「Simples Palabras」 (Shindou x Kirino) 25Mayo2016 [FINAL ALTERNATIVO] FINALIZADO

Apretó los puños ante eso y por primera vez, siento mi corazón ir de prisa, pero no como siempre, esta vez, es de una palabra que no pensé usar: “Tristeza”

No me pongo triste por fuera, no me gusta, pienso que si lo hago las personas a mí alrededor no me verán como alguien a quien puedo ayudar; siempre fui la roca, el hombro o amigo de alguien, los ayudaba en sus peores momentos. No me gusta verlos tristes, pero…

¿Y si hice mal?

Me pongo a pensar… quizás no debí hacer eso desde un principio, pues cuando yo me preocupaba por ellos, nadie lo hacía por mí, frunzo el ceño; tal vez no debí pretender ser alguien fuerte, pues no lo soy, quizás… simplemente debí mostrarles que soy alguien débil, en opinión mía, ya que siento la necesidad de tener a alguien en quien confiar.

No soy de llorar, pero creo que esta vez lo necesito, aquí, encerrado en mi cuarto sin ni un rastro de luz, solo… como siempre. Abrazo a mi almohada en busca de uno humano, pero sé que no puedo, y cierro mis ojos con fuerza. No quiero llorar, pero es… inevitable para mí.

— ¿Sera lo correcto?

Claro que no, me digo después de lo que me susurre, estoy solo en casa otra vez; acabo de encontrar un cúter en mi cajón de escritorio y no pude dejar de pensar en ello, sé que está mal, sé que muy mal y que es algo que simplemente no se debe hacer. Lo pensé, varias veces en estas últimas dos semanas, hasta investigue como lo hacían.

Como se cortaban.

Pero el miedo me carcome… siento que no puedo. Me siento en mi escritorio y abro el cajón, sigue ahí, en esa lejana esquina: el cúter. Trago saliva, miro a los lados y niego, pero en eso, al bajar la mirada, veo un tajador. Lo todo con mis dedos y lo veo, su cuchilla, capaz de rebanar un lápiz, podrá… rebanar mis lamentos.

Con ayuda una regla saco el pequeño tornillo y pequeña navaja sale, la miro y siento que la adrenalina sube. La coloco sobre el escritorio y poso mi brazo encima igual, me remango la sudadera y muestro mi palma hacia arriba. Tomo la navaja pequeña y la paso suave por mi piel, no me duele, en eso sé que lo hago mal; lo sigo haciendo, y mientras lo hago aumento más la presión, hago rayas paralelas y verticales, una tras otra, no me duele, solo siento punzadas. Paro de hacerlas y espero. No pasa mucho cuando siento un ardor soportable, mi piel se dilata y enrojece, no hay sangre, pero veo que salen pocas gotas entre las intersecciones que hice.

—Au. —murmuro sin intensión mientras veo como se enrojece más, no pasa nada luego más, no duele, no arde mucho.

¿Debería hacerlo más fuerte? Con mi mano izquierda hago lo mismo en mi brazo y muñeca derecha, y en una.

— ¡Ah! —grito cuando sin querer apretó de mas, suelto el cúter y encojo mi brazo, lo estiro veo una cortada poco profunda pero larga, empieza a salir sangre, la quito con mis dedos pero solo sale poco, unas lágrimas se asoman y niego.

Tomo de nuevo la mini-navaja y sigo, menos fuerte, pero mientras más lágrimas salen, mi mano tiembla más y sin quererlo hago fuerte, pero no lo siento, solo el ardor, sigo y sigo. Ya duele, ya arde mucho más, y ya veo sangre.

— ¡A-Ah! —grito y aprieto mi labio, no puedo, no puedo con esto.

Al ver mi brazo y muñeca con sangre corriendo, hago lo mismo en la otra. Pero duele más, seguro por las cortadas y raspadas de antes, sigo y veo la sangre asomarse, en eso, tomo el cúter del cajón y le saco el filo, paso y paso varias veces. Duele, duele mucho, sangra mucho. Pero puedo, puedo soportarlo, en eso, suelto la el cúter con chorros de sangre y apoyo mi cabeza en mis manos. Las lágrimas caen otra vez, del dolor interno y externo esta vez; me alejo y veo mis muñecas y brazos, sangre, solo veo eso.

Me pongo de pie y me dirijo a mi baño, en el abro la llave del fregadero y coloco bajo el agua un brazo, el agua clara se tiñe de rojo y otra vez, no sé qué me pasó. Al ver como la sangre sede, cierro la llave y saco papel higienico, tomo un poco y limpio los rastros de sangre en el escritorio y las dos cuchillas. Boto los residuos del papel en el inodoro y jalo la bomba.

Me recuesto en mi cama y bajo mis mangas de la sudadera, aun duele, pero… no lo siento. Me pongo de lado y niego mientras lagrimas salen, seguro…

Mañana serán peores.

—Tengo frio. —murmuro tomando con mis manos las puntas de las mangas, si viera las marcas que tengo, seguro en serio no quisiera verme con poleras cortas. Noto su mirada seria y bufa.

—Que frio estas oye. —Escucho sus burlas, pero no le digo nada— ¿Y? ¿Qué te pasa ahora? ¿Me harás la ley del hielo?

Niego y suspiro.

—Estoy algo mal, creo… que debería ir a casa. —digo y doy media vuelta sin ganas encaminándome a otro lado.

— ¡Con que así estamos! ¡¿No?! ¡Pues vete!

Eso me dolió, paro de caminar y siento una lagrima bajar por mi mejilla, me doy vuelta para verlo pero se está yendo.

me dirijo a mi cuarto algo apurado, cierro mi puerta tras mío y me acerco a mi espejo del ropero, me miro y trato de sonreír.

—Dios. —Murmullo sin hálito viéndome, levanto mi polera y veo mi estómago, termino de sacarme la polera y mientras me veo en el espejo voy tocando mis costillas, estomago, caderas— Parece que si eh subido de peso. —murmuro mientras me veo parpadeo un par de veces y abro los ojos al tope algo asustado— S-Subí de peso. —Susurró sin hálito abrazándome a mí mismo— Yo… soy horrible. —murmuro incómodo y en eso salen preguntas que jamás imaginé. ¿Soy guapo? ¿Perfecto? ¿Cómo puedo ser mejor? ¿Estoy bien? ¿Mal? ¿Feo? No lo sé ¿Cómo puedo ser perfecto? Yo no soy así… parpadeo un par de veces y me aprieto el abrazo a mí mismo.

o eh comido en días, solo tomo agua, tanto que voy cada media hora al baño, me duele el cuerpo y sobre todo mi estómago, me ruge mucho y duele. Pero siento la satisfacción del gruñido de mi panza cuando tengo hambre, eso significa que estoy bien y que estoy bajando de peso.

Trato de dormir, pero es difícil, es complicado cuando la mente no se calla.

Odio mi cuerpo. Y sé que por mucho que logre modificarlo, nunca me va a satisfacer. Porque para detestar tu cuerpo sólo necesitas críticas y una mente insegura. Y tengo ambas. Pero… ¿Qué más da si paso hambre? o ¿Si me dan mareos? o ¿Si lloro a escondidas? o ¿Si tengo ganas de morirme constantemente? o ¿Si no soy capaz de mirarme al espejo sin insultarme? nunca nadie se va a dar cuenta de eso.

Veo mis muñecas llenas de cicatrices y suspiro molesto, ¿Cuándo llegue a eso? Duele.

—Duele tanto. —gimo hecho trizas, roto, devastado.