labios para no llorar y lo odia y se odia por amarlo y odia al mundo entero.

    —Rompiste las reglas, pero hoy te daré una opción, cada vez que rompas las reglas se agregará otra semana a tu cautiverio. Hoy podrás escoger, si el castigo o la semana.

    Ryu cerró los ojos con violencia ¿una semana más de aquello?

    —El…el castigo…señor —pronuncia las palabras suavemente sin ningún convencimiento, pero de ningún modo va a pasar una semana más con ese sádico.

    Kaoru siente su mano titubear, pero al final toma la paleta. — Serán cinco. Tu palabra segura será cielo, si es demasiado para ti solo dila y me detendré. Repítela.

    —Ci...cielo. — Ryu esta aterrado y sin embargo algo más remueve su corazón ¿expectativa, quizás?

    Kaoru masajea las nalgas con suavidad.

    —Ten en cuenta que si usas la palabra segura me detendré, pero el castigo no estará completo.

    Siente el cuerpo de Ryu tensarse y su pene endurecerse contra su muslo. Arruga el ceño.

    “Procura no disfrutarlo mucho”

    Le dice Miyagi sonriendo, cuando su esposo le está explicando su plan ¿Cómo va a disfrutar lastimar a Ryu? Y sin embargo…

    ¿Lo está lastimando realmente?

    Así comienza. La paleta cae lisa y llana sobre la ya sonrojada piel. Las lágrimas llenan los ojos de Ryu. Su respiración se queda atascada en sus pulmones.

    —Respira Ryu, no luches contra esto. —Le pide Kaoru, mientras pasa su mano por la maltratada nalga.

    El segundo golpe hace que los ojos de Ryu se colmen de lágrimas. Pero no solo sus lágrimas han reaccionado, otra parte de su anatomía responde al doloroso estimulo. Su cuerpo está tenso y una tibia llama comienza a calentar su sangre.

    El tercer golpe lo hace jadear.

    —Solo faltan dos, lo haces muy bien conejito.

    Con aquellas palabras Kaoru deja caer la paleta por cuarta vez. Pero Ryu ya está lejos del dolor. Aquel castigo ha despertado en él, un cúmulo de emociones que ha cerrado por meses bajo llave y lo que termina de dejarlas salir es el cariñoso apelativo de antaño. Ese de los recuerdos felices, del tiempo en el que se perdió en la locura del amor.

    —Por favor— murmura entre lágrimas, pues no se decide en sin sentirse excitado, adolorido o destrozado.

    Kaoru acaricia su espalda.

    —Di la palabra segura Ryu, dila si la necesitas.

    Ryu niega con la cabeza, solo falta una, una más y todo aquello habrá acabado, pero ¿quiere que acabe?

    El último golpe lo hace gemir, el deseo puede más que cualquier otra emoción, su pene este duro y húmedo, lleno de necesidad.

    Kaoru puede sentir el líquido pre seminal escurriendo en su muslo.

    “Después de cada castigo hazle el amor, que sienta el placer y el dolor unirse de la mano, que vea que no hay línea divisoria, que no eres un monstruo, solo le das lo que necesita, solo lo llevas a su centro”

    Hacerle el amor es lo que más desea, sólo que es tan difícil oírlo llorar.

    Deja la paleta sobre la mesa. Con las manos firmes masajea las nalgas aliviando el dolor. Una de sus manos baja hasta el pene de Ryu y lo toma con fuerza, masturbándolo rítmicamente. Ryu no sabe que sentir, llora, gime, siente placer y dolor, tiene miedo y tanto deseo que le es imposible no sentir el orgasmo que se acumula en su ingle.

    —Por favor. —suplica desesperado entre gemidos, pero no sabe si lo hace para que se detenga o para que no pare.

    Kaoru toma la decisión por él y con dos de sus dedos -ya lubricados por el pre semen- penetra el culo palpitante de Ryu. Este grita y se sacude, las corrientes eléctricas recorren su cuerpo y se concentran en sus bolas, el final está allí, muy cerca.

    Kaoru lo masturba con fuerza y alterna con leves movimientos, se detiene cuando lo siente en la cima y luego comienza una vez más la tortura, el doble asalto a su culo y a su pene, hace que Ryu se sienta al borde de la locura. Ya no son gemidos tímidos, son altos y poderosos gemidos los que llenan la habitación.

    Al cabo de unos minutos, Ryu está rogando por liberarse.

    —Por favor… por favor.

    —Dímelo… di por qué ruegas. —Le susurra Kaoru, besando su rígida espalda.

    —Ha…hazme acabar.

    Eso es todo lo que Kaoru necesita. Lo desata cuidadosamente y lo carga para llevarlo a la cama, allí sujeta de nuevo sus manos a la cabecera de la misma y ata sus piernas abiertas a ambas patas. Lubrica su propio pene y se coloca encima de Ryu.

    —Mírame. —Le ordena.

    Ryu se niega, su cabeza se mueve frenéticamente, no quiere que Kaoru vea lo que hay en su mirada, su deseo, su pasión, su…amor.

    —Mírame o no te dejare correrte. — Lo amenaza Kaoru, apretando su pene dolorosamente.

    Ryu abre los ojos desamparado. Kaoru le sonríe y suelta su pene, masajeándolo suavemente.

    —Así está mejor. —murmura llenándolo de besos.

    — Soy yo quien te hace el amor. —Pronuncia fuerte y claro cuando lo penetra de una sola estocada.

    Ryu grita y arquea su espalda. Kaoru lo sujeta con fuerza y lo hace mirarlo nuevamente.

    —Yo soy el que te hará el amor siempre.

    Ryu lo mira con impotencia, pero no puede evitar un gemido de protesta cuando Kaoru se sale de su interior y baja hasta su entrepierna.

    Kaoru acaricia sus muslos mordisqueándolos, besándolos con suavidad —Te gustará esto —le promete, tomando el pene de Ryu en su boca y lamiéndolo suavemente—. Lo necesitas. Me necesitas

    Ryu se arquea ante su toque. Claro que lo necesita y lo que más odia es que Kaoru tiene razón. Necesita la tranquilidad del toque de Kaoru. Ama sus besos. El sabor salado de su sudor. Ryu adora la familiar sensación de Kaoru haciéndole el amor.

    Se estremece ante aquella verdad. Lo necesita, lo ama. Nunca va a poder escapar del poder que ejerce Kaoru sobre él y mucho menos en ese escenario tan conocido, tan íntimo, en ese lugar entre las sábanas donde nunca ha sabido decirle que no.

    Llora sin esperanza.

    Siente el orgasmo en un inminente camino sin retorno, está excitado, se siente tan vivo, y paradójicamente eso lo hace llorar. Obsesionado como ha estado por meses con una libertad que realmente no desea, en ese momento se siente prisionero de nuevo de su cuerpo, de sus emociones. El control que ha pensado que tenía hasta hace unas horas, no existe y solo ha bastado que Kaoru le haga el amor.


    — ¿Por qué me haces esto Kaoru? —murmura desolado, gemidos escapan de sus labios y se corre dentro de la boca de Kaoru. No puede evitar ver con cierto vano regocijo, como Kaoru se lleva los dedos a la boca y los lame, limpiando los restos de semen de sus labios.

    —Siempre he amado tu sabor. —murmura Kaoru mirándolo con éxtasis.


    Dios lo ayude, Ryu lo ama y lo amara siempre.

    Kaoru lo incita con un lubricado dedo. Luego se empuja hacia atrás, y posiciona la cabeza de su pene contra el agujero de Ryu, se desliza hacia dentro esta vez con más suavidad, Ryu gime como loco al sentir su culo estirarse.

    Kaoru aprovecha para comenzar a mover sus caderas en pequeños círculos. Ryu arquea su espalda, sus manos agarradas con fuerza a las cuerdas que lo atan. Kaoru jadea, hundiéndose profundamente dentro de Ryu en cada violento empuje.

    Los dedos de Kaoru acarician el estilizado torso, y por minutos se funden en una pesada danza. La tela de las sábanas roza el abusado trasero de Ryu en cada penetración, alterando sus sentidos, recordándole lo que ha pasado, diciéndole a quien pertenece.

    — ¡Kaoru! —grita desvalido.

    Este lo besa. Con un bajo gruñido, se empuja con más fuerza, anclando su pene dentro del tembloroso y lubricado culo de Ryu, oyéndolo gemir y gritar, sabiéndolo suyo así sea en la locura del placer.

    Ryu cierra los ojos, apretando su culo alrededor del pene de Kaoru y se estremece con éxtasis cuando el pene de Kaoru pulsante y caliente, suelta chorros de semen en su interior y su propio orgasmo pinta su vientre con su semilla.


    ¿Cómo se había convertido en ese… ese… necesitado y patético ser?


    —Oh mierda, conejito, amo tu culo —Le susurra Kaoru llenándolo de besos.

    Su corazón se acelera cuando ve la tristeza y el horror en los ojos de Ryu. Apoya su frente contra la de Ryu y suspira cuando lo oye llorar. Nada ha cambiado.

    Lo sostiene hasta que de cansancio se rinde al sueño. Ha llorado por casi una hora, sin decir nada, sin discutir cuando Kaoru lo abraza después de desatar sus manos y pies. Ryu parece ido y distante, Kaoru lo arrulla, le habla de cosas hermosas y dulces, le repite mil veces que lo ama y ahora lo observa dormir sintiéndose dolorido como si fuera sido para él, el castigo.

    — ¿Por qué no entiendes que te necesito? Te amo Ryu, te amo tanto. Regresa conmigo por favor, vuelve a ser el lindo y valiente conejito del que me enamoré.

    Ahora es Kaoru el que llora. No lo ha hecho desde que su abuela muriera en sus brazos. Ni siquiera en los momentos más difíciles de su ruptura con Ryu dejó que las lágrimas y la derrota ganaran terreno. Pero ahora esta exhausto, siente que lucha contra algo más grande que su propia fuerza.

    Unos minutos después y luego de dejar a Ryu arropado y dormido en la cama, se para en la pequeña terraza de la casa. La vista es imponente y desea que Ryu en algún momento la comparta con él. El amuleto que le hizo Shinobu está en sus manos, lo acaricia muchas veces, buscando fuerzas dentro de sí, porque por un momento siente que ya no las tiene.

    Como las lágrimas no dejan de atormentarlo saca su celular y hace una llamada.

    —No puedo amigo, no puedo más. — El llanto lo ahoga y se arrodilla en el suelo sin dejar de sostener el teléfono en su oído. — Siento que su corazón me ha abandonado definitivamente y… ¿Si lo estoy obligando a hacer algo que de verdad no quiere? ¿Si soy yo el que está equivocado? ¿Si todos nosotros nos equivocamos?

    Shinobu le hace una seña a su secretaria. La mujer se acerca y lo escucha decir:

    —Respira Kaoru, respira profundo.

    Cuando esta lo mira interrogante el joven tapa el micrófono del teléfono pidiéndole con suavidad.

    —No me pases más pacientes ahora, yo te aviso cuando.

    Ella sale y Shinobu retoma la llamada.

    —Kaoru, Ryu padece de un trastorno obsesivo compulsivo. Se obsesionó con la idea del control y todos sabemos cómo y cuándo sucedió. La pérdida de un hijo no es fácil y mucho menos lo fue para él, estando tan ilusionado con ese bebé. Luego de eso Ryu no volvió a ser el mismo y eso nadie mejor que tú lo sabe.

    Shinobu hace una pausa para saber que Kaoru sigue con él.

    —Lo sé Shinobu sé todo eso, lo viví en carne propia, toda esa locura, todo ese dolor, los años que intentamos tener otro bebé, la enfermedad del padre de Ryu y el maldito momento en el que Ryu asumió la presidencia de la Editorial.

    Kaoru suspira con impotencia, su vida se había trastocado en unos días y el había luchado, había luchado con uñas y dientes, pero ya esta tan cansado, tan abatido.

    —Entonces no te rindas ahora Kaoru. —Lo reprende Shinobu con firmeza. —Ryu te necesita, si sigue por ese camino no tardará en enfermarse seriamente. Agregaremos al trastorno obsesivo, anorexia, farmacodependencia, alguna enfermedad hepática o coronaria por la falta de alimentación por el desenfreno con el que Ryu está viviendo.

    Shinobu suspira, no quiere asustar a Kaoru, pero su amigo necesita una sacudida.

    —Y no sólo es Ryu el que va a sufrir Kaoru, también Shunsei. Ya el bebé está sufriendo las consecuencia de la obsesión de Ryu con el trabajo, con mantenerse ocupado y en control de su vida. Si no fuera por Hiroki ese bebé estaría en manos de niñeras o en medio de un doloroso proceso judicial por su custodia, pues sé que tu no soportarías que Ryu abandonara a su hijo.

    El panorama pintado por Shinobu es tan real, que hace que Kaoru respire con violencia. No puede rendirse, no ahora, ni jamás.

    —Lo siento. —se disculpa. —Es solo que…

    —Estás agotado y es comprensible. Cualquier otro hubiese tirado la toalla hace mucho, pero no tu Kaoru, nunca tú. Por eso confío en ti, por eso todos confiamos en ti.

    Kaoru prepara el almuerzo con renovadas fuerzas, la charla con Shinobu le ha hecho bien. Tiene que seguir adelante. Antes de servir la comida habla con Hiroki y este le pasa a su bebé.

    —Pórtate bien mi campeón, papá y mami pronto estarán contigo. Te amamos.

    Hiroki llora un poco, lo alienta, le pide que cuide a su hermano y cuando Kaoru va con la bandeja a la habitación, se siente con más ánimos.

    Pero su alegría se desvanece, pues bajó la guardia y Ryu se ha escapado.
     
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  6. kimmi Chan
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    DD:

    Ok, fueron muchas emociones en este capitulo. Primero, ah, ternura por los recuerdos. Luego, ¡ZAZ! Realidad y todo ese pedo y luego, Dios y luego...

    Que castigo, ni que castigo, aunque supuse que Ryu haría algo como lo que hizo cuando se conocieron, escaparía. Es complicado lo que Kaoru está haciendo, considerando qu no es el sádico más grande está haciendo un buen trabajo.

    Llevarlo al extremo, con este trastorno que padece le esta dando tratamiento tipo conductual jaja a la brava y algo rudimentario. No sé si funcione (ojala que si) pero hay dos alternativas, o el caparazón se hace más duro e impenetrable o definitivamente cede ante este "tratamiento". Espero por el bien de Ryu, de shun y de Kaoru que logre penetrar en otros sentido a Kaoru xDD

    Me encanta, espero el próximo capitulo :33
    Nos leemos!
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    Mi querida Fransela_r es un honor leer otra de tus historias
    me encanta la temática un ryu obsesionado con el control
    y un kaoru que desea recuperarlo
    la verdad está genial
    como sabes estaré pendiente de las conty
    espero que estés bien
    nos vemos :=PENSDF:
     
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    Me encanto el capitulo. Fue tan hermoso el recuerdo de como se conocieron y empezaron su relacion. Espero que ruy pueda superar su problema y que kaoru sea el que lo ayudar con su terapia. Esperare con ansias la conti.
     
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  9. Alexx Jackson
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    jajaja estoy de acuerdo con el comentario de Kimmi, que Kaoru llegue a penetrar a Ryu en todos los sentidos posibles XD para su bien por supuesto

    y waa!! tan rápido vinieron las nalgadas ! xD esta perfecto! la resistencia de Ryu es impresionante, y a sabiendas de que viene con un trastorno compulsivo acompañándolo, bueno, como arma de doble filo hara las cosas productivas para desensibilizar el control en Ryu y armara resistencia y excitación en la practica sexual como tal.

    Y definitivamente, la palabra que deshace a Ryu es conejito. Lo cual es gracioso porque me recuerda a Usagi XD ! ok no jajajaja

    El darle la opcion de agregar una semana o recibir castigo fue mas que maravilloso, de esa manera no se estara trasgrediendo en dado caso la voluntad de Ryu de una manera tan impositiva, si no que tendra que elegir, decidir y... las dos opciones lo llevaran directo a Kaoru, asi que pff...... bien pensado Kaoru!!!!


    Lo que pensaste mal fue en no dejarlo bien amarrado ¬¬


    Con mucha expectativa espero el siguiente capitulo!!!! T e A d o r o !!! :=amors:


     
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  10. Fransela_r
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    Hola chicas lindas paso a dejarles el tercer capitulo besos.




    Tercer día.



    —Creo que esto es todo. — Exclamó Ryu con cansancio mientras terminaba de acomodar las cajas en la habitación de Kaoru.

    Mudarse fue más fácil de lo que esperaba y el drama que pensó sería mover sus cosas, no fue tal. Quizás era la emoción con la que Kaoru se había tomado todo aquello. Era como si fuera un niño al que iban a regalarle algo que había deseado mucho.

    —Te hice espacio en mi closet para que guardes tu ropa. —Le dijo Kaoru besando su cuello con ternura.

    Ryu lo miró sonriendo. Dejándose llevar por su entusiasmo. Kaoru lo llevaba de la mano y él ciegamente lo seguía, le era imposible no seguirlo. Lo amaba con locura, y sí que era una locura pues apenas habían pasado días y sin embargo, no podía dejar de sentir que lo amaba ciegamente.

    —Eres un desordenado. —protestó Ryu unas horas después, cuando le tocó poner un poco de orden en aquel caos que era la habitación de Kaoru.

    El aludido se rio a carcajadas y se limitó a levantarlo en brazos y lanzarlo en la cama, haciendo caso omiso de las protestas de su pequeño amante. En el suelo quedaron regados las cajas y los libros, el closet quedó a medio ordenar y los amantes se limitaron a hacer el amor el resto del día, pues tenían muchos días por delante.

    —Te amo. —murmuró Kaoru al oído de un dormido Ryu.

    Acarició con amor el cabello húmedo que cubría la frente de Ryu. Era maravilloso tenerlo allí. El pequeño conejito ahora estaba en su cueva, indefenso y a su merced, para amarlo y cuidarlo por siempre. Kaoru sonrió abiertamente, pues tenía todo lo que deseaba en la vida.

    Unos días después la vida iba a darles un enorme giro.

    — ¿Nos vemos en la cafetería para almorzar?

    —Tengo examen a mitad de mañana y luego hay un chequeo médico de rutina, no creo que alcance. —respondió Ryu mientras recogía su maletín. Al ver la mirada compungida de Kaoru se acercó y lo besó ligeramente. — Vivimos juntos Kaoru, te veré en la noche.

    —No es suficiente. —protestó Kaoru besándolo con más profundidad mientras se fundían en un apretado abrazo

    Ryu sonrió, aun con sus ojos cerrados, cuando Kaoru lo libero de sus brazos. Aquel amor posesivo y sensual era tan alucinante, tan abrumador.

    —Eres…eres.

    —El hombre que te ama. —terminó Kaoru por él, besando cariñosamente la punta de su nariz.

    Ryu abrió los ojos y no pudo más que sonreír.

    —Haré lo posible por llegar a la cafetería para el almuerzo.

    Kaoru le sonrió complacido.

    —Te esperaré.

    Ryu atravesó sus clases con facilidad. El examen fue sencillo y al terminar casi de primero le pidió permiso al profesor para marcharse. Si lograba que en la enfermería lo atendieran con rapidez llegaría a tiempo a la cafetería para almorzar con su novio.

    Tuvo suerte al pasar dentro de los primeros, pero nunca esperó lo que le dirían. La doctora que hacia el chequeo lo miró con emoción y lo llevó aparte a uno de los cubículos.

    — ¿Te importa si hago un chequeo más profundo? —Le preguntó ansiosa.

    Ryu la miró desconfiado, pero no vio motivos para negarse. Quizás ella había visto algo que no le gustó y eso le preocupó ¿sería que estaba enfermo?

    Un poco después estaba sobre una camilla y ella lo exploraba minuciosamente.

    —Es maravilloso. —La escuchó murmurar para sí. Olvidando por completo que él estaba allí y que ahora estaba seriamente preocupado.

    —¿Pa…pasa…algo malo? —preguntó asustado y se quedó perplejo cuando ella rio con emoción.

    —No… no, claro que no. Es que nunca había visto un hombre fértil —dijo tranquila, como si fuera lo más normal. —En las prácticas del hospital no me asignaron a obstetricia y como estoy recién graduada no he tenido mucha experiencia, de hecho este es mi primer trabajo fuera del hospital y estoy muy emocionada por la experiencia.

    “Hombre fértil”

    La chica seguía y seguía hablando mientras palpaba su vientre y sus tetillas y él solo podía pensar en aquellas palabras. Cuando logro coordinar sus ideas, pensó en la magnitud de aquel descubrimiento. Su hermano menor era fértil y eso había sido de gran decepción para la familia, pero su padre se consolaba con el hecho de que su hijo mayor no lo era y lo habían criado para ser el heredero de su imperio.

    ¿Ahora el también sería una decepción?

    —Yo no tengo mucha experiencia, pero creo que estas en cinta, de unas dos semanas cuando mucho, pero como ustedes no son como nosotras que experimentamos la menstruación y todo eso, los cambios hormonales del embarazo se muestran más temprano en el cuerpo.

    Ella no noto que él la estaba mirando con horror.

    —Lo noté por la inflamación en tu vientre, cuando te estaba palpando note que te dolió un poco y tus pezones están oscureciéndose y puedo notarlos un poco inflamados también, no es muy perceptible para los demás pero para mí como médico si…

    “¿Un embarazo?”

    Ahora que lo pensaba, Kaoru y él habían estado haciendo el amor como conejos y no se había cuidado. Grave error, pues ahora estaba allí viviendo las consecuencias de su descuido.

    —Voy a pedir que te hagan un examen de sangre para confirmarlo.

    Ryu miró a la doctora, sintiéndose perplejo y abrumado. Asintió pues no pensó en que otra cosa responder. Una hora después estaba sentado en el pasillo de la enfermería con un papel entre sus manos que confirmaba todos sus temores.

    Su teléfono sonó con un mensaje. Sabía quién era, así que no se molestó en mirarlo.

    ¿Qué iba a hacer ahora?

    Había arruinado toda su brillante vida, todos sus planes, todas las esperanzas que había puesto su padre en él. Comenzó a llorar y se puso de pie para irse de aquel lugar, pensando en que no volvería jamás. Pensaba que con aquella noticia habían muerto todos sus sueños.

    Cuando llegó a su casa era pasada la media noche y aunque sus padres le exigieron una explicación, Ryu se negó a hablar. Ryu se encerró en su habitación y se lanzó en la cama, miró inexpresivo todo a su alrededor. Ya no le quedaban lágrimas, solo sentía una profunda incertidumbre.

    —Ryu te traje un té. —Le dijo Hiroki con suavidad, entrando en la habitación.

    Ryu miró a su hermano, que se sentó en la cama a su lado y sintió que se rompía por dentro.

    —Yo…yo…yo estoy… Dios…estoy esperando un bebé.

    Las palabras salieron de sus labios temblorosos, pues era la primera vez que reconocía verbalmente lo que le estaba ocurriendo. Hiroki lo abrazó amorosamente y limpió sus lágrimas con suavidad.

    —Todo va a estar bien Ryu, ya lo veras. Cuenta conmigo hermano, nada malo va a pasar, te lo prometo.

    Ryu siempre supo que Hiroki era el más fuerte de los dos. Hiroki no se dejaba amilanar por los problemas, era decidido, emprendedor, dedicado, valiente. Su hermano soñaba con una vida sencilla, una familia, hijos y un esposo que lo amara. Él no tenía los grandes planes que Ryu había ideado ni la responsabilidad que Ryu llevaba sobre sus hombros.

    Unos días después ya Kaoru estaba desesperado. No entendía que había pasado con Ryu. Se negaba a responder sus mensajes o llamadas y ni siquiera sabía dónde diablos se había metido. Habían pasado cinco días viviendo juntos y todo estaba bien ¿qué podía haber pasado? Ahora llevaba cinco días sin saber nada de él y eso lo estaba enloqueciendo.

    Se sentó en la cama en la que tanto amor y tanta pasión habían compartido sin entender el cambio drástico que había dado su vida. Se levantó presuroso cuando alguien llamó a su puerta, pero no fue el rostro de Ryu el que encontró, sino el de un joven de apariencia hermosa y etérea que lo miró con un dejo de disculpa y expectativa.

    — ¿Usted…es, Kaoru Asahina? —preguntó Hiroki con suavidad. Estaba harto de ver a su hermano destruirse lentamente y no pudo hacer más que tratar de resolver todo aquello.

    —Si…¿Quién eres tú?

    Hiroki le sonrió con amabilidad.

    —Soy Hiroki Isaka, soy hermano de Ryu.

    Kaoru enseguida lo tomo por los brazos lastimándolo un poco con el brusco movimiento.

    — ¿Cómo está? ¿Dónde está? ¿Acaso le ocurrió algo?

    Hiroki hizo un respingo al sentir la rudeza de aquellas manos oprimiendo sus brazos.

    —Me… me está lastimando. —Murmuró y Kaoru lo soltó de inmediato.

    —Lo siento, discúlpame. Es que me estoy volviendo loco, llevo días buscando a Ryu.

    —Mi hermano está en casa y esta… bien físicamente. —Le informó Hiroki para tranquilizarlo. —Puedo pasar.

    Kaoru más aliviado le cedió el paso y lo instó a sentarse.

    —Está en su casa. — Murmuró Kaoru sentándose al lado de Hiroki. —Pero yo conseguí llegar hasta allí y me dijeron que él no había ido por allí en días.

    —Mi padre ordenó eso.

    Hiroki hizo una mueca de desaprobación por la actitud de su padre. Luego que se enterarán de la situación de Ryu lo habían encerrado como si fuera un delincuente y hasta hablaban de dar al bebé en adopción cuando naciera. Él no iba a permitir que eso pasara y sabía que Ryu cuando saliera de su letargo tampoco lo permitiría. Por eso había ido a buscar a Kaoru, pues ese hombre era el padre del bebé de su hermano y era el único que podía impedir que a Ryu lo sacaran del país y que su padre manejara a su antojo toda aquella situación.

    —Tiene que ayudarme a sacar a Ryu de la casa. —Le rogó Hiroki. —Mi padre lo va a enviar a Inglaterra en unos días. Ryu no está en condiciones ahorita de hacer nada, está muy confundido y temeroso, solo usted puede evitar que cometa una locura.

    Kaoru no entendía nada de aquello.

    — ¿Por qué lo enviarán a Inglaterra? Y ¿Qué demonios es lo que le pasa a Ryu? ¿Porque se fue así? ¿Porque no ha hablado conmigo?

    Hiroki no tenía más remedio que decir la verdad.

    —Mi…hermano, está esperando un bebé… Su hijo Asahina San.

    Después de una larga conversación. Hiroki y Kaoru hicieron planes. La noche siguiente Kaoru irrumpió en la casona aprovechando la ausencia de los padres de Ryu y con la ayuda de Hiroki. Ryu dormía cuando sintió los brazos cálidos rodearlo.

    —Kaoru. — Murmuró lloroso acurrucándose aun dormido en el regazo del hombre con el que todas las noches soñaba.

    Hiroki le hizo señas de no despertarlo. Kaoru asintió, dormido sería más fácil sacarlo de la casa.

    — ¿A dónde lo llevará? — Le pregunto Hiroki, mientras Kaoru acomodaba a su novio en la parte trasera de su auto.

    — Estaré a dos horas de aquí, en un poblado pequeño, es donde crecí, allí tengo una casa. No te preocupes, los cuidaré bien y te mantendré informado. —Kaoru estrechó las manos de Hiroki con agradecimiento. —Gracias por esto, te debo una.

    Hiroki vio el auto marcharse en la oscuridad y esperaba que todo saliera bien, pues su hermano y aquel bebé merecían una mejor vida que la que sus padres le había trazado.

    Cuando Ryu despertó en la mañana, no se encontraba en su habitación y también se sintió más ligero y descansado de lo que se había sentido en días.

    —Qué bueno que despiertas, es hora de comer.

    Aquella voz terminó de sacarlo de su sueño y sentándose en medio de la cama miró a Kaoru como si fuera un fantasma.

    — No me mires así conejito. —Le dijo Kaoru poniendo la bandeja que traía llena de comida, sobre la mesa. —Tienes mucho que explicarme y créeme que lo harás, pero ahora tú y mi otro conejito tienen que comer.

    Ryu retrocedió cuando Kaoru puso su mano fuerte, cálida y protectora sobre su vientre.

    —No…no. Tú no puedes. .. No puedo estar contigo. Mis padres, ellos…

    —Escúchame bien. — Le dijo Kaoru con dureza. —Nadie más que nosotros dos tiene voz en esto. No se te ocurra desafiarme con esto Ryu, pues vas a descubrir lo decidido que puedo ser.

    El poder que ejercía Kaoru en él lo enojó.

    ¿Quién era él para decirle que hacer?

    — ¡Me importa un carajo lo que tú digas! —Levantándose de la cama con enojo.

    Kaoru también se puso de pie, con toda la disposición de no amilanarse.

    — ¡No tienes derecho! —Le gritó Ryu, señalándolo con un dedo acusador, que temblaba como el resto de su cuerpo. —Tú me hiciste esto. Yo tenía una vida…u…una vida perfecta. Y apareciste tú y…lo cambiaste todo. ..

    Ryu le dio la espalda a Kaoru para que no viera sus lágrimas ni el dolor que sabía reflejaba su rostro.

    —Ryu…

    — ¡No! No quiero oírte, no quiero verte más. Tu arruinaste mis planes, diriges mi vida y yo te sigo porque…porque…

    —Me amas. —Le dijo Kaoru abrazándolo despacio. Besó su cabello y acarició su espalda suavemente, intentado calmarlo. —Me amas como yo te amo a ti, eso no es malo. Al contrario, es hermoso, perfecto y ahora tendremos un bebé que será la prueba de ese amor.

    Ryu lo miró desamparado.

    —Yo…soy un hombre. —Le dijo casi en un susurro. —Siempre pensé que me casaría con una chica, que…tendríamos hijos. Yo había planeado mi vida diferente, nunca habría pensado que me enamoraría de un hombre y que yo terminaría siendo la chica que…se embarazaría. — Ryu sollozó impotente. — ¿Tienes idea de la decepción que le causé a mis padres? No se habían recuperado del impacto de tener un hijo fértil y ahora tienen…dos y yo encima estoy…

    Ryu se separó de los brazos de Kaoru y caminó hasta la cama recostándose en ella y haciéndose un ovillo. No quería hablar ni tampoco quería oír lo que Kaoru tenía que decir. Se sentía perdido y miserable. Le daba pena por su hijo y le daba miedo el futuro, un futuro que ahora no tenía como en antaño el rostro perfecto que él había creado.

    No sintió cuando Kaoru cerró la puerta al salir de la habitación, ya nada le importaba.

    Kaoru se sentó en el mueble de la pequeña salita. Aquella casita le traía buenos recuerdos, allí había sido feliz. Lamentaba que su abuela no estuviera allí con él, ella habría sabido que decirle a Ryu.

    Ryu durmió todo el día, apenas comió y Kaoru trató de no importunarlo. Quería que su novio se calmara para que pudieran hablar. El tiempo vacío trato de usarlo Kaoru para arreglar la casa, limpiar el polvo ajustar los muebles que necesitaban arreglo. Compró comida para llenar la alacena y abrió las ventanas para que el aire se llevara el olor a encerrado que la casa tenia. Estaba en buen estado a pesar de todo y luego de un largo día de trabajo mostraba la cara alegre y acogedora que había tenido tiempo atrás.

    Se asomó en la habitación y vio que Ryu dormía profundamente. Se acercó y lo beso con suavidad.

    —Hasta mañana mis conejitos. Los amo.

    Cuando Kaoru cerró la puerta, Ryu abrió los ojos, sintiendo un enorme desasosiego. Con un movimiento incierto tocó su vientre, pensando en lo grande que era aquello y en si él iba a poder afrontarlo. Estuvo largo rato mirando el techo, hasta que el sueño lo venció de nuevo.

    Cuando amaneció, lo despertó un rayito de solo que se colaba travieso por la ventana. Ryu respiró profundo. Se sentía más calmado, quizás le había hecho falta dormir bien. Todos aquellos días había tenido pesadillas.

    Salió de la habitación caminando despacio y en la sala se encontró a Kaoru dormido sobre una precaria sabana en el piso. Le dio ternura verlo acurrucado en el incómodo suelo. Supuso que lo había hecho para no molestarlo en la cama, pero quizás le habría gustado sentir su calor en la noche.

    Se puso sus zapatos y salió de la casa. A pesar de ser tan temprano el pueblo se movía con entusiasmo. Camino por un rato por las callecitas y no supo cómo llego a las orillas del rio. A esa hora había gente en las riveras de este, conversando animadamente mientras lavaban sus ropas o recogían agua.

    Ryu los observo un rato. Quizás si hubiese nacido en aquel lugar, en aquella vida sencilla, las cosas serían diferentes. No tendría responsabilidades ni unos padres que esperaran tanto de él, no se hubiese hecho una expectativas de vida tan elevadas.

    De pronto un joven llego a la orilla opuesta del río. Llevaba una Yukata que se notaba ajustada en su vientre. Puso la cesta que cargaba en sus brazos sobre la grama y acarició su espalda.

    — ¡Keiichi kun, deberías estar en la casa descansando! —gritó una mujer que estaba a unos metros de Ryu.

    El chico sonrió y sobo su vientre redondo.

    —No te preocupes Hana san, mi hijo y yo estamos bien. —Le dijo el chico mientras con dificultad se arrodillaba sobre la hierba y sacaba la ropa de la cesta para remojarla en el río. —Haru está pescando y quiero que cuando regrese estén todos las cosas listas, el pobre no ha hecho sino trabajar estos días.

    Se enfrascaron en una conversación bulliciosa, pero Ryu solo veía la barriga del chico. Estaba fascinado por la belleza de aquella escena. La naturalidad con la que el joven conversaba, su sonrisa feliz, como si no careciera de nada. Tocó su vientre y se preguntó si él podría hacerlo, si podría vivir de aquella forma.

    —Podemos hacerlo. —Murmuró una voz en su oído. Mientras una mano cálida se posaba sobre la suya y un cuerpo tibio lo envolvía en una pacífica sensación de tranquilidad.

    Ryu se preguntó si habría expresado sus pensamientos en voz alta, y luego entendió que Kaoru lo leía como a un libro. Se recostó del ancho pecho de su novio y suspiró. Kaoru besó su cien cariñosamente y puso su otra mano sobre el vientre de Ryu.

    —Nos casaremos, tendremos una bonita casa y seremos felices por siempre tú y yo y nuestros cinco hijos.

    Ryu sonrió, cinco hijos eran muchos y él pensaba que apenas podría con uno. Pero la voz de Kaoru, su calor, su entusiasmo, su amor. Lo perdían, eran letales para él. No podía resistirse, no podía decir que no.

    Kaoru deslizo una pequeña cinta roja anudada como un aro en su dedo meñique y lo giro para que lo mirara.

    —La leyenda del hilo rojo es muy bonita y yo sé que el otro extremo de mi hilo eres tú. Así que dejare esta cinta aquí como un símbolo de que te amo y cuando tenga dinero te comprare el más hermoso de los anillos, como te lo mereces. — Kaoru lo besó con ternura. — ¿Te casarás conmigo Ryu? Yo te voy a hacer feliz, lo prometo.

    Ryu miró la cinta anudada en su dedo y sonrió, suspirando pensó que no tenía alternativa. Kaoru era su único camino el único que amaba y al que jamás podría decirle que no.

    —Sí. —Murmuró cerrando los ojos y acurrucándose en el pecho de su ahora prometido, esperando que aquello no fuera un sueño.

    Kaoru respiró aliviado, cuando no lo había encontrado en la casa había temido lo peor, pero allí estaba ahora, en sus brazos, tranquilo, aceptando ser su esposo. Las cosas iban a salir bien y ahora tendría que comportarse como le dictaba las nuevas responsabilidades que iba a asumir. Kaoru pensó que era hora de llamar a su hermano y pedir la ayuda que siempre se negó a recibir.





    *******





    —Voy a matarlo. — Proclamó Kaoru a los cuatro vientos cuando salió de la casa.
    Afortunadamente estaban en una pequeña isla, a la que podía dársele la vuelta en dos horas. No había ningún medio de escape pues habían llegado en una lancha y esta solo volvería si Kaoru llamaba. Solo los rodeaba un vasto y hermoso mar azul y Kaoru confiaba en que Ryu siguiera temiéndole a nadar en lo profundo.

    La casa estaba enclavada en una pequeña colina desde donde se podía ver toda la isla. Unas escalinatas bajaban hacia la playa y un camino empedrado se internaba en un bosquecito salvaje. Más allá del bosque había otra colina más pequeña donde el agua se volvía salvaje estrellándose con violencia de las rocas que bordeaban la colina.

    Si no fuera porque Kaoru sabía que Ryu tenía una piel delicada que se quemaba fácilmente con el sol, lo hubiese dejado pasando penurias en donde fuera que estuviera.

    Descendió por las escaleras echando chispas, se dijo que cuando lo encontrara lo castigaría y entonces se detuvo. Con pasos calmados volvió a la casa y cerró la puerta. Ryu merecía una lección y que mejor que estar a la intemperie en la naturaleza, él que siempre había sido mimado y quisquilloso se merecía pasar una noche a merced de los elementos.

    No estaba muy seguro de su decisión, pero igual se sentó en un mueble y dejo el tiempo pasar a cuenta gotas.

    Cuando la mañana del tercer día lo sorprendió, se dio cuenta que se había dormido en el sofá, se estaba levantando de este cuando la puerta de la entrada sonó y por ella entro Ryu con cara de abatimiento y frustración.

    — ¡Quiero que me saques de este lugar inmediatamente! —Le gritó furioso, pues las horas que había pasado en aquel lugar habían sido infernales.

    Cuando había escapado pensó que iba a ser fácil huir de donde fuera que estuviera, no se esperó que su lugar de reclusión fuera una isla y mucho menos que no hubiese ni un solo medio para salir de allí.

    Trato de nadar pero al sentir las aguas profundas se asustó tanto que regreso nadando casi sin aliento a la orilla. Sentado en la arena pensó en lo tonto de su idea, ¿hasta donde habría podido llegar nadando?

    Camino internándose en el bosque, seguro de que Kaoru iría a buscarlo en cualquier momento, pero camino por casi una hora entre los árboles y descanso a la sombra de uno de ellos y Kaoru jamás apareció. Decidió explorar el resto de la isla y cuando llegó a la colina opuesta de donde estaba su cárcel, sintió que no podría avanzar más.

    —Maldito. —murmuró molesto cuando se sentó bajo un árbol, abatido por tener la certeza de que no podría huir de allí.

    Le dolían las nalgas por los golpes recibidos, pero más le dolía el orgullo, pues a pesar de todo le había gustado aquel tormento.

    — ¿Por qué tuve que conocerte? Te odio… te odio.

    Se levantó y mirando a través del bosque como pensando que sus gritos llegaría hasta él, dejó salir toda su frustración.

    — ¿Me oíste? ¡Te odio! ¡Ojala nunca te hubiese conocido!

    Pero era mentira, todo aquel odio, aquella furia, era mentira. Solo era el miedo un miedo monstruoso que había ido apoderándose poco a poco del corazón de Ryu, lo que lo hacía rechazarlo, lo que le hacía pensar que estaba mejor sin él, que estaba mejor sin nadie que le dijera que hacer con su vida.

    Ryu se dejó caer sobre la arena y miro todo a su alrededor. El lugar era perfecto y otras circunstancias habría sido ideal, pero él no tenía nada que ofrecer y Kaoru no lo entendía. Había perdido tanto de sí mismo en aquellos años que ya no tenía nada que dar. Se negó a pensar en su bebé muerto y mucho menos en Shunsei, que había sido como una luz en toda su oscuridad.

    — ¿Porque no entiendes que ya no soy el mismo?

    El silencio no tenía respuestas, pero el si las tenía. Había pasado muchos meses y años sofocando su temor, apoyándose en Kaoru, dejando que él lo protegiera. Pero el miedo estaba allí, esperándolo, buscando la más mínima oportunidad para atacarlo. Vivir con aquel temor por tantos años lo hizo inseguro y poco a poco lo fue insensibilizando a las necesidades de los demás.

    De pronto ya no notó la preocupación de Kaoru, ni la de Hiroki o la de sus padres y amigos. Hablar con Shinobu que había sido su amigo de años y que también era su terapeuta ya no le daba consuelo. Se había ido encerrando poco a poco e inconscientemente en la seguridad de su interior, haciendo un caparazón cada vez más impenetrable para guardar sus emociones.

    Todo comenzó lentamente y ya de pronto no le gustaba que Kaoru lo tocara o le diera sugerencias. Comenzó a sentir recelo de sus palabras, todo lo tomaba como si fueran imposiciones. Se obsesionó con el trabajo al punto de que no le importaba si olvidaba fechas especiales o citas o incluso si llegaba a cenar a casa o no.

    El final de todo fue cuando Ryu asumió la presidencia de la editorial, para Ryu fue como el retomar de los sueños que había abandonado por perseguir los sueños de Kaoru, de nuevo se sintió en control de su vida, de nuevo se sintió el mismo y con eso en mente olvido lo demás. Las aventuras, las alegrías, las tristezas, el amor, el deseo, todo lo que había construido con Kaoru quedo relegado a un segundo plano pues Ryu lo dejo a un lado, como si nunca hubiese existido.

    Ryu se recostó del árbol, se sentía cansado y molesto, pero también estaba triste.

    — ¿Qué quieren de mí? —preguntó con cansancio, deseando que Kaoru, sus padres y sus amigos, estuvieran allí para responderle.

    —Este soy yo. —murmuró tristemente mientras contenía un sollozo pues al pasar sus manos por su torso lo sintió tan frágil y delgado.

    Se había mirado al espejo muchas veces. Claro que lo hacía, el notaba los estragos en su cuerpo. De pronto ya no le provocaba comer y dormir se había vuelto un suplicio, solo lo lograba con pastillas y aun así no era un sueño reparador. Se levantaba igual de cansado y compungido. Soñaba con Kaoru cada día. El embarazo de Shunsei había sido terrible y ni siquiera había tenido fuerzas para traer a su hijo al mundo.

    La recuperación de la cesaría había sido muy difícil y había tenido que aceptar a regañadientes la ayuda de su hermano, pues aunque no quería a nadie cerca tuvo que admitir que necesitada ayuda con su bebé recién nacido.

    Ryu se durmió recostado de aquel árbol, preso del agotamiento y lleno de las imágenes de un pasado que había sido feliz hasta cierto momento. Cuando se despertó era de día. Estaba recostado en la arena y no podía creer que había dormido a la intemperie en aquel frio y Kaoru no lo había ido a buscar.
    Lleno de ira se encamino a la casa.

    —Vas a sacarme de esta maldita isla Kaoru o te juro que te mataré. —murmuró lleno de ira, mientras se abría paso entre los matorrales.

    Kaoru lo miró por unos segundos.

    “Los castigos no deberás hacerlo desde la rabia o el odio. Él lo sabrá y entonces no habrá servido de nada lo que has hecho. Si estas molesto por algo que el haga o diga, retírate, respira, enfoca tus pensamientos y cuando hayas aligerado la molestia, regresa con él y dale lo que necesita.”


    — ¿Me estas escuchando? Quiero volver a mi casa y me vas a sacar de aquí o cuando regresemos te hundiré en la cárcel.

    Kaoru camino hacia el con tal cara de disgusto que Ryu retrocedió unos pasos. Lo tomó por el brazo y lo arrastró hasta la habitación.

    — ¡¿Es que no me escuchaste?! ¡Suéltame! ¡Suéltame, cretino! ¡Imbécil! ¡Te odio! ¡Te odio!

    Por más que Ryu se retorció y se retorció no logró soltarse del agarre Ferrero de Kaoru, este lo sentó en una silla con un violento movimiento y lo amarró con una destreza y una rapidez que dejo a Ryu boquiabierto.

    Kaoru no lo miró en ningún momento y a pesar de sus gritos se mantuvo sereno. Cuando comprobó que los amarres estaban bien reforzados salió de la habitación.

    — ¡No puedes dejarme aquí! ¡Kaoru! ¡Kaoru! ¡Maldito! ¡Ojala no te hubiese conocido nunca! ¡Sácame de aquí!

    Kaoru escuchó un rato los gritos de Ryu, lo escuchó perder la voz y el aliento. Lo escuchó maldecirlo y llorar, pero extrañamente se sentía sereno. Era como si finalmente se hubiera reconciliado con la idea de que tenía que hacer aquello, por el bien de los dos, pues él también estaba a punto de volverse loco.

    Kaoru sabía que si Ryu no lo hubiese buscado muchas veces para hacer el amor de forma desesperada y luego marcharse sin palabras, si no hubiese sentido en cada uno de aquellos encuentros que Ryu lo amaba, hace mucho que se hubiese dado por vencido. Habría conseguido la custodia de su hijo y se habría marchado muy lejos y sabe que pudo haberlo hecho, pues Ryu podría ser muy rico pero detrás de el no estaba solo una enorme fortuna, sino el apellido Usami y eso constituía un imperio, con el dinero y las influencias que tanto había rechazado podría conseguir la custodia de su hijo en un abrir y cerrar de ojos.

    Pero él tenía esperanza y por eso se había embarcado en aquel plan, con la ayuda y los concejos de Shinobu habían preparado un plan para recuperar a Ryu.

    Preparó el desayuno con total serenidad, espero unos segundos y respirando profundo entro a la habitación. Ryu lo miro con odio, pero ya no gritaba eso era la bueno.

    Tomó la comida y se sentó frente a Ryu. Este apartó el rostro cuando Kaoru acercó la primera cucharada.

    —Has agregado dos semanas más a tu cautiverio Ryu. —Le dijo sereno luego de un largo suspiro de cansancio. —Ya viste que la isla es impenetrable, solo saldremos de aquí su yo llamo para que vengan por nosotros y si sigues con tu comportamiento no lo hare nunca.

    —Tú…tú no puedes hacer eso. —murmuro Ryu perplejo, pensando en lo que significaba aquello. Abandonar a su hijo a su vida. Kaoru no podía hacerle eso, pero vio en sus ojos tal resolución que por primera vez sintió temor de retarle.

    — ¿Vas a comer?

    —Si…señor. —respondió, tragándose todas las ganas que tuviera de protestar.

    Comió, más que por obedecer lo hizo porque estaba hambriento. Kaoru no lo miraba, le dio la comida y luego se puso de pie para marcharse, todo en absoluto silencio. Ryu se quedó mirando la pared.

    “Una semana más en este infierno”

    Pensó consternado y estuvo dándole vueltas a aquello por horas hasta que Kaoru volvió con el almuerzo.

    —Kaoru por favor…yo…

    —No te he dado permiso para hablar. —Lo cortó Kaoru con displicencia y sin más se dispuso a darle el almuerzo.

    “El necesita de tu voz, lo tranquiliza, le gusta oírla. Prívalo de ese privilegio cuando haya cometido un fallo. Hazlo ver lo mucho que le gusta escucharte, lo mucho que le gusta oír tus opiniones. Le recordaras con eso los momentos en los que te oía sin miedo, sin prejuicios. Le recordaras que le gusta tu voz, que le gusta lo que tenían.”

    Ryu comió esta vez sin mucho apetito, pero aunque solo fuera porque Kaoru lo mirara o le dijera algo comió tranquilamente. Pero este le dio la comida y rápidamente se marchó.

    —Kaoru. — Lo llamó Ryu sin muchas fuerzas y de pronto sintió su rostro húmedo de lágrimas, pues le hacía falta aquella voz.

    Kaoru pasó el resto de la tarde caminando por la isla. Llamó a Hiroki, habló con su hijo y habló también con su hermano. Después de tranquilizar a todos, miró la puesta de sol y volvió con el anochecer a la casa.

    Preparó lo que iba a usar en la regadera y fue por Ryu, ya estaba listo para castigarlo por lo que había hecho, con el sentimiento correcto en su corazón.

    Ryu lo sintió entrar en la habitación, ya había comenzado a temer que lo dejaría dormir atado en aquella silla, pero en cierta forma no quería que viniese a él con ese aire de desdén. También pensó que si venía a darle comida se la escupiría en la cara pues con toda la tensión que sentía lo menos que quería era comer.

    —Si vienes con comida ya puedes llevártela. No tengo hambre y no voy a comer.

    Ryu lo sentía moverse por la habitación pero no podía girarse para verlo.

    De pronto sintió que los amarres de sus manos eran sujetados. Kaoru los había ajustado mucho y las muñecas le dolían. Un gemido salió de sus labios cuando se ajustaron con más fuerza.

    —Te dije que no tenías permiso para hablar. —murmuró Kaoru con una voz ronca y profunda en su oído.

    Ryu quiso gritar pues sus muñecas le dolían. Pero en la voz de Kaoru había una clara advertencia y sus siguientes palabras, mientras lo desataba se lo confirmaron.

    —Es hora de tu castigo.

    Kaoru lo cargo y se lo hecho sobre el hombro. Ryu con las manos y los pies atados se sentía impotente y expectante, pero no se atrevía a hablar por miedo a lo que eso ocasionaría.

    Llegaron al baño y Kaoru lo puso de pie bajo la regadera, levanto sus manos y las ato un gancho que descendía desde el techo. Las puntas de sus pies apenas tocaban el suelo cuando Kaoru lo colgó allí.

    — ¿Duele? —Le preguntó Kaoru, mirándolo directamente.

    Ryu negó con la cabeza, pues no dolía solo era incómodo y fue aun peor cuando Kaoru lo desnudó por completo.

    Ryu, asustado y ansioso esperó, hasta que lo sintió tras él. Kaoru masajeo sus nalgas con descaro y eso conmociono y éxito a Ryu con el mismo nivel.

    —No…no puedes hacer esto cada vez que quieras. No soy tu puta. —Le espeto Ryu aunque sin la seguridad o el aplomo que hubiese querido.

    Un grito se quedó atorado en sus labios cuando la mano de Kaoru cayó sobre su nalga con una sonora palmada que resonó en el baño.

    Ryu gimió, perdido en un lugar en su mente entre el dolor y el placer.

    —Puedo, claro que puedo. Esto es lo que quieres, sabes que lo quieres. —murmuró Kaoru en su oído. —Este es el monstruo que crees que soy, el que creaste en tu mente.

    Kaoru dejo caer su mano sobre la otra nalga de Ryu y esta vez Ryu no pudo evitar el grito de dolor.

    — ¡Suéltame! —Gritó lleno de miedo, pero no por lo que estaba pasando, sino por lo que sentía, por las verdades y el dolor en las palabras de Kaoru.

    Kaoru no hizo caso a su protesta y lo nalgueó una vez más. Ryu se retorció y grito pero estar colgado no lo ayudaba mucho.

    —Tu palabra segura Ryu. —Espero Kaoru con violencia.

    Ryu se negó a decirla y fue castigado con otra ruda nalgada.

    —Ci…cielo. —murmuró Ryu derrotado.

    —Que pasará si la usas sin necesitarla realmente. —Kaoru esperaba una buena respuesta o lo iba a nalguear hasta que no pudiera sentarse.

    —U.. Una…semana más. —Ryu quería llorar pero no iba a darle el gusto.

    Kaoru tomo algo que había dejado sobre una mesita y tomando el pene de Ryu se lo puso. Era un anillo para el pene lo que evitaría que Ryu se corriera.

    Ryu se removió incómodo y trato de bajar la cabeza para ver lo que Kaoru le ponía pero no pudo lograr mirar.

    Kaoru abrió la regadera y comenzó a enjabonar a Ryu. Este estaba rígido y en silencio pero cuando Kaoru comenzó a circular su culo se estremeció. Kaoru movió su dedo alrededor del agujero de Ryu, circulándolo con sugestivos movimientos. Finalmente lo penetro con uno de sus dedos y Ryu gimió sintiendo entonces lo que Kaoru había colado en su pene.

    No quería excitarse, no quería darle el gusto a Kaoru, pero una vez más el poder que este ejercía sobre dentro y fuera de la cama era increíble.

    —No lo hagas. — suplicó.

    Kaoru hizo caso omiso a su suplica y besó su cuello con suavidad. La erección se hizo más grande y el dolor más insoportable. Kaoru alterno por casi veinte minutos entre nalgadas en aquel húmedo culo y penetrarlo con sus dedos lubricados. En ese punto Ryu lloraba y gemía suplicando porque lo dejara correrse.

    Provocadoramente susurro en su oído, mientras lo penetraba con tres de sus dedos —No vas a poder correrte.

    Su cálida y húmeda beso el también húmedo cuello, enviando escalofríos de placer por todo el cuerpo de Ru que no hicieron sino acentuar su tormento.

    “Oh Dios, oh Dios, oh Dios”


    Grito en su mente. Cada terminación nerviosa en su cuerpo se estremecía. Un orgasmo inminente y demandante se formó en sus bolas apresadas por el anillo que le evitaba correrse y hormigueaba dolorosamente en su pene. Se retorció, intentado liberarse o quizás buscando prolongar aquel tomentoso y apasionado castigo. Ryu no lo sabía.

    Ni le importaba.

    Kaoru detuvo sus caderas mientras se ponía de rodillas llevando el pene de Ryu a su garganta.

    Ryu sintió un cálido y familiar mareo en el espacio en su cabeza en el que aún quedaba algo de cordura, el brutal golpe de su excitación lo recorrió como el dolor de mis nalgadas, golpeándolo tan duro como la certeza de que estaba allí, atado, indefenso y sin ningún remordimiento feliz de lo que estaba ocurriendo.


    Ryu sollozaba y rogaba.

    Sus ojos derramaban lágrimas porque él quería obedecer, quería oír la voz de aquel hombre para siempre, quería amarlo y vivir bajo su protección. Lo quería todo con él.

    La lengua de Kaoru estaba causando estragos en su pene, haciendo que un gemido se formara en los labios y saliera más bien como una súplica. Kaoru lo tragaba con atrevido descaro, sacudiendo su mundo. Su boca lo estuvo atormentando por lo que a Ryu le parecieron horas, inundándolo con ráfagas de placer tras placer sobre su duro y doloroso pene.

    —Por favor, por favor, por favor —Ryu balbuceaba sin pensar, llorando gimiendo, rogando para que aquel tormento terminara. El orgasmo estaba allí pero no podía alcanzarlo y dolía y era una maravillosa sensación que lo dejaba exhausto y más allá de todo sentimiento negativo.

    Kaoru liberó las manos de Ryu cuando lo sintió a punto de desmayarse con tan excitación.

    Ryu colapsó, sus brazos se sentían tensos por sostener su peso. Jadeando, llevaba aire a sus pulmones. Se estremecía violentamente. Su cabeza giraba, estaba mareado, no podía pensar

    —Ahora voy a hacerte el amor —El cálido aliento de Kaoru lleno su mente. Kaoru acarició con su los labios de Ryu besándolo dulcemente mientras lo llevaba cargado a la habitación.

    —Te amo tanto Ryu, tanto. Te necesito, regresa a mí por favor. Te lo suplico —Susurró Kaoru cuando lo recostó en la cama


    Ryu lloró ante aquellas palabras, su cerebro tan embotado de emociones que fue incapaz de reaccionar ante aquel amor.

    Kaoru desato sus pies y abrió sus piernas con suavidad, besando la suave piel de estas. Se posiciono entre ellas y acaricio con su pene el culo de Ryu que lo esperaba ansioso.

    Ryu movía la cabeza de un lado a otro gimiendo desvergonzadamente, por lo quería, quería sentirlo dentro de él.

    Kaoru lo penetro mientras lo besaba. Ryu arque su espalda recibiéndolo con placer. Cada empuje le quitaba el aliento, pero Kaoru no empujaba demasiado duro ni demasiado rápido. Las manos de Kaoru acariciaban su espalda y la curva de sus caderas. Ryu tomo el pene de Ryu moviendo su mano con erráticos intervalos, manteniendo a Ryu tenso con la anticipación. Haciendo que doliera.

    Ryu apenas y sostenía el orgasmo, los gritos y gemidos de placer y dolor hicieron que su voz enronqueciera.

    Y grito y lloro y gimió hasta que Kaoru penetrándolo con más fuerza, quito el anillo de su pene y lo masturbo unas pocas veces ordenándole con satisfacción.

    —Corretea mi amor.

    Ryu se estremeció. Su visión se volvió difusa. Las penetraciones de Kaoru frotaron su próstata.

    Ryu gritó su potente liberación mientras su pene, esparcía el caliente, y húmeda semen sobre su vientre. Una y otra vez, su pene se estremeció y soltó chorros de semen. Su mente giraba con satisfacción. Sus manos cerradas en un puño se asían a los amarares que las mantenían juntas sobre su cabeza. Sus músculos se quedaron flácidos y lo último que oyó y sintió fue el semen de Kaoru llenando su culo y los gemidos de su amor estallando como música en sus oídos.


    —Te amo. —Le dijo Kaoru pero luego no escuchó nada más.


    Su agotado cuerpo colapsó sobre las sabanas.

    Kaoru se recostó a su lado, su mano subía y bajaba por las mejillas húmedas de lágrimas y sudor de Ryu. Murmurando palabras de amor.
    —Quiero recuperarte. —Le dijo con ternura mientras besaba sus labios y lo miraba dormir con una pacífica expresión.

    Ryu se había desmayado sobrepasado por tanta extinción, tanto dolor y tanto amor. Kaoru lo vistió con una cómoda pijama y estuvo con él, largo rato. Hasta que luego de dejarlo bien amarrado a la cama se fue a dormir a su habitación.

    Había pasado otro día y Kaoru sentía que no habían avanzado nada. Y los días se le terminaban pues sabía que no pida dejar mucho tiempo al bebé con Hiroki y que él y Ryu eventualmente tendrían que volver estuviera o no resuelta su situación.

    Lo que no sabía Kaoru es que la vida le haría volver antes de lo esperado y por la razones menos imaginadas.
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    Impactante mi querida Fransela_r
    la verdad es que me sorprendió todo lo que pasó
    en especial en el pasado
    mi lindo ryu debe haber sufrido mucho pero espero que todo salga bien
    espero con ansias el siguiente capi
    nos vemos :=PENSDF:
     
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  12. Marcela Garcia Herrera
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    kyaa hermoso sisisi no habia podido escribir por no tener internet pero jijiji quiero que le den mas duro al culo de ryuu n.n para que me lo dejas huir antes de los dias no seas asii.. quiero mas sadismo muajajaj. :=NEKKIN: :=NEKKIN: :=NEKKIN: :=NEKKIN: :=NEKKIN: :=NEKKIN:
     
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  13. kimmi Chan
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    ¡Santos látigos! ¡Y más santas las manos de Kaoru contra las nalgas de Ryu! xD

    Me encantó esto. Fue tan... Sexy? No lo sé, transmites la desesperanza de Kaoru, el amor que le tiene, su pasión, el miedo de Ryu, bueno mujer, ¿Qué te digo?

    Esas razones... Espero que no sea por algo malo que le pase al pequeño Shuu.

    Estoy más que feliz con este capitulo, no todo puede ir tan mal. Temo que uno de los dos tope con pared, pero a estas alturas ya no sé si sería bueno para su relación :c

    Espero ansiosa la conti! ;DD
    Nos leemos!
     
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    Maravilloso capitulo. Pobre Ryu con esos padres normal que ahora sea asi. Menos mal que todos apoyan a kaoru. Espero que kaoru pueda llevar a cabo su plan y conseguir que Ryu vuelva a ser como era al principio de su relacion. Esperare con ansias la conti.
     
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  15. Alexx Jackson
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    Ahora si me dio pena de Ryu, todo esto es muy complejo, y mas cuando hay un lindo bebe de por medio.

    Es tangible la desesperanza de Kaoru y la desesperacion de Ryu, el amor los mantiene, el amor los hace ser y estar alli... y mas ahora que nos dejas en intriga... que pasara? T_____________T no me hagas esperar porfii!!!!!

    ahora si que la expectativa se poso en mi corazon y no la dejara hasta terminar este fic xDDD


    te adoro tanto!!! un verdadero orgullo leerte mi besha!!! definitivamente es uno de mis favoritos en tus trabajos (todos tus trabajos son mis favoritos xDD *aunque me llevo a Sora en el corazon jajajaja*)


    CONTIIIIIIIIIIIIIIIIIIII


    BESOS!!!
     
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43 replies since 9/3/2015, 01:26   2626 views
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