♦Al borde de la locura♦ (YOKOZAWA X RITSU) [¡ACTUALIZACION! 23/07/2017]

El dolor de una traición, mezclada con alcohol, hace que cometas las peores locuras.“Si es solo sexo… No le veo el problema"¿Quién será el primero en entregarse por completo a la locura?

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. aranza
        +1   -1
     
    .
    Avatar

    Seguiré por ti esperando, mi vida no llores, que te estoy mirando.

    Group
    Escritor avanzado
    Posts
    761
    Location
    durmiendo

    Status
    Anonymous
    Estas por leer el mensaje automático y cursi de la escritora, puedes saltarlo e ir directo al capítulo si quieres <3~
    Volví en forma de fichas.
    ¡Buenos días, tardes, noches, a la hora que leas esto! ¡Espero la lleves bien lo que llevamos del año y gracias por aguantar mi Hiatus eterno y horrible! Si sigues aquí a pesar de eso, te amo bb, gracias.[?]
    ACTUALIZACIÓN DE TODOS MIS FICS COMO REGALO SIN RAZÓN. Gracias por esperar y apoyar la continuación de todos los proyectos de una escritora despeinada y ojerosa... :’)


    [-][-][-]







    Capítulo 4.


    Teñida de sepia estará esta escena familiar.



    —Agh, es una broma, ¿cierto?- Yokozawa miraba su camisa con una enorme mancha roja en el pecho. El vino era imposible de remover en prendas, la camisa había quedado inservible. Solo se había vuelto una prueba más de la extraña noche que había vivido.
    El sonido de la ducha delataba que había otra persona además de el en esa habitación. Antes había actuado tranquilo por una extraña razón, incluso había reído junto con el demacrado chico, pero ahora estaba intentando entender porque lo había hecho.
    Se había tirado a Onodera, de eso no había dudas. Estaba borracho pero recordaba el momento aunque fuese de manera distorsionada.
    Suspiro con frustración. Llevaba mucho tiempo buscando algo de arrepentimiento en su corazón, algo que le dijera que se sentía mal por lo que había hecho, pero no lo había, no existía el arrepentimiento.
    Lo había disfrutado, mierda que sí, el roce de sus caderas, el alcohol calentando su cabeza, los gemidos de Onodera, su rostro y su voz suplicando por más, esos labios con sabor a whisky y menta. Se sentía un enfermo por pensarlo y desearlo de nuevo, pretendía alejar esos pensamientos incrustando en si una culpa que era falsa.
    Sí, es cierto, sentía algo de pena por Onodera, pues aunque había correspondido a su sonrisa él se veía más afectado con esto.
    Debía suponerlo. Ambos tenían el corazón roto, sin embargo, el de ojos esmeralda era más débil tanto física como emocionalmente, y esto debía ser insoportable para él.
    Sí, realmente lo había disfrutado. Había removido todas las lágrimas por placer, pero ¿y ahora? Ahora que ya habían terminado el acto carnal se sentía igual de vacío, igual de destrozado. Maldito Zen, maldito Masamune. Ellos tenían la culpa de que ellos estuvieran así, confundidos y destruidos en una habitación de hotel.
    Río amargo, ¿Por qué no se arrepentía de haberse acostado con alguien más, pero no podía con el dolor de la perdida?
    La respuesta era fácil. Porque tanto Ritsu como él se habían aliviado el dolor mutuo con sexo, sin embargo eso no reemplazaba el amor que habían perdido.
    Ritsu salió del baño, ya cambiado y con el cabello empapado.
    Ninguno se miró, solo se quedaron en silencio. Era domingo, no trabajan, así que los horarios no eran preocupantes, pudieron haberse quedado a hablar todo el día si quisieran de lo que pasaría después, pero lo cierto es que ninguno quería hacerlo.
    —Yokozawa-San, yo… esto…- Entendía que Ritsu no pudiese hablar, ni el siendo fuerte podía hacerlo.
    —Solo… Gracias por hacerme olvidar al menos por una noche. Olvidemos que esto paso, ¿quieres?- Le daba la espalda a Onodera, no sabía que cara ponía en ese instante, pero suponía que era una de alivio.
    El silencio se mantuvo por minutos, hasta que el castaño pareció captar el significado de aquellas palabras.
    —Gracias igual. Que todo siga como antes.-
    Esa tarde, Yokozawa Takafumi no le dirigió la mirada a Ritsu, tomo su saco, y antes de salir se detuvo en seco en la puerta.
    —No te preocupes, yo pago.- Pago una cuenta de hotel, y salió de allí.
    Los rayos de sol lastimaron sus ojos, y su cabeza palpito de dolor como consecuencia de la resaca. Dejo el hotel atrás, siendo una huella de su pasado que quería eliminar.
    Pero incorrectamente y de algún modo, ya había dejado su marca en Onodera, aunque claro, ninguno lo sabía aún.

    *-*-*-*



    Había pasado un mes. Un mes exactamente desde la ruptura con Kirishima.
    Kirishima siempre había sido una persona directa que no mezclaba el trabajo con las situaciones personales, sin embargo, esta vez fue totalmente diferente, y eso no solo era sorpresa para Yokozawa, sino también para todas las personas que se preguntaban cómo es que de tener una relación tan cercana, habían pasado a no querer verse ni en pintura.
    No sabía cómo la estaba pasando Kirishima, pero para él, esto era una verdadera tortura; cada día soportaba menos esta situación y odiaba admitir que lo estaba afectando, odiaba admitir que estaba comenzando a decaer por un externo.
    Ya había recibido más de un regaño por parte de sus superiores debido a pequeños fallos que habían recibido en los reportes de este mes; Yokozawa se sentía avergonzado, pero estaba demasiado triste como para defenderse, y solo agachaba la cabeza dándoles la razón.
    Aún su corazón no dejaba de atormentarlo, recordándole el ultimo día que vio a Kirishima, ni siquiera pudo despedirse apropiadamente de Hiyori pues ella no estaba en casa, y era más que claro para ambos que sería incomodo explicar por qué se alejaría.
    —Yokozawa-San…- La voz de su subordinado le obligo a voltear fastidiado, no tenía ganas de escuchar nada, quería dejar de recibir quejas, quería dejar de trabajar, quería morirse ya, no lo sabía.
    — ¿Si, Henmi?- El tono de su voz ni siquiera sonaba molesto como usualmente lo era, sonaba cansado, apagado, como si se esforzara por articular aunque fuese una oración.
    —Yo, eh…- Todos notaban el cambio en Yokozawa, y era increíble admitir que en verdad extrañaban al oso gruñón de Marukawa. Su jefe se estaba muriendo o al menos eso parecía. —Kirishima-San me llamo para darle…- Eran papeles, no escucho de que, en cuanto se hizo la mención del mayor su cerebro se bloqueó dejando de responderle.
    Quería reír de manera burlesca, quería llamar “cobarde” a Kirishima por ni siquiera tener cara para verle, quería golpearlo, quería enojarse, quería… pero es que su corazón no se daba cuenta aun.
    No podía burlarse cuando lo que quería era llorar, no podía llamarlo cobarde porque lo cierto es que el tampoco sabía cómo sería su reacción al verlo, pero estaba seguro que no serían golpes, serían hipidos, serían miradas suplicantes que pedían que volviera. Quería abrazarlo, besarlo, estaba sofocado, ya no podría con esto más tiempo.
    —Déjalos allí.- Dijo. —Hoy me iré temprano.-
    — ¿De verdad?- El tono de Henmi era sorprendido, triste, no podía creer lo que su jefe decía.
    —Sí, yo… Estoy enfermando.- Era su mejor excusa. ¿Cómo explicar que estaba triste? Nunca había caído en una depresión tan fuerte, al menos si la hacía pasar por un resfriado estaría bien.
    — ¿Esta enfermo, Yokozawa-San? ¡Ah! Eso explica tantas cosas.- Intento sonreír, pero no le salía.
    Solo se levantó de su asiento y salió de su oficina.

    *-*-*-*



    ¿Cómo es que podía vivir con esto? Se sentía tan avergonzado de sí mismo.
    Recostado en su cama mirando al techo, con unas inmensas ganas de llorar y desaparecer.
    No podía seguir así. Llevaba ya todo un mes perdido en su miseria y sufriendo cada día. Esto no debía ser siempre. Lo entendía, pero… joder, el proceso era muy difícil, y realmente doloroso.
    ¿En dónde estaba Kirishima para abrazarlo en ese momento? ¿Para decirle que todo estaría bien mientras le sonreía?
    Estaba solo, solo en ese estúpido departamento, pues no había querido alejar a Sorata de Hiyori. Desde que Kirishima llego a su vida, jamás se había sentido solo aun cuando estuviesen separados; no quería aceptar que Kirishima lo había soltado, que ahora eran libres de toda relación, lo sabía y le quemaba.
    Y es que lo extrañaba con cada parte de su ser, sabía que su orgullo era enorme, tanto que ni el mismo lo soportaba, pero cuando en su mente aparecía Zen, juraba por Dios que no le importaba en lo absoluto tener que rogar, todo por intentar que el supuesto amor de su vida diera la vuelta y le dijera que todo estaba olvidado.
    Le dolía haberlo dejado irse sin más, haberlo perdido sin poder retenerlo.
    Zen aun tenía en sus manos cada pedazo de su corazón, y él ni siquiera lo sabía, hace tanto que no le veía el rostro. ¿Tan difícil era haberle pedido que le atara a su corazón? Que no le olvidara y recordara su tacto, solo anhelando y con un poco de esperanza de que pudiese cambiar de opinión.
    Y regresará.
    No lo aguanto más, ese tipo de pensamientos fueron los que le sacaron las primeras lágrimas. Había pasado mucho tiempo a sus ojos, y había pasado de manera tan lenta que lo torturaba. Los primeros días tuvo la ligera esperanza de que Zen regresara, pero aposto demasiado alto, conocía a Zen y bueno, siempre que tomaba una decisión esta era definitiva ¿no?
    —Perdón…- Susurro hacia sí mismo entre sollozos. No podía con el dolor, y le pedía perdón a la nada como si el realmente tuviera la culpa de algo, como si todo esto fuese su error, cuando no era así.
    Quería responsabilizarse de esto porque así encontraría al menos una excusa para ser el, el primero en buscar, el primero en pedir una nueva oportunidad, cuando solo había dado lo mejor que su ser podía dar.
    Sabía que la excusa de Kirishima era perfectamente válida, el nunca sería una madre, pero amaba a esa niña y a ese hombre con todo lo que él era, y era por eso que había cambiado por ellos, sentía que podría pertenecer allí. ¿Por qué si el propio Zen le había dicho que él no pertenecía allí es que seguía aferrado?
    Porque realmente ¿Quién creería que el valía la pena?, ni el mismo podía meterse la idea en la cabeza de que alguien lo amara con todo el patético ser que él era.
    El tiempo que había pasado desde la ruptura con Kirishima se iba haciendo más extenso y desgastaba cada vez aquel sueño de ser feliz, aquel amor que aunque nunca desaparecería debía aprender a ocultar.
    Su vida ahora era un asco, se sentía desnudo, asustado, sin protección alguna, ni siquiera una armadura falsa como la que tanto le gustaba portar. Se estaba volviendo tan débil que todos se estaban dando cuenta de su poca fortaleza, de cómo poco a poco su calma desaparecía, y fallaba cada vez que intentaba levantarse. ¿Sería mejor renunciar? ¿Decirle adiós a Kirishima y dejar que se marchara de su corazón? La idea le hacía temblar y aumentaba sus sollozos.
    —Ya no llores, ya no lo hagas.- Se repetía así mismo, intentando callarse. —Por favor.- Ahora se suplicaba, porque no podía detenerlo, por más que luchara con las punzadas de su corazón, parecía que estas aumentaban en cantidad y fuerza.
    Se abrazó a sí mismo, como cubriéndose de la tormenta que el solo había creado. Tenía razón, no podía seguir en ese estado deplorable en el que parecía un niño asustado; debía aprender, aprender a darse valor el mismo y no esperar que nadie lo rescatara de ese hoyo en el que estaba enterrándose, porque el mismo lo estaba cavando y el mismo debía salir.
    Necesitaba abandonar ya sus terrores, terrores que abrazaba como un amigo cercano, dejar de sentirse culpable por no amar lo suficiente a Zen; era peor quedarse a esperar respuesta de este.
    El olvido haría que se perdonara a sí mismo y dejara de sentirse mal por Zen, abandonar ya el miedo a caerse al volar, de tirar su corazón porque de todas formas ya estaba roto.
    No hoy, hoy quería sacar toda su tormenta de emociones, quería decirle adiós a su amor confundido, dolido y hecho pedazos, porque de todas formas nada iba a cambiar ya, pero mañana, ¡ah! Mañana debía mostrar una sonrisa, o al menos ese ceño fruncido que lo caracterizaba, porque mañana habría sol ¿no? Un sol que le llevaría calor y quitaría ese frio que lo atormentaba.
    —Sera mejor…- Se susurró. Porque más que nada necesitaba esas palabras, y si no había nadie para regalárselas, lo haría el mismo. Porque era lo que necesitaba escuchar, era lo que debía dejarse en claro.
    Se levantó de su cama, y se paró frente al espejo del tocador de la habitación, restregando sus ojos irritados, secando sus lágrimas.
    Suspiro, saliendo de su habitación para comer algo, hace tiempo que no se alimentaba correctamente simplemente porque el hambre no llegaba. Al dirigirse a la cocina se paró en seco frente a su sofá.
    Una camisa blanca colgada en el respaldo de este; sabia de donde era, y lo transportaba a aquel momento. El primer día en que su vida se fue para abajo, el día en que olvido un poco este dolor que tanto le fastidiaba.
    La tomo entre sus manos, el olor a alcohol seguía presente pues no la había lavado, también estaba acompañado de una dulce fragancia que debía asumir era el perfume de Onodera. La mancha de vino que el de ojos esmeralda había tirado permanecía allí, dándole un color sepia a la camisa, llevándole a recordar ese día.


    *-*-*-*



    Al principio, cuando escribí este fic, tenía la completa intención de que esto fuera puro sexo y nadamas. Que sus rupturas amorosas las quisieran esconder, para volverlas placer solamente. Quería inculcarles a estos dos personajes insensibilidad, sin embargo, días antes cuando comencé a escribirlo de nuevo, este tomo un rumbo completamente diferente.
    Como dije, se supone que en este capítulo iban a follar como conejos(?), pero no, así no funcionan las cosas.
    Tuve que pasar yo por una ruptura amorosa (bastante dolorosa) para poder darle el sentimiento que le faltaba a este fanfic.
    Por si tu, que lees esto, esperabas sexo y mas sexo en este capítulo, perdón por darte esto, solo lo digo.
    No es nada fácil. Caes en depresión, todo te cansa, nada te da ánimos; y esto solo pasa cuando realmente amas profundamente a alguien.
    Si, la idea principal de este fic es la relación insana de Yokozawa y Ritsu, sin embargo quiero que entiendan mas sus sentimientos, denles un tiempo para que asimilen lo que estan pasando ¿si?
    Gracias por leer esto, no se.
    No le puse titulo al capítulo, porque si se han dado cuenta los nombres de los capítulos son palabras que se repiten una y otra vez, o el titulo de una canción o poema en el que me inspiró. Esta vez no fue una, si no dos canciones las que hicieron que este capítulo se completara.
    "Cambiar de Opinión" y "No llores más" ambas de Carlos Rivera. Les puse el link arriba, por si gustan escucharlas mientras leen.
     
    Top
    .
37 replies since 31/3/2016, 01:59   2350 views
  Share  
.