Amor infinito

No tenia idea de que la universidad seria mucho mas que estudiar. Solo me deje llevar por que Kyousuke aparecio en mi vida, hizo que mi corazon y mi alma ya no fueran lo mismo.

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  1. Mio_Shizuka
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    Tan jodidamente adorable y maravilloso -w-
    Espero conty!
    Sayoo! :=FOXXIN:
     
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    yaoi ( ͡° ͜ʖ ͡°)
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    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

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    hermoso tan lindo kyaaa
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  3. FalseSlimShady
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    Me ha encantado. *//^//* Empecé a leerlo hace un par de días, con el primer capítulo, y hoy me he leído los otros cinco junto a una amiga (cabe decir que nos ha enganchado). Me encanta como escribes, la trama de la historia y todo en general, espero que actualices pronto, es de los mejores fics que he leído.

    ~Luu.
     
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  4. Immature Overactive
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    Bueno, no se si saben que huno un terremoto en chile y yo estoy en una de las zonas afectadas la cosa es que se me ha ido el internet y tratare de subir la conti aunque demorare en este tiempo que este ausente tal vez escriba fics en mi cuaderno y los suba cuando tenga la oportunidad

    Tambien quería decir que una amiga mia quería que hiciera algo como una entrevista a Tenma y Tsurugi la puedo hacer si ustedes quieren y pueden dejar preguntas y lo hago cuando vuelva les traeré muchas cosas y tal vez en dos dias sea nos vemos
     
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  5. »Seiryu Urameshi«
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    Había visto en las noticias de eso, ¿Estas bien? D:
    No te preocupes por la conti, yo creo que es más que comprensible, espero estes bien que es lo que importa. ^_^

    No comprendí muy bien eso de las preguntas, es decir, ¿nosotros haremos preguntas y ellos las responderán o le preguntara alguien en el fic o...? Ah, maldita mente lenta la mía.

    En fin, espero y estes bien y mucha fuerza! Nos vemos ✌
     
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  6. Mio_Shizuka
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    Ojala y estés bien, me preocupaste cuando leí que estabas en una de las zonas afectadas D: , sobre lo de la conty, no te preocupes por eso lo primero es tu seguridad : )
    Tampoco eh entendido lo de las preguntas.
    Espero estés bien!
     
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  7. kyosukextenma
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    Pobre apenas descubrí eso ni me di cuenta ejejjeje espetó que todo estuvo bien ! Y bueno espero conty con ansia vale la pena esperar tu fic y no sólo el tuyo claro pero de seguro en el momento justo me llamara de nuevo de emociones que me olvidaré del tiempo jajajaj espero conty no te preocupes !
    Bye by
     
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  8. Immature Overactive
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    Gracias por preocuparse ¡Al fin he vuelto! Con nuevas ideas y tal vez subire mas fics de esta pareja ¡He aqui la conty!
    ________________________________________________________________________


    Capitulo 8




    La alarma suena muy temprano, y me doy la vuelta. Levanto el brazo para propinarle un manotazo y parar el odioso pitido que me está destrozando los oídos. Mi mano choca con una superficie suave y cálida, y abro los ojos de golpe para encontrar a Kyousuke mirándome. Cojo la almohada para taparme de vergüenza, pero él me la quita de un tirón.

    —Buenos días para ti también —dice con una sonrisa frotándose el brazo.

    Le devuelvo la mirada mientras se me ocurre una disculpa. «¿Cuánto tiempo ha estado mirándome?»

    —Estás adorable cuando duermes —bromea, y yo me incorporo tan rápido como puedo, convencido de que debo de tener una pinta bastante horrorosa, como suele ser habitual por las mañanas.

    Me pasa el móvil.

    — ¿Para qué es la alarma?

    La apago y me bajo de la cama.

    —Voy a ir a buscar un coche, así que puedes irte cuando quieras —replico.

    Él frunce el ceño.

    —No quiero entretenerte. —Digo y me siento un poco culpable por hablarle de un modo tan borde pero, para ser sincero, era lo que esperaba de él.

    —Y no es el caso. ¿Puedo ir contigo?

    Miro a mí alrededor en la habitación mientras me pregunto si lo he oído bien. Entonces me vuelvo hacia él con una mirada de sospecha.

    — ¿A ver un coche? Y ¿por qué ibas a querer venir?

    — ¿Por qué tiene que haber una razón? Te comportas como si estuviera tramando matarte o algo así. —Se ríe y se levanta

    —Bueno, me sorprende bastante verte de tan buen humor por la mañana..., que quieras ir conmigo a un sitio... y que no me estés insultando —admito.

    Me aparto de él y recojo la ropa y las cosas del baño. Tengo que darme una ducha antes de ir a ningún sitio. Indiferente ante mi sinceridad, Kyousuke sigue presionándome un poco más.

    —Lo pasaremos bien, lo prometo. Pero tienes que dejar que te demuestre que podemos ser... que puedo ser amable. Sólo por un día.

    Su sonrisa es preciosa y convincente. Sin embargo, estoy seguro de que Taiyou me dejará y no volverá a hablarme nunca si se entera de que Kyousuke ha pasado la noche aquí conmigo, en mi cama, agarrándome mientras dormíamos. No sé por qué tengo ese miedo constante a perder a Taiyou; quizá sea miedo a la reacción de mi madre si cortamos, o quizá sea que mi antiguo yo sigue muy unido a él. Siempre ha estado ahí, y me siento como si nos debiera costar, tanto a él como a mí, continuar con la relación. No obstante, creo que la razón más importante es que sé que Kyousuke no podrá y no querrá darme el tipo de relación que necesito y que, francamente, quiero de él.

    Mientras estoy sumido en mis pensamientos, parece que por fin consigo admitir que, por escuchar la pausada respiración de Kyousuke junto a mi oído mientras dormía, vale la pena que Taiyou no vuelva a hablarme nunca más.

    — ¡Tierra llamando a Tenma! —dice desde el otro lado de la habitación, y yo vuelvo en mí.

    Me he quedado paralizado, debatiendo conmigo mismo, y he olvidado por completo que Kyousuke estaba aquí.

    — ¿Pasa algo? —pregunta, y se acerca.

    «No, nada, sólo que por fin estoy reconociéndome a mí mismo que siento algo por ti y que quiero más, aunque ya sé que a ti no te importa nadie en este mundo, y menos aún yo.»

    —Intento decidir qué ponerme —miento.

    Baja la vista hasta la ropa que sujeto entre las manos e inclina la cabeza, pero se limita a decir:

    —Entonces ¿puedo acompañarte? Así te será más fácil, porque no tendrás que coger el autobús. Bueno, podría ser divertido. Y, desde luego, más sencillo.

    —Venga, vale —digo—. Voy a arreglarme.

    Camino hacia la puerta, y me sigue.

    — ¿Qué haces? —inquiero.

    —Ir contigo.

    —Eh..., voy a darme una ducha.

    Balanceo la bolsa de aseo frente a su cara y me la arrebata de las manos.

    — ¡Qué casualidad! ¡Yo también!

    Me adelanta y abre la puerta sin mirar atrás. Me doy prisa en alcanzarlo y le tiro de la camiseta.

    —Qué detalle que te unas —bromea, y pongo los ojos en blanco.

    —El día no ha hecho más que empezar y ya eres un incordio —lo chincho en respuesta.

    Unas cuantas chicas pasan por nuestro lado y entran en los baños; no se cortan un pelo en quedarse embobadas mirando a Kyousuke
    .
    —Chicas —las saluda él, y ellas ríen por lo bajo como si fueran colegialas. Bueno son adultas, así que deberían comportarse como tales.

    Después de una parada para ir al servicio, salgo y no veo ni oigo a Kyousuke en las duchas, así que mi mente, cómo no, comienza a elucubrar que podría haberse ido a algún sitio con las chicas de antes.

    Ni siquiera se ha traído ropa, así que, si al final se ducha, tendrá que volver a ponerse la ropa sucia. Kyousuke podría ponerse cualquier cosa rebozada en barro que seguiría estando más guapo que cualquier otro tío que haya visto. «Excepto Taiyou», me recuerdo.

    Tras una ducha rápida, me seco, me visto y vuelvo a la habitación, donde me alivia encontrar a Kyousuke sentado en mi cama. “¡Tomen esa perras!” grita una parte de mí. Está sin camiseta. Cierro la boca para asegurarme de que no me cuelga la lengua.

    —Has tardado un buen rato —dice.

    —Se supone que tienes que ser simpático, ¿recuerdas? —replico, y me acerco al armario de Furetsu y abro la puerta para usar el espejo. Tras coger el estuche de maquillaje de mi compañero, me siento y cruzo las piernas frente a él.

    — ¡Pero si estoy siendo simpático! Además ya sabes que no te hace falta el maquillaje —me dice.

    —Me gusta —replico, y él pone los ojos en blanco.

    —Pues nada. — contesta. Y hasta aquí el Kyousuke amable.

    Se da cuenta y enseguida me dice «Perdona, perdona» Es un poco complicado de hacer con alguien como Kyousuke mirándome.
    —Estoy listo —digo finalmente, y él se levanta de un salto—. ¿Vas a ponerte una camiseta? —le pregunto.

    —Sí, tengo una en el maletero.

    Tenía razón: debe de tener millones de ellas ahí dentro. No quiero ni pensar en las razones que hay detrás.

    Fiel a su palabra, Kyousuke saca una camiseta negra lisa del maletero y termina de vestirse en el aparcamiento.

    —Deja de mirarme y sube al coche —bromea.

    Intento negarlo, y le hago caso.

    —Me gustas más con camiseta blanca —digo cuando ambos estamos dentro, y las palabras se me escapan antes de que pueda procesarlas.

    Ladeando la cabeza, me dedica una sonrisa engreída.

    — ¿Ah, sí? —Arquea una ceja—. Bueno, a mí me gustas con esos vaqueros. Te hacen un culo irresistible —dice, y me deja pasmado. Kyousuke y sus obscenidades.

    Le doy un puñetazo, de broma, y se ríe, pero mentalmente me doy una palmadita en la espalda por ponerme estos pantalones. Quiero que Kyousuke me mire, aunque nunca lo admitiría, y me siento halagado por su extraña forma de dedicarme un cumplido.

    — ¿Adónde? —pregunta, y saco el móvil. Le leo la lista de distribuidores de coches de segunda mano en un radio de unos ocho kilómetros y le cuento un par de opiniones de cada uno. —Le das demasiadas vueltas a todo. No vamos a ir a ninguno de esos sitios.

    —Sí que vamos a ir. Ya lo tenía previsto; hay un Prius que quiero ver en el concesionario Bob’s Super Cars —le digo, y siento vergüenza ajena por un nombre tan ridículo.

    —¿Un Prius? —dice indignado.

    —Sí, ¿por? Tienen un buen rendimiento y son seguros y...

    —Aburridos.
    —Búrlate de mí todo lo que quieras, pero me ahorraré una pasta en gasolina todos los años —le recuerdo, riéndome a mi vez, cuando se inclina y me toca la mejilla con un dedo.

    Me quedo mirándolo, asombrado porque haya hecho algo tan simple pero encantador. Kyousuke parece tan sorprendido por lo que acaba de hacer como yo.

    —A veces eres adorable —me dice.

    Vuelvo a mirar al frente.

    —Gracias.

    —Lo digo en el buen sentido, porque a veces haces cosas adorables — masculla. Parece que lo incomoda pronunciar esas palabras, y sé que no está acostumbrado a decir nada de ese estilo.

    —Vale... —digo, y miro por la ventanilla del acompañante.

    A cada segundo que paso con Kyousuke, mis sentimientos hacia él crecen, y sé que es peligroso dejar que se den este tipo de pequeños y, en apariencia, insignificantes momentos entre nosotros, pero no puedo controlarme cuando se trata de él. Me he convertido en una simple observadora en todo este torbellino. Kyousuke acaba dirigiéndose a Bob’s Super Cars, y le doy las gracias. Bob resulta ser un hombre bajo, sudoroso y con exceso de gomina que huele a nicotina y a cuero, y en cuya sonrisa destaca un diente de oro. Mientras hablo con él, Kyousuke se queda cerca y se dedica a hacer muecas cuando él no está mirando. Al hombrecillo parece que lo intimida el tosco aspecto de Kyousuke, pero no lo culpo. Echo un vistazo al estado del Prius de segunda mano, y decido no quedármelo. Tengo la sensación de que se estropeará en cuanto salga del aparcamiento, y Bob tiene la norma estricta de no aceptar devoluciones.

    Visitamos unos cuantos distribuidores más, y todos son igual de cutres. Después de pasar la mañana con incontables hombres de calva incipiente, decido suspender la búsqueda del coche.
    Tendré que alejarme mucho más del campus para encontrar uno decente, y hoy ya no me apetece seguir con ello. Decidimos comprar algo de comer en el servicio para coches de un bar de carretera y, mientras nos lo comemos, para mi sorpresa Kyousuke me cuenta la historia de cuando arrestaron a Ibuki por vomitar el suelo en un Wendy’s el año pasado y no pude evitar reir. El día está yendo mucho mejor de lo que esperaba, y por una vez siento que podríamos pasar el semestre sin matarnos el uno al otro.

    En el camino de vuelta al campus, pasamos por un monísimo y pequeño establecimiento de yogur helado, y le pido a Kyousuke que pare. Él gruñe y actúa como si no quisiera, pero veo un atisbo de sonrisa oculto bajo sus disgustadas facciones. Kyousuke me dice que busque un sitio libre, y él va a por los yogures, que trae cargados hasta arriba de todos los tipos de dulce y galleta imaginables. Tienen una pinta asquerosa, pero me convence de que es la única forma de amortizar lo que valen. Por repugnante que parezca, está buenísimo. No consigo tomarme ni la mitad del mío, pero él acaba felizmente con su bol y los restos del mío.

    — ¿Kyousuke? —dice la voz de un hombre.

    Él levanta la cabeza y entorna los ojos. El desconocido sujeta una mochila y una bandeja llena de tarrinas de yogur desconocido sujeta una mochila y una bandeja llena de tarrinas de yogur.

    —Ah... Hola —dice Kyousuke, y sé por instinto que es su padre.

    El hombre es pálido, como él. Sus ojos tienen la misma forma, aunque son más oscuros. Aparte de eso, son polos opuestos. Su padre lleva unos pantalones de vestir grises y un chaleco de punto. Su porte es fríamente profesional. Hasta que sonríe, eso es, y muestra una amabilidad similar a la de Kyousuke cuando deja de empeñarse en comportarse como un imbécil.

    —Hola, soy Tenma —digo con educación al tiempo que le tiendo la mano.

    Kyousuke me lanza una mirada fulminante, pero lo ignoro. No es que él fuera a presentarme.

    —Hola, Tenma, soy Tsurugi Ken, el padre de Kyousuke y de Yuuichi pero como puedes ver todos somos muy distanciados —dice el hombre, y me estrecha la mano. Así que Yuuichi y Kyousuke de verdad son hermanos aunque eso lo supe en cuanto los conocí por primera vez—. No me habías dicho que tenías novio —añade dirigiéndose a él—. Deberíais venir los dos a cenar esta noche. Kinako va a preparar una cena estupenda. Es una excelente cocinera.

    Quiero mantener a raya el mal humor de Kyousuke y decirle a su padre que no soy su novio, pero él se me adelanta.

    —Esta noche no podemos. Yo tengo una fiesta, y él no va a querer ir —le suelta.

    Ahogo una exclamación por la forma en que Kyousuke le habla a su padre. Ken se queda boquiabierto, y me siento fatal por él.

    —En realidad, me encantaría ir —intervengo—. Soy amigo de Yuuichi y también soy amigo de Fey; vamos a clase juntos. Con Fey me refiero

    La sonrisa afable de Ken reaparece.

    — ¿Ah, sí? Eso es genial. Fey es un buen chico. Me encantaría que vinieras esta noche — repite Ken, y sonríe.

    Siento la mirada penetrante de Kyousuke clavada en mí.

    — ¿A qué hora vamos? —digo.

    — ¿«Vamos»? —Pregunta su padre, y yo asiento—. Vale..., ¿pongamos a las siete? Tengo que avisar a Kinako con tiempo o seré hombre muerto —bromea, y yo sonrío. — Hable con Yuuichi y dice que ira con Furetsu

    Cuando Kyousuke me conto su historia no metió a Yuuichi cosa que me parece rara pero no quiero darle más vueltas.
    Kyousuke está furioso, y permanece mirando por la ventana.

    — ¡Genial! —digo—. ¡Nos vemos esta noche!

    Ken se despide de su hijo, quien lo ignora de malas maneras, a pesar de que le doy un toque en el pie por debajo. Un minuto después de que su padre se marche del local, Kyousuke se levanta de golpe y estampa su silla contra la mesa. Ésta cae por el otro lado, y entonces comienza a propinarle patadas en medio del bar antes de salir corriendo por la puerta y dejarme solo ante las miradas de todos.

    Sin saber muy bien qué hacer, dejo el yogur donde está, balbuceo una disculpa por lo bajo y enderezo la silla con torpeza antes de salir detrás de él.

    Llamo a Kyousuke, pero me ignora. Cuando ya está a medio camino del coche, se da la vuelta tan rápido que casi choco contra él.

    — ¡Joder, Tenma! ¡¿Qué mierda has hecho?! —me grita. La gente que pasa por nuestro lado empieza a mirarme, pero él continúa—: ¿A qué clase de juego intentas jugar? —Se acerca a mí. Está enfadado, más que enfadado en realidad.

    —No es ningún juego, Kyousuke. ¿Es que no has visto lo mucho que quería que fueras? Estaba intentando llegar a ti, ¡y tú has sido tan maleducado! —No estoy seguro de por qué estoy gritando, pero no voy a dejar que me chille sin más.

    — ¿Llegar a mí? ¿Qué coño me estás contando? ¡A lo mejor tendría que haberse preocupado por llegar a mí cuando abandonó a su familia! ¡Cuando mi madre trabajaba sin fin en Inglaterra! ¡Yuuichi vive tan despreocupado por eso y mi padre es un idiota! ¡Ambos son idiotas!

    — ¡Deja de decir tacos! ¡Quizá está intentando recuperar el tiempo perdido! La gente comete errores, Kyousuke, y es evidente que le importas. Además ¡Yuuichi solo dejo el pasado! ¿Qué pasa? ¡Ambos están alejados por eso! ¡Se nota que son hermanos a kilómetros! Ken Tiene una habitación para Yuuichi, para Fey y para ti en su casa, llena de ropa por si...

    — ¡No sabes una mierda sobre él, Tenma! ¡Tal vez de lo Yuuichi sea idiota! ¡Pero no conoces como era mi padre! ¡Vive en un pedazo de mansión con su nueva familia, mientras mi madre se mata a trabajar cincuenta horas a la semana para pagar las facturas! ¡Yuuichi no se preocupa por nadie hasta que conoció a Furetsu solo lo cuida a él! ¿¡Y ahora viene a juntarse con nuestro padre!? Así que ahórrate el sermón. ¡No te metas donde no te llaman!

    Se sube al coche y cierra de un portazo. Me apresuro a entrar también, por miedo a que se le ocurra dejarme tirado; está histérico. Se acabó nuestro día sin discusiones.

    Está hecho una furia, pero por suerte permanece callado cuando salimos a la carretera principal. Si pudiera mantener este silencio el resto del viaje, sería feliz. Pero una parte de mí insiste en que Kyousuke tiene que entender que no puede gritarme así.

    —Está bien —digo fingiendo serenidad—. No voy a meterme donde no me llaman, pero pienso aceptar la invitación de esta noche, vayas tú o no.

    Como si fuera un animal salvaje enfurecido, se vuelve hacia mí.

    —No, ¡ya te digo que no!

    Manteniendo la falsa calma, añado:

    —No es de tu incumbencia lo que yo hago o dejo de hacer, Kyousuke, y, por si no te has dado cuenta, me ha invitado. Puede que le pregunte a Matatagi si quiere venir conmigo.

    — ¡¿Qué acabas de decir?!

    Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando Kyousuke gira el volante de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera.

    Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreado que él, y le grito:

    — ¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?!

    — ¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con Matatagi?

    —Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que Fey es tu hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo.

    —Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no quiero que vaya Matatagi. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecido.

    Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de esperanza ante los celos de Kyousuke. Sé que su actitud tiene más que ver con la rivalidad que con una preocupación real por que salga con Matatagi, pero hace que sienta mariposas en el estómago igualmente.

    —Pues si no vienes conmigo, tendré que invitarlo. —En realidad, nunca lo haría, pero eso él no lo sabe.

    Kyousuke se queda mirando al frente durante unos segundos y entonces suspira, con lo que expulsa parte de la tensión.

    —Tenma, de verdad que no quiero ir. No quiero estar con la familia perfecta de mi padre. Los evito por algo.

    Yo también relajo el tono.

    —Bueno, no quiero obligarte a ir si vas a sentirte mal, pero me encantaría que vinieras conmigo. Yo voy a ir de todas formas.

    Hemos pasado de tomar un yogur a gritarnos mutuamente, y ahora volvemos a estar en paz. La cabeza me da vueltas, y tengo el corazón acelerado.

    — ¿Sentirme mal? —Suena incrédulo.

    —Sí, si te va a molestar tanto estar allí, no voy a intentar convencerte de que vayas —respondo.

    Sé que jamás podría conseguir que Kyousuke hiciera algo que no quiere; no hay antecedentes de que haya cooperado nunca.

    —Y ¿a ti qué más te da que me sienta mal? —Su mirada se encuentra con la mía, e intento desviarla, pero vuelve a tenerme embrujada.

    —Pues claro que me da; ¿por qué no iba a importarme?

    —La pregunta es por qué sí te importa.

    Me mira suplicante, como si quisiera que pronunciara las palabras, pero no puedo. Las utilizaría en mi contra, y lo más seguro es que no querría volver a quedar conmigo nunca más. Me convertiría en el chico pesado que va detrás de él, la clase de chico de la que me habló Furetsu.

    —Me importan tus sentimientos —le digo, y espero que la respuesta sea lo bastante buena para él.

    Interrumpiendo el momento, mi móvil comienza a sonar. Lo saco del bolso y veo que es Taiyou. Sin pensarlo, rechazo la llamada antes siquiera de darme cuenta de lo que estoy haciendo.

    — ¿Quién es?

    —Taiyou.

    — ¿No vas a responder? —Parece sorprendido.

    —No, estamos hablando. —«Y prefiero hablar contigo», añade mi subconsciente.

    —Ah. —Es lo único que dice, pero su sonrisa es evidente.

    —Entonces ¿vas a venir conmigo? Hace bastante tiempo que no como comida casera, así que no voy a desperdiciar la oportunidad. —Sonrío; el ambiente en el coche es ahora más tranquilo, aunque sigue siendo tenso.

    —No. De todas formas, tengo planes —murmura.

    No quiero saber si esos planes incluyen a Hakuryuu

    —Ah, vale —digo—. ¿Te enfadarás conmigo si voy yo?

    Me parece un poco raro ir a la casa del padre de Kyousuke sin más, pero Fey es mi amigo, y me han invitado.

    —Siempre estoy enfadado contigo, Tenma —dice y, cuando me mira, veo la diversión en sus ojos.

    Me río.

    —Yo también estoy siempre enfadado contigo —replico, y él se ríe por lo bajo—. ¿Podemos irnos ya? Si viene la policía, nos van a multar.

    Asiente mientras arranca el coche y volvemos a la carretera. La discusión con Kyousuke ha pasado mucho más rápido de lo que esperaba. Supongo que está mucho más acostumbrado que yo a los conflictos constantes, aunque yo preferiría pasar el tiempo con él sin tener que discutir.

    Me he prometido a mí mismo no preguntarle, pero tengo que saberlo...

    —Y... ¿qué... qué... planes tienes hoy?

    —¿Por qué lo preguntas?


    Aunque siento su mirada sobre mí, mantengo la vista fija en la ventanilla.
    —Por curiosidad —digo—. Como has dicho que tenías planes, he sentido curiosidad.

    —Tenemos otra fiesta. Es lo que suelo hacer todos los viernes y los sábados, excepto anoche y el sábado pasado...

    Trazo un círculo en la ventanilla con un dedo.

    — ¿No te cansa? ¿Hacer lo mismo todos los fines de semana con los mismos borrachos? — Espero que no se ofenda.

    —Sí..., supongo que sí. Pero estamos en la universidad, y estoy en una fraternidad; ¿qué más se puede hacer?

    —No lo sé..., es que parece pesado tener que limpiar lo que los demás ensucian todos los fines de semana, sobre todo cuando tú ni siquiera bebes.

    —Lo es, pero no he encontrado nada mejor que hacer con mi tiempo, así que... —Se interrumpe.

    Sé que todavía me está mirando, pero mantengo la vista apartada. El resto del viaje transcurre en silencio. No es incómodo, sino tranquilo. Mientras camino solo desde el aparcamiento hasta la residencia, estoy tan atacado que creo que me va a dar algo. Acabo de pasar la noche y la mayor parte de la tarde con Kyousuke y nos hemos aguantado, más o menos. Me lo he pasado bien, muy bien. ¿Por qué no podré pasarlo tan bien con alguien a quien le guste de verdad? Como Taiyou. Sé que debería devolverle la llamada, pero quiero disfrutar del momento.

    De regreso en mi habitación, me sorprende ver a Furetsu; normalmente pasa el fin de semana fuera.

    — ¿Dónde has estado, señorito? —bromea, y se lleva un puñado de palomitas con queso a la boca.

    Me río, y me quito los zapatos antes de desplomarme sobre la cama.

    —He estado buscando un coche.

    — ¿Lo has encontrado? —pregunta, y me dispongo a contarle los cuchitriles en los que he estado, sin mencionar la presencia de Kyousuke.

    Unos minutos después, alguien toca a la puerta y Furetsu se levanta para abrir.

    — ¿Qué haces tú aquí? —gruñe.

    «Kyousuke.» Levanto la vista, nervioso, y él se acerca hasta mi cama. Tiene las manos metidas en los bolsillos, y se balancea sobre los talones.

    — ¿Me he dejado algo en tu coche? —pregunto, y oigo un gritito ahogado de Furetsu. Tendré que explicárselo después, aunque tampoco tengo muy claro cómo hemos acabado pasando el día juntos.

    —Eh..., no. Es que, bueno, he pensado que quizá podría llevarte a casa de mi padre esta noche. Como no has encontrado ningún coche... —suelta de golpe, sin que parezca que se esté dando cuenta o que le importe que Furetsu esté en la habitación con la mandíbula inferior rozándole el suelo—. Si no..., tampoco pasa nada, sólo quería ofrecerme.

    —Sí..., sería genial. Gracias.

    Sonrío, y él me devuelve la sonrisa y se muestra agradable y visiblemente aliviado.

    —Vale... Me paso sobre las seis y media para que llegues a tiempo.

    —Gracias, Kyousuke.

    —Tenma —dice con suavidad, y sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí.

    — ¡¿Qué me he perdido?! —exclama Furetsu.

    —La verdad es que no lo sé —admito. Justo cuando pensaba que Kyousuke no podía ser más complicado, va y hace una cosa así.

    — ¡No me puedo creer lo que acaba de pasar! O sea, Tsurugi..., su forma de entrar, ¡como si estuviera nervioso o algo! ¡Madre mía! Y se ha ofrecido a llevarte a casa de su padre... Un momento, ¿por qué vas a ir tú a casa de su padre? Y ¿pensabas que te habías dejado algo en su coche? ¡¿Cómo es que estoy tan perdido?! ¡Dame detalles! —grita prácticamente, y se coloca al pie de mi cama.

    Así que se lo cuento todo, le explico que se presentó aquí anoche y que vimos una película y se quedó a dormir, que hoy hemos ido a mirar coches... y que no le he mencionado antes que él ha estado aquí porque suponía que, si había insistido tanto en que me ayudara a mantenerlo alejado, habría sido un poco raro admitir que había estado con él. Apenas digo nada sobre el padre de Kyousuke, excepto que voy a ir a su casa a cenar, pero de todas formas Furetsu parece estar más interesado en la noche anterior.

    —No me puedo creer que se quedara aquí, es todo un acontecimiento. Kyousuke nunca se queda, nunca. Y nunca deja que nadie se quede con él. He oído que tiene pesadillas o algo parecido, no lo sé. Pero, en serio, ¿qué le has hecho? ¡Ojalá hubiera grabado la forma en que te ha mirado cuando ha entrado! —chilla, y se ríe—. Sigue sin parecerme una buena idea pero, visto lo visto, te llevas mejor con él que la mayoría. Aun así, ten cuidado —me advierte de nuevo.

    «¿Que qué le he hecho?» Nada, seguro. No está acostumbrado a ser amable, pero por alguna razón lo está siendo conmigo. ¿Quizá es su forma de vencerme en alguna clase de juego o de demostrar que sabe fingir tener modales?

    Saco el tema de Yuuichi, y a partir de ahí Furetsu toma las riendas de la conversación. Me cuenta que también ira a la cena. Me cuesta prestar atención a sus historias de la fiesta de anoche, a cómo Hakuryuu acabó sin camiseta y cómo Tetsukado venció a Ibuki en un combate. Mis pensamientos vuelven a Kyousuke, claro, y miro el reloj para asegurarme de que tengo suficiente tiempo para arreglarme para esta noche. Son las cuatro en punto, así que debería empezar a vestirme a las cinco.
    Furetsu sigue hablando hasta las cinco y media, y se vuelve loco cuando le pido que me peine y me maquille. No sé muy bien por qué me estoy esforzando tanto en estar presentable para una cena familiar a la que no debería ir, pero sigo adelante igualmente. El me maquilla de una forma tan sutil que apenas se nota, pero me veo genial. Decido ponerme mi vestido marrón favorito, a pesar de los intentos de Furetsu por que me ponga algo de su armario. El vestido marrón es bonito y conservador, perfecto para una cena familiar.

    —Al menos ponte las medias de encaje debajo o déjame que le corte las mangas al vestido — gruñe.

    —Venga, vale, dame las medias. Aun así, no está tan mal, es entallado —le rebato.

    —Ya lo sé, pero es... aburrido. —. Parece más satisfecho cuando me pongo las medias y accedo a llevar tacones altos. Sigo llevando el par de zapatillas en el bolso desde ayer, por si acaso.

    A medida que se acercan las seis y media, me doy cuenta de que estoy más nervioso por el trayecto a su casa que por la cena en sí. Me incomodan las medias, y ando por la habitación unas cuantas veces para practicar antes de que Kyousuke se presente aquí. Furetsu me dedica una extraña sonrisa, y yo abro la puerta.

    —Madre mía, Tenma, estás..., eh..., estás muy lindo —masculla él, y yo sonrío. ¿Desde cuándo dice un «eh» en cada frase?

    Furetsu nos acompaña a la puerta me susurra algo:
    — Discúlpate con Ken por mí es que Yuuichi y yo tenemos “algo pendiente” pero tal vez otra vez podamos ir — Dicho esto me guiña — ¡Pasadlo bien! — Dice cuando comenzamos a caminar

    Kyousuke le enseña el dedo corazón y, cuando Furetsu le devuelve el gesto, Kyousuke le cierra la puerta en las narices.

    El trayecto a casa del padre de Kyousuke es agradable. La suave música de fondo no parece más que una distracción, y me fijo en que agarra el volante con demasiada fuerza. Durante el viaje tengo la sensación de que está de los nervios, pero sé que, si quisiera hablar sobre algo, no tendría problemas en exponerlo.

    Me bajo del coche y subo los escalones del camino de entrada. Con el sol todavía en lo alto del cielo, distingo unas viejas enredaderas que ascienden por los lados de la casa y las pequeñas flores blancas que las acompañan. De improviso, oigo cómo se abre y se cierra la puerta de Kyousuke, y el ruido de sus botas en el camino de entrada. Me vuelvo para ver que está a unos pocos pasos detrás de mí.

    — ¿Qué estás haciendo? —le pregunto.

    —Es evidente: ir contigo. —Pone los ojos en blanco y da una larga zancada para colocarse a mi lado al final de la escalera.

    — ¿En serio? Creía que no...

    — Ya. Vamos a entrar ya y a pasar la peor noche de nuestras vidas.

    Esboza la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Le doy un codazo y llamó al timbre.

    —Paso de timbres —me dice, y gira el pomo.

    Supongo que no importa porque es la casa de su padre, pero aun así me hace sentir algo incómodo.

    Cruzamos la puerta y entramos en el vestíbulo cuando su padre aparece. La sorpresa es evidente en su rostro, pero nos muestra su encantadora sonrisa y se acerca a abrazar a su hijo. Kyousuke, sin embargo, lo esquiva y pasa de largo.

    —Muchas gracias por recibirnos, señor Tsurugi —digo mientras nos adentramos en la casa.

    —Muchas gracias por venir, Tenma; Fey me ha hablado un poco sobre ti. Parece que te tiene mucho cariño. Y, por favor, llámame Ken. —Sonríe

    — Eh… Claro. Ken lamento avisarle a Yuuichi y Furetsu no podían venir tenían algo pendiente
    — Descuida el que Kyousuke esté aquí es suficiente además Yuuichi ya sabe qué hacer con él ya he pasado tiempo ahora me falta Kyousuke— Dice sonriendo y lo sigo hasta el salón

    Fey está sentado en el sofá con el libro de literatura en el regazo cuando entro. Se le ilumina la cara y cierra el libro en cuanto me acerco y me siento a su lado. No sé adónde ha ido Kyousuke, pero aparecerá tarde o temprano.

    — ¿Kyousuke y tú vais a darle otra oportunidad a vuestra amistad? —pregunta Fey con el ceño ligeramente fruncido.

    Me gustaría contarle lo que está ocurriendo entre Kyousuke y yo pero, para ser sincero, ni yo mismo lo sé.

    —Es complicado. —Intento sonreír, pero titubeo.

    —Sigues con Taiyou, ¿no? Porque parece que Ken piensa que Kyousuke y tú estáis saliendo. —Se ríe. Espero que mi risa no suene tan falsa como me parece a mí—. No he tenido valor para contárselo, pero estoy seguro de que Kyousuke lo hará —añade.

    Me revuelvo incómodo sin saber qué decir.

    —Sí, sigo con Taiyou, es que...

    — ¡Tú debes de ser Tenma! —La voz de una mujer resuena en la habitación.

    La madre de Fey camina hacia mí y yo me levanto para estrecharle la mano. Tiene una mirada radiante y una sonrisa encantadora. Lleva un vestido turquesa, parecido a mi vestido marrón, y encima un delantal estampado con pequeñas fresas y plátanos.

    —Me alegro de conocerla, gracias por invitarme. Tiene una casa preciosa —le digo.

    Una amplia sonrisa se extiende por su rostro, y me aprieta la mano.

    —De nada, el placer es mío. A pesar de ser un chico tienes buenos gustos con la ropa ¿Sabias? ¿Eres el novio (uke) de Kyousuke? — Estoy seguro de que me he puesto rojo en cuanto pregunto eso. Un pitido comienza a sonar entonces en la cocina, y ella se sobresalta un poco—. Bueno, voy a terminar de preparar la cena. Os veo a todos en el comedor dentro de unos minutos.

    — ¿En qué estás trabajando? —le pregunto a Fey cuando ella se marcha, y él me muestra una carpeta.

    —En los deberes de la próxima semana. El ensayo sobre Tolstói va a acabar conmigo.

    Me río y asiento; me costó horas escribir ese ensayo.

    —Sí, es mortal. Lo terminé hace unos días.

    —Bueno, si los empollones han acabado de comparar apuntes, me encantaría cenar antes del año que viene —dice Kyousuke.

    Lo fulmino con la mirada, pero Fey se limita a reírse y a dejar el libro antes de dirigirse al comedor. Parece que, después de todo, la pelea les ha ido bien. Los sigo a los dos hasta el enorme comedor. Hay una larga mesa decorada con muy buen gusto, con los cubiertos ya dispuestos y varias fuentes de comida en el centro. No cabe duda de que Kinako se ha dejado la piel en esto; será mejor que Kyousuke se comporte, o tendré que matarlo.

    —Tenma, Kyousuke y tú os sentáis en este lado —nos indica Kinako, y hace un gesto hacia la parte izquierda de la mesa.

    Fey se sienta enfrente de Kyousuke. Ken y Kinako toman asiento junto a él.

    Le doy las gracias y me siento al lado de Kyousuke, que está callado y parece incómodo. Observo cómo Kinako sirve el plato de Ken, y él le da las gracias con un beso en la mejilla. Es un gesto tan dulce que tengo que apartar la mirada. Me sirvo rosbif, patatas y calabacín, y por último coloco un panecillo encima. Kyousuke se ríe por lo bajo ante tal cantidad de comida.

    — ¿Qué? Tengo hambre —susurro.

    —Nada, los chicos hambrientas son las mejores. —Vuelve a reírse y se sirve una montaña de comida más grande que la mía.

    —Dime, Tenma, ¿te está gustando la Tokyo Central? —pregunta Ken.

    —Me está encantando. De todas formas, es mi primer semestre, pregúnteme de nuevo dentro de unos meses —bromeo, y todos se ríen, excepto Kyousuke.

    —Eso está muy bien. ¿Estás en algún club del campus? —pregunta entonces Kinako, y se limpia la boca con la servilleta.

    —Todavía no, tengo pensado apuntarme al club de literatura el próximo semestre.

    — ¿En serio? Kyousuke era miembro —añade Ken.

    Miro a Kyousuke. Ha entornado los ojos, y parece molesto.

    — ¿Qué tal se vive en los alrededores de la TCU? —pregunto para desviar la atención de él.

    Su mirada se suaviza, y me imagino que es su forma de agradecérmelo.

    —Muy bien. Cuando Ken fue ascendido a rector vivíamos en una casa mucho más pequeña, hasta que encontramos ésta y nos enamoramos de ella al instante.

    Se me cae el tenedor en el plato de cristal.

    — ¿Rector? ¿De la TCU? —digo tras dar un respingo.

    —Sí. ¿Kyousuke no te lo ha dicho? —pregunta Ken al tiempo que desvía la mirada hacia su hijo.

    —No..., no lo he hecho.

    Kinako y Fey siguen la mirada de Ken hasta Kyousuke, y éste se revuelve nervioso.

    Por su parte, Kyousuke le devuelve a su padre una penetrante mirada de odio. De pronto, se pone en pie y empieza a gritar:

    — ¡No! Vale, no, no se lo he dicho, y no entiendo por qué coño es tan importante. ¡No necesito ni tu nombre ni tu posición!

    Mientras se aleja de la mesa echando humo, Kinako parece que va a echarse a llorar, y a Ken se le ha puesto la cara roja.

    —Lo siento muchísimo, no esperaba que... —empiezo a decir.

    —No, no te disculpes por sus malos modales —me dice Ken.

    Oigo el portazo de la puerta trasera y me levanto.

    —Si me disculpan —digo, y salgo del comedor para buscar a Kyousuke.

    Cruzo corriendo la puerta trasera y veo a Kyousuke caminando de un lado a otro en el porche. No sé qué puedo hacer para ayudar, dada la situación, pero sé que prefiero estar aquí fuera con él a enfrentarme a su familia en el comedor después del numerito. Aun así, me siento culpable, ya que he aceptado la invitación a pesar de que Kyousuke no quería. Si de pronto él comenzara a quedar con mi madre, sé que no me haría mucha gracia.

    «Ja, seguro que ella permitiría que eso ocurriera», señala mi subconsciente.

    Como si me hubiera leído el pensamiento, Kyousuke me mira enfadado. Cuando me acerco a él, se aparta.

    — Kyousuke...

    —No, Tenma, para —dice tajante—. Ya sé que me vas a decir que tengo que entrar y disculparme. Pero no voy a hacerlo ni de coña, ¡así que no gastes saliva! ¿Por qué no vuelves adentro, disfrutas de la cena y me dejas en paz de una vez?

    Doy un paso hacia él, pero lo único que consigo decir es:

    —No quiero volver adentro.

    — ¿Por qué no? Encajas de miedo con sus remilgadas y aburridas personalidades.

    ¡Ay! ¿Qué hago aquí otra vez? Ah, sí, eso es: ser el saco de boxeo de Kyousuke.

    — ¿Sabes qué? ¡Genial! Me voy. ¡No sé por qué no puedo dejar de intentarlo contigo! —grito, pero espero que no me oigan dentro.

    —Porque no eres capaz de captar la indirecta, supongo.

    En cuanto las palabras salen de su boca, siento que se me forma un nudo en la garganta. ¿Qué indirecta?

    Permanezco mirando el patio de piedra e intento tragarme la punzada de dolor de sus palabras, pero es imposible. Cuando levanto la vista para mirar a Kyousuke, sus fríos ojos se encuentran con los míos.

    — ¿Ya está? ¿Ésa es tu respuesta? —Empieza a reírse y se revuelve el pelo con las manos.

    —No te mereces ni un minuto más de mi tiempo. ¡Ni siquiera te mereces que te hable, ni que esa buena gente se moleste en organizar una cena para que tú la fastidies! Eso es lo que haces: fastidiar cosas, ¡fastidiarlo todo! Y ya me he hartado de ser uno de esas cosas.

    Las lágrimas me empapan la cara cuando Kyousuke se acerca a mí. Retrocedo, y tropiezo con algo. Él me sujeta, pero me agarro a una silla del patio en su lugar. No quiero ni necesito su ayuda.

    Al levantar la vista, noto que parece agotado. También lo percibo en su voz cuando dice por lo bajo:

    —Tienes razón.

    —Ya lo sé. —Y me aparto de él.

    A una velocidad que no esperaba, me agarra de la muñeca y tira de mí hacia su pecho. Me apoyo contra él sin dudarlo, con unas ganas tremendas de tocarlo. No obstante, he aprendido la lección: siento la alarma en los latidos de mi corazón, acelerado bajo mi pecho. Me pregunto si Kyousuke también puede oírlos, o notar mi pulso en su mano. Su mirada está cargada de rabia, y sé que la mía es un reflejo de la suya.

    Sin previo aviso, estampa los labios contra los míos, y el ímpetu de su boca me resulta casi doloroso. Su reacción está tan movida por la desesperación y el deseo que estoy perdido. Perdido por Kyousuke. Perdido en el salado sabor de mis lágrimas en nuestros labios. Desliza las manos desde mi cabeza hasta mi cintura, y me levanta hasta la barandilla del porche. Separo las piernas para él, y se coloca entre ellas sin despegar un solo instante la boca de la mía. Nos enredamos el uno en el otro en una ola de calor y gemidos.

    Entonces, la puerta trasera chirría al abrirse, acabando así con la magia. Al mirar hacia allí, me horroriza encontrarme con la dulce mirada de Fey. Se ha puesto rojo, y tiene los ojos muy abiertos. Aparto a Kyousuke de un empujón, salto de la barandilla y me coloco bien el vestido en cuanto toco el suelo.

    — Fey, yo... —empiezo a decir.


    Él me muestra la palma de la mano para acallarme y se acerca a nosotros. La respiración de Kyousuke es tan pesada. Tiene las mejillas encendidas, y una mirada apasionada.

    —No lo entiendo. Pensaba que se odiaban mutuamente, pero mira por dónde... Tienes novio, Tenma, no me esperaba esto de ti. —Las palabras de Fey son duras, pero el tono de su voz es suave.

    —No es lo que... No sé qué es. —Hago un gesto entre Kyousuke y yo. Él permanece en silencio, de lo cual me alegro—. Taiyou lo sabe, bueno..., lo de antes. Iba a decírtelo, pero no quiero que cambie tu forma de verme —replico casi a modo de disculpa.

    —No sé qué pensar... —dice Fey, y vuelve a entrar en la casa.

    Y entonces, como sacado de una película, el estallido de un trueno atraviesa el aire.

    —Parece que va a haber tormenta —comenta Kyousuke estudiando el cielo, que ha empezado a oscurecerse. A pesar de estar tan alterado, su voz suena tranquila.

    — ¿Tormenta? Fey acaba de pillarnos... besándonos —digo mientras siento cómo la pasión entre nosotros va desapareciendo poco a poco.

    —No te preocupes por él —repone.

    Lo miro y espero ver en él una expresión engreída, pero no hay ni rastro. Lleva una mano a mi espalda y me la frota suavemente.

    — ¿Quieres volver a entrar o prefieres que te lleve a casa? —pregunta.

    Es alucinante la velocidad a la que su estado de ánimo puede pasar de la ira al deseo o a la calma.

    —Me gustaría entrar y terminar de cenar. ¿Qué quieres hacer tú?

    —Supongo que volver a entrar; la comida está bastante buena —dice sonriendo, y yo suelto una risita—. Es un sonido adorable —señala, y nuestras miradas se encuentran.

    —Ahora estás de mucho mejor humor —digo, y él vuelve a sonreír.

    Se frota la nuca, como hace siempre.

    —Yo tampoco lo entiendo.

    Entonces ¿está tan confundido como yo? Ojalá mis sentimientos por él no fueran tan intensos; podríamos llevarnos mucho mejor. Cuando dice cosas así hace que me preocupe mucho más por él. Ojalá él pudiera sentir lo mismo, pero ya me han advertido tanto Furetsu como el propio Kyousuke que eso no va a suceder nunca.

    Vuelve a tronar, y Kyousuke me da la mano.

    —Entremos antes de que empiece a llover.

    Asiento, y me guía hacia el interior. No me suelta la mano mientras volvemos al comedor. Fey enseguida se da cuenta de ello, pero no dice nada. A pesar de que no quiero que mi amigo lo vea, me encanta la sensación de tener la mano de Kyousuke sobre la mía. Me gusta demasiado como para retirarla. Fey vuelve a concentrarse en su plato mientras nosotros regresamos a nuestros asientos.

    Cuando me suelta la mano, Kyousuke mira a su padre y a Kinako.

    —Siento haberte gritado así —murmura. La sorpresa es evidente en los rostros de todos los presentes, y Kyousuke baja la vista hacia la mesa—. Espero no haber arruinado la cena en la que ambos os habéis esforzado tanto —añade.

    No puedo evitarlo. Estiro el brazo por debajo de la mesa y apoyo la mano encima de la de Kyousuke para darle un ligero apretón.

    —No pasa nada, lo entendemos —dice Kinako —. No vamos a dejar que se estropee la velada; aún podemos disfrutar de la cena.

    Sonríe, y Kyousuke la mira y le dedica una pequeña sonrisa, un gesto que sé que le cuesta. Ken no dice nada, aunque asiente para mostrar su acuerdo con el sentimiento general. Retiro la mano despacio, pero Kyousuke entrelaza los dedos con los míos y me mira de reojo.

    Espero no estar poniendo la cara de tonto que me imagino. Podría decirse que es la primera vez en mi vida que no estoy comiéndome la cabeza por todo, como, por ejemplo, por el motivo por el que le estoy dando la mano cuando estoy saliendo con Taiyou. La cena va bien, pero Ken me intimida un poco ahora que sé que es el rector de la facultad. Es un cargo muy importante. Hablamos de su marcha de Inglaterra. Hablamos de lo mucho que adora Japon y a Tokyo en concreto. Kyousuke sigue cogiéndome de la mano, y ambos nos las apañamos para comer con una sola, aunque a ninguno parece importarnos.

    —El tiempo podría ser mejor, pero se vive muy bien aquí —explica Ken, y yo asiento para mostrar que estoy de acuerdo.

    — ¿Qué planes tienes cuando acabes la universidad? —me pregunta Kinako mientras los demás terminan de comer.

    —Quiero mudarme no sé si aquí u en otra ciudad, pero espero trabajar en el sector editorial mientras escribo mi primer libro —digo con confianza.

    — ¿En una editorial? ¿Tienes alguna en mente? —pregunta Ken.

    —La verdad es que no. Quiero aprovechar cualquier oportunidad que se me presente para meter un pie en el sector.

    —Qué bien. Resulta que tengo buenos contactos en Vance. ¿Has oído hablar de ella? —pregunta, y miro a Kyousuke. Él ya me había mencionado que conocía a alguien allí.

    —Sí, he oído muy buenas opiniones sobre ella. —Sonrío.

    —Puedo llamarlos de tu parte si quieres; sería una gran oportunidad para ti. Pareces una joven brillante, y me encantaría ayudarte.

    Suelto a Kyousuke y entrelazo ambas manos bajo la barbilla.

    — ¿En serio? ¡Sería muy amable por su parte! Se lo agradecería mucho — exclamo.

    Ken me dice que va a llamar a quienquiera que sea su contacto el lunes, y le doy las gracias una y otra vez. Me asegura que no es nada y que le encanta ayudar siempre que puede.

    Vuelvo a meter la mano por debajo de la mesa, pero Kyousuke ha apartado la suya, y cuando Kinako se levanta para recoger la mesa, él se disculpa y se va al piso de arriba.

    Kinako sonríe agradecida cuando me ofrezco a ayudarla con los platos, y parece sorprenderle un poco que lo haga. Lleno el lavavajillas mientras ella friega las fuentes. Me doy cuenta de que la vajilla parece recién estrenada, y pienso en el estropicio que Kyousuke causó la otra noche. Puede llegar a ser muy cruel.

    —Si me permites la pregunta, ¿cuánto tiempo lleváis saliendo Kyousuke y tú? —Se ruboriza al preguntarme, pero le dedico una cálida sonrisa.

    Haciendo lo posible por evitar el tema de salir juntos, digo:

    —Nos conocemos desde hace un mes más o menos; él es amigo de mi compañero de habitación, Furetsu.

    —Sólo conocemos a unos pocos amigos de Kyousuke. Tú eres..., bueno, eres distinto de los demás.

    —Sí, somos muy diferentes.

    Los relámpagos destellan en el cielo y la lluvia comienza a golpear las ventanas.

    —Vaya, está cayendo una buena ahí fuera —señala, y cierra la pequeña ventana que hay frente al fregadero—. Kyousuke no es tan malo como parece —dice entonces, aunque en realidad da la impresión de que se lo esté recordando a sí mismo—. Lo que pasa es que se siente herido. Me encantaría creer que no será así siempre. Debo decir que me ha sorprendido mucho que viniera hoy, y creo que ha sido gracias a tu influencia sobre él.

    Cogiéndome desprevenido, se acerca a mí y me abraza. Sin saber muy bien qué decir, le devuelvo el abrazo. Al separarse, mantiene sus cuidadas manos sobre mis hombros.

    —De verdad, gracias —dice, y acto seguido se seca los ojos con un pañuelo que saca del bolsillo del delantal antes de seguir fregando los platos.

    Es demasiado amable como para decirle que no tengo influencia alguna sobre Kyousuke. Simplemente ha venido esta noche porque quería fastidiarme. Cuando acabo de llenar el lavavajillas, miro por la ventana y me fijo en las gotas de lluvia que se deslizan por el cristal. Cabe destacar que Kyousuke, que odia a todo el mundo excepto a sí mismo, y quizá a su madre, tiene a toda esta gente que se preocupa por él y, sin embargo, se niega a preocuparse por ellos. Es afortunado por tenerlos..., de tenernos. Sé que soy una de esas personas. Haría cualquier cosa por él; aunque lo niegue, sé que es verdad. Yo no tengo a nadie, excepto a Taiyou y a mi madre, y ni siquiera los dos juntos se preocupan tanto por mí como la futura madrastra de Kyousuke se preocupa por él.

    —Voy a ver a Ken. Estás en tu casa, Tenma —me dice Kinako.

    Asiento y decido ir a buscar a Kyousuke, o a Fey, al primero que encuentre.
    No veo a Fey por ninguna parte de la planta baja, así que subo la escalera y me dirijo a la habitación de Kyousuke. Si no está arriba, supongo que iré a sentarme abajo yo solo. Giro el pomo, pero la puerta está cerrada con llave.

    — ¿Kyousuke? —Intento hablar bajito para que nadie pueda oírme.

    Golpeo la puerta con los nudillos, pero no oigo nada. Cuando me dispongo a darme la vuelta, se oye el ruido de la cerradura y abre la puerta.

    — ¿Puedo pasar? —le pregunto, y asiente una vez y abre la puerta lo justo para que entre.

    Corre una brisa por la habitación y el fresco olor de la lluvia entra por el ventanal. Kyousuke se aleja y se sienta en el banco empotrado levantando las rodillas. Se queda mirando el exterior, pero no me dice una sola palabra. Tomo asiento frente a él y espero mientras el constante repiqueteo de la lluvia crea una melodía relajante.

    — ¿Qué ha pasado? — Me decido a preguntar. Cuando me mira con cara de confusión, le explico —: Abajo, quiero decir. Me estabas dando la mano y... ¿por qué la has retirado? —Me avergüenza el tono de desesperación de mi voz. Sueno un poco pesado, pero las palabras ya están dichas—. ¿Es por las prácticas? ¿Es que no quieres que las haga por algo? ¿Porque te ofreciste tú antes a ayudarme?

    —De eso se trata, Tenma —dice, y vuelve a fijar la vista en el exterior—. Quiero ser yo el que te ayude, no él.

    — ¿Por qué? Esto no es una competición, tú te ofreciste antes, y te lo agradezco. —Quiero que se relaje con este tema, aunque no entiendo por qué es tan importante.

    Deja escapar un suspiro airado y se abraza las rodillas. El silencio se instala entre nosotros mientras ambos miramos por la ventana. El viento vuelve a soplar meciendo los árboles de un lado a otro, y los relámpagos se hacen más frecuentes.

    — ¿Quieres que me vaya? Puedo llamar a Furetsu y ver si Yuuichi puede recogerme —susurro.

    No quiero marcharme, pero permanecer aquí en silencio con Kyousuke me está volviendo loco.

    — ¿Irte? ¿De dónde sacas que quiero que te vayas al explicarte que quiero ayudarte? —pregunta alzando la voz.

    —No... No lo sé. Como no me dices nada y la tormenta está empeorando... —balbuceo.

    —Eres desesperante, totalmente desesperante, Tenma.

    — ¿Cómo? —pregunto con voz chillona.

    — Intento decirte que... que quiero ayudarte, y te doy la mano, pero no sirve de nada... Tú sigues sin pillarlo. Ya no sé qué más hacer. —Se cubre la cara con las manos.

    — ¿Pillar qué? ¿Qué es lo que no entiendo, Kyousuke?

    — Que te deseo. Más de lo que he deseado nada ni a nadie en toda mi vida. —Aparta la vista.

    Se me encoge el estómago una y otra vez, y la cabeza comienza a darme vueltas. El aire empieza a correr entre nosotros de nuevo. La espontánea declaración de Kyousuke me deja de piedra. Porque yo también lo deseo. Más que a nada.

    —Sé que tú no... Que tú no sientes lo mismo, pero... —comienza a decir, pero esta vez soy yo el que lo interrumpe.

    Le separo las manos de las rodillas y tiro de ellas para atraerlo hacia mí. Él se inclina sobre mí con una mirada de incertidumbre en sus ojos. Engancho un dedo en el cuello de su camiseta y lo pego a mí. Cara a cara. Apoya una rodilla junto a mis piernas en el banco, y yo vuelvo a mirarlo a los ojos. Respira hondo un par de veces mientras su mirada alterna entre mis labios y mis ojos. Se pasa la lengua por el labio inferior, y me aproximo a él poco a poco. Esperaba que ya me hubiera besado.

    —Bésame —le ruego.

    Y sigue acercando la cabeza, recostándose sobre mí, y me recorre la espalda con el brazo para que me tumbe, hasta que tengo la espalda completamente apoyada en el acolchado banco del ventanal. Separo las piernas para él, por segunda vez en el día de hoy, y él se coloca entre ellas. Su cara está a escasos centímetros de la mía cuando levanto la cabeza para besarlo. No puedo esperar más.

    Cuando nuestros labios entran en contacto, se aparta un poco, me acaricia el cuello con la nariz y deposita un pequeño beso en él para después volver a acercar los labios a los míos lentamente. Me besa la comisura de la boca, el mentón, y me provoca escalofríos de placer por todo el cuerpo. Sus labios acarician los míos de nuevo mientras pasa la lengua por mi labio inferior antes de cerrar la boca contra la mía y volver a abrirla. El beso es suave y lento, y hace girar la lengua alrededor de la mía.

    Una de sus manos descansa en mi cadera aferrada al vestido, que se me ha subido por encima de los muslos. Con la otra mano me acaricia la mejilla mientras me besa; yo tengo los brazos cruzados a su espalda y lo abrazo con fuerza. Cada fibra de mi ser quiere morderle los labios, quitarle la camiseta, pero su suave y tierna forma de besarme me hace sentir incluso mejor que con el calentón habitual.

    Los labios de Kyousuke se amoldan a los míos, y yo deslizo las manos por su espalda. Sus estrechas caderas se mecen contra las mías, y un gemido escapa de mis labios. Él amortigua mis jadeos con la boca.

    —Tenma, me encanta lo que me haces..., cómo me haces sentir —susurra contra mis labios.

    Sus palabras hacen que me desate, y busco el extremo de su camiseta para quitársela. Su mano desciende desde mi mejilla, por mi pecho, hasta llegar al estómago, donde se me pone la carne de gallina. Mueve la mano hacia el pequeño hueco que queda entre nuestros cuerpos, donde mis piernas se separan, y jadeo cuando me acaricia con ternura por encima.

    Da igual lo mucho que me haga enfadar o rabiar, que en cuanto me toca estoy a su merced. Sin embargo, parece estar perdiendo la calma y el control; está intentando contenerse, pero veo cómo se quiebra su fuerza de voluntad. Me acaricia la mejilla con la nariz mientras yo le quito la camiseta. Deja caer la prenda al suelo y acto seguido vuelve a bajar la cabeza y a buscar mis labios. Le agarro la mano y vuelvo a ponerla entre mis piernas. Él deja escapar una risita y me mira desde arriba.

    — ¿Qué quieres que hagamos, Tenma? —Tiene la voz ronca.

    —Lo que sea —le digo, y va en serio.

    Haría cualquier cosa con él, y no me importan las consecuencias que pueda tener en el futuro. Me ha dicho que me desea, y soy suyo. Lo he sido desde la primera vez que lo besé.

    —No digas «lo que sea», porque hay muchas cosas que puedo hacerte — dice, y vuelve a acariciar el lugar por encima de mi ropa interior

    Se me dispara la imaginación y se me ocurren muchas ideas.

    —Tú decides —susurro en un jadeo.

    —Te has excitado para mí, puedo sentirlo. —Se humedece los labios, y yo vuelvo a jadear—. Voy a quitártela la ropa ¿vale? —pregunta.

    Pero, antes de que pueda responderle, se separa de mí. Comienza a quitarme todo lo que traigo puesto. Al sentir el aire fresco, doy un respingo.

    —Joder —susurra mientras observa mi cuerpo y se detiene entre mis piernas.

    Incapaz de contenerse, baja la mano y desliza su mano y toma mi miembro. Luego se lleva los dedos a los labios y comienza a chuparlos. «Uf.» Mirarlo hace que una ola de calor me recorra todo el cuerpo.

    — ¿Recuerdas cuando te dije que quería saborearte? —Pregunta, y yo asiento—. Bien, quiero hacerlo ahora. Te saboreare entero ¿Vale?

    El deseo domina su expresión. La idea me da un poco de vergüenza, pero si va a gustarme tanto como sus caricias en el arroyo, quiero que lo haga. Vuelve a humedecerse los labios y clava la mirada en la mía. La última vez que lo dejé que hiciera esto acabamos discutiendo porque se pasó conmigo. Espero que no vuelva a estropearlo.

    — ¿Quieres que lo haga? —pregunta, y se me escapa un gemido.

    —Por favor, Kyousuke, no me obligues a decirlo —le ruego.

    Vuelve a bajar la mano y a tomar mi miembro

    —No voy a hacerlo —me promete.

    Me siento aliviado. Asiento con la cabeza, y él suspira.

    —Deberíamos tumbarnos en la cama para que tengas más espacio — propone, y me tiende la mano.

    Él me sonríe con malicia. Se acerca a un lado del ventanal y tira de un cordel para soltar las gruesas cortinas azules, con lo que la habitación se oscurece.

    Tengo un lazo amarrado en mi cuello estoy seguro que parezco un animal. Pero Furetsu me ha forzado a llevarlo en el cuello y hago mi esfuerzo en que no se note. Se queda embobado mirando. Toma el lazo y tira suavemente de él.

    —Adorable. —Sonríe, y yo me siento avergonzado. — Podríamos decir que Furetsu sí que sabe

    Intento tapar mi cuerpo desnudo para que no lo vea aunque sé que lo vio antes. Me siento mucho más cómodo con él que con nadie, pero eso no quita que me dé vergüenza estar delante de él sin nada más que el sujetador. Echo una mirada a la puerta, y él se acerca para asegurarse de que está cerrada con llave.

    — ¿Me estás vacilando? —lo regaño, y él niega con la cabeza.

    —Qué va. —Se ríe entre dientes y me guía a la cama— Túmbate boca arriba

    Obedezco, y él me sigue. La expectación por saber qué se siente me está volviendo loco. Ojalá tuviera más experiencia para saber qué esperar.

    —Voy a hacerte disfrutar mucho —murmura contra mi estómago.

    Siento el tamborileo de mi pulso en los oídos, y por un momento me olvido de que estamos en una casa ajena.

    Me dedica una embelesada sonrisa, baja la cabeza y me besa justo debajo del ombligo. Su lengua recorre mi piel, y, tras un rápido pestañeo, cierro los ojos. Y llega hasta mi miembro. El lame, y gimo.

    —K-Kyousuke, por favor... —suspiro. Tengo que encontrar alguna forma de aliviar esta lenta y excitante tortura.

    Y entonces, sin previo aviso, mete mi miembro en su boca, haciéndome gemir de placer. Y yo me aferro al edredón de la cama. Me estremezco bajo su experimentada lengua, y él aprieta más los brazos para mantenerme en esa posición.

    Antes de que me de cuenta y sin mi permiso, Kyousuke desliza su mano a mi trasero y un dedo suavemente dentro de mí y comienza a moverlo con cuidado. Cierro los ojos con fuerza a la espera de que ese molesto escozor se vaya.

    — ¿Estás bien? —Levanta la cabeza.

    Asiento, incapaz de encontrar las palabras adecuadas, y él retira el dedo despacio y vuelve a introducirlo. Es una sensación increíble al combinarla con que me empezó a lamer otra vez. Gimo. Su dedo sigue entrando y saliendo de mí poco a poco. Los truenos resuenan por toda la casa, retumban en las paredes y por todos lados, pero estoy demasiado ocupado para darle importancia.

    —Kyousuke... —jadeo cuando su dedo que se encuentra dentro de mi toca un lugar que hace que me sienta demasiado bien

    Nunca había imaginado que pudiera sentir algo así, que pudiera gustarme tanto. El placer se adueña de mi cuerpo, y miro de reojo a Kyousuke, que está tremendamente sexi entre mis piernas, y cómo sus fuertes músculos se contraen bajo la piel mientras introduce y saca el dedo.

    Él me sonríe con malicia y vuelve a meterse mi miembro en su boca.

    —Uf, Kyousuke... —gimo

    Las piernas se me entumecen, y murmuro su nombre una y otra vez a medida que pierdo el control. Se me nubla la vista y cierro con fuerza los ojos. Kyousuke me sujeta y acelera el ritmo de la lengua. Me muerdo la mano para asegurarme de no gritar. Siento como un líquido sale de mi miembro. Miro a Kyousuke está lamiendo aquel liquido blanco, esto me da demasiada vergüenza.

    Unos segundos después, hundo la cabeza en la almohada y mi pecho se agita arriba y abajo mientras intento recuperar el aliento. Siento un hormigueo por todo el cuerpo a causa del estado de euforia que acabo de experimentar.

    Apenas si me doy cuenta de que Kyousuke se ha tumbado a mi lado. Se apoya sobre un codo y me acaricia la mejilla con el pulgar. Me da tiempo a volver a la realidad antes de incitarme a hablar.

    — ¿Te ha gustado? —pregunta, y noto en su voz un atisbo de duda cuando vuelvo la cabeza para mirarlo.

    Asiento, y él se ríe por lo bajo.

    Ha sido increíble, más que increíble. Ahora entiendo por qué todo el mundo hace este tipo de cosas.

    —Es relajante, ¿verdad? —bromea.

    Con la yema del pulgar me acaricia el labio inferior. Saco la lengua para humedecerme los labios, y ésta roza su dedo.

    —Gracias. —Sonrío con timidez.

    No sé por qué me siento avergonzado después de lo que acabamos de hacer, pero así es. Kyousuke me ha visto en el estado más vulnerable, un estado que nadie más conoce, y es algo que me aterroriza al tiempo que me excita.

    —Debería haberte avisado de que iba a usar los dedos. He intentado hacerlo con cuidado —dice a modo de disculpa.

    Niego con la cabeza.

    —No pasa nada, me ha gustado. —Me sonrojo.

    Él sonríe. Un ligero escalofrío me recorre la columna, y Kyousuke frunce las cejas.

    — ¿Tienes frío? —pregunta, y asiento. Me sorprende que deshaga un lado de la cama y tape con el edredón mi cuerpo desnudo.

    Un arranque de valentía me lleva a pegarme aún más a él. Me observa con detenimiento mientras me encojo y apoyo la cabeza sobre la dura superficie de su estómago. Su piel está más fría de lo que esperaba, aunque la brisa de la tormenta todavía corre por la habitación. Tiro de la sábana hasta cubrirle el pecho, y quedo tapado por completo. Él la levanta para dejarme la cara al descubierto, pero me escondo y comienzo a reírme mientras jugamos a nuestro particular escondite.

    Ojalá pudiera quedarme aquí tumbado con él durante horas sin dejar de sentir el latido de su corazón en mi mejilla.

    — ¿Cuánto tiempo nos queda antes de volver abajo? —pregunto.

    Él se encoge de hombros.

    —Deberíamos bajar ya, antes de que piensen que estamos follando — bromea, y ambos nos reímos un poco.

    Me estoy acostumbrando poco a poco a lo malhablado que es, pero me sigue pareciendo un poco chocante oírlo emplear ese tipo de palabras de una forma tan natural. Lo que más me sorprende es el hormigueo que me produce en la piel cuando las dice.

    Refunfuño y me bajo de la cama. Siento la mirada de Kyousuke clavada en mí cuando me agacho para recuperar la ropa. Le tiro la camiseta, y se la pone.

    Me pongo la ropa interior con su atenta mirada

    —Deja de mirarme; me estás poniendo nervioso —le espeto, y él sonríe.

    Mete las manos en los bolsillos de los pantalones y alza la vista al techo. Yo suelto una risita y me subo el vestido.

    — ¿Puedes abrocharme el vestido? —le pregunto.

    Él me estudia de arriba abajo, y a un metro de distancia me doy cuenta de que se le dilatan las pupilas. Bajo la vista y entiendo por qué enseguida.

    —Sí..., claro —balbucea.

    Es alucinante que a un hombre tan guapo y sexi como Kyousuke le altere tanto alguien como yo. Sé que la gente me considera lindo o algo, pero no soy nada comparado con las chicas y chicos con las que él suele tontear. No llevo tatuajes, ni piercings, y tengo un estilo de vestir muy conservador.

    Me doy la vuelta, con la espalda al descubierto frente a él y a la espera de que me suba la cremallera. Él me acaricia el hueco de la columna con un dedo antes de cerrar el vestido. Me estremezco y apoyo la espalda contra él. Pongo el culo en pompa y oigo que ahoga un suspiro. Sus manos descienden hasta mis caderas, que aprieta con suavidad. Noto que se va endureciendo, lo que me provoca el enésimo escalofrío del día.

    — ¿Kyousuke? —Se oye la voz de Kinako en el pasillo, seguida de unos delicados golpecitos en la puerta, y doy miles de gracias por que ambos estemos vestidos.

    Él pone los ojos en blanco.

    —Luego —me promete susurrándome al oído, y se aproxima a la puerta.

    Enciende la luz antes de abrirla y revelar la presencia de Kinako.

    —Siento mucho molestar, pero he hecho unos postres y he pensado que quizá querríais probarlos —ofrece con dulzura.

    Kyousuke no responde, pero se vuelve para mirarme a la espera de mi respuesta.

    —Sí, sería genial —digo con una sonrisa, que ella me devuelve.

    — ¡Estupendo! Nos vemos abajo —nos dice, y se aleja.

    —Yo ya me he comido el postre —dice Kyousuke con malicia, y le doy un puñetazo en el brazo.

    Kinako ha preparado un montón de dulces. Me como unos cuantos mientras charlamos de su pasión por la repostería. Fey no se une a nosotros en el comedor, pero eso no parece levantar sospechas.

    Miro en dirección al sofá en el que está sentado con el libro en el regazo y me recuerdo que tengo que hablar con él cuanto antes. No quiero perder su amistad.

    —A mí también me gusta mucho la repostería, pero no se me da tan bien como a usted —le digo a Kinako, y ella se ríe.

    —Me encantaría enseñarte —repone.

    La esperanza es evidente en sus ojos, y asiento.

    —Eso sería genial —digo.

    No tengo el valor de decirle que no. Siento lástima por ella; se está esforzando mucho en conocerme. Cree que soy el novio de Kyousuke, y no puedo decirle lo contrario. Kyousuke no ha dado el paso de contárselo, ni a su padre tampoco, lo cual me da un poco de esperanza. Ojalá esta noche fuera un ejemplo de cómo podría ser siempre mi vida. Disfrutar del tiempo compartido con Kyousuke, de su mirada encontrándose todo el rato con la mía mientras charlo con su padre y su futura madrastra.

    Está siendo simpático, al menos durante la última hora, y me acaricia los nudillos con el pulgar en un gesto tierno que me hace sentir el constante aleteo de mariposas en el estómago. Fuera sigue lloviendo, y el viento ruge.

    Cuando acabamos los postres, Kyousuke se levanta de la mesa. Lo miro, y él se inclina hacia mi oído:

    —Ahora vuelvo, voy al baño —me susurra, y veo cómo desaparece por el pasillo.

    —No podemos agradecértelo lo suficiente. Es tan maravilloso tener a Kyousuke aquí, aunque sólo sea para cenar —dice Kinako, y Ken le coge la mano por encima de la mesa.

    —Tiene razón, para un padre es maravilloso que su único hijo esté enamorado. Siempre me ha preocupado que no fuera capaz... Era un... niño problemático —murmura Ken, y me mira.

    Supongo que se percata de que me revuelvo en el asiento, porque continúa hablando

    — Lo siento, no era mi intención hacerte sentir incómodo, es que nos encanta verlo feliz.

    ¿Enamorado? ¿Feliz? Me atraganto con mi propia saliva y comienzo a toser repetidas veces; el agua fría del vaso desciende por mi garganta y me alivia, y vuelvo a mirarlos. ¿Creen que Kyousuke está enamorado de mí? Sería demasiado grosero reírme de ellos, pero es obvio que Ken no conoce a su hijo.

    Antes de que tenga ocasión de responder, Kyousuke vuelve y doy gracias por no haber respondido a sus amables pero falsas suposiciones. Kyousuke no se sienta, sino que se queda de pie detrás de mí con las manos apoyadas en el respaldo de la silla.

    —Deberíamos irnos ya. Tengo que llevar a Tenma de vuelta a la residencia —dice.

    —Venga, deberíais quedaros a pasar la noche aquí —repone Kinako— Está lloviendo, y tenemos espacio de sobra, ¿verdad, Ken?

    Su padre asiente.

    —Claro, ambos estáis invitados.

    Kyousuke me mira. Quiero quedarme. Para pasar más tiempo con él en esta especie de realidad paralela al mundo, sobre todo cuando está de tan buen humor.

    —Me parece bien —digo.

    Sin embargo, no quiero que se enfade por querer quedarme más tiempo. No consigo descifrar su mirada, pero no parece molesto.

    — ¡Estupendo! —Exclama Kinako —. Ya está decidido. Voy a enseñarle la habitación a Tenma... O ¿vas a quedarte con Kyousuke en la suya? —pregunta. No pretende juzgarme, sólo ser amable.

    —No, preferiría una habitación para mí solo, por favor. Si a usted le parece bien.

    Kyousuke me fulmina con la mirada.

    Entonces ¿quería que me quedara con él en su habitación? Me emociono sólo de pensarlo, pero me sentiría incómodo si supieran que Kyousuke y yo ya hemos llegado a ese punto. Mi sarcástico subconsciente me recuerda que no estamos saliendo, ni nada parecido, así que no es posible que estemos en «ese punto». Que tengo novio, y que no es Kyousuke. Lo ignoro, como es habitual, y sigo a Kinako hasta el piso de arriba. Me pregunto por qué quiere que nos acostemos ya, pero no tengo la confianza suficiente para preguntárselo.

    Me conduce a una habitación que está justo enfrente de la de Kyousuke. No es tan grande, pero está decorada con el mismo buen gusto. La cama es un poco pequeña y descansa sobre un marco blanco contra la pared. En las paredes hay colgados varios cuadros de barcos y anclas. Le doy las gracias varias veces, y ella vuelve a abrazarme antes de marcharse.

    Deambulo por la habitación y me paro frente a la ventana. El patio trasero es mucho más grande de lo que pensaba; sólo he visto el porche y los árboles del lado izquierdo. En el lado derecho hay una pequeña construcción que parece un invernadero, pero no puedo distinguirlo entre la abundante lluvia.

    Mientras observo la tormenta, dejo volar los pensamientos. Hoy lo he pasado mejor que nunca con Kyousuke, a pesar de sus numeritos. Me ha dado la mano, algo que nunca hace; me ha cogido por la espalda mientras caminábamos, y se ha esforzado en consolarme cuando estaba dándole vueltas a lo de Fey. Es lo más lejos que hemos llegado en nuestra... amistad, o lo que sea. Ésa es la parte complicada: sé que no podemos y que no saldremos juntos, pero ¿quizá pueda conformarme con lo que tenemos ahora, sea lo que sea? Nunca había imaginado que sería el amigo con derecho a roce de nadie, pero sé que no sería capaz de estar lejos de él. Lo he intentado muchas veces, y nunca funciona.

    Un suave golpe en la puerta me devuelve a la realidad. Espero ver a Kinako o a Kyousuke, pero en su lugar encuentro a Fey cuando abro. Tiene las manos metidas en los bolsillos y en su bonito rostro luce una ligera y extraña sonrisa.

    —Hola —dice, y yo sonrío.

    —Hola, ¿quieres pasar? —le pregunto, y él asiente.

    Me acerco a la cama y me siento; él tira de la silla pegada a una pequeña mesa en el rincón y toma asiento.

    —Yo... —decimos ambos al mismo tiempo, y nos reímos.

    —Tú primero —propone.

    —Vale. Siento muchísimo que te hayas enterado de lo mío con Kyousuke de esa manera. No he salido al porche con esa intención. Sólo quería asegurarme de que estaba bien; todo esto de la cena con su padre le estaba afectando mucho, y no sé cómo hemos acabado... besándonos. Sé que está fatal por mi parte, y sé que soy lo peor por ponerle los cuernos a Taiyou, pero estoy muy confundido, y he intentado mantenerme alejado de Kyousuke. De verdad.

    —No te estoy juzgando, Tenma. Es que me ha sorprendido veros liándoos en el porche. Cuando he salido pensaba que los iba a encontrar gritándose el uno al otro. —Se ríe y continúa—: Supe que había algo entre vosotros cuando discutisteis en medio de la clase de literatura, y cuando te quedaste el fin de semana pasado, y cuando él volvió y se peleó conmigo. Los indicios estaban por todas partes, pero pensé que me lo contarías, aunque entiendo por qué no lo hiciste.

    Siento que desaparece una pesada carga de mis hombros.

    —Entonces ¿no estás enfadado conmigo? ¿Ni me ves de otra forma?

    Fey niega con la cabeza.

    —No, claro que no. Aunque me tienes preocupado. No quiero que Kyousuke te haga daño, y creo que acabará pasando. Siento decírtelo, pero como amigo necesito que sepas que acabará pasando.

    Quiero ponerme a la defensiva, o incluso enfadarme, pero una parte de mí sabe que tiene razón. Sin embargo, desearía que no fuera así.

    —Y ¿qué vas a hacer con Taiyou?

    Suspiro.

    —No tengo ni idea. Tengo miedo de arrepentirme si lo dejo con él, pero lo que le estoy haciendo no es justo. Necesito un poco más de tiempo para decidirme.

    Él asiente.

    — Fey, me alegra mucho que no estés enfadado conmigo. Antes me he portado como un idiota. No sabía qué decir. Lo siento.

    —Yo también, y lo entiendo perfectamente.

    Nos levantamos, y él me da un abrazo. Un cálido y reconfortante abrazo justo cuando la puerta se abre.

    —Eh..., ¿interrumpo algo? —La voz de Kyousuke resuena en la habitación.

    —No, pasa —le digo, y él pone los ojos en blanco. Espero que siga de buen humor.

    —Te he traído ropa para dormir —explica.

    Deja un pequeño montón de ropa sobre la cama y se dirige a la puerta.

    —Gracias, pero puedes quedarte —digo. No quiero que se vaya.

    Él mira a Fey y dice: «No, da igual», y luego se marcha.

    — ¡Es tan temperamental! —protesto, y me dejo caer sobre la cama.

    Fey se ríe por lo bajo y vuelve a sentarse.

    —Sí, temperamental, por no decir otra cosa.

    Ambos estallamos en carcajadas, y luego Fey empieza a hablar de Saryuu y de las ganas que tiene de que venga a visitarlo el próximo fin de semana. Casi me había olvidado de la hoguera. Taiyou va a ir. Quizá debería decirle que no lo haga. Pero ¿qué pasa si este cambio en mi relación con Kyousuke es sólo producto de mi imaginación? Siento que hoy ha cambiado algo entre nosotros y, de hecho, me ha dicho que me desea más de lo que nunca ha deseado a nadie. No obstante, en ningún momento ha dicho que sienta algo por mí, sólo que me desea.

    Una hora después de que Fey y yo charlemos de todo un poco, me da las buenas noches, se marcha a su habitación y me deja a solas con mis pensamientos y el sonido de la lluvia.

    Cojo la ropa que Kyousuke me ha traído: una de sus características camisetas negras, unos pantalones de pijama de cuadros rojos y grises y unos enormes calcetines negros. Me da la risa al imaginarme a Kyousuke con esto puesto, pero enseguida caigo en la cuenta de que lo habrá cogido de la cómoda de ropa sin estrenar. Levanto la camiseta y noto que huele a él. Se la ha puesto, y hace poco. Es un aroma embriagador, mentolado y maravilloso, y acaba de convertirse en mi olor favorito del mundo entero. Me cambio y veo que los pantalones me quedan demasiado grandes, pero son muy cómodos. Me tumbo en la cama y me tapo con la manta hasta el cuello, con la vista fija en el techo mientras pienso en todo lo que ha ocurrido hoy. Noto que me voy quedando dormido y que empiezo a soñar con esos ojos ámbares que me encantan

    — ¡NO! —La voz de Kyousuke me sobresalta.

    ¿Ahora oigo voces?

    — ¡Por favor! —vuelve a gritar.

    Salgo de la cama de un salto y corro al pasillo. Busco el frío metal del pomo de la puerta de su habitación y, gracias a Dios, ésta se abre.

    — ¡No, por favor...! ¡No te vayas, Tenma! —grita de nuevo.

    ¿Mi nombre? No es tiempo de pensar en eso. Avanzo a trompicones hasta la lámpara y la enciendo. Kyousuke está sin camiseta, enredado en el grueso edredón, agitándose y golpeando el aire. Sin pensar, me siento en la cama y le toco el hombro.

    Está muy caliente, ardiendo.

    — ¡Kyousuke! —digo con suavidad para intentar despertarlo. Él vuelve la cabeza hacia un lado con brusquedad y gimotea, pero no se despierta. — ¡Kyousuke, despierta! —le pido, y lo sacudo con más fuerza mientras me subo a la cama para ponerme sobre él a horcajadas.

    Apoyo ambas manos sobre sus hombros y vuelvo a sacudirlo.

    De pronto, abre los ojos; una mirada de pánico se apodera de ellos un instante antes de dar paso a la confusión, y luego al alivio. El sudor le perla la frente.

    —Tenma… —dice, sofocado.

    Su forma de pronunciar mi nombre me parte el corazón, para luego curarlo. En cuestión de segundos, desenreda los brazos y me rodea con ellos para arrastrarme y tumbarme sobre él. La humedad de su pecho me sobresalta, pero no me muevo. Oigo el latido de su corazón, que bombea acelerado contra mi mejilla. Pobre Kyousuke. Llevo las manos a sus costados y lo abrazo. Él me acaricia la cabeza mientras repite mi nombre una y otra vez, como si fuera su mantra en la oscuridad.

    — Kyousuke, ¿estás bien? —Mi tono es más bajo que un susurro.

    —No —confiesa.

    Su pecho se hincha y se deshincha más despacio, pero sigue teniendo la respiración acelerada.

    No quiero que se sienta presionado a hablar sobre la pesadilla que acaba de tener. No le pregunto si quiere que me quede; de alguna forma sé que sí quiere. Cuando me separo de él para apagar la luz, se pone tenso.

    —Iba a apagar la luz; ¿quieres que la deje encendida? —le pregunto.

    En cuanto se da cuenta de mi intención, se relaja y me deja alcanzar la lámpara.

    —Apágala, por favor —me pide.

    Una vez que la habitación vuelve a estar a oscuras, apoyo de nuevo la cabeza sobre su pecho. Supongo que permanecer en esta posición, sentada a horcajadas sobre él, va a ser complicado, pero a ambos nos parece reconfortante. Oír el latido de su corazón bajo la dura superficie de su pecho es relajante, más aún que el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado. Haría lo que fuera, daría lo que fuera por pasar cada noche con él, por estar tumbados así, por tener sus brazos a mí alrededor mientras escucho su pausada respiración.

    Me despierto cuando Kyousuke se revuelve. Sigo estando tumbado sobre él, con las rodillas a los lados. Levanto la cabeza y me encuentro con sus intensos ojos ámbares. A la luz del día, no creo que me desee de la misma forma que anoche. No soy capaz de descifrar su expresión, lo que da pie a que los nervios se apoderen de mí. Decido levantarme, porque me duele el cuello de dormir en esa posición, y quiero estirar las piernas.

    —Buenos días. —Me dedica una amplia sonrisa

    —Buenos días.

    — ¿Adónde vas? —pregunta.

    —Me duele el cuello —le digo, y me arrastra para que me tumbe de lado junto a él, con la espalda contra su pecho.

    Me sobresalto cuando lleva una mano a mi cuello, pero me recupero al instante cuando empieza a masajeármelo. Cierro los ojos y hago una mueca de dolor cuando llega a la zona entumecida, pero el dolor desaparece poco a poco mientras me masajea.

    —Gracias —dice de pronto.

    Giro la cabeza para mirarlo.

    — ¿Por qué?

    —Por... venir —contesta—. Por quedarte.

    Se sonroja y aparta la vista. Está avergonzado. Kyousuke, avergonzado; nunca deja de sorprenderme, ni de confundirme.

    —No tienes que darme las gracias —replico—. ¿Quieres hablar de ello? — Espero que sí.

    Quiero saber qué sueña. Porque dijo mi nombre

    —No —niega con rotundidad, y yo asiento.

    Me gustaría seguir insistiendo, pero sé qué sucederá si lo hago.

    —Pero podemos hablar de lo increíblemente sexi que te queda mi camiseta —me susurra al oído.

    Me da un suave empujón con la cabeza y pega los labios a mi piel. Yo cierro los ojos en respuesta a los cariñosos tirones de sus carnosos labios en el lóbulo de mi oreja. Noto cómo se le va poniendo dura, y estoy tan a gusto que empiezo a adormilarme. Disfruto con este tipo de cambios de humor.

    —Kyousuke... —susurro, y él se ríe contra mi cuello.

    Desliza ambas manos por mi cuerpo; con el pulgar recorre el elástico del enorme pantalón de pijama. Noto que se me acelera el pulso y sofoco un gritito cuando su mano agarra mi trasero. Con la otra mano sisea cuando pasa el pulgar por el sensible pezón.

    —No podría cansarme de ti, Tenma. —Su áspera voz se ha vuelto incluso más profunda, y está cargada de deseo.

    Deja de agarrar mi trasero y me atrae todo lo posible hacia él. Noto la presión de su erección.

    —Qui... quiero hacerte algo —susurro despacio, avergonzado.

    Una sonrisa aparece y me sujeta la barbilla entre los dedos para obligarme a mirarlo.

    — ¿Qué quieres hacerme? —pregunta.

    No lo sé, lo único que sé es que quiero que disfrute tanto como él me hace disfrutar a mí. Quiero que pierda el control igual que yo ayer en esta misma habitación.

    —No lo sé... —digo—. ¿Qué quieres que te haga? —En mi tono se adivina la falta de experiencia.

    Kyousuke me coge las manos y las desliza hasta el bulto de sus pantalones.

    —Quiero sentir esos carnosos labios sobre ella.

    Doy un respingo ante sus palabras.

    — ¿Te gustaría hacerlo? —pregunta mientras me mueve las manos en círculos sobre su entrepierna. Sus ojos me observan, evalúan mi reacción.

    Asiento y trago saliva, y obtengo una sonrisa de su parte. Se incorpora y me invita a hacer lo mismo. Tanto los nervios como el deseo inundan mi cuerpo. El ruidoso tono de su móvil comienza a sonar, y él gruñe antes de cogerlo de la mesilla de noche. Cuando ve la pantalla, suspira.

    —Vuelvo enseguida —me informa, y sale de la habitación.

    Cuando regresa minutos después, su estado de ánimo vuelve a ser diferente.

    —Kinako está haciendo el desayuno —dice—. Ya casi está listo.

    Abre la cómoda y coge una camiseta, que se pone sin siquiera mirar en mi dirección.

    —Vale. —Me levanto y me dirijo a la puerta para ir a arreglarme un poco antes de bajar a ver a su familia.

    —Nos vemos abajo. —Su tono no muestra ninguna emoción.

    Me trago el nudo que se me ha formado en la garganta. El Kyousuke a la defensiva es el Kyousuke que menos me gusta, incluso menos que el Kyousuke enfadado. ¿Quién lo ha llamado y por qué está tan distante? ¿Por qué no puede seguir de buen humor?

    Asiento, y cuando cruzo el pasillo noto el olor del beicon, que hace que me ruja el estómago.

    Me ajusto el cordón de los pantalones tanto como puedo. Sopeso la opción de ponerme el vestido de nuevo, pero no me apetece estar incómodo a estas horas de la mañana. Después de mirarme en el espejo de la pared, me froto los ojos para quitarme el sueño.

    Cuando cierro la puerta del dormitorio, Kyousuke abre la del suyo. En lugar de mirarlo, me concentro en el papel pintado de la pared y avanzo por el pasillo. Oigo sus pasos detrás de mí, y cuando llego a la escalera me agarra por el codo y tira ligeramente de mí.

    — ¿Qué pasa? —pregunta con expresión preocupada.

    —Nada, Kyousuke—le respondo tajante. Estoy muy susceptible, y ni siquiera he desayunado todavía.

    —Dímelo —me exige bajando la cabeza en mi dirección.

    — ¿Quién te ha llamado?

    —Nadie.

    — ¿Era Hakuryuu? —inquiero, aunque en realidad no quiero saberlo.

    No dice nada, pero la expresión lo delata y sé que tengo razón. Ha salido de la habitación justo cuando iba a... hacerle eso..., ¿para responder a una llamada de Hakuryuu? Me sorprende menos de lo que debería.

    —Tenma, no es... —empieza a decir.

    Me quito su mano de encima de un tirón, y él aprieta la mandíbula.

    —Hola, chicos. —Fey aparece entonces en el pasillo, y sonrío. Lleva unos pantalones de cuadros parecidos a los míos. Está adorable y adormilado.

    Paso junto a Kyousuke y me acerco a él. Me niego a que Kyousuke sepa lo avergonzado y herido que me siento porque haya respondido a la llamada de Hakuryuu estando en una situación así.

    — ¿Qué tal has dormido? —me pregunta Fey.

    Lo sigo escaleras abajo y dejo solo al frustrado Kyousuke.

    Kinako se ha esmerado al máximo con el desayuno, como era de esperar. Kyousuke se une a la mesa unos minutos después, pero yo ya me he llenado el plato de huevos, beicon, tostadas, un gofre y unas cuantas uvas.

    —Muchas gracias por prepararnos el desayuno —le digo a Kinako, de mi parte y de la de Kyousuke; sé que a él no va a molestarle que le dé las gracias.

    —Es un placer, Tenma —sonríe ella—. ¿Qué tal habéis dormido? Espero que la tormenta no os haya desvelado.

    Kyousuke comienza a ponerse tenso, supongo que por miedo a que mencione su pesadilla. A estas alturas ya debería saber que yo nunca haría algo así, por lo que su falta de confianza en mí me hace enfadar aún más.

    —La verdad es que he dormido genial. ¡No he echado de menos la cama de la residencia para nada!

    Me río, y todos se unen, excepto Kyousuke, claro. Le da un trago a su zumo de naranja y mantiene la vista fija en la pared. Luego charlamos de cosas triviales mientras Ken y Fey bromean sobre un partido de futbol. Después del desayuno, ayudo a Kinako a recoger la cocina de nuevo. Kyousuke se queda merodeando en la puerta, sin ofrecerse a ayudar y limitándose a observarme.

    —Si no le importa que pregunte, ¿lo que hay en el patio trasero es un invernadero? —le digo a Kinako.

    —Sí, eso es. No lo he utilizado mucho este año, pero me encanta la jardinería. Tendrías que haberlo visto el verano pasado —señala—. ¿Te gustan las plantas?

    —Mucho. Mi madre también tiene un invernadero en la parte de atrás de casa, y allí era donde me pasaba la mayor parte del tiempo cuando era pequeño.

    — ¿De verdad? Bueno, si vinierais más a menudo, podríamos hacer algo con el mío —dice Kinako. Es tan buena, y tan cariñosa. Todo lo que desearía en una madre.

    Sonrío.

    —Eso sería estupendo.

    Kyousuke se esfuma unos minutos, y cuando vuelve se aclara la garganta en alto. Kinako y yo nos volvemos para mirarlo.

    —Deberíamos irnos ya —dice, y frunzo el ceño.

    Lleva en las manos mis cosas. Es un poco raro que no me haya dado tiempo a quitarme el pijama, y un poco incómodo que haya husmeado entre mis cosas, pero lo paso por alto. Nos despedimos y abrazo a Kinako y a Ken mientras Kyousuke me espera impaciente en la puerta.

    Les prometo que volveremos pronto, y espero que así sea. Sabía que mi presencia aquí llegaría a su fin, pero ha sido un descanso estupendo de mi vida diaria, sin listas, sin alarmas, sin obligaciones. No estoy preparado para que se acabe.

    El viaje es extraño. Sujeto mi ropa sobre el regazo y miro por la ventanilla, a la espera de que Kyousuke rompa el silencio que reina entre nosotros. No parece tener intención de hablar, así que saco el móvil del bolso. Está apagado; debió de acabarse la batería anoche. Intento encenderlo de todas formas y la pantalla cobra vida. Me alegra comprobar que no tengo mensajes de voz ni de texto. El único ruido que se oye en el coche es el de la llovizna y el chirrido de los limpiaparabrisas

    — ¿Sigues enfadado? —pregunta Kyousuke por fin cuando llegamos al campus.

    —No —miento. Enfadado no sería la palabra, sino más bien herido.

    —Pues no lo parece. No te comportes como un niño.

    —Ya te he dicho que no. Me da exactamente igual que vayas a dejarme en la residencia para ir a enrollarte con Hakuryuu. —Las palabras escapan de mi boca antes de que pueda detenerlas.

    Odio sentirme así por lo suyo con Hakuryuu. Me pongo del revés sólo de imaginarlos juntos. Además, ¿qué es lo que tiene de especial?

    —No voy a hacer eso. Aunque tampoco es que deba importarte —espeta.

    —Ya, pues te ha faltado tiempo para responder al móvil cuando estaba a punto de..., bueno, ya sabes —murmuro.

    Debería haberme mordido la lengua. No quiero pelearme con Kyousuke. Sobre todo cuando no sé cuándo volveré a verlo. Ojalá no hubiera dejado la clase de literatura. Me saca de mis casillas, de todas y cada una de ellas.

    —No es lo que crees, Tenma —dice.

    — ¿En serio, Kyousuke? Porque a mí me parece que sí. De todas formas, me importa un pimiento. Sabía que esto no duraría —admito por fin, ante él y ante mí.

    La razón por la que no quería irme de la casa de su padre es que sabía que, en cuanto Kyousuke y yo estuviéramos solos, volveríamos a esto. Siempre pasa igual.

    — ¿Qué no duraría?

    —Esto... Nosotros. Que te portes bien conmigo. —No me atrevo a mirarlo; así es como consigue siempre hacer conmigo lo que quiere.

    —Y ¿ahora qué? ¿Vas a evitarme durante otra semana? Ambos sabemos que, para cuando llegue el fin de semana que viene, volverás a estar en mi cama —me suelta.

    No puede haber dicho eso.

    —¡¿Perdona?! —grito.

    Me he quedado sin palabras. Nadie me ha hablado nunca de esa forma, nadie me ha tratado nunca con tan poco respeto como él. Las lágrimas comienzan a manar de mis ojos cuando aparca el coche.

    Antes de que me responda, abro la puerta, cojo mis cosas y salgo corriendo hacia la residencia. Cruzo por la hierba empapada, y me maldigo por no haber ido por la acera, pero tengo que alejarme de Kyousuke todo lo posible. Cuando me dijo que me deseaba, quería decir sexualmente. Ya lo sabía, pero duele asimilarlo.

    — ¡Tenma! —lo oigo gritar.

    Uno de los tacones de Furetsu cae al suelo, pero sigo corriendo. Iré a comprarle otro par.

    — ¡Joder, Tenma! ¡Para! —vuelve a gritar.

    No esperaba que me siguiera. Me obligo a correr más deprisa y por fin llego al edificio, donde recorro el pasillo a toda velocidad. Cuando llego a mi habitación, estoy llorando a moco tendido.

    Abro la puerta y cierro de un portazo. Las lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia, y me doy la vuelta para buscar la toalla de baño para secarme...

    Me quedo paralizada cuando veo a Taiyou sentado en mi cama. Dios mío, ahora no. Kyousuke entrará por esa puerta en cualquier momento.

    Taiyou se levanta y corre hacia mí.

    —Tenma, ¿qué ha pasado? ¿Dónde has estado?

    Intenta cubrirme la mejilla con la mano, pero giro la cabeza. El dolor se refleja en su mirada cuando me aparto de su contacto.

    —Es... Lo siento muchísimo, Taiyou —exclamo cuando Kyousuke abre la puerta de un tirón, y las bisagras chirrían y crujen por el ímpetu.

    A Taiyou se le desencaja la mandíbula cuando su mirada se encuentra con la de él. Se aleja de mí con una expresión de horror.

    Kyousuke deja caer el zapato que he perdido antes en el césped y se adentra en la habitación sin prestarle la más mínima atención a Taiyou.

    —No quería decir eso, lo de antes —dice acercándose a mí.

    — ¿Estabas con él? —interviene Taiyou. El odio envenena su voz—. ¿Has estado con él toda la noche? Y ¿ésa es su ropa? Me he pasado toda la noche y toda la mañana llamándote y enviándote mensajes. Te he dejado un millón de mensajes de voz, y ¿estabas con él?

    — ¿Qué...? —Empiezo a decir, pero entonces me vuelvo hacia Kyousuke—. Has cogido mi móvil, ¿verdad? ¡Me has borrado los mensajes! —le grito.

    Mi mente me dice que le responda a Taiyou, pero mi corazón sólo tiene ojos para Kyousuke.

    —Sí..., es verdad —admite.

    —Y ¿por qué narices lo has hecho? ¡¿Tú puedes responder a las llamadas de Hakuryuu, pero me borras los mensajes de mi novio?!

    Su rostro se contrae en una mueca de dolor cuando digo que Taiyou es mi novio.

    — ¿Cómo te atreves a jugar así conmigo, Kyousuke? —grito, llorando de nuevo.

    Taiyou me coge de la muñeca y hace que me vuelva para mirarlo, lo que provoca que Kyousuke le dé un empujón en el hombro.

    —No toques a Tenma —gruñe Kyousuke

    Esto no está pasando me digo mientras me limito a observar cómo el culebrón en el que se ha convertido mi vida se desarrolla ante mí.

    —Tú no vas a decirme lo que tengo que hacer con mi novio, imbécil — replica Taiyou furioso, y le devuelve el empujón.

    Kyousuke avanza hacia él, pero entonces tiro de su camiseta. Quizá debería dejar que se peleen. Kyousuke se merece un buen puñetazo en toda la boca.

    — ¡Ya basta! ¡Kyousuke, vete! —Me seco las lágrimas.

    Él mira a Taiyou con odio y se planta entre nosotros. Alargo el brazo y le toco la espalda con suavidad, con la esperanza de ayudar a calmarlo.

    — No, esta vez no me voy, Tenma. Ya lo he hecho demasiadas veces. — Suspira

    — ¡Tenma, haz que se vaya! —me ruega Taiyou, pero lo ignoro. Tengo que saber qué tiene que decir Kyousuke.

    —No he dicho en serio lo del coche, y no sé por qué he cogido la llamada de Hakuryuu. Por costumbre, supongo. Por favor, dame otra oportunidad. Sé que ya me has dado muchas, pero sólo necesito una más. Por favor, Tenma. —Deja escapar un profundo suspiro. Parece agotado.

    —Y ¿por qué iba a hacerlo, Kyousuke? —replico—. He estado dándote la oportunidad de ser mi amigo una y otra vez. Me parece que no tengo ganas de seguir intentándolo.

    Apenas me doy cuenta de que Taiyou nos está mirando boquiabierto, pero en ese momento me da igual. Sé que esto está mal, que lo estoy haciendo mal, pero nunca en mi vida he querido algo con tantas ganas.

    —No quiero que seamos sólo amigos... —contesta Kyousuke—. Quiero algo más.

    Al oírlo, me quedo sin aliento.

    —No es cierto —digo.

    «Kyousuke no sale con nadie», me advierte mi subconsciente.

    —Sí, sí que quiero.

    —Me dijiste que no salías con nadie y que yo no era tu tipo —le recuerdo.

    Mi mente todavía se niega a aceptar el hecho de que estoy teniendo esta conversación con Kyousuke, y encima delante de Taiyou.

    —No eres mi tipo, de la misma forma que yo no soy el tuyo —dice—. Pero por eso somos buenos el uno para el otro. Somos muy diferentes, pero a la vez iguales. Una vez me dijiste que saco lo peor de ti. Pues tú sacas lo mejor de mí. Sé que tú también lo sientes, Tenma. Y, sí, no me gustaba salir con nadie, hasta ahora. Haces que quiera salir contigo, que quiera ser mejor persona. Quiero que pienses que te merezco; quiero que me desees como yo te deseo a ti. Quiero discutir contigo, incluso que nos gritemos hasta que uno de los dos admita que se equivoca. Quiero hacerte reír, y escuchar tus desvaríos sobre los grandes clásicos... Te necesito. Sé que a veces soy cruel..., bueno, casi siempre lo soy, pero eso es porque no sé ser de otra manera. —Su voz se convierte apenas en un susurro, y me mira con los ojos desorbitados—. He sido así durante tanto tiempo que nunca había querido cambiar. Hasta ahora, hasta que te conocí.

    Estoy alucinando. Acaba de decir todo lo que quería que dijera y que nunca pensaba que diría. Éste no es el Kyousuke que conozco, pero la forma en que le ha salido todo de golpe, acompañado de esa respiración agitada, lo ha hecho más auténtico y natural.

    Ni siquiera sé cómo me mantengo en pie después de semejante declaración.

    — ¿Qué mierda es todo esto, Tenma? —dice Taiyou, histérico.

    —Deberías irte —susurro sin dejar de mirar a Kyousuke.

    Taiyou da entonces un paso al frente y alardea triunfal

    — ¡Gracias! Pensaba que esto no iba a acabar nunca.

    Kyousuke parece realmente destrozado, hecho polvo.

    —Taiyou, te he dicho que te vayas —repito.

    Ambos hombres respiran muy hondo. El alivio se adueña de Kyousuke, y le tomo las temblorosas manos y entrelazo mis delgados dedos con los suyos.

    — ¡¿Qué?! —Grita Taiyou—. ¡No puedes hablar en serio, Tenma! Nos conocemos desde hace tanto tiempo... Este tío sólo quiere utilizarte. Se deshará de ti en cuanto haya acabado contigo, ¡y yo te quiero! No cometas un error, Tenma —me ruega. Su voz se quiebra

    Lo siento por él, y me duele tener que hacerle algo así, pero sé que no puedo estar con Taiyou. Deseo a Kyousuke. Más que nada que haya deseado en toda mi vida. Y Kyousuke me desea a mí. Y quiere algo más.

    Me da un vuelco el corazón, y miro a Taiyou, que abre la boca para decir algo.

    —Yo que tú, me callaría —le advierte Kyousuke—. Pero ya.

    —Lamento mucho que haya sido así, de verdad —le digo.

    Él no dice nada más. Parece destrozado cuando recoge la mochila que había traído consigo y se marcha de la habitación.

    —Tenma... ¿De verdad sientes lo mismo? —me pregunta Kyousuke, y yo asiento. ¿En serio no lo sabe ya a estas alturas? —No asientas. Por favor, dilo. —La desesperación alimenta sus palabras.

    —Sí, Kyousuke, siento lo mismo —le digo. No me sale un discurso tan bonito o significativo como el suyo, pero esas sencillas palabras parecen bastarle. La sonrisa que recibo alivia un poco el dolor que siento por haberle partido el corazón a Taiyou.

    —Y ¿qué hacemos ahora? —Pregunta—. Soy nuevo en esto —añade sonrojándose.

    —Bésame —le digo.
     
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  9. »Seiryu Urameshi«
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    ¡Que bien que estes bien! Pensé que te tomaría un poco más de tiempo, pero verte de vuelta tan pronto me hizo pensar que te has tomado todo bien! Si estuviera en tu lugar se me hubiera cerrado la mente, ah.

    Y, ¿qué puedo decirte de la conti? ¡Fascinante, emocionante, hermosa! -Feels everywhere again- Ay, no sé cuantas veces grité de la emoción. Me tomo desprevenida ese "Deberías irte..." de Tenma, ¡Pensé que Kyousuke se iría! ¡AY! I can't <3
    Todo me encanto, no sé que mas escribir, y si supiera no terminaría.
    En fin, ¡Que estes bien! Nos leemos ✌
     
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  10. kyosukextenma
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    por fin conty lo leo y en un segundo me he enamorado por fin essos bakass salen yeeeeee!!! joder cuanto me hicieron esperar !!! pero ahora estoy preocupado por lo que suceda a Tenma con lo de su madre joder eso sera grave ..... pero de seguro todo saldra bien confio en eso !!! espero maaaaassss contyyyyy !!! espero saber cosas positivas gracias ajajaja bromeo !! un gran trabajo valio la espera jijiji bye by
    kyo xten
     
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  11. Mio_Shizuka
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    Que alivio que estés bien! :=WIJIS:
    Me ah encantado la conty! Que giro tan inesperado :3!
    Esperare también por tus nuevos temas
    Espero conty!
    Sayoo! :=FOXXIN:
     
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  12. kyosukextenma
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    Perdó por molestar lpero habrá conty? ? Estoy desesperada con esta ficccc! !!
     
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  13. FalseSlimShady
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    Hiiii~~~!
    Es una pena que fics como este caigan en el olvido, ¿ya no habrán más capítulos? ;-;
     
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  14. Mangle-chan
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    Necesito conty ahora o moriré 😭 :=SHOROO:
     
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  15. Aleinad D.C
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    Jolín no nos dejes así.
    Exijo conty!!!!!!por amor al yaoi :=angrys: :=NOIP: :=hurrahrr: :=DFSDFSD:
     
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46 replies since 31/8/2015, 01:50   4704 views
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