Bajo los Tacones de ARIANE Kirishima Yokozawa Mundo Alterno
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Bajo los Tacones de ARIANE Kirishima Yokozawa Mundo Alterno

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  1. btalkrajo
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    Y ahora intenta decir que me amas sin miedo a que parezca mentira otra vez ... https://web.facebook.com/Btalkrajo

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    Bajo los tacones de Ariane


    — Entonces – Ann estaba curiosa por saber más de todo el fin de semana de Yokozawa – el viernes te fuiste sin decir nada, el sábado me dijiste que volvería con ella y luego que tuviste una pesadilla que te ignorara, ayer que estabas con tus parientes y hoy con Ritsu está resuelto todo…

    — Vez – sonrió – ya sabes todo

    — Se los títulos, ahora quiero la historia – lo miro ceñuda – cada historia ¿vale?

    — Cada historia… bueno entonces deja que te cuente que todo esto me supera – Yokozawa no la miraba – fue, es, es como un derrumbe, antes había una pared que yo no podía cruzar y ahora hay una planicie con huecos, me da miedo saltar y encontrar el vacío y me da miedo quedarme quieto…

    — ¿Qué dices?

    — La esposa de Kirishima retiro su demanda, ella no quiere el divorcio. Quiere volver con el…

    — Vaya… — Ann se mordió el labio tratando de contener su rabia, ¿Quién era esa que quería interponerse ante Yokozawa?, sonrió luchando para escuchar, escuchar antes de decidir asesinar a alguien — pero… él… ¿Qué dice?

    — Que aun la ama, que la extraña y que cuando cierra los ojos aparecemos los dos en su cabeza – Yokozawa miro a Ann – él me ha dicho la verdad Ann, me ha dicho que no me ama aunque me desea mucho y que puede que lo nuestro no llegue lejos y aun así quiere que lo intentemos

    — Podrían llegar muy lejos

    Yokozawa se pasó los dedos por el cabello y después palpo su teléfono en el bolsillo, desde que se había separado el sábado no habían hablado, él no había enviado ni un solo mensaje y Kirishima tampoco.

    ¿Cómo avanzas si sabes que al final no hay premio?

    ¿Cómo sabrías que hay premios?

    ¿Quién decía que fallarían?

    ¿Quién decía que funcionaria?

    Yokozawa Takafumi caminaba lentamente, hace un par de meses la idea de tener que luchar por Kirishima le parecía un absurdo absoluto y ahora se le ponía en frente una competencia, no cualquier competencia, tenía desventaja.

    — Él la ama – dijo sintiendo el veneno en esa frase

    — Que bien, al menos sabemos que tiene sentimiento

    — Ann… el ama a ella, no a mí, lo mejor sería hacerme a un lado, todavía puedo hacerme a un lado y no quemarme las manos, Kirishima es más de lo que puedo controlar…

    — ¡No me salgas con esa mierda!

    — Lo digo en serio. Ann en menos de un mes me ha tenido en una montaña rusa de emociones, ¿Qué pasaría si Ritsu me odiara? Lo ha entendido y eso es porque Kirishima no le golpeo fuerte, pero a mí me quita el aliento, sufría antes y ahora… ¡Mírame! En la mañana no podía quitarme la cara de idiota y ahora tengo ganas de golpearlo, ¿Cómo voy a estar mañana? – Yokozawa bajo los hombros derrotado – Ella es hermosa, es más que hermosa y la odiarías solo por eso, tiene ojos verdes Ann, verdes de verdad los de Ritsu son una imitación barata, en verdad, te juro que comencé a temblar cuando la vi, la imaginaba guapa, pero verla, su cabello rubio, sus ojos verdes, la boca de fresa, esa chica podría ser una Idol… entonces me pregunto ahora

    — ¿volverá con ella? – Ann le quito la palabra — ¿seré suficiente? ¿seré un consuelo barato? Qué crees… sé cómo es eso, Reika era hermosa, soy pequeña, flaca, mi cabello se rebela a todos los tratamientos que hago, mis ojos son del color más común de la región y uso aparato de ortodoncia porque Masamune tiene los dientes perfectos… No quiero que salgas herido Takafumi – ella dijo su nombre son severidad – pero no puedes quedarte siempre en la orilla, voy a estar ahí, yo voy a unir los trozos que queden, en verdad, daré lo mejor de mí para salvarte pero por favor… cae…

    — Y si no puedes… yo no pude Ann…

    — A que te refieres

    — A mi padre Ann, no pude ayudarlo, cuando ella lo dejo… ella lo rompió Ann – Yokozawa miro los ojos abiertos de su amiga – Ann… mi padre no murió… — Yokozawa cerró los ojos – se suicidó Ann… nunca supero que mi madre nos abandonara

    Ann Kohinata creía saber todo de Yokozawa, sabía que cuando cumplo ocho su madre se fue, sabía que cuando entro a la universidad su padre viajo a su pueblo natal y murió ahí, sabía que su padre había dejado la hipoteca del departamento pagada para su hijo con la venta de la casa de la costa y el dinero de su jubilación, sabía que Masamune había sido el único presente en el funeral y que Yokozawa viajaba en navidad para dejar la ofrenda en su tumba, sabía que su padre nunca volvió a casarse después de ella y en las fotos nunca miraba de frente, siempre parecía cansado o triste… esto no, esto no lo sabía.

    *****xxx*****



    — ¿Qué haces?

    — Trabajo – el abogado levanto la vista el documento, aunque tenía un piso dúplex para él seguía yendo constantemente a la casa de Takahiro a trabajar, decía que ahí estaban los libros que necesitaba, pero Misaki, aferrada a su fantasía, quería creer que iba por ella, a veces no quería creer eso porque se sentía horriblemente triste cuando él se iba

    — ¿Quieres que te hable de mis clases?

    — No

    — Seiya fue a ayudarnos, ¿lo viste? Es el alto, el de pelo castaño como el mío… es muy guapo

    — ¿no son todos gay?

    — No – ella saco un libro – creo que los únicos gay so Kisa y Ritsu, los dos son muy guapos

    — Ah, Onodera

    — ¿Te desagrada?

    — No. Me da igual, mi padre es el testaferro de su familia, creo que lo han… — miro a la chica – nada.

    — Nada – repitió ella mirándole – buenas noches… Usagi

    Ella salió del despacho, Akihiko no podía decir que habían desheredado a Ritsu Onodera, esa era información privada y aunque confiaba en la joven, la joven solía ser imprudente, Misaki ya no era una niña, ya no se hacía coletas en el cabello, ya no caminaba descalza por la casa ni gritaba cuando estaba en la ducha para que le pasaran una toalla, Akihiko lo sabía, sabía que no debía pensar en ella como una mujer.

    — Cámbiate – dijo cerrando su libro – es de noche pero creo que necesitamos comprar algo para cenar

    — No puedo cenar, cenar engorda

    — ¿Quién dice eso?

    — Seiya… me paso una dieta para… ¿Qué pasa?

    — ¿Te dijo que estas gorda? – pregunto molesto

    — No, dice que soy hermosa… si vamos por algo ligero… — ella le regalo una sonrisa — ¿quieres?

    — Algo ligero – convino él, mientras anotaba que debía presentarse en Ariane y saludar al tal Seiya, dicho sea recordarle que Misaki estaba fuera de su línea de conquista.

    *****xxx*****



    Sakura Kirishima abrió los ojos, no recordaba jamás haber sido besada de esa manera por él, no había habido un día en que Zen la presionara de ese modo, con esa pasión, con la fuerza arrasadora encarnada en un beso, la había besado siempre con ternura y amor… Esto era pasión. Fuego quemando todo. Los ojos de Zen la absorbían como si la viera por primera vez, como si la sintiera por primera vez.

    El siguiente beso fue mejor, sin lágrimas en el rostro de Sakura, con las manos de Zen apegadas a su espalda y a su pelo, dejándola sin aliento mientras su lengua entraba en su boca recorriéndola, no tardaron nada en caer tendidos en el sillón con ella abrazada de él.

    — Te he echado de menos – dijo Zen

    — Ya regrese… podemos regresar los dos

    — ¿Ser felices? — Zen le acaricio el rosto

    — Volver a tener un hogar – los dedos de ella le tocaron la oreja y de un solo salto Zen se separó por completo — ¿Qué pasa?

    — Ya son las ocho – aviso mirando su móvil – tengo que estar en otro lado a las nueve, no puedo estar aquí. ¿podemos vernos mañana?

    — Es una cita

    Sakura le regalo una sonrisa y le lanzo un beso mientras Zen salía sin dejar de verla, con una sonrisa en los labios y el corazón bombeando a mil.

    *****xxx*****



    Yokozawa beso la frente de Ann cuando ella abordo su tren, él debía regresar a su casa, alimentar en su casa, no pensar en esto que era tan asquerosamente nuevo, de echo si lo pensaba un poco no estaba enamorado de Kirishima, salvo que… si estaba enamorado, llevaba enamorado tres meses, tal vez llevaba enamorado su vida completa de Kirishima Zen y por eso no se había enamorado antes, por eso ahora sentía toda esta extraña confusión casi estúpida, un beso, unos besos y algo de manoseo en su habitación. No lo suficiente como para sentirse tan miserable en ese momento, no lo suficiente como para que esto lo matara ¿realmente se podía morir de amor? “Papá se suicidó, eso es morir de amor” pensó irritado, mientras compraba su desayuno para la siguiente mañana, era cosa de libros eso del amor a primera vista, eso de que en un solo día debían saber si eran o no el uno para el otro, Yasuda le había invitado a cenar y hasta lo había llevado a su casa pero hasta ahí, unos besos y después el abandono, eso le había dolido, dolido porque el hombre le había gustado mucho, inteligente y educado además de ser tremendamente guapo, Kirishima era peor, era más, era casi inalcanzable pero, este pero era su mayor problema… Lo había alcanzado, lo había besado, lo había acariciado… ¿Cómo se podía vivir después de eso?

    Mi estrategia no funciona al tiempo — Ni la razón para ser tu rival —Desármame, enfréntame

    Y si me hicieras preso de tu cuerpo — Esa condena cumpliría hasta el final — De tanto mal, soy criminal.

    Es un suicidio probar de tu boca — Si después te escapas — Eres tú, en mi piel acaricias la herida

    Mátame otra vez, mátame te ruego —Que no hay manera de morir más bella —Que en tus brazos, lento — Mátame otra vez, mátame sin miedo — Que yo prefiero perder esta guerra — Que empezar de nuevo — Sin ti,


    Escuchar a Ricky Martin en el mini mercado no lo ayudaba en nada, “Preso de tu cuerpo” repitió con una media sonrisa… no sabía si llegarían tan lejos o si ahora que ella era parte del panorama no llegarían jamás a ese momento, el moriría sin saber cómo ser amado completamente por Zen Kirishima y este no sabría nunca (tampoco le importaría) como seria ser amado por Takafumi Yokozawa. Pagando y saliendo a la noche comenzaba a sentir que, como siempre hacia, al día siguiente podría dejar todo esto de lado. Guardarlo y concentrarse en las cosas buenas de su vida, el aroma del arroz y salmón por la mañana, el calor que su cuerpo sentía al bailar, la manera en que Ann le sonreía cada vez que lo veía o el sonrojo de Kisa cuando mencionaban a Yukina, los libros que leía y poder llorar con algunas escenas, acariciar a su gato… si, podría hacerlo.

    No quería.

    Quería besar a Kirishima, besarlo mucho y acariciarlo, prepararle algo para cenar y preguntarle si estaba cansado, escucharlo hablar de trabajo y contarle sobre sus sueños…

    Un poco de amor, no podía ser tan caro, ¿Cuál era el precio? Si pudiera le hubiera gustado pagarlo, poder tener a Kirishima para él y amarlo, amarlo de verdad, Yokozawa sabia amar. En realidad hasta ahora nadie lo había dejado demostrarlo, bueno, un poco, Ann y Masamune lo dejaban quererlos, pero amar era más y él quería amar. Antes había podido comprenderlo pero ahora no, ahora quería amar a Kirishima y que ella (Sakura) volviera al hueco donde había estado escondida por cuatro meses, ahora, después de que el tardase horas escuchando a Kirishima, viendo películas con él, soportando incluso la idea de que se hiciera novio de Onodera o de alguien mas (soportando lleno de celos y algunas noches con llanto) luego de eso, luego de haber visto esa casa vacía y desolada… de haber huido de ahí… de haberlo reencontrado en la librería, de haber sido besado y pensar que Kirishima estaba bien, de haber creído que juntos las cosas serían mejores… Kirishima le barría los miedos, le provocaba cosas maravillosas en la piel y lo hacía feliz, había sido feliz la primera vez que le dijo que sus ojos eran bonitos, había sido plenamente feliz cuando le dijo que quería su compañía para reencontrarse con su hija…

    Se había reencontrada con su esposa…

    — Si la vieras – dijo un día Kirishima – entenderías porque el sol sale por el este

    La había visto y no lo entendía, lo único que entendía… era que por ella ahora tenía frio…

    Llego a su casa lo suficiente mente desanimado como para no mirar más que sus pies.

    — Vaya… creí que no llegarías nunca, van a dar las once ¿Dónde estabas?

    — Hola – Yokozawa lo vio, los ojos le brillaban y tenía la camisa desarreglada, además de un ramo de flores en la mano derecha — ¿Qué es eso?

    — Oh… bueno ¿es muy cursi? – Kirishima tal vez no lo sabía pero estaba dando pequeños saltos mientras sonreía, Yokozawa abrió la puerta de su apartamento esperando que por favor ningún vecino hubiera visto a Kirishima en su puerta con un ramo de rosas.

    Entraron y aun aturdido y temeroso se quitó la mochila y dejo la bolsa de compra en la mesa.

    — No me llamaste – dijo queriendo parecer sereno

    — Esperaba que tú me llamaras – aviso Kirishima – creo que debemos establecer tiempo de silencio, así no nos quedaremos esperando a que el otro avance, de hecho como no estabas en mi casa a las nueve decidí venir a la tuya

    — ¿Por qué estaría en tu casa?

    — Para cenar… te dije que mi madre viajo… Mi padre y yo llevamos a Hiyo de compras y comimos fuera, pero hoy no tenemos nada para cenar, bueno él seguro se hará un bocado, pero no me gustan sus bocados… esperaba que me hicieras la cena…

    — ¿Qué te pasa? – Yokozawa vio la desesperación en sus ojos, algo estaba mal, como la noche en que lo llamo para decirle que quería conocer a su gato, como la noche que le pidió que fuera a su casa, algo estaba mal

    — Te traje flores… ¿siquiera lo has visto?

    — Si – Yokozawa abrazo a Kirishima, ellos median lo mismo… gracias… murmuro y luego lo beso, sin pasión alguna, sin fuego o dinamita, Yokozawa besaba a Kirishima con ternura y amor… y le sonrió, le hizo la cena mientras Kirishima le contaba sobre su domingo con su padre y su hija, mientras el gato gordo de Yokozawa descansaba sobre el regazo de Zen, mientras el día pasaba de lunes a martes.

    Kirishima Zen no quería decirle que Sakura quería regresar, no quería decirle que se besaron y mucho menos decirle que mientras la besaba, había pensado en él. Se rehusaba a decirle a Yokozawa que había besado a otra mujer pero la habia besado pensando en él.

    *******xxxxxxx*******



    Se dejó caer en la cama, el sonido fuera de la habitación le avisaba de un partido de baloncesto que estaba transmitiéndose por la televisión a volumen alto y las voces de los amigos de su padre le avisaban que no podría dormir hasta que se hubieran ido. Kirishima Zen cerro los ojos en un vano intento de no escuchar nada, estaba cansado. La energía se le había marchado antes de mediodía y había usado reservas para llegar al final de la tarde. Esas reservas no eran suficientes de ninguna manera.

    Tomo una pelota anti estrés que Katou le había regalado. "Usted es el único que no la necesita, pero podría servirle para algo" había dicho sereno confiando en que Zen era todo lo que mostraba y sin embargo mantener de pie esa fachada era demoledoramente agotador, quería ser débil, echarse a llorar y que alguien más le prometiera que las cosas irían bien. Llorar era lo único que sacaría el nudo que tenía dentro y no se atrevía a llorar con nadie. Ni siquiera con su madre.

    — Oe – dijo su padre desde fuera – pedimos fideos y arroz con pulpo, sal a cenar.

    — Si... ya voy – respondió sin moverse

    Tiro la pelota para despejar su mente, Yokozawa tenía ensayo con su grupo y no había querido verlo esa noche, de hecho, llevaba evitándolo toda la semana y eso consumía mucha energía, Kirishima Zen quería verlo todo el tiempo. De hecho, quería que fueran pareja, una de verdad, pero no sucedía, desde el lunes que habían cenado juntos cuando llego con el ramo de flores no se habían vuelto a ver.

    ¿era esto una señal?

    ¿significaba que el otro no sentía lo mismo?

    ¿Qué era lo que él sentía?

    Su padre volvió a llamarlo y él se puso de pie cansado. Todos le dijeron que era demasiado joven para casarse, no importaba entonces, todo lo que quería era estar con ella, Zen miro la foto de Sakura, seguía siendo tan hermosa o tal vez incluso más, ahora que se veía como una mujer completa y los rasgos de niña se habían perdido, se veía más hermosa aún. Luego, abrió la carta, la volvió a leer... sintió el dolor, casi en un nivel siete solo de recordar como había sido saberse abandonado.

    ¿Sentirían lo mismo los gatos que eran dejados en cajas de cartón cerca de los parques?

    Tal vez... quizá fuera peor, quizá no.

    Guardo la carta con sumo cuidado junto con la fotografía, aunque le doliera debía recordarlo, sin importar lo hermosa que fuera y cuanto el la amara, ella se fue... ella lo dejo, no hubiera importado, de hecho, no debería importar que la persona que te traiciona se vaya... pero se llevó a Hiyori con ella y por eso Zen, no podía perdonarla.

    *******xxxxxxx*******



    — Bueno... tampoco puedes odiarla – Kaede miraba a Misaki con cariño mientras esta tiraba a la basura un montón de papel que había picado con las manos – Me refiero... ella tenía nuestra edad, a esta edad no podemos saber realmente lo que es el amor... bueno... eso creo, no me imagino casada con Hiroshi, como mucho hasta terminar la escuela

    — ¡Mis padres murieron! – Misaki puso los ojos en blanco – No le cortas la mano a alguien que ha perdido las piernas ¿verdad?

    — No seas tan grotesca Misaki... ella simplemente rompió un noviazgo

    — ¡Destrozo a mi hermano!

    — Bueno... ¿ella lo sabe? Tal vez cree que tu hermano la olvido en días, tal vez no pensó que podría estarle haciendo tanto daño, no entiendo tu odio, tu hermano está sano, tiene una carrera, un empleo, esta casa... ¿Por qué dices que lo destrozo?

    — Porque lo escucho llorar...

    Misaki sujeto el oso de felpa que tenía en el sillón, el oso media la mitad y más que ella, Akihiko Usami se lo había regalado cuando cumplió trece, también la había besado entonces, no un beso romántico, solo le había besado la mano y ella sintió que el mundo comenzaba a tomar color, de pronto todo era más bonito. Bueno... lo fue entonces ya que su hermano había olvidado su cumpleaños y aunque era cariñoso nunca la miraba a los ojos.

    — Cómprame lentillas – pidió un día mientras Akihiko veía la tv – pueden será azules, cafés o negras

    — ¿Por qué haría eso?

    — Él no me mira por mis ojos – dijo la joven – porque son verdes... como los de Sakura—nee (entonces aun la llamaba así)

    Misaki soltó un bufido mientras Kaede le tomaba la mano.

    — Luego ellos dos se gritaron, Usami le dijo que dejara de ser patético, que se olvidara de ella... porque ella estaba casada, se casó al salir del colegio... solo unos meses después de dejar a mi hermano... creo que entonces comencé a darme cuenta de cómo eran las cosas realmente, como se veía mi hermano, la forma en que sufría al verme y después en cómo me ignoraba. Tarde en darme cuanta porque Akihiko siempre estaba cerca, cuando era más chica...

    — Usagi.san era genial, ahora ha cambiado

    — Ahora es un adulto de verdad – Misaki miro hacia sus rodillas – mi hermano sigue enamorado de ella... por eso la odio, porque le hizo daño, daño de verdad, de otra manera ya la hubiera olvidado.

    Misaki no quería contárselo a Akihiko, pero tal vez debería hacerlo, decirle que su hermano la había llamado, decirle que estaba evitándola a ella y también, que lo había escuchado llorar que esa niña debería ser su hija, que esa debería ser su vida. Misaki se preguntaba si acaso la vida del esposo de Sakura era bonita, no podía serlo si estaban por divorciarse, no podía serlo si estaba construida sobre el dolor de su hermano, y si de algo estaba segura Misaki era de que nadie consigue su felicidad a costa del dolor de otros. La puerta se abrió y un hombre a media sonrisa las miro a ambas.

    No, la mirada violeta se fijó solo en ella.

    *******xxxxxxx*******



    Ann Kohinata llego con el pelo húmedo por la reciente lluvia, Masamune estaba con coche y la recogería cuando terminase en el trabajo, así que ella, esperaría en la casa de Yokozawa que estaba a escasas cuadras de Marukawa.

    — ¿Cómo va el ensayo de mentiras? – dijo cuando este abrió la puerta

    — Rayos... ¿te llamo?

    — Me mandó un mensaje, me dijo que estarías ensayando y que por eso no podían cenar conmigo y mi novio

    — Todo tiene una explicación – Takafumi se sentó en su sillón verde, acaricio al gato que dormía en el cojín y miro a Ann mientras esta lo fulminaba molesta. – Quiero darle un poco de espacio... que piense bien lo que quiere Ann, yo no creo que sea buena idea aferrarme al deseo de están con él

    Ann miro a su amigo, ¿Cuántas veces debería decirle lo maravilloso que era para que él comenzara a creerlo? No tenía idea alguna, Yokozawa solía sonreír mas, pero sonreír mas no es ser más feliz, Ann medito sobre esto y concluyo que, aunque tuviera pinta de deprimido, en realidad estaba contento. Debería estarlo. Kirishima parecía de algún modo la persona perfecta para Yokozawa, Ann sentía que Kirishima cambiaria todo para su amigo, pero no sabía si eso era bueno en realidad.

    Lo miro mientras este iba a la cocina, ella definitivamente no quería hablar del padre de Yokozawa, pero era un hecho que aquello había dejado rastros hasta ahora.

    — Oye... — arrastro las palabras llegando hasta Yokozawa — ¿realmente es lo que quieres? Digo, aun si supiera que Masamune puede ser más feliz con otra persona, yo lucharía para que se quede conmigo. ¿soy mala por eso? Por querer estar con la persona que amo

    — Yo no lo amo – dijo serio – me gusta, me agrada... pero no creo que pueda decir que lo amo, no tan pronto.

    — ¿En serio? – ella sonó irónica, puso los ojos en blanco y sujeto la cara de Yokozawa obligándole a mirarla – bueno, si te veo parece que no tuvieras nada malo, pero estas diciendo bobadas, así que tal vez tengas algo malo

    — Tenía una vida antes de mí y seguro es mejor que regrese a esa vida

    — Oh por favor no digas eso...

    — Es lo que pienso

    — Bueno, ya sabemos lo que piensas... ahora dime ¿Qué sientes? Crees que es correcto renunciar solo porque alguien más apareció, incluso si él no quiere nada con esa persona, si no quiere verla, si quiere intentarlo más contigo... Oniichan estoy confundida, pensaba que eras un poco tonto, pero no tanto...

    — Es más fácil para ti, eres una chica... Ann mírame... por favor...

    — Yokozawa — ya molesta Ann golpeo la mesa – no me salgas con esa tontería, si fuera el caso Kirishima se hubiera fijado en Ritsu y no en ti o en cualquiera de las chicas de la clase de Kisa, todas ellas son de mi edad y podrían salir sin problemas con él, el problema no es Zen, ni su esposa, ni su hija ni su horario. Tu eres el problema...

    — ¿Qué?

    — Lo que oyes – Ann quería parecer severa, pero sabía que se veía chistosa cuando se enojaba porque inflaba las mejillas y se ponía roja, no le importo ver como Yokozawa trataba de no reírse – no es justo que tu renuncies ahora, no después de que la energía del mundo convergiera para que se encuentren, sé que lo sabes, tuviste que saberlo en cuanto lo viste... ustedes dos tenían que encontrarse, lo sé, de una o de otra manera se hubieran encontrado.

    Ann estaba convencida de que esto era cosa del destino, que Zen fuera el editor del mangaka favorito de Yokozawa, que Yokozawa hubiera trabajado en Marukawa como pasante en la universidad, que Yokozawa hiciera los proyectos de ventas para Marimo, que Kirishima fuera el jefe de Masamune, que los dos hubieran estado en el concierto de Larc'n Ciel, que los dos fueran al cine los domingos... de una o de otra manera ellos dos tenían que terminar al mismo tiempo en el mismo lugar... Masamune lo había dicho, que era como un manga shojo, que de pronto los dos protagonistas se encuentran, no lo saben pero estaban destinados a encontrarse.

    Después de eso (De Masamune hablando de destinos, hilos rojos, reencarnaciones, multiuniversos y, por último, de amor) ella había decidido creer en que, aunque fuera difícil Kirishima y Yokozawa podrían construir una vereda y ser felices. Aunque aún tenía miedo de que no funcionara... de que fueran dos estrellas que colisionan y ahí, una de las dos acabaría hecha pedazos, si le daban a escoger Ann preferiría ver sufrir a Kirishima, pero si pudiera escoger en verdad... le gustaría que fueran felices.

    El gato salto mirando a la puerta, se detuvo ahí mientras movía la cola, un minuto exacto antes de que el timbre sonara. Yokozawa y Ann miraron al gato con cariño, ella miro su reloj porque Masamune le había advertido que tardaría, seguramente algo había salido bien porque ya había llegado, ella corrió a abrirle contenta. Luego se quedó quieta mientras Kirishima le sonreía, sora estaba restregándose en la pierna del hombre, los ojos castaños brillaban y una sonrisa infantil estaba dibujada en la boca del hombre.

    — Que bien – dijo – pensé que estaría esperando otra vez en el pasillo

    — Acabamos de llegar – dijo ella rápidamente mientras Yokozawa sonreía sonrojado

    — ¿puedo pasar? – Kirishima miro hacia la mano de Ann que le impedía la entrada, ella se movió con otra risita baja y Yokozawa se acercó, era claro que llevaba mucho tiempo en casa, pero Kirishima no lo menciono. No había necesidad, sabía que Yokozawa lo evitaba y sabiendo eso había decidido que él haría todo lo contrario.

    *******xxxxxxx*******



    Cuando Ann se hubo marchado ellos dos se quedaron de piedra. Por fin estaban a solas y eso debería ser diferente, en cambio Yokozawa parecía molesto más que contento mientras lo veía.

    Kirishima comenzó a lamentar el haber ido a su casa, tal vez en realidad era molesto, la persona quería espacio y él siempre había sido demasiado meloso, su madre decía meloso por no decir molesto.

    — Bueno, creo que me iré antes de que parta el último tren – aviso recogiendo su chaqueta, Yokozawa lo miro como debatiéndose entre decirle adiós y decirle hasta luego, porque el luego significaba que volverían a verse y el adiós y las cosas no funcionaban – estarás libre el domingo

    — No – Yokozawa se mordió la lengua, no estaba seguro de porque decía que no, algo lo motivaba a negarse, un sinfín de voces crueles que le gritaban que al final perdería

    — Y... el lunes...

    — Ensayo

    — El martes

    — Me toca dar clases

    — Entonces el miércoles – Kirishima no estaba mirándolo

    — Ensayo

    — El jueves... no... das clase — Kirishima cerro la mano derecha – el viernes ensayo y el sábado cena con tus amigos, el domingo el cine con alguien y el lunes gimnasio... ¿voy bien? – miro molesto hacia Yokozawa — ¡Qué demonios significa eso!

    — Tengo una vida y no gira en torno a ti – Yokozawa se cruzó de brazos – tu también la tienes y me sorprende que tengas tiempo para mandarme treinta y dos mensajes por día

    — No me respondías – Zen miro frustrado los ojos azules oscuros de Yokozawa — ¿es por las flores?... si te causa problemas podemos vernos en mi casa, ya solo falta que pinten la cocina y coloquen las repisas del estudio, estará lista en unos días...

    — ¿Por qué trajiste flores?

    Zen dio un respingo, no estaba seguro en realidad, había quería comprárselas, pero no sabía si era para que lo perdonara o solo porque lo había deseado. No quería ni mencionar a Sakura, no había necesidad, era débil, pero Yokozawa no tenía por qué saberlo, se haría más fuerte, no volvería a besarla, no volvería a verla a solas, no volvería... no volvería con ella.

    — Pensé que debía hacerlo

    — ¿te parezco una chica? – Yokozawa sonaba afilado, Kirishima odiaba ese tono suyo tan seco, como si no supiera hacerse entender que no lo soportaba, como si quisiera que se fuera y no volviera, como si no lo quisiera

    — No

    Kirishima miro sus manos.

    Debió haber pensado en eso antes, ¿flores? ¡flores! ¡Le compro estúpidas flores!

    Yokozawa se llevó las manos cabello, se veía cansado, se veía pálido, parecía que llevaba sin dormir días, tal vez era por el ensayo o por el clima, o peor, porque había entendido que no quería esa clase de relación con Kirishima. Kirishima Zen comenzó a sentirse miserable. Al final de cuentas no había sentido en que Yokozawa lo quisiera, tal vez se había apresurado demasiado.

    — ¿Por qué me besaste? – Yokozawa miraba al suelo en ese momento

    — Pensé que si no lo hacía alguien más lo haría, creí que si no hacía algo te perdería

    — ¿Quién lo haría? Es un mal chiste sabes... tu esposa es una puta amazona y yo... ¿Por qué demonios vendrías cuando puedes estar con ella? — Yokozawa no lo miraba — cuando regreses con ella... no quiero que eso me hiera, si sigo con esto... no sé si logre resistirlo... yo... no quiero estar contigo.

    — Pues... — Kirishima recogió su chaqueta, ya su voz sonaba apagada, pero Yokozawa se mantuvo quieto contra la pared – entonces solo me queda una opción...

    Zen se colocó la chaqueta tan despacio que Yokozawa tuvo que contenerse de no detenerlo, Yokozawa no quería verlo irse pero que se marchara era lo mejor. Cerrar el libro, aunque solo hubiera leído el prólogo, apagar la radio cuando la canción comenzaba, tirar el plato luego de haber comido un bocado... rendirse sin haber luchado, el dolor se hizo físico, sus manos se sentían acalambradas. No se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde de que Kirishima Zen ya no estaba en su casa.

    Y él...

    Aún tenía hambre, aun no sabía la letra de esa canción y no imaginaba que tan maravillosa era la historia a la que había renunciado.


    Gracias por leer y por acompañarme hasta ahora...


     
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