El diario de Tenma |Original ✓| KyoTen | ┘Finalizado┌

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  1. « Seiryu »
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    ¡Hola! (Probablemente ni se acuerden del fic,como yo coff[?]) Siento si no es lo que esperaban (La conti) solo quería dar un aviso; no voy a cancelar el fic, lo pausaré. No tengo dónde escribir la conti, en el celular no calculo bien (y me equivoco más[?]) en fin, espero no demorar más, básicamente ya está por terminarse la historia, pero quiero terminarla bien. En fin, remala para los mensajes que soy. Espero vernos pronto por aquí 😊 See ya!~.
     
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  2. « Seiryu »
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    ¡Hola! Siento mucho, mucho, mucho la demora, pero es que no me ha quedado tiempo para escribir, he escrito a ratos muy pequeños pero, creo que quedó bien (?), en fin, quiénes critican eso son ustedes,espero les guste. ¡Y recuerden! El próximo capitulo es el final </3 sin más, la conti:




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    Capitulo 17

    Por fin, el gran día había llegado; la boda. El sol colaba sus rayos por la ventana del futuro rey, quien ya había abierto sus ojos desde temprana hora, incluso antes de que el sol se asomara. Se quedó mirando el techo como si esperará que le diera alguna respuesta o como si esperará a que éste cayera, tenía pensamientos muy extraños en ese momento. Fue muy difícil de explicarle a Endou como fue que las cosas entre él y el conde de Raimon se solucionaron tan rápido y en un muy corto plazo, y más aún, cuando dieron la conferencia de prensa acerca del asunto del bosque de Inazuma y el supuesto rumor que había surgido a partir por ello sobre que la boda se iba a cancelar. Más de uno tomo la noticia con sorpresa y en un pestañeo, todos habían olvidado la “infidelidad” de Tenma y se concentraron en la boda. Si hablaban de sus sentimientos aún le dolía el corazón, aquella noche le había creado una fuerte ilusión de vivir junto al que supuestamente era el amor de su vida, “—Y resultó ser un mentiroso más…— pensó con melancolía. Y lo que más le dolía era que su corazón seguía sintiendo algo por el Vizconde, aún cuando seguiría con la boda, lo amaba tanto a un grado que le dolía. Se seguía preguntando, si no lo amaba, ¿por qué llenarle la cabeza de mentiras e ilusiones? Y lo que más le pesaba y le carcomía, era que se había entregado a él ciegamente. No podía decir que se sentía asqueado de sí mismo, no había sido algo contra su voluntad, simplemente se sentía un idiota. Le entrego todo cuerpo y alma, creía que esa era la noche más feliz de sus vida, ¿y que resultó ser? Una mentira, un engaño más.

    Quizá para el vizconde aquella noche no significó nada, pero él aquella noche era algo significativo; un momento que no se debía compartir con cualquier persona, que aquellas caricias que recorrieran su piel le hicieran estremecer y quedarán marcadas por siempre, que sus besos le hicieran derretirse al tacto, que sus palabras envolvieran todo su ser, que lo hiciera sentir como las únicas personas en el mundo. Todo lo que él describía era exactamente lo que había sucedido aquella noche, era una verdadera lástima. Esa y olvidar al vizconde, eran las principales cosas que debía comenzar a hacer, doliese lo que doliese, costase lo que costase.

    No encontraba la manera de decirle a Endou cuánto lo sentía y que lo perdonara por todas las cosas que hizo y no. Se sentía idiota, mal agradecido, la peor persona del mundo, ¿y eso le deparaba al país? A estas alturas, se arrepentía de todo. No podía seguir más en cama aunque quisiese. tenía que levantarse para comenzar con todos los preparativos para la boda, empezar a arreglarse para caminar al altar. Intentó ser positivo y bajar a desayunar algo, no podía casarse con el estómago vacío, empeoraría las cosas.

    — ¿Qué? ¿Cómo que “las orquídeas están listas para entregar”? Le dije claramente que quería un pedido de arreglos de peonías y tulipanes, ¡peonías y tulipanes! No, no. Lo siento yo por perder mi tiempo con usted y su florería. Que los reyes y Dios lo perdonen porque yo no, ¡yo no!

    Miro la escena curioso y algo divertido, al menos su ánimo había subido un poco. Desde el incidente muchas cosas habían pasado y cambiado, una de ellas fue que lo alejaron un tanto de Furetsu, encargandole ahora los preparativos de la boda, de estar al tanto de todo. El pobre pelinaranjo estaba que moría del estrés, había estado pegado al teléfono desde muy temprana hora, contestando llamadas y llamando para supervisarse de que todo estuviera en orden. En ese momento había terminado una llamada a la florería que al parecer habían confundido el evento, y después, atendía una llamada de la decoración.

    — Si, si. Las flores llegaran a tiempo, por lo pronto arreglen las mesas con los manteles rosas… ¿rosas? ¿¡rosas!? ¡Por Dios! ¿¡Qué todos me darán la contra hoy!? Le dije. ¡Le dije claramente que iban a ser beige con estampado dorado! Ah, ah. Que bueno que fue una equivocación de su parte, ¡pues no se equivoque y mire lo que está haciendo, adiós!

    — Oye, tranquilo. Respira un poco —Dijo Tenma, dándole un vaso de jugo que se había servido.

    — Ah Tenma, lo que más deseo con todo mi ser es tranquilidad, me voy a volver loco —Respondió Furetsu– Siento mucho no ir a despertarte, el teléfono me trae loco.

    – Lo siento, por mi culpa estás así… –Tenma sonrío algo sutil, sintiéndose mal por aquella carga que le había provocado. Incluso él salió perjudicado.

    – Bah, descuida. Sirve que mantengo mi mente ocupada.

    – ¿Las cosas con Yuuichi aún no se arreglan…? –Después de darle un sorbo al jugo de naranja, Furetsu apretó el vaso mirando al suelo.

    No solo se sentía mal por la carga que le había causado a su amigo, sino que también, entre el problema del Vizconde y él, había causado una ruptura en su relación con el mayor de los Tsurugi. Envidiaba de buena manera la relación que tenía su amigo con el mayor de los Tsurugi; aparte de verse bien juntos hacían una excelente pareja con el hecho de escucharse, apoyarse en todo, estaba él uno para él otro. Furetsu tenía una pequeña costumbre de tener pesadillas a media noche cuando veían una película de terror, podrían ser las tres de la mañana y Yuuichi le llamaba para asegurarse de que estuviera bien y que en la mañana a temprana hora estaría con él. Eran pequeñas cosas que valían más que cualquier cosa, algo sincero, algo que él deseaba tener con alguien. Tal vez Yuuichi no tenía la culpa de las fechorías de su hermano menor, pero Furetsu estaba convencido de que el simple hecho de ser su hermano lo involucró en todo, y que una parte de él estaba enterado de lo que el vizconde menor estaba a punto de hacer y no hizo nada para detenerlo. Furetsu levantó la mirada y sonrío como si nada, como si le restará importancia al asunto y no le importaba, cosa que por dentro, era todo lo contrario.

    – Ya… contesto sus llamadas, es un… Avance, supongo.

    – Furetsu, ya te dije que si sientes algo por Yuuichi no pasará nada, el “villano” aquí es el sinvergüenza que tiene de hermano.

    – ¡No, Tenma! –Interrumpió– Él sigue diciendo que Tsurugi es “inocente” y que no tiene nada que ver, en lugar de llamarle la atención… Me duele, Tenma. Pero, así como a él le duele que dañen y/o insulten a su “hermanito”, a mi me duele lo que él te hizo a ti, y el hecho que no le reprochara o le dijera algo al respecto es una traición de su parte, tanto a ti como a mi.

    – Furetsu…

    – Tranquilo, Tenma –Le dijo con una sonrisa– No te preocupes por mi, hay cosas más importantes por ahora, como los estúpidos manteles rosas.

    – Deja esto por unos minutos y acompáñame a desayunar algo rápido, también estaré ocupado y no te veré en todo el día. Anda, después asesinas al decorador.

    Se rieron y fueron hacía la cocina a tomar un desayuno rápido. Pasaron unas cuantas horas y el palacio estaba hecho un caos; sirvientes y mukamas por doquier, florerostas arreglando los jarrones para los arreglos florales, los de decoración colocando los manteles en la mesa, y un Furetsu que estaba como alma que lleva el diablo. Para la suerte de Tenma, el estilista, “el mejor de todo Inazuma”, quería que el príncipe estuviese reluciente y le colocó una mascarilla hidratante que debía tener por lo menos una hora y media, hora y media de descanso. Pidió estar solo en su cuarto, tantos movimientos en el palacio y que lo trajeran de allá para acá lo agobiaba mucho. Se sentó en uno de sus sillones a su comodidad mientras su fiel amigo Sasuke le acompañaba mientras escribía en su diario:

    Diario, te tengo tan abandonado y me haces mucha falta, a pesar de solo ser papel. Han pasado tantas cosas últimamente, me dan ganas de tomarte en brazos y ahogarme en un río. No sé cuánto voy a poder soportar esto, es decir, quedé en buenos términos con Takuto pero… no seré feliz. Así de sencillo. Podrá sonar exagerado a los oídos de los demás pero, ¿alguien se casaría por compromiso puro sin amor? Creo que nadie lo haría.

    Aunque en estos momentos no me afecte mucho, mi corazón, ah. Mi pobre e ingenuo corazón está herido, lastimado, pisoteado, agonizando de ese dolor tan grande que dejó la puñalada que Tsurugi le dio por la espalda. En estos momentos, mi corazón no quiere saber más de amor, pero con el tiempo, sabrá que tome una mala decisión, aunque espero que se deje cegar por la prosperidad que quiero darle al pueblo.

    Estoy a casi nada de pisar al altar, caminar en el y estar frente el. Buscando de lejos al agresor de la puñalada de mi corazón, porque aún en el fondo busca una respuesta desesperada, una explicación del por qué de aquel acto pero… esta vez, voy a ignorar sus súplicas y sollozos, y solo escucharé a la razón, aquella que he ignorado por tanto tiempo y que debí haber escuchado...


    No pudo seguir más, las lágrimas amenazaban con salir sin cesar y no quería arruinar el día con sus recuerdos. Se limpió un poco las mejillas cuando unas cuantas lágrimas escurridizas salieron. No podía seguir dándole vueltas al asunto, es decir, podìa pedirle una explicaciòn por todo pero, ¿que iba a ganar? ¿que iba a perder? Todo ya estaba decidido; èl volvería a la mansión de su tío y en cuanto a si mismo… Se casaría en unas horas con Shindou. Eran adultos, las cosas no se solucionaban con venganza o arrebatos, simplemente lo dejaría pasar. Un toque a su puerta lo hizo limpiarse rápidamente los restos de lágrimas en sus mejillas, y dio acceso a quien fuera. Era Hikaru, quien se asomaba con una sonrisa algo sospechosa.

    – Oh, Hikaru. ¿Se te ofrece algo? –Pregunto algo confundido al verlo, ya que se supone este debería estar con Furetsu arreglando los últimos detalles de la fiesta.

    – ¿Podría salir un poco, alteza?

    – ¿Para que? Digo, debo alistarme… –Volvió a preguntar aún más desconcertado, y la sonrisa traviesa de Hikaru lo intrigaba más– ¿Y por que la formalidad?

    – Bueno, solo asomate al balcon, ¡respira aire fresco! Has estado encerrado desde la mañana.

    – Pero…

    – ¡Vamos, Tenma!

    No quiso preguntar más porque entre más lo hacía el de cabellos morados no le respondía nada. Salió e hizo lo que le pidió; llenó sus pulmones de aire puro, de aquella brisa fresca que le chocaba en el rostro le tranquilizaba y llenaba por completo, una vez que se sintió más relajado volvió a la habitación, pero el pelimorado ya no estaba en ella. Se extrañó un poco y lo hizo más en cuanto vio una post en una mesita: “–¡Tuve que irme! Pd: Hay una extraña en tu armario. ¡Nos vemos en la boda!–”

    Tenma palideció al leer el post y fue asomando poco a poco hacia el armario con una lámpara en la mano, y salto apuntando a la “extraña”.

    – Tenma, yo no te eduque par aque apuntes a la gente con una lámpara –Dijo una voz cálida de una mujer, a lo que Tenma sonrió de oreja a oreja.

    – ¡Aki-nee! –Gritó el príncipe mientras se abrazaba a la nombrada.

    Aki era un pariente lejano que vivía al otro lado del mundo, en América del norte junto a su esposo. Cuando los padres de Tenma murieron, el apenas era un pequeño de 2 años y medio, y su primo Endou un adolescente. Èl y Kazemaru apenas eran adolescentes que preparaban su arreglos nupciales para gobernar Inazuma, eran cargos que aquel joven castaño apenas podía lidiar, y un bebe seria mucha responsabilidad, y la de cabellos verdes se ofreció por sí misma. Kino apenas comenzaba su vida después de terminar sus estudios, por lo que cuidar de Tenma le era muy fácil en aquel entonces, y para su novio tampoco fue problema, el pequeño príncipe se quedaría con ella hasta que fuera un adolescente.

    – Pero mira cuanto has crecido, mi niño. Ya eres un hombre. Aun me llena de nostalgia cuando te fuiste de América, apenas tenias 15 –Decía la mayor mientras le miraba de pies a cabeza, tal vez eran familiares lejanos, pero lo había cuidado como el amor de una madre, y comenzó a llorar.

    – Oh, vamos. Aki-nee no llores –Dijo Tenma mientras se abrazaba a ella para consolarla.

    – Es que, me llena de nostalgia todo esto. Aquel bebe, mi bebe va a casarse hoy.

    – Lo sé, nee… –Respondió el príncipe, un tanto apagado.

    –… ¿Todo bien, mi niño…?

    – ¡... Nada está bien, Aki-nee!

    Y rompió en llanto. Había estado guardando ese nudo en la garganta desde que despertó, esa opresión en el pecho no le dejaba ni respirar, y ver a esa peliverde, a quién necesitaba más que nunca, le hizo soltar todo importandole poco lo demás, total, aún no estaba arreglado, pero poco iba a estarlo. Le partía tanto el corazón que estaba a pocas horas de cruzar al altar y vivir una vida que él no quería, ni siquiera debieron terminar las cosas así. Por más que se repetía una y otra vez que debía olvidar a Tsurugi a toda costa, costando lo que costará, pero su corazón, ese estúpido e ingenuo corazón se negaba a abandonar todo eso que sentía por él, a pesar de que éste lo había pisoteado y humillado, a pesar de como a gente hablaba y decía de él, y que él mismo con sus acciones no demostrara lo contrario, una parte de él seguía pidiendo una explicación de todo. Una parte de él hacía odiarse a sí mismo, porque sabía que siempre lo iba a elegir, siempre iba a estar para él. Siempre lo iba a querer solo a él.

    – Todo ha sido muy difícil, ¿verdad? –Habló primero la mayor, acariciandole sus castaños cabellos y espalda con suavidad.

    – T-te… ¿te has enterado ya? –Respondió Tenma entre hipidos. Aki solo asintió– Te juro que yo...

    – Apuesto que no se tomó la molestia de preguntarte cómo te sentías –Le interrumpió con el ceño ligeramente fruncido, haciendo referencia al Rey. Tenma asintió muy levemente, y ella suspiró relajando su expresión– No voy a justificar lo que hiciste, estuvo mal. Pero… sé que tuviste una razón, muy importante y significativa para hacerlo.

    – Aki-nee, te juro por la memoria de mis padres, que no fue como todos dicen. Verás, nosotros… Bueno, yo pensé que había un nosotros… –Dijo en un tono apagado, Aki sólo escuchaba atentamente– Fue… La noche más maravillosa, única. Jamás… Me había sentido así en mi vida en brazos de alguien, tan… seguro, tan pleno, tan amado… Juraría que podía verlo a través de sus ojos; toda esa sinceridad, ese tacto tan cálido como si yo fuera lo más frágil del mundo, sus palabras tan reales y honestas que me llenaban por completo... Pero todo fue mentira –Y volvió a caer en llanto. Esta vez Aki se acercó y limpió su rostro.

    – Si fue tan maravilloso y único, ¿cómo va a ser mentira?

    Tenma no iba a mentir, su corazón se aceleró un poco al oírla decir eso, como si fuera su esperanza encarnada, pero su subconsciente le pedía que analizará las cosas y las viera como son, intentando eliminar toda esperanza viva.

    – Porque lo fue, Aki-nee. Todo fue planeado por su ambición y egocéntría.

    – Tenma, mi niño –Aki lo tomó de las manos y lo miró fijamente– Eso no se puede fingir ni engañar, algo tan “único y maravilloso” no puede ser mentira.

    – Aki-nee todo fue mentira…

    – ¿Cómo estás tan seguro?

    – Porque…, él así lo planeó…

    – ¿Te lo dijo? ¿Te lo confesó?

    – Aki-nee… No trates de defender lo indefendible

    – No uses palabras que no salieron de tu mente. Sólo respóndeme. Recuerda que los villanos siempre revelan sus planes cuando salen bien éstos.

    Tenma no podía responder más, y hacía memoria de aquel día, recordaba que lo único que hacía el peliazul, era intentar hablar con él, pero en aquel momento no pensaba claridad, solo se dejó inundar por su tristeza y decepción. Las palabras de la mayor ahí hacían que la llama de su esperanza creciera nuevamente; ¿y sí el peliazul no tuvo nada que ver en realidad? ¿qué fue lo que pasó en realidad? ¿por qué? Tantas preguntas le rondaban la mente en ese momento, pero enseguida declinó todo eso, ¿qué más daba ya? La boda iba a seguir, ya no había vuelta atrás, ni oportunidad más.

    − Aki-nee… Apreció, de todo corazón, que quieras ayudarme pero, ya tome mi decisión; voy a casarme, y nada podrá cambiar… −Respondió cabizbajo, sacándole un suspiro a Aki.

    − ¿Y acaso no cuenta lo que tu corazón sienta?

    Tenma se estaba tentando a dejar todo y huir por la ventana en busca de Tsurugi, pero no sabía si era lo correcto −Lo correcto es seguir con la boda− le dijo su subconsciente. Tomó aire y miró a la mayor con una pequeña sonrisa.

    − Tal vez… Con el tiempo le de una oportunidad a Takuto y…, podamos ser felices. Lo que quiero principalmente es, sacar a Inazuma adelante, así como lo hizo Endou, mi padre y todos mis antepasados, mi reino me necesita.

    Aki sentía un terrible ardor en los ojos, Tenma ya se había convertido en un hombre, digno de ser rey. Un rey que se estaba sacrificando su felicidad por su pueblo. Resistió las ganas de llorar y le sonrió, tomó suavemente sus mejillas y las acarició de igual manera.

    − La decisión que vayas a tomar, sé que será la correcta. Y yo estaré para apoyarte, mi niño.

    − Gracias Aki-ne… −Le respondió mientras se perdía en ese reconfortante tacto que le hacía falta.

    − Tenma −Entró Furetsu de repente, con una pequeña sonrisa, al parecer había formado parte de la sorpresa− Es hora.

    El príncipe asintió, y el pelinaranjo entró con los estilistas que lo arreglaran para la boda. Estando ahora a escasas horas de que se decidiera todo.

    Por otro lado, el menor de los Tsurugi estaba sentado en la sala de su casa, vestido con un smokin negro, una faja y moño gris. Se había alistado no por su propia voluntad, si por él hubiese sido estaría vestido con su ropa casual de siempre, pero su hermano le insistió todo el día en que se alistara para que le acompañara, y no le dijo que no iría, no dijo nada es más, sólo tomó su ropa y se encerró en el baño por una hora. Todos estaban arreglados ya, incluso Daigo, que era el que más alegre estaba, cosa que extrañaba a todos los presentes ahí.

    — ¡Yuuichi! ¿dónde están mis guantes? –Dijo Daigo con algo de entusiasmo e impaciencia.

    – En la chimenea, tío. Ahí los pusiste.

    – Muchas gracias, sobrino. ¡Esto será todo un circo! –Comentó entre carcajadas.

    – Oh, tío Daigo no comiences…

    – Yo no iré –Dijo Kyousuke de repente.

    – ¿Cómo…? Kyousuke, por favor –Dijo Yuuichi.

    – Es mejor que no vaya, suficiente daño le he hecho para hacerle pasar mal el… el día más importante de su vida… –Respondió Kyousuke sin ánimo total, y si tío se acercó a él, palmeandole la espalda.

    – Kyousuke, mi muchacho. No te des por vencido. Anda, levántate y robatelo de la iglesia –Comentó el pelirosa sin parar de reír, haciendo que Yuuichi rodara los ojos.

    – Tio, por fa…

    – Tío, ya basta –Interrumpió el peliazul menor, sorprendiendo un poco a Yuuichi. Kyousuke jamás se dirigía así hacía su tío, aunque no fuera una falta de respeto, siempre se quedaba callado a lo que Lord Senguuji decía– El juego se acabó –Concluyó con seriedad.

    –. . . Mah, es verdad. En fin, Yuuichi vamonos o te dejo. ¡Está boda será un desastre! –Terminó con una enorme carcajada que se escuchaba hasta el pasillo. Los dos peliazules suspiraron, uno más bajo que otro.

    – ¿Seguro no quieres ir…? –Insistió por última vez, Kyousuke negó.

    – No, hermano… Es mejor así.

    ¡Yuuichi! ¡Apresúrate! –Gritó el Lord de la mansión desde afuera.
    – De acuerdo… Cualquier cosa llamame, ¿si?

    – Diviértete hermano, tú preocúpate por recuperar a la naranja quisquillosa.

    Los dos rieron un poco aunque el mayor algo enrojecido y se fue. Tsurugi se hundió en el sillón y miró al techo pensando; ¿por qué si todo iba tan bien, se desmoronó en una sola mañana? No se explicaba quién y con qué propósito le había arruinado el momento, era algo inexplicable, nadie sabía que ese lugar estaría alguien, es más, el lugar estaba cerrado y prohibido el paso, pero le importó un bledo, él por aquel castaño haría lo que fuera y lo que sea, pero todo había en vano. La sangre le hervía de la rabia al saber que en estos momentos estaría cruzando el pasillo de la iglesia, casándose con un hombre que ni siquiera ama ni consideraba como un esposo o pareja, aquel quién debía verlo caminar hacia al altar, esperarlo debía ser él, o como mínimo, debería estar en el palacio charlando con el rey, explicándole la situación y que él estaría dispuesto a ser el consorte del futuro rey con tal de estar con Tenma, pero eso solo debía quedar en un inexistente hubiera y en el pasado, resignandose a olvidar aquel amor que tanto le había costado aceptar y que tanto le había costado declarar. Una mano tocando su hombro lo sacó de sus hundidos pensamientos, mirando hacía arriba; era el castaño, la pareja de su primo Yamato.

    – ¿Ah? ¿Makoto? ¿Qué haces aquí? Deberías estar en camino, la boda ya casi empieza en media hora y el camino va a estar abarrotado. Deja le llamo a Yuuichi para que regrese el auto…

    – ¡No! No, espera Kyousuke. No te preocupes, Yamato vendrá por mi.

    – Oh, ya veo. Entonces te dejo, iré a mi habitación…

    Makoto se veía que quería decirle algo o solo era su imaginación, ya no quería pensar nada así que lo dejó pasar, tomo su saco y se dirigió hasta las escaleras.

    – ¡Tú tío fue el responsable!

    – ¿Qué?

    El ambiente se volvió un poco pesado en un pestañeo. Makoto sabía algo. El pobre castaño ya no aguantaba más callarse aquello, y el poco tiempo que le permitían a él y Yamato estar en la mansión se le hacía imposible hablar con el peliazul sobre ello, y cuando podía éste se desaparecía en un dos por tres, ¿cuando tenía la oportunidad? Era tarde, sí, pero como dice aquel refrán, mejor tarde que nunca..

    – ¿Cómo? ¿Mi tío fue qué? –Pregunto Tsurugi confundido y algo intrigado.

    – Tú tío fue quien mandó a ese camarografo a que los encontrara, no sé cómo descubrió lo que tú tenías planeado hacer.

    Tsurugi entró en un estado de shock, no podía creer lo que le decía Makoto, era imposible, negó y río un poco nervioso.

    – No, no Makoto. Eso que dices no puede ser cierto, mi tío jamás me haría eso. Jamás nos haría daño, él no...

    – Kyousuke, abre los ojos por favor –Le interrumpió suplicante y con algo de tristeza a lo que le iba a decir– Daigo no quiere y desprecia a su propio hijo por no cumplir sus ambiciones, ¿qué puedes esperar tú…?

    Aquello había sido un golpe bajo, pero cierto. Senguuji Yamato, con 14 años tuvo que mudarse a Seidouzan solo sin ningún apoyo, quedándose en diferentes lugares cada día y noche e incluso en la calle, ayudando en casas a cambio de muy poca paga o comida, sufriendo un terrible infierno, ¿y su padre? Ahogándose en su ambición. Tsurugi recordó ese día, como Daigo corría de la mansión a Yamato porque éste se rebeló diciendole que estaba harto de hacer lo que le decía y que no quería ser el futuro monarca del país, pero aún así, no podía creerlo.

    – Pero… Es que no puede ser…

    – Kyousuke, yo lo escuché…


    Flashback

    En cuanto el Tsurugi salió por la puerta dejándola entre abierta, el pelirosa pateó lejos la silla que tenía lejos y fue hasta el teléfono, marcando las teclas sin cuidado alguno. Daigo parecía que todo se le desmoronaba, su querido sobrino acababa de arruinar todo con sus estúpidos sentimientos según él, ya casi tenía la corona en sus manos, nada podría arruinarlo ni entrometerse, sin importar si también su sobrino salía perjudicado también.

    - Metiéndose y acostándose con miles tuvo que enamorarse de ese estúpido príncipe –Mascullaba mientras impaciente, esperaba respuesta del otro lado de la línea– ¿Sí? Es Senguuji de nuevo, hubo un cambio de planes…

    Makoto ahogó una sonora bocanada de aire por la impresión. Yamato le había dicho que Daigo era malvado, pero no creía que tanto, mucho menos esperaba oírlo hablar así de sus familiares. Se escondió un poco, viendo por aquella pequeña apertura de la puerta, tratando de no ser descubierto.

    – Si, si. ¡Ya sé que te dije eso, y te voy a pagar, gato estúpido! Tú solo debes obedecerme y ya, gracias a mi alimentas a tu asquerosa familia. En fin, vas a seguir a mi sobrino el menor, y vas a espiarlo y seguirlo, si logro saber algo te lo aviso, aunque parece que tiene planeado. Mejor olvidalo. Yo te avisaré. ¡Sí, si! ¡Te pagaré! Tch. Idiota –Concluyó colgando.

    Makoto no podía quedarse más, tenía que hacer algo, así que primero iría a buscar a Yamato y contarle, y después lo hablarían con Yuuichi para saber qué hacer.



    – Quería decirte, queríamos Yamato y yo, pero Yuuichi dijo que no sería correcto.

    Tsurugi medito mejor las cosas, pero aún así sentía que la rabia que ya tenía había incrementado, si los sirvientes de su tío eran “gatos”, ¿qué era el para él? –Un ingenuo muy idiota– Pensó.

    – ¿Qué harás, Tsurugi?

    – Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo –Dijo furioso, poniéndose el saco.

    – Tsurugi, ¡Tsurugi espera! ¿cómo llegarás a tiempo?

    – Sé correr.

    – ¡Está muy lejos! No llegarás a tiempo –Decía Makoto con preocupación, el peliazul no pensaba con la cabeza fría y tenía miedo de hacer una locura– Mejor, esperemos a Yamato, no ha de tardar.

    – ¡No puedo esperar, Makoto! Yo siempre espero y me dejan al último, pero ya no más.

    Makoto no encontraba una forma de retenerlo, no había autos que lo llevaran a la mansión, algunas calles estaban cerradas y de ninguna manera un taxi llegaría a la mansión y después a la iglesia de Inazuma, entonces vio algo que, según su religión era conocido como un milagro.

    – ¡Gracias todopoderoso! ¡La bicicleta de tú abuelo!

    – ¿Qué?

    –¡Esa, la de la pared! –Señalo, y Tsurugi puso cara de “qué”.

    – ¡Makoto no! ¡Me veré muy ridículo!

    De algo a nada, ¿no?

    No quería aceptarlo pero tenía razón, tomo la bicicleta de su bisabuelo, una bicicleta antigua de tres ruedas de aquellas épocas antiguas victorianas. No tenía ni idea de cómo subiría y como pedalearía, pero por Tenma, hasta en triciclo iría.
     
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    El serafín del pecado es mi joya
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    Siempre estoy junto a la naturaleza di mi nombre y estaré contigo

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    Waaaaaaa que genial me encanta quiero saber mas amo esta historia conty xfa
     
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  4. kyosukextenma
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    Lindo!! Tsurugi es un genio y un amor, sinceramente me da rabia tenma, Pero bueno por el peli-azul es alguien importante asi que vedrem ahahah espero conty.
    Bye by
    Kyo x ten
     
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  5. « Seiryu »
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    Capitulo 18

    El día más “esperado” había llegado. Tenma iba en silencio en la carrosa que los llevaba hasta la iglesia, junto a Furetsu y dos agentes de la guardia real, y el pelinaranjo no se atrevía a preguntar nada, debía darle su espacio. Llevaba un precioso smoking blanco de finas telas, con una camisa color hueso blanco con una textura floral muy leve, en la solapa del traje tenía un clavel rosa (en honor a las flores favoritas de su madre) y unos zapatos beige, simplemente un muñequito según Aki y la reina. El príncipe iba hundido en sus pensamientos mientras apretaba los puños discretamente; ¿cómo habían sucedido tantas cosas en un mes? No entendía como en tan poco tiempo, no entendía como se había enamorado de alguien en un mes. Hace un mes exactamente, había conocido a Tsurugi; un vizconde con porte elegante; de cabello azul peinado hacía arriba con una ligera y no muy larga coleta; una sonrisa que casi siempre estaba de lado donde expresaba una seguridad entera con un pequeño toque de egocentrismo en ella, haciéndola resaltar en cualquier lugar que estuviese; sus ojos color ámbar, brillaban y relucían bajo los rayos del sol o de luna, una mirada profunda que intimidaría a quien viese, –o derretirían a quien lo viera– dijo para sí. En un mes conoció las dos caras de la moneda; la que mostraba a todos y la que le mostró solo a él; aquel lado tierno y dulce que lo hacía desvanecer, su tacto sutil y suave que lo trataba como si fuera lo más valioso del mundo, aquella mirada profunda pero reconfortante que le transmitía seguridad acompañada de una sonrisa sincera, que le transmitía todo su amor –O eso me hizo creer a mi– Se mordió el labio inferior y apretó los puños, haciendo que se le sobresaltaran las venas y se marcaran los huesos de su mano. Tenía un debate mental desde que había hablado con Aki esta mañana; ¿Lo había engañado? ¿O les pusieron una trampa? No sabía que creer. Una parte le decía, una parte de su corazón herido y lastimado aún tenía una chispa de esperanza encendida, diciéndole que él había sido sincero aquella noche y las palabras de la peliverde le rondaban la cabeza una y otra vez “Algo tan único y maravilloso no puede ser mentira”. No iba a mentir, lo quería demasiado, tanto que podía decirse que lo amaba que hasta dolía, pero dolía demasiado. Inhaló para retener las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento y controlar su pulso que había comenzado a acelerarse; quería-, necesitaba una explicación a todo esto, le había nacido esa necesidad de la nada. Necesitaba oír la sinceridad de su voz, dejarle decir lo que aquella mañana cuando se fue no le permitió por la rabia, sea cual sea la respuesta. Las campanadas de la iglesia sonaban más audibles, estaba a pocos segundos de llegar a la iglesia, destrozando aquello que sentía. Tenía una ola de sentimientos encontrados; sentía melancolía, ansiedad y sobre todo, nervios, que aumentaban cada vez más al ver la iglesia frente a él, haciéndolo dudar de su final decisión, le carcomían tanto que sentía miedo.

    – Pero ya no sirve de nada… –Pensó en voz alta. Los agentes se miraron entre si algo confundidos. Al oír el murmullo de Tenma, Furetsu miró a los agentes.

    – Bajen, por favor. Digan que el príncipe ya está aquí, pero aún no anuncien su llegada hasta que les diga por radio, ¿de acuerdo?

    – Cómo guste –Respondió uno de ellos. Los dos hombres bajaron y se quedaron afuera de las puertas cada uno, custodiándolas. El pelinaranjo tomo aliento y miro ahora a Tenma.

    – ¿Todo bien…? –Dijo despacio, el castaño seguía algo ido– Podemos huir ahora mismo si quieres –Bromeó un poco, a lo que Tenma respondió con una vaga sonrisa.

    – No… No puedo hacerlo, Furetsu, no puedo, pero… –Respondió en un casi ataque de nervios, a lo que el mencionado inmediatamente le tomo las manos.

    – Calma, calma. No pierdas el juicio, no ahora, ¿si? –Le dijo en un tono tranquilizador– Respira hondo y déjalo salir.

    Tenma obedeció, lo hizo dos veces y miró al pelinaranjo ya un poco más calmado y le miró.

    – Realmente no sé qué hacer, tengo pánico, mucho miedo, pero todos me esperan afuera, no puedo, no puedo…

    – ¡Tenma! -Le zarandeo Furetsu al verlo casi consumido por el pánico– Tranquilo. Haz lo que tú quieras hacer. Si no quieres casarte no lo hagas, ¿qué importa si hay un montón de gente estirada y arreglada allá? ¿Y tú, no importas acaso?

    Se quedó pensando un poco, y después miro en dirección en la calle. Qué dilema estaba sufriendo en ese momento, pero ya no era tiempo de seguir pensando nada; volteó resignado ahora hacia Futres, y sonrió amargamente.

    – Pero ahí afuera hay un montón de gente que espera a su futuro rey… –Respondió señalando la calle con la cabeza; casi todo el pueblo, a pesar de no ser invitado y que se le restringía el paso a la catedral, estaban ahí, gritando cosas como “Que viva nuestro futuro rey” “Tenma es lo que Inazuma necesita” y otras cosas que llegaban a su corazón, haciéndole recordar el motivo por el cual estaba ahí, vestido de blanco.

    –… Sal y diles que me anuncien, en un minuto bajo.

    – ¿Estás seguro, Tenma? –Furetsu lo cuestiono perplejo con el radio en la mano, indeciso entre presionar o no el botón, aunque muy en el fondo, no quería hacerlo.

    – Si, totalmente.

    Furetsu se quedó mirándolo unos segundos y suspiro, pulsando el botón del radio donde comenzaría a hablar.

    – De acuerdo… Anuncien al príncipe; el pichón comienza su vuelo ahora.


    Tsurugi pedaleaba con desesperación, olvidándose de lo ridículo que se vería en aquella bicicleta victoriana de tres ruedas, pero no podía pensar en otra cosa que no fuese Tenma; tenía que detenerlo, robarse a “la novia” como en las películas de drama y romance, debía detener la boda y decirle que se disculpaba desde el fondo de su corazón y explicarle todo, que aquello fue mala obra de su tío que los había estado engañando a todos, y principalmente, decirle cuanto lo amaba. Que sintió algo desde aquella vez que lo vio bajar del balcón real en su fiesta de cumpleaños, que cuando bailaron juntos sintió una corriente recorrerle todo su cuerpo, que lo atrajo desde el primer día, qué importaba si lo llevaba cargando y media guardia y ejercito real lo perseguían, qué importaba si lo mandaban al viejo calabozo por robar al futuro rey, valdría la pena –Porque tú lo vales todo– La desesperación lo comía vivo, al paso que iba jamás llegaría ni a la recepción, pensar que estaría a punto de entrar al altar y dar el sí lo destrozaba, que estaría en brazos que no serían los suyos, besar otros labios hacía que apretara el manubrio con violencia y hacían que se pusiera rígido, maldiciendo todo a su paso.

    – Dios. Tú que escuchas a todos; sé que no merezco esto, pero lo necesito, por favor ten piedad de mí y ayúdame.

    Miro a los cielos por un minuto y volvió su mirada al camino, hasta que escucho el relinchido de un caballo cerca de ahí a medida que se acercaba; un rebaño de caballos y potros acompañado de su dueño, un señor que lo miraba sorprendido al verlo por aquellos alrededores y en bicicleta. Pedaleó más rápido y al estar cerca se bajó de la bicicleta de un saltó.

    – Lo-Lord de Lancelot, ¿qué hace aquí? ¡q-que honor que…!

    – Le agradezco, pero necesito que me ayude; le cambio está bicicleta de mi tátara-tátara abuelo el rey Acrous, tómela y deme uno de sus caballos, por favor, se lo suplico.

    – P-pero mi lord, mis caballos no valen ni un octavo de su--

    – ¡No importa! ¡Le deberé la vida después de esto si es que llego!

    Tsurugi, ni lento ni perezoso subió a un caballo y comenzó a galopar a toda la velocidad que el caballo podía, intentando montarlo sin riendas, no podía perder más el tiempo, tenía que llegar a como diera lugar.

    – Tenma sé que no lo merezco, pero… espérame, por favor…


    La ceremonia estaba a nada de comenzar; aún seguían entrando invitados que eran recibidos por el rey y su consorte; Tenma estaba en otro lugar, hecho un manojo de nervios mientras que Furetsu lo fulminaba con la mirada por estirarse las mangas de la camisa y el cuello de la camisa, no podía con su alma, con su vida, estaba más asustado que nunca.

    – Tenma, con un demonio deja de…

    – Furetsu –Le llamó por el radio Lord Kidou, interrumpiendo el regaño. Hizo una seña rápida con los dedos como un “Te estoy observando” y encendió el radio.

    – Dígame, Kidou-san.

    – Ya puede entrar, las entradas de la iglesia se han cerrado y las águilas llegaron a la rama.

    – Nunca terminaré de entender estas claves tan raras y bizarras –Encendió el radio nuevamente– Entendido, enseguida lo escolto. Ya has oído, es hora.

    Asintió. Le colocó el velo, ridículo para Tenma, y lo llevó hacia la puerta del altar que permanecería cerrada hasta que el príncipe cruzara la puerta, mientras las damas de honor pasaban por el pasillo desfilando unos elegantes vestidos. Entreabrió la puerta y miraba en toda dirección hasta que se sobresaltó al toparse con el asesor del rey, que no lo miraba, pero sonreía, cosa que le asustada un poco.

    –… Hola, lord Kidou.

    – ¿Qué tal todo, alteza? –Respondió con sutileza sin perder la sonrisa, como si fuera una charla cualquiera.

    – Bien… ¿Es verdad que se casará por la iglesia con lord Fudou?

    – ¿Cómo se enteró, alteza?

    – Las mucamas lo dicen. Sin ninguna intención de ofenderlo, pero, no se ve como que usted sea de… grandes fiestas –El ojirojo suspiró y miró en dirección al capitán del ejército y la guardia real.

    – Pues, el corazón actúa por razones que la razón no entiende.

    Tenma se quedó pensando y murmuró un felicidades y volvió a cerrar la puerta. El mayor notaba la desesperación en los ojos del príncipe, que bien decían que no quería hacerlo, ¿y qué más daba detener un gran alboroto? –Total, Endou ha hecho cosas peores– Toco la puerta con discreción.

    – Alteza –Tenma abrió la puerta.

    – ¿Sí?

    – Quiero informarle que, lord Tsurugi no le tendió la trampa en el bosque de Inazuma.

    Se quedó boquiabierto por aquella confesión. Sabía que todos veían por su bien y que no querían verlo sufrir pero, que Kidou, que Kidou Yuuto, la seriedad e imponencia encarnada, el impoluto, el jamás mentiría ni jugaría con ninguna clase de asuntos.

    – ¿En serio…? ¿Lo que dice es…? –Él asintió– ¿Cómo lo supo? ¿Cómo es que…?

    – ¿Con quién crees que estoy casado? –Respondió simplemente al referirse al capitán de la guardia y ejercito real, Fudou Akio, uno de los más temidos en toda Inazuma por su autoridad estoica y respetable, pero sobre todo, que le daba seguridad al país.

    Tenma cerró la puerta con estado de shock. Midorikawa llegó y palmeo el hombro de Kidou.

    – Es hora.

    Asintió y dio una orden. Se abrieron las puertas del altar y los coristas de la iglesia comenzaron a cantar; Tenma tomó el ramo entre sus manos temblorosas y comenzó a avanzar a paso tranquilo, sin saber a dónde mirar. Todo el mundo lo miraba con una sonrisa que casi parecía tétrico, apretaba ligeramente los labios y se los relamía cada dos por tres, su pulso se había acelerado y respiraba muy rápido por consecuencia, juraría que se iba a quedar sin aire, miró a Shindou quién lo miraba desde el altar, esperándolo para estar comprometidos por toda su vida, le sonrió y el príncipe le devolvió esta un tanto nerviosa. El pánico lo estaba comiendo vivo, recorriéndole todo su ser y se formó silencio; Tenma había dejado de caminar, había parado a mitad del altar, si antes era el centro de las miradas, ahora lo era más.

    – Er…. Ah… –Balbuseó– Yo… ¡A-ahora regreso! –Te tendió del ramo a uno de sus invitados y salió corriendo.

    El bullicio se hizo presente y la gente comenzaba a murmurar confundida. Endou mió a Tenma hasta que estuvo fuera del alcance de su vista, una punzada le llegó directo al corazón esto era su culpa sin lugar a dudas. El peliazul a su lado le tomó la mano y apretó de esta, mirándolo con una sonrisa reconfortante.

    – Ve, aún es tiempo.

    Sin pensarlo ni titubear tomó el rostro de su pareja y le dejó un pequeño beso en los labios para después salir corriendo tras Tenma.

    – ¡Amigos! –Ichirouta alzó la voz, llamando la atención de todos– Nos tomaremos un… pequeño receso, no tardará, esperen pacientemente –Todos se miraron entre sí, le restaron muy poca importancia y siguieron murmurando. El peliazul suspiró– Haz lo correcto, Mamoru…

    Se sentía muy mal, más por el hecho de que desde el día del incidente en el bosque; se portaba frívolo, seco, distante con él, algo que de seguro hería al príncipe y el por comportarse como un dictador en vez de un rey lo ignoró totalmente, al salir tuvo que cerrar los ojos a los miles de luces del flash de las cámaras que le cegaron por un momento, saludó apresurado y miró por todos lados en busca del príncipe, su asesor había salido tras de él y le toco el hombro, cuando captó su atención el oji-rojo le señaló en dirección al palco y el moreno giró sobre sí, mirando a Tenma; estaba agachado, abrazándose a sí mismo mientras negaba con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas, se notaba que murmuraba cosas. Endou sintió que el alma se le cayó a los pies, le había causado vuelco al corazón al ver a su primo en ese estado.

    – No puede ser…

    Se apresuró, dando zancadas hasta él, Kidou no se movió ni un ápice, necesitaban hablar, aunque fueran en aquellas circunstancias.
    Tenma había caído en las garras del pánico, estaba inundado de miedo, era imposible intentar de calmarse, ¿cómo había perdido aquel valor que le nació en el carruaje mientras hablaba con Furetsu? ¿En qué momento, cómo había caído en ese estado? Se sentía morir. El aire le faltaba, no podía parar de llorar y sobre todo, no paraba de pensar en Tsurugi; lo quería ahí, quería que lo abrazara y que le dijera que todo iba a estar bien, que todo había sido mentira, que lo besara con esos cálidos labios, que le sonriera –Kyousuke, ven por favor…

    – ¡Tenma!

    La voz de su primo el rey le hizo salir de sus pensamientos y se levantó rápido, limpiándose torpemente las lágrimas que seguías cayendo, la manga de su traje estaba empapada.

    – ¡Endou! Yo… ¡Lo siento, perdón, de verdad! ¡Lo siento, enseguida voy…! ¡Un minuto, voy a hacerlo!

    – No, no –Cuando llegó lo estrechó en sus brazos fuertemente, y Tenma se encogió en ellos– Perdóname tú a mí, Tenma –Se separó un poco para limpiarle las lágrimas que poco a poco se iban apaciguando– Mírate cómo estas, esto es mi culpa.

    – ¡No, no! ¡Voy a hacerlo, quiero hacerlo, yo…!

    – No.

    – ¡Quiero hacerlo, yo!

    – No Tenma.

    – Yo… ¡No quiero hacerlo! ¡Yo, lo sien…!

    – Lo sé –Lo interrumpió. Eso tomo desprevenido a Tenma, una pura expresión de sorpresa que no le permitió decir ni una sola palabra– Escúchame, Tenma. Está decisión no la tomaste tú, la tomé yo. Fui… un egoísta, pero es que así fui criado yo; cuando era pequeño me la pasaba horas y horas encerrado en mi habitación leyendo, estudiando, preparándome para ser el príncipe, porque en aquel entonces tus padres, los reyes, aún no tenía un hijo aún, yo tenía que prepararme si ellos no llegaban a tenerlo, después naciste tú, pero posteriormente ellos faltaron, eras muy pequeño y yo debía gobernar ahora por ser el más cercano, pero porque en aquel tiempo vivíamos en la ignorancia, lo único que importaba era tener un gobernante. Al subir al trono… Yo me prometí que eso iba a cambiar, que iba a cambiar la monarquía y mírame ahora, haciendo lo contrario y mismo de antes. A mí también me casaron a la fuerza, con un completo desconocido, me tocó la suerte de enamorarme de él y conocerlo con el tiempo, ¿pero si hubiera sido lo contrario? Así como lo que estás a punto de hacer, vivir sin amor.

    – Endou… –Tenma se quedó anonadado ante aquello, no sabía que más decir, o que hacer.

    – Pero eso no pasó aquí, te enamoraste –El castaño se extrañó por aquello, sin entender a qué se refería… o a quién– Pero no de quién está esperándote en el altar.

    A Tenma se le fue el aire, tenía tanta razón y con lo que le había dicho Kidou le había hecho perder la inseguridad y estaba completamente convencido de que amaba, más que nunca, al vizconde de Lancelot, a Tsurugi, pero aún seguía un espacio vacío, el reino.

    – Pero…

    – Aún no termino –Le interrumpió– Quiero que tomes tú decisión pensando como tú, como Tenma, no como el príncipe o rey de Inazuma. Sea lo que sea que vayas a decidir yo te apoyaré, estaré ahí para ti, no importa si me quedó de nuevo de rey hasta encontrar otro confiable. Quiero que decidas si quieres entrar ahí y casarte con Shindou o salir de aquí, lo que sea estará bien. Es hora de que cometas tus propios errores, no los míos, esos ya quedaron en el pasado, y no hay que vivir de ello.

    Tenma no pudo contenerse más, se lanzó a sus brazos y cayó en llanto nuevamente, sin duda todo eso le había dado mucho valor para lo que se aproximaba.

    Endou volvió a adentro sin decir una palabra, Ichirouta le cuestiono y él solo respondió un simple ahora lo veras. Se volvieron a abrir las puertas y Tenma cruzó estas, pasando por el pasillo casi emanando seguridad y valor por todos sus poros, un guardia le tendió el ramo pero este lo rechazo sin parar de caminar al altar, todos estaban un tanto confundidos y alegres por la reanudación de la ceremonia, cuando llegó frente al altar, Shindou le tendió el brazo y este lo aceptó, pero antes de que subieran a los escalones Tenma lo paró en seco, y el conde se quedó extrañado.

    – Espera, Takuto –El príncipe le tomó las manos y el conde seguía sin perder su expresión– Todo el mundo merece amor, ¿no? Un gran amor sincero al cual entregarnos.

    – Eh… Si.

    – Y… nosotros también –Concluyó tendiéndole el anillo en sus manos.

    Shindou frunció el ceño entendiendo que quería decirle. Tenma esperaba impaciente y ansioso su reacción.

    –… No sabes cuánto te lo agradezco –Ahora Tenma era el sorprendido.

    – ¿Eh?

    – Te agradezco por…, salvarme de mis obligaciones, porque por primera vez en la vida haré lo que yo quiero.

    Todo el mundo comenzó a murmurar, y Daigo Senguuji, a primera fila reía triunfal, como si hubiera sacado la última jugada que tanto alardeaba.

    – Es que, desde la fiesta de nuestro compromiso, cuando te fuiste con Tsurugi yo comencé a hablar con sir Kirino y… –Tenma lo acalló.

    – No es nada… –Susurró el príncipe, sonriendo– Yo me encargaré de todo el mundo.

    – Tal vez no seremos buena pareja, pero sin duda eres un gran amigo. Gracias Tenma, suerte.

    El conde de Raimon volvió a su lugar sin mirar a sus padres, ya que le había lanzado una mirada cómplice a cierto pelirosa a lo lejos. Tenma subió a la tarima de la iglesia y todas las miradas cayeron sobre él, sentía nervios, pero no se dejaría intimidar, no más.

    – Am… Hola –Saludo a todos los presentes, lo veían confundidos– Hasta hace un momento, entendía que me comprometieron a casarme por una ley, que estoy en total desacuerdo. Así que no voy a casarme, al menos, no hoy.

    Todos los del parlamento presentes ahí se inquietaron, mirándose entre sí, un pelirrojo se iba a levantar para retirarse, pero una mano golpeándole el regazo le hizo retractarse.

    – Quieto Kiyama –Exclamo Midorikawa, el pelirrojo solo rió mientras negaba.

    – Emh… Mi primo, el rey Endou, ha gobernado por mucho tiempo, y lo ha hecho muy bien. Está casado con una maravillosa persona, más sin embargo él es quien toma las decisiones, él es quien reina. En pocas palabras es como si solo existiera un rey, porque él no quiere involucrar a su pareja porque es lo que es, solo su pareja quién le da apoyo y amor incondicional.

    Los mencionados se miraron entre sí y sonrieron, mientras se estrechaban las manos. Algunos del parlamento lo miraban desaprobatorios menos Goenji, quién lo miraba sin expresión alguna pero con cierto interés en la mirada, Tenma prosiguió.

    – Así que, siendo hijo de los reyes Matsukaze…

    – Que en gloria estén –Murmuraron todos como costumbre cada vez que se mencionaban a los reyes.

    – Quiero pedirles a los parlamentarios, que piensen en sus futuros hijos, en sus hijos e hijas, en sus madres y me respondan al menos para sí, ¿los obligarían? ¿sacrificarían su felicidad por esa obligación…?

    Lo consiguió. Se quedaron pensantes y decidió proseguir.

    – Entiendo que nuestra bella Inazuma es un país que respeta y recuerda su pasado, pero que siempre tiene la mirada en frente para innovar en el futuro. Y tal vez piensen que por ser joven, atolondrado y torpe Inazuma no conseguirá nada conmigo, pero si me dan la oportunidad, les prometo que les haré cambiar de opinión con hechos, pienso que seré un buen rey para todos ustedes; he logrado tantas cosas, he cambiado y ayudado a muchos sin que se den cuenta. Amo a Inazuma, amo al país y a cada uno de ustedes. Creen que, si no amara mi país, ¿estaría aquí, vestido de blanco en una iglesia? –Todos le miraron ahora con aprobación– Así que, les pido y les reafirmo, que voy a gobernar sin necesidad de tener una pareja. Porque, siento que no es indispensable para ello. Inazuma va salir adelante, vamos a salir adelante y cambiaremos para bien, se los prometo –Y se formó un poco de silencio.

    –… ¡Viva Tenma! –Gritó Lord Tsunami, contagiando a todos que comenzaban a aplaudir y a repetir la frase, el príncipe sonrió orgulloso.

    Cada vez –Se escuchó una voz sobresaliente entre todos, y aquel dueño de dicha voz se levantó, lord Daigo– Cada vez, que este… lindo muchachito abre su boca para hablar, demuestra que no tiene aprecio ni respeto por nuestras leyes. La ley dice claramente “Aquel o aquella descendiente al trono, que no esté esposado al matrimonio no puede reinar”, solo por el capricho de un niñito malcriado, ¿vamos a mandar todas nuestras costumbres a la basura? Por suerte, existe otro heredero, que sí –Reafirmo– va a casarse y cumplir con sus costumbres.

    – No es verdad.

    Todos voltearon en dirección a la puerta del altar al ver que éste contradecía al mayor, Tenma sintió que el corazón se le detuvo por unos segundos; Tsurugi estaba ahí, había llegado.

    – Kyousuke –Dijo Yuuichi, mirando en dirección a su hermano menor, no tenía un mal presentimiento, pero le inquietaba mucho la situación.

    – Kyousuke… –Susurró Tenma con brillo en los ojos.

    – Renunció. Yo no me voy a convertir en el rey.

    Tenma sonrió sin darse cuenta, una ancha sonrisa, y el bullicio volvió. El peliazul tomo aire y prosiguió.

    – No me convertiré en rey porque ustedes ya lo tienen, esta frente a ustedes vestido de blanco. Tenma es una excelente persona, de las mejores de este mundo; es inteligente, comprensivo y sobre todo, con una visión innovadora que nos llevará al mañana. Y con todo el respeto que el parlamento se merece, pero si en verdad fueran astutos, no habrían hecho todo este circo para darse cuenta de que Tenma es el indicado para el puesto. Escúchenme, él nos llevará al futuro. Además… –Hizo un poco de silenció y miró al príncipe, con una sonrisa– ¿No creen que se vería lindo en las estampillas? Yo compraría todas.

    – ¿¡Qué demonios estás diciendo, Kyouske!? –Rugió el pelirosa, Tsurugi puso los ojos en blanco– ¡Tú tienes una obligación con Inazuma! ¡No pase los mejores años de mi vida contigo para que me hagas esto! ¡Es tu deber! ¡No me des la espalda, Kyousuke! ¡Es tu deber con tú nación, conmigo, con tú padre…!

    Yuuichi divisó a su hermano menor hasta que se perdió por los pasillos, sonriendo orgulloso. Furetsu le tomo la mano y le sonrió una vez que tuvo la atención del peliazul, y esté le dejo un pequeño beso en la frente.

    – Te dije que él no dañaría a la persona que más ama.

    – Debes estar orgulloso de él –Yuuichi amplió su sonrisa, y volvió su mirada a la puerta al ver a su tío dar pisotones hecho furia.

    – No tienes idea de cuanto…

    El peliazul no quiso oírlo más, así que se había dado media vuelta a mitad del discurso de su tío, quién este lo persiguió. Daba zancadas largas para que no lo alcanzara, pero era imposible, lo alcanzó y lo detuvo bruscamente.

    – ¡Kyousuke! No vas a perder todo por una cara bonita, hay miles y mejores que él. Escúchame, lo que haremos…

    – ¡No! Ahora tú me vas a escuchar a mi –Le interrumpió con brusquedad, acallando a su tío– Se terminó. Es todo. Tenma será el rey y tú ya no podrás impedirlo.

    Fue lo último que dijo y salió de la iglesia. A Daigo le hervía la sangre, esto no podría quedarse así, iba a volver adentro, pero le cerraron la puerta de un portazo, no podía aguantar más, salió de ahí.

    Adentro todo era un caos, los parlamentarios empezaron una discusión en medio, era como si hubiese dos equipos: el que estaba de acuerdo y el que no.

    – ¿Qué, ahora nos quedaremos sin rey y nos iremos a la mierda? –Comentó Fudou, Kidou le metió un codazo.

    – Eso es imposible –Intervino Lord Kabeyama– Inazuma jamás se ha quedado sin rey, ni un solo día.

    – ¿Entonces qué, gobernamos nosotros? –Dijo lord Tachimukai, el caos se estaba haciendo presente.

    – ¿¡Cómo vamos a reinar nosotros!? ¿¡Cómo dices algo así? –Gritó ahora lord Magane

    – ¡Ya… basta! –Gritó un pelinaranja, el primero ministro, apaciguando la sala. Furetsu frunció el ceño.

    – Papá, ¿qué haces? –Cuestionó confundido y temeroso.

    – Ayudar al futuro rey –Susurró mientras le guiñaba un ojo, y se apresuraba a llegar hacía Tenma para apoyarlo.

    – ¿Lord Hayami?

    Cough. Moción –Tosió, y Tenma no entendio.

    – ¿Qué? ¿Tiene tos?

    ¡Una moción, diga una!

    – ¡Oh sí! –Se volvió hacia los del parlamento. Carraspeó la garganta un poco y dijo en tono firme– Primer ministro Hayami.

    – ¿Si, alteza? –Respondió coloquial.

    – Yo propongo la declinación de esa ley; que no se aplique a ningún futuro rey de Inazuma, de está y de las siguientes generaciones próximas. ¿Alguien segunda mi moción?

    Ahora lánceles una mirada profunda, que no se le opongan…¡No, no tan rigida! ¡Menos suave! ¡Ahí, esa! Sostengala.

    Todos se quedaron en silencio, esperando a que alguien secundara. Tenma entro en nervios, y se tensó más cuando Lord Goenji se puso de pie, mirándolo fijamente.

    – Yo… segundo la moción –Respondió con una media sonrisa, y todos los presentes, incluido Tenma, se sorprendieron– Veo que has madurado, Tenma. Me demostraste en un lapso de un mes que podrías hacerlo, y lo lograste.

    – Dios, Goenji. El cielo se va a caer –Comentó lord Tsunami, el mencionado rió bajo.

    – Hay que vivir sin temor al cambio.

    – Sin duda, tú has empezado primero –Siguió el capitán Fudou.

    – Caballeros, por favor –Intervino el pelinaranjo– Todos los que estén a favor de la moción del príncipe Tenma, digan yo.

    – ¿Es necesario decirlo? Por supuesto que yo –Comentó alegremente Lord Kurimatsu.

    – Y yo –Le siguió lord Someoka.

    - ¡Y yo!

    – Cállate Sakuma, tú ni siquiera eres del parlamento –Le respondió Fudou nuevamente al peliceleste, esté bufo con una sonrisa.

    – Ya nos veremos las caras ahí.

    Y así, todos los del parlamento estuvieron de acuerdo, por primera vez, en una moción sin necesidad de ir a votación mayoritaria. Endou miraba con orgullo a Tenma, quien leyó sus labios decirle “Estoy orgulloso”.

    – Entonces… –Continuó el primer ministro– Está decidido.

    – Muchas felicidades, Tenma –Felicitó lord Goenji, quien aún sonreía– O querré decir, su majestad Tenma, rey de Inazuma.

    Una oleada de aplausos de dejó oír en la iglesia en ovación al príncipe ahora futuro rey que rebuznaba de felicidad y orgullo, aún no era rey y ya había logrado un gran paso que tenía mucho que ver con el futuro de Inazuma. La noche transcurrió como se había planeado; tanto Tenma como Shindou se sentían un poco mal porque se había invertido tanto en la recepción que se les hacía una pena desecharla así como así, los dos estuvieron de acuerdo en convertirla como una ceremonia en conmemoración al nuevo futuro rey y futuro cambio de Inazuma.

    La “fiesta” había transcurrido normal, todos bailaban y reían, festejaban en honor al futuro rey, quién estaba en una mesa, sentado, alejado de todos mientras meneaba una copa con su mano con cuidado de no tirarla. No paraba de pensar en lo que había hecho hoy, pero más, en Tsurugi. Había aparecido, de una forma u otra había aparecido para y lo mejor de todo, por él; aquellas palabras le llenaban tanto, aunque había otras que querían escuchar, que necesitaba escuchar. No sabía qué hacer, es decir, estaba soltero ya, ya no tenía compromisos, ¿no? Podría buscarlo, pero algo se lo impedía, no entendía qué, pero lo odiaba. Odiaba ese sentimiento, tan abrumador, tan frustrante de no saber que hacer; lo amaba demasiado, tanto que dolía. Sentía una opresión en el pecho, ya no necesitaba una explicación, pero necesitaba hablar con él, que aclararan las cosas, si podían intentar algo o no. Cuando le vio parado en la entrada del altar su corazón

    – Tenma –Le llamo Furetsu, y salió de sus vagos pensamientos. Alzó la mirada y los miró a los dos, a él y a Yuuichi, sonrió.

    – ¿Han vuelto? –Furetsu se sonrojo de pies a cabeza y Yuuichi rió.

    – Eso parece –Respondió el peliazul, y el menor a lado suyo le soltó un golesito en el brazo– Necesitamos hablar ciertas cosas, pero todo irá bien. Felicidades, su majestad. Logró su objetivo –Tenma sonrió nuevamente, está vez con más amplitud.

    – Eso parece también, prometo no fallarles.

    Y se formó un silencio. Furetsu suspiró y se sentó junto al castaño, invitándole a sentarse al mayor.

    – Tenma, yo entiendo que en estos momentos no quieres hablar del tema, pero tú cara de estreñido lo noto hasta desde la punta de la torre de la ciudad. ¿Qué harás con respecto a Tsurugi?

    – Bueno yo… ¡Oh! –Se sobresaltó un poco al percatarse de algo, y miró al peliazul ahí– ¡Discúlpame Yuuichi! Me equivoque respecto a Kyousuke, yo…

    – Ni lo intentes –Le interrumpió Furetsu, Yuuichi había abierto la boca para hablar pero el menor le había ganado la palabra– Lo he estado haciendo por todo el día y nada más no me acepta.

    – Es que no deben preocuparse, de verdad. Aquí el que debe de disculparse soy yo por las bajezas que te hizo mi tío, pudo incluso haber arriesgado su vida por el poder y más sin embargo no le importo.

    – Lord Senguuji… No pasa nada, a final de cuentas, me ayudó en mucho inconscientemente.

    Furetsu y Yuuichi se miraron un poco confundidos y miraron a Tenma, quién recargo la cabeza en uno de sus brazos, con una mirada nostálgica.

    – Él me ayudó a darme cuenta que Kyousuke realmente me amaba… Con el simple hecho de que él le dijo que podía quedarse con la corona sin problema alguno, más sin embargo Kyousuke lo contradijo y se negó, me ayudó a convencer al Parlamento, al final, no pudo destruirme, no pudo evitar que él se enamorara, que nos enamoráramos…

    Ninguno supo que decir, se quedaron conmovidos ante aquello. Sentían pena por el futuro rey que sufría para sus adentros, que seguía sacrificándose aunque ya no había motivo alguno para hacerlo. Tenma se levantó al igual que los otros dos.

    – Yo… iré a dormir al palacio. Estoy muy cansado.

    – De acuerdo. Yuuichi, ¿mañana te llamo…?

    – No –Intervino Tenma– Quédate con él, soluciona las cosas, hablen… Necesito estar solo y pensar.

    – Bien…

    – Al menos –Insistió Yuuichi– Al menos, déjanos acompañarte a la puerta del palacio y ver que subas las escaleras, estaremos mucho más tranquilos.

    – Yuuichi…

    – Bueno, ¿qué esperabas? Su hermano es un rebelde –Los tres rierón por ese comentario– Apoyo a Yuuichi. Anda, vamos.

    Los tres pusieron marcha al palacio por el enorme jardín, y una vez que llegarón se despidieron, casi como dos padres dejando a su niño a dormir. Después de un largo baño, Tenma se detuvo a mirar hacia la ventana, donde se podían ver las luces de la fiesta que aún seguía. Miro hacia Sasuke, quién le rasguñaba la pierna ligeramente con su diario en el hocico; Tenma se enterneció ante ello y lo acarició cariñosamente y le quitó el diario del hocico. Los dos se tumbaron en la cama y Sasuke cayó en un sueño profundo mientras el escribía.


    “Ha pasado un tiempo desde que no he escrito. Hoy fue un día tan largo, pesado y extraño; primero, no me casé, decidí luchar por mi felicidad y por la de mi nación a la vez, afronté a los del Parlamento y logramos llegar a un acuerdo, ahora voy a ser rey sin necesidad de casarme; segundo, me enteré que nos habían tendido en el bosque a Kyousuke y a mí, todo por obra de Lord Senguuji. Se me hacía tan extraño viniendo de él, no creí que me detestara a un grado de querer hacerme daño por su ambición, pero si trata a sus sobrinos con la punta del pie, ¿qué puedo esperar yo?; y tercero, y más importante… Kyousuke llegó a la iglesia.

    Juraría que de todas las personas él no iría, es decir, ¿quién iría después de aquello? Incluso yo lo hubiese pensado mucho, pero con tal de recuperarlo atravesaría cielo, mar y tierra, así como él lo hizo por mí. No fue capaz de cruzar la puerta, pero pude verle, de lejos, como me miraba mientras decía todas esas cosas lindas por mí, aquellas palabras que me robaron el aire y me dieron valor para seguir con lo que tenía planeado.
    No voy a mentir, en ese momento quería correr a sus brazos, abrazarlo, besarlo, decirle que me perdonara por todas esas cosas horribles que por mi impulso le grité aquella vez, decirle cuanto lo necesitaba y amaba mientras besaba todo su rostro, decirle que se casara conmigo, ¡toda una locura! Pero debía mantenerme firme.

    De una forma estoy conforme, logré lo que quería, bueno…, no del todo, pero lo conseguí. Espero que mis padres estén orgullosos de mi dónde quiera que estén y espero no fallarles como su sucesor y sobre todo… espero que una nueva oportunidad para mi con Kyousuke se abra…”


    Pasó un mes después de otro escándalo real. Se encontraba con un traje elegante color azul metálico, en sus manos tenía un arco y flecha tallados en madera de roble con un tocado muy fino, el día del ritual del relámpago de la esperanza había llegado, debía lanzar esa flecha con la punta en llamas a través del relámpago, aquel maldito ritual que juraría le había sacado una cana por aprender la flecha con arco, al fin había llegado el día. Todo mundo estaba ahí, menos Tsurugi.

    – El lanzamiento ceremonial de la flecha en llamas a través del relámpago de la esperanza para la inicialización de la coronación empieza… ahora.

    Tenma tomo aire cuando encendieron la flecha, la alzó en el aire y apunto, y con una sutil puntería dejó ir la flecha, llegando a su objetivo y el relámpago se ilumino con el fuego que lo tocó, Tenma saltó de la felicidad y fue hacía Furetsu, a quién tacleo junto a Hikaru mientras chillaban de felicidad al ver que aquellas tardes tortuosas y de destrozos habían servido y valido totalmente la pena.

    Los días volvieron a pasar, pero este era el más importante de todos: el día de la coronación. El palacio estaba hecho un caos, mucamas y sirvientes de un lado para el otro, el rey arreglando papeleo y dejando las cosas en orden para el futuro, Furetsu gritando al teléfono porque los encargos no salían como él quería o por confusión. Por ahora, el príncipe se encontraba en un trono simple en la sala de audiencias, pensando. Se supone que debía estar feliz o siquiera nervioso porque estaba a punto de recibir la corona, el poder, pero nada. Se supone nada le faltaba –Me falta él… –. Había pasado alrededor de un mes y medio contando desde el día de la supuesta boda real, un mes y medio desde la última vez que vio a Tsurugi.

    Quería llorar, sentía unas ganas inmensas de llorar, de golpear una pared de impotencia. Era su culpa que no volviera después de todo, le había gritado cosas horribles y al final, él no se había enterado que ya sabía la verdad, lo que le mataba más por dentro. No tenía como llamarle, no tenía como contactarlo, no tenía nada. Yuuichi le había dicho que cada vez lo veía menos y eso que vivían bajo el mismo techo, que salía muy temprano y volvía muy tarde, sin saber a dónde y por qué. Se revolvió los cabellos con frustración y suspiró. Aplazó la coronación porque quería un pequeño respiro, bien podía haber sido una semana después, pero no quería, y porque también, tenía la ligera esperanza de que él volviera y nada. Volvió a suspirar y miró a Sasuke, y le acarició el lomo.

    – ¿Qué opinas, Sasuke? ¿Crees yo será buen rey…?

    – Claro que sí.

    Aquella voz claramente no era de su amigo canino. Dejo de respirar por unos segundos, su corazón se aceleró al igual que su pulso, era él. Miró en dirección a su voz y ahí estaba, parado frente a él, con aquella sonrisa que lo había flechado desde el primer día, sus ojos con aquella mirada profunda que lo hacía estremecer, como si viese cada rincón de su alma. Las lágrimas le amenazaron con salir al sentir picor en los ojos.

    – Kyou… –Apenas le salió la voz, el nombrado seguía sonriendo y se plantó frente al trono.

    – Si me lo permite… Quisiera una audiencia con usted, alteza –Dijo de la nada. Aquello tomó por sorpresa a Tenma, se rascó los ojos limpiando unas pequeñas lágrimas discretas que habían salido, no le cuestiono y se arregló la voz.

    – Eh… ¿Cuál es el dilema, joven?

    – Eres tú, me temo… –Tenma abrió los ojos sorprendido, una pequeña sonrisa se dibujó en su boca. Tsurugi se arrodillo sin dejar de mirar a Tenma y siguió– Yo me enamoré de ti, Tenma. Y me cuestiono…, si me amas o no…

    Tenma tragó saliva, desanudando aquello que se había formado en su garganta. No se contuvo más, se levantó y corrió a sus brazos como tanto había querido el día de su boda; Tsurugi se levantó y lo tomo fuertemente entre sus brazos, como si jamás lo quisiera dejar ir. Tenma hizo lo mismo y comenzó a llorar por fin.

    – ¿Por qué tardaste tanto…? –Dijo entre sollozos mientras se hundía en el olor de su cabello, de su colonia, en él.

    Tsurugi lo apretaba contra sí tan fuerte que se sentía desvanecer, pero el que desvanecía era el peliazul; le acariciaba la espalda, su cabello castaño, respiraba contra su cuello impregnando su nariz de su aroma, se separó un poco para mirarlo y contemplar su rostro; su fino rostro algo empapado de lágrimas, sus grandes ojos azules acuosos por las mismas, sus labios temblando ligeramente provocándole, pidiéndole que lo besara. Le secó el camino de lágrimas que se habían formado sobre sus mejillas y le beso estas.

    – Porque si vamos a estar juntos, tenía que arreglar unas cosas. Sobre todo, con mi tío…

    Tenma sonrió amplio y sin darle tiempo de abrazarlo Tsurugi lo beso. Sus corazones parecían conectados al ir al mismo ritmo acelerado, sus brazos buscaban desesperadamente entrelazarse entre sus cuerpos. Sus labios encajaban a la perfección, moviéndose a un ritmo lento y suave, pasional y tierno. Tsurugi lo alzó en el aire sin cortar distancia ni el beso, y Tenma se abrazó a su cuello. Los dos habían deseado tanto abrazarse, besarse, estar juntos sin que nadie se interpusiera o lo declinara, ahora podían, y no pensaban separarse ni escuchar a nadie, no más. Se separaron despacio sin cortar mucha distancia, mirándose fijamente a los ojos, como si fuera lo único que existía en el mundo y sonrieron.

    – Debe apurarse, alteza. Su pueblo lo aclama –Susurró besándole la barbilla. Tenma cerró los ojos perdiéndose en el tacto– No puede hacerlos esperar…


    – ¿Sabes...? –Siguió, Tsurugi lo miró atento– el día de..., "mi boda", entré en pánico, tenía mucho miedo, me carcomían los nervios, quería que hicieras esto; que llegarás, me abrazaras, que estuvieras conmigo..., y ahora, estás aquí, conmigo... pero quisiera preguntarte ahora yo a ti, ¿estarás en la coronación...?

    – Estaré ahí, donde sea cuando, siempre –El príncipe sonrió enternecido, sin duda estaba perdido en él.

    – ¿Estarías incluso aunque fueras el consorte del rey…?

    – Sería la esposa inclusive –Los dos rieron por ese comentario y volvieron a besarse una última vez– Nunca más me alejaré de ti… Jamás… –Concluyó mientras lo bajaba con cuidado.

    – Yo también…

    La voz de un Furetsu enfurecido gritando el nombre del futuro rey se escuchó resonar por los pasillos llegando hasta ahí se echaron a reír.

    – Ve, antes de que Inazuma se quede sin rey. Prometo que seré el primero quien veas al salir.

    Asintió. Se paró de puntitas y dejo un suave beso en la blanca mejilla del peliazul, para después correr en dirección hacía aquel furioso tornado naranja.


    – Tenma –Le llamó, el príncipe paro y giró para volver a verle.

    – ¿Sí?

    – Te amo...

    El príncipe sonrió anchamente acompañado de un pequeño sonrojo.

    – Y yo a ti...


    Por fin llegó la hora anhelada por todos, Tenma y Endou bajaban por las escaleras después de que la guardia llegara. Como lo había prometido, apenas volteo y lo primero que divisó su vista fue un peliazul de ojos ámbares, que lo miraba orgulloso. Al bajar, Tenma se sentó en el trono real con ayuda, y Endou a su lado con su corona, observándole también sonriendo con una orgullosa sonrisa.

    – Está muy hermoso… –Pensó el peliazul menor en voz alta, Furetsu asintió frenéticamente entre sollozos, Yuuichi le tendió un pañuelo sonriendo divertido.

    – Sin duda. ¡No puedo creerlo, el pichón se convirtió en un águila!

    – Oh, vamos Furetsu…

    – Shhh… –Chitó Kyousuke, observando perdidamente a Tenma.

    – Jura y promete solemnemente gobernar al pueblo de Inazuma, siguiendo las normas y estatutos creados por el Parlamento real y con sus respectivas costumbres. Usará su poder de manera honesta y justa por el país y sus habitantes.

    – Lo prometo solemnemente –Respondió.

    – Entonces, ante ustedes… Tenma Matsukaze, hijo de los Matsukaze y descendiente del rey Arturo, rey de Inazuma.

    Una gran oleada de aplausos se dejó oír por toda la sala, pero para él solo sobresalían los aplausos del vizconde de Lancelot. Miro hacia arriba y sonrió –No los defraudaré… Mamá, papá… –

    Una nueva era para Inazuma había comenzado junto a su nuevo rey, que prometía prosperidad y mejoramiento al país, a sus habitantes. El ex-rey de Inazuma ahora se encontraba viviendo como un habitante normal, mirando el triunfo de su pariente. Furetsu, seguía en el palacio junto a Tenma ahora tomando el puesto de su padre, ahora era el primer ministro de su mejor amigo y asesor a la vez, y con ayuda de Yuuichi en el Parlamento todo era sencillo, todo iba bien. Tenma estaba satisfecho y pleno, ahora no le faltaba nada, ahora lo tenía todo; atendía las peticiones de sus habitantes, construía nuevas instalaciones como escuelas, orfanatos, hospitales con mejores tecnologías y atenciones al igual que las instalaciones, una y mil tareas que cumplía con gusto; aunque ahora, como deja vu, se encontraba caminando hacia el altar lleno de felicidad, mirando conforme avanzaba a con quién compartiría el resto de su vida. Sin duda, era una de las mejores decisiones de su vida.

    –… Entonces, majestad, Tenma Matsukaze, ¿acepta a Kyousuke Tsurugi como su legítimo esposo y consorte de su mandato. Promete respetarlo, apoyarlo y sobre todo, amarlo por el resto de su vida…?

    – Acepto… –Respondió con un brillo en sus ojos azules, que se contagiaron a los ámbares que lo miraban como lo más valioso y bonito del mundo.

    – Entonces… lord Tsurugi, puede besar a su majestad.

    No tardo, lo tomo en sus brazos y lo beso mientras toda la iglesia los ovacionaban y gritaban de felicidad, en especial cierto pelinaranja y peliazul, que estaban hecho un mar de lágrimas, sin saber cómo consolarse entre sí.

    – Por fin serán felices… –Sollozo Furetsu abrazado a Yuuichi, quien le respondió con dificultad.

    – Por fin lo serán… Nadie se interpondrá…

    Los ahora recién casados se miraron al concluir el beso, sin poder creer que por fin estarían juntos y que ya nadie podría separarlos.

    – Entonces… ¿ahora estarás siempre?

    – Aunque no me hubiese casado contigo, estaría contigo siempre; sobre mi tío, sobre mi orgullo, sobre todo… Te amo, Tenma.

    – Y yo a ti, Kyousuke…

    Habían pasado tantas cosas, un cambio radical entre los dos, irónicamente habían comenzado odiándose, pero del odio al amor, solo hay un paso, un paso que pareció tan eterno y largo para los dos, y ahora ellos caminaban juntos, ahora nadie se interpondría, gobernarían juntos, como debió haber sido desde un inicio.









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    Espero, realmente, que les haya gustado el final y, bueno, el fic en sí! JKSAJK De verdad me divertí mucho escribiendo esta historia, aunque por falta de tiempo demoré mucho en terminarla, ¡pero me divertí! Espero veros de nuevo y muy pronto en alguna historia nueva mía, tener más tiempo y organizarme para que la próxima no tarde mucho como me es costumbre(?) Quería dejarles como "extra" la boda de Tsurugi y Tenma, pero presentía que iba a demorar de nuevo y quería terminar la historia de una buena vez~ ¡Muchas gracias por leer, de verdad! Significa mucho para mí. En fin, ¡nos leemos!
     
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  6. FalseSlimShady
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    ... -Coge aire- ... -Se limpia las lágrimas- ...AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY, PERO QUÉ HERMOSAMENTE BONITO. <333333333 Desde que empezaste con este fic he estado aquí, a veces en las sombras y a veces dejando huella, y ahora no puedo evitar sentirme orgullosa de él. Dejando de lado que es mi pareja favorita de toda la serie, y que eso es un punto extra... ¡Es que has interpretado tan bien a los personajes que es imposible decir nada malo! Creo que hasta me veré la película. No voy a pedirte nada más de lo que nos has dado a las lectoras de este fic, pero ese extra de la boda de Tsurugi y Tenma no me parece mala idea, incluso la noche de bodas... (?) ¡La luna de miel ya es excederse! En fin, solo me queda decir que adoro tu manera de escribir, espero poder leerte más veces por aquí. Gracias por escribir esto. :=uuhuhuhus:

    Aunque me da mucha pena que se haya acabado ya... :=SHOROO:

    ¡Un beso, y cuidate mucho! ♪
     
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    El serafín del pecado es mi joya
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    Siempre estoy junto a la naturaleza di mi nombre y estaré contigo

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    :=SHOROO: - llorando a mares- q lindo es el final mas hermoso q nunca lei
    me encanta una hitoria muy bella para la pareja q amo:=DFSDFSD:

    quieiera segur leyendo tus historia esta estuvo genial- limpiando los lagrimas y sonriendo dulcemente


    pero es muy triste que se haya acabado pero es verdad todo tiene un ciclo :=uuhuhuhus:
     
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  8. « Seiryu »
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    ¡Hola! Quiero agradecerles, desde lo más profundo de mi gordo corazón, haber leído y seguido este fic hasta el final, tomaré en cuenta eso de hacer un extra sobre la boda de Ten y Tsurugi ;) Solo dejen acomodarme un poco a mi horario y lo tendrán lo más pronto posible~.
    Espero verles de nuevo en otra de mis historias que, una probablemente venga en camino muuy pronto ;) Sois los mejores! All the love~
     
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  9. Pablo Delgado3
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    Hermosho 😭😭😭😭😭 tu dos historias son magnifica
     
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    Cula te amo.
     
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  11. Luj-san Oda
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    Al final no apareció el especial de la boda YvY, pero no importa, lo que importa es que tuvimos un final feliz amo esta historia <3
     
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70 replies since 15/9/2015, 04:06   8199 views
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