Amor infinito

No tenia idea de que la universidad seria mucho mas que estudiar. Solo me deje llevar por que Kyousuke aparecio en mi vida, hizo que mi corazon y mi alma ya no fueran lo mismo.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Immature Overactive
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capitulo 5



    —En serio, ¿qué coño ha pasado aquí? —me pregunta, y entonces se cubre el rostro bromeando como si estuviera horrorizado. Sin embargo, está demasiado emocionado por el cotilleo, y vuelve a asomar inmediatamente—. Tsurugi y tú... ¿Tsurugi y tú os estáis acostando?

    Me vuelvo y finjo ordenar las cosas de mi escritorio.

    — ¡No! ¡Qué va! No nos estamos acostando —le digo. «¿Nos estamos acostando?» No, sólo nos hemos besado... dos veces. Y él me ha quitado la camisa, y yo estaba básicamente montándolo, pero no nos estamos acostando, en el sentido estricto de la palabra—. Tengo novio, ¿recuerdas?

    Se acerca y me mira a la cara.

    — ¿Y qué? Eso no significa que no puedas montártelo con Tsurugi... ¡Pero es que no me lo puedo creer! Creía que os odiabais. Bueno, Tsurugi odia a todo el mundo —dice, y se echa a reír—. ¿Cuándo...? ¿Cómo ha empezado esto?

    Me siento en su cama

    —No lo sé. Bueno, el sábado, cuando te fuiste de la fiesta, acabé en su cuarto porque un pervertido intentó aprovecharse de mí, y entonces lo besé. Decidimos no volver a hablar de ello, pero hoy se ha presentado aquí y ha empezado a joderme, pero no de esa manera. —Señalo a la cama, y mi gesto hace que su sonrisita se intensifique—. Ha empezado a tirar mis cosas por ahí. Yo lo he empujado y no sé cómo hemos acabado en la cama.

    Suena fatal cuando lo cuento. Esto no es propio de mí, como diría mi madre. Me llevo las manos a la cara. ¿Cómo he podido hacerle esto a Taiyou... otra vez?

    —Vaya, qué morbo —dice Furetsu, y yo pongo los ojos en blanco.

    —Qué va, es horrible, y está mal. Quiero a Taiyou, y Kyousuke es un capullo.

    No quiero ser una conquista más que añadir a su lista.

    —Podrías aprender mucho de él... en lo que a sexo se refiere.

    Me quedo boquiabierto. «¿Lo dice en serio? ¿Sería capaz el de hacer algo así? Un momento..., ¿lo ha hecho? ¿Kyousuke y el...?»

    —Ni hablar. No quiero aprender nada de Kyousuke. Ni de nadie que no sea Taiyou —contesto. No me imagino a Taiyou y a mí enrollándonos de esa manera. En mi mente se repiten las palabras de Kyousuke: «Eres muy sexi, Tenma». Taiyou jamás diría algo así. Y nadie me ha dicho nunca que fuese sexi. Noto que me pongo colorado mientras lo pienso.

    — ¿Tú lo has hecho? —pregunto con un poco de vergüenza.

    — ¿Con Kyousuke? No. —Y, por algún motivo, es un alivio oírlo. Pero entonces continúa— Bueno..., no me he acostado con él, pero tuvimos algo cuando nos conocimos, aunque me dé vergüenza admitirlo. No obstante, no llegó a nada; fuimos amigos con derecho a roce durante una semana más o menos. —Lo dice como si no fuera nada del otro mundo, pero no puedo evitar sentir celos.

    —Vaya, ¿derecho a roce? —pregunto.

    Se me seca la boca, y de repente me sorprendo a mí mismo cabreada con Furetsu.

    —Sí, nada importante. Nos enrollamos y nos toqueteamos un poco. Nada serio —explica, y siento como si me clavara un puñal en el pecho.

    La verdad es que no me sorprende, pero desearía no haberle preguntado.

    — ¿Tiene Kyousuke muchos amigos con derecho a roce? —No quiero oír la respuesta, pero no puedo evitar preguntar.

    —Sí, los tiene. A ver, no tiene cientos, pero es un chico atractivo... y activo.

    Es evidente que se ha dado cuenta de mi reacción y está intentando endulzarlo. Por enésima vez, tomo mentalmente la decisión de alejarme de él. No quiero ser el amigo con derecho a roce de nadie. Nunca.

    —No lo hace por ser cruel ni para utilizar a las personas; prácticamente se lanzan a sus brazos, y él les deja claro desde el principio que no busca una relación —añade, y recuerdo que ya me lo contó. Sin embargo, a mí él no me ha dicho eso cuando he hecho eso con el

    — ¿Por qué no quiere tener una relación? — « ¿Por qué no puedo parar de preguntar estas cosas?»

    —Pues la verdad es que no lo sé... Escucha —dice bastante preocupado—, creo que podrías pasártelo muy bien con Kyousuke, pero también creo que él podría hacerte daño. A menos que sepas que serás capaz de no sentir nada por él, yo que tú me mantendría alejado. He visto a muchas chicas que se han colgado de él, y no es agradable.

    —No, créeme, no siento nada por él. No sé en qué estaba pensando. —Me echo a reír y espero que al menos la risa parezca sincera.

    —Bien. Bueno, y ¿qué tal con tu madre y con Taiyou?

    Le cuento lo de la charla de mi madre, excepto la parte en que me hizo prometerle que dejaría de ser amigo suyo. Nos pasamos el resto de la noche hablando de las clases, de Yuuichi, y de cualquier otra cosa que no sea Kyousuke.

    Al día siguiente, Fey y yo quedamos en la cafetería antes de la clase para comparar nuestros apuntes de sociología. Me lleva casi una hora ordenar todos los míos después de la irritante escenita de ayer de Kyousuke. Quiero hablarle a Fey de ello, pero no me gustaría que pensara mal de mí, y menos ahora que sé lo de su madre y el padre de Kyousuke. Fey debe de saber mucho sobre él, y debo obligarme constantemente a no preguntarle nada. Además, en realidad me da igual lo que Kyousuke haga o deje de hacer con su vida. El día pasa deprisa, y por fin llega la hora de la clase de literatura. Como de costumbre, Kyousuke se sienta a mi lado y Fey al otro lado, pero hoy no parece dispuesto a mirar en mi dirección.

    —Hoy será el último día que hablaremos sobre Orgullo y prejuicio —nos informa el profesor—. Espero que hayan disfrutado y, puesto que todos han leído el final, creo conveniente dedicar el debate de hoy al uso de la anticipación de Austen. Díganme, como lectores, ¿esperaban que Darcy y ella acabasen siendo pareja al final?

    Varias personas murmuran, y se ponen a rebuscar en sus libros como si éstos fuesen a proporcionarles una respuesta inmediata, pero sólo Fey y yo levantamos la mano, como siempre.

    —Señorito Tenma—me da la palabra.

    —Bueno, la primera vez que leí la novela, estaba en ascuas todo el tiempo, sin saber si acabarían juntos o no. Incluso ahora que la he leído al menos diez veces, sigo sintiendo cierta ansiedad al principio de su relación. El señor Darcy es tan cruel y dice cosas tan terribles sobre Elizabeth y su familia que al leerlas nunca sé si ella será capaz de perdonarlo, y mucho menos de amarlo.

    Fey asiente ante mi respuesta, y yo sonrío.

    —Qué chorrada —dice entonces una voz interrumpiendo el silencio. Es Kyousuke

    — ¿Señor Tsurugi? ¿Le gustaría añadir algo? —pregunta el profesor, claramente sorprendido ante su participación.

    —Claro, he dicho que eso es una chorrada. Las mujeres desean lo que no pueden tener. La actitud grosera del señor Darcy es lo que hace que Elizabeth se sienta atraída hacia él, de modo que era evidente que acabarían juntos —dice Kyousuke

    —No es cierto que las mujeres deseen lo que no pueden tener. El señor Darcy sólo era mezquino con ella porque era demasiado orgulloso como para admitir que la amaba. Cuando dejó de comportarse de esa forma tan detestable, Elizabeth se dio cuenta de que en realidad estaba enamorado de ella —digo, mucho más alto de lo que pretendía.

    Mucho más alto. Miro a los presentes en el aula y veo que todo el mundo nos está mirando a Kyousuke y a mí. Kyousuke exhala.

    —No sé con qué clase de tíos te has relacionado, pero opino que, si él la amara, no habría sido mezquino con ella. La única razón por la que acabó pidiendo su mano en matrimonio fue porque ella no paraba de lanzarse a sus brazos —responde con énfasis, y se me cae el alma a los pies. Sin embargo, por fin llegamos a lo que piensa de verdad.

    — ¡Ella no se lanzaba a sus brazos! ¡Él la manipulaba, le hacía creer que era amable y se aprovechaba de su debilidad! —grito, y el aula se queda en absoluto silencio.

    — ¿Que él la manipulaba? Léetelo otra vez, ella es..., quiero decir, que ella estaba tan aburrida con su vida aburrida que tenía que buscar emociones en alguna parte, de modo que sí, ¡se lanzaba a sus brazos! —grita en respuesta, agarrándose al pupitre con fuerza.

    — ¡Bueno, igual si él no hubiera sido tan mujeriego, lo habría dejado estar después de la primera vez en lugar de presentarse en su habitación! —En cuanto esas palabras abandonan mi boca sé que nos he delatado, y empiezan a oírse risitas y gritos sofocados de sorpresa. Me he puesto colorado seguramente

    —Bien, es una discusión muy agitada. Creo que ya hemos hablado suficientemente del tema por hoy... —empieza a decir el profesor, pero yo cojo mi bolsa y salgo del aula.

    Desde alguna parte por detrás de mí en los pasillos, oigo la voz furiosa de Kyousuke, chillando:

    — ¡No vas a huir esta vez, Tenma!

    Salgo y me encuentro atravesando el verde césped, a punto de llegar a la esquina del edificio, cuando me agarra del brazo y yo me suelto de un tirón.

    — ¿Por qué siempre me coges así? ¡Como vuelvas a agarrarme del brazo ya verás lo que te espera! — grito. Mis duras palabras me sorprenden, pero ya me he hartado de tanta tontería.

    Me agarra del brazo de nuevo, pero no soy capaz de cumplir mi amenaza.

    — ¿Qué quieres, Kyousuke? ¿Decirme que estoy desesperado? ¿Reírte de mí por dejar que te me acerques otra vez? Estoy harto de este jueguecito, y no voy a seguir jugando. Tengo un novio que me quiere ¡Deberías ir a un especialista para que te receten algo para tus cambios de humor! No te entiendo. Un segundo eres agradable, y al siguiente, detestable. ¡No quiero tener nada que ver contigo, así que hazte un favor y búscate a otra con quien jugar, porque yo paso!

    —Es verdad que saco lo peor de ti, ¿eh? —dice.

    Me vuelvo para intentar desviar mi atención hacia la bulliciosa acera que está a nuestro lado. Las miradas de unos cuantos estudiantes curiosos se centran en Kyousuke y en mí durante un instante demasiado largo. Espero encontrarlo sonriendo o riendo, pero no lo hace. Si no lo conociera, pensaría que parece... ¿herido? Pero lo conozco, y sé que esto no podría importarle menos.

    —No estoy jugando a nada contigo —dice, y se pasa las manos por la cabeza.

    —Entonces ¿qué estás haciendo? Porque tus cambios de humor me dan dolor de cabeza —espeto.

    Una pequeña multitud se ha reunido alrededor de nosotros, y quiero que se me trague la tierra. Sin embargo, necesito saber qué es lo que tiene que decir. « ¿Por qué no puedo mantenerme alejado de él?» Sé que no me conviene, y que es perjudicial para mí. Nunca había sido tan borde con nadie como lo soy con él. Y sé que no se lo merece, no me gusta ser borde con nadie. Kyousuke me agarra del brazo una vez más y tira de mí hacia un pequeño callejón entre dos edificios apartado de la gente.

    —Tenma, yo... No sé lo que estoy haciendo. Tú me besaste primero, ¿no es así? —me recuerda de nuevo.
    —Sí..., estaba borracho, ¿recuerdas? Y tú me besaste primero ayer.

    —Sí..., y tú no me detuviste. —Hace una pausa—. Debe de ser agotador — dice.

    — ¿El qué?

    —Fingir que no me deseas, cuando ambos sabemos que sí lo haces — añade, y da un paso hacia mí.

    — ¿Qué? Yo no te deseo, Kyousuke. Tengo novio. —Las palabras brotan de mi boca demasiado rápido, suenan totalmente ridículas y lo hacen sonreír.

    —Un novio con el que te aburres. Admítelo, Tenma. No me lo digas si no quieres, pero admítelo para ti mismo. Te aburres con él. —Baja la voz y la ralentiza hasta alcanzar un ritmo sensual—. ¿Alguna vez te ha hecho sentir como te hago sentir yo?

    — ¿Qué?... Por supuesto que sí —miento.

    —No..., no es verdad. Es obvio que nunca te han tocado... que nunca te han tocado de verdad.

    Sus palabras reavivan un fuego ahora familiar que me recorre todo el cuerpo.

    —Eso no es asunto tuyo —digo, y retrocedo.

    Cuando lo hago, él avanza tres pasos hacia mí.

    —No tienes ni idea de lo bien que puedo hacerte sentir —añade, y sofoco un grito. ¿Cómo puede pasar de gritarme a esto? Y ¿por qué me gusta tanto que lo haga? Me quedo sin palabras. El tono y las sucias palabras de Kyousuke me vuelven débil y vulnerable, y me confunden. Estoy atrapado en la boca del lobo.

    —No hace falta que lo admitas. Lo sé —dice con una voz cargada de arrogancia.

    Pero lo único que puedo hacer es negar con la cabeza. Su sonrisa se intensifica y yo me apoyo de manera instintiva contra la pared. Avanza otro paso hacia mí, y respiro profundamente, esperanzado. Otra vez, no.

    —Se te ha acelerado el pulso, ¿verdad? Y tienes la boca seca. Piensas en mí y notas eso... ahí abajo. ¿Verdad, Tenma?

    Todo lo que dice es cierto, y cuanto más me habla así, más lo deseo. Es extraño anhelar y detestar a alguien al mismo tiempo. La atracción que siento es absolutamente física, lo que me sorprende teniendo en cuenta lo poco que se parece a Taiyou. No recuerdo haberme sentido atraído nunca antes por nadie que no fuera él. Sé que, si no digo nada ahora, él ganará. No quiero que tenga esta influencia sobre mí, y que encima se salga con la suya.

    —Te equivocas —farfullo. Pero él sonríe, e incluso eso hace que sienta chispas en mi interior.

    —Yo nunca me equivoco —dice—, no en esto.

    Doy un paso a un lado antes de que me acorrale por completo contra la pared.

    — ¿Por qué no paras de decir que me lanzo a tus brazos si eres tú el que me arrincona ahora? — pregunto cuando la ira supera la lujuria que siento por este exasperante chico.

    —Porque fuiste tú quien hizo el primer movimiento. No me malinterpretes, a mí me sorprendió tanto como a ti.

    —Estaba borracho y había sido una noche muy larga, como bien sabes. Estaba confundido porque estabas siendo amable conmigo; bueno, tu versión de ser amable.

    Paso por su lado y me siento en el bordillo para alejarme. Hablar con él resulta agotador.

    —Yo no soy mezquino contigo —dice acercándose a mí de nuevo, pero suena más a pregunta que a afirmación.

    —Sí que lo eres. Te pasas mucho conmigo. Bueno, en realidad te pasas con todo el mundo. Pero parece que conmigo te ensañas.

    No puedo creer que esté siendo tan sincero con él. Sé que es cuestión de minutos que esto se vuelva en mi contra.

    —Eso no es verdad. No soy peor contigo que con el resto de la población.

    Me levanto. Sabía que no podía tener una conversación normal con él.

    —¡No sé por qué sigo malgastando el tiempo contigo! —grito, y echó a andar hacia el camino principal y el césped.

    —Venga, perdona. Vuelve aquí.

    Gruño, pero mis pies reaccionan antes que mi cerebro y acabo a tan sólo unos pasos de él. Se sienta en el bordillo donde estaba yo hace un momento.

    —Siéntate —me ordena.

    Y lo hago.

    —Estás demasiado lejos —dice, y pongo los ojos en blanco—. ¿No confías en mí?

    —….Podría decirse que aún me cuesta hacerlo

    Su rostro se ensombrece ligeramente ante mis palabras, pero se recupera enseguida

    — ¿Podemos decidir ya si vamos a mantenernos alejados el uno del otro o a ser amigos? No quiero seguir peleándome contigo

    Kyousuke se acerca un poco a mí e inspira hondo antes de hablar.

    —Yo no quiero mantenerme alejado de ti —dice. El corazón se me sale del pecho. —Me refiero a que no creo que podamos mantenernos alejados el uno del otro, porque uno de mis mejores amigos es tu compañero de cuarto y todo eso. Así que supongo que tendremos que intentar ser amigos.

    Me siento decepcionado a cuento de nada, pero eso es lo que quiero, ¿no? No puedo seguir besando a Kyousuke y engañando a Taiyou
    .
    —Vale, entonces ¿amigos? —digo dejando a un lado ese sentimiento.

    —Amigos —conviene él, y me ofrece la mano.

    —Pero amigos sin derecho a roce — Siento cómo me ruborizo.

    — ¿Por qué dices eso?

    —Furetsu me lo ha contado.

    — ¿Lo que pasó entre nosotros?

    —Sí, y lo que pasa contigo y con todas las demás personas. —Intento fingir una risa, pero me sale una especie de tos, de modo que toso un poco más para intentar que no se note.

    Él enarca las cejas como si no entendiera de qué le estoy hablando, pero decido pasarlo por alto.


    —Bueno, lo mío con Furetsu... fue divertido. —Sonríe como si estuviera recordando algo, y yo me trago la bilis que me sube por la garganta—. Y sí, me acuesto con algunas personas. Pero ¿por qué iba a importarte eso a ti, A-M-I-G-O?

    No parece darle la menor importancia al asunto, y yo, en cambio, estoy estupefacto. No debería afectarme que me cuente que se acuesta con otras personas, pero me afecta. No es mío. Taiyou lo es. Taiyou lo es. «Taiyou lo es», me recuerdo a mí mismo
    .
    —Yo no voy a ser uno de todas esas personas.

    —Vaya..., ¿estás celoso, Tenma? —bromea, y yo le doy un empujón. Jamás lo admitiré. Es cierto que estoy celoso pero nunca la admitiré frente a el

    —En absoluto —replico—. Siento lástima por esas personas.

    Levanta las cejas de manera insinuante.

    —Pues no deberías. Lo disfrutan, créeme.

    —Vale, vale. Ya lo pillo. ¿Podemos cambiar de tema? —Suspiro y echo la cabeza atrás para mirar al cielo. Necesito borrar la imagen de Kyousuke y su harem de mi mente —. Entonces ¿vas a ser más simpático conmigo a partir de ahora?

    —Claro. Y ¿tú vas a intentar no ser tan estirado y tener tanta mala leche todo el tiempo?

    —Yo no tengo mala leche; es que tú eres ofensivo.

    Lo miro y me echo a reír. Afortunadamente, él también lo hace. Esto es mucho mejor que estar gritándonos el uno al otro. Sé que en realidad no hemos solucionado el verdadero problema, que son los sentimientos que pueda o no albergar hacia él, pero si consigo que deje de besarme podré volver a centrarme en Taiyou y cerrar este horrible capítulo antes de que la cosa vaya a peor.

    —Míranos, siendo amigos. —Es tan mono cuando no está siendo grosero...

    E incluso cuando lo es, como el terciopelo. La manera en que sus palabras se deslizan por su lengua y a través de sus labios rosados... No debo pensar en sus labios. Aparto los ojos de su rostro, me levanto y me sacudo La alarma de mi teléfono vibra.

    —Tengo que irme a estudiar —le digo.

    — ¿Te pones la alarma para estudiar?

    —Me pongo la alarma para muchas cosas; es una costumbre que tengo.

    —Vale, pues póntela para que hagamos algo divertido mañana después de clase —dice.

    —No creo que mi idea de «algo divertido» coincida con la tuya —replico. Ni siquiera puedo imaginarme qué es la diversión para Kyousuke

    —Bueno, sólo despellejaremos a unos cuantos gatos, prenderemos fuego a algunos edificios...

    No puedo evitar que se me escapen unas risitas, y él sonríe.

    —En serio, te vendrá bien divertirte, y ahora que somos amigos deberíamos hacer algo.

    Necesito unos momentos para considerar si debería pasar tiempo a solas con él antes de contestar. Pero antes de que me dé tiempo a hacerlo, da media vuelta para marcharse.

    —Bien, me alegro de que te apuntes. Nos vemos mañana.

    Y desaparece. No contesto nada, simplemente me siento de nuevo en el bordillo. Los últimos veinte minutos se repiten en mi cabeza. Primero, básicamente me ha ofrecido sexo, y me ha dicho que no tengo ni idea de lo bien que puede hacerme sentir. Luego, unos minutos después, ha accedido a intentar ser más simpático conmigo; después nos hemos reído y bromeado, y eso ha estado bien. Sigo teniendo muchas preguntas sobre él, pero creo que puedo ser amigo de Kyousuke, como lo es Furetsu. Vale, igual como el no, pero como Yuuichi o como alguno de los otros amigos que salen con él. Sé que esto es lo mejor. Nada de besos ni insinuaciones sexuales por su parte. Sólo amigos. Sin embargo, en el camino de vuelta a mi habitación, mientras paso entre los despreocupados estudiantes ajenos a Kyousuke y a sus ardides, no puedo librarme del temor de pensar que acabo de caer en una de sus trampas. Intento estudiar al volver a mi cuarto, pero no puedo concentrarme. Después de mirar fijamente los apuntes durante un par de horas sin haber leído en realidad ni una palabra, decido que una ducha podría ayudarme. Cuando están abarrotados, los baños mixtos aún me incomodan, pero nadie se mete conmigo, así que me estoy acostumbrando a ellos. El agua caliente me sienta genial, y noto cómo me relaja los músculos, que estaban tensos. Debería sentirme aliviado y feliz de que Kyousuke y yo hayamos alcanzado algo así como una tregua, pero ahora la ira y el enfado han sido reemplazados por el nerviosismo y la confusión. He accedido a quedar con Kyousuke mañana para hacer algo divertido, y ahora estoy aterrada. Sólo quiero que salga bien. No espero convertirme en su mejor amigo ni nada por el estilo, pero necesito que lleguemos a un punto en el que no terminemos gritándonos cada vez que hablamos. Estoy tan a gusto en la ducha que me quedo ahí durante un buen rato y, cuando regresa al cuarto, Furetsu ya ha venido y ha vuelto a marcharse. Encuentro una nota suya en la que dice que Yuuichi la lleva a cenar fuera del campus. Me gusta Yuuichi. Parece un buen tío, a pesar del uso excesivo que hace del lápiz de ojos. Si Furetsu y él siguen saliendo cuando Taiyou venga a visitarme, podríamos hacer algo todos juntos. ¿A quién pretendo engañar? Taiyou no querría relacionarse con gente como ellos, pero sé de sobra que hasta hace tres semanas yo tampoco lo habría hecho.


    Termino llamando a Taiyou antes de irme a la cama. No hemos hablado en todo el día. Es tan educado que nada más descolgar ya me está preguntando cómo me ha ido el día. Le respondo que bien. Debería contarle que Kyousuke y yo vamos a salir mañana, pero no lo hago. Me cuenta que su equipo de fútbol ha ganado por goleada, a pesar de que éstos son tremendamente buenos. Me alegro por él, porque parece muy contento de haber jugado tan bien.


    El día siguiente transcurre muy rápido. Cuando Fey y yo entramos en clase de literatura, Kyousuke ya está en su sitio.

    — ¿Estás preparado para nuestra cita de esta noche? —me pregunta, y me quedo con la boca abierta. Y Fey también.

    No sé qué me da más palo: que Kyousuke hable así del tema o cómo afectará esto a la opinión que Fey tiene de mí. El primer día en nuestra misión de ser amigos ya no está yendo muy bien.

    —No es una cita —le digo, y después me vuelvo hacia Fey, pongo los ojos en blanco y, con aire despreocupado, le explico—: Vamos a salir como amigos.

    —Viene a ser lo mismo —responde Kyousuke.

    Lo evito durante el resto de la clase, lo cual me resulta fácil porque no vuelve a intentar hablar conmigo después de eso. Al terminar, mientras Fey empieza a guardar sus cosas en la mochila, mira a Kyousuke y me dice en voz baja:

    —Ten cuidado esta noche.

    —Sólo intentamos llevarnos bien porque mi compañero de cuarto es un buen amigo suyo —le contesto con la esperanza de que Kyousuke no me oiga.

    —Lo sé, y de verdad que eres un amigo fantástico. Pero no acabo de estar seguro de que Kyousuke merezca tu simpatía —me dice levantando la voz a propósito, y yo lo miro de inmediato.

    — ¿No tienes nada mejor que hacer que estar aquí poniéndome de vuelta y media? —ladra Kyousuke por detrás de mí—. Anda, lárgate, tío.

    Fey frunce el ceño y vuelve a mirarme.

    —Tú recuerda lo que te he dicho.

    Entonces se va y me quedo preocupado, preguntándome hasta qué punto se habrá disgustado conmigo.

    —Oye, no hace falta que seas cruel con él... Sois prácticamente hermanos —le digo a Kyousuke.

    Él abre unos ojos como platos.

    — ¿Qué acabas de decir? —ruge.

    —Bueno, tu padre y su madre...

    ¿Fey me mintió? ¿Se suponía que no tenía que hablar de esto? Me dijo que no le mencionara nada a Kyousuke sobre su relación con su padre, pero no creí que se refiriera a toda la historia en cuestión.

    —Eso no es asunto tuyo. — Kyousuke mira con furia hacia la puerta por la que acaba de salir mi amigo—. No sé por qué te ha contado nada ese gilipollas. Me parece que voy a tener que cerrarle el pico.

    —Déjalo tranquilo, Kyousuke. Ni siquiera quería contármelo, yo se lo sonsaqué. —Pensar que pueda hacerle daño a Fey me pone enfermo. Necesito cambiar de tema—. Bueno, ¿adónde vamos a ir? —le pregunto, y él me fulmina con la mirada.

    —No vamos a ir a ningún sitio, esto ha sido una mala idea —me suelta de repente, y gira sobre sus talones y se marcha.

    Yo me quedo allí durante un minuto, esperando a ver si Kyousuke cambia de idea y vuelve. «Pero ¿qué demonios le pasa?» Es bipolar, estoy seguro.

    Regreso a mi habitación y me encuentro allí a Matatagi, a Yuuichi y a Furetsu, sentados en su cama. Yuuichi no le quita los ojos de encima a Furetsu, y Matatagi enciende una y otra vez con el pulgar un mechero de metal. Normalmente estaría molesto ante esa cantidad de visitantes inesperados, pero la verdad es que Matatagi y Yuuichi me caen bien, y necesito distraerme.

    — ¡Hola, Tenma! ¿Qué tal las clases? —me pregunta Furetsu, y me regala una amplia sonrisa. No puedo evitar fijarme en el modo en que el rostro de Yuuichi se ilumina cada vez que le mira.

    —Bien, ¿y las tuyas?

    Dejo los libros sobre la cómoda mientras me cuenta que su profesor se ha derramado el café encima y los ha dejado salir antes.

    —Estás muy guapo hoy, Tenma —me dice Matatagi.

    Le agradezco el cumplido y me uno a ellos en la cama de mi compañero. Es muy pequeña para que estemos todos, pero conseguimos acoplarnos. Después de hablar durante algunos minutos sobre varios profesores de lo más raros, la puerta se abre y todos nos volvemos para ver quién es. Es Kyousuke. «¡Uf!»

    —Joder, tío, a ver si llamas a la puerta aunque sea por una vez —lo regaña Furetsu. Él se encoge de hombros—. Podrías haberme pillado desnudo o algo. —Se ríe. Obviamente, no está enfadado por su falta de educación.

    —No es nada que no haya visto ya —bromea él, y el rostro de Yuuichi se ensombrece mientras los otros tres se ríen. Yo tampoco le veo la gracia. Detesto imaginarme a Furetsu y a Kyousuke juntos.

    —Cállate —dice Furetsu, aun riéndose, y coge a Yuuichi de la mano. Él recupera la sonrisa y se acerca un poco más a él.

    — ¿Qué hacéis? —pregunta Kyousuke, y se sienta enfrente de nosotros, en mi cama.

    Quiero decirle que se levante, pero no lo hago. Por un momento he creído que había venido a disculparse, pero ahora veo que sólo pretendía pasar el rato con sus amigos, y yo no soy uno de ellos. Matatagi sonríe.

    —Pues íbamos a ir al cine. Tenma, ¿te vienes?

    Antes de que pueda responder, Kyousuke interviene:

    —La verdad es que Tenma y yo tenemos planes.

    Detecto algo extraño en su tono. Dios santo, ¿por qué cambia tanto de humor?

    — ¿Qué? —exclaman Matatagi y Furetsu al unísono.

    —Sí, sólo venía a recogerlo. —Se levanta y se mete las manos en los bolsillos, señalando la puerta con el cuerpo—. ¿Estás listo o qué?

    En mi mente grito «¡No!», pero asiento y me levanto de la cama de Furetsu.

    —Bueno, luego nos vemos —anuncia Kyousuke, y prácticamente me empuja por la puerta.
    Una vez fuera, me lleva hasta su coche y, para mi sorpresa, me abre la puerta. Me quedo parado, cruzado de brazos, mirándolo.

    —Vale, recordaré que nunca jamás tengo que volver a abrirte la puerta.

    — ¿A qué demonios ha venido eso? Sé perfectamente que no has ido a mi cuarto a recogerme. ¡Me has dejado bastante claro que no querías salir conmigo! —chillo.

    Y ya estamos gritándonos otra vez. Me vuelve loco, literalmente.

    —Sí, es verdad, y ahora métete en el coche.

    — ¡No! Si no admites que no has venido aquí a por mí, volveré ahí dentro y me iré al cine con Matatagi —digo, y noto que su mandíbula se tensa.

    «Lo sabía.» No sé qué pensar acerca de esa revelación, pero de alguna manera sabía que lo que Kyousuke no quería era que fuese al cine con Matatagi, y ésa es la única razón por la que está intentando salir conmigo ahora.

    —Admítelo, Kyousuke, o me largo.

    —Vale, sí, lo admito. Y ahora sube al puto coche. No voy a volver a pedírtelo —dice, y se dirige al lado del conductor.

    Aunque sé que no debería, subo y me siento. Kyousuke aún parece enfadado cuando sale del aparcamiento. Pone la estridente música a un volumen demasiado alto. Alargo la mano y la apago.

    —No toques mi radio —me regaña.

    —Si vas a comportarte como un capullo todo el tiempo, no quiero salir contigo. —Lo digo en serio. Si esto va a ser así, me da igual adónde vayamos, haré autoestop o lo que haga falta para volver a la residencia.

    —No lo haré, pero no toques mi radio.

    Me viene a la cabeza el recuerdo de Kyousuke tirando mis apuntes por el aire, y me dan ganas de devolvérsela cogiendo la radio y lanzándola por la ventana. Si supiera que puedo arrancarla del salpicadero, lo haría.

    — ¿Qué más te da que vaya al cine con Matatagi? Furetsu y Yuuichi también iban a ir.

    —No me parece que Matatagi tenga muy buenas intenciones —responde tranquilamente, con la vista fija en la carretera. Empiezo a reírme y él frunce el ceño.

    —Ah, ¿y tú sí? Al menos Matatagi es agradable conmigo.

    No puedo parar de reírme. La idea de que Kyousuke esté intentando protegerme me resulta hilarante. Matatagi es un amigo, nada más. Igual que él. Él pone los ojos en blanco, pero no me responde. Enciende la música de nuevo y las guitarras y el bajo me perforan los oídos.

    — ¿Te importaría bajar el volumen, por favor? —le ruego.

    Para mi sorpresa, lo hace, pero la deja como música de fondo.

    —Esa música es espantosa.

    Se echa a reír y tamborilea el volante.

    —No, no lo es. Aunque me encantaría saber qué consideras tú que es buena música.

    Cuando sonríe así parece tan despreocupado..., y más de este modo, con la ventana bajada y la brisa meciendo su pelo. Levanta una mano y se aparta el pelo de la cara. Sacudo la cabeza para borrar esos pensamientos de mi mente.

    —Pues me gustan Bon Iver y The Fray —respondo finalmente.

    —Cómo no —dice, y se ríe de manera burlona.

    — ¿Qué tienen de malo? Tienen muchísimo talento, y su música es maravillosa.

    —Sí..., tienen talento. Talento para hacer que la gente se duerma.

    Cuando alargo la mano y le doy una palmada en el hombro de broma, él finge hacer una mueca de dolor y se ríe.

    —Pues a mí me encantan —digo con una sonrisa. Si pudiésemos mantener este estado de bromas y risas, podríamos pasarlo genial. Miro por la ventana por primera vez, pero no tengo ni idea de dónde estamos.

    — ¿Adónde vamos?

    — A uno de mis lugares favoritos.

    — ¿Que está...?

    —Tienes que saberlo todo de antemano, ¿verdad?

    —Sí..., me gusta...

    — ¿Controlarlo todo?

    No contesto. Sé que tiene razón, pero yo soy así.

    —Pues no voy a decírtelo hasta que hayamos llegado..., lo que será dentro de unos cinco minutos.

    Me relajo en el asiento de piel de su coche y vuelvo la cabeza para mirar a la parte de atrás. En un lado hay una pila desordenada de libros de texto y de papeles sueltos y, en el otro, una gruesa sudadera roja.

    — ¿Ves algo que te guste ahí atrás? —pregunta Kyousuke, sorprendiéndome para mi vergüenza.

    — ¿Qué coche es éste? —pregunto. Necesito distraerme, tanto del hecho de no saber adónde vamos, como de que me haya llamado la atención por ser curioso.

    —Un Ford Capri. Es un clásico —alardea, claramente orgulloso.

    Continúa contándome detalles sobre el coche, aunque no entiendo nada de lo que me está diciendo. Aun así, me gusta observar sus labios mientras habla; ver cómo se mueven lentamente mientras las palabras brotan de su boca más lentamente todavía. Después de mirarme unas cuantas veces durante la conversación, al final dice sin reparos:

    —No me gusta que me miren fijamente. —Sin embargo, a continuación sonríe ligeramente.

    Nos desviamos por una carretera de gravilla y Kyousuke apaga la música, por lo que lo único que se oye es el crujido de los guijarros bajo las ruedas. De repente me doy cuenta de que estamos en medio de la nada, y empiezo a ponerme nervioso. Estamos solos. Por completo. No hay coches, ni edificios..., nada.

    —No te preocupes, no te he traído aquí para matarte —bromea, y yo trago saliva.

    Dudo que sea consciente de que temo más a lo que pueda hacer yo estando a solas con él que a que intente matarme. Medio kilómetro después, detiene el coche. Miro por la ventanilla y no veo nada más que hierba y árboles. Unas flores silvestres salpican de amarillo el paisaje, y la brisa es cálida y agradable. La verdad es que es un sitio precioso y tranquilo. Pero ¿por qué me ha traído aquí?

    — ¿Qué vamos a hacer aquí? —le pregunto mientras salgo del coche.

    —Bueno, pues empezaremos caminando un poco.

    Al advertir mi amarga expresión, añade:

    —Será un paseo corto.

    Echa a andar por una zona de hierba que parece más plana por haber sido pisada varias veces. Caminamos en silencio la mayor parte del tiempo, excepto por algunos exabruptos groseros de Kyousuke quejándose de que soy demasiado lento. Lo ignoro y admiro el paisaje que me rodea. Estoy empezando a entender por qué le gusta este lugar aparentemente aleatorio. Es muy tranquilo. Se respira paz. Podría quedarme aquí eternamente, siempre y cuando me trajera un libro conmigo. Se desvía del sendero y se acerca a una zona arbolada. Mi desconfianza innata se activa, pero lo sigo. Unos minutos después salimos del bosque y llegamos a un arroyo. No tengo ni idea de dónde estamos, pero el agua parece bastante profunda.

    Kyousuke se quita la camiseta sin decir nada. Me fijo en su torso tatuado. El modo en que están dibujadas las ramas desnudas del árbol muerto resulta más atractivo que fantasmagórico bajo la luz del sol. Después se agacha y se desata los cordones de sus botas negras y sucias. Me mira y me sorprende observando su cuerpo semidesnudo.

    — ¿Por qué te estás desnudando? —Pregunto, y entonces miro en dirección al arroyo.—. ¿Vas a nadar? ¿Ahí? —Señalo el agua.

    —Sí, y tú también. Yo lo hago todo el tiempo.

    Se desabrocha los pantalones y tengo que obligarme a no mirar cómo se contraen y se relajan sus músculos cuando se inclina para quitárselos.

    —No pienso nadar ahí. —No me importa nadar, pero no voy a hacerlo en un lugar perdido en medio de la nada.

    —Y ¿por qué no? —Señala hacia el río—. El agua está tan limpia que puedes ver el fondo.

    —Porque... seguro que hay peces y Dios sabe qué más ahí dentro. —Soy consciente de lo absurdo que suena mi argumento, pero me da igual—. Además, no me has dicho que íbamos a nadar, y no he traído ropa de baño. —Eso no puede rebatírmelo.

    — ¿Me estás diciendo que eres de esa clase de personas que no llevan ropa interior? —dice con una sonrisa maliciosa, y lo miro con la boca abierto—. Venga, puedes quedarte en tu ropa interior o desnudarte

    Algo se remueve en mi interior, y siento una extraña calidez al pensar en estar desnudo en el agua con Kyousuke. Pero ¿qué me pasa con él? Nunca antes había tenido esta clase de pensamientos.

    —No pienso nadar solo con mis bóxers o desnudo, pervertido ¿Quién sabe lo que harias?. —Me siento en la suave hierba—. Me quedaré aquí a mirarte —le digo.

    Frunce el ceño. Ahora lleva puesto sólo un bóxer ajustado, y la tela negra se ciñe a su cuerpo. Es la segunda vez que lo veo sin camiseta, y es todavía más fascinante aquí, a plena luz.

    —Eres un soso. Y tú te lo pierdes —dice simplemente, y se lanza al agua.

    Me quedo mirando la hierba, arranco unas cuantas hojas y jugueteo con ellas entre los dedos.
    Oigo a Kyousuke gritar desde el arroyo:

    —¡El agua está caliente, Tenma!

    Desde donde estoy sentada, veo las gotas de agua deslizándose entre su cabello. Sonríe mientras se aparta el pelo empapado y se pasa la mano por la cara. Por un instante me sorprendo deseando ser otra persona, alguien más valiente. Alguien como Furetsu. Si yo fuera el, me quitaría la ropa y me lanzaría al agua con Kyousuke. Chapotearía por ahí y volvería a la orilla para tirarme de nuevo y salpicarlo. Sería divertido y desenfadado.

    Pero no soy Furetsu. Soy Tenma.

    —¡Esta amistad está resultando ser tremendamente aburrida!... —exclama Kyousuke, y se acerca nadando a la orilla. Pongo los ojos en blanco, y él se echa a reír—. Quítate al menos los zapatos y mójate los pies. Está increíble, y pronto estará demasiado fría para nadar.

    Mojarme los pies no me parece tan mala idea. De modo que me quito los zapatos y me remango los vaqueros lo suficiente como para sumergir los pies en el agua. Tenía razón, el agua está caliente y limpia. Meneo los dedos y no puedo evitar sonreír.

    —Está buena, ¿verdad? —pregunta, y asiento—. Venga, métete.

    Niego con la cabeza y él me salpica. Me echo hacia atrás y lo miro con el ceño fruncido.

    —Si te metes en el agua, contestaré a una de tus impertinentes preguntas. A la que quieras, pero sólo a una —me advierte.

    La curiosidad me supera, e inclino la cabeza, pensando. Son tantos los misterios que lo rodean... y ahora tengo la oportunidad de resolver uno de ellos.

    —La oferta expira dentro de un minuto —dice, y desaparece debajo del agua.

    Observo su largo cuerpo nadando debajo del agua clara. Parece divertido, y la oferta de Kyousuke es difícil de rechazar. Sabe cómo usar mi curiosidad en mi contra.

    —Tenma —dice cuando asoma la cabeza de nuevo por la superficie—. Deja de cavilar tanto y salta.

    —No tengo nada que ponerme. Si me meto con ropa, tendré que volver empapado —protesto. Casi quiero meterme en el agua. Vale, sé que quiero hacerlo.

    —Ponte mi camiseta —ofrece, para mi sorpresa, de modo que espero un segundo a que me diga que era una broma, pero no lo hace—. Venga, ponte mi camiseta. Será lo bastante larga como para que te cubra, y puedes dejarte los bóxers puestos, si quieres —dice con una sonrisa. Acepto su consejo y dejo de pensar.

    —Está bien, pero date la vuelta y no me mires mientras me cambio. ¡En serio! —Me esfuerzo todo lo posible por intentar intimidarlo, pero él se echa a reír.

    — No es como si tuvieras algo que no haya visto la otra vez

    Se da la vuelta y mira en la dirección opuesta, de modo que me quito la polera y cojo su camiseta lo más rápido que puedo. Me la pongo y veo que tenía razón. Me llega hasta la mitad del muslo. La verdad es que huele de maravilla, a una mezcla de colonia y un olor que sólo podría describir como el de Kyousuke

    —Joder, date prisa o me doy la vuelta —dice, y me dan ganas de tirarle un palo a la cabeza. Me desabrocho los pantalones y me los quito. Doblo cuidadosamente mi ropa y la coloco al lado de mis zapatos, sobre la hierba. Kyousuke se vuelve y yo tiro hacia abajo del dobladillo de su camiseta todo lo posible.

    Sus ojos se abren más de lo normal y veo cómo recorre mi cuerpo con la mirada. Atrapa su labio inferior entre los dientes y observo que sus mejillas se sonrojan. Debe de tener frío, porque no me puedo creer que reaccione así por mí.

    —Esto... métete ya en el agua, ¿vale? —dice en un tono más grave de lo habitual.

    Yo asiento y me acerco lentamente a la orilla.

    —¡Tírate!

    — ¡Ya voy! ¡Ya voy! —grito, nervioso, y él se echa a reír.

    —Coge un poco de carrerilla.

    —Vale.

    Retrocedo ligeramente y empiezo a correr. Me siento estúpido pero no voy a permitir que mi tendencia a cavilar en exceso me arruine el momento. Cuando doy la última zancada, miro el agua y me detengo justo en el borde.

    — ¡Venga! ¡Ibas bien! —Inclina la cabeza hacia atrás, riendo, y está adorable.

    — ¡No puedo hacerlo! —exclamo.

    No sé qué me lo impide; el agua es lo bastante profunda como para saltar, pero no demasiado. Donde está Kyousuke, le cubre sólo hasta el pecho, es decir, que a mí me llegaría hasta la barbilla.

    — ¿Te da miedo? —pregunta en tono tranquilo pero serio.

    —No..., no lo sé. Supongo —admito, y él se acerca caminando hacia mí.

    —Siéntate en el borde y yo te ayudaré a entrar.

    Me siento y junto las piernas con fuerza. Al percatarse de ello, sonríe mientras alarga los brazos hacia mí. Me agarra de las caderas y, una vez más, estalló en llamas. «¿Por qué mi cuerpo tiene que responder de este modo con él?» Estoy intentando que seamos amigos, así que debo pasar por alto este ardor. Desplaza las manos hasta mi cintura y me pregunta:

    — ¿Estás preparado?

    En cuanto asiento, me levanta y me sumerge en un agua cálida y agradable que alivia el calor de mi piel. Kyousuke me suelta demasiado pronto, y me quedo de pie en el agua. Estamos cerca de la orilla, así que sólo me cubre hasta el pecho.

    —No te quedes ahí parado —dice burlándose de mí.

    Paso por alto sus mofas, pero empiezo a caminar un poco. La camiseta flota y se me sube. Lanzo un grito y tiro de ella hacia abajo. Una vez colocada de nuevo, parece que se queda en el sitio.

    —Podrías quitártela y ya está —dice con una sonrisa malévola

    — ¡Ya quisieras pervertido! — y lo salpico

    —. ¿Me has salpicado? —Se ríe.

    Yo asiento y lo salpico de nuevo. Sacude su cabeza mojada y se lanza a por mí por debajo del agua. Sus largos brazos se enroscan alrededor de mi cintura y tiran de mí. Me llevo la mano a la cara para taparme la nariz. Todavía no he conseguido bucear sin hacerlo. Cuando emergemos, Kyousuke se parte de risa, y yo no puedo evitar reírme con él. He de admitir que me estoy divirtiendo, y mucho, de verdad, no la típica diversión de estar sentado viendo una película.

    —No sé qué me hace más gracia, si el hecho de que te lo estés pasando bien o que tengas que taparte la nariz —dice entre risas.

    En un alarde de valentía, nado hasta él, pasando por alto el hecho de que la camiseta esté flotando de nuevo, e intento hundirle la cabeza debajo del agua. Como era de esperar, es demasiado fuerte para mí, de modo que no cede, y empieza a reírse con más ganas, mostrando su perfecta dentadura. ¿Por qué no puede ser así siempre?

    —Creo que me debes la respuesta a una pregunta —le recuerdo.

    Desvía la mirada hacia la orilla.

    —Claro, pero sólo una.

    Dudo sobre qué preguntar. Tengo tantas dudas... Pero, antes de decidirme, oigo mi voz decidiendo por mí:

    — ¿A quién quieres más en este mundo?

    «¿Por qué le pregunto eso? Quiero saber cosas más específicas, como por qué es tan capullo, o por qué vive en Estados Unidos.» Me mira con recelo, como si lo confundiera mi pregunta.

    —A mí mismo —responde, y vuelve a sumergirse durante unos segundos.

    Asoma de nuevo y sacude la cabeza.

    —Eso no puede ser verdad —lo desafío. Sé que es arrogante, pero debe de querer a alguien—. ¿Qué me dices de tus padres? —le pregunto, y me arrepiento al instante.

    —No vuelvas a mencionar a mis padres, ¿entiendes? —me ladra, y quiero abofetearme por fastidiar el bonito momento que estábamos teniendo.

    —Lo siento. Sólo tenía curiosidad. Has dicho que responderías a una pregunta —le recuerdo en voz baja. Su rostro se relaja un poco y se acerca hacia mí. El agua ondea a nuestro alrededor—. Lo siento de verdad, Kyousuke, no volveré a mencionarlos —le prometo.

    La verdad es que no quiero pelearme con él aquí; si lo cabreo demasiado, seguramente se largará y me dejará aquí tirado. Me coge por sorpresa cuando me agarra de la cintura y me levanta en el aire. Comienzo a patalear y a sacudir los brazos gritándole que me suelte, pero él sólo responde riéndose y lanzándome al agua. Aterrizo a unos metros de distancia y, cuando emerjo, sus ojos resplandecen de júbilo.

    — ¡Vas a pagar por esto! —chillo.
    Él finge bostezar en respuesta, de modo que nado en su dirección y él me agarra de nuevo, pero esta vez envuelvo su cintura con los muslos sin darme apenas cuenta, y un grito ahogado escapa de sus labios.

    —Perdona —balbuceo, y aparto las piernas.

    No obstante, él las agarra de nuevo y vuelve a colocarlas donde estaban. La extraña energía que surge entre nosotros aparece de nuevo, esta vez con más intensidad que nunca. «¿Por qué siempre pasa con él?» Desconecto mis pensamientos y rodeo su cuello con los brazos para no perder el equilibrio.

    — ¿Por qué me haces esto, Tenma? —dice tiernamente, y me acaricia el labio inferior con el pulgar.

    —No lo sé... —respondo con sinceridad siguiendo su dedo, que continúa recorriendo mi boca.

    —Estos labios... y las cosas que podrías hacer con ellos —dice en tono suave y seductor, y siento ese ardor allí abajo que me vuelve de plastilina en sus brazos—. ¿Quieres que pare?

    Me mira a los ojos. Sus pupilas están tan dilatadas que sólo se ve un fino aro de sus ahora oscuros ojos ámbares. Sin darme tiempo a reaccionar, sacudo la cabeza y pego el cuerpo al suyo bajo el agua.

    —No podemos ser sólo amigos, lo sabes, ¿verdad? —añade.

    Sus labios tocan mi barbilla y me hacen temblar. Continúa trazando una línea de besos por mi mandíbula, y asiento. Sé que tiene razón. No tengo ni idea de qué somos, pero sé que nunca podré ser tan sólo su amigo. Sus labios rozan el punto justo debajo de mi oreja, y gimo, lo que propicia que repita el movimiento, aunque esta vez succiona mi piel.

    —Kyousuke —gimo, y lo estrecho entre mis piernas.

    Desciendo las manos por su espalda y clavo las uñas en su piel. Creo que podría estallar sólo con que siguiera besándome el cuello.

    —Quiero hacer que gimas mi nombre, Tenma, una y otra vez. Por favor, permítemelo. —Su voz suena cargada de desesperación.

    En el fondo de mi ser, sé que no puedo negarme.

    —Dilo, Tenma. —Atrapa el lóbulo de mi oreja entre los dientes. Yo asiento de nuevo, esta vez con más intensidad—. Necesito que lo digas, nene, bien alto, con palabras, para saber que de verdad quieres que lo haga. —Su mano desciende y se cuela por atrás y agarra mi glúteo de manera firme

    —Quiero... —Me apresuro a decir, y él sonríe pegado a mi cuello mientras su boca continúa con su dulce asalto.

    Sin decir nada, me agarra de los muslos y me levanta un poco más sobre su torso mientras empieza a salir del agua. Cuando llega a la orilla, me deja en el suelo. Yo gimoteo, alimentando aún más su ego, pero en estos momentos me trae sin cuidado. Lo único que sé es que lo deseo, lo necesito. Alarga los brazos para cogerme de las manos y me saca a la orilla junto a él. Sin saber muy bien qué hacer, me quedo de pie sobre la hierba, sintiendo la camiseta pesada y empapada de Kyousuke sobre mis hombros y pensando que está demasiado lejos de mí. Desde su posición, se agacha un poco para mirarme a los ojos.

    — ¿Quieres hacerlo aquí o en mi habitación?

    Me encojo de hombros, nervioso. No quiero ir a su cuarto, porque está demasiado lejos y el trayecto me dará demasiado tiempo para pensar en lo que estoy haciendo.

    —Aquí —digo, y miro a mí alrededor.

    No hay nadie a la vista, y rezo para que siga siendo así.

    — ¿Estás ansioso? —Sonríe y yo intento poner los ojos en blanco, pero probablemente parezca más bien un parpadeo desesperado.

    El calor de mi cuerpo se va extinguiendo lentamente cuanto más tiempo pasa sin que Kyousuke me toque.

    —Ven aquí —dice entonces con voz grave, y las llamas de mi interior se avivan de nuevo. Mis pies avanzan lentamente por la suave hierba hasta que me encuentro tan sólo a unos centímetros de él. Agarra inmediatamente el dobladillo de la camiseta y tira de él hacia arriba para quitármela. Su modo de mirarme me vuelve loco, y tengo las hormonas revolucionadas. El pulso se me acelera al ver cómo recorre mi cuerpo con los ojos una vez más antes de cogerme de la mano.

    Coloca la camiseta sobre la hierba a modo de manta.

    —Échate —dice, y me guía hasta el suelo con él.

    Me tumba sobre la tela mojada y él se tiende de lado, apoyándose en un codo, de cara a mi cuerpo tendido boca arriba. Nadie me había visto nunca tan desnudo, y Kyousuke ha visto a muchas personas; personas mucho más atractivas que yo. Levanto las manos para cubrirme el cuerpo, pero él se incorpora, me agarra de las muñecas y me las coloca a los costados.

    —No te tapes delante de mí jamás —dice mirándome a los ojos.

    —Es que... —empiezo a explicarme, pero él me interrumpe.

    —No, no quiero que te cubras, no tienes nada de lo que avergonzarte, Tenma. Lo digo en serio, mírate —continúa, como si me hubiese leído la mente.

    —Es que has estado con muchas personas —espeto, y él frunce el ceño.

    —Ninguna persona como tú.

    Sé que podría interpretar eso de muchas maneras, pero decido dejarlo estar.

    — ¿Tienes un condón? —le pregunto, intentando recordar las pocas cosas que sé respecto al sexo.

    — ¿Un condón? —Se ríe—. No voy a follarte —dice, y me entra el pánico.

    —Ah —es lo único que consigo decir, y empiezo a incorporarme.

    Kyousuke me agarra de los hombros y me empuja hacia el suelo de nuevo. Estoy seguro de que me he puesto rojo como un tomate, y no quiero exponerme ante sus sarcásticos ojos de esta manera.

    — ¿Adónde vas? —empieza, pero entonces se da cuenta de lo que ha dicho —. Ah. No, Tenma, no quería decir eso, es sólo que tú nunca has hecho nada... nada en absoluto, así que no pienso follarte. —Me observa durante un momento—. Hoy —añade, y siento que parte de la presión que noto en el pecho desaparece—. Hay muchas otras cosas que quiero hacer primero.

    Se monta encima de mí y apoya todo su peso en las manos, como si estuviera haciendo flexiones. Gotas de agua caen sobre mi rostro desde su pelo mojado y me retuerzo.

    —No me puedo creer que nunca te haya follado nadie —susurra, y se aparta para tumbarse de lado de nuevo.

    Sube la mano hasta mi cuello y luego la hace descender, acariciándome únicamente con la yema de sus dedos, por mis pezones y por mi estómago, hasta que se detiene justo por encima de mi ropa interior.

    «Esto va en serio. ¿Qué va a hacerme? ¿Me dolerá?» Cientos de pensamientos pasan por mi cabeza, pero desaparecen en cuanto desliza la mano por detrás debajo de mis bóxers a la vez con la otra mano acaricia encima de mi bóxers donde tengo mi zona privado o lo que me hace chico. Oigo que toma aliento entre los dientes y acerca la boca a la mía. Mueve ligeramente los dedos, y la sensación me deja perplejo.

    — ¿Te gusta? —pregunta con su boca pegada a la mía. Asiento, y él hunde un poco más los dedos. — ¿Te gusta más que cuando lo haces tú? Dime —insiste.

    — ¿Qué?... —consigo articular, aunque he perdido el control de mi cuerpo y de mi mente.

    —Cuando te tocas, ¿te gusta tanto como esto?

    No sé qué decir y, cuando lo miro, algo se ilumina en sus ojos.

    —Espera..., nunca has hecho eso tampoco, ¿verdad? —Su tono está cargado de sorpresa y de algo más..., ¿de lujuria?

    Continúa besándome, y sigue moviendo los dedos de arriba abajo.

    —Tu cuerpo reacciona a mí de una manera tan exquisita, y estás tan húmedo... —dice, y dejó escapar un gemido. ¿Por qué me resulta tan sensual que me diga esas guarrerías? Noto una ligera presión y una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo.

    — ¿Qué... ha sido... eso? —pregunto gimiendo.

    Él se ríe y no contesta, pero siento que lo hace de nuevo, y mi espalda se levanta del suelo, arqueándose. Su boca desciende por mi cuello, hasta mi pecho. Desliza la lengua por mi pezón. Siento una presión que se acumula en mí y es una sensación fantástica. Cierro los ojos con fuerza y me muerdo el labio. Levanto la espalda de la hierba de nuevo y empiezan a temblarme las piernas.

    —Eso es, Tenma, córrete para mí —dice, y sus palabras me acercan a una espiral de sensaciones fuera de control—. Mírame, nene —ronronea.

    Abro los ojos, y la imagen de su boca mordisqueándome me hace estallar y todo se vuelve de color blanco durante unos instantes.

    —Kyousuke… —musito, y vuelvo a repetir su nombre, y, por el rubor de sus mejillas, sé que le encanta que lo haga.

    Saca sus manos lentamente de donde estaban. Mi cuerpo nunca había sentido semejante descarga de energía, y nunca había estado tan relajado como ahora.

    —Te daré un minuto para que te recuperes —dice riendo para sus adentros, y se aparta de mí.

    Arrugo la frente. Quiero que se quede cerca, pero soy incapaz de articular una palabra. Después de los mejores minutos de mi vida, me incorporo y miro a Kyousuke. Ya se ha puesto los vaqueros y las botas.

    — ¿Ya nos vamos? —digo con timidez.

    Había dado por hecho que él también querría que yo lo tocara. Aunque no sé qué tengo que hacer, él podría explicármelo.

    —Sí, ¿querías quedarte más rato?

    —Es que pensaba... No sé. Creía que tal vez tú querías algo... —No sé muy bien cómo expresarlo, pero por suerte él lo capta.

    —Ah, no. Estoy bien, por ahora —dice, y me regala una leve sonrisa.

    ¿Va a ponerse borde otra vez? Espero que no, no después de esto. Acabo de compartir con él la experiencia más íntima de mi vida. No seré capaz de superarlo si vuelve a tratarme mal. Ha dicho «por ahora». ¿Significa eso que quiere que le haga algo más tarde? Ya estoy arrepintiéndome de esto. Me pongo la ropa sobre los bóxers mojados y paso por alto la suave... Siento una humedad entre mis piernas. Kyousuke recoge su camiseta empapada y me la pasa.

    Al ver mi expresión de confusión, me dice que me «limpie», y señala con la mirada la zona donde se unen mis muslos. Ah. Tengo una mancha ¿Eso fue lo que sentí? ¡Que vergüenza! Me desabrocho los pantalones, y él no se molesta en volverse mientras me saco la camiseta. No se me escapa el modo en que se lame ligeramente el labio inferior mientras me observa. Se saca el móvil del bolsillo de los vaqueros y desliza el pulgar por la pantalla varias veces. Termino de hacer lo que me ha aconsejado y le devuelvo la camiseta. Cuando me pongo los zapatos, el ambiente entre nosotros ha pasado de ser apasionado a ser frío y distante, y desearía estar lo más lejos posible de él.

    Espero que me diga algo de camino al coche, pero no abre la boca. En mi mente empiezo a vislumbrar la peor de las situaciones que pueden darse después. Me abre la puerta y asiento a modo de agradecimiento.

    — ¿Te pasa algo? —me pregunta mientras conduce de vuelta por la carretera de gravilla.

    —No lo sé. ¿Por qué estás tan raro ahora? —le pregunto, aunque temo su respuesta y no puedo mirarlo directamente a los ojos.

    —Yo no estoy raro, el que está raro eres tú.

    —No, no me has dicho nada desde..., bueno, ya sabes.

    —Desde que te he provocado tu primer orgasmo.

    Me quedo boquiabierto y me pongo colorado al instante. «¿Por qué me sigue sorprendiendo su sucio lenguaje?»

    —Eh..., sí. No has dicho nada desde eso. Te has vestido y nos hemos ido. —La sinceridad parece ser la mejor opción en estos momentos, de modo que añado—: Me hace pensar que me estás utilizando o algo.

    — ¿Qué? Es obvio que no te estoy utilizando. Para utilizar a alguien habría sacado algo a cambio —dice, tan a la ligera que de repente siento las lágrimas humedeciendo mis ojos. Hago todo lo posible para contenerlas, pero una se me escapa.

    — ¿Estás llorando? ¿Qué he dicho? —Acerca la mano y la apoya en mi muslo. Para mi sorpresa, el gesto me tranquiliza—. No quería parecer insensible, lo siento. Es que no estoy acostumbrado a lo que se supone que tengo que hacer después de estar con alguien; además, no iba a dejarte en tu cuarto y largarme. Había pensado que podíamos ir a cenar o algo, seguro que estás muerto de hambre. —Me da un ligero apretón en el muslo.

    Le sonrío, aliviado por sus palabras. Me seco la lágrima que se me ha escapado de manera prematura y mi preocupación desaparece con ella. No sé qué tiene Kyousuke que me pone tan sensible, en todos los sentidos. La idea de que me utilice me angustia más de lo que debería. Lo que siento por él me tiene muy confundido. Un instante lo detesto y, al siguiente, quiero besarlo. Me hace sentir cosas que jamás pensé que sentiría, y no sólo en lo referente al sexo. Me hace reír y llorar, gritar y chillar pero, sobre todo, hace que me sienta vivo.

    La mano de Kyousuke sigue en mi muslo, y espero que nunca la aparte. Aprovecho la oportunidad para analizar algunos de los tatuajes que cubren sus brazos. El símbolo del infinito que tiene encima de la muñeca capta mi atención de nuevo, y no puedo evitar preguntarme si tendrá algún significado especial para él. Parece algo personal, al tenerlo ahí, justo encima de la piel sin tatuar de su mano.

    Miro su otra muñeca para ver si tiene algún otro símbolo, pero no hay ninguno. El símbolo del infinito es bastante común, sobre todo entre las mujeres, pero el hecho de que la curva de los extremos tenga forma de corazón despierta mi curiosidad todavía más.

    — ¿Qué clase de comida te gusta? —dice.

    —La verdad es que me gusta todo, siempre que sepa lo que es y que no lleve kétchup.

    Se ríe.

    — ¿No te gusta el kétchup? ¿No se supone que a todos los vuelve locos esa salsa? —bromea.

    —No tengo ni idea, pero es asquerosa.

    Los dos nos echamos a reír.

    — ¿Te parece que sea una cena sencilla, entonces? —añade.

    Asiento y él se dispone a subir el volumen de la música, pero se detiene y vuelve a apoyar la mano sobre mí.

    — ¿Qué planes tienes para cuando termines la universidad? —pregunta.

    Es algo que ya me había preguntado antes, en su habitación.

    —Tengo intención de mudarme y trabajar de editador o escritor. Sé que es una tontería —digo, de repente avergonzado por mis grandes ambiciones—. Pero ya me lo preguntaste, ¿recuerdas?

    —No, no lo es. Conozco a alguien que trabaja en una editorial; está un poco lejos, pero a lo mejor podrían hacerte un contrato de formación. Si quieres, hablo con él.

    — ¿En serio? ¿Harías eso por mí? —pregunto con una voz aguda a causa de la sorpresa; aunque ha estado muy simpático durante la última hora, no me esperaba esto para nada.

    —Sí, no es para tanto. —Parece algo cohibido. Estoy seguro de que no está acostumbrado a hacerle favores a nadie.

    —Vaya, gracias. En serio. Necesito conseguir un trabajo o un contrato de prácticas pronto, y eso sería un sueño hecho realidad —exclamo uniendo las manos con entusiasmo.

    Se ríe y sacude la cabeza.

    —De nada.

    Nos detenemos en un pequeño aparcamiento al lado de un viejo edificio de ladrillo.

    —La comida aquí es fantástica —dice, y sale del coche.

    Se dirige al maletero, lo abre... y saca otra camiseta. Debe de tener millones de ellas. Estaba disfrutando tanto viendo su torso desnudo que había olvidado que en algún momento iba a tener que cubrírselo. Entramos y nos sentamos en el local vacío. Una anciana se acerca a la mesa y nos entrega los menús, pero él los rechaza y pide una hamburguesa con patatas y hace un gesto para indicarme que debería pedir lo mismo. Confío en su criterio y la pido, pero sin kétchup, claro.

    Mientras esperamos, le hablo a Kyousuke de la ciudad de mi infancia. No conoce el lugar. No se pierde gran cosa; es un sitio pequeño, donde todo el mundo hace las mismas cosas y nadie se marcha nunca. Nadie excepto yo: jamás volveré allí. Él no me cuenta demasiado sobre su pasado, pero espero que algún día lo haga. Parece tener mucha curiosidad por saber cómo era mi vida cuando era pequeño, y frunce el ceño cuando le hablo sobre el problema de mi padre con la bebida. Ya se lo había mencionado, cuando discutimos, pero esta vez entro en detalles.

    Durante una pausa en la conversación, la camarera aparece con nuestra comida, que tiene un aspecto delicioso.

    —Está buena, ¿eh? —pregunta Kyousuke cuando doy el primer bocado.

    Asiento y me limpio la boca. Está exquisita, y ambos dejamos los platos vacíos. Creo que no había tenido tanto apetito en mi vida. El trayecto de regreso a la residencia transcurre de manera tranquila mientras sus largos dedos me acarician la pierna trazando suaves círculos. Cuando veo el cartel con las siglas «TCU» al llegar al aparcamiento del campus siento una ligera tristeza.

    —¿Lo has pasado bien? —le pregunto.

    Me siento mucho más cerca de él ahora que hace un rato. Puede ser un auténtico encanto cuando se lo propone.

    —La verdad es que sí. —Parece sorprendido—. Oye, te acompañaría a tu cuarto, pero no tengo energías para soportar el interrogatorio de Furetsu... —Sonríe y se vuelve hacia mí.

    —Tranquilo. Nos vemos mañana —le digo.

    No sé si debo besarlo para despedirme o no, de modo que siento un gran alivio cuando me acaricia la cabeza y después mi mejilla. Apoyo la cara en la palma de su mano y él se inclina y roza mis labios con los suyos. Empieza con algo tan simple y tierno como un beso, pero siento un torrente de calor que recorre mi cuerpo y necesito más. Kyousuke me agarra del brazo y tira de mí para indicarme que me traslade a su asiento. Obediente, me coloco a horcajadas sobre su regazo, con la espalda contra el volante. Noto cómo el asiento se inclina ligeramente, proporcionándonos más espacio, y le levanto la camiseta para deslizar los brazos por debajo de ella. Su torso es firme y le arde la piel. Resigo con los dedos el tatuaje que tiene en el estómago. Su lengua masajea la mía y me estrecha entre sus brazos con fuerza. La sensación es casi dolorosa, pero es un dolor que estoy dispuesto a soportar para estar así de cerca de él. Gime en mi boca cuando subo más las manos por debajo de su camiseta. Me encanta hacer que él gima también; causar ese efecto en él. Estoy a punto de perder la razón y dejarme llevar por los sentidos de nuevo cuando de repente suena mi teléfono.

    —¿Otra alarma? —bromea.

    Sonriendo, abro la boca para responderle alguna fresca, pero cuando miro la pantalla y veo que es Taiyou, me detengo. Miro a Kyousuke y sé que se imagina quién es. La expresión de su rostro cambia y, temiendo perderlo, y temiendo que mude su estado de ánimo, rechazo la llamada y dejo caer el móvil en el asiento del acompañante. No estoy pensando en Taiyou en estos momentos. Lo relego al último rincón de mi mente y lo encierro con llave.

    Me inclino de nuevo para seguir besando a Kyousuke, pero él me detiene y se aparta.

    —Tengo que irme —dice en tono cortante, y me entra el pánico.

    Cuando me echo hacia atrás para mirarlo, su mirada es distante y su frialdad apaga mi fuego.

    —Kyousuke, he rechazado la llamada. Voy a hablar con él de esto. Aunque no sé cómo ni cuando, pero será pronto, te lo prometo.

    En el fondo sabía que tendría que romper con Taiyou desde el momento en que besé a Kyousuke por primera vez. No puedo seguir con él habiéndolo traicionado. Siempre estaría sobre mi conciencia como una nube negra de culpa, y ninguno de los dos quiere eso. Lo que siento por Kyousuke es otro motivo por el que no puedo continuar estando con él. Quiero a Taiyou, pero si de verdad lo amara como se merece, no tendría estos sentimientos hacia Kyousuke. No deseo hacerle daño, pero ya no hay vuelta atrás.

    — ¿Que vas a hablar con él de qué? —pregunta en tono áspero.

    —De todo esto —digo agitando la mano entre nosotros—. De nosotros.

    — ¿Nosotros? No estarás diciéndome que vas a romper con él... por mí, ¿verdad?

    —¿Es que... no quieres que lo haga? —empiezo a balbucear.

    —Ya te he dicho que yo no busco una relación, Tenma —dice.

    Me quedo paralizado como un cervatillo ante los faros de un coche; lo único que hace que sea posible que me quite de encima de él es el hecho de que me niego a dejar que me vea llorar otra vez. Recojo mis cosas del suelo. Kyousuke me mira como si quisiera decir algo, pero no lo hace

    — ¡No quiero que vuelvas a acercarte a mí! ¡Lo digo en serio! —grito, y él cierra los ojos. No es algo que quiera decir o hacer pero no puedo seguir juntándome con él sí solo piensa usarme

    Camino todo lo rápido que puedo hasta la residencia, hasta mi habitación y, no sé cómo, consigo contener las lágrimas hasta que estoy en ella y cierro la puerta. Siento un alivio tremendo al ver que Furetsu no está. Me dejo caer contra la puerta hasta el suelo y comienzo a sollozar. ¿Cómo he podido ser tan idiota? Sabía cómo era cuando accedí a quedar a solas con él, y aun así me he lanzado a la menor oportunidad. Sólo porque hoy ha sido agradable conmigo he pensado... ¿qué?, ¿que sería mi novio? Me río entre sollozos de lo estúpido e ingenuo que soy. Ni siquiera puedo enfadarme con Kyousuke. Es verdad que me dijo que no quería nada serio con nadie, pero lo hemos pasado tan bien, y él estaba tan simpático y alegre, que por algún motivo he pensado que estábamos estableciendo una especie de relación.
    Pero no era más que una pantomima para meterse en ese lugar. Y yo he dejado que lo hiciera


    Continuara
    __________________________________________
    Pensaba subirlo ayer pero tenia que viajar </3

    Edited by Immature Overactive - 4/9/2015, 03:59
     
    Top
    .
  2. »Seiryu Urameshi«
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Nuevamente me dejas sin palabras que escribir! Todo fue tan lindo, lo del bosque, el arroyo, DIOS! Feels everywhere~
    Pero owww! El final del capitulo, ¿Por qué así? No me gusta que se peleen <|3 Ah, bien que me gusta esta trama. Me volvió a intrigar, y me intriga más saber el por qué Tsurugi no quiere tener nada en serio, ójala pronto se descubra, te felicito por el capitulo, muy bueno como siempre! Nos leemos ♡
     
    Top
    .
  3. kyosukextenma
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Kyaaaa! Estuvo genial los sentimientos de Tenma se hacen más fuerte pero cada vez que llegan a algo como que el orgullo se Tsurugi lo arruina todo ... tch ese chico si que es molesto ..... cuanto tendrán que esperar para que haga algo ....ahhh espero conty con ansia !! Quiero saber como continua la historia !!! Me dejaste muy emocionada !!
    Bye by
    kyo x ten
     
    Top
    .
  4.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    yaoi ( ͡° ͜ʖ ͡°)
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    740
    Location
    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

    Status
    Offline
    COMO siempre hermosisiisismo
    me encanta como se espresaas a los personajes
    es fantastico
    y tuvo estubo tan lindo
    apesar de todo yo digo que tsurugi si quiere
    a tenma solo que no lo admita
    bueno espero conti con ansias
     
    Top
    .
  5. Mio_Shizuka
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Me encantaaaaaaa *o*!, toda tu historia es genial, la forma en que la llevas me deja sin palabras.
    Van 5 capítulos y me tienes atrapada! y Que demonios ah pasado con Tsurugi? Necesito saber D:
    Espero conty!
    Sayoo! :=FOXXIN:
     
    Top
    .
  6. Immature Overactive
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capitulo 6



    Para cuando Furetsu regresa del cine, he dejado de llorar, me he dado una ducha y estoy más sereno.

    — ¿Qué tal tu... día con Tsurugi? —pregunta, y saca su pijama de la cómoda.

    —Bien, ha sido tan encantador como siempre —le digo, y consigo echarme a reír.

    Quiero contarle lo que hemos hecho, pero me da demasiada vergüenza. Sé que no me va a juzgar y, a pesar de que quiero poder contárselo a alguien, al mismo tiempo no quiero que nadie lo sepa. Furetsu me mira con preocupación y aparto la mirada.

    —Ten cuidado, ¿vale?; eres demasiado bueno para alguien como Tsurugi.

    Quiero abrazarme a él y llorar sobre su hombro pero, en lugar de hacerlo, le pregunto:

    — ¿Qué tal el cine? —Quiero cambiar de tema.

    Me cuenta que Yuuichi no ha parado de darle palomitas y que le está empezando a gustar de verdad. Me entran ganas de vomitar, pero sé que sólo estoy celoso porque Yuuichi siente por el algo que Kyousuke no siente por mí. Sin embargo, me recuerdo a mí mismo que yo tengo a alguien que me quiere, y que debo empezar a tratarlo mejor y mantenerme alejado de Kyousuke, esta vez de verdad.

    A la mañana siguiente me levanto hecho polvo. No tengo energía y siento ganas de llorar a todas horas. Tengo los ojos rojos e hinchados del berrinche de anoche, de modo que me acerco a la cómoda de Furetsu y cojo su estuche de maquillaje. Saco el lápiz de ojos me pinto una raya muy fina debajo de los ojos y en el párpado superior. Ahora están mucho mejor no se notara que estaba llorando y de alguna manera me cambia la cara ahora sé porque Furetsu lo usa. Me doy unos toques para mi piel Añado un poco de brillo de labios y estoy como nuevo. Con mi aspecto, me pongo mis vaqueros ceñidos y una camiseta negra. Es la primera vez que cuido tanto mi aspecto para ir a clase desde el día que nos hicieron la foto para la orla del último año de instituto. Fey me envía un mensaje para decirme que tendremos que vernos en el aula, de modo que cuando me paso por la cafetería pido un café para él también. Todavía falta bastante para que empiece la clase, así que camino más despacio que de costumbre.

    —Hola, Tenma, ¿qué tal? —oigo que me saluda una voz masculina. Me vuelvo y veo a un chico que viene en mi dirección.

    —Bien, Tetsukado, ¿y tú? —digo, y él asiente para indicarme que está bien también.

    — ¿Te vas a pasar este fin de semana también? —pregunta.

    —No, este fin de semana, no. —Me río, y él lo hace también.

    —Vaya, lo pasamos bien contigo. Bueno, si cambias de idea, ya sabes dónde estamos. Tengo que irme, ya nos veremos. —Se despide quitándose un sombrero invisible para hacer una reverencia y se marcha.

    En clase, Fey ya está sentado y me agradece efusivamente que le haya llevado el café.

    —Hoy estás distinto —dice mientras me siento.

    —Me he maquillado —bromeo, y él sonríe. — Solo quería cambiar mi aspecto de modo que no se note mucho ¿Me veo mal?

    — No. De hecho, pienso que muchas cosas te sientan bien, Tenma

    No me pregunta por mi noche con Kyousuke, cosa que le agradezco. No sé qué le diría. Justo cuando el día empezaba a mejorar, y yo había dejado de pensar en él durante un rato, llega la hora de literatura. Kyousuke se sienta delante en su sitio de siempre. Para mi sorpresa, esta vez lleva una camiseta blanca, y es tan fina que se transparentan sus tatuajes. Me fascina lo atractivos que encuentro sus tatuajes y sus piercings cuando antes nunca me habían gustado. Aparto rápidamente la mirada, me siento en mi sitio habitual también, a su lado, y saco mis apuntes. No voy a renunciar a mi privilegiada posición por un chico desagradable. No obstante, espero que Fey no tarde en llegar para no sentirme tan solo con Kyousuke.

    — ¿Tenma? —susurra Kyousuke cuando el aula empieza a llenarse.
    «No. No le contestes. Haz como que no lo oyes», me repito a mí mismo.

    — ¿Tenma? —dice, esta vez más alto.

    —No me hables, Kyousuke —replico con los dientes apretados mientras evito mirarlo para no volver a caer en su trampa.

    —Venga ya —dice, y noto por el tono de su voz que la situación le hace una gracia tremenda. Mi tono es severo, pero me da igual.

    —Lo digo en serio

    —Vale, como quieras —dice con la misma aspereza, y suspiro.

    Fey llega y siento un alivio tremendo. Al notar la tensión entre Kyousuke y yo, me pregunta con su típico tono amable:

    — ¿Estás bien?

    —Sí, estoy bien —miento, y comienza la clase.

    Kyousuke y yo seguimos sin hablarnos durante toda la semana, y cada día que pasa se me hace más fácil no pensar tanto en él. Furetsu y Yuuichi han estado saliendo a diario, de modo que he tenido la habitación prácticamente para mí solo, lo cual ha tenido sus cosas buenas y también sus cosas malas. Buenas porque he podido estudiar un montón, pero malas porque me he quedado solo pensando en Kyousuke. Cada día me he ido maquillando, pero sigo vistiendo mi ropa. El viernes por la mañana siento que ya he tenido suficiente con todo este lío con Kyousuke. Hasta que todo el mundo empieza a hablar de la fiesta en la casa de la fraternidad. En serio, celebran una todos los viernes, y normalmente los sábados también, así que no consigo entender por qué se emocionan tanto cada vez que se acerca el fin de semana. Después de que al menos diez personas me pregunten si voy a ir, decido hacer la única cosa que sé que logrará evitar que vaya y llamo a Taiyou.

    — ¡Hola, Tenma! —me saluda animadamente por teléfono.

    Han pasado varios días desde la última vez que hablamos en el sentido estricto de la palabra, y echaba de menos su voz.

    —Oye, ¿por qué no te pasas a verme? —pregunto.

    —Claro. ¿Te viene bien el fin de semana que viene?

    Gruño decepcionado.

    —No, me refería a hoy. Ahora mismo. ¿Puedes salir ahora mismo?

    —Tenma, tengo entrenamientos después de clase. Y aún estoy en el instituto, es la hora de comer —explica.

    —Taiyou, por favor, te echo mucho de menos. ¿No puedes salir ya y pasar aquí el fin de semana? ¿Por favor...? —Sé que estoy suplicando, pero me da igual.

    —Eh..., está bien, vale. Ahora mismo salgo. ¿Va todo bien?

    La felicidad me invade, y me sorprende mucho que el formal de mi novio haya accedido a venir, pero me alegro de que lo haya hecho.

    —Sí, sólo te echo de menos. Hace casi dos semanas que no te veo —le recuerdo.

    —Yo también te echo de menos. Voy a pedir permiso y saldré dentro de unos minutos, así que te veo dentro de unas tres horas. Te quiero, Tenma.

    —Yo también te quiero —digo, y cuelgo.

    Bueno, solucionado. Así desaparece cualquier posibilidad que haya de que acabe en esa fiesta. Una extraña sensación de alivio me inunda de camino a literatura mientras recorro el magnífico edificio de ladrillo en el que se encuentra el aula. Un alivio que desaparece en cuanto entro en clase y veo a Kyousuke cerniéndose sobre el pupitre de Fey. Me acerco corriendo y llego justo cuando Kyousuke golpea con la mano la mesa y ruge:

    — ¡No vuelvas a decir nada parecido, gilipollas!

    Fey se dispone a levantarse, pero sería una locura que intentara enfrentarse a Kyousuke. Está fuerte y eso, pero es tan bueno que no me lo imagino golpeando a nadie. Agarro el brazo de Kyousuke y tiro de él para alejarlo de Fey. Él levanta la otra mano en el aire y me encojo, pero cuando se da cuenta de que soy yo, la baja y maldice entre dientes.

    — ¡Déjalo en paz! —le grito, y me vuelvo hacia Fey.

    Él parece igual de furioso que Kyousuke, pero permanece sentado.

    —Métete en tus asuntos, Tenma —me suelta Kyousuke, y se va a su sitio. Debería sentarse en la parte de atrás o algo. Me siento entre ambos, me inclino hacia Fey y le susurro:

    — ¿Estás bien? ¿A qué ha venido eso?

    Mira en dirección a Kyousuke y suspira.

    —Nada. Es que es un capullo, básicamente —dice en voz alta, y sonríe.

    Me río un poco y a continuación me pongo serio. Oigo la respiración agitada de Kyousuke a mi lado y se me ocurre una idea. Es algo infantil, pero pienso ponerla en práctica de todos modos.

    — ¡Tengo buenas noticias! —le digo a Fey con mi voz alegre más falsa.

    — ¿En serio? ¿El qué?

    — ¡Taiyou va a venir a visitarme hoy, y pasará aquí el fin de semana! —digo, y sonrío mientras aplaudo de alegría. Soy consciente de que me estoy pasando, pero sé que Kyousuke me está mirando y me ha oído.

    — ¿En serio? ¡Eso es genial! —dice Fey con sinceridad.

    La clase empieza y termina sin que Kyousuke me diga ni una palabra. Así es como van a ser las cosas a partir de ahora, y me parece bien. Le deseo a Fey un buen fin de semana y vuelvo caminando a mi habitación para retocarme el maquillaje y comprar algo de comer antes de que llegue Taiyou. Me río un poco de mí mismo mientras me arreglo. «¿Desde cuándo soy la clase de persona que tiene que “retocarse el maquillaje” antes de que llegue su novio?» Creo que la experiencia con Kyousuke aquel día en el arroyo me cambió, aunque el daño que me hizo después me cambió todavía más. El maquillaje no es más que una ligera variación, pero sé que está ahí. Como y ordeno un poco el cuarto. Doblo la ropa de Furetsu y la guardo en su armario esperando que no le moleste. Por fin, Taiyou me manda un mensaje para anunciarme que ya ha llegado, y salto de la cama, donde estaba descansando, y salgo corriendo a recibirlo. Está más guapo que nunca, con unos pantalones azul marino y una chaqueta de punto de color crema y una camisa blanca debajo. La verdad es que siempre lleva chaquetas de punto, pero me encantan. Su sonrisa me enternece el corazón y me estrecha entre sus brazos y me dice que se alegra mucho de verme. De camino a mi cuarto, me mira un instante y me pregunta:

    — ¿Te has maquillado?

    —Sí, un poco. He estado experimentando —le explico.

    Él sonríe.

    —Estás guapo —dice, y me da un beso en la frente.

    En mi habitación, acabamos buscando en la sección de comedias románticas de Netflix una película que ver. Furetsu me manda un mensaje para decirme que está con Yuuichi y que no volverá esta noche, de modo que apago las luces y nos acurrucamos contra la cabecera de mi cama. Taiyou me pasa el brazo alrededor del hombro y yo apoyo la cabeza en su pecho.

    «Éste soy yo —me digo—, no un chico asilvestrado nadando con la camiseta de un macarra.»
    Empezamos a ver una película de la que no había oído hablar, y no pasan ni cinco minutos cuando, de repente, alguien abre la puerta. Imagino que tal vez sea Furetsu, que ha olvidado algo que necesita.

    Pero, cómo no, es Kyousuke. Sus ojos van directos al lugar donde estamos Taiyou y yo acurrucados en la cama, iluminados por el resplandor de la televisión. Me pongo rojo. Ha venido a contarle lo nuestro a Taiyou, lo sé. El pánico se apodera de todo mí ser y me aparto de mi novio, haciendo que parezca un sobresalto de sorpresa.

    — ¿Qué haces tú aquí? ¡No puedes irrumpir en mi cuarto de esta manera!

    —He quedado con Furetsu —contesta, y se sienta—. Hola, Taiyou, me alegro de volver a verte. — Sonríe de nuevo, y Taiyou parece incómodo. Probablemente se esté preguntando por qué tiene Kyousuke una llave de la habitación y no se molesta en llamar.

    —Está con Yuuichi, probablemente en tu casa —le digo lentamente, rogando en silencio para que se marche. Como se lo cuente a Taiyou ahora, no sé cómo voy a superarlo.

    — ¿Ah, sí? —dice. Sé por su sonrisa maliciosa que sólo ha venido a atormentarme. Probablemente se quedará aquí hasta que yo mismo me sincere con él—. ¿Vais a venir a la fiesta?

    —No..., no vamos a ir. Estamos intentando ver una película —le digo, y Taiyou me coge de la mano. Incluso en la oscuridad, veo cómo Kyousuke fija la mirada donde la mano de Taiyou toca la mía.

    —Qué pena. Será mejor que me marche... —Se vuelve hacia la puerta y me siento algo aliviado, pero entonces da media vuelta—. Ah, Taiyou... —empieza, y se me cae el alma a los pies—. Llevas una chaqueta preciosa.

    Exhalo el aire que había contenido sin darme cuenta.

    —Gracias, es de GAP —responde él. El pobre no tiene ni idea de que Kyousuke le está tomando el pelo.

    —Me lo imaginaba. Que os divirtáis —dice éste, y sale de la habitación.


    —Supongo que no es tan antipático —dice Taiyou cuando la puerta se cierra. Me entra la risa nerviosa.

    — ¿Qué?

    Al ver que me mira con una ceja enarcada, continúo

    —No pasa nada, es que me sorprende que digas eso —miento pegado a su pecho. La tensión que inundaba el ambiente hace unos instantes ha desaparecido.

    —No estoy diciendo que me gustaría ser amigo suyo, pero es bastante agradable.

    —Kyousuke no sabe lo que es ser agradable —digo, y Taiyou se ríe y me rodea con los brazos. Si supiera las cosas que han pasado entre nosotros, que nos hemos besado, cómo gemí su nombre cuando él... «Joder, Tenma, vale ya.»

    Levanto la cabeza y beso a Taiyou en la mandíbula. Él sonríe. Quiero que me haga sentir como me hace sentir Kyousuke. Me incorporo y me vuelvo para mirarlo. Le agarro el rostro entre las manos y pego los labios a los suyos. Su boca se abre y me devuelve el beso. Sus labios son suaves..., como su beso. No es suficiente. Necesito el fuego, necesito la pasión. Coloco las manos en su cuello y me monto sobre su regazo.

    —Espera, Tenma, ¿qué estás haciendo? —pregunta, e intenta apartarme suavemente.

    — ¿Qué? Nada, sólo... quiero que nos enrollemos, supongo —digo, y bajo la mirada. No suelo mostrarme cohibido delante de Taiyou, pero éste es un tema del que no solemos hablar.

    —Vale —dice, y lo beso otra vez.

    Siento su calidez, pero no las llamas. Empiezo a menear las caderas con la esperanza de avivarlas de alguna manera. Sus manos descienden hasta mi cintura, pero me la agarra para detener mis movimientos. Sé que habíamos decidido esperar hasta el matrimonio, pero sólo nos estamos besando. Le cojo las manos, se las aparto y continúo meciéndome contra él. Por más que intento besarlo con más intensidad, su boca permanece blanda y tímida. Noto que se excita, pero no hace nada al respecto. Sé que estoy haciendo esto por las razones equivocadas, pero en estos momentos me da igual, sólo necesito saber que Taiyou puede hacerme lo mismo que Kyousuke. «En realidad no es a Kyousuke a quien deseo, sino la sensación..., ¿verdad?» Dejo de besarlo y me aparto de su regazo.

    —Eso ha estado bien, Tenma. —Sonríe y yo le devuelvo el gesto.

    «Ha estado bien.» Es tan prudente, demasiado... Pero lo quiero. Pulso la tecla «Play» para seguir viendo la película y, al cabo de unos minutos, empiezo a quedarme dormido.

    “—Tengo que irme —dice Kyousuke mirándome con sus ojos ámbares.
    — ¿Adónde? —No quiero que se vaya.
    —Me alojaré en un hotel cercano; volveré por la mañana —explica, y después de mirarlo durante un momento, su rostro se transforma en el de Taiyou.”

    Doy un brinco y me froto los ojos. Taiyou. Es Taiyou. En ningún momento ha sido Kyousuke.

    —Te estás durmiendo, y no puedo quedarme a pasar la noche aquí —dice Taiyou con ternura, y me acaricia la mejilla.

    Quiero que se quede, pero ahora temo lo que pueda ver o decir en sueños. De todos modos, es evidente que Taiyou considera que no es de personas decentes quedarse en mi habitación. Kyousuke y Taiyou son polos opuestos. En todos los sentidos.

    —Vale, gracias otra vez por venir —farfullo, y él me besa suavemente en la mejilla antes de deslizarse por debajo de mí.

    —Te quiero —dice.

    Asiento, entierro la cabeza bajo la almohada y me pierdo en unos sueños que no recuerdo. A la mañana siguiente, me despierto cuando Taiyou me llama por teléfono. Me dice que viene de camino, de modo que salto de la cama, corro a las duchas y pienso en algo que hacer hoy. No hay mucho que hacer por aquí, a menos que vayamos al centro; quizá debería mandarle un mensaje a Fey para preguntarle qué se puede hacer aquí aparte de ir a fiestas de fraternidades. Es el único amigo que tengo en el campus que podría saberlo. Tras decidir ponerme mis vaqueros azules y una polera roja sencilla, hago caso omiso de la vocecita de Kyousuke en mi mente. Taiyou me espera en el pasillo junto a mi puerta.

    —Estás precioso —afirma con una sonrisa en la cara, y me pasa el brazo por encima del hombro mientras abro la puerta.

    —Sólo tengo que peinarme y maquillarme un poco —le digo, y cojo el estuche de maquillaje de Furetsu, contento de que no se lo llevara.

    Voy a tener que comprarme uno propio ahora que sé que me gusta cómo me queda. Taiyou espera pacientemente sentado en mi cama mientras me arreglo el cabello. Me vuelvo para darle un beso en la mejilla antes de aplicarme el maquillaje.

    — ¿Qué te apetece hacer hoy?

    —Te sienta muy bien, Tenma. Estás más guapo que nunca —dice Taiyou —. No lo sé, podríamos ir a un parque o algo, y después a cenar.

    Miro el reloj. ¿Ya es la una de la tarde? Le mando un mensaje a Furetsu y le digo que estaré fuera casi todo el día. El contesta y me dice que no volverá hasta mañana. Básicamente vive en la casa de la fraternidad de Kyousuke los fines de semana.

    Taiyou abre la puerta del acompañante de su Toyota. Sus padres se aseguraron de que tuviera el coche más seguro, de último modelo. El interior está impecable, sin pilas de libros ni ropa sucia. Damos una vuelta buscando un parque, y no tardamos en hallarlo. Es pequeño, un espacio tranquilo con césped verde y amarillo y unos pocos árboles. Cuando nos detenemos en un aparcamiento, Taiyou pregunta:

    —Oye, ¿cuándo vas a empezar a mirarte un coche?

    —Pues creo que esta semana. Y también voy a empezar a buscar trabajo.

    No menciono lo de las prácticas en la editorial Vance que me comentó Kyousuke. Ni siquiera sé si todavía puedo contar con esa opción, ni cómo se lo explicaría a Taiyou si así fuera.

    —Eso es estupendo. Si necesitas ayuda con lo que sea, dímelo —dice.

    Damos una vuelta por el parque y nos sentamos a una mesa de picnic. Taiyou habla la mayor parte del tiempo y yo me limito a asentir. Me sorprendo a mí mismo conectando y desconectando de la conversación sin parar, pero él no parece percatarse. Acabamos paseando un poco más y llegamos a un pequeño arroyo. Suelto una carcajada ante la ironía de la situación, y Taiyou me mira sin entender nada.

    — ¿Te apetece nadar? —le pregunto sin saber muy bien por qué fuerzo aún más la situación.

    — ¿Aquí? Ni hablar —dice riéndose, y yo me desinflo un poco. Me abofeteo mentalmente. Tengo que dejar de comparar a Taiyou con Kyousuke.

    —Sólo era una broma —miento, y tiro de él por el sendero.

    Son casi las siete cuando nos marchamos del parque, de modo que decidimos pedir una pizza al volver a mi cuarto y ver un clásico: Meg Ryan enamorándose de Tom Hanks a través de un programa de radio. Me muero de hambre para cuando llega la pizza, y me como casi la mitad yo solo. En mi defensa, he de decir que no he comido nada en todo el día. A mitad de la película suena mi teléfono y Taiyou alarga el brazo para acercármelo.

    — ¿Quién es Fey? —pregunta. No hay recelo en su tono, sólo curiosidad. Nunca ha sido celoso; nunca ha tenido motivos. «Hasta ahora», me recuerda mi subconsciente.

    —Es un amigo de la facultad —digo.

    ¿Por qué me llamará Fey tan tarde? Nunca me ha llamado para nada que no sea para comparar apuntes.

    —¡¿Tenma?! —grita por el auricular.

    —Sí, ¿va todo bien?

    —Pues... No, la verdad es que no. Sé que Taiyou está ahí, pero... —vacila.

    — ¿Qué pasa, Fey? —Se me empieza a acelerar el corazón—. ¿Estás bien?

    —Sí, no es por mí. Es Tsurugi
    .
    El pánico se apodera de mí.

    — ¿Kyou... Kyousuke? —tartamudeo.

    —Sí, si te doy una dirección, ¿puedes venir, por favor? —Oigo el ruido de algo rompiéndose de fondo.

    Salto de la cama y me pongo los zapatos sin apenas darme cuenta. Taiyou también se levanta, casi por solidaridad.
    —Fey, ¿está intentando hacerte daño? —Mi mente es incapaz de pensar qué otra cosa puede estar pasando.

    —No, no —responde.

    —Mándame un mensaje con la dirección —le digo, y entonces oigo otro estrépito.

    —Taiyou, necesito tu coche.
    Él ladea la cabeza.

    — ¿Qué pasa?

    —No lo sé... Es Kyousuke. Dame tus llaves —le exijo.

    Se lleva la mano al bolsillo y las saca.

    —Voy contigo —afirma rotundamente. Pero yo le quito las llaves de la mano y niego con la cabeza.

    —No, tú... Tengo que ir solo.

    Mis palabras le duelen. Parece herido. Y sé que no está bien dejarlo aquí, pero ahora mismo en lo único en lo que puedo pensar es en llegar hasta Kyousuke. Fey me envía un mensaje con la dirección. La copio y la pego en el programa de navegación de mi móvil, que dice que está a quince minutos en coche. ¿Qué puede estar pasando ahí para que Fey me necesite?

    Cuando llego al lugar de destino, estoy tan confundido como al salir de mi habitación. Taiyou me ha llamado dos veces, pero no lo he cogido ninguna de ellas. Necesitaba que el GPS siguiera en la pantalla y, sinceramente, la expresión de desconcierto de su rostro me atormenta.

    Todas las casas de la calle son enormes y parecen mansiones. Ésta, en particular, es al menos tres veces más grande que la de mi madre. Es una vivienda de ladrillo antigua, con un jardín en pendiente que hace que parezca que está asentada sobre una colina. Es preciosa incluso bajo la luz de las farolas. Supongo que debe de ser la casa del padre de Kyousuke, ya que no puede pertenecer a un estudiante universitario, y es la única razón que se me ocurre para que Fey pudiera estar aquí.

    Inspiro hondo, espiro y subo los escalones. Golpeo con fuerza la puerta de caoba oscura y ésta se abre al cabo de unos segundos.

    —Tenma, gracias por venir. Lo siento, sé que tienes compañía. ¿Ha venido Taiyou contigo? — pregunta Fey, y mira hacia el coche al tiempo que me indica que pase.

    —No, está en la residencia. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Kyousuke?

    —En el patio trasero. Está fuera de control —suspira resignado.

    —Y ¿para qué me has hecho venir?

    —No lo sé, sé que lo detestas, pero tú hablas con él. Está muy borracho, y se ha puesto muy agresivo. Se ha presentado aquí y ha abierto una botella de whisky de su padre. ¡Se ha bebido más de media! Y después ha empezado a romper cosas: todos los platos de mi madre, un armario de cristal, y básicamente todo lo que ha encontrado.

    — ¿Qué? ¿Por qué?

    Kyousuke me dijo que no bebía. ¿Eso también era mentira?

    —Su padre le ha dicho que va a casarse con mi madre...

    —Vale. —Sigo confundido—. Y ¿Kyousuke no quiere que se casen? — pregunto mientras Fey me guía hacia la amplia cocina.

    Me quedo boquiabierto al ver el auténtico desastre que ha organizado Kyousuke. Hay un montón de platos rotos tirados por el suelo y una vitrina grande de madera volcada, con los cristales de las puertas hechos añicos.

    —No, pero es una larga historia. Justo después de que su padre lo llamara para contárselo, se marcharon de la ciudad durante el fin de semana para celebrarlo. Creo que por eso ha venido aquí, para enfrentarse a él. Nunca pisa esta casa —me explica, y abre la puerta trasera.
    Veo una sombra sentada a una pequeña mesa en el patio. Es Kyousuke

    —No sé qué crees que puedo hacer yo, pero lo intentaré.

    Fey asiente. Se inclina y me coloca la mano en el hombro.

    —Estaba gritando tu nombre —me dice en voz baja, y mi corazón se detiene.

    Camino hacia Kyousuke y él levanta la vista. Tiene los ojos inyectados en sangre, y el pelo escondido bajo un gorro de lana gris. Abre unos ojos como platos, y entonces éstos se ensombrecen y quiero retroceder. Su aspecto casi resulta aterrador bajo la tenue luz del patio.

    — ¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —grita, y se pone de pie.

    —Fey me ha... —contesto, y entonces desearía no haberlo hecho.

    —Joder, ¡¿lo has llamado?! —chilla en dirección a Fey, que vuelve a entrar en la casa.

    —Déjalo en paz, Kyousuke. Está preocupado por ti —lo reprendo.

    Se sienta de nuevo, y me hace un gesto para que haga lo mismo. Tomo asiento delante de él y lo observo mientras agarra la botella casi vacía de licor oscuro y se la lleva a la boca. Veo cómo su nuez se mueve mientras la apura. Cuando ha terminado, deja la botella con fuerza contra la mesa de cristal y doy un respingo al pensar que podría haberse roto la botella, la mesa o las dos cosas.

    —Menuda pareja. Qué predecibles sois. — El pobrecito Kyousuke está enfadado— ¡Así que os aliáis contra mí para intentar hacer que me sienta mal por haber destrozado una puta vajilla! —dice arrastrando las palabras con una sonrisa enfermiza.

    — ¿No decías que no bebías? —inquiero, y me cruzo de brazos.

    —Y no lo hacía. Hasta ahora, supongo. No seas condescendiente conmigo; tú no eres mejor que yo —replica apuntándome con un dedo, y coge la botella para darle otro trago.

    Me da miedo, pero no puedo negar que estar cerca de él, aunque esté así de borracho, hace que me sienta vivo. He echado de menos cómo me hace sentir.

    —No he dicho que sea mejor que tú. Sólo quiero saber por qué estás bebiendo.

    —Y ¿a ti qué te importa? ¿Dónde está tu «novio»? —Me mira directamente a los ojos, y el sentimiento que los suyos me transmiten es tan intenso que me veo obligada a apartar la mirada. Ojalá supiera de qué sentimiento se trata; imagino que es odio.

    —Está en mi habitación —digo—. Sólo quiero ayudarte, Kyousuke. —Me inclino un poco sobre la mesa para tocarle la mano, pero él la aparta.

    — ¿Ayudarme? —Se echa a reír.

    Deseo preguntarle por qué estaba gritando mi nombre si va a seguir comportándose de este modo tan despreciable, pero no quiero volver a delatar a Fey.

    —Si de verdad quieres ayudarme, lárgate.

    — ¿Por qué no me cuentas qué te pasa? —Me miro las manos y empiezo a limpiarme las uñas. Suspira, se quita el gorro de lana y se pasa la mano por el pelo antes de volver a colocárselo.

    —Mi padre ha decidido contarme, precisamente ahora, que va a casarse con la madre de Fey, y que la boda es el mes que viene. Debería habérmelo dicho hace tiempo, y desde luego no por teléfono. Estoy convencido de que Fey el perfecto lo sabe desde hace tiempo

    «¡Vaya!» La verdad es que no esperaba que me lo contara, así que ahora no sé muy bien qué decir.

    —Seguro que tenía sus motivos para no decírtelo.

    —Tú no lo conoces. No le importo una mierda. ¿Sabes cuántas veces hemos hablado el último año? ¡Unas diez! Lo único que le importa es su enorme casa, su ahora futura esposa y su nuevo hijito perfecto —balbucea, y da otro trago. Yo aguardo en silencio mientras prosigue—: Deberías ver el cuchitril en el que vive mi madre en Inglaterra. Ella dice que le gusta, pero sé que no es verdad. ¡Toda la casa es más pequeña que el dormitorio que tiene mi padre aquí! Mi madre prácticamente me obligó a venir a estudiar a Japon para que estuviera más cerca de él, ¡y mira cómo ha salido todo!

    Tras la información que me ha proporcionado, creo que empiezo a entenderlo mucho mejor. Kyousuke está dolido; por eso es como es.

    — ¿Cuántos años tenías cuando se marchó?

    —Diez. Pero incluso antes de que se marchara, nunca estaba en casa. Se pasaba cada noche en un bar diferente. Y ahora es don Perfecto y posee toda esta mierda —dice señalando con la mano hacia la casa.

    Su padre los abandonó cuando tenía diez años, como el mío, y ambos eran alcohólicos. Tenemos más en común de lo que pensaba. Este Kyousuke herido y borracho parece mucho más pequeño, mucho más frágil que la persona enérgica y socarrona que había conocido hasta ahora.

    —Siento que os abandonara, pero...

    —No, no necesito tu compasión —me interrumpe.

    —No es compasión. Sólo intento...

    — ¿Qué intentas?

    —Ayudarte. Estar aquí para ti —digo con ternura.

    Él sonríe. Es una sonrisa preciosa pero vacía, y, aunque me gustaría tener esperanzas de poder ayudarlo con esto, sé perfectamente lo que viene a continuación.

    —Eres patético. ¿No ves que no te quiero aquí? No quiero que estés aquí para mí. Sólo porque me haya enrollado contigo no significa que quiera nada de ti. Pero aquí estás, y dejas al «majo» de tu novio, que sorprendentemente soporta estar contigo, para venir a verme e intentar «ayudarme». Eso, Tenma, es la pura definición de la palabra patético —dice marcando las sílabas mientras dibuja unas comillas en el aire. Su voz está cargada de ponzoña, tal y como imaginaba, pero decido pasar por alto el dolor que siento en el pecho y lo miro.

    —Sé que no has querido decir eso.

    Me viene a la mente el recuerdo de hace una semana, cuando estaba riéndose y hundiéndome en el agua, y no tengo claro si es un gran actor o un auténtico mentiroso.

    —Claro que sí. Lárgate —dice, y levanta la botella para dar otro trago.

    Alargo el brazo por encima de la mesa, se la quito de las manos y la lanzo por el patio.

    — ¡¿Qué cojones haces?! —grita, pero yo hago caso omiso y me dirijo hacia la puerta trasera. Oigo cómo se tambalea y se planta delante de mí.

    — ¿Adónde vas? —dice con el rostro a unos centímetros del mío.

    —A ayudar a Fey a limpiar el desastre que has montado, y después me voy a casa.

    Sueno mucho más calmado de lo que estoy en realidad.

    —Y ¿por qué vas a ayudarlo? —pregunta con absoluto desprecio.

    —Porque, a diferencia de ti, él merece que alguien lo ayude —replico, y su rostro se ensombrece. Debería decirle más cosas. Debería gritarle por todas las cosas hirientes que me ha dicho, pero sé que eso es lo que quiere. A eso es a lo que se dedica, a hacer daño a todos los que lo rodean, y después se regocija en el caos que eso provoca. Finalmente, se aparta despacio de mi camino. Una vez dentro, encuentro a Fey agachado, intentando levantar la vitrina.

    ¿Dónde está la escoba? —pregunto cuando ha terminado.
    Él me regala una sonrisa de agradecimiento.

    —Ahí mismo —señala—. Gracias por todo.

    Asiento y empiezo a barrer los platos rotos. Hay muchísimos. Me siento fatal al pensar que cuando regrese la madre de Fey se encontrará con que todos sus platos han desaparecido. Espero que no tuvieran un gran valor sentimental para ella.

    — ¡Ay! —exclamo al clavarme una esquirla de cristal en el dedo.

    Unas gotitas de sangre caen sobre el suelo de madera y corro hacia la pila.

    — ¿Estás bien? —pregunta Fey preocupado.

    —Sí, es sólo un ligero corte, no sé por qué sale tanta sangre.

    La verdad es que no me duele mucho. Cierro los ojos, dejo caer el agua sobre mi dedo y, al cabo de unos minutos, oigo que la puerta trasera se abre. Abro los ojos de nuevo, me vuelvo y veo a Kyousuke en el umbral.

    —Tenma, ¿podemos hablar, por favor? —pregunta.

    Sé que debería contestar que no, pero al ver el contorno de sus ojos enrojecidos, asiento. Desvía la mirada hacia mi mano y después hacia la sangre en el suelo. Se acerca a mí rápidamente.

    — ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?

    —No es nada, me he clavado un cristalito —le contesto.

    Me coge la mano y la saca de debajo del agua. Y, cuando me toca el brazo, siento esa electricidad. Me mira el dedo, frunce el ceño, me suelta y se dirige hacia Fey. «¿Acaba de llamarme patético y ahora se muestra preocupado por mi salud?» Me va a volver loco, literalmente, y acabarán teniendo que encerrarme en una habitación acolchada.

    — ¿Dónde están las tiritas? —le pregunta a Fey con tono exigente.

    Él le contesta que están en el baño. Al cabo de un minuto, Kyousuke regresa y me coge la mano de nuevo. Primero vierte un poco de gel antibacterial en el corte y después me envuelve el dedo con cuidado. Permanezco callado, tan confundido ante las acciones de Kyousuke como Fey parece estarlo.

    — ¿Podemos hablar, por favor? —pregunta de nuevo, y aunque sé que no debería..., ¿desde cuándo hago lo que debo cuando Kyousuke está implicado?

    Asiento, y él me agarra de la muñeca y me lleva afuera de nuevo. Cuando volvemos a la mesa del patio, Kyousuke me suelta de la muñeca y mueve la silla para que me siente. Noto que la piel me arde literalmente tras su tacto, y me paso los dedos por encima mientras él coge la otra silla y la arrastra por el suelo de piedra para sentarse delante de mí. Cuando lo hace, está tan cerca que sus rodillas casi tocan las mías.

    — ¿Y bien?, ¿de qué quieres hablar? —le pregunto

    Inspira hondo, se quita el gorro de lana de nuevo y lo deja sobre la mesa. Observo cómo se pasa los largos dedos por su tupido pelo y me mira a los ojos.

    —Lo siento —dice con una intensidad que me obliga a apartar la mirada y a fijarla en el árbol grande del patio. Se aproxima—. ¿Me has oído? —pregunta.

    —Sí, te he oído —le espeto, y vuelvo a mirarlo.

    Está más loco de lo que yo creía si piensa que sólo porque haya dicho que lo siente voy a olvidar todas las cosas horribles que no para de hacerme casi a diario.

    —Eres una persona muy difícil —dice, y se apoya contra el respaldo de la silla.

    Tiene en la mano la botella que he tirado antes por el patio, y le da otro trago. ¿Cómo es posible que no haya perdido el conocimiento todavía?

    — ¿Que yo soy difícil? —inquiero—. ¡¿No hablarás en serio?!... ¿Qué esperas que haga, Kyousuke? Eres cruel conmigo. Tremendamente cruel —digo, y me muerdo el labio inferior. No pienso llorar delante de él otra vez. Taiyou nunca me ha hecho llorar; hemos discutido algunas veces en todos estos años, pero nunca me he sentido tan mal como para llorar.

    —No lo pretendo —dice con voz grave, y sus palabras parecen cortar el aire nocturno.

    —Sí lo pretendes, y lo sabes. Lo haces a propósito. Nunca nadie me había tratado tan mal en toda mi vida.

    Me muerdo el labio con más fuerza. Siento el nudo en la garganta. Si lloro, ganará él. Eso es lo que quiere.

    —Y ¿por qué sigues relacionándote conmigo? ¿Por qué no pasas?

    —Porque... no lo sé. Pero te aseguro que, después de lo de esta noche, se terminó. Voy a dejar la clase de literatura. Ya la haré el semestre que viene. —No había planeado hacer eso hasta ahora, pero es justo lo que debería hacer.

    —Por favor, no hagas eso.

    — No querrás verte obligado a estar cerca de alguien tan patético como yo, ¿verdad? —Me hierve la sangre. Si supiera las palabras exactas que pudieran hacerle el mismo daño que él me hace a mí siempre, las diría sin pensar.

    —No quería decir eso... Yo soy el patético aquí.

    Lo miro directamente.

    —No voy a discutírtelo —contesto.

    Da otro trago y, cuando me dispongo a quitarle la botella, la aparta.

    — ¿Qué pasa? ¿Eres el único que puede emborracharse? —pregunto, y en su rostro se forma una sonrisa sarcástica.

    —Pensaba que ibas a tirarla otra vez —dice.

    Debería hacerlo, pero me la llevo a los labios. El licor está caliente y sabe a regaliz quemado y empapado de alcohol desinfectante. Me dan arcadas, y Kyousuke se ríe.

    — ¿Con qué frecuencia bebes? Me dijiste que no bebías nunca —digo.

    —Antes de esta noche habían pasado seis meses. —Desvía la mirada al suelo como si estuviera avergonzado.

    —Pues no deberías beber nada. Te hace ser peor persona que de costumbre.

    — ¿Crees que soy mala persona? —dice mirando todavía al suelo con expresión seria.

    —Tal vez

    —No lo soy. Bueno, puede que lo sea. Quiero que tú... —empieza, pero se detiene, se incorpora y se apoya en el respaldo de la silla.

    — ¿Quieres que yo qué?
    Necesito saber qué iba a decir. Le paso la botella, pero él la deja sobre la mesa. No quiero beber; con un trago es suficiente, y no quiero acabar en el mismo estado en que se encuentra Kyousuke.

    —Nada —dice, mintiendo.

    «¿Qué estoy haciendo aquí?» Taiyou está en mi habitación, esperándome, y yo estoy aquí, perdiendo aún más el tiempo con Kyousuke.

    —Tengo que irme. —Me levanto y me dispongo a dirigirme hacia la puerta trasera.

    —No te vayas —dice él con voz suave.

    Mis pies se detienen de inmediato ante su ruego. Me vuelvo y me encuentro a Kyousuke a pocos centímetros de mí.

    — ¿Por qué no? ¡¿Aún no has terminado de insultarme?! —grito, y doy media vuelta.

    Me agarra del brazo y me obliga a volverme de nuevo de un tirón.

    — ¡No me des la espalda! —grita todavía más alto que yo.

    — ¡Debería habértela dado hace mucho tiempo! —Le espeto, y lo golpeo en el pecho—. ¡Ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí! ¡He venido corriendo en cuanto Fey me ha llamado! ¡He dejado a mi novio, que, como tú mismo has dicho, es el único que soporta estar conmigo, porque estaba preocupado por ti! ¿Sabes qué? Tienes razón, Kyousuke: soy patético. Soy patético por venir aquí, y soy patético por intentar siquiera...

    Pero, entonces, pega los labios a los míos e interrumpe mi discurso. Lo golpeo en el pecho para detenerlo, pero no cede. Cada milímetro de mi ser quiere devolverle el beso, pero me contengo. Siento su lengua intentando abrirse paso entre mis labios, y me envuelve con sus fuertes brazos, estrechándome más contra sí a pesar de mis intentos por evitarlo. No sirve de nada; es más fuerte que yo.

    —Bésame, Tenma —dice contra mis labios. Sacudo la cabeza y él gruñe con frustración. —Por favor, bésame. Te necesito.

    Sus palabras me detienen. Este chico ebrio y grosero acaba de decir que me necesita, y por alguna razón ha sonado como poesía para mis oídos. Kyousuke es como una droga. Cada vez que consumo la dosis más mínima de él, ansío más y más. Absorbe mis pensamientos e invade mis sueños.

    En el momento en que mis labios se separan, él pega la boca a la mía de nuevo, pero esta vez no me resisto. No puedo. Sé que ésta no es la respuesta a mis problemas, y que lo único que hago así es cavarme un agujero más hondo, pero ahora mismo todo me da igual. Lo único que importa son sus palabras, y cómo las ha pronunciado: «Te necesito». ¿Es posible que Kyousuke me necesite con la misma desesperación que yo a él? Lo dudo, pero por ahora quiero pensar que sí. Eleva una de sus manos hasta mi mejilla y me acaricia el labio inferior con la lengua. Me estremezco, y él sonríe. El piercing de su labio me hace cosquillas en la comisura de la boca. Oigo un crujido y me aparto. Él permite que interrumpa nuestro beso, pero sigue envolviéndome fuertemente con los brazos, con el cuerpo pegado al mío. Miro hacia la puerta y rezo para que Fey no haya presenciado. Afortunadamente, no lo veo.

    —Kyousuke, de verdad, tengo que irme —digo a continuación bajando la mirada—. No podemos seguir haciendo esto; no nos hace ningún bien.

    —Sí que podemos —responde él, y me levanta la barbilla para obligarme a mirarlo a sus ojos.

    —No, no podemos. Tú me detestas, y yo no quiero seguir siendo tu saco de boxeo. Me confundes. Me dices que no me soportas o me humillas después de que haya compartido contigo la experiencia más íntima de mi vida. —Abre la boca para interrumpirme, pero yo pongo un dedo contra sus labios rosados y prosigo—: Y al momento siguiente me besas y me dices que me necesitas. No me gusta la clase de persona en la que me convierto cuando estoy contigo, y odio sentirme como me siento cuando me dices cosas horribles.

    — ¿En qué clase de persona te conviertes cuando estás conmigo? —Sus ojos analizan mi rostro mientras espera una respuesta.

    —En alguien que no quiero ser, alguien que engaña a su novio y que llora constantemente —le explico.

    — ¿Sabes quién creo que eres cuando estás conmigo? —Me acaricia la línea de la mandíbula con el pulgar y yo intento mantenerme centrado.
    — ¿Quién?

    —Tú mismo. Creo que eres el verdadero Tenma, y que sólo estás demasiado ocupado preocupándote por lo que los demás puedan pensar de ti como para darte cuenta.

    No sé qué pensar al respecto, pero parece tan sincero, tan seguro de su respuesta, que me tomo un segundo para meditar sobre sus palabras.

    —Y sé lo que te hice después de “eso”. —Se da cuenta de mi gesto de incomodidad y continúa—: Siento... lo de nuestra experiencia, sé que no estuvo bien. Me sentí fatal cuando bajaste del coche.

    —Lo dudo —le espetó al recordar lo mucho que lloré esa noche.

    —Es verdad, te lo juro. Sé que crees que soy una mala persona..., pero tú haces que... —Se interrumpe—. Olvídalo.

    —Termina la frase, Kyousuke, o me voy ahora mismo —le advierto, y lo digo en serio.

    La manera en que sus ojos parecen llamear cuando me mira, y el modo en que sus labios se separan lentamente, como si cada palabra ocultara algo, una verdad o una mentira, hacen que aguarde su respuesta.

    —Tú... haces que quiera ser buena persona —dice al fin—. Quiero ser bueno por ti, Tenma.

    Intento apartarme de él, pero me retiene con demasiada fuerza. Debo de haberlo entendido mal. Mis emociones me están confundiendo, de modo que desvío la vista hacia la oscuridad del patio para tratar de entender el significado que se esconde tras esas palabras. ¿Kyousuke quiere ser mejor persona por mí? « ¿En qué sentido? No puede estar diciéndolo en serio..., ¿verdad?» Vuelvo a mirarlo, con los ojos empañados de lágrimas.

    — ¿Qué?

    —Ya me has oído.

    —No. Creo que no te he entendido bien.

    —Me has entendido perfectamente. Haces que sienta... cosas que no había sentido antes. No sé cómo manejar esta clase de sentimientos, Tenma, así que hago lo único que sé hacer. —Hace una pausa y deja escapar el aliento contenido—. Comportarme como un gilipollas para llamar tu atención.

    —Esto no funcionaría, Kyousuke, somos muy diferentes. Y, para empezar, tú no buscas una relación, ¿recuerdas?

    —No somos tan diferentes, nos gustan las mismas cosas; a los dos nos apasiona leer, por ejemplo —dice con el aliento cargado de alcohol.

    Aunque lo estoy viviendo, no me puedo creer que Kyousuke esté intentando convencerme de que podríamos estar bien juntos.

    —Tú no buscas una relación —le recuerdo de nuevo.

    —Lo sé, pero podríamos... ¿ser amigos?

    Ya estamos. Hemos vuelto a la casilla de salida
    .
    —Tú mismo dijiste que no podíamos ser amigos. Y no quiero ser amigo tuyo, sé lo que quieres decir con eso. Quieres todas las ventajas de un novio sin tener que comprometerte.

    Entonces, se tambalea. Se apoya contra la mesa y me suelta.

    — ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué necesitas una etiqueta? —replica.


    —Porque, aunque últimamente no lo he demostrado, tengo amor propio. No pienso ser tu juguete, y menos si eso implica que me trates como un trapo. —Elevo los brazos en el aire—. Y, además, ya estoy con alguien, Kyousuke.

    —Sí, pero mira dónde estás ahora.

    —Yo lo quiero, y él me quiere a mí.

    —No me digas eso —dice arrastrando las palabras, que salen más rápidas que antes. Casi había olvidado lo borracho que estaba.

    —Sólo dices esas cosas porque estás borracho; mañana volverás a odiarme.

    —No te odio. —Se inclina ligeramente hacia adelante.

    Ojalá no tuviera este efecto en mí. Ojalá pudiera largarme sin más. Pero, en lugar de hacerlo, me quedo y lo oigo decir

    —Si eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que quieres que te deje en paz y que no vuelva a hablarte nunca, lo haré. Te juro que desde hoy mismo no volveré a acercarme a ti. Sólo tienes que decirlo.

    Abro la boca para decirle justo eso: que no se acerque a mí; para decirle que no quiero volver a verlo. Pero entonces se vuelve hacia mí y se aproxima.

    —Dímelo, Tenma. Dime que no quieres volver a verme nunca.

    Me toca. Me acaricia los brazos y me da una electricidad en el cuerpo inmediatamente.

    —Dime que no quieres volver a sentir mi tacto —susurra, y desliza la mano hasta mi cuello. Su dedo índice recorre mi clavícula y asciende de nuevo por mi garganta. Oigo cómo mi respiración se acelera cuando acerca los labios a pocos centímetros de los míos—. Dime que no quieres que vuelva a besarte —dice, y percibo el olor del whisky y siento el calor de su aliento

    — Dímelo, Tenma — repite, y yo gimo.

    —Kyousuke… —susurro.

    —No puedes resistirte a mí, Tenma, del mismo modo que yo no puedo resistirme a ti. —Sus labios están tan cerca de los míos que casi se rozan—. Quédate conmigo esta noche —me dice, y hace que yo desee obedecerlo ciegamente.

    Un movimiento junto a la puerta llama entonces mi atención y me aparto de Kyousuke de golpe. Levanto la vista y veo el rostro confundido de Fey. Entonces da media vuelta y desaparece del umbral. Vuelvo a la realidad al instante.

    —Tengo que irme —digo, y Kyousuke maldice entre dientes.

    —Por favor, quédate. Quédate conmigo sólo esta noche, y si por la mañana decides que no quieres volver a verme... Por favor, quédate. Te lo estoy suplicando, y yo no suplico, Tenma.

    Me sorprendo a mí mismo asintiendo antes de poder refrenarme.

    —Y ¿qué voy a decirle a Taiyou? Me está esperando, y yo tengo su coche.

    —Dile que tienes que quedarte porque... No sé. No le digas nada. ¿Qué es lo peor que puede hacer?

    Me estremezco. Se lo contará a mi madre, sin duda. De repente me siento furioso con Taiyou; no debería preocuparme de que mi novio se chive de mí a mi madre, aunque haga algo malo.

    —Además, probablemente ya esté durmiendo —dice Kyousuke.

    —No, no tiene manera de volver a su hotel.

    — ¿Su hotel? ¿Es que no se queda a dormir contigo?

    —No, ha reservado una habitación en un hotel cercano.

    —Y ¿tú te quedas allí con él?

    —No, él duerme allí —digo algo avergonzado—, y yo en mi habitación.

    — ¿Seguro que no es ciego o idiota? —pregunta Kyousuke, y sus ojos inyectados en sangre brillan de diversión.

    — ¡Por supuesto que no lo es!

    —Perdona, pero es que hay algo que no me encaja. Si fueras mío, no sería capaz de mantenerme alejado de ti. Te follaría a cada ocasión que tuviera.

    Me quedo boquiabierto. Las palabras groseras de Kyousuke surten un extraño efecto en mí. Me pongo colorado y aparto la vista.

    —Vayamos adentro —lo oigo decir—. Los árboles no paran de balancearse, y creo que eso es un indicio de que he bebido demasiado.

    — ¿Vas a dormir aquí? —Había dado por hecho que volvería a la casa de la fraternidad.

    —Sí, y tú también. Vamos.

    Me agarra de la mano y nos dirigimos a la puerta trasera. Tendré que buscar a Fey e intentar explicarle lo que ha visto a través de la puerta. No sé qué me está pasando, así que no tengo muy claro cómo voy a explicárselo, pero debo conseguir que lo entienda de alguna manera. Mientras cruzamos la cocina, veo que el desastre está casi recogido del todo.

    —Tendrás que limpiar el resto mañana —le digo a Kyousuke, y él asiente.

    —Lo haré —promete. Otra promesa que espero que cumpla.

    Con mi mano en la suya, me guía hacia la enorme escalera. Rezo para que no nos encontremos con Fey por el pasillo, y me siento aliviada al ver que no lo hacemos. Kyousuke abre la puerta que da a una habitación totalmente oscura y tira de mí despacito para que pase.

    Mis ojos se adaptan a la oscuridad, aunque la única claridad que hay es la de la luz de la luna que se filtra por el amplio ventanal.

    — ¿Kyousuke? —susurro.

    Oigo que maldice al tropezar con algo e intento no reírme.

    —Estoy aquí —dice, y enciende una lámpara del escritorio.

    Observo la enorme habitación, que me recuerda a la de un hotel. Una cama con dosel con sábanas oscuras está centrada contra la pared que hay al otro extremo del cuarto; parece de tamaño extra grande, con al menos veinte almohadones encima. El escritorio de madera de cerezo también es enorme, y el monitor del ordenador que reposa sobre éste es más grande que el televisor de mi habitación en la residencia. El gran ventanal tiene un banco adosado, mientras que las demás ventanas están cubiertas por unas gruesas cortinas azul marino que impiden que entre la luz de la luna.

    —Éste es mi... cuarto —dice Kyousuke, y se frota el cuello con la mano. Parece casi avergonzado.

    — ¿Tienes un cuarto aquí? —pregunto, aunque es evidente que sí.

    Es la casa de su padre, y Fey vive aquí. Él me dijo que Kyousuke nunca venía, así que tal vez por eso parece más un museo, con todo nuevo y un aire muy impersonal.

    —Sí... Nunca he dormido aquí... hasta esta noche.

    Se sienta en un baúl que hay a los pies de la cama y se desata las botas. Se quita los calcetines y los mete dentro del calzado. No puedo creerme que vaya a formar parte de una primera vez de algo para Kyousuke.

    —Vaya, ¿y eso por qué? —pregunto, aprovechándome de su ebria honestidad.

    —Porque no quiero. Odio esta casa —responde en voz baja.

    Se desabrocha los pantalones negros y los desliza por sus piernas.

    — ¿Qué estás haciendo?

    —Desnudarme —responde, afirmando lo obvio.

    —Pero ¿por qué?

    Aunque una parte de mí está deseando sentir sus manos sobre mi cuerpo de nuevo, espero que no crea que voy a practicar sexo con él.

    —No querrás que duerma con vaqueros y botas —dice medio riéndose.

    Se aparta el pelo de la frente y éste se le queda de punta. Todos sus gestos avivan el fuego salvaje que recorre mi cuerpo.

    —Ah —respondo.

    Se quita la camiseta y yo aparto la mirada. Su estómago tatuado es perfecto. Me lanza la prenda pero no la cojo y dejo que caiga al suelo. Enarco una ceja y él sonríe.

    —Póntela para dormir. Supongo que no querrás meterme en la cama solo con tus bóxers o desnudo. Aunque, por supuesto, a mí no me importaría en absoluto que lo hicieras. —Me guiña un ojo y me río como un tonto.

    No puedo dormir con su camiseta, me sentiré demasiado desnudo.

    —Dormiré con lo que llevo puesto —decido.

    —Vale, como quieras; si prefieres estar incómodo, adelante.

    Se dirige a la cama, vestido sólo con su bóxer, y empieza a tirar los cojines de decoración de la cama al suelo.

    Me acerco y abro el baúl, que, como había imaginado, está vacío.

    —No los tires al suelo. Van aquí —le digo, pero él se ríe y arroja otro más al suelo.
    Gruñendo, recojo los cojines y los guardo en el baúl. Kyousuke se ríe de nuevo y retira el cubrecama antes de dejarse caer sobre el colchón. A continuación se lleva los brazos detrás de la cabeza, cruza los pies y me sonríe. Las palabras tatuadas en sus costillas se estiran por la posición de sus brazos. Su cuerpo largo y definido es exquisito.

    —No irás a lloriquear por tener que dormir en la cama conmigo, ¿verdad? —pregunta, y pongo los ojos en blanco.

    No pensaba hacerlo. Sé que está mal, pero deseo dormir en la cama con Kyousuke más de lo que he deseado nunca nada antes.

    —No, la cama es lo bastante grande para los dos —respondo con una sonrisa.

    No sé si es por su sonrisa o por el hecho de que sólo lleve puesto el bóxer, pero estoy de mucho mejor humor que antes.

    —Ése es el Tenma que a mí me gusta —bromea, y el corazón se me sale del pecho ante su elección de palabras. Sé que no le gusto, y que nunca le gustaré, no de esa manera, pero me ha encantado oírlo de sus labios.

    Me meto en la cama y me acurruco en un extremo, lo más alejado del cuerpo de Kyousuke que puedo. Un centímetro más y me caeré al suelo. Oigo cómo se ríe y me vuelvo para mirarlo.

    — ¿Qué te hace tanta gracia?

    —Nada —miente, y se muerde el labio para intentar no reírse.

    — ¡Dímelo! —digo haciendo pucheros.

    Sus ojos se centran en mi boca y se lame los labios antes de atrapar el piercing entre los dientes.

    —Nunca has dormido con alguien más, ¿verdad?

    Se pone de lado y se acerca un poco a mí.

    —No —respondo sencillamente, y su sonrisa se intensifica.

    Estamos sólo a medio metro de distancia y, sin pensar, alargo la mano y le toco con el dedo la mejilla. Él me mira a los ojos sorprendido. Me dispongo a apartar la mano, pero él me la coge y vuelve a pegarla a su cara, después empieza a subirla y a bajarla por su mejilla lentamente

    —No entiendo por qué nadie te ha follado todavía; con toda esa planificación que haces, debes de oponer una buena resistencia —dice, y trago saliva.

    —Nunca he tenido que resistirme con nadie —admito.

    Los chicos del instituto me encontraban atractivo y me tiraban los trastos, pero nadie intentó nunca hacerlo conmigo. Todos sabían que estaba con Taiyou; éramos populares y a los dos nos votaban como reyes del baile todos los años.

    —O estás mintiendo o fuiste a un instituto de ciegos —replica—. Sólo con mirarte los labios se me pone dura.

    Sofoco un grito ante sus palabras, y él se ríe. Acerca mi mano a su boca y la pasa por sus labios húmedos. Siento su aliento cálido en mis dedos, y me sorprende cuando saca los dientes y me muerde la yema del dedo índice con suavidad, lo que me provoca ese extraño hormigueo en la parte inferior del estómago. Desliza mi mano por su piel y las puntas de mis dedos recorren el tatuaje de una enredadera que tiene en el cuello. Kyousuke me observa detenidamente, pero no me frena.

    —Te gusta cómo te hablo, ¿verdad? —Su expresión es oscura, pero muy sexi... Contengo la respiración, y él sonríe—. Veo cómo te sonrojas, y oigo cómo se altera tu respiración. Contéstame, Tenma, utiliza esos labios carnosos que tienes —dice, y me río tímidamente.

    No sé qué otra cosa hacer. Jamás admitiré que sus palabras activan algo en lo más profundo de mi ser. Me suelta la mano pero envuelve mi muñeca con sus dedos y hace desaparecer el espacio que nos separa. Tengo calor, demasiado. Necesito refrescarme o no tardaré en empezar a sudar.

    — ¿Puedes encender el ventilador? —Pregunto, y él arruga la frente—. Por favor.

    Suspira, pero se levanta de la cama.

    —Si tienes calor, ¿por qué no te quitas toda esa ropa tan pesada?

    Su comentario me hace sonreír porque sé cuáles son sus verdaderas intenciones.

    —Deberías vestirte acorde con tu figura, Tenma. Esa ropa esconde todas tus curvas. Si no te hubiese visto sin ropa, jamás habría imaginado lo sexi que eres y las magníficas curvas que tienes.

    — ¿Qué sugieres que me ponga? ¿Medias de rejilla y tops palabra de honor?

    —No. Bueno, me encantaría verte con eso, pero no. Puedes taparte, pero llevar ropa de tu talla. Ese pantalón es algo ancho oculta el culo que tienes ¡Tienes un culo grandioso Tenma!

    — ¡Deja de usar esas palabras! —lo reprendo, y él sonríe.

    Vuelve a la cama y acurruca su cuerpo prácticamente desnudo cerca del mío. Sigo teniendo calor, pero los extraños cumplidos de Kyousuke me han infundido una nueva seguridad en mí mismo. Me levanto de la cama.

    — ¿Adónde vas? —pregunta asustado.

    —A cambiarme —contesto, y recojo su camiseta del suelo—. Date la vuelta y no mires —digo con los brazos en jarras.

    —No.

    — ¿Cómo qué no?

    —No pienso volverme. Quiero verte.

    —Ah, vale —digo.

    Sin embargo, me limito a sonreír, sacudo la cabeza y apago la luz.
    Kyousuke protesta, y yo sonrío para mis adentros mientras me bajo los pantalones. La dejo caer a mis pies, me desbrocho mi camisa y, de repente, se enciende otra luz.

    — ¡Kyousuke! ¡Eres todo un pervertido!
    Me apresuro a recoger su camisa y ponérmela encima. Él está apoyado sobre un codo y recorre mi cuerpo con la mirada sin ninguna vergüenza. Me ha visto con menos ropa, y sé que no va a hacerme caso, así que respiro hondo. He de admitir que estoy disfrutando de este juego. En el fondo sé que quiero que me mire, que me desee.

    —Ven aquí —susurra desde su posición.

    Entonces acallo la vocecita de mi subconsciente que me dice que huya lo más rápidamente que pueda y me dirijo a la cama. Kyousuke fija su mirada ardiente en mis ojos mientras me acerco a él. Apoyo la rodilla sobre el colchón y me doy impulso para subirme. Al mismo tiempo, él se incorpora de manera que su espalda queda apoyada contra la cabecera y me ofrece la mano. En el mismo instante en el que poso mi mano en la suya, la envuelve con los dedos y tira de mí hacia él. Coloco las rodillas a ambos lados de su cuerpo de manera que quedo a horcajadas sobre su regazo. Ya he hecho esto antes con él. Mantengo la espalda erguida apoyándome en las rodillas para que nuestros cuerpos no se toquen, pero Kyousuke no piensa permitirlo. Coloca las manos en mis caderas y me empuja hacia abajo suavemente. Su camiseta se arruga a mis costados, dejando mis muslos completamente al descubierto. En cuanto nuestros cuerpos se tocan siento mariposas en el estómago. Sé que esta felicidad no durará, y me siento como Cenicienta, esperando a que el reloj dé la hora y mi noche de dicha llegue a su fin.

    —Mucho mejor —dice, y me sonríe con malicia.

    Sé que está ebrio y que por eso está siendo tan agradable, bueno, agradable tratándose de él, pero ahora mismo no me importa. «Si de verdad ésta es la última vez que voy a estar con él, así es como quiero pasarla», me digo, y no paro de repetírmelo. Esta noche puedo comportarme como quiera con Kyousuke, porque cuando llegue la luz del día, voy a decirle que no vuelva a acercarse a mí jamás, y él lo aceptará. Es lo mejor, y sé que es lo que querrá él también cuando se le pase la borrachera. En mí defensa, he de decir que Kyousuke me embriaga tanto como a él la botella de whisky que ha ingerido. También me repito esto a mí mismo constantemente. Él sigue mirándome directamente a los ojos, y empiezo a ponerme nervioso. ¿Qué he de hacer ahora? No tengo ni idea de hasta dónde quiere llevar esto, y no quiero quedar como un idiota intentando tomar la iniciativa. Parece darse cuenta de mi expresión de apuro.

    — ¿Qué pasa? —pregunta, y acerca la mano a mi cara. Con su dedo me acaricia suavemente y yo cierro los ojos de manera involuntaria ante su caricia sorprendentemente suave.

    —Nada..., es que no sé qué hacer —admito, y bajo la mirada.

    —Haz lo que quieras, Tenma. No te comas la cabeza.

    Me inclino un poco hacia atrás para dejar al menos treinta centímetros de distancia entre nuestros cuerpos y levanto la mano hacia su torso desnudo. Lo miro para pedirle permiso y él asiente. Pego las dos manos contra su pecho con suavidad y veo cómo cierra los ojos. Mis dedos trazan el contorno de las aves que tiene tatuadas y descienden hasta el árbol muerto de su estómago. Parpadea mientras recorro la frase que tiene escrita en las costillas. Su expresión es relajada, pero su pecho asciende y desciende más agitado que hace unos instantes. Incapaz de controlarme, bajo la mano y cuelo el dedo índice por debajo del elástico de su bóxer. Abre los ojos al instante y parece nervioso.

    — ¿Puedo... eh... tocarte? —pregunto con la esperanza de que capte a qué me refiero sin necesidad de tener que decirlo.

    No me reconozco. ¿Quién es este chico que está montando a esta persona y pidiéndole permiso para tocarlo... ahí abajo? Vuelvo a pensar en lo que me ha dicho antes acerca de que soy yo mismo cuando estoy con él. Puede que tenga razón. Me encanta cómo me siento ahora mismo. Me gusta la electricidad que recorre mi cuerpo cuando estamos así.

    Asiente.

    —Por favor.

    De modo que bajo la mano, por debajo de la prenda interior, y alcanzo lentamente el ligero bulto que se esconde bajo la tela. Contiene el aliento mientras lo rozo con la mano. No sé qué hacer, así que simplemente sigo tocándolo, pasando los dedos arriba y abajo. Me da demasiada vergüenza mirarlo, por lo que mantengo la vista fija en su creciente entrepierna.

    — ¿Quieres que te enseñe lo que tienes que hacer? —pregunta en voz baja y temblorosa. Su actitud presuntuosa se ha transformado en algo misterioso.

    Asiento y Kyousuke coloca la mano sobre la mía y me la baja para que lo toque de nuevo. Me abre la mano y coloca mis dedos unidos alrededor de su miembro. Cuando lo oigo coger aire súbitamente, lo miro de la manera que pueda. Aparta la mano de la mía y me proporciona control absoluto.

    —Joder, Tenma, no hagas eso —gruñe. Confundido, detengo la mano y estoy a punto de retirarla —No, no, eso no. Sigue haciendo eso. Me refería a que no me miraras de esa manera.

    — ¿De qué manera?

    —De esa manera tan inocente, porque me dan ganas de hacerte un montón de perversiones.

    Quiero tumbarme sobre la cama y dejar que me haga lo que quiera. Quiero ser suyo, liberarme por un momento de lo que sea que hace que tenga tanto temor algunas veces. Le sonrío débilmente y empiezo a mover la mano de nuevo. Quiero quitarle los calzoncillos, pero me da miedo. Un gemido escapa de sus labios y lo agarro con más fuerza; quiero oír ese sonido de nuevo. No sé si debería mover la mano más rápido o no, de modo que mantengo mis movimientos lentos pero firmes, y a él parece gustarle. Me inclino y pego los labios contra la húmeda piel de su cuello, lo que provoca otro gemido por su parte.

    —Joder, Tenma, me encanta sentir tu mano alrededor de mí. —Aprieto con algo más de fuerza y hace una mueca de dolor—. No tan fuerte, nene —dice con una voz suave que suena como si nunca pudiera volver a ser el mismo que se burlaba de mí.

    —Perdona —repongo, y le beso el cuello de nuevo.

    Lamo la piel que tiene debajo de la oreja y su cuerpo salta como un resorte. Apoya las manos sobre mi trasero

    — ¿Puedo... tocarte… yo… también? —dice con voz áspera y descontrolada.

    Me fascina el efecto que ejerzo sobre él. Asiento, y sus ojos se iluminan de emoción. Cuela sus manos temblorosas por debajo de mi bóxer en cuanto sus dedos tocan con tanta destreza que por un momento pienso en cuántas veces lo habrá hecho antes. Me obligo a no pensar en eso. Baja mi bóxer y cuando lo saca lo tira al suelo, vuelve a meter las manos por debajo y me “toca” de nuevo al tiempo que se inclina para besarme. Gimo en su boca y alargo la mano para volver a agarrar su miembro.

    —Joder, Tenma, voy a correrme —dice, y siento una humedad a pesar de que solo me está tocando ahí.

    Creo que podría correrme también con sólo oír sus gemidos y sentir sus manos. Sus piernas se tensan por debajo de mí y su beso se vuelve descuidado. Deja caer las manos a los costados. Entonces siento cómo la humedad se extiende a través de su bóxer y aparto la mano. Nunca había hecho que nadie se corriera. Observo la mancha de humedad en los calzoncillos de Kyousuke y me encanta el control que siento que tengo sobre él. Me encanta ser capaz de proporcionarle a su cuerpo tanto placer como él se lo proporciona al mío.

    Él deja caer la cabeza hacia atrás y respira hondo unas cuantas veces mientras yo permanezco sentado sobre sus muslos sin saber qué hacer. Al cabo de un momento, abre los ojos, levanta la cabeza y me mira. Una leve sonrisa se dibuja en su rostro, y se inclina hacia adelante para besarme en la frente.

    —Nunca me había corrido así —dice, y vuelvo a sentir vergüenza.

    — ¿No lo he hecho bien? —pregunto, e intento levantarme de sus piernas. Me lo impide.

    — ¿Qué? No, lo has hecho de maravilla. Normalmente necesito algo más aparte de que alguien me toque por encima de los calzoncillos.

    Me muero de celos. No quiero pensar en todas las otras personas que habrán hecho que Kyousuke se sienta así. Al percatarse de mi silencio, me coge de las mejillas y me acaricia la sien con el pulgar. Me consuela el hecho de que los demás hayan tenido que esforzarse más que yo, pero aun así desearía que no hubiese otros. No sé por qué me siento de este modo. Kyousuke y yo no estamos juntos.

    Nunca vamos a salir ni a hacer nada más que esto pero, ahora mismo, sólo quiero disfrutar del momento, solos él y yo. Me río al pensar eso. No soy de esa clase de personas que «viven el momento».

    — ¿En qué estás pensando? —me pregunta, pero yo niego con la cabeza.

    No quiero hablarle de mis celos. No es justo, y no quiero tener esa conversación.

    —Vamos, Tenma, dímelo —dice, y yo niego con la cabeza otra vez.

    Entonces hace algo nada propio de él: me agarra de las caderas y empieza a hacerme cosquillas. Grito muerto de la risa y me dejo caer sobre la blanca cama. Sigue haciéndome cosquillas hasta que ya no puedo respirar. Su risa retumba por toda la habitación, y es el sonido más bonito que he oído jamás. Nunca lo había oído reír de esta manera, y algo me dice que casi nadie lo habrá hecho. A pesar de sus muchos defectos, me siento afortunado de poder verlo así.

    — ¡Vale, vale! ¡Te lo diré! —chillo, y se detiene.

    —Buena decisión —asiente. Pero entonces baja la mirada y añade—: Pero espera un momento. Tengo que cambiarme los calzoncillos.

    Me ruborizo. Pero ya también debo ponerme los míos ya que Kyousuke los arrojo al piso o mejor dicho los acaba de recoger por lo que veo y los tiene en su mano

    Kyousuke se acerca a la cómoda, abre el primer cajón, saca un bóxer de cuadros azules y blancos y lo sostiene en el aire con cara de asco.

    — ¿Qué pasa? —pregunto recostado sobre el codo con la cabeza apoyada en la mano.

    —Esto es horrible —dice.

    Me río, pero también me alegro de que mis dudas sobre si había ropa o no en la cómoda se hayan resuelto por fin. La madre de Fey o el padre de Kyousuke deben de haber comprado toda la ropa de la habitación para él, y es triste que comprasen todo esto y llenasen la cómoda con la esperanza de que Kyousuke viniera algún día.

    —No están tan mal —le digo, y pone los ojos en blanco.

    No creo que haya nada que le quede mejor que su bóxer ajustado de siempre, pero tampoco creo que haya nada que pueda quedarle mal.

    —En fin, a caballo regalado... Vuelvo enseguida —dice, y sale del cuarto vestido sólo con los calzoncillos mojados.

    «Mierda. ¿Y si Fey lo ve? Qué humillación.» Mañana a primera hora tengo que buscar a Fey y explicarle lo que ha pasado. Pero ¿qué voy a decirle? ¿Que no es lo que parecía? ¿Que sólo estábamos hablando, y entonces accedí a pasar la noche con él, y no sé cómo acabé sin bóxer y con la camiseta de Kyousuke y le hice lo más parecido que he hecho a una paja? Eso suena fatal.

    Apoyo la cabeza en la almohada y miro al techo. Considero levantarme y comprobar mi móvil, pero no lo hago. Lo último que necesito ahora es leer mensajes de Taiyou. Seguramente estará asustado pero, la verdad, mientras no se lo cuente a mi madre, no me importa cómo debería. Si he de ser completamente sincero conmigo mismo, no he sentido lo mismo por él desde que besé a Kyousuke por primera vez. Quiero a Taiyou siempre lo he querido. Pero empiezo a preguntarme si realmente lo quiero como novio o como a alguien con quien quiero pasar el resto de mi vida, o si lo quiero porque me aportaba estabilidad. Siempre que lo he necesitado ha estado ahí y, en apariencia, somos la pareja perfecta, pero no puedo pasar por alto lo que siento cuando estoy con Kyousuke. Nunca había tenido esta clase de sensaciones. Y no me refiero sólo a cuando estamos el uno encima del otro, sino a las mariposas que siento cuando me mira, a cómo necesito verlo desesperadamente incluso cuando estoy furioso con él y, principalmente, a cómo invade mis pensamientos incluso cuando intentó convencerme a mí mismo de que lo detesto.
    Kyousuke se ha introducido en mi sistema, por más que intente negarlo. Estoy en su cama en lugar de con Taiyou. Entonces, la puerta se abre e interrumpe mis pensamientos. Miro hacia allí y veo a Kyousuke con los calzoncillos de cuadros y me río. Le están un poco grandes, y son mucho más largos que su bóxer habitual pero, de todos modos, le sientan genial.

    —Me gustan. —Sonrío y él me fulmina con la mirada, apaga la luz y enciende el televisor.

    Se mete en la cama y se tumba cerca de mí.

    — K-Kyousuke ¿Podrías pasarme mi bóxer? — Lo tiene en su mano siento un alivio al ver que me lo entrega y yo me lo coloco inmediatamente

    —Bueno, ¿qué ibas a decirme? —me pregunta. Esperaba que se le hubiese olvidado—. No te hagas el tímido ahora. Acabas de hacer que me corra en los calzoncillos —bromea, y me acerca hacia sí.

    Entierro la cabeza en la almohada y se echa a reír. Asomo la cabeza de nuevo y él me acomoda el me da un tierno beso en los labios. Es la primera vez que me besa así, y me parece un gesto más íntimo que cuando nos besamos con lengua. Apoya la cabeza en la almohada y cambia de canal. Quiero decirle que me abrace hasta que me quede dormido, pero tengo la sensación de que él no es de la clase de chicos que se acurrucan con su pareja.
    «Quiero ser buena persona por ti, Tenma.» Sus palabras se reproducen en mi cabeza y me pregunto si lo decía de verdad o si era el alcohol el que hablaba.

    — ¿Todavía estás borracho? —pregunto, y apoyo la cabeza en su pecho. Se pone rígido, pero no me aparta.

    —No, creo que nuestra competición de gritos en el patio me ha despejado —dice. Sostiene el mando a distancia con una mano mientras mantiene la otra suspendida en el aire sin saber muy bien qué hacer con ella.

    —Bueno, al menos, de nuestra discusión ha salido algo positivo.

    Gira la cabeza hacia mí.

    —Sí, supongo —dice, y por fin apoya la mano en mi espalda.

    Su abrazo me reconforta de una manera increíble. Me diga las cosas horribles que me diga mañana, no podrá arrebatarme este momento. Éste se ha convertido en mi nuevo lugar favorito, con mi cabeza apoyada en su pecho y su mano sobre mi espalda.

    —Creo que en realidad me gusta más el Kyousuke ebrio —digo bostezando.

    — ¿En serio? —repone, y me mira de nuevo.

    —Puede —bromeo, y cierro los ojos.

    —Se te da fatal desviar la atención de las cosas. Y ahora, habla.

    —Estaba pensando en todas las personas con las que has..., ya sabes, hecho cosas.

    Intento esconder el rostro en su pecho, pero él deja el mando sobre la cama y me levanta la barbilla para que lo mire.

    — ¿Por qué estabas pensando en eso?
    —No lo sé..., porque no tengo ninguna experiencia, y tú tienes mucha. Furetsu incluido —contesto.

    Cada vez que me los imagino juntos, me dan ganas de vomitar.

    — Espera…. ¿Estás celoso, Tenma? —dice con voz socarrona.

    —No, claro que no —miento.

    —Entonces, no te importará que te dé detalles, ¿verdad?

    — ¡No! ¡Por favor, no lo hagas! —le ruego, y él se ríe y me estrecha con su brazo un poco más. No dice nada más al respecto, y siento un alivio tremendo. No podría soportar oír los detalles de sus escarceos. Noto que empiezan a pesarme los párpados e intento centrarme en la televisión. Me siento tan a gusto aquí, entre sus brazos...

    —No te estarás durmiendo, ¿verdad? Aún es pronto —dice, pero sus palabras apenas logran espabilarme.

    — ¿En serio?
    Tengo la sensación de que son, por lo menos, las dos de la mañana. He llegado aquí sobre las nueve.

    —Sí, son sólo las doce.

    —Eso no es pronto. —Bostezo de nuevo.

    —Para mí, sí. Además, quiero devolverte el favor.

    La piel me arde al instante.

    —Te apetece que lo haga, ¿verdad? —ronronea, y yo trago saliva.

    Por supuesto que quiero. Lo miro e intento ocultar mi sonrisa ansiosa. Sin embargo, se da cuenta y, con un rápido pero delicado movimiento, hace que cambiemos de postura, de manera que queda suspendido encima de mí. Apoya el peso en un solo brazo y baja la otra mano. Levanto la pierna hasta su costado y, cuando flexiono la rodilla, él desliza la mano desde mi tobillo hasta la parte superior de mi muslo.

    —Eres tan suave... —dice, y repite el movimiento.

    Me da un apretón en el muslo y me da un escalofrió en cuestión de segundos. Kyousuke se inclina y me da un beso en un lado de la rodilla. El gesto hace que estire la pierna como por acto reflejo. Me la coge y se ríe mientras la envuelve con su brazo.

    «¿Qué va a hacer?» La anticipación me está matando.

    —Quiero saborearte entero, Tenma —dice con la vista fija en mi rostro para analizar mi reacción.

    Se me seca la boca al instante. « ¿Por qué me pide besarme si sabe que puede hacerlo cuando quiera?» Separo los labios y lo espero.

    —No. Aquí abajo —me explica deslizando agarrando mi trasero

    Debe de estar sorprendido ante mi tremenda falta de experiencia, pero al menos intenta contener la sonrisa. Me hace ponerme en cuatro levantando un poco el trasero y me toca con el dedo por encima de esa tela que me cubre, lo que provoca que inspire súbitamente y contenga el aliento. Sus dedos acarician suavemente allí

    —Ya estás mojado. —Su voz es más grave que de costumbre. Su aliento caliente me arde en la piel —. Háblame, Tenma. Dime cuánto lo deseas.

    Sonríe y yo me estremezco cuando aplica más presión en mi zona trasera con sus dedos. Soy incapaz de articular una palabra porque mi cuerpo está en llamas a causa de sus caricias.
    Unos segundos después, aparta la mano y gimo en señal de protesta.

    —No quería que pararas —imploro.

    —No has dicho nada —responde, y yo reculo.

    — ¿Es que no era evidente? —le pregunto al tiempo que me dispongo a moverme haciendo un puchero

    Él se incorpora y hace un movimiento dejándome inmóvil en esa posición

    —Dilo —me ordena.

    Sé que sabe perfectamente que lo deseo, pero quiere que lo diga en voz alta. Asiento y él menea el dedo de un lado a otro delante de mí.

    —Nada de asentir. Dime que quieres que lo haga, nene —insiste.

    ¿Merece la pena que me humille y le diga a Kyousuke que quiero que me... bese ahí a cambio de la sensación que puedo obtener si lo hace? Si es parecido a lo que me hizo con los dedos el otro día, sí que merece la pena.

    —Quiero que lo hagas —digo en un susurro

    — ¿Quieres que haga qué, Tenma?

    —Pues eso..., besarme —digo, y su sonrisa se intensifica.

    Me deposita un beso en la espalda

    — ¿Era esto lo que querías? —dice con una sonrisa traviesa, y le doy una palmada en el brazo.

    —Bésame... ahí. —Me pongo colorado y me tapo la cara con las manos. Él me las aparta, riéndose, y lo miro con el ceño fruncido—. Me estás haciendo pasar vergüenza a propósito. —Sus manos todavía están sobre las mías.

    —No pretendo hacerte pasar vergüenza. Sólo quiero oír lo que quieres de mí.

    —Ya no importa… —digo, y suspiro sonoramente.

    Siento vergüenza, y tal vez tenga las hormonas revolucionadas y estén confundiendo mis emociones, pero ahora el momento ha pasado y estoy furioso con su ego y su constante necesidad de provocarme. Al ver que disminuye la fuerza con la que me inmovilizaba rápidamente doy la vuelta y me pongo de lado, de espaldas a él, y me cubro con la sábana.

    —Oye, lo siento —dice, pero finjo no oírlo.

    Sé que una parte de mí sólo está enfadado conmigo mismo por convertirme en el típico adolescente salido cuando estoy cerca de él.

    —Buenas noches —le espeto, y oigo cómo suspira con resignación.

    Masculla algo por lo bajo que suena como «vale», pero no le pido que lo repita. Me obligó a cerrar los ojos e intento pensar en otras cosas que no sean la lengua de Kyousuke o el modo en que su brazo me cubre el cuerpo mientras me quedo dormido.

    Tengo calor, demasiado calor. Intento destaparme pero no lo consigo. Cuando abro los ojos me viene a la mente la noche anterior: Kyousuke gritándome en el patio, el whisky en su aliento, el cristal roto en la cocina, Kyousuke besándome, Kyousuke gimiendo mientras lo tocaba, su bóxer mojado. Intento levantarme, pero pesa demasiado. Tiene la cabeza apoyada sobre mi pecho y el brazo alrededor de mi cintura, cubriéndome por completo con su cuerpo. Me sorprende que acabáramos así; debe de haberse movido durmiendo. Admito que no quiero salir de la cama, ni separarme de Kyousuke, pero tengo que hacerlo. Tengo que volver a mi habitación. Taiyou está ahí. Taiyou. Taiyou...

    Empujo con suavidad el hombro de Kyousuke y lo coloco boca arriba. Se da la vuelta y se pone boca abajo, gruñendo, pero no se despierta. Me apresuro a levantarme y recojo mi ropa del suelo. Como el cobarde que soy, quiero marcharme de aquí antes de que se despierte. No creo que le importe, así no tendrá que malgastar energías hiriéndome a propósito si me marcho por mi propia voluntad. Esto es lo mejor para los dos.

    A pesar de lo mucho que nos reímos juntos ayer, nada es igual a la luz del día. Kyousuke recordará que nos entendimos bastante bien anoche, y sentirá la necesidad de ser aún más detestable para compensarlo. Es su manera de actuar, pero esta vez no estaré ahí para aguantarlo. Ayer, por un instante, se me pasó por la mente que tal vez nuestra noche juntos lo haría cambiar de opinión, haría que quisiera tener algo más conmigo. Pero sé que no es así.

    Doblo su camiseta, la coloco sobre la cómoda. Mi ropa está arrugada por haber estado tirada en el suelo, pero ésa es la menor de mis preocupaciones en este momento. Me visto, me pongo los zapatos y, mientras abro la puerta, pienso que una miradita más no me va a matar.

    Kyousuke sigue durmiendo. Su pelo revuelto descansa sobre la almohada y su brazo está ahora extendido hacia un costado. Está tan sereno, tan guapo a pesar de los piercings de metal que salpican su rostro... Me doy la vuelta y giro el pomo.

    — ¿Tenma?

    Se me cae el alma a los pies. Me vuelvo lentamente hacia Kyousuke, esperando ver sus severos ojos ámbares mirándome con furia, pero están cerrados; ahora está frunciendo ligeramente el ceño, pero sigue dormido. No sé si me alivia que esté dormido o si me entristece que haya pronunciado mi nombre en sueños. «Pero ¿lo ha hecho o estoy empezando a tener alucinaciones?» Salgo de la habitación y cierro la puerta con cuidado. No tengo ni idea de cómo se sale de esta casa. Avanzo por el pasillo y siento alivio al encontrar la escalera fácilmente. Desciendo por ella y casi choco con Fey. Se me acelera el pulso mientras intento pensar en algo que decir. Sus ojos analizan mi rostro y permanece en silencio, esperando una explicación, supongo.

    —Fey..., yo... —No tengo ni idea de qué decir.

    — ¿Estás bien? —pregunta preocupado.

    —Sí, estoy bien. Debes de pensar que...

    —No pienso nada. Te agradezco de verdad que vinieras anoche. Sé que no te gusta Tsurugi, y significa mucho para mí que vinieras a ayudarme a controlarlo.

    «Vaya. Qué bueno es. Demasiado bueno.» Casi deseo que me diga lo disgustado que está de que haya pasado la noche con Kyousuke, dejando a mi novio solo en mi cuarto después de llevarme su coche y correr al rescate sólo para sentirme todo lo mal que debería.

    —Entonces ¿Kyousuke y tú volvéis a ser amigos? —pregunta, y yo me encojo de hombros.

    —No tengo ni idea de lo que somos. No sé lo que estoy haciendo. Es que... él... —Empiezo a sollozar.

    Fey me estrecha entre sus brazos para darme un abrazo de consuelo.

    —Tranquilo. Sé que a veces puede ser horrible —dice con voz suave.

    Un momento..., cree que estoy llorando porque Kyousuke me ha hecho algo espantoso. Seguramente jamás imaginaría que estoy llorando por lo que siento por él. Tengo que largarme de aquí antes de arruinar la buena opinión que Fey tiene de mí y antes de que Kyousuke se despierte.

    —Debo irme —digo—. Taiyou me estará esperando.

    Fey me sonríe con comprensión y se despide de mí.

    Me monto en el coche de Taiyou y conduzco de regreso a la residencia lo más rápido que puedo, llorando durante la mayor parte del trayecto. ¿Cómo voy a explicarle todo esto a Taiyou? Sé que tengo que hacerlo, no puedo mentirle. No quiero ni imaginarme el daño que le voy a hacer. Soy una persona horrible por hacerle esto. ¿Por qué no me habré mantenido alejado de Kyousuke?

    Me calmo todo lo que puedo antes de dejar el coche en el aparcamiento de estudiantes. Camino todo lo despacio que soy capaz, sin saber muy bien cómo voy a enfrentarme a Taiyou. Cuando abro la puerta de mi habitación, lo encuentro tumbado sobre mi pequeña cama, mirando al techo. Salta en cuanto me ve entrar.

    — ¡Joder, Tenma! ¡¿Dónde has estado toda la noche?! ¡Te he llamado sin parar! —grita.

    Es la primera vez que me levanta la voz. Hemos discutido antes, pero esto resulta bastante intimidante.

    —Taiyou, lo siento muchísimo, de verdad. Fui a casa de Fey porque Kyousuke estaba borracho y estaba destrozándolo todo, y supongo que no me di cuenta de la hora que era. Cuando terminamos de recogerlo todo ya era muy tarde y se me había acabado la batería —miento.

    No me puedo creer que esté mintiéndole a la cara. Después de todas las veces que ha estado ahí cuando lo he necesitado, aquí estoy yo ahora, mintiéndole descaradamente. Sé que debería contárselo, pero no quiero hacerle daño.

    —Y ¿por qué no me has llamado desde otro teléfono? —Dice en tono agresivo, pero entonces hace una pausa—. Bueno, olvídalo. ¿Tsurugi estaba destrozándolo todo? ¿Estás bien? ¿Por qué te quedaste allí si estaba siendo agresivo?

    Tengo la sensación de que me está haciendo mil preguntas a la vez, y empiezo a agobiarme.

    —No estaba siendo agresivo; sólo estaba borracho. Nunca me haría daño —digo, y me tapo la boca, deseando desesperadamente poder tragarme esas últimas palabras.

    — ¿Qué quieres decir con que «nunca te haría daño»? ¡No lo conoces, Tenma! —exclama, y se aproxima a mí.

    —Quería decir que no me haría daño físicamente. Lo conozco lo suficiente como para saber eso. Sólo estaba intentando ayudar a Fey, que también estaba allí — contesto.

    Pero lo cierto es que Kyousuke sí me haría daño. Emocionalmente ya lo ha hecho, y estoy seguro de que volvería a hacerlo. Sin embargo, aquí estoy, defendiéndolo.

    —Creía que ibas a dejar de relacionarte con esa clase de gente. Nos lo prometiste a tu madre y a mí. Tenma, esas compañías no te hacen ningún bien. Has empezado a beber y a pasarte toda la noche de fiesta, y anoche me dejaste aquí tirado. No sé para qué me has hecho venir si luego te marchas así. —Se sienta y apoya la cabeza entre las manos.

    —No son malas personas; tú no los conoces. ¿Desde cuándo eres tan sentencioso? —le pregunto.

    Debería estar suplicándole que me perdonara por lo mal que lo he tratado, pero no puedo evitar sentirme irritado por cómo está hablando de mis amigos. «Especialmente de Kyousuke», puntualiza la voz de mi conciencia, y me dan ganas de asesinarla.

    —No soy sentencioso, pero tú nunca te habías relacionado con góticos antes.

    — ¿Qué? Taiyou, sólo son ellos mismos —respondo, y estoy tan sorprendido ante mi tono rebelde como él.

    —Me da igual. No me gusta que salgas con ellos. Te están cambiando. Ya no eres el mismo Tenma del que me enamoré. —No detecto malicia en su tono. Sólo tristeza.

    —Verás, Taiyou... —empiezo, pero entonces la puerta se abre de golpe.

    Mi mirada sigue la línea de visión de Taiyou hasta un furioso Kyousuke que acaba de irrumpir en la habitación.

    Miro a Kyousuke, después a Taiyou, y luego a Kyousuke otra vez. Sé que esto no va a acabar bien.

    — ¿Qué haces tú aquí? —le pregunto a Kyousuke, aunque no quiero saber la respuesta, y menos delante de Taiyou.

    — ¿Tú qué crees? Te has marchado a hurtadillas cuando dormía. ¡¿A qué coño ha venido eso?! — brama.

    Contengo el aliento mientras su voz retumba contra las paredes. El rostro de Taiyou se inunda de ira, y sé que está empezando a encajar las piezas del rompecabezas. Me encuentro dividido entre explicarle a mi novio lo que está pasando o tratar de explicarle a Kyousuke por qué me he marchado.

    — ¡Contéstame! —Grita Kyousuke, y se planta delante de mí. Me sorprendo al ver que Taiyou se interpone entre nosotros.

    —No le grites —le advierte.

    Me quedo paralizado mientras observo el rostro de Kyousuke enfureciéndose. ¿Por qué está tan enfadado porque me haya ido? Anoche se burlaba de mi falta de experiencia, y probablemente me habría echado él de todas maneras. Tengo que decir algo antes de que todo esto me explote en la cara.

    —Kyousuke..., por favor, no hagas esto —le ruego.

    Si se marcha ahora, puedo intentar explicarle a Taiyou lo que está sucediendo.

    — ¿Que no haga qué, Tenma? —pregunta, y empieza a caminar alrededor de Taiyou
    .
    Espero que mi novio mantenga la distancia. No creo que Kyousuke vacilase a la hora de golpearlo. Taiyou está bastante fuerte de jugar al fútbol, sobre todo en comparación con el cuerpo definido y fibroso de Kyousuke, pero estoy convencido de que él es capaz de repartir lo suyo, y probablemente vencería. ¿Cómo ha cambiado tanto mi vida que ahora tengo que preocuparme de que Taiyou y Kyousuke no se peleen?
    —Kyousuke, por favor, márchate y ya hablaremos de esto más tarde —digo intentando calmar los ánimos.

    Pero Taiyou niega con la cabeza.
    — ¿Hablar de qué? ¿Qué coño está pasando aquí, Tenma?

    —Díselo. Vamos, díselo —insiste Kyousuke

    No me puedo creer que esté haciendo esto. Sé hasta qué punto puede ser cruel, pero esto ya se pasa.

    — ¿Qué es lo que tienes que decirme, Tenma? —pregunta Taiyou, y veo que su actitud es agresiva a causa de Kyousuke, pero se suaviza cuando se dirige a mí.

    —Nada, lo que ya sabes, que he pasado la noche en casa de Kyousuke y Fey —miento.

    Intento mirar a Kyousuke a los ojos con la esperanza de que acabe con esto de inmediato, pero él aparta la mirada.

    —Díselo, Tenma, o lo haré yo —ruge.

    Sé que está todo perdido. Sé que ya no tiene sentido ocultarlo, y me echo a llorar. Pero quiero que Taiyou lo sepa de mi boca, no de la del capullo engreído que nos ha llevado a este punto. Me siento humillado, no por mí, sino por Taiyou. No se merece esto, y me avergüenzo de cómo lo he tratado y de lo que voy a tener que confesarle delante de Kyousuke…
    ___________________________________________________________________________

    Perdonen si hay errores o algo pero lo acabo de hacer con todo el sueño que tengo ademas acabo de llegar de un viaje con mi madre
     
    Top
    .
  7. »Seiryu Urameshi«
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    OMGGGG! Este capitulo ha sido fabuloso!
    De verdad que si Tsurugi quisiera sería mejor novio para Tenma, con coshinadas(?) y todo pero lo sería, ah.
    ¡Pensé de todas, pero nunca se me vino a la mente que Tsurugi entrara a la habitación! ¡Se va a liar a lo grande! Espero con grandes ansias la conti, y espero eso no se haya sonado a presión, tomate tu tiempo. Y ojalá hayas tenido un buen viaje, nos leemos ♡ ✌
     
    Top
    .
  8. kyosukextenma
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    No tranquila no veo errores yo ajajajja y el conty es de primera !! Las emociones todo lo sucedido woww cuando se separaron de esa manera sabia que tenma habría seguido de nuevo a tsurugi aunque eso implique caer de nuevo en la Red de el .... ahhh los momentos en la casa de fey fueron woww descubrimos su historia y ahora vimos un momento muy tierno pero que fue todo arruinado al final ..... no puedo creer lo que le haga eso a tenma pero siento que es necesario eso chico se pasa demasiado si continúa así va ser un mal para los tres ! Es mejor de esta manera .... así podremos ver como se resuelve esto ... bueno espero conty estoy muy ansiosa en saber como llevará esto !!
     
    Top
    .
  9. Tenma-kun
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Quiero conty porfa a hola de nuevo Kyousukextenma-sempai,Immature overactive tu tambien eres una de las personas que estoy empezando a admirar

    Como seria que Taiyou y Tsurugi se volvieran novios de Tenma y montaran un trio y ...y... mejor me callo y dejo que la historia siga de todos modos conty porfa :=uuum: :=uuhuhuhus: :=ummse: :=dgdgdf:
     
    Top
    .
  10.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    yaoi ( ͡° ͜ʖ ͡°)
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    740
    Location
    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

    Status
    Offline
    genial como siempre no comento mucho por ya es tarde aqui m encanta kyaa espero conti
     
    Top
    .
  11. Mio_Shizuka
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Waaaaaaa *O* tantas emociones y descubrimientos en un solo capitulo!
    Tampoco veo errores, estoy ansiosa por ver como acaba la situación!
    Espero conty!
    Sayoo! :=FOXXIN:
     
    Top
    .
  12. Immature Overactive
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capitulo 7


    — Taiyou..., yo... Kyousuke y yo hemos estado... —empiezo.

    —Dios mío —balbucea él, y sus ojos empiezan a humedecerse.

    « ¿Cómo he podido hacerle esto? ¿En qué demonios estaba pensando?» Taiyou es tan bueno..., y Kyousuke, en cambio, es tan cruel que es capaz de hacer que le rompa el corazón delante de él. Taiyou se lleva las manos a la frente y sacude la cabeza.

    — ¿Cómo has podido, Tenma? Después de todo lo que hemos vivido juntos. ¿Cuándo empezó esto? —Las lágrimas descienden por su rostro desde sus brillantes ojos.

    Jamás me había sentido tan mal. Yo he provocado esas lágrimas. Miro a Kyousuke y el odio que siento hacia él es tan intenso que lo empujo en lugar de contestarle a Taiyou. Lo pillo desprevenido y se tambalea hacia atrás, pero recupera el equilibrio antes de caerse.

    —Taiyou, lo siento muchísimo —digo—. No sé en qué estaba pensando.

    Corro hacia mi novio e intento abrazarlo, pero él se niega a que lo toque. Y tiene todo el derecho del mundo. La verdad es que no me he portado bien con él desde hace algún tiempo. No sé en qué demonios estaba pensando. Supongo que en algo tan absurdo como que Kyousuke se transformara en una buena persona y en romper con Taiyou para salir con él. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? O en que podría mantenerme alejado de Kyousuke y Taiyou jamás se enteraría de lo que había sucedido entre nosotros. El problema es que no puedo mantenerme alejado de Kyousuke. Soy como una polilla ante su llama, y él nunca duda en quemarme. Ambas eran ideas totalmente estúpidas e ingenuas, pero desde que conocí a Kyousuke no pienso con claridad.

    —Yo tampoco sé en qué estabas pensando —responde Taiyou con los ojos cargados de dolor y pesar—. No te reconozco.

    Y, dicho eso, se marcha, de la habitación y de mi vida.

    — ¡Taiyou, por favor, espera! —grito.

    Me dispongo a correr tras él, pero Kyousuke me agarra del brazo e intenta retenerme.

    — ¡No me toques! —chillo—. ¡No puedo creer que hayas hecho eso! Ha sido demasiado incluso viniendo de ti, Kyousuke —le grito, y libero mi brazo de un tirón. Lo empujo de nuevo, con fuerza. Nunca había empujado a nadie hasta hoy.

    —Si te marchas detrás de él, esto se ha acabado —dice, y me quedo boquiabierto.

    — ¿Que se ha acabado? ¿El qué se ha acabado? ¿Qué juegues con mis sentimientos? ¡Eres un idiota! ¿¡Cómo se puede acabar algo que no hemos empezado ni siquiera!? — Él deja caer las manos a los costados y abre la boca, pero no dice nada.

    — ¡Taiyou! —grito, y cruzo la puerta a toda prisa.

    Corro por el pasillo y salgo al magnífico césped. Por fin lo alcanzo en el aparcamiento y veo cómo acelera el paso.

    —Taiyou, por favor, escúchame. Lo siento muchísimo. Había bebido. Sé que no es excusa, pero yo... —Me seco los ojos, y la expresión de su rostro se suaviza.

    —No puedo seguir escuchándote... —dice.

    Tiene los ojos rojos. Intento cogerlo de la mano, pero la aparta.

    — ¡Lo siento! ¡No te vayas! —No puedo perderlo. No puedo.

    Cuando llega a su coche, se vuelve para mirarme.

    —Necesito tiempo, Tenma. Ahora mismo no sé qué pensar.

    Suspiro, derrotado, sin saber qué responder a eso. Necesita tiempo para superarlo, y después podremos volver a la normalidad. Sólo necesita tiempo, me digo a mí mismo.

    —Te quiero, Tenma —dice Taiyou, y me coge por sorpresa cuando me besa antes de montarse en su coche y alejarse conduciendo.

    Cuando vuelvo a mi cuarto, Kyousuke está sentado en mi cama.

    —No voy a disculparme —me dice cuando paso por delante de él en dirección a la cama de Furetsu. No pienso sentarme en mi cama mientras él esté en ella.

    —Ya lo sé —respondo, y me tumbo.

    No pienso ceder ante sus provocaciones y no espero que se disculpe. Ya lo voy conociendo. Aunque, vistos los últimos acontecimientos, creo que no lo conozco en absoluto. Anoche pensé que sólo era un chico enfadado porque su padre lo había abandonado, y que se aferraba a ese dolor usando la única emoción que conocía para mantener a la gente alejada. Pero esta mañana he visto que en realidad como es. Kyousuke no tiene un ápice de bondad. Si en algún momento pensé que sí, fue sólo porque él me engañó para que lo pensara.

    —Tenía que saberlo —dice.

    Me muerdo el labio para intentar contener las lágrimas. Permanezco callado hasta que oigo que Kyousuke se levanta y se aproxima.

    —Vete —le ruego, pero cuando levanto la vista, él está de pie frente a mí. Cuando se sienta en la cama, me levanto.

    —Tenía que saberlo — repite.

    — ¿Por qué, Kyousuke? ¿Por qué tenía que saberlo? ¿Qué tiene de positivo hacerle daño? A ti no te afectaba lo más mínimo que él no lo supiera. Podrías haber pasado el día tranquilamente sin decírselo. No tenías ningún derecho a hacerle eso, ni a él ni a mí. —Siento que las lágrimas amenazan con aparecer de nuevo, pero esta vez no puedo detenerlas.

    —Yo querría saberlo si fuera él —dice en tono frío.

    —Pero tú no eres él, y nunca lo serás. He sido un estúpido por pensar que podrías llegar a ser algo parecido. Además, ¿desde cuándo te importa hacer lo correcto?

    —No te atrevas a compararme con él —salta.

    Detesto cuando decide responder sólo a una de mis frases, y que tergiverse mis palabras para provocarse a sí mismo. Se levanta y avanza hacia mí, pero yo retrocedo hacia el otro lado de la cama.

    —No hay comparación. ¿Es que no lo entiendes? Tú eres un capullo cruel y desagradable que sólo piensa en sí mismo, y él... él me quiere. Él está dispuesto a intentar perdonarme por mis errores. —Lo miro a los ojos—. Mis horribles errores —añado.

    Kyousuke da un paso atrás como si lo hubiese empujado.

    — ¿Perdonarte?

    —Sí, me perdonará esto. Sé que lo hará, porque me quiere. Solo sal de mi cuarto. Tu plan de hacer que rompamos creo que puede que funcione pero por otro no

    —Eso no era... Yo... —empieza.

    — ¡Largo! —chillo—. Sé que probablemente ya estarás planeando tu próximo movimiento contra mí, pero ¿sabes qué, Kyousuke? Ya no va a funcionar. ¡Y ahora lárgate de mi habitación! —Me sorprendo de mis propias palabras, pero no me siento mal por usarlas contra él.

    —Eso no es lo que estoy haciendo, Tenma. Pensaba que después de lo de anoche... No sé, creía que tú y yo... —Parece que no le salen las palabras, cosa extraña en él.

    Una parte de mí, una enorme parte de mí, se muere por saber lo que va a decirme, pero así es como acabé metiéndome en este lío en primer lugar. Utiliza mi curiosidad en mi contra, como si todo fuera un juego para él. Me seco los ojos.

    —No esperarás que me trague eso, ¿verdad? Que sientes algo por mí.

    Tengo que detenerme, y él tiene que marcharse antes de que pueda clavarme más sus garras.

    —Por supuesto que siento algo por ti, Tenma. Haces que me sienta tan...

    — ¡Basta! ¡No quiero oírlo, Kyousuke! Sé que estás mintiendo. Hacerme creer que sientes por mí lo mismo que yo siento por ti, y después le darás la vuelta.

    — ¿Lo mismo que tú sientes por mí? ¿Estás diciendo que tú... sientes algo por mí? —Sus ojos relucen con algo que parece ser esperanza.

    Sabe perfectamente que sí, es imposible que no lo sepa. ¿Por qué, si no, iba a mantener activo este círculo vicioso y malsano que hay entre nosotros? Con un temor que no había sentido antes, me doy cuenta de que, aunque había admitido mis sentimientos por él ante mí mismo, ahora se los he revelado de viva voz, y le he proporcionado acceso para acabar con ellos. Aún más de lo que ya lo ha hecho.

    Siento cómo mis muros empiezan a desmoronarse bajo la mirada, y no puedo hacer nada por evitarlo.

    —Vete —digo—. No voy a volver a pedírtelo. Si no te marchas llamaré a seguridad del campus.

    —Tenma, contéstame, por favor —me ruega.

    — ¡Déjame solo! —grito, mucho más fuerte de lo que pretendía.

    Necesito que se vaya y que se aleje de mí. Hay algo en el movimiento de sus labios cuando lo pronuncia que hace que suene tan íntimo..., tan encantador. «Maldita sea, Tenma. Ya basta.»

    —Por favor, necesito saber si tú...

    — ¡Qué fin de semana tan largo, chicos! ¡Estoy agotado! —dice Furetsu irrumpiendo en la habitación con un tono alegre y cansado.

    Sin embargo, al ver mis mejillas cubiertas de lágrimas, se detiene y mira con recelo a Kyousuke.

    — ¿Qué pasa aquí? ¡¿Qué le has hecho?! —Le grita—. ¿Dónde está Taiyou? —pregunta, y me mira.

    —Se ha marchado. Y Kyousuke también se iba ya —le contesto.

    —Tenma... —empieza Kyousuke.

    — Furetsu, por favor, haz que se vaya —le ruego, y el asiente.

    Kyousuke abre la boca, indignado ante el hecho de que haya usado a Furetsu contra él. Pensaba que me tenía atrapado otra vez.

    —Vamos, Chico Maravilla —dice. Lo agarra del brazo y lo arrastra hacia la puerta.

    Miro hacia la pared hasta que oigo que la puerta se cierra, pero oigo inmediatamente sus voces en el pasillo.

    —Joder, Tsurugi. Te dije que lo dejases en paz. Es mi compañero de cuarto y no es como las otras personas a las que mareas. Él es agradable, inocente y, sinceramente, demasiado bueno para ti.

    Me alegra y me sorprende que Furetsu me defienda así. Pero eso no alivia el dolor que siento en el pecho. Me duele el corazón, literalmente. Creía que se me había roto aquel día en el arroyo, pero aquello no fue nada comparado con cómo me siento ahora mismo. Detesto admitirlo, pero sé que pasar la noche con Kyousuke ha avivado todavía más mis sentimientos por él. Oírlo reír cuando me hacía cosquillas, la ternura con la que me besaba los labios, cómo me envolvían sus brazos..., todo ha hecho que me enamore aún más de él. Esos momentos íntimos que hemos compartido han hecho que me importe más y, por tanto, también hacen que esto sea mucho más doloroso. Y para colmo de males, le he hecho mucho daño a Taiyou, y sólo puedo rezar para que me perdone.

    —No quiero marearlo. —Enfadado, pronuncia las palabras de manera entrecortada.

    —Venga ya, Tsurugi Kyousuke —replica Furetsu—. Te conozco. Búscate a otro con el que divertirte. Hay un montón de personas más. Él no es la persona adecuada para que hagas esto; ¡tiene novio, y no sabe llevar esta situación de mierda!

    No me gusta oírlo decir que soy demasiado sensible, como si fuese débil o algo así, aunque supongo que tiene razón. No he hecho nada más que llorar desde que conocí a Kyousuke, y ahora ha intentado acabar con mi relación con Taiyou. No tengo lo que hay que tener para ser su amigo con derecho a roce, a pesar de cómo me hace sentir. Tengo demasiado amor propio como para meterme en algo así, y soy demasiado sentimental.

    —Vale. Me alejaré de el —dice él entonces, furioso—. Pero no lo vuelvas a traer a ninguna fiesta en mi casa. Luego oigo cómo se marcha. Mientras se aleja por el pasillo, su voz se aleja también cuando grita — ¡Lo digo en serio! ¡No quiero volver a verlo porque, como lo haga, acabaré con el!

    Furetsu entra en la habitación y me abraza inmediatamente. Es curioso cómo sus frágiles brazos pueden resultar tan reconfortantes.

    —Gracias por sacarlo de aquí —sollozo, y el me abraza con más fuerza. Ahora estoy llorando con ganas, y no creo que vaya a parar en un buen rato.

    — Tsurugi es amigo mío, pero tú también lo eres, y no quiero que te haga daño —explica—. Lo siento mucho, todo esto es culpa mía. Sabía que debería haberle dado mi llave a Yuuichi o a Matatagi, y no debería haber dejado que se acercara a ti todo el tiempo. A veces puede ser un auténtico gilipollas.

    —No, no es culpa tuya en absoluto. Lo siento, no quería entrometerme en vuestra amistad.

    —No seas tonto —dice.

    Cuando me aparto, veo que me mira con preocupación. Agradezco que esté aquí, más de lo que pueda imaginar. Me siento completamente solo: Taiyou se va a tomar un tiempo para decidir si rompe conmigo o no, Kyousuke es un capullo, a mi madre le daría algo si le contara esto, y Fey se sentiría muy decepcionado conmigo si supiera la verdad de mi situación con Kyousuke. No puedo contar con nadie más que con este chico que jamás creí que llegaría a ser mi amigo. Pero me alegro mucho de que lo sea.

    — ¿Quieres hablar de ello? —me pregunta.

    La verdad es que sí. Necesito desahogarme. Se lo cuento todo, desde la primera vez que besé a Kyousuke, lo del día en el arroyo, el orgasmo que le provoqué y cómo dijo mi nombre en sueños, hasta la manera en que ha acabado con todo el respeto que pudiera sentir por él al obligarme a contarle lo nuestro a Taiyou. Su rostro pasa de la preocupación a la sorpresa y de la sorpresa a la tristeza durante mi historia. Para cuando termino mi relato, el me sostiene la mano.

    —Vaya, no tenía ni idea de que habían pasado tantas cosas. Deberías habérmelo contado después de la primera vez. Me imaginé que ocurría algo la tarde que íbamos a ir al cine y apareció Tsurugi. Acababa de hablar con él por teléfono, y de repente se presentó aquí, así que supuse que había venido para verte. Mira, Tsurugi es un buen tío, a veces. Quiero decir, en el fondo lo que le pasa es que no sabe cómo tratar a alguien como a ti, bueno..., como a la mayoría de las personas con las que ha estado les gusta que las traten. Si yo estuviera en tu lugar, intentaría arreglar las cosas con Taiyou, porque Tsurugi no es capaz de mantener una relación seria con nadie —dice, y me aprieta la mano.

    Sé que todo eso es verdad, y que tiene razón. Pero entonces ¿por qué me duele tanto? El lunes por la mañana, Fey está apoyado contra la pared de ladrillo de la cafetería, esperándome. Lo saludo al verlo, pero entonces me doy cuenta de que tiene el ojo derecho morado. Cuando me acerco, veo que tiene otra magulladura en la mejilla.

    — ¡¿Qué te ha pasado en el ojo?! —exclamo corriendo hacia él. Entonces caigo en la cuenta, alarmado.

    —¡Fey! ¿Esto te lo ha hecho Kyousuke? —digo con voz temblorosa.

    —Sí... —admite, y me quedo horrorizado.

    —¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —Quiero matar a Kyousuke por hacerle daño a este chico.

    —Salió hecho una furia de casa después de que te fueras, pero una hora más tarde volvió. Estaba muy borracho. Empezó a buscar más cosas que destrozar, de modo que lo detuve. Bueno, nos peleamos. En realidad no fue para tanto. Creo que los dos descargamos la rabia que sentimos. Él también se llevó lo suyo —alardea.

    No sé qué decir. Me sorprende la ligereza con la que Fey habla sobre su pelea con Kyousuke.

    — ¿Seguro que estás bien? ¿Puedo hacer algo? —le pregunto.
    Tengo la sensación de que esto es culpa mía. Kyousuke estaba enfadado por lo nuestro. Pero ¿agredir a Fey?

    —No, de verdad, estoy bien. —Sonríe.

    Mientras nos dirigimos a clase, me cuenta que el padre de Kyousuke adelantó su vuelo y llegó a casa antes de que se mataran, y que su madre se echó a llorar cuando vio que Kyousuke había roto todos sus platos. Aunque no tenían ningún valor sentimental, le dolió que fuera capaz de hacer eso de todos modos.

    —Pero en otro orden de cosas, tengo buenas noticias: Saryuu va a venir a visitarme la semana próxima. ¡Viene para la hoguera! —Sonríe.

    — ¿La hoguera?

    —Sí, ¿no has visto los carteles por todo el campus? Es un acontecimiento anual, para empezar el Año Nuevo. Todo el mundo va. No suelo asistir a ese tipo de eventos, pero ya que viene el... Deberías decirle a Taiyou que venga también. Podríamos quedar los cuatro.

    Sonrío y asiento. Tal vez invitar a Taiyou sea una manera de demostrarle que tengo buenos amigos, como Fey. Sé que Kyousuke y Fey..., quiero decir, Taiyou y Fey se llevarían de maravilla, y tengo muchas ganas de conocer a Saryuu. Ahora que él ha mencionado lo de la hoguera, veo los carteles por todas partes. Supongo que la semana pasada estuve demasiado distraído y ni siquiera me percaté de que estaban ahí. Sin apenas darme cuenta, estoy en clase de literatura y empiezo a otear el aula en busca de Kyousuke, a pesar de que mi conciencia me dice que no lo haga. Al no verlo, sus palabras resuenan en mi cabeza: «Acabaré con él». ¿Qué podría hacerme que fuese peor que obligarme a confesarme con Taiyou? No lo sé, pero empiezo a imaginarme todo tipo de cosas hasta que Fey me saca de mi ensimismamiento.

    —Creo que no ha venido. Lo oí hablando con ese tal Matatagi sobre intercambiarse las clases. Qué lástima. Me habría gustado que vieras su ojo morado. —Fey me sonríe y miro de inmediato hacia la parte delantera del aula.

    Quiero negar que estaba buscando a Kyousuke, pero sé que no puedo. ¿Él también tiene el ojo morado? Espero que esté bien. Bueno, no, en realidad espero que le duela a rabiar.

    —Ah, vale —farfullo

    Fey no vuelve a mencionar a Kyousuke durante el resto de la clase.
    El resto de la semana transcurre exactamente de la misma manera: yo no hablo de Kyousuke con nadie, y nadie me lo menciona. Yuuichi se ha estado pasando por nuestra habitación todos los días, pero no me importa. La verdad es que me cae genial, y Furetsu se ríe mucho con él. Hasta yo me río, a veces, a pesar de que estoy viviendo lo que parece ser la peor semana de mi vida. Me he estado poniendo cualquier cosa limpia que tenía a mano. He vuelto a mi rutina de siempre: dormir, ir a clase, estudiar, comer, dormir, ir a clase, estudiar, comer...

    Cuando llega el viernes, Furetsu hace todo lo posible por sacar de su encierro a este solterón.

    —Vamos, Tenma, es viernes. Vente con nosotros y te traeremos de vuelta antes de ir a casa de Tsuru..., a la fiesta —insiste, pero yo niego con la cabeza.

    No me apetece hacer nada. Necesito estudiar y llamar a mi madre. He estado evitando sus llamadas toda la semana, y necesito hablar también con Taiyou y averiguar si ya ha tomado una decisión. Le he estado dando espacio estos días, y sólo le he mandado unos cuantos mensajes amistosos con la esperanza de que venga. Me encantaría que viniera para la hoguera del próximo viernes.

    —Creo que paso... Mañana quiero mirarme un coche, así que necesito descansar —digo, y es una verdad a medias.

    Es cierto que quiero mirar coches mañana, pero sé que no voy a descansar nada aquí solo con mis pensamientos sobre lo que va a pasar con Taiyou y sobre cómo Kyousuke hablaba en serio cuando dijo que se alejaría de mí, cosa que me alegra, si bien no me lo puedo quitar de la cabeza. «Sólo necesito un poco más de tiempo», me repito sin cesar. No obstante, su manera de actuar la última vez que lo vi, como si quisiera algo de mí, se me ha quedado grabado. Mi mente se traslada a un lugar imaginario en el que Kyousuke es agradable y divertido; un lugar en el que nos llevamos bien; en el que salimos, como una pareja, y en el que él me lleva al cine, o a cenar. Me rodea con los brazos y se siente orgulloso de que sea suyo. Me coloca la chaqueta sobre los hombros cuando tengo frío, me besa para darme las buenas noches y me promete que nos veremos al día siguiente.

    — ¿Tenma? —dice Furetsu.

    Y mis pensamientos se desvanecen como una nube de humo. Sólo eran una fantasía, y el chico con el que soñaba despierto jamás podría ser Kyousuke.

    —Venga, hombre. Llevas toda la semana con esos pantalones grises — bromea Yuuichi, y me río.

    Son mis pantalones de pijama favoritos, y me gusta llevarlos especialmente cuando estoy enferma o atravesando una ruptura, o dos. Sigo confundido respecto al hecho de que Kyousuke y yo hayamos terminado algo que en realidad no era nada.

    —Vale, vale, pero quiero que me traigáis de vuelta justo después de cenar, porque mañana pienso madrugar —les advierto.

    Furetsu aplaude y empieza a dar saltos de alegría.

    — ¡Bien! Pero deja que te haga un favor —dice con una inocente sonrisita mientras parpadea con aire suplicante.

    — ¿Cuál? —pregunto con recelo sabiendo que no planea nada bueno.

    —Deja que te haga un pequeño cambio de look. ¡Por favooor...! —Alarga la palabra con fines dramáticos.

    —Ni hablar.

    —Nada exagerado. Sólo quiero que no parezca... que has estado hibernando en pijama durante toda la semana —sonríe, y Yuuichi intenta contener la risa.

    Cuando por fin cedo y digo «Vale», empieza a aplaudir de nuevo.

    Furetsu me da una vuelta completa y se niega a que me vea hasta que termine. Intento ignorar el gusanillo que siento en el estómago mientras él me echa los polvos sobre la cara. Le recuerdo una y otra vez que no se pase con el maquillaje, y él me promete una y otra vez que no lo hará.

    —Maquillaje: ¡listo! Vamos a que te cambies, y luego podrás verte. Tengo unas cuantas cosas que te quedarán bien.

    Es evidente que se siente orgulloso de su trabajo. Yo tan sólo espero no parecer un payaso. Mientras lo sigo hasta el armario, intento mirarme de reojo en el pequeño espejo, pero me aparta de un tirón.

    —Toma, ponte esto —me dice descolgando un vestido negro de una percha —. ¡Tú, fuera! —le grita a Yuuichi, y él se ríe, pero tiene el detalle de marcharse de la habitación.

    El vestido no lleva tirantes y me parece tremendamente corto.

    — ¡No voy a ponérmelo!

    Al ver que me paso demasiado tiempo observándolo, el suspira.

    —Tú pruébatelo, ¿vale? ¡Por que hoy te vas a ligar a alguien!

    Cedo, no hago caso al comentario de ligar y me quito el cómodo pijama, lo doblo y lo apilo con esmero. El me mira con los ojos en blanco, de broma, y sonrío mientras meto las piernas por el vestido. Me lo subo y ya lo noto un poco justo antes siquiera de cerrar la cremallera. Furetsu y yo tenemos una talla similar. La tela despide un ligero brillo y es muy sedosa. De largo, el vestido me llega hasta más de la mitad del muslo. Es lo más corto que yo me pondría jamás. Me siento casi desnudo con las piernas tan expuestas. Intento estirar la tela un poquito hacia abajo.

    — ¿Quieres unas medias? —me pregunta.

    —Sí, me siento tan... desnudo. —Me río. El rebusca en un cajón y saca dos pares de medias diferentes—. Éstas son negras lisas y éstas tienen un estampado de encaje.

    Las medias de encaje me parecen demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que debo de llevar unos cuatro kilos de maquillaje encima. Cojo las lisas y me las deslizo por las piernas mientras Furetsu busca unos zapatos en el armario.

    — ¡No sé llevar tacones! —le recuerdo. No sé, literalmente.

    —Bueno, tengo tacones bajos o cuñas. Tenma, lo siento, pero tus zapatillas no quedan bien con este vestido.

    Lo miro con el ceño fruncido, de broma. No tengo ningún problema con llevar eso. El saca un par de tacones negros con pedrería plateada en la parte delantera, y debo admitir que me llaman la atención. No sería capaz de ponérmelos, pero por una vez desearía poder hacerlo.

    — ¿Te gustan éstos?

    Asiento.

    —Sí, pero no voy a saber llevarlos —le digo, y el frunce el ceño.

    —Que sí, ya lo verás, se abrochan alrededor del tobillo para que no te caigas.

    — ¿Para eso sirven las tiras? —pregunto.

    Se ríe.

    —No, pero ayudan. —Vuelve a reírse—. Tú pruébatelos.

    Me siento sobre la cama y estiro una pierna al tiempo que le hago una señal para que me los ponga. Me ayuda a ponerme de pie, y ando unos cuantos pasos. Es cierto que las tiras ayudan a mantener el equilibrio.

    — ¡Ya no aguanto más! Mírate ¡Yo te daría y con ganas! —me dice, y abre la otra puerta del armario.

    Me miro en el espejo de cuerpo entero y me quedo pasmado. ¿Quién narices es ése? El reflejo es igual que yo, pero mucho mejor. Tenía miedo de que se pasara con el maquillaje, pero no ha sido así.

    — ¡Estoy impresionado! —Sonrío y me miro más de cerca. Me toco la mejilla con un dedo para asegurarme de que lo que estoy viendo es real.

    — ¿Lo ves? Sigues siendo tú mismo, pero un poco más sexi y arreglado. — Suelta una risita y llama a Yuuichi para que se una a nosotros.

    Al entrar, se queda con la boca abierta.

    — ¿Dónde está Tenma? —pregunta, y mira por toda la habitación bromeando. Levanta una almohada y mira debajo.

    — ¿Qué te parece? —pregunto, y vuelvo a estirar el vestido.

    —Estás guapo, muy guapo. —Yuuichi sonríe y rodea la cintura de Furetsu con un brazo. El se apoya en él, y aparto la mirada.

    —Ah, una cosa más —dice entonces Furetsu, y se acerca al armario, de dónde saca un tubo de brillo de labios, y frunce la boca.

    Cierro los ojos y la imito mientras el esparce el pegajoso brillo por mis labios.

    — ¿Listo? —pregunta Yuuichi, y el asiente.

    Durante el trayecto, me siento en la parte de atrás, miro por la ventanilla y dejo vagar la mente. Cuando llegamos al restaurante, me intimida ver la cantidad de motos que hay fuera. Había supuesto que iríamos a algún sitio más no a un bar de moteros. Cuando entramos, me siento como si todo el mundo estuviera mirándome.

    Furetsu me coge de la mano y me arrastra con ellos hasta una zona de reservados con sofás de respaldo alto.

    —Ibuki va a venir. Te parece bien, ¿no? —pregunta cuando tomamos asiento.

    —Sí, claro —le digo. Mientras no sea Kyousuke, me da igual. Además, me vendría bien algo de compañía, porque ahora mismo me siento un poco aguanta velas.

    Una mujer se acerca a la mesa y toma nota de las bebidas. Ellos piden cerveza. Debe de ser por eso por lo que les gusta venir aquí, porque no les exigen el carnet. La mujer enarca una ceja cuando pido una Coca-Cola, pero no quiero beber alcohol. Tendré que seguir estudiando en cuanto vuelva a la residencia. Unos minutos después nos trae las bebidas, y mientras le estoy dando un trago a la mía oigo un silbido de halago en el momento en que Ibuki y Matatagi se acercan a nuestra mesa. Cuando se aproximan, el pelo de Hakuryuu se hace visible... seguido de Kyousuke.

    Escupo el trago de Coca-Cola al vaso. A Furetsu se le salen los ojos de las órbitas cuando lo ve también, y enseguida me mira.

    —Te juro que no sabía que iba a venir. Podemos irnos ya si quieres — susurra mientras Matatagi se desliza por el asiento y se coloca junto a mí.

    Tengo que obligarme a no mirar a Kyousuke.

    —Madre mía, Tenma, estás impresionante —proclama Matatagi, y yo me sonrojo —. ¡En serio! Nunca te había visto así.

    Le doy las gracias con una pequeña sonrisa. Ibuki, Hakuryuu y Kyousuke se sientan a la mesa de detrás.

    Quiero pedirle a Furetsu que me cambie el sitio para darle la espalda a Kyousuke, pero soy incapaz. Debo evitar mirarlo a los ojos todo el rato. Puedo hacerlo.

    —Estás como un tren, Tenma —dice Ibuki por encima del separador, y yo sonrío porque no estoy acostumbrado a tanta atención. Kyousuke no ha hecho ningún comentario sobre mi nuevo aspecto, pero tampoco esperaba que lo hiciera. Me alegro de que al menos no me esté insultando.

    Kyousuke y Hakuryuu están sentados justo en mi línea de visión. Puedo ver la cara de él a través del espacio que queda entre los hombros de Furetsu y Yuuichi. Lo miro de reojo antes de poder detenerme a mí mismo, y me arrepiento al momento. El brazo de Kyousuke rodea los hombros de Hakuryuu.

    Me invaden los celos, es el castigo por mirarlo cuando no debo. Es evidente que vuelven a estar liados. O siguen. Supongo que nunca lo han dejado. Recuerdo lo cómodo que estaba el sentado a horcajadas sobre él en la fiesta, y me trago la bilis que aflora a mi garganta. Kyousuke es libre de hacer lo que quiera y de estar con quien quiera.

    —Está precioso, ¿verdad? —los alienta Furetsu, y todos asienten.

    Siento los ojos de Kyousuke fijos en mí, pero no puedo volver a mirarlo. Lleva una camiseta blanca, que seguro que deja entrever sus tatuajes, pero me da igual. No me importa lo guapo que esté o lo vulgar que Hakuryuu vaya vestido. «No lo soporto, realmente lo odio. Es UNA puta a pesar de ser un chico.»

    Me sorprenden mis pensamientos y mi odio hacia él, pero es cierto. No lo trago en absoluto. Creo que es la primera vez que llamo Puta a alguien y ese alguien es un chico, incluso mentalmente. Y el, por supuesto, escoge este preciso instante para hacerme un cumplido.

    —Estás muy guapo ¡mejor que nunca! —dice, y acto seguido se apoya en el pecho de Kyousuke.

    La miro a los ojos y finjo una sonrisa.

    — ¿Te importa si le doy un trago? —pregunta Matatagi, pero coge mi vaso antes de que responda.

    Le dejo beber de mi copa, algo de lo que suelo estar en contra, pero me siento tan incómodo ahora mismo que no puedo pensar con claridad. Se toma de un trago media Coca-Cola, y le doy un ligero empujón.

    —Lo siento, nene, ahora te pido otra —dice con suavidad.

    La verdad es que es muy atractivo ¡Basta! ¿Qué estoy pensando? Entonces se oye un ruido en la otra mesa, y clavo la mirada en Kyousuke. Él vuelve a aclararse la garganta, en alto, observándome con sus penetrantes ojos. Quiero apartar la vista, pero no puedo, me quedo atrapado en su mirada mientras Matatagi levanta un brazo y lo apoya en el respaldo del sofá, justo por detrás de mí. Kyousuke entrecierra los ojos, y decido divertirme un poco.

    Al recordar que antes era bastante insistente con que no quedara con Matatagi, me voy inclinando poco a poco hacia él. Kyousuke mira con el ceño fruncido, pero enseguida se recupera. Sé lo inmaduro y ridículo que es todo esto, pero me da igual. Si tengo que estar cerca de él, quiero que esté tan incómodo como yo.

    La motera vuelve y toma nota de la comida. Me pido una hamburguesa con patatas, sin kétchup, y todos los demás piden alitas picantes. Ella le trae a Kyousuke una Coca-Cola y al resto otra ronda de cervezas. Yo sigo esperando mi Coca-Cola, pero no quiero ser borde al recordárselo a la mujer.

    —Aquí hacen las mejores alitas —me informa Matatagi, y yo le sonrío.

    — ¿Vas a ir a la hoguera el próximo fin de semana? —le pregunto.

    —No lo sé, creo que no es lo mío. —Le da un trago a su cerveza y baja el brazo del respaldo para apoyarlo sobre mi hombro—. ¿Tú vas a ir?

    No miro en su dirección, pero me imagino lo indignado que estará Kyousuke. La verdad es que me siento culpable por ligar con Matatagi descaradamente, y es la primera vez que intento ligar con alguien, así que estoy seguro de que se me da fatal.

    —Sí —digo—, con Fey.

    Todos estallan en carcajadas.

    — ¿Fey Rune? —pregunta Matatagi, todavía riéndose.

    —Sí, somos amigos —respondo cortante. No me gusta que todos se rían de él de esa forma.

    — ¿¡Que va a ir a la hoguera!? Es penoso —dice Hakuryuu.

    —No, en realidad, no —replico mirándole con odio—. Es genial —añado en su defensa. Entiendo que mi definición de genial no es la misma que la de ellos, pero la mía es mejor.

    — Fey Rune y genial no encajan en la misma frase —dice Hakuryuu, y le aparta el pelo de la frente a Kyousuke. «Lo odio.»

    —Siento que no sea lo bastante guay para estar con vosotros, pero es... — comienzo a gritar y a enderezarme cada vez más en el asiento, apartando así el brazo de Matatagi de mis hombros.

    —Eh, Tenma, relájate. Estamos de coña —dice Ibuki, y Hakuryuu me dedica una sonrisa maliciosa.

    Me da la impresión de que yo tampoco le caigo muy bien.

    —Bueno —replico—, pues no me gusta que la gente se meta con mis amigos, sobre todo si él no está aquí para defenderse.

    Tengo que calmarme... Las emociones se están adueñando de mí por estar cerca de Kyousuke y por cómo se está comportando con Hakuryuu delante de mí.

    —Vale, vale. Lo siento. Además, tengo que reconocerle algo de mérito por ponerle el ojo morado a Kyousuke —señala Matatagi, y me rodea de nuevo con el brazo.

    Todos menos Kyousuke se ríen, hasta yo.

    —Sí, menos mal que aquel profesor detuvo la pelea, o Fey le habría dado una buena paliza —dice Ibuki, y acto seguido me mira y me dedica una sonrisa.

    ¿Un profesor? La pelea no la detuvo un profesor, la detuvo el padre de Kyousuke. O Fey me mintió o... Un momento, me pregunto si esta gente sabe siquiera que Kyousuke y Fey van a ser hermanastros dentro de poco. Miro a Kyousuke, que ahora parece preocupado. Les ha mentido. Debería delatarlo ahora mismo, delante de todos. Pero no puedo. No soy como él. Me cuesta más que a él hacer daño a la gente. «Excepto a Taiyou», me recuerda mi subconsciente, pero lo reprimo.

    —En fin, creo que lo de la hoguera va a estar bien —digo.

    Matatagi me mira con interés.

    —Puede que aparezca por allí después de todo.

    —Yo voy a ir —añade Kyousuke de pronto desde la otra mesa.

    Todos se vuelven para mirarlo, y Hakuryuu se ríe.

    —Sí, seguro que sí. —Hakuryuu pone los ojos en blanco y vuelve a reírse.

    —No, en serio, no va a ser tan horrible —insiste Kyousuke por lo bajo, ganándose una mirada “fea” de Hakuryuu

    ¿Kyousuke va a ir porque Matatagi también irá? Quizá ligar se me da mejor de lo que pensaba. La camarera nos trae la comida y me pasa la hamburguesa. Tiene muy buena pinta, si no fuera por el kétchup que gotea por un lado. Odio devolver comida, y ya lo estoy pasando bastante mal esta noche. Lo último que necesito es llamar aún más la atención.

    Los demás comienzan a hincarles el diente a las alitas, y yo voy picando de las patatas fritas mientras la charla sobre la fiesta de esta noche se adueña del ambiente. En un momento dado, la camarera vuelve a acercarse a las mesas y nos pregunta si queremos algo más.

    —No, así está bien... —dice Ibuki, y ella comienza a alejarse.

    —Espera. El había pedido la hamburguesa sin kétchup —dice Kyousuke en voz muy alta, y se me cae una patata en el plato.

    —Lo siento. ¿Quieres que la devuelva?

    Estoy tan avergonzado que lo único que me sale es negar con la cabeza.

    —Sí. Sí que quiere —responde Kyousuke por mí.

    ¿Qué narices está haciendo? Y ¿cómo se ha enterado de que llevaba kétchup? Su única intención es hacerme sentir incómodo.

    —Venga, cariño, dame el plato. —La camarera me sonríe y extiende el brazo—. Voy a traerte otra. Se lo tiendo y bajo la mirada mientras le doy las gracias.

    —Y ¿eso a qué ha venido? —oigo que Hakuryuu le pregunta a Kyousuke. Debería practicar más esa voz susurrada.

    —Nada, es que no le gusta el kétchup —dice él sin más.

    — ¿Y? —inquiere a continuación, y Kyousuke lo fulmina con la mirada.

    —Y nada. Déjalo estar.

    Al menos sé que no soy el único con el que es un borde. Llega la nueva hamburguesa sin kétchup, y me la como casi toda a pesar de mi falta de apetito. Matatagi acaba invitándome a la cena, lo cual me parece un detalle bonito y raro al mismo tiempo. Veo que Kyousuke vuelve a fruncir el ceño notablemente cuando Matatagi vuelve a rodearme con el brazo pero en la cintura.

    — ¡Tetsukado dice que la fiesta ya está a tope de gente! —anuncia Ibuki leyendo un mensaje.

    —Deberías venir conmigo —se ofrece Matatagi. Pero frunce el ceño cuando ve que niego con la cabeza.

    —No voy a ir a la fiesta. Yuuichi va a llevarme a casa.

    —Puedo llevarlo yo a casa, he venido en coche —dice Kyousuke.

    Casi me caigo al oírlo pero, por suerte, Furetsu me sujeta por un brazo al tiempo que dice sonriendo:

    —No, Yuuichi y yo lo llevamos. Matatagi también puede venir con nosotros si quiere.

    Si las miradas matasen, Furetsu estaría desplomándose en el suelo ahora mismo. Kyousuke se vuelve entonces hacia Yuuichi.

    —No creo que quieras conducir borracho por el campus; es viernes, y la policía va a estar buscando gente a la que multar.

    Furetsu me mira a la espera de que intervenga, pero no sé qué decir. No quiero estar a solas con Kyousuke en el coche, pero tampoco quiero ir con Yuuichi cuando ha estado bebiendo. Me encojo de hombros y me apoyo en Matatagi mientras ellos llegan a un acuerdo.

    —Venga, vamos a dejarlo y a pasar un buen rato —dice Hakuryuu a Kyousuke, pero él niega con la cabeza.

    —No, tú vas con Yuuichi y Furetsu —dice él, tajante

    —Por favor, ¿podemos meternos de una vez en los coches y marcharnos? —protesta Ibuki, y saca las llaves.

    —Sí, vámonos, Tenma —dice Kyousuke, y yo miro a Matatagi y después a Furetsu. — ¡Tenma! —grita Kyousuke de nuevo mientras abre la puerta del coche.

    Se vuelve para mirarme, y tengo la sensación de que, si no voy ya, es capaz de arrastrarme hasta allí. Pero ¿por qué iba a querer estar conmigo si le dijo a Furetsu que más me valía que me mantuviera alejado? Kyousuke desaparece en el interior del coche y arranca el motor.

    —Todo irá bien, mándame un mensaje en cuanto llegues a la habitación — dice Furetsu, y yo asiento y me dirijo al coche.

    Me puede la curiosidad, y tengo que saber cuáles son sus intenciones. Tengo que salir de dudas. Da igual lo mucho que me haya esforzado en evitarlo durante la semana, no sé muy bien cómo he acabado con él en su coche. No me mira mientras entro ni cuando me abrocho el cinturón. Vuelvo a estirarme el vestido en un intento por cubrirme los muslos. Permanecemos un momento en silencio, y entonces sale del aparcamiento. Lo único que lo salva es que no ha dejado que Hakuryuu venga con nosotros. Habría preferido caminar hasta casa que ver cómo le hace la pelota.

    —¿Y ese nuevo look? —pregunta por fin una vez que hemos salido a la autovía.

    —Pues..., bueno, supongo que Furetsu quería probar algo diferente conmigo —digo.

    Mantengo la vista fija en los edificios que van pasando al otro lado de la ventanilla. La música heavy que le gusta escuchar está sonando de fondo.

    — ¿Es un poco excesivo, no crees? —pregunta, y yo cierro los puños sobre el regazo.

    —No hacía falta que me llevaras a la residencia, ¿sabes? —Apoyo la cabeza contra el cristal en un intento por crear todo el espacio posible entre nosotros.

    —No te pongas a la defensiva; lo único que estoy diciendo es que tu pequeño cambio de imagen es un poco extremo.

    —Pues me alegro de que no me importe lo que pienses, me sorprende que no te parezca que estoy mejor así —le suelto, y cierro los ojos. Ya estoy agotado de estar con él, y está absorbiendo las pocas energías que me quedan.

    Lo oigo reírse entre dientes, y apaga la radio.

    —Yo nunca he dicho nada malo sobre tu aspecto. Solo que prefiero que te vean con tu ropa que con este vestido.

    Está intentando explicarse, pero su respuesta no tiene mucho sentido. Parece gustarle que otro vaya vestido de este modo, aunque mucho más vulgar, así que, ¿por qué no yo?

    —¿Me has oído, Tenma? —pregunta al ver que no respondo, y siento que me toca el muslo.

    Rehúyo su contacto y abro los ojos.

    —Sí, te he oído. Pero no tengo nada que decir al respecto. Si no te gusta cómo voy vestido, no me mires.

    Lo bueno de hablar con Kyousuke es que, por una vez en toda mi vida, puedo decir todo lo que me venga a la mente sin tener que preocuparme por herir sus sentimientos.

    —Ése es justamente el problema, ¿sabes? Que no puedo dejar de mirarte. —Cuando las palabras salen de su boca, considero abrir la puerta del coche y lanzarme a la autovía.

    —Venga, ¡por favor! —Me río.

    — ¿Qué? Es la verdad. Me gusta tu ropa nueva, pero no necesitas tanto maquillaje. Las personas llevan toneladas de maquillaje para estar tan bellos como tú sin él.

    —No querrás que te dé las gracias, ¿no? —digo medio riéndome.

    — ¿Por qué no les has contado la verdad sobre Fey y yo? —pregunta cambiando de tema.

    —Porque, evidentemente, no querías que lo supieran.

    —Aun así, ¿por qué me guardas el secreto?

    —Porque no me corresponde a mí contarlo.

    Me mira con suspicacia y una ligera sonrisa en los labios.

    —No te habría culpado si lo hubieras hecho, teniendo en cuenta que yo sí le conté el tuyo a Taiyou
    .
    —Sí, bueno, yo no soy tú.

    —No, no lo eres —dice con voz mucho más suave.

    Y después permanece en silencio durante el resto del viaje, igual que yo. No tengo nada que decirle. Cuando llegamos al campus, deja el coche en el aparcamiento más alejado de mi habitación. Cómo no.

    Alcanzo el pomo de la puerta, y Kyousuke vuelve a tocarme el muslo.

    — ¿No vas a darme las gracias? —Sonríe.

    —Gracias por traerme —digo con ironía—. Date prisa, Hakuryuu te está esperando —añado mientras me bajo. Espero que no me haya oído. No sé por qué le he dicho eso.

    —Sí... Debería, me divierto mucho con el cuándo está borracho —replica con una sonrisa burlona.

    Intentando ocultar el hecho de que me siento como si acabara de darme un puñetazo en el estómago, me inclino para mirarlo por la ventanilla del acompañante, y entonces él baja el cristal.

    —Sí, seguro que sí. De todas formas, Taiyou va a venir dentro de poco — miento, y veo cómo entrecierra los ojos.

    — ¿Ah, sí? —Juguetea con las uñas de sus dedos, un hábito nervioso, supongo.

    —Sí. Nos vemos. —Sonrío y me alejo.

    Oigo cómo se baja del coche y cierra la puerta.

    — ¡Espera! —llama, y me doy la vuelta—. Esto..., da igual, es que pensaba que, eh..., que se te había caído algo, pero no. —Se sonroja.

    Es evidente que está mintiendo, y quiero saber lo que iba a decir, pero tengo que alejarme de él, así que eso es lo que me limito a hacer.

    —Adiós, Kyousuke. —Esas palabras significan mucho más de lo que aparentan.

    Me quito los tacones antes incluso de llegar al edificio y ando descalzo el resto del camino por el campus. En cuanto entro en la habitación vuelvo a ponerme el pijama y llamo a Taiyou. Responde al segundo tono.

    —Hola —digo con una voz demasiado chillona.

    —Hola, Tenma, ¿qué tal te ha ido el día? —pregunta con suavidad. No parece el mismo Taiyou distante del resto de la semana. Suspiro de alivio.

    —Bien, aunque esta noche mi plan es quedarme en casa. Y ¿tú qué haces? —Omito a propósito la cena con Furetsu y los demás, incluyendo Kyousuke. Sé que no me va a beneficiar en mi campaña titulada

    —Acabo de salir del entrenamiento. Estoy pensando en estudiar esta noche porque mañana voy a ayudar a los nuevos vecinos a cortar un árbol.

    Siempre está ayudando a los demás. Es demasiado bueno para mí.

    —Yo también voy a estudiar esta noche.

    —Ojalá pudiéramos estudiar juntos —dice, y sonrío

    — ¿De verdad?

    —Sí, claro, Tenma. Sigo queriéndote, y te echo de menos. Pero tengo que saber que nada de esto volverá a suceder. Estoy dispuesto a dejarlo atrás, pero tienes que prometerme que te mantendrás alejado de él —dice. No le hace falta decir su nombre.

    —Por supuesto que sí, lo juro. ¡Te quiero! —Una parte de mí sabe que estoy tan desesperado porque Taiyou me perdone porque no quiero quedarme solo e ir detrás de Kyousuke, pero no le hago caso.

    Después de intercambiar unos cuantos más «te quiero» con Taiyou, accede a acompañarme a la hoguera el próximo fin de semana y colgamos el teléfono. Busco en internet el concesionario de coches más cercano al campus, y por suerte parece haber una gran cantidad de distribuidores dispuestos a desplumar a estudiantes universitarios. Tras anotar las direcciones de unos cuantos, rebusco en la bolsa de Furetsu hasta que encuentro las toallitas para desmaquillarme. Tardo una eternidad, y este odioso proceso hace que no quiera volver a maquillarme nunca más, por muy bueno que estuviera.

    Saco los apuntes y los libros de texto y me sumerjo en mis estudios. Estoy trabajando en los deberes de la próxima semana. Me gusta llevar al menos una semana de adelanto para no correr el riesgo de quedarme rezagado. Pero mis pensamientos se desvían hacia Kyousuke y sus cambios de humor, así que en realidad no estoy prestando atención al ensayo que se supone que estoy escribiendo. No han pasado más que dos horas desde que colgué el teléfono con Taiyou, pero parecen cuatro.

    Decido buscar una película y tumbarme en la cama hasta quedarme dormida, y elijo Todos los días de mi vida, a pesar de que la he visto mil veces. Cuando la película lleva menos de diez minutos, oigo a alguien maldiciendo en el pasillo. Subo el volumen del portátil, pero no le hago caso; es viernes, lo que significa gente borracha por toda la residencia. Unos minutos después, vuelvo a oír los tacos. Es una voz masculina, y a ella se une una femenina. El chico empieza a gritar más alto, y entonces reconozco la voz. Es Kyousuke.

    Salto de la cama y abro la puerta para encontrármelo sentado en el suelo con la espalda pegada a la pared exterior de mi habitación. Una chica está delante de él con el ceño fruncido y los brazos en jarras.

    —¿Kyousuke? —digo, y él levanta la mirada. Una enorme sonrisa aparece en su cara.

    —Tenma... —dice, y comienza a levantarse.

    — ¿Puedes, por favor, decirle a tu novio que se largue de mi puerta? ¡Ha derramado vodka por todo el suelo! —grita la chica furiosa.

    Miro a Kyousuke

    —No es mi... —comienzo a decir, pero él me coge de la mano y me arrastra hacia la puerta de mi habitación.

    —Siento haberlo derramado —dice, y le dedica una mirada a la chica

    Ella resopla, se adentra echando humo en su habitación y cierra de un portazo.

    — ¿Qué estás haciendo aquí, Kyousuke? —le pregunto.

    Él intenta pasar por mi lado para meterse en el cuarto, pero le bloqueo la entrada.

    — ¿Por qué no puedo entrar, Tenma? Me portaré bien con tu abuelo. —Se ríe, y yo pongo los ojos en blanco. Sé que se está burlando de Taiyou.

    —No está.

    — ¿Por qué no? Vale, entonces déjame entrar —farfulla.

    —No. ¿Estás borracho? —Estudio su cara. Tiene los ojos rojos, y esa sonrisa burlona lo traiciona. Se muerde el labio y mete las manos en los bolsillos—. Creía que no bebías, pero hoy te has puesto morado.

    —Sólo han sido dos veces. Relájate —dice, y me aparta para entrar y se deja caer en mi cama—. Y ¿por qué no ha venido Taiyou?

    —No lo sé —miento.

    Él asiente varias veces, como si se lo estuviera tomando muy en serio.

    —Claro. Seguro que en GAP tienen las chaquetas rebajadas y por eso te ha dejado tirada —dice, y comienza a partirse de la risa.

    La energía que llena la habitación es tan grande que no puedo evitar unirme a él.

    —Y ¿dónde está Hakuryuu? —inquiero—. ¿En las rebajas de Chonilandia?

    Él se interrumpe un instante y luego comienza a reírse aún más fuerte.

    —Ha sido un intento nefasto de seguirme el rollo, Tenma —bromea

    —De todas formas, no puedes quedarte. Taiyou y yo volvemos a estar juntos, es oficial.

    Noto cómo se le esfuma la sonrisa, y se frota las rodillas con las manos.

    —Bonito pijama —dice, y yo bajo la vista.

    ¿Por qué está siendo tan caballeroso? No hemos arreglado nada, y la última vez, que yo recuerde, íbamos a mantenernos alejados el uno del otro.

    —Kyousuke, tienes que irte —repito.

    —Déjame adivinar: ¿una de las condiciones de Taiyou para la reconciliación es que tienes que mantenerte alejado de mí? —Su tono es más serio ahora.

    —Sí. Y, que yo recuerde, tú y yo no somos amigos ni nos hablamos. ¿Por qué dejaste la clase de literatura y por qué le pegaste a Fey?

    — ¿Por qué haces siempre tantas preguntas? —refunfuña—. ¡Ahora no quiero hablar de eso! ¿Qué estabais haciendo tú y tu estupendo pijama antes de que entrara? Y ¿por qué tienes la luz apagada?

    Kyousuke es mucho más divertido cuando bebe, pero estoy empezando a preguntarme por qué ha comenzado a beber de repente si antes no lo hacía.

    —Estaba viendo una película —le digo; quizá si soy simpático con él, responda a alguna de mis preguntas.

    —¿Qué película?

    — Todos los días de mi vida —respondo, y lo miro. Sé que va a reírse de mí, y tras unos segundos lo hace.

    —Cómo te gusta ese pastel de película. No es nada realista.

    —Está basada en una historia real —lo corrijo.

    —Sigue siendo muy mala.

    — ¿La has visto acaso? —inquiero, y él niega con la cabeza.

    —No me hace falta verla para saber lo mala que es. Puedo contarte el final: ella recupera la memoria y viven felices y comen perdices —dice en un tono de voz muy chillón.

    —Pues te equivocas; de hecho, no acaba así. —Me río.

    Kyousuke me saca de quicio la mayor parte del tiempo, pero en contadas ocasiones como ésta hace que no recuerde lo terrible que puede llegar a ser. Se me olvida que debería odiarlo, y en lugar de eso me encuentro lanzándole una de las almohadas de Furetsu. Él deja que le dé, aunque podría haberla detenido con facilidad, y empieza a gritar como si le hubiese hecho daño de verdad, así que ambos nos reímos de nuevo.

    —Deja que me quede y vea la película contigo —medio pregunta, medio exige.

    —No creo que sea buena idea —le digo, y él se encoge de hombros.

    —Las peores ideas suelen ser las mejores —repone—. Además, no querrás que vuelva borracho, ¿no? —Sonríe, y no puedo resistirme, aunque sé que debería.

    —Vale, pero te sientas en el suelo o en la cama de Furetsu.

    Me mantengo firme. Dios sabe lo que podría pasar si nos tumbamos los dos en mi estrecha cama. Me sonrojo ante las posibilidades y me reprendo a mí mismo por pensar en ello cuando acabo de prometerle a Taiyou que me mantendría alejado de Kyousuke. Parece una promesa muy sencilla, pero de alguna forma siempre acabo encontrando el camino hasta Kyousuke. O bien, como esta noche, él encuentra el camino hasta mí.

    Kyousuke se desliza hasta el suelo, y yo me tomo un momento para admirar lo bueno que está con una simple camiseta blanca. Le doy al «Play» y, acto seguido, me pregunta:

    — ¿Tienes palomitas?

    —No, deberías haberlas traído tú —bromeo, y giro la pantalla para que vea mejor desde el suelo.

    —Siempre puedo ir a por otro tipo de picoteo —dice, y le doy con la mano abierta en la cabeza de broma.

    —Mira la película, y no hables más o te pongo de patillas en la calle

    Kyousuke finge cerrarse los labios con cremallera y me tiende una llave invisible, ante lo que me da una risita floja mientras finjo tirarla por detrás de mí. Cuando se recuesta contra la cama, me siento más tranquilo y en paz que en toda la semana.
    Kyousuke me mira a mí más que a la película, pero no me importa. Me doy cuenta de cómo sonríe cuando me río en una escena divertida, de cómo frunce el ceño cuando lloro por Paige cuando pierde la memoria, y de cómo también suspira aliviado cuando Paige y Leo acaban juntos al final.


    — ¿Qué te ha parecido? —le pregunto mientras busco otra película.

    —Pura basura. —Pero sonríe, y le revuelvo el pelo antes de darme cuenta de lo que hago. Me incorporo, y él se vuelve hacia la pared.

    —Déjame elegir la siguiente película —dice, y me coge el portátil.

    — ¿Quién ha dicho que puedes quedarte a ver otra? —inquiero, y pone los ojos en blanco.

    —No puedo conducir. Sigo borracho —contesta con una sonrisa traviesa.

    Sé que está mintiendo. Ya está casi sobrio, pero tiene razón. Debería quedarse. Aguantaré todo lo que se le ocurra hacerme mañana con tal de poder pasar más tiempo con él. Soy muy patético, como él mismo dijo. Y, en estos momentos, me da igual. Me gustaría preguntarle por qué ha venido y por qué no está en la fiesta de su fraternidad, pero decido esperar hasta que acabe la película, porque sé que se pondrá borde en cuanto empiece a hacerle preguntas. Kyousuke elige una de Batman que no había visto y jura que es la mejor película de la historia. Me río ante su entusiasmo mientras intenta contarme las anteriores entregas de la trilogía, pero no entiendo de qué me está hablando. Taiyou y yo siempre vemos películas juntos, pero nunca he disfrutado tanto como con Kyousuke. Taiyou mira la pantalla en silencio, mientras que Kyousuke no deja de comentarla, y de esa forma le añade un toque sarcástico divertidísimo.

    —Se me ha dormido el culo de estar en el suelo —se queja en cuanto empieza la película.

    —La cama de Furetsu es muy cómoda y mullida —digo, y frunce el ceño.

    —No se ve la pantalla desde allí. Venga, Tenma, tendré las manos quietas.

    —Está bien —gruño, y me hago a un lado.

    Él sonríe, se tumba junto. Apoya la cabeza en sus manos entrelazadas, lo que acaba con toda su chulería y hace que parezca adorable. La película es mucho mejor de lo que esperaba, y debo de haberle prestado más atención que a Kyousuke, porque cuando aparecen los créditos y lo miro, veo que se ha quedado dormido.

    Está tan perfecto, tan en paz cuando duerme... Me encanta la forma en que se le agitan los párpados, el modo en que se le mueve el pecho arriba y abajo y el encantador suspiro que se escapa de sus labios carnosos. Quiero estirar el brazo y acariciarle la cara, pero no lo hago. A pesar de que debería despertarlo y hacer que se marche, lo tapo con mi manta y me levanto a cerrar la puerta con llave antes de tumbarme en la cama de Furetsu. Vuelvo a mirarlo, y admiro la forma en que la tenue luz de la pantalla le ilumina la cara. Parece más joven y mucho más feliz cuando duerme.
    En cuanto empiezo a quedarme dormido, me doy cuenta de que ya he pasado un par de noches con Kyousuke, pero ninguna con Taiyou. Mi subconsciente me recuerda amablemente que he hecho muchas cosas con Kyousuke que nunca he hecho con Taiyou.

    Un débil zumbido se entromete en mi sueño a intervalos fijos. ¿Por qué no para? Me doy la vuelta, sin querer despertarme, pero el odioso sonido insiste en que lo haga. Estoy desorientado, y he olvidado dónde me encuentro. Cuando al fin me percato de que estoy en la cama de Furetsu, tardo un poco en darme cuenta de que Kyousuke está conmigo en la habitación. ¿Cómo es que siempre acabamos juntos? Y, lo que es más importante, ¿de dónde proviene ese molesto zumbido? Bajo la tenue luz de la calle que se filtra por la ventana, sigo el ruido y éste me conduce al bolsillo de Kyousuke. Me siento como si ese sonido me estuviera llamando en sueños. Me debato entre meter la mano o no, con los ojos clavados en el bulto que forma el móvil en el bolsillo delantero de sus apretados vaqueros. Deja de sonar cuando me acerco a mi cama, así que aprovecho la oportunidad para observar lo tranquilo que está Kyousuke mientras duerme. La suave arruga que le sale en la frente de tanto fruncir el ceño ha desaparecido, así como la mueca de sus labios.

    Suspiro y doy media vuelta, pero el zumbido vuelve a empezar. Voy a cogerlo, no se va a despertar. Bajo la mano e intento llegar al bolsillo. Si no llevara unos pantalones tan ajustados podría sacar el teléfono..., pero no tengo esa suerte.

    —¿Qué estás haciendo? —gruñe.

    De la impresión, retrocedo unos pasos.

    —Tu móvil no para de vibrar y me ha despertado —susurro, a pesar de que estamos solos en la habitación.

    Lo observo en silencio mientras él mete la mano en el bolsillo y saca el teléfono, no sin dificultad.

    — ¿Qué? —responde de forma abrupta cuando consigue sacarlo. Se frota la frente con la mano al oír la respuesta—. No voy a volver esta noche, estoy en casa de un amigo —dice.

    ¿Somos amigos? Claro que no, no soy más que una oportuna excusa por la que no va a volver a la fiesta. Empiezo a sentirme incómodo, y cambio el peso de una pierna a la otra.

    —No, no puedes ir a mi habitación. Mira, voy a seguir durmiendo, así que no vuelvas a despertarme. Y mi puerta está cerrada con llave: no hace falta que pierdas el tiempo intentando entrar.

    Cuelga, y yo retrocedo de forma instintiva. Es evidente que está de mal humor, y no quiero ser el blanco de su ira. Me subo con sigilo a la cama de Furetsu y me tapo con la manta.

    —Siento que el teléfono te haya despertado —dice con suavidad—. Era Hakuryuu.

    —Ah.

    Suspiro y me tumbo de lado, de cara a mi cama. Kyousuke me dedica una ligera sonrisa, como si supiera lo que pienso sobre Hakuryuu. No soy capaz de ignorar ese pequeño subidón de adrenalina por el hecho de que él esté aquí en lugar de estar con Hakuryuu, aunque sus acciones no tengan ningún sentido para mí.

    —No te cae bien, ¿verdad? —dice. Se pone de costado

    Niego con la cabeza.

    —No mucho, pero no se lo digas, por favor. No quiero dramas —le ruego.

    Sé que no puedo confiar en él, pero con suerte se le olvidará utilizar esa información para meter cizaña.

    —No lo haré; no es que el me importe mucho —murmura.

    —Claro, se nota que no te gusta nada —digo con tanta ironía como soy capaz.

    —En serio. A ver, es divertido y tal, pero es bastante coñazo —admite, con lo que ese subidón se intensifica un poco más.

    —Bueno, entonces, a lo mejor deberías dejar de tontear con el —insinúo, y le doy la espalda para que no pueda verme la cara.

    — ¿Hay algún motivo por el que no deba tontear con él?

    —No. Es que..., si piensas que es un coñazo, ¿por qué sigues con él? —Sé que no quiero saber la respuesta, pero no puedo evitarlo.

    —Para mantenerme ocupado, supongo.

    Cierro los ojos y respiro hondo. Hablar de los escarceos de Kyousuke con Hakuryuu me hace más daño del que debería. Su suave voz interrumpe mis pensamientos cargados de celos.

    —Ven a tumbarte conmigo —dice.

    —No.

    —Venga, nada más que tumbarnos juntos. Duermo mejor cuando estás cerca —añade como si fuera una confesión.

    Me incorporo y lo miro.

    — ¿Qué?... —No puedo ocultar la sorpresa que me provocan sus palabras.

    Ya sea en serio o no, hace que me derrita por dentro.

    —Duermo mejor cuando estás conmigo. —Aparta la mirada y luego la baja —. El fin de semana pasado dormí mejor que hace mucho tiempo.

    —Sería el whisky, no yo.

    —No, fuiste tú —me asegura.

    —Buenas noches, Kyousuke. —Me doy la vuelta. Si sigue diciendo ese tipo de cosas y continúo escuchándolo, podrá volver a hacer conmigo lo que quiera.

    — ¿Por qué no me crees? —dice casi en un susurro.

    —Porque siempre haces lo mismo: dices unas cuantas cosas bonitas y luego cambias el chip y termino llorando.

    — ¿Te hago llorar?

    —Sí, bastante —contesto apretando la manta de Kyousuke con fuerza.
    Oigo cómo su cama cruje un poco y cierro los ojos por miedo, y por algo más también. Los dedos de Kyousuke me rozan el brazo cuando se sienta al borde de la cama de Furetsu, y me digo a mí mismo que son las cuatro de la madrugada y que es demasiado tarde, bueno..., pronto, para esto.

    —No es mi intención hacerte llorar.

    — Es justo lo que pretendes cada vez que me dices cosas hirientes. Y también era tu intención cuando me obligaste a contarle lo nuestro a Taiyou. Y cuando me humillaste en tu cama la semana pasada porque no era capaz de decir justo lo que tú querías. Hoy me dices que duermes mejor cuando estás conmigo pero, si me tumbara contigo, en cuanto nos despertáramos me dirías lo feo que soy, o que no me soportas. Después del día del arroyo, pensé que... Da igual. Podríamos tener esta conversación una y otra vez. —Respiro hondo un par de veces, alterado por haberme desahogado con él.

    —Esta vez te escucho.

    —Es que no entiendo por qué te gusta tanto jugar al gato y al ratón conmigo. Ahora eres bueno, ahora cruel. Le dices a Furetsu que vas a «acabar conmigo» si me acerco a ti, y después quieres traerme a la residencia. Parece que no te aclaras.

    —No lo dije en serio..., lo de que acabaría contigo. Es que..., no sé, a veces digo cosas así — replica pasándose las manos por el pelo.

    — ¿Por qué dejaste la clase de literatura? —pregunto por fin.

    —Porque quieres que me mantenga alejado de ti, y yo necesito apartarme de ti.

    —Y entonces ¿por qué no lo haces?

    Empiezo a ser consciente del cambio de energía entre nosotros. De alguna forma, nos hemos acercado y nuestros cuerpos están a pocos centímetros de distancia.

    —No lo sé —resopla. Entrelaza las manos y las apoya sobre las rodillas.

    Quiero decir algo, lo que sea, pero no puedo sin contarle que no quiero que se aleje de mí, que pienso en él cada segundo de cada día. Al final, él rompe el silencio.

    —Si te hago una pregunta, ¿serás totalmente sincero?

    Asiento.

    — ¿Me has... me has echado de menos esta semana? —Era lo último que esperaba que me preguntara.

    Parpadeo unas cuantas veces para aclarar mis frenéticas ideas. Le he dicho que le diría la verdad, pero me da miedo.

    —¿Y bien? —insiste.

    —Sí —murmuro, y escondo la cara entre las manos, pero él las aparta y el contacto de sus dedos en mis muñecas hace que me arda la piel.

    —¿Sí, que? —Su voz suena tensa, como si estuviera desesperado por oír mi respuesta.

    —Te he echado de menos. —Trago saliva, a la espera de lo peor.

    Lo que no esperaba es un suspiro de alivio y una sonrisa que se extiende en su precioso rostro. Quiero preguntarle si él me ha echado de menos también, pero comienza a hablar antes de que tenga la ocasión.

    —¿De verdad? —pregunta, casi como si no me creyera.

    Asiento en respuesta, y me dedica una sonrisa. Satisfecho por mi confesión, porque eso le dice que me tiene comiendo de su mano.

    —¿Puedo acostarme ya? —protesto. Sé que no va a corresponder a mi confesión, y es muy tarde.

    —Sólo si nos acostamos juntos. Me refiero a dormir, en la misma cama, claro. —Sonríe.

    Suspiro y murmuro «Vamos, Kyousuke, ¿no podemos irnos a dormir sin más?», mientras me doy la vuelta con cuidado de no tocarlo. Pero un repentino tirón en las piernas me hace gritar de sorpresa, y enseguida me encuentro a Kyousuke levantándome de la cama y echándome sobre sus hombros. Ignora mis patadas y mis súplicas de que me baje hasta que llega a mi cama, apoya una rodilla en ella y me tumba poco a poco en el lado de la pared antes de echarse junto a mí. Me quedo mirándolo en silencio con el temor de que, si me paso con él, se marchará, y eso es algo que no quiero que suceda.

    Alcanza y recoge la almohada que le he arrojado antes y la coloca entre nosotros a modo de barrera con una sonrisa traviesa.

    —Mira, ya puedes dormir, seguro y protegido.

    Le devuelvo la sonrisa. No puedo evitarlo.

    —Buenas noches —digo con una risita.

    —Buenas noches, Tenma. —Él también se ríe.

    Me pongo de costado. Pero, de repente, me doy cuenta de que no tengo nada de sueño, así que me quedo mirando la pared con la esperanza de que esa electricidad entre nosotros se disipe y me deje dormir. Bueno, una esperanza parcial al menos. Unos minutos después, noto que la almohada se mueve y que el brazo de Kyousuke me rodea la cintura y me aprieta contra su pecho. No me muevo, ni le llamo la atención por sus acciones. Estoy disfrutando mucho el momento.

    —Yo también te he echado de menos —susurra contra mi pelo.

    Sonrío, sabiendo que no puede verme. Noto la ligera presión de sus labios sobre la nuca, y se me encoge el estómago. Por mucho que me guste la sensación, me siento más confundido que nunca cuando me quedo dormido...
    ______________________________________________________________

    Me demore. Lo se, perdonen pero estaba ocupada con las clases y eso mañana subire el otro capitulo.
    Me encanta saber que les gusta cada vez que leo los comentarios me animo para escribir el otro capitulo no tengo mucho tiempo ya que me estan mandando a dormir y no puedo escribir todo lo que queria dejar ahora </3
     
    Top
    .
  13. Tenma-kun
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Espero que pongas la contu pronto porque me encanta tu fic

    Nos vemos despues :=uuum: :=uuhuhuhus:
     
    Top
    .
  14. »Seiryu Urameshi«
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Aiñ no... No, ¡Es que simplemente no puedo con tanta emoción!
    Creí que Tsurugi iba a golpear a Taiyou y viceversa, pero igual sentí penita por el, pobre sol con patas...
    De verdad que Tsurugi me confunde al igual que a Tenma, pero en parte lo entiendo, tampoco va a cambiar de la noche a la mañana, se esfuerza el tio(?) Ah! quiero escribir más pero no acabaría y tengo sueñito.
    Ahora a esperar~ Realmente te adoro! Me haces que grite y me contorsione(?), y todo! Hasta me motivaste a hacer la tarea -Feels everywhere- Siempre me sorprendes en cada capitulo, y me gusta como escribes ♡
    Bueeeno, nos leemos~ ✌
     
    Top
    .
  15. kyosukextenma
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Waaa !! Por fin conty te espere con mucha ansia y valió la pena !!! Que magnífico sabia que era mejor de esta manera pero parece que el amor entre ellos es demasiado fuerte para separarlos ! Kyaaa cuantos sentimientos !! Espero que esos dos puedan aclarar todo y queden junto !!! Porque un amor así cae una vez en años ! Bueno espero continuación
    bye by
    kyo x ten
     
    Top
    .
46 replies since 31/8/2015, 01:50   4704 views
  Share  
.