// Cazadores del Mar Celestial // [Varias parejas] [CAPÍTULO FINAL] [Historia/Mitología, Acción]

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Muy buenas a todos, ya he vuelto después de un par de semanas :) bienvenidos a los nuevos lectores jeje esta vez el capítulo no tiene naaaada de relleno, todo acción jeje os va a encantar, estoy seguro de ello :) espero que me sigáis hasta el final, porque la cosa va para largo juju y que no os engañe el título juju

    Esta vez no hay música... es raro en mi que no la haya, pero esta historia tiene poca, a parte de lo del título.

    Oh, y solo hay una nota al final, esta vez jeje poco que aprender :)

    ------------------------------------------------------------------------------



    6. Embestidas



    En los bosques próximos a Argos, unas sombras voraces se movían rápidas como el viento. Estaban ansiosos, inquietos, más cerca que nunca de cazar finalmente a su presa. La veían en los llanos de la ciudad, arrasando las granjas y cada vez más cerca de chocar violentamente contra Argos misma.

    Esa presa era el Toro que la diosa Hera antiguamente había enviado para detener al gigante Orión, porque el último perseguía (en vida y en forma de constelación) a las Pléyades, las hijas del titán Atlas. Orión enfureció de tantas maneras a los dioses que no bastó con castigarle en el firmamento, sino que además nunca podría alcanzar a las Pléyades porque el Toro las defendía. Por eso, lo primero era acabar con él. Sin el Toro de por medio molestando, Orión alcanzaría su objetivo por fin. Ese era el trabajo de los fragmentos de Orión caídos en la Tierra.

    —¿Le atacamos ahora? ¿Le atacamos? Dime que lo atacamos —preguntó insistentemente Kariya.
    —No. Dejemos que los dioses se queden contentos con el castigo a Argos —sonrió maliciosamente Fudou, de brazos cruzados—. Cuando se vaya de la ciudad le mataremos. Vamos, hay que acercarse.

    Fudou abrió camino entre el bosque, bajo una forma humana normal, seguido por sus perros, Shiro y Atsuya Fubuki, y los aprendices de cazador Kariya y Tsurugi. Tener que controlar a cuatro criaturas más violentas e impacientes que él era difícil. Pero como partes del gigante Orión y sus leales perros, todos eran uno y su sincronía nunca fallaría.

    Corriendo entre los árboles, los cinco seres celestiales dejaban un rastro nocturno y estrellado en el aire que se difuminaba enseguida (1). Más les valía darse prisa. Era cuestión de tiempo que les descubrieran.

    * * *


    La marcha había sido lenta, densa, cansada y calurosa, pero los soldados comandados por Kidou habían alcanzado al fin las llanuras cercanas de Argos. Allí, se detuvieron para descansar mientras observaban asombrados y algo aterrorizados que todos los campos estaban arrasados o quemados por el impacto del meteorito. Columnas de humo bloqueaban la vista de la ciudad y enrarecían el ambiente. Al oeste de la ciudad, cerca del bosque, otras columnas de humo más apartadas llamaban la atención. Debían de ser las de los otros tres meteoritos, pensó Hikaru.

    —Es horrible… ¿cómo ha podido pasar todo esto?
    —Cualquiera que fuera el designio de los dioses, se ha llevado a cabo de la peor manera posible —dijo muy solemne Kirino, tocando la tierra devastada con la palma de la mano—. Los meteoritos se habrán convertido en otras criaturas al impactar. Tenemos que estar atentos.

    Toda la formación le escuchó, observando a la vez su alrededor, vigilando que una de esas criaturas no se presentara. Hikaru prefirió quedarse en el centro del campamento de descanso, para tener menos probabilidades de que nada o nadie le hiciera daño.

    —Vamos, no va a pasar nada —le intentó tranquilizar Tenma. Hikaru negó con la cabeza y se mantuvo rodeado de veteranos, lejos de sus amigos—. Este chico…

    Pasaron una hora descansando hasta que Kidou reorganizó de nuevo los grupos para avanzar hasta Argos. Hikaru vio cómo se acercaba demasiado rápido el momento de entrar en combate no solamente contra Argos y su ejército, sino también con criaturas de orden divino. No podía ponerse peor la cosa.

    Y se equivocaba.

    —¡Un toro enorme se dirige a nosotros! —alertó Goenji, esperando una orden de su estratega. El más valiente de cada grupo hizo lo mismo.

    Hikaru no lo podía ver bien, pero los estrategas se desplazaron todos al lado de los veteranos para verlo mejor: era igual de alto que el edificio del consejo y el triple de largo. Era un monstruo.

    —¡Seguid avanzando! ¡Formación compacta y lanzas preparadas! —ordenó Kidou.
    —Pero… no tenemos ninguna oportunidad, ¡si choca con nosotros moriremos todos! —cuestionó Shindou, alarmado de que nadie más se lo dijera.
    —No lo hará si mostramos devoción —intervino Kirino—. El toro gigante es el castigo para Argos, no para nosotros.
    —Nosotros formamos parte de Argos, ni el toro ni los dioses pueden haber ido pueblo por pueblo decidiendo quién es devoto o no —replicó otro de los estrategas.

    La incertidumbre y la inseguridad ante tal peligro empezó a hacer mella entre los soldados, el primero de ellos el pobre Hikaru, que apenas era capaz de seguir andando.

    —¡Alto! —ordenó Kidou.

    Apenas estaba a un par o tres de trotes el toro para que arrasara a la formación. Pero este fue aminorando el paso conforme se acercaba. Hikaru veía a su muerte alta, fuerte y violenta, echando aire por la nariz con furia, muchos metros por encima de él. Pero entonces el Amuleto Alado reaccionó. Tuvo una fugaz visión de la formación desviándose a la izquierda y el toro siendo atacado.

    —Kidou, ¡el amuleto! —le gritó Hikaru, perdiendo el miedo por unos instantes— ¡Debemos movernos a la izquierda cuanto antes o moriremos!
    —Mis visiones dicen que el toro será atacado, pero no por nosotros. Debemos hacer caso a Hikaru —añadió Kirino, como consejo a los estrategas.

    Kidou ordenó el cambio de dirección a paso ligero. Apenas unos segundos después, cuando se hubieron apartado un poco del camino del toro, unas flechas dieron de lleno contra el cuerpo del animal divino, que se embraveció con ira ciega, pateando su alrededor.

    —Por todos los dioses… ¡el amuleto funciona! —saltó de alegría Tenma, al ver que una de las patadas del toro había caído justo en la posición que habían abandonado los soldados.

    El toro siguió rabioso, buscando su enemigo invisible, pero al no verlo salió corriendo, embistiendo en dirección a la ciudad de Argos, que se veía en llamas a lo lejos.

    —Hay que llegar a Argos lo más pronto que podamos —aconsejó Goenji—. Si lo que decís del toro es verdad, va a arrasar la ciudad como pasó en Ítaca.
    —Y puede que si nos acercamos nos encontremos con los aliados tebanos y corintios —añadió Kidou—. ¡En marcha, paso ligero hasta Argos!

    Todos obedecieron, pero el grupo de jóvenes, que estaba en el extremo izquierdo, pudo ver como una luz azulada que venía del bosque se alejaba de ellos. Aquella luz, se dijeron Hikaru y sus amigos, era la que había atacado al toro.

    * * *


    —¿Por qué les hemos salvado el pellejo? —preguntó algo molesto Kariya—. No servían para nada.
    —Tú no te das cuenta porque solamente piensas en ti mismo y en cazar —le replicó Tsurugi—. Pero esos guerreros tenían aura devota a los dioses.
    —¡Sí que me he dado cuenta! ¿Pero de qué nos van a servir?
    —Está claro que tu mejor cualidad no es la estrategia…
    —Ya basta los dos —se quejó Fudou, que lideraba el grupo, como siempre—. Hemos atacado el Toro por dos razones: en primer lugar, esos soldados vienen a reinstaurar el orden divino en Argos. Eso significa que echarán a los que hay ahora controlando la ciudad. Si lo consiguen, el Toro no tendrá razón de ser. Entonces le detendremos. Y en segundo lugar, nos podemos procurar unos buenos aliados con esos guerreros devotos y conseguir engatusar a los dioses para que nos liberen al fin.
    —¿Liberarnos? ¡Ninguna constelación ha vuelto a bajar al mundo mortal para quedarse! —replicó Tsurugi.
    —Pues seremos los primeros. Pero si cualquiera de nosotros cae en batalla, volverá al cielo y quedará atrapado de nuevo. Debemos sobrevivir todos.

    La decisión de Fudou era firme y no podía ser discutida. El objetivo ahora ya no era derrotar al Toro por placer. Si conseguían detenerlo sin matarlo y además ayudaban a los humanos, los dioses podrían replantearse su decisión. Un Orión libre (con sus perros-lobo incluidos) era mucho más atractivo que no matar por matar.

    Los perros-lobo se acercaron a Fudou entonces y se transformaron en humanos, como sus otros amigos. Los hermanos Fubuki se mostraron decididos a seguir el plan.

    —¿Cómo les convencemos? ¡Propongo que les amenacemos! —dijo enérgicamente Atsuya—. Un par de cadáveres harán un buen papel.
    —Es mejor ponernos a su nivel —propuso con voz amable Shiro—. Si ven que estamos de su parte sin otras pretensiones nos ganaremos su confianza.
    —Entiendo… y luego los manejamos como títeres para conseguir nuestro propósito —dedujo Tsurugi, por su cuenta.
    —No era eso lo que…
    —Hecho. Una vez controlen la ciudad nos presentaremos —confirmó Fudou—. Dejaremos la violencia para otro momento, lo siento, Atsuya.

    Shiro no buscaba hacer daño a nadie, de ninguna manera. Él solamente quería proteger a su hermano y a sus amos. Hacía lo que hacía por ellos, violencia incluida, pero no aprobaba esa treta que los demás parecían aprobar con creces. Él sí quería hacer amigos. Estar en el Mar Celestial persiguiendo y acompañado siempre de los mismos podía ser deprimente.

    En lugar de quejarse, hizo lo que Atsuya, se transformó en perro-lobo de nuevo y se puso al lado de las estrellas de Orión, para seguir su marcha, vigilando toda la llanura.

    * * *


    La columna lanceros de comandaba Kidou se había detenido al oeste de la ciudad. Justo al otro lado de Argos, el toro seguía desbocado, luchando contra la guardia. Hikaru y el resto no podían verlo, las columnas de humo tapaban cualquier intento de ver dentro de la ciudad. Pero en lugar de entrar como si nada, Kidou prefirió enviar a Kazemaru al norte de Argos para ver si se encontraba con los refuerzos que tanto necesitaban.

    —La ciudad está vacía… —suspiró apenado Tenma.
    —Solamente se oye al toro y a los soldados —añadió Ichiban.

    Las cinco columnas se habían dividido para cubrir más espacio en los campos y evitar un enfrentamiento desaventajado contra los soldados de la ciudad, pero realmente estaba todo muy en calma. El grupo de jóvenes era el que más cerca del bosque, más al noroeste.

    Kidou les había dejado claro al resto de grupos que dependían de su estratega para replegarse y atacar juntos o ir los grupos cada uno por su cuenta. En particular, él prefería no hacer combatir a los jóvenes y esperar a los refuerzos de Tebas y Corinto, y a Kazemaru, claro. Y tampoco estaba seguro de esa ayuda inusitada proveniente del bosque. Tenía que admitir que sentía curiosidad.

    La calma no duró mucho. Los temblores de la lucha entre el toro y los guerreros de Argos se intensificaron y no tardaron en ver al toro saltando entre las casas.

    —¡En formación, rápido! —ordenó Kidou, sorprendido—. ¡Hay que volver con los demás!

    Pero el toro fue mucho más rápido y se interpuso entre ellos y el resto de soldados. Kidou se vio forzado a compactar a sus guerreros en solamente dos filas horizontales, para asustar al toro. Más riesgo para Hikaru, quien estaba acobardado en el centro de la formación.

    Shindou y Kirino, que se encontraban algo apartados al resto, alertaron al grupo de Kidou que Kazemaru estaba volviendo por el bosque.

    —¡Que se quede allí, es muy vulnerable! —dejó claro Kidou. Luego se dirigió a su tropa—: ¡Dad marcha atrás hasta el bosque! Allí estaremos seguros.

    Los más jóvenes, especialmente Hikaru, acataron encantados esa orden.

    Mientras reculaban, con las lanzas en ristre, vieron a la guardia de Argos salir de la ciudad para acorralar al toro. Allí fue cuando se encontraron con el resto de columnas de Tirea, que se compactaron de nuevo como Kidou planeó en su momento y entraron en combate, chocando frontalmente contra un enemigo disperso y menos preparado. Hikaru pudo oír el sonido de las armas entrechocar a la vez que el toro mugía con rabia y se encaraba de nuevo a los soldados de ambas facciones.

    —¡Kidou! Los corintios se han dirigido a la Élide, allí ha caído otro meteorito —anunció Kazemaru, desde el bosque—. Los tebanos se acercan desde el este de la ciudad y están a punto de tomarla.
    —Perfecto. Nos mantendremos escondidos hasta que los argólicos se rindan. Esperemos que mi estrategia sirva para nuestros amigos.

    Escondidos en los árboles, los jóvenes acababan de eludir una vez más a la muerte. Su tensión no se desvanecía, por eso. No hasta que no avistaron a lo lejos el asalto de las tropas tebanas a la ciudad. Entonces los argólicos abandonaron la batalla para proteger la ciudad y la tropa de Tirea les persiguió al interior.

    —El toro se ha quedado solo y no parece tener ganas de pelear más… Y no ha hecho daño alguno a los nuestros —se fijó Kidou, hablando a los pocos que quedaban, menos de cuarenta.
    —¿Qué pasa si no nos podemos reunir con el resto? —preguntó Hikaru, temeroso de conocer la respuesta.
    —Enviaremos a Kazemaru a avisar de nuestra posición y de a dónde nos dirigimos. Ellos tienen órdenes de asegurar la ciudad con nuestros aliados y defenderla. Podríamos ir a Argos igualmente o volver a casa.
    —Todo está planeado, no te preocupes —añadió Goenji, con voz compasiva.

    Desde luego los dioses tenían planeado algo para ellos. El toro se calmaba y les separaba de sus compañeros. No luchaban y estaban solos en un bosque.

    Sin embargo, esa calma duró poco. El toro se giró de repente cara los cuarenta de Kidou y se preparó para embestir.

    —¡A formar de nuevo! ¡En dos columnas separadas! Así podremos separarnos escapar fácilmente y el toro seguirá recto por el pasillo —ordenó Kidou.

    Y mientras se dividían una vez más, algo ocurrió: una red enorme cayó encima del toro, que le provocó una nueva rabieta y embistió ciegamente contra el grupo de Kidou y Hikaru, precisamente.

    —¡Ahora! —ordenó alguien, entre los árboles.

    Justo entonces, dos perros-lobo mucho más grandes de lo normal se lanzaron al lomo del toro y lo derribaron, provocando una tercera división entre los soldados de Kidou, pues el animal se llevó por delante muchos árboles, obligando a los soldados a huir en desbandada en medio del desastre y la ola de polvo. Muchos de ellos cayeron al suelo, protegiéndose de la destrucción.

    Hikaru estaba solo entre enemigos y destrucción.

    ------------------------------------------------------------------------------



    NOTAS:
    (1): Si os fijáis en la imagen del fic, veréis que el guerrero que se desengancha de la pared deja una marca de noche y estrellas. Así debéis imaginarlo, pero como si fuera una estela.

    Espero que os haya gustado jeje nos vemos a la próxima, y no olvidéis buscarme en mi perfil y leer más historias mías :D
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    mariposa azul
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    69
    Location
    donde la alegria irradia el corazon

    Status
    Offline
    Me encanta tu historia me llama mucho la atencion kirino se ve tan misterioso 😮
    Espero lo continues pronto ☺..........
    Chaito👐

    Enviado por ForumFree Mobile

     
    Top
    .
  3.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    imgboxAll The Voices Can Be Heardimgbox

    Group
    Escritor master
    Posts
    24,884
    Location
    4Y 9M RIP GBE

    Status
    Anonymous
    Jeloooou :V, volia passar-me per aquí i comentar-te'l d'una sola tirada. Perdona'm per trigar tant, però entre el fanfic, els teus dos shots de la meva crack-OTP, i la meva i absoluta infinita vagància no m'han deixat fer altres coses :V. Però lo important és que ja sóc aquí. No t'espantis si et deixo un mega review, crec que per aquesta ocassió te'l mereixes i molt :)

    Del capítol 5:

    Molt bé, genial. En Hikaru es desperta tard jajajajaja, per què no m'estranya que em senti identificada? Doncs perquè a mi també m'ha passat moltes vegades :V. Everybody knows that I love too much my bed <3. I'm a lazy lady :V.

    Un puntazo: Midorikawa comença un follón. Sempre he vist a aquest nano molt animat i decidit, però també una mica liante i em cau d'alló més bé. M'ha fet molta gracia que, a partir de les seves preguntes, la resta fes un xibarri impressionant jajajajajaa. M'agrada, m'agrada.

    Jajajaja Tenma volent presentar-se com a voluntari i Hikari allà tot pesimista diguent que li passarà de tot i que la palmarà. No m'estranya que ho pensi si és descendent de Sísifo... JAjajajaja, pobre noi. Però quina sorpresa, Shindou es posa de part de Hikaru i de'n Tenma. So interesting thing... What will happens??? :V. Inconscientment, aquest tros:

    QUOTE
    —Exacto, no tenemos nada —se reafirmó Shindou—. Excepto a ti, mi única familia, que conozca. A donde vayas, yo voy.

    Se m'ha fet emocionant, crec que et robaré la idea per a una escena que vull fer. Tio... És impressionant la PUTA ENEGÍA QUE TÉ EN TENMA. Cada vegada que el veig pel fanfic aquest només penso, despotricant: "Vols estar-te quiet collons ja?!?!?! Et fregiré el cul i ja no podrás moure't mitja merda dels collons!!! Deixa de ser tan mosca!"

    Curiosament el teu fanfic també em recorda una mica a Saint Seiya The Lost Canvas perquè el protagonista també se'n diu Tenma i és putament inquiet (encara que de molt mal caràcter XD).

    OH yees!! Tenma és putament curiós jajajajajajaja, el nano sempre ficant els nassos a tot arreu oi que si??? Així m'agrada, després que no es queixi si li passa alguna cosa o li donen una patada en el cul per xarrapeta :V. No, si estic veient que en Tenma sempre fa el mosca vagi on vagi. De mosca passarà a moscardón (???); (Esto no es Digimon! No sé a qué viene esto peeeero :v, it's by the face!).

    QUOTE
    Eso significaba que Kidou era el quinto “avispado”

    JAjajajajajaja, això sona a un chiste malo jajajaja. Encara que ho és literalment .... :V

    Certament estic d'acord amb Hikaru. Menys mal que no ha dit res o si no ja estaria la mosca de Tenma per allà tocant els collons as always. M'ha fet gracia que l'Endou volgués ser part de l'acció, JAJAJAJOJOJO. Qui no vol estar en mig del salseo??? Fins i tot en Shema aquí a Mundo Yaoi es fica perquè no ho pot evitar :V :V :V a tothom li agrada, clar que sí !! Jajaajaja.

    Del capítol 6:

    O-HO!! Ara en Fudou està present!! Això pinta molt bé. Aquest nano sol liar-la molt perquè és un liante en tota regla! LOLOLOL, en Shiro i l'Atsuya son gossos?!?!?! Tio!! No fotis!! Jajajajajajaja!

    Jajajaja tio, l'Atsuya to'ahí violent, m'encanta. Proposant amenaçar-los. Why not, és molt típic d'ell (un altre amb PUTA ENERGÍA DE SOBRA! FUCK!). Zasca!! Zas zas in your facee!! La violència en un altre moment! Jajajaja pobre Atsuya que es queda amb les ganes!

    Dios el final del capítol és brutal. En Kidou i la penya ho passen canutes pel maleït toro fastigós! Espero que a en Hikaru no li passi res al pobre, i aquesta vegada, maleït desgraciat literal :V, porta l'amulet, això sí però... No sempre ha de dependre peròoooo... Aviam què passa. Tanto salseo em motiva massa.

    Si jo fos al costat de Hikaru li diria:

    "No te preocupes chaval, ¡Ellos te cubren la columna vertebral!"

    JAJAJAJAJAJA vinga, aquí acaba el meu review. Força llarg??? Bueeeeno, ja te avisat que curt no seria precisament :V. Ja em tocava comentar-te el fanfic. Son bastant llargs el capítols però amb tanto salseo doncs... Els rebo amb els braços oberts!!! Aquí acaba el meu review :).

    See'ya!

    #Sly'sRules!

    PD: Uhuum, així que la imatge principal del fic era per això... Per la patrulla de Fudou i els seus gossets no-domesticats i amb ràbia (?)
     
    Top
    .
  4.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Buenas de nuevo jeje cada vez me retraso en publicar, ¡lo siento! Anecdóticamente lo único que tengo que hacer es subir el capítulo porque está escrito hasta el capítulo 12, así que ya es vagancia la mía XD
    Anyway, espero que os guste este capítulo, que vuelve a tener mucha acción y dejábamos un accidente sin resolver :P y muchas gracias a todos por leer/comentar, como siempre :)

    Sly D. Cooper: Els gossets ho passaran malament :V pero la tropa de caçadors son divers jeje i no sé com ho faig per pintar en Tenma com un hiperactiu, t'ho ben juro que em surt sol XD Apa, a disfrutar del nou capi :P

    [--------------------------------------------------------------------------------------------------------------]



    7. El ritual de los cazadores



    Hikaru se levantó del suelo, buscando entre la humareda de arena, polvo y restos de árbol que tapaban la visión. Oía a los perros debatirse con el toro, oía a sus amigos llamarse entre ellos. Él solamente buscaba a Tenma o a Kidou para sentirse más seguro.

    Pero se topó con un cazador que se movía con confianza, armado hasta los dientes. Inmediatamente adoptó la posición de combate, temblando como una hoja.

    —Vaya, así que vas a ensartarme con esa lanza, ¿eh? —le vaciló el cazador, que siguió avanzando. Hikaru vio que soltaba una estela de noche y estrellas y tembló más por ello, en contra de su voluntad. Ese tenía que ser uno de los meteoritos que habían caído en el bosque—. Veo que atas cabos rápido. Soy Kariya, formo parte de la constelación de Orión. Nos han enviado a cazar este toro. Debe volver a su sitio en el cielo. No te voy a hacer nada. Pero si eres solamente un corderito inofensivo…
    —¡No soy un cordero! ¡Soy un guerrero!
    —Eso aparentas, desde luego…

    Una imagen fugaz del Amuleto Alado le permitió saber a Hikaru que ese tal Kariya iba a desarmarle por la derecha, así que justo en el momento que el cazador se abalanzaba sobre él, Hikaru se apartó y le hizo un tajo en el brazo con la lanza. En vez de sangre, la herida soltó de nuevo esa estela estrellada.

    —Vaya, estoy impresionado. Eres ágil. Pero sigues siendo un corderito. No te voy a hacer nada, me rindo.

    Con el sonido del toro luchando contra sus dos captores, aún resonando y levantando polvo, Hikaru dejó que el cazador se acercara. El amuleto no le avisaba de nada esta vez.

    —¡Hikaru! ¡Ya estamos contigo! —gritó Kidou, a su espalda. De repente, Hikaru se encontró acompañado de Tenma, Goenji, Ichiban, Hinano, Midorikawa y el propio Kidou, formando de nuevo a sus flancos—. ¿Quién es?

    El pobre Hikaru estaba sin habla, congelado en la posición defensiva en la que había quedado. La razón: otros dos seres de forma humana pero con esa estela estrellada se presentaron delante de la fila de guerreros.

    —Son fragmentos de la constelación de Orión —anunció Kirino, detrás de los guerreros. Shindou debía de estar con él también—. El gigante Orión fue puesto en el cielo por sus horribles crímenes y fue condenado a perseguir eternamente al Toro, que protegía a las Pléyades. Por eso están aquí.
    —Tienes toda la razón, hijo de Hécate —se pronunció el más grande de todos—. Soy Fudou, el líder de estos cazadores. Pero no hay tiempo de presentaciones. Necesitamos vuestra ayuda para detener al Toro.
    —No os creáis ni una palabra —dijo Kidou a los suyos—. Si lo capturan, lo matarán y serán libres de atacar a las Pléyades.
    —Qué listo, pero es más difícil de lo que parece. —El cazador Fudou señaló al toro y a los perros-lobo que aún batallaban y todos se giraron. El toro estaba recuperándose—. En marcha.

    Los tres cazadores volaron por encima de las cabezas de los atónitos tireanos, dejando esa estela estrellada a su espalda, y fueron a auxiliar a los dos perros-lobo. El mayor de los cazadores le disparó tres flechas al costado del toro, pero eso solamente sirvió para enfadarle más. Kariya le tiró una red por encima, enorme, de nuevo, pero el toro la rompió. El tercero, un ser con edad parecida a la de Hikaru, con el pelo azul oscuro, sacó una espada y le hizo tajos a las piernas del toro por su lado izquierdo.

    —Hay que ayudarles, avancemos con cautela —propuso Kidou, haciendo mover la línea de seis lanzas.

    Eso puso en alerta al toro, quien se deshizo de los dos perros en un arrebato. Uno de ellos chocó contra un árbol caído y recibió un tajo importante. Entonces el otro perro se transformó en un humano tan grande como Fudou.

    —¡Hermano, no! —El ser corrió casi llorando hacia el otro perro, que sangraba a borbotones esa misma estela estrellada, en vez de sangre normal.
    —¡Fubuki, vuelve al combate, pedazo de cobarde! —le ordenó Fudou, pero el tal Fubuki no le hizo caso, estaba intentando detener la extraña hemorragia—. ¡No puedes hacer nada por él!

    Fudou y el resto acabaron de inmovilizar al toro, que estaba muy cansado y sangraba la misma esencia estelar que sus cazadores, pero parecía que estaban ahora más preocupados por su compañero perro-lobo.

    —Tsurugi, mantenlo sujeto —ordenó Fudou, antes de volverse hacia el quejumbroso Fubuki—. Vamos, está de nuevo en el cielo, no ha muerto.
    —No volverá a despertar… —sollozaba el chico de pelo gris, sin soltar el cuerpo de su hermano—. ¡No puedes irte!

    Entonces Fubuki se transformó de nuevo en perro-lobo, pero esta vez se hizo más grande y empezó a levantarse sobre sus patas traseras.

    —¡Atrás todos! ¡Es muy peligroso! —alertó Fudou a los amigos de Hikaru. Ellos, sin embargo, mantuvieron la posición, con las armas en alto.

    Fubuki aulló con todas sus fuerzas y de un zarpazo lanzó a Fudou y a Kariya contra el toro. Tsurugi le hizo frente también, intentándole convencer de que todo iba a ir bien, pero acabó acorralado igual que sus compañeros.

    —¡Fubuki, escúchanos! —le alertó Goenji, cuando la criatura se disponía a atacar de nuevo. Se giró y se encaró con los soldados—. Todos hemos perdido a familiares aquí. Puedes verlo en nuestros ojos.
    —¿Qué haces, Goenji? —se quejó Kidou, en voz baja, cuando vio que el rubio soltaba sus armas y abandonaba la formación—. Vuelve a la línea, te matará.
    —No lo hará —le aseguró él—. Fubuki. Mírame a los ojos. Sé que puedes ver a través de ellos.

    La enfurecida criatura le hizo caso, sorprendentemente. Se calmó un poco y miró a Hikaru también. Instintivamente, el de pelo morado puso cara triste, recordando a su familia. Poco a poco, Fubuki fue volviéndose más pequeño hasta que se convirtió en humano de nuevo y se derrumbó a los pies de Goenji. Él se puso a su nivel y recostó la cabeza del supuesto enemigo en su hombro.

    —En Tirea lloramos la muerte de cada guerrero como si fuera nuestra familia. Podemos sentir tu dolor.

    Hikaru en ese momento pensó que no sabía nada del pasado de Goenji. ¿Quién había muerto en su familia que pudiera sentirse tan identificado?
    Cuando Fubuki se hubo calmado, se levantó en silencio y fue hacia su hermano. Atsuya Fubuki estaba cubierto de esa esencia estelar que desprendía su cuerpo. Poco a poco esa sangre espacial se deshizo como arena, junto al cuerpo del difunto y subió hasta el cielo como si se tratara de polvo. Volvía a estar en su sitio en el Mar Celestial.

    Goenji se rearmó y descansó al lado de Kidou, quien le miraba en silencio. Fue el estratega, al final, quien volvió a hablar a los cazadores de Orión.

    —¿Qué vais a hacer con el toro?
    —Matarlo no, si es lo que piensas —replicó Fudou, recuperado del golpe, sonriendo de forma maliciosa de nuevo—. Le necesitamos vivo. Lo vamos a presentar ante los dioses.
    —Estás de coña.
    —Pues no, no lo estoy —le contradijo. Dio una señal a Kariya y a Tsurugi para que apoyaran a Fubuki y le pusieran en su sitio vigilando al toro y siguió—: Hoy hemos tenido una baja importante y necesitamos vuestra ayuda. Debéis de ser la única ciudad de la región que sigue devota a los dioses. Por eso el toro no os ha atacado. Si mostramos eso a los dioses nos podrían ayudar a todos.
    —Entonces es un truco. Usar nuestra fe para que levanten el castigo a Orión.
    —Más bien es coacción —dijo sin ningún reparo Tsurugi—. Nos vais a ayudar lo queráis o no. Conseguiremos el favor de los dioses, y si os portáis bien, viviréis. No podéis con nosotros.

    Fudou ensanchó su sonrisa y Kariya le imitó.

    —Sois unos desgraciados dignos de pertenecer a la constelación de Orión —les reprochó Kidou.
    —Pero si cooperamos, todos ganamos. No es como si fuera un chantaje, ¿no? Los dioses podrían recompensaros a vosotros —puntualizó Fudou, plantándose cara a cara con el estratega.
    —Yo quiero ayudarles —se avanzó Tenma, en pose oratoria para convencer a sus amigos—. Tirea nunca ha negado nada que pudiera ofrecer. Hikaru hospedó a su familia, hemos reunido tropas para poner orden en Argos, acabamos de mostrar nuestra mejor cara siendo compasivos con Fubuki. Yo creo que podemos confiar en ellos. Deberíamos. Podemos hacer mucho bien juntos.

    El discurso de Tenma, tan animado y firme como siempre, convenció a los jóvenes, pero los mayores dudaban de esas sonrisas diabólicas de los cazadores. Pese a todo, no les quedaba otro remedio que aceptar. No podían huir, ni volver con el resto del grupo. Kidou había perdido contacto con los soldados que faltaban en su columna y con Kazemaru, así que estaban solos.

    —Bien. Esperaremos a la noche a pedir la presencia de los dioses. Parte del ritual ya está hecho… (1) —bromeó el líder de los cazadores.

    Pasaron unas horas tensas. Kidou no se atrevió a llamar al resto de la columna, pero sabía que estaban cerca. Después de que el Toro arrasara montones de árboles con su caída, de cuarenta hombres que formaban la columna, ya solamente quedaban siete. Los otros treinta y tres debían de estar acampados cerca, pues se les oía hablar. Kidou se preguntó cómo no les oían a ellos.

    —Humano —le despertó Fudou—. Tú pareces ser el líder de estos soldados. Tienes que saber que los otros que has perdido están a salvo.
    —Gracias, es un detalle —contestó sin emoción. Kidou casi desafiaba con la mirada al cazador.
    —No te alegres tan pronto. Ellos no os encontrarán. He usado un truco de cazador para que parezca que no hay nadie aquí, ni siquiera la bestia. —Kidou acusó aún más su mala cara, impotente. Fudou sonrió complacido—. Oh, vamos, tenemos que asegurarnos que tú y tus soldaditos nos ayudaréis.
    —Hemos dicho que lo haremos —replicó enfadado—. No nos vamos a retractar de ello.
    —Sí, sí, el honor del guerrero y bla, bla, bla… Idioteces.
    —Vosotros no tenéis idea de eso, claro. Ha muerto uno de los vuestros y os quedáis igual.
    —Atsuya no ha muerto, solamente ha vuelto a su puesto en el cielo. Todos volveremos allí cuando acabe esto, si no sale bien.
    —Como sea. No tenéis honor.

    Fudou borró la sonrisa de su cara, algo molesto, y se dirigió al resto de cazadores, que vigilaban al toro. Allí no estaba Shiro, que seguía sentado en el árbol inclinado en el que su hermano había “muerto”. Estaba solo.

    Los cazadores no eran los únicos que le miraban. Goenji, desde su puesto en el círculo de guerreros, al alrededor del fuego, le observaba preocupado. Se recordaba a sí mismo cuando perdió a su hermana pequeña en un crudo invierno. No podía evitar sentirse mal por el ser celestial, que no dejaba de mirar a las estrellas.

    El resto solamente miraba con desconfianza al grupo de cazadores, incluidos Shindou y Kirino, aunque éste último estaba también pendiente del momento en el que el ritual empezara.

    El único que no prestaba atención era Hikaru, que miraba sus armas y recordaba el miedo al verse enfrente de Kariya él solo. Pero el amuleto le había salvado, le había dicho qué tenía que hacer. Podía sentirse agradecido por eso. Bueno, y porque Kariya había sido compasivo con él. No quería provocar a los dioses ni nadie que tuviera que ver con ellos.

    —¿Creéis que realmente veremos a los dioses? —preguntó Tenma a los amigos de su edad, sin dejar de mirar a los cazadores.
    —Ellos vienen del cielo —apuntó Ichiban—. Lo han demostrado. Sería un honor que nos trajeran ante ellos.
    —No siento que me pueda fiar de ellos —añadió Hinano.

    Kidou y Midorikawa les escucharon sin decir nada, atentos a cualquier movimiento de los cazadores de Orión. Goenji seguía distraído.

    Al cabo de un rato, nada más ponerse el sol, el estruendo de batalla en Argos se calmó. Se escuchaban gritos de júbilo de vez en cuando, y como ningún soldado salía de la ciudad, los pocos que quedaron de la columna presupusieron que habían ganado. De hecho, el resto de la columna, los treinta y tres que habían huido, salieron de los bosques y se dirigieron a la ciudad con calma, para comprobarlo.

    Fue entonces cuando todos los cazadores, incluido el dolido Fubuki, se acercaron a los guerreros tireanos. Era el momento.

    —Poneos al alrededor del Toro —ordenó Fudou. Cuando vio que los jóvenes dudaban, viendo al monstruo inconsciente, el cazador matizó, como riéndose de ellos—. Tranquilos, lo tenemos bien agarrado. Si despierta no podrá moverse.
    —¿Cómo lo vais a hacer? Invocar a los dioses, digo —preguntó Tenma.
    —Les llamaremos la atención con nuestros versos —explicó Tsurugi—. Reconocerán las palabras de Orión. Uno de los dioses servirá de vínculo y entonces vendrá lo mejor.
    —¿Qué? ¿Qué será lo mejor? —preguntó más ansioso el castaño.
    —No, ya lo verás, os gustará a todos. Vais a ser los primeros en décadas que consiguen algo como lo que veréis.

    Tsurugi sonrió complacido ante la ansiedad del joven Tenma y también observó el miedo en Hikaru. Le dio un codazo a Kariya para que mirara a los cuatro jóvenes. El cazador de pelo gris se rio con él.

    Fudou miró a sus compañeros cazadores, no sabía si aprobando su desvergüenza o quejándose silenciosamente de su falta de atención. Carraspeó un poco y todos se pusieron al alrededor del Toro, atentos y concentrados. Los cuatro cazadores alzaron los brazos en cruz y con los puños cerrados. Los tireanos les miraban algo asustados, en especial por la gran coordinación que tenían, pese a que el Toro les bloqueaba la visión del resto. Los de Orión empezaron a recitar unas líneas en un idioma que ninguno de los humanos entendió, y de repente el círculo que formaban se iluminó creando sinuosas líneas que acababan formando complejos dibujos y, al final, un enorme círculo.

    —Están llamando a los dioses para que vean lo que han capturado —dijo Kirino. Shindou y el resto de tireanos le miraron—. Uso el mismo idioma para invocar los poderes de Hécate.

    Los cazadores alzaron su voz hasta que el círculo luminoso fue de un azul intenso y un trueno resonó en el cielo, sin ninguna nube a la vista.

    —Zeus, soberano de los dioses, está escuchando ahora —iba informando Kirino, mientras los cazadores seguían con su trabajo. Parecía que estuvieran en trance—. Ahora Fudou le está ofreciendo la sangre del Toro celestial. Si Zeus la acepta, dará una nueva señal y dará paso a la petición de Fudou.

    Y como si Kirino lo hubiera predicho con sus poderes, otro trueno resonó sin señales de tormenta. La luz del círculo mágico cambió de color varias veces, una señal que Fudou tomó como momento para hablar. Como ya advirtieron los cazadores a los tireanos, usaron la fe de los humanos y la amistad con Orión para intentar conmover a Zeus.

    —Algo va mal —alertó Kirino—. Zeus no parece convencido.
    —¡Huid, humanos! —gritó Fudou, mientras él y todos los cazadores echaban a volar.

    Hikaru fue el primero en reaccionar, agarrando a Tenma al primero y huyendo del lugar. El resto echó a correr desorganizadamente.

    Pero el rayo supera la velocidad de cualquier mortal.

    [--------------------------------------------------------------------------------------------------------------]



    NOTAS:
    (1): Esta broma es básicamente porque los sacrificios de toros eran lo habitual para los rituales griegos a los dioses, y como ya tienen a uno desangrándose cerca… En este caso no habrá muerte del animal.

    Espero que os haya gustado, como siempre :) y también como siempre, os animo a comentar o a buscarme allá donde haya rastro de yaoi o yuri :V
     
    Top
    .
  5. Sara13laguay
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    DIOOOOOOOOOOOOOSESSSSSSSS

    No tengo palabras para describir lo sumamente magnífico que es ésto !
    Leí el título y vi la portada de ésta historia y ya supe que sería buena, y vaya si no me equivoqué, es más, me quedé corta: es increíble !

    La trama, la fantasía, los personajes y su caracterización,todo me resulta fantástico!! (Y las ships que has hecho también, la mayoría son perfectas(?) Tienes una mente prodigiosa (?

    Me ha encantado ésta historia desde la primera letra del prólogo hasta la última de éste último capítulo y además engancha!
    Y por cierto, lo de las notas ha sido una idea estupenda también, para ir culturizándose en temas tan bonitos e interesantes como éste.

    Bueno, me he leído estos primeros siete capítulos seguidos y no puedo hacer un comentario extenso para cada uno xD pero a partir de ahora trataré de hacer uno por capítulo, aunque no sé como voy a expresar lo que ésta historia transmite sólo con palabras O.O. En fin, que con éste fic me has impresionado más de lo normal y que me encanta muchísimo así que estaré aquí siempre que actualices !
     
    Top
    .
  6. Sheyla M
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Me encanta este fic , espero más historias tuyas!!!
     
    Top
    .
  7.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Buenaas, ya vuelvo con el siguiente capítulo jeje bienvenidas a los nuevos lectores jeje en especial a Sara13laguay, que me stalkea agradablemente con sus reviews y me alegra el día jeje :) Espero que os guste mucho a todos jeje ¡¡os vais a reír en este!!

    [-------------------------------------------------------------------------------------------------]



    8. El Olimpo (parte I)



    Como si le estuvieran despertando de un sueño, Hikaru se removió en su sitio. Le estaban zarandeando y molestaba muchísimo.

    —Déjame en paz… —dijo entre sueños.
    —¡Humano! ¡Vamos, humano, no es hora de dormir!

    Hikaru se levantó casi al instante al oír la voz atemorizada de Kariya. Pensaba que le atacaría, pero cuando vio su cara, insegura y miedosa, Hikaru se puso más alerta a su alrededor.

    Estaban todos allí, algunos de ellos, como Tenma, aún inconscientes. Entre todos les estaban despertando.

    —¿Qué ha pasado?
    —Tendrás que verlo por ti mismo —dijo Kariya con un hilillo de voz.

    Cazadores y tireanos estaban tumbados en el suelo de un edificio circular, bastante pequeño, pero con una puerta más alta que a lo que tres humanos podrían llegar si se pusieran el uno sobre el otro, en vertical. Superaba lo humanamente posible.

    Hikaru se dirigió a la puerta, que emanaba la luz que indicaba que era mediodía. ¿Habían pasado medio día inconscientes? Esa pregunta quedó en el olvido cuando vio una gran colina rodeada de nubes, con un templo enorme, que quintuplicaría el tamaño normal, en la cima, todo hecho de mármol. A su alrededor, había jardines y otros edificios más pequeños.

    —¿Qué es este sitio? ¿Dónde…? —preguntó a Kariya, cuando él se puso a su lado—. ¡¡No me digas que…!!
    —Así es, humano. Bienvenido al Olimpo, hogar de los dioses.

    No pudo evitarlo: se echó la mano al cuello, en busca del Amuleto Alado, y corrió hasta Tenma y los demás, que acababan de despertar.

    —¡Tenma! ¡Chicos! ¡Tenéis que ver dónde estamos! ¡Fudou tenía razón!
    —Pues claro que la tengo —rezongó éste. No parecía tan acobardado como su compañero.

    Hikaru casi arrastró a todos hasta la puerta para que lo vieran. Y todos pusieron la misma cara de asombro.

    —¡Por todos los dioses…! —dejó escapar Kidou.
    —Nunca mejor dicho —añadió Midorikawa, haciendo broma, pero sin reírse.

    Pasaron varios minutos observando con todo detalle lo que nunca ningún humano corriente había podido ver. Estaban tan cerca del gran templo que tenían que torcer el cuello para mirar hacia arriba. Había árboles, plantas y animales que nunca habían visto antes y que se presentaban ante ellos como si los pobres humanos no estuvieran allí. Había “entidades” que parecían personas, pero eran enormes, duplicaban en dimensiones al más alto del grupo (que era Fudou), tanto de alto como de ancho.

    —Esos son los dioses menores —informó Fudou, precisamente—. Los doce Olímpicos (1) son gigantescos. Cuanto más papel tengan en el Olimpo o en el mundo humano, más grandes serán.

    Flotando en el aire, como si fuera un hada de los bosques, se presentó una “mujer” con un manto que le cubría poco si se movía rápidamente, descalza y con una sonrisa apacible en los labios. Se posó cerca del grupo, con sus casi tres metros y un cuerpo acorde con sus dimensiones, y se presentó:

    —Bienvenidos al Olimpo, humanos y estrellas —dijo, con una voz que parecía un susurro—. Soy Iris, una de los muchos mensajeros de los dioses. Me han encomendado que os escolte hasta el palacio. Hera quiere hablar con todos vosotros, en especial con los fragmentos de Orión y el Can Mayor. Seguidme.

    Iris se giró como si danzara y empezó a caminar por la senda entre los jardines como si paseara. Los cazadores y los humanos, aún ataviados con todo su armamento, apenas podían seguirla por esa cuesta.

    —Es preciosa… —dijo sin pensar Tenma.
    —Esto va a requerir de todo el autocontrol que nos enseñaron en Tirea para dominarnos —añadió Goenji, incómodo por haberse puesto duro.
    —Es normal sentirse abrumado por la belleza de un dios —les tranquilizó Fubuki—. Supera cualquier expectativa y cuesta mucho mantener la compostura. Los dioses son algo único. Zeus no es un mujeriego porque tenga grandes dotes, lo es porque las mujeres a su alrededor notan físicamente que es el más poderoso e importante de los dioses y él se aprovecha de ello (2).

    Hikaru se sintió un poco menos culpable sabiendo que todos sus amigos estaban tan duros como él. Por suerte, desde el encuentro entre Shindou y Kirino en la habitación de invitados, estaba algo más preparado y no sentía irrefrenables ganas de saciar sus ansias de placer. Y el cansancio de subir esa cuesta también ayudaba pues, entre tanta panoplia de guerra, empezaba a necesitar un poco de aire. Por suerte, la mensajera de los dioses aminoró su paso conforme iban subiendo, para esperarles.

    —Es una de las contadas veces que han venido humanos al Olimpo —comentó Iris, distraída, como si admirara por primera vez los jardines de palacio—. El último que llegó fue Ganimedes.
    —¿Ganimedes? —susurró Tenma a Midorikawa. Éste era experto en conocimientos y mitos entre los dioses.
    —Ganimedes es amante de Zeus y también su copero. Zeus le vio cuando era adolescente y cuidaba el rebaño de su padre y le pareció tan bello que el dios se transformó en águila y se lo llevó volando hasta el palacio del Olimpo.
    —Zeus, el que no discrimina entre hombres y mujeres —se rio Hinano.
    —Sí, Ganimedes es guapo y un encanto —añadió Iris, como quien no quiere la cosa, con esa voz cantarina y distraída—. A todos nos cae bien, es siempre tan educado… Bueno, excepto a Hera, claro, ella no se fía un pelo.

    A los pequeños humanos les dio algo de corte hablar de cotilleos con una diosa que precisamente era mensajera. Y no una cualquiera. Según Midorikawa, era la mensajera personal de Hera. Hikaru rezaba porque no se lo contara a su ama y les lanzara a todos del Olimpo a la Tierra como hizo con Hefesto cuando nació. Seguro que no tendrían tanta suerte como el dios herrero, que solamente quedó cojo.

    —¿Si es tan importante, porqué es tan pequeña? —le susurró Tenma a Midorikawa.
    —Ni idea. ¿Por mejor maniobrabilidad? Desde luego, es la segunda mensajera al mando. Hermes es el primero, y no sé si sería igual de pequeño.

    Pero a los dioses que necesitan escuchar no se les pasa una. Iris no dudó en intervenir:

    —Hermes es más grande que yo, en tamaño. Pero los mensajeros necesitamos movernos rápido, ser fugaces, y un cuerpo grande y pesado no ayuda. Nuestras prendas voladoras no nos aguantarían.

    Todos de repente le miraron a los pies. Era sabido que Hermes tenía sus zapatos y su casco alados. En cambio, Iris no llevaba nada puesto en los pies ni en la cabeza. La única posibilidad era esa liviana prenda de seda fina, delgada y tan blanca. Así que, pensó Hikaru, si no fuera porque tenía que volar, Iris iría desnuda por el mundo.

    —Cre-creo que todos hemos pensado lo mismo —tartamudeó Tenma. Todos duros de nuevo.

    Ya estaban cerca de la entrada al palacio, así que prefirieron no hacer más ruido del necesario. Iris tampoco volvió a hablar. Una tropa de machos calientes persiguiendo a una hembra a la vez que entraban en el mayor recinto sagrado de todo el mundo griego era digno de recuerdo por su ridiculez.

    Se les pasó la erección a todos cuando lo primero que vieron fue al Toro. El que los cazadores habían herido. Estaba relajado, moviendo la cola, y unos dioses proporcionalmente iguales al animal sagrado le mimaban y le restañaban las heridas.

    —Mi señora Hera, los humanos y las estrellas de Orión han llegado —anunció Iris. Inmediatamente después se hizo a un lado, desapareciendo de la vista de los chicos.

    Los cazadores se postraron ante la diosa y varios Olímpicos más que se acercaban a curiosear. Kidou cayó de rodillas, haciendo todo el ruido del mundo con sus armas, admirando a su diosa protectora, Atenea, que aparecía de detrás del Toro, llevando solamente un vestido y la Égida. El resto se vio obligado a mirar abajo y arrodillarse con cuidado también, pues se les hacía de un pavor intenso tener delante a los dioses más poderosos, robustos como torres, de cinco metros de alto o puede que más.

    —Vaya, vaya, así que aquí están los huidizos fragmentos de Orión… —empezó Hera, sin ningún tipo de cortesía, sabiendo que el problema de Orión fue cosa de su marido Zeus. No se molestaba en ocultar su enfado—. ¿Por qué habéis reclamado nuestra presencia? Además de perseguir al Toro, inconscientes del cataclismo que podíais haber creado, habéis herido mi amada criatura. Debería lanzaros a todos al Tártaro.
    —Muy alabada Hera, solamente cumplíamos el designio de tu marido —dijo Fudou con muchas florituras, pero muy serio.
    —Lo sé —rezongó de forma despectiva la diosa—. No respondéis a mi pregunta. ¿Por qué estáis aquí? ¿Y qué hacéis con estos humanos traidores?

    Hikaru estaba a punto de hacérselo encima. En realidad, Tenma, Ichiban e Hinano estaban exactamente igual. Los mayores lo llevaban con algo más de dignidad. Los cazadores solamente miraban al suelo sin mostrar emoción alguna.

    —No son unos humanos cualesquiera, mi amada esposa —le avisó Zeus, acompañado de Ares. Éste tenía tanta curiosidad por los humanos como su hermanastra Atenea, aunque lo ocultaba bastante peor—. Estos humanos, juntamente con su ciudad de origen, son los únicos en toda la Argólide que siguen fieles a nosotros. En especial a ti.
    —¿Cómo sabemos que es verdad?
    —He visto como este joven con el artilugio en los ojos pactaba con enemigos para echar a los descreídos de tu ciudad. Su organización y su estrategia han hecho que la Argólide vuelva a ser un espacio digno de nosotros. —Kidou levantó la cabeza a la vez que veía a Zeus (¡nada menos!) sonreírle—. Jovenzuelo, ¿cómo te llamas? Solamente di tu nombre y tu ciudad.
    —Kidou, de Tirea, igual que mis amigos.
    —Me lo imaginaba… No he sido el único que te he estado observando, Kidou de Tirea. Mi hija, a quien debes tu artilugio, ha estado observando tu brillante progreso. En realidad, creo que desea hablar contigo. Cuando zanjemos esto, te daré unos minutos con ella.
    —¡Se-sería un gran honor! —exclamó, agradecido, bajando la vista de nuevo.
    —Podemos seguir con lo que nos atañe, ¿por favor? —se quejó Hera.
    —Claro, mi queridísima esposa—. Ella bufó irónicamente ante tal comentario—. Sé que tenéis una petición para nosotros, fragmentos de Orión. Exponedla.
    —Querríamos una segunda oportunidad, gran Zeus —pidió Fudou, avanzándose un paso. Los dioses se miraron entre ellos—. Queremos abandonar el Mar Celestial y volver a la Hélade, haciendo el bien. Sé que no lo creeréis, pero por eso hemos traído a los humanos con nosotros. Son nuestros amigos, nos ayudaron a derribar y controlar al Toro cuando Argos ya estaba tomada por los tireanos y lloraron la caída de uno de los nuestros como si fuera suya.
    —Me encantaría complaceros, cazadores, pues vuestras acciones son nobles, pero es decisión de mi esposa el que volváis o no a vuestro lugar en el cielo.
    —Mi marido es un ingenuo —empezó diciendo Hera, provocando la risa de Afrodita y Apolo, que se acercaban también a observar. Ambos iban desnudos a excepción de una faldita—. Pero yo no me creo lo que decís. Podéis estar mintiendo en casi todo y haber tomado como rehenes a mis fieles.
    —Por favor, maravillosa Hera —se avanzó Fubuki, suplicando y al borde del llanto—. He perdido a mi hermano mientras luchábamos con el Toro y ese humano de aquí — dijo, señalando a Goenji—, me consoló y me contó su propia pena. ¡No es ninguna mentira! Yo de verdad desearía una segunda oportunidad y poder volver a ver a mi hermano.

    Dioses, cazadores celestiales y humanos aguantaron la respiración ante la muestra de dolor de Fubuki. Hera suavizó su rostro, compungida, acariciando su Toro. Zeus la miró, así como Apolo y Ares.

    —Está bien. Asumiré que decís la verdad. Pero no puedo dejaros ir tan tranquilamente, solamente porque os hayáis hecho amigos de los tireanos.
    —¿Qué pedís a cambio? —preguntó amablemente Fudou.
    —Tengo una misión para vosotros, y para todos vuestros amigos. Tenéis que aseguraros de que las regiones descreídas quedan bajo control de nuevo, fieles a los dioses. También tendréis que detener a las criaturas que mandé a la Tierra si escapan de su cometido.
    —Sin problema.

    Entonces un grupo de sirvientes de Hera irrumpió en el vestíbulo donde estaban y pidieron su atención:

    —Mi señora, hemos conseguido devolver a Cetos a su sitio en el firmamento, pero las Osas y el Escorpión siguen sueltos por el Peloponeso.
    —Perfecto. Podéis descansar por hoy. —Se giró de nuevo a los cazadores—. ¿Lo habéis oído? Ese es vuestro cometido.
    —De acuerdo —se reafirmó Fudou, aunque bajó un poco la cabeza, mostrando una mueca de inseguridad. Los humanos lo vieron y se preguntaron qué pasaba con eso.
    —Para asegurarnos de que cumplís vuestra palabra, necesitaré dos rehenes de vuestro grupo —añadió sin ningún tipo de reparo ni compasión—. Creo que reteniendo a uno de los Perros ya os hago suficiente daño —Fudou iba a quejarse en ese punto, pero Tsurugi le detuvo y le señaló a Fubuki, que seguía debatiéndose para controlar sus lágrimas—, así que solamente pido a un humano.
    —Mi querida esposa, ¿es eso necesario? —le preguntó Zeus, fingiendo amabilidad, aunque en realidad estaba por echarle un rayo encima.
    —Pues claro que sí “mi querido maridito” —replicó con retintín odioso—. Debo tener una garantía de que los seres que he enviado a la Tierra volverán a su sitio y que todos, cazadores y humanos, me van a ayudar. —Miró a Kidou, que reconoció como el líder de los humanos—. Podéis elegir al que queráis.
    —Yo mismo… —empezó a decir el mismo Kidou.
    —No, espera, Kidou, te necesitamos —le susurró Goenji—. Tú eres el estratega, organizas las líneas de ataque, sabes cómo funciona este sistema. No te podemos perder.

    Hikaru solamente miraba al suelo de mármol, que relucía hasta parecer un espejo, esperando no tener que quedarse allí. Pensaba que si ya le daba miedo luchar, peor sería estar rodeado de dioses que le podrían destruir, aplastar, acuchillar, atravesarlo a flechas o infinidad de cosas más que no conocía de ellos.

    Por suerte, hubo alguien que se ofreció:

    —Yo me quedaré aquí. —Había sido Hinano.

    [-------------------------------------------------------------------------------------------------]



    Eso es todo jeje puede que tarde un poco a colgar el siguiente, pero no pasa nada, porque tengo más capítulos escritos :) solo que necesitaré tiempo para trabajar en otras cosas.

    NOTAS:

    (1): Los doce Olímpicos son Zeus, Hera, Poseidón, Hades, Hestia, Ares, Atenea, Apolo, Afrodita, Ártemis, Hefesto y Deméter. Suele haber cambios entre Hades y Hefesto por Hermes y Dioniso, depende de a quién se le pregunte. // El tamaño de los dioses no sabemos cómo era… así que me lo he inventado para darle potencia a la escena.

    (2): Cierto, los dioses superan las expectativas, en las fuentes clásicas siempre se destaca que todo aquél que mira a un dios sin permiso, es inmediatamente castigado (un cazador fue devorado por sus perros y Tiresias perdió su vista cuando ambos miraron a Ártemis bañándose), pero todo eso de “siento la necesidad sexual hacia un dios” me lo he inventado XD. Lo hace divertido.
     
    Top
    .
  8. Sara13laguay
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    AY LA VIDA KAIKU XD. Me alegro de que mis comentarios te alegren x/D y y te agradezco que seas tan amable conmigo;la verdad es que sí que soy ""un poco"" stalker.Bueno dejando esto aparte toca hablar del capítulo.

    El principio me ha sorprendido bastante, porque tal y como lo dejaste en el capítulo anterior yo pensaba que iba a pasar algo malo y que iba a morir alguien, pero ya se ve que no,(al menos en este capítulo).
    Y la cosa es que aparecen ni más ni menos que en la morada de los dioses y menuda bienvenida, pobre de Iris, yo no me esperaba eso de los chicos x'D,ni tampoco me esperaba que no fuera ninguno gay hecho y derecho :") o es que la mensajera desprende irremediable atracción para cualquier humano sea de la sexualidad que sea (?? (de hecho ahora me pregunto, si hubiera alguna mujer en el grupo,¿ hubiera tenido la misma reacción ?). En fin, volviendo al tema, me ha parecido muy interesante que los mismos dioses quisieran recibirlos y mantener una conversación con ellos. Y me alegra mucho saber que la gran Atenea estuviese interesada en Kidou, porque éste realmente se merece una audiencia con una diosa.
    Algo que me pareció gracioso aparte de "eso que yo no me esperaba de tales personajes a los que respetaba" es el trato que se tienen Hera y Zeus, son un matrimonio muy cómico; aunque Zeus vaya por ahí acostandose con todas y por lo visto todos , es Hera la que que parece llevar los pantalones.

    También me gustó mucho la enternecedora acción de Fubuki, él siempre está ahí para ablandar los corazones de todos. Y,cosa importante, eso de volver a ver a Atsuya...no va a pasar verdad ?(*se le cae una lagrimita *)

    Ejem, bueno, éste capítulo se queda con la intriga de si Hinano ocupará ese puesto de rehén en el Olimpo, Hera es muy inteligente, no tanto como Atenea pero es perspicaz.

    Y hasta aquí el comentario de hoy, solo queda añadir que sufriré hasta que actualices de nuevo (? Okno,trataré de esperar tranquila,aunque últimamente no tengo mucho así bueno para leer (o que no me he molestado en comprobarlo).

    Bueno, ya me callo, mucho amor y ánimo para estos chicos y de paso para tí también xD ~♥.
     
    Top
    .
  9.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Buenas a todos de nuevoooo :) gracias por los comentarios y las lecturas, siempre jeje Llego con la segunda parte del Olimpo jeje seguro que os encanta :)

    Sara13laguay: No es que no sean gays hechos y derechos, es que es la atracción de un dios, que supera la mortalidad. Es un efecto que le he añadido yo, la belleza de un dios, sea del sexo que sea, afecta a un humano. Los dioses siempre son mejores que los humanos. En las mujeres tendría el mismo efecto XD Es que lo de Zeus y Hera también es muy destacado en la mitología, se llevaban como el culo y este es un ejemplo jaja

    ¡Ale, todos a leer!

    [------------------------------------------------------------------------------------]



    9. El Olimpo (parte II)



    —Yo me quedaré aquí. —Hinano, el callado rubio, se había levantado y acercado a los mayores para interrumpirles—. Soy joven y sé luchar lo que Tenma y los demás, es decir, nada. Vosotros, los mayores, tenéis que cuidar de los jóvenes y no quiero resultar una carga. Este es mi papel, ahora.

    Goenji, Kidou y Midorikawa se miraron entre ellos. Luego miraron a Ichiban, con quien más amistad tenía Hinano. Él no dijo nada, pues sabía que no le podrían quitar de la cabeza a Hinano su decisión. Tenma, Hikaru, Shindou y Kirino simplemente observaron.

    —Bien, entonces… —Kidou se giró a Zeus—. Elegimos a Hinano para que se quede en el Olimpo.
    —Que así sea. Lo dejaremos a cargo de un dios neutral, para que no haya conflictos con Hera.
    —Yo me encargo del joven —se propuso Apolo—. Mi hijo necesita un poco de compañía, siempre encerrado aquí arriba por la herejía en la Tierra.

    Hinano se abrazó de todos sus compañeros, despidiéndose de ellos y prometiéndoles que se verían de nuevo. Fudou y sus cazadores (bueno, excepto Fubuki) esbozaron una sonrisa perversa y de altanería.

    —Nos veremos pronto chicos. Os echaré de menos.
    —Y nosotros a ti, rubiales —le devolvió Tenma, con alegría.

    Mientras Hinano empezaba a caminar hacia el gigante que era Apolo, Kirino se destapó la cara (pues llevaba la capucha puesta) y le detuvo un instante. Fueron solamente unos segundos, pero un haz de energía verde y azul le envolvió.

    —¿Qué me has hecho?
    —Te he dado un poco de protección natural para que toleres mejor el ambiente de este lugar. No es el mismo que el de la Tierra, es más pesado, y seguro que tendrá un efecto adverso en tu cuerpo.
    —Gracias, Kirino.

    Todo esto lo vieron Apolo, Atenea, Zeus y Hera (los dioses que aún prestaban atención a la escena) y se sorprendieron al ver el tatuaje laberíntico en el cuello y la cara del joven de pelo rosa. Apolo, que estaba más cerca para recibir a su nuevo huésped, le habló:

    —Vaya, eres un hijo de Hécate. Hacía años que ninguno se presentaba por aquí.
    —¿Vive aquí mi madre? —preguntó el mago, bajando la cabeza educadamente.
    —Siempre es bienvenida, pero normalmente hace como mi hermana Ártemis, deambula por la naturaleza, y también suele estar cerca de la morada de Hades. Lo siento —dijo con un tono compasivo.
    —No pasa nada. No esperaba verla.
    —Has hecho bien ayudando a tu amigo con ese hechizo. La comida y la bebida aquí es bastante distinta y le podría afectar de sobremanera.

    Kirino asintió con una sonrisa y volvió al lado de Shindou, mientras Apolo se marchaba con Hinano. Todo el grupo, cazadores incluidos, vio cómo el dios y el humano se encontraban con otro dios de menor estatura, con el pelo naranja, y los tres desaparecían por un lateral del enorme palacio.

    Los invitados estaban esperando ahora el siguiente paso. Algunos dioses hablaban con Zeus y Hera en privado, intentando saber qué se proponía la pareja reinante.

    —Iris, ¿estás por aquí? —preguntó Hera, mientras el resto de dioses se dispersaban. Cuando ella apareció rápidamente por su espalda, se sorprendió y quedó recostada en el Toro, que dormitaba—. Quiero que les lleves de vuelta al santuario de invocación.
    —Eso está hecho.

    Kidou iba a protestar, por esa promesa que Zeus había hecho al joven, pero Atenea se avanzó:

    —Les acompañaré hasta allí, padre. Así hablo con el chico.
    —Por supuesto.

    Cazadores y humanos hicieron una reverencia final a los dioses, en especial a Zeus, y se dejaron guiar por Iris de nuevo, aunque ya sabían el camino.

    —Os devolveremos al sitio donde Orión conjuró su invocación —informó—. No podemos enviaros más cerca de vuestro objetivo, lo siento.
    —No es problema, tenemos amigos por ahí cerca —dijo Tenma con su alegría habitual.

    Empezaron la cuesta abajo mucho más relajados. Estar ante el soberano de los dioses daba mucho respeto. Aunque en ese caso lo había dado mucho más Hera, que parecía que en cualquier momento los fuera a aplastar con el meñique a todos. Y, por suerte, sus cuerpos se habían comportado gracias a ese miedo que sentían. Pero sin esa presión divina, los ojos de los humanos se volvieron a dirigir a Iris, que ni cuenta se daba que varios pares de ojos la devoraban con la mirada. Incluso Shindou y Kirino se admitían mutuamente esa debilidad.

    El único humano que parecía no estar afectado era Kidou, pues tenía a su inspiración personificada a su lado. La mismísima Atenea quería conocerle, eso era el mayor honor imaginable para el joven.

    —Estuve observándote desde que el artilugio que creamos Hefesto y yo llegó a tus manos. Nunca nadie lo había usado con tanta eficacia.
    —Fue un honor recibirlo de mi padre —habló Kidou, siempre con el respeto en su mente—. También fue un gran estratega y aprendí de él. Tomé el relevo cuando murió, hace unos cuantos años.
    —Lo siento.
    —Murió en batalla, justo como él quería. No estoy tan apenado por ello sabiéndolo. —Hizo una pausa, pero no pudo evitar pronunciar la siguiente pregunta—. ¿Por qué querías hablar conmigo?
    —Quería saber cómo se te ocurrió esa formación que creaste. Nunca había visto nada tan efectivo con tan pocos hombres.
    —Eh, bueno, pues… —balbuceó, después de oír a Atenea tan entusiasmada con su idea. Era abrumadora la sensación que tenía que la mejor estratega del mundo divino le escuchase con tanta energía. Los que decían que Atenea era insensible y fría, se equivocaban—. Se me ocurrió observando las estatuas en tu nombre en Argos.
    —Vamos, no hace falta que seas educado. No estamos en el palacio —dijo ella amablemente.
    —No, es que es la verdad. Siempre te representan con el casco, la lanza, la égida, toda bien ataviada para la batalla… Se me ocurrió que nadie luchaba como debería con esas armas.
    —Ya hace tiempo que existen y parece que las usan bastante bien.
    —Pero luchan solos, el general de batalla va por su cuenta, los distintos grupos chocan contra otros de forma caótica y es fácil que se dividan. Compactando las filas y eligiendo jefes de grupo delante y detrás de cada columna es mucho más fácil organizarse, desplazarse, reagruparse. Y las enormes protecciones convierten a mis hombres en una fortaleza inamovible.
    —Impresionante. Vas a cambiar toda la Hélade con este nuevo sistema.
    —¿En serio?
    —Desde luego. No tardarán en surgir imitadores, cuando vean que tus amigos y tú ganáis infinidad de batallas, con tal organización. Tendréis que ir con cuidado.
    —Lo tendremos.
    —Antes de que nos despidamos, quiero darte algo por seguir tan bien mis pasos. —Kidou no respondió a eso, solamente la miró, sorprendido. Atenea levantó la mano como si algo fuera a caer del cielo. Al cabo de unos segundos, una enorme lanza se posó algo bruscamente en su mano y empezó a hacerse de un tamaño más normal para Kidou—. Toma. Es una de mis lanzas mágicas. Si la lanzas, puedes hacer que vuelva a ti desde la distancia, tiene una magia que la hace siempre certera, y al estar toda hecha de hierro le da una fuerza extraordinaria. Espero que te sirva.
    —¡Por supuesto! ¡Es un grandísimo honor!
    —Ha sido un placer, joven Kidou. Ahora debemos despedirnos. Suerte en tus futuras batallas.

    Kidou se inclinó un poco como despedida, con su nueva lanza en las manos aún como si la estuviera recibiendo, y Atenea se despidió de todos, caminando de vuelta hasta el palacio.

    —Un regalo divino entregado personalmente por tu diosa —comentó Goenji, despertando a Kidou de su ensueño—. Si no lo viera con mis propios ojos, no lo creería.

    El resto de humanos (excepto Kirino, que ya había visto antes una acción así) le aplaudieron y le dieron codazos de apoyo, mirando la lanza de hierro como si la analizaran.

    Iris se detuvo de repente y se giró, con una sonrisa. La conversación de Kidou con Atenea había sido suficientemente larga como para llegar hasta el santuario donde habían aparecido.

    —Espero que no os ocurra nada en vuestros viajes y que nos volvamos a ver —dijo alegremente la mensajera, con esa vocecilla distraída—. Solamente hace falta que os durmáis ahí dentro y volveréis allá de donde vinisteis. Hasta pronto.

    Y se fue volando, casi sin dejar decir nada a ninguno, excepto cuatro balbuceos de incomodidad. Mientras volaba, el manto se le subió un poco por el viento y todos vieron una de sus perfectas nalgas. A Tenma y a Hikaru poco les faltó para empezar a sangrar por la nariz. Eran los que estaban haciendo el mayor esfuerzo para contenerse y no perseguir a la diosa para satisfacer sus deseos.

    —Pobres humanos —se burló Kariya—. Qué fácil es tentaros con lo prohibido.

    Tsurugi y Fudou le rieron la gracia, mientras que los jóvenes, incluyendo a Shindou y Kirino, les miraron con cara de furia. Sí, el ser humano era débil. Pero ¿y lo que lo habían disfrutado?

    El grupo se dividió claramente en dos. Los (ahora) ocho humanos y los cuatro cazadores. Parecían una familia peleada. Los grupos se tumbaron en el duro suelo y casi no tardaron nada en dormirse.

    Cuando volvieron a despertar, como si hubiera pasado un segundo, volvían a estar todos en el bosque devastado por la furia del Toro. Éste ya no estaba, obviamente. Hinano tampoco, lo que confirmó que no había sido un sueño.

    —Le echo de menos ya —dijo con voz queda Ichiban.
    —Tranquilo, le recuperaremos —le aseguró Tenma, abrazándole. Su aire amable y mimoso consolaba a cualquiera que lo necesitara—. Ahora debemos mantenernos unidos.

    Hikaru se sumó al abrazo, mientras que los mayores y la pareja de Ítaca se lo miraban de lejos con una sonrisa. Los cazadores no hacían caso de nada, obviamente, estaban planeando su siguiente paso.

    El sol empezó a hacer acto de presencia. Habían pasado casi toda la noche en el Olimpo, pese a que allí parecía que era siempre mediodía, y recuperándose en el campamento. Y con el sol, llegó también alguien muy esperado.

    —¡Kazemaru! —exclamó Tenma, el primero en verle.
    —Kazemaru, por fin —dijo aliviado Goenji—. ¿Qué ha pasado?
    —¡Eso debería preguntaros yo! Desaparecisteis, y luego el Toro y… ¿Quiénes son? —preguntó, señalando a los cazadores, que estaban sentados en corrillo, mirándole de reojo—. ¿Son más de esos seres celestiales?
    —Nos salvaron la primera vez, cuando no nos habíamos dividido. Ellos redujeron al Toro. Forman parte de la constelación de Orión. De momento, tenemos intereses comunes.
    —¿Volvéis con nosotros? —preguntó, algo confuso por lo de los cazadores—. Argos está asegurada y se está juzgando a los que han atentado contra la ciudad.
    —No —intervino Kidou—. Necesito que les digas al resto de tropas y a Endou en Tirea que nosotros vamos a tardar más en volver. Tenemos una misión muy importante que cumplir. Es largo de explicar y algo increíble, así que sólo diles eso. Pretendemos encontrarnos con nuestros aliados en el centro del Peloponeso.
    —De acuerdo. Me ha alegrado veros sanos y salvos, aunque hayáis acabado dispersados —No se dio cuenta de que Hinano no estaba—. Enviaré tu mensaje. Espero volver a veros a todos.

    Y echó a correr de nuevo hacia Argos. Cuando estuvo lejos, más de uno tuvo la tentación de preguntar por la decisión de Kidou de seguir solos con los cazadores.

    —No quiero involucrar a más tireanos en esto. Tenemos el favor de los dioses, los cazadores de Orión nos quieren ayudar y tenemos al ejército de Corinto marchando hacia el oeste del Peloponeso, justo donde necesitamos ir. Es más que suficiente.

    Entre todos, humanos y estrellas, acordaron ponerse en marcha ese mismo mediodía, cuando se hubieran recuperado de las heridas.

    [------------------------------------------------------------------------------------]



    No hay notas esta vez jeje y ya sabéis dónde encontrar más fics y mis páginas :) espero que os siga gustando como al inicio y me sigáis hasta el final :)
     
    Top
    .
  10.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    imgboxAll The Voices Can Be Heardimgbox

    Group
    Escritor master
    Posts
    24,884
    Location
    4Y 9M RIP GBE

    Status
    Anonymous
    JELOOOOU! Després de tant de temps per fi m'he passat per fer-te un breu review de cada cap, no vull allargar-me massa, no hi ha ganes.

    Del Cap. 7:

    Wow, quin batallón amb el puto toro, eeh! Quasi, quasi que els podia veure a cadascú sortir volant pels aires, oh yes... el salseo m'encanta :V. Ha estat cuco, tot i així, el moment entre Fubuki i Goenji, també m'ha sigut interessant veure que Goenji havia perdut a sa germana petita en un hivern, massa típic en Grècia, crec.

    Com no, la típica relació d'amor-odi entre Fudou i Kidou, sempre em fa gracia ho vegi com ho vegi. Aquest parell son molt bons per discutir-se entre ells :V, crec que per això els fans els posen com a ship, encara que a mi no m'agradi pas. No veig a Kidou amb en Fudou :V.

    Mmm... Kazemaru no hi és, on estarà el nano... con Endou dándole tras tras por detrás (?).

    Pobre Hikaru eeh?? El nano sempre té mala sort. Ay quina herència li ha deixat en Sísifo jajajajaja. Menys mal que l'amulet li serveix per algo. I as always... En Tenma por ahí tan optimista com sempre, m'ha sorprés que no fes el mosca com sempre, perquè ell és tot un moscardón cojonero :V.

    I més interessant: el ritual. En Zeus no sembla gaire content :V, em pregunto per què. Sobre el llamp final... haurà hagut humano a la parrilla?? :V

    Del Cap 8:

    QUOTE
    —¡Por todos los dioses…! —dejó escapar Kidou.
    —Nunca mejor dicho —añadió Midorikawa, haciendo broma, pero sin reírse.

    Jo hagués reaccionat igual. Hey no, el lloc pinta genial!! No tindràs una foto por ahí oi?? :V, però tot i així quina puta passada trobar-se de cop i volta en el Olimp estarà Hades?? :V.

    QUOTE
    —Es preciosa… —dijo sin pensar Tenma.
    —Esto va a requerir de todo el autocontrol que nos enseñaron en Tirea para dominarnos —añadió Goenji, incómodo por haberse puesto duro.
    —Es normal sentirse abrumado por la belleza de un dios —les tranquilizó Fubuki—. Supera cualquier expectativa y cuesta mucho mantener la compostura. Los dioses son algo único. Zeus no es un mujeriego porque tenga grandes dotes, lo es porque las mujeres a su alrededor notan físicamente que es el más poderoso e importante de los dioses y él se aprovecha de ello.

    JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! GOENJI SE NOS PONE DURO!! Sólo le queda el modo Súper Sayayin y estará más que listo para la acción (????????????????????), dios es que vamos, me parto con esta escena :V.

    Encara que Fubuki té molta raó, suposo que per a ells deu ser difícil controlar-se :V, encara que les reaccions que m'imagino em peten de riure jajjaajajaja, pobrets els nanos.

    Claro que no, Zeus no discrimina mientras pueda meter el churro en algún bollito sea cual sea su género :V, y como no... luego Hera monta en cólera y se arma la de Troya pero a una escala mucho mayor jajajajajajaja. Ay enserio...

    JAJAJAJAJAAAJ, apa, tots durs un altra cop. Mare meva, això s'està posant una mica pornoso yaa eeh!! I perquè son al Olimp que si no...

    Se'm fa cuco el moment en el que Kidou veu a Atenea. Crec que l'entenc molt bé. Atenea des del meu punt de vista personal és una bona deessa :), és la que millor em cau després d'Hades. OOOH! En Zeus sonrient-li a Kidou!! Caram! Quina sort que té el nostre estratega ! A aquest pas es farà d'estimar entre els déus :V

    Wow el final del cap ha sigut interessant. M'ha sigut graciós veure l'actitud de Hera tot i que em sembla totalment normal amb el marit que té la pobre XD. Aviam què passarà en el següent cap.

    Del Cap 9:

    Saps? En Kidou m'està donant una puta enveja ara mateix... M'imagino que estar al costat d'Atenea ha de donar uns feelings brutals! Sempre m'ha donat bones vibracions l'Atenea :)

    Ains, em cau tan bé Atenea... M'agrada la seva amistosa relació amb Kidou. Ella tan amable... No sembla com els altres déus que tenen arrogància per dir prou :V (i no m'estranya tampoc XD).

    QUOTE
    —Pobres humanos —se burló Kariya—. Qué fácil es tentaros con lo prohibido.

    JAJAJAJAJAJA Quin puto troll! Com sap què està passant ell va i apa, a deixar caure el comentari jajajajaja, why not eeh! Ara que, quin esforç més épic que fan els altres :V

    O-jo!! Per fi ha aparegut en Kazemaru encara que hagi sigut molt breu. Sembla que ha estat enfeinat uy sí, MOLT eeh!, però com sempre és una mica despistat amb els detalls :V. Ara al grupet els espera una gran i potser perillosa aventura, aviam com els hi anirà :V.

    Y bueno, ja he complert amb la feina. Espero que t'hagi posat content el meu review, com ja he dit no em volia allargar massa. Tot i així, vull puntuar que està molt interessant la cosa i que intentaré no trigar-me tant la pròxima vegada (espero XD). Meh, fins aquí deixo el review.

    See'ya!

    #Sly'sRules!

     
    Top
    .
  11.     +2   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Gracias por las lecturas y los comentarios jeje en especial a Sly D. Cooper, que se ha tomado un tiempazo al escribir ese pedazo de review jajaja no te preocupes, cariño, el culo de Kazemaru está a salvo... por ahora :V
    Perdonad por tardar en actualizar, se me empieza a acabar el margen de maniobra y estoy llevando 3 fics largos a la vez... empiezo a no dar abasto jaja ¡anyway, saldré de ésta! Entretanto, os dejo el capítulo que cierra, en cierto modo, la primera parte del fic :)

    [------------------------------------------------------------------------------------------]



    10. La larga marcha



    Los bosques se mostraban insolentes ante el paso lento y cansado de los guerreros. Hikaru se miraba los árboles con cierto recelo, claro que después de la última excursión fuera del mundo mortal, ¿quién no recelaría de todo? Hasta los árboles podrían tener sorpresas. Cuando pasaron cerca de unos fresnos, Kariya sorprendió a Hikaru:

    —¿Conoces el cuento de las “melíades”? —preguntó, sonriendo de forma algo macabra, pero contenida.
    —Son esas criaturas sangrientas, ¿no? —dedujo Hikaru, mirando a su alrededor. Tenma e Ichiban se acercaron a escuchar—. Si es así, no quiero oírlo.
    —Pues deberías. Las melíades son muy reales. Todos vosotros lleváis armas con sus espíritus.

    Ahí sí que se perdieron los tres. Tenma le instó a hablar, pero fue su compañero Tsurugi el que empezó a contar la historia:

    —Las melíades son las ninfas de los fresnos (1). Son las más antiguas de toda su familia y se remontan hasta los gigantes, incluido Orión, pues son hermanos entre ellos.
    —Entonces no pueden ser nada buenas —le replicó Ichiban, buscándole las cosquillas al cazador.
    —Pues no lo son —siguió Kariya, sonriendo como si estuviera drogado, acercándose mucho a Hikaru—. Mmm… ellas son tan libres… traen la guerra a los humanos y se deleitan con la sangre de los caídos. Al final, las lanzas hechas de sus propios árboles vuelven a su origen, a la tierra. Acércate a una melíade y no volverás a ver otro color que el de la sangre fresca.

    El grupo entero se estaba empezando a quedar atrás por culpa de las dudas de Hikaru. Pensaba que sus amigos no se daban cuenta de que estaban caminando entre fresnos y que en cualquier momento aparecería una melíade para segar su vida.

    —Hace mucho tiempo que no sabemos de la existencia de nuestras hermanas —dijo Tsurugi en otro tono—. En estos tiempos en los que los humanos ocupan más espacio que la naturaleza, probablemente se hayan tenido que esconder y abandonar sus antiguos bosques. Pero sé con certeza que al oeste del Peloponeso aún existen rastros de las acciones de estas ninfas. Sería un bonito reencuentro.

    Hikaru y Tenma se estremecieron, haciendo resonar todo su armamento. Eso llamó la atención de los mayores, que instaron a los rezagados a correr un poco más.

    Delante del todo, Fudou observaba a su dolido compañero Fubuki rebuscar entre los árboles alguna señal de peligro o de presencia de alguna otra constelación. Aunque los cazadores podían moverse bajo su forma estelar, conservaban su forma humana por respeto a los tireanos y para no perderles de vista. Aunque ellos se conocieran los caminos, probablemente no sabrían de los peligros, y el perro era el más fuerte de todos los presentes, así que era buena idea usarlo de explorador.

    Fudou no pudo evitar mostrar una mueca de desagrado, recordando la ascensión del hermano de Fubuki.

    —¿Puedo pedirte un favor? —preguntó a Kidou, que estaba justo detrás de él, hablando con Goenji.
    —Claro, ¿de qué se trata?
    —Creo que eres el más sensato, cauteloso y organizado de todos los que estamos aquí, hasta tienes ayuda divina, así que necesito que cuides de Fubuki y del resto si me pasa algo.
    —¿Por qué debería pasarte nada? Eres un cazador, y prácticamente inmortal, además.
    —Lo sé, y me encanta serlo —dijo, con un atisbo de sonrisa, pero desapareció rápido—. Pero tenemos un punto débil.

    Ambos se avanzaron unos pasos para que el resto no notara la preocupación de Fudou.

    —Es una de esas constelaciones que aún andan sueltas, ¿verdad?
    —Sí. Es el Escorpión. Cuando pusieron a Orión en el cielo, le castigaron poniendo a su espalda la constelación del escorpión. Así, ni podía avanzar para atrapar a las Pléiades por culpa del Toro, y tampoco retroceder, pues el escorpión le mataría. Además, mientras estuvo en la tierra, ese mismo escorpión fue un castigo mortal por la arrogancia de Orión (2). Nunca nos va a dejar de perseguir y es nuestro peor enemigo.

    En opinión de Kidou, el castigo no fue suficiente para que la arrogancia desapareciera, pero se mantuvo callado hasta que estuvo seguro de que Fudou había acabado de hablar.

    —No te preocupes, nadie más va a morir. Saldremos todos de esta.

    Fudou no lo vio tan claro, pero agradeció la confianza del líder humano. Los guerreros de su edad que le seguían dieron una respuesta similar. Pocas cosas impresionaban a un cazador como Fudou, y una de ellas era la resistencia y el valor de algunos humanos como los que estaba acompañando. Después de todo, usarlos para salir de su prisión en el cielo podría traer mejores consecuencias: empezaba a caerle bien Kidou.

    Fubuki seguía explorando los alrededores en esos momentos. De hecho, quiso tardar más de la cuenta en volver. No quería quedarse quieto. Los otros no lo acababan de entender porque no eran hermanos ni nada, pero si se iba paseando con toda la calma del mundo acabaría pensando en Atsuya. Ellos no entendían la muerte.

    Fue por eso que esperó hasta la puesta de sol para reencontrarse con sus compañeros. Encontró a todo el grupo montando un campamento improvisado al alrededor de una hoguera. El soldado rubio más forzudo, el que le había apoyado hasta ahora, estaba en los márgenes de la hoguera, vigilando.

    —Por fin has vuelto. Nos tenías preocupados —dijo Goenji cuando el lobo se acercó.
    —Lo dirás por vosotros los humanos.
    —Supongo que sí —bufó, mirando a los compañeros de Fubuki, que no parecían percatarse de su regreso—. Nosotros sí lo hemos notado. Y Fudou también, por lo menos.
    —Ya, bueno, gracias.

    Fubuki se disponía a acercarse a la parte de la hoguera donde estaba su particular manada, pero Goenji pensó que era un buen momento para cumplir ese favor que Fudou había pedido.

    —Espera, oye, no tienes que superarlo solo.

    Fubuki se giró y vio la cara bronceada de Goenji a la luz de hoguera. De nuevo, reconoció en él el dolor de la pérdida y se relajó un poco. Dejó que le acompañara con los suyos, aunque se tumbó un poco alejado de ellos. Goenji no se atrevió a preguntar.

    —¿Te importa si me quedo esta noche cerca de ti? —preguntó Fubuki.
    —No, claro que no, acomódate.

    Ambos se entendieron cuando dijeron eso, pues adoptaron posturas acomodadas para dormir. Goenji cogió su escudo como si se defendiera y se reclinó en un árbol, posición que recordaba a estar tapado con una manta enorme y rígida. Cubría bien su cuerpo del viento. En cambio, Fubuki se tumbó en el suelo, sin cojines ni mantas más que la capa exterior de sus extrañas ropas de cazador a modo de alfombra.

    El campamento se quedó en silencio al cabo de un rato, únicamente interrumpido por algún cambio de postura de los soldados, que ocasionaban ruidos de armadura. Los cazadores habían tomado la iniciativa y tenían a Tsurugi vigilando, pero lo dejó al cabo de unas horas.

    En medio del silencio, Fubuki empezó a removerse en su sitio. Las pesadillas le acechaban. Veía morir de tantas formas distintas a su hermano que le entraban náuseas y no podía dejar de llorar incluso en el mundo real. Al final, despertó sobresaltado, con las manos en la cabeza y temblando de rabia.

    —Fubuki —le nombró Goenji, entre susurros. El lobo no sabía si estaba despierto ya o era culpa suya que lo estuviera—. Tranquilo, no pasa nada.

    Éste no supo reaccionar de otra manera que acercándose a él, instintivamente, buscando el calor de un compañero de verdad. Goenji le acarició la cabeza como si de su hermana pequeña se tratase y también se dejó llevar un poco por la emoción, sonriendo con ternura, como en el pasado. El efecto de esas pocas caricias fue extraordinario: Fubuki se transformó (involuntariamente, pensó Goenji) en un perro peludo pero pequeño, como si aún tuviera que crecer. Se escurrió entre los brazos del rubio y se acomodó en un margen entre la parte interna del escudo y el cuerpo del guerrero, hecho una adorable bolita de pelo. Probaba de dormirse de nuevo.

    —El instinto más primario también pide cariño —susurró, sonriendo, pensando que el invitado a su cama improvisada no había hecho aquello en pleno uso de sus facultades.

    A la mañana siguiente, Fubuki despertó con calma y muy agradecido. Despertó con ladridos suaves a Goenji, salió del su cobijo en el escudo sin esperar respuesta y dio los buenos días a base de mordiscos al resto de cazadores mientras se iba haciendo más grande. Al final, todos los cazadores acabaron revolcándose entre los árboles con un perro-lobo que les doblaba en tamaño.

    —¿Y ese buen humor? —preguntó Midorikawa a Goenji.
    —Es Fubuki. Hoy ha dormido bien.
    —Le has hecho caso a Fudou —dijo, como una obviedad.
    —Casi me lo pidió Fubuki mismo.

    Entonces vieron a Fudou y les sonrió a ambos. Los tres asintieron con complicidad. Parecía que no, pero el líder se cuidaba de que estuvieran todos con buen ánimo. Esa mañana fue una de las últimas que tuvieron con verdadera calma en el ambiente.

    A la noche siguiente, el grupo se acercaba ya a las montañas de Arcadia, la región central. El buen tiempo les había acompañado y no había habido ningún mal rato por parte de los cazadores, lo que ayudó mucho a avanzar con rapidez. Además, Fubuki estaba bastante más comunicativo con los suyos y con Goenji, cosa que también aportó confianza entre soldados y cazadores.

    —Estamos muy cerca de Arcadia —anunció Kidou—. Deberíamos acampar aquí. A partir de ahora el viaje será bastante más duro.

    Todos empezaron a sentarse, excepto Goenji, que fue a buscar leña con Fubuki y Kariya, que se fue a explorar los alrededores.

    —¿Por qué debería serlo? —preguntó Tenma a sus amigos, por lo bajo. Midorikawa les oyó y se acercó—. ¡Perdón, no quería cuestionar…!
    —¡Tranquilo! Vengo a contaros algunas cosas de Arcadia, no a regañaros. —La sonrisa de Midorikawa hizo bajar los hombros a Tenma con alivio y le dejó hablar—: Mirad, Arcadia es la menos poblada de las regiones de la isla. Hay pocas ciudades, mucha montaña y bosque. Muchos mitos y leyendas empiezan allí y es común que haya bestias y criaturas siempre rondando los alrededores.
    —Cuando nosotros vinimos de Ítaca tuvimos que hacer buenos esfuerzos para pasar desapercibidos. Hay una magia extraña en este lugar —añadió Kirino, que hablaba por primera vez en dos días.
    —El rey de esta región, si es que sigue vivo después de la caída de las estrellas, es Licaón. Es malvado, traidor, falta al derecho de hospitalidad (3) y se ha ganado enemigos por toda la isla. Dicen que por las noches se oyen ruidos extraños y aullidos en su palacio, pero nadie se ha atrevido a comprobarlo. No es un lugar seguro y desde luego no está amparado por ningún dios.
    —No sé si quiero oír más cuentos de terror al alrededor de la hoguera —balbuceó Tenma, imitando a Hikaru, que se encogía en su sitio.
    —Perdonad. De momento no estamos aún en Arcadia, pero en un par de días habremos llegado. Es mejor que descanséis.

    Hikaru se agarró el amuleto instintivamente y buscó a Kariya, que seguro que deambulaba por el bosque. Esperaba que tanto él como el amuleto le protegieran si alguna bestia (o quién sabe qué monstruosidad) se acercaba al campamento.

    Precisamente entonces, fue Kariya quien apareció al lado del chico.

    —Eh, corderito, necesito tu ayuda, ¿me acompañas?
    —¡No me llames corderito!
    —Claro que lo voy a hacer, monada.
    —¿Qué quieres? —le preguntó bruscamente.
    —Tienes el amuleto ese que te protege y me he encontrado una criatura muy lista en el bosque que no se deja capturar.

    Cuando Kariya nombró el bosque, Hikaru se calló y su cara se puso blanca. ¡Era lo que le faltaba! Meterse en un bosque, en plena noche, con toda clase de criaturas extrañas y peligrosas observándole.

    —Vamos, no te ocurrirá nada, ya lo sabes —le dijo con confianza Kariya.

    Hikaru decidió fiarse del amuleto y avanzar en la oscuridad con el cazador. Anduvieron unos minutos escuchando sonidos extraños, como si rascaran troncos o algo así. El pobre chico estaba armándose con el poco valor que tenía cuando vio que Kariya había desaparecido.

    —¿A qué esperas? —le oyó, de fondo. Se había escondido varios árboles más allá y casi no le veía—. ¡Atráelo hacia ti!

    La alarma de Kariya le puso en alerta y entonces vio la silueta de un jabalí de un metro de alto acercándose a él a toda velocidad. ¡Era enorme! No podía ser de este mundo. No parecía que fuera a atacarle, pero entonces el Amuleto Alado actuó y le mostró que el jabalí le rodearía para atacarlo por otro lado. Hikaru no tuvo tiempo de tener miedo, giró su cuerpo, escudo y lanza, dejó pasar el jabalí y éste le saltó encima justo después.
    Hikaru tenía la lanza preparada y le pinchó en un costado, derribando al animal a un lado, al pie de un árbol. Entonces Kariya se abalanzó a él y lo cubrió con su red mágica.

    —¡Bien hecho!
    —¡¡Esa cosa ha estado a punto de matarme!!
    —¿Pero qué dices? Todo ha salido a pedir de boca. Ven, acércate —le dijo animado, agarrándole la mano.

    La invitación de Kariya parecía algún tipo de broma, pero estaba seguro que si algo pasaba, su amuleto le diría cómo evitarlo. El jabalí respiraba pausadamente, sin revolverse, así que se atrevió a acariciarlo. El animal se revolvió un poco y dejó entrever un pequeño reguero de sangre que hizo que Hikaru ardiera en deseos de matar a alguien de verdad: era la estela celestial de los cazadores.

    —¡Serás hijo de…! ¡Este animal lo has creado tú! —le chilló, golpeándole con el escudo con poca fuerza—. ¡Podría haberme matado!
    —No lo hubiera permitido, por algo lo he creado yo, ¿no? Además, ¡mírate! Eres un corderito con muy buenas defensas.
    —¡No puedo creer que te haya seguido! —seguía gritando el pobre Hikaru.
    —¡Eh, escúchame! —le detuvo el cazador, haciendo desaparecer al jabalí y la red al instante—. He hecho esto por ti. Siempre parece que tienes miedo de todo y eres tímido, pero ¿sabes lo que he visto yo? Que con ayuda o sin ayuda, todos tus miedos se han marchado cuando te has encarado a esa bestia. Has hecho lo que tenías que hacer para defenderte y sin siquiera matar. He visto en tus ojos confianza.

    Hikaru se quedó quieto en la oscuridad, casi sin poder ver al cazador, sorprendido. Kariya tenía toda la razón del mundo y le había descubierto su propio potencial. Había sido muy escéptico con los cazadores hasta ese momento, pero a cada paso se daba cuenta de que eran mejor gente de lo que parecían. Kariya se lo acababa de demostrar.

    —Vaya… ¡Muchas gracias!

    Y le abrazó con fuerza. Sus palabras habían sido un impulso muy necesario y no encontró mejor manera de devolverle el favor. Kariya enrojeció por la sorpresa y le dio unos golpecitos a la espalda, no sabía si incómodo o agradecido.

    —Creo que será mejor que volvamos —dijo, por decir algo.
    —¡Cierto! ¡Vamos!
    —¿Cómo haces para siempre acabar sonriendo por todo?
    —Me has demostrado que puedo, ¿verdad?... ¡Un momento! ¿Cómo sabes si sonrío, si no me ves?
    —Oh, truquitos de cazador —contestó Kariya, riendo, más relajado. Recibió un puñetazo amistoso en un hombro por espiar.

    [------------------------------------------------------------------------------------------]



    Espero que os haya gustado, divertido... provocado alguna sensación como mínimo! jaja ya sabéis, podéis contactar conmigo cuando queráis, bsucando por mi perfil :)

    Notitas finales :

    (1): Una ninfa es una criatura mitológica posiblemente comparable de una elfa, pero vinculada a la naturaleza de alguna manera. Hay de muchos tipos. Las melíades son las más antiguas, se relacionan con los fresnos y nacieron de la sangre de Urano (entidad del cielo) cuando fue castrado por su hijo Cronos. Están las ninfas de los ríos, hijas del agua misma (los ríos eran considerados dioses menores naturales), las nereidas, hijas de los dioses del océano, las dríades y hamadríades, ninfas de los bosques, que nacen de árboles (y en este caso son pacíficas, no como las melíades)… la lista es larguísima.

    (2): hay infinidad de mitos, variantes, referencias, interpretaciones, etc., etc., sobre Orión y su vida. Lo que yo uso aquí es muy básico: el mito que Orión perseguía a las Pléyades (hijas del titán Atlas) en busca de sexo; y el mito de su muerte, en el que Orión empieza diciendo que es capaz de matar a todas las criaturas de la tierra y Ártemis (o Gea, dependiendo de la versión) le envía el escorpión para que lo mate. En ambos casos el resultado es el mismo: todos ascienden al cielo. Las Pléyades porque fueron salvadas por Zeus; el Toro por éste mismo, como protección a las Pléyades; Orión porque murió; y el escorpión porque incluso después de muerto el guerrero, tenía que seguir acosándole.

    (3): Recordad lo que pasó con Hikaru y Shindou y Kirino, cuando se conocieron. Hikaru no se fiaba un pelo pero les ofreció su casa. Faltar al ofrecimiento de hospitalidad es tan importante para los griegos que hay casos (no me hagáis decir cuáles, que no me acuerdo) en los que la simple negación de ese derecho ha causado GUERRAS, en las que el que negó el derecho tuvo en su contra decenas de ciudades (la mayoría de las veces). Es muy peligroso negar la hospitalidad en la Grecia antigua.
     
    Top
    .
  12. Sara13laguay
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Buenaas!! Éste capitulo ha sido bastante enternecedor, a medida que las relaciones entre todos mejoran se va sintiendo más ese espíritu de piña !

    A parte de las escenas tan adorables sobre las que ahora comentaré he de decir que ha habido un detalle muy interesante e intrigante, y se trata del Escorpión. Yo me pregunto : ¿ aparecerá de repente ? Si es así,¿qué consecuencias conllevará ? Y,¿ tendrá también una forma humana o sólo la forma de constelación ?
    (Parezco la típica narradora del adelanto del siguiente capítulo de una serie :') )
    En fin,esa duda se me resolverá según avance esta historia.

    Ahora respecto a las partes adorables he de decir que me ha sorprendido la empatía de Fudou hacia Fubuki,y el hecho de que le pidiese como favor a Kidou que él y el resto de la tropa lo cuidasen.También el hecho de que le contase su punto débil, que da a ver que el nivel de confianza y unión ha aumentado y bueno,la respuesta de los humanos me la esperaba porque son un amor de gente :").

    Sobre Fubuki he de decir que ha estado acorde con su persona el hecho de ponerse manos a la obra para explorar el territorio (ya que suele esforzarse mucho) y para no tratar de pensar en su hermano, aunque no pudiese librarse de ello en sus sueños.
    El momento en el que se transformó en perrito y se fue a dormir con Gouenji (al que has descrito vendiendonos su sex appeal xD) fue demasiado adorable y en el momento en el que se despierta de mañana y va a saludar a todos igual. Me han dado ganas de adoptar un perro-lobo chiquitito y llamarle Fubuki :"V. Quién no quisiera un perrito así (que luego resulta ser un tío-parte de una constelación to sensual ejem).

    Por cierto,las melíades debían dar bastante miedo, no ? (Buscaré fotos o algo pero me las imagino muy pálidas y llenas de sangre 0.0Uu ).

    Y,me pregunto,Tsurugi es el único cazador en el que nadie confía ? O al menos muy poco (? Aunque con su actitud tan fría supongo que se necesita tiempo para pillarle.

    Y... por fin surgió un mayor acercamiento entre Kariya y Hikaru ! Qué ya se ve que este último quería tener cerca al cazador...:>>

    La verdad es que la actuación de Kariya ha estado muy bien, ayudando a Hikaru a tener más confianza en sí mismo. Aunque claro que entiendo muy bien al chico, si me hacen algo así probablemente habría reaccionado igual xD. Kariya es muy cabrito aunque sea para fines buenos (pero se le quiere igual).
    Se nota el carácter amable y simpático de Hikaru que en cuanto ha sabido por qué lo hacía ha ido a darle un abrazo,qué monos son.Kariya no se esperaba eso buajaja.

    Ahora una duda existencial (es coña) : Cómo es eso de sonreír drogado ? Me gustaría ver a Kariya en un viajecito (okno por dios, chicos saaanos).

    Del capítulo anterior solo añadir (bueno podría decir más pero digo esto sólo xD) que estoy orgullosa de Kidou, al que la gran Atenea regaló una lanza (se la merecía >wO)~

    Y hasta aquí, te espero en tu próximo capítulo. Hasta pronto(? ~~
     
    Top
    .
  13.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    Hola de nuevo :) buah, me he tardado un poquito pero ¡buenas noticias! hacía tiempo que no conseguía avanzar el fic (voy unos 3 capítulos avanzado a lo que publico) y esta semana he podido jeje dos capítulos nuevos, así que tenemos hasta el capítulo 14 ya asegurado :)

    Como siempre muchísimas gracias a los que comentáis, a los que leéis, me dais muchas fuerzas para seguir escribiendo y que os lo paséis bien leyendo mi fic :)

    Sara13laguay: me has matado de risa con el sex appeal de Goenji y el "to sensual" de Fubuki jajajaja me encantan tus comentarios, son alucinantes XD Sobre las melíades, algo que siempre tienen todas las ninfas es su capacidad de engaño con su físico y sus palabras. Más adelante verás que así es, y la verdad es que parecen mujeres normales con algo de naturaleza incrustada en su cuerpo XD

    [---------------------------------------------------------------------------]



    11. Interludio - Enemigos en casa



    Un viento familiar le dio la bienvenida a Kazemaru cuando cruzó los últimos árboles en el camino a Tirea. Nunca había estado tan aliviado y contento de volver a casa. Después de tanta guerra, tanto monstruo y tanto esconderse, hacía ilusión tener un momento de calma por fin.

    Además, aunque no iba a admitirlo abiertamente, había echado de menos a Endou. Muchísimo. Hasta ese momento, todas las batallas, cada marcha y cada viaje los había hecho con Endou de algún u otro modo, acompañándole, protegiéndose mutuamente, como fuera. Pero el nombramiento del estratega como jefe de la defensa de Tirea les había obligado a tomar caminos distintos (nunca mejor dicho). Kazemaru aún no estaba acostumbrado al cambio y por ello había sufrido lo indecible desde el viaje a Delfos. Estaba casi ansioso de reencontrarse con Endou.

    Se estaba acercando a las murallas ya, a la carrera. Podía ver a varios hombres trabajando allí, todos conocidos (y algunos amigos), pero no estaban solos. Eso fue lo que lo alarmó e intensificó su carrera. Que no estaban solos.

    Subió por el camino de la ciudad todo lo rápido que pudo, casi ignorando a los conocidos que le saludaban. Por el camino vio a muchos más habitantes de los que había antes de irse. Fue directo al edificio del Consejo, donde sabía que se estarían reuniendo en ese instante.

    —Alto. ¿Quién eres? —le preguntó autoritariamente un fornido guardia.

    Kazemaru miró al tipo de arriba abajo. Él, como su inmediato vecino, que flanqueaba la puerta, y como todos los nuevos soldados en Tirea, todos desconocidos, llevaba linotórax, una espada, una jabalina, un casco y escudos de madera pequeños nada típicos de la ciudad. Tenían cara de pocos amigos.

    —Soy Kazemaru, mensajero de esta ciudad. Traigo un mensaje para el consejo.
    —Oh, adelante. Justamente ahora están reunidos, pero esperan tu llegada.

    Pese al buen énfasis de sus palabras, se notaba que muy contento no parecía con la presencia del mensajero. A decir verdad, tenía toda la pinta de estar odiando su trabajo en esos instantes. Y su amigo de al lado tenía una cara similar. A todos esos soldados les habían obligado a quedarse en lo que sin duda creían que era un pueblucho de mala muerte. Kazemaru no quiso tentar demasiado a la suerte y entró apresuradamente.

    Cruzó puertas, pasillos e irrumpió en la estancia principal con prisa y sudando. Abrió bastante los ojos cuando, una vez más, no se encontró con lo esperado.

    —Qué nivel de osadía muestras, extranjero, para atreverte a interrumpir de esta manera la reunión de hoy.

    Eso fue todo el recibimiento que tuvo. Quien lo había dicho era un tipo fornido, totalmente ataviado con la armadura y las armas, todo de metal, como irían Kidou o Goenji en batalla. Había dejado un casco emplumado de bronce a un lado de la mesa central, donde estaba sentado. Aquel hombre pasaba los cuarenta años y tenía una barba rizada bien arreglada, unos ojos fieros y una mueca de mal humor.

    El resto del Consejo, incluido Endou, estaba sentado, mal organizado a su alrededor, como de forma improvisada. Estaban totalmente subyugados al soldado.

    —Soy Kazemaru Ichirouta, el mensajero. Traigo un mensaje para el consejo de parte de nuestro general en Argos.
    —Interesante… Habla.

    La furia en la mirada de ese hombre obligó a Kazemaru a cambiar ligeramente su discurso, para no poner en peligro ni su vida ni la de Kidou y sus compañeros.

    —Las tropas de Kidou, junto al ejército de Tebas, han asegurado la ciudad de Argos y actualmente están juzgando a los usurpadores que decidieron olvidar a los dioses olímpicos. Los incendios provocados por los meteoritos han sido sofocados. Por desgracia, la columna que lideraba Kidou se dispersó durante la batalla y actualmente él y media docena de soldados más se encuentran desaparecidos.
    —Bien. ¿Las órdenes de vuestro ejército son quedarse en Argos?
    —Así es.
    —Que siga así, entonces —sentenció pausadamente. Para Kazemaru, ese tipo hablaba de forma un poco rebuscada, rara—. Tengo entendido que de uno de los meteoritos apareció un toro inmenso. ¿Es eso cierto?

    Aquel hombre sabía mucho más de lo que aparentaba. Kazemaru empezaba a sospechar de su origen y, si acertaba, cualquier respuesta era peligrosa.

    —Efectivamente. Los desaparecidos actualmente fueron los que abatieron a la bestia.
    —Excelente. No debéis preocuparos por vuestros compañeros perdidos. Ahora mismo, nuestro ejército se dirige al centro de la isla a investigar otro meteorito y es probable que los encontremos.

    Kazemaru sintió un escalofrío en su espalda, pese al calor que estaba sufriendo por subir corriendo. Ese hombre solamente transmitía violencia, se mirara por donde se mirase. Era un enemigo.

    —¿Se requiere de mi habilidad? —preguntó, conteniéndose todo lo que pudo.
    —No. Tú y toda la ciudad permaneceréis aquí. Estamos esperando a nuestro propio mensajero. Puedes retirarte.

    Kazemaru no pudo evitar sentirse aliviado, pero a la vez miró con preocupación al Consejo, que tenía un aspecto similar. Endou era el que más mostraba su descontento y le costaba ocultar su energía. Miró a Kazemaru sin siquiera mostrar una pequeña sonrisa, asintió y el mensajero se marchó a toda prisa.

    Casi estaba llegando a la salida del edificio cuando una amiga de Tenma le salió al paso. Era Aoi.

    —¿Es cierto? —preguntó, temblando—. ¿Es cierto que Tenma y el resto han desaparecido?
    —Están bien —le susurró Kazemaru—. Marchan hacia Arcadia con Kidou, todos sanos y salvos.

    Ella asintió, a punto de llorar, y se escurrió por un pasillo lateral. El mensajero le sonrió, aunque Aoi no le pudiera ver.

    Aunque muy incómodo por la presencia de los guardias, Kazemaru salió más relajado del edificio del Consejo y se dirigió a su casa haciendo estiramientos. Cuando entró tuvo que taparse la nariz. Olía a cuarto cerrado, apestaba, necesitaba ventilar aquello, así que abrió todas las ventanas mientras se preparaba para hacer un poco de ejercicio relajante y darse un baño en el gimnasio (1).

    Poco duró el ejercicio allí. Lo que el mensajero quería era destensarse, echarse aceite balsámico para moverse con más soltura y acabar en el agua. De hecho, estuvo tanto rato que, cuando volvió a casa, aún empapado, se encontró con visita. En la puerta le esperaba Endou.

    —¿Ya ha acabado la reunión?
    —Sí, ya nos han soltado —confirmó él, dejando los formalismos de lado, mientras Kazemaru abría la puerta de casa.
    —Pasa. Espera, que voy a cambiarme —le invitó, sin abandonar su porte y su educación.

    El invitado vio que Kazemaru andaba con toda soltura por su casa, dejando un rastro de agua, y perdió un poco la cabeza cuando vio de refilón que su mensajero favorito perdía el manto nada más entrar a su habitación. Endou dio un paso adelante.

    —Es de mala educación salir de la zona de invitados —le regañó el anfitrión, que había oído ese paso y algunos más—. ¡Y no mires!
    —Vaya, ¿tan previsible soy? —preguntó Endou con una risita. No pudo evitar seguir su camino hasta abrazar por la espalda a su atlético compañero, sin ningún pudor por el desnudo—. Te he echado de menos, Ichirouta. ¿No puedo tener una pequeña concesión por una vez?

    Kazemaru se puso rojo como un tomate. Su cuerpo reaccionó en contra de su voluntad por todo el tiempo que había pasado separado de Endou, pero… Precisamente por ese tiempo fue por lo que el mensajero reaccionó de una manera que su invitado no esperaría: se giró de cara a él y le abrazó con fuerza, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en su hombro.

    —Mamoru, ¡te he echado tanto de menos! Hace semanas que no nos vemos con calma y he sufrido tanto por mi vida, y por ti aunque sabía que estarías bien… Temía no volver a verte. Deseaba con todas mis fuerzas que acabara todo esto…

    Endou se quedó muy sorprendido. Tardó unos segundos en asimilar que lo había llamado por su nombre, con toda confianza, cosa que muy raramente hacía, y que encima estaba casi llorando, abrazado a él… Endou le correspondió el abrazo como es debido y esbozó una sonrisa tierna, olvidando que Kazemaru estaba desnudo.

    —Yo también he sufrido por ti, Ichi. Pero ahora estás en casa y quiero que me invites a tu cama, pero para nada más que hablar y descansar juntos.

    Kazemaru se separó un poco de su invitado, sonrió de forma tan feliz como supo mostrar y cogió de la mano a Endou para acompañarle a la cama.

    Pasaron horas tumbados allí, a veces en silencio, a veces dormidos, a veces simplemente mirándose o gastándose alguna pequeña broma. Era imposible no besarse, o no reírse por la escenita que casi monta Endou nada más entrar en la casa. También fue imposible que su pequeña utopía chocara con la realidad en algún momento:

    —¿Qué ha pasado mientras estuvimos fuera? ¿Quién es esta gente? —preguntó Kazemaru.
    —Espartanos. Nada más marcharos vosotros, aparecieron, tomaron la ciudad como un enclavamiento de paso, o eso dijeron, y se estuvieron medio día aquí. Luego se fueron hacia Arcadia dejando a su ejército auxiliar como meros guardias y nos negaron nuestros poderes.
    —Así que hemos salido del fuego para caer en las brasas. Ahora somos parte del reino de Esparta.
    —Eso parece. Me acuerdo de la presentación del barbudo: “Hemos venido a Tirea en paz para hacer un alto en el camino y controlar los preocupantes disturbios que asolan la zona. Permaneceremos aquí hasta que el orden de Apolo y Ártemis sea restablecido (2)” —Lo dijo poniéndose una mano para simular barba, hinchando pecho y con una voz ridículamente grave para que su chico se riera, y lo consiguió. Kazemaru se hartó de reír y contagió a su compañero. Cuando se calmaron, Endou terminó—: No me fio de ellos. Hace tiempo que tienen el ojo puesto en las regiones vecinas. Todo esto es una excusa para empezar a acostumbrarnos al nuevo orden. Al final, tendremos espartanos por toda la isla.
    —No creo que Kidou permita eso —dijo Kazemaru muy seguro—. Entonces… ¿el ejército espartano marcha a Arcadia?
    —Sí. Su rey se cree un salvador y piensa que todo esto es una prueba de su diosa Ártemis para evaluar las dotes de liderazgo del rey espartano. Si se encuentra con Kidou y lo que quede de su columna, no va a aceptar ayuda alguna. Querrá hacer frente a sus enemigos como todo un héroe.

    El veneno con el que iban cargadas esas últimas palabras hizo reír de nuevo a Kazemaru. Luego, pasaron otro rato descansando, y comentando lo que realmente había pasado con el grupo de Kidou. Endou no se mostró excesivamente sorprendido, pues los espartanos, no sabía cómo, estaban enterados de absolutamente todos los movimientos de los dioses y las criaturas que habían invocado.

    —El escarmiento de los dioses va a ser duro —dijo Endou, al final—. Esperemos que Kidou y nuestros amigos sean sensatos y precavidos con ellos…
    —Es Kidou, siempre lo tiene todo muy calculado. ¿Qué podría pasar?


    [-------------------------------------------------------------------------------]



    Esto es todo por hoy, espero que os haya gustado este pequeño interludio... y no, no es relleno jeje pero he aprovechado para ponerme tierno :)

    Notas:

    (1): El gimnasio era un lugar exclusivamente para hombres donde se bañaban, practicaban deporte y se relajaban. Solía ser el único punto de la ciudad en el que había agua abundante y limpia, así que solía estar algo abarrotado. En realidad, era algo parecido a lo que tenemos ahora, pero al aire libre. Nota divertida para contar que los romanos decidieron posteriormente que todo lo del ejercicio era un rollo y simplemente lo dejaron como un enorme sitio donde bañarse. Pasaron de gimnasio a pequeño balneario. No, en serio, fue así.

    (2): En cada ciudad se rezaba a unos pocos dioses, aunque todos los existentes en Grecia fueran aceptados como iguales. En Argos, quien más mandaba era Hera. En Esparta, en cambio, había un sistema de civilización/naturaleza que consistía en Apolo, guardián de la civilización, las artes y la política, protegiendo la ciudad, y Ártemis, guardiana de la naturaleza y los caminos, que era invocada fuera de Esparta. Si el rey y su ejército estaban dentro de Esparta, ellos rezaban a Apolo, en los templos. Si se encontraban en una ciudad vecina, rezaban a Apolo, improvisando un ritual o pidiendo permiso a las autoridades del lugar. Si estaban en marcha, en un campamento, en las montañas o en los bosques, rezaban a Ártemis, invocándola con otro ritual. No había ningún tipo de denigración a los dioses de la naturaleza (como sí que hacían los de Atenas cuando incluían la “barbarie” y las mujeres como parte de la naturaleza), simplemente eran muy pragmáticos y supersticiosos a la hora de rezarle al dios concreto en el momento adecuado. Probablemente, Esparta sea la única ciudad documentada que tenga un sistema así.
     
    Top
    .
  14.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    imgboxAll The Voices Can Be Heardimgbox

    Group
    Escritor master
    Posts
    24,884
    Location
    4Y 9M RIP GBE

    Status
    Anonymous
    JELOOOOOOOOOOU! GAMARÚS IS HERE !!

    He trigat massa a deixar-te el review, la vagància ha fet de les seves un altre cop, but anyway, y'know how much lazy I can be :V.

    Del capítol 10:

    Caram amb les melíades, no son bona companyia eeeh!! Algo em diu que en el fic es trobaràn amb alguna o algo, I don't know but is funny to think 'bout that :V. Vale, acabo de llegir que caminen entre fresnos, FUCK!

    QUOTE
    —Hace mucho tiempo que no sabemos de la existencia de nuestras hermanas —dijo Tsurugi en otro tono—. En estos tiempos en los que los humanos ocupan más espacio que la naturaleza, probablemente se hayan tenido que esconder y abandonar sus antiguos bosques. Pero sé con certeza que al oeste del Peloponeso aún existen rastros de las acciones de estas ninfas. Sería un bonito reencuentro.

    Molt bé Tsurugi, tu el que vols no és un "bonito reencuentro" sino un "bonito espectáculo" con sangre incluida. Quin nano, jo li replicaria amb sarcasme like Sokka jajajajaja.

    Genial, per fi en Fudou es PREOCUPA PER ALGO, vinga Escorpí precioset, apareix i liala parda, vols? Aquí hi ha un Gamarús que clama per salseo :V. Um... A Fudou li comença a caure bé en Kidou, és possible que facis la parella de Fudou x Kidou en el fanfic? No dic que no m'agradi la ship buuuuut... :V -EJEM EJEM, SHUT UP-

    M'encanta l'escena de Goenji i Fubuki, ha semblat un pelet pornoso quan en Fubuki preguntava per estar prop de Goenji durant la nit :V, ho sento no ho he pogut evitar tranquil, tampoc he fet l'esforç per evitar-ho hahaha. JAJAJAJA i al final Fubuki transformar en un gosser súper adorable, em recorda molt a la meva gossa Blanca (que la vas conèixer a casa), que a vegades dorm amb mí :V

    QUOTE
    —No sé si quiero oír más cuentos de terror al alrededor de la hoguera —balbuceó Tenma, imitando a Hikaru, que se encogía en su sitio.

    Per alguna raó m'ha recordat al meu fic d'Avatartale quan la Suki es posava a explicar contes de terror, la Creepy Suki!! Jajajajaja que després l'Aang no podia dormir :V. M'ha fet gracia en pobret d'en Tenma i allà en Hikaru insegur pel mateix motiu :V

    Com veig a Kariya li encanta vacilar eeh, sembla molt liante, aviam què fa en el fic. Em pregunto si arribarà a liar-la en algún moment (????). JAJAJAJAJAJA així que Kariya era el creador del puto jabalí, caram quin nano. Allà en Hikaru tot histèric, pobre noi però mira, l'explicació de Kariya m'ha recordat una mica a l'element de la terra, no sé per què.

    Del capítol 11:

    Home!! El capítol comença amb el perdut de Kazemaru!! Jo ja el tenia per oblidat jajajajajaja! Pobret que ha trobat a faltar a l'Endou, és una de les meves OTP de Inazuma perquè es que realment és molt cuca !

    Kazemaru anant a la ciutat a tota pastilla ignorant a tots el que el saluden... Fuck everybody! I just want to see Endou!! JAJAJAJAJAJAJAJA, i el guardia fornido aquell amb l'escut poc comú a la ciutat... no és de la ciutat o WTF?

    Caram quina tensió que es respira en el Consejo, els homes ja em posen de mal humor i tot. Pobret Kazemaru, quina benvinguda que ha rebut. Segur l'Endou està tot allà ben seriote.

    Aquell home sí que sembla un enemic, tinc la mateixa sensació que Kazemaru, no em causa bona impressió el paio i crec, potser, que podria ser un dels tants antagonistes del fic (???). Tot i que si és així no entenc què collons fa en el Consejo, estarà fingint com fan molts altres (?)

    Pobreta l'Aoi, tota preocupada. Sembla que Tenma sempre la fa preocupar-se (no seria res estrany, en Tenma és especialista en preocupar a tothom :V).

    JAJAJAJJAJA l'Endou ja es trobava a la porta!!! Caray! Quina pressa que s'ha donat aquí hay tema pero vamos 7v7, oh yes, dona-li concesión a l'Endou Kazemaru, no veus què cuco està??? Jajajaja, saps? l'Endou em recorda molt a Minato en el teu fic (Minato és el pare de Naruto en l'anime/manga).

    Ay tio, moriré de la tendressa... Es que son taaaaaan adorables!! Pobret Kazemaru, en part l'entenc molt bé, jo també reacciono de la mateixa manera quan trobo a faltar a algú, però crec que no em poso a plorar, només m'entra l'alegria com quan em vas venir a buscar, t'enrecordes? :V.

    M'encanta imaginar-me'ls allà tots dos al llit compartint petonets, abraçades o dormint o compartinr brometes, molt cuco, MASSA CUCO, HAIG DE FER AIXÒ A AVATARTALE!!!!!!!!! power come hereeeeeeeeee!!!!, vale, ja paro que se'm va la perola no seria la primera vegada, oi? :V

    JJAJAJAJAJAJJA, l'Endou imitant al paio aquell (segurament), què bona. Definitivament fas a l'Endou un gran personatge, és genial <3 ! Jo tampoc em fio els espartanos, aquests liantes sempre venen carregats de problemes o si no, tranquils, ja els provoquen ells mateixos tenen especialitat :V

    Esperem que Kidou faci les coses bé però algo em diu que no serà així jajajajaja. Sempre passa alguna cosa que no es prediu :V i a Kidou li sol passar molt.

    Bé, deixo aquí el review. Ja tocava que te'l deixés, ains... aviam si a la pròxima vegada comento el capítol més aviat XD.

    See'ya!

    #Sly's Rules!

     
    Top
    .
  15.     +1   +1   -1
     
    .
    Avatar

    Shut your mouth and let me speak

    Group
    Escritor master
    Posts
    11,056
    Location
    Jotunheim

    Status
    Offline
    La madre de los dioses, sí que he tardado esta vez en hacer actualización XD entre trabajo y despiste, me he ido olvidando de colgarla jaja pero bueno, aquí está :) gracias a todos por leerme de forma tan fiel jeje y gracias a Sara13laguay y Sly D. Cooper por comentarme siempre jeje os lo agradezco, ¡me da una buena alegría!

    Sly D. Cooper: anda, que quines ganes tens tu de salseo jajaja per l'escorpí encara queda, és pràcticament el final :VV en canvi, per les melíades queda una mica menys :V

    Para los que se hayan perdido, el último capítulo conocimos a un espartano muy seriote y a su guardia, que habían ocupado Tirea con una excusa típica de griegos XD y se presagiaba que esos espartanos reaparecerían... y lo harán ahora. ¡A leer!

    [--------------------------------------------------------------------------------]



    12. Un puñado de hombres



    Después de varios días de viaje, el ambiente entre los cazadores y los humanos había mejorado considerablemente.

    Goenji y Fubuki eran los que más lo demostraban, pues les encantaba pasar un rato cada noche a solas, en silencio, como si entraran en comunión con los dioses. Cuando Tenma le preguntó al rubio por su actitud, él sonrió con calma y dijo:

    —Compartimos algo muy profundo en nuestros corazones.
    —Creo que no lo he entendido.
    —Debe de hablar de su hermana —le recordó Ichiban, muy observador, cuando Goenji ya no estaba cerca.
    —Oh, claro.

    Tenma era muy distraído y quizás algo inocente, pero Hikaru (que veía algo raro, con esa inocencia tan característica) y, sobre todo, Ichiban, Shindou y Kirino miraban al perro lobo y al guerrero con otros ojos. Ellos intuían que no era solamente cuestión de familia, pese a lo que hubiera dicho Ichiban.

    Por otro lado, Kariya y Hikaru se mostraban más amigables y solían gastar bromas… aunque el de pelo morado era tan inocente que caía en todas las trampas de su nuevo amigo. Esto ayudó a que el resto de jóvenes, humanos y cazadores, se acercaran entre ellos. Era como un reclamo ver que Hikaru ya no le tenía miedo al bromista cazador.

    El que estaba más fastidiado era Tsurugi, que solía verse inmerso en conversaciones, en su opinión, absurdas entre su compañero y el resto de humanos jóvenes. No prestaba atención a las bromas ni le interesaba entenderlas aunque las viera. Lo peor era que no podía huir de ese contacto con los humanos a excepción de cuando le tocaba guardia o explorar, así que tuvo que hacer un esfuerzo para aceptar esas conversaciones como un ruido incesante y cargante.

    ¿Y quién sobresalía entre ese ruido? Tenma, clarísimamente. Tsurugi se dio cuenta de que él era el motor enérgico de todo el grupo humano. Le pareció una pasada (a buenas y a malas) que hablara, animara, se riera, cotilleara un poco y fuera tan niño como para imaginar un futuro estable y pacífico con sus amigos. Era un idealista, feliz de la vida. Le dio algo de pena querer chafarle ese optimismo, así que prefirió dejar que soñara.

    Al cabo de esos días de acercamiento, Fudou se acercó al líder humano:

    —Qué rápido has cumplido el favor que te pedí —dijo, animado, poniéndose a su lado como a un igual.
    —En realidad, todo se ha ido construyendo solo —comentó, algo frío—. Solamente necesitaban algo de tiempo para acostumbrarse. Supongo que Kariya fue el primero en darse cuenta de ello. Ahora Hikaru y él son inseparables.

    Kidou no dejaba de tener en cuenta en todo momento que el único objetivo de los cazadores era querer volver a la tierra, fuera para bien o para mal. Eso podía significar que podría haber traiciones, que los abandonarían a la mínima si así lo deseaban. Todo eso podría ser un montaje para que los dioses se lo tragaran. Lo que no podía negar es que esa amistad, fuera real o fingida, les daba moral a sus hombres.

    —¿Crees que es bueno que se hagan tan amigos? —preguntó Midorikawa, con la misma precaución que Kidou.
    —Es un riesgo que tendremos que correr. De momento nos está ayudando que lo sean.

    Esa misma mañana, la marcha se tornó complicada. Había que bordear un pequeño barranco, en medio de un bosque creciendo en una pendiente. Había que ir cuesta arriba y despacio, por culpa de la maleza. Los cazadores no se cansaban, en este aspecto, iban ligeros y su condición celestial les permitía volar hasta cierta altitud, si así lo deseaban. En cambio, los humanos cargaban con toda la panoplia de guerra, era un peso brutal y les hacía avanzar muy despacio. Los cazadores no acababan de entenderlo y se mostraron entre confusos y burlones al inicio:

    —Vaya, y yo que pensaba que eras todo un hombre —empezó Kariya, hablando a Hikaru.

    Éste no dijo nada, estaba concentrado y reservaba sus fuerzas para dar el siguiente paso. Tsurugi le rió la gracia y siguió ese juego con Tenma, pero él no se contuvo tanto:

    —¿Ah sí? ¡Pues toma, carga con esto! —le replicó, aunque sin enfadarse. Más bien quería que lo entendiera.

    Tsurugi recibió un escudo volador y, de la sorpresa, retrocedió unos pasos y por poco no se cayó. El pobre quedó muy sorprendido de que cargara con ese plomo.

    —Y como esto, imagina el triple —sentenció Ichiban, señalando la armadura de los mayores, los cascos, las armas y las mochilas.

    El cazador les dio una sorpresiva aprobación con el dedo, en silencio. De hecho, hizo pasar el escudo de Tenma entre el resto de cazadores para que lo comprobaran ellos. Cuando llegó a manos de Kariya, lo meneó el aire como un tonto y poco le faltó para comerse el suelo por el desequilibrio.

    —Retiro lo dicho —admitió el joven cazador, devolviéndoselo a Tenma—. Aunque no alcanzo a comprender a qué viene tanta protección.
    —La necesitamos —se justificó escuetamente Hikaru.
    —¿Queréis ayuda? —se ofreció Fubuki, que normalmente sólo hablaba con Goenji.

    Kidou saltó al segundo, recordando que las normas establecían que cada uno tenía que cargar con lo suyo. Era una forma de fortalecerles, de entrenar. De hecho, a los mayores se les veía sufrir bastante menos. Goenji le sonrió al perro lobo, agradecido por el detalle.

    Los que se salvaban de esa tortura eran Shindou y Kirino. Al ir vestidos de viajeros, su nivel de agotamiento era extremadamente menor. De hecho, ellos se habían ofrecido a vigilar la retaguardia, tanto por si detectaban enemigos como si alguno de los tireanos se caía, y así le ayudaban.

    Fue precisamente Kirino el que dio una buena noticia:

    —Detrás del bosque y el barranco se abre un llano. Allí nos espera un ejército.

    Aquella predicción fue como darse un baño en un día caluroso. Los guerreros desafiaron con la mirada la pendiente y aceleraron el paso. Les llevó media hora pero, cuando por fin sintieron que la cuesta acababa, respiraron, se detuvieron y se dejaron caer al suelo.

    —Por Zeus, esto sí que es vida —soltó tenma, mirando al cielo, sonriendo.

    Los mayores se sentaron también, aunque permanecían alerta, esperando la aparición del ejército que había predicho Kirino. No lo tenían a la vista, pero esperaban a oír algo que les delatara.

    —Debo reconocer que tenéis mucha fuerza de voluntad para ir cargando con todo ese peso por toda la isla —comentó Tsurugi a Tenma, impresionado—. Os habéis ganado nuestro respeto.
    —No es para tanto…
    —¡Claro que sí! —saltó Kariya—. Hikaru esquivó y ensartó a una de mis criaturas con extrema facilidad, incluso con todo ese metal encima.

    El halago hizo enrojecer al tímido descendiente de Sísifo. Todos conocían la historia del jabalí de Kariya pero para los cazadores acababa de cobrar una dimensión superior.

    El descanso duró poco. Kidou, con su buena percepción (gracias al artilugio divino), pilló a un explorador in fraganti, espiándoles. El líder de la formación ordenó avanzar hacia donde el explorador había desaparecido. Apenas unos minutos después, tenían ante sus ojos el ejército que Kirino había predicho que habría.

    —Vaya, no parece que sean muy organizados —soltó Midorikawa.

    Todo el ejército estaba sentado en el suelo, con sus bártulos, como rodeando en cuadrado a su general, que tenía una tienda en el centro.

    —Pensaba que ya todos los ejércitos llevaban tiendas para descansar, en vez de dormir al raso —continuó criticando Ichiban.
    —Se ve que no.
    —Deben estar de paso solamente —comentó Kidou.

    El ejército desconocido les vio casi de inmediato y la primera línea exterior estaba formando contra ellos. La mezcla de escudos cuadrados y redondos daba un aspecto de desorganización que hacía reír a los cazadores.

    —Bajad las armas, compañeros míos —pronunció con mucho teatro el general, que salió de la tienda. Hikaru tuvo medo al ver que era enorme—. Son solamente un puñado de hombres. No es deber de un espartano luchar con tal ventaja.
    —Genial, espartanos, es lo que faltaba —renegó Goenji para sus compañeros.
    —¿Qué pasa con ellos? —curioseó Tenma.
    —Ahora lo verás.

    Los espartanos hicieron un pasillo a los recién llegados hasta su líder. Aquel hombre podía perfectamente sacar una cabeza de altura a Goenji, el más alto del grupo, y sus hombros parecían tan anchos como uno de esos escudos rectangulares largos. Hikaru pensó que a ese tipo no le pesaría nada la armadura. Con su barba y su melena rizada bien podría pasar por un Zeus joven.

    —Bienvenidos a mi campamento, viajeros. ¿Qué capricho de Artemisa os ha traído aquí? —preguntó con el mismo tono teatral de antes. Cuando vio a Kirino y la marca de Hécate en su cuello, su sonrisa se amargó un tanto—. Pues me temo que no ha sido su capricho. (1)

    Kirino le sostuvo la mirada unos instantes, hasta que Kidou interrumpió esa tensión para presentarse:

    —Soy Kidou, líder del ejército de Tirea. Por orden de los dioses, hemos venido a ayudar en el conflicto que asola la región de Arcadia.
    —Oh, por supuesto, igual que nosotros. Aunque vuestras fuerzas sean significativamente inferiores, podéis uniros a nosotros en esta empresa divina.

    Kidou, Goenji y Midorikawa se tensaron al oír esa frase, pero no pudieron hacer nada para impedirlo. Los pequeños no sabían qué quería decir esa frase.

    A partir de entonces, empezó una densa y cansina conversación sobre maniobras, por qué no estaban acampados debidamente, los dioses que sí compartían. Era todo muy formal y recargado. En ese proceso, el líder espartano se presentó como “Cleómenes, general y rey de Esparta” y dejó caer un dato que puso aún más nerviosos a los tireanos:

    —Ártemis me está poniendo a prueba, y para superarla he tenido que hacer algunos sacrificios. Salimos de Esparta en una marcha pacificadora por la costa, poniendo en orden las poblaciones que negaban a nuestros dioses. Dejamos una parte de nuestras tropas en Tirea a modo de puesto de avanzada. De paso, queda ahora defendida.
    —Bien. Espero que este altercado acabe pronto y nuestros soldados vuelvan a casa con sus familias.

    Y Hikaru aprendió una forma educada de decir que se largaran de su ciudad natal. Cleómenes se irguió con autoridad y tardó nada y menos en ejecutar su contraataque:

    —Estoy de acuerdo. Para solucionar esto cuanto antes posible, os voy a asignar al batallón de mi hijo Hiroto.

    El tal Hiroto, quien tenía unas dimensiones bastante más humanas que las de su padre, se levantó de entre el público expectante y se presentó. Todos vieron qué tropas comandaba: el grupo de exploradores y la primera línea de tiro en batalla, la menos prestigiosa de todas. Incluso los cazadores, que no les importaba mucho todo aquello, se sintieron denigrados.

    Cuando Cleómenes les despachó, su hijo los recibió inmediatamente con un toque amargo:

    —Siento la agresividad de mi padre. Soy Hiroto Kiyama. No quiero quitaros los pocos privilegios que os quedan, así que aquí seremos todos iguales.
    —Gracias. Soy Kidou, el líder de estos soldados, y este es Fudou, quien lidera su pequeño grupo de cazadores.
    —Encantado. Sentaos con nosotros, por favor.

    Después de tantos formalismos y tanta diplomacia falsa, toda la tropa agradeció que alguien hablara en su mismo idioma. Los jóvenes ya habían entendido ese comentario despectivo de Goenji sobre los espartanos. Parecían todos unos falsos, excepto Hiroto, que parecía amable. Cuando estuvieron todos sentados, Kidou entró en tema de nuevo:

    —¿Os han encargado tarea ya?
    —Aún no. Solemos explorar los alrededores del próximo campo de batalla antes de acercarnos definitivamente.
    —Pues parece que hacéis cosas importantes para el ejército —comentó Tenma, algo indignado—. ¿Por qué tengo la sensación de ser un grano de arena?
    —En realidad les hemos dado muchas victorias, pero nadie quiere reconocerlo. Estar en primera línea solamente es honorable cuando atacas frente a frente. Esparta está muy anticuada. —Hubo un silencio un tanto incómodo—. Deberíamos descansar, estamos todos muy cansados.

    Mientras empezaban a acomodarse, Hikaru y el resto de menores del grupo observaron un par de cosas: la primera, que la mitad del ejército se reía de ellos. Eran unos meros “ocupados”, absorbidos por un ejército mayor y arrinconados en el grupo menos valorado de todos. Incluso parecía que se reían de Hiroto. La otra cosa era que Midorikawa e Hiroto se iban mirando con cierta regularidad, y que el tireano no había dicho o hecho absolutamente nada desde que habían sabido que eran espartanos. Hikaru era muy inocente, pero el resto empezaban a sospechar que el de pelo verde y el hijo de Cleómenes se conocían de antes, y muy bien.

    * * *


    La noche había caído. El grupo, después de un largo día de risas y burlas ajenas, ya estaba descansando. Pero no todos. Midorikawa seguía despierto, nervioso. Daba vueltas en su sitio, sin hacer ruido con todo el armamento encima, esperando el momento adecuado.

    Ese momento llegó cuando hubo cambio de guardia. Hiroto era el siguiente en vigilar y el tireano aprovechó el momento en el que se levantó para hacerlo él también.

    —¿Qué haces despierto? —preguntó Hiroto, entre susurros.
    —Necesitaba hablar contigo. Llevo años sin verte —respondió cuando ya habían salidodel improvisado campamento.

    Hiroto le sonrió extremadamente aliviado y ambos se dirigieron a los límites del llano. El de pelo verde empezaba a perder los nervios, necesitaba preguntar.

    —¿Qué te pasó? ¿Por qué no volviste a contactar conmigo?

    El hijo de Cleómenes se detuvo en seco, dejó caer su jabalina a la hierba y abrazó con todas sus fuerzas a Midorikawa. Éste cerró los ojos casi sin querer, después de un breve momento de sorpresa. No quería solarle, ya.

    —No podía… —empezó—. Sabía que habías sobrevivido, que estabas a salvo y no quería que te involucraran, no quería perderte… Han sido los dos peores años de mi vida y lo último que quería era que fueran los tuyos también. Necesitaba que el resto te olvidara.

    Midorikawa entristeció su tez morena, recordando todo lo que ocurrió. Dos años antes, Ambos habían sido diplomáticos para Argos y Esparta, compartieron sus vidas durante mucho tiempo. Aprendieron costumbres, sintieron el fragor de la batalla juntos y también sintieron la embriaguez del amor.

    Pero Hiroto era joven, atrevido y orgulloso en exceso, y consiguió convencer al ejército para que se modernizara siguiendo la línea de Argos, desafiando a su padre directamente al no comunicárselo a él. Pese a ese desafío, su padre le dio la oportunidad de probar esos cambios, pero amenazando a Hiroto con un castigo si fallaba.

    El desastre llegó durante la primera batalla, en el que el armamento típico de Argos (que ahora usaban los tireanos) y la estrategia fueron totalmente inútiles por culpa de una lluvia torrencial y un campo de batalla demasiado agreste para que funcionara un ejército muy protegido. En esa batalla se perdieron muchos hombres y el mismo Hiroto estuvo a punto de morir por las heridas. Midorikawa se vio forzado a huir de la batalla y volver a Tirea solo, sin saber qué había ocurrido con los espartanos. Un tiempo más tarde, se enteró que Hiroto seguía vivo.

    —Pensaba que habías muerto… Me sentí tan agradecido a los dioses cuando me enteré que habías sobrevivido que quise irte a buscar, pero no me dejaron entrar en Esparta.
    —Lo sé. Mi padre se negó a dejar entrar diplomáticos de Argos a partir de entonces. Pero todo esto ya ha pasado, porque volvemos a estar juntos. No te voy a perder de nuevo.

    El abrazo se mantuvo durante un largo rato, hasta que pudieron mirarse como si nada hubiera pasado durante esos dos años. Nada había cambiado en sus corazones, estaba ahí, intacto, el amor que sentían el uno por el otro. Ninguno de los dos supo si fue él o el otro el que se lanzó a los labios ajenos, pero sucedió y, cuando empezaron ya no pudieron parar.

    [--------------------------------------------------------------------------------]



    NOTAS:
    (1): Esto no es casual, no me lo he inventado. En otras notas ya he explicado que en cada ciudad había dioses a los que veneraban como principales, pero no significa que fueran todos tan amigos. Cuando dos dioses compartían papeles (Ártemis y Hécate se identifican ambas con la naturaleza) podía darse una fusión de dioses o una rivalidad. Dado que Hécate es hija de titanes y Ártemis era hija de Zeus, la segunda les parecía más “fiable”. Y en Esparta era una de las diosas más importantes, así que aún más rivalidad.

    Espero que os haya gustado jeje os recomiendo buscarme en la sección de originales, allí tengo un fic largo ¡y acabado! que en Wattpad se va a hacer famoso muy pronto jeje
     
    Top
    .
56 replies since 12/12/2016, 01:51   1440 views
  Share  
.