El camino que recorremos juntos 2

El nuevo año ha llegado Usagui y Misaki enfrentarán todo aquello que tanto temieron, tanto en sí como en los otros ¿Podrán salir adelante?

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    Yaoizando
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    Muy buenas noches! heme aquí cumpliendo con mi palabra. Antes, una insignificante correción de mi nota anterior: donde dice "fracmentos" debe leerse "FRAGMENTOS. Sé que no es importante pero para mi lo es.
    Otro punto: muchas, muchas gracias a la adorable Tomoya por tu comentario.
    Sin más dejo el resto esperando actualizar pronto.
    Gaia


    Hermanos (Parte 2 B)

    -¡Takahashi-saannn!- el grito desgarrador y lastimero resonó en el patio central de la escuela haciéndolo girar con un escalofrió recorriéndole la espalda.
    Un tumulto polvoriento corría hacia chico cabellos negros a toda velocidad ¿acaso eran… más de los miembros del Consejo?
    -¡Takahashi-san! – el antiguo presidente despojado de su conocida arrogancia lo tomó de los hombros y junto su grupo los arrastro a un rincón. Sorprendido y un poco aterrado Takahiro los vio que los chicos lloraba a mares, jadeantes y temblorosos.
    -¡Po-por favor sálvenos!
    - Eh… ¿Qué?- no entendía nada por qué estaban tan sucios y ojerosos – o mejor dicho ¿En…en que los puedo ayudar?
    -E…el presidente
    -¿Usami? ¿Qué pasa con él? ¿Hizo algo?- no lo creía de su amable amigo.
    El ex presidente estalló en llanto y gimoteos lastimeros.
    -Él… él ha hecho cientos de cosas hasta ahora.
    -¿No es eso bueno?
    -¡NO!-retribuyó todo el Consejo en un solo grito.
    -Quitó a más de la mitad de los miembros diciendo que era unos ineptos- lloró una chica de lentes.
    -Nos triplicó las tareas- se quejó una de coletas.
    -Nos obligó a revisar los presupuestos de los últimos tres años para ver si había algo mal.
    -¿Y?
    -¡Todo estaba bien!
    -Siempre llega dos horas tarde a todas las reuniones.
    -¿Y?
    - Nuestras reuniones nunca duran más de dos horas, por reglamento.
    -Además insiste en que debe haber un restaurante gourmet en el festival de este año.
    -¿Y?
    -Quiere contratar a ches profesionales cuando nuestro prepuesto no alcanza. Dice que si no encontramos de dónde sacar los fondos nos sancionará todos ¡Esos sería terrible para nuestros expedientes!
    -Quiere re-diseñar los uniformes –lloriqueó un chico.
    -¿Y?
    -Dice que la tela debe ser inglesa porque es la mejor.
    -Tuvo la idea de que los estudiantes también participen en la elaboración de los temarios de todas las materias y organizó una reunión con los profesores.
    -Pero eso es algo bueno ¿no?
    -¡No! Quiere que se agreguen tres unidades mínimo a cada materia.
    -Ahh... ¿de verdad?- preguntó incrédulo el azabache que cada vez se encogía más en la pared en la que lo habían arrinconado. Usagui era muy amable con todos ¿de veras hizo todo eso?
    -La semana pasada nos llamó a todos a una reunión de emergencia- siguió con sus lamentos el grupo.
    -¿Y?
    -¡Nunca apareció!
    -Nos asigna más y más tareas cada vez.
    -¡No tenemos tiempo para estudiar!
    -¡Es imposible tomar aire!
    -¡Casi no podemos dormir!
    Todos estallaron en un sonoro llanto y Miyamoto-san lo sacudió con violencia de los hombros mirándolo con los ojos desesperados, rojos y la nariz chorreante.
    -¡Por favor sálvanos Takahashi-san!
    -¿P-pero cómo?
    -Dile que renuncie ¡por favor!
    -¡Por favor!- rogó el grupo.
    -Yo…este… veré qué puedo hacer.

    -¿No fueron ellos los que insistieron para que tomara el puesto? – Akihiko miraba el cielo como pensando indiferente a las molestias que había causado a otros, desde la terraza del colegio.
    -Si…pero…
    -¿Acaso no te estuvieron molestando para que me lo pidieras?
    -Si… pero…
    -¡Quién los entiende! Primero dicen que quieren un presidente diligente pero ahora resulta que no. Si no son aptos para un trabajo no deberían tomarlo para empezar.
    -Si pero… tú… ellos- Takahiro prefirió callar sobre el océano de quejas que recibió esa mañana y sobre señalarle a Usagui que no todos tienen sus capacidades y que, por lo tanto, no podía esperar que siguieran su ritmo.
    Escuchó un largo suspiro por parte del peli-plata que bajó la vista a su comida.
    -Supongo que será mejor así, ya no tendré que perder el tiempo en sus aburridas reuniones- le sonrió un poco- podremos pasar más tiempo juntos.

    -No- decía con paciencia y dulzura la mujer castaña sentada en el piso de la sala junto a su hijo menor. Takahiro miraba todo desde la cocina mientras se preparaba un emparedado-. Cuando haces una resta el número más grande va en la parte de arriba de la casita y el más chiquito abajo.
    -No entiendo mamá- se quejaba con un puchero Misaki
    -Mira mi cielo- la castaña sacó unos dulces y los puso en la mesa- ¿Cuántos hay? Cuéntalos
    -5.
    -Bien, hay cinco caramelos ¿No?
    -Sí.
    -¿Puedo comer 10 dulces si tengo solo 5?- preguntó la mujer, y levantado un dedo miró a su hijo-. Piensa.
    -Emm… ¿sí?
    - ¿Estás seguro?- Misaki no dijo nada- Veamos- la castaña abrió un dulce y se lo llevó a la boca- 1…; 2…; 3…; 4…; 5… ya no hay más ¿puedo comer 10, si ya no hay?
    -No porque ya se terminaron.
    -¡Muy bien!- aplaudió ella- es lo mismo que con tu problema: “Si quiero comer 10 dulce pero solo tengo cinco ¿Cuántos tengo que comprar?“ Ahora a “10” que son los dulces que quiero tener le saco “5” que son los dulce que tengo para saber cuántos me faltan. Al número más grande le saco el más chiquito y así tengo la diferencia.
    -No entiendo- dijo el niño un poco entristecido y visiblemente frustrado.
    -No te preocupes mi cielo- le sonrió ella acariciado la cabecita- si te esfuerzas estoy segura que lo entenderás pronto. Mis hijos son muy inteligentes. Ahora veamos de nuevo.
    Takahiro pasó con su refrigerio en un plato rumbo a su habitación.
    -Hijo no arruines tu apetito con eso. La cena estará en un momento- advirtió su madre.
    “¿Quién se acaba de llenar la panza con dulces?” se preguntó mentalmente el adolecente, mas no exteriorizó sus quejas.
    -No te preocupes. Comeré apropiadamente- fue lo que dijo y siguió de largo sin abandonar su emparedado.
    Misaki ya estaba en el segundo año de la escuela primaria y una cosa era segura: no era un genio. Más justo era decir que el niño era un poco lento en todas las materias, pero se esforzaba mucho y antes que nada seguía siendo un niño lleno de energía y feliz. Si fue una sorpresa o no para sus padres que el pequeñín no contara con las mismas capacidades académicas de su hermano mayor no lo sabía; de lo que sí estaba seguro Takahiro era que ninguno de los dos se sintió decepcionado y mucho menos molesto. Por el contrario se mostraba alentadores con el pequeño tesoro de la casa. Incluso el mismo Takahiro se encontró a sí mismo ayudándolo en sus tareas o explicarle alguna cosa que no entendía en más de una ocasión ¿Quién diría que llegaría a disfrutar de momentos como ese?
    El resto de la tarde el adolecente la dedicó a terminar sus deberes que eran bastantes, y complicados, hasta terminarla. Lo último fue la ficha que debía entregar al coordinador de la escuela donde se registraban las opciones de cada alumno para la universidad. Takahiro no tenía dudas, puso como primera opción la Universidad M porque era la mejor en economía, ya lo tenía decidido desde el año anterior. El nivel era extremadamente alto, por lo que no podía permitirse bajar su rendimiento. Sin embargo, algo era seguro: entraría sin importar lo que costara.

    -Creo que fue un poco…- el azabache buscó la palabra correcta para que su amigo no se enojara- extraño. Más bien, se sintió algo incómodo.
    -No fui grosero.
    -No, no lo fuiste. Solo que no es común que un alumno sepa más que el profesor y además lo corrija en clase.
    -Sino puede dar clase debería dedicarse a otra cosa. Es peor que enseñe mal.
    En realidad el azabache estaba, en parte de acuerdo con su amigo, solo pensaba que fue muy brusco con el pobre docente. Aunque, tenía que reconocerlo, tal vez no lo hubiera sido si el profesor no hubiera intentado mantener su posición únicamente por una cuestión de autoridad. Akihiko tenía razón, por supuesto, y se encargó de demostrarlo categóricamente. Si uno comete un error solo tiene que admitirlo.
    Takahiro miró al peli-plata y se sintió feliz de ser su amigo y de que siguieran juntos en preparatoria. Como de costumbre, Usagui se mantenía inamovible en su puesto de número uno de la clase y del colegio. Para ese entonces el chico de lentes ya había entendido que Usagui era superior intelectualmente y que, por lo tanto, no veía las cosas del mismo modo que el resto de las personas. Lo que para todo el mundo era complejo para Usagui era sencillo y pensaba que para todos era igual.
    -Entonces ¿Qué dices, vendrás conmigo?
    -Claro, pero no podrá ser hoy porque estoy un poco ocupado con el reporte de biología ¿tu cómo vas?
    - Aún no lo comienzo.
    -¿Eh? ¿Pero no es mucho?
    -No, lo terminaré a tiempo. Lo importante es que vengas conmigo mañana.
    -Si iré.
    Akihiko se quedó callado, seguramente recordando la vez que habían quedado en salir cuando, repentinamente, sus padres llamaron para decirle que trabajarían tarde y que tenía que cuidar a Misaki. Takahiro lo invitó a cenar a su casa a modo de disculpa y, para que la conociera, pero Usagui se negó rotundamente aunque no se molestó porque era una persona muy amable y compresiva.
    -No te preocupes- dijo tranquilizando a su amigo- nada pasará esta vez.
    Usagui sonrió y asintió a modo de respuesta. Los dos siguieron caminado por un par de calles como solían hacerlo cada día. Era una tarde de otoño particularmente bella como si todo en el mundo estuviera bien. Hablaron de varias cosa y de pronto el azabache se sorprendió de la naturalidad con la que hablaban de todo pensado lo difícil que fue para él empezar la relación.
    -Bueno ya me tengo que ir a casa- dijo Takahiro a modo de despida- ¿tú vas a casa también?
    -No- respondió secamente el peli-plata.
    -Te veo en la escuela.
    -No olvides nuestra cita mañana- grito Usagui cruzando la calle.
    -¡Jaja! ¡Claro!- dijo mientras lo veía alejarse.
    ¡Usagui y sus bromas! Como si fuera posible que dos hombres salieran en una cita.
    Takahiro siguió su camino habitual hasta la parada del bus cuando Hayami-chan se le interpuso.
    -¡Takahashi-kun, que bueno que te encuentro! – más bien suerte para él porque ella era muy linda-¿Puedo hablarte un momento?
    -Claro.
    -Es sobre Usami-san.
    ¡¿Otra vez?! ¡No de nuevo! El azabache experimentó una horrible sensación de dejá vú y un mal presentimiento al mismo tiempo.
    -Si es para que hable con él…
    -No es solo una pregunta. Es porque tú eres su amigo y creo que él no respondería.
    Ya se imaginaba la siguiente pregunta: ¿crees que saldría conmigo?
    -Es…está bien ¿Qué es?
    -Pues veras- empezó ella- la semana pasada, la verdad me quedé dormida y apenas tuve tiempo de arreglarme y salir corriendo con una tostada en la boca y bueno ¡eso no importa! Lo importante es que llegué apenas y entonces lo vi.
    -¿Qué viste?
    -¡A Usami-san! Él bajaba de un automóvil negro realmente caro y extranjero y un hombre alto de traje y abrigo negro le abrió la puerta y otro hombre con traje raro que bajó con él le ofreció una caja de almuerzo y le dijo: “Que tenga un buen día Akihiko-sama” y después le hizo una reverencia, pero Usami no dijo nada ni tomo la caja y solo entró al colegio.
    -¿Qué?
    -Por eso quería preguntarte ¿Usami es millonario?
    -¡¿Millonario?!
    -Yo solo pensé que tú sabrías porque son cercanos ¿no?
    -La verdad…-Takahiro estaba seguro de que en ese preciso momento había una gran signo de interrogación pintado en su cara. No tenía idea de lo que Hayami-chan hablaba y conocía a Usagui desde años- ¿Estas segura de que era él?
    -Claro que estoy segura. Usami no pasa desapercibido, precisamente.
    -¿Pero el automóvil era…?
    -¡Claro que sí! es decir yo no sé mucho del tema pero estoy segura de que era extranjero y caro. La insignia de adelante era de una mujer inclinada como si estuviera haciendo una reverencia y con alas. Le pregunté a mi hermano y me dijo que es de los automóviles más caros que existen.
    -Pero él…
    -Bueno…- ella parecía acelerada todo el tiempo, lo ignoraba sacando sus propias conclusiones sobre el por qué de lo que vio como si hablara con ella misma y no con él-. Pero si no lo sabes no se puede hacer nada-terminó.
    -Sii…
    -Bueno me gustó hablar contigo Takahashi-kun. Hablemos otra vez ¿si?
    La chica se fue y lo dejó mirándola correr ágilmente, con una pregunta que le parecía nada probable.

    -¡Phiug! ¡Phiug! ¡Phiug! – el chico de cabello negro disparaba su arma laser de plástico contra su hermanito.
    Ellos eran soldados intergalácticos enemigos que peleaban por el dominio y control absoluto del planeta Neptuno. Misaki estaba atrincherado detrás del sofá desde donde asomaba la melena castaña de cuando en cuando para dispararle momentos que Takahiro aprovechaba atacar.
    Aunque era algo un poco vergonzoso para un chico de casi 17 años el jugar a la guerra con armas de fantasía en un escenario imaginario, no se arrepentía de hacerlo, aunque tampoco era como si anduviera contándolo por ahí. Eran situaciones muy distintas a todas las demás, era algo simple, tranquilo y, por extraño que sonara, le ayudaba a relajarse en momentos como los que estaba atravesando. Los momentos en que jugaba con Misaki, Takahiro se sentía alegre. Era algo a lo que no encontraba explicación porque la razón no le importaba.
    -Oigan ustedes dos- se escuchó la vos femenina desde la cocina- no vayan a romper nada.
    -Nooo.
    -Mejor me ayudan a preparar la cena.
    -Pero estamos jugando- protestó el enano.
    -Vamos Misaki madre está cansada por el trabajo, ayudemos preparar la cena para padre.
    -Buueno…- habló con desgano el niño arrojando su arma en el sofá.
    -¡Ah no! primero guardan eso en su lugar - habló la mujer desde la cocina que al parecer lo veía todo.
    Misaki intentó protestar más su hermano lo detuvo a tiempo.
    -Anda ve a guardar tus juguetes, mamá y yo te esperamos en la cocina.

    Aquella soleada tarde de otoño Takahiro no tenía la más mínima intensión de tocar su almuerzo, la molestia o el enojo que sentía le anudaba el estómago. Miraba la comida de cafetería que su amigo sostenía mientras le hablaba de alguna cosa sin que él estuviera realmente escuchando lo que le decía ¿Lo que Hayami-chan le dijo era realmente cierto? No lo parecía Usagui. Él era amigo desde hacía tiempo no existía una razón para que Usagui le mintiera u ocultara cosas. La hora de descanso para la comida terminó sin que Takahiro se atreviera a abrir la boca.
    -Esta es la tienda de la que te hablaba- decía Usagui esa misma tarde con los dos de pie frente a una vidriera que exhibía solo marcas que el azabache no conocía y cuyos precios excedían por mucho lo que creía se podía pagar por un chaqueta- ¿Hay algo que te moleste? Hoy actuaste raro todo el día.
    Era mejor decirlo de frente.
    -¿Es cierto que eres millonario?- Akihiko se le quedó mirando con expresión indescifrable por unos segundos para después apartar la mirada al piso-. Hayami-chan me dijo que hace un par de días te vio bajando de un automóvil costoso y extranjero y que…
    -No soy millonario- cortó en tono seco- solo mi familia lo es.
    -¡Es lo mismo!- estaba molesto- yo te considero mi amigo y aún después de conocerte desde hace tanto ¡no lo sabía!
    -¿El que mi familia tenga dinero te molesta?
    -¡No es eso!
    ¿Cómo pudo ocultárselo? Ahora sentía que no lo conocía realmente. Si su familia tenía tanto dinero ¿Por qué no asistía a una escuela privada mejor? Si ese hombre le daba un almuerzo cada día ¿Por qué solo comía de la cafetería? ¿Por qué era amigo de un chico ordinario como él?
    -No pretendía ocultarlo- hablo Usagui después de varios incomodos minutos de silencio. Se escuchaba apenado-. Ahora que lo sabes ¿dejaras de ser mi amigo?
    -¡No! Es que no lo entiendo.
    -¿Qué?
    -Muchas cosa como por qué vas a nuestra escuela, quiero decir, nuestra escuela es buena pero…podrías ir a una mucho mejor, con más prestigio o incluso al extranjero ¿Acaso te divierte mezclarte con gente clase baja?
    -Tú lo dijiste es una buena escuela. Estudié en el extranjero pero solo en la primaria porque viví allá hasta los 10.
    -¿En dónde?
    -Inglaterra.
    -¿Y por qué viniste a Japón?
    -Porque mi padre lo decidió.
    -Hayami-chan también me contó que cuando te vio rechazaste una caja de almuerzo que te ofrecía un hombre ¿Quién era ese hombre? ¿Habia otro que te abrió la puerta? ¿Quién era ese? ¿Por qué siempre comes de la cafetería si tienes a alguien que lo prepara?
    -¿Quién es esa Hayami?
    -Oshiro Hayami es de nuestro curso, tiene el cabello largo, los ojos negros y es muy linda ¿no la conoces?
    -No.
    -Entonces….
    Akihiko suspiró profundamente y empezó a hablar.
    -El que me dio el almuerzo es el mayordomo de mi familia, Tanaka, yo lo rechace porque él solo lo hizo como parte de su trabajo. El que me abrió la puerta era un empleado de seguridad de mi padre que es nuevo y no sé cómo se llama ¿satisfecho?
    -¡NO! Es que yo…- si eran amigos debió haber confiado más en él.
    -Takahiro… aún sigo siendo yo ¿esto te molesta?
    Usagui lucia preocupado, nunca lo había visto así.
    -No…yo lo siento si pregunté algo que no debía. No estoy molesto contigo y por supuesto que todavía te considero mi amigo pero ¿Por qué eres mi amigo?
    -Porque…-Usagui volvió a mirar el suelo y después levantó los ojos para encararlo- me gusta estar contigo.
    Esa tarde Takahiro dejó que Usagui lo invitara a una cafetería costosa a modo de disculpa, comió unas cuantas cosas que le recomendó e hizo muchas preguntas sobre la vida en Inglaterra y sus costumbres.
    -Bueno nos vemos mañana- habló Usagui y las palabras de las respuesta del azabache se le quedaron atoradas en la garganta porque en ese momento, justo delate de la puerta de la cafetería Akihiko sin motivo alguno lo abrazó- ¿No querías conocer las costumbre inglesas? – siguió sin soltarlo- allá es normal que los amigos se abracen cuando se despiden.
    -¡Jajaja!-rio un poco choqueado- veo que hablar de Inglaterra te recordó tu lado inglés. Bueno suéltame y te veo mañana en clase.
    -Hasta mañana- se despidió Usagui y se fue caminado en la dirección contraria.
    Takahiro respiró aliviado ya había aclarado todo y ellos seguían como siempre además tener dinero no era malo en sí y tal vez él había exagerado un poco. Por otro lado estaba seguro que su amigo ya no le podría ocultar nada más grande que eso.

    -¡Ahhh! ¡Tan cansado!- Usagui como ya era su costumbre exclamaba en tono exagerado y prácticamente se le tiraba en la espalda agarrándose de su cuello.
    Los dos salía de clase de Educación Física en al que, como en todo, su amigo era el número 1. Usagui no era el típico nerd, no porque fuera el mejor estudiante significaba que descuidara el aspecto físico. Otra cosa que admiraba de su personalidad. Aun así no era capitán de ningún equipo, Takahiro creía que se debía al rumor de lo que pasó en el Consejo.
    -Hoy no fue para tanto- dijo dándole ligeros codazos.
    -Pero yo estoy exhausto- respondió apretándolo más- apenas puedo caminar.
    Takahiro volvió a reír y siguió caminado a los vestuarios, casi arrastrando a su amigo. Esos eran los momentos en los que sentía que tenía otro hermanito, le recordaba a Misaki, prácticamente exigiéndole que jugara con él o que durmieran juntos.
    Ahora que el azabache conocía la realidad económica de Usagui, meses después de su pelea que no fue, Takahiro había descubierto otras cosas. Al parecer el chico de cabello claro no tenía buena relación con su familia. Fue una tarde que lo descubrió, en sus acostumbradas salidas a tomar algo y quizás ver una película, cuando horas después de que cayera el sol Takahiro se despidió diciendo “Mejor me voy a casa o mi madre enfurecerá ¿Tú también vas?” lo escuchó murmurar “No vale la pena ir” pero lo que dijo en vos alta con una sonrisa y mirándolo fue: “No, me quedaré un rato más por ahí.” El chico de antejos no culpaba a su amigo de no hablar de eso porque temas familiares se tratan en la familia. No dijo nada respetando su silencio. También se enteró que Akihiko tenía un hermano mayor con el que tampoco se llevaba en una conversación en lo que lo mencionó como al pasar y de inmediato cambio el tema.
    Con toda esa información Takahiro podía concluir que Usagui se comportaba un poco… extraño con él por una suma de razones. Consultado con sus padres se enteró que era común que las personas adineradas actuaran de manera “excéntrica” porque su acomodada posición les da una visión que el común de la gente no puede entender. Eso está bien siempre nadie salga herido. También sus años en Europa afectaron la personalidad de su amigo, más al ser los primeros años de crianza que, según su madre, marcan la vida completas de una persona. Por último, la mala relación familiar terminaba de completar el cuadro. En conclusión Usagui solía abrazarlo como una prueba de que su amistad era muy cercana. ¡Wow! Era bueno para analizar personas, tal vez podía dedicarse a la psicología en lugar de economía. Es cierto que por un breve periodo de tiempo se inquietó por eso pero, despejadas sus dudas, dejó de preocuparse y por eso no reprimía ni regañaba a su amigo.
    Asique ahí estaba arrastrando al peli-plata.
    -¿Te parece si salimos en la tarde?- dijo Usagui muy cerca de su oído.
    -Pues…- solo por esta vez no podía decirle verdad- hoy tengo que llegar temprano para cuidar de mi hermanito.
    -¿Acaso no tiene niñera?
    -Si pero se va a cierta hora- entonces su amigo por fin lo soltó y se metió a los vestuarios.
    ¿Usagui estaba enojado por algo? Es que no podía decirle la verdad todavía, más bien era vergonzoso. Necesitaba arreglarse ya que no podía ir sudado y con el uniforme, si todo salía bien, se lo diría. Esa tarde necesitaría mucha suerte.

    El año terminaba, tenía que decir que había sido un buen año, todo salió de maravilla y, gracias sus constantes esfuerzo, Takahiro había logrado mantener su nivel. Él y Usagui atravesaban juntos la puerta del colegio con rumbo a un café a unas cuantas calles de allí. Akihiko le dijo que tenía algo muy importante que decirle pero que no quería hacerlo en la escuela por lo que quedaron de ir al lugar que acostumbraban. Takahiro pensó que era perfecto ya que él también tenía algo importante que contarle. Después, irían a caminar por ahí como siempre hacían hasta que anocheciera, sin embargo algo era seguro, esa tarde tendrían mucho de qué hablar.
    Avanzaban en silencio y Usagui se notaba muy concentrado, algo que era poco usual porque siempre le buscaba conversación sobre lo que fuera pero esa tarde no le dirigía la mirada siquiera. Tomaron lugar uno frente al otro en una mesa en una pequeña mesa junta a la ventana que daba a la calle donde las personas iban y venían cada una ocupada en sus propios asuntos. Cuando una joven mesara los atendió nerviosa, Usagui seguía en silencio mirando a la ventana con una expresión seria que el de anteojos no recordaba haber visto. Sus cafés y bocadillos llegaron y Usagui lo tomó a sorbos tranquilos y con la mayor indiferencia a todo. Takahiro estaba a punto de preguntarle de qué quería hablar
    -Me convertiré en escritor profesional.
    El azabache casi escupe el café que intentaba tomar de la pura impresión.
    -¡Impresionante Usagui!- alabó con una enorme sonrisa- tú de verdad mereces ser felicitado. O debería decir, como era de esperarse de alguien como tú. Pero cuenta ¿Cómo es que te convertirás en profesional?
    -Un amigo de mi hermano trabaja en una editorial (en realidad es el hijo del dueño y quien heredará todo) hace unas semanas atrás se las ingenió para leer una de mis historias e insistió en que la llevara a su editorial. Finalmente me decidí hace dos semana y ellos está interesados en publicar-.El chico de cabellos oscuros escuchaba todo con los ojos muy abiertos detrás de sus anteojos y asentía a cada palabra sin poder creer del todo lo que su amigo hablaba-. Es más me hicieron una buena oferta por una primera novela.
    -¿Y aceptaste? ¿A qué te refieres con una buena oferta?
    -Si… lo suficiente como para que puede irme a vivir solo en mi propia casa en unos meses. Posiblemente el año entrante.
    -¡Wow! Usagui es impresionante- no sabía qué otra cosa decir. Usagui había conseguido casi sin esfuerzo lo que la mayoría a su edad solo podía empezar a soñar. Algunos iban a vivir solos en la universidad pero todos en dormitorios o apartamentos rentados o con dinero de sus padres. Usagui todo lo logró por sí mismo y ni siquiera terminaba la preparatoria.
    -¿Qué editorial es?
    -Marukawa.
    -Esa editorial es famosa ¿no? Cuando salga tu primer libro lo compraré ¿lo firmarías para mí?
    -Claro aunque no hace falta que lo compres. Te daré uno gratis.
    -¡No! Si va ser tu trabajo mientras más venda mejor.
    -Como fuera eso no era lo que quería decirte. Yo…- Akihiko hizo una pausa para tomar un sorbo de su taza que ya debía estar fría e inhaló profundamente.
    Takahiro se quedó esperando a que su amigo se decidiera a hablar cuando una pequeña figura de hermoso y largo cabello negro pasó frente a la ventana donde ellos estaban. Hayami lo vio y le sonrió con mucha dulzura para saludarlo con la mano y seguir su camino. Todavía llevaba su uniforme ¿ella viviría cerca de ahí? No sabía cosas como esa aun pero Takahiro se encargaría de preguntárselo al día siguiente. La siguió con la mirada hasta que dobló la esquina. Entonces recordó que estaba hablando con Usagui.
    -Cierto – dijo sin poder contenerse por más tiempo- yo también tengo algo importante que contarte.
    -¿Es sobre Oshira-san? ¿Es con ella con quien vas cada vez que dices que tienes que cuidar a tu hermano?
    -S-si…- confesó el azabache un poco apenado al ser descubierto en su mentira- estoy saliendo con ella desde hace dos días, aunque empezamos a acercamos hace bastante. Me costó un poco declararme ¡Jajaja!
    -Felicidades- dijo Usagui sonriendo sinceramente.
    La noticia era pequeña en comparación a la de convertirse en escritor profesional pero Takahiro se alegró de tener tan buen amigo y de que los dos tuvieran alegrarse y celebrar juntos.
    -Lo siento Usagui- recordó de pronto- ibas a decirme algo más y yo te interrumpí ¿de qué se trata?
    -Ah…pues…yo… voy a comprar algunos trajes a medida ¿Qué te parece?
    -¡Perfecto! Los vas a necesitar ahora ¿no? Tendrás que ir a juntas y cosa por el estilo.
    -Creo que si, solo espero que no sean aburridas ¿iras conmigo a las tiendas?
    -Yo paso, no sé de trajes- no se sentiría cómodo en lugares como esos.

    Felicidad plena. Hasta la fecha había logrado alcanzar todos los objetivos que se había propuesto. Takahiro estaba parado en la entrada de su casa con una valiosa información en las manos: los resultados para el ingreso de Universidad M nada más ni nada menos. Si bien el puntaje del Centro Nacional de Evaluación decían que no había nada de qué preocuparse eso no evitó que se sintiera nervioso e inseguro, además de estresado, por los exámenes reales
    -Bienvenido nii-san- se escuchó la vos de Misaki desde detrás del sofá en donde miraba descaradamente cómodo su programa de tv favorito.
    -Estoy en casa ¿ya hiciste tu tarea Misaki?
    -Después del programa- habló con desgano.
    -Está bien ¿ya volvió madre?
    -Nop, pero dijo que no tardará- respondió el niño que no se sentía interesado en hablar con él.
    -¿La señora Mori?
    -En la cocina. ¡Nii-chan no interrumpas!
    El hermano mayor se plantó delante del aparato bloqueándolo por completo.
    -¡Nii- chaaan!
    -¿No vas a saludarme apropiadamente?
    -Ya te saludé.
    -Eso no cuenta como saludo.
    -¡Hola! ¡Ahora muévete!- de fondo se escuchaba el sonido de la lucha de robot.
    -¿Y qué hay de un beso y un abraso?
    En algún punto del camino Takahiro admitía que estaba encantado con su hermanito al punto de pensar que era el niño más lindo del mundo.
    -¡Como si hiciera eso, nii-chan!
    Rápido y ágil como una ardilla Misaki se escabulló entre sus piernas para pagarse a la pantalla.
    -¡Misaki! ¡No mires tan de cerca!- a Takahiro le preocupaban en especial los ojos verdes que seguían siendo exageradamente grandes y muy llamativos, sería una pena que se dañaran.
    -Es que no me dejabas ver.
    -¿Y si te dejo ver puedo verla contigo?
    -¡Sii!
    Misaki saltó al sofá y Takahiro se acomodó a su lado aunque no para ver el programa. A cada rato hacia preguntas tontas como ¿Qué pasa ahora? ¿Qué dijo? ¿Quién es ese? ¿Por qué están peleando esos dos? ¿Quién es el bueno y quien es el malo? Y la razón era una sola, Misaki se enojaba por cada interrupción y sus rabietas eran muy graciosas. Así hasta que una media hora después el programa terminó.
    Su madre entró por la puerta, un poco después, cargando bolsas de compras las que inmediatamente él ayudo a llevar a la cocina.
    -Lo siento si tarde más de lo que esperaba. Qué bueno que llegaste mi cielo, no me gusta que Misaki se quede solo en casa. Es bueno saber que siempre puedo contar contigo.
    -¡Mami! – saltó Misaki.
    -Hola bebé- habló ella provocando el rubor de su hijo menor- haré la cena para su padre no tarda en llegar.
    -¿Padre llegará a la cena?
    -Sí.
    -¿Quieres que te ayude con la cena?
    -No hijo, mejor ayuda a Misaki con su tarea. Adivino que no la hizo todavía- dijo en tono falsamente molesto.
    Perfecto, ahora el azabache podía dar la noticia a todos esa misma noche. Asique de lo más feliz ayudó al castaño con sus tareas y no le importó tener que explicar varias veces el mismo problema, no era muy inteligente, pero el pequeño tenía muchas otras cualidades muy buenas.
    El jefe de la familia entró justo en el momento en que se resignaban a comer sin él. Cuando la vos del hombre sonó en la casa Takahiro prácticamente saltó de la mesa para ir a poner un plato entre él y su madre. El hombre alto de cabellos oscuros saludó a su familia uno por uno entonces a Takahiro le quedó muy claro lo cansado que estaba. Algunos chicos admiraba a cantantes o actores otros a deportistas o incluso políticos, cada cual a su parecer. Takahiro no creía que el tener a tu padre como ídolo fuera vergonzoso. Él admiraba su fuerza y su firme determinación. Tendría suerte si llegaba ser la mitad de lo que era él.
    Comenzaron a comer después de que su madre repartiera las porciones la charla fue tranquila pero el chico de lentes estuvo un poco ausente porque trataba de encontrar el momento adecuado que sencillamente no llegaba.
    -Hoy recibí la respuesta de la Universidad M- soltó de golpe.
    Tan pronto esas palabras salieron de su boca todos en la mesa dejaron de comer y se quedaron en silencio para mirar a Takahiro. Incluso Misaki sabía de lo que hablaba sin entender del todo, porque lo había escuchado mencionar la universidad M una y otra vez sobre lo buena universidad que era, sobre lo mucho que le gustaría entrar, sobre por qué tenía que ser esa y no otra y así por el estilo. Ahora todos lo miraban expectantes.
    -¿Y?- se atrevió a preguntar la castaña en tono nada calmado.
    Takahiro bajó la mirada enfocándose en la mesa y guardó silencio por varios minutos.
    -Hijo…- su madre parecía a punto de llorar.
    -¡Entré! – dijo con una gran sonrisa terminando con su broma.
    -¡Viva!- gritó Misaki.
    Antes de que se diera cuenta el chico de anteojos se encontró rodeado por los brazos de su madre que lo estrechaban con fuerza.
    -¡Felicidades hijo!- gritó ella besándole las mejillas una y otra vez y sin soltarlo- ¡estoy muy, muy orgullosa de ti!
    -Cariño suéltalo ya- se escuchó la vos del hombre.
    -Ya voy- dijo ella estampándole un último gran beso en la mejilla y después lo soltó.
    Takahiro miró entonces a su padre, él le sonreía y lo veía con orgullo en los ojos negros que sobrepasaba al cansancio.
    -Te felicito hijo- dijo y Takahiro le pareció que no podía existir más sinceridad-. Al igual que tu madre estoy orgulloso de ti. Sé que como el primero en la familia en entrar en la universidad superas a tus padres y llegaras muy lejos en la vida- hizo una pausa miró a su hijo a los ojos y lo tomó de uno de los brazos-. Todo lo que hacemos su madre y yo es para ustedes. Nuestros preciados hijo, son nuestro valioso legado.
    Misaki sonreía, su padre, todavía lo miraba y su madre parecía esforzarse por contener las lágrimas. Takahiro solo fue capaz de murmurar un tímido “gracias”
    -Bien- dijo el hombre- no será mucho pero para celebrar podemos hacer algo especial ¿Qué quieres?
    -¡Helado! – gritó el pequeño castaño
    -Es Takahiro el que decido ahora- rio el hombre- ¿Qué te parece decidir las siguientes vacaciones? ¿A dónde te gustaría ir?
    -¡Un osten!
    -Es a Takahiro mi cielo.
    -Ir a un osten de vacaciones y tomar un helado ahora no estaría mal.
    -Vamos hijo, no tienes por qué estar de acuerdo. También puedes pedir ir a algún lugar solo con tus amigos.
    -Emm…
    -No tienes que decidir ahora. Piénsalo.
    -¿No habrá helado?- se quejó Misaki
    -Si ¿podemos tomar helado?- apoyó la castaña.
    -Ya que todos están de acuerdo…

    - Todo esta listo ya- afirmaba con orgullo el peli-plata.
    -¿Encontraste un buen lugar?
    Takahiro y su amigo caminaban tranquilamente, estirando las piernas en el patio de la escuela.
    -Fue difícil pero logré encontrar un sitio lo suficientemente amplio.
    -¿Qué? ¿Un departamento?
    -Algo así. Un pent house con cinco habitaciones. Es suficiente por ahora.
    -¿Lo rentarás?
    -Por el momento. Planeo comprarlo dentro de poco
    -Ya…veo- típico de alguien como Usagui. Su amigo estaba a punto de vivir por su cuenta y no parecía intimidado en lo más mínimo. Logró emanciparse sin problemas y Takahiro lo notaba muy animado con la perspectiva de su nueva vida. Estaba feliz por él.
    En un punto su conversación fue interrumpida por una vista difícil de negar. Kano-chan una chica del otro curso que destacaba de las demás por sus curvas “llamativas” sobre todo en la parte delantera caminaba hacia ellos a pasos lentos. Los botones de su blusa estaban desabrochados hasta una altura lo suficiente como para dejar cubierto solo no necesario, quizás un poco menos. Ella le dedicó una significativa mirada y una sugerente sonrisa a Usagui. Él la ignoró por completo y siguió hablando sobre su futura casa y ni siquiera se dignó devolverle la mirada. Por el contrario Takahiro no lo resistió y, “se le fueron los ojos” Por los general no le gustaban ese tipo de intento por ganar la atención de Usagui, era demasiado vulgares, pero era un hombre después de todo.
    -¿Cómo van las cosas con Hayami?
    -Nosotros decidimos terminar- Akihiko volteó bruscamente a verlo con ojos sorprendidos.
    - ¿Cuándo?
    -Ayer, como Hayami-chan se va estudiar a Sapporo pensamos que no era conveniente seguir con la relación si no podemos vernos y por eso terminamos, pero seguimos siendo amigos.
    -Y…- Usagui le pasó un brazo por los hombros y con una mano le sujetó la barbilla acercando sus rostros hasta que casi pegarlos- ¿Cómo festejamos tu nueva vida de soltero?-dijo en tono insinuante.
    -¡Jaja! Te parece si vamos a tomar algo en un bar esta noche.
    -Es una cita.
    -Claro. No entiendo una cosa Usagui. Si vas a asistir a la Universidad T ¿vas a dejar de escribir? ¿Cómo pagarás la renta de tu nuevo departamento?
    -No pienso dejar de escribir. Asistiré a la universidad y seguiré escribiendo ¿por quién me tomas?-soltó como si fuera lo más natural del mundo
    Por supuesto; aunque Usagui fuera a asistir a la universidad más prestigiosa del país y en la carrera más difícil no renunciaría a ninguna de las dos cosas.
    -Ya que estamos en el tema, ahora que este soltero y a punto de entrar en una prestigiosa universidad ¿no te gustaría independizarte? ¿Por qué no vienes a vivir conmigo?
    -Ni hablar Usagui- negó rotundo- con mi trabajo de medio tiempo no podría costear ni la mitad de la renta.
    -No tienes por qué pagar yo…
    -¡De ninguna manera!- negó antes de siquiera su amigo llegara a terminar la oferta- sabes perfectamente que no acepto algo como eso. Nunca aceptaría algo que no ganara por mí mismo.
    -Lo sé. No quise ofenderte.
    -También lo sé. No me ofendo para nada- habló suave para que su amigo supiera que todo estaba bien.
    -Como compensación por rechazar mi oferta vas a tener que acompañarme a beber hasta el amanecer y me dejarás invitarte para festejar tu nueva soltería.
    -De acuerdo- sabía que no podía negarse- ¿Qué hay de ti Usagui? ¿No te interesa alguna de las chicas de la escuela? Como Kano-chan.
    -Nunca saldría con alguien como ella- sentencio sin lugar a replica y en tono exagerado-. Es demasiado voluptuosa y llamativa, su vos más parece un silbato de tan agudo. Además le gusta pavonearse por todos lados con cada tono con el que sale como si fuera un trofeo y tiene aires de actriz.
    Takahiro se decidió a dejar el tema su amigo era muy reservado en temas privados y él respetaba eso seguro tendría alguna chica que le gustara como mínimo en alguna parte o tal vez saliera con alguna. Algún día le presentaría a alguien.

    Y cuando todo parece estar perfecto… una sombra te asalta por la espalda…
     
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  2. Tomoya-sama
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    Como ya había dicho aquí estoy comentando la segunda parte XD que emocionante que takahiro allá podido entrar a la universidad lástima que ya sabemos que es lo que pasa antes de que pueda empezar con lo que había soñado. Y siempre apoyándose el uno a otro que hermoso <3 Y ese tierno Misaki de niño. Sin mas me encanto que hayas actualizado dos partes este días gracias. Espero la próxima actualización. Y gracias por lo de adorable ;) saludos y besos
     
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    Yaoizando
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    Muy buenas noches! traté de tardar menos esta vez pero no lo logré. Como sea hoy traigo la última parte del capítulo "Hermanos" y a ver si les arranco una que otra lagrimita. Por cierto el siguiente tampoco es el final, aunque no falta mucho.
    Tomoya como siempre te agrasco el cometario de aliento, el leerlo me alegra mucho.
    Hoy no tengo mucho que decir asique los dejo leer esperando que lo disfruten

    Gaia


    Hermanos (Tercera parte)


    ¿Cómo se había atrasado tanto? No lo sabía. Sinceramente, entre una cosa y la otra se le fue el tiempo. Sus exámenes para la universidad que le generaron mucho estrés, y la alegría de entrar hicieron que se relajara demasiado y ahora tenía dos trabajos que ni siquiera había empezado y los exámenes finales a la vuelta de la esquina. Resultaría realmente vergonzoso, y por demás problemático, tropezar en el último -aunque vital paso- de su vida escolar. Takahiro se estremecía de terror ante la idea de convertirse en un ronin ¡Ni hablar de reprobar el año! Después de enorgullecerse tanto por entrar a la universidad de sus sueños. Porque, como es lógico, su “entrada” a la Universidad M era, en el mejor de los términos, la reserva de una vacante supeditada a que: primero aprobara el último año y segundo a que pasara sus exámenes con cierto nivel. Por eso y con más ahínco que en los años anteriores debía enfocarse en el último tramo del año. Era esa la razón, exactamente, por la que decidió quedarse estudiando tarde esa noche de viernes, por más que el reloj rosara la media noche el chico de cabellos negros no se iría a la cama por lo menos hasta terminar con uno de sus informes pendientes, ni mucho menos saldría a divertirse por ahí hasta que terminar.
    Justo en ese momento el muchacho no trabajaba en el ordenado escritorio de su habitación donde solía estudiar, como hermano mayor debía estar al pendiente de Misaki. Su fiebre ya estaba bajando e incluso se terminó toda la cena que le llevó a su cuarto sin problemas, aunque le costó algunos regaños y amenazas de dejarlo sin postre una semana entera, el lograr que tomar su medicina. Misaki era un buen niño, pero por más bien portado que fuera, todos los niños de su edad hacen berrinche a la hora de tomar remedios o comer vegetales, era lo normal. En fin, por ese estudiaba en la sala, solo por si pasara algo o Misaki necesitara alguna cosa, podía escucharlo mejor desde donde estaba. Se enfocó en sus deberes y solo en eso, pensaba que faltarían unas dos horas para que sus padres volvieran de su viaje de negocios.

    -Auch…- Takahiro se incorporó lentamente de donde estaba tratando de despertar.
    Le dolía el cuello, la espalda, las piernas y…sobre todo se sentía frío, tanto frio que le calaba los huesos. Por unos minutos el muchacho de cabellos negros no supo dónde estaba ni entendió por qué se sentía tan adolorido. Se sacó las gafas y se frotó lentamente los ojos para lo que veía dejara de estar borroso.
    La sala ¿Qué hacía ahí? Ah… si claro debió quedarse dormido sobre la mesita de la sala mientras estudiaba.
    El frio que sentía se intensificaba a cada segundo. De pronto Takahiro tuvo la certeza de que unas grandes y oscuras garras de hielo se cerraban sobre él. Se estremeció. Algo no estaba bien. Un poco, muy poco, de luz se colaba por la ventana todavía cerrada. Con dolor movió el cuello mirando a los lados.
    El silencio de la madrugada y la luz tétrica y gris de un amanecer sin sol.
    ¿Qué hora era? Confuso y adolorido se levantó en busca de un reloj: 5:47 a. m. ¿Por qué las luces seguían encendidas? Takahiro caminó despacio, como tratando de no romper el silencio que escondía un terror. Algo no estaba bien…algo...
    Casi no recordaba qué día era y, estaba estudiando en la sala ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué la sala? Ah, si Misaki estuvo con fiebre todo el día ¡Misaki! con el corazón oprimido Takahiro subió rápida y sigilosamente. Entreabrió la puerta del cuarto de su hermanito. La luz de lámpara de la mesita de noche se derramaba sobre el pequeño bulto. Misaki parecía dormir tranquilo. Takahiro se acercó para controlar la temperatura del niño tocándole la frente: temperatura normal.
    El muchacho soltó el aire de sus pulmones en forma de un prolongado suspiro. Mas no sintió ningún alivio. Abandonó el cuarto y fue a la cocina. Si Misaki se encontraba bien ¿Por qué la sensación de intranquilidad no cesaba? Se sirvió un vaso con agua con tal de tranquilizarse. Por más que tenía sueño el muchacho sabía que no conseguiría dormir. Tal vez con una ducha caliente la asfixiante sensación se esfumaría.
    Un escalofrío le sacudió el cuerpo como nunca antes. El sonido del teléfono resonó como un trueno el medio de la noche.
    -¿Hola?- hablo Takahiro inquieto y molesto de que el ruido pudiera llegar a despertar a su hermanito.
    -Buenos días, señor- escuchó la vos neutra de una mujer que no identificaba del otro lado de la línea- ¿Hablo con la casa de la familia Takahashi?
    -Si…- era muy raro.
    -¿Hablo con un mayor de edad?
    -No.
    -¿Hay alguna persona mayor de edad con la que pueda hablar?
    -No- ¿qué sucedía? No entendía esa llamada. Takahiro empezaba a irritarse pero más que nada se inquietaba- ¿Con quién quiere hablar? ¿Quién es?
    -Lo siento, señor. Habla la oficial Satou de la policía ¿hay algún familiar cercano con quien pueda comunicarme?
    -Mi familia no está en Tokio en este momento ¿Qué pasa?
    -¿Cuántos años tienes, hijo?
    -18.
    -Está bien- el resoplido resignado de la mujer se escuchó en la línea-. Lo siento hijo…
    … y entonces el mundo se derrumbó en un solo segundo.

    No podía ser ¿Qué era ese horrible lugar en donde estaba? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Qué estaba pasando? ¡No podía ser! Todo debía tratarse de una espantosa pesadilla. Sí, eso era. Estaba soñando, todavía estaría dormido sobre la mesa de la sala. De un momento a otro sus padres entrarían por la puerta y lo despertarían. Su padre lo miraría con orgullo por su esfuerzo, su madre lo regañaría dulcemente por haberse quedado dormido fuera de la cama, le diría que podía enfermarse sino se cuidaba, después le haría tomar algo caliente y lo mandaría a dormir abrigado… como si todavía fuera un niño. Eso no estaba pasando.
    Una pesada mano en su hombro lo sobresaltó.
    -¿Takahashi Takahiro?- preguntó un hombre robusto, alto y con uniforme.
    -Si- susurró apenas.
    -Por aquí chico. Sígueme.
    Takahiro caminó con pasos lentos y pesados. No quería estar ahí, quería ir a casa, pero ahí estaba, con la misma ropa arrugada con la que se había despertado. El hombre lo guio dentro del edificio gubernamental por pasillos estrechos y oscuros, lo hizo bajar por escaleras que parecían infinitas por un buen rato. Ojala el oficial estuviera cuando terminara porque no podría encontrar el camino de salida. Aunque eso no le importaba.
    Llegaron, por fin, a un lugar que olía a cloro, formol y otros químicos todos mesclados, todo estaba iluminado por una luz artificial azul pero, otra vez eso no importaba. Ese maldito sótano estaba helado y él se congelaba. No podo entrar en calor desde que abrió los ojos ese maldito día y ahora se sentía peor.
    -Aquí es.
    Takahiro levantó a vista de sus pies inspeccionado el lugar. Todo era horrible y de metal, daba ganas de salir corriendo. Lo peor eran las paredes repletas de lo que parecían ser archiveros gigantes. Takahiro sabía lo que eran en verdad. Alguien más con una bata blanca se acercó a él.
    -Por aquí- dijo esa persona y él como un autómata sin voluntad la siguió-. Necesitamos que identifiques los cuerpos.
    Otra vez Takahiro sintió la mano como una maza en su hombro
    -Está bien- dijo el oficial- basta con que asientas con la cabeza, hijo.
    Entonces la otra persona se acercó a las cajas y descorrió una de ellas. Hasta el más remoto vestigio calor abandonó su cuerpo y Takahiro se llevó las manos a la boca conteniendo las náuseas. No quiera mirar pero se dio el valor de hacerlo.

    -Takahiro-kun- una vos amable y femenina lo llamaba suavemente, aunque no era la vos que él quiera escuchar-. Anda bebe un poco de té.
    La señora Yoshimura era una anciana muy amable y gentil, su vecina. Ella había cuidado a Misaki un par de veces y solía regalarle dulces, a ella había recurrido Takahiro para se quedara en su casa mientras él salía.
    Takahiro se llevó las manos al cabello y descansó los codos en las rodillas. Miró, desde donde estaba, la tasa de té que humeaba justo al lado de los libros y cuadernos que había usado la noche anterior para sus estudios. Su estómago se sentía cerrado y revuelto, incapaz de recibir nada.
    La mente del joven guardaba vagos y confusos recuerdo de lo que pasó. Imágenes que lo atormentaban y que se grabaron en sus retinas y en su memoria. De un cuerpo menudo lleno de golpes con el cabello castaño manchado de sangre seca. De un cuerpo más alto, prácticamente deformado ¡Basta! Takahiro se jaló fuertemente del cabello y hundió la cabeza entre sus rodillas luchando porque el aire entrara en sus pulmones.
    Después… solo sabía que el mismo oficial lo hizo firmar algo, le habló de trámites que no entendió, lo hizo completar unas fichas y por ultimo lo mandó de vuelta a casa diciendo que se necesitaba a alguien mayor para poder retirar los cuerpos.
    Los cuerpos… los cuerpos de sus padres que había perdido en un accidente la noche anterior.
    Volvió a casa de la misma manera en la que llegó a la morgue, sin saber cómo. Ahora el peso de la realidad lo agobiaba más que antes. Apenas atravesó la puerta la señora Yoshimura lo recibió con expresión angustiada pero al ver su estado no preguntó nada. Takahiro juntó fuerzas para llamar a sus tíos más cercanos, ellos prometieron estar en Tokio en una pocas horas y avisar al resto de la familia de la trágica noticia. El chico agradecía lo último, no quería volver a decirlo, porque decirlo lo tornaba más real.
    -Estaré en la cocina- dijo al anciana que seguía parada frente a él-. No desperté a Misaki-chan porque es temprano y supe que estuvo enfermo-. Ella estaba visiblemente incomoda-. Yo me encargaré de su desayuno ¿Por qué no descansas Takahiro-kun?
    La mujer se retiró a la cocina dejando al muchacho solo en la sala indiferente a sus intentos de reconfortarlo. Takahiro tenía cosas que hacer, no podía quedarse tirado ahí por siempre, aunque lo deseara. Lo primero sería tomar un ducha y luego lo demás.
    Volvió a salir, estuvo recorriendo lugares cuya existencia prefería ignorar, hablando con personas de temas que nunca pensó hablar a tan temprana edad. Le ocupó varias horas pero finalmente arregló un buen servicio funerario para sus padres. Todo como si alguien más lo hiciera por él.
    Cuando volvió el día ya avanzaba y rosaban las tres de la tarde de una jornada nublada, ventosa e inusualmente fría. Takahiro atravesó la puerta y se encontró con la casa llena de personas, incluida su abuela paterna. La señora Yoshimura que se esmeraba en atenderlos sirviendo té y café. Apenas lo vio la amable anciana dejó la bandeja y corrió recibirlo ¿Dónde habían estado ellos todos esos años? ¿Qué hacían ellos allí? Claro, su familia se suponía que llegarían en tres horas desde su llamado y ahí estaban cumpliendo su promesa.
    -Takahiro-kun…
    -Taka-chan- su abuela Takahashi Oyuky era una mujer alta y fuerte a pesar de su edad le habló con pena y de la nada lo abrazó. Era raro, ello nunca hacia cosas como esas. Todo era muy raro.
    -Ya arreglé todo- soltó él con frialdad-. El servicio funerario está contratado pero la policía dijo que necesitaba una persona mayor para firmar unos documentos, solo hay que ir, firmar y llamar a este número, ellos harán el resto.
    -Yo iré- dijo su abuela soltándolo para tomar el papelito que el muchacho sostenía en la mano y solo salió del departamento con sus dos hijos menores acompañándola.
    -Takahiro- la única hermana de su madre le hablaba-¿Dónde está el servicio funerario?
    -En esta dirección- respondió sacando el folleto que le dieron.
    -Está bien ¿te importaría si contrato un servicio adicional de flores?
    -No.
    -Entonces lo haré. Vamos- dijo ella invitando a su marido y sus cuñadas a seguirla.
    El muchacho se quedó parado en la puerta. Estaba cansado y solo quería dormir.
    -Takahiro- kun- otra vez la anciana le hablaba con cautela.
    -Lo siento Yoshimura-san, le estoy causando muchos problemas.
    -No hay ningún cuidado. Ven, no tomaste nada en todo el día ¿cierto? Me tomé la libertad de preparar algo ligero, espero que no te moleste.
    -Gracias- ella lo guio jalándolo del brazo gentilmente y lo sentó en la mesa donde antes comían con su familia y le puso un plato delante- ¿Dónde está Misaki?
    -En su habitación- respondió la anciana bajando la mirada y sentándose junto a él-. No me atreví a decirle nada. Desde que despertó y tu familia llegó lo envié ahí. No salió para nada- hubo unos minutos de silencio-.Come.
    Takahiro se obligó a tragar algo de comida, necesitaría fuerzas. Se acercaba uno de los momentos más amargos de los que tendría que enfrentar de ahora en adelante.
    -Misaki- Takahiro llamó suavemente a la puerta y se adentró en la habitación del niño, lo vio tan tranquilo, recostado bocabajo en su cama leyendo un manga.
    -¡Nii-chan!- el niño saltó con alegría gritando, como hacia siempre que lo veía- ¿Qué pasó? ¿Por qué vinieron la abuela y los tíos? La señora Yoshimura me dijo que tenían que hablar cosas de grandes y me dijo que me quedara aquí.
    -Ya veo- era un niño tan bueno- ¿ya comiste?
    -Sí.
    -Eres un buen niño- él no se merecía aquello.
    Takahiro sentó a su hermanito en la cama y él se acuclilló para quedar a su altura. No sabía cómo decírselo. Era lo peor que le diría jamás.
    -Es sobre papá y mamá- empezó.
    -¿Papá y mamá? ¿Qué pasa? ¿Todavía no volvieron de su viaje? Me prometieron un montón de dulces.
    -No…- tenía que decirlo, no había manera de endulzar la realidad-. Ellos…ellos se fueron al cielo.
    -¿A-al cielo?- Misaki pareció entender, sus grandes y lindos ojos verdes se llenaron de lágrimas- ¿Cuándo vuelven?
    -No Misaki ellos ya no volverá… nunca más.
    Takahiro no podía hablar ni seguir. Desde el funesto llamado de esa madrugada no derramó ni una sola lagrima, pero ahora…. No quería que Misaki lo viera en ese estado trató de esconder su rostro.
    -¿Nunca? ¿Por qué se fueron al cielo, nii-chan?
    -Ellos tuvieron un accidente con el auto.
    “Por favor ya no preguntes más”
    -¿Mamá?... ¿Papá?- Misaki balbuceó algo que Takahiro no llegó a entender y de la nada empezó a gritar y llorar- ¡NO! ¡Quiero que vuelvan! ¡Quiero que vuelvan! ¡Quiero que vuelvan!
    -¡Misaki!- Takahiro abrazó fuerte al niño para evitar que saliera corriendo por la puerta. Ni siquiera podía imaginar cómo se debía estar sintiendo, él estaba devastado y su hermanito siendo tan pequeño- Misaki…- el también lloraba su propia vos se escuchó quebrada.
    -¡QUIERO QUE VUELVAN!- gritó dolorosamente. Le pegó en el pecho con furia para soltarse, luchaba y pataleaba pero Takahiro no lo soltó- ¡Nii-chan has que vuelvan! ¡Quiero que vuelvan! ¡Quiero que vuelvan! No me importa si no traen regalos ¡Me portaré bien! ¡No pediré nada! ¡Quiero que vuelvan! ¡Has que vuelvan!
    -No…no puedo Misaki- apretó muy fuerte a su hermanito.
    -Mamá…papá- susurró apenas Misaki.
    Takahiro perdió toda la fuerza de sus piernas y cayó de rodillas en el piso de la habitación de Misaki, si soltar el cuerpito que se convulsionaba en sus brazos. Misaki dejó de luchar y se quedó temblando.
    -Nii…nii-chan- dijo llorando y lo miró con tanto dolor en los ojos que Takahiro aseguró que su alma se partía en dos. Los bracitos su hermano le rodearon el cuello y se escondió en su pecho como si fuera el único lugar seguro que existiera. Takahiro le acarició los cabellos con cuidado.
    Se quedaron sin decirse nada, llorando, abrazados los dos.
    No supo, ni le importó, el tiempo que él y su hermanito estuvieron ahí. El tiempo que siguió fue muy irreal y doloroso. Takahiro lavó las lágrimas de la carita del pequeño castaño, lo vistió con ropa negra y formal que consiguió para él, lo dejó apenas unos minutos para alistarse del mismo modo. Mientras ajustaba la corbata negra con el nudo que su padre le enseñó a hacer se prometió que lloraría el resto de sus lágrimas luego. Ahora lo importante era mostrarse fuerte frente a su familia y más que nada frente a Misaki.
    Todo estuvo alisto aliviadoramente rápido, Misaki y él llegaron en taxi al templo, juntos a travesaron la puerta y juntos enfrentaron la sala donde gran parte de los ritos tendrían lugar. A la distancia Takahiro vio algo inusual, un altar doble; dos ataúdes con la cabeza apuntando al norte, rodeados de flores y velas. Sobre ellos sus respectivas fotografías enmarcadas en madera sencilla y clara, decorados con lienzos negros. El chico de cabello negro dejó a su hermanito sentado en primera fila con la promesa de que sería apenas un momento. Misaki acepto en silencio temblado entre sollozos. No se imaginaba lo difícil que le era eso al niño, pero ahí estaba el pequeño valiente. Unas personas que creía eran compañeros de trabajo de sus padres llegaron, él las recibió y aceptó sus condolencias sin escucharlos realmente, vigilando cada tanto a Misaki que seguía sentado solito.
    Era su deber como el hijo mayor y lo cumpliría a pesar de las dolorosas imágenes que lo torturaban. Debía afrontar los cuerpos inertes de sus padres. Para su fortuna Takahiro confirmó que ambos habían sido lavados arreglados con un sutil maquillaje para cubrir las heridas y devolverles algo de su antigua apariencia. Él bestia y traje impecable, ella un hermoso kimono de color claro, su cabello castaño ya no tenía sangre y el rostro de los dos parecía relajado, como si durmieran tranquilamente. Un sacerdote se le acercó y en tono suave le informó que el matsugo-no-mizu también fue cumplido y cada uno llevaba 6 monedas para el cruce del Rio de las Tres Cruces, Takahiro asintió solemne. “Era su deber” se repitió asique junto fuerzas de su interior y se mantuvo firme.
    Controlándose al máximo el chico de anteojos ocupó su lugar. Su familia llegó todos alineados al mismo color y cada uno de ellos tomó su asiento en silencio. También recibió las condolencias cordiales de amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Él se limitaba decir algunas palabras formales a cada persona que llegaba contestando con educación, hacia una pequeña reverencia y se quedaba parado viendo a otra persona llegar dejar un sobre decorado en negro y plata en una caja en la entrada para ir hacia él con expresiones graves y entristecidas. Esas personas le hablaban desde la lejanía. Palabras vacías, solo eso escuchó.
    Después de lo que parecieron horas Takahiro logró ocupar su lugar junto a Misaki quien lloraba. Era visible lo asustado que estaba. Al chico le extrañó mucho que ni siquiera su tía materna intentara consolar al niño ¿Qué no veían lo pequeño que era? Él tomó la manito del castaño quien le devolvió un fuerte apretón junto con una desgarradora expresión de desconsuelo.
    Desde uno de los laterales de la sala la vos de un sacerdote entonó un sutra en tono grave. Por un lado, era bueno que todo estuviera estructurado como un rígido ritual, concentrarse en qué tenía que hacer y en hacerlo bien le permitía ignorar lo que en realidad estaba pasando. Por otro, Takahiro no podía dejar de notar la pequeña mano que temblaba agarrándose con fuerza a la suya y los sutiles sollozos que se escuchaban por debajo de la vos del hombre. Suspiró profundamente y se levantó llevando con él a su hermanito, tomó los inciensos que necesitaba y le dio otros tres a Misaki que se negaba a soltarlo. Con un suave susurro le indicó al niño lo que debía hacer y el pequeño asintió entre lágrimas. Los hermanos caminaron despacio deteniéndose primero, delante del ataúd del hombre a quien admiraba y respetaba más que a nadie. Se inclinaron profundamente ante él como una última muestra de respeto y le ofrecieron los tres inciensos cada uno delante de una urna colocada ahí a ese fin. Takahiro se levantó y sus ojos se encontraron con los del hombre que, desde la fotografía, le dirigía una mirada seria y severa pero gentil a la vez. Su padre… ¿eso era una pesadilla? Entonces fue el turno de empezar a despedirse de ella. Repitieron el proceso frente al altar de la mujer que desde le sonreía desde lo alto, con su cabello castaño suelto. Su madre siempre sonreía… bueno, casi siempre. No podía ser real ¡Era tan injusto!
    Misaki lloró con más fuerza. Las manos de los hermano volvieron a afirmarse una a la otra y caminaron de regreso a sus asientos. Su abuela no intentó ocultar su gesto de reprobación por lo que acababan de hacer, mas enseguida se levantó y fue en busca de los incienso para rendir homenaje a su hijo.
    Mientras la vos del sacerdote sonaba gutural aunque tranquila uno a uno los miembros de la familia se levantaron de sus lugares y depositaron sus ofrendas de incienso frente a los altares y, el resto de los asistentes hizo lo mismo en la parte posterior de la sala.
    Misaki lloraba cada tanto, él se veía cansado. Takahiro de cuando en cuando respiraba profundamente para controlarse. Se quedó en silencio con la mente en blanco y la mano de su hermanito como única ancla al mundo real. La voz se apagó en un momento. El velatorio había terminado. Tal y como manda la tradición los asistentes se retiraron recibiendo de los monjes del templo el don equivalente a ¼ de lo que ellos habían dado como “dinero de condolencias.”
    Al ver a todos irse tal y como había llegado el chico sintió su pecho invadido por la ira ¿Por qué esas persona podían irse y seguir sus vidas normalmente y ellos no?
    Takahiro y su hermano también salieron del lugar. En la ciudad la tarde caía tiñendo todo de rojo y plomo. La casa Takahashi estaba llena pero no era motivo de alegría, por el contrario todos los presentes estaban amordazados por el silencio. No había consuelo en ello.
    -Es la hora de la cena- dijo de improviso la madre de su padre. Las mujeres presentes se pusieron de pie, como acatando una orden.
    -Yo la preparo- trato de decir Takahiro pero la anciana lo calló con un gesto de la mano.
    -Es trabajo de las mujeres ocuparse de la comida y las tareas de la casa.
    Ella era una autentica matriarca estricta e inflexible. Takahiro no la vio derramar ni una lágrima, ni por su nuera, ni siquiera por su hijo. Ya había perdido a su esposo dos años atrás y podía decirse que era una mujer sola, aun a pesar de todo ella fruncía el ceño y miraba alrededor con frialdad. Más como si estuviera furiosa antes que dolida.
    Al cabo de un tiempo la familia volvió a sentarse en silencio en la sala. Takahiro no recordaba una cena tan tensa y pesada en toda su vida y probablemente no habría otra igual. Misaki se mantenía a su lado cabeceando de sueño constantemente, portándose tan bien que daba pena verlo, desprovisto de su alegría. El pequeño solo probó unos cuantos bocados y fue después de que su abuela le advirtiera con tono de autoridad absoluta que comiera, porque los niños buenos siempre obedecen y comen su cena sin protestar.
    -¿Misaki por qué no vas a la cama?- le sugirió a su hermano en tono amable al niño, consciente de que debía estar más que fatigado. Él mismo estaba agotado.
    -¡No! – dijo muy alto por encima del silencio del lugar- Nii-chan no quiero ir a la cama.
    La anciana lo miró con ojos relampagueantes.
    -Vamos- insistió el azabache antes de que su abuela asustara al pequeño, se acercó para hablarle solo a él-. Me quedaré contigo hasta que te duermas.
    Takahiro le dio un pijama a su hermanito y lo hizo meterse a la cama.
    -No quiero dormir nii-chan, yo…- el castaño habló en un susurro pastoso y se puso a llorar de nueva cuenta.
    -Voy a estar aquí cuando despiertes. Lo prometo.
    -No quiero dormir.
    Takahiro vio a Misaki luchando por mantener los ojos abiertos. Debía estar tan asustado. Se sentó en la cama descasando la espada en el espaldar recostó a Misaki en su pecho y le acarició el cabello. Era claro por qué no quería dormir; la noche anterior se fue a la cama con la promesa de que al despertar sus padres estarían con él y serian una familia feliz y normal, en cambio cuando despertó lo que supo es que sus padres ya no regresarían.
    Takahiro prefería estar ahí, con su hermano tranquilo, no sentía la opresión en su pecho que tenía estando en la sala. En la habitación del pequeño dormido se dio el lujo de llorar un poco más, en silencio, para no despertarlo.
    -Por fin se durmió- dijo a todos después de que logró calmarse.
    Como hijo mayor era su deber estar ahí y guardar la vigilia de esa noche y eso hizo. Su mente no estaba ahí de cualquier forma. Él escuchó hablar a su abuela y sus tíos, sirvió para ellos café, tomó una buena cantidad para aplacar el cansancio pero Takahiro no estaba allí, simplemente porque no aceptaba que sus padres estuvieran muertos.
    Estaba en las puertas de otra jornada agotadora, a media mañana del segundo día, su familia y él partieron nuevamente. Todos menos el pequeño Misaki que se quedó en casa de la señora Yoshimura. Le costó más de diez promesa de que regresaría el lograr que lo dejara ir. Takahiro también tuvo que argumentar duramente con su abuela para convencerla de que le permitiera quedarse a descansar. Ella, con un reproche y una mirada severa de por medio, accedió.
    Takahiro partió repasado una y otra vez lo que tenía que hacer para no fallar y avergonzar la memoria de sus padres. Se negaba a aceptarlo, pero por otra parte no podía desconocerlo. Al llegar al templo fueron recibidos por el mismo sacerdote del día anterior, inesperadamente su abuela se adelantó y apartó al hombre alto y delgado para hablarle. Takahiro vio desde la entrada como la problemática mujer gesticulaba con firmeza mientras su interlocutor la miraba con reprobación. La anciana insistió hasta que el monje la calló levantando la mano y negó con la cabeza, luego le dedicó una reverencia y la dejó, se la notaba molesto.
    -Todo está listo ya- declaró con vos tranquila el hombre a Takahiro y se retiró.
    Los asistente ocuparon su sitio y mientras el hombre de fe entonaba un sutra ofrecieron incienso a los fallecidos con todo el formalismo y ceremonial requeridos ¿esa era realmente una expresión de dolor? …¿Pero en qué pensaba? El dolor no debía mostrarse; él debía mantenerse firme y así lo haría.
    Cuando la vos se apagó nuevamente cada una de las personas que reposaba al pie del altar recibió el kaimyo con el fin de evitar el regreso de sus almas del mundo de los muertos. Todos se pusieron de pie con flores blancas en la mano. Para Takahiro era de lo más difícil. Todo el tiempo estuvo mirando alternativamente las fotografías de sus padres tratando de encontrarle alguna lógica a lo que estaba pasando. Por momentos se perdía en el canto que sonaba, escuchándolo lejano y ajeno ¿Qué hacia él ahí? ¿Quiénes eran esas personas?
    El funeral terminaba y ahora solo quedaba la etapa final. Ahora debía afrontar sus rostros pálidos. Él y ella, que parecían dormir pero no hacían y tenía que asumirlo: era verdad. Verlos ahí. Takahiro y sus familiares rodearon primero al hombre y luego a la mujer y, depositaron, una a una, las flores blancas alrededor de sus cabezas y hombros.
    Otros de los hombres del templo se acercaron y empujando lentamente la parte superior de los ataúdes cubrieron los cuerpos. Takahiro se quedó parado en un lado, estático. Se estremeció. Esa sería la última vez que vería a sus padres. Tenía tantas ganas de llorar como un niño.
    Lentamente la tapa de cada uno fue cayendo, sumergiendo a sus padres en la penumbra y a él en el dolor, la confusión y el miedo.
    Los ataúdes de madera pulida fueron asegurados y cargados. Estuvo a punto de quebrarse, pero en lugar de eso se acomodó las gafas y se puso a la cabeza del grupo que seguía a los féretros que se encaminaban al crematorio.
    De todos los lugares del mundo era el último en que quería estar. Desde una de las salas adjuntas el chico de cabellos azabaches miró como si mirara un universo alterno o la vida de alguien más. Vio como un hombre abrió una pequeña puerta del horno crematorio, entonces el rojo carmesí lo dominó todo y el calor fue innegable. Él sintió como su madurez lo abandonaba y las ganas de irse corriendo y esconderse en algún lugar luchaban por dominarlo. Solo quería salir de allí y no tener que ver eso. Pero miró; miró como el féretro de su padre entraba y era envuelto por las llamas hasta que se convertía en una lengua incandescente. La puerta por fin se cerró.
    Una hora y media tuvo que soportar de silencio y espera. Nadie se acercó a reconfortarlo y él no lo pediría nunca. Soportaría, y eso era todo lo que Takahiro sabía por el momento. Sin embargo, una vez de eso no fue el fin. El chico se obligó a presenciar como el ataúd de su madre era sometido al mismo angustiante proceso y por el mismo periodo de tiempo, él esperó. Todo ese horrible momento fue la razón por la que insistió tanto en que su hermanito se quedara tranquilo ese día. Cada tanto sus pensamiento se desviaban a Misaki ¿estaría bien justo en ese momento? ¿Habría comido ya? ¿Se habría pasado el día llorando solo?
    Con un nudo en el estómago Takahiro se dispuso a enfrentar lo que quedaba. Estaba seguro de no poder probar un solo bocado cuando llegara a casa por más que no había tomado nada en todo el día. Al caer la tarde el muchacho se encontró así mismo parado, rodeado de sus familiares, alrededor de un mesa cubierta con un lienzo y, sobre el lienzo, esparcidas las cenizas de sus padre. Se podía distinguir algunos fragmentos de huesos ennegrecidos sin ninguna forma en particular pero conocer la naturaleza de esas astillas negras le ponía la piel de gallina. Allí parado, con unos palillos en la mano que eran más grandes de lo habitual cerca de él esperaba una urna de cerámica Takahiro encabezaría otra fase del rito funerario. Inhaló profundo. El ritual comenzó. Su abuela tomó uno de los fragmentos que se suponía era de los huesos del pie y se lo pasó a su hijo, parado a junto a ella. Su tío recibió el trozo directamente de los palillos de ella y se lo entregó del mismo modo a la persona parada a su lado. Takahiro se sentía mareado y temía seriamente dejara caer el fragmento. No sabía si pensar en eso como en los restos de su padre o no. Su padre. El hombre que daba los mejores consejos, el hombre que…detuvo sus pensamientos y los devastadores sentimientos que traían. Más tarde se ocuparía de ellos. En lugar de eso vació su mente y se enfocó en la tarea. Su padre y su madre se merecían en mayor de los respetos y el no deshonraría su memoria por sentirse débil.
    Fatigado, con deseos de sentarse o mejor de echarse a dormir por días y días el chico de anteojos se dedicó a ver como un grupo de monjes colocaban las cenizas en una de las dos urnas, ya que, a pedido de su abuela una parte quedaría en el templo. La anciana, por cierto, permaneció regia y digna todo el tiempo, el solo verla le recordó que tenía que enderezar la espalda o seria regañado. No habían terminado, juntado las ultimas reservas de fuerzas Takahiro participó de un idéntico ritual con las cenizas de la dulce mujer que fue su madre. Fue difícil, muy difícil no colapsar.

    -¡Nii-chan!- lo único que supo Takahiro fue que recibió un golpe que casi lo tumba. Misaki lloraba y era evidente que llevaba haciéndolo un buen rato.
    -Misaki, compórtate- la vos de la anciana sonó tan tranquila como autoritaria.
    El niño se separó de su pierna permitiéndole que camine al interior de la casa, Takahiro se tranquilizó un poco al ver que su vecina lo había vestido con un traje negro.
    -Lo siento Yoshimura-san, le causamos muchas molestias- dijo a la mujer que salió a su encuentro.
    -Nada de eso- negó la mujer- pero ya me tengo que ir.
    -Si gracias.
    -¡Ah… casi lo olvidaba! Hay una llamada del departamento de policía, dejaron un número pidiendo que hablaran en cuanto fuera posible.
    -Gracias- respondió Takahiro haciendo una ligera reverencia a la anciana que se marchaba a modo de saludo.
    -Keijiro- hablo su abuela antes de que Takahiro pensara- llama de inmediato.
    El hombre entró rápidamente y marcó al número que estaba anotado en un papelito junto al teléfono.
    -Espere un momento- dijo su tío al teléfono mientras el resto del grupo tomaba asiento en el sofá y sillas de la casa-. Es sobre unos paquetes de dulces y regalos que llevaban en el asiento trasero. Como el accidente fue a gran velocidad están maltratados, la policía quiere saber si estamos interesados en recuperarlos de todos modos, de lo contrario se desharán de todo.
    Misaki que en ningún momento se alejó de su lado le tomó la mano y la apretó muy fuerte.
    -Ah…
    -Pueden deshacerse de todo- se precipitó su abuela antes de que él pudiera terminar de abrir la boca.
    Misaki entonces le soltó la mano y se quedó mirando al piso. Takahiro supo entonces que tal vez sería bueno el tenerlos para ver si alguno se podía rescatar y que su hermanito tuviera un último regalo de sus padres o deshacerse ellos mismos de todo pero ya era tarde. Su abuela era la más anciana de la familia y por lo tanto no podía contradecirla.
    El resto del angustioso día pasó lento y en silencio solo matizado por el sonido de los sollozos leves de su hermanito que, valientemente, se esforzaba por contener las lágrimas y la mirada de arrasadora de la matriarca Oyuky.
    En cierto momento Takahiro considero que sería bueno ofrecer café o algo para tomar, también hacer que Misaki tomara una merienda e intentar comer un bocado o dos.
    -¿Qué va a pasar ahora?- escuchó a su tía desde la cocina en un murmullo nada disimulado.
    -Tendrán que ser separados- respondió su abuela sin un ápice de duda.
    -¿El pequeño tendrá que ser dado en adopción?
    ¡SUFICIENTE! Eso fue todo lo que Takahiro pudo soportar y el límite de sus buenos modales y educación.
    Llegó a la sala y encontró a Misaki tapando su boca con sus manitos y llorando desconsolado de miedo. Por supuesto que lo había escuchado todo. Ellos no tenían derecho a hablar como si el niño no existiera. Instantemente el pequeño se abrazó a sus piernas pidiéndole en silencio que no lo dejara. Él se agachó para abrazarle los hombros.
    -¡Yo cuidaré de Misaki!- gritó fuerte sin importarle lo que su estricta y rígida abuela opinar al respecto- ¡Daré mi mejor esfuerzo para educarlo!
    Esa fue su primera certeza en dos días. En medio de la confusión y el dolor, esa fue su primera verdad.
    Muy por el contrario a lo que supuso que pasaría su abuela paterna no se opuso a él, sino que en silencio se puso de pie, le dedicó algo que podía ser llamada una sonrisa y se fue a la cocina a preparar la cena.
    Al día siguiente Misaki y él presenciaron como las urnas con las cenizas de sus padres fueron puestas en la pequeña cámara debajo de una piedra lisa y gris que contenía sus nombres en la parte frontal y la fecha de su muerte en la parte lateral. Juntos ofrecieron incienso y flores a sus amados padres seguidos de sus familiares que hicieron lo mismo, los reverenciaron y se marcharon, juntos.

    Siete días pasaron. Siete días de homenajes y tributos y ahora todos los familiares volverían a sus hogares incluida su abuela, ella se marchaba a Osaka donde vivía desde hace años. La mujer se mostró distinta después de que él asumiera el cuidado de su hermanito. “Tú me recuerdas mucho a él” le dijo inesperadamente antes de marcharse dejándolo estupefacto.
    Siete días de ritos funerarios, cuyo costo rebasó los dos millones de yenes, cosa lógica porque se trataba de dos personas y, afortunadamente su abuela no logró convencer al monje para que la ceremonia fuera más lujosa o ya estaría endeudado. Takahiro necesitó de un permiso especial firmado por su abuela para acceder a la cuenta bancaria de sus padres y así hacer frente a los gastos. Nada bueno sin embargo, porque aunque la cuenta pasó a su nombre prácticamente quedó en cero y él no contaba con muchos ahorros.
    Siete días pasaron y era hora de volver a la realidad y enfrentarla. El mundo no se detendría solo porque dos chicos quedaran huérfanos de golpe. Ellos tendrían que seguir adelante con sus vidas.
    Takahiro se encontraba sentado en el sofá de la sala sus codos descansando en las rodillas y su manos en el cabello negro, a pesar de que era tarde apena había logrado que Misaki se durmiera. El pequeño tenía problemas para dormir aunque esa noche le tomó menos trabajo. Takahiro estaba cansado mas no se iría a la cama. Necesitaba pensar ¿Cómo enfrentaría lo que tenía delante? Primer renunciaría a su vacante en la Universidad M. No importaba, su deseo era otro ahora. Era imposible pagar a matricula y la colegiatura de Misaki con un trabajo de medio tiempo sumado a que el tiempo complicaría las cosas ¿Quién cuidaría al castaño entonces? Tampoco podía permitirse una niñera.
    Saldría a trabajar. No tiene sentido quejarse o lamentarse sobre lo injusta que fue la vida al quitarle sus padres. Así fue, no se podía remediar y él lo afrontaría.
    Tendría que completar el mes de estudio antes de la graduación, rendiría los exámenes recuperatorios en lugar de los que perdió se graduaría y conseguiría trabajo. Solo esperaba encontrar empresas que todavía estuvieran contratando.
    Segundo se mudarían. Por doloroso que fuera dejar la casa en la que crecieron, la renta del lugar era muy elevada, sus ahorros, lo que quedaba en la cuenta bancaria y su trabajo de medio tiempo aguantarían por un momento pero no más allá de un par de meses y, aunque entrara a trabajar ni bien saliera de la escuela el sueldo de un graduado no alcanzaría para cubrir el pago del lugar. Buscaría un apartamento más pequeño.
    Takahiro suspiró con fuerza recostándose en el sofá cerró los ojos. No tenía sueño, últimamente él tampoco lograba dormir bien, pero eso era lo de menos. En el silencio de la noche volvió a pensar en sus padres. Era difícil de aceptarlo, de golpe darse cuenta que la vida cambió y ya no vería nunca más a las personas amadas. Su padre ya no entraría a su habitación por las noches mientras estudiaba para preguntarle si estaba bien o como le iba en los estudios, ya no lo miraría con orgullo, ya no palmearía su hombro, el hombre ya nunca llegaría a casa con un inesperado ramo de flores para su esposa. Su madre ya no lo recibiría con una sonrisa, ya no insistiría cada mañana para que terminara el desayuno, ya no robaría cucharadas de postre de su plato, ya no lo haría cocinar con ella.
    En el día a día apareció un vacío innegable. Sus padres ya no volverían.
    Pesadamente Takahiro se levantó, la siguiente mañana Misaki y él retomarían las clases y necesitaba descansar. Por supuesto primero llevaría a sus hermanito a la escuela, el pequeño también necesitaba seguir adelante.
    Antes que nada el al muchacho se le ocurrió hacer algo que sabía, sus padres solían hacer; asomarse a la puerta para controlar el sueño de su hermano. Antes no lo entendía del todo pero ahora sí, de alguna manera su necesidad de protegerlo había crecido. Abrió la puerta despacio sin embargo lo que vio le partió el corazón. Misaki no dormía arropado como lo había dejado. Estaba sentado en un rincón de la cama, abrazando sus rodillas y su carita entre las piernas.
    -¿Misaki?- habló tan bajo que le sorprendió que el chico levantara la cabeza.
    -¿Nii-chan?- el niño lo miró y se pasó la manga del pijama por los ojos.
    -¿No estabas dormido ya? ¿Qué pasa?- era una pregunta tonta porque sabía que estaba llorando.
    -N-nada nii-chan ¿te desperté?
    -No, todavía no me acostaba- Takahiro entró y se sentó al lado de su hermanito y le rodeo los hombros-. Está bien.
    -No es nada nii-chan, de verdad estoy bien- Takahiro le acaricio la espalada y Misaki volvió a llorar pero intentando acallar sus sollozos-. En serio estoy bien. Tú ve a dormir.
    -No quiero dormir todavía ¿puedo quedarme un rato?
    Misaki asintió y él lo recostó un poco en su pecho acarició suavemente su espalda. Ni siquiera podía imaginar el dolor que el pequeño estaba sintiendo en ese momento. Para Takahiro era muy difícil y Misaki apenas tenía ocho años ¡Debía estar tan triste! Era tan pequeño. Takahiro se quedó ahí sin decir nada, solamente porque no sabía qué decir para hacerlo sentir mejor. Se quedó hasta que el pequeño castaño se durmió en sus brazos y un rato más. Lo acostó, lo arropó de nuevo y por fin se fue a dormir.

    -¡Takahiro! ¡Lamento profundamente tu perdida!- fue lo primero que escuchó de su amigo apenas lo tuvo enfrente.
    -Gracias- dijo sin saber si era la respuesta correcta o no.
    -Te llamé varias veces ¿Por qué no respondías?
    -Lo siento, no contesté llamadas de nadie.
    -No tienes por qué disculparte, yo soy el que lo siente.
    Usagui lo miró con ojos comprensivos y preocupados a la vez, Takahiro ya había escuchado a varios de sus compañeros murmurar sobre lo que le pasó y mirarlo fugazmente, Usagui era el único que tenía el valor de enfrentarlo y estar a su lado.
    -¿Tú te encuentras bien?- preguntó el peli-plata- ¿Necesitas ayuda con alguna cosa? ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Lo que sea no dudes en decirme.
    Takahiro logró esbozar una mueca de sonrisa.
    -No…
    -Hablo en serio solo tienes que pedirlo- Usagui resopló cansado- ¿Qué harás ahora?- Él dudó en contestar porque no quería que sonara como si se estuviera quejando de algo-. Lo siento, no tienes que contestar.
    -Empezaré a trabajar- admitió-. Necesito dinero para cuidar de mi hermanito.
    -¿¡Trabajar!? ¿Qué pasará con la universidad?
    -No iré.
    -No puedes ¿Qué hay de tu edu…?
    -¡Tengo que hacerlo! – Usagui calló abruptamente y se quedó mirando su pupitre como un niño regañado- Lo siento no quise gritar.
    -Está bien, si necesitas empleo puedo hablar con algunos conocidos para que…
    -No. Lo agradezco Usagui, pero es algo que decidí yo mismo, no se sentiría bien si dejara que otros solucionaran mis problemas.
    -No puedes empezar a trabajar antes de graduarte.
    -Estaré bien, tengo algunos ahorros, me las arreglaré.
    -Si necesitas dinero…yo no tendría problema en…
    -¡No!- Takahiro se daba cuenta que estaba descargando su enojo injustamente con su amigo que solo quería ayudarlo, respiró profundo tratando de calmarse.
    -No quise ofenderte.
    -Lo sé y de nuevo lo agradezco pero no puedo aceptar.
    -Siempre dices eso ¿Por qué no solo aceptas mi ayuda? Nadie pensará menos de ti por eso.
    -Porque quiero hacer esto en nombre de mis padres. Si flaqueo ahora no podré continuar. Además no quiero causarte molestias justo cuando tu primer libro acaba de publicarse.
    Usagui lo miró por un momento.
    -Sabes que puedes contar conmigo en cualquier momento ¿no?
    -Sí.
    Y los dos siguieron su día tratando de simular que nada había pasado.

    ¡BASTA! ¡Ya no más! Ya no podía seguir. Takahiro entró a su nuevo apartamento y se desplomó en el pequeño sofá. Estaba tan casado que no podía poder llegar a la cocina para prepararse algo para cenar. Apenas habían pasado dos meses de la muerte de sus padres y, sinceramente, Takahiro sentía que no era capaz de continuar. Solo quería rendirse de una vez. Estaba agotado física y psicológicamente. Eran muchas cosas, demasiadas cosas, de las que ocuparse y ¡por dios apenas tenía 18 años! Él quería asistir a la universidad, salir con sus amigos y divertirse, deseaba una vida normal como la de cualquier muchacho de su edad. En esos momentos de fatiga y desesperación la angustia ganaba y se sentía completamente solo, sin nadie a quien recurrir. Ahora su cabeza estaba llena de asuntos inesperados, tenía que asegurarse de pagar la renta, tenía que ocuparse de mantener la casa limpia y en orden, tenía que hacer el desayuno de Misaki todos los días y dejarle listo el almuerzo. Takahiro había sentido vívidamente el temor y la vergüenza de que el dinero alcanzara para cubrir los gastos. Rápido tuvo que aprender a administrarlo bien, elegir en qué gastar y en qué no. Debía ocuparse de las compras de los víveres y los productos de limpieza, del lavado de la ropa. Takahiro sufrió el temor real de no conseguir un empleo a tiempo y de no poder pagar la colegiatura de Misaki para el siguiente año. Además de que el pequeño necesitaba cosas como una cobertura médica por si algo le llegara a pasar, ropa, calzado. Incluso llegó a considerar la propuesta de Usagui y tomar dinero prestado, pero sus padres lo ayudaron y logró entrar a una buena compañía. Estaba seguro de fueron ellos quienes lo ayudaron. Justo un día después de ofrecerles incienso en el pequeño altar que Misaki y él construyeron en su nueva casa y comentarles que las cosas se estaban poniendo difíciles porque el dinero no iba a durar, lo llamaron diciéndole que había sido contratado. Sin duda fueron ellos. Ellos siempre estuvieron dispuestos a ayudarlo…pero entonces ¿Por qué se fueron y lo dejaron peleando solo? Era vergonzoso estar llorando como un niño por sus padres, sin embargo no podía evitar esos pensamientos de vez en cuando.
    Takahiro se recostó, acomodándose un poco en el sofá, enrollo las piernas, asumiendo posición fetal, cuando lo hizo su delgada billetera resbaló de su bolsillo. Por fortuna su día de cobro ya estaba próximo. Por más que redujo al máximo los gastos las cosas se estaban volviendo realmente duras y su dieta solo de ramen instantáneo no podía durar. Era de esperarse, porque apenas estaba empezando y no ganaba mucho, por eso ese mes se esforzó en hacer horas extras. Ese año, lógicamente, las planeadas vacaciones en la playa se cancelaron. Actualmente no estaba en posición de permitirse ni siquiera una salida corta. Estaba tan cansado.
    La tentación quedarse en el sofá y dormir allí era grande, pero era un muy pequeño lugar y se decidió por la cama. Con esfuerzo y arrastrando los pies se dirigió a su habitación. Al día siguiente tendría que levantarse temprano y preparar el desayuno y almuerzo de su hermanito antes de irse a trabajar. Por más cansado que se sintiera mañana llegaría inexorablemente y era mejor dormir un poco.
    Antes de desplomarse en su cómoda cama, Takahiro hizo un alto que ya tenía por costumbre. Abrió despacio la puerta del estrecho cuarto que ahora ocupaba su hermanito. Vio que dormía, se acercó en silencio, se sentó en el piso y se dedicó a verlo dormir. No había crecido nada. Era tan pequeño. El azabache no podía imaginarse lo duro que era para él pasar solito todo el día, sin otra compañía que la del televisor y unos mangas. Misaki ya jugaba con algunos niños del nuevo vecindario, pero al atardecer volvía al departamento donde nadie lo esperaba, se calentaba la cena, comía sin nadie más en la mesa, lavaba su propio plato y luego de unas horas se metía en la cama y dormía…todo solito. Era un niño tan bueno. Takahiro no era tonto, se daba cuenta que Misaki seguía triste, aunque no se quejaba tampoco sonreía como antes, además de que no pedía nada, ni uno de los dulces que tanto le gustaban, por eso siempre que traía uno cuando llegaba temprano. Era algo inigualable ver de nuevo su sonrisa y su carita ilusionada diciendo: “¡Gracias nii-chan!”
    El chico descorrió el flequillo castaño y se preguntó si seguía llorando antes de dormir. Ese pequeño tenía que soportar tantas cosas. Ahora sentía que no tenía derecho a quejarse.
    Se quedó mirando la expresión tranquila un poco más. Sus recuerdos viajaron años atrás, a una tarde en la que sus padres estaban en casa y él era solo un niño que no entiende el mundo. Era una tarde tranquila, de esas que parecen tan comunes que es eso precisamente lo que las hace extraordinarias. Fue, en la época en que su madre estaba esperando a Misaki. Takahiro había estado jugando en su habitación y no recordaba por qué salió y fue a la cocina. La visión que tuvo antes de entrar lo dejó paralizado. Sentada a la mesa su madre tomaba un té con algo dulce y junto a ella, o más bien, pegado a ella con una rodilla en el piso su padre acariciaba el abultado vientre mientras la mujer lo veía sonriendo con ternura y amor. Takahiro por alguna razón se escondió detrás del marco de la puerta y desde ahí espió.
    -Misaki…- dijo su padre al vientre de su madre- mi pequeña, te esperamos con ansia- sonaba encantado por decirlo así, había muchas emociones en la vos- Tú serás nuestro tesoro… ¡Pateó!
    - También lo sentí- rio la castaña.
    -Cariño- dijo él- gracias, me diste un hijo al cual amo y ahora me das otro. En pocas palabras me diste una familia y por eso yo daré todo mi esfuerzo para que sean felices.
    -¡Oye!- exclamó ella, fingiendo estar enojada- ¡yo también me esforzaré para que nuestros hijos sean felices!
    -Esforcémonos juntos- concilió él- aunque también quiero que seas feliz.
    -Y yo que tú lo seas. Pero si quieres empezar a hacerme feliz ¿Qué tal una porción extra de pastel para acompañar el té?

    Takahiro volvió a la realidad en la que miraba a su hermano dormir, ya se sentía mejor, más ligero y animado, dispuesto a luchar, en lugar de rendirse. Se levantó para ir a la cocina, comería después de todo, aunque fuera solo fideos, necesitaba energía. En ese recuerdo había recobrado su determinación y deseo. Él, Takahashi Takahiro lo daría todo para asegurar el bienestar y felicidad de su hermanito, quien fuera tesoro de sus padres. Mas el mismo no renunciaría a la propia, buscaría su propia felicidad. Ambos lograrían ser felices. Estaban juntos y eso ya era motivo de alegría. Así cumpliría el deseo de sus padres y los honraría y su felicidad sería la de ellos.
    “Lo que sea por su bienestar y seguridad ¿eh?”
     
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  4. Tomoya-sama
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    Vaya que si lograste que llorara. Estuvo algo triste el capitulo pobre Takahiro haciéndose cargo de todo y de Misaki el solo. Y Misaki tan pequeño y sentirse tan solo sin sus padres. Que bueno que no tardaste en actualizar. Espero el siguiente capitulo con ansias. Y que aun no acabe la historia me gusta mucho. Saludos y gracias por el tiempo que le dedicas a esta hermosa historia.
     
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    Yaoizando
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    Hola a todos! ¿Qué puedo decir? Realmente siento mucho la demora. El tiempo se me fue sin que me diera cuenta, no tego excusa. Bueno finalmente termine, iba a subir el capítulo el sábado pero cuando estaba terminado la corrección se cortó la electricidad y cuando volvió estúpidamente perdí todos los cambios para esto eran cerca de la una de la mañana por lo que me enojé y decidí hacerlo despues, el domingo con lo del día de la madre no tuve tiempo pero hoy si.
    Por otro lado me place anunciar que el siguiente será el final. Espero tenerlo en unos 15 o 20 dias máximo aunque no prometo nada.
    Y ahora como de costumbre dejo que lean esperado que lo disfruten
    Gaia

    Corazón expuesto.
    Akihiko maldijo su cuerpo entumecido, al parecer llevaba bastante tiempo en la misma posición estaba helado y prácticamente no sentía las piernas ¿de vedad seguía en el piso? Bueno eso no importaba, era lo de menos en comparación. Sus ojos ardían por culpa de la maldita luz que se colaba por las grandes ventanas y le molestaba bastante, se movió un poco estirando el cuello para espiar por encima del sofá. Ya era de día ¿¡de día!? Por un momento pensó que en realidad estaba soñando ¿de vedad se había pasado la noche tirado ahí como un imbécil? ¡Idiota! ¡Estúpido! Ni siquiera notó que las horas pasaban mientras él estaba encerrado en sus pensamientos. Reviviendo una y otra vez los últimos y terribles momentos en los que Misaki estuvo en casa y salió por la puerta para ¿siempre? ¿Misaki ya no volvería a su vida? ¿Lo había perdido? No, no, no, un millón de veces no.
    El escritor recostó la espalda en el sofá y descansó la cabeza en el mueble mirando el techo blanco. Los recuerdos le invadieron el pensamiento. Cuando fueron a las aguas termales. Las partidas de othello que jugaban. La primera navidad que pasaron juntos. La vez que se quedaron en ese hotel después de que ganara el premio Kikukawashou. Su primera cita. La maravillosa semana de vacaciones en Sapporo. El cómo disfrutó ver a Misaki esforzase y trabajar duro para encontrar empleo y que como él compartió la angustia de su pequeño cuando parecía imposible, y la alegría que experimentaron cuando Misaki fue contratado. Las noches de pasión que compartieron y, en las que terminaban enredado entre los brazos del otro. Las fecha importantes que festejaron; cada cumpleaños, San Valentín. Todos los problemas y dificultades que los dos tuvieron que afrontar. Akihiko recordaba el sabor de las deliciosas comidas que el castaño preparaba para él.
    No era novedad que Akihiko nunca en su vida se vio obligado a esforzase para conseguir algo. Luchar por Misaki fue nuevo para él; contra su padre, contra su hermano, contra ese pesado dibujante y, valió la pena, en verdad valió la pena. Jamás en toda su vida se había aferrado a algo lo suficiente como para no estar dispuesto a no dejarlo ir.
    El escritor recordaba vívidamente cuando su castaño finalmente le dijo que estaba dispuesto a contarle todo a Takahiro. Quizás fue un error porque si guardaban el secreto ahora Misaki estaría despertando a su lado. Recordaba igual de claro la primera vez que lo hizo suyo en ese mismo sofá. Ese día quedo grabado por siempre en su alma. Todavía podía rememorar sin problemas el miedo que sintió de que Misaki lo rechazara, lo mirar con asco y odio para después saliera corriendo de ahí. Por supuesto no estaba en sus planes hacerlo suyo de la forma en que lo hizo, aunque sonara a mentira él quería esperar. Fue el peso de los hechos, el que su castaño de cierta forma le confesara llorando que sentía algo por él, sumado al tamaño de sus celo, lo que pudo más que su fuerza de voluntad. Akihiko también recordaba que una y otra vez se repitió a sí mismo que debía ser suave con el niño y tratarlo dulcemente a pesar de la magnitud de su deseo acumulado. Aquella tarde, patéticamente, no se atrevió a decirle cómo se sentía y no fue sino hasta días después ante un nuevo inesperado ataque de celos del joven que tuvo el coraje de decírselo a la cara. Recordaba como si hubiera sido ayer, la noche en que, sintiéndose devastado y dispuesto a rendirse, escuchó las palabras que nunca antes había escuchado allí, en la intimidad de la cabina de la rueda de la fortuna.
    Recordaba, Akihiko recordaba una y mil cosas. Tanto en tan pocos años, sus risas, sus berrinches, todo lo que pasaron uno junto al otro y aun así no parecía suficiente.
    ¡Ese maldito silencio! Habían pasado años desde que lo escuchara y ahora ahí estaba de nuevo y la casa, tan fría como antes.
    Ahí iba otra vez dejándose llevar, dando vueltas en círculos y pensamientos. La repentina ausencia de Misaki lo redujo solo a eso. Sentía que se habían llevado una parte de su ser. “No llegaras a nada así” le dijo una vos en su cabeza “vamos levántate” lo alentó la parte aun funcional de su mente.
    El escritor se movió para subirse por completo al mueble rosa. Era más cómodo y caliente ¿Qué estaba haciendo ahí recostado aun? ¿Qué iba a ser? Akihiko solo sabía dos cosas; 1 amaba a Misaki con todo su ser y, 2 Misaki se había ido. El problema era que esos dos hechos no encajaban entre sí. Si amaba a Misaki ¿por qué permitió que se fuera? ¿Acaso sus palabras, sus promesa no valían nada? ¿Las veces que le susurró sus sentimientos al oído mientras lo abrazaba, estaba mintiendo? Claro que no. Solo que no era tan fácil.
    Takahiro se oponía a todas luces, ¿qué podía hacer para recuperar a Misaki? el escritor se enfocó en buscar una solución. Se maldijo a si mismo por desperdiciar la noche en inútiles pensamientos autocompasivos. Se maldijo dos veces por no prever la posibilidad de eso sucediera. Su profundo deseo, su anhelo, su plegaria de que por una vez, todo saliera color de rosa lo dejaron sin un plan ¿Qué había pensado que pasaría? ¿Qué había esperado? ¿Qué Takahiro aceptara todo así como así? ¿Qué dijera estoy feliz por ustedes y Akihiko cuida a mi hermano por favor? Por supuesto que no, solo que no creyó que reaccionara como lo hizo. Akihiko esperó gritos, insultos incluso pensó que se desmayaría.
    Esperó que por una vez en su maldita vida la cosa que de verdad quería le fuera dada. A sus 32 años era un ingenuo. Misaki le fue dado ahora tocaba que luchar por él.
    No era tiempo de dejarse por la depresión, tenía que ser más fuerte. No había tiempo de recriminarse nada, necesitaba ponerse a trabajar en un plan. Su mente lentamente fue despertando.
    Bien primero debía analizar sus opciones con cuidado.
    “Céntrate”
    Lo primero que se le vino a la mente fue llevarse a Misaki al extranjero. Akihiko no necesitaba estar en Japón para trabajar y no tendría problemas en comprar una casa en Londres en ese momento si quería. Allí los dos tendrían una vida feliz sin duda. Además en Inglaterra es legal entre dos hombres se casen y la sociedad es mucho más abierta que la japonesa. Misaki y él podría casarse, tener derechos como cualquier pareja y vivir sin el miedo a ser descubiertos. La promesa de un futuro luminoso lo tentó y se permitió sonreír a ese sueño. Más enseguida sus pies volvieron a la tierra. Necesitaba una solución factible y escapara al extranjero no lo era; sonaba como la tonta trama de la telenovela de la tarde porque ¿Qué se requería para que los dos se fuera a Londres? Ir furtivamente a la casa de Takahiro, secuestrar a Misaki y correr al aeropuerto ¡Que ridículo! Asimismo, se suponía que ellos no se avergonzaban de su relación y marcharse como dos ladrones los hacia culpables de todo cuanto quisieran acusarlos. Por sobre lo anterior había un factor de realidad que no se podía ignorar; Misaki casi no hablaba inglés. su niño se sentiría incómodo y solo, le costaría adaptarse. En cuanto al factor monetario no habría problemas, pero el castaño se negaría e insistiría en buscar trabajo que no conseguiría sin hablar el idioma. No, su castaño había luchado mucho para conseguir su empleo. Su trabajo, sus amigos, la vida de Misaki estaba en Tokio y él no era tan despiadado para arrancarlo de su lugar así. Desechó la idea de volver a Inglaterra.
    El escritor se incorporó de golpe en el sofá como si hubiera despertado de una terrible pesadilla. Había un detalle que no estaba considerado en sus cálculos que era vital y la clave de todo el problema. Misaki amaba a su hermano; separarlo de Takahiro sería un acto de crueldad. El hombre de cabello azabache era la única familia que le quedaba a Misaki y él no se creía capaz de romper ese precioso vínculo del que él carecía. Era muy diferente en su caso. Por más que el castaño se desespera por la aprobación de su padre al peli-plata no podría importarle menos lo que el hombre tuviera para decir de su relación. Únicamente lo preocupaba que Fuyuhiko usara sus influencias y dinero para intentar algo que dañara a su niño ¿Cuándo dejo de pensar en ese hombre como en un padre? En algún punto su pasado Akihiko simplemente había dejado de esperar recibir siquiera un poco de amor paternal de aquel tipo que casi nunca le dirigía la mirada en cambio sí, se preocupaba de hacerle saber la importancia del qué dirán y la posición social.
    Solo rememorar una cosa le bastó al escritor para confirmar su deprecio a su padre y el resto de la familia. En su niñez cuando “aquello” pasó, sin más lo desarraigaron de todo lo que conocía y quería, para llevarlo a Japón. Ni un ápice de compasión por sus sentimientos o su bienestar. En lugar de eso hubo un frio pacto de silencio y un indiferente comportamiento tratando de fingir que nada pasó. Ni una palabra de consuelo, ni un abrazo. A Akihiko, en el fondo, aun le dolía la vergüenza de esa marca y le dolía más el que nadie haya tratado de sanarla. En cuanto a su madre…bueno ni tenía idea en qué parte del mundo se encontraba esa mujer o al menos si estaba aún con vida o no; suponía que sí.
    No, Akihiko no se estaba victimizando solo haciendo una simple comparación. Akihiko sabía lo que es carecer de esos afectos y no pensaba arrebatarle eso a su adorado niño.
    Volvió al inicio. “Fuiste feliz todo este tiempo” se dijo “ahora déjalo ir.” Esa era, también, una posible solución. Simplemente rendirse, dejar ir a Misaki, intentar olvidarlo y vivir de sus dulces recuerdos. “Fuiste feliz un tiempo, ahora déjalo ir.” Si… tal vez esa fuera la mejor opción. Dejar que Misaki experimentara todo aquello que no había vivido por estar junto a él. Que llevara una vida normal como la de cualquier graduado, saliera por las noches con amigos, que conociera una linda chica, es enamorara, estuviera con una mujer, se casara tuviera una familia y olvidara los días que fue amante de un hombre 10 años mayor que él.
    Sin ser capaz de evitarlo el peli- plata seguía hundiéndose en el espiral de depresión en que había caído en el instante en que su castaño salió de su casa. Es que existían muchas cosan en contra, factores a los que no les dio la importancia que merecían o que pensó poder enfrentar, pero que ahora que los tenía delante se daba cuenta que no. Rendirse era el camino fácil, dejar ir a Misaki, soporto 28 años de soledad y en su interior la parte lógica e idiota pensaba que quizás, solo quizás volvería a acostumbrarse, un amor unilateral, estar a su lado como su amigo y nada más. Sencillamente no podía hacer eso, si desear tener a Misaki por siempre junto a él lo volvía un egoísta, entonces bien era un egoísta y posesivo no veía por qué cambiar esa parte de su ser. Fue entonces cuando a la copada de oscuridad revuelta mente arribó un dulce recuerdo: el momento en que se enamoró de su Misaki la promesa que se hizo. En ese entonces se había prometido ser fuerte, cambiar, luchar por lo que, estaba seguro, era un amor de verdad. No renunciaría por nada a su amor por el castaño. Nadie en el mundo, hombre o mujer, sería capaz de hacer feliz a Misaki como él.
    He ahí una indiscutible verdad. Con determinación firme y renovada Akihiko volvió a pensar en sus opciones ¿qué podía hacer? Hacerle pensar a Takahiro que fue una elaborada broma y regresar a lo de antes era imposible a estas alturas. Tenía que concentrarse. Hallaría una solución, se suponía que era inteligente después de todo. Se sentó y acomodó en el sofá como si el cambio de posición moviera los cables de su mete.
    Akihiko se llevó las manos a las cienes, comenzaba dolerle la cabeza. Las agujas del reloj corrían y el sol se adentraba con más fuerza. No podía dejar que los valiosos minutos se le escurrieran entre los dedos. Al final la única solución viable era la más simple y obvia: ir a casa de Takahiro e intentar hablar con él de todas las formas posibles hasta que escuchara lo que tenía que decir.
    Resuelto, Akihiko se levantó y buscó a prisa las llaves del auto, en cuanto las tuvo en la mano corrió a la puerta, pensaría en sus palabras en el camino. Abrió la puerta para irse…

    Estaba oscuro. Sus ojos verdes, sin embargo, ya se había acostumbrado a la falta de luz y podía distinguir las formas de los escasos muebles de la habitación de invitados de la casa de nii-san. Misaki apoyó la espada en la pared junto a la cama en la que se suponía debía estar durmiendo desde hacía una hora más o menos.
    Misaki encogió las piernas y las abrazó como intentando buscar un consuelo. Las ganas de llorar seguían en él, pero se negaba a dejar salir su llanto, más que llorar tenía ganas de gritar con todas sus fuerzas, de golpear algo. Estaba enojado, triste, asustado u otra cosa que no sabía cómo llamar. Tampoco tenía ni la menor idea de lo podía o debía hacer.
    Usagui-san estaría solo en casa, se sentiría triste, a Misaki le preocupara que no se encontrara bien ¿habría comido ya o no? ¿Se habría ido a la cama? ¿Se habría ido por ahí? Si es escritor estaba triste quién sabe lo que podría llegar a hacer porque ¿qué hacia Usagui-san en momentos como ese? Misaki se odiaba a sí mismo por no conocer la respuesta. La inmensidad de posibilidades que se daba a ese panorama lo asustaba. Desde solo soportarlo o volcar todo escribiendo como cuando era un niño hasta ponerse a beber o algo peor, todas ellas eran posibles. ¿Por qué no lo sabía? ¿¡Por qué Usagui-san era tan cerrado!? Y por sobre todo… ¿Por qué no tuvo el valor de preguntar cuando tuvo la oportunidad? Ahora era tarde.
    No había tenido el valor de mirar a su hermano a los ojos. No después de que golpeara a Usagui-san de esa forma y lo mirara con un profundo odio. Él no fue capaz de enfrentar ese odio y evitó los ojos oscuros a toda costa.
    Lo que siempre temió se hizo realidad, había decepcionado a nii-chan. Lo entendía, Misaki de verdad entendía a su hermano, después de sacrificar tu juventud y tu carrera para criar a tu hermanito lo último que esperas es que de la nada te pague saliendo con otro hombre que encima es 10 años mayor que él. Cualquiera pensaría que no es normal tener semejante relación.
    ¿Qué debía hacer? Tal vez lo mejor fuera obedecer a nii-chan, él lo quería y siempre lo cuidó aun antes de que sus padres murieran. Desde que tenía memoria estuvo a su lado, apoyándolo, jugando con él, aconsejándolo y regañándolo. Misaki solía pensar en Takahiro como en un superhéroe, alto y fuerte.
    El castaño no guardaba dudas que su hermano nunca haría algo para lastimarlo, porque siempre procuró su bienestar, entonces ¿tenía que hacer lo que nii-san dijera? Takahiro a todas luces se oponía a su relación con el peli-plata, de otra manera lo hubiera sacado de casa sin nada más de lo que llevaba puesto. Si ese era el caso Misaki tenía que empezar a pensar en cosas como en dónde viviría. Estaba la posibilidad de quedarse con nii-chan un tiempo, pero no demasiado, porque estaría de más. El sueldo de editor novato de Marukawa alcazaba para costearse algo pequeño, no necesitaba lujos. Además, como trabajador de la editorial cabía la posibilidad de cruzarse con Usagui-san de vez en cuando porque él también trabajaba ahí…entonces tal vez se convirtieran en amigos, nii-san no se opondría a eso ¿no? serian libres de verse y hablar, Misaki le llevaría comidas caseras cada tanto para asegurarse de que el autor se mantuviera bien ¿y qué pasaría luego? Usagui-san tan apuesto y exitoso como era no tendría problemas en encontrar a alguien más, quizás alguien que estuviera a su altura esta vez, no como él.
    Hundió la cabeza entre los brazos y silenciosamente las lágrimas que con tanto esfuerzo había aguantado se le fueron escapando. No quería, él no quería que Usagui-san se fuera con otra persona por más, que incluso, sonara como un bien para el escritor y su futuro y que sonara bien el que solo fueran amigos, él no quería, no era suficiente.
    Idiota de él, siempre causando molestias a los demás por culpa de si debilidad. Recién ahora que conocía la exacta sensación de estar separados se daba cuenta de lo bien y lo cálido que se sentía estar juntos y de lo mucho que valoraba a Usagui-san. Sin duda un pensamiento egoísta infantil y caprichoso.
    La confusa mente del castaño empezó a trabajar desde cero. Misaki, sin duda alguna, amaba y admiraba a su hermano y más que seguro que nunca haría algo que le provocara ningún daño pero, también quería, y mucho, a Usagui-san y deseaba con toda su alma que fuera feliz. Ya lo sabía. Misaki los quería a los dos, entonces ¿Cuál era la diferencia? ¿Cómo podía dejar a ambos conformes y felices? Usagui-san y su hermano eran diferentes. A todo esto ¿Cómo quería Misaki a ese escritor pervertido? ¿Cómo un amigo? ¿Cómo a un hermano? ¿Cómo a la figura masculina que nii-san decía que le faltaba? Desde el inicio Usagui-san fue distinto a su hermano y a sus amigos, él siempre entró en una categoría especial ¿Cuál era esa categoría? Después de tantos años a su lado el castaño tenía que admitir que estaba acostumbrado a verlo todos los días, a que su presencia constantemente revoloteara a su alrededor, a que cada tanto lo sorprendiera con un capricho nuevo ¡por dios! estaba acostumbrado a las peleas, a que todas las noches lo abrazara mientras dormía.
    El chico se limpió las lágrimas con la manga del traje dispuesto a calmarse. Sollozó un poco hasta que su respiración se normalizó. Si quería resolver el problema por sí mismo tenía que pensar muy seriamente. Pensar en Usagui-san y en él. Tal y como lo hizo cuando tomó la decisión de contarle todo a Takahiro. Volvería a repasar todos los pensamientos y sentimientos que le provocaba el autor de cabellos plateados y ojos amatistas ¿Qué sabia sobre Usami Akihiko? Que era un novelista muy famoso, joven, exitoso, apuesto y rico; sabía que era heredero de una gran fortuna, futura cabeza de una de las familias más ricas, poderosas e influyentes de todo Japón. Llamado genio por algunos, reconocido como talentoso por todos; casi perfecto, quizás un poco excéntrico. Bien eso era información común a todos. Luego estaba la información que era exclusiva de un pequeño grupo de personas. El hombre era un verdadero y total desastre con todo lo que tuviera que ver con tareas del hogar o de la vida cotidiana, incluso la más pequeña de ellas resultaba una misión imposible para él. Misaki se permitió reír un poco. Que era una demonio cuando se despertaba en la mañana, que tenía complejo de dios todopoderoso, que era un desconsiderado incapaz de cumplir un simple plazo de entrega o dignarse a ir a una entrevista, que era un maniaco de osos y juguetes de toda clase, que era un pervertido, posesivo y celoso. Sonaba terrible, eso Misaki lo tenía bien asumido. Sobre Usagui-san sabia más que nadie, que era sensible y muy amable, que siempre tenía en cuenta sus deseos y opiniones. Usagui-san era el hombre que estuvo a su lado por cinco años, que vivía colmándolo de caricias y atenciones e insistía en comprarle regalos o hacer cualquier cosa con tal de verlo feliz. Usagui-san era el hombre que con palabras amables le hizo saber más de una vez que no estaba solo, que lo aconsejo, que lo guio. Usagui era la persona que más lo conocía y quien lo aceptaba tal y como era a pesar de ser tan poca cosa. Usagui-san era muchas cosas, tantas que no podía contarlas.
    Ahora, de nuevo, ¿qué sentía por Usagui-san? ¿Cómo un amigo y consejero? Si, hablaba con el escritor lo ayudó cada vez que Misaki lo necesito.
    Entonces se puede concluir que Usagui-san para él un amigo muy íntimo con el que contaba sin duda.
    Y más…
    Siguiendo con su largo razonamiento Misaki pensó en el hecho de que los dos pasaba mucho tiempo, la mayor parte del tiempo, juntos ¿le gustaba su compañía? El escritor lo hacía enojar al menos unas 10 veces al día con sus ataques pervertidos, haciendo un desorden de todo lo que él se esforzara por ordenar, o torturándolo con un capricho. No obstante, la presencia constante del novelista lo llenaba de calidez, el saber que aquel hombre lleno de defecto esperaba constantemente regreso, lo hacía sentir especial. Ese departamento era su refugio, su lugar de descanso al que Misaki siempre deseaba volver si Usagui-san estaba allí. Ese lujoso pent house eran tanto del peli- plata como de él, era suya era SU HOGAR.
    Usagui-san era también, el compañero de su vida.
    Resuelto que le gustaba la compañía del escritor con defectos y virtudes incluidas, Misaki ahora admitía que le existían otras cosas respecto de Usagui que le gustaban y mucho. Por ejemplo su sonrisa, existía toda una variedad de ellas. Desde la sutil que apenas se veía y que ponía cuando desayunaban juntos, hasta la más resplandeciente que solía aparecer inesperadamente, pasando a la que se presentaba justo después de que hicieran “eso” o cuando vivían un momento íntimo y feliz. Todas las conocía y le gustaban. La razón era que deseaba con toda su alma que fuera feliz y nunca más pensara que estaba solo como antes. Esa era la razón, también, por la que lo cuidaba constantemente, no estaba mal decir que Misaki se encargaba con gusto de, por nombrar solo algunas cosas, preparar sus comidas y asegurarse que las terminara, luchar codo a codo con Aikawa-san para que terminara su trabajo a tiempo así no tendría que quedarse sin dormir por días alimentándose miserablemente hasta colapsar. La verdadera y única razón por la que siempre se enojara y le gritara al novelista era su completa falta de cuidado hacia su persona, que llevara su cuerpo hasta el límite e incluso pusiera su salud y su vida en peligro asustaba al castaño. Lo cuidaba porque sabía que si no lo hacia él mismo colapsaría. Al final Usagui-san le importaba tanto que Misaki llegaba a preocuparse por todos los detalles de su vida.
    Usagui-san era preciado para él.
    Y… existían otro tipo de sensaciones y emociones que el afamado peli-plata provocaba en Misaki. No sabía cómo describirlas, nombrarlas o qué pensar de ellas. Cada vez que las manos de Usagui-san lo tocaban, cada vez que sus finos labios le recorrían el cuerpo dejando besos hasta en el último rincón. De solo pensar en ello sus mejillas ardían. Lo más vergonzoso de todo era que a Misaki le gustaban mucho esas sensaciones que nacían en él cada vez que Usagui y él juntaban sus cuerpos. Eran sanciones cálidas, gentiles, acogedoras y agónicas. Misaki llegaba a pensar en cada encuentro que no había nadie en todo el mundo que estuviera a tan cerca de Usagui como él y eso le gustaba. Hasta ahí Misaki era capaz de entender, pero no sabía por qué las caricias de Usagui se sentía diferentes a las de cualquier otra persona sin necesidad de preguntar. Misaki había recibido un beso de Haruhiko-san y otro de Ijuuin-sensei y, ni por lejos, se comparaban a los que recibía del novelista. Al principio creyó que fue porque en los dos lo forzaron pero no tardó en descubrir no era así ya que el hombre de profundos ojos amatista también lo beso por la fuerza y la sensación fue distinta. El castaño tampoco tenía ni la más mínima intención de dejarse besar por alguien más para averiguar, ni aunque fuera un hermosa mujer. Solo, en la oscuridad y el silencio de la habitación de la casa de nii-san Misaki admitió para sí mismo, y por primera vez que nunca sintió curiosidad por las mujeres, no al menos de la forma en que un hombre se supone debe sentir ¡Eso no era importante ahora!
    Desde un punto de vista simplista la conclusión apuntaba a que Usagui-san era un amigo muy importante con el que también le gustaba tener sexo ¡AHH! ¿No se llamaba a eso amigos con derechos? Sonaba horrible se lo mire por donde se lo mire. Espera, espera, espera… algo faltaba en la ecuación. Se supone que los amigos que llevan ese tipo de relación generalmente no dormían bajo el mismo techo, o si lo hacían no comparten cama, tampoco se quedaba mirando los ojos del otro después de ejecutar la parte de los derechos, no se quedaban dormidos abrazados, ni mucho menos se quedaban embobados con la sonrisa del otro, y además era libres de tener otras parejas sin quejas ni reproches.
    Los amigos con derechos jamás se dicen “te amo”
    Entonces si ahora sumaba todos los factores ellos solo lo llevaba a pensar que de verdad, definitiva e irremediablemente AMABA a su Usagui-san. Si a todas las cosa, sentimientos emociones positivas y negativas que se vinculaban con el autor de cabellos plata y ojos amatistas se le llamaba amor, entonces bien.
    “¡Ahg! ¡Soy el idiota más grande del mundo! ¿Apenas ahora me doy cuenta?” Misaki se aborreció a sí mismo, tenía ganas de abofetearse por haber perdido el tiempo con dudas. Cada paso que daba hacia adelante lo retrocedía después, las veces que se encontró entre la espada y la pared lo admitió, pero luego lo atribuía a un momento de debilidad, a su necesidad de no herir a nadie. Si hubiera sido más firme desde el principio, tal vez no estaría en este problema ahora. “Sentimientos a medias” ahora entendía el sentido de esas palabras. Todo el sobreesfuerzo mental que estaba poniendo en tratar de descifrar la diferencia de sus sentimientos por Usagui-san con respecto a los de los demás era solo una pérdida de energía y tiempo atascados por un tonto prejuicio. Misaki amaba a Usagui-san y si estar enamorado de él significaba que era homosexual… ¡entonces bien, era homo! Era la primera vez que lo admitía abiertamente y sin tapujos.
    El chico de cabellos castaños levantó la vista de entre sus rodillas y se quedó mirando la negrura de la habitación. Empezaba a sentir frio, lo que era raro porque la casa de nii-chan siempre estaba tibia. Todo ese tiempo había estado sintiendo una horrible opresión en el pecho, ahora caía en la cuenta a que era porque lo habían alejado del hombre que ocupaba sus pensamientos, su amado. Sin él… ¡se sentía tan solo! Y en su interior tenía mucho miedo de no poder verlo de nuevo, de que se olvidara de él. La sola idea de que Usagui-san le fuera arrebatado por otra persona dolía en la carne del castaño. Si eso pasaba un día él no sabría qué hacer. Misaki lucharía por quedarse a su lado, no solo como un deseo o una plegaria, estaba decidido. El problema era ¿Cómo enfrentaría a su hermano si estaba furioso?

    Takahiro seguía sentado en el mismo lugar en el que su esposa lo había dejado. La taza a la que seguía aferrado llevaba ya un buen rato vacía y fría. Todos los recuerdos que evocó involuntariamente, le pesaban en el pecho. Se sentía fatigado ¿Qué hacer? La pregunta le daba vueltas en la cabeza y era incapaz de hallar una respuesta. Cuando despertó esa mañana se sentía tan feliz: iría a la graduación de su hermanito, nunca esperó llevarse semejante sorpresa ese mismo día. Aunque para empezar como sentía con respecto a todo esto ¿triste? ¿Decepcionado? ¿Avergonzado? Una posibilidad terrible que no consideró antes se le cruzó por la cabeza y lo hizo pararse de un salto. De que tal vez Misaki estuviera siendo forzado, si ese era el caso no le importaría ensuciarse las manos con la sangre de Akihiko ¿por qué sacó a Misaki huyendo de allí? ¡A estas alturas se sentía incapaz de pensar en nada!
    Takahiro decidió hacer lo mismo que hacían en el pasado cuando se sentía abatido y sin poder ver la salida. Suspirando con fuerza dejó la taza en la mesa y caminó con cuidado para no despertar a nadie. Con idéntica sutileza abrió la puerta de la habitación de invitados. Su hermanito debía estar dormido y el encontraría un poco de paz para dar con una respuesta.
    -¿¡Misaki!?
    No estaba dormido, el castaño estaba como solo en una ocasión lo encontró, sentado en un rincón de la cama abrazando sus rodillas, con la cabeza entre los brazos. Cuando escuchó la vos desde la puerta los ojos verdes se clavaron en el mayor de los hermanos.
    -¿Nii-chan?
    -Creí que dormías- Takahiro encendió la luz y entró al cuarto sin ser invitado. Misaki refregó sus ojos porque la luz le molestaba después de pasar tanto tiempo a oscuras.
    -¿Qué haces aquí, nii-san?
    -¿Acaso no puedo venir a ver a mi hermano menor? – el azabache se sentó junto a su hermano en silencio. Mirándolo de cerca se dio cuenta de que su hermanito tenia las mejillas rojas, que en ellas todavía se notaba rastros de lágrimas, y de que su ojos verdes estaba hinchados ¿tanto le importaba? ¿Acaso había hecho mal en llevárselo con él?
    Los dos se quedaron callados mientras los minutos pasaban lentos y pesados, tratando de pensar en cómo encarar al otro.
    -Misaki…/Nii-chan- hablaron al mismo tiempo, Takahiro sonrió ligeramente.
    -No estoy molesto contigo, Misaki.
    -Ah…- murmuró el castaño- en-entonces ¿te siente avergonzado de mí? ¿Tú me odias ahora?
    -¡No!- Takahiro tomó a su hermano y lo sacudió por los hombros- definitivamente no es ninguna de las dos.
    -Ya…ya veo.
    Misaki apenas murmuraba y no enfrentaba los ojos de su hermano. A Takahiro se le hacía insoportable el verlo tan triste, si tuviera que usar una palabra para describirlo seria “apagado.”
    -Misaki, quiero que respondas algo muy importante y quiero que me digas la verdad ¿de acuerdo?- el castaño asintió serio- ¿Él te está forzando o amenazando?
    -¿Eh? ¡No! ¡Por supuesto que no, nii-chan! ¿Cómo puedes pesar eso? ¡Usagui-san es tu amigo!
    Takahiro desvió la vista a la puerta para que Misaki no notara lo que sus ojos reflejaban con la sola mención de… ese hombre. Contó hasta diez y un poco más antes de volver a encararlo. Volvió a resoplar.
    -Bien… ¿esto es importante para ti?
    -Emm…sí.
    -Siendo así ¿te parece si mañana temprano vamos a verlo? Escucharé lo que tengan que decir- Misaki giró la cabeza de golpe mirándolo directamente por primera vez-. No puedo decir que lo acepto ahora- advirtió- solo escucharé y hay muchas preguntas que quiero que me respondan- “especialmente ese tipo”-. Lo siento pero es todo lo que puedo prometer por el momento.
    -Si… gracias nii-san- su vos sonaba un poco más tranquila.
    -Bueno ahora a dormir, ya es muy tarde, no puedo creer que pase de media noche- el azabache se puso de pie dispuesto a irse fue entonces cuando notó algo- no puedes dormir vistiendo así- claro sería muy incómodo irse a la cama con un traje y pasaría frio si solo dormía en ropa interior, podría pescar un resfriado- Espera un poco te prestaré un pijama.
    -No, nii-chan yo…
    -Nada, nada, te prestaré uno y cuando te lo hayas puesto vendré a ver que estés en la cama.
    Más tarde después de ver lo lindo y gracioso que se veía Misaki con un pijama de él, se aseguró que se metiera entre las mantas.
    -Nii-chan ya estoy en la cama- dijo el castaño rojo de la vergüenza-. No necesitas quedarte a ver si me duermo.
    -Eso lo decidiré yo- replicó Takahiro y, siguiendo sus impulsos de hermano mayor dejó un beso en la frente del más pequeño-. Buenas noches, Misaki- dijo con dulzura antes de apagar la luz y cerrar la puerta tras de sí.
    Hay cosas que no cambian y otras que lo hacen a pesar de nuestros deseos. Misaki siempre seria pequeño, bajito y menudo; siempre seria su hermanito, aunque, tal vez ya no necesitaba cuidarlo tanto.

    -¿Ta…Takahiro?- no esperaba verlo en su puerta pero, ciertamente, era él.
    Apenas lo vio Akihiko recibió de lleno una mira repleta de furia por no decir odio. Estaba allí con un sencillo traje negro que usaba para trabajar y perfectamente peinado.
    Más grande y grata fue la sorpresa del escritor cuando detrás de su amigo apareció Misaki usando una sudadera que le quedaba encantadoramente grande, lo miraba con sus ojos verdes iluminados y al mismo tiempo con gesto de preocupación y ansiedad.
    -Misa…
    -¿Podemos pasar?
    Bien, por el tono autoritario de su vos Akihiko podía adivinar que no estaba en su casa para bendecir su relación con Misaki.
    -Claro- Akihiko se hizo a un lado y con un gesto de la mano los invitó a entrar. Cuando el hombre de pelo negro pasó a su lado, pudo jurar que sintió el instinto asesino reclamando su cabeza. Con Misaki fue diferente, se lo notaba nervioso, o más bien asustado, Akihiko le dedicó una mirada rápida y una sonrisa tenue para tranquilizarlo. Estaba feliz de verlo aunque no sabía cuándo tiempo duraría su felicidad.
    -Emm…yo haré algo de té- Misaki rompió el silencio y casi escapó a la cocina, dejando a los dos mayores solos.
    Usagui-san se veía terrible, estaba usando la misma ropa que en la ceremonia de graduación, tenía ojeras, lo más probable era que hubiera dormido en toda la noche y el moretón en su mejilla parecía doloroso. Más allá de eso, estaba bien en líneas generales aunque de seguro no hubiera tomando ni una taza de café como desayuno. A Misaki le hubiera gustado llamarle la noche anterior para avisarle que irían a hablar con él y tranquilizarlo pero no pudo porque dejo su celular en el pent house y no se atrevió a usar el teléfono de la casa de nii-chan en medio de la noche. En fin, ya estaban ahí, en parte estar de vuelta hizo que se relajara un poco. Su hermano había pedido el día en su trabajo para cumplir su promesa. Tenía una oportunidad y no la dejaría escapar.
    Akihiko y Takahiro se miraban en silencio como analizándose mutuamente. Por más que el peli-plata sentía el peso de las emociones negativas de su amigo no apartaría la mirada de los ojos oscuros, él se sentía orgulloso de su amor por Misaki y por lo tanto lo defendería con todas sus fuerzas.
    -Siéntate- indicó el escritor.
    Ambos se ubicaron en la sala, sentándose uno frente al otro. Los minutos que pasaron en lo Misaki se demoraba preparando el té parecieron eternos.
    -Takahiro yo…
    -Le agradecería que dejara de tratarme por mi nombre, por favor- cortó el azabache sin piedad.
    -Creí que éramos amigos.
    -Fuimos amigos. En lo que a mí respecta esa amistad terminó ayer, si estoy aquí es únicamente por Misaki, él es mi hermano y no importa qué eso nunca cambiará. En cuanto a usted, Usami-san perdió mi confianza y por lo tanto ya no se cuenta entre mis amigos.
    Llevaba las de perder.
    -Aquí está el té- habló bajito Misaki mientras ponía una taza humeante delante de cada uno y retenía una para sí.
    -Ven aquí Misaki- era una orden directa por lo que el castaño tomó asiento junto a su hermano. Le mandó una mirada de disculpa al peli-plata quien entendió a la perfección.
    Takahiro tomó varios sorbos de su taza y recordó respirar profundamente antes de romper el silencio expectante que parecía haberse instalado en el mundo entero.
    -Bien… lo primero que me gustaría saber es desde cuándo tienen esta…relación.
    -Este año se cumplen cinco años- respondió el escritor.
    -¿¡Cinco años!? ¿Cinco años? ¿Cómo es posible? Ese el tiempo que llevan viviendo juntos ¿Cuándo empezó para ser exactos?
    -Fue aproximadamente un mes después de que comenzamos a vivir juntos.
    -Un mes…- Takahiro apretó los puños tratando de contener su furia, se recordó que había prometido escuchar- . Entonces eso quiere decir que cuando “desinteresadamente” invitó Misaki a vivir a su casa, lo hizo solo con la intención de seducirlo.
    -No- la vos era la más seria que Misaki hubiera escuchado jamás de parte del peli-plata-. Lo hice para poder acercarme a él. Tenía la esperanza de que se enamorara de mí.
    -Y asumo que el inició todo esto fue usted ¿correcto?
    -Es así- confirmó el autor. Por más que solo actuó cuando Misaki dio indicios de estar interesado en él, Akihiko sabía que el castaño, siendo tan inocente como era, nunca hubiera relacionado sus sentimientos respecto de él y de su hermano con la palabra celos y menos con esos celos con la palabra amor.
    -No le creo- sentenció Takahiro- apenas se conocían y como su “relación” comenzó apenas un mes después de que estuvieran viviendo juntos solo puedo ver a Misaki siendo manipulado por alguien de mayor experiencia.
    -¡No! Usagui-san no hizo nada como manipularme- Misaki habló por primera vez aunque más bien gritó golpeando la taza con la mesa de la sala-. Lo siento no debí gritar. Pero es cierto nii-chan, además no es como si conociéramos desde solo un mes porque ya hacía más de seis meses de la tutoría.
    Takahiro miró a su hermano y después al hombre enfrente de él.
    -Sigue siendo poco tiempo.
    -Pero fue suficiente Takahi…Takahashi-san.
    -No lo entiendo. Fue poco tiempo para empezar una relación ¿Cómo fue que empezó?
    -Muchas relaciones comienzan por las personas solo para probar cómo se llevan juntas, si son o no compatibles. No fue nuestro caso. Para ser sincero yo estaba en uno de los peores momentos de mi vida. Me sentía devastado y entonces cuando no esperaba nada de nadie Misaki apareció, se identificó con mis sentimientos, lloró por mi dolor. Fue en ese instante que me enamoré de él y estaba seguro, como lo estoy ahora, que sería para toda la vida.
    Misaki no pudo hacer nada contra el sonrojo que apareció en sus mejillas al escuchar las sinceras palabras de Usagui-san, pero no dejó de notar que no mencionó el por qué estaba triste ese día, si el escritor prefería callar eso, él también guardaría el secreto.
    -No tiene sentido.
    -No necesita tenerlo- Akihiko habló lo más tranquilo que pudo-. Añadiré que mi relación con Misaki desde su nacimiento fue diferente a la tuve con cualquier otra persona jamás. Aun antes de que me interesara en él como hombre fue… ¿cómo decirlo? Más sincera. Desde las tutorías yo mismo me sorprendía cuando de repente notaba que me encontraba muy cómodo con su presencia, tranquilo o de la nada le sonreía sin darme cuenta. Me conoce, sabe que no es habitual en mí.
    -No estoy seguro de conocerlo en verdad.
    Misaki por su parte estaba atónito no creyó que él fuera especial para el escritor prácticamente desde que se conocieron. Toda una revelación inesperada. Por otro lado pensaba que la forma en la que se comportaba su hermano con Usagui era bastante cruel. Es decir, ni siquiera se disculpó con él por el golpe que le dio y decirle que ya no eran amigos fue lo peor, eso sin duda le dolió mucho al peli-plata.
    -Misaki- cuando la vos de su hermano lo llamó el castaño por poco saltó en su lugar- ¿Qué hay de ti? – vio como lo miraba con ternura en sus ojos oscuros-.Dime la verdad, no tengas miedo, yo te protegeré- le dijo con vos dulce.
    -Nii-chan no necesitas protegerme de nada.
    -¿Estás seguro?
    -Si…
    -Entonces…
    -Yo…yo no sé muy bien cuando empezó. Solo que poco a poco me di cuenta de que Usagui-san era importante para mí, luego que cuando se trataba de él tenía reacciones que no tenía con nadie más. Que lo que sentía por él Usagui-san era diferente a lo que siento por otras personas. Usagui-san es especial y preciado para mí- todo lo dijo sin mirar a ninguno de los hombres presentes mas totalmente seguro de sus palabras.
    Akihiko por un momento creyó estar soñando, si ellos no estuvieran caminado sobre la cuerda floja se lanzaría a abrazarlo, besar y morder esas mejillas que se veían tan rojas como unas dulces fresas o un par de manzanas maduras.
    -Es que no tiene sentido para mí.
    -No tiene por qué tenerlo.
    -¡Eso ya lo dijiste!
    -Nii-chan- la vos de Misaki y su mano sosteniendo su brazo frenó el ataque de furia de Takahiro.
    -Es que no lo entiendo, Misaki ¿Qué tienes tú en común con este hombre?- habló sin disimular el gesto de desdén de su mano.
    -“Este hombre” tiene nombre- Akihiko estaba cansándose de la actitud de su amigo. Si, amigo, en lo que a él se refería continuaría pensando en el azabache como un amigo. Sin embargo, tampoco toleraría semejante actitud, no era como si hubiera cometido un crimen.
    -Lo siento- habló apretando la mandíbula y remarcando cada silaba, era evidente que no lo sentía en absoluto-. Es en serio Misaki, no creo que tú y…Usami-san tengan un solo punto en común ¿o me equivoco?
    -Pues no- admitió el castaño.
    -No es necesario. Los puntos en común se sobrevaloran en una relación de pareja, muchas, sin embargo, no coinciden en nada; no implica que o se amen.
    -Una relación así está destinada al fracaso.
    -¡No, no lo está! Nosotros nos hemos mantenido por cinco año y por mi parte mis sentimientos no han hecho más que crecer ¿Takahashi-san cuantos gustos tiene en común con su esposa?
    -Cinco años es muy poco tiempo.
    -¿Es así? ¿Cuántos años lleva casado?
    -No hable de mi familia.
    -No evada las preguntas que le convengan.
    Takahiro calló, tratando de tragarse la ira que lo consumía. El impulso de golpearlo y salir de esa cas para siempre lo estaba dominado.
    -No trate de poner sus culpas en mí, Usami-san. No fui yo quien cometió un error y tengo que decir que, aunque también llevo casado cinco años mi esposa y yo nos conocimos mucho antes y además tenemos varios puntos en común, por ejemplo no nos llevamos 10 años de edad ¿Qué tiene que decir a eso Usami-san?
    Fue el turno del escritor de callar, Takahiro era inteligente y sabia donde atacar.
    -Eso no es justo nii-chan- el azabache volteó como si hubiera recibido una bofetada, porque no esperaba que su hermanito fuera el que se le opusiera-. No se puede hacer nada con la edad, es algo que simplemente pasó, que Usagui-san naciera 10 años antes que yo, no se puede cambiar.
    -Es por eso mismo Misaki- explicó Takahiro- las personas que tienen una edad cercana comparten intereses, por ejemplo, hay lugares a los que les gusta ir juntos y en los que los dos se sienten cómodos. En cambio en su caso no es así ¿a dónde pueden ir?
    -Misaki y yo hemos ido a muchos sitios como el acuario, la noria o el Parque Kuma
    -Seguramente fu aburrido para usted.
    -No, fue divertido porque estaba con Misaki. Yo nunca había ido a lugares como esos y gracias a él tuve esa experiencia.
    -Solo algunas salidas para que usted pueda experimentar el estilo de vida de un ciudadano común no cuentan. Visto desde un punto de vista común ¿dos hombres pueden realmente tener una cita? Estoy seguro que siempre tienen que andar con cuidado de ser descubiertos. Usami-san es una figura reconocida si el hecho de que sale con un chico diez años menor es revelado tendría grandes problemas. Pero eso no sería lo importante. Misaki estaría justo en el ojo de la tormenta.
    -Yo protegeré a Misaki.
    -¡Qué respuesta tan mediocre! No puedo estar satisfecho con una promesa tan vaga.
    -En ese caso- habló Akihiko- ¿Qué te parece esto? Yo cambiaré el pensamiento retrógrado, anticuado, cerrado e intolerante de este país por Misaki- entonces hizo una pausa y se giró para mirar directamente los ojos verdes de su amante- aunque para lograrlo necesitaré tu ayuda ¿me darías tu fuerza?
    Conmovido y sorprendido Misaki se sonrojó mucho y se quedó mirando el rostro pálido que esperaba por él. No era nada justo, era la primera vez que lo miraba así en el día y lo sorprendió con la guardia baja. Usagui-san le daba una mirada sincera y profunda. Sin poder hacer otra cosa asintió al pedido del hombre. Si Usagui-san necesitaba su ayuda él se daría por más que no supiera en qué podía ayudar.
    Akihiko encontró un poco de paz en la clara mirada. Se dio el lujo de contemplarla un poco más tratando de captar cada detalle de la expresión ingenua casi infantil. Sintió que su corazón se aceleró y se estremeció con su sonrojo. Se llenó de fuerza cuando asintió a su pedido como un niño. Solo lo necesitaba su lado.
    -La ayuda de Misaki ¿eh?- Takahiro aún estaba lejos de sentirse convencido. Miró a la pareja que seguía en silencio. Ellos estaban absortos en su mundo se veían a los ojos. La mirada de su antiguo amigo daba la impresión de ser sincera. La realidad es dura y no tiene piedad de nadie, sin embargo-. Aunque diga eso no veo cómo su relación podría funcionar. Existen demasiadas diferencias. La educación y el ambiente en el que se criaron son muy diferentes. Dos personas que tienen semejante distancia una de la otra no pueden mantenerse juntas.
    - En la época en que fuimos amigos mi origen no era un problema para usted. O al menos eso fue lo que me aseguró si mal no recuerdo ¿está diciendo que nuestra amistad no fue sincera?
    -¡Es el menos indicado para reclamar algo!- hasta el propio Takahiro reconocía que esa mañana tenia tendencia a gritar más que nunca. No obstante, no podía controlarse, su enojo no disminuía ni un poco- ¿Quién de los dos ocultó quien era realmente desde el principio?
    Akihiko fue incapaz de rebatir.
    -Además, una simple amistad es diferente al tipo de relación que ustedes pretende tener, de… de…
    -¿Novio?
    El silencio que cayó en la sala fue abrupto cuando la vos tímida pero firme de Misaki pronunció sin tapujo la palabra tabú. Los dos mayores lo miraron con sorpresa pura pintada en sus rostros. Él, la personita que tanto uno como otro veían como un niño.
    -Misaki…- pronunció débilmente el escritor. Ese era SU Misaki la persona que constantemente lo sorprendía de la mejor manera, haciéndolo feliz.
    El líder de la familia Takahashi, por otro lado no dijo nada al respecto. Él, quien creía conocer mejor de nadie a su hermanito, no sabía que podía ser tan valiente. A pesar de todo se mantuvo firme, era por su propio bien.
    -Bien, digamos que se puede pasar por alto el hecho de que no tengan nada en común, todavía hay muchas cosas que resolver- Takahiro sabía que estaba evadiendo el punto principal pero no se sentía listo para enfrentarlo-. Por ejemplo esta casa es la residencia de Usami-san, no consiento que Misaki se quede aquí como si nada. Lo siento Misaki, pero no es bueno para ti. Perderías el sentido de la realidad. Todo adulto necesita ser consciente de lo que puede y no puede hacer. Viviendo en un lugar tan lujoso gratuita y fácilmente nunca lo sabrás. Repito que no permitiré que permanezcas aquí como un arrimado, no creo que tu sueldo alcance para pagar una renta y yo no te apoyaré económicamente en esto.
    -Nii-chan yo colaboro con los gastos no soy…
    -No tiene que preocuparse por una renta o nada parecido Takahashi-san. Misaki tiene los mismos derechos que yo sobre esta casa.
    -¿De qué habla?
    -Misaki es dueño de la mitad legalmente.
    -¿La mitad?
    -Se la di como regalo.
    Takahiro tardó unos cinco segundos procesar lo dicho. Cuando lo hizo sus ojos se dilataron por la sorpresa y sus cejas formaron una “V”
    -¿¡Misaki te atreviste a aceptar!?
    -Yo…yo…- ¿Cómo decirle a que ese regalo había sido casi una propuesta de matrimonio para él? ¿Cómo decirle que negarse habría herido profundamente los sentimientos de escritor? ¿Cómo decirle que la sinceridad de ese regalo conmovió y quiso desde el fondo de su corazón aceptarlo? su hermano estaba realmente furioso.
    -¿Acaso no hizo usted lo mismo cuando se casó con Manami-san?
    -¡Ya te dije que no hables de mi familia!- golpeó la mesa con fuerza.
    -¿Acaso no conoce la personalidad de su hermano?- Akihiko hablo con calma, conteniéndose, y el dedicó a su amigo un gélida mirada que el azabache no había conocido jamás-. Misaki sabe lo enamorado que estoy de él. Sabe que nunca le negaría nada que me pidiera. Si él fuera la clase de persona que su enojo sugiere, desvergonzada e interesada por el dinero, a estas alturas no solo tendría la mitad de este departamento, sino que sería dueño de todo, además de cualquier cosa que quisiera, autos, joyas, ropa de marca, un castillo, una isla, lo que fuera- hizo una pausa asumiendo que el silencio del hombre de anteojos le daba la razón-. Si lo hace sentir más cómodo estoy dispuesto a mudarme a un apartamento sencillo, con Misaki, claro, que paguemos entre los dos por partes iguales.
    -¿Quién soy yo para pedirlo?- acepto Takahiro resignado, y apenado por enojarse con su pequeño hermano injustamente.
    Misaki cerró la boca contemplando con asombro el pálido rostro del hombre sentado frente a él parpadeando rápidamente. Estaba espantado y feliz por partes iguales ¿de verdad Usagui-san estaba dispuesto a mudarse? ¿Dejaría todos sus osos, trenes y juguetes? ¿¡El marimo!? ¿Dejaría sus anguilas? ¿Todos los adornos de su cuarto, sus libros, las cosas que le gustaban?... ¿por él?
    Tocado en lo más íntimo de su corazón y de su alma Misaki experimentó lo que se siente que tus sentimientos crezcan inesperadamente y el anhelo de retribuir aquello que tu ser amado entrega desinteresadamente.
    -¿Por qué te ves tan sorprendido?- Akihiko no pudo contener su risa- haría mucho más que eso por ti.
    -Acepto que eso resuelve el tema de la vivienda- Takahiro suspiró ya cansado, molesto y algo nervioso, sin embargo seguiría hasta el final- pero todavía quedan puntos que atender-. Como dije está el asunto de la crianza. No quiero decir que una sea mejor que otra pero la forma en la que una persona se educa determine quién es. Lo que estoy tratando de decir es que, no importa lo mucho que lo intenten ustedes dos no son compatibles.
    -Creí que ya habíamos aclarado ese punto.
    -No, acordamos que se puede tener gustos diferentes. Yo hablo de costumbres, hábitos, cosas a lo que uno está acostumbrado.
    -¿No es lo mismo nii-chan?
    -No Misaki, hablo de…- buscó la manera de decirlo claro- estilo de vida. Sé muy bien, y por experiencia, que Usami-san es excéntrico y un poco capricho, algo inmaduro. Apuesto a que te ha arrastrado varias situaciones extraño ¿no es así?
    Fue el turno del escritor de cerrar la boca. No necesitaba que le dijeran que la gente normal lo clasificaba de “excéntrico” cuando querían ser educados, claro, y aunque le hubiera gustado responder a Misaki estaba gusto con su forma de ser y que cumplía sus caprichos por su voluntad, no estaba seguro de que fuera el caso. No era a él a quien le tocaba hablar.
    -Veo que es cierto- Takahiro palmeó la cabeza de su hermanito con dulzura para consolarlo- debe ser muy difícil para ti estar al pendiente de sus exigencias extrañas.
    Misaki sabía que tenía que hablar, solo que no era tan fácil. No solo porque le resultaba vergonzoso sino porque hacerlo revelaría lo que se suponía debía ser un secreto hasta el fin de los tiempos, justo delante de la persona que no debía enterarse. Si decía que él se divertía siempre y cuando Usagui-san estuviera a su lado ¡Quién sabe lo que vendría después! El silencio seguía en espera de una respuesta de su parte, y si no la daba nii-chan lo tomaría como una confesión de que el escritor lo obligaba a todo.
    -Es cierto nii-chan- empezó y al escritor estuvo a punto de rompérsele el corazón- Usagui-san puede ser un poco extraño, él es diferente al resto de las personas, es especial.
    -Lo sé.
    -¡Pero! Con todo y sus cosas Usagui-san es Usagui-san. No es malo es muy amable ¡y yo no pienso en él como en una carga!
    -Repito que son muy diferentes. No puedo ver a Misaki yendo a sitios como restaurantes elegantes o siendo presentados a personas del círculo social de Usami-san como un empresario o personas importantes.
    -Yo ya fui a cosas como fiestas y restaurantes nii-chan- aclaró un poco tímido.
    -Además ¿no lo recuerda? Misaki ya conoce y tiene trato con, como usted las llama, “personas importantes”, por ejemplo el mangaka y el empresario que fueron a su graduación- nunca pensó que en la vida usaría la existencia de esos dos a su favor pero así era-. No tiene nada de malo ni extraordinario. Como editor necesita estar en contacto con gente de negocios ¿Qué pasaría si no pudiera manejar una situación como una simple charla con un ejecutivo?
    -Acepto que es necesario para su carrera. En cuanto a lo otro tengo mis dudas. Misaki dijiste que asististe a fiestas y restaurantes. Quiero que me digas cómo te sentiste y sé sincero
    -Bue-bueno yo…
    -¿Lo ves? Claramente Misaki no encaja en el mundo de Usami-san y viceversa. Siendo así no creo lo suyo funcione.
    -No es como si yo lo odiara- se apresuró Misaki antes que su hermano concluyera algo no era-. No asumas que sabes mi respuesta por favor, nii-chan. Si es cierto que la primar vez me sentí muy incómodo pero poco a poco fui acostumbrándome y Usagui-san siempre estuvo ahí para mí y trató de hacerme sentir mejor.
    -Y tengo que decirle que se equivoca en un punto vital, Takahashi-san. Misaki encaja en mi mundo ¡porque él es mi mundo!
    Las palabras de su hermano de quien jamás esperó semejante contestación y las del hombre sentado frente a él impactaron a Takahiro. En ese momento estaba viendo a Usami Akihiko-sensei un hombre imponente con aire de nobleza que se sostenía en una fuerte determinación. Akihiko defendería lo que le era preciado. La expresión seria al decir esas palabras el espíritu de lucha en sus ojos. Tuvo que admitirlo; el amor que decía tener por su hermano era autentico. Misaki a su lado era distinto y similar a la vez, él conocía su personalidad y sabía no iría tan lejos como para defenderlo por un simple capricho.
    ¡Si tan solo el amor fuera suficiente! El mundo real era cruel. Takahiro hizo acopio de sus fuerzas. Era hora de afrontar el punto más complicado de todos.
    -Digamos que acepto lo que dicen, sin embargo no podemos dejar pasar el hecho de los dos son hombres. Lo siento pero eso no es normal.
    Misaki no dijo nada y bajó al cabeza, si para él fue difícil aceptarse cómo era y apenas la noche anterior se decidió a hacerle frente a la situación todavía no sabía cómo defenderse de ese tipo de acusaciones como las que su hermano hacia y que, eran inevitables.
    -¿No es normal, eh? Lo “normal” es discutible ¿es normal para las personas amar? Yo más bien diría que es extraordinario cuando el sentimiento es real ¿Cuántas relaciones terminan en desastre? Si la razón principal para su rechazo es que los dos somos hombres tengo que decir que lo encuentro ridículo.
    -Existen cosas que no se pueden disimular con palabras bonitas y el hecho de que sean hombres los limita quieran o no, es algo con lo que no se puede luchar, por ejemplo no van a poder formalizar su relación nunca y jamás tendrán hijos.
    -El que seamos hombres no algo con lo que se tenga que luchar. Por otro lado créame cuando digo que si fuera posible le habría propuesto matrimonia a Misaki desde hace tiempo. En cuanto a lo otro…
    -Soy joven para tener hijo, nii-chan- se adelantó Misaki- apenas voy a empezar a trabajar y no podría…
    -Claro Misaki pero en un futuro no muy lejano puedes desear tener una familia y cuando ese momento llegue te arrepentirás de una decisión tomada a la ligera. Es seguro que saldrás herido.
    Takahiro había atacado el punto más débil de Akihiko, aquello contra lo cual no poseía argumentos.
    -Yo…- el castaño empezó dubitativo con la declaración que podía cambiar su vida- no sé qué va a pasar en el futuro, nii-chan. Solo puedo decirte que pase lo que pase no me arrepentiré porque quiero estar al lado de Usagui-san. No es una decisión a la ligera, lo pensé por mucho tiempo. De alguna forma me acostumbre a estar con él y no quiero que eso cambie. Sé no es lo que nuestros padres hubieran querido y también sé que no es lo que tú querías para mí pero, a pesar de todo es lo que yo quiero.
    -¿Y qué pasará cuando quieras una familia?
    -Ya tengo una familia- aclaró el muchacho casi sin poder estar diciendo todo ese y llegando al límite de su resistencia, después se desmayaría todo lo que quisiera ahora debía terminar- están nee-chan y Mahiro, te tengo a ti.
    -Pero…
    -Además no necesito desear una familia propia, Usagui-san es mi familia. Igual que nuestros padres antes de que naciéramos eran una familia así somos Usagui-san y yo.
    Takahiro miró al castaño preguntándose en qué momento había crecido tanto; si apenas ayer lo sostuvo en brazos por primera vez junto a su madre ¿no fue hacia un día que lo perseguía para que jugaran? ¿Cuánto tiempo pasó desde que lloraron juntos en su habitación? Verlo graduarse no fue suficiente, ahora que le hablaba con madures y firmeza se daba cuenta del peso del paso del tiempo.
    Si, era cierto, una relación amorosa con un hombre 10 años mayor que él, de otro nivel social y con una posición muy distinta a la de Misaki de seguro no estaba en los planes de sus padres, ni tampoco en los suyos ¿Qué dirían sus difuntos padres ante las palabras de Misaki? solo podía suponerlo. Lo que si sabía era que ellos deseaban que su hijo fuera feliz, que tomara sus propia decisiones como un adulto, un hombre de bien. Él que estaba ahí en lugar de sus padres en respetaría eso.
    -¿Es lo que en verdad quieres?
    -Sí.
    Akihiko solo pudo encontrar una palabra para describir el sentimiento que le inundaba el pecho. Las dulces palabras del chico que podía decir que adoraba con todo su ser le dieron lo que jamás tuvo y deseó desde su infancia. Esa palabras sencillas pero firmes que lo enamoraban más y más ¿Cuánta más felicidad pensaba darle? Miró a los hermanos que parecían conversar en silencio. Se ocultó detrás de los cabellos plata ¿Llorar de alegría? ¿Llorar por sentirse completo? No tenía idea que fuera posible experimentar sentimientos tan fuertes, pero estaba satisfecho de que las lágrimas amenazaran con salir.
    Takahiro volvió a suspirar, sintiendo que por fin liberaba la tensión que lo aquejaba desde el día anterior. Sus hombros se relajaron.
    -Solo tengo una pregunta más ¿Por qué no me lo dijeron antes?
    -No era tan fácil de hacer- empezó el autor, agradeciendo que su vos no temblara- como dijo antes muchas personas no ven una relación amorosa entre dos hombres como algo normal. No falta quienes llegan a sentirse con derecho de no solo descalificar los sentimientos de otros e incluso buscan encontrar algo inmoral en ellos o bien los ven como un delito que debe ser castigado. No pretendía pasar por sobre usted, Takahashi-san, de mi parte era solo evitar el peligro de que decidiera separarnos.
    -Yo…tenía miedo de que te molestaras conmigo.
    -Bien- aclaró el hombre azabache- en realidad si Misaki quiere seguir adelante yo no puedo oponerme. Solo pretendía asegurarme que él esté bien y feliz. No puedo decir que estoy de acuerdo pero diré que respeto su decisión. Ahora veo que de verdad se aman. No haré nada en contra y, en caso de se presenten problemas, estaré de su lado.
    -¡Gracias nii-chan!
    El hermano mayor sonrió con dulzura al menor.
    -Misaki, te quiero- dijo- y como nuestros padres deseo más que nada que seas feliz. Si hay algún problema o algo que quieras no dudes en decírmelo, siempre estaré para ti no importa qué- se volteó a mirar al autor con severidad-. En cuanto usted Usami-san, espero que sepa que estoy dejando en sus manos algo realmente valioso para mí. Si Misaki sufre o es herido de alguna manera me encargaré de que se arrepienta.
    -Sabré cuidarlo.
    -Y me gustaría agregar que, como dije antes, perdió mi confianza, sin embargo, por el bien de mi hermano le estoy dando la oportunidad de volver a ganarla, aunque le costará mucho más que antes.
    -Aprovecharé la oportunidad.
    Takahiro se puso de pie dado así por terminada la conversación y los otros dos lo imitaron.
    -Yo me retiro por ahora. Misaki imagino que te quedas.
    -Sí.
    Los dueños de casa acompañaron al azabache a la puerta. Allí el hermano mayor dio un largo abrazo a su hermanito y le besó la frente
    -Estaré llamando seguido- le advirtió al castaño- también vendré a visitarte y tú asegúrate de pasar por mi casa siempre que tengas tiempo en el trabajo.
    Misaki asintió y Takahiro le dirigió una última mirada de advertencia a Usami antes de irse y un poco más tranquilo se marchó.
     
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  6. Tomoya-sama
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    Hola gracias por la actualización si te tardaste un poco pero sabia que no podías dejar sin continuación esta magnifica historia. Que bueno que Takahiro haya respetado la desicion de Misaki. Este capitulo si me sacó unas cuantas lágrimas y mas por la ultima actualización del manga. Que hermosas declaraciones de parte de Usagi y Misaki los amo Que triste que el próximo capítulo sea el último pero bueno lo esperare para llorar mas XD. No enserio gracias por el tiempo que le dedicas a esta historia. <3
     
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  7. aniyasha
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    ni hao.- soy muy mala con los conmentarios, pero déjame decirte que lo he leído muchsisisisisimas veces y hoy me decidi a comentar, me encanto, eres genial. fantástica tu imaginación y creatividad es algo para sorprenderse, me gusta que sea muy pero muy largo, me encantaría leerte siempre. tu trabajo es genial , me encantaría poder platicar contigo y preguntarte ¿Cómo puedes crear algo tan divino? , ¿Qué piensas cuando estas enfrente de la computadora?, ¿sabes de todo lo que eres capaz de transmitir con esta historia?, me has hecho reir, llorar, suspirar y enamorarme mas y mas de ellos. gracias por compartir tu gran trabajo.
     
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    Yaoizando
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    ¡Muy Buenas Noches! Finalmente estoy aquí con el ultimo capitulo de mi pequeña historia. Soy conciente de que tarde mucho, por lo que me disculpo, supongo que una parte de mí se negaba a terminar.
    Quiero agradecer muy sinceramente a todas aquellas personas que se tomaron la molestia de leer hasta este punto y con especial cariño y gratitud a aquellas que además me regalaron un dulce comentario.
    Disfruté mucho escribiendo sobre Usagui y Misaki, son personajes que siempre amaré, a pesar de que el ultimo capitulo de Junjou Romantica me resultó un poco tibio en comparacion con el inicio de la historia, no sé lo que pensarán los demas pero senti que sensei habia perdido el impulso. Pero como dijel los amaré no importa qué.
    Pasando a lo que tiene que ver mi humilde finc debo confesar que no esperaba llegar tan lejos y que en parte es fruto de mi ansiedad por un final. Cuando empezé a escribir, o antes que eso me propuse crear algo que se sintiera lo más posible como la historia original y por eso leí el manga muchas veces, miré el anime comparándolos entre sí, estudié cada frase y cada gesto de los personajes. Fue pretencioso y arrogante de mi parte, lo admito, pero como dije mi personalidad pretenciosa necesitaba un final. Ahora que llegué a donde queria cuando inicié me encuentro sin querer terminar afortundamene el manga todavia tiene para mucho.
    Ahora ¿qué haré? tengo pendiente un duelo con Aniyasha en el que apenas estoy trazando las primeras lineas. despues de eso no sé, recientemente mi tiempo libre se redujo casi a cero por lo que estaré mas bien ausente, anque entraré al sitio para leer mucho más de las maravillosas historia que se publican
    Les dejo el capítulo antes de que me ponga a llorar en el que, por cierto, no habrá lagrimas aparte de las mias.

    Un abrazo y mis mejores deseos

    Gaia


    Tú y yo… nosotros.

    Misaki vio la figura de su hermano alejarse por el corredor mientras él lo saludaba con la mano. Trataba de asimilar todo. Para ser sinceros, su sobrecargada cabecita no alcanzaba procesar ni la mitad de lo que acaba de pasar. Takahiro por fin entró al elevador y desde ahí le dedicó un saludo agitando su mano e inclinando la cabeza. Le estaba sonriendo.
    -¡Misaki!-De la nada los brazos de su amante lo tomaron por la espalda apretándolo con fuerza. El aliento del peli-plata le hacía cosquillas en el cuello.
    Akihiko forzó su resistencia hasta que las puertas del ascensor se cerraran por completo, entonces se precipitó a su amante aprisionándolo junto a él ¡Dios su ausencia le había dolido! Recostó su cabeza en el hombro del más bajo y se dedicó a inhalar el aroma del cabello castaño. Se quedó ahí sin decir nada, sintiéndolo. Su Misaki respetó su silencio. Después de un rato tenerlo abrazado no fue suficiente, necesitaba confirmar que estaba ahí, que no era un sueño.
    Tomando suavemente por los hombros puso a Misaki de frente a él. Acarició sus mejillas y acunado dulcemente su rostro hizo que lo mirara. Akihiko se dedicó a estudiarlo con detalle: su cabello, su nariz, sus deliciosos labios ligeramente abiertos, sus inmensos ojos esmeraldas que brillaba mucho y eran más hermosos que ninguno otros en todo el mundo; él su Misaki, su amado ahora lo miraba como hipnotizado. El escritor simplemente no quiso resistirse a la belleza de sus mejillas coloreándose de rojo ante su penetrante mirada. Lentamente se acercó a él, respiró su aliento y al fin sus labios se unieron en un beso suave y gentil. Con delicadeza, sin prisas, sin otro objetivo que sentirlo, Akihiko fue bebiendo del dulce néctar del castaño y Misaki le respondió en igual tono, sin exigirle nada más de lo que daba, entregando su ternura y su calidez.
    De pronto las emociones del escritor se desataron los temores y el dolor de la pasada noche lo asaltaron. Desesperado ante la idea de que de la nada su niño desapareciera intentó devorarlo. Lo besó hasta el límite de sus pulmones y aun así no era suficiente.
    Misaki inhaló de golpe cuando Usagui-san decidió soltarlo. No se quejó, sabía lo difícil que fue para escritor y en él todavía dolía el haber estado lejos esa larga noche.
    Akihiko volvió a perderse en los ojos verdes. Estaba ahí, con él, a su lado.
    -Sentí que te perdía.
    Akihiko volvió a abrazarlo con fuerza escondiéndose en su cuello. Misaki lo rodeó gentil y cariñosamente con sus brazos. Ahí refugiado en los brazos de su amante Akihiko liberó su angustia. Sus lágrimas se derramaron delante de la única persona que las conocía. Misaki acariciaba su espalda, y él agradeció el consuelo dejado su dolor fluir, entregándole su llanto a él. Él sabría guardarlas y solo él podía secarlas con un simple gesto, él a quien amaba y lo amaba. A eso se le llama ser bendecido. Ya no tendría que enmascarar su tristeza, Misaki estaba a su lado para arrebatarlo de la soledad.
    Misaki sobaba la ancha espalda del hombre que lo sostenía en sus brazos. Sabía que lloraba, en su hombro se sentía cálido y húmedo. Sus ojos también se humedecieron, quería que parara, mas no le pediría que se detuviera. Usagui-san había estado muy triste y le haría bien desahogarse. Pronto volvería a ser el niño mimado, pervertido de siempre. Podía entenderlo sabía que fue difícil. El cuerpo del escritor se sacudía en leves sollozos. No iba a negarlo, Misaki también se sintió triste, también tuvo mucho miedo y el que Usagui-san sufriera lo hacía peor. Las lágrimas cayeron caudalosas de los ojos verdes y apretó el cuerpo de su amante fuerte contra el suyo.
    Juntos, abrazados en entrada de su hogar los dos lloraron lágrimas liberadoras que limpiaron sus almas.
    A Akihiko no le importó que el tiempo pasara y ellos siguieran ahí sin hacer ni decir nada. Poco a poco fue calmándose y se sintió lo suficientemente bien y seguro como para soltar a Misaki. Cuando se separaron no le sorprendió ver que su niño también lloraba. Le sonrió con dulzura y con los pulgares secó las mejillas sonrojadas.
    -Ya no más tristeza- le dijo-ahora todo estará bien.
    Misaki asintió enérgico y con sus dedos borró los restos del llanto del mayor.
    -Usagui-san… ya es tarde- dijo repentinamente asaltado por el hambre- apuesto que no cenaste anoche ¿cierto?
    -Cierto.
    El castaño se soltó que comenzó a caminar a la cocina algo molesto porque su predicción fue acertada.
    -Tampoco desayunaste ni siquiera un café.
    -Correcto.
    El castaño estaba a punto de soltar un merecido regaño cuando una mano grande y fría atrapó la suya entrelazando los dedos entre sí. Sorprendido se detuvo se encontró con la mirada cautivada y cautivadora de Akihiko.
    -¿Usagui-san?
    El escritor no habló con palabra solo acortó la distancia entre ellos. Por extraño que sonara el contacto de sus manos y la cercanía de su cuerpo con el del mayor empezaba a calentar el cuerpo del más joven.
    -Misaki…
    -¿No…no tienes hambre?- era una pregunta tonta y hasta él se daba cuenta.
    -Antes que comer hay algo mucho más importante que quiero hacer.
    Usagui-san estaba susurrando y su vos era profunda, ronca y masculina. El castaño fue guiado gentilmente a la sala. Los dos de pie junto al sofá de color rosa, bañados por a la luz del día que entraba a través del ventanal de su casa.
    -¿Qué quieres en la sala?
    El escritor siguió en silencio y uno de sus fuertes brazos rodeó la cintura del pequeño atrayendo su cuerpo. Su mirada enamorada, y su sonrisa tenue delataron fácilmente sus intenciones. La necesidad más urgente que Akihiko debía saciar no era precisamente el hambre. Antes que el desayuno Akihiko deseaba, debía devorar algo mucho más delicioso.
    El escritor llevó sus labios al lago y delicado cuello ¡Ah! el primer contacto y su cuerpo ya reaccionaba. No se detuvo en un beso ligero, fue trepando por el cuello tocando con más intensidad hasta enrojecer la piel con una sutil mordida.
    -Usagui-san…
    Al parecer no era el único que anhelaba contacto. Misaki tembló en sus brazos. Akihiko se detuvo a llenarse los pulmones de la embriagadora fragancia de su amado.
    -Repítelo- susurró en su oído.
    -¿Eh? ¿Qué?- Misaki no entendía de qué hablaba sus Usagui solo sabía que su aliento húmedo le quemaba la piel.
    -Todo lo que dijiste antes. Que me quieres como soy, que quieres estar conmigo, que yo soy tu familia. Misaki repite todas esas cosas maravillosa para mí, por favor.
    -¡Como si fuera a hacerlo!- lo dijo una vez y eso fue suficiente.
    -Vamos, tú puedes- insistió el peli-plata un poco divertido pues, a pesar de todo Misaki seguía siendo Misaki. Era adorable.
    -No, y ya deja de hablar en mi oído. Me da escalofríos- empujó sin mucha fuerza el pecho de Usagui- ¡Además tú también dijiste cosas realmente vergonzosas!
    El escritor aceptó separase del tibio cuerpo solo para tener mejor vista de la futura reacción.
    -Y puedo repetirlas todas sin problemas- cambió su tono de vos a uno más íntimo-. Cambiaré este país por ti, te protegeré siempre, tú eres mi mundo. Te amo.
    Justo lo que quería pasó frente a sus ojos, el sonrojo que, desde que se besaron en la entrada no abandonaba las lindas mejillas se tornó en un carmesí intenso que solo existía para él. Sin embargo, aquella mañana el escritor percibió algo diferente. Mirando en lo recóndito de los ojos verdes Akihiko tuvo la certeza de que Misaki por fin entendía la profundidad de sus palabras ¿Qué tan hondo en su corazón pretendía enterrarse ese chico?
    Ciertamente el autor leía bien a su amante. Misaki aún ya sabiendo que Usagui solía repetir esa clase de frase no se acostumbraba a ellas. Usagui-san siempre hablaba con palabras complicadas muchas veces no comprendía del todo lo que traba de decir pero esta vez sí. Sus palabras eran tan francas que le resultó devastador escucharlas. Su corazón se aceleró. De la nada el castaño sintió unas inmensas ganas de abrazar al hombre que tenía delante. No, no, no, no, no podía estar concibiendo esos pensamientos. Desvió la vista al sofá para evitar caer bajo el hechizo amatista.
    Akihiko, que esperaba pacientemente, a que su pequeño le hablara no dejó de percibir que se ponía nervioso y que evitaba el contacto visual ¿acaso…? aprovechando la ventaja que le daba acercó sus manos a la oreja para hablarle en secreto.
    -Misaki ¿te dije alguna vez lo mucho que me excitas?- el castaño saltó en su lugar de la sorpresa y por si fuera poco el autor continuó- Voy a hacerte el amo aquí y ahora.
    Mordió su oreja y vertió en ella dulces palabras, solo para derretirlo y lograr que cediera atacó tempranamente un punto que él adoraba ¡Oh, qué sorpresa! Eso no se lo esperaba. El miembro que palpaba por encima de la ropa del castaño ya estaba, al igual que el suyo, ligeramente endurecido. Los tocó a ambos a la vez, sintiendo que se conectaban.
    -Usagui-san…no.
    Misaki volteó bruscamente hacia el autor que tan desvergonzadamente manoseaba su intimida pero para su desgracia de manera inconsciente sus ojos le mostraron todo lo que Akihiko estaba haciendo.
    -Es imposible parar ahora- le advirtió.
    Lo único que el castaño consideraba imposible era que Usagui-san le hablara con esa vos tan excitada cuando apenas se besaron y compartieron unas cuantas caricias. En realidad era no era quién para criticar ¿de verdad ya estaba así? Bu-bueno no se lo podía culpar ¿no? La noche anterior en la casa de nii-chan se sintió muy frio y solitario, faltaba algo, faltaba él.
    -¡Ah!- el placer se multiplicó por dos cuando el peli-plata apretó la zona que antes masajeaba con gentileza.
    El calor entre los cuerpo aumentó.
    Usagui-san no le sacaba la vista de encima , como era su costumbre cuando hacían ese tipo de cosas, Misaki decidió que le devolvería la mirada por esta vez, asique apartando la vista del rosa del sofá en el trataba de concentrarse, enfrentó al escritor. Se encontró con una mirada dulce enmarcada en un gesto de placer y deseo. Sus finos labios húmedos y apenas abiertos exhalaban el aliento que le quemaba la piel.
    -Misaki- habló el escritor interrumpiendo sus movimientos de golpe, quería intentar algo, algo que necesitaba- solo por hoy ¿harías todo lo que te pido?
    ¿Eh? ¿Cuándo no seguía al pie de la letra todos los caprichos del hombre? De pie, abrazado por la cintura y sintiéndose especialmente sensible y vulnerable el castaño accedió al pedido moviendo la cabeza.
    -Quiero verte desnudo justo ahora- Misaki se asustó de golpe entiendo otra cosa lo que el escritor pretendía abrió la boca dispuesto a protestar, mas él lo calló tocando suavemente sus labios con un dedo- y quiero que tú también me veas.
    Akihiko se llevó la pequeña mano de su amante a los labios dejando en el dorso un beso devoto.
    -Emm…yo…- no era para nada fácil lo que Usagui pedía además cada vez que lo hacían terminaban sin ropa ¿por qué de pronto le pedía verlo?
    -Misaki- llamó con urgencia y acarició los labios mirándolo con deseo- desvísteme.
    -Yo… no creo poder.
    -Te extrañé.
    -Pero…
    -Me hiciste falta.
    -U-usagui-san…
    El escritor sabía que era mucho lo que pedía pero de verdad necesitaba hacerlo, nunca lo forzaría, sin embargo…
    -Lo haré primero.
    -¿Eh?
    -Te desnudaré y tú a mí.
    El chico pensó en decir algo, sin embargo antes de que sus pensamientos se concretaran Akihiko le entregó un beso profundo cargado de necesidad.
    -Ya aceptaste- declaró el peli-plata cerrando toda la discusión.
    Eso se ganaba por no preguntar, ahora tendría que asumir la responsabilidad.
    Akihiko llevó sus manos al rostro pequeño y lo acarició levemente, lo contempló. Le declaró su amor en silencio y empezó la sublime tarea de develara el cuerpo de su amado.
    Primero la sudadera de color negro, que suponía le pertenecía a Takahiro, porque le quedaba grande e incluso las mangas estaban recogidas para que no le cubrieran las manos. Encantador, pero salía sobrando. Con un solo movimiento desde la cintura jaló hacia arriba por sobre él, incluso Misaki colaboró levantando los bracitos. Cuando la primer prenda estuvo fuera Akihiko se encontró con una remera de mangas largas, no quería verla por lo que se deshizo de ella inmediatamente ¿eh? ¿Por qué había otra prenda? Al escritor de pronto le dio la impresión de estar abriendo uno de los regalos que el castaño de daba ¡eran demasiadas capas! Y él deseaba ver rápido lo que se ocultaba debajo, solo lograba ponerlo más ansioso. La molesta ropa fue retirada dejándole ver por fin parte de la encantadora figura.
    Misaki, como era lógico, estaba rojo hasta las orejas, sin embargo seguía ahí permitiéndole hacer lo que quería dándole el privilegio de contemplarlo a sus anchas. Los ojos amatistas recorrieron con encanto el torso descubierto bajando desde el cuello. Akihiko sentía el fuerte impulso de tocarlo, besarlo de nuevo pero se contuvo, ese sería su agónico deleite. El escritor miró los hombros algo estrechos para un hombre pero que se delataban firmes y fuertes. El pecho de piel blanca que subía y bajaba algo agitado; las suaves líneas de los pectorales –que ya había notado otras vez- enmarcando sus deliciosos pezones de color rosa claro que solo existían para ser besados, mordidos y mimados por él. Akihiko se excitó con solo evocar su recuerdo. Los huesos de la caja torácica que se movían insinuado su forma de manera sutil al ritmo de la respiración del castaño. Sin duda Misaki era muy delgado sin importar cuanto comiera.
    Insinuó una sonrisa en sus labios y siguió su recorrido descendiente. Akihiko miró una por una las formas geométricas leves que aparecían en el vientre blanco y plano. El cuerpo del más joven iba tomando rasgos cada vez más masculinos. Maravilloso.
    De pronto Misaki respingó como si hubiera recibido una descarga, el escritor notó que los brazos del joven estaban tensos y que sus manitos se cerraban en un puño, volviendo a su rostro notó que el castaño cerraba los ojos con fuerza y apretaba los labios. Akihiko sabía que su oji-esmeralda no estaba nada cómodo y que luchaba contra su pudor justo en ese momento. Lo entendía, el escritor de verdad lo entendía y esperaba que su Misaki supiera que no veía como un pedazo de carne para excitarse, Akihiko simplemente no podía evitar perderse en su figura porque no se explicaba cómo podía llegar a ser tan hermoso y al mismo tiempo cómo ese pequeño cuerpo podía encerrar tantas cosas, ser simple y complejo a la vez, ser perfecto y ser humano, ser todo lo que alguna vez esperó.
    Inspeccionando con detalle Akihiko se topó con unas pequeñísimas manchas rojizas que pintaban la blanca y tersa piel que adoraba. Él sonrió, por supuesto era suyas. Akihiko había regado con besos el pecho, los hombros, el cuello, el vientre de su amante, pero ¿Cuánto tiempo pasó desde eso? Un día apenas ¿no habían sido años? Fue la noche anterior a la ceremonia de Misaki. Un día y algunas horas, esa edad tenían sus marcas, y sin embargo hay estaba Akihiko de nuevo deseando a Misaki con todas sus fuerza. Hubo un tiempo que no era capaz siquiera de imaginarse tal nivel de dependencia e incluso habían ocasiones en las que se enojaba consigo mismo por saberse tan necesitado de Misaki. Era inútil, era totalmente inútil tratar de resistirse.
    El escritor suspiró profundamente, con un dedo tocó una de las marcas en la piel de su amante y las fue uniendo en un dibujo amorfo. Cuando el temor al tamaño de sus sentimientos se hacía presente el escritor repetía el mismo ejercicio; cerraba los ojos, tocaba a su Misaki y se entregaba a ellos.
    Más allá de su control y voluntad Misaki tembló por dentro cuando los fríos y blancos dedos del escritor hicieron contacto con su piel. Lo agradeció en silencio porque no hubiera podido soportar solo lo viera por mucho tiempo. Desde hacía rato solo estaba ahí parado sintiendo el peso de la mirada del hombre ¿Qué tanto veía? ¿Acaso empezaba a desagradarle? ¿No lo había visto muchas veces ya? ¿No se cansaba de hacerlo? Las dudas de su mente, que aparecían aunque no las quisiera, se borraron todas gracias al dulce toque de Usagui.
    Una a una Akihiko se dio el lujo de acariciar las huellas de sus besos. No estaba inflando su ego, humildemente agradecía poder verlas, tocarlas y crear muchas otras ese día. Se acercó más a su cuerpo para sentir su calor. Las manos dibujaron con extrema lentitud la forma de la cintura del más joven, acariciando todo cuanta estaba al alcance de sus largos dedos.
    -¡Ngh!
    Estupendo. La dulce queja que escapó de los labios del castaño en vano intentó detenerlo, sonó alentadora en los oídos del autor.
    Con una mano a cada lado de la cadera de Misaki, Akihiko se arrodilló para estar a la altura. Esos jean’ s negros y ajustados que portaba se le veían sumamente sensuales pero era mucho mejor que no estuvieran. Con lujuria creciente en su interior dejó un beso en el bajo vientre y abrió los pantalones. Hundió su rostro en la intimidad todavía escondida de su amante. El pervertido escritor lamió la tela notando, con agrado, que la excitación del castaño no declinaba, sino que crecía.
    -¡Ah!
    Misaki temblaba y el peli-plata aprovechó para apretar las perfectas caderas. Lo estaba disfrutando más de lo esperado. Desvestir a Misaki era como descubrir una joya al sol, resultaba imposible no dejarse cautivar por su brillo. Extraordinariamente incitante. Jugando con su propia lujuria Akihiko se quedó estático donde estaba, después de todo le gustaba la posición que tenían.
    -U-usagui-san…- habló Misaki pues “no” le gustaba lo que el escritor hacía, prefería que lo desnudara a que se quedara quieto como un idiota sin hacer nada.
    Atendiendo al pedido el peli-plata introdujo sus dedos en el borde del pantalón negro y lo deslizó. Lo que descubrió era digno de mirarse, las piernas… su intimidad aprisionada por unos sensuales y varoniles bóxer grises.
    Tomándolo de los tobillos Akihiko le indicó mudamente a Misaki que saliera de los pantalones y, también se deshizo de los calcetines. Ahora la figura se apreciaba casi en su esplendor pleno. Desde su posición baja Akihiko miró al castaño ocultado su carita apenada entre sus manos, le permitió hacerlo por esta vez, su parte más cruel disfrutaba avergonzarlo. Por otro lado lo que tenía justo delante amenazaba con detonar sus deseos más bajos, justo frente a su rostro aquello que forzaba la tela gris lo hacía fantasear. Tan tentador. Se contuvo usando al máximo su auto control. Akihiko no desaprovecharía una oportunidad como esa. Sembraría la semilla del deseo y probaría el dulce fruto del placer.
    Con ambas manos, Akihiko masajeó los muslos de su amante, sujetándolos firmemente llevó sus labio a las caderas, besando todo cuanto estaba a su alcance, alimentándose de la dulce sensación que crecía en su ser.
    -¡Ah! Usagui-san…no.
    ¡Cómo si fuera a detenerse! Akihiko siguió repartiendo besos y mordidas en un lado y en otro, mientras el calor de su cuerpo empujaba al más joven a limites desconocidos. Misaki recibía los dulces tratos sintiéndose cada vez más débil, las piernas le fallaban, de seguir así se caería.
    -Usagui-san yo…me voy a caer.
    Como toda respuesta el pervertido escritor dejó de sostenerlo por las piernas y llevó sus manos a los glúteos, como si besarlos desesperadamente no le bastara. Misaki no lo detenía en secreto miraba al peli-plata perderse en su cuerpo.
    La embriagante y encantadora vos de Misaki resonaba cada vez más alta y más erótica en los oídos del escritor, llevándolo como un mortal canto de sirena. Tiempo de detenerse. Antes de hacerlo Akihiko se atrevió a dejar un beso sobre el bulto de la tela gris y después en un rápido movimiento hacerla caer hasta los tobillos de quien la portaba. Misaki también estaba excitado pero, aunque sonara cruel, también tendría que esperar.
    El castaño se encontró a si mismo desnudo y totalmente expuesta ante Usagui. Sentía vergüenza sí, y el color de sus mejillas lo confirmaba pero no tanto como esperó sentir cuando el escritor comenzó su juego.
    Los brazos del novelista le rodearon la cintura pegado su figura a la del hombre. El castaño sintió un escalofrió cuando los largos dedos pasaron rosando su parte trasera y treparon rápidos su espalda mientras se ponía de pie. Un aliento cálido le bañó uno de sus oídos.
    -Misaki- llamó en un jadeo- es tu turno.
    -¿Qué?
    -Desnúdame- dijo Akihiko en un tono mucho más íntimo.
    -Yo…no…creo poder.
    -No pienso forzarte. Solo inténtalo, detente cuando quieras. Está bien si no puedes.
    -E-e-e-está bien- logró responder odiando su balbuceo nervioso.
    “Bien, bien, bien ten valor. Eres un adulto ¿No Takahashi Misaki?” el graduado trataba de darse ánimo para logar hacer algo que nunca pensó que pasaría. “¡Tú puedes!” después de todo había hecho algo mucho más difícil hacia solo unos momentos pero, ¿no había gastado hasta su última gota de valentía ya? “¡No seas bebé!” Lo haría hasta el final ¡Lo haría como un hombre!
    Akihiko lo soltó para que pudiera moverse.
    Bien…primero lo más fácil ¿Qué seria? Los ojos verdes recorrieron rápidamente la figura del hombre inmóvil buscando por dónde empezar; la corbata, eso era. Misaki respiró profundo y acercó su mano al lazo, tiró de él deshaciendo el nudo hasta que el cuello estuvo libre y, luego abrió el puño dejando caer la tela al piso. No fue tan complicado ¿ahora que seguía? El saco, ya estaba desprendido, además de muy arrugado, solo tendría que quitarlo. Dando un paso adelante el castaño dejó atrás la ropa interior que le retenía los tobillos se acercó lo suficiente para alcanzar los hombros de Akihiko. Misaki puso sus manos debajo de la tela y comenzó a deslizarla, el problema ahora era que el hombre no ayudaba nada en la tarea de desvestirlo y, para poder hacerlo Misaki tuvo que ponerse de puntitas y prácticamente abrazarlo con el fin de lograr que el saco se deslizara por los largos brazos. Cuando estaba en eso escuchó una risita en su oído. Furioso el castaño dio un tirón dejando caer la prenda al piso.
    -Muy bien- dijo el escritor- ¿y ahora que harás?
    Usagui estaba ansioso a decir verdad, la siguiente acción de su castaño lo pondría nervioso ¿seguiría? ¿Se detendría? ¿Acaso llegaría hasta el final? En ese momento Misaki lo miró con ojos retadores, estaba enfadado, al parecer su desafío le preocupaba más que encontrarse totalmente desnudo.
    El escritor tenía razón había tocado una nueva fibra sensible en Misaki que empezaba a detestar ser tratado como un niño. Ese conejo ¡se lo estaba buscando! Le demostraría que él era perfectamente capaz de seguirle el juego. Fue directamente a sacarle el chaleco que para su fortuna tena pocos botones. Entonces un pensamiento extraño lo asaltó, ahora que lo notaba la prenda hacia lucir más ancho el ya amplio pecho de Usagui… desechando todo se concentró en quitarla. Misaki volvió a pararse sobre la punta de los pies, acomodó sus manos debajo de la tela y descaradamente se detuvo a abrazarlo mientras sacaba el chaleco, dando el golpe de gracia descansó su cabeza castaña en uno de los hombros y, siguiendo su brillante plan, sopló muy despacio en el oído del mayor.
    Los dos cuerpos se estremecieron cuando sus entrepiernas hicieron un breve contacto, mas Misaki se dio por satisfecho y terminó de empujar la prenda. Así aprendería a no molestarlo.
    Por el contrario Akihiko estaba encantado, era la primera vez que se estremecía en brazos de su Misaki y, ciertamente quería más, se contendría de tocarlo, no quería arruinar las cosas. Dejaría que su pequeño llevar el control por el momento y lo gozaría al máximo.
    Algo alterado por el inesperado rose anterior, Misaki afirmó su determinación. Ahora que el saco y el chaleco estaban fuera era el turno de la camisa, ahí era donde comenzarían los problemas pues el cuerpo del escritor quedarían a la vista. Con nervios y vergüenza creciente en su interior, llevó sus manos temblorosas a los botones superiores; estaban altos asique tuvo que acercarse al cuerpo de su amante que esperaba por él.
    No podía soltarlos, sus manos temblaban y, por si fuera poco, el botón del cuello – como el del resto de la arrugada prenda- era muy chiquito, no podía agarrarlo bien, lo mismo que el ojal era casi imposible que el dichoso botón pasara por ahí. Misaki comenzaba enojarse. La pelea fue ardua hasta que por fin el botón cedió. Lo desalentó un poco el tener que repetir el proceso muchas veces más ¿Cuánto tiempo estaría en eso? Aun así seguiría hasta el final. Para su sorpresa Usagui-san no se burló de su estado nervioso solo se quedó mirándolo con ternura en los ojos.
    Poco a poco los botones fueron quedando atrás, casi terminaba con el anteúltimo y Misaki no decía una palabra solo seguía, entonces vio delante de sus ojos algo de lo que no fue del todo consiente en los años hasta ahora; es decir nunca pensó en ello. El cuerpo de Usagui-san; la piel era muy pálida, más que la suya, y no tenía defectos ni marcas. Perfecta. Misaki sabía que era suave pero ¿qué tanto? Mientras se ocupaba del botón, disimuladamente se las arregló para rosar la piel del abdomen ¡lo sabía! Era muy suave y tibia al tacto. Además, tenía que reconocerlo, el pecho amplio y, en conjunto con los hombros firmes le daban al autor un porte de realeza. Los abdominales bien definidos y firmes, al igual que los pectorales denotaban un hombre fuerte y, como decorando su pecho los pequeños pezones. Misaki nunca se fijó especialmente en ellos pero eran de color rosa claro y se podía decir que… ¡Ahg! No, no lo diría, mejor terminar lo que estaba haciendo.
    Akihiko notó claramente la distracción de su castaño y, desde luego la caricia disimulada que le dio ¿acaso empezaba a verlo con “otras intenciones”? la pista aunque diminuta resultaba por demás alentadora, pervertidamente hablando.
    -Puedes parar si quieres- dijo el autor cuando Misaki se apoyó en sus hombros librarlo de su camisa.
    -N-no, seguiré- respondió Misaki hablando inesperadamente bajo mientras acariciaba la espalda al deslizar la camisa para que callera al piso.
    Akihiko no tenía pruebas pera estaba seguro de que Misaki lo estaba provocando, apropósito, esta vez; su vos, su toque, lo estremecieron dulcemente. Le fascinó la sensación poder reaccionar en sus brazos por algo tan simple.
    “Lo estoy haciendo, lo estoy haciendo” se auto-felicitó el castaño después de comprobar que la piel de la espalda también era suave y de los músculos allí también eran fuertes, firmes y tonificados.
    Misaki se permitió respirar profundamente. Si había logrado desnudar la parte superior del cuerpo del peli-plata seguro podría con lo que seguía, después de todo tenía mucho menos botones ¿no?
    El castaño vio a Usagui-san tragar grueso cuando él puso sus manos en la hebilla del cinturón negro y tirar de la correa para soltarlo.
    Akihiko miraba entre estupefacto e incrédulo como su desnudo niño le quitaba los pantalones, muy concentrado en su tarea. La excitación dio un paso adelante y tuvo que morderse el labio para contenerse. El botón superior fue desprendido y el escritor sabía que al bajar el cierre Misaki notaria su estado. “Tranquilo, contrólate” se recordó a sí mismo.
    ¡AHG! No quería mirar. Definitivamente, no miraría por nada del mundo y mucho menos tocaría. Mientras sus manos bajaban la bragueta del pantalón el pequeño, inocente y puro chico japonés mantenía sus ojos fuertemente cerrados, no creía que tuviera sus manos ahí. No iba mirar, absolutamente no quería verlo, porque sabía sin necesidad de mirar que “eso” ya estaba caliente, erguido y duro. Al fin el dichoso cierre estuvo abajo todo lo que faltaba era tirar para sacar la prenda. Los pasos de su proceso se complicaban cada vez más. Misaki llevó sus manos a la cadera del escritor y esforzándose al máximo por no hacer ningún tipo de contacto metió sus dedos en el borde del pantalón bajó, abriendo los ojos apenas lo necesario para espiar la imagen cubierta por una esforzado bóxer oscuro que a todas luces hacia a Usagui un terrible rival para los mejores modelos de ropa interior masculina. Misaki, ignorando cualquier pensamiento o reacción que la imagen anterior, y del bulto que se elevaba en ella, pudiera causar siguió bajando. Le gustara o no tenía que inclinarse para lograr su objetivo ¡las piernas de Usagui-san eran muy largas! -claro, por eso era tan alto- además de blancas y, como cada parte de su cuerpo, firme y bien definido. Cada parte de su figura ayudaba a dar una imagen de fortaleza y masculinidad que se mesclaba en armonía con un aire de elegancia y sofisticación que tanto caracterizaba al escritor.
    -Contente…- se le escapó en un murmullo a Usagui y es que Misaki al inclinarse le regaló una deliciosa imagen de cada centímetro de su espada y esa parte redonda y firme que al escritor tanto amaba apretar. Disfrutó, fantaseó, cuando quiso mientras su amante se ocupaba de sacarle las medias.
    -¿Eh?
    El castaño creyó escuchar algo. Cuando levantó la vista se topó con el gesto lujurioso de Usagui que nublaba su mirar amatista.
    -Aún falta algo- le dijo con vos ronca y una sonrisa pervertida y, desvergonzadamente se pasó las manos por su abdomen hasta ponerlas en la única prenda que le quedaba.
    -Y-y-ya sé.
    La fase final y la más complicada. Bueno no era como si fuera la primera vez que “lo” viera solo… ¡oh bueno! si lo pensaba un poco se arrepentiría y no iba abandonar cuando llegó tan lejos. Misaki juntó sus últimas fuerzas, respiró profundo, volvió a cerrar los ojos, desde su posición inferior llevó sus manos a la tela y de un solo tirón bajó los bóxer que tan bien se le quedaban a su novio.
    Como impulsado por un resorte el joven castaño volvió a ponerse de pie jadeante, algo mareado y con las mejillas ardiendo. La verdad no era la única parte de su cuerpo que sentía arder.
    -No terminaste- habló Akihiko porque su ropa aún estaba en sus tobillos.
    -¡Solo da un paso!
    Aceptando que el 99,99 % de la tarea fue hecha a la perfección Akihiko se deshizo por sí mismo de la última de sus prendas.
    -Misaki- llamó en vos mucho más íntima para volver a captar sus ojos. El chico lo miró directo a la cara tal vez para evitar mirar otra cosa-. Mírame, mírame bien, este soy yo, justo ahora delante ti, sin nada más, sin la máscara que todo el mundo ve, sin alabanzas, sin falso elogios, sin renombre. Solo Akihiko. Este es hombre que te pertenece única y completamente a ti.
    Anonadado, sin habla, el castaño sentía ganas de llorar. Se contuvo, sin embargo, porque no quería que Usagui pensara que estaba triste.
    -Usagui-san yo…- le hubiera gustado responder algo inteligente que le mostrara todo lo que sentía justo como el autor hizo- yo…sé quién eres.
    -Y yo sé quién es Misaki. Gracias por elegirme- le sonrió, acarició su mejilla-.Tócame, tócame, dónde y cómo quieras solo tócame por favor Misaki.
    La tarde que compartían era diferente a cualquier otro momento de intimidad que hubieran tenido antes, Misaki se sentía así, esa fue la razón por la que alzó su mano lentamente y la acercó al pecho del escritor. Despacio, con cuidado como si fuera a tocar a un animal salvaje por primera vez.
    Akihiko podía olerlo en el aire, la atmosfera entre ellos era especial, por eso esperó mansamente, sin moverse, el tacto gentil de esa manito, como un animal salvaje que se deja acariciar por primera vez y acepta ser domesticado.
    Primero la punta de los dedos, después la mano completa Misaki se deslizó por el amplio pecho, escuchó el acelerado latir del corazón. Levantó la vista y se encontró con unos ojos que brillaban más que nunca fijos en él. Akihiko no dijo nada, solo se dejó cautivar una ve z más por el verde.
    Atrapados, uno en el otro, lentamente se acercaron. La luz del día que brillaba entre ellos se extinguió, bañándolos cuando, unidos en un beso, formaron una sola figura. Se abrazaron; Akihiko rodeo la cintura del chico que se paró en la punta de sus pies para sostenerse del cuello del mayor. Fue tan dulce. Se hablaron mudamente con el roce de sus labios, con la fuerza con la que se sostenían entre sí. Se confesaron. Fue lento, se disfrutaron, se tomaron su tiempo porque aunque sí, estaban excitados, aquel era el más íntimo beso que se daban. No hubo quien iniciara y quien siguiera los dos se movían como uno solo.
    Si por Akihiko fuera se hubiera quedado disfrutando de aquel encantador contacto para la eternidad, sin embargo, su cuerpo, su alma, calmaban por más. Inclinándose un poco sobre el pequeño cuerpo tomó el control, presionó su boca sobre los carnosos labios de su amante, sin pedir más permiso que un sutil mordida sobre el labio inferior el escritor coló su lengua en la dulce boquita; la recorrió buscando con quien jugar, su compañera. Ella acudió rápida dándole una caricia de bienvenida. Se movieron tocándose una a la otra, toques provocadores que buscaban complacer, dar placer antes que recibirlo.
    Akihiko sintió claramente las manitos del chico se enredaban en sus cabellos y los alborotaban juguetonamente. Él también tenía libertad de acción asique bajó sus manos y pellizcó uno de los redondos glúteo. Misaki respigó e inevitablemente las dos excitadas intimidades chocaron como un feliz efecto colateral. Simple tacto que fue la gota que rebalsó el tope de resistencia del escritor y despertó su lado salvaje. Con todas sus fuerza atacó los labios de Misaki buscado absorber todos de él. Desesperado por tenerlo todo a la vez acarició la espalda pasando sus manos arriba y abajo, su pelvis buscando la contraria.
    -¡Ngh!
    Misaki se quedaba sin aire, el peli-plata lo soltó con la promesa de más. Las piernas del chico le fallaban. Akihiko lo acomodó en el sofá con cuidado
    El castaño trataba de recuperar el aliento, se sentía aturdido por la intensidad del contacto que compartió con su novio, temblaba internamente. Lo siguiente que supo fue que estaba sentado en el sofá. La imponente figura de Akihiko se erguía sobre él ¿Qué pretendía Usagui-san con esa mirada de lobo? El oji-violeta acentuó una rodilla a cada lado de la cadera del castaño. El aliento húmedo se derramó en su delicado cuello. El calor que había extrañado, que había añorado en la mañana cuando le faltaron sus brazos rodeándolo ahora lo cubría, lo envolvía. Era bueno saber que Usagui-san estaba ahí para él.
    Estar sobre su amante en esa forma era extraño, pero insinuante. Había en eso un mensaje oculto que Usagui deseaba que Misaki captara en un futuro no muy lejano; uke-seme podía ser un binomio muy flexible.
    -¡Ah!- Misaki recibió una mordida en el cuello pero no fue el dolor lo que lo hizo gritar.
    - ¿No seguirás tocándome?- Usagui le habló al oído con tono sumiso mientras paseaba su nariz a lo largo del cuello en un segundo y al siguiente la hundía el los castaños cabellos.
    Si, era bueno saber que Usagui-san estaba con él. Misaki con nerviosismo y naturalidad mesclada puso sus manitos en la cintura, suavemente las deslizó a la espalda, acariciando cuanto podía de arriba abajo. Akihiko complacido, beso una y otra vez el cuello que tentaba con su cercanía.
    -Usagui-san…
    -¿Si?- respondió su amante sin descuidar su deleite- ¿Hay algo que quieras Misaki? es así dilo, te complaceré.
    No había nada solo, que con el cuerpo del escritor encorvado sobré él todo lo que alcanzaba a ver Misaki era Usagui-san. Su vista no podía ir más allá del hombre como si de pronto su mundo no fuera nada aparte de ese caprichoso escritor. Gracioso ¿no? ¿Acaso Usagui-san no dijo algo parecido?
    Mientras el agarre de los dedos del más joven hacia más firme Akihiko esperó en silencio a que su amante le dijera sus deseos. Escuchó su silencio mientras lamia con lujuria las marcas rojas que ahora decoraban el níveo cuello. Entonces lo entendió, Misaki era muy tímido y nunca se atrevería a reclamarle por su falta de atención. Decidió que lo complacería pero que también quería jugar un poco. Se irguió sobre el pequeño que seguía sentado en el sofá de color rosa, una posición dominante sin duda y, desde la lejanía que le daba el estar arrodillado sobre el regazo del pequeño, con uno solo de sus dedos acarició desde lo alto del cuello hasta uno de los lindos pezones. Lo estimulo haciendo círculos.
    -¿Qué…?
    La expresión de su castaño era incomparable, la confusión, la vergüenza y la excitación. Quizás su inocente novio ya había comprendido parte del mensaje, aunque hoy no sería el día. Su linda carita se transformaba con un gesto que invitaba a cualquiera a dejarse arrastrar por los más primitivos instintos.
    Misaki, entre otras cosas estaba confundido. Según había leído en las novelas de Usagui-san el que siempre se sentaba en el regazo del otro era el uke y lo hacía con un solo fin. Bueno Usagui no estaba sentado pero lo posición daba mucho en qué pensar. Inevitablemente surgió la pregunta ¿Qué se sentiría el…?
    Akihiko continua moviendo su dedo sobre el punto rosa que se calentó magníficamente. Él no se detuvo ni cuando Misaki cerró los ojos y apretó la mandíbula para evitar que sus suspiros se convirtieran en gemidos. El dulce botoncito se puso duro y Akihiko paró la caricia por un segundo para luego tirar con fuerza.
    -¡Ah…! –Perfecto. El sonido tímido que quería escuchar junto con unos ojos que abrieron llorosos de placer para él- Usa-usagui-san…- murmuró el castaño sin ninguna razón en particular.
    La posición en la estaban entraba en la categoría de las 3 más vergonzosas, y no solo porque el que Usagui lo tuviera acorralado en el sofá con una rodilla a cada lado de su cadera daba a pensar que estaba a punto hacer algo que nunca pensó que haría, sino también porque había partes de la anatomía del mayor que se encontraban más cerca de su cara de lo jamás habían estado. Era esa la razón y no otra por la que se mantenía mirando el rostro que le mostraba una maligna sonrisa de satisfacción y victoria. No porque de golpe le pareciera más atractivo antes. No porque le gustara algo en particular como su mirada o su nariz o la forma en que su cabello plateado caía. Lo peor era que no podía controlar su cuerpo que se sacudía cada vez que su pecho reciba un nuevo tironcito.
    Akihiko mentira si dijera que no le gustaba esa ambigua posición que le daba cierta sensación de poder y de control sobre su amante pero ¿quién llevaba el control realmente? Cuando era él quien no podía resistir el impulso de morder esos puntos rosados que elevaban invitándolo a probarlos. A pesar de que tuvo que encovarse mucho Akihiko se entregó a la tarea con encanto. Saboreo el lindo y dulce botoncito lamiendo en círculos desde fuera hacia el centro, mordiendo alrededor de él mientras con una mano acariciaba el otro. Succionó, lamió, besó, mordió y, gozó haciéndolo.
    -¡AHH!
    La vos de Misaki sonó un poco más alta de lo normal.
    -¿Te dolió?- detuvo todo contacto teniendo haberlo lastimado.
    El chico no le contestó, lo atravesó con una mirada febril, después desvió la cara. El escritor se tomó una fracción de segundo para asimilar la expresión toda roja, agitada y…
    -Ah…- murmuró en oído del menor, y su sonrisa se tornó más ladina y lasciva- ya veo… te estoy haciendo esperar mucho- terminó dejando un besito dulce en la mejilla.
    El peli-plata se fue deslizando por el cuerpo de su Misaki dejando besos en su camino descendente por el vientre hasta llegar a su objetivo. Cuando estuvo en el piso separó bien las piernas de su novio para acomodarse entre ellas. Era una ventaja que ya no hubiera molesta ropa entre ellos porque así estaba libre de tocar y besar los muslos de Misaki a su antojo. No quiso perderse la oportunidad por más que el pequeño estuviera ansioso. Mordió, beso, alterando entre uno y otro mientras se acercaba al pene erecto de Misaki. De pronto calló en la cuenta de él también estaba desnudo, no quería imaginarse qué clase de espectáculo estaba dando. No le importó el castaño lo conocía mejor que nadie y exponerse ante él jamás lo avergonzaría.
    -Dime Misaki ¿Qué parte de mi cuerpo estas mirando?- dijo mientras él mismo se concentraba en lo que tenía delante.
    -Usagui…san- el castaño habló bajo. No en un grito indignado que el novelista hubiera esperado lo que hizo levantar la vista. Las manos de Misaki le cepillaron los cabellos plateados. Akihiko tragó en seco mirando los ojos verdes mientras recibía su caricia. Rendido, no esperó más se inclinó en la entrepierna de Misaki para darle placer. Lamió la punta y la probó con la lengua. Estaba excitado pero todavía podía aguantar un poco más. Desde la base el escritor lamio. La manito que estaba en sus cabellos intentó retirarse más él la retuvo por la muñeca.
    -Sigue- le dijo en vos ronca. Había descubierto una nueva delicia.
    Misaki desconocía la fuerza mística que ese día lo poseía, y que lo empujó a acariciar los hilos de plata mientras su novio estaba entre sus piernas haciendo semejante servicio para él. O más sinceramente, solo tuvo ganas de hacerlo asique lo hizo. Ahora Usagui atendía toda la longitud de su virilidad consintiéndola con lamida o dando cuidadosas mordidas para estimular lo que ya no necesitaba ser estimulado. Por otro lado, Misaki tenía la impresión de que al escritor le gustaba ser acariciado en el cabello. El cabello que además de ser plateado era muy lacio y suave dejaba una sensación agradable en los dedos. Misaki siguió con sus mimos. En un punto se volvieron erráticos porque Usagui le besaba la entrepierna juguetonamente y con lujuria cada vez mayor; de cuando en cuando atrapaba solo la punta entre sus labios y jugaba con su lengua.
    -¡Ah! ¡Usagui!- gimió alto el castaño cuando después de tanta espera el escritor se llevó el miembro completo a la boca, envolviéndolo con calor y humedad.
    El corazón del pequeño se aceleró mientras su ser caía en el placer. El placer que solo conocía de manos de su amante, Usagui-san, y no quería probar de nadie más. De hecho uno de sus más grandes secretos era que Usagui solo lo acariciara a él, solo lo mirara a él, justo como lo hacía en los momentos que compartían a solas.
    La electricidad recorría el cuerpo del castaño un toque tras otro, cada uno más intenso que el anterior, cada vez que el escritor succionaba su pene. Akihiko también acariciaba con la lengua, se retiraba hasta casi sacarlo de su boca, apretaba con fuerza la punta y después se hundía con fuerza en su intimidad. Misaki había aprendido a posponer la vergüenza, y en ese momento se dedicaba enteramente a disfrutar. Sabía que estaba haciendo sonidos realmente embarazosos pero simplemente no podía contenerse y no le importaba. La fuerza con la que su novio succionaba parecía estar exigiéndole algo.
    Akihiko estaba empeñado en hacer que su lindo niño terminara en su boca como tanta otras veces y así poder probar su semilla. Hacía tiempo que las caricias en el cabello se habían detenido, mientras él se hundía en su entrepierna el castaño lo sujetaba con fuerza, jalándolo, esto en lugar de molestarlo lo provocó. Su Misaki aún estaba lejos de marcar el ritmo y dominarlo pero cada paso que daban en esa dirección era sumamente placentero. Por supuesto, él no se la dejaría fácil, si Misaki quería ponerlo abajo tendría que ganarse el derecho, mientras tanto disfrutarían explorando juntos y después… seria aún más divertido.
    En lo que fantaseaba el peli-plata se llevó la mano derecha a la entrepierna para darse un poco de alivio y fantaseó más. Aumentó la fuerza sus succiones y en eso sintió el miembro del menor latir y ponerse un poco más caliente.
    -Ah…ah ¡Usagui!
    Una vez más pasó. Akihiko lo recibió todo en su boca y lo tragó sin dudar. Se sintió privilegiado, una vez más. Se sintió deseado, y por sobre todo se sintió amado.
    Misaki trataba de volver de los abismos del clímax al que Akihiko lo orilló a fuerza de caricias. Trataba, también, de recuperar el aliento, Usagui-san siempre fue apasionado cuando hacían el amor, pero sentado en el sofá de la sala lo sitió diferente: más intenso, más demándate, más caliente.
    -Ven aquí- escuchó que le decía y seguidamente lo tomaba de la cintura.
    Se cambiaron las posiciones, ahora Usagui era el que estaba en el sofá y lo ponía a él con una rodilla a cada lado de su cadera, acomodándolo en su regazo-. Tú solo quédate así- le dijo mientras las grandes manos le tocaban el pecho.
    Akihiko retomó su tarea de consentir los pezones, todavía no probaba el derecho asique se dedicó a mimarlo, lamiendo la aureola.
    Misaki, que se sentía diferente, no quería quedarse ahí y dejarse hacer como un muñeco, aquella tarde, sentía ganas de participar.
    -¿U-usagui-san?- habló dubitativo, en realidad no había ni siquiera pensado en qué hacer.
    Cuando el escritor miró a Misaki quedó atónito.
    Miserablemente el castaño solo fue capaz de inclinarse un poco y dejar un beso rápido en la frente del mayor… ¿¡En serio!? ¿Apenas eso? ¡Patético, idiota! ¡IDOOOTA! ¿Qué tenía de erótico un besito en la frente? Es algo como lo que una madre hace. Ya tenía 22 años ¿y eso era todo lo que podía hacerle a su amante? Con todo gusto Misaki hubiera cavado él mismo un agujero en la tierra y se hubiera quedado en él por el resto de su vida.
    El sorprendido novelista se llevó la mano a la frente acariciando la huella de su beso.
    -Eres tan lindo.-Genial, ahora se ganaba el alago de ser “lindo” cuando en realidad no lo era, a su fracaso en su intento se le sumaba que tenía que soportar las burlas de su novio-. No te reprimas-agregó Akihiko- siéntete libre de besar o tocar cuanto te plazca.
    -No te burles- sabía que estaba haciendo un puchero aunque eso era lo que menos quería.
    -No lo hago- respondió el escritor volviendo a probar su piel- siempre dices esos ¿Por qué piensas que me burlo?
    -¿Có-cómo que por qué? ¡Ah! Si vas a preguntar no muerdas.
    Visto que estaba a punto de descubrir algo nuevo de su pequeño el escritor suspendió su tarea y guardó silencio.
    -P-p-porque…- era algo extraño de confesar en una situación como esa, mientras el escritor lo miraba y acariciaba su cintura desnuda- tú siempre haces…haces cosas erótica y ¡seguro te da mucha risa que yo no pueda!
    Misaki, Misaki, Misaki, tan único que estaba seguro que no existía en el planeta tierra otro ser tan singular como su pequeño castaño. Akihiko nunca pensó que su niño se llegara a preocupar por el aspecto sexual de entre todas las cosas. Era muy lindo. Por más que sonara repetitivo lo diría una y otra vez, un millón de veces: Misaki era muy lindo. Le dedicó una sonrisa para que dejara de verlo pretendiendo estar enojado.
    -Tú también me provocas- le reveló en un susurro ronco- eres maestro excitarme- se las ingenió para llegar al cuello de su joven amante, sintió el calor de la proximidad entre ellos, vio la oreja enrojecer. Se deslizó suavemente hasta llegar a sus labios- ¿Cómo podría burlarme? Si cada una de tus caricias y tus besos son preciados para mí.
    ¿Por qué Usagui-san se la pasaba diciendo palabras que no entendía? Como ese de que sus caricias eran preciadas para él. Si una caricia esa algo simple, fugas, algo que pasa rápido y un beso por más intenso que sea en algún momento tiene que terminar. No. Espera… eso no era cierto porque el cuerpo de Misaki recordaba las caricias de Usagui-san, recordaba sus manos, sus labios, su piel.
    Por otro lado, no podía creer la confesión que le hizo al peli-plata ¡rayos! Le había sacado información que no quería dar. La culpa de todo la tenía su revuelta mente, que desde hacía rato no dejaba de mandarle mensajes extraños diciendo que pidiera más de Usagui-san, que lo deseaba con fuerza y que consiguiera su atención a cualquier precio. Su estado erecto y casi dolorido era la prueba innegable de que el límite estaba por romperse.
    Las manos que antes lo sujetaban de la cintura para impedir que escapara bajaron al redondo trasero y no se quedaron quietas. Acariciaron, apretaron e incluso pellizcaron. El castaño se preparó mentalmente para recibir en su interior el primer digito. Ya esperaba que se empezara a colar en él, mas sin embargo Misaki se encontró recibiendo un beso húmedo profundo y necesitado que no dudó en corresponder. Los besos del escritor funcionaban con Misaki como un hechizo, como una hipnosis doblegando su voluntad.
    Mientras la lengua del novelista se abría paso en la tibia cavidad del menor, las manos de largos dedos pasaron a los muslos masajeándolos con desesperación acomodado el cuerpo menudo en su regazo.
    Misaki siguió el beso mientras el escritor se recostaba en el sofá aferrándose de los hombros del escritor, acomodándose para quedar semi-recostado sobre su cuerpo.
    -Misaki- llamo cuando sus rostros todavía se encontraban muy cerca después que el beso terminara- enderézate.
    -¿Hm?
    El escritor aun no terminaba de jugar, quería crear una pequeña ilusión y cumplir una antigua fantasía al mismo tiempo.
    -Enderézate, vas a complacerme- ordeno.
    Misaki necesitó de la ayudo sus brazos para incorporase, fue apoyando sus manos a lo largo del pecho el vientre hasta quedar sentado en sus piernas.
    -¿A-así?
    -Adelántate- le indicó el escritor alentándolo a moverse con una palmaditas en las redondos glúteos.
    -¡No hagas eso!
    -Has la que te digo-.Las frías manos del autor repitieron el castigo hasta que Misaki, muriendo de vergüenza, se fue moviendo sobre sus piernas-. Es suficiente.
    Sus pelvis estaban una sobre la otra, sus miembro se rosaban entre sí involuntariamente; Misaki arriba, Akihiko abajo.
    El castaño mantenía su vista por encima del sofá, no quería encontrarse con esa escena, de solo pensarla la temperatura de su cuerpo se disparaba.
    -Misaki…- desde abajo le llegó el susurro ronco y tembloroso- ¿recuerdas cuando te pedí que me miras? Mírame ahora- pidió recordando la vez que le prohibió apartar la vista mientras le practicaba sexo oral- ¡Mírame ahora! Porque yo no puedo apartar mis ojos de ti.
    Misaki volteo bruscamente mas no tuvo tiempo de asimilar la imagen delate de él, antes que eso, los largos dedos de Usagui-san atraparon su virilidad, envolviéndola solo que… eso nunca había pasado antes, junto con su miembro es pene del escritor también se encontraba atrapado como en un abrazo.
    -Trata de mantenerte ahí- indicó el escritor- tú solo quédate donde estas, deja que yo me encargue de todo.
    -N…no…qué…ngh… yo.
    Hasta al mismo castaño le parecieron que sus balbuceos sonaban ridículos. No sabía que era lo que sentía. Se podía decir que abrumado, mareado…no, tal vez alterado. Su corazón latía desbocado, sentía la sangre correr por su venas elevando la temperatura de su cuerpo y ni siquiera le salían las palabras que la parte lógica de su mente le decía que debía decir. No estaba preocupado por la diferencia de tamaño, no estaba avergonzado por la posición en la que estaba. Solo y únicamente podía pensar en el calor que emanaba del miembro de su amante que destruía lo último que le quedaba de cordura como si nada. Nunca experimentó algo tan íntimo y excitante. Además la dureza de su novio era contagiosa porque su propia intimidad recuperó rápido la firmeza y creció un poco. Estaba latiendo. A estas alturas ya estaba completamente perdido no sabía qué hacer si seguir mirando a Usagui-san o no si quedarse quieto o moverse. Se retorció tratando que controlar la electricidad que le recorría el cuerpo ante na inesperada idea.
    -Shh…solo confía en mí. Relájate.
    Akihiko aguantó hasta que Misaki dio profundo suspiro indicándole que se había relajado un poco. De alguna manera entendía como se sentía, él también se sentía algo alterado y nervioso. Era una sensación completamente nueva la que vivían juntos, ya antes había logrado que el castaño lo tocara (aunque no por su propia voluntad exactamente) y también se había estimulado mientras le daba placer al castaño. Pero esto…sus miembros uno pegado junto al otro compartiendo el calor, era indescriptible. La parte más pervertida y perversa de la mente del escritor se regocijó en algo que no había notado antes o mejor dicho en algo en lo que no había reparado, su “pequeño” no lo era tanto y eso solo lo hacia pensar y fantasear en el día que…
    Antes su mente lo llevara por caminos para los que Misaki no estaba preparado aun Akihiko desplazó su mano hacia arriba en un movimiento lento para disfrutar sus texturas. Una primera oleada de placer húmedo los recorrió, lo mejor fue que compartieron un gemido prolongado. Era obvio que los dos se deseaban. Abajo. Un nuevo deleite obligó al castaño a moverse adelante para alargar la sensación. De nuevo arriba tocando toda la extensión de sus penes erectos. La mano de Akihiko se movía diestra en una lenta tortura.
    Fiel a su palabra Misaki mantenía su verde mirar en el hombre debajo de él. Lo veía. A pesar de su cuerpo se estremecía por las nuevas sensaciones alcanzó a notar algo diferente en él. Recostado, con su plateada cabellara esparcida en el sofá parecía que su novio revelaba una nueva faceta que nunca antes había presenciado. Se sintió feliz porque en su interior Misaki tenía la certeza de que solo él era capaz de verlo así, nadie nunca antes lo vio y nadie jamás lo vería, solo él ¿de dónde salía esa certeza? No importaba, de las palabras que escuchó de sus labios tantas veces de las carias, de las miradas, de la vos en su interior que carecía de dudas.
    Misaki reconoció un profundo placer y amor en los ojos amatistas que se enfocaban en él. El goce subió, el castaño tuvo que agarrarse del respaldo del sofá para cumplir el pedido de su amante, de contrario acabaría desplomado en su pecho, no es como si no deseara. A cambio el castaño se permitió deleitarse en el rostro de su novio, tan diferente al suyo; más masculino, más sabio, innegablemente apuesto. Hombre o mujer, que se parara frente a él tenía que admitir el atractivo de Usagui-san. Su torso más ancho y fuerte que el propio se agitaba, su piel tan pálida se perlaba de sudor. Su mano grande y cuyo tacto era inconfundible en todo el mundo, se movía aprisionando los miembros.
    Akihiko deleitaba sus oídos con la dulce vos de su joven amante, trataba de contener los sonidos que clamaban por salir de su garganta solo para escuchar a Misaki. Sin embargo, el sonido no era, ciertamente, la única forma con la que su castaño lo estimulaba. La vista que tenía justo ahora era de las más hermosas, el ángulo del cuerpo de Misaki era perfecto, se podía apreciar el vientre y el pecho, el cuello larguísimo, la cabeza levemente inclinada hacia atrás y cada tanto le dirigía una mirada turbia de lujuria. He ahí su pequeña ilusión cumplida, porque parecía que Misaki lo montaba como más de una vez soñó. Él movía su mano y el cuerpecito se sacudía adelante y atrás balanceándose sobre su pelvis lo que lo impulsaba a seguir con su masaje y… ¡AH! y la sensación que tenía con sus miembros pegados era la gloria. Si antes gozaba rozarlos ahora creía haberse vuelto adicto al calor y la dureza de Misaki junto a la suya.
    -Misaki…- No pudo evitar decir el nombre del dueño de esos ojos verdes que lo veían desde lo alto mostrando un sinfín de sentimientos y que lo tenían preso.
    Akihiko aceleró el movimiento de su mano, agitándolos, apretando con fuerza, jugando con las puntas llorosas. No era suficiente. El escritor dobló las rodillas y empujó el cuerpo de Misaki con las caderas que empezó a brincar sobre él al tiempo que se estremecía, gemía y jadeaba. Fantasía casi cumplida, llegaría el día en que descubriría esa sensación también. La descubrirían juntos porque con su Misaki era el único con el siempre experimentaba sentimientos y sensaciones nuevas y él conocía muy bien el vacío del placer carnal. Con Misaki descubría nuevos cielos porque claro, ellos se amaban.
    Ya no le era posible contenerse, el peli-plata dejó libre su vos y quedó maravillado, sus voces se escuchaban muy bien juntas. Eran compatibles hasta en eso.
    -No…no haga eso…yo ¡Ah!
    -Yo también Misaki.
    Akihiko puso todas sus fuerzas en el movimiento de su mano, entregó su cuerpo a la sensación y se dejó llevar.
    -¡AHHH!
    Los dos compartieron un fuerte gemido al tiempo que sus semillas eran liberadas alcanzando sus pieles.
    Misaki, sintió como si su cuerpo fuese arrasado, no luchó ni lo pensó cuando una poderosa ola de placer lo alcanzó él solo se dejó llevar por ella. Lo siguiente que supo fue que estaba derrumbado sobre el cuerpo de Usagui-san, las fuerzas le habían fallado por lo que no pudo mantenerse erguido. La temperatura de Usagui lo reconfortó mientras sus pulmones se apresuraban a incorporar el aire que les faltaba. Un segundo después notó que Akihiko se encontraba en similares condiciones y que tal vez su peso encima no le ayudaba, intentó moverse mas un fuerte brazo le rodeó la espalda.
    -No…- dijo jadeante- quédate justo ahí.
    Como si se fuera un niño obediente Misaki se quedó dónde estaba, recostó su cabeza en el pecho de Usagui-san y se dedicó a sentir su tibieza y el latir de su corazón que poco a poco se fue calmando. Él se sintió como en una especie de trance, lleno de paz, estando así.
    Mientras se recuperaba Akihiko se dedicó, disimuladamente, a dejar gentiles y suaves caricias en la espalda de su amado. Sin prisas, recorriéndola con los dedos, de arriba a abajo, de un lado al otro, sintiendo cada centímetro de su piel. Pensó que también podía acariciar su cabello y así lo hizo, cepillando con sus largos dedos los finos y suaves hilos castaños. Era tan pacífico y calmado.
    Cuando la agitación física logró calmarse, la necesidad volvió a hacerse presente. Lo que Akihiko tuvo hasta ahora no era suficiente ni para él ni para Misaki. Su ser entero clamaba por más, mucho más. No había duda, después de todo, sus intimidades seguían juntas y estaban siendo encantadoramente aplastadas por el peso del cuerpo de su amante.
    Aprovechando que Misaki parecía distraído el peli-plata deslizó la mano que había quedado atrapada entre sus cuerpos y lamió casi con hambre sus dedos, el hecho de saber que esas eran sus esencias mescladas lo llenó de regocijo, de alguna forma se sintió conectado con su castaño. Mientras una de sus manos se desplazaba a lo largo de los hilos castaños, dando tiernos mimos; la otra se dedicaría a hacer travesuras, viajó cayendo por la espalda y más abajo.
    Misaki tembló y la piel se le erizó, pues en el solo tacto adivinó las intenciones de su amante. No se opondría esta vez, no diría ni la menor palabra de protesta, fingió no saberlo. Dejó que los dedos caer por su columna y trepar a sus nalgas, él se quedó recostado un poco más en el pecho de Usagui-san. Escuchó como los latidos del mayor se aceleraban nuevamente, su propio corazón golpeó con fuerza. Esos dos se comunicaban bien.
    Entonces Misaki retomó el camino del éxtasis, su ser recordó que su cuerpo anhelaba mayor contacto, su espíritu le dijo que aún no se sentía completo.
    -Nhg…- ¿Cómo podía ser que lo apretara con tanta fuerza? ¿Cómo era posible que en su interior le gustara? Misaki ya había perdido por completo el juicio.
    Akihiko hundía sus largos dedos en la redondez deliciosa de su amante, era divertido y no tenía quejas al respecto, casi podía jurar que le gustaba. Sin embargo, probar una sola parte era un desperdicio, por lo que la mano que consentía los cabellos viajó rauda al firme lugar. Entonces las manos se ocuparon de tareas distintas la una pellizcaba, apretaba, la otra acariciaba suavemente, daba consuelo.
    -¡Ah! ¡Usagui-san!
    Ahora que su castaño lo llamaba entre gemidos era libre de avanzar más.
    Inhalo profundamente el aroma de su amante que estaba justo al alcance de sus sentidos. El peso de su cuerpecito sobre el suyo, cubriéndolo. El contacto entre los dos era máximo y a pesar de eso era insuficiente para ellos.
    Los largo y fríos dedos del escritor se fueron abriendo paso en la zona más prohibida del cuerpo de su amante, allí masajeó un poco recibiendo en todo su cuerpo el estremecimiento del ser a quien tomaba. Con la delicadeza de alguien que sabe que toca algo sagrado metió el primer dedo. A sus oídos llegó un sonido de protesta bajo pero nada más. El respirar del escritor se aceleró y su aliento se tornó más húmedo cuando, excitado, comenzó a mover su digito adentro y afuera de Misaki a ritmo lento. Esa tarde Akihiko deseaba con todas sus fuerza que Misaki solo experimentara placer, sin una pisca de dolor, asique estimuló repitiendo sus movimientos. Se aventuró a introducir el segundo digito y entonces Misaki respingó por la sorpresa y su cuerpo se desplazó súbitamente hacia adelante.
    -¡AH!- el miembro del peli-plata había sido aplastado un poco mas no fue dolor lo que su vos reveló.
    Como un castigo, hizo su movimiento más rápido, adentrándose lo más que pudo en el frágil cuerpo.
    Los gemidos de su amado comenzaron a sonar más alto y él comenzaba a perder el control. Misaki se retorcía encima de él cada vez que los dedos en su interior se abrían en forma de tijera, se movía arriba y abajo cada vez que sus dedos entraban o salían, frotando sus pieles sin piedad. Desde las piernas abiertas coronado las propias, sus vientres, hasta sus pechos se rozaban entre sí con una fricción devastadora.
    El escritor siguió con lo suyo, no importaba lo excitado que estuviera, nunca habría algo que pudiera llegar a lastimar a su niño. Por otro lado, torturase un poco también le estaba gustando y era divertido.
    En medio de los gemidos que salían sin pudor de la dulce boquita de Misaki el autor finalmente metió el tercer dedo. La cabeza del castaño fue a dar a su hombro izquierdo y Akihiko fue víctima de un escalofrió cuando el aliento caliente del menor chocó con la piel húmeda del cuello. Nada lo detuvo, él continuó preparándolo con cuidado, con suma pasión. Como si adivinara sus secretos deseos o fuera capaz de leer el pensamiento Misaki continuó frotando sus pieles como respuesta a cada uno de los estímulos y mimos del mayor. Suspirando gimiendo en su oído.
    Akihiko comenzaba sentir que su erección dolía más de lo que podía soportar, su respiración se aceleraba, los eróticos sonidos de su niño no ayudaban y cada tanto, con disimulo le dejaba un lindo besito en el cuello. Sus pieles frotándose, muy caliente…De alguna manera, Misaki había logrado meter sus bracitos debajo del cuerpo del escritor y lo abrazaba, enterándole sus dedos en la espalda.
    -Ah…Usagui…Usagui-san…- susurró Misaki en secreto al escritor con su vos temblando de placer, deslizando todo su cuerpecito encima del suyo.
    -Si…sigues haciendo ese perderé la poca cordura que me queda.
    Akihiko empujó profundo los tres dedos hacia delante.
    -¡Ahh!
    Misaki gritó y se arqueó encima de él exponiendo desde su cuello estirado hasta los deliciosos pezones erectos.
    Eso fue todo, ya no resistía más. En un brusco movimiento Akihiko se incorporó hasta sentarse abrazando su amante.
    -¡Misaki!- dijo sin otra intención que nombrarlo y entonces él lo encaró y el peli-plata pudo apreciar la expresión de la que se había perdido. La encontró encantadora toda roja y excitada, la boca abierta y humedecida, era un desperdicio dejar pasar la luz esmerando que emanaba de sus ojos.
    Mientras trataba de acomodarse de nuevo en el regazo de su novio Misaki recibió un beso desenfrenado. Akihiko arremetía contra sus labios con tanta pasión que lo dejó sin aliento en un instante. Sin embargo, no dejaría pasar la oportunidad se abrazó al cuello del escritor y sin disimulo fue enredar sus dedos en el cabellos plateados para despeinarlos; con un poco de suerte vería esa expresión salvaje que tanto le había gustado.
    El escritor se separó apenas un segundo y volvió a besarlo. Misaki fue tumbado en el sofá y su peso aplastado por el peso del hombre que amaba. Cuando el beso fue muriendo y sus labios se separaron poco a poco el castaño lentamente abrió sus ojos verdes, lo vio poner un brazo a cada lado de su cabeza para incorporares sobre él. Los dos se quedaron callados y se miraron por un minuto entero. Misaki no sintió vergüenza ni pudor, se permitió apreciar cuanto quiso la profundidad de los ojos amatistas. Su amante estaba jadeante, el pequeño no resistió el impulso y acarició la mejillas pálidas, después de todo se veía exactamente como lo había imaginado; algún día cuando lo viera así tendría el valor de besarlo tal y como lo deseaba ahora.
    Akihiko se deleitó mientras recibía el mimo, mas su miembro le recordó que debía entrar ya en Misaki. Levantó las esbeltas piernas y las acomodó en sus hombros. Hermoso. Abrió con sumo cuidado las nalgas y con delicadeza empujó en entrada para penetrar al interior. Misaki gimió bajo y él apretó la mandíbula ¿Qué hacer con todo lo que sentía en ese momento? ¿Cómo expresarlo? ¿Cómo llegar a lo más profundo del corazón del castaño para nunca salir?
    -¡Te amo, Misaki!- dijo mientras sus cuerpos se amoldaban al calor del otro.
    Algunas pocas lágrimas se acumularon en los ojos esmeraldas, estaba tan conmovido por las palabras del escritor, su amante, quiso responder pero no pudo el aire apenas entraba a sus pulmones y de su garganta ya no salían más que sonidos extraños. Usagui-san estaba estático esperando a que se acostumbrara a su intromisión, acariciar las mejillas el cabello y el cuello, fue todo lo que fue capaz de hacer. El hombre lo veía fijamente su rostro mostraba una extraña combinación entre sufrimiento y deleite. Sus ojos, en cambio, dejaban ver un universo de sentimientos. Misaki se supo privilegiado, solo él conocía al verdadero Akihiko, por debajo de toda apariencia, por encima de cualquier palabra. Misaki quería conocer más, mucho, mucho más, hasta el más mínimo detalle para ser el único que poseyera el ser completo llamado Usami Akihiko.
    -Podría verte por siempre- dijo Usagui jadeante. De inmediato comenzó a moverse en el interior del castaño. Misaki recibió la primera descarga del más sublime y exquisito placer. Dejó de pensar, era lo mejor que podía hacer ahora.
    Akihiko no estaba en una situación muy diferente a la de Misaki, él mismo se sorprendió por las palabras que escaparon de su boca, y es que cuando veía aquellas preciosas esmeralda encontraba el significado de la vida, ese niño que lo acompañaría hasta el día de su muerte. No exageró cuando dijo que él era su mundo. Su amor era fuerte. Por eso ahora sus cuerpos se reclamaban y se movían al unísono en una erótica danza. Akihiko no quería más que volverse uno con si amante, su novio, su esposo, SU MISAKI. Quería tocarlo, besarlo, acariciarlo, amarlo y volverlo a amar.
    Usagui embestía con fuerza cada vez mayor. Salía del interior de su niño hasta casi abandonarlo y entonces volvía a hundirse en él cada vez más profundamente. Se dejaba encantar por la suavidad y el calor que lo llamaban, que lo incitaban a ir más rápido, más profundo, más fuerte. Repetía sus movimientos, preso de las sensaciones que le sacudían el cuerpo.
    -¡AH!
    La vos de Misaki sonaba alta, Akihiko no temió acompañar sus gemidos liberando su vos ronca, sin pudores de expresar el placer que únicamente encontraba al poseer el ser entero del castaño.
    El de ojos verdes acompañaba los movimientos de las caderas de su amante balanceado su pelvis con la del escritor. Una muestra clara de las descargas de goce que recibía y que lo abrumaban. Las piernas del castaño cayeron de los hombros abrazando la cintura del hombre que le hacia el amor. Se aferró de los hombros anchos y poderosos de su Usagui con tanta fuerza que temió lastimar la piel. Su nombre en un gemido seguido de un fuerte jadeo y una fuerte embestida le confirmó que todo estaba bien.
    Más que bien para el escritor, se inclinó para estar tan cerca de su pequeño como fuera posible. Se pegó al cuello y lo besó con pasión. Misaki lo rodeó con sus brazos. Él deslizó una de sus manos para masturbarlo. El escritor encerró el pene del menor con sus largos dedos y él mismo experimentó placer al encontrarlo duro y palpitante. Le dio placer apretándolo con fuerza haciendo correr su mano de arriba hacia abajo una y otra vez. Akihiko estuvo peligrosamente cerca de correrse cuando inesperadamente Misaki se acercó a su cuello, lo besó succionando de tal manera que una marca roja apareció al instante. El último hilo de cordura se rompió.
    Las caderas del escritor se movieron casi con desesperación, entrando y saliendo de esa sublime entrada que se estrechaba y lo succionaba. Sus seres entraron en un frenesí irrefrenable. El escritor chocaba sin piedad el punto de máximo placer del castaño. Misaki acompaña sus movimientos, tocando cuanto le era posible, estimulándolo, gritando de placer sin restricciones.
    Se miraron sin reparos, gozando de la expresión del otro, gozando de la unión que compartían. Dando todo cuanto tenian para ofrecer.
    -¡AHH! Usagui…yo…Ah
    -¡MISAKI!
    -¡USAGUI!
    El sonido de sus nombres en los labios del otro llenó todo su hogar, aquel lugar que les pertenecía mientras los amantes eran víctimas de la última y más exquisita descarga que les sacudía cada fibra y célula de sus cuerpos y, como un rayo, los atravesaba. Misaki liberaba su semilla en la mano de Akihiko marcando sus pieles. Akihiko liberaba esencia en el interior de Misaki, llenándolo por completo.
    El clímax del orgasmo los encontró encerrados en un perfecto abrazo. Sus almas formando una sola.
    -¡Te amo!- dijo el escritor a su Misaki saliendo de él para después dejarse caer rendido. Se acomodó un poco de para que los dos entraran en el sofá y de tal forma que sus rostros estuvieran a la misma altura. Lo envolvió en sus brazos.
    -También…te amo- dijo apenas Misaki y después sus bracitos rodearon la espalda del mayor para quedarse pegado a él.
    Se dieron un cálido beso, no hizo falta decir nada más.

    Akihiko espiaba por encima del catálogo que tenía en las manos, entre divertido e impresionado como Misaki untaba una cantidad impresionante de mermelada de frambuesa en el pan ennegrecido y se lo llevaba a la boca en un mordisco desconfiado. Habían pasado más de dos semanas desde su charla con Takahiro y, fiel a su palabra, el peli-negro llamaba a su hermanito todos los días a diferente horario como buscando descubrir algo. Una parte del escritor se sentía entristecido pues perdió un amigo valioso pero, extrañamente, otra parte le decía que si hacia las cosas bien con Misaki y se esforzaba no tardaría en recuperar su amistad. Dio un sorbo a su café sin dejar de ver de reojo la cara de Misaki mientras se tragaba la tostada que él tanto se esforzó en preparar.
    En ocasiones el mismo Akihiko creía estar teniendo un encantador sueño. No podía creer que tenía a Misaki sin restricciones. No podía creer que se hubiera enfrentado a Takahiro con tal valor. Casi se ahogó con su tortilla de huevo cuando vio a Misaki tomarse la taza de té casi completa después de comer su tostada. Tanto tiempo había pasado desde que conoció a aquel niño gruñón. Él lo había visto crecer hasta convertirse en lo que hoy era. Misaki ya era un trabajador oficial de Marukawa y, Akihiko se aseguraba de despedirlo cada mañana con un beso y le recordaba que tuviera cuidado. Pronto se convertiría en un hombre hecho y derecho, no, ya lo era; el hombre al que amaba con todo su ser.
    Misaki se esforzaba por comer el carbón con forma de pan que Usagui preparó para él, pero no importaba cuanta mermelada le untara seguía sabiendo mal. Por otro lado le preocupaba el folleto que el escritor tenía en la mano. No entendía del todo lo que decía pero a juzgar por las fotos de autos costosos que tenía adivinaba de qué se trataba. Definitivamente esa parte de Usagui nunca cambiaria. Disimuló su sonrisa mientras tomaba su té ¡Que el cielo tuviera piedad de él! hasta eso empezaba gustarle del escritor. Desde que le reveló todo a su hermano disfrutaba de una agradable sensación de paz, no le importaba atender sus llamados ni contestar las mismas preguntas cada día. Estaba bien, él también lo quería.
    -No estarás pensando le que creo que estas pesando ¿cierto Usagui-san?
    -¿Qué estoy pensando?
    -Comprar un auto nuevo.
    -Adivinaste-dijo muy feliz- y como premio ¿no te gustaría quedarte con el deportivo rojo? Deberías aprender a conducir. Yo quiero algo diferente.
    -¿¡Cuánto cuesta exactamente el auto extranjero que estás pensando comprar!?
    -No lo sé, todavía no me decido por ninguno ¿No me ayudarías?
    -¿Cómo si fuera a ayudarte a derrochar tu dinero? Piensa en tu vejez.
    -Si me quedo sin dinero en la vejez estoy seguro que estarás tú para cuidarme.
    Misaki prefirió comer antes que contestar algo a esa vergonzosa declaración.
    -¿Otra tostada?- ofreció el peli-plata acercando la bandeja con el pan carbonizado.
    -No gracias.
    -¿No te gustaron?- preguntó buscando una reacción en especial.
    -No…es eso yo…
    Si ahí venia.
    -¿Entonces, qué? – fingió un puchero.
    -Es que… ¿¡Cómo es posible que se quemaran así!? ¡Usagui-san dijiste que sabias cómo usar la tostadora!- Misaki le gritaba regañándolo-. Además ¡no tenías que hacer tanto! ¿Cómo es posible que lograras quemar todo en 15 minutos? ¡Una bolsa entera!
    Misaki siempre seria su Misaki y esa encantadora parte de él nunca cambiaria.
    -Pensé en ayudarte- dijo el escritor cortando la rabieta de su novio.
    -Gracias.
    Akihiko siguió con el desayuno que Misaki preparó para los dos y la charla se desvió de las tostadas quemadas a otros temas igual de triviales.
    -Estoy aburrido- declaró el escritor mientras Misaki terminaba de lavar- quiero dar un paseo.
    -Pues ve-habló el castaño desde la cocina-, pero no tardes mucho Aikawa-san me dijo que tienes una fecha límite cerca.
    Otra vez el síndrome de editor, siempre presionando a los autores por más que no estuviera a cargo de su trabajo, de seguir así Misaki llegaría lejos en su carrera.
    -Ven conmigo- Akihiko dijo atrapando la cintura del castaño antes que saliera de la cocina.
    -No, tengo que revisar los storyboart que me dieron.
    -Es tu día libre- se quejó el autor.
    -Pero yo quería ver si… ¡Oye no me toques en lugares extraños!
    -Si profieres quedarte en casa, también podemos entretenernos- le susurró mordiendo su oreja y moviendo su mano por encima de la intimidad del castaño.
    -¡Paseo! Es bueno despejarse de vez en cuando- dando un salto el chico se escapó de los brazos del escritor, nervioso y sonrojado- ah… pero realmente quiero ver eso para preguntar mañana.
    Akihiko le sonrió victorioso y se encaminó a la salida.
    -No te preocupes, no tardaremos mucho- Misaki lo siguió y tomó un abrigo ligero para ambos-. Si tienes problemas yo te ayudaré.
    -¡Ja! ¿Y qué sabes tú sobre edición de mangas?- preguntó jactancioso mientras iban bajando en el elevador.
    -Vamos ¿hay algo que el gran Usami Akihiko no haga bien?
    -Las tostadas- murmuró para sí el castaño.
    -¿Qué?
    -Nada- entonces el elevador se detuvo en la planta baja del edificio- ¿Usagui- san no vamos en auto?
    -No, quiero caminar.
    El brillante sol de la mañana los acaricio gentilmente apenas los dos salieron del hall del edificio. La noche anterior había llovido un poco y el aire era fresco y nítido. Tal vez fuera imaginación suya pero a Misaki le parecía que la luz era más clara que nunca. Con la primavera en su apogeo la temperatura era perfecta. Los brotes de las hojas de las plantas mostraban un verde tierno y las flores empezaban a mostrarse en los parque y allí donde se las pudiese ver a lo largo y ancho de la cuidad. Soplaba una briza suave. Misaki se llenó los pulmones y se sintió vigorizado. De pronto no era mala idea dar un paseo y estirar las piernas en compañía de Usagui-san.
    Habían andado apenas unos cuantos pasos cuando la mano grande y fría de Usagui-san tomó la suya, entrelazando sus dedos. El castaño se alarmó e intentó zafarse más el escritor se lo impidió. Misaki iba a decirle que estaba en Tokio y allí todo el mundo lo conocía, que qué pasaría si por casualidad se cruzaban con un periodista o si alguien les tomaba una foto y la subía a internet o la compartía en redes, Usagui-san era una personalidad famosa y no podía exponerse pero…cuando giró su rostro sonrojado y nervioso rostro se topó de golpe con la tranquila expresión de peli-plata, con su hermosa sonrisa. Olvidó sus quejas y caminó mirando el piso.
    -Misaki- lo llamó su novio con vos clara- todo está bien. Confía en mí.
    El castaño no respondió, en las palabras de su novio encontró calma y, después de todo ¿Qué tenía de malo? Era verdad, todo estaba bien esa brillante mañana y él, Takahashi Misaki, no tenía motivo para avergonzarse o sentir miedo. Levantó sus ojos esmeraldas del piso y miró al frente.
    Akihiko no pudo sentirse más feliz cuando Misaki, todo rojo como estaba, alzó la mirada enfrentando el mundo. Sabía que era fuerte. Sintió que los deditos apretaban los suyos y no dudó en corresponder.
    -Emm… ¿Usagui-san a dónde vamos?- preguntó el menor después de que los dos recorrieran varias calles en silencio.
    -No lo sé.
    -¿¡Eh!?
    -¿Qué pasa? ¿No tienes sentido de la aventura?- habló risueño- confía en mi- le repitió.
    Misaki volvió a asentir en silencio y se dedicó a caminar disfrutando de la tranquilidad. Seguiría a Usagui-san a donde fuera y si estaban juntos… todo estaría bien.
    Eso pasó en la primavera de sus 22.
     
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  9. Tomoya-sama
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    Hola, bueno solo puedo decir que me encanto el final en verdad pero espero que este no sea el último fic ojala haya mas de tu parte. Me pareció una idea muy buena el querer plasmar la personalidad de cada personaje tal cual es, así como a ti amo mucho esta pareja sin importar que siempre me va a gustar. También pienso que en esta ultima temporada falto algo mas en ellos pero aun tenemos el manga para disfrutar mas. Como ya eh dicho muchas veces amo la forma en que escribes, tambien me gusta demasiado esta historia es mi favorita. Gracias por terminarla en verdad mil gracias. Que buen final me encanto que mal que tu tiempo se reduzca enserio me gustaría mucho ver alguna otra historia tuya sobre Usagi y Misaki te volviste mi autora favorita de esta pareja. Bueno sin mas gracias por tu trabajo y que tengas suerte en lo que hagas.
    Hasta la proxima.
     
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    Yaoizando
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    Hola Tomoya-sama! no queria irme sin agradecerte por todos y cada uno de tus comentarios y tu constancia en seguirme. En realidad significaron mucho para mi y me alegraron. yo tambien espero volver pronto aunque no sé cuando pueda.
    En fin, problemas aparte te deseo unas muy felices fiestas y que el sigguiente año sea maravilloso, tranquilo y feliz
    Te dejo un gran abrazo y un hasta luego
    Gaia
     
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  11. Tomoya-san
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    Hola Gaia_San, soy Tomoya-sama ¿que tal? Lamento no haber respondido tu último mensaje pero tuve algunos problemas por lo que tuve que hacer otra cuenta (gracias por las felicitaciones de año nuevo y eso). En verdad como te lo decia amo tanto esta historia, demasiado enserio. En verdad espero mucho poder leer otra historia tuya me encantaria mucho enserio eres fabulosa al momento de escribir. De ante mano gracias por este final tan hermoso me encanto y seguire leyendo esta historia muchas veces más. Bueno hasta luego saludos (mejor tarde que nunca) <3
     
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  12.     +1   -1
     
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    Yaoizando
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    Hola Tomoya-san! la verdad no esperaba tener un comentario y encontrar tu respuesta fue una muy linda sorpresa. También lamento la tardanza pero tuve algunos problemas de internet y por otro lado perdí el papel donde tengo anotada mi contraseña.
    En cuanto a seguir escribiendo, a pesar de que ganas no me faltan, si me falta tiempo. Te anticipo queme tengo un pequeño proyecto que cada fin de semana me prometo terminar, pero en cuanto lo tenga lo subiré. De nuevo muchas gracias por tus hermosas palabras
    Te mando un saludo con mis mejores deseos de un día a día feliz
    Gaia
     
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  13. Tomoya-san
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    Esperare con ansias tu nuevo proyecto, que emoción sin más te deseo suerte :)
     
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  14. Evangeline
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    Hola!! Soy nueva por aquí, acabó de leer toda esta historia completa y debo decir que eres muy buena escribiendo me encanto mucho. Puedo decir que esta historia ya es una de mis favoritas en verdad, puedo leerla mil veces y esas mil veces me gustara cada vez más. Espero pronto leer algo nuevo tuyo. Saludos ❤
     
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58 replies since 16/7/2016, 04:28   2419 views
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