Resolviendo Dudas Existenciales. Finalizada 29/05/2019

Después de cinco años en una relación con el Gran Usami Akihiko, Misaki comienza a preguntarse ciertas cosas a si mismo, comienza a tener dudas... "¿Acaso...SOY GAY?" (Posible Cross con sekaichi)

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  1. GioUsami
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    Me encantó la conty..pero prefiero sólo la pareja romántica.
     
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    San Miguel de Tucumá, Tucumán, Argentina. Jueves 23 de Mayo 2019.

    Notas: Advertencia: ¡Este capítulo contiene Lemmon!


    Resolviendo dudas existenciales

    Capítulo 7: Una charla necesaria y una determinación.

    By Sioa Shun Uchiha-san.


    Luego de que Akihiko se marchara se tomó su tiempo para ducharse, cambiarse con ropa de entrecasa y luego desayunar. Si el escritor cumplía su promesa de trabajar bien y hacer lo que le pedía demoraría en volver asique decidió hacer de su sabado un día productivo mientras el mayor no estaba cerca para monopolizar su atención.

    Primero limpió la casa, desde que había entrado a trabajar que descuidaba un poco la limpieza así qué tras poner a reproducir un compilado de música agradable dedicó unas buenas casi tres horas para ordenar y limpiar cada habitación de la casa, incluído el estudio del mayor de donde tuvo que llevarse la almohada y la manta que el hombre había usado por dos días para dormir en el sofá de esa estancia.

    Sintió algo de culpa, realmente esa semana había sido dura, las discusiones habían parecido no tener un final aunque por suerte podía adivinar que ya estaba todo bien teniendo en cuenta la disculpa inesperada que había recibido de su pareja la noche anterior. Ahora que lo pensaba, ayer había sido la primera noche en volver a dormir juntos después de las peleas, esperaba no volver a discutir así, suponía que es normal en las relaciones tener desacuerdos, él y Akihiko habían tenido muchos en cinco años pero nunca habían llegado a ese punto donde había echado al escritor de la habitación.

    Cansado después de cumplir con las labores domésticas miró la hora, ya era cerca de medio día, así tras poner a funcionar la lavadora se dedicó a prepararse el almuerzo, imaginaba que su novio no regresaría pronto pero de todas formas haría suficiente como para él en caso de que volviera antes o llegara con hambre.

    Tras almorzar y lavar los platos se dispuso a leer el resto de storyboard que su jefe le había encomendado, se suponía que al llegar el lunes al trabajo tendría que haber terminado de analizar todos ellos y honestamente no iba ni por la mitad.

    Las horas pasaron una tras otra mientras él se concentraba en el trabajo, ya iba por la tercera taza de café y los papeles se amontonaban a su alrededor mientras usaba un cuaderno en él que anotaba las explicación que él creía correcta para cada corrección hecha, le dolía un poco la cabeza pero no pensaba detenerse, quería demostrarle a su jefe y a él mismo que servía para ese trabajo, con suerte si superaba esa prueba quizás le asignaran una autora pronto.

    No escuchó la puerta cuando fue abierta, demasiado concentrado en lo que leía como para notar la presencia que acababa de hacerse presente en la sala y el ruido de sus propios murmullos mientras exprimía su cerebro para encontrarle sentido a aquellas marcas rojas sobre el papel lo había hecho incapaz de escuchar su nombre ser llamado en voz alta por su pareja.

    Akihiko sonrió, llevando apenas una mano a cubrir su boca. ¡Oh, qué peligroso que era eso! Misaki se veía adorable y sensual enterrado en trabajo murmurando para sí mismo mientras escribía en el cuaderno que tenía apoyado sobre su rodilla izquierda estando sentado a lo indio sobre la alfombra del salón.

    La noche anterior había sucumbido ante la epifanía de que su atolondrado castaño ya era todo un joven hombre trabajador y verlo vestido con una camisa de algodón holgada y unos pantalones viejos mientras le ponía toda su concentración y su pasión a hacer su trabajo no hacía más que re-confirmarle aquello.

    Ya no aguantaba más, el castaño no había reparado en él y tampoco en la apetecible vista que le estaba ofreciendo, no había mentido en la mañana, Misaki realmente lo había dejado encendido la noche anterior y esa semana había sido amarga entre las peleas y las horas alejados el uno del otro y justo cuando pensó que podría tenerlo para él, que podría iniciar su sábado de una manera feliz y fogosa Isaka había llegado para arruinar su fiesta.

    Chasqueando su lengua se quitó el saco, dejandolo sobre el respaldar de una silla y luego deshizo el nudo de su corbata para dejarla colgando sobre el saco antes de caminar con pasos suaves y silenciosos, sin advertir de su presencia al que pronto sería su presa.

    No le costó mucho llegar hasta Misaki, y menos aun le costó situarse tras de él, estirando una mano por sobre su cuerpo para quitarle el storyboard de la mano al mismo tiempo que depositaba un beso sobre su cuello. -Ya no es hora de trabajar.

    -¡Ah! ¡Usagi-san! ¡Casi me matas de un infarto! ¡No hagas eso!- Gritó tras el sobresalto que sufrió por ser tan abruptamente interrumpido. -Ten cuidado con eso, es de Marukawa y tengo que devolverlo el lunes.

    El escritor hizo una mueca, arrodillado a la espalda del menor mientras rodeaba su cadera con una mano y con la otra sostenía aquel material para darle una rápida ojeda. -¿Qué se supone que tenes que hacer con esto?

    -Takano-san me pidió que leyera unos cuantos storyboard de mangas que fueron publicados por el departamento Emerald en los últimos años y que luego le explicara los motivos por los que fueron señaladas cada una de las correcciones.

    -Está explotandote.- Alegó con el ceño fruncido el escritor.

    -No más de lo que vos explotas a Aikawa-san, Usagi-san. - Le hizo notar, girándose para tomar aquel documento de las manos grandes del millonario y acomodarlo a un lado antes de frotar sus ojos con sus manos. -¿Qué hora es? ¿Cómo te fue en la entrevista?

    -Son las cuatro de la tarde, me fue bien, fue insoportable como siempre, luego hubo un receso en el que Isaka me obligó a ir a almorzar con la entrevistadora, él y Aikawa y después de eso hubo una fastidiosa sesión de fotos para la estupida revista.

    -Sé que no te gustan esas cosas, Usagi-san, pero es parte de tu trabajo.- Alegó negando suavemente con su cabeza. -No deberías poner tantas quejas por hacer lo que corresponde.

    -Hablando de eso…- El hombre esbozó una sonrisa casi perverse mientras unía su brazo disponible al que anudaba las caderas de Misaki contra él. -Vos le dijiste a Isaka-san que ibas a encargarte de que yo cumpliera con sus caprichos por este mes…

    -Es tu trabajo, Usagi-san. - Le recordó con un leve temblor en la voz, la actitud de su pareja estaba poniendolo tenso, la tonalidad que estaba empleando para hablar le advertía que el sujeto no tenía buenas intenciones.

    -En fin, te dije que esto iba a costarte.- Alegó girando el rostro para mordisquear suavemente el cartílago de la oreja derecha del chico, reprimiendo una mueca satisfecha al escuchar el ahogado suspiro que su acción le había robado al menor. -Yo había accedido a este trato por mis propios intereses, pero vos te encargaste de que Isaka no te cambiara de sección dejándome a mí sin ningún beneficio.

    -Es tu trabajo.- Repitió con la respiración un poco más agitada, cerrando sus ojos al sentir los labios gruesos y ásperos del escritor comenzar a recorrer su cuello. -No se supone que yo deba darte nada a cambio de que cumplas tus responsabilidades, Usagi-san. -Intentó disuadirlo, aunque sabía que era inútil siquiera intentarlo, además tampoco estaba resistiendose, estaba inmóvil, dejándose seducir por esas caricias e intentado disimular lo mucho que deseaba que el escritor continuará.

    -Sabes que no funciona así, yo nunca salgo perdiendo. - Murmuró con tono arrogante, dejando a sus dientes morder suavemente esa zona sensible del cuello de su amante, esa que sabía que hacía temblar su cuerpo y recibió a cambio un estrangulado gemido. -Misaki… - Murmuró en su oído, usando sus manos para acariciar sus caderas, metiendolas lentamente bajo la remera.

    -Usagi-san, aquí no. - Pronunció con dificultad, no podía permitir que las cosas avanzaran más ahí, en medio de la sala, junto a los papeles del trabajo.

    -No estás resistiéndote, así no es divertido. - Bromeó con tono cantarín y burlista moviéndose despacio para levantarse del suelo tendiendole su mano al sonrojado aprendiz de editor que aceptó su ayuda unos segundos después para lograr ponerse de pie y una vez teniendolo frente a él avanzó un paso para tomar su mejilla en su mano derecha inclinándose para poder apoderarse de aquellos tiernos labios de dulce sabor.

    Misaki suspiró en el beso, alzando ambos brazos para abrazarse al cuello del mayor, correspondiendo al beso con suavidad mientras afirmaba sus dedos de una mano a la tela de la camisa y enredaba el resto en el platinado cabello del más alto. -Usagi-san. - Dejó salir su nombre en tono bajo, intímo y no protestó cuando las grandes manos del escritor lo tomaron por los muslos, alzandolo e incitandolo a rodearlo con sus piernas cosa que no dudo en hacer mientras volvían a besarse.

    Sentía los movimientos, imaginaba que Akihiko estaba llevandolo al cuarto mientras sus lenguas batallaban suavemente, frotandose la una a la otra en una caricia lenta y sensual antes de que los blancos dientes del fumador mordieran despacio su labio inferior tirando de él, movimiento que él imitó, succionando despacio el labio superior del mayor antes de abrir más su boca dejándose invadir, sintiendo la caricia del húmedo músculo de su novio recorriera suavemente la rugosidad de su paladar.

    Para cuando sintió que era arrojado sobre la cama su respiración ya era desacompasada, agitada y aun en la penumbra del cuarto, pudo divisar los juguetes a su alrededor y al dueño de su corazón parado frente a él, desabotonando su camisa con una mirada depredadora en los ojos.

    -En serio estas muy colaborador hoy ¿Me extrañaste, Misaki?

    Con el rostro sonrojado, ladeó su cabeza. No era capaz de contestar ese interrogante, al menos no con palabras así que decidió optar por algo differente. Con los años se había vuelto menos tímido y ya no le costaba tanto admitirse para sí mismo que la intimidad con Akihiko era algo que disfrutara pero aún seguía costándole un poco soltarse, la vergüenza parecía no querer desaparecer aún y cuando tras cinco años de relación poco o nada había de su cuerpo que el escritor no hubiera visto y tocado ya.

    Despacio y sin enfrentar las amatistas brillantes que lo observaban se quitó suavemente la remera, dejándola caer a un costado de la cama. Akihiko no tenía nunca ningún problema en desvestirse frente a él, pero para su persona seguía siendo algo penoso hacer eso las pocas veces que lo hacía era en momentos así, donde su propio deseo por el escritor quería manifestarse. Se había convertido en un código entre ellos, uno que el millonario no tardó en decodificar, sorprendiendose un poco de saber que de hecho su novio también necesitaba de sus caricias ese día.

    Subiendose a la cama, gateó sobre él para tomar su barbilla, volteando el rostro para poder enfrentarlo, disfrutando del tenue sonrojo que decoraba la cara de su novio antes de volver a besarlo y empujarlo lentamente sobre el colchón.

    Las manos de Akihiko siempre eran frías, sentirlas sobre su torso hacían del contacto algo electrizante que causaba estremecimientos difíciles de controlar y si a eso le sumabas el roce de la piel de sus torsos al desnudo y el beso que le estaba haciendo perder el aliento las sensaciones se convertían en algo excitante.

    Antes de notarlo sus propias manos estaban formando caminos sinuosos sobre la espalda de su amante, subiendo y bajando desde la nuca hasta su cadera, llevándolas después al frente de su cuerpo para recorrer suavemente el vientre plano del mayor.

    Sus dedos torpes bajaron con nerviosismo para desabrochar la hebilla del cinto y cerró sus ojos con vergüenza al escuchar la risa baja del mayor que se ahogaba entre sus bocas.

    -¡Nhg! - Gimió en tono moderado cuando el mayor dejó sus labios para bajar con su lengua por su barbilla, dedicándose después a perfilar el costado derecho de su cuello.

    -Misaki. - Su nombre pronunciado con esa voz enronquecida siempre tenía el mismo efecto, su cuerpo reaccionaba involuntariamente, ladeando su cabeza para cederle completa libertad al mayor, incapaz de resistirse a ese tono que hacía que su sangre fuera bombeada directamente a su entrepierna.

    -Usagi…- Susurró al sentir los finos dedos del peliplata deslizandose por su cadera, metiéndose dentro de sus pantalones y boxers para luego tirar de ellos, bajandolos juntos por sus piernas para dejarlo totalmente desnudo.

    Tuvo que tomarse un momento para mirarlo, el chico se veía agitado sobre su cama, totalmente desnudo y con las mejilla arreboladas por la excitación y la pena. No pudo reprimir el impulso de relamer sus labios mientras arrodillándose sobre el colchón acarició sus tobillos con ambas manos, subiendo por los músculos de sus pantorrillas para luego hacer algo de presión sobre las rodillas, separando sus extremidades bajas para poder acomodarse entre ellas. -Misaki, mirame. - Le pidió deteniéndose con sus manos ahora acariciando suavemente sus ingles.

    Tuvo que obedecer, simplemente no podía negarse a esa voz, así que con lentitud levantó sus párpados, encontrados sus ojos verdes en los violáceos de su pareja. -Usagi-san…

    El hombre dejó escapar un suspiro contenido, inclinándose al frente para volver a besar sus labios en un roce casto y corto. -Te amo, Misaki. -. Confesó apoyando su frente en la contraria sin perder contacto visual.

    Con sus manos aún presas de temblores inconexos, el chico acarició delicadamente las mejillas de su novio, permitiendo responder con una sonrisa tímida en un murmullo casi inaudible. -Tambíen te amo, Usagi-san…

    -Te extrañaba demasiado. - Murmuró mientras volvía besarlo, rozando sus labios al mismo tiempo que terminaba de quitarse las prendas que le impedían sentir con libertad la joven y cálida piel del castaño contra la propia.

    Apenado, pero dejándose llevar por el calor del momento, el menor ladeo el rostro, correspondiendo a los besos lentos y cargados de cariño y erótismo. -También… yo tambien. - Se atrevió a decir mientras volvía a envolver su cuello con sus brazos escuchando el ruido de la cremallera y la tela deslizándose por las piernas del más alto, incapaz de ahogar un gemido al sentir finalmente sus cuerpos desnudos friccionando mientras aumentaban la intensidad del ósculo.

    Los fríos dedos envolvieron su sexo erecto y los jadeos comenzaron a aumentar de volumen, chocando contra la atrevida lengua que estaba robándole el aire de los pulmones, cada vez menos consciente de lo que lo rodeaba, solo podía sentir el calor de su propio cuerpo y las caricias de su pareja, el sabor de su boca, la respiración ajena y dificultosa chocando contra su rostro.

    Estirándose como pudo sin romper el beso, Akihiko alcanzó el cajón de su mesa de luz, tomando a tientas el tubo de lubricante que llevaba abandonado ya una buena semana. ¡Hoy no estaba de humor para preliminares! Aunque por la forma en que Misaki respondía a sus caricias imaginaba que él tampoco.

    Apartándose casi a disgusto abrió el bote para humedecer sus dedos con el gel incoloro, sonriendo ladino al notar el temblor que sacudió al castaño que ahora se cubría el rostro con su antebrazo derecho, demasiado abochornado como para enfrentarlo.

    Se tomó su tiempo para prepararlo, adentrando sus dedos uno a uno entre los gemidos contenidos y los leves arañazos que su brazo derecho estaba ganándose cada vez que golpeaba la próstata con la punta de sus dígitos. Estaba en su propio límite, su paciencia no era mucha y tener al chico tan cooperativo estaba haciendo que su libido se disparara. Necesitaba sentirlo, necesitaba poseerlo.

    -Misaki… ¿Estas listo? - Preguntó con su propia voz agitada por sus bajos jadeos mientras rotaba sus tres dedos en su interior a un ritmo acelerado.

    -¡Si! - No sabía de donde carajos había salido ese grito casi desesperado, pero ya no podía contener su necesidad, sus piernas estaban abiertas flexionadas mientras sus caderas estaban en alto para facilitarle la tarea de dilatarlo a su amante y sus pies apoyados sobre la cama estaban estrujando las sábanas con la forma en que apretaba sus dedos.

    No necesito más confirmación que esa, tomó los muslos para alzarlos, invitando a Misaki a envolver sus caderas con sus extremidades bajas mientras frotaba su pulsante y húmeda erección contra la entrada resbalosa de lubricante.

    Fue entrando poco a poco, probando el terreno ya explorado y conocido, atento a sus reacciones como si fuera la primera vez que lo hacían, dejando su propia voz libre para soltar un gemido ronco al sentirse totalmente abrigado por aquellas cálidas y apretadas paredes, gruñendo de gusto al sentir las filosas uñas clavándose en sus hombros y el pecho contrario arqueado y frotándose contra el propio, haciéndole sentir contra su dermis sensible dermis los erectos pezones y la piel pegajosa de sudor de su compañero.

    La quietud solo duró unos segundos, mientras ambos intentaban recuperar el control de sus desbocados cuerpos, uno ansioso por moverse y el otro aun algo adolorido. Era imposible para ambos determinar en qué momento sus caderas comenzaron a moverse, si la danza había sido empezada por uno o por el otro o si simplemente aquel ritual era para ellos tan conocido que todo había comenzado al unísono.

    Sus cuerpos se reconocían, se buscaban, sus bocas bebían de la contraría sus alientos, sus gemidos, la saliva. Las manos recorrían cada recoveco, cada pliegue, cada conocida zona, buscando pertenecerse, buscando saciar la sed del otro por tenerse, por demostrarse físicamente el amor que se tenían.

    La habitación antes silenciosa se había llenado del ruido obsceno de sus pieles al rozarse, de la humedad chapoteando entre sus cuerpos con cada estocada, del sonido seco de sus caderas al encontrarse cada vez con más fuerza, con un movimiento más frenético, el rechinar de la cama chocaba contra las paredes mezclada con el coro de sus gemidos, el cántico de sus nombres pronunciado el tono que solo el frenesí de su pasión podía otorgarles.

    -¡Usa-gi! ¡Más…! - El pedido abandonó su boca sin haber sido consciente de ello y lo que recibió a cambio fue el movimiento brusco de su pareja al abandonar su cuerpo. Aquello lo sorprendió pero antes de tener tiempo a cuestionar nada las manos de su pareja lo habían volteado sobre la cama, conociendo ya las intenciones de su amante, dejó que todo su pecho se recostara contra la mantas desordenadas, aferrando sus manos a la almohada que tuviera más cerca mientras alzaba sus caderas, alcanzando a ahogar el grito que abandonó su garganta al morder la sabana bajo él.

    La nueva invasión fue violenta, pero no se quejaba su cuerpo se mecía hacia adelante con cada estocada rápida y fuerte que mandaba correntadas de placer por todo su cuerpo nublando aún más su mente.

    -¡Misaki..!- Ese gemido contra su oído pareció encender aún más su enardecido cuerpo, y el clímax comenzó a cernirse sobre él, aumentado la presión en su vientre y en sus testículos, apretando más sus paredes internas sobre la virilidad de su amante que estaba haciéndolo llegar a un necesitado orgasmo.

    -¡Usa-gi! ¡Ya…! ¡Angh~ No puedo! - Advirtió con la voz sofocada, incapaz de sostenerse más a sí mismo por los temblores en cuanto sintió que la fría mano del mayor abandonar el costado derecho de su cadera para deslizarse entre sus piernas, masturbandolo a la misma inhumana cadencia de sus embistes.

    -Hazlo… Vente para mi, Misaki. - El gruñido junto a su oído fue el último empujón que necesito para dejarse arrastrar por el placer, sucumbiendo entre espasmos involuntarios a los deseos de la carne, acabando sobre la mano que lo acariciaba. -¡Misaki! Te amo…- El gruñido para él se escuchó distorsionado, sintiendo sus oídos zumbar con el latido de su propio latido del corazón aturdiendolos, siendo obscenamente consciente gracias a su hipersensibilidad del momento en que su novio colmó su interior de su candida simiente.

    Lo siguiente que supo fue que ambos estaban colapsados sobre el lecho, jadeando por aire e intentado recuperar el control de sus cuerpos. Les tomó varios segundos volver a tener capacidad para moverse y un quejido incómodo se dejó escuchar de parte de mi Misaki cuando el escritor abandonó su interior para recostarse a su lado.

    Aun en silencio se dejó abrazar, moviéndose con lentitud al sentir sus extremidades aún atontadas por supor del post orgasmo y sonrió débilmente al sentir las mantas cubrir su cuerpo desnudo.

    -.-.-.-.-.-.-.-

    Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue el pálido pecho de su novio subiendo y bajando al ritmo de su respiración calmada. Algo confundido se incorporó con lentitud, apoyando el peso de su cuerpo con una mano sobre el colchón y la otra en el vientre de su pareja, intentando ubicarse en tiempo y espacio.

    El rubor cubrió su rostro en cuanto los recuerdos de encuentro llegaron a su conciencia, se había dejado llevar, no había notado lo mucho que había extrañado los pervertidos ataques del escritor. Definitivamente esa había sido una dura semana para ambos.

    Lo vió tan apaciblemente dormido que se atrevió a inclinarse para depositar un beso casto sobre sus cerrados labios y luego intentó escaparse del atenazador brazo que apresaba sus caderas. Seguramente era tarde y tendría que volver a ducharse antes de poder bajar a hacer la cena.

    -¿A donde crees que vas?- La protesta, hecha con la voz rasposa y mal humorada del millonario, frustró sus intenciones de escapar indemne del lecho.

    -Eh… ¿A ducharme? - Contestó no muy seguro, totalmente quieto. El humor de mierda de su compañero de piso cuando despertaba no era algo para tomar a la ligera, no importaba lo que hiciera, Usami Akihiko siempre despertaba con un humor de mil demonios.

    -Hnmp…- La queja vino acompañada de ambos brazos envolviendolo y tirando de él con la suficiente fuerza como para hacerlo caer sobre el pecho contrario.

    -¡Usagi! - Reclamó, apoyando ambas manos en los pectorales para intentar empujarlo y hacer algo de espacio entre ambos. -Es tarde, nos quedamos dormidos, tengo que ir a ducharme antes de hacer la cena.

    -Pediré comida chica. - Zanjó el tema sin soltarlo y sin abrir aun sus ojos.

    -Ese no es el problema ¡Déjame levantarme!

    -No vas a moverte de esta cama hoy, Misaki.- Contestó abriendo los ojos para mirarlo con el ceño fruncido.

    -No vamos a quedarnos acá todo el bendito día.- Girando su mirada al infantil despertador sobre la mesa de luz se relajó un poco al notar que eran apenas las seis y cuarenta de la tarde, era algo más temprano de lo que él esperaba. -Déja que me levante, Usagi-san.- Volvió a insistir escuchando el rechinar molesto de los dientes del escritor antes de que los brazos lo liberaran. -Gracias. - Ni lento ni perezoso, evitando a toda costa que al hombre se le ocurriera volver a capturarlo, salió disparado de la cama, llevándose consigo la sábana para cubrir su cuerpo desnudo. -Te veré abajo.

    Como era de esperarse solo recibió otra queja y pudo ver de reojo como el mayor volvía a dejarse caer sobre el colchón.

    No demoró mucho en ducharse y menos aún en volver a vestirse con otra muda de cómoda ropa de entre casa. Acababa de preparar la mesita ratona de la sala para su tardía merienda cuando vió a su pareja por las escaleras vistiendo un pantalón de vestir, una camisa blanca y una corbata azul marino. Jamás iba a entender al fenómeno de su novio y su manía por vestir formal incluso dentro de la casa en un día de descanso. -Estoy por servir el café, Usagi. -Anunció, mientras regresaba a la cocina en busca de la jarra con aquel amargo líquido caliente y recién hecho.

    -Ah, ya recogiste tus cosas… - Mencionó al ver que los storyboard que estaban desperdigados por todos lados cuando llegó ahora estaban ordenados en dos montones prolijos sobre la mesa del comedor.

    -Si, no quería que se mancharan con el café o algo así, Takano-san me mataría. - Comentó casi sufriendo al imaginar la bronca que su jefe le daría si algo así pasara.

    -Ese hombre te explota.

    -No es un mal jefe, Usagi-san, es un hombre muy capaz solo es muy exigente.- Aclaró mientras servía las dos tazas y se sentaba frente a su pareja en un sofá individual y dejaba la jarra a un lado.

    -Hump. - Chasqueando la lengua tomó su cajetilla de cigarrillos para encenderse uno, le molestaba demasiado que Misaki defendiera a ese sujeto.

    -No empieces.- Pidió, adivinando los celos que el mayor sentía solo por haber acotado algo tan simple como lo anterior. -Y no fumes mientras merendamos, sabes que me molesta. - Le recordó casi resignado.

    -Esta bien.- Accediendo, dejó el su vicio a un lado, junto a la cajetilla y tomó su taza para dar el primer sorbo. -Mañana podríamos salir, ya entregué mi manuscrito y es domingo, asi que deberias estar libre. - Sugirió con tono más calmado.

    -Bueno, podríamos salir en la tarde, si me levanto temprano quizás llegue a terminar de leer las cosas del trabajo, pero no puedo seguir aplazando. - Alegó con una pequeña mueca pero luego sonrió. -Pero si, creo que alcanzaré a terminar todo para la tarde, además también tengo que ir a hacer la compra de la despensa, podemos ir juntos.- Aportó, sabiendo que esas cosas tan simples y cotidianas seguían gustandole mucho a su caprichoso y extravagante novio.

    -Suena a un buen plan. - Accedió con una sonrisa mucho más relajada, cortando un poco de la porción de tarta de fresas que tenía frente a él. -¿La cocinaste vos? ¿O la compraste?

    -La compre, últimamente no tengo tiempo de ponerme a hornear nada. - Admitió con un leve gesto de tristeza, le gustaba su trabajo, pero en conjunto con su exigente pareja muchos de sus hobbies habían sido totalmente relegados ¿Cuándo había sido la última vez que había leído un manga de "The kan" u horneado algo? No lo recordaba.

    -Podrías renunciar, yo puedo mantenernos a ambos tranquilamente no es necesario que trabajes.

    -Ya hemos hablado de esto, Usagi-san, me gusta lo que hago y no voy a ser un parásito viviendo de tu fortuna, además deberías guardar dinero para tu retiro.

    -No planeo retirarme en muchos años, Misaki y no serías un parásito, eres mi novio, no me molestaría mantenerte.- Alegó con el ceño fruncido.

    ¡Y otra vez la mula al trigo! ¿Qué les estaba ocurriendo? ¡En serio no podían estar sin discutir un mísero día! -No quiero que me mantengas además ¿Qué excusa le diríamos a mi hermano si yo me quedo aquí de vago viviendo a tu costa? - Intentó bromear, quitarle hierro al asunto, realmente no quería pelear pero el golpe de la taza al ser dejada bruscamente sobre su correspondiente plato sobre la mesa lo sobresaltó. -¿Usagi?

    -¡¿Y si ya no quiero inventarle excusas a Takahiro?!

    La pregunta había sido escupida con ira, la mirada molesta y dolida que los ojos violáceos estaban mandandole lo dejó sin habla por unos segundos. -¿Qué? - Atinó a cuestionar poco elocuentemente, bajando su taza para dejarla sobre su propio plato frente a él.

    -Ya no quiero ocultarnos Misaki, en algún momento teníamos que hablar de esto ¿Cuánto tiempo más vamos a escondernos como ratas?

    -Usagi… - Murmuró incrédulo y sorprendido, intentando digerir el planteamiento que el mayor exponía.

    Con manos nerviosas, el de cabello platinado tomó de nueva cuenta el cigarrillo antes olvidado y lo encendió, dando una profunda calada antes de retirarlo de su boca, exhalando segundo después el tóxico humo. -Perdón, esa no era la forma en que quería decirte esto.

    -Hablamos de esto antes…

    -Si, y en su momento acepté que aún no estuvieras preparado para decirle de lo nuestro, pero ¿Cuánto más vamos a mentirle? Misaki, él es mi amigo, y es tu hermano ¿De verdad pensas que podemos mentirle para siempre?

    -No para siempre pero…

    -Acabará por descubrirlo de una forma o de otra y prefiero que seamos nosotros quienes se lo digamos a que pase algo peor, que nos descubra haciéndolo, que nos vea besarnos, que algún día se terminen las excusas sobre los chupones en tu cuello, que lea alguna de mis novelas BL, que alguien que sepa de lo nuestro se lo suelte pensado que ya lo sabe, son muchos riesgos ¿No te parece?

    -Usagi-san, yo no quiero decírselo aún.- Admitió con la voz velada de tristeza. Entendía lo que el hombre explicaba y sabía que tenía razón, pero hablarle a su hermano sobre el tipo de relación que él sostenía con el escritor era algo a lo que estaba aterrado de tener que enfrentar.

    -¿Por qué? ¿Por qué, Misaki? ¿Te averguenzas de mi?- Consultó con seriedad, intentado que las emociones que se arremolinaban en su pecho no se translucieran en su voz, pero fue imposible, su inseguridad y las preocupaciones que habían estado rondando su mente salieron expuestas con esas preguntas, presentándole al castaño los fantasmas que aullaban en la noche durante los sueños del escritor.

    No sabía qué contestar a eso, o mejor dicho no se atrevía a hacerlo. Akihiko estaba frente a él, mirándolo expectante, al vilo de una respuesta de su parte que no tenía el valor de formular, sin embargo verlo desviar la mirada con un suspiro resignado al compás de un suave "entiendo" pronunciado en tono derrotado mientras volvía a aspirar el filtro del cigarrillo fue suficiente como para darle coraje.

    Ya no era un niño, exigía ser tratado como adulto, por lo tanto tenía que actuar en consecuencia, aquello no era discutir sobre qué harían al día siguiente, el escritor estaba haciéndole preguntas válidas y serias respecto a su relación, temas que habían pospuesto por años y el golpe de realidad que era ver la forma en que su inmadurez estaba lastimado a su amado fue suficiente como para animarlo a reunir todo su valor. -No, usa-...- Tragó saliva, ese era un apodo tierno, uno que usaba desde que había comenzado a tener confianza con el mayor, uno que había aprendido de su hermano ya que esa era la forma en que él le llamaba, en ese momento no se sentía correcto decirle de esa forma, sentía que esa conversación era algo que podía cambiar el curso de su relación.

    Con decisión, se levantó del sofá, sintiendo las ensombrecidas amatistas seguir sus andar hasta que se sentó junto a su pareja en el sillón de dos cuerpos, tomando a Susuki-san para sacarlo de su asiento por el momento. Si iban a tener esa charla iban a hacerlo bien. Se acomodó de costado, esperando a que el mayor hiciera lo mismo, y una vez que estuvieron de frente le sostuvo la mirada por un largo momento. -Akihiko, no me averguenzo de vos.- Le aclaró con voz clara y honesta. No había espacio para tonterías, eso era importante, sin embargo no pudo evitar la punzada de vergüenza al notar el gesto del mayor desfigurarse en una mueca incrédula y desconcertada.

    -Me llamaste por mi nombre…- La frase abandó sus labios con la misma sorpresa que reflejaba su rostro.

    -Si, bueno… Si vamos a hablar de esto, creo que llamarte Usagi suena un poco tonto.- Intentó justificarse con algo de nerviosismo. -¿Te molesta que te diga Akihiko?

    -No me llamas por mi nombre ni cuando hacemos el amor, Misaki. - Le hizo notar, soltado una leve risa al ver el sonrojo cubriendo las mejillas contrarias. -Solo me sorprende.- Lo tranquilizó estirando la mano derecha para tomar una de las del chico, entrelazando despacio sus dedos para luego acariciar el dorso con su pulgar. -Tranquilo, no me molesta, me gusta. - Le aclaró con algo más de serenidad. -Si no te averguenzo ¿Cuál es el problema?

    -Tengo miedo.- Admitió tras respirar profundamente, afirmando el agarre entre sus dedos. -Mi hermano es la única familia que me queda.

    -Lo sé, Misaki, por eso merece saber esto y no que estemos mintiendole en la cara.

    -Pero, Akihiko ¿Y si no lo acepta?- Preguntó con los ojos cristalinos, negándose a llorar en un momento así, pero sin ser capaz de controlar las emociones que se anudaban en su pecho.

    -Él te ama, sé que es una posibilidad que él no tome bien la noticia, pero te ama y tarde o temprano lo aceptara. Mi padre te acepto ¿Por qué no lo haría Takahiro?

    -Es diferente. - Negó suavemente con su cabeza, bajando la mirada a sus manos entrelazadas. -Mi hermano espera de mí que me vaya a vivir solo, viste como se puso y lo que nos costó convencerlo de que permaneciera viviendo aquí a pesar de que ya tengo un título y un trabajo, él espera que yo me ponga de novio con una chica linda y que forme una familia…

    -Misaki, él solo espera que seas feliz.- Alegó interrumpiendo el discurso, usando su mano izquierda para levantarle la barbilla y hacer que sus miradas volvieran a enfrentarse, dolido al ver esas esmeraldas empañadas de lágrimas, llenas de inseguridad y miedo.

    -Pero no quiero decepcionarlo.- Admitió finalmente. -Yo… lo que hablamos hace una semana tenía algo que ver con esto.- Admitió recibiendo una mirada algo confundida de su pareja y tras tragar saliva con algo de dificultad prosiguió a explicarse. -Sé que si le decimos a mi hermano de lo nuestro él hará preguntas, preguntará cómo y cuándo empezó y hay muchas cosas que no estoy dispuesto a explicarle, va a preguntar por… por mi orientación sexual y era algo que no tenía claro hasta ahora.

    -Entiendo, supongo que tenes razón, va a preguntar muchas cosas, no había pensado en eso.- Admitió con una mueca en sus labios, acariciando suavemente una de las mejillas del menor tras subir los dedos que antes sostenían la barbilla, intentando brindarle consuelo. -Pero aun así, esto no cambia las cosas, no quiero que sigamos mintiendo, que no sigamos escondiendo como si lo que tenemos fuera algo malo.

    -Pero ¿Y las consecuencias que eso traería?- Consultó con el ceño fruncido, no de molestia ni enojo, sino simplemente por lo contrariado que lo hacía sentir pensar esas cosas. -Akihiko, sos mayor que yo por diez años, sos el mejor amigo de mi hermano, cuando él me dejó aquí bajo tu cuidado estoy seguro de que jamás se imaginó que nosotros íbamos a tener este tipo de relación, no quiero que ustedes peleen, no quiero que él eche culpas sobre vos que no corresponden, que intente separarnos como hizo tu padre, vos te llevabas mal con él, cuando intento tal cosa no tuviste problemas con dejar claro que no ibas a dejarme pero yo no sé si sea capaz de pelearme con mi hermano, no quiero que eso pase, no quiero que haya heridos.

    -Misaki, contestame una cosa ¿Yo te hago feliz?- Consultó apretando un poco sus manos juntas, subiendo sus dedos a acomodar un mechón de cabello tras una de las orejas contrarias con sus ojos enfocados aun en los verdes frente a él.

    -Si.- Se limitó a contestar, no muy seguro de que se debía semejante pregunta.

    -Entonces no te preocupes por todo eso.- Alegó negando suavemente con su cabeza. -Takahiro es un hombre dulce y comprensivo, está algo chapado a la antigua pero por lo único que ha velado hasta antes de casarse y tener un hijo es por vos, por tu felicidad bienestar y aún sigue haciéndolo aunque tenga una esposa y un crío del que ocuparse. Si eres feliz conmigo entonces él va a entender, no va a darte la espalda ni va a decepcionarte.

    -¿Cómo estás tan seguro? - Preguntó dejando caer sus lágrimas, incapaz ya de mantenerlas en sus ojos y dejando que éstas hicieran largos ríos que surcaban sus mejillas.

    -Porque te ama, y él se cortaría sus propios brazos antes que herirte o truncar tu felicidad, él no sería capaz de lastimarte, Misaki. - Le hizo notar limpiando suavemente su llanto con el pulgar. -Va a aceptar que eres homosexual, y quizás le cueste procesar que sales conmigo, pero no va a rechazarte, ni vas a decepcionarlo.

    -Aún así… No sé si esté listo para decirlo ¿Qué pasa con todo lo demás? ¿Con tu carrera? ¿Si todo sale mal y mi hermano decide exponerte de mala forma a los medios? Yo no quiero ser una molest-...- Su perorata fue interrumpida por un suave beso y al separarse miró confundido la leve sonrisa en los labios del mayor.

    -Yo nunca estuve de acuerdo con ocultar lo nuestro, Misaki, ni de tu hermano ni de nadie pero entiendo que vos sos un chico simple que no quiere ser seguido por las cámaras y los medios, eso no quita que para mi no es nada trágico que salga a la luz nuestra relación, ni mucho menos el hecho de que soy gay, de todos modos vos no sos ninguna molestia, no vuelvas a decirlo.- Pidió con seriedad, pero desprendiendo dulzura de su mirada. -Takahiro no va a hacer semejante cosa, es mi amigo y más importante que eso es tu hermano y no va a exponerte. Ya te lo dije, te ama, no haría nada para lastimarte. - Repitió con calma.

    -Akihiko yo…- Balbuceó intentando reprimir el llanto que aún no se detenía y ordenar sus alborotadas ideas. -Esto me asusta.

    -Lo sé, pero llevamos cinco años juntos ¿Vamos a escondernos por otros cinco? ¿Por diez? ¿Hasta que él lo descubra? Quiero poder tomar tu mano cuando él vine de visita con su familia, quiero poder besarte en navidad cuando vamos a cenar a su casa, y no solo estar ahí y comportarme como si no fuéramos más que amigos frente al que es mi cuñado. Ciertamente no me gusta tener que faltarle el respeto así en la cara, fingiendo inocencia frente a él sabiendo que todas las noches te hago gritar mientras llegas al orgasmo. Es hipócrita y no creo que Takahiro merezca esto, que ambos estemos traicionando su confianza al ocultarle algo tan importante.

    Cerrando sus ojos, el castaño respiró profundo, y soltó la mano del escritor para luego dejarse caer suavemente contra su pecho, envolviendo sus caderas con sus brazos y sintiendo los contrarios rodearlo. Necesitaba eso, necesitaba un abrazo, sentirse seguro contra ese fuerte torso que parecía que era capaz de protegerlo del peor de los monstruos que habitaba en su cabeza.

    -Te amo, Misaki, sii de verdad no estás listo lo aceptaré, pero esto no puede seguir así para siempre. - Pronunció mientras apoyaba suavemente su barbilla sobre la coronilla del menor, acariciando suavemente la espalda del chico mientras lo refugiaba contra él.

    -No.- Contestó alejándose lentamente tras unos momentos pero sin poner la suficiente distancia como para romper el abrazo, alzando su mirada a él, tomándose ese instante para apreciar los sentimientos claros y honestos que reflejaban los ojos de su pareja y se armó de valor antes de tomar una determinación. -El fin de semana que viene, el viernes cuando salga del trabajo podemos ir a ver a mi hermano por el fin de semana y se lo diremos.

    -¿Estás seguro?

    -Si, tenes razón, mi hermano no merece que lo traicionemos y si… si seguimos ocultandoselo será aún peor cuando se entere.

    Subiendo sus manos, tomó su rostro entre ellas para acariciar sus mejillas sus pulgares, limpiandolas de las lágrimas que sus ojos ya habían dejado de derramar. -Te amo, Misaki.

    Sonrojado, cerró sus ojos, disfrutano de esa caricia y entreabriendo sus labios correspondió a sus palabras. -También te amo, Akihiko. - Un beso selló su confesión, uno que cada vez iba subiendo más su intensidad y antes de darse cuenta estaba recostado en el sofa con el cuerpo del millonario sobre él.

    -Quiero hacerte el amor de nuevo, Misaki…- Murmuró en su oído mordisqueandolo despacio mientras él solo era capaz de aferrarse a su espalda, tirando suavemente de la tela de la camisa. -Y quiero escucharte gemir mi nombre esta vez.

    Se tomaron su tiempo, esta vez no había desesperación, ni apuro, ni ciego deseo, solo la necesidad de sentirse, de demostrarse amor, de regalar caricias, de dejar que sus almas aún expuestas y sus emociones aun revueltas se correspondiera, se enlazaran.

    Hicieron el amor, algo más allá del mero sexo, de la mera exigencia de la carne ardida, cada beso no se daba sólo sobre la piel, cada susurro iba cargado de consuelo, el espíritu agitado de Usami que había cargado por años con tormentosos demonios que le auguraban miserias para su futuro, alegando que Misaki se avergonzaba de él, de sus sentimientos y su relación, ahora era calmado con cada roce, con cada gesto, y toda las dudas de Misaki volaron a algún lugar inalcanzable, borradas de él por las palabras dulces y los besos cuidadosos de su pareja.

    Las dudas de amos se diluían mientras sus cuerpos se fundían, mientras sus almas se mimaban. Nada más allá de ellos existía.

    -Continuará.


    Notas de Sioa: Bueno claramente me odian, mucho, quizás demasiado, quizás los review se llenen de amenazas sobre que si llego a abandonar esto me van a cortar las tetas o cosas peores, pero bueno gente ¡Al menos volví! Mis fics entran en pausa pero nunca son abandonados del todo. ¡Jamás! Voy lento, pero algún día los termino. Sé que muchos de mis lectores deben haberse desaparecido y que ni se acuerden de esta historia pero espero que el capítulo haya valido en algo la espera.

    Gracias al lemmon tuve que cambia la categoría del fic, originalmente no tenía planeado poner lemmon, esto ha sido una sorpresa.

    Ya no queda nada, quizás en dos o tres capítulos esto llegue a su final, y no esta vez no van a tener que esperar tanto, probablemente en unos días, cuanto mucho una semana este el siguiente cap.
    Sin más que añadir, espero que hayan disfrutado la actualización, estaré esperando sus comentarios para ver que opinana de todo esto, me quedó un poco muy emotivo el capítulo.

    Cuidense mi gente.

    Sioa Shun Uchiha-san.
     
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    Siiii has regresado, me alegra mucho leerte de nuevo.
    Muy buen capítulo, y buenísimo el lemon.
    Espero que pronto actualices Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    Capítulo 8: Un resultado Inesperado.

    By Sioa Shun Uchiha-san



    Había sido un sábado norma, había despertado temprano apenas sintió movimiento en la cocina, Hiyo, como era su costumbre, había despertado antes que ellos y estaba haciendo el desayuno para todos acompañada de un adormilado Sorata que se frotaba suavemente entre sus piernas. Sin vacilar, ofreció su ayuda para terminar de preparar los alimentos y luego había ido a despertar al desparpajo de ser humano que tenía por pareja.

    Habían desayunado juntos, luego ido a hacer las compras para la casa, almorzaron y luego por la tarde habían ido al cine, donde como siempre, Kirishima había intentado tomar su mano dentro de la oscura sala y en cuanto Hiyo se había levantado por ir al baño se las había ingeniado para robarle un beso, ganandose varios reclamos de su parte por su descarado y caprichoso comportamiento. Luego de la película habían paseado por el shopping, comprado algunas cosas para la alegre niña que los acompañaba y habían cenado fuera en un concurrido restaurante familiar de la zona.

    Ahora estaban en casa, Hiyo estaba en su cuarto ya dormida y él acompañado de su novio descansaban en el balcón mientras fumaban y bebían una lata de cerveza cada uno. Estaban en un silencio tenso. Al menos para él lo era, Kirishima estaba a su lado y parecía indolente a lo inquieto que él se setía.

    La noche anterior había escuchado algo aterrador, no estaba seguro de si había sido aquello causa de su cansada mente que decidió hacerle una jugarreta o realmente el castaño había pronunciado esas palabras y ciertamente le aterraba preguntar, no era algo para lo cual se sintiera preparado.

    Hablar con Hiyori. Decirle a esa niña que se había convertido en la luz de sus ojos sobre la relación que él y Zen sostenían era algo que no estaba dispuesto a hacer. Los miedos se lo comían vivo ¿Y si ella los odiaba?

    Desde la primera vez que había puesto un pie en la residencia de los Kirishima y había reparado en el altar de Sakura que no sentía con el derecho de ser parte de esa familia. Él sabía que ese lugar debía ocuparlo una mujer, una que pudiera ser una madre para Hiyo, alguien que pudiera acompañar a la niña en el camino torrido que estaba por empezar, la niña tenía un pie en la adolescencia, doce años era una edad complicada y ella necesitaba a una mujer para guiarla, no a él, un hombre amargado con un trabajo igual de exigente que el de Kirishima, pero lo más importante, era hombre, él no podría nunca tomar el lugar de una amorosa madre.

    -Takafumi… - Esa voz lo hizo volver a la realidad y giró su mirada a su pareja que sonreía ladino mientras sostenía la lata de cerveza entre sus largos y firmes dedos. -Llevas cinco minutos con el cigarrillo apagado entre los dedos ¿En qué piensas?

    -¿Y eso qué te importa?- Contestó hoscamente, sintiendo sus mejillas arder al ser descubierto absorto en sus pensamientos.

    -Oh ¿Con qué esas tenemos? - Preguntó risueño, ladeando su rostro ligeramente sin apartar sus hermosos ojos de las mejillas teñidas del más joven. -¿Es por lo que te dije anoche, Takafumi?

    El agente de ventas se congeló por unos segundos girando lentamente su cabeza para confrontar la mirada ajena con el ceño notoriamente fruncido. -¡Entonces realmente lo dijiste! ¿Estas loco, Kirishima?

    -Vamos, Takafumi, tranquilizate.- Alegó tomando la cajetilla de cigarrillos que estaba en la pequeña mesita entre ellos para tomar uno y llevalo a sus labios, encendiendolo con parsimonia para después dar una larga calada. -Pensé que si tocaba el tema cuando estuvieras relajada sería más sencillo, pero mi osito gruñon estaba cansadito y se quedó totalmente dormidito.

    -¡Al carajo con tus diminutivos de mierda, Kirishima-san! ¿Querés hablar seriamente por una vez en tu vida?- Pidió tirándose hacia atrás el cabello con una de sus manos, negando suavemente su cabeza por la estúpida actitud de su pareja. -No necesito tus estupideces ahora ¿Cómo es eso de que debemos decirle?

    El castaño sonrió y alejó el cigarrillo de su boca, exhalando suavemente el humo mientras se acomodaba en su asiento. -Lo he estado pensado, Takafumi ¿Que dirías si te pidiera venir a vivir conmigo?

    -No. - Se limitó a contestar sin perder el rubor de sus mejillas, sintiéndose cada vez más nervioso.

    -¡Oh! ¡Eres cruel, Takafumi!- Se quejó con el ceño fruncido. -¡Es lo más lógico del mundo que vivamos juntos!

    -¿Me querés explicar qué tiene de lógico dos hombres compartiendo casa con una niña de doce años?- Inquirió con fastidio.

    -Bueno, llevamos dos años de noviazgo y prácticamente vives aquí, en mi armario hay por lo menos cinco trajes tuyos completos, tienes un cepillo de dientes y un peine en el baño, tienes tu propio delantal para cocinar, y hay fotos por toda la casa de las dos vacaciones que hemos tomado juntos, además tu gato vive aquí desde hace casi dos años y tienes las llaves de la casa.- Enumeró con una sonrisa ganadora mientras observaba complacido como su novio se quedaba sin argumentos. -Yo tambien tengo las llaves de tu departamento, pero apenas si vas a dormir ahí poco más de una semana al mes y ni siquiera en días consecutivos.

    -¿Por qué me tenes que venir con toda esta mierda ahora, Kirishima-san?- Replicó frotando el puente de su nariz con dos dedos, intentando disimular su bochorno, porque por mucho que quisiera rebatir cada una de esas cosas todas eran ciertas ¡Se sentía dueño del lado izquierdo de la cama de Kirishima-san por el amor de Dios bendito! Pero simplemente no podía aceptar aquello, aún tenía dudas, muchas dudas.

    -¿Qué pasó con nuestro acuerdo de decirnos por nuestros nombres en privado? - Preguntó el castaño haciendo un infantil puchero.

    -¡Yo nunca acepté tal cosas! ¡Vos sos el que se la pasa llamándome "Takafumi"! ¡Vete al diablo, Kirishima-san!- Alegó acercándose al barandal del balcón, buscando inspirar algo del aire de la noche para tranquilizarse. -No voy a mudarme aquí y no vamos a decirle nada a Hiyo.

    -No sabes lo adorable que te ves comportandote así, todo ofendido por una tontera.

    -¿Adorable? ¡Soy un hombre, por el amor de Dios!- Se quejó intentando no alzar el tono, no quería despertar la otra residente del departamento.

    -Los hombres pueden ser adorables.- Contestó soltando una leve risa. -Takafumi ¿Qué es lo que te altera? Te dije que no debes subestimar a Hiyori, ella entenderá, yo no he criado a una joven prejuiciosa.

    -Kirishima-san, yo no puedo simplemente mudarme aquí y decirle a Hiyo de lo nuestro, no es correcto ¡Deberías estar buscando una esposa en lugar de estar tonteando conmigo! - Reclamó, silenciandose inmediatamente después de decir aquello. Sus propias palabras habían roto algo dentro de él ¿Qué pasaría si Kirishima finalmente recapacitaba? ¡¿Y si realmente iba a buscar una mujer para completar su vida?! ¿Qué pasaría con él? ¿No le había alcanzado ya con sentir su corazón roto con Takano?

    Kirishima lo miraba serio y en silencio, su siempre apacible rostro ahora mostraba un ceño fruncido poco habitual, no tuvo tiempo a reacción cuando sintió una gran mano tomandolo por el cuello de la camisa, lo siguiente que supo fue que estaba siendo besado y que él correspondía como si a pesar de tener el cerebro nublado su cuerpo supiera exactamente qué hacer.

    -No vuelvas a decirlo.- Dictaminó el editor, alejándose solo lo necesario como para poder hablar aun algo agitado después del beso. -No voy a buscar a ninguna mujer, Takafumi, sabes que te amo.

    Cerrando sus ojos, no tuvo más opción que respirar profundo mientras sus manos se apoyaban a cada lado de la cadera contraria formando una especie de abrazo mientras sentía los largos y ásperos dedos del mayor recorrer sus mejillas en un mimo dulce. -Kirishimas-san, aún así, no puedo mudarme aquí, suponiendo que habláramos con Hiyo y no estoy diciendo que vayamos a hacerlo, que yo me mudara puede ser un shock, es demasiado repentino ¿Y tus padres? Ellos preguntarían, ya deben estar bastante preocupados de que yo pase tanto tiempo aquí, tu familia siempre hace preguntas respecto a si vas a volver a casarte o si tienes novia, han incluso interrogado a Hiyo pasa saber si traes a alguna mujer aquí.

    -Ey, alto ahí.- Lo detuvo, interrumpiendo la perorata con una sonrisa suave, relajando un poco la expresión de su rostro. -Le he dejado claro a mi familia un millón de veces que no voy a casarme con otra mujer.- Expuso con calma. -Hiyo tampoco tiene intención ni quiere tener "una mamá", ella ya ha dicho antes que es feliz con nosotros dos y Sorata creo que eso debería dejarte tranquilo con respecto a si aceptara o no nuestra relación y mis padres…- Hizo una leve pausa y el corazón de Yokozawa se detuvo al ver la sonrisa felina bailoteando en aquellos gruesos labios. Conocía esa expresión, esa era la cara que ese descarado intento de ser humano ponía cuando se mandaba una de las suyas ¿Qué carajos había hecho ahora Kirishima? -Ellos ya lo saben, tranquilo, les dije que vos todavía no querías una presentación formal y eso pero saben que somos pareja.

    Fue como si un balde de agua helada sacada del mismísimo ártico le cayera encima, su boca se abrió pero era incapaz de pronunciar palabra, para cuando el editor en jefe explotó en carcajadas su cuerpo decidió moverse y se apartó con un brutal empujón. -¡TE HAS VUELTO TOTALMENTE LOCO, ZEN! ¿CÓMO SE TE OCURRE DECIRLES SIN CONSULTARME PRIMERO! - Estaba seguro de que sus gritos habrían despertado a medio edificio pero no había sido capaz de modular su voz, la impresión era demasiado grande.

    Aun entre carcajadas el castaño negó un par de veces con su cabeza, sosteniendo su estómago con ambas manos, sabía que su temperamental novio le iba a acomodar las ideas a patadas si no se callaba y le explicaba pero ¡Es que su cara había sido un poema! ¡No podía esperar que no se riera si le ponía esa expresión! Sabía que Takafumi iba a tener una reacción así cuando se lo dijera, pero es que eso no quitaba que había sido un espectáculo digno de ver.

    -¡Zen! ¡Deja de reirte y explicame! ¿En qué carajos estabas pensando al decirles? ¡¿Estabas pensado siquiera?! - Preguntó intentado mantener su histeria a raya. -Si esta es una de tus bromas ¡Te juro que te arrojaré del balcón!

    -No, no, no es una broma.- Contestó finalmente ahogando sus risas y tranquilizandose un poco. -Mi madre comenzó a sospechar, es mi madre ¿Sabes? Ella fue la primera en darse cuenta de que algo pasaba, más que nada porque notó que yo estaba enamorado y al saber que tu estabas aquí todo el tiempo, que cuidas a Hiyo y que ella no deja de hablar de ti siempre que va a visitarlos pues, mi madre es una mujer lista, solo ato cabos y decidió preguntarme directamente si entre nosotros había algo ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué le mintiera?

    -¡Si! ¡Por al amor de Dios! ¡Ni siquiera la conozco!- Intentó hacerle ver lo obvio, pero la sonrisita estúpida del mayor no desaparecía.

    -¡Vamos! ¡Es mi madre! Mentirle no habría tenido sentido, iba a darse cuenta.- Alegó encogiéndose de hombros. -No tienes que preocuparte, estoy feliz, Hiyo está feliz, así que ella está encantada y si, quiere conocerte, se muere por conocerte.- Explicó relajadamente. -Le dije que mi osito gruñon es un poco complicado y lo entiende, pero está esperando que te presente, ella se lo dijo a mi padre y él lo tomó bastante bien, así que no hay problemas.

    -¿Cuándo exactamente ocurrió todo esto?- Preguntó casi con temor a la respuesta, sus suegros estaban plenamente conscientes de que ellos eran más que sólo compañeros del trabajo y eso ya alcanzaba para tenerlo cercano a un infarto, no sabía si aguantaría más información esa noche.

    -Bueno, lo supieron después del problema con mi ex compañera de la universidad ¿La recuerdas?- Consultó arqueando una ceja.

    El agente de ventas tragó saliva con dificultad y tras unos instantes se atrevió a contestar. -Si, pero eso ocurrió hace más de un año.

    -Exacto.

    Estaba en shock, con manos temblorosas tomó un nuevo cigarrillo y lo encendió para intentar aclarar sus ideas, increíblemente Kirishima parecía dispuesto a darle ese espacio para pensar, puede que fuera un idiota de cuidado pero hasta él sabía que aquello no era un asunto de chiste.

    Yokozawa estaba alterado, fumaba con nerviosismo y el pulgar de la mano que sostenía el cigarrillo golpeteaba constantemente el filtro del mismo para deshacerse de las cenizas que ni siquiera llegaban a formarse. Sus suegros lo sabían y parecían aceptarlo, su novio le pedía formalizar ¡Formalizar! ¿Cómo se supone que dos hombres formalizan? ¡Había una niña de por medio, no podían tomarse las cosas tan a la ligera! ¿Y sus propios padres? Sus padres venían preguntandole desde hace años cuando se casaría, cuando tendría una novia, cuando presentaría a alguien aquella gastada conversación siempre terminaba con su cansada madre recitando: "El trabajo es una esposa ingrata, cariño, cuando estés mayor el trabajo no se encargará de cuidarte, ni te dará amor o una familia, estoy preocupada por ti, Takarumi." Su madre era una mujer dulce que se preocupaba por su bienestar y en más de una ocasión había también reclamado que quería tener nietos antes de estar demasiado vieja como para jugar con ellos. Su padre era otro tema, jamás habían tenido una buena relación aunque quizás lo más correcto sería decir que ellos no tenían una relación, la última conversación relevante que había tenido con ese hombre se remontaba a su temprana adolescencia y no la recordaba bien, era un hombre apático y distante, quizás él no fuera a armar un escándalo por saberlo homosexual, dudaba si quiera que eso le importara pero ¿No se supone que cuando formalizas una relación tienen que presentarse las familias? ¿Kirishima pretendía eso? Terminar encerrados en un cuarto ellos con sus padres sonaba a un escenario casi dantesco.

    -Takafumi, somos adultos.- Aquellas palabras hicieron que volviera a la realidad y girándose, apoyó su espalda en el barandal para poder observar el gesto nuevamente serio de su novio. -Vos y yo sabemos que lo nuestro no es una aventura pasajera, vamos dos años juntos y espero que hayan muchos más ¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo?

    -Zen, no es tan simple.- Con el rostro ardiendo de vergüenza, miró a un costado. -Ambos somos hombres ¿Sabes lo que eso puede afectar a Hiyo? ¿A lo que la gente le diría? Además… vivir juntos… ¿No te parece que eres ingenuo?

    -Lo que me parece es que actúas como un cobarde. - La respuesta había salido llana, sin ningún timbre de molestia en ella. Si quería quizás describir alguna emoción en esas palabras la única que encajaba era la indiferencia o quizás la resignación.

    -No es cobardía, Zen, pero tengo muchas dudas.- Alegó mordiendo la cara interna de su mejilla derecha con ansiedad. -Entiendo que Hiyori ya está grande, pronto empezará a hacerse preguntas respecto a porqué un hombre soltero de mi edad prácticamente vive aquí y comparte el cuarto de su padre, a porqué tengo autorización para retirarla del colegio o porqué eres tan denso a mi alrededor, no te molestas ni un poco en disimular cuando te dispones a acosarme. - Explicó su punto con dificultad. -Es casi una adolescente, va a llegar a la conclusión tarde o temprano, no voy a insultar su inteligencia creyendo que va a creer toda su vida que solo somos amigos.

    -No insultas su inteligencia pero te empeñas en pensar en el más trágico de los escenarios creyendo que va a odiarte cuando sepa la verdad ¿Cierto?

    Era desesperante al mismo tiempo que aterrador y tranquilizador que Kirishima fuera capaz de leerlo con tanta facilidad y certeza. LLevando una mano a su rostro, lo cubrió mientras soltaba un largo suspiro, antes de darse cuenta sus ojos estaban ya empañados. -No sabría qué hacer si ella me odia, Zen. - Explicó finalmente con la voz entrecortada. -Yo… Yo nunca seré su padre, no puedo ocupar el lugar de una madre, no soy una mujer, pero yo… - Tartamudeó incapaz de seguir hablando, sintiéndose humillado al verse reducido al llanto frente a una persona que admiraba y que amaba tanto como su pareja. -¿Es tan terrible que la quiera como si fuera mi hija? - Preguntó al aire con su voz tomada por la angustia. -No podría tolerar que ella no quisiera volver a verme, que me despreciara, yo no puedo ser su padre pero… pero…- No pudo terminar de hablar, unos largos y fuertes brazos estaban rodeándolo y una cálida mano se paseaba suavemente por sus cabellos.

    -Takafumi ¿Qué tiene de malo que te quiera a nuestro lado? Mi hija te adora, ella no va a odiarte, no es capaz de tal sentimiento.- Explicó con suavidad. -Además, estoy seguro de que estará feliz de poder presumir que tiene dos padres tan increíbles como nosotros ¿Verdad? A veces hasta creo que te quiere más que a mi.

    Un risa floja escapó de su labios en medio de sus lágrimas y llevó sus brazos a envolver la espalda del hombre frente a él. -Si no fueras un desastre quizás te querría más.

    -Takafumi.- Lo llamó apartándose un poco para poder después apoyar su frente en la contraria, observando aquellos profundos ojos azules anegados de llanto. -Te amo.- Declaró inclinándose a besar sus labios de forma casta por unos meros segundos. -Quiero que seas parte de mi familia, hay que decirle a Hiyo ya no podemos posponerlo.

    -Te odio tanto…- Murmuró cerrando sus ojos con el ceño fruncido, sintiendo la calidez que se extendía por su cuerpo y nacía en su pecho ante aquellas palabras y la risa clara y dulce de su novio no ayudaba en nada a calmar esas emociones.

    -Se lo diremos mañana. - Decretó el editor, volviendo a besar sus labios esta vez más apasionadamente. -Pero ahora, vamos al cuarto que no puedo esperar a hacerte el amor.

    -¿De qué rayos estás hablando? ¡Hiyo esta dormida! ¿Perdiste la cabeza?

    -No se despertará si no haces mucho ruido. - Alegó entrelazando sus manos para llevarlo a rastras al cuarto, riendo mientras escuchaba las protestas en voz contenida del más joven, alegaciones que de nada valdrían, porque una vez en su habitación lo arrojó sobre la cama. No pensaba escuchar sus excusas, había tenido a Yokozawa llorando entre sus brazos mientras confesaba que se sentía padre de su hija ¿Qué mejor afrodisiaco que ese? ¡Ay, como amaba a ese oso!

    -.-.-.-.-.-.-.-.-

    ¡Iba a matarlo! Juraba que iba a encontrar la forma de deshacerse del engendro de su novio en algún momento. ¡Le dolía caminar! ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo se le ocurría a Zen atacarlo así con una niña de doce años durmiendo en la habitación de al lado?

    Estaba tan tentado a dejar caer veneno para ratas en el plato de desayuno del editor.

    -¡Onii-chan! ¿Estás bien? - Preguntó Hiyo alegremente mientras encendía la cafetera, mirando curiosa el gesto enfurruñado del mayor. -¿Estás enojado? ¿Papá hizo algo tonto de nuevo que te molesto?

    ¡Estupido Kirishima! ¡Hasta la niña sabía que cuando estaba enojado la culpa la tenía él! -No, Hiyo-chan, solo no dormí del todo bien.- Explicó estirando una mano para acariciar suavemente sus castaños cabellos. -No te preocupes.

    -¿No dormiste bien? ¿Por qué?

    -No lo sé, solo me costo un poco dormir, no te preocupes, ve a despertar a tu padre yo me encargo del reso.- Le pidió y tras ver a la chica asentir y alejarse, resopló entre dientes.

    Estaba terminando de poner la mesa con todos los alimentos cuando padre e hija entraron a la estancia, Zen se veía aun adormilado pero eso no le quitó su retorcido sentido del humor.

    -¡Oh! ¡Takafumi! ¡Qué buena esposa! ¡Me esperas con el desayuno servido y en delantal! ¡Quiero me besito de buenos días!.

    -¿Aún sigues dormido? ¿Quieres que te despierte a patadas?- Preguntó alzando la voz y frunciendo el ceño. -¡Sentate a desayunar y dejá de decir estupideces!

    Riendo el editor se sentó en su lugar, y tomó su taza de café, inspirando extasiado el aroma que emanaba sin perder su jovial sonrisa. -Pero qué temperamento y eso que es muy temprano, envejeceras rapido si siempre estás tan mal humorado, Takafumi.

    -¿Y de quién es la culpa?

    -No lo sé ¿De quién será?

    -No tenes vergüenza. - Protestó distrayéndose ante el musical sonido de las carcajadas de la niña que acababa de sentarse con ellos a la mesa, tomando su chocolatada con alegría.

    -Papá y onii-chan siempre están discutiendo por tonterías, papá deberías no molestar tanto a Onii-chan.- Comentó mirando con reproche al castaño.

    -Mi propia hija en mi contra ¿No te da vergüenza, Takafumi? ¡¿Cómo osas ponerla de tu lado?!

    -Si no fueras un tonto, ella te defendería. - Alegó divertido y conmovido por la actitud de Hiyo, disponiéndose a disfrutar de su propio café.

    -Papá, Onii-chan, hoy es un lindo día ¿Les gustaría ir al parque a almorzar ahí? ¿Podemos tener un día de pic-nik?- Preguntó emocionada la castaña.

    -Oh, me parece un idea increible, Hiyo, claro que podemos ir. - Aceptó calmadamente Zen. -Mientras tu y Takafumi preparan todo yo usaré la mañana para ver algo del trabajo ¿Está bien?

    -Si, papá.

    Tras terminar su desayuno, cada uno siguió a la suyo, Kirishima como lo había dicho se instaló en la mesa del comedor con la computadora, totalmente absorto en el trabajo mientras Yokozawa y Hiyori preparaban la canasta con todo lo necesario para el pic-nik, además de ponerse a preparar juntos la comida que llevarían.

    Antes de darse cuenta estaban en el parque, eran cerca de la una del medio día y no eran la única familia que había tenido esa idea. Se habían tomando el momento para almorzar entre amenas charlas y luego de la comida, Hiyo se las arregló para convencer a Yokozawa de jugar a la pelota con ella.

    Zen miraba desde la manta a la sombra de un frondoso árbol como su hija y su novio correteaban por el lugar entre risas y juegos, no pasó desapercibido para él la mirada de varias mujeres cercanas. Le molestaban, Yokozawa siempre se empeñaba en que él no era atractivo ni un buen partido, parecía no darse cuenta de todas las miradas que levantaba, en parte agradecía que ese exterior duro e inaccesible de su pareja desalentara a las personas de acercarse a él. Takafumi era una excelente persona, pero si, intimidaba como el diablo, suerte que él era el único que conocía su lado más dulce, verlo hornear galletas en su cocina en compañía de Hiyo usando un tierno delantal era algo tan suyo que al mismo tiempo que quería compartirlo quería guardarlo para que nadie más conociera eso del agente de ventas, si todos supieran lo tierno que podía ser su oso tendría muchisimos más pretendientes de los que él podría espantar.

    Estaba tan perdido en sus pensamientos que para cuando regresó de Yokozawa-landía, tenía a su hija pasando una mano frente a su rostro con gesto algo preocupado.

    -¿Estás bien, papá? ¡Mira! ¡Onii-chan nos compró helado! - Dijo emocionada, sentándose cerca de su padre para entregarle el cono de crema helada.

    -Oh, qué considerado de su parte, gracias Takafumi. - Dijo alzando su mirada a su pareja que tenía una ceja arqueada.

    -¿Qué pasa? ¿Temas del trabajo?

    -No, no, nada de eso.- Alegó encogiéndose de hombros. -Solo los miraba jugar y pensaba que tengo suerte de tenerlos.

    -¡PAPÁ! ¡KIRISHIMA-SAN!- La protesta de sus amores avergonzados lo hizo estallar en carcajadas y sin prestarles atención comenzó a comer su helado.

    -Ah, Hiyo…- Llamó la atención de su hija, que inmediatamente se giró en su dirección ante su llamado. -Sabes, hay algo que Takafumi y yo queremos decirte, hija.

    El agente de ventas se atragantó con el helado y comenzó a toser con fuerza mirando a su pareja con sorpresa. -¿Estas bromeando, verdad? ¡¿Ahora?! ¡¿Aquí en el parque?!

    -Si ¿Por qué no? Es un buen momento, estamos pasándolo bien.- Contestó alegre.

    -¿Algo que decirme? ¿Hice algo malo?- Preguntó la jovencita algo confundida, sentandose de piernas entrecurzadas sobre la manta. -¿Estás bien, Onii-chan?

    -Estoy bien, Hiyo, tu padre solo va a matarme de un disgusto un día de estos. - Alegó sentandose también con inseguridad junto a su pareja, Zen parecía alegre, pero la mirada en sus ojos le había dicho que no tenía escapatoria. No se sentía preparado pero ¿Cuándo lo está uno para dar semejantes noticias?

    -No hiciste nada malo, Hiyo.- Explicó Kirishima de forma relajada, estirando una mano para tomar la de su pareja con suavidad ante la mirada curiosa de la pre-adolescente. -Pero hay algo importante que nosotros tenemos que explicarte.

    -¿De qué se trata, papá?

    Kirishima giró su rostro para observar el gesto nervioso y preocupado de su novio y respiró profundo, claramente Takafumi no iba a decir una sola palabra, las cosas estaban entonces en sus manos. -Hija, tu sabes que Takafumi es un gran amigo mío y que ha estado mucho tiempo con nosotros en estos dos años, que yo lo quiero mucho ¿Cierto?

    La chica frunció apenas el ceño ante ese extraño discurso, pero aun así asintió con su cabeza. -Si, sé que se quieren mucho aunque peleen todo el tiempo porque tu eres muy infantil, papá.

    -¡Ey! ¡No todo es mi culpa!- Protestó el editor, haciendo un leve puchero ante la risa que su novio soltó, divertido por las palabras de su hija. -Bueno, no importa, lo que queremos decirte es que si, nosotros nos queremos mucho.

    -Si eso ya lo sé papá, no entiendo.- ¿No podía ser cierto, verdad? Ella tenía que estar mal entendiendo algo, su padre y su Onii-chan solo eran amigos ¿Verdad?

    Tenso, Yokozaba carraspeó, atrayendo la atención de esas dos personas que se habían convertido en su mundo. -Lo que tu padre intenta decir, Hiyori es que nosotros…- Tartamudeó, sintió que su lengua estaba enredada y era muy difícil moverla para modular palabras, la niña de sus ojos los miraba inquieta y con un brillo de duda extraño bailoteando en sus bellos ojos castaños. No se atrevía, simplemente no podía decirle lo que ocurría, no tenía corazón para despedazar así las ilusiones de una chiquilla.

    -¿Ustedes qué, Onii-chan?

    -Nosotros somos pareja, Hiyo.- Dijo finalmente Kirishima poniendo toda su atención en la reacción de la menor que ahora los miraba con sus parpados abiertos a toda su capacidad, las mejillas rojas y su boca abierta. -Desde hace dos años que somos novios, eres un niña lista, sabes lo que ser novios significa ¿Verdad? - De forma casi robotica la chica asintió, sin salir de su estado de sorpresa. -Nos tomó mucho tiempo decirte esto porque muchas cosas pasaron y queríamos estar seguros de nuestra relación antes de que lo supieras, pero ya es tiempo de que te enteres.

    El silencio se volvió ensordecedor, los adultos estaban tensos y preocupados por la falta de respuesta de la chica, Yokozawa sentía su corazón tan acelerado por el miedo que sin pensarlo apretó más fuerte la mano de Kirishima que se entrelazaba con la propia y a cambio recibió un apretón igual de fuerte.

    ¡No podía creerlo! ¡Estaba pasado! Un sollozo cortó el aire, haciendo que el corazón de ambos adultos se detuviera, y sus lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, al darse cuenta de que estaba llorando llevó ambas manos a su cara para frotar sus ojos con sus puños.

    -Lo siento…- Se disculpó entre sollozos.

    -¡Hiyo!- Desesperados, ambos hombres se acercaron a ella dejando caer sus helados sin siquiera notarlo y rodearon a la menor entre ellos en un suave abrazo, más fue el padre de la chica el primero en hablar mientras tomaba sus manos para alejarlas de su rostro. -Hiyo ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras, Hija? - Estaba preocupada, nunca había siquiera pensado que ella pudiera largarse a llorar con la noticia.

    Yokozawa estaba devastado, sabía que eso podía pasar, esa era su pesadillas recurrente, Hiyori lo detestaba pero en un intento desesperado por no dejar ir su felicidad abrazó un poco más fuerte a la niña. -Hiyo, por favor…- Suplicó, no muy seguro de qué quería conseguir con eso.

    La niña negó con su cabeza entre sollozos y alzó ambos brazos para rodear el cuello de ambos preocupados hombres. Los estaba asustado y ella no quería eso. -Lo siento, perdón.- Se disculpó de nuevo, apartándose poco después para frotar de nuevo sus ojos con sus puños y así detener el llanto. -Yo…

    -Hiyo, por favor, dinos qué ocurre.- Suplicó Zen viendo a su hija apartarse después del abrazo y tragó saliva con dificultad, por primera vez tenía dudas de si confesarle aquello a la chica había sido correcto o no, pero se le acababan las opciones, su hija ya lo sabía y ahora debía atenerse a consecuencias.

    -Perdón, no quería asustarlos.- Dijo finalmente luego de calmarse un poco, mirando a ambos con una enorme sonrisa en sus labios que dejó a sus padres totalmente confundidos. -¡Es solo que estoy muy feliz!

    -¿Qué? - La pregunta había abandonado los labios de ambos al mismo tiempo, aunque Yokozawa la había soltado un poco más alto debido al desconcierto.

    -¡Si! ¡Estoy feliz!- Explicó la niña ahora soltando suaves risitas mientras intentaba contener el llanto que quería volver a surgir. -Tenía miedo de que papá buscará a una mujer para que fuera mi mamá nueva.- Explicó la chica con algo de culpa. -No quería que el trajera a una mujer extraña a casa porque yo soy feliz como estamos, con Onii-chan y Sorata, si papá se casaba con alguien más ya no vería a Onii-chan. - Explicó entre leves sollozos. -Perdón, pero… pero yo quería que ustedes fueran pareja.- Dijo avergonzada en un murmullo que había a dejando a ambos sin habla. -Si lo fueran entonces podríamos ser una familia feliz y no tendría que preocuparme de que papá trajera a alguna mujer que no me agradara a casa, además papá es más feliz desde que Onii-chan nos visita y yo quiero verlo feliz.- Sin poder evitarlo había roto de nuevo en llanto.

    Los adultos estaban totalmente impactados, si, Kirishima pensó que su hija los aceptaría pero nunca se le habría cruzado por la cabeza que su hija querría que ellos estuvieran juntos. -Yo me sentía tonta y me ponía muy triste cuando pensaba que Onii-chan podría tener novia y entonces dejaría de visitarnos y de hacer feliz a papá, o que papá me trajera una nueva mamá, yo no necesito otra mamá, Onii-chan es muy buena mamá. - Eso hizo que Yokozawa sintiera que su corazón había dado un vuelto de 380 grados dentro de su pecho. -Desee muchas veces que ustedes se enamoraran para que las cosas no tuvieran que cambiar.

    -¡Ay, Hiyo! - Totalmente conmovido, Kirishima abrazó a su hija, sentandola sobre su regazo y acunandola en sus brazos contra su pecho como si se tratara aún de una bebita y no de una joven en vías de desarrollo. -Tu si que sabes lo que es mejor para mi, deberíamos haberte dicho esto antes para que no te preocuparas tanto, pero ya vez, Takafumi no va a irse con ninguna novia y yo no traeré ninguna mujer a casa. Somos una familia nosotros tres.

    -¡Cuatro! ¡No te olvides de Sorata, papá!- Afirmó la chica, abrazándose al cuello de su padre aun entre lagrimas pero sin perder la sonrisa. -¡Estoy muy contenta! ¿Eso quiere decir que le puedo decir papá a Onii-chan?

    Ahora sí le iba a dar un infarto, el agente de ventas se acercó a sus tesoros con el pulso acelerado, acariciando suavemente el cabello de la niña con una de sus grandes manos. -¿No crees que eso sería confuso, Hiyo? Puede seguir diciendome Onii-chan - Su corazón no iba a resistir tantas emociones.

    -¿Qué tal si le decis mamá oso? - Propuso el editor ganandose un golpe en la cabeza cortesía de su novio.

    -¿No te cansas de hablar tanta imbecilidad junta, Kirishima? ¡Arruinas el momento con tus estupideces!

    La niña estalló en carcajadas ante la forma infantil en que se portaban los adultos y negó con su cabeza. -Son como niños. - Comentó alegremente, girandose a ver al agente de ventas. -¿Puedo decirte papá Takafumi? - Preguntó con sus ojos llenos de ilusión y a Yokozawa se le empañaron los ojos, incapaz de negarle nada a esa criatura.

    -Si, Hiyo, si eso te hace feliz puedes decirme así.

    -¡Entonces esta decidido! ¡Takafumi se mudará con nosotros!- Afirmó alegremente el editor coreado por los vitoreos de su hija.

    -¡Ey! ¡Oigan ustedes dos! ¿Quien dijo que yo…? - Se vio interrumpido al sentir que Kirishima besaba sus labios.

    -Ríndete Takafumi, no puedes contra dos Kirishima.

    -¡ZEN! ¡ESTAMOS EN PUBLICO!- Gritó azorado, sin poderse creer el descaro de ese sujeto.

    Hiyo había tapado su rostro ante esa tierna muestra de afecto, pero sus dedos estaban entreabiertos para poder verla, estaba sumamente feliz. Pensar que hacía no mucho había tenido una discusión con una compañera, esperaba que sus padres nunca averiguaran el motivo, pero es que Himura había dicho, en medio de una conversación que dos hombres no deberían estar juntos, que era enfermo. Todo había surgido por culpa de otra de sus compañeras quien había llevado manga que les estaba mostrando en él recreo y ella aseguraba que los protagonistas, ambos hombres, estaban enamorados. Himura había soltado su comentario inoportuno y para ella fue una afrenta personal, había pensado en su padre y en su Onii-chan y en lo mucho que quería que entre ellos hubiera más que amistad y fue como si estuviera insultandolos a ellos ¡Nunca había estado tan enojada en su vida! Sin darse cuenta la había empujado y Himura había tirado de su cabello, antes de que la pelea fuera a mayores las profesoras las habían separado y un poco después estaba esperando en la dirección a que su padre la fuera a retirar.

    Ya no tenía que preocuparse, ahora eran oficialmente una familia y se prometía a sí misma que si volvía a escuchar comentario como aquel sería indiferente. Ella era feliz, sus padres eran felices, el resto no podía opinar al respecto. La familia de su padre solía acosarla con preguntas del tipo de si ella quería una mamá, de si sería feliz si su padre se casara de nuevo y siempre había respondido con negativas, ella no necesitaba a nadie más en su familia para ser feliz, Yokozawa era suficiente y más que eso.

    Él le enseñaba a cocinar, estaba con ella cuando quería intentar recetas nuevas, la ayudaba con los deberes, cuidaba de ella cuando su padre estaba ocupado con el trabajo, le hacía hermosos peinados que sus amigas envidiaban, la arropaba antes de dormir, le traía regalos cuando pasaba mucho tiempo sin verla, le había regalado a Sorata, se preocupaba por ella, la quería, incluso iba en reemplazo de su padre a eventos "padre e hijos" el colegio. Yokozawa Takafumi era la mejor madre que podría pedir.

    -.-.-.-.-.-.-

    -No puedo creer que me convencieron de esto…- Murmuraba entre dientes Yokozawa una semana y media después de aquel día mientra adentraba las cajas con sus pocas pertenencias al departamento que desde ese día compartiría con su familia.

    -Te lo dije, Takafumi, ríndete.- Alegó Kirishima entre risas, entrando tras él con las dos últimas cajas de la mudanza. Su novio no tenía tantas cosas, apenas si se habían sumado un par de muebles que ya verían donde poner y cajas y cajas llenas de libros, ropa y alguna que otra baratija. Algo bueno que sacaban de eso era que hora tendrían la vieja Tv del agente de ventas instalada en su cuarto.

    -¡Eres insufrible!- Reprochó soltando un resignado suspiro.

    -¡Yo ordenare las cosas de la cocina!- Escucharon el grito de Hiyori, que entraba en dicha estancia con la caja que tenía el rótulo de "cocina" sobre ella.

    -¡Vamos! ¡LLeva tu ropa al cuarto yo ordenare los muebles en el salón! - Afirmó Zen encaminadose en medio de ese mar de cajas al salón para acomodar los pocos muebles que esperaban embalados todavía a ser puestos en el lugar que correspondía.

    Yokozawa resopló de nuevo y tomó dos cajas con sus objetos personales, apiladas una sobre otra para dirigirse al cuarto que ahora oficialmente le pertenecía, sin embargo al pasar cerca del altar de Sakura tuvo que detener sus pasos y observó la foto de la bella mujer por unos segundos.

    -"Perdoname, Sakura-san, finalmente vengo a usurpar el lugar que le corresponde, sin embargo le prometo que cuidaré de ellos y que los amo, mis intenciones son buenas, así que, por favor, le pido que me acepte y que desde donde sea que este cuide de nosotros."- Oró en su interior, rogando que su suplicara llegara aquella difunta mujer a donde fuera que estuviera. La respetaba, deseaba desde lo más profundo de su ser que ella pudiera aceptarlo, sabía que no tendría nunca respuesta pero quería creer que llegados a ese punto, Sakura de alguna forma ya le había dado su visto bueno.

    Ya no había espacio para dudas, ese fin de semana su familia y la de Kirishima se reunirían en casa de los padres de éste último en un almuerzo familiar para terminar de formalizar su relación. Todos sus conflictos internos puede que no estuvieran del todo solucionados, aún no sabía que pasaría en aquel almuerzo pero teniendo a Zen y Hiyori a su lado sentía que nada podía salir tan mal, sus demonios se habían silenciado. Finalmente tenía paz, tenía felicidad ¿Qué más podía pedirle a la vida?

    Con paso acelerado reanudó su camino a la habitación sin poder disimular la apacible sonrisa en sus labios, sentía ese como el primer día del resto de su vida, hacía dos años cuando despertó en una habitación de hotel desnudo y sin tener idea de que había pasado no había imaginado que el estúpido chantaje de Kirishima lo iba a llevar a este punto, que Takano le rompiera el corazón había sido lo mejor que podría haberle pasado, ahora estaba donde sentía que pertenecía. Tenía después de tantos años un hogar. Sin dudas. Sin desplantes. Sin dolor. Había encontrado su lugar en el mundo.

    -.-.-.-.-.- Continuará.-


    Notas finales de Sioa: ¡Buenaaaaaas! El capítulo quedó algo corto creo yo, pero se me acabó la inspiración señoras y señores. El siguiente capítulo será el último ¿Les gustó el cierre que hice de la trifecta? ¡OH JEBUS, CUANTO LOS AMO!

    Me alegra que haya habido gente que siguió esta historia desde el principio y que sigue leyendo y esperando las actualizaciones, eso para mi es muy importante. Les pido lo de siempre, una limosnita por favor… digo, déjenme un comentario ¡No sean agarrados! (?) ¡Hagan feliz a una autora irresponsable! (?)

    Bueno, sin más que añadir, nos vemos en el final ;D

    Sioa Shun Uchiha-san.
     
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    Me ha gustado el capítulo.
    Muy buen final para esta dulce y feliz familia.
    Esperaré con ansias la conti, lástima que sea y ya el último capítulo.
    Dos preguntas:
    ¿Habrá epílogo?
    ¿Continuarás con tu fan fic Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde?
    Gracias.
     
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    ¡Hola Anne! En cuanto termine este fic retomaré el de "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" Me prometí a mi misma terminar mis fics inconclusos lo más pronto posible porque tengo otros proyectos en mente y antes de avanzar con ellos quiero terminar los que dejé tirados por falta tiempo e inspiración.

    Ahora que tengo un poco de ambas cosas quiero terminar todos mis fanfics.

    En cuanto termine este retomaré el otro y solo por si te interesa estoy subiendo un fic que se llama "Encrucijada" pero es de Hetalia, quizás si te gusta ese fandom podrías ir a darle una mirada.

    Y con respecto al epilogo, lo iré viendo. Cuando termine el fic, si ves que hay algo que quedó inconcluso o se te ocurre algún tema para un epilogo podría ver de incluirlo, si no me cuadra mucho quizás puedas pedirme un one-shot de algo que te interese leer, digo, eres una lectora fiel estas aquí desde que empecé con estos despropositos de historias. Me gustaría hacerte un regalo y dedicarte un fic :D
     
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    Muchas gracias me ha hecho mucha ilusión.
    Sobre Hetalia no he leído el manga ni visto el anime (no sé si tiene o no ) pero miraré de qué va Hetalia y me pasaré a ver tú historia.
    Siempre me ha gustado leer historias con las parejas romántica y nostálgica donde Ritsu y Misaki son hermanos a ti te quedaría muy bien y de Viewfinder Akihito y Asami lástima que de estos últimos hay muy pocos.
     
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    Si que tiene anime Hetalia ¡Te recomiendo verlo te va a encantar! Tiene varias temporadas pero los capítulos solo duran poco más de cinco minutos ¡Dale una oportunidad! ¡Créeme que es genial! Empieza con Axis power Hetalia, luego viene Hetalia world series, tiene hasta una película y el especial de San valetín es genial xD (???) Bueno, basta, que te voy a spamear Hetalia por todos lados, amo esa serie, sigo esperando ansiosa que el autor se decida a crear a los países latinoamericanos, no es justo que solo tenga canon Cuba T.T

    Lamento decirte que si bien leí el primer tomo de Viewfinder, fue hace muchísimo tiempo, no recuerdo nad ay nunca vi las ovas Dx es un gran pendiente, veré entonces si puedo hacerte algo con Ritsu y Misaki como hermanos, pero advierto que los UA no se me dan muy bien, prefiero seguir las lineas generales del cannon pero por vos haré un esfuerzo. Primero terminaré este fic que te aviso que en un par de horas, más tardar mañana subiré la actualización final :D Y luego retomaré Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde que también estaba casi terminado, creo que en dos capítulos más podría darle fin a esa historia.

    Te mando un beso enorme Anne, gracias por aguantar tanto tiempo mis desplantes. Poca gente se queda a esperar una actualización para una historia que lleva tanto tiempo parada. ¡Te mereces el regalo!

    Cuidate mucho.
     
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    San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Martes 28 de Mayo del 2019.

    Resolviendo dudas existenciales.

    Capítulo 9: Dudas resueltas y finales felices.

    By Sioa Shun Uchiha-san.



    Esa semana en el trabajo había sido más tranquila. El ciclo había terminado ¡Al fin! Takano-san había estado satisfecho con sus teorías respecto a las correcciones de los storyboards y finalmente, el día jueves de esa semana, su jefe le había informado que le sería asignada una autora novata. Ese mismo día se vio metido en una de las tantas salas de juntas de la editorial Marukawa para conocer a Himura Anne, una joven amable de carácter apacible.

    Hervía de felicidad al saber que finalmente era un editor, no un simple asistente, aun así Takano-san había asignado a Onodera-san como una especie de supervisor, estaba a gusto con eso, después de todo aun era demasiado nuevo y aunque estaba feliz le daban demasiados nervios no hacer bien su trabajo con su primera autora, la emoción y las ansias se mezclaban creando sentimientos complicados de explicar.

    Después de su charla el fin de semana anterior con su novio las peleas habían disminuído, ahora solo estaban las discusiones cotidianas respecto a que Usami dejara de fumar al mismo tiempo que bebía café, o que dejara de confundir la tazas para líquido caliente o frio, desacuerdos comunes de toda pareja que convive, desde el típico "Ya te dije que sacaras las sábanas tres veces" hasta él "¡Déjame tranquilo que estoy cocinado" cuando su escritor se disponía a acosarlo cuando estaba preparando la cena.

    La semana había transcurrido con tanta normalidad que era como un pequeño bálsamo de paz en su siempre caótica existencia. Él era un chico ordinario, tan común como cualquiera, pero su vida parecía estar siempre vinculada a rarezas y dificultades que nada tenían de normales. Tanta tranquilidad no era algo tan bueno, era como la quietud que se siente antes de una tormenta.

    Ese día sería el día ¡El fatídico día! No estaba preparado, toda su paz interior estaba trastocada. Alzó la vista desde su cubículo de trabajo al reloj de pared, en solo media hora saldría de la oficina y sabía que Usami Akihiko estaría esperándolo en la entrada en su flamante deportivo rojo para llevarlo al matadero.

    Bueno, estaba exagerando, no iría al matadero pero si se sentía como si cargara en sus hombros con el peso de un condenado a la horca. El fin de semana anterior, no sabía qué clase de espíritu lo había poseído y había tomado una determinación peligrosa. Había decidido que ese viernes hablarían ambos con su hermano sobre su relación.

    Todas sus dudas estaban bullendo en su mente como si se tratara de un caldo de pollo al fuego, Usagi le había dicho que no debía preocuparse, que todo saldría bien, esas grandes manos frías que parecían calentarse paulatinamente mientras más tiempo juntos estaban paseándose sobre sus cabellos si que lo calmaban, pero era algo momentáneo, ahora mismo no se sentía para nada relajado.

    Estaba revisando las líneas generales el argumento del tomo unitario que su primera mangaka a cargo sacaría pero no podía concentrarse. Simplemente seguía reproduciendo en su cabeza la desagradable imagen del rostro decepcionado de su hermano.

    Ya le habían avisado a Takahiro que irían esa tarde y que probablemente se quedarían a cenar, su hermano tan amable y cálido como siempre había celebrado la idea alegando que Mahiro y su esposa estarían muy felices de verlos, ya que hacía un tiempo desde la última visita.

    Las agujas del reloj seguían su curso marcando el paso inexorable del tiempo que lo llevaría a afrontar su realidad y las decisiones que como él adulto en formación que hera había tomado y de las cuales ya era tarde para retractarse.

    -Takahashi-kun ¿Cómo vas?- La voz de Onodera-san lo había sacado de sus pensamientos y giró su mirada a él dedicandole una sonrisa que intentaba ser genuina pero que se había quedado a medio camino entre una mueca nerviosa y un gesto asustado.

    -¡Bien, bien, Onodera-san! ¡No se preocupe!- Explicó rapidamente.

    -Oh, no te ves muy bien.- Comentó haciendo una mueca. -¿Te sientes mal acaso o es que pasa algo con el trabajo?

    -No, no, no se trata de eso ya terminé de leer lo que Himura-sensei me envió.

    -Bueno, yo ya iba de salida ¿Nos vamos juntos?- Ofreció, aprovechando que su amante estaba hablando por teléfono, demasiado distraído como para captar su intento de huída antes de que el morocho lo obligara a volver juntos a casa.

    -Ah, Onodera-san, hoy no podré acompañarlo, Usag-Usami-sensei vendrá a recogerme tengo algo que hacer.- Explicó nerviosamente rascando su nuca con su mano derecha. -Pero espereme un momento que preparo mis cosas y bajamos juntos. - Dijo levantándose mientras se disponía a apagar la computadora.

    -Claro, no hay problema. - Aceptó el mayor con gesto apacible mirando con algo de preocupación la torpeza de su compañero que en un primer intento de ponerse el saco lo había hecho al revés, y al segundo intento había aprovechado mal los botones. -Takahashi-kun ¿Seguro estas bien?

    -¡Si! ¡Si! Solo estoy algo distraído.- Alegó entre risas acomodándose la ropa y tomando el maletín para luego encaminarse a la salida junto a Ritsu.

    -¡Onodera! ¡Takahashi! ¿Dónde creen que van?- Gritó Takano desde su escritorio mientras colgaba el teléfono, haciendo a ambos castaños detenerse. -¡Esperenme! - Decretó severamente.

    ¡Mierda! ¿Por qué nunca podía escaparse de ese infeliz? Ritsu dio una larga y profunda inhalación mientras negaba suavemente con su cabeza.

    -Lo esperamos, Takano-san.- Contestó con tono un poco más alegre Misaki, sintiéndose un poco incómodo ante la mirada infinitamente traicionada que le daba el hombre a su lado. Aparte de ellos el único que quedaba en la oficina era Hatori pero imaginaba que pronto se marcharía después de todo el jefe estaba tomando sus cosas para irse. Estando a inicio de ciclo era raro que se quedarán más tiempo del que marcaba su horario laboral.

    Los tres se encaminaron al ascensor y Misaki soltó un largo suspiro una vez dentro del metálico cubículo, mirando casi con dolor cómo se iban marcando los pisos que bajaban.

    -Takahashi-kun, no es mi intención ser molesto, pero en serio no te ves bien ¿Qué ocurre?- Preguntó Ritsu, llamando la atención de Takano que entonces posó sus ojos almendrados en su nuevo subordinado.

    -No es nada Onodera-san, no se preocupe. - El gesto entre triste y preocupado hizo que ambos mayores compartieran una mierda, Onodera preocupado y Masamune sinceramente curioso.

    -No está bien mentir a tus superiores, Takahashi. - Alegó el morocho cruzado de brazos. -¡Te ordeno que nos digas que te pasa! Soy tu jefe.

    -¡Esto no está dentro de tus competencias, Takano-san!- Reclamó en un grito molesto el castaño mayor.

    -Oh, bueno… - El ascensor había llegado a planta baja y tras bajar, el editor novato pudo ver desde su lugar, por las puertas de cristal de la editorial el deportivo rojo de su novio esperando estacionado en la entrada con su flamante dueño apoyado en la carrocería, enfundado en un traje costoso, usando lentes de sol de cristales celestes y sosteniendo un cigarrillo contra su boca. -Mierda…- Jadeó entre dientes, él no decía muchas malas palabras, pero esta vez lo ameritaba. Los nervios crecían cada vez más e instintivamente retrocedió, ganándose una mirada curios de sus compañeros.

    -Ah, así que tiene que ver con Usami-sensei.- Comentó divertido el morocho. -¿Escapas de él?

    -¡Yo no estoy escapando! Es solo… No, no importa. - Respirando profundo intentó recomponer su estado y atreverse a ir al encuentro de su pareja.

    -¿Acaso pelearon?- Consultó con más tacto Onodera.

    Misaki lo pensó un segundo y luego negó con su cabeza. -No, pero… iremos a ver a mi hermano mayor. - Explicó de forma taciturna, mientras caminaba con pasos lentos a la salida. -Le diremos de lo nuestro y estoy muy ansioso. - Al notar que había dicho semejante cosa en voz alta se giró a ver de golpe a ambos sorprendidos adultos con un brutal sonrojo en su rostro. -¡Olviden que dije eso! ¡Por favor! ¡Los veré el lunes! ¡Buen trabajo! ¡Adios!- Las palabras salieron totalmente atropelladas, amontonadas unas sobre otras de forma casi incomprensible y luego de girar su cuerpo salió corriendo de la editorial, subiendose al auto del afamado novelista sin siquiera haberlo saludado y una vez dentro se puso el cinturón de seguridad, ocultado su rostro en sus dos manos ¡¿Por qué hablaba sin pensar?! ¡Se odiaba por ser tan transparente a veces! Apenas si registró a su novio subiéndose en el asiento del conductor, estaba demasiado abochornado, solo quería que todo eso terminara rápido.

    -Oh, así que Takahashi va a formalizar su relación… ¿Por qué no puedes ser así, Ritsu?- Preguntó Takano mientras salía del edificio y caminaba junto a su pareja.

    -¿Por qué no te atragantas con tu lengua y te mueres, Takano-san?- Contestó con otra pregunta el castaño, casi escupiendola entre sus dientes con molestia pero con el rostro ardiendo. ¡Cómo si hubiera algo que formalizar entre él y Takano! Bueno, si, eran pareja ¡Pero eso no quería decir que tuviera que decírselo a nadie! ¡Estúpido Takano! ¡Odiaba cuando ese hombre podía hacer latir su corazón tan rápido sin su propio consentimiento!

    Por su parte Masamune no pudo más que reír mientras veía a su novio caminar aceleradamente frente a él rumbo a la estación.

    -.-.-.-.-.-.-

    El camino había sido silencioso pero una vez que el deportivo rojo estacionó frente a la casa de su hermano en un barrio de los suburbios respiró con suma pesadez.

    -Misaki, ya llegamos. - Comentó Usami, girando a mirar a su novio con una sonrisa suave. -Tranquilo, todo saldrá bien. - Alegó estirando una mano para acariciar los castaños cabellos del menor.

    -No sé cómo puedes estar tan seguro, Usagi-san.

    -Si aún tienes dudas entonces podemos dejarlo para otra ocasión y tener una visita normal. - Ofreció pero para Misaki no fue difícil ver la leve sombra de desilusión y tristeza en los ojos amatistas de su pareja.

    -No, soy un adulto, dije que se lo diríamos y se lo diremos hoy.- Le temblaban las piernas, no había ni un gramo de seguridad en sus palabras, Akihiko podía imaginar perfectamente unas orejitas gachas sobre la cabeza del joven y una cola insegura escondida entre sus piernas.

    -Oh ¿Qué haré? Cada vez eres más y más adulto, Misaki.- Alegó con tono soñador, jugando con sus cabellos en un gesto dulce.

    -¡Ey! ¡Usagi-san! ¡No es momento de hacer eso! ¡No soy un niño!- Protestó peinándose un poco las alborotadas hebras y acomodando con nerviosismo el traje semiformal que usaba para ir a la oficina.

    -Bueno, vamos entonces.- Tras esas palabras el escritor descendió del vehículo y volteó a ver a su joven pareja que aún permanecía insegura dentro, iba a volver a insistirle en que dejarán aquello para otro momento, quizás había presionado demasiado a Misaki, sin embargo lo vio cerrar sus ojos, respirar profundo y luego tomar con seguridad la manija de la puerta para después salir del auto con decisión. Cierto, Misaki ya no era un adolescente tonto, seguía siendo un poco atolondrado pero cada día que pasaba se convencía más y más de que su pareja estaba volviéndose un hombre admirable.

    Caminaron juntos hasta la entrada, y el castaño con un leve temblor en las manos tocó el timbre.

    -¿Diga? - Se escuchó la voz femenina de su cuñada desde el intercomunicador.

    -Somos Misaki y Usagi-san, Onee-san. - Contestó en tono alegre Misaki.

    -¡Misaki! ¡Misaki!- Se escucharon los gritos de su sobrino que ya hablaba un poco mejor y cada día se volvía más y más parlachín, eso hizo sonreír al editor.

    -¡Enseguida voy, Misaki!- Contestó Manami con voz alegre.

    La conversación se cortó y apenas un minuto después la puerta era abierta por la castaña mujer. -¡Bienvenidos! ¡LLegan temprano! Takahiro aún no regresa, pasen. - Los invitó con alegría.

    Tras entrar y sacarse los zapatos en el genkan no demoraron en ser recibidos por el niño que ya correteaba con menos torpeza gritando alegre el nombre de su tío.

    -¡Oh! ¡Mahiro! ¡Has crecido tanto! - Misaki no demoró en tomarlo en sus brazos, arrojándolo al aire con alegría pero siendo cuidadoso entre los gritos y las risas de la criatura, ignorando deliberadamente la atmósfera de celos que su pareja estaba creando en torno a él.

    -Usagi-san ¿Qué le gustaría tomar? ¿Té? ¿Café? - Ofreció cordialmente la mujer mientra se dirigía al salón de la casa.

    Con un aura de infinita molestia el millonario se sentó en el sofá, mirando con recelo a ese mocoso que monopolizaba la atención de su novio. -Un café estaría bien, Manami-san.- Contestó con el tono más amable de su repertorio.

    -Takahiro llegará pronto del trabajo, no debe demorar mucho. ¡Mahiro! ¡No molestes a tío Misaki, hijo!- Regañó al niño que inquieto tiraba de la corbata del editor.

    -No te preocupes, Onee-san, no me esta molestando ¿Necesitas ayuda en la cocina?- Se ofreció solícito como siempre.

    -No, nada de eso, ya ayudas bastante ocupándome de Mahiro, cada día es más travieso.- Comentó la mujer con alegría. -¿Quieres un té?

    -Eso me gustaría, Onee-san.

    -Bien, en seguida lo llevó para allá.- Dijo la castaña perdiéndose dentro de la cocina.

    -¡Misaki! ¡Misaki! ¡Veni! ¡Mirá! ¡Mirá!- El niño había arrastrado a su tío al sector donde tenía su alfombra regada de sus juguetes para mostrarle cada uno de ellos con emoción, balbuceando historias que su tío no estaba realmente entendiendo pero que de todos modos se empeñaba por alentarlo con entusiasmo a que las continuara, jugando con él.

    Amaba a su sobrino, quería mucho a su cuñada, amaba a su hermano, las dudas de sobre la conversación que tendrían podría terminar en desastre seguían atormentando. Una parte de él moriría de la tristeza si perdiera a la única familia que le quedaba solo por estar enamorado de un hombre diez años mayor que él.

    Takahiro estaba demorado y eso era algo que internamente agradecia, aquella era una profunda dicotomía, quería que su hermano llegara de una vez para poder hacer lo que había ido a hacer y terminar de una vez con sus dudas, para aclarar las cosas, para saber que pasaría de allí en adelante y al mismo tiempo quería que su hermano nunca llegara para no tener que cruzar el aterrador puente que se hergía altivo frente a él.

    En algún punto de la tarde entre el té, las conversaciones sobre la futura novela del exitoso autor, la vida cotidiana de la familia que habitaba esa casa, el trabajo de Misaki y los juegos con el niño, Mahiro se había dormido.

    Manami se había disculpado y había tomado al chico en brazos para llevarlo a descansar más cómodamente en su cuarto, dejando solos a los amantes.

    -Odio que no me prestes atención cuando estas con ese mocoso.

    -Usagi-san, es un bebe todavía y es el hijo de tu mejor amigo ¿Podrías no ponerte celoso de él?

    -Te monopoliza.

    -Es un bebe.

    -No me prestas atención.

    -Mi vida no gira en torno a vos, gran Usami-sensei.- Dijo pronunciando con sarcasmo el apellido de su amante junto al honorífico.

    -Debería hacerlo. - Alegó el caprichoso hombre cruzándose de brazos y mirando a un lado.

    -Usagi-san.- Resopló con reproché y estaba a punto de estirarse a tomar las tazas para llevarlas a la cocina cuando una gran mano se cerró en torno a su brazo, fue tirado hacia atrás y unos gruesos labios con sabor a tabaco se posaron en los suyos. -¡Usagi! ¡¿Qué haces?! Onee-san podría habernos visto…- Murmuró con enojo y bochorno.

    -Te lo mereces por ignorarme.

    -Madura de una vez, Usagi-san. - Protestó tomando las tazas para llevarlas a la cocina.

    -¡Ya llegué! - Se escuchó el moderado grito desde la entrada junto al sonido de la puerta abriéndose, un instante después el dueño de casa se apersonó en el living. -¡Ah! ¡Usagi-san, qué gusto verte!

    -¡Bienvenido, Takahiro! - Saludó levantándose para estrechar la mano de su amigo. -Manami-san esta en el cuarto con Mahiro, ya regresa.- Le informó a su amigo con una sonrisa.

    -Oh, ya veo ¿Los hice esperar demasiado? Lo lamento mucho, hoy surgió un problema en la oficina y tuve que quedarme más de la cuenta.

    -No te preocupes hermano, lo entendemos.- Dijo Misaki mientras entraba a la estancia. -Bienvenido.

    -¡Misaki! - Sin mucha ceremonia el hombre abrazó a su hermano para saludarlo. -Me alegra verte, fue un tiempo desde la última vez que nos vimos ¿Cómo has estado? ¿Qué tal el trabajo?

    -Hermano, ya no soy un niño. - Se quejó débilmente al sentir la mano de su hermano deseándolo cariñosamente. -Pero estoy bien, todo está saliendo muy bien, ya tengo una autora designada desde ayer.- Explicó sonriente.

    -¡Oh! ¿En serio? ¡Ya eres todo un editor! ¡Felicidades, Misaki! - Felicitó alegremente con una enorme sonrisa en sus labios mientras dejaba a un lado su maletín y se sentaba uno de los sofá de la estancia.

    -¡Querido, bienvenido! - Saludó Manami, acercándose a saludar a su esposo con un leve beso en su mejilla. -Mahiro está dormido, jugó toda la tarde con Misaki y está agotado.

    -Que bueno.- Comentó sonriente el hombre. Misaki los observaba desde el sofá de dos cuerpos que estaba compartiendo con su pareja, su hermano y su cuñada eran un matrimonio hermoso, se amaban y eran una familia feliz, la calidez de su hogar se podía sentir en cada rincón de la casa, se sentía cómodo ahí, querido, amado, en familia.

    -Oh, por cierto, Misaki ¿A qué se debe la visita? Me sorprendió un poco cuando Usagi-san me dijo que querían venir a vernos hoy. ¿Era para decirme que ya tienes un autor a cargo? - Preguntó con alegre inocencia.

    El nudo comenzó a formarse de nuevo en la boca del estómago del menor en la estancia, trepando por su garganta y volviéndolo incapaz de hablar. Ahora era el momento, tenía que elegir, o se ponía los pantalones o escapaba por el camino fácil poniendo de excusa su autora designada y ganas de ver a su hermano. Solo habían pasado segundos desde que la pregunta fuera formulada pero la mirada significativa de su novio a su lado y el gesto inocente y dulce de su familia estaban haciéndolo sentir acorralado y como si aquél instante estuviera durando horas.

    -Yo…- Murmuró para luego apretar sus labios, respiró profundo y apretó sus piernas juntas mientras apoyaba ambas manos sobre sus rodillas ligeramente inclinado hacia el frente su su cabeza algo baja. -En realidad, hermano, hay algo de lo que me gustaría hablarte y no tiene que ver con el trabajo…- Se limitó a contestar desviando levemente la mirada a un costado.

    Los tres adultos mostraron sorpresa a diferentes niveles, sin embargo Akihiko tenía una sonrisa pacífica e indisimulable en sus labios, por un momento había dudado que el chico fuera capaz de seguir adelante con su determinación pero sus preocupaciones habían sido inocuas.

    -Ya veo ¿De qué se trata, Misaki? - Preguntó Takahiro aún algo impresionado pero curioso y alegre, si su hermanito quería hablar con él de algo no podía más que mostrarse dispuesto, aunque estaba algo preocupado, esperaba que no fuera nada malo y que el chico no estuviera metido en problemas.

    -Ah, bueno… es algo complicado de explicar.- Comenzó con nerviosismo, riendo ansiosamente mientras se incorporaba un poco con su mirada aun desvíada, incapaz de encarar al mayor mientras rascaba levemente su nuca con una mano.

    -¿Es algo malo, Misaki?- Preguntó serio y preocupado, con ese gesto de hermano mayor escrito en toda su cara, listo para dar su ayuda en lo que fuera que estuviera aquejando al menor. -¡Ah! ¡No me digas! ¿Vas mudarte solo? - Preguntó con cierto entusiasmo. No tenía porqué ser negativo, quizás su hermanito ya estaba listo para dar el paso de ser un hombre independiente y soltero, viviendo por su cuento como es debido.

    -Prepararé más té.- Ofreció Manami, a quíen el gesto molesto del escritor ante las palabras de su esposo no le había pasado desapercibido. Intuía que las cosas no iban por el lado que su marido pensaba, iban a necesitar té, la tensión de Misaki tampoco era algo que pudiera pasar por alto.

    -Gracias, Onee-san.- Dijo Misaki mientras veía a la castaña ir rumbo a la cocina antes de posar sus verdes ojos en los de su hermano. -Y no, no voy a mudarme, hermano.- Se limitó a explicar algo apresurado.

    -¿No? ¿Cuando piensas hacerlo? Hace tiempo que te graduaste y ya estas estable en tu trabajo, hasta tienes un autor a cargo ¿Quién es por cierto? Misaki, entiendo que es dificil vivir solo y que puede asustar un poco al principio, que los gastos son muchos y que encontrar piso es algo complicado pero no puedes quedarte en casa de Usagi-san para siempre. - Explicó con una sonrisa amable, regañando al menor con ese tono tan suyo, tan amable y apacible, sin notar lo mucho que sus palabras estaban alterando a ambos invitados.

    Misaki estaba cada vez más tenso, no sabía cómo seguir la conversación, las palabras se borraban de su mente, sentía el cerebro embotado y sus pensamientos se nublaban. -Si, bueno, eso lo sé pero… - Balbuceó inseguro.

    -Pero nada, Misaki, ya eres un hombre y…

    -¡Takahiro! - Interrumpió el escritor quien ya no podía permitir que la conversación siguiera por esos rumbos, veía claramente que su novio estaba alterandose y no quería que eso pasara. -Misaki puede quedarse en mi casa por cuánto tiempo él quiera.

    -Ese no es el problema, Usagi. - Contestó el hombre dando un largo suspiro. -Misaki tiene que independizarse.

    -Pero Takahiro.

    -Aquí está él té. - Interrumpió Manami, entregando el té a su cuñado y su esposo, poniendo también una taza de café frente al escritor para luego sentarse junto a su marido.

    -"Onee-san, que oportuna." - Pensó Misaki mientras tomaba la taza. -Gracias, Onee-san.- Dijo mientras daba el primer sorbo, tranquilizandose un poco al sentir el líquido caliente acariciar su garganta al tragarlo. -De todos modos, hermano no era eso de lo que quería hablarte. - Dijo intentando retomar la conversación y dejar el tema de su "independencia" para más tarde.

    -¿Entonces de qué se trata?- Cuestionó el hombre ya intrigado cuando una idea llegó a su mente y su sonrisa se amplió. -Será acaso… ¿Una novia?

    Misaki sintió su rostro enrojecer, Akihiko a su lado se había tensado y apretaba la taza en su mano con excesiva fuerza, por el rostro de su pareja sabía que estaba al límite de su paciencia y que ciertamente, el afamado autor mataba por un cigarrillo en ese momento.

    -¡No! ¡Bueno!... Yo… ¡Esto…! ¿Qué iba a decir? - Comenzó a divagar dejando la taza con su té en la mesa de centro para luego comenzar a gesticular con sus manos. -En realidad no es… bueno si, pero no, quiero decir, la verdad es qué…- Se silenció cerrando sus ojos y luego hizo una pronunciado reverencia. -Si, si tiene que ver con eso hermano.- Soltó finalmente alzando quizás un poco por demás su voz.

    -¡Ah! ¿En serio? ¿Quién es? ¿Cómo la conociste? ¿Es una compañera del trabajo? ¿Cuándo vas a presentarnosla? ¡Estaríamos muy felices de recibirla! ¿Cómo se llama? - Takahiro se veía inmensamente feliz, a su alrededor parecían revolotear flores y corazones, su gesto era tan genuinamente contento que fue como si el peso sobre los hombros de Misaki aumentará dos o tres veces más.

    -Cariño, estás agobiandolo. - Comentó Manami, apoyando una de sus delicadas manos sobre las de su esposo, dándole un par de golpecitos leves para calmarlo.

    -Lo siento, lo siento, no fue mi intención.

    Misaki giró su rostro, buscando el de su pareja. Akihiko lo miraba expectante y preocupado, sin embargo no demoró en contemplar una suave sonrisa y ver reflejada en sus ojos amatista la frase "Todo estará bien" siendo acompañada con la mano que despreocupada acariciaba sus cabellos en un gesto dulce que intentaba darle ánimos.

    Akihiko se moría por ser él quien tomara la mano del castaño, tirar de él para poder besar hambrientamente sus labios y decirle un rápido "Somos novios" a su amigo para luego salir de ahí y llevarse a su pequeño amante a un hotel de lujo para tener una apasionada noche. Sin embargo, a base de muchas peleas, había madurado un poco, para Misaki este era un tema delicado, tenía que respetar la voluntad del chico y dejar que manejara el asunto a su manera, no podía ser impulsivo, si su castaño no se lo pedía entonces no intervendría por mucho que todo su cuerpo estuviera gritandole que lo hiciera.

    Manami por su parte veía esa interacción entre los hombres con ojo crítico, desde que vió a Misaki y Usagi-san viviendo juntos por primera vez había sospechado que algo había entre ellos y sus dudas se acrecentaban con el correr del tiempo, desde la primera vez que Misaki los visitó en Osaka con su reacción desmedida ante las palabras de su esposo sobre el escritor hasta cada navidad donde podía notar las miradas entre esos dos hombres cuando se daban los buenos deseos, todo le hacía creer que entre ellos las cosas eran más grandes que solo amistad. Muchas veces se había regañado a si misma sobre esos pensamientos, que no podía asumir semejantes cosas de la vida privada de su cuñado, pero es que cualquier persona dudaría cuando notaba esos gestos cariñosos y el empeño que ponía el joven en quedarse viviendo con el escritor cuando ya no habían razones para continuar compartiendo casa.

    Podía ser que ella estuviera viendo fantasmas, pero ante ella estaba el presentimiento que lo que estaba pasando ahí, en esa habitación, era un intento de formalizar una relación. No pensaba decir su opinión, solo se sentaría y escucharía, preparada como toda buena esposa para contener a su marido en caso de él necesitarlo si es que las cosas tomaban el rumbo que ella estimaba.

    -Hermano. - Misaki finalmente retomó la palabra, llenando su pecho de valor mientras miraba con un semblante serio al mayor. -Yo, antes de contestar a tus preguntas tengo que aclararte algo.

    -¿Aclararme algo? ¿De qué se trata, Misaki? - Preguntó Takahiro algo descolocado por sus palabras pero sin perder su alegría.

    -Si, te pedí venir a verlos porque quiero hablarte sobre mi pareja pero…- Tragó saliva, rogando no perder el poco temple que había conseguido tener. -No se trata de una mujer.

    El silencio se extendió por la sala y Minami tomó con fuerza la mano sobre la que antes había posado la suya, apretandola un poco, girando su mirada preocupada a su esposo que había perdido la sonrisa y la había cambiado por un gesto de absoluto desconcierto.

    -¿Qué dices, Misaki? - Balbuceó con cierta dificultad.

    Con el rostro en llamas se obligó a mantener la mirada del mayor. -Que mi pareja es un hombre, hermano.- Explicó con la voz algo temblorosa. -Yo, creí que lo mejor antes de decirte quien es era que habláramos de esto primero… - Se detuvo, dando una dificultosa inhalación para sentir que su pecho oprimido recibía al menos algo de oxígeno. -Hermano, soy gay. - Dijo finalmente, dando una larga exhalación, sintiendo que parte del peso que cargaba abandonaba su cuerpo. -No es una etapa ni nada parecido a eso, yo sé que es extraño y todo pero he pensado mucho en esto y yo llegué a la conclusión de que me gustan los hombres y eso es…- Comenzó a balbucear hablando rápido y sintiendo que sus pensamientos perdían forma, intentaba justificarse, explicarse, pero es que no encontraba argumentos para exponer, había cosa que simplemente no podía decir y otras que creía innecesarias aclarar, había pensado durante toda la semana como comenzaría y mantendría esa charla pero ahora mismo todos los monólogos ensayados en el espejo del baño habían desaparecido de su memoria y el rostro cada vez más serio de su hermano no hacía más que orillarlo a un pronto ataque de ansiedad.

    -Misaki. - Lo interrumpió Takahiro soltando suavemente la mano de su esposa mientras se inclinaba hacia el frente, apoyando los brazos en sus rodillas mientras entrelazaba sus manos. -¿Por qué estas…?

    -¡Takahiro!- La voz de Akihiko se mezcló con la de Manami al pronunciar ambos ese nombre al unísono, ambos en tono bajo y preocupado, sonaba a una advertencia, sonaba a reclamo, los dos adultos estaban advirtiendo y rogandole porque el hombre cuidara las palabras que estaban a punto de salir de su boca.

    Misaki tenía los ojos empañados, sentía que iba a llorar en cualquier momento, la mirada dura del mayor era algo muy dificil de sostener, pero estaba callado, esperando, necesitando que su hermano terminaba de hacer la pregunta que había dejado a medio camino.

    Manami por su parte apoyó su mano en la espalda de su esposo con sus ojos llenos súplica y preocupación. Nunca habían tocado un tema como aquel, no sabía que pensaba Takahiro de la hmosexualidad y estaba asustada, no quería pelear con su esposo, pero esta vez estaría del lado de su cuñado. Suavemente movió su mano en una caricia delicada sobre la espalda enfundada por la chaqueta del traje de su pareja, ofreciendo consuelo y apoyo, intentado calmar las emociones que él estaba sintiendo, tratando de calmarlo de alguna forma.

    Takahiro resopló, sus ojos seguían clavados en su hermanito, lo veía y veía al tierno niño de ocho años que se aferraba a él durante el velorio de sus padres con sus ojos llenos de lágrimas mientras él juraba que se haría cargo de criarlo. Amaba a su hermano, era su familia, siempre había velado por él, toda la vida había estado a su lado cuidando su bienestar, su felicidad, intentado que el chico fuera más caprichoso, que dijera lo que sentía, lo que quería, tratando de hacerle ver que él no era una molestia, intentado desesperadamente que el chico dejara atrás las culpas y dejara de sentirse una carga para los demás. Cuando se casó quiso darle a Misaki todo lo que le había faltado al no haber crecido en el seno de una familia bien constituida, quería hacerle sentir el calor de un hogar pero las cosas no habían salido como él había pensado. Misaki había querido seguir viviendo con Usagi-san, su mejor amigo desde hacía años, no estaba dispuesto a aceptar eso al principio, ofendido y molesto al pensar que su hermano se sentía una molestia, que estaba negándose a sí mismo la posibilidad de una familia por temor a importunar en su vida de recién casado, sin embargo, terminó cediendo cuando Usagi le explicó los motivos.

    Luego de que su hermano se recibió y consiguió un trabajo había estado esperado ansioso el momento de felicitarlo por su adultez e independencia en cuanto el chico fuera a vivir solo, quería verlo realizado y feliz pero nuevamente se había encontrado con excusas de parte de su castaña adoración, excusas muy válidas, pero estaba cada vez más preocupado porque el chico estuviera negándose a crecer, que quedarse en casa de Usagi fuera un escudo, temía que Misaki estuviera asustado de emprender una nueva vida, que temiera decepcionarlo y pensó que presionarlo un poco para que continuara con su vida era lo que el chico necesitara, presionarlo solo era otra forma de mostrarle afecto, era su forma de intentar darle confianza, de decirle que él confiaba en que podía convertirse en un adulto autosuficiente.

    Y ahora estaban ahí, en la sala de su casa con su hermano temblando y con ojos llenos de lágrimas mientras le confesaba abiertamente su homosexualidad. Estaba molesto, furioso, y era algo difícil de controlar, agradecía que su adorada esposa estuviera a su lado, acariciando su espalda y dándole ánimos, también estaba contento de que tanto ella como su mejor amigo lo hubiera detenido antes de decir las cosas de una forma que pudiera dañar a su tesoro.

    -Misaki…Lo que necesito saber ahora es ¿Por qué no dijiste esto antes? ¿Hace cuánto lo sabes?- Cuestionó, su voz había salido más severa de lo que pretendía, pero menos el tono no era agresivo.

    Controlando sus ansias de llanto, el castaño negó suavemente con su cabeza. -No sabía cómo decirlo.- Intentó explicarse. -No estaba seguro de cómo tomarías esto y temía tu reacción, además no es algo que realmente haya pensado hasta hace poco tiempo.- Continuó intentado que su voz no sonara ahogada, le costaba demasiado modular sus palabras bajo los tres pares de ojos que lo escrutaban, aunque en ese momento, solo estaba pendiente de los de su hermano. -Hace poco menos de un mes que llegué a la conclusión de que si, soy gay, no es una etapa ni algo aleatorio, mi pareja me ayudó a comprenderlo, no tenía con quien hablarlo y sobre-pensé muchos las cosas, él hace tiempo que quería decirte de lo nuestro pero yo me negué porque tenía muchas dudas, no de nuestra relación, sino de que yo no fuera capaz de contestar tus preguntas o las que yo mismo me hacía, es muy difícil de explicar todo esto pero… Una vez alguien me dijo que no puedo sostener nada con sentimientos mediocres y sentía que venir a decirte las cosas con mis dudas aclaradas a medias era algo parecido a sentimientos mediocres.

    Akihiko estaba sorprendido, infinitamente orgulloso y al mismo tiempo absolutamente furioso con su padre y sus estupideces que volvían tan vulnerable a Misaki. En momentos así odiaba a su padre por minar la mente de su joven pareja con sus ideas absurdas.

    Takahiro apretó con fuerza sus manos juntas y frunció más el ceño. -¿Por qué Misaki?- Cuestionó mientras veía a su hermano llorar, asustado, vulnerable, haciendo un esfuerzo sobrenatural para mantenerle la mirada entre temblores.

    -Lo siento, hermano, yo no quería decepcionarte.

    -¡Misaki!- El grito había cortado el aire tenso que los rodeaba, y Takahiro había saltado de su asiento para aproximarse con pasos demasiado rápidos al menor. Manami y Akihiko se llenaron de pánico al ver al hombre abalanzarse sobre el editor pero el cuerpo de ninguno de los dos reaccionó lo suficientemente rápido como para detener al Takahashi mayor.

    La escena fue un shock para todos en la sala, Akihiko se había parado tarde para frenar a su amigo pero lo que ahora venían sus ojos era algo inesperado en esas circunstancias.

    Takahiro estaba envolviendo el cuerpo de Misaki entre sus brazos, arrodillado frente a él mientras acunaba el rostro de su hermano contra su pecho. -¡No seas tonto, Misaki!- Pronunció mientras lo aferraba contra él. -Lo que estoy intentando averiguar es ¿Por qué no confiaste en mí para decirme esto? ¿Tan mal hermano fuí para que pensaras que iba a despreciarte por algo como esto? Nunca quise que pensaras que no podías confiarme estas cosas, puedo ser estricto y sobreprotector, pero lo único que quiero es que seas feliz, es todo lo que he deseado siempre. - Afirmó mientras apretaba un poco sus brazos en torno al menudo cuerpo que contenía entre ellos.

    Las manos del castaño se habían aferrado a su espalda y sentía las cálidas lágrimas contra su pecho. -Lo siento, Misaki, estoy enojado pero no contigo y no por lo que me dices, estoy enojado porque no fue lo sucificientemente capaz de hacerte sentir que podías contar conmigo, que podías contarme estas cosas, que puedes ser caprichoso y decir y pedir lo que sea que te quieras para ser feliz porque yo no dudaría en dartelo si estaba en mis manos. Creí que había sido bueno, pero veo que fallé en muchas cosas si no pude darte la confianza de ser honesto.

    -Hermano.- Murmuró entre llantos el menor, las otras dos personas para él habían desaparecido, no podía hacer más que llorar contra el torso que lo contenía y que le traía viejos recuerdos, como todas aquellas veces en que las tormentas lo asustaban y su hermano estaba ahí para distraerlo para cuidarlo, todas las veces que su hermano trabajó horas y horas sin descanso para darle lo que necesito, recuerdos de aquellas ocasiones en que se despertaba de pesadillas que lo hacían llorar y Takahiro le daba permiso para dormir juntos y contarle historias felices para hacerlo dormir de nuevo. Ese pecho era seguro, era cálido, le hacía sentir protegido de una forma diferente a la seguridad que le regalaba Akihiko, Takahiro era su hermano, él mismo hermano que siempre fue capaz de todo por él, él que lo había criado abandonado sus propios sueños por su bien, quien había velado por él ¿Por qué había sido tan tonto de pensar que el amor de Takahiro era tan superficial como para desterrarlo de su vida solo porque se sentía atraído por su mismo sexo? -Lo siento, soy un tonto.- Murmuró entre sollozos algo escandalosos y no muy propio de un joven adulto de casi veinticuatro años. -¡Eres el mejor hermano del mundo! ¡Solo soy un tonto! - Repitió.

    Akihiko y Manami soltaron casi al unísono un largo suspiro mientras veían enternecidos la fraternal escena ante ellos. Los conmovía desde lo más profundo. Manami se sentía mucho más tranquila, feliz de no tener que pelear con su esposo para interceder en pos del bienestar de su cuñado, por un momento se sintió aterrada, había creído que su marido iba a golpear a Misaki, jamás podría haber defendido semejante reacción, pero ese abrazo entre los hermanos le confirmaba y recordaba los motivos por los que se había enamorado de ese maravilloso hombre, comprensivo, amable, comprometido, responsable, amoroso, protector, sacrificado, su esposo era de esos pocos hombres honestos y valederos que quedaban en el mundo.

    -Ya, ya, Misaki, no llores. -Pidió acariciando los cabellos del menor apartándose solo un poco mientras veía con nostalgia el infantil gesto del editor al frotar sus ojos con su muñeca y antebrazo derecho en un intento por deshacer las lágrimas. -Siempre te he dicho que puedes ser honesto conmigo, te esfuerzas demasiado, Misaki. - Pronunció mientras acariciaba su cabeza con tranquilidad, aun arrodillado en el suelo frente al menor.

    -Lo siento hermano, es solo que vos siempre esperaste que yo fuera un hombre correcto, que me recibiera, consiguiera un trabajo, viviera solo y me casara con alguna bonita chica y creí que con esto solo te decepcionaría, eres el mejor hermano del mundo, lo peor que podría hacer es decepcionarte.

    -No, Misaki, yo siempre desee lo mejor para vos, solo eso, y lo que yo tuviera en mi cabeza para tu futuro podría no ser lo mejor para vos.- Alegó el hombre con una sonrisa. -Mis planes no tienen que ser los tuyos, si, pensé que te casarías con alguna buena mujer y que me darías sobrinos en un futuro pero si yo te pidiera eso, si te pidiera que dejaras a tu pareja o intentara forzarte a dejar de ser gay como lo único que conseguiría es hacerte infeliz y no quiero eso. Si tu felicidad esta con un hombre a tu lado entonces me parece perfecto ¿Si? ¿Está claro? - Preguntó viendo como el chico asentía enérgicamente con su cabeza.

    -Gracias, hermano.- Dijo un poco más compuesto. Sentía su cuerpo tan ligero pero al mismo tiempo su cabeza iba a explotar, había llorado demasiado, había explotado de la manera más visceral posible cuando el terror de perder a su familia había inundado su mente y ahora pagaba las consecuencias.

    -Ya, ya…- Lo tranquilizó como si fuera un chiquillo, volviendo a sonreír mientras se levantaba y se apartaba un poco de él, tomando su mano como si fuera un niño pequeño. -Vamos al baño a lavarte la cara.

    -Hermano, no soy un niño.

    -Vamos, vamos, Misaki. - Canturreo en ese tono que era casi un arrullo, él mismo que usaba para calmar a su hijo cuando lloraba sin motivo aparente e ignorando la queja queda del chico se lo llevó al baño, presentía que en ese momento su hermanito necesitaba sentirse querido y aceptado, así que haría el esfuerzo. Seguía molesto consigo mismo por sentir que en parte había fallado como sostén del menor, al haberlo dejado sufriendo solo por ese tema no estaba seguro desde hacía cuánto tiempo, pero al menos ahora Misaki se había sincerado, no podía hacer otra cosa que mimarlo un poco para tranquilizarlo.

    -.-.-.-.-.-.-.

    -Gracias a Dios todo terminó bien.- Comentó Manami soltando todo el aire de sus pulmones mientras se recostaba contra el respaldar del sofá.

    -¡Éste Takahiro!- Resopló el escritor masajeando el puente de su nariz con dos dedos mientras se dejaba caer abruptamente en el sofá para luego mirar en dirección a la mujer frente a él. -Por un segundo pensé que tendría que matarlo a golpes si le levantaba la mano a Misaki.

    -No bromee de esa manera, Usagi-san.- Pidió la mujer. -Pero yo también me preocupé, pensé que tendría que pelear con él si se atrevía a hacerle algo así a Misaki.

    Esas palabras lo sorprendieron gratamente, al parecer Manami había decidido que apoyaría plenamente a Misaki. -Me alegra escuchar eso, Manami-san, pero no bromeaba, si él hubiera golpeado a Misaki yo le habría devuelto la agresión multiplicada.

    -Hum…- Silenciosa la castaña solo hizo esa especie de gruñido mientras miraba entre la curiosidad y la inseguridad a su invitado.

    -Manami-san, solo diga lo que está pensado.- Pidió finalmente, algo fastidiado, estaba más allá de su límite de paciencia, ciertamente matarían a quien fuera por un cigarrillo. -Saldré a fumar.

    -Lo acompaño.- Declaró para luego guiar al escritor al patio trasero. Una vez afuera el millonario no demoró más que un par de segundos en encenderse su vicio y dar una profunda calada con sus manos aun algo temblorosas, en serio había estado a punto de matar a golpes a Takahiro cuado pensó que él iba a agredir a su novio. Todavía no habían dicho la otra parte de la noticia, parte de la tormenta había pasado pero se sentía todavía en el ojo del uracan donde la calma era pasajera y letal.

    Manami miraba al amigo de su esposo parada a su costado y tras dudarlo por varios minutos estiró su mano a él. -¿Podrías convidarme? Solo un poco, dejé de fumar hace años, no podría terminarme un cigarrillo, pero ahora, después de lo que pasó, siento que lo necesito.

    Sorprendido el escritor estiró su mano con el cigarrillo encendido. -Claro… No sabía que fumabas.

    -Le dije, Usagi-san, lo dejé hace años, antes de terminar la universidad pero casi me da un infarto hace un rato, ahora mismo lo necesito. - Explicó dando una calada antes de devolver el cilindro de nicotina a su dueño, conservando el tóxico humo en sus pulmones por unos segundos antes de exhalarlo. -Usagi-san… ¿Puedo preguntarle algo?

    -Manami-san, le pedí que dijera lo que sea que estuviera pensado, en realidad ya no estoy de humor para seguir fingiendo una amabilidad que no tengo.

    La mujer río un poco, sabía que el amigo de su esposo era un hombre complicado y algo reacio, pero también con lo poco que lo conocía le parecía una buena persona, Takahiro siempre había hablado de él de buena manera aunque nunca había hecho un esfuerzo por suavizar los defectos del escritor, tales como su falta de paciencia. -Corrijame si estoy equivocada, pero es algo que pienso desde hace ya un tiempo… ¿Usted y Misaki son pareja?

    El escritor volteó su mirada a ella con una sonrisa de suficiencia y una mirada llena de interés. -¿Asi qué lo sospechabas Manami-san?

    Algo sonrojada la castaña asintió y luego le dedicó una suave sonrisa. -Si, por la forma en que se tratan y la forma en que se miran, siempre pensé que había algo más ahí pero me preocupaba estar inventandome ideas extrañas, ahora con lo que pasó creo que no estaba tan equivocada con mis suposiciones.

    -Eres una mujer muy inteligente, Manami-san, Takahiro no se equivocó al casarse contigo.- Comentó con tono más alegre. -Si, Misaki y yo somos pareja ¿Qué piensas al respecto?

    -Si son felices, entonces adelante.- Dijo ella con alegría. -Pero si lastimas a Misaki, Takahiro no es el único que va a mandar a matarte. - Explicó mirándolo con severidad instantes después. -Desde el principio Takahiro me explicó su relación con Misaki, siempre estuve de acuerdo con él respecto a que debíamos cuidar de él y desde siempre tuve claro que Misaki sería más un hijo que mi cuñado, eso nunca me molesto, él es un niño dulce, los planes de Takahiro no salieron como lo esperado pero aun así le tengo un gran cariño a Misaki, es como mi hermanito menor y ahora que soy mamá, pienso en qué haría si mi hijo fuera lastimado por alguien o qué haría si Misaki fuera lastimado por alguien y le advierto que voy a cuidar de ambos como quier buena madre que se precie de serlo.

    Akihiko estaba sorprendido, pero no pudo evitar que tras el discurso una carcajada baja se escapara de sus labios y los cubrió con la mano por un instante. -Lo entiendo, Manami-san, pero no está en mis planes lastimarlo.

    -Me alegra escucharlo, Usagi-san.

    -.-.-.-.-.-.-

    -Muy bien, ahora hay que secar.- Takahiro estaba manipulando el cuerpo de su hermano como si realmente fuera un niño y ahora tomaba la toalla para secar el rostro del menor.

    -¡Hermano! ¡No es necesario! ¡Ya soy un adulto!- Se quejó esta vez con más ímpetu el castaño, arrebatándole la toalla al mayor para secarse por sí mismo. -¿Cuándo dejaras de tratarme como un niño?

    El hombre rió alegremente y luego negó con su cabeza. -Lo siento, es solo que quiero que entiendas que te quiero, siempre voy a cuidarte, Misaki.

    -Eso lo entiendo, hermano, pero no es necesario llegar a tanto.- Comentó con cierta resignación, Usagi-san siempre hacía lo mismo, cuando se le metía la idea de cuidarlo o consentirlo era demasiado asfixiante.

    -Por cierto, Misaki, el resto de mis preguntas sigue en pie.- Comentó el hombre con una sonrisa.

    -¿Ah? ¿Qué preguntas?

    -¿Quién es tu novio? ¿Cómo se llama? ¿Es del trabajo? ¿Un compañero de la universidad? ¿Hace cuánto salen? ¿Cuándo me lo vas a presentar? Si no es un compañero ¿Donde lo conociste? ¿A qué se dedica? ¿Qué estudio? ¿Lo traerás a cenar con nosotros?

    -¡Hermano!- Lo frenó en su perorata con el rostro enrojecido, demasiado abrumado de golpe por sus preguntas y recordando que la parte más importante de la charla todavía no había llegado.

    -Lo siento, Misaki, pero quiero saber, me intriga mucho que clase de persona es tu pareja. - Comentó pensativo el mayor

    ¿Qué clase de persona era su pareja? Pues era un millonario arrogante, pedante e inútil que no sirve para otra que cosa que sea escribir, incluso después de cinco años todavía no aprendía cuales eran las tazas para liquido caliente y cuales lo eran para el frío, era un irresponsable imberbe que no era capaz de cumplir con su trabajo en tiempo y forma, arrastrando a él en problemas cuando no cumplía con sus plazos de entrega, era alguien celoso a niveles casi enfermos en ocasiones que ya había declarado abiertamente que quería encerrarlo para no perderlo de vista un segundo, sumado a eso lo utilizaba sin su consentimiento para pervertidas novelas BL y su familia estaba lleno de lunáticos que.

    No, no podía decirle eso a su hermano.

    -Bueno… es complicado. -Intentó decir dejando la toalla colgada en su lugar.

    -¿Por qué? - Consultó con inocente intriga.

    -A ver… ¿Por donde empiezo? - Se preguntó a sí mismo con sus mejillas arreboladas. -Llevamos juntos pues… y se llama… trabaja en… y lo conocí… ¡Eso! - Balbuceó, sintiendo que iba a colapsar. ¿Por qué era tan complicado explicar las cosas? ¡Era pésimo para expresarse! ¡¿Por qué nadie lo comprendía?! ¡¿Por qué Dios lo odiaba tanto y le había otorgado la elocuencia de una piedra?!

    -Hum, Misaki, no me estás diciendo nada. - Le hizo notar el mayor, enternecido al ver los nervios del castaño, el sonrojo en sus mejillas le parecía dulce. -Bueno empecemos por lo importante ¿Lo amas?

    -¡¿Ah?! ¡Hermano! ¿Cómo me preguntas eso? Yo… bueno… - Tartamudeó aferrando sus manos los bordes del saco de su traje. Bajó su mirada al suelo y encogió sus hombros, intentando buscar las palabras adecuadas empero estas no aparecían. -Yo… si.- Declaró finalmente, alzando el rostro para encontrar la sonrisa sincera de su hermano. -Si, yo lo amo mucho, hermano. - Dijo esta vez con más seguridad pero también mucho más sonrojado.

    -¿Y él…? ¿Te ama?

    El rostro del editor se suavizó y la tensión se disipó un poco mientras pensaba en su pareja, la sonrisa en sus labios afloró de forma natural y sus ojos se llenaron de amor y alegría. -Si, me ama ¿Sabes? Yo soy él que tiene problemas para decir lo que siente y me cuesta mucho ser cariñoso pero él siempre está diciéndome lo mucho que me quiere, que me necesita, tanto que a veces es agobiante, él quería decirte de lo nuestro desde hace un par de años pero yo era el que tenía dudas y no se atrevía. A pesar de que es una persona un poco complicada es un buen hombre, él… él me hace sentir especial, hermano.- Explicó avergonzado. -A veces me gustaría poder ser un poco como él, porque por mi culpa a veces él se preocupa demasiado, a veces pienso que me gustaría estar con él para siempre.

    Takahiro lo miraba lleno de orgullo y profundamente conmovido. -Tienes que presentarme a ese hombre que te hace ver tan enamorado, hermanito.

    En ese momento la puerta del baño se abrió de golpe, Akihiko estaba parado allí con sus ojos casi saliéndose de sus cuencas y la boca tan abierta como su mandíbula se lo permitía.

    -¡Misaki!

    -¡Eh! ¡¿USAGI?! ¡¿Pero qué…?! ¿Hace cuánto...? - Balbuceó casi desesperado, sintiendo que su rostro iba a explotar por culpa del bochorno, retrocendiendo tanto como el diminuto espacio del baño se lo permitía.

    -Venía a buscarlos porque se estaban demorando y casualmente escuché su conversación. - Contestó avanzando hasta el castaño, ignorando olímpicamente a su amigo.

    -¡MENTIROSO! ¡OLVIDALO! ¡OLVIDALO! ¡OLVIDA TODO LO QUE DIJE! ¡TE LO ORDENO! - Gritó desesperado, moviendo con desesperación sus brazos frente a él.

    -¿Acaso eres tonto? ¡Cómo si fuera a hacer semejante cosa!- Sin pensarlo tomó al menor de las caderas y lo abrazó contra su cuerpo. -No es algo común que digas ese tipo de cosas, no pienso olvidarlas nunca. - Le aclaró tomando su barbilla.

    -¡Usagi! ¡¿Qué..?! ¡Espe-! - Fue interrumpido por los labios ajenos que silenciaron los suyos en un beso demandante. Alterado comenzó a golpear los hombros del mayor con ambas manos para conseguir que lo soltara. -¡ESTÚPIDO! ¡MI HERMANO, IDIOTA!- Gritó sin aliento cuando logró sacarse de encima al mayor.

    -Ah, si…- Con gesto distraído el escritor se giró a ver a su amigo que estaba petrificado en su sitio. -Takahiro sigue aquí, es verdad.

    -.-.-.-.-.-.-.-.-.

    -Así que… -Murmuró un apenas recuperado Takahiro, sentado en el sofá de la sala mientras miraba a su amigo con un tic nervioso en su ceja.

    -Lo siento Takahiro, Misaki hablaba de mi cuando, todas esas cosas bonitas y cursis que te dijo… hablaba de mi. - Comentó con una sonrisa divertida y arrogante mirando desde su posición como Manami intentaba revivir al castaño en la cocina, quién estaba con la frente pegada a la pared mientras la mujer intentaba darle ánimos y mimaba su espalda. Él castaño exageraba, solo había sido un beso, nada más, nadie podía esperar que tras escuchar semejantes declaraciones él se quedara con sus manos quietas y sus impulsos a raya.

    -¿Se puede saber desde cuando?- Cuestionó con el tic nervioso en aumento.

    -Desde que Misaki se mudó a vivir conmigo cuando fuiste a vivir a Osaka.- Constestó con simplicidad. -En mi defensa, yo quería decírtelo desde hace mucho, reconozco que te debo una disculpa por ocultarte esto.

    -¡Estuviste saliendo con mi hermano por casi seis años sin decirme nada, Usagi-san!- Chilló finalmente explotando ¡No se lo podía creer! ¡Le habían visto la cara de tonto por casi seis años! ¡Y él creyendo ingenuamente que Misaki y Usagi-san solo eran buenos amigos!

    -Bueno, él no quería decirte, reclamale a él. -Se lavó olímpicamente las manos, encogiéndose de hombros y cruzando sus brazos.

    -¡Oye! ¡Usagi! ¡No cargues todas las culpas en mi!- Gritó Misaki desde la cocina. -Onee-san ¿Qué voy a hacer? ¡Es un estúpido!- Se lamento el castaño, abrazando a su cuñada. -Yo solo soy un chico normal, Usagi siempre hace que todo salga mal.

    -Ya, ya, Misaki. - Lo consoló divertida la mujer, realmente le parecía adorable la actitud de su casi hermanito.

    -De todos modos. - Volvió a hablar el escritor, aclarando su garganta. -Takahashi Takahiro.- Pronunció con la voz gruesa y severa, volviendo su rostro duro e inamovible llamando la atención de todos los presentes. -Soy el novio de tu hermano, e independientemente de si lo aceptas o no pienso seguir siéndolo, Misaki es lo mejor que me ha pasado en la vida y no pienso dejarlo ir, aún así… Eres mi amigo y eres muy importante para Misaki, así que. - Descruzando sus brazos se inclinó al frente, haciendo una muy pronunciada reverencia. -Me gustaría pedir tu bendición, es algo importante para ambos. ¿Aceptas que Misaki y yo seamos pareja y continuemos viviendo juntos como lo hemos hecho hasta ahora?

    Misaki miraba impresionado a su novio, su rostro había mutado a diferentes tonos de rojo mientras lo veía y lo escuchaba y sin ser muy consciente de ello había empezado a acercarse a él. -Usagi-san, no tienes que…- Murmuró mientras se paraba a su costado, pasando una mano suave por la espalda del mayor. Era bochornoso, muy bochornoso, pero no podía explicar lo inmensamente feliz que lo hacía que su orgulloso novio estuviera pidiéndole la bendición a su hermano de esa manera. Sentía que su corazón iba a salirse de su pecho por lo fuerte que palpitaba contra sus costillas y la sonrisa que estaba desbordando sus labios no era que fuera capaz de reprimir.

    Takahiro los observaba en silencio y su gesto tenso fue desapareciendo mientras veía a su viejo amigo incorporarse para poner toda su atención en Misaki, notó por primera vez la mirada que ambos compartieron y los sentimientos de la que ésta estaba cargada, vio como los gentiles dedos largos del escritor se paseaban por el cabello castaño de su tesoro y tomó su decisión.

    -Usami Akihiko.- Pronunció obteniendo la atención de ambos sujetos frente a él y dejó que su sonrisa suavizara su propio rostro. -Somos amigos desde la secundaría, te conozco muy bien, sé que eres un hombre muy complicado pero te veo ahora, la forma en que tratas a Misaki, la forma en que lo miras, y lo que él me ha dicho… Claro que ambos tienen mi bendición.- Finalizó con su tono alegre y cantarín. -Pero si llegas a lastimar a mi hermano no podrás esconderte de mí ni en el infierno. - Quizás lo más aterrador de esa amenaza es que había sido hecha sin que el hombre cambiara en absoluto la expresión de su cara o la alegría en su voz.

    -Si lastimo a Misaki, me entregare voluntariamente, Takahiro. - Alegó entre fuertes y alegres carcajadas el escritor.

    Misaki vio confundido como su hermano y su ahora novio oficial se daban las manos, apretandolas con fuerza.

    -Te estoy confiando a mi familia, Usagi-san, cuídalo bien.

    -Descuida, lo haré.

    Un pacto entre hombres, por un segundo Misaki fue deslumbrado por lo honorable que se veía ese acto hasta que se dio cuenta de estaban hablando de él casi como si fuera una moneda de cambio, le hizo pensar en los antiguos pactos de matrimonios arreglados y la cómica imagen de él con un vestido rosado de princesa medieval era cargado por Akihiko después de haber sido entregado en matrimonio por su padre.

    -¡Ah! ¡YA PAREN USTEDES DOS! ¡YO NO SOY UNA MONEDA DE CAMBIO! - Gritó ofuscado.

    -Misaki ¿Me acompañas a comprar algunas cosas para preparar la cena?- Preguntó Alegremente Manami.

    -Si, si, claro, Onee-san.- Contestó aun molesto ¿Qué se creían esos dos? ¡Tontos! ¡Su hermano y Usagi eran unos tontos!

    -.-.-.-.-.-.-.-.-

    -¡Ah! ¡Necesito ir a dormir! - Resopló Misaki tras entrar al amplio departamento que compartía con su pareja. Era muy tarde, después de todo su hermano había aceptado todo de maravilla y él y Usagi se habían pasado toda la cena comentando cosas vergonzosas sobre él ¡Takahiro había hasta sacado el ridículo álbum de fotos de cuando él era un niño! ¡Hasta su Onee-san había hecho preguntas bochornosas! El último mes había sido el más largo y tedioso de toda su existencia, estaba seguro de que había perdido unos cinco años de vida a causa de tanto estres.

    Solo quería darse un baño y dormir, dormir, dormir y seguir durmiendo.

    -¿A donde crees que vas?- Preguntó una gruesa voz en su oído mientras unos fuertes brazos lo rodeaban.

    -¿Eh? ¡Voy a ducharme y a domir, Usagi! ¡Déjame en paz! - Pidió intentado soltarse de ese traicionero amarre, sabía ya por demasiada experiencia lo que su pareja estaba buscando ¡Estaba destrozado! ¿Es que ese imbécil no lo podía dejar descansar un poco?

    -Sabes Misaki, hoy dijiste cosas interesantes.- Comentó el escritor mientras dibujaba la silueta del cuello del menor con sus labios.

    -¡Usagi! ¡Te ordené que olvidaras eso!- Pidió demasiado avergonzado como para siquiera recordar todo lo que había dicho.

    -Hum, cómo si fuera a hacerlo. - Alegó girando su perfil para morder suavemente el lóbulo de la oreja del mejor, sonriendo satisfecho al escuchar el suspiro de su pareja. -Además tenemos que celebrar que ahora ya somos una pareja oficial, no hay porqué ocultarnos.

    -Usagi no vamos a hacer pública nuestra relación.- Alegó intentando refrenar las reacciones de su cuerpo ¿Cómo era posible que con solo unos toques Akihiko lo tuviera en ese estado de ansiedad?

    -Bueno, eso está bien pero aun así hay que celebrar que Takahiro nos dio su bendición.- Murmuró deslizando sus manos por debajo de la ropa del menor, acariciando el torso, totalmente satisfecho al sentir los estremecimientos que provocaba con sus acciones.

    -Usagi-san… tus manos están frías. - Murmuró débilmente.

    -Entonces calientas con tu cuerpo, Misaki. - La voz de Usami reverberando contra su tímpano lo hacía perderse, esa era su debilidad, esa voz pronunciando su nombre era algo a lo que no podía oponerse, simplemente se rendía, cuando Usagi lo llamaba con ese tono todo su cuerpo reaccionaba y no había nada que él pudiera hacer al respecto.

    Antes de darse cuenta estaban en el suelo de la entrada, desnudos, recostados sobre la arrugada tela de sus trajes y lo único de lo que era plenamente consciente era de los latidos del corazón ajeno que hacían sintonía con los propios.

    Ya no había dudas, no había nada más que su deseo, su amor y el brillante futuro que tenían por delante. Había cruzado el aterrador puente y todos sus conflictos internos habían sido resueltos.

    Ese era un comienzo de algo distinto, lo sentía y eso lo llenaba. Su hermano consentía con pleno conocimiento de causa que él viviera con su novio, ahora podrían tomarse de la mano frente a su hermano, disfrutar de la navidad en familia sin mentiras, sin incomodidades, no más elefantes invisibles en la habitación, dejar las cosas claras podría ser algo muy simple para muchos pero para él era liberador y emocionante.

    Quizás más adelante surgirían otros problemas, otras dudas, otros conflictos, pero sentía que no había enemigo que no pudiera vencer teniendo a su familia y a su escritor a su lado apoyandolo.

    Lo amaba, por mucho que le costará un par de vidas decirlo si que lo hacía, al menos en su interior podía gritarlo mientras su apasionado novio le hacía el amor. En su mente podía repetirse lo mucho que amaba a ese insufrible hombre mientras se aferraba a su espalda entre gemidos mal contenidos, expectante del brillante futuro que tenían por delante, sintiéndose preparado para cualquier cosa que la vida les arrojara a la cara. Juntos, no había cosa que pudiera frenarlos. No tenía dudas sobre eso.

    -.-.-.- Fin.


    Notas Finales: ¡LLoro! ¡Gente al fin! ¡AÑOS! ¡AÑOS DEMORÉ EN ESCRIBIR ESTA PERRA HISTORIA! pero bien, he aquí el hermoso final. ¿Qué les pareció? Yo estoy muy conforme. Cuando empecé hacer esta historia buscaba hacer algo de absurda comedia pero me salio un tragi-comedia-melodramatica muy extraña xD

    Este capítulo final va a dedicado a una lectora especial. Anne ha estado acompañando esta historia desde que comencé a escribirla hace años atrás y la publiqué por primera vez en y la sigue leyendo hasta hoy. Gracias por tu paciencia querida y por todo el apoyo.

    De todas formas también quiero darles un agradecimiento a todas las personas que leyeron esto, le dedicaron su tiempo y disfrutaron de la historia.

    Tengo en mente otro proyecto, uno sobre la trifecta (Kirishima Zen x Yokozawa Takafumi y mi adorada Hiyori) Quizás pronto vea la luz del día asique esten atentos.

    A quienes les interese les hago otro spam, lean mi fic "Un mes de locura" que tambien es de la Romantica y si hay algún rezagado fan de Hetalia como yo los invito a leer mi fic "Encrucijada" y el one-shot "Modela para mi" Puede que sea de su agrado.

    Sin más que añadir, voten, comenten que siempre es bien recibido y yo les contesto a todos sus mensajes, sean felices, coman perdices y lean yaoi.

    Sioa Shun Uchiha-san
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    Me ha gustado el final, muy tierno y protector Takahiro.
    Muchas gracias por la dedicación, mientras pueda siempre leeré y esperaré por las historias que me gustan, y las tuyas me gustan así que aquí siempre tendrás a una lectora.
    Me hubiera gustado leer un poco más de la relación entre Takano y Ritsu y como formalizarían su relación.
    Como hay anime de Hetalia lo veré y luego me pasaré por tu fan finc.
    Estaré esperando tú nuevo trabajo.
     
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55 replies since 6/10/2016, 16:17   2448 views
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