El camino que recorremos juntos 2

El nuevo año ha llegado Usagui y Misaki enfrentarán todo aquello que tanto temieron, tanto en sí como en los otros ¿Podrán salir adelante?

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  1. Tomoya-sama
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    Nooooooooo por queeeee? Otra vez lo dejas en la mejor parte. No debes agradecer nada si comento es por que en verdad me gusta esta historia. Bueno no puedo creer la reaccion de Todou en verdad lastimo a Misaki. Y como puede Misaki decir que no es celoso 7u7r si cuando se trata de su conejo es muy posesivo XD. Bueno sin mas espero la continuacion animo :=duouou: :=amors:
     
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  2. Tomoya-sama
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    Hola, solo pasaba por el foro para ver las nuevas actualizaciones pero no haz subido nuevo capitulo. ¿Dejaras sin continuacion esta historia? La verdad es muy buena por favor continuala :=SHOROO: :=EEEE: :=WIJIS:
     
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    Yaoizando
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    Hola a todos! este es solo un aviso.
    Querida Tomoya-sama primero agradesco tus comentario. No, por mi cabeza no pasó abandonar la historia, solo que ultimamente no he sufrido de falta de motivación pero JURO POR MI NOMBRE que entre viernes y lunes voy a subir el capitulo, del cual, doy un pequeño adelanto: aparece un personaje no muy agradable y al que personalmente no entiendo del todo -en el manga claro- tambien que si bien no habrá escenas eroticas en este en el proximo prometo dejarlas satisfechas.
    Saluda con un hasta pronto
    Gaia
     
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  4. Tomoya-sama
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    De acuerdo no te preocupes solo tenia esa duda puesto que creo soy el unico que deja comentarios pensé que ya no seguirias esta maravillosa historia. Estaré esperando hasta que puedas subir un nuevo capitulo no importa cuanto sea. Animo :=hurrahrr: :=DANCING:
     
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    Yaoizando
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    Buenas noches a quienes leen esta humilde historia. Aqui cumpliendo mi palabra por escasos 24 minutos- todavía es lunes en Argentina.
    No voy a decir mucho para no incumplir el tiempo limite, solo agradecer a Tomoya-sam por su invaluable apoyo
    Hasta la proxima
    Gaia


    Orgullo.
    Sus manos atadas, sus hermosos ojos verdes cegados por una venda oscura, la inocente criatura se encontraba totalmente inmóvil e indefensa… sobre el cadalso, la soga fuertemente anudada alrededor del cuello blanquísimo y la trampilla a punto de abrirse. Así era, se acercaba su hora definitiva y si no encontraba una solución sin duda moriría. Misaki estaba en un punto de máximo estrés y es que el cumpleaños del peli-plata era al día siguiente y él no tenía idea de qué darle. Incluso su tesis quedó relegada ante la urgencia de la situación. Desesperación era todo lo que sentía, su mente estaba en blanco y lo peor era que solo contaba con unas pocas horas para elegir algo, además fuera lo que fuera que le diese tendría que comprarlo en su hora del almuerzo mañana. Tenía ganas de gritar y jalarse los cabellos por eso- y antes de ceder al impulso de buscar una novela BL como referencia para un traje o posición- el pequeño castaño se encontraba en el cuarto de lavado planchando unas cuantas camisas de Usagui-san que quedaron en la canasta de la ropa limpia, todavía quedaba tiempo antes de hacer la cena asique podía dedicarse su tranquilizadora tarea mientras pensaba y pensaba.
    Se encontraba repasando una camisa clara, concentrado en la mecánica labor cuando la puerta se abrió de golpe.
    -No estoy aquí- escuchó decir una vos grave y vio pasar corriendo una cabellera que recordaba a la luna para ir a esconderse detrás de la lavadora, de modo que entre el cuerpo del chico y la tabla de planchar su figura quedara oculta por completo.
    “¿Eh?”
    -Sensei ¡sé que está aquí!- se escuchó la estruendosa vos al tiempo que la mujer se hacía presente en el cuarto. Su rostro parecía al de un demonio furioso. Miraba a todos lados tratando de localizar al hombre- Misaki-kun ¿Dónde se metió el sensei?
    ¡No podía ser! Era el colmo de la irresponsabilidad ¿¡Cómo un hombre de más de 30 años se portaba así!? Escondiéndose de su editora como un niño al que su madre persigue para que haga la tarea o se bañe. Ese tipo realmente…
    -¿Dónde está? Lo vi entrar aquí- la podre pelirroja al borde del colapso por estrés movía el cuello buscando por todas partes sin enfocar en nada por el cansancio que acumulaba.
    El chico resopló con cansancio y, apiadándose de ella habló.
    -Aikawa-san- la llamó para que lo mirara y ella se giró de golpe para verlo como saliendo de un trance.- Usagui-san está ahí- dijo haciéndose a un lado delatando con el dedo al escritor.
    -Se suponía que me cubrirías- habló poniendo se pie y cruzando los brazos con gesto de enojo-¿Qué clase de esposo eres?
    -¡¿Ehh?! ¿Es…esp…esp…?
    -¡No culpe de esto a Misaki-kun, sensei!- gritó la mujer como loca y con la cara roja de la más pura ira. Se acercó al escritor con clara intención de matarlo.- Además un buen esposo no es el que consiente en todo al otro ¡si no el que ayuda al otro a ser un mejor hombre! Y eso incluye hacerlo cumplir con su trabajo ¿no es así Misaki-kun?
    -¿Eh? ¿Ah?- el chico estaba rojo también pero de la vergüenza y paralizado por la impresión. Sostenía la plancha debajo de su cara por lo que parecía que el vapor salía de su cabeza y orejas. Sus ojos estaban abiertos tanto como podían igual que su boca, sudaba mucho, temblaba y no dejaba de balbucear ¿Qué fue lo que dijeron Usagui-san y Aikawa-san? ¿Esposo? ¿De Usagui-san? ¿Desde cuándo? ¿Por qué hablaban de eso con tanta naturalidad? ¿Qué? ¿Qué estaba pasando justo ahora? Las personas que estaban con él decían cosas pero no entendía ni una palabra.
    -¡Vamos dile Misaki-kun! ¿No es cierto que a ti te encantaría conocer Europa y que acompañarás al sensei con todo gusto y sin problemas? ¡Dile!
    -¿Europa? ¿Acompañar?- de pronto algo en su instinto le dijo que si no reaccionaba pronto estaría en serios problemas- ¡NO! Qu—quiero decir, ¿qué pasa Aikawa-san?
    -Es que el sensei tiene una gira por Europa de dos miserables meses y dice que es mucho tiempo y que no irá ¡Convéncelo! –explicaba por segunda vez la editora ya que la primera vez el chico le pareció como ido.
    -No es un compromiso que yo haya aceptado ¿no es así? Me negué antes y me niego ahora. No importa lo que hagas ¡no iré!
    -Es que es una gran oportunidad sensei. Deme una razón.
    -Porque no quiero.
    La mujer apretó la mandíbula, eso que tenían era una discusión en círculos, necesitaba romperlo.
    -Misaki-kun ¿Qué opinas?
    -Dos meses…parece mucho tiempo para estar lejos de casa.
    -Lo ves, Misaki me apoya- declaró triunfante el novelista, abrazando por los hombros a su castaño. Era una rarísima ocasión, Misaki se le daba la razón en lugar de ponerse en su contra.
    -Pero si es tu trabajo si no vas, podría ser un problema.
    -Está bien, ella solo se comprometió a hacer todo lo posible, ya lo ha hecho no tiene de qué preocuparse y, como ya hizo su trabajo y es tarde ya se va- todo lo que dijo lo dijo usando un tono de vos suave y tranquilo pero a Misaki de dio un escalofrió al escucharlo.- ¿No es así Aikawa?
    La miró y la mujer retrocedió.
    -Volveré mañana para hablar sobre el nuevo proyecto.
    Furiosa, frustrada la orgullosa editora de Usami Akihiko dejó el cuarto y la casa por el resto del día. Bueno ahora tendría que con los empresarios decir que la agenda del sensei en Japón no le permitía alejarse por tanto tiempo y que, además, el sensei mandaba sus disculpas personales y que agradecía profundamente el interés en su trabajo y que sin duda lo consideraría para el futuro ¡si cómo no! Ese hombre nunca cambiaba.
    -¿Por qué estás planchando? Deberías dejar que las empleadas se encarguen de eso.
    -No me cuesta nada Usagui-san. Además si la ropa esta mucho tiempo en la canasta se vuelve a ensuciar o se hace difícil plancharla.
    -Como prefieras- se encogió de hombros. Era inútil luchar contra el sentido de madre obsesiva de la limpieza de Misaki y estaba bien si era solo un poco.
    -No sabía que conocías este cuarto Usagui-san. Nunca te vi entrar aquí.
    -Bueno yo iba a la salida pero ella la bloqueó asique entré a la primera puerta que encontré. Pero sí sabía que teníamos un cuarto de lavado ¿Por quién me tomas?
    “Por un niño rico mimado”
    -No importa ¿Por qué te escondías? Es tu trabajo, ¿no? No deberías hacer que la pobre Aikawa-san se ponga así ¿Qué pensabas escondiéndote de ese modo? Seriamente, a veces pareces un niño pequeño- regaño el niño con una carita seria.
    -No tenía opción, por su cara creí que iba a matarme y llevarme a Europa en pedazos, ya le había dicho que no iría a su gira y ella insistió sin descanso hasta sacarme de mis casillas.
    El castaño resopló con pesadez, nunca entendería por que el escritor hacia un berrinche por cada cosa de su trabajo.
    -¿Usagui-san a ti te gusta escribir?
    -¿A qué viene esa pregunta tan de repente?- no era común que Misaki se interesara tanto como para preguntarle directamente, quizás al fin estaba rompiendo su timidez de a poco- Por supuesto, me gusta escribir desde que soy pequeño- informó y añadió con cierto tono de nostalgia- en ese entonces lo hacía mano. Recuerdo que completaba una libreta tras otra.
    El castaño ya estaba al corriente de eso, porque había leído algunas de esas libretas pero no lo entendía todavía
    - Solo lo decía porque tú siempre te quejas de tener que ir a entrevistas y esas cosas, además siempre, siempre rompes los plazos de entrega.
    -Ah bueno… la verdad es solo que me desagrada y me molesta que me obliguen a hacer cosas, mucho más que me den órdenes. Cosas como terminar un libro en un cierto tiempo me molesta. Ir a entrevistas donde estoy rodeado de personas, se puede decir que me asfixia. Siempre me he sentido incomodo entre muchas personas, hace que me ponga nervioso y me deprima un poco.
    -Pero eso es parte de ser una “persona responsable” ¿no?
    Como había descubierto muy recientemente Misaki, una respuesta de parte del mayor solo lograda colmarlo de más y más preguntas. Como por ejemplo ¿era cierto que se sentía incómodo entre muchas personas? Sabía que le molestaba pero creía que era parte de su personalidad arrogante el que tendiera a aislarse aunque se planteó el por qué de eso. Siempre daba la impresión que no le importaba con quien estuviera ¿Por qué deprimirse además? No entendía nada de nada. Él que creía conocerlo muy bien pero todavía faltaba mucho. El chico castaño reprimió el impulso de seguir cuestionando al peli-plata por tener a que se llegara a incomodar hablado de cosas que no le gustaban. Se dedicó a terminar de planchar la espalda de la camisa y siguió con las restante hasta que terminó.
    -Deberías pasar tu ropa al armario de nuestra habitación.
    -¿Por qué? Está bien así.
    -Ya te lo había dicho, quiero que la sientas como tuya también. Puedes sacar algunos juguetes si quieres y acomodar ahí tus cosas.
    -Demasiado problemático- replicó el joven que ahora se encargaba de revisar las alacenas para ver si hacía falta comprar alguna cosa.
    -Es más problemático que tengas que ir a cambiarte a otra habitación cada mañana y cada noche.
    -Pero ya te dije que mis cosas no caben ahí.
    -Tienes razón entonces mudaremos un poco de mi ropa y algunos juguetes a tu antigua habitación y así podremos decir que ambas son de los dos.
    -No sé Usagui-san.
    -Es tarde y todavía queda algo de tiempo para la cena, pediremos algo para que no tengas que cocinar. Será divertido ¿Qué otra cosa tienes que hacer?
    -Mi tesis- “pensar en tu obsequio.”
    -Yo te ayudare después.
    -Tú tienes trabajo.
    -Por un rato no pasará nada.
    -¡Esta bien!- se rindió el castaño cerrando con violencia la puerta de la despensa.- ¡Pero tu ayudaras!- dijo señalando acusadoramente- no solo te quedaras mirando.
    -Por supuesto.
    Misaki se quedó en silencio mirando la cara de triunfo y la sonrisa divertida que tenía el escritor. Otra vez había cedido a uno de sus caprichos… ¿Que más daba? ya estaban durmiendo en la misma habitación. Hablando de eso, se podía decir que hasta ahora no había logrado avanzar para nada. No conseguía quedarse a esperar a que el hombre se despertara para darle los buenos días, se acostaba antes para no verlo dormido, si ya estaba en la cama se metía rápido mirando para otro lado con tal de no encontrarse con su ojos le daba la espalda y aceptaba tensamente el abrazo que el otro le regalaba hasta que caía dormido.
    -Bueeeno ¿Qué debería pasar?- decía el castaño abriendo de para en para la puerta de su armario.- ¡Ah, claro! Primero algunas pijamas.
    -¿Esta es toda tu ropa?
    -Sí, así es ¿Y por qué estás ahí sentado? Ven aquí y ayúdame- ¡Ja! Haría que Usami trabajara de verdad.
    -¡A la orden!- el escritor se puso de pie casi de un salto para pararse junto a él- además de pijamas lleva la ropa que más uses y algunos trajes.
    -See…
    -También zapatos hay apartados especiales en el armario para eso.
    El chico empezó a descolgar algunas camisas.
    -¿Aun tienes esa camisa?- Akihiko no necesitó mirar dos veces para reconocerla, era la camisa verde de manga corta con la que había viajado a Sapporo.
    -Emm… si me gusta y no está rota todavía- se excusó el chico sacándola del armario para ponerla en la cama.
    No había otra prenda tan vieja en todo el mueble y Akihiko no recordaba que la hubiera usado recientemente ¿Podría ser que Misaki la guardara como recuerdo? ¿Sería acaso que su castaño tuviera un lado romántico que Akihiko no conocía? ¿O era que no la tiraba porque aún estaba sana?
    -No estoy seguro de llevar trajes Usagui-san.
    -Lleva al menos algunos- solo quería que la presencia del menor se notara en su habitación, asique sacó los primero que vio y los puso en la cama-¿Cuándo haremos un viaje juntos, Misaki?
    -¿Un viaje?- decía mientras abría un cajón sacando una pila perfectamente de sudaderas perfecta y prolijamente doblada.
    -Como nuestra luna de miel. Recuerdo que todavía tenemos pendiente un viaje a Inglaterra, habíamos quedado en ir en nuestra primera cita. Podríamos ir a Londres de luna de miel. Incluso podemos ir a un ostén e Japón si quieres.
    -¿Q-que quieres de decir con luna de miel?
    -Un viaje a algún lugar hermoso donde solo importemos los dos y seamos románticos y cariños es uno con el otro- explicó con tono de obviedad y casi reclamándole lo tono e innecesario de la pregunta.
    El chico de ojos verdes iba responder que no recordaba haberse casado con nadie pero antes de que las palabras dejaran su garganta miró los ojos ilusionados del escritor que esperaban una respuesta por lo que se guardó su comentario.
    “Un viaje con Usagui-san” pensó. A primera vista no parecía extraño porque ya habían viajado juntos antes Sin embargo ir como amantes oficiales ¿Cómo sería? Necesitaba que empezar a plantearse ese tipo de cosas si de verdad deseaba salir adelante con su relación. Ya no podía seguir evadiéndolas por vergonzosas que fueran. Tenía que pensar en sí mismo como novio oficial del Usagui-san y, desde luego, salir de viaje juntos es algo que lo novios hacen. Aunque pensándolo un poco a estas alturas ya no estaba tan seguro que “vergonzoso” fuera la palabra correcta, más bien…
    -…y por supuesto que sería necesarias unas tres semanas como mínimo- Misaki no dijo nada mientras el hombre parloteaba sobre las condiciones indispensables para disfrutar de unas vacaciones juntos- yo realmente quiero ir de viaje contigo- finalizó.
    Esa mirada, era imposible decirle que no cuando lo miraba con esa cara.
    -Ya habrá tiempo para viajar- concedió mientras que apartaba uno pantalones para mudarlos.
    -Que sea pronto. Podemos ir al lugar que prefieras. Haré que nos envíen unos catálogos tú solo dilo y yo me haré cargo del resto.
    -E-está bien…- ¡que más daba!
    Pasaron las horas antes de la cena acarreando cosas y ropa de una habitación a la otra hasta que el resultado fue una mescla y casi confusión entre lo que era propio y lo que no. Akihiko cedió unos cajones para la ropa además de varias perchas. Primero pensaron en desalojar por completo el armario auxiliar del mayor-donde solo iban los traje que menos usaba- y que las prendas del castaño ocupara esa lugar pero resultó que el armario del menor era insuficiente para toda la ropa formal del escritor. También el estante en el que Akihiko tenía una de sus pistas de carreras fue desocupado para dar lugar al contenido de la biblioteca de Misaki donde guardaba sus preciados tomos de The Kant. Si bien, el oji-violeta dudaba sobre si era correcto o no dejar que algo hecho por ese tipo entrara en el sagrado espacio que compartía con su Misaki, al final se inclinó por no quejarse únicamente porque al niño le gustaba leer ese dibujito antes de dormir. La pista fue a dar a uno de los estantes vacíos en el mueble de habitación del menor. Una de las mesas de noche fue puesta también a disposición del castaño- del lado de la cama en el solía dormir- en ella se acomodaron unas pocas cosa. Más allá de eso Misaki no accedió a mover otra cosa porque sabía que cada uno de los juguetes que moraban en la habitación era parte de la apreciada colección de Usagui-san y, no quería que se sintiera invadido.
    Akihiko, para nada conforme con el resultado de su intento se puso a pensar en un plan B. Molesto porque sus intentos de que sus sentimientos le llegaran del todo al castaño, analizó en su mente varias posibilidades para que Misaki lo viera. Claro que quería a su colección de juguetes pero ¿Por qué Misaki no se daba cuenta? Él era mucho más importante que cualquier pieza de su colección y si tenía que mover todo a otra habitación para lograr que su castaño terminara de adaptarse y se sintiera en el pent house “como en casa” lo haría sin dudarlo.
    -Misaki- lo llamó cuando le estaba sirviendo el café que solía tomar después del postre.
    -¿Si?
    -Voy a hacer vaciar una de las habitaciones de invitados.
    -¿Eh? ¿Por qué Usagui-san? No me digas que piensas poner más osos ahí- de solo pensar en el derroche de dinero que haría el autor lo irritaba, no solo seria los peluches, se sumaría al presupuesto el re-decorado y el amueblado.
    -No. Solo lo haré vaciar. Quiero que lo tomes como tu espacio personal dentro de la casa. Que lo amuebles y lo decores como a ti te parezca. Puedes llenarlo de cosas que te gusten o simplemente dejarlo como un lugar para trabajar. Quiero que lo hagas, y te prohíbo que te niegues.
    El castaño se quedó mirando al otro con los ojos esmeralda muy abierto, él nunca tuvo algo como su propio espacio. Claro que cuando vivía con nii-chan su habitación estaba arreglado a su gusto pero cosas como comprar muebles o decidir un estilo de decoración, nunca hizo algo como eso.
    -Usagui-san yo no sé nada de cómo hacerlo.
    -Tomate tu tiempo, lo harás bien. Te prometo que no diré nada en contra de lo que elijas.-“Aun si llenas el cuarto con cosa que tengan que ver con ese tonto dibujo y su odioso creador.”- Será tu tarea. También me gustaría que si en algún momento quieres cambiar cualquier cosa de la casa te sientas libre de hacerlo.
    -Pero…
    - ¿Misaki de quien es esta casa?
    -…Nuestra.
    -En ese caso es muy lógico que cuentes con un espacio que sea solo para ti.
    El chico no captaba del todo el razonamiento y por lo pronto tenía otras cosas con que ocupar su cabeza. Sin embargo la idea de hacer lo que Usagui.-san decía puedo que lo emocionara un poco.

    El joven aprendiz de editor exhaló con fuerza, no pensó que ir por el regalo del peli-plata le toda su hora de almuerzo, no le agradaba la idea de pasar el resto del día sin probar bocado pero al menos lo había logrado a tiempo. Apretó el botón del elevador de la editorial cargando una caja de tamaño mediano en las manos. Esperaba, más bien, oraba porque lo que iba a darle al escritor le gustara ya que era un poco raro para recibir como regalo de cumpleaños. En fin… ya no contaba ni como tiempo ni con energías para pensar en otro regalo.
    Salió de ascensor y rápidamente fue a guardarlo en el casillero que le habían dado la semana anterior. No podía arriesgarse a tenerlo con él porque la prisa de algún empleado alterado podía dañar la envoltura. Al pensar en sus compañeros su mente lo llevó al recuerdo de Toudou a quien evitaba con la excusa de que estaba muy ocupado con su tesis y su entrenamiento como editor. La frase “eres un cobarde” le retumbaba en los oídos. Se prometió que lo enfrentaría en la siguiente ocasión, no se sentía listo aun y la siguiente ocasión siempre terminaba siendo la siguiente después de esta. Por supuesto no le revelaría que él se encontraba en una relación gay pero si que le pareció cruel su comentario de la otra noche y que no pensaba lo mismo. Haciendo eso ya estaría en paz.
    Suspirando pesadamente terminó de acomodar el paquete y, tentado por su caja de almuerzo, dio dos o tres bocados antes de presentarse en su puesto de la tarde. Según le había informado Kimura-san por la mañana tenían mucho que hacer y no quería irse dejando cosas pendientes que después se acumularían. Mejor darse prisa, porque no podía quedarse tarde trabajado y es que el peli-plata lo se dejó bien claro y sin espacio para replicas desde la noche anterior que por más que Marukawa se incendiara y él fuera la única persona capaz de rescatar a las victimas ese día debía llegar temprano a casa.
    -Es muy extraño- escuchó que murmuraba por lo bajo alguien al pasar cuando el castaño dejaba el edificio de la editorial.
    -Si… un auto con vidrios oscuros ¿no será un yakusa? Escuché que esos autos se usan para secuestrar personas.
    Misaki ralentizó sus pasos disimuladamente al escuchar la sospechosa conversación de los dos desconocidos, si existía peligro él quería evitarlo a toda costa. Una especie de sexto sentido o sentido arácnido se activó pero ya era tarde estaba en la esquina y en ese instante la puerta de un carísimo Mercedes Bens negro y con vidrios polarizados se abrió de golpe.
    -¡Takahashi-kun!- el poderoso hombre de negocios salió a su encuentro, vestido de negro de pies a cabeza y luciendo una sonrisa que hasta podía pasar por autentica.
    -Usa-Usami-sama- murmuro el chico viendo como de pronto se convertía en el blanco de las miradas de los transeúntes- ¿Cómo ha estado?
    -¡Ha sido un tiempo desde que nos vimos!- decía el hombre que daba la impresión de hablarle a alguien a quien apreciaba- no ha cambiado andad desde la última vez que nos encontramos.
    -Emm… sí creo que si- Misaki no presentía nada bueno de ese encontró-¿Viene a una junta por trabajo?- se apresuró a decir- entonces me disculpo por tomar su tiempo- hizo el intento de caminar.
    -Nada de esos. De hecho le pedí al chofer que estacionara aquí para no encontrarme con Isaka. Temía que pasara por aquí e internara algo ¡qué suerte tengo!
    -¿Ah, sí?- sus pies volvieron a intentar alejarlo del peligro.
    -Vine porque quería que tomáramos el té que te invité hace tiempo.
    -Ah… pero yo…- tenía que irse rápido.
    Fuyuhiko se quitó las gafas oscuras que siempre llevaba y acercándose al chico lo miró a los ojos- Me debes una cita.
    -Por aquí por favor- dijo uno de los dos gigantes que el empresario tenia por guardaespaldas abriéndole la puerta del coche e invitándolo con la mano para que entrara. Misaki sintió que una pesada mano se posaba en su hombro, era el otro que, en algún momento se había puesto a su espalda y animaba a que se moviera y no dejaba esperando a su jefe. Si era una forma de intentar darle confianza era un total fracaso.
    -Lo siento si mis muchachos te asustaron- dijo Usami mientras el vehículo se movía.
    -Eh…no, estoy bien- en realidad no solo estaba asustado, también estaba que se moría de los nervios.
    -Ten- agregó dándole una caja – es solo un Armani pero es suficiente. Creo que tu talla y creo que te quedará bien aunque no fue ajustada
    -¿Por qué un traje?- se atrevió a preguntar mirando al traje que ¡oh sorpresa! Era negro.
    -A dónde vamos no se puede entrar como vas vestido. También te compré zapatos.
    -¿y…a dónde vamos?- ahora el miedo le ganaba terreno a los nervios, comenzó a mirar la puerta evaluando que sería peor: si abrirla y saltar o quedarse en compañía del hombre.
    El jefe de la familia Usami no respondió pues su teléfono sonó y desde ese momento dejó de prestarle importancia a la existencia del castaño.
    Cuando el ascensor del rascacielos al que habían llegado se detuvo Misaki seguía avergonzado, porque uno de los hombres de Fuyuhiko tuvo que arreglarle la corbata que habían quedado torcido como solía pasar cada vez que estaba nervioso y tenía vestir traje. El tono de burla o desprecio con el que ordenó: “Arregla su corbata, no puede entrar así” después de examinarlo de arriba abajo no mejoró en nada su malestar.
    -Usami-sama bienvenido- habló un hombre alto de pie junto a una puerta de doble hoja de madera clara y, junto a la cual en un letrero negro con letras dorada se leía “Club de caballeros.” El empleado vestido también de negro hizo una reverencia y sin demoras abrió la puerta para que ellos pasaran sin tener que detenerse.
    El empresario siguió con su paso tranquilo ignorando a quien abría la puerta, Misaki entró con pasos vacilantes y murmuró un tímido “hola” al guardia que agradeció el gesto único con una discreta sonrisa.
    El interior del lugar era aterrador. En los últimos años Misaki había presenciado el lujo y el derroche pero lo veía ahora era demasiado. Una mescla del palacio de Buckingham el de Versalles y biblioteca antigua. El castaño no se atrevía a pensar en los árboles que murieron solo para crear los muebles estilo Reina Victoria los revestimientos de las paredes, el piso no podía ser de otra cosa que no fuese mármol que brillaba como ningún otro. Entraron a una especie de recibidor circular de forma circular donde otro hombre de negro, salió de detrás de un mueble alto para recibirlos con gesto solemne y una reverencia menos pronunciada que la del guardia de la puerta.
    -Usami-sama sea bienvenido.- tocó un pequeña campanilla dorada que tenía junto a la pantalla de su computadora y casi al instante un hombre vestido de mayordomo llegó con pasos silencios.
    -¿Qué desea hoy Usami-sama?- preguntó el encargado.
    -Una sala privada.
    -Guía al señor Usami a nuestra mejor sala- ordenó al mayordomo ya que un ilustre empresario como él era demasiado importante como para hablarle directamente a un simple sirviente, al parecer- asegúrate que tenga todo lo que deseé.
    El silencioso hombre aceptó asintiendo con la cabeza.
    -Por aquí, por favor- habló por primera vez con vos calmada.
    Ellos lo siguieron y el castaño odio que sus pasos fueran los únicos que resonaran en el mármol hasta que por fin alcanzaron un pasillo alfombrado. El mayordomo los llevó por el largo pasillo que estaba algo oscuro a gusto del chico y que estaba decorado con cuadros de paisajes extraños o gente que daba miedo y cada tanto una mesa de madera donde se lucían exquisitos arreglos florares en jarrones igualmente exquisitos. El de ojos verdes notó también varias puertas, todas cerradas. Él sentía que se empequeñecía a cada paso y también que se mareaba un poco y ese pasillo no tenía fin.
    -Adelante, por favor.
    El universitario dio un paso al interior y quedó pasmado. Todo era súper-híper-mega lujoso: una alfombra azul rey cubría el piso, del lado opuesto a la entrada estaba una chimenea grande labrada y trabajada en mármol claro con figuras femeninas que hacían de columnas, sobre ella un reloj dorado y unos candelabros de plata, por en encima de lo anterior un gran cuadro mostraba una preciosa imagen de la campiña inglesa. Del techo que se parecía al de un palacio por estar decorado colgaba una araña. Una de las paredes estaba cubierta por pesadas cortinas que llegaban al piso, mientras que la otra estaba un librero con tomos viejos, Misaki se preguntó si se podían leer o solo eran decoración. Precisamente en un extremo de esa pared, había una mesa redonda de madera oscura con una lámpara que iluminada sutilmente rodeada de dos sillas de respaldo tan alto que a Misaki más bien le parecieron tronos.
    -Por aquí Takahashi-kun- dijo el hombre de cabello oscuro- toma asiento.
    -S-si…- a pesar de sus deseos entró.
    -¿Desea algo Usami-sama?
    -Tráiganos té negro y sé que no necesito decir que solo aceptaré la mejor vajilla.
    -Con certeza- dijo el empleado, hizo una reverencia llevándose una mano al pecho y salió en silencio.
    -¿Te gusta el lugar Takahashi-kun?- preguntó ahora dispuesto a centrarse por completo en su objetivo.
    -Em…sí, creo que sí.
    -Me alegro.
    Solo silencio hubo entre los dos y los guardaespaldas que se ubicaron detrás de su jefe.
    -Parece que Usami-sama es conocido aquí- trató de hablar Misaki para que el hombre dejara de examinarlo con la mirada.
    -Si vengo aquí bastante seguido, cuando tengo que cerrar algún negocio importante. ¡Ah! Justo a tiempo, no me gusta hablar sin té.
    El mayordomo entró en ese momento con carrito donde llevaba un hermoso juego de té y una bandeja con delicados bocadillos. El eficiente hombre les sirvió el té y dejó los bocadillos dulces al alcance de los dos en forma rápida y en completo silencio, para después quedarse de pie como esperando una orden.
    -Puedes retirarte- autorizó el empresario acostumbrado a mandar- si necesitamos alguna cosa te llamaremos.
    -Como ordene.
    -Gracias- dijo Misaki al empleado que lo miró espantado antes de cerrar la puerta tras de sí y no era para menos era normal que uno de los arrogantes que atendía a diario tuviera un gesto amable o educado con un simple asalariado.
    -¡Ah la losa inglesa isabelina es realmente la mejor! ¿No lo crees Takahashi?
    -Pues…- Misaki miró el juego blanco con dibujo de flores discretas y se preguntó si el metal dorado que enmarcaba la imagen de la tetera era realmente oro como aparentaba- no lo sé.
    -Por supuesto que no.
    Justo en ese momento el joven universitario se sentía diminuto y fuera de lugar como nunca antes. Un chico ordinario como él jamás, ni en diez vidas podría llegar a tener el dinero suficiente como para pertenecer a ese club. La posición social de los entraban allí era algo que estaba muy lejos de su alcance. Realmente deseaba con todas sus fuerzas irse. Se suponía que debía estar en casa hace media hora, Usagui-san debía estar enojado, preocupado y triste. Él quería volver con Usagui que siempre lo esperaba.
    -Como te dije Takahashi, vengo a aquí cuando quiero cerrar un buen negocio.
    -¿Entonces qué hago aquí?- fue la respuesta sincera que se le salió.
    -Precisamente quería proponerte un trato- dijo alcanzando su taza para probar el té.
    -¡¿A mí?!- exclamó dando un salto y arrepintiéndose al instante por alzar la vos, volvió a su asiento y se encogió en él.
    -Si- dijo y continuó hablando con arrogante tranquilidad- Tengo entendido que faltan pocos días para que te gradúes ¿Correcto?
    -Correcto- todavía no veía como los conceptos buen negocio y él cuadraban juntos.
    -También que después que te gradúes entraras a trabajar en Marukawa de manera formal.
    -Cierto.
    -Siendo así, antes de que eso pase te ofrezco algo a cambio de un pequeño favor de tu parte, claro está.
    -Emm… disculpe no entiendo- se forzó a contener su risa nerviosa.
    -Porque aún no te digo de qué se trata. Te ofrezco un puesto en Usami Group con el doble de sueldo del que tendrás en Marukawa como aprendiz de editor, además de prestaciones y un bono anual por…
    -Pero yo…
    -No es cualquier puesto, serias mi asistente personal.
    -¡¿EHHH?!- blanco, temblando de nervios y por la sorpresa y sobre todo sin palabras.
    -Podrías aprender mucho y tus conocimientos sobre economía encajan más que con el puesto de un simple editor.
    -No…yo…la…verdad…
    -Tus beneficios incluirían un chofer a tu disposición 7 días a la semana y un apartamento cerca de la empresa libre de renta.
    Esa era, sin lugar a dudas, una oportunidad que a cualquier graduado de cualquier parte del mundo, hasta el más estúpido de todos, consideraría como la oportunidad de su vida y la hubiera tomado sin titubear. Eso lo ponía por debajo del graduado más estúpido del mundo porque no quería tomarla. Porque si bien mucho ofrecerían su alma a santanas por tenerla Misaki sabía que no hay que ofrecer el alma al diablo a la ligera.
    -Yo…a-agradezco profundamente su oferta Usami-sama- dijo bajando la cabeza- pero…pero- pensó una disculpa creíble- Marukawa ya me contrató, incluso firmé un contrato- es decir firmar un contrato era algo serio ¿no? Y no podía echarse para atrás sin serias consecuencias para él.
    -No te preocupes, Isaka-san es un buen amigo mío y si se lo pido te dejará ir sin represalias para ti. Entonces, ¿qué dices?
    Misaki guardó silencio por un rato y bajó la vista mirándose las manos, sin importar que tan buena fuera la oferta él quería ser editor.
    -Aun…- dijo contemplando el azul de la alfombra- no me dijo qué favor quiere a cambio.
    -Ah… veo que a pesar de lo que parece creciste un poco Takahashi-kun. Me escuchaste decir que tendrías un apartamento ¿cierto? Deja a Akihiko y vive por tu cuenta.
    -¡Eh!- Misaki abrió los ojos esmeralda cuan grandes eran ¡Imposible! ¡Imposible! Imposible! Por más que pareciera mentira ese hombre de verdad pensaba que el dinero era capaz de comprarlo todo y que movía el mundo y no solo eso ¡creía que todos eran iguales a él! Se sintió espantado y por sobre todo estaba enojado, muy molesto con el padre de Usagui.
    -No estoy con Usagui-san por dinero- contesto en medio de su rabia sin pensar y sorprendiéndose a sí mismo por como sonó su vos.
    -Lo sé Takahashi-kun, lo sé. Creo que no me expresé bien, yo ni siquiera pretendo que termines su relación para siempre. Aunque no me creas también estoy viendo por ti.
    -¿Y qué quiere?- cada vez entendía menos.
    -Proteger a mi hijo.
    ¿Protegerlo? ¿A Usagui-san? ¿Protegerlo de qué? Acaso de… ¿él? ¿Lo consideraba peligroso? Pero si él era una buena persona. Él luchaba cada día por no hacer daño a nadie, se esforzaba a diario por no ser una molestia para el escritor, es más trataba que estuviera contento.
    No sabía cómo reaccionar y, deseando con todas sus fuerzas salir del lugar que solo lo intimidaba, trató de pasar el nudo que tenía en la garganta con un poco de té. Reparó en la fina tasa que sostenía en sus manos temblorosas, las flores que lucía, los detalles en oro, lo mismo que la tetera, lo mismo que cada pieza del valioso juego de vajilla. Miró el líquido carmesí y se apresuró a tomar un sorbo y dejar la tasa sobre la mesa. Si caía y se rompía y manchaba la alfombra estaba seguro que no podría pagarlas.
    El hombre sentado enfrente de él lo veía en silencio y con una ligera sonrisa mientras disfrutaba de su bebida, detrás dos gorilas con traje y gafas que permanecían inmóviles y…alrededor esa habitación que parecía decirle que no era digno de estar respirando el mismo aire que todas esas elegantes personas que por derecho, entraban ahí.
    Takahashi Misaki de 22 años se dio cuenta de algo, el verdadero propósito de Usami al llevarlo a tomar el té a semejante lugar era intimidarlo y mostrarle la diferencia que tenía con su pareja. Un curioso sentimiento que nunca antes había experimentado nació en su pecho. Nii-san lo había educado bien y sabía lo importante que era el respeto entre las personas. Dejó de temblar y tomó el resto de la tasa en silencio.
    Si Misaki quería ser visto, tratado como un hombre y respetado como tal era necesario mantener su palabra. Él había decido ser fuerte y enfrentar a su hermano para poder estar con Usagui-san por…bueno, porque lo quería mucho. Mejor dicho lo amaba. No daría marcha atrás en su elección por mas asustado que se sintiera. Se haría fuerte.
    -Ya que estás tan callado creo que estas considerando mi oferta seriamente, lo que es bueno ¿Te parece empezar el próximo mes? Me gustaría que me contaras algunas cosas: sobre cómo se encuentra Akihiko, por ejemplo. No tienes que terminar con él ahora mismo, puedes esperar dos semanas. Pero recuerda se cuidadoso cuando se lo digas, bien sabes que es muy frágil…
    -No.
    -¿No?- esa palabra no la escucha muy seguido- ¿No qué?
    -No puedo aceptar su oferta Usami-sama. Me siento profundamente honrado- desde su asiento el chico se inclinó en una reverencia como señal de respeto- de que me haya considerado, pero yo… no puedo renunciar.
    - No puedes renunciar ¿a tu trabajo en Marukawa? ¿ A tu relación con mi hijo? Es importante saber expresarse bien Takahashi-kun.
    -A ninguno de los dos.
    El empresario suspiró profundamente entre el fastidio y la sorpresa
    - También es importante saber escuchar y ver, para entender tu entorno y tu posición ¿y si te dijera que no es necesario que termines con Akihiko?
    -Mi respuesta seria la misma.
    -Todo lo que hago es por el bien de mis hijos…
    -Entiendo esa preocupación- estaba rígido en su silla, tenía que hablar antes de que su recientemente descubierto valor lo abandonara- yo…
    El empresario lo calló con gesto de la mano
    - Te dije que aprendieras a escuchar. Es grosero interrumpir a las personas. Dejé a Akihiko vivir solo desde muy joven. Incluso le permití a Haruhiko dedicarse casi exclusivamente a la arquitectura, aun así ellos todavía me ven como un enemigo. No tengo la respuesta que quiero de ellos. Esperaba que fuera distinto en tu caso ¿Tu respuesta sigue siendo la misma?
    -Si- si seguía así se desmayaría sin duda, estaba en su límite, sudaba y casi no respiraba- He decidido quedarme con Usagui-san y convertirme en editor.
    - ¡Vaya, Vaya! Parece que estas determinado. Puede que te arrepientas más temprano que tarde. Hay muchas cosas que desconoces. No puedes seguir mirando el mundo de manera ingenua como lo haces ahora ¿Sabes de verdad de dónde viene Akihiko? Estoy seguro de hay mucho que no te dijo.
    “Usagui-san prometió decirme”
    -Yo podría…
    -Todas esas cosa prefiero escucharlas de él- se apresuró el castaño antes de que la tentación lo venciera.
    -No suelo ser tan tolerante con las personas Takahashi-kun, es la segunda vez que me interrumpes. Asegúrate de que no se repita.
    -L-lo siento- quería irse ¿Cuánto tiempo más iba a durar su tortura?
    -Yo solo hablaba de cosas que la mayoría de las personas saben cómo cuál es el verdadero capital de Akihiko o sobre el linaje de su familia o el tipo de educación que recibió. No obstante si a esta altura no te contó nada de él mismo la cosa es peor de que me imaginé.
    -Puede…- comenzó tímidamente Misaki después de que asegurarse que el hombre había terminado- que yo nunca esté al nivel de Usagui-san pero yo ¡Me esforzaré!
    -¿Qué es eso? siento que ya lo he escuchado antes. Pero algunas batallas están perdidas antes de empezar y muchas veces el más grande esfuerzo no es suficiente. En el mundo real las palabras bonitas solo ayudan una vez nunca dos. La verdadera pregunta es si me ves como enemigo también.
    No entendía a qué venia eso ultimo
    -No por supuesto que no- un enemigo era algo serio y Misaki no quería ninguno. Eso no significaba que el hombre tuviera su confianza.- No veo razón para hacerlo.
    Fuyuhiko buscó algo en su bolsillo y lo puso en la mesa que los separaba.
    -¿No te parece que verdaderamente es lindo?
    Misaki se acercó al objeto y descubrió que se trataba de una pequeña figura de un oso de madera con un salmón en la boca y con gran nivel de detalle.
    -Emm…s-si es linda.- ¿A que iba esto?
    -¿Sabe? Hay quienes dicen que verdadera esencia de la escultura es descubrir la forma verdadera oculta en las cosas: pulirlas, moldearlas, quitar todas las impurezas, imperfecciones y defectos. Mas en el caso de las esculturas de madera hay algunos aborígenes americanos que dicen que al esculpir la madera lo que se revela es el espíritu que vive en ella ¿lo entiendes?
    -Pues…yo la verdad- lo que no entendía para nada era el repentino cambio de actitud y de tema.
    -Claro que no. Déjame explicarte lo hace realmente lindo un tallado de oso es a pesar de tener algunos rasgos rustico o burdos todavía tiene una gran delicadeza y vitalidad, eso por supuesto siempre que el artista haya sabido sacar a la luz el espíritu de la madera. Me alegra que no me veas como tu enemigo Takahashi-kun. Espero que cuando el día que tanto temo llegue no lo olvides. Por el momento toma, para ti-le puso la figura en las manos.- No te preocupes tengo varias parecidas, llevo una siempre conmigo para tener algo lindo que ver cuando quiera.
    -Gr-gracias. Lo siento no tengo nada para darle a cambio.
    -Ah…no te sientas mal por eso, pero si quieres hacer algo por mi puedes contarme algunas cosas sobre Akihiko.
    -Emm- la verdad el castaño no quería contarle nada porque era su padre si verdad deseaba saber sobre si hijo ¿Qué tan difícil era intentar hablar con él? Si bien su relación era mala nada se arreglaba si no lo intentaba. Hasta Misaki sabía eso.
    -Ya veo…- dijo el hombre y lo miró- de cualquier forma acéptalo.
    -Gracias Usami-sama.
    -Por cierto ese paquete que traías…
    -¡Ah!- el castaño se paró de golpe empezó a mirar a todos lado tratando de recordar en qué dirección estaba la salida; de repente recordó qué día era y que se suponía tenía que llegar temprano a casa.
    -Te llevaré a casa pero dime para qué era el paquete.
    -Es el regalo de Usagui-san.
    Fuyuhiko confirmó la fecha con uno de sus guardaespaldas y se cayó por unos minutos, pensativo.
    -Usami-sama yo realmente tengo que irme ahora, solo dígame como salgo de aquí por favor- estaba desesperado y ahora sabía muy bien por qué tenía la necesidad de llegar cuanto antes a su casa donde las cosas y las personas no daban miedo.
    -No temas, será más rápido ir en auto. Como mi invitado tendrás el trato adecuado. Solo dale a Akihiko una felicitación de mi parte y dile que recibirá un obsequio de mi parte en unos días.
    El oji-esmeralda siguió al empresario a lo largo del pasillo hasta la recepción del lugar con una seria duda en la cabeza ¿Ese hombre de verdad había olvidado el cumpleaños de su propio hijo?

    La imagen de un león enjaulado lo describía a la perfección. Se encontraba dando vueltas en la sala alrededor de los sillones y la mesa. Iba hasta la cocina y volvía a subir a su estudio solo para baja a la sala otra vez. Akihiko apretaba el celular entre las manos, revisaba los mensajes y las notificaciones cada treinta segundos. Cada cinco minutos llamaba a Aikawa ¿Dónde estaba? No lo podía localizar ¿Por qué? Por más que lo llamaba no respondía ¡Ese idiota! Seguro se había quedado sin batería en el celular
    ¡Por favor que no le hubiera pasado nada malo!
    Se suponía que llegaría a las 7 en punto y él lo esperaba para salir ya vestido y con todo arreglado. Él solo esperaba por su castaño. Pero los minutos corrían y el pequeño no aparecía. Desesperado llamó una vez más y el buzón de vos fue quien respondió. La preocupación aumentó y marcó a la editorial donde le confirmaron que el muchacho se marchó a la hora acostumbrada. Aikawa le confirmó lo mismo y no se cansaba de decirle que seguro todo estaría bien.
    Akihiko empezaba a tener miedo ya no sabía quién llamar o a dónde acudir. Un oscuro presentimiento que no sentía hace años le oprimía el pecho. Estaba al borde ¿debería llamar a la policía? ¿A Takahiro? Llegó al punto de considerar llamar a tal mangaka de quinta para preguntarle si sabía algo de su castaño. Tan alterado estaba que incluso pensó que el que estuviera con “ese” como una alternativa aceptable con tal con de que se encontrara a salvo. No, una vos en su interior le decía que una circunstancia mucho más grave estaba pasando. Diez minutos más sino aparecía saldría a buscarlo.
    Tratando de calmarse encendió su quinto cigarrillo en una hora. Con todas sus fuerza estaba intentando dejarlo porque su pequeño se mantenía diciéndole que eran dañinos y que moriría joven sino lo hacía; antes no le importaba ahora apuntaba a una larga vida junto a su amado. En un momento como el que estaba soportando la dulce y gruñona vos de su Misaki diciéndole que no lo hiciera era lo único que lo detenía de acabarse un paquete completo.
    ¡Basta! Tiempo cumplido. Saldría a buscarlo, por lo menos así ya no se sentiría como apresado, recorrería hasta la última calle de la cuidad de ser necesario pero ya no se quedaría quieto mientras Misaki pudiera estar corriendo algún peligro. Tomó las llaves del auto que hace rato estaban listas y dejó el apartamento.
    No le importó el perder las reservaciones para su soñada cita. No estaba enojado con su amante por el desplante. Estaba asustado. Cualquiera que viera al omnipotente Usami Akihiko dejar su casa con la angustia pinta en el rostro no lo reconocería, porque el hombre que corría no era el escritor más famoso de todo Japón, no era el multimillonario que amasó su fortuna con sus propias manos, ni era el galán por el que todas suspiraban, era solo Usagui-san que temía perder lo más valioso que poseía.
    El presentimiento que tenía era parecido al que había tenido algunos año atrás, justo antes de que su antiguo amor le rompiera el corazón.
    Corriendo y sin mirar salió del ascensor dispuesto a subirse al deportivo que lo esperaba en la puerta cuando chocó con alguien, alguien de cabellera castaña.
    -¡¿Misaki?! ¿Dónde estabas?- sin importarle la presencia de otras personas en el hall del edificio lo atrapó entren sus brazos, apretujándolo con fuerza.
    -Usagui-san…
    -Misaki, Misaki…- murmuraba en tono de vos tan bajo que el otro apenas lograba escucharlo, mas sin embargo si percibía el dolor y el alivio que cargaba.
    El sonido del celular distrajo al autor de las preguntas que iba hacer. Contestó sin mirar pues suponía que se trataba de Aikawa para saber alguna novedad.
    -¿Hola?
    -Akihiko- no podía ser ¿Qué demonios quería esa persona junto ahora?- es raro que tomes mis llamadas.
    -¿Qué quiere?- contestó sin soltar un milímetro el agarre.
    -Veo que Takahashi-kun aprendió a interrumpir de ti. No te preocupes solo tomará un momento. Llame para desearte un feliz cumpleaños.
    -¿Ha?- ¿desde cuándo su padre se acordaba de su cumpleaños? Y mucho mas ¿lo llamaba para felicitarlo?- y para aclararte que Takahashi estuvo conmigo desde que salió de su trabajo.
    Bueno ahora entendía por qué sabia de su cumpleaños y la causa de su presentimiento.
    -Tuvimos una interesante charla sobre osos tallados en madera.
    -¿Qué le dijo?
    -Es privado ¿Por qué no le preguntas a él? Colgaré ahora, tengo otra reunión. Espero verte pronto Akihiko.

    En el interior de lujoso auto el hombre cortó la llamada y esbozó una pequeña sonrisa. Los osos de madera son de verdad lindos, más si tienen uno o varios salmones. Muchos no entienden esa belleza pero él sí. La figura de un oso rescatada de la madera si se hacía bien expresaba mucho. El tallado lograba ser bello a la vista sin dejar de ser una imagen rustica y hasta tosca y, lo más importante, el oso es un animal fuerte y adaptable. Poderoso. Usami Fuyuhiko valoraba una sola cosa en el mundo. No, no era el dinero ni los negocios, era el poder. Todo lo demás era un medio para conseguirlo y, en la medida de su utilidad los consideraba.
    Ahora creía que entendía un poco más a su hijo menor y tal vez había encontrado un punto en común con él. Ese niño algo parecido a un tallado de oso, sin llegar a serlo, como un cachorro. Por supuesto un cachorro no era suficiente, carecía de la fuerza requerida para asegurar el bienestar de su hijo. Fue la valentía del niño que mostró sus pequeños dientes e insignificantes garras para defender su relación lo que lo hizo darles un poco más de tiempo. Hasta ahora habían gozado de momentos tranquilos y felices pero la vida no era amble como el cachorro pensaba, en el momento que la primera prueba llegara vería si la apuesta que hizo valió la pena o no. Si respondía bien, esperaría a la segunda, si fallaba entonces quizás su hijo por fin aprendería la lección.
    ¡Oh, vaya! Era la segunda vez que cedía ante esos dos ¿Con la edad se estaba ablandando? Suspiró profundamente y negó con la cabeza, casi llegaba a su última reunión del día, altos mandos del gobierno lo esperaba y necesitaba estar concentrado.
     
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  6. Tomoya-sama
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    Muy bueno el capitulo. Y como siempre Fuyuhiko tratando de separarlos. Pobre Misaki siempre en este tipo de situaciones espero que le pueda demostrar al padre de Usagi que puede llegar a ser feliz con el. Espero la proxima actualizacion en verdad me encanta esta historia. Supongo que debe ser frustrante el no tener ideas para el siguiente capitulo pero animo tu puedes :=hurrahrr: sin mas te digo que tu manera de escribir es única (bueno para mi xd) hasta el próximo capitulo :=amors:
     
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  7.     +1   -1
     
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    Yaoizando
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    Buenas noches a todos! ¿o solo será Tomoya-sama? ¿de verdad tardé un mes? eso me pasa por siempre postponer mis actualizaciones. Bueno dejo un capitulo que espero resulte entretenido. aprovecho para informar que casi termina la historia y despues los dioses diran.
    Mis cordiales saludos

    Gaia


    Olvidándonos del mundo.
    Misaki no se movió de donde estaba. Supo que escritor que lo retenía en sus brazos recibió una llamada pero no escuchó lo que dijo ni le importó. Estaba tan nervioso y asustado, se podía decir que también enojado, muy molesto. El castaño no solía pensar mal de las personas pero Fuyuhiko había querido comprarlo ¿no? Le dio esa impresión ¿para qué? ¿Para que dejara a Usagui-san? No, porque una de las opciones era que trabajara para él directamente sin terminar su relación con el novelista. Entonces ¿cuál era el objetivo de todo ese asunto? No tenía idea y el interior de su cabeza estaba vuelta un completo caos. Una vez que terminó de hablar con el empresario sus nervios se derrumbaron y tuvo que esforzarse para no temblar como una hoja. Se repetía “No soy un niño asustado, no soy un niño asustado” y entre el mar de ideas y emociones una destacaba por sobre las demás “quiero volver a casa.” Ahora, ahí estaba y sentía que por fin era libre de respirar sin temores.
    Se quedaron como estaba por varios minutos hasta que, sorprendentemente, fue el peli-plata que quien notó el lugar en donde se encontraban.
    -¡Es tarde!- dijo soltándolo de golpe para lo tomó de la mano o para arrastrarlo de vuelta al pent house, donde, después de enojarse por verlo vistiendo un traje que su padre le dio lo obligó a cambiarse.
    -Si querías usar un Armani solo tenías que usar el yo te di- rebuscó un poco en su armario compartido y enseguida le tendió un traje gris oscuro entallado en la cintura al que se le sumó una corbata, camisa haciendo juego y unos zapatos. ¡Maldito Usagui! Siempre gastando su dinero en cosas como comprarle trajes de marcas extranjeras y caras.
    Tragándose las inútiles protestas, entre prisas y otras cosas, de un momento a otro Misaki se pronto se vio en un súper lujoso cuarto de hotel, cenando a solas con el peli-plata. Claro, no era una habitación cualquiera, era toda una suite, el castaño sospechaba que ocupaba todo un piso. Justo ahora sus ojos se enfocaban en el delicioso y desconocido platillo que tenía delante, que un mozo había servido para ellos apenas llegaron. El empleado ya no estaba porque el autor le había ordenado marcharse, así como también dejó muy claro que no quería que nadie los molestara. Por lo que…estaban solos.
    El peli-plata se encontraba sentado justo de otro lado de la elegante mesa y Misaki estaba seguro que en ese momento lo veía.
    -Emm Usagui-san- hablo es castaño levantado la vista para encontrarse, como suponía, con la penetrante mirada amatista fija en su persona. Esa expresión nunca la pudo descifrar. No dijo nada y repasó el lugar, era típico del novelista ir a lugares donde la palabra lujo no parecía suficiente.
    La mesa dispuesta exclusivamente para ellos, revestida de un exquisito mantel, las copas del cristal más perfecto, el piso de mármol brillaba de tal manera que parecía que nadie lo hubiera pisado nunca. Estaban junto a un inmenso ventanal que dejaba ver las luces de la ciudad que seguir su ritmo treinta pisos abajo. Sobre ellos una araña de diseño complicado los bañaba con una luz tenue y cálida. El joven de ojos verdes no pudo evitar pensar en el exclusivo club en el que había estado antes y compararlo con el lugar en el que se encontraba. Los dos compartían un rasgo en común: para ingresar allí como algo más que un empleado se necesitaba tener dinero en grandes cantidades. La única diferencia que les encontraba era que en ese preciso momento su corazón latía con nervios muy distintos que ese otro lugar ¿sería porque Usagui-san estaba con él? Tal vez. Inconscientemente Misaki comenzaba a darse cuenta de la sensación de seguridad y tranquilidad que la presencia del escritor le causaba. Con él estaría a salvo y no había nada a que temer.
    El de expresivos ojos centró su mirada en la ventana y a través de ella pudo ver las luces multicolores titilando en la noche.
    -¿No vas a comer?- de golpe escucho la suave y grave vos- se enfriará sino empiezas.
    -S-si- juntó las manos, dijo la frase acostumbrada, todo sintiendo los ojos amatistas fijos en él.- ¿Y tú no comes?
    -Claro- el peli-plata empezó a comer lentamente, un poco para disimular.-Misaki…- no quería mencionar a ese hombre justo en su cita cuando se suponía que solo importaban los dos, no obstante necesitaba saber- Ese hombre…¿qué te dijo?
    Asique ese el motivo por el que Usagui-san se comportaba tan extraño. Debió suponerlo.
    -Emm…nada en realidad.
    -¿Solo…?
    -Me llevó a tomar un té a un lugar raro, que parecía una biblioteca antigua y…- era mejor decirlo, después de todo no era nada malo- me ofreció un empleo como su asistente.
    -¡¿HA?!- tan poco creíble como de pronto donara todo su dinero para convertirse en moje. Los empleados que trabajan directamente con su padre tenían como requisito ser los primeros de su clase. El motivo oculto no pudo ser más evidente.- ¿Qué quería a cambio?
    Eso sí que prefería no decirlo, Usagui-san ya se veía enojado y si hablaba sería peor.
    -Misaki
    -Me dijo que si aceptaba tendría un salario más alto que en Marukawa, un chofer para llevarme y traerme y… un apartamento solo para mí por el que no tendría que pagar renta. P-pero para eso tendría que dejar a Usagui-san- hizo un pausa porque conocía lo que la noticia causaba en el novelista- pero yo me negué- se apresuró a decir.- Entonces me dijo que podía trabajar para él y seguir estando contigo.
    Con rabia muda Akihiko golpeó la mesa y los finos platos de porcelana, los cubiertos de plata y las copas de cristal saltaron peligrosamente. Ese hombre era un desgraciado, intentaba separarlo de Misaki, de SU Misaki, lo único que le importaba. Era típico de él, esa persona era el clásico multimillonario que se cree el dueño del mundo. Veía a todas las cosas de la misma manera, como una propiedad de la podía disponer ¡como una maldita empresa! Una empresa que administraba de la forma que le era más conveniente y cómoda, de forma que dejara la mayor ganancia posible. Era una de las razones por las que odiaba a su padre. Trataba a sus hijos del mismo modo: con una indiferencia apática y fría sin importarle quienes eran realidad y, a cambio de eso, según él, se le debía una muda, llana y absoluta obediencia. No lograba entender qué clase de placer obtenía Fuyuhiko del control absoluto de las personas a su alrededor que más bien se asemejaba a autómatas vestidos de negro. Porque esa segunda oferta leve a comparación de la primera era en realidad un intento de usar al castaño como un agente de control sobre él, seguramente obligaría al castaño a reportarle su vida con la excusa de que era su padre y tenía derecho a saber y de paso lavarle la cabeza a su niño con ideas absurdas. No se imaginaba como su hermano lo soportaba. Akihiko se había sentido tan reprimido que apenas podía respirar. Siempre, desde que tenía memoria hacia lo mismo y ahora se lo hacía a su castaño, ofreciendo cómpralo vulgarmente ¿Cómo pudo hacer algo tan bajo? Misaki…Misaki se sintió muy ofendido sin duda ¡fue criado por Takahiro después de todo! Ese hombre… ¡lo odiaba!
    El escritor volvió a golpear la mesa con fuerza.
    -¿U-Usagui-san?- El joven aprendiz de editor habló con vos titubeante y no era para menos, el escritor era muchas cosas pero no una persona violenta. Ya algunas veces lo había visto perder la compostura con su hermano una vez y con Ijuuin-sensei en la editorial pero no así…ahora en pocos minutos de tenso silencio golpeó la mesa, frunció el ceño y un gesto sombrío apareció en su cara.
    -Yo lo rechacé también- aclaró el pequeño castaño.
    Akihiko reaccionó de pronto a la vos de su amante ¡que estúpido! Sin quererlo mostró una parte suya que el pequeño no conocía y que él mismo casi había olvidado.
    -Sí, lo sé- estaba vez el autor usó el tono más calmado del fue capaz. Usagui no tenía dudas de que Misaki nunca haría nada si pensaba que eso podría llegar a molestarlo o causarlo algún mal por mínimo que fuera. Tal era el grado de los cuidados que procuraba para con su persona. Se levantó y fue a su encuentro.-Gracias por eso-dijo abrazándolo dulcemente por los hombro y besando el cabello castaño.
    Se quedaron así por un rato. El novelista con su cabeza descasando sobre la del pequeño mirando las luces tranquilas a través de la ventana. Su oji-esmeralda era muy valiente y fuerte. Después de todo, ¿cuántas personas le habían dicho no a su padre?
    Misaki no protestó por el abrazo y en cambio se unió al silencio del escritor. Se sentía un poco avergonzado pero era más fuerte la calmada calidez que le transmitía.
    -U-Usagui-san…-interrumpió la vos del más joven- vamos a terminar de comer- ya no quería pensar en eso.
    -Claro.
    Akihiko se retiró a su lugar pero volvió al instante con su plato y copa para ponerlos junto a los del castaño.
    -Muévete un poco- dijo y fue en busca de su silla para ubicarla pegada a la de su novio.
    -Usagui-san es más cómodo si estabas del otro lado.
    -No, siempre es mejor estar junto a Misaki.
    Hora de poner las cosas un poco más románticas. El chico le murmuró un “idiota” llevándose un bocado de comida a la boca y, se movió para que pudiera sentarse.
    -Ten- dijo el peli-plata sirviendo la bebida escarlata en la copa del muchacho.
    -Eso… ¿eso está bien Usagui-san?
    -Por supuesto ya tienes 22 años- acto seguido le ofreció la copa al menor, invitándolo a que bebiera.
    -No, quería decir que como es tu cumpleaños se supone que yo te atienda- el ingenuo Misaki tardó unos instantes en darse cuenta de la magnitud de lo que acababa de decir. Solo con la lujuriosa sonrisa del escritor lo entendió.- ¡NO! Qu-quería decir que se supone que yo deba hacer este tipo de cosa…esto…este ¡deja de gastar dinero! ¡Si eso! Se supone que yo te invite… ¡no pienses de más! Y…y…yo puedo tomar por mí mismo- le arrebató la copa de la mano y se tomó el contenido de un golpe, ahogándose un poco.
    La risa sutil del peli-plata aumentó su furia, Misaki volteó para decirle algo agresivo pero antes de que abriera la boca recibió un beso en la mejilla tan dulce, tierno y lleno de amor como solo Usagui-san podía darlos, logrando paralizarlo.
    -Misaki…- le dijo en un susurro en su oído- solo relájate. No pienses en nada más por ahora. Regálame tu compañía, tus pensamientos, tus latidos, solo a mí. –Se separó de su oído para encararlo- Piensa en esto como un regalo para mí mismo: una noche con Misaki sin nada ni nadie alrededor ¿de acuerdo?-el castaño no respondió mal disimulando su puchero- Si te hace sentir mejor el próximo año iré a dónde sea que tú quieras llevarme.
    -¡SI!- el entusiasmo ardió de pronto en los ojos verdes. Él nunca llevó a Usagui a una cita desde esa vez que le enseño lo que significaba ser normal y fue por iniciativa de Aikawa, lo del almuerzo en el parque para ver las flores no llegó a concretarse nunca. Por el momento no sabía qué haría pero tenía todo un año para pensar y planear. Algo era definitivo: le enseñaría a ese engreído novelista que él también podía ser romántico.
    Akihiko no acotó nada, se quedó mirando de reojo la carita roja y emocionada del niño mientras fingía que se concentraba en la comida. En realidad él había planeado mucho más de lo que tenían ahora. Había reservado toda una sala de cine solo para los dos pensando en auto-regalarse el poder cumplir una pequeña y clásica fantasía antes de ir a cenar al hotel. La primera parte de su plan se arruinó finalmente y al enojo inicial le sobrevino la angustia y el temor. Cuando Misaki apareció bien, lo anterior desaparecía y quedó el alivio porque se encontrara a salvo y la felicidad al saber lo que hizo por él.
    -Un brindis- propuso de la nada, sirviendo vino en la copa del castaño.
    -¿Eh?
    -Tú primero.
    Misaki no sabía por qué brindar ya que no lo había hecho en toda su vida asique dijo lo primero que se le vino a la cabeza.
    -Emm…esto… ¡P-porque Usagui-san tenga un día feliz hoy!
    -¡Por Misaki!- brindó el escritor y seguido se escuchó el nítido sonido de los cristales al chocar.
    El castaño sintió sus mejillas y hasta las orejar arder, a pesar de lo que dijo era menos que un brindis de ocasión se sentía muy avergonzado porque se trataba de su Usagui-san. Todo con Usagui-san era más complicado que con cualquier otra persona.
    -¡Ah! ¡Tengo un regalo para ti!- el castaño se levantó de un salto y fue corriendo a la sala donde había quedado su paquete.
    Cierto, Misaki había estado cargando un paquete de tamaño mediano por el que el escritor sentía curiosidad y con todo había olvidado, por lo que se dispuso a esperar su sorpresa con una sonrisa. En momentos como en el que estaba viviendo se sentía tan feliz que en ocasiones creía que en realidad soñaba y que de pronto despertaría en su habitación con la soledad y la tristeza como única compañía.
    Su amado reapareció cargando la caja antes que la melancolía le ganara.
    -Es…es realidad es algo pequeño. No es gran cosa- hablo el chico, nervioso como cada vez que le daba algo, ya que siempre temía que no le gustara o que fuera poca cosa y, al mismo tiempo anhelaba causarle un poquito de alegría.
    -¿Me lo das para que lo vea?
    -S…si ten.
    Akihiko recibió su presente con ojos curiosos y expectantes. Rompió el papel tal y como decían en la TV que debía hacerse con los envoltorios de los regalos para tener buena suerte, se encontró con la tapa de una caja ¿Por qué Misaki siempre ponía sus regalos en capas? Solo lograba ponerlo más ansioso. Cuando por fin dio con su regalo, se encontró con algo extraño: varios cuadernos de tamaño universitario de tapas dura con cobertura en colores oscuros -negro, marrón y gris-, con anillados reforzados; además de 10 lapiceras -5 azules, 5 negras-, junto con 2 en rojo y 2 en verde; 5 lápices negros, 3 gomas de borrar, 3 resaltadores, un corrector, etiquetas para señalizar y un surtido de diferentes colores de lapiceras de trazo extra fino; todos ellos atados en paquetitos con cinta plateada.
    -Para que escribas solo cuando tengas ganas y sobre lo que tú quieras sin límite de tiempo.
    Akihiko agradeció con unas sinceras gracias y un beso en la mejilla al chico, se quedó mirando las hojas en blanco. Era un regalo maravilloso. Todavía no sabía con qué las llenaría, letra a letra, como en su infancia, lo que sí sabía bien era cual sería la dedicatoria: “Para el gran amor de mi vida, Misaki”
    Un discreto toque en la puerta interrumpió el silencio cómplice que se había formado entre los dos, esos en los que solo estaban juntos y nada más. Sin embargo al peli-plata pareció el momento preciso para pasar a algo más.
    -Adelante- autorizó y el mozo entró empujando un carrito de servicio con una botella alargada que descansaba sobre un colchón de hielo y dos copas, además, de unos finos chocolates que el autor pidió exclusivamente para deleitar a su niño.
    -Champaña- anunció el escritor al castaño después de que el empleado se fuera y él ocupara su sitio a su lado.
    -¿Pero no estamos tomando vino?- según sabia no era bueno mesclar diferentes tipos de alcoholes.
    -Solo es un poco. Es una ocasión especial ¿no?
    El tono de vos tan íntima que usó el peli-plata, la mirad amatista cargada con un brillo de ilusión y felicidad terminaron por vencer el corazón del más joven. Esto era malo, estaba a su merced.
    -¿Sabes Misaki?- dijo el mayor al tiempo que un estruendo delataba que la botella había sido abierta.- Existe un forma que se considera la más apropiada para tomar champaña en ocasiones como esta.
    -¿Ah sí? No lo sabía ¿Cuál es?
    “¡Tan inocente y lindo!”
    -Te enseñaré, solo confía en mi- sirvió dos copas y se acercó al pequeño con “esa” mirada.-Ten, no la pruebes aún.
    Akihiko tomó el líquido de su copa y al instante juntó sus labios con los de su amante. Con una mano en la barbilla lo obligó a abrir la boca y pasó la bebida dorada y espumante a la del más joven, junto con su lengua juguetona que, aprovechando la oportunidad, incitó a la otra con unas caricias ligeras.
    Misaki casi se ahoga con las burbujas entonces intentó separarse pero una mano fría en su nuca se lo impidió categóricamente, no le quedó otra alternativa que tragarse el líquido como pudo. Solo después de que pasara todo Usagui-san lo dejó respirar.
    -¿Q-que clase de forma para tomar champaña es esa?- preguntó enojado y un poco atragantado.
    -La que usan los amantes- contestó feliz el escritor y por si fuera poco lamió el líquido que escapaba de los labios rojos y brillantes del castaño.- Ahora es tu turno de hacerlo. También quiero tomar.
    -¿¡Que!?
    -Dame un poco.
    -¡No lo haré!- ¿Qué diablos? Él no era capaz de hacerlo.
    -Solo hazlo como yo- animó el escritor acercando la copa alargada a la boca que se abrió apenas permitiendo el paso de exquisito liquido aunque no llegó a tragarlo. Antes de que el castaño tuviera tiempo de arrepentirse selló los labios del chico con los suyos y esperó
    ¿Por qué siempre le seguía al juego al conejo pervertido? Se preguntaba Misaki ¿No podía simplemente decir “no”? A estas alturas tenía que reconocer que sentía debilidad por el mimado de su novio.
    Al paso de los segundos y el escritor no se movía y Misaki tampoco se sentía capaz de atreverse a hacer lo que le pedía pero el novelista seguía estático. ¡Ahrg! No podía quedarse así para siempre. Juntado todo el valor que tenía el joven de ojos verdes cerró con fuerza los ojos se levantó ligeramente y pasó la bebida a la boca del novelista y algo más. Tal y como le indicó Usagui, su lengüita entró nerviosa a esa cavidad por él inexplorada, dio un leve toque a su compañera de juegos y se retiró rápido y avergonzada.
    Akihiko perdió su elegancia natural cuando casi se atraganta al tragar el champaña. Desprevenido se quedó estático al recibir el toque que nunca antes había sentido. Dulce y suave; tímido y valiente, mucho más exquisito que el líquido que bajaba por su garganta.
    Una fuerte descarga eléctrica asaltó al novelista. Su cuerpo instantáneamente empezó a arder. Ya no podía esperar ni un segundo. Se levantó de su lugar inclinándose sobre el castaño y aunque necesitaba respirar no terminó el contacto. Devorando sus labios tiernos Akihiko le sumó su lujuria y su gula al tierno contacto, demandando en el interior de la boca de Misaki que su lengua le diera más de sus caricias. Misaki, había respondido a su juego. Él era el responsable de orillarlo a su límite y ahora debía asumir la responsabilidad.
    Usagui tocaba la lengua del chico y después se retiraba solo para volver a tocarla. Tal y como en depredador que intenta atraer a su presa a su propia madriguera. A un intento de tentarlo fracasado le seguía otro intento, atrayendo al castaño con sutiles toques y caricias ligeras.
    Akihiko estaba por desistir en su anhelo de hacer que Misaki entrara a su boca cuando en un último intento sintió que su niño por fin entendía sus deseos. La pequeña y linda lengüita entraba jugando con la suya. Acariciándola, moviéndose, tocándola entre tímida y provocadora.
    Sublime
    Se escuchó el leve tintineo de platos y copas al chocar..
    ¡Ah! Si tan solo pudiera quedarse de ese modo por siempre, desgraciadamente los dos necesitaban aire con urgencia.
    -Lo hiciste muy bien- felicitó el mayor a un pequeño que agitado se esforzaba por recuperar el oxígeno.- Lograste ponerme en mi límite con un toque. Ya veo que mi pequeño Misaki está creciendo.
    De repente el castaño vio que unas manos que lo alzaban por la cintura y lo sentaba en la mesa en la cual momentos antes comían. La bajilla a un lado, en el rincón más alejado junto con el mantel descorrido y arrugado. Jadeante, con las mejillas rojas por la falta de aire y confundido vio como el escritor le abría las piernas y se situaba en medio de ellas.
    Lo abrazó, Misaki a pesar de la ropa pudo sentir claramente el calor que desprendía el cuerpo de su amante. Akihiko recargó su cabeza en el hombro del joven y respiró profundamente el aroma de los cabellos castaños.
    -Misaki…- lo llamó en susurros roncos- Misaki…
    La humedad tibia de la lengua paseándose en su oreja hizo que el castaño saltara de sorpresa, mas el escritor no dejó que se separara de su abrazo y lo apretó con fuerza. Pegó su ingle a la de su amante para que este fuera consciente de su propia intimidad y de lo que había logrado. Funcionó. Misaki abrió los ojos tan grande con pudo y miró a Usagui-san casi preguntándole con la mirada como era posible que ya se encontrara en semejante estado.
    El hombre de cabellos de plata le devolvió una sonrisa pícara y una mirada lasciva. Dio un ligero toque en los labios rojos que brillaban como una fruta suculenta.
    -Por tu culpa- le susurró pegado a sus labios.
    -Ah…- el chico de cabellos chocolate soltó un suspiro cuando su amate chocó sus intimidades y entendió la gravedad de la dureza que su amante sufría. Apretó los labios y cerró con fuerza los ojos para contener la oleada de calor que le subía por el cuerpo al ser su hombría estimulada de esa manera, con sus miembros frotándose indecentemente.
    Todavía era sostenido por los fuertes brazos que le rodeaban la espada pero cuando Usagui aflojó un poco el agarre Misaki no tuvo otra alternativa que sostener el peso de su cuerpo recargándose hacia atrás sobre la mesa en su brazo algo temblorosos.
    En realidad Akihiko no pensó en separarse de su castaño ni por un segundo, solo se alejó para crear el espacio suficiente para que una de sus frías manos se colara entre sus cuerpos mientras que la otra seguía sosteniendo el peso del oji-verde.
    Siempre ansioso por tocar más de él, Akihiko se posicionó sin miramientos ni demoras del pene de su amante. Notó con placer que ya empezaba a responder a sus caricias. Sin embargo, era insaciable cuando de Misaki se trataba. Quería más. Sentir su dureza, subir su calor al máximo. Apretó con algo de rudeza la zona, su premio fue un respigo de parte del castaño lo que solo provocó que el roce con su palma aumentara.
    Estos eran lo momentos en los que el escritor disfrutaba viendo cada uno de los gestos de su niño y cómo su carita se tornaba roja y se contraía de puro placer. Gozaba de cada jadeo y cada suspiro que su boquita entreabierta dejaba escapar. Asique se dedicaba a estimularlo subiendo y bajando su mano por encima de la tela gris del pantalón que Misaki portaba.
    -No…Usagui-san…
    La estimulación que Misaki recibía era sutil y exquisita. Su cuerpo se calentaba con cada roce. Era vergonzosamente consiente que su miembro se endurecía en la palma de Usagui y que comenzaba a clamar por ser liberado. Hizo la cabeza para atrás dejando escapar un profundo jadeo mientras el placer crecía. Era penoso el que el peli-plata tuviera tal control sobre él, pero ¿qué podía hacer? Ese hombre ya había visto todo de él y lo conocía al máximo.
    Los ojos amatista se calvaron en los suyos, era incomodo porque Usagui-san lo miraba tan profundamente y con tal intensidad que lograba hacerlo sentir expuesto y vulnerable. Justo ahora una vos en su interior le decía que estaba bien sentirse así y que el escritor lo viera y que podía entregarse sin temores porque a su lado se encontraba a salvo.
    Akihiko dudaba sobre si tentar a la suerte o no. Sentía unos deseos inmensos de ser tocado por su Misaki, no tierna sino pervertidamente ¿Podía pedirle que lo masturbara usando su cumpleaños como pretexto? Quería sentir las caricias de su pequeña mano. Quería que tomara su pene y lo envolviera con sus delicados y finos dedos, que lo agitara, que jugara con su punta hasta hacerlo venir. La cúspide de sus fantasías. No, se estaba dejando llevar por la lujuria, por un día no podía pedir más de lo que ya había tenido. Lo dejaría para otra ocasión, el escritor tenia fe que tarde o temprano sus fantasías se cumplirían; después de todo la paciencia era un virtud que el mismo Misaki le enseño a cultivar.
    Mientras tanto llevó su propia mano a su necesitado miembro y lo consoló por sobre la ropa. Eran pocas las veces en que Akihiko necesitaba auto-complacerse pero esta ocasión lo ameritaba, la noche apenas comenzaba y no quería arruinarla volviéndose loco.
    Misaki, quien recibía las torturas de manos de su novio no pudo dejar de notar lo que estaba haciendo, el peli-plata había vuelto a recargarse en él y su aliento volvía a chocar en la piel del cuello que se tornaba más y más húmedo jadeando levemente. Los ojos verdes buscaron inocentemente la causa hasta que dieron con las manos del autor; una sobre él acariciando y la otra sobre su propia entrepierna, dándose placer ¡Imposible! ¡Imposible! ¿Usagui-san estaba haciendo eso de nuevo? ¿Qué tan seguido lo hacía? ¿Cómo? ¿Por qué? Sentía que podía morir de la vergüenza solo por haber hecho un breve contacto visual con semejante escena. Inclinó la cabeza para atrás, mirando al techo para sacársela de la cabeza. Fue imposible la imagen de los largos dedos cerrándose sobre el bulto que sobresalía de sus pantalones y moviéndose en la propia entrepierna se le había grabado en las retinas como la primera vez que lo vio.
    -Usagui-san…ah… ¡No!- de la nada el mayor aceleró el ritmo.
    Calor. Akihiko tenía mucho calor. Dejo de tocarse y de tocar a su amante y se separó de su cuerpo, ya no quería seguir así podía sentir el sudor bajar por su espalda. En un rápido movimiento se libró del saco oscuro que llevaba dejándolo caer al piso. Incapaz de separarse mucho tiempo de su Misaki se apresuró a sacarse la corbata de un tirón, su cuerpo le pedía a gritos el calor del niño.
    Antes de lanzarse sobre él el escritor notó que Misaki se encontraba en las mismas condiciones. Se acercó a él, acarició su mejilla, no solo estaba acalorado también temblaba sutilmente. Lo libró de su saco para terminar abrazándolo. Fue cuando notó que el oji-esmeralda estaba pensando en algo ¿Qué pasaría por esa cabecita castaña?
    El chico estaba como en shock, la pervertida imagen lo dejó impactado y más cuando el mismo inocentemente se negaba a dejarla ir. Solo sabía que la secuencia de movimientos que captó se repetía en su cabeza y subía la temperatura de su cuerpo cada vez. No se dio cuenta del avance del mayor o de su abrazo ni que lo estaba desnudando.
    -¡AH!- de la nada su amante le besaba el cuello con tanta fuerza que más parecía morderlo.
    Akihiko estaba furioso por la distracción de su amante y reclamó su atención.
    -Vuelve a mi.- no tenía idea que lo único que ocupaba la cabeza del Misaki era solo él.
    Los brazos que lo sostenían fueron vencidos por la presión que el cuerpo del escritor ejerció sobre el joven. Misaki terminó recostado sobre la mesa de fina madera, vio con el rabillo del ojo toda la costosa vajilla amontonado en un rincón ¿en qué momento Usagui-san la corrió? Podía fácilmente caerse y romperse. No tuvo tiempo de preocuparse por eso Usagui seguía besando su cuello encorvado sobre su cuerpo, descargando oleadas de calor con cada toque de sus expertos labios.
    Cuando Misaki suspiró, y ya con el control que ejercía su peso en el castaño Akihiko se calmó un poco. Misaki con las manos suavemente apoyadas en sus hombros y sus ojos brillosos le demostró que tenía toda su atención y pedía que fuera un poco más despacio. Olvidó sus celos inútiles. Misaki estaba en lo cierto, estaba siendo muy duro con el pequeño. Es que le era muy difícil controlarse del todo cuando sus intimidades quedaban así de pegadas como ahora, cuando a través de las telas podía sentir la dureza de su amor y su calor ¡lo volvía loco! Calma. Deseaba disfrutar más.
    El novelista lamió la marca roja que dejó en el blanco del cuello a modo de disculpa y dio un suave beso en los labios para tranquilizarse en su dulzura.
    Una manito acarició los cabellos de plata con delicadeza, cayendo por detrás de su oreja hasta el cuello.
    -Otra vez- se atrevió a pedir Akihiko.
    Las pequeñas muestras de cariño que le regalaba Misaki, las disfrutaba al máximo. El castaño había vuelto a cerrar sus ojitos como buscando el valor para acariciarlo en su interior, el tono de los verdes orbes era un misterio para el mayor él quería verlos. La suerte estaba de su lado esa noche porque antes de que repitiera su pedido la caricia que anhelaba llegó: lenta y dulce.
    Akihiko inclinó la cabeza en dirección a la manito buscando sentirla del todo. Su conducta le recordó a la de un gatito que es acariciado detrás de la oreja. La comparación le hizo gracia ¡Él un gatito!
    -¿Qué?- la risa de Usagui detuvo al castaño, pensando que lo estaba haciendo mal.
    -Voy a ronronear.
    -¿Eh?
    -Nada- hizo una pausa mientras que con el brazo enredado en la cintura de su amante lo jalaba para volver a sentarlo.- ¿Qué prefieres quitarte la ropa para mí o que lo haga yo?- por obviedad el joven no contestó- Mh…lo haré yo mismo- se decidió el peli-plata. No iba perderse la oportunidad de rozar la suave y blanca piel. Asique despacio deslizó la corbata del pequeño arrojándola a un lado y, uno a uno fue desabotonando la camisa clara.
    Manso como pocas veces, Misaki se dejó hacer, sus ojos se desviaron a la enorme ventana. Era tan hermoso desde lo alto da la habitación en la que estaban. Las luces de la cuidad a la distancia se asemejaban a un sinfín de estrellas multicolores en la inmensidad de la noche; arriba las verdaderas estrella centellaban con luz fría, era tranquilizador. Era como si la oscuridad los envolviera y ellos flotaran en una isla de luz tenue. Solo él y Usagui-san. No era la primera que experimentaba aquello y, si tuviera que ponerle un nombre a ese sentir no sabría cual palabra usar. Lo que sí sabía, era que todas las veces que lo sintió siempre, siempre estaba en compañía del escritor.
    -¡Ah!- un fuerte tirón en uno de los sensibles pezones interrumpió la contemplación nocturna de Misaki.
    -No te distraigas- le dijo su amante en vos calmada aunque sus ojos lucían enojados.- ¿En qué pensabas?- le preguntó mientras la mano en el pecho consolaba el botoncito que había maltratado injustamente.
    -E-en nada.
    -Vamos dime- insistió Akihiko mientras su dedo jugaba con el pecho del joven apretándolo un poco moviéndolo de un lado al otro y trataba de captar la esquiva mirada que seguía enfocada en la ventana.
    -Es que…- no sabia cómo decirlo- cuando miré por la ventana pensé que parece que solo estamos los dos- meditó en vos alta.
    El oji-amatista suspendió la tarea de consentir los botoncitos de su niño. Sonriendo por las dulces palabras que acaba de escuchar tomó la carita con sus dos manos, acunado su rostro. Esmeralda y amatista se encontraron y se reconocieron una vez más. Akihiko se fue acercándose lentamente a los labios de su amor y los tomó con cuidado, sintiéndose privilegiado.
    Cuando el contacto tan dulce como la mil terminó el escritor acercó su boca al oído de su amante- Es porque así es mi Misaki- habló tan bajo y de manera tan íntima que el castaño le dio la razón en silencio- Justo aquí, justo ahora solo existimos tú y yo. Nada ni nadie más importa, solo tú, yo y el amor que nos tenemos- hizo un pausa para lamer con lujuria al oreja del joven y morderla- eso y el calor de tu cuerpo junto al mío- después fue lamiendo y besando el cuello hasta llegar a la base donde mordió para deleitarse viendo una marca roja aparecer.
    Rojo era el color de las mejillas del pequeño. De las palabras del peli-plata no sabía cuál era la parte más vergonzosa ¿la más cursi? ¿La más pervertida? No tenía idea ni tampoco le importaba solo que si estaba ellos dos solos estaba bien que le gustaran. En ese momento un bulto endurecido le chocó la entrepierna.
    -Ah…- Misaki gimió bajo.
    Akihiko le besaba la mejilla y el cuello con pasión y desesperación, podía sentir las suaves hebras platinadas haciéndole cosquillas. El mayor exhalo con fuerza. Su aliento caliente parecía quemar la tersa y delicada piel, pero ese calor avivaba el propio calor.
    -Usagui…san…
    El escritor frenó los besos que repartía y recordó algo ¿Qué estaba haciendo antes que las dulces palabras de su niño le volvieran a flechar el corazón? ¡Ah, sí! Estaba desvistiéndolo. Era importante por lo que retomó su tarea. La camisa estaba a medio abrir, por lo que, el pecho y parte del vientre plano de su amante alcanzaban a verse, mostrándose de manera insinuante. Akihiko apreció que poco a poco el cuerpo de su niño empezaba definirse: los pectorales se marcaban de manera fina y delicada, lo mismo que los abdominales dándole una apariencia masculina sutil. Le encantaba. Deslizó solo un dedo por la línea de los pectorales dejándolo caer hasta que se topó con los estorbosos botones. Si esa misma noche había abierto su regalo como un niño ansioso por un juguete nuevo ahora, ansioso, descubría su otro regalo como un hombre deseoso del cuerpo de su amante; un cuerpo al que tomaría hasta sentirse satisfecho. Una vez más lo haría suyo.
    Mientras sus manos se apresuraban a desprender los últimos botones de la camisa, sus labios, su lengua no podían dejar de probar la piel de Misaki. Tan deliciosa.
    El chico de cabellos castaños suspiraba, su cuerpo se sentía débil, ligero como si comenzara a flotar en las nubes. Akihiko lo empujó despacio hasta recostarlo en la mesa, era dura pero por una vez no importaba. La lengua del escritor dibujaba líneas desde el hombro por entre los músculos del pecho hasta donde nacían los abdominales sutiles.
    -Ah… Usagui…-El novelista mordió parte de vientre plano haciéndolo arquearse.
    Misaki enredó sus dedos en los hilos plateados, sujetando la cabeza, sin dejar que el mayor se apartara de su cuerpo. El más joven dejó su mirar esmeralda vagar en el techo, suspirando, jadeando bajo. En esos momentos su mente parecía apagarse para perderse en el deleite de las caricias del escritor. Había perdido ante él, eso ya lo sabía desde hacía mucho tiempo, pero era los momentos cuando la identidad de sus cuerpos parecía confundirse cuando más consiente estaba de ello. Era como si Usagui-san lo tomara de la mano y lo guiara al placer y también a la calidez y la dulzura. Tan amable.
    El pervertido novelista hacia su voluntad en él y lo peor era que él, sus quejas era enmudecidas por el toque de las manos que justo hora tenia apresando su cintura y el camino de sus besos que se dibujaban en su piel. Misaki Takahashi perecía a la gema de sus dedos y al brillo amatista de su mirada.
    De la nada Usagui-san dejo de tocarlo y se irguió frente a él. Al castaño le dio la impresión de que se veía incluso más alto y poderoso de lo que ya era. Lo miró con ese toque especial, le sonrió de lado y comenzó a desabonarse la camisa.
    -Disfruta de vista- le dijo como si nada, mientras que iba deshaciendo los botones e intencionalmente tocaba su propia piel.
    El castaño volvió a cerrar los ojos y giró la cara, venciendo la tentación, negándose totalmente a reconocerse como un pervertido que anda mirando los cuerpos de otros por ahí.
    -Misaki- habló el escritor cepillando con gentileza los cabellos del joven- tú puedes ver y tocar cuanto quieras… estoy ansioso de sentir tus manos.
    -Co-como si fuera a hacer algo como eso ¡idiota!
    Ese tipo estaba más pervertido que de costumbre.
    -Cuando tú quieras- le susurró inclinándose sobre el pequeño cuerpo otra vez.
    Akihiko dejó a su amante aturdido y sonrojado y volvió a dedicarse a su deleite. Inhalando la excitación de su amante llevó su nariz desde el hombro hasta uno de los pezones, lo encontró duro esperando por sus atenciones. Rosa. Si el color de las mejillas de Misaki era el rojo vivo por excelencia, el de los pezones era el rosa sutil y provocador: tierno e inocente que parecían gritar por ser mordidos por él. Primero jugaría un poco, pasó su lengua tan lento como fue capaz de abajo hacia arriba sobre el pequeño botoncito.
    -Ah…- Misaki gimió bajo, su cuerpo ya pedía más y Akihiko no se lo daba.
    El escritor, complacido, repitió la caricia, esta vez quedándose con ese pedacito de su amor entre los labios y comenzó a succionarlo mientras su lengua jugaba con él.
    -¡Usagui-san!
    ¡Tan encantadoramente sensible! Provocar a su niño era placer del escritor en momentos como ese. Puso más empeño en su sublime tarea. Fue entonces cuando unas manitos se colaron por debajo de su camisa agarrándose con firmeza de sus hombros. No se quedaron allí, llegaron hasta su espalada y los cálidos deditos se enterraron en su piel ¿sería la venganza del castaño por tortúralo? Akihiko mordió la porción de piel delicada y rosa que sostenía en sus labios y tiró de ella.
    -¡Ah!- el castaño hundió sus dedos como mayor fuerza en la espalda del escritor arañándola ligeramente. Un gruñido ronco y bajo escapó de los labios del escritor en respuesta.
    Viendo que sus cuidados surtían el efecto deseado en su castaño Akihiko abandonó el pezón izquierdo para concentrarse en el derecho a quien trató con algo más de rudeza. Mordisqueó alrededor, succionó con deleite.
    -Ah… no Usagui-san.
    Era vergonzoso para un hombre gozar así cuando sus pezones eran estimulados por otro. Esa pequeña porción endurecida de su cuerpo era devorada por el novelista que, encima de él, lo sometía y lo llenándolo de placer. A cada toque de sus dientes en que lo atrapaban sin lastimarlo su cuerpo recibía una descarga eléctrica que lo sacudía y le erizaba la piel. Misaki conocía cada pulgada de esa lengua húmeda y caliente con la que Akihiko lo recorría como si jugara. Él en cambio, solo podía sujetarse de la espada ancha de su amante descorriendo y arrugando la camisa que el escritor aún llevaba puesta. Ni siquiera en eso podía descargase ya que por miedo a lastimarlo se decidió a dejar aquella zona.
    ¡Oh vaya! Al parecer tendría que seguir esperando para lucir en su piel alguna marca hecha por el castaño. Secretamente Usagui lo anhelaba, que en su cuerpo se dibujara una prueba visible de que su niño lo deseaba con la misma pasión que él lo hacía. No se atrevía pedirlo, Misaki era Misaki y él era él. La desilusión no le duró mucho tan pronto como las dulces manos dejaron su espalda fueron a posarse en sus brazos. El oji- amatista se preguntó si al pequeño le gustaban sus músculos, que estuvieran firmes y bien definidos. Por la forma en que los exploraba con sus deditos por encima de la camisa, tal vez sí.
    Misaki comenzaba a retorcerse sobre la mesa, al mismo tiempo que el tono de sus suspiros y jadeos le informaron al escritor que ya no resistiría. Agradecido de que su pequeño por fin se encontrara tan excitado como él Akihiko dio un último mordisco en el botoncito que torturaba y se sintió satisfecho cuando el gemido que escapó de los labios se escuchó alto y claro.
    Tuvo que sepárese. Siempre era desagradable abandonar el calor del cuerpo de su pequeño pero solo fue porque algo mejor estaba por venir. Lo ojos violetas repasaron las marcas que decoraban la piel pálida y que la delataban como suya. Misaki agitado solo esperaba por él y su siguiente movimiento. Feliz, casi sin poder contener sus ansias desabrochó el cinturón de cuero negro que su amante portaba.
    -U-sagui-san…aquí no- rogó tímidamente el castaño viendo lo que su amante pretendía.
    -Aquí-le confirmó con deseo- estoy en mi límite y no pienso esperar ni un segundo más.
    Sin perder tiempo el novelista terminó de aflojar el cinturón, abrió los pantalones y bajo la ropa interior del castaño, liberando el necesitado órgano.
    Misaki sintió vergüenza una vez más, porque recientemente Usagui-san había tomado la costumbre mirarlo por unos momentos que a él se hacían eternos ¿Qué tanto podía interesarle de “esa” parte? ¿Sería que lo encontraba pequeño en comparación? Pero él no se consideraba…. Es decir en relación a la media ¡Ahhg! no podía ser ¿en que estaba pensando? Algún día juntaría el valor para preguntar, tal vez. Afortunadamente antes de que su mente continuara vagando por oscuros y nada recomendables rincones las acciones de su amante lo distrajeron.
    El novelista de ojos violáceos comenzó despacio, tomando delicadamente el miembro erguido, rodeándolo por completo con sus dedos ¿la razón? Simplemente porque era su turno de disfrutar de la vista, porque Misaki seguía recostado en la elegante mesa y no daba señales de levantarse, estaba ahí todo para él, estaba realmente expuesto y el espectáculo que ofrecía era muy superior al de cualquier otro. Lentamente movió su mano que tenía bien apresado al pene que clamaba por sus caricias.
    -Ah...- el pequeño jadeo y movió su cuerpo sobre la mesa.
    Akihiko pudo verlo y sentirlo al mismo tiempo Misaki se tensó un poco y se sacudió, la boca se tornó aún más roja. Tentadora fruta prohibida.
    Akihiko repitió su movimiento anterior, deslizando su mano hacia abajo y luego arriba hasta casi ahogar la cabeza con sus dedos. Misaki mantenía su boca de fresa abierta y de ella brotaban húmedos suspiros y jadeos, su respiración se aceleraba. No lo veía a los ojos, pero a pesar de eso el escritor podía apreciar con todo detalle el brillo acuoso de placer que lucían. El entrecejo levemente contraído, las mejillas volviéndose de un rojo más y más vivo, los brazos extendiéndose en la madera en busca de algo a lo cual agarrarse. Todo maravilloso.
    -Misaki- lo llamó en vos profunda- te ves realmente lindo.
    -Ca-cállate…idiota ¡ah! No me mires.
    No existían límites para Usami Akihiko, ahora lo veía fijamente y llamaba lindo mientras le hacía semejante cosa. El castaño pensaba que estaba a punto de romper el límite de la vergüenza que una persona pude sentir.
    -¡AH…!- las reclamaciones murieron antes de nacer porque Usagui-san aceleró el ritmo de sus movimientos. Los sentía rápidos y firmes, parecía que le exigía algo pero, ¿qué quería? Misaki solo podía retorcerse víctima de las oleadas de placer que recibía. El calor que sentía era tal que podría consumirlo. Además, escuchaba perfectamente el eco de sus propios gemidos que resonaban en la habitación. Sabía muy bien que Usagui no le sacaba los ojos de encima, sentía todo el peso de los arrasadores ojos violeta de su amante, atentos a cada una de sus reacciones.
    Akihiko también sentía el calor que aquejaba a su Misaki, todo, a través de ese pequeño contacto que unía sus cuerpos; su mano y el miembro de su amante. La piel suave y ardiente, el pene endurecido, palpitante. El escritor supuso que su niño estaba a punto de terminar, no lo permitió. Puso un dedo en la punta detuvo todos sus movimientos tensando todo su cuerpo para reprimir el impulso que sentía hasta que los jadeos bajaron de intensidad. Se quedó con un sonrisa maligna, esperando.
    -Usagui-…san- la vos que deseaba escuchar lo llamó y él atendió su llamado. No, no lo hacía para alimentar su ego, no pretendía sentirse dominante en la situación obligando a que Misaki indirectamente le pidiera que avanzara. Solo era otro de sus caprichos, Usagui solo amaba la vos excitada de su niño y quería oírla tantas veces como fuera posible. Su nombre saliendo de la dulce boquita de fresa en ese tono que no sabría describir lo sometía por completo a la voluntad del castaño.
    Con un rápido movimiento despojó al menor tanto del pantalón como de la ropa interior, dejándolo desnudo de la cintura para abajo. Con la lujuria recorriéndole el cuerpo Akihiko posó sus manos en los firmes glúteos del chico enterrando sus dedos en ellos. Ya bien sujeta la presa el escritor se inclinó sobre el miembro alzado. Deslizó a lengua alrededor tan lentamente como fue capaz, disfrutando de cada palmo.
    -¡Ah!- Misaki gritó sin darse cuenta de ello. Es que como de costumbre Usagui se divertía a su costa. Por más que él estuviera recostado en el costoso mueble del hotel sabía con exactitud lo que el otro le hacía. Justo en ese momento lamia su parte más sensible de abajo a arriba y, su miembro respondía a cada toque. Tal y como pasara instantes atrás Misaki sentía que se deshacía cada vez que el pervertido y juguetón escritor lo tacaba de aquella forma. Su corazón se aceleró cuando un beso fue dejado en la punta de su pene seguido de una ligera succión. Después…Akihiko se lo llevó por completo a la boca y él seguía ahí, presa de los choques eléctricos que sufría su cuerpo delgado cuando el novelista le recorría la piel con sus labios, subiendo y bajando, succionado, tocándolo sin descanso con su lengua.
    Misaki se vio invadido por el impulso de tomar la plateada cabellera de su novio para hundirlo más entre sus piernas pero no se atrevió a hacerlo. Sus brazos se extendieron en la madera y sus uñas se tornaron blancas por la fuerza con la que apretaba la superficie lisa.
    Akihiko intensificó sus movimientos, engullendo el miembro de su amante como se estuviese muriendo de hambre. Estaba caliente, endurecido y comenzaba a sacudirse.
    -Ah…Usagui…no.
    ¡SI! Misaki estaba a punto de alcanzar el primer orgasmo de la noche. Masajeando la suave piel de sus caderas Akihiko concentró toda su atención en darle de placer a su amante mientras los gemidos y jadeos arrítmicos y acelerados le llenaban los oídos.
    -Ah…Ah- ya casi…
    Inesperadamente Usagui sintió un tirón en su cabello, Misaki intentaba alejarlo de su lugar, se negó a ello con todas sus fuerzas. El ligero dolor que sentía de alguna forma lo prendió más. Decidido, dio la caricia final.
    -Ah...Ah... ¡Ahhh!
    Misaki un vez más terminaba para él, y Usagui no podía sentirse más feliz.
    Todavía arqueado sobre la mesa el pequeño castaño abría con lentitud los ojos. Su mente aún confusa, su cuerpo aún ligero sufría los efectos de la liberación y el clímax al que el autor lo había llevado. El castaño intentaba recuperar el control de su respiración y lo primero que vio fue a su amante. Usagui lo veía con ojos luminosos pero ese no era el problema, el problema era que con gesto de lujuria se pasaba la lengua por los labios dejándolos brillantes
    Por más que su pequeño no llegaba a recuperarse del todo Akihiko todavía simplemente no podía más, desató el frente de sus pantalones y se decidió a probar algo que llevaba tiempo queriendo intentar. Desde los tobillos levantó las piernas de Misaki y las abrió en forma de V, acercó el bulto de su entrepierna a la entrada del joven.
    -Usagui-san… no, yo- el gimoteo apenado del castaño lo conmovió y lo excitó en igual medida.
    -Tranquilo, nunca lo haría sin prepararte primero.
    Acto seguido el autor acomodó las finas piernas en sus hombros y se inclinó sobre el cuerpito.
    Nuevamente así de cerca. Misaki se encontraba envuelto en el calor gentil del cuerpo de Akihiko. Su pechó, su abdomen era todo lo que el castaño lograba ver del escritor ya que este seguía completamente vestido a excepción del saco que se había quitado y la camisa abierta que se pegaba a la piel pálida del hombre a causa del sudor. Aun así se sentía tan íntimo.
    -Ngh- la molestia que siempre sentía cada vez que el primer dedo se adentraba en su cuerpo se hizo presente. No importaba el tiempo ni la veces no podía acostumbrase a ello. No era todo lo que su cuerpo percibía de su novio, la respiración húmeda le quemaba el cuello.
    -Misaki…- se atrevió a hablar mientras movía el dígito en el interior de su pequeño- nunca me han servido un manjar tan exquisito. Pienso devorarlo sin desperdiciar ni una migaja.
    -T-tu pervertido cierra la boca- lo último que quería Misaki era conversar y menos de semejante tema ¿Qué era eso de compararlo con comida cuando que lo subió a la mesa fue él?
    En el momento en que el castaño comenzaba a acostumbrarse al primer dedo, un segundo se deslizó en su interior moviéndose para prepararlo. Resultaba sumamente incomodo sentirlos entrando y saliendo, masajeando con cuidado su entrada para estimularlo. Por si fuera poco Usagui no se apartaba de él, frotando sus pieles, compartiendo su temperatura.
    Akihiko juntó su fuerza de voluntad para resistir un poco más. Mientras lograba introducir el tercer dedo y los movía con ansiedad, derramaba su aliento en el cuello de Misaki y jadeaba de pura expectativa por lo que ya pronto vendría. Necesitado por más contacto repartió besos en las mejillas sonrojadas y se sintió afortunado cuando sus preciosas esmeraldas lo encararon ardiendo.
    Sus alientos se mesclaron húmedos, entrecortados, el autor simplemente cayó en tentación y besó los labios entreabiertos del castaño con pasión y lujuria. Sin pedir permiso la lengua de Akihiko entró a la boca de su amante, recorriéndola presurosa, tomando el control por completo. Juntos se entregaron a un beso frenético. Para cuando se separaron ya estaban completamente perdidos uno en el otro.
    Misaki ya estaba listo y Akihiko en su límite último.
    Con la mirada fija en los ojos verdes y sin permitir que las delgadas piernas se resbalaran de sus hombros Akihiko se incorporó, liberó su ansioso miembro bajando apenas la ropa.
    El castaño aguardó, expectante, hipnotizado por el brillo amatista que lo tenía preso. Pocas veces como ahora, Misaki reparaba en tono tan especial con que resplandecían los ojos de su amante cuando juntaban sus cuerpos eso y una expresión única en el rostro enmarcado en plata. Lujuria, sí. Perversión, sí. Pero había otra cosa viviendo allí ¿acaso dulzura? No lo sabía a ciencia cierta y le parecía tonto cuestionárselo a esas alturas del asunto.
    -Ahh…- el joven se quejó quedo cuando el endurecido pene comenzó a hacer presión en su entrada.
    “Despacio Akihiko” se recordaba el escritor en su mente. Amaba llevar a su pequeño al borde del precipicio antes de penetrarlo, el problema radicaba que él también alcanzaba peligrosamente su límite y contenerse era una tarea difícil. La recompensa, sin embargo, era extraordinaria, hacerle el amor a sus anchas y hasta el fin de sus fuerzas. Asique con cuidado y delicadeza empujó mientras su manos sostenía firmemente las caderas.
    -Nhg
    Akihiko escuchó el lamento de Misaki y él apretó la mandíbula, algo de dolor era inevitable. Si preguntaba si el castaño sabría o no del dolor que le aquejaba la entrepierna y las ganas casi incontenibles de moverse salvajemente.
    -Ah… ¡Misaki!
    Estaba dentro. Akihiko por fin estaba dentro de su amado. Las sensaciones se multiplicaron sus sentidos parecían agudizarse. Para él era imposible acostumbrarse sin importar el número de veces que lo penetrara. El calor, la suavidad del interior de Misaki le dominaba el cuerpo. Se mantuvo firme en su decisión de no lastimarlo y no se movió.
    De pie, como estaba el afamado escritor recorrió con la mirada la figura tendida delante de sus ojos. Desde la punta de sus alborotado cabellos castaños hasta las piernas abiertas que trepaban por su pecho para terminar descansando en sus hombros. El gesto sumamente avergonzado y excitado la vez. Ser capaz de sonrojarse de semejante manera cuando ya tenía más de 22 años y no era la primera vez que estaban juntos. Para el autor no era más que otra muestra de la pureza y la inocencia del corazón del castaño.
    Akihiko llevó sus grandes manos a las piernas acariciando la suavidad de sus muslos. Sus dedos caían al valle de esa V insinuando a tocarlo pero sin llegar a hacerlo, para remontar otra vez y volver a caer. Así fue hasta que sus dedos se anclaron en piel sensible, decidido a dejar su marca.
    -Usagui…san- un suspiro antes que un gemido pero el peli-plata no necesitó otra señal. Era libre de moverse.
    Akihiko volvió a afirmar su posición desde la cadera del chico acariciando la firmeza de sus glúteos y agarrándolos con fuerza. Su boca besó y succionó la piel de la pierna que tenía a su alcance y comenzó a embestirlo.
    Era increíble el placer que sentía, iba aumento con cada movimiento de sus caderas, el calor se hacía sofocante, su camisa se pegaba en su espalda pero a él no le importaba. Akihiko solo podía pensar en una cosa.
    -¡AH!...- Misaki sintió como las estocadas que hasta ese entonces habían sido suaves y lentas ahora cambiaban de tono y se volvían más rápidas y profundas. Usagui-san lo miraba desde la altura, no quería ni imaginar el espectáculo que estaba dando. Solo de pensarlo se moría de pena. Siempre quedaba tan expuesto ante el mayor pero reconocía que era el escritor y solo a él a quien le permitiría verlo así.
    -Ahgr…- el castaño se deleitó en secreto al escuchar el gemido-gruñido del escritor encima del propio- Misaki cuando me miras así logras descontrolarme- le dijo roncamente. Empujó en su interior fuerte, rápido y profundo.
    Misaki, por su parte, no entendía de qué hablaba el autor. ¿Mirarlo? Claro que lo hacía no es como si pudiera ver otra cosa cuando lo tenía delante. No sabía qué tipo de mirada tendría o por qué su amante le decía eso o en qué sentido lo hacía.
    -Ah, ah… ¡Ah!- el castaño se perdía sí mismo, su raciocinio se esfumaba, Akihiko había dado en el punto exacto, el placer se multiplicó y su cuerpo se estremecía. Ya no tenía dominio de su vos que salía de su boquita rojo en forma de suspiro, jadeos y gemidos, nombrando cada tanto a su amante.
    El escritor movía sus caderas casi con frenesí. Empujando el cuerpo de Misaki sobre la mesa casi con violencia, lo veía subiendo y bajando, agitado. Cayendo junto con él en lo más profundo del placer. Entregándose a él y solo a él.
    -U-sagui…san- escuchó que Misaki hablaba como intentando decirle algo.
    -¿Qué sucede? – preguntó esforzándose por articular.
    -L-los platos… se ¡ah! Se van a romper si se caen.
    -Si algo se rompe lo pagaré… ¡Ah, Misaki!- ahora que se acordaba él mismo había amontonado cubiertos, platos, copas y demás cosas en un rincón para tener espacio por lo que menos le importaba era la integridad de la vajilla. Ellos podían hacer añicos la vajilla destrozar la habitación entera pero por nada del mundo se separaría de su castaño.
    El escritor llevó al máximo su esfuerzo y Misaki comenzó a gritar. Se escucha también el chillido de las patas de la mesa contra el mármol del piso.
    El pequeño castaño solo sentía que el gozo y el placer lo abrumaban. Fuertes descargas lo sacudían y el calor lo envolvía. Su ser completo sucumbió. Su mente alborotada de sensaciones y sentimientos por fin se desactivo. Se entregó. Misaki escuchaba su propia vos pero ya no le importaba porque los gemidos excitados de Usagui-san se sumaban a los suyos, le parecieron dulces e incitantes.
    Su corazón golpeaba como loco dentro de su pecho, él podía oírlo y estaba seguro que Usagui también.
    Los ojos verdes del joven se mantenían fijos en el hombre que lo tomaba en la expresión de esfuerzo y placer que tenía. Ya no se preocupaba por la vergüenza. Una de las manos que antes se mantenía en su cadera ahora sujetaba su miembro erecto y lo estimulaba masajeándolo de arriba abajo sin cesar.
    El peli-planta se movía esclavo de los instintos que lo ordenaban unirse a su ser amado. Se preguntó si algún día sería capaz de demostrarlo a Misaki la verdadera magnitud de sus sentimientos por él. Su traicionera mente lo llevó por un breve instante a la época gris en la que esa fecha no era más que un recordatorio de su soledad. Ahora esperaba con ansia solo para ver algún detalle de Misaki, un gesto dulce de su parte o simplemente pasar el tiempo a su lado. Tenía por fin todo lo que alguna vez deseó y lo tenía entre sus brazos temblando de placer y de éxtasis, llamándolo por su nombre y mirándolo profundamente como queriendo volverlo suyo.
    De pronto el interior de Misaki lo succionaba con ahínco.
    -Usagui…yo…
    -Yo también Misaki…
    El escritor llevó sus fuerzas al máximo y tocó profundamente el interior de su pequeño, logrando que una descarga final de placer le convulsionara el cuerpo, haciéndolo arquearse sobre la superficie lisa de la mesa. La semilla de Misaki se derramó entre sus dedos, manchándolos a los dos.
    Al mismo tiempo que Misaki se liberaba sus paredes internas se contrajeron con fuerza empujándolo al delirio máximo, obligándolo a dejar su semilla allí como tanto lo anhelaba. Akihiko echó la cabeza hacia atrás mientras un grito y un gruñido resonaban en la penumbra.
    Cuando el peli-plata logró abrir los ojos y enfocarlos en su objeto de adoración lo encontró agitado, respirando arrítmicamente, luchando, como él, por recuperarse de los efectos del clímax que ambos habían logrado. Se desplomó sobre el más joven, recostando su oído en el pecho que subía y bajaba ¡Ah! Estaba feliz, el corazón de Misaki latía tan rápido como el suyo. Akihiko cerró los ojos para disfrutar del sonido solo un momento.
    Misaki sintió al hombre recostado sobre él y, enternecido, comenzó a cepillar los hilos plateados mientras sus ojos seguían cerrados. De golpe recordó algo importante.
    -¿Usagui-san?
    -¿Hum?
    -Feliz cumpleaños- dijo avergonzado por no decirlo antes.
    Akihiko abrió los ojos del golpe y después sonrió, enigmático. Esa sería una larga noche.
     
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  8. Tomoya-sama
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    Genial que bueno que atualizaste. Maravilloso capitulo, no importa que hayas tardado un mes tambien tienes otras cosas que ocupan gran tiempo de vida. Que mal que ya vaya a terminar esta historia que amo tanto. Hace poco lei nuevamente la primera parte y una vez mas lo digo en verdad amo esta historia demasiado es una de mis favoritas. Espero que para el final Misaki pueda decirle a Takahiro sobre su relacion con Usagi. Y creo que si soy el unico que siempre comenta pero bueno me alegro de que quieras terminarla. Muy bueno el capitulo 7w7r. Espero el próximo capitulo saludos y suerte :=amors:
     
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  9. Patty Unnie
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    Ayyyy, me había ausentado un poco por acá pero he estado a tope entre el trabajo, sacando el diplomado y mi entrenamiento de Kendo pero ya terminé el diplomado así que me tendrás por acá hasta el final de la historia :D

    Me han gustado montón estos 3 capis que he leído de un tirón, aunque igual me carga un poco que Misaki siga sintiendo tanta vergüenza, está bien que sea inocente para algunas cosas pero vamos tiene 22 años -al menos en tu fic- y todavía no es capaz de tocar a fondo a Usagi san mientras hacen esto y aquello, o sea tiene pedazo de macho y ni siquiera le toca el trasero ajajajaja si fuera yo lo hubiera dejado marcado por completo xD
    Ojala que ya antes del final su confianza quede acorde a lo que siente realmente, Usagi necesita oír ese "te amo" aunque sea al final de cada acto de amor, tampoco es que se lo diga todo el rato pero una vez al día o a la semana tampoco lo va a matar.

    Maldito Fuyuhiko, ojala se buscara una pareja para que deje de meterse tanto en la vida de Akihiko, maldito ¬¬

    Me han gustado mucho las escenas sexosas!! casi podía verlos frente a mi haciendo cositas jujujuuu :=hurrahrr:

    Espero con ansias la conti, muchas gracias por seguir la historia!

    chuu chuuuuuuu :=DFSDFSD:
     
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    Yaoizando
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    Buenas noches! una vez más llegó con una actualización. Debo decir que el momento tan esperado por fin llegó. Espero cumplir con las espectativas y que lo disfrutren mucho. Pero antes que nada un agradecimiento especial a Tomoya-sama por su comentario que siempre me anima. A Patty Unnie sumo una felicitación por tu diplomatura y entrenamiento en kendo.
    Sin más dejo para que se entretengan
    Hasta la proxima
    Gaia

    Mirándote a los ojos.
    Los días habían estado pasando realmente rápido últimamente. El clima iba mejorando de a poco y en las tardes se podía decir que hacía calor si bien en las mañanas y noche el frio se sentía. Misaki caminaba inusualmente despacio por la calles con rumbo al café que se encontraba no muy lejos de la que pronto seria su antigua universidad. El castaño conocía bien esas calles, las recorrió por espacio de 4 años. Conocía las tiendas y los edificios; sabia cuáles había abierto recientemente y cuáles eran las antiguas, sabía en qué librería encontraría el más reciente tomo de The Kant aunque en el resto estuviera agotado –porque el amable chico de la tienda le hacia el favor de siempre le reservaba uno- sabía en cuál fachada cambiaron la pintura y en cuál ya necesitaban hacerlo; sabía dónde sacar copia a menor precio y muchas otras cosas. Se sentía raro saber que dentro de poco ya no pasaría por allí, porque tendría que recorrer y conocer otras calles y otros lugares.
    En unos cuantos días su vida cambiaria. Al pasar por los alrededores de la Universidad M una extraña mescla de sensaciones lo asaltaba: nostalgia mesclada con ansiedad, si es que tal combinación es posible. Era la que mejor se ajustaba, nostalgia por lo que dejaba atrás Ansiedad porque al mismo tiempo que terminaba sus estudios también concluía su entrenamiento y pasaría a llamarse un editor de manga con todas las letras. . Sentirse así lo hacía pensar que era un anciano pero ahora que estaba por terminar sus días de universitario sabía que iba a extrañar esos días.
    Como fuera no era su renuencia a separarse de su vida universitaria lo que provocaba su lento andar, era el hecho de que iba a encontrarse con Toudou después de tanto tiempo. Por días se limitó a intercambiar mensajes cortos con él, dando evasivas usando su trabajo o su tesis como pretexto para no verlo; que estaba muy ocupado, que no sabía si lograría terminar a tiempo, le decía, para colmar las cosas su amigo muy amablemente se había ofrecido a ayudarlo, le daba ánimos con frases amigables y alegres, él, por otro lado, lo trataba fríamente al punto de ser grosero. Hubo incluso una vez en que recibió una llamada que contestó sin fijarse de quién se trataba, cuando escuchó la vos del rubio se alarmó “lo siento estoy trabajando” dijo y le corto. Se sintió muy mal porque aunque sí estaba en la editorial en realidad tenía tiempo para hablar. Misaki sencillamente no quería hablar con su amigo. Sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo.
    Sin embargo, algo por demás extraño pasó la noche anterior, algo que nunca, ni un millón de años imaginó que pudiera suceder. Era la hora de la cena y como de costumbre Misaki terminaba de poner la mesa, ubicando la comida delante del autor, se sentó en su lugar cuando su teléfono sonó, sin embargo al ver que se trataba de un mensaje de Toudou y lo ignoró. En lo que comía notó que Usagui-san no le sacaba los ojos de encima.
    -¿Qué?- dijo un poco irritado.
    -¿Todo está bien?
    -Si- la verdad el mensaje lo había puesto un poco nervioso.
    Akihiko, nada convencido, se le quedó mirando fijo sin decir nada ni probar la comida.
    -¿Quién era?- Misaki no respondió, fingiendo masticar comida que ya había tragado y temiendo una escena de celos.- Sé algo está molestándote. No te ves con tu amigo desde hace un tiempo ¿no es así?
    -No tanto…- afirmó ocultado sus ojos. Sabía que el autor lo conocía muy bien, pero no creyó que fuera hasta el punto de leerlo como si se trata de un libro abierto con solo una mirada.
    -Misaki, ¿Qué está mal? ¿Era tu amigo Toudou, cierto?- suspiró con fuerza- dime por favor.
    -No quiero verlo- miró su comida ya sin ganas de comer y jugó con los vegetales moviéndolos de un lado a otro.
    - Lo estas evitando desde lo que pasó la ultimo vez.-Akihiko lo miraba serio pero Misaki no contestó. -Sabes que no puedes seguir así por siempre ¿no?
    -Si…- cada vez se sentía más y más como un niño regañado y no le gustó.
    -En ese caso ¿qué harás?
    El escritor dejó la pregunta flotando en el aire, juntó su mano diciendo la frase acostumbrada agradeciendo la comida y se dedicó a cenar. No se entrometió, no le dijo qué tenía que hacer y qué no, parecía que incitaba al castaño a que resolviera la situación de sí mismo, todo lo contrario a lo que usualmente hacía. No volvió a sacar el tema hasta antes de que el muchacho se fuera a la cama.
    -Misaki, yo te apoyaré en cualquier decisión que tomes. Esta es tu decisión.
    Entonces, sin saber por qué, al castaño le dio la impresión de que a Usagui-san le dolía decirle esas cosas. El escritor se retiró a su estudio y Misaki aprovechó para meterse a la cama antes de preguntarle qué había querido decir con esas extrañas palabras ¿no se suponía que Usagui se alegría? Si era él quien siempre estaba prohibiéndolo salir y tener amigos, tratando de aislarlo. Se dio un fuerte golpe a sí mismo porque no tan en el fondo siempre supo que las posesivas frases que le repetía no eran enserio y que en realidad no era tan cruel como para desear que estuviera solo y sin amigos. Lo que Usagui en realidad quería era ser el número uno. Ahora lo entendía. Usagui-san se preocupaba tanto por él que incluso estaba turbado porque no estuviera en buenos términos con su amigo.
    El oji-verde se metió a la cama e intentó dormir, mas no pudo hacerlo. Usagui tenía razón no podía seguir evitando a Toudou eternamente, ellos eran amigos y, hasta donde el otro sabía nada había cambiado, aunque para Misaki no fuera así. Pero, solo de recordar la cara de desprecio que el peli-claro y sus palabras hirientes el que le llamara alegremente como si nada hubiera pasado o que le mandara mensajes tontos como haciendo un chiste sobre algo que vio en internet o que lo invitara para tomar algo y hablar lo llenaba de… ¡agr!... ¡Lo llenaba de rabia! O eso quería creer. Porque si se sinceraba consigo mismo la verdad además de rabia había una buena cuota de miedo en él. La cuestión era miedo de qué ¿de qué lo mirara con el mismo desprecio? ¿De decirle su secreto? Misaki sabía que no estaba haciendo nada malo. Si era malo entonces ¿por qué se sentía avergonzado? Tenía miedo de afrontar lo viniera después… porque al fin y al cabo no era normal….
    El castaño se quedó mirando las banderitas del techo. Usagui-san sí que había arreglado su habitación a su gusto ¿Qué pondría él en el espacio que era solo suyo? Tendría que pensarlo también. Se quedó pensado en una cosa y en otra sin poder encontrar una salida a ninguna de las dos mientras las horas pasaban y el sueño no llegaba. Por fin escuchó los pasos del escritor acercándose por el pasillo. Cerró los ojos y se volteó de espaldas al espacio al lugar que sabía que el otro ocuparía, fingiéndose dormido. Pocos minutos después sintió a el colchón hundirse y al hombre meterse entre las mantas. Su cuerpo fue rodeado por unos fuertes brazos que lo acercaron a un pecho amplio y cálido. Un suave beso fue dejado en su cabello junto con “buenas noches” susurrado apenas.
    ¿En realidad no era normal? Todas las personas aman, se enamoran de otras. Más bien diría que lo que no era normal era no amar. Pensó eso entre dormido y despierto y Misaki por fin se hundió en el reino de Morfeo.
    Así que ahí estaba, esa misma mañana juntando coraje se aseguró de mandarle un mail a Toudou disculpándose por su trato de los últimos días y preguntando si podían verse esa noche en el café de la última vez. Para su sorpresa el chico contestó que no estaba molesto para nada y que no tenía problema con que se vieran dentro de un par de horas. Misaki entonces, reunió fuerzas, Toudou era un amigo muy importante y si ese era el fin de su amistad lo confrontaría como era debido. Le hablaría claro, seria directo, afrontaría sus miedos y también lo que fuera que viniera después, sin esconderse. Como un hombre.
    Sonaba genial, pero la verdad era que al entrar al lugar temblaba de pies a cabeza y sus manos sudaban, le faltaba el aire ¡Por favor! Ya podía dejar de comportarse como un niño…
    Entró y se sentó en la mimas mesa que en su encuentro anterior y esperó, mientras ojeaba con desinterés el menú. Nunca fue una persona muy previsora que digamos y esta ocasión no fue la excepción, no tenía ni la menor idea de qué decirle al rubio ni cómo encararlo. No se le ocurrió pensar en eso antes y recién ahora se daba cuenta. Muy mal para él que tenía que afrontar un momento difícil.
    -¡Misaki!- la despreocupada vos se escuchó en todo el lugar. El chico de cabellos claros se anunciaba desde la puerta del local con una sonrisa en su rostro, agitaba una mano en alto a modo de saludo, Misaki imitó el gesto llamándole la atención para que se acercara.- Ha pasado tiempo- dijo ocupando su asiento.
    -Si…
    -Oye, ¿llevas mucho tiempo esperando?
    -No, la verdad acabo de llegar.
    -¿Ya ordenaste algo? Escuché que tienen nuevos postres que son deliciosos.
    -No, yo…-
    Misaki se sentía incómodo y nervioso, no sabía cómo actuar: Toudou actuaba tan normal, hablándole como siempre, y él no se atrevía a levantar la vista de la mesa ¡Basta! No es como si tuviera una razón para sentirse avergonzado.
    Cuando levantó los ojos para mirar a su amigo lo notó un poco diferente; se veía pálido, con grandes y oscuras ojeras debajo de los ojos y más delgado.
    -Tienen un nuevo pastel de fresas y chocolate- informó con normalidad de lo que había visto en el menú.
    -No me gustan mucho las fresas
    -También hay brownies que sirven con crema batida, helado o con salsa de chocolate
    -Yo probaré eso.
    -Y yo el pastel.
    -¡Con café!- Casi gritó el chico con entusiasmo exagerado por un simple postre.
    -Té para mí.
    Toudou llamó a la mesara quien tomó su orden con una sonrisa un tanto insinuante hacia el estudiante de leyes.
    Por curioso que fuera esa tonta charla sobre los dulces y el entusiasmo de su amigo lograron relajar a Misaki, era fácil charlar con Toudou.
    -No has dormido bien últimamente ¿cierto?- preguntó el castaño sorprendido por lo fácil que se había relajado.
    -Te diste cuenta ¿Eh?- habló desplomándose sobre la mesa- la verdad… tuve problemas con mi tesis-confesó- me enredé y tuve que revisar desde la mitad, rehacer una parte y con suerte la voy a poder entregar este viernes, no quiero espera al treinta.
    De lo que hablaba el rubio eran las fechas límites para la entrega y posterior defensa de los trabajos finales. Desde el 15 de ese mes estaba abierta la recepción y la defensa se fijaba para 4 días después, la opción del 30 de la que su amigo hablaba como la última deseable era la única apuesta de Misaki.
    -Wow… debe ser terrible.- se lamentó el castaño sintiéndose mal por su compañero y asustado a la vez porque si Toudou que era inteligente tuvo problemas ¿Qué le esperaba a él?
    En ese momento la mesara llegó con sus pedidos y Misaki no pudo dejar de notar que la chica se inclinaba más y tardaba cuando se atendía al rubio. Por un momento sintió algo de celos o envidia porque a él nunca le coqueteaban las chicas en la calle o en un bar. No, a él solo se le declaraban los hombres poderosos, ricos y apuestos… la penumbra de la vergüenza cayó sobre él mientras se abofeteaba mentalmente por idiota ¡distraerse por semejante cosa cuando tenía un objetivo en mente!
    Cuando Misaki volvió a la realidad su amigo prácticamente se tiraba sobre el dulce para devorarlo y con muy pocos modales, debía agregar.
    -Toudou-kun ¿tienes hambre?
    -¿Hum?- el chico levantó la cara del plato y lo miró con un poco de chocolate asomándole- ¡Hum!-asintió mientras tragaba todo lo que tenía en la boca y lo empujaba con un poco de líquido caliente- tampoco pude comer bien estos días ¡extraño mucho los bentos que preparabas para mí!
    Ya cuando la porción de brownie del rubio se acabó y con una segunda en camino el chico pareció calmarse un poco y el ambiente entre ellos se distendió. Misaki terminó de relajarse y comenzaron a hablar de cosas sin sentido y de otras con importancia, de la nada se encontraba riendo de una tonta charla sobre su manga favorito también de su futura graduación y de sus vidas después de eso: del trabajo, del viaje que supuestamente harían y de la repentina asignación de Misaki a un puesto fijo. A Toudou parecía sorprenderle que Misaki pudiera con todo considerando que también se ocupaba de sus tesis. El castaño pensaba que tenía ningún mérito especial.
    Todo era como siempre, fue hasta que el castaño giró su mirada en dirección a la ventana encontrándose con el paisaje de la cuidad y la noche que recordó que tenía algo importante que tratar con su amigo y para lo cual todavía no encontraba palabras.
    -A propósito ¿Cómo va tu tesis?- se interesó de pronto Toudou
    -Pues…todavía no le termino- admitió avergonzado.
    -Es lógico ¿no? Con todo lo de tu trabajo, pero estoy seguros que la terminaras a tiempo. Sobre eso hay un motivo por el que quería verte.
    Misaki asintió comiendo el último bocado de su pastel mientras buscaba algún resquicio de valor en su interior.
    -Es que quería pedirte un favor.
    -¿Un favor?
    -Si veras es que…
    -Antes que eso- interrumpió el castaño de golpe- tengo algo que aclarara contigo.
    -¿Eh? ¿Aclarar? ¿Qué cosa?- Toudou estaba confundido porque su amigo de la nada se puso muy serio.
    -Sobre la otra vez.
    -La otra vez ¿pasó algo?
    -Sobre los chicos que se abrazaban en la calle.
    Toudou se quedó callado mientras se despeinaba con una mano, tratado de ubicar en su memoria el suceso del que hablaba Misaki.
    -Ah sí…- el rubio no ocultó su disgusto- ¿Qué con eso?
    -Pues…- era ahora o nunca, tenía miedo de las implicancias y las consecuencias que pudiera haber sobre todo si a su amigo se le ocurría hacerle preguntas, pero no podía simplemente quedarse callado. Tenía que ser sincero con su amigo y con él mismo.- Pues… que yo no pienso lo mismo que tú. Aunque creo que es algo vergonzoso portarse…muy cercanos en público no creo que porque sean dos hombres lo haga peor.
    Toudou lo miró fijamente por lo que a Misaki le parecieron horas, mientras tenía el odio en su mirada o que simplemente se levantara y se fuera. Pensaba qué pasaría por la cabeza de su amigo en ese momento.
    -¿Eso era todo?- preguntó el rubio sin dejar de mirarlo, Misaki asintió. –Bien, aclarado- declaró como si nada.
    -¿No te molesta?- preguntó el castaño contrario a sus instintos de conservación decían, sintiendo que estaba cavando su propia tumba por abrir la boca de más ¿Por qué no lo dejaba solo así?
    -Tenemos diferentes puntos de vista- se encogió de hombros- No tiene nada de malo.
    Perplejo por la reacción del rubio Misaki se quedó con los ojos y la boca abierta. Toudou estiró el brazo y posó su mano en la cabeza castaña como consolando un niño.
    -Mira si te hace sentir mejor te diré que respeto tu opinión y voy a tener cuidado con lo que diga para no ofenderte y si lo hice antes me disculpo ¿tú respeta mi forma de pensar también?
    -Em…sí.
    -Bien entonces.
    Una nueva ración para ambos fue ordenada con el único fin de ayudarlos a la pasar el duro momento que habían enfrentado y relajar la atmosfera.
    -Bueno, volviendo a lo que te quería decir antes la cosa es que ¿me darías un poco de tu tiempo mañana por la tarde?
    -¿Para qué?
    -Para preparar la defensa de mi tesis. Bueno la parte que tengo lista al menos.
    -¿No sería mejor pedirle a algún profesor? Yo no sé qué preguntas te pueden hacer.
    -No, así estará bien. Escuché que la mejor forma para no estar nervioso cuando tienes que hablar en público es decirlo primero con alguien de confianza y tú eres mi importante amigo asique ¿Qué dices?
    -¡Claro! Puedo mañana después del trabajo

    El castaño llegaba a casa esa noche sintiéndose ligero y feliz al haber hablado con Toudou se sacó un buen peso de encima. Creía que ellos habían logrado reforzar su amistad. Por otro lado, le agradecía que no se ocurriera hacer preguntas acerca del tema, obligándolo a decir más de lo que estaba dispuesto a reverla, si eso hubiera pasado quién sabe cómo hubiera terminado. En fin… Toudou aceptaba que los dos tenían diferentes puntos de vista sin juzgarlo. Ellos se respetaban mutuamente y el tema quedo zanjado.
    Misaki estaba a punto de poner la mano en el picaporte cuando…
    -¡Largo!- la puerta se abrió de golpe y una pelirroja fue empujada fuera por la espada sin nada de consideración.
    Akihiko vio a Misaki parado con la mirando incrédula y en una fracción de segundo lo tomó de la muñeca jalándolo a dentro y cerró de un portazo en la cara de la pobre mujer y puso el seguro.
    -Usa…
    -¡¡Usami-sensei!!- los gritos desesperado acompañados de los golpes en la puerta amenazaban con tirarla abajo -¡Abra de una vez! ¡¡USAMI-SENSEI!
    -¡Largo!- repitió testarudo y, se cruzó de brazos.
    -¡Abra!
    -¡Largo! Tendré el manuscrito mañana en la tarde- los golpes en la puerta no cesaban- ¡ya te lo dije!
    -¡Entonces déjeme entrar!
    - No puedo trabajar contigo respirando en mi nuca.
    Los golpes pararon y por lo bajo se escuchó una maldición- ¡Está bien sensei! Pero sepa que vendré a primera hora y no me importa tener que tirar la puerta para entrar.- Los tacones de la mujer sonaron alejándose por el corredor.
    -Usagui-san…-estaba dispuesto a regañarlo.
    -Lo siento por eso Misaki- el escritor respiró hondo, sonrió y miró a su pequeño.- Bienvenido a casa.
    -Estoy en casa pero ¿Qué le pasaba a Aikawa-san?- dijo, aunque en realidad no necesitaba preguntar.
    -Solo son unos pocos días, ¡no sé por qué se molesta tanto!
    -Y lord Usami ¿Cuántos días exactamente lleva de retraso en la entrega?
    -Dos semanas.
    -¡¿Dos semanas?! ¿Y te atreviste a echar a Aikawa-san así? ¡Date prisa y ve escribir!- regañó el más joven con el ceño fruncido y señalando con la mano el camino al estudio.
    Akihiko hizo en esfuerzo para no reírse de la carita enojada de Misaki y por el contrario se dedicó a provocarlo- No puedo escribir, estoy hambriento. – dijo volviendo a cruzarse de brazos para dar por terminada la discusión.
    -Bien prepararé la cena- dijo Misaki terminado una nueva escena que no podía clasificarse sino como un berrinche, aunque reconocía que no es bueno trabajar con hambre.
    -Te ayudo- ofreció el peli-plata para seguir con su juego- quiero aprender a cocinar, estos seguro que puedo superarte en poco tiempo.
    -No gracias- contestó secamente el castaño con las manos en la cadera, enojado por la irresponsabilidad del escritor. Se aseguró de preparar a su pareja una comida cremosa y nutritiva, deliciosa y revitalizante para que pudiera cumplir con su trabajo.
    -¿Fuiste con tu amigo de la universidad?- inició la charla el escritor mientras los dos comían.
    -Sí.
    -¿Todo bien?- había estado preocupado.
    -Sí, hablamos un poco y, yo no dije nada personal, solo que no pienso lo mismo y él dijo que está bien. Seguimos siendo amigos.
    -Me alegro por ti- afirmó sinceramente.
    -Mañana nos vemos de nuevo.
    Ante esto Akihiko arrugó el ceño, tampoco era necesario que se vieran a diario.
    -Ya comiste, ahora ve a hacer tu trabajo- sentenció severo el joven.
    -A cambio de un beso. Si quieres que trabaje dame un beso- dijo y se quedó dónde estaba con sus ojos cerrados y los labios listos para recibir el dulce gesto.
    ¡Agr! Es tipo no se cansaba de pedir, decir y hacer cosa embarazosas.
    Misaki se acercó hacia donde estaba el escritor y se quedó a solo unos pocos centímetros. Akihiko lo percibió muy cerca, el aliento del castaño le llegaba tibio. Curioso abrió ligeramente los ojos para espiar lo que pasaba.
    -¡¡Ponte a trabajar!!- estaba enojado y rojo.
    -¿Y mi beso?- reclamó con gesto de capricho.
    -¡No lo pienso hacer!
    Misaki comenzó a empujar al escritor de camino a su estudio. Usagui no dijo nada y se dejó regañar hasta la puerta donde los empujones se detuvieron.
    -Muy bien esfuérzate señor Usami, así habrá menos problemas para todos- terminó el castaño dispuesto a irse.
    -Misaki- lo llamó, se giró rápidamente y, tomándolo de la cintura, le robó un dulce beso.- Buenas noches, duerme bien- finalizó con una sonrisa soltando al menor. Ya con su beso podría trabajar sin problemas.
    El castaño algo sonrojado y enojado con el hecho de que el mimado escritor siempre se saliera con la suya se fue a dormir refunfuñado.
    El novelista entró a su estudio y se sentó frente a la computadora ¿Cuál podría ser el nombre para el sentimiento que tenía ahora? Ah sí… orgullo. Akihiko se sentía orgulloso de lo que su pequeño había logrado. Sí era cierto, -y obvio para cualquiera que tuviera ojos- que Usami Akihiko era celoso y posesivo y no gustaba nada que su Misaki frecuentara otros hombres o ser humano, pero lo que pocos sabían era que él deseaba con todas sus fuerza la felicidad completa para su amante. En los días posteriores a su pelea con el chico rubio Misaki se comportó muy extraño; incómodo y molesto. Si bien estaba complacido de su castaño llegara a casa directo del trabajo no quería que fuera por una razón como esa; que su niño tuviera miedo de las reacciones de otro era como si sintiera vergüenza de ser quien era. Por eso lo alentó a reunirse con su amigo y enfrentarlo. Sabía que estaba siendo injusto con Misaki ya que él solo ignoraba a todos aquellos que decían algo en su contra porque no le afectaba, o mejor dicho le afectaba muy poco para tomarlo en cuanta, pero el castaño era del tipo al que le importaban las personas y sus opciones y era más fuerte que él. Esa fue la razón por la que decidió superarse y superar sus celos para apoyar al oji-esmeralda. Lo logró; se podía decir que Misaki había dado un paso adelante aunque ni él mismo lo supiera.
    Pensado aquello una pequeña sonrisa se dibujó en sus finos labios, con sus manos sobre el teclado se dispuso a terminar su trabajo.

    -¡No lo haré!- sentenció firmemente el chico castaño y se cruzó de brazos rojo y furioso.
    -Pero tú querías que te ayudara a ¿no? Solo te estoy dando una herramienta para que te relajes.
    -¡Como si algo como eso me pudiera relajar!- eso se ganaba por pedirle ayuda a Usagui-san de entre todas las personas.- Yo solo te pedí que me ayudaras a preparar la presentación del lunes. Estoy muy nervioso Usagui-san ¡yo nunca hable en público antes!
    -Bueno hazme caso y desnúdate. Una de las técnicas para relajarse al dar un discurso en público es decirlo desnudo una vez.
    -¡Es imaginar al público desnudo, no desnudarse!
    -También estoy abierto a esa posibilidad. Puedes imaginarme desnudo las veces que quieras- le susurró insinuante con una sonrisa lasciva- o para que no tengas problemas de visualización…- el escritor llevó las manos al suéter claro que portaba con intención de quitárselo.
    -Estoy no es una broma ¡idiota! - furioso por la despreocupada actitud del escritor ante un momento de tensión máxima para él, Misaki empezó a gritarle y sacudirlo sin piedad.
    -Sensei- se escuchó la vos de la mujer pelirroja que entraba a la sala aquella soleada mañana- ¿Qué demonios le hizo a Misaki-kun?- sin preguntas se unió a la agresión porque sin duda el autor era culpable de algo.
    -Me…me estoy mareando- alcanzó a decir el hombre que creía que pronto vería su desayuno otra vez.
    -A-aikawa-saaaan ¡ayuda!- gritó desesperado el joven castaño cuando se percató de la presencia de la mujer y de lo verdoso de la piel de su novio. En ese momento aceptaría a cualquier que lo socorriera.
    -Misaki- kun ¿Qué pasa? No te vi en la editorial estos días.
    -Es… es que…yo…
    -Consiguió permiso de la editorial para quedarse en casa y terminar su tesis-acotó el peli-plata casi recuperado.
    -Logré terminarla y apenas hace unos días la entregué pero la presentación es en dos días ¡y Usagui-san no me quiere ayudar escuchándola!- acusó el castaño.
    -Si lo haré solo dije que debías dormir un poco primero.
    -¿Eh?
    -No dormiste anoche terminando tu discurso y apenas descansaste dos horas la noche anterior.
    Aikawa notó entonces que el chico se veía desalineado, con ojeras profundas debajo de sus ojos y más alterado de lo normal, entonces en su papel de “madre” de escritor y defensora de su valioso aliado sumado al cariño de hermana mayor que le había tomado al chico decidió intervenir.
    -Misaki-kun…- hablo despacio con la experiencia de años de lidiar con escritores al borde del colapso nervioso- yo me quedaré hasta tarde hoy. Usami sensei y yo postergaremos la discusión del nuestro siguiente proyecto y corregiremos tu discurso, a cambio de que duermas, después te escucharemos ¿te parece bien?
    -S-siii…- conmovido y agotado el castaño se arrastró a la cama.
    -¿Por qué cuando tú lo dices si hace caso? ¿Y por qué tengo que soportarte hasta tarde en sábado?
    -Cállese y traiga el discurso de Misaki-kun.
    Esa tarde el mejor escritor de Japón y la mejor editora pusieron su corazón en corregir el resumen de la tesis del joven hasta el más mínimo detalle. Después de que Misaki despertara y prepara bocadillos para todos le explicaron los cambio que hicieron y, sentados en el sofá rosa de la sala con expresiones graves simularon la exposición y defensa que en total duraba entre treinta y cuarenta minutos.

    No podía creerlo ¡No podía creerlo! De alguna manera se sentía como si no fuera real, de seguro estaba soñando. Sí, eso era, se trataba de un sueño, y era uno feliz por cierto, sino ¿Cómo se explicaba que estuviera ahí? No… espera ¡Era real! ¡Totalmente real! y él lo había logrado ¡Lo logró! ¡LO LOGRÓ!
    Misaki ocupó su lugar en el Campo Central de la Universidad Mitsuhashi, allí, en el césped que solía recibir a los grupos de estudiante que repasaban sus lecciones, preparaban un examen o simplemente charlaban, esa tarde de principios de abril se llevaría a cabo la ceremonia de graduación. A su alrededor todos los chicos vestían, al igual que él, una elegante toga negra que los cubría desde el cuello hasta los pies, además de llevar un birrete, típico sombrero de graduado, en la cabeza negro también. El oji-esmeralda examinó el lugar con la mirada en busca de algún rostro conocido. Ellos estaban a su alrededor y delante de él, chico que de su misma carrera que habían entrado a hacia cuatro años atrás. También había un montón de cara extrañas, chicos que se graduaban esa día pero de otras carreras, entre ellos su amigo Toudou. Misaki se giró en su asiento para buscarlo y lo encontró unas cuantas filas detrás de él. El rubio captó su mirada y le sonrió saludándolo con la mano, Misaki devolvió el gesto de buena gana. Mucho más atrás se ubicaba decenas de sillas donde los familiares e invitados comenzaban a acomodarse.
    Como si el mismo cielo compartiera el sentimiento de los graduados estaba despejando y agradable, ya los cerezos del parque interno de la institución comenzaban a abrirse y algunos de los delicados pétalos rosas flotaban en el aire balanceados por el viento gentil. Se podía decir que era un día perfecto.
    Volviendo la mirada al frente el castaño contempló el escenario ya armado y dispuesto y se preguntó si su hermano, junto con su esposa e hijo vendrían, ellos lo prometieron asique tal vez ya hubieran llegado. Misaki se preocupó un poco cuando mirando el lugar central donde se llevaría a cabo la ceremonia se dio cuenta que el escenario tenía varios escalones que se debían subir hasta llegar a la mesa que decorada con un mantel oscuro con el logo de la universidad exhibía una gran pirámide de diplomas que serían entregados en mano por el rector, para colmo antes de bajar se tenía que caminar unos tres metros por detrás del atril desde el que serían llamados para después bajar por una escalera posterior. Misaki se sentía aterrado ante la idea de pisar su toga en cualquier punto del camino y terminar de bruces siendo la burla de todos los presentes.
    ¿Usagui-san a habría llegado ya? Estaba seguro de que iría porque incluso le costó convencerlo de no ir con él dos horas antes. Por supuesto él debió llegar con tiempo para recibir su toga y demás aditamentos y después las instrucciones del día y si dejaba al escritor acompañarlo no hubiera podido sacárselo de encima.
    El chico suspiró profundamente entre nervioso y ansioso ¿sería que ya podía enorgullecerse un poco? Después de todo había logrado graduarse sin contratiempo y considerando que entró solo como un estudiante de la lista alternativa, debía agregar. Volvió a suspirar y se dedicó a esperar los minutos que restaban para que la ceremonia comenzara lo más tranquilo que pudiera. Una solitaria nube cubrió el sol y Misaki recordó lo que le esperaba al terminar. Ya no podía evitarlo ni un día más.
    “Procura disfrutar el día Misaki” le recordó la vos de Usagui-san en su cabeza. “Es un momento importante de tu vida, nuca se repetirá.” Usagui-san… ¿él también estaría nervioso? El castaño decidió que lo mejor era hacerle caso y, acomodándose la muceta que lucía con el color distintivo a los graduados de economía con título de grado se enderezó esperó.

    -¡Usagui!- junto con la vos alegre y enérgica el escritor percibió la presencia de su amigo acercándose a él, seguido de su esposa y su pequeño hijo a quien cargaba en brazos.
    -¡Takahiro! Qué bueno que pudieran venir.
    -Sí, me hice un espacio, pero lo mismo va para ti Usagui, no pensé que vineras.
    -No me lo perdería por nada- respondió el novelista. Ni el mismo podía creer que estuviera sonriéndole al azabache como si nada cuando en realidad se sentía nervioso y, debía confesarlo, un poco asustado por lo que sabía que les tocaría afrontar.
    Después de saludar a Mamami y hacer un esfuerzo por no enojarse con el pequeño cuando volvió a confundir su apodo todos tomaron asiento. Akihiko buscó con la mirada la figura de su amado mas no pudo encontrarla entre la multitud de birretes.
    Mientras hablaban Usagui analizó a su amigo quien vestía un traje negro junto con una sonrisa que no le entraba en el rostro, seguro se sentiría muy feliz. Él por su parte se acomodó la solapa del fino traje gris claro que había elegido con mucho cuidado, pues quería asegurarse de lucir bien para Misaki esa tarde. Mientras el hombre de lentes le decía algo a su esposa el escritor lo miró de reojo, podía imaginarse lo feliz y orgulloso que se sentía, después de todo no era un secreto que su pequeño hermanito era su adoración. Tenían eso en común aunque el mayor de los Takahashi aun lo ignoraba.
    Lentamente le lugar se fue llenando y el autor se esforzaba por mantener una charla tranquila y no dejar salir el nerviosismo que iba en aumento dentro de su ser. Pensando que cuando estaba enamorado del hombre de cabellos negros sentado a su lado también se sentía asustado por cada palabra que saliera de su boca; aprobación o reprobación eso marcaba la diferencia entre la felicidad y la tristeza, le pareció casi risible y ridículo comparado con lo que sentía ahora. En pocas palabras se confesaba aterrado por lo que surgiera de la charla que tendrían justo después de la ceremonia. Cierto había esperado con anhelo que el momento llegara y ahora que estaba tan cerca entendía por fin toda la magnitud del riesgo que conllevaba. La noche anterior tuvo la necesidad de hacerle el amor a Misaki lo tomó con gentileza tratando de ser lo más sincero posible con lo que su pecho llevaba dentro. Ya no le ocultaría nada a su Misaki. Cuando los brazos de su pequeño lo envolvieron con fuerza supo que él también temía que esa fuera la última vez. Al ver que una solitaria lágrima rodó por la sonrojada mejilla mientras sus cuerpos se separaban confirmó que Misaki una vez más había logrado ver en su corazón, que otra vez asumía su dolor como propio y que ellos compartían el mismo sentimiento.
    Hacía ya varios años que se había prometido ser el apoyo de su dulce y berrinchudo castaño. De ser necesario él asumiría toda la responsabilidad.
    -Estoy muy agradecido contigo Usagui- le dijo Takahiro con vos amable mientras sentaba a su hijo en sus rodillas.
    -No tienes por qué.
    -No, te equivocas. Si no fuera por ti quien sabe, tal vez Misaki no hubiera podido entrar a la universidad. Yo estaba realmente preocupado en aquella época.
    “Hice eso por ti”
    -Además cuando todo se complicó y tuve que irme a Osaka lo recibiste en tu casa. Me dejó tranquilo que estuvieras para cuidarlo porque tenía miedo de que se quedara solo sin nadie a quien recurrir.-
    “Eso lo hice por mí.”
    -Fuiste un gran apoyo. Eres un importante amigo para mí.
    “Si supieras… ¿Qué dirías? ¿Qué dirás cuando te enteres?”
    El azabache seguía hablando sinceramente y él solo escuchaba sin asentir o negar nada- Misaki y tú se han vuelto muy cercanos ¿no?
    -Si…- culpable, triste y nervioso prefirió callar, disimular todo con una sonrisa y mirar al frente.
    Estaba llegando la hora, el peli-plata vio a un hombre muy bien vestido subir al escenario y ubicarse detrás del atril. Era el rector de la Universidad M que, con gesto solemne saludó a los graduados y los demás presentes dándoles la bienvenida para luego dar paso a una aburrido discurso donde alentaba a sus exalumnos a ser hombres y mujeres de bien, les recordaba que como graduados tenían el deber de llevar el nombre de la institución en alto y con orgullo.
    Con el silencio de su amigo Akihiko tuvo tiempo de relajarse sobre lo que pudiera suceder, siguiendo su propio consejo se centró en disfrutar la ceremonia.
    -Takahiro…- se escuchó en un susurro la vos de Manami- ¿En qué piensas, cariño?
    El peli-plata vio de reojo que el hombre con esfuerzo contenía las lágrimas.
    -En mis padres- respondió sencillamente. La mujer no dijo más ni hizo otra pregunta, se limitó a sonreírle con dulzura a su esposo y acariciar un mechón azabache.
    Cuando el rector terminó de hablar presentó a uno de los chicos que recibiría su diploma ese día, el mejor de todos ellos les hablaría a sus pares. Akihiko con desinterés, recordó de no haberse ido de viaje para evitar la ceremonia ese papel hubiera sido suyo. El chico también inició un discurso típico lleno de palabras de esperanza y alegría. A él le parecía de lo más aburrido pero ¿Misaki se sentiría conmovido? esperaba que así fuera porque es bueno conmoverse de vez en cuando.
    Una vez que el segundo discurso terminó una mujer ocupó el micrófono y anunció que se procedería a la entrega de los diplomas. El rector se ubicó a un lado de la mesa junto a un asistente que era el encargado de tomar el diploma para dárselo al directivo quien a su vez lo entregaría al alumno.
    Los acordes de “Pompa y Circunstancia” empezaron a sonar y la mujer comenzó a nombrar a los graduados.
    Uno a uno los alumnos se ponían de pie, subían al escenario, recibían su diploma, intercambiaban una cortés reverencia con el rector y luego bajaban.
    Cuando los nombres de los graduados de la carrera de economía empezaron Akihiko se sintió ansioso, miró a su amigo quien ya no se molestaba en retener las lágrimas y sonreía.
    -Takahashi Misaki…- enunció la mujer
    Akihiko vio con emoción una pequeña figura levantarse y salir con dificultad de su asiento caminar al escenario. Se lo notaba muy nervioso por lo titubeante de sus pasos, de seguro tenía miedo de tropezar en algún punto del camino. El escritor aplaudió con entusiasmo y no perdió detalle de sus movimientos. Pensó que nunca hubiera podido imaginar el niño que más de una vez creyó odiar por alejarlo de su amor platónico se convirtiera en lo más valioso de su existencia. Años atrás lo vio entrar a su habitación gritando amenazas y acusándolo de pervertido entre otras cosas; un chico tonto que para nada se parecía a su hermano y a quien no se creyó capaz de soportar. Misaki recibió si preciado diploma junto con una felicitación, intercambió cortesías con el rector y siguió su camino. Bien logró hacerlo si caer.
    El castaño se permitió sonreír, después de todo no cualquier lograba graduarse de la Universidad M. Pensó en sus padres que tal vez desde el cielo se sintieran felices y orgullosos de él y que tal vez lo estaba viendo desde donde se encontraban. Nii-chan seguramente estaría llorando y Usagui-san sin poder creerlo pensaría “Todavía es un niño” o algo por el estilo.
    La entrega terminó y entonces el rector volvió a hablar desde el atril. Todos los alumnos se pusieron de pie.
    -¡Felicidades generación 20… el día de hoy se han graduado!- los birretes volaron por el aire junto con un masivo y explosivo ¡VIVA!
    La ceremonia culminó y todos los chicos se alejaban. Misaki vio a Toudou reunirse con un grupo de personas quienes supuso serian su familia. Dejando su toga y birrete en su lugar se dispuso a caminar entre hacia la multitud.
    -¡Misaaakiii!- Takahiro llegó hasta el pequeño castaño abriéndose paso entre las personas.
    -Nii-chan- por supuesto que se alegró de que hubiera podido ir pero al ver su hermano Misaki recibió el peso de lo inminente. El chico recibió el abrazo de su hermano mayor que amenazaba con volver las soltar lagrimas.- ¡Estamos muy orgullosos de ti, Misaki! ¡Felicidades!- dijo más que feliz y sin soltar a su hermanito y se atrevió a hacer algo que no hacía desde que no era más que un niño de cachetes rojos: lo beso en una de sus mejillas. A Takahiro le costaba creer y hubieran pasado tantos años desde que un día no muy diferente a ese recibió la noticia de que pronto su familia crecería y luego… pasaron tandas cosas ¿Cómo era que ese bebe pequeñito estaba ahora con un título universitario en las manos?
    -¡Ni-nii-chan!- protestó en un berrinche y Takahiro lo soltó riendo de ver que otra vez sus cachetes estaban rojos. Un niño.
    -Muchas felicidades Misaki-kun- Manami se acercó sonriendo y cargando a Mahiro en brazo quien hizo el intento de saltar a los brazos de su tío al grito ¡Mi-chan!
    -Misaki- la vos del escritor se escuchó clara por encima del bullicio general-¡Felicidades!- al igual que siempre pasaba lo que recibía de su parte se sentía distinto a todo lo demás.
    Ellos se miraron y entonces supieron que a los dos los embargaba a misma preocupación. Las frías manos se posaron en su cabeza alborotando los cabellos castaños que tanto trabajo le tomó ordenar.
    -¡Oye!
    Es que Akihiko necesitaba tocarlo de algún modo y de cualquier forma su cabello era un desastre como de costumbre.
    Un hombre con una cámara se acercó a ellos preguntándole si estaban listos
    -¡Ah sí! Contraté al fotógrafo- anunció el escritor- Me tomé la libertad de pagar una copia para ti también Takahiro, las recibirás en tu casa.
    El hombre les pidió que lo siguieran hasta un lugar en donde dijo había mejor luz justo debajo del más hermoso cerezo cuando una vos inesperada les llegó
    -Misaki-kun- al darse la vuelta el castaño estuvo a punto de caer de la sorpresa, Ijuuin-sensei caminaba hacia ellos vistiendo un elegante traje azul junto a su típica sonrisa- ha pasado tiempo.
    -Emm…-
    -Misaki- justo cuando pensaba que las cosas no podían ponerse peor-No creí que pudiera encontrarte entre tanta gente.
    Usami Haruhiko hizo su aparición con el clásico traje negro. Los recién llegados se miraron, al chocar sus ojos el castaño casi pudo sentir las chispas de mutuo rechazo aunque el dibujante no alteró su sonrisa y el arquitecto no dejó que nada se filtrara en su rostro inexpresivo. El peli-plata frunció el ceño pero fue lo único que se permitió hacer para mostrar su desagrado. Misaki deseo que lo tragara la tierra.
    -¡Felicidades por tu graduación!- se adelantó el mangaka.
    -Felicidades Misaki- se apresuró el arquitecto sin querer quedarse atrás.
    -Disculpen creo que no nos conocemos- Takahiro se preguntaba quiénes eran esos hombres que se venían de clase alta y sobre todo por qué le hablaban a su hermanito con tanta confianza como para llamarlo por su nombre.
    -Lo siento mucho nii-chan, los presento: ellos son Usami Haruhiko-san que es el hermano mayor de Usagui-san e Ijuuin Kyo-sensei autor del manga The Kant- habló en dirección de cada hombre e hizo un gesto para identificarlos-Haruhiko-san, Ijuuin-sensei este es mi hermano mayor Takahashi Takahiro, su esposa Manami-san y su hijo Mahiro.
    Una parte del Misaki de verdad tenia curiosidad por saber cómo ambos hombres supieron de la fecha y el horario exacto de su ceremonia, sin embargo no se atrevió a preguntar por temor a la respuesta. Por su parte Takahiro seguía sin entender el todo como era que su hermano tenia contacto con esos dos, el hombre de lentes era el hermano de Usagui y, aunque nuca conoció –es más estaba seguro que su amigo lo mencionó unas tres veces máximo a lo largo de los años- seguro que Misaki llegó a conocerlo a través de él y, en cuanto al famoso dibujante creía recordar que el manga que le gustaba a Misaki salía en Marukawa asique, como ahora trabaja ahí, tal vez solo se encontraron o trabajaron junto ¿no? Para ser sinceros no terminaba de agradarle que un joven como Misaki se relacionara con ellos que eran de clase alta porque la gente podría pensar mal, pero bueno al parecer se llevaban bien.
    Los saldos de rigor se intercambiaron en un ambiente algo tenso que la familia Takahashi no terminaba de asimilar, aun así todos fueron respetuosos.
    -Emm…disculpen…- la vos del hombre que los esperaba con la cámara les llamó la atención- si no les molesta yo…
    -Si claro- se adelantó Usagui viendo la oportunidad perfecta para deshacerse de los estorbos- disculpen, el fotógrafo tiene otros clientes que atender asique…
    -Que buena a oportunidad, yo también deseaba una fotografía ¿Cuánto cuesta el juego completo?
    “Típico comportamiento Usami” pensó el castaño con algo de cansancio ya que Haruhiko-san no preguntó si podía hacerlo o no, solo se dispuso a pagar para conseguir lo que quería.
    -¡Es una buena idea! Yo también quisiera un juego completo por favor- se sumó el dibujante.
    A Misaki ya no le importaba estaba agotado como para enojarse u oponerse a los extravagantes caprichos de personas raras.
    Cuando por fin llegaron al sitio el castaño vio que ya se había formado una fila de personas que esperaban su turno para ser fotografiados pero el hombre lo hizo pasar primero y, claro, eso no tenía nada que ver con cierto hombre de cabellos plateados hubiera deslizado unos cuantos billetes extras para que no tuvieran que esperar.
    Como si los planetas si hubiesen alineado, para asombro del graduado en el camino Akihiko, Haruhiko y Kyo habían llegado a una especie de pacto entre caballeros, el cual consistía en el cómo serían tomadas las preciados fotos. Por más que Usagui odiara la presencia de esos dos y peor todavía que Misaki apareciera en una foto con ellos y, tres veces odiara tener que sonreír, esa tarde no tenía intenciones ni fuerza para discutir. Primero era un día especial para su castaño, por lo tanto, no haría nada para molestarlo, incomodarlo o entristecerlo. Por otro lado, sus energías estaban concentradas en otra cosa.
    Fuera como fuera- y como de costumbre- el que pagó las consecuencias fue el pobre Misaki que se vio obligado a posar para las diferentes tomas. Primero una grupal: él como centro rodeado por hermano, su cuñada y el pequeño Mahiro con los tres hombres detrás, en la segunda se excluyó al arquitecto y el dibujante, en la tercera solo con su hermano, en la cuarta solo con Usagui-san, en la quinta solo con Haruhiko-san, en la sexta solo con Ijuuin-sensei, en la séptima solo con Manami que se mostró muy feliz e incluso hubo una octava en la que cargaba a Mahiro por reclamo de este último y, por si fuera poco todos tendrían una foto de Misaki solo con su diploma. Todo pasó ante la impaciente mirada de otros graduados y familiares. Con un castaño resignado a que su vida estuviera rodeada de excéntricos personajes.
    El ambiente rebosaba alegría y festejos, más cuando la tarde decaía el pequeño castaño sintió que su pecho se oprimía y, que el miedo y la ansiedad crecían el él. Deseaba con todas su fuerza que la mano de Usagui-san tomara la suya para apretarla, pero estaban en público y no podía solo tomarla por más que estuviera parado justo a su lado.
    En la puerta de la Universidad M se despidieron y el mayor de los Usami no sitió pena en decirle a Misaki que si necesitaba su ayuda para lo que fuera no dudara en buscarlo, le dio una significativa mirada a su hermano quien asintió como leyéndole el pensamiento, se despidió cortésmente de los demás y se alejó a pasos tranquilos. Del mismo modo, el mangaka le deseó buena suerte a su fan, le dedicó una sonrisa tierna y se marchó.

    En lujoso pent house los más allegados tuvieron una pequeña fiesta divertida e íntima con deliciosos bocadillos y algo de bebida pero el caso era que Misaki no estaba poniendo la más mínima atención a lo que pasaba a su alrededor no escuchaba la historia que su hermano contaba sobre cuando ellos eran pequeños ni las risas de Manami, ni nada; lo que sí notó fue que Usagui-san estaba extrañamente callado y serio. Su nerviosismo iba en aumento, quería gritar y correr aunque no podía hacerlo. No se atrevió a probar ni una sola gota de alcohol y aun así el piso estaba inestable y el mundo parecía girar más y más rápido. De cuando en cuando el autor se acercaba a Misaki y con mucho disimulo revolvía sus cabellos eso le ayudaba a sentirse apenas mejor.
    En cuando Akihiko no podía decirse que estuviera en las mejores condiciones, sus nervios y sus miedos estaban a flor de piel, sin embargo no podía mostrar nada de lo que guardaba en su interior. Debía ser fuerte para apoyar a su castaño. “Solo un poco más” se decía, “mañana todo estará bien” solo un poco más y tendría lo que siempre deseó. Sus esperanzas, sus oraciones estaban todas enfocadas en la charla que vendría. Solo faltaba un último paso. Claro que ese paso sería el más difícil que les tocara enfrentar. Akihiko aguantaba y cuando creía que la ansiedad y sus emociones lo desbordarían tocaba el cabello de su amado para darse fuerzas.

    El momento había llegado. El que tanto anheló, el que tanto temió y el que lo dejó en vela en más de una ocasión. El momento de revelarse tal cual era frente a quien por muchos años considero su mejor amigo y amor imposible. La noche tranquila en que todavía no brillaba la luna parecía acunar todo en un marco de misterio, de esos momentos en los que el destino podría tomar cualquier rumbo. Todo dependía de lo que ellos dijeran e hicieran, de si ellos mantenían la fe en su amor o no.
    Akihiko miró a su amigo sentado en uno de los sillones individuales de la sala con una taza de té delante. Misaki llegó con tazas de líquido humeante y la puso en la mesita, tomó asiento a su lado. Se notaba su nerviosismo, el novelista rogó internamente porque el chico no escuchara los latidos de su corazón porque eso, definitivamente, no ayudaría. De acuerdo con lo prometido Akihiko no dijo nada ya que Misaki quería ser el que se lo revelara todo. Volvió a mirar a su amigo sentado frente a ellos, se veía tranquilo. Siempre admiró a Takahiro por su templanza pero nunca fue bueno para leer el ambiente.
    Misaki había ofrecido té como último recurso para estirar lo inevitable. Manami y su hijo ya no estaban pues se marcharon en cuanto el pequeñín se quedó dormido hacía más de media hora atrás. Su hermano se quedó a petición suya para hablar. Ya no podía posponerlo y una parte en su interior quería dejar de ocultarlo. No obstante, su valor no aparecía. Físicamente se sentía terrible, las piernas le fallaban y tenía algo de nauseas, cuando dejó el té para Usagui y para él en la mesita realmente temió que se le cayeran. Todo su cuerpo temblaba a pesar de suyo, sudaba y sentía el pulso acelerado. Al sentarse junto Usagui, la cercanía del escritor lo calmó un poco pero no lo suficiente como para no sentirse al borde del colapso. No. Debía ser valiente.
    -¿Y bien Misaki, de qué querías hablar?
    El chico castaño abrió la boca con intención de hablar pero tenía la garganta hecha un desierto, temblando tomó unos sorbos de la bebida caliente más le fue imposible emitir uno sonido. Todas las dudas y los temores se le agolparon, ¿Cómo podría decirle eso a nii-san? ¿Qué pensaría de él? ¿Lo entendería? ¿Lo estaba decepcionando? ¿Lo despreciaría? ¿Él también lo miraría con asco?
    Se atragantó un poco con su té, su hermano lo miraba con un sonrisa y curiosidad.
    Misaki dejó su tasa en la mesa y su mirada se quedó clavaba allí. Apretando con los puños la tela de su pantalón lo volvió a intentar.
    -Nii-san yo…- era imposible el aire parecía haberse endurecido y no entrar a su pulmones. Ni por un segundo pensó en qué palabras debía usar.- Yo… yo quiero…yo…
    A Akihiko se le hacía insoportable ver a Misaki en semejante estado de angustia, si daba la impresión de que se desmayaría de un momento a otro. No podía dejarlo solo cargar con todo el peso, si era obvio que estaba sufriendo. Él había iniciado todo aquello enamorando a chico 10 años menor, seduciendo a un inocente joven que ni siquiera había estado con una mujer. Él lo inició y tomaría la responsabilidad. Sin poder contenerse en su necesidad de tocarlo puso una de sus manos sobre el tembloroso puño del castaño.
    -Takahiro lo que Misaki trata de decir es…
    -¡No!- el consuelo de los largos y fríos dedos le dieron el valor que le faltaba- yo…yo lo haré.
    Usagui asintió respetando la decisión del castaño y admirando la determinación que mostró. Misaki tomó aire.
    -Nii-chan- empezó- ya decidí en qué lugar me quedaré de ahora en adelante.
    -¿En verdad? ¡Eso es genial Misaki!- ilusionado el azabache le sonrió más a su hermanito- ¿Encontraste departamento? ¿Es lejos? ¿Cómo es el lugar? ¿Está en una zona segura?- pero el pequeño no había terminado.
    -No… nii-chan yo…yo me quedaré aquí, en esta casa.
    -¡¿Eh?! Misaki es imposible para ti y lo sabes. Ya hablamos de esto ¿recuerdas? No puedes simplemente…
    Las manos entrelazadas se apretaron mutuamente. Sus corazones latiendo desbocados. Misaki levantó la mirada de la mesa y la fijó en la cara de su hermano por primera vez en toda la conversación. Lo que seguía necesitaba decírselo encarando sus ojos oscuros.
    -Nii-chan- dijo interrumpiendo los regaños del otro- No iré a ningún lado. Me quedaré aquí porque Usagui-san y yo estamos saliendo.
    -¿Eh?- Takahiro siguió sonriendo porque lo que dijo Misaki había sido una broma- ¡Ja, ja! ¿Qu-qué quieres decir?
    -Somos amantes- acotó la vos del escritor.
    Takahiro parpadeó un par de veces detrás de sus lentes y su sonrisa se congeló en su cara, ladeando un poco la cabeza miró a las dos personas sentadas frente a él. De repente su mente estaba en blanco ¿Qué fue lo que acababan de decir? No tenía sentido. Ninguna de las palabras que dijeron tenía algún tipo de sentido. No era posible. ¡Era absolutamente imposible! Ellos, ¿por qué se veían tan serios? Solo podía tratarse de una broma… solo podía ser eso ¡una broma! Ellos lo miraban serios. Ahora… ahora que lo notaba Usagui estaba sujetando la mano de su hermanito.
    Takahiro sufrió una punzada de dolor en la cabeza, como si acabara de despertar de la peor borrachera de su vida. De repente el aire comenzó a faltarle. Se llevó las manos a las sienes para calmar el dolor, inhaló tanto aire como pudo.
    Había fallado por completo.
    .Nii-chan…- la vos de Misaki sonaba lejana.
    Era cierto, lo que dijeron era cierto. No podía ser.
    -Esto…es mi culpa-balbuceó el hombre en tono que ninguno de los otros dos había escuchado nunca.- Es mi culpa. Yo lo siento Misaki, no fui un buen modelo masculino para ti. Es mi…- la vos se le quebraba como si estuviera llorando aunque no era así. -Takahiro se puso de pie de golpe y los amantes lo miraron e imitaron atentos a lo que pudiera pasar.-Mi culpa.
    -Takahiro- intervino la vos potente y segura de Akihiko- no digas “culpa” como si se tratara de algo malo, yo…
    -¡¡Tú no hables!!
    Todo pasó tan rápido que no llegaron a asimilarlo. Lo siguiente que supo Akihiko era que de la nada estaba otra vez en el sofá y tenía un fuerte dolor en la mandíbula.
    -No tienes derecho a decir una palabra. Te decías mi amigo y mis espaldas todo este tiempo has… has…- ni siquiera podía decirlo- ¡Es un niño!
    Takahiro jadeaba con fuerza su puño todavía apretado, sus ojos mostraban una inmensa ira.
    Misaki vio todo pasmado. Nunca, ni una sola vez en su vida, ni por un segundo había visto a su hermano así, él no era un ser violento. Su rostro enardecido, sus ojos fríos y con mandíbula apretada como conteniéndose de no hacer nada peor. Nunca pensó que su hermano pudiera darle miedo.
    -Nii…- intentó hablar en un susurro bajo pero que el azabache logró escuchar y como una fiera enfurecida giró violentamente hacia él. Misaki retrocedió asustado de la fría ira que ardía en sus ojos negros.
    -¡Vamos!- tomó al menor de las muñecas y lo arrastró a la salida, no le importó que mientras lo hacia el chico chocara sus piernas con la mesa de la sala, ni que el té se derramara, ni que su amigo quedara tendido en el sofá. Él solo quería sacar a su hermanito de ahí.

    -¡Takahiro, bienvenido!- Manami se quedó con las palabras en la boca pues su marido llegaba a casa con la cara rojo de rabia, el ceño fruncido y trayendo a Misaki de una muñeca.- Misaki-kun bienvenido también.
    Ellos entraron sin decirle nada.
    -Manami, lo siento- dijo el hombre que parecía respirar más tranquilo ahora- Misaki se quedará con nosotros ¿podrías preparar el cuarto? Yo me encargo de la cena.
    -¡Mii-chan!- l vocecita del pequeño interrumpió el tenso ambiente. Misaki se encontraba sentado en el sofá de la sala de la familia mirando el suelo cuando su sobrino apareció. Con un gran esfuerzo lo recibió en sus brazos y ocultó lo que sentía con una débil sonrisa. –Vamos a jugar.
    Haciendo todo lo posible por disimular el castaño se levantó y sin decir nada siguió al pequeño a su cuarto para acompañarlo en sus juegos. Misaki no podía enojarse con él por no darse cuenta de que se sentía devastado, era solo un niño pequeño.
    Todo el camino a casa de su hermano se mantuvo en silencio. El castaño no se atrevía verlo a la cara, siempre se mantuvo mirando sus rodillas, contiendo las lágrimas. El conocía a nii-chan y no necesitaba mirarlo para adivinar que estaba furioso como nuca antes. Condujo de forma violenta lo que le valió varias frenadas para evitar por muy poco chocar con otros autos. Su ira había llegado al punto que incluso golpeó a Usagui-san ¿él se encontraría bien? Lo último que supo fue que estaba tirado en sofá rosado, por suerte no calló en el piso porque pudo pegarse en la cabeza y hacerse daño. Misaki apenas notó que habían llegado cuando Takahiro lo arrastró de la muñeca haca a la casa. Lo apretaba muy fuerte y dolía pero tampoco dijo nada sobre eso. Era incapaz de abrir la boca, lo seguía como un muñeco arrastrando los pies.
    Mahiro movía un cochecito de juguete en el haciendo ruidos con la boca. El castaño lo miró por largos minutos sin hacer nada, él también estaba sentado en el piso con el costoso traje que Usagui-san le había dado horas atrás para que lo usara especialmente en su graduación. El pequeño estaba muy animado, la siesta que tomó mientras ellos celebraban en el pent house le quitaron toda posibilidad de irse a la cama temprano, él estaría bien, su mamá lo ayudaría a dormir con leche tibia y canciones de cuna. Era sencillo y grato ser niño.
    -¡Mi-chan, no etá jugando!- se quejó el pequeñín.
    -Lo siento- dijo, y desde entonces se dedicó a pasear el juguete por la habitación, moviéndose y parando cuando el niño se lo decía, conteniendo las lágrimas lo mejor que podía.
    -Misaki- la vos de su hermano en la puerta lo sobresaltó y un escalofrío le recorrió la espina dorsal- Mahiro la cena está lista. Lávense las manos y vengan a la mesa.- dijo y se fue dándoles la espalda.
    Su hermano seguro pensaba en él como en un fenómeno o un rarito, pero él no era nada de eso ¿acaso lo había decepcionado tanto?

    -Ven, vamos Mahiro- Misaki se llevó a su sobrino en brazos no por consentir al niño sino porque él mismo necesitaba consuelo de un abrazo, no le hubiera venido mal tener aunque fuera un oso.
    -Misaki-kun- la tranquila vos de su cuñada- tu cuarto está listo.
    -G-gracias nee-chan- murmuró con la cabeza baja.
    La comida fue servida y todos ocuparon sus lugares. Takahiro comía tenso, Misaki no se atrevía a abrir la boca, Manami se preguntaba qué había pasado entre ellos dos, hasta el pequeño niño parecía afectado por la atmosfera pues su carácter alegre y risueño, siempre dispuesto a llamar la atención se apagó y si solo se dedicó a comer y hablar con su mamá.
    El castaño miraba su comida enfriarse, no tenía hambre solo unas inmensas ganas de llorar que no lo abandonaban. No sabía qué sentir.
    -Yo…- se atrevió a decir- no tengo apetito, me iré a dormir ahora.
    -Misaki- su hermano lo miró severo-come con la familia.
    El chico cayó en su silla, tomó los palillos y se obligó a tragar los alimentos por más que no les encontró sabor alguno. Solo cuando los platos estuvieron vacíos recibió permiso de retirarse al igual que Mahiro quien quiso quedarse un rato más jugando con su tío pero su madre no se lo permitió y lo llevó a su cuarto.
    Takahiro lavó todo lo usado sin decir una palabra, masticando su rabia y su frustración. Volvió a la mesa a pesar de lo cansado que se sentía. Necesitaba pensar.
    -Toma- su esposa le dejó una taza de café en las manos- lo necesitas ¿cierto?-Takahiro asintió tomando unos sorbos, estaba exactamente como le gustaba- ¿vas a decirme qué está pasando?- se sentó junto a él mirándolo con tranquilidad y dulzura. Él suspiró fuerte, agradeciendo su presencia, de alguna forma solo eso lograba calmarlo.- Te sentirás mejor- insistió la mujer al notar que su esposo dudaba- ¿Tiene algo que ver con Usami-san y Misaki?
    Takahiro la miró de golpe con los ojos muy abiertos.
    -No me subestimes, es bastante obvio. Llegaste hecho una furia y Misaki-kun todavía lleva la ropa de la graduación, no levanta la mirada del piso, viene sin maletas no dice una palabra. Me hace pensar ¿qué fue tan malo para que reaccionar así?
    El hombre de cabellos azabaches apretó la tasa entre sus manos para sentir el calor, necesitó de varios tragos antes de poder empezar a hablar.
    Entre pausas y con mucha dificultad Takahiro le contó a su esposa sobre la confesión que le hicieron su hermanito y su mejor amigo y cómo había reaccionado él. Ella también tomó la bebida, que se había enfriado antes de decir nada.
    -¿Tú que piensas Manami?
    -Más importante que lo que yo pienso en lo que tú pienses y sientas.
    - ¡No sé qué hacer! Mi cabeza está hecha un lio; rabia, enojo, tristeza. La verdad no lo sé…- desesperado se llevó las manos la cabeza revolviendo y tirando de sus cabellos. Ella, sonriendo dulcemente, los re-acomodó.
    -Te quedarás calvo.
    -No pareces sorprendida ¿acaso lo sabias?
    -Lo suponía- dejó salir una risita.- Noté algunas actitudes en ellos, aunque los dos disimulan muy bien la mayor parte del tiempo, sospeché que algo pasaba, pero nunca confirmé nada. Eso no importa, por más que yo considera a Misaki-kun como parte de mi familia, en cierto punto soy una extraña. Te vuelvo a preguntar ¿Cómo te sientes? ¿Qué piensas hacer?
    -Ya te dije que no lo sé. Misaki es mi hermanito y…pero…- volvió a hundirse la cabeza entre sus manos, otra vez le faltaba el aire.
    -¿Sabes?- dijo ella con una mano en el hombro de su esposo para evitar que entrara en pánico.- La primer vez que te conocí me pareciste un poco extraño.
    -¿Eh?
    Manami rio divertida.
    -No hacías otra cosa más que hablar de tu hermanito, diciendo que era un niño muy lindo y que te preocupaba esto o lo otro sobre él. Yo pensaba que era un niño pequeño y que tú tenías un fuerte complejo de hermano- suspiró- pero a medida que fui conociéndote el que lo quisieras tanto me pareció adorable y empecé a pensar diferente sobre ti. Cuando finalmente supe todo me dije a mi misma “Es un hombre muy fuerte y muy dulce.”- lo miro sonrojada- No planeaba decirte esto. El amor por tu familia y especialmente por Misaki es una parte importante de ti.
    -No debí tratarlo así, fui muy brusco, de seguro se asustó.
    -Lo protegías ¿no? Creíste que estaba en peligro y por eso lo trajiste- ella acarició la mejilla suavemente.- ¿Cuántos años tiene Misaki?
    - 22.
    -¿Y qué hacías tú a su edad?
    -Es diferente, yo tuve que… pero él es un niño.
    -No, no lo es. Hiciste un gran trabajo educándolo. Piénsalo ¿quieres? Ahora voy a ver que Mahiro esté en la cama, no sé por qué creo que estará saltando y jugando.
    Él la miró irse ¡Cómo agradecía tenerla a su lado! Ella era su complemento su calma y su paz. La amaba. Ella siempre sabía qué decirle y lo conocía mejor que él mismo.
    Takahiro miró el fondo de su taza vacía ¿Qué hacer? ¿Cómo fue que terminaron así?
     
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  11. Tomoya-sama
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    Ok tenía el presentimiento de que actualizarias este fin de semana XD. Esta vez si llore en este capitulo ya que Misaki se pudo graduar y por la reacción de Takahiro. Se me hozo graciosa la parte donde aparece Ijuuin y Haruhiko a la ceremonia. Bueno debo mas bien supongo que el próximo capitulo es en ultimo no? Si es así lo esperare con ansias para que se arregle todo. Para mi es un placer comentar ya que en verdad (y como ya lo eh dicho miles de veces) amo esta historia (que cursi sonó eso) XD. Bueno tal vez deba esperar otro mes para el final(? Pero no importa esperare. Gracias por tu esfuerzo en esta historia. Hasta la próxima :=amors:
     
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    Yaoizando
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    Hola a todos! heme aquí con un nuevo capítulo, el por cierto estará dividido en tres partes. Tomoyo-sama ,evidentenente, esta no va a ser la última actulización, no me gusta que las cosas se resuelvan porque sí-sea para bien o para mal- por lo que, en la historia hará un pequeño viaje al pasado, a la infancia y adolecencia de Takahiro. Espero que les guste.
    Antes de dejer leer queria agradecer a mi fiel comentarista por sus lagrimas, porque yo tambien lloré en esa parte.
    Mis saludos

    Gaia.

    Hermanos (primera parte).

    Bueno, tenía que reconocer que era un día muy lindo, había sol y todo el mundo estaba de lo más animando. Podía ver desde donde estaba a varios niños que corrían o peleaban por un lugar en los juegos, eso también era buen porque seguro habría alguien con quién entretenerse después. El parque central era un lugar muy concurrido y sobre todo con día con un clima perfecto cuando no hacía calor y el viento era tan suave que parecía como si te acariciara. Pero ¿Qué hacia él ahí? Le daba un poco de vergüenza y no podía evitar la sensación de que todos se le quedaban mirando, porque todavía no era la época de picnic en el parque; las sakuras no se abrían del todo y más importante ¡él ya tenía casi 10 años! Era grande como para hacer eso con sus papás. Por favor que ninguno de sus compañeros de clase fuera a pasear al parque esa tarde y lo viera, ni tampoco los chicos del club de futbol.
    -Takahiro- lo llamó la vos de su mamá- no te quedes ahí. Ve a ayudar a tu papá a traer las cosas.
    -¡Si mamá!- entonces el pequeño salió corriendo en dirección a donde habían dejado el auto estacionado para ayudar a su papá con las cosas para el día mientras la mujer se quedaba parada debajo de la sombra del árbol donde pasarían el día como para reservar el lugar que a nadie se le ocurriera ocuparlo.
    Ella era una mujer muy, muy amable, simpática y linda, algo extraño en ella era el color de su cabello, castaño que usaba muy corto, a la altura de la barbilla, pero eso a Takahiro no le molestaba, por el contrario pensaba que hacía a su mamá más hermosa que las otras.
    Gracias a la velocidad de sus piernas pronto llegó con su padre que bajaba una gran canasta de mimbre que contenía todo lo que pudieran llegar a necesitar y más.
    -¡Papá!- gritó el chico antes de alcanzarlo- mamá dice que te ayude.
    El hombre de cabello negro miró a su hijo con una sonrisa, si algo lo enorgullecía de él era lo buen niño que era, además de ser muy listo. No tenía dudas de que llegaría a la universidad sin problemas.
    -Bien en ese caso ten la canasta y ayúdame a llevarla. Está algo pesada. Creo que mamá se emocionó preparando el almuerzo.
    El pequeño de cabellos azabaches agarró con fuerza una de las manijas que por lo general se juntaban en el centro, feliz de poder ayudar a su papá en algo. El hombre tomó la otra manija y juntos caminaron a pasos desparejos hacia donde la mujer esperaba.
    Takahiro miró de reojo a su papá que lidiaba con el peso de la canasta que le tocó, era raro verlo vestido así, es decir, él siempre usaba traje por el trabajo y no un simple suéter y unos jean’s y, que dejara su cabello sin peinar prolijamente para atrás era más raro todavía. Con orgullo notó que la diferencia de altura entre ellos se había acortado aunque todavía le faltaba para poder alcanzarlo, no como con su mamá, su papá era realmente alto y Takahiro esperaban no, estaba seguro de que llegaría a ser tal alto como él.
    -¡Cariño!- gritó su mamá agitando la mano en el aire enérgicamente para llamarles la atención.
    El pequeño se dio cuenta de su papá la miraba con una sonrisa ligera y algo raro en los ojos. Él desvió la miraba fijándola en el pasto bajo sus pies.
    -¿Necesitan ayuda con eso?
    -No, nosotros podemos ¿no es así Takahiro?
    -¡Sí!
    -¿Esta pesada?- se rio la castaña cuando ellos llegaron por fin.
    -No para nada, mamá.
    -A ver dejen que prepare todo- dijo ella dispuesta a acomodar las cosas.
    -No cariño- se adelantó su esposo antes que ella se inclinara- nosotros lo haremos ¿no hijo?
    -Si papá.- el chico se apresuró a sacar la manta a cuadros que habían llevado y se la pasó al hombre.
    Según Takahiro su familia tenía algunas cosas que el resto no, por ejemplo sus papás se trataban con cariño que no dudaban en demostrar y eso lo avergonzaba un poco porque no era común. También su padre solía ayudar a su mamá con los quehaceres de la casa casi siempre, por no decir todos los días. Él sabía por experiencia que los papás de sus compañeros y amigos no hacían nada como eso.
    Fuera como fuera él y su papá estiraron bien la manta y tendieron en el suelo bajo la sombra de los capullos de cerezo que apenas comenzaban a abrirse, colocando la canasta en un rincón se sentaron en la manta y el hijo, orgullo de sus padres, fue pasando las cosa que su madre había empacado. Para empezar no una sino dos caja de bento para cada uno de los integrantes de la familia, orimigi triangulares, emparedados de varios tipos, huevos, además de jugo y té para el jefe de la familia a quien no le gustaba el jugo, frutas frescas: manzanas, naranjas y mandarinas, su madre incluso había buscado como loca fresas o cerezas por todas las tiendas pasando por alto totalmente que todavía no era temporada de ninguna de las dos. También llevó a instancia propia y sin oposición de nadie una buena cantidad de galletas con chispas extras de chocolate y una gran variedad de dulces: dulce de humus y con azúcar negra, cascaron de pulpo y chocolates de varios tipos, solos o con relleno de meta, fresa o crema. Todo eso y más para solo unas cuantas horas que pasaría ahí como así también un abrigo extra para toda la familia – que se quedó en el auto- otra manta, por si a alguien le daba sueño y un juego de mesa y un libro, etc., etc. Takahiro tuvo que darle la razón a su padre cuando dijo que su mamá se había emocionado empacando.
    -¡Bueno comencemos!- anunció la mujer con entusiasmo una vez que los tres dieron las gracias por la comida.
    El niño de pelo oscuro vio con algo de miedo como su mamá se abalanzaba prácticamente de cabeza sobre la caja que contenía su comida y se apresuraba a engullir todo como si temiera que su almuerzo fuera a desaparecer de un momento a otro.
    El jefe de la familia Takahashi también se quedó pasmado viendo a su esposa, con los palillos apuntando a su comida y los ojos muy abiertos.
    -C-cariño no tan rápido- murmuró el hombre.
    -Si- secundó el niño.- Si comes rápido te hará daño de nuevo.
    -¿Qué?
    -¿No te dolió la panza el martes pasado antes de que me fuera a la escuela?- es más el pequeño estaba seguro de que incluso la escuchó vomitar y por eso su papá tuvo que llevarlo a la escuela aquel día.
    -Estoy bien hijo- contestó ella despreocupada- pero vamos come que quiero que acabes todo.
    -Cariño no hay forma de que incluso yo pude con todo esto.
    -¡No es para tanto!- se quejó ella girando sus grandes ojos marrones a la manta.
    Mientras la familia comía tranquila el único hijo de los Takahashi respondió las preguntas de su padre sobre su situación en el colegio y las distintas materias. Su mamá presumió orgullosa que hacía unos cuantos días atrás la maestra de ciencias la había felicitado por el reporte que el pequeño entregó. A lo que ella agregó, sin que nadie se lo dijera, que vio a su hijo esforzarse toda la tarde y hasta la noche para que la tarea quedara perfecta.
    El chico se sonrojó un poco y recibió gustoso la sonrisa leve que le dio el hombre sentado enfrente de él y el gesto de aprobación que hacía con la cabeza mientras luchaba para terminar por lo menos el primero de sus almuerzos y no herir los sentimientos de la mujer.
    Después de eso sus padres hablaron entre ellos y con él mientras a lo lejos y no tan lejos los niños jugaban. Takahiro se unió a un grupo que se divertía en la cercanía lo que provocó que el hombre tuviera que hacer uso de sus rápidos reflejos para evitar que una pelota cayera en el centro de su picnic. El niño sin darse cuenta se relajó, estaba realmente divirtiéndose. Olvidó que ya era grande para mirar las flores con sus papás, olvidó también que eran la única familia allí, porque al fin y al cabo era raro que sus padres pasaran tanto tiempo con él. No era como si lo descuidaran solo que trabajaban mucho. Su trabajo, por cierto, quedaba en el mismo edificio o algo parecido. Por eso su mamá lo dejaba en la escuela un poco ante que al resto de sus compañeros y de ahí seguía al trabajo donde se encontraba con su papá. Takahiro se quedaba en la escuela después volvía a casa, excepto tres días a la semana que iba al club, se quedaba unas horas con la señora Mori que hacia la limpieza y lo cuidaba mientras él se ocupaba de la tarea. Su mamá llegaba un poco antes de la hora de la cena justo a tiempo para prepararla – algunas veces con ayuda del mismo Takahiro.- su papá, por otro lado llegaba cuando la cena ya estaba servida o después. Cenaban y luego el niño tenía que irse a la cama en lo que ellos lavaban los platos o acomodaban. Asique por eso se sentía de verdad feliz aun si uno de sus amigos pasara y lo veía.
    -Mamá no puedo comer más. Estoy lleno- se quejó el niño después de que su madre lo obligara a volver a almorzar para reponer las fuerzas que gastó corriendo.
    -No, debes comer todo- lo regañó ella, severa en ese tipo de cosas como era la costumbre.
    -Cariño está bien comió mucho para un niño de su edad.
    -Mhm…de acuerdo- accedió ella- pero cariño trae el suéter que traje para él, el viento esta frio.
    -¡Mamá!- miró al hombre en busca de ayuda porque no hacía nada de frio pero este solo le devolvió una expresión divertida en sus ojos negros, se levantó y salió en busca de abrigo al auto.
    -Vamos obedece- lo regañó dulcemente la mujer- ¿Qué pasará si te resfrías?- su hijo resopló.-A cambio iré por una sorpresa- dijo y le dio un beso ¡justo en frente de todos! Y riendo se fue.
    Minutos después su papá volvió con el abrigo que su mamá había seleccionado para él.
    -Mamá dijo que iría por una sorpresa- dijo Takahiro poniéndose el suéter sin entusiasmo, mas sin protestar.
    -¡Helado!- gritó la castaña portando dos grandes conos y sentándose entre su hijo y su esposo le dio uno al pequeño.
    Takahiro lo recibió pensando cómo iba a poder con todo eso si ya no podía dar ni un bocado. Le gustaba el helado como a todos, pero no tenía por él una declarada locura como su mamá que se comía el suyo a grandes cucharadas.
    -Cariño…-, habló Takahashi-san después de que la familia pasara varios minutos en silencio disfrutando de su postre. La mujer paró de comer y asintió en dirección a su esposo.
    -Emm…Takahiro, cielo- le habló la mujer con una vos que sonaba diferente a la de antes- ¿Tú sabes que te queremos mucho, no?
    -Sii…- ahí algo malo pasaba, el niño se asustó.
    -Pues…papá y yo tenemos una noticia que darte.
    -¿Noticia?- ignorando el helado que se derretía escurriendo por sus dedos el niño miró a los adultos muy atento.
    -Si, una muy buena noticia- habló su mamá sonriendo nerviosamente.- Pues veras, lo que pasa es que dentro de unos pocos meses la familia se agrandará.
    -¿Podré tener un gatito?
    -No…jaja. Lo que quiero decir es que dentro de poco…tendrás un nuevo hermanito o hermanita.
    -¿Eh?- Takahiro por primera vez en su corta vida supo lo que era estar confundido. Miró a su papá buscando una explicación.
    -Takahiro- habló el hombre- como tú serás el hermano mayor deberás cuidar del bebé.
    -Pero yo… ¿eso no lo hacen las mamás o las niñeras?
    -¡Jajaja!
    La risa de su mamá lo enojó porque él estaba en pánico y sabía por la escuela que era malo estar en pánico.
    -No, no. Mira mi cielo- explicó dulcemente la mujer sosteniéndose el estómago- como muy pronto papá y yo tendremos un bebé que ahora está en mi panza, eso hace que sea tu hermano pequeño. Claro que no tendrás que cuidarlo, eso lo haremos tu papá y yo y luego Mori-san. Lo que tu torpe padre quiere decir es que tú tendrás que quererlo mucho y ser bueno con él cuando nazca.
    -¿Tendré que darle mi habitación?
    -No el bebé tendrá su propio cuarto- aclaró el hombre.
    -¿Y mis juguetes?
    -Tampoco- aclaró su mamá pellizcando dulcemente una de las mejillas del niño- los bebés no pueden jugar con cualquier cosa porque se pueden tragar las partes chiquitas. Pero cuando crezca si te los pides se los prestas ¿de acuerdo? Mi niño no es un egoísta.
    Takahiro movió la cabecita azabache señalando que entendía lo que sus padres le decían aunque en realidad no era así para nada. Además ahora tenía miedo de las cosas cambiaran. No, estaba seguro de las cosas cambiarían. La idea de tener un hermano o hermana no le gustaba del todo.

    Takahiro viajaba de lo más atento para no pasarse de la estación el que debía bajar. Su papá le había dado instrucciones precisas esa mañana por teléfono desde el hospital, le había dijo, además, que tenían una pequeña sorpresa para cuando llegara.
    La noche anterior -17 de agosto- su mamá se sintió mal y por eso se asustó, entonces ella y su papá salieron corriendo al hospital llevando un bolso grande con muchas cosas adentro que ya tenían listo. Dejaron a Takahiro con la vecina, la señora Yoshimura, para que pasara la noche y en la mañana siguiente recibió una llamada de su papá diciendo que el nuevo miembro de la familia había llegado al mundo esa misma mañana muy temprano y indicó cómo llegar desde la escuela para que fuera al hospital.
    Esa tarde el pequeño de 10 años llevaba con él, además de las cosas de la escuela, un ramo de flores que compró con dinero de sus ahorros para regalarles a su mamá y su hermanita. Porque había visto a su papá regalarle flores a su mamá algunas veces y sabía que le gustaban.
    Estaba nervioso de conocer a la bebé porque las nenas eran raras, siempre hablaban de cosas que no entendía como osos, princesa, unicornios y cosas que decían que eran lindas, además siempre gritaban muy fuerte cuando veían una cucaracha o un ratoncito. También, y por si fuera poco, cuando crecían se ponían pesadas con cosas como el maquillaje, la ropa o los peinados. Esperaba que su hermanita fuera distinta.
    Por otro lado había tenido un mal presagio hacia una semana atrás cuando lo dejaron ir a casa de Ito-kun, él tenía un hermano de tres años. Allí Takahiro presenció como el transformers favorito de su amigo fue destrozado en medio de una rabieta de su hermano y encima la mamá de Ito-kun lo culpó a él por no haberlo dejado jugar con ellos.
    Con todo el niño llegó a su destino y entró al hospital, preguntó a la recepcionista por su mamá y subió por el asesor cada vez más nervioso y un poco asustado. Porque él no era tonto, sabía algunas cosas de los bebés. Cosas nada buenas. Algunos de sus compañeros le informaron que los bebés suelen llorar mucho, a cualquier hora – incluso de noche cuando todos duermen- además lloran y muy fuerte y por lo que fuera como ellos no pueden hablar solo lloran y lloran. No se podía dejar de lado el asunto de los pañales, como los bebés no saben ir al baño usaban pañales que otros tenían que cambiar a la hora que se les ocurría hacer sus necesidades. También tiran cosas, rompen cosas, ensucian cosas…
    Bueno ahí estaba de todos modos. Takahiro apretó el ramo de flores que había elegido para su mamá y hermana con ayuda de la vendedora dándose valor para conocer a la persona que probablemente haría de su vida un lio poniéndolo todo de cabeza. Él era un hombre y se comportaría como tal.
    El niño salió de elevador y caminó dudoso por el corredor del hospital buscando la puerta n° 203. La encontró cerrada y, educadamente tocó para no encontrarse con que su mamá le estaba dando de comer a su hermanita. Ella le había explicado como lo hacían las mamás y era algo que no quería ver.
    -Pase- escuchó la vos suave de la mujer y se alegró de que sonara bien. Él temió que algo le pudiera pasar.
    Era una tarde tranquila y brillante con un cielo azul muy lindo, Takahiro creyó que toda la calma y la luz del mundo estaban en la habitación. Cuando entró se encontró con una imagen a sus tiernos 10 años no supo explicar pero que lo impactó profundamente. Su mamá estaba sentada en la cama vistiendo un camisón de color rosa claro y sostenía en sus brazos un bultito al que le murmuraba algo que él no llegaba a escuchar y sonreía con un brillo especial.
    Ella levantó la cabeza al escuchar que la puerta se abría, vio a su hijo mayor entrar vistiendo el uniforme escolar, la mochila en su espalda y con un adorable ramo.
    Takahiro vio que la sonrisa de su mamá se ensanchaba y lo miraba de manera dulce.
    -Takahiro, hijo ven- lo animó a entrar.
    -H-hola mamá- se acercó caminando vacilante a la cama- les… les traje flores.
    -¡Vaya, vaya! Mi hijo es todo un caballero. Cuando crezca será un rompecorazones- dijo y después rio aunque el niño no entendió de qué se reía- Son preciosas mi cielo, muchas gracias.
    -Ven aquí- lo animó la castaña a subirse a la cama palmeando el colchón y haciéndose a un lado- no te vi en casi un día entero ¡Ah! Pero primero pon esas bellezas en el florero de la mesa. Te diré que voy a guardar una en mi libro favorito.
    Cuando el niño acató su pedido la mujer no pudo sentirse más feliz y orgullosa, él era tan dulce y maduro.
    -Ven, ven. Quiero que conozcas a alguien.
    El niño dudó en sentarse a no junto a su mamá que todo el tiempo sostuvo su bultito envuelto en una mantita blanca con dibujos de conejitos y al que él todavía no se había atrevido a mirar.
    -Vamos que no muerde, es más todavía ni siquiera tiene dientes.
    No le quedó otra alternativa más que sentarse, ella podía ser muy insistente. Él tomó asiento junto a la mujer, cuidando de sacarse los zapatos primero.
    -Takahiro- dijo la castaña con la vos un poco vencida por el llanto y descubriendo el bulto- te presento a tu hermano menor Takahashi Misaki.
    El pequeño azabache se inclinó un poco torcido y miró por primera vez al recién nacido que dormía tranquilo en brazos de su madre. Era como uno de esos muñecos con los que jugaban las nenas de pequeñas. Tenía los cachetes grandes y rosados, la nariz y la boca eran chiquitas, tanto que la nariz parecía más bien y frijol, también pudo notar que el cabello seria del mismo color que el de su madre por el tono de la peluca que le cubría la cabeza y estaba vestido con un pijamita blanca que le quedaba algo grande. Takahiro se quedó mirando sin decir nada hasta que algo de golpe lo sorprendió.
    -¿Hermano?- dijo bajito para no despertarlo- ¿no querrás decir hermana?
    Su mamá rio divertida
    -Nop, resultó ser un niño a pesar que nos dijeron que sería una niña ¡Que sorpresa! ¿No?
    Takahiro asintió con la cabeza y siguió mirándolo. La mujer no dijo nada, respetuosa del vínculo que empezaba a formarse entre ellos.
    -¿Quieres cargarlo?
    -¿Eh? No ¿qué pasaría si se cae?- ¿y se le caía y se rompía?
    -Tranquilo- dijo ella risueña- no se te caerá- además estas en un cama y yo estoy aquí- se movió un poco para acercarse a su hijo mayor- mira asegúrate sujetarlo por la espalda y toma su cabecita con cuidado.
    El niño volvió a asentir y recibió a su hermanito inseguro. El bebé se movió un poco al notar el cambio, mas no dio signos de despertar. Takahiro se quedó viéndolo un rato más sin decir una palabra. Notó que era muy chiquito, es más la ropa de recién nacido le quedaba un poco grande. Su cara no tenía nada de particular aun si lo miraba con detalle a la luz de la tarde, es decir se parecía al resto de los bebés. Entonces pasó algo que lo asustó: el bebé abrió los ojos y él esperó que gritara y empezara a llorar como loco pero eso nunca ocurrió solo abrió los ojos tranquilamente. Pero ¿Qué era eso? Los ojos eran muy grandes y le ocupaban la mayor parte de la cara, los otros niños se reirían de él ¡eran inmensos! Y además…
    -¿Verdes?
    -Si, son lindos ¿no?- dijo su mamá- seguramente no lo recuerdas pero tu abuela los tenia del mismo color.
    -Ah…- todavía pensaba que eran demasiado grandes, y parecían los de un extraterrestre. Más bien no lo convencían del todo.
    El bebé mientras tanto seguía tranquilo en brazos de su hermano hasta que de la nada comenzó a moverse y balbucear bajito Takahiro lo miró
    -Mamá, creo que quiere algo, tal vez tenga hambre- por nada del mundo quería que llorara. Hizo el intento de devolverlo a su mamá.
    -No, todavía no- negó ella.- mira te saluda- el bebé levantó sus bracitos que eran muy cortos y con las manitos de dedos muy, muy chiquitos intentó alcanzar el rostro de su hermano.- Toma su mano.
    Takahiro acercó su mano y entonces el bebé atrapó su dedo índice, era tibiecito y suave.
    -Hola- dijo mirando los ojos verdes- Hola Misaki, soy tu hermano mayor Takahiro.

    -¡Nii-chan! ¡Nii-chan!- el jovencito de cabellos oscuros resopló con frustración eran muy temprano para escuchar gritos y más para que azotaran su puerta cuando todavía se estaba vistiendo ¡Vamos a juga!- gritó el enano castaño que tenía por hermano y entró corriendo tan rápido como sus piernitas se lo permitían.
    -Misaki ya te he dicho que no entres a mi cuarto sin tocar primero- él terminó de abrocharse la camisa y se calzó al chaqueta de color negro.
    Misaki hizo un puchero y pateó el piso con fuerza dejando caer los autitos que llevaba con él
    -Pero pometiste juga conmigo hoy.
    -No puedo Misaki- dijo tratando de calmarse porque no es bueno empezar el día enojado- tengo que irme temprano a la escuela porque estamos planeado el festival.
    -¿Eh? ¿Ya te vas? Peo yo quería desayuna contigo. Mia nii-chan mamá hizo waffles y yo te guade uno con mucho miel y fesas- insistió en enano tirando de su pantalón para animarlo a ir con él.
    Takahiro resopló, debía recordar que esa molesta melena castaña era su hermano y no podía tratarlo mal.
    -No me gustan los waffles con mucha miel, pero gracias. Te prometo que mañana desayunaremos los dos.
    -¡Pero eso dijiste aye! Y yo lo había guadado para ti- ¡Ay no! Se acercaba un berrinche a todo volumen.
    -Comételo por mi ¿si?- dijo inclinándose a la altura del mocoso- además lo necesitas si no comes adecuadamente nunca crecerás. Estás muy bajito para tu edad.
    -¡¡Niiiii-chaann!!
    -¿Takahiro, ya te vas?- su madre hizo su aparición antes de que otro grito estallara.
    -Si lo siento pero tengo que llegar temprano- dijo dejando a Misaki con un puchero en su carita y enojado.
    -No me gusta que salgas sin comer- ello lo persiguió hasta la puerta e insistió en que desayunara mientras él se calzaba los zapatos con Misaki detrás sosteniendo el plato que choreaba miel.
    -Lo siento estoy retrasado- dijo y se apresuró a salir.
    Ellos podían ser realmente molestos si se lo proponían. Misaki hablaba mucho para un bebé que acababa de dejar los pañales y todavía no caminaba del todo bien, además parecía que tenía la capacidad de estar en todos los lugares al mismo tiempo, sobre todo en su cuarto, en la sala de estar o en cualquier sitio en el que Takahiro pretendiera estar, para forzarlo a jugar con cochecitos o cualquier juguete de niños por horas y horas. Claro él jugaba con su hermanito -a veces- pero tenía otras ocupaciones y no podía estar al pendiente las 24 horas del día.
    En cuanto a su madre… bueno ella parecía no entender que ya estaba en 2° año de la escuela media y todavía lo veía y trataba como a un niño de jardín de infantes. Hacia cosas en extremo vergonzosas como darle de comer zanahorias en forma de conejo o manzanas peladas de la misma manera, al final él se libraba de todo eso dándoselo a su pulga hermano.
    El chico azabache volvió a resoplar con fastidio en lo que subía al metro camino a la escuela.
    Su padre era el único de la casa que comprendía lo sofocantes que le resultaban las constantes preguntas como “¿Dónde vas?” “¿A qué hora planeas regresar?” “¿Dónde y con quién estarás?” y el todavía más insoportable “¡Aun eres un niño!; el hombre siempre intervenía con un “Cariño déjalo, él sabe lo que hace.” Exactamente. Él sabía lo que hacía y no necesitaba que estuvieran cuidándolo y vigilándolo como un bebe. No era un delincuente, ni un chico problemático. Sus estudios y actividades fuera de la escuela iban bien ¿no podía dejarlo en paz? Su madre no le tenía nada de confianza ¿acasos creía que iría a fumar o beber por ahí?
    Su estómago rugió un poco cuando los portones de hierro negro des su colegio se alzaron frente a él después de caminar unas calles desde la estación. El lugar en el que estudiaba era un edificio imponente y moderno que contaba con la última tecnología y equipos de laboratorio para sus alumnos. Además tenía unas cómodas instalaciones equipadas con calefacción y aire acondicionado en todas las aulas. También la institución brindaba un amplio espacio abierto con árboles para la recreación junto con una cancha de futbol y una de tenis, además de una piscina donde se practicaba natación y se hacían concurso inter-escolares. Takahiro se sentía orgulloso de sí mismo por haber logrado entrar y, justamente tendría que pasar por la cafería del lugar para elegir algo como desayuno. Tal vez incluso podría tomar un café negro como los que a su papá le gustaban o cualquier otra cosa. Lo que fuera menos waffles con mucha miel y fresas. Contaba con algo de tiempo antes de reunirse con sus compañeros asique se tomaría su desayuno con calma.

    -Pero creo que si lo atienden las mujer sería más exitoso- decía Nagano defendiendo su postura.
    -¡No! De ninguna manera- se quejaba Emiko-chan que era miembro del consejo estudiantil- pienso que sería adoraba que los chicos lo atendieran con trajes de mayordomo
    -Es exactamente lo contrario- rebatió el chico
    -No pienso ponerme ese traje ridículo.
    ¡Ah…! Esa discusión en círculo llevaba un buen rato ya. Takahiro miró a sus dos compañeros esperando que pararan de gritarse cosas como “Idiota! y “fea” para poder hablar y solucionar el tema. Su clase preparaba un café para el festival y la discusión pasaba por si debían ser las chicas quienes lo atendieran vestidas de maind o los chicos con trajes de mayordomos.
    -Emm…-se atrevió a decir cuando la guerra verbal se detuvo para que los oponentes tomara aire y agua- ¿Por qué no hacer las dos cosas?
    -¿Eh?- los chico lo miraron jadeantes por la discusión.
    -Podemos hacer las dos cosas- explicó- es decir que haya meseros y meseras atendiendo, además que se releven por turnos así los mismo chicos no se casan. Como es un lugar pequeño con cuatro atendiendo alcanza. Dos chicos y dos chicas por vez ¿Qué les parece?
    -Si me voy a poner ese traje ridículo con falda y delantal él también lo hará- gritó Emiko-chan señalando a su oponente furioso.
    -¡Ja! Pago el precio por verte así Harada-san- acordó el chico- pero si hacemos eso TODOS lo harán- dijo golpeando enfáticamente la mesa.
    -¿A qué te refieres con “todos”?
    -¡Como si no lo supieras! Deja de hacerte la inocente ¿Quién es el único que no está aquí hoy?
    -¡JA!- la chica cambió se expresión y miró hacia otro lado cruzándose de brazos- Usami-kun no necesita perder el tiempo en cosas como estas.
    -¡Deja de hablar así! Tú y todas las de la clase se la pasan alabándolo cuando en realidad es un irresponsable presumido.
    -Es el mejor de la clase.
    -¡Deja de defenderlo!
    -¡Deja de insultarlo! ¡Idiota!
    -¡Fea!
    Otra vez esos dos… se llevaba como perros y gatos y no había día que no pelearan a gritos.
    Sin embargo la cuestión era que el tal Usami era único que estaba ausente de toda la clase. Bueno, si bien era sábado en la mañana y a cualquiera les gusta dormir tarde el resto hizo un esfuerzo para levantarse y ahí estaban. También era cierto que ya el año anterior es chico no había participado en nada con lo relacionado con el festival y no se presentó ese día siquiera para ayudar en algo. Y era cierto, también, que era el mejor de la clase e incluso el mejor del colegio – sus fanáticas decían que era el mejor de Japón- podría ser que estuviera estudiando, después de todo no era una escuela con bajo nivel. Ese chico Usami era muy extraño. La mayoría del tiempo estaba callado y nunca pero nunca cambiaba de expresión. Él estaba rodeado de un aura de misterio. Takahiro solo le había hablado un par de veces como para conocerlo y no fue capaz de sostener la conversación ni dos minutos ¡En fin! No le dio mucha importancia. Debía para la pelea antes de que se convirtiera en una guerra.

    Ya era tarde, bueno en realidad no tanto, pero Takahiro ya se encontraba cansado y aun así no podía dejar el escritorio de su habitación, ni dejar sus notas, ni dejar su libro de lado hasta mucho después de que todos se fueran a dormir, es más, dudaba que solo pudiera meterse a la cama por unas horas ya que al día siguiente tendría un examen muy importante- el primero de su periodo de exámenes- que definiría el 70 por ciento de la calificación semestral. No podía fallar. Después de estar en la clase A de una escuela con prestigio y nivel de exigencia como a la que asistía, mantenerse no era una tarea fácil. Se necesitaba el máximo compromiso y responsabilidad. Si a eso se sumaba que tenías media beca que mantener las dificultades se multiplicaban por dos. Necesitaba concentrarse.
    -¡Nii- chaan!- ahí estaba su primer distracción azotando su pobre puerta otra vez.- Mamá dice que vengas a cena.
    -Misaki, deja de entrar sin permiso.
    Ignorando totalmente sus palabras el pequeño bebé entró a pasitos apresurados y se prendió de su manga a pesar de que él le daba la espalda intentando centrarse en el cálculo que tenía delante.
    -¿Nii-chan te bañaas conmigo después de cena?
    -No, y dile a mamá que cenaré luego.
    -Pero…
    -Anda, anda se un buen niño- desprendió la mano de su manga y volteó al niño apuntando a la puerta dándole un empujoncito para que caminara. Cerró la puerta detrás de su hermanito y volvió a sus hojas.
    -Takahiro- ahora era la vos de su madre la que desde el otro lado de la puerta la que lo interrumpía- voy a entrar- dijo y abrió la puerta sin consideración.
    -Mamá ya te dije…
    -“Que no me gusta que entren a mi habitación sin permiso” ¿no?
    -Si lo sabes entonces ¿Por qué…?
    -Baja a cenar.
    -Estoy ocupado.
    -No pasa nada porque lo dejes un rato.
    -No- dijo tajante y al límite de la paciencia- además
    -Baja a cenar con la familia- el tono usualmente juguetón y alegre desapareció por completo en esa frase.
    -Pero yo no…
    -No seas irrespetuoso y haz lo que digo- está bien, ella hablaba en serio.
    -Está bien… ya voy
    -¡Nop! Ven ahora- ella lo agarró del brazo levantándolo de la silla-¿crees que caeré con algo como eso? Si lo hiciera Misaki y yo esperaríamos toda la noche por ti- lo arrastró hasta la mesa y lo sentó junta a la silla especial que el niño usaba para comer.

    A pesar de que ya estaba en segundo año todavía se ponía algo nervioso cuando tenía que presentar un examen, más si era uno importante. En su defensa se podía decir que era un poco joven y que estaba seguro de que si se empeñaba en poco tiempo lograría dominar esa parte de sí. Se habían preparado bien e incluso llegó a dormir dos horas. Cerca de la media noche su padre llamó a su puerta y Takahiro consultó todo lo que quiso y descubrió algo importante, estaba analizando mal el cálculo que no había podido resolver. Si no puedes resolver un problema solo tienes que cambiar el punto de vista; algo muy escuchado pero que es difícil de aplicar si estás acostumbrado a ver las cosas de cierta manera.
    El profesor entró y todos se pusieron de pie para recibirlo.
    -Bien no quiero que nada esté sobre los pupitres, pongan todo en sus mochilas o debajo. Pueden quedarse con una hoja, un bolígrafo, un lápiz y una goma en la mano. Cuando estén listos todos de pie y al frente, les asignaré sus lugares.
    Misma fila, diferente lugar. Todos fueron puestos en asientos por orden de lista y después el profesor les entregó un par de hojas firmadas, una con los problemas y la otra en blanco para resolverlo. Las dos debían ser devueltas con una línea diagonal que llenara el espacio en blanco no usado.
    En cuanto tuvo el examen frente a él Takahiro se relajó y se concentró por completo en resolverlo. Era muy complejo pero no imposible. Necesitaba un 80 como mínimo para no perder el beneficio que tenía. Era vital hacerlo bien.
    El chico de anteojos suspiró, tomando un respiro a mitad de su tiempo y levantó la cabeza en dirección a su pupitre ¿Quién era ese sentado en su asiento? Ah…si Usami también parecía trabajar duro en su prueba.
    La hora del examen terminó y después de un breve receso que tuvieron todos volvieron a sus lugares habituales y al hacerlo Takahiro se encontró con una desagradable sorpresa ¡¿Qué diablos era eso?! Imposible de creer que el mejor alumno de la clase se dedicara a pintarrajear la propiedad del colegio “¡No andes por ahí rayando el pupitre de otro!” ¿Qué era un niño de jardín de infantes? ¿Acaso no pensó que el que tendría que sentarse ahí los siguientes días era él? Y ahora tendría el pupitre sucio. Esperaba que ninguno de los profesores lo viera y pensara que era su responsabilidad. Takahiro resopló esperando encontrarse con una desagradable frase inmadura y fuera de lugar, sin embargo… era muy extraño la caligrafía era perfecta y por así decirlo todos los trazo se veían firmes y finos o elegantes, si es que algo así se puede decir de la caligrafía de alguien. Takahiro no era un experto y aun así le parecía hermosa. Entonces leyó lo que decía y, redoblando su sorpresa, se encontró que aquellas palabras no eran una frase vulgar sino una historia corta y muy interesante, debía agregar. El único problema era que estaba solo el inicio, faltaba todo lo demás y ahora el chico azabache tenía al bichito de la curiosidad picándole la nuca.
    Asique él podía hacer cosas como esas. Sorprendente. Aunque Takahiro pensaba que dejar de lado un importante examen semestral para ponerse a escribir era un poco extraño. Como fuera no era su problema, él sabría lo que hacía, pensó. Lo importante ahora era ¿tendría listo el siguiente capítulo? Y, ¿le permitiría leerlo?
    La clase de biología terminó y con ello llegó la hora del almuerzo. Takahiro siguió a sus amigos hasta una mesa con suficiente espacio para todos con su bandeja de comida en mano. El comedor estaba repleto y la multitud de voces de chicos y chicas que se reunían para comer se escuchaba por doquier. El joven de anteojos seguía preguntándose cómo encarar a Usami, después de todo ellos no era amigos ni nada por el estilo, por si fuera poco ni siquiera solían hablarse; nunca hicieron algún reporte para el colegio juntos o hicieron equipo de alguna forma, ni aunque fuera se sentaron uno junto al otro una sola vez. Nada.
    Ya sentado en su lugar se dedicó a hablar con sus compañeros sobre lo difícil que fue la prueba y sobre el resultado de tal o cual ejercicio o sobre lo que haría esa tarde después de la escuela cuando Usami pasó delante de ellos con pasos rápidos y con su comida en la mano con rumbo a la salida, entonces una chica se le interpuso en el camino y de lo más sonriente le dijo algo. Supuso que el chico de pelo claro le dio una respuesta corta porque no pasó ni medio minuto desde que la chica se calló hasta que Usami, con todo y almuerzo, pasó de largo, esquivándola y siguió su camino.
    -¡Ja! ¡¿Qué se cree ese tipo?!- exclamó Nagano que estaba sentado enfrente de Takahiro y había girado la cabeza para ver el comportamiento del extraño chico-siempre comiendo solo.
    -¿De qué hablas?- preguntó Takahiro.
    -De Usami ¡¿de quién más?! Todos los días una chica distinta lo invita a sentarse a comer con ellas y siempre dice “no.”
    -¿De verdad?
    -¡Claro! Ya hasta hay un rumor de que las mujeres compiten entre sí para ver quién logra convencerlo ¡¿Quién demonios se cree?! ¡Siempre haciéndose el importante! ¡¡¡Me fastidia!!!
    -Ya debería haber aceptado al menos una, aunque fuera solo por educación- convino Honda-kun.
    -¡Sí! Además siempre da la misma respuesta.
    -¿Cuál?
    -Dice “No gracias” como si nada- aclaró Nagano- y después se va.
    -¿No lo sabias Takahashi?- preguntó Yamato extrañado.
    -No- confesó el azabache.
    La verdad era que a Takahiro no le importaba la vida de los demás. Sin embargo las cosas parecían complicarse justo cuando pensaba que ya era difícil hablar con Usami. Pero fuera lo que fuera seguía siendo el responsable de ensuciar su mesa de trabajo y, le debía al menos una disculpa. Fue entonces cuando se le ocurrió la manera perfecta de vengarse y preguntar por la historia que quería leer.

    -De verdad creo que sería buena idea- insistía Nagano
    -Si el karaoke que está cerca de la estación es realmente grande y escuché de mi hermano que la bebida que sirven es realmente deliciosa.
    -No lo sé. Mis padres, no creo que me lo permitan- declinaba en tono bajo Honda-kun- son muy estrictos.
    -Solo diles que vas a la biblioteca a estudiar. No tienen por qué enterarse.
    -¡No puedo hacer eso!
    Takahiro estaba con sus amigos discutiendo y soñando sobre si ir al karaoke por primera vez en su vida o esperar algunos meses más. Él confirmó su asistencia porque sabía que no tendría problemas en casa y pensaba que sería divertido. Por eso el resto del grupo trataba de convencer a Honda-kun para que fuera también pero el chico se negaba una y otra vez diciendo que sus padres no lo dejarían y que lo matarían si se entraban que fue a sus espaldas.
    -Solo pregúntales y si te dicen que no, insiste.
    -Pero yo sé que…
    -Takahashi- una vos calmando se impuso a la demás sin importarle, al parecer, el que interrumpía una conversación.
    El chico aludido miró en dirección de la vos que lo llamaba y se encontró con Usami tendiéndole unas cuantas hojas de carpeta. Takahiro se le quedó viendo inquisitivamente.
    -Lo pediste- dijo su compañero y entonces Takahiro sonrió y tomó las hojas dándole les gracias pero para entonces el chico de cabellos claros ya estaba a varios pasos de ellos.
    -¿Qué es eso? ¿Tarea?- preguntó Nagano
    -No, no lo es- se limitó a responder el azabache porque no sabía si Usami dejaría que otros lo leyeran sin su permiso. Había estado recibiendo los capítulos de la historia a lo largo del periodo de exámenes pero todos ellos pasaron y la historia no terminaba y, justo cuando pensaba en pedir la continuación o no su compañero se le adelantó.
    -¡Como sea!- concluyó Nagano y se dedicó a convencer a su tímido amigo de ir con ellos a una salida.

    ¡Al fin! Takahiro se estiró en su asiento relajando los músculos endurecidos, mas el esfuerzo tenía una razón de ser había logrado terminar su tarea del día más la del día siguiente, adelantando, para poder ir con su amigos al karaoke como tanto querían la tarde del día siguiente.
    -¡Niii- chaann!- ese niño no aprendía- ¡vamos a juga!
    -Misaki, ahora estoy ocupado.
    -Peo Nii-chan
    -Ve a jugar con la señora Mori.
    - Ella también está ocupada.
    -Entonces con mamá.
    -Todavía no llega.
    -Entonces ve a ver la tele- sabía que con eso lograría sacárselo de encima.
    -¿En seio puedo?
    -Sip, tu hermano te da permiso, anda ve- dijo dándole una palmada para sacarlo de su cuarto.
    Ahora si… tenía tiempo de hacer lo que había estado deseando hacer todo el día. Sacó las hojas con la novela de Usami le dio y comenzó.
    ¡Wooo! Increíble, simplemente increíble y sorprendente, además de muy interesante. Takahiro solo podía pensar en esas palabras para calificar la historia de Usami después de que terminara de leer, se sentía asombrado. No por nada era el mejor de la clase. El final fue uno trágico pero estaba bien con eso, no todos los finales tienen que ser felices.
    El azabache dejó las hojas a un lado y se enderezó en la silla ¿Quién lo diría? Usami se tomó la molestia de escribir la continuación de la historia del pupitre hasta el final solo porque él se lo había pedido. Se daba cuenta que a pesar de su aura ¿peculiar? Usami era una persona muy amable. Takahashi no leía mucho, aunque tampoco odiaba hacerlo, pero estaba seguro de que su compañero tenía el nivel de casi un profesional. Si esa persona era capaz de crear una historia tan buena como la que acababa de leer de seguro trataba de alguien muy interesante también. Trataría de ser su amigo, solo que no sabía cómo.
    -Takahiro- su madre golpeaba a su puerta, llamándolo- hijo ven a comer con la familia.
    En qué momento llegó la mujer, no lo sabía. Solo que ya se le había pasado la tarde.
    -Si ya voy- ordenó su escritorio y bajó- ¡Padre!-era raro ver al hombre de cabello negro sentado a la mesa en la cena, por lo general llegaba más tarde.
    -Hijo- saludó- ven siéntate junto a mí.
    -Claro- contestó el chico sintiéndose honrado.
    -Peo yo quería come alado de nii-chan-se quejó el pequeño castaño.
    -¡Ah no! ¿Me van a dejar comer sola?
    -Peo yo quedia nii-chan
    -¡Oh…! Anda mi cielo come junto a mamá- protestó la castaña con un puchero.
    -¡Estupendo!- intervino su padre y palmeó la espada de su hijo- ¿Cómo va la escuela?
    -Bien como siempre.
    Su madre empezó a servir la comida para todos.
    -¿Qué tal te fue en tus evaluaciones semestrales?
    -Los resultados se publicarán en unos días.
    -Seguro te fue excelente, hijo- apuntó su madre- ¡Misaki no comas todavía!- retó a su hermanito que comía antes que el resto de la familia.
    -Si, gracias- dijo el chico- emmm… esto no tiene nada que ver pero quedé de ir con mis amigos de ir al karaoke mañana después de la escuela.
    -¿¡Que?! Imposible, no tienes edad- dijo su madre y al momento en que terminó de servir al tiempo que se escandalizó- absolutamente NO.
    -Cariño- trató de calmarla su padre.
    -No, no lo defiendas esta vez.
    -Pero cariño, no hizo nada- él le sonrió a su esposa.
    -No pidió permiso.
    -Cierto pero déjalo cariño. Él sabe lo que hace.
    -Si mamá, en realidad no es nada importante- dijo Takahiro seguro que al llamarla mamá y no madre ella cedería.
    -¡Esta bien!- ella habló con un poco de molestia.
    -Tranquila cariño él sabe lo que hace- repitió- y como sabe lo que hace asumirá las consecuencias si algo malo pasa ¿no es así, hijo? – Takahiro afirmó sin dudas-. Como un hombre.
    -En realidad es un niño- refunfuñó la mujer por lo bajo a lo que Takahiro no dijo nada.
    -Yo también quieo i- Misaki y su inevitable intervención.
    -NO- dijo rotundo el muchacho.
    -Es para los grandes mi cielo- aclaró su madre.
    Después de un fallido intento de berrinche por parte de su hermanito la familia se dedicó a comer.
    -Por cierto padre- habló el joven a mitad de la comida ya que se había decidido a pedir ayuda- me preguntaba si podrías aconsejarme con un problema que tengo.
    -Claro ¿Qué sucede?
    -Pues…- no sabía cómo empezar - tengo un compañero de clases, de hecho es el mejor de la clase y recientemente descubrí que es una persona muy interesante- relató Takahiro en lo que Misaki abandonaba los cubierto y comía con la mano enterrando sus deditos en el plato- incluso creo que en verdad es alguien muy amable.
    -En ese caso ¿Cuál es el problema?- dijo el hombre de cabello negro haciendo una pausa en sus cena para escuchar a su hijo.
    -Como pienso que es una persona interesante me gustaría intentar ser su amigo pero el caso es que él casi nunca habla y cuando lo hace no entiendo del todo lo que quiera decir- confesó- además no sé nada de él.
    -En mi opinión es un problema sencillo.
    -¿Cómo sencillo? ¿Hablas en serio?
    -Sí, las personas reservadas suelen esperar a que los otros se acerquen porque no saben cómo hacerlo ellos mismos. Veras si tú le muestras algún interés y te responde de alguna forma, quiere decir que también tiene algún interés en ti.
    Claro…eso era bueno, Usami le respondió escribiendo el cuento para él. Asique no tenía por qué tener miedo de hablarle.
    -En cuanto a lo otro, sino entiendes lo que dice, pregúntale.
    -Lo peor que podría pasar es que ría de ti y que piense que eres un tonto- se burló su madre limpiándole el cachete a Misaki con una servilleta.
    -¡Que dices! Mi hijo no es ningún tonto.

    Estaba esperándolo en su asiento desde hacía ya un buen rato. Esa mañana se aseguró de llegar temprano porque quería hablar con él antes de que empezaran las clases. Mirando de un lado a otro se dio cuenta de que solo quedaba un pupitre vacío.
    -¿Qué pasa Takahashi? Estás muy callado esta mañana- preguntó Nagano
    -Ah…si no es nada. Parece que Usami no vendrá hoy.
    -¿Usami? Ese tipo siempre llega tarde.
    -¿En serio?
    En ese momento el profesor de matemática hizo su aparición y la clase se puso de pie para recibirlo, más el hombre se quedó en la puerta, sosteniéndola.
    -Aprisa Usami-kun- se le escuchó decir en tono molesto y unos momentos después el chico entró con pasos calmados-. Deberías trabajar en ese hábito tuyo de llegar a destiempo.
    El chico asintió con la cabeza y fue a ocupar su lugar.
    Ahora que lo notaba, era cierto que había alguien que siempre llegaba después que el profesor o apenas unos segundos antes, al parecer era Usami. Siempre asumió que se trataba de personas distintas cada vez.
    La mañana pasó con normalidad y la hora del almuerzo llegó como si nada, Takahiro estaba decidido a hablarle a su compañero. Tal y como días atrás vio al chico de pelo claro encaminarse a la salida del comedor, almuerzo en mano, ser interceptado por una chica muy linda, esquivarla y seguir su camino. Esa era su oportunidad, tomó su caja de almuerzo y lo siguió corriendo.
    -¡Usami! ¡Usami!- los gritos de Takahiro dieron sus frutos y el solitario chico por fin se volteó para verlo correr en su dirección. Estaba cerca de los árboles del patio trasero por lo que había tenido que correr un buen trecho.
    -¿Takahashi?
    -Ah…por fin te alcanzo- jadeó el chico de anteojos, el otro lo miró en silencio. Takahiro se sentía un poco incómodo porque no sabía cómo empezar-. Veras… yo…yo quería agradecerte por dejarme leer tu cuento. Lo terminé ayer de un solo tirón y ni siquiera noté nada a mi alrededor. Tu historia me atrapó por completo. Asique una vez más, gracias.
    -No necesitas agradecerme por algo como eso.
    De nuevo silencio.
    -También me preguntaba si te importaría que almorzáramos juntos.
    -El comedor es muy ruidoso.
    -Entonces podemos sentarnos por aquí- hizo un gesto vago con la mano-. Claro si no te importa.
    El chico frente él lo miró como dudando por unos segundos en los que Takahiro esperó expectante.
    -No, está bien- dijo Usami-. Por lo general me siento ahí- señaló una banca a la sombra de un frondoso árbol y Takahiro lo siguió. Fue más fácil de lo que había esperado.
    -¿Escribes con frecuencia?- preguntó el azabache ya sentados uno junto al otro-. Solo con leer lo de ayer se nota que sabes lo que haces.
    -Sí, todos los días en realidad.
    -¡Waa, sorprenderte!- exclamó sinceramente Takahiro abriendo su caja de bento-. Eso lo explica. Por cierto ¿quieres que te devuelva las hojas?, yo también copie lo que escribiste en la mesa, es decir es tuyo después de todo.
    -No consérvalo si quieres- dijo abriendo lo que había comprado en la cafetería-. Es tuyo porque lo escribí para ti.
    -¡Gracias! en ese caso haré que Nagano, Yamato y Honda lo lean también para que…
    -No.
    -¿Por qué?
    -No dejo que cualquiera lea mis historias.
    -Ah… pues…siendo así, gracias de nuevo por dejarme leerla.
    Hubo un nuevo silencio que Takahiro no supo cómo llenar por lo que comió hasta que se le ocurriera algo.
    -Pero hay algo que quiero preguntarte ¿no fue malo para ti ponerte a escribir en lugar de resolver el examen? Quiero decir, nuestra clase es difícil.
    -Si resolví el examen.
    -¿Eh? ¿Lo dices enserio?- Takahiro casi escupe es arroz que tenía en la boca y sus ojos se abrieron por encima del marco de sus lentes.
    -Por supuesto, solo me llevó 10 minutos terminarlo. Como me sobró tanto tiempo me aburrí y empecé a escribir.
    -¡No puede ser!- exclamó indignado-¿no te preocupa tu calificación?
    -No. Uno de los prefectos habló conmigo y me dijo que me fue bien.
    -¿Y qué puntuación tuviste?
    -100- dijo como si nada mordiendo un sándwich.
    -Ya…veo…
    Como era de esperarse del mejor de la clase ¿eso era a lo que llaman un genio?
    Ese día siguieron hablando después de la comida Takahiro se esforzó por romper algunos silencios pero nada más porque tal y como esperaba Usami era una persona interesante e inteligente y, después de que uno se acostumbraba a su singular aura, era fácil estar con él.
    -Nos vemos mañana- decía el azabache a su compañero en la entrada del colegio
    -Hasta mañana.
    -¡Takahashi!- lo llamó alguien de su grupo regular de amigos que estaba reunidos a unos metros de ellos-¡Muévete rápido!
    Al parecer todos estaban ansiosos por su primera salida de ese tipo
    -¡Ya voy!- Takahiro miró al peli-plata que seguía parado enfrente de él en silencio-. Em… nosotros vamos al karaoke ¿te gustaría unirte?
    Usami desvió sus ojos al grupo que esperaba.
    -Estoy bien así. Será otro día. Nos vemos mañana.
    Takahiro volteó hacia sus amigos y percibió los cuchillos que lanzaban los ojos de Nagano. Seguramente fue esa la razón por la que Usami se negó, o tal vez no le interesaban ese tipo de cosas. Como fuera Takahiro también se sentía ansioso por lo que se apresuró a ir con sus amigos.

    -¿Quieres probar Usami?
    No era la primera vez que el chico peli-claro se quedaba mirando su almuerzo cuando lo abría. Entre ellos dos se había vuelto un hábito el almorzar juntos por lo general bajo el frondoso árbol cerezos y, el hablar de cualquier cosa se hacía más fácil casa vez.
    -¿Tu madre lo hizo?- Usami una vez más abrió su almuerzo de cafetería.
    -Si- el azabache levantó la caja invitando a su amigo- si quieres, sírvete.
    -No, ella lo hizo para ti.
    -¿A tu madre no le gusta cocinar?
    -No- dijo llevándose un poco de comida a la boca y por alguna razón en ese momento el chico genio desvió la mirada con una leve sonrisa.
    No todas las madres podían compararse con la suya, y él lo sabía: la de Yamato, por ejemplo, no era nada buena en la cocina pero se esforzaba en darle a su hijo una comida decente a diario, razón por la cual Yamato era un experto en formar su almuerzo de parte “recolectadas” de sus amigos. Por lo menos la señora Usami no exponía a su hijo a eso.
    -A la mía le encanta y es muy buen cocinara, aunque está mal que yo lo diga ¡Jaja! Incluso quiera enseñarme a mi ¿puedes creerlo? ¡Soy hombre! Es porque a ella le encantan los dulces y dice que un día quiere comer un postre hecho por mí.
    -¿Es así? Si un día cocinas algo invítame.
    Su compañero peli-plateado solo le dedicó una sonrisa ligera con algo de burla en ella y se dedicó a comer tranquilamente mientras escuchaba su relato.
    -… y mi hermanito- Takahiro siguió su relato con más ánimo del que él mismo esperaba- parece que heredó el gusto por los dulces de mi madre porque siempre se emociona con los postres.
    -¿Tienes un hermano Takahashi?
    -Si- dijo extrañado- creo que lo mencioné antes ¿no?
    -No lo escuche antes.
    -Tengo un hermano menor, se llama Misaki. En realidad es un bebé de tres años- resumió rápidamente- en fin a él le encantan los dulces pero siempre los come muy rápido y con la mano asique siempre se embarra la cara con ellos. Es como se supone que los bebés deben ser, creo.
    -Humm…
    Después de eso la charla cambió de tema hasta el fin del receso del almuerzo.

    Una vez más comían en lo que ya consideraban como su espacio exclusivo- por lo menos Usami así parecía pensarlo- y el año escolar estaba a punto de terminar. Los dos estaban en silencio por el momento, cosa que no le importaba al chico azabache porque tenía hambre después de haber salido esa mañana sin tomar ni el vaso de leche que su madre le ofreció, comer era su prioridad. Usami, por su parte parecía no tener nada que decir que no pudiera esperar hasta que su compañero dejara de masticar. En los pocos meses que llevaban relacionándose las charlas y los silencios se daban de manera natural. Takahiro había descubierto que se podía hablar con Usami de muchos temas, desde libros –cosa que le encantaba al oji-violeta- hasta de un común y corriente programa de televisión. Por esa razón se decidió a hacer la pregunta que le rondaba en la cabeza.
    -Em… Usami ¿puedo hablarte de algo?
    El chico peli-plateado dejó de comer de golpe y giró la cabeza para míralo con los ojos violentas muy abiertos, la sorpresa se leía claramente en su cara pálida. Dejó su almuerzo a un lado y asintió mostrándole toda su atención.
    -No es nada extraño- aclaró Takahiro al ver la expresión y se rio un poco, la verdad estaba nervioso-. Veras como todo este tiempo hablamos y comemos juntos, yo creo conocerte bien y me agradas- el otro pareció tragar en seco por alguna razón-. Por eso creo que me gustaría ser tu amigo ¿Qué dices?
    Pasaron varios minutos y Usami no decía nada.
    -Bueno al menos yo llegué a considerarte como más que un simple compañero, pero tú no te sientas obligado. Está bien si no quieres.
    -¡No!- era la primera vez que lo escuchaba gritar- es decir, yo también pienso en ti como en más que un simple compañero de clases. Seré feliz de que seamos amigos- finalizó dedicándole una sonrisa inclinado la cabeza un poco.
    -Yo también, entonces a partir de ahora solo llámame Takahiro y, ¿está bien que de llame Akihiko? O ¿Cómo te dicen tus amigos?
    -¿Mis amigos?
    -Si ¿cómo te dicen tus amigos?
    Otra vez se tomó su tiempo para contestar y miró al piso como dudando.
    -Emm… ¿Usagui?- murmuró tan bajo que el azabache apenas escuchó.
    -Ya veo con que Usagui. ¿Está bien si te digo así?- habló emocionado por conseguir tanta confianza con el extraño chico.
    -Si está bien…Takahiro.
    -Muy bien entonces volvamos a clase ¡Usagui!

    Takahiro habló alegre y no era para menos sentía que había ganado un amigo para toda la vida.
     
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  13. Tomoya-sama
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    Que bien me alegro de que va a seguir aun mas. Tendré mas de esta maravillosa historia. Una pequeña parte del pasado de Takahiro que emocionante >.< Que lindo Misaki de bebe <3 y los padres de ellos, recordarlos(? Me alegra que quieras alargar un poco mas la historia (así puedo disfrutarla mas de lo que ya lo hago). Esperó que las cosas se puedan arreglar pronto entre Takahiro, Usagi y Misaki Nos leemos hasta la próxima actualización. Suerte saludos <3
     
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  14.     +1   -1
     
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    Yaoizando
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    Hola a todos de nuevo! Aquí vengo al fin , con una nueva parte del capítulo Hermanos la que, por cierto, tambien se dividirá en dos solo porque quedó más largo de lo normal y si lo subo todo hoy sería pesado. No teman la siguente parte estará mañana. En cuanto a este capítulo podria definirse como: "fracmentos del día a dia" asique no esperen mucha accion.
    Ahora los dejo leer, no sin antes saludar la querida Tomoya.
    Nos vemos mañana
    Gaia

    Hermanos (Segunda parte A).

    -¡Nii-chan! ¡Nii-chan! Ven rápido- la vos súper-enérgica llenaba el tranquilo ambiente de las mañanas en la casa de los Takahashi- llegaremos tarde.
    Takahiro escuchaba correr a su hermanito de un lado a otro por el pasillo esperando que saliera de su habitación.
    -¡Vamos a desayunar! ¡Vamos, vamos!
    Ya vestido con su uniforme de tercer año de la escuela media, el hijo mayor de la familia se decidió a abandonar su cuarto para encontrarse con su pequeñísimo hermano. La imagen le pareció tierna a pesar de la mayoría del tiempo el niño lo exasperaba. A sus cuatro años Misaki era una miniatura comparado con los chicos de edad. Lo esperaba parado justo enfrente de su puerta con una sonrisota en su carita de cachetes rosa y los ojos –todavía excesivamente grandes- le brillaban tanto que parecía que diminutas estrellas le rodeaban el pelo castaño. Lo veía y mantenía apretados los puños y su cuerpo inclinado hacia adelante como si fuera a saltar.
    -¡Nii-chan!- dijo y, en efecto saltó para abrazarle las piernas.
    -Misaki- dijo el mayor a modo de saludo y cuando logró que lo soltara. Takahiro se inclinó para acomodarle la solapa de la camisa blanca con bordes marrones estilo marinerito y que, junto con el pantalón corto, era parte del uniforme de jardín de kínder al que el pequeño asistirá desde ese día. Ya tenía la mochila puesta y saltaba ansioso en su lugar como conteniendo las ganas de salir corriendo.
    -Primero tenemos que tomar algo- dijo el hermano mayor- vamos quítate eso.
    Cuando llegaron a la cocina los dos fueron recibidos por los emocionados gritos de su madre.
    -¡Ah! ¡Que lindos mis bebés!
    -Buenos días, madre- saludó cortes Takahiro- Padre.
    -Buenos días, hijos.
    -Vengan a comer, su desayuno es importante- los invitó la mujer amable y dulce como siempre- ¿Misaki ya tienes todo listo?
    -¡Sí!
    -Misaki se portará bien ¿cierto?- dijo el hombre- ¿Hará a su padre sentirse orgulloso?
    -Sí, estudiaré mucho y después hare la tarea con Nii-chan.
    -Tú no tendrás tarea, mi cielo. Solo vas a conocer a otros niños- dijo la castaña a lo que el pequeño hizo su típico puchero- No te pongas así, ni tengas miedo Misaki, mamá te llevará hoy, solo será una hora y después la señora Mori irá por ti.
    -Pero yo quería hacer la tarea con nii-chan.
    -Él podrá jugar contigo en la tarde.
    -Madre no hables por mí.
    -Vamos hijo no te cuesta nada- rezongó ella.
    -Es parte de tus deberes como hermano mayor darle un buen ejemplo a Misaki- señaló el hombre de cabellos oscuros tomando una taza de café- solo dedícale unos minutos.
    -Lo haré padre.

    Ya había sonado la campana que anunciaba el comienzo del primer día de clases de ese año, la materia: Historia Japonesa Antigua estaba por comenzar. Todos los alumnos ocupaban su lugar hablando animadamente. Todos menos uno. Un único lugar seguía vacío a pesar de la inminente llegada del profesor, un lugar que el chico de anteojos se había esforzado por mantener libre, justo a su lado, y era mucho decir porque sus amigos estuvieron insistiendo e incluso Hayami-chan le pidió permiso para sentarse y él se negó.
    Tashibana-sensei, un hombre de unos cincuenta años cabello negro y baja estatura entró, y todos se pusieron de pie como impulsados como por un resorte y justo cuando la puerta estaba a punto de cerrarse una mano de blanquecinos y largos dedos la detuvieron.
    -A su lugar señor- dijo el sensei irritado- y sepa desde ahora que no tolero los retardos en mi clase.
    El chico no dijo nada y se quedó inspeccionando el salón con sus ojos amatistas.
    -Usag…mi- lo llamó suave la vos de Takahiro. Habían quedado que únicamente lo llamaría por su apodo cuando estuvieran solo o con personas de confianza.
    Así, con una seca formal presentación, dieron comienzo al año escolar.
    Se lo había prometido a su padre y de eso habían pasado ya varios días por lo que tenía que hacerlo, solo que era realmente absurdo. Takahiro se encontraba en el piso de la sala sentado, con la espalada recargada en el sofá, no miraba la televisión ni nada por el estilo, estaba jugando a los cochecitos con Misaki. Justo ahora el pequeño castaño no estaba con él porque se fue a buscar más juguetes por lo que el azabache aprovechó para cerrar los ojos. Hacía años que había dejado esa clase de juegos y, la verdad, ya no le encontraba nada de divertido pero bueno, él se comprometió a jugar con su hermanito, por dos semanas estuvo poniendo escusas hasta que al enano se le ocurrió quejarse de eso y hacer un berrinche delante de su padre. Cuando este amenazó con mirarlo con enfado, y le recordó lo importante que era para ellos el pasar tiempo junto como hermanos, no le quedó más remedio que comprometerse a darle gusto a su hermano la tarde del día siguiente y esta vez cumplirlo. Era vergonzoso para un hombre dar su palabra y después andar poniendo evasivas, le había dicho su padre. El hombre que admiraba más que a nadie, y al último ser al que quería defraudar aunque fuera en la más mínima cosa.
    Asique ahí estaba, moviendo autitos de plástico de colores en el piso y haciendo ruidos graciosos con la boca.
    -¡Nii-chan!- dijo Misaki que llegó a él corriendo a toda velocidad con dos cochecitos en la mano y dándole uno- yo soy este y serás este.
    -Está bien… ¡Brurrr…! ¡Brurrr…! – Takahiro comenzó a encaminar su juguete en dirección al de Misaki.
    -¡No!
    -¡PUUGH!- gritó el hermano mayor atropellando el juguete de su hermano y varios más, dejándolo todo desordenado-¡Choque! ¡Un accidente! Rápido Misaki trae una ambulancia ¡Hay que sacar a los heridos!- el azabache gritaba y agitaba los brazos para animar al pequeño.
    -¡Li-lu! ¡Li-lu! ¡Li-lu! Ya viene la ambulancia- decía el pequeñín.
    -¡Rápido los heridos!
    -¡SI!- Misaki detuvo al ambulancia de plástico junto al “choque” y cargo a los heridos.
    -Hay que llevarlo al hospital- apuró Takahiro.
    -¡Ya va!
    -Esa ambulancia es muy lenta ¡tiene que ser una voladora! – entonces el chico de lentes levantó a su hermanito de la panza como Superman y lo hizo girar en el aire.
    -¡Kya! Jaja ¡nii-chan, no! – chilló mientras se reía como loco hasta que el azabache se cansó de girarlo.
    -Vamos sensei- decía el chico de anteojos- ¿Qué tiene el herido?
    Habían puesto un oso de peluche en el sofá al que los dos miraban con caras de preocupados ya que era uno de los heridos del accidente.
    -Emm… este…no sé.
    -¡¿Cómo no sabe, sensei?!- Takahiro se llevó las manos a la cabeza con gesto teatral de desesperación- ¡Eso merece un castigo!- y entonces atacó a cosquillas al castaño.
    El niño reía descontrolado y se retorcía en la alfombra y sus ojos alegres no podían brillar más. Misaki era un niño muy alegre y feliz.

    -¡No puede ser! ¡De nuevo! – se quejó Usagui.
    Akihiko y Takahiro pararon su caminata antes de llegar a su lugar acostumbrado para el almuerzo. Resulta que el peli-plata seguía negándose a comer en cualquier lugar en el que hubiera mucha gente y ahora su usualmente tranquilo sitio a la sombra, estaba ocupado por un grupo de chicas, las mismas que lo ocuparon el día anterior… y el anterior… y el anterior.
    -Busquemos otro lugar- casi ordenó el amigo de Takahiro girándose sobre sus talones.
    -¿Te parece la azotea?- sugirió Takahiro a lo que el otro asintió enfilando sus pasos hacia el lugar.
    En lo que a Takahiro concernía no le importaba mucho comer en donde fuera pero el otro prefería lugares poco concurridos y él respetaba eso. Akihiko tendría sus razones.
    -Estoy en problemas- se quejaba Takahiro- no sé sobre qué hacer el reporte que nos dejó el profesor de literatura- era un reporte de un libro a elección el problema era que no había leído mucho ese año y no encontraba un libro lo suficientemente bueno como que le consiguiera una calificación elevada.
    -Si quieres mañana puedo traerte algunos libros que te puedan interesar y tú eliges.
    -Eso ayudaría mucho, gracias Usagui.
    -Si mi ayuda te gusta todavía podemos decirle al sensei que haremos el trabajo en pareja.
    -No. Este reporte decide buena parte de la calificación del semestre ¿cierto? No sería correcto que lo hiciéramos entre dos. Es algo que debe hacerse individualmente.
    -Pero es una rara oportunidad ¿Qué tiene de malo? Por algo el profesor dio posibilidad.
    -El hacerlo en pareja no sumará lo mismo que el hacerlo solos. Individualmente tendré mejor calificación.
    Akihiko dejó de insistir y bajó la cabeza mirando s almuerzo comprado, últimamente siempre insistía en hacer los trabajos y reportes con Takahiro a lo que este se negaba. No solo porque siempre apuntaba a la calificación más alta sino porque pensaba que debía mantenerse con su propia fuerza. Él sabía pedir ayuda, pero solo cuando en verdad lo necesitaba.
    -Además- agregó el azabache- tú eres mucho mejor que yo con libros y letras, solo sería una carga para ti. Pero trae los libros, haciendo eso serás de gran ayuda.

    Otra vez Takahiro giraba a su hermanito en el aire. Esa era una tarde especial porque la señora Mori se había ido un poco antes de su horario habitual su padre saldría tarde, como siempre, y su madre también, asique por primera vez en su vida estaría a cargo de su hermanito por espacio de 2 horas aproximadamente.
    Aunque jugaba como de siempre y exteriormente se veía tranquilo, estaba un poco inquieto porque nunca antes tuvo a su cargo nada, ni siquiera una mascota, ni un pececito y quería hacerlo bien. Pero mirándolo del lado amable no era tan difícil solo tendría que entretenerlo un rato y nada tenía por qué salir mal.
    Los hermanos jugaban con cochecitos y, como de costumbre, Misaki en un momento se aburrió de los que tenía y fue por más en lo que el Takahiro esperaba sintiéndose cansado. En su primer reto del día no fue tan bien, había tenido que preparar la merienda del castaño y este se quejó bastante porque la leche no tenía el suficiente chocolate y estaba más caliente de lo que acostumbraba tomar. “Pero nii-chan lo hizo para mí, asique está bien.” Le había soltado como perdonándolo por sus errores y tomando todo. Era el colmo que Misaki sintiera que tuviera derecho a clasificarlo ¿Qué sabia él sobre la cantidad de chocolate que lleva la merienda de un niño?
    El azabache se recostó un poco en el sofá agradeciendo que solo faltaran minutos para la llegada de sus padres, estaba agotado.
    -Nii-chan- escuchó que lo llamaba su hermanito y lo vio correr hacia él con los juguetes en las manos a toda velocidad con esos pantalones que le quedaban un poco grandes como todos- mira ya…
    Entonces cuando estaba casi por llegar Misaki tropezó con sus propios pies y cayó de bruces al piso
    -¡Jajaja! Misaki debes tener cuidado- se rio el mayor- vamos levántate.
    Pero Misaki no se levantó, solo se quedó quieto donde estaba, de inmediato Takahiro se incorporó y asustado llegó hasta su hermano que seguía en el piso.
    -¡Misaki!- gritó y el niño se movió tratando de levantarse y comenzando a llorar y gritar.
    Takahiro lo ayudó y al instante su corazón se detuvo de espanto porque de la boquita de su hermano salía mucha sangre ¡No! Era muy malo ¿Qué debía hacer? ¿Llevarlo a un hospital? ¿A cuál? El castaño gritaba, entre llanto y ahogándose con sus lágrimas y sangre decía que le dolía ¿Qué hacer? ¡¿Qué debía hacer!?
    -Misaki cálmate- dijo abrazando el cuerpito que temblaba y sus ropas se macharon de rojo pero el niño no se calmó, su carita machada de lágrimas y de líquido rojo que ahora notaba que salía del labio.
    Tenía que parar el sangrado o sería algo grave. Cargando a su hermano lo llevó hasta el baño y trató de lavarlo con cuidado pero tan pronto como quitaba la sangre esta volvía a salir. ¿Qué hacer? Se sentía confundido y en pánico ¡tenía que llévalo al hospital!
    -Misaki cálmate- pidió con su propio cuerpo temblando ¡Un taxi! Eso era tenía que tomar un taxi y pedirle al conductor que lo llevara al hospital más cercano y necesitaba dinero ¿Qué más? ¿Qué más? No era fácil pensar con el castaño llorando y gritando en su oído jadeando cada vez más asustado.
    Takahiro salió del baño y aun con Misaki en brazos buscó dinero.
    -Misaki si te calmas te prometo que te compro un helado muy grande- intentó ya que el llanto solo lograba angustiarlo y alterarlo más de lo que estaba.
    -Estamos en casa- se escuchó la vos de una mujer-Takahiro, Misaki ¿Dónde están?- eran sus padres que por fin llegaban.
    -¡Papá!- los niños salieron al encuentro de sus padres en estado miserable.
    -¡Misaki!- gritó la mujer horrorizada y casi arrebató al pequeño de los brazos de su hermano.
    -Yo no…
    -¡Está sangrando!
    -¿Qué pasó?- eran pocas las veces que Takahiro escuchaba a su padre furioso.
    -Yo…
    -Tenemos que ir al hospital- dijo la mujer y se apuró al baño por una gasa del botiquín de primeros auxilios.
    -¿Cómo pudiste dejar que esto pasara? Se suponía que tú debías cuidarlo- reprendió el hombre sin que su hijo mayor intentara defenderse.
    -Cariño trae el auto- habló la mujer.
    Sus padres salieron velozmente y sin decirle nada más o verlo, dejando al chico de cabello negro parado e inmóvil con las palabras de su padre golpeándolo como un martillo. Fue demasiado, el miedo, la angustia que había sentido sumado a la culpa de defraudar a sus padres lo vencieron e hicieron que unas lágrimas silenciosas se derramaran.
    Takahiro esperó lleno de ansiedad hasta que la puerta volvió a abrirse y vio pasar por ella a sus padres, ya más tranquilos. Su madre aun cargaba en brazos a Misaki que dormía apoyando su cabecita castaña en el hombro de ella.
    -¿¡Cómo está Misaki!?- preguntó saltando del sofá desde el que había estado vigilando la puerta.
    -Se encuentra bien hijo- dijo su padre indicándolo por señas que no alzara la vos para no despertar al pequeño, mientras la mujer pasó directo a la habitación del niño para acostarlo- ven ayúdame a preparar algo para cenar.
    -Padre yo…yo de verdad lo siento.
    -Está bien hijo. Fue un accidente ¿cierto?
    -Si- afirmó Takahiro- Misaki venia corriendo y de repente tropezó y no sé qué pasó.
    -Eso dijo el doctor. Aparentemente se cortó el labio con sus propios dientes. No te preocupes no es un corte grave- el hombre sacó el pan de la despensa- por lo que quiero disculparme, hijo.
    -¿Disculparte? ¿Por qué?
    -No tendría que haberte dicho aquello; si de algo estoy seguro es de que siempre cuidaras de tu hermano, porque lo amas.
    El impacto de esas palabras dejó mudo al chico porque no había sido consciente de eso hasta que lo escuchó de labios del hombre. El jefe de la familia respetó el silencio de su hijo y cambió de tema.
    -Dame el aderezo de la nevera. Hoy solo tendremos emparedados para la cena porque ya es muy tarde.
    -¿Y cómo está Misaki?- volvió a preguntar Takahiro con sus padres sentados a la mesa.
    -Está bien, hijo- sonrió dulcemente la mujer sentada a su lado, ella también se había disculpado por su reacción- el doctor mandó un medicamento para el dolor por un día y compresas frías para la hinchazón. Además solo tomará leche, yogurt y cosas blandas por los próximos dos días y hay que vigilar que no levante temperatura esta noche y mañana, por eso no irá a la escuela y yo tendré que tomar un día libre en el trabajo.
    -Lo siento.
    -No fue tu culpa mi cielo- lo tranquilizó la mujer acariciando sus cabellos negros- esas cosas pasan.
    Ya en el silencio de su habitación Takahiro intentó ocuparse de sus tareas pendientes pero le resultaba muy difícil. Todavía estaba alterado y sentía una leve opresión en el pecho. Cuando vio sangrar a Misaki todo un torbellino de cosas pasaron por su cabeza y no supo identificar del todo qué fue lo que sintió. No supo si la angustia miedo o desesperación. Lo único que sí identifico, fue el alivio que sintió cuando sus padres le dijeron que el niño estaba bien y es que ¿Cómo no preocuparse por él? Después de todo era su adorable hermanito. Es sorprendente como podemos descubrir algo nuevo sobre nosotros mismos.

    Ya pasaba la mitad del año escolar y Takahiro esperaba la llegada de su amigo. Sabía perfectamente no lo haría hasta el último segundo, ya se había acostumbrado a ese habito y rendido a la idea de esperar otra cosa. Incluso el profesor de Historia Antigua se resignó en su intento. Claro que no fue sino hasta después de ser avergonzado por el chico de cabellos plateados. Después de haberle llamado la atención a su alumno varias decenas de veces el educador por fin recibió una respuesta, mas no fue una disculpa lo que salió de labios del chico. Con vos calmada y tranquila Usagui había señalado al profesor que ni una sola vez había llegado tarde pues siempre entraba antes de que la puerta se cerrara y que, por lo tanto, nunca interrumpió el normal desarrollo de las clases ni su dictado. Ante esto al cansado hombre quedó descolocado y, entre balbuceos nerviosos, agregó un “Bien intenta llegar antes” como para tener la última palabra y fingir que había ganado la discusión. Sin embargo, con el paso del tiempo hasta el estricto hombre se vio aplastado por las brillantes calificaciones del alumno estrella hasta el punto que Takahiro creía que le había tomado simpatía.
    Un grupo compuesto por chico de diferentes cursos entró al salón, ellos sobresalían por los detalles diferentes en su uniforme o su chaqueta especial, no era difícil reconocerlos: El Consejo Estudiantil. Takahiro sabía a quién buscaban y también sabía qué era lo que deseaban. El grupo encabezado por su presidente en persona enfiló sus pasos hacia el chico de pelo negro quien suspiró resignado.
    -Takahiro-san- habló desde la entrada la vice.
    -Takahashi- dijo Miyamoto Kazuki, presidente del Consejo- necesitamos hablar.
    -¿En qué puedo servirle presidente?- dijo no sin cierto nivel de sarcasmo e irritación.
    -¿Has hablado ya con Usami?
    -No. Lo siento pero creo de deberían hablar ustedes mismos con él.
    -¿Y crees que no lo intentamos?- grito el presidente golpeando el pupitre con ambas manos- él simplemente no escucha.
    -Tú eres su amigo Takahashi-san ¿cierto?- apuntó la vice- Usami- kun siempre está contigo. Él no escucha a nadie más. Es muy difícil hablar con él.
    -No en realidad.
    -Como sea Takahashi es tu deber hablarle del tema. Es el mejor del colegio y por lo tanto es importante que esté en el Consejo, nos traería grandes beneficios a todos. Incluso estoy dispuesto a cederle mi puesto como presidente ¡Es tu deber!- la intimidante expresión del presidente, con su cara prácticamente pegada a la suya y la mueca de ansiedad en los demás chico fueron mucho para el azabache.
    -Hablaré con él hoy.
    La azotea se había vuelto su nuevo sitio para el almuerzo, ya que su antiguo lugar predilecto debajo de la sombra de los arboles ahora se encontraba invadido –según Usagui- por un grupo de chicas. Allí sentados (no tan cómodos como antes) comían cuando Takahiro se decidió a cumplir la promesa con el Consejo.
    -¿Sabes? el Consejo quiere que te unas.
    -No tengo ningún interés en hacerlo- rotundo, como de costumbre.
    -¿Es así? Piensa, Miyamoto-san tiene razón, si alguien como tú se une le haría muy bien al Consejo. Imagina las cosas buenas que aportarías. Usagui eres una persona muy inteligente.
    Akihiko dejó de lado su comida para míralo fijamente.
    -¿Takahiro, tú crees que debería aceptar?
    -¡Sí!- le respondió entusiasta- incluso te darán el puesto de presidente. Será divertido
    Entonces Usagui miró al cielo como pensando.
    -Si acepto, ¿serias el vicepresidente?
    -¿Eh? ¡No! Yo no puedo Usagui- se apresuró a negar espantado- no tendría tiempo, tengo media beca que mantener y mis notas no son tan buenas como las Miyamoto. A ti te corresponde por ser el numero 1, pero a mí no.
    -Entonces no lo haré.
    -¡Oh vamos Usagui! Deberías intentarlo al menos- insistía sonriendo, en parte porque pesaba que al chico de pelo color plata le haría bien interactuar con más personas y hacer otros amigos.
    Akihiko lo miró y después rodó los ojos.
    -Si eso quieres, está bien.
    Takahiro pensaba que su amigo era un tanto inmaduro en algunas ocasiones, como ahora, o tal vez demasiado caprichoso, es decir, no siempre lo entendía del todo. Porque ahora que lo notaba, la cara normalmente inexpresiva de Usagui, dejaba filtrar algo de molestia en un gesto casi infantil. Le dio gracia porque por un brevísimo segundo llegó a sentir como si tuviera dos hermanos menores. Por supuesto el 99,99 % del tiempo la cosa era muy diferente. Usagui era sorprendente en la mayoría las cosas y sobresaliente en el resto, él estaba por encima del grupo en madurez e inteligencia. Sin embargo a veces, solo a veces sus excentricidades salían a la luz. Akihiko no era, desde luego, malo pero si un poco complejo, Takahiro no tenía intención de escudriñar mucho en eso, cada quien tiene sus propias características y él estaba bien con eso.
    La mañana siguiente la conmoción fue inevitable. Faltaban pocos segundos para que la profesora de biología entrara al aula y ya un murmullo se levantaba por los pasillos. El salón “A” del tercer año sufrió un impacto casi mortal cuando Usami Akihiko entró vistiendo nada más ni nada menos que la chaqueta especial que lo identificaba como Presidente del Consejo Estudiantil a pesar de no ser del último año.
    El grito entusiasta de las chicas con un indisimulable “¡Kyaaa!” prolongado y muy agudo se impuso por encima del “¡Imposible!” que dejaron escapar los chicos y en especial sus detractores. Los murmullos de “Que apuesto! Siguieron el lento y desinteresado caminar del chico hasta su lugar.
    Takahiro le sonrió tranquilamente a su amigo cuando ocupó el pupitre a su lado
    -Felicitaciones, Presidente- dijo, medio en broma- nadie del tercer año ha llegado tan lejos como tú ahora.
    -En realidad no es nada especial- desestimó el otro-. Y no me digas presidente.
    -Como quieras, Presidente- rio un poco mientras la profesora trataba de calmar la agitación para poder comenzar la clase-. Lo digo en serio Usagui, tú mereces ser felicitado. Esta clase de antecedentes te ayudaran cuando intentes entrar a la universidad, aunque no creo que tú puedas tener problemas con eso.
    Entonces el otro le devolvió y una sonrisa suave y la clase por fin comenzó.
    Horas más tarde Takahiro vio a su amigo prácticamente ser arrastrado por los miembros del Consejo quienes le recordaban que dos veces por semana ellos se reunían y que como presidente era su obligación asistir sin falta. Bueno, era el primer día de Usagui en el puesto así el azabache entendía que todavía no estuviera acostumbrado. Resignado a caminar solo las calles hasta la estación Takahiro puso rumbo a la salida cuando fue empujado y arrastrado por lo que no podía ser otra cosa que una horda de chicas. Ellas entre empujones lo metieron de nuevo al edificio.
    -Es…esperen-trataba de hablar el chico pero ellas no escuchaban y de pronto se vio en uno de los salones del colegio. Mareado y confundido Takahiro notó que unas 10 de sus compañeras le bloqueaban la salida-. A… ¿q-que?
    -¿Es él?- preguntó una de ellas- Tú eres Takahashi Takahiro ¿no?
    -¿Eh?-“¿por qué lo secuestraban?” era lo que quería preguntar pero no le salían las palabras.
    -¡¿Lo eres o no?!- la misma chica de antes lo agarró con algo de violencia de la chaqueta.
    -Déjalo, es él- habló otra saliendo de atrás, ella era tan alta como él de pelo negro y largo, ojos cafés y muy linda, debía agregar.
    -Si… ¿Cómo lo saben?
    -Es obvio ya que tú eres el único amigo de Usami-sama- habló la segunda chica y le apuntó con el dedo como acusándolo de algo- ¿Cómo podría no saberlo siendo la presidenta de su club de admiradoras?
    ¿Akihiko tenía club de admiradoras? Ahora que las veía con un poco de calma ¿no era ellas las habían “usurpado” el sitio bajo los árboles donde Usagui y él solían comer? No dijo nada porque no sabía qué decir sobre eso.
    -Bien Takahashi- habló la presidenta- iré directo al punto. Sé muy bien que fuiste quien convenció Usami-sama de unirse al Consejo.
    -N-no eso lo decidió por él mismo.
    -Pero hablaste con él sobre eso ¿no? ¿O me equivoco?
    ¿Cómo sabían eso? Si ese momento solo estaba Usagui y él.
    -Si…pero…
    -Entonces fue porque se lo sugeriste-concluyó la chica-. Tienes que hacer algo por nosotras.
    -Emm… ¿de qué se trata?
    -Ve y dile que a partir de mañana almuerce con nosotras- exigió la ruda fémina- y que con el tiempo elija a una de nosotras para salir.
    -Ah…pero yo no podría…
    - El antiguo presidente te pidió que hablaras con Usami-sama para que se al Consejo ¿no? Tú lo hiciste y ahora él es el nuevo presidente. Si hiciste eso por el Consejo ¿Por qué no puedes cumplir lo que te pedimos?
    -Es diferente…- contestó bajito e intimidado al verse rodeado por chicas que el parecían más un grupo de fieras dispuestas a atacar.
    -¡Contamos contigo Takahashi-kun!- sentenció la chica- te advierto que puedo ser muy insistente.
    …y Takahiro de pronto se vio solo en un aula ya vacía con los ojos muy abiertos y la boca a punto de tocar sus pecho del puro asombro ¿En qué lio estaba metido?

    -¡Niiiiii- chaan! ¡NII-CHAN!
    -¡Ah! ¿Qué pasa Misaki?
    -Te toca ser la ambulancia y los heridos están graves- se quejaba con razón su hermanito porque él se quedó en la nada en medio del juego.
    -Lo siento, lo siento. Estaba distraído. Es que tengo un amigo con un problema- soltó sin saber por qué.
    -¿Un problema? ¿Le duele la panza?
    -No.
    -¿Su mamá lo castigó?
    -No. Olvídalo Misaki. Mejor vamos a jugar. Tú serás la ambulancia. O podemos ser ninjas
    -¡Siii!
    ¿En qué rayos pensaba? Misaki apenas tenía cinco años, no podría entenderlo. Solo habló sin pensar. Además el problema no era de su amigo sino suyo. Desde hacía un mes y medio que el club de fanáticas de Usagui lo seguía y le recordaba constantemente que debía hablarle de ellas. Podía verlas en todos los pasillos en los recesos, a la hora de la salida o durante la comida. Más de una vez se encontró en algún salón siendo literalmente amenazado por ellas. Todo eso lo estresaba al máximo y no sabía quién recurrir. Tan desesperado estaba que llegó al extremo de sacar el tema con Misaki que era solo un bebé.

    -¡Por fin un poco de paz!
    Takahiro se sentó junto a su amigo que se recargaba en la pared donde la sombra los protegía del sol del mediodía y el calor de la azotea. Akihiko tenía los ojos cerrados como si deseara dormir. No parecía tan cansado como decía estarlo. El que exagera de esa manera le hizo un poco de gracia al azabache.
    -Usagui tienes suerte- era el momento ya había recibido un ultimátum por parte del grupo de fans y era hablar o la muerte.
    -¿Por qué lo dices?
    -No todos los estudiantes tienen club de admiradoras como tú.
    - Yo no lo llamaría suerte.
    -¡¿Estabas enterado?!- ¿Cómo? Él no lo supo hasta lo secuestraron por primera vez.
    -Es imposible no saberlo. Se adueñaron de mi lugar favorito del colegio y por su culpa ya no podemos comer ahí. Todos los días alguna de ellas insiste en que almuerce con ellas. Nos siguen a todas partes ¡es un fastidio! ¿No lo habías notado?
    -Ah…bueno, no importa- se rio un poco por la vergüenza-. Ellas me pidieron que te recordara que estas invitado a comer con ellas cuando quieras. Además dicen que serían felices si aceptaras salir con alguna de ellas- terminó muerto de la pena.
    -Como si fuera a hacerlo-murmuró el albino mirando el piso.
    -Fueron muy insistentes- dijo con vergüenza- ellas están realmente interesadas en ti ¿Por qué no lo intentas?
    Siendo sincero a cualquier estudiante le gustaría tener un grupo de chicas lindas muriendo por un poco de su atención como si se tratara de una estrella de cine o algo. Usagui de verdad tenía suerte.
    -¿Te están molestando?- preguntó Akihiko que parecía haberse quedado con la parte menos importante de la frase.
    -No exactamente- dijo algo nervioso y porque él no quería ser un problema para nadie.
    -Hablaré con ellas.
    Inmediatamente Usagui dejó su almuerzo y salió de la azotea con aura de enfado.
    -¡Espera Usagui! No tiene que ser ahora ¿vas a dejar ese ahí?
    Takahiro recogió la caja de plástico que contenía el almuerzo de su amigo y lo siguió tan rápido como pudo, pero para cuando logró alcanzarlo él ya estaba en el patio y enfilaba sus pasos al grupo de chicas.
    -Tu almuerzo-le dijo tendiéndole la caja.
    -¿Te importaría esperar aquí? Guárdamelo unos minutos- dijo con la misma vos tranquila de siempre- no tardaré mucho.
    Takahiro se quedó dónde estaba y Akihiko caminó hasta su club de fans. Ellas, al verlo, se pararon notablemente emocionadas. Su amigo habló unas pocas palabras que él no escuchó. Entonces todas y cada una de ellas se quedaron como en blanco y él les dio la espalda y se alejó.
    -¡Eso no importa!- grito la líder de las chicas- ¡No nos rendiremos, Usami-san!
    -Listo- anunció con simpleza el peli-plata.
    -¿Qué les dijiste?
    -Simplemente que ninguna de ellas me interesa y que, por más que insistan, no pienso comer ni salir con ninguna. También que debían dejarte en paz y que se comporten.
    Ahí había algo que le molestaba al de anteojos.
    -Sabes yo puedo resolver mis propios problemas- dijo Takahiro severo.
    -Lo sé- suavizó su amigo-pero este era mi problema desde el inicio.
    No lo conformaba del todo.
    -Solo no lo olvides-pidió Takahiro.

    Era una prueba y él sabía. Takahiro no se lo tomaría a la ligera esta vez, como la anterior. Él estaba a cargo y sería responsable de todo hasta el instante en que sus padres llegaran, lo que, por cierto, sería hasta después de la cena y probablemente cuando estuvieran durmiendo ya.
    -¡Nii-chan! ¡Nii-chan!- decía Misaki mientras bajaba las escaleras abrazando su cuaderno y cartuchera llena de lápices de colores- hagamos la tarea juntos.
    -Misaki- de inmediato Takahiro se levantó de donde estaba y fue corriendo hasta alcanzarlo en las escaleras para sacarle las cosas de la mano- no corras ¿Qué pasará se te caes?
    -No estaba corriendo.
    Lo admitía. Desde hacía mucho rato los gestos de su hermanito eran adorables, como ese puchero que le mostraba ahora, fruncía el ceño tratando de ser serio y estiraba la boca tanto que se formaba una trompita
    -Hagamos la tarea juntos ¿sí?
    Takahiro suspiró, solo por una vez le cumpliría ese capricho.
    -De acuerdo- dijo y vio claramente los inmensos ojos verdes se iluminaban más que de costumbre- Tú siéntate y espérame aquí, iré por mis cosas.
    Misaki corrió a la mesa de la sala dejó sus cosas y se sentó en el suelo quedándose muy quieto en espera de sus hermano con la mirada ilusionada, como el buen niño que era.
    Cuando Takahiro bajó el pequeño lo miraba casi con espanto.
    -¡Wow! Nii-chan ¿todo eso tienes que leer?
    Él solo se llevó su libro de historia para leer el siguiente capítulo y así tener listo un resumen.
    -¿Tú lees todo eso?- insistió Misaki.
    -Bueno, no todo ahora- se rio el chico- voy a leer un poco ¿quieres ver cómo es? – le pasó el libro a su hermanito quien lo inspeccionó como a una cosa rara dándole vueltas y corriendo las hojas con sus dedos gorditos.
    -Tiene muchas letras ¡no entiendo!- se quejó.
    -Es porque todavía no sabes leer, Misaki. Ya aprenderás.
    -¿Y cuando sea grande voy a tener que leer esos librotes?
    -Bueno, sí.
    -¡No quiero!
    -Eso será dentro de mucho tiempo.
    Misaki se quejó un poco en vos baja pero después un resplandeciente sonrisota se le plantó en la cara.
    -¿Qué tengo que hacer?- dijo dándole a Takahiro un cuaderno no tendría más de 10 hojas usada y que él nunca había mirado antes. En el que había dibujos y recortes de mano de su hermanito. Aprovechando se dedicó a ojearlos, todos eran muy lindos con una sonrisa decorando el sol y las nubes. Misaki era un niño feliz.
    -Dice que dibujes un lugar al que te gustaría ir.
    -¿De paseo?
    -Si, por ejemplo.
    -¡Ya sé que dibujaré!- gritó entusiasta y, dicho esto abrió su cartuchera y sacó varios colores.
    Por su parte el hermano mayor abrió su libro, marcador en mano inició la lectura. Cundo levantó la cabeza, un rato después, se encontró con la mirada absorta del pequeño.
    -¿Eso es estudiar nii-chan?
    -Si…- no entendía por qué tanto asombro- ¿Cómo va tu tarea?
    -¡Todavía no empiezo!- gritó alarmado.
    -Pues apresúrate a terminar a tiempo para la cena.
    -¡SI!
    Takahiro volvió a su texto hasta que de repente un cuaderno se le interpuso.
    -Nii-chan mira, mira.
    Misaki le mostraba un dibujo que él interpretó como la playa porque había en él dos partes de azul -una mas oscura que la otra- y una parte amarilla. Arriba un enorme y resplandeciente sol sonriente como los que su hermano siempre dibujaba.
    -Mira- dijo el oji-verde de lo más feliz señalando unos muñecos en la parte amarilla- papá, mamá, tú y yo. Es porque quiero ir a la playa-. El mayor miró atento y notó que los muñecos estaban ordenados por estatura siendo su padre el más alto y el propio Misaki el más chiquito, también notó que él y su hermanito estaban tomados de la mano- ¿Te gusta?
    -Sí, es muy lindo.
    El enanito se hinchó de orgullo.
    La cena fue comprada y aunque a Misaki no le gustó mucho se la comió toda por insistencia de su hermano. El verdadero problema vino después.
    -¿Dónde está mamá?- preguntaba Misaki preocupado.
    -Está trabajando- explicaba el chico- pero tú ya tienes que irte a la cama.
    -¡No!
    -Misaki ya es tarde, ve a dormir.
    -¡No quiero! Si mamá no esta no voy a dormir.
    -Misaki vete a la cama ¡ahora!- trató de intimidarlo usando, o imitando el tono severo que su padre usaba a veces.
    -¡No quiero! ¡No quierooo!- gritó el pequeño pateando el piso y, cruzándose de brazos lo miró enojado y desafiante.
    -Anda Misaki- intentó Takahiro esta vez usando un tono amable y casi de súplica porque ya llevaba un buen rato tratando de que su hermanito se fuera a dormir.
    -No quiero, no quiero y ¡NO QUIERO! ¡Quiero a mamá!
    -Ella llegará en un rato.
    -Quiero que esté ahora.
    -Vamos Misaki- tal vez el soborno funcionara- te leeré un cuento, te compraré un dulce mañana.
    -¡No! Quiero que este mamá ¡Ahora!
    Oh bien… ¡Ya era suficiente! Rebasado por mucho en el límite de su paciencia Takahiro a su hermanito dispuesto a llevarlo a su habitación por la fuerza. El niño encaprichado se agarró de la pata de la mesa, mas el hermano mayor tironeó de su cuerpecito hasta que las manitos se soltaron.
    -¡Noooo!- gritaba y pataleaba Misaki mientras era llevado en brazos de su hermano-¡No quiero!
    ¡Tan bien que se había portado por la tarde!
    -¡Basta! ¡Misaki pórtate bien!- explotó mientras lo dejaba en la cama para ir a buscar un pijama. Gran error. Misaki paró su berrinche sí, pero solo para empezar a llorar asustado y salir corriendo.
    -No, Misaki espera.
    El muchacho alcanzó a su hermano menor en el sofá, estaba llorando desconsolado, intentando inútilmente, secar sus lágrimas con su ropa.
    -Está bien- murmuró el peli-negro, asustado de que el niño siguiera llorando- ¿y si dormimos juntos?
    -¿De…de…verdad?- le preguntó hipando con las mejillas húmedas y enrojecidas.
    -Si de verdad- le respondió sonriendo mientras acariciaba suavemente las mejillas rosadas.
    -Bueno…- sollozando el pequeñín se calmó.
    -Entonces ve a ponerte un pijama y después vamos a dormir.
    Misaki apareció al rato en su cuarto abrazando su muñeco favorito y corriendo se metió en la cama de un salto escabulléndose debajo de las mantas. A Takahiro le recordó a una ardilla.
    -Buenas noches nii-chan- dijo aferrándose a él con fuerza- yo siempre quise dormir contigo.
    -Dulces sueños Misaki.
    Esa era la primera vez que veía dormir a su hermanito y, no supo qué lo impulso, solo que fue muy fuerte; dejó un beso en los cabellos castaños.
     
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  15. Tomoya-sama
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    A que lindo misaki y takahiro como todo un hermano mayor. Esperó la segunda parte para ver que es lo que va a pasar aunque creo saber que sigue bueno también comentaré la segunda parte. Saludos ;)
     
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58 replies since 16/7/2016, 04:28   2419 views
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