Mi suerte (Tai-T.K) FINALIZADO

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  1. Rikeru-chan :3
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    😱😱😱 como que ya va acabar bueno me sigue fascinando la historia tai tiene que aceptar que le gusta tk y punto jajaj espero la conti como siempre no me decepcionas saludos cuidate :=amors:
     
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  2. Kaoru Yanase
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    Amo este fic cada vez que lo leo siento mariposas el estómago , sin embargo -saca una escopeta- ¿Por qué siempre cortas en la mejor parte? Te mataré u.u

    ¿Qué estaban haciendo? ¿abrazandose?¿besandose? Por la **** ¿Qué mierda hacian? U.U realmente te mataré por dejarlo ahí. Mi imaginación me esta volviendo loco xD!
     
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    En este mundo te encuentras con muchas personas, y a veces de varias personas te tienes que despedir.... Por eso disfruta cada momento que puedas con cada una de esas personas,,,, porque nada dura para siempre......
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    Ñooo !! porque otra vez lo dejaste con una gran laguna de suspenso jajajaja yo también te mando un abrazo cósmico para que recuperes fuerzas y subas la continuación jajajaja nos vemos =D
     
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  4. daikeru-san
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    Noooooooooooooooooo te matareeeeeeeeee porque hiroki justa mente apareceeeee quiero conty para ya >:(
     
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    Yaoizando
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    Buenas gente! Todo bien? Espero que sí. También espero que me puedan perdonar por dejar el cap anterior donde lo dejé :unsure: . Admito que esta vez si lo hice apropósito, me siento maligno :=MUAHAHA: jaja. Aquí les traigo la continuación, la parte numero 10. En esta continuación ya empieza la parte fuerte de la trama, el pico más alto, anunciando también el final que posiblemente sea el cap que viene. Ya se verá. Bueno nada ¡LEAN! (sonido de látigo)

    *Rikeru-chan :3 :Hola, Y si en algún momento se tiene que acabar jeje. Tantos pensamientos en la mente de estos dos, no creo que se dé así nomas de facil jeje. Espero que la conti también te guste! chau!

    *Kaoru Yanase: Hola! como estas? Que bueno que te haya gustado el fic! Jajaja perdon, perdon no saques la escopeta :=WTFf: Ya sabras que estaran haciendo, Espero que sobrevivas a tu imaginacion y te guste la conti. Un abrazo

    *Sasarai-san: Todos me recriminan por el final jajaja, estuvo mal de mi parte :P lo sé. Aqui está la conti, espero que os guste y os sea de vuestro agrado (chan, se hacía el español ¿que le pasaba? XD) Hasta la proxima! saludos!

    *daikeru-san: Jajaja ya varios me estan amenazando de muerte por aquí, será mejor que no vuelva a dejar un final así de nuevo jajaja. La conti ya esta aquí!! espero que te guste.

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    Decima parte

    Hiroaki Subió las escaleras y se posicionó ante la puerta de la habitación que compartían Take y Tai. Antes de abrir, pudo escuchar algunos murmullos y susurros que provenían desde adentro. Eso le extrañó ¿Por qué susurraban y murmuraban? Sin más, abrió la puerta.

    Los dos adolecentes jugaban a las cartas, sentados sobre una de las camas, bastante concentrados. T.K se sorprendió al verlo, e inmediatamente bajó las cartas y las apoyó sobre la cama, de una manera nerviosa. Tai, al notar su presencia, hizo lo mismo, pero de una manera mucho más lenta y calmada. Hiroaki notó aquella acción de los muchachos, pero no le dio importancia y disimuló no haber visto nada raro.

    -Take, necesito que vayas a la granja del viejo Ben a comprar huevos- dijo al rubio, que solo le observaba con los ojos bien abiertos y su cara roja- la mamá de Taichi está haciendo un pastel para todos.

    -¿Ella está haciendo un pastel?- le preguntó el moreno con una mirada que demostraba algo de miedo.

    -Sí, así es.

    -oh no- se lamentó el oji-café agarrándose la cara.

    -¿Por qué dices eso?- preguntó Hiroaki.

    -Ya lo verá- mencionó el castaño menor, agarrando las cartas de la cama y dejándolas ordenadas en la mesa de luz que en medio de las dos camas.

    -Vamos, no digas eso, es bastante amable de su parte- dijo el adulto al peli-marrón con una sonrisa- Toma Take, compra dos docenas, una nos la llevaremos nosotros a la ciudad… si es que algún día nos vamos- suspiró, mientras le entregaba dinero al ojiazul- es mejor que se apresuren, antes que se desate la tormenta.

    El rubio tomó el dinero y salió del cuarto, seguido por Tai.

    -Recuerda que yo estaba ganando la última partida ¿no? Te lo dejaré pasar esta vez- se escuchó que el castaño le dijo a T.K mientras bajaban las escaleras.

    -¡¿Qué?! Si yo estaba ganando…-

    -¡Que mentiroso! ¿Acaso no recuerdas que…
    Las voces de los dos jóvenes se desvanecieron a medida que bajaban la escalera y se alejaban.

    Hiroaki sonrió al ver lo bien que se llevaban su hijo y el hijo del matrimonio Yagami. Eso le hacía sentir mejor, o por lo menos un poco menos culpable, ya que era culpa suya que T.K estuviese atrapado en la villa junto con él. Todo por culpa de su mala suerte.

    El dueño de la vivienda salió de la habitación pero se detuvo antes de cerrar la puerta tras de sí. Recordó la rara actitud de su hijo al verlo entrar al cuarto, escondiendo rápidamente los naipes, como si no quisiese que él los viera. Con el bichito de la curiosidad taladrándole el cerebro, volvió a entrar al cuarto, se acercó a la mesa de luz y recogió el mazo de cartas. Al tenerlas en sus manos, Hiroaki entendió porque su hijo se había alterado al verlo entrar al cuarto. Aquellos no eran naipes normales. Imágenes de mujeres con muy poca, o nada de ropa, en diferentes posiciones bastantes sugerentes adornaban ambos lados de las cartas. No pudo evitar reír mientras ladeaba su cabeza de un lado a otro, recordando su propia adolescencia. Ese tipo de cosas eran una de las pocas que un joven de su época podía recurrir para “calmar” sus alborotadas hormonas; no era tan fácil como ahora.

    Hiroaki, por curiosidad, ojeó los naipes uno por uno, mientras caminaba hacia el exterior del cuarto. Algunas de las impresiones eran bastante originales. “Vaya, esta posición no la conocía” pensó viendo el 8 de oro, con una imagen algo…”peculiar”.

    Estornudó sin previo aviso, y sin que pudiera evitarlo, varias cartas se le escaparon de la mano y cayeron al suelo, e incluso una llegó a planear hasta los escalones de la escalera. Rápidamente se agachó para recogerlas, pero al alzar la mirada se quedó petrificado. La madre de Taichi, que subía las escaleras, había levantado la carta que voló hacía el escalón.

    -Hiroaki quería preguntarle donde estaba la…- la castaña no terminó su frase ya que se quedó mirando el naipe que tenía en la mano-…eh… ¿y esto?

    El padre del blondo, completamente rojo, tomó rápidamente la carta de la mano de la señora, deseando que se lo tragara la tierra

    -Eh…bueno eso…jeje…eh- el castaño solo pudo tartamudear ante la incrédula mirada de la mujer.

    Esas cartas no eran de T.K, se lo podría asegurar a cualquiera. Sin dudas eran de Taichi, pero Hiroaki no quería delatar al muchacho ante su madre, que evidentemente desconocía que su hijo tenía ese tipo de cosas en su poder. No tuvo otra que sacrificarse por el joven

    -Eh, esto es un…un… ¡Un regalo! Un regalo de…de… mi vecino del frente, el señor Osvaldo, si…él me los regaló anoche mientras jugábamos al póker. Yo no quería aceptarlos, pero él insistió y no me quedó de otra. Siempre compra cosas así, creo que tiene un problema serio.

    La madre de Tai solo le quedó mirando de manera rara, como si siguiera sorprendida de haber agarrado a Hiroaki con esas cartas en las manos.

    -Ah…ya veo…bueno, yo solo quería preguntarle si es que tenía una batidora.

    -sí, sí, en el mueble de abajo, en la puerta que está más a la derecha jeje- contestó el dueño de la cabaña de manera nerviosa, con todavía su rostro ardiendo por la vergüenza.

    -Bueno…gracias- le agradeció la mamá de Tai dándose media vuelta de manera lenta, para luego bajar por las escaleras.

    Hiroaki dio un largo suspiro al quedarse solo nuevamente en el piso de arriba, con las cartas aun en su mano. “Malditos mocosos, el papelón que me hicieron pasar” pensó rabioso mientras dejaba las cartas de nuevo en la mesa de luz de la habitación de Take.

    Ben

    Los dos muchachos partieron hacía la granja que Hiroaki había mencionado. Salieron hacía el exterior de la cabaña y tomaron el sentido contrario al que solían tomar normalmente para ir a la plaza. La granja quedaba en la periferia de la zona urbanizada del pueblo.

    Mientras caminaban, el castaño pateaba su pelota de futbol, pero no jugaba solo. El blondo, a pesar de no tener la habilidad ni la agilidad del moreno, lograba devolver la pelota de manera “decente”, cabeceando y pateando el balón sin que este cayera al suelo.

    -Vaya, no eres tan malo como decías - dijo Tai sorprendido de la cuasi-habilidad para devolver el balón del rubio.

    -Nunca dije que era malo, solo que no me llama la atención jugar al futbol- contestó T.K, una vez que el peloteo había terminado.

    -je, te aseguro que eres mejor que varios de mi equi…

    Tai se quedó tieso, a la vez que el rostro se le llenaba de asombro

    - ¡Mira ese árbol! ¿Qué le pasó?- exclamó sorprendido, como si fuese un niño pequeño.

    A un costado de la calle, un gigantesco árbol el cual había sido alcanzado por un rayo hace algún tiempo sobresalía del resto de la vegetación. El interior del gigante de madera era completamente hueco. En la base del tronco se había formado un agujero del tamaño de una persona adulta, el cual hacía de entrada para que uno pudiera introducirse al interior.

    -Ah sí, a ese árbol le cayó un rayo hace un par de años, sin embargo sigue creciendo y floreciendo- explicó el rubio.

    Ya había visto aquel árbol varias veces durante el transcurso de los años así que no le causaba gran revuelo.

    Tai se acercó y vio el interior del particular espécimen con curiosidad por la “puerta” que la naturaleza había formado. El interior era oscuro, con muchas marcas escritas en su interior, ya sea con líquido corrector blanco o talladas con algún tipo de instrumento punzante. Corazones con nombres en su interior y leyendas que profetizaban amores eternos entre adolecentes adornaban el interior de aquel desafortunado árbol.

    Una vez saciada la curiosidad del castaño, siguieron con su trayecto.

    Finalmente, luego de caminar un par de minutos más, la granja del “viejo Ben” se materializó en frente de ellos, apareciendo detrás de una hilera de arboles que la escondían de la vista de los que caminaran por ese camino sin prestar atención. Tai se sorprendió por la precariedad del lugar.
    Lógicamente no se esperaba un palacio hermoso, pero tampoco lo que tenía al frente de sus ojos. Un granero por demás viejo y desalineado atajaba al que entraba a la granja. El castaño pensó que si lo viese de noche, de seguro encajaría sin problemas en una película de miedo. Atrás del granero, se podía notar una casa grande mucho mejor cuidada, aunque con el mismo toque campirano.

    Entraron juntos al arruinado granero, donde uno se topaba con un largo mostrador de madera, que parecía estar allí desde el principio de los tiempos. El polvo y la paja gobernaban el lugar. Una muy vieja balanza que parecía de la edad media adornaba el demacrado mostrador. Del otro lado de este, solo se podía ver montículos de paja y heno amontonados sin cuidado, además de otras chatarras.

    Mientras el oji-café observaba entre curioso y sorprendido las gallinas que reposaban sobre el largo mostrador de madera, dueñas del lugar, T.K tocó un rotoso timbre que parecía ser lo único eléctrico adentro del granero. El rubio miró todo con total naturalidad, haciendo notar que ya había estado allí en más de una ocasión.

    -¿No pudimos haber ido a comprar huevos en otro lugar?- preguntó el castaño, intentado dispersar con sus manos un particular olor que no supo determinar de dónde provenía.

    -Lo que pasa es que “el viejo” Ben es un gran amigo de mi papá, y cada vez que venimos a la villa y necesitamos huevos, o carne de vaca, cabra o cerdo, le compramos a él, ya que son productos frescos y mejores de los que traen de la ciudad- le contestó el rubio con una sonrisa- además mi hermano y yo nos llevamos muy bien con sus hijos e hijas, son una gran familia, numéricamente hablando. Es bueno venir a visitarlos de vez en cuando, cuando se tiene la oportunidad.

    Nada sucedió por varios minutos, pero luego, de entre todas las pacas de heno y alfalfa del otro lado del mostrador, apareció un muchacho de pelo negro. Era dueño de unos ojos grisáceos, con su nariz y mejillas adornadas por pecas. A simple vista parecía tener la misma edad del ojiazul. Parecía algo irritado, frotándose los ojos y bostezando, como si le hubieran despertado de un profundo sueño del cual no tenía intenciones de interrumpir.
    Pero al ver quién era el que estaba al otro lado del mostrador, una sonrisa se le dibujó en el rostro.

    -¡T.K!- gritó corriendo y bordeando el mostrador, con una mueca de total alegría-¡Tanto tiempo!

    -¡Ben!- le devolvió el grito con felicidad el blondo, para después fundirse en un fuerte abrazo con aquel muchacho.

    -Con razón se viene una tormenta ¡Tu por aquí! Eso no se ve todo los días- dijo aquel muchacho de pelo negro sin separarse del rubio.

    Al moreno le pareció particular el acento de aquel muchacho, viendo la escena a un costado. Le recordó a ese acento campirano de los dibujos animados que veía de chico, aunque no tan exagerado.

    -jaja lo sé, han pasado varios meses-respondió T.K sonriente.

    -Vaya, cuando me decías que veníamos a ver al “viejo Ben”, me imaginaba a alguien más…viejo- bromeó Tai, logrando que aquel joven de ojos grises se fijara por primera vez en él.

    -Muchos dicen lo mismo jeje, me llamo igual que mi padre, a él si le va el calificativo de “viejo”- sonrió el joven Ben - ¿y tú eres…?

    -Ah sí disculpa, me olvidé de presentarlos…-intervino T.K -…él es Ben, el hijo menor del dueño de la granja, tiene mi misma edad- le dijo el ojiazul al moreno- y él es Tai, es un amigo- le presentó al chico de las pecas.

    Tai estuvo a punto de extender su mano para estrecharla con el tal Ben, pero este solo le dedicó un “mucho gusto” fugaz, para volver a conversar con el blondo con mucho ahínco, dejándolo de lado. Si bien no fue algo que le haya gustado, el moreno decidió no hacerse mala sangre en vano y lo dejó pasar. “Solo es un campesino maleducado” pensó para sí mismo, sonriendo.

    Se apoyó sobre el mostrador y observó a los dos amigos conversar de temas que no le incumbían. Ben le preguntaba al blondo por su hermano mayor e Hiroaki, y este le preguntaba por sus padres y sus, al parecer, muchos hermanos y hermanas. Para el mayor, aquella conversación de los menores le era indiferente, no tenía porque entrometerse, así que los dejó hablar tranquilos.

    Sin embargo, luego de unos minutos de haber tomado esa madura decisión de no entrometerse en la plática, algo le llamó la atención.

    El modo en como aquellos dos conversaban, o mejor dicho, como aquel Ben se acercaba a T.K mientras hablaban. Al principio Tai creyó que era su imaginación y que su mente pensaba en cosas bobas sin motivo. Poco a poco se fue dando cuenta que no era así.

    Aquel chico de pelo negro toqueteaba bastante al ojiazul mientras conversaba: le tomaba de los brazos, de los hombros, le tocaba el pelo. A la mínima risa, aquel granjero de ojos grisáceos le apoyaba la mano a T.K en el pecho. Hasta la forma en cómo se veían a los ojos le pareció extraña ¿Se lo estaba imaginando? ¿Estaba maximizando o exagerando de manera incorrecta las interacciones de esos dos?

    Así se lo estuviera imaginando o no, no le gustaba, eso lo tenía claro. ¿Por qué? No lo sabía, pero no le gustaba. Sin darse cuenta, su seño se frunció y los músculos de su cara se tensaron de manera automática, mientras fijaba la miraba hacía otra dirección.
    “¿Por qué? ¿Por qué me estoy sintiendo así? son solo dos mocosos charlando entre sí ¿acaso soy estúpido?” se cuestionó mentalmente.
    A pesar de repetirse una y otra vez lo que molestarse por eso era estúpido, no podía sacárselo de la cabeza. La idea de que algo andaba mal flotaba en su mente, esquiva de todo intento de controlarla o hacerla callar.

    Fijó su mirada de nuevo en los menores. Estos seguían igual, conversando alegremente de cosas y personas que él no entendía ni conocía. No podía dejar de observarlos, a pesar de la incomodidad que le provocaba parecer un entrometido perdedor. Disimuló no estar oyendo tomando un huevo abandonado del desastroso mostrador y fingió observarlo con detenimiento, apoyado sobre el milenario mueble. En realidad lo único que hacía era mirar de reojo al rubio y al pelinegro.

    Estos seguían encerrados en su verborragia que no parecía acabar nunca, tan juntos uno del otro como desde que empezaron a hablar. Tai, observándolos de reojo, pudo ver como aquel pecoso se le acercó al ojiazul y le susurró al oído, haciendo que este ría sin control.

    “Pero que maleducados ¿Qué no saben que es de mala educación secretearse en frente de otras personas? Eso hasta yo lo sé” pensó con enfado el castaño “O será…o será que se olvidaron que estoy aquí a solo 4 metros de ellos…T.K se olvidó que sigo aquí, por estar charlando con este campesino” Fue lo que se le cruzó por la cabeza al oji-café de manera automática, sin siquiera vérselo venir.

    No pudo evitar sentirse estúpido. “Se olvidó de mí” sonrió con disgusto al notar lo cursi que era eso ¿Qué era? ¿Una actriz de telenovela? ¿Desde cuándo le había picado el bicho del dramatismo? Sintió asco de sí mismo. Pensó que se estaba ahogando en un vaso de agua. Como si su cerebro se hubiese empeñado en hacerle sentir mal por una estupidez, sin siquiera entender porque se sentía “mal” en realidad.
    A pesar de toda la autocritica, el sentirse bien estaba muy lejos, o por lo menos así lo sentía Tai en ese momento. La apariencia del granero se había degradado aun más ante sus ojos, le pareció un lugar horrible.

    -T.K…- Tai rompió el silencio que había mantenido durante varios minutos-…te recuerdo que sería mejor que no nos agarre la tormenta que se viene, así que si puedes acortar un poco la charla… te lo agradecería- agregó de manera seria, sin desviar sus ojos del huevo.

    No quería verlos a la cara, todavía gobernado por ese enojo totalmente irracional.

    -¡Ah cierto! tienes razón- dijo T.K - Ben, nos podrías vender 2 docenas de huevos, por favor.

    -Por supuesto, sostén esto- contestó el joven granjero, entregando al rubio una gran bolsa de papas vacía.

    Tai suspiró y se apoyó de espaldas sobre el mostrador, todavía con el huevo en su mano. La idea de irse de allí pronto le tranquilizó de una manera que ni él comprendió por qué. Hasta incluso, una leve sonrisa se le había dibujado en su rostro. Ese sentimiento extraño de malestar por fin se alejaba de su mente. Ben abrió una caja en el suelo y empezó a depositar los huevos en la bolsa que T.K sostenía.

    -12, 14,16- contaba el campesino en voz alta, mientras depositaba de dos en dos los huevos en la bolsa-18, 20, 22…Mm me faltan dos…-dijo pensativo rascándose la cabeza- ¡Ah! acá están- exclamó sonriente, agarrando la entrepierna del blondo, aprovechando que este tenía la dos manos ocupadas sosteniendo la bolsa de huevos.

    El rubio movió su cintura hacía atrás sorprendido, con cuidado de no soltar la bolsa con los frágiles huevos.
    Los ojos marrones de Tai se abrieron de par en par, con su boca entre abierta por la sorpresa. No hubo disimulación esa vez.

    -¡Ah Ben! Siempre haces la misma broma y yo como tonto cayendo- reclamó con cierto enojo el ojiazul, aunque no le duró mucho ya que una leve risa se hizo presente después, acompañando la risa de Ben.

    “¿Siempre?” Esa palabra se repitió en la mente del castaño como si alguien la hubiese gritado en la entrada de una cueva y el eco se la hubiese devuelto varias veces.

    -jaja tienes razón, tendré que inventarme bromas nuevas- sonrió el pelinegro, agregando los dos últimos huevos a la bolsa completando las dos docenas.

    La risa de los dos jóvenes se vio interrumpida por el ruido de un crujir.

    Tai vio como los dos muchachos lo miraron curiosos, a la vez que un líquido espeso le chorreaba por la mano. Observó la mano con la cual sujetaba el huevo y se sorprendió al verla cerrada con fuerza, con la yema escurriéndole entre los dedos producto de la entrometida gravedad. ¿En qué momento le había ordenado a su mano cerrarse así? Se preguntó mientras abría la mano, dejando ver la achicharrada cascara de lo que antes era un huevo sano.

    -Si te lo querías comer crudo, esa no es la forma de abrir un huevo- rió el pelinegro, sacando un pañuelo de un bolsillo y aventándoselo al oji-café.

    Este lo atrapó sin problemas y se limpió la mano, conservando la seriedad de su cara, en un completo silencio. Una vez limpio, le aventó de nuevo el pañuelo a su dueño.

    Los ojos marrones y los ojos grises dentro del granero se cruzaron entre sí. Tai observó fijamente la expresión de aquel granjero que se guardaba el pañuelo de nuevo en el bolsillo.

    ¿Era posible? ¿Puede alguien burlarse de uno, solo con la mirada? Se preguntó el castaño.
    Aquel muchacho lo hacía, o por lo menos así lo sintió Tai. Esos ojos grises, acompañados de una sonrisa que tampoco era del agrado del moreno, se burlaban de él. Su rabia creció. Ben lo sabía, estaba seguro.

    -Tai ¿pasa algo?-le preguntó T.K extrañado.

    El enunciado solo se dio media vuelta y caminó hacia fuera del granero. No era un buen momento para las palabras, lo pudo sentir. Era mejor esperar al rubio afuera.

    T.K solo lo observó en silencio, con el presentimiento de que algo andaba mal. Un fuerte trueno le hizo recordar que una tormenta se avecinaba.

    -Bueno, sería mejor irnos ahora- dijo fijando sus ojos azules en Ben, pagándole por los huevos.

    Los dos muchachos se despidieron con un abrazo y se desearon buena suerte.

    -T.K…- le llamó la atención Ben antes de que saliera del granero-…si el tiempo mejora y tú sigues aquí, podríamos ir a pescar juntos, o nadar…o ambas cosas ¿Qué dices?

    -Sí, sería genial-le sonrió para luego despedirse nuevamente y encontrarse con Tai afuera.

    El clima seguía de mal en peor, el viento arremetía con fuerza en esporádicas pero potentes ráfagas, y los truenos y relámpagos eran cada vez más frecuentes.

    Tai caminaba por delante del ojiazul con el balón de futbol debajo del brazo, a un paso el cual el menor no podía sostener, sacándole distancia con facilidad. Iba callado, muy callado, para extrañes del blondo.

    -Tai, si el clima mejora podríamos ir a pescar con Ben- habló en voz alta T.K, necesitando terminar con ese silencio que se había establecido desde que abandonaron la granja- conocemos un lugar donde hay varios peces y que nadie va.

    No hubo contestación. El oji-café solo siguió caminando delante de él.

    -¿Tai?-le volvió a llamar, dudando si le había escuchado la primera vez-¡Tai! ¿Me escu…

    -... yo escuché que ese Ben te invitó solo a ti, no debería entrometerme-le interrumpió el castaño, sin voltear a verlo.

    -No es así…bueno…quizás sonó así, pero estoy seguro que no hay problema-contestó el ojiazul tratando de alcanzarlo. Tai caminaba muy rápido.

    -No, ve con él, se nota que se llevan muy bien.

    -Tai ¿estás enojado por algo?

    -No ¿Por qué lo estaría? No digas estupideces- contestó el castaño elevando la voz, con una cara de pocos amigos.

    -Oye no me grites así ¿Entiendes?-el rubio no pudo evitar fruncir el ceño - No dije nada para hacerte enojar así.

    -¡Pero te estoy diciendo que no estoy enojado!-bramó Tai, clavando sus ojos marrones en los suyos-solo te estoy diciendo que si quieres estar con el campesino aquel a solas ¡Está bien! ¡Listo! No seas tan exagerado- agregó con furia, para luego seguir caminando.

    -¡Ves! Estas enojado por algo pero no lo quieres admitir.

    No podía ignorar el mal genio del castaño así como si nada, deseaba saber le pasaba.

    -¡Ah ya deja de molestarme!-gritó Tai sin parar de caminar- si vas a estar así de molesto, sería mejor que te vuelvas a la ciudad ahora que puedes.

    T.K se detuvo, totalmente sorprendido ¿En serio Tai quería que se fuera? Ese mismo día a la mañana habían acordado mentirle a sus padres sobre el puente para poder estar más días juntos… ¿y ahora eso? Quizás, el hecho de pensar que quería pasar más días con la presencia de ese sujeto había sido un error. El blondo retomó su cara de enojo.

    -¿Sabes qué? Tienes razón, debería volverme a la ciudad ni bien lleguemos a la cabaña-dijo con enfado, a la vez que retomaba el paso- es mejor que me vaya a seguir conviviendo con alguien que cuando tiene un problema se enoja como un niño de 7 años en vez de hablarlo.

    Tai cerró los ojos y le dio una patada a su balón de futbol con toda su fuerza. Se dio media vuelta para quedar frente a frente con menor.

    -¿Qué sabes tú si tengo un problema o no? ¡No me conoces!- le gritó empujándolo- solo eres un mocoso estúpido.

    Los dos jóvenes se quedaron viendo a los ojos con enojo, como si de repente la persona más odiada del mundo estuviera al frente suyo.

    Sin embargo, el sonido del balón cayendo a lo que parecía ser algún lugar con líquido llamó la atención al moreno. Desvió la mirada del blondo y la dirigió hacía donde había creído escuchar el ruido. Caminó en esa dirección. Mientras se acercaba, pensó en lo idiota que había sido en patear su pelota sin mirar adonde, por culpa de ese ataque de enojo “¿o fue un ataque de estupidez? Supongo que no hay mucha diferencia” pensó el oji-café al visualizar donde había quedado su balón.

    A algunos metros, un pequeño riachuelo bordeaba la calle de tierra. Al acercarse a este, Tai pudo divisar su balón azul y amarillo atascado en la maleza que crecía en la orilla opuesta del pequeño arroyo. Al otro lado del arroyo, lo único se podía ver era un inmenso maizal.

    -Que suerte la mía-dijo el castaño suspirando, sacándose la camiseta.

    -Espera Tai, no te metas- escuchó la voz de T.K detrás suyo- mira bien el agua.

    El agua en ese pequeño canal no era como la del rio, no era cristalina, sino todo lo contrario: opaca, oscura, verdosa...estática y muerta. En ella flotaban botellas de vidrio, plástico, cajas de diferentes tipos, neumáticos de autos. Incluso, chatarra de gran tamaño, como un viejo lavarropas atascado y oxidado en una de las orillas del enfermizo arroyuelo.

    El escenario sin dudas parecía una pintura triste y deprimente el cual nadie quisiera tener en su sala como adorno.

    -Este arroyo está muy contaminado Tai, se usó como basurero por muchos años, no sabes con que puedes toparte debajo del agua, podrías herirte- le explicó el ojiazul en un intento de hacerle recapacitar.

    Tai observó a su balón a la distancia. Tenía otros en casa, pero aquel era especial. Aparte de lucir los colores de su equipo de futbol favorito, ese balón tenía una gran significancia para él. Se lo había ganado como premio al mejor jugador del partido, en un campeonato escolar que, milagrosamente, su escuela había ganado hace un par de años. Muchos buenos recuerdos se anudaban a esa pelota, no estaba dispuesto a dejar allí su balón preferido. Hizo de cuenta no haber escuchado la advertencia y se agachó y se desató los cordones de sus zapatillas.

    -¡Escúchame! Puede haber vidrios rotos o chapas herrumbradas allí abajo, te filetearías el pie en un instante, Tai- exclamó T.K.

    T.K se sorprendió al darse cuenta lo preocupada que había sonado su voz al decir aquello. El enojo que había sentido hace 5 minutos se había evaporado completamente. Seguía pensando que el moreno era un estúpido, pero no quería que se lastimase en ese arroyo que se había convertido en un vertedero de basura. La preocupación le había ganado al enojo.

    Tai, al escuchar lo que el menor le advirtió, se detuvo y echó otro vistazo al agua. Lo que decía el menor era cierto. Lo oscura y turbia el agua daba bastante trabajo a la imaginación de uno si se ponía a pensar que podía haber allí abajo. Se volvió a atar los cordones rápidamente. Se metería con zapatillas, total, tenía otro par limpio y seco en la cabaña. Además, no le gustaba la idea de “filetearse” el pie. Eso sería un problema.

    Se enderezó y caminó hacía el agua.

    -Tai…-el rubio intentó tomarle del brazo, pero él se la apartó con desprecio y siguió adelante.

    Bajó por la corta y no muy empinada pendiente hasta la orilla del riachuelo. Lentamente se introdujo en la turbia agua con mucho cuidado. Para su sorpresa, el agua estaba tibia, lo cual no le dio buena espina. Paso a paso fue cruzando el angosto arroyo. En su andar, pudo sentir que lo que sus pies tocaban no era ni tierra ni arena, ni ningún compuesto natural... sino basura, desechos abandonados allí desde quien sabía cuánto tiempo. En ese momento agradeció haberse dejado las zapatillas. Obviamente no le iba a agradecer a T.K, todavía estaba enfadado con ojiazul…a pesar de decir que no lo estaba.

    A medida que se acercaba a la otra orilla, la profundidad del arroyo aumentó. El agua ya le daba por el pecho, pero no le importó, había llegado al esférico. Lo desenredó de su prisión de hierbas y emprendió la vuelta girando sobre sí, sosteniendo el balón sobre su cabeza con ambas manos.

    T.K lo observaba desde arriba de la pequeña pendiente, algo nervioso. Sin darse cuenta, había estrujado con braveza la boca de la bolsa que contenía los huevos, observando el lento caminar de Tai en el canal. Otra vez sintió ese extraño mal presentimiento con respecto a lo que hacía el mayor; el mismo que había sentido el día anterior cuando el castaño se aventuró al patio de esa casa en la que moraba el perro guardián. No quería acertar como lo había hecho antes. Esta vez no trataría de golpearlo si todo salía bien. Solo quería que el mayor saliese de ese basural, que hace mucho tiempo había sido un arroyo limpio y natural.

    No volvería a tocar el tema de que si el moreno estaba enojado o no. Si el castaño quisiese volver a la cabaña en silencio, aceptaría sin chistar. Incluso pensó en darle la razón y evitar toda confrontación, pero que saliera ileso de allí, era lo único que quería.


    Al estar a la mitad del camino, Tai arrojó la pelota a la orilla para tener los dos brazos libres y así ganar equilibrio en el irregular fondo del arroyo. En la vuelta notó más irregularidades y más cosas estorbando en el desconocido suelo del canal que en la ida. La cosa se había complicando más de lo planeado. En un momento, casi se cayó al chocar su pie derecho con algo que parecía tener gran tamaño. Por la forma que pudo percibir al caminar sobre aquel objeto, imposible de divisar por la mugre del agua, el castaño pensó que se trataba posiblemente de una puerta de automóvil.

    “Si en el futuro a mi auto le falta una puerta, ya sé donde venir a buscar una gratis, quizás esté un poco oxidada, solo un poco, pero seguramente servirá” pensó el mayor en broma, en un intento de distraerse y no pensar en el olor que el viento atormentado traía consigo a su nariz.
    Evidentemente, algo había muerto en las inmediaciones. Lentamente fue saliendo del asqueroso riachuelo, el agua ya le daba por la cintura.

    T.K dio un suspiro, más aliviado. Solo 2 metros más y Tai estaría afuera del agua. Su enojo para con el oji-café se había desvanecido, tan velozmente como apareció. Sabía que seguramente el mayor seguiría con ese mal humor por algún tiempo más, pero la esperanza de poder hablarlo se presentó en su mente. Comprendía que sería algo difícil, pero podría intentarlo una vez la enorme cabezota castaña de Tai se enfriara y el enojo se le pasara.

    Tai estaba a solo 2 metros de la orilla, feliz de salir de esa putrefacta agua, que en aquel momento le llegaba a la cintura. Sin embargo, estaba por entender que no todas las cosas salen como la gente se las imagina, sobre todos los adolecentes con su optimismo desmedido y su creencia en su propia inmunidad a las catástrofes.

    Al intentar dar otro paso con su pierna derecha, un dolor muy fuerte, punzante, alrededor de su muslo derecho le hizo soltar un grito, mitad de dolor, mitad de sorpresa. Levantó su pierna en un reflejo rápido para alejarse de eso que le lastimaba. Pero eso solo lo empeoró. Al salir trabajosamente un poco más del agua, pudo ver qué era lo que le había atrapado: un alambre de púas enredado alrededor de su muslo derecho. El levantar la pierna al sentir el primer contacto había hecho que se le adentrara más en la piel, como un anzuelo en la quijada de un pez cuando este intenta zafarse. Para colmo, no era un alambre de púas normal, sino de esos con pequeñas navajas afiladas. Estas se adentraron aun más en la carne del moreno al intentar moverse de nuevo.

    La expresión calma en el rostro de T.K cedió al total horror. Soltó sin nada de cuidado la bolsa de huevos y bajó la pequeña pendiente.

    Tai observó con intenso dolor su ensangrentada pierna, rodeada por su nuevo e incomodo accesorio plateado. La imagen le dio algo de impresión, pero sabía que era lo tenía que hacer. Tomó aire, y sujetó el alambre de púas con sus dos manos. Sin preparación mental de por medio que le quitase tiempo, fue sacando una por una las pequeñas navajas unidas por alambre que se le habían clavado en su pierna. El dolor era intenso, pero no se detuvo. Se ayudó de su respiración. Una vez libre del entrometido metal, tiró el alambre de púas hacía un costado, mientras se dejaba caer sobre la tierra firme. A pesar de que el dolor era insoportable, el no tener aquellas navajas clavadas en la piel le hizo sentir tristemente mejor.

    T.K llegó hasta el moreno y se arrodilló a su lado. El castaño sangraba mucho, no sabía qué hacer. La desesperación creció en el interior del rubio, sus manos temblaban.

    Una fuerte ráfaga de viento los azotó sin piedad, seguido de un fuerte trueno. Solo era cuestión de minutos para que se largase la tormenta.

    -Tai…-dijo el blondo con un hilo de voz. Iba a preguntar “¿estás bien?” pero decidió que era mejor ahorrarse las preguntas estúpidas por el momento-…mierda, mierda, mierda- murmuró sin saber qué hacer.

    -No es nada, estoy bien- dijo Tai entre dientes, para luego intentar levantarse, pero fue inútil.

    Inmediatamente gritó de dolor para luego caer sobre el césped, tomándose la herida con sus dos manos. Al intentar apoyarse sobre su pierna derecha, el dolor punzante le hizo entender que eso no era posible. Evidentemente la herida era más profunda de lo que había pensado al principio.

    -¡AAAHHH! ¡QUE SUERTE LA MIA!- gritó el moreno a todo pulmón y con todo su enfado al viento, dándole un puñetazo al suelo. Los pájaros que ya se habían posado sobre los arboles cercanos salieron volando.

    -¡¿Yagami?! ¡¿Eres tú?! – se oyó una voz del otro lado del arroyo, perdida entre las mazorcas de maíz a lo lejos- ¡¿Dónde estás?!

    Rubio y castaño se quedaron petrificados. Era la voz de Erick, sin duda alguna.

    -¡Yagami! ¡Ven! ¡Solo queremos hablar! ¡Como amigos!- se escuchó otra voz masculina y joven que provenía de adentro del maizal: uno de los secuaces del pelinegro de ojos verdes.

    Los dos adolecentes escucharon como aquellos imbéciles agitaban las mazorcas de maíz para abrirse paso, mientras seguían gritando. El próximo grito se escuchó más cerca:

    -¡Yagami ven! ¡No te haremos nada!

    Se acercaban, lento y de manera confusa, pero se acercaban.

    Los dos muchachos se vieron mutuamente a los ojos, con una expresión de sorpresa y miedo a la vez.




    -----------------------------------*--------------------------------------




    Bueno, hasta aqui la décima parte. En primer lugar tengo que pedir disculpas a los que se emocionaron en vano con el final del capitulo pasado jaja. De seguro no era lo que esperaban (mis pervertidos lectores) Aunque conociéndome ya tendrían que saber que en mis relatos las cosas no se dan así de fácil jajaja. Pero bueno, admito que fue cruel de mi parte. "Vendí humo" como se diría en la juerga futbolista Argentina je.

    Ya se, ya se...otra vez lo dejé donde no debía jajaja, pero posiblemente sea la ultima vez, ya que creo (repito "creo") que el próximo capitulo será el ultimo. No prometo aparecerme el finde que viene, ya que me pasa algo curioso con este ultimo capitulo, que ya está a medio escribir. Resulta que me parece que será un capitulo demasiado largo para ser un solo capitulo, pero demasiado corto para ser dos capítulos. Y a mí no me gusta entregar partes taaaan largas pero tampoco demasiada cortas, para mí en personal las partes muy cortas me hacen medio incomoda la lectura. Así que si no publico la semana que viene será porque estaré pensando en como organizar eso: si llegan a ser dos capitulos de tamaño normal, si hago un capitulo normal y otro corto (lo que no me gustaría), si lo divido en dos partes iguales A/B y los publico juntos, si lo hago un solo capitulo kilométrico. En fin, son tonteras en las que yo solo me enredo y seguramente a nadie importa jajajaja. Esto es lo que hace tener tiempo un sabado lluvioso y tormentoso sin tener otra cosa que hacer. De ultima díganme su opinión sobre lo que debería hacer. Bueno nada, hasta la proxima!!

    Edited by exerodri - 28/7/2017, 22:46
     
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  6. Kaoru Yanase
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    Buen capitulo, aunque odio el maldito suspenso xD! Realmente ahora se viene lo fuerte... Por otro lado, espero sea un final feliz o por lo menos término medio. Porque si le haces daño a mis queridisimos Tai y Tk... No volverás a despertar -ríe maleficamente- Se donde vives y mi escopeta tiene balas con tu nombre en ellas si haces eso... Okno :v afsgdgsfshgcyihu

    Edited by Kaoru Yanase - 15/2/2016, 02:19
     
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  7. davic97
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    Espera que? hace cuando volviste de vacaciones? te ibas tres semanas, hace cuanto pasaron?? jajaja por dios debo contar mejor, eso explica mis ntas en matematicas xD
    Excelentes capitulo(s), me mori de la risa con la escena de take y el "viejo" ben sobre los huevos xD va muy bien la historia lastima que ya casi termino :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO:
    jaja al ultimo capitulo lo esperare con mucho entusiasmo pero deseo y no llegue pronto xD sera ell ultimo y lugo que? que hare? no tendra sentido mi vida jajaja ok no
    Hasta pronto!! :=BIENODOE: :=LALALAL: :=arribarriba: :=ummse:

    Edited by davic97 - 16/2/2016, 01:36
     
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    En este mundo te encuentras con muchas personas, y a veces de varias personas te tienes que despedir.... Por eso disfruta cada momento que puedas con cada una de esas personas,,,, porque nada dura para siempre......
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    Auch!! pobre Tai! jajajaja ,, para mi, mientras no me dejes con la venenosa intriga otra vez, haz lo que mejor te parezca ^^
     
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  9. daikeru-san
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    Aaaaaaaaaaaa te voy a matarrrr pero si ases lo que dire no te matare: haz que TK le revise la erida en el muslo (y le vea tu ya sabe) y de ahí lemoooooooo siiiiiiiii????
     
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    Yaoizando
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    Hola a todo el mundo! Actualizando un jueves (si, un jueves :O) para traer la ultima parte de esta historia. Esta ultima entrega estará divida en dos partes. La segunda parte la subiré el domingo si los astros quieren ¿por qué hago esto? Por que como dije antes, esta ultima parte es muy larga para ser un solo cap, y no me gusta dejar capitulos tan largos. A mi en lo personal me incomoda cuando los caps son muy largos y no tienen una referencia para detenerse y poder seguir leyendo después, así que por eso esto :P En realidad la segunda parte de esta entrega podría ser otro capitulo aparte, pero la verdad me urge terminarla este fin de semana a la historia jaja ¿por qué? porque empiezo la universidad y la verdad que estoy aterrado ya que es algo nuevo y ya me estoy viendo en aprietos por el poco tiempo que tengo para estudiar, je. Y la verdad que escribir me quita muchisimo tiempo, así que mientras más rápido termine este proyecto, más tiempo tendré para estudiar. No me odien :( solo es que intento ser mejor estudiante que en la secundaria jajajaja Mi cerebro no puede escribir un fic y estudiar al mismo tiempo :wacko: Espero que les guste.

    *daikeru-san: :o: jaja no me mates, espera un poco. jaja tan buenas tus ideas, no sé si cumpliré tus expectativas. Espero que te guste la conty che, adios!

    *Sasarai-san: si pobre, pero era necesario :=BUABUA: bueno, trataré de dejarte con intriga pero no venenosa jaja. Gracias por comentar! adios!

    *davic97: Hola! jajaa como pasa el tiempo no? no te preocupes, mis matemáticas también son calamitosas. Que bueno que te hayan gustado los caps!! me alegra mucho. Espero que tambien te guste la conti. y no sé...siempre se podrá ver el pasto crecer o la pintura secar jajajaja hasta la proxima!

    *Kaoru Yanase: Hola! si, la primera parte del final ya está aquí. ahh, no puedo decir nada del final aquí jejeje. :blink: :blink: Espero volver a despertar :cry: :cry: jjaja. Si lo hago significará que la conti te agradó siquiera. Nos leemos luego.


    ----------------------------------------------------*----------------------------------------------------






    Ultima parte/primera entrega

    No te dejaré


    Los dos muchachos se vieron mutuamente a los ojos, con una expresión de sorpresa y miedo a la vez. Tai no podía creer la situación en su cabeza. Parecía un mal sueño…una pesadilla, mejor dicho.

    El escenario no podría ser peor: herido e incapaz de moverse, con aquellos tipos que tanto le odiaban acercándose a través de un maizal al otro lado del arrollo; advertidos de su presencia por un grito que él mismo había levantado al viento. En ese momento se arrepintió de haber gritado así, impulsado por el enojo. Él mismo había llamado al lobo a comer. Solo era cuestión de tiempo para que dé entre las plantas de maíz apareciera el rostro de Erick, mirándolo con sus ojos verdes, con una sonrisa maliciosa.

    El moreno sabía que era lo que le sucedería cuando sus agresores le encontraran y alcanzaran, ya lo tenía asumido. No podía huir. Pero no por eso el ojiazul tenía que sufrir el mismo destino.

    -T.K, tienes que irte- dijo al blondo arrodillado a su lado, sin sacar los ojos del maizal- tienes que irte ahora antes que te vean, no pierdas tiempo.

    Tomó una piedra cercana a su posición, del tamaño de una manzana mediana y quedó viendo el maizal. No era gran cosa, pero era algo con que defenderse. Era consciente que solo tendría un tiro, y que aquellos idiotas eran 7. Por lo menos se aseguraría que, después que le propicien su golpiza, uno de ellos termine con una gran jaqueca producto del piedrazo. Mucho mejor si era Erick el que recibía la piedra.

    T.K quedó atónito ante las palabras del mayor ¿Acaso le estaba pidiendo que huyese y que le deje solo, herido? ¿Acaso aquel imbécil no se dio cuenta de que no tenía oportunidad de defenderse con esa herida en la pierna, que le impedía siquiera pararse? El rubio era muy consciente de que esta vez el castaño no saldría solo con un ojo morado y una herida superficial en un codo, como pasó en el salón de videojuegos.

    La pregunta que paseó por su mente, no era si Tai terminaría en una guardia médica si Erick y compañía le golpeaban. Sino que si lo podrían atender en el centro médico de la villa o si lo trasladarían directamente al hospital de la ciudad por la gravedad de sus lesiones. No quería imaginárselo. Esa idea era inaceptable, como también lo era lo que el castaño le pedía: dejarlo solo.

    -No Tai, no te dejaré- contestó el rubio, tratando de mantener la calma- de seguro hay algo que poda…-

    -¡No seas estúpido!- le interrumpió el moreno alzando la voz con enojo, sus ojos marrones demostraban tanto desesperación como impotencia- si te ven conmigo te reconocerán y te perseguirán, te molerán a golpes solo por ser alguien importante para mí- T.K se sorprendió cuando el oji-café le tomó de su camiseta y lo trajo hacía él, sus rostros quedaron a menos de 20 centímetros.

    Los ojos rojizos de Tai, con un exceso de humedad, eran impropios de alguien enojado... eran los ojos de alguien asustado.

    - Y yo…yo no quiero eso. Vamos, corre ahora ¡Vete!- le gritó para tratar de convencerlo, empujándolo con fuerza, haciendo que cayera de trasero al pasto.

    T.K en ese momento sintió el mismo enojo que había sentido cuando Tai le empujó en la tienda de videos, con el fin de que se alejase. Pero luego recordó que el moreno lo había hecho para protegerlo. También recordó aquel sentimiento de culpa que tuvo después al darse cuenta que había dejado al mayor solo, completamente a su suerte. No estaba dispuesto a dejar que aquello suceda de nuevo, sobre todo ahora que la situación había empeorado.

    Decidido como nunca lo estuvo en su vida, escabulló su cabeza por debajo de la axila izquierda del castaño, mientras con su mano derecha lo tomaba de la cintura, bordeando su espalda.

    -Entonces nos molerán a golpes a los dos…- dijo sin demostrar ni un solo atisbo de miedo- …porqué no estoy dispuesto a dejarte aquí solo, Taichi - el moreno le observó pasmado- No tienes que lidiar con esto solo, así que no seas tan idiota, aunque sé que es demasiado pedir- sonrió el menor-
    Vamos, necesito que hagas un esfuerzo ahora.

    Hizo fuerza con sus piernas para levantar a ambos. El castaño emitió un pequeño grito lleno de dolor pero que ahogó entre dientes.

    Ambos lograron ponerse de pie con dificultad, tambaleantes. T.K miró a su alrededor con rapidez, no había ningún lugar para esconderse y pasar desapercibidos. Solo la calle de tierra por donde vinieron, y varios árboles a sus dos costados pero que eran demasiados angostos como para ser usados de escondite. Sin más remedio, empezaron a caminar hacia la calle de tierra, era lo único que quedaba; después verían que hacer. Por lo urgente de la situación, ninguno de los dos se preocupó de las cosas que dejaron tiradas en el suelo: la bolsa con los huevos, la remera de Tai, e incluso la pelota de futbol que fue la desencadenante de todo. Sin embargo a ninguno les importó, solo querían salir de allí.

    Avanzaban desesperados, pero lentamente. A Tai le costaba mucho caminar. Se ladeaba de lado a lado sosteniéndose del rubio, tratando de apoyar lo menos posible su pierna derecha en el suelo. Cada vez que lo hacía, veía estrellas por el dolor, su herida todavía sangraba.

    T.K tenía su mirada azul clavada al frente, no quería ver atrás. Pensó que si lo hacía, vería a los matones saliendo del maizal, cruzando el arroyo sin mucha dificultad y alcanzándolos apenas trotando. Era mejor no ver. Al llegar a la calle, la esperanza de ver algún vehículo o algún peatón que los ayudase se desvaneció al ver a ambas direcciones pura desolación.

    Y era lógico en cierto punto: muy pocas personas se aventurarían afuera de sus casas con la tormenta que se avecinaba. Las nubes parecían pedir clemencia y querer soltar su carga con todo el poder que la gravedad les pudiera dar. El viento y los truenos no cesaban, salvo extraños y contados momentos.

    T.K pensó en dos opciones: caminar (o intentar caminar) de vuelta a la granja de Ben, o seguir su camino para volver a la villa, donde lo primero que harían sería pedir ayuda con la pierna de Tai. A pesar de que la idea de ir a la granja le daba más seguridad, estaban más cerca de la villa en ese tramo del camino. El blondo eligió la segunda opción, además… no había tiempo para estar eligiendo. Sin detenerse, tomaron la dirección para volver al pueblo. Era una idea estúpida…cualquiera la era, pensó el de ojos azules. Sin dudas los alcanzarían, así caminen al pueblo o a la granja.

    Avanzaban lo más rápido que la maltratada pierna de Tai les permitía, y que no era mucho, a pesar de las ganas y los insultos que el moreno murmuraba mientras rengueaba trabajosamente. Pero era mejor que nada, mejor que no intentarlo.

    A ese paso le alcanzarían, era tan obvio como que iba a llover.

    -T.K, el árbol…- le dijo Tai con una voz cansada-…el árbol hueco.

    Entonces T.K lo vio. No se había dado cuenta que estaba allí, a unos cuantos metros. El árbol que había sido alcanzado por un rayo, que le había llamado tanto la atención a Tai en el camino de ida. Su entrada hacía el oscuro interior, del lado opuesto de donde supuestamente aparecerían sus perseguidores, parecía ser la única alternativa. Si bien no le daba muchas esperanzas, era mejor que nada. Si seguían en la calle serían vistos sin problemas ni bien Erick y sus cómplices salieran del maizal.

    Caminaron hasta la entrada del gigantesco espécimen. Antes de ingresar, el rubio se animó a dirigir la mirada hacía la plantación de maíz del otro lado del riachuelo. Las plantas de maíz se agitaban violentamente. No estaba seguro si era acción del viento, o era que los abusivos ya habían llegado a ese extremo del maizal y estaban a punto de asomarse. De todas maneras no tenía ganas de averiguarlo.

    Se metieron dentro del árbol, con la esperanza de que les fuera un buen escondite. Una vez adentro, se quedaron parados viéndose de frente, por culpa del poco espacio.

    Ni bien entraron, oyeron los gritos de los brabucones a lo lejos.

    -¡Miren! ¡Hay algo al otro lado de este rio podrido!

    Rubio y castaño se concentraron en tratar de oír lo que aquellos tipos decían. Algunas cosas se escuchaban nítidamente, otras solo se podían percibir como murmullos inentendibles.

    -Deben ser de Yagami, estoy seguro que su voz vino de esta dirección- aquella voz si pudieron distinguirla bien, era del pelinegro de ojos verdes, líder de la odiosa pandilla.

    Se escuchó el chapoteo de aquella agua nauseabunda. Cruzaban el arrollo. En ese momento T.K deseó que algo les detuviera. Otro alambre de púas escondido bajo el agua, asechando a su próxima presa ¡Cualquier cosa! Ellos si se lo merecían con creces. Sin embargo al parecer cruzaron la franja acuática sin problemas, ya que las voces se escucharon más cercanas.

    -Vaya, una pelota de futbol, una remera. Se nota que esa sabandija de Yagami nos escuchó y se fue corriendo jaja- dijo una de las voces con tono jocoso -¿y qué es esto? ¡Ah! mira Erick ¡huevos! Y nosotros robando maíz como unos miserables.

    -Ah, ese Yagami como le detesto, si le tuviera en frente…- dijo un chico con una voz extraña, como si le estuviesen tapando la nariz.

    -Anoche le pudiste haber dado una paliza tu solo y no lo hiciste, no te hagas el hombre ahora- dijo la voz de Erick con un tono despectivo.

    -Pe-pe-pero era porque estaba ebrio, sino le hubiese hundi…-

    -¡Cállate! Me estoy hartando de tus escusas ¿sabes?- se escuchó el grito del de ojos verdes. La otra voz no volvió a escucharse más- ¡Sepárense todos! Quizás Yagami siga por aquí, esperando a que nos vayamos para recuperar estas cosas, pero nosotros le encontraremos primero- ordenó el
    pelinegro.

    En ese momento Tai y T.K se miraron a los ojos. Las voces cesaron, pero se empezaron a escuchar pasos peligrosamente cerca, yendo de aquí para allá. Los estaban buscando como si fueran fugitivos. El blondo se cuestionó si fue buena idea meterse a ese árbol para esconderse. Los matones solo necesitaban rodear el tronco para encontrarlos, completamente atrapados, sin posibilidades de huir. Adentro de ese mismo árbol los apalearían.
    No importaba si fue una buena idea, fue la única, así que no valía la pena cuestionar si fue buena o mala. Ambos se miraron fijamente a los ojos, como si de esa manera se intentasen expresar cosas que no podían decirse en ese momento ya que alertaría a sus perseguidores. Los dos muchachos no se dieron cuenta en ese momento, pero nunca se habían sentido tan conectados con otra persona con tan solo una mirada.

    ¿Acaso era desesperación? Lo que se transmitían con la mirada fija en los ojos del otro, adentro del oscuro interior del árbol mientras esperaban a ser descubiertos ¿Era desesperación?

    Desesperación de estar en aquella situación, sin ninguna posibilidad de defenderse ¿o quizás era resignación? Resignación de haber hecho lo posible, a pesar del inminente desenlace que se avecinaba, pero satisfechos de no haberse entregado tan fácil... de por lo menos haberlo intentado

    ¿Tristeza?

    Tristeza de que sus vacaciones juntos terminaran así de esta forma, cuando en realidad la habían pasado tan bien ¿Posiblemente esperanza? Había poca… pero sus ojos quizás transmitían esperanza de poder salir airosos de aquella situación, por más pequeña que fuese

    ¿Tal vez…alegría? ¿Sería posible?

    Alegría de estar juntos en ese momento, de no haberse separado a pesar de las circunstancias, de poder contar con el otro y mirarse a los ojos en busca de apoyo, aun en el peor momento. Sí, estaban perdidos. No, no importaba. Estaban juntos.

    Sus miradas expresaban todas esas emociones, y más aún, tanto en los ojos marrones de Tai, como en los ojos azules de T.K. Tanto el rubio como el moreno pudieron sentirlas mientras seguían atentos a la mirada del otro.

    Por unos instantes, se olvidaron de que estaban escondiéndose adentro de un árbol hueco, esperando a ser encontrados por una pandilla de idiotas.
    Lo único que importaba en ese momento eran los ojos del otro, como si en ellos estuviera escondido un tesoro que podía ser visible si miraban un poco más. Ni siquiera el dolor de una pierna herida o el miedo interrumpían esa sensación que los había envuelto. Los envolvía aun más que el árbol en sí.

    T.K, totalmente dominado por ese sentimiento, movió su temblorosa mano y la apoyó en el pecho del castaño, como pidiendo permiso. Su piel todavía seguía mojada por haberse metido en el arroyo.

    El corazón de Tai latía con fuerza. No fue necesario que se apoyase su mano sobre su pecho para percibir su propio corazón, lo podía sentir igual, tan acelerado como el del oji-café. Levantó su mirada de nuevo al rostro del moreno. Este le veía con los mismos ojos de recién. De nuevo, no fueron necesarias palabras.

    -¡Esto es innecesario!- una voz más aguda de las que se habían escuchado antes los alertó. Se había oído peligrosamente cerca, como si estuviera a menos de 2 metros del árbol- ¿Nos podemos ir ahora?

    -¡Cállate Enano!- se escuchó que le retó Erick a lo lejos- sigue buscando y cállate ¡no me hagas darte otro correctivo!

    Se escucharon unos pasos bordeando la circunferencia del árbol, desde atrás de ellos hacía la entrada en frente suyo. Ese era el fin. Cuando esa persona llegara a la entrada los vería y alertaría a los demás, quedando condenados.

    Para T.K, ese momento se le hizo irreal, pensó que no podía estar pasando. Su respiración se agitó a más no poder, sus piernas temblaron, y ese temblor poco a poco se dispersó por todo su cuerpo. No sería como en las películas o en la televisión, no habría milagro. Se dio cuenta del peligro de la situación. No era que no lo hubiese sentido antes, solo que ahora lo veía en primera persona, sin mascara, escudo o protección que lo separara del peligro.

    Igual no se arrepintió, nunca podría hacerlo, pensó.

    Tai le tomó la mano y la sujetó con fuerza. Automáticamente giró su cara hacía la del castaño, este miraba la entrada de forma seria. En la cabeza de T.K se presentó una imagen fugaz, como si fuera un pantallazo. Vio a Tai y a él tendidos en el césped del jardín delantero de la cabaña, sonrientes, con su mano arriba de la del mayor. Como en ese día de sol que parecía tan distante, tan lejano en ese momento. No era el momento para pensar esas cosas, y el ojiazul lo sabía, pero no pudo evitar formar una sonrisa con la comisura de sus labios. Sonrisa que duró 3 microsegundos, pero sonrisa al fin. Su cuerpo dejó de temblar.

    Lentamente, giró su cabeza hacía la entrada del escondite, mientras se aferraba con firmeza de la mano de Tai, para hacerle saber que, aunque asustado, estaba con él.

    Lo primero que se asomó por la entrada fue un pie, luego el resto de aquel individuo.

    -Es que lo más seguro es que Yagami ya esté lejos de aquí- dijo aquella persona, mirando hacía un costado, para luego observar como por obligación el interior de aquel árbol. Esa persona dio un paso hacia atrás sorprendido.

    El que los había descubierto no podía salir de su asombro. Con sus ojos abiertos como platos y su mandíbula inferior suspendida, los observó con incredulidad. El más joven de aquella pandilla, el chico de pecas, pelo castaño que adornaba siempre con aquella gorra blanca, estaba en la entrada de aquel árbol hueco, totalmente petrificado ante su descubrimiento.

    T.K pudo ver un surco morado debajo del ojo izquierdo de aquel chico. Era leve, no llegaba a ser un ojo morado, pero de igual manera demostraba que había sido golpeado, seguramente por los mismos idiotas que lo acompañaban. El rubio se preguntó fugazmente si ese era el “correctivo” que había mencionado Erick, amenazándolo de darle otro. También pudo notar por primera vez el color de sus ojos, eran verdes. Extrañamente, el mismo color de ojos que el líder de ese grupo de bravucones.

    Aquel joven los veía con sorpresa. Pudo notar la expresión de miedo del rubio, agazapado en ese oscuro escondite, como también la de desesperación y tensión del castaño. Él mismo sintió esos sentimientos en sí, e incluso más intensos. Sintió miedo, se tensionó. Se lamentó. Se lamentó que ellos siguieran allí, que aquello no había terminado. Vio como aquellos dos se tenían fuertemente agarrados de la mano. Luego bajó su vista hacía la pierna derecha del moreno empapada en gran medida con sangre, en parte seca, en parte fresca que seguía saliendo de a poco de la herida.

    Se sorprendió, ver sangre le disgustaba. Sintiendo el peso de la mirada del moreno, levantó su vista a los ojos marrones del mayor. Este lo miraba de forma seria, atento a cualquier cosa que él hiciese o dijese.

    Tai sabía que no podía comunicarse con el pensamiento, pero si podría, le estaría preguntado a los gritos: “¿Qué vas a hacer? ¿Eh? ¿Qué vas a hacer? ¡Sea lo que sea hazlo rápido!”

    -¿Y Enano? ¿Encontraste algo?- se escuchó la voz llamativa de nuevo, seguramente del rubio que anoche había molestado a T.K y que ahora hablaba así por algún tipo de venda o arreglo en su nariz.

    Esa pregunta sobresaltó al chico de los ojos verdes, pero inmediatamente retomó la compostura.

    -y… ¿Qué voy a encontrar? Les vuelvo a repetir: estamos perdiendo el tiempo- dijo de forma natural mientras desviaba su mirada de adentro del árbol
    y salía de la vista del castaño y el rubio- deberíamos irnos de nuevo al camping antes que empiece la tormenta.

    -Creo que es la primera vez que el Enano dice algo coherente- se escuchó que dijo una de las voces más gruesas que habían sonado hasta el momento.

    -Sí, volvamos al camping, además tenemos una pelota nueva para que nos divirtamos, huevos para comer con el maíz que robamos, y una nueva camiseta que evidentemente será mía- mencionó otra voz.

    -¡No! Tu eres muy alto, a mi me quedará mejor.

    -¡Y tu eres muy gordo, me quedará mejor a mí!- gritó una nueva voz a la cual el moreno no pudo darle un rostro en su mente, sin embargo eso no le importó.

    Lo que si le importó, era que los pasos se escuchaban cada vez más distantes, cada vez más lejos, al igual que las voces. Luego, se escuchó el chapoteo de agua ¿Cruzaban el riachuelo para desaparecer en el maizal de nuevo? ¿En serio pasaba eso? Se preguntó Tai internamente, sin poder creerlo. Eso le proporcionó un irreal y profundo sentimiento de alivio, pero igual no bajó la guardia.

    -¿Salimos?-le preguntó T.K susurrando.

    -No, esperemos un poco más.

    El castaño sospechaba que aquel muchacho de gorra blanca pudo haberlos engañado, y los demás bravucones habían hecho la actuación de irse, pero que en realidad esperaban escondidos afuera del árbol, para agazaparse sobre ellos cuando salieran.

    “Mejor prevenir que lamentar”pensó el oji-café, lo cual le causó gracia, ya que toda la vida había hecho exactamente lo contrario, incluso ese mismo día. Las consecuencias se veían en su pierna derecha.

    Pasaron 2 minutos en los que no se escuchó nada más que los truenos y el ruido de las copas de los arboles que se sacudían con violencia por el fuerte viento que no paraba de soplar. Tai soltó la mano del ojiazul e hizo una seña de que se quedara allí. Rengueando como pudo, asomó lentamente su cabeza por fuera de la entrada del escondite. No había nadie. Apoyándose sobre la corteza del árbol, rodeó el mismo con mucha cautela, observando todo con detalle. Vio el lugar donde se había echado al momento de herirse, donde también deberían estar su remera, la bolsa con huevo y su pelota de futbol. No había nada. Era obvio que esas lacras no iban a dejar tal botín así sin más, pensó el castaño para sí.

    Una mano se apoyó en su hombro izquierdo de repente. Se dio media vuelta con los nervios crispados a más no poder, cerrando su puño y moviendo su brazo para atrás, para poder tener recorrido suficiente para propiciar un buen golpe . Quizás el único que podría dar antes que los demás matones le dominen.

    Pero tal exaltación cesó al ver que se trataba de T.K, que lo miraba con una sonrisa.

    -¡Ah! ¡Te hice seña de que te quedaras adentro!- rabió el mayor susurrando, bajando sus hombros y sus brazos como si el alma le volviera al cuerpo.

    -Tai, se fueron- le dijo el blondo sin dejar de sonreír y con su volumen normal de voz- Estamos a salvo.

    Sin caer del todo, el moreno miró atónito al blondo por unos segundos. Una sonrisa se le dibujó en los labios. Tenía razón ¡Increíblemente tenía razón! Por más milagroso que pareciera, era verdad. Estaban a salvo. Intentó dar un paso hacia el rubio, pero un gesto de dolor perturbó su sonrisa. Se hubiera caído al suelo si no fuera que el blondo lo tomó con rapidez.

    -Tai, tenemos que llevarte a que te vean esa herida, no hay tiempo que perder- le dijo de manera seria el blondo mientras este le tomaba del brazo derecho y se lo pasaba por sobre los hombros.

    El oji-café asintió, sin nada que objetar esta vez. Sosteniéndose del ojiazul caminó hacía el camino de tierra con mucha dificultad. Si bien ya no tenían la amenaza de Erick persiguiéndoles (o por lo menos eso creían) querían llegar a la cabaña antes que la tormenta empezara.

    Pero inevitablemente, lo que tenía que pasar, empezó. Rubio y castaño vieron juntos como una grande y pesada gota cayó del cielo estrepitosamente fuerte a unos metros adelante, levantando algo de polvo. Luego otra. T.K sintió una de esas pesadas gotas en la coronilla. Al principio, caían tan esporádicamente que se las podía contar sin problemas, pero luego eso ya no fue posible. Poco a poco lo que fueron unas contadas gotas se transformó en una lluvia torrencial, aliada con el potente viento que soplaba de frente.

    A los dos muchachos no les quedó de otra que seguir bajo la tormenta, no había refugio donde detenerse. Siguieron caminando como pudieron, uno apoyado en el otro. Su andar era lento pero constante. Los rayos y relámpagos adornaban el oscuro cielo, musicalizado por los fuertes truenos y ráfagas violentas de viento que les soplaba en contra.

    A veces las endemoniadas ráfagas de viento los sorprendía empujándolos para atrás, impidiéndoles avanzar. T.K sostenía a Tai lo más fuerte que podía, mientras este hacía un gran esfuerzo por caminar. A pesar de que la tormenta hacía todo lo posible para frenarlos, llegaron a la zona donde empezaban a visualizarse viviendas.

    Si bien refugiarse en uno de los pórticos techados de las aparentemente deshabitadas casas era tentador, su cabaña estaba muy cerca. El deseo de llegar allí los hacía continuar desafiando al viento y a la lluvia sin dudárselo. Cuando la vivienda de madera fue visible, en ambos se presentó una alegría que no pudieron manifestar, ya que una nueva ráfaga de viento casi los volteó. Pero ya estaban allí, a menos de 50 metros.

    Lucharon contra el viento y la torrencial lluvia lo que faltaba del trayecto, hasta llegar a la entrada de la cabaña. Se refugiaron bajo el techo de la galería del frente; el no sentir el castigo del agua sobre ellos les alivió, a pesar de que el viento seguía golpeándolos con fuerza. T.K nunca había estado tan alegre de estar en aquella casa de madera.

    Sin embargo, algo que le llamó la atención. A pesar de ser las apenas las 5:30 PM, la tormenta había traído consigo una oscuridad abrumadora. Sin embargo, no había una sola luz encendida dentro de la cabaña, ni tampoco en las casas aledañas. Ni siquiera en la siempre tan bien iluminada casa de Don Osvaldo.

    También notó que faltaban los dos autos: el de su papá y el de los padres de Tai. Intentó abrir la puerta de madera, pero estaba cerrada. Eso lo confirmaba todo. No había nadie en la cabaña. Su padre solo cerraba la puerta con llave cuando se iba y no quedaba nadie adentro. Eso significaba que no había nadie que pudiera llevar al castaño al centro médico de la villa. Tendrían que esperar hasta que sus padres volvieran.

    Sacó de su bolsillo las llaves y abrió la puerta.

    El interior de la casa apenas era iluminado por la tenue luz que entraba por las ventanas, que no era mucha. La tormenta había teñido de oscuridad la casi siempre soleada villa. Ayudó nuevamente a Tai a caminar y lo acostó sobre el sofá largo que formaba parte del juego de sillones de la sala de estar. El rubio presionó el interruptor para prender la luz pero no pasó nada. Desconfiando que el foco de la sala de estar estuviese quemado, intentó prender las luces de afuera, pero tampoco funcionaron.

    -No hay luz, al parecer se cortó la corriente eléctrica de toda la villa, o por lo menos en esta zona- comentó viendo con resignación el exterior, la tormenta no parecía menguar. Es más, parecía más potente todavía.

    -Esto solo mejora- dijo el oji-café mientras se acomodaba mejor a lo largo del sillón.

    T.K tomó su celular de arriba de la chimenea, donde lo había dejado antes de ir a comprar los huevos, y llamó a su padre. Este no contestaba, solo daba la contestadora. Probó dos veces más pero fue en vano, siempre el mismo resultado.

    -Mi papá no contesta- se resignó el rubio viendo su teléfono- pásame el numero de celular de alguno de tus padres así los llame y les avise que hay que llevarte al centro médico.

    -Los tengo agendados en mi celular, pero está apagado y sin batería en la habitación de arriba- le contestó este sin ninguna preocupación, como si el hecho que estuviese herido no le importase mucho-ni si quiera se prende. No me sé los números de memoria.

    -Y fácil, lo conectamos al cargador y listo daaahh…- dijo T.K haciendo voz de tonto dirigiéndose a la escalera, en busca del celular del moreno “¿Acaso este tipo no piensa?” se preguntó mentalmente.

    -Pero no hay corriente eléctrica daaahh...- le contestó el oji-café imitando la voz atolondrada con la que le había hablado- ...genio.

    El blondo detuvo en seco su marcha. “¡Estúpido!” se gritó en su cabeza mientras cerraba los ojos. Sin decir nada se dio media vuelta y se sentó en uno de los sillones de la sala de estar, en diagonal al moreno.

    -Parece que es verdad lo que dicen de la gente rubia- agregó el castaño con una sonrisa mientras se acomodaba aun más en el sillón.

    T.K lo miró con un gesto de odio, pero no duró mucho. Es más, una pequeña risa se escapó de su boca, reconociendo su torpeza. Ambos rieron, liberándose de toda la tensión y preocupación que los había abatido al verse rodeados por Erick y su compañía.

    Sin embargo, el rubio se puso serio nuevamente al darse cuenta que no contaría con la ayuda de los adultos por un tiempo indeterminado.

    -De igual manera si no se te puede llevar a un centro médico, hay que revisar esa herida Tai- agregó con decisión el ojiazul, volviendo su mirada hacía el mayor.

    Sin perder tiempo, cruzó por la puerta vaivén hacía la cocina. Si bien era complicado ver por la poca luz natural, supo bien donde buscar cada cosa.
    Tomó un par de velas, fósforos y un recipiente con el que cargó agua. Volviendo a la sala de estar, con los fósforos prendió las velas y las posicionó en diferentes partes de la no muy grande sala. Prendió la pequeña chimenea. Su padre siempre la tenía preparada y cargada de madera seca, así que le resultó fácil hacerlo. La luz que irradiaba el fuego de la chimenea alumbraba mucho más que las velas, además de brindar algo de reconfortante calor.
    La temperatura había disminuido bastante por el agua helada que caía del cielo. Ellos lo habían verificado en carne propia.

    Ya con el problema de la iluminación solucionado, por lo menos hasta que las velas y la madera de la chimenea se consumieran, T.K se dispuso a cruzar la puerta vaivén nuevamente.

    -¿Adónde vas?- le preguntó el castaño desde el sillón.

    -Te dije que hay que revisar esa pierna, ya vengo- contestó sin dar más explicaciones, para cruzar la “puerta de vaqueros” hacía la cocina.

    Una vez allí, abrió la puerta que daba con el patio trasero. Una fuerte ráfaga de viento y agua le golpeó en la cara sin piedad. El menor estuvo a punto de cerrar de nuevo la puerta por el susto que le había provocado aquel inesperado ataque de la naturaleza, pero inmediatamente una voz en su cabeza le dijo “que no podía hacer eso, que debía seguir”.

    Salió al exterior enfrentando a la tormenta, la cual hacía lo que quería con los elementos naturales que tenía a la mano. T.K avanzó trabajosamente, con sus manos cubriéndose el rostro del viento y las gotas de lluvia que caían a una velocidad endiablada, dificultándole mucho ver y hasta respirar. Su objetivo era llegar al cobertizo, si es que este no había salido volando con tan potente viento. El árbol que adornaba el medio del patio trasero se agitaba como si estuviese vivo. T.K por un momento dudó si al terminar la tormenta aquel árbol seguiría de pie.

    Los relámpagos y rayos iluminaban el muy oscurecido cielo, musicalizando con fuertes estruendos el espectáculo que la madre naturaleza exhibía con tanto esmero.

    Cuando le quedaban unos cuantos metros para llegar al cobertizo, una ráfaga de viento anormalmente fuerte golpeó de costado al blondo, haciéndolo caer de cara al césped. No hubo reflejos que le ayudasen a detener su caída, sus manos no fueron lo suficientemente rápidas. Su rostro impactó directo en la amojosada hierba, hundiéndose por lo fangosa tierra. T.K levantó su rostro rápidamente del suelo, sorprendido. Nunca un viento lo había hecho perder así la vertical; sin dudas esa era la tormenta más fuerte que había visto en su corta vida.

    Se levantó sacudiéndose el fango de la cara y el cuerpo y caminó pesadamente hacía el cobertizo. Una vez adentro cerró la puerta y se apoyó sobre esta para descansar y poder respirar con normalidad por un momento. Sin embargo, ni bien recuperó el aire volvió a concentrarse en lo que había ido a buscar.

    Afortunadamente su padre había ordenado todo dentro caseta de madera, así que no le costó mucho encontrarlo. Sobre un estante, pudo divisar la caja blanca con una cruz roja mal dibujada en su tapa. La tomó y dio un gran suspiro antes de salir a la tormenta otra vez. Se sorprendió al notar que el viento, que ahora lo tenía de espaldas, lo empujaba hacía la cabaña, facilitando lo que antes le había dificultado tanto. El camino de vuelta a la vivienda no fue tan sufrido, así que en menos de 10 segundos ya había cruzado el jardín y llegado a la puerta trasera de la cabaña.

    Entró a la cocina rápidamente y cerró con mucha dificultad la puerta, empujada hacia dentro por el viento. Cerrada la puerta, habiendo dejado la furia de la naturaleza del otro lado de la pared, suspiró con una sonrisa. Con el botiquín bajo el brazo, cruzó la puerta vaivén hacía el iluminado y reconfortante living. Al entrar sin previo aviso, sorprendió a Tai viéndose la herida curioso, pero al verlo aparecer por la puerta se bajó rápidamente la manga del pantalón, cubriéndola de nuevo.

    El moreno observó al ojiazul sorprendido y soltó una carcajada:

    -jajaja ¿pero que te pasó? – rió el oji-café señalando el rostro y el pelo de T.K - te ves fatal.

    T.K se extrañó al principio por la reacción del mayor, pero luego recordó que la tormenta lo había bamboleado a su gusto allá afuera. El barro cubría su cara por su inesperada visita al suelo, además, pasto y pequeñas ramitas adornaban su desordenado pelo rubio.

    Riendo con el castaño, se sacudió el cabello haciendo que toda la vegetación que traía con él cayera al suelo, para luego peinarse con su mano. También se limpió el rostro con un repasador sacado de la cocina. Una vez que aquel momento de risas pasó, apoyó la caja blanca con la cruz roja mal hecha en la mesa de té de la sala de estar, al frente del mayor.

    -¿Qué haces?- le preguntó Tai viendo fijamente aquella caja, aunque la respuesta ya la sabía.

    -Te dije que hay que hacer algo con esa herida Tai, no puede quedar así- le dijo el rubio mientras habría la caja blanca y sacaba algodones.

    -¡Ah! ¡T.K estas exagerando! Mañana estaré en condiciones de nuevo, como si nada hubiera pasado.

    -Pero Tai…-

    -...pero nada- sentenció el moreno antes de que el ojiazul pudiera decir algo.

    T.K miró hacia abajo por un momento, al parecer derrotado.

    Luego de unos cortos segundos, volvió a levantar su mirada, clavando sus ojos azules en los ojos de Tai. El castaño miró aquellos ojos con atención de forma involuntaria. Había algo diferente en aquella mirada, algo que no sabría explicar si le lo pidiesen. Ya había visto esos ojos antes, al igual que ya sabía lo que el menor trataba de hacer. Intentó luchar, resistirse, dejar de ver esos ojos, pero no pudo. Por mucho que le pesase, el blondo había ganado.

    -¡Esta bien! ¡Está bien! Pero no más ojos de cachorro…los odio- rabió cruzándose de brazos y mirando hacía un costado.

    El rubio solo sonrió y mojó el algodón en el recipiente con agua que había traído con antelación.

    -¿Usas esa técnica cada vez que quieres conseguir algo?-preguntó el oji-café sin sacar su postura de descontento.

    -No, solo en casos extremos- le contestó sonriente el ojiazul- dame algo de lugar- le pidió dándole golpecitos en la rodilla.

    Tai, sin muchas ganas, movió sus piernas hacia el respaldar del sillón, dejando un pequeño espacio para que el blondo se sentase.

    Con el algodón mojado, T.K limpió los múltiples rasguños a lo largo de la pierna del moreno. El alambre de púas se le había enroscado como una víbora intentando subir un árbol. Luego de limpiar cuidadosamente las heridas superficiales, tocó limpiar la herida principal, la cual no dejaba a Tai caminar con normalidad.

    -Bueno, falta la más grande. Levántate la manga del pantalón- pidió T.K mojando un trozo limpio de algodón en el agua; el que había usado ya estaba lleno de sangre.

    -Eh ¿Por qué así tan directo? ¿No me invitaras un trago primero? ¿O me dirás que tengo bonitos ojos?- bromeó el castaño con una sonrisa nerviosa.

    -Tai…- dijo de forma sería el rubio.

    Tanto él como Tai sabían que eso era solo una forma de atrasar el procedimiento.

    El mayor, al ver la seriedad del rostro del blondo, no le quedó otra que aceptar que no podía hacer nada para detenerlo. Con un suspiro, se levantó la manga de su pantalón corto, dejando ver la herida de su muslo. Donde el alambre de púas se había clavado con más fuerza y se había deslizado con violencia por culpa de sus torpes movimientos al sentir el primer contacto. Se veía realmente mal, rodeada por sangre seca.

    T.K empezó a limpiar con mucho cuidado la herida, que era mucha más grande en comparación de los otros rasguños. Con toda la suavidad posible, deslizó el algodón húmedo sobre el lastimado, apenas lo suficientemente fuerte para limpiar la sangre.

    De vez en cuando, el ojiazul miraba de reojo el rostro de Tai. Este miraba serio las leñas arder en la pequeña chimenea. La luz del fuego parecía
    bailarle en la cara, iluminándola de manera desigual. Notó que el moreno de vez en cuando fruncía los labios de manera intermitente. De seguro una forma de aguantar el dolor en silencio. T.K sabía que si le preguntaba "¿Duele?", el oji-café solo se limitaría a decirle “No es nada”.

    El blondo, mientras tomaba otro trozo de algodón nuevo ya que el que estaba usando se embebió de sangre, reflexionó. Siempre le había impresionado la sangre, sobretodo la sangre ajena. Esa era la razón por la cual cualquier carrera que tuviera que ver con la medicina estaba tachada de su futuro. Todavía no tenía decidido que estudiar de mayor, pero medicina o cualquier subgénero estaban descartados.

    Sin embargo, era como si en esa oportunidad esa repulsión estuviera anulada. Se sorprendió bastante. Cuando en aquel campamento escolar le enseñaron esas contadas técnicas de primeros auxilios, deseó no tener que usarlas nunca. Pero allí estaba, limpiándole las heridas a una persona que había conocido hace menos de una semana.

    “Una de las consecuencias de crecer” pensó.

    Una vez limpia, o por lo menos sin la sangre seca alrededor, la herida de la pierna ya no se veía tan mal. Era una línea recta horizontal, roja, del grosor de un lápiz. Quizás un poco menos. A simple vista, se podría decir que medía unos 8 centímetros de largo, aproximadamente. Aunque la morfología de la herida realmente no tenía importancia: había que desinfectarla.

    T.K tiró el algodón con sangre y tomó otro limpio. De la caja blanca con la cruz roja mal hecha sacó una pequeña botella de cristal marrón con un líquido en su interior. Botella que Tai reconoció al instante, haciendo que se alarmara, separando su espalda del apoya brazos del sillón y sentándose derecho.

    -¿Para qué sacas eso?-le preguntó con una voz cargada de preocupación, limitando con el miedo.

    Sus ojos marrones miraban fijamente la pequeña botella, como si esta fuera monstruo que en cualquier momento le saltaría a la yugular.

    -Tai, hay que desinfectar la herida.

    -¡No! No, por favor- pidió el moreno haciéndose para atrás con ayuda de sus brazos-Córtame la pierna, ampútamela con una cuchara, pero por favor ¡Guarda ese liquido infernal!

    El rubio estuvo a punto de sonreír por las locuras del mayor, pero al ver la cara de miedo del oji-café no lo hizo. Por un segundo dudó si Tai bromeaba o hablaba en serio.

    -Por favor Tai… no lo hago por maldad, es necesario por tu bien- pidió el blondo, viendo al castaño a los ojos- tu viste como era el ambiente en el que te lastimaste, te puede agarrar cualquier tipo infección, sumándole que te cortaste con un metal- el castaño lo miraba atentamente - esto seguramente no será lo único que habrá que hacer para evitar que te infectes o te enfermes con algo, pero es mejor que nada por el momento.

    Tai observó los ojos celestes del menor por un tiempo largo. Recordando el dolor que le había causado ese liquido cuando el rubio le curó el codo, que le cortasen la pierna no parecía tan mala idea. Luego de mirar a T.K con resignación, observó aquella botella de vidrio color marrón. Le sorprendió como algo tan pequeño le podía causar tal revuelo en su mente. Sus ojos cafés se volvieron a encontrar con los azules del blondo, iluminados de costado por la luz que desprendía el fuego de la chimenea a unos pocos metros.

    -Está bien…- dijo con un suspiro que sonó más a un lamento, mientras se refregaba con sus dos manos el rostro -…solo déjame prepararme.

    Tai respiró profundamente, mientras abría y cerraba sus manos con rapidez, mentalizándose en tiempos mejores. Su rostro demostraba concentración. Trataba de prepararse mentalmente para cuando el menor le apoyase en el corte esa sustancia venida del infierno. Aunque una parte de su mente sabía que jamás podría estar listo para eso, por más que intentara. Un largo suspiro salió de su boca. Apoyó su espalda de nuevo en el mullido apoya brazos del sillón, cerrando sus ojos.

    T.K por su parte humedeció el algodón con aquel líquido, haciendo que este tomara un color marrón claro, casi amarillento. Observó al mayor, esperando su señal.

    -Adelante- dijo este con rapidez, con los ojos cerrados.




    -------------------------------------*-----------------------------------






    Bueno hasta allí la primera parte del final. Ya el domingo (si no ocurre una catástrofe) estaré publicando la parte final del final para que sea la final final, cuak. Bueno, hasta la proxima! espero que sea pronto.

    Edited by exerodri - 21/9/2017, 09:15
     
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  11. daikeru-san
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    Nooooooooooo como que el final final todavía falta muchoooo no an echo ni limo ni dado un beso acuerdate yo se donde vives te matareeee como jeff Ethernet killer (el quien lo conozca mandeme un mensaje ) que se toqueten un poco por lo menos plissssssss

    Era jeff th killer perdon =')
     
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  12. Kaoru Yanase
        +1   +1   -1
     
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    Hmmm... Te has salvado (Por el momento) ahora dame mi parte final con lemon o al menos, un beso apasionado, por que sino, ya sabes que te va a pasar, ¿no? - Le pega unas palmaditas a su nuevo rifle francotirador-
     
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  13. davic97
        +1   +1   -1
     
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    y aqui inicia la cuenta regreaiva para el final...
    La esperare el final con entusiasmo! pero no vere crecer el pasto o secar la pintura es aburrido jaja

    Enviado por ForumFree Mobile

     
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  14. Rikeru-chan :3
        +1   +1   -1
     
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    Ni creas que me he olvidado de ti :=¬¬: jajaja dijiste que el domingo actualizabas pero bueno ha de haber una razón pra que no lo hayas hecho y déjame decirte que lo entiendo a la perfección cuando puedas lo actualizas es una orden :=MUAHAHA: ok ya cdt y éxito en todo :=DANCING:
     
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  15.     +1   +1   -1
     
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    En este mundo te encuentras con muchas personas, y a veces de varias personas te tienes que despedir.... Por eso disfruta cada momento que puedas con cada una de esas personas,,,, porque nada dura para siempre......
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    Como me tenté con lo de la "cruz roja mal hecha" jajajajaja ,, saludos nos veremos en la parte final jajajaja
     
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59 replies since 29/11/2015, 23:26   3269 views
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